universidad veracruzana facultad de filosofía

Anuncio
UNIVERSIDAD VERACRUZANA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
EL AMOR COMO VÍA AL TRASPASO DEL PRINCIPIUM
INDIVIDUATIONIS EN ARTHUR SCHOPENHAUER
MONOGRAFÍA
Que para obtener el título de
LICENCIADA EN FILOSOFÍA
Presenta:
JIMENA FLORES MUÑOZ
Director de Monografía:
DR. DARIN M. MACNABB COSTA
XALAPA-ENRÍQUEZ, VER.
JULIO 2015
1
Agradecimientos
El presente trabajo no hubiera sido posible sin el amor de mi familia y amigos que me han
demostrado su solidaridad, cariño y apoyo incondicional y sin el cual nada de esto sería
posible.
A la Universidad Veracruzana:
Nunca había estado en un centro educativo por más de 2 años y al decidir entrar en una
Universidad, el miedo se apoderó de mí; cómo alguien iba a poder soportarme por más de
un año. En el momento en que entré a la facultad de filosofía me vi rodeada de gente
interesante; la facultad me ofreció maestros de gran nivel y bastante amenos con los que
pude desarrollarme superando todas mis expectativas. Por supuesto que algunos siguen
teniendo la idea de que es un plantel de nivel medio superior y sus clases se reducen a eso
pero la mayoría me enseñó a trabajar de manera adecuada y a querer investigar porque
me interesara un tema y no porque tenía que pasar una experiencia educativa (materia).
Estoy emocionada por mi futuro por el hecho de haber recibido tal educación y saber que
las enseñanzas obtenidas aquí me servirán en toda clase de retos a los que me tenga que
enfrentar. En especial agradezco el apoyo que se nos brindó para asistir a congresos en
otras partes del país y de presentar así nuestros trabajos académicos. Todo el equipo
administrativo de la facultad siempre nos recibió con ánimos a ayudarnos en cualquier
problema que tuviésemos.
Quiero agradecer a los directivos que me tocaron; a mi tutora Saraí Villanueva; a la Lic.
Irma Lomán y a Mary que fueron ángeles que me ofrecieron todo el soporte y ayuda
durante toda mi carrera, soportando cada bache y siempre buscando la manera de
mejorar su comunicación con los alumnos.
Gracias a mi tutor el Dr. Darin McNabb por no desesperarse en el tedioso proceso de este
trabajo pues no siempre soy la mejor alumna y a veces me desvío; gracias por su apoyo y
entendimiento en el tratamiento del tema y al Dr. José Antonio Hernanz por hacerme un
2
espacio en su ocupadísima agenda para orientarme e iluminar el camino que quería tomar
para hacer de esta monografía algo mucho más interesante.
A mi familia:
A José Othón y Leonila, mis padres; me faltan palabras para expresarles lo que su
presencia en mi vida ha significado pues no sólo nunca me han dado la espalda sino que
aun cuando he perdido la fe en mí misma, ustedes están ahí para levantarme de cualquier
tropiezo. A través de los años los he dejado de ver como figuras de autoridad para pasar a
ser mis amigos, las personas en las que confío ciegamente. Gracias por las oportunidades
que me dieron pero por sobre todas las cosas, gracias por dejarme ser bombero.
A mis hermanas, Mónica y Julieta, que más que eso, son los guerreros y soldados que
mejor me cuidan en este mundo (aunque a veces llegue a grados extremos). Este logro
también es de ustedes que nunca me han abandonado, aunque se los pida de vez en
cuando. A mi cuñado Oscar que sin tu apoyo y presión constante, esta monografía no
estaría terminada, gracias por convertirte en mi hermano mayor (siempre había querido
uno, no les digas pero mis hermanas son un poco raras).
A mis amigos:
Noé, Pili, Lizandro, Christian, Eliseo, Daniela, Alejandra y Pepe. No sé ni qué decirles, no
quisiera sonar cursi pero encontrarlos ha sido encontrar una nueva familia. Gracias por
todo su apoyo en cada etapa; me siento afortunada de haber encontrado a gente casi tan
rara como yo (no sé si eso sea un cumplido pero yo lo agradezco). El que hoy esté en una
pieza tiene que ver con todo el amor y apoyo que me han dado y nunca podré expresarles
lo mucho que significan para mí.
A ti:
A pesar de que este paseo ha sido una verdadera montaña rusa, no hubiera crecido tanto
y logrado esto si no te hubiera tenido cerca. Gracias por todo.
3
Índice
Índice
Introducción ........................................................................................................................................ 5
Capítulo 1: Introducción al pensamiento de Arthur Schopenhauer ................................................. 12
1.1.
Velo de Maia o Maya, el mundo de la representación. .................................................... 13
1.2.
La Voluntad ....................................................................................................................... 14
1.3.
Principium individuationis ................................................................................................. 16
1.4.
Influencias religiosas ......................................................................................................... 19
1.1.1.
Brahmanismo ............................................................................................................ 20
1.1.2.
Budismo..................................................................................................................... 21
Capítulo 2: La voluntad de vivir ......................................................................................................... 24
2.1.
Amor propio ...................................................................................................................... 25
2.2.
Amor sexual....................................................................................................................... 29
2.2.1.
Voluntad .................................................................................................................... 29
2.2.2.
Individuo (instinto): ................................................................................................... 31
2.2.3.
Procreación (Matrimonio, Posesión)......................................................................... 35
2.2.4.
Especie:...................................................................................................................... 41
2.3.
Amor materno/paterno .................................................................................................... 46
Capítulo 3: Traspaso del principio de individuación ......................................................................... 52
3.1.
Amor como amistad .......................................................................................................... 53
3.1.1.
Amistad: Conjunción egoísmo y compasión ............................................................. 53
3.1.2.
Amor y amistad en el matrimonio ............................................................................ 55
3.2.
Amor al prójimo ................................................................................................................ 58
3.2.1.
El amor en la formación de la sociedad o estado ..................................................... 59
3.2.2.
El amor en la religión cristiana .................................................................................. 61
3.3.
Amor puro, compasión: negación de la voluntad ............................................................. 63
3.3.1.
El llanto como autocompasión .................................................................................. 66
3.3.2.
Camino al ascetismo.................................................................................................. 68
Conclusiones ..................................................................................................................................... 73
Bibliografía: Trabajos citados y consultados ..................................................................................... 74
4
Introducción
¿Por qué decidí estudiar este tema? Cuestión con la que me abordan cada vez que
preguntan sobre lo que hago y lo que escribo. La única respuesta a la que he podido llegar
a través de la reflexión (claro que no es con la que respondo puesto que siempre me
invento alguna justificación elocuente y que para la mente no entrenada parece
relevante) es: porque me gusta.
Sinceramente no encuentro la razón por la cual mi trabajo pueda ser interesante para el
resto de mi comunidad intelectual y aún menos para el resto de la gente pero siendo que
esta no es una respuesta aceptable para los maestros que dirigen mi trabajo y que
supervisan mi avance académico, me veo en la necesidad de explicar cómo es que me
tropecé con Schopenhauer y justificar el por qué decidí realizar mi trabajo recepcional
basándome en él.
Entré a la facultad de filosofía de rebote (alentada debo decir por Julieta, mi hermana) sin
darme cuenta aun que este era el lugar al que pertenecía; no me había percatado que
había una carrera para saciar mi hambre no sólo por conocer sino por entender lo que ya
conocía pero mis cuestionamientos no se dirigían a la esencia de las cosas que rodean al
hombre sino a su motivación.
Qué es lo que mueve a los hombres a realizar lo que hacen, qué es aquello que los motiva
a levantarse a las 6 de la mañana (una hora francamente criminal) a ir a un lugar que
detestan llamado “trabajo”, a aceptar un régimen que aborrecen, a salir de noche a
lugares estruendosos y llenos de extraños y seguir viviendo como viven. La única
respuesta que he encontrado, mucho más allá del bienestar económico es la promesa que
guarda la felicidad, promesa que guarda bajo su custodia el amor.
5
Por mucho tiempo he tratado de entender esta motivación en tanto que no me siento
siempre como una persona normal (entiéndase normal como un estándar en la que la
gente vive y se mueve) al cuestionar y tratar de entender, no en un sentido de justificación
sino simplemente para apaciguar aquél sentimiento de incertidumbre, que ha encontrado
su vivienda en mi facultad de razón, al ver el comportamiento de los hombres.
Me he encontrado con varios discursos sobre el amor y he notado que casi todos los
grandes filósofos dedican un apartado en sus sistemas para este sentimiento pues no se
trata de algo menor, sino de un sentimiento tan poderoso que ha atentado contra la vida
de muchos seres humanos pero es hasta Schopenhauer que encontré una explicación más
agradable.
Tal vez tiene que ver con que nunca me ha bastado la explicación romántica del asunto y
en la explicación reduccionista de Schopenhauer encontré algo de paz; llevarlo a algo más
allá del hombre y depositarlo en una voluntad insaciable, culpar al genio de la especie,
todo esto sonaba, de alguna manera, mucho más sencillo. Significaba un escape para
tanto sufrimiento y desencanto con el amor entre dos personas.
Enterré ese sentimiento en una explicación que me bastó para poder continuar sin
embargo, cuando llegó el momento de empezar este trabajo, me di cuenta de que al
mismo Schopenhauer no le bastó una explicación sensualista sino que explicó el amor en
diferentes ámbitos hasta llegar a un grado superior en el que el amor significaba el silencio
de las pasiones y la paz interior.
Es casi obvio el porqué de los extensivos estudios que se han hecho sobre el apartado de
La metafísica del amor sexual en la obra El Mundo como Voluntad y Representación, se
trata de un abordaje del tema bastante ameno e invita a la discusión y crítica de lo que
trata una relación entre dos personas pero el error se encuentra en el pensamiento de
que ahí termina lo que Schopenhauer dice del amor.
Es por esto que decidí hacer un estudio sobre los distintos tipos de amor y revisar cuáles
de ellos se encontraban dentro del nivel del amor que la voluntad tiene por sí misma entre
6
los cuales se encuentra el sensualismo y los otros que encontraban su estado en un nivel
de mayor pureza y podrían significar o desembocar un estado altruista del hombre lo que
lo lleva a estar más cerca del silencio de la voluntad.
Es por esto que aunque es una monografía, no podía solo llamarle “el amor en
Schopenhauer”. Este es un estudio sí del concepto pero es el inicio de una tesis que
intenta demostrar que los tipos de amor pueden ser los niveles (o parte de ellos) del
camino que Schopenhauer afirma que existe pero del que, más allá de su existencia, no
habló. Por lo tanto el presente trabajo no trata de afirmarlo pero sí dar pie a que
posteriormente haya un estudio y defensa de tal.
La metodología utilizada para la realización de esta monografía fue de tipo reconstructivoconceptual en tanto que, en la búsqueda del concepto “amor” en Schopenhauer, me
encontré con diferentes estadíos y traté de recuperar y ordenar los diferentes tipos de
amor que se encuentran en la obra El Mundo como Voluntad y Representación
En el capítulo uno traté de compilar la información que, para el estudio del amor en
Schopenhauer, me parecieron relevantes, es decir, tres concepciones claves para la guía
en la lectura del presente trabajo y que son medulares en la obra del autor a tratar que
son: el velo de maya y el mundo de la representación; la voluntad; y el principium
individuationis. Todos estos apartados son explicaciones generales que darán las pautas
para un seguimiento adecuado del tema y así, guiar al lector a través del presente texto.
Posteriormente me adentro en la explicación de las dos religiones del hinduismo que
influenciaron de manera profunda el pensamiento de Schopenhauer. Me pareció
pertinente esta exposición para la comprensión de ciertos términos que él ocupa tales
como “Maya” y “Upanishad” así como una especie de contexto en el cual Schopenhauer
se ve inmerso y del que extrae gran parte de su pensamiento. Entendiendo esta parte es
como se explica por qué la necesidad de salir de este mundo ilusorio.
En el capítulo dos y tres se revisan ya los tipos de amor que se encuentran como
representantes de un camino de la afirmación a la negación de la voluntad de vivir
7
pasando desde el amor propio que es egoísmo puro; el amor sexual que obedece al genio
de la especie; el amor paterno que es la protección del producto del amor sexual, el amor
en la amistad que es la conjunción de egoísmo y amor puro; amor al prójimo que es el
reconocimiento del otro como algo igual a uno mismo y finalmente el amor puro que
significa el traspaso del principium individuationis.
El Nilo ha llegado al Cairo. Frase común a la que compiladores e historiadores hacen
referencia cuando empiezan a escribir sobre Arthur Schopenhauer. Frase célebre de dicho
autor que usó para describir el sentimiento al enterarse que su obra culmen había sido
reconocida finalmente. Después de años de ser dejado a un lado y permanecer a la
sombra de su contemporáneo más fuerte, Hegel, por fin su obra está en boca de todos.
Algunos historiadores de la filosofía han dejado a un lado a Schopenhauer por su falta de
la sistematización propia de la época. Este trabajo tiene la intención de mostrar que a
pesar de que Schopenhauer propiamente no realizó un sistema hacia el ascetismo, sí
afirmó que había un camino a través del amor puro en donde la moral servía de “linterna
en el camino de la afirmación a la negación de la voluntad” (Schopenhauer, El mundo
como voluntad y representación I, 2009, p. 664). Así, me doy a la tarea de hacer un
reacomodo de citas para encontrar un “camino” hacia el amor puro y la negación de la
voluntad de vivir.
Es de conocimiento general, al menos para los iniciados en la filosofía, que su
pensamiento fue fuertemente influenciado por Platón, filósofo de la antigüedad que, a
través de la metáfora de la caverna, nos explica el mundo ilusorio en el que vivimos y nos
dice que a través de la dialéctica se puede encontrar un camino hacia la salida al mundo
real, el de las ideas.
Como Platón, Schopenhauer afirma que el mundo que conocemos es un mundo de ilusión
y que está cubierto bajo un velo, el velo de maya, nuestro conocimiento del mundo, por
ende, no es de las cosas en sí y nunca podremos ver lo que realmente existe fuera de
nuestra subjetividad o entendimiento que es significativamente limitado. Aunado a esto,
sumemos que nuestro comportamiento está regido por la Voluntad que se nos muestra
8
como un monstruo voraz que se detendrá con nada hasta satisfacer un hambre insaciable,
nosotros somos el vehículo con el que cumple sus deseos pero nunca nada es suficiente.
Lo que la hace insaciable es el tedio que experimenta una vez cumplido el deseo; la
repetición se vuelve tediosa y casi inmediatamente insuficiente e insoportable, se vuelve
entonces en una búsqueda de placer sin fin, no sólo interminable sino tampoco con un fin
determinado o claro, al menos no para la herramienta, el hombre, para la voluntad ese fin
sería el autoconocimiento y es por esto que no puede bastarle el simple cumplimiento de
un capricho sino que tiene que estar en constante movimiento.
Schopenhauer nos sugiere tres formas de llegar a hacia la inhibición de la voluntad, o sea
el ascetismo; no como algo definitivo, porque el hombre es principalmente voluntad, pero
como camino viable hacia una vida satisfactoria sin estar a completa merced de ella. Estos
son la, la música y las artes, la justicia y por último el amor puro. Este último nos dice que
es el camino más rápido hacia el ascetismo y también es a mi parecer el menos estudiado.
Todas las vías al silencio de la voluntad son posibles de alcanzar en la medida que se haga
una reflexión y un entendimiento de que somos voluntad y así decidir suprimirla aunque
no de manera total puesto que para la supervivencia del cuerpo se deben satisfacer
ciertas necesidades, Schopenhauer nos dice que saciemos estas necesidades sin
excedernos para mantener a la voluntad en un estado mínimo.
Lo curioso, que en muchos casos no se menciona, es que alcanzar el estado de inacción o
ascetismo también puede ser posible a través del amor; esta parece una afirmación
bastante arriesgada debido a lo que ya sabemos de Arthur Schopenhauer, pensador que
realiza una metafísica del amor sexual reduciendo así todo amor entre dos personas a un
engaño que el genio de la especie utiliza para fomentar la reproducción y así asegurar la
continuación de la especie. Como vemos, el amor sexual es una simple sirvienta para los
intereses de la voluntad.
Es por esto que una afirmación del tipo “el amor es una vía al ascetismo” causa a primera
vista un sentimiento de desconcierto. Es del interés de este trabajo el dilucidar las clases
9
de amor que Schopenhauer trata en la obra El Mundo como Voluntad y Representación
puesto que pareciera que utiliza el amor como un tipo de dialéctica platónica hacia la
salida de la caverna y lo que empieza como amor sexual se va convirtiendo en diferentes
modos de existencia hasta llegar al amor puro con el cual es posible alcanzar dicho
ascetismo.
Ciertamente Schopenhauer no hace un camino explícito o una sistematización como tal de
este, sin embargo, intentaré, a partir de una recopilación y reacomodo de citas del autor,
mostrar de manera tentativa un camino que recorra los diferentes tipos de amor hasta
encontrarnos con el culmen, el cual, a mi parecer, sería el amor puro en donde se traspasa
el principio de individuación.
Es a partir de la encrucijada en la que el padre de Schopenhauer lo pone en su
adolescencia, ésta siendo la decisión entre un gran viaje de placer que duraría un par de
años pero la decisión de aceptar el viaje tendría en consecuencia un futuro en el
comercio; o declinarlo y quedarse en Hamburgo en donde tendría la oportunidad de ir a
una escuela y aprender las humanidades lo que significaría el rechazo a la oportunidad de
conocer el mundo y llenarse de experiencia.
Esta decisión repercute de manera significativa la forma de ver el mundo para el joven
Arthur porque entiende o relaciona algo que el padre tal vez no tenía intención de
provocar pero que va a marcar su pensamiento y lo va a direccionar permanentemente
que es: La sabiduría significa la renuncia del placer o lo que es igual, la capacidad de la
renuncia del placer indica la entereza que se tiene para ser capaz de seguir el camino de la
sabiduría.
En realidad la capacidad de rechazo o postergación del instinto o de cualquier placer es lo
que nos separa del reino animal. La paciencia es la clave de nuestra racionalidad en tanto
que aquella mente racional no cede ante la satisfacción de sus impulsos de manera
inmediata sin pensar en las consecuencias a futuro sino el sopesar las alternativas que se
tienen y considerar los universos de posibilidad que ellos presentan para poder elegir el
10
camino que ofrezca un mejor modo de vivir aunque eso implique sacrificar aquello que
otros consideran como preciado o la satisfacción inmediata.
11
Capítulo 1: Introducción al pensamiento de Arthur Schopenhauer
El inicio de las indagaciones de filosóficas del autor en cuestión inician con la famosa
crítica al principio de razón suficiente kantiano. Esta crítica tiene su base en que los
fenómenos no se presentan de la misma manera y por lo tanto los clasifica en 4 clases y
en tanto que son diferentes, no pueden ser juzgadas bajo el mismo principio así que
presenta su tesis doctoral “sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente” en
donde atiende a las relaciones posibles para así otorgar un principio de razón en cada una.
Las clases de fenómenos con los principios son:
1) las representaciones intuitivas: Objetos físicos  Principio del devenir: explicación
causal
2) conceptos abstractos: Objetos ideales  Principio del conocimiento: deducción lógica
3) intuiciones a priori: Objetos matemáticos  Principio del ser: consistencia
4) sujeto de querer (Yo): Objeto del autoconocimiento  Principio del querer:
motivación
Con este trabajo y como principio de su carrera, afirma que no todo el en-sí es
inalcanzable e incognoscible como afirmaba Kant sino que a través del autoconocimiento
se llega a la conclusión de que soy sujeto y objeto a la vez, es decir, fenómeno y cosa ensí1, la voluntad es el en-sí. Esto quiere decir que si a través del autoconocimiento llegamos
a la conclusión que aparte de fenómeno, soy el en-sí, entonces, también los demás
fenómenos participan del en-sí, es decir, la voluntad está en todos los fenómenos; la
voluntad es todo.
Es una voluntad ciega la que se encuentra como fundamento del mundo y todo se nos
aparece como representación en tanto que es la otredad y no podemos llegar al
conocimiento del otro sino a través del conocimiento de lo que significa el “yo” es decir,
es decir, conocemos lo otro solo por asociación con el ”yo”. Lo otro, y así también la
voluntad, se conoce no necesariamente por lo que es sino por lo que no es.
1
Cfr. Los Dolores del Mundo. Prólogo de Ricardo Álvarez (Ficha completa en la bibliografía)
12
1.1. Velo de Maia o Maya, el mundo de la representación.
Es importante pasar ahora a la explicación del velo de maya en tanto que se trata de una
metáfora de varias religiones en la India, esa metáfora encierra el sentido del mundo
como representación de Schopenhauer. Maia o maya es una concepción del hinduismo
que significa ilusión y trata de la concepción de que el universo visible
o mundo
fenoménico son imágenes ilusorias, a este se le atribuyen ciclos de sucesión y destrucción
(Visnú y Shiva respectivamente).
Detrás de maya está el principio que sostiene al universo: Brahman que considerado a
través de la reflexión del mundo visible, es decir, del velo de maia, es Dios. Esto quiere
decir que a través de la reflexión del mundo “ilusorio” se llega a Dios y con esto a la
disolución de la diferencia entre el mundo y el yo.
Existe en este sentido solo una ilusión de una diferencia entre el mundo y dios pero para
estas culturas la realidad es Dios y Schopenhauer toma esa concepción y la transforma a
solo hay voluntad, todo es voluntad. La ilusión en este caso es la representación, todo
aquello a lo que no tenemos acceso sino sólo bajo oposición, es decir, todo aquello que no
es mi cuerpo.
Cada uno conoce inmediatamente un solo ser: su propia voluntad en la autoconciencia.
Todas las demás cosas las conoce mediatamente y las juzga por analogía con aquella,
analogía que extiende según el grado de su reflexión. Este mismo hecho se debe en el
fondo a que en realidad existe solo un ser: la ilusión de la pluralidad (Maya), derivada de
las formas de la captación objetiva externa no pudo penetrar hasta la simple conciencia
interna: de ahí que esta encuentre siempre un solo ser.
El objetivo de este viaje de interiorización y autorrealización en entender que la
separación o diferencia entre el propio ser y el ser del universo es falsa. Esta falsa
dicotomía nos tiene encerrados en la ilusión de la individualidad y por tanto en el
sufrimiento constante. Es entonces que la idea de la separación entre consciencia y
13
materia física, o por decirlo de otra manera, sujeto- objeto es el resultado de una vida no
cultivada.
Existen dos conceptos claves en el pensamiento de Schopenhauer que es el Vorstellung
(manifestación) y el Darstellung (ocultamiento) y el velo de maya es justo la forma de
entender este último.
Decir que lo que conocemos del mundo es la representación de este quiere decir que no
podemos conocer las cosas por lo que son sino solo en relación con otro ser, o sea que
conocemos básicamente por los límites de nuestro propio cuerpo, conozco lo otro porque
es aquello que no soy yo, no siento la cosa cuando la toco sino siento algo que se le
impone a mi mano, lo que siento al tocar algo es mi mano contra el objeto y no al objeto
mismo.
Todo lo que se conoce es cognoscible sólo a través del representante que es siempre el
sujeto cognoscente. Esta es la primera verdad a priori y es a partir de esta afirmación que
se pueden anunciar las demás verdades a priori, tales como el espacio, el tiempo, la
causalidad que, así como las representaciones, solo existen en la consciencia del sujeto y
en relación con los demás fenómenos.
1.2. La Voluntad
Para Schopenhauer la realidad sólo se presenta de dos maneras, como voluntad que es el
en-sí y la representación que es el mundo ilusorio; entonces es correcto inferir, y el mismo
autor nos lo dice, que no hay salida de la voluntad en tanto que en esencia somos
voluntad y es ella la que vive bajo su propio engaño que en cada hombre se encuentra su
totalidad y es por esto que quiere desesperadamente aferrarse a la vida.
El cuerpo es la objetivación de la voluntad, esto quiere decir que todo movimiento del
cuerpo es el deseo de la voluntad. El cuerpo es entonces voluntad y representación al
14
mismo tiempo en tanto que el cuerpo es un objeto entre objetos y a la vez percibe a la
otredad, o sea, a los otros cuerpos como representación.
Ahora que vimos que el cuerpo es la objetivación de la voluntad hay que aclarar que el
intelecto no forma parte de esa objetivación, la reflexión propia del hombre aunque sigue
siendo ella misma, la voluntad. El hombre a través del razonamiento puede darse de su
condición que es en esencia sirviente de la voluntad y la miseria que esta le causa y decidir
renunciar a esta.
El sufrimiento es esencial a la vida… todo deseo nace de una necesidad, de una
carencia, de un sufrimiento; que, por lo tanto, toda satisfacción es
simplemente un dolor hecho desaparecer… Por lo tanto, al margen de lo que la
bondad, el amor y la nobleza hagan por lo demás, se tratará siempre de un
simple alivio de sufrimientos; y por consiguiente, lo único que les puede mover
a las buenas acciones y las obras de la caridad es el conocimiento del
sufrimiento ajeno(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I,
2009, p. 437)
Schopenhauer hace una exposición acerca de la facultad de conocer. El objeto general no
existe más que para el sujeto cognoscente de cuyo ser es su propia representación pero
tampoco la representación existe más que para la facultad de conocer del sujeto. La
función del entendimiento es conocer la causalidad y sólo eso (sólo podemos asumir que
sólo de esa manera la voluntad puede autoconocerse).
Por tanto toda causalidad, toda materia y por ende toda la realidad existe únicamente
para, por y en el entendimiento. Ahora, el entendimiento puro se entiende como una
abstracción del conocimiento del cambio o de la causalidad de manera inmediata, no se
trata de un proceso voluntario. Los sentidos (vista, oído, tacto, olfato, gusto) sólo
proporcionan datos pero no intuiciones, ese es el trabajo del entendimiento.
La razón por la que se hace necesario para Schopenhauer la supresión de la voluntad es
porque no quiere solo al individuo como individual, quiere la vida en sí y al querer la vida
en sentido propio tiene que introducir el instinto sexual, desde ahí y con esa intención es
que la voluntad mete al individuo la miseria, desesperación, angustia, soledad. La
15
voluntad no deja al hombre andar por la vida feliz y tranquilo en su individualidad sino
crea la necesidad del otro por lo que la supresión se hace el único camino viable.
1.3. Principium individuationis
El principio de individuación se toma como espacio y tiempo, tiene que entenderse como
parte del nivel de la representación pues su existencia es relativa en tanto que forma
parte de las experiencias intuitivas. El mundo de la representación se conoce por
oposición, sólo existe y se conoces las cosas a través de un sujeto de conocimiento que de
manera a priori tiene la noción de tiempo y espacio y puede dar cuenta de la sucesión de
eventos o experiencias. Ajuntaré el recuadro que se encuentra en el primer volumen de El
Mundo como Voluntad y Representación en donde explica las características del tiempo y
el espacio y en donde los toma como el Principium Individuationis.
Del Tiempo
1.
Del Espacio
Solo hay un tiempo, y todos los diferentes tiempos son
partes del mismo.
Los diferentes tiempos no son simultáneos sino
sucesivos.
1.
3.
No puede hacerse abstracción del tiempo, pero sí puede
abstraerse todo de él.
3.
4.
El tiempo tiene tres periodos: pasado, presente y futuro,
que forman dos direcciones con un punto de
indiferencia.
4.
5.
6.
El tiempo es divisible hasta el infinito.
5.
6.
2.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
El tiempo es homogéneo y un continuum: es decir,
ninguna parte del mismo es distinta de las demás ni está
separada de ellas por nada que no sea tiempo.
El tiempo no tiene comienzo ni fin, sino que todo
comienzo y fin están en él.
En virtud del tiempo contamos.
El ritmo existe sólo en el tiempo.
Conocemos a priori las leyes del tiempo.
El tiempo es intuible a priori, aunque solo bajo la figura
de una línea.
El tiempo no tiene duración sino que pasa tan pronto
como existe.
El tiempo es incesante.
Todo lo que existe en el tiempo tiene una duración.
El tiempo no tiene duración sino que toda duración
existe en él, y es el permanecer de lo permanente, en
oposición a su curso incesante.
El movimiento sólo es posible en el tiempo.
2.
Solo hay un espacio, y todos los diferentes espacios son
partes del mismo.
Los diferentes espacios no son sucesivos sino
simultáneos.
No puede hacerse abstracción del espacio, pero sí puede
abstraerse todo de él.
El espacio tiene tres dimensiones: altura, anchura y
profundidad.
El espacio es divisible hasta el infinito.
El espacio es homogéneo y un continuum: es decir,
ninguna parte del mismo es distinta de las demás ni está
separada de ellas por nada que no sea espacio.
7. El espacio no tiene límites sino que todos los límites
están en él.
8. En virtud del espacio medimos.
9. La simetría existe sólo en el espacio.
10. Conocemos a priori las leyes del espacio
11. El espacio es inmediatamente intuible a priori.
12. El espacio no puede perecer sino que permanece
siempre.
13. El espacio es inmóvil
14. Todo lo que existe en el espacio tiene un lugar.
15. El espacio no tiene movimiento sino que todo
movimiento existe en él, y es el lugar del cambio de lo
móvil, en oposición a su inconmovible reposo.
16. El movimiento sólo es posible en el espacio.
17. La velocidad está, para un mismo tiempo, en relación
16
17. La velocidad está, para un mismo espacio, en relación
inversa con el tiempo.
18. El tiempo no es mensurable directamente, por sí mismo,
sino solo indirectamente, a través del movimiento, en
cuanto aquello que existe a la vez en el espacio y el
tiempo: así miden el tiempo el movimiento del Sol y el
del reloj.
19. El tiempo es omnipresente: cada parte de él está en
todas partes, es decir, en todo el espacio
20. En el tiempo por sí solo, todo sería sucesivo.
21. El tiempo hace posible el cambio de los accidentes.
22. Cada parte del tiempo contiene todas las partes de la
materia.
23. El tiempo es el principium individuationis.
24. El ahora no tiene duración.
25. El tiempo en sí es vacío e indeterminado.
26. Cada instante está condicionado por el anterior y existe
sólo en cuanto esta ha dejado de existir. (Principio de
razón del ser en el tiempo. Véase mi tratado Sobre el
principio de razón.)
27. El tiempo hace posible la aritmética.
28. El elemento simple de la aritmética es la unidad
directa con el espacio.
18. El espacio es directamente mensurable por sí mismo, e
indirectamente a través del movimiento, en cuanto
aquello que existe a la vez en el tiempo y el espacio: de
ahí, por ejemplo, una hora de camino y la distancia de las
estrellas expresada mediante años luz.
19. El espacio es eterno: cada parte de él existe en todo
tiempo.
20. En el espacio por sí solo, todo sería simultáneo.
21. El espacio hace posible la permanencia de la sustancia.
22. Ninguna parte del espacio contiene la misma materia
que otra.
23. El espacio es el principium individuationis.
24. El punto no tiene extensión.
25. El espacio en sí es vacío e indeterminado.
26. Mediante la situación de cualquier límite en el espacio
con respecto a cualquier otro, podemos determinar
estrictamente su situación con respecto a todos los
posibles. (Principio de razón del ser en el espacio.)
27. El espacio hace posible la geometría.
28. El elemento simple de la geometría es el punto.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 79-81)
En la obra El Mundo como Voluntad y Representación explica que existen dos tipos de
representaciones: las intuitivas y las abstractas, de las cuales las abstractas son los
conceptos que le son exclusivos al hombre puesto que es el único con capacidad de razón
y es a través de ella que puede conocer.
Ahora, la experiencia es dependiente de las representaciones intuitivas, es la intuición la
que tiene el conocimiento de las propiedades del espacio y del tiempo (principio de
individuación) de manera a priori y ellas son las que rigen toda experiencia. Schopenhauer
considera las experiencias como una clase de representación especial pues son intuidas en
forma pura y vacía de contenido. Solo tienen una existencia relativa.
La existencia relativa de las representaciones intuitivas se debe a que sólo son objetos o
representaciones en tanto que hay un sujeto que las percibe es por esto que cuando no
hay sujeto cognoscente cesan de existir, en este sentido es que la voluntad objetivada en
el hombre pone su existencia como lo más importante.
El mundo como representación, en cualquier respecto en que lo consideremos,
posee dos mitades esenciales, necesarias e inseparables. Una es el objeto: su
forma es el espacio y el tiempo, y mediante ellos la pluralidad. Pero la otra
17
mitad, el sujeto, no se halla en el espacio y el tiempo, pues está entero e
indiviso en cada uno de los seres representantes; de ahí que uno solo de ellos
complete con el objeto el mundo como representación, tan plenamente como
todos los millones que existen; pero si aquél se único desapareciera, dejaría de
existir el mundo como representación. (Schopenhauer, El mundo como
voluntad y representación I, 2009, p. 53)
El principio de individuación, como podemos observar, es el tiempo y el espacio y con esto
se refiere a que es únicamente en el espacio y en el tiempo en el que el individuo se
conoce y puede actuar. Como sabe que existe en un aquí y un ahora esto hace que su
percepción no pueda ir más allá y se sienta una especie de “ombligo del mundo”. Cuando
Schopenhauer dice que hay que traspasarlo se refiere al olvido de lo individual para llegar
a la consciencia del mundo y así a la voluntad en sí. Una vez logrado esto es posible su
renuncia.
En la tragedia (modo literario) se muestra el conflicto de la voluntad consigo misma en un
grado superior puesto que nos enseña cómo los afanes entrecruzados de la voluntad que
se manifiesta en el individuo luchan entre sí hasta destruirse y aquél que ha quedado llega
al reconocimiento de la voluntad por medio del sufrimiento eleva su alma hasta el
desengaño que Maya representa y traspasa el principium individuationis.
Una y la misma voluntad es la que en todos ellos vive y se manifiesta, pero sus
fenómenos combaten y se despedazan a sí mismos. En este individuo se
presenta poderosa, en aquél más débil, aquí está más o menos entrada en
razón suavizada por la luz del conocimiento; hasta que finalmente, en algunos
individuos, ese conocimiento; purificado y elevado por el sufrimiento mismo,
alcanza el punto en que el fenómeno, el velo de Maya, ya no le engaña; el
punto en que la forma del fenómeno, el Principium individuationis, queda
traspasado y con él se extingue el egoísmo en el que se basa; con lo que los
motivos, hasta entonces tan poderosos, pierden su fuerza dejando lugar al
completo conocimiento de la esencia del mundo que, actuando como
aquietados, provoca la resignación, la renuncia no simplemente a la vida sino a
toda la voluntad de vivir. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación I, 2009, p. 309)
Aunque de manera general, en este capítulo traté de recopilar los elementos más
importantes para el entendimiento que rige El Mundo como Voluntad y
18
Representación y que servirán de guía en la lectura de los siguientes dos apartados
de este trabajo. Seguiré ahora con los diferentes tipos de amor que rigen a la
voluntad desde la voluntad de vivir hasta su superación.
1.4. Influencias religiosas
Es necesario hablar de aquellas religiones que influenciaron el pensamiento de
Schopenhauer en tanto que la obra que trataré está llena de referencias, conceptos y
explicaciones que remiten a éstas. A lo largo del texto se mencionan tres que son en las
que ahora me concentraré; dos de ellas pertenecen al hinduismo; son el brahmanismo y el
budismo y por último se menciona obviamente el cristianismo siendo que es la religión en
la que Schopenhauer nace.
Considero que no es necesario realizar una explicación de la religión cristiana en tanto que
es de conocimiento general su doctrina y sus preceptos. Es una religión monoteísta
aunque regida por una trinidad de padre, hijo y espíritu santo. En el núcleo se trata del
amor a Dios y al prójimo por encima de todas las cosas y en el mejoramiento personal
para ser merecedor de la vida eterna y así ganar la entrada al reino de los cielos.
Siendo que las religiones hindús nos son un poco más ajenas he decidido explicar aquellas
a las que Schopenhauer hace mención puesto que lo considero necesario para el completo
entendimiento del pensamiento ascético al que nuestro autor hace referencia. Son en
ellas donde encontramos la resignación al sufrimiento que la vida implica y que apuntan a
una renuncia de deseos para la elevación del alma. En una el objetivo es la unión del alma
con el de la divinidad y así salir de del juego de la reencarnación y en la otra la meta es el
cese del sufrimiento
El objetivo de varias de las religiones que conforman el hinduismo es salir del ciclo de las
reencarnaciones, es posible que Schopenhauer haya entendido esto como el dolor que
implica el mundo para enseñar a las almas lo que significa Dios y el castigo que significa el
regresar a este mundo en tanto que existiría algo que todavía no se comprendió y es por
19
esto que se tiene que regresar, para que el viaje de la reflexión continúe. El salir de este
ciclo significa la completa superación del alma.
1.1.1. Brahmanismo
El Brahmanismo es una religión de transición que se dio en la india entre el vedismo y el
budismo (aunque también se dice que la religión védica y el brahmanismo es equivalente).
Una de las explicaciones que se tiene es que en el vedismo los únicos que podían estar en
contacto con las divinidades eran los sacerdotes de alta categoría, debido a este hecho,
los brahmanes empezaron a sentir el descontento de la secularización y posterior a un
momento de disputas se impuso el brahmanismo.
Este consiste, de un modo muy general, en que existe un solo Dios o divinidad y todo
alrededor son tan sólo una parte de él. El dios en cuestión es Brahma y todos los seres en
la tierra son su expresión, es decir, el dios es uno aunque tenga múltiples manifestaciones,
es por esto que existe una aparente multiplicidad de dioses a los que adoran. Las dos
expresiones más importantes de este dios son Visnú (el preservador) y Shiva (el
destructor)
El tipo de transmisión de las enseñanzas es oral y a través de las Upanishad que eran las
historias escritas por lo brahmanes. Este tipo de relatos contaban la historia de un
maestro brahmán, el cual enseñaba a su discípulo acerca del dios único Brahma que era
superior a los dioses védicos aunque tal vez no superior sino el todo del que esos dioses
eran solo parte.
Existen aproximadamente 200 libros sagrados a los que se les llama Upanishad. La palabra
Upanishad significa literalmente sentarse más bajo que otro por lo que nos brinda la idea
de tipo de relato educativo que eran. Estos libros sagrados probablemente se basan en las
experiencias místicas que le sucedieron a gente que cansada de la religión védica (o de la
que se tratara la historia en particular, incluso hubiese podido ser hipotética) deciden
retirarse a los bosques para así llevar una vida ascética.
20
El objetivo de las Upanishad es la enseñanza del hecho de una conexión con la divinidad y
la posibilidad que el hombre tiene de identificarse con él. La salvación se encontraba en el
crecimiento y cuidado del alma o atma de cada individuo para así seguir al hilo que
conectaba a este mundo con el otro, o sea, a la identificación y regreso con el dios
Brahma.
En estos libros la doctrina consiste en que todo está en un movimiento o cambio
constante pero el movimiento es cíclico que se repite. Es ese ciclo cada quien debe
trabajar en su interioridad para realizar el dharma que para el hombre significa conducta
piadosa correcta. Cada cosa tiene un dharma diferente porque es aquello para lo que se
está hecho, en el caso del agua su dharma sería fluir, en el ave volar, etc. El dharma del
hombre entonces es alcanzar la salvación del espíritu y la unión con Brahma.
El tema principal de las Upanishad es indagar sobre la naturaleza de Brahma que es el
todo y cómo lograr que el alma ascienda de manera exitosa hacia él puesto que objetivo
último es salir del estado cíclico. Se tratan temas como la naturaleza y el propósito de la
vida, se enseñan diversas formas de meditación y la transmigración de las almas, ésta se
da cuando no se ha aprendido o no se ha logrado cumplir con el objetivo de la existencia.
1.1.2. Budismo
Esta práctica se distingue de la mayoría de las religiones hinduistas puesto que no es teísta
por lo que se puede llamar doctrina filosófica-religiosa. Dentro de esta religión/modo de
vida se encuentran varios aspectos, historias, prácticas que por el motivo del trabajo no
voy a tratar pero voy a tratar de rescatar los aspectos más generales siempre que sirvan al
entendimiento de la influencia que este pensamiento tuvo en Schopenhauer.
Deriva del brahmanismo y es fundada por Buda Gautama y obviamente ha evolucionado
por la gran diversidad y difusión que sus prácticas infundieron en la gente de occidente.
Historias entre mitos y realidad difunden la historia de los cuatro elementos que trata la
historia de su primera salida fuera del palacio (porque se dice que fue un noble) vio a un
anciano, un enfermo, un cadáver y un asceta.
21
Años después de este suceso decidió investigar el problema del sufrimiento y a esta
decisión se le unió la renuncia a todos sus bienes materiales incluyendo herencia y título,
es por esto que a este hecho se le llama La Gran Renuncia. Toma esa decisión para así
poder seguir con honestidad sus prácticas religiosas y vivir una la vida ascética que éstas le
exigían.
Podríamos seguir contando las historias de Buda en tanto que el budismo así como el
brahmanismo tienen en común que sus enseñanzas son a partir de historias de
experiencias místicas sobre el maestro que emprende un viaje en el que a partir de la
reflexión llega al entendimiento del mundo y su propósito dentro de éste sin embargo
pasaré a explicar los elementos más importantes dentro de las enseñanzas del budismo.
En el budismo hay cuatro nobles verdades
1. Duhkha (el sufrimiento o descontento de la vida): haber nacido implica
sufrimiento, en la vejez hay sufrimiento, sufrimos las enfermedades, el deseo
significa sufrir por aquello que nos falta y aparte de esas cuestiones existe el dolor
y desesperación. En todo hay un sufrimiento (corporiedad, sentimiento,
percepción, formaciones mentales predispuestas y consciencia discriminativa), de
eso trata esta parte. La vida es un sufrimiento del alma.
2. Trasnā (el origen del deseo): El origen del sufrimiento está en el deseo, ese anhelo
por cumplir cada capricho ya sea de los sentidos o de la satisfacción personal,
siempre se está buscando lo siguiente cuando se desea, cuando se cumple aquello
que añoramos no hay una calma sino un siguiente anhelo.
3. Al extinguirse su causa se extingue el deseo: Cuando abandonamos nuestra
capacidad de desear es que el sentimiento de sufrimiento se anula, No hay
expectativas, esperanzas, añoramiento, se llega a una ausencia de pasión.
4. Para la extinción del deseo se debe seguir el noble camino: El camino que enseña
el budismo para cesar la búsqueda implacable de la satisfacción del deseo lo
conforma la sabiduría, la ética y el cultivo de la mente por medio de la meditación
y plena consciencia del ser de uno mismo.
22
A esas verdades se le suman las tres características de la existencia que explican la
naturaleza de las cosas o los fenómenos de este mundo:
1. Anitya: que es el cambio constante, es decir, la impermanencia de las cosas. Todo
es pasajero y aunque se quiera pensar diferente no existe nada permanente. Este
tipo de pensamiento es el que justifica que no haya una teología en esta práctica.
2. Anātman: Se explica la inexistencia de un “yo” permanente. Se elimina el
pensamiento de la vida después de la muerte, de una inmortalidad del alma
puesto que hay una ausencia de tal. Todo es cambio y eso aplica también al
hombre, no hay permanencia y ahí que no pueda haber un dios. La idea de que
exista un “yo” es falsa que nace de la equivocada noción de individualidad. No hay
una muerte de la persona por lo que no se llega al nihilismo sino solo se niega la
existencia de una sustancia única y permanente; de una esencia intrínseca.
3. Duhkha: Eliminación del sufrimiento. El Duhkha es el principal objetivo de la
enseñanza budista. Existe una promesa de encontrar la verdadera felicidad a la
que se llega después del crecimiento espiritual a través de estas prácticas aunque
se debe aceptar que la vida contiene un sufrimiento inherente a ella aunque sea de
manera intermitente.
Esta explicación, aunque muy básica nos ayuda a entender de manera general lo que
Schopenhauer toma como verdades últimas y lo ayudan a toparse de frente con la
sustancia o esencia última (aunque en el budismo no haya tal). Ya no hay Brahma pero hay
voluntad que lo es todo.
23
Capítulo 2: La voluntad de vivir
La decisión de llamar a este apartado voluntad de vivir se basa en que precisamente todos
los tipos de amor que aquí son tratados tienen su fundamento en la voluntad de vivir. Esto
es, que el ser humano se ve inmerso en estos modos de la existencia por una necesidad
ciega de preservación, tanto de él mismo como de la especie. Es esta necesidad de
supervivencia que lleva a los hombres a buscar refugio y alimento, a vivir en manada o
sociedad cuando se ve amenazado por el medio ambiente y finalmente a buscar la
reproducción y así la continuidad del género humano.
Durante los siguientes capítulos me refiero al amor como “tipos” o “modos de la
existencia” y no como niveles debido a que Schopenhauer no tiene propiamente una
sistematización. No hay paso uno o nivel uno como lo habría en Platón (por ejemplo). No
existe una guía con la intención de guiar al sabio, a la razón o al individuo común para el
escape de la voluntad.
Lo que hizo fue una descripción de la realidad, de la existencia y de cómo se transita a
través de ella, es por esto que tomé la decisión de utilizar estos términos para no
confundir al lector con respecto a la intención del autor que estoy tratando. Su principal
intención fue desentenderse del mundo ilusorio y dar a conocer la verdadera esencia de
todo, a saber, la voluntad.
Me he tomado la libertad de tener en consideración 6 tipos de amor que encontré en la
obra El Mundo como Voluntad y Representación de Arthur Schopenhauer. Esta selección
y su orden fueron hechas a mí consideración y no deben confundirse con el ánimo del
autor de la obra. En este capítulo se tratarán 2 de esos “tipos” o “modos de existencia”, el
amor propio y el amor sexual.
24
2.1. Amor propio
Este modo de existencia, a saber, el amor propio, es el instinto primario en el hombre, es
aquello que asegura la permanencia de la vida puesto que se manifiesta como una fuerza
a modo de desesperación por aferrarse a la vida. Este tipo de amor tiene su fundamento
en el egoísmo debido a que es el interés por la propia vida la que lo mueve o motiva. Es
esta voluntad la que lleva a los hombres a pasar por cualquier situación o evitar cualquier
tipo de peligro para preservar la existencia.
El amor propio también es llamado egoísmo por Schopenhauer debido a que el individuo
pone su existencia por encima del bienestar de otros, cada quien reconoce la voluntad en
sí mismo y por esto defiende su propia vida como si fuera la más preciada. Por esta
equivalencia es posible que durante el texto nos encontremos con la palabra egoísmo en
vez de amor propio como podemos ver en el ejemplo siguiente:
Cada individuo, al mirar adentro, reconoce en su esencia, que es la
voluntad, la cosa en sí, por lo tanto, lo único real. De este modo, se concibe
como el núcleo y el punto medio del mundo, y se siente infinitamente
importante. En cambio, si mira afuera se encuentra en el ámbito de la
representación, del mero fenómeno, donde se ve como un individuo entre
infinitos individuos, como algo sumamente insignificante e íntimo. Por
consiguiente, hasta el individuo más irrelevante, todo yo, visto desde dentro
es todo en todo; en cambio, visto desde fuera es nada o casi nada. Aquí
descansa la gran diferencia entre lo que cada uno es a sus propios ojos y lo
que es a los ojos de todos los demás, y por tanto el egoísmo que todos
reprochan a todos. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación II, 2009, p. 690)
Para referirse a este modo de la existencia, Schopenhauer nos explica que no
necesariamente se da un amor a la vida sino un temor a la muerte. Temor que es en cierta
medida irracional, es en sí el temor a lo desconocido en tanto que la muerte significa la
negación de la existencia y no más. Schopenhauer ve ridículo dicho temor en tanto que no
tiene sentido temerle a un tiempo en donde no existimos puesto que no tememos al
tiempo previo a nuestra existencia.
25
La vida es entonces una lucha constante por la preservación de la vida sin embargo una
vez “asegurada” dicha existencia nos vemos inmersos en el juego del aburrimiento y el
tedio. Que no es un tema sin importancia, dice Schopenhauer:
La vida de la mayoría no es más que una perpetua lucha por la existencia
misma, con la certeza de que al final la perderán. Pero lo que les hace
perseverar en esa lucha tan penosa no es tanto el amor a la vida como el
miedo a la muerte que, sin embargo, se mantiene en un segundo plano
como algo inevitable y puede aproximarse en cualquier momento […] pero
una vez que la existencia les está asegurada, no saben qué hacer con ella:
por eso la segunda cosa que les pone en movimiento es el afán por liberarse
de la carga de la existencia, por hacerla insensible, por “matar el tiempo”, es
decir, huir del aburrimiento. […] Pero el aburrimiento no es para nada un
mal que haya que considerar menor: al final pinta una verdadera
desesperación en el rostro. Hace que seres que se aman tan poco como los
hombres se busquen unos a otros, y es así la fuente de la sociabilidad.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, pp. 370371)
Es esta primera manifestación de la voluntad la que también nos lleva a querer evitar
cualquier tipo de peligro o situación peligrosa. Es cierto que el hombre se caracteriza por
cierta búsqueda de excitación en la realización de ciertas actividades con un grado
elevado de riesgo pero esto es sólo por la necesidad aparente que nos ordena la voluntad
al sentir el aburrimiento o el tedio de una actividad ya repetitiva. Sin embargo estas
situaciones, aunque impliquen una clase de riesgo, no dejan de cuidar la permanencia de
la existencia. La voluntad es la que nos permite hacer o dejar de hacer cualquier actividad
debido al riesgo que dicha actividad presente.
Es el amor a la vida o este egoísmo por seguir existiendo por cualquier medio necesario el
que define nuestros límites. Nos dicta con exactitud qué podemos hacer o hasta qué
punto estamos dispuestos a llegar para la conservación de ésta. Para Schopenhauer el
límite del hombre común se encuentra en el riesgo a perder la propia vida. Se puede
pensar que la moral es la que dicta nuestro hacer en el mundo, sin embargo estamos
dispuestos a dejar a un lado nuestros principios cuando nuestra existencia se ve
comprometida. Sobre esto el autor nos dice:
26
Por ejemplo, dejamos de hacer algo por razones puramente morales, según
creemos; pero luego nos damos cuenta de que fue únicamente el miedo lo
que nos retuvo, ya que lo hacemos tan pronto como desaparece cualquier
peligro. En casos particulares la cosa puede llegar tan lejos que un hombre
no suponga siquiera el verdadero motivo de su acción y hasta se considere
incapaz de ser movido por él: y, sin embargo, ese es el verdadero motivo de
su actuar. De paso se confirma y explica en todo esto la regla de
Larochefoucauld: L'amour propre est plus habile que le plus habile homme
du monde [«El amor propio es más hábil que el hombre más hábil del
mundo, Larochefoucauld, Réflexions, máxima 4.]; e incluso encontramos ahí
un comentario al ϒνῶϑι σαυτόν délfico y su dificultad. -Si, por el contrario,
tal y como se figuran todos los filósofos, el intelecto constituyera nuestra
verdadera esencia y las resoluciones de la voluntad fueran un mero
resultado del conocimiento, entonces lo decisivo de cara a nuestro valor
moral tendría que ser únicamente el motivo por el que suponemos actuar;
del mismo modo que la intención, no el resultado, es aquí lo
decisivo.(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009,
p. 248)
Es un hecho que las religiones han tratado de domesticar, por decirlo así, al ser humano,
poniendo así ciertas reglas sobre lo que se debe o no hacer. Todo esto, por supuesto, con
una serie de consecuencias que aseguren un castigo al que las incumple. Dicho esto,
seguimos justificados en decir que la voluntad de vivir tiene primacía sobre cualquier
creencia religiosa o moral siendo que el hombre tiene un instinto inherente a aferrarse a
ella sobrepasando así el hecho de ser castigado en una vida futura. Cuando la vida corre
peligro el ser humano no se ve atraído a abandonarla por la promesa de una vida mejor
después de la muerte si conserva los lineamientos dictados.
Curioso es el hecho de la promesa de una vida eterna. El ser humano al crear las religiones
tuvo que encontrar la manera de asegurar la permanencia de su existencia, la vida es un
regalo que se nos ha concedido pero debemos sufrirla antes de poder llegar a ese “mejor
lugar” después de la muerte. A pesar de que la vida es en sí misma un regalo se castiga a
aquella persona que, por defenderla, incumpla alguna de las reglas dictadas por aquella
institución religiosa. Probablemente sea debido a que las reglas o mandamientos de las
diferentes religiones tienen por intención guiar al ser humano a la supresión de los
instintos, pero la voluntad de vivir, siendo el más básico de los instintos, es casi imposible
27
de abandonar por esto Schopenhauer nos ofrece 4 juicios que la describen y resumen así
como lo irracional del juzgar a alguien que quiera defender su vida:
¿Cómo podría, dicho sea de paso, el ilimitado amor a la vida y el ansia por
mantenerla a toda costa el mayor tiempo posible ser considerado vil,
despreciable? ¿Y cómo podrían los defensores de cualquier religión
considerarlo indigno de esta si la vida fuera el regalo que hay que agradecer
a los buenos dioses? ¿Y cómo podría entonces parecer grande y noble el
desdeñada? - Entretanto, a través de estas consideraciones se confirma lo
siguiente: 1) que la voluntad de vivir es la esencia más íntima del hombre; 2)
que en sí misma carece de conocimiento y es ciega; 3) que el conocimiento
es un principio originariamente ajeno y añadido a ella; 4) que este lucha
contra ella y nuestro juicio aprueba la victoria del conocimiento sobre la
voluntad. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II,
2009, p. 518)
Con estas 4 premisas finales Schopenhauer resume en lo que consiste la voluntad de vivir
y nos da pauta para el siguiente modo de existencia aquí tratado que es el amor sexual y
nos da un acercamiento hacia el éxito de la lucha contra ella que es el conocimiento. Un
conocimiento de ella y de nuestra naturaleza es lo que puede llevar a su superación.
Con esto podemos observar que el hombre es la objetivación de la voluntad, entonces, es
parte del autoconocimiento y autoconciencia de ésta. En él existe la conciencia y el
intelecto; ahora, la conciencia, como tal, no está sujeta a los instintos y pasiones sino sólo
al conocimiento. Esto quiere decir que el ser humano, a través de la conciencia, es capaz
de llegar a la negación de la voluntad. Sin embargo, el intelecto (que es heredado de la
madre según Schopenhauer), es víctima de las pasiones que dicta la voluntad y por ende
siente un miedo a la muerte inherente a los seres vivos.
El miedo a la muerte viene directamente de la voluntad de vivir que es irracional a la
conciencia en tanto que es irracional temer a un tiempo en el que no existiremos si no se
tiene miedo al tiempo anterior a nuestro nacimiento en el que tampoco existíamos. El
hombre, sin embargo, es un ser en principio y esencia volitivo y es regido por ella. Está de
algún modo obligado a satisfacerla y está sujeto al engaño del placer al cumplir las
órdenes de la voluntad.
28
2.2. Amor sexual
Pasaremos ahora a examinar uno de los modos de existencia o tipos de amor más
importantes en la obra de Schopenhauer. Me refiero a él como uno de los más
importantes dado que a este apartado lo denota como La Metafísica del Amor Sexual
siendo que este trasciende al hombre puesto que atiende a la preservación de la especie.
No se trata de tan sólo un impulso dirigido únicamente al placer sino que en sus manos
Schopenhauer pone el éxito de la conservación y perpetuación del género humano.
Siendo que se trata de una parte muy relevante en la obra de Schopenhauer y que no he
respetado la cronología de las citas utilizadas me ha parecido pertinente utilizar un
pequeño esquema que me permita hacer ver de manera clara qué papel juega el amor
sexual en cada uno de los elementos que Schopenhauer nos propone.
Esquema:
Voluntad  Individuo (instinto)  Procreación (Matrimonio, Posesión)  Especie
2.2.1. Voluntad
En este apartado estudiaré lo que Schopenhauer expone como el amor sexual, es decir, el
instinto. Este modo de la existencia es al que Schopenhauer le pone más atención en
tanto que el engaño que enmascara la necesidad de reproducción y la locura al que el
enamoramiento arrastra, lo intriga. El motivo de este cuestionamiento y por ende la
consideración a este tipo de sentimiento es que hombres y mujeres de todo tiempo han
dejado todo por el cumplimiento de este deseo.
En el apartado anterior vimos que el instinto de supervivencia es el sentimiento primario
en cualquier animal pero el ser humano es capaz de arriesgar la propia vida para la
obtención y posesión del ser “amado”. Esto presenta para Schopenhauer una interrogante
pues parece un sentimiento antinatural y es por esto que el enamoramiento es algo tanto
impresionante como desconcertante y despreciable. Y es que no hay asunto más
importante como a posesión del ser amado cuando el enamoramiento nubla la mente, es
29
así como lo explica en uno de sus apartados puesto que este sentimiento no hace
diferencia de clases, oficios, etc.:
(…) ejerce un influjo perjudicial en los asuntos más importantes, interrumpe
a cada momento las ocupaciones más serias, a veces hace enloquecer
transitoriamente hasta a las mentes más elevadas, no tiene reparo en
irrumpir con sus cachivaches perturbando las acciones de los hombres de
Estado y las investigaciones de los eruditos, es capaz de introducir sus
cartitas de amor y mechones de pelo hasta en los portafolios ministeriales y
los manuscritos filosóficos; con no menos frecuencia urde las acciones más
confusas y perniciosas, disuelve las más valiosas relaciones, rompe los
vínculos más sólidos, llegando a veces a sacrificar la vida o la salud, la
riqueza, la posición y la felicidad; al que en otro caso sería honrado lo hace
carente de escrúpulos, al que hasta entonces era fiel lo convierte en traidor;
por lo que en conjunto aparece como un demonio hostil que se esfuerza por
trastocar, embarullar y destruirlo todo. (Schopenhauer, El mundo como
voluntad y representación II, 2009, pp. 586-587)
Schopenhauer llega a la conclusión de que el enamoramiento es un engaño que reviste al
impulso sexual con un tinte romántico que dulcifica un instinto barbárico y que el origen
de tal se encuentra en la voluntad. Somos voluntad, ésta nos controla y ella se conoce a sí
misma a través del hombre, por tanto tiene que asegurar una continuidad de la especie
porque en ella su ser se objetiva. El entendimiento de este proceso hace que el
romanticismo desaparezca y se muestra claramente otra forma de la voluntad de vivir en
tanto que se busca la perpetuación y mantenimiento de la especie y así asegurar de
alguna manera la inmortalidad. Es bajo esta consideración que Schopenhauer escribe:
Aunque la voluntad solo alcanza la autoconciencia en el individuo, es decir,
no se conoce inmediatamente más que como individuo, surge la honda
conciencia de que es en la especie donde su ser se objetiva, y que para el
individuo los asuntos de la especie en cuanto tal, es decir, las relaciones
sexuales, la procreación y la manutención de la prole, son sin comparación
más importantes y urgentes que todos los demás. De ahí el celo de los
animales (cuya vehemencia se halla magníficamente descrita en la Fisiología
de Burdach, vol. 1, §§ 247, 257), y en el hombre, la cuidadosa y caprichosa
elección del individuo con el que satisfacer el impulso sexual, que puede
llegar hasta un amor apasionado y a cuya investigación dedicaré un capítulo
propio: y de ahí también el exaltado amor de los padres por su prole.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 563)
30
Es por esto que una vez obtenido el ser amado, la obsesión que se tenía por el
cumplimiento de la procreación de un nuevo ser humano (claro que dicha obsesión no es
consciente en el hombre sino que se disfraza de “amor”) se redirecciona y se vuelve hacia
el mantenimiento de la generación venidera (la prole).
2.2.2. Individuo (instinto):
La voluntad actúa directamente sobre el individuo (al decir esto no quiero implicar que la
voluntad y el individuo sean dos entes o seres y por tanto divisibles aunque tampoco hay
una equivalencia, el ser humano es voluntad pero la voluntad no es el ser humano) y
como tal dicta sus instintos. En el reino animal se puede ver claramente como la Voluntad
actúa puesto que no hay una distinción entre sus instintos y su actuar sin embargo en el
hombre esto se torna un poco más complicado.
El hombre, tal y como lo dijo Aristóteles, es un animal racional. Es así como el hombre no
sólo vive de la naturaleza sino crea entes metafísicos e impone un orden específico con el
cual regirse y así convivir como sociedad. Es así como Schopenhauer ve al amor, como un
tipo de metafísica que se crea para la justificación de la procreación y es así como el
hombre se ve engañado por la voluntad que sólo busca el autoconocimiento y le hace
creer que está enamorado. Disfraza el instinto natural en el hombre de amor. En el
apartado de La metafísica del amor sexual de la obra aquí descrita expresa como todo
amor sexual es instinto:
Que todo amor sexual se basa en un instinto dirigido al ser que se ha de
engendrar será plenamente certificado mediante un análisis más exacto al
que no nos podemos sustraer.- A él pertenece en primer lugar el hecho de
que el hombre tiende por naturaleza a la inconstancia en el amor, la mujer,
a la constancia. El amor del varón disminuye notablemente desde el
instante en que ha obtenido la satisfacción: casi cualquier otra mujer le
excita más que la que ya ha poseído: él desea el cambio. Por el contrario, el
amor de la mujer aumenta precisamente desde ese instante. Esa es una
consecuencia de la finalidad de la naturaleza, que se dirige a la conservación
y por lo tanto al mayor incremento posible de la especie. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 595)
31
La razón por la que Schopenhauer hace distinciones entre los distintos tipos de amor tiene
su fundamento en que reconoce la importancia de este para la preservación y
continuación del género humano e incluso la elevación del espíritu. Cuando habla de
enamoramiento se refiere únicamente al sentimiento instintivo que se genera entre dos
personas, a saber, el instinto sexual.
Aunque éste se centre en la reproducción, el engaño de la voluntad que implica el
enamoramiento actúa sobre todo lo que conforma el individuo, de esta manera es como
el amor llega a todos los niveles de la vida humana como lo es el arte como por ejemplo el
teatro y la literatura. La ilusión de amor que crea la voluntad sobre el individuo es el fin de
la mayoría de las aspiraciones humanas puesto que es uno de los instintos que se
muestran con mayor intensidad:
Pues todo enamoramiento, por muchos tintes etéreos de que se quiera
revestir, tiene su único origen en el instinto sexual e incluso no es más que
un instinto sexual determinado, especializado e individualizado en un
sentido muy estricto. Ateniéndonos a esto, consideremos el importante
papel que desempeña el amor sexual en todos sus grados y matices; y no
solo en el teatro y las novelas sino también en el mundo real donde, junto al
amor a la vida, se muestra como el más enérgico y activo de todos los
impulsos, requiere permanentemente la mitad de las fuerzas y los
pensamientos de la parte más joven de la humanidad, es el fin último de
casi toda aspiración humana (…). (Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación II, 2009, pp. 586-587)
El amor sexual se manifiesta como uno de los instintos más básicos en cualquier animal sin
embargo el ser humano tiene la capacidad de consciencia, ésta puede lograr el rechazo de
ellos o la separación entre las cosas que actúan para generar dicho instinto como lo es la
belleza. Es esta separación entre lo instintivo y lo intelectual lo que hace posible una hacer
de un concepto, tan subjetivo como lo es la belleza, algo universal y válido.
Schopenhauer nos dice que es posible buscar un tipo ideal de belleza si dejamos a un lado
el sentimiento de atracción puesto que este se manifiesta cuando en otro se encuentra la
neutralización de los defectos de uno. La belleza intrínseca es donde la voluntad se ve
32
representada en su máxima potencia, es decir, el ideal para engendrar seres humanos
bellos. Esto por un lado, no obstante, es posible separar la visión de la voluntad con el
pensamiento consciente y racional y así tener una mirada más objetiva sobre el objeto
bello a ser juzgado.
Es posible que al alcanzarse ese estado de separación entre lo volitivo y lo intelectual
surjan desviaciones como dice Schopenhauer que pasó con los griegos en tanto que ya no
se busca al sexo opuesto para alcanzar un grado de perfeccionamiento del género
humano sino solo tendríamos en consideración lo bello en sí y, siendo que Schopenhauer
consideraba que la naturaleza de las mujeres era inferior, daba como resultado encontrar
bello a otro hombre, aquél que fuese joven y bello, la búsqueda por la reproducción
entonces o se hace cada vez más quisquillosa y exquisita o se anula y se transforma en
“desviación”.
[…] podemos examinar más a fondo el admirable sentido de la belleza de los
griegos, que hizo a ellos solos entre todos los pueblos de la Tierra capaces
de descubrir el verdadero tipo normal de la forma humana, y establecer
para la imitación de todas las épocas los modelos de la belleza y la gracia; y
así, podemos decir: lo mismo que, cuando permanece unido a la voluntad,
da lugar a un impulso sexual exquisitamente selectivo, es decir, al amor
sexual (que, como es sabido, en los griegos sufrió grandes desvíos), eso
mismo, cuando debido a la existencia de un excepcional predominio del
intelecto se libera de la voluntad pero sigue activo, se convierte en un
sentido objetivo de la belleza de la forma humana, que se muestra
primeramente como sentido estético crítico pero puede llegar hasta el
descubrimiento y la formulación de la norma de todas las partes y
proporciones. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II,
2009, p. 469)
La razón por la que Schopenhauer se refiere a cualquier otro tipo de reconocimiento de
belleza como desviación es por la visión que tiene sobre el fin de todo tipo de amor
sexual, dicha visón consiste en que el amor es un engaño diseñado para que el hombre
cumpla el cometido de la voluntad por medio de la reproducción, se presenta como una
necesidad concretar la unión con la persona “amada”.
33
Parece ser una visión completamente reduccionista sin embargo, esta visión solo la utiliza
para ejemplificar el amor sexual, es en este tipo de amor donde coloca la parte metafísica
de su obra puesto que lo ve como un intercambio a modo de negociación con miras al
aseguramiento de la continuación del género humano. Este tipo de amor, como explico,
no sirve al hombre que lo está sintiendo sino a la voluntad misma para así cumplir su
primordial cometido que es completar su autoconocimiento y asegurar su inmortalidad.
El fin último de todo comercio amoroso, sea con zueco o con coturno, es
realmente más importante que cualquier otro fin de la vida humana y por
eso es plenamente merecedor de la profunda seriedad con que cada uno lo
persigue. En efecto, lo que aquí se decide es nada menos que la
composición de la próxima generación. Con ese frívolo comercio amoroso se
determina aquí la existencia y naturaleza de los personajes del drama que
entrarán en escena cuando nosotros salgamos de ella. Así como la
existencia, existentia, de aquellas personas futuras está condicionada por
nuestro instinto sexual en general, su esencia, essentia, se determina por la
elección individual a la hora de satisfacerlo, es decir, por el amor sexual,
quedando así irrevocablemente fijada a todos los efectos.(Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 587)
Schopenhauer habla varias veces sobre los matrimonios arreglados, normalmente se
refiere a ellos como lo más deseable cuando en él se busca una convivencia armoniosa sin
embargo, la voluntad no busca fines basados en la armonía de los enamorados sino en la
perfección de la especie, con esto quiero decir que los intereses de los hombres a veces se
interponen con los intereses de la voluntad o de la especie. A eso se refiere cuando habla
de la incompatibilidad de un matrimonio cuando es basado en los intereses individuales a
cuando se siguen los intereses de la especie o de la voluntad, es decir, el instinto o amor.
Una unión por intereses individuales es por ejemplo la de la conveniencia monetaria; los
padres de una muchacha siempre verán mejor una propuesta de una persona acaudalada
y con cierta seguridad económica sobre un joven en condiciones de precariedad aunque la
propuesta venga de alguien mucho mayor y deficiente en. Es aquí donde el genio de la
34
especie interviene y hace creer, por medio del amor, que la posesión de la otra persona es
indispensable y es capaz de rechazar hasta el mejor de los duques.
Conforme todo esto, parece como si, al concertarse un matrimonio, tuviera
que salir perdiendo, o el individuo, o el interés de la especie. La mayoría de
las veces ocurre así: pues es una suerte muy infrecuente que la
conveniencia y el amor apasionado vayan de la mano. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 612)
Esto visto desde la perspectiva de una persona burguesa del siglo XIX. Es entendible que
Schopenhauer pusiera un ejemplo de tipo monetario o de escala social para referirse a
interés individual, sin embargo, es posible dar una perspectiva desde la clase baja o de
tiempos actuales para ejemplificar de la misma manera la victoria de la voluntad sobre los
intereses individuales sin referirnos necesariamente a dinero.
La cuestión del interés individual refiere tanto el interés por seguridad y estatus social
pero también se da en la clase baja con respecto a la afinidad o compatibilidad con la
familia del que se pretende cortejar. Es en estos casos en los que la familia pretende
injerir en la decisión sobre el futuro de aquél o aquella. Sin embargo el genio de la especie
hace a un lado este tipo de cuestiones y hace a los hombres buscar a la mujer más
educada, inteligente y con más aptitudes y al hombre más fuerte, varonil y de carácter
admirable puesto que es lo que se hereda de cada uno según Schopenhauer.
2.2.3. Procreación (Matrimonio, Posesión)
Con esto quiero decir que todo matrimonio (cuando es llevado a cabo siguiendo a los
ideales de la voluntad) es formado con fines de procreación aun cuando el hombre no lo
haga de manera consciente. Ahora, es cierto que los matrimonios tienen ese fin, sin
embargo, es la posesión del ser amado lo que es realmente importante, el concretar la
relación física es aún más importante que la reciprocidad del sentimiento amoroso.
Pero por muy objetiva y sublime que pueda parecer aquella admiración, en
cada enamorado solo tiene sus miras puestas en la generación de un
individuo de una determinada índole, lo cual se muestra ante todo en que lo
esencial no es la reciprocidad sino la posesión, es decir, el disfrute físico. Por
eso la certeza de ser correspondido no puede nunca compensar la carencia
35
de ese disfrute: antes bien, en ese caso algunos se han pegado un tiro. En
cambio, los que están intensamente enamorados cuando no consiguen ser
correspondidos se contentan con la posesión, es decir, con el disfrute físico.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 588)
Es la voluntad actuando sobre el individuo el que lo lleva al borde de la locura con el fin de
poseer a la otra persona, sucede lo mismo casi con exactitud en el reino animal cuando es
seleccionada desde una presa hasta de una pareja para el apareamiento. Schopenhauer
expone al ser humano como el máximo sirviente de la voluntad puesto que logra que haga
a un lado su racionalidad para servir a su amo y así satisfacer sus fines.
De hecho, tenemos aquí una clave muy instructiva acerca de la esencia
interior de todo instinto que casi siempre, igual que aquí, pone en marcha al
individuo en favor de la especie. Pues el cuidado con el que el insecto
selecciona una determinada flor, fruto, estiércol, carne o, como hace el
icneumón, una larva de otro insecto, a fin de depositar sus huevos solo ahí,
sin reparar en esfuerzos ni peligros para conseguirlo, es claramente análogo
al cuidado con el que un hombre elige para su satisfacción sexual a una
mujer de determinada índole individualmente adecuada a él; y la desea con
tal ahínco que a menudo, para lograr su fin y pese a toda racionalidad,
sacrifica su propia felicidad con un matrimonio insensato, con una relación
amorosa que puede costarle fortuna, honor y vida, y hasta con el crimen,
como el adulterio y la violación; todo ello, solo para servir
convenientemente a la especie en conformidad con la soberana voluntad de
la naturaleza, aunque sea a costa del individuo. (Schopenhauer, El mundo
como voluntad y representación II, 2009, p. 593)
Debido que el matrimonio o la unión entre dos personas, este tiene como fin el engendrar
a una nueva generación. El proceso de selección de la pareja tiene siempre como objetivo
el perfeccionamiento de esta por lo que el ser humano siempre estará buscando aquello
que le falte, complemente o reduzca los defectos o virtudes a manera de neutralización.
Así, una mujer de baja estatura se fijará en un hombre de estatura alta; un hombre de tez
obscura encontrará más atractiva a una mujer de tez clara.
Por eso aquí cada uno ama lo que le falta. Procedente de la índole individual
y a la índole individual dirigida, la elección basada en tales consideraciones
relativas es mucho más definida, resuelta y exclusiva que la que parte de
consideraciones absolutas; por eso el origen del verdadero amor
apasionado se encuentra por lo regular en esas consideraciones relativas,
36
mientras que la inclinación común y más superficial nace de las absolutas.
Por consiguiente, no suelen ser las bellezas regulares y perfectas las que
encienden grandes pasiones. Para que nazca una inclinación realmente
apasionada se requiere algo que solo puede ser expresado mediante una
metáfora química: ambas personas tienen que neutralizarse entre sí, como
el ácido y el álcali se neutralizan en una sal común. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 599)
Esto quiere decir que el gusto o la búsqueda por el otro se ve reducido a buscar en él
aquello que sirva de perfeccionamiento del el producto final de dicha unión, es decir, la
siguiente generación. Aceptar esto significaría entonces que la belleza en sí no es lo que se
persigue en el proceso de selección, sino que la belleza pasa a un estado subjetivo y
meramente instintivo. Toda persona que parezca ideal para engendrar un hijo parecerá,
entonces, bella para el que la ha “elegido”.
Por lo tanto, el hombre más viril buscará la mujer más femenina y viceversa,
y exactamente igual cada individuo buscará a quien se corresponda con su
grado de sexualidad. En qué medida se da entre dos individuos la
proporción requerida es sentido instintivamente por ellos y funda, junto a
las demás consideraciones relativas, los grados superiores del
enamoramiento. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación
II, 2009, p. 600)
Así pues se vuelve cada vez más obsesiva la búsqueda por los correctivos de los defectos
que cada uno tiene. Este caso no sólo se hace presente con respecto a las carencias
individuales o cosas que se desean tener tales como sería que alguien de cabello chino
admire el cabello lacio de alguien más sino que el genio de la especie o la voluntad buscan
la perfección en un sentido originario, podríamos pensarlo como el ideal de cada cosa
haciendo referencia a las ideas con respecto a las copias en Platón.
Es así como uno se siente inclinado hacia lo bueno y lo sano en el sentido en que el cabello
y los ojos oscuros son indicadores de una buena pigmentación en la piel y resultan menos
sensibles a la luz, sucede lo mismo con la piel oscura en tanto que es más resistente al
clima y al sol. Ahora, la piel blanca se ha convertido en lo segundo que se busca puesto
que también es resistente climas fríos y gran parte de la población tiene esta tonalidad
entonces es ahora una normalidad.
37
En el amor sexual, pues, la naturaleza vuelve al cabello oscuro y los ojos
castaños como su tipo originario: pero la piel blanca se ha convertido en una
segunda naturaleza; si bien no hasta el punto de que nos produzca aversión
la piel morena de los hindúes. - Por último, también en las partes
individuales del cuerpo cada uno busca el correctivo de sus defectos y
desviaciones, y más decididamente cuanto más importante es la parte de
que se trata. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II,
2009, p. 601)
Es entonces correcto decir que se busca una armonía entre las cualidades físicas de dos
personas para que así el producto de la unión sea un digno representante de la especie y
de esta manera la voluntad se vea idealizada en él. Por eso Schopenhauer se ve justificado
en dar el ejemplo de que un hombre se enamora perdidamente de una mujer fea puesto
que encontraría en ella una armonía con respecto a sus cualidades.
El caso raro de que un hombre se enamore de una mujer fea surge cuando,
dentro de la exacta armonía del grado de sexualidad antes explicada, sus
anomalías son precisamente las opuestas, o sea que constituyen el
correctivo de las de él. El enamoramiento suele alcanzar entonces un alto
grado. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009,
p. 602)
Ahora, es cierto que la atracción se da por las cualidades físicas de las que la otra persona
adolece, sin embargo, eso no es lo único que se ha de tomar en cuenta para la adecuada
selección de una pareja. Según Schopenhauer también existen las cualidades psíquicas de
las que el carácter y el intelecto son parte.
Él considera que hay ciertas cosas que se heredan del padre y otras de la madre
necesariamente, no piensa que sean características completamente al azar sino que la
madre es la encargada de heredar la parte intelectual y del padre obtenemos el carácter y
la sensibilidad. Siguiendo esta línea de pensamiento podemos afirmar que las mujeres se
ven atraídas (además de la fuerza que muestran que son sinónimo de protección) por los
sentimientos y el carácter de un hombre y ellos se fijarán en las cualidades intelectuales
que ellas posean.
38
Siendo esto así, no importaría que un hombre sea considerado un ignorante, o que la
mujer sea considerada un energúmeno puesto que no son elementos que vayan a ser
heredados a la generación venidera. Es por esto que Schopenhauer no teme decir que la
mujer que diga que se ha enamorado de “el espíritu” de un hombre o que él afirme que su
amor proviene del magnífico carácter de la mujer en tanto que no es lo que la voluntad
busca en cada uno.
El segundo tipo de consideraciones en que se fundamenta el amor sexual lo
constituyen las cualidades psíquicas. Aquí encontraremos que la mujer
siempre es atraída por las cualidades del corazón o del carácter del hombre,
que son heredadas del padre. Es preferentemente la firmeza de la voluntad,
la decisión y el valor, quizá también la honradez y la bondad de corazón, lo
que conquista a las mujeres. En cambio, las cualidades intelectuales no
ejercen ningún poder de forma directa e instintiva sobre ellas, precisamente
porque no se heredan del padre. […] En ocasiones también se celebran
matrimonios por amor entre seres sumamente heterogéneos desde el
punto de vista intelectual; por ejemplo: él, rudo, vigoroso y limitado; ella, de
una dulce sensibilidad y sutil pensamiento, instruida, con sentido estético,
etc.; o él, absolutamente genial e instruido; ella, una gansa. […] La razón es
que aquí prevalecen otros criterios distintos de los intelectuales: los del
instinto. En el matrimonio no se ponen las miras en un entretenimiento
espiritual sino en la procreación de los hijos: es un vínculo de corazones, no
de cabezas. […]Los hombres, en cambio, no se determinan en el amor
instintivo por las cualidades de carácter de la mujer. […] Sí influyen aquí las
cualidades intelectuales, ya que se heredan de la madre. […] las madres
hacen que sus hijas aprendan bellas artes, lenguas o cosas similares, a fin de
hacerlas atractivas a los hombres; con ello pretenden apoyar el intelecto
con medios artificiales, como también, si se presenta el caso, las caderas y el
pecho. - Hay que observar que aquí se trata solamente de la atracción
inmediata e instintiva, la única de la que nace el verdadero enamoramiento.
El que una mujer inteligente y culta aprecie el entendimiento y espíritu de
un hombre, que un hombre a partir de una reflexión racional examine y
pondere el carácter de su prometida, no afecta al asunto del que aquí se
trata: en tales cosas se basa la elección racional en el matrimonio pero no el
amor apasionado, que es nuestro tema. (Schopenhauer, El mundo como
voluntad y representación II, 2009, pp. 598-599)
El matrimonio es formado gracias a la fantasía que el amor brinda a la pareja. Es una
especie de velo que los nubla formando una ilusión de necesidad de unión y deseo
39
ininterrumpido de formar una familia. A este tipo de ilusión se le llama “amor apasionado”
y este se manifiesta cuando la unión resulta ideal para los fines de la voluntad. Es casi
seguro que este tipo de uniones denominadas bajo “amor apasionado” termine en fracaso
y odio puesto que suelen ser completamente opuestas.
Este tipo de unión es armoniosa para la generación de un nuevo individuo pero no
necesariamente resulta armoniosa en un sentido de compatibilidad de personalidades por
lo que una vez concretada la meta de la voluntad, a saber, la procreación, las personas se
ven envueltas con alguien completamente heterogéneo, es decir, una vez levantado el
velo la fantasía se acaba.
Con gran frecuencia, la pareja unida por esa ilusión instintiva que constituye
la esencia del amor apasionado es de lo más heterogénea en todos los
demás respectos. Eso sale a la luz cuando la ilusión, como no podía ser de
otra manera, desaparece. En consecuencia, los matrimonios por amor
suelen resultar desgraciados: pues con ellos se cuida de la generación futura
a costa de la presente. «Quien se casa por amores, ha de vivir con dolores»,
dice el refrán español. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación II, 2009, p. 611)
Aunque temporalmente no está tan lejos, Schopenhauer está lejos de ser un romántico
aunque tal aclaración sea probablemente innecesaria. El matrimonio lo ve como un
convenio contractual en donde la voluntad impone ciertos requisitos para poder
generarse a sí misma en un nuevo individuo, dichos requisitos deben ser cumplidos por las
dos partes y así celebrar un armonioso acuerdo.
Esta visión puede no ser la más fácil de asimilar por la gente que vive bajo el engaño de la
especie que quiere creer que es dueña de sus impulsos o al menos eso es lo que el autor
afirma. Él cree que es una verdad autoevidente y quien estuviese suficientemente
interesado en indagar sobre estos asuntos, no podría sino reconocer esta verdad. Los
enamorados no son sino esclavos del interés de la especie.
Dicho sea de paso, por mucho que mi metafísica del amor disguste a los que
están cautivados por esa pasión, si fueran capaces de alguna consideración
racional contra ella, tendría que ser la verdad fundamental que yo he
40
descubierto la que, antes que cualquier otra, les hiciera posible superarla.
Pero aquí hay que atenerse a la sentencia del antiguo cómico: Quae res in se
neque consilium, neque modum habet ullum, eam consilio regere no potes
[«Lo que es sí no tiene racionalidad ni medida, no puedes regirlo por la
racionalidad, Terencio, Eunuco, 57-58.]. Los matrimonios por amor se
contraen en interés de la especie, no de los individuos. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 611)
2.2.4. Especie:
Aun siendo este el caso, no hay porqué menospreciarlos, está en ellos (los enamorados) el
futuro de la especie. En los ojos de los jóvenes que hablan en prosa, “respiran el rocío del
amanecer que se refleja en los ojos de su amada” e intoxican el ambiente con una niebla
rosa que va decorando las flores en las que se posan; ahí se encuentra la voluntad en su
máximo actuar y deposita en ellos la responsabilidad de la generación futura.
Por consiguiente, las relaciones amorosas de la actual generación, tomadas
en su conjunto, constituyen la seria meditatio compositionts generationis
futurae, e qua iterum pendent innumerae generationes [La meditación acerca de
la composición de la generación futura, de la que a su vez dependen innumerables
de la totalidad del género humano. Esa importancia suma del
asunto, en el que no se trata, como en todos los demás, del placer y dolor
individual sino de la existencia y especial naturaleza del futuro género
humano, por lo que la voluntad individual aparece en su máxima potencia,
como voluntad de la especie: esa es la base del carácter patético y sublime
de los asuntos amorosos, así como de la transcendencia de sus arrebatos y
dolores, caracteres estos que los poetas no se han cansado de presentar en
innumerables ejemplos desde hace siglos. (Schopenhauer, El mundo como
voluntad y representación II, 2009, p. 588)
generaciones.]
Por esto es que Schopenhauer ve necesario la dedicación de todo un apartado para este
motivo, es el importante papel que juegan los enamorados lo que le intriga. En ellos no se
concentran los intereses individuales sino el interés de la especie y las generaciones
futuras, todos estos temas no son de menor importancia sino es aquello que mueve a la
voluntad puesto que de ello depende su autogeneración y autoconocimiento.
41
El verdadero fin de todo el romance amoroso, aunque desconocido para sus
protagonistas, es que se engendre ese hijo determinado: el modo en que
eso se consiga es una cuestión accesoria. Por mucho que puedan clamar
contra el crudo realismo de mi opinión las almas elevadas y sensibles,
sobre todo las enamoradas, están en el error. ¿Pues no es la exacta
determinación de las individualidades de la próxima generación un fin más
alto y digno que aquellos exaltados sentimientos y pompas de jabón de
ellos? ¿Puede haber entre los fines terrenos uno más importante y
grandioso? Solo él se corresponde con la profundidad con la que se siente el
amor apasionado, la seriedad con la que se presenta y la importancia que
otorga incluso a las minucias, de su ámbito y sus motivos. Solo en la medida
en que se toma ese como el verdadero fin nos parece que los rodeos, los
infinitos esfuerzos y penalidades para obtener el objeto amado son
adecuados al asunto. Pues es la generación futura en toda su determinación
individual lo que apremia para entrar en la existencia por medio de aquella
agitación y esfuerzo. Ella misma se agita ya en la circunspecta, decidida y
porfiada elección de cara a la satisfacción del instinto sexual, a la que se
llama amor. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II,
2009, p. 589)
Ahora, es cierto que los individuos juegan un papel extremadamente importante y es por
esto que el genio de la especie se encarga de engañarlos pero cuando esto ha finalizado y
el engaño descubierto, se devela el individuo como solo en el mundo (de nuevo) y la vida
de pareja se vuelve repetitiva y tediosa por lo que es necesario cambiar. Ya no hay
margaritas, ya no es posible recordar cuáles fueron las razones por las que estar juntos
parecía lo más importante.
Conforme al carácter del asunto, tras haber logrado por fin el placer, todos
los enamorados experimentan un asombroso desengaño y se sorprenden de
que lo que habían deseado con tanta vehemencia no les haya producido
mayor satisfacción sexual que cualquier otra cosa; de modo que no ven que
hayan ganado mucho. En efecto, aquel era a todos sus demás deseos lo que
la especie al individuo, es decir, lo que lo infinito a lo finito […]. Por eso todo
enamorado se lleva un chasco después de completar la gran empresa: pues
ha desaparecido la ilusión con la que la especie engañaba al individuo. Por
eso dice Platón con gran acierto: ἡδoνὴ ἁπάντων αλαζoέστατoν (voluptas
omnium maxime vaniloqua) [«El placer es la más vanidosa de todas las
cosas», Filebo 6Sc.], en Phileb., 319. (Schopenhauer, El mundo como
voluntad y representación II, 2009, p. 594)
42
Es en este sentido que la individualización adquiere fuerza y potencia en tanto que no sólo
se está buscando la continuidad de la especie como cantidad excesiva de la misma, no se
busca un sinnúmero de individuos puesto que esto haría del impulso sexual algo vulgar y
pasajero. Lo que busca la voluntad es la tipificación de la especie a un modelo ideal,
originario e imperecedero.
Esto hace que se busque “el tipo de la especie”; por esto es que se busca el
perfeccionamiento constante de cada detalle. La individualización genera que no se busca
cantidad sino calidad en la generación venidera y hace que la búsqueda tenga un sentido
“noble” o especial. Por eso es que no sólo se desea en un sentido físico o, para decirlo de
otra manera, no sólo es importante la atracción física sino se toman en cuenta las
cualidades intelectuales y de carácter en cada uno.
Antes hemos visto que la intensidad del enamoramiento crece con su
individualización, al demostrar cómo la condición corporal de dos individuos
es tal que el uno supone el especial y perfecto complemento del otro de
cara a producir en lo posible el tipo de la especie, razón por la que lo desea
de manera exclusiva. En este caso aparece ya una significativa pasión que,
precisamente porque se dirige a un único objeto y solo a ese, es decir,
porque nace por un especial encargo de la especie, adquiere enseguida un
tinte noble y sublime. Por la razón opuesta, el simple impulso sexual resulta
vulgar ya que, careciendo de individualización, está dirigido a todo y tiende
a conservar la especie solo según la cantidad y con escasa consideración a la
cualidad. Pero la individualización, y con ella la intensidad del
enamoramiento, pueden alcanzar tan alto grado que, si no se satisfacen,
pierden valor todos los bienes del mundo y hasta la vida misma. […] Por eso
hemos de suponer que en esos casos, no solo el aspecto corporal, sino
también la voluntad del hombre y el intelecto de la mujer, poseen una
especial adecuación debido a la cual solamente ellos pueden engendrar un
determinado individuo, cuya existencia se propone el genio de la especie
por unas razones que nos son inalcanzables, ya que pertenecen a la esencia
de la cosa en sí. O, hablando en sentido propio: la voluntad de vivir exige
aquí objetivarse en un individuo exactamente determinado que solo puede
ser engendrado por ese padre y esa madre. Esa aspiración metafísica de la
voluntad en sí misma no tiene más esfera de acción, dentro de la serie de
los animales, que la de los corazones de los futuros padres, que son así
conmovidos por ese ímpetu y creen que solo en razón de sí mismos desean
lo que no tiene más que un fin puramente metafísico, es decir, ubicado
43
fuera de la serie de las cosas realmente existentes. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 603)
Es por la especie que el amante sufre tanto cuando adolece del ser amado. Cuando una
unión del tipo “amor apasionado” no es concretada es el hombre el que experimenta,
ciertamente, el dolor sin embargo la que sufre es la especie puesto que ya había
depositado en esos dos individuos su continuidad. Es necesario que la atracción entre dos
personas sea tan feroz y fuerte, la procreación es necesaria y es a lo que la voluntad le
apuesta, por esto, es impensable pensar en desistir.
Por eso los celos son tan atroces y rabiosos, y la cesión de la persona amada,
el mayor de todos los sacrificios. Un héroe se avergüenza de todas las
quejas menos las del amor; porque en estas no gime él sino la especie.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 605)
Por esta necesidad es que se perdonan o se sobrepasan todos los límites que los hombres
han tratado de imponer, todas reglas morales, todo conocimiento y temor religioso,
cualquier tipo de honorabilidad queda desbancada por el impulso incontrolable que
genera el genio de la especie. La concepción de ese individuo es más importante que
cualquier otro asunto que se quiera atender.
Aquí el honor, que hasta el momento había prevalecido sobre cualquier
interés, queda desbancado tan pronto como el amor sexual, esto es, el
interés de la especie, entra en juego y ve ante sí un claro provecho: pues
este es infinitamente superior a cualquier interés meramente individual, por
importante que sea. […] Igualmente, en la vida privada encontramos que en
ningún punto son tan infrecuentes los escrúpulos de conciencia como en
este: a veces hasta las personas honradas y justas en los demás respectos
los dejan de lado, y sin pensárselo cometen adulterio cuando el amor
apasionado, es decir, el interés de la especie, se apodera de ellos.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 606)
La necesidad de posesión es incontrolable como ya hemos dicho y la insatisfacción de
dicha pasión puede ocasionar tanta frustración en la cabeza de un enamorado (engañado
por el genio de la especie) que no vea otra salida de tal dolor más que la muerte. Ahora, al
decir esto no quiero dar a entender que la satisfacción sea inmediatamente sinónimo de
tranquilidad y felicidad.
44
La satisfacción provoca también la infelicidad siendo que es por un engaño por el que se
cree estar enamorado por lo que en la obtención de la persona amada o en su posesión,
todo anhelo o desesperación desaparece. Lo que se busca es la generación de otro
individuo es por esto que el genio de la especie se llena de trucos y artimañas para hacer
creer a los enamorados que todo suceso es menos importante a la obtención del fruto
jugos que la pareja deseada ofrece.
Pero no solo la pasión amorosa insatisfecha tiene a veces un trágico
desenlace, sino que también la satisfecha conduce con más frecuencia a la
infelicidad que a la felicidad. Porque sus exigencias suelen colisionar tanto
con el bienestar personal del interesado que llegan a arruinarlo; pues son
incompatibles con las demás relaciones y destruyen el plan de vida edificado
a partir de estas. A menudo el amor no está en contradicción solamente con
las relaciones externas sino incluso con la propia individualidad, al dirigirse a
personas que, prescindiendo de la relación sexual, resultarían odiosas,
despreciables o incluso repugnantes al amante. Mas la voluntad de la
especie sobrepasa tanto en poder a la del individuo que el amante cierra los
ojos ante todas aquellas cualidades que le repelen, lo pasa todo por alto, lo
ignora y se une para siempre con el objeto de su pasión. (…)Pues en el fondo
no busca su interés sino el de un tercero que ha de nacer, aunque le
envuelve la ilusión de que va a lo suyo. Pero precisamente ese no ir a lo
suyo, que es siempre el cuño de la grandeza, da al amor apasionado su tinte
sublime y lo convierte en un digno objeto de la poesía. - Por último, el amor
sexual puede conjugarse con el odio más manifiesto hacia su objeto; de ahí
que ya Platón lo comparara al amor de los lobos por las ovejas.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, pp. 608609)
Con la siguiente cita Schopenhauer resume lo que significa la metafísica del amor sexual,
es decir, la reducción que hace del amor ilusorio o amor apasionado hacia el instinto
sexual. Dicha ilusión la provoca el genio de la especie para obligar al ser humano pensar
que necesita poseer a la persona amada y así engendrar un hijo, todo esto con la
intención de asegurar la perpetuación de la especie. Es así como se asegura la infinitud del
hombre que es donde el ser de la voluntad de objetiva.
Toda la metafísica del amor que aquí se ha tratado está en una exacta
relación con mi metafísica general; la luz que arroja sobre esta puede
resumirse en lo siguiente. Se ha demostrado que la cuidadosa elección a la
45
hora de satisfacer el instinto sexual, elección que asciende por innumerables
grados hasta el amor apasionado, se basa en la seriedad con que el hombre
se interesa en la particular índole personal de la generación venidera. Ese
notable interés confirma dos verdades expuestas en los capítulos
precedentes: 1) El carácter indestructible del ser en sí del hombre, que
continúa viviendo en aquella generación futura. Pues aquel interés vivo y
ferviente, que no surge de reflexiones ni propósitos sino del más íntimo
impulso y afán de nuestro ser, no podría ser tan indestructible ni ejercer
tanto poder sobre el hombre si este fuera absolutamente perecedero y
simplemente le sucediera en el tiempo una generación real y absolutamente
diferente a él. 2) Que su ser en sí se halla más en la especie que en el
individuo. Pues aquel interés en la particular índole de la especie, el cual
constituye la raíz de todo comercio amoroso desde la inclinación más
pasajera hasta la más seria pasión, es para cada uno el asunto más
importante, aquel a cuyo éxito o fracaso es más sensible.
[…].(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p.
613)
2.3. Amor materno/paterno
Siendo que en el apartado anterior se trató en última instancia el amor sexual, es sólo
lógico que el siguiente comience con el amor paternal pues es lo siguiente que se genera
en el individuo una vez que el acto sexual se ha consumado y la voluntad ha logrado su
cometido, la existencia de la prole. Es en este momento cuando se vuelve más importante
la protección de dicha descendencia aun por encima de la propia vida.
Es cierto que el propósito de la voluntad es la conservación de sí misma a través de la
reproducción y esta es justo la razón por la que el individuo experimenta un sentimiento
incontrolable de protección de su estirpe puesto que es necesario asegurarse de la
supervivencia de la nueva generación siendo que no son capaces de valerse por sí solos;
existe, entonces, un instinto que obliga a los progenitores a llegar incluso a sacrificar su
vida por el bien de dicha prole.
[…] Descubrimos que esta, a partir del nivel de la vida orgánica, no tiene más
que un propósito: el de la conservación de todas las especies. Para eso trabaja
través de la enorme abundancia de germinaciones la apremiante vehemencia
del impulso sexual, la disposición acomodarse, a todas las circunstancias y
ocasiones hasta llegar a la generación bastarda, y el instintivo amor maternal,
cuya fuerza es tan grande que en muchos géneros animales sobrepasa el amor
propio, de manera que la madre sacrifica su vida para salvar la de la cría. En
46
cambio, para la naturaleza el individuo posee un valor meramente indirecto,
en la medida en que es el medio para mantener la especie. Por lo demás, su
existencia le resulta indiferente e incluso lo lleva a la destrucción en cuanto
deja de ser apto para sus fines. Así pues, estaría claro para qué existe el
individuo. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009,
p. 396)
Este instinto inherente a los seres humanos podría considerarse también un engaño de la
voluntad puesto que lo genera para su conservación. A pesar de que se puede considerar
este modo de existencia como parte de la voluntad de vivir por su carácter direccionado
hacia la preservación y protección de la especie también es correcto ubicarlo como el
principio del olvido del individuo.
Para los progenitores se vuelve más importante el cuidado del resultado de su unión, o
sea aquello que engendraron, más que el cuidado de sí mismos por lo tanto hay un olvido
de su individualidad para poner la protección de la prole como prioridad. El amor
materno/paterno triunfa de alguna manera sobre el amor propio
En el reino animal este tipo de amor se presenta con más fuerza en la hembra en tanto
que el macho no siempre es consciente de su condición de padre, claro que existen sus
excepciones como es el caso de los pingüinos y algunos mamíferos. La mujer es que la
instintivamente es responsable de mantener con vida a la criatura engendrada puesto que
la naturaleza le dio las herramientas para hacerlo al menos por los primeros años.
Es cierto que el amor maternal es natural pero es por esto que Schopenhauer favorece al
amor paternal puesto que es un amor racionado. El macho, en la naturaleza, no está
obligado a quedarse al lado de la hembra cuidando a la cría, al no estar consciente de su
situación es libre de seguir su camino y tener relaciones cuando la voluntad se lo indique
pero el hombre no se queda necesariamente debido al instinto de protección sino por la
meditación hecha.
A pesar de que esto sea así sucede de todos modos que la voluntad lo está dirigiendo
hacia la protección de la especie aunque llega a suceder que la misma meditación acerca
de los deberes paternos hacen que algunas personas quieran o lleguen a negar la
paternidad y quieran huir de dicha situación. A este impulso se le suma la manutención y
cuidados necesarios.
A la concepción se vincula la manutención de la prole y al impulso sexual el
amor paterno; en ellos, pues, se prolonga la vida de la especie. En
consecuencia, el amor del animal por su prole, al igual que el impulso sexual,
tiene una fuerza que supera ampliamente los afanes dirigidos a un solo
individuo [...]. En los hombres, ese instintivo amor paterno es guiado y
47
mediatizado por la razón, es decir, por la reflexión, pero a veces también
obstaculizado por ella, lo cual, en los malos caracteres, puede llegar hasta su
completa negación […]. Pero en sí mismo ese amor no está escaso de fuerza en
el hombre: también aquí vemos que, en casos particulares, supera
completamente el amor propio y llega hasta el sacrificio de la propia vida [...]
Sin embargo, en los animales, al no ser capaces de reflexión, el instintivo amor
materno (el macho no es la mayoría de las veces consciente de su paternidad)
se muestra sin mediatizar ni falsear, y por ello con plena claridad y en toda su
fuerza. En el fondo esa es la expresión de la conciencia que tienen los animales
de que su verdadero ser se halla más inmediatamente en la especie que en el
individuo, y por eso en caso de necesidad sacrifican su vida para que la especie
se conserve en las crías. Aquí, como en el instinto sexual, la voluntad de vivir es
en cierta medida transcendente, ya que su conciencia se extiende más allá del
individuo al que es inherente, llegando hasta la especie. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 568)
La razón por la cual la voluntad se encuentra presente en menos medida cuando se
engendra un hijo, es decir, que el amor propio se vea desplazado por el amor paternal es
que la generación más grande ha cumplido su cometido de acuerdo a lo que a la voluntad
le respecta, ha asegurado su continuidad y ahora es más importante el conservar a la
nueva generación con vida que cuidar de sí mismo.
La voluntad no está interesada en el individuo en particular sino en el ser humano en
general, o sea, la especie. Es así como la voluntad cambia el sentimiento del hombre para
dejar de vivir para sí mismo y lo dirige hacia vivir para el cuidado del otro.
Cada hombre se cree la voluntad en sí. En tanto que los demás, la otredad, son
representaciones puesto que no podemos acercarnos a ellos el individuo es la voluntad
objetivada y sólo él es importante, por esta razón la supervivencia propia es tan
importante para cada una, es la voluntad en cada uno queriendo sobrevivir porque cree
que su mortalidad va a ser el fin de todo el mundo en tanto que cada uno es el mundo.
Cuando el hombre llega a cierta edad experimenta el instinto primordial de reproducción
porque su mortalidad es un hecho y la voluntad debe hacer algo para seguir existiendo así
que debe continuar en otro ser. Esto es invisible al hombre pero lo siente como instinto y
necesidad. Ahora es su instinto el que le dice que es momento de cuidar en hijo
engendrado dando su vida si es necesario
La necesidad de preservación del propio ser cambia en conforme el individuo va
alejándose del estado idóneo para la voluntad y empieza la oxidación y deterioro del
cuerpo. Una vez que se llega al estado máximo de belleza, salud y vigor es sólo normal que
el individuo se haga consciente de su propia mortalidad. Es entonces cuando al tener un
48
hijo el hombre comienza a vivir a través del hijo (por así decirlo) pues la voluntad se
encuentra más presente en él y comienza a dejar el cuerpo del padre.
En el curso natural de las cosas, a la decrepitud del cuerpo con la edad se une
la decadencia de la voluntad. […] El amor propio es desplazado por el amor a
los hijos, con lo que el hombre comienza ya a vivir más en el yo ajeno que en el
propio, el cual pronto dejará de existir. Ese curso es, por lo menos, el deseable:
es la eutanasia de la voluntad. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación II, 2009, pp. 695-696)
A pesar de que la voluntad está dejando lentamente el cuerpo del ser más viejo todavía
necesita asegurar la conservación de la otra especie y es por esto que se siente la
necesidad de proteger a la cría de todos los peligros del mundo que le rodea. Esto lo
podemos observar en el comportamiento de los animales aún más claramente que con los
humanos.
Schopenhauer nos ofrece una serie de ejemplos que se dan en la naturaleza que nos
muestran la fuerza con la que el amor paterno actúa. Nos explica cómo el actuar de un
animal en protección de la cría, aunque pueda parecer completamente irracional en tanto
que lucha por ver sobrevivir a su retoño aunque sepamos que sin la madre no podría
sobrevivir, es en realidad el ser siguiendo la directriz de la voluntad que lucha por su
infinitud.
Es de esta manera que la voluntad dota de una inteligencia especial a cualquier animal
que vea a su cría siendo amenazada puesto que son capaces de la organización o ingenio
para sacar a su pequeño de las manos del peligro. Me refiero a organización por las
especies que viven en comunidad ya sean manadas, parvadas, jaurías, etc. Cuando las
crías de tal “comunidad” se encuentran en peligro son todos los miembros lo que se
encargan de ponerlas bajo protección.
Aquí se muestra también cómo el amor paterno, como todos los afanes
violentos de la voluntad (véase c. 19, 6), incrementa la inteligencia.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 569)
El amor paternal, como ya vimos, se trata de proteger lo que será la siguiente generación
que servirá a la voluntad y de ahí es que surge el deseo por su cuidado. Todo esto es cierto
pero como veremos, el proteger la regeneración de la voluntad no es lo único que mueve
al progenitor al amor y cuidado de su hijo. También hay un sentimiento de culpa que lo
motiva.
Sería muy simple afirmar que el amor de los padres sólo proviene de un sentimiento
protector que cuida y vela a la próxima generación y así asegura la infinitud de la
49
voluntad. En realidad existe una razón más por la que los padres sienten un amor especial
a los hijos, me refiero a la culpa que mueve sus sentimientos al darse cuenta que han
traído al mundo a una nueva generación para sufrir las mismas miserias que ellos vivieron.
A esta vida llegamos a sufrir. Este es el pensamiento de Arthur Schopenhauer pero, si esto
es así, por qué querría la generación presente invitar al mundo a un nuevo ser a ser parte
de las mismas desventuras que la voluntad impone. En realidad engendrar hijos no es algo
que se deseé de manera consciente sino es instintivo, esto apunta a que una vez llegado el
hijo, el padre se llena de un sentimiento de amor debido a la culpa que siente por haber
obligado al nuevo ser a ser parte del sufrimiento.
Así es como lo reconoce el padre o progenitor, la vida es una deuda que se tiene que
pagar. El padre ha optado por la vía del goce propio, es decir, seguir los mandatos y
deseos de la voluntad y como él ha gozado, es ahora el hijo el que tiene que pagar la
deuda, el amor paterno es entonces un tipo de simpatía o compasión. Reconoce en el otro
ser su propio dolor y la deuda que él le ha impuesto.
Precisamente en el hecho de que el progenitor se reconoce a sí mismo en el
hijo engendrado se basa el amor paterno, en virtud del cual el padre está
dispuesto a hacer, sufrir y arriesgar más por su hijo que por sí mismo,
reconociendo al mismo tiempo que esa es su deuda. (Schopenhauer, El mundo
como voluntad y representación II, 2009, p. 623)
En este capítulo intenté dejar claro cómo es que la voluntad al ser uno mismo con el
cuerpo influye en el individuo y asegura su preservación. Como ya vimos, el primer tipo de
amor es equivalente al instinto primario por excelencia que es el instinto de supervivencia,
el amor propio puede ser entendido desde el temor a la muerte y es lo que lleva al
hombre a reunirse en grupos, en este tipo de amor es que nos encontramos con los
límites con los que nos manejamos. Es decir, a la necesidad de salir del aburrimiento y el
tedio siempre que nuestra existencia no se vea comprometida
Siendo que el cuerpo es la objetivación de la voluntad por lo que de manera instintiva
tratamos de preservarlo por sobre todas las cosas, la voluntad se encarga (de la misma
manera) de generar en nosotros un instinto de reproducción tan poderoso como el de
autopreservación y así asegurar la continuidad de la especie para proteger su cualidad
infinita, así es como pasamos al segundo modo de existencia es que el amor sexual.
50
Aunque lo que se busca es la continuidad, la voluntad no busca cantidad sino calidad y
esto hace del proceso de selección algo más meticuloso.
Por último estudié el amor paterno que es el final de la expresión de la voluntad de vivir
en tanto que se sirve de los progenitores para asegurar el cuidado de la nueva generación
sustituyendo el amor que sienten por la vida propia para traspasarla al amor por la prole.
A esto se une un sentimiento de culpa por parte de los padres por traer a este mundo
lleno de miseria y necesidad a una nueva generación.
Ya que se revisó el proceso en el que la voluntad actúa sobre el individuo es momento de
estudiar los modos de existencia que indican de menor a mayor medida una superación
del principium individuationis. Una vez que este principio en superado a través del
autoconocimiento de la identidad de la voluntad es posible su negación y se llega al
ascetismo. El amor puro y la negación de todo instinto sexual, es decir, toda voluntad de
vivir es, como dice Schopenhauer y como explicaré, un primer paso hacia el ascetismo.
51
Capítulo 3: Traspaso del principio de individuación
Como sabemos el mundo, la esencia, el ser en sí es la voluntad, todo lo que nos rodea es
voluntad y nuestro cuerpo es la objetivación de dicha voluntad. El ser humano es el único
que es representación y voluntad al mismo tiempo; esto quiere decir que el cuerpo es
aquello con lo que la voluntad se conoce y se place pero el hombre es ciego a esta verdad
y vive bajo la mentira de que se place a sí mismo.
Habría que preguntarse por qué el seguimiento de nuestros instintos y la satisfacción de
nuestros impulsos es lo que Schopenhauer encuentra como abominable y considera que
es de suma importancia la superación del alma a través del reconocimiento de la voluntad
como esencia del universo y comenzar con el proceso de la supresión de todo instinto
para así llegar al silencio de la voluntad.
Schopenhauer cree que somos esclavos de nuestros instintos y nuestras pasiones y que,
bajo la reflexión, se llega a la concientización del absurdo de nuestro actuar en tanto que
el hombre es un medio para un fin que le es ajeno. Al ser conscientes del sinsentido que la
vida representa, lo más sensato sería el querer salir del juego de la voluntad para dejar de
ser controlados por ella. Es por esto que Schopenhauer muestra las formas en las que es
posible suprimirla.
El único modo de callar en definitiva a la voluntad es a través de la vida ascética y esta se
alcanza a través del amor. Únicamente el amor puro conduce o significa el traspaso del
principium individuationis pues este tipo de amor es el que posibilita la equivalencia entre
el individuo propio y el ajeno y así alcanza la perfecta bondad del espíritu para después
llegar a un estado de renuncia voluntaria de la voluntad donde hay plena serenidad y
plena ausencia del querer.
La superación de la voluntad es alcanzada a través de una vida ascética en la que se ha
alcanzado en primera instancia la supresión del instinto sexual y posteriormente el
traspaso del principio de individuación (principium individuationis) que significa el olvido
de lo que nos hace individuales para amar a los demás como a uno mismo, es un tipo de
52
superación de la voluntad de vivir que exige el cuidado de uno mismo por sobre todas las
cosas.
Tomando esto en consideración es como elegí los tipos de amor para este capítulo puesto
que en cada uno de ellos se encuentra de menor a mayor grado un olvido del amor
individual, egoísmo y finalmente a la supresión de la voluntad de vivir en su totalidad. Nos
encontramos entonces con el amor como amistad, el amor al prójimo y como último, y
dándole fin a este trabajo, el amor puro que implica el traspaso del principio de
individuación.
3.1. Amor como amistad
En el camino de la superación del individuo para llegar a un reconocimiento del otro (si es
que se le puede llamar camino en tanto que había dejado claro que los tipos de amor no
eran sucesivos y en realidad no hay una superación necesaria de uno para llegar al otro)
nos encontramos con el amor que se presenta en la amistad puesto que en este existe
todavía un egoísmo pero también una empatía por el otro.
En este apartado trataré de explicar cómo es que funciona este primer modo de la
existencia en donde empieza un interés verdadero por la persona amada y cómo en este
tipo de amor podemos encontrar el principio o un primer vistazo hacia la compasión a la
que se quiere llegar a través del traspaso del principium individuationis. Es en la amistad
donde se encuentra un equilibrio entre el egoísmo y el amor puro.
3.1.1. Amistad: Conjunción egoísmo y compasión
Schopenhauer hace una separación entre el amor apasionado, individual o egoísta a quien
se refiere como eros y el amor compasivo o agapé. El primero es la afirmación de la
voluntad de vivir. Lo llama egoísta precisamente porque es la expresión de la necesidad de
sobrevivir y triunfar por encima de los demás. Se busca únicamente el beneficio propio y
sólo se tiene consciencia de lo individual, es decir, sólo existe el yo y el mundo gira en
torno a ese yo.
53
Siendo que el egoísmo es la afirmación de la voluntad de vivir podemos caracterizarlo
dentro de los primeros 3 modos de la existencia que vimos en el capítulo anterior, estos
siendo el amor propio, el amor sexual o apasionado y el amor paterno. Esto es así porque
en todos ellos se expresa un interés por el bienestar individual y una completa ignorancia
de las necesidades y dolores ajenos.
La compasión como veremos más adelante se trata del último o como Schopenhauer dice
el primer paso hacia el ascetismo, también lo llama amor puro. Esta parte es el
reconocimiento de la existencia del otro como un mundo y el dolor ajeno; surge una
completa comprensión del otro, tanto del placer que experimenta o que busca así como
de la miseria que sufre en la búsqueda de la satisfacción.
El egoísmo es el eros, la compasión es la agapé. La mezcla de ambos se da con
frecuencia. Incluso la amistad auténtica es siempre una mezcla de egoísmo y
compasión: el primero se encuentra en el agrado por la presencia del amigo
cuya individualidad concuerda con la nuestra, y constituye casi siempre la
mayor parte; la compasión se muestra en la sincera participación en su placer y
dolor, y en el sacrificio desinteresado que se realiza por él.(Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437)
Schopenhauer nota, a partir de este modo de razonamiento, que esto también es verdad
para el arte en tanto que siempre estos dos ámbitos son representados de manera
diferente, el dios Eros siempre representando la amor sexual, o interés individual que se
tiene por otra persona y la compasión convertida en comprensión del dolor del otro
mostrada en la caridad.
En la conjunción que se halla en la amistad encontramos en primer lugar el interés egoísta
por el gusto que sentimos por la presencia de la otra persona, sentimiento alimentado por
la similitud de pensamiento o intereses que tengamos con la otra persona o por el agrado
que su personalidad nos haga sentir y en segundo, la compasión que se hace presente al
sentir empatía por sus aflicciones y el interés que mostramos al querer disminuirlas.
El amor como compasión es el amor puro, aquél que ha dejado de sentirse a sí mismo
como lo más importante y ama al otro tanto como a sí mismo. Empieza por una empatía
54
puesto que en el razonamiento de la existencia del yo como voluntad se puede llegar al
reconocimiento del otro como objeto de la voluntad y en ese sentido hay un
entendimiento del sufrimiento ajeno.
La amistad encuentra una armonía entre estos dos estados o modos de la existencia y por
eso le otorga un lugar privilegiado pero siendo que todavía en ella existe parte de la
afirmación de la voluntad de vivir no llega a la perfección del espíritu. Aunque esto sea así,
la existencia de la amistad facilita la comprensión de lo que significa el amor como caridad
porque el interés por el otro significa un sacrificio de nuestra propia felicidad.
El mero concepto es tan estéril para la auténtica virtud como para el auténtico
arte. Todo amor verdadero y puro es compasión, y todo amor que no sea
compasión es egoísmo. El egoísmo es el eros, la compasión es la agapé. La
mezcla de ambos se da con frecuencia, Incluso la amistad auténtica es siempre
un mezcla de egoísmo y compasión: el primero se encuentra en el agrado por
la presencia del amigo cuya individualidad concuerda con la nuestra, y
constituye casi siempre a mayor parte; la compasión se muestra en la sincera
participación en su placer y dolor, y en el sacrificio desinteresado que se realiza
por él. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p.
437)
3.1.2. Amor y amistad en el matrimonio
El sentimiento de la amistad se encuentra fácilmente puesto que no resulta tan arduo el
trabajo de encontrar una persona con sentimientos, gustos e intereses parecidos a los
nuestros así que es casi natural alcanzar este ámbito sin problema alguno sin embargo
este no es el caso cuando se tratad e encontrar este tipo de amor en el matrimonio puesto
que éste se buscó por los intereses de la especie y no de la convivencia.
Generalmente cuando una pareja se une lo hace por intereses reproductivos aunque ellos
todavía no sean conscientes de esto. Este tipo de uniones que provoca la voluntad hace
que no exista necesariamente un interés o una compatibilidad verdadera entre esas dos
personas así que cuando los intereses de la especie se ven cumplidos la pareja puede
verse envuelta en una relación con una persona completamente heterogénea.
55
La voluntad no está interesada en la compatibilidad entre dos personas porque no es de
incumbencia de la voluntad el que la pareja permanezca junta una vez engendrado el hijo
por esto es que Schopenhauer considera superiores los matrimonios arreglados puesto
que ve en el contrato previo un arreglo que pueda beneficiar a las dos partes y que a
partir de una convivencia armónica pueda surgir una relación de amistad.
Tan infrecuente como la casualidad de que se encuentren es el amor
verdaderamente apasionado. Pero como la posibilidad del mismo está
presente en cada uno, nos resultan comprensibles sus representaciones en las
obras poéticas. - Precisamente porque la pasión amorosa gira en torno al hijo
que se ha de engendrar y sus cualidades, y tiene su núcleo en él, entre dos
personas jóvenes y educadas de distinto sexo puede existir una amistad
basada en la coincidencia de sus sentimientos, de su carácter y su orientación
intelectual, sin que se entremezcle el amor sexual; en este último respecto
puede incluso haber una cierta aversión entre ambos. La razón de ello ha de
encontrarse en que un hijo engendrado por ellos poseería cualidades
corporales o espirituales inarmónicas; en suma, su existencia y naturaleza no
se adecuarían a los fines de la voluntad de vivir tal como se presenta en la
especie. En el caso contrario, el amor sexual puede nacer y pervivir aun dentro
de una heterogeneidad de sentimientos, de carácter y de orientación
intelectual, junto con la aversión y hasta hostilidad que de ahí nace; cuando se
vuelve ciego a todo eso, induce al matrimonio, así que será muy desgraciado.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 591)
A pesar de que sabemos que la esencia de los matrimonios es la conjunción de los dos
seres que han sido escogidos por la voluntad puede resultar, aunque en menor medida,
que el carácter de ambos sea compatible y que cuando el instinto sexual. Se dice que es
en menor medida debido a que se busca a la mujer por el “intelecto” que es lo que hereda
a la cría y del padre se busca un buen “carácter” o buenos sentimientos.
Si tomamos esto en cuenta no es ilógico pensar que una vez muerto el instinto sexual la
pareja formada sea muy diferente y por tanto incompatible pero es posible que hayan
encontrado puntos de encuentro entre sus diferentes personalidades o que desde el
principio haya habido algo que indicara una buena convivencia a largo plazo pero estos
son casos infrecuentes aunque posibles.
56
La razón por la que Schopenhauer ve una posibilidad más grande de amistad en el
matrimonio en los formados por medio de un arreglo (ya sea por parte de los padres o por
la misma pareja) es la falta de injerencia que tuvo la voluntad en la formación de la pareja.
Se sabe de antemano el carácter e intereses reales de la persona y no hay una ceguera
formada por el instinto sexual así que las probabilidades de lograr una convivencia
armónica son mucho más altas.
Sabemos que los matrimonios felices son raros, precisamente porque en la
esencia del matrimonio está el que su fin principal no sea la generación
presente sino la venidera. Mas sea añadido, para consuelo de los ánimos
delicados y amantes, que a veces al amor sexual apasionado se une un
sentimiento de origen totalmente distinto, a saber, la amistad basada en el
acuerdo de las disposiciones anímicas, que sin embargo no suele surgir hasta
que el amor sexual se ha extinguido con la satisfacción. Esa amistad nace la
mayoría de las veces debido a que las cualidades físicas, morales e
intelectuales de ambos individuos, complementarias y armónicas entre sí, y
debido a las cuales nació el amor sexual con miras al individuo a engendrar,
funcionan también de cara a los individuos como cualidades temperamentales
e intelectuales opuestas y complementarias, que fundamentan una armonía de
las almas. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, 2009,
p. 612)
Con esto hemos visto que el tipo de amor que se presenta en la amistad significa la
conjunción de un interés egoísta y de amor puro que se interesa verdaderamente por el
otro por medio de la empatía. Los matrimonios formados por el instinto sexual
normalmente al pasar el efecto inicial del enamoramiento pierden todo interés en el otro
y se ven estancados en una relación con alguien incompatible.
Sin embargo la amistad en el matrimonio es posible cuando se encuentran intereses
mutuos y, al superarse el instinto sexual, se centran en ellos y cuando casi por casualidad
resulta que el carácter y las cualidades intelectuales de ambos resultaron en un
complemento favorable de manera que la relación se enriquece y por la misma
convivencia diaria surge un reconocimiento del otro y un gusto nuevo surge, la amistad.
57
3.2. Amor al prójimo
Este tipo de amor comienza por temor a la muerte y necesidad de convivencia. La
explicación a la oración anterior se encuentra en la falta de armas que la naturaleza nos
proporcionó con respecto al resto de los animales de la tierra. El ser humano se encuentra
solo y desprotegido. Todo es un depredador natural, desde los animales carnívoros hasta
el mismo clima.
Con esta problemática es que el universo del ser humano comienza; se encuentra varado
en un lugar con poco pelo para cubrirse del cambio de clima, una piel delicada que puede
ser fácilmente dañada, sin garras ni dientes amenazadores o capaces de herir de gravedad
a otro animal. La única ventaja que tiene sobre la amenazadora naturaleza es su ingenio y
pulgares opuestos.
Bajo esta premisa es que Schopenhauer presupone que comienzan a formarse grupos
puesto que viendo peligro en cada rincón busca seguridad en los otros. Se forman
sociedades para así enfrentar las adversidades de una manera más efectiva; sucede
entonces que las sociedades tienen su fundamento en el temor a la muerte. El amor al
prójimo empieza por una necesidad de protección que los otros le brindan.
Esta es la primera parte o de donde surge el amor al prójimo pero en realidad representa
más que eso. El amor al prójimo implica una comprensión de las infortunas del otro y por
tanto se trata de causarle el menor daño posible. Podríamos decir que este tipo de
sentimiento es equivalente al amor puro sin embargo en el fondo tiene su origen en la
voluntad de vivir y el egoísmo.
Quiero decir que el fundamento del amor al prójimo es en primera instancia movido por la
seguridad que le brinda vivir en manada en tanto hombre sin las armas suficientes para
defenderse y claro por la necesidad que la voluntad nos hace creer que tenemos para que
se busquen los otros y así vivamos para la búsqueda de aquella otra persona que ha de
dar a la voluntad la siguiente generación que tanto desea.
58
Lo segundo es el amor al prójimo que las religiones intentan a enseñar. El objetivo de las
religiones es hacer conciencia en el hombre y que aprenda que “cada cabeza es un
mundo” y que la labor caritativa es mucho más importante. Saben de lo banal y maligno
que se encuentra en la satisfacción de los placeres del cuerpo y promueven una
reconciliación de mente y espíritu.
El problema con este tipo de formas es el discurso que se encuentra tras ellas. Puede ser
que los objetivos sean esto pero basan sus enseñanzas en el miedo, es decir, tratan de
convencer a sus fieles de que deben ser buenos como condición de posibilidad para
ascender a un lugar mejor que la tierra y quien se atreva a desafiarlos será enviado al
infierno que asegura la condena y sufrimiento eterno de las almas. Finalmente se trata de
un modo de conducirse muy parecido al del estado o al sistema con el que se le educa a
un niño pequeño o a un perro: premio o castigo.
Claro que no todas las religiones se basan en estos métodos, en realidad creo que por eso
Schopenhauer se adentra tanto en el hinduismo y las formas de vida que tienen en tanto
que religiones como el budismo, por ejemplo, no basan sus enseñanzas bajo el modelo
premio-castigo sino en el enriquecimiento del alma y la superación de ella a través de la
reflexión personal. Olvidan el cuerpo y se enfocan en el alma.
Si se llevara a cabo en su forma más pura este tipo de amor entonces el estado llegaría a
un modo utópico en tanto que no sería el miedo al castigo el que moviera a los hombres a
convivir de manera armónica sino el verdadero amor y comprensión del otro. De la misma
manera funcionarían las religiones, se llegaría a un estado de “paz interior” en el que la
comprensión del otro reinaría.
3.2.1. El amor en la formación de la sociedad o estado
Siguiendo esta línea de pensamiento podemos inferir que el estado se forma a partir de
una unión de hombres que buscan el bienestar colectivo, sin embargo Schopenhauer cree
que Kant está equivocado al pensar que el estado se genera a partir del imperativo
categórico en tanto que la justicia no se premia y el sistema judicial no está pensado para
59
eliminar egoísmo sino para castigar las consecuencias del egoísmo, dicho así, el sistema
judicial en un estado funciona de manera inversa.
No se castiga al que tenga la intención de cometer una injusticia sino al que realiza la
acción, así pues, es más importante la acción que la intención. Si esto es así el estado no
intenta elevar los sentimientos de los hombres para conducirlos a una vida, bella, buena y
justa sino simplemente castigar al que está siendo egoísta. No puede llegar al amor
verdadero pero puede castigar al que actúe injustamente.
Si el estado ha alcanzado su objetivo a la perfección, producirá el mismo
fenómeno que si la perfecta justicia dominara el ánimo general. Pero la esencia
interna y el origen de ambos fenómenos será el inverso: en el último caso será
que nadie querría cometer injusticia; en el primero, que nadie sería que nadie
querría sufrir injusticias y los medios adecuados a este fin se habrían aplicado a la
perfección. Así se puede trazar la misma línea desde direcciones opuestas, y un
animal de presa con un bozal es tan inofensivo como un animal herbívoro. – Pero
a más que eso no puede llegar el Estado: así pues, no puede mostrar un
fenómeno como el que nacerá de una benevolencia y amor recíprocos y
generales. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p.
405)
Con esto podemos ver que el estado no presenta todavía un ejemplo claro de lo que
significa la ética o la moralidad en tanto que la benevolencia o el amor no son los
objetivos que se persiguen o por decirlo de una manera más adecuada, no es lo que le
preocupa como órgano de orden y control sino que simplemente está encargado de vigilar
el cumplimiento de ciertas normas de convivencia y así asegurar el bienestar colectivo.
La formación del estado aclara una necesidad por reglas que obliguen a los hombres a
usar su egoísmo innato y dirigirlo hacia un egoísmo colectivo que lleve a la preocupación
por el bienestar de todos los miembros de una sociedad. La idea de estado o sociedad
hace que se genere una especie de identidad con el otro, crea un lazo de tipo afectivo
(amoroso) entre pares y genera que el bienestar del otro sea tan importante como el de
uno, aquí comienza la salida del amor individual y comienza el amor o interés por el otro.
<<Una voluntad que resolviera no ayudar a nadie en la necesidad se
contradiría consigo misma, ya que podrían darse casos en los que ella
60
necesitara amor y la colaboración con los otros>>, etc. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 593)
Como vimos, el amor propio junta a los hombres a formar una sociedad pero es el amor al
prójimo el que debe regir ese estado para que no sólo exista un miedo por el castigo en
consecuencia de acciones egoístas sino un entendimiento y respeto por el otro. Un estado
fundado en el amor al prójimo promete cumplir con los ideales de un estado armónico.
3.2.2. El amor en la religión cristiana
Pasemos ahora a hablar de lo que significa el amor al prójimo en la religión cristiana. A
pesar de que Schopenhauer fue un entusiasta de la cultura hindú y por eso mucho de su
pensamiento se ve permeado de conceptos y metáforas de ella debemos tomar en cuenta
que el creció en la cultura occidental y la religión imperante ha sido durante muchos siglos
el cristianismo, es por esto que cuando habla de unos de los tipos de amor más puros no
puede sino referirse a él.
[…] en el Nuevo Testamento se habla continuamente del mundo como de algo
a lo que no se pertenece, que no se ama e incluso que está dominado por el
diablo. Esto concuerda con el espíritu ascético de negación del propio yo y
superación del mundo que, al igual que el ilimitado amor al prójimo incluido el
enemigo, es el rasgo fundamental que el cristianismo tiene en común con el
brahmanismo y el budismo, y el que acredita su parentesco. En ningún tema
hay que distinguir tanto la cáscara del núcleo como en el cristianismo. Y
precisamente porque tengo en gran estima el núcleo, a veces me ando con
pocos cumplidos con la cáscara: pero esta es más gruesa de lo que la mayoría
de las veces se piensa. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación II, 2009, pp. 681-682)
En la cita anterior Schopenhauer hace mención de los defectos del cristianismo pero
también de aquello que él considera digno de ser estimado. Reconoce en la cristiandad
aquello que aprendió de la cultura hindú (dígase del brahmanismo y budismo) puesto que
encuentra una equivalencia entre los objetivos de ambas religiones, el final de la vida
terrenal y la unión con la divinidad. Por esto es que confiesa que siente una estima por el
núcleo del cristianismo.
61
El núcleo al que se refiere es la grave culpabilidad con la que carga el ser humano en
virtud de su existencia pero el cristianismo no la deposita en cada hombre sino en la falta
que se cometió por nuestros primeros padres. Este mito, a saber, Adán y Eva, lo utiliza
como método de justificación del pecado con el que se nace, el pecado original al que
llega Schopenhauer es el de la existencia por el disfrute de la voluntad.
El hombre recibe su existencia y esencia por la voluntad aunque así no lo haya querido (es
de cierta medida un tipo de injusticia). Así pues el hombre al nacer ya ha cometido un
delito y por tanto nunca se está libre de esa culpa aun habiendo practicado siempre los
máximos valores morales como lo son la justicia y la caridad.
Dicha culpa fue cometida por su voluntad, razón por la cual se anhela una redención en la
que el cristianismo, el budismo y el brahmanismo se basan (hago referencia a estas tres
religiones porque Schopenhauer siempre se remite a ellas por excelencia). Por tanto el
hombre nunca se encuentra en un estado armonioso, siempre está simplemente pagando
la culpa del delito cometido y solo puede aspirar al perdón para así alcanzar la “vida
eterna”.
Las religiones (en específico las que he hecho mención antes) intentan llegar en última
medida a aquello que designan como autoabnegación que es la negación de la ilusión que
encierra la voluntad de vivir. El fundamento de la ética que predican se encuentra en el
amor al prójimo porque en el entendimiento del dolor ajeno se encuentra su comprensión
y el respeto que se le puede mostrar.
Lo que nos queda más próximo es el cristianismo, cuya ética se ubica
plenamente en el espíritu indicado y no solamente conduce al más alto grado
de caridad sino también a la renuncia; este último aspecto está claramente
presente en germen ya en los escritos de los apóstoles, aunque hasta después
no se desarrolló completamente y se expresó de forma explícita. Encontramos
prescrito por los apóstoles: amar al prójimo como a sí mismo, hacer el bien,
pagar el odio con amor y caridad, ser paciente, amable, soportar sin resistencia
todas las posibles ofensas, abstenerse en la comida para eliminar el placer,
oponerse al instinto sexual, si se puede, totalmente. (Schopenhauer, El mundo
como voluntad y representación I, 2009, p. 448)
62
Las virtudes morales tales como la justicia y la caridad en su sentido más puro, es decir,
que traspasan el principium individuationis nacen de la voluntad reconociéndose a sí
misma en sus fenómenos, es así como surge un desengaño, deja de ser presa de la ilusión
del individuo y se reconoce como ella misma. Estas virtudes sólo se encuentran en aquél
que ha renunciado a satisfacer a la voluntad y se reconoce como ella.
El sacrificio de la satisfacción conduce a la resignación y a la autoabnegación de modo que
la justicia también conduce a la negación de la voluntad de vivir pero a través de la caridad
(amor puro) se alcanza este objetivo de manera más rápida pues es superior en tanto que
no sólo se asume la pena y dolor propio sin cargarle la culpa a los demás (como sucede en
la justicia) sino que se asumen los dolores ajenos como parte de los propios.
En el ulterior cristianismo culto que vemos que aquel germen ascético floreció
plenamente en los escritos de los santos y místicos cristianos. Estos predican,
junto al amor puro y total resignación, la absoluta pobreza voluntaria, la
serenidad verdadera, la completa, indiferencia hacia todas las cosas
mundanas, la muerte de la propia voluntad y el renacimiento en Dios, el total
olvido de la propia persona y el abandono en la intuición de Dios.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 448)
Las virtudes morales entonces no son un fin último sino sólo un paso hacia el perdón de
los pecados pero eso es lo máximo que se puede aspirar al alcanzarse, una redención,
absolución de lo malo pero no una gracia del alma. Schopenhauer describe a la moral
como una lámpara en el camino que se recorre desde la afirmación de la voluntad de vivir
hasta la negación de la misma.
3.3. Amor puro, compasión: negación de la voluntad
Por último he llegado al modo de existencia que Schopenhauer guarda en primacía debido
al olvido de lo individual. El amor puro implica la renuncia a cualquier privilegio casual
pues ya no quiere la satisfacción para sí mismo sino que acepta su suerte y quiere asumir
la suerte de la humanidad en general. Tan cierto como es esto también sucede que no se
puede querer durante mucho tiempo a la vida y sus placeres y se procede a una renuncia
generalizada y con ello se llega a la negación de la voluntad.
63
[…] el amor, cuyo origen y esencia sabemos que consiste en traspasar el
principium individuationis, conduce a la salvación, en concreto a la renuncia
total de la voluntad de vivir, es decir, de todo querer; […] pero antes de seguir
adelante y proceder a ello tengo que expresar y explicar aquí un principio
paradójico, no por ser tal sino porque es verdadero y completa el pensamiento
que aquí he presentado. Es este: <<Todo amor (agapé, caritas) es
compasión>>. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I,
2009, p. 435)
La auténtica bondad y la virtud desinteresada proviene no de un conocimiento abstracto
sino de un conocimiento inmediato e intuitivo al que no se puede llegar por medio de la
razón, razón por la cual tampoco se puede expresar con palabras lo que nos lleva a afirmar
que no puede enseñarse sino que se encuentra únicamente en los hechos, es decir, en el
propio actuar del hombre.
La bondad se puede expresar de alguna manera como oposición a la maldad y la negación
de la maldad es la justicia. Con esto no debemos confundir o equiparar la bondad con la
justicia, una se encuentra como oposición y la otra como negación. El justo es aquél que
no busca incrementar su bienestar si eso implicase infligir dolor a alguien más, su
conducta representa el reconocimiento de su propia esencia, la voluntad.
El conocimiento puede ayudar a aquietar las ganas de cometer una injusticia e incluso
puede ser el responsable de suscitar la bondad y en última instancia, la resignación.
Ahora, aquél que practica la bondad del espíritu sabe que el sufrimiento ajeno es
sufrimiento propio porque ha dejado de sentir una diferencia entre el otro y el yo. En
realidad ya no existe un yo en esta práctica.
Hemos visto cómo del hecho de traspasar el principium individuationis en un
grado inferior surgía la justicia y en grado superior la verdadera bondad de
espíritu, la cual se manifestaba como amor puro, es decir, desinteresado, hacia
los demás. (Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009,
p. 436)
El fin de toda inteligencia solo puede ser el reaccionar sobre una voluntad y suprimir todo
querer; dejar de ser la sirvienta de estos sentimientos volitivos es su meta. El hombre que
llega a sentir la verdadera bondad se le ha hecho transparente el velo de maya y ya no
64
vive bajo el engaño del principium individuationis. Aquello que lo separaba de lo ajeno se
ha levantado y ahora se vuelve una unidad.
El verdadero yo no existe únicamente en nuestra propia persona con lo que se quiere
decir que se puede reconocer nuestro ser en sí en el fenómeno ajeno. Schopenhauer hace
equivalente el yo con el individuo ajeno y su destino al propio. Como sabemos todo deseo
nace de una carencia, de un sufrimiento y esto hace referencia a que aquél que desea está
inconforme y el placer se convierte en lo que apacigua el dolor pero nunca será una cura.
Lo único que puede librarnos de ese dolor causado por la carencia de las cosas es el
entendimiento de nuestra esencia. Cuando se siente la compasión o agapé ya no existen
los dolores propios que los deseos terrenales provocan sino el bienestar de la humanidad
se vuelve más importante a la propia satisfacción.
[…] al margen de lo que la bondad, el amor y la nobleza hagan por los demás,
se tratará siempre de un simple alivio de sus sufrimientos; y, por consiguiente,
lo único que les puede mover a las buenas acciones y las obras de la caridad es
el conocimiento del sufrimiento ajeno que se hace inmediatamente
comprensible a partir del propio y se equipara a él. Pero de ahí resulta que el
amor puro (agapé, caritas) es por naturaleza compasión, sea grande o pequeño
el sufrimiento que mitiga, en el cual se incluye cualquier deseo insatisfecho.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437)
Según Schopenhauer Kant se equivoca al tratar a la compasión como debilidad en el
sentido que este tipo de amor no debe confundirse con tal, es el amor compasivo el que
debería ser el inicio de cualquier vida reflexiva en tanto que se trata de un entendimiento
del otro y más aún, una superación del egoísmo. Ese olvido es aquello que nos conecta
con nuestra esencia pues vivimos bajo el engaño que solamente existimos en nuestra
individualidad y lo demás nos es ajeno.
No es el imperativo categórico por el que nos regimos sino por el miedo a la consecuencia
del egoísmo como ya hemos visto. No se obra de manera que nuestro obrar pueda ser
tomado como universal puesto que una moral sin intención no significa nada y no mueve
al ser humano sino es en la compasión donde encontramos el ánimo requerido para el
querer actuar de manera correcta.
65
Aun así, “correcta” no sería la palabra con la cual designaría la manera de actuar que la
compasión ocasiona sino que al convertir a lo ajeno en propio no se intenta actuar de
manera “correcta” sino se intenta mitigar todo sufrimiento que se provoca en el otro. No
hay un deber en esta equivalencia, a saber, lo ajeno y el yo, sino un amor puro por el todo
en tanto que nosotros somos parte del todo.
[…] Como confirmación de nuestro paradójico principio puede observarse que
el tono y las palabras del lenguaje, como también las caricias del amor puro,
coinciden plenamente con el todo de la compasión, digamos de paso que en
italiano la compasión y el amor puro se designan con la misma palabra: pietá.
(Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 437)
3.3.1. El llanto como autocompasión
Una de las cosas que más hace que se pueda entender el amor puro es el llanto en tanto
que sirve como una autocompasión. Para explicar esto hay que entender que hay ciertas
cosas que le son exclusivas al hombre y con esto me refiero a la diferencia entre éste y el
animal, entre ellas está la capacidad de razonamiento, la risa y el llanto. No puedo incluir
en estas al amor debido a la clasificación hecha en este trabajo porque se tiene el amor
sexual y el amor paterno, ambos presentes en los animales.
El llanto, dice, no es la forma de mostrar el dolor puesto que en raros casos se llora
mientras se siente el dolor sino que es sólo cuando reflexionamos sobre el dolor que
sentimos cuando el llanto se presenta, en el razonamiento del sufrimiento en el que nos
vimos envueltos nuestro sentimiento de compasión se apodera de nosotros pero ahora el
objeto al que se compadece somos nosotros mismos. Esto es a mi parecer posible
tomando la verdad: somos voluntad y representación a la vez. Nuestra esencia de objeto
nos hace capaces de sentir autocompasión.
En el llanto se experimentan varios tipos de amor, el amor propio y con ello el sufrimiento
que experimentamos, el amor al prójimo y el amor puro. Es la expresión de la compasión
porque en la reflexión llegamos a la comprensión de que aquello que nos puse en ese
estado de sufrimiento fue más fuerte de lo que podíamos soportar. Aquello que no
66
desearíamos que nadie experimentase, de esta manera es que se muestra que no es un
sentimiento egoísta sino compasivo.
El llanto no es en modo alguno una exteriorización directa del dolor. A mi
juicio, ni siquiera lloramos inmediatamente por el dolor sentido sino
solamente por su repetición en la reflexión. En efecto, pasamos del dolor
sentido, aun cuando sea corporal, a una mera representación del mismo; y
entonces encontramos nuestro propio estado tan digno de compasión que, de
ser otro el que lo soportase, estamos firme y sinceramente convencidos de que
le ayudaríamos llenos de compasión y amor: pero el objeto de nuestra propia y
franca compasión somos nosotros mismos: teniendo la máxima disposición a
ayudar. […] El llanto es, por consiguiente, compasión de sí mismo o la
compasión devuelta a su propio punto de partida. De ahí que esté
condicionada por la capacidad para el amor y la compasión. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 438)
Entendiendo cómo funciona el llanto como método compasivo que se vuelve hacia la
interioridad es que se vuelve más fácil el entendimiento de la compasión como amor puro
y como completamente desinteresado. El hombre ya no sufre los malestares propios
puesto que ha traspasado ya en principium individuationis y en él está ya el sentir de todo
lo que le rodea, el mundo es parte de lo que le duele y disfruta.
Es sólo desde aquí que podemos entender al verdadero significado de la ética porque
viene del mismo lugar el correcto actuar. La moralidad y los dogmas son absolutamente
vacíos cuando no se tiene la intencionalidad del amor puro y la compasión por el resto de
la humanidad, no se puede actuar “bien” porque siempre está implicado el “bien para
quién” y si el otro no se siente con la importancia del propio ser entonces la moral que
intentemos implementar tiende a sucumbir.
Ahora, el hombre no puede amar la generalidad para siempre porque siempre existe la
posibilidad de flaquear y caer ante las facilidades y felicidad que los placeres presentan.
Las tentaciones de una vida dirigida por la voluntad de vivir son muy fuertes por lo que,
naturalmente, sólo hay dos vertientes posibles para el hombre, regresar al autoengaño o
la renuncia voluntaria.
67
Tras esta digresión sobre la identidad del amor puro y la compasión, la cual
cuando se vuelve sobre el propio individuo tiene por síntoma el fenómeno
del llanto, vuelvo a tomar el hilo de nuestra interpretación del significado
ético de la conducta, para mostrar ahora cómo de la misma fuente que
brota toda bondad, amor, virtud y nobleza nace también en último término
lo que yo denomino la negación de la voluntad de vivir. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 439)
3.3.2. Camino al ascetismo
Es momento de revisar los puntos que nos da Schopenhauer cuando habla de la
superación del principium individuationis. Como ya expliqué en el primer capítulo, el
principio de individuación es el tiempo y el espacio, nociones que sólo se tienen en el
entendimiento del sujeto y que alimenta el engaño de una individualidad.
Esta exposición ha tratado dilucidar los aspectos del amor que se tratan en la obra El
Mundo como Voluntad y Representación para mostrar cómo es el camino desde el
instinto más primitivo de la voluntad de vivir hasta el punto de su renuncia. Así como en
las religiones del hinduismo que ya traté, se habla de una vía hacia la elevación del alma y
así llegar a la paz interna para salir del sufrimiento que esta vida implica.
A pesar de que Schopenhauer fue un filósofo que rechazó la sistematización sí menciona
que existe un camino (página 664), sé que es sólo una mención con la que dice que la
moral sirve como lámpara para guiar al hombre pero al hacer esta afirmación y con la
selección que hice pareciera que, a través del amor, nos encontramos con ese camino y tal
vez tal elevación pueda existir en su pensamiento.
La palabra elevación es arriesgada y tal vez no sea la adecuada pues no se trata del pobre
individuo reuniéndose con la divinidad sino de la realización/comprensión que somos
parte de la voluntad y al llegar a este entendimiento se puede llegar a dejar de pelear por
aferrarnos a la vida, dejar de sentir las pasiones a las que nos encontramos esclavizados
por una voluntad de vivir que pelea por sobrevivir.
El malestar, sufrimiento, maldad todos vienen del egoísmo que manifiesta la misma
voluntad de vivir y tienen su origen en el equívoco de que nuestra experiencia existe de
68
manera intrínseca y sin nuestra existencia todo ha de perecer. El salir del engaño implica
un amor al prójimo que surge de abrir los ojos a la verdad: somos uno y lo mismo.
Así como antes vimos que el odio y la maldad están condicionados por el
egoísmo y este se basa en un conocimiento sumido en el principium
individuationis, también descubrimos que el origen y la esencia de la justicia
– y luego, cuando va más allá, del amor y la nobleza hasta llegar al más alto
grado– consiste en traspasar el principium individuationis, que es lo único
que, al eliminar la diferencia entre el individuo propio y ajeno, hace posible
y explica la perfecta bondad del espíritu que llega hasta el amor más
desinteresado y el más generoso sacrificio de sí mismo. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 440)
Toda bondad entonces se manifiesta como un grado de superioridad del alma y de
superación de aquello que nos afligía por el sentimiento de necesitar cumplir deseos que
al final de todo resulta que su obtención nunca es suficiente. El cumplimiento de un deseo
de la voluntad de vivir sirve como calmante sin embargo después de un tiempo se vuelve
insuficiente y se siente un aburrimiento y un tedio que arrancan la búsqueda de otro
anhelo.
Cuando el hombre empieza a sentir preocupación por los otros es cuando los ideales que
persigue nunca se extinguen y no aburren, tales ideales como la amistad en menor
medida y la justicia en mayor. Cuando se ha traspasado el principium individuationis se
nacen los valores morales en su manera más pura y se toman por ideales de la humanidad
y deja de buscarse sólo en beneficio propio.
[…] todo amor verdadero y puro, y hasta toda justicia libre, nacen ya de la
superación del principium individuationis, superación esta que cuando se
produce con total claridad provoca la plena satisfacción y redención, cuyo
fenómeno es el estado de resignación antes descrito, la paz imperturbable que
lo acompaña y la suma alegría en la muerte. (Schopenhauer, El mundo como
voluntad y representación I, 2009, p. 460)
Como podemos ver, no hay un camino más que el interior hacia el traspaso del principio
de individuación, la verdadera bondad no puede venir de un tipo de enseñanza de
recompensa o condena porque de esa manera no hay una verdadera bondad de espíritu
69
sino sólo la continuación del egoísmo que hace bien las cosas con mira a la recompensa
que va a obtener por haber actuado de esa manera.
El verdadero amor puro surge de un reconocimiento del otro y no de un interés propio es
por esto que la justicia sólo podría funcionar de manera adecuada en un estado en donde
sus integrantes alcanzaran el entendimiento de tal, es decir, que lograran traspasar el
principium individuationis y se encontraran de frente con la realidad de que somos parte
de un todo y el bien colectivo es el bien propio.
Si, como sucede con frecuencia, se pretendiera exigir la permanencia de la
conciencia individual para vincular a ella un premio o castigo, con ello sólo se
estaría buscando la conciliación de la virtud con el egoísmo. Pero estos dos
nunca se abrazarán: son radicalmente opuestos. En cambio, sí está bien
fundada la inmediata convicción, suscitada a la vista de acciones nobles, de
que el espíritu del amor, que en estos se traduce en hacer el bien a sus
enemigos y en aquellos en socorrer a quien nunca han visto con peligro de su
vida, nunca puede desvanecerse y convertirse en nada. (Schopenhauer, El
mundo como voluntad y representación II, 2009, p. 546)
Cuando se ofrece un pago por una obra caritativa entonces se trasgrede aquello que se
quiere lograr, por más buenas obras que se quieran realizar, nunca serán desde una
bondad/caridad/amor puro. Es necesario el alcanzar el conocimiento de la identidad de la
voluntad y traspasar el principium individuationis para que se tenga una conciencia
verdadera del otro y de esa manera se llegue a la verdadera caridad.
Quizás sea aquí donde, de forma abstracta y depurada de todo elemento
mítico, se ha expresado por primera vez la esencia interna de la santidad, la |
abnegación, la mortificación del amor propio y el ascetismo como negación de
la voluntad de vivir que aparece después de que el pleno conocimiento de su
propia esencia se ha convertido en aquietador de todo querer. (Schopenhauer,
El mundo como voluntad y representación I, 2009, p. 444)
Si el traspasar el principium individuationis nos da el conocimiento de la identidad de la
voluntad, esto nos ofrece una influencia mucho más grande sobre el alcance que la
voluntad tiene. Si en este traspaso ya no se hace una diferencia entre el individuo ajeno
porque se reconoce a sí mismo en todos los fenómenos y siente los dolores del mundo
70
como suyos, lo que ahora siente deja de ser el interminable y cambiante dolor-placer que
la voluntad de vivir le provoca en su individualidad.
Para aquél que sigue inmerso en el engaño del principio de individuación los demás son
solo motivos para la satisfacción de sus placeres. En cambio, para el que lo ha traspasado,
el conocimiento de la esencia, se convierte en un “aquietador” de todo querer. Se llega
finalmente al estado de renuncia voluntaria en tanto que la voluntad se estremece ante
los placeres que forman parte de su afirmación.
Aquél que, traspasando el principium individuationis, conoce el ser en sí de
las cosas y con ello la totalidad, no es ya susceptible de tal consuelo; él se
ve en todos los lugares a la vez y se sale. – Su voluntad cambia, ya no afirma
su propio ser que se refleja en el fenómeno sino que lo niega. Eso se
manifiesta en el tránsito de la virtud al ascetismo. En efecto, ya no le basta
amar a los demás como a sí mismo y hacer por ellos tanto como por sí, sino
que en él nace un horror hacia el ser del que su propio fenómeno es
expresión: la voluntad de vivir, el núcleo y esencia de aquel mundo que ha
visto lleno de miseria. Por eso niega aquél ser que se manifiesta en él y se
expresa ya en su propio cuerpo, y su obrar desmiente ahora su fenómeno
entrando en clara contradicción con él. No siendo en esencia más que
fenómeno de la voluntad, cesa de querer cosa alguna, se guarda de
cualquier apego de su voluntad y busca consolidar en sí mismo la máxima
indiferencia frente a todas las cosas. – Su cuerpo, sano y fuerte, expresa el
instinto sexual por medio de los genitales; pero él niega la voluntad y da un
mentís al cuerpo: no quiere la satisfacción sexual bajo ninguna condición. La
perfecta castidad voluntaria es el primer paso en el ascetismo o la negación
de la voluntad de vivir.(Schopenhauer, El mundo como voluntad y
representación I, 2009, p. 441)
Con ayuda de esta breve exposición podemos darnos cuenta de que “el amor” nos sirve
para explicar a modo general la obra El Mundo como Voluntad y Representación y nos
lleva finalmente al cumplimiento del objetivo de Arthur Schopenhauer que era llegar a la
vida ascética en donde la voluntad dejara de tener injerencia en la vida y actuar del
hombre, es decir, la libertad total de ella.
Una frase de Facundo Cabral me viene a la mente al terminar de escribir esto a partir de
un mejor entendimiento del pensamiento de Arthur Schopenhauer que dice: “es en vano
71
que golpees la puerta, estamos adentro”. De alguna manera esa frase explica (de manera
metafórica lo que Schopenhauer afirma, todo es voluntad y nosotros somos tan solo una
parte; estamos adentro.
72
Conclusiones

Con el catálogo que hice del concepto “amor” en Schopenhauer es posible
vislumbrar en qué medida la voluntad actúa en el hombre y la comprensión de la
obra El Mundo como Voluntad y Representación se hace más sencilla.

No existen grados específicos en el camino de la afirmación a la negación de la
voluntad de vivir sino que todos somos presos de todos en algún momento.

A pesar de llegar a sentir el amor puro y sentir compasión por los demás, es
posible regresar a la afirmación de la voluntad de vivir debido a la tentación que
ofrecen los placeres

Sólo en el estado ascético es que uno siente un aborrecimiento por la vida y sus
placeres y es cuando es posible llegar a la completa negación de la voluntad de
vivir pero este modo de vida se alcanza a través del amor puro.

Sí existe una vía de la afirmación a la negación de la voluntad de vivir pero
Schopenhauer solo afirmó su existencia mas no habla de ella ni de sus grados
aunque sí menciona que la negación del amor sexual es el “primer paso” y que la
moral sirve de lámpara para el hombre en esa vía.

Aunque es posible aquietar a la voluntad o silenciar la constante ilusión de un
anhelo siempre insatisfecho se reafirma el pesimismo de no poder escapar de ella
puesto que en esencia somos voluntad.
73
Bibliografía: Trabajos citados y consultados
Basham, A. (1989). The origins and development of classical hinduism. Londres: Oxford University
Press.
Basham, A. (1998). A Cultural History of India. Londres: Oxford University Press.
Safranski, R. (2008). Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía. México D.F.: Tusquets
Editores.
Schopenhauer, A. (2009). El amor, las mujeres y la muerte y otros ensayos. México D.F.: Tomo.
Schopenhauer, A. (2009). El mundo como voluntad y representación I. Madrid: Trotta.
Schopenhauer, A. (2009). El mundo como voluntad y representación II. Madrid: Trotta.
Schopenhauer, A. (2011). El arte de tratar con las mujeres. Madrid: Alianza. Edición e introducción
de Franco Volpi
Schopenhauer, A. (2013). Los dolores del mundo. Buenos Aires: Prometeo . Prólogo de Ricardo
Álvarez
Stepanenko, P. (2013). Schopenhauer en sus páginas. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Villacañas, J. L. (1997). Historia de la Filosofía Contemporánea. Madrid: Akal.
74
Descargar