Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 AGUSTÍN MORETO Y EL LINDO DON DIEGO. http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Guía de lectura (Aunque la representación de Teatro Avempace se dirige a todos los alumnos de ESO y Bachillerato, es especialmente adecuada, a la vista de los currículos oficiales actualmente vigentes en el área de Lengua Castellana y Literatura, para jóvenes de 3º de ESO y de 1º de Bachillerato. Por otra parte, teniendo en cuenta el uso propagandístico del teatro nacional por parte del Imperio español, el visionado de la obra es también muy interesante para alumnos y profesores del área de Ciencias Sociales, Geografía e Historia) Llamamos comedia nacional al conjunto de obras del siglo XVII escritas por algunos de los mayores genios de nuestra literatura: Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Miguel de Cervantes, Guillén de Castro, Agustín Moreto… En aquella centuria decimoséptima, el teatro era el gran espectáculo de masas y el educador por excelencia de las multitudes iletradas, de manera que la comedia nacional no era neutra desde el punto ideológico, dada la fuerza con que penetraba en las mentes de las personas del pueblo, sino que se había erigido en portavoz de los valores tradicionales. La comedia nacional defendía el orden establecido, las ideas conservadoras de Su Católica, Sacra e Imperial Majestad. Biografía de Agustín Moreto y Cavana (1618-1669) Agustín Moreto y Cavana nació en Madrid, en 1618, y murió en Toledo, en 1669, a los 51 años. Hijo de comerciantes italianos, fue clérigo de órdenes menores y nunca tuvo cargos eclesiásticos relevantes. Vivió en varios lugares, entre ellos Madrid, Sevilla y Toledo, donde murió. Fue enterrado a petición propia en el cementerio para pobres, pues en sus últimos años había trabajado con los desposeídos. Se le considera discípulo de Calderón de la Barca, como Francisco de Rojas Zorrilla y Jerónimo Cáncer, y es tenido por el último gran dramaturgo de nuestro Siglo de Oro. Ha pasado a la historia de la literatura sobre todo por dos obras: El lindo don Diego (1662) y El desdén con el desdén (1654), ambas comedias de enredos amorosos. Escribió mucho y algunas obras las hizo en colaboración como: La adúltera penitente (con Calderón y Juan de Matos Fragoso), El bruto de Babilonia (con Matos y Jerónimo Cáncer), El hijo pródigo (con Matos y Cáncer), Nuestra Señora del Pilar (con Matos y Sebastián Rodríguez de Villaviciosa), etc. En El desdén con el desdén cuenta cómo doblegar el desdén de una dama de alta posición. Esta es una comedia palatina o cortesana, de las que Bances Candamo llamaba “de fábrica”, y pasa por ser la mejor de su género en todo el Siglo de Oro. El argumento es, más o menos, como sigue: un enamorado galán decide escarmentar a la mujer esquiva cuyo amor persigue, desdeñosa con todos sus pretendientes, haciéndose igualmente desdeñoso y esquivo, con lo que viene a suscitar la curiosidad de la bella y, por fin, su amor. Para ello recurre a los sabios consejos de su criado, que conoce bien la naturaleza humana. 1 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 Las notas características del teatro de Moreto son: La maestría en el verso. http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez La gracia en los diálogos, elegantes, inteligentes, comedidos; destaca también por el uso inteligente del aparte (una convención escénica en la que los personajes fingen hablar en voz baja dirigiéndose al público, que sí los escucha, pero sin que los otros personajes que están en la escena entiendan lo que dicen). La maestría en la caracterización psicológica de los personajes (como puede comprobarse en El lindo don Diego), Moreto es un fino cincelador de caracteres y un gran observador; pero, eso sí, sus personajes son tipos: el “lindo”, la dama desdeñosa, el criado enredador… La escasa originalidad (prefiere tocar temas tradicionales o tópicos, como el del “miles gloriosus”, el vanidoso ridículo, la dama desdeñosa, el criado vivaracho y truhán, etc.). Moreto era tenido por un buen adaptador de comedias antiguas. Así, en su famoso Vejamen, Jerónimo de Cáncer, discípulo -como Moreto- de Calderón de la Barca y colaborador con él en varias comedias, lo presenta "(re)escribiendo comedias viejas". Aun podríamos añadir una característica más: el tradicionalismo mental, pues viendo los títulos de sus obras (Antes morir que pecar, Cómo se vengan los nobles, El Cristo de los milagros, El más ilustre francés San Bernardo, El mejor amigo el rey, Los jueces de Castilla, Primero es la honra…) ya se comprende que su posición es conservadora y que puso su pluma al servicio de los valores tradicionales. En definitiva, Moreto manifiesta una clara tendencia a la sentencia y al consejo moralizador, no cae en el barroquismo o en el enredo excesivo, en las tramas descabelladas, defectos de los que adolecerán las comedias posteriores de otros autores. Es por esa razón por la que se le considera el último gran dramaturgo del Siglo de Oro. Sus cualidades presagian ya la comedia neoclásica del siglo XVIII. Su “lindo” equivaldrá en el Neoclasicismo al petimetre, el joven a la moda, más preocupado de lo exterior que de las cualidades morales. El lindo don Diego (1662) Métrica La obra está escrita en verso, como casi todas las correspondientes al siglo XVII. Desde el punto de vista métrico, es muy variada, pues se utilizan: redondillas, romances, silvas y pareados. Moreto era gran maestro versificador y rimaba con facilidad los versos. El cómputo silábico no impedía que se sirviese de ironías, juegos de palabras, malentendidos... El figurón El lindo don Diego es una comedia de figurón, es decir, su protagonista, don Diego, es un presuntuoso vacuo; un personaje que enlaza con la tradición literaria del “miles gloriosus”, el soldado fanfarrón, que ya aparece en las tablas escénicas desde tiempos antiguos, desde la época romana, desde al menos el cómico Plauto. Don Diego tiene también mucho del otro tipo reiterado en las comedias: el pretencioso galán provinciano que viene a Madrid con ínfulas de nobleza y rancio abolengo. Fuentes El modelo inmediato de Agustín Moreto es El Narciso en su opinión, del 2 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez dramaturgo valenciano Guillén de Castro, universalmente conocido como autor de Las mocedades del Cid (una obra que, a su vez, inspiró al trágico francés Pierre Corneille en su celebérrimo Le Cid, la cual originó en el país vecino la encendida polémica entre antiguos y modernos, donde se sustanciaba la necesidad de obedecer o no la regla de las tres unidades -de acción, lugar y tiempo-). El tema del Narciso, el vanidoso ridículo, el hombre enamorado de sí mismo, se mezcla en El lindo don Diego con la tradición del “miles gloriosus”, el soldado fanfarrón. Y aún podríamos decir que don Diego tiene también algo del tópico del avaro, pues solo piensa en su provecho y es capaz de utilizar a tal fin el matrimonio de interés, ajeno en todo punto a la idea romántica (muy posterior al siglo XVII en el terreno de la literatura, no anterior al siglo XIX) del amor o del enamoramiento. Don Diego solo ve en el matrimonio un medio de acrecentar su superioridad social, de aumentar su ego. No hay en él atisbos de generosidad, pero sí de avaricia, de mezquindad e interesado proceder. La crítica considera unánimemente que El lindo don Diego es, por sus merecimientos, muy superior a la obra que lo inspira, El Narciso en su opinión, de Guillén: más cómica, mejor construida, con personajes mejor caracterizados… Argumento El protagonista, don Diego, que se tiene por apuesto y se admira a sí mismo como en el mito clásico de Narciso, halla su contraposición en don Mendo, cuya inteligencia y discreción sobrepasan las cualidades del vanidoso Diego. Don Tello, tío de ambos, ha decidido casar a sus dos hijas, doña Inés y doña Leonor, con esos sobrinos suyos. Doña Inés, que no puede soportar a su prometido, el vano y ridículo Diego, ama a otro caballero, don Juan, cuyo criado, Mosquito, logra con sus manejos que el “lindo don Diego” abandone a su prometida por una criada, Beatricilla, que se finge condesa y hace pensar al absurdo galán en una boda de mejor provecho. Al final, el petimetre Diego, esclavo de la moda, recibe su merecido y queda en evidencia en sus interesadas pretensiones. En la comedia, el final feliz exige las bodas de los enamorados, en esta ocasión excepcional, por partida triple: los dos caballeros, con sus damas (don Juan-doña Inés, don Mendo-doña Leonor) y el criado, con la criada (Mosquito-Beatriz). Moreto supera así al venerable padre y maestro del teatro nacional, Lope de Vega, quien acostumbraba a rematar sus comedias con dobles bodas. El final con triple enlace hizo, sin duda, las delicias del respetable en su tiempo que, de seguro, supo agradecer su ocurrencia al autor con un fuerte aplauso. El lindo don Diego cerraba así el círculo del éxito: MOSQUITO: Mamóla. DIEGO: Villano--¡viven los cielos...!-MOSQUITO: Aquí no hay a qué apelar; que no lo sufriera el pueblo. DIEGO: Pídase si quedo mal. MOSQUITO: Y castigado este necio a gusto de los oyentes, aquí, con aplausos vuestros, dichosamente el poeta da fin al lindo don Diego. 3 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 Análisis de los personajes principales El don Diego moretiano es un antihéroe, funciona sobra la base del distanciamiento: el público no se identifica, sino que se aleja de él, se burla de su necedad. Como decía el filósofo francés Henri Bergson en su estudio sobre la comicidad, lo cómico “s’adresse a l’intelligence pure” (“se dirige a la inteligencia pura”). Para que haya risas, es necesario que el personaje se convierta en algo risible, que lo veamos como un ser ridículo caracterizado por su vanidad, sus manías y su estupidez, pues él es el único que no se da cuenta de la realidad. Vive en la inopia. Es decir, en la idiocia. http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Don Diego Don Diego cree que todo el mundo sucumbe ante sus encantos, sobre todo las damas, que no pueden evitar enamorarse de él. Se mira continuamente en el espejo. Es un petimetre a la moda, que utiliza innumerables horas en su aliño indumentario; un parásito social que solo presume, desprecia y mira por encima del hombro. Se considera el mejor, el más bello y bravo, el más noble y viril de los hombres, pero en realidad produce el efecto contrario, pues se convierte en la contrafigura de la nobleza que quiere representar. Su narcisismo es tal que no se rige por las normas que regulan la conducta de los caballeros: ni tiene sentimiento del honor ni de la cortesía ni de la generosidad. Su egolatría lo lleva incluso a la avaricia y es capaz de mentir con tal de conseguir su objetivo de medro y ascenso social. De él dice Mosquito que “de sangre y bolsa es muy limpio”. Que no tiene mucho dinero, vamos, ni es amigo de dispendios con los demás. Es, definitiva, un arribista. Y si le aplicáramos el análisis que don Gregorio Marañón aplicó al mito de don Juan Tenorio, podríamos concluir que es impotente u homosexual: “lindo”, “adamado”, “macho” (en el sentido de “estéril”), “mulo” (en el mismo sentido)… Tales son los calificativos que le dedica Mosquito: he ahí por qué lo rehúyen las damas y por qué él se niega a mirar una realidad que se hace evidente a todos, menos al propio interesado. Las pruebas de afeminamiento, disimulo y cobardía que da a lo largo de la comedia lo demuestran. Don Diego deslegitima, en cierta forma, la superioridad de la nobleza sobre el vulgo y las clases serviles. Por eso, es pasto de un personaje inevitable en las comedias de Los criados nuestro Siglo de Oro: el gracioso o donaire, en este caso un gracioso memorable, Mosquito, que es la verdadera alma de la obra. Mosquito derrota al “lindo” de la única forma en que podría hacerlo sirviéndose de la vanidad de aquel, haciéndole creer que podrá ser “condeso”. El inteligente criado trabaja fielmente al servicio de su señor don Juan, pero también… en su propio beneficio, pues quiere lograr que su amada Beatricilla, la fregona que don Tello ha despedido por deslenguada y “alparcera”, sea readmitida en el hogar, para poderse así casar con ella. Beatriz será para Mosquito digna partenaire, pues se muestra tan experta como él en enredos, tretas y fingimientos, en grado de maestra y aún doctora. Mosquito es el gracioso de la comedia y, además, hace el papel de enamorado de Beatriz (es decir, de galán de criada); por último, es el “facedor y desfacedor de entuertos”, el que lía y deslía la madeja. Entre Mosquito y Beatriz consiguen crear el enredo, una inmensa telaraña en la que ellos mismos están a punto de caer en alguna ocasión pero que, finalmente, funciona a la perfección para producir el desenlace feliz, obligado en toda comedia. Todos se salen con la suya: 4 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 don Tello, el padre venerable, porque consigue bodas ventajosas para sus dos hijas; sus hijas, las damas doña Inés y doña Leonor, porque sin desobedecer a su progenitor, logran el matrimonio con galanes de su agrado, don Juan y don Mendo; http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez y por supuesto, los criados, Beatriz y Mosquito, que son sin lugar a dudas los personajes más inteligentes de la obra. Todos, naturalmente, excepto don Diego que queda en ridículo, descubiertos a los ojos de todos su cobardía e interesado proceder. Él se queda “compuesto y sin novia”, como se suele decir popularmente. Pero… ¿No habíamos dicho que la comedia nacional protegía los valores tradicionales, los salvaguardaba y ensalzaba? ¿Cómo, pues, se permite el autor crítica tan mordaz contra un miembro de la nobleza? Ello solo era posible si, en primer lugar, se usaban con el personaje principal las técnicas de distanciamiento a las que hemos aludido más arriba: era importante convertir a don Diego en un ser risible, en un ente ridículo merecedor de todas las chanzas. En segundo lugar, hacía falta otro personaje imprescindible en muchas de las comedias barrocas: el padre venerable, don Tello, que suele funcionar como ayo o guardián Don Tello de las esencias. La crítica sajona lo llama “blocking character”, personaje-obstáculo o carácter de bloqueo. Él es quien permite que haya intriga, pues si los amantes se quisieran sin más y no hubiera obstáculo para su unión, habría sin duda boda, pero lo que no habría sería obra. La comedia requiere el enredo, la dificultad y solo después llega, reparador, el final feliz, que alegra el corazón del público. Así pues, don Tello decide casar a doña Inés con un galán absurdo, don Diego, y, desde la posición de autoridad que ocupa, su decisión no puede ser discutida, solo cabe el acatamiento. Comienza así el conflicto, que quedará pronto desactivado en el caso de doña Leonor, pues el galán que le propone su padre, el joven don Mendo, es discreto, atractivo y lleno de cuantas virtudes son deseables en un hombre de noble cuna. El conflicto se centra, por tanto, en la relación Inés-Diego, que resulta problemática, máxime cuando sabemos que Inés desprecia a Diego y ama a don Juan, al que conoce desde hace varios años. El personaje de bloqueo oscila en su caracterización teatral entre el tirano todopoderoso (sería el caso del comendador en Peribáñez y el comendador de Ocaña o en Fuenteovejuna, de Lope de Vega) y el anciano justo, ponderado y bueno (aparece, por ejemplo, en El alcalde de Zalamea, de Lope, y también en la obra homónima de Calderón: Pedro Crespo bendice a su hijo y le recomienda el bien cuando este decide unirse a las milicias para servir al Rey). En El lindo don Diego, el personaje de don Tello tiene todo de nobleza, mesura y ponderación y nada de tirano arbitrario (contra este sería lícita la rebelión, como en Fuenteovejuna, de Lope de Vega: “todos a una”). Eso explica también que de sus hijas se espere una posición de obediencia al progenitor, incluso en el caso de doña Inés, a quien don Tello planea casar con el ridículo don Diego en contra de la voluntad de la dama. El aprendizaje del padre a lo largo de la comedia consistirá en hacerse consciente de la necedad de su sobrino Diego y cómo aquella lo inhabilita para casarse con su hija. 5 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 La visión del matrimonio que tiene don Tello es tradicional: lo considera un asunto de familia, un medio de prosperar socialmente o de acrecentar el patrimonio familiar; un negocio, en suma, organizado por el cabeza de familia, cuya autoridad no es discutible, y en el que la opinión de la hija (o inclusive de los hijos, si los hubiere, cosa que no ocurre en esta obra) no cuenta. En el matrimonio no interviene para nada la idea del amor, sino solo la conveniencia, el interés, la relevancia social. Y naturalmente es el padre quien debe dar el parabién, sin el cual el vínculo es imposible. http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez El matrimonio Las damas, en general, en el teatro español del Siglo de Oro no tienen otro papel más que el de suspirar de amor, si bien en El lindo don Diego se les concede cierto margen de maniobra, cierta capacidad de acción: estando como están vinculadas por obediencia a las decisiones de su progenitor, consiguen con inteligencia hacer que las cosas giren a su favor y ocurran como ellas quieren. Por eso Leonor le dice a su hermana Inés, al principio de la obra (versos finales de la jornada primera), cuando esta está aterrada con la idea de tener que casarse con don Diego: Las hijas: doña Inés y doña Leonor LEONOR- El riesgo de un casamiento, que si se yerra es martirio, ha de ser el escogerlo de quien se obliga a sufrirlo. Siendo esto cierto, ¿qué temes de que él tenga ese disinio? ¿Se ha casado alguna dama con el sí que el padre dijo? Por otro lado, el matrimonio solo es viable dentro de la misma clase social: el criado con la criada, el galán con la dama. Así ocurre en las comedias de todos los autores del teatro nacional: en Lope, en Calderón, en Moreto… Otra cosa sería una inadmisible revolución. Todavía falta algún tiempo para que aparezca la Lady Chatterley (con su jardinero), imaginada por D. H. Lawrence (1928), o el criado burlón capaz de salirse siempre con la suya, aun en contra de la voluntad de su señor, como ocurre con el Fígaro (1775) de Beaumarchais. Bien, pues con todo, a pesar de su querencia por la tradición, don Tello hace en la comedia el papel de un hombre justo, ejerce su papel de manera en nada arbitraria. Es ponderado, capaz de cambiar de opinión, intenta procurar la felicidad de todos los suyos. En cierta forma, es el reverso de don Diego, pues si la burla de aquel está justificada por su propia estulticia, la obediencia a este pater amabilis es obligada en el caso de sus descendientes, pues su autoridad está santificada con los atributos de la ponderación y la nobleza de espíritu. Interpretación de El lindo don Diego En definitiva, El lindo don Diego podría entenderse al modo en que señala Northrop Frye, como lucha entre dos generaciones: la vieja (don Tello) y la nueva (los jóvenes). Otro crítico, Francis Cronford, ha recordado igualmente los ritos de la fertilidad en las culturas antiguas, la lucha entre el viejo rey invernal y el nuevo monarca primaveral o veraniego, cuyo triunfo permitirá el renacer de la vida. 6 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez La obra de Moreto, naturalmente, como no podía ser de otra manera, apuesta por la conservación del orden establecido, de manera que no se rompa la tradición heredada. En este equilibrio reparador del conflicto, es fundamental el papel del gracioso: Mosquito, quien con su hábil maniobrar, con su gusto por el enredo –lo que se manifiesta también en su gusto por el humor verbal o el juego de palabras- permite que doña Inés se encuentre con su verdadero amor, don Juan, y que el “gloriosus”, don Diego, quede desenmascarado y en entredicho. Los críticos han señalado con acierto el marcado ascenso del gracioso en esta y otras obras moretianas (como Trampa adelante), al igual que en comedias de Guillén de Castro tales como Quien no se aventura no ha ventura. El gracioso, un personaje en principio pensado como secundario, cobra más y más protagonismo, usurpándoselo al mismísimo galán. Wardropper, por ejemplo, habla de liderazgo dramático, “leadership role”, y constata que el personaje está casi siempre en escena e incluso hace solos, apartes, para el público. El gracioso del teatro nacional es mucho más que un bobo simpático. Va más allá de lo bufonesco o la carnavalada. Asiste al señor, pero lo supera en inteligencia, en personalidad dramática y, finalmente, en aprecio del público. Digamos que, mientras que con el gracioso se produce un proceso de identificación entre personaje (Mosquito) y auditorio, en el caso del figurón (don Diego) el proceso es opuesto: distanciamiento y burla. El lindo, el Narciso enamorado de sí mismo, el “gloriosus” convertido en figurón, el provinciano paleto con absurdas pretensiones de rancio abolengo nobiliario, ridiculizado en su descabellado proceder, desacraliza a la nobleza, legitima la burla a la que es sometido y fundamenta también el interesado proceder del bufón que, en lugar de servir únicamente a los deseos del señor, se permite sacar provecho para sí mismo. La literatura de Moreto, último gran dramaturgo de nuestro teatro áureo, muestra a las claras que el esquema social del viejo Imperio en el que “nunca se ponía el sol”, la organización jerárquica basada en la ciega sumisión del criado a su amo, había empezado a resquebrajarse. Mosquito es mucho más que aquellos donaires o graciosos de Lope cuya única misión era la de hacer reír, mucho más que la simple contrafigura del galán: es el centro mismo de la acción dramática, el puente que une los valores de dos mundos opuestos (el bien y el mal, la nobleza y la servidumbre, la estupidez y la inteligencia, el autoritarismo y la obediencia, la sumisión y la rebeldía…) El lindo don Diego y la comedia de figurón Sin embargo, no debemos caer en el error de ver el texto de Moreto como una obra revolucionaria, pues nada más lejos de la intención del autor, muy apegado a los valores antiguos. Los textos solo pueden ser entendidos en el contexto en que son producidos, en las concretas circunstancias en que nacen, en unas específicas coordenadas de espacio y tiempo. Y evidentemente, el hic et nunc, el aquí y ahora en que vivió Moreto no fue una época precisamente inclinada al liberalismo. Y tampoco él, clérigo de ordenada vida y costumbres, era partidario de mayores desórdenes. 7 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Lo que sí es cierto es que, consciente o inconscientemente (más bien, lo segundo), Moreto transmite en su obra El lindo don Diego la crisis de una sociedad anticuada cuyos esquemas ya no funcionan con la eficacia que antes tenían. He aquí un claro ejemplo en que observamos cómo los textos clásicos, además de su interés artístico, además de su condición de monumento literario, tienen también un gran valor añadido como documentos socio-históricos. La comedia de figurón es uno de los subgéneros dramáticos generados en el Siglo de Oro español a partir de la comedia de capa y espada. Muy cercano al género dramático de la farsa, pueden encontrarse ya figurones (personajes cómicos de un grotesco y ridículo orgullo) en el teatro de Plauto, y en especial en su pieza Miles gloriosus, (El soldado fanfarrón) o Aulularia (Comedia de la olla). El nacimiento del género en el teatro clásico español está bien claro. Siempre solía quedar un "galán suelto", burlado al final de una pieza de capa y espada, siempre fundada en un enredo de tipo amoroso. El género abarca los siglos XVII, XVIII y principios del XIX. El primer autor puede considerarse Alonso de Castillo Solórzano. Poco a poco se le fueron agregando rasgos cómicos hasta transformar a ese galán suelto en un arquetipo de lo risible, en una personalidad con frecuencia afeminada (como en El lindo Don Diego) o propietaria de rasgos ridículos, frecuentemente emparentados con el aldeanismo provinciano (hay que recordar aquí que don Diego y su primo don Mendo vienen de Burgos). Muchos de ellos son vascos o montañeses, imbuidos de un grotesco orgullo nobiliario. Su primer ejemplo señero está en El Narciso en su opinión, de Guillén de Castro, donde aparece un protagonista atildado y pretencioso, que queda ridiculizado. Esta obra, como ya hemos señalado anteriormente, sirvió de modelo a Moreto para su Lindo… En el repertorio de las comedias de figurón del Siglo de Oro español, además de El lindo don Diego, figuran: El marqués del cigarral, de Alonso de Castillo Solórzano. Entre bobos anda el juego, de Francisco de Rojas Zorrilla. Guárdate del agua mansa, de Pedro Calderón de la Barca. Un bobo hace ciento, de Antonio de Solís. El sordo y el montañés, de Antonio Fernández de León. El castigo de la miseria, de Juan Claudio de la Hoz y Mota. El hechizado por fuerza, de Antonio de Zamora. El honor da entendimiento y el más bobo sabe más, Abogar por su ofensor y barón del Pinel, El dómine Lucas, Yo me entiendo y Dios me entiende, La más ilustre fregona, De comedia no se trate, allá va ese disparate y De los hechizos de amor la música es el mayor y el montañés en la Corte, de José de Cañizares. La encantada Melisendra y Piscator de Toledo, de Tomás de Añorbe y Corregel. Don Cosme Antúnez y Panciconeja o El desgraciado por fuerza, de José Calvo Barrionuevo. Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, de José de la Concha y Un montañés sabe bien dónde el zapato le aprieta, de Luis Moncín, entre muchas otras. Con el tiempo el género se transformó en la comedia de carácter neoclásica. Las comedias de figurón españolas del Siglo de Oro, siempre en torno a un personaje ridículo central, gustaban tanto a los clasicistas franceses que las imitaron y refundieron mucho. Hay que distinguir, sin embargo, que las comedias de figurón españolas no tratan de arquetipos 8 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 psicológicos universales, como las francesas, sino de personajes ridículos fruto de unas circunstancias histórico-sociales concretas. http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Ya más adelante, el paleto y palurdo figurón provinciano ha sido víctima de la hilaridad cortesana, y en tal sentido ha sido un personaje constante en el género dramático hasta el mismísimo siglo XX, como el personaje interpretado por Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí, cuyo guion escribió Fernando Lázaro Carreter. Fragmentos de El lindo don Diego Copiaremos aquí algunos fragmentos representativos de la comedia de Agustín Moreto. El primero pertenece a la jornada I, en él entra Mosquito y comenta que ha conocido a los novios. Don Mendo le ha parecido gallardo, pero don Diego… Llama la atención la familiaridad con que revela ante los señores la opinión que le merece el galán, sabiendo como sabe que va a ser el marido de doña Inés: MOSQUITO: ¡Jesús, Jesús! Dadme albricias. LEONOR: ¿De qué las pides, Mosquito? MOSQUITO: De haber visto a vuestros novios; que apenas el viejo hoy dijo 1 la sobriniboda cuando 2 partí como un hipogrifo , 3 fui, vi y vencí mi deseo , y vi vuestro par de primos. LEONOR: Y ¿cómo son? MOSQUITO: Hombres son. LEONOR: Siempre estás de un humor mismo, pues ¿podían no ser hombres? MOSQUITO: Bien podían ser borricos; que en traje de hombre hay hartos. LEONOR: Y ¿cómo te han parecido? MOSQUITO: El don Mendo, que es el tuyo, galán, discreto, advertido, cortés, modesto y afable; menos algún revoltillo que se le irá descubriendo con el uso de marido. (…) INÉS: ¿Y don Diego? MOSQUITO: Ése es un cuento sin fin pero con principio; que es lindo el don Diego y tiene, 4 más que de Diego, de lindo . Él es tan rara persona que, como se anda vestido, 5 puede en una mojiganga ser figura de capricho. (…). Y porque mejor te informes de quién es y de su estilo, te pintaré la mañana que con él hoy he tenido. Yo entré allá y le vi en la cama, de la frente al colodrillo ceñido de un tocador, que pensé que era judío. (…) 1 sobriniboda: neologismo inventado por Mosquito, que alude a las bodas planeadas por don Tello de sus hijas con sus sobrinos. 2 hipogrifo: animal mitológico, mitad caballo y mitad Grifo, que montaba Astolfo en Orlando furioso, de Ariosto. 3 fui, vi y vencí: Mosquito remeda la famosa frase de Julio César, “Llegué, vi, vencí”, “Veni, vidi, vici”, ejemplo de lenguaje conciso y de yuxtaposición. 4 lindo: lo dice Mosquito aquí en el sentido de afeminado, cuidadoso en exceso de su compostura y aseo. Más abajo, lo llamará “adamado”. 9 5 mojiganga: fiesta pública en la que hay disfraces ridículos y hombres disfrazados de animales. Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez 6 Con su bigotera puesta estaba el mozo jarifo, como mulo de arriero con jáquima de camino; (…) De este modo, de la cama salió a vestirse a las cinco y en ajustarse las ligas llegó a las ocho de un giro. Tomó el peine y el espejo y, en memoria de Narciso, le dio las once en la luna; y en daga y espada y tiros, capa, vueltas y valona dio las dos y después dijo, 7 "(…) Mozo, ¿dónde habrá agora misa ?" Y el mozo, humilde, le dijo, "A las dos dadas, señor, no hay misa sino en el libro." Y él respondió muy contento, "No importa, que yo he cumplido con hacer la diligencia. Vamos a ver a mi tío." Éste es el novio, señora, que de Burgos te ha venido; tal que primero que al novio 8 esperara yo un novillo . 6 bigotera: protección para los bigotes que se ponía de noche para que no se descompusieran. 7 misa: en aquel tiempo solo había misa hasta mediodía. 8 novillo-novio: juego de palabras de Mosquito y animalización de don Diego”; antes lo ha llamado “lindo”, “necio” y “mulo”. 10 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Mosquito llega incluso a animalizar a don Diego, comparándolo con un mulo y con un novillo, con la complicidad de los nobles, que le permiten hablar de modo tan irrespetuoso de uno de ellos, de un miembro de su clase social, al que incluso el criado llega a tildar de “lindo” (o sea, poco hombre, afeminado). Es más, el propio don Mendo lo calificará de “necio” y “majadero” en la escena siguiente y lo mismo harán las damas, en cuanto que lo conozcan; y hasta el mismísimo don Tello, el cabeza de familia que ha orquestado las bodas, se irá dando cuenta del carácter ridículo de su sobrino. Mosquito, a lo largo de la obra, insiste en la animalización del ridículo galán: pide que le den una “albarda”, dice que es pecado querer casar a Inés con un “jumento”, etc. MOSQUITO: Y que es pecado nefando casarte con un jumento. La ridiculización de don Diego es constante y acaba en el “¡Mamóla!” (“¡Tonto!”) que dice Mosquito justo al final de la comedia. Un par de escenas más debajo de esta que hemos transcrito, Mosquito se ofrece para desarrollar sus saberes brujos de magno enredador: MOSQUITO: ¿Y si yo me atrevo a hablar y a decirte que aunque luego te case con él tu padre, yo a descasarse me atrevo? Porque este novio es un macho JUAN: y hace mulo el casamiento. Inés, señora, ¿qué dices? ¿Quédale ya a mi tormento esperanza que le alivie? Así, comienza el protagonismo del gracioso, y ya no lo abandonará en toda la obra. Él es quien urde la trama, quien crea los equívocos y engaños y quien, finalmente, los desenredará. También recae sobre él el humor verbal de la comedia; aquí, por ejemplo, dice de don Diego que es un “macho” en el sentido de estéril, y habla de “hacer mulo el casamiento” jugando con el parecido fonético de “mulo” y “nulo”. La obra, desde el punto de vista dramático, es un continuo crecer de Mosquito y el decrecer y decaer constante de don Diego. En la jornada segunda, Mosquito le insiste a su amo don Juan: MOSQUITO: Vuelvo a decirte que hay medio para curar tu dolor. JUAN: Mosquito, en tanto rigor, ¿cuál puede ser el remedio? Don Tello ha determinado el dar a Inés a don Diego, y ha despreciado su ruego y su palabra ha empeñado; no hay medio en tanta aflicción. MOSQUITO: Dígote que le ha de haber. JUAN: Necio, ¿cómo puede ser? MOSQUITO: ¿Hay tal desesperación? Ese hombre ¿no es un rocín? Luego tu duda es crüel (…) Pero para aqueste efeto, tu licencia me has de dar de lo que yo he de trazar. JUAN: Ésa yo te la prometo. MOSQUITO: Pues, señor, yo, conocida 11 la liviandad de don Diego, deseando tu sosiego, hallé el medio por su herida. Alabéle con intento a tu prima la condesa, que ya de viuda profesa se le anda el casamiento. Abrió tanto ojo a la mía, y muy fïado de sí, dijo, "Si ella me ve a mí, yo me veré señoría." Yo le prometí llevar donde ella verle pudiera, y él dijo, "De esa manera, condesa, de par en par." Si trazamos que en él cuaje esta esperanza, después despreciará a doña Inés y al viejo y a su linaje. Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 Y el gracioso vuelve a animalizar a don Diego, llamándolo “rocín” (es decir, asno, burro). Se muestra además seguro de su “maña”, de salir airoso del reto. Además, sabe que el punto flojo de don Diego es la vanidad, así que decide luchar contra él usando de sus propias armas: http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez MOSQUITO: (Voy a avisar a Beatriz por que se ponga en adobo, que ha de tragar este bobo la condesa fregatriz). Aparte A continuación, transcribimos la parte más “revolucionaria” de la obra: cuando Mosquito le explica a Beatriz qué ha de hacer para pasar por condesa: MOSQUITO: Mira, Beatriz, si quieres acertarlo, cuanto hablares sea escuro y confuso; habla crítico agora, aunque no es uso, porque si tú el lenguaje le revesas, pensará que es estilo de condesas; (…) y en viendo que habla voces desusadas, cosas ocultas, trazas intrincadas, para dar a entender que lo comprenden, le dicen que es gran cosa y no la entienden. Conque si le hablas culto, prevenida, te tendrá por condesa, y entendida. BEATRIZ: Pero si él me pregunta algo corriente, forzoso es responderle vulgarmente. MOSQUITO: De ningún modo, que ese no es su paso. BEATRIZ: Y si él pregunta, "¿Cómo estáis?", acaso, ¿qué le he de responder? MOSQUITO: En garatusa. "Libidinosa, crédula y obtusa." BEATRIZ: Pues ¿qué ha de entender él, si eso no es nada? MOSQUITO: Acaso entenderá que estás preñada. BEATRIZ: Déjame a mí, que yo sabré hablar culto cuando importe, que no ha de ser a bulto. Mosquito llama a Beatriz “fregona en paños mayores”, dando a entender que la diferencia entre criados y señores no es tanta, una simple forma de hablar y comportarse, una manera amanerada de estar en la vida. Y cuando Beatriz, “la condesa condada”, se entrevista con don Diego, este traga completamente el anzuelo: BEATRIZ: ¿Quién anda en los corredores? (…) DIEGO: El cielo guarde esa aurora. BEATRIZ: La vuestra sea bien venida. DIEGO: (No he visto en toda mi vida Aparte mejor bulto de señora.) BEATRIZ: ¿Qué intento os lleva neutral a mis coturnos cortés? DIEGO: (¡Jesús, cuál habla! Esto es Aparte estilo de sangre real.) Señora, bueno he venido. MOSQUITO: (Qué quieres te preguntó). Aparte DIEGO: Estar bueno quiero yo; luego bien he respondido. BEATRIZ: (De risa me estoy cayendo Aparte y disimular no sé). DIEGO: (También me parece que Aparte va la condesa cayendo). BEATRIZ: En fin ¿venís rutilante a mi esplendor fugitivo, para ver si yo os esquivo a mi consorcio anhelante? DIEGO: ¿No ves, Mosquito, al hablarme, con qué gracia me enamora? MOSQUITO: Pues ¿qué es lo que dijo agora? DIEGO: Todo aquesto es alabarme. Si yo aquí os he parecido como vos significáis, cierto que no lo arriesgáis porque soy agradecido. BEATRIZ: Explicaos de una vez. DIEGO: Hablaros de espacio intento. BEATRIZ: Pues apropincuad asiento. DIEGO: Mosquito, ya pica el pez. MOSQUITO: Ya yo le he visto tragar.” Incluso los demás nobles -excepto don Juan, amo de Mosquito, que está al tanto de todocaen en el engaño de creer condesa a Beatriz hasta que el enredo “da lumbre”, como dice el ingenioso criado. El arribista don Diego se niega a casarse con doña Inés, pensando en una boda de mejor acomodo con la falsa condesa y tarde se da cuenta de su error: TELLO: DIEGO: ¿Qué mujer? Ésta que veis es mi mujer. TELLO: ¡Bien, por cierto! ¿Y por aquesta crïada dejáis a mi hija? DIEGO: ¡Esto es bueno! ¿Qué criada? Que es condesa, 12 y se disfrazó de celos. Descubríos ya, señora. BEATRIZ: Yo descubriros no puedo más de que soy Beatricilla y vos el lindo don Diego. DIEGO: Pues ¿cómo es esto? MOSQUITO: Mamóla. DIEGO: Villano--¡viven los cielos...!-- Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 La obra se cierra, además, con triples bodas: los galanes con sus damas (don Juan con doña Inés, don Mendo con doña Leonor) y Mosquito con su Beatricilla. Los siervos se colocan, una vez más, a la altura de los señores, también en la obtención de un desenlace feliz. Sin duda su talento, su agudeza y su ingenio merecían tal final igualitario. La jerarquía social quedaba, a la vez, afirmada y contradicha. http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Del “román paladino” al hablar “en garatusa” En la edad media un monje riojano llamado Gonzalo de Berceo (fines del siglo XII-1252) escribió estos versos que han pasado a la historia de la literatura: «Quiero hacer una prosa en román paladino en el cual suele el pueblo hablar con su vecino, que no soy tan letrado para hacer otro latino. Bien valdrá, como creo, un vaso de buen vino.». Los intelectuales de entonces, quienes detentaban el saber, los clérigos, enunciaban así su idea de acercarse al pueblo: hablarle “en romance claro”, sin retórica ni latines, tomarse con la gente un vaso de buen caldo riojano. Su ideal era la aproximación, el acercamiento a los de abajo a los que había que predicar la verdad cristiana de un modo sencillo, directo, fácilmente asimilable por aquellas mentes toscas que ignoraban cómo empuñar la pluma, si bien manejaban a diario con habilidad el arado. La nobleza que representa tan lindamente don Diego es, justamente, lo contrario: un grupito encumbrado al que le gusta hablar con afectación, un elenco parasitario que establece distancias con los otros, con los plebeyos, a los que se creen infinitamente superiores. Por eso la burla de Beatriz. Su hablar “en garatusa” cuando se finge condesa es un ajuste de cuentas también en el plano lingüístico: es el pueblo apropiándose de los afeites aristocráticos, el asalto al tocador de la Bastilla. La “condesa” habla tan barroca que don Diego cae rendido a sus encantos: “Sin duda tiene grandeza la dama, a juzgar por cómo se expresa”, piensa aquel bobo. El “guiso lingüístico” que le prepara Beatriz tiene una apariencia magnífica, todo él salpimentado además, para el público, con el humor verbal de Mosquito, que no deja de hacer brillantes juegos de palabras durante toda la obra. Cuando al final se desinfla el buñuelo de palabras preparado por los criados (“saliose todo el puchero”), el galán conocerá la amarga verdad: “que yo soy Beatricilla, y vos el lindo don Diego”. Dentro del buñuelo, no había sino aire. Un par de pillos se habían reído de su excelencia. De la “condesa condada” al “condeso” burlado. Tesoros, grandezas y dignidades… ¿qué se hicieron? Volaverunt, señor don Diego! Volaverunt! El juego lingüístico en El lindo don Diego Ver el documento http://www.avempace.com/file_download/2299/EL+JUEGO+LING%C3%9C%C3%8DSTICO+EN+EL+ LINDO+DON+DIEGO.doc. 13 Prof. J. Antonio García [email protected] DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 Más información Martínez Berbel, Juan Antonio, “El ascenso de un personaje secundario: el gracioso en Trampa adelante de Moreto”, Teatro de palabras. Revista sobre teatro áureo, nº 1, 2007, disponible en http://www.avempace.com/file_download/2288/El+ascenso+del+gracioso+en+Moreto.pdf Moretianos, Universidad de Burgos, http://www.moretianos.com/, biografía de Moreto: http://www.moretianos.com/biografia.php. Moreto, Agustín, El lindo don Diego, 3ª ed. Madrid, Cátedra, 1981. Ed. Frank P. Casa y Berislav Primorac. Teatro Avempace, web: http://www.avempace.com/programas/teatro-avempace. Ver el apartado dedicado a El lindo don Diego, con varios documentos de interés, entre ellos: o Teatro Avempace, “El juego lingüístico en El lindo don Diego”, http://www.avempace.com/file_download/2299/EL+JUEGO+LING%C3%9C%C3%8DST ICO+EN+EL+LINDO+DON+DIEGO.doc. o Teatro Avempace, El lindo don Diego, de Agustín Moreto. Texto usado en la representación, http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez http://www.avempace.com/file_download/3099/EL+LINDO+DON+DIEGO+revisado+2.pdf. Wikipedia, voces “Agustín Moreto”, “El lindo don Diego”, “El desdén con el desdén”, “Comedias de figurón”. Trabajo para los alumnos de Bachillerato Utiliza tu libro de texto, busca los temas relativos al teatro en el Siglo de Oro y contesta a estas cuestiones: 1. El teatro de Miguel de Cervantes Saavedra. Tragedias, comedias, entremeses. 2. Lope de Vega y su teatro: “monstruo de Naturaleza” y “Fénix de los ingenios”. 3. La escuela lopesca. Tirso de Molina y El Burlador de Sevilla. Otros autores (Guillén de Castro...) 4. Calderón de la Barca y su teatro. 5. La escuela calderoniana. Agustín Moreto y El lindo don Diego. Otros autores (Francisco Rojas Zorrilla, Jerónimo de Cáncer). 6. El teatro inglés en los siglos XVI y XVII. Shakespeare y otros autores. 7. El teatro francés en los siglos XVI y XVII. Molière (comedia), Corneille y Racine (tragedia). Después de haber leído el texto de Agustín Moreto, responde a estas cuestiones: 8. Resume con tus palabras el argumento de El lindo don Diego. 9. El papel del gracioso en El lindo don Diego. Mosquito y Beatricilla. 10. El papel del figurón en El lindo don Diego. Los tópicos del Narciso, del “miles gloriosus” y del paleto provinciano. 11. El papel del padre en El lindo don Diego. 12. Visión del matrimonio en El lindo don Diego. El amor y la obediencia. Matrimonio y clases sociales. La comedia y el final feliz. 14