Descargar - Unión General de Trabajadores

Anuncio
MEMORIA DE LAS MUJERES REPUBLICANAS EN LA
FUNDACIÓN FRANCISCO LARGO CABALLERO
Manuela Aroca Mohedano
Fundación Francisco Largo Caballero
Archivo oral del sindicalismo socialista
La Fundación Francisco Largo Caballero comenzó en 2006 un proyecto de recuperación de la memoria
histórica, al amparo de las ayudas concedidas por el Ministerio de la Presidencia para actividades
relacionadas con las víctimas de la guerra civil y el franquismo, bajo el título Archivo Oral del Sindicalismo
Socialista. Como entidad receptora de la documentación histórica generada por la Unión General de
Trabajadores en sus ciento veinte años de historia, la Fundación acometía el proyecto de creación de un
archivo oral, con el testimonio de los militantes históricos o estrechamente relacionados con la UGT y
la militancia socialista, que habían vivido las etapas correspondientes a la República, Guerra Civil,
Exilio, Franquismo y Transición democrática. Se trataba de recuperar la experiencia vivida por
protagonistas de primera línea en acontecimientos realmente traumáticos de la Historia de España, con
un único criterio de selección: haber contribuido al desarrollo de la historia sindical de nuestro país en
la cercanía del ideario socialista. Con todo ello, la Fundación cumplía la misión de llenar un vacío
existente en el legado documental que custodia, un vacío que estamos completando con la valiosísima
visión personal de los protagonistas sobre los acontecimientos más trascendentes de nuestra historia
reciente.
Con ese propósito y durante casi dos años, un equipo de historiadores y archiveros, dirigidos
por la profesora Alicia Alted Vigil1, hemos elaborado un censo de más de trescientos militantes
históricos, de los cuales han sido entrevistados ya en torno a noventa personas, residentes en toda la
geografía española, y en otros países, destino del exilio o de la emigración económica, como Suiza,
Francia y Bélgica. La experiencia, que continúa su andadura, ha sido hasta el momento completamente
satisfactoria, ya que ha permitido recuperar una buena cantidad de aportaciones testimoniales que
cubren todos los terrenos: el terreno político, ideológico, cultural y el ámbito más estrictamente
personal. Todos estos testimonios han quedado a disposición de los investigadores en el Archivo de la
Fundación Francisco Largo Caballero, en una colección de audiovisuales indizados y organizados
conforme a las normas de máxima excelencia contempladas para la custodia de archivos de fuentes
orales y con el complemento de una serie de instrumentos auxiliares como la trascripción literal,
minutaje, ficha descriptiva, ficha técnica y autorización de los entrevistados para la utilización de sus
relatos.
En muchas ocasiones, y especialmente en aquellos relatos que recrean el momento de la
clandestinidad durante el franquismo, ante la escasez de los documentos escritos, las declaraciones de
los entrevistados han constituido una pieza esencial para la reconstrucción de determinados pasajes de
la Historia de España pendientes de recuperar, pendientes de escribir. En todos los casos, han aportado
la dimensión humana necesaria para establecer una valoración global de los acontecimientos,
rescatando aspectos que el documento escrito no puede suplantar.
Jugamos, sin embargo, con un elemento permanentemente en contra: el inexorable paso del
tiempo. Cuando comenzamos la tarea de selección de los entrevistados, establecimos como criterio de
prioridad absoluta la veteranía de los entrevistados. Cientos de testimonios imprescindibles para la
reelaboración de nuestra historiografía se han perdido simplemente por el paso de los años y el
fallecimiento de sus protagonistas, y era necesario comenzar a trabajar en la recuperación de la
1
El equipo de investigación está compuesto por los siguientes profesionales: Alicia Alted Vigil, Almudena Asenjo Fernández, Jesús
Rodríguez Salvanés, Laura Garay Gutiérrez, José María Gago González, Juan Carlos Collado Jiménez, Sara Fernández Míguelez, Juan
Gallego Sanz, Diego Herrera Plata, Adrián Pinar García y Manuela Aroca Mohedano.
aportación oral de aquéllos que habían vivido de cerca nuestro primer gran período democrático: la II
República.
En la primera aproximación que se realizó al censo de militantes históricos, llamaba la atención
la existencia de un porcentaje realmente escaso de mujeres que pudieran exponer su experiencia o
aportación a la lucha sindical y política en la República, la Guerra Civil o el Franquismo, tanto en el
interior como en el exterior. Lógicamente, el porcentaje se incrementa en el período correspondiente a
la Transición política, pero sin alcanzar, desde luego, los niveles de participación masculinos. Éste era,
unido al paso del tiempo, uno de los escollos fundamentales para lograr reunir una muestra válida que
reflejara la participación real que las mujeres tuvieron en cuestiones como la lucha sindical, la defensa
de las libertades en las épocas de la República o la Guerra, o su participación en la lucha clandestina
contra el franquismo.
Hasta el momento hemos podido establecer contacto con cuarenta y cuatro mujeres implicadas
en algún momento de su vida en la lucha sindical socialista. Aunque existen componentes de toda
índole que pueden distorsionar la representatividad de estas cifras – la muestra no posee un concepto
estadístico-, es necesario considerar que el tardío acceso de la mujer al mundo del trabajo complicó
sobremanera la incorporación de las féminas a la lucha sindical. El corto período de tiempo que ocupó
la II República, tiempo en el que se avanzó en proporciones geométricas respecto a aspectos de
igualdad entre sexos, no permitió un desarrollo suficiente de la implicación laboral y sindical de la
mujer. Sin embargo, la recopilación de información oral referida a mujer y República, a pesar de la
escasez de informantes, ha aportado una herramienta fundamental para reconstruir aspectos que no han
podido ser tratados mediante el acceso a otro tipo de fuentes. La historia oral es un magnífico
instrumento para la recuperación de la memoria histórica. En primer lugar, porque brinda la
oportunidad de estudiar cuestiones específicamente relacionadas con la memoria que no se pueden
abordar desde otro tipo de fuentes, como la historia de lo cotidiano, la reconstrucción de ambientes y
estilos de vida, los idearios o sistemas de valores, las creencias, los matices en las ideologías individuales.
La historia oral, además, aplicada a las mujeres que no tuvieron la ocasión de ser personajes principales
desde el punto de vista de la historiografía tradicional, aporta nuevas perspectivas porque permite
abordar una visión “desde abajo”, hacer una historia que no tiene que ver con la historia del poder. En
el caso de la reconstrucción de la memoria de las mujeres republicanas, la aportación de la historia oral
es aún mayor, ya que nos permite a los historiadores reactualizar el pasado desde el presente, es decir,
contemplar una nueva visión de las mujeres republicanas desde nuestra perspectiva actual. El
testimonio oral posee un doble eje temporal: no es una fuente construida en el pasado y conservada
como tal, se elabora en tiempo presente y tiene como límite la memoria viva2.
Si tenemos en cuenta la consideración del antropólogo Franz Boas –salvando todos los peligros
del hermanamiento entre la antropología y la historia3-, que considera que la investigación sobre el
terreno, la historia oral, es la que más puede acercarnos al conocimiento de lo que realmente es una
sociedad en el día a día, no lo que transmite la verdad oficial4, podemos valorar la importancia que
puede tener la historia oral a la hora de recuperar el papel de la mujer, como sujeto activo no visible en
primera plana, en el proceso de construcción, realización y defensa de nuestra II República.
Mujeres y testimonios: la herencia de la República
Una aproximación al Archivo oral del sindicalismo socialista nos permite disponer de una fuente
histórica de primera mano obtenida con un carácter creativo y cooperativo, a la vez5. En este sentido, el
equipo de investigadores que integran el proyecto ha trabajado en la recuperación de una realidad
histórica reinterpretada con la visión acumulativa del presente, con distintas visiones personales,
coordinadas para cubrir una serie de aspectos del desarrollo histórico y del ideario de los protagonistas
sindicales y políticos.
Por lo que respecta a la información relativa a mujeres próximas al sindicalismo socialista que
han vivido la República, hemos tenido la oportunidad de atender a una serie de cuestiones que nos han
permitido obtener una visión global de su historia. Mayoritariamente, hemos contado con las
2
ALTED VIGIL, Alicia y SÁNCHEZ BELÉN, J., Las fuentes: los testimonios orales. En AA.VV., Métodos y técnicas de investigación histórica,
Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2005, pp. 173-200.
3 La historia oral utiliza métodos y técnicas que son característicos de otras disciplinas sociales. La multiplicidad de técnicas no
estrictamente históricas puede enriquecer el resultado de la investigación, pero también constituye uno de los mayores riesgos ya que su
utilización no controlada puede llevar a fines distintos de los perseguidos.
4
ALTED VIGIL, Alicia y SÁNCHEZ BELÉN, J., Op. Cit.
5 THOMPSON, Paul, La voz del pasado. Historia oral. Valencia, Edicions Alfons el Magnanim, 1988, p. 14.
declaraciones de unas mujeres que tomaban el relevo de la tradición socialista o izquierdista,
generalmente heredada de sus padres. La transmisión de padres a hijas de la conciencia social y política
es una constante que hemos tratado de resaltar como un aspecto central en la ideología de las mujeres
de la República. Entre los múltiples ejemplos, hemos rescatado el de Belarmina Fernández Orviz, una
líder sindical de la Transición, que expone la vinculación de su padre con la militancia socialista desde
tiempos de la República:
“Mi padre participó en la revolución de 1934 pero no fue represaliado. También participó en la campaña para el
triunfo del Frente Popular. Era muy joven pero ya le catalogaban como un líder. Entre cárcel y destierro estuvo
nueve años fuera de casa. Y cuando volvió al pueblo no se quedó quieto. Desde la cárcel empezaron la
reconstrucción [del Partido y de la UGT].
(…) Yo conocí a mi padre en la cárcel de Astorga. Marchamos evacuadas mi madre y yo cuando yo tenía un año
y medio. Estuvimos en Cataluña hasta que terminó la guerra. Cuando acabó la guerra, volvimos. Yo tenía cuatro años
y medio y mi padre ya estaba en la cárcel. Primero fue a Oviedo, lo juzgaron y fue a un penal en Burgos y luego a
Astorga. Allí le conocí yo”6.
Las mujeres del Archivo oral del sindicalismo socialista heredan, además, un apego permanente a la
veneración de las manifestaciones culturales, que puede identificarse como una seña de identidad de las
corrientes ideológicas de izquierda. En los medios obreros, las mutualidades obreras y las casas del
pueblo socialistas han jugado un papel primordial, permanentemente presente en los testimonios
recogidos, en la formación cultural e ideológica de las mujeres de la Segunda República. Nos ha
interesado especialmente rescatar la imagen de aquellos centros de formación integral en los que las
mujeres tuvieron la oportunidad, que en la mayoría de los casos no le brindaban las instituciones
educativas al uso, de acceder al mundo de la educación y la cultura. Muchas casas del pueblo contaban
con escuelas de niños, que se convertían en escuelas de adultos durante la noche7. Las bibliotecas de la
Casa del Pueblo, sus clases para las hijas de los obreros, la formación ideológica en las charlas y
conferencias, sus clases y representaciones teatrales, el acercamiento al mundo de la música en todas sus
Entrevista realizada a Belarmina Fernández Orviz, por Manuela Aroca Mohedano, en Oviedo, el 27 de abril de 2007 para el proyecto
Archivo oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
7
Alcira, Callosa del Segura, Villena, Bailén, Béjar, Carabanchel Bajo y Chamartín de la Rosa tenían escuelas para niños, que en algunos
casos superaban los 200 alumnos. ARBELOA, Víctor Manuel, Las Casas del Pueblo, Madrid, Editorial Mañana, 1977, p. 32.
6
vertientes, la cultura organizativa que llevó a muchas mujeres a realizar en las casas del pueblo los
primeros trabajos administrativos o contables, en definitiva, todos los ámbitos que abarcaban son
analizados por nuestras protagonistas: las casas del pueblo son recordadas como un lugar en el que se
aupaba a la máxima categoría la conciencia de clase, el diálogo y la nivelación de las desigualdades entre
sexos a través de la cultura. Teresa Sanz Yáñez, militante de la UGT desde el año 1934, cuenta así su
experiencia en la Casa del Pueblo de Tetuán:
“Aquello era hermoso. Nosotros teníamos asiduamente lo que llamábamos “charlas de controversia”. Se tocaban
todos los temas: preguntas y respuestas. Era como los coloquios que se hacen ahora. Además teníamos el grupo de teatro.
(…).
Yo tenía a mi cargo recitar las poesías de Seisdedos principalmente. Me dijo un día Prieto: “Bandida, que me has
hecho llorar”. Era cuando se daban aquellas conferencias tan estupendas, con Margarita Nelken y todo esto, y yo tenía unas
poesías que eran mías, digamos (…). Íbamos a pasar el tiempo, pero siempre con un fin cultural. Siempre, por encima de
todo, la cultura, las bibliotecas…”8
Las mujeres presentes en nuestro proyecto han valorado, desde distintos puntos de vista, el
significado de la llegada de la República en la obtención de la dignidad femenina: desde las posibilidades
que se abrían en el mundo laboral e intelectual hasta las sutiles diferencias que provocaron un proceso
de “reubicación” de la mujer en el mundo familiar, tanto en la familia paterna como en la propia,
pasando, sin duda, por los grandes hitos históricos como el reconocimiento del derecho del sufragio o
la Ley de Divorcio. En suma, hay una multiplicidad de informaciones que valoran, a través de su propia
experiencia personal y colectiva, qué significaron aquellos grandes avances en el terreno de la igualdad
de sexos y en la conciencia de la mujer como sujeto activo de la sociedad:
“Inmediatamente se fue al voto femenino y al divorcio, y se consiguió el divorcio. Una de las primeras parejas que se
divorciaron fueron mis padres.
(…) La mujer no tenía sensación de ser un personaje en el mundo, en la sociedad. La mujer era simplemente una
excrecencia del varón, ya sea padre, marido, hermano. Sin el aval de ellos, la mujer no podía hacer nada, no tenía
personalidad jurídica, ni personalidad social. (…) Pero lo verdaderamente dramático es que la mujer no comprendía
otra manera de ser: no era su posición asignada por los hombres, lo dramático era su propia convicción de que no era
8
Entrevista realizada a Teresa Sanz Yáñez, por Juan Carlos Collado Jiménez, en Madrid, el 19 de junio de 2007, para el proyecto Archivo
oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
nadie. Sacar a esa mujer de la sensación de que no era más que una prolongación de algo, pero nada independiente,
darle sentido, fue una labor tremenda”.9
En el Archivo oral de la Fundación Francisco Largo Caballero hemos pretendido pulsar las
opiniones y recabar las experiencias de la mujer en territorios como el camino hacia la creación de una
sociedad laica y la repercusión que esas circunstancias tuvieron en su desarrollo vital. Algunas de ellas
han sido testigos de primera mano del enfrentamiento que se produjo en los primeros tiempos de la
República por la llamada “cuestión religiosa” y su aportación, desde el punto de vista femenino, un
sector esencialmente sensible a la religiosidad, resulta extremadamente interesante.
El acceso al mundo del trabajo y la educación, el proceso de vinculación con partidos políticos y
sindicatos, la participación, por motivos de edad, en la Juventudes Socialistas, el trabajo en las
organizaciones obreras o la implicación en procesos revolucionarios cubren algunos tramos esenciales
de la investigación con mujeres republicanas, siempre desde la perspectiva de la radical transformación
que, también en estos ámbitos, se produjo con el advenimiento de la República. Globalmente, es
posible afirmar que mayoritariamente estas supervivientes del primer gran periodo interpretan que
aquel tiempo como el momento en que se convirtió en cercana la posibilidad de un cambio real en la
sociedad española, que afectaba directamente a la posición de la mujer en ese conglomerado social.
La recogida de declaraciones analiza, desde todas las opciones posibles, las circunstancias de la
participación femenina en la defensa de la República. La participación femenina en la Guerra Civil
española llegó a todos los puntos de la movilización: desde la toma de los fusiles y los cercos a los
cuarteles hasta la ayuda administrativa, pasando por otras fórmulas como el abastecimiento de los
ejércitos, la educación, los cuidados sanitarios, el trabajo en organismos gubernamentales, el apoyo
personal y familiar etc. En nuestras entrevistas, hemos recogido las tipologías de participación femenina
en el conflicto bélico, al mismo tiempo que hemos procurado pulsar aspectos de la desarticulación vital
femenina que se produce en torno a la guerra con el abandono de trabajos y los constantes
desplazamientos internos, en ocasiones motivados por la propia responsabilidad en el desarrollo de la
9
Entrevista realizada a Alejandra Soler Gilabert, por Manuela Aroca Mohedano, el 16 de junio de 2008 en Valencia, para el proyecto
Archivo oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
guerra. En otros casos, como el de Antonia Gárate, la desarticulación familiar se produjo por el
fallecimiento del padre.
“[Mi padre] se fue y ya no volvió. Y a mi madre le trajeron tres o cuatro recuerdos: el reloj, la insignia de cinco
puntas del Partido Comunista que llevaba aquí en la solapa, dos o tres cosas para que viera que su marido realmente había
muerto. Mi madre cobró pensión de viuda, a pesar de que no estaba casada. En aquel momento en el año 35 eran muy
libres. (…)Cobró la pensión de viuda dos meses, hasta el 19 de junio que cae Bilbao. Y cuando entraron las tropas
nacionales, se acabó: mi madre ya no era viuda, claro, se quedó soltera otra vez. Y además tuvo que huir de Bilbao, tuvo que
huir por la amenaza de los vecinos. Los nacionales al entrar buscaban a determinados dirigentes, y buscaban a mi padre. (…)
Y tuvo que salir ella, me dejó con familiares y se fue al único sitio que había trabajo, a zona nacional, a Zaragoza. El sitio
más cercano.
(…)Yo he pasado necesidad, pero la que ha pasado hambre pura y dura es mi madre. Yo era hija única y aquella
mujer lo que tenía, me lo daba a mí. Pasé evidentemente hambre, muchas enfermedades, pero otros niños de mi edad
morían, o sea, que por mucho que yo haya pasado, pues son, como dicen por ahí, “puñetas”. He pasado enfermedades,
muchas, pero eso no era nada porque había una mortandad infantil altísima. Entonces mi madre se casó y se casó con un
socialista...”10
El archivo recoge también las experiencias femeninas relativas a las estrategias de las mujeres
republicanas vinculadas al pensamiento sindical socialista en los duros momentos de la clandestinidad o
el exilio. Se ha procurado incluir testimonios de las mujeres que afrontaron, dentro del país, la llegada
del franquismo, recogiendo lo que supuso en la restricción de derechos y libertades que afectaban a su
propia condición femenina. Por supuesto, hemos recabado la implicación de estas mujeres en su trabajo
sindical y político, cubriendo los sectores laborales más desarrollados sindicalmente, pero también los
menos comprometidos, valorando la relación con otras fuerzas políticas, y las acciones destacadas
dentro de la clandestinidad. En este aspecto, el papel de la mujer se mueve menos en el terreno de lo
público, pero hay ejemplos destacados de mujeres fuertemente implicadas en la clandestinidad durante
el franquismo:
“Empezamos a reorganizar el Partido y la UGT en Oviedo, porque en Oviedo había habido una caída unos años
antes y estaba prácticamente desmantelado el Partido. Era un partido muy importante o estaba muy activo en las
cuencas mineras. Yo siempre digo que todo empezaba y todo terminaba en las cuencas -era la mayor parte de la gentey en Gijón, porque en Gijón en ese momento había gente que se había trasladado desde las cuencas, aunque
tradicionalmente Gijón había sido una zona anarquista, no de tradición socialista. Pero bueno, había ya un núcleo muy
importante especialmente con Marcelo García Suárez y su mujer Encarna. En aquel momento distribuíamos El Socialista
10
Entrevista realizada a Antonia Gárate Fernández, por Juan Carlos Collado Jiménez, el 4 de abril de 2008 en Madrid, para el proyecto
Archivo oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
y El Adelante, que era el órgano de la Unión General de Trabajadores, junto con Marcelo y con Encarna. También era
labor de la militancia, a veces, redactar los pasquines, distribuirlos, y si se hacían reuniones, se trataba de aumentar la
afiliación y al mismo tiempo que se repartían los dos periódicos a gente que sabíamos que podían ser, que eran
simpatizantes, que podía estar interesados, bueno, pues había que hablar con ellos, informarles, comentar y aumentar la
afiliación”11.
El periodo del exilio es un buen ámbito para analizar aspectos de toda índole relacionadas con
las consecuencias de la represión: el paso por los campos de concentración, la adaptación a los países de
acogida, los problemas con el idioma, la recepción por parte de la sociedad de esos países, la
incorporación en mercados de trabajo con características muy diferenciadas, el trabajo en el
sindicalismo real en los sindicatos extranjeros y el trabajo en la UGT del exilio, la absorción de posturas
más avanzadas en cuestiones de igualdad entre sexos, las estrategias de unión entre los españoles en el
exilio, la participación en las organizaciones de exiliados. Todo ello culmina, en una buena parte de los
casos, en el retorno a España, incluso entre los hijos de los exiliados, nacidos en los países de acogida.
A veces, antes de la muerte del dictador, y en otras ocasiones, tras los primeros pasos emprendidos para
la llegada de la democracia.
“- Yo ya en el 62 o en el 63, ya tenía decidido que quería volver a España.
- ¿Por qué? ¿Quería volver por algún motivo en especial? Porque usted nació allí [en México].
- Sí, ya, pero eso es el mundo del exilio, el convivir en un ambiente en el que se está hablando siempre del retorno, en
los centros de enseñanza también, donde te describían además una España..., ¡una España idealizada!, pues hacía que,
en mi caso fuera conflictivo: yo creo que todos los hijos de exiliados, al menos los que estuvimos en los colegios,
vivimos una situación de conflicto de identidad”12.
La mayoría de las mujeres que tuvieron relevancia sindical y política en el periodo de la
Transición no pertenecen, por los evidentes motivos de edad, a ese escaso número de mujeres
supervivientes que eran adultas durante el tiempo de la República. Sin embargo, representan la herencia,
transmitida a veces de padres a hijos y en otras ocasiones, en la transmisión global del ideario socialista
que pervivió atravesando los difíciles momentos del exilio y la clandestinidad, de una corriente política y
11
Entrevista realizada a Ludivina García Arias, por Sara Fernández Míguelez, el 24 de marzo de 2007 en Madrid, para el proyecto Archivo
oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
12 Entrevista realizada a Ludivina García Arias, por Sara Fernández Míguelez, el 24 de marzo de 2007 en Madrid, para el proyecto Archivo
oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
sindical que vivió un momento de esplendor en la Segunda República. Las líderes sindicales de la
clandestinidad que hemos entrevistado beben de las fuentes del trabajo realizado por sus antecesoras en
la Segunda República y tienen la conciencia palpable de representar un movimiento obrero con una
tradición histórica incuestionable. Su trabajo sindical, por primera vez centrado en temas
específicamente femeninos, con la creación del Departamento de la Mujer y su desarrollo en las
federaciones de industria y uniones territoriales, ha sido también recogido en la información recabada.
Carmen Muriana colaboró en la creación del Departamento de la Mujer de UGT y fue, después de
Matilde Fernández, la segunda mujer al frente de esa responsabilidad:
“Entonces me dicen: “La mujer trabajadora tiene que desempeñar aquí [en UGT] un papel”. Ya ese 8 de marzo
nosotras en Standard, las compañeras de Comisiones Obreras, Teresa Nevado y yo ya organizamos asambleas solamente
para hablar del 8 de marzo, en la sección sindical, (…) Yo conecté con el mundo feminista en ese momento, pero no me
impliqué como sindicalista, imbricando el feminismo y el sindicalismo, hasta que conocí a Matilde Fernández. José Luis
Corcuera y Antonio Puerta, que eran secretario general y secretario de organización de la estatal del metal, me dijeron:
“Muriana, tienes que venir, porque hay que entrar a trabajar en ese terreno...” Y me presentaron a Matilde.
(…) La UGT en aquellos momentos era la única organización sindical que estaba afiliada europea e
internacionalmente, era la única. Entonces claro, le venían los referentes de las políticas sindicales que se hacían en los países
nórdicos, impresionantes, y en el centro de Europa, a través de la IG Metall de Alemania, y claro, teníamos que estar a la
altura: aquí no solamente están los sindicatos del metal, de la construcción, del comercio y del transporte, hay también otros
movimientos dentro del sindicalismo y esos movimientos hay que potenciarlos. Entonces decidieron crear el Departamento
de la Mujer”13
Con la intención de ilustrar la tipología de recorridos vitales que estamos tratando de reunir en
el Archivo oral del sindicalismo socialista, podemos tomar como muestra una breve biografía de dos mujeres
que vivieron la República desde posiciones radicalmente distintas: Teresa Sanz Yáñez y Alejandra Soler
Gilabert, que vivieron en su juventud los tiempos de la República y han prestado su colaboración para
este ambicioso proyecto de recuperación de la memoria histórica.
13
Entrevista realizada a Carmen Muriana Ramírez por Manuela Aroca Mohedano, el 6 de mayo de 2008 en Madrid, para el proyecto
Archivo oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
Teresa Sanz Yáñez:
la explosión de la República en los medios obreros14
Teresa Sanz Yáñez fue una militante histórica de UGT, fallecida el pasado mes de mayo, a la que
queremos rendir homenaje, y a quien tuvo la suerte de entrevistar el historiador de la Fundación
Francisco Largo Caballero, Juan Carlos Collado, unos meses antes de su fallecimiento.
Teresa nació en Madrid, en 1918, hija de un militante socialista. Como en muchos otros casos, la
tradición familiar socialista pesó desde el primer momento en la formación de Teresa. Nacido en
Peñafiel, el padre de Teresa se trasladó a Madrid en su primera juventud, imbuido ya de la ideología
socialista, donde empezó a trabajar como “chico de taberna”. En la capital conoció a la madre de
Teresa, con la que tuvo ocho hijos. Algunos problemas de salud del padre, llevaron a la familia a
trasladarse a Ponferrada, de donde era originaria la madre. Y ése fue un buen lugar para el desarrollo de
la ideología paterna que después heredaría Teresa. Allí, su padre desempeñaba trabajos como
representante de máquinas de coser, regentaba una biblioteca en la estación y trabajaba como camarero
en la Mutualidad Obrera, sin desatender, por supuesto, sus tareas como socialista en los ámbitos
sindical y político.
Uno de los primeros recuerdos de Teresa es su participación en una colecta, cuando apenas
contaba ocho años, para recaudar fondos que permitieran a una comisión de trabajadores de
Ponferrada asistir al entierro de Pablo Iglesias.
“Cuando murió Pablo Iglesias, yo hice la colecta para que vinieran al entierro y hubo gente que me dio ¡un duro! en
aquellos tiempos. (…) Con siete años yo iba: “Don fulano, don mengano, se ha muerto un señor muy bueno. ¿Me da
usted algo que quieren ir al entierro y no tienen dinero?” Pero mi padre era de una honradez extrema (…) y bastó que
hubiera sido yo la que había recogido el dinero, para que él se sacrificara y no viniera al entierro”.15
14
Esta biografía de Teresa Sanz Yáñez está basada en la entrevista realizada por Juan Carlos Collado Jiménez, el 19 de junio de 2007 en
Madrid, para el proyecto Archivo oral del sindicalismo socialista, y en algunos documentos cedidos por la entrevistada pendientes de catalogar.
15
Entrevista realizada a Teresa Sanz Yáñez, por Juan Carlos Collado Jiménez, en Madrid, el 19 de junio de 2007, para el proyecto Archivo
oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
En el año 1926, la familia volvió a Madrid y el padre comenzó a ocuparse de la profesión de
carbonero, a la que dedicaría toda su vida. En esa profesión, conocería al núcleo más importante del
socialismo madrileño e iniciaría su trabajo sindical en el Sindicato de Carboneros de la UGT, donde
trabajó en la Comisión de Cuentas.
Con la vuelta, comenzó uno de los contactos más fructíferos entre Teresa y su padre con la
cultura, a través de la relación con la Casa del Pueblo en Tetuán. El padre de Teresa colaboraba en el
funcionamiento administrativo y ella aprendió a convivir con la cultura entre las paredes de aquel
edificio.
Sus primeras letras las aprendió en la Casa del Pueblo, con profesores socialistas como Manuel
Horcajada que llegó a ser alcalde socialista de Chamartín16. Allí se impartía una educación de alto nivel,
laica y mixta, con desarrollo en todos los terrenos del concepto más amplio de cultura: hacía teatro,
asistía a los coros, tenían tertulias, bailes, bibliotecas, leían periódicos, y tomaban una formación
ideológica basada en la conciencia de clase, pero también en el análisis crítico de los autores marxistas y
socialistas.
Al instalarse en Madrid, su padre se hizo con la propiedad de una carbonería, en la Dehesa de la
Villa, cerca del domicilio de Francisco Largo Caballero, por la que pasaban todos los implicados en las
movilizaciones obreras. En los momentos de esplendor político era lugar de reunión abierta y en los
periodos críticos, como el bienio radical-cedista, tras la represión posterior a la insurrección de 1934,
servía para intercambiar información clandestina e incluso sirvió como “campamento base” para la
organización de un sistema de vigilancia y defensa de Largo Caballero que estaba amenazado, sistema
que se organizó sin el conocimiento del propio Largo.
“Nos fuimos a la Dehesa de la Villa y allí le pusieron la carbonería. Intervino Santiago Carrillo porque en las
carbonerías había una labor bastante buena que hacer. Venían los vagones de carbón y había que preparar la guerra, es
decir, la respuesta, porque la guerra no la hacíamos nosotros, nos la hacían. En casa, entre el carbón iba todo”17.
16
La Casa del Pueblo de Chamartín de la Rosa, en la que estudió Teresa, llegó a tener 220 niños y niñas como alumnos de enseñanza
primaria. ARBELOA,Víctor Manuel, Las Casas del Pueblo…., pp. 32-33.
17
Entrevista realizada a Teresa Sanz Yáñez, por Juan Carlos Collado Jiménez, en Madrid, el 19 de junio de 2007, para el proyecto Archivo
oral del sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
Teresa continuaba su formación oficial, al tiempo que aprendía en esa especie de “escuela
socialista” en la que vivía, entre la casa de su padre, la carbonería y la Casa del Pueblo, cursando
estudios administrativos y de idiomas. Cuando se proclamó la República tan sólo tenía trece años, pero
se sintió inmediatamente identificada con el nuevo ambiente que creó la democratización de la sociedad
española. Pronto comenzó a frecuentar las manifestaciones reivindicativas, turnándose con sus padres
para atender la carbonería y a sus siete hermanos menores, muy apoyada por su padre que ponía gran
interés en que Teresa tuviera una formación cultural general y una buena formación política.
En 1933, Teresa, con 15 años, comenzó a trabajar en una cooperativa socialista que construía
casas baratas, bajo el nombre de Pablo Iglesias. Allí mantenía contactos laborales y políticos con
personajes como Francisco Azorín que era diputado y trabajaba en la sección técnica con ella. Teresa se
ocupaba de los presupuestos con los delineantes. Ese mismo año, 1933, comenzó a militar en la
Juventudes Socialistas. Teresa se implicó decididamente en el proceso que inició Santiago Carrillo al ser
nombrado secretario general de las Juventudes, en 1934, de acercamiento a las Juventudes Comunistas.
Sin embargo, Teresa se sintió defraudada por la actuación de Santiago Carrillo, a quien no consideró
leal con los postulados socialistas. Cuando se completó la fusión, en 1936, Teresa había atravesado
momentos de gran conflicto ideológico en los que solicitó ayuda a Francisco Largo Caballero. A pesar
de que se ha especulado con la posibilidad de que Largo Caballero considerara durante un período de
tiempo a Santiago Carrillo como su sucesor, Teresa confiesa que ante la dificultad en los acuerdos,
Largo Caballero la nombró garante del proceso, atribuyéndole la responsabilidad de que el resto de las
partes cumplieran los acuerdos empeñados en el proceso de fusión entre las Juventudes de las ramas
socialista y comunista. Teresa se sintió traicionada, pero no renunció a su trabajo en las Juventudes,
donde continuó con apoyo de su padre que valoraba mucho su tarea en las negociaciones.
“Yo estuve en la unificación de las Juventudes, trabajando con Carrillo directamente. Y yo detecté enseguida que
Carrillo nos traicionaba. Entonces llamé a Caballero por teléfono, -a su casa de la Dehesa- y le dije lo que pasaba. Y
entonces Caballero me dijo: “Tú, como joven socialista, y habiendo estado en todo el proceso de la unificación, sabes
muy bien cuál es tu misión: defender los acuerdos que hicisteis hasta el final””18.
Durante los primeros años de la República, su relación con la Casa del Pueblo fue realmente
fructífera. Aunque era una entidad socialista, para participar en la ella no era necesario estar afiliado al
PSOE ni a la UGT. Teresa se ocupaba de cuestiones de organización y, el que después sería su marido,
de la biblioteca, donde se custodiaban más de 1000 volúmenes. Iban a diario y sostenían lo que ellos
llamaban “charlas de controversia”, donde se tocaban todos los temas de debate. Tenían un grupo de
teatro en el que se efectuaban representaciones diarias. Teresa se ocupaba de dramatizar algunas poesías
que tenía asignadas. A las representaciones solían asistir Margarita Nelken e Indalecio Prieto. Había
coros socialistas, como el que dirigía el profesor Lafauce. Tenían también un grupo excursionista que se
denominaba Cultura y fraternidad y una rondalla que dirigía Isidro Vela. Allí Teresa tuvo contactos con
María de Pedro, una de las primeras mujeres que trabajó en la UGT.
En el año 34 cerraron la Casa del Pueblo de Tetuán como consecuencia de la Revolución de
Asturias. Las reuniones de Juventudes, de la ejecutiva, pasaron a hacerse en su casa. También allí
elaboraban la propaganda. Tuvo varios ofrecimientos del PCE, entre ellos de la Pasionaria que
insistentemente le ofrecía “pasarse” al Partido Comunista.
Durante 1934, vivió una situación social realmente muy complicada. Asistió muy de cerca el
asesinato de Juanita Rico, en aquellos años en que resultaba complicado mantener una actividad
militante de izquierdas. Recuerda que salían a vender el periódico Renovación protegidos por otros
compañeros.
El alzamiento militar del 18 de julio de 1936 no sorprendió a Teresa ni a sus compañeros
socialistas. Desde hacía meses, hacían prácticas de tiro con fusil en Tetuán donde tenían preparado un
espacio destinado para ello. Cuando finalmente estalló el conflicto, su primera participación activa se
dio en el Cuartel de la Montaña.
“Nosotros teníamos un servicio de vigilancia esperando el golpe y mi puesto estaba frente al Cuartel de la
Remonta. Allí dormíamos por la noche. Claro, el día éste nos llevaron en tranvías a Cuatro Caminos. Allí las mujeres
18
Ídem.
nos dieron leche y nos fuimos al cuartel, a Ferraz y al Paseo de Rosales. A nosotros nos destinaron en la primera casa
de Ferraz. (…) Me pareció muy peligroso y me encargué de la vigilancia. Nosotros habíamos tenido ya toda clase de
prácticas de fusil. (…) Como se esperaba el golpe, durante todo el invierno teníamos en Tetuán los sacos terreros y allí
teníamos las prácticas de fusil, pero a mí no me iba eso.”19
En los primeros días de la guerra, participó en el movimiento miliciano de apoyo a la República
alistándose en el Batallón Condés de las Juventudes Socialistas, que tenía su sede en Navacerrada. Sin
embargo, Teresa nunca empuñaría las armas. Sus tareas se limitaban a cuestiones organizativas que
generalmente solucionaba desde la sede del Batallón en el colegio de los Salesianos de Madrid. Cuando
se produjo la militarización de las milicias, Teresa abandonó todos sus quehaceres para el ejército.
Movilizada con el Gobierno que salió de Madrid, estuvo una breve temporada en Valencia hasta
que fue destinada para trabajar en el sindicato de viajantes de la UGT, y finalmente a la Jefatura de
Transporte de Cataluña con Teodomiro Menéndez. Allí entró en contacto con la persona que más
contacto político y profesional tuvo a lo largo de su vida: Manuel Muiño que sería vicesecretario y
secretario general adjunto de la UGT en el exilio durante un largo periodo de tiempo.
Manuel Muiño se ocupaba en ese momento de la jefatura de transportes en el Gobierno con
sede en Cataluña y convirtió a Teresa en su ayudante. Ocupaba ese puesto cuando cayó Barcelona en
manos del ejército franquista, por lo que tuvo que organizar su salida con Manuel Muiño y otros
compañeros de la UGT:
“Había polvorines, digamos, por toda la costa de Barcelona. Yo iba con Muiño porque los íbamos destruyendo: tan
pronto como pasábamos nosotros, se volaban puentes, se volaban carreteras, para que nos diera tiempo a llegar. Por
ejemplo, en Port de la Selva. (…) Nosotros fuimos sacando el último material que pasó [a España], que nos lo pasaron
a destiempo, devolviéndolo para que no hubiera que pagarlo, para que no nos endeudara más”.20
Tras un primer paso por Montauban, la delegación se asentó en París. Poco después, con la
creación del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), Teresa se incorporó a trabajar
en ese organismo, encargado principalmente de organizar la salida de los exiliados españoles a México.
19
20
Ídem.
Ídem.
La conexión del SERE con la Legación de México en París hizo que Teresa terminara siendo la
secretaria del ministro de la Legación, Luis I. Rodríguez, uno de los personajes más emblemáticos y
controvertidos en la convulsa Francia semiocupada por los nazis. Con la Legación mexicana tuvo
ocasión de asistir al presidente de la República, Manuel Azaña, en su lecho de muerte. Custodiado por
la representación de las autoridades mexicanas, bajo pabellón mexicano en el Hotel du Midi, Azaña
falleció bajo la protección de un equipo de compatriotas y mexicanos, entre los que se encontraba
Teresa Sanz: “Yo iba todas las tardes, después de salir del trabajo, íbamos mi hermana y yo al Hotel Midi, que es
donde estaba Azaña”.21
Después de una serie de trabajos de supervivencia, Teresa empezó a valorar la posibilidad de
volver a España para ayudar a su madre a superar la difícil situación en la que se encontraba. En
España, consiguió eludir los procesos de control necesarios para el retorno e incorporarse al trabajo
activo en la clandestinidad socialista. Desde su llegada en 1942, mantuvo relaciones con los antiguos
compañeros de las Juventudes Socialistas y con miembros históricos de UGT. Incluso tuvo la
oportunidad de volver puntualmente a Toulouse, donde se encontraba la ejecutiva socialista, para
efectuar algunas gestiones como la recepción de informes verbales y otras tareas propias de la
clandestinidad.
Teresa Sanz no consiguió adscribirse a ningún trabajo fijo. Tuvo que emplearse en coser en su
domicilio, y con la llegada de la democracia y la legalización de los sindicatos, se implicó directamente
en la consecución de la afiliación de numerosos compañeros de su marido en el Sindicato de la
Alimentación de la UGT. Y más tarde, hasta el final de su vida, colaboró activamente en el sindicato de
Jubilados, dejando en él la impronta de una mujer que había quedado, para siempre, marcada por la
experiencia de la Segunda República:
“El paso de Largo Caballero por el Ministerio de Trabajo se notó mucho: en las inspecciones de trabajo, en todas
las disposiciones. Yo he sido muy, muy, muy caballerista. (…) [La llegada de la República] significó un cambio radical
21
Ídem.
en todo. Yo, personalmente, hubiera ido más deprisa. Yo era más radical, pero era la juventud, claro. Hoy reconozco
que aquello estuvo muy bien y que significó el cambio de España”.22
Alejandra Soler, una universitaria de la República
La vida de Alejandra Soler es radicalmente distinta. Su vinculación política y sindical no arranca,
como en el caso de Teresa Sanz, de presupuestos ideológicos vinculados a la conciencia de clase.
Alejandra llegó a la militancia en el Partido Comunista, después de un período de reflexión
esencialmente intelectual y de un último empuje de índole sentimental, tras la represión de la
Revolución de 1934. Sin embargo, en los antecedentes familiares de Alejandra confluían dos mundos
diferentes: su padre era un obrero con una cierta formación intelectual e ideológica, y su madre, una
heredera terrateniente, educada en la ortodoxia destinada a las hijas de la burguesía española. Sin
problemas económicos, pero receptora de una tradición ideológica paterna de corte republicano, muy
concienciado en el espíritu ideológico y cultural de las Casas del Pueblo, Alejandra utilizó su privilegiada
educación para convertirla en un arma en contra de las injusticias sociales y, por ese motivo, desde muy
joven asumió la más radical de las militancias políticas.
Joven, hija de terratenientes y estudiante, era una miembro potencial de la FUE (Federación
Universitaria Escolar) que, en aquellos tiempos, despegaba en Valencia bajo el impulso de Antonio
María Sbert tras su destierro en Palma de Mallorca. Y fue la FUE la primera asociación que modeló las
ideas de Alejandra en sus tiempos de estudiante de Bachillerato. Sus declaraciones sobre su
participación en la FUE valenciana recrean el ambiente que se respiraba en las actividades que
organizaba una de las entidades más pujantes en la renovación ideológica y cultural de una clase
ilustrada que se preparaba para los nuevos tiempos.
22
Ídem
“Nos parecía muy mal la enseñanza del Plan Callejo23. (…) Estábamos al tanto de los planes de estudio y eso que
sólo teníamos 15 y 16 años. Buscábamos una enseñanza que no fuera clasista, una enseñanza que diera posibilidad a que
alcanzara el grado superior de la enseñanza todo aquel que tuviera tres dedos de materia gris y no precisamente los
bolsillos llenos24”
Varios de los miembros de la FUE de Valencia terminaron militando en el Partido Comunista, como el
que sería el marido de Alejandra, Arnaldo Azzati, hijo del director del diario Pueblo, también diputado a
Cortes por Valencia durante varias legislaturas, y la misma Alejandra. La FUE, que se declaraba
apolítica, fue el semillero ideológico que nutrió de clases educadas a los partidos de izquierda. En
tiempos de la República, la dimensión de la FUE cubría grandes ámbitos de la vida cultural e ideológica
estudiantil valenciana:
“Teníamos gente muy deportista. (…) Y ya muy influenciados por La Barraca de Lorca y de Alberti, creamos aquí
en Valencia El Búho, un teatro que iba por los pueblos igual que La Barraca a hacer representaciones teatrales. También
publicamos un periódico, El Búho vivo, y teníamos una Universidad Popular. (…) En las primeras épocas, las mujeres
que asistían eran muy pocas, pero en tiempos de la República acudían a la Universidad Popular muchísimas mujeres”25
En 1932, aún estudiante de Bachillerato, recién incorporada a un nuevo espacio de libertad que
permitió a sus padres, separados de hecho durante muchos años, divorciarse finalmente y convertirse
en una de las primeras parejas españolas en acogerse a la ley del Divorcio, Alejandra se afilió a la UGT,
en la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE). En la FETE, Alejandra creó,
junto a otros compañeros, una sección específica para los institutos de enseñanza secundaria en
Valencia.
Antes del estallido de la Guerra Civil, Alejandra Soler había conseguido licenciarse en Filosofía y Letras
como especialista en Historia, cursando dos años académicos en un solo curso. Para entonces tenía una
larga trayectoria como militante de la FUE, de la UGT y, aunque más breve, no menos intensa, en el
23
La puesta en marcha del Plan Callejo, en 1928, suscitó una solicitud por parte de los dirigentes de la FUE (Francisco Giral, Antonio Mª
Sbert, Eduardo Carlos Gilabert y Arturo Soria) que finalizó con la detención de Antonio Mª Sbert que quedaba excluido de poder figurar
en ningún centro docente y era desterrado, finalmente, a Palma de Mallorca. Esta detención provocó la primera gran huelga en la
Universidad española que se saldó con importantes disturbios. MANCEBO, M. Fernanda, La Universidad de Valencia en guerra. La FUE
(1936-1939), Valencia, Ajuntament de València. Universitat de València, 1988, p.p. 31-33.
24
Entrevista realizada a Alejandra Soler Gilabert, por Manuela Aroca Mohedano, el 16 de junio de 2008, para el proyecto Archivo oral del
sindicalismo socialista de la Fundación Francisco Largo Caballero.
25
Ídem.
Partido Comunista. Consciente de los grandes avances en el terreno social que se habían producido
gracias al desarrollo de la República, entre los que incluye la gran transformación de la situación de la
mujer, y de la necesidad de continuar el camino emprendido en el primer bienio, lamentablemente
frenado por el triunfo electoral de las derechas en las elecciones de 1933, Alejandra Soler se implicó de
lleno en la campaña electoral para el triunfo del Frente Popular. Admiradora de Azaña, a quien acudió a
apoyar en su famoso mitin de Mestalla, en aquella campaña se fogueó como oradora, pueblo por
pueblo de su tierra valenciana, a los que acudía para divulgar el programa del Frente Popular, para
hablar de la necesidad de la unidad de la izquierda, que en aquel momento suponía un nuevo concepto
político:
“Ahí me lancé yo a hablar al público. Me he recorrido en esas elecciones toda la circunscripción electoral valenciana,
alicantina, castellonense o incluso de Tarragona. (…) Y fue una cosa tremebunda. Iba representando al Partido
Comunista. Los oradores fundamentalmente eran hombres, pero las mujeres éramos muy bien acogidas. Precisamente
porque la gente no sabía, no había tenido contacto con una voz femenina que hablase de política y de cosas que les
interesaban directamente, eran, no sé…, éramos más convincentes”.26
La guerra interrumpió sus posibilidades intelectuales y políticas. Las prioridades en ese
momento se convirtieron en otras: salvar la República. Alejandra aportó su grano de arena a la fase
miliciana de la guerra. Acudió armada, junto con otros compañeros, a cercar los cuarteles de la Alameda
en Valencia, y contribuyó a la organización del batallón de la FUE. Con el traslado del Gobierno desde
Valencia a Barcelona, Arnaldo Azzati, marido de Alejandra, fue trasladado para continuar su misión en
la agencia de información internacional de índole estatal, AIMA. Alejandra consiguió al mismo tiempo
ser nombrada profesora de segunda enseñanza en Tarrasa. En Barcelona, no sólo se dedicó a la tarea
docente, sino que la compatibilizó con sus responsabilidades en el Partido Comunista y con tareas de
apoyo al frente como el abastecimiento del Ejército del Ebro.
El final de la guerra la separó de su marido. Ambos fueron a parar a campos diferentes:
Arnaldo, a Argelès sur Mer y Alejandra, a Le Pouliguen, cercano a Saint Nazaire. Le Pouliguen no era
un campo de las dimensiones de Argelès. Sus condiciones representaban lo más parecido a la
26
Ídem
hospitalidad que fue capaz de ofrecer el estado francés para los exiliados españoles, pero para ambos la
separación fue muy dolorosa. A pesar de que recibieron, aún recluidos en sus respectivos campos, una
invitación del hermano de Arnaldo, subsecretario del Ministerio de Agricultura del Gobierno Negrín,
que les ofreció marchar a México como familiares de un miembro del Gobierno, ellos prefirieron
aceptar la invitación que, a través del Partido Comunista, les hizo la URSS para acudir a Rusia como
profesora de los niños refugiados en ese país, y como periodista de Radio Moscú. En la elección pesó,
sin duda, el agradecimiento a la Unión Soviética por el apoyo prestado a la República y el compromiso
ideológico con la que consideraban su segunda patria. Pero al descartar México, ambos se situaban de
lleno en el nuevo ojo del huracán, en el camino de las ansias expansionistas de Hitler que llegarían hasta
las mismas puertas del poder soviético:
“Mi marido era hermano del subsecretario de Agricultura, del Ministerio de Agricultura que salió con el Gobierno
y que con el Gobierno se marchó a México. Nos llamó a Arnaldo y a mí para que nos fuéramos con ellos, como
familiares de un miembro del Gobierno a México. Nosotros estábamos dispuestos a irnos allí, pero en ese momento
preciso la Unión Soviética se acordó de nosotros porque necesitaban un periodista para la radio de Moscú, Radio
Moscú, y una maestra para los chicos mayores de los refugiados españoles, de los niños de la guerra. Llegó un aviso de
la Embajada rusa a la policía. Si nos hubiésemos ido a México hubiésemos tenido una vida con otro desarrollo, pero la
Unión Soviética era nuestra segunda patria y si nos pedía que fuéramos a ayudarles ¿cómo nos íbamos a negar? Y nos
fuimos a la Unión Soviética.”
En unas condiciones realmente difíciles, Alejandra desarrolló su labor como profesora de los
“niños de la guerra” acogidos en la Unión Soviética. El pacto germano-soviético cayó como un jarro de
agua fría a los españoles que estaba acogidos en la URSS:
“Lo primero que pensé es: “Imposible”. Tiempo después, reflexionando, pensé que era posible. Lo recapacitamos
mucho después. Pensamos que él [Stalin] sabía perfectamente que si Hitler atacaba, él no lo podía detener. Lo sabía
porque él había sido el cerebro de las grandes purgas del año 37 y 38, donde se descabezó completamente al ejército
soviético. El gran mariscal Tujachevsky, una cabeza privilegiada, el hombre que inventó la táctica de los tanques y que
era imprescindible, fue ajusticiado, acusado de enemigo del pueblo. Eso lo sabía muy bien Stalin. En su fuero interno
debía comprender que el ejército estaba decapitado. Y quizá eso le llevó a hacer el pacto, [a llevar el enfrentamiento] lo
más lejos posible. No le sirvió de nada”.27
27
Ídem
Como consecuencia de la guerra, Alejandra sufrió nuevos traslados y evacuaciones, hasta el
punto de que tuvo que protagonizar una salida con sus alumnos, entre bombardeos y explosiones, del
Stalingrado sitiado por el VI Ejército de Von Paulus:
“Cuando llegamos a Stalingrado, ya era una ciudad militar, toda la autoridad civil había desaparecido, se habían
marchado. Yo ya no podía recurrir a nadie. Habían dinamitado todos los puentes del Volga. Sólo funcionaban los
pontones militares. Tuve que rogar que me cogieran de uno en uno a los chicos para pasarlos con un pontón al otro
lado del Volga. Además, con terror, con pánico, porque los bombardeos eran continuos. Estando allí, el ejército alemán
entró en Stalingrado. Stalingrado es una línea, no es una ciudad compacta, es una longitudinal a las orillas del Volga.
(…) Logré pasar a todos, de dos en dos, porque los pontones iban cargados de cosas. Yo pasé en la última vez con otro
chico. Y pasé en pleno bombardeo sobre el Volga. No lo olvidaré en mis días. Era una nube, y nosotros como una
tortuga porque el pontón no va rápido, va lento, y el Volga mide casi dos kilómetros de anchura. Estás diciendo “Ahora
cae aquí dentro”. Bueno, pasamos todos bien, dos chicos heridos, pero heridos de esquirla, cosa de poca
importancia”28.
En tiempos de paz, Alejandra consiguió reciclarse como profesora de la Escuela Superior de
Diplomacia, después de cursar estudios de Filología Románica en la Universidad de Moscú. Los “niños
de la guerra” habían crecido y era necesario encontrar nuevas orientaciones profesionales en las que
empeñarse. En la Escuela Superior de Diplomacia, donde llegó a ser catedrática, formó a prácticamente
todos los diplomáticos que más tarde trabajarían durante décadas como embajadores, cónsules o
funcionarios de las embajadas en América Latina.
Durante décadas, continuó extendiendo sus contactos con la intelectualidad internacional y
española refugiada en la Unión Soviética, cada vez más consciente de que el desarrollo de los
acontecimientos en los países del socialismo real desmentía las ilusiones que se habían depositado en la
revolución:
“La guerra nos había abierto mucho los ojos. Hay una circunstancia que me había hecho pensar a mí y a mucha
gente como yo. Uno de los hombres que estuvo en los juicios del 37 y 38, el mariscal Rokossovsky, no fue condenado a
muerte, se consideró que no era tan enemigo del pueblo como para fusilarlo, pero lo condenaron a cadena perpetua en
un campo de concentración de Siberia donde estaba preso en la Segunda Guerra Mundial. Y un buen día nos enteramos
28
Ídem.
por Estrella Roja de que Rokossovsky había salido del campo de concentración y le habían dado el mando de un Cuerpo
de Ejército. ¿Tú te imaginas lo que es eso? Un hombre que es un enemigo del pueblo y que está condenado
perpetuamente porque es un enemigo del pueblo, y en un momento difícil, lo sacas y le das un Cuerpo de Ejército para
que haga con ese ejército lo que quiera. Pues no sería tan enemigo del pueblo. Y empiezas a atar cabos. (…) Como todo
el problema gravísimo de Checoslovaquia, en la primera purga, en la de Geminder y London29, toda esta gente que
acabó ahorcada, confesando que sí, que eran enemigos del pueblo y no lo eran, todo por mantener el nombre del
Partido. Así que cuando llegó el follón de la Primavera de Praga, ya sabíamos por donde iban los tiros”.30
Valiente de nacimiento, Alejandra Soler contribuyó a difundir la cultura española por suelo
soviético hasta el punto de organizar en Moscú una exposición de Pablo Picasso, con la ayuda de Ilya
Ehrenburg, en los tiempos en que el arte que guardara un mínimo de relación con las vanguardias era
inmediatamente considerado antirrevolucionario.
Durante décadas, Alejandra y su marido vieron derrumbarse el sueño del socialismo real, al
mismo tiempo que contemplaban las escasas posibilidades de que Franco abandonara el poder.
Finalmente, en el año 70, iniciaron los trámites para volver a España, lo que le fue concedido, después
de 31 años de estancia en la URSS, donde habían aportado toda su experiencia profesional y política.
En España, no tuvieron la posibilidad de encontrar un trabajo acorde con su capacitación y se
dedicaron a la traducción de libros. Pero continuaron siendo comunistas y trabajando dentro de sus
posibilidades en el advenimiento de un régimen democrático.
Alejandra Soler tiene hoy 95 años y no ha perdido ni una gota de su extremada inteligencia.
Recuerda nombres y fechas, analiza con una soltura que enviadiaría cualquier intelectual de treinta años,
se expresa con extremada corrección, pero también con la chispa de una mujer que ha aprendido a vivir
sobrellevando los buenos y malos tiempos. Ha escrito sus memorias31 y ha concedido diversas
entrevistas y conferencias en las que ha expuesto sus diversos conocimientos y su complicada y
comprometida peripecia vital. De todas las fotografías que ha tenido la amabilidad de mostrarme que
recogen gran parte de los momentos más importantes –y en muchos casos, dramáticos- de su vida, no
29
Bedrich Geminder fue, efectivamente, ejecutado en 1952, pero Artur London, procesado en el mismo proceso de Praga fue condenado
a cadena perpetua. Fue uno de los tres condenados a cadena perpetua, mientras que los otros once procesados fueron ahorcados. En 1956
fue rehabilitado.
30 Ídem
31 SOLER GILABERT, Alejandra, La vida es un río caudaloso con peligrosos rápidos, Valencia, A. Soler, 2005
he conseguido encontrar una en la que Alejandra no sonría. Es un honor para mí haberla entrevistado y
haber podido personalizar en ella y en Teresa Sanz, el homenaje a una generación de mujeres que
contribuyeron a levantar el edificio de la Segunda República, que se educaron en ella y que, con su
desaparición, perdieron las posibilidades de vivir en una sociedad igualitaria y en paz. Las palabras de
Teresa Sanz y Alejandra Soler son una muestra del relato de las vidas de una generación de mujeres que
tocaron con la mano el sueño de una sociedad con nuevas opciones políticas, culturales, vitales… Una
generación de mujeres que pagaron con sufrimientos, exilios, extrañamientos y con la dureza de una
dictadura, especialmente represora de los derechos de la mujer, su participación en ese proyecto.
Rescatar su testimonio, desgraciadamente ya residual y, en algunos casos, empañado por la neblina del
tiempo, ha sido y es el gran objetivo del Archivo Oral del Sindicalismo Socialista de la Fundación Francisco
Largo Caballero.
Descargar