José C. Valadés: . ]ESUS MARIA RANGEL, EL BRAZO ARMADO DEL MAGONISMO FRONTERIZO (Segunda y última parte) la cultura en ~fi~~~g m r lnk»1nant:o • 1 -Núm. 1316 México D.F. 25 de junio de 1987 Gerardo de la Torre CINE: LAS DIOSAS DE LA DECEPCION Miguel Bonasso: . LAS VARIAS VIDAS DE PACO URONDO Un poeta desaparecido hace 11 años en . la vorágine de la gueni/la argentina Paco conservaba su Luis Hernández .¡ INSTANTANEAS DEL MOVIMIENTO POPULAR: ~ ! JORGE ACEVEDO, FOTOGRAFO David Siller legalidad todavía. No estaba quemado. Todos los días iba a su trabajo en la sección cultural del diario La Opinión y en algunas noches, en algunas mañanas, en algunos días hurtados al trabajo público y legal, se caracterizaba como un actor, cubría las yemas de los dedos para no dejar huellas digitales, dejaba de ser Francisco Urondo para asumir un nombre de guerra y participaba, por ejemplo, en la toma de un puebio cercano a Buenos Aires. uNones, mi nene, nones. Ni siquiera enseñé el ombligo" Una crónica rumbera / Nln6n Sevilla . LAS VARIAS VIDAS DE PACO UR,OND'O '. Un p,oeta desaparecido hace 11 años en la vorágine de la guerrilla argentina Miguel Bonasso E nsu ncwela Los _ ~"'vios. prota- el gonista (en gran medida él mismo) desliza una profecía: "Yo no soy el Che Guevara pero a mí también me pueden matar". La frase, redactada a comienzos de la década del 70 por Francisco "Paco" Urondo, obliga a re- . cordar que el hombre que la escribió encontró efectivainente la muerte en una emboscada, pocos años después, y que, curiosamente, pertenecía (como Roque Dalton, Rodolfo Walsh o Iorge Eduardo Massetti) a la generación del Che. Con el Che, con Walsh, Urondo compartió no ~lo el azar del nacimiento en esa frustración de 4 millones de kilómetros cuadrados que llamamos Argentina; no sólo la decisión de pelear "hasta ven<ler o morir", sino -corrio dijo David Viñas (e)_ una secuencia de vasos comunicantes: "El primero; un sentimiento trágico. Que no se produce bajo la mirada de los dioses, sino como ahora: en la proximidad de la muerte. y con otras inflexiones, flecos, parentescos, humillaciones co~partidas, carencias, deseos, proyeCtos y odios comunes. Desde ya, apuestas y fracasos. Y 3fi miedos, eventuales trascendencias y miserias comunes. Pero, sobre todo, concretas coyunturas históricas. Cuatro en particular: nacimientos (y padres) incrustados en aquellos años en que Hipblito Yrigoyen era el emergente polftico más notorio de 1.. Argentina; infancias dickensianas diría, por veloces y precarias, a lo largo de la 'década infame' de reaparición y predominio de la república oligárquica (1930-1934); adolescencia y estudios desabridos durante el 'peronismo clásico' (1946-1955). Y, de manera especial, con el momento que inaugura la problemática actual de América Latina: la revolución cubana de 1959". La isla fue la Meca de Walsh y Massetti que llegaron en los días ina~gurales de la revolución ·para crear la agencia Prensa Latina. La isla fue también la Meca de Paco Urondo que la descubrió en los sesentas, volando en esos Britannia obsoletos, a los que se les salían las tuercas y se les abrían las 'puertas en pleno vuelo. Allí fue, para aprender a combatir, como tantos otros latinoamericanos, pero también para apurar la vida como un mojito, más acá y más allá de Heming- way, enceguecido por el sol del Caribe, estallando en pletóricas carcajadas por el puro gozo de compartir el humor con los camaradas, entusiasmándose ante la "primer mulata" de su vida, 1lso. mándose una y otra vez al peligroso juego de las armas y llenándose los ojos con multitudes que vivaban la utopía en las calles de La Habana. En esas calles tan distintas a las de' Buenos Aires. Como él mismo lo cuenta, cuando fue a Cuba -en esos largos periplos de los años prohibidos que suponían la inevitable escala en Praga, para retomar luego a la Argentina desde otro país europeo- Paco Urondo todavía llevaba a cuestas la piel de "otras vidas". Largas noches de bohemia, de periodismo cultural o político, de tertulias en el Bar-baro, de destilar el sentido trágico de la vida a través de los poemas, de beber como un cosaco, de enamorarse de una gringa y lanzarse detrás de ella a París, de desenamorarse, de compartir con Zulema (con su compañera la actriz Zulema Kart) esa especie de <;asa de la Troya, de casa de todos, que era su departamento de la calle Venezuela, en San Telmo (suerte de Coyoacán de Buenos Aires). , En esa vida pública, de poeta, de intelectual de izquierda que hubiera podido sobrevivir a la penúltima y aun a la última dictadura castrense, la militancia polftica iba creciendo como un otro yo, a través de colaboraciones con el periódico de la CGT combativa de Raimundo Ongaro, magistralmente conducido (cuándo no) por Rodolfo Walsh. Pero eso no le bastaba. Era preciso una asunción definitiva y un corte. Y vino cuando se encontró con un hombre que también hacia poemas pero no se animaba a llamarse poeta, con un fino intelectual que había, participado en los fuegos del mayo parisiense y asistido sin falsas devociones a las clases de Althusser, en aulas ateridas de frio, en cuyos rincones, mientras el maestro desgranaba sus proposiciones estructuralistas, algunos estudiantes (y estudiantas) fornicaban a vista y paciencia de condiscípulos y profesores. Carlos "El rubio" Olmedo dejó París para conducir las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), originalmente destinadas a servir de apoyatura a Ernesto Guevara en Bolivia y posteriormente incorporadas al peronismo revolucionario. Hubo una larga charla entre los dos y al finalizar Paco quedó reclutado. Olmedo lo celebró con una palmada en el hombro y una frase: "Ya tenemos nuestro primer poeta". Eran tiempos de esquizofrenia. De doble vida forzada por el trabajo conspirativo en una de las organizaciones polftico-militares que combatían a la dictadura. Paco conservaba su legalidad todavía. No"estaba quemado. Todos los ~ iba a su trabajo en la sección cultural del diario La Opini6n y en algunas noches, en algunas mañanas, en algunos días hurtados al trabajo público y legal, se caracterizaba como un actor, cubría las yemas de los dedos para no dejar huellas digitales, dejaba de ser Francisco Urondo para asumir un nombre de guerra y participaba, por ejemplo, en la toma de un pueblo cercano a la capital. Su "otra vida", la "vida" que ya secretamente había abandonado, era su mejor cobertura. Se le; juzgaba un' poco frívolo, un poco borrachín; de izquierda, si, peJ'Q. como tantos que hablan y no hacen nada. Debía divertirse mucho Paco con todos nosotros, cuando veía llegar a La Opini6n algún parte de gu~rra de las FARdando cuenta de una acción en la que él mismo habia participado. Un día, como se dice en Argentina, se "deschavó" (se sacó la máscara) delante mio. Fue por una necesidad polftica apremiante, necesitaba hacer un contacto urgente con la conducción peronista. Pedía un encuentro con el secretario ge-neral del Movimiento Peronista en el que él participana en nombre de las FAR. La dictadura del general Lanusse estaba llegando a su térmi- no, acosada por Perón, que motorizaba a sus huestes desde el exilio. Me sorprendí~ pero no tanto como se hubieran sorprendido otros colegas. Poco antes, una noche después del cierre del periódico, densa de libaciones y discusiones políticas, entre los vapores etílicos, los dos habíamos dejado traslucir preferencias y posibles pertenencias. En febrero de 1973, cuando yo estaba enloquecido conduciendo la campaña electoral de Héctor Cámpora, Paco, su nueva compañera (porque el tránsito de una "vida" a otra había significado también un cambio de pareja) y otros guerrilleros cayeron en manos de la policía. Les allanaron la quinta de fin de semana donde estaban viviendo y encontraron numerosas armas y papeles comprometedores. Pero no fue demasiado duro. La penúltima dictadura militar agonizaba y en las calles de todo el país una juventud peronista enfervorizada coreaba la consigna "FAR y Montoneros son nuestros compañeros". Cuando el peronismo se impuso, el 11 de marzo, presos y guardianes supieron que una de las primeras medidas del gobierno popular constítuiría en "liberar a los combatientes". y así fue. Yo que lo había visto en tantas facetas de su "otra vida" lo vi esa noche alucinante del 25 de mayo de 1973, con su boÍso marinero al hombro, saliendo de la cárcel con otros guerrilleros que' eran aclamados por cincuenta mil gargantas, mientras las llamas de los colchones incendiados salian por las ventanas enrejadas y un cielo enrojecido le otorgaba a esa prisión de Villa Devoto el aire escenográfico de una nueva Bastilla. Lo vi caminar en un cauce respetuoso que -abrió la propia multitud. Lo ví alejarse de espaldas, con su saco azul y el bolso azul donde guardaba escasas, preciosas pertenencias (como el libro sobre la matanza de Trelew que hizo en prisión), y se me sobreimprimieron distintos Pacos: el de 1958, joven funcionario cultural del gobierno de Frondizi en su natal provincia de Santa Fe; el de los primeros sesentas, en la tertulia de la cervecería El Ciervo ya desilusionado del frondicismo y concentrado en la poesía; el periodista de liDes de los sesentas Yel guerrillero de comienzos de los setentas. Como en el cine, las sucesivas sobreimpresiones, las varias vidas.de Paco Urondo, se fundieron en la última imagen y ésta quedó fijada como un grabado histórico. Apenas una hora después, los gua.rdiacárceles exasperados por las provocaciones que nunca faltan y sin entender todavía los cambios que se habían operado en la Argentina, comenzaron a disparar contra la gente. Con Rodolfo Walsh y su mujer tuvimos que hacer cuerpo a tierra, buscar parapetos y replegarnos por fin hacia un lugar más propicio: la sede oficial del peronismo donde se recibía a los combatientes liberados en olor de muchedumbre. La nueva vida de Paco lo aureolaba. En esa breve primavera democrática que fue el gobierno de Cámpora ocupó un puesto clave en la facultad de filosofía y letras, pero todo el mundo lo veía como lo que era: un combatiente de Las FAR. La esquizofrenia de los meses anteriores había desaparecido. Aún en medio de las fiestas democráticas debía cuidarse. Un Smitb & Wesson 38 permanentemente al cinto. Y un estado de vigilia permanente que una noche en mi casa del barrio de Belgrano (la casa que .después sufriría la gelinita de los fascistas) casi provoca un incidente a balazos con los custodios de Cámpora quien venia a cenar, igual que Paco. No abandonaba el humor pero ya estaba crecientemente serio, comprometido, prevenido respecto al futuro. La idea de la muerte lo visitaba (nos visitaba) a medida que crecía la convicción de que la primavera camporista iba a ser barrida por el Brujo José López Rega y las bandas ultraderechistas. Pero el temor y las premoniciones no lo paralizaban. Aún quedaban espacios importantes que llenar en la tercera -y fugaz- presidencia de Juan Perón. Y fueron llenados. Recuerdo una noche en particular. Una noche que tuvo un comienzo cómico y un final entusiasmante. Juan Celman y yo habíamos sido conducidos por Paco a su refugio clandestino. Fuimos en auto y entramos al condominio mirando el piso para no distinguir la dirección. Para mí resultó un ejercició inútil: ya había estado allí cuando el departamento era rentado por un "amigo común. Se lo dije para prevenirlo. Me miró un instante con los ojos entrecerrados, desde su cara cuadrada, de vasco, soltó la carcajada y brotó una de sus típicas reacciones: "Bueno, no importa, espero que cuando te torturen tengas cosas más interesantes de qué acordarte". Esa noche, de sobremesa.. Paco nos propuso sacar un diario. Un diario inteligentemente realizado. Que no respondiera de manera lineal y grosera a las organizaciones del peronismo en armas. Unos meses después, sin imprenta propia, sin cuotas oficiales de papel, pero con los mejores periodistas del país, nacía el diario Noticias. Tuvo una vida corta, agitada y apasionante. Varias veces estuvo a punto de recibir la visita de las bandas fascistas, cada edición -realizada a caballo de dos imprentas distintas- suponía un esfuerzo logístico enorme: los diagramas y los textos viajaban con custodia armada a un taller y de allá salían las películas rumbo a otro, nerviosamente, con el acompañamiento musical de los cerrojos, los portazos y el chillido de las llantas al arrancar. En febrero de 1974 le metieron un bombazo a la redacción que destruyó la planta baja y pulverizó mi despacho que estaba en el primer piso. En agosto la bomba la colocaban en mi casa. En la madrugada del primero de septiembre lo clausuraba, en persona, el jefe de policía Alberto Villar, que era quien nos había mandado las bombas. Pero en sus nueve meses de existencia había llegado a editar y vender ~80 mil ejemplares, lo leían los obreros y la gente lo alzaba como estandarte frente a las cámaras de televisión el día que murió Perón y k>dos supimos la catástrofe que nos dejaba como herencia. Noticias, como todos los periódicos de verdad, fue noticia él mismo. Con un Walsh que manejaba la sección policial convirtiéndola .en una entrega diaria de la "serie negra", con un jefe de redacción como Gelman, con una continua vinculación entre lo que se escribía y lo que se hacía. ~ mí me tocó dirigirlo, pero era una dirección colectiva. Paco era el "comisario político" y, a la vez, el secretario de redacción serio y escrupuloso, que olvidando las luces de bohemia, se "bancaba"los cierres meticulosamente, leyendo hasta la última línea. Después de la clausura la situación fue degenerando de manera acelerada. Septiembre del 74 fue un septiembre negro en el que la Triple A comenzó el asesinato sistemático y ritual de caracterizadas figuras del peronismo revolucionario y la izquierda. Empezaron los exilios, como el que México albergó en las personas de Cámpora, RodoIfo Puiggrós, Esteban Righi, Ricardo Obregón Cano, Nacha Guevara, Ignacio González Jansen, Pedro Orgambide y varios OtTOS de la primer~ hornada. . Con Paco nos vimos menos. Una tarde, en las postrimerías del gobierno de Isabel Perón, comimos en uno de esos pequeños restaurantes que eran como un remanso en la ciudad sitiada. Hablamos y discutimos. Estabámos dentro de una misma política pero con visiones distintas. El pensaba que se avecinaba un momento muy difícil, pero que el movimiento popular saldría fortalecido a la postre y todo culminaría en una nueva apertura a la Cámpora. Yo tenía agudas premoniciones de matanza. El dijo, me acuerdo: "Sí, el tigre está por largarse de cacería y es cuestión de buscar un árbol para parapetarse y esperar que pase" . El tigre, desgraciadamente, Paco, no paró hasta consumar 30 mil secuestros y en estos días de 1987 ha vuelto a acobardar a la clase política con sus renovados rugidos. Abroquelado en la militancia, endurecido diría, el Paco de comienzos de 1976 no veía claramente lo que Walsh y otros ya veíamos. Por eso se entregó a una tarea insólita: sacar una revista frentista, Informaciones, que sólo tuvo un día de vida. Apareció y desapareció el 24 de marzo de 1976. El día en que el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Agosti se hicieron cargo de todo el poder. Las premoniciones se concretaron. Y como el propio Paco hubiera dicho con una de sus frases favoritas: "La realidad se puso rara". Yo lo ví una sola veulespués del golpe. Buenos Aires es una ciudad de encuentros permanentes y ni la clandestinidad pudo acabar con esa costumbre porteña. Ambos nos tildamos recíprocamente de "inroncientes" y "liberales" por demorarnos a charlar en pleno centro: en la esquina de Corrientes y Rio Bamba, frente a una pequeña fon- 37 da para tenderos y empleados de oficina que aÍlá seguirá, supongo, y que estoy viendo pese a los once años de distancia. Paco ya tenía una nueva hija de otra compañera, la definitiva, Alicia Raboi, que literalmente lo acompañó hasta la muerte:Hacía poco una'hija de "otra vida", Clau8ia, acababa de hacerlo abuelo. Comentó jocosamente su doble condición de padre yabueloy. antes de zambullirse a<;lentro de una furgoneta Citroen donde iban Alicia y la beba':"me dejó esta frase de despedida: "Separémonos. Esto de que estemos vos y yo en semejante esquina ya hasta parece una grosería. Yo creo que si la 'cana' nos ve ni nos agarran porque van a pensar que no es cierto lo que están viendo". La notici~ de su muerte me llegó abruptamente, al abrir una puerta. DetraS de esa puerta estaba María Victoria Walsh. "Vicky", la Cabezona Walsh, la hija de Rodolfo. Ella tan dura. Ella que combatió pocos meses después contra un cerco increíble del ejército, con helicópteros y artillería. Ella que se reía al disparar la Uzi. Ella que se pegó un balazo para que no la agarrasen viva. Ella venía llorando. "Lo mataron a Ortiz", dijo. Ortiz era el último nombre de guerra de Paco. En homenaje al gran poeta de la Mesopotomia argentina. A ese solitario e inquietante Juan L~ Ortiz. (Porque así le dicen justamente quienes lo admiran. O "Juan Ele" a secas). Poco a poco, en la tiniebla de la censura y a través de los recovecos de las rutas clandestinas, se pudieron conocer los detalles de esa muerte. Meses después, Rodolfo Walsh la reconstruiría con prosa escueta y conmovedora. Y antes, anónimamente, desde las páginas explosivas de Evita Montonera 'rendiría homenaje al amigo y al compañero en un artículo que no necesitaba estar firmado para que los lectores avisados descubrieran a un escrítor formidable que era denunciado por su estilo. ,Allí dijo Walsh (aproximadamente, porque he perdido el texto en algún naufragio de estos años) que Paco hubiera podido -legitimamente- haber preservado su vida, haber realizado su carrera literaria y aun ganarse el respeto de los pueblos latinoamericanos por sostener un compromiso literario con su causa. Le sobraban méritos para haberlo conseguido. Y amistades. Como Cortázar, como Goytisolo, como Fernández Retamar. Pero, señalaba la nota, prefirió dar un paso más y comprometerse directamente (con su materialidad, con su cuerpo) en las luchas del pueblo. Esa dtX:isión lo llevó a él, que hubiera podido vi-vir en París, en Madrid o ser jurado de "Casa" en La lJabana, a preferir una muerte,silenciada en una ignota calle de Mendoza. Al poner de manifiesto toda la humildad, toda 'la congruencia que, encerraba la decisión de Urondo, Walsh anticipaba indirectamente la propia: nueve meses después él caía a su vez frente a las balas de los marinos en una esquina de Buenos Aires. Muchas veces, en estos años de exilio y limbo; que he vivido acuciado y socorrido por tantos espectros, me he preguntado si ambas decisiones fueron acertadas. Las ausencias crecen en la Argentina de la mediocracia. Todo lo que Walsh y Urondo hubieran podido dar en estos años fue abortado por su sacrificio. Aunque, a la inversa, también es válido apuntar que todo lo que ya habían dado se agiganta por la magnitud existencial de su compromiso. Pero estas contradicciones, estos soliloquios, estos debates no habitaban nuestra conciencia entonces. En aquellos días del 76 caminábamos a puro reflejo, a puro instinto, concentrados en sobrevivir para resistir y en resistir para seguir viviendo. . La noticia de la muerte de Paco fue un aldabo- I 38 nazo de otro tipo: era una de las primera muertes cercanas y por eso hubo lágrimas para Horaria. Luego fueron tantas que la muerte pudo rodearnos y anegarnos y llegamos a desearla como descanso y como forma de seguir unidos a los compañeros. Después- del golpe, COIOO dije, vinieron los de-talles. Paco había sido trasladado a Mendoza. Era una decisión que no le gustaba, sin duda, pero que acató disciplinadamente. No le gustaba porque no era su medio, porque allí podía aportar menos y tal vez porque conciente o inconcientemente uno sabe -como los animwes- que el conocimiento del medio es indispensable para seguir respirando. En Mendoza se habían producido muchas caídas -igual que en todo el país por otra parte- y la ferocidad de los medios represivos, aunada a la creciente sensación de derrota, habían quebrado no a todos, no a muchos, pero sí a varios, a suficientes cuadros. Uno de esos hombres "cantó la cita" y llevó a los militares al lugar al que acudió Paco ese día de junio como hoy, ese día de hace once años. Paco iba con Alicia, la beba y otra compañera. Cuando advirtieron la emboscada resistieron a tiros e intentaron la fuga. Pero hubo mala suerte, Paco- resultó herido de gravedad y sacó del bolsillo la pastilla de cianuro sobre la cual solía hacer chistes de humor negro. -Me tomé la pastilla -dijo, y agregó-: Corran, escapen. -Pero, papi, ¿por qué hiciste eso?- reprochó Alicia llorando. Murió enseguida. Alicia y la otra compañera salieron de la furgoneta Citroen (de la misma furgoneta que yo le había visto) corriendo en direcciones opuestas. Alicia se equivocó y enfiló hacia el lado donde estaban los milicos. La otra compañera pudo zafar de la encerrona y subir herida a un camión que viajaba a Buenos Aires. Como personaje de un thriller logró sobrevivir a doce horas de acechanzas increíbles. Primero, el Autobús, en una de sus vueltas para salir de la ciudad, pasó exactamente por el lugar del tiroteo. En uno de los asientos de atrás, mientras trataba de parar con un pañuelo la sangre de la pierna herida, vio con ojos agrandados por el espanto la furgoneta rodeada de policías y militares, en cuyo interior aun estaba el cadáver de Pa' co. De Alicia, ni rastros. Milagrosamente, atravesando con suerte pasmosa varios controles militares, el autobús recorrió los mil kilómetros que separan a Mendoza de Buenos Aires y la sobreviviente, pálida, desangrada y exhausta pudo al fin encontrar refugio y contar su historia. A mí me tocó días después llamar por teléfono a la familia de Alicia Raboi para instarlos a que recuperasen la beba de manos de los militares. Fue un llamado anónimo y nervioso, desde el. teléfono público de un bar de Buenos Aires. Alguien me dijo después que por suerte habían logrado recuperarla. Que no es una de esas tantas criaturas que fueron ilegalmente ~doptadas por policías y militares. ' Su hermana mayor Claudia, en cambio, cayó en otro enfrentamiento, meses después, junto a su compañero. Por suerte Paco murió antes, porque adoraba a esa hija que eligió la misma militancia y la misma organización que el padre. Otro hijo menor que Claudia, "el retoño" como solía decir Paco, con esa ironía pudprosa que utilizaba para enmascarar la ternura, sobrevivió y actualmente vive en Buenos Aires, definitivamente herido por esas muertes que le marcaron la adolescencia. El cadáver de Francisco Urondo fue enterrado con el sigilo y la velocidad que imponían como afrenta adicional los militares. No hubo discursos, y sus mejores amigos no p!:!dieron asistir porque no lo supieron a tiempo y porque les iba la vida si intentaban hacerlo. No hubo, pues, ninguna manifestación de duelo público, ni siquiera una inocente mención de los intelectuales que habían convivido con el poeta antes de que se convirtiera;en guerrillero. Como otros cadáveres "subversivos", eTde Paco también fue condenado a la oscuridad y el anonimato durante los años de la dictadura. La frágil democracia instaurada en diciembre de 1983 no mejoró las cosas de forma sustantiva. Urondo, Walsh, Haroldo Conti y otros talentos que sufrieron el mismo destino, empezaron a ser reinvidicados de manera parcial y sospechosa. Recuerdo a un pseudo;crítico, con el que polemicé a través de El Porteño, que hablaba del "malogrado Walsh" como si fuera un futbolista o un cantCJ" de tangos que se mató en un accidente. Se rendía homenaje a l~ muertos -en algún caso, como el de Walsh, se reeditaron sus librospero separándolos de su decisión y de sus práctica militante. Pocas excepciones hubo a esta modalidad escamoteadora y farisea del homenaje. El periodista Horacio Verbitsky es una de ellas. En varios artículos periodísticos, en su folleto "Rodolfo W alsh y la prensa clandestina" exaltó la integralidad del personaje. Y aunque Verbitsky también se refirió en varias ocasiones a Paco Urondo de esa misma manera integral, aun sigue faltando una evocación, un ensayo, un libro que nos restituya el periplo total del poeta guerrillero. Decíamos al comienzo que Urondo pertenecía como WaIsh, Massetti;Conti a la generación del Che. No es una simple constatación cronológica. Todos ellos constituyeron, con los errores y desaciertos de toda práctica revolucibnaria, la encarnación de ese ideal proclamado por Antonio Gramsci: el del intelectual orgánico que trasciende las aulas y los libros y asume la lucha de manera integral. Es difícil (y académico) definir si ese compromiso total acrecentó o recortó su producción literaria. (Esto me hace recordar al clásiCQ,.debate sobre si es mejor el Cortázar apolítico de los primeros tiempos o el que abrazó la causa de Nicaragua). Lo que es indudable -y esto me parece lo importante- es que este tipo de intelectuales suelen aparecer en las épocas agónicas, en las grandes crisis que preceden a gigantescas mutaciones sociales y políticas. y este sí es un tema digno de pensarse no sólo en relación con el caso argentino y su etapa actual de oscurecimiento y derrota, sino en función continental. Mirando a esta A¡nérica Latina grávida de futuras convulsiones que se acerca al tercermüenio. Nota: (*) David Viñas, "Déjeme hablar de Walsh", en revista Casa de las Américas, número 129, noviembre-diciembre de 1981. instantáneas del movimiento popular: ¡ORGE ACEVEDO, FOTOGRAFO ~ Jos que nacilJJo> bajo la 80IDbra da 18s Kodak lnnamatíc, tomar fotos es hacer clíck. Sin embargo, la idea de que "todos somos fotógrafos" se evapora cuando, al recoger nuestros recuerdos hechos imágenes, nos encontramos con el rollo velado, los colores mágicos convertidos en grises sin vida o las sombras cubriendo la sonrisa de la amada. Queda entonces el recurso de acusar a la casa encargada de revelar los rollos de incompetente o guardar la cámara en algún lugar a . prueba de rateros o utUizar el alto costo de los materiales fotográficos como coartada para declinar en esto de sentirse artista. Probablemente la üusión de la fotografía como el arte-al-alcance de todo mundo, el sueño de tomar fotos estUo tarjeta postal con sólo disparar el obturador de la cámara, la fantasía de imaginar que lo que uno ve por la lentilla es lo que aparecerá en la foto final sin problema alguno, ha hecho que a los fotógrafos se les considere como artistas de segunda. La dificultad para maneju los pinceles, los obstáculos para hacer que el saxofón no suene como una manada de elefantes espantada, la angustia que produce enfrentarse a una hoja de papel en blanco para convertir en palabras escritas los pensamientos de una caminata por entre anuncios de gas neón, hacen que a las otras artes se les trate con cierta distancia, y se reconozca la necesidad del trabajo y del esfuerzo individual para manejar adecuadamente el oficio. Pero, por obra y gracia de la publicidad, por la sensación de inmediatez que se establece entre el objeto, el ojo y el instrumento de trabajo, la fotografía parecería no ofrecer ningún problema. Una y otra vez, en impresos y revistas, en los álbumes familiares, en los carteles que se prenden en las paredes, en los muros de salas y comedores, la presencia de todo tipo de fotografías provoca la sensación de ser un arte accesible: pero no. y es que, hacer fotos, es, de entrada, y más allá del necesario manejo de la técnica, del control sobre la luz y la velocidad, de la habilidad en el revelado, otra forma de ver diferente a la que se accede en la inmediatez de lo cotidiano. J9rge Acevedo lo sabe, o cuando menos, lo hace. Aquello de los tragos Nadie diría que es turista a pesar de que siempre lleva sus cámaras consigo. En provincia nunca le hablan en inglés. Más bien tiene problemas cuando viaja a Europa y los agentes de migración miran con desconfianza su pasaporte de mexicano pensando que detrás de él se esconde un terrorista árabe, y revisan su ~uipaje una y otra vez buscando lo que puedan encontrar. Tiene el pelo negro y chino, el bigote recortado, y, por aquello de la negociación puede decirse que no es ni alto ni bajo. Están lejos los años en que su apariencia era la de un nostálgico de los sesentas en plenos setentas, con barba descuidada, pelo largo, y más mezclilla en su guardarropa de la que actualmente puede verse. Conserva, de aquellos años, el paliacate rojo cuidadosamente doblado en el bolsillo izCluierdo del pantalón, y un par de . sacos de pana, uniforme casi obligatorio de otros tiempos. Sería fácü convertirlo en personajes de una novela policiaca. Por lo menos tiene algunas características de un buen número de detectives del género. BE;be entre diez y doce tazas de café al día, preferentemente erpress. El mismo se prepara varias de ellas, en un ritual que, en ocasiones va,~, des<te la molida del grano en el acto hasta la utiliL '. zaclón de alguna de sus cafeteras, y que, por supuesto, se inicia en la búsqueda y compra en el Luis Hemández lugar preciso y la mezcla exacta de caracolillo y planchuela. En reuniones largas lleva un termo y, ante el asombro de los concurrentes, se sirve de cuando en cuando, pequeños tantos del brebaje. Fuma dos cajetillas de Del Prado diariamente. Toma fotos, incluso con cigarrillos en la mano. Absorve el humo hasta dentro haciéndolo pasar por todo el paladar y la lengua; aplasta las colillas con fuerza. Invariablemente come con cerveza y se toma tragos durante el día. Tragos fuertes y secos: mezcales, whiskie8 o rones solos. Evita echarlos a perder añadiéndoles refresco. En ocasiones hasta carga una pequeña anforita. Café, tabaco y ~go son en conjunto un comb~ tibIe para llevar a cuestas los días, para enfrentar las mañanas, para seducir las noches. P{)r supuesto le encanta comer, buscar restaurantes nuevos o regresar a los viejos, probar nuevos platillos, paladearlos. Los pequeños días de fiesta, las quincenas, los acontecimientos, transcurren todos coronados por una incursión gastronómica. También guisa, casi tan bién como toma fotos. Pastas, carnes, fabada, ensaladas; la lista es larga. Hasta su propio delantal de cocinero tiene... TIaooIula/ElefanteslTren El calor pega como tubo. Es domingo al mediodía en T1acolula. Hay.mercado. Comerciantes en muy pequeño han bajado a ofrecer sus mercancías. La luz de los valles centrales de Ouaca se filtra hasta las colas de los que quieren subirse a la rueda de la forturna. Es hora de comprar mezcal y hasta de tomarse una cerveza. En el regateo hay que consumir las pruebas, juzgar .si está mejor el minero o el de pechuga. La botana es una encurtido de piña agria con chile piquín. Media hora después la tranquilidad está - 39 ya dentro de todos. Al salir,' sobre una pared hay un letrero: ¿PRESIDENTE? ¡OBVIAMENTEI; en el piso de tierra, durmiendo profundamente, recargado sobre la pintura de una enorme botella de brandy, hay un borracho. Jorge saca la cámara y dispara el obturador. Mide la luz, ajusta el lente y vuelve a disparar. La carretera serpentea For entre los montes. Los carriles son estrechos. En la grabadora del automóvil Patti Smith canta BectJU8e the Night. Han sido cuatro horas de conversación. Jorge es un hombre del camino. Desde pequeño viaja en coche largos trechos. Sabe cuando detenerse a tomar un café, cuando concentrarse sobre la línea blanca. De repente un camión obliga a disminuir la velocidad. Jorge no conduce, asi que avienta el cigarro, abre la ventana, y saca la cabeza con todo y cámara. La imagen se graba: el viejo y destartalado vehfculo lleva a cuestas los utensilios para una fiesta infantil. Sobresalen a sus costados unas enormes cabezas de elefante de utileria. El camión parece querer volar como si se tratara de un Dumbo reencarnado. En Al~mania, con un fria del caraja para los 'que no son de allá, un pequeño conglomerado de abrigos y chamarras esperan la llegada del tren que como todo mundo sabe llegará puntual. A esa estación llega un vehfculo que se dirige a un destino diferente al de la mayoría. Los cristales están empañados' por el vaho' de los que van adentro. Una mano, desde el interior de uno de los vagones, logra convertir la opaquez en claridad. En ese momento aparece el rostro de la muchacha bella de los sueños. Es la única silueta visible desde el exterior. El tren arranca. La cámara. plasma la imagen en evaporación. La muchacha queda allí. Tres' fotos, tres historias, una misma actitud. 40 . Lo irrepetible, amarrado por la voluntad de percibir el instante, mostrado por las habilidades de un oficio que es una forma de vida. El Movimiento Durante años y años, Jorge Acevedo ha pateado las calles de la ciudad de México dando testimonio del contínuo peregrinar del movimiento popular. Con su cámara a cuestas corre para treparse al edificio que permite la vista de la marcha a profundidad; se agacha para retratar a los huarachudos que han caminado centenares-de kilómetros; besa a las diez, veinte treinta feministas que acompañan a l~ costureras. Y sus fotos ilustran revistas y carteles. Allí están, a veces con su nombre, lI\uchas otras sin él. Siempre/, Nexos o InJormoción Obrera, son sólo algunos nombres de publicaciones donde pueden verse sus productos. Tres libros son evidencias de este camino. Uno de ellos, Memoria gráfica del movimiento popular en México (Ed. Praxis), es obra individual. Los otros dos, uno sobre el movimiento magisterial de la CNTE publicado por El Rollo, y otro: El poder de la imagen y la imagen del poder (editado por la Universidad de Chapingo), son obra colectiva. Sus fotos están también presentes en más de una decena de libros. Sin embargo,-lo más interesante de esta parte de su obra. es, muy probablemente, la reproducción de sus' fotos en centenares de publicaciones y carteles sin crédito alguno. El rostro alegre de una maestra oaxaqueña marchando en junio de 1980, viejos zapatistas con retratos del General a cuestas, una enorme se,rpiente de maestros des~lazándose por avenida San Cosme; estas fotos, y muchas más, soJ;l ya parte de la iconografía del movimiento popular en México. Como los versos . , de Machado que son cantados por miles sin ~r quién es'el autor, así las fotos.de Acevedo son utilizadas para ilustrar panfletos, documentos y ma. nifiestos porque son ya propiedad de todos. En esas instantáneas se identifican activistas de cien batallas; a través de ~llas se tejen los finos hilos que conectan con el pasado. Elentomo Aunque actualmente sea un profvgo'de la metrópoli y haya ido a refugiarse entre las huestes de los marcianos oaxaqueños, Jorge Acevedo es hijo .de la ciudad de México. Nacido en 1949, fue estudiante de la Prepa 6 y del CUEC~ donde aprendió a hacer cine. Su producción en este terreno no es muy vasta pero abarca temas como el de la lucha... libre (alrededor del Santo) y también de la de los maestros. I Durante años vivió en una pequeña casa en Chimalistac, emparentada por cuestiones generacionales con el Pesebre de San Angel. Allí, entre par~ con decenas de años a cuestas y una humedad que hacía nacer hongos en las paredes, se hizo. de una razonable colección de discos de jazz y dearteíactosvarios: una caja de músic8C()n mailivela que interpretaba la Internacional, cajas de puros, un mapa de Mrica colonial. Cuando al cabo de varios años de vivir solo se emparejó con Mana Elena, una restauradora enamorada de los detalles, la pequeña casa vio como sus . espacios se desbordaban de fotos, libros, juguetes de madera, lienzos y botellas de vino vacías. Desarrolló entonces la manía de dejar recados ilustrados en las puertas de los vecinos con los que compartia el teléfono. Los domingos en la mañana prendia el tocadiscos a todo volumen compitiendo con el de su v&- Dl' nul'o tro estu rZO hó.\t \al) \0' pr '(1 )'. cino de arriba. El ambiente de vecindad se completaba cuando sacaba al pequeño patio unas hainacas de tela, aceitunas y cervezas para leer el periódico. Preparaba para comer guisos raros y estaba allí hasta que era hora de ir al cine o tomar un café o ambas cosas. Entre semana, ya como chambeador' del INAB, salía a tomar fotos al centro histórico. Después de agotar dos o tres rollos, marchaba sobre "El nivel", a escanciar la sed y devorar tacos de chicharrón. Regularmente, algunas tardes las gastaba dentro del cuarto oscuro, revelando, acompañado por una cinta de los Dire Straits.. Algunos años de su vida se le fueron como sindicalista. A pesar de ser medio malgeniudo, se ganó el respecto de sus compas, que acabaron haciéndolo secretario general. Quizás esa haya sido la época de su vida en la que más alejado estuvo de la fotografía. Sin embargo, obtuvo de alli una , materia prima y un enfoque sobre la vida que está muy presente en sus fotos posteriores. Salón Fábregas Hay fotografías que ~n una entrevista directa. "Salón Fábregas" es una de ellas. "Digo, pos me juí con mi compadre a empedarme. Hay veces que es así. Uno ya no aguanta. y pa' eso son los compadres. Es que nos habían dado en la madre. Gacho nos habían dado. Habíamos puesto el hocico por delante y nos lo habían dejado todo floriado. Digo, eso le pasa a uno por lanzarse como el borras. Pero ya estábamos hasta la madre. El patrón ya nos tenía hasta los meros gOevos. Las comisiones que nos pagaba eran una miseria. Toos por eso decidimos hacer el paro. Llegamos y le dijimos: No señor, las uni- dades no las movemos hasta que no se nos solucione nuestro asunto. Pero el gOey fue más ojo de lo que pensábamos. Y nos rompió la madre. Fuimos pa' fuera. No todos, pero yo sí. Quesque era el cabecilla. Por eso le dije a mi compadre: 'Compa, vamos a echarnos unos tragos'. Y ahí andábamos, entre botanas y Presidentes, cuando se oyó el escandalazo afuera. Gritos y más gritos. Y me jalo al compadre a la puerta; y IPuta madrel, ahí estaban, eran miles los que pasaban y gritaban cosas contra el gobierno y esas cosas, y cómo no, la sangre se me subió a la cabeza. alguna venganza se estaban tomando. 'Duro cabrones. Dénle duro' -les grité." Los espacios Una a una. las exposiciones de Acevedo se van sumando. En Oaxaca. a un año de emigrado. ha montado tres. Una de ellas. sobre Oaxaca y los oaxaqueños. fue bien recibida, a pesar de venir de alguien que apenas comenzaba a ser de aquellas tierras. La lista es larga y los temas diversos. En la Casa del Lago una serie sobre ventanas. En la Ciudadela una colección de fotos tomadas de arriba hacia abajo. En los Talleres de Coyoacán otra sobre mujeres. Todas mantienen en común el ser documentos testimoniales. En la inmensa n!ayoría están presentes. personas. Hay en su obra imágenes de casi todo México, y -saldos del boom petrolero- de Nueva York y varias ciudades europeas. Lejos de las tarjetas postales para turistas. en ellas pueden verse músicos, teatreros callejeros, contrasentidos. Sin embargo. para quien no tiene relaciones con los influyentes, México es un país difícil.' Abrirse un espaci~, competir contra los institu- cionales, poder demostrar la calidad de la obra producida al margen de los "reconocidos", no es sencillo. Como tampoco 10 es pretender vivir de la fotografía. Después de todo, la idea de que la obra de arte es única no va muy de acuerdo con las posibilidades de reproducción múltiple de la fotografía. Quien adquiere una foto tiene la sensación de que, a diferencia de una pintura o una escultura, está haciéndose de un objeto multiplicable. Empero, a pesar de las dificultades para abrirse y conservar un espacio, y de los obstáculos para ganarse la vida ejerciendo el oficio. Jorge A<»vedo es un fotógrafo de tiempo completo. Los juegos de luces Con paso lento y firme, un obrero de Vidriera y Alumex recorre las instalaciones de su fábrica. Ahora es suya y no del patrón. El y sus compañeros la administran. A los lados los vidrios reflejan su imagen. Jorge la imprime. juega con luces y sombras, con texturas, con certidumbres. No sólo hace fotos, también enseña a hacerlas. Los mismo con los tejedores de Santa Ana del Valle que con trabajadores metropolitanos. Descifra el manejo de la cámara y los misterios del revelado. Busca encontrar cómo los otros producen sus imágenes. Y allí va, cámara al hombro, Del Prado entre los dedos, escudriñando por entre los momentos y las situaciones, dispuesto a disparar el obturador. Y allí está, horas y horas en el laboratorio, lidiando con la película de blanco y negro, removiendo materiales y echando a funcionar amplificadoras y máquinas de secado, dándole un sorbo al enésimo café del día. Y allí está, enseñándonos, al fin y al cabo, otra forma de ver las cosas • 41 ¡-v. • F....,n las ideas las que i"'Piraron todos los actos de los hombres que, animados por Ricardo Flores Mag6n y los miembros de la Junta del Partido Liberal Mexicano, radicada en Los Angeles, California, llevaron a cabo los primeros movimientos revolucionarios de 1906 a 1908. Uenos de entusiasmo y de fe, sin medir los peligros, sin pensar en las derrotas'; alentados vigorosamente por el sacrificio de los inspiradores del movimiento, los primeros soldados de la Revolu. ción Mexicana discutieron ardientemente sobre las ideas antes de tomar el fusil. Mientras que los grupos revolucionarios eran formados a lo largo de la frontera, dándose órdenes para que los futuros soldados se ejercitaran en el tiro al blanco y secretamente tomaran instrucción militar, la junta del Partido Liberal Mexicano inició las primeras gestiones para obtener el apoyo del Partido Socialista de los Estados Unidos para la Revolución MexicaDa. Práxedis G. Guerrero fue comisionado por la junta del Partido para obtener el apoyo de los socialistas americanos. Guerrero realizó una gira por los Estados de Ka~as, Missouri e Illinois. Habló con los principales líderes americanos, quienes ofrecieron todo el apoyo a la Revolución Mexicana. Entre los líderes socialistas americanos que dieron su apoyo al Partido Liberal, se encontraba Haldemann Julius, editor de Appeal to Rea8oh, quien besando a Guerrero en la frente le dijo: "Diga usted a los liberales mexicanos, que los socialistas americanos les brindan su más decidido apoyo hasta que realicen el programa de la junta de Los Angeles". Después de haber entrevistado a los socialistas americanos, Guerrero regresó a San Antonio, dond~'Ce1ebró una larga conferencia con Jesús M. Rangel y con Andrea Villarreal, hermana de An-tonio I. Villarreal, y una de las primeras figuras de la Revolución Mexicana. En la conferencia, Rangel informó a Guerrero que los grupos armados habían quedado debidamente organizados y que sólo esperaban órdenes de la junta para entrar a territorio mexieano. Los grupos habían quedado organizados en el estado de Texas de la siguiente forma y a cargo de las siguientes personas: en lCerville, a cargo de Pablo Esparza; en San Angel, Hilarlo y Jesús de Hoyos; en Colman" Victoriano López; en Goldw~ 1 Azaro Alanízj en McGregor, Agustín Sierra y Pablo Navejar; en Rockdale, Julián Hernández; en La Coste, Aniceto Soto; en González, Jesús Ruiz; el teniente ,coronel Catarino Garza quedó a cargo de los pequeños grupos extendidos a lo largo de la frontera desde el condado de Nieves hasta el de Valle del Río Grande. El teniente coronel Catarino Garza era famoso o " a lo largo de la frontera, ya que era considerado como el primer hombre que había pretendido cruzar la línea para derrocar al general Díaz. Garza, de acuerdo con el general Ignacio Martínez, organizó la primera expedición contra la administración porfirista en 1891, habiendo sido descubierto y detenido por las autoridades americanas durante tres años, acusado de violar las Leyes de neutralidad. ' Al terminar la reunión, Guerrero dijo a Rangel: - Vamos a dar una vuelta por la ciudad, así podremos platicar más. Cuando salieron a la calle, el joven revolucionario tomó del brazo al jefe de los insurgentes que- había atacado a Las Vacas, en 1908, y le explicó: , -Mire, compañero Rangel, si nos hemos resuelto a lanzarnos a la lucha es porque tenemos las ideas muy bien metidas aquí, aquí en la cabeza. El hombre que piensa y siente las ideas, no teme a los sacrificios, va a ellos dispuesto a dar la vida. Usted verá que soy intransigente, que muchas veces discuto detalles, que aparezco terco y meticuloso,. que soy inconforme con la organización disciplinada de los grupos rebeldes. Es que creo que una revolución popular debe ser espontánea, sin jefes. Si me dirijo a usted en esta forÍna es porque creo que ama verdaderamente la libertad. El joven revolucionario se detuvo, y luego agregó: -Compañero,- yo no soy un. simple. enemigo político del general Díaz. Yo soy anarquista, no lucho por odio a un gobierno, sino por amor a una humanidad libre. La pareja se detuvo frente a una palaciega mansión. Guerrero añadió amargamente: - La residencia del alcalde Gallaghan, amigo mio... Fueron estas mansiones enormes contras- tanda con las chozas de nuestros peones, las que me hicieron pensar en una lucha por un mundo mejor. ¿Por qué esta diferencia entre el rico y el pobre? ¿No cree usted justo que la idea suprema de la Revolución Mexicana debe ser conquistar un bienestar para los que carecen de herencia? Praxedis Guerrero, apretando fuertemente el brazo de Rangel, contilln poco a po'co, explicando cómo y po eberían ser abolidos los privilegios, para terminar lleno de entusiasmo sobre los últimos instantes de la lucha en territorio americano y antes de empuñar las armas en México. -Sí, compañero Rangel -terminó diciendo-, conforme avancemos en México, necesitamos ir realizando nuestros principios: reconquistar la tierra que fue 'arrebatada por los privilegiados, terminar con la era de los caudillos grandes y chicos, que si el pueblo mexicano ha sufrido es debido a que cada uno de sus !Jliembros se ha sentido gobernante. Nuestra revolución debe enseñar la forma de libertad y no de gobernar. Los dos insurgentes se despidieron. Guerrero para continua1! a El Paso, donde habría de editar un periódico, y Rangel hacia la frontera, para dar un último vistazo a los grupos revolucionarios. Una cuantas horas después Rangel se encontraba haciendo los preparativos para el viaje, y estando en compañía de Tomás Sarabia, fue aprehendido por las autoridades americanas. El jefe rebelde fue rápidamente condenado a dos años de prisión en la penitenciaría federal de Leavenworth. Rangel llegó la prisión federal de los Estados Unidos. Ahí encontró a los liberales Antonio de P. Araujo, Encamación Diaz Guerra, Prisciliano Silva y C. Tr~viño. Mientras tanto, en México iniciaba un nueVo movimiento, un movimiento político. Francisco l. Madero era el director. Los miembros del Partido Liberal Mexicano, que se encontraban a lo largo de la frontera esperando el momento oportuno para cruzarla y emprender la revolución, fueron advertidos por la junta de Los Angeles de mantener armoDia con los maderistas. "Aunque nuestro partido persigue fines distintos a los anunciados por Francisco l. Madero, la junta ha resuelto indicar a todos sus miembros la necesidad de cooperar con los maderistas para derrocar a la dictadura porfirista", escribió Ricardo Flores Magón en RegfjIberaci6n, a mediados del años 1910. "Pero cuando la dictadura porfirista haya sido exterminada -agregaba Flores Magón-, liberales y maderistas se separarán para luchar independiente por los ideales que cada uno sustenta" . Flores.Mag6n aclaró que los ideales delFartido. Liberal Mexicano eran más avanzados que los de Madero: "Nosotros luchamos por la repartición de tierras; por el mejoramiento social en el interior de las fábricas y de los talleres; por el respeto a los peones; por el exterminio de las tiendas de raya y de la esclavitud en los campos agrícolas". Franscisco l. Madero, por su parte, sólo señaI j JESUS MARIA RANGEL, EL BRAZO ARMADO DEL ;MAGONISMO 'FRONTERIZO (Segunda y última parte) ----------------------- Jo.sé 42 c. Valadés .. Please note: An unrelated section of four colored pages was not scanned. Although there is a break in pagination, no text is missing. Atención: Una sección adicional de cuatro páginas de publicidad en colores no ha sido escaneada. Aunque hay un lapso en la paginación, no falta ningún texto. '. laba la parte política de su programa, limitándose a generalizar en lo referente a la situación social y económica del pueblo mexicano, aunque más tarde en el Plan de San Luis, insinuaría algunas conquistas características de todos los programas políticos. Madero, perdidas las esperanzas de conquistar pacíficamente el poder. convocó a la revolución, y señaló un día: el 20 de noviembre. La Junta del Partido Liberal Mexicano. desde Los Angeles, respondió al ijamamiento: Todas las fuerzas habían de estar unidas momentáneamente para derrocar al que consideraban como enemigo común: el general Diaz. v. Cuando la unión de los partidos o de los grupos, o de los hombres, no está inspirada por la comunidad de ideas. la unión sirve solamente para que los débiles dejen todos sus esfuerzos, sus esperanzas y sus anhelos en aras de los fuertes. Sin abandonar un sólo momento los principios alimentados desde la constitución del Partido Liberal Mexicano, la junta radicada en" Los Angeles, y que en 1910 quedó constituida.por Ricardo Flores Magón, Praxedis G. Guerrero, Librado Rivera y Anselmo Figueroa, acordó que todos los miembros del partido que habían organizado grupos armados a los largo de la frontera de México y Estados Unidos, se dispusieran a entrar a territorio mexicano, formando un frente único momentáneo con las fuerzas maderistas. Francisco 1. Madero habia lanzado desde los Estados Unidos el plan que aparecia firmado en San Luis Potosí. En diferentes partes del país la Revolución habia'estallado. El primero que se dispuso a cruzar la frontera fue Práxedis G. Guerrero. Acompañado de Julián Alvarez, Lázaro Alanis. Calixto Guerra Chico, Jesús Ruiz, Prisciliano G. Silva, Luz Mendoza, Rafael Campa y Lázaro Gutiérrez de Lara. y seguido de otros cuarenta hombres perfectamen- te armados y municionados, Práxedis G. Guerrero cruzó la línea divisoria a unos cuantos kilómetros al norte de ciudad Juárez. Guerrero avanzó rápida y silenciosamente a lo largo de la vía férrea que une a Ciudad Juárez con Casas Grandes, destruyendo varios puentes y levantando rieles. Los liberales detuvieron 11n trerrque conducía armas de ciudad Juárez a Casas Grandes, aPoderándose de más de cien carabinas y tres mil cartuchos. Tras destruir las comunicaciones, Guerrero dividió a sus fuerzas en dos grupos con el objeto de atacar los pequeños poblados a lo largo de la frontera. dando tiempo a que otros grupos liberales que estaban siendo organizados cruzaran la línea divisoria. Después se dirigirla sobre Casas Grandes, que se encontraba guarnecida por más de trescientos soldados federales. Un grupo integrado por treinta y dos liberales, quedó a las órdenes de Prisciliano G. Silva. quien se dirigió hacia el sur con instrucciones de reunir a todas las partidas de revolucionarios maderistas e invitarlos a cooperar en el ataque a Casas Grandes. Entre las partidas maderistas que habían de ser invitadas se encontraban las de Pascual Orozco y Francisco Villa. Los dos grupos de liberales pudieron ser bien armados y pertrechados gracias al primer golpe de audacia d&do por Guerrero al capturar el tren que conducía pertrechos a los federales de Casas Grandes. Antes de dividir a los gruPOS. Guer ro dispuso que habia de usar en todos los combates una bandera roja con la siguiente inscripción: "Tierra y Libertad", y en el sombrero una franja roja con el mismo lema. Guerrero, acompañado de cuarenta hombres. avanzó a lo largo de la frontera, 'con intenciones de caer sobre Janos. No fue sino hasta un mes después de haber pasado a territorio nacional, cuando Guerrero cayó rápidamente sobre Janos. Los veinte soldados federales que se encontraban de guarnición en la población salieron huyendo al sentir la aproximación de los revolucionarios, quienes ocuparon la plaza el 20 de diciembre. Ocupada la plaza, Práxedis Guerrero envió a varios delegados a distintas partes del estado ·de Chihuahua. buscando el apoyo de otros grupos con el objeto de continuar la campaña hacia el sur. En los últimos días diciembre pasaron la frontera más de veinte liberales para unirse a los revolucionarios de Janos. ' Mientras tanto, los soldados federales que habían abandonado'a Janos se' dirigieron a Casas Grandes, dando cuenta de la presencia de los liberales y destacándose inmediatamente ciento cincuenta soldados y cincuenta rurales. Los doscientos hombres cayeron inesperadamente sobre Janos la noche del 20 de diciembre de 1910. Guerrero organizó a sus compañeros, combatiendo durante cuatro horas con desesperación en las calles de la población. Los liberales, combatiendo a razón de uno contra cinco, se replegaron hacia el lugar donde se encontraban establecidas las oficinas de -Guerrero, en la casa del señor Areárate, persona rica y a quien los revolucionarios habían tomado en calidad de rehén. A las cuatro de la mañana del día 30 y cuando • el pueblo estaba completamente sitiado, los liberales hicieron un supremo esfuerzo, rompieron el cerco y salieron paso a paso, combatiendo, hacia el sur. Antes quemaron los archivos públicos. recogieron todo el dinero que encontraron a su alcance y se llevaron preso al presidente municipal y a los vecinos ricos. . Al salir de Janos, los liberales eran veinte, veinte más habían quedado muertos en las calles de la población. Entre los muertos se encontraba Práxedis G. Guerrero, cuyo cadáver llevaban sus compañeros. Práxedis G. Guerrero murió en la azotea de la casa ·de Azcárate, recibiendo un balazo en el ojo izquierdo, que le salió por el lado derecho de la cabeza, destrozándole el cerebro. Los liberales se alejaron a dos kilómetros de Janos, sin ser perseguidos por los federales. En la noche regresaron silenciosamente hasta las puertas de Janos, cavando la fosa donde fue sepultado el cadáver de Guerrero, como a doscientos metros de la colonia Fernández. El joven anarquista fue sepultado envuelto en una gran bandera roja. Los liberales se retiraron al sur del Distrito de Galeana. quedando como jefe el grupo Leonid~ V ázquez. Dos semanas después se unirían a las fuerzas maderistas que operaban a las órdenes de J osé de la Luz Blanco. La revoluCión maderista continuaba extendiéndose en diferentes partes del pais, pero en el norte todás las fuerzas dependían de los grupos liberales animados por los principios del Partido Liberal Mexicano. . Madero permaneció en los Estados Unidos hasta los primeros días de febrero de 1911, hasta que advertido de que sería aprehendido por el gobierno norteamericano, acusado de violar las leyes de neutralidad, cruzó la frontera el día 14. Cuando Madero cruzó la frontera sólo veinte hombres armados lo recibieron en territorio mexicano. Parecía casi abandonado y las esperanzas de un triunfo estaban bien lejanas. El señor Madero llegó a San Agustín y de este punto se dirigió a Guadalupe, Chihuahua, donde se encontraba Prisciliano G. Silva, al frente de más de cien liberales. Madero envió un propio a Silva, indicándole que había asumido la jefatura de la Revolución, y que sus órdenes habían de ser obedecidas. Prisciliano G. Silva se presentó, seguido de su gente, a Madero. Silva y Madero celebraron una conferencia. • :..-No estoy dispuesto a subordinarme a usted, porque no obedezco órdenes de nadie, soy miembro del Partido Liberal Mexicano y sólo lucharé por los principios sociales de mi Partido -dijo Silva a Madero. . -Pues quedará usted arrestado, -respondió Madero. - No, señor, yo tengo aquí a mis compañeros y daré órdenes para que lo aprehendan a usted, porque usted es el representante del partido burgués. . Mientras tanto, Lázaro Gutiérrez de Lara se había dirigido a las fuerzas de Silva, pronunciando un violento discurso contra la dictadura del general Díaz y pidiendo que los insurrectos reconocieran a Madero como jefe. Los revolucionarios aceptaron la proposición de Gutiérrez de Lara, y cuando Silva rompió la plática con Madero para pedir a sU;S compañeros la captura del jefe de la Revolución, pudo descubrir que la mayor parte de sus fuerzas lo habían desconocido y así fue como quedó prisionero de los maderistas. La unidad predicada desde Los Angeles por Ricardo F10res Magón había quedado rota. A partir de ese momento, la Junta del Partido Liberal Mexicano abrió la más violenta campaña contra el maderismo. Los grupos llamados en aquel entonces magonistas, en su mayoría se unieron definitivamente al maderismo, aunque un buen número de libe48 Santiago R. de la Vega. rales continuó la lucha independientemente. El grupo dirigido por Lázaro Alanis sostuvo un combate cerca de San Buenaventura con les federales, derrotándolos completamente y haciéndoles cincuenta bajas, pereciendo el capitán federal Ortiz y siendo capturados el teniente Escobedo y el subteniente Mejia. Alaní sostuvo un segundo combate en el cerro de la Cantera con el 18 batallón. Los federales fueron derrotados. En esta acción tomaron parte más de cien maderistas, junto con los cien liberales a las órdenes de Alanís. Todos los hombres que habían cruzado la frontera al lado de Guerrero, pasaron a las filas maderistas, perdiendo el magonismo toda la fuerza organizada que había tenido hasta fines de 1910 en el norte del país. Jesús M. Rangel, quien se encontraba preso en la penitenciaría federal de Leavenworth desde mediados de 1909, acusado de haber violado 1{lS leyes de neutralidad, salió en libertad a fines de abril de 1911. Apenas salió de la prisión, Rangel partió para Los Angeles, con el objeto de celebrar una conferencia con Ricardo F10res Magón y los miembros de la Junta del Partido Liberal. la cultura en ~,¡~~~g 1" 11 K:I Il.V cfp ~~ 11 n nI:' • Dinctor General: José Pagés Llergo Director: Paco Ignacio Taibo 11 Jefe de redacción: Gerardo de la Torre Dúe;Io: Beatriz Mira Redacción: Francisco Pérez Arce, Mauricio Ciechanower, Rogelio Vizcaino, Emiliano Pérez Cruz, Luis Hemández, Cosme Omelas, Jorge Belarmino Femández Tomú, Jesús Anaya Rosique, Andrés Ruiz, Orlando Ortiz, Víctor Ronquillo, Juan Manuel Payán, Héctor R. de la Vega, Carlos Puig, Angel Valtierra, Pilar Vázquez, Armando Castellanos. Invntigaci6n GrájK:a: Paloma Saiz. Llegó Rangel a Los Angeles en los primeros días de mayo. Después de saludarlo afectuosamente, Flores Magón le dijo con energía: -Compañero, ¿ha leído usted Regeneración con regularidad? -Sí, compañero. -y ¿está usted conforme con que la principal mira de la Revolución Mexicana debe ser la inmediata entrega de la tierra a los campesinos? -Estoy, y creo que si algo hay que quitar o poner eso ya será cosa de la comunidad. -Bueno, yo deseaba saber si usted era de los nuestros, porque muchos se han dejado arrebatar del triunfo de Madero, olvidando que cuando el Partido Liberal se lanzó a la lucha no fue solamente para derrocar a Porfirio Díaz, sino para conquistar la tierra para los campesinos. Si esa conquista no se realiza, la revolución estará perdida y sabemos que sólo el Partido Liberal puede llevar a cabo esa aspiración, porque Madero no sólo es terrateniente, sino representa a un partido que será siempre enemi'go de los pobres. Ya lo he dicho: Madero quiere el poder, el Partido Liberal quiere el bienestar y la libertad para todos. ¿Continuará usted luchando por nuestros principios? -Se 10 aseguro. -Muy bien, y nuestra lucha debe ser única: necesitamos tomar la tierra -terminó diciendo con énfasis Ricardo. Y después de esta plática con Flores Magón, fue celebrada una conferencia a la que asistieron Librado Rivera, Anselmo Figueroa y Enrique y Ricardo Flores Magón. en la cual se trató la forma de organizar nuevos grupos para combatir al régimen de Madero, que acababa de quedar instaurado como consecuencia de los tratados de Ciudad Juárez. Dos días después, Rangel salía de Los Angeles, con destino a El Paso, llevando una carta dirigida a Prisciliano G. Silva. Al despedirse de Rangel, Flores Magón le dijo: -Compañero, póngase de acuerdo con el compañero Silva y apoyado en los puntos esenciales de nuestra conversación, soy de parecer que en la campaña sea usted reconocido segundo de Prisciliano. ¿Le parece a usted? En El Paso, -Rangel celebró una conferencia cen Silva, a la que asistieron Lázaro Alanis, José Inés Salazar, C. Acosta y J. Saavedra. Durante la conferencia, Silva relató a Rangel el incidente con Madero y le platicó de la manera como había muerto Práxides G. Guerrero y de la forma como el jefe de la Revolución había aprovechado todos los elementos magonistas en la lucha contra el gobierno porfirista. Ahí mismo quedó concertada la forma para entrar nuevamente a territorio mexicano a iniciar la revolución contra el maderismo. Silva explicó que la guarnición de Ojinaga, Chihuahua, estaba integrada en su mayoría por elementos liberales, y que sería dado un golpe para apoderarse de la plaza, estableciendo ahí el cuartel general de operaci~nes. El golpe debería ser dado el 21 o el 24 de junío, reuniéndose todos los liberales en un punto llamado Boquilla, desde donde avanzarían a Ojinaga. El día 22 de junio en la mañana, Silva, Rangel y otros cuatro individuos se reunieron en el lado americano cerca de Boquilla, y después de caminar cuatro horas cruzaron el río y entraron a territorio de México. Inés Salazar, que se había adelantado al grupo al frente de diez hombres, encontró a Rangel y a Silva, indicándoles que había sido recibido hostilmente en Boquilla, pero ya todos reunidos avanzaron nuevamente ocupando pacíficamente este poblado. De inmediato ordenó Silva que una pareja de liberales hiciera una exploración por los contornos del pueblo esperando la oportunidad para movilizarse sobre Ojinaga, donde el movimiento estaba siendo secretamente preparado. Mientras tanto, y con el objeto de evitar una sorpresa, alrededor de BoquilJa fueron rápidamente construidas unas trincheras cooperando todos los campesinos de la región. Sobre la trinchera central fue izada la bandera roja en la que se leía la inscripción de: "Tierra y Libertad". El día 23 en la tarde, y esperando que esa misma noche los liberales de Ojinaga dieran el golpe, Silva y Rangel avanzaron hasta San Antonio. Pero al llegar a San Antonio fueron informados por varios liberales que la conspiración de Ojinaga había sido descubierta en la mañana y que José de la Cruz Sánchez, al saber la presencia de los nuevos revolucionarios, avanzaba sobre Boquilla al frente de fuerzas de caballería. Los liberales se retiraron a Boquilla, dispuestos a hacer resistencia. En la madrugada del 24, Silva fue advertido de la proximidad de las Juerzas maderistas a las órdenes de Cruz Sánchez. Los dieciséis liberales, Perfectamente parapetados esperaron el momento del combate. Los maderistas aparecieron frent~ a Boquilla a las seis de la mañana, lanzándose impetuosamente sobre las trincheras, pero fueron rechazados con grandes pérdidas. Una hora después llevaban a cabo una nueva carga, pero fueron igualmente rechazados, dejando tres prisioneros, que fueron libertados momentos después por Inés Salazar. La situación era apremiante y en la noche los liberales celebraron una conferencia en la que determinaron que Silva saliera urgentemente hacia El Paso con el objeto de traer elementos. Al día siguiente, a las siete de la mañana, Sánchez abrió nuevamente fuego sobre los liberales; pero éstos se defendieron con todo valor hasta las dos de la tarde, cuando el jefe maderista hizo bandera blanca pidiendo entrar en pláticas con los revolucionarios. Por medio de un enviado, el jefe maderista invitó a Rangel a celebrar una conferencia a la mitad de la distancia que separaba a las fuerzas contendientes. Rangel aceptó y avanzó seguido de dos compañeros hasta más de doscientos metros. Sánchez avanzó también. Pero en un' momento, Sánchez regresó a todo correr hasta donde estaba su gente, disparando sobre los liberales. Fue así como se reanudó el combate. Cuarenta y ocho horas más se combatió casi día y noche. Los liberales comían y dormían en las trincheras. Sin embargo, la situación se hizo insostenible y empezaba a escasear el parque, cuando Rangel dispuso hacer un supremo esfuerzo: romper el sitio. Reuniendo a los quince compañeros y ya entrada la noche del 27, los liberales salieron victoriosamente de Boquilla y caminando veinticuatro horas seguidas, llegaron a Pilares el día 28, En Pilares, Rangel encontró a un grupo de liberales que acababa de cruzar la frontera y que marchaba en su auxilio, pero al saber que José de la Cruz Sánchez lo seguía con nuevos refuerzos, continuó la marcha hasta La Parrita, en plena Sierra Madre. Los liberales se acantonaron ahí en espera de refuerzol> y de pertrechos de guerra. " .~ ·~~~~1 1,-:"IUII.... Organizadas nuevamente las fuerzas liberales y concentradas en Banderas se continuó la marcha hacia El Paso de Santa María, Chihuahua, donde se esperaban nuevos contingentes. El liberal Juan Luján servía de guía a los expedicionarios, quienes el primer día de marcha perFloctaron en la Cueva del Fraile. En Cueva del Fraile, Rangel recibió por medio de un propio una nota de Salazar, anunciando que marchaba hacia El Paso, Texas, y que no era posible continuar la lucha en la frontera debido a la extrema vigilancia de la policía americana. Los acompañantes de Rangel, al tener conocimiento de la actividad de Salazar, lanzaron mueras al que consideraban desertor al mismo • tiempo que vitoreaban al Partido Liberal. -Compañeros -dijo Rangel a los miembros delaexpediciÓD-yahemostenidoelprimerdesertor. Los que estén de acuerdo con Salazar, pueden abandonarnos inmediatamente; los que permanezcan aquí deben jurar que están dispuestos a continuar la lucha por los principios del Partido Liberal. -¡Todosl -gritaron los miembros del grupo IViva el Partido Liberal Mexicano I Atravesando la sierra, los liberales llegaron a Guzmán, Chihuahua, y Rangelllamó a sus amigos disponiendo los planes para caer de sorpresa sobre El Sabinal, donde se encontraoa un aesta- . camento federal. Formulados los planes, los liberales caminaron durante la noche y antes de las cinco de la mañana del siguiente día, caían de sorpresa sobre el cuartel de rurales, donde fácilmente fueron capturados y desarmados diez rurales. Fue en El Sabinal donde los principios del Partido Liberal Mexicano fueron llevados a la práctica. Un niño fue comisionado para que izara una bandera roja con una inscripción que decía "Tierra y Libertad", sobre el asta del edificio de la escuela pública; cientos de proclamas firmadas por la Junta del Partido Liberal fueron repartidas; Rangelllamó al pueblo a un mítin explicando que a partir de ese momento las tiendas quedaban a disposición del pueblo; los maestros de escuela fueron instruidos para que cobraran, además de sus sueldos, los que percibían las autoridades municipales, y en la plaza fueron quemados los archivos de las oficinas públicas. Más de diez trabajadores se unieron a la rolumna, la que horas más tarde av~ hacia Asunción. Después de varias horas de marcha, los revolucionarios pernoctaron en una hacienda cercana al lugar que había de ser atacado al día siguiente. Pero antes de descansar, los liberales llevaron a VI. Cuatro días permanecieron los liberales en La Parrita, disponiendo Jesús M. Rangella salida de Inés Salazar hacia Banderas, donde había de reunirse con Prisciliano G. Silva, quien se encontraba organizando nuevos grupos revolucionarios. Salazar se había comprometido a informar un día después del resultado de su misión, pero en vista de que no rendía informe alguno, Rangel salió hacia Banderas, donde supo que Salazar había cruzado la frontera americana, seguido de toda su gente. Rangel se dirigió hacia el lugar donde estaban los miembros de la guerrilla de Salazar, convenciéndolos de que regresaran a territorio mexicano. 49 ... cabo un balle, quE! terminó hasta momentos antes de proseguir el camino hacia Asunción. La Plaza fue tomada por sorpresa, cayendo en poder de los revolucionarios los pocos rurales que guarnecían la plaza. Conforme a la instrucción de la Junta del Partido Liberal, Jesús Rangel convocó a los miembros del A}1lntamiento a una reunión durante la cual expuso que a partir de ese momento, todos los munícipes quedaban cesados, ya que se llegaba al día del establecimiento de un nuevo orden de cosas. Al mismo tiempo, fueron quemados los archivos de las. oficinas públicas, izada la bandera roja y proclamado el derecho para que todos los habitantes de la población se surtieran libremente en las tiendas de comestibles. Dos días después, la columna revolucionaria avanzó hacia Colonia Dublán. Las avanzadas siguieron hacia Palomas hasta tomar contacto con las avanzadas de los maderistas, replegándose hasta el grueso de la columna después de un ligero tiroteo con los federales. Rangel estableció su cuartel genetal en un paraje a ocho kilómetros al sur de Palomas, mientras que Antonio Seara, ayudado por varios insurgentes, fabiicaba más de doscientas bombas de dinamita. En veinticuatro horas.los revolucionariQS, provistos de l~, bombas y perfecta.ment~ armados y. munic.ionados, 'se dispuSieron' al asalto de ptlomas, esperando dar un albazo. , 50 " . Poco después de las cuatro de la mañana, los revolucionarios burlaron la vigilancia de las avanzadas federales y cayeron sobre Palomas. Los deíensol:es de Palomas, en su mayoría, fueron 8Drprendidos mientras que otra parte cruzaba rápidamente la frontera. combate, deteniendo una furiosa carga de caballería dada por los federales por el lado sur de la población. En compañía de diez liberales, solamente con bombas de dinamita, lograron causar estragos en las filas del enemigo. Durante siete horas combatieron federales y liberales en El Carrizal. Ya entrada la noche, los Un día permanecieron los liberales en la poblafederales suspendieron el fuego, retirándose a vación fronteriza, saliendo al siguiente p,ra El rios kilómetros al sur del poblado. , Carrizal, a 40 kilómetros al suroeste de Palomas, Cuando el combate se encontraba en todo su lugar que Rangel consideró como el más propio para esperar refuerzos y municiones de los grupos apogeo, Prisciliano G. Silva llegó hasta varios kimagonistas del sur de Texas. lómetros de donde se luchaba, y en lugar de tomar parte en la acción, permaneció observando. Inesperadamente cayeron los insurgentes en El Cariizal, y Rangel convocó a los peones quepresAl terminar la lucha, :SUva se presentó a Rantaban sus servicios a una compañía guayulera, legel, mostrándole una carta firmada por Ricardo yéndoles el programa del Partido Liberal. Más de Flores Magón, en la qu~ comunicaba un acuerdo veinte peones se adhirieron espontáneamente al de la Junta del Partido Liberal, para que la lucha movimiento, pidiendo armas V parque. contra el nuevo régimen, que provisionalmente encabezaba Francisco León de la Barra, fueta Al día siguiente, y cuando la columna iba a saactivada. . lir de El Carrizal, los liberales que marchaban de Silva y Rangel, y después de que éste recibió la avanzada, informaron que se acercaba el enemiprimera curación de las heridas que tenía, optago. ron por abandonar El Carrizal para continuar' Rápidamente Rangel dio las ótdenes para la con rumbo a Vüla Ahumada. defensa del pIJeblo, ocupando la entrada de la Poco habían caminado los insurgentes, cuando plaza Eugenio Alzalde, mientras que él, al frente' un individuo los alcanzó, entregando a Rangel de la mayor parte de los revolucionarios preten-' una carta firmada por Inés Salazar, quien pedía , dió ocupar una loma, pero se vio envue1to por un, que se le esperara para comunicar noticias imrápido asalto de los federales. Rangel ~uvo que retirarse hasta las puertas del ,. portantes. rancho, donde fue herido on la cabeza., ' Los insurgentes detuvieron la marcha para esAntonio Sear~, se encarg6 de la dirección gel , perar a Salazar. no sin antes discutir si había de " ,'.'/ \ ser aprehendido y castigado por traidor al Partido Liberal, o si sólo había de ser expulsado de las filas revolucionarias. Durante la discusión, Angel Salazar, hermano de Inés, dijo: -Compañeros: por los últimos movimientos de mi hermano, comprendo que ha traicionado nuestra causa, pero si él se va, yo me quedo, porque antes de ser soldado he sido y soy magonista. Si ustedes lo quieren fusilar por traidor, sólo les pido que no tomen mi voto; yo respetaré su decisión. Las palabras de Angel Salazar causaron gran impresión, resolviendo los liberales respetar la vida a Salazar, aunque sí expulsarlo de las filas revolucionarias. Varias horas después llegó Inés Salazar, y dirigiéndose a Rangel, le dijo: -Compañero Rangel, estoy convencido de que yo no sirvo para revolucionario. Con toda franqueza le diré que sigo siendo magonista, pero que he resuelto sentar plaza en el ejército federal. Sólo he venido aquí para jurarles que jamás dispararé un tiro contra ustedes y para pedirles en nombre del jefe de la guarnición de Ciudad Juárez, que depongan las annas en bien de la paz del país. Si usted considera que he cometido una traición y que he de pagarla con mi vida, puede, sin embargo, disponer de mí. -Salazar, ya hemos discutido su caso; puede usted marchar; haga usted lo que guste; nosotros no somos matones de profesión,' -respondió Rangel con energía. Salazar se acercó a su hermano, a quien abrazó fuertemente, y montando a caballo abandonó rápidamente el campamento rebelde. Mientras tanto, el gobierno de México organizaba una verdadera expedición contra los liberales, formando nuevos cuerpos rurales y pidiendo la ayuda de todos los hacendados. Hubo momentos en que los liberales se vieron asediados y perseguidos hora tras hora por los federales. Marchando de un lugar a otro con el objeto de dar un golpe seguro sin sufrir descalabro, los liberales llegaron a la hacienda El Cuervo Grande, donde celebraron una reunión, en la cual acordaron dividir la columna en varias guerrillas que deberían operar simultáneamente en el Estado de Chihuahua, hastalograr formar un 'núcleo fuerte capaz de caer sobre las plazas de importancia. Organizados los grupos, Rangel y Silva se dirigieron hacia la frontera de los Estados Unidos, con el objeto de tratar de pasar armas y parque a territorio mexicano y hasta llegar a un rancho llamado Papalotes. Cuando los liberales se encontraban en Papalotes descansando, fueron sorprendidos por los rurales quienes les ordenaron rendición poniéndoles las carabinas en el pecho. Fue así como Rangel, Eugenio Anzalde, Prisciliano G. Silva, Antonio Seara y ocho liberales más quedaron presos. Los detenidos fueron conducidos a Villa Ahumada, y de esta población a Ciudad Juárez. Cerca de una semana permanecieron los detenidos en Ciudad Juárez, hasta que el gobierno federal ordenó que fueran remitidos a la Ciudad de México. Cuando los presos er~ conducidos a la capital de la República, y al pasar por la ciudad de Chihuahua, los generales Francisco Villa y Raúl Madero, subieron al tren. Villa, momentos después se acercaba a Rangel y socarronamente dijo: -¿Conque te quedaron ganas de peliar? ¿Eh, amiguito? -Como que los principios de la revolución no han triunfado -respondió Rangel. -¿Quién dice que no? -El Partido Liberal Mexicano. Villa djo la media vuelta riéndo, aunque más tarde se volvió al asiento ocupado por Rangel y le dijo: -Hasta luego, amiguito, ya llegué a Santa Eulalia y ya sabes que aquí tengo de siete a ochocientos hombres, dispuestos al pleito -y el gue-. rrillero más famoso de México, sonrió maliciosamente. VII." La captura de Rangel y de los principales insurgentes, pareció dar fin al movimiento del Partido Liberal Mexicano contra el régimen maderista. Sólo Ricardo Flores Magón y los miembros de la Junta del Partido radicada en Los Angeles continuaban. "La Revolución Mexicana no ha terminado; ha empezado", escribió Ricardo Flores Magón en Regeneración y al mismo tiempo lanzaba el manifiesto fechado el 23 de diciembre de 1911 y suscrito además por Enrique Flores Magón, por Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Antonio de P. Araujo. Durante 1912 y los primeros meses de 1913, varios grupos revolucionarios, afiliados al Partido Liberal, intentaron continuar la lucha en territorio mexicano, organizando grupos en los Estados Unidos. La lucha, sin embargo, fue débil y los grupos, casi vencidos materialmente, regresaban a los Estados Unidos. Jesús M. R8I1gel permaneció preso en la Ciudad de México durante un año y al obtener su libertad regresó a los Estados Unidos, dispuesto a organizar una nueva expedición. Varios meses trabajó Rangel nuevamente a 10 largo de la frontera de Texas, organizando a los liberales, hasta el 11 de septiembre de 1913, cuando después de reunir a todos sus compañeros en un punto llamado Capones Wind MilIs, cerca de Carrizo Springs, Texas, y cuando armados y municionados se dirigían a territorio mexicano, fueron sorprendidos por uI1 grupo de rangers texanos, con los que trabaron un combate. Rangel y los principales compañeros del grupo fueron capturados y después de un severísimo juicio abierto por las autoridades americanas, fueron condenados a largos años de prisión, parte de los cuales purgaron en la penitenciaría del Estado de Texas (Fin). A fin de obtener fondos para la construcción de una guardería-comedor infantil rural en Somoto, Nicaragua,lla Coordinadora de solidaridad con Centroamérica y el Caribe, la Comunidad Latinoamericana y Solidaridad Cristiana, convocan al concurso literario Una flor por Nicaragua y la paz en Centroamérica en el que podrán participar los escritores residentes en la República Mexicana que no hayan publicado algun libro hasta el 30 de junio de 1987, fecha del cie-. rre de la convocatoria. Los géneros del concurso serán cuento y poesía con una extensión máxima de 3 y 8 cuartillas respectivamente. Los trabajos deberán ser inéditos y ser enviados a Rio Amazonas No. 36, Col. Cuauhtémoc C.P. 06500 en Méxieo D.F. 51 .... CINE: LAS DIOSAS DE LADECEPCION proyectos y realidades Gerardo de la Torre En ~ de Juan Manuel Torna ¿Utopías, sueftos o meras fumadas? ace unos diez años los cineastas (principalmente realizadores, guionistas y actores) se reunían con frecuencia para discutir los problemas del cine nacional. En el sexenio 70-76 el presidente Echeverrla había dado sus coscorrones a los productores privados y decretado la intervención directa del Estado en la producción cinematográfica. En el discurso del 22 de abro de 1975, durante la entrega de los Afieles, entre otras cosas, y en respuesta a la petición de Josefina Vicens (por entonces presidenta de la comisión de premiaclón de la Academia Cinematográfica) de que la industria quedara en mL'lOS de los trabajadores, dijo Echeverria: El problema de la participación de la iniciativa privatLJ en la industria cinematográfica se encuentra inmersa en un contexto mucho más amplio: ea la cuestión general de la participaci6n de los intereaea particularea en los negocios todos de la producción nacionol. Reiteradamente hemos hecho uno invitaclón a la iniciativa privado de México para que sea nacionllista, que acepta 1'Ú!3gos, que entienda que su ~guridad depende del progreso general del pafs... Yo no he visto en los señore. productores cinematográficos uno reacción positiva. Es decir, han intervenido, creo que desde siempre, en el negocio cinematográfico como en uno fábrica de cualelquie1'a productos o como negocio bancarios, IÍn tener sen8ibUidad para interesea culturalel de orden general, sin pensar realmente en la preservaci6n o en la multiplicaci6n de las fuentes de traba;o... Yo invito a los traba;adores, formalmente, en este momento, a unirse al E8tad0, a producir los grandes temas humanos, los de la Revolución MexWano; la crítica social... Yo invito a los traba;adores, ahora y aqui, a que le den las gracia8 a los productores... En 1974 se había creado la Corporación Nacional Cinematográfica (Conacine), productora filial del Banco Nacional Cinematográfico (BNC). Después del discurso presidencial el BNC adquirió los Estudios América (los Churubcsco ya pertenecían al Estado), se fusionaron las distribuidoras para el extranjeto Películas Mexicanas y Cinematográfica Mexicana Exportadora; fueron creadas dos empresas productoras: CorJ>Oración Nacional Cinematográfica de Trabajadores y Estado (Conaclte Uno), para Churubusco y trabajadores del STPC, y Corporación Nacional Cinematográfica de Trabajadores y Estado, Dos (Conacite Dos), para los América y trabajadores del snc; se fundó el Centro de Capacitación Cinematográfica; y, en efecto, se alentó la realización de un cine de calidad. Fueron los años de El apando, Longitud de guerra, Los al- H 52 bañiles, Fox Trot, El mar, La pasión según Berenice, Cuartelazo, La casta divina. El cambio sexenal provocó, a corto plazo, la marcha atrás. Desapareció Conacite Uno, descendió notablemente la producción estatal y los productores privad~, que fuera del regaño no habían sufrido daños de consecuencias, regresaron para financiar el antiguo cine deleznable. Se ponía el acento en la rentabilidad y los cineastas (es decir, los que querían hacer cine, no solamente fabricar películas) se reunían para discutir y proponer. Un documento de aquella época, sin firma, expresa: Lo intervención del Estado empresario en el cine consiste fundamentalmente en crear y sostener una infraestructura de producci6n y un esquema administrativo que propicien la elaboraci6n sistemática y planificadora de materiales filmicos de alta calidad, sin poner-el acento en las finalidades lucrativas inmediatas. Podo demás, es falsa la contradicción entre calidad y comerciabUidad o rentabUidad. Las peUculas de alto valor estético son siempre rentables. Pasan a formar parte del patrimonio cultural del pueblo... Tal es el caso, por e;emplo, de El compadre Mendaza, Vámonos con PandIo Villa, Memorita de un mnicano y -muchfsimas otras que pueden exhibirse en cualquier tiempo y en cualquier lugar... El cine estatal debe distinguirse por el talento técnico, la imagin0ci6n creadora, la responaabUidad social, el contenido e8tético. En uno industria reestructuratLJ, ~te y dinámica, e.to no implica necesariamente altO& coños, altas inversiones; lo que se requiere es seriedad administrativa y creatividad auténtica. Proponían los cineastas, según el mismo documento, abrir un proceso de unificación salarial, de manera que el precio de la fuerza de trabajo se igualara en el STPC yel snc; la realización por el Estado de un mínimo de 60 películas al año, correspondiéndole a Conacine 40, 20 de producción propia y 20 en coproducción con los trabajadores y las cooperativas, y a ConReine Dos 20 en los Estudios América; la redistribución del peso cinematográfico, sefialando que por cada peso que ingresaba a taquillas, se cubría un impuesto federal del 17 por ciento, y del resto, el 50 por ciento se asignaba a la exhípición, 35 por ciento a la distribución y solamente el 15 por ciento a la producción; aplicar con rigor la ley cinematográfica, que señala un 50 por ciento de tiempopantalla para material mexicano (en 1978 se estrenaron 600 películas extranjeras y solamente 80 mexicanas); establecer un modesto sobreprecio en éada boleto para fomento de la industria cinematográfica, considerada ésta de interés na- cional; gravar adicionalmente la distribución de películas extranjeras, con el mismo fin; usar intensivamente los canales televisivos del Estado para hacer publicidad al material mexicano; fomentar la elaboración de argumentos y guiones para el buen cine (tarea que por entonces se proponía el taller de escritores creado por la sección de autores del STPC); y fi~almente, pero quizá como el paso más importante, la creación de una gran Corporación Nacional Cinematográfica, que integrara producción, distribución, promoción y publicidad, y exhibición. ¿Utopía, sueños, o éstos de 'Cuál fumaron? 1987. Entrega de las Diosas de Plata, premios que otorga Periodistas cinematográficos de México (Peclme). Noche de lluvia. El Teatro de la Ciudad, en el primer cuadro, se ha engalanado para la entrega de las Diosas. La ceremonia comienza con casi dos horas de retraso, pero es que ~ay pequeñas fallas (involuntarias, como siempre se dice) y Televisa tiene que grabar un programa especial. Lilia Michel y Rafael Baledón, los conductores, se ponen las gafas. Dan comienzo al show. Pecime cumple 40 años y nosotros tenemos 41 de casados -dice Rafael "muy tierno"-. La verdad yo nunca he sido nominado para recibir una Diosa de Plata, pero tengo una diosa de carne y hueso que es mi mujer. Isaura Espinoza (guapérrima por lo demás), IGtty de Hoyos, Carmen Montejo, Manuel Esperón, Susana Dosamantes, María Sorté, Miguel Manzano, Sonia Infante, Jacqueline Andere, dan a conocer las temas, los nombres de los premiados, entregan las Diosas. Los premios son para las películas El imperio de la fortuna, Terror y encajes negros (Maribel Guardia, que ganó a sus compañeras de tema Blanca Guerra y Gabriela Roel, "llegó al escenario con lágrimas en el rostro"; iba muy vestida, qué lástima), Crónica de familia, Amor a la vuel- tidad que regularía la producción, distribución y exhibición del cine de calidad, nacional yextranjero. A tal instituto se le asignaban funciones educativa, distributiva, de exhibición, de acervo y de producción. En lo educativo mantendría una escuela de cine, para preparar artistas y técnicos en todos los órdenes. Fomentaría la cultura cinematográfica mediante la difusión del buen cine, y paralelamente promovería cursos, publicaciones, cineclubes, intercambio con otros países, difusión de avances técnicos y desarrollo de la crítica. - En materia de distribución sería el canal de acceso al material cinematográfico de calidad (hoy lo cumplen algunas distribuidoras independientes, sobre todo mediante el videocassette), de modo que cineclubes, universidades y sindicatos pudieran acudir a esta instancia para allegarse cine nacional y extranjero de calidad. ta de la esquina, Veneno para las hadas, Los enviados del infierno (El maleficio 11). En una de esas apareció Tito Guízar y, para variar, cantó. . Después de Margarita, ¿qué? Se acercaba asu. fin elsexenio lópezportillista y renacía la esperanza, luego de varios años de frustración, en los cineastas. Había quedado atrás el sueño de la gran Corporación Nacional cinematográfica, pero se planea~an nuevos instrumentos capaces de lograr la dignificación del cine mexicano. Se reunían los cineastas y destacaban, en documento inédito, los aspectos fundamentales de la intervención del Estado en el ámbito cinematográfico. -Debe contemplar, desde luego, dos modos de próducción: el industrial y el cultural. En cuanto al modo industrial se proponía el fomento de la producción estatal de un cine na~ional de calidad, pero considerando que tal cine no puede competir en igualdad de circunstancias con la producción comercial, para favorecer a los filmes se requería lograr concesiones sindicales en la producción (los sindicatos habían expresado su conformidad con este punto), eximir a estos filmes del pago a las distribuidoras estatales, y en la exhibiCión obtener la exención del pago del 17 por ciento de impuesto, monto que se aplicaría a la recuperación de la producción (por entonces sumamente decaída). En materia de distribución se planteaba que el Estado se encargara de la importación de material fílmico, con lo que a la vez se conseguiría regular, en lo cuantitativo, las cuotas de importación, y en lo cualitativo el tipo de importación. En la fase exhibición, se recomendaba que se -hiciera cumplir el tiempo obligatorio de pantalla para él cine mexicano y se buscaran las mejores opciones para la exhibición de nuestros filmes. En lo cultural se propuso entonces la creación de un Instituto Nacional de Cinematografía, en- En cuanto a la exhibición, su papel sería propiciar la creación de cuando menos una sala en cada ciudad de más de cien mil habitantes, y cuatro salas en el De Efe. Una de las salas en el De Efe sería la Fernando de Fuentes, desaparecida en aquella quemazón. . La función acervo consistiría' en la recopilación, cuidado y conservación de material fílmico de calidad. Yen materia deproducci6n se hubiese tratado de apoyar proyectos que por sus especiales características no fueran susceptibles de producirse industrial-comercialmente. El apoyo financiero se haría a cuenta de la distribuci6n que llevaría a cabo el propio instituto. y se iba más allá, pues se pensaba que el instituto debería ser un organismo autónomo, descentralizado, con patrimonio propio, dependien-. te de la Secretaría de Educación Pública. Su patrimonio se constituiría con fondos aportados _.por el gobierno federal y por fundaciones internacionales; con un sobreprecio a los boletos en la exhibición comercial; con el monto del 17 por ciento del impuesto federal a la exhibici6n eamercial, que sería cedido al instituto; y con los propios fondos que el instituto generara por la prestación de sus servicios. Otra vez, ¿de cuál fumaban áw.P 1987. Entre~a de las Diosas A principios del sexenio de Miguel de la Madrid se creó el Instituto Mexicano de Cinematografía, q~ en su proyecto recogió buena parte de los planteamientos de aquellos cineastas soñadores, e$eranzados. Alberto Isaac, primer director del organismo, renunció al cabo de casi tres años de difícil labor, en febrero de 1986. Pero estamos en 1987. Carlitos Espejel, por su actuación en Chiquidrácula, recibe su primera Diosa de Plata, que dedica a mamá. En el escenario del Teatro de la Ciudad, sostiene un diáh>go, en su caracterización de Ca!"linflas, con el viejo Pito Pérez, Manuel Medel. -A ver, mi qúerido Carlinflas, en qué tiempo está "Yo amo-'~. -Ps' en presente, Chato, pero tú dime en qué tiempo está "Amar sin ser amado". Medel calla. Al fin reconoce que no sabe. - Ps' en tiempo perdido. Guillermo Vázquez Villalobos, presidente de Pecime, y Raúl Velasco, primer vicepresidente, ríen desbocados del viejo chiste que prepararon para elevar a Carlinflas a lá categoría de grande. Horas después, en una madrugtlda nubosa, al calor de los tragos un viejo cineasta hace su aporte: - Yo creo que el cine mexicano es melodramático porque usa película muy sensible. Del proyecto a la otra realidad, hay muchos años de combate. --- -------.------- PUNTERIA Eduardo Monteverde ada año, en primavera, el Circo Hermanos Canchola pone su carpa en un solar del barrio viejo y el olor de las plantas floreando, se revuelve con las fritangas yel estercolero de tigres, camellos y elefantes. Todas las tardes, poco antes de la función, una mujer enjuta y mustia, entra por la puerta de los cirqueros, cubierta con chal percudido que oculta su cuerpo lleno de cicatrices, el ojo tuerto, sus labios hendidos, las manos sin dedos, su figura contrahecha que atraviesa rengueando una cortina. Al frente de la carpa, en la entrada donde se reúne una multitud alegre y vocife~ante, un cartel multicolor anuncia la atracción principal: "Stainless Ste-el, cuchillero que en cada función, falla por lo menos un lanzamiento. Si no, le devolvemos su boleto". C MNON SEVILlA El Ciclón Rumbero David Siller Como una piedra rodante es "mamita". Sólida, eterna y solitaria. Africana y española por orígenes; cubana de nacimiento; mexicana por adopción y universal por naturaleza. Posesionada de Ninón de Lenclós. Emilia Andrea Pérez (Ninón Sevilla) ha visto transcurrir su vida entre la pobreza y la riqueza; entre la ficción del cine y la crudeza de la vida. Desde La Habana Vieja, donde vivió su infancia, pasando por México, Francia y Brasil, hasta Canadá y Estados Unidos, conviviendo entre líderes revolucionarios (Fidel Castro, Camilo Cienfuegos); dictadores O!lan Domingo Perón}; presidentes (Alemán, López Mateos); artistas, músicos, intelectuales y gente del pueblo. Cansada de trajinar por muchas partes, "mamita" ha decidido establecerse definitivamente en el Deje. A su paso por la ciudad de México, que se inicia desde la segunda mitad de los años cuarenta (¿Recuerdas los Buick, Los Mercury... los Ford coupé; los cigarros Monte-CarIo o los Belmont; la programación de la EW; el dominio de Alfonso Reyes en la"cultura del pa{s; las películas de Cantinflas, de Tin Tán, de Pardavé, la m,Ásica de Lara; el color 'Sepia de las secciones de sociales de ExcélsioT; los sombreros Tardán que se usaban de medio lado; los peinados grasientos al estilo Tarzán; los trajes bombachos a rayas; el salón México; Glen Miller; la bomba atómica.. ?), "mamita" ha vivido en la colonia Cuauhtémoc (en la calle de Nilo' 52, ahí fue vecina de Luis Buñuel), en la Zona Rosa, en. Polanco, en el Peslregal, en la colonia Juárez y en Narvarte. Flash-back en blanco y negro Todo principia en La Habana, en la calle Merced, esquina con la 24, en el hogar de Emilia Fedora y Manuel, alIado de cuatro hermanos. Una familia campesina ubicada en la ciudad, en un barrio pobre. Enorme influencia de una abuela fanática, figura centrl en toda su vida (doña María Teresa Pérez Castellano, "Tití", "muñeca"). Recuerdos de una niña asomada en un balcón de hierro forjado, que observa las clases de un viejo bigotón y regordete, maestro de canto de apellido Fangoni y origen italiano, quien le descubre la vocación musical ("La música es el factor más importante de mi vida, al igual que el baile. Cuando duermo escucho música y bailo en sueños... el mensajero del mundo es la música..."). Una adolescente que por necesidad gana un concurso de baile para adultos, después otro "donde los premios fueron ropa". Una jovencita que busca en la radio (CMQ) una fuente de ingreso, que no pudo estudiar medicina (carrera por la que sentía vocación). Un programa de radio con el legendario Tre.s Patines ("a la reja.....), hasta descubrir el baile como.el camino a seguir. Apenas un pellizco de triunfo en su patria y luego, México: Teatro Lírico. Antes en el Degollado de Cuadalajara, donde opaca a Liber- 54 tad Lamarque y surge el mito ("cosa más grande caballero"). "Las mejores piernas del siglo XX, incluso mejores que las de Marlene Dietrich", apunta el fotógrafo Héctor García. Surge el primer amor de su vida (a los 19 años), con el mexicano Pedro Arturo Calderón y aparecen una a una las cintas de plata en blanco y negro: Carita de cielo (1946); Pecadora (1947); La feria de Jalisco (1947); Señora tentación (1947); Revancha (1948); Coqueta (1949); P~rdida (1949); Aventurera (1949); Víctimas del Pecado y Sensualidad (1950); No niego mi pasado y Mujeres sacrificadas (1951); Aventura en Río (1952); Uévame en tus brazos y Mulata (1953); Club de señoritas (1955); Amor y pecado y Yambao (1956); Maratón de baile (1957); Mujeres de fuego (1958); Mú.sica de ayer o Zarzuela 1900 (1958); Baile de carnaval (1980); El chubasco (1983) ... así hasta llegar a más de 40 películas filmadas en varios países. Proposiciones de la MGM y Columbia Pictures que nunca cristalizaron. Viaje a Europa, risa, alegría, plenitud, elogios, halagos, flores, luces, cámaras, aplausos. Música y baile. Introductora en México de la rumba, el mambo, el calipso, el chachachá... la cumbia; impulsora de Benny Moré y Pérez Prado. Baile y baile. Sonido de tambores en ritmo dE! 6 por 8; sonido de trompetas, saxofones, flautas y J;Daracas ("Ritmo mi niño, ritmo... yo siempre he tenido Guataca, o sea, oído para podé bailá..."). Baile y más baile en torno a un grupo de jóvenes bailarines, hoy grandes estrellas: Manuel Loco VaIdés; el Güero Castro, Ricardo Luna y Roberto Cabo. Entrevistas. Imágenes de ella en los noticiarios de cine EMA y Continental..Película tras película, con costos que no excedían un millón de pesos. Toda una vida en color blanco y negro. Pero nunca un escándalo; nunca una información en nota roja; jamás una respuesta a llamados amorosos de políticos, millonarios o comerciantes y sólo amistad con grandes celebridades: "Diego Rivera quería pintarme desnuda, luego de una comida que tuvimos con el Indio Fernández, dizque como prototipo de la mujer latina. Pero nones mi nene, nones. Jamás me desnudé, ni mucho menos, ni siquiera enseñé el ombligo..... La policromía del presente Mis primeros recuerdos en color I Salí del cine Alameda deslumbrado y enamorado de ella. Su imagen sensual se me metió en los poros por medio de la pantalla. Yambao. Allí ella, con su piel canela; su rubia cabellera; sus maravillosas piernas satinadas. Los dedos de pies y manos pintados como caramelos de frambruesa,. de cereza. Su risa larga, abierta; la perfección de su nariz; la ~ beltez de unos labios que se oprimen como el botón de una rosa o clavel visto desde arriba. Después el seguimiento por salas de cine de primera, segunda y tercera corrida. Piense y piense en ella mientras comía palomitas de maíz pasadas con refresco, hasta que se fue borrando de la memoria... han pasado más de 15 años. Recuerdos de un futuro pasado Viajamos por el centro de la ciudad, "mamita" me hace observaciones de ella, "aquí compraba mis joyas y también en la Kimberly..." Del tocacintas del Antonio auto surg~n las voces de Juan Neri, Muñiz y Héctor González: Los Tres Ases: "Estoy perdido y no sé qué camino me trajo hasta aqw"'. "Oye eso mi niño", me dice mientras canturrea y observa a la gente a través del parabrisas y comenta de pronto: "Pobrecito de mi compadre Juanito (N~ ri), ¿supiste cómo murió? Solo, pobrecito, pero qué voz tenía ¿eh? •." Pasamos por el Teatro Blanquita y señala: "Yo fui madrina de este teatro cuando se inauguró..." Luego van pasando imágenes de su vida, que me cuenta mientras nos enfuamos por 1a avenida J uárez: "Hice muchos dramones musicales, siempre como la mujer victima, sufrida y pecadora, no me sacaban de la calle del mal". Me narra de su amistad con Fidel Castro, con Camilo Cienfuegos, de las bromas que le hacía a Ramón Armengod y Rafael Acosta; de su at:nistad con Pedro Armendáriz, su compadre, al igual que Pedro Infante. De su veneración por JoanCrawford y Dolores del Río; de su r~o por Lupe V-éIez y Carmen Miranda. De su fanatismo por la música del Son Oave de Oro, de "Cascarita" y "Moscovita"; de su amistad con Carlos Monsiváis, David Ramón e Iván Restrepo; de su respeto por la santería y el bembé; de su afi· ción por preparar comida internacional, especialmente la china; de su inmensa colección de música afroantillana; de la presentación que hizo en Brasil para beneficio de un hospital de cancerosos y en la cual llenó el estadio de Maracaná; de sus deseos de viajar al Oriente; de los problemas que tuvo para conseguir un departamento y de los que tiene para instalar el teléfono; de la facilidad con que habla español, inglés, francés, portugués y dos dialectos africanos (el arari y ellucumí); que ella es del signo Escorpión y que nació en noviembre; de que todos sus hermanos son dentistas; de que hace poco perdió a su madre; de la muerte de su segundo esposo hace unos años y que fue la razón de que abandonara su estancia en Nueva York; de su producción como poetisa (ha escrito innumerables pensamientos); de su alegría por haber recibido el Ariel... imágenes, recuerdos, mientras recorremos Paseo de la Reforma rumbo a su casa. Marco Otro día. Salimos del edificio que alguna vez fue la preparatoria de San lldefonso. "Mamita" acaba de dar una conferencia. Fue recibida y despedida ron prolongados aplausos que la hicieron llorar. Ahí habló de la explotación de que fue objeto por parte de los Calderón; de los directores con que trabajó. De su vida y sus proyectos. Dos horas con un público heterogéneo. Generaciones jóvenes y viejas que la miman y le hablan de tú. Salimos. Uegam~ al estacionamiento y empleados y transeúntes se detienen frente a ella para pedirle el autógrafo. "Esta sí que es una estrella", dice el crítico David Ramón. Un mito sensual, pienso yo.