Liderazgo Un liderazgo sin apellidos Carlos María Moreno Pérez Profesor de la Universitat Ramon Llull. Los líderes tienen nombre y apellidos, sí, pero, ¿hay elementos comunes en las personas que lideran? Los hay, y se escriben con “e”. 30 harvard deusto business review Un l i de ra z go s i n a p elli dos H ace un tiempo, durante una conversación con un buen amigo, interesado también en temas relacionados con el liderazgo, me decía: “Carlos, el liderazgo tiene que ser sin apellidos”. Aquella afirmación me dio que pensar. Mi amigo entendía que había que quitarle todos los calificativos –“apellidos”– al liderazgo, sobre todo, ante la auténtica avalancha de caracterizaciones de liderazgos que se pueden encontrar en la literatura sobre el tema. Su argumentación tenía razón de ser. Solo hace falta introducir el término liderazgo en cualquier buscador para que nos inunden cientos de páginas referidas a él. Como han dicho Bennis y Nanus: “Nunca se ha escrito tanto para decir tan poco”. El liderazgo –es cierto– es un tema que no se agota nunca. Una de las razones por la cuales se ha escrito, analizado y discutido tanto sobre el liderazgo es porque, en su trasfondo, siempre hay una persona. Esta idea tan sencilla, a veces, se tiende a olvidar. Cuando se piensa en el liderazgo, casi automáticamente vienen a la cabeza una serie de nombres y apellidos que ocupan máximas responsabilidades tanto en el ámbito empresarial como en el político o social. Últimamente, también en el deportivo. Todos señalaríamos algunos nombres en cualquiera de estos ámbitos. Hagan la prueba mental y escriban los suyos. Y si nos preguntaran el porqué de nuestra elección, seguramente se empezaría con una lista de calificativos que describirían el liderazgo de la persona elegida. Entra dentro de lo normal. Lo curioso del caso es que, con esa lista de atributos, se tiende a pensar en los líderes como seres de otro planeta y, claro, ni lo son ni octubre 2011 Cuando se empatiza se está en actitud de querer entender, de comprender la realidad que el otro manifiesta, sea quien sea este otro están en otro planeta. Son personas normales con nombre y apellidos. Mi amigo tenía, en parte, razón cuando decía que el liderazgo, mejor, sin apellidos. Pero, de hecho, con su afirmación sucedía el efecto contrario, ya que ponía nombre y apellidos: el correspondiente a cada profesional que lidera. Si se está de acuerdo con que el liderazgo tiene nombre y apellidos, la pregunta es: ¿hay un acervo común entre las personas que lideran? Estamos convencidos de que sí. Creemos que los diferentes liderazgos, con los nombres y apellidos que se quieran, se escriben con “e”. En la “e” se podrían encontrar algunos rasgos comunes a distintos liderazgos individuales. Liderazgo se escribe con “e” 1. “E” de eficacia La primera “e” es la eficacia. El liderazgo, sobre todo, ha de ser eficaz en la búsqueda de los resultados para hacer crecer a la empresa con el fin de que esta permanezca en los mercados. A la “e” de eficacia se le ha de añadir siempre la “e” de eficiencia. Aunque las nombremos separadas, van pegadas una a la otra. Evidentemente, se puede ser eficaz y no eficiente. El objetivo será liderazgos eficaces y eficientes en búsqueda de resultados óptimos. Los liderazgos han de conseguir resultados. En el camino hacia los resultados no todo vale ni a cual- quier precio. Los resultados a “cualquier precio”, a largo plazo suelen ser ruinosos para la empresa o, dicho de otra manera, acaban teniendo un alto coste. Si se quieren conseguir resultados para permanecer en el mercado, para seguir creciendo, para estar en posiciones de liderazgo, y si los resultados se han de conseguir de manera correcta, enseguida aparece la segunda “e”, la de ética. 2. “E” de ética El discurso sobre la ética empresarial, como el del liderazgo, no tiene fin, seguramente, porque forma parte de lo esencial de la condición humana. J. Ciulla lo ha expresado, a nuestro entender, con razón y casi poéticamente: “la ética, el corazón del liderazgo”. Y parece que la ética, por razones obvias, en los últimos tiempos está en “boca” de mucha gente. Cualquier profesional se otorgaría a sí mismo una ética, es decir, una manera de actuar y hacer –¿basada en unos principios?– para su “día a día”. Unos principios que, teóricamente, llevan a una conducta o manera de actuar concreta, como se prefiera. La ética en una empresa tiene que ver con las decisiones –de mayor o menor calado– que se toman en un día cualquiera. Los profesionales que tienen máximas responsabilidades al frente de equipos en un departamento, área, unidad de negocio o de toda una empresa están ahí para decidir. La toma de 31 LideR azgo decisiones es un elemento diferencial de los líderes y las decisiones se encaminan hacia resultados determinados. Por eso, estamos convencidos de que la ética está en estrecha relación con los resultados. O, en un sentido más amplio, la “e” de ética está unida a una “e” mayor, la “e” de economía. Quizá, algún día, en un mismo liderazgo se tenga bien unidas, como las dos partes de un mismo cerebro, la “e” de ética y la “e” de economía. O, dicho de otra manera, “principios” y “números” van de la mano. Si alguien nos preguntara qué entendemos por ética empresarial, le contestaríamos: “hacer las cosas de la mejor manera posible en un contexto determinado”. Y, siempre, enfatizando “lo mejor” y “contexto”. En “lo mejor”, está la búsqueda de la excelencia para el conjunto de la empresa entendida como una comunidad de personas. En el contexto, se halla la realidad tan contumaz. Aunar una y otro aproxima a una manera de proceder y llevar a la práctica la ética. En el fondo, la “e” de ética nos acerca a las “pequeñas” decisiones diarias que afectan a personas y conductas concretas de una empresa. La ética se decide en los dilemas diarios que aparecen en una organización. Los liderazgos tienen un papel decisivo para llevar la ética a todos los rincones de la empresa. En el fondo, se trata de conseguir que personas, procedimientos y sistemas sean éticos. En este asunto, insistimos, los liderazgos desempeñan un papel determinante. fundamental. Y en la base de toda agenda hay una voluntad de conexión, vinculación y de comunicación. 3. “E” de empatizar Los líderes siempre comunican como lo hacemos todas las personas –seamos conscientes o no de ello– pero, en su caso, la diferencia fundamental es doble. La primera, que forma parte de su trabajo, es competencia suya comunicar de una forma creíble, y la segunda, que los líderes están en el punto de mira de los demás. Por tanto, hagan lo que hagan, digan lo que digan, siempre serán objeto de análisis o de “crítica” interna y externa. Trabajan bajo los focos. La “e” de empatizar es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Los liderazgos necesitan continuamente ponerse en situación del “otro” para calibrar bien qué está diciendo. Y el “otro” puede ser un colaborador, un proveedor, un distribuidor o un cliente. Cuando se empatiza se está en actitud de querer entender, de comprender la realidad que el otro manifiesta, sea quien sea este otro. Esta “e” es importante porque muestra una disposición hacia la comprensión de otras realidades. En los liderazgos, el foco debería estar dirigido hacia todas las partes implicadas, de una manera u otra, con la empresa. Es con ellas con quien sobre todo se ha de empatizar. Para ello, la comunicación es un factor crítico, empezando por el propio liderazgo como “fuente” comunicativa, y siguiendo por todos aquellos medios, formales e informales, establecidos en la empresa Hoy más que nunca, la empresa y su organización constituyen, también, una red de redes. Las relaciones sustrato de cualquier red han de estar consolidadas de la mejor manera posible empezando por los líderes. Así se puede entender que la agenda –las relaciones– de los líderes sea en el camino hacia los resultados no todo vale ni a cualquier precio; los resultados a “cualquier precio” a largo plazo acaban teniendo un alto coste para la empresa 32 Los líderes con “e” de empatizar saben escuchar bien a sus seguidores. Es más, dedican buena parte de su tiempo a escuchar atentamente lo que sus colaboradores tienen que decirles. La comunicación, herramienta estratégica para cualquier empresa, cuenta con un mejor “canal” si el liderazgo empatiza y, con él, si la empresa empatiza con la sociedad. Por eso, creemos que los líderes en las empresas también han de tener algo de “sociólogos” en la medida en que tienen colocados y bien puestos los radares dirigidos hacia la sociedad y de manera especial a sus clientes y empleados, dos de los grandes pilares para cualquier empresa. Un liderazgo empático conoce las distintas claves y las múltiples realidades de la sociedad donde su empresa opera. 4. “E” de emoción Los líderes han de ser capaces de emocionar, que es tanto como decir poner en movimiento. Mover hacia proyectos y resulta- harvard deusto business review LideR azgo Los líderes han de ser capaces de emocionar, que es tanto como decir poner en movimiento dos. Prima hermana de la emoción es la capacidad de entusiasmar, de ilusionar de manera continuada. Probablemente, la emoción que arrastra a otros hacia proyectos concretos sea unos de los intangibles más decisivos para las empresas de hoy. Es conocida la capacidad de Steve Jobs para persuadir e ilusionar a los profesionales a través sus proyectos. Según Jay Elliot, estrecho colaborador de Steve Jobs durante años, afirma que Jobs buscaba “a gente que le emocionara el proyecto”. La emoción hace atractiva a una empresa. Los proyectos han de ser atractivos, sobre todo si se quiere atraer o retener al talento y contar con los más jóvenes que quieren experimentar, que quieren que los proyectos sean una experiencia a vivir, a disfrutar. Ya se sabe que esto no es siempre posible y que tampoco es para todos, pero conseguir mover cabezas y corazones es un reto, indudable, para liderazgos de un futuro ya muy presentes, sobre todo, si se tiene en el foco a los nuevos profesionales. Cada vez con mayor insistencia y en mayor número de empresas, no solo los componentes racionales, necesarios para toda organización, son tenidos en consideración, sino también los elementos emocionales que entran en juego en una empresa a través de su personal. Así lo han puesto de manifiesto, entre otros, Richard Boyatzis, Annie McKee y Francis 34 Johnston. Lo que aparecía hasta hace unos años como algo “ñoño”, el componente emocional de la persona, cada vez es tenido más en cuenta dentro de las organizaciones y desde el liderazgo. Las emociones también cuentan, aunque sean difícilmente medibles. Pero estar, están ahí, presentes en cualquier profesional. Otro asunto es que hayan estado mal vistas, estén ocultas o no se manifiesten. Lo que parece una realidad es que los liderazgos cada vez las tienen más en consideración y que los nuevos profesionales, los de más talento, buscan, además de “emoción”, “emociones”. 5. “E” de esfuerzo Alguien pudiera pensar que la emoción, la gestión de la ilusión al decir de algunos, no requiere del esfuerzo. No solo la gestión de la ilusión, sino el hecho de tener en cuenta que el liderazgo requiere un esfuerzo diario, “minuto a minuto”. No es fácil ni es confortable liderar, pero siempre nos preguntamos: “y, ¿quién quiere lo fácil?”; “¿qué son los retos sino la superación de dificultades, el trayecto hacia los resultados?”. Y el esfuerzo del liderazgo, en muchas ocasiones, implica empujar... vaya, “tirar del carro” y, ¡anda que no hay que sudar la camiseta! Todavía no conocemos a nadie que, en el tiempo, haya tenido cierto reconocimiento en su liderazgo si no ha trabajado de manera constante, a lo largo de los años, dando un plus más, que no haya realizado un esfuerzo más cuando los demás lo dejaban estar. Un plus más de esfuerzo, de tesón, de paciencia, de voluntad... explica algunos liderazgos. El liderazgo tiene sus partes difíciles y, como R.A. Heifetz ha escrito, no hay respuestas fáciles, pero sí que se puede trabajar un poco más cada día y, sumado en el tiempo, ese poco más empieza a ser mucho. Y, sin duda, el ejemplo en todo lo que sea esforzarse más, dar más, resulta fundamental. 6. “E” de ejemplo La “e” de ejemplo es, quizá, de las más delicadas de todas, ya que no da tregua, porque se demuestra cada día sin excepción. No hay respiro para el ejemplo. Alguien pudiera pensar que el ejemplo es algo que pertenece a épocas pasadas, que es un término algo incómodo o, incluso, excesivo. Y seguramente habrá razones para esos reparos. Sin embargo, a nuestro entender no existe mejor manera de concretar el conjunto de todos aquellos detalles diarios –“pequeños”, si se quiere– pero que, uno tras otro y “día a día”, dan la medida auténtica del liderazgo. Los liderazgos han de ser, digámoslo sin rubor, ejemplares. Hay ejemplo cuando, en determinados momentos de la vida de la empresa –sean difíciles o no–, el liderazgo no se esconde, ni traspasa la pelota a un colaborador o subordinado y se pone de manifiesto cada día una actitud de servicio y entrega al conjunto de la empresa y ésta en su conjunto así lo recibe y percibe de manera diáfana, sin trampa ni cartón. Hay liderazgo cuando no se duda en llevar sobre los hombros los momentos más arduos y, en cambio, se otorga a los colaboradores los éxitos conseguidos. Para nosotros, sin duda, el “día a harvard deusto business review Un l i de ra z go s i n a p elli dos día”, en referencia al ejemplo, es crucial. En la “e” de ejemplo, el entorno percibe nítidamente que hay una trayectoria profesional y personal bien definida que no varía en exceso de un día a otro y, si lo hace, es por las adaptaciones necesarias a unas circunstancias concretas. Hay un rumbo, hay una dirección y hay un sentido. El liderazgo es confiable porque existe una lógica en la actuación diaria y así es reconocida. Entonces, el círculo más estrecho de colaboradores está en condiciones de construir un equipo, de trabajar en equipo en torno a un liderazgo que suscita ejemplaridad. 7. “E” de equipo La “e” de equipo en el liderazgo tiene mucho que ver con la humildad, la honestidad y el humor en esas “3h” de La conducta del directivo según Manfred Kets de Vries. La humildad es el contrapeso perfecto para el ego excesivo. Los líderes corren el riesgo de un “engorde” rápido del ego, sobre todo si los resultados van saliendo y se tiene éxito. Se puede entender. Es, hasta cierto punto, humano. Mantenerse con los pies en el suelo, pegados a la realidad de la propia empresa cuando el viento sopla a favor, es tarea de líderes humildes. Siempre es interesante tener contrapesos para no perderse en un yo excesivo. Como expresaba con sencillez un líder de reconocido prestigio: “Cuando llego a casa, soy la persona encargada de bajar la basura cada día. Me pone en mi lugar...”. La honestidad en el liderazgo tiene una doble cara. La primera tiene que ver con la persona que octubre 2011 Lo que aparecía hasta hace unos años como algo “ñoño”, el componente emocional de la persona, cada vez es tenido más en cuenta dentro de las organizaciones y desde el liderazgo lidera. El líder ha de conocerse a sí mismo, esto es, ha de conocer sus fortalezas y sus debilidades; sus virtudes y sus defectos. El “conócete a ti mismo” escrito en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos no ha perdido un ápice de actualidad. Un alto grado de autoconocimiento individual es la puerta para conocer también a los demás. Hay en la base de toda persona una humanidad compartida. Y, hoy día, el “knowwho”, el saber conocer al “otro” –y que cada uno le dé contenido a ese “otro”: colaborador, proveedor, cliente, etc.– resulta fundamental. Es, además, desde el autoconocimiento, desde el conocerse, que el líder puede liderarse a sí mismo. Como se ha señalado en repetidas ocasiones, “solo el que se lidera a sí mismo puede liderar a los demás”. De hecho, el liderazgo empieza con la honestidad individual. Una honestidad que tiene su continuación lógica en los demás, empezando por el propio equipo, hasta hacerlo extensivo a toda la organización. ¿Qué significa? Que no hay engaño ni corrupción. En positivo, que se es veraz. La “e” de equipo denota veracidad en el trato, en los retos y en los resultados. El humor para el liderazgo y en equipos nunca sobra. El sentido del humor puede vencer momentos especialmente difíciles y complicados. También está rela- cionado con la difícil cualidad del líder de reírse de sí mismo. En otras palabras, darse la justa importancia, ni más ni menos. Quitar hierro a asuntos candentes, romper situaciones de bloqueo permite unos liderazgos más a la medida humana. El sentido del humor –lo sabemos bien– nos humaniza. 8. “E” de emprender La “e” de emprender del liderazgo está relacionada con el “empeño”... pero, ¿de qué? De una idea y, si se nos apura, de un sueño. El emprendedor persigue su sueño y cuando le decimos, “pero, ¿a dónde vas? ¡Si eso ya está más que inventado!”, no se arruga y sigue adelante. El liderazgo emprendedor no ceja en su empeño, en su idea, en su visión, en el sueño a realizar. Y, por supuesto, tiene que ver con el ensayo y el error. No hay miedo a equivocarse. Los errores, las equivocaciones, los utiliza para crecer, para tomar nota, levantarse y seguir en el empeño. Uno de los emprendedores más jóvenes y, hasta el momento, más reconocidos de este país, Pau García-Milà Pujol, lo ha escrito así: “... las críticas son beneficiosas para la empresa y hay que aprender a aprovecharlas en beneficio propio. Cuando encuentres a un grupo de usuarios del que te fíes y te critique de manera constructiva, cuídalo. Si no los tienes, por lo menos presta 35 LideR azgo atención a cualquier usuario que se te acerque y te dedique una parte de su tiempo a hacerte un comentario sobre tu producto, aunque difícilmente sabrás si ha dedicado dos horas a analizarlo antes de criticarlo, o si solo lo ha hecho durante treinta segundos”. Después, viene el convencer, el “arrastrar” a la gente en esa idea, en ese sueño. De esta manera, son liderazgos emprendedores. Si se piensa bien, toda persona lleva un emprendedor potencial en su interior porque en la vida todos hemos emprendido –“liderándonos” a nosotros mismos– situaciones, acciones que activaron nuestros resortes para sacarlas adelante superando todas las dificultades inherentes a ellas. Vale la pena que, en algún momento, revisemos todo aquello que emprendimos en algún momento de nuestra trayectoria profesional. Quizá sepamos reconocer(nos), todavía, el espíritu emprendedor. 9. “E” de equilibrio El liderazgo se ejerce desde la “e” de equilibrio. Los liderazgos requieren de una armonía, de una serenidad interna y también en su 36 vinculación con el exterior. Para el líder, es decisivo ser una persona equilibrada, sobre todo por el tipo de presión a la que se ve sometida. Si de cualquier persona se dice que sus tres entornos fundamentales –trabajo, familia, amigos– han de estar equilibrados, con más razón de aquellos que lideran a organizaciones y empresas. La “e” de equilibrio –lo diremos claro– está en relación con un orden interno que se traspasa al exterior. Se le puede llamar armonía, serenidad de espíritu o paz interior. Badaracco, utilizó el término quietly, que se podría traducir como “tranquilamente”, “pausadamente”, “sosegadamente”. R. Calle lo ha dicho con las siguientes palabras: “Del sosiego nacen la lucidez, la visión clara y el entendimiento correcto, y todo ello indica y propicia la acción diestra”. En cualquier caso, la “e” de equilibrio en el liderazgo parte del interior armónico, sereno, en paz, de la persona y se traspasa hacia el exterior, allí donde se ejerza el liderazgo. 10. “E” de ejecutar La “e” de ejecutar corresponde a todas las decisiones que se han de tomar al ejercer el liderazgo. Los líderes han de ser ejecutivos. En ocasiones, ejecutan; en otras, hacen ejecutar, y siempre “hacen hacer”. Forman parte de su razón de ser. Pero como el concepto “ejecutivo” puede llevar a cierta confusión, diremos que no todos los ejecutivos ejercen liderazgos y, desde luego, no siempre ni en todo momento. Primero, el liderazgo se da a tiempo completo en quienes, realmente, lo son. Y, segundo, el aspecto ejecutivo de los liderazgos como onda expansiva se ha de llevar al equipo más cercano de colabores y, posteriormente, al conjunto de la empresa. La “e” de ejecución sea probablemente la más reconocible entre todas las “e”. En parte, porque manifiesta el componente de gestión que los liderazgos tienen. Un breve ejercicio práctico En líneas anteriores, les proponía que hicieran un esfuerzo mental por poner nombre y apellidos a algunos líderes que para usted lo sean. Escoja de uno a tres, del ámbito que usted prefiera: empresarial, político, social, familiar, harvard deusto business review LideR azgo histórico... Tome las diez “e” de liderazgo sin apellidos y puntúe cada “e” de uno a diez. Si las diez “e” le resultan demasiadas, escoja tres o cinco que usted considere más relevantes. Sume y promedie. Saque una nota global. Si le queda humor, haga lo mismo con usted. Y, finalmente, mire dónde se encuentra en la comparativa entre los líderes que ha elegido y usted mismo. Quizá descubra algo más de sí mismo en relación con sus referentes. Puede que entonces pueda detallar mejor el ideal a donde, efectivamente, quiere llegar. Coger un lápiz y un papel y poner negro sobre blanco es un ejercicio que, seguro, en tantas ocasiones –estoy convencido– le habrá ayudado a perfilar mejor ciertos asuntos. Los liderazgos tienen nombres y apellidos. Se trata de que usted escriba el suyo propio de la mejor manera posible, de la forma más realista y, para ello, quizá este breve ejercicio práctico le sirva para conocer mejor qué tiene y qué le queda por alcanzar. Sea cual sea el resultado, tenga siempre en cuenta lo ya sabido: que no hay liderazgos perfectos. Existen voluntades, la paciencia y la perseverancia de profesionales en disposición de liderar desde la cabeza y el corazón, que ponen todas las letras del abecedario en funcionamiento para un mejor servicio en la empresa que lideran y para la sociedad en la que operan. No hay liderazgos perfectos Es importante acabar con el mito del liderazgo si se ve a los líderes como personas –por las cualidades que se les atribuyen– “casi” perfectas o completas en el ejercicio de su liderazgo. Nada más equivocado. No existe el líder perfecto, como tampoco existe la organización perfecta. Todo es susceptible de mejora. También los liderazgos. Lo que hay son personas, equipos y organizaciones con voluntad de liderazgo. El camino hacia el liderazgo sin apellidos lo construye cada profesional, cada equipo, cada empresa. Y es en el proceso de construcción de este liderazgo cuando se le empieza a poner apellidos a cada liderazgo. Obviamente, los escribe cada quien con las letras de cada momento, de cada entorno específico. Lo decisivo, a nuestro entender, es la voluntad y el proceso de mejora continua que se va perfilando, aprendiendo, mejorando en la determinación de un liderazgo hacia unos resultados concretos. Sí, creemos que existe un acervo común a todo buen liderazgo. Sin embargo, la pregunta clave es qué se entiende por “buen” liderazgo. Y no pierdan el doble sentido. Las posibles La “e” de equilibrio está en relación con un orden interno que se traspasa al exterior; se le puede llamar armonía, serenidad de espíritu o paz interior 38 respuestas están cada día en las acciones que los liderazgos que se ejercen en los distintos niveles de la empresa, tengan o no poder, sean explícitos o implícitos, estén ocultos o sean manifiestos, puedan ofrecer a una persona en concreto, a un equipo o a la organización en su conjunto. La prueba decisiva para los buenos liderazgos, como sucede en la propia vida, son los momentos difíciles, complicados, arduos, cuando hay que tomar decisiones hasta dolorosas. Ahí está la prueba de la consistencia de los buenos liderazgos. En un momento de crisis como el que se está viviendo, deberían aparecer de una manera nítida. La ecuación sería: a grandes dificultades, grandes liderazgos. No obstante, tampoco quisiéramos obviar los liderazgos que se escriben en tiempos de bonanza. También son importantes, pero suelen ser –como la historia nos demuestra– menos desafiantes. Siempre resulta más sencillo navegar con el viento a favor. Pero cuando hay tempestad es momento de forja, de sacar la mejor humanidad que hay en el profesional que se lleva encima, en los equipos y en la empresa: tarea del liderazgo. Y sacar lo mejor empieza por el que está al frente y todos los que les siguen. Tarea nada sencilla, pero tan retadora como apasionante. Dicho todo esto, quizá ha llegado el momento de “adelgazar” los liderazgos. El momento de ahorrarnos, en muchas ocasiones, el mismo concepto de liderazgo. El reiterado uso del término lo ha acabado, en nuestra opinión, de desgastar. Seamos, pues, prudentes a la hora de utilizarlo. Los harvard deusto business review Un l ider az go s in apel l ido s liderazgos que están en potencia –siguiendo a Aristóteles– en la propia humanidad no se llevan a acto ni en todo momento ni por todo el mundo. En la actualidad, con los momentos de dificultad que se están viviendo, se diría que los liderazgos brillan por su ausencia. Quizá se estén escribiendo, pero no los sabemos ver todavía. Vemos, es cierto, grandes gestores. Y la distinción entre gestionar y liderar ya la apuntó hace tiempo, entre otros, Abraham Zaleznik en su artículo “Managers and leaders: are they different?”, publicado en Harvard Business Review en 1977. También, podemos apreciar grandes ejecutivos pero, alguien con razón, parafraseando a Bob Dylan, se preguntaba, “¿Dónde se han ido los líderes?”. Hablemos de referentes… Quizás va llegando el momento de hablar de referentes. Sin duda, todos los tenemos. Además, en distintos ámbitos e intensidades. ¿Conoce su “lista” de referentes? Seguro que en ella hay personajes históricos a los que usted le hubiera gustado conocer o tener una buena conversación con ellos. También tendrá algún medio que suele leer o escuchar. Algún libro, alguna música, alguien de su entorno más cercano... Son referentes porque han dado o dan consistencia a nuestra vida. Los líderes en las empresas en distintos niveles e intensidades constituyen referentes para otras personas de la empresa. El liderazgo, sin duda, tiene un componente de poder importante en función de la posición que se ocupa dentro de la empresa pero, también, tiene un OCTUBRE 2011 componente de autoridad que no tiene por qué coincidir con la posición en la empresa. Hay que tenerlos todos en cuenta. El liderazgo se puede escribir con “e”. Sintetizando Liderazgo se escribe con “e” de eficacia, eficiencia, ética, economía, excelencia, empatía, escuchar, emoción, entusiasmo, esfuerzo, entrega, estrategia, empuje, ejemplo, equilibrio, entorno, ejecutar... Pero también se podría escribir con “c” de coherencia, credibilidad, comunicación, confianza, comunidad, compartir, conocimiento, cuidado, calidad, conducta... No obstante, sin duda, lo decisivo es que en los liderazgos, en los referentes que decidimos, ocupan un espacio en nuestras mentes y corazones, encontramos la esencia de la humanidad, hallamos la raíces antropológicas de un ser humano. Por eso, son personas a las que ad-miramos, “miramos hacia”, nos fijamos en ellas porque nos recuerdan lo mejor de la humanidad, lo mejor de nosotros mismos, nos arrastran a unas profundidades, a alcanzar unas cumbres que sin su empuje, determinación, pasión, profesionalidad y todos los calificativos que ustedes decidan añadir, sin todo ello, no se podría conseguir. «Un liderazgo sin apellidos». © Ediciones Deusto. Referencia n.O 3847. Si desea más información relacionada con este tema, introduzca el código 22061 en www.e-deusto.com/buscadorempresarial