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l eb r ac i ó n
p ar a l a
Homilía y guión para la Santa Misa
Pentecostés
Ciclo B. Color: Rojo
24 de mayo de 2015
Año XIX - Nº 1082
Aportes para la homilía
Como el Padre me envió,
yo los envío:
Reciban el Espíritu
Hech 2, 1-11; Sal 103, 1. 24. 29-31. 34;
1Cor 12, 3-7. 12-13; Jn 20, 19-23
Cuando éramos niños aprendimos que
Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres
personas distintas y un verdadero y único
Dios. En el Credo Niceno-constantinopolitano comúnmente llamado “Credo largo”,
rezamos: Creo en el Espíritu Santo, Señor
y Dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo. Pero el misterio de la Santísima
Trinidad supera infinitamente nuestra capacidad de comprensión. De allí que la actitud
correcta ante esta verdad de fe es adorar y
alabar, uniéndonos al salmista, que canta:
¡Oh Señor, nuestro Dios, qué admirable es
tu nombre en toda la tierra!, y por esta misma fe, estar convencidos de que nuestras
alabanzas, anhelos de conversión, impulsos
misionero y diferentes modos de servir a
Dios son movidos por el Espíritu Santo.
Antes de ascender al Padre, Jesús resucitado prometió el Espíritu a sus apóstoles:
Él les recordará todo lo que les he enseñado y los introducirá en la verdad total. Jesús
les recomendó que se queden en Jerusalén
hasta recibirlo. Y durante nueve días, orando
y meditando en torno a la Madre de Jesús,
esperaron el cumplimiento de la promesa,
al cabo de lo cual irrumpió el Espíritu llenándolos con sus dones. Él disipó dudas y
cobardías, infundió firmeza y convicción, los
emborrachó de valentía y coraje y sintieron
cómo el mismo Jesús penetraba su mente
y su corazón y los lanzaba a proclamarlo a
todos los hombres.
El Espíritu no entra si no nos abrimos de
par en par, dóciles a su acción transformadora, orando y elevando la mente y el corazón a
Dios y suplicando: Renueva la faz de la tierra,
llena de fidelidad nuestra alma y enciende
en ella el fuego de tu amor, danos gustar de
todo lo recto y puro, anhelando siempre tus
consuelos deseosos de Dios y desechando
todo aquello que nos aleje del amor.
A veces comentamos que el Espíritu
Santo es un ilustre desconocido. Es relativamente fácil descubrir al Padre Creador
Todopoderoso. Más fácil aún, descubrir en
Jesús al Hijo Eterno del Padre, el Verbo hecho
hombre en María Virgen. Sin embargo no sucede así con el Espíritu Santo, a pesar de que
su presencia es constante. Así lo mencionan
las Escrituras: En el bautismo del Jordán se
posa como paloma sobre Jesús, y luego
entra como ventarrón llameante en el Cenáculo y llena con sus dones a los apóstoles.
Este desconocido es el que nunca dice una
palabra y sólo se lo percibe por las maravillas
que obra en la Iglesia y en cada cristiano.
Por eso, es necesario que procuremos
comprender cuánto la Iglesia trata de hacernos entender a través de los escritos
de los santos Padres, el magisterio de los
Papas, lo mucho y bueno de tantos santos
y sabios escritores cristianos a cerca del
Paráclito. Pero que ello no sea por mero
conocimiento sino por vivir santamente esa
(Continúa en la p. 4).
Aportes - 1
Guión para la Santa Misa
1) Introducción
4) Liturgia de la palabra
Hermanos, hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los
apóstoles y discípulos: El cumplimiento de la prometida fuerza de lo
alto. Celebramos su presencia en la Iglesia, congregada en torno a la Madre de
Jesús, ahora también Madre de la Iglesia.
Movidos por este mismo Espíritu,
cantemos.
Primera lectura (Hech 2, 1-11):
Lucas narra en su libro cuando el
Espíritu Santo llenó con sus dones
a los apóstoles, que luego se lanzaron a predicar el evangelio.
Salmo responsorial (Sal 103, 1. 24.
29-31. 34): El salmo alaba al Señor por
sus obras y pide envíe su Espíritu para
dar vida y renovar la faz de la tierra. R:
Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz
de la tierra.
Segunda lectura (1Cor 12, 3-7. 1213): Pablo declara que todos hemos sido
bautizados en un mismo y único Espíritu
que nos hace un solo cuerpo y nos colma
con sus dones para el bien común.
Lectura del Evangelio (Jn 20, 19-23):
En su Evangelio, Juan nos muestra cómo
el Espíritu Santo prometido por Jesús
descendió sobre los apóstoles y los colmó con sus siete dones.

2) Saludo de bienvenida
La fuerza de lo alto que Jesús
prometió nos reúne ahora para
celebrar su acción santificadora
y fortalecernos en nuestra misión evangelizadora.
Que el Señor esté siempre con ustedes.
3) Acto penitencial

Desde siempre Dios nos tiene
en su mente y en su corazón. Él
mismo nos puso en este mundo 5) Oraciones de los fieles
para que aprendamos a vivir en el amor
Nosotros rezamos: Ven Espíritu
y la verdad y, a imagen y semejanza de
Santo y llena con tus dones el cosu Hijo Jesús.
razón de tus fieles. Precisamente,
abrámonos
al Espíritu que Jesús nos da
* Tú, que habiéndonos enviado tu
para
que
nos
ayude a crecer a su imagen
Espíritu, nos diste el mandato de
y
semejanza,
digamos:
amarnos unos a otros. Señor, ten

piedad.
* Tú, que en tu Espíritu de amor nos
das la fuerza para mantenernos en
la unidad. Cristo, ten piedad.
* Tú, que no nos has dejado solos sino
que continuamente nos acompañas,
soplando sobre nosotros el Espíritu
de vida. Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros perdone
nuestros pecados y nos lleve a la
vida eterna. Amén.
Aportes - 2

¡Ven, Espíritu Santo!
4 Por la Iglesia, sus pastores y
todos aquellos que trabajan por el
evangelio; para que, reanimados una
y otra vez por el Espíritu de amor, se
pongan siempre en camino hacia las
periferias de la humanidad. Oremos.
4 Por nuestra patria; para que los que la
habitamos nos sintamos impulsados
por el Espíritu de Dios para trabajar
por la unidad desde la solidaridad.
Oremos.
quiere que hoy seamos signo e
4 Por los hermanos que sufren; para
instrumento de la íntima unión de
que, recibiendo la ayuda necesaria,
todos en él, por la verdad y la caripuedan sentir el consuelo del Espíritu
dad. No olvidemos que de la mano
que acude a ellos por medio de la
de Cristo todo lo bueno es posible. Que
Iglesia. Oremos.
4 Por nosotros, aquí reunidos; para que, esta comunión con su Cuerpo y Sangre
inspirados por el Espíritu Santo, nos nos anime y fortalezca para lograrlo.
Cantemos…
comprometamos a renovar cada día
nuestro compromiso de fe. Oremos.

8) Despedida y bendición final
Escucha, Padre, la oración de tu
Marchemos hacia nuestros hopueblo, que invoca la presencia
gares convencidos de que, como
vivificante del Espíritu Santo y
aquellos apóstoles y tantos otros
suscita en tu Iglesia un nuevo Penteconcretaron maravillas de fe y cacostés. Por Jesucristo, nuestro Señor. ridad a lo largo de más de veinte siglos
Amén.
de Iglesia, también nosotros hoy, de la
mano de Cristo y llenos de su Espíritu,
6) Presentación de las ofrendas
podremos hacer que todo lo bueno sea
Con la ofrenda del pan y el vino
posible…
comprometámonos para que, con
Y que la bendición de Dios Todopodela gracia de su Espíritu, hagamos
roso Padre, Hijo X y Espíritu Santo perun mundo nuevo, antesala del cielo.
manezca siempre con todos ustedes.
Cantemos…
Que el Espíritu de Dios que nos
7) Comunión
impulsa a la misión nos acompañe,
Así como el Espíritu Santo hizo maravillas
¡vayamos en paz!
en el corazón de los apóstoles, el Señor

Semana de Oración por la unidad de los cristianos.
Tema del años 2015: Jesús le dice:“Dame de beber” (Juan 4, 7)
Todo el que bebe de esta agua...
Viaje, sol abrasador, cansancio, sed… “Dame de beber”. Este es el deseo de
todo ser humano. Dios, que se hace hombre en Cristo (Juan 1, 14) y se vacía
a sí mismo para compartir nuestra humanidad (Filipenses 2, 6-7), es capaz de
decirle a la mujer samaritana: “Dame de beber” (Juan 4, 7). Al mismo tiempo,
este Dios que sale a nuestro encuentro nos ofrece el agua viva: “el que beba del
agua que yo le daré, se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida
eterna” (Juan 4, 14).
El encuentro entre Jesús y la samaritana nos invita a probar agua de un pozo
diferente y también a ofrecer un poco de la nuestra. En la diversidad nos enriquecemos mutuamente. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
constituye una ocasión privilegiada para la oración, el encuentro y el diálogo.
Es una oportunidad para poder reconocer las riquezas y los valores que están
presentes en el otro, el distinto, y para pedir a Dios el don de la unidad.
Aportes - 3
(Viene de la p. 1).
acción fecunda del Espíritu, que nos ayuda
a crecer y madurar a imagen y semejanza
de Jesús, que nos dice: El Espíritu tomará
de lo mío y se lo revelará a ustedes.
Y a medida que el Espíritu vaya iluminando más y más nuestras capacidades
intelectuales, afectos y sentimientos,
ideales y proyectos, nuestra creatividad y
entusiasmo, etc., podremos ser valientes
apóstoles y eficaces instrumentos de verdad y sabiduría, de justicia y caridad, de
fraternidad y solidaridad, de reconciliación
y de paz, de alegría y esperanza… en bien
de tantos que, carentes de esas cosas, las
buscan por caminos errados y se hunden
en frustraciones y desesperanzas.
Porque así como a los apóstoles, que
siendo miedosos e inseguros, rudos y
cobardes, el Espíritu los lanzó al mundo a
anunciar el evangelio, creando comunidades
entre judíos y paganos, así también sucederá
con nosotros: Nos sentiremos como Pablo
cuando decía ¡Me muero si no evangelizo!
Nos sentiremos también como aquellos
misioneros que lo han dejado todo para
anunciar a Cristo a toda la humanidad y ser
testigos de las maravillas del amor de Dios y
la maternal caridad de la Madre de Jesús. Y
nos sentiremos, por último, realizados como
tantos cristianos de hoy, sacerdotes y religiosos, catequistas y demás comprometidos, en
nuestros campos y ciudades, como también
en misiones extranjeras.
¡Ven Espíritu divino!, manda tu luz
desde el cielo;
Padre amoroso del pobre, don en tus
dones espléndido.
Luz que penetra las almas, fuente del
mayor consuelo.
Reparte tus siete dones, según la fe de
tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
Salva al que busca salvarse, y danos tu
gozo eterno. Amén.
Pentecostés. Creo en el Espíritu Santo
¿Quién es el Espíritu Santo? En el Credo profesamos con fe: “Creo en el Espíritu Santo que es
Señor y da la vida”. La primera verdad a la que adherimos en el Credo es que el Espíritu Santo
es Kýrios, Señor. Ello significa que él es verdaderamente Dios como lo son el Padre y el Hijo,
objeto, por parte nuestra, del mismo acto de adoración y de glorificación que dirigimos al Padre
y al Hijo. De hecho, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad; es el gran
don de Cristo Resucitado que abre nuestra mente y nuestro corazón a la fe en Jesús como el
Hijo enviado por el Padre y que nos guía a la amistad, a la comunión con Dios.
Pero quisiera sobre todo detenerme en el hecho que el Espíritu Santo es la fuente inagotable
de la vida de Dios en nosotros. El hombre de todos los tiempos y de todos los lugares desea
una vida plena y bella, justa y buena, una vida que no esté amenazada por la muerte, sino que
pueda madurar y crecer hasta su plenitud. El hombre es como un caminante que, atravesando
los desiertos de la vida, tiene sed de un agua viva, fluyente y fresca, capaz de refrescar en
profundidad su deseo profundo de luz, de amor, de belleza y de paz. ¡Todos sentimos este
deseo! Y Jesús nos da esta agua viva: Ella es el Espíritu Santo, que procede del Padre y que
Jesús vierte en nuestros corazones. “Yo he venido para que tengan Vida, y la tengan en abundancia”, nos dice Jesús (Jn 10, 10).
Papa Francisco
Catequesis, 8 de mayo de 2013
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Aportes - 4
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