Sin título-1

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Despellejando el alma
Ricardo Garay
Despellejando el alma
© Ricardo Garay
Diagramado por Ediciones de Letras
Letras y Algo Más
www.letrasyalgomas.com
Fotografía de carátula e interiores:
Ethel Saavedra García
Índice
Prólogo
El dolor del alma
Rarezas
La última gota
Ansiedad
Estruendo en la noche
Alma de hierro
Desde el llano alto
Buscándote
Mujer
Vida y muerte, noche y día
Mi mano te busca
Literalmente literal
Vacaciones
Partículas de polvo
Sin misterio
Apuros
Libre
Hasta mañana
Amor adolescente
En el cristal
Razones inexplicables
Sueño perdido
¿Qué te han echo ciudad?
Allá en el horizonte
Hijo del asfalto
Camino a casa
Pluma
Corazones ciegos
De abuelos y nietos
Sin nombre
Sombras de la noche
Simple
Ese te quiero
El regreso del alma
Viviendo
Quédate
Irracional
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La noche, tu alma y la mía
Vereda de mi escuela
Egoísta
Sin inspiración
Despellejándome el alma
Sinsabores
El beso olvidado
Despertando
Cosas del otoño
Final y comienzo
En la intimidad
Tragedia
Ecos de existencia
A pesar de todo
Yo conozco ese barro
Sin palabras
Una gota de lluvia
Corazón
El gigante
Caída libre
La pérdida
Ese único amor
Mientras dormía
Ayer te vi
Agua de río de montaña
Tras la luz de la vela
Amándonos un día de otoño
Dejaré mi huella
Allá en el horizonte
Lo íntimo
Allí estabas
Aquella tarde
Aquella hora del día
Corres
Caminando
Cada día en la ciudad
Dejo una moneda
El comienzo espera en el final
Ese andar cansino
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Dedicatoria
Este libro está dedicado a mis hijos Pablo César
y Débora Laura. Ellos son los seres con los que Dios
premió mi existir. Mi eterna gratitud por su paciencia
y por el amor que me brindan a diario.
Es mi deseo dejar en esta obra todo mi sentir,
espero que sirva para que tengan una imagen del
mundo desde mi perspectiva, desde la insignificante
visión que tengo de la vida y de lo que nos rodea.
Orgullosamente, su Padre.
Agradecimientos
Mi eterno agradecimiento a Ethel Saavedra
García mi entrañable compañera y amiga de Letras,
a mi esposa Susana con su apoyo incondicional, a mis
amigos de Letras y algo más y su creadora Cynthia
Harte.
Si ellos y su aliento, nada hubiese sido posible.
Prólogo
Leer a Ricardo Garay, es ir más allá del horizonte,
adentrarnos en su mundo, en sus pensamientos que de
manera maravillosa y con la maestría de un veterano
escritor convierte paisajes desde la cotidianidad donde
recrea la lluvia, la vida y la muerte, los sueños, esos
sueños que cada ser lleva en su interior y que Ricardo
también los ha tenido y los sigue teniendo.
Como constructor de ellos nos acerca a la
reflexión, a ese querer un mundo mejor, un mundo
más humano, más civilizado donde no se anide tanto
dolor.
Admirable el amor que el autor nos comparte: el
amor a su esposa Susana, sus hijos, sus nietos, a la
ciudad, al ser humano. Imposible no enternecerse con
su obra, prosa poética fina que llega al alma de quien
intente entrar en su universo y no congeniar con él,
con sus tristezas, sus nostalgias, sus alegrías.
La prosa de la cual se desprende el título de este
libro, nos llena de esperanza y de amor por la vida:
Viviré esta nueva etapa con el corazón en la
mano... sin esconderlo, para que el miedo no tenga
refugio en mi pecho y el odio no pueda anidar su
engendro.
Complacida los dejo con su pensamiento.
Ethel Saavedra García
Colombia
El dolor del alma
Te sacude el cuerpo, te oprime el pecho, te deja sin
aliento y con la esperanza echa añicos.
Tiene gusto amargo, tiene aroma a nada.
Atraviesa el ser con la daga del infinito y te lleva
en el tiempo lejos de todo, tan lejos que jamás se
regresa.
El dolor del alma viaja en el Sarmiento, se
retuerce en los hierros, se empacha de injusticia y de
impotencia.
Que sabrán algunos y… algunas del dolor del
alma… si nunca les dolió… ni les dolerá, lo que no
tienen.
8
Rarezas
Están allí, muchas veces ocultas en historias
secretas, misterios de noches sin luna y sin estrellas
que se robaron los fantasmas de un pasado incierto.
Están allí… al asecho de ingenuos e incautos para
golpear sin piedad la conciencia pura y lógica que se
mueve entre cotidianidades rutinarias.
Son ellas… las rarezas con pimienta y afiladas
espinas las que muestran que aun corre sangre por las
venas y provocan el asombro de aquellos de pálida y
gris piel de asfalto.
9
La última gota
La última gota de lluvia se deslizó por el techo de
chapa, se quedó colgada en el borde hasta que por
fin… luego de estirarse como quien se despereza, se
dejó caer en un vuelo suicida, para golpear contra un
charco formado en las desparejas baldosas del patio.
El impacto sonó como estruendo rompiendo el
profundo silencio de la siesta, sin embargo, sólo un
gorrión se percató del suceso clavando su ojo redondo
y negro sobre el diminuto lago. Anillos de agua se
movilizaron uno tras otro, mientras un rayo de sol se
filtró entre las nubes y sorteando las hojas de parra...
les regaló su brillo dorado.
10
Ansiedad
Sentir que corre delante de la vida. Movediza
parálisis que invita a la espera del quizá nunca.
Lava de volcán que carcome cuerpo y espíritu.
Manto ciego del presente, luz incierta de un futuro
que no llega y no se alcanza.
11
Estruendo en la noche
Allá voy después del espantoso estruendo, salgo
de este túnel oscuro con un camino incierto.
La velocidad me envuelve en el vértigo, se
mezcla con el aroma a pólvora.
La mano de aquel hombre aturdido por el alcohol
que tomó la inconciencia indicó mi destino.
Sigo veloz surcando el fresco aire, imágenes
fugases pasan a mis lados.
Y yo instrumento de horror hecho plomo, buscaré
inevitable la carne para estallar en un cuerpo
embebido en sangre.
Soy el mensajero de la muerte, trozo de metal
incandescente que en esta noche serena terminará con
una vida.
Mi nombre ya lo conoces. Me llamo: “Bala
Perdida”
12
Alma de hierro
Fría oscuridad, misterio profundo esconde el
portón de hierro.
Miles de golpes murieron en la espera, cientos de
ruidos ensordecidos quedaron dormidos.
La imponente presencia de tu cuerpo guarda el
pesado negado a la libertad sin tiempo.
Hijo del martillo y el fuego… sudor de infierno
hecho fragua.
Gigante sordo a los sueños, custodio de la
eternidad vacía, hoy te vi abrir tus puertas para que la
brisa fresca de esta mañana se llene de esperanza.
Cuando miré mis manos… aún sostenían el
martillo, y la fragua… mantenía una débil llama.
13
Desde el llano alto
Desde aquí, desde el llano alto donde me han
llevado los años, sólo la intuición me permite
vislumbrar el horizonte.
Todo está por arriba de mi cabeza… ni siquiera
en puntas de pie puedo ver para entender lo que me
rodea y me aturde.
Los amaneceres aquellos llenos de ansias…
están vacíos, la fuerza se ha convertido en flaqueza y
el placer del despertar desperezado, en dolor.
Rodeado de ellos… y cada día más solo.
Quizá sea esta la muerte, vivir en un mundo
ajeno, donde nada reconozco y donde la transparencia
y el silencio me van transformando en invisible.
14
Buscándote
La tarde se hunde en las sombras de la noche y mi
alma te busca por las calles de la ciudad.
Los ruidos mueren poco a poco.
Las palomas se juntan en las cornisas y un gato se
despereza en un balcón.
Me detengo en una esquina y enciendo el único
cigarrillo del atado que estruja la impotencia.
El último rayo de sol me atraviesa las pupilas y la
angustia se acurruca en un rincón del corazón.
No sé donde ir.
Mis pasos siguen un camino sin rumbo hacia una
estrella que aparece detrás de un edificio, gigante que
me observa indiferente.
El cielo se ha puesto negro como el futuro y la
soledad me toma del hombro en el regreso a casa.
Estoy próximo a llegar y en la puerta de entrada…
me sorprende tu imagen.
15
Mujer
Destacada abril, 2013
Que difícil es entender la belleza ante tu
espontánea presencia.
Los sentidos despiertan de su letargo gris, los ojos
toman un brillo especial y el alma… el alma golpea
con fuerzas el corazón.
Como en una hermosa melodía, el pentagrama de
sueños vibra de emoción y fantasía ante tu andar
armonioso y suave.
Todo a tu alrededor desaparece. Nada se asemeja
al ondulante movimiento de tus cabellos al caminar y
la suavidad de tus curvas.
Tu espíritu fuerte como el roble y tu piel de seda
me confunden.
Siento que tengo que protegerte y al final… me
siento protegido como un niño.
Soy tan poquito ser ante tu capacidad de levar
vida, que sólo puedo acompañarte, mimarte y
agradecerte el hijo que por fin después de nueve
mágicos meses, llegará para compartir con él, nada
menos… que amor.
Y cuando pasan los años, te pones más bella y
sabia… cada vez me cuesta más entenderte.
Por eso sólo quiero atenderte.
Diosa, compañera, madre y abuela.
16
Vida y muerte, noche y día
Nací ese atardecer cuando las luces se fueron
escondiendo en las sombras y algunas estrellas
tímidamente se animaron a poblar el cielo salpicado
de nubes.
Los árboles se tragaron los pájaros justo… que el
croar en la laguna, se plegó al canto de los grillos.
Me deslicé por el tallo de una rosa y me quedé
mirando la luna con la fascinación de un niño hasta
que por fin… me dormí en un pétalo acunado por las
brisas perfumadas de jazmines, y desperté luego,
atravesado por un rayo de sol sin sospechar, que el
final de mi existencia había comenzado.
Claro está… una gota de rocío es hija de la noche y
víctima del sol en la mañana.
17
Mi mano te busca
Mi mano te busca y la distancia no es obstáculo
cuando el deseo despierta.
Recorro mi cuerpo desnudo hasta alcanzarte y
ahí… en ese punto del deseo te encuentro bella y suave
cual pétalo.
Tu perfume me vuela el pensamiento y
entonces… te hago mía.
En la oscuridad de mi cuarto te invento, te sueño,
te amo.
El gozo es el deleite de la carne que se estremece.
Te abrazo, te beso, te acaricio.
La pasión me envuelve y mi aliento desemboca en
un gemido que me devuelve a la realidad poco a poco.
Otra vez… te has ido.
18
Literalmente literal
Vuelvo a nacer en este espacio oculto del tiempo.
Descubro perplejo una dimensión distinta donde
el principio comienza donde estoy.
Soy el retoño de un ser nuevo, diferente, inexperto
y frágil.
La idea y el espíritu juegan libres y el cuerpo…
El cuerpo es la materia testigo mudo de la
aventura, de lo fantástico de este universo inagotable
de sensaciones.
Aquí lo irreal se torna tangible, lo imposible en
posible, lo falso en verdadero.
Puede lo inerte vivir sueños y los sueños ser
piedras en el tiempo.
Floto frente a esta ventana de lo incierto y de
golpe me zambullo en lo efímero.
Lloro, río y me emociono…
Estoy vivo.
19
Vacaciones
He vuelto con los ojos llenos de mar y de cielo.
Aun puedo sentir la frescura del agua marina
vigorizándome y su sal impregnando mi piel ahora
dorada.
Ha muerto la palidez insípida del cansancio
aletargado en desechos de rutina cotidiana.
Traigo en mi mochila un tremendo bagaje de
esperanza.
Nuevos proyectos iluminan mis ansias. Atrás
quedaron enterrados en la arena, frustraciones y
pesares.
Hoy como una gaviota, atravieso las nubes en la
altura donde los sueños nacen con el sol de cada día,
los reinvento, los capturo y en veloz vuelo me
zambullo en las olas de crespones espumosos para
contagiarlos de energía.
He vuelto renacido en la belleza.
He escuchado el viento, aprendí de su libertad y
desparpajo.
Me reencontré con las estrellas en un cielo
inmaculado y profundo que me mostró mi
grandilocuente pequeñez.
Me encontré con el libro, su mágico encanto y
juntos flotamos en un tiempo sin horas.
Volví a respirar, sentirme vivo, hacer el amor sin
prisa con la mujer que amo y despertar cuando uno
despierta, estirando la pereza hasta romperla de un
suspiro.
20
Partículas de polvo
Qué mundo fantástico, minúsculo, encierra el
trasluz de un rayo de sol que penetra tímido por la
hendija de la pesada y roída puerta de hierro.
Pequeñísimas partículas de polvo juguetean en el
aire. Vivaces y libres flotan en magnífica danza.
Con un suave soplido... agilizo el entusiasmo de
estos insignificantes planetas que tras los muros de
esta horrible prisión deleitan la mañana.
¿Dónde irán luego que el trasluz se desvanezca?
¿Qué otro ser deseoso de libertad disfrutará de este
espectáculo para emocionar al alma con su belleza?
Las sombras avanzan y con ellas el final de la fiesta
se aproxima.
Cierro los ojos y espero a mañana.
21
Sin misterio
Solo…si… estoy tan solo, que hasta la soledad me
ha dejado sin sombra.
Los silencios se aturden con el sonido del corazón.
Compás de llanto amargo que se enjuga en el alma.
Una noche sin estrellas, se funde en el blanco
infinito del cielo raso de una habitación vacía… y la
ausencia… la ausencia agoniza colgada de recuerdos,
fantasmas del pasado que mueren una y otra vez, en
este presente sin misterio.
22
Apuros
Es este apuro que me lleva ciego, que distrae el
alma, no me deja más que angustia.
La vida que pasa sin espera con el sólo objetivo
del después, lleva en sus manos un tiempo vacío que
se rompe en mil pedazos y desaparece en las sombras.
La meta es… siempre tarde
La tarde es… siempre noche
23
Libre
Por fín libre. El cuerpo no pesa, sólo siento la brisa
acariciando el alma.
He salido del gris cautiverio para disfrutar la
libertad del vuelo, este vuelo soñado, raudo, aunque
maravilloso.
Desde aquí, intento ser esperanza, llevar vida a la
reseca angustia soy el reflejo del horizonte y el beso
del cielo con la tierra.
Soy la vida misma que atraviesa el aire y morirá
entregándose a la tierra.
Soy el llanto del cielo a quien llamas lluvia.
24
Hasta mañana
Esta tarde la tristeza golpetea con la lluvia mi
ventana. Quiere meterse en el alma, busca refugio,
huye del tiempo gris que la acompaña.
El invierno endurece el gesto en las veredas,
salpica el charco la miseria encartonada. Presencia de
limosna avergonzada, sangre del asfalto coagulada.
Aroma a marihuana, paco, muerte que se acoda en
una esquina tras la ochava.
Y yo aquí detrás de la ventana… cierro las puertas
del alma hasta mañana.
25
Amor adolescente
Y tras las dulces miradas nació un beso, anhelo
que se prendió de una nube para beberse el cielo.
Y sonaron campanitas en el pecho. Corazones
palpitantes, adolescencia que se empapa de sudores
pudorosos.
Tintineantes estrellas acudieron a una fiesta de
dulzuras y de sueños, trayendo a la luna aquella noche,
testigo de juguetes que murieron.
26
En el cristal
Ante mi, la fría transparencia del cristal te
muestra casi invisible. Si no fuera por el silencioso
deslizarse de tu redondez, la transparencia cómplice te
hubiera ocultado sin remedio.
Te observo… y no puedo dejar de admirar la
simpleza que encierra tu belleza. Reflejas el mundo
cual diminuto espejo.
Viajera del espacio color cielo, naces en las
alturas de un inmaculado capullo de algodón
suspendido desafiando gravedades. Un paraíso, que
ante la urgencia que demanda la vida te libera y
entonces… caes hacia la tierra sedienta. Sin embargo,
estás deslizándote ante mi por el cristal, quizá… para
que mi alma y esta tristeza que me agobia puedan por
un momento olvidar, hipnotizado por la huella que
deja tu presencia.
27
Razones inexplicables
Destacada agosto, 2013
Un día, el día menos pensado y desde la
cotidianidad, nace vaya a saber por que en lo más
profundo del ser.
Como cualquier recién nacido, sólo intenta
mantenerse vivo y crecer impulsado por el natural
proceso del existir.
Al principio parece débil, dubitativo, hasta podría
decirse… temeroso, sin embargo, no se paraliza y a
pesar de ello, comienza a movilizarse.
Con el tiempo va creciendo, haciéndose más
fuerte que el acero y más persistente que los
amaneceres.
Paso tras paso va enfrentando tempestades,
atravesando espinosas malezas y trepando
encumbradas montañas.
No hay como desviarlo de su ruta, el objetivo está
lejos, tan lejos como lo inalcanzable de una estrella,
sin embargo, allí va… Es él. Hablo del sueño de los
hombres.
28
Sueño perdido
Sueño perdido que escapó a esconderse de la
realidad.
Musa oculta, temerosa y muda pero… viva.
Curiosa observa el mundo asomada en la noche
espiando tras una luna cómplice de sus miedos.
Latido del corazón, segundero del tiempo golpea
el pecho, sacudiendo el espíritu, uno tras otro en
empecinado deseo.
Miles de ideas se desangran en letras y
entonces… el grito de esa sangre despierta el poeta
dormido que va en busca de su sueño perdido.
29
¿Qué te han hecho ciudad?
¿Que te han hecho ciudad?, estás enferma…
asfixiada. Ya no respiras verdes paraísos, sino
moribundos gigantes secos, que intentan ocultarse tras
carteles de oscuras luminarias.
¿Dónde esta tu luna indiscreta?, amores de
zaguanes, suspiros y piropos que se iban detrás del
vaivén de una pollera. Sonrojos y sonrisas que daban
vuelta en la esquina de un barrio cualquiera.
Estás enferma… dejas charcos de orín en las
veredas, vómitos de madrugada alcoholizada, insulto,
empujón, fétido abismo de droga, sangre y muerte.
¿Qué te han hecho ciudad?... tiritás miedo. Frío,
que no es frío de invierno, sino… hielo del alma
empobrecida.
Te han enjaulado la risa de los niños en las plazas
y no percibo el perfume a malvón en tus ventanas.
Mudo ha quedado el saludo y sorda la ayuda al
desamparo.
¿Qué te han hecho cuidad que no te reconozco
mía?
¿Qué te he hecho ciudad… que no me reconoces
tuyo?
30
Allá en el horizonte
Caminaré hasta el horizonte y escurriré mi cuerpo
por la delgada línea entre el cielo y la tierra.
Dice mi alma, que allí encontraré la puerta a un
mundo donde los sueños son más reales que la misma
realidad.
Mañana, apenas amanezca comenzaré mi viaje.
Me mueve el deseo de encontrar paz, de ser yo
mismo sin tener que ver en el espejo… el temor de no
ser lo que debo ser.
Quizás allí pueda encontrar la sonrisa que se
perdió con la inocencia el día que conocí la injusticia.
Quizás reciba una caricia carente de hipocresía y
un beso que tenga el perfume del desinterés.
Caminaré confiado, seguro que el mundo no
tenga la redondez que oculte el horizonte.
Caminaré llevando el único tesoro que me
impulsa.
Caminaré sosteniendo en mi pecho la esperanza.
31
Hijo del asfalto
Destacada diciembre, 2011
En el callejón, la inocencia juega a la pelota con
un sol de hollín y mariposas de papel forman
remolinos con el viento helado.
En la cornisa, un gato trata de subir a una
estrella.
La cena… un trozo de cielo hecho pan.
Una luna gris, acuna tu sueño de trapo y cartón,
mientras te atraviesa un tiempo sin mañana.
32
Camino a casa
El andar se acomoda lento sobre el camino
lindado por sauces.
La luz del sol, hiere la penumbrosa sombra con
brillantes hilos dorados a través del follaje.
Los recuerdos, aparecen en la mente traídos por
imágenes que como fantasmas curiosos se asoman a
mi paso.
El tiempo se desacelera mientras que el
corazón… danza ansioso, desbocado por la necesidad
del encuentro.
Bajo mis pies, el crujir de hojas secas alertan la
llegada.
Un ladrido atrae la atención de tu impaciente
espera.
Entonces… Un beso llega como un bálsamo para
la fatiga que el destino impuso al deseo de estar juntos.
33
Pluma
Me desprendo del ave y en una suave caída, flota
mi cuerpo acariciado por la brisa.
Desde aquí, puedo ver el verdor de los árboles en
la plaza.
Risas de niños dibujan pentagramas, sinfonía de
aventuras, cuentos de hadas y piratas.
Es mi viaje un morir de inevitable destino hacia la
tierra.
De pronto, una brisa cálida me impulsa hacia
arriba, ahora estoy sobre la calle, vertiginoso ritmo de
motores y ansiedades.
Mariposas me acompañan en mi vuelo salpicando
de color el aire.
Una paloma me mira desde la cornisa de un hotel y
las sábanas tendidas en la terraza se agitan en efusivo
saludo.
Nuevas brisas me elevan entibiadas por el sol de la
tarde.
Una humeante chimenea fabril me entizna
marcando territorio y liderazgo.
Luego de un rato recorriendo la ciudad, caigo en
un jardín a morir sobre el suave pétalo de una rosa.
34
Corazones ciegos
Corazones ciegos, viajeros del sentimiento,
luciérnagas del alma que siembran destellos de amor
en el gris más oscuro de la soledad.
Allí están… hilvanando poemas, inventando
historias, cuentos de la vida, carne y sangre de
personajes inmortales que esperan tras las páginas de
un libro jamás publicado.
Son ellos los que escaparon dejando miles de
pechos abiertos, expuestos a la fantasía… a otra
realidad que late fuera del mundo, en un espacio único
donde palpita el artista la creación fantástica de un
universo propio y paralelo al que dejó su cuerpo.
Hoy son sólo eso… corazones ciegos que vagan
por la estela cibernética, dejando una semilla de amor
en cada pantalla de un computador encendido.
35
De abuelos y nietos
Una tarde, un mate, una idea y un cuento que
acuna el patio.
El gato asoma detrás de los malvones y un
nervioso vuelo de gorrión sacude el aire
interrumpiendo el bostezo de la siesta.
La parra pone la espalda al sol y se disfraza de
nube. Su sobra verde, tiñe el rostro del abuelo
convertido en Peter Pan.
La tarde avanza hacia el final de la historia y la
fantasía junto a la inocencia, reclaman a la
imaginación... un nuevo cuento.
36
Sin nombre
Todavía no tienes nombre, que importa, si eres
como una estrella lejana, tan inalcanzable que ni
siquiera te llega uno.
Estás en tu pequeño universo, latiendo rápido y
creciendo lento como un retoño de jazmín perfumado
de mañanas y atardeceres de espera, de sueños y
cuentos de hadas que acunan tu tiempo sin noches ni
días, libre de horarios rigurosos, de urgencias y
miedos.
Eres mi niña nieta, sangre de ancestros viajeros
con voraces anhelos pasados de dejar sus huellas.
Llegas a transfundirme vida, a renovar
atardeceres, a sostener la luna para que no la trague el
horizonte.
Llegas para continuar el viaje que una vez, hace
mucho emprendí... en un universo tan pequeño como
el tuyo.
Tu abuelo Ricardo.
04/12/2011
37
Sombras de la noche
Sombras de la noche, fantasmas errantes de la luna
indiscreta vagan por caminos solitarios transformándolo todo, juntando miedos ocultos de callejones y
cornisas con vértigo de abismos inventados; sueños
que se han hecho añicos en una copa de alcohol…
antes de empezar a ser soñados.
Sombras de la noche, fantasmas errantes que
morirán al alba atravesados por espadas doradas.
Volverán, si… volverán cada atardecer cuando el sol
cierre los ojos y la luna les transfunda su pálida sangre.
38
Simple
Simple, tan simple que se me hace complicado el
entender porque, entre tanta miseria modernosa se me
olvidó, cuanto dice una mirada.
Simple como el nacer del nuevo día y no descubrir,
que lo está pariendo una ventana
Como mirar los verdes enramados y escuchar mil
latidos de corazones emplumados.
Como provocar la risa de un niño haciéndole
cosquillas y cerrar los ojos con la cara al sol.
Simple como el abrazo de un amigo y llorar
emocionado ante el encuentro inesperado.
Tan simple como vivir, se me ha olvidado y entre
tanta miseria presurosa estoy muerto antes de morir…
por olvidado.
39
Ese te quiero
Ese te quiero que se muere por tenerte en brazos,
que tirita de miedo y se esconde en este cuerpo
castigado por los años… me sentencia, me aleja y me
convierte en un extraño.
Siento que no tengo espacio, que un abismo se
interpone a una caricia.
Busco al niño que guardo en el alma y no consigo
hallarlo para jugar contigo.
¿Como unir las puntas de este lazo? ¿Como
desandar tanto camino cuesta abajo?
El tiempo surca veloz los años llevándose consigo
los abrazos.
Sueño con mil cuentos, paseos en la plaza,
descubrir un mundo para nosotros, donde podamos ser
nieta y abuelo.
40
El regreso del alma
Y el alma escapó del infinito, atravesó la eternidad
hilvanando cielos, recogiendo ramilletes de estrellas y
sueños regados con sangre de poetas
En su viaje mágico se baño de lunas y soles rojos.
Ha su regreso, tocó tierra y lloró allí… donde el
mar besa el horizonte.
Su inmortalidad, frustró el anhelo de unirse
nuevamente al polvo.
Luego vagó persiguiendo cometas y desangrando
amaneceres con el filo de sus lágrimas... como
puñales.
41
Viviendo
Cansado… tengo los ojos cansados sin embargo,
aquí estoy; esperando amaneceres nuevos, brisas
brescas que acaricien las sienes blancas, fruto del
tiempo implacable, huellas que marchita cuerpos e
ilumina almas.
Hilos de luna atraviesan párpados, hilvanando
sombras, descubriendo secretos en la noche sabia y
moribunda.
El silencio es mi maestro, la paciencia mi
compañera en esta atrevida aventura de vivir.
El dolor ha hecho un callo en el espíritu bohemio;
ya no duele, ahora es el lugar donde descansa la
prudencia y la comprensión.
Los ojos se internan en el horizonte. Ha llegado el
momento de los sueños.
42
Quédate
Quédate ahí no digas nada, yo sé que estás cansada
de luchar.
Quédate y acuna la esperanza, que te traeré el sol
sobre mi espalda y un puñado de estrellas de papel.
Sólo quédate en silencio y espérame, yo iré a
buscar la risa que perdiste tras la luna la noche de tu
desilusión.
Quédate que tengo la fuerza de cien mares, que soy
capaz de convertir piedras en flores y los grises en mil
colores, sólo con este corazón.
Quédate allí no digas nada, que yo puedo todo
eso… con mi amor.
43
Irracional
Mira como este tiempo lleva indiferencia en las
miradas. Hasta el sol se ocultó esta mañana, frustrado
por el frío de las almas.
El rosal del jardín perdió sus hojas y las rosas sus
pétalos marchitados, solo le quedan espinas a sus
tallos, negándose al aroma de otros años.
Hay un corazón que se desangra en la vanidad
encumbrada de la montaña.
Hay un perdón escondido en la cobardía de un te
quiero y una sin razón que lo acompaña.
Hay una vida que reclama, un futuro que se
desvanece y dos amantes que fallecen mirándose las
entrañas.
44
La noche, tu alma y la mia
Un grillo toca el arpa con rayos de luna, un sapo
hace ritmo con ella cual si fuera tambor y mientras las
gotas de la cascada imitan un xilofón, luciérnagas
encienden y apagan sus luces al compás.
Aullidos de lobos forman un coro junto a chistidos
de lechuzas.
¡La noche está de fiesta!
Hadas y duendes danzan sobre pétalos de rosas
emperlados con rocío.
La araña pata larga teje un pentagrama con sonidos.
Cuatro ángeles la espían cómplices detrás de una nube
y las ranas, suman su croar al zumbido que produce el
viento en el jazmín, entonces… tu alma y la mía
vuelan a jugar con las estrellas.
45
Vereda de mi escuela
Vereda de mi escuela, papel de caramelo, sonrisa
de chocolate que el tiempo amontonó.
Parloteo de madres y boletines con rojos.
Pasitos de rayuela, goma de mascar, baldosas de
cartulina.
Bullicio de hora libre, nostalgia de recreo sin
campana y figurita difícil.
Inocencia en delantal blanco sumergida en un vaso
de leche con vainillas.
Vereda de mi escuela, camino al sabiondo
pizarrón… tiza, borrador y misterio.
Hoy después de tantos años te transito a paso lento
aunque… el niño que tengo adentro, lleva el corazón al
galope.
46
Egoísta
¿Egoísta?... Claro que soy egoísta, la vida misma
es egoísta ¿o acaso tu corazón le sirve a otro que no
seas tu? los pulmones respiran para ti y para nadie más
y si te quedaras ciego la oscuridad sería solo tuya y si
fueras sordo el silencio no tendría otro dueño.
¿Egoísta?... Claro que soy egoísta, porque
prefiero morir antes de sufrir tu ausencia.
Porque en definitiva elijo lo que me haga sufrir
menos, por eso doy… porque ante la necesidad del
prójimo no tolero mi indiferencia.
¿Egoísta?... Claro que soy egoísta, porque para
disfrutar la vida primero debo vivir.
47
Sin inspiración
La vista clavada en el blanco infinito, intenta
penetrar en el misterio que encierra la mente. Sin
embargo, la nada se interpone en el camino devorando
cada idea, palabra y letra que surge del pujo creativo.
Un inmenso y desolador vacío abre sus fauces y la
imaginación vuela tratando de alejarse del abismo. Y
allí va… colgada de la cola de un cometa surcando un
cielo de estrellas moribundas.
La noche se hace eterna en el alma del poeta
alimentado de insomnio y luna.
Una brisa fresca acaricia sus párpados
invitándolos a caer lentamente rendidos, mientras su
espíritu rebelde sangra sobre la hoja de papel en
blanco.
48
Despellejándome el alma
Despellejándome el alma, dejo esta etapa vivida.
Ya no queda savia en ella con que nutrirme y
entonces… correré tras la vida para tomarla de la
cintura y besarla en la boca.
Ella me ofrecerá su cuerpo para que la fecunde
zambulléndome en sus entrañas y continuaré esta
aventura hasta que la noche y su eternidad enfríe mi
cuerpo sediento de mañana.
Viviré esta nueva etapa con el corazón en la
mano... sin esconderlo, para que el miedo no tenga
refugio en mi pecho y el odio no pueda anidar su
engendro.
49
Sinsabores
Aquí estoy, con el corazón enroscado entre las
tripas y los ojos clavados en el tiempo, tratando de
tragar la angustia alojada en la garganta como un
tumor maligno que tira sus raíces para adentro.
No dejo de mirar el reloj de pared, es lo único que
me conecta con el presente a pesar que las horas que
parten de él, atraviesan mi cuerpo y laceran el alma.
Muerdo la impotencia y sostengo la ira entre mis
puños hechos piedra.
Esta noche de invierno otro niño se hará escarcha
entre cartones sin que se inmute el champaña en los
salones.
50
El beso olvidado
Allí va el beso olvidado, aquel que la pasión
impuso rompiendo barreras prejuiciosas.
Allí va, perdiéndose en las nieblas del tiempo. Su
huella quedó en un corazón palpitante, cofre de sueños
inalcanzados.
Queda en el recuerdo su aroma, el sabor de la piel
sonrojada y el vértigo de la sangre en torrente.
Los labios resecos, añoran el néctar dejado en
cada encuentro.
El cuerpo impávido, espera el alma que fue tras él.
Quizás nunca regrese… que importa… si logró
hallarlo.
51
Despertando
Destacada en el mes de abril, 2011
Es la mañana y un bostezo estalla sentado en la
cama.
El sol apuñala las pupilas y un estirar de músculos
resuena en las entumecidas articulaciones.
Aroma a pan tostado golpea las narices mientras
que la humedad del vidrio en la ventana se desvanece
dejando ver el verdor del ligustro.
Suaves pantuflas se acomodan en los pies y en un
tambaleante movimiento nacen los primeros pasos del
día.
El domingo se relaja entre mantequilla y dulce de
Fresas.
Sorbos de caliente café se degustan placenteros y el
crujir del periódico ronronea la curiosidad de la
noticia.
De repente… Tus manos se posan en mis hombros
y me sorprende un beso en la mejilla.
52
Cosas del otoño
Es este otoño el que me envuelve y me desgrana el
alma.
El sentimiento cae con sus hojas a mi lado.
Siento el frío de tu corazón en la piel y hasta el sol
se niega a salir detrás de los grises nubarrones para
ofrecerme algo de tibieza.
Mi dolor es invisible al mundo que en manos de un
barrendero, pasa barriendo el sentimiento junto con
las hojas secas.
¿Donde se fue el verdor y mi alegría?
Quizás a transformarse en ocres y tristeza.
53
Final y comienzo
La noche se bebió tu llanto y la pena viajó al
infinito a refugiarse en una estrella.
Tan juntos y sin embargo… tan solos, como si un
inmenso abismo separara nuestras almas… a pesar del
beso, a pesar de todo.
Resucitar el corazón no puedo. Está frío,
endurecido como un trozo de hielo.
El fondo de tus ojos ha quedado vacío, mientras
que el amor se marchita en una caricia
Amanece, la vida me reclama, me lleva a
empujones, me abofetea y con el primer rayo de sol…
vuelve a besarme en la boca.
54
En la intimidad
Sólo en la intimidad encuentro la verdad.
Reconozco mis miedos y busco en lo profundo de las
ansias el valor para continuar.
Me asaltan los fantasmas que traen las dudas
envueltas en culpas de una consecuencia indeseable.
Me detengo y reviso los principios que gritan
mandatos irrenunciables.
Por mi y nadie más, late este corazón egoísta que
sin razón y sin pausa sigue en el impostergable torrente
de la vida.
Se diluyen los disfraces, las máscaras caen hechas
añicos y mi desnudez descubre la hipocresía oculta en
las sombras de la miseria.
Mi alma respira libertad y la dignidad eleva el
espíritu donde el barro no puede salpicarlo.
55
Tragedia
Una lágrima recorre el filo de la navaja, se refleja
en el profundo celeste de los ojos, mientras que la
noche se sumerge silenciosa en el misterio de la mente.
En la negrura del cielo, una diminuta estrella se
esconde temerosa tras la luna. Baja la brisa entre el
follaje despertando fantasmas, testigos invisibles del
sentir hecho furia.
Y entonces… la carne se desgarra, un grito
estremece la Tierra que asombrada se bebe la sangre a
borbotones. Se derrumba la esperanza en cada gota de
vida que se escapa y el amor… se viste de odio sentado
a comer en la mesa de los celos.
56
Ecos de existencia
Floto en el tiempo, la vida me atraviesa, y como si
fuera un tamiz, en mi alma quedan recuerdos y
experiencias vividas.
Luces y sombras, risas y llantos me rodean,
emociones dispares me sacuden.
Amor y odio luchan por ganar el corazón que se
desangra en cada latido y sueña con ser libre, escapar
de un cuerpo marchito.
Como agua fresca que intento conservar entre las
manos, la experiencia se pierde sin hallar un cántaro
dispuesto a aceptarla.
Los hijos flotan en el tiempo, la vida los atraviesa,
y como si fueran un tamiz en sus almas quedaran
recuerdos y experiencias vividas.
57
A pesar de todo
La noche se partió en dos. Tú quedaste de un lado
y en el otro… tras un negro abismo, mi alma sostenía
en las manos, una luna hecha añicos.
La razón se fue a apagar el sol y el sentimiento se
acurrucó en una estrella lejana, tan lejana que su tenue
luz apenas podía divisarse entre otras.
Un ángel, me tomó del hombro y me invitó a sacar
los ojos del abismo.
El amanecer me regaló una sonrisa y la brisa una
caricia.
Agobiado por el dolor, reposé en un colchón de
nubes que encontré en el cielo.
Luego… la vida me puso de pie y seguí buscando
en el destino, el por qué del existir.
58
Yo conozco ese barro
Yo conozco ese barro… donde la miseria hunde el
pie descalzo y el manto blanco del invierno hecho
escarcha, corta los labios y se mete en el surco que el
hambre y la tristeza deja en el alma.
Yo conozco ese barro… que maquilla de
delincuente a aquel que tiene sucio cuerpo y limpia el
alma.
Al que el destino sentencia para que el poderoso
navegue en un insensible mar de ambiciones y
promesas.
Yo conozco ese barro… donde desaparece la
esperanza y el puño aprieta la impotencia hasta que
revientan las venas en un grito ahogado por la
angustia.
Yo conozco ese barro… que no ve la vergüenza al
mirar para otro lado, para evitar la culpa de abandonar
a un hermano.
59
Sin palabras
Me veo en el reflejo de tus ojos que tienen la
claridad del cielo y la profundidad de un abismo.
El misterio se hace presente y me pregunto:
¿Que seré para ti?
Quizás sea un mendigo que clama un poco de amor.
Tragó la angustia de mil noches, tu ausencia y
sonrío.
No quiero que la culpa traiga amarrada al corazón,
la lástima.
No es momento de palabras, ¿Para qué? El silencio
es más elocuente que un millón de ellas. Además
correría el riesgo que una lágrima estallara por dentro
y anudara mi garganta ahogando un te quiero.
Ya me voy. Giro sobre mí y el mundo se derrumba
sin remedio, mi alma huye a esconderse en las
profundidades del océano y mi espalda se ha
convertido en hielo.
Me he quedado vacío, sólo el dolor reina en mi
corazón enamorado.
60
Una gota de lluvia
El cielo gris oscuro, casi deja la tarde en
penumbras.
Una gota traviesa y ansiosa, se desprende
temprana de la densa nube amenazante y en un salto
convertido en vuelo, perfumó su cuerpo con brisas
marinas.
Envidia de gaviotas bulliciosas que la vieron pasar
rauda hacia la tierra.
Su redonda belleza cristalina refleja diminuto el
horizonte, sorprendiendo al mar y al cielo en un beso
apasionado.
En el rumor de las olas, reclamaban las gotas
saladas ansias de cielo, flotar en las nubes como gota
de lluvia.
Por fin.... su salto, vuelo, viaje, termina frente a mi
para confundirse con la muerta transparencia del
cristal de la ventana.
Estas allí... deslizándote en silencio, majestuosa
perla del infinito.
Otras gotas, llegan ahora tras de ti y ruge el cielo
fastidiado por tu ausencia.
61
Corazón
Este corazón que no ve, que sólo siente, que late
por mí sin importarle el hasta cuando.
Este corazón, gladiador de batallas perdidas, de
sueños fracasados, lleva el dolor de un amor como una
espina.
Este corazón, que entrega su sangre a borbotones,
que se estremece ante el horror y brinca de alegría con
la risa.
A este corazón yo le agradezco, su nobleza, su
pasión, y su hidalguía.
62
El gigante
Destacado noviembre de 2010
El Gigante lloró en silencio, una lágrima recorrió
su mejilla y rodó hasta la punta de su nariz, allí se
ovaló atraída por el vacío y luego… se desprendió en
un salto a la tierra. La enorme gota golpeó el piso con
tal violencia que despertó los duendes del otro lado del
mundo que no pudieron explicarse la angustia que
sintieron ese día.
La lágrima se transformó en un mar habitado por
peces grises bajo un cielo plomizo.
Hadas volaron buscando al gigante que intentó
suicidarse colgándose de la luna con una soga hecha
con nubes negras.
Sin embargo, los duendes trajeron al sol envuelto
en un manto azul cielo, la luna se esfumó y la soga de
nubes se desvaneció en el aire.
Las hadas cantaron rodeándolo y cuando él
sonrió… los peces grises saltaron del agua para que el
sol les diera su color dorado.
No olvidemos a África.
63
Caída libre
Caía atravesando nubes, las hilvanaba con la
turbulencia que provocaba su cuerpo en un
vertiginoso viaje.
No podía sentir temor por el final, el presente
ocupaba todo el sentimiento.
Cielo, mar y una libertad plena, donde el cuerpo
se confunde con el aire y el alma… el alma es parte del
paisaje.
Abajo, la inmensa paleta del artista, mezcla
colores pastel y a los lados, bandadas de gaviotas
miran asombradas el fantástico acto circense.
Un sol radiante, engalana con sus brillos las
crestas de las olas y el aire se humedece con la
emoción hecha lágrimas en sus ojos.
64
La pérdida
Alguien habló de la pérdida. No te perdí, sólo te
caíste de mi roto corazón y te atajó mi alma.
Juntos subimos hasta la nube más alta. Allí
estuvimos largo tiempo.
La muerte vino a buscarte y lloró de tristeza.
Un ángel se detuvo para observarnos, luego tomó
una lágrima de la oscura mujer y la convirtió en
estrella.
Ese día el sol y la luna salieron juntos para
despedirte y formaron un corazón para que te cobijaras
y cuidaras nuestro amor hasta que mi alma llegue.
65
Ese único amor
Siempre te recuerdo tan pequeña, acurrucada en mi
pecho, en el banco de la plaza donde nacieran nuestros
sueños. Eran aquellas noches y su penumbra cómplice
de nuestros besos la que nos procuraba reparo de la
luna curiosa y su blanca indiscreción.
Allí conociste el despertar del deseo, la tormenta de
sangre en las venas y el palpitar alocado del corazón
cuando contagiado por el mío… explotó de gozo.
Ese era nuestro paraíso de faroles rotos y árboles
añosos que albergó un día tu risa de niña y luego una
noche tu pudoroso orgasmo de mujer enamorada.
Y pasó el tiempo… y allí quedó nuestra plaza, la del
comienzo de esta historia de amor que aun no termina
y se alimenta de caricias, de sueños cumplidos en hijos
y nietos.
Aun te ves pequeña cuando te observo sin que te des
cuenta, recorriendo nuestra casa, ordenando mi
desorden incorregible.
Aun te ves pequeña mi amor, como cuando te
acurrucabas en mi pecho.
66
Mientras dormías
Mientras te contemplaba dormida, me preguntaba.
¿Dónde se fue aquella pasión?, ese deseo
incontenible de hacerte mía cada noche, ríos de sangre
caliente en las venas, fuego en los labios, besos y
caricias cubriendo tu cuerpo deseoso del mío.
La rasante luz del velador resaltaba las huellas del
tiempo en tu rostro, la suavidad de tus curvas ahora
menos firmes, pero igual de bellas se dibujaban al tras
luz de la seda de tus ropas.
Una inmensa dulzura envolvió el ambiente, tu
respiración tranquila y una tenue sonrisa se reflejó en
tu cara para propiciar la ternura… que un día fue
pasión.
67
Ayer te vi
Estabas durmiendo, me senté a tu lado a mirarte,
cómo has cambiado, estás más linda, los años te
sientan bien, tu respiración tranquila, tus cabellos
revueltos casi no se notan desprolijos por tus rulos,
esos rulos hermosos y suaves donde enredo mis dedos
cada vez que te beso. Sigo mirándote recorro tu cuerpo
trajinado por los años, me enternezco, acaricio tus
mejillas con el torso de mi mano que también tiene
marcas que dejó el tiempo.
Te cuido cuando duermes, me gusta cuidarte y
recordar cuando el amor era joven, torrentoso y con
pasión incontenible nos llevaba al placer más sublime.
Te amo mi amor, como nunca en la vida pensé que
se podía amar.
Te siento parte de mi, la parte más linda, la que me
llena de ternura, la que me acompañó y me acompaña
desde hace más de cuarenta años soportando mis
flaquezas, mis errores, mis broncas, mi mal humor.
¿Como podré vivir sin ti? soy egoísta, cobarde, porque
quisiera morir primero para no sentir tu ausencia. El
vacío de mi alma, el desangrar de mi corazón.
Le pido a Dios que nos guarde un lugar donde
nuestro amor siga construyendo esta historia
maravillosa que me ha regalado la vida junto a ti. Un
lugar donde nuestras almas sean una sola embriagada
por el perfume de tu piel.
Duerme mi amor, que yo te seguiré cuidando y
soñando un futuro eterno para los dos.
Al amor de mi vida. Mi esposa Susana.
68
Agua de río de montaña
Nacida de hielos encumbrados, te desvaneces ante
los besos del sol.
Te desprendes suelta y fresca.
Desciendes, con la insolencia grávida de tu esencia.
El susurro cristalino de tu cuerpo, se acoda por
momentos en remansos profundos de enmusgecidas
piedras, para continuar luego bajando zigzaguearte,
acariciando las orillas y alborotando el centro saltarín
de tu espíritu.
Es el mismo espíritu indomable, el que un día
desata su furia avasallante y se abre paso atropellando
al mundo con la prepotencia que nace de tu natural
existir.
Me deleita verte danzante ante la quietud del
paisaje que… impávido contempla conmigo tu
belleza.
69
Tras la luz de la vela
Tras la luz de la vela descubro un rostro
trasnochado.
Inmerso en una noche eterna, sujeta el libro entre
las manos.
Se deshoja la historia y se hace carne en el
espíritu bohemio.
Un cenicero apila cadáveres de ansiedad
mientras los enrojecidos ojos recorren inquietos cada
párrafo.
Los leños del hogar se extinguen, moribundos,
grises, cenicientos.
Los pies se han enfriado y un bostezo
desembaraza la quietud del cuerpo.
La pesadumbre se acomodas en el sillón. El café
se terminó hace horas y la cucharita dentro de la taza
refleja un tímido rayo de sol que se filtró por la ventana
hiriendo de muerte a la penumbra de la solitaria
cabaña.
El libro se apoya en el regazo, los párpados caen
lentamente guardando celosos la última imagen que le
regalaron las letras.
70
Amándonos un día de otoño
El otoño nos espía a través de la ventana, su viento
frío juega con las hojas que salpican el aire de variados
ocres.
Te observo… y mientras el calor de los leños
abriga nuestros cuerpos desnudos, una tenue luz del
exterior resalta tus bellísimas curvas.
Mi corazón se acelera, acaricio tus cabellos y poso
mis labios sobre tu cuello. Un estremecido placer
recorre tu piel.
No puedo contener el deseo de tocar tu cuerpo con
mis dedos y besar el camino que ellos van marcando.
Tus pezones se han puesto rígidos y mi lengua los
recorre en círculos.
Gimes… y tus gemidos incentivan mis instintos, la
sangre bulle en las venas.
La urgencia del deseo se frena en las ansias de
hacer duradero el gozo entonces… sigo con mi lengua
hasta tu centro.
Tus dedos se enredan en mis cabellos… me
detengo un minuto y… te veo a los ojos mientras
abres lentamente las piernas.
Sin darme cuenta, estoy dentro de ti y el otoño
deja de espiarnos por la ventana.
71
Dejaré mi huella
Dejaré mi huella
Mi andar, sin rumbo como el tiempo que se va, que
se pierde con el viento mezclado en tempestades y
silencios, lleva un bagaje de conciencias, protestas de
hechos sin justicia.
Dejaré mi huella
Si…
Dejaré mi huella aunque mañana… no sea más que
lisa arena.
72
Allá en el horizonte
Caminaré hasta el horizonte y escurriré mi cuerpo
por la delgada línea entre el cielo y la tierra.
Dice mi alma, que allí encontraré la puerta a un
mundo donde los sueños son más reales que la misma
realidad.
Mañana, apenas amanezca comenzaré mi viaje.
Me mueve el deseo de encontrar paz, de ser yo
mismo sin tener que ver en el espejo… el temor de no
ser lo que debo ser.
Quizás allí pueda encontrar la sonrisa que se
perdió con la inocencia el día que conocí la injusticia.
Quizás reciba una caricia carente de hipocresía y
un beso que tenga el perfume del desinterés.
Caminaré confiado, seguro de que el mundo no
tenga la redondez que oculte el horizonte.
Caminaré llevando el único tesoro que me
impulsa.
Caminaré sosteniendo en mi pecho la esperanza.
73
Lo íntimo
Está allí, en el silencio de lo interno.
Una verdad, que se morirá con el ser en el más
absoluto grito mudo ahogado por la conciencia.
Lo íntimo, discriminado y sufriente pero, puro…
inmaculadamente puro.
Absoluto y auténtico sentir, que como un diamante
en bruto brilla oculto detrás de lo conocido.
Fantasma del reverso de la luna que bebe un sol
que no ilumina.
Existencia sin rostro, sin nombre y sin marca.
74
Allí estabas
El amarillo invadió tu cuerpo y la sangre
envenenada circula prepotente por tus venas.
Muerto el rozagante fulgor de tus mejillas, los ojos
se entrecierran vencidos.
Ya sé, tanta luz y tanta vida alrededor te embriaga la
mente y los sentidos se ocultan en la sobra profunda
de los fármacos.
Sé que estás ahí, que tu alma me escucha y tu
corazón golpea queriendo hablar, sé que quieres
aferrarte a esta vida que se apaga y se apaga antes que
podamos disfrutar juntos estos años.
Seré abuelo, ya te lo había dicho, pero quiero que
sepas, que este nieto que la vida me regala lo
compartiré contigo cada tarde que le lea un cuento y
en cada paseo que tengamos a la plaza.
Ya me voy… te dejo descansar, sin embargo no te
abandono, mi alma estará contigo.
75
Aquella tarde
El sonido de la lluvia abrazaba el placer del
encuentro.
La tenue luz de las llamas, danzaban con la sombra
de tu desnudes sobre la alfombra.
Quería tocarte, acariciarte, sin embargo temía que
el encanto del momento se esfumara como un sueño,
al despertar.
Entonces decidí mirarte, recorrer cada curva de
cuerpo, memorizar cada pliegue de la piel, cada
cuenca, cada comisura, cada lunar.
Me dejé llevar por el embrujo que provoca tu
presencia y en el silencio me perfumé con tu aliento,
respiré con tus pulmones y mi corazón se acompasó
con el tuyo en una sinfonía del alma hecha carne y
sangre.
Me quedé dormido y cuando desperté ya te habías
ido.
Quizás regreses desde el cielo otra tarde de lluvia,
cuando mi soledad le grite al destino la pena de tu
ausencia.
76
Aquella hora del día
Era en el atardecer; cuando la luz se apagaba
lentamente, que crecía en mí esa sensación de vacío.
El día se moría en mis brazos y yo… impotente e
inmóvil sentía como mis anhelos se perdían en las
sombras detrás de un horizonte sin futuro.
Ciego de esperanza me ganaba el letargo y la
angustia se alojaba gris y sórdida oprimiendo el pecho.
Un día… decidí cargarme el sol al hombro.
Lo llevo conmigo todo el tiempo.
Ya no existen sombras y vacíos. Me voy con él… y
nazco cada día.
77
Caminando
Son los pasos que me llevan sobre el asfalto gris de
mi barrio… recuerdo de picados y escondidas me
acompañan.
La sombra de mi cuerpo se alarga cuando la tarde
se cuelga de terrazas y balcones florecidos de
malvones.
Avanza la noche… mis pupilas se oscurecen para
que el alma se pueble de estrellas.
Una luna roja se asoma detrás de una nube que se
esfuma… y se va con del viento a buscar otros soles.
Las viejas casonas parecen decirme… cuanto has
envejecido. Canas, paso lento y arrugas son testigos
del tiempo transcurrido.
De pronto… un ladrido alerta mi presencia y un
coro de perros se suma al paseo.
Sobre mi alargada sombra, hace cuadras que llevo
un callejero que mueve la cola cada vez que giro para
ver si todavía me sigue, y… ahí está, metiéndose de a
poquito en el corazón.
De regreso no puedo resistirme a su mirada. Está
bien -por hoy te quedas pienso- sin embargo, sé que
ya hay un nuevo integrante en la familia.
78
Corres
Corres y a través del cristal te veo hermosa,
radiante, vital.
Corres y la armonía de tu cuerpo lleva un ritmo
sereno.
La respiración se nota profunda.
Tus cabellos suaves como seda, acarician los
hombros una y otra vez.
Tienes la gracia de una gacela y en cada paso, la
firmeza de tus muslos muestra la vida joven,
presurosa, inalcanzable.
Te alejas.
Mis sueños desvanecen junto a mis años, tantos
años que sólo queda esperar hasta mañana tu fugaz
paso frente a mi ventana.
79
Cada día en la ciudad
El despertar lo devuelve al desafío, lo sube a
empujones a la máquina transportadora de gente y allí
va… en un revoltijo de almas apretadas y miradas
perdidas, que se encuentran y se esquivan.
El pensamiento es un sentir pesado y recurrente, un
transitar obligado a sepultar sueños inalcanzables.
Como sombra gris, es uno más, transpirado e
invisible.
El sol brilla, sin embargo el día es opaco.
La esperanza está dormida en un umbral, tapada
con cartones y los anhelos esquivan manotones de
ansiedad.
La tarde se muere sin remedio y el regreso lleva las
manos vacías de sueños, esos que quejó en su pueblo,
en las calles lindadas por sauces y perfumes de jazmín
en las veredas.
80
Dejo una moneda
Dejo una moneda en la mano del mendigo para
lavar mis culpas.
Saco mis vergüenzas y las dejo en sus sucias
manos esquivando su mirada.
Mañana haré lo mismo.
No miraré sus ojos tristes que como puñales se
clavan en mi alma.
Hoy cenaré sin pensar en su flaco estómago, en las
noches de frío, en su incesante drenaje de angustias.
Dejo una moneda para cubrir el espejo que
devuelve mis miserias.
81
El comienzo espera en el final
Estoy donde comienzan los recuerdos, cuando la
infancia chapotea en la risa y los caprichos zapatean
las razones.
Me siento sobre los años, los pantalones cortos
muestran mis piernas con rodillas sucias y arañones.
Aquí soy súper héroe, espadachín y astronauta.
Luego, un cosquilleo camina por mi sangre
adolescente, pregona el amor con guardapolvo,
ternura que se impregna de inocencia en un beso
fantástico que vuela con mi alma.
Por allá, luego de la primera desilusión veo venir
la angustia tapizada de tristeza.
Mi espíritu ha hecho una coraza a lo sensible y
soporta dolor que transforma en experiencia, cofre en
donde guardo mis sueños.
Soy un hombre. La adultez procura la semilla que
riego con mi sangre y un retoño ilumina la cumbre del
amor.
Sol, sudor, empeño y sacrificio son ahora el diario
trajín de mi existencia, perfumada de risas y caricias.
Llega la hora del descanso, del disfrute en el jardín
lleno de nuevas flores nacidas del árbol que he
sembrado y del dolor de mi cansado cuerpo.
Aquí estoy... Donde comienzan los recuerdos.
82
Este andar cansino
Aquí voy con mi andar cansino, atravesando un
tiempo enloquecido donde reina el llegar a ningún
lado y los ruidos enmudecen los sonidos.
Mi corazón de poeta no entiende de premuras, de
finanzas, de dinero.
Sólo quiero alimentar mi espíritu, luchador
infatigable de batallas repetidas.
Hoy en mi andar cansino inventaré un mar rosado,
una estrella amarilla y una lágrima que me cuente de
tus ojos.
Hoy detendré el tiempo con un beso y reinventaré
el amor en un suspiro.
83
Nació en la Ciudad de San Luís el 24 de Enero de 1948
y terminó sus estudios en Buenos Aires.
Escritor, Fotógrafo de la Presidencia de la República
Argentina desde 1973 hasta 1994, reportero gráfico de
la Editorial Julio Korn, audiovisualita, fotógrafo
Publicitario y Laboratorista. Profesor de Tenis.
Trabajó como independiente en múltiples y disímiles
actividades.
Hoy trabaja colaborando en el estudio contable de su
esposa Susana y se dedica a escribir, que es su pasión.
Autor de los libros: “El hijo de la luna” edición de
Letras y algo más.
“Cuentos, relatos y chamuyos de oficina”. Editorial
Sade - San Luis.
Editorial: Ediciones De Letras
Registro Legal de la edición digital:
Código: 0908294287933
Todos los derechos reservados
Argentina, julio, 2013
Código: 1307155431796
Fecha 15-jul-2013 2:08 UTC
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