La Deshumanización Por Daniel Núñez (*) La Deshumanización Por Daniel Núñez (*) La deshumanización es un proceso psicosocial por medio del cual un ser humano llega a percibir a otro ser humano como “no humano”. La idea fue propuesta inicialmente por el psicólogo desarrollista Erik Erikson, para describir una situación que llamó “pseudoespeciación”, en la que ocurría lo siguiente: ”la gente pierde el sentido de ser una especie y trata de transformar a otros en una especie mortal y peligrosa, una que no cuenta, una que no es humana… Los puedes matar sin sentir que mataste a uno de tu propia especie.”[1] La deshumanización conlleva la exclusión moral de la persona. Aquellos que están fuera de nuestra esfera moral no están completamente vivos, en el sentido en que generalmente entendemos el “estar vivo”, pues no los consideramos humanos. No valoramos sus vidas como valoramos las de otros a los que sí consideramos humanos. La pensadora Judith Butler dice que la vida de seres humanos deshumanizados ni siquiera es “digna de duelo”. Esta gente se transforma, entonces, en blanco de explotación, privación, y violencia. Estos actos son vistos como algo normal, inevitable, merecido y justificado.[2] La deshumanización puede ocurrir por medios lingüísticos o físicos. Además, la deshumanización puede ser reforzada por medio de propaganda. La deshumanización lingüística incluye el uso de palabras despectivas para redefinir a las víctimas y verlas como merecedoras de agresión. Los Nazis, por ejemplo, se referían a los judíos como “bacilos”, “parásitos”, “bichos”, o “excremento”. Durante las guerras, la gente tiende a deshumanizar al enemigo para soportar la experiencia. James Waller cita a un sargento americano que peleó en la guerra de Vietnam: “No era como que fueran humanos. Estábamos condicionados para creer que esto era por el bien de la nación, el bien del país, y cualquier cosa que hiciéramos estaba bien. Y cuando matabas a alguien no pensabas que era un humano; era un “gook”, o un “Commie”, y estaba bien.”[3] La deshumanización física involucra tratamientos que hacen que la víctima sea percibida como no humana. El uso de números para identificar a prisioneros es una práctica común hoy en día en las cárceles alrededor del mundo. Los prisioneros pierden su identidad y pasan a ser una unidad dentro de la prisión. Pero más allá de esto, el uso de prisiones en donde las víctimas no tienen acceso a servicios sanitarios, por ejemplo, las obliga a vivir en medio de orina, de porquería y de excremento. Si además los prisioneros no tienen acceso a comida, terminan muriéndose de hambre, cubiertos en trapos y mugre, reminiscentes a los prisioneros de los campos de concentración Nazi. La propaganda puede reforzar la imagen de personas deshumanizadas. El ejemplo más obvio del siglo XX es el de los judíos frente al régimen Nazi. La base de la exclusión moral de los judíos se venía forjando siglos antes del Holocausto, cuando los judíos eran considerados como ajenos, como “otros” que vivían en las orillas del universo cristiano europeo. La imagen del judío vil y diabólico, dice James Waller, “fue tejida profundamente en la tela alemana y en la cultura europea”, y fue la razón por la que la propaganda Nazi fue tan abismalmente efectiva. Un proceso similar ocurre con las caricaturas políticas. Por ejemplo, Umberto Eco, en su libro “La historia de la fealdad”[4], menciona cómo, previo a la revolución francesa, los sans-cullottes (literalmente “sin pantalones”), que eran los miembros más pobres de la sociedad francesa y representaban la más clara amenaza a la clase dominante de esa época, eran representados en periódicos como caníbales, comiendo cadáveres y bebés. O cómo, durante la Guerra Fría, la propaganda antiComunista representaba a los comunistas como seres maléficos y monstruosos. “The Mystic”, serie de “comics” que se publicaba durante la Guerra Fría (1945-1991). Fuente: http://historyday.crf-usa.org/2815/comicsII.htm Pero la deshumanización tiene una historia más antigua. En el siglo VIII, Plinio el Viejo publicó una enciclopedia titulada “Naturalis Historia”, en donde incluía a las “razas humanas legendarias”. Estas razas se referían a cualquier ser humano que no fuera Europeo, desde el punto de vista de los europeos. Los “Esciápodes”, seres con una gran pierna para cubrirse del Sol, o los “Blemmias”, seres sin cabeza con ojos y boca incrustados en el pecho, fueron de los más famosos. Estos seres eran generalmente utilizados como decoración marginal (marginalia) en libros, o representados en bestiarios durante la Edad Media. No eran seres que existían solamente en la imaginación de la gente, pues el papado incluso llegó a debatir si eran realmente humanos o no y si debían de ser cristianizados. En el siglo XIV, cuando los libros de viajes comenzaban a aparecer, la representación de las razas legendarias cambió.[5] Los constantes viajes de aventureros y comerciantes los obligaba a salir a lugares lejanos y desconocidos, en donde posiblemente estas razas vivían. Las razas pasaron de ser simples maravillas del mundo a ser amenazas para los viajeros, y la representación cambió de una neutra y decorativa, a una negativa e informativa. Seres como los Esciápodes o los Blemmias eran colocados en lugares peligrosos y oscuros, llenos de montañas y vegetación salvaje por viajeros como Marco Polo, por ejemplo, reflejando el miedo que infundían en éstos. Seres de Siberia, Marco Polo, Paris, Bibliothèque Nationale MS Fr. 2810, fol. 29v. Fuente: Friedman, 1981. ¿Qué tiene que ver todo esto con los linchamientos? Durante la llamada “Era de los linchamientos” en los Estados Unidos, que tuvo lugar de 1880-1930, 2,462 afroamericanos fueron linchados por grupos de gente blanca. Antes de este período, el estereotipo del “Sambo”, o del “Negro feliz” había predominado en los Estados Unidos hasta la década de 1860. El estereotipo era de un esclavo dócil, fiel, y humilde, pero irresponsable, haragán, e inclinado a mentir y a robar. El afroamericano era un enemigo en potencia, pero generalmente se mantenía “en su lugar”. El estereotipo comenzó a cambiar con el surgimiento del movimiento abolicionista que buscaba erradicar la esclavitud de una vez por todas a principios del siglo XIX. La crítica subsecuente a los “propietarios” de esclavos hizo que la defensa de la esclavitud como institución fuera más difícil, y creó una amenaza al “sentimiento de posición”, una amenaza al estatus privilegiado de la población blanca. El resultado fue un estereotipo del afroamericano como una amenaza real, una “bestia salvaje” que se había salido de su lugar.[6] Paradójicamente, la abolición de la esclavitud en 1865 dio inicio a la ola de violencia contra los afroamericanos en 1880. Stewart E. Tolnay y Elwood Meredith Beck, dos estudiosos de la era de los linchamientos en los Estados Unidos, lo resumen de la siguiente manera: “Es importante entender que años de propaganda racista habían reducido a los negros a simples estereotipos animalistas en la mente de muchos blancos. Estas imágenes degradantes despersonalizaron y deshumanizaron a las víctimas, reduciéndolas a objetos odiados sin ningún valor. Al definir a la víctima como una repugnante amenaza, la acción de la turba era psicológicamente reconfortante porque defendía a su comunidad de la brutalidad del negro. Los “buenos” ciudadanos del condado de Coweta, en Georgia, torturaron, mutilaron, y finalmente asesinaron a Sam Holt porque había sido destilado en un estereotipo subhumano sin ningún valor humano.”[7] Esto, en parte, explica por qué la gente (incluyendo niños) de esa época aparece en las fotos con el linchado sin ningún signo de remordimiento, asombro, o afección. En la mente de muchos blancos, el hombre colgado del árbol no era un ser humano, sino una “bestia salvaje” que amenazaba su propia existencia y, por lo tanto, merecía morir. Fuente: http://www.lib.unc.edu/coursepages/hist/images/Lynchingof-lige-daniels.jpg (*) University of Pittsburgh, Sociology Department. [1] Todo lo relacionado a la deshumanización desde el punto de vista teórico, y los ejemplos históricos los tomo del trabajo de James Waller, “Becoming Evil: How Ordinary People Commit Genocide and Mass Killing”, Oxford University Press, 2002. [2] Para ahondar en el tema de la exclusión moral se pueden consultar los trabajos de Susan Opotow. El trabajo de Judith Butler que cito aquí es “Precaruous Lives: The Powers of Mourning and Violence”, Verso, 2004. [3] Traducción del Inglés, Waller (2002), páginas 246 a 248. [4] Umberto Eco, “La historia de la fealdad”, Lumen, 2007. [5] Para un análisis de las razas legendarias y su representación en el arte medieval, ver: John Block Friedman, “The Monstrous Races in Medieval Art and Thought”, Harvard University Press, 1981. [6] El proceso fue más complejo. Para un análisis ver el trabajo de George M. Fredrickson, “The Arrogance of Race: Historical Perspectives on Slavery, Racism, and Social Inequality”. Wesleyan University Press, 1988. [7] Traducción del Inglés, tomado del trabajo de Stewart E. Tolnay y E.M. Beck, “A Festival of Violence: An Analysis of Southern Lynchings, 18821930”, University of Illinois Press, 1995, página 23. Extraído de: Linchamientos en Guatemala http://linchamientos.blogspot.com/2010/04/la-deshumanizacion.html