miscelánea

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MISCELÁNEA
RELACIONES
75,
VE RA NO
19 9 8,
VOL.
XI X
TUDIA GENERALIA Y PENSAMIENTO
5
HISPÁNICO MEDIEVAL*
Adeline Rucquoi
cnrs ,
París
Con la excepción de algunos especialistas, como Horacio Santiago-Ote­
ro, los historiadores de los años 1970 y 1980 no concedieron sino una
atención distraída a la historia de la enseñanza. Los estudios precurso­
res de Vicente Beltrán de Heredia acerca de la formación del clero en Es­
paña en los siglos xn, xm y xiv, y sobre las universidades hispánicas
hasta mediados del xvi,1 constituyeron durante mucho tiempo las úni­
cas referencias útiles, amen de algunos trabajos más antiguos referidos
a las universidades o a la historia de ciertos campos muy específicos de
la historia del pensamiento.2Sin embargo, desde hace unos años, el es­
tudio de las universidades, los colegios y las escuelas goza de un reno­
vado interés, que ha dado lugar ya a numerosas monografías y a uno
que otro intento de síntesis.3Gran parte de estos trabajos suministra in­
formaciones relativas a la existencia de alguna escuela episcopal o mu-
* Este artículo fue publicado en francés en Pensamiento hispano medieval. Homenaje a
Horacio Santiago-O tero, Madrid, 1998.
1Vicente Beltrán de Heredia, "La formación intelectual del clero en España durante
los siglos xii, xm y xiv", Revista de Teología, 6 (1946), pp. 313-357; Bulario de la universidad
de Salamanca (1219-1549), 3 vols., Salamanca, 1966-1967; Cartulario de la universidad de Sa­
lamanca (1218-1600), 6 vols., Salamanca, 1970.
2Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid, 1882. Vi­
cente de la Fuente, H istoria de las universidades, colegios y demás establecimientos de enseñan­
za en España, 4 vols., Madrid, 1884-1889. Eduardo de Hinojosa, H istoria general del Derecho
Español, Madrid, 1887. Tomás Carreras y Artau & Joaquín Carreras y Artau, H istoria de la
filosofía española. Filosofía cristiana de los siglos x m al x v , 2 vols., Madrid, 1939-1943. Cándi­
do María Ajo y Sáinz de Zúñiga, Historia de las universidades hispánicas. O rígenes y desa­
rrollo desde su aparición hasta nuestros días, Madrid, 1957.
3H istoria de la educación en España y Am érica, 1.1: La educación en la H ispania antigua y
medieval, Madrid, Ediciones Mora ta, 1992. Historia de la acción educadora de la Iglesia en Es­
paña, 1.1: Edades antigua, media y moderna, Madrid, bac, 1995. Adeline Rucquoi, "Educa­
tion et société dans la Péninsule ibérique médiévale", H istoire de Y Education, 69 (1996),
p. 3-36.
nicipal, a la fecha y las circunstancias de fundación de cada universi­
dad, a las instituciones propiamente universitarias y sus mecanismos de
financiación. Se conocen ahora mejor el problema de los orígenes de los
studia / las relaciones con la ciudad que los albergó,5el reclutamiento de
los maestros y estudiantes,6los métodos de enseñanza7y el impacto que
ésta tuvo en los clérigos,8 mientras que otros estudios permiten descu­
4 E studios sobre los orígenes de las universidades españolas, Valladolid, Universidad,
1988. Gonzalo Martínez Diez, "La universidad de Palencia. Revisión crítica", A ctas del n
Congreso de H istoria de Palencia, Palencia, 1990, p.155-191. Antonio García y García, "Los
difíciles inicios (siglos xiii-xiv)", La universidad de Salamanca, 1.1, Salamanca, 1989, p.1334. José García Oro, La universidad de Alcalá de Henares en la etapa fundacional (1458-1578),
Santiago de Compostela, 1992.
5Adeline Rucquoi, "Sociétés urbaines et universités en Castille au Moyen Age", M i­
lieux universitaires et m entalité urbaine au M o yen A g e, ed. Daniel Poirion, París, Sorbonne,
1987, p. 103-117. María Isabel del Val Valdivieso, "Universidad y oligarquía urbana en la
Castilla bajomedieval", U niversidad, cultura y sociedad en la Edad M edia, ed. Santiago
Aguadé Nieto, Alcalá de Henares, 1994, p. 131-146.
6Antonio García y García, "The Medieval Students of the University of Salamanca",
H isto ry of U niversities, t. x, Oxford University Press, 1991, p.93-115. Id., "Universidad y
sociedad en la Edad Media española", U niversidad, cultura y sociedad en la Edad M edia, ed.
Santiago Aguadé Nieto, Alcalá de Henares, 1994, p. 147-157.
7Juan Alfonso de Benavente, A rs et doctrina stu den di et docendi, ed. Bernardo Alonso
Rodríguez, Salamanca, 1972. Antonio García y García, "Vocabulario de las escuelas en la
península ibérica", Vocabulaire des écoles et des méthodes d'enseignem ent au M o ye n A ge, ed.
Olga Weijers, Turnhout, 1992, p. 157-176. Id., "La enseñanza del derecho en la universi­
dad medieval", M anuels, program m es de cours et techniques d'enseignem ent dans les univer­
sités médiévales, ed. Jacqueline Hamesse, Louvain, 1994, p. 201-234.
8Santiago Aguadé Nieto y María Dolores Cabañas González, "La formación intelec­
tual del clero conquense a fines de la Edad Media", El horizonte histórico-cultural del Viejo
M u n d o en vísperas del descubrim iento de A m érica, Madrid, 1981, p. 6-7. Susana Guijarro
González, "La formación cultural del clero catedralicio palentino en la Edad Media (si­
glos xiv-xv)", A cta s del n Congreso de H istoria de Palencia, t. 4, Palencia, 1990, p. 651-665. Id.,
"La formación cultural del clero catedralicio en la Salamanca medieval (siglos xn al xv)",
i Congreso de H istoria de Salamanca, Salamanca, 1991, p. 449-460. Adeline Rucquoi, "La for­
mation culturelle du clergé en Castille à la fin du Moyen Age", Le clerc séculier au M oyen
A ge, Paris, 1993, p. 249-262. José María Soto Rábanos, "Disposiciones sobre la cultura del
clero parroquial en la literatura destinada a la cura de almas (siglos xm-xv)", A nuario de
E studios M edievales, 23 (1993), p. 257-356.
brir los sistemas educativos en los medios urbanos o señoriales.9Parale­
lamente, se llevaron a cabo investigaciones sobre las bibliotecas y su
contenido, bibliotecas que a menudo testimonian de la formación uni­
versitaria que recibieron sus respectivos dueños. Respecto de los actores
de la vida cultural, en el Repertorio de historia de las ciencias eclesiásticas en
España listas de juristas y teólogos fueron progresivamente elaboradas y
publicadas, mientras que las ediciones de textos literarios, jurídicos,
científicos o medicinales cuentan ahora con un estudio previo, a menu­
do exhaustivo, de los autores y del contexto de redacción de la obra.10
Sin embargo, el estudio global de la evolución intelectual de la Penínsu­
la ibérica durante la Edad Media, que ya anhelaba hace más de vein­
ticinco años Charles B. Faulhaber, sigue sin haber visto la luz: la Historia
crítica del pensamiento español , por ejemplo, publicada en 1979 por José
Luis Abellán, reduce éste a la mera filosofía y dedica a la época medie­
val tan sólo 170 páginas del primer volumen.11
Con razón o sin ella, se suele estudiar la vida intelectual del siglo xm
en adelante en estrecha correlación con las universidades o studia generalia. El modelo ideal que escogió la Edad Media fue la "escuela de Ate­
nas", y la idea de un traslado de los saberes desde oriente hacia occi­
dente se difundió a partir de finales del siglo xn. En Francia, a lo largo
del siglo xiii se fue elaborando, desde Helinando de Froimont hasta
Martín de Troppau, pasando por Vicente de Beauvais, el concepto de
9 José Sánchez Herrero, "El estudio de San Miguel de Sevilla durante el siglo xv",
Historia. Instituciones. D ocum entos, 10 (1983), p. 297-323. Id., "Centros de enseñanza y es­
tudiantes de Sevilla durante los siglos xm al xv", En la España medieval, iv (1984), p. 875898. Jeremy N.H. Lawrance, "The Spread of Lay Literacy in Late Medieval Castile",
Bulletin of H ispanic Studies, 62 (1985), p. 79-94. Isabel Beceiro Pita, "Educación y cultura
en la nobleza (siglos xm-xv)", A nuario de Estudios M edievales, 21 (1991), p. 571-589. Id.,
"Las vías de acceso a la instrucción en la Baja Edad Media", Alcalá de Henares y el Estudio
General, ed. Antonio Castillo Gómez, Alcalá de Henares, 1996, p. 25-58.
10En el campo científico, por ejemplo, véase la introducción que precede a la edición
de Johannes Aegidius Zamorensis, H istoria naturalis, por Avelino Domínguez García y
Luis García Ballester, 3 vols., Valladolid, Junta de Castilla y León, 1994.
11 Charles B. Faulhaber, Latin Rhetorical Theory in Thirteenth and Fourteenth C en tury
Castile, Berkeley, University of California Press, 1972, p. 20-21. José Luis Abellán, Historia
crítica del pensam iento español, 1.1, Madrid, 1979, p. 181-356.
una translatio studii de Atenas a Roma, y luego de Roma a París. A cada
"traslado de escuela" correspondía un cambio de orientación de ésta,
mediante lo cual se podía caracterizar cada época, y la translatio había
así llevado a los intelectuales de la filosofía griega al derecho romano, y
luego de éste a la teología parisiense. Filosofía, derecho y teología se en­
contraban situados en el mismo nivel, cada uno sustituyéndose al ante­
rior, y la teología triunfando finalmente como "el" saber de una cris­
tiandad simbolizada por la universidad de París. Esta construcción
ideal prevaleció en Francia donde, a principios del siglo xvi todavía,
65% de los "escritores galos" censados por Symphorien Champier eran
teólogos.12
En la Península ibérica, desde Isidoro de Sevilla se consideraba a
Atenas como la mater liberalium litterarum et philosophorum nutrix, en aso­
ciación con las escuelas filosóficas y con Minerva, que inventara las ar­
tes, c¡uia et litterae et artes diversorum studiorum et ipsa philosophia veluti
templum Athenas habuerunt.]3 La imagen ideal de la escuela no era pues
la de filosofía, sino del conjunto de las artes liberales, cuyo conocimien­
to debía de llevar a una física y una cosmología. En León en 1143, el tra­
ductor Hermann el Dálmata atribuyó a una visita nocturna de Minerva
la inspiración que lo movió a escribir su tratado de filosofía natural, el
De Essentiis.14 Un siglo después, el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jimé­
nez de Rada, que sin lugar a dudas conocía las teorías parisinas relati­
vas a la translatio studii , afirmó en el De rebus Hispaniae liber que un tal
Dicineus, en los tiempos de Sylla, había enseñado a los visigodos omnem
philosophiam , fisicam, theoricam, practicam, logicam, disposiciones xn signo-
rum, planetarum cursus, augmentum lune et decrementum, solis circuitum,
astrologiam et astronomiam, et naturales sciencias ,15 mostrando así que la
12Colette Beatine, Naissance de la nation-France, París, 1985, p. 292 y 300-306.
13 Isidoro de Sevilla, Etimologías, ed. José Oroz Reta y Manuel A. Marcos Casquero,
Madrid, bac, 1983, xiv, 4,10 y vm, 6, 8; 6 , 11; 11, 2; 11, 9; xv, 1,44.
14 Hermann el Dálmata, D e Essentiis, ed. Manuel Alonso Alonso, Santander, 1946.
Prólogo: “M em in isti, opinor, d u m nos ex aditis nostris in publicam M in erva e pom pam prodeuntes, circumflua m u ltitu do inhienter m iraretur [...] Q ue cum nobis iam cubili receptis [...] cuneta
som no tenente desuper adveniens altissim a dea verticem m eum dextra tetigit [...]".
15 Roderici Ximenii de Rada, H istoria de rebus H ispanie sive H istoria gothica, ed. Juan
Fernández Valverde, Turnhout, Brépols, 1987, p. 32.
tmnslatio de los saberes se había efectuado directamente, y ello gracias
a los visigodos; éstos, al identificarse luego con España, trasladarían allí
los conocimientos filosóficos y cosmológicos adquiridos en oriente.
Hacia 1260-1270, el grupo de colaboradores del rey Alfonso x de
Castilla optó por volver a la relación entre "escuela" y "saberes" y fechó
la fundación de las "escuelas de Atenas" en la tercera edad del mundo y,
en el libro del Génesis, en la época de la muerte de Isaac. La descripción
de la concentración de "todos los maestros de los saberes", a los que el
rey habría asignado buenos salarios, de la edificación en el centro de la
ciudad de un amplio edificio provisto con numerosas puertas "por que
fuesse el palacio bien lumbroso como era mester pora los maestros et
pora los escolares", y de una reunión semanal de todos los maestros con
sus estudiantes para debatir públicamente, evoca sin duda el studium
ideal tal y como se lo concebía en la España de la segunda mitad del si­
glo xm. Citando después a Donato, Prisciano y Remigio (de Auxerre),
Alfonso x indica brevemente que los latinos recibieron su saber de di­
chas escuelas de Atenas.16 El saber legado por Atenas no era, según lo
aclara a continuación el texto, la filosofía sino el conjunto de los saberes,
divididos en siete artes liberales, o sea la suma del trivium y del quadriviiim, que coronara una filosofía concebida como "sistema global de la
naturaleza".17 En ese interés por las "artes", de la lengua como de las
ciencias matemáticas, se encuentra a nuestro parecer la diferencia fun­
damental que hay entre las escuelas hispánicas y parisinas.
La institucionalización de los studia generalia y de las universidades
en el siglo xm pone sin duda de manifiesto la madurez y, quizá, "una fal­
ta de aliento", si no el "principio de una decadencia" de la efervescen­
cia intelectual anterior,18en la medida en que las escuelas se convirtieron
en lugares de formación profesional. Si, en adelante, "pensar es un ofi­
cio cuyas leyes están minuciosamente establecidas", en palabras de Marie-Dominique Chenu, las instituciones encargadas del aprendizaje de
dicho oficio ya no pueden ser consideradas como centros "intelectua­
16Alfonso el Sabio, General Estoria, ed. Antonio G. Solalinde, Madrid, 1930, p. 192-193.
17 Luca Bianchi y Eugenio Randi, Vérités dissonantes. A ristote à la fin du M o yen ge,
Fribourg, 1993, p. 4.
18Jacques Le Goff, Les intellectuels au M o yen A ge, Paris, 1976, p. 73.
les". El pensamiento original, la creación personal, la cultura en general
ya no encuentran allí su sitio, sino excepcional o esporádicamente. Un
filósofo como Raimundo Lulio no frecuentó jamás las universidades,
mientras que un Pedro Hispano, futuro papa Juan xxi, redactó sus obras
fuera de las escuelas donde había estudiado.
Los studia, según la definición que les dan los juristas del círculo del
rey Alfonso x el Sabio, son "ayuntamiento de maestros e de escolares
que es fecho en algún lugar con voluntad e entendimiento de aprender
los saberes". Al contrario de los studia particulares, en los que un maes­
tro imparte su enseñanza a ciertos estudiantes en una ciudad, y que son
de creación episcopal o urbana, los studia generalia se caracterizan por la
presencia de "maestros de las artes assi como de gramatica e de la lógi­
ca e de retorica e de arismetica e de geometría e de astrologia e otrosi en
que ay maestros de decretos e señores de leyes" y son de fundación pa­
pal, imperial o real; a falta del conjunto de las materias, la enseñanza de
la gramática, la lógica, la retórica, el derecho civil y canónico era sufi­
ciente para que existiera un studium generales
El studium de Palencia, que fue fundado, hacia 1180, por el rey Al­
fonso viii, era sin duda generale ya que el monarca congregó allí, nos dice
Rodrigo Jiménez de Rada, magistros omnium facultatum provistos con
magna stipendia, y que se impartía la enseñanza del derecho; con motivo
de su transformación por el obispo Tello Téllez de Meneses en escue­
la de teología y decretos, Palencia figura en la documentación pontificia
como studium ipsum o scolas ipsas, probablemente porque Roma, celosa
de sus prerrogativas, sólo quería ver allí una mera fundación episco­
pal.20 El studium de Salamanca, fundado hacia 1218 por Alfonso ix de
León y nuevamente fundado en 1243 por Fernando m, recibió de Alfon­
so x el calificativo de universitas del studium en los estatutos que le otor­
gó en 1254, y el de generale studium al año siguiente por el papa Alejan­
dro iv que le concedió diversos privilegios semejantes a aquellos que
19Alfonso x el Sabio, Las Siete Partidas, Salamanca, 1555, Partida n, Tit. xxxi, ley i y ley ni.
20 Roderici Ximenii de Rada, H istoria de rebus H ispanie sive H istoria gothica, ed. Juan
Fernández Valverde, p. 256. Teresa Abajo Martín, D ocum entación de la catedral de Palencia
(1035-1247), Palencia, 1986, núm. 146 y 148. Véase Adeline Rucquoi, "La double vie du
stu d iu m de Palencia (cfl.1180-1250)", H om enaje a D . A n to n io García y García, Studia Gratiana
(en prensa).
disfrutaba Bolonia.21 De los demás studia que creara Alfonso x, el de Se­
villa para el estudio del latín y el árabe, el de Murcia para artes y medi­
cina, y el de Valladolid para derecho, tan sólo sobrevivió éste último. La
documentación real lo califica a menudo como estudio, por ejemplo en
los Libros de Cuentas de Sancho iv, que recuerdan la cantidad que le fue
atribuida en 1292, o en el documento de fundación, en Alcalá de Hena­
res en 1293, de un "estudio de escuelas generales" dotado con todas las
franquicias que tenía el de Valladolid;22sin embargo, en marzo de 1333,
trece años antes de la bula de Clemente vi que instituía allí un generale
studium, Alfonso xi recordaba a los magistrados de Valladolid los privi­
legios otorgados por él y, sobretodo, por sus predecesores: "las mer­
cedes que vos ffizieron en rrazon del estudio de Valladolit, en que
tovieron por bien que oviesse y estudio general, et vos dieron para el
dicho estudio las tercias de Valladolit et de ssus aldeas".23De fundación
real, Valladolid, que fue siempre financiado por las autoridades civiles,
debe pues ser considerado como studium generale desde los tiempos de
Alfonso x.
Fuera de las fronteras del reino de Castilla, accediendo a una peti­
ción de sus prelados, el rey Dinís i de Portugal fundó en 1288 en Lisboa
unos studia de artes, derecho canónico y civil, y medicina; en 1308, Cle­
mente v dio su apoyo a la decisón real de trasladar ese studium generale
a Coimbra.24 Por su parte, los reyes de Aragón habían favorecido am­
pliamente el studium de Montpellier, que recibió del papa en 1289 la li21 Vicente Beltrán de Heredia, Bulario de la U niversidad de Salamanca, i, Salamanca,
1966, núm. 10 a 16. Id., "Los orígenes de la universidad de Salamanca", La ciencia tomista,
81 (1954), 73-102. La universidad de Salamanca, i, Salamanca, 1989, p. 13-34.
22Francisco J. Hernández, Las rentas del rey. Sociedad y fisco en el reino castellano del siglo
x m , Madrid, Fundación Ramón Areces, i, p. 91-92. Una hora de España, v ii Centenario de la
universidad com plutense, Catálogo de la exposición, Madrid, mayo-junio 1994, p. 65 (trans­
cripción por Santiago Aguadé Nieto).
23 Fernando Pino Rebolledo, Catálogo de los pergaminos de la Edad M edia (1191-1393),
Valladolid, 1988, núm. 40 (Privilegio de Alfonso xi, 10 de marzo 1333). Vicente Beltrán
de Heredia, Bulario de la U niversidad de Salamanca, m, Salamanca, 1967, núm. 1407 (Bula de
Clemente vi, Aviñón 31 de julio 1346).
24 Vicente Beltrán de Heredia, Bulario de la U niversidad de Salamanca, m, Salamanca,
1967, núm. 1358 (Bula de Nicolás iv, Orvieto 9 de agosto 1290) y núm. 1359 (Bula de
Clemente v, Poitiers 26 de febrero 1308).
centia ubique docendi; a finales de siglo fue fundado en Lérida un studium
generale, que se benefició de la protección pontificia a partir de 1297 y
consiguió la aprobación regia tres años después. En 1349, año de la ven­
ta de Montpellier al rey de Francia, Pedro iv creó en Perpiñán un stu ­
dium generale, que no obtuvo confirmación papal sino treinta años des­
pués; en 1354, otro studium generale hizo su aparición en Huesca, en el
que se enseñaban las artes, la teología, la medicina, el derecho y la filo­
sofía. Gerona y Barcelona se dotaron finalmente con studia generalia, en
1446 y 1450 respectivamente. De hecho, Barcelona ya tenía un studium
controlado por la ciudad que, según lo expusieron en 1346 los magistra­
dos a sus colegas de Lérida, ofrecía desde hacía luengo tiempo cursos
de gramática, lógica, derecho canónico y civil, medicina y filosofía.25
De cuatro a fines del siglo xm, los studia generalia llegaron pues a ser
ocho a fines del xv. Sin embargo, no fueron los únicos centros de forma­
ción intelectual de la Península, y así lo atestigua el studium particular
de Barcelona, entre otras ciudades. En el siglo xm, la escuela episcopal
de Santiago de Compostela no tenía nada que envidiarle a Palencia.26
Por otra parte, nos parece que hay que incluir asimismo a la corte real
entre los centros intelectuales, ya que alrededor de los reyes, en León,
Toledo, Sevilla u otro lugar, traductores, científicos, juristas, cronistas y
poetas contribuyeron al desarrollo de un pensamiento original, y en la
medida en que, en el siglo xv todavía, la corte podía ser habilitada para
conceder los títulos de maestro e incluso de doctor.27La localización de
25Salvador Claramunt, "Las universidades en la Corona de Aragón durante la Edad
Media", U niversidad, cultura y sociedad en la Edad M edia, ed. Santiago Aguadé Nieto, Al­
calá de Henares, 1994, p. 53-66.
26Manuel C. Díaz y Díaz, "Problemas de la cultura en los siglos xi-xii: la escuela epis­
copal de Santiago", C om postellanum , 16 (1971), p. 187-200. Vicente Beltrán de Heredia,
Cartulario de la universidad de Salamanca (1218-1600), i, Salamanca, 1970, p. 59-99. Luis Gar­
cía Ballester, "Naturaleza y ciencia en la Castilla del siglo xm", v i a Semana de Estudios
M edievales (Nájera, 1995), Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 145-169.
27Robert I. Burns (ed.), Emperor of Culture. Alfonso x the Learned of Castile and H is Thir­
teenth-C entu ry Renaissance, Philadelphia, upp, 1990. Manuel González Jiménez, Alfonso x
(1252-1284), Corona de España i, Reyes de Castilla y León, Palencia, 1993, p. 253-286. En
1411, el papa autorizó al médico Fernando Diaz de Toledo para obtener m agisterii seu doctoratus honorem et docendi licentiam en cualquier universidad o en la corte (Vicente Beltrán
de Heredia, Bularlo de la U niversidad de Salamanca, n, Salamanca, 1966, núm. 453).
los studia dominicos y franciscanos permite finalmente completar la
geografía de los saberes en la Península ibérica. Los estudios de árabe
en Murcia y Játiva, la enseñanza de la filosofía y la teología en Lérida,
Barcelona, Huesca, Salamanca, Valencia y Valladolid fueron comple­
mentarios, por lo general, de aquellos cursos que se impartían en los
studia generalia e incluso en los colegios que, entre fines del siglo xiv y fi­
nes del xv, hicieron su aparición en Lérida, Salamanca, Alcalá de Hena­
res, Valladolid, Toledo, Pallars y Granada.28
No se puede estudiar la contribución de los studia generalia al pensa­
miento hispánico medieval sin tener en cuenta estos elementos. Estable­
cer, como lo hizo con gran mérito Vicente Beltrán de Heredia, la lista de
los profesores de la universidad de Salamanca pone ante todo de ma­
nifiesto los nombres de gran número de maestros desconocidos, cuyas
enseñanza y cualidades ignoramos, y que no dejaron obra personal al­
guna.29 Del mismo modo, pocas polémicas intelectuales tuvieron reso­
nancia fuera de los recintos universitarios, con la excepción de la que
enfrentó, en el campo de la teología, a los dominicos Juan López de
Salamanca y Pedro de Ocaña con Pedro Martínez de Osma por los años
1470 y, poco después, de la que suscitó Antonio de Nebrija contra cier­
tos colegas cuyo latín deficiente fustigaba. En conclusión, la impresión
general que se desprende de la lectura de los trabajos dedicados a las
universidades hispánicas es la de una enseñanza poco original, domi­
nada por el derecho y la medicina, aunque esta última en menor medi­
da, y que se contentó con proporcionar a las diversas administraciones
del gobierno, central o local, los letrados que éste necesitaba. En resu­
men: unas escuelas de funcionarios para preparar a funcionarios.
Sin embargo, nos parece posible acotar y destacar ciertas líneas
maestras del pensamiento hispánico medieval, que tienen vínculos in­
dudables con los studia generalia, bien porque surgen directamente de la
enseñanza que allí se impartía, bien porque a su vez ejercieron una in­
28Thomas Kaeppeli, Scriptores O rdinis Pm edicatorum M ed ii A evi, Roma, 1970-1980.
29 Vicente Beltrán de Heredia, Cartulario de la universidad de Salamanca (1218-1600), i,
Salamanca, 1970, p. 83-99 (maestros de la universidad en el siglo xm); Bulario de la univer­
sidad de Salamanca (1219-1549), i, Salamanca, 1966, p. 55-80 (maestros del siglo xiv hasta
finales del Gran Cisma) y p. 155-168 (maestros del siglo xv).
fluencia sobre ella. El modelo ideal de "escuela" era pues, en la Penín­
sula ibérica, el de Atenas donde se enseñaban las siete artes liberales
que coronaba la filosofía. La medicina encontraba de forma natural un
lugar en esta construcción ya que el cuerpo humano era la representa­
ción del universo, microcosmo que se integraba dentro del macrocos­
mo. Finalmente, el derecho era la herencia de las escuelas de Roma, sa­
ber práctico antes que especulativo, que permitía la gobernación de los
pueblos. La sabiduría, que reivindicaron los reyes de la Península, era
así una cosmología, suma de todos los saberes sobre el universo y cono­
cimiento de Dios.30
El
trivium
El estudio de las artes liberales se inicia con el de las materias del tri­
vium , que el rey Alfonso x indicaba como la gramática, la dialéctica y la
retórica, y que debían "fazer al omne bien razonado".31 Los inventarios
de bibliotecas del siglo xm muestran que, además de las tradicionales
obras de Casiodoro, Donato, Prisciano, Isidoro de Sevilla y Julián de To­
ledo, la Retórica de Cicerón, la Aurora de Pedro de Riga y otros manuales
de lógica, gramática y retórica circulaban entonces en la Península ibéri­
ca.32En este campo, los maestros o los antiguos estudiantes de los studia
hicieron contribuciones propias. En Palencia, donde el obispo Tello Té30Adeline Rucquoi, "El rey Sabio: cultura y poder en la monarquía medieval caste­
llana", Repoblación y reconquista. A ctas del m C urso de C ultu ra M edieval, Aguilar de Campoo, 1993, p. 77-87.
31Alfonso el Sabio, G eneral Estoria, 1.1, ed. Antonio G. Solalinde, Madrid, 1930, p. 194:
"[...] ca por las artes del trivio se dizen los nomb;°s a las cosas e estas fazen al omne bien
razonado".
32Véase por ejemplo los inventarios de Silos (Léopold Delisle, M élanges de Paléogra­
phie et de Bibliographie, París, 1880, p. 105-107) y Burgo de Osma (Timoteo Rojo Orcajo,
Catálogo descriptivo de los códices que se conservan en la Santa Iglesia Catedral de Burgo de
O sm a, Madrid, 1929, p. 9-13), así como aquellos de las bibliotecas de los arzobispos de
Toledo (Manuel Alonso Alonso, "Bibliotecas medievales de los arzobispos de Toledo",
R azón y fe, 1941, p. 295-309) y Compostela (Antonio García y García e Isaac Vázquez Ja­
neiro, "La biblioteca del arzobispo de Santiago de Compostela, Bernard il (+1240)",
A n to n ia n u m , 61,1986, p. 540-568).
Hez de Meneses había transformado el antiguo studium en escuela de ar­
tes, lógica y teología, un maestre Petrus Palentinus redactó, hacia 12201225, una gramática en versos, limitada al estudio de los verbos y orde­
nada según el orden alfabético, el Verbiginale; esta obra, que se enmarca
dentro del conjunto de los manuales normativos y descriptivos orienta­
dos hacia la retórica antes que hacia la dialéctica, y cuya principal fuente
fueron las Derivationes de Huguccio de Pisa, fue utilizado y comentado
a lo largo de los dos siguientes siglos. El primer comentario que nos
haya llegado, casi contemporáneo a la elaboración de la obra, coloca a
la gramática por encima de las demás materias del trxvium, aquella que
permite alcanzar la morada de la filosofía, quid omnis scientia absque
grammatica inordinata est; parafraseando a Isidoro de Sevilla, el autor
desconocido de este comentario añadió más adelante que la filosofía era
rerum humanarum divinarumque cognitio cum studio bene vivendi iuncta y
que se dividía en tres ramas, la física "que llamamos natural", la ética o
"moral" y la lógica o "racional".33 El papel fundamental atribuido a la
gramática por el comentador del Verbiginale pone de relieve, más que
unas preferencias personales, el peso de la tradición isidoriana en la Es­
paña del siglo xiii.34
En España al igual que en Italia, la gramática tenía por finalidad a la
retórica antes que a la dialéctica. Los maestros hispánicos del siglo xm
no desdeñaron, por lo tanto, las artes dictandi, fuesen éstas teóricas o
simplemente prácticas. El tratado más antiguo que conocemos fue ela­
borado asimismo dentro del marco del studium de Palencia en los años
1220-1227, e incluye un formulario seguido por un tratado teórico que
finaliza con una lista de normas morfológicas; el formulario, que com­
prende 39 modelos de cartas, parece haber sido compilado por un nota­
rio eclesiástico, aunque seis documentos traten asuntos laicos y una car­
33Estrella Pérez Rodríguez, El Verbiginale. Una gramática castellana del siglo x i i i , Valla­
dolid, 1990. Véase en particular la introducción p. 5-157 y el comentario del manuscrito
de Madrid, b.n. 1578 (mediados del siglo xm), p. 318 y 320.
34 Eleuterio Elorduy, "San Isidoro. Unidad orgánica de su educación reflejada en sus
escritos: la gramática ciencia totalitaria", Miscellanea Isidoriana, Roma, 1936, p. 293-322,
cit. por Charles B. Faulhaber, Latin Rhetorical Theory in Thirteenth and Fourteenth C en tury
Castile, Berkeley, University of California Press, 1972, p. 62, núm. 40.
ta sea "de un médico a otro solicitando su ayuda".35Unas décadas más
tarde, hacia 1240, Hermán el Alemán tradujo el comentario de Al-Farabi
a la Retórica de Aristóteles y, en 1256, terminó la traducción del comenta­
rio de Averroes a la misma obra; en la introducción del primero, afirma­
ba que, al contrario de lo que opinaban Cicerón u Horacio, había que
considerar a la retórica y la poética como corolarios de la lógica.36 En
1281, el franciscano Juan Gil de Zamora, que había aprovechado la en­
señanza impartida en el studium generale de Salamanca antes de tomar
el hábito y conseguir, en París hacia 1276-1277, el grado de magister en
teología, añadió a la larga lista de sus obras, que incluían un Prosodion
seu de Accentu et Dubilibus Biblie y un A rs M úsica , el Dictaminis epithalamium, que dedicó a fray Felipe de Perugia. Las dos partes tradicionales
del ars dictandi, teórica y práctica, van aquí precedidas con palabras o
locuciones relativas a las virtudes y los vicios. Sin embargo, al contrario
del A rs epistolarium ornatus, dedicado por Geoffroy de Everseley al rey
Alfonso x unos años antes, y que insistía sobre la parte teórica, el
Dictaminis epithalamium es esencialmente una obra de la práctica conce­
bida para ser útil in descriptionibus cronicorum et in titulis preconiorum.
Inspirado en los tratados de Guido Faba, Boncompagno de Florencia y
Pedro de Blois, el Dictaminis de Juan Gil de Zamora fue conocido y pro­
bablemente utilizado durante toda la Edad Media, ya que el único ma­
nuscrito que nos lo haya transmitido es una copia del siglo xv, que pro­
cede del Colegio de San Bartolomé de Salamanca.37
35Ana María Barrero García, "Un formulario de cancillería episcopal castellano leo­
nés del siglo xm", A nu ario de H istoria del Derecho Español , 46 (1976), p. 671-711. Gonzalo
Martínez Diez, "La Universidad de Palencia. Revisión crítica", A ctas del u Congreso de
H istoria de Palencia, t. iv, Palencia, 1990, p. 165-169.
36José S. Gil, La escuela de traductores de Toledo y sus colaboradores judíos, Toledo, 1985,
p. 55. James J. Murphy, Rhetoric in the M id d le A ges. A H isto ry of Rhetorical Theory from St.
A u g u stin e to the R enaissance (Berkeley, 1974), trad. esp. La retórica en la Edad M edia. H istoria
de la teoría de la retórica desde San A g u stín hasta el R enacim iento, México, 1986, p. 103-104.
37Juan Gil de Zamora, D ictam inis Epithalam ium , ed. Charles B. Faulhaber, Pisa, Pacini
Editore, 1978. Acerca del A rs epistolarium ornatus de Geoffroy de Everseley y del Epistola­
rium de Pons de Provenza, asimismo dedicado al rey Alfonso x el Sabio, véase Charles B.
Faulhaber, Latin Rhetorical Theory in Thirteenth and Fourteenth C en tu ry Castile, Berkeley,
University of California Press, 1972, p. 98-103.
De la segunda mitad del siglo xm data probablemente la traducción
castellana de las Etimologías de Isidoro de Sevilla. Conservada en un ma­
nuscrito único del siglo xv, esta traducción ofrece en su prólogo, des­
pués de algunas informaciones sobre Isidoro, un epistolarium, y a conti­
nuación la traducción integral de los libros relativos a la gramática, la
retórica y la dialéctica, la matemática, la medicina, las leyes, y los libros
ix y x que facilitan un vocabulario.38 Indudablemente se trata aquí del
primer tratado sobre gramática y retórica latinas traducido en lengua
vernácula. La definición de la retórica -bene dicendi scientia in civilibus
cjuaestionibus- como "sqiengia de bien dezir en las qibdadanas deman­
das", la de la ley dentro del marco de la retórica, y luego la diferencia
que se establece entre dialéctica y retórica, la primera, asimilada a la
lógica, "viene siempre a las escuelas", mientras que la segunda "sale
cutianeramente al mercado", no podían sino reforzar la idea normativa
de la retórica dentro del marco de una vida social regulada por la ley.
Los conocimientos de la lengua no se limitaron a los meros estudios
de gramática y retórica latina. En un medio intelectual convencido de la
unidad del saber y de la pluralidad de las lenguas que facilitan su acce­
so, y donde el ejemplo lo daba la propia corte, diversos studia de len­
guas fueron creados ya en la primera mitad del siglo xm. Dominicos y
franciscanos fundaron escuelas de árabe y hebreo en Barcelona, Túnez,
Murcia, Játiva y Valencia, donde destacaron Raimundo de Peñafort y
Raimundo Martí en el siglo xm, Alfonso Buenhombre en el xiv.39La fina­
lidad de los studia de árabe y hebreo era, naturalmente, las misiones en
Africa y la conversión de judíos y musulmanes. No todos, sin embargo,
se ciñeron a este objetivo; cuando, en 1311, Raimundo Lulio solicitó la
creación, en cada studium generale de occidente, de una cátedra de he­
breo, una de árabe y una de caldeo (siriaco), se trataba tanto de una exi­
gencia de saber lingüístico como de una enseñanza con fines utilitarios.
38Joaquín González Cuenca, Las Etimologías de san Isidoro romanceadas, 2 vols., Sala­
manca, 1983.
39 José María Coll, "Escuelas de lenguas orientales en los siglos xm y xiv", Analecta
Sacra Tarraconensia, 17 (1944), p. 115-138. Thomas Kaeppeli, Scriptores O rdinis Praedicatorum M ed ii A evi, m (Roma, 1980), p. 281-287 y i (Roma, 1970), p. 48-55. Adolfo Robles Sie­
rra, Fray R am ón M a r tí de Subirats, Burgos, 1986.
La contribución hispánica a las materias del trivium fue pues, en la
primera época de los studia, esencialmente práctica. La gramática, pre­
sentada según la tradición isidoriana como ciencia global, y las artes dictandi concebidas, según la tradición ciceroniana, como útiles a las cien­
cias civiles, o sea fundamentalmente al derecho, entran en la categoría
de las obras didácticas específicas de lo que W.K. Percival llamaba la
"tradición gramatical meridional", frente a las corrientes especulativas
y teóricas que habrían caracterizado a Europa del norte.40El interés por
una enseñanza práctica del latín más que por un análisis de sus estruc­
turas lingüísticas quizá se explique por la adopción en el siglo xm, tan­
to por Castilla como por Cataluña, de sus respectivas lenguas vernácu­
las y su elevación al rango de "lenguas sabias" capaces, al igual que el
latín, el árabe, el hebreo o el griego, de expresar desde los conceptos más
abstractos hasta las cosas más concretas; este mismo interés por la prác­
tica explica probablemente también la rápida evolución del latín, que
los teóricos del norte de Europa intentaban entonces preservar a partir
de modelos arcáicos. En todo caso, se le debe de poner en paralelo con
el florecimiento de múltiples obras didácticas, escritas en lengua vulgar
a lo largo del siglo y que transmitán la "filosofía" griega, con el Secretum
secretorum atribuido a Aristóteles por ejemplo, del mismo modo que la
sabiduría oriental, en el Sendebar o el Calila e D im na .41
La afición a la gramática y la retórica no desapareció luego, tal y
como lo demuestra el gran número de manuscritos conservados de los
siglos xiv y xv.42Algunos autores hispánicos aportaron aquí también su
contribución. De fines del siglo xm o principios del xiv data un Doctrína­
le prosaicum, actualmente conservado en Basilea y debido a la pluma de
un maestre Martín, dominico aragonés,43aunque, en los dominios de la
40W.K. Percival, "The Grammatical Tradition and the Rise of Vernaculars", H istorio­
g ra ph y of Linguistics. C urrent Trends in Linguistics, La Haya, 1975, p. 231-275, cit. por Elena
Pérez Rodriguez, El Verbiginale..., p. 35.
41 Denis Menjot, "Enseigner la sagesse. Remarques sur la littérature gnomique castil­
lane du Moyen Âge", El discurso politico en la Edad M edia, ed. Nilda Guglielmi y Adeline
Rucquoi, Buenos Aires, 1995, p. 217-231.
42 Estrella Pérez Rodriguez, El Verbiginale..., p. 34.
43Thomas Kaeppeli, O.P., Scriptores O rdinis Praedicatorum M ed ii A ev i, m, Roma, 1980,
p. 106.
Corona de Aragón, el gran maestro en la materia fuera sin duda alguna
Raimundo Lulio quien acabó, en Chipre en 1301, una Rhetorica nova an­
tes de redactar, en 1305, y luego en los años 1312-1313, varias Artes
praedicandiS* Finalmente, a principios del siglo xiv, aunque algunos his­
toriadores todavía se inclinen por la segunda mitad del siglo xn, un tal
magister Pedro de Compostela redactó un De consolatione rationis, clara­
mente imitado del De consolatione philosophiae de Boecio, que dedica 84
versos a la gramática, la lógica y la retórica, y 98 a la aritmética, la músi­
ca y la geometría; salido quizá de la pluma del dominico Pedro Peláez
quien había sido asignado al studium de Compostela en 1299 como
maestro de gramática, el tratado, de corte extremadamente clásico, mues­
tra ante todo el peso de la tradición y cierta influencia del Anticlaudianus
y del De planctu naturae de Alano de Lille.45Durante esta misma primera
mitad del siglo xiv, un maestre Martín de Córdoba parece ser el autor de
un Breve compendium artis rhetorice mientras residía en París. La distin­
ción que establece entre la dialéctica que "nos dispone para conocer la
verdad" y la retórica que "nos empuja a querer el bien" -U n de sicut illa
disponit nos ut sciamus verum, ita ista nos inclinat ut velimus bonum - re­
cuerda la preocupación didáctica, casi "social" de los antecedentes his­
pánicos de maestre Martín, entre los que conviene mencionar al De divisione philosophiae de Gundisalvus. Aquí de nuevo la retórica va íntima­
mente ligada al derecho, y el autor desarrolla la idea de un cuerpo
político dividido en Índices, consejeros y pueblo: el orator, cuando se di­
rige a los primeros, debe fundamentar su discurso en la justicia y la
igualdad, a los segundos debe mostrar lo que es útil y práctico, y ante
el pueblo debe alabar la virtud y condenar el vicio.46
44 Tomás y Joaquín Carreras y Artau, Historia de la filosofía española. Filosofía cristiana
de los siglos x m al xv, 1.1, Madrid, 1939, p. 294,305 y 309-310.
45 Charles B. Faulhaber, Latin Rhetorical Theory in Thirteenth and Fourteenth C en tury
Castile, Berkeley, University of California Press, 1972, p. 54-56. Petri Compostellani, D e
consolatione rationis libri duo, ed. Petrus Blanco Soto, Münster, 1912. Acerca de la fecha del
tratado y su autor, vid. Lucas Modri, "De Petro Compostellano qui primus assertor Immaculatae Conceptionis dicitur", A ntonianum , 29 (1954), p. 563-572.
4(1 Charles B. Faulhaber, Latin Rhetorical Theory in Thirteenth and Fourteenth C en tury
Castile, Berkeley, University of California Press, 1972, p. 121-139 y 148-150.
EL DERECHO
El estudio de la gramática y, más aún, el de la retórica tenían así por
objetivo, en la Península ibérica, llevar no tanto a la búsqueda de la
"verdad" como a la del "bien", de lo moral. Desemboca pues, de forma
natural, no en la filosofía sino en el derecho, que fue la reina de las mate­
rias enseñadas en los studia generalia. El predominio de los juristas, a
menudo originarios de Italia, caracterizó la primera etapa del studium
de Palencia, que corre desde los años 1180 hasta la muerte del rey Alfon­
so viii an 1214, y dejó huellas en las lectiones de Ugolino da Sesso.47 En
los estatutos que concedió en 1254 a petición de los "estudiantes de la
universidad del studium de Salamanca", Alfonso x dotó generosamente
las cátedras de un maestro de leyes con la ayuda de un bachiller, un
maestro en decretos y dos maestros en decretales, además de dos cáte­
dras de lógica, dos de gramática y dos de física. Estas materias son las
que los compiladores de las Partidas definieron como necesarias y sufi­
cientes para que existiera un studium generale. El derecho, sin embargo,
ocupaba entre ellas un lugar particular ya que "la sciencia de las leyes
es como fuente de justicia e aprovechase della el mundo mas que de otra
sciencia", lo que hacía de los maestros que lo enseñaban unos súbditos
privilegiados: las Partidas especificaron que tenían derecho al título "de
maestros e de cavalleros e llamáronlos señores de leyes", que en su pre­
sencia cualquier juez debía levantarse para acogerlos, que los guardas
del rey no debían hacerles esperar ante la puerta, que quedaban exen­
tos de una serie de impuestos y, finalmente, que después de enseñar el
derecho durante veinte años se les debía de honrar al igual que los con­
des.48Con el propósito de favorecer la enseñanza del derecho, Alfonso x
47Gonzalo Martínez Diez, "Tres lecciones del siglo xn del Estudio General de Palen­
cia", A nuario de H istoria del Derecho Español, 40 (1991), p. 391-449. Véase Adeline Rucquoi,
"La doublé vie du stu d iu m de Palencia {ca. 1180-1250)", H om enaje a D. A n ton io García y
García, Studia gratiana (en prensa).
48Alfonso x el Sabio, Las Siete Partidas, Salamanca, 1555, Partida n, Tit. xxxi, ley m y
ley vm. Así como lo anota Antonio García y Garcia ("La universidad de Salamanca en la
Edad Media", U niversità in Europa. Le istituzio ni universitarie dal M edio Evo ai nostri giorni.
S trutture, organizzazione, fu nzionam ento, ed. A. Romano, Messina, 1995, p. 17-35), se trata
de un ideal, y no de la descripción de la realidad. Sin embargo, la importancia del dere-
cuidó de conseguir del papa Alejandro iv, en 1255, que se concediera a
todos los estudiantes de la universidad, con la única excepción de los
clérigos regulares, la autorización de dedicarse al estudio del derecho
civil, pese a la prohibición de 1219 que había sido incluida en las De­
cretales en 1234.49
El estudio del derecho civil comprendía naturalmente el del conjun­
to del Corpus iuris civilis -D igestum vetus, Inforciatum, Digestum novum,
Código de Justiniano, Institutes y Novellae, a los que se añadían las Consuetudines feudorum - del mismo modo que los canonistas debían de cono­
cer el Corpus iuris canonici que, en la segunda mitad del siglo xm, sólo
incluía el Decreto de Graciano y las Decretales de Raimundo de Peñafort.
Los libros legados por algunos canónigos de Salamanca en el siglo xm
testimonian del interés prestado al derecho civil y a sus comentadores,
ya que en 1240 maestre Pedro, chantre de la catedral, poseía la Summa
A zzonis, y que el arcediano Alfonso Pérez mandó la Glosa de Acursio al
cabildo de su ciudad natal en Galicia en 1264.50
Sin embargo no parece que ninguna obra original de derecho civil
haya sido elaborada en el marco de los studia generalia, aun si añadimos
a los de la Península el de Bolonia donde estudiaron numerosos espa­
ñoles, e incluso si tenemos en cuenta que dos de los hijos de Acursio,
Cervotto y Guillermo, se encontraban en Salamanca hacia 1275.51 No
obstante, resulta difícil no ver la influencia y el peso de los studia gene­
ralia tras la inmensa obra legislativa y jurídica del reinado de Alfonso x.
cho y los privilegios que disfrutaban los maestros en derecho civil fueron reales en la
España medieval.
49 Vicente Beltrán de Heredia, "Los orígenes de la universidad de Salamanca", La
ciencia tom ista, 81 (1954), p. 90-95.
50Antonio García y García, "The Faculties of Law", H istory of the U niversity in Europe,
1.1, Cambridge, 1992, p. 393-397. Id., "La enseñanza del Derecho en la universidad me­
dieval", M anuels, program m es de cours et techniques d'enseignem ent dans les universités
médiévales, ed. Jacqueline Hamesse, Louvain-la-Neuve, 1994, p. 201-234. Vicente Beltrán
de Heredia, Cartulario de la universidad de Salamanca (1218-1600), i, Salamanca, 1970, p. 89.
Antonio García y García, "La diócesis de Mondoñedo y la universidad de Salamanca en
los siglos xiii-xv", Estudios M indonienses, 4 (1988), p. 499-506.
51 F. Soetermeer, "Un professeur de l'université de Salamanque au xme siècle: Gui­
llaume d'Accurse", A nuario de historia del derecho español, 55 (1985), p. 753-765.
Con la elaboración, en lengua vernácula, del Espéculo (1256), el Libro del
Fuero de las Leyes (hacia 1265) y las Partidas (hacia 1272), el rey no inten­
taba solamente unificar las costumbres y derechos municipales, o rei­
vindicar el monopolio legislativo; creaba de hecho un derecho exclusivo
para Castilla. Emanación de la tradición castellana -Liber ludicum, fueros
y costumbres-, las Partidas incorporan el derecho canónico, el ius commune, las consuetudines feudorum, la Política de Aristóteles, las obras de
Cicerón, Séneca, Tomás de Aquino y las Sagradas Escrituras para crear
un derecho nuevo, limitado tan sólo por la fe.52En 1348, el Ordenamien­
to de Alcalá establece un orden de prelación de las fuentes del derecho
que hacía del rey, en última instancia, el único habilitado para crear el
derecho, modificarlo e interpretarlo; sin embargo, en relación con el
estudio del derecho civil y del canónico, Alfonso xi precisaba: "Enpero
bien queremos e sofrimos que los libros de los derechos que los sabios
antigos fezieron, que se lean en los estudios generales de nuestro sennorio, por que a en ellos mucha sabidoria e queremos dar logar que los
nuestros naturales sean sabidores e sean por ende mas onrrados".53Una
glosa, colocada en el margen de uno de los manuscritos de las Partidas,
mencionaba que el Ordenamiento de 1348 había sido elaborado por los
"doctores"; dio lugar a Comentarios, en particular por el obispo Vicente
Arias de Balbona y por el doctor Díaz de Montalvo.54
Los "cuadernos de leyes" y los "cuadernos de peticiones" de las
Cortes de los siglos xiv y xv ponen de relieve las reflexiones sobre la ley,
sobre la omnipotencia legislativa del monarca, sobre el papel de los pro­
curadores frente a esta reivindicación. A raíz de las Cortes de Briviesca
de 1387, las Cortes consiguieron, defacto pero también de iure, limitar de
52 Aquilino Iglesia Ferreirós, "La labor legislativa de Alfonso x el Sabio", España y
Europa. U n pasado jurídico com ún, Murcia, 1986, p. 275-599. Jerry R. Craddock, "The
Legislative Works of Alfonso el Sabio", in Robert I. Burns, Emperor of Culture. Alfonso x
the Learned of C astile and H is T h irteenth -C en tury Renaissance, Philadelphia, upp, 1990,
p. 182-197.
53 Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla, 1.1, Madrid, 1861, p. 492-593, en parti­
cular p. 541-543.
54Ramón Fernández Espinar, M an u al de H istoria del Derecho Español, i. Las fuentes, Ma­
drid, 1989, p. 458-462. Biblioteca Nacional, Madrid, Ms. 710: Glosas y comentarios al
Fuero Real por el doctor Vicente Arias, obispo de Plasencia (1403-1414).
forma considerable el poder legislativo del rey; éste, en 1442 y luego en
1445 en Olmedo, reafirmó su absoluta potestas en lo que se refiere a la
creación y la interpretación del derecho.55Evidentemente, los argumen­
tos que apoyaban estos dos conceptos del mejor régimen político en la
Castilla de los siglos xiv y xv procedían de los juristas del rey y de los
de las ciudades, salidos de los studia generalia del reino. Estos mismos ju­
ristas, que a menudo enseñaban o habían enseñado en Salamanca y Va­
lladolid, encontraron también la oportunidad de definir sus conceptos
del poder dentro del marco de la querella entre conciliaristas y papalistas que surgió con el Gran Cisma.56
La contribución de las universidades al pensamiento jurídico se dió
pues en lengua vulgar en Castilla y Portugal. Permitió afinar los con­
ceptos de monarquía absoluta, participación de las ciudades en el poder
legislativo y la misma noción de ley. En Cataluña, la recepción del dere­
cho romano y la del derecho canónico, favorecida por la ingente presen­
cia de estudiantes en Bolonia, fue precoz y, con el nombre de "derecho
común", ambos fueron aplicados siempre y cuando el "derecho particu­
lar", esencialmente los Usatges de Barcelona de mediados del siglo xi, re­
visados en el xn y promulgados en Barcelona en 1251, no era suficiente;
sin embargo, a partir de fines del siglo xm, los juristas de los diversos
reinos de la Corona de Aragón, mediante comentarios y disposiciones
tomadas en las Cortes, consiguieron limitar el poder real y erigirse en
últimos intérpretes de la ley.
La búsqueda del bonum, del bien común, parece pues haber prevale­
cido en la formación que impartían los studia generalia de la Península.
Lo moral, al que se vincula la retórica, es esa parte de la hominis perfectio que, para Martín de Córdoba, consistía in amore virtutis y que tenía
por objetivo el invenire vias ut inflammet auditores ad amorem iusti et ec¡ui,
al contrario de la dialéctica, especulativa, confinada en las escuelas, que
55Benjamín González Alonso, "De Briviesca à Olmedo (Algunas reflexiones sobre el
ejercicio de la potestad legislativa en la Castilla bajomedieval)", El D ret comú i C atalunya,
ed. Aquilino Iglesia Ferreirós, Barcelona, 1995, p. 43-74.
56Adeline Rucquoi, "Démocratie ou monarchie. Le discours politique dans l'univer­
sité castillane au xve siècle", El discurso político en la Edad M edia, ed. Nilda Guglielmi &
Adeline Rucquoi, Buenos Aires, 1995, p. 233-255.
"busca razones y argumentos ad cognoscendum ”. Si lo moral y la virtud
guardan una estrecha relación con la acción, el derecho viene a consti­
tuir su más alta expresión ya que permite ordenar la sociedad humana
por medio de las leyes y formas de gobierno. La primera contribución
de los studia generalia al pensamiento hispánico medieval fue sin duda
alguna este arraigo en la realidad, ese deseo profundo de actuar en y so­
bre el mundo, y de implantar en él una moral cuya expresión y cuya
garantía fuera el derecho.
La
filosofía
La dialéctica, que lleva a la filosofía y a la teología, aunque menos cul­
tivada consta entre las materias del trivium, y los studia dominicos y
franciscanos, y luego las universidades ofrecieron una enseñanza de la
lógica, la filosofía natural y la teología a lo largo de toda la Edad Media.
Aquí también, la primera impresión que se tiene es la de una normali­
dad de buen tino, sin ninguna originalidad, ni en las obras estudiadas
ni en la producción intelectual. Las historias generales de la filosofía en
Occidente sólo citan, y en el mejor de los casos, los nombres de Gundisalvus, Petrus Hispanus y Raimundo Lulio, mientras conceden a la Pe­
nínsula ibérica un papel preponderante en el movimiento de las traduc­
ciones de los siglos xii y xm y la elaboración de las filosofías musulmana
y judía,57¿Se limitó pues el papel de España al de intermediario, de sim­
ple "trujamán" de conceptos lógicos y filosóficos que otros, en París u
Oxford, recogieron, comentaron y utilizaron en obras que, a su vez, fue­
ron leídas y enseñadas en los studia de la Península? El problema, sin lu­
gar a dudas, es mucho más complejo y, en el estado actual de la investi­
gación, tan sólo unos cuantos indicios existen que nos permitan
resolverlo.
Contrariamente a una idea demasiado fácilmente aceptada, los tra­
ductores del siglo xii eran ante todo, en su campo, verdaderos sabios
que, ayudados por su dominio del árabe, tenían acceso directo a los tex­
57
Julián Marías, H istoria de la filosofía, Madrid, 1941. Alain de Libéra, La philosophie
puf, 1993.
médiévale, París,
tos. Su primer objetivo, pues, no era traducir sino saber y, en conse­
cuencia, elaborar obras personales: las Quaestiones naturales de Adelardo
de Bath, el Epitome totius astrologiae de Iohannes Hispalensis, el De essen­
tiis de Hermán el Dálmata, el De divisione philosophiae y las demás obras
atribuidas a Gundisalvus lo atestiguan. Parece pues lógico que las mate­
rias traducidas, astrología y astronomía, medicina, matemáticas y filo­
sofía hayan ejercido su influencia en los medios intelectuales cercanos a
estos "traductores".
En Toledo, donde habían sido traducidos el De anima de Avicena y
el Fons vitae de Avicebrón por Johannes Hispalensis, la Física, las M eteo­
rológicas, los tratados De coelo y De generatione et corruptione de Aristóte­
les, la Enumeración de las ciencias de al-Farabi, y diversos tratados de
lógica por la escuela de Gerardo de Crémona, el De intellectu de al-Fa­
rabi, el de al-Kindi y el de Alejandro de Afrodisias por Dominicus Gun­
disalvus, y el Liber de causis que se atribuyó durante mucho tiempo a
Aristóteles, el cabildo catedralicio contaba entre sus dignatarios, entre
1209 y 1214, con un magister Mauricio, que fue luego promovido a la
sede episcopal de Burgos (1214-1238).58Se trata probablemente del Mauricius Hispanus cuyas obras fueron condenadas en París por el canciller
Roberto, a la par que los libri Aristotelis de Metaphysica et de Naturali
Philosophia, nec summae de iisd e m f en 1248, su sobrino, Juan de Medina
de Pomar, a la sazón arzobispo de Toledo, mandaba por su testamento
"libros omnes de gramatica et de pholisophia [sic] et omnes legales" a un so­
brino suyo.60
En la época del episcopado de Mauricio en Burgos, un movimiento
"herético" surgió en la región de Palencia, León y Burgos; sabemos de
su existencia a través de la condena que pronunció el rey Fernando m en
1236, de una carta de perdón concedida a un tal Vidal de Arvial de Bur­
58Francisco J. Hernández, Los cartularios de Toledo. Catálogo documental, Madrid, Fun­
dación Ramón Areces, 1985. Luciano Serrano, D on M auricio, obispo de Burgos y fundador de
su catedral, Madrid, 1922.
59 C. Jourdain, Index chronologicus chartarum pertinentium ad historiam universitatis
parisiensis, París, 1862,4, núm. 17.
60Manuel Alonso Alonso, "Bibliotecas medievales de los arzobispos de Toledo", Ra­
zón y fe, 123/41 (1941), p. 295-309.
gos y, sobre todo, de un tratado de Lucas de Tuy. La presencia de Mau­
ricio en Burgos es absolutamente coetánea de la segunda etapa del
studium generale de Palencia, entonces orientado hacia las artes y la teo­
logía, y de las menciones de "herejes" en la región. Ahora bien, con la
excepción de unos cuantos goliardos, parece ser que los "herejes" que
suscitaban la ira de Lucas de Tuy eran en realidad filósofos naturales
-"qui philosophorum seu naturalium nomine gloriantur" , dice el texto- La
insistencia que puso el antiguo canónigo de San Isidoro de León, Lucas,
en recomendar a los clérigos que evitasen los novitatis assertores, en afir­
mar que Isidoro de Sevilla y Gregorio Magno eran los Ecclesiae Dei philosophos, en recordar las virtudes de los sacramentos y de las peregrina­
ciones, o en indicar las imágenes apropiadas para las iglesias, tenía por
objetivo el fustigar a aquellos filósofos que "malunt vocari naturales seu
philosophi, cum antiqui philosophi ab haereticis parum distent, et modernorum
naturalium plures haeretica labe sordescant". Según Lucas de Tuy, algunos
de estos herejes habían tomado la apariencia de clérigos seculares,
frailes o monjes.
Esos filósofos pretendían revisar las Sagradas Escrituras, y sostenían
por ejemplo que Eva no había sido sacada de la costilla de Adán, sino
que intelligendum est que había sido formada a partir de la tierra húme­
da gracias al calor de Adán, ande vir est calidior faemina. Afirmaban que,
una vez acabada la creación, Dios había transferido a la naturaleza el
poder de hacer; las oraciones resultaban, pues, ser inútiles, "quia nihil
potest in hoc mundo fieri nisi quod determinatum est a natura". Lucas de Tuy
les reprocha también el decir que todas las cosas de este mundo -om nia
inferiora- se mueven según el curso de los planetas y no secundum vo-
luntatem d ivín a m e
Resulta difícil no ver en ello un intento de explicación racional de los
fenómenos naturales, hecho por filósofos aristotélicos que tenían entre
sus manos "Ule liber qui perpendiculum scientiarum dicitur" y predicaban
que "De spina legitur rosa et de philosophorum libris pulchra sapientia".
Ángel Martínez Casado, que se interesó por el problema, encuentra
61
Lucae Tudensis, D e altera vita ßdeicjue controversiis, ed. Juan de Mariana, Ingolstadt,
1612, Libro m, cap. 1 y 2.
entre las acusaciones del canónigo leonés los mismos temas que luego,
en París en 1270, constarán en la prohibición de Étienne Tempier.62 Se
había así creado, alrededor del studium de Palencia, un grupo de filóso­
fos naturales, que disponían de medios adecuados para dar a conocer
su pensamiento. Algunos de ellos "predicaban", o sea que exponían
públicamente sus ideas. Otros, tal y como lo descubre la anécdota del
hereje Arnaldus, que venía de confinibus Galliae, preferían una difusión
por escrito: scriptor velocissimus, Arnaldus revisaba -"corrompía" dice
Lucas- los escritos patrísticos antes de vender o dar sus obras "a los ca­
tólicos para seducirlos con semejantes artificios y embaucar las mentes
de los lectores desprevenidos". Para Lucas de Tuy, había una relación
directa de causa a efecto entre estos filósofos, que infundían el venenum
erroris, y la "secta de los Maniqueos".63
No resulta nada sorprendente la existencia de una escuela de filoso­
fía natural en Castilla en la primera mitad del siglo xm, si tenemos en
cuenta la ingente empresa de traducciones llevada a cabo desde hacía
más de un siglo en Galicia, León, Segovia, Pamplona, Tarazona, Barce­
lona, y luego en Toledo. Desde el momento de su aparición, francisca­
nos y dominicos se interesaron por las obras de filosofía natural, tal y
como lo descubre la lista de los libros que pidieron prestados, entre 1222
y 1230, de los arzobispos de Compostela y que incluían las obras de
David de Dinant y el De animalibus de Aristóteles, traducido por Miguel
Escoto; el primero de estos arzobispos, Pedro Muñiz (1206-1224), quien
anteriormente había sido deán y luego obispo de León, gozó de una
fama de "nigromante" y especialista en "artes mágicas", lo que signifi­
ca que era probablemente matemático, astrólogo y quizás alquimista o
médico.64Antonio de Lisboa-Padua utilizó, para los Sermones que redac­
tó en Padua hacia 1229, la traducción del De animalibus que Miguel Es­
62
Lucae Tudensis, De altera vita fiáeicjiie controversiis, Libro m, 2. Angel Martínez
Casado, "Cataros en León. Testimonio de Lucas de Tuy", A rchivos Leoneses, 74 (1983),
p. 263-311, en particular p. 279,291 y 292-296.
b3 Lucae Tudensis, D e altera vita fideique controversiis , Libro m, 20,17 y 1.
64
Manuel de Castro, "La biblioteca de los franciscanos de Val de Dios, de Santiago
(1222-1230)", A rchivo Ibero-Americano, 53 (1993), p. 151-162. Luis García Ballester, "Natu­
raleza y ciencia en la Castilla del siglo xm", in- Semana de Estudios M edievales (Ndjera, 1995)
coto había realizado en Toledo hacia 1217, época en que el futuro santo
estudiaba en Santa Cruz de Coimbra; los trece libros que el scriptorium
de Santa Cruz entregó en 1218 a un magister Gil demuestran que la bi­
blioteca tenía entonces la Retórica de Cicerón, numerosas obras de astro­
nomía, medicina astrológica y geometría, así como lapidarios y librifisicales.65 A Petrus Hispanus (1210-1277), autor de las Summulae logicales , se
le ha considerado a menudo como "un ejemplo típico de universitario
parisino de las tercera y cuarta décadas del siglo xm".66Sus estudios de
artes y medicina, su afición por Aristóteles al que conocía a través de las
traducciones efectuadas en Toledo, su amistad con el traductor francis­
cano Pedro Gallego muestran en realidad que la educación que recibiera
en Lisboa y Compostela fue determinante; su estancia en París sin duda
le permitió ampliar el campo de sus intereses a lo especulativo, la lógi­
ca y la teología, pero sus comentarios al De anima y al De sensu et sensato
de Aristóteles, anteriores a sus Summulae logicales, el que dedicó al De
animalibus y las numerosas obras de medicina que se le atribuyen perte­
necen plenamente al pensamiento hispánico del siglo xm.67Pedro Galle­
go (cfl.1200-1267), que fue confesor del futuro Alfonso x, provincial de
Castilla y luego obispo de Cartagena, adquirió su formación en Com­
postela y Toledo, ciudad donde tomó el hábito franciscano en 1220;
amante de la astronomía y de los libri naturales de Aristóteles y Ave-
Instituto de Estudios Riojanos, 1996, p. 145-169. Antonio López Ferreiro, H istoria de la s a m
Iglesia de Santiago de C om postela, t. v, Santiago, 1902, p. 73-74.
65 Jacqueline Hamesse, "L'utilisation des florilèges dans l'oeuvre d'Antoine de Padoue. A propos de la philosophie naturelle d'Aristote", C ongresso Internacional «Pensa­
m ento e Testemunho». 8 o- Centenario do N ascim ento de Santo A ntonio, i, Braga, 1996, p. 111117. Artur Moreira de Sa, "Primordios da Cultura Portuguesa", Arcjuivos de H istoria da
C ultura Portuguesa, i, núm. 1, Lisboa, 1967, p. 21.
66Joaquín Carreras Artau y Juan Tusquets Terrats, A p p o rts hispaniques à la philosophie
chrétienne de ïO c c id e n t, Louvain, 1962, p. 16.
67Tomás y Joaquín Carreras y Artau, H istoria de la Filosofia Española, Filosofía cristiana
de los siglos x u al xv, i, Madrid, 1939, p. 101-144. El estudio detallado de los medios inte­
lectuales hispánicos entre 1150 y 1250 infirma algunas de las conclusiones de Carreras y
Artau que no concedían a la Península influencia alguna en la educación de Petrus His­
panus y, pese a las traducciones realizadas en Toledo, ningún papel en cuanto a su interés
por las obras de Aristóteles o por la medicina.
rroes, tradujo y adaptó entre 1250 y 1267 el De animalibus, el In regitiva
domus, y compuso una Summa astronómica .68
El interés por la filosofía natural, y de ahí por Aristóteles y sus co­
mentadores, no decayó con las condenas de Lucas de Tuy y la desapari­
ción del studium de Palencia después de 1250. El franciscano Juan Gil de
Zamora (ca.1240-1320), pese a que hubiera obtenido su título de maestro
en teología en París en la época en que el obispo Étienne Tempier pro­
hibía las trece tesis de origen aristotélica y averroista, dedicó gran parte
de su vida a temas de filosofía natural; la enciclopedia De historia naturalis, probablemente empezada hacia 1275, y el tratado Contra venena et
animalia venenosa , redactado hacia 1290-1295, muestran el deseo del au­
tor de dar a conocer al mayor número posible de lectores, mediante el
sistema alfabético, el mundo de las res naturales, manifestación del
poder divino.69La Historia naturalis manifiesta sin embargo que Juan Gil
de Zamora conocía las condenas de 1277, ya que cuidó de colocar, como
conocimiento último, el de Dios. Aunque se opusiera al averroismo,
Raimundo Lulio (1233-1315), el doctor illuminatus al que los especialistas
españoles conceden un lugar preeminente mientras que otros no pare­
cen saber en dónde situarlo,70 también intentó en su Ars magna hacer
una obra enciclopédica que incluyera y superara la lógica aristotélica. A
fines de siglo, en el Lucidario que se le atribuye, el rey Sancho iv de
Castilla se dio como objetivo el llevar "a concordamiento e a serviVio e
a enxalVamiento de la nuestra fe" "los maestros de la thologia e los de
las naturas que heran contarios unos de otros en aquellas cosas que son
sobre naturas".71
68 Auguste Pelzer, "Un traducteur inconnu: Pierre Gallego, franciscain et premier
évêque de Carthagène (1250-1267)", M icellanea Francesco Ehrle. Scritti ài Storia e Paleogra­
fía, vol. i, Città del Vaticano, 1924, p. 407-456. José García Oro, Francisco de A sís en la Es­
paña medieval, Santiago de Compostela, 1988, p. 216-218.
69Johannes Aegidius Zamorensis, Historia naturalis, ed. Avelino Domínguez García y
Luis Garcia Ballester, 3 vols., Valladolid, Junta de Castilla y León, 1994, p. 42-75.
70Tomás & Joaquín Carreras y Artau, H istoria de la filosofía española. Filosofía cristiana
de los siglos x i i i al x v (2 vols., Madrid, 1939-1943), dedican más de 600 páginas a Raimun­
do Lulio y al lulismo, mientras que Alain de Libéra, La philosophie médiévale, París, puf,
1993, sólo menciona su nombre dos veces en su capítulo relativo al siglo xm (p. 415 y 418).
71 R.P. Kinkade, Los "Lucidarios" españoles, Madrid, 1968, p. 80.
En el siglo xiv, en los studia de los dominicos, la adopción del tomis­
mo se inscribe pues dentro de una perspectiva de continuidad en cuan­
to al interés por la filosofía natural que había marcado el siglo xm en su
conjunto. La Summa totius logicae Aristotelis, de principios del siglo xiv,
que fue durante mucho tiempo considerada obra de Tomás de Aquino,
muestra que las teorías artistotélico-tomistas fueron tempranamente
enseñadas en los studia dominicos de Castilla.72 En particular, la teoría
de la "ley natural", que ya figuraba en las primeras obras jurídicas de
Alfonso x el Sabio, se vuelve a encontrar tanto en la novela del Caballero
Zifar de 1300, como en las obras del príncipe don Juan Manuel, y aun en
el prólogo del Libro de la montería o Libro de la caza, redactado hacia 13401350.73 En Aragón, Galicia y Navarra, los franciscanos que habían obte­
nido su título de maestro en teología empezaron, al igual que Gonzalo
de Valboa (muerto en 1313), a elaborar una teología espiritual opuesta
al predominio de la filosofía aristotélica y "científica" que hasta enton­
ces había prevalecido dentro de la orden; pronto se adhirieron a las ten­
dencias escotistas, cuyas figuras señeras son indudablemente Antonio
Andrés, el doctor dulcifluus (ca.1250-1320), Pedro Tomás, el doctor strenuus et invincibilis {ca. 1280-1337), Pedro de Navarra (ca. 1280-1347) y
Alvaro Pelayo (c.1285-1348), quien fue penitenciario del papa y se orien­
tó hacia el derecho político y la represión de las herejías. A partir de
Gonzalo de Valboa, la "contemplación teológica" se separó claramente
de la filosofía al erigirse, no sólo como motor de la devoción, sino tam­
bién como asequible a todos, independientemente del grado de conoci­
mientos.74 Los franciscanos que siguieron esa vía pertenecían, aunque
quizá a pesar suyo, a la tradición hispánica, aquella que pretendía poner
al alcance de la mayoría los conceptos intelectuales y "universitarios":
72 Tomás y Joaquín Carreras y Artau, H istoria de la filosofia española. Filosofia cristiana
de los siglos x m al xv, t. n, Madrid, 1943, p. 444-447.
73 Dennis P. Seniff, "Introduction to Natural Law in Didactic, Scientific and Legal
Treatises in Medieval Iberia", The M edieval Tradition of N atu ral Law , ed. H.J. Johnson,
Kalamazoo: Medieval Institute, 1987, p. 161-178.
74 Tomás y Joaquin Carreras y Artau, H istoria de la filosofia española. Filosofia cristiana
de los siglos x m al xv, t. il, Madrid, 1943, p. 459-480. H istoria de la teología española, i, Madrid,
1983, p. 474-487.
la filosofía natural en el siglo xm, la teología en el xiv. La denuncia de la
corrupción de la Iglesia a la que se dedicó Alvaro Pelayo hacia 13201330, tanto como los fogosos sermones del dominico Vicente Ferrer a
principios del siglo xv, siguen enmarcándose en una lógica del bonum,
de lo moral, más que de la especulación acerca de la veritas.75
No obstante, la filosofía natural y la teología se mantuvieron estre­
chamente vinculadas entre sí. Y cuando Salamanca en 1381, y luego Va­
lladolid en 1418, recibieron del papa la autorización de enseñar teología,
en el marco del cursus universitario se concedieron las cátedras de teo­
logía a aquellos que anteriormente habían enseñado "lógica" y "filoso­
fía natural" a través de comentarios a las Sententiae y a los doce libros
de la Metafísica de Aristóteles. Fue en particular el caso, durante el siglo
xv, de los representantes de una corriente heterodoxa en la universidad
de Salamanca: Alfonso de Madrigal (1410-1455), Pedro Martínez de
Osma (ra.1420-1480), Antonio de Nebrija (1441-1522).76Nebrija, precisa­
mente, pasó a la posteridad como el primero de los humanistas frente a
los "bárbaros" que seguían la tradición medieval. Titular de la cátedra
de artes, o sea de gramática y retórica, en Salamanca entre 1475 y 1487,
elaboró una nueva gramática latina, las Introductiones latinae, diversos
vocabularios y la primera gramática de una lengua vernácula, la Gramá­
tica de la lengua castellana (1492). Con las Introductiones, Nebrija se sitúa
en la vía de una vuelta hacia el latín clásico, vía abierta por Lorenzo
Valla y Perottus, oponiéndose a la tradición que había encarnado, en su
traducción y comentario de la Retórica de Cicerón, el obispo Alfonso de
Cartagena (1386-1456). Sin embargo, las Introductiones no son una gra­
mática especulativa, sino un manual mejor adaptado que sus antece­
sores a las exigencias de los estudiantes de fines del siglo xv, y la
Gramática de la lengua castellana pone de manifiesto la preocupación
75Alvaro Pais, Estado e pranto da Igreja (Status et planctus Ecclesiae), ed. Miguel Pinto
de Meneses, 4 vols., Lisboa, 1988-1994. Pedro M. Cátedra, Sermón, sociedad y literatura en
la Edad M edia. San Vicente Ferrer en Castilla (1411-1412), Salamanca, 1994.
76José Riesco Terrero, "La metafísica en España (siglos xn al xv)", Repertorio de histo­
ria de las ciencias eclesiásticas en España, 4, Salamanca, 1972, pp. 203-259. Adeline Rucquoi,
"Démocratie ou monarchie. Le discours politique dans l'université castillane au xve siè­
cle", El discurso político en la Edad M edia, op. cit., pp. 233-255.
didáctica propia del antiguo maestro del studium de Salamanca,77 pre­
ocupación compartida por otros colegas.78Hacia 1460, el antiguo titular
de la cátedra de teología de Salamanca, el dominico Lope de Barrientos,
había elaborado, para un público no universitario, una síntesis de los
principios elementales de la filosofía y teología, la Clavis sapientiae.79
La m edicina
El interés que suscitó la medicina en la Península ibérica durante la
Edad Media guarda una estrecha relación con la filosofía natural. Entre
principios del siglo xn y mediados del xm, los traductores cuidaron de
dar a conocer en lengua latina el Secretum secretorum del Seudo-Aristó­
teles, las obras de Hipócrates y Galeno, de Al-Razi, Abu-l-Qasim, Ibn
Ridwan, Hunayn ibn Ishaq (Johannicius), y el canon de Avicena. La me­
dicina, por la que se interesaron numerosos filósofos, como Petrus
Hispanus -autor, entre otras obras, del Thesaurus pauperum que fue uti­
lizado como manual en las universidades medievales-, Juan Gil de Za­
mora, Raimundo Lulio y Arnaldo de Vilanova, experimentó un fuerte
desarrollo con la creación de las universidades. Alfonso x instauró dos
cátedras de "física" en Salamanca en 1254, y se enseñó la medicina en
Lisboa y Lérida desde el momento mismo de la aparición de sus respec­
tivos studia generalia a fines del siglo xm. Los conceptos básicos de la me­
dicina sabia, o sea la equalis complexio o equilibrio entre los diversos ele­
mentos del cuerpo, y la humiditas radicalis que depende también del
medio ambiente y de la dieta alimenticia, se fundamentaban en las ca77Francisco Rico, Nebrija frente a los Bárbaros, Salamanca, Universidad, 1978. Carmen
Codoñer, "Las lntroduction es latinae de Nebrija: tradición e inovación", N ebrija y la intro­
ducción del Renacim iento en España, ed. V. García de la Concha, Academia Literaria Rena­
centista, ni, Salamanca, 1983, p. 105-122.
78Ángel Gómez Moreno, "G ram ática castellana de Palacio: un nuncio de Nebrija", R e­
vista de Literatura M edieval, i (1989), pp. 41-51. Expreso aquí mis agradecimientos a Víctor
Infantes quien me facilitó esta referencia, así como las relativas a Nebrija mencionadas en
la nota anterior.
79 Ángel Martínez Casado, Lope de Barrientos. Un intelectual de la corte de Juan u, Sala­
manca, 1994, pp. 149-166.
tegorias aristotélicas, al igual que la búsqueda de las causas de la enfer­
medad. El método del médico es así semejante al del filósofo natural, su
campo de interés, las res naturales , es el mismo, y ambos trabajan sobre
una cosmología. Sin despreciar la medicina práctica y experimental, que
se apoyaba en y producía los Antidotarius, regimen sanitatis y hasta trata­
dos de botánica, los médicos egresados de los studia generalia querían
ante todo conseguir un conocimiento racional del cuerpo humano con­
siderado como "cosa natural", y descubrir las causas de la "ruptura de
equilibrio" que es la enfermedad.80
Las universidades favorecieron pues la "profesionalización" de la
medicina y la "medicalización" de la sociedad: en la época misma en
que Tomás de Aquino, comentando la Política de Aristóteles, encomen­
daba a los magistrados urbanos el cargo de contratar a buenos médicos
para cuidar la salud de sus conciudadanos, Alfonso x el Sabio, en la se­
gunda Partida , definía a los médicos como los que "non tan solamente
han a puñar de toller las enfermedades a los ornes, mas a guardarles la
salud de manera que non enfermen" (Tít. ix, ley x). Más todavía que la
filosofía natural de la cual procede directamente, la medicina tiende ha­
cia la práctica, el bonum, y se asemeja en ello al derecho. A partir de fines
del siglo xiii, las ciudades contrataron a médicos del mismo modo que
contrataban a letrados conocedores del derecho. Y si bien las bibliotecas
de los médicos contenían obras en latín, el saber médico se difundió rá­
pidamente, tanto en lengua vulgar como en árabe y hebreo. En los esta­
dos de la Corona de Aragón, mientras los Aforismas de Hipócrates, el Albucasis, un Regimen sanitatis ad rege Aragonum, el Thesaurus pauperum de
Petrus Hispanus, diversos tratados de cirugía y aun el Antidotarius Nicolai eran traducidos al catalán, Raimundo Lulio y Arnaldo de Vilanova
escribían directamente en lengua vulgar sus obras de medicina.81 En
Castilla, donde la peste hizo su aparición en 1301 ya, diversos tratados
80 Luis García Ballester, "Universidad y nueva profesión médica en la Europa latina
medieval, siglos xm y xiv", U niversidad, cultura y sociedad en la Edad M edia, ed. Santiago
Aguadé-Nieto, Alcalá de Henares, 1994, pp. 105-129.
81 Luis Cifuentes, "Los textos medievales en catalán. La lengua catalana en la difu­
sión y la vulgarización de la ciencia en la Baja Edad Media", conferencia dada en el Co­
legio de España, París, el 12 de diciembre de 1994.
fueron redactados, como la Epístola et regimen de pestilencia que compu­
so en Montpellier en 1348 Alfonso de Córdoba, magister artium liberalium et artis m ed id m e, o la Sevillana medicina que compiló en 1382 Juan de
Aviñón; hacia 1411-1414, el médico del rey de Castilla, Alfonso Chirino,
se preocupó por redactar dos obras generales en castellano, el Espejo de
medeqina y el M enor daño de la medicina; Gómez García de Salamanca,
quien enseñó medicina en Salamanca entre 1430 y 1464, fue también el
autor de un Compendio de medicina, de diversos opúsculos especializa­
dos y de un Recetario contra pestilencia; por su parte el bachiller Alfonso
López de Valladolid, maestrescuela de Compostela, redactó a petición
de su arzobispo hacia 1437-1439, un Regimiento contra la pestilencia; en
1489, el médico del Rey Católico, Francisco López de Villalobos, elaboró
un Sumario de la medicina inspirado en el Canon de Avicena y, unos años
después, el valenciano Gaspar Torrella ofrecía, en su Tractatus cum consiliis contrapudendagram seu morbum gallicum, la primera descripción de
la sífilis.82
La medicina nunca fue un saber monopolizado por la universidad y
numerosos médicos se iniciaron en su oficio siendo aprendices de su
padre o de un maestro; los judíos y musulmanes también lo ejercían, lo
que obligó a los "físicos", "girujianos" y "médicos" a conocer los textos
escritos en árabe o en hebreo. Sin embargo, los studia generalia consi­
guieron controlar parcialmente la profesión, a través del otorgamiento
de diplomas tanto a los que habían estudiado fuera del marco universi­
tario como a cierto número de no-cristianos.83Concebida desde sus orí­
genes como aplicación práctica de la filosofía natural y como utilitas, la
medicina se enseñó en la Península ibérica más como práctica que como
82Marcelino V. Amasuno Sárraga, La peste en la corona de Castilla durante la segunda m i­
tad del siglo x iv , Valladolid, 1996. Id., A lfonso Chirino. U n médico de monarcas castellanos, Va­
lladolid, 1993. Id., M edicina castellano-leonesa bajomedieval, Valladolid, 1991. Id., El «R egi­
m iento contra la pestilencia» de A lfonso López de Valladolid, Valladolid, 1988. María Teresa
Herrera, M en o r daño de la medicina de A lonso Chirino. Edición crítica y glosario, Salamanca,
1973. Francisco López de Villalobos, Sum ario de la medicina con un Tratado de las pestíferas
bubas, ed. María Teresa Herrera, Salamanca, 1973. Véase Luis García Ballester, "La medi­
cina" en el t. xvi de la H istoria de España R. Menéndez Pidal, Madrid, 1994, pp. 633-651.
83 Marcelino V. Amasuno Sárraga, La escuela de medicina del E studio salm antino (siglos
x iii-x v ), Salamanca, 1990, pp. 60 y 61.
especulación, y buscó los medios necesarios para "preservar la salud"
de la mayoría antes que especular sobre la oposición entre Galeno y
Aristóteles.84
Se desarrollaron asimismo, de acuerdo con la medicina y el pensa­
miento aristotélico, los conocimientos relativos a la farmacopea, en par­
ticular los tratados sobre venenos, o sobre las propiedades de los meta­
les y de las piedras. La traducción de varias obras de alquimistas árabes
por Roberto de Chester, Hugo de Santalla y la escuela de Gerardo de
Crémona hacia 1140-1170 dio a conocer al mundo hispánico, ya no me­
ras prácticas sino una filosofía que ordenaba los elementos, los jerarqui­
zaba, establecía relaciones entre ellos o analizaba las "transmutaciones"
que podían sufrir. El Lapidario y un Relogio del argent vivo elaborados en
la corte de Alfonso x el Sabio,85la traducción de la Clavis sapientiae y del
Picatrix ,86un gran número de artículos de la Historia naturalis de Juan Gil
de Zamora, diversas proposiciones de Arnaldo de Vilanova, el Testamentum y el Compendium animae transmutationis atribuidos a Raimundo
Lulio,87sin olvidar la breve mención de las piedras en el De consolatione
rationis de Pedro de Compostela, muestran el interés que suscitó la dis­
ciplina en los siglos xiii y xiv. Sin embargo, más adelante las plantas y
los animales prevalecieron sobre las piedras y los metales y no parece
que el problema de la "piedra filosofal" haya suscitado grandes investi­
gaciones en la Península ibérica.
84Luis García Ballester, "El papel de las instituciones de consumo y difusión de cien­
cia médica en la Castilla del siglo xm: el monasterio, la catedral y la universidad", D yn a m is, 4 (1984), pp. 33-63. Marcelino V. Amasuno Sárraga, La escuela de medicina del Estudio
salm antino (siglos x m -x v ), Salamanca, 1990. Danielle Jacquart y Françoise Micheau, La mé­
decine arabe et l'occident m édiéval, Paris, 1990, pp. 167-203.
85Norman Roth, "Jewish Collaborators in Alfonso's Scientific Work", Emperor of C ul­
ture. Alfonso x the Learned of C astile and H is Thirteenth-C entury Renaissance, éd. R.I. Burns,
Philadelphia, 1990, pp. 59-71.
86Juan Vernet, La cultura hispanoárabe en O riente y O ccidente (1978), trad, fr: Ce que la
culture doit aux Arabes d'Espagne, Paris, 1985, pp. 228-234.
87 Tomás y Joaquín Carreras y Artau, Historia de la filosofía española. Filosofía cristiana
de los siglos xm al xv, i, pp. 219-221 y n, pp. 45-55. Antonio Linage y Antonio González
Bueno, El O ccidente medieval cristiano, núm. 6 de Akal. Historia de la Ciencia y de la Técnica,
Madrid, 1992, p. 50. Georg Lockemann, Historia de la Q uím ica, i, México, 1960, pp. 46-50.
Lynn Thorndike, A H isto n j of M agic and Experimental Science, London, 1923, p. 841-873.
E l quadrivium
La identificación abusiva de la "universidad" medieval con el desarro­
llo de la lógica, la filosofía y la teología, reduce a menudo a un olvido
más o menos consciente aquella otra sección de las facultades de artes,
las disciplinas del quadrivium. Si las materias del trivium debían de
"fazer al omne bien razonado", las del quadrivium tenían por objetivo,
según la General Estoria de Alfonso x de Castilla, el "fazer sabio el omne"
ya que por ellas "se muestran las naturas de las cosas" y, aunque las
cosas hayan existido antes de que se les diera un nombre, sólo se podía
enseñar el quadrivium después del trivium porque "las cosas non se
pueden enseñar nin aprender departida mientre si non por las vozes et
por los nombres que an".88Por lo tanto, los saberes que permiten cono­
cer el número y la medida de las cosas son la aritmética, la música, la
geometría y la astrología "que muestra a omne mesurar et saber los mo­
vimientos del Vielo e de las planetas, et faze a omne conoscer todos los
cuerpos celestiales e las quantias de todas estas cosas complida mien­
tre"; el texto precisa luego que el nombre de dicho arte fue formado a
partir de astros , "que nos llamamos estrella", y de logos o "razón".89 Un
studium generale debía pues ofrecer dicha enseñanza, aunque no fuera
más que al nivel de la facultad de artes. Pero, ¿se estudiaban las mate­
rias del quadrivium en los studia generalia ?
Mucho antes de inclinarse por los tratados filosóficos, los "traduc­
tores" o científicos del siglo xn se habían interesado por la astronomía y,
a lo largo de la primera mitad del siglo, habían leído, traducido y adap­
tado obras relativas al astrolabio y al movimiento de las estrellas, trata­
dos de Abu Mashar (Albumasar), al-Fargani, al-Battani, al-Qabisi (Alkabitius), Abenragel, Messalah, Abu Bakr (Abubacer), Albucasim, Saúl
ben Birsch (Zael), al-Kindi, al-Biruni y Umar ibn al-Farrukhan (Ornar
Tiberiadis). El estudio de las matemáticas y de la geometría, con el
propósito primordial de calcular el movimiento de los astros, y el de la
astronomía parecen haberse desarrollado, en el siglo xm, en la corte real
mayormente. Las traducciones que patrocinara el rey Alfonso x, como
88Alfonso el Sabio, General Estoria , 1.1, ed. Antonio G. Solalinde, Madrid, 1930, p. 194.
89Ibidem , p. 196.
el conjunto de los Libros del saber de astronomía, el Libro de las formas et de
las ymagenes de los cielos, el Libro de las cruzes, el Libro conplido de los juicios
de las estrellas y hasta el Setenario, crearon un vocabulario científico en
castellano en un campo que, para los intelectuales de la Península, esta­
ba estrechamente vinculado a la cosmología aristotélica; el rey, dice el
prólogo del Libro de las cruzes que fue acabado en 1259, "porque el le­
yera, et cada un sabio lo affirma, el dicho de Aristotil que dize que los
cuerpos de yuso, que son los terrenales, se mantenen et se goviernan
por los movementos de los corpos de suso, que son los celestiales, por
voluntat de Dyos entendió et connocio que la sciencia et el saber en connocer las significationes destos corpos celestiales sobredichos sobre los
corpos terrenales era muy necessaria a los homnes".90 En la primera
mitad del siglo xiv, la fama de astrónomo que se labrara Alfonso x hasta
le reportó la atribución de tablas astronómicas, elaboradas en París pero
difundidas bajo el nombre de "Tablas alfonsinas".91
La búsqueda de un saber "útil" antes que la de una ciencia "ver­
dadera" explica que el estudio de las astros se orientara, en la Península
ibérica, hacia la scientia iudiciorum stellarum, o astrología, antes que hacia
el análisis matemático de la forma y la apariencia de los movimientos
celestes o astronomía. El deseo de entender la naturaleza según sus
principios específicos y de conocer las relaciones que unen el individuo
al cosmos contribuyó a vincular durante varios siglos las ciencias de las
res naturalia con la astrología.92 La fama de centro de nigromancia, que
adquirió Toledo a ojos de los extranjeros en el siglo xm y que fue retoma­
da por don Juan Manuel en su Conde Lucanor con la historia "De lo que
acaesqió a un deán de Sanctiago con don Illán, el gran maestro que
morava en Toledo", la que atribuyó a la corte del rey Alfonso xi de
90Alfonso el Sabio, Libro de las cruzes, ed. Lloyd A. Kasten & Lawrence B. Kiddle, Madrid-Madison, 1961, p. 1.
91 Emmanuel Poulle, "Les Tables alphonsines et Alphonse x de Castille", C om ptesR endus de 1'Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, enero-marzo 1987, pp. 82-102, y "The
Alphonsine Tables and Alfonso x of Castile", Journal for the H istory of A stron o m y, 19
(1988), pp. 97-113.
92Ernst Cassirer, Individuum und Kosmos in der Philosophie der Renaissance, ed. españo­
la: Individuo y cosmos en la filosofía del renacimiento, Buenos Aires, 1951, pp. 134-137. Euge­
nio Garin, Lo zodiaco della vita, Bari, 1976.
Castilla (1312-1350) el franciscano Alvaro Pelayo en su Speculum regum,
y finalmente la que gozó Salamanca en los siglos xv y xvi, constituyen
un testimonio indudable de la vitalidad de esta corriente científica: el
estudio de las relaciones entre cuerpos celestes y cuerpos terrestres, en­
tre mundo superior y mundo inferior, podía llevar a prácticas que la
Iglesia reprobaba y que numerosos alemanes, ingleses y franceses ta­
charon de mágicas.93 En 1434, el rey Juan n de Castilla mandó quemar
parte de la biblioteca del noble Enrique de Villena, cerca de 50 volúme­
nes de "malas artes"; el instrumento de dicha purga, el dominico Lope
de Barrientos, escribió poco tiempo después un tratado entero dedicado
al arte de la magia y a sus prácticas, el Tractado de la divinanqa .94Sus con­
temporáneos describieron al arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo
(1446-1482) como un hombre que "plaziale saber esperiencias e propie­
dades de aguas e de yervas e otros secretos de natura", y cuya apeten­
cia de riquezas "le fizo entender muchos años en el arte del alquimia".95
La astrología fue enseñada conjuntamente con la medicina, y los es­
tatutos de la universidad de Salamanca de 1529, que insistían en la uti­
lización del latín por los estudiantes so pena de multa, permitieron sin
embargo a los maestros "de gramatica y música y retorica e astrologia"
hablar en lengua vernácula "quanto les conbiniere para bien de de­
clarar".96 En 1404, el rey Enrique iv dotó una cátedra de "física" en la
universidad de Valladolid, mientras que las constituciones otorgadas en
1411 por el papa Benedicto xm a la universidad de Salamanca ordena­
93Jaime Ferreiro Alemparte, "La escuela de nigromancia de Toledo", A nuario de Es­
tudios m edievales, 13 (1983), pp. 205-268. Alvaro Pais, Espelho dos Reis (Speculum regum ), ed.
Miguel Pinto de Meneses, 2 vols., Lisboa, 1972,1.1, cap. xxvm. Julio Samsó, "Las ciencias
exactas en Castilla durante la Edad Media", H istoria de una cultura, ed. Agustín García
Simón, t. II, Junta de Castilla y León, 1995, pp. 661-689.
94Pedro M. Cátedra, Tratado de astrología atribuido a Enrique de Villena, Barcelona, 1983.
Paloma Cuenca Muñoz, El «Tractado de la D ivinanqa» de Lope de Barrientos. La magia
m edieval en la visión de un obispo de Cuenca, Cuenca, 1994.
95 Fernando del Pulgar, Los claros varones de España, Sevilla, 1500, ed. facsímil, Ma­
drid, 1971, Tit. xx "Del arzobispo de Toledo".
96José Luis Martín, "Ambiente científico de la universidad de Salamanca", U niversi­
dad, cultura y sociedad en la Edad M edia, ed. Santiago Aguadé-Nieto, Alcalá de Henares,
1994, p. 89.
ban la creación de nuevas cátedras, en particular dos de medicina y una
de astrología.97 El maestro en artes y teología Alfonso de Madrigal
(1410-1455), quien había también estudiado derecho civil y canónico en
Salamanca, dejó el recuerdo "que en la ciencia de las artes e theologia e
filosofía natural e moral, e assi mismo en el arte del astrologia y astrono­
mía, no se vido en los reynos de España ni en otros estraños se oyo aver
otro en sus tienpos que con el se conparase".98El judío Abraham Zacuto,
que enseñó matemáticas y astrología en Salamanca antes de refugiarse
en Portugal en 1492, publicó un Almanach perpetuum sobre la decli­
nación del sol, que permitió poco después el cálculo de las latitudes.
Diego de Torres, tras haber sido sustituto de retórica y lógica en 1469,
luego de medicina en 1471 y de filosofía natural en 1477, obtuvo en 1481
la cátedra de astrología; alabado por Lucio Marineo Sículo, escribió en
1485 un Eclipse del Sol y en 1487 un Astrologicum commentarium mientras
practicaba la medicina.99 Unos años después, Pedro Sánchez Ciruelo
quien había estudiado en Salamanca redactó un curso de enseñanza de
las matemáticas, que él consideraba fundamentales para el estudio
de las demás disciplinas; completó su Tractatus arithmetica practica , c¡ui
dicitur algorismus (París, 1505) con un Cursus c¡uattuor mathematicarum
artium liberalium, editado en 1516 y que dedicaba numerosas páginas a
la música, a la exposición de nuevos teoremas, a una teoría matemáti­
ca de la refracción astronómica y, hacia 1530, a una Reprobación de las
supersticiones y hechicerías .10°
97 Marcelino V. Amasuno Sárraga, La escuela de medicina del Estudio salmantino (siglos
x m -x v ), Salamanca, 1990, pp. 48-51.
98 Fernando del Pulgar, Los claros varones de España, Sevilla, 1500, ed. facsimil, Ma­
drid, 1971, tit. xxm "Del obispo de Ávila".
99Francisco Cantera Burgos, El judío salmantino Abraham Zacuto. N otas para la historia
de la astronomía en la España medieval, Madrid, 1931, pp. 317-335. Marcelino V. Amasuno
Sárraga, La escuela de medicina del Estudio salm antino (siglos x m -x v ), Salamanca, 1990, pp.
113-118. Mariano Esteban Piñeiro, "Matemáticas, astrología y navegación en la Castilla
del siglo xvi", H istoria de una cultura, ed. Agustín García Simón, t. n, Junta de Castilla y
León, 1995, pp. 691-739.
100Acisclo Fernández Vallín, C ultura científica en España en el siglo xvi, Discurso leído
ante la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales, Madrid, 1898 (ed. facsimil:
Sevilla, 1989), p. 34. Paloma Cuenca Muñoz, El «Tractado de la D ivinanqa» de Lope de Ba­
rrientos. La magia medieval en la visión de un obispo de Cuenca, Cuenca, 1994, pp. 55-58.
En 1474, los maestros y administradores de la universidad de Sala­
manca ordenaron la construcción de una biblioteca, cuya bóveda fue
ornamentada con motivos astronómicos y astrológicos. Numerosos li­
bros científicos fueron allí guardados, que el inventario realizado en
1610 catalogó bajo el epígrafe de "Astrología". Fiel a su política de utilitas, el studium optó por proveerse con los testos commo lecturas , o sea
con los textos fundamentales y sus comentarios, pero otras fuentes
muestran que se leían y compraban en Salamanca las obras raras, en
particular las que interesaban a la astrología.101
Al finalizar este breve repaso de la aportación de los studia generalia
a las diversas disciplinas del saber medieval en España, algunas con­
clusiones, provisionales sin duda, se imponen.
La visión cosmológica, preconizada por una filosofía natural inspi­
rada en Aristóteles y sus comentaristas árabes, tomó por objeto al hom­
bre y a su universo. No parece que hubiera, en el pensamiento medieval
hispánico, separación entre los saberes, aunque existiera la especialización. Un médico era al mismo tiempo gramático y filósofo natural, un
jurista habría estudiado filosofía y teología, un matemático conocerá la
astrología, la retórica y la filosofía. En la medida en que el ideal pro­
puesto no era un saber en particular -la filosofía/teología, por ejem­
plo-, sino el dominio de las siete artes liberales, y en que el objetivo
perseguido era la búsqueda del sum m um bonum, un estudio del pen­
samiento hispánico medieval, en el marco principalmente de la influen­
cia ejercida por las universidades, no puede obviamente limitarse a un
solo campo. Pensamiento jurídico, filosófico y científico son las diversas
facetas de un mismo saber. Hay que ver en ello, probablemente, una in­
fluencia de las teorías de Averroes y Maimónides, quienes habían defi­
nido a la filosofía como verdad y a las religiones como imágenes de
aquélla: siendo la verdad única, el filósofo, independientemente del sis­
tema de creencias y ritos de su comunidad de origen, comparte con los
demás filósofos el acceso directo a dicha verdad. Poco importaba enton­
ces que ésta fuera transmitida en árabe, hebreo o latín, ya que es supe­
rior a todas las religiones elaboradas por esas mismas lenguas. El Libro
101
Guy Beaujouan, M a n u scrits scientifiques m édiévaux de l'u niversité de Salamancjue et de
ses «Colegios M ayores», Bordeaux, 1962, pp. 1-14.
del gentil y de los tres sabios , que redactara Raimundo Lulio hacia 1272, en
árabe primero y luego en catalán, retomó el tema de la exposición de las
tres religiones frente a un "pagano" que, en realidad, es un filósofo.
Por otra parte, el rechazo sistemático de un saber que fuera única­
mente especulativo, celosamente reservado a los especialistas y al recin­
to de las universidades, se plasmó en la Península ibérica en un ver­
dadero humanismo, cuyas primeras expresiones se remontan al siglo
x i i i . El hombre, parte de la naturaleza, se encuentra así en el corazón del
pensamiento hispánico medieval, mucho antes de que los "humanistas"
italianos se sintieran en la obligación de reaccionar en contra de las co­
rrientes intelectuales parisinas. La atención prestada a los sentidos, sen­
timientos, virtudes y debilidades del ser humano es una de las princi­
pales características de las Cantigas de Santa María de Alfonso x el Sabio
y se ha hablado, a propósito de esta obra, de un "humanismo" precoz.
No se trata aquí de una corriente aislada, según lo atestiguan las mani­
festaciones artísticas de la época. La filosofía natural se encuentra pues
en el origen del interés por el hombre, hombre que se expresa con la
ayuda de la gramática y la retórica, hombre viviendo en sociedad, del
que se ocupa el derecho, hombre en estado de equilibrio físico, que la
medicina estudia e intenta preservar, y hombre en sus relaciones con el
macrocosmo para la astrología que escudriña los "mundos de arriba"
para entender su relación con éste de abajo. Inspira también la idea de
una amplia difusión de la cultura, y los studia generalia favorecieron el
acceso de la mayoría, clérigos y laicos, al conocimiento y no dudaron en
enseñarlo en lengua vulgar.
La filosofía natural, que fue cultivada con pasión por la Península
ibérica, establecía el vínculo entre todos los saberes, que, conjunta­
mente, debían de hacer al hombre "razonado y sabio"; colocaba al hom­
bre como centro de la naturaleza y tenía por objetivo la transformación
de uno y otra. Los conocimientos adquiridos en los studia desemboca­
ron efectivamente en aplicaciones prácticas: la enseñanza de la moral y
de la virtud mediante los sermones o las obras didácticas redactados
por aquellos que habían estudiado las ciencias de la lengua, el manteni­
miento de la justicia que garantizaban los que sabían derecho, la posibi­
lidad de conocer los venenos y luchar contra la peste que proponían los
médicos, el cálculo de las latitudes, la cartografía y la navegación que
fue facilitado por la ciencia de las matemáticas y de la astrología. El lu­
gar central que le fue concedido al hombre y la curiosidad por la natu­
raleza explican así el interés que mostraron, en el siglo xvi, conquista­
dores y misioneros en América por las costumbres y las lenguas de los
indios, la flora y la fauna del Nuevo Mundo.
El "hombre de bien" que la universidad hispánica medieval pre­
tendía formar era pues un "filósofo", curioso de los saberes y capaz de
utilizarlos para ejercer una acción positiva sobre sí mismo y sobre lo que
lo rodeaba. A fines del siglo xv, el cronista Fernando del Pulgar, que ya
había alabado la "ciencia de las artes e theologia e filosofía natural e
moral, e assi mismo el arte del astrologia y astronomía" de Alfonso de
Madrigal, exaltaba las virtudes del marqués de Santillana porque "tenia
gran copia de libros e davase al estudio, especialmente de la filosofía
moral e de cosas peregrinas e antiguas".
Los studia generalia -universidades, centros de estudio conventuales
o urbanos, y hasta la corte- contribuyeron así, entre los siglos xm y xvi,
a la elaboración de un pensamiento original, humanista, práctico y mo­
ral, entre cuyos representantes más notables se cuentan Alfonso de Car­
tagena, Alfonso de Madrigal, Melchor Cano y Francisco de Vitoria.102La
influencia de la filosofía natural, aristotélica y avicenista, desempeñó
aquí un papel esencial que requiere todavía de un análisis en profundi­
dad a través de las múltiples obras, literarias, jurídicas, teológicas, cien­
tíficas y medicinales que constituyen el testimonio histórico de su influ­
encia y de sus características específicas.
102
Vicente Muñoz Delgado, Lógica, ciencia y hum anism o en la renovación teológica de
Vitoria y Cano, Humanismo, Reforma y Teología. Cuadernos de historia de la teología,
núm. 11, Madrid, C.S.I.C., 1980.
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