UNIVERSIDAD VERACRUZANA FACULTAD DE FILOSOFÍA EL AMOR COMO VÍA AL TRASPASO DEL PRINCIPIUM INDIVIDUATIONIS EN ARTHUR SCHOPENHAUER MONOGRAFÍA Que para obtener el título de LICENCIADA EN FILOSOFÍA Presenta: JIMENA FLORES MUÑOZ Director de Monografía: DR. DARIN M. MACNABB COSTA XALAPA-ENRÍQUEZ, VER. JULIO 2015 1 Agradecimientos El presente trabajo no hubiera sido posible sin el amor de mi familia y amigos que me han demostrado su solidaridad, cariño y apoyo incondicional y sin el cual nada de esto sería posible. A la Universidad Veracruzana: Nunca había estado en un centro educativo por más de 2 años y al decidir entrar en una Universidad, el miedo se apoderó de mí; cómo alguien iba a poder soportarme por más de un año. En el momento en que entré a la facultad de filosofía me vi rodeada de gente interesante; la facultad me ofreció maestros de gran nivel y bastante amenos con los que pude desarrollarme superando todas mis expectativas. Por supuesto que algunos siguen teniendo la idea de que es un plantel de nivel medio superior y sus clases se reducen a eso pero la mayoría me enseñó a trabajar de manera adecuada y a querer investigar porque me interesara un tema y no porque tenía que pasar una experiencia educativa (materia). Estoy emocionada por mi futuro por el hecho de haber recibido tal educación y saber que las enseñanzas obtenidas aquí me servirán en toda clase de retos a los que me tenga que enfrentar. En especial agradezco el apoyo que se nos brindó para asistir a congresos en otras partes del país y de presentar así nuestros trabajos académicos. Todo el equipo administrativo de la facultad siempre nos recibió con ánimos a ayudarnos en cualquier problema que tuviésemos. Quiero agradecer a los directivos que me tocaron; a mi tutora Saraí Villanueva; a la Lic. Irma Lomán y a Mary que fueron ángeles que me ofrecieron todo el soporte y ayuda durante toda mi carrera, soportando cada bache y siempre buscando la manera de mejorar su comunicación con los alumnos. Gracias a mi tutor el Dr. Darin McNabb por no desesperarse en el tedioso proceso de este trabajo pues no siempre soy la mejor alumna y a veces me desvío; gracias por su apoyo y entendimiento en el tratamiento del tema y al Dr. José Antonio Hernanz por hacerme un 2 espacio en su ocupadísima agenda para orientarme e iluminar el camino que quería tomar para hacer de esta monografía algo mucho más interesante. A mi familia: A José Othón y Leonila, mis padres; me faltan palabras para expresarles lo que su presencia en mi vida ha significado pues no sólo nunca me han dado la espalda sino que aun cuando he perdido la fe en mí misma, ustedes están ahí para levantarme de cualquier tropiezo. A través de los años los he dejado de ver como figuras de autoridad para pasar a ser mis amigos, las personas en las que confío ciegamente. Gracias por las oportunidades que me dieron pero por sobre todas las cosas, gracias por dejarme ser bombero. A mis hermanas, Mónica y Julieta, que más que eso, son los guerreros y soldados que mejor me cuidan en este mundo (aunque a veces llegue a grados extremos). Este logro también es de ustedes que nunca me han abandonado, aunque se los pida de vez en cuando. A mi cuñado Oscar que sin tu apoyo y presión constante, esta monografía no estaría terminada, gracias por convertirte en mi hermano mayor (siempre había querido uno, no les digas pero mis hermanas son un poco raras). A mis amigos: Noé, Pili, Lizandro, Christian, Eliseo, Daniela, Alejandra y Pepe. No sé ni qué decirles, no quisiera sonar cursi pero encontrarlos ha sido encontrar una nueva familia. Gracias por todo su apoyo en cada etapa; me siento afortunada de haber encontrado a gente casi tan rara como yo (no sé si eso sea un cumplido pero yo lo agradezco). El que hoy esté en una pieza tiene que ver con todo el amor y apoyo que me han dado y nunca podré expresarles lo mucho que significan para mí. A ti: A pesar de que este paseo ha sido una verdadera montaña rusa, no hubiera crecido tanto y logrado esto si no te hubiera tenido cerca. Gracias por todo. 3 Índice Índice Introducción ........................................................................................................................................ 5 Capítulo 1: Introducción al pensamiento de Arthur Schopenhauer ................................................. 12 1.1. Velo de Maia o Maya, el mundo de la representación. .................................................... 13 1.2. La Voluntad ....................................................................................................................... 14 1.3. Principium individuationis ................................................................................................. 16 1.4. Influencias religiosas ......................................................................................................... 19 1.1.1. Brahmanismo ............................................................................................................ 20 1.1.2. Budismo..................................................................................................................... 21 Capítulo 2: La voluntad de vivir ......................................................................................................... 24 2.1. Amor propio ...................................................................................................................... 25 2.2. Amor sexual....................................................................................................................... 29 2.2.1. Voluntad .................................................................................................................... 29 2.2.2. Individuo (instinto): ................................................................................................... 31 2.2.3. Procreación (Matrimonio, Posesión)......................................................................... 35 2.2.4. Especie:...................................................................................................................... 41 2.3. Amor materno/paterno .................................................................................................... 46 Capítulo 3: Traspaso del principio de individuación ......................................................................... 52 3.1. Amor como amistad .......................................................................................................... 53 3.1.1. Amistad: Conjunción egoísmo y compasión ............................................................. 53 3.1.2. Amor y amistad en el matrimonio ............................................................................ 55 3.2. Amor al prójimo ................................................................................................................ 58 3.2.1. El amor en la formación de la sociedad o estado ..................................................... 59 3.2.2. El amor en la religión cristiana .................................................................................. 61 3.3. Amor puro, compasión: negación de la voluntad ............................................................. 63 3.3.1. El llanto como autocompasión .................................................................................. 66 3.3.2. Camino al ascetismo.................................................................................................. 68 Conclusiones ..................................................................................................................................... 73 Bibliografía: Trabajos citados y consultados ..................................................................................... 74 4 Introducción ¿Por qué decidí estudiar este tema? Cuestión con la que me abordan cada vez que preguntan sobre lo que hago y lo que escribo. La única respuesta a la que he podido llegar a través de la reflexión (claro que no es con la que respondo puesto que siempre me invento alguna justificación elocuente y que para la mente no entrenada parece relevante) es: porque me gusta. Sinceramente no encuentro la razón por la cual mi trabajo pueda ser interesante para el resto de mi comunidad intelectual y aún menos para el resto de la gente pero siendo que esta no es una respuesta aceptable para los maestros que dirigen mi trabajo y que supervisan mi avance académico, me veo en la necesidad de explicar cómo es que me tropecé con Schopenhauer y justificar el por qué decidí realizar mi trabajo recepcional basándome en él. Entré a la facultad de filosofía de rebote (alentada debo decir por Julieta, mi hermana) sin darme cuenta aun que este era el lugar al que pertenecía; no me había percatado que había una carrera para saciar mi hambre no sólo por conocer sino por entender lo que ya conocía pero mis cuestionamientos no se dirigían a la esencia de las cosas que rodean al hombre sino a su motivación. Qué es lo que mueve a los hombres a realizar lo que hacen, qué es aquello que los motiva a levantarse a las 6 de la mañana (una hora francamente criminal) a ir a un lugar que detestan llamado “trabajo”, a aceptar un régimen que aborrecen, a salir de noche a lugares estruendosos y llenos de extraños y seguir viviendo como viven. La única respuesta que he encontrado, mucho más allá del bienestar económico es la promesa que guarda la felicidad, promesa que guarda bajo su custodia el amor. 5 Por mucho tiempo he tratado de entender esta motivación en tanto que no me siento siempre como una persona normal (entiéndase normal como un estándar en la que la gente vive y se mueve) al cuestionar y tratar de entender, no en un sentido de justificación sino simplemente para apaciguar aquél sentimiento de incertidumbre, que ha encontrado su vivienda en mi facultad de razón, al ver el comportamiento de los hombres. Me he encontrado con varios discursos sobre el amor y he notado que casi todos los grandes filósofos dedican un apartado en sus sistemas para este sentimiento pues no se trata de algo menor, sino de un sentimiento tan poderoso que ha atentado contra la vida de muchos seres humanos pero es hasta Schopenhauer que encontré una explicación más agradable. Tal vez tiene que ver con que nunca me ha bastado la explicación romántica del asunto y en la explicación reduccionista de Schopenhauer encontré algo de paz; llevarlo a algo más allá del hombre y depositarlo en una voluntad insaciable, culpar al genio de la especie, todo esto sonaba, de alguna manera, mucho más sencillo. Significaba un escape para tanto sufrimiento y desencanto con el amor entre dos personas. Enterré ese sentimiento en una explicación que me bastó para poder continuar sin embargo, cuando llegó el momento de empezar este trabajo, me di cuenta de que al mismo Schopenhauer no le bastó una explicación sensualista sino que explicó el amor en diferentes ámbitos hasta llegar a un grado superior en el que el amor significaba el silencio de las pasiones y la paz interior. Es casi obvio el porqué de los extensivos estudios que se han hecho sobre el apartado de La metafísica del amor sexual en la obra El Mundo como Voluntad y Representación, se trata de un abordaje del tema bastante ameno e invita a la discusión y crítica de lo que trata una relación entre dos personas pero el error se encuentra en el pensamiento de que ahí termina lo que Schopenhauer dice del amor. Es por esto que decidí hacer un estudio sobre los distintos tipos de amor y revisar cuáles de ellos se encontraban dentro del nivel del amor que la voluntad tiene por sí misma entre 6 los cuales se encuentra el sensualismo y los otros que encontraban su estado en un nivel de mayor pureza y podrían significar o desembocar un estado altruista del hombre lo que lo lleva a estar más cerca del silencio de la voluntad. Es por esto que aunque es una monografía, no podía solo llamarle “el amor en Schopenhauer”. Este es un estudio sí del concepto pero es el inicio de una tesis que intenta demostrar que los tipos de amor pueden ser los niveles (o parte de ellos) del camino que Schopenhauer afirma que existe pero del que, más allá de su existencia, no habló. Por lo tanto el presente trabajo no trata de afirmarlo pero sí dar pie a que posteriormente haya un estudio y defensa de tal. La metodología utilizada para la realización de esta monografía fue de tipo reconstructivoconceptual en tanto que, en la búsqueda del concepto “amor” en Schopenhauer, me encontré con diferentes estadíos y traté de recuperar y ordenar los diferentes tipos de amor que se encuentran en la obra El Mundo como Voluntad y Representación En el capítulo uno traté de compilar la información que, para el estudio del amor en Schopenhauer, me parecieron relevantes, es decir, tres concepciones claves para la guía en la lectura del presente trabajo y que son medulares en la obra del autor a tratar que son: el velo de maya y el mundo de la representación; la voluntad; y el principium individuationis. Todos estos apartados son explicaciones generales que darán las pautas para un seguimiento adecuado del tema y así, guiar al lector a través del presente texto. Posteriormente me adentro en la explicación de las dos religiones del hinduismo que influenciaron de manera profunda el pensamiento de Schopenhauer. Me pareció pertinente esta exposición para la comprensión de ciertos términos que él ocupa tales como “Maya” y “Upanishad” así como una especie de contexto en el cual Schopenhauer se ve inmerso y del que extrae gran parte de su pensamiento. Entendiendo esta parte es como se explica por qué la necesidad de salir de este mundo ilusorio. En el capítulo dos y tres se revisan ya los tipos de amor que se encuentran como representantes de un camino de la afirmación a la negación de la voluntad de vivir 7 pasando desde el amor propio que es egoísmo puro; el amor sexual que obedece al genio de la especie; el amor paterno que es la protección del producto del amor sexual, el amor en la amistad que es la conjunción de egoísmo y amor puro; amor al prójimo que es el reconocimiento del otro como algo igual a uno mismo y finalmente el amor puro que significa el traspaso del principium individuationis. El Nilo ha llegado al Cairo. Frase común a la que compiladores e historiadores hacen referencia cuando empiezan a escribir sobre Arthur Schopenhauer. Frase célebre de dicho autor que usó para describir el sentimiento al enterarse que su obra culmen había sido reconocida finalmente. Después de años de ser dejado a un lado y permanecer a la sombra de su contemporáneo más fuerte, Hegel, por fin su obra está en boca de todos. Algunos historiadores de la filosofía han dejado a un lado a Schopenhauer por su falta de la sistematización propia de la época. Este trabajo tiene la intención de mostrar que a pesar de que Schopenhauer propiamente no realizó un sistema hacia el ascetismo, sí afirmó que había un camino a través del amor puro en donde la moral servía de “linterna en el camino de la afirmación a la negación de la voluntad” (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 664). Así, me doy a la tarea de hacer un reacomodo de citas para encontrar un “camino” hacia el amor puro y la negación de la voluntad de vivir. Es de conocimiento general, al menos para los iniciados en la filosofía, que su pensamiento fue fuertemente influenciado por Platón, filósofo de la antigüedad que, a través de la metáfora de la caverna, nos explica el mundo ilusorio en el que vivimos y nos dice que a través de la dialéctica se puede encontrar un camino hacia la salida al mundo real, el de las ideas. Como Platón, Schopenhauer afirma que el mundo que conocemos es un mundo de ilusión y que está cubierto bajo un velo, el velo de maya, nuestro conocimiento del mundo, por ende, no es de las cosas en sí y nunca podremos ver lo que realmente existe fuera de nuestra subjetividad o entendimiento que es significativamente limitado. Aunado a esto, sumemos que nuestro comportamiento está regido por la Voluntad que se nos muestra 8 como un monstruo voraz que se detendrá con nada hasta satisfacer un hambre insaciable, nosotros somos el vehículo con el que cumple sus deseos pero nunca nada es suficiente. Lo que la hace insaciable es el tedio que experimenta una vez cumplido el deseo; la repetición se vuelve tediosa y casi inmediatamente insuficiente e insoportable, se vuelve entonces en una búsqueda de placer sin fin, no sólo interminable sino tampoco con un fin determinado o claro, al menos no para la herramienta, el hombre, para la voluntad ese fin sería el autoconocimiento y es por esto que no puede bastarle el simple cumplimiento de un capricho sino que tiene que estar en constante movimiento. Schopenhauer nos sugiere tres formas de llegar a hacia la inhibición de la voluntad, o sea el ascetismo; no como algo definitivo, porque el hombre es principalmente voluntad, pero como camino viable hacia una vida satisfactoria sin estar a completa merced de ella. Estos son la, la música y las artes, la justicia y por último el amor puro. Este último nos dice que es el camino más rápido hacia el ascetismo y también es a mi parecer el menos estudiado. Todas las vías al silencio de la voluntad son posibles de alcanzar en la medida que se haga una reflexión y un entendimiento de que somos voluntad y así decidir suprimirla aunque no de manera total puesto que para la supervivencia del cuerpo se deben satisfacer ciertas necesidades, Schopenhauer nos dice que saciemos estas necesidades sin excedernos para mantener a la voluntad en un estado mínimo. Lo curioso, que en muchos casos no se menciona, es que alcanzar el estado de inacción o ascetismo también puede ser posible a través del amor; esta parece una afirmación bastante arriesgada debido a lo que ya sabemos de Arthur Schopenhauer, pensador que realiza una metafísica del amor sexual reduciendo así todo amor entre dos personas a un engaño que el genio de la especie utiliza para fomentar la reproducción y así asegurar la continuación de la especie. Como vemos, el amor sexual es una simple sirvienta para los intereses de la voluntad. Es por esto que una afirmación del tipo “el amor es una vía al ascetismo” causa a primera vista un sentimiento de desconcierto. Es del interés de este trabajo el dilucidar las clases 9 de amor que Schopenhauer trata en la obra El Mundo como Voluntad y Representación puesto que pareciera que utiliza el amor como un tipo de dialéctica platónica hacia la salida de la caverna y lo que empieza como amor sexual se va convirtiendo en diferentes modos de existencia hasta llegar al amor puro con el cual es posible alcanzar dicho ascetismo. Ciertamente Schopenhauer no hace un camino explícito o una sistematización como tal de este, sin embargo, intentaré, a partir de una recopilación y reacomodo de citas del autor, mostrar de manera tentativa un camino que recorra los diferentes tipos de amor hasta encontrarnos con el culmen, el cual, a mi parecer, sería el amor puro en donde se traspasa el principio de individuación. Es a partir de la encrucijada en la que el padre de Schopenhauer lo pone en su adolescencia, ésta siendo la decisión entre un gran viaje de placer que duraría un par de años pero la decisión de aceptar el viaje tendría en consecuencia un futuro en el comercio; o declinarlo y quedarse en Hamburgo en donde tendría la oportunidad de ir a una escuela y aprender las humanidades lo que significaría el rechazo a la oportunidad de conocer el mundo y llenarse de experiencia. Esta decisión repercute de manera significativa la forma de ver el mundo para el joven Arthur porque entiende o relaciona algo que el padre tal vez no tenía intención de provocar pero que va a marcar su pensamiento y lo va a direccionar permanentemente que es: La sabiduría significa la renuncia del placer o lo que es igual, la capacidad de la renuncia del placer indica la entereza que se tiene para ser capaz de seguir el camino de la sabiduría. En realidad la capacidad de rechazo o postergación del instinto o de cualquier placer es lo que nos separa del reino animal. La paciencia es la clave de nuestra racionalidad en tanto que aquella mente racional no cede ante la satisfacción de sus impulsos de manera inmediata sin pensar en las consecuencias a futuro sino el sopesar las alternativas que se tienen y considerar los universos de posibilidad que ellos presentan para poder elegir el 10 camino que ofrezca un mejor modo de vivir aunque eso implique sacrificar aquello que otros consideran como preciado o la satisfacción inmediata. 11 Capítulo 1: Introducción al pensamiento de Arthur Schopenhauer El inicio de las indagaciones de filosóficas del autor en cuestión inician con la famosa crítica al principio de razón suficiente kantiano. Esta crítica tiene su base en que los fenómenos no se presentan de la misma manera y por lo tanto los clasifica en 4 clases y en tanto que son diferentes, no pueden ser juzgadas bajo el mismo principio así que presenta su tesis doctoral “sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente” en donde atiende a las relaciones posibles para así otorgar un principio de razón en cada una. Las clases de fenómenos con los principios son: 1) las representaciones intuitivas: Objetos físicos Principio del devenir: explicación causal 2) conceptos abstractos: Objetos ideales Principio del conocimiento: deducción lógica 3) intuiciones a priori: Objetos matemáticos Principio del ser: consistencia 4) sujeto de querer (Yo): Objeto del autoconocimiento Principio del querer: motivación Con este trabajo y como principio de su carrera, afirma que no todo el en-sí es inalcanzable e incognoscible como afirmaba Kant sino que a través del autoconocimiento se llega a la conclusión de que soy sujeto y objeto a la vez, es decir, fenómeno y cosa ensí1, la voluntad es el en-sí. Esto quiere decir que si a través del autoconocimiento llegamos a la conclusión que aparte de fenómeno, soy el en-sí, entonces, también los demás fenómenos participan del en-sí, es decir, la voluntad está en todos los fenómenos; la voluntad es todo. Es una voluntad ciega la que se encuentra como fundamento del mundo y todo se nos aparece como representación en tanto que es la otredad y no podemos llegar al conocimiento del otro sino a través del conocimiento de lo que significa el “yo” es decir, es decir, conocemos lo otro solo por asociación con el ”yo”. Lo otro, y así también la voluntad, se conoce no necesariamente por lo que es sino por lo que no es. 1 Cfr. Los Dolores del Mundo. Prólogo de Ricardo Álvarez (Ficha completa en la bibliografía) 12 1.1. Velo de Maia o Maya, el mundo de la representación. Es importante pasar ahora a la explicación del velo de maya en tanto que se trata de una metáfora de varias religiones en la India, esa metáfora encierra el sentido del mundo como representación de Schopenhauer. Maia o maya es una concepción del hinduismo que significa ilusión y trata de la concepción de que el universo visible o mundo fenoménico son imágenes ilusorias, a este se le atribuyen ciclos de sucesión y destrucción (Visnú y Shiva respectivamente). Detrás de maya está el principio que sostiene al universo: Brahman que considerado a través de la reflexión del mundo visible, es decir, del velo de maia, es Dios. Esto quiere decir que a través de la reflexión del mundo “ilusorio” se llega a Dios y con esto a la disolución de la diferencia entre el mundo y el yo. Existe en este sentido solo una ilusión de una diferencia entre el mundo y dios pero para estas culturas la realidad es Dios y Schopenhauer toma esa concepción y la transforma a solo hay voluntad, todo es voluntad. La ilusión en este caso es la representación, todo aquello a lo que no tenemos acceso sino sólo bajo oposición, es decir, todo aquello que no es mi cuerpo. Cada uno conoce inmediatamente un solo ser: su propia voluntad en la autoconciencia. Todas las demás cosas las conoce mediatamente y las juzga por analogía con aquella, analogía que extiende según el grado de su reflexión. Este mismo hecho se debe en el fondo a que en realidad existe solo un ser: la ilusión de la pluralidad (Maya), derivada de las formas de la captación objetiva externa no pudo penetrar hasta la simple conciencia interna: de ahí que esta encuentre siempre un solo ser. El objetivo de este viaje de interiorización y autorrealización en entender que la separación o diferencia entre el propio ser y el ser del universo es falsa. Esta falsa dicotomía nos tiene encerrados en la ilusión de la individualidad y por tanto en el sufrimiento constante. Es entonces que la idea de la separación entre consciencia y 13 materia física, o por decirlo de otra manera, sujeto- objeto es el resultado de una vida no cultivada. Existen dos conceptos claves en el pensamiento de Schopenhauer que es el Vorstellung (manifestación) y el Darstellung (ocultamiento) y el velo de maya es justo la forma de entender este último. Decir que lo que conocemos del mundo es la representación de este quiere decir que no podemos conocer las cosas por lo que son sino solo en relación con otro ser, o sea que conocemos básicamente por los límites de nuestro propio cuerpo, conozco lo otro porque es aquello que no soy yo, no siento la cosa cuando la toco sino siento algo que se le impone a mi mano, lo que siento al tocar algo es mi mano contra el objeto y no al objeto mismo. Todo lo que se conoce es cognoscible sólo a través del representante que es siempre el sujeto cognoscente. Esta es la primera verdad a priori y es a partir de esta afirmación que se pueden anunciar las demás verdades a priori, tales como el espacio, el tiempo, la causalidad que, así como las representaciones, solo existen en la consciencia del sujeto y en relación con los demás fenómenos. 1.2. La Voluntad Para Schopenhauer la realidad sólo se presenta de dos maneras, como voluntad que es el en-sí y la representación que es el mundo ilusorio; entonces es correcto inferir, y el mismo autor nos lo dice, que no hay salida de la voluntad en tanto que en esencia somos voluntad y es ella la que vive bajo su propio engaño que en cada hombre se encuentra su totalidad y es por esto que quiere desesperadamente aferrarse a la vida. El cuerpo es la objetivación de la voluntad, esto quiere decir que todo movimiento del cuerpo es el deseo de la voluntad. El cuerpo es entonces voluntad y representación al 14 mismo tiempo en tanto que el cuerpo es un objeto entre objetos y a la vez percibe a la otredad, o sea, a los otros cuerpos como representación. Ahora que vimos que el cuerpo es la objetivación de la voluntad hay que aclarar que el intelecto no forma parte de esa objetivación, la reflexión propia del hombre aunque sigue siendo ella misma, la voluntad. El hombre a través del razonamiento puede darse de su condición que es en esencia sirviente de la voluntad y la miseria que esta le causa y decidir renunciar a esta. El sufrimiento es esencial a la vida… todo deseo nace de una necesidad, de una carencia, de un sufrimiento; que, por lo tanto, toda satisfacción es simplemente un dolor hecho desaparecer… Por lo tanto, al margen de lo que la bondad, el amor y la nobleza hagan por lo demás, se tratará siempre de un simple alivio de sufrimientos; y por consiguiente, lo único que les puede mover a las buenas acciones y las obras de la caridad es el conocimiento del sufrimiento ajeno(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437) Schopenhauer hace una exposición acerca de la facultad de conocer. El objeto general no existe más que para el sujeto cognoscente de cuyo ser es su propia representación pero tampoco la representación existe más que para la facultad de conocer del sujeto. La función del entendimiento es conocer la causalidad y sólo eso (sólo podemos asumir que sólo de esa manera la voluntad puede autoconocerse). Por tanto toda causalidad, toda materia y por ende toda la realidad existe únicamente para, por y en el entendimiento. Ahora, el entendimiento puro se entiende como una abstracción del conocimiento del cambio o de la causalidad de manera inmediata, no se trata de un proceso voluntario. Los sentidos (vista, oído, tacto, olfato, gusto) sólo proporcionan datos pero no intuiciones, ese es el trabajo del entendimiento. La razón por la que se hace necesario para Schopenhauer la supresión de la voluntad es porque no quiere solo al individuo como individual, quiere la vida en sí y al querer la vida en sentido propio tiene que introducir el instinto sexual, desde ahí y con esa intención es que la voluntad mete al individuo la miseria, desesperación, angustia, soledad. La 15 voluntad no deja al hombre andar por la vida feliz y tranquilo en su individualidad sino crea la necesidad del otro por lo que la supresión se hace el único camino viable. 1.3. Principium individuationis El principio de individuación se toma como espacio y tiempo, tiene que entenderse como parte del nivel de la representación pues su existencia es relativa en tanto que forma parte de las experiencias intuitivas. El mundo de la representación se conoce por oposición, sólo existe y se conoces las cosas a través de un sujeto de conocimiento que de manera a priori tiene la noción de tiempo y espacio y puede dar cuenta de la sucesión de eventos o experiencias. Ajuntaré el recuadro que se encuentra en el primer volumen de El Mundo como Voluntad y Representación en donde explica las características del tiempo y el espacio y en donde los toma como el Principium Individuationis. Del Tiempo 1. Del Espacio Solo hay un tiempo, y todos los diferentes tiempos son partes del mismo. Los diferentes tiempos no son simultáneos sino sucesivos. 1. 3. No puede hacerse abstracción del tiempo, pero sí puede abstraerse todo de él. 3. 4. El tiempo tiene tres periodos: pasado, presente y futuro, que forman dos direcciones con un punto de indiferencia. 4. 5. 6. El tiempo es divisible hasta el infinito. 5. 6. 2. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. El tiempo es homogéneo y un continuum: es decir, ninguna parte del mismo es distinta de las demás ni está separada de ellas por nada que no sea tiempo. El tiempo no tiene comienzo ni fin, sino que todo comienzo y fin están en él. En virtud del tiempo contamos. El ritmo existe sólo en el tiempo. Conocemos a priori las leyes del tiempo. El tiempo es intuible a priori, aunque solo bajo la figura de una línea. El tiempo no tiene duración sino que pasa tan pronto como existe. El tiempo es incesante. Todo lo que existe en el tiempo tiene una duración. El tiempo no tiene duración sino que toda duración existe en él, y es el permanecer de lo permanente, en oposición a su curso incesante. El movimiento sólo es posible en el tiempo. 2. Solo hay un espacio, y todos los diferentes espacios son partes del mismo. Los diferentes espacios no son sucesivos sino simultáneos. No puede hacerse abstracción del espacio, pero sí puede abstraerse todo de él. El espacio tiene tres dimensiones: altura, anchura y profundidad. El espacio es divisible hasta el infinito. El espacio es homogéneo y un continuum: es decir, ninguna parte del mismo es distinta de las demás ni está separada de ellas por nada que no sea espacio. 7. El espacio no tiene límites sino que todos los límites están en él. 8. En virtud del espacio medimos. 9. La simetría existe sólo en el espacio. 10. Conocemos a priori las leyes del espacio 11. El espacio es inmediatamente intuible a priori. 12. El espacio no puede perecer sino que permanece siempre. 13. El espacio es inmóvil 14. Todo lo que existe en el espacio tiene un lugar. 15. El espacio no tiene movimiento sino que todo movimiento existe en él, y es el lugar del cambio de lo móvil, en oposición a su inconmovible reposo. 16. El movimiento sólo es posible en el espacio. 17. La velocidad está, para un mismo tiempo, en relación 16 17. La velocidad está, para un mismo espacio, en relación inversa con el tiempo. 18. El tiempo no es mensurable directamente, por sí mismo, sino solo indirectamente, a través del movimiento, en cuanto aquello que existe a la vez en el espacio y el tiempo: así miden el tiempo el movimiento del Sol y el del reloj. 19. El tiempo es omnipresente: cada parte de él está en todas partes, es decir, en todo el espacio 20. En el tiempo por sí solo, todo sería sucesivo. 21. El tiempo hace posible el cambio de los accidentes. 22. Cada parte del tiempo contiene todas las partes de la materia. 23. El tiempo es el principium individuationis. 24. El ahora no tiene duración. 25. El tiempo en sí es vacío e indeterminado. 26. Cada instante está condicionado por el anterior y existe sólo en cuanto esta ha dejado de existir. (Principio de razón del ser en el tiempo. Véase mi tratado Sobre el principio de razón.) 27. El tiempo hace posible la aritmética. 28. El elemento simple de la aritmética es la unidad directa con el espacio. 18. El espacio es directamente mensurable por sí mismo, e indirectamente a través del movimiento, en cuanto aquello que existe a la vez en el tiempo y el espacio: de ahí, por ejemplo, una hora de camino y la distancia de las estrellas expresada mediante años luz. 19. El espacio es eterno: cada parte de él existe en todo tiempo. 20. En el espacio por sí solo, todo sería simultáneo. 21. El espacio hace posible la permanencia de la sustancia. 22. Ninguna parte del espacio contiene la misma materia que otra. 23. El espacio es el principium individuationis. 24. El punto no tiene extensión. 25. El espacio en sí es vacío e indeterminado. 26. Mediante la situación de cualquier límite en el espacio con respecto a cualquier otro, podemos determinar estrictamente su situación con respecto a todos los posibles. (Principio de razón del ser en el espacio.) 27. El espacio hace posible la geometría. 28. El elemento simple de la geometría es el punto. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 79-81) En la obra El Mundo como Voluntad y Representación explica que existen dos tipos de representaciones: las intuitivas y las abstractas, de las cuales las abstractas son los conceptos que le son exclusivos al hombre puesto que es el único con capacidad de razón y es a través de ella que puede conocer. Ahora, la experiencia es dependiente de las representaciones intuitivas, es la intuición la que tiene el conocimiento de las propiedades del espacio y del tiempo (principio de individuación) de manera a priori y ellas son las que rigen toda experiencia. Schopenhauer considera las experiencias como una clase de representación especial pues son intuidas en forma pura y vacía de contenido. Solo tienen una existencia relativa. La existencia relativa de las representaciones intuitivas se debe a que sólo son objetos o representaciones en tanto que hay un sujeto que las percibe es por esto que cuando no hay sujeto cognoscente cesan de existir, en este sentido es que la voluntad objetivada en el hombre pone su existencia como lo más importante. El mundo como representación, en cualquier respecto en que lo consideremos, posee dos mitades esenciales, necesarias e inseparables. Una es el objeto: su forma es el espacio y el tiempo, y mediante ellos la pluralidad. Pero la otra 17 mitad, el sujeto, no se halla en el espacio y el tiempo, pues está entero e indiviso en cada uno de los seres representantes; de ahí que uno solo de ellos complete con el objeto el mundo como representación, tan plenamente como todos los millones que existen; pero si aquél se único desapareciera, dejaría de existir el mundo como representación. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 53) El principio de individuación, como podemos observar, es el tiempo y el espacio y con esto se refiere a que es únicamente en el espacio y en el tiempo en el que el individuo se conoce y puede actuar. Como sabe que existe en un aquí y un ahora esto hace que su percepción no pueda ir más allá y se sienta una especie de “ombligo del mundo”. Cuando Schopenhauer dice que hay que traspasarlo se refiere al olvido de lo individual para llegar a la consciencia del mundo y así a la voluntad en sí. Una vez logrado esto es posible su renuncia. En la tragedia (modo literario) se muestra el conflicto de la voluntad consigo misma en un grado superior puesto que nos enseña cómo los afanes entrecruzados de la voluntad que se manifiesta en el individuo luchan entre sí hasta destruirse y aquél que ha quedado llega al reconocimiento de la voluntad por medio del sufrimiento eleva su alma hasta el desengaño que Maya representa y traspasa el principium individuationis. Una y la misma voluntad es la que en todos ellos vive y se manifiesta, pero sus fenómenos combaten y se despedazan a sí mismos. En este individuo se presenta poderosa, en aquél más débil, aquí está más o menos entrada en razón suavizada por la luz del conocimiento; hasta que finalmente, en algunos individuos, ese conocimiento; purificado y elevado por el sufrimiento mismo, alcanza el punto en que el fenómeno, el velo de Maya, ya no le engaña; el punto en que la forma del fenómeno, el Principium individuationis, queda traspasado y con él se extingue el egoísmo en el que se basa; con lo que los motivos, hasta entonces tan poderosos, pierden su fuerza dejando lugar al completo conocimiento de la esencia del mundo que, actuando como aquietados, provoca la resignación, la renuncia no simplemente a la vida sino a toda la voluntad de vivir. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 309) Aunque de manera general, en este capítulo traté de recopilar los elementos más importantes para el entendimiento que rige El Mundo como Voluntad y 18 Representación y que servirán de guía en la lectura de los siguientes dos apartados de este trabajo. Seguiré ahora con los diferentes tipos de amor que rigen a la voluntad desde la voluntad de vivir hasta su superación. 1.4. Influencias religiosas Es necesario hablar de aquellas religiones que influenciaron el pensamiento de Schopenhauer en tanto que la obra que trataré está llena de referencias, conceptos y explicaciones que remiten a éstas. A lo largo del texto se mencionan tres que son en las que ahora me concentraré; dos de ellas pertenecen al hinduismo; son el brahmanismo y el budismo y por último se menciona obviamente el cristianismo siendo que es la religión en la que Schopenhauer nace. Considero que no es necesario realizar una explicación de la religión cristiana en tanto que es de conocimiento general su doctrina y sus preceptos. Es una religión monoteísta aunque regida por una trinidad de padre, hijo y espíritu santo. En el núcleo se trata del amor a Dios y al prójimo por encima de todas las cosas y en el mejoramiento personal para ser merecedor de la vida eterna y así ganar la entrada al reino de los cielos. Siendo que las religiones hindús nos son un poco más ajenas he decidido explicar aquellas a las que Schopenhauer hace mención puesto que lo considero necesario para el completo entendimiento del pensamiento ascético al que nuestro autor hace referencia. Son en ellas donde encontramos la resignación al sufrimiento que la vida implica y que apuntan a una renuncia de deseos para la elevación del alma. En una el objetivo es la unión del alma con el de la divinidad y así salir de del juego de la reencarnación y en la otra la meta es el cese del sufrimiento El objetivo de varias de las religiones que conforman el hinduismo es salir del ciclo de las reencarnaciones, es posible que Schopenhauer haya entendido esto como el dolor que implica el mundo para enseñar a las almas lo que significa Dios y el castigo que significa el regresar a este mundo en tanto que existiría algo que todavía no se comprendió y es por 19 esto que se tiene que regresar, para que el viaje de la reflexión continúe. El salir de este ciclo significa la completa superación del alma. 1.1.1. Brahmanismo El Brahmanismo es una religión de transición que se dio en la india entre el vedismo y el budismo (aunque también se dice que la religión védica y el brahmanismo es equivalente). Una de las explicaciones que se tiene es que en el vedismo los únicos que podían estar en contacto con las divinidades eran los sacerdotes de alta categoría, debido a este hecho, los brahmanes empezaron a sentir el descontento de la secularización y posterior a un momento de disputas se impuso el brahmanismo. Este consiste, de un modo muy general, en que existe un solo Dios o divinidad y todo alrededor son tan sólo una parte de él. El dios en cuestión es Brahma y todos los seres en la tierra son su expresión, es decir, el dios es uno aunque tenga múltiples manifestaciones, es por esto que existe una aparente multiplicidad de dioses a los que adoran. Las dos expresiones más importantes de este dios son Visnú (el preservador) y Shiva (el destructor) El tipo de transmisión de las enseñanzas es oral y a través de las Upanishad que eran las historias escritas por lo brahmanes. Este tipo de relatos contaban la historia de un maestro brahmán, el cual enseñaba a su discípulo acerca del dios único Brahma que era superior a los dioses védicos aunque tal vez no superior sino el todo del que esos dioses eran solo parte. Existen aproximadamente 200 libros sagrados a los que se les llama Upanishad. La palabra Upanishad significa literalmente sentarse más bajo que otro por lo que nos brinda la idea de tipo de relato educativo que eran. Estos libros sagrados probablemente se basan en las experiencias místicas que le sucedieron a gente que cansada de la religión védica (o de la que se tratara la historia en particular, incluso hubiese podido ser hipotética) deciden retirarse a los bosques para así llevar una vida ascética. 20 El objetivo de las Upanishad es la enseñanza del hecho de una conexión con la divinidad y la posibilidad que el hombre tiene de identificarse con él. La salvación se encontraba en el crecimiento y cuidado del alma o atma de cada individuo para así seguir al hilo que conectaba a este mundo con el otro, o sea, a la identificación y regreso con el dios Brahma. En estos libros la doctrina consiste en que todo está en un movimiento o cambio constante pero el movimiento es cíclico que se repite. Es ese ciclo cada quien debe trabajar en su interioridad para realizar el dharma que para el hombre significa conducta piadosa correcta. Cada cosa tiene un dharma diferente porque es aquello para lo que se está hecho, en el caso del agua su dharma sería fluir, en el ave volar, etc. El dharma del hombre entonces es alcanzar la salvación del espíritu y la unión con Brahma. El tema principal de las Upanishad es indagar sobre la naturaleza de Brahma que es el todo y cómo lograr que el alma ascienda de manera exitosa hacia él puesto que objetivo último es salir del estado cíclico. Se tratan temas como la naturaleza y el propósito de la vida, se enseñan diversas formas de meditación y la transmigración de las almas, ésta se da cuando no se ha aprendido o no se ha logrado cumplir con el objetivo de la existencia. 1.1.2. Budismo Esta práctica se distingue de la mayoría de las religiones hinduistas puesto que no es teísta por lo que se puede llamar doctrina filosófica-religiosa. Dentro de esta religión/modo de vida se encuentran varios aspectos, historias, prácticas que por el motivo del trabajo no voy a tratar pero voy a tratar de rescatar los aspectos más generales siempre que sirvan al entendimiento de la influencia que este pensamiento tuvo en Schopenhauer. Deriva del brahmanismo y es fundada por Buda Gautama y obviamente ha evolucionado por la gran diversidad y difusión que sus prácticas infundieron en la gente de occidente. Historias entre mitos y realidad difunden la historia de los cuatro elementos que trata la historia de su primera salida fuera del palacio (porque se dice que fue un noble) vio a un anciano, un enfermo, un cadáver y un asceta. 21 Años después de este suceso decidió investigar el problema del sufrimiento y a esta decisión se le unió la renuncia a todos sus bienes materiales incluyendo herencia y título, es por esto que a este hecho se le llama La Gran Renuncia. Toma esa decisión para así poder seguir con honestidad sus prácticas religiosas y vivir una la vida ascética que éstas le exigían. Podríamos seguir contando las historias de Buda en tanto que el budismo así como el brahmanismo tienen en común que sus enseñanzas son a partir de historias de experiencias místicas sobre el maestro que emprende un viaje en el que a partir de la reflexión llega al entendimiento del mundo y su propósito dentro de éste sin embargo pasaré a explicar los elementos más importantes dentro de las enseñanzas del budismo. En el budismo hay cuatro nobles verdades 1. Duhkha (el sufrimiento o descontento de la vida): haber nacido implica sufrimiento, en la vejez hay sufrimiento, sufrimos las enfermedades, el deseo significa sufrir por aquello que nos falta y aparte de esas cuestiones existe el dolor y desesperación. En todo hay un sufrimiento (corporiedad, sentimiento, percepción, formaciones mentales predispuestas y consciencia discriminativa), de eso trata esta parte. La vida es un sufrimiento del alma. 2. Trasnā (el origen del deseo): El origen del sufrimiento está en el deseo, ese anhelo por cumplir cada capricho ya sea de los sentidos o de la satisfacción personal, siempre se está buscando lo siguiente cuando se desea, cuando se cumple aquello que añoramos no hay una calma sino un siguiente anhelo. 3. Al extinguirse su causa se extingue el deseo: Cuando abandonamos nuestra capacidad de desear es que el sentimiento de sufrimiento se anula, No hay expectativas, esperanzas, añoramiento, se llega a una ausencia de pasión. 4. Para la extinción del deseo se debe seguir el noble camino: El camino que enseña el budismo para cesar la búsqueda implacable de la satisfacción del deseo lo conforma la sabiduría, la ética y el cultivo de la mente por medio de la meditación y plena consciencia del ser de uno mismo. 22 A esas verdades se le suman las tres características de la existencia que explican la naturaleza de las cosas o los fenómenos de este mundo: 1. Anitya: que es el cambio constante, es decir, la impermanencia de las cosas. Todo es pasajero y aunque se quiera pensar diferente no existe nada permanente. Este tipo de pensamiento es el que justifica que no haya una teología en esta práctica. 2. Anātman: Se explica la inexistencia de un “yo” permanente. Se elimina el pensamiento de la vida después de la muerte, de una inmortalidad del alma puesto que hay una ausencia de tal. Todo es cambio y eso aplica también al hombre, no hay permanencia y ahí que no pueda haber un dios. La idea de que exista un “yo” es falsa que nace de la equivocada noción de individualidad. No hay una muerte de la persona por lo que no se llega al nihilismo sino solo se niega la existencia de una sustancia única y permanente; de una esencia intrínseca. 3. Duhkha: Eliminación del sufrimiento. El Duhkha es el principal objetivo de la enseñanza budista. Existe una promesa de encontrar la verdadera felicidad a la que se llega después del crecimiento espiritual a través de estas prácticas aunque se debe aceptar que la vida contiene un sufrimiento inherente a ella aunque sea de manera intermitente. Esta explicación, aunque muy básica nos ayuda a entender de manera general lo que Schopenhauer toma como verdades últimas y lo ayudan a toparse de frente con la sustancia o esencia última (aunque en el budismo no haya tal). Ya no hay Brahma pero hay voluntad que lo es todo. 23 Capítulo 2: La voluntad de vivir La decisión de llamar a este apartado voluntad de vivir se basa en que precisamente todos los tipos de amor que aquí son tratados tienen su fundamento en la voluntad de vivir. Esto es, que el ser humano se ve inmerso en estos modos de la existencia por una necesidad ciega de preservación, tanto de él mismo como de la especie. Es esta necesidad de supervivencia que lleva a los hombres a buscar refugio y alimento, a vivir en manada o sociedad cuando se ve amenazado por el medio ambiente y finalmente a buscar la reproducción y así la continuidad del género humano. Durante los siguientes capítulos me refiero al amor como “tipos” o “modos de la existencia” y no como niveles debido a que Schopenhauer no tiene propiamente una sistematización. No hay paso uno o nivel uno como lo habría en Platón (por ejemplo). No existe una guía con la intención de guiar al sabio, a la razón o al individuo común para el escape de la voluntad. Lo que hizo fue una descripción de la realidad, de la existencia y de cómo se transita a través de ella, es por esto que tomé la decisión de utilizar estos términos para no confundir al lector con respecto a la intención del autor que estoy tratando. Su principal intención fue desentenderse del mundo ilusorio y dar a conocer la verdadera esencia de todo, a saber, la voluntad. Me he tomado la libertad de tener en consideración 6 tipos de amor que encontré en la obra El Mundo como Voluntad y Representación de Arthur Schopenhauer. Esta selección y su orden fueron hechas a mí consideración y no deben confundirse con el ánimo del autor de la obra. En este capítulo se tratarán 2 de esos “tipos” o “modos de existencia”, el amor propio y el amor sexual. 24 2.1. Amor propio Este modo de existencia, a saber, el amor propio, es el instinto primario en el hombre, es aquello que asegura la permanencia de la vida puesto que se manifiesta como una fuerza a modo de desesperación por aferrarse a la vida. Este tipo de amor tiene su fundamento en el egoísmo debido a que es el interés por la propia vida la que lo mueve o motiva. Es esta voluntad la que lleva a los hombres a pasar por cualquier situación o evitar cualquier tipo de peligro para preservar la existencia. El amor propio también es llamado egoísmo por Schopenhauer debido a que el individuo pone su existencia por encima del bienestar de otros, cada quien reconoce la voluntad en sí mismo y por esto defiende su propia vida como si fuera la más preciada. Por esta equivalencia es posible que durante el texto nos encontremos con la palabra egoísmo en vez de amor propio como podemos ver en el ejemplo siguiente: Cada individuo, al mirar adentro, reconoce en su esencia, que es la voluntad, la cosa en sí, por lo tanto, lo único real. De este modo, se concibe como el núcleo y el punto medio del mundo, y se siente infinitamente importante. En cambio, si mira afuera se encuentra en el ámbito de la representación, del mero fenómeno, donde se ve como un individuo entre infinitos individuos, como algo sumamente insignificante e íntimo. Por consiguiente, hasta el individuo más irrelevante, todo yo, visto desde dentro es todo en todo; en cambio, visto desde fuera es nada o casi nada. Aquí descansa la gran diferencia entre lo que cada uno es a sus propios ojos y lo que es a los ojos de todos los demás, y por tanto el egoísmo que todos reprochan a todos. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 690) Para referirse a este modo de la existencia, Schopenhauer nos explica que no necesariamente se da un amor a la vida sino un temor a la muerte. Temor que es en cierta medida irracional, es en sí el temor a lo desconocido en tanto que la muerte significa la negación de la existencia y no más. Schopenhauer ve ridículo dicho temor en tanto que no tiene sentido temerle a un tiempo en donde no existimos puesto que no tememos al tiempo previo a nuestra existencia. 25 La vida es entonces una lucha constante por la preservación de la vida sin embargo una vez “asegurada” dicha existencia nos vemos inmersos en el juego del aburrimiento y el tedio. Que no es un tema sin importancia, dice Schopenhauer: La vida de la mayoría no es más que una perpetua lucha por la existencia misma, con la certeza de que al final la perderán. Pero lo que les hace perseverar en esa lucha tan penosa no es tanto el amor a la vida como el miedo a la muerte que, sin embargo, se mantiene en un segundo plano como algo inevitable y puede aproximarse en cualquier momento […] pero una vez que la existencia les está asegurada, no saben qué hacer con ella: por eso la segunda cosa que les pone en movimiento es el afán por liberarse de la carga de la existencia, por hacerla insensible, por “matar el tiempo”, es decir, huir del aburrimiento. […] Pero el aburrimiento no es para nada un mal que haya que considerar menor: al final pinta una verdadera desesperación en el rostro. Hace que seres que se aman tan poco como los hombres se busquen unos a otros, y es así la fuente de la sociabilidad. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, pp. 370371) Es esta primera manifestación de la voluntad la que también nos lleva a querer evitar cualquier tipo de peligro o situación peligrosa. Es cierto que el hombre se caracteriza por cierta búsqueda de excitación en la realización de ciertas actividades con un grado elevado de riesgo pero esto es sólo por la necesidad aparente que nos ordena la voluntad al sentir el aburrimiento o el tedio de una actividad ya repetitiva. Sin embargo estas situaciones, aunque impliquen una clase de riesgo, no dejan de cuidar la permanencia de la existencia. La voluntad es la que nos permite hacer o dejar de hacer cualquier actividad debido al riesgo que dicha actividad presente. Es el amor a la vida o este egoísmo por seguir existiendo por cualquier medio necesario el que define nuestros límites. Nos dicta con exactitud qué podemos hacer o hasta qué punto estamos dispuestos a llegar para la conservación de ésta. Para Schopenhauer el límite del hombre común se encuentra en el riesgo a perder la propia vida. Se puede pensar que la moral es la que dicta nuestro hacer en el mundo, sin embargo estamos dispuestos a dejar a un lado nuestros principios cuando nuestra existencia se ve comprometida. Sobre esto el autor nos dice: 26 Por ejemplo, dejamos de hacer algo por razones puramente morales, según creemos; pero luego nos damos cuenta de que fue únicamente el miedo lo que nos retuvo, ya que lo hacemos tan pronto como desaparece cualquier peligro. En casos particulares la cosa puede llegar tan lejos que un hombre no suponga siquiera el verdadero motivo de su acción y hasta se considere incapaz de ser movido por él: y, sin embargo, ese es el verdadero motivo de su actuar. De paso se confirma y explica en todo esto la regla de Larochefoucauld: L'amour propre est plus habile que le plus habile homme du monde [«El amor propio es más hábil que el hombre más hábil del mundo, Larochefoucauld, Réflexions, máxima 4.]; e incluso encontramos ahí un comentario al ϒνῶϑι σαυτόν délfico y su dificultad. -Si, por el contrario, tal y como se figuran todos los filósofos, el intelecto constituyera nuestra verdadera esencia y las resoluciones de la voluntad fueran un mero resultado del conocimiento, entonces lo decisivo de cara a nuestro valor moral tendría que ser únicamente el motivo por el que suponemos actuar; del mismo modo que la intención, no el resultado, es aquí lo decisivo.(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 248) Es un hecho que las religiones han tratado de domesticar, por decirlo así, al ser humano, poniendo así ciertas reglas sobre lo que se debe o no hacer. Todo esto, por supuesto, con una serie de consecuencias que aseguren un castigo al que las incumple. Dicho esto, seguimos justificados en decir que la voluntad de vivir tiene primacía sobre cualquier creencia religiosa o moral siendo que el hombre tiene un instinto inherente a aferrarse a ella sobrepasando así el hecho de ser castigado en una vida futura. Cuando la vida corre peligro el ser humano no se ve atraído a abandonarla por la promesa de una vida mejor después de la muerte si conserva los lineamientos dictados. Curioso es el hecho de la promesa de una vida eterna. El ser humano al crear las religiones tuvo que encontrar la manera de asegurar la permanencia de su existencia, la vida es un regalo que se nos ha concedido pero debemos sufrirla antes de poder llegar a ese “mejor lugar” después de la muerte. A pesar de que la vida es en sí misma un regalo se castiga a aquella persona que, por defenderla, incumpla alguna de las reglas dictadas por aquella institución religiosa. Probablemente sea debido a que las reglas o mandamientos de las diferentes religiones tienen por intención guiar al ser humano a la supresión de los instintos, pero la voluntad de vivir, siendo el más básico de los instintos, es casi imposible 27 de abandonar por esto Schopenhauer nos ofrece 4 juicios que la describen y resumen así como lo irracional del juzgar a alguien que quiera defender su vida: ¿Cómo podría, dicho sea de paso, el ilimitado amor a la vida y el ansia por mantenerla a toda costa el mayor tiempo posible ser considerado vil, despreciable? ¿Y cómo podrían los defensores de cualquier religión considerarlo indigno de esta si la vida fuera el regalo que hay que agradecer a los buenos dioses? ¿Y cómo podría entonces parecer grande y noble el desdeñada? - Entretanto, a través de estas consideraciones se confirma lo siguiente: 1) que la voluntad de vivir es la esencia más íntima del hombre; 2) que en sí misma carece de conocimiento y es ciega; 3) que el conocimiento es un principio originariamente ajeno y añadido a ella; 4) que este lucha contra ella y nuestro juicio aprueba la victoria del conocimiento sobre la voluntad. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 518) Con estas 4 premisas finales Schopenhauer resume en lo que consiste la voluntad de vivir y nos da pauta para el siguiente modo de existencia aquí tratado que es el amor sexual y nos da un acercamiento hacia el éxito de la lucha contra ella que es el conocimiento. Un conocimiento de ella y de nuestra naturaleza es lo que puede llevar a su superación. Con esto podemos observar que el hombre es la objetivación de la voluntad, entonces, es parte del autoconocimiento y autoconciencia de ésta. En él existe la conciencia y el intelecto; ahora, la conciencia, como tal, no está sujeta a los instintos y pasiones sino sólo al conocimiento. Esto quiere decir que el ser humano, a través de la conciencia, es capaz de llegar a la negación de la voluntad. Sin embargo, el intelecto (que es heredado de la madre según Schopenhauer), es víctima de las pasiones que dicta la voluntad y por ende siente un miedo a la muerte inherente a los seres vivos. El miedo a la muerte viene directamente de la voluntad de vivir que es irracional a la conciencia en tanto que es irracional temer a un tiempo en el que no existiremos si no se tiene miedo al tiempo anterior a nuestro nacimiento en el que tampoco existíamos. El hombre, sin embargo, es un ser en principio y esencia volitivo y es regido por ella. Está de algún modo obligado a satisfacerla y está sujeto al engaño del placer al cumplir las órdenes de la voluntad. 28 2.2. Amor sexual Pasaremos ahora a examinar uno de los modos de existencia o tipos de amor más importantes en la obra de Schopenhauer. Me refiero a él como uno de los más importantes dado que a este apartado lo denota como La Metafísica del Amor Sexual siendo que este trasciende al hombre puesto que atiende a la preservación de la especie. No se trata de tan sólo un impulso dirigido únicamente al placer sino que en sus manos Schopenhauer pone el éxito de la conservación y perpetuación del género humano. Siendo que se trata de una parte muy relevante en la obra de Schopenhauer y que no he respetado la cronología de las citas utilizadas me ha parecido pertinente utilizar un pequeño esquema que me permita hacer ver de manera clara qué papel juega el amor sexual en cada uno de los elementos que Schopenhauer nos propone. Esquema: Voluntad Individuo (instinto) Procreación (Matrimonio, Posesión) Especie 2.2.1. Voluntad En este apartado estudiaré lo que Schopenhauer expone como el amor sexual, es decir, el instinto. Este modo de la existencia es al que Schopenhauer le pone más atención en tanto que el engaño que enmascara la necesidad de reproducción y la locura al que el enamoramiento arrastra, lo intriga. El motivo de este cuestionamiento y por ende la consideración a este tipo de sentimiento es que hombres y mujeres de todo tiempo han dejado todo por el cumplimiento de este deseo. En el apartado anterior vimos que el instinto de supervivencia es el sentimiento primario en cualquier animal pero el ser humano es capaz de arriesgar la propia vida para la obtención y posesión del ser “amado”. Esto presenta para Schopenhauer una interrogante pues parece un sentimiento antinatural y es por esto que el enamoramiento es algo tanto impresionante como desconcertante y despreciable. Y es que no hay asunto más importante como a posesión del ser amado cuando el enamoramiento nubla la mente, es 29 así como lo explica en uno de sus apartados puesto que este sentimiento no hace diferencia de clases, oficios, etc.: (…) ejerce un influjo perjudicial en los asuntos más importantes, interrumpe a cada momento las ocupaciones más serias, a veces hace enloquecer transitoriamente hasta a las mentes más elevadas, no tiene reparo en irrumpir con sus cachivaches perturbando las acciones de los hombres de Estado y las investigaciones de los eruditos, es capaz de introducir sus cartitas de amor y mechones de pelo hasta en los portafolios ministeriales y los manuscritos filosóficos; con no menos frecuencia urde las acciones más confusas y perniciosas, disuelve las más valiosas relaciones, rompe los vínculos más sólidos, llegando a veces a sacrificar la vida o la salud, la riqueza, la posición y la felicidad; al que en otro caso sería honrado lo hace carente de escrúpulos, al que hasta entonces era fiel lo convierte en traidor; por lo que en conjunto aparece como un demonio hostil que se esfuerza por trastocar, embarullar y destruirlo todo. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 586-587) Schopenhauer llega a la conclusión de que el enamoramiento es un engaño que reviste al impulso sexual con un tinte romántico que dulcifica un instinto barbárico y que el origen de tal se encuentra en la voluntad. Somos voluntad, ésta nos controla y ella se conoce a sí misma a través del hombre, por tanto tiene que asegurar una continuidad de la especie porque en ella su ser se objetiva. El entendimiento de este proceso hace que el romanticismo desaparezca y se muestra claramente otra forma de la voluntad de vivir en tanto que se busca la perpetuación y mantenimiento de la especie y así asegurar de alguna manera la inmortalidad. Es bajo esta consideración que Schopenhauer escribe: Aunque la voluntad solo alcanza la autoconciencia en el individuo, es decir, no se conoce inmediatamente más que como individuo, surge la honda conciencia de que es en la especie donde su ser se objetiva, y que para el individuo los asuntos de la especie en cuanto tal, es decir, las relaciones sexuales, la procreación y la manutención de la prole, son sin comparación más importantes y urgentes que todos los demás. De ahí el celo de los animales (cuya vehemencia se halla magníficamente descrita en la Fisiología de Burdach, vol. 1, §§ 247, 257), y en el hombre, la cuidadosa y caprichosa elección del individuo con el que satisfacer el impulso sexual, que puede llegar hasta un amor apasionado y a cuya investigación dedicaré un capítulo propio: y de ahí también el exaltado amor de los padres por su prole. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 563) 30 Es por esto que una vez obtenido el ser amado, la obsesión que se tenía por el cumplimiento de la procreación de un nuevo ser humano (claro que dicha obsesión no es consciente en el hombre sino que se disfraza de “amor”) se redirecciona y se vuelve hacia el mantenimiento de la generación venidera (la prole). 2.2.2. Individuo (instinto): La voluntad actúa directamente sobre el individuo (al decir esto no quiero implicar que la voluntad y el individuo sean dos entes o seres y por tanto divisibles aunque tampoco hay una equivalencia, el ser humano es voluntad pero la voluntad no es el ser humano) y como tal dicta sus instintos. En el reino animal se puede ver claramente como la Voluntad actúa puesto que no hay una distinción entre sus instintos y su actuar sin embargo en el hombre esto se torna un poco más complicado. El hombre, tal y como lo dijo Aristóteles, es un animal racional. Es así como el hombre no sólo vive de la naturaleza sino crea entes metafísicos e impone un orden específico con el cual regirse y así convivir como sociedad. Es así como Schopenhauer ve al amor, como un tipo de metafísica que se crea para la justificación de la procreación y es así como el hombre se ve engañado por la voluntad que sólo busca el autoconocimiento y le hace creer que está enamorado. Disfraza el instinto natural en el hombre de amor. En el apartado de La metafísica del amor sexual de la obra aquí descrita expresa como todo amor sexual es instinto: Que todo amor sexual se basa en un instinto dirigido al ser que se ha de engendrar será plenamente certificado mediante un análisis más exacto al que no nos podemos sustraer.- A él pertenece en primer lugar el hecho de que el hombre tiende por naturaleza a la inconstancia en el amor, la mujer, a la constancia. El amor del varón disminuye notablemente desde el instante en que ha obtenido la satisfacción: casi cualquier otra mujer le excita más que la que ya ha poseído: él desea el cambio. Por el contrario, el amor de la mujer aumenta precisamente desde ese instante. Esa es una consecuencia de la finalidad de la naturaleza, que se dirige a la conservación y por lo tanto al mayor incremento posible de la especie. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 595) 31 La razón por la que Schopenhauer hace distinciones entre los distintos tipos de amor tiene su fundamento en que reconoce la importancia de este para la preservación y continuación del género humano e incluso la elevación del espíritu. Cuando habla de enamoramiento se refiere únicamente al sentimiento instintivo que se genera entre dos personas, a saber, el instinto sexual. Aunque éste se centre en la reproducción, el engaño de la voluntad que implica el enamoramiento actúa sobre todo lo que conforma el individuo, de esta manera es como el amor llega a todos los niveles de la vida humana como lo es el arte como por ejemplo el teatro y la literatura. La ilusión de amor que crea la voluntad sobre el individuo es el fin de la mayoría de las aspiraciones humanas puesto que es uno de los instintos que se muestran con mayor intensidad: Pues todo enamoramiento, por muchos tintes etéreos de que se quiera revestir, tiene su único origen en el instinto sexual e incluso no es más que un instinto sexual determinado, especializado e individualizado en un sentido muy estricto. Ateniéndonos a esto, consideremos el importante papel que desempeña el amor sexual en todos sus grados y matices; y no solo en el teatro y las novelas sino también en el mundo real donde, junto al amor a la vida, se muestra como el más enérgico y activo de todos los impulsos, requiere permanentemente la mitad de las fuerzas y los pensamientos de la parte más joven de la humanidad, es el fin último de casi toda aspiración humana (…). (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 586-587) El amor sexual se manifiesta como uno de los instintos más básicos en cualquier animal sin embargo el ser humano tiene la capacidad de consciencia, ésta puede lograr el rechazo de ellos o la separación entre las cosas que actúan para generar dicho instinto como lo es la belleza. Es esta separación entre lo instintivo y lo intelectual lo que hace posible una hacer de un concepto, tan subjetivo como lo es la belleza, algo universal y válido. Schopenhauer nos dice que es posible buscar un tipo ideal de belleza si dejamos a un lado el sentimiento de atracción puesto que este se manifiesta cuando en otro se encuentra la neutralización de los defectos de uno. La belleza intrínseca es donde la voluntad se ve 32 representada en su máxima potencia, es decir, el ideal para engendrar seres humanos bellos. Esto por un lado, no obstante, es posible separar la visión de la voluntad con el pensamiento consciente y racional y así tener una mirada más objetiva sobre el objeto bello a ser juzgado. Es posible que al alcanzarse ese estado de separación entre lo volitivo y lo intelectual surjan desviaciones como dice Schopenhauer que pasó con los griegos en tanto que ya no se busca al sexo opuesto para alcanzar un grado de perfeccionamiento del género humano sino solo tendríamos en consideración lo bello en sí y, siendo que Schopenhauer consideraba que la naturaleza de las mujeres era inferior, daba como resultado encontrar bello a otro hombre, aquél que fuese joven y bello, la búsqueda por la reproducción entonces o se hace cada vez más quisquillosa y exquisita o se anula y se transforma en “desviación”. […] podemos examinar más a fondo el admirable sentido de la belleza de los griegos, que hizo a ellos solos entre todos los pueblos de la Tierra capaces de descubrir el verdadero tipo normal de la forma humana, y establecer para la imitación de todas las épocas los modelos de la belleza y la gracia; y así, podemos decir: lo mismo que, cuando permanece unido a la voluntad, da lugar a un impulso sexual exquisitamente selectivo, es decir, al amor sexual (que, como es sabido, en los griegos sufrió grandes desvíos), eso mismo, cuando debido a la existencia de un excepcional predominio del intelecto se libera de la voluntad pero sigue activo, se convierte en un sentido objetivo de la belleza de la forma humana, que se muestra primeramente como sentido estético crítico pero puede llegar hasta el descubrimiento y la formulación de la norma de todas las partes y proporciones. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 469) La razón por la que Schopenhauer se refiere a cualquier otro tipo de reconocimiento de belleza como desviación es por la visión que tiene sobre el fin de todo tipo de amor sexual, dicha visón consiste en que el amor es un engaño diseñado para que el hombre cumpla el cometido de la voluntad por medio de la reproducción, se presenta como una necesidad concretar la unión con la persona “amada”. 33 Parece ser una visión completamente reduccionista sin embargo, esta visión solo la utiliza para ejemplificar el amor sexual, es en este tipo de amor donde coloca la parte metafísica de su obra puesto que lo ve como un intercambio a modo de negociación con miras al aseguramiento de la continuación del género humano. Este tipo de amor, como explico, no sirve al hombre que lo está sintiendo sino a la voluntad misma para así cumplir su primordial cometido que es completar su autoconocimiento y asegurar su inmortalidad. El fin último de todo comercio amoroso, sea con zueco o con coturno, es realmente más importante que cualquier otro fin de la vida humana y por eso es plenamente merecedor de la profunda seriedad con que cada uno lo persigue. En efecto, lo que aquí se decide es nada menos que la composición de la próxima generación. Con ese frívolo comercio amoroso se determina aquí la existencia y naturaleza de los personajes del drama que entrarán en escena cuando nosotros salgamos de ella. Así como la existencia, existentia, de aquellas personas futuras está condicionada por nuestro instinto sexual en general, su esencia, essentia, se determina por la elección individual a la hora de satisfacerlo, es decir, por el amor sexual, quedando así irrevocablemente fijada a todos los efectos.(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 587) Schopenhauer habla varias veces sobre los matrimonios arreglados, normalmente se refiere a ellos como lo más deseable cuando en él se busca una convivencia armoniosa sin embargo, la voluntad no busca fines basados en la armonía de los enamorados sino en la perfección de la especie, con esto quiero decir que los intereses de los hombres a veces se interponen con los intereses de la voluntad o de la especie. A eso se refiere cuando habla de la incompatibilidad de un matrimonio cuando es basado en los intereses individuales a cuando se siguen los intereses de la especie o de la voluntad, es decir, el instinto o amor. Una unión por intereses individuales es por ejemplo la de la conveniencia monetaria; los padres de una muchacha siempre verán mejor una propuesta de una persona acaudalada y con cierta seguridad económica sobre un joven en condiciones de precariedad aunque la propuesta venga de alguien mucho mayor y deficiente en. Es aquí donde el genio de la 34 especie interviene y hace creer, por medio del amor, que la posesión de la otra persona es indispensable y es capaz de rechazar hasta el mejor de los duques. Conforme todo esto, parece como si, al concertarse un matrimonio, tuviera que salir perdiendo, o el individuo, o el interés de la especie. La mayoría de las veces ocurre así: pues es una suerte muy infrecuente que la conveniencia y el amor apasionado vayan de la mano. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 612) Esto visto desde la perspectiva de una persona burguesa del siglo XIX. Es entendible que Schopenhauer pusiera un ejemplo de tipo monetario o de escala social para referirse a interés individual, sin embargo, es posible dar una perspectiva desde la clase baja o de tiempos actuales para ejemplificar de la misma manera la victoria de la voluntad sobre los intereses individuales sin referirnos necesariamente a dinero. La cuestión del interés individual refiere tanto el interés por seguridad y estatus social pero también se da en la clase baja con respecto a la afinidad o compatibilidad con la familia del que se pretende cortejar. Es en estos casos en los que la familia pretende injerir en la decisión sobre el futuro de aquél o aquella. Sin embargo el genio de la especie hace a un lado este tipo de cuestiones y hace a los hombres buscar a la mujer más educada, inteligente y con más aptitudes y al hombre más fuerte, varonil y de carácter admirable puesto que es lo que se hereda de cada uno según Schopenhauer. 2.2.3. Procreación (Matrimonio, Posesión) Con esto quiero decir que todo matrimonio (cuando es llevado a cabo siguiendo a los ideales de la voluntad) es formado con fines de procreación aun cuando el hombre no lo haga de manera consciente. Ahora, es cierto que los matrimonios tienen ese fin, sin embargo, es la posesión del ser amado lo que es realmente importante, el concretar la relación física es aún más importante que la reciprocidad del sentimiento amoroso. Pero por muy objetiva y sublime que pueda parecer aquella admiración, en cada enamorado solo tiene sus miras puestas en la generación de un individuo de una determinada índole, lo cual se muestra ante todo en que lo esencial no es la reciprocidad sino la posesión, es decir, el disfrute físico. Por eso la certeza de ser correspondido no puede nunca compensar la carencia 35 de ese disfrute: antes bien, en ese caso algunos se han pegado un tiro. En cambio, los que están intensamente enamorados cuando no consiguen ser correspondidos se contentan con la posesión, es decir, con el disfrute físico. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 588) Es la voluntad actuando sobre el individuo el que lo lleva al borde de la locura con el fin de poseer a la otra persona, sucede lo mismo casi con exactitud en el reino animal cuando es seleccionada desde una presa hasta de una pareja para el apareamiento. Schopenhauer expone al ser humano como el máximo sirviente de la voluntad puesto que logra que haga a un lado su racionalidad para servir a su amo y así satisfacer sus fines. De hecho, tenemos aquí una clave muy instructiva acerca de la esencia interior de todo instinto que casi siempre, igual que aquí, pone en marcha al individuo en favor de la especie. Pues el cuidado con el que el insecto selecciona una determinada flor, fruto, estiércol, carne o, como hace el icneumón, una larva de otro insecto, a fin de depositar sus huevos solo ahí, sin reparar en esfuerzos ni peligros para conseguirlo, es claramente análogo al cuidado con el que un hombre elige para su satisfacción sexual a una mujer de determinada índole individualmente adecuada a él; y la desea con tal ahínco que a menudo, para lograr su fin y pese a toda racionalidad, sacrifica su propia felicidad con un matrimonio insensato, con una relación amorosa que puede costarle fortuna, honor y vida, y hasta con el crimen, como el adulterio y la violación; todo ello, solo para servir convenientemente a la especie en conformidad con la soberana voluntad de la naturaleza, aunque sea a costa del individuo. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 593) Debido que el matrimonio o la unión entre dos personas, este tiene como fin el engendrar a una nueva generación. El proceso de selección de la pareja tiene siempre como objetivo el perfeccionamiento de esta por lo que el ser humano siempre estará buscando aquello que le falte, complemente o reduzca los defectos o virtudes a manera de neutralización. Así, una mujer de baja estatura se fijará en un hombre de estatura alta; un hombre de tez obscura encontrará más atractiva a una mujer de tez clara. Por eso aquí cada uno ama lo que le falta. Procedente de la índole individual y a la índole individual dirigida, la elección basada en tales consideraciones relativas es mucho más definida, resuelta y exclusiva que la que parte de consideraciones absolutas; por eso el origen del verdadero amor apasionado se encuentra por lo regular en esas consideraciones relativas, 36 mientras que la inclinación común y más superficial nace de las absolutas. Por consiguiente, no suelen ser las bellezas regulares y perfectas las que encienden grandes pasiones. Para que nazca una inclinación realmente apasionada se requiere algo que solo puede ser expresado mediante una metáfora química: ambas personas tienen que neutralizarse entre sí, como el ácido y el álcali se neutralizan en una sal común. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 599) Esto quiere decir que el gusto o la búsqueda por el otro se ve reducido a buscar en él aquello que sirva de perfeccionamiento del el producto final de dicha unión, es decir, la siguiente generación. Aceptar esto significaría entonces que la belleza en sí no es lo que se persigue en el proceso de selección, sino que la belleza pasa a un estado subjetivo y meramente instintivo. Toda persona que parezca ideal para engendrar un hijo parecerá, entonces, bella para el que la ha “elegido”. Por lo tanto, el hombre más viril buscará la mujer más femenina y viceversa, y exactamente igual cada individuo buscará a quien se corresponda con su grado de sexualidad. En qué medida se da entre dos individuos la proporción requerida es sentido instintivamente por ellos y funda, junto a las demás consideraciones relativas, los grados superiores del enamoramiento. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 600) Así pues se vuelve cada vez más obsesiva la búsqueda por los correctivos de los defectos que cada uno tiene. Este caso no sólo se hace presente con respecto a las carencias individuales o cosas que se desean tener tales como sería que alguien de cabello chino admire el cabello lacio de alguien más sino que el genio de la especie o la voluntad buscan la perfección en un sentido originario, podríamos pensarlo como el ideal de cada cosa haciendo referencia a las ideas con respecto a las copias en Platón. Es así como uno se siente inclinado hacia lo bueno y lo sano en el sentido en que el cabello y los ojos oscuros son indicadores de una buena pigmentación en la piel y resultan menos sensibles a la luz, sucede lo mismo con la piel oscura en tanto que es más resistente al clima y al sol. Ahora, la piel blanca se ha convertido en lo segundo que se busca puesto que también es resistente climas fríos y gran parte de la población tiene esta tonalidad entonces es ahora una normalidad. 37 En el amor sexual, pues, la naturaleza vuelve al cabello oscuro y los ojos castaños como su tipo originario: pero la piel blanca se ha convertido en una segunda naturaleza; si bien no hasta el punto de que nos produzca aversión la piel morena de los hindúes. - Por último, también en las partes individuales del cuerpo cada uno busca el correctivo de sus defectos y desviaciones, y más decididamente cuanto más importante es la parte de que se trata. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 601) Es entonces correcto decir que se busca una armonía entre las cualidades físicas de dos personas para que así el producto de la unión sea un digno representante de la especie y de esta manera la voluntad se vea idealizada en él. Por eso Schopenhauer se ve justificado en dar el ejemplo de que un hombre se enamora perdidamente de una mujer fea puesto que encontraría en ella una armonía con respecto a sus cualidades. El caso raro de que un hombre se enamore de una mujer fea surge cuando, dentro de la exacta armonía del grado de sexualidad antes explicada, sus anomalías son precisamente las opuestas, o sea que constituyen el correctivo de las de él. El enamoramiento suele alcanzar entonces un alto grado. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 602) Ahora, es cierto que la atracción se da por las cualidades físicas de las que la otra persona adolece, sin embargo, eso no es lo único que se ha de tomar en cuenta para la adecuada selección de una pareja. Según Schopenhauer también existen las cualidades psíquicas de las que el carácter y el intelecto son parte. Él considera que hay ciertas cosas que se heredan del padre y otras de la madre necesariamente, no piensa que sean características completamente al azar sino que la madre es la encargada de heredar la parte intelectual y del padre obtenemos el carácter y la sensibilidad. Siguiendo esta línea de pensamiento podemos afirmar que las mujeres se ven atraídas (además de la fuerza que muestran que son sinónimo de protección) por los sentimientos y el carácter de un hombre y ellos se fijarán en las cualidades intelectuales que ellas posean. 38 Siendo esto así, no importaría que un hombre sea considerado un ignorante, o que la mujer sea considerada un energúmeno puesto que no son elementos que vayan a ser heredados a la generación venidera. Es por esto que Schopenhauer no teme decir que la mujer que diga que se ha enamorado de “el espíritu” de un hombre o que él afirme que su amor proviene del magnífico carácter de la mujer en tanto que no es lo que la voluntad busca en cada uno. El segundo tipo de consideraciones en que se fundamenta el amor sexual lo constituyen las cualidades psíquicas. Aquí encontraremos que la mujer siempre es atraída por las cualidades del corazón o del carácter del hombre, que son heredadas del padre. Es preferentemente la firmeza de la voluntad, la decisión y el valor, quizá también la honradez y la bondad de corazón, lo que conquista a las mujeres. En cambio, las cualidades intelectuales no ejercen ningún poder de forma directa e instintiva sobre ellas, precisamente porque no se heredan del padre. […] En ocasiones también se celebran matrimonios por amor entre seres sumamente heterogéneos desde el punto de vista intelectual; por ejemplo: él, rudo, vigoroso y limitado; ella, de una dulce sensibilidad y sutil pensamiento, instruida, con sentido estético, etc.; o él, absolutamente genial e instruido; ella, una gansa. […] La razón es que aquí prevalecen otros criterios distintos de los intelectuales: los del instinto. En el matrimonio no se ponen las miras en un entretenimiento espiritual sino en la procreación de los hijos: es un vínculo de corazones, no de cabezas. […]Los hombres, en cambio, no se determinan en el amor instintivo por las cualidades de carácter de la mujer. […] Sí influyen aquí las cualidades intelectuales, ya que se heredan de la madre. […] las madres hacen que sus hijas aprendan bellas artes, lenguas o cosas similares, a fin de hacerlas atractivas a los hombres; con ello pretenden apoyar el intelecto con medios artificiales, como también, si se presenta el caso, las caderas y el pecho. - Hay que observar que aquí se trata solamente de la atracción inmediata e instintiva, la única de la que nace el verdadero enamoramiento. El que una mujer inteligente y culta aprecie el entendimiento y espíritu de un hombre, que un hombre a partir de una reflexión racional examine y pondere el carácter de su prometida, no afecta al asunto del que aquí se trata: en tales cosas se basa la elección racional en el matrimonio pero no el amor apasionado, que es nuestro tema. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 598-599) El matrimonio es formado gracias a la fantasía que el amor brinda a la pareja. Es una especie de velo que los nubla formando una ilusión de necesidad de unión y deseo 39 ininterrumpido de formar una familia. A este tipo de ilusión se le llama “amor apasionado” y este se manifiesta cuando la unión resulta ideal para los fines de la voluntad. Es casi seguro que este tipo de uniones denominadas bajo “amor apasionado” termine en fracaso y odio puesto que suelen ser completamente opuestas. Este tipo de unión es armoniosa para la generación de un nuevo individuo pero no necesariamente resulta armoniosa en un sentido de compatibilidad de personalidades por lo que una vez concretada la meta de la voluntad, a saber, la procreación, las personas se ven envueltas con alguien completamente heterogéneo, es decir, una vez levantado el velo la fantasía se acaba. Con gran frecuencia, la pareja unida por esa ilusión instintiva que constituye la esencia del amor apasionado es de lo más heterogénea en todos los demás respectos. Eso sale a la luz cuando la ilusión, como no podía ser de otra manera, desaparece. En consecuencia, los matrimonios por amor suelen resultar desgraciados: pues con ellos se cuida de la generación futura a costa de la presente. «Quien se casa por amores, ha de vivir con dolores», dice el refrán español. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 611) Aunque temporalmente no está tan lejos, Schopenhauer está lejos de ser un romántico aunque tal aclaración sea probablemente innecesaria. El matrimonio lo ve como un convenio contractual en donde la voluntad impone ciertos requisitos para poder generarse a sí misma en un nuevo individuo, dichos requisitos deben ser cumplidos por las dos partes y así celebrar un armonioso acuerdo. Esta visión puede no ser la más fácil de asimilar por la gente que vive bajo el engaño de la especie que quiere creer que es dueña de sus impulsos o al menos eso es lo que el autor afirma. Él cree que es una verdad autoevidente y quien estuviese suficientemente interesado en indagar sobre estos asuntos, no podría sino reconocer esta verdad. Los enamorados no son sino esclavos del interés de la especie. Dicho sea de paso, por mucho que mi metafísica del amor disguste a los que están cautivados por esa pasión, si fueran capaces de alguna consideración racional contra ella, tendría que ser la verdad fundamental que yo he 40 descubierto la que, antes que cualquier otra, les hiciera posible superarla. Pero aquí hay que atenerse a la sentencia del antiguo cómico: Quae res in se neque consilium, neque modum habet ullum, eam consilio regere no potes [«Lo que es sí no tiene racionalidad ni medida, no puedes regirlo por la racionalidad, Terencio, Eunuco, 57-58.]. Los matrimonios por amor se contraen en interés de la especie, no de los individuos. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 611) 2.2.4. Especie: Aun siendo este el caso, no hay porqué menospreciarlos, está en ellos (los enamorados) el futuro de la especie. En los ojos de los jóvenes que hablan en prosa, “respiran el rocío del amanecer que se refleja en los ojos de su amada” e intoxican el ambiente con una niebla rosa que va decorando las flores en las que se posan; ahí se encuentra la voluntad en su máximo actuar y deposita en ellos la responsabilidad de la generación futura. Por consiguiente, las relaciones amorosas de la actual generación, tomadas en su conjunto, constituyen la seria meditatio compositionts generationis futurae, e qua iterum pendent innumerae generationes [La meditación acerca de la composición de la generación futura, de la que a su vez dependen innumerables de la totalidad del género humano. Esa importancia suma del asunto, en el que no se trata, como en todos los demás, del placer y dolor individual sino de la existencia y especial naturaleza del futuro género humano, por lo que la voluntad individual aparece en su máxima potencia, como voluntad de la especie: esa es la base del carácter patético y sublime de los asuntos amorosos, así como de la transcendencia de sus arrebatos y dolores, caracteres estos que los poetas no se han cansado de presentar en innumerables ejemplos desde hace siglos. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 588) generaciones.] Por esto es que Schopenhauer ve necesario la dedicación de todo un apartado para este motivo, es el importante papel que juegan los enamorados lo que le intriga. En ellos no se concentran los intereses individuales sino el interés de la especie y las generaciones futuras, todos estos temas no son de menor importancia sino es aquello que mueve a la voluntad puesto que de ello depende su autogeneración y autoconocimiento. 41 El verdadero fin de todo el romance amoroso, aunque desconocido para sus protagonistas, es que se engendre ese hijo determinado: el modo en que eso se consiga es una cuestión accesoria. Por mucho que puedan clamar contra el crudo realismo de mi opinión las almas elevadas y sensibles, sobre todo las enamoradas, están en el error. ¿Pues no es la exacta determinación de las individualidades de la próxima generación un fin más alto y digno que aquellos exaltados sentimientos y pompas de jabón de ellos? ¿Puede haber entre los fines terrenos uno más importante y grandioso? Solo él se corresponde con la profundidad con la que se siente el amor apasionado, la seriedad con la que se presenta y la importancia que otorga incluso a las minucias, de su ámbito y sus motivos. Solo en la medida en que se toma ese como el verdadero fin nos parece que los rodeos, los infinitos esfuerzos y penalidades para obtener el objeto amado son adecuados al asunto. Pues es la generación futura en toda su determinación individual lo que apremia para entrar en la existencia por medio de aquella agitación y esfuerzo. Ella misma se agita ya en la circunspecta, decidida y porfiada elección de cara a la satisfacción del instinto sexual, a la que se llama amor. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 589) Ahora, es cierto que los individuos juegan un papel extremadamente importante y es por esto que el genio de la especie se encarga de engañarlos pero cuando esto ha finalizado y el engaño descubierto, se devela el individuo como solo en el mundo (de nuevo) y la vida de pareja se vuelve repetitiva y tediosa por lo que es necesario cambiar. Ya no hay margaritas, ya no es posible recordar cuáles fueron las razones por las que estar juntos parecía lo más importante. Conforme al carácter del asunto, tras haber logrado por fin el placer, todos los enamorados experimentan un asombroso desengaño y se sorprenden de que lo que habían deseado con tanta vehemencia no les haya producido mayor satisfacción sexual que cualquier otra cosa; de modo que no ven que hayan ganado mucho. En efecto, aquel era a todos sus demás deseos lo que la especie al individuo, es decir, lo que lo infinito a lo finito […]. Por eso todo enamorado se lleva un chasco después de completar la gran empresa: pues ha desaparecido la ilusión con la que la especie engañaba al individuo. Por eso dice Platón con gran acierto: ἡδoνὴ ἁπάντων αλαζoέστατoν (voluptas omnium maxime vaniloqua) [«El placer es la más vanidosa de todas las cosas», Filebo 6Sc.], en Phileb., 319. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 594) 42 Es en este sentido que la individualización adquiere fuerza y potencia en tanto que no sólo se está buscando la continuidad de la especie como cantidad excesiva de la misma, no se busca un sinnúmero de individuos puesto que esto haría del impulso sexual algo vulgar y pasajero. Lo que busca la voluntad es la tipificación de la especie a un modelo ideal, originario e imperecedero. Esto hace que se busque “el tipo de la especie”; por esto es que se busca el perfeccionamiento constante de cada detalle. La individualización genera que no se busca cantidad sino calidad en la generación venidera y hace que la búsqueda tenga un sentido “noble” o especial. Por eso es que no sólo se desea en un sentido físico o, para decirlo de otra manera, no sólo es importante la atracción física sino se toman en cuenta las cualidades intelectuales y de carácter en cada uno. Antes hemos visto que la intensidad del enamoramiento crece con su individualización, al demostrar cómo la condición corporal de dos individuos es tal que el uno supone el especial y perfecto complemento del otro de cara a producir en lo posible el tipo de la especie, razón por la que lo desea de manera exclusiva. En este caso aparece ya una significativa pasión que, precisamente porque se dirige a un único objeto y solo a ese, es decir, porque nace por un especial encargo de la especie, adquiere enseguida un tinte noble y sublime. Por la razón opuesta, el simple impulso sexual resulta vulgar ya que, careciendo de individualización, está dirigido a todo y tiende a conservar la especie solo según la cantidad y con escasa consideración a la cualidad. Pero la individualización, y con ella la intensidad del enamoramiento, pueden alcanzar tan alto grado que, si no se satisfacen, pierden valor todos los bienes del mundo y hasta la vida misma. […] Por eso hemos de suponer que en esos casos, no solo el aspecto corporal, sino también la voluntad del hombre y el intelecto de la mujer, poseen una especial adecuación debido a la cual solamente ellos pueden engendrar un determinado individuo, cuya existencia se propone el genio de la especie por unas razones que nos son inalcanzables, ya que pertenecen a la esencia de la cosa en sí. O, hablando en sentido propio: la voluntad de vivir exige aquí objetivarse en un individuo exactamente determinado que solo puede ser engendrado por ese padre y esa madre. Esa aspiración metafísica de la voluntad en sí misma no tiene más esfera de acción, dentro de la serie de los animales, que la de los corazones de los futuros padres, que son así conmovidos por ese ímpetu y creen que solo en razón de sí mismos desean lo que no tiene más que un fin puramente metafísico, es decir, ubicado 43 fuera de la serie de las cosas realmente existentes. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 603) Es por la especie que el amante sufre tanto cuando adolece del ser amado. Cuando una unión del tipo “amor apasionado” no es concretada es el hombre el que experimenta, ciertamente, el dolor sin embargo la que sufre es la especie puesto que ya había depositado en esos dos individuos su continuidad. Es necesario que la atracción entre dos personas sea tan feroz y fuerte, la procreación es necesaria y es a lo que la voluntad le apuesta, por esto, es impensable pensar en desistir. Por eso los celos son tan atroces y rabiosos, y la cesión de la persona amada, el mayor de todos los sacrificios. Un héroe se avergüenza de todas las quejas menos las del amor; porque en estas no gime él sino la especie. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 605) Por esta necesidad es que se perdonan o se sobrepasan todos los límites que los hombres han tratado de imponer, todas reglas morales, todo conocimiento y temor religioso, cualquier tipo de honorabilidad queda desbancada por el impulso incontrolable que genera el genio de la especie. La concepción de ese individuo es más importante que cualquier otro asunto que se quiera atender. Aquí el honor, que hasta el momento había prevalecido sobre cualquier interés, queda desbancado tan pronto como el amor sexual, esto es, el interés de la especie, entra en juego y ve ante sí un claro provecho: pues este es infinitamente superior a cualquier interés meramente individual, por importante que sea. […] Igualmente, en la vida privada encontramos que en ningún punto son tan infrecuentes los escrúpulos de conciencia como en este: a veces hasta las personas honradas y justas en los demás respectos los dejan de lado, y sin pensárselo cometen adulterio cuando el amor apasionado, es decir, el interés de la especie, se apodera de ellos. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 606) La necesidad de posesión es incontrolable como ya hemos dicho y la insatisfacción de dicha pasión puede ocasionar tanta frustración en la cabeza de un enamorado (engañado por el genio de la especie) que no vea otra salida de tal dolor más que la muerte. Ahora, al decir esto no quiero dar a entender que la satisfacción sea inmediatamente sinónimo de tranquilidad y felicidad. 44 La satisfacción provoca también la infelicidad siendo que es por un engaño por el que se cree estar enamorado por lo que en la obtención de la persona amada o en su posesión, todo anhelo o desesperación desaparece. Lo que se busca es la generación de otro individuo es por esto que el genio de la especie se llena de trucos y artimañas para hacer creer a los enamorados que todo suceso es menos importante a la obtención del fruto jugos que la pareja deseada ofrece. Pero no solo la pasión amorosa insatisfecha tiene a veces un trágico desenlace, sino que también la satisfecha conduce con más frecuencia a la infelicidad que a la felicidad. Porque sus exigencias suelen colisionar tanto con el bienestar personal del interesado que llegan a arruinarlo; pues son incompatibles con las demás relaciones y destruyen el plan de vida edificado a partir de estas. A menudo el amor no está en contradicción solamente con las relaciones externas sino incluso con la propia individualidad, al dirigirse a personas que, prescindiendo de la relación sexual, resultarían odiosas, despreciables o incluso repugnantes al amante. Mas la voluntad de la especie sobrepasa tanto en poder a la del individuo que el amante cierra los ojos ante todas aquellas cualidades que le repelen, lo pasa todo por alto, lo ignora y se une para siempre con el objeto de su pasión. (…)Pues en el fondo no busca su interés sino el de un tercero que ha de nacer, aunque le envuelve la ilusión de que va a lo suyo. Pero precisamente ese no ir a lo suyo, que es siempre el cuño de la grandeza, da al amor apasionado su tinte sublime y lo convierte en un digno objeto de la poesía. - Por último, el amor sexual puede conjugarse con el odio más manifiesto hacia su objeto; de ahí que ya Platón lo comparara al amor de los lobos por las ovejas. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 608609) Con la siguiente cita Schopenhauer resume lo que significa la metafísica del amor sexual, es decir, la reducción que hace del amor ilusorio o amor apasionado hacia el instinto sexual. Dicha ilusión la provoca el genio de la especie para obligar al ser humano pensar que necesita poseer a la persona amada y así engendrar un hijo, todo esto con la intención de asegurar la perpetuación de la especie. Es así como se asegura la infinitud del hombre que es donde el ser de la voluntad de objetiva. Toda la metafísica del amor que aquí se ha tratado está en una exacta relación con mi metafísica general; la luz que arroja sobre esta puede resumirse en lo siguiente. Se ha demostrado que la cuidadosa elección a la 45 hora de satisfacer el instinto sexual, elección que asciende por innumerables grados hasta el amor apasionado, se basa en la seriedad con que el hombre se interesa en la particular índole personal de la generación venidera. Ese notable interés confirma dos verdades expuestas en los capítulos precedentes: 1) El carácter indestructible del ser en sí del hombre, que continúa viviendo en aquella generación futura. Pues aquel interés vivo y ferviente, que no surge de reflexiones ni propósitos sino del más íntimo impulso y afán de nuestro ser, no podría ser tan indestructible ni ejercer tanto poder sobre el hombre si este fuera absolutamente perecedero y simplemente le sucediera en el tiempo una generación real y absolutamente diferente a él. 2) Que su ser en sí se halla más en la especie que en el individuo. Pues aquel interés en la particular índole de la especie, el cual constituye la raíz de todo comercio amoroso desde la inclinación más pasajera hasta la más seria pasión, es para cada uno el asunto más importante, aquel a cuyo éxito o fracaso es más sensible. […].(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 613) 2.3. Amor materno/paterno Siendo que en el apartado anterior se trató en última instancia el amor sexual, es sólo lógico que el siguiente comience con el amor paternal pues es lo siguiente que se genera en el individuo una vez que el acto sexual se ha consumado y la voluntad ha logrado su cometido, la existencia de la prole. Es en este momento cuando se vuelve más importante la protección de dicha descendencia aun por encima de la propia vida. Es cierto que el propósito de la voluntad es la conservación de sí misma a través de la reproducción y esta es justo la razón por la que el individuo experimenta un sentimiento incontrolable de protección de su estirpe puesto que es necesario asegurarse de la supervivencia de la nueva generación siendo que no son capaces de valerse por sí solos; existe, entonces, un instinto que obliga a los progenitores a llegar incluso a sacrificar su vida por el bien de dicha prole. […] Descubrimos que esta, a partir del nivel de la vida orgánica, no tiene más que un propósito: el de la conservación de todas las especies. Para eso trabaja través de la enorme abundancia de germinaciones la apremiante vehemencia del impulso sexual, la disposición acomodarse, a todas las circunstancias y ocasiones hasta llegar a la generación bastarda, y el instintivo amor maternal, cuya fuerza es tan grande que en muchos géneros animales sobrepasa el amor propio, de manera que la madre sacrifica su vida para salvar la de la cría. En 46 cambio, para la naturaleza el individuo posee un valor meramente indirecto, en la medida en que es el medio para mantener la especie. Por lo demás, su existencia le resulta indiferente e incluso lo lleva a la destrucción en cuanto deja de ser apto para sus fines. Así pues, estaría claro para qué existe el individuo. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 396) Este instinto inherente a los seres humanos podría considerarse también un engaño de la voluntad puesto que lo genera para su conservación. A pesar de que se puede considerar este modo de existencia como parte de la voluntad de vivir por su carácter direccionado hacia la preservación y protección de la especie también es correcto ubicarlo como el principio del olvido del individuo. Para los progenitores se vuelve más importante el cuidado del resultado de su unión, o sea aquello que engendraron, más que el cuidado de sí mismos por lo tanto hay un olvido de su individualidad para poner la protección de la prole como prioridad. El amor materno/paterno triunfa de alguna manera sobre el amor propio En el reino animal este tipo de amor se presenta con más fuerza en la hembra en tanto que el macho no siempre es consciente de su condición de padre, claro que existen sus excepciones como es el caso de los pingüinos y algunos mamíferos. La mujer es que la instintivamente es responsable de mantener con vida a la criatura engendrada puesto que la naturaleza le dio las herramientas para hacerlo al menos por los primeros años. Es cierto que el amor maternal es natural pero es por esto que Schopenhauer favorece al amor paternal puesto que es un amor racionado. El macho, en la naturaleza, no está obligado a quedarse al lado de la hembra cuidando a la cría, al no estar consciente de su situación es libre de seguir su camino y tener relaciones cuando la voluntad se lo indique pero el hombre no se queda necesariamente debido al instinto de protección sino por la meditación hecha. A pesar de que esto sea así sucede de todos modos que la voluntad lo está dirigiendo hacia la protección de la especie aunque llega a suceder que la misma meditación acerca de los deberes paternos hacen que algunas personas quieran o lleguen a negar la paternidad y quieran huir de dicha situación. A este impulso se le suma la manutención y cuidados necesarios. A la concepción se vincula la manutención de la prole y al impulso sexual el amor paterno; en ellos, pues, se prolonga la vida de la especie. En consecuencia, el amor del animal por su prole, al igual que el impulso sexual, tiene una fuerza que supera ampliamente los afanes dirigidos a un solo individuo [...]. En los hombres, ese instintivo amor paterno es guiado y 47 mediatizado por la razón, es decir, por la reflexión, pero a veces también obstaculizado por ella, lo cual, en los malos caracteres, puede llegar hasta su completa negación […]. Pero en sí mismo ese amor no está escaso de fuerza en el hombre: también aquí vemos que, en casos particulares, supera completamente el amor propio y llega hasta el sacrificio de la propia vida [...] Sin embargo, en los animales, al no ser capaces de reflexión, el instintivo amor materno (el macho no es la mayoría de las veces consciente de su paternidad) se muestra sin mediatizar ni falsear, y por ello con plena claridad y en toda su fuerza. En el fondo esa es la expresión de la conciencia que tienen los animales de que su verdadero ser se halla más inmediatamente en la especie que en el individuo, y por eso en caso de necesidad sacrifican su vida para que la especie se conserve en las crías. Aquí, como en el instinto sexual, la voluntad de vivir es en cierta medida transcendente, ya que su conciencia se extiende más allá del individuo al que es inherente, llegando hasta la especie. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 568) La razón por la cual la voluntad se encuentra presente en menos medida cuando se engendra un hijo, es decir, que el amor propio se vea desplazado por el amor paternal es que la generación más grande ha cumplido su cometido de acuerdo a lo que a la voluntad le respecta, ha asegurado su continuidad y ahora es más importante el conservar a la nueva generación con vida que cuidar de sí mismo. La voluntad no está interesada en el individuo en particular sino en el ser humano en general, o sea, la especie. Es así como la voluntad cambia el sentimiento del hombre para dejar de vivir para sí mismo y lo dirige hacia vivir para el cuidado del otro. Cada hombre se cree la voluntad en sí. En tanto que los demás, la otredad, son representaciones puesto que no podemos acercarnos a ellos el individuo es la voluntad objetivada y sólo él es importante, por esta razón la supervivencia propia es tan importante para cada una, es la voluntad en cada uno queriendo sobrevivir porque cree que su mortalidad va a ser el fin de todo el mundo en tanto que cada uno es el mundo. Cuando el hombre llega a cierta edad experimenta el instinto primordial de reproducción porque su mortalidad es un hecho y la voluntad debe hacer algo para seguir existiendo así que debe continuar en otro ser. Esto es invisible al hombre pero lo siente como instinto y necesidad. Ahora es su instinto el que le dice que es momento de cuidar en hijo engendrado dando su vida si es necesario La necesidad de preservación del propio ser cambia en conforme el individuo va alejándose del estado idóneo para la voluntad y empieza la oxidación y deterioro del cuerpo. Una vez que se llega al estado máximo de belleza, salud y vigor es sólo normal que el individuo se haga consciente de su propia mortalidad. Es entonces cuando al tener un 48 hijo el hombre comienza a vivir a través del hijo (por así decirlo) pues la voluntad se encuentra más presente en él y comienza a dejar el cuerpo del padre. En el curso natural de las cosas, a la decrepitud del cuerpo con la edad se une la decadencia de la voluntad. […] El amor propio es desplazado por el amor a los hijos, con lo que el hombre comienza ya a vivir más en el yo ajeno que en el propio, el cual pronto dejará de existir. Ese curso es, por lo menos, el deseable: es la eutanasia de la voluntad. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 695-696) A pesar de que la voluntad está dejando lentamente el cuerpo del ser más viejo todavía necesita asegurar la conservación de la otra especie y es por esto que se siente la necesidad de proteger a la cría de todos los peligros del mundo que le rodea. Esto lo podemos observar en el comportamiento de los animales aún más claramente que con los humanos. Schopenhauer nos ofrece una serie de ejemplos que se dan en la naturaleza que nos muestran la fuerza con la que el amor paterno actúa. Nos explica cómo el actuar de un animal en protección de la cría, aunque pueda parecer completamente irracional en tanto que lucha por ver sobrevivir a su retoño aunque sepamos que sin la madre no podría sobrevivir, es en realidad el ser siguiendo la directriz de la voluntad que lucha por su infinitud. Es de esta manera que la voluntad dota de una inteligencia especial a cualquier animal que vea a su cría siendo amenazada puesto que son capaces de la organización o ingenio para sacar a su pequeño de las manos del peligro. Me refiero a organización por las especies que viven en comunidad ya sean manadas, parvadas, jaurías, etc. Cuando las crías de tal “comunidad” se encuentran en peligro son todos los miembros lo que se encargan de ponerlas bajo protección. Aquí se muestra también cómo el amor paterno, como todos los afanes violentos de la voluntad (véase c. 19, 6), incrementa la inteligencia. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 569) El amor paternal, como ya vimos, se trata de proteger lo que será la siguiente generación que servirá a la voluntad y de ahí es que surge el deseo por su cuidado. Todo esto es cierto pero como veremos, el proteger la regeneración de la voluntad no es lo único que mueve al progenitor al amor y cuidado de su hijo. También hay un sentimiento de culpa que lo motiva. Sería muy simple afirmar que el amor de los padres sólo proviene de un sentimiento protector que cuida y vela a la próxima generación y así asegura la infinitud de la 49 voluntad. En realidad existe una razón más por la que los padres sienten un amor especial a los hijos, me refiero a la culpa que mueve sus sentimientos al darse cuenta que han traído al mundo a una nueva generación para sufrir las mismas miserias que ellos vivieron. A esta vida llegamos a sufrir. Este es el pensamiento de Arthur Schopenhauer pero, si esto es así, por qué querría la generación presente invitar al mundo a un nuevo ser a ser parte de las mismas desventuras que la voluntad impone. En realidad engendrar hijos no es algo que se deseé de manera consciente sino es instintivo, esto apunta a que una vez llegado el hijo, el padre se llena de un sentimiento de amor debido a la culpa que siente por haber obligado al nuevo ser a ser parte del sufrimiento. Así es como lo reconoce el padre o progenitor, la vida es una deuda que se tiene que pagar. El padre ha optado por la vía del goce propio, es decir, seguir los mandatos y deseos de la voluntad y como él ha gozado, es ahora el hijo el que tiene que pagar la deuda, el amor paterno es entonces un tipo de simpatía o compasión. Reconoce en el otro ser su propio dolor y la deuda que él le ha impuesto. Precisamente en el hecho de que el progenitor se reconoce a sí mismo en el hijo engendrado se basa el amor paterno, en virtud del cual el padre está dispuesto a hacer, sufrir y arriesgar más por su hijo que por sí mismo, reconociendo al mismo tiempo que esa es su deuda. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 623) En este capítulo intenté dejar claro cómo es que la voluntad al ser uno mismo con el cuerpo influye en el individuo y asegura su preservación. Como ya vimos, el primer tipo de amor es equivalente al instinto primario por excelencia que es el instinto de supervivencia, el amor propio puede ser entendido desde el temor a la muerte y es lo que lleva al hombre a reunirse en grupos, en este tipo de amor es que nos encontramos con los límites con los que nos manejamos. Es decir, a la necesidad de salir del aburrimiento y el tedio siempre que nuestra existencia no se vea comprometida Siendo que el cuerpo es la objetivación de la voluntad por lo que de manera instintiva tratamos de preservarlo por sobre todas las cosas, la voluntad se encarga (de la misma manera) de generar en nosotros un instinto de reproducción tan poderoso como el de autopreservación y así asegurar la continuidad de la especie para proteger su cualidad infinita, así es como pasamos al segundo modo de existencia es que el amor sexual. 50 Aunque lo que se busca es la continuidad, la voluntad no busca cantidad sino calidad y esto hace del proceso de selección algo más meticuloso. Por último estudié el amor paterno que es el final de la expresión de la voluntad de vivir en tanto que se sirve de los progenitores para asegurar el cuidado de la nueva generación sustituyendo el amor que sienten por la vida propia para traspasarla al amor por la prole. A esto se une un sentimiento de culpa por parte de los padres por traer a este mundo lleno de miseria y necesidad a una nueva generación. Ya que se revisó el proceso en el que la voluntad actúa sobre el individuo es momento de estudiar los modos de existencia que indican de menor a mayor medida una superación del principium individuationis. Una vez que este principio en superado a través del autoconocimiento de la identidad de la voluntad es posible su negación y se llega al ascetismo. El amor puro y la negación de todo instinto sexual, es decir, toda voluntad de vivir es, como dice Schopenhauer y como explicaré, un primer paso hacia el ascetismo. 51 Capítulo 3: Traspaso del principio de individuación Como sabemos el mundo, la esencia, el ser en sí es la voluntad, todo lo que nos rodea es voluntad y nuestro cuerpo es la objetivación de dicha voluntad. El ser humano es el único que es representación y voluntad al mismo tiempo; esto quiere decir que el cuerpo es aquello con lo que la voluntad se conoce y se place pero el hombre es ciego a esta verdad y vive bajo la mentira de que se place a sí mismo. Habría que preguntarse por qué el seguimiento de nuestros instintos y la satisfacción de nuestros impulsos es lo que Schopenhauer encuentra como abominable y considera que es de suma importancia la superación del alma a través del reconocimiento de la voluntad como esencia del universo y comenzar con el proceso de la supresión de todo instinto para así llegar al silencio de la voluntad. Schopenhauer cree que somos esclavos de nuestros instintos y nuestras pasiones y que, bajo la reflexión, se llega a la concientización del absurdo de nuestro actuar en tanto que el hombre es un medio para un fin que le es ajeno. Al ser conscientes del sinsentido que la vida representa, lo más sensato sería el querer salir del juego de la voluntad para dejar de ser controlados por ella. Es por esto que Schopenhauer muestra las formas en las que es posible suprimirla. El único modo de callar en definitiva a la voluntad es a través de la vida ascética y esta se alcanza a través del amor. Únicamente el amor puro conduce o significa el traspaso del principium individuationis pues este tipo de amor es el que posibilita la equivalencia entre el individuo propio y el ajeno y así alcanza la perfecta bondad del espíritu para después llegar a un estado de renuncia voluntaria de la voluntad donde hay plena serenidad y plena ausencia del querer. La superación de la voluntad es alcanzada a través de una vida ascética en la que se ha alcanzado en primera instancia la supresión del instinto sexual y posteriormente el traspaso del principio de individuación (principium individuationis) que significa el olvido de lo que nos hace individuales para amar a los demás como a uno mismo, es un tipo de 52 superación de la voluntad de vivir que exige el cuidado de uno mismo por sobre todas las cosas. Tomando esto en consideración es como elegí los tipos de amor para este capítulo puesto que en cada uno de ellos se encuentra de menor a mayor grado un olvido del amor individual, egoísmo y finalmente a la supresión de la voluntad de vivir en su totalidad. Nos encontramos entonces con el amor como amistad, el amor al prójimo y como último, y dándole fin a este trabajo, el amor puro que implica el traspaso del principio de individuación. 3.1. Amor como amistad En el camino de la superación del individuo para llegar a un reconocimiento del otro (si es que se le puede llamar camino en tanto que había dejado claro que los tipos de amor no eran sucesivos y en realidad no hay una superación necesaria de uno para llegar al otro) nos encontramos con el amor que se presenta en la amistad puesto que en este existe todavía un egoísmo pero también una empatía por el otro. En este apartado trataré de explicar cómo es que funciona este primer modo de la existencia en donde empieza un interés verdadero por la persona amada y cómo en este tipo de amor podemos encontrar el principio o un primer vistazo hacia la compasión a la que se quiere llegar a través del traspaso del principium individuationis. Es en la amistad donde se encuentra un equilibrio entre el egoísmo y el amor puro. 3.1.1. Amistad: Conjunción egoísmo y compasión Schopenhauer hace una separación entre el amor apasionado, individual o egoísta a quien se refiere como eros y el amor compasivo o agapé. El primero es la afirmación de la voluntad de vivir. Lo llama egoísta precisamente porque es la expresión de la necesidad de sobrevivir y triunfar por encima de los demás. Se busca únicamente el beneficio propio y sólo se tiene consciencia de lo individual, es decir, sólo existe el yo y el mundo gira en torno a ese yo. 53 Siendo que el egoísmo es la afirmación de la voluntad de vivir podemos caracterizarlo dentro de los primeros 3 modos de la existencia que vimos en el capítulo anterior, estos siendo el amor propio, el amor sexual o apasionado y el amor paterno. Esto es así porque en todos ellos se expresa un interés por el bienestar individual y una completa ignorancia de las necesidades y dolores ajenos. La compasión como veremos más adelante se trata del último o como Schopenhauer dice el primer paso hacia el ascetismo, también lo llama amor puro. Esta parte es el reconocimiento de la existencia del otro como un mundo y el dolor ajeno; surge una completa comprensión del otro, tanto del placer que experimenta o que busca así como de la miseria que sufre en la búsqueda de la satisfacción. El egoísmo es el eros, la compasión es la agapé. La mezcla de ambos se da con frecuencia. Incluso la amistad auténtica es siempre una mezcla de egoísmo y compasión: el primero se encuentra en el agrado por la presencia del amigo cuya individualidad concuerda con la nuestra, y constituye casi siempre la mayor parte; la compasión se muestra en la sincera participación en su placer y dolor, y en el sacrificio desinteresado que se realiza por él.(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437) Schopenhauer nota, a partir de este modo de razonamiento, que esto también es verdad para el arte en tanto que siempre estos dos ámbitos son representados de manera diferente, el dios Eros siempre representando la amor sexual, o interés individual que se tiene por otra persona y la compasión convertida en comprensión del dolor del otro mostrada en la caridad. En la conjunción que se halla en la amistad encontramos en primer lugar el interés egoísta por el gusto que sentimos por la presencia de la otra persona, sentimiento alimentado por la similitud de pensamiento o intereses que tengamos con la otra persona o por el agrado que su personalidad nos haga sentir y en segundo, la compasión que se hace presente al sentir empatía por sus aflicciones y el interés que mostramos al querer disminuirlas. El amor como compasión es el amor puro, aquél que ha dejado de sentirse a sí mismo como lo más importante y ama al otro tanto como a sí mismo. Empieza por una empatía 54 puesto que en el razonamiento de la existencia del yo como voluntad se puede llegar al reconocimiento del otro como objeto de la voluntad y en ese sentido hay un entendimiento del sufrimiento ajeno. La amistad encuentra una armonía entre estos dos estados o modos de la existencia y por eso le otorga un lugar privilegiado pero siendo que todavía en ella existe parte de la afirmación de la voluntad de vivir no llega a la perfección del espíritu. Aunque esto sea así, la existencia de la amistad facilita la comprensión de lo que significa el amor como caridad porque el interés por el otro significa un sacrificio de nuestra propia felicidad. El mero concepto es tan estéril para la auténtica virtud como para el auténtico arte. Todo amor verdadero y puro es compasión, y todo amor que no sea compasión es egoísmo. El egoísmo es el eros, la compasión es la agapé. La mezcla de ambos se da con frecuencia, Incluso la amistad auténtica es siempre un mezcla de egoísmo y compasión: el primero se encuentra en el agrado por la presencia del amigo cuya individualidad concuerda con la nuestra, y constituye casi siempre a mayor parte; la compasión se muestra en la sincera participación en su placer y dolor, y en el sacrificio desinteresado que se realiza por él. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437) 3.1.2. Amor y amistad en el matrimonio El sentimiento de la amistad se encuentra fácilmente puesto que no resulta tan arduo el trabajo de encontrar una persona con sentimientos, gustos e intereses parecidos a los nuestros así que es casi natural alcanzar este ámbito sin problema alguno sin embargo este no es el caso cuando se tratad e encontrar este tipo de amor en el matrimonio puesto que éste se buscó por los intereses de la especie y no de la convivencia. Generalmente cuando una pareja se une lo hace por intereses reproductivos aunque ellos todavía no sean conscientes de esto. Este tipo de uniones que provoca la voluntad hace que no exista necesariamente un interés o una compatibilidad verdadera entre esas dos personas así que cuando los intereses de la especie se ven cumplidos la pareja puede verse envuelta en una relación con una persona completamente heterogénea. 55 La voluntad no está interesada en la compatibilidad entre dos personas porque no es de incumbencia de la voluntad el que la pareja permanezca junta una vez engendrado el hijo por esto es que Schopenhauer considera superiores los matrimonios arreglados puesto que ve en el contrato previo un arreglo que pueda beneficiar a las dos partes y que a partir de una convivencia armónica pueda surgir una relación de amistad. Tan infrecuente como la casualidad de que se encuentren es el amor verdaderamente apasionado. Pero como la posibilidad del mismo está presente en cada uno, nos resultan comprensibles sus representaciones en las obras poéticas. - Precisamente porque la pasión amorosa gira en torno al hijo que se ha de engendrar y sus cualidades, y tiene su núcleo en él, entre dos personas jóvenes y educadas de distinto sexo puede existir una amistad basada en la coincidencia de sus sentimientos, de su carácter y su orientación intelectual, sin que se entremezcle el amor sexual; en este último respecto puede incluso haber una cierta aversión entre ambos. La razón de ello ha de encontrarse en que un hijo engendrado por ellos poseería cualidades corporales o espirituales inarmónicas; en suma, su existencia y naturaleza no se adecuarían a los fines de la voluntad de vivir tal como se presenta en la especie. En el caso contrario, el amor sexual puede nacer y pervivir aun dentro de una heterogeneidad de sentimientos, de carácter y de orientación intelectual, junto con la aversión y hasta hostilidad que de ahí nace; cuando se vuelve ciego a todo eso, induce al matrimonio, así que será muy desgraciado. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 591) A pesar de que sabemos que la esencia de los matrimonios es la conjunción de los dos seres que han sido escogidos por la voluntad puede resultar, aunque en menor medida, que el carácter de ambos sea compatible y que cuando el instinto sexual. Se dice que es en menor medida debido a que se busca a la mujer por el “intelecto” que es lo que hereda a la cría y del padre se busca un buen “carácter” o buenos sentimientos. Si tomamos esto en cuenta no es ilógico pensar que una vez muerto el instinto sexual la pareja formada sea muy diferente y por tanto incompatible pero es posible que hayan encontrado puntos de encuentro entre sus diferentes personalidades o que desde el principio haya habido algo que indicara una buena convivencia a largo plazo pero estos son casos infrecuentes aunque posibles. 56 La razón por la que Schopenhauer ve una posibilidad más grande de amistad en el matrimonio en los formados por medio de un arreglo (ya sea por parte de los padres o por la misma pareja) es la falta de injerencia que tuvo la voluntad en la formación de la pareja. Se sabe de antemano el carácter e intereses reales de la persona y no hay una ceguera formada por el instinto sexual así que las probabilidades de lograr una convivencia armónica son mucho más altas. Sabemos que los matrimonios felices son raros, precisamente porque en la esencia del matrimonio está el que su fin principal no sea la generación presente sino la venidera. Mas sea añadido, para consuelo de los ánimos delicados y amantes, que a veces al amor sexual apasionado se une un sentimiento de origen totalmente distinto, a saber, la amistad basada en el acuerdo de las disposiciones anímicas, que sin embargo no suele surgir hasta que el amor sexual se ha extinguido con la satisfacción. Esa amistad nace la mayoría de las veces debido a que las cualidades físicas, morales e intelectuales de ambos individuos, complementarias y armónicas entre sí, y debido a las cuales nació el amor sexual con miras al individuo a engendrar, funcionan también de cara a los individuos como cualidades temperamentales e intelectuales opuestas y complementarias, que fundamentan una armonía de las almas. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 612) Con esto hemos visto que el tipo de amor que se presenta en la amistad significa la conjunción de un interés egoísta y de amor puro que se interesa verdaderamente por el otro por medio de la empatía. Los matrimonios formados por el instinto sexual normalmente al pasar el efecto inicial del enamoramiento pierden todo interés en el otro y se ven estancados en una relación con alguien incompatible. Sin embargo la amistad en el matrimonio es posible cuando se encuentran intereses mutuos y, al superarse el instinto sexual, se centran en ellos y cuando casi por casualidad resulta que el carácter y las cualidades intelectuales de ambos resultaron en un complemento favorable de manera que la relación se enriquece y por la misma convivencia diaria surge un reconocimiento del otro y un gusto nuevo surge, la amistad. 57 3.2. Amor al prójimo Este tipo de amor comienza por temor a la muerte y necesidad de convivencia. La explicación a la oración anterior se encuentra en la falta de armas que la naturaleza nos proporcionó con respecto al resto de los animales de la tierra. El ser humano se encuentra solo y desprotegido. Todo es un depredador natural, desde los animales carnívoros hasta el mismo clima. Con esta problemática es que el universo del ser humano comienza; se encuentra varado en un lugar con poco pelo para cubrirse del cambio de clima, una piel delicada que puede ser fácilmente dañada, sin garras ni dientes amenazadores o capaces de herir de gravedad a otro animal. La única ventaja que tiene sobre la amenazadora naturaleza es su ingenio y pulgares opuestos. Bajo esta premisa es que Schopenhauer presupone que comienzan a formarse grupos puesto que viendo peligro en cada rincón busca seguridad en los otros. Se forman sociedades para así enfrentar las adversidades de una manera más efectiva; sucede entonces que las sociedades tienen su fundamento en el temor a la muerte. El amor al prójimo empieza por una necesidad de protección que los otros le brindan. Esta es la primera parte o de donde surge el amor al prójimo pero en realidad representa más que eso. El amor al prójimo implica una comprensión de las infortunas del otro y por tanto se trata de causarle el menor daño posible. Podríamos decir que este tipo de sentimiento es equivalente al amor puro sin embargo en el fondo tiene su origen en la voluntad de vivir y el egoísmo. Quiero decir que el fundamento del amor al prójimo es en primera instancia movido por la seguridad que le brinda vivir en manada en tanto hombre sin las armas suficientes para defenderse y claro por la necesidad que la voluntad nos hace creer que tenemos para que se busquen los otros y así vivamos para la búsqueda de aquella otra persona que ha de dar a la voluntad la siguiente generación que tanto desea. 58 Lo segundo es el amor al prójimo que las religiones intentan a enseñar. El objetivo de las religiones es hacer conciencia en el hombre y que aprenda que “cada cabeza es un mundo” y que la labor caritativa es mucho más importante. Saben de lo banal y maligno que se encuentra en la satisfacción de los placeres del cuerpo y promueven una reconciliación de mente y espíritu. El problema con este tipo de formas es el discurso que se encuentra tras ellas. Puede ser que los objetivos sean esto pero basan sus enseñanzas en el miedo, es decir, tratan de convencer a sus fieles de que deben ser buenos como condición de posibilidad para ascender a un lugar mejor que la tierra y quien se atreva a desafiarlos será enviado al infierno que asegura la condena y sufrimiento eterno de las almas. Finalmente se trata de un modo de conducirse muy parecido al del estado o al sistema con el que se le educa a un niño pequeño o a un perro: premio o castigo. Claro que no todas las religiones se basan en estos métodos, en realidad creo que por eso Schopenhauer se adentra tanto en el hinduismo y las formas de vida que tienen en tanto que religiones como el budismo, por ejemplo, no basan sus enseñanzas bajo el modelo premio-castigo sino en el enriquecimiento del alma y la superación de ella a través de la reflexión personal. Olvidan el cuerpo y se enfocan en el alma. Si se llevara a cabo en su forma más pura este tipo de amor entonces el estado llegaría a un modo utópico en tanto que no sería el miedo al castigo el que moviera a los hombres a convivir de manera armónica sino el verdadero amor y comprensión del otro. De la misma manera funcionarían las religiones, se llegaría a un estado de “paz interior” en el que la comprensión del otro reinaría. 3.2.1. El amor en la formación de la sociedad o estado Siguiendo esta línea de pensamiento podemos inferir que el estado se forma a partir de una unión de hombres que buscan el bienestar colectivo, sin embargo Schopenhauer cree que Kant está equivocado al pensar que el estado se genera a partir del imperativo categórico en tanto que la justicia no se premia y el sistema judicial no está pensado para 59 eliminar egoísmo sino para castigar las consecuencias del egoísmo, dicho así, el sistema judicial en un estado funciona de manera inversa. No se castiga al que tenga la intención de cometer una injusticia sino al que realiza la acción, así pues, es más importante la acción que la intención. Si esto es así el estado no intenta elevar los sentimientos de los hombres para conducirlos a una vida, bella, buena y justa sino simplemente castigar al que está siendo egoísta. No puede llegar al amor verdadero pero puede castigar al que actúe injustamente. Si el estado ha alcanzado su objetivo a la perfección, producirá el mismo fenómeno que si la perfecta justicia dominara el ánimo general. Pero la esencia interna y el origen de ambos fenómenos será el inverso: en el último caso será que nadie querría cometer injusticia; en el primero, que nadie sería que nadie querría sufrir injusticias y los medios adecuados a este fin se habrían aplicado a la perfección. Así se puede trazar la misma línea desde direcciones opuestas, y un animal de presa con un bozal es tan inofensivo como un animal herbívoro. – Pero a más que eso no puede llegar el Estado: así pues, no puede mostrar un fenómeno como el que nacerá de una benevolencia y amor recíprocos y generales. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 405) Con esto podemos ver que el estado no presenta todavía un ejemplo claro de lo que significa la ética o la moralidad en tanto que la benevolencia o el amor no son los objetivos que se persiguen o por decirlo de una manera más adecuada, no es lo que le preocupa como órgano de orden y control sino que simplemente está encargado de vigilar el cumplimiento de ciertas normas de convivencia y así asegurar el bienestar colectivo. La formación del estado aclara una necesidad por reglas que obliguen a los hombres a usar su egoísmo innato y dirigirlo hacia un egoísmo colectivo que lleve a la preocupación por el bienestar de todos los miembros de una sociedad. La idea de estado o sociedad hace que se genere una especie de identidad con el otro, crea un lazo de tipo afectivo (amoroso) entre pares y genera que el bienestar del otro sea tan importante como el de uno, aquí comienza la salida del amor individual y comienza el amor o interés por el otro. <<Una voluntad que resolviera no ayudar a nadie en la necesidad se contradiría consigo misma, ya que podrían darse casos en los que ella 60 necesitara amor y la colaboración con los otros>>, etc. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 593) Como vimos, el amor propio junta a los hombres a formar una sociedad pero es el amor al prójimo el que debe regir ese estado para que no sólo exista un miedo por el castigo en consecuencia de acciones egoístas sino un entendimiento y respeto por el otro. Un estado fundado en el amor al prójimo promete cumplir con los ideales de un estado armónico. 3.2.2. El amor en la religión cristiana Pasemos ahora a hablar de lo que significa el amor al prójimo en la religión cristiana. A pesar de que Schopenhauer fue un entusiasta de la cultura hindú y por eso mucho de su pensamiento se ve permeado de conceptos y metáforas de ella debemos tomar en cuenta que el creció en la cultura occidental y la religión imperante ha sido durante muchos siglos el cristianismo, es por esto que cuando habla de unos de los tipos de amor más puros no puede sino referirse a él. […] en el Nuevo Testamento se habla continuamente del mundo como de algo a lo que no se pertenece, que no se ama e incluso que está dominado por el diablo. Esto concuerda con el espíritu ascético de negación del propio yo y superación del mundo que, al igual que el ilimitado amor al prójimo incluido el enemigo, es el rasgo fundamental que el cristianismo tiene en común con el brahmanismo y el budismo, y el que acredita su parentesco. En ningún tema hay que distinguir tanto la cáscara del núcleo como en el cristianismo. Y precisamente porque tengo en gran estima el núcleo, a veces me ando con pocos cumplidos con la cáscara: pero esta es más gruesa de lo que la mayoría de las veces se piensa. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 681-682) En la cita anterior Schopenhauer hace mención de los defectos del cristianismo pero también de aquello que él considera digno de ser estimado. Reconoce en la cristiandad aquello que aprendió de la cultura hindú (dígase del brahmanismo y budismo) puesto que encuentra una equivalencia entre los objetivos de ambas religiones, el final de la vida terrenal y la unión con la divinidad. Por esto es que confiesa que siente una estima por el núcleo del cristianismo. 61 El núcleo al que se refiere es la grave culpabilidad con la que carga el ser humano en virtud de su existencia pero el cristianismo no la deposita en cada hombre sino en la falta que se cometió por nuestros primeros padres. Este mito, a saber, Adán y Eva, lo utiliza como método de justificación del pecado con el que se nace, el pecado original al que llega Schopenhauer es el de la existencia por el disfrute de la voluntad. El hombre recibe su existencia y esencia por la voluntad aunque así no lo haya querido (es de cierta medida un tipo de injusticia). Así pues el hombre al nacer ya ha cometido un delito y por tanto nunca se está libre de esa culpa aun habiendo practicado siempre los máximos valores morales como lo son la justicia y la caridad. Dicha culpa fue cometida por su voluntad, razón por la cual se anhela una redención en la que el cristianismo, el budismo y el brahmanismo se basan (hago referencia a estas tres religiones porque Schopenhauer siempre se remite a ellas por excelencia). Por tanto el hombre nunca se encuentra en un estado armonioso, siempre está simplemente pagando la culpa del delito cometido y solo puede aspirar al perdón para así alcanzar la “vida eterna”. Las religiones (en específico las que he hecho mención antes) intentan llegar en última medida a aquello que designan como autoabnegación que es la negación de la ilusión que encierra la voluntad de vivir. El fundamento de la ética que predican se encuentra en el amor al prójimo porque en el entendimiento del dolor ajeno se encuentra su comprensión y el respeto que se le puede mostrar. Lo que nos queda más próximo es el cristianismo, cuya ética se ubica plenamente en el espíritu indicado y no solamente conduce al más alto grado de caridad sino también a la renuncia; este último aspecto está claramente presente en germen ya en los escritos de los apóstoles, aunque hasta después no se desarrolló completamente y se expresó de forma explícita. Encontramos prescrito por los apóstoles: amar al prójimo como a sí mismo, hacer el bien, pagar el odio con amor y caridad, ser paciente, amable, soportar sin resistencia todas las posibles ofensas, abstenerse en la comida para eliminar el placer, oponerse al instinto sexual, si se puede, totalmente. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 448) 62 Las virtudes morales tales como la justicia y la caridad en su sentido más puro, es decir, que traspasan el principium individuationis nacen de la voluntad reconociéndose a sí misma en sus fenómenos, es así como surge un desengaño, deja de ser presa de la ilusión del individuo y se reconoce como ella misma. Estas virtudes sólo se encuentran en aquél que ha renunciado a satisfacer a la voluntad y se reconoce como ella. El sacrificio de la satisfacción conduce a la resignación y a la autoabnegación de modo que la justicia también conduce a la negación de la voluntad de vivir pero a través de la caridad (amor puro) se alcanza este objetivo de manera más rápida pues es superior en tanto que no sólo se asume la pena y dolor propio sin cargarle la culpa a los demás (como sucede en la justicia) sino que se asumen los dolores ajenos como parte de los propios. En el ulterior cristianismo culto que vemos que aquel germen ascético floreció plenamente en los escritos de los santos y místicos cristianos. Estos predican, junto al amor puro y total resignación, la absoluta pobreza voluntaria, la serenidad verdadera, la completa, indiferencia hacia todas las cosas mundanas, la muerte de la propia voluntad y el renacimiento en Dios, el total olvido de la propia persona y el abandono en la intuición de Dios. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 448) Las virtudes morales entonces no son un fin último sino sólo un paso hacia el perdón de los pecados pero eso es lo máximo que se puede aspirar al alcanzarse, una redención, absolución de lo malo pero no una gracia del alma. Schopenhauer describe a la moral como una lámpara en el camino que se recorre desde la afirmación de la voluntad de vivir hasta la negación de la misma. 3.3. Amor puro, compasión: negación de la voluntad Por último he llegado al modo de existencia que Schopenhauer guarda en primacía debido al olvido de lo individual. El amor puro implica la renuncia a cualquier privilegio casual pues ya no quiere la satisfacción para sí mismo sino que acepta su suerte y quiere asumir la suerte de la humanidad en general. Tan cierto como es esto también sucede que no se puede querer durante mucho tiempo a la vida y sus placeres y se procede a una renuncia generalizada y con ello se llega a la negación de la voluntad. 63 […] el amor, cuyo origen y esencia sabemos que consiste en traspasar el principium individuationis, conduce a la salvación, en concreto a la renuncia total de la voluntad de vivir, es decir, de todo querer; […] pero antes de seguir adelante y proceder a ello tengo que expresar y explicar aquí un principio paradójico, no por ser tal sino porque es verdadero y completa el pensamiento que aquí he presentado. Es este: <<Todo amor (agapé, caritas) es compasión>>. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 435) La auténtica bondad y la virtud desinteresada proviene no de un conocimiento abstracto sino de un conocimiento inmediato e intuitivo al que no se puede llegar por medio de la razón, razón por la cual tampoco se puede expresar con palabras lo que nos lleva a afirmar que no puede enseñarse sino que se encuentra únicamente en los hechos, es decir, en el propio actuar del hombre. La bondad se puede expresar de alguna manera como oposición a la maldad y la negación de la maldad es la justicia. Con esto no debemos confundir o equiparar la bondad con la justicia, una se encuentra como oposición y la otra como negación. El justo es aquél que no busca incrementar su bienestar si eso implicase infligir dolor a alguien más, su conducta representa el reconocimiento de su propia esencia, la voluntad. El conocimiento puede ayudar a aquietar las ganas de cometer una injusticia e incluso puede ser el responsable de suscitar la bondad y en última instancia, la resignación. Ahora, aquél que practica la bondad del espíritu sabe que el sufrimiento ajeno es sufrimiento propio porque ha dejado de sentir una diferencia entre el otro y el yo. En realidad ya no existe un yo en esta práctica. Hemos visto cómo del hecho de traspasar el principium individuationis en un grado inferior surgía la justicia y en grado superior la verdadera bondad de espíritu, la cual se manifestaba como amor puro, es decir, desinteresado, hacia los demás. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 436) El fin de toda inteligencia solo puede ser el reaccionar sobre una voluntad y suprimir todo querer; dejar de ser la sirvienta de estos sentimientos volitivos es su meta. El hombre que llega a sentir la verdadera bondad se le ha hecho transparente el velo de maya y ya no 64 vive bajo el engaño del principium individuationis. Aquello que lo separaba de lo ajeno se ha levantado y ahora se vuelve una unidad. El verdadero yo no existe únicamente en nuestra propia persona con lo que se quiere decir que se puede reconocer nuestro ser en sí en el fenómeno ajeno. Schopenhauer hace equivalente el yo con el individuo ajeno y su destino al propio. Como sabemos todo deseo nace de una carencia, de un sufrimiento y esto hace referencia a que aquél que desea está inconforme y el placer se convierte en lo que apacigua el dolor pero nunca será una cura. Lo único que puede librarnos de ese dolor causado por la carencia de las cosas es el entendimiento de nuestra esencia. Cuando se siente la compasión o agapé ya no existen los dolores propios que los deseos terrenales provocan sino el bienestar de la humanidad se vuelve más importante a la propia satisfacción. […] al margen de lo que la bondad, el amor y la nobleza hagan por los demás, se tratará siempre de un simple alivio de sus sufrimientos; y, por consiguiente, lo único que les puede mover a las buenas acciones y las obras de la caridad es el conocimiento del sufrimiento ajeno que se hace inmediatamente comprensible a partir del propio y se equipara a él. Pero de ahí resulta que el amor puro (agapé, caritas) es por naturaleza compasión, sea grande o pequeño el sufrimiento que mitiga, en el cual se incluye cualquier deseo insatisfecho. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437) Según Schopenhauer Kant se equivoca al tratar a la compasión como debilidad en el sentido que este tipo de amor no debe confundirse con tal, es el amor compasivo el que debería ser el inicio de cualquier vida reflexiva en tanto que se trata de un entendimiento del otro y más aún, una superación del egoísmo. Ese olvido es aquello que nos conecta con nuestra esencia pues vivimos bajo el engaño que solamente existimos en nuestra individualidad y lo demás nos es ajeno. No es el imperativo categórico por el que nos regimos sino por el miedo a la consecuencia del egoísmo como ya hemos visto. No se obra de manera que nuestro obrar pueda ser tomado como universal puesto que una moral sin intención no significa nada y no mueve al ser humano sino es en la compasión donde encontramos el ánimo requerido para el querer actuar de manera correcta. 65 Aun así, “correcta” no sería la palabra con la cual designaría la manera de actuar que la compasión ocasiona sino que al convertir a lo ajeno en propio no se intenta actuar de manera “correcta” sino se intenta mitigar todo sufrimiento que se provoca en el otro. No hay un deber en esta equivalencia, a saber, lo ajeno y el yo, sino un amor puro por el todo en tanto que nosotros somos parte del todo. […] Como confirmación de nuestro paradójico principio puede observarse que el tono y las palabras del lenguaje, como también las caricias del amor puro, coinciden plenamente con el todo de la compasión, digamos de paso que en italiano la compasión y el amor puro se designan con la misma palabra: pietá. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437) 3.3.1. El llanto como autocompasión Una de las cosas que más hace que se pueda entender el amor puro es el llanto en tanto que sirve como una autocompasión. Para explicar esto hay que entender que hay ciertas cosas que le son exclusivas al hombre y con esto me refiero a la diferencia entre éste y el animal, entre ellas está la capacidad de razonamiento, la risa y el llanto. No puedo incluir en estas al amor debido a la clasificación hecha en este trabajo porque se tiene el amor sexual y el amor paterno, ambos presentes en los animales. El llanto, dice, no es la forma de mostrar el dolor puesto que en raros casos se llora mientras se siente el dolor sino que es sólo cuando reflexionamos sobre el dolor que sentimos cuando el llanto se presenta, en el razonamiento del sufrimiento en el que nos vimos envueltos nuestro sentimiento de compasión se apodera de nosotros pero ahora el objeto al que se compadece somos nosotros mismos. Esto es a mi parecer posible tomando la verdad: somos voluntad y representación a la vez. Nuestra esencia de objeto nos hace capaces de sentir autocompasión. En el llanto se experimentan varios tipos de amor, el amor propio y con ello el sufrimiento que experimentamos, el amor al prójimo y el amor puro. Es la expresión de la compasión porque en la reflexión llegamos a la comprensión de que aquello que nos puse en ese estado de sufrimiento fue más fuerte de lo que podíamos soportar. Aquello que no 66 desearíamos que nadie experimentase, de esta manera es que se muestra que no es un sentimiento egoísta sino compasivo. El llanto no es en modo alguno una exteriorización directa del dolor. A mi juicio, ni siquiera lloramos inmediatamente por el dolor sentido sino solamente por su repetición en la reflexión. En efecto, pasamos del dolor sentido, aun cuando sea corporal, a una mera representación del mismo; y entonces encontramos nuestro propio estado tan digno de compasión que, de ser otro el que lo soportase, estamos firme y sinceramente convencidos de que le ayudaríamos llenos de compasión y amor: pero el objeto de nuestra propia y franca compasión somos nosotros mismos: teniendo la máxima disposición a ayudar. […] El llanto es, por consiguiente, compasión de sí mismo o la compasión devuelta a su propio punto de partida. De ahí que esté condicionada por la capacidad para el amor y la compasión. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 438) Entendiendo cómo funciona el llanto como método compasivo que se vuelve hacia la interioridad es que se vuelve más fácil el entendimiento de la compasión como amor puro y como completamente desinteresado. El hombre ya no sufre los malestares propios puesto que ha traspasado ya en principium individuationis y en él está ya el sentir de todo lo que le rodea, el mundo es parte de lo que le duele y disfruta. Es sólo desde aquí que podemos entender al verdadero significado de la ética porque viene del mismo lugar el correcto actuar. La moralidad y los dogmas son absolutamente vacíos cuando no se tiene la intencionalidad del amor puro y la compasión por el resto de la humanidad, no se puede actuar “bien” porque siempre está implicado el “bien para quién” y si el otro no se siente con la importancia del propio ser entonces la moral que intentemos implementar tiende a sucumbir. Ahora, el hombre no puede amar la generalidad para siempre porque siempre existe la posibilidad de flaquear y caer ante las facilidades y felicidad que los placeres presentan. Las tentaciones de una vida dirigida por la voluntad de vivir son muy fuertes por lo que, naturalmente, sólo hay dos vertientes posibles para el hombre, regresar al autoengaño o la renuncia voluntaria. 67 Tras esta digresión sobre la identidad del amor puro y la compasión, la cual cuando se vuelve sobre el propio individuo tiene por síntoma el fenómeno del llanto, vuelvo a tomar el hilo de nuestra interpretación del significado ético de la conducta, para mostrar ahora cómo de la misma fuente que brota toda bondad, amor, virtud y nobleza nace también en último término lo que yo denomino la negación de la voluntad de vivir. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 439) 3.3.2. Camino al ascetismo Es momento de revisar los puntos que nos da Schopenhauer cuando habla de la superación del principium individuationis. Como ya expliqué en el primer capítulo, el principio de individuación es el tiempo y el espacio, nociones que sólo se tienen en el entendimiento del sujeto y que alimenta el engaño de una individualidad. Esta exposición ha tratado dilucidar los aspectos del amor que se tratan en la obra El Mundo como Voluntad y Representación para mostrar cómo es el camino desde el instinto más primitivo de la voluntad de vivir hasta el punto de su renuncia. Así como en las religiones del hinduismo que ya traté, se habla de una vía hacia la elevación del alma y así llegar a la paz interna para salir del sufrimiento que esta vida implica. A pesar de que Schopenhauer fue un filósofo que rechazó la sistematización sí menciona que existe un camino (página 664), sé que es sólo una mención con la que dice que la moral sirve como lámpara para guiar al hombre pero al hacer esta afirmación y con la selección que hice pareciera que, a través del amor, nos encontramos con ese camino y tal vez tal elevación pueda existir en su pensamiento. La palabra elevación es arriesgada y tal vez no sea la adecuada pues no se trata del pobre individuo reuniéndose con la divinidad sino de la realización/comprensión que somos parte de la voluntad y al llegar a este entendimiento se puede llegar a dejar de pelear por aferrarnos a la vida, dejar de sentir las pasiones a las que nos encontramos esclavizados por una voluntad de vivir que pelea por sobrevivir. El malestar, sufrimiento, maldad todos vienen del egoísmo que manifiesta la misma voluntad de vivir y tienen su origen en el equívoco de que nuestra experiencia existe de 68 manera intrínseca y sin nuestra existencia todo ha de perecer. El salir del engaño implica un amor al prójimo que surge de abrir los ojos a la verdad: somos uno y lo mismo. Así como antes vimos que el odio y la maldad están condicionados por el egoísmo y este se basa en un conocimiento sumido en el principium individuationis, también descubrimos que el origen y la esencia de la justicia – y luego, cuando va más allá, del amor y la nobleza hasta llegar al más alto grado– consiste en traspasar el principium individuationis, que es lo único que, al eliminar la diferencia entre el individuo propio y ajeno, hace posible y explica la perfecta bondad del espíritu que llega hasta el amor más desinteresado y el más generoso sacrificio de sí mismo. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 440) Toda bondad entonces se manifiesta como un grado de superioridad del alma y de superación de aquello que nos afligía por el sentimiento de necesitar cumplir deseos que al final de todo resulta que su obtención nunca es suficiente. El cumplimiento de un deseo de la voluntad de vivir sirve como calmante sin embargo después de un tiempo se vuelve insuficiente y se siente un aburrimiento y un tedio que arrancan la búsqueda de otro anhelo. Cuando el hombre empieza a sentir preocupación por los otros es cuando los ideales que persigue nunca se extinguen y no aburren, tales ideales como la amistad en menor medida y la justicia en mayor. Cuando se ha traspasado el principium individuationis se nacen los valores morales en su manera más pura y se toman por ideales de la humanidad y deja de buscarse sólo en beneficio propio. […] todo amor verdadero y puro, y hasta toda justicia libre, nacen ya de la superación del principium individuationis, superación esta que cuando se produce con total claridad provoca la plena satisfacción y redención, cuyo fenómeno es el estado de resignación antes descrito, la paz imperturbable que lo acompaña y la suma alegría en la muerte. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 460) Como podemos ver, no hay un camino más que el interior hacia el traspaso del principio de individuación, la verdadera bondad no puede venir de un tipo de enseñanza de recompensa o condena porque de esa manera no hay una verdadera bondad de espíritu 69 sino sólo la continuación del egoísmo que hace bien las cosas con mira a la recompensa que va a obtener por haber actuado de esa manera. El verdadero amor puro surge de un reconocimiento del otro y no de un interés propio es por esto que la justicia sólo podría funcionar de manera adecuada en un estado en donde sus integrantes alcanzaran el entendimiento de tal, es decir, que lograran traspasar el principium individuationis y se encontraran de frente con la realidad de que somos parte de un todo y el bien colectivo es el bien propio. Si, como sucede con frecuencia, se pretendiera exigir la permanencia de la conciencia individual para vincular a ella un premio o castigo, con ello sólo se estaría buscando la conciliación de la virtud con el egoísmo. Pero estos dos nunca se abrazarán: son radicalmente opuestos. En cambio, sí está bien fundada la inmediata convicción, suscitada a la vista de acciones nobles, de que el espíritu del amor, que en estos se traduce en hacer el bien a sus enemigos y en aquellos en socorrer a quien nunca han visto con peligro de su vida, nunca puede desvanecerse y convertirse en nada. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 546) Cuando se ofrece un pago por una obra caritativa entonces se trasgrede aquello que se quiere lograr, por más buenas obras que se quieran realizar, nunca serán desde una bondad/caridad/amor puro. Es necesario el alcanzar el conocimiento de la identidad de la voluntad y traspasar el principium individuationis para que se tenga una conciencia verdadera del otro y de esa manera se llegue a la verdadera caridad. Quizás sea aquí donde, de forma abstracta y depurada de todo elemento mítico, se ha expresado por primera vez la esencia interna de la santidad, la | abnegación, la mortificación del amor propio y el ascetismo como negación de la voluntad de vivir que aparece después de que el pleno conocimiento de su propia esencia se ha convertido en aquietador de todo querer. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 444) Si el traspasar el principium individuationis nos da el conocimiento de la identidad de la voluntad, esto nos ofrece una influencia mucho más grande sobre el alcance que la voluntad tiene. Si en este traspaso ya no se hace una diferencia entre el individuo ajeno porque se reconoce a sí mismo en todos los fenómenos y siente los dolores del mundo 70 como suyos, lo que ahora siente deja de ser el interminable y cambiante dolor-placer que la voluntad de vivir le provoca en su individualidad. Para aquél que sigue inmerso en el engaño del principio de individuación los demás son solo motivos para la satisfacción de sus placeres. En cambio, para el que lo ha traspasado, el conocimiento de la esencia, se convierte en un “aquietador” de todo querer. Se llega finalmente al estado de renuncia voluntaria en tanto que la voluntad se estremece ante los placeres que forman parte de su afirmación. Aquél que, traspasando el principium individuationis, conoce el ser en sí de las cosas y con ello la totalidad, no es ya susceptible de tal consuelo; él se ve en todos los lugares a la vez y se sale. – Su voluntad cambia, ya no afirma su propio ser que se refleja en el fenómeno sino que lo niega. Eso se manifiesta en el tránsito de la virtud al ascetismo. En efecto, ya no le basta amar a los demás como a sí mismo y hacer por ellos tanto como por sí, sino que en él nace un horror hacia el ser del que su propio fenómeno es expresión: la voluntad de vivir, el núcleo y esencia de aquel mundo que ha visto lleno de miseria. Por eso niega aquél ser que se manifiesta en él y se expresa ya en su propio cuerpo, y su obrar desmiente ahora su fenómeno entrando en clara contradicción con él. No siendo en esencia más que fenómeno de la voluntad, cesa de querer cosa alguna, se guarda de cualquier apego de su voluntad y busca consolidar en sí mismo la máxima indiferencia frente a todas las cosas. – Su cuerpo, sano y fuerte, expresa el instinto sexual por medio de los genitales; pero él niega la voluntad y da un mentís al cuerpo: no quiere la satisfacción sexual bajo ninguna condición. La perfecta castidad voluntaria es el primer paso en el ascetismo o la negación de la voluntad de vivir.(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 441) Con ayuda de esta breve exposición podemos darnos cuenta de que “el amor” nos sirve para explicar a modo general la obra El Mundo como Voluntad y Representación y nos lleva finalmente al cumplimiento del objetivo de Arthur Schopenhauer que era llegar a la vida ascética en donde la voluntad dejara de tener injerencia en la vida y actuar del hombre, es decir, la libertad total de ella. Una frase de Facundo Cabral me viene a la mente al terminar de escribir esto a partir de un mejor entendimiento del pensamiento de Arthur Schopenhauer que dice: “es en vano 71 que golpees la puerta, estamos adentro”. De alguna manera esa frase explica (de manera metafórica lo que Schopenhauer afirma, todo es voluntad y nosotros somos tan solo una parte; estamos adentro. 72 Conclusiones Con el catálogo que hice del concepto “amor” en Schopenhauer es posible vislumbrar en qué medida la voluntad actúa en el hombre y la comprensión de la obra El Mundo como Voluntad y Representación se hace más sencilla. No existen grados específicos en el camino de la afirmación a la negación de la voluntad de vivir sino que todos somos presos de todos en algún momento. A pesar de llegar a sentir el amor puro y sentir compasión por los demás, es posible regresar a la afirmación de la voluntad de vivir debido a la tentación que ofrecen los placeres Sólo en el estado ascético es que uno siente un aborrecimiento por la vida y sus placeres y es cuando es posible llegar a la completa negación de la voluntad de vivir pero este modo de vida se alcanza a través del amor puro. Sí existe una vía de la afirmación a la negación de la voluntad de vivir pero Schopenhauer solo afirmó su existencia mas no habla de ella ni de sus grados aunque sí menciona que la negación del amor sexual es el “primer paso” y que la moral sirve de lámpara para el hombre en esa vía. Aunque es posible aquietar a la voluntad o silenciar la constante ilusión de un anhelo siempre insatisfecho se reafirma el pesimismo de no poder escapar de ella puesto que en esencia somos voluntad. 73 Bibliografía: Trabajos citados y consultados Basham, A. (1989). 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