.te interesa Francisco Largo Caballero, el político del pueblo Se cumplen 69 años de la muerte del dirigente sindical socialista El pasado 23 de marzo se conmemoró el 69 aniversario del fallecimiento en París de Francisco Largo Caballero, dirigente sindical socialista y presidente del Gobierno durante la II República, al inicio de la Guerra Civil. Nacido en Madrid en octubre de 1869 en una familia humilde, es obligado a trabajar desde los siete años en los más diversos oficios: recadero, aprendiz de encuadernador o cordelero. En 1890 ingresaría en la Unión General de Trabajadores y en 1894 en el Partido Socialista, siendo uno de los más eficaces colaboradores de Pablo Iglesias y donde llegaría a ocupar la Presidencia del sindicato y la vicepresidencia del partido político. Encarcelado varias veces, fue miembro de los comités que declararan la huelga general de 1917 (condenado a treinta años de cárcel y después amnistiado) y de 1934, es elegido concejal y diputado en varias ocasiones y desarrolla un intenso trabajo en las instituciones públicas, en tareas organizativas, relaciones internacionales (participa en la creación de la Federación Sindical Internacional en 1919 y de la Organización Internacional del Trabajo el mismo año) y en la definición de la política socialista de la época. Durante los años treinta encabezó el sector radical del partido y se ganó el sobrenombre del “Lenin español”. Al instaurarse la II República, en abril de 1931, es nombrado Ministro de Trabajo, siendo autor de gran cantidad de legislación laboral, en la que se recogía algunas de las reivindicaciones tradicionales e históricas del movimiento sindical, como la regulación de los contratos, la protección de la maternidad, los accidentes de trabajo, la jornada laboral de 8 horas o el empleo agrario. Francisco Largo Caballero fue uno de los socialistas más influyentes del s. XX. Líder de masas y sindicalista pragmático, fue quien mejor conectó con los sueños obreros, creyendo unas veces en la revolución sin paliativos y, otras, en el reformismo. En la vorágine de acontecimientos, Largo Caballero siempre estuvo al frente defendiendo la causa obrera y, por ello, fue honrado en sus exequias por la España exiliada y por el Estado francés y el traslado de sus restos a España en 1978 fue una de las manifestaciones populares más numerosas y emotivas celebradas en Madrid. En 1937, y tras una serie de derrotas militares, presenta su dimisión al frente del Gobierno en Valencia y se exilia a Francia. Al invadir Alemania al país galo, le detienen y le mandan al campo de Orianemburgo, donde permanece tres años y donde será liberado por las fuerzas polacas en 1945. A los 77 años y tras amputársele una pierna en un intento de salvar su vida, fallecerá en un hospital de París en 1946. Revista Unión Mayo 2015