& Oxford University Press and Community Development Journal. 2010 Todos los derechos reservados. Para permisos, enviar un e-mail a [email protected] doi:10.1093/cdj/bsq028 Movimientos sociales en Bolivia: de la fuerza al poder Ann Chaplin * Resumen Este artı́culo sigue de cerca el desarrollo de las organizaciones sociales en Bolivia, y explora algunos de los factores clave que llevaron a los indı́genas excluidos y a sus organizaciones de la marginalidad a los corredores del poder. La autora identifica las prácticas colectivas indı́genas, la experiencia del movimiento sindical minero y la participación en el gobierno local como factores crı́ticos en la transformación de los movimientos sociales bolivianos. Estos factores favorecieron la resistencia coordinada en contra de las reformas neoliberales introducidas a partir de 1985, y contribuyeron con el nuevo papel polı́tico proactivo de las organizaciones sociales. La autora hace un recuento de cómo esta resistencia llevó al derrocamiento del presidente titular y al ascenso al poder de un lı́der indı́gena. Finalmente, el artı́culo considera el papel que los movimientos sociales desempeñan en el proceso de cambio que tiene lugar hoy en Bolivia. En octubre de 2003, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, uno de los principales autores de las reformas neoliberales en Bolivia, se vio forzado a huir del paı́s en medio de una revuelta de organizaciones sociales que exigı́an su renuncia. A partir de mediados de los años ochenta, los gobiernos neoliberales habı́an tratado de debilitar las organizaciones de la sociedad civil una tras otra. Sin embargo, frente a las injusticias y la exclusión continuas, la gente apeló a sus organizaciones sociales para articular sus demandas. En enero de 2006, Evo Morales Ayma se convirtió en el primer presidente indı́gena de Bolivia, con el respaldo de los movimientos sociales. En un paı́s en el que la mayorı́a de la población es de origen *e-mail: [email protected] Community Development Journal Página 1 de 10 Página 2 de 10 Ann Chaplin indı́gena, pero en el que ser indı́gena era sinónimo de pobreza y exclusión, éste fue un momento histórico sin precedentes. Este artı́culo considera los factores que se conjugaron para dar lugar a ese cambio extraordinario y que llevaron a la población de origen indı́gena y popular a los corredores del poder, reflexionando, en particular, sobre la transformación del papel de los movimientos sociales bolivianos, de la presentación de demandas dispares ante el gobierno, a un papel polı́tico más coordinado y proactivo. Finalmente, el artı́culo explora el papel que los movimientos sociales desempeñan en el proceso de cambio que tiene lugar en Bolivia en la actualidad. Desarrollo de las organizaciones sociales en Bolivia Por muchos siglos, Bolivia ha dependido de la exportación de materias primas (primero plata, luego estaño, y ahora gas natural) para alimentar el desarrollo industrial y financiero de otros paı́ses de Europa y Norteamérica. El escritor uruguayo Eduardo Galeano habla de un puente de plata que pudo haberse construido sobre el Océano Atlántico con la plata que se llevaron los españoles del pueblo minero de Potosı́ en Bolivia (Galeano, 1997). Cuando la industria del estaño colapsó en los años ochenta, la producción de coca adquirió un lugar prominente en la economı́a boliviana. Por siglos, la gran mayorı́a de los bolivianos habı́a vivido en condiciones semifeudales; algunos trabajaban en las minas, otros en grandes fincas, y los indı́genas vivı́an en las tierras más pobres. Sin embargo, la revolución popular de 1952 que involucró a mineros, campesinos y ciertos sectores de la clase media, trajo consigo cambios importantes. Llevó a la nacionalización de las minas, a la reforma agraria y al derecho al voto para los campesinos y las mujeres. Las organizaciones sociales en Bolivia, como en muchas regiones de los Andes, se basan principalmente en valores y prácticas indı́genas y campesinas. El individuo y la comunidad tienen una relación muy cercana: los individuos contribuyen con el bien colectivo mientras que se benefician de la colaboración con los demás. Una familia o un individuo normalmente ayuda a otros a arar la tierra o a recoger la cosecha. A veces, comunidades enteras trabajan en conjunto para despejar rutas de acceso, excavar canales de agua o transportar la cosecha o para ayudar a otras comunidades, y el favor se devuelve a la postre, en ciertos casos hasta décadas después. Las decisiones importantes de la comunidad se toman de manera colectiva, incluso en temas relacionados con el candidato por quién votar en las elecciones. Sin embargo, fue la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), establecida en 1944, la que por décadas formara la Página 3 de 10 columna vertebral de las organizaciones populares bolivianas y brindara liderazgo a la Central Obrera Boliviana (COB), la confederación sindical de trabajadores establecida tras la revolución de 1952. La COB ha sido única en América Latina, ya que representa un espectro de organizaciones sociales de varias clases sociales, y abarca una amplia variedad de posiciones polı́ticas, no sólo la de un partido. Los mineros solı́an reunirse con campesinos, trabajadores de fábricas, profesores, trabajadores del sector de la salud y el transporte, vendedores callejeros, estudiantes universitarios y grupos culturales. Sus demandas tenı́an que ver a menudo con el mejoramiento de las condiciones laborales básicas y los derechos de sus miembros, pero eran consistentes en las medidas que tomaban para defender sus derechos polı́ticos; en repetidas ocasiones la COB y la Federación de Mineros se enfrentaron con los gobiernos dictatoriales. En las últimas décadas, también se han dado cambios demográficos significativos. La mayorı́a de la población es de origen indı́gena (un 62% se identificaron como tal según el censo de 2001) y vive tradicionalmente en zonas rurales (un 38% según el mismo censo), aunque un número cada vez mayor ha abandonado el campo. Los indı́genas que migraron a las ciudades se llevaron consigo valores y tradiciones firmes, propios de las comunidades rurales. Las comunidades indı́genas tienen tradiciones organizativas fuertes que difieren entre las zonas altiplánicas y los llanos. Los grupos indı́genas de las zonas montañosas se han organizado principalmente de dos modos. Por un lado, la Revolución de 1952 provocó reformas agrarias mediante las que los campesinos recibieron pequeños terrenos, en muchos casos recobrados de manos de los grandes hacendados. Los campesinos entonces adoptaron una forma de organización basada en la de los sindicatos de trabajadores: el sindicato agrario. Este último se organiza desde el nivel comunitario hacia arriba, donde eligen los miembros que participarán en las federaciones locales y regionales. En 1979, con el respaldo de la COB, se creó la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), reunió el movimiento campesino bajo el liderazgo de Genaro Flores (quien quedó discapacitado como resultado de un disparo después del golpe militar de 1980). Esta organización nacional puso fin a los muchos años de manipulación que a partir de 1952 sufrieran los lı́deres y las organizaciones campesinas por parte del principal partido gobernante -el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)- y de los dictadores que rigieron el paı́s en los años sesenta y setenta. Los sindicatos agrarios suplieron una forma de organización rural que data de la época precolonial. El ayllu reúne familias de un grupo de comunidades en una organización que ha sido tradicionalmente responsable por la defensa de las fronteras territoriales y los recursos, la producción agrı́cola, y la justicia comunitaria. Bajo el dominio colonial español, los lı́deres de los Página 4 de 10 Ann Chaplin ayllus eran los responsables regionales de la ley y el orden y del pago de los tributos a la corona española. El aniversario 500 de la invasión española en 1992 provocó el resurgimiento del orgullo indı́gena, impulsando a los ayllus que todavı́a existı́an a reorganizarse y reafirmarse. En 1997, se estableció una organización nacional de ayllus para representar sus intereses. Las organizaciones indı́genas de los llanos, por su parte, tienen una historia bastante diferente. La región de los llanos orientales que hace 60 años parecı́a estar vacı́a (a excepción de algunos colonos que vinieron de las tierras montañosas e inmigrantes extranjeros que llegaron atraı́dos por las vastas extensiones de tierra cultivable), son el hogar de más de 30 naciones indı́genas. Estos grupos son muy variados, desde tribus amazónicas con poco contacto con el mundo exterior, hasta los Guaranı́es que fueran “protegidos” por muchos años de las influencias externas por las misiones jesuitas en la región. A partir de los años setenta, las ONG empezaron a trabajar con grupos indı́genas, en particular en Santa Cruz, en temas de derechos y empoderamiento. En 1982, cuatro organizaciones indı́genas establecieron la Confederación de Pueblos Indı́genas de Bolivia (CIDOB). En 1990, los grupos indı́genas de los llanos llevaron a cabo la primera de varias marchas para presentar sus demandas en La Paz, en especial aquellas relacionadas con la propiedad de las tierras. Desde entonces, se han convertido en actores polı́ticos bien organizados, pero diferentes a sus equivalentes en el Altiplano y valles andinos. Las reformas neoliberales socavan las organizaciones sociales El año 1985 trajo un cambio de gobierno volviendo el MNR, partido promotor de la revolución nacionalista y estadista de 1952, al poder con intenciones neoliberales. Las medidas extremas de ajuste de ese año, seguidas por el colapso del precio del estaño, resultaron en un éxodo de las minas. El cierre de la mayorı́a de las minas administradas por el Estado obligó a 27.000 mineros y a sus familias a dejar sus trabajos y sus hogares para buscarse una nueva vida en otra parte. Algunos fueron a las principales ciudades a buscar trabajo, mientras que otros volvieron a trabajar la tierra. Muchos migraron a los trópicos (Chapare) en donde el cultivo de coca ofrecı́a una forma alternativa de sustento. El efecto en las organizaciones populares fue desastroso. Con la reducción de mineros a unos pocos, que quedaron a cargo de mantener algunas de las minas, la influencia del FSTMB colapsó. Además, dado el peso del sindicato de mineros en la COB, ésta se vio bastante debilitada. Las organizaciones sociales no fueron capaces de contener las reformas económicas y polı́ticas que siguieron y que tenı́an el objetivo de reducir la participación del Estado en la economı́a y en los beneficios de bienestar social, privatizando y ven- Página 5 de 10 diendo industrias nacionales estratégicas y abriendo el paı́s al mercado libre. Bolivia terminó importando comestibles baratos: los huevos venı́an de Chile y hasta las papas se traı́an de Argentina y Perú. Los productores bolivianos se vieron obligados a rebajar considerablemente sus precios. El precio que se pagó a nivel social fue muy alto y los niveles de pobreza aumentaron. El censo de 2001 muestra que sólo un 16% de la población tiene sus necesidades básicas satisfechas. Gran parte de la población apeló a actividades informales para sobrevivir, y las organizaciones basadas en las relaciones laborales dejaron de ser el catalizador principal de las organizaciones sociales. Las reformas abren la puerta a nuevas formas de organización Como parte de su programa de reformas estructurales de mediados de los años noventa, Sánchez de Lozada introdujo en 1994 la ley de “Participación Popular” que buscaba la descentralización de un 20% del presupuesto nacional en más de 300 municipios. Las organizaciones sociales locales participarı́an en las decisiones de planeación del uso de los recursos y en la fiscalización de su uso por las autoridades. La descentralización de las responsabilidades estatales tenı́a el objetivo de atender las necesidades a nivel local, pero también buscaba socavar las fuertes organizaciones sociales establecidas a nivel nacional. No obstante, tuvo el efecto contrario pues fue un estı́mulo para aquellos movimientos que ya estaban organizados en base a lo territorial, como las organizaciones campesinas e indı́genas y las juntas vecinales. Los grupos campesinos e indı́genas y las juntas vecinales lentamente empezaron a desempeñar un papel cada vez más importante en el planeamiento del uso de los recursos locales, reuniéndose a decidir qué comunidades o barrios debı́an beneficiarse de los proyectos municipales. En áreas en las que la población era predominantemente indı́gena y/o rural, también comenzaron a lanzar sus propios candidatos a las elecciones. En un principio, buscaron el apoyo de los partidos polı́ticos existentes para que les incluyeran en las listas de candidatos locales, y luego empezaron a organizar sus propios partidos como el Movimiento al Socialismo (MAS) y el Movimiento Indı́gena Pachacuti (MIP), liderados por Evo Morales y Felipe Quispe respectivamente. Su participación en las iniciativas de planificación local, su experiencia como candidatos en las elecciones y en la dirección de los gobiernos municipales han sido factores crı́ticos para el desarrollo polı́tico de muchos lı́deres indı́genas y populares. Mientras antes habı́an sido excluidos de participar en el gobierno, ahora tenı́an la oportunidad tanto de aprender cómo se dirige el gobierno local, como de ganar confianza en sus propias habilidades para enfrentar esas responsabilidades. Un buen ejemplo de esto es René Joaquino, Página 6 de 10 Ann Chaplin un sastre cuyo éxito como alcalde de Potosı́ garantizó su reelección en tres ocasiones y además fue candidato a la presidencia en 2009. Sin embargo, aunque el desarrollo polı́tico de los lı́deres indı́genas masculinos ha aumentado, todavı́a existen obstáculos para la participación de las mujeres. En las comunidades indı́genas de la sierra las mujeres tradicionalmente desempeñan papeles representativos en sociedad con sus maridos. Esta tradición se mantiene en las comunidades indı́genas y a menudo en zonas en las que los inmigrantes se han trasladado a las ciudades. Desde cuando se casan, las parejas pueden ocupar cargos con crecientes niveles de complejidad y responsabilidad. Sin embargo, en la práctica esto significa que es generalmente el hombre el que realiza las tareas de representación por fuera de la comunidad, y las mujeres indı́genas poco se involucran en la polı́tica. La innovación electoral de la alternancia introducida por el gobierno de Evo Morales, fortalece la norma electoral ya existente bajo la cual el 30% de los candidatos deben ser mujeres. Estipula que si un hombre ocupa el primer lugar en una lista de candidatos, el segundo lugar lo debe ocupar una mujer o viceversa. Al principio, a las mujeres elegidas como concejales municipales les fue difı́cil participar y hablaban poco en las sesiones. Sin embargo, la situación está cambiando lentamente, y ahora son varias las mujeres que son modelos de conducta para las jovencitas que crecen en las comunidades. Rosa Choque Muruchi fue la primera alcaldesa de Uncı́a. Su caso es inusual pues no está casada y viene del ayllu Aimaya del Norte Potosı́. Este empoderamiento de las mujeres jóvenes se debe en parte a los esfuerzos de algunas ONG como el Centro de Investigación y Promoción Educativo, CIPE, en la región del Norte Potosı́, que respalda la producción agrı́cola, trabajando con grupos de familias en los ayllus y respetando sus conocimientos y prácticas culturales. El CIPE trabaja con familias indı́genas tanto en sus comunidades como en las organizaciones del ayllu, e incluye como parte integral de su programa, formación para mujeres en alfabetización, autoestima, y gobierno e instituciones locales. Estos son primeros pasos trascendentales en el empoderamiento de las mujeres para enfrentar cargos representativos en sus comunidades, aunque aún queda mucho camino por recorrer antes de que se extiendan a la mayorı́a de las mujeres. Las organizaciones sociales empiezan a reagruparse En parte como consecuencia de los espacios abiertos mediante la Ley de Participación Popular, y en parte estimuladas por los efectos de las polı́ticas neoliberales, las organizaciones sociales empezaron a tener una voz más fuerte, que se vio amplificada por los crecientes niveles de organización y movilización para hacer que se escucharan sus demandas. En todo el paı́s Página 7 de 10 surgieron nuevas alianzas y formas coordinadas de resistencia a partir de fines de los años noventa. Los productores de coca se organizaron para defenderse de las polı́ticas gubernamentales de erradicación de la planta de coca que respondı́an a las demandas de los Estados Unidos, lo que llevó a choques frecuentes entre los cocaleros y el ejército y la policı́a antinarcóticos. El liderazgo de Evo Morales en la Coordinadora de las Seis Federaciones en el Chapare lo puso en primer plano a nivel nacional. Al mismo tiempo, las organizaciones campesinas bloqueaban carreteras, con frecuencia paralizando el tráfico por varias semanas y llamando la atención sobre los bajos precios que recibı́an por sus productos. Las polı́ticas de privatización del gobierno, introducidas como parte de las reformas neoliberales, provocaron la agrupación de un espectro de actores sociales para llevar a cabo actos coordinados de resistencia. En Cochabamba en 2000, una alianza de grupos cı́vicos se congregó para prevenir que la empresa de agua privatizada subiera las tarifas e impusiera precios demasiado altos para la mayorı́a de la población por la conexión del servicio. Los pequeños productores agrı́colas que vivı́an en las afueras de los pueblos, los pobladores de los distritos más pobres, los trabajadores de fábricas y los productores de coca paralizaron la ciudad en varias ocasiones en lo que se conoció como "la guerra del agua". Al final, a la empresa internacional involucrada, Bechtel, se le pidió abandonar el paı́s, y el suministro de agua regresó a manos de la administración local. Después de varios años de negociaciones, Bechtel acordó retirar su demanda y recibió una compensación nominal. Otra experiencia de organización popular es El Alto, una ciudad de cerca de un millón de habitantes ubicada en la planicie arriba de La Paz. La mayorı́a de sus residentes son de origen campesino y retienen una fuerte tradición comunitaria. Después del cierre de las minas, llegó allı́ una oleada de mineros con sus familias, quienes trajeron consigo su disciplina y su experiencia en organizaciones sindicales. Esta experiencia fue acogida en las juntas vecinales de la ciudad, que venı́an trabajando en temas organizativos durante ya algún tiempo. En agosto de 2003, cuando el alcalde intentó introducir un aumento en los impuestos catastrales, las juntas vecinales se activaron y la gente se tomó las calles para protestar. Dos meses después, El Alto fue el epicentro del enfrentamiento con el presidente Sánchez de Lozada. De una protesta localizada a una a nivel nacional Estas expresiones localizadas de la disconformidad de indı́genas y campesinos principalmente adquirieron carácter nacional en 2003 con lo que se conoció como la “guerra del gas”. El gobierno introdujo una propuesta para vender parte del gas natural de Bolivia a los Estados Unidos, exportán- Página 8 de 10 Ann Chaplin dolo por Chile (paı́s con el que Bolivia tiene disputas territoriales de larga data). La propuesta resultó ser extremadamente impopular, y un bloqueo de una carretera por parte de los campesinos fue dispersado violentamente por el Ministerio del Interior con la ayuda del ejército. Seis manifestantes fallecieron en el pequeño pueblo de Warisata al norte de La Paz. Estos eventos fortalecieron un sentido de propósito común entre los diferentes movimientos sociales. Los campesinos de las zonas del Altiplano contaron con el respaldo de cocaleros del subtrópico, mineros sindicalizados y aquellos que trabajan en cooperativas, juntas vecinales en El Alto y La Paz, y hasta de gente de clase media. Las demandas iniciales de los movimientos (aumentar la renta del gas natural y convocar a una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución) pronto cambiaron de enfoque cuando 65 personas fueron asesinadas por el ejército. En respuesta, las demandas de la movilización cambiaron para exigir el derrocamiento del presidente. Las ciudades de El Alto y La Paz se paralizaron completamente durante casi diez dı́as. Todos los dı́as La Paz se convertı́a en un mar de diversas organizaciones marchando en todas las direcciones pero con un propósito similar. No habı́a un solo lı́der sino varios. En diciembre de 2005, Evo Morales, un indı́gena, fue elegido presidente. Éste fue un evento sin precedentes que desplazó a las élites tradicionales del poder polı́tico. Su gobierno pronto aumentó los impuestos que pagan las empresas de combustible, gas y mineras. Estos ingresos se distribuyeron entre los sectores pobres de la población en forma de pagos y subvenciones para niños y niñas, ancianos y ancianas, y mujeres embarazadas y con bebés y también se canalizaron hacia los gobiernos regionales y municipales y las universidades estatales. En 2006, se eligió una nueva Asamblea Constituyente que reescribió la constitución para, entre otras cosas, reconocer los derechos de los indı́genas. La presencia de un indı́gena cultivador de coca en la presidencia, sin embargo, no es muy popular entre las élites, que han sido desplazadas de sus posiciones de poder y toma de decisiones. El nuevo gobierno ha enfrentado una oposición enérgica y a veces hasta violenta. No obstante, la participación de indı́genas en los más altos niveles del gobierno, incluyendo algunas mujeres, ha generado un sentido enorme de empoderamiento. Hace 50 años, los indı́genas no tenı́an permitido caminar por las plazas principales de los pueblos mientras que hoy se pasean por los pasillos del palacio presidencial. Este cambio en el gobierno no solamente ha significado el reconocimiento y la influencia polı́tica de los indı́genas y campesinos bolivianos, sino que también ha introducido valores culturales indı́genas a sus polı́ticas. La polı́tica social del gobierno se basa en el concepto de “vivir bien”. Ésta es una idea arraigada en la cultura indı́gena local, que pretende garantizar el Página 9 de 10 acceso a los recursos necesarios para vivir y que insiste en la solidaridad con los demás y la armonı́a con la naturaleza, en lugar de la competencia con el prójimo por la acumulación económica. Se asemeja a la noción de “calidad de vida”; "vivir bien" implica que las necesidades materiales estén cubiertas, pero también involucra el crecimiento personal y el empoderamiento. En el contexto mundial actual en el que se están cuestionando los valores capitalistas y el consumo excesivo, esta idea resuena más allá de las fronteras bolivianas y ofrece las bases para la participación del paı́s en las reuniones internacionales sobre cambio climático. Conclusión Este artı́culo ha postulado que los movimientos sociales que llevaron a Evo Morales al poder están arraigados en la fuerte tradición organizativa que aún persiste en los Andes, y en particular en Bolivia. A pesar de vivir en condiciones difı́ciles, la gente se ha unido para formar sistemas de ayuda mutua a nivel local. Aunque la migración a las ciudades ha afectado estas estructuras y prácticas, también les ha permitido diseminarse en las áreas urbanas. La naturaleza de las organizaciones sociales en Bolivia también ha tomado forma debido al comportamiento excluyente del gobierno. Como sus demandas eran constantemente ignoradas, las personas se acostumbraron a recurrir a la protesta para hacer oı́r sus voces. El rechazo del gobierno a la negociación provocó las movilizaciones masivas. A partir del retorno de la democracia a principios de los años ochenta, los partidos polı́ticos sólo representaron los intereses de una elite pequeña. No se realizaron esfuerzos para establecer vı́nculos con la mayorı́a excluida, excepto a la hora de las elecciones. Los partidos se turnaban en el poder en una variedad de coaliciones. La mayorı́a silenciosa observaba cómo se desarrollaba la situación, esperando el momento oportuno. Por consiguiente, los partidos polı́ticos perdieron todo vestigio de respeto, y fueron reemplazados por los movimientos sociales como interlocutores entre la población y el gobierno. El “movimiento de movimientos sociales”, que forma el sostén del “instrumento polı́tico” del MAS, se constituye en una base polı́tica sólida para el gobierno. Irónicamente, parte de su fortaleza radica en su falta de una estructura formal. Como hemos visto, las organizaciones sociales bolivianas que se han formado en momentos neurálgicos de los últimos 50 años representan diversos intereses. Algunas organizaciones representan gremios o asociaciones; los campesinos, trabajadores de fábricas y mineros se organizan alrededor de temas de producción. Para algunos, el objetivo es mejorar los precios mientras que para otros lo importante son las relaciones laborales. Los grupos indı́genas, las juntas vecinales y los grupos que tratan problemas regionales se basan más en los temas que tienen que ver con sus regiones, como la propiedad de la tierra Página 10 de 10 Ann Chaplin y el acceso a los servicios básicos. Lo esencial es que éstas son organizaciones democráticas que representan y responden a sus miembros en general, y, como tales, no han sido controlados por los partidos polı́ticos. Este reconocimiento es una de las fortalezas clave de los movimientos sociales en Bolivia. Las organizaciones sociales (los campesinos e indı́genas, los mineros que trabajan para las cooperativas y los pensionados) respaldan al gobierno de Evo Morales y al MAS, pero no son funcionales al gobierno. El gobierno está conciente de que la gente le puede retirar el respaldo en cualquier momento, y esto mantiene las puertas del gobierno permanentemente abiertas. Por eso, desde una situación en que el movimiento sindical estaba desorganizado y no era capaz de cuestionar la introducción de las reformas neoliberales, las organizaciones sociales han sido capaces de reconstruirse, cada una desde su propia perspectiva y atendiendo a sus necesidades y demandas propias. A medida que se desarrollaron áreas de interés y demandas comunes, empezaron a tomar impulso polı́tico, y el ámbito y la relevancia de las demandas pasaron de ser locales para convertirse en nacionales y globales. Cuando se derrocó al presidente Sánchez de Lozada en octubre de 2003, las demandas de los movimientos tenı́an que ver con el aumento de la renta del petróleo y el gas y la redacción de una nueva constitución. Evo Morales adoptó estas demandas que se convirtieron en factores centrales de sus polı́ticas de gobierno. La participación activa de las organizaciones sociales en el proceso de cambio en Bolivia garantiza la continuidad de este proyecto polı́tico en los próximos años. Los desafı́os para el gobierno serán cumplir las promesas de redistribución, creación de empleo, construcción de un Estado más democrático, y, especialmente, la industrialización de los recursos naturales del paı́s. En el ámbito internacional, mucho dependerá de qué tanta acogida tenga la idea de "vivir bien" en un mundo preocupado por la amenaza global del cambio climático. Ann Chaplin trabaja en asistencia social y como facilitadora de procesos de desarrollo, y ha vivido y trabajado en los Andes durante los últimos 30 aþos, la mayorı́a del tiempo en Bolivia. Estudió idiomas y después gobierno y sociologı́a en la Universidad de Essex. Recientemente estudió fotografı́a documental en Newport, Gales. Referencias Galeano, E. (1997) The Open Veins of Latin America, Monthly Review Press, New York.