Roberto Sánchez Ortega

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Roberto Sánchez Ortega
Derecho
"Para Isaac Rabin el Honor, para sus asesinos y cómplices la
Indignidad"
Política Internacional, 05/05/2012
Se ha cumplido el tiempo de condena para Jagay Amir y ha recobrado la libertad.
Quien fuera senteciado por el más alto Tribunal de Israel en su calidad de cómplice
en el asesinato de Isaac Rabin, y que es hermano del autor material de la muerte
del ex Primer Ministro y Premio Nobel de la Paz, recupera su calidad de ciudadano
y hombre libre en el Estado al que él y su hermano, le asestaron un golpe brutal y
cobarde cuando perpetraron el magnicidio en contra del líder de la Nación.
Los autores del magnicidio fueron y han sido repudiados por la inmensa mayoría
de la población en Israel y condenados a lo largo y ancho del mundo. Actuaron
bajo motivaciones revestidas de un fanatismo ideológico que no encontró sustento
y apoyo más que en un reducido grupo de activistas proscritos que por la vía del
asesinato buscaron imponer sus dogmas de irracionalidad ideológica.
Las imágenes aún hoy del asesinato de Isaac Rabin, golpean fuerte el espíritu de los judíos y de los israelí en general y
constituyen un baldón en la sociedad de este país, que con incredulidad presenció en su momento, como uno de los suyos era
capaz de cometer tan horrendo crímen en la persona de un hombre de paz y que trabajaba intensa y sin descanso en pos de la
solución duradera para Israel de un eterno conflicto que le desgasta en su desarrollo y limita su convivencia.
Quienes trabajan para conseguir Paz y así son reconocidos interna y externamente por la sociedad, están expuestos a que se
actúe sobre ellos con el afán de silenciarlos por quienes son apologístas del odio, del fanatismo político o religioso y buscan
mantener las situaciones de conflicto vigentes y acentuarlas, porque es la única forma que reconocen como medio de vida para
la cossecusión de sus fines. Los asesinos de Isaac Rabin, no escapan a esta consideración de terroristas ideológicos que
buscan silenciar toda voz que disienta e interfiera en sus propósitos de exaltación del odio y así es como decidieron que el exPrimer Ministro y Premio Nobel de la Paz, interfería con ellos y sus propuestas de confrontación y odio, tomando la
determinación de quitarle la vida.
En el Derecho Penal, las conductas son punibles cuando se exterioriza con actos externos por el individuo un hecho ilícto. No
basta que solo las piense o quiera, es necesario que los pensamientos se materialicen para recibir la repulsa y reproche ético
penal, si se reunen los elementos del tipo de delito exigible para la existencia del delito.
El asesino de Rabin y sus cómplices, en cualquiera de los grados que actuaron (cómplices o encubridores) y que fueron
puestos a disposición de la Justicia en su momento, necesariamente debieron obrar del modo siguiente:
Identificado el ex -Primer Ministro como una amenaza fundamental para sus propósitos irracionales ideológicos, tomaron la
decisión de eliminarlo, asesinarle y hacer desaparecer ese obstáculo por esa vía. Luego se representaron entonces el crímen,
lo planearon, lo reflexionaron, lo urdieron y lo que es importante para el Derecho Penal, aceptaron las consecuencias de ese
hecho y resolvieron por tanto llevarlo a cabo.
El lector común, normalmente no discurre de este proceso previo a la comsión de cualquier delito en que el delincuente,
piensa, lo idea, lo acepta internamente, acepta asimismo las consecuencias del mismo, decide llevarlo a cabo y actúa
exteriorizando su afán mediantes actos materiales. El proceso no es espontáneo, ni ocurre por causa de un arrebato o fuerza
irrisistible, no, no es así, es un proceso que lleva su tiempo y planificación, para cualquier delito.
Imagine entonces el lector,cómo fue el proceso previo al asesinato del ex Primer Ministro, cómo y cuantas veces sus autores
(en sus distintos grados de participación) se reunieron para pensar, idear y llevar a cabo su crímen, desdeñando el interés
común general del país, los afanes de sus compatriotas por recorrer caminos de Paz, despreciaron sueños de una sociedad
mayoritaramente alineada con las propuestas de ese hombre al que le cegarían la vida. No les interesó por cierto, romper en
mil pedazos a una familia, a un abuelo, padre, tío, amigo, nada, no les importó nada. No les importó asimismo, la angustia,
miedo, de quienes serían testigos obligados del crimen que cometerían en el lugar escogido para ejecutar su vil cobardía al
hacerlo frente a una muchedumbre.
¿Se da cuenta el lector la calidad de seres humanos que son quienes deciden recorrer todo este proceso para ejecutar un
crímen?
Pero hay más, una vez cometido el crimen y puestos frente a la Justicia para responder por él, no manifestaron remordimiento
o arrepentimiento ninguno, es más, reiteran una y otra vez, que lo volvería a realizar, aún hasta hoy.
No hay más que hablar, no se requiere más. Son condenados, uno a perpetuidad, su autor material y algunos como su
hermano, -digo algunos, por que no habrán faltado los que libraron de manera impune su participación-, condenado a una pena
temporal, que al cumplirla le haría recobrar la libertad como ha ocurrido.
El reproche de la sanción punitiva aplicada a quien recupera su libertad ya se cumplió, corrijo, se cumplió la pena y ya está,
libre con todo lo que ello significa para él como persona.
Pero el reproche moral persiste en la sociedad israelí, a lo menos para esa inmensa mayoría que repulsa los crímenes
ideológicos de cualquier signo. Sin embargo, al recuperar su libertad el sujeto en cuestión, se produjeron vítores y algarabía en
él y en un pequeño grupo extremista, como asimismo, repulsas y rechazo de sectores de la izquierda israelí.
Ni unos ni otros son esa reserva moral del pueblo judío que permanece, sin entender y muchos incrédulos al constatar que
unos pocos puedan aún, celebrar la libertad de un cómplice de un asesinato cobarde y vil y otros, que llevan aguas a sus
molinos, no exaltando la figura de Rabin y su legado precisamente, si no aprovechándose de el para recomponer fuerzas
perdidas en un devaneo entreguista muchas veces de los sueños y aspiraciones de un país.
La sociedad israelí tiene enormes desafíos por delante y uno de ellos es responder a los integrismos, religiosos, políticos o
nacionalistas, egoístas cada uno de ellos por despreciar el bien común general y privilegiar los propios, con un rechazo frontal y
decidido de un ¡Basta Ya!.
Israel como nación y pueblo, es mucho más que esas expresiones exluyentes, Israel es un país que debe volver a transitar por
sendas de Paz, tanto internas como externas, a pesar que éstas últimas, se han beneficiado de las conductas egoístas de
quienes intentan polarizarla.
Disfruta la libertad alcanzada Jagay Amir, pero manten en tu retina que contribuístes a asesinar a un hombre de Paz al que le
cegaste la vida, pero que se metió en los corazó de millones de persona en el mundo, en cambio tú, tendrás sólo una libertad
solitaria acompañada de unos cuantos como tú.
"Es fácil disparar, lanzar una bomba contra un hombre en la oscuridad, pero es difícil ponerse frente a frente de día y
desafiarlo. Uno puede estar dispuesto a usar secretamente la violencia contra un hombre que tiene poder, pero acobardarse en
su presencia. La violencia puede exigir cierto valor físico, pero no tiene valor moral. Y puede implicar que uno puede temer a su
adversario, pero no a la muerte misma. Para mí la no-violencia, en cambio, requiere mucho más valor que el manejo de la
espada."
Gandhi
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