SCHOPENHAUER EL FILÓSOFO POLIGLOTA. La familia

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SCHOPENHAUER EL FILÓSOFO POLIGLOTA.
La familia Schopenhauer había sido una familia importante en Danzing (actualmente
Gdansk) durante varias generaciones. En casa del abuelo el lema era Point de bonheur sans
liberté “No hay felicidad sin libertad” y estaba acostumbrada a relacionarse con todo tipo de
señores, emperadores y conquistadores. Además de este espíritu de independencia señorial, otra
de las características de la familia era su cosmopolitismo excepcional para aquella época (s.
XVIII). El padre de Arthur Schopenhauer salió muy joven de su hogar para conocer mundo y
vivió en Francia e Inglaterra durante muchos años naciendo así su fascinación por la literatura
francesa contemporánea, especialmente Voltaire, y por las costumbres de la sociedad inglesa. A
partir de entonces cuentan que leyó un periódico inglés y otro francés todos los días,
aficionando también a su hijo para el resto de su vida.
Cuando Arthur acababa de cumplir cinco años la ciudad de Danzing fue ocupada por las
tropas prusianas, de esta manera empezaron los viajes de Schopenhauer, que no finalizarían en
toda su vida. La educación preuniversitaria de Schopenhauer fue el cosmopolitismo.
Perteneciente a una familia adinerada de la Hansa nunca tuvo que preocuparse de su
manutención. A los diecisiete años manejaba casi con igual familiaridad tres idiomas, Inglés,
Francés y Alemán. Él, que despreciaba la grandilocuencia de la prosa alemana, se propuso escribir
en alemán del mismo modo en que Hume había escrito en inglés. Sus largas temporadas en Francia
e Inglaterra le hacían escribir y hablar como un nativo. El mundo al que pertenecía era un mundo
de comercio y negocios internacionales. Su desprecio por los académicos era ese desprecio que al
hombre de negocios cosmopolita, elegante y rico, le producen los horizontes sociales e
intelectuales limitados de los profesores de clase media.
Su formación le salvó de las consecuencias de lo que más adelante consideraría el principal
inconveniente de la educación tradicional, la inversión del orden experiencias y conceptos. Los
conceptos adquieren contenido y significación, diría Schopenhauer, sólo en tanto en cuanto
deriven de la experiencia y puedan remitirse a ella. El problema de la educación tradicional es
que nos priva de la experiencia en este sentido, proporcionándonos nuestro primer conocimiento
de muchos de los aspectos más importantes de la vida, no mediante una experiencia, de la que a
continuación abstraemos y generalizamos, sino mediante conceptos basados en las abstracciones
y generalizaciones de otras personas, que no corresponden a ninguna de nuestras experiencias.
Algo de ello es inevitable decía Schopenhauer, pero de ninguna manera todo ello. Debemos
pensar, observar, experimentar y sentir allí donde se habla otra lengua, donde se tienen otras
costumbres, donde se piensa diferente, donde se practican otros ritos, otras tradiciones para
mayormente percibir una realidad más real. Aprender un idioma es empaparse de su existencia y
experiencia no verbal, es algo inseparable de la vida misma.
La formación de Schopenhauer fomento en él la tendencia de tomar como punto de partida
para su reflexión y aprendizaje su respuesta espontánea ante su propia experiencia, y no los
conceptos de los demás. En ese sentido su compromiso existencial justifica el estilo de su prosa,
que es claramente no literario, no académico, sino coloquial, concreto, idiomático y directo. En
su estilo se combinan lucidez con musicalidad, exactitud y precisión con metáforas asombrosas,
energía torrencial con rigor lógico. Ha sido considerado por muchos el mejor escritor de prosa
alemana moderna. Incluso en la traducción la calidad de su obra es indiscutible.
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Aparte de filosofía, escribió un tipo de literatura que Bryan Magee denomina sabiduría
mundana, en formas literarias de breve extensión, ensayos pequeños, máximas, aforismos. El
Oráculo de Baltasar Gracián, fue traducido del español al alemán por Schopenhauer, quién
decidió aprender el castellano fascinado por las obras del rebelde jesuita.
Alejado de los negocios familiares, por los cuales no sentía ningún interés y alejado de su
madre a la muerte de su padre, con la que no se llevaría bien nunca, descubrió su vocación por la
filosofía “La vida es un asunto miserable. He decidido dedicarla a tratar de comprenderla", pero
se apasionaría durante el resto de su vida también por las ciencias y la literatura en siete
idiomas; latín, griego, francés, inglés, alemán, italiano y español. Dado que no tenia que enseñar ni
que ganarse la vida, estudiaba aquello que le estimulaba, dejándose llevar por sus inclinaciones, y
el resultado de ello fue que su exhorbitante erudición, lejos de ahogar su personalidad, la
reafirmó y la amplió.
Schopenhauer padeció un sin fin de patologías, propiciadas por el rechazo materno
y su carencia emocional y su condición de niño prodigio e inseguro y diversas
experiencias traumáticas, como el suicidio de su padre. “Si no hay nada que me
preocupe, eso mismo me preocupa” “ Es más seguro confiar en el miedo que en la fe”
Nunca escribía en alemán nada que guardara relación con sus cuentas o su propiedad;
escribía las cuentas de sus gastos en inglés y su asuntos de negocios en griego o en latín.
A pesar de que su filosofía se expresa en un vocabulario pesimista, podría formularse con
la misma precisión en un vocabulario optimista. Wittgenstein decía en su Tractatus “El mundo de
los felices es distinto del mundo de los infelices”.
Cuando escribe De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente (1814) a los 27 años
como diría él, todos los dogmas de su sistema estaban establecidos, y empieza a interesarse por
la filosofía oriental, un mundo de pensamiento totalmente nuevo con las traducciones al alemán
de textos clásicos del pensamiento budista e hinduista.
Admiró y se relacionó con Goethe, la única relación de amistad con alguien de su talla, quién
le dedico estos versos:
Willst du dich des Lebens freuen,
So musst der Welt du Werth verleihen
“Si deseas disfrutar de la vida, debes valorar el mundo”
Shopenhauer escribió junto a ellos una cita de Chamfort:
“Il vaut mieux laisser les hommes por ce qu´ils sont, que les prende pour
ce qu´ils ne sont pas”
“Mejor es dejar a los hombres por lo que son que tomarlos por lo que no
son”
a lo que añadió el mismo Schopenhauer:
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“Rien de si riche qu´un grand soi-même”
“Ninguna riqueza es comparable a la grandeza de uno mismo”.
Schopenhauer renuncio a la ostentación, la fama y el prestigio de Goethe, y se alejo de él,
en otra dirección. En 1818 escribe El mundo como voluntad y representación, donde se propone
investigar a través de su sistema filosófico qué es el mundo, más allá de cual es la causa y su
finalidad, con escasa acogida, aunque que con el tiempo ha llegado a ser aclamada como una obra
de gran influencia y envergadura para muchos pensadores e intelectuales.
Al estar su obra tan ignorada, comenzó a considerar la idea de traducir al alemán las obras
de algunos filósofos que le precedieron, pero pronto abandonó la idea de traducir a Hume, y con
Kant no encontró editor. Al final de sus días escribió entre otros ensayos Parerga und
Paralipomena y poco después apareció ya en su vejez el interés por su obra.
Hay una discrepancia importante entre la imagen de él que ha llegado a nuestros
días y el hombre que escribió los libros por los que se le conoce. A decir de todos debió
ser un conversador prodigioso, entusiasta, de cultura amplísima, bien informado e
ingenioso, pero también bastante reaccionario. Lo que si sabemos es que fue un
verdadero artista del lenguaje.
© Juan C. Santos Romera.
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