20 lecciones de amor y un delirio desesperado

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20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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20 lecciones de amor y un delirio
desesperado
Lección 1: LA FRUTA PROHIBIDA ES LA MAS DULCE
Lección 2: LA ESPERANZA ES UN BUEN DESAYUNO, PERO UNA PESIMA
CENA
Lección 3: NUNCA DES UN CONSEJO QUE NO TE HAN PEDIDO
Lección 4: EL PEZ ES EL ULTIMO EN RECONOCER EL AGUA
Lección 5: LAS COSAS PASAN CUANDO MENOS TE LO ESPERAS
Lección 6: DEJA QUE LOS ACONTECIMIENTOS SIGAN SU CURSO NATURAL...
Lección 7: CUANDO LA MANZANA ESTÁ MADURA, CAERÁ
Lección 8: CUANTO MENOS SE DIGA, MENOS HAY QUE RECTIFICAR
Lección 9: EL AMOR ES SORPRENDERTE A TI MISMO CADA DIA
Lección 10: CADA UNO RECOGE LO QUE SIEMBRA
Lección 11: DE TODOS LOS DOLORES EL MAYOR ES AMAR EN VANO
Lección 12: A VECES EL AMOR NECESITA VACACIONES
Lección 13: BORRON Y CUENTA NUEVA
Lección 14: LA BELLEZA ESTA EN EL OJO DEL QUE MIRA
Lección 15: LAS COSAS POR SU NOMBRE...
Lección 16: OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE
Lección 17: AMOR CON AMOR SE PAGA
Lección 18: LAS ACCIONES PESAN MAS QUE LAS PALABRAS
Lección 19: NUNCA DEJES COSAS A MEDIAS
Lección 20: EL AMOR TODO LO PUEDE
El Delirio Desesperado: SI CON DESEAR BASTARA...
Lección 1: LA FRUTA PROHIBIDA ES LA MAS DULCE
Era una noche cualquiera en el Café del Irlanda. Terminaba el verano. Nada más entrar
se percibía un olor denso a tabaco, mezclado con el de los licores, y se oía el algarabío
de todas las voces que conversaban (algunas mas bien gritaban), condensándose en una
sola voz, armoniosa pero chirriante, que no parecía molestar a nadie. Todo el mundo
feliz, todo el mundo riendo, tomando copas, evadiéndose de sus problemas, excepto tres
personas
A Esther se le hacia insoportable aquella voz ruidosa, aquellas risas estridentes.
Mientras limpiaba las mesas se sentía al borde del desmayo. Su cabeza iba a estallar si
oía una vez más un “oiga, ¿me atiende?”; aunque eso era de lo más agradable que se
podía escuchar allí. Un “oiga” en cierto modo sonaba hasta cortés, incluso un “oye” o
un “perdona” eran soportables; lo lamentable era todas esas ocasiones en que había
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tenido que escuchar a lo largo de los años, tanto de parte de borrachos como de sobrios,
ese “camarera”, que la hacia sentirse como si ese fuera el único rasgo de su
personalidad, esos “bombón” o “guapa” o incluso “bonitas piernas, ¿a que hora abren?”
Curada de espanto a estas alturas, pero no de cansancio e hipersensibilidad auditiva,
aquel insistente ”oiga” que oía ahora le penetraba el tímpano como una lanza y
retumbaba en su cabeza como una voz monstruosa, cuando en realidad se trataba de una
dulce y melodiosa voz femenina
Por fin terminó de pasar el trapo en la mesa y se giró para atender a quien la reclamaba,
para su no sorpresa de nuevo aquella mujer que brillaba en todo el bar desde que llegó
por su paciencia
E: Dígame
Mujer1: Oiga, llevo llamándola media hora
E: Disculpe, pero es que tenemos mucho lío. Se nos ha puesto un camarero enfermo, y
el otro...
Mujer1: Déjelo, no se esfuerce (la detuvo, impactada por su intento de explicarse, que
le pareció de lo más estúpido; aquel día todo le parecía patético, de hecho) Ya da igual
E: No, no. ¿Cómo va a dar igual? Invita la casa
Mujer1: No es necesario (seguía en su tónica desagradable)
E: Insisto... ¿Qué quieren tomar?
Mujer1: Pero será mandona... Yo una cerveza, ¿tú que quieres? (se dirigió a la mujer
que tenía justo enfrente con brusquedad)
Mujer2: Una sin alcohol
E: Dos cervezas, una sin alcohol (apuntaba) Ahora mismo... Y perdonen
Mujer2: Nada, no se preocupe (le sonrió a la camarera, mientras que la otra mujer le
mantuvo su cara de asco hasta que se fue a la barra. Las dos siguieron charlando,
alejadas espiritualmente del resto del bar) Maca, ¿por qué tienes que ser así? Pobre
chica...
M: ¿Pobre chica? Azucena, tú nunca cambiarás ¿verdad? El mal de los demás te
importa mucho, pero solo el de la gente que no conoces de nada, ¿no? Porque el de los
que formamos parte de tu vida... (se detuvo y se rió desganada para dejar visible su
desprecio) o formábamos, te importas bastante poco
Az: (bajo la cabeza) No digas eso, que sabes que no es verdad
M: ¿Y por que bajas la mirada ahora? No lo habías hecho ni una vez desde que te
conozco. Pero bueno, como estas cambiando tanto últimamente... Como eso de la
cerveza sin alcohol... ¿desde cuando eres tu tan descafeinada? ¿O es que te ha dado de
repente el sentimiento de esposa y madre abnegada y ya no bebes ni alcohol?
Az: No puedo creer que me estés hablando así...
M: Y yo no puedo creer que seas tan cobarde
Az: Maca no es eso... (le tomaba la mano) Dame otra oportunidad
M: ¿Para que? ¿Para ilusionarme de nuevo? (sacó su mano lentamente de las de
Azucena) ¿Para volver a hacerme creer que vas a dejarlo todo y tener luego que ver una
vez más que no eres capaz de luchar por mi? No, gracias. De eso estoy servida ya
Az: Ten un poco de paciencia. No es fácil llevar una doble vida, pero tampoco lo es
soltar una verdad como esta así de sopetón
M: ¿No eres la única que ha llevado una doble vida, te lo recuerdo
Az: Ya, pero no es lo mismo. Tú no tienes un hijo
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M: No, tienes razón. Yo solo tenía quinientos invitados... Pero bueno, yo no tengo por
que justificarme contigo. Tú y yo ya no somos nada, solo he venido porque te has
puesto demasiado pesada y porque no me gusta llevarme mal con nadie
Az: Es que no tienes por que ser tan drástica... Has tomado una decisión tan extrema... y
ni si quiera la has pensado bien. Y luego esa manera de desconectarte de mí, de no
cogerme el teléfono...
M: No te he cogido el teléfono hasta ayer, pero no te he escuchado ni una sola vez
llamar a mi timbre ¿eh? Te has rendido pronto al intentar localizarme
Az: Maca...
M: Mira Azucena, no me vuelvas a enredar. Yo no quería llegar hasta estos términos,
pero no me has dejado otra salida. Si no te he contestado al teléfono todos estos días es
porque estoy hasta no queda bonito decir de tus palabras. Eso es todo lo que obtengo
siempre de ti: palabras, palabras, palabras... estoy harta de que siempre encuentres la
forma de convencerme, estoy harta de la dependencia que me has creado... y quiero que
esto termine definitivamente. Yo no planté a Fernando para esto, ¿entiendes? Esta no es
la vida que quiero, siempre corriendo y a escondidas... Como ya te dije el otro día, te
repito que si me das a elegir entre tenerte como te he tenido todo este tiempo y no
tenerte, prefiero no tener nada
Az: Maca, te echo mucho de menos... Si yo estoy aquí es porque no puedo vivir sin ti
M: Pues lo disimulas muy bien, porque te lo advertí muchas veces antes de dejarte y no
hiciste nada para evitarlo. Y yo de verdad lo siento, llámame poco paciente o lo que
quieras, pero no puedo aguantar más tus prejuicios y tu miedo al qué dirán. Esto acaba
aquí y no hay nada más que hablar. Si nos cruzamos por la calle dime hola y
pregúntame como estoy, pero este tema no me lo vuelvas a sacar. Así que si me ves y
sientes ganas de decirme que me extrañas y que quieres volver, crúzate a la cera de
enfrente (se levantaba)
Az: Maca... (la agarró) Lo que pasa es que tú estás en la barrera y desde ahí se ve todo
muy bonito, pero después de haber estado contigo yo llego a mi casa y me encuentro
con los ojos de mi hijo. Me necesita mucho...
M: Es que no hubieras tenido por que perderlo. Todo hubiera ido bien. Yo nunca te he
puesto problemas porque tengas un hijo
Az: No, no por mi hijo, lo que no has respetado nunca ha sido mi postura. No hace falta
armar tanto escándalo porque te guste una mujer... Yo lo veo así, es una cosa natural,
pero llevarla con discreción. Tú en cambio ya le has hablado a todo el mundo de tu
condición y no te da vergüenza dar muestras de amor en público... Yo respeto tu forma
de verlo, pero es que a veces parece que estés orgullosa de ser lesbiana...
M: (hizo una pausa de varios segundos; arrugaba la cara sin poder creer lo que acababa
de oír) ¿Y por que no habría de estarlo? ¿Acaso tiene algo de malo?
Az: No, malo no es, pero reconocerme que... (buscó la expresión correcta durante un
rato) no es lo más extendido
M: (cada vez más cabreada) ¿Por qué te has quedado titubeando? Anda, di lo que
estabas pensando... Di que te parece algo contra natura, o que te parece una aberración
Az: Yo no he dicho eso...
M: Pero lo piensas, y yo con alguien con quien no me siento a gusto siendo como soy
no puedo estar. Y mira, solo te voy a decir una cosa más: (cogió su bolso y se levantó
definitivamente) me parece mucho más digna y mucho más respetable mi postura
orgullosa que tu postura hipócrita de “discreción”, como tú la llamas, que pasa por que
no se entere nunca tu marido. Me reafirmo en lo que te he dicho antes: (sentía que le
hervía la sangre y que no se podía ir de allí sin descargar la impotencia tan grane que se
había apoderado de ella) eres la persona más cobarde que he conocido
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Cogió su cerveza, a la que apenas le faltaba un sorbo, y se la vertió súbitamente en la
cabeza, mientras ella gritaba en su asombro y se levantaba con todo el pelo mojado de
su asiento. Todas las miradas del bar se volvían hacia ellas; se oían algunas risas y otra
gente sin embargo estaba demasiado perpleja para reír
M: Ahora ya me puedo ir tranquila. Disfruta de esta cerveza, que con alcohol sabe
mucho mejor
Abandono el local deprisa y contenta por su acción, que le había permitido liberarse de
toda la tensión provocada por este reencuentro con Azucena, y que de seguro resultaría
más eficaz que su “no vuelvas a llamarme” de la última vez, que Azucena no había
cumplido en absoluto. Ahora no le quedarían ganas de oír su voz para una buena
temporada. Caminaba sin rumbo, solo quería pasear, sentir la brisa en la cara y dejar la
mente en blanco
En el Café, Esther se acercaba a Azucena llevándole una toalla para que se la pusiera en
el pelo impregnado de cerveza y le indicó donde estaba el baño. Se quedó limpiando el
líquido que había caído en torno a la mesa
A los pocos minutos Azucena salió del baño ya un poco más seca, pidió disculpas a los
clientes que estaban alrededor de su mesa, le devolvió la toalla a Esther y le agradeció
su ayuda. Mientras se marchaba, Esther la miraba y oía el comentario del camarero de al
lado “Que pena. Pobre mujer...”, pero no lo compartía en absoluto. Aquella mujer no le
había dado nada de lastima, de hecho le había prestado su ayuda por obligación, y
pensando que probablemente no se la merecía. Recordaba a la mujer que la acompañaba
y que había sido tan borde con ella al pedirle la comanda, sus ojos tristes y delirantes, e
intuía que la mujer que había suscitado la lastima de algunos y la risa de otros no se
debía haber portado demasiado bien con aquella otra mujer que no podía ocultar su cara
de amargada. Ese escándalo tenía que tener una razón poderosa
E: Seguro que la trae tan harta como me trae a mi cierta persona (pensó)
Y siguió trabajando. Lo único que deseaba era que llegara pronto la hora del cierre,
aunque lo que iba a encontrar después no la motivaba demasiado, por lo menos podría
descansar. Aquel había sido uno de esos días en que todo se te vuelve en contra.
Cualquier detalle mínimo le caía encima como plomo y se unía al desanimo que
arrastraba desde hacía años, y contra el que no cesaba de luchar. No había nada que
llenara un poco ese día de alegría, ni si quiera la buena noticia que le habían dado el día
anterior y que significaba que a partir de mañana su vida cambiaria en cierto modo
Maca andaba despacio por un parque, con la vista al frente, y sin fijar su atención en
nada ni en nadie, ni si quiera en quienes se cruzaban con ella. Pensaba en su actitud de
este último año tan intenso... Conocer a Azucena en aquel trabajo esporádico que tuvo
que desempeñar en Jerez; enamorarse y dejarlo todo por ella... su novio de años, su
familia, el anonimato de su homosexualidad (cómodo hasta cierto punto).. e incluso
desde un mes atrás, su trabajo y su ciudad
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Empezaba a plantearse hasta que punto era cierta esa afirmación que ella misma hacia
por inercia al decir que “lo había dejado todo por Azucena...” ¿Había sido realmente por
Azucena? En realidad, en la situación en la que se encontraba podría haberse aferrado a
cualquier otra ilusión. El trabajo que su padre se había encargado de conseguirle en
aquella clínica privada, donde no atendía más que a niños con dolencias superficiales
que llegaban acompañados por sus histéricas madres; ese novio al que no podía soportar
y con el que llevaba meses sin mantener relaciones porque solo sentirle cerca le
repugnaba; esa vida falsa en la que solo era feliz durante los pequeños ratos que pasaba
con sus amigos...
Azucena llegó a ella como un torrente de sensaciones nuevas y prohibidas. Con ella
había descubierto que la felicidad existía, que era posible otra vida, y por nada del
mundo quería volver a la que llevaba antes. En medio de aquella triste existencia
construida de apariencias y en la que lo único auténtico que había vivido eran sus
amores de juventud, por supuesto mujeres, antes de comprometerse con el candidato de
su padre, que distaba mucho de lo que deseaba su corazón, solo conservaba una pequeña
esperanza de enamorarse algún día de verdad, siendo plenamente correspondida.
Idealizaba en su mente un amor perfecto, sin dificultades, de esos que no existen; esa
idea irreal que sin embargo encajaba perfectamente con lo que Azucena le despertó
nada mas conocerla
Se enamoró, pero en gran medida ayudada por su desesperación, sus ganas
incontenibles de descubrirse a si misma, de escapar del camino en línea recta que su
familia le marcaba
Azucena había sido una amiga, una amante y un amor, pero sobre todo había sido una
manera perfecta de huir. Había sido en su vida lo que la Medicina... cuando decidió
dejar la senda que sus padres querían para ella para estudiar Medicina lo hizo porque era
lo que le gustaba, pero siendo sincera consigo misma sabía que hubiera podido elegir
cualquier otra carrera con tal de tener esa posibilidad: ELEGIR, salirse de esa vida
cuadriculada y manejada en la que se sentía como encerrada en un laberinto
Era verdad que Azucena había sido todo para ella, pero después de los últimos
acontecimientos solo le quedaba el concepto de que había sido su vía de escape, el
impulso con el que había logrado reunir el valor suficiente para desafiar a su vida
perfecta y a todos los que la habían construido para ella pero sin contar con ella. Era esa
rebeldía que había aflorado en ella proporcionándole las fuerzas para darle la vuelta a su
propia suerte y ser por primera vez quien quería ser
Nada había resultado como lo imaginó. Aquel paso que había dado la hizo sufrir
finalmente, Azucena suponía una vida llena de altibajos. En solo unos meses había
experimentado los mejores y peores momentos de su vida; pero no había nada de lo que
arrepentirse. Si su prioridad hubiese sido la estabilidad podría haberse quedado con su
antigua vida, que era aburrida y falsa, pero desde luego estable. Azucena era, además de
la mujer de la que se había enamorado, la promesa segura de una vida políticamente
incorrecta, y no estirada y diplomática como la suya. Prefería mil veces aquella
existencia ajetreada que ahora para colmo se había quedado vacía a seguir sintiéndose
como un títere. Su determinación había sido dolorosa, pero al menos podía recrearse en
la sensación de libertad que le provocaba el hecho de que había sido SU decisión
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Resolvió que ya era hora de pasar la página de la historia de Azucena y de dejar de
considerarla como el único pez que hay en el río, Después de todo, mañana comenzaría
para ella una nueva vida
Tras una noche dura en el bar, Esther se dirigía al fin a casa. Caminaba lentamente,
tenía ganas de pasear. Al fin y al cabo, ¿para qué apresurarse? Tenía quien la esperaba
en casa, pero no le apetecía estar allí aquella noche. De hecho conforme empezaba a
acercarse a la puerta de su bloque la angustia la acorralaba. Cruzó la calle y se adentró
en el pequeño parque que había a pocos metros de su piso, a sabiendas de que no eran
horas de andar por allí sola. Dio una vuelta observando la poca gente que quedaba a
aquellas horas: drogadictos, parejas de jóvenes desesperados por un poco de intimidad y
corazones solitarios
De pronto una voz que la llamaba la sacó de su abstracción
Voz: Perdona, ¿tienes fuego?
Maca, cansada de recorrer el mismo parque, se había sentado en un banco y sostenía
temblorosa en su mano un cigarrillo que no tenía cómo prender. En cuanto vio que
alguien se acercaba aprovechó la oportunidad. Según hablaba se dio cuenta de que se
trataba de aquella camarera con la que había pagado su mal humor un par de horas atrás,
pero ya fue demasiado tarde para parar de hablar y se vio envuelta sin buscarlo en aquel
“tierra trágame”. Para dar impresión de ser todavía menos educada de lo que ya parecía,
ni siquiera la había tratado de usted por aquello de la relajación de modales típica de la
nocturnidad
Esther la miró, reconociéndola de inmediato y sorprendiéndose por la casualidad de
cruzarse allí con ella
E: No. Lo siento, no fumo (se detuvo un segundo para contestarle y continuó su
camino)
Maca se sentía ahora aun peor por su comportamiento anterior con la camarera.
Esperaba encontrar en ella una cara y una frase lo más inexpresivas posible, pero se
topó con aquella sonrisa y aquel sincero “lo siento”
M: Oye, espera (la llamó para que se girara y se levantó del banco) Quería pedirte
disculpas por lo borde que he sido contigo en el bar
E: No importa, ya estoy acostumbrada
M: Pero yo no estoy acostumbrada a tratar así a la gente, y no me siento bien. Acepta
mis disculpas por favor
Esther se quedó callada mirándola. Desde luego aquello era algo digno de apuntar en su
diario: era la primera vez que un cliente le ofrecía disculpas por dirigirse a ella
desconsideradamente, y estaba segura de que sería la última
E: No te preocupes, tampoco ha sido para tanto... Un mal día lo tiene cualquiera.
Olvídalo
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M: Gracias. Y gracias también por no tener mechero; no debo volver a fumar, con lo
que me ha costado dejarlo...
E: Yo por eso preferí no probarlo
M: Inteligente decisión. Que tengas buena noche (le dijo adiós con la mano)
E: Tú también. Ciao
M: Ciao...
Se volvió a sentar, tiro el cigarrillo al suelo y con la punta del pie lo cubrió con la tierra
que había alrededor. Lo enterró del mismo modo que enterraba todo su pasado, desde la
vida superficial y ficticia de Jerez hasta lo vivido con Azucena; y se quedó un rato más
contemplando las estrellas
Esther giraba finalmente las llaves de casa después de un día que la había dejado sin
fuerzas. Carolina la esperaba en pijama, estirada de lado en el sofá, mirando la tele
Carolina: Cariñito... (se incorporó) qué tarde has venido hoy...
E: Es que me he dado una vuelta (se acercó y le dio un pico mientras Carolina le hacía
un hueco en el sofá y la tapaba con una manta) Mujer, déjame que vaya a la habitación a
cambiarme por lo menos, ¿no?
Carolina: De eso nada, lo poquito que queda de día te quiero toda para mí, que te he
echado mucho de menos...
E: Aaaayy... (le acariciaba la espalda conmovida) Y yo a ti, mi bomboncito. ¿Tú no te
has ido a tomar algo aunque sea?
Carolina: Qué va... He preferido quedarme esperándote. Sabía que llegarías hecha
polvo (hizo una pausa y las dos se sonrieron con complicidad) Estas cosas de quedarme
en casa un jueves solo las hago yo por ti, ¿eh? Que conste...
E: Sí. Anda que ¿donde podría yo encontrar una mujer como tú...? Menos mal que estas
aquí siempre que te necesito
Carolina: ¿Y hoy me necesitas? No ha sido un buen día ¿verdad?
E: Pssss... tú sabes... Mañana trabajando, tarde-noche trabajando...
Carolina: Ya... Anda, túmbate aquí conmigo y descansa. Ya sabía yo que hoy tenía que
quedarme (la agarró por los hombros y la colocó encima de sus piernas, rodeándola con
sus brazos y masajeando sus sienes)
E: Gracias cariño
Carolina: De nada amorcito. Y ¡anímate! Que mañana es el gran día
E: Sí... en lo profesional...
Carolina: Y en lo personal ¿no? Pero qué poquito me quieres, qué poquito valoras a la
mujer que tienes en casa... (bromeaba)
E: No es eso y lo sabes (seguía seria)
Carolina: Anímate por favor; que la esperanza es lo ultimo que se pierde
Lección 2: LA ESPERANZA ES UN BUEN DESAYUNO, PERO UNA PESIMA
CENA
Empezaba aquel viernes en principio como cualquier otro, pero para Maca era un día
especial. Estrenaba trabajo en el hospital central como pediatra de urgencias, y con él
pretendía estrenar también una nueva vida. Se sorprendía a si misma mientras se
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preparaba para salir de casa; estaba como un flan, asaltada por los nervios como a una
niña que va por primera vez al colegio. Le temblaban las manos en el volante de la moto
y apenas iba pendiente de la circulación
Llegó al hospital con diez minutos de antelación. Había bastante movimiento y nadie
parecía reparar en su presencia. Se acercó al mostrador de urgencias e intentó que la
mujer de pelo corto que miraba unos papeles con gafas colocadas a mitad de la cara
levantara la vista
M: Hola, buenos días... Perdone, perdone...
T: ¿Sí?
M: Soy la nueva pediatra de urgencias, me llamo Maca Fernández
T: Aaahhh, ¡sí! Buenos días. Yo soy Teresa (se puso de puntillas detrás del mostrador y
la radiografió hasta donde pudo)
M: Encantada. ¿Puede decirle al director del hospital que ya estoy aquí?
T: ¿El director? (“Pero ¿qué se creerá esta?”) Lo siento, pero no va a poder ser, está
muy ocupado...
M: Ya... Es que quiero empezar a trabajar y me gustaría que alguien me orientara
cuanto antes
T: Pues no sé... Me imagino que habrán asignado a alguien para que le cuente como va
esto, pero ahora mismo no le sabría decir a quien. Espere... (vio pasar por allí a una
enfermera y la llamó) ¡Esther!
E: Dime
Esther levantó la vista de los papeles que llevaba, miró a Teresa y luego a la chica que
estaba apoyada en el mostrador. Maca la miro y abrió la boca sin salir de su asombro
M y E: ¡¿Tú?! (gritaron las dos a la vez)
T: ¿Os conocéis?
E: No, digo sí. Bueno, nos vimos ayer por casualidad, pero no. Soy Esther García,
enfermera
T: (riendo) Bueno, desde hoy Jefa de enfermeras
M: ¿Pero tú aquí...? (su cabeza daba vueltas intentando explicarse que hacia allí la
camarera del día anterior. La Seguridad Social no brillaba por pagar espléndidamente a
sus trabajadores, pero no sabía que esto llegaba hasta el punto de que una enfermera
tuviera que recurrir al pluriempleo)
E: ¿Y tú que haces aquí? ¿Te encuentras mal?
M: No. Soy...
T: Es la pediatra nueva (se le adelantó)
M: Maca (le extendió la mano y se saludaron)
E: Aaaahhh. Pues me temo que vas a tener mala suerte... Hoy estreno puesto y la
primera misión que me han dado es ocuparme de ti. Sígueme, que te enseño todo esto
La pediatra tragó saliva, todavía un poco avergonzada por el episodio del día anterior en
el pub, no solo lo desagradable que había sido con Esther, sino también el numerito de
la cerveza. Intento quitárselo de la cabeza y centrarse en su trabajo, su primer día de
trabajo tenía que ser perfecto
La enfermera le iba enseñando las instalaciones, intentando poner un punto de humor a
aquel tour tan aburrido. Maca la miraba atenta a su explicación, y reía con sus
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ocurrencias. La impresión positiva que le había causado la noche anterior al despedirse
de ella era fiable; se estaba portando genial con ella, la trataba como si acabaran de
conocerse, pero amablemente, obviando su brusquedad de la noche anterior; incluso le
daba consejos útiles para el trabajo o la tranquilizaba. A cada momento se cruzaban con
alguien que felicitaba a Esther por su ascenso. Parecía que era muy conocida y querida
en el hospital
Llevaban juntas casi tres cuartos de hora. Se habían recorrido todas las zonas del
hospital que podían interesarle a Maca; solo faltaba la cafetería
E: Está en el piso de abajo (le indicó con la mano las escaleras) Te la enseño y si
quieres nos tomamos un café
M: Estupendo, me apetece invitarte a un café después de cómo te has portado conmigo.
En realidad deberías odiarme
E: ¿Odiarte? ¿Cómo voy a odiarte? No te conozco...
M: Pero nada más por lo amable que fui el otro día contigo en el bar ya deberías estar
predispuesta contra mí
E: ¿Pero que dices mujer? Además, ya te he dicho que no fue para tanto. Te aseguro
que he pasado por cosas peores en ese bar
M: ¿Puedo preguntarte algo? ¿Si eres enfermera aquí como es que trabajas allí?
E: No, no trabajo allí. Trabaje durante bastantes años, pero desde que me hicieron fija
en el hospital no puede decirse que trabaje en el bar, solo lo hago cuando hay algún
problema con los camareros, como ayer. Eso sí, aunque no me ponga el delantal si
procuro pasarme de vez en cuando a ver cómo va todo; no quiero descuidarlo
M: Ah, pero ¿es tuyo el bar?
E: Casi, casi... Sí, podría decirse que sí; es de mi padre
M: ¡Aaaah!
E: Bueno, aquí es...
Tras bajar las escaleras hablando llegaron al fin a la cafetería. Héctor iba de salida y se
encontró con ellas en la puerta
H: Eeeey... (le pellizcó la mejilla a Esther y loe dio dos besos) Felicidades preciosa,
¿qué tal el nuevo cargo?
E: Pues genial. Entraba temprano, pero he llegado tarde para no perder la costumbre, y
luego he tenido suerte y no me he tenido que poner en cortinas porque le estoy
enseñando el hospital a Maca (la señaló con la cabeza) Por cierto, ella es Maca, la nueva
pediatra
H: Hola, yo soy Héctor
M: Hola Héctor (le dio la mano) ¿Qué tal?
H: Bárbaro. ¿Y tú? ¿Qué te pareció el hospital?
M: Pues de momento está muy bien
H: Claro, eso es porque todavía no empezaste a trabajar (reía) Bueno, yo las tengo que
dejar, que ya me demoré más de la cuenta con el café y tengo una pila de trabajo
amontonado
E: Vale
H: (A Esther) Oye, ¿cuando celebramos tu ascenso? ¿Hoy mismo, que es viernes?
E: Hoy no va a poder ser. He quedado con mis amigas, vamos a hacer una fiesta en casa
para celebrarlo
H: Que suerte la tuya... ¿Mañana entonces?
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E: Vale, sí. ¿Dónde queréis ir?
H: Al bar de tu padre
E: ¿Qué dices tío? (bromeaba) Al de mi padre no, que me corta el rollo para ligar. Mira
que si mañana tengo éxito y me encuentro cara a cara con el amor de mi vida... ¿qué me
voy a poner a pelar la pava delante de mi padre?
H: Pero no pasa nada... Tu padre no se tiene que escandalizarse por eso. Ya está
mayorcito, ¿no?
E: Noooo, pero si no es por mi padre, es porque luego se lo dice a Carolina y ya sabes
como me controla... (se reía)
H: ¿Cómo está ella?
E: ¿Caro? Perfectamente. El otro día me estuvo diciendo que tenía ganas de veros, de
quedar contigo, con Laura y los demás
H: Yo también la extraño ¿eh? Dile que se venga mañana
E: Eso ni lo dudes, ya sabes que no me deja ni a sol ni a sombra
H: Oye, pero vamos a lo de tu viejo, ¿eh? Que yo sé que disfrutas poniendo copas gratis
E: Me encanta
H: Maca, ya lo verás mañana si te vienes. No hay manera de que te deje pagar. Bueno,
ahora sí que las dejo, ¿eh? Ciao
M y E: ¡Ciao!
E: ¿Nos sentamos en aquella mesa?
M: Perfecto (Se sentaron) No deberías servir tantas copas gratis ¿eh? Debe ser verdad lo
que ha dicho Héctor, porque ayer no me quisiste cobrar
E: Había tardado mucho en atenderte... Bueno, y a los amigos no les cobro porque no
me da la gana (riendo)
M: Pobre de tu padre, lo vas a arruinar
E: Bueno, las deudas de mi padre algún día serán para mí, así que es problema mío
M: Jajaja... ¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí?
E: Sí. ¿Te pongo café?
M: Sí, gracias
E: Pues llevo ya ocho años. La verdad es que estoy muy contenta aquí, y más ahora que
por fin me han dado el puesto que quería
M: Yo espero encajar bien aquí. A ver...
E: Seguro que sí, son todos estupendos, ya verás
M: No, si me lo creo... Solo te conozco a ti y la verdad es que eres un encanto
E: Mujer, ya será menos (contesto ruborizada)
M: No, lo digo en serio. Gracias por la acogida (hicieron una pausa mientras bebían) Yo
aunque no lo parezca soy una persona normal, no pienses que estoy loca por lo que me
viste hacerle a la chica que estaba conmigo en tu bar...
E: No, no, yo no pienso nada...
M: Solo fue un arranque del momento. Pero tenía mis razones...
E: No lo dudo
M: Me he sentido muy cómoda gracias a ti. Había llegado muy nerviosa, pero ahora me
siento ubicada y con ganas de trabajar
E: Bueno, pues ya va siendo hora de que nos pongamos al lío, ¿no? Que todavía ni he
sacado sangre en mi nuevo puesto
M: Venga... (se levantaron)
E: Oye, y vente a la fiesta de mañana, ¿eh? La que me van a hacer los compañeros por
mi ascenso
M: Ay no, que vergüenza... si no conozco a nadie...
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E: Pues por eso mismo, para que vayas conociendo y veas lo majos que son. Además,
¿cómo que no conoces a nadie? A mí ya me conoces un poquito...
M: Bueno, ya me lo pienso y te digo lo que sea
E: Vale, pero quiero oír un sí. Yo te dejo aquí, que tengo que subir a maternidad. Que
tengas mucha suerte
M: Vale. Esther... (la detuvo)
E: ¿Sí?
M: Gracias por todo
E: Cómo me vuelvas a decir gracias hablo con el director para que te eche ¿eh?
Esther se fue deleitándola antes con la mejor de sus sonrisas. Maca miró como se
marchaba e inmediatamente se acercó al mostrador
M: ¿Tengo algún niño que atender?
T: Sí, tienes unos gemelos con anginas
M: Vale, dígales que pasen a la sala de curas, por favor. Yo voy en cuanto me ponga
una bata
T: ¿Qué tal con Esther?
M: Fabuloso. Creo que nos vamos a compenetrar mucho
T: Uff. Eso te parece hoy que está de buen humor. Ya verás cuando la pilles en un mal
día y deje su mala leche al descubierto...
M: Bueno, todos tenemos días malos... voy a cambiarme
T: ¡Suerte con los gemelos!
M: ¡Gracias! (se giro cuando ya llegaba a la puerta de urgencias)
T: Y tuteame, mujer, que no soy tan mayor
M: Lo haré
Entró sonriendo de oreja a oreja. Estaba contenta. Parecía haber muy buen rollo en el
hospital. Incluso hasta la recepcionista se veía buena persona, a pesar de que la bicheaba
de arriba abajo nada mas verla llegar. Pero sobre todo le había caído bien Esther, que se
había mostrado simpática y afable con ella todo el rato y la había hecho sentir segura
cuando más lo necesitaba. Después de todo parecía que hacer amigos en Madrid no iba
a ser tan difícil como lo imaginaba
Casi sin que se diera cuenta llegó el final del turno. Atendió a bastantes niños, se cruzó
un par de veces con Héctor y con Esther, que siempre le regalaba una amplia sonrisa, y
fue conociendo a otros médicos con los que coincidió
Momentos antes de irse, las dos volvieron a coincidir en la sala de médicos. Maca
recogía unas cosas que había dejado allí y Esther, ya vestida para salir, había venido a
traerle unos papeles a Vilches. La pediatra se quedó asombrada del cambio de Esther
vestida con ropa normal. Aquel uniforme de enfermera era de todo, menos favorecedor.
La noche anterior no sabía fijado en ella en absoluto, pero aquella mañana se había
quedado bien con sus facciones y dimensiones, y verla ahora con ese bonito conjunto
veraniego de falda y camiseta de tirantes le parecía estar viendo a otra mujer. Había
descubierto en mismo día que era bonita tanto por fuera como por dentro. La enfermera,
por su parte, se mostró muy interesada en saber como le había ido a Maca en su primer
día de trabajo, y ésta también le pregunto como sentía en su nuevo cargo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
12
Mientras esto sucedía Carolina llegaba a recepción con chándal y mochila a la espalda.
Teresa y Rusti la vieron llegar y salieron de detrás del mostrador para saludarla
T: Que alegría verte por aquí... (le dio dos besos)
R: Dichosos los ojos...
Carolina: ¿Cómo está todo por aquí? ¿Os morís de pena desde que ya no vengo?
R: Pues sí, lo llevamos muy mal la verdad
Carolina: Si es que me han puesto una clase justo a esta hora... ¿Os ha contado Esther?
T: Sí. En cuanto no viniste unos días a buscarla le pregunté y me dijo que te habían
puesto una clase de dos y media a tres y media
Carolina: Es lo peor... Es una putada en toda regla. Me parte la hora de la comida. Hoy
he tenido suerte y no se ha presentado nadie... claro está, ¿quien va a ir? Si es que es una
hora malísima... Y me he dicho “voy a por mi niña”, que además hoy se ha puesto la
falda verde, y cuando se viste así la miran mucho, que lo sé yo
R: Jajaja. Y no puedes controlar tus celos, ¿no?
Carolina: Claro, yo soy como una gata; cuándo me siento amenazada saco las uñas...
¿Por dónde anda mi tesoro? ¿Ligando?
T: Pues tu tesoro cambiándose estará... supongo
Carolina: Vale, dile que estoy por aquí afuera. Me quedaría charlando con vosotros,
pero es que tengo que hacer unas llamadas, que esta noche montamos fiesta en el piso
para celebrar el ascenso de la niña
R: Oye, cuando lo celebre con nosotros no puedes faltar ¿eh?
Carolina: Por supuesto que no, le tenemos que montar un fiestón. Venga, ya nos
vemos. Decidle que estoy por aquí
A los cinco minutos Maca y Esther salían de urgencias riendo animadamente y
caminaron al mostrador para despedirse hasta el día siguiente
R: (A Maca) ¿Qué tal el primer día?
M: Ha estado muy bien (le sonrió a Esther)
R: ¿Y tú, Esther? ¿Mucho lío en tu primer día de jefa?
E: Pues sí, un poco cansada. Después de comer me voy a pegar una siestecita, que sino
no aguanto para luego. Es que no os he comentado nada, pero esta noche tengo una
fiesta...
R: Ya lo sabemos
E: ¿Quién os lo ha dicho?
T: Un pajarito que ha venido a buscarte
E: ¿No me digas? ¿Ha venido Caro?
T: Sí, te está esperando fuera, que tenía que llamar por teléfono
E: ¡Que sorpresa! Ala, pues yo os dejo ya, que no quiero hacer esperar a mi querida.
Nos vemos mañana si sobrevivo a la juerga de esta noche
M: Espera, que salgo contigo
Se apresuró para ir hasta la puerta con Esther. Los comentarios que había escuchado
accidentalmente sobre aquella tal Carolina le causaban interés y le parecían un tanto
contradictorios. Tenía curiosidad por saber con que tipo de gente se relacionaba Esther.
La enfermera miró a un lado y al otro, pero no vio a nadie
M: ¿No está tu amiga?
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E: No, debe estar en el aparcamiento supongo. Voy para allá. ¿Tú tienes allí tu coche?
M: No, no tengo coche. Mira, esa que ves ahí es mi moto
E: ¡Ala, una moto! Yo nunca he montado en una
M: ¡¡¿¿Nunca??!! (escandalizada) Esther, por favor... ¿qué clase de adolescencia has
tenido? Tienes que subir, ¿eh?
E: Otro día me das un paseo, ¿vale?
M: Cuando quieras
E: Venga, te veo mañana, que me están esperando
M: Hasta mañana. ¡Pásalo bien!
Maca se entretuvo un segundo para mirar el móvil; ningún mensaje ni llamada perdida;
parecía que esta vez Azucena sí había captado el mensaje. Se puso el casco y arrancó
Cuando pasaba por enfrente del aparcamiento, justo antes de abandonar las instalaciones
del hospital, vio a Esther, que se acercaba a alguien que la esperaba, y distinguió como
se abrazaba cariñosamente a esta persona y la besaba brevemente en la boca. No puedo
verla cara de esa persona, Esther la tapaba con su cuerpo, pero de algo estaba segura:
era una mujer
Se quedó perpleja después de su visión. Apretó el manillar con fuerza y se concentró de
nuevo en la conducción, pero no podía evitar que la imagen que acababa de ver le
volviera a pasar por la mente. Aquella mujer con la que había congeniado tan bien y que
había conocido de una manera tan inusitada la noche anterior tenía novia, y lo más
importante, y que se derivaba consecuentemente de ello: entendía
Esther se encontró con Carolina en el aparcamiento. La estaba esperando apoyada en su
coche. Justo en ese momento cerraba la tapa de su teléfono móvil y terminaba la última
llamada de confirmación que tenía que hacer. Se le acercó sonriendo y la saludó
efusivamente, como siempre
E: ¿No has tenido clase?
Carolina: No. No ha venido nadie, así de poco me quieren...
E: (riendo) Mi amor, te quiero yo, ¿no te basta con eso?
Carolina: ¡Aaay...! (le dio un cachete en el culo) Pero qué guapa te me has puesto
hoy... Entra en la carroza princesita (le abrió cortésmente la puerta del coche)
E: Y tú en chándal... Hoy no hacemos buena pareja ¿eh?
Carolina: (se sentó en el asiento de conductor) Hija mía, es que te has puesto que
parece que vienes al trabajo a ligar. Luego para la fiesta me pongo más acorde contigo.
Viene todas la fiesta ¿eh? Lucia, Carmen, Cristina, Susana... (hizo una pausa) He
intentado que pudiera estar aquí Adelaida, pero no podía escaparse, tenía que...
E: No te preocupes (la interrumpió) Mejor así... Arranca. Pero no me dejes en casa,
¿eh? déjame en el bar un segundo, que voy a saludar a mi padre
Carolina: Como quieras...
La enfermera pasó un rato charlando con su padre en la barra del bar. Quería asegurarse
de que el camarero que llevaba nueve días de baja por neumonía se había reincorporado
a su puesto. Afortunadamente el chico había cumplido su promesa y estaba ya
trabajando; Esther no tendría ya que llevar ese ritmo tan estresante de los últimos días, y
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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que hubiera terminado por volverla loca de haberlo tenido que aguantar un fin de
semana más. Picó unas tapas y luego se fue caminando al piso, que estaba a unos 15
minutos
Al llegar se encontró a Carolina pasando el aspirador, poniendo la casa a punto para la
llegada de las invitadas
E: Ya estoy aquí cielito
Carolina: ¡Hola vida mía! (paro el aparato)
E: Pero que erótica estás limpiando...
Carolina: Yo estoy erótica en cualquier situación (bromeaba) ¿Ya has comido?
E: Sí. He picado algo con mi padre
Carolina: Jooo. Justo hoy que me he animado a cocinar... Te he dejado ahí el plato por
si quieres. ¡Mira!
Esther miró hacia la mesa del comedor y vio un plato con un mejunje que no sabía bien
que era, pero que solo la pinta le daba nauseas
E: Uff. Menos mal que he comido entonces...
Carolina: Muy graciosa... ¿Ha venido la vecina de abajo sabes?
E: Ah, ¿pero tenemos vecina de abajo?
Carolina: Pues sí, y muy maja. Por lo visto lleva aquí un par de semanas
E: Ah ¿sí? Pues no se la oye nada, ¿eh? Se porta bien esta chica. Ella en cambio estará
hasta la coronilla del ruido que formamos nosotras
Carolina: Sobre todo por las noches, gatita (le guiñaba el ojo)
E: Jajaja. Sí... ¿Y a que ha venido?
Carolina: A pedirnos la batidora, que quería hacer no sé que receta y no tenía. Ha dicho
que ahora nos la traía
Sonó el timbre
Carolina: Debe de ser ella (y abrió)
Vecina: ¡Hola! Toma, ya he terminado, Muchísimas gracias
Carolina: De nada mujer, para eso estamos...
Esther levantó la vista de la revista que acababa de coger al reconocer la voz de aquella
persona que se había quedado detrás de la puerta y que no podía ver desde el ángulo en
que estaba. Caminó unos pasos hasta ponerse frente por frente de la puerta
E: ¿Maca? (pregunto sorprendida al confirmar sus sospechas)
M: Esther...
Se hizo un silencio entre ambas, solo se miraban fijamente a los ojos
Carolina: ¿Os conocéis?
E: Sí, es una compañera del hospital
Carolina: ¿En serio?
M: Sí, he empezado a trabajar hoy en el central. ¿Vives aquí Esther?
E: Sí, vivimos las dos. Ella es Carolina
M: Hola Carolina, no te lo he dicho antes, pero me llamo Maca
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Carolina: Encantada, pero no te quedes en la puerta, entra...
E: Eso, pasa, pasa... (la invitó a entrar y a sentarse) ¿En serio vives abajo?
M: Sí, desde hace unos quince días
E: ¡Que casualidad! Desde anoche parece que estamos destinadas a encontrarnos en
todas partes... Lo que no sé es como no nos hemos cruzado ningún día por las escaleras
ni nada...
M: Pues no sé... Para serte sincera yo tampoco he salido mucho desde que me instalé.
Ha sido una mudanza muy pesada, y tampoco conozco a casi nadie en Madrid
Carolina: Ah, pues cualquier día que te apetezca tomar un café te subes, ¿eh? O si
quieres salir de marcha, nosotras no perdonamos ni un fin de semana
M: Vale. Gracias por el ofrecimiento, lo tendré en cuenta. Y gracias por la batidora ¿eh?
Me tengo que comprar una, que a mí me gusta mucho hacer postres y la necesito
Carolina: De nada, tú cualquier cosa que necesites no dudes en subir y tocarnos. Es
más, ¿por qué no te vienes esta noche? Celebramos el ascenso de Esther con unas
amigas...
E: Claro, sube y te tomas algo
M: No, no. Yo... no quiero abusar
Carolina: No abusas nada... Bueno Esther, convéncela tú, que yo me tengo que ir
yendo (se colgó la mochila y le dio un pellizquito a Esther en el costado)
E: A las diez y media te quiero aquí como un clavo, ¿eh?
Carolina: ¡Que sí! Adiós Maca, o mejor dicho hasta luego, porque espero verte por
aquí, ¿eh?
M: Ciao
Carolina: (A Esther) Ciao princesa
E: Adiós, pastelito de nata
Carolina: Hasta las diez, tocinito de cielo (reía desde la puerta)
E: Anda, vete ya, que verás tus alumnos...
Carolina: Sé buena niña ¿eh? ¡Hasta luego!
Maca se había quedado un poco impactada con la gran causalidad de vivir en el mismo
bloque que la enfermera y con la empalagosa despedida de Caro y Esther; no sabía si
reír o permanecer neutral. Estaba claro: aquella tenía que ser forzosamente la mujer que
había venido a por Esther al hospital y a la que había saludado tan amorosamente.
Vivian juntas, y justo arriba de su piso
E: Vaya sorpresa. Todavía no puedo creer que vivas aquí ¿eh?
M: Sí, yo también me he quedado sin palabras...
E: ¿Y aun no has salido de marcha por Madrid?
M: Pues te vas a asombrar, pero de marcha, marcha la verdad que no...
E: No te preocupes, que ya te meteré por el buen camino. Te tienes que venir conmigo
un sábado de estos
M: Vale, pero con una condición
E: ¿Cual?
M: Vamos en mi moto
E: Está bien, yo también tengo una condición: prohibido hablar de trabajo
M: Hombre... eso se sobreentiende
E: Bueno, de momento esta noche te pasas, ¿verdad?
M: No, no, no... ¿cómo me voy a venir? Es tu fiesta, son tus amigas. Yo no pinto nada
aquí
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E: Pero si son todas unas locas... te vas a hartar de reír si vienes; y desconectar te
vendrá bien, que has trabajado mucho hoy
M: No sé...
E: Mira a las 10 he quedado aquí con ellas. Vamos a cenar aquí todas juntas, y luego a
las 10.30 viene Caro y empieza la fiesta. Anda sube, verás que te lo pasa genial...
M: No, si no lo dudo. Es solo que me da corte
E: Ay, pero que vergonzosa has resultado ser ¿eh? Mira, como no estés aquí a las 10...
bajo y te subo de las orejas
M: Jajaja. Vale, aquí estaré (se levantó del sofá y anduvo hasta la puerta) Traigo vino,
¿vale?
E: No hace falta que traigas nada, con tal de que vengas tú ya me doy por satisfecha
M: Venga, luego nos vemos
Quince minutos más tarde de lo acordado Maca llamaba al timbre de Esther. Llevaba
lista más de media hora, pero no quería importunar ni parecer ansiosa. Le abrió una
chica a la que no conocía, pero que le dijo hola y le sonrió. Para su sorpresa comprobó
que las amigas de Esther debían ser los últimos seres puntuales que quedaban sobre la
Tierra, porque había siete chicas además de Esther en el salón
La enfermera se levantó, le dio dos besos y procedió a todas las presentaciones
pertinentes. Todas las amigas de Esther parecían simpáticas y muy divertidas. Trato de
retener sus nombres y memorizarlos bien para no equivocarse. Luego le dio las botellas
de vino a Esther, que le pidió que la acompañara a la cocina a llevarlas
E: ¿Las pongo en la nevera para que sen enfríen un poco?
M: Noooo. Un buen vino nunca se mete en la nevera. Los vinos se toman a temperatura
ambiente... Refrigerarlos es un sacrilegio
E: ¿Te parece? Pues a mí me gustan más fresquitos... Pero bueno, los dejo aquí en la
mesa, ¿vale?
M: Mucho mejor
E: No tendrías por que haberte molestado
M: No es molestia. He visto en montón de comida en el salón, ¿lo has cocinado tú todo?
E: Sí. Y aún faltan las patatas rellenas. Espera...
Abrió la puerta del horno y se agachó. Cogió la bandeja con las patatas, ayudándose de
un trapo para no quemarse. Maca se dio cuenta sorprendida de que estaba aprovechando
la situación para mirar descaradamente a Esther, fijándose bien en como se marcaban
sus curvas al agacharse. Estaba realmente guapísima aquella noche. Ya lo estaba con la
ropa que había llevado al hospital, pero ahora lucía un vestido negro muy sencillo, liso,
pero que le favorecía enormemente. Le llegaba hasta las rodillas y la pediatra miraba
entusiasmada todo lo que la tela le dejaba ver. El leve toque de maquillaje también
realzaba su belleza; llevaba la raya pintada en los ojos, lo que los hacia más grandes y
vistosos, y un pintalabios de un tono suave que estaba logrando que Maca se quedara
hechizada con aquella boca que no hacia ni 24 horas que había visto por primera vez
E: Mira, ¿a qué tienen buena pinta? (le enseñaba la bandeja, llena de patatas rellenas,
asadas y gratinadas)
M: Ya lo creo... Y huelen que alimentan. ¿De que están rellenas?
E: La mitad de carne y salsa boloñesa y la otra mitad de salmón ahumado a la crema
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M: Mmmm. Eres una artista...
E: Espérate que aparte alguna antes de llevarlas al salón (dejó un momento la bandeja
en la mesa y echó en un plato una patata de cada clase para reservarlas) Es que me pidió
Carolina que le guardara alguna, porque sabe que esto cae en cuanto llegue al salón y le
encantan y como vendrá muerta de hambre la pobre mía...
M: Estoy deseando probarlas
E: Y yo que me digas que notas les pones
Ahora si cogió de nuevo la bandeja y la llevó al salón, seguida de Maca, la puso en la
mesa grande y comenzó a repartir las patatas en platos. Maca se quedó detrás de ella
mirando como lo hacía y observando también las fotos que tenían encima de la mesa.
Vio primero una de Esther cuando era pequeña, de cuando tenía unos cuatro años,
acompañada por una niña de su misma edad aproximadamente, probablemente su
hermana
M: “Adorable...” (pensó)
Luego vio una foto preciosa de Carolina. Era un retrato en sepia en el que aparecía con
un vestido muy elegante y mirando hacia algún punto que no era el objetivo de la
cámara
M: Está preciosa aquí Carolina, ¿eh?
E: Bueno, Caro ES preciosa, no es que lo esté... Pero sí, en esa foto está particularmente
guapa
La pediatra reparó en que con aquel vestido de tirantes que llevaba en la imagen se le
marcaban bastante los músculos, sobre todo los de los brazos
M: Hace deporte, ¿verdad? Lo digo porque por lo que he visto y por esta foto me he
dado cuenta de que esta muy tonificada
E: Es monitora de aeróbic
M: ¡¡Aaaahhh!!
E: Por eso me llega a casa tan tarde; el gimnasio en el que trabaja cierra muy tarde. Y
por eso tiene es cuerpo. Diosss, que envidia...
M: ¿Tú? Pues no tienes nada que envidiarle ¿eh?
Se quedó un poco cortada al soltar sin querer en voz alta aquel pensamiento que le había
cruzado por la mente. Esther la miró también un poco consternada
M: Quiero decir que no a todo el mundo le gusta una mujer con músculos...
E: Aahh...
Las amigas de Esther comenzaban a acercarse a la mesa. Era una fiesta informal, todos
hablaban un poco con todos, pero Esther estaba procurando estar al lado de Maca para
que se sintiera cómoda
Susana: Ummm. No puedo más, el olor de las patatas me está trayendo hasta aquí...
E: Jajaja. Tranquila, que ya las estoy sirviendo
Cristina: Hoy tienen más buena pinta que nunca diría yo. Deja que las pruebes Maca
Susana: Ya verás, te vas a querer quedar a vivir con Esther para siempre
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: No lo dudo...
E: Toma, primero la invitada que nunca las ha probado (le paso un plato)
Se sentaron en torno a la mesa para comer mientras charlaban desenfadadamente. Maca
se deleitaba con cada bocado
M: Mmmm. Esto esta para bailarle una sevillana
E: Jajaja. Aun no me has dicho que nota le pones ¿eh? Venga, de uno a diez
M: Un once alto
E: Exagerada...
M: Para nada. Esto esta riquísimo. ¿Cómo es que cocinas tan bien?
E: A ver... ¿Qué remedio sino? Carolina no sabe ni abrir una lata
M: Cuestión de supervivencia entonces, ¿no?
E: Sí. Bueno, además aprendí de mi madre, que cocina super bien. Ella es la que
prepara las tapas que se sirven en el bar de mi padre a la hora del almuerzo. Se acaban
volando siempre...
M: Pues voy a tener que ir a tu bar a la hora de almorzar entonces...
E: Claro, ya te llevaré. Bueno, aunque la especialidad de la casa es el café irlandés
M: Me encanta...
E: Pues tienes que tomarte uno en los de mi padre, seguro que no has probado nunca
uno mejor
M: Mmmm... Voy a tener que esforzarme por conservar tu amistad ¿eh?
E: Jajaja. Anda tonta...
Lucía: Oye Maca, el vino esta riquísimo ¿eh?
E: Si que es verdad
Susana: Venga, un brindis (todas cogieron sus copas y se pusieron de pie) Por el nuevo
cargo de Esther y porque la vida que empieza a partir de hoy sea mucho más feliz
E: Eso, eso
Chocaron y bebieron. Esther miró por un segundo, mientras sorbía, a Maca, que no
dejaba de observarla a través del cristal de la copa y de la trasparencia del vino blanco
M: Oye, por cierto, que no te había dado la enhorabuena todavía a estas alturas...
Felicidades por tu ascenso
E: Muchas gracias. Oye, me encanta este vino. ¿Qué es? ¿Un Rioja?
M: No. El Rioja me gusta mucho, pero soy mas aficionada a la uva jerezana
E: ¿Algún motivo en particular?
M: Pues sí... Resulta que...
Justo cuando se disponía a contarle a Esther más cosas sobre su vida se vio interrumpida
por la llegada de Carolina
Carolina: ¡Buenas noches gente!
Llegó hasta la mesa y fue saludando a todos con dos besos. Esther se puso de pie,
esperándola con los labios preparados para un pico. Se saludaron de esta manera y
Esther se fue a la cocina a traer la comida que le había guardado. Carolina se sentó junto
a Maca, justo en el sitio que ocupaba antes Esther, quien llegó en seguida trayéndole el
plato
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Carolina: ¿Me has guardado? Gracias amor
E: Para que luego digas que no te cuido, ¿eh?
Carolina: Anda, ponte aquí (echo la silla para atrás para que Esther cupiera sentada
sobre sus rodillas sin estar presionada por la mesa)
M: Me ha estado contando Esther que das clases de aeróbic. Estarás reventada...
Carolina: ¡Bufff! Ni te cuento... hoy toda la tarde dando saltos. En cuanto coma un
poco me voy a darme una duchita rápida. (Alzo un poco la voz) me esperáis que me
duche antes de empezar a jugar ¿eh?
E: Claro (respondió Esther a coro con muchas otras de sus amigas) No te preocupes,
que yo me encargo de que aquí no se empiece sin ti
M: ¿A que soléis jugar?
E: Ya lo verás... no te preocupes que tu vida no corre peligro; eso creo...
Mientras Carolina se duchaba Esther quitó los platos del salón para que hubiera más
espacio. Maca se empeñó en echarle una mano, a pesar de que Esther insistía en que se
fuera a sentar con las demás, que habían empezado a jugar a las cartas en el salón
E: Que invitada más cabezota... ¡Vete al sofá con las demás a jugar al Reloj!
M: Que anfitriona más mandona...
E: ¿Mandona? Uy, ¿a qué me recuerda eso? (reía recordando el momento en que vio
por primera vez a Maca en el bar)
M: Es verdad, te llame así... perdona. Pero en serio, quiero ayudarte. Déjame al menos
que seque los platos que vas lavando
Se pusieron las dos delante del fregadero. Maca esperaba pacientemente los platos que
Esther le iba pasando; mientras hablaban de la fiesta de temas baladíes, hasta que Maca,
probablemente esperando un milagro se atrevió a hacer un comentario sobre el tema que
tenía quemándole la punta de la lengua desde hacía rato
M: Se os ve muy felices juntas a ti y a Carolina. Hacéis muy buena pareja
E: ¿Pareja? (reía con simpatía)
M: Sí... pareja
E: No, no... Nosotras no somos pareja
M: Aaaahhhh... ¿No?
No podía creerlo, el milagro que esperaba había ocurrido. Intentaba seguir hilando la
conversación sin que aflorara la sonrisa que le había suscitado este descubrimiento
E: No, para nada. Somos amigas, las mejores, eso sí; pero solo amigas
M: Perdóname, de verdad. No quería incomodarte. Soy una tonta... Lo que pasa es que
como os decís palabras de cariño, y los picos... No sé, lo había dado por echo, perdona
E: No, no. No pidas perdón. Si no eres la primera persona que se lo cree, ni serás la
última probablemente, porque yo por nada ni por nadie estoy dispuesta a cambiar mi
relación con Carolina. Los picos son una costumbre que tenemos desde jóvenes, desde
siempre, pero son solo de amistad. No sé... tampoco es nada del otro mundo, ¿qué más
da besarse en la mejilla o darse un pico?
M: No, si está bien... Quiero decir, que no me parece tan raro si sois amigas muy
intimas
E: Imagínate... Nos conocemos desde la guardería y llevamos 10 años viviendo juntas
M: Joder. Cuanto tiempo... que bonito tener un amigo así...
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E: Sí, es mi apoyo más grande. Y bueno, las palabras de cariño y tal son de broma,
siempre estamos bromeando entre nosotras porque nos queremos mucho. No me extraña
que te hayas pensado que somos novias. Yo siempre digo que el día que me eche novio
formal va a tener que venir a pedirle la mano a Caro en vez de a mi padre
M: Jajaja
E: No, en serio. Yo valoro mucho su opinión. Ella dice que para que yo salga con
alguien primero ella tiene que dar su aprobación
Carolina: Bueno, bueno, bueno... (llegaba a la cocina tras salir de la ducha) Por
supuesto que tengo que dar mi aprobación... Ya estoy aquí, mi reina (se abrazó a ella
por detrás y le dio un beso en el cuello) No me he puesto el pijama por si tengo que salir
de casa por alguna misión
E: Jajaja. Has hecho bien. Oye, aquí Maca se pensaba que tu y yo éramos pareja
Carolina: ¿Eso creías Maca?
M: Totalmente
Carolina: Pues no. Bueno, la verdad es que somos más o menos como un matrimonio,
solo que sin sexo. No, no, bromas a parte, solo somos amigas. Aquí la amiga Esther
tenía novio hasta hace un mes; llevaba ya tres años con él cuando el pobre chico se
cansó
M: Ah ¿sí?
E: Sí, pero bueno, ahora no es momento para hablar de eso
Carolina: Mujer, ¿vas a dejar a Maca con la intriga? No desesperes Maca; luego vamos
a jugar a beso, verdad o atrevimiento. Con un poco de suerte vas a poder sacarle lo que
quieras; yo te ayudo
Jugaron al Reloj unas cuantas veces y Maca siempre perdía. Era la ultima siempre en
poner la mano sobre el montón de cartas y siempre le tocaba llevárselo. No era capaz de
concentrarse en el juego. Miraba a Esther, que estaba sentada en esta ocasión justo
enfrente de ella, observaba su sonrisa y pensaba en el lado negativo de la verdad que
acababa de desvelarle sobre Carolina y en la de veces que había tenido ya que cambiar
el chip sobre Esther en solo 24 horas tras conocerla: primero era camarera, luego jefa de
enfermeras; resultó ser homo y con pareja, y ahora todo parecía indicar (por aquello de
que acababa de tener una relación duradera con un chico) que era hetero
Decidió dejar de calentarse la cabeza; como decía su amiga Ana “Todo el mundo es
bisexual hasta que se demuestre lo contrario”. Quería negárselo a si misma. Era
imposible, solo hacía 24 horas que la conocía y prácticamente acababa de romper con
Azucena después de llevarse un horrible desengaño de su parte, pero lo cierto es que
Esther empezaba a gustarle, y mucho, y sobre todo a despertarle una insufrible
curiosidad que revoloteaba en su estomago deseando ser saciada
Cristina: No te desesperes Maca, desafortunado en el juego afortunado en amores
Carolina: Di que sí. Vamos a cambiar ya de juego, que la pobre Maca no deja de perder
E: (A Maca) No te aproveches mucho de mí si te toca ponerme pruebas, ¿eh? Mira que
nos tenemos que ver las caras en el trabajo...
M: Bueno, prometo no ser demasiado mala
Carolina: Esperad, voy a traer bebidas, que yo si no me pongo a tono no puedo hacer
las perrerías que me mandéis
Sacó bebidas alcohólicas de diferente clase y todas se sirvieron algo para tomar
mientras jugaban
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
21
Susana: Venga Esther, tú la llevas
E: ¿Yo?
Carolina: Claro, para algo eres la homenajeada
E: Vale. Venga Maca, dime un numero
M: Veinte (la enfermera empezó a contar)
Carolina: Uuuy... ¿a qué me recuerda eso de los números? (todas salvo Maca rieron)
Después tenemos que hacerlo ¿eh? Maca, luego te va a enseñar Esther que es una
experta en números
M: Vale (contesto intrigada)
E: ¡Te tocó! (terminó de contar y señaló a Carolina) ¿Qué prefieres?
Carolina: Valentía
E: Que valiente que eres ¿no?
Carolina: A ver... la idea es divertirse, ¿no? Total... Verdad, mis verdades tú las sabes
todas; beso, somos todo tías...
E: Venga vale, pues ya que quieres marcha... vete al vecino del cuarto, al cofrade,
llámale a la puerta y dile que tienes una calentura muy grande y que necesitas
desesperadamente echar un polvo, que si te puede hacer el favor
Carolina: ¡¡¿Estás loca?!! (se puso de pie con la boca abierta de par en par)
M: Jajaja, me parece que me va a gustar esto...
Lucía: ¿Pero quien es ese vecino?
E: Es un tío rarísimo, muy apamplado y muy tímido que vive en el cuarto y que es muy
católico. ¿Sabes quien es Maca?
M: Sí, sí. En cuanto se enteró de que era nueva bajó a darme una estampa de la virgen
del Carmen y un rosario, y cuando se enteró de que me llamaba Macarena me dio una
conferencia sobre la virgen de la Macarena
Carolina: Nosotras le decimos “el cofrade”. Ese tío es del Opus, seguro. Pero lo mejor
es que a Esther un día la invitó a salir y todo...
M: ¿Qué te invitó a salir, Esther? (la miró partiéndose de risa)
E: Sí, a misa. Me vio cara de santa...
M: No me lo creo
Carolina: Es verdad, yo estaba de testigo. Nos cruzamos un día por la escalera y se
quedó babeando con Esther, y al día siguiente bajo a casa y le dijo “Oye, un día de estos
podría recogerte para ir a misa”
M: Jajaja. Que fuerte me parece...
Carolina: Yo no entiendo lo que te pasa a ti, Esther... (empezó a picarla) Con lo guapa
y lo divertida que tú eres, ¿por que tienes esa predisposición al ridículo en las
relaciones?
E: No sé como te quedan tantas ganas de broma sabiendo lo que vas a tener que hacer,
querida
Carolina: ¡Nooo!
Susana: ¡Sí! A ser valiente, si no, prenda
E: Y ya sabes que soy un demonio y te pediría la peor de todas
Carolina: Venga vale, subo
M: Yo quiero ir como testigo de que cumple el atrevimiento
Carmen: Y yo también
E: Toma Maca, llévate la cámara y haz un video desde un ángulo que no te vean
Esther estaba feliz. Después del día pésimo que había pasado la jornada anterior hoy se
lo estaba pasando en grande. Además conforme iba conociendo a Maca estaba segura de
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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que había sido toda una suerte conocerla y de que llegaría a entablar una bonita amistad
con ella
Maca se estaba divirtiendo como una niña pequeña. Llegó con Carolina y la otra amiga
de Esther que había subido con ellas riéndose a carcajadas con la cámara en la mano.
Caro entró con cara de poema y tapándose la boca
M: Esther, lo que te has perdido... Tendrías que haber subido con nosotras. Menos mal
que está grabado...
E: ¿Lo ha hecho?
M: ¡Vaya que si lo ha hecho...!
Carolina: ¡Qué asco! (grito enfática)
Carmen: Le ha plantado un morreo en la boca
E: ¡Venga ya...!
M: Sí. Se lo ha dicho y el se ha quedado unos segundos así sin saber que hacer, con cara
de no rompo un plato, y de repente le ha dicho que sí y se le ha echado encima...
E: ¡¿El cofrade?! ¡¡Pero si eso es pecado capital!! Con lo santito que parecía...
Carolina: Anda calla, que han tenido que venir estas dos a quitármelo de encima. Si me
hubieras visto gritando socorro... Que pulpo ¡¡¡por dios!!!
E: Jajajajaja
Carolina: Reza para que no me toque ponerte la prueba yo a ti, porque te vas a
enterar...
E: Ay cariño... (se acercó a darle un beso)
Carolina: No, ni cariño ni nada. Que sepas que esta noche no te hago apaño sexual ni
nada ¿eh?
E: Jajajaja. ¿Ves? ¿Cómo no se va a pensar Maca lo que no es? Estas cosas las decimos
de broma, ¿eh Maca?
Carolina: Venga, dime un numero Bea
Bea: Siete
A Carolina le toco preguntarle verdad a Susana, que tuvo que desvelar el lugar más
escandaloso donde había hecho el amor; luego le toco beso a Cristina, que tuvo que
darle un lengüetazo a Caro desde el cuello hasta el ombligo. Cuando Cristina era jefa le
toco a Maca, que temerosa de lo que le pudiera tocar hacer escogió verdad. Cristina, que
no la conocía, se decantó por una pregunta genérica y le pidió que contara su fantasía
erótica más secreta. Maca se quedó un poco cortada al principio, riéndose para si misma
por las cosas escabrosas que le pasaban por la mente y tapándose la cara
Cristina: Tienes que decir la verdad, ¿eh? Son las reglas
Carolina: Venga mujer, si esto no va a salir de aquí...
E: Yo prometo no contarlo en el hospital; solo lo colgaré por Internet. Venga tonta, que
hay confianza...
M: Venga, la cuento, pero que quede claro que es una fantasía irrealizada ¿eh?
Carolina: Como debe ser. Toda buena fantasía pierde el morbo en cuanto se realiza
M: Mi fantasía es que me hagan el amor mientras estoy dormida. Me imagino a mi
misma profundamente dormida y una persona X empieza a besarme todo el cuerpo,
empezando por el cuello. Yo estoy adormilada, sintiendo el placer como si lo estuviera
soñando en vez de estarlo viviendo en realidad. Hasta que de pronto esa persona baja
acariciándome la barriga y me abre las piernas con fuerza. Entonces me despierto, pero
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dejo los ojos cerrados y me dejo querer fingiendo estar dormida mientras esa persona
me acaricia con su lengua y sus dedos violentamente, con pasión, y cada vez más rápido
Carmen: Joder, que subidón. Voy a abrir la ventana...
Después de contarla Maca bajo la cabeza durante unos segundos y al levantarla le
pareció ver los ojos de Esther clavados en sus labios, pero rápidamente cambiaron de
orientación hasta sus ojos y no pudo asegurarse de ello
Lucia: Venga Maca, te toca
Maca contó el número que le asignaron deseosa de que le tocara a Esther para poder
preguntarle algo que tenía entre ceja y ceja, pero no tuvo esa suerte
El juego siguió sin novedades entre Maca y Esther durante un buen rato en el que no
dejaban de reír y beber. No les tocaba a ninguna de las dos, hasta que por fin le volvió a
tocar a Maca
M: Atrevimiento
Susana: Vale... (pensó durante unos segundos) Vete al baño con Esther y cámbiate la
ropa con ella
Las dos se miraron, Esther se sintió muy extraña, con una sensación que no podía
describir y a Maca se le aceleró un poco el corazón
E: Oye, y si es su prueba, ¿a mí por que me metes?
Susana: Porque a alguien hay que elegir, y para eso tú eres la homenajeada
Carolina: Una pregunta... Cuando dices “cambiarse la ropa” ¿quieres decir toda la
ropa? ¿Ropa interior incluida?
Susana: Por supuesto
E: ¡¿Qué, qué, qué?!
Un escalofrió recorrió todo el cuerpo de Maca. La prueba que le acababan de poner
significaba ver desnudarse a Esther, llevar su ropa interior... en definitiva, tener un
contacto íntimo con ella que no esperaba
Carolina: Jajaja. Susi, tú eres de las mías...
E: ¡Tía eso no vale! No seas perra...
Susana: Tampoco es para tanto. Ahora, si bien tú o Maca no estáis dispuestas a hacerlo,
pues que Maca de prenda y punto
M: (a Esther) Yo por mí lo hago, paso de perder una prenda; pero entiendo que tú no
estés dispuesta. Si te parece antihigiénico o algo así doy prenda y punto ¿eh? Tú
decides. (le hablo en tono amable pero a la vez desafiante, retándola)
E: No, no, no (se apresuró a contestar, percibiendo de inmediato ese reto que Maca le
había lanzado a la yugular) Por mí lo hacemos. Venga (se levantó)
Carolina: Espera, espera... que antes tengo que hacer una comprobación (se acercó a
Esther y tiró un poco de su vestido para dejar entrever su escote y se asomó dentro)
Vale, ya. Es que tenía que comprobar qué sujetador llevaba Esther, para que estas no
nos quieran dar gato por liebre
E: ¿Las bragas no las compruebas?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Carolina: ¿Para que? Con lo especial que eres para la ropa interior, si te has puesto el
sujetador negro te has puesto el tanga que tienes a juego, seguro
E: Anda Maca, vamos
Caminaron hasta el baño. La enfermera prendió la luz y le abrió la puerta a Maca para
que entrara primero, antes de entrar ella también le sacó la lengua a sus amigas, que las
vigilaban desde el salón. Una vez dentro se miraron sonriendo
E: Ya te dije que estaban locas. Pero lo estás pasando bien, ¿verdad? No te están
incomodando...
M: Para nada. Hacia tiempo que no me reía tanto... ¿Hacéis estas cosas a menudo?
E: Sí. Bueno, no todos los fines de semana ni mucho menos, pero la verdad es que nos
vemos bastante para lo ocupadas que están siempre todas... con novio, trabajo y demás.
Bueno venga, me voy a desnudar
Esther se quitó el vestido rápidamente, con decisión, antes ni siquiera de que a Maca le
diera tiempo a pensar o a volver la cara. Se había quedado embobada mirando el
espontáneo movimiento de la enfermera. Al subir los brazos el abdomen se le había
encogido y durante un segundo se le habían marcado las costillas
E: No sé si me entrará tu pantalón ¿eh?
M: Seguro que sí, si estás muy delgada...
Maca sentía sus manos temblar mientras se bajaba la cremallera. ¿Era realmente
"delgada" la palabra que su boca quería decir? ¿Para que engañarse a sí misma? Se
había excitado en el momento en que Esther se despojó del vestido y seguía excitada
viéndola ahora en ropa interior. Comprobó que efectivamente Carolina tenía razón y
que Esther llevaba un tanga negro a juego con el sujetador
La enfermera esperó a que Maca se quitara la blusa y el pantalón para seguir
desnudándose. Se miraba al espejo, pero de vez en cuando se sorprendía a sí misma sin
poder evitar dirigir sus ojos hacia la pediatra. Observó su ropa interior, naranja y rosa,
muy llamativa
E: Bueno venga, todo sea por mantener mi reputación de valiente delante de mis amigas
M: Jajaja. Y yo todo sea para creármela
Se despojaron de los sujetadores y se los intercambiaron. Apenas vieron sus pechos
fugazmente durante pocos segundos, pero suficientes para que Esther comprobara que
Maca los tenía muy redondos, y más pequeños de lo que parecían en realidad con aquel
escote, y ésta se percató de que los de Esther en cambio tenían forma como de pera, y
que parecía que estuvieran deseando que alguien los presionara fuertemente
A continuación, sin hablar, se quitaron la parte de abajo. Esther se giro un poco,
probablemente por vergüenza y Maca no pudo evitar que sus ojos se fijaran en sus
nalgas, que le entraron unas ganas enormes de poder apretar. Se intercambiaron las
prendas, esta vez mirándose a la cara; a ambas les avergonzó un poco con la idea de
mirarse frente a frente hacia el centro de sus cuerpos, y lo evitaron
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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A cada una le quedaba bien la ropa interior de la otra, como a medida. Maca se colocó
el vestido de Esther, notando el dulce perfume de su piel, que se había quedado
impregnado en el traje. Esther en cambio se quedó un segundo mirándose al espejo con
la ropa interior de Maca
E: Que sepas que no me siento bien llevando un sujetador rosa con unas braguitas
naranjas ¿eh?
M: Estas de coña, ¿no?
E: Es verdad (reía) ¿Qué quieres que le haga si me siento mal cuando no llevo la ropa
interior a conjunto? Los días que voy con prisa y no la combino bien todo me sale mal...
M: Pero que pija eres...
Risas y bromas a parte, la pediatra estaba encantada con aquella demora de Esther en
ponerse su ropa, no solo porque podía contemplar un poco más su belleza en ropa
interior, sino porque era una muestra clara de que la enfermera no estaba excesivamente
incómoda con aquella situación, sino que parecía sentirse más cómoda que nunca
llevando en su piel la ropa interior de aquella mujer todavía casi desconocida. Si bien el
alcohol que llevaban en el cuerpo ayudaba bastante a relajar el ambiente y a no dar tanta
importancia a los hechos que estaban dándose
En un minuto más Esther estuvo lista y salieron
E: ¡Misión cumplida!
Carolina: A ver, a ver... (se acercó a ella y asomó la cabeza tirando un poco de su
vestido) Es cierto; doy fe. ¡Prueba superada!
Carolina: Venga Maca, te toca contar a ti. A ver si le toca a Esther, que estamos aquí
celebrando en su honor y todavía no le ha tocado ni una vez...
M: Eso, a ver...
Desafortunadamente no hubo suerte y Maca se quedó con las ganas de esa posibilidad
de preguntarle a Esther lo que quería. Le tocó a Carolina, a quien tan solo le quedaba ya
la prueba la del beso
M: Tienes que darle un beso en la boca a Bea, pero no un pico, un morreo en toda regla
Carolina: Nooo
Bea: ¡Oye, no!!
Carolina: Un morreo no, Maca, no te pases
M: O eso o prenda
C: ¡Joder! De esta me vengo, te lo juro
Bea: ¡¿Lo vas a hacer?!
Carolina: No voy a quedar de cobarde... Lo siento, pero vas a tener que hacer de tripas
corazón, como yo
Bea: Pero hazlo rápido, ¿eh?
Se dieron un beso largo bajo la mirada de las demás, que aplaudían y voceaban
M: ¿A que no ha sido tan horrible?
Carolina: En cuanto pueda te la devuelvo
Carolina contó y por fin le toco a Esther, que esperaba su turno con impaciencia
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Joder, ya pensaba que no me iba a tocar nunca...
Carolina: ¿Qué quieres?
E: Beso; yo siempre elijo beso a poder ser, lo sabes
Carolina: Perfecto. A ver... déjame que piense... Tú me debes una porque por tu culpa
el cofrade se me ha enganchado como una lapa, Maca también me debe una por lo que
he tenido que hacer ahora... Creo que os vais a tener que besar...
M: ¿Besar? (alcanzó a preguntar mientras los nervios empezaban a invadirla por
completo)
Carolina: Si, pero no un pico, un morreo en toda regla (reía mientras usaba las mismas
palabras de Maca) Ye te dije que me iba a vengar...
Cristina: Esther, ¿lo vas a hacer o vas a dar prenda?
Maca clavó sus pupilas en las de Esther a la espera de su respuesta
E: Bueno... Si hay que hacerlo se hace...
Contestó con una pose sacrificada e indiferente que le costó mucho aparentar, en
realidad le apetecía darle ese beso a Maca; incluso momentos antes cuando Caro beso a
Bea se imaginó compartiendo con Maca un beso como ese y sintió una llamarada
estallar en su pecho. Hacía lo posible por desterrar ese sentimiento de su cabeza; le daba
demasiado miedo
Se fue acercando poco a poco a Maca, que sentía el corazón agolpándose cada vez más
hacia su boca. Las dos entreabrieron sus labios y se fundieron en un beso obligado, pero
que llegó a tocarles el alma. Maca saboreaba la dulce venganza de Carolina, que sabía a
piña colada y a ron, el sabor que Esther conservaba en su paladar. El roce de la lengua
de Esther contra la suya le estaba transmitiendo un cosquilleo por todo el cuerpo
Esther olvidó en ese instante todo lo que pasaba por su cabeza para concentrarse en el
sabor a Martini y a vino que bebía de la boca de la pediatra. Aquel beso estaba
despertando su lado más cariñoso y apasionado, y a la vez su instinto más animal. Se
fue apartando lentamente, un poco escandalizaba por lo mucho que le estaba gustando
aquel contacto, pero no se sentía arrepentida ni avergonzada, había sido un beso tan
bonito como casual y le había encantado compartirlo con Maca
Al separarse se miraron durante una milésima de segundo en que las dos sin saberlo
intentaron decirse la una a la otra que aquel beso había sido especial, que no había sido
solo un juego
Carolina: ¿A que no ha sido tan horrible Maca? (empleó nuevamente las palabras de la
pediatra)
M: No (definitivamente horrible no era la palabra)
Esther se levantó del suelo, pues se había puesto en cuclillas junto a Maca para darle el
beso, y se volvió a su sitio nerviosa, tan nerviosa que al ponerse de pie quiso evitar la
mirada de Maca y golpeó sin querer la copa de vino que sostenía Lucía, que estaba
sentada al lado de Maca, de manera que el vaso se volcó y el vestido de Maca se
manchó
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: ¡Ooooo! ¡Qué desastre!
M: No te preocupes...
E: ¿Cómo que no me preocupe si te he puesto perdida? Jooo, y encima es que ese
vestido me gusta mucho, es muy especial para mí. Con lo difícil que es quitar una
mancha de vino...
M: Esther, que no te preocupes. Tengo un quitamanchas especial para manchas de vino.
No pasa nada; esa mancha sale, te lo digo yo que me ensuciado de vino muchas veces
E: ¿Estás segura?
M: Que sí. No te comas el coco. Luego bajamos a mi casa y la limpiamos
E: Vale (le sonrió)
M: Pero antes quiero saber que es eso de los números que comentasteis antes y que os
hace tanta gracia
Carolina: Venga, ¡sí! Voy por el tequila. Maca, vas a salir de aquí borracha, te lo
advierto
M: No importa, solo tengo que bajar las escaleras. ¿Pero qué son?
E: Son unos gritos de guerra para los chupitos, ya lo verás. A chupitos de tequila a mi
no me gana nadie...
M: Seguro que yo sí
E: Te apuesto lo que quieras a que no. La que más aguanto soy yo
Carolina: Ejem, ejem
E: O en su defecto mi dulce niña Carolina...
M: Venga, ¿qué nos apostamos?
E: ¿Una cena?
M: Hecho. Si gano yo lo pagas tú
E: Pero como voy a ganar yo prepárate, que te voy a llevar a un sitio carísimo para que
tengas que dejarte una pasta gansa
Carolina: Somos diez ¿verdad?
Carolina había traído ya el tequila, el limón, la sal y diez vasos de chupito
Bea: Sí. ¿Quién cuenta?
E: Maca, que para eso no ha contado nunca...
M: ¿Qué tengo que hacer?
Caro terminó de servir los diez chupitos y de preparar el limón y la sal. Todas se
sentaron en torno a la mesa
Carolina: Venga Maca, cuando quieras, empieza a contar
M: A ver... ¡Uno!
E: Que te la meta un tuno
Maca se echó a reír cuando ya se había llevado el vaso a la boca y con la risa escupió
casi la mitad del chupito
E: Eh, eh... No vale. Este Maca tiene que repetirlo. Que lo has echado casi todo y
después cuando esto empiece a subirse a la cabeza tú llevaras uno menos
M: (riendo todavía) Es que no me lo esperaba, no sabía cómo iba esto...
Carolina: Es una cosa que Esther se inventó para darle un punto de cachondeo a lo de
los chupitos. Venga empieza de nuevo, pero no vale reírse que esto tiene que ser rápido,
¡Uno! Y se bebe; ¡dos! Y se bebe... (rellenó los vasos de nuevo)
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M: Venga, empiezo. ¡Uno!
E: Que te la meta un tuno
Bebieron entre risas y Carolina rellenó los vasos lo mas rápidamente que pudo para que
no se pasara el calor del alcohol en la garganta
M: ¡Dos!
E: Métemela con ardor
M: ¡Tres!
E: Métemela al revés
M: ¡Cuatro!
E: Métemela un rato
M: ¡Cinco!
E: Por el culo te la hinco
M: ¡Seis!
E: Que te la meta un rey
Maca tuvo que pararse un rato, no podía más con la risa ni con la fuerza con el tequila
se le estaba subiendo a la cabeza, que empezaba a dolerle intensamente por la
combinación de las carcajadas con el alcohol
M: Siete
E: Por delante te la mete
M: Ocho
E: Por detrás te la encorcho
M: Nueve
E: Métemela y mueve que mueve
Carolina: No puedo más, abandono
E: Tan pronto, ¿pero que os pasa hoy a todas?
La mitad de las chicas se habían plantado ya, y solo reían escuchando los gritos de
guerra de su época más juerguista que Esther estaba exhibiendo orgullosa. Solo Esther y
Maca continuaban con el duelo
M: ¡Diez!
E: Métemela otra vez
M: ¡Once!
E: Que te la meta Enrique Ponce
M: Jajajaja. No puedo más; ¡el ultimo! Doce
E: Métemela hasta que goce
M: ¡Me rindo, me rindo! (se llevo la mano a la cabeza, mareada)
E: ¿Ya? ¿Así de fácil me lo vas a poner? Hay que llegar al “Veinte, ¡métemela hasta
que reviente!”
M: No puedo. Estoy borracha, y me duele la tripa de reírme
E: Venga... hasta el 20 que te advierto que te llevo al restaurante más caro de Madrid
¿eh?
M: Yo te llevo donde quieras, pero no puedo más. Me rindo. Tengo el tequila
martilleándome la cabeza...
E: Caro, y tú hoy te has dejado todas las energías en el gimnasio, ¿eh?
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Carolina: No, me las he dejado en la prueba del cofrade, no te jode... Tú no sabes lo
que cansa ser la que repone los vasos... Tengo los brazos que ni me los siento
M: Oye, ¡¡¡qué locura!!! Me ha encantado ¿eh? Me lo tienes que enseñar, que quiero
aprendérmelo de memoria, estos y los que quedan del 12 al 20
E: No, no, no. Eso si hubieras aguantado. Ahora te quedas con las ganas de saber como
son el resto de los números
M: ¿Te lo has inventado tú?
E: Claro, en mis tiempos de borracha
Carolina: Borrachas estamos todas ya...
Pasaron un rato más charlando y riendo hasta que se hizo tarde y las amigas de Esther
decidieron retirarse
Maca se despidió de todas y le recordó a Esther lo del quitamanchas
E: Ah ¡sí! Mañana me subes el vestido, ¿no?
M: ¿Por qué no vienes conmigo y te lo llevas ya? Se seca en un momento...
E: Vale
Esther aceptó a pesar de ser consciente de que el motivo que le había dado la pediatra
era del todo estúpido. Vivían una encima de la otra y podía subírselo en cualquier
momento. Además, ella iba a tener que llevarle su ropa al día siguiente. Sin embargo le
apetecía bajar, seguir charlando un rato más con Maca, no despedirse de ella como del
resto, ver su casa, sus cosas...
E: Ahora subo Caro
Carolina: No tardes, gatita mía
Carolina se quedó despidiéndose de las invitadas y Esther se metió las llaves en el
bolsillo del pantalón
E: ¿Vamos?
Salieron del piso y Maca bajo un escalón y le tendió la mano a Esther para conducirla
hasta su casa; ésta la cogió y bajaron tomadas de la mano. Fue un gesto totalmente
innecesario, pero que a Esther le encanto. Al llegar a la puerta del piso Maca sacó las
llaves y tuvo que soltar a Esther porque sabía que era una inútil para abrir con la
izquierda, pero en vez de dejarla la tomó con la otra mano, entrelazando su dedo
meñique con el de la enfermera para no soltarla del todo. A Esther le impresionó este
detalle tan simple y tan significativo a la vez; eso de cambiarla de mano en lugar de
soltarla sin más para poder seguir sintiendo el tacto de sus dedos decía mucho de lo
sentimental y cariñosa que debía ser Maca
Abrió la puerta y le cedió el paso
M: Siéntate, ponte cómoda, que voy a quitarme el vestido
Esther miro hacia qué cuarto se dirigía Maca y sonrió al ver cual era su habitación. Se
quedó un momento parada, mirando la casa. Estaba decorada con muebles modernos,
con estilo japonés. Luego se sentó en uno de los sofás de piel negros
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Al cabo de unos minutos Maca volvió con un camisón amarillo puesto, trayendo en una
mano el vestido de Esther y en la otra el quitamanchas. Sin que a la pediatra le pasara
desapercibido, Esther la observó de pies a cabeza parándose algunos segundos en sus
rodillas, justo el lugar hasta donde el camisón le permitía ver
M: “No puedo creerlo... me está bicheando” (pensó) verás que la mancha sale
enseguida
E: ¿Ese es tu cuarto? (señaló)
M: Sí
E: Jaja. Duermes justo debajo de mí
M: ¿No me digas? Espero que no seas muy escandalosa cuando te traes a los ligues
E: Jajaja
M: Tu vestido va a parecer nuevo, ya veras. Eso si, la ropa interior me la quedó y ya te
la daré limpita. A menos que quieras volver a repetir el intercambio...
E: No, no, no... (reía) Yo ya mañana te bajo tu ropa, Por cierto, hablando de mañana...
¿tú tienes que ir al hospital?
M: (con resignación) Sí, a las ocho
E: Yo también. Y no sé que vamos a hacer, porque son las tres de la mañana y estamos
un poquito borrachas
M: Mañana te veré dormida por los pasillos
E: Yo directamente no te veré, porque seré un zombi
M: Jajaja... Bueno, esto ya está (terminó de extender el liquido por la superficie de la
mancha) Ahora hay que esperar a que se seque (se sentó, casi recostó sobre el sofá)
E: Ay que ver que hemos pasado casi todo el día juntas y nos acabamos de conocer
¿eh?
M: Si... es que coincidimos en todas partes... Pero yo me lo he pasado muy bien (aclaró)
Ya me hacía falta una tarde de risas
E: Ha estado genial... Oye, pues ya entramos a la misma hora podríamos ir juntas
M: ¡Claro! ¡Así montas en la moto!
E: ¿Como? No, no, no... ¿Vas en moto al trabajo?
M: Por supuesto. ¿Tú que vas andando con lo lejos que esta?
E: Si, bueno, algunos días Carolina me lleva en coche, o me lo deja, pero no muchos,
porque su gimnasio también esta lejos y ella lo necesita
M: Pues a partir de ahora cada vez que entremos en el mismo turno te acerco yo en mi
moto
E: ¿Qué dices? ¿Tú crees que yo voy a abusar de ti de esa manera?
M: Anda, no seas tonta... Mañana a las ocho menos diez en la puerta del bloque y te
llevo
E: No, no... Mañana no quiero ir en moto. Otro día...
M: ¿Pero por que?
E: Porque me da miedo, tengo que mentalizarme. Además, con lo borracha que estas
hoy no me fío de que conduzcas dentro de unas horas
M: Bueno venga, mañana vamos andando, pero el próximo día no te libras de probar la
moto ¿eh?
E: Bueeeeeeno... ¿Y como es que tienes un quitamanchas espacial para vino?
M: ¿No has oído nada en el hospital?
E: ¿Nada de que?
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M: Es que he oído ya a gente comentándolo, y no sé como se han podido enterar,
porque solo llevo un día. Soy hija de un bodeguero de Jerez; mi verdadero apellido es
Wilson
E: ¿Wilson? ¿Es broma verdad?
M: No, es verdad
E: ¡Ala! ¿Pero como puedes decirme algo así sin más? Cuéntame algo sobre como era
tu vida, alguna anécdota, no sé...
M: ¿Qué quieres que te cuente? A ver... hice primero de Enología, pero no me gustaba
sentirme controlada como un robot y me metí en medicina
E: (entusiasmada) ¿En serio? ¿Y que más?
M: Muchas cosas... Pero ahora no tengo ganas... Ya te las cuento otro día si te portas
bien
E: ¿Me lo prometes?
M: Síiii (se mordió el labio al ver la cara de Esther preguntando como una niña
pequeña) Te lo prometo
E: Ya me debes eso y una cena
M: Es verdad, tenemos que cenar. Voy a ir pensando a donde te llevo...
Permanecieron en silencio unos segundos, mirando al suelo
M: Oye, ¿te puedo preguntar una cosa personal? Es que me he quedado con la intriga...
E: Dime
M: ¿Es verdad eso que dice Carolina de que tu novio, bueno, ex novio, se cansó de ti?
¿O es que te cansaste tú de él?
E: Más bien se cansó el de estar conmigo. Es que él me lo daba todo y yo no estaba
nada volcada en la relación. Era muy generoso y muy paciente, pero no sé... supongo
que todo el mundo tiene un límite, y como yo era bastante fría con él...
M: ¿Y eso?
E: Pues... supongo que no lo quería realmente
M: ¿Qué no lo querías? ¿Y que hacías tres años con una persona que no querías? (según
formulaba la pregunta se arrepintió. Después de todo ella también se había llevado años
con su ex sin quererlo)
E: Pues la razón principal no te la digo porque me da vergüenza (se rió) Y las
secundarias pues... porque le tenía cariño, era bueno conmigo, un poco de miedo a la
soledad tal vez...
M: Anda, dime la razón principal. Después de haber compartido ropa interior entre tú y
yo no puede haber secretos... (aun ebria Maca se daba cuenta de las estupideces que
estaba diciendo, y sabía que al día siguiente cuando las recordara se querría morir, pero
en ese momento nada le importaba; quería saber...)
E: Jajaja. Me muero de la vergüenza, ¿eh? Tenía un piercing en la lengua... y no sé si
has probado alguna vez lo que es eso, pero es bufff... increíble
M: Nunca lo había pensando, pero ahora que lo dices tiene que ser algo extraordinario.
“No, si al final me tendré que hacer un piercing y todo...”
E: Lo es, lo es. ¿Y tú? ¿Desde cuando no tienes novio?
M: Pues más o menos como tú. Bueno, un poco menos, hace dos semanas y media que
lo deje con mi última pareja. Pero lo llevo muy bien, es que me he llevado un desengaño
tan fuerte que he dejado de querer a esa persona, y la he bajado del pedestal en que la
tenía
E: Joder, ¿qué te hizo el chico?
M: Pues verás... Es que... no sé si contártelo...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Perdona, no debí haberte preguntado
M: No, no. Si no es eso... (le dio la vuelta a la situación. En realidad quería contarle lo
de Azucena para dejarse al descubierto y ver su reacción, a ver si ocurría otro milagro)
Antes cuando pensaba que Carolina y tú erais pareja no hubiera dudado un segundo en
decírtelo, pero ahora no se como te lo vas a tomar...
E: Yo no tengo prejuicios, ¿eh? (aclaró, vaticinando lo que le diría la pediatra)
M: Pues que no era chico; era chica
E: La que estaba contigo en el bar, ¿verdad?
M: Exactamente
E: Lo intuí cuando le tiraste la cerveza. Esas cosas solo las hace uno por alguien que ha
querido mucho
M: Pues sí que la he querido mucho, pero me ha hecho demasiado daño, y hora lo único
que me apetece es borrarla y conocer a alguien especial. (Hizo una pausa) Me daba
miedo ser directa contigo porque pensaba que ibas a cambiar tu opinión sobre mí
E: Mujer, ¿cómo piensas eso? Nunca discrimino a nadie por ningún motivo, y mucho
menos por ese... (Se paró y, esbozando una cara triste, reunió el valor con la ayuda del
alcohol para contar la mayor verdad de su vida) Solo me enamorado de verdad una vez,
y ha sido de una mujer
Maca se quedó atónita y sin poder articular palabra alguna. Al principio su cabeza se
quedó totalmente en inactivo, y después no podía dar abasto con todos los pensamientos
que cruzaban por su mente a la velocidad de la luz. El alcohol le dificultaba aun más la
tarea de ordenar sus ideas
¿Quién sería aquella mujer? ¿Quizás Carolina? Imposible; se había esforzado en dejarle
claro que solo eran amigas. Pero tal vez la razón de que no estuvieran juntas es que
Carolina no sentía nada por ella y sin embargo Esther la quería sin ser correspondida.
¿Sería acaso alguna otra amiga de las que había venido a la fiesta? ¿O tal vez alguien
del hospital?
Las dudas martilleaban el cerebro de la pediatra, que hubiera dado lo que fuera por tener
más confianza con Esther y poder acribillarla a preguntas. Antes de que le diera tiempo
a ordenar las palabras para formular en voz alta alguna de ellas, Esther, que
visiblemente no quería hablar más del asunto, cambió de tema y quiso huir de aquella
conversación en la que estaba revelando más información de la que quería por la fuerza
con que los ojos interrogantes de Maca se le calvaban, como queriéndole arrancar las
palabras
E: Bueno, esto ya debe de estar seco (cogió la prenda y el quitamanchas) Ahora se le da
con este cepillo ¿verdad?
M: Sí. (Trataba de pensar algo a toda prisa ahora que el tema aun estaba fresco, pero las
neuronas estaban inconexas en su cabeza, incapaces de organizarse para lanzar al aire
una simple pregunta)
E: Tenías razón. Ha salido perfectamente
M: Si, ha quedado bien
E: Bueno, me voy a ir ya a acostar, que es tardísimo y mañana a las siete y media o
antes tenemos que estar en camino. Recuerda que ya hemos cerrado el trato de ir
andando, ¿eh?
M: No me olvido, tranquila
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Ciao, un besito (le dio un beso en la mejilla, y Maca, aun en shock, no reaccionó
para darle ella también uno) Espero que te lo hayas pasado bien. Ha sido un placer
tenerte allí
M: Para mí si que ha sido un placer poder acompañarte
E: Venga, hasta mañana. Que sueñes con los angelitos
M: “Con uno solo quiero yo soñar”. Tú también
Maca cerró la puerta y se quedó apoyada un buen rato de espaldas, seria al principio,
pensando. Hasta que de pronto una sonrisa enorme se fue dibujando poco a poco en su
rostro, hasta llegar a convertirse en una carcajada. Esther no era un imposible, pero
tampoco quería hacerse muchas ilusiones. Aun no sabía casi nada sobre ella. Aquel día
había transcurrido demasiado rápido, demasiado intenso... Habían pasado ya
demasiadas cosas entre ellas para un solo día. Y lo de Azucena estaba todavía tan
reciente... El interés físico que le despertaba Esther era evidente e incuestionable;
después de todo era una mujer guapa, femenina... Pero ese revolotear de su estomago no
podía saber aún hasta que punto tenía un fundamento real
Su corazón no solía equivocarse, pero existía la posibilidad de que todo se derrumbara
al día siguiente, de que fuera algo un poco ficticio, un recurso ideado por su cabeza ante
la necesidad de cariño que tenía después del palo de Azucena y por la situación de estar
viviendo sola en una ciudad desconocida. Lo que había sentido con Esther al llevar su
ropa, al besarla... había sido demasiado hermoso, pero quizá solo se aferraba a ella por
el estado sentimental de falta de amor y de autoestima en que la había dejado Azucena
Se fue a dormir pensando en todo lo que había sucedido. Solo tenía una cosa clara: si
intentaba empezar algo con Esther tenía que ser despacio; ya se había caído demasiadas
veces por correr. Cerró los ojos recordando ese ultimo beso que Esther le había dado al
decirle adiós; solo uno, no dos como da cualquier amiga normal al despedirse. Y se
durmió con la mano en la mejilla, sintiendo el calor de sus labios, que aun perduraba
Esther en cambio no pensaba las cosas con tanta angustia ni tanta aceleración. Creía que
todo lo que había sentido con Maca había sido circunstancial y confiaba en que al día
siguiente se le pasaría, aunque no podía negar que se moría porque llegara pronto el día
siguiente para volverla a ver y que aquel beso “forzado” la había hecho disfrutar hasta el
punto en que se moría por otro beso de su boca
Se resistía a quitarse la ropa de Maca, como si al hacerlo se fuera a desprender de una
parte de su piel. Finalmente se la quitó para prepararse para dormir. La dejó encima de
la cama y acercó su cara a la camiseta de la pediatra para grabar su perfume en su
memoria. Repasaba con la punta de sus dedos el borde de su sujetador y recordaba la
visión fugaz de sus pechos. Empezó a ponerse tan nerviosa que ya no podía permanecer
parada
Se puso a dar vueltas por la habitación reviviéndolo todo, hasta que de repente reparó en
que Maca dormía bajo sus pies. Se arrodilló y deslizó la mano sobre el suelo de terrazo
muy lentamente, como si tocara a Maca. Cuando se dio cuenta de lo que hacía se
levantó asustada de sus propios alcances y se metió en la cama. Se durmió pensando en
que no podía pillarse de aquella mujer; sabía el sufrimiento y la tristeza que podría
llegar a causarle y era algo que no estaba dispuesta a permitir
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Lección 3: NUNCA DES UN CONSEJO QUE NO TE HAN PEDIDO
Esther y Maca se encontraron en el portal media hora antes de su entrada en el hospital.
Maca se había puesto las gafas de sol, y Esther en cambio exhibía sin mascara sus ojos
de cansancio. Después de todo no había sido mala idea lo de ir andando. La pediatra
estaba reventada como para conducir y un paseo les ayudaría a las dos a despejarse y
llegar al trabajo despiertas. Al principio estuvieron bastantes cortadas, sin hablar mucho.
El cansancio tampoco ayudaba a entablar conversación, pero una vez que empezaron ya
no podían parar de contarse cosas
Hablaron de la fiesta, pero obviando comentarios sobre lo que había pasado entre ellas.
Luego, a petición de Esther, Maca fue contando muchas cosas de su vida en Jerez y de
su familia mientras caminaban. La pediatra también le pregunto a sobre su familia,
aunque le hubiera gustado más preguntarle sobre aquella mujer que había querido tanto
en el pasado, pero juzgó que no era la hora ni la situación correcta
Llegaron al central cinco minutos tarde. Teresa observaba desde el mostrador lo
risueñas que venían y pellizcó el brazo de Rusti, que estaba también en recepción, para
que advirtiera que estaban llegando a la vez. Todos se dieron los buenos días
reglamentarios
T: ¿Venís juntas?
E: Si, resulta que vivimos en el mismo bloque, ¿te lo puedes creer?
M: A partir de ahora Esther ya no tiene que venirse sola
T: (A Esther) ¿Te va a traer Maca? Uuuy, se te va a poner celosa tu niña...
E: Nooo. Carolina sabe que ella es la única dueña de mi corazón (reía) Bueno, vamos a
darnos prisa, que llegamos tarde a la reunión
T: Maca, a ti te ha dejado Dávila dicho que no vayas. Es que ha llegado un chico al que
dieron de alta en oncología hace un mes y que ha recaído. Dávila quiere que te pongas
de acuerdo con el doctor Navarro, que es el que se esta encargando del caso y que lo
miréis juntos
R: Por lo visto esta muy mal el chaval
M: Ahá. Gracias Teresa. Esther, me voy al lío. ¿Te busco luego para un café?
E: Por supuesto. Y si no me buscas tú te busco yo
T: Conmigo también tienes pendiente un café, ¿eh? Que esa cara de sueño que traes te
delata
E: Uy ¡sí! La fiesta, os tengo que contar
R: Hoy la fiesta es con nosotros ¿eh?
E: Sí, sí. Hasta luego, ¡qué llego tarde! Ciao vecina...
M: ¡Ciao vecina! (se quedó embobada mirando como se iba y sonriendo contagiada por
la tierna expresión de la enfermera al llamarla vecina)
T: ¡Maca! ¡¡¡Maca!!!
M: ¿Qué?
T: Que llevo llamándote un rato... Toma esto, que no has firmado
M: Perdóname, es que apenas he dormido (firmó y se metió en urgencias)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Maca hubiera podido estar absorta todo el día, pero tuvo que centrarse mucho para
trabajar en colaboración con el otro pediatra. Estaban tratando a un chico al que habían
dado el alta tras intervenirlo quirúrgicamente de cáncer de colon, y que había recaído
por causas desconocidas. Esther en cambio no atendió a ningún paciente ni entró en
quirófano, paso un día de organización de documentos e historiales, y casi no salió en
todo el día del ascensor, dando viajes desde las distintas plantas del hospital a urgencias.
Se buscaron mutuamente a la hora de comer, pero en el rato libre que iba a aprovechar
una la otra tenía trabajo y finalmente cada una almorzó por su lado
Maca venía de oncología con unos informes y se disponía a llevarlos a urgencias para
discutirlos con su colega. Iba camino de las escaleras, cuando vio a Esther dirigirse
hacia el ascensor y cambió disimuladamente de rumbo. Alcanzó a la enfermera y
pellizcó un par de veces el brazo
M: ¡Ey!
E: ¡Ey! ¿Cómo lo llevas?
M: ¡Estoy reventada!
E: Yo también estoy que me muero... Y hoy otra vez de fiesta... no sé si podré, que ya
estoy mayor... Vas a venirte con nosotros ¿no?
M: ¿Me invitas?
E: Por supuesto. Además, tu trabajas aquí como todos, no hace falta que te invite...
Llegaron junto al ascensor y la enfermera llamó
M: Pero la fiesta es en tu honor, yo no iría si no quisieras que fuera
E: Quiero que vengas (aclaró rotundamente)
M: Entonces no faltaré
Entraron en el ascensor; no había nadie más
E: ¿Vas a urgencias?
M: Sí
E: ¿Qué tal tu segundo día? (pulsó el botón de la planta)
M: Atareado, por eso no te he buscado para el café
E: Siento no haber podido ir a comer contigo cuando me buscaste...
M: No, siento yo no haber podido esperar a que terminaras con lo que estabas, es que ha
sido un día de no parar... Pero bueno ya queda poco, y ahora viéndote se me alegra la
jornada
E: (riendo) ah ¿sí?
E y M: ¡¡¡¡Aaaaah!!!!!
A Maca no le dio tiempo a contestar como le hubiera gustado. El ascensor se paró
haciendo un movimiento extraño, seguido de un ruido estridente que las obligó a taparse
los oídos. Las luces se apagaron y solo quedaron iluminadas ligeramente por la tenue
luz de emergencia
M: ¿Qué ha sido eso?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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La pediatra accionó todos los botones del panel de control y ninguno respondía, solo
funcionaba el timbre. Lo accionaba sin cesar para que lo oyeran, pero el ascensor seguía
sin moverse
E: Ay Maca... No puede ser, no nos podemos haber quedado encerradas...
M: Me temo que sí. Pero bueno tranquila, en cuanto escuchen que estamos aquí vendrá
alguien a repararlo
E: ¡Nooo! Voy a morir... (se abrazó a ella) Maca, tengo que confesarte una fobia que
tengo...
M: ¿No me iras a decir que tienes miedo a la oscuridad?
E: No, a las alturas
M: ¿A las alturas? ¿Qué tiene eso que ver?
E: Oncología es una de las plantas mas altas del hospital, debemos de estar suspendidas
desde muy alto. Y yo no puedo... solo de pensarlo me mareo
M: ¿Tanto miedo te dan?
E: Muchísimo
M: Tranquila, tranquila (le frotaba la espalda tiernamente; le agarró la barbilla con la
mano para mirarla bien, y dentro de la poca luz que las alumbraba le pareció notar que
estaba un poco pálida) Anda, ven aquí pequeña (la tomó de la mano y la ayudó a
agacharse. Las dos se sentaron en el suelo del ascensor con las piernas estiradas) Tú no
pienses en eso... Piensa que en seguida nos van a sacar de aquí. ¿Tienes aquí el móvil?
E: No, lo he dejado en la taquilla con mis cosas
M: Yo también. Vaya mierda... Bueno, pero tú tranquila (se levantó)
E: ¿Adónde vas? (la agarró del brazo) Quédate aquí conmigo...
M: Tranquila, solo voy a llamar al timbre este otra vez (lo accionó unas cuantas veces
más y se sentó de nuevo junto a la enfermera)
E: Dame la mano...
M: Si, ya voy. No te pongas nerviosa (tomó su mano derecha entre las suyas,
acariciándola)
Aquel parecía ser el día de suerte de la pediatra. No estaba a gusto con aquel estado de
nervios que sufría Esther, pero lo cierto es que le encantaba verse en la situación de
estar por fin a solas con ella, que era lo que estuvo anhelando toda la mañana, y para
mayor suerte encerradas en un sitio pequeño y con la acrofobia de Esther, que la estaba
llevando a pegarse cada vez más a Maca para controlar su miedo. Ni en una película de
ficción creyó nunca verse en una situación como aquella
E: Cuéntame algo
M: ¿Qué quieres que te cuente?
E: Lo que sea, pero háblame
M: Me enamoré por primera vez a los 14 años, de una chica de mi clase
E: ¿Era guapa?
M: Para mi sí. Yo es que la belleza interior la relaciono mucho con la exterior
E: ¿Y se lo dijiste a la chica?
M: ¡Ni muerta! ¡Que vergüenza...! Además a esa edad todavía no lo tenía asumido, ni
me lo planteaba... He tardado mucho en aceptarlo
E: ¿Cómo se llamaba?
M: Fátima
E: Bonito nombre. ¡Ay...! quiero salir de aquí...
M: Tranquila, míralo por el lado positivo. Así no estamos trabajando...
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E: Pues si, así me libro del rollo que me estaba tocando hacer esta mañana
M: Yo la verdad es que estoy trabajando en algo interesante
E: Lo de este chico, ¿no? ¿De que es el cáncer?
M: De colon. Es un caso rarísimo, porque no se suele dar en personas mayores de
cuarenta o cincuenta, lo sabes. Y es que no sé por que ha recaído... El trabajo de cirugía
que le hicieron fue impecable, perfecto... Le he dado mil vueltas al tema y no caigo...
Me empieza a doler la cabeza
E: Bueno, si algún día salimos de aquí robaré una aspirina de farmacia para ti
Maca se quedó callada unos segundos
M: Una aspirina... ¡Claro! ¡Una aspirina! (se puso de pie)
E: ¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto loca?
M: Esther, ¿qué entiendes tú por aspirina?
E: ¿Pues que voy a entender? Una aspirina...
M: ¿Ácido acetilsalicílico?
E: Pues no necesariamente, yo que sé... ahora me estaba refiriendo a cualquier pastilla
en general, paracetamol o lo que sea...
M: ¡Exactamente! Esther, me has dado la clave de lo que ha pasado con este chico...
E: ¿Yo?
M: Sí, tú. Verás, a los pacientes con cáncer de colon después de operarlos se les receta
Aspirina, porque consumiéndola se previenen las recaídas. Quizás la madre del chico
creyó que daba lo mismo si le daba una Aspirina o un paracetamol o cualquier otro
fármaco... Tiene que ser eso... Seguro que le ha dado otra pastilla que no tiene el mismo
principio activo que el ácido acetilsalicílico... Gracias preciosa. Así vamos a poder
ayudar mas fácilmente al chico. Es increíble el punto que me voy a anotar con
Navarro... y todo gracias a ti
E: Yo no he hecho nada...
M: Si que lo has hecho. Creo que me inspiro cuando estoy contigo...
E: Jajaja. Bueno, a partir de ahora cuando necesites iluminación para un caso vas a
tener que venir a hablar conmigo...
M: Lo haré
Se hizo un silencio y Esther estuvo gritando pidiendo ayuda, mientras Maca presionaba
de nuevo el botón de la campanilla
E: Joder... Es inútil
M: Tranquila, nos sacaran. Oye, una cosa... Creo que eres la única persona a la que le
cuento lo de mi primer amor y que no me dice que fui muy precoz al enamorarme a esa
edad
E: No me parece tan pronto. Yo me enamoré mucho antes. Bueno, supongo, es que es
muy difícil delimitar claramente cuando empecé a enamorarme de esta chica que te dije
anoche, pero creo que a los catorce ya estaba enamorada. Me pongo a pensar hacia atrás
en el tiempo y me veo amándola desde siempre...
M: ¿Crecisteis juntas?
E: Sí, nos conocemos desde que éramos muy niñas
Maca guardó silencio durante unos segundos, dudó antes de preguntar
M: ¿Carolina?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: No, no. Nada que ver. Yo a Caro la veo como a una hermana. Es una larga historia
de la que no me apetece hablar, pero no es Carolina
M: La quisiste mucho
E: Bufff... Todavía cuando la veo se me revuelve una cosa en el estomago...
M: ¿Pero es agua pasada o todavía tienes posibilidades con ella?
E: Es agua pasadísima. Está casada
M: Aaahhh... No sabes lo bien que te comprendo...
E: ¿Tu ex también estaba casada?
M: Sí
E: Pero ya lo estaba cuando la conociste, ¿no?
M: Sí, pero no me lo dijo. Me encontré con la sorpresa cuando llegué a Madrid
E: Joder, que faena... ¿Y que hiciste?
M: Pues quedarme de todas maneras. Y volver a fumar
E: Pues muy mal, yo el tabaco es que no lo soporto...
M: Ya lo he dejado otra vez. ¿Y lo tuyo como fue?
E: Lo mío con esta mujer es que como ya te he dicho es una historia muy larga, de años,
pero que acabo el día que ella decidió casarse
M: ¿Pero sabía que la querías?
E: ¿Ella? Pues por supuesto que lo sabía, si nosotras nos hemos enrollado...
M: Aahhhh... yo que sé... (Esther cada vez la sorprendía más con el relato que estaba
consiguiendo que le contara, aunque fuera a cuenta gotas y a base de preguntas)
E: Perdona, que te estoy tratando como si supieras toda la historia... pero es que entre lo
nerviosa que estoy con mi aerofobia y que estoy hartísima de esta mujer y de todo lo
que he pasado con ella, pierdo el control
M: ¿Te hizo sufrir mucho?
E: Bastante. Es que enamorarse es lo peor que te puede pasar...
M: Caray, si que te lo hizo pasar mal entonces... ¿Por qué piensas eso?
E: Pues porque estoy mejor cuando no me implico tanto en las relaciones, o cuando
estoy con alguien por quien no siento nada fuerte en realidad. Si te enamoras ya no ves
nada y estás siempre a merced de esa persona
M: Pues perdóname, pero yo no pienso como tú, y tampoco creo que tú seas así, lo que
pasa es que has tenido una mala experiencia, pero el día que vuelvas a enamorarte y esa
persona afortunada de la que te enamores te trate como te mereces, verás la parte
positiva del amor
E: Yo el amor no quiero verlo ni de lejos. Lo he vivido durante muchos años y me ha
costado media vida reponerme. De hecho es que no lo he superado aun, creo
M: ¿Pero sigues enamorada?
E: No, no enamorada... pero me afecta verla; me desordena... Por suerte no la veo
mucho porque vive en Alcalá de Henares, pero viene a veces, o vamos Caro y yo,
porque no hemos cortado los lazos de amistad. Somos muy amigas las tres desde
pequeñas
M: ¿Y cuando la ves sientes algo aun por ella?
E: Bueno, es que ella es la única persona con la que yo de verdad he sentido... Me
marcó mucho. En las relaciones que he tenido después no he querido sentir, he preferido
que fuera solo sexo, o al menos, aunque hayan llegado a ser relaciones serias entre
comillas, yo las he vivido solo desde fuera. Quiero decir... A ver si me explico... que no
quiero que pienses que soy un monstruo...
M: Nunca pensaría eso de ti
E: A lo que me refiero es a que he preferido ver las relaciones como amistades
especiales, pero he hecho todo lo que ha estado en mis manos para evitar enamorarme
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: ¿Y no te da miedo?
E: ¿El que?
M: Hacer las cosas sin sentir
E: ¿Por que habría de darme miedo?
M: A mi me daría miedo... Si vives tus relaciones sin sentir puede que llegue un día en
el que quieras sentir con alguien, querer a alguien de verdad, con todos tus sentidos, y
ya no puedas
E: Pues nunca lo había pensado, pero no; lo que me da miedo es volver a pasar por lo
mismo. No quiero volver a perder los papeles por nadie
M: Pues yo creo que te vendría bien que llegara alguien especial a tu vida y te volvieras
a enamorar. Lo mismo hasta compruebas que el amor puede ser bonito... Hazme caso:
no te cierres, la vida es maravillosa a veces. Yo se que es difícil volver a confiar, pero
no todo el mundo es igual, no todo el que se acerque a ti va a hacerte daño; tienes que
ser capaz de ilusionarte de nuevo
E: Jajaja. ¿No te parece increíble? Aquí filosofando del amor encerradas en un
ascensor...
M: Jajaja. Tienes razón. Perdona que te haya hecho tantas preguntas después de que me
dijeras que no querías hablar del tema, pero es que te he escuchado hablar con tanta
tristeza que se me ha cogido un pellizco en la garganta
E: Lo siento, no quería hacerte sentir mal con mis cosas, pero es que es lo que siento
M: Solo espero que algún día no lejano conozcas a alguien que te haga sentir de otra
manera
De repente volvió la luz, pero el ascensor seguía sin moverse
M: Por fin... Hola, ahora que te veo
E: Hola... (le sonrió con cariño al saludarla ahora que tenían luz y le aparto un mechón
de la cara)
M: ¿Más tranquila?
E: ¡Noo! Lo que quiero no es luz, quiero que nos bajen
M: Mira, vamos a hacer algo para que te relajes (tomo sus manos, las puso palmas abajo
y le coloco encima las suyas, palmas arriba) Tienes que golpearme con las manos. Mi
padre jugaba conmigo a esto cuando quería calmar mis nervios
Esther sacó las manos de debajo de las de Maca y las golpeo con un movimiento ágil y
rápido
M: ¡Au! Muy lista... No me has dado tiempo a reaccionar
E: Ahora te toca a ti
Maca se llevó un buen rato inatentando darle en las manos a la enfermera, que siempre
conseguía escabullirse. Después de un rato logro tocarla al fin
M: Menos mal... Yo antes era buena en esto ¿eh? Lo juro
E: Estoy segura. Tienes pinta...
M: ¿Pinta de que?
E: De que se te da todo bien. Tienes pinta de ser de esas personas que a mí me dan
envidia sana...
M: (bromeando) Claro, es mi naturaleza: soy buena en todo lo que hago
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: “Me muero por comprobarlo” (se llevó las manos a las cuencas de los ojos, como
queriendo borrar el pensamiento de su subconsciente) Pero ya has visto que la pérdida
de práctica afecta hasta al más experto
Estuvieron un rato más jugando a golpearse las manos hasta que se cansaron y ya solo
tenían las manos entrelazadas, moviéndolas levemente de un lado a otro mientras
hablaban
E: En serio plantaste a quinientos invitados
M: Si, y estoy orgullosa de ello, ¿eh? Volvería a hacerlo
Le hablaba a Esther de su casi boda pero no dejaba de darle vueltas a ese impreciso “nos
hemos enrollado” de Esther. Tenía una enorme curiosidad por saber hasta donde había
llegado con aquella chica a la que había querido
M: Oye, ¿te puedo hacer una pregunta muy privada?
E: Bueno, tu hazla y ya veré si te contesto
M: ¿Qué te gusta más el sexo con un hombre o con una mujer?
E: Pues no te puedo responder muy bien a esa pregunta porque no he tenido sexo
completo con una mujer, pero la verdad que la experiencia que tuve con esta mujer de la
que te hablado, aunque no fue completa, fue la más bonita que he tenido nunca, mucho
más que todas las que he tenido con hombres; incluso las de mi ex el del piercing, que
era un maquina, jajaja. Pero bueno, mi opinión no es de fiar, yo te hablo de esta manera
porque no es lo mismo tener una situación intima con alguien de quien estás enamorada
que con alguien que no te importa mucho
M: Ya te digo... Me lo estoy pasando muy bien encerrada contigo
E: Yo también. Has conseguido que se me pase un poco el miedo; como me diviertes
tanto...
M: ¡¿Te divierto?! (preguntó entusiasmada) ¿En serio?
E: Mucho. Al principio pensé que serías muy seria, pero ya he cambiado de opinión
M: Soy seria, lo reconozco
E: ¿Tu seria? Jajaja. No me cuentes eso ahora después de la que se montó anoche
M: Yo soy más seria que tá, y si no mírame a los ojos; a ver quien tarda más en reírse
E: Uy, siempre pierdo en estas cosas...
Las dos se miraron muy serias, directamente a los ojos, durante unos cuarenta segundos,
hasta que Esther ya no aguantó más y no pudo contener su risa
E: Ya te dije que era malísima. Oye, contéstame tú a tu pregunta de antes, tu que has
tenido sexo con mujeres, como es mejor ¿con mujeres o con hombres?
M: Pues imagínate... yo solo te diré que nadie mejor que una mujer para conocer el
cuerpo de otra mujer... lo demás vas a tener que leerlo entre líneas
Esther se quedó callada y bajo la cabeza riendo
E: No me pongas adivinanzas que te advierto que soy bruja...
M: ¿Sí? Venga, vamos a comprobarlo... Léeme el pensamiento. Voy a pensar una
cosa... Si lo adivinas puedes pedirme lo que quieras
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: A ver... Estas pensando que... (miro fijamente sus ojos durante unos segundos, que
parecían querer hacerle mil preguntas a la vez, y recordó lo que habían hablado hasta
ahora) Estás preguntándote hasta donde habré llegado yo con una mujer
La pediatra sintió un fuerte calambre por la espalda y una opresión en la boca del
estomago, que se tradujo en una seriedad súbita de su expresión. Pensó en otra cosa
E: ¿Era eso?
M: No
E: ¿No? A ver... Entonces... Estas pensando que no puedes morirte sin probar eso del
piercing
M: Jajajaja. ¡Sí! ¡Has acertado! (le golpeo el brazo) ¿Como lo has hecho?
E: Ya te he dicho que soy bruja
M: Y tanto...
E: Venga, te toca...
M: ¿Estás pensando ya?
E: Sí
M: A ver... Piensas en que soy una loca porque voy por ahí montándole numeritos a mi
ex en los bares
E: Frío, frío
M: Piensas en donde voy a llevarte a cenar para saldar mi deuda
E: Helado
M: No sé... ¿Piensas en que tienes ganas de que nos saquen del ascensor?
E: Te congelas
M: Jooo.. Dame una pista...
E: ¿Tiene que ver con la fiesta de anoche?
M: Vale... Emmm... ¿Piensas en que no sirvo para retarte a beber?
E: No
M: ¿En que aun no me has devuelto mi ropa?
E: Anda ya... No es eso... Ye habrá tiempo de darte la ropa, vivo encima tuya, te vas a
hartar de mí
M: No lo creo... A ver... es que no sé... ¿En lo desconjuntada que es mi ropa interior?
E: Jajaja. Pues si que es verdad, pero no era eso.
M: Me rindo, ¿en qué piensas?
E: En el beso
Maca intentó luchar para coger aire en aquel espacio cerrado, pero era tiempo perdido
en ese momento batallar con sus pulmones, que se vaciaban completamente tratando de
seguir el ritmo de bombeo al que había llegado su respiración
M: ¿En que beso?
E: En el que nos dimos (tras admitir con toda tranquilidad que pensaba en el beso, al
decir esto se cohibió, tal vez era porque si pensaba en el beso solo como un beso no le
avergonzaba tanto como si pensaba en él como un contacto íntimo con Maca)
M: ¿Y me vas a decir en que pensabas exactamente?
E: Pues en que le debo una a Carolina, porque fue demasiado mala. Podría habernos
pedido que nos diéramos un pico...
M: ¿Tan horrible te pareció?
E: No, no, para nada... si fue muy bonito... Es solo que de repente besarte así con
alguien que solo conoces desde la noche anterior...
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M: ¿Nunca te has liado con un tío la misma noche de conocerlo?
E: Si, pero es distinto...
M: ¿Porque es distinto?
En ese momento el ascensor empezó a moverse gradualmente hacia abajo. Al principio
las dos se abrazaron un poco asustadas. Se pusieron de pie y se peinaron un poco
mirándose al espejo
E: Salvada por la campana
M: Sí... ya te pillare otro día cuando menos te lo esperes. ¿Ves como nos iban a sacar,
tontita?
E: Sí, a buenas horas... llevamos ya no sé cuanto tiempo encerradas en este maldito
ascensor...
M: ¿Ascensor? Querrás decir confesionario
E: Jajaja
Llegaron a urgencias y junto a la salida del ascensor las esperaban los técnicos, Laura y
Teresa, dispuesta a cotillear todo lo cotilleable
T: ¡Por fin! (abrazó a Esther)
E: Sí, eso digo yo: por fin...
L: ¿Estáis bien?
M: Sí. ¿Nadie oía el timbre o que?
Técnico 1: Hemos hecho todo lo posible para sacarlas rápido, pero era una avería
severa
Técnico 2: Sí, han tenido suerte de que los engranajes internos estuvieran en buen
estado, porque si no... caída mortal
Esther se calló en redondo al suelo. El escabroso y gráfico comentario del técnico
terminó por hacer que el mareo y las náuseas que había sentido durante su encierro
pudieran más que ella
M: ¡Esther! (la recogió con la ayuda de Laura y pidieron una camilla)
T: ¿Pero que le pasa?
M: No te preocupes, en seguida se le pasa. Estaba mareada ya en el ascensor... Esther...
(le golpeaba suavemente las mejillas y miraba como la enfermera iba despertando)
E: ¿Hemos vuelto al ascensor?
M: No preciosa, estamos fuera. Relájate, no pasa nada, solo te has desmayado
L: ¿Te has hecho daño al caerte?
E: Pues ahora que lo dices me duele todo...
M: Pero no pareces tener lesiones (la examinaba comprobando que las articulaciones de
brazos y piernas se movían con normalidad) Eso es por el golpe, y por el agobio de estar
en el ascensor, ya no sabíamos como ponernos...
T: ¿Y que habéis estado haciendo todo este tiempo?
E: El pino... He enseñado a Maca a hacer el pino, por eso me he mareado, de todo el
tiempo que he estado cabeza abajo...
T: ¡¿El pino?!
M: Jajaja, desde luego tú ni en una camilla pierdes el sentido del humor... ¿Pues que
vamos a hacer Teresa? Matar el tiempo como podíamos y pedir ayuda...
L: Bueno Esther, ahora a ponerte bien, que en un rato nos vamos de fiesta...
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E: ¿De fiesta? ¿Pero tú te crees que yo estoy para ir de fiesta? No sabes el mal rato que
he pasado ahí dentro... (miró a Maca y le sonrió) bueno, no tan malo, pero he pasado
mucho miedo... ¿Qué hora es?
L: Las seis y media
M: Joder, no pensaba que lleváramos atrapadas tanto rato...
L: No sé Esther, como tú veas... Si no te encuentras bien lo dejamos para otro fin de
semana...
E: ¿No os importa?
L: Claro que no, la semana que viene seguirás siendo jefa de enfermeras
E: Gracias Laura, de verdad que no me apetece estar de juerga hoy, ya lo estuvimos
ayer y estoy reventada con lo del ascensor...
T: ¿Estuvimos?
E: Si, es que Maca también se vino
T: Vaya... ¿Qué buenas vecinas sois no?
L: ¿Qué sois vecinas? Me he perdido eso...
E: Sí, ya me tomo un día de estos algo contigo y te cuento, pero prefiero que no sea
hoy, ¿vale? ¿Se lo dices tú a la gente?
L: Claro, no te preocupes
M: Esther, deberías irte a casa ya, ha sido un día intenso para ti. ¿Hasta que hora tenías
turno?
E: Hasta las siete
L: Pues vete ya, total por media hora...
M: ¿Quieres que llame Carolina y le diga que venga a por ti?
E: No, déjala, está jugando un partido, y yo estoy bien, puedo ir andando. De hecho
estoy deseando que me dé el aire
M: Pues venga, para casa. Te llevaría, pero es que no salgo a las ocho
E: No te preocupes
T: Venga, te acompaño hasta la puerta
E: Vale. ¡Hasta luego!
L: Hasta mañana
M: Cuídate, ¿eh?
Teresa llevaba a Esther cogida del brazo y caminaban hasta la salida
T: ¿Y como es eso que Maca fue a tu fiesta? ¿No era para tus amigas?
E: Pues eso... Le dije que subiera para que pasara un rato allí con nosotras...
T: Que rápido os habéis hecho tan amigas ¿no? ¿A que se debe esa confianza que
tenéis?
E: Ay Teresa... ni siquiera porque me acabo de desmayar vas a desistir de tu intento de
sacarme información
T: Mujer, si no es eso... es que me preocupo por ti...
E: Pues preocúpate el lunes, ¿vale? Ya hablo contigo otro día, ahora me voy a casa a
acostarme. Adiós (le dio dos besos)
Maca salió del hospital contenta por el éxito que había tenido en su caso con Navarro,
pensando en que era todo gracias a Esther y en como estaría ella; si se le habría pasado
el mareo o no. Tenía que ir andando, pues por capricho de Esther por la mañana no
había traído la moto. Se había hecho de noche y había refrescado. Hacía tanto frío... Por
la mañana el frío no era igual con la cercanía de Esther...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
44
Aquel tiempo que habían pasado en el ascensor había sido tan intenso, tan cargado de
emociones y de información nueva... A cada paso Esther la intrigaba más, cuanto más
cosas le contaba más quería saber, cuanto más tiempo pasaba con ella más pronto quería
volver a verla, cuanto más la conocía más comprendía que estaba empezando a gustarle.
Recordaba sus palabras, sus gestos, su manera de adivinar sus pensamientos... y se
estremecía. Exhibía su sonrisa por la calle reviviendo las risas y las bromas de la
enfermera, hasta que sustituyó su expresión por otra más triste, desesperanzada
La manera en que Esther hablaba sobre el amor, ese desgarro suyo, esa herida que
parecía abrirse con cada palabra... Se preguntaba que podría haberle hecho aquella chica
para que tuviera esas impresiones tan desoladoras, y para que hubiera decidido a sus
treinta y pocos años que ya no quería sentir nada por nadie. Pensó en lo bonito que sería
descubrir otro mundo para ella, hacerle ver que el amor no solo daba tristezas, quererla
como se merecía... Y pensó también en quitársela de la cabeza, dejar de seguir dándole
vueltas a todo lo que había sentido desde que la conocía y ceñirse a los deseos de Esther
y a sus ideas sin intentar cambiarlas
Llegó a casa atormentada, llena de pensamientos contrarios que rebotaban en su cabeza.
Se tomó una pastilla y se tumbó un rato en el sofá. Intentó relajarse, pero después de un
día como aquel le resultaba extremadamente complicado estar sin hacer nada. Y pasó
por su mente una idea que le pareció al principio descabellada e inoportuna, pero que
era demasiado jugosa para desecharla
Caro y Esther estaban en el baño. La enfermera se duchaba y Carolina se secaba el pelo,
por lo que tenían que mantener su conversación casi gritando
Carolina: Bueno, por lo menos has tenido suerte y ha sido con Maca. Imagínate que
hubiera sido con el director... que palo y que aburrimiento, ¿no cari?
E: O con Teresa... me hubiera puesto la cabeza como un bombo con sus historias... y
me hubiera puesto más nerviosa de lo que estaba. En cambio Maca ha sabido
tranquilizarme, me ha ayudado a relajarme con sus ocurrencias...
Carolina: Me ha caído genial esta Maca. Es una belleza de persona... ¿no te lo parece?
E: ¿Eh? Sí, sí...
Carolina: Esa amistad hay que cultivarla. La vamos a invitar a cenar un día de estos...
E: Jajaja con que ligereza organizas tú una cena... ¿Y quien la prepara?
Carolina: Tú, para eso estás
E: ¡Serás...! (abrió un poco la mampara y fue a echarle agua, pero se dio cuenta de que
estaba el secador funcionando y desistió)
Carolina: ¡No, no! ¡Que nos matamos! (desconecto el secador)
E: Tranquila, que me he dado cuenta. Y no me des esos sustos, que hoy ya he tenido mi
ración
Carolina: Si, si... Anda que no has disfrutado tú ni nada con Maca en el ascensor...
E: ¿Cómo dices?
Carolina: Nada, nada. Ya hablaremos tú y yo luego...
Sonó el timbre
Carolina: ¿Están llamando?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Esther cerro el grifo de ducha y Carolina entreabrió la puerta para cerciorarse del sonido
del timbre, entonces volvieron a oírlo
E: Sí. Te tocó, que a mí aun me queda un poco (abrió el grifo de nuevo)
Caro cruzó el salón y abrió la puerta
M: Buenas noches
Carolina: ¡Hola Maca! (le dio dos besos) Que alegría verte por aquí. Mira,
precisamente estábamos hablando de ti...
M: Ah ¿sí? Espero que algo bueno...
Carolina: Por supuesto que sí, mujer. Pasa, siéntate. Esther está terminando de
ducharse. Estas muy guapa, ¿vas a salir?
M: Pues espero que sí... Pero antes que nada, ¿cómo está Esther? ¿Se le pasó el
malestar?
Carolina: Sí, sí. Ya está bien. Vaya episodio lo del ascensor ¿eh?
M: Sí, ha sido contra el plan de vida... pero lo hemos pasado bien en el fondo... “Y en la
superficie también...”
Hablaron durante unos minutos hasta que Esther salió del baño en albornoz, con el pelo
mojado, más atractiva aun que de costumbre a los ojos de Maca, que se puso en pie
nada mas verla y se quedó hipnotizada con la gotas que resbalaban lentamente por su
cabello
E: ¡Hola!! ¡Que sorpresa! (se acercó a darle dos besos)
M: Hola. Ya me ha dicho Carolina que estás mucho mejor...
E: Sí, y ahora ya con la ducha me he quedado nueva. Me he arrepentido de cancelar lo
de esta noche; es que después de desmayarme lo veía todo negro, estaba hecha polvo..
Pero ahora me arrepiento de haberle cancelado los planes a todos; con que hubiera
descansado un rato hubiera estado en condiciones para salir...
M: Pues me parece estupendo que pienses así, porque vengo a saldar mi deuda... No me
atrevía porque no te encontrabas bien... pero he pensado que tal vez te apetecería, solo
cenar y dar una vuelta. ¿Qué me dices?
Esther se quedó pensativa, sopesando lo mucho que le apetecía aceptar y el miedo que
tenía de cómo le gustaba pasar tiempo con Maca, el hecho de que ese “pasatiempo” se
estaba convirtiendo en una costumbre, en un vicio que no estaba segura de poder dejar
si seguía cultivándolo
Carolina: Esther, te han hecho una pregunta... (la miró con los ojos muy abiertos,
subiendo y bajando las cejas como queriendo preguntarle a que estaba esperando para
decirle que sí)
M: ¿Te apetece o lo dejamos para otro día? “Di que sí, por favor, di que sí”
E: ¿Me esperas que me arregle?
Lección 4: EL PEZ ES EL ULTIMO EN RECONOCER EL AGUA
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
46
A las tres y media de la mañana Esther giraba la llave de su piso. Carolina la esperaba
sentada en el sofá con la ropa de salir todavía puesta
Carolina: Buenas noches Cenicienta tardía
E: ¿Ya estas tú aquí?
Carolina: Ya llevo aquí más de hora y media
E: Uy mi niña, cada vez te vienes más pronto... ¿Pero estás sola?
Carolina: Sí, sola, todita entera para ti, corazón de melón
E: ¿Ha pasado algo? ¿Habéis discutido?
Carolina: No, no, está todo bien. Solo es que no tenía ganas de pasar la noche con él.
Pero deja de hablar de mí. Anda, siéntate aquí (le hizo sitio a su lado) ¿te lo has pasado
bien?
E: Genial. Se ha alargado más de lo que yo esperaba, pero es que estábamos tan bien...
Carolina: Yo estaba ya por llamarte, porque como estabas tan poco animada cuando
saliste de aquí y se suponía que solo ibais a cenar...
E: ¿Y como es que no te has acostado?
Carolina: ¿Cómo me voy a acostar sin inspeccionar como le ha ido a mi chiquitina en
su cita?
E: No ha sido ninguna cita, ¿eh?
Carolina: Déjate de rollos y cuenta...
E: Pues mira: hemos tardado un montón en comer porque hemos hablado muchísimo,
luego nos hemos ido a dar un paseo y como era sábado pensamos en tomarnos algo, y
hemos vuelto hace una media hora pero nos hemos quedado charlando en la escalera
Carolina: Todo estupendo por lo que veo... porque te quitas los tacones, pero la sonrisa
no hay quien te la quite de la cara, ¿eh?
E: Es que nos hemos reído mucho. Maca me ha estado contando cosas de cuando era
pequeña y de la universidad. Con lo seria que parece y es tan divertida...
Carolina: ¿Y el restaurante? ¿A cual habéis ido?
E: Pues es uno nuevo. Lo han inaugurado hace dos semanas o así. Te tengo que explicar
como se llega porque es precioso, muy romántico... Bueno, Maca dice que en realidad
ella quería llevarme a otro, pero que como ha sido todo tan precipitado no ha tenido
tiempo de reservar, pero que me lleva otro día. Y dice que a ver cuando la llevo al bar
de mi padre...
Carolina: Le gustas (afirmó)
E: ¿Quien?
Carolina: Tú
E: ¿A Maca? Anda ya... ¿Cuantas veces has visto Desayuno con diamantes esta
semana?
Carolina: No estoy de coña. Me contaste que es lesbiana, se pasa el día buscándote,
sacándose de la manga excusas para estar contigo, te lleva a cenar, se interesa por tus
cosas, te hace el tipo de preguntas que te ha hecho en el ascensor, se asegura planes
futuros contigo para otros días... y lo más importante: como te mira
E: ¿Y cómo me mira?
Carolina: ¿No lo has notado? Esther, por favor, cariño... No me seas ingenua, si parece
que te quiere comer con los ojos... Cuando ha venido a invitarte a cenar ha puesto una
mirada suplicante de “di que si”... No me digas que no te has dado cuenta, ha sido
descarado... (se detuvo unos segundos y miraba a Esther riendo, mientras que ésta le
mantenía una mirada seria) A mí me encanta para ti... Yo por mí votaba por ella para
ver si te olvidas ya de todo. Lo pasado, pasado está. Maca parece tan buena chica... Me
encantaría que os enamorarais...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: ¿Pero que os pasa hoy a todos con el amor? En el ascensor Maca también
diciéndome que le pierda el miedo al amor... ¡Pero que empeño con que me enamore!
Carolina: Esa parte de la conversación no me la has contado...
E: No, ¿qué pasa? ¿es que estoy obligada a contártelo todo?
Carolina: Tú ocultándome información... Eso solo puede ser por dos motivos: o que te
es completamente indiferente o que te gusta y te lo quieres guardar para ti solita
E: Pues no es ninguna de las dos cosas
Carolina: Ah, ya... ni te gusta ni te es indiferente, sino todo lo contrario
E: ¡Ay! (empezando a enfadarse) ¡Pero como te gusta montarte películas! Tú no eres
feliz si no le pones tu toque de fantasía a las cosas, ¿no?
Carolina: ¿Me vas a decir si te gusta o no? Dime la verdad: el beso fue especial,
¿verdad?
E: Pero que tonterías dices... Solo estábamos jugando. Además, es una mujer
Carolina: ¿Y que? ¿Acaso no ha girado siempre toda tu vida en torno a los caprichos
de una mujer? Sabes de sobra que cada vez que has estado con un tío en el fondo ha
sido para intentar quitártela de la cabeza
E: ¿Y que querías que hiciera? ¿Qué me echara a morir cuando se casó?
Carolina: No te estoy criticando porque hayas estado con otra gente ni mucho menos...
Solo digo que ya es hora de que abras tu mente a otras posibilidades. A lo mejor todo
este tiempo has estado tirando de la cuerda incorrecta para olvidar tu pasado... Quizás la
manera de enterrar a una mujer que has querido tanto es otra mujer, ¿no lo has pensado?
Y ahora hablas de Maca con ese entusiasmo... Hacía mucho tiempo que no te oía hablar
así de nadie
E: Bueno, porque hay mucho loco por el mundo; no todos los días conoce uno a alguien
agradable...
Carolina: Mira cariño, si te gusta no pierdes nada por probar. ¿O me vas a decir a estas
alturas, después de las faltas de respeto tan grandes que has tenido que soportar, que te
importa el que dirán?
E: No es eso; es que estás poniendo en mi boca palabras que no he dicho. En ningún
momento he dicho que Maca me guste
Carolina: A mi no me engañas, te conozco demasiado
E: No te estoy engañando
Carolina: Entonces reconoce que algo hay... aunque sea una atracción física...
E: No te voy a decir semejante cosa porque no es verdad
Carolina: Bueno esta bien. No hace falta que me confirmes lo evidente, ya lo veo yo.
Solo te voy a decir una cosa: no te compliques la vida tú sola, que ya bastante
complicada es como para que ahora que tienes la oportunidad de ser feliz vengas a
ponerle peros. No te plantees tanto las cosas, vívelas y ya está. No pienses de entrada
que vas a sufrir, porque para vivir así, siempre con miedo, para eso mejor te quedas en
la cama. Me voy a dormir, que mañana he quedado pronto. Por si no te veo, descansa;
aprovecha el domingo
Esther se tumbó en el sofá con las manos cruzadas detrás de la nuca dándole vueltas a
las palabras de Carolina. Se ponía tan pesada cuando le daba por ejercer el papel de
madre... Le impactó especialmente aquello de que Maca podría ser la persona que iba a
ayudarla a olvidarlo todo. Pero veía ya tan difícil la posibilidad de que alguien pudiera
ayudarla a torcer su suerte y encauzar su vida por otro camino... Después de tantos años
soñando con la misma mirada asumía su condena de ver en todas las caras la misma
cara y de desear la misma piel estuviera con quien estuviera
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
48
Maca daba vueltas en la cama desde las ocho de la mañana. Siempre se levantaba
pronto, aunque se hubiera acostado tarde la noche anterior; lo único que la mantenía
dormida hasta tarde en la cama era pasar la noche acompañada. Al principio dejaba
llevar su mente y sus manos hacia los recuerdos de la noche anterior... aquella imagen
de Esther con el pelo mojado, las risas, la sensación de bienestar al caminar juntas por
Madrid... Pero llegó un momento en que se agobió de pensar tanto y se puso a dar
paseos por la casa, pensando en si Esther estaría dormida o no... Aquélla no era manera
de empezar un domingo. Se puso ropa cómoda y deportivas y salió a correr un rato por
El Retiro, a ver si liberando la tensión de su cuerpo se libraba de la de su mente
Esther despertó muy tarde, pero a pesar de la hora que era se quedó en la cama hasta
que el hambre la obligó a levantarse. Al llegar a la cocina y mirar la hora confirmó que
efectivamente lo más sensato era saltarse el desayuno. Era tan tarde que casi podría
saltarse también el almuerzo y pasar directamente a la merienda. Fue a la nevera a
investigar y se topó con una nota de Carolina
E: “Amorcito, me voy con Nono a pasar el día, que vamos a ir a la sierra. Cuídate y
disfruta de las cosas dulces que te ofrece la vida. Te quiero”
Sacó pescado del congelador y justo sacaba la sartén cuando oyó el timbre. Observó por
la mirilla; era Maca trayendo algo en las manos
E: Dios mío, y yo con estos pelos... (murmuró, y luego gritó) ¡Un segundo, ya abro!
Corrió a su cuarto, se puso unos vaqueros que tenía por allí tirados y cogió la primera
camiseta que vio en el armario, se miró al espejo y confirmo el horrible estado postgomina de sábado de sus pelos y se los recogió en una coleta para disimular al menos el
despeinado. Aquello más que una habitación era una leonera, un “esthercolero” como lo
llamaba Carolina, pero si se ponía ahora a recoger las cosas que había por medio dejaría
a Maca demasiado tiempo en la puerta. Volvió al vestíbulo y abrió
E: ¡Hola!
M: Buenas tardes. ¿Te pillo en mal momento?
E: No, no para nada... Es que no estaba vestida, por eso he tardado. Pasa, pasa...
M: Pues mira, es que he hecho bizcocho de almendras, porque los domingos cuando me
aburro siempre me da por cocinar, pero no tenía ganas de comérmelo sola, así que lo
traigo para que lo probéis las dos
E: ¡Alaaa! ¡Qué detalle! Lo que se va a perder Carolina...
M: ¿No esta en casa?
E: Está con el novio
M: ¿Tiene novio?
E: Si, aunque no lo parezca. Llevan una relación un poco extraña, pero de vez en
cuando se ven y todo...
M: ¿Pero que mantienen una relación a distancia?
E: No, no. Es que Caro es muy particular para las relaciones. Se agobia si ve a su pareja
todos los días
M: ¿En serio?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Sí, la próxima vez que las veas dile que te cuente sus manías; ya verás, nunca has
visto cosa igual... Oye, que buena pinta tiene este bizcocho. Voy a hacer café ¿vale? (se
fue hacia la cocina, que estaba conectada al salón sin puerta, de manera que podían
hablar y Maca podía verla sin problemas) ¿Cómo te gusta? ¿Cargadito?
M: Sí
E: Como a Caro
M: Caro tiene mucha razón, ¿eh? Deberías seguir los consejos que te da (le dijo
mientras caminaba hacia la cocina y llegaba a colocarse detrás de ella)
E: ¿Y como sabes tú los consejos que me da Carolina? (recordó nerviosa la
conversación de la noche anterior, cuando Caro había hablado de un supuesto
enamoramiento futuro entre Maca y ella y le había aconsejado que abriera su mente y su
corazón. Entró en pánico pensando si sería posible que Maca supiera algo)
M: Parece la nota de una amante... (le entregó el papel que le había escrito Caro antes
de irse; lo había cogido de encima de la mesa)
E: ¡Aah! Me lo había dejado en el salón...
M: Así que tu niña está pasando el día en la sierra con su chico... Yo tengo una casa en
la sierra, ¿sabes?
E: ¿De verdad?
M: De verdad de la buena. ¿Te gusta el campo?
E: Me encanta. Bueno, pero para ir un día, para vivir no, que hay muchos bichos...
M: Jajaja. Ya me imaginé yo que tendrías tú remilgos para eso; con lo princesita que
eres... Bueno, pero algún día me dejarás que te lleve, aunque solo sea un ratito, ¿no?
E: Bueno, se estudiará
M: ¡¡Nooo!! (protestó) No te lo pienses tanto. Hazle caso a tu Caro, que te dice que
disfrutes de las cosas dulces de la vida...
E: Ya le hago caso; voy a compartir un pastel contigo
M: No sabe demasiado a azúcar ¿eh? Tiene mas bien el toque amargo de la almendra
E: No lo decía por el pastel, lo decía por tu presencia
La pediatra le sonrió y no supo al principio como contestar. Aquella frase se unía al
repertorio de todas esas anteriores de Esther que la habían dejado sin palabras: “me
diviertes tanto...”, “fue muy bonito...”, refiriéndose al beso, etcétera
M: Gracias, pero si aquí algo dulce eso eres tú
E: Eehhh... Parece que ya esta el café, ¿no? (lo sirvió en tazas y lo llevo al salón en una
bandeja) Ahora vengo ¿vale? Voy un momentito al baño
Entró en el aseo, se miró al espejo negando con la cabeza y con el grifo abierto se echó
agua por la cara
E: “No lo decía por el pastel, lo decía por tu presencia...” (repetía incrédula en voz alta
las palabras que acababa de decir) ¿Pero qué es lo que me pasa?
Se llevó unos minutos apoyada con los brazos en el lavabo, pensando en que ese
descontrol de su boca, que parecía tener vida propia y no obedecer el freno que su
cerebro le imponía, tenía que deberse a que estaba recién levantada. Volvió al salón,
donde Maca cortaba el bizcocho en porciones
M: Me he permitido la confianza de cogerte un cuchillo
E: Claro mujer, si estás en tu casa...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Pilla un trocito a ver...
E: Venga (lo probó y opinó todavía con la boca medio llena) Mmmmm... Está de
muerte, ¿eh?
M: ¿Te gusta?
E: Est( de vicio... Me tienes que dar la receta
M: Claro. O mejor te bajas un día y lo hacemos juntas en mi casa... el bizcocho, quiero
decir (aclaró a los pocos segundos) Y de paso me enseñas a preparar tus patatas rellenas,
que calaron mucho en mi
E: Jajaja. Esa noche te conquisté, reconócelo
M: Totalmente; lo reconozco. “No te imaginas hasta que punto...” Conquistaste mi
estomago, y ese es el primer paso para conquistar mi corazón
E: Ah ¿sí? ¿Y qué más tiene que hacer la persona que te quiera conquistar? Así en
resumen... ¿qué buscas en una mujer?
M: Pues no sé... Lo que buscamos todos: ternura, cariño, pasión, comprensión... (siguió
pensando)... sentido del humor, para mí es muy importante que sea divertida, que me
haga reír... que sea paciente con mis manías... ¿Y tú? ¿Qué buscas en una pareja?
E: Respeto, ante todo. Con eso me conformo (hizo una pausa para pensar) Sinceridad,
consideración, apoyo, estabilidad... en el sentido de que sea constante, que no me
cambie de opinión de un día para otro, y de que no se eche atrás al mínimo obstáculo
que se presente...
M: Todo lo que no te han dado, ¿no?
E: Bueno... tampoco todo el mundo me ha tratado tan mal... Pero si, digamos que todo
lo que me hubiera gustado tener y que eché en falta cuando más lo necesité. Yo pensaba
que el amor te hacía libre, pero luego descubrí que no, que cuando te enamoras lo
primero ya no eres tú, es la otra persona. Tu felicidad pasa a un segundo plano; lo que te
importa es la persona que quieres...
En cada conversación que mantenía con Esther siempre llegaba un momento en que ésta
la sorprendía con la madurez y al mismo tiempo el dolor que se desprendía de sus
palabras. No sabía exactamente por qué tipo de baches había pasado la enfermera, ni
cómo era aquella mujer a la que tanto había amado, pero de lo que no cabía duda era de
que había querido intensamente, había vivido todo lo negativo que da el desvivirte por
alguien y pasado por esas etapas en las que estás tan sensible y tan enamorada que hasta
lo mas mínimo te hiere
E: Perdona, de verdad, no quiero aburrirte con mis cosas
M: No me aburres, todo lo contrario; me gusta escuchar lo que piensas
E: Y ahora viene la parte en que me vas a intentar convencer de que el amor es
maravilloso; lo intuyo...
M: No, no te voy a decir eso... Desgraciadamente la vida no es así. Un día piensas “qué
feliz soy, qué bonitos son los pájaros” y al día siguiente te da un bajón y lo ves todo
negro... Los altibajos del ánimo no se pueden evitar... pero si tienes al lado a una
persona que te quiera de verdad los manos momentos parecen menos malos, y los
buenos son mejores. Así lo veo yo...
E: Bueno, yo tengo gente que está conmigo incondicionalmente, en lo bueno y en lo
malo...
M: Por supuesto que sí, y yo también. Los amigos son lo mejor al mundo, pero hay
necesidades que escapan al alcance de los amigos... hay vacíos que un amigo no puede
llenar... o al menos para mí (Dejó pasar unos segundos de silencio y cambió de tema,
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
51
dándose cuenta de que Esther comenzaba a sentirse incomoda) ¿Tienes muy liada esta
semana en el hospital?
E: No, que va. Bueno, tengo turno doble el lunes y el martes, pero el jueves libro
M: ¿No me digas? ¡Yo también!
E: ¿Sí?
M: Podríamos hacer algún plan...
E: Yo estaba pensando en decirle a la gente que si celebrábamos mi ascenso el
miércoles por la noche, pero creo que no querrán...
M: Bueno, lo malo va a ser tener que levantarse temprano al día siguiente, pero lo
importante eres tú, que para eso eres la homenajeada, y tú no tienes que madrugar
E: Tienes razón. Definitivamente el miércoles es el día perfecto. A mí me viene bien, y
a ti también, que se aguanten los demás
M: Perfecto. Oye, tengo una propuesta peligrosa que hacerte para mañana...
E: ¿Mañana lunes?
M: Sí. ¿Entras a las ocho?
E: Sí
M: Vente conmigo en la moto, anda...
E: Jajaja. Pero ¿tú estás loca? ¡Qué quiero llegar viva al miércoles!
M: Pero si vas a llegar viva... Yo conduzco con prudencia, lo prometo. Anda, anímate;
no te va a pasar nada yendo conmigo
E: Ya te he dicho que me da miedo y me tengo que hacer a la idea
M: Jooo... Pero es que me sabe mal saber que vivimos al lado y que te vas andando
solita para allá; me quedó preocupada, que a esa hora todavía está oscuro, y tu andando
sola por esas calles...
E: Pues no sé... Vente conmigo andando
M: ¿Te gustaría?
E: Hombre... soy peculiar para mis cosas y para mi espacio, pero de momento todavía
no he llegado al extremo de que me guste más ir a los sitios sola que acompañada...
M: Bueno, siendo así me sacrificaré... Que conste que lo hago solo por el miedo que me
da que vayas sola a esas horas de la mañana
Pasaron una tarde de charla de lo más agradable. A la mañana siguiente Esther apuraba
el vaso de café mirando el reloj de la muñeca que tenía alzada sosteniendo la taza,
mientras que con la otra mano iba metiendo a toda prisa sus cosas en su bolso. Carolina
llegaba al salón medio dormida
E: Cielo... ¿Qué haces ya despierta?
Carolina: Que tenía sed, pero cojo un vaso de agua y ya estoy otra vez en la cama.
Hasta las doce no tengo clase
E: Pero que bien vivís los gimnastas... Me voy, que es tarde; Maca ya tienes que estar
esperándome abajo
Carolina: Que fuerte me parece...
E: ¿El que?
Carolina: Los madrugones que se pega para estar contigo...
E: No digas tonterías. Viene conmigo simplemente porque vamos las dos al mismo
sitio...
Carolina: Si, pero ella podría coger su moto a las ocho menos diez y estar allí a las
ocho como un clavo; y no meterse ese madrugón y esa caminata para el cuerpo nada
más empezar el día... Eso es amor, a mí que no me digan...
E: ¿Te he dicho ya que estás últimamente insoportable cariño?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Carolina: No haces más que repetírmelo. Anda corre, no la hagas esperar
E: Ciao tesoro, cuídate
Carolina: Tu también, ¡Y cuídala!
Maca la esperaba en la calle, sonriendo y mirando el reloj
E: Buenos días. Perdóname
M: Hola. No te preocupes, no importa. Ya veo que la tardanza ha tenido su motivo
E: ¿Cual?
M: Lo guapa que te has puesto...
E: Ufffff, ¿pero que dices? Si recién levantada tengo una cara horrible... y más los lunes
M: Bueno venga, vamos a darnos prisa, que hoy vamos a tener que ir a paso ligero para
llegar a tiempo
E: Jooo. Me va a sentar mal el desayuno de tanto correr...
M: ¿Ves? Esto no pasaría si fuéramos en mi moto. Podrías levantarte más tarde y no
tendrías que ir corriendo siempre, solo sentarte en la parte de atrás como una reina y
dejar que yo me ocupara de todo...
E: Pero Maca, es que las motos y yo no nos llevamos bien
M: ¡¡¡Pero si nunca has montado en ninguna!!!
E: Pero me dan mucho respeto. No pasa nada, tú te puedes ir en tu moto tranquilamente,
de verdad. Me sabe mal que tengas que venir andando por mí
M: ¿Y por que? Si yo hago esto porque quiero... Efectivamente podría irme en moto,
pero mi moto no tiene tan buena conversación como tú. Ahora, que si me sigues dando
a elegir entre tú y mi moto... no lo tengo claro, ¿eh? Me gusta demasiado mi moto
E: Jajaja. Yo no te doy a elegir...
M: No, es broma. En serio, me gusta estar contigo, por eso quiero acompañarte
E: Yo encantada de que vengas ¿eh? Si me lo paso genial...
M: Vale, pero prométeme que te vas a pensar seriamente lo de la moto
E: Vale, pero mira, pasear por la mañana es muy sano. Además, hoy salimos a la misma
hora, así que no tendrás que venirte a casa solita como el sábado
M: ¿Te quieres volver conmigo?
E: ¡Claro! Además te tengo una sorpresa; si puedes claro, si no la dejo para otro día
M: Por supuesto que puedo. ¿Una sorpresa? ¿Qué es?
E: Que cotilla... Pareces Teresa...
M: Dame una pista aunque sea...
Se dieron prisa y finalmente llegaron al hospital a tiempo. Maca se pasó el camino
reclamando esa pista que Esther se negó a proporcionarle. Decidió desistir; después de
todo le gustaba aquella intriga de no tener ni idea de lo que era. Esther no hacía más que
repetirle que era una tontería, pero para Maca no dejaba de ser algo que esta había
preparado para ella, o al menos pensando en ella, y eso la había hecho inmensamente
feliz para lo quedaba de día. Saludaron a Teresa, bromearon un poco con ella y firmaron
su entrada en el hospital
T: Esther, ha dicho Dávila que en cuanto llegaras subieras a su despacho
E: ¿Y eso?
T: Dice que te tiene una sorpresita, palabras textuales suyas
E: ¿Una sorpresita? ¿Será que me va a despedir?
M: Anda ya tontita... Se quedaría sin lo mejor del hospital, ¿verdad Teresa?
T: Si... (observaba con inquietud la cara embelesada de Maca mirando a Esther)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Oye, ¿me buscas luego para un café?
E: Pues va a ser que sí. Bueno, me subo. ¡Ah! ¡Teresa! ¿A que te mueres de ganas de
que te cuente un cotilleo que quiero que extiendas por toda Urgencias?
T: Cuenta, cuenta...
E: Que la fiesta para lo de mi ascenso la voy a hacer el miércoles. ¿Díselo a todos vale?
Que yo sé que tu disfrutas pasando información
T: ¿Y eso es un cotilleo? Creía que me ibas a contar algo interesante... (le grito, pero la
enfermera se había marchado corriendo y no la oyó)
M: Bueno, y yo ¿qué tengo para hoy?
T: Pues ni idea. Ha llegado un trafico hace un rato y creo que había tres niños heridos
M: Vale, voy a ver si necesitan ayuda
La pediatra estuvo atendiendo a uno de los niños del accidente de trafico, que venía con
un traumatismo craneoencefálico. Cuando ya estaba controlado decidió tomarse un
respiro y fue a la sala de médicos a por una botella de agua. Sin esperarlo se encontró
allí a Esther, que trabajaba con un portátil. Se acercó a ella por detrás, de puntillas para
evitar que la oyera y le tapó los ojos con las manos
M: ¿Quien soy?
Esther deslizó lentamente las yemas de sus dedos por las manos de Maca, que pensaba
que si tardaba mucho en averiguar que era ella iba a morir sintiendo el tacto de sus
manos sobre las suyas, su olor y la cercanía de su cuello. Cualquier broma o juego que
se le ocurría terminaba volviéndosele en contra al ponerlo en practica con Esther. Si
tardaba un segundo más en dejar de presionar sus manos iba a acabar por abalanzarse
con la boca sobre su cuello
E: Mi motorista favorita...
M: Hola (no pudo resistirse a darle un beso en la mejilla9 Que agradable sorpresa
encontrarte... ¿Cómo tú por estos mundos?
E: Pues porque en la sala de enfermeras siempre hay mucho movimiento y no puedo
trabajar, y es que si no me centro no voy a terminar esto para mañana ni de coña
M: ¿Qué es? ¿Puedo ayudarte? (cogió una silla y se sentó lo más cerca de ella que
pudo)
E: Pues mira... (sin pensarlo se giró en su silla para quedar frente a Maca y cogió sus
manos entre las suyas, un gesto que no sabía por que la tranquilizaba en momentos de
nervios como aquel, y al que se había acostumbrado desde el encierro en el ascensor)
No estarás enterada porque acabas de llegar, pero mañana hay un congreso de
enfermería. Vienen un montón de profesionales de otros hospitales. El coordinador de
enfermería de cada hospital hace su exposición sobre la organización y los planes de
trabajo de su centro. En principio se suponía que mi única función era presencial, pero
resulta que a nuestra coordinadora se le ocurrió anoche pillar la varicela... ¿Adivina
quien se tiene que encargar de la representación del central en el congreso mañana...?
M: No será mi enfermera favorita... ¿En serio tienes que hablar mañana en publico?
E: Si, tengo que hacer una exposición sobre el funcionamiento de la enfermería en el
hospital
M: ¿Y ese congreso es libre?
E: Sí, es a puertas abiertas
M: Pues entonces habrá que ir a verte...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: No te va a dejar Dávila, te va a decir que no tiene sentido que dejes tu trabajo para
eso. ¿Qué interés puede tener para una pediatra la enfermería?
M: Pues mucho... ¿Y lo guapas que son las enfermeras?
E: Ufffff... (hundió la cabeza casi hasta tocar con su frente el teclado del ordenador) No
me va a dar tiempo. Además es que no quiero hacerlo, no me gusta tener tanto
protagonismo en publico, me da vergüenza
M: ¿Y no podías negarte?
E: No me ha dado opción. Me ha dicho que tenía que hacerlo y que me daba todo el día
para prepararlo
M: ¿Y que tienes que hacer exactamente?
E: Pues primero un discurso de apertura, porque claro, como el congreso se celebra aquí
hay que darle la bienvenida a todos, agradecerles que hayan venido... Y luego una
presentación explicando como se articula la enfermería en el hospital: las jerarquías, el
reparto de tareas, las divisiones... Joder, pero si es que además soy una negada para los
power point y todas esas cosas...
M: Bueno, tranquila. Lo vas a hacer muy bien, y yo te voy a ayudar
E: Pero tendrás trabajo...
M: He terminado con lo que estaba haciendo; le he dicho a Teresa que si entra algún
niño me llame al busca. Además, es por una buena causa, que hay que dejar bien alto el
pabellón mañana
E: Pero no hace falta que te molestes, ni quiero que te vayas a meter en ningún lío por
ayudarme ¿eh?
M: Que no... Tú me ayudaste también el otro día, ¿te acuerdas?
E: Pero eso no cuenta, fue inconscientemente
M: Bueno, pues lo mío va a ser consciente, ¿algún problema? A ver... ¿te lo tienes que
aprender de memoria?
E: ¡Nooo! Puedo mirar el power point, folios, lo que sea como apoyo. ¡Solo eso
faltaría! que me tuviera que poner a estudiar esto y ya no pudiéramos ir al bar de mi
padre
M: Aaaayyy... (rió con cara de ilusión) ¿Esa era la sorpresa? ¿De verdad me vas a llevar
a tu bar?
E: Joder, que desastre... Encima ya no controlo ni lo que digo. He estropeado la
sorpresa, que rabia
M: Me va a encantar de todas maneras. Jooo, que emoción, me vas a llevar a tomar
algo...
E: Por supuesto, yo sigo con mi propósito de arruinar a mi padre llevando a amigos e
invitándolos a copas
M: Bueno venga, nos ponemos a trabajar en esto, que es lo urgente y ya después
hablamos de eso
E: Gracias por tu ayuda, ¿eh? Que dios te lo pague con una mujer que no te quepa en la
cama...
M: Jajaja. Venga, a trabajar
Entre las dos la carga fue mucho más liviana para Esther. A parte de que la presencia de
la pediatra definitivamente la inspiraba y las ideas le venían a la cabeza mucho más
rápido, le vino muy bien la ayuda de esta, que se escapaba cada vez que tenía la
oportunidad para echarle una mano, sobre todo con la parte más informatizada
Esther terminó el doble turno agotada. Solo tenía ganas de llegar a su casa y sucumbir a
la poderosa llamada del sofá, pero ese café en su bar era ya una promesa hecha con
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Maca, y no podía negar que le apetecía. Salieron juntas y caminaron despacio,
paseando, hasta el bar
E: Voy a pedir ¿vale? No te pregunto que quieres porque no tienes opción; quiero que
pruebes una cosa...
M: Vale, me fío ciegamente de ti
E: Pues haces mal, ¿eh? Te lo advierto. En seguida vuelvo
Fue hacia la barra. Maca no le quitaba vista de encima. Saludo cariñosamente a un
camarero bastante mayor, que debía de llevar mucho tiempo trabajando allí
probablemente. Luego se acercó a su padre, no cabía duda posible de que era él, pues se
le parecía muchísimo físicamente, lo besó y cruzó unas palabras con él mientras se
preparaban los cafés. A los pocos minutos Esther caminaba ya hacia la mesa, llevando
en cada mano una enorme copa tricolor de café irlandés
M: Ala... ¡Que rico!
E: A ver que te parece
Se sentó y le acercó la copa a Maca, quien inmediatamente hundió la cuchara en el vaso
y removió
E: ¡¡¿Pero que haces?!! Mujer.. si lo suyo del café irlandés es que los líquidos ¡¡no se
mezclen!!
M: Ay, pero es que a mí me gustan más mezclados niña...
E: Jooo, pues que sepas que esto se toma sin rebujar, primero saboreas la nata, luego el
café y al final el whisky para ponerte a tono
M: A mí me gusta más todo a la vez
E: Jajaja. Te va la marcha...
M: Sí... (se quedó pensativa, dándole vueltas a algo que llevaba preguntándose desde la
conversación que tuvieron en el ascensor) Oye Esther, hablando de marcha y de
masoquismo... me dijiste que esta chica de la que estuviste enamorada y tu sois intimas
¿no?
E: Sí, más o menos. ¿Por?
M: ¿Cómo te las has apañado? Quiero decir... ¿Como has hecho para poder soportar ser
su amiga queriéndola tanto como la querías? Tiene que ser doloroso...
E: Pues es bastante jodido, sí... Algunas veces incluso me he planteado cortar la
amistad, pero no podría aunque quisiera. Ella es una parte demasiado importante de mi
vida, hemos vivido muchas cosas juntas y no quiero que eso cambie; aunque daría lo
que fuera por no haberla querido tanto y que no me hubiera afectado siempre tanto todo
lo que tenía que ver con ella. Ella hacía lo imposible por hacerme ver que lo que yo
quería no podía ser, que solo podíamos ser amigas. Yo intentaba olvidarla y cuando
empezaba a sentir que lo superaba y que podía desvincularme un poco de ella, ella
empezaba a asustarse por sentirme lejos y hacía algo para que volviera a ilusionarme; y
yo caía, claro; estaba enamorada...
M: Joder, que mala leche...
E: No, no la mires así... Ella es muy buena persona, lo que pasa es que nunca ha sabido
lo que quería de verdad, o quizás si que lo sabía, pero le daba miedo admitirlo. Yo tenía
que pasarme la vida viéndola con unos y otros, y sin embargo cuando yo, sin ilusión ni
ganas, salía con alguien para intentar quitármela de la cabeza, ella se ponía colérica y
me decía que yo no la quería de verdad y esas cosas. Pero estas cosas que te estoy
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contando continuaban incluso después de casada, ¿eh? (aclaró) Lo cierto es que vi el
cielo abierto cuando la contrataron en el hospital de Alcalá
M: ¿Trabaja en un hospital? ¿A que se dedica?
E: Es enfermera
M: ¿Será verdad? ¿En la facultad también estabais juntas?
E: Anda, ni me lo recuerdes... Ella siempre había querido estudiar Arquitectura. Tuvo
que estudiar muchísimo para la nota que pedían y al final en el último momento se
arrepintió y se vino a enfermería. Me dijo que tenía muchas ganas de estar cerca de mí,
que no quería que nuestras vidas se bifurcaran cada una por un camino, y que esa la
manera de estar unidas. No sé... Se podría decir que ella siempre ha querido tener
mucha posesión sobre mí, pero luego no me dejaba que yo estuviera pendiente de sus
cosas...
M: Con las cosas que me cuentas me cuesta trabajo creer que seáis tan amigas...
E: Bueno en realidad no somos tan intimas ¿eh? La relación no es como con Caro ni
mucho menos. Cuando alguien te hace tanto daño tu consideración sobre esa persona
cae, ya no puedes mirarla igual por mucho que quieras... Yo recuerdo conversaciones
con ella en las que se me movido todo por dentro... Cosas que me ha dicho que nunca
podré olvidar, tanto buenas como malas. Y después de todos los altibajos que hemos
tenido, esos momentos pasionales a los que siempre les seguía una sensación de
arrepentimiento por su parte y de vacío por la mía. Pero a pesar de todo, siempre he
preferido tener su amistad antes de que dejar de tener contacto con ella
M: ¿Nunca os habéis planeado así en serio luchar por lo vuestro?
E: ¿Lo nuestro? ¿Qué es lo nuestro? Si ese es el problema: que ella nunca ha querido
admitir que hay algo, ella nunca me ha dicho claramente que me quiera. Yo sí me he
planteado todo lo planteable con ella, es ella la que nunca ha tenido el valor de admitir
las cosas y de hacer algo para poder querernos libremente. Bueno... esto es una historia
muy larga, como ya te he dicho muchas veces, y ya no nos queda café...
M: Pues nos pedimos otro, yo te invito, pero sígueme contando...
E: Venga, pero algo para calentar el cuerpo... ¿Un Bayleis? ¿Quieres?
M: Vale
Se pidieron la copa. Maca seguía escuchándola, mirándola fijamente a los ojos. Pasaron
un rato más charlando sobre ese tema. Al principio Maca tenía que preguntar si quería
averiguar algo, pero según evolucionaba la conversación Esther hablaba de ello cada
vez con más libertad y confianza, pero llegó un momento en que Maca se mareaba y
empezaba a palidecer. La enfermera lo notó en seguida
E: ¿Qué te pasa? ¿No te encuentras bien?
M: Se me ha revuelto el estómago de repente
E: Anda ven, que te acompaño al baño
Esther entró con ella y le sujetó el pelo mientas vomitaba, mientras con la otra mano
acariciaba su espalda lentamente y con suavidad. Al terminar Maca se levantó, todavía
un poco mareada, y se enjuagó en el lavabo
E: ¿Ya estás mejor?
M: Sí, un poco. Me noto el estomago raro aun, pero creo que ya lo he echado todo
E: Me parece que el alcohol del Bayleis te ha cortado la nata del café de antes
M: Sí, yo también creo que eso...
E: A no ser que lo que te haya mareado la cabeza sea mi conversación
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: ¿Te importa si nos vamos ya a casa?
E: Anda, vamos
Salieron juntas del baño. Esther no dejaba de mirar a Maca, la llevaba cogida de las
manos y se veía que no estaba aun del todo bien. Hasta cierto punto si era verdad que
oír a Esther hablando, expresando tantos sentimientos y emociones que le despertaba
aquella mujer le había dado algo de nauseas, pero aquello era algo que lógicamente no
pensaba contarle a la enfermera
El padre de Esther se preocupó al verla salir y observar la mala cara que traía Maca. Se
presentó y le pregunto si se encontraba bien. La pediatra estuvo todo lo amable con él
que le permitían las fuerzas que tenía en ese momento. Esther veía su cara
descompuesta que pedía a gritos ir a casa ya y procuró cortarle la conversación lo antes
que pudo a su padre
Veinte minutos después Esther subía al piso y encontró a Carolina leyendo en el
butacón del salón
Carolina: Cariño, ¿qué tal el día? Un besito...
E: Hola, perdóname, pero es que tengo que bajar al piso de Maca (buscaba acelerada en
el cajón donde guardaban las medicinas) Es que se encuentra mal y no tiene Almax en
casa
Carolina: ¿Qué le pasa?
E: Se ha puesto chunga con el estomago
Carolina: ¿Pero es grave? ¿Por que no os acercáis al hospital?
E: No, no creo que sea necesario... Es solo algo que le ha sentado mal, una simple
indigestión
Carolina: Ah... Como te veo tan preocupada pensaba que tenía un dolor agudo o algo
así...
E: No, estoy preocupada porque ha vomitado y está pálida y... ¿dónde estará esto?
(buscaba las pastillas cada vez más nerviosa y con menos paciencia)
Carolina: Anda, relájate (se levantó) Yo las busco, tú siéntate ahí en el sofá y
tranquilízate un poquito, que así no vas a arreglar nada
E: Ay... ¿Las ves?
Carolina: Mi vida, pero si están aquí, justo delante del todo... Te iban a comer...
E: ¿En serio? Pues no las veía. Es que estoy un poco alterada. No sé por qué me he
puesto así, de verdad...
Carolina: Yo sí lo sé. Maca te importa, aunque digas que no... Y sí, es un simple dolor
de estómago, pero te afecta, porque estás empezando a quererla
E: ¿Vas a empezar otra vez?
Carolina: No. Yo ya no te voy a decir más nada. Ya te he dicho todo le pienso. Le
gustas, y ella también a ti, aunque pretendas negártelo a ti misma. Solo mírate como te
has puesto por una cosa tan insignificante... Cuando quieras hablar y abrirte conmigo
aquí voy a estar, pero ya no voy a intentar sacarte las palabras. Ya eres mayorcita; tú
sabrás si buscas tu felicidad o la dejas escapar delante de tus ojos
E: Mira, de verdad, te estás poniendo imposible... Me voy con Maca, que me necesita
Carolina: Si se pone peor avísame y voy
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Bajó las escaleras a toda velocidad, preocupada por como había dejado a Maca. Entró
en su casa; había dejado la puerta abierta para volver en seguida. Observó que venía del
baño
E: ¿Has vuelto a vomitar? (la ayudaba a sentarse en el sofá, junto a ella)
M: No, no. Si creo que ya no me queda nada en el estómago...
E: Anda, chupa esto. Te hará bien... (le dio la pastilla) ¿Te preparo un caldo, una
manzanilla o algo así?
M: No, no. Gracias, pero ahora mismo no me pasa nada para el estomago. Pufff (se
recostó, apoyando la cabeza en el hombro de Esther, que le acariciaba el pelo y no le
quitaba la vista de encima) perdóname por fastidiarte la tarde...
E: No me has fastidiado nada. Además, ¿qué culpa tienes tú de haberte puesto malita?
M: Pero quería aprovechar esta tarde contigo.. Hablar, estar juntas... Y nos hemos
tenido que venir corriendo. Encima conozco a tu padre y lo dejo así, casi con la palabra
en la boca... Me hubiera gustado estar más simpática con él, causarle mejor impresión
E: Anda, no te preocupes por esas tonterías. Ya tendremos muchas más tardes para
hablar, y a mi padre ya lo volverás a ver cualquier día en el bar. Ahora lo que importa es
que te pongas bien. Ven, túmbate (tiró de su cuerpo e hizo que se acostara, poniendo la
cabeza y el cuello sobre sus piernas) ¿Por qué no intentas dormir un rato?
M: Venga, pero cuéntame algo, sino no me duermo
E: A ver déjame que piense... Mira... cuando era pequeña me pasaba todo el día con el
chupete puesto. No había manera de quitármelo; siempre que me lo escondían me ponía
a llorar... No lo dejé hasta que tenía ya más de dos años y medio. ¿Sabes como lograron
que lo dejara?
M: ¿Como?
E: Pues resulta que a mí de pequeña me encantaba mirar a mi padre mientras se
afeitaba. Él se ponía delante del espejo, con el lavabo lleno de agua caliente, y yo me
ponía al lado de rodillas en una banqueta a verlo, por supuesto con mi chupe, que no me
lo quitaba para nada. Me quedaba embobada mirándolo y él me hacia reír poniendo
caras divertidas en el espejo. Un día se me cayó el chupete en el agua en que mi padre
enjuagaba la maquinilla y se ensució. Por lo visto yo puse una cara de asco increíble al
ver el chupete todo lleno de pelos. Y mi padre aprovechó la ocasión, y en vez de lavarlo
o algo así me dijo que el chupe había que tirarlo, que se había ensuciado y ya no valía.
Y con todo lo que había rechistado siempre cuando me lo quitaban aquella vez sin
embargo no protesté; se ve que me dio demasiada grima verlo tan sucio...
Se dio cuenta de que Maca se había quedado dormida. Quería levantarse y dejarla en el
sofá, pero al menor movimiento que hiciera movería la cabeza de la pediatra y se
despertaría. Así que se agachó un poco, le dio un ligero beso en la mejilla y esperó a que
estuviera dormida más profundamente para marcharse. Reclinó la cabeza hacia atrás de
nuevo en el sofá y sin darse cuenta se quedó dormida, así, con Maca sobre sus muslos...
Al rato Maca despertó. Vio su mano posada sobre una rodilla. Se giró y vio a Esther
dormida. Recordó lo que acababa de suceder aquella tarde y la contempló durante unos
minutos. Estaba tan dulce mientras dormía... Su rostro desprendía una ternura
demasiado grande, inédita hasta ahora para los ojos de la pediatra
Levantó su mano y la dirigió tímidamente hacia el abdomen de la enferma, tocándola
muy superficialmente, por encima del jersey. Notaba su respiración totalmente relajada
en los movimientos acompasados de su diafragma. Una vez llegó a su pecho apoyó su
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mano ya más concienzudamente, haciendo un poco más de fuerza, justo en el centro de
su pecho, para sentir su corazón. Alzó la mano para alcanzar su cara. Con la yema de su
dedo índice recorría todo el contorno que marcaba su mandíbula. Se paseaba por su
barbilla hasta subir un poco más y rozar sus mejillas. Vaciló, pero se atrevió a deslizar
su dedo por sus labios; cerraba los ojos para sentir más profundamente su suavidad e
imaginó una y mil situaciones de cercanía con aquella boca mientras notaba la suya
cada más caliente. Dirigió su mano finalmente hasta sus ojos cerrados, repasaba sus
pestañas, sus párpados, y empezó a sentir que vibraban. Esther abría ya inevitablemente
los ojos al sentir sobre ellos el contacto de la mano de Maca
M: Hola... Perdona, no quería despertarte, pero es que estabas tan bonita dormida que
me ha dado capricho de tocarte la cara
E: Ummm (despertaba) Iba a irme, pero no quería que te despertaras
M: ¿Me ibas a dejar solita así como estoy?
E: ¿No te encuentras mejor?
M: Sí, mucho mejor
E: Entonces me voy a ir ya (intentaba levantarse)
M: ¡No, no! ¡No te vayas! (la detenía con la mano) Estoy muy malita, estoy fatal; te lo
prometo... Creo que hasta tengo fiebre...
E: Jajaja (le tocaba la frente para asegurarse) Mimitis aguda es lo que tienes tú, creo
yo... Porque lo que es fiebre... como no sea la del pollo...
M: Quédate...
E: No. Mira, te voy acompañar a tu cuarto, te voy a arropar y me subo a dormir a mi
casa. Cualquier cosa ya sabes que estoy justo arriba de ti
Caminaban hacia la habitación y pasaron por delante de la biblioteca, donde Maca
guardaba sus libros y sus películas. Esther echó un vistazo mientras pasaba justo por al
lado
E: ¿Tienes “Cinema Paradiso”?
M: Sí
E: Ay... Me encanta esa película (cogió el DVD y lo miró unos segundos) Me la tienes
que dejar un día ¿vale?
M: ¿Está chula? Yo no la he visto
E: ¿Cómo que no? ¿Tienes “Cinema Paradiso” en tu casa y no la has visto nunca?
M: No. La trajo Azucena, pero el día que me la regaló fue justo el que yo había
decidido que iba a romper definitivamente con ella; y hombre... no hubiera estado
bonito ver la película con ella tan normal y luego soltarle que quería dejarlo. Y ya
después no la vi, porque la asociaba con ella y no me apetecía
E: Pues aunque la asocies con ella merece la pena que la veas. Es preciosa. Te va a
encantar
M: ¿Porque no te bajas a verla conmigo un día?
E: Cuando quieras. Hace mucho que no la veo
M: Bueno podríamos verla ahora... Aun es pronto
E: Ahora no que tienes que descansar; ya la vemos cualquier otro día
Maca le hubiera rogado que se quedara; le dolía todo el cuerpo y no era de broma.
Hubiera dado lo que fuera por el calor de Esther aquella noche; simplemente tenerla
cerca, dormir a su lado, sin pretender nada más; pero se contuvo. Sopesó la situación;
hacia solo unos días que se conocían, aquella no era manera de hacer las cosas, al menos
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no era SU manera. Con Esther el ritmo iba demasiado acelerado, los juegos en su casa,
el ascensor... habían precipitado acontecimientos. La había besado en la boca antes de
abrazarla, antes de darle otro beso más leve. Le había contando sus cosas mas intimas
antes de hablar con ella de su vida o de sus gustos. Apenas empezaba a conocer a
Esther: qué pensaba, qué hacía, qué le gustaba, pero ya sabía todo o casi todo su
historial amoroso. Quizás era tiempo de cambiar ese rumbo desenfrenado que estaban
tomando sus deseos, de dejar de desnudarla con la mirada y conocerla bien primero. Se
dejó arropar por Esther pero no volvió a proponerle que se quedara
Dejó su mente en blanco y procuró descansar para recuperarse del todo y poder
enfrentarse a la jornada de trabajo que le esperaba al día siguiente. Esther también
intento dormirse lo antes posible. A la mañana siguiente tendría que hacer frente a su
discurso en el congreso, pero por mas que trataba no lograba conciliar el sueño. Ni ella
misma podía creerse lo preocupada que estaba por Maca... ¿Sería posible que aquella
amiga que acababa de conocer le quitara el sueño de esa manera?. Le dio vueltas a la
idea de si debería haberse quedado; quizás podría ponerse peor de nuevo durante la
noche y necesitar de su ayuda
Al día siguiente Maca se despertó un poco más tarde. Con el malestar de la noche
anterior había olvidado poner en hora el despertador. Por suerte su sueño era como un
reloj, una vez cogía una hora de levantarse siempre despertaba rondando a la misma
hora. Se apresuró tanto como pudo, pero cuando bajó al portal era ya más tarde de lo
que había quedado con Esther aquellos días atrás. Cogió la moto y dio un rodeo
innecesario hasta llegar al hospital, atravesando cada calle por la que pasaba con Esther
para recogerla si la veía por el camino, pero no la encontró
La tarde anterior había logrado convencer a Dávila para que le permitiera asistir al
congreso de enfermería. Llegó antes de que comenzara y aun no había casi nadie. Pudo
sentarse en una de las primeras filas. Poco a poco empezaba a llegar gente y cinco
minutos después de lo programado entraban los conferenciantes. Esther iba guapísima,
con un vestido blanco, sencillo, por debajo de la rodilla. Maca le dedicó una sonrisa
enorme y la enfermera le respondió guiñándole un ojo y levantando una mano para
saludarla
Esther abrió el acto con un discurso firme y seguro, sin titubear un solo segundo, y
posteriormente expuso su presentación sobre la organización de la enfermería en el
central. Al terminar respiró profundamente, sabiendo que su intervención había
concluido y ya podía descansar. Iba a sentarse de nuevo en su sitio, pero vio un sitio
libre en las primeras filas, al lado de Maca y decidió sentarse junto a ella. Además
siempre tendría la excusa de que se ponía allí para ver mejor las presentaciones y tomar
nota de las exposiciones del resto de compañeros. Ocupó el asiento que estaba junto al
de Maca, le apretó la mano y la miró sonriendo ampliamente. Bajó la cabeza hacia su
block de notas y mirando hacia el conferenciante que había comenzado a hablar para
disimular. Escribió una frase y le pasó el cuaderno a Maca
“¿Estás mejor? Anoche no pude dormir bien. Me quedé preocupada ”
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Maca la miró riendo, derretida por saber que había estado pensando en ella, pero la
enfermera se concentraba muy bien en guardar las apariencias y fingir que atendía todo
el tiempo al congreso. La pediatra escribió y le paso de nuevo el block
“Yo estoy bien, pero tú has estado fabulosa. Lo has hecho muy bien”
Esther rió con la frase y contestó casi monosilábicamente
“¡¡¡Exagerada!!!”
El block seguía danzando de las manos de una a las de la otra
“Cuando se trata de describirte a ti no se puede ser exagerada. Has estado impecable, lo
digo en serio ”
“Pero si estaba como un flan... ¿Seguro que ya se te pasó lo de ayer? ¿Has probado a
comer con normalidad?”
“Aun no. Ni voy a probar a no ser que tu me acompañes a almorzar. ¿Qué me dices?”
“No sé si voy a poder”
“Pues me voy a poner en huelga de hambre si no vienes tú; que lo sepas”
“Jajaja. No, por favor. Come, que no quiero que mueras. Me gusta mucho estar contigo”
“Pues no se nota, ¿eh?”
Esther se sorprendió con el último comentario de Maca y la miró indignada antes de
contestarle
“¿Cómo que no? ¿Por que dices eso? Si es porque no me quedé anoche cuidándote, lo
siento, no lo hice porque me pareció más prudente dejarte sola para que descansaras
mejor”
“No lo digo por eso tontita. Me parece lógico que no te quedaras”
“Entonces ¿por que es?
“¿Porque no me has esperado esta mañana?”
“¡Ah! Era eso... Es que no habíamos quedado en nada. Ni siquiera sabía seguro si ibas a
venir, como anoche según tú estabas tan malita... ¿Te has venido en moto?
“Si, y me he traído dos cascos con la esperanza de que después cuando salgamos me
dejes llevarte a casa o adonde quieras que te deje”
“Ya te he dicho que no me gustan mucho esos bichos. Y sí, cuando termine el turno voy
a casa.”
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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“¿Ves como no es verdad que te gusta estar conmigo? Si fuera cierto probarías a subirte
en moto. Yo también voy a casa. Y te voy a decir las cosas claras: me da igual ir
andando en moto. Si hace falta dejo la moto aquí; lo que quiero es ir contigo, si a ti no
te importa, claro. Así que dime que quieres hacer, ir andando o en moto; yo prefiero en
moto, sinceramente, porque no tengo nada de ganas de caminata hoy, pero si tú no
quieres ir en moto me la daré de todas maneras, porque lo que no voy a permitir es que
te vayas sola”
“Mujer, sola he ido y venido muchos años, y no me ha pasado nunca nada. ¡Vaya
declaración de intenciones! ¿Qué pasa que no vas a dejarme ni a sol ni a sombra? Jajaja
“¡No me da la gana!. Luego me dices como quieres ir”
“Bueno, me lo pensaré y luego te digo. Total, sea como sea contigo sé que estaré bien”
“Oye, ¿te apetece que hoy te invite yo al Bayleis?
“No me puedo creer que tengas más ganas de Bayleis después de la vomitona de ayer...“
“Precisamente por eso. El de ayer para mi no valió; hay que repetir. ¿Quieres que
pasemos juntas un rato al volver? Si quieres mejor que en mi casa subo yo un rato y
llevo una botella para las tres, que me apetece estar un rato también con Carolina”
“Vale, pero no sé si estará. Ya sabes, el gimnasio... Oye, vamos a dejarlo ya, que no me
estoy enterando de nada del congreso. Y se supone que me interesa...”
“Jajaja, ¿Se supone? ¿Y no te interesa en realidad? Venga, lo dejamos. Besitos.”
“Me interesa, pero contra ti es muy difícil competir... Besitos. Si puedo nos reunimos
para almorzar”
Le pasó el block por ultima vez a Maca, y le hizo señas de que se lo quedara
Maca se fue a trabajar. En un rato que tuvo libre cotilleó la libreta de Esther. Sabía que
no debía hacerlo, pero sucumbió a la poderosa tentación. Nada de interés; todo cosas
relacionadas con el trabajo
A la hora de la comida a Esther le fue imposible escaparse. Le surgieron compromisos
con los congresistas. En ese momento deseó tener el número del móvil de Maca para
mandarle un mensaje disculpándose y pedirle por favor que no se pusiera en huelga de
hambre. En lugar de hacerlo tuvo que enviar a Rusti con el recado
Cinco minutos antes de salir Esther esperaba a Maca vestida ya para salir en el muelle,
cerca de la zona donde Maca dejaba siempre su moto. Después de buscarla sin éxito por
la sala de enfermeras y los vestuarios Maca sonrió al verla allí. Casi instintivamente se
acercó a darle dos besos, a pesar de que había estado cruzándose con ella durante el día
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M: ¿No habíamos quedado en buscarnos? ¿Qué haces aquí?
E: Esperándote para la aventura de montar en moto
M: (no pudo disimular su alegría) ¿De verdad? ¿Quieres subir?
E: Sí, pero solo contigo ¿eh? Yo sé que tu eres buena conductora, si fuera otro no me
subiría. Además, que como dices que vas a acompañarme de todas maneras, pues voy a
ser buena y no te voy a hacer andar hoy que estas todavía un poco convaleciente. ¿Por
cierto? ¿Has comido bien?
M: Sí, sí
E: Mira que sino no hay Bayleis, ¿eh? Te hubiera mandado un sms para decirte que me
tenía que ir a comer con los pesados del congreso, pero como no tengo tu numero tuve
que acudir a un recadero humano
M: Jajaja. Pues anda, te lo voy a dar ya, y dame el tuyo también
E: Venga, dame el fijo ya de camino. Aunque es un poco absurdo ahora que lo pienso...
que vivimos al lado... Pero bueno, por si acaso
M: ¿Quieres que te de la dirección también?
E: Que graciosa eres, ¿no? Todavía estoy a tiempo de arrepentirme de ir en la moto
¿eh?
M: No lo harás, yo sé que tú eres buena; lo he comprobado esta tarde en tu libreta... (la
sacó de su mochila)
E: ¿Me has bicheado mi libreta? (simuló cara de enfado) Trae p’acá
M: No te enfades por favor...
E: Te voy a retirar el habla...
M: Anda, no te pongas así... ¿Tú no lo hubieras hecho en la situación inversa?
E: ¡Pues claro que lo habría hecho!
M: ¿Sí? ¿Lo habrías hecho? Pues ya sé que no debo dejar mis cosas a tu alcance...
porque eres tan gamberra como yo
E: Jajaja. Yo tampoco la hubiera dejado a tu alcance si hubiera algo muy secreto
escrito, pero es que ese block es solo para trabajo
M: ¿A las notitas de esta mañana les llamas tu trabajo?
E: Jajaja. Nooo... Hoy es la primera vez que me salgo de mi tónica habitual. Yo antes
de conocerte no hacía estas diabluras por los congresos...
M: Bueno, venga, vámonos. Que la idea de la charla es para luego con el Bayleis, no
para ahora
E: Jooo. Es que estoy haciendo tiempo... Que me da mucho miedo subirme
M: Te prometo que si te da miedo no te vuelvo a pedir que te subas nunca más
Con manos temblorosas Esther se colocó el casco y montó en la parte de atrás de la
moto. Maca tuvo especial cuidado conduciendo aquel día. No derrapó, ni aceleró
súbitamente, ni dejó ver ninguna de las malas costumbres que se le estaban pegando de
la conducción en Madrid. En menos de diez minutos estaban ya frente al portal del
bloque
Maca ayudó a bajarse a Esther y esperó expectante a que se quitara el casco
M: ¿Lo has pasado mal?
E: ¿Sinceramente?
M: Sí, por favor
E: Ha sido alucinante. Me tiembla todo el cuerpo y no se ni quien soy ahora mismo,
pero es una sensación brutal...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
64
M: Claro, montar en mi moto es como un orgasmo, ¿por que crees que me gusta tanto?
(empezaron a subir las escaleras)
E: Jajaja. Bueno, mañana nos vamos en moto ¿vale?
M: ¡Caray! ¡Sí que te ha gustado!
E: Mucho. Solo ha faltado música de Bon Jovi para que fuera mi experiencia más
rockera...
M: Jajaja. Bueno, mañana te traigo el mp3 y te pongo “Have a nice day”, ¿vale?
E: ¡Genial! ¿A qué hora vas a subir? (llegaron al portal de Maca y Esther le pregunto
para subir ya a su casa)
M: Pues voy a ducharme... Que huelo a hospital
E: Yo también. ¿Te espero en media hora?
M: Vale, nos vemos
Cuarenta minutos más tarde la pediatra tocaba el timbre de Esther con la botella de
Bayleis en la mano. Le abrió Carolina
M: ¡Hola Caro! (le dio dos besos)
Carolina: Buenas... Me he enterado de que has estado un poco malita ¿no?
M: Si, pero ya estoy bien. Mírame (le señaló la botella) Ya estoy de nuevo a la carga, o
sea que perfecta. Te quedas tomando una copa con nosotras ¿verdad?
Carolina: No puedo... Ojalá. Pero ahora entro al gimnasio hasta por la noche
M: Ala, que mal. La próxima vez que planifique algo con Esther procuraré que sea a
una hora a la que puedas venir
Carolina: No te preocupes por mí; vosotras pasadlo bien. Además, mañana en la fiesta
con los del hospital nos vamos a ver...
M: ¡Es verdad! Ya ni me acordaba de que mañana también veo a Esther... (sonrió
mirando al techo)
Carolina: Pues Esther debe estar al salir de la ducha. Se ha retrasado pero por culpa
mía, ¿eh? Es que nada más llegar le he pedido que me alise el pelo, que siempre me lo
hace ella, que tiene más paciencia
M: No pasa nada, yo la espero el tiempo que haga falta
Carolina la miraba fijamente y sonreía al ver su cara de orgullo, casi babeante cada vez
que hacía un comentario sobre Esther
Carolina: ¿Puedo hacerte una pregunta? (bajó la voz)
M: Sí, dime
Carolina: Tú quieres a Esther ¿verdad?
M: Bueno... yo no voy a negar que me gusta, creo que es demasiado obvio y que no te
habrá pasado desapercibido. Además, ¿para que voy a hacerlo? Eso va en contra de lo
que quiero...
Carolina: Y lo que quieres es estar con ella...
M: Lo que quiero es vivir algo bonito a su lado, poder conocerla mejor, estar cerca de
ella...
Carolina: Mira, te voy a decir una cosa... (se giró para comprobar que Esther no había
salido aún) Por la forma de hablar que tiene Esther ya te habrás dado cuenta de que ella
está muy cerrada a estas cosas; yo la verdad no sé si está preparada ahora mismo para
enamorarse de nadie. Es mi amiga, pero ya estoy harta de llevarme bien con sus novios
y que ella pase de ellos. Después cuando vienen las rupturas y los llantos soy siempre
yo la que está en medio... Esther es muy buena persona, nunca te diría nada malo de
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
65
ella, pero no quiero que sufras y tengo que decirte que ella proyecta mucho en sus
relaciones lo que ella ha sufrido, digamos que tienes que estar preparada para asumir el
riesgo de que ella lo pague contigo, ¿comprendes?
M: No hace falta que me digas nada. Yo ya me he dado cuenta de que con Esther las
cosas no van a ser fáciles. Pero yo he visto cosas en ella que no me parecen de simple
amistad... No sé, ¿qué opinas tú que la conoces mejor? Dime si pierdo mi tiempo
intentando acercarme a ella
Carolina: Mira, yo no quiero que te hagas ilusiones y luego lo pases mal; pero hacía
mucho tiempo que no veía a Esther así con nadie. Es más, me atrevería a decir que solo
la he visto así con una persona antes que contigo
M: ¿En serio crees que...?
Carolina: Mira, yo llevo muchos años deseando que Esther rompa ya de una vez con el
pasado y sea feliz, y no sé por qué pero algo me dice que tú puedes ser la persona que la
ayude a dejar atrás lo que no la deja vivir el presente en paz
M: Yo tengo muchas ganas de que surja algo bonito entre las dos, pero que surja, no
quiero forzar nada
Carolina: Yo creo que ya ha surgido, ¿eh? ¿No crees?
M: No sé... Yo sé lo que siento yo cuando estoy con ella, pero lo que le pasa a ella por
la cabeza no lo sé
Carolina: Pues lo mismo que a ti, seguro; te lo digo yo. Lo que pasa es que no lo quiere
ver. Vas a tener que tenerle paciencia, pero hay algo especial entre vosotras, eso está
claro, y algún día ella tendrá que reconocerlo. No te preocupes, yo creo que vas por
buen camino
M: ¿Qué me aconsejas?
Carolina: Que sigas así. Quiérela, pero no la agobies. Y yo que tú no la trataría tan
bien, no la tengas tan entre algodones...
M: Pero es que yo soy así; no lo puedo evitar. Pero vamos, que yo no he no he notado
en ningún momento que le moleste; es más, incluso a veces me corresponde
Carolina: Bueno, si que es verdad que Esther está desconocida en su actitud contigo...
No sé, pues sigue así con ella mientras vea que no te rechaza y que todo va bien, pero si
en algún momento la notas fría replantéate las cosas
En ese instante Esther salía del baño. Esta vez se había llevado la ropa adentro y Maca
no pudo disfrutar de verla con el albornoz, pero era casi mejor así, porque pese a que no
se le veía nada, al pensar que estaba desnuda no podía evitar quitárselo con la
imaginación para visualizarla desnuda otra vez, aunque solo fuera con la mente
E: ¡Hola!
M: ¡Hola! ¿Dispuesta a terminarte la botella conmigo?
E: ¿Estás loca? ¿Tu quieres ponerte mala otra vez?
M: No, pero esta vez no lo mezclamos con nada...
Carolina: Bueno, yo os voy a dejar, que voy a llegar tarde al gimnasio
E: Un besito niña... (se dieron un pico)
Carolina: No te emborraches ¿eh? (le ponía bien el pelo, todavía húmedo) Maca, no lo
permitas... Cuídamela...
M: Tranquila, con mi vida si hace falta
Carolina: Venga, ciao
M: ¡Caro! (la hizo girarse cuando ya estaba en la puerta) Gracias
Carolina: De nada mujer. Cualquier cosa sobre ese tema acude a mí
E: (Cuándo ya se había marchado Carolina) ¿Qué le agradecías a mi niñita?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
66
M: Pues unos consejos que me ha dado...
E: ¿Qué consejos?
M: Eso es un secreto entre ella y yo
E: Anda cuenta... Que somos amigas ¿no?
M: Ya, pero de Caro también me estoy haciendo muy amiga. Cada vez me gusta más
E: (se puso un poco seria) ¿Te gusta Carolina?
M: Me gusta como piensa y lo clara que es; creo que es la persona más directa que he
conocido
E: En eso tiene razón, en sinceridad Carolina está bien servida... Pero bueno, yo te
conocí antes, ¿eh?
M: ¿Te vas a poner celosa? (sonreía al ver la cara que se le había quedado a Esther)
E: Pues sí, porque yo a Caro no la comparto con nadie. A ver que va a ser esto... Te
presento a mis amigos y encima de que ya no quieres nada conmigo me los quieres
secuestrar para ti
M: Ya, ya...
E: Bueno, voy a secarme el pelo, que mira con que pintas te recibo. ¿Por que no sacas
los vasos de whisky y sirves el Bayleis? están en aquel mueble (le señaló)
M: No hay problema. Vete a secarte
La pediatra fue a sacar los platos riendo alegremente; Esther había disimulado fatal su
fatídica reacción al oír que le gustaba Carolina. Intentó dar la vuelta a la situación y
hacer ver a Maca y a ella misma que los celos eran por Caro, pero había sonado
demasiado poco creíble
Al poco tiempo Esther volvió y estuvieron charlando durante horas, tomando una copa
tras otra. Hablaron de todo un poco: trivialidades, anécdotas, desengaños pasados,
deseos futuros, frustraciones, logros... y filosofía del amor, para no perder la costumbre
Faltaba ya poco para que llegara Carolina del gimnasio cuando se despedían en la
puerta...
M: ¿Has visto que no me he puesto mal? La cuestión era no mezclar...
E: Bueno, un poco perjudicadas estamos...
M: ¡¡Nooo!! Pero si hemos bebido poco a poco... No hemos parado de hablar... Contigo
me pasa una cosa especial, hablas y ya no quiero parar de escucharte. Me gusta que me
cuentes tus cosas
E: A mí también me encanta hablar contigo. Y bueno, con el Bayleis que es un alcohol
menor se puede. Ya veras mañana en la fiesta... Voy a estar tan borracha que no voy a
poder ni hablar...
M: Shhhh. Tranquila... Relájate... Sabes que a mí, aunque parezca lo contrario, me
gustan más las acciones que las palabras. Las palabras se quedan en nada, te alegran, te
ponen triste... pero en definitiva pasan de largo... se olvidan. En cambio las acciones no
E: Bueno, depende de la acción; algunas también se olvidan...
M: ¿Tú crees? (hizo una pausa para reflexionar y miró los ojos de Esther, chispeantes y
brillantes. Parecían gritarle que se acercara más) ¿Y si te beso?
E: (reaccionó después de unos segundos) ¿Cómo?
M: Si te beso... ¿Qué pasaría si te beso ahora?
E: Maca... por favor...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
67
Tras varios segundos de vacilación sobre su respuesta Esther contestó con palabras de
contenido dudoso, acompañadas de un tono de voz también ambiguo. La pediatra
entendió por la expresión de su cara el mensaje enmascarado de que no debía hacer esa
tontería. ¿Pero que estaba implícito? ¿qué quería decir ese por favor en el fondo? Ese
brillo de sus ojos, ese temblor de sus manos y ese tono de súplica habían desvelado en
parte las ganas que tenía Esther de recibir ese beso, por mucho que disfrazara con
palabras imprecisas sus deseos más inmediatos
M: Está bien; lo dejo. Perdóname (abrió la puerta para salir)
E: Eh... (le agarró el brazo) ¿A qué hora vas mañana al hospital?
M: De 8 a 3. ¿Y tu?
E: A la misma. ¿Me llevas?
M: ¿Quieres?
E: ¿Por qué no iba a querer?
M: Como no paro de decir tonterías...
E: No son tonterías; simplemente me has propuesto algo y yo te he dicho que no porque
no me parece oportuno. Te recojo en tu casa, ¿vale?
M: Te espero
Bajó las escaleras pensando en la ultima respuesta de Esther. En parte ese “¿Y si te
beso?” lo había planteado como un juego, un juego que deseaba rabiosamente convertir
en realidad, pero que se le había ocurrido más bien como un desafío para picar a Esther,
más por saber como respondería esta a su estímulo que por darle el beso en sí; desde
luego no sin la esperanza de que Esther le respondiera con un “bésame” o, ya puestos a
ambicionar, besándola directamente
Sin embargo Esther no había visto el lado inocente y bromista de las intenciones de
Maca; sino solo el oculto, el que la pediatra no quería todavía dejar al descubierto. Se lo
había tomado como una proposición en toda regla, como una petición de permiso. Que
pensara en sus palabras de esa manera tan banal, dejando a un lado la amistad que podía
decirse que ya las unía para verla como alguien que podía besarla, o al menos
proponerle un beso, llevó a Maca a pensar que lo suyo con Esther empezaba a caminar,
si no fuera porque la respuesta de la enfermera, a pesar de no ser tajante ni clara había
sido negativa. Pero aún así, si usaba las palabras correctas para transmitirle a Esther lo
que sentía en ese momento tal vez podría darle la vuelta a los hechos y sacar alguna
ventaja de lo que acababa de ocurrir, ese acelerón al que su instinto la había obligado y
con el que sin duda sentía que había perdido puntos a los ojos de Esther, aunque ésta
dijera que no
Entró en su piso y se sentó en el sofá, ese espacio que ya nunca sería igual porque había
compartido caricias con Esther sobre él la noche anterior. Intentó centrarse, abandonar
rápido los efectos del alcohol para pensar bien en la situación. Esther se había
acomodado ya en el sofá con la manta cuando escuchó el pitido de su móvil
“ Siento lo d esta noxe. Qizás me e precipitado, xro es q veo tus ojos y ya no sé q hacer;
mi mente se vuelve loca. Hay muchas cosas q m gustaría decirte, xro no sé cómo...”
Justo terminaba de leer el sms de Maca por segunda vez, repasando cuidadosamente sus
palabras, cuando Carolina abría la puerta
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
68
Carolina: Buenas noches mi reina. ¿Ya se ha ido Maca?
E: Sí, hace muy poquito... (no le quitaba vista al teléfono)
Carolina: ¿Qué pasa? ¿Se te ha estropeado el móvil?
E: No. ¿Por?
Carolina: Te veo prestándole tanta atención... y me extraña eso en ti
E: Es que es un mensaje de Maca
Carolina: ¿De Maca? (se sentó junto a ella y la besó en la frente) ¿Pero no dices que se
acaba de ir?
E: Sí, pero es que... (la miró y no pudo evitar reírse) Toma, míralo tú misma
Caro leyó el mensaje y levantó la vista extrañada
Carolina: ¿Qué se ha precipitado? ¿Pero que ha hecho?
E: Pues decirme que si me daba un beso
Carolina: ¿Y tú que le has contestado?
E: Que por favor mejor dejará las cosas así
Carolina: Qué tonta eres...
E: ¿Y que quieres que le haga? Me dice “¿qué pasaría si te beso?” ¡Y yo qué sé lo que
pasaría! No sé cómo voy a reaccionar... Me da miedo
Carolina: ¿Pero de que tienes miedo? ¿De que no te guste?
E: Más bien de todo lo contrario... Tengo miedo de no querer separarme nunca
Carolina: (La miraba atónita negando con la cabeza) Me reafirmo: eres tonta.
Chiquilla, pero quieres dejar de darle vueltas a todo y hacer lo que te apetezca en cada
momento y ¡ya está! Si lo que quieres es besarla, hazlo
E: No, no. Si yo doy rienda suelta a mis sentidos termino colándome y no quiero. No
quiero pillarme con nadie, lo sabes (miraba cómo Carolina se rompía de risa mientras le
acariciaba la mano) ¿De qué te ríes? Esto no es broma...
Carolina: Cariño, me río de que sin darte cuenta me estás confirmando lo que tanto
pudor te causaba decirme...
E: Sí que me estoy dando cuenta. Y no era por pudor, era porque estaba intentando
tapar el sol con un dedo a ver si dejaba de quemarme aunque fuera un poco, pero voy a
dejar ya de hacer estupideces. Es absurdo que me engañe a mi misma, y a ti, que eres
como mi hermana
Carolina: Ya veo que has sentado la cabeza... A veces nos complicamos tanto la vida
que no vemos las cosas más obvias, las que tenemos delante... Pero ahora que al fin
estás despertando quiero oírlo claramente de tu boca: di que te gusta
E: No, no, no te pases. Como dices no me voy a empeñar en negar lo que es tan
evidente, pero aquí no hay ni idilios ni dramas. Si me decido a tener algo con Maca va a
ser como siempre; lo dejaré fluir y haré lo que me apetezca sin plantearme por qué
Carolina: ¿Lo dejaras fluir? No te creo, ¿sabes? Vas a estar protegiéndote, con tu
coraza puesta para no implicarte más de la cuenta. Atrévete ya a tirarte sin red, que
porque te hayas caído una vez no quiere decir que te vaya a pasar siempre
E: Mira, déjame en paz ya ¿eh? Querías que admitiera que hay algo, ¿no? Pues ya lo he
hecho. ¿Ahora que quieres?
Carolina: Que le contestes al mensaje
E: ¡¿Qué?! Ni hablar...
Carolina: Anda, ponle cualquier cosa, aunque sea cámbiale de tema, pero dile algo.
Que sepa que lo has leído; da la cara
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Maca se había metido ya en la cama, sabiendo de sobra que no cerraría los ojos
definitivamente hasta altas horas de la madrugada, como se estaba convirtiendo
últimamente en costumbre. Era temprano, pero estaba agotada y la cabeza le daba cada
vez más vueltas. Oyó el pitido del móvil y se levantó de un salto. No esperaba respuesta
a un mensaje tan volátil y poco concreto como el que acababa de mandar
“Me a dejado sin habla lo q me as dixo antes d irte, y tb el sms q m as mandado. M
gustaría oír todas esas cosas q tiens q decirme, xro en su momento, sin bayleis, ni prisas,
ni excusas. Ya hablaremos. Mñna a las 8 –10 en tu casa”
Amaneció y comenzó lo que para Esther podía considerarse un día normal desde que
conocía a Maca. Se apresuró todo cuando pudo porque una vez más llegaba tarde a
buscarla. La pediatra la recibía entre regaños, pero cariñosamente. Entraban en el
central bajo la mirada inquisidora de Teresa, que hacía hasta lo imposible por enterarse
de las extrañezas de aquella amistad que parecía crecer a pasos agigantados. Trabajaba
durante el día, cruzándose indiferentemente con unos y con otros, y sintiendo mil
mariposas revolucionarse en su estómago cada vez que veía a Maca por los pasillos. La
buscaba para volver a casa con ella. Dejaban la moto enfrente del portal y se quedaban
un rato en la escalera entre risas, bromeando
Esa bonita rutina empezaba ya a gustarle, pero parecía que desde que encontró a Maca
cada día tenía que tener un poco de sal y pimienta; tenía que suceder algo inesperado,
tenía que aprender algo nuevo o descubrir algo desconocido... Parecía que estaba
destinada a que surgiera algo por lo que terminaba pasando con Maca más tiempo del
que preveía con antelación; un contratiempo... un “ascensor”, como lo llamaba Carolina
Subió a toda prisa las escaleras después de pasar un buen rato despidiéndose de ella en
la puerta y empezó a rebuscar las llaves por su bolso
E: Mierda...
Lo vació y hasta le dio la vuelta al forro, pero le fue imposible encontrar lo que buscaba.
Marcó el número de Carolina desde su móvil, pero estaba en mitad de su clase
ineludible del mediodía y no lo cogía
Pensó en qué hacer mientras se resolvía la situación y finalmente se decidió por lo que
realmente le apetecía hacer. Bajó las escaleras y se puso frente a la puerta de Maca, a la
que no hacía ni cinco minutos que había perdido de vista. Se apoyó en el marco de la
puerta y llamó
M: ¡¡Hola!! Que sorpresa más bonita... ¿Cómo tu otra vez por aquí? ¿Necesitas algo?
E: Pues sí, una casa
M: ¿Perdona?
E: Pues eso, que me he dejado las llaves esta mañana, y a Carolina todavía le queda un
rato para terminar
M: Pasa, pasa...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
70
Maca todavía no había empezado a hacerse de comer. No sabía qué cocinar, y mientras
lo pensaba se había tumbado unos minutos en el sofá y había puesto un Cd. Sonaba “Fix
you”, todo un clásico
E: Iba ir al bar de mi padre, pero...
M: Mujer, ¿teniéndome aquí abajo y sabiendo que estoy a tu entera disposición te ibas a
ir al bar? Siéntate aquí conmigo. ¿No te las habrás dejado en la taquilla?
E: No, me las he olvidado en el piso. Lo recuerdo perfectamente. Me tienes que dejar
este Cd ¿eh? Eso apúntamelo para cuando me dejes Cinema Paradiso
M: Bueno, de momento no tienes casa, y yo no encontraría nada mejor que hacer que
pasar la tarde contigo por mucho que buscara; así que si quieres podemos escuchar la
discografía entera de Coldplay y luego vemos la peli
E: Jajaja. Buen plan, sí señor...
M: Bueno, comer también habrá que comer... Voy a cocinar algo para las dos. Me iba a
poner con el almuerzo, pero no estaba nada motivada. Dame una idea, ¿qué hago?
E: Pues yo iba a hacer Risotto, pero como no tengo llaves, adiós mis planes
M: ¿Risotto? Me da curiosidad... ¿Por qué no me enseñas a hacerlo?
E: ¿Tienes caldo de pollo?
M: Sí
E: ¿Quieres que lo hagamos ahora?
M: Genial
Las dos se habían acomodado en el sofá tras el cansancio del turno del hospital. Maca
acariciaba el pelo de Esther mientras oía la canción nueva que había empezado. En
pocos momentos se había sentido tan prisionera como ahora, tan impedida... hubiera
dado media vida por poder ser libre para envolver a Esther en cariño, simplemente
abrazarla, besarla por todas partes, cubrirla con palabras de amor. Miraba sus ojos y
deseaba profundizar más en ellos y aproximarse a ella ese beso que había quedado la
noche anterior justo cuando el solista cantaba aquello de “How long must you wait for
it?” y se preguntaba precisamente eso: cuánto tiempo más tendría que esperar para
poder acercarse a Esther sin miedo, quererla, mimarla con toda normalidad y confianza,
sin temer su posible reacción
E: Bueno, vamos a cocinar, ¿no?
Pasaron un rato divertido cocinando. Comieron juntas, y cuando Maca terminó de
halagar las artes culinarias de Esther pusieron la película. La pediatra convenció a
Esther de que se quitara los zapatos y se pusiera cómoda. La reclinó en su regazo y
miraba la tele sin dejar de acariciarla. Las dos se iban fijando en las emociones de la
otra a lo largo de la película Al final las dos terminaron con los ojos humedecidos.
Oyeron la música del final relajadamente y la comentaron
E: ¿Te ha gustado?
M: Mucho. Tenias razón: es preciosa
E: A mí lo que más me gusta es las travesuras que hace de pequeño... cuando se cuela
en el cine y todo eso...
M: Para mí lo mejor sin duda es cuando se enamora de la chica y va todas las noches a
su ventana. Qué aguante... ojalá tuviera yo esa fortaleza y esa perseverancia cuando
quiero algo...
E: Me da a mí que tú eres de las que no se rinden fácilmente tampoco, ¿no?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
71
M: No me doy por vencida fácilmente, pero debería. Total... ¿para qué sacrificarse
tanto? Para que luego pase como en la peli, que ella se fue y punto; no le importó que él
se quedara preocupado
E: Sí que le importó, lo que pasa es que era una relación así muy idílica, pero en el
fondo apenas se conocían, no tenían confianza... Si es que para empezar bien con
alguien no se puede ir escondiendo cosas y diciendo mentiras...
M: Mujer, eso le puede pasar a cualquiera...
E: A cualquiera no. Mira, sin ir más lejos, seguro que tú no me has mentido ni una vez
desde que te conozco... (según hablaba Esther se arrepentía de sus palabras; sin darse
cuenta con esa comparación estaba poniendo un supuesto del que se desprendía la
posibilidad de que Maca y ella estuvieran comenzando algo)
M: Pues siento decepcionarte, pero si que te he dicho una pequeña mentira
E: ¿Cual? (preguntó sorprendida)
M: En el ascensor, cuando me leíste el pensamiento... Dijiste que estaba preguntándome
hasta donde habías llegado con una mujer; yo te contesté que no era cierto... pero sí que
lo era. Me moría, y de hecho todavía me muero, de curiosidad por saberlo
Lección 5: LAS COSAS PASAN CUANDO MENOS TE LO ESPERAS
E: Entonces sí te adiviné el pensamiento. No estaba equivocada, pensabas eso
M: Sí, y después me lo volviste a adivinar
E: ¿Y por qué me dijiste que era mentira?
M: Me dio vergüenza reconocer las ganas que tenía de que me lo contaras. No nos
conocíamos tanto... Ahora tenemos más confianza, por eso te lo digo
E: ¿Y aún quieres saberlo?
M: Ya te he dicho que sí. Pero entiendo que son cosas muy íntimas que querrás
reservarte para ti
E: Pues sí, son cosas íntimas, pero como bien has dicho ya tenemos más confianza y
estas cosas se cuentan a las amigas... Mira, yo sí he llegado hasta el final con una mujer,
pero en lo que yo he hecho, no en lo que me han hecho a mí. Sí he probado lo que es
sentir íntimamente a una mujer, pero a mí nunca me ha tocado ninguna. Bueno... tú me
entiendes, ¿no?
M: Sí, sí, perfectamente. ¿Y por qué sucedieron así las cosas? Quiero decir... no es que
yo dé para recibir, pero bueno... esas cosas son así. ¿Por qué tú a ella sí y ella a ti no?
E: Rarezas... Ya te he dicho que mi historia es muy enrevesada...
M: Pues tengo que decirte que es una pena, ¿eh? porque has pasado la barrera pero
efectivamente, como me dijiste en el ascensor, no puedes decir que hayas tenido sexo
completo con una mujer, y eso quizás despejaría muchas de tus dudas. Menos mal que
eso siempre estás a tiempo de arreglarlo...
Esther bajó la cabeza tras sentir esa mirada penetrante que estaba empezando a quitarle
la respiración. Los dedos de Maca jugando con su pelo, su mirada insinuante
taladrándole las pupilas y el tono cada vez más caliente de la conversación, que casi
llegaba ya a caldear el ambiente de habitación, la estaban poniendo de los nervios.
Sentía que sus latidos se aceleraban y que las circunstancias escapaban cada vez más a
su control. Si seguían hablando tan juntas en ese sofá el aire seguiría condensándose,
llenándose de deseos reprimidos, de sentimientos contenidos y no estaba segura de ser
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
72
capaz mantener la distancia con Maca ni de continuar dando largas a lo que le pedían a
grito todos sus sentidos
E: ¿Por qué no nos vamos al Retiro a dar una vuelta?
M: Venga... Por mí estupendo. Eso sí, una vuelta corta, que tenemos que arreglarnos
para tu fiesta
E: Vale, yo voy en la bici, ¿eh?
M: ¿En bici? ¿No quieres pasear conmigo?
E: Es que llevo días queriendo coger la bici, y como ya tiene que estar ahí Carolina
puedo ir a coger las llaves del garaje. ¿Me acompañas?
Subieron al piso. Carolina les abrió y Esther le estuvo contando todo lo que le había
pasado y la invitó a ir al Retiro con ellas
Carolina: Ya le he dicho a Cristina que me voy a ir a tomar café con ella. Que por
cierto, ha preguntado por ti Esther, pero ya le he dicho que estás desaparecida en
combate
E: ¿Quién yo?
Carolina: Sí, tú, que ya casi ni te veo... (bromeaba)
M: Es mi culpa, que desde que la conocí la he secuestrado todos los días
Carolina: Bueno Maca, te perdonaré porque lo de esta tarde ha sido un accidente, que
si no...
E: Anda, dejaos ya de tonterías las dos. Nena, ¿dónde están las llaves?
Carolina: Pues tú sabrás, tú eres la que va dejando las llaves por ahí perdidas... Yo
siempre las dejo en el cacharrito ese que nos regaló tu madre, que es su sitio
E: ¡Ah! Creo que las dejé en mi cuarto...
M: Oye, enséñamelo, ¿no? Que he venido ya muchas veces y todavía no he visto tu
cuarto
E: Bueno, vas a tener suerte y te lo voy a enseñar hoy que está ordenado
Carolina: ¿Tu cuarto ordenado? Eso tengo que verlo para creerlo...
E: Sí, es que esta mañana me he levantado tempranísimo; no tenía más sueño y me he
puesto a ordenarlo. Con decirte que he hecho hasta la cama...
Carolina: Maca, guarda estas imágenes bien en tu memoria, porque no creo que las
vuelvas a ver
M: Jajaja. ¡Qué arte tienes! (le dio un beso en la mejilla)
Carolina: Gracias cariño
E: Oye... (la miró poniendo pucheros) cariño... Esas cosas solo me las dices a mí
Carolina: Mujer, pero de Maca no te pones celosa, ¿o sí? Solo a ti y a ella
M: ¿Y tu novio?
Carolina: A ese le digo idiota, imbécil y cosas así...
M: Jajaja. Eres mi ídolo
Carolina: Bueno, me voy a ir ya, que hago esperar a Cristina. Un besito... (las besó a
las dos) No te me pongas celosa mi vida, a ti en la boquita, ¿ves? Eso con Maca todavía
no...
M: Será el siguiente paso...
Carolina: Jajaja. Venga, ciao
E: Anda ven, que te enseño la habitación
Caminaron hacia allá
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
73
M: Te voy a robar a Carolina cualquier día de estos... Es la mejor
E: Te advierto que cuando te haga de comer me la vas a querer traer de vuelta...
M: Bueno, entonces mejor me quedó contigo, que me ha gustado mucho el risotto
Llegaron a la habitación y Maca se quedó parada justo en medio, observándolo todo.
Era justo como se lo imaginaba: peluches, adornos y detalles pequeños por todas partes,
cajitas, perfumes y hasta muñecas; la habitación de toda una princesita de cuento. Esther
lo revolvía todo buscando la llave mientras Maca se seguía paseando. Echó un vistazo a
los libros que tenía Esther en la estantería, y sacó “20 poemas de amor y una canción
desesperada” de Neruda
M: Me encanta este libro...
E: A mí también; he tirado de ese libro siempre que he necesitado hacer terapia autochoque. ¿Cuál es tu poema favorito?
M: El veinte
La enfermera sintió un escalofrío que la hizo temblar, y vio pasar por delante de sus
ojos viejos recuerdos, momentos que no le apetecía revivir ahora
E: Vaya... eres una persona normal. Suele ser el favorito de todo el mundo...
M: Y el tuyo ¿cual es?
E: El cinco
M: Jajaja. Tú siempre llevando la contraria...
E: Ay... (cruzó los brazos enfadada)
M: Anda no seas tonta... El cinco es perfecto, como tú. Si es que eres tan especial que ni
Neruda con mil poemas podría describirte y hacerte justicia...
E: Ala... Me vas a poner colorada... Voy a mirar a ver si están en el armario; al final
tendré que dejar lo de la idea de ir en bici...
Mientras Esther buscaba desesperadamente las llaves Maca abrió el libro, quería leer de
nuevo el poema cinco, pero esta vez pensando en Esther. Al pasar la primera página se
encontró con un folio amarillo doblado en el libro. Con disimulo lo desplegó y leyó
atentamente
“¡Hola niña!
Felicidades, ya eres toda una mujer hecha y derecha
Espero que te guste mi detallito. Era mío, no sabía qué regalarte y pensé que quizás te
gustaría tenerlo, ¿y por qué no...? tal vez leerlo juntas, comentarlo, sentirlo...
Mi poema preferido es el nº 20. Siento no ser muy original porque es el que le gusta a
casi todo el mundo; probablemente porque refleja lo que todos alguna vez hemos
sentido, y que yo personalmente he sentido tantas veces contigo, por ti... También me
gusta mucho el 16; ya sabes que el fondo yo busco esa especie de “posesión” que te da
el amor... Quizás ese sea mi error...
Espero que estés bien y que seas feliz. Yo estoy muy bien, aunque echándote de menos...
y un poco asustada por la nueva vida a la que dentro de muy poquito voy a tener que
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
74
empezar a acostumbrarme. Todo lo que he me ha hecho feliz hasta ahora va a
desaparecer, entiéndeme, no todo, pero sí lo que ha ocupado mi pensamiento y
atención... Pero bueno... es la decisión que yo misma tomé, ¿no?
Tal vez no es la forma ni el momento más adecuado, pero quería decirte que siento las
lágrimas, las noches sin dormir y las locuras que te arrastrado a cometer. Ojalá
pudiera reunir el valor suficiente para luchar por ti, para dártelo todo como tú haces
conmigo... Pero prefiero dejar las cosas así. Está claro que yo no soy la persona que va
a quererte y a valorarte como te mereces. Pero aún así lo que más feliz me haría en el
mundo es tener siempre tu amistad
La amistad es un regalo; al igual que el amor hay que alimentarla día a día. Espero
saber conservar tu amistad durante mucho tiempo
Muchos besos y pásalo muy bien el día de tu cumpleaños (todo lo bien que puedas
pasarlo un lunes)
Te quiero.”
La carta iba acompañada de una firma ilegible; solo podía distinguir en ella una A
Pasó rápidamente las hojas del libro para comprobar si había más papeles y encontró
una fotografía muy vieja, descolorida ya. Inmediatamente la reconoció. Era la foto que
Esther tenía enmarcada en la mesa del salón, la que vio el viernes anterior durante la
fiesta. Aparecían dos niñas pequeñas en el retrato, una era Esther, y ahora entendía que
la pequeña que la acompañaba era aquella mujer; la que había ocupado el corazón de
Esther durante tantos años, y que no tenía claro hasta qué punto seguía o no formando
parte de él
E: ¡Aquí están! ¿Nos vamos ya?
M: Sí
Cerró el libro y siguió a Esther. Sacaron la bicicleta del garaje y caminaron hasta el
Retiro. Una vez allí Esther se subió en la bici y pedaleaba muy lentamente para poder
seguir el ritmo de Maca andando y poder seguir hablando con ella; hasta que la pediatra
pensó que estaba sometiendo a Esther a su ritmo, cuando en realidad le apetecería
acelerar, y empezó a correr, obligando a Esther a pedalear más rápido para alcanzarla.
Pasaron así un rato, pero Maca ya no podía más y se paró, apoyándose con las manos en
sus propios muslos y bajando la cabeza para descansar. Al cabo de unos segundos
Esther se dio cuenta de que se había emocionado pedaleando rápido y había dejado a
Maca atrás; dio media vuelta y llegó hasta ella
E: Perdona... Es que llevaba un montón queriendo cogerla... Lo que pasa es que no me
gusta ir sola en bici y como nadie se animaba a venir conmigo...
M: ¿Y Caro? Ella es muy deportista
E: Precisamente por eso. Después de pasarse el día dando clases nunca le apetece...
M: Pues yo suelo venir a correr. El próximo día te aviso y te traes tú la bici...
E: Genial. ¿Pero por que vienes a correr aquí con el parque que tenemos al lado de
casa?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
75
M: Porque el de cerca de casa es muy pequeño; lo único que puedo hacer allí es darle
vueltas al mismo cuadrado. Si voy allí no puedo evita sentirme como un hamster
corriendo en su jaula
E: Jajaja
M: En serio... Me recuerda al colegio, cuando la profe de gimnasia nos ponía a correr
por el patio. Qué aburrimiento, dando vueltas siempre en el mismo espacio... A mí me
encanta correr, pero libremente, a mi aire
E: Bueno, pero el parquecito de al lado de casa aunque sea pequeño es bonito ¿eh?
M: Ya lo creo... Allí fue donde te conocí...
E: Sí, es verdad... ¿No te parece como si hubiera sido hace años? ¿Cómo si lleváramos
ya toda una vida conociéndonos?
M: Sí, es como si hubieras estado siempre... Oye, una cosa: ¿qué es eso de que no
podías dormir esta mañana y te pusiste a ordenar el cuarto?
E: Pues no sé. Me desvelé y ya no podía seguir durmiendo
M: Te lo pregunto porque yo tengo también el sueño alterado desde hace unos días,
para decir verdad desde que te conocí
E: ¿Qué te pasa?
M: Pues te vas a reír, pero... desde que apareciste en mi vida no sé que hacer cuando se
hace de noche. Si no pienso en ti no puedo dormirme, y si lo hago sé que ya no podré
despegarme de ti en mis sueños
E: Vaya... ¿Y qué solución puede tener eso?
M: Pues no sé, pero mira... Anoche cuando me arropaste tú dormí como un bebé. Yo
creo que si bajaras a arroparme cada noche igual se arreglaba
E: Jajaja. Mucho pides tú, ¿no? Eso fue ayer porque estabas malita
M: O sea, que si quiero superar mi insomnio voy a tener que fingirme enferma ¿no?
E: No mujer, no te preocupes que entre las dos ya buscaremos la manera de vencer ese
insomnio...
Maca se paró y la miró. No podía creer estar escuchando esas palabras de su boca.
Esperaba dejarla cortada al decirle que si no pensaba en ella no dormía, pero la postura
atrevida y desafiante de Esther había terminado por causar el efecto opuesto y ahora era
ella la que estaba desconcertada; sin saber a ciencia cierta si Esther solo bromeaba o
estaba coqueteando con ella de verdad. Por suerte aquella noche iba a verla y podría ser
que en la fiesta las pretensiones de Esther quedaran a la luz
E: Anda vamos, que en un par de horas tenemos que estar listas y hay que cenar y todo
A las diez y media Maca había quedado en el portal con Carolina y Esther. Las esperaba
frente a la puerta principal, pero vio un Alfa romeo X salir por la puerta mecánica del
garaje conducido por Esther y se acercó sonriendo
E: Sube princesa
Esther paró justo el tiempo para que Maca entrara y volvió a acelerar nada más la
pediatra cerró la puerta
Carolina: ¿Has visto que guapa está en su faceta de conductora?
M: Gracias Caro por decirlo tú, que yo de llamarla guapa tantas veces ya me siento
pesada...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Llegaron al pub en el que habían quedado. Aparcaron y Esther y Caro entraron cogidas
de la mano, seguidas de Maca. Saludaron a Laura y Eva, que estaban ya por allí y se
sentaron en una mesa a esperar a los demás. La noche transcurría tranquila al principio,
solo bromas y risas, pero se fue caldeando según se hacía tarde y el alcohol empezaba a
hacer efecto. Llegó un momento en que la mayoría estaban bailando; Maca estaba
bailando con Héctor, manteniéndose todo lo pegada que podía a Esther cuando Carolina
se separó de Esther y se acercó a la barra del DJ a pedir una canción
E: ¿Qué le has dicho?
Carolina: He pedido nuestra canción
M: ¿Tenéis canción?
H: Estas son pareja de hecho Maca, ¿no lo sabías?
E: Oye, oye, oye... que quede claro que yo soy libre como un pájaro y esta está
comprometida
Carolina: Esa palabra ni la digas, que me hecho a temblar
La conversación se cortó cuando sonó “Carolina” de M-Clan. Esther llamó a Caro
insinuantemente con el dedo, para compartir esa canción que siempre bailaban juntas.
Se pusieron en el centro del círculo que habían formado los demás. Bailaban tan
pegadas que apenas el aire podía abrirse paso entre ellas, jugando, coqueteándose la una
a la otra, mirándose con expresión lasciva y moviéndose sensual, casi eróticamente
Aquella visión era lo que le afectaba a Maca para agravar lo afectada que estaba ya con
el vodka. Se sentía febril viendo a Esther bailando de esa forma, y se derretía de las
ganas de poder estar así con ella. Esther le había dicho que iba a bailar con ella esa
noche, pero era de esperar que no sería nunca igual que con Carolina, con quien
mostraba sin tapujos su complicidad y picardía. Cuando acabó la de M- Clan pusieron
otra más actual: el “Don´t cha” de las Pussycat Dolls (que zorras son, todo sea dicho de
paso, jajaja) y Esther, que estaba ya totalmente liberada y desinhibida con el alcohol y
con los prejuicios que había decidido dejar atrás, sacó a bailar a Maca y se abrazó a su
cuello, pegando hasta el extremo su cara a la de la pediatra y moviéndose, o más bien
deslizándose sobre su piel descaradamente, como acababa de hacer con Carolina. Maca
disfrutaba de aquel contacto que no sabía bien si volvería a repetirse alguna vez, en la
medida en que ignoraba si se debía a un simple arranque de Esther propiciado por la
bebida o si tenía algo que ver con la actitud tan suelta y tan diferente con la que la
enfermera la había estado tratando aquella tarde. Justo antes de que terminara la canción
Esther se aproximó al cuello de Maca y le habló en voz baja
E: Tengo que decirte algo...
Y si discreción alguna bajó desde su oído por todo su cuello rozándola con la punta de
su nariz en una suave caricia
Cuando terminó la canción empezó a sonar “In the shadows”, de The rasmus, y Esther
se soltó de sus manos y se fue a bailar con Laura, dejándola en shock, sin ser capaz ni
siquiera de preguntarle qué era aquello que tenía que decirle o cuando lo haría. La
pediatra ya solo tuvo cabeza para pensar en esa frase y para mirar a Esther a cada
segundo. Media hora más tarde ya no podía más con la intriga; bailaba con Vilches y
Esther con Javier, y aprovechó un momento en que sus miradas se cruzaron. Los dos
hombres quedaron de espaldas uno con el otro y ellas se veían de frente; Maca le hizo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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un gesto con la cabeza y señaló hacia el baño. Vio que Esther le decía algo al oído a Javi
y se separaba de él, y entonces ella también se deshizo de Vilches y se encontró con
Esther fuera del círculo que habían formado. La tomó de la mano y caminaron hacia el
baño
Javier se salió del círculo y siguió a Vilches, que se había ido también a la mesa, donde
Teresa y Dávila eran los únicos que permanecían sentados
J: ¿Qué le pasa a Maca?
V: ¿A Maca? Yo te iba a preguntar qué tenía Esther... Me ha dicho Maca que se
encontraba mal
J: No puede ser... Si Maca me ha dicho que es Esther la que se encuentra mal
T: A ver... Que yo me entere. Maca dice que Esther se encuentra mal y Esther dice que
Maca se encuentra mal...
V: Yo no es por ser malpensado, pero eso solo puede significar una cosa
J: No seas rebuscado... Siempre estás viendo cosas donde no las hay
T: Pues yo no me entero
V: Ay Teresita... ¡Que hay que explicártelo todo! Me voy a bailar
Entraron en los servicios cogidas de la mano, andando lentamente, riendo,
tambaleándose por culpa del vodka. No había nadie. Se metieron en el mismo baño y
Maca apoyó a Esther contra la pared y se precipitó sin querer sobre ella, haciéndola
tropezar
M: Uuuy.. Que te caes...
E: Que me vas a matar...
M: Yo a ti te mataría, pero no así...
E: ¿Cómo? ¿Cómo?
M: No, no te lo voy a decir porque estoy borracha. Mejor dime tú lo que tienes que
decirme
E: No, aquí no. Ya te lo diré luego en tu casa...
M: ¿En mi casa? ¿Quieres que te lleve a mi casa?
E: ¿No hablamos esta tarde que íbamos a ir a tu casa a jugar al Ocalimocho?
M: Ah ¡sí! Ya no me acordaba... ¡Qué desilusión! Y yo que pensaba que me ibas a
arropar...
E: No, eso solo cuando estés malita, ya te lo he dicho
M: Jooo. Voy a tener que beber hasta perder el sentido...
E: No, por ese camino va Carolina, que me está mezclando de todo. Me voy con ella,
¿vale?
M: Espera. ¿No me lo vas a decir?
E: Ya te he dicho que en su momento
Bailaron y bebieron un rato más. Teresa, Javier, Rusti y algunos más se fueron, y
cuando aún estaba vivo el ambiente Maca lanzó al aire su propuesta
M: Bueno, ¿qué os parece si vamos a mi casa? Tengo un Ocalimocho
Carlos: ¿Eso qué es?
E: Un juego de la Oca, pero en versión "drinking game". Está chulísimo. El novio de
Caro tiene uno, ¿verdad cariño?
Carolina: ¿Eh...? (levantó la cabeza del hombro de Esther)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Nada tesoro, sigue durmiendo. Vamos a ir a casa de Maca, pero tú directamente para
casa, a dormir la borrachera que tienes
Caminaron hacia el piso. Dejaron los coche allí; todos habían bebido
Subieron hasta el portal de Maca, que abrió y se quedó en la puerta mientras todos
entraban, pero Esther siguió subiendo, llevando a Carolina en los hombros con la ayuda
de Laura
M: Ahora bajáis,¿no niñas?
E: Sí, lo que tardo en arropar a ésta
M: Que suerte tienen algunas...
E: Ahora mismo venimos guapetona (le tiró un beso desde la escalera y Maca entró a su
casa ya con la sonrisa pintada)
Como pudieron llevaron a Carolina hasta la cama y la tumbaron
L: No tendrá que ir a trabajar mañana, ¿no?
E: Sí, y me temo que sus pobres alumnos mañana van a tener que hacer aerobic
autodidáctico, porque estará frita
L: Jajaja. Oye, que bien te llevas con Maca, ¿eh?
E: Sí, hemos congeniado muy bien
L: Por ahí se dice que tienes algo que contar...
E: ¿Yo? ¿Qué dices?
L: Nada, solo es que he oído eso. Y tú y yo somos amigas
E: Si cada uno se metiera en sus asuntos seriamos todos más felices. A mí a estas
alturas nadie va a decirme como tengo que vivir mi vida, y mucho menos qué debo o
qué no debo contar sobre mi vida privada
L: Mujer, no te pongas así... No te quería molestar, de verdad
E: No, es que yo no tengo nada que contarle ni que ocultarle a nadie. Con Maca me lo
paso bien, pero ya está. Hoy por ejemplo hemos pasado toda la tarde juntas y ha sido
genial, y mañana si me da la gana la veré y si no me apetece no la veré, y ya está; eso es
todo
L: No te pongas a la defensiva que no te estoy diciendo nada...
E: No estoy a la defensiva, estoy borracha; así que no me ralles
Maca corrió hacia la puerta nada más oír el timbre
M: ¡Corred! ¡Que bebemos las solteras!!
Las tres entraron corriendo en el salón y Maca les sirvió a las dos chupitos de licor de
melocotón
E: Oye, pero ¿cómo jugamos?
M: En parejas. No hay problema; somos ocho
L: Ya, pero ¿qué pasa con nosotras? que nos incorporamos tarde...
M: Todo pensado: Vilches con Cruz; Eva con Héctor; Carlos contigo, Laura; y Esther,
tú conmigo, por supuesto, que para eso es mi casa y escojo pareja
C: Venga, yo voy a tirar ya, ¿eh? Que me toca (Agitó los dados) Once
M: ¡Que te la meta Enrique Ponce! No me mires así, ¿eh? que son cosas de Esther...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: ¿Qué pone la casilla?
C: ¡Solo beben las mujeres!
V: Joder... Este juego no me está gustando... Beben las solteras, solo beben los que
lleven algo rosa, beben los que lleven falda... ¡Está amañado! ¡Está pensado para que
solo bebáis las mujeres!
M: Claro, ¡por eso me gusta! Nos toca Esther. Tira tú
E: A ver... Cuatro
M: Joder... Así no ganamos en la vida...
E: ¿Qué quieres? es lo que ha salido... Y dice: solo beben los que estén enamorados
C: ¡¡¡Oooo!!! ¡¡Qué bonito!! Yo voy a beber
V: ¿En serio?
C: Por supuesto. ¿Tu no?
Carlos: Mas te vale. Con esa mirada asesina que te está poniendo...
V: Bueno, beberé
Carlos: Yo también
L: Pues yo no bebo
Eva: yo tampoco
E: Ni yo
M: Pues yo voy a beber
L: ¿Estas enamorada Maca?
M: Sí, mucho
E: ¿De verdad? (la miro con una expresión confusa)
M: Si, estoy enamorada de lo bella que es la vida
V: Eso no vale. ¡¡Eso es una excusa para beber!!
M: Jajaja
Estuvieron de risas hasta altas horas de la madrugada. Todos se fueron yendo y Esther
se quedó con la excusa de ayudar a Maca a recoger, pero estaban tan borrachas que no
fueron capaces de dejar de nuevo el piso habitable y se sentaron en el sofá
E: Lo he pasado genial
M: Yo también. Pero ahora tengo un pedo increíble, y encima tengo un come-come por
dentro...
E: ¿Por que?
M: Porque no me has dicho eso...
E: Ay que tontita eres por dios... (le acariciaba el pelo y la miraba fijamente) Lo que
tenía que decirte, aunque ahora no debería porque no sé ni lo que digo, es que yo
también te mentí en el ascensor
M: ¿En serio? ¿Qué mentira me dijiste?
E: Te mentí acerca del beso...
La pediatra recordó fugazmente la conversación del ascensor, la parte en que jugaban a
leerse el pensamiento
M: ¿No pensabas en el beso?
E: Sí que pensaba... pero cuando me preguntaste en que pensaba exactamente... ¿te
acuerdas?
M: Sí claro, me dijiste que en vengarte de Carolina por la jugarreta...
E: Pues en realidad pensaba en otra cosa...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Se hizo un silencio y Maca sentía todo su cuerpo temblar estremecido con la cercanía de
Esther, que se aproximaba sin parar y no dejaba ni un segundo de mantener contacto
directo con sus ojos
M: ¿Me vas a decir en que...? (bajó la voz casi hasta el susurro; las revoluciones de su
corazón no le permitían mantener el tono de antes)
E: Pues pensaba en... (se acercaba a su cuello y dejaba una frase en su oído)... en cómo
sería sentir un beso tuyo en otra parte de mi cuerpo...
Deslizó su mano izquierda por toda la longitud del brazo de la pediatra, muy
lentamente, a la vez que dejaba un pequeño beso en el lóbulo de su oreja, y bajaba luego
besando su cuello
Maca se quedó paralizada. Llevaba noches soñando que aquello ocurría, y en todos sus
sueños se concentraba en abrazar muy fuerte a Esther y cubrirla con palabras de cariño
para que fuera la noche más especial de su vida, pero ahora que estaba sucediendo de
verdad sus músculos se habían quedado petrificados, sus huesos inmóviles, su cerebro
vacío y su reloj parado
M: Esther, pellízcame...
E: ¿No prefieres que te muerda suavito?
M: Lo que sea... pero demuéstrame que eres real, que no te estoy soñando
Esther le fue quitando los botones de la camisa y apretó sus pechos por encima del
sujetador, mientras se acercó a su cuello, poniendo la mano con fuerza detrás de su nuca
y mordiendo levemente la carne de debajo de su barbilla
E: ¿Crees que esto puede ser un sueño?
Maca tuvo un momento de lucidez, el último que experimentaría en lo que quedaba de
noche. Fue consciente de que lo que estaban haciendo era una locura, una calentura
casual del que incluso quizás se arrepentirían, de que habían bebido, de que Esther
estaba haciendo aquello probablemente en un arranque de pasión y no porque llevara
tiempo soñándolo como ella, pero todo le dio igual. Solo podía pensar en lo mucho que
deseaba lo que estaba ocurriendo, por mucho que no lo esperara en aquel momento, por
mucho que no estuviera siendo tan perfecto e idílico como lo imaginó. Solo tenía ya
oídos para las palabras de Esther, que no sabía bien si era por el alcohol o por otra
causa, pero parecía estar enloquecida con ella, le hablaba al oído como si quererla fuera
toda su aspiración, todo su objetivo vital... como si quererla fuera su único horizonte.
Olvidó todo lo racional y se dejó llevar por el deseo desenfrenado que sentía por Esther,
por el libido que le estaba desatando más aun con sus caricias, tiernas al principio y
ahora cada vez más asalvajadas
E: Es un sueño... pero del que voy a despertarte con un beso...
La besó en la boca, y se reclinó sobre ella, tumbándola con la presión de todo su cuerpo.
Retiró definitivamente su blusa y le quitó el sujetador. Hundió la cabeza en sus pechos y
los atrapó totalmente con la boca, lamiéndolos a gran velocidad, sin piedad ni
consideración. Maca empezaba a gemir sintiendo el calor desplazándose en picado
desde su boca sedienta hasta el centro de su cuerpo, galopando como una llama
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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imposible de apagar. Le dolían los vaqueros, tan pegados a su piel, y separándola de la
sensación del roce con Esther, que recorría su cerebro como una obsesión. Pero sobre
todo le molestaba esa visión de sus ojos; sus músculos inertes incapaz de tocar a Esther,
y ésta llevando todo el control. La cogió por los hombros y la levantó de su pecho para
besar sus labios y mirar su cara de cerca
M: Llevo días soñando con esto... Pero nunca es así ¿sabes?
E: ¿Y como es? No soy como me soñabas...
M: Eres mejor... Pero no me da la gana de que lleves tú la iniciativa... (la apartó, se
levantó y le tendió la mano) Ven, vamos a la cama (la abrazó por detrás y le seguía
hablando al oído mientras llegaban a la habitación) Esta tarde viendo la película casi no
tenía ojos para la tele; no dejaba de mirar tus piernas, y me imaginaba entre ellas, y
luego viéndote bailar así no dejaba de pensar en cuando me contaste que no te había
puesto la mano encima una mujer... y en las ganas que tengo de enseñarte cómo puedo
llegar a quererte si me dejas
E: Solo con una condición...
M: ¿Cual?
E: Que me dejes empezar a mí primero (la tumbó sobre la cama a tientas, controlando a
duras penas la debilidad de sus piernas, causada a partes iguales por su nerviosismo y
por el alcohol) Que me dejes sacarme ya esto que me quema, estas ganas de probarte
M: Eso ni borracha
E: Jajaja, ya estamos borrachas... Ya verás mañana...
M: Sshhhh. Las palabras ya no tienen sentido entre tú y yo... Déjate llevar, y mañana ya
veremos
Maca se incorporó sobre Esther. Se puso de pie sobre la cama para verla desde lo alto y
conservar su imagen todavía con ropa, quería ver su desnudez poco a poco, con
detenimiento y concentración, y no deprisa y corriendo como al cambiarse juntas en el
baño. Le quitó los pantalones tirando desde lo alto y bajó a acariciar sus piernas... se
sentía como delante de la octava maravilla del mundo. Cerró los ojos sintiendo el calor
de sus muslos y deseó tener más manos para acariciarlos... Deslizaba sus dedos sobre
ellos con lentitud, sintiéndose en éxtasis y desenfrenaba cada vez más los movimientos
de sus manos, llegando a posarlas detrás de sus glúteos con fuerza, deteniéndose para
besar la cara interna de sus muslos, ascendiendo cada vez más y atrayéndola un poco
hacia sí. Se acercó a su sexo solo unos segundos, lo acarició superficialmente con su
dedo índice y dejó un beso en su clítoris
M: ¿Ese beso es el que imaginabas en el ascensor?
E: No lo sé... Ya no sé ni quién soy
M: Olvídate de todo. Piensa que solo existimos tú y yo. Disfruta...
Subió hasta su boca, la besó ardientemente, pasándole un poco de ese calor que la
desgarraba ya. Le quitó la blusa y tras contemplar la belleza de sus pechos llevó sus
dedos centrales directamente a sus pezones, provocándole a Esther un temblor
generalizado en todo el cuerpo. Los acarició, besó, lamió, apretó con ansiedad,
aprovechando esa oportunidad que sentía muy dentro de su corazón que no se iba a
volver a dar. La puso de espalda y recorrió con las palmas de sus manos abiertas toda la
superficie de su columna, abriendo sus caricias para que llegaran hasta sus costado.
Dejaba besos por sus hombros y mordía la partes trasera de sus orejas ligeramente
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Volvió a girarla, la contempló un rato, intentando decirle con la mirada todo lo que se
moría por hacer, por descubrir con ella. Deslizó su lengua por su abdomen y jugueteó
con su ombligo. Bajó la mano lentamente hasta sus piernas, pero esta vez para abrirlas y
colocarse entre ellas. La miró una vez más antes de cerrar los ojos y entregarse a ese
manjar que se le ofrecía dulce y delicado, mejor que si se tratase de un sueño, y ya no
hubo distancia que la separara del paraíso por más tiempo...
Maca despertó rondando al mediodía. Hacía mucho tiempo que no se despertaba tan
tarde. Era algo que solía sucederle únicamente cuando dormía bien acompañada. Nada
más abrir los ojos lo primero que vislumbró fue la espalda desnuda de Esther. Cerró los
ojos de nuevo creyendo que veía visiones y un ataque de nervios comenzó a apoderarse
de ella al abrirlos
M: No puede ser... (susurró para sí misma)
Bajó un poco la vista y advirtió que tenía la mano apoyada en la nalga de Esther y que
habían dormido las dos de lado, totalmente desnudas. Retiró la mano de donde la tenía y
se incorporó un poco, elevando su cabeza por encima de Esther; la contempló dormida y
volvió a su posición llevándose las manos a la cabeza
Se tapó la cara con la sábana intentando refugiarse en sí misma, esconderse del miedo
que le daba lo que había vivido aquella noche y sobre todo de ese pánico que la partía
en dos al pensar en la reacción de Esther al despertar. Empezaba a tener flashbacks de la
noche anterior... Se recordaba sentada en la cama de espaldas a Esther, que apoyando
las manos en los hombros besaba toda su espalda, recordaba los gritos de Esther y sus
propios gritos y se estremecía sintiendo sus dedos humedecidos dentro de Esther y
recordando la sensación de tener la lengua de la enfermera quemándole la piel y
revolviéndolo todo, su voz susurrándole cariñosamente al oído, sus dedos surcando su
interior... Revivía esa sensualidad de Esther y esa forma arrebatada y descontrolada de
amarse mutuamente; nada que ver con las ideas que se había forjado al respecto. Y se
sentía, desde luego no decepcionada ni arrepentida, pero sí distante de lo que había
sucedido, como si no lo hubiera hecho ella o como si hubiera ocurrido hacía mucho
tiempo
Esther despertaba en ella sentimientos y deseos muy fuertes. Quería que todo fuera
especial con ella; que las cosas fluyeran, pero no se dieran de cualquier manera, y sobre
todo quería disfrutar de cada segundo, poder grabar cada momento con ella en su
mente... y ahora el resultado de haber bebido tanto la noche anterior se desplegaba
frente a sus ojos: había cruzado la barrera entre la vida y la muerte con Esther, había
llegado al cielo cogida de su mano, había conocido su piel en llamas... y no lo
recordaba... Conservaba únicamente imágenes difuminadas, como el recuerdo que se
guarda de cualquier noche loca que pasas con alguien que no te importa y con quien
esperas no volver a cruzarte para evitar un rato de vergüenza
Todas sus ganas de sentir y hacer sentir a Esther se habían mezclado con el alcohol,
embaucándola y haciendo que traicionara a su mente, llevándola por un camino que no
pretendía tomar aún. Quería darle tiempo a Esther para que supiera lo que hacía y para
que definiera un poco lo que sentía por ella; y sobre todo darse tiempo a sí misma hasta
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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sentirse lo suficientemente madura y capaz para hacer feliz a Esther como ella merecía,
para darle todo lo que no le habían dado
Se levantó y se fue al baño a enjuagarse la cara, se miraba impotente al espejo,
culpándose por haberse dejado vencer por las ganas y no haber sabido reunir la
paciencia y la calma con que quería tratar a Esther. Puede que la forma en que quería
acercarse a ella no fuera la que la enfermera consideraba más oportuna, pero lo que
tenía claro es que no quería ser en su vida otra de esas parejas con quien quedarse en el
nivel superficial de las relaciones o con quien sobrellevar la soledad; quería enamorarla,
y probablemente aquel camino fácil y corto no era el más adecuado
Las cosas nunca salen como pretendemos, y menos cuando se trata de dos...
Se quedó un rato apoyada en el marco de la puerta del baño sin saber que hacer...
Pensaba en darse una ducha y vestirse, o bien esperar a que Esther despertara tumbada
junto a ella. Quizás a Esther le resultaría menos violento si ella no estaba a su lado, al
menos así, desnuda, al despertar; sin embargo también cabía la posibilidad de que no
estuviera avergonzada de lo que había pasado y se tomara mal que la hubiera dejado
sola. Nada le parecía bien, pero decidió recostarse a su lado y tomarse lo que había
sucedido como algo natural, un paso que habían dado dos personas adultas
Se tumbó tal como antes, de lado, observando su espalda descubierta. Permaneció
observándola un rato, y una vez más, como ya se estaba volviendo costumbre, no pudo
evitar acercar la yema de sus dedos en las ondas que formaba en su piel su columna
vertebral y pasar de unas a otras lentamente
Esther abrió los ojos y pasó un rato ubicándose, de espaldas a la pediatra, recordando
donde estaba y qué había hecho exactamente, pero al igual que la pediatra solo lograba
reconstruir segundos volátiles de la noche anterior, recordaba sus manos temblorosas al
principio, y cada vez más confiadas, deslizándose por todo el cuerpo de Maca, su
manera de gritar... esos gritos tan agudos y tan salvajes al mismo tiempo. Llegaba a
hacerse una idea de lo mucho que había disfrutado con Maca, acordándose de detalles
como un momento en el que la pediatra le llamó la atención para no quedarse sin dedo:
chupaba su dedo índice para controlar su euforia y sin darse cuenta lo mordió más de lo
que debía. Pero sobre todo recordaba y conservaba todavía en su boca el sabor de Maca,
ese sabor que la había marcado hasta el punto de que ahora temía que se convirtiera en
un vicio imposible de dejar
De pronto, Esther se giró, sorprendiendo a Maca. La pediatra la observaba con los ojos
muy abiertos, esperando un gesto, ya fuera de alegría o desaprobación, y Esther la miró
durante un rato sin ninguna expresión en particular, hasta que colocó la mano detrás de
su nuca y empezó a sonreír. Maca rió también; en esos instantes estaba sin voluntad,
solo imitaba esa esperada reacción de Esther, para descargar su ansiedad
E: Buenos días
M: Buenos días...
Esther se tapó con la sábana y empezó a acariciarle el pelo, jugando con sus mechones,
y luego le pellizcaba suavemente los brazos. Pasó un rato mimándola a su manera y con
la sonrisa pintada en la cara, mientras la pediatra seguía quieta mirándola
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E: ¿Estás bien?
M: Sí, sí...
E: Como no me dices nada...
M: Es que... todavía no me creo mucho lo de anoche; estoy un poco paralizada...
E: La parálisis te da muy de vez en cuando, ¿no? (reía recordando los primeros
momentos de la noche anterior, aquellos en que la pediatra parecía no reaccionar a su
beso de Esther y a sus caricias)
M: Solo cuando tú me dejas de piedra... como ahora mismo
E: ¿Ahora? Pero si no he hecho nada...
M: Es que no pensé que fueras a reaccionar así cuando te despertaras y te vieras aquí
E: ¿Creías que iba a salir corriendo?
M: Más o menos...
E: Ya... (dejó de reír, y al ver su expresión de pronto seria Maca se inquietó, y le
preguntó, no con tono de reproche, sino atemorizada)
M: ¿Es eso lo que vas a hacer? ¿Vas a huir?
E: Hombre... no me voy a quedar toda la vida... Tengo que subir, ducharme, ver qué tal
está Carolina, ir a comprar unas cosas... Pero bueno, de momento eso va a esperar un
poquito
M: ¿No estás arrepentida de lo que pasó anoche?
E: ¿Por que iba a estarlo? Somos amigas, ¿no? tenemos confianza y no creo que
tengamos que avergonzarnos de algo tan normal como es el sexo. Además no estuvo
como arrepentirse, estuvo muy bien y fue precioso además, a pesar de que habíamos
bebido mucho (Se calló durante unos segundos y se acercó mucho a la pediatra,
quedándose cerca de su boca y susurrándole) ¿Tú te arrepientes?
M: No, no es que me arrepienta... Pero me gustaría que las cosas se hubieran dado de
otra manera y no estar ahora mismo tan inquieta como estoy...
E: Pues lo siento, pero ha sido así. Y no tienes por qué estar tan inquieta... lo que pasó
pasó, y a mí me gustó, ahora que si tu quieres actuar como si no hubiera pasado nada, lo
comprendo y lo respeto, y por supuesto no estas obligada a nada
M: No, no... No te lo tomes en ese sentido... No me malinterpretes; ya te he dicho que
arrepentirme sería lo último que haría. Es solo que me hubiera gustado que hubiéramos
hecho esto más seguras de lo que hacíamos, más adelante, y sin estar borrachas
E: ¿Tan segura estás de que si no hubiera estado borracha no hubiera actuado igual?
M: No sé... dímelo tú...
E: Jajaja. Anda que no eres tú lista ni nada... Pretendes sonsacarme ¿no? Pues lo siento,
pero te advierto desde ya que soy una mujer de pocas palabras. Ya te he dicho que me
gustó; pienso que es algo totalmente normal, pero tampoco espero nada de esto,
¿entiendes? No sé, lo veo como un aspecto más en el que nos compenetramos bien.
Relájate, ¿vale?
M: Si, lo intento. Yo estoy nerviosa... (se atrevió a decirlo tras vacilar)... es porque me
que gustas de verdad y no quiero que esto sea solo sexo, ¿comprendes?
E: Ya... Mira, ya te he dicho que me siento tu amiga, que me encanta estar contigo y
que esta noche me ha parecido fabulosa... No puedo prometerte nada ni decirte lo que va
a pasar mañana... eso no lo sé y además yo no soy así, no me gusta forzar las cosas. Si
nos apetece quedar, quedamos y si no, pues nada
M: Pues para haberte gustado tanto no me das muchas esperanzas...
La enfermera sonrió al ver la cara de cordero degollado que se le estaba poniendo a
Maca y comprendió que estaba siendo un poco dura quizá. A pesar de haber sido un
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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amago de noche desenfrenada, aquello no dejaba de ser un despertar después de hacer el
amor con alguien agradable y le dio pena estar haciéndola sentir mal en un momento así
E: Perdona... Yo siempre tan romántica...
M: No, no... Yo quiero que seas como eres. Y prefiero que seas sincera y me digas lo
que piensas, no lo que a mí me gustaría oír
E: Bueno, pero el momento "después" es sagrado. Para mí los mimos de después son
reglamentarios. Ya luego descubres la cruda realidad si hace falta, pero no quiero
dejarte con mal sabor de boca...
La besó profundamente; un beso largo y tranquilo, deseado y disfrutado, muy distinto a
los besos descontrolados de la noche pasada. La pediatra se animó y empezó a sonreír y
a deshacerse también en mimos con Esther. Estuvieron casi dos horas hablando entre
caricias y besos esporádicos. Jugaban con las almohadas, saltaban encima de la cama, se
abrazaban... y no se vistieron hasta que decidieron desayunar
Maca miraba a Esther devorando las tostadas y reía sintiéndose culpable de su hambre
M: Si ayer me hubieran dicho que iba a desayunar contigo hoy después de pasar la
noche que hemos pasado no me lo hubiera creído ni borracha...
E: Ya ves... La vida te da sorpresas
M: Ojala todas fueran como ésta...
E: Bueno, yo me voy a tener que ir yendo, que tengo que hacer muchas cosas y estoy
preocupada por Carolina
M: Vale (se levantó y la acompañó a la puerta) ¡Ah! ¡Toma! (le dio un juego de llaves)
E: ¿Y estas llaves?
M: Las de mi casa
E: (cambió de cara) Maca... No corras tanto...
M: Jajaja. Pero qué tonta eres... (la abrazó) No te estoy invitando a vivir conmigo ni
nada de eso. Jajaja. Te has acojonado, ¿eh? Es para que las dejes en tu casa, por si algún
día me olvido de las llaves y eso, como te pasó a ti el otro día...
E: Ah, pero si te olvidas de las llaves ¿no te gustaría? ¿No te parecería una buena
excusa para pasar la tarde en mi casa?
M: Prefiero que el tiempo que pasemos juntas no sea por excusas o por trabajo, sino
porque realmente queramos las dos estar juntas
E: Bueno, me subo (le dio un pico) Adiós guapa
M: Espera... (rodeó su cuello con sus manos) que te quiero hacer una pregunta antes de
que te vayas
E: Dime
M: ¿Qué piensas de tu primera experiencia sexual completa con una mujer?
E: Ya te lo he dicho...
M: Si, me has dicho que te ha gustado, pero quiero saber qué has sentido, qué te ha
parecido novedoso, en qué sentido has sentido el sexo de manera diferente...
E: Uy, cuantas cosas... Mira, voy a ser un poco mala... Yo no puedo decirte todo lo que
sentido, eso es informarte demasiado; jugarías con ventaja. Todas esas respuestas las
vas a tener que deducir de mi comportamiento. Ya te he dicho que yo soy mas de
acciones... En la medida en que veas que ha cambiado mi manera de tratarte sabrás lo
que me ha gustado vivir esto contigo
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M: Cómo te gusta envolverme, ¿eh? Pues a partir de ahora no voy a quitarte ojo de
encima; me voy a fijar en todo lo que haces cuando estás conmigo... Bueno, aunque eso
lo hago siempre; me quedó embobada mirándote, eso no es ninguna novedad...
Se acercó a Esther y apoyó la nariz en la suya, se acariciaron unos segundos y Esther la
besó antes de irse
M: Oye, y si tengo que adivinar lo que sientes a partir de lo que haces, no serás muy
rebuscada ¿verdad?
E: Bueno... ¿qué te parece si esta tarde me paso por tu casa a tomar café y me quedó por
la noche? ¿Lo quieres más claro que eso?
M: No, así está bien. Así me encanta...
E: Bueno, voy a aprovechar hoy que no tenemos que ir al hospital y voy a comprar
cosillas, ¿vale? Así que lo del café será tarde
M: Te espero impaciente. ¿Si no vienes entonces debo tomármelo como una prueba de
que lo de esta noche... nada...?
E: Jajaja. Sí. Tú obsérvame, ya te lo he dicho
Esther subió a su casa y Maca se quedó un rato sin hacer nada; deleitándose con lo que
alcanzaba a recordar de su primera noche con Esther, y sobre todo de ese despertar en la
cama y de ese desayuno en que se había llenado de esperanzas con el cariño y la ilusión
que le había demostrado Esther
Habiendo desayunado tan tarde no tenía ganas de almorzar. Daba vueltas por su casa sin
hallar tranquilidad y sin saber qué hacer con la euforia que le desbordaba el pecho. Si se
quedaba todo el día sin hacer nada, solo esperando a Esther se volvería loca. Se cambió
y fue al Retiro a correr un rato; de vuelta al piso no pudo resistirse a comprar unas cosas
por si Esther se quedaba a cenar. Llegó a su casa a las seis y media; se dio un baño para
relajarse y se puso ropa cómoda para esperar a Esther
Cogió un libro y se recostó en el sofá con el móvil al lado. Vio pasar las horas una
detrás de otra cada vez más extrañada. Encendió la tele. El tiempo seguía pasando y
dieron las diez y media sin que Esther apareciera...
Lección 6: DEJA QUE LOS ACONTECIMIENTOS SIGAN SU CURSO NATURAL...
A las once decidió subir a su piso, No quería ser ella quien la buscara depuse de la
conversación que habían tenido al despedirse, pero la preocupación por que le hubiera
podido pasar algo la estaba devorando. Llamó al timbre y Carolina le abrió
Carolina: Buenas... (le dio dos besos)
M: Hola vecina. ¿Cómo llevas la resaca?
Carolina: Anda... ni me hables, que llevo todo el día reboleada en el sofá. ¿Esther no
está contigo?
M: ¿Esther? Yo venía pensando que la encontraría aquí...
Carolina: Pues aquí no está. Yo daba por hecho que estaría contigo. Esta mañana yo
me levanté como pude para ir a las clases y no estaba
M: Ya lo sé... (sonrió y bajó la cabeza)
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Carolina: Uy, uy, uy, siéntate, que tú no sales de aquí hasta que me cuentes todo con
pelos y señales
M: Bueno, pero cuéntame que sabes de ella, quedó en pasarse por mi casa y estoy
preocupada
Carolina: Sí, te noto tristona... ¿Habéis discutido?
M: No, no... Es solo que era importante para mí verla esta tarde. Así lo habíamos
acordado y... de repente desaparece...
Carolina: Mira, yo volví de clases a las cuatro, y me encontré la comida hecha y una
nota en la que me decía que se iba a hacer la compra. Me he ido a las clases de por la
tarde y al volver y no verla he pensado que había salido; creía que contigo, pero no sé,
lo mismo se ha ido a tomar algo con alguna amiga nuestra o algo... ¿Y dices que había
quedado contigo?
M: Sí
Carolina: Qué raro... vamos a llamarla
M: Yo lo he intentado, pero no lo coge, por eso he subido
Carolina: (con el oído en el micrófono del móvil) Es verdad, no lo coge... Qué cosa
más rara... Bueno, tu quédate aquí a esperarla, queme tienes que contar... ¿Qué tal lo
pasasteis anoche en tu casa?
M: Muy bien. Estuvimos con el Ocalimocho de risas. Pero no se quedaron mucho...
Carolina: Bueno, eso sería los demás, porque lo que es Esther... no me creo que a las
diez cuando yo me he ido ya se hubiera levantado y estuviera fuera... ¿Se quedó
contigo, no?
M: Sí, se quedó...
Carolina: ¿Y?
M: Y... bueno, no sé si esto a lo mejor preferiría contártelo ella...
Carolina: Tú cuenta, que quiero escuchar las dos versiones
M: Nos hemos acostado
Carolina: ¿Y qué tal?
M: Bien...
Carolina: No lo dices muy convencida... ¿Algo fue mal?
M: No, no, todo perfecto. Pero habíamos bebido, ni siquiera me acuerdo bien... y no sé
hasta qué punto Esther y yo pensamos lo mismo acerca de lo que pasó...
Carolina: Mira, yo todavía no he hablado con ella, pero a Esther no le metas prisa al
principio...
M: Si yo quería ir mas despacio... pero anoche la situación se me fue de las manos.
Estoy contenta con lo que ha pasado, no te lo voy a negar; bueno, o estaba, porque su
no-aparición de esta tarde no sé como tomármela...
Pasaron un rato más hablando del tema. Maca le contó sus inquietudes y lo que le
atormentaba la idea de llegar a convertirse en alguien más en la lista de Esther, ser para
ella alguien con quien decidiera pasar el tiempo, pero a quien nunca querría de verdad y
que no lograría despojarla de los fantasmas de su pasado. Intentaban llamarla de vez en
cuando, pero no respondía
Ya, a más de las doce se despidieron y Maca bajo a su casa después de que Caro le
dijera que le daría una perdida cuando llegara
A la una y media de la mañana Maca escuchó el timbre. Se había quedado dormida en el
sofá
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M: Hola. No te esperaba a esta hora... Pasa
E: ¿Te he despertado?
M: No, no...
E: Sí, te he despertado. Tienes cara de dormida...
M: Bueno, es que es tarde; mañana entro temprano. Te he estado esperando, pero ya no
pensé que fueras a venir. He estado con Caro llamándote incluso
E: Si, he visto un montón de llamadas perdidas tuyas y de Caro, pero estaba ocupada y
no he podido cogerlo. Todavía no he subido ni a verla; antes quería verte un segundo
M: Mujer, lo hubieras dejado para mañana; con tal de que Caro me hubiera dado el
toque ya me hubiera quedado tranquila
E: Siento no haber podido venir de verdad, es que...
M: No tienes por qué darme explicaciones (la interrumpió)
E: Ya, pero quedamos en vernos y...
M: (la interrumpió de nuevo) No, quedamos en que si nos apetece nos vemos y si no,
nada
E: No, pero es que no es eso. Por eso he venido tan tarde. Me daba cosa llamar a esta
hora... pero necesitaba verte ya; no podía permitir que te quedaras pensando que no he
venido a verte porque no he querido. Lo que ha pasado es que cuando estaba en el
supermercado me ha llamado mi padre diciéndome que uno de los camareros no se
había presentado y tenía el bar colgado. No he tenido más remedio que ir, y es que no he
tenido ni un segundo libre para mandarte un mensaje ni llamar ni nada. El bar estaba
hasta las puertas... Tengo un dolor de cabeza... No he descansado ni un minuto hasta
ahora mismo
M: Tienes cara de cansada...
E: Estoy que me caigo... (la abrazó; Maca se quedó parada al principio, pero después la
rodeó con sus brazos y le besó el pelo)
M: Estaba preocupada
E: Lo siento... Te he plantado; pero te compensaré, ¿vale?
M: Este abrazo ya lo ha compensado todo...
La enfermera sonrió la abrazó otra vez, la besó en la boca al separarse de ella
M: Tengo una cosa para ti
E: ¿Para mí?
M: Si, siéntate aquí, que te la traigo. Y de paso te caliento un vasito de leche y te tomas
un paracetamol, ¿vale?
Esther se sentó en sofá, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos para relajarse
Escuchó a Maca trasteando en la cocina y caminó hacia allí
M: ¿No te podías haber quedado sentada?
E: No, porque tengo ganas de darte un besito aquí... (se abrazó a Maca por detrás y dejó
un pequeño beso en su nuca)
M: Mira, lo que está en la mesa es para ti
E: (se giró) ¿Lo que hay en esa bolsita?
M: Sí
Cogió la bolsa de regalo, la abrió y sacón una pequeña muñeca de trapo con pelo de
lana, pelirrojo, con dos trenzas y un vestido de colores
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E: Ay... ¡qué bonita!
M: ¿Te gusta?
E: Me encanta...
M: Es que salí a correr al poco de irte tú. Pasé por una tienda y la vi en el escaparte.
Parecía que llevaba tu nombre escrito. Es totalmente para ti
E: Pues lo siento, pero no se va a llamar Esther, ¿eh?
M: Ah ¿no? A ver... vamos a ponerle nombre...
E: No, ya lo tengo pensado. Se va a llamar Maca
M: (riendo) ¡¿Maca?! ¡¡Nooo!!
E: ¡¡¡Sí!!! Es igual que tú, pero en pequeño, así que se va a llamar Maca, bueno... o
mejor: Peke-maca
M: Jajaja, ¡¡¡Estás loca!!!
E: Sí, la verdad es que desde que te conozco estoy un poco loca... ¿Sabes lo que más me
gusta de la muñeca?
M: ¿El qué?
E: Que ya siempre va a ser algo de las dos; ya cada vez que la mire me acordaré de ti
M: Pues ya sabes, si algún día me echas de menos abrázate a ella y será como si
estuviera contigo. Pero no creo que ese día llegue, porque vivimos al lado y para colmo
trabajamos juntas. Por cierto, ¿vas a querer venirte mañana?
E: Si me quieres llevar...
M: Claro. Pero no tardes; como me hagas esperar más de cinco minutos me largo
E: Qué carácter...
M: Es que me han aconsejado hoy que no sea tan buena contigo
E: ¿Quién te ha dicho eso? Deja que la pille por banda... (bromeaba sin ganas mientras
se frotaba la cabeza)
M: Anda, tomate la pastilla, que si no, no se te va a pasar en la vida
E: Oye, ¿te apetece que mañana por la tarde o por la noche nos veamos un ratito?
M: Lo que quieras... Tú me dices
E: Vale, mañana te concreto. Me voy a ir, ¿vale?
M: Venga, mañana te veo
E: Gracias por el regalo, me encanta...
M: Anda, vete pensando un hueco para ella en tu cuarto, pero privilegiado, ¿eh?
Ya en la puerta se quedaron un momento calladas, sin saber muy bien como despedirse
E: ¿Me dejas darte un beso?
M: ¿Qué si te dejo? (reía) ¿Crees que tengo que darte permiso?
E: No. Es solo que pensé que estarías un poco enfadada por lo de esta tarde
M: ¿Cómo me voy a enfadar si tú no has tenido la culpa? Lo que sí es verdad es que con
tanto tiempo esperándote he tenido tiempo de pensar en muchas cosas...
E: ¿Qué cosas?
M: Nada que impida que me des ese beso
La miró a los labios y Esther le dio un beso rápido para luego tomarla con ambas manos
de la barbilla y profundizar más en él
E: Hasta mañana
M: Que te mejores y duermas bien
E: Puff... Lo dudo... Mañana te cuento
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Esther subió las escaleras agotada, con su cama como su única meta vital. Cada escalón
se le hacía más alto y pesado que el anterior. Ya nada podría detener su camino directo a
su habitación; o tal vez sí... Carolina la esperaba en el sofá, con los ojos como platos y
el móvil en la mano
Carolina: Cariño... Me tenías ya deshecha...
E: Perdona vida (la abrazó), es que no he podido ni llamar... ni a ti ni a Maca, que había
quedado con ella
Carolina: Le voy a dar el toque para que se quede tranquila
E: No hace falta; vengo de su casa
Carolina: La tenías muy preocupada
E: Lo sé, ya le he pedido disculpas
Carolina: Bueno, ¿no me piensas contar nada de anoche?
E: No sé por qué me da a mí que ya lo sabes... por esa risa que me pones...
Carolina: A ver... Si tú no me cuentas nada, tendré que sacar la información de otras
fuentes, ¿no?
E: Entonces ya lo sabes, ¿no? Me voy a dormir, que estoy que me arrastro...
Carolina: No, no, no. Ni hablar (la agarró por las caderas y volvió a sentarla en el sofá
junto a ella) De aquí no te levantas hasta que no me lo cuentes con pelos y señales
E: (indignada) ¡Pero si ya lo sabes!
Carolina: Pero quiero tu versión de los hechos... ¿Estás contenta?
E: Sí... No sé... Estoy normal
Carolina: ¿Normal? Pues perdona, pero esa sonrisa que podría dar la vuelta a la calle
no es tu estado de normalidad
E: Es que Maca es una tía increíble. Me despierta tal ternura que, por mucho que intento
evitarlo, tengo que ser cariñosa con ella
Carolina: Tú eres imbécil... ¿Por qué intentas evitarlo?
E: No te pongas pesada, ¿eh? que a ti cualquiera te dice algo de cómo llevar tu relación
con tu novio... Además, ya te he dicho que me muero de sueño
Carolina: De lo que estás muerta es de miedo, porque tu misma te estás dando cuenta
de cada día te gusta más, y después de lo de anoche ya es el colmo, seguro...
E: Me da miedo acostumbrarme a ella, seguir cogiéndole cariño... no te lo voy a negar.
Me da pánico estar tan ilusionada; y lo peor es que ella también se está ilusionando
demasiado, y no quiero hacerle daño
Carolina: Pues hoy estaba muy rayada...
E: ¿Por qué? ¿Qué te ha contado?
Carolina: Que le hubiera gustado que vuestra primera vez fuera de otra manera...
E: Bueno, estuvo muy bien, pero la verdad es que muy romántico no fue... ¿La has
notado muy triste cuando vino?
Carolina: Bueno, un poco desanimada; no solo por eso, me imagino que también sería
de esperarte...
E: A ver si mañana puedo hacer algo para hacerla un poco feliz...
Carolina: (riendo) Me parece mentira escucharte hablar así. ¡Ay! Qué regalo le voy a
tener que hacer a Maca por devolverte a la vida...
Carolina por fin dejó a Esther, que ya casi ni se tenía en pie. Descansó bien y por la
mañana fue puntual. Para sorpresa de Maca ya la esperaba abajo cuando ella llegó
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Vaya... Hoy hasta te me has adelantado... (fue a darle un beso en la mejilla, pero
Esther giró la cara para que le diera un pico)
E: Buenos días
M: ¿Cómo dormiste al final?
E: Estupendamente, acurrucadita a tu muñeca no podría haber sido de otra manera...
M: ¿La has abrazado?
E: Toda la noche; pero la verdad es que ahora solo pienso en montarme ya en la moto,
para poder abrazarme a ti...
M: Ah ¿si? (reía sorprendida) Pues venga...
Subieron en la moto y en seguida llegaron al central. Fue una mañana ocupadísima para
la pediatra. Se había derrumbado superficialmente parte del techo de una guardería y
trajeron a varios bebés accidentados. Esther se pasó el día mandándole enfermeras,
aunque intentaba ser ella la que se escapara de vez en cuando. Una de esas veces entró
en la sala de curas, donde Maca la esperaba con unas placas en la mano
E: ¿Me llamabas?
M: Sí, para darte este volante de pruebas, pero es que no sé si dártelo...
E: ¿Por?
M: Pues porque le he pedido un montón de placas a este bebé y no le veo nada, pero la
profesora insiste en que le cayó un trozo de escayola con mucha fuerza en la pierna
E: Bueno, pero ella solo es una profesora... Lo que importa es lo que dicen las pruebas,
¿no?
M: Ya, pero es que al otro niño que ella me advirtió que se había lastimado más le
hemos detectado problemas en los cartílagos... la chica parece de fiar. Había pensado en
pedir más placas para las extremidades, o tal vez incluso alguna prueba más específica,
pero es que creo que si hubiera fractura se vería en las radiografías que ya tengo... ¿Tú
que harías?
E: ¿Yo? No someterlo a más radiaciones; son muy peligrosas, y si tuviera algo en las
piernas lo habrías notado en las otras placas o en el examen médico, además de que el
niño se quejaría más y no estaría ahí tan quietecito...
M: Vale, eso me sugieres, ¿no?
E: Eso y que te vengas a cenar esta noche
M: (Levantó la vista del bebé y la miró) ¿Cenar contigo?
E: Sí. ¿Te apetece?
M: No sé, dame una razón poderosa... (se encogió de hombros y puso cara de
indiferencia)
E: Voy a hacer lasaña, pero casera, nada de findus
M: Mmmm. Convencida
E: Jajaja. Te ha durado poco la pose de hacerte la interesante, ¿eh?
M: ¿Cómo sabes que era una pose? Qué segura estás de ti misma, ¿no?
E: Segurísima (caminó hasta la puerta riendo) Luego te lo digo por qué lo sé
M: Te lo recordaré...
E: Ciao
Esther salió al mediodía aquel viernes, hizo la lasaña, para que estuviera más
consistente para por la noche. Pasó la tarde por las tiendas del centro con unas amigas.
Maca estuvo corriendo por el Retiro, y ya en casa, al poco de salir de la ducha recibió
una visita, tan inesperada como agradable
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: ¡Hola! Pasa... Que sorpresa verte por aquí; yo te hacía dando saltos en el gimnasio...
(se sentaron)
Carolina: Es que los viernes nadie me viene a las clases y me he podido escaquear de
una... Y mejor, porque quería comprar una cosa... Bueno, de eso precisamente vengo a
hablarte...
Abrió la mochila y sacó unas entradas para el teatro, le dio dos a Maca, que leyó
extrañada
M: “Muerte accidental de un anarquista”... ¿Qué es?
Carolina: Es una obra de teatro a la que Esther y yo teníamos muchas ganas de ir.
Llévala, le va a encantar. Yo voy a ir con mi chico, que le voy a dar una sorpresa
también. Son para mañana
M: Ala... Muchas gracias (le dio dos besos) Vaya cables que me estás echando con
Esther...
Carolina: Los que te hagan falta. Ya te he dicho que me encanta la pareja que hacéis, y
es que no voy a descansar hasta que Esther abra los ojos y se dé cuenta de que no puede
dejarte escapar
M: Esta noche cenamos juntas, ¿te lo ha dicho?
Carolina: Si, estaba con ella mientras hacía la lasaña. Pero tranquila, no he ayudado
M: Jajaja. Pero cenarás con nosotras al menos, ¿no?
Carolina: No, no. Yo os dejo solitas...
M: ¿Pero qué dices? Quédate; con lo que me río contigo...
Carolina: No, en serio, no puedo. He quedado con mi novio, que no lo veo desde el
sábado pasado. He intentado librarme, pero ha sido inevitable. Hoy ya toca, si no me
deja cualquier día de estos
M: Jajaja. Oye, muchas gracias, de verdad. De que es la obra, ¿de humor?
Carolina: Sí. Es una ironía de principio a fin, empezando por el título... Está muy
chula, te va a gustar
M: Toma (sacó la cartera)
Carolina: Eh, eh... ni se te ocurra
M: ¿Cómo que no? Tendré que pagarte... ¿como vas a pagar tú las cuatro entradas?
Carolina: Pues porque os quiero hacer un regalo, ¿o no puedo?
M: Anda, déjate de pamplinas y coge el dinero
Forcejearon un rato entre risas. Maca le metía el dinero en el bolsillo, pero la otra lo
sacaba y lo ponía en el sofá
M: Mira, vamos a hacer un trato ya que no va a haber manera de que cojas el dinero:
mañana después de la obra vamos a tomar algo e invito yo, ¿vale?
Carolina: Venga, así sí
M: ¿Quieres un café?
Carolina: No, no. Me voy a ir ya, que la siguiente clase si la tengo, a no ser que me
vuelvan a dar plantón. Pásalo muy bien esta noche con Esther, y ya sabes: espabílamela,
métemela por el buen camino, en todos los sentidos (reía)
M: Se hará lo que se pueda... Gracias guapa
Carolina: Y dale... Como me vuelvas a decir gracias te parto la cara ¿eh? Un beso niña
(se despidió con dos besos)
M: ¡Cuídate!
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Tres horas más tarde Maca tocaba el timbre de Esther, que la recibió con un precioso
vestido y con la casa tenuemente iluminada, con velas y vino en la mesa del salón y con
un apasionado beso en la boca en la puerta
E: Buenas noches
M: Ay... qué romántico...
E: No lo sabes bien; lo mejor lo reservo para los postres...
M: (se puso seria, pero a Esther le pasó inadvertido) Ah, ¿sí?
E: Sí, tú solo siéntate
Maca se dejó agasajar con el vino, la comida y lo especialmente cariñosa que estaba
Esther aquella noche. Disfrutó como una niña pequeña de sus mimos y atenciones.
Cuando terminaron de cenar se sentaron en el sofá y hablando se terminaron la botella
de vino. Con la excusa de ir al baño Esther se levantó y ultimó unos detalles en su
habitación. Regresó con una sonrisa de oreja a oreja y se sentó de nuevo, tomándole las
manos a Maca
E: ¿Por donde íbamos?
M: Me estabas contando lo bien que se duerme con esa muñeca nueva que te han
regalado...
E: Ah, eso... Es que es tan bonita y tan suave que empecé a acariciarla y me quedé
dormida sin darme cuenta
M: ¿Ya la has puesto en ese lugar privilegiado de tu habitación?
E: Claro, faltaría más
M: ¿Donde?
E: ¿Quieres que te lo diga o mejor que te lo enseñe?
M: Como prefieras...
E: Vente...
La cogió de la mano y la condujo a la habitación. Ya frente a la puerta le dio un beso en
el que Maca se aferró a su espalda y la recorrió deslizando la mano desde su nuca.
Esther abrió la puerta lenta, sigilosamente, e iba dejando al descubierto la sorpresa que
había preparado para Maca: velas blancas encendidas por todas partes, un incienso
suave perfumando la habitación, cava metido en un botellero, El lago de los cisnes
sonando a bajo volumen en la minicadena, una mosquitera blanca colgando del techo
justo sobre la cama y muchas ganas de hacer las cosas bien esta vez, de quererla con
detenimiento y tranquilidad esa noche. A la pediatra le cambió la cara, no estaba
dispuesta a entrar en el juego de Esther y traicionarse a sí misma en lo que se había
propuesto, pero aún así no podía disimular la alegría y el orgullo que le causaba que
Esther hubiera preparado toda esa ambientación romántica para ella
M: Qué bonito...
E: ¿Te gusta?
M: Es increíble...
E: Mira, que te voy a enseñar donde está tu pequeña mini-yo
M: Y dale con lo mismo... ¡Pero que no se parece a mí la muñeca!
E: En lo tierna sí... Mira (abrió el armario y señaló la muñeca; estaba sobre una
cajonera, justo encima de sus camisones) ¿Te parece buen sitio?
M: Perfecto, te vas a acordar de mí cada vez que vayas a ponerte el pijama para
dormir...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Bueno, (sacó uno de sus camisones, uno con transparencias) no solo me los pongo
con el objetivo de dormir, ¿eh? De hecho creo que me voy a poner uno ya, para estar
más cómoda y para decirte por qué estoy tan segura de que esta tarde cuando me pediste
una razón para venir solo estabas haciéndote de rogar...
Se desnudó delante de Maca, de manera natural, sin alevosía, pero lentamente,
dejándose mirar. Ya desnuda se acercó a Maca y susurró en su oído
E: Estaba segura porque sabía que te morías por verme desnuda otra vez... ¿O vas a
decirme que no?
Maca respondió contundentemente con su silencio. Esther se puso el camisón bajo la
mirada penetrante de los ojos de Maca, que se habían engrandecido en tamaño, brillo y
fuerza contemplando esa perfecta desnudez, y se acercó a ella para besarla. La pediatra
la abrazó con vehemencia, con mucha necesidad, apretando su pelo y acariciando su
cuello y su espalda a gran velocidad, mientras no dejaba de transmitirle en ese beso con
su lengua su grado de excitación. Poco a poco se fue tranquilizando, calmando esa llama
que había surgido poderosa en su interior y se había extendido sin piedad por toda su
piel. Se quedó quieta y Esther empezó a desabrocharle la camisa hasta retirarla
completamente, la llevo de la mano a la cama con la otra mano colocada en su
sujetador, la tumbó, volvió a besarla y bajó por su cuello, demorándose succionándolo
mientras la pediatra cerraba los ojos y se debatía entre su razón y lo que el cuerpo le
pedía. Fue descendiendo a besos por su canalillo y su ombligo. Le quitó el botón de los
vaqueros y cuando le bajaba la cremallera Maca cortó el paso de su mano y la detuvo
M: Esther, Esther... Para... (se incorporó y la enfermera la miró consternada) Para... No
puedo...
E: ¿Qué pasa? ¿Estás mal?
M: No, estoy muy bien, demasiado bien... de hecho no sé ni cómo he podido cortar
esto...
E: ¿Estoy haciendo algo mal? ¿Voy muy rápido?
M: No. Bueno, sí... Quiero decir, lo haces perfectamente todo, y me encanta. Pero sí
creo que vamos muy deprisa, no solo en este plan, sino en general... (hizo una pausa y
acarició con dulzura la mejilla de la enfermera) Esther, yo quiero ir despacio contigo...
Esther se quedó callada y quieta, con las manos todavía calientes, conservando la
calidez del cuerpo de Maca. La pediatra se volvió a vestir mientras hablaba
M: La otra noche lo pasamos muy bien, pero creo que fue un error que pasara, que nos
precipitamos... y teniendo en cuenta que nos acabamos de conocer no quiero que se
convierta en la tónica habitual cada vez que bebamos o que nos veamos
E: Bueno, la verdad es que fue todo un poco atropellado y que lo tengo muy borroso,
pero por eso he querido prepararlo esta vez para que todo fuera un poco más
romántico... Sabía que estabas disgustada con lo de la otra noche, pero creía que hoy
con lo de las velas y eso te iba a gustar...
M: Y me gusta, te lo aseguro. Me encanta que hayas hecho todo esto para que yo esté
contenta. Pero yo tengo muy claro lo que quiero de ti, y sobre todo lo que no quiero... Y
lo siento, pero me da igual la idea que tú tengas de las relaciones; no pienso entrar por
algo que no quiero. Sé que hace poco más de una semana que nos conocemos, pero yo
lo quiero no es una vecina que baje a verme de vez en cuando de visita y si nos apetece
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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nos acostamos... Las cosas no son así, al menos para mí. Yo antes de dejar que esto se
desmadre prefiero conocerte mejor. A lo mejor con estas "condiciones", por llamarlo de
alguna manera, que te estoy poniendo ya no quieres volver a besarme ni a tener contacto
conmigo, pero es lo que hay. Me gustas, y quiero estar contigo, pero no a toda costa,
sino siendo felices, y yo me conozco y por el camino en que vamos sé que voy a sufrir.
Espero que no te enfades...
E: No tengo por qué enfadarme...
M: Pero te pones seria...
E: A ver, esto es cosa de dos y no me queda más salida que respetar lo que tú quieras.
Yo sinceramente estoy bien así: nos acabamos de conocer, y no sé si tú pretendes que te
jure amor eterno o qué... pero yo sé decirte cómo estoy hoy, mañana nadie sabe... Tú
también me gustas, te lo digo a pesar de que yo no suelo decir estas cosas... pero no sé si
estoy a la altura de lo que tu me propones... así de pronto no sé decirte si estoy
preparada para algo serio contigo, eso pensaba verlo con el tiempo... Y bueno, lo que te
digo siempre de que nos vemos solo si nos apetece me parece que te lo has tomado un
poco a la tremenda... porque creo que hasta ahora ha habido pocos días que no me haya
apetecido verte o quedar contigo. Es mi manera de pensar, para serte franca; creo que
todo lo que se haga por compromiso o porque tienes un sentimiento de obligación no
vale para nada, que tienes que hacer siempre lo que te apetezca en cada momento,
porque luego eso es lo que cuenta, lo que tiene valor. Y hoy solo quería tener un detalle
contigo, por eso he preparado esto para ti, pero en ningún momento pretendía
incomodarte...
M: No te lo tomes así; no me ha molestado en absoluto, al contrario. Quizá tienes razón
en lo que dices... Pero entiéndeme, para mí después de lo que me has contado sobre tus
relaciones anteriores es difícil verme enredada contigo y saber que posiblemente esto
tenga mal futuro. Quiero hacer todo lo que esté en mi mano por protegerme, por
protegernos a las dos... y por evitar que esto se quede en una amistad con derecho a
roce. Por hoy creo que es mejor que me vaya
E: Vale...
M: Y por favor, no te enfades... Lo hago porque creo que es lo mejor para las dos, solo
quiero que estemos bien. Espero que después de esto no cambies de actitud conmigo;
nuestra amistad es sagrada, y no quiero mezclarme contigo en nada a menos que seamos
amigas por encima de todo
E: Por supuesto. Y no te preocupes, lo entiendo. ¿Ves como en realidad tengo razón?
Las cosas se tuercen cuando intentas controlarlas... Es preferible no meter la mano en
las cosas del destino
M: Bueno, no digas eso tampoco... Todo no se puede dejar al destino...
E: Mira, vamos a dejarlo así ¿vale? No me esperaba que me pararas, la verdad... tengo
ganas de descansar
M: Vale, te dejo. ¿Mañana entras por la mañana?
E: No, después de comer, a las tres
M: Ala... Pues no voy a poder llevarte. Justo a esa hora salgo yo...
E: No pasa nada. Ya me estaba malacostumbrando demasiado a que me llevaras
M: Y voy a seguir malacostumbrandote, lo que pasa es que mañana no puedo. Nos
vemos a la salida, ¿vale? (le dio un beso en la mejilla y caminó sola hasta la puerta)
Esther no la acompañó. No estaba enfadada, pero si totalmente sorprendida por la
reacción de Maca; no sabía como tomársela. Por un lado pensaba en que lo había hecho
porque estaba empezando a quererla de una manera más profunda y no quería que todo
se redujera al sexo, pero por otro se daba cuenta de que Maca era capaz de dejarla
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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plantada en un momento como aquel, de dejarle la sangre hirviendo de ganas de sentirla,
y eso en cierta forma le había dolido un poco y había tambaleado por completo sus
expectativas sobre esa noche. Se lo tenía merecido por preparar y esperar todo con tanta
ansiedad, por querer acelerar los hechos... Al fin y al cabo ella no era así y no
comprendía cómo se había dejado influir por esa especie de enajenación de ternura
arrebatada que se apoderaba de su mente y la hacía estallar en risas cuando pensaba en
Maca
La pediatra apenas pudo pegar ojo. Se repetía a sí misma que había hecho lo correcto,
pero cada vez estaba menos segura de ello. Reflexionaba sobre las palabras de Esther y
encontraba sus ideas cada vez más razonables. Le martilleaba en la cabeza el
pensamiento de que había sido injusta con Esther dejándola en esas condiciones después
de la sorpresa que le había preparado. Quizás le estaba poniendo demasiado alto el
listón para estar con ella, y le exigía demasiado sin darse cuenta. Se sentía cada vez más
estúpida por no haber dejado que fluyera la situación que Esther había propiciado, y
todo por el temor de lo que podría resultar si ella llevaba el control. Sin darse cuenta
queriendo evitar equivocarse con Esther lo había hecho, aunque nadie le quitaba todavía
de la cabeza que hubiera sido peor dar rienda suelta a su pasión
Por la mañana extrañó a Esther sonriente en el portal, abrazándola en la moto, por los
pasillos del hospital, y sobre todo echó de menos darle un beso, que la noche anterior
con la despedida tan amarga que habían tenido había olvidado darle. Se dio cuenta
además de que había olvidado comentarle lo de las entradas de teatro; solo esperaba que
Carolina no le hubiera dicho nada y se le hubiera estropeado la sorpresa que le hacía
tanta ilusión darle. Iba a mandarle un mensaje por el móvil en un descanso, pero prefirió
hacer todo lo posible por cruzarse con ella a las tres y decírselo en persona. Se desocupó
pronto y subida en la moto esperó hasta que llegara. La vio a parecer corriendo, como
siempre tarde, acelerada. Esther sonrió al verla y se acercó...
E: ¡Hola!
M: No tienes remedio, ¿eh? Siempre tarde...
E: Es que ya estaba perdiendo la costumbre de venir andando. ¿Tú que haces aquí
parada?
M: Esperándote. Es que anoche como me fui así se me olvidó decirte una cosa
E: Venga, rapidito, que voy tarde
M: Toma
Sacó las entradas del bolsillo de su chaqueta y le dio una a Esther sonriendo
E: Aaayyy... ¡Qué pasada! Me moría por ir...
M: Ya sé
E: ¿Cómo lo sabías?
M: Me lo ha dicho un pajarito que siempre me ayuda. Bueno, la verdad es que no tengo
ningún mérito, las ha conseguido Carolina, y ella también viene con su novio. No voy a
cubrirme de gloria, la artífice ha sido ella
E: Gracias. Menudo detalle... (le acarició la mejilla y Maca cogió su mano para besarla)
Lo malo va a ser la hora, aquí pone que empieza a las diez...
M: ¿A que hora sales?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: A las nueve, pero mientras llego y todo no me va a dar tiempo a ducharme y a
ponerme guapa
M: ¿Más guapa todavía te quieres poner?
E: No voy a ir al teatro con estas pintas...
M: ¿Y si paso por ti y te llevo a tu casa en cinco minutos en mi supermoto? Así sí te da
tiempo, ¿no?
E: Sí, pero es que no tienes por qué venir, no te pilla de camino ni nada
M: No, lo hago porque quiero
E: Pero no, déjalo, no quiero que te molestes
M: Aquí estoy como un clavo a las nueve, ¿vale? (le dio un beso en la mejilla y la
abrazó) Que tengas buena tarde
E: Tú también
La tarde estuvo repleta, pero Esther casi la prefería así. Si de noche cuando estaba de
guardia no venía nadie se echaba un rato, pero si eso pasaba durante el día se aburría a
morir; además en aquella ocasión se hubiera pasado la tarde pensando en la hora de la
salida y en que Maca iba a venir a buscarla, y eso no le gustaba, especialmente tras
comprobar que Maca tenía una determinación para actuar y una personalidad más
fuertes de lo que pensaba y que sus expectativas con ella se podían evaporizar en tan
solo un segundo. Casi sin darse cuenta, agobiada por tanto trabajo, se hizo de noche y
llegó la hora de su salida
Encontró a Maca con un casco en cada mano esperando de pie al lado de la moto,
maquillada, con un vestido muy elegante y tacones
E: Qué guapa... Estás hoy Macarena. Macarena...
M: ¿Qué estoy Macarena? ¿Y eso como es?
E: Pues que está tu belleza en todo su esplendor con ese vestido
M: ¿Y las otras veces que me he arreglado para las fiestas y eso no estaba Macarena?
E: NO, eso hoy
M: O sea, que no estaba guapa...
E: Siempre estás guapa, pero es que este vestido me parece que realza tu belleza
especialmente
M: Anda, ponte el casco (se lo pasó mientras se ponía el suyo) A partir de ahora voy a ir
a comprarme la ropa contigo, que yo quiero que todos me vean Macarena, como tú
dices
E: ¿Y por que estás arreglada ya?
M: Estaba aburrida y me he puesto a probarme maquillaje y un montón de ropa a ver
que me ponía, y cuando por fin he encontrado lo que me gustaba ya estaba cansada y no
tenía ganas de desvestirme otra vez
E: ¿Y puedes conducir con ese tacón?
M: Perfectamente
E: ¿Seguro?
M: Que sí, tranquila
E: Pues mira, como ya estás vestida, vente a mi casa y me aconsejas ¿vale? que yo sí
que no sé qué ponerme. Y ya nos vamos todos juntos
M: Venga, vamos
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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En cinco minutos abrían ya el portón de Esther. Fueron a su habitación junto con
Carolina y entre las tres buscaron algo adecuado para el teatro, ni demasiado llamativo
ni demasiado sencillo
Esther corrió a darse una ducha y Carolina le dijo a Maca que la acompañara a su cuarto
para charlar con ella mientras se maquillaba
M: ¿Tu chico viene a por ti?
Carolina: Tiene que estar al llegar. Espero que hoy no toque pelea...
M: ¿Discutís mucho?
Carolina: Bastante. Es que no me comprende... me pide cosas que de verdad... es como
pedirme que deje de ser yo
M: Seguro que lo hace sin darse cuenta
Carolina: Si, si es muy buena persona. Ya veras, te va a encantar
M: Oye, ¿cuando es el cumpleaños de Esther?
Carolina: El 28 de diciembre
M: ¿El día de los inocentes?
Carolina: Sí, todos los años le hacemos alguna jugarreta; pero cada vez cuesta más que
sea creíble
M: Jajaja. Ya procuraré estar yo este año para planificarla bien
Carolina: Eso, eso. Todavía queda un montón, pero tenemos que prepararlo con tiempo
¿eh?
M: Me gusta tu cuarto...
Carolina: Es más chulo que el d Esther, ¿eh? Además, como suyo siempre está manga
por hombro...
M: El de Esther también está chulo. Me gustan sus cosas, sus libros sobre todo... El otro
día cogí el de “20 poemas de amor y una canción desesperada” de Neruda, que me
encanta
Carolina: (cambió de cara y se puso seria) Ese fue un regalo... Pero ya te habrá
contado, ¿no?
M: No, no me ha dicho nada
Carolina: Bueno, pero habrás visto que dentro hay una carta de... quien tú ya sabes...
M: Sí, la leí. Sé que no debería haberlo hecho, pero es que estaba ahí en medio del
libro... La verdad es que me quedé con un montón de dudas que me hubiera gustado
preguntarle a Esther, pero no me atreví...
Carolina: ¿Qué quieres saber?
M: Pues que en la carta ponía algo así como mi vida va a cambiar, todo lo que me
importa va a desaparecer, o algo así...
Carolina: ‘Aahhhh! Es que tú lo que has leído no es la carta, es la notita esa amarilla
que le metió dentro del libro, pero también hay dentro una carta
M: No, yo miré y no había nada más. Bueno, si, estaba la foto esa que hay en el salón,
que salen las dos cuando eran pequeñas
Carolina: No, pues eso es que Esther la ha cambiado de sitio, pero ese libro venía con
una carta que le causó a Esther muchísimos problemas, entre otros la única pelea que ha
tenido conmigo
M: ¿Qué os peleasteis? Pues no os imagino, con lo amigas que sois... Pero sería un
rifirrafe... ¿no?
Carolina: De rifirrafe nada, estuvimos a punto de llegar a las tortas
M: No me lo creo... ¿Qué paso?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
99
Carolina: Bueno, tú sabes que Adelaida está casada, ¿no? ¿Hasta donde te ha contado
Esther?
M: Sí, sí. Hasta ahí sé
Carolina: Bueno, pero ella en vísperas de casarse seguía calentándole la oreja a Esther
y diciéndole que iba a dejar al novio. Un día le decía eso y a la semana siguiente le
decía que no podía dejarlo todo por una locura... Hasta que Esther se cansó y le dijo que
la dejaba definitivamente; eso fue unos dos meses antes de la boda. Bueno, pues a una
semana de casarse no se le ocurrió otra cosa que venir a Madrid y regalarle a Esther por
su cumpleaños ese libro y una carta que le trajo en mano. Me acuerdo perfectamente de
ese día; como para olvidarlo... Aquello sí que pareció una inocentada... Le dijo “no
abras nada hasta que me haya ido”; como siempre ha sido tan cobarde... para una vez
que propone algo no fue ni capaz de proponérselo a la cara... Cuando se fue, Esther se
metió en su cuarto y hasta las dos horas o así no salió y me enseñó la carta... Resulta
que la tía esta, que me tengo que controlar para no llamarla de otra manera aunque sea
mi amiga, le ponía que no podía casarse, que no se quería casar por nada del mundo
porque no estaba enamorada de su novio, sino de ella. Le decía que la quería, que
siempre la había querido y que le perdonara todo el daño que le había hecho y lo
cobarde que había sido al no decírselo nunca. Y le proponía que empezaran de cero, y
que el día de la boda, cuando fuéramos, porque estábamos invitadas lógicamente, se
fueran lejos las dos. Esther no pensaba ir a la boda, y de hecho lo último que le había
dicho cuando ella se fue de aquí era que no iría porque no iba a poder soportar ver
casarse con otro a la única persona que había querido de verdad. Pero después de ver la
carta Esther cambió de opinión y dijo que iba y que iba a hacer hasta lo imposible por
convencerla de que no se casara. Y yo me enfadé con ella, porque llevaba dos meses
llorándome y diciéndome que lo que le había hecho era imperdonable, que no había
derecho a todo lo que había tenido que sufrir... y de repente por una simple carta, que
para ella podrá tener el valor que sea, pero que es una carta al fin y al cabo, se puso a
defenderla, como si hubiera sido la persona más buena del mundo con ella. Ella lo
estaba pasando muy mal, bueno la verdad es que Esther lo paso fatal con Adelaida
siempre, desde el principio de los tiempos, pero desde esa vez que decidió cortar por lo
sano hasta que pasaron dos o tres meses después de la boda estuvo muy, muy mal, y es
que me reventó que de pronto viniera decirme que todo el mundo merecía una segunda
oportunidad y que tenía que agotar esa posibilidad de ser feliz. Yo al principio razoné
con ella, traté de convencerla de que tuviera dignidad; le dije que lo que le pasaba es
que se había emocionado con la carta y conque le había dicho que la quería, que estaba
enajenada y por eso no se acordaba de todo lo que le había hecho ni de todas las veces
que le había jurado que iba a dejar al novio. Pero es que no había manera de que
volviera a sus cabales. Se volvió loca con esa carta...
M: Hombre... que la persona que siempre has querido te diga de golpe todas las cosas
que querías oír tiene que ser impactante
Carolina: Ella estuvo dispuesta a dejarlo todo, ¿eh? Y yo sabía que eso Adelaida lo
había escrito en un calentón o en un ataque de melancolía o algo así y que por supuesto
no lo iba a hacer. Yo le aconsejé que siguiera con sus planes de no ir a la boda, le dije
que si Adelaida en verdad la quería pues no se casaría e iría a buscarla, pero que lo más
probable era que se casara y al final tuviera que aguantar el mal trago de presenciarlo
M: ¿Y fue a verla?
Carolina: Claro que fue. Se puso en un plan... Yo la escuchaba y me hervía la sangre,
no sé como no le di una paliza bien dada. Decía que si hacía falta interrumpía la boda
M: ¿Y lo hizo?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
100
Carolina: No. Al final hablaron antes de la boda. Llegamos un par de días antes de
casara y era todo un desenfreno increíble de preparativos; no pudieron sentarse a hablar
tranquilamente de la carta ni nada, pero al llegar yo creo que a Esther le quedó claro que
Ade no tenía el más mínimo pensamiento de “fugarse” como proponía y dejar plantado
al novio, porque se dedicaba a huir de ella todo el tiempo para no darle la cara después
de todo lo que le había dicho en la carta Pero el día de la boda, para asegurarse del todo,
Esther fue por la mañana a su casa cuando la estaban maquillando y todo eso y habló un
rato a solas con ella. Le estuvo reclamando y la otra le dijo que la carta la había escrito
en un momento de debilidad, que había estado mirando fotos y recordando los buenos
momentos juntas, pero que no iba a cancelar la boda porque esa vida era la que le
convenía y la que todo el mundo quería para ella, que no podía dejarlo todo por una
mujer porque eso iba a ser un disgusto muy grande para su familia Esther estuvo
intentando convencerla de que su felicidad era lo primero, pero no pudo, y le dijo que si
era eso lo que quería que no volviera a buscarla para nada que sobrepasara las líneas de
la amistad
M: ¿Y se quedó a la boda al final o no?
Carolina: No, se fue, porque es que lo peor no es eso; lo grave es que cuando Esther le
dijo “hasta aquí llegamos”, Adelaida le propuso que se siguieran viendo y que todo
siguiera como siempre, que ella tenía que casarse para guardar las apariencias pero que
eso no era impedimento para que se siguieran viendo porque ella en realidad no quería
al novio y no le importaba ponerle los cuernos ni nada. Entonces por fin Esther abrió los
ojos, le pegó un bofetón y se volvió a Madrid, y no fue a la boda ni nada, como debía
ser
M: Joder. Me has dejado cao con la historia...
Carolina: Es solo una parte. Ha habido mil cosas sorprendentes, y las que quedan...
M: Bueno, espero que no queden muchas...
Se hizo un silencio de varios minutos. Carolina intentaba extenderse el rimel y Maca
reflexionaba sobre sus palabras
M: ¿Te ha contado Esther lo que pasó anoche?
Carolina: Sí. Me esperó despierta, tenía ganas de desahogarse. La verdad es que estaba
un poco hundida ¿eh?
M: Joder... Tú que siempre dices que confías en mí para que haga feliz a Esther habrás
cambiado de opinión
Carolina: En absoluto. Entiendo por qué lo hiciste, ¿eh? Lo estuve hablando con
Esther, intenté convencerla de tus razones
M: Pues parece que algo has conseguido, porque yo esperaba que estaría borde conmigo
y actúa como si nada hubiera pasado
Carolina: Esther no es nada rencorosa; ya lo verás con el paso del tiempo. Antes de
culpar a los demás se culpa ella misma cuando algo no sale bien
M: Pero ella no tuvo la culpa; solo hizo las cosas como las sentía. Yo no tenía que
haberla parado...
Carolina le hizo una seña a Maca para que se callara al ver a Esther aproximarse a la
habitación con el vestido ya puesto
E: ¿Qué tal?
M: Estás guapísima
E: Me queda maquillarme
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
101
M: No te pongas nada; así estás perfecta, ¿verdad Caro?
Carolina: Si yo se lo digo todos los días a mi niña, que es un bellezón
E: Pero el maquillaje...
M: (la interrumpió) El maquillaje es para quien lo necesite, y tú estás preciosa así al
natural
Llamaron al timbre
Carolina: Ese es Nono; voy a abrirle
Caro salió y las dos se quedaron solas en su habitación
M: Anda... no te maquilles (se acercó y colocó las manos en su cintura)
E: Un poquito sí. No me vas a convencer por mucho que quieras...
M: ¿Y de otra cosa que quiero? ¿Te puedo convencer?
E: A ver... prueba
M: ¿Me dejas darte un beso? Es que anoche me puse tan nerviosa al dejarte que ni te
besé...
La enfermera bajó la cabeza y cuando volvió a levantarla ya tenía a Maca junto a su
boca, la apartó y le puso la mejilla y Maca se dio de bruces con ella, como si se
estrellara contra un muro
E: Uno de amistad sí, pero un beso, beso, prefiero que no...
M: ¿Por qué? (se entristeció profundamente mientras sentía una doble punzada latiendo
a la vez en su pecho y en el centro de su cuerpo y un escalofrío que recorría su cuerpo
lentamente, como quitándole un poco de vida)
E: Porque ahora mismo no tengo ganas y no te podría corresponder con sinceridad a ese
beso
La pediatra tardó en asimilar esa frase, que bajaba por su garganta como un trago de
hiel, quemándola por dentro. No sabía qué responder, y entre ellas se formó una fuerte
tirantez. Por suerte Carolina entró para presentarle a Maca a su novio y acabó con
aquella tensión que flotaba en el aire
Cogieron el coche de Caro para ir al teatro. Disfrutaron muchísimo de la obra. Maca iba
comentando de vez en cuando la obra con Carolina entre susurros, porque Esther estaba
totalmente concentrada; esperaba que esa fuera la razón de que cuando volvía la vista
para mirarla sonriendo y comprobar si estaba contenta ella no la había mirado ni una
sola vez, ni tan siquiera cuando tomó su mano. A la salida cruzaron impresiones
Carolina: Ha estado genial, ¿eh? ¿Te ha gustado cariño?
E: Muchísimo. Sobre todo porque está interesante hasta el final. Es imprevisible; no
sabes nunca qué va a suceder
Nono: Es como Carolina
E: Jajaja
Carolina: Oye, oye... Que viniendo de ti eso más que un halago me temo que es lo
contrario...
Nono: ¡Noooo! Es que nunca sé con qué me vas a saltar...
M: Pero eso es lo bueno Nono, si lo supieras sería muy aburrido...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
102
Nono: También es verdad
Carolina: Conmigo no se aburre Maca, en ese sentido es afortunado
Nono: ¿Te vas a venir a dormir?
Carolina: No sé, me lo voy a pensar
Nono: (A Maca) ¿Ves lo que te digo? Hace casi una semana que no le veo el pelo,
viviendo los dos en la misma ciudad. Y ahora me salta con que no sabe si quedarse
conmigo...
Carolina: Voy a pedir el comodín del público... ¡Llamando a Esther! (le pasó la mano
por delante de los ojos, porque estaba en su mundo)
E: Dime
Carolina: ¿Me quedó o no me quedó?
E: Quédate mujer, que tienes al pobre chico a pan y agua
Nono: Menos mal que tengo aliados fieles... (le guiñó el ojo)
Carolina: Venga vale. Me voy a quedar, pero que conste que es porque yo a mi niña
siempre le hago caso. A ver si pilla ejemplo y me hace caso ella también a mí en las
cosas que le digo... (miró a Maca riendo)
E: Oye, vamos a cenar, que me estoy muriendo de hambre. No he picado nada en el
trabajo
M: Venga vamos, que la niña se me va a desmayar de un momento a otro
Cenaron en un restaurante mejicano de los alrededores, sentados como una terraza y
pasaron un buen rato charlando y tomando el aire después de la comida. Maca notó a
Esther un poco distante de ella, aunque no sabía si eran imaginaciones suyas, porque en
realidad estuvo alegre y participativa en las conversaciones, pero en sus gestos y su
forma de dirigirse a ella la sentía un poco indiferente. En un silencio que empezaba a
prolongarse el novio de Carolina cogió su mano y le hizo un gesto con la cabeza
Carolina: Bueno, nosotros nos vamos a ir ya. ¿Quéréis que os llevemos?
M: Por mí nosotras nos vamos dando un paseo. Lo que diga Esther...
E: Yo no tengo nada de ganas de andar hoy. ¿Si no os importa acercarnos?
Nono: Venga, os llevamos en un momentito
Las dejaron en el portal y siguieron su camino hacia casa de Nono. Subieron las
escaleras y al llegar a la puerta de Maca se detuvieron a charlar un rato, como de
costumbre
M: Es simpatiquísimo Nono, ¿eh? Me ha caído genial
E: Sí, además es un santo... Con la caña que le mete Caro, cualquier otro se habría
cansado ya. Ella se pasa la vida riñéndome y luego cuando yo le digo que no sea así con
su novio se pone hecha una fiera. Ya la he dejado por imposible...
M: Bueno, pero se ve que se quieren...
E: Sí, pero él es muy sentimental y aunque la conoce y sabe que Caro es así, a veces se
toma muy a pecho las cosas que ella le dice cuando no tiene ganas de verlo y eso...
M: Bueno, en realidad lo entiendo, porque yo no paro de darle vueltas a eso de que no
te apetecía besarme...
E: Mira, vamos a dejar ese tema mejor. Me he dado cuenta de que tú tienes razón, es
mejor ir despacio, y ahora mismo necesito un poco de tiempo
M: Nunca debí haber dicho eso... Debí dejar que pasara lo que tuviera que pasar...
E: No, no. Está bien así
M: Esther, dime la verdad tú estás dolida por eso, ¿verdad?
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E: ¡Nooo! Ya te he dicho que no
M: Ya, pero que te cortara anoche en cierta forma te decepcionó, ¿verdad?
E: No voy a negar que no me lo esperaba y que en ese momento lo único que quería era
llegar contigo hasta el final, entre otras cosas porque esta vez quería disfrutarlo de
verdad, poder ser conscientes las dos de lo que hacíamos, poder recordarlo luego y
despertarnos con normalidad al día siguiente. Pero he estado pensando en muchas cosas
que me dijiste y creo que para que eso vuelva a pasar es importante que las dos estemos
de acuerdo y que anoche no era el momento
M: Pues yo la verdad es que ya no estoy segura ni de la mitad de las cosas que te dije...
no sé si hice bien...
E: Mira, vamos a dejar esto como está. Ya veremos, ¿vale? (le dio dos besos) Que
duermas bien
M: Bien, pero poco, que a las ocho tengo que estar en el hospital
E: ¿Trabajas mañana?
M: Sí
E: Pobre... trabajando un domingo...
M: Supongo que es lo que tiene ser nueva. Además no me puedo quejar, que ya libré el
jueves. Oye, salgo a las tres... ¿Te apetece que vayamos a comer?
E: ¿Mañana? Imposible, no puedo
M: Aaahhh, vale... (bajó la vista)
E: Buenas noches (le apretó la mano un segundo y se dirigió hacia las escaleras)
M: ¡Esther! (se acercó a ella y la paró a mitad de las escaleras) No te vayas, por favor,
tengo que decirte una cosa (le cogió las dos manos y la miró a los ojos con seriedad) No
sé qué camino tomará esto, y la verdad es que ahora mismo lo que más me importa,
mucho más que saber en qué puede derivar lo que siento por ti, es que seamos siendo
amigas pase lo que pase. Anoche me prometiste que no te ibas a tomar a mal lo que hice
y que ibas a seguir siendo igual conmigo, pero yo no te veo igual. Me parece que sí te
estás dejando llevar un poco por lo que pasó anoche en tu manera de tratarme, y no te
culpo, solo te voy a pedir por favor que olvides lo que pasó, que no me lo tengas en
cuenta, porque ya te digo que no estoy nada satisfecha con lo que hice, ni estoy segura
de que fuera lo correcto ni nada... Sé que es pedir demasiado, pero ¿podrías dejar eso
atrás?
E: Ya lo he hecho; de verdad que no pasa nada, no estoy enfadada ni dolida, te lo
prometo. No sé, quizás he estado un poco fría contigo, pero no es por eso, de verdad; yo
entiendo por qué lo hiciste y no quiero hacerte pensar con mi actitud que actuaste mal,
no quiero que lo que pensabas el otro día se tambalee por mi culpa ni nada.
Sinceramente creo que fue lo mejor. Ya tenemos una noche desastre de recuerdo, y
entiendo que con esa te baste y que quieras que si hay una próxima todo salga bien
M: Yo lo único que quiero es que la confianza que tienes conmigo no cambie...
E: No te preocupes que no va a cambiar, y menos por lo de anoche. Si he estado un
poco seria es porque pienso en muchas cosas cuando te veo y me hago muchas
preguntas... pero no porque esté cabreada, de verdad, quítatelo de la cabeza porque no
es así. Vete a casa, que no vas a dormir nada
M: Bueno... que duermas bien
E: Ciao guapa (le dio un beso en la mejilla y le acarició el mentón) Y no le des más
vueltas, por favor
Maca entró un poco más tranquila, aunque tampoco demasiado con las palabras de la
enfermera. Quizás había sido solo producto de su imaginación el notarla distante y un
poco más fría de lo normal. Si Esther le decía que no estaba enfadada por lo ocurrido la
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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noche anterior no tenía ningún motivo para desconfiar de ella, pero a veces no podía
evitar que aflorara ese ánimo pesimista y desconfiado que se escondía debajo de su
simpatía
Se durmió pronto por el cansancio que la abatía, pensando en esa negativa de Esther,
que no había aceptado la invitación para comer con ella, y en sus últimas palabras antes
de despedirse: cuando le confesó que al verla se ponía a pensar y a hacerse preguntas.
Despertó ya cansada y sin ganas ningunas de que pasaran las horas de ese día, que intuía
que se le iba a hacer eterno, como todos los domingos. Habría dado lo que fuera porque
las horas pasaran como segundos y volviera a hacerse de noche y poder seguir
durmiendo para desquitarse de ese sueño atrasado que empezaba a hacer estragos en ella
La mañana en el central transcurrió sin novedad, atareada y agotante (ya sé que esta
palabra no existe, pero es que me gusta, jaja) Salió media hora más tarde de lo debido;
abrió la puerta de su casa desganada como nunca, y a continuación abrió los ojos y la
boca en sorpresa al encontrarse con algo que nunca hubiera esperado en un día tan
tremendamente aburrido y poco prometedor como aquel
M: ¿Pero qué...? (tropezó ligeramente pero consiguió mantenerse en pie, para recrearse
con la sorpresa que la esperaba y mirar el panorama con una sonrisa que no le cabía en
la cara)
El suelo del salón estaba completamente cubierto de globos de colores, y también
colgaban de las lámparas, los cuadros, las paredes... Desde la puerta alcanzaba a ver que
llegaban hasta el pasillo. Sonriendo como nunca cogió un globo y lo lanzó por el aire.
Caminaba apartando con los pies los globos a su paso y jugando con el que había
cogido primero. Atravesó el salón y el pasillo y llegó hasta su cuarto. Encontró su cama
repleta de globos y algunos más dispersos por la habitación, en las paredes y el suelo, y
sobre el escritorio un folio escrito y firmado que Maca se apresuró a leer vorazmente...
"Sé que esto es allanamiento de morada y que podrías mandarme a la cárcel, pero es
por una buena causa... hacerte ver que realmente no estoy enfadada ni quiero cambiar
mi actitud contigo
Siento si ayer estuve en mi mundo, es que a veces me cuesta salir de mí misma para
estar con los demás, pero por suerte tú tienes la peculiaridad de que sacas lo mejor de
mí, y siento que contigo todo podría ser diferente...
Hoy no podía comer contigo porque ya me había comprometido a comer con mis
padres, que los tengo un poco abandonados. Siento si en algún momento te hice pensar
que no quería estar contigo. Pero ya ves que al final no vas a comer precisamente con
la casa vacía; es más, ni si quiera sé si tendrás espacio para cocinar...
Espero poder verte luego si puedes y no estás demasiado molesta conmigo, y si yo sigo
viva después de todo lo que mis pobres pulmones han tenido que soplar, jaja. Quería
alegrarte el día de una forma especial y lo único que se me ha ocurrido es colarte en tu
casa y llenártela de globos... Ya ves que lo que me pasa contigo... me bloqueo tanto que
solo me viene a la cabeza payasadas; menos mal que tú eres tan comprensiva que
seguro que sabes disculpar mis estupideces
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
105
No era mi intención herirte si lo he hecho alguna vez, solo quiero que no te lleves una
desilusión conmigo
Hasta luego preciosa
P.D: Si algún día sin querer te hago daño espero que no saques a la luz este pequeño
delito bienintencionado que acabo de cometer. Que conste que es culpa tuya, por fiarte
de una loca como yo para que guarde una copia de tus llaves. Por si acaso este
mensaje, la prueba del delito, se autodestruirá en cinco segundos. ¡¡¡Corre!!!
Esther"
Maca se quedó unos segundos sin saber que hacer; solo reía a carcajadas. Deslizó sus
dedos por los bordes del escritorio, buscando estar cerca de esas huellas que debía haber
dejado Esther rondando su habitación y alborotando en una mañana su casa y su vida
Apartó con la mano los globos de su cama y se tumbó. Miraba su habitación como un
espacio mágico y desconocido, que se le hacía totalmente nuevo solo con pensar en
Esther trasteando por allí. Leyó otra vez la nota y cerró los ojos durante unos quince
minutos, para pensar en su alegría, en su sorpresa, recordando los momentos que había
vivido con Esther hasta ahora, tristezas, risas... y sobre todo mucha intensidad en muy
poco tiempo
Se le formaba un nudo en el estómago, y un cosquilleo le recorría la espalda
despertándole una inquietud insufrible por saber qué le depararía la vida ahora...
mañana, dentro de una hora... Si volvería a ser feliz alguna vez como lo era en ese
momento o no... Si con Esther habría más buenos momentos que malos... Intentaba
librarse de esa preocupación sobre el futuro para disfrutar del ahora, de aquel momento
de felicidad, que se evaporaría cruelmente si no se recreaba en él. Había aprendido a
valorar mucho esos momentos en los últimos años en que su vida había sido todo
mediocridad y sentimientos gastados en vano, como tirados al mar. Recordaba cómo de
pequeña solía soñar con un futuro multicolor... Estaba contenta con cualquier cosa,
cualquier caricia de su padre, cualquier palabra de cariño... y pensaba que su vida
seguiría siendo así conforme fuera creciendo. Siempre cuando pensaba en estas cosas se
deprimía, por todo el tiempo que había malgastado en su juventud sin ser consciente de
que esos momentos no los iba a volver a vivir, pero hoy gracias a Esther no los
recordaba con nostalgia ni vacío, sino con ganas de construir una vida nueva, de volver
ser alguna vez tan feliz como entonces
Antes de irse había dejado comida preparada, pero con la sorpresa se le había quitado
hasta el hambre. Cogió un rotulador y uno de los globos y escribió en él algo para que lo
viera Esther. Necesitaba estar cerca de ella de alguna forma... Pensó en llamarla, pero
suponía que estaría con sus padres, no quería interrumpir el almuerzo familiar, y decidió
subir a su casa directamente, sin comer. En definitiva lo que no podía hacer era
quedarse encerrada en su casa, riéndose sola y tragándose esa euforia que revolucionaba
sus sentidos como un ciclón. Si Esther no estaba al menos posiblemente podría tener
una de esas charlas íntimas con Carolina, que tanto bien le hacían y tanta información le
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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aportaban. Cogió el globo que había pintado y un par de ellos más y subió. Carolina
abrió la puerta sonriendo
Carolina: Sabía que serías tú
M: ¡¡Hola!!
Carolina: Ya veo que ya has visto la sorpresa, ¿eh?
M: Síiiii (agitaba los globos) Se me acaba de caer la baba al entrar en mi casa...
Carolina: Siéntate mujer, que hay confianza. Pues menos mal que te ha gustado,
porque vaya maratón... Todavía estoy sin aire...
M: ¿Tú también has tenido que hinchar globos?
Carolina: ¿Lo dudabas? Me ha tocado soplar hasta el desfallecimiento...
M: Entonces a ti también te tengo que dar las gracias (la besó en la mejilla) Me habéis
alegrado el día entre las dos. Además, precisamente hoy, que lo necesitaba
Carolina: Sí, ya me ha dicho Esther que ayer te dejó un poco triste. Estaba muy
preocupada...
M: Bueno, es que estamos viviendo muchas cosas y todo va muy deprisa... Nunca antes
había sentido cosas tan fuertes por nadie en tan poco tiempo, y eso creo que nos asusta a
las dos. Yo no sé lo que significo para ella, pero yo la otra noche, el día que Esther lo
preparó todo para que yo me quedar a dormir, cuando ella me dijo que le gustaba vi
pasar toda mi vida delante de mis ojos, y me acordé de momentos no demasiado
agradables... con ella quiero que todo sea bonito. Si te soy sincera esa noche me dio
miedo la idea de que esto se quede en nada, de que lleguemos a ser solo dos personas
que quedan de vez en cuando para echar un polvo
Carolina: Dudo que se quede en eso, ¿eh? Esther está loca contigo; tendrías que haber
visto la ilusión que tenía mientras te preparábamos la sorpresa... Anoche cuando llegó
se sentía mal por haberte dejado así, se puso a pensar algo para animarte y se acordó de
que nos diste las llaves. Esta mañana se levantó prontito para comprar los globos y nos
fuimos las dos a tu casa soplar como locas. Hay que ver los líos en los que me mete esta
chica...
M: ¿Sabes a qué hora llegará?
Carolina: Está con los padres. Se acaba de ir hace un ratito. Me ha dejado comida,
porque yo soy un desastre...
M: ¿Y suele tardar mucho cuando queda a comer con sus padres?
Carolina: No, porque por la tarde tienen que abrir el bar a las cinco, y ella se viene para
acá
M: ¡Ah! Es que le voy a hacer una propuesta, aunque tal y como está la cosa... no sé yo
si va a querer venir, ni quiero agobiarla... ¿Tienes papel y lápiz por ahí?
Estuvo una hora charlando con Carolina, aún relajándose y volviendo poco a poco a la
normalidad
Esther regresó a las cinco. No había nadie en casa, encendió la tele un rato y se sentó en
el sofá. Hasta más de media hora más tarde no le dio por entrar a su cuarto. Encontró
uno de los globos que le había dejado a Maca con una cara sonriente pintada, lo giró y
leyó en letras mayúsculas "GRACIAS POR TRAER LA TERNURA DE VUELTA A
MI VIDA". Al levantar el globo quedó al descubierto un folio. Sonriendo lo cogió con
manos indecisas
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"Gracias por hacerme estallar de alegría; no me sentía así desde que era pequeña... Me
has despertado tantas cosas que ni te imaginas... He sentido unas ganas de abrazarte
que me mataban... Así que espero que no seas demasiado cruel conmigo si al final
logro verte...
No te lo había comentado, pero tengo una casa en la sierra, pequeña, pero muy
acogedora y muy especial para mí. Suelo ir algunos domingos, y esta tarde me pasaré.
Me encantaría enseñártela si quieres... A las cinco y media salgo para allá. Voy a
esperarte abajo unos minutos por si te animas... pero si no te apetece no pasa nada, no
te preocupes que no me lo tomaré mal. Aunque creo que si vienes no te vas a
arrepentir...
Ciao guapa. Te espero"
Miró en reloj acelerada, las seis menos veinte. Cogió su bolso y bajó las escaleras a toda
prisa, con el corazón al límite de bombeo y solo esperando que Maca estuviera todavía
allí...
Tras mirar el reloj por una última vez Maca ya giraba el manillar de la moto para
arrancar, cuando vio aparecer a Esther corriendo por el portal
E: ¡Espera, espera!
M: (sonrió) Ya creía que no vendrías. Me iba ya...
E: Ay... (suspiraba, todavía ahogada por las prisas)
M: Respira, respira... que no me voy sin ti; aunque muchas pintas de campo no llevas...
E: Si es que no me ha dado tiempo a cambiarme... No había entrado en mi cuarto y
cuando he visto la nota he bajado a toda máquina, ni me he cambiado. Pensé que ya no
te encontraría... ¿Me dejas subir a cambiarme en un momentito?
M: No (le pasó el casco)
E: ¿Cómo que no? ¿Cómo voy a ir así... con ropa de salir?
M: Pues o vienes con tacones o nada; tú eliges... Yo me voy YA
E: Está bien (aceptó a regañadientes, sin sentirse en ese momento en condiciones de
exigir nada, y se puso el casco)
Rodaron casi dos horas sin descanso y por fin llegaron a la casa. Era antigua, con
grandes ventanales y un tejado de lo más tradicional, de esos que todo el mundo
imagina en su casa ideal aunque nadie los tenga
Se bajaron y se sacaron los cascos por fin. Maca se puso las manos en la nuca y la
movió en círculos para liberar tensiones
E: ¿Te duele?
M: Ahora se me pasa. Es la moto...
E: No sabía que había tanto rato de camino. ¿No es muy tarde para venir? Podríamos
haberlo dejado para otro día... Nos va a caer la noche de un momento a otro
M: Bueno, nos volvemos mañana por la mañana...
E: ¿Qué?
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M: Que ya va a ser muy precipitado volver hoy. Sería para salir a las diez y llegar por lo
menos a las doce. Yo creo que deberíamos quedarnos. Es pequeña, pero hay dos
habitaciones y tres camas; no vamos a estar apretadas ni nada
Levantó el asiento de la moto y sacó su bolso y el de Esther. Buscó las llaves y miró a
Esther con cara de circunstancia
M: Anda...
E: ¿Qué pasa?
M: Me he dejado las llaves...
E: ¡¿Qué?! No fastidies...
M: Ya ves. Dos horas de camino para nada... Y yo hablando hasta de quedarnos a
dormir...
E: Joder... (daba vueltas mirando al suelo hasta que escuchó la risa de Maca)
M: Anda vamos, que esas cosas solo te pasan a ti
Esther atravesó el jardín corriendo detrás de Maca hasta que logró darle un golpe suave
en la cabeza. Maca abrió la puerta y le cedió el paso a Esther, que miraba admirada
según entraba. Era una casa muy rustica con muebles grandes y robustos y unos sofás
de piel que parecían de lo más cómodos
M: ¿A que es bonita?
E: Preciosa... Es tan distinta a tu piso...
M: Bueno, porque este es mi refugio. Lo otro es para la vida ordinaria, aunque bueno,
desde que vivo debajo de ti mi vida es cualquier cosa menos ordinaria... (la miró y vio
que se frotaba los brazos) ¿Estás bien? ¿Tienes frío?
E: Un poquito...
M: Si es que me vienes con esa ropa tan poco abrigada... te voy a dar algo más cómodo
y que te abrigue mas, ¿vale?
Fueron hacia su cuarto y Maca le dio algo más apropiado para pasar lo que quedaba de
tarde
M: Te dejo para que te cambies ¿vale? Yo voy a encender la chimenea. Ahí mismo
tienes el baño. A no ser que quieras que me quede...
E: (reía siguiéndole la broma) Venga...
M: No me tientes... Te espero en el salón, ¿vale?
Se quedó una rato mirando la habitación; al principio con respeto y distancia, y tomando
cada vez más confianza. Deslizó los dedos por los muebles, se sentó en la cama y luego
se recostó y se abrazó a uno de los cojines. No sabía por qué lo hacía, pero siempre
sentía esa necesidad de tener entre sus manos cualquier cosa que sabía que pertenecía a
Maca
Entró en el baño a cambiarse; no cerró la puerta, ya estaba cerrada la de la habitación.
Cuando terminó aun se quedó un rato más mirándose al espejo, respirando
profundamente. Tenía ganas de salir, pero estaba inquieta por lo que pudiera suceder.
Después de que la pediatra le hubiera dicho un par de noches atrás que quería controlar
el ritmo de lo que pudiera ocurrir
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
109
Después de encender la chimenea Maca se había acostado un poco en el sofá y veía
desde la ventana cómo se hacía de noche rápidamente. Dejó su imaginación volar por
unos instantes mirando el fuego; no podía evitar fantasear con la idea de saberse sola
con Esther en aquella casa que tanto le gustaba y que le parecía tan romántica.
Empezaba a preocuparse por su tardanza y decidió asomarse con cuidado y comprobar
si estaba bien
Abrió cautelosamente la puerta del cuarto y vio la puerta del baño abierta
M: ¿Estás bien? (le preguntó desde fuera, acercándose a la puerta)
E: Sí, sí
M: ¿Puedo entrar?
E: Sí, pasa
Entró y la vio frente al espejo, poniéndose bien el pelo
M: No te mires al espejo; que no te hace falta...
E: Exagerada... He tardado mucho, ¿no?
M: Sí, ya me estaba asustando
E: Es que cuando me pongo a retocarme el pelo se me va el tiempo
M: Anda vente, que ya está el salón calentito
Esther le cogió la mano a Maca, que se la tendía y volvieron al salón. Se sentaron cerca
del fuego
M: ¿Qué tal con tus padres?
E: Muy bien. Suelo reunirme con ellos algunos domingos para almorzar, porque si no
se pasa la semana y solo los veo en el bar, y hay tanto trabajo que no podemos charlar ni
nada
M: A mí dentro de poco también me toca comida familiar... Tengo que ir Jerez dentro
de nada para el cumpleaños de mi padre
E: Lo dices con una cara...
M: Bueno, mucha ilusión no me hace, la verdad. Y a parte, me está empezando a doler
la cabeza un poco; creo que es del mismo dolor que tengo en el cuello por culpa de la
moto...
E: A ver, date la vuelta
Se puso de espaldas y en seguida sintió el calor de las manos de Esther presionando sus
hombros, sus dedos moviéndose a ambos lados de sus cervicales. Conforme
profundizaba en el masaje Esther se iba acercando más y la pediatra llegaba a sentir su
perfume, el olor de su piel e incluso el aire caliente de su respiración. Tiraba
ligeramente del cuello de la blusa para llegar más abajo de su espalda de Maca, que se
excitaba cada vez más y sentía que el calor iba bajando lento desde su espalda hasta su
pecho, inflamándolo ligeramente, y continuaba bajando hasta sus piernas que
comenzaban a temblar
Esther notó ese calor rebotando en su cuerpo y comenzando a quemarla a ella también y
apartó las manos
E: ¿No hace demasiado calor aquí?
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110
M: Sí. Estamos muy cerca de la chimenea, ¿no? será eso... ¿Vamos a la cocina a
preparar algo para comer?
E: Venga sí, que tengo hambre
En un momento improvisaron un revuelto y una ensalada para cenar. Se sentaron a
cenar tranquilamente en el salón. Más tarde Maca sacó de un armario unos álbumes y le
enseñó unas fotos antiguas de su familia a Esther, las más recientes eran de cuando ella
era pequeña
E: Estás guapísima aquí, ¿eh? En brazos de tu padre, que mona...
M: Mira, mi madre tiene una exactamente igual en brazos de mi abuelo
E: Sois iguales, ¿eh? En las fotos que me has enseñado después no os parecéis tanto,
pero aquí con la misma edad sois clavadas
M: Bueno, por fuera sí, por dentro somos polos opuestos...
E: ¿No os parecéis?
M: Para nada. Yo no hago cosas que no siento, y eso mi madre lo tiene casi como
costumbre. Supongo que es por los negocios que vas cogiendo el hábito de poner buena
cara a cosas con las que no estás de acuerdo y a ser un poco falsa cuando hay que
serlo... Ella pretende que yo sea así, pero no puedo. Yo no puedo llevar la vida que los
demás quieren que lleve, no sé resignarme a vivir sin ilusión solo por guardar las
apariencias. Por eso nunca nos hemos llevado bien, con casi nadie de mi familia en
realidad; son demasiado tradicionales. Te podrás imaginar la reacción de todos la
primera vez dije que me gustaba una mujer
E: Me imagino que caería como una bomba en tu casa...
M: Desde entonces las relaciones con ellos van mucho peor; casi nunca los veo
E: Yo creo que no podría separarme de mi familia...
M: ¿En serio? Pues se te ve muy independiente... Entonces, ¿te costaría mucho contar
algo así?
E: Ya lo saben
M: ¿El qué?
E: Pues lo que sabes tú: lo enamorada que estuve de una mujer
M: ¿En serio? ¿Se lo dijiste?
E: No hizo falta. Ya te dije que esto me ha acompañado desde siempre... Esas cosas se
notan; a mí se me notan desde luego... no sabes la de locuras que llego a hacer cuando
me enamoro. Mi madre me conoce demasiado bien...
M: ¿Y como se lo tomo cuando lo descubrió? ¿Lo llevaba bien?
E: Lo pasaba mal, pero no porque ella fuera una mujer, sino porque me veía sufrir
M: Lógico...
E: Oye, una curiosidad...
M: Dime
E: ¿A quien te traes aquí?
M: ¿A esta casa? (reía) Pues no te voy a engañar... traigo solo a gente muy especial para
mí. Solía venir mucho con Azucena para estar a solas, lejos del caos de la ciudad, y
tener un poco de paz con ella
E: ¿Y eso es lo que buscas conmigo? ¿Paz?
M: Bueno, digamos que en parte... un poco de paz y un poco de todo lo contrario...
Sabes que la otra noche en tu casa cuando casi terminamos en la cama yo no...
E: (la interrumpió) Prefiero no hablar más de eso, ¿vale? Ya hemos quedado en
olvidarlo ¿no?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Sí. Tienes razón. Tenemos mucha vida por delante como para estar volviendo
siempre a lo mismo... Se está haciendo tarde ya. ¿Quieres una copa?
E: Venga
Al levantarse se resbaló con un poco de agua que había caído a los pies de la mesa y
tropezó. Se apoyó en los hombros de Esther, pero ya era demasiado tarde para evitar la
caída y cayó sobre ella, tumbándola hacia atrás
E: ¡Aaay!
M: Uy, perdona niña. ¿Te he hecho daño? (se fue a incorporar, pero Esther colocó la
mano en su nuca y sacó la otra de debajo de la tripa de Maca)
E: Me he doblado un poco la mano
M: A ver (la cogió y la movió en todas direcciones) No está rota, solo te has lastimado
un poquito, eso se cura con un beso creo yo...
Le besó la mano y la muñeca, y luego la giró y empezó a acariciar con sus uñas la palma
de la mano. Esther la miraba fijamente y mantuvo el contacto de sus ojos cuando Maca
también la miró. Se observaban las pupilas sin decirse nada, mirándolas crecer. La
pediatra vio o creyó ver tantas cosas en los ojos de Esther... que finalmente cambió su
mirada de rumbo y la centró en sus labios, que brillaban rojos como nunca antes y
parecían haber crecido de repente, como para elevarse y llegar hasta los suyos más
fácilmente. Se fue acercando. Volvió la vista a sus ojos esperando encontrar alguna seña
de aprobación, pero todo lo que veía era deseo, que la motivaba más aún y la empujaba
a hacer de una vez lo que se moría por hacer desde algunas noches atrás. Dejó de
apoyarse con las manos para no estar directamente encima de Esther, colocó una mano a
cada lado de sus mejillas, apartándole el pelo hacia atrás y hundió su boca en la de
Esther, que inmediatamente la entreabrió y recibió ese beso activamente, sin quedarse
quieta dejándose besar lentamente como esperaba Maca
Pararon solo para volver a empezar tras respirar. Maca la miró sonriendo, le dio un beso
en la nariz y se acercó hasta su cuello, colocó la mano detrás empezó a besar y
succionar. Mientras con la otra mano cogía la de Esther, que se aferró con fuerza a ella
al principio para dejar la suya muerta después y adoptar una actitud un poco más pasiva
mientras Maca continuaba con su cuello. Fijó la vista en el techo; al principio su mente
estaba anulada, pero luego empezó a pensar y fue incapaz de disfrutar de la ternura que
le demostraba Maca. Apretó su mano con mucha fuerza para llamar su atención y
segundos después la soltó y como pudo se estiró un poco en el sofá para ponerse más
arriba
E: Para por favor
M: ¿Por qué? (se levantó)
E: Porque creo que es mejor dejarlo aquí. Es tarde y mañana vamos a tener que salir por
lo menos a las seis de la mañana para llegar a tiempo. ¿Nos vamos a dormir?
M: Como quieras... (contestó con tristeza, pero sin atreverse a insistir después de ver a
Esther tan apagada, como agobiada)
E: Pero prefiero que durmamos en camas separadas, ¿vale?
M: Esther, si tú no quieres que te toque no te voy a tocar
E: Ya, pero yo no estoy segura de poder controlarme y no quiero que pase nada de
momento
M: Esther, si es por lo del otro día yo quiero decirte que...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Mira, vámonos a la cama, ¿vale? Estoy muy cansada
M: Está bien
La acompañó a la otra habitación y le dio un pijama que tenía por allí
E: Tendrás otro para ti, ¿no?
M: Sí. tengo uno de Azucena
E: Que mal, ¿no? Vas a dormir incomoda por mi culpa...
M: No, me da lo mismo. Ponerme ese pijama ya no significa nada para mí. Bueno, te
dejo. Que duermas bien (la besó en la mejilla) Cualquier cosa estoy aquí al lado, ¿vale?
Caminó hacia su habitación saboreando la mezcla de rabia y tristeza que le había dejado
el episodio del sofá. Al entrar sintió ganas de tirar algo contra el suelo, pero se contuvo
y solo le dio una patada a una de las patas de la cama
M: ¡Mierda!
Empezó a dar vueltas por la habitación y a recordar lo que había sucedido. Esther estaba
más que excitada, había visto claramente sus ojos arder en chispas, había sentido su piel
ardiendo bajo la suya y notado su aceleración. No tenía ganas de parar, pero lo había
hecho y solo podía deberse a una razón
M: Eso me pasa por estúpida... (se acordó en voz alta de sus propias palabras) "Esther,
yo quiero ir despacio contigo"... Pero seré gilipollas
Después de un rato de nervios descontrolados se vistió para dormir y se metió en la
cama. Le costó horrores conciliar el sueño, pero cuando lo hizo pasó un buen rato
profundamente dormida. A mitad de la noche despertó un poco confusa, miró el
despertador: las tres y media. Se giró para cambiar de postura y sonrió al encontrarse la
sorpresa de ver a Esther a su lado...
Se deslizó en la cama para acercarse más a ella, hasta que su nariz casi rozaba cerca
miró sus ojos cerrados y le dio un beso en la frente, suave para no despertarla. Rodeó su
cintura con uno de sus brazos e intentó cerrar los ojos también, pero a cada segundo
algo la impulsaba a abrirlos. La observó durante un rato más y al intentar de nuevo
dormir no lo lograba. Le soltó la cintura para arroparla bien y mientras la acariciaba el
pelo se preguntaba por qué no podía dejar de mirarla. Decidió dejar de luchar contra sus
párpados y sus deseos. Le pasaron las horas contemplándola, durmiendo solo durante
minutos salteados e intermitentes
A las siete sonó definitivamente el despertador. Había conseguido dormir de un tirón la
última hora después de un pequeño altercado con Esther. Lo apagó a tientas y giró la
cabeza para mirarla. Estaban abrazadas. La parte de arriba de su pijama estaba levantada
y Esther había metido la mano por debajo, dejándola encima de su ombligo. Pasó unos
segundos disfrutando de ese momento en silencio, solo sonriendo, sin poder vencer la
pena que le daba tener que despertar a Esther, pero no tenía más remedio que hacerlo
Deslizó el dorso de su mano con suavidad por sus mejillas mientras le susurraba que se
despertara
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E: Noooo. Un ratito más... (se abrazaba más a ella)
M: Eso ya me lo dijiste antes. Pero ya no puede ser. Son las siete
E: Las siete... (reaccionó y se despegó de Maca) ¡¡¡Las siete!!! ¡Pero si tenemos que
estar en el hospital a las nueve!
M: Sí, el tiempo justo de vestirnos y montarnos en la moto
E: ¿Pero a ti que te pasa? ¿No quedamos anoche en que ibas a poner el despertador a las
seis para llegar a Madrid con tranquilidad y poder pasar por casa para cambiarnos?
M: Si, y lo he puesto, pero tú has preferido quedarte en la cama y tirar directamente
para el hospital
E: ¡¿Yo?!
M: ¿No te acuerdas? A las seis sonó el despertador y no había quien te sacara de la
cama. Me dio tanta pena verte protestando medio dormida que te hice caso y le di una
hora más al despertador
E: ¿Yo te pedí eso? Anda ya...
M: ¿Sí que lo has hecho?
E: ¡Que no! Lo recordaría...
M: No sé por qué no te acuerdas, pero es la pura verdad
E: Tú me estás engañando (cogió el almohadón y le golpeó la cara riendo)
M: ¡Au! Yo nunca te engaño... Anda, date prisa, que vamos a llegar muy tarde. Yo me
visto en le baño, ¿vale?
Se vistieron rápidamente y Maca pisó con fuerza el acelerador para llegar a tiempo. Por
el camino iba sintiendo el calor molesto de los primeros rayos de sol en sus ojos; había
olvidado las gafas de sol. Sentía el peso de la cabeza de Esther apoyada en su hombro y
adivinaba que se había quedado dormida
Despertó poco antes de que llegaran. Al bajarse de la moto Esther salió corriendo
porque ya se retrasaban veinte minutos, pero se había despeinado mucho durmiendo
durante el viaje y Maca la agarró del brazo para ponerle bien el pelo. Saludaron a Teresa
al llegar al fin a recepción
T: Es tardísimo ¿eh? Ya ha terminado la reunión y Dávila ha preguntado por vosotras.
Hoy no os libráis del toque de atención
M: Tirón de orejas mas bien... (se quitó la chaqueta)
T: Vienes con la misma ropa de ayer...
M: ¿Y que? ¿No puedo?
T: Sí, pero nunca lo haces... Es la primera vez que te veo repetir modelito...
E: Es que ayer dormimos en el campo y esta mañana no hemos tenido tiempo de nada
Esther respondió con brusquedad, dejando a Maca impresionada con la claridad de sus
palabras y entró en urgencias
Trabajaron cada una por su lado, sin coincidir en toda la mañana. A eso de la una Maca
se pasó en un hueco de cinco minutos por la sala de enfermeras a ver si había suerte. Se
la encontró tumbada en el sofá con una revista abierta sobre la cabeza, tapándole la cara.
Se acercó cautelosamente a ver si estaba dormida y le puso la mano sobre la suya. La
enfermera se quitó la revista y le hizo un hueco en el sofá
M: Qué forma tan extraña tienes de leer...
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E: Jajaja. Solo me estaba tapando la cara para aislarme de la luz, es que me duele la
cabeza y si la apago en cuanto entra cualquiera la vuelve a encender
M: Si lo llego a saber me traigo mi antifaz rojo
E: ¿No me digas que duermes con antifaz...?
M: No, solo lo saco para las noches de desenfreno
E: Jajajaja
M: ¿De que te ríes? Es verdad... (le acariciaba la mano) ¿Te duele mucho?
E: Bueno, se soporta, pero con el alboroto que hay en urgencias... Si es que es normal...
¿Qué se puede esperar de un lunes? es el día más horrible... Menos mal que a las tres
salgo ya
M: Qué suerte. Yo hoy tengo doble turno... ¿Por qué será que tengo que pringar tanto?
E: ¿Por que eres nueva?
M: Va a ser eso... Oye, pues eso de que te duela la cabeza no me viene bien para el
ejercicio que te iba a proponer, ¿eh?
E: Uy, uy... yo no quiero pensar mal, ¿eh?
M: Jajaja. Nooo. Te iba a decir que hicieras memoria a ver si recordabas ya lo que me
dijiste a las seis de la mañana
E: Ya me acuerdo... Que vergüenza... (se tapó con la revista otra vez)
M: ¿Y que recuerdas? (reía y miraba al techo mientras Esther seguía pasando el mal
trago con la cara tapada)
E: Pues que me dijiste que no querías venir con la misma ropa de ayer, que nos
fuéramos ya para que nos diera tiempo a ducharnos, y yo te dije que daba igual... y que
te daba un besito para recompensarte...
M: Vas bien...
E: ¡Eres mala!
M: ¿Por qué? ¿Por lo que te contesté? Yo estaba en mi derecho de elegir el lugar; venir
con la misma ropa de ayer es algo que me perturba seriamente...
E: Sí. Solo hay que ver lo pronto que te ha calado Teresita... Le he llamado la atención
seriamente ¿eh?
M: ¿Por?
E: Por esas confianzas contigo... preguntándote por qué venías con la misma ropa como
si fueras una amiga de toda la vida...
M: Pues tengo que reconocer que me has dejado sorprendida, porque cuando me
preguntó yo quise decirle que habíamos estado en el campo pero no me atreví porque
pensé que no te lo tomarías bien...
E: ¿Por que? Yo no tengo nada que ocultar... ¿No estoy haciendo nada malo, o si?
M: No. Bueno, sí: escaquearte de la conversación de antes... Te decía que no me gusta
venir con la misma ropa al curro, por eso la recompensa tenía que ser grande... Por eso
elegí el lugar del beso
E: Qué corte...
M: Bueno, al final te saliste con la tuya y dormiste hasta las siete ¿no? Aunque no te
entiendo... a fin de cuentas hubieras podido seguir durmiendo en la moto, como de
hecho has hecho
E: Pero es que era superior a mis fuerzas salirme de la cama tan temprano. Además,
estaba tan a gusto contigo...
M: ¿Sí? ¿Y eso por qué? Cuéntame...
Una enfermera entró en la sala sin llamar
Enfermera: Esther, te necesitan urgentemente en rayos
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
115
E: Voy
M: Pero si no te encuentras bien...
E: Da igual
M: Oye, ¿te apetece que me pase a verte cuando salga?
E: Si quieres... allí voy a estar (se fue sonriendo) Hasta luego
Haciendo un gran esfuerzo para trabajar Esther terminó el turno. Caminaba hacia casa
como un zombie con ese dolor que le martilleaba dentro. Nada más llegar se tomó dos
pastillas y se acostó un rato. Se levantó mucho mejor y le estuvo contando a Caro lo que
había pasado la noche anterior, sin poder explicarse la mitad de cosas que había hecho.
Sobre todo ese beso que le había ofrecido a la pediatra a cambio de seguir disfrutando
de ese bienestar de estar en la cama con ella, y ese impulso de meterse de incógnito en
su cuarto a mitad de la noche
Carolina se fue a trabajar y ella se quedó en el sofá, todavía dando vueltas a esos actos
inconscientes en los que no se reconocía a sí misma para nada. Volvía a dolerle la
cabeza de tanto pensar y decidió relajarse de la única manera en que lograba hacerlo
Maca volvía a bajar a su piso un poco extrañada. Se sentó en su cama y marcó el
número de Esther. Tras varios tonos Esther lo cogió un poco acelerada
E: Hola...
M: ¡Hola! ¿Qué tal estás?
E: Pues mira, ahora mismo genial, para serte sincera...
M: Estás mejor, ¿no? porque al final has salido
E: Sí estoy mejor, pero no he salido, estoy aquí
M: ¿Qué? Pero si yo acabo de llamarte al timbre...
E: Ay, perdona cariño, es que estoy tomando un baño de espuma, relajándome...
M: Aaahhh...
Se hizo un silencio de varios segundos. Maca tenía la mente anulada, no sabía que la
eclipsaba más, si ese "cariño", ese ruido del agua que provocaba Esther al moverse y
que podía oír al teléfono, la velocidad a la que volaba su imaginación imaginando a
Esther completamente desnuda y cubierta de espuma en la bañera o el recuerdo de ese
beso que Esther le había tenido que dar en el lunar del escote la noche anterior
E: Lo siento, de verdad. Es que estoy aquí con la puerta cerrada en mi mundo y no he
oído nada. El teléfono sí porque me lo había traído al baño
M: Cuidado, no se te vaya a caer y adiós móvil...
E: No, no, yo tengo cuidado...
M: ¿Se te ha pasado entonces?
E: Totalmente. Llevo una hora en la bañera
M: ¡Jope! Tienes que estar arrugadísima...
E: Soy un pellejo andante, pero es que se está tan bien...
M: Jajaja. Es casi lo mismo que te pasaba esta mañana en la cama, ¿no?
E: Sí, hoy creo que me voy a quedar a dormir en la bañera...
M: Oye, ¿puedo preguntarte una cosa?
E: Bueno...
M: ¿Por qué después de negarte a dormir juntas te metiste en mi cama?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
116
Lección 7: CUANDO LA MANZANA ESTÁ MADURA, CAERÁ
E: Es que tuve una pesadilla. Soñé con serpientes y tenía miedo...
M: Jajaja. Querías sentirte segura, ¿no? Bueno, y desde que te viniste ¿pudiste dormir
bien?
E: Si te soy sincera tardé más de media hora, y eso es mucho para mí, que suelo caer
redonda en cualquier sitio...
M: ¿Qué te pasaba? ¿Te seguían asustando las serpientes?
E: No, no era precisamente por las serpientes...
M: ¿Entonces por qué era?
E: Jajaja. Me da palo decírtelo...
M: Anda... ¿No te da vergüenza negarme ese capricho? Que por la mañana me llamaste
mentirosa y todo... Y ahora que te acuerdas ya has comprobado que yo no te engaño...
E: Ya te pediré disculpas cuando te vea...
M: No quiero que pidas perdón, quiero que me digas por qué no te dormías
E: Era porque... porque no podía dejar de mirarte...
Maca se calló un rato, sonriendo, aunque casi que de lo que tenía ganas era de llorar
E: ¿Te vas a enfadar por eso?
M: ¿Cómo me voy a enfadar?
E: Como no me dices nada...
M: Si tu supieras...
E: ¿El que?
M: Nada, nada... El que calla otorga, ¿no?
E: No, no. Ahora me lo dices... ¿O que pasa que tu puedes indagar y yo no?
M: Si quieres saberlo baja a cenar a mi casa
E: ¿A cenar? ¿Qué vas a preparar?
M: Yo me encargo del postre, y tú de todo lo demás
E: Eso no es justo... Yo voy a tener mucho más trabajo...
M: Es que acabo de llegar y como que no tengo muchas ganas de cocinar. Seguro que a
ti, que estás tan relajada, no te importa preparar algo ligerito, solo la excusa para luego
dar paso a mi postre espectacular...
E: Ah ¿sí? Pues voy a hacer tanta comida que no me va a quedar sitio para probar tu
postre espectacular...
M: Para un buen postre siempre se hace hueco. Además, ¿a ti quien te ha dicho que mi
postre va a ser algo de comer?
E: Aahh... No sé... ¿Qué es si no?
M: Baja a las diez y lo verás. Nos vemos luego
E: Espera. ¿Ya vas a colgar? Quédate hasta que me vaya a salir del baño, ¿no?
M: ¿Tú quieres matarme?
E: ¿Qué?
M: Que no puedo hablar contigo sabiendo que estás en el baño...
E: ¿Por que no?
M: Porque te imagino y no me salen ni las palabras... Y encima te pones a hacer ruido
jugando con el agua... Como comprenderás de lo que me dan ganas no es precisamente
de hablar...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
117
E: ¿Y de qué tienes ganas?
M: Como te lo diga no vas a bajar...
E: ¿Y tú qué sabes? A lo mejor si me lo dices bajo antes de lo que te imaginas...
M: ¿Quieres que te diga la verdad?
E: Por favor
M: Me dan ganas de subir y meterme en la bañera contigo, y encargarme yo de
bañarte... y de lo que haga falta...
E: Pues entonces no me va a quedar más remedio que darte una copia de las llaves... O
a lo mejor eso es ir demasiado rápido para ti...
M: ¿Quieres dejar de preocuparte por eso? Te juro que nunca me he arrepentido tanto
de mis palabras...
E: ¿Te arrepientes?
M: No sabes cuanto...
E: Suerte que siempre se está a tiempo de rectificar...
M: Venga, salte del baño ya, que vas a perder la piel
E: Bueno... ¡Anda! se me ha olvidado sacar del mueble el albornoz... Ahora voy a pasar
un frío...
M: Pues vete dándome esa llave, que no puede ser que una mujer como tú pase frío...
Nos vemos a las diez, ¿vale?
A las diez en punto Esther tocó el timbre de Maca trayendo una bandeja enorme tapada
con un trapo
M: ¡Hola! ¿Pero que es eso? ¿No te dije que prepararas poca comida?
E: Sí, pero como no sé si tu postre al final es algo que se come o no, no quiero que
pasemos hambre. Qué mesa más bonita...
M: ¿Te gusta?
E: Me encanta. A mí me encantan estas cosas, pero yo no las preparo con tanto arte
M: Bueno... es que ésta está preparada con mucho cariño, pensando en ti... (la abrazó
por detrás y la besó casi imperceptiblemente en el cuello)
E: Tú hoy estás dispuesta a ponerme roja desde el principio de la noche, ¿no? Bueno, y
ya que lo estoy dime qué es eso que tengo que saber de anoche, por si me pongo
colorada que no se me note...
M: No, no... Eso a los postres, ya te lo he dicho
Cenaron a la luz de las velas, disfrutando del vino y de una música muy suave que había
puesto Maca. Llevaban ya un rato charlando entre risas, haciendo hueco para el postre
E: Bueno, ¿vas a traer el postre ya? No es que tenga hambre, es que me muero de la
curiosidad...
M: Vale, pero espera... (caminó hacia su cuarto y volvió con un antifaz rojo)
E: Jajaja. ¿Ese es el antifaz del que me hablaste?
M: Sí. Te lo voy a poner para darte una sorpresa...
E: ¿No me dijiste que solo lo sacabas para noches de desenfreno?
M: (se acercó a su oreja y tras besarla por la parte de atrás le susurró) ¿Y qué piensas
que va a ser esto?
E: (suspiró y contestó con un hilo de voz) No sé...
M: Espera...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
118
La pediatra cogió la botella de vino para dejar vacía la cubitera. Esther se quedó con los
ojos tapados mientras escuchaba los pasos de Maca hacia la cocina y un ruido que
parecía el de un exprimidor. Al momento Maca volvió con la bandeja del postre y dio
otro viaje a la cocina para traer la bebida para acompañarlo. Tras verter un poco de cava
en la coctelera metió la botella de cava en la cubitera para que se conservara fría y
mientras la agitaba se acercó de nuevo al oído de Esther
M: Seguro que nunca has probado esto...
E: ¿Qué es?
M: Prueba... (lo sirvió en una copa y se lo dio a probar sin quitarle el antifaz)
E: Ummmm. Qué bueno... ¿Qué es?
M: Cava catalán con zumo de naranja
E: Está buenísimo
M: Tiene un sabor muy suave, pero emborracha, ¿eh? no te confíes... Bueno, y lo otro
es un postre que hago siempre que quiero conquistar a alguien por el estómago...
E: ¿Y a mí me quieres conquistar?
M: Bueno... creo que es bastante evidente, ¿no? no me esfuerzo demasiado en
ocultarlo... (cortó un trozo de tarta y lo llevó en una cuchara hasta la boca de Esther) A
ver...
E: Joder... ¿qué es esto? Está buenísimo...
M: Flan de chocolate con almendras
E: Parece una tarta...
M: Es que es una receta mágica...
E: Me la tienes que dar...
M: No, no. A mí lo que me interesa es que si quieres volver a comerlo tengas que
venir...
E: Está de muerte... Ummm, dame otro trocito. O mejor, quítame el antifaz, que quiero
ver la pinta que tiene
M: La pinta buenísima, pero el antifaz me temo que no te lo vas a quitar en lo que
queda de noche...
E: No me digas eso... que no me gusta estar con los ojos tapados...
M: ¿No? (bajó el tono de voz) Eso será porque nunca te han hecho pasarlo muy, muy
bien con los ojos tapados. Pero no te preocupes, que yo me encargo...
Besó sus hombros mientras masajeaba sus cervicales con la punta de los dedos. subió un
poco su boca y empezó a succionarle el cuello y la nuca, llevando su lengua al lóbulo de
su oreja y a la parte posterior de esta. Bajaba sus manos cada vez más por su espalda...
E: Oye, espera... Dime lo que me ibas a decir... por favor. Me lo prometiste...
M: Bueno... Como ya estamos con el postre... ya puedo decirte que esta noche no he
podido dormir porque me la he pasado mirándote, y que esta que empieza ahora
tampoco pienso dormir porque también la voy a pasar mirándote, aunque creo que con
otros ojos...
Esther sentía que se inflamaba más y más con ese susurro de Maca en su oído, con su
respiración tan cerca de su nuca... No pudo más y se quitó el antifaz. Se giró en la silla
para cogerle la cara a Maca con ambas manos, por la barbilla, y acercar su boca a la
suya para recorrerla salvajemente con su lengua, y poder descargar todas esas ganas de
sentirla que arrastraba desde la noche anterior
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
119
M: ¿Quieres más flan? (le preguntó cuando se separaron)
E: Tengo hambre, pero no precisamente de flan...
M: Pues vente... (la cogió de la mano) Espera... esto te lo pones, hazme caso (volvió a
colocarle el antifaz)
E: Ay... Es que me agobio...
M: Tú relájate, que seguro que te va a gustar... (y empujándola suavemente caminando
detrás de ella fue llevándola hacia la habitación)
Esther intentaba ladear la cabeza y buscar la boca de Maca, pero ésta no la apartaba de
su nuca y parecía haberse quedado pegada a ella mientras la succionaba
Al llegar a su cuarto Maca se apartó un segundo para cerrar la puerta y dejó a Esther en
medio de la habitación con los ojos tapados sin saber que hacer. Pensó en buscar una
cosa que guardaba en uno de los cajones de la cómoda, pero cuando la tuvo en sus
manos la soltó en la mesa de noche para dejarla para más tarde
Se acercó a Esther por la espalda, metió las manos por dentro de su blusa y respiró muy
cerca e su oreja, pero cuando la enfermera se dio la vuelta para tocarla se apartó y
caminó en otra dirección sonriendo, huyendo de ella. Esperó a que Esther se quedara
quieta de nuevo para aproximarse a ella lateralmente; rozó su clavícula y el tramo
ahuecado de su garganta con el dorso de su mano y se abalanzó hacia su cuello, dejando
tiempo esta vez a Esther de abrazarla mientras lo devoraba a lengüetazos. Después
volvió a apartarse para ver si en esta ocasión hacía protestar a Esther, pero lo que
escuchó fue más bien una súplica de su parte
E: Maca, no te vayas más...
M: Solo quería hacerte sufrir un poquitín (la agarró de las manos y caminó con ella
hasta la cama)
E: ¿Sabes que he estado pensando en una cosa que me dijiste hace tiempo?
M: ¿En qué? (se subió de rodillas en la cama frente a Esther, que también se apoyaba
sobre sus rodillas)
E: En que es cierto que no se puede dejar todo en manos del destino... A veces hay que
coger el destino con las dos manos
Llevó las manos a tientas a sus mejillas, las acarició y tiró para atraerla hasta ella.
Acercó la boca a la suya y la besó. Deslizó las manos desde su mentón hasta su cuello y
empezó a frotarlo lentamente mientras la besaba, y a intentar hacer fuerza contra ella
para tumbarla en la cama, pero la pediatra se apartó en cuanto se dio cuenta de sus
intenciones
M: No, no, no... Esta vez no. Siempre quieres llevar la voz cantante, pero hoy no te vas
a salir con la tuya. Hoy voy a quererte a mi manera
E: ¿Y cual es tu manera?
M: Eso no dice; se demuestra
E: Dímelo al oído, yo te guardo el secreto
M: Pues... Voy a quererte despacio. Quiero disfrutar del milagro de tenerte entre mis
brazos y poder decir que conozco cada poro de tu piel, que lo he rozado con mis dedos,
con mi boca, con mi pecho... Quiero que te desgarres de placer y que te olvides de
todo... Quédate quieta...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
120
La besó una vez más hundiendo las manos en su cuero cabelludo y enredando sus dedos
en su pelo al mismo tiempo que se enredaba cada vez más profundamente en su boca.
Levantó un poco la parte de abajo de su camiseta y mientras la abrazaba respirando
agitadamente en su oído, recorrió con sus manos sus costados subiéndolos hasta su
espalda por la línea de su columna vertebral. Retiró la camiseta para poder tocarla más
cómodamente, se perdió con los dedos en los huecos de sus costillas, que se le
marcaban completamente estando tumbada. Hundió su lengua por todos esos rincones
picudos que dibujaban los huesos de Esther en su piel y volvió a su espalda con las
manos
E: No sé qué tienes en los dedos, pero me queman...
M: ¿Sí? Bueno, si es así puedo tocarte de muchas maneras... No me hace falta usar los
dedos...
E: Ah ¿no?
M: Nooo... (le quitó el broche del sujetador y la tumbó en la cama)- Espera, en seguida
vuelvo...
Salió de la habitación y fue a la cocina a por la cubitera. Dejó la botella de la cava
dentro y la cubrió con hielo. Volvió y la dejó en la mesa de la noche. Se acercó a Esther
dándole la bienvenida en un susurro tras dejar un beso tibio en sus labios
M: Hola...
E: Hola. ¿Dónde has ido?
M: Sshhh. No quieras saber tanto...
Desató una especie de lazo que llevaba la camiseta para unir el cuello y lo cogió en la
mano
M: Ahora verás...
Lo estiró a lo largo de su canalillo y tiró de la punta para hacerle sentir la suavidad del
lazo deslizándose por su abdomen. Lo deslizó también en círculos en torno a su
ombligo. Lo pasó por sus brazos de abajo a arriba y sin tocarla en ningún momento con
las manos volvió a su boca para besarla nuevamente mientras quitaba el botón y la
cremallera de su pantalón. Volvió a descender para tirar de ellos lentamente y lanzarlos
lejos de la cama. Cuando ya los tenía fuera de su camino dejó un beso en uno de sus
muslos y los recorrió formando eses con el lazo, jugando con el contorno de sus
rodillas. Le dio la vuelta y lo deslizó por la parte de atrás de sus piernas, por su espalda
y su nuca, sin prisa
M: ¿Has visto? (le preguntó antes de morder levemente el lóbulo de su oreja)
E: Sí, ¿pero no piensas tocarme directamente con los dedos nunca más?
M: ¿No decías que te quemaban?
E: Sí, pero no era precisamente un comentario negativo...
M: Pues lo siento, pero vas a tener que pasar un buen rato sin sentir mis dedos
cerquita... De momento vas a sentir otras cosas... Tú no pienses en nada...
Retiró el sujetador, que llevaba rato desabrochado. Cogió una gran pluma blanca que
había dejado en la mesa de noche y aprovechando que Esther seguía de espaldas la pasó
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
121
por su nuca, provocándole un cosquilleo incontrolable a lo largo de la espalda que hizo
que todo su cuerpo temblara al son de su risa
M: ¿Qué pasó?
E: Me haces cosquillas...
M: ¿No me digas?
Bromeaba mientras pasaba las piernas una a cada lado de su espalda y se sentó en sus
nalgas. Se agazapó sobre su espalda apoyándose en su hombro y deslizó la suavidad de
la pluma a lo largo de sus vértebras, ascendiendo y descendiendo, para al final volver a
su nuca y curvarla para que llegara a su cuello y hasta la parte de atrás de sus orejas.
Reía contagiada de la risa de Esther y disfrutaba de ese sonido alegre que le alegraba la
vida y que se estaba llegando a convertir en su maná
Le entraban ganas de soltar la pluma, romper ese contacto tan superficial que no le
permitía sentirla y posar las palmas de sus manos abiertas sobre su espalda, bajarlas
lentamente hasta sus glúteos y apretarlos con fuerza, sintiendo el calor de su piel
transmitiéndose hasta llegar a la suya a través de sus dedos
E: Anda, déjame quitarte el pantalón...
M: Nooo
E: Es para sentir tu piel, y no un trozo de tela...
M: Bueno, teniendo en cuenta que estás castigada sin dedos, haré una concesión
Ayudó a Esther a levantarse y guió su mano hasta el botón de los vaqueros, dejándole
plena libertad para deshacerse de ellos. Se estiró para que pudiera quitárselos mejor y se
tumbó al revés sobre la cama, poniendo los pies sobre la almohada. Esther aprovechó la
tregua para colocarse sobre ella y besarla como si el mundo se fuera a acabar. Le quitó
uno a uno los botones de la camisa, recorriendo en círculos con su pulgar cada
milímetro de piel que iba quedando al descubierto. Tocó sus pechos por encima del
sujetador mientras dejaba besos por cada rincón de su cuello. Recorrió sus brazos con
las yemas de los dedos, desde sus hombros hasta llegar a sus manos. Las entrelazó con
las suyas y las llevó hasta sus nalgas para que Maca las dejara allí, pero la pediatra
rápidamente las apartó y hizo presión en los brazos de Esther para levantarla
M: No, eso no. Ya te he dicho que estás castigada sin mis manos...
E: Jooo. ¿Hasta cuando?
M: Hasta que ya no puedas más...
Giró sobre ella y la tumbó, dándole la vuelta para quedar de nuevo encima. Retiró su
sujetador, que había desabrochado hacía rato, y armándose de valor venció el pellizco
que estrangulaba su garganta al contemplar su voluptuosidad sin poder tocarla. Buscó la
pluma. Que se había quedado debajo de las piernas de Esther y tomó la misma posición
de antes. Acarició los pechos de Esther suavemente con la pluma sentada a horcajadas
sobre ellas, pero separadas por una sola prenda, que impedía que sus centros encajaran
pero les permitía sentir el calor que las dos desprendían
Esta vez Esther ya no podía reír con el cosquilleo de la pluma; parecía muy seria. Maca
se inquietó y le quitó el antifaz para asegurarse de que estaba bien. Esther se estremecía
como antes, pero sentía cómo sus pezones se endurecían y su corazón se alborotaba y ya
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
122
no había lugar para las risas, solo mantenía una mirada profunda sobre los ojos de
Maca, que no miraba sus pechos sino que nada más quitarle el antifaz se había perdido
en el brillo y los destellos que inundaban sus ojos, intentando ahondar en ellos y sacar a
relucir sus sentimientos, esos sentimientos que a la enfermera parecía costarle la vida
expresar a veces. La fuerza de su mirada obligó a Maca a apartar la vista y fijarse en que
Esther tenía la piel de gallina y los pechos cada vez más hinchados, implorando su calor
y el roce de sus dedos. Sentía también sus pechos inflamándose precipitadamente, hasta
el punto de que le tiraba la piel y el sujetador le apretaba cada vez más. Decidió ignorar
las súplicas de Esther y hacer un poco de caso a sus propias necesidades, y se lo
desabrochó para acabar con esa molestia. Los ojos de Esther parecían chispear entonces
más que nunca. La pediatra sonrió y le puso el antifaz de nuevo
M: Sueñas si crees que voy a dejarte mirar...
Se tumbó sobre ella apoyando los pechos contra los suyos. Hizo coincidir durante unos
segundos sus pezones con los de Esther, oyendo su respiración cada vez más agitada y
aguantando la suya para poder soportar lo que quedaba de ese castigo que se estaba
convirtiendo en su propia tortura
Comenzó a mover el tronco despacio, deslizando sus pezones por el resto del pecho de
Esther, conduciéndolos lentamente por sus aureolas y su canalillo para que sintiera su
dureza y siguiera excitándose. Bajó por su abdomen y se paró a la altura de su ombligo,
clavando sus pezones a ambos lados. Se desplazó un poco hacia la izquierda y
apoyándose con la mano en su costado recorrió en círculos el agujero de su ombligo con
el pezón izquierdo, primero por el exterior y a continuación por la parte interna
Bajó hasta llevar a su boca al contorno de sus braguitas, apoyándose completamente
sobre ella, con sus pezones en sus muslos. Cogió su ropa interior con la boca,
agarrándola con los dientes y tiró de ella un poco, dejando los huesos de la cadera al
descubierto. Recorrió con la lengua el montículo que formaban y tiró con sus dientes del
todo del filo de sus braguitas, ayudándose con una mano para quitarlas del todo. Volvió
a subir pegada a su piel, deslizando su pezón ahora por la superficie más externa de su
vulva y rozando levemente con él esa piedra preciosa donde toda sus sensaciones
confluían. La pilló de sorpresa al rozar su clítoris y le provocó un gemido inesperado y
agudo
Siguió reptando sobre ella sin dejar hueco para que el aire interfiriera entre las dos,
dejando caer sus cabellos a su paso, acariciándola con ellos. Llegó con su pecho hasta la
boca de Esther, que se lanzó a por él levantando el cuello y logró agarrarlo con sus
labios. La pediatra intentó apartarse, pero Esther retuvo el pezón estirándolo todo lo que
pudo entre sus labios, resistiéndose a dejarlo marcha. Maca entonces se rindió ante su
propia ansiedad y lo bajó, permitiendo que la enfermara lo abarcara plenamente con la
boca y sintiendo como deslizaba ferozmente su lengua por su aureola y su pezón
mientras la sujetaba con fuerza por la espalda para impedir que se fuera.. Entonces
abandonó el pecho para alcanzar el otro; consiguió colar una de sus manos subiéndola
por el costado de Maca y lo apretó implacablemente, como preparándolo para la fuerza
con que inmediatamente lo atrapó en su boca. Maca la dejaba hacer mientras agarraba
su pelo fuertemente para ahogar el giro que llegaba a su garganta
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
123
Esther entonces se movió y levantó aún más el cuello, para llegar al de la pediatra y
chuparlo con su lengua y su labio inferior, estirándolo al deslizarlo por su piel. Besó el
lóbulo de su oreja y Maca le facilitó la llegada hasta su boca. Se besaron
descontroladamente, más bien mezclando sus respiraciones que sus lenguas. La pediatra
se apartó y puso la cabeza entre los pechos de Esther para comprobar cómo su corazón
latía a un ritmo de infarto, el mismo ritmo al que se agolpaba su clítoris palpitando
sobre el resto de su sexo, reclamando atención inmediata. Le quitó el antifaz para
mirarla una vez más a los ojos e intentar transmitirle con los suyos lo que le esperaba.
Volvió a despojarla de su visión con el antifaz y besó su nariz
Descendió directamente hasta situarse entre sus piernas. Flexionó sus rodillas,
deslizando las palmas de sus manos abiertas por sus muslos. Enroscó los brazos
alrededor de sus piernas alzadas y bajó la cara por su muslo, dejando pequeños besos
por toda su cara interna, hasta llegar a estar frente a su sexo. Se quedó ahí parada sin
hacer nada, solo acelerándose cada vez más, mirándolo, sintiendo como un fuego
imparable las ganas de abrirlo y saborearlo bien, comenzando a respirar
inconscientemente cada vez más rápido sobre él, dándole calor. Esther estaba llegando a
alterarse tanto sintiendo ese aire caliente tan cerca de su vulva que cuando por fin Maca
reaccionó y pasó la punta de su lengua sobre ella arqueó la espalda y suspiró
sonoramente. La pediatra sonrió y dejó otro lengüetazo igual que el anterior, desde la
entrada de su vagina hasta su clítoris. Abrió la boca y siguió lamiendo mientras
aguantaba todo su sexo dentro de su cavidad, mojándolo más aún con la humedad de su
lengua. Luego se apartó para centrarse en su entrada y empezó a recorrer sus
alrededores en círculos con la lengua y a penetrarla con ella poco a poco, hundiéndola
cada vez más, hasta el punto de llegar a temer perderla dentro de aquel túnel que parecía
no tener fin. La sacaba despacio para volverla a introducir deprisa, empapándose del
sabor de Esther y oyendo cómo cada vez le era más difícil respirar
Se detuvo para darle unos segundos de pausa y al oír sus gemidos de protesta decidió
torturarla un poco más... Agarró su clítoris entre los dientes con mucho cuidado y
deslizó su lengua entre ellos, lamiéndolo despacio, pero sin parar...
Sentía como crecía en su boca y cómo palpitaba al mismo ritmo vertiginoso de su
corazón. Lo liberó de sus dientes y lo atrapó ahora con sus labios para estirarlo un
poquito. Luego empezó a mover su lengua sin centrarse en ninguna parte en particular,
desplazándola de arriba abajo y llegando casi a entrar dentro ella cuando bajaba. Cada
vez que rozaba su entrada con la punta de la lengua Esther movía las caderas intentando
que llegara más adentro casi sin poder soportar ese fuego interno que se apoderaba más
de ella cada segundo que seguía vacía. Maca notaba esa excitación extrema, como un
volcán que quería estallar pero no podía, que necesitaba urgentemente sentir sus dedos
dentro, y escuchaba el compás de su respiración suplicante
Volvió a lamer su clítoris, haciéndola disfrutar pero llevándola al mismo tiempo hasta el
límite en que ya no podía más, sintiendo su interior abandonado, y mojado como nunca.
Fue entonces cuando Maca lo dejó todo por un segundo
Se levantó y acercó la cubitera a la cama. Hundió los dedos dentro durante unos
segundos mientras no dejaba de presionar el sexo de Esther con la mano, haciendo girar
su pulgar. Sacó los dedos del hielo y súbitamente introdujo dos de ellos dentro de la
enfermera, provocándole el grito más delirante que su garganta había emitido jamás,
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
124
calmando poco a poco la fiebre de su cuerpo. Pero su calor era tan grande que hacía
desaparecer el agua que se había quedado en las manos de la pediatra. Repitió la
operación de nuevo, pero la frialdad del hielo apenas lograba mitigar el calor de Esther
por unos momentos y lo hacía resurgir enseguida y con más fuerza. La única solución
era llevar ese calor hasta un grado más extremo todavía; hacerlo estallar...
Hundió más aun sus dedos, apurando al máximo su longitud, hasta el punto de que
podía tocar el final de su glúteos con la palma de la mano. Movía los dedos al mismo
ritmo frenético al que Esther empezaba a convulsionarse con ellos dentro, y succionaba
su clítoris cada vez más rápido, sintiéndolo muy hinchado. Aceleró un poco más tanto
su lengua como su mano mientras miraba los labios entreabiertos y resecos de Esther.
Notaba su temblor, cada vez más evidente, y en pocos segundos sintió como todo ese
calor de la enfermera se fragmentaba para abandonar su cuerpo a borbotones,
empapando su boca y sus dedos
Dejó la mano donde la tenía mientras le daba tiempo para recuperarse, y besó su clítoris
antes de posarle la cara sobre los muslos para notar el temblor de sus piernas.
Aprovechando la lubricación de Esther deslizaba poco a poco sus dedos hacia adentro y
hacia afuera, y su respiración, que empezaba a calmarse, volvió a resurgir agitada,
provocada por ese movimiento ahora mucho más tranquilo
La pediatra volvió con la boca al centro de Esther. Sacó sus dedos. Con una mano a
cada lado de su sexo lo abrió y lo agarró entero con la boca. Lo recorrió muy
suavemente con la lengua, introduciéndola en su vagina de vez en cuando, muy
pausadamente, haciendo creer a Esther que le esperaba un orgasmo relajado, y no
salvaje y violento como el anterior. La enfermera disfrutaba sin prisas de las caricias
suaves que Maca iba dejando con la punta de su lengua; su respiración empezaba a
entrecortarse de nuevo
Maca escuchaba sus suspiros, pero eran solo amago de gritos. Quería escucharla gritar
otra vez tan intensamente como antes, ver sus pupilas chispear, dilatadas al máximo.
Así que abandonó por completo su actividad. Subió hasta su boca y la besó mientras le
quitaba el antifaz. Volvió a hundir sus dedos en el hielo hasta que estuvieron bien fríos
y los paseó por los pechos de Esther, erizando al instante toda su piel y haciendo que
sus pezones entraran en estado de alerta. Seguía besándola mientras apretaba sus pechos
con las manos heladas, manteniendo los ojos bien abiertos, sin perder detalle de lo
excitada que estaba Esther e intentando adivinar sus reacciones
La enfermera cogió una mano de Maca y la llevó hasta su centro, para quejarse de la
prolongada ausencia a que lo sometía; pero Maca no estaba dispuesta a que Esther
tuviera decisión sobre lo que era conveniente o lo que no. Quería hacerla sufrir un poco
más; que deseara desesperadamente sentir sus dedos dentro...
Pasó un rato más recorriendo sus pechos, volviendo a enfriar sus manos a menudo y
descendiendo por su vientre hasta llegar a su vello púbico y estirarlo ligeramente,
encendiéndola aun más, haciéndole creer que iba a continuar bajando para luego volver
a subir. Esperó a pillarla por sorpresa y cuando apretaba sus pechos con las manos bajó
una de ellas y la penetró de golpe con el dedo índice. Al escucharla gritar decidió
prolongar un poco más su sufrimiento
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
125
Siguió besándola y merodeó con la mano por todo su sexo, pasando por alto su piedra
preciosa, solo rozándola, hasta que se quedó deslizando sus dedos circularmente a la
entrada de su vagina, sin adentrarse en ella
Esther paró su lengua dentro de la boca de Maca, estaba tan acelerada que ya solo podía
concentrarse en seguir respirando. Mordió su labio inferior para llamar su atención y la
pediatra entonces entendió que le faltaba muy poco para explotar
Bajó dejando besos por su abdomen y se posicionó otra vez entre sus piernas. Lamió
por última vez su interior, entreteniéndose por cada rincón, y subió la lengua hasta su
clítoris para fijarla allí, recorriéndolo en todas las direcciones. Hundió sus dedos aún
fríos profundamente en su interior, moviéndolos alocadamente dentro
A los pocos segundos paró su lengua un momento para pasar sus labios por su clítoris y
rozarlo con ellos y luego se quedó con la boca sobre él y comenzó a jadear... Miró a
Esther, que empezaba a convulsionarse con los ojos cerrados y la boca semi abierta,
respirando cada vez más rápido. Sus suspiros se confundían con los que Maca dejaba
sobre su sexo para excitarla, y poco a poco se iban transformando en gritos. Aceleró un
poco más el ritmo de su mano para hacer que Esther perdiera lo poco que le quedaba de
control y esperó a que gritara ya más descontrolada para succionar su clítoris con
fuerza, chupándolo desde abajo al mismo tiempo
Esther agarró un dedo de Maca y se lo llevó a la boca, intentado evitar gritar
mordiéndolo, pero la pediatra se lo quitó y finalmente soltó toda su tensión en gemidos
continuados
Maca se tumbó sobre ella, sonriendo al escuchar su manera de estallar y volvió a meter
las manos en el hielo. Subió por toda la piel de Esther deslizándolas, calmando con el
frío el calor que despedía su cuerpo, La respiración de Esther se iba normalizando al
sentir la frialdad del agua, mezclándose con su sudor. Poco a poco se iba recuperando y
en su cabeza ya solo cabía un objetivo: hacer a Maca muy, muy feliz
Maca seguía recorriendo las curvas de Esther, su vientre sus brazos... con sus manos
humedecidas, hasta que la enfermera la agarró fuerte por el brazo y tiró de ella. La miró
y supo que jamás podría olvidar aquella noche por muchas otras que pasaran...
Rondando a las doce Maca se despertó. Antes de abrir los ojos pasó la mano por la
cama, esperando encontrar a Esther, pero solo lograba tocar la sábana, que estaba
todavía mojada y caliente al mismo tiempo. Se alarmó al darse cuenta de que no estaba
a su lado y abrió los ojos. Se levantó de la cama desnuda, tal como estaba y fue al baño.
No estaba allí, ni tampoco en el salón. Recorrió toda la casa y no la encontró. Parecía
enteramente que hubiera huido... pero no quería ni pensar en esa posibilidad
Después de pasar una noche como aquella, ¿qué motivo podría tener Esther para querer
huir?
Se quedó parada unos minutos en el salón, mirando a todas partes sin saber que hacer,
hasta que escuchó una llave girarse en su puerta. Era Esther, que llegaba con una bolsa
en la mano y una rosa amarilla en la otra
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
126
E: ¿Qué haces aquí en medio desnuda?
M: ¿Qué qué hago yo? ¿Qué haces tú? ¿Dónde te habías metido?
E: Te he cogido las llaves, que he ido a la esquina a por churros. ¿O es que después de
lo de anoche no me vas a invitar ni a un café? (le dio la rosa)
M: Mejor te invito a quedarte para siempre (se abrazo a ella riendo) Vaya susto me has
dado...
E: ¿Creías que me había escapado?
M: Pues me ha dado miedo, la verdad
E: Tengo muchos defectos, pero tan tonta no soy... tú no eres una mujer como para
dejarla abandonada en mitad de la noche
M: Ah ¿no?
E: No... (se acercó a ella mirándola fijamente a los ojos)
M: ¿Y la rosa?
E: La rosa es porque me cuesta expresar las cosas con palabras, y de alguna forma tenía
que decirte que me has hecho muy feliz. Pero no la metas en agua, ¿eh? Que tiene una
misión por cumplir... (se la quito)
M: ¿Hacemos café?
E: ¿Café? ¿Quién quiere café?
M: Como has dicho antes que...
E: Sshhh (la corto poniéndole los dedos en los labios y deslizándolos por ellos mientras
no dejaba de mirarla) Estoy segura de que lo que quieres hacer ahora no es desayunar.
M: Pues me da pena, porque tus churros se van a enfriar y te has molestado en bajar a
por ellos, pero lo que realmente me apetecía es darme una ducha calentita
E: No me digas eso... Que va a ser una tentación muy grande...
M: ¿Te vienes? (cogió su mano y siguieron hablando de camino a la habitación)
E: No, no. Que como empiece otra vez... no respondo de que lleguemos a tiempo al
hospital...
M: Pero si no tenemos que ir hasta las tres... Anda tonta, báñate...
E: ¿Y si dejamos eso para luego? Es que me dan ganas de otra cosa...
Se puso detrás de ella, la colocó de rodillas en la cama y empezó a masajearle los
hombros
M: ¿De que?
E: ¿Tú sabes cuantas estrellas hay en el cielo?
M: No, ¿por qué?
E: Porque te las voy a hacer ver todas...
Se tumbó a su lado de perfil. Sacó la rosa de su envoltorio y la agarró por la mitad del
tallo. Deslizó los pétalos por su nariz y cuando llegó con ellos a su boca Maca cerró los
ojos. Entonces los rozó con la rosa, pasando el extremo de uno de los pétalos por sus
pestañas. La bajó por sus mejillas hasta pasarla de nuevo por su boca, recorriendo sus
labios lentamente. La llevó por cada rincón de su cuello como si se tratara de un paraje
paradisíaco, deslizándola por el hueco central, por su clavícula, y bajando por su escote
hasta alcanzar sus pechos. Dio varias vueltas en torno al circulo externo que formaban
con la flor, apenas rozándola, y se fue aproximando muy poco a poco en círculos
concéntricos al centro de su seno, donde la dulzura de su pezón se erguía esperando
mezclarse con la dulzura de los pétalos, pero lo paso de largo y se fue directa al otro
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
127
pecho. Lo rozó con la rosa, pero esta vez anárquicamente, guiándola en direcciones
múltiples y desordenadas
La bajó por su canalillo a lo largo de su abdomen hasta llegar a su ombligo. Se
entretuvo en recorrerlo circularmente con la flor y luego la bajó rápidamente, apenas
rozando su vulva, hasta sus piernas. Descendió con ella por uno de sus muslos hasta
llegar a sus pies y repitió la operación con la otra pierna. Volvió a subir rozándola con
los pétalos y la besó en la boca. La pediatra se incorporó y la besó con toda la piel
erizaba y deshaciéndose en escalofríos. Le quitó lentamente la ropa sin dejar de besarla,
abrazándola a cada momento. Esther la dejó actuar, pero cuando empezó a pasarle la
mano por la barriga, soltó la rosa la agarró por los brazos y le pidió que se pusiera de
espaldas
Se sentó al final de sus piernas, entre ellas. Colocó las manos en sus tobillos y comenzó
a masajearlos, subiendo por sus gemelos. Al llegar a sus muslos intensifico los
movimientos de sus manos según ascendía. Maca abrió las piernas, como poniéndose a
su disposición. La enfermera sonrió por ese manifiesto de Maca de querer más y
quererlo ya, pero lo ignoró completamente y siguió subiendo por los glúteos,
apretándolos con fuerza y volviéndolos a soltar. Succiono y mordisqueó un poco la zona
y subió definitivamente a su espalda
Se sentó en sus nalgas y cogió la rosa de nuevo. La acarició con ella desde el final de su
espalda, haciendo una especie de slalom, saltándose sus vértebras una a una hasta llegar
a sus cervicales. Aparto su pelo hacia un lado y cubrió su nuca de caricias con la flor.
Rozo también la parte trasera de sus orejas y luego se abalanzó sobre ellas con su
lengua. Succionó y besó el lóbulo y lo lamió mientras no dejaba de pasar la rosa por su
espalda
Volvió a girarla y a besarla en los labios. Llegó son su boca al pecho izquierdo y lamió
directamente y por sorpresa su pezón. Pasó la lengua por los alrededores, deteniéndose
en ese lunar que tanto le gustaba y que siempre le servia de pasadizo entre un pecho y
otro. Alcanzó el otro y deslizó la punta de la lengua en círculos desde su parte externa al
interior, despacio. Y antes de acercarse a su centro deshizo los pétalos de la flor,
dejándola desnuda y cubriendo con ellos los pechos de Maca y su abdomen, formando
una hilera discontinua hasta llegar a su ombligo
Se colocó entre sus piernas y dio una primera vuelta de inspección con la lengua por
toda su vulva. La encontró caliente y húmeda, sobre todo conforme se aproximaba a su
hendidura. Lamió y toco su clítoris y todos sus pliegues, alternado las caricias de su
mano con las de sus labios y su lengua. Se acercaba a su entrada pero superficialmente,
apenas introduciendo una pizca la lengua o la yema de los dedos. Maca se estremecía
sintiendo el placer de todo el contacto externo, pero ese placer se retorcía y llegaba
incluso a ser doloroso. Necesitaba sentir a Esther en su interior de alguna forma y reunió
fuerzas para hablar entre gemidos
M: Tócame, por favor...
La enfermera siguió entregada su tarea, chupando su clítoris, acariciando sus repliegues
superiores, y tardo en contestar
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
128
E: Ya te estoy tocando...
M: No, pero tócame por dentro...
Esther sonrió y volvió a agacharse para emplearse en el sexo de Maca, una vez más sin
hacer caso a sus suplicas. La pediatra suspiraba cada vez más asfixiada. Sentía sus
necesidades físicas imponerse por encima de todo... un calor enorme que la consumía y
un vacío que ya se hacía imposible de soportar por más tiempo
Se incorporó un poco hasta alcanzar la mano de Esther. Tomo su dedo índice y tiro de él
hasta llevarlo adonde quería, pero la enfermera lo sacó rápidamente y agarró la mano de
Maca por la muñeca
E: No, yo no voy a tocarte; yo solo voy a dirigirte, pero vas a tocarte tú
Con dos de sus dedos cogió el dedo corazón de Maca por el final e hizo que ella misma
fuera llegando a su interior con él, marcándole un ritmo lento. Lo dejó un buen rato
dentro, dejando a Maca plena libertad para que lo moviera. Luego tiró de él hacia fuera
para volverlo a introducir y continuar así, cada vez más deprisa, manteniendo la presión
de sus dedos para ser ella quien marcara la rapidez e intensidad de las penetraciones.
Observaba la cara de Maca y su respiración agitada, intercalada con gritos, que cada vez
se aceleraban más y más. Notaba que se acercaba el momento y deseaba con todas sus
fuerzas que fueran sus dedos los que estuvieran dentro de Maca en ese instante, pero
sabía que la pediatra estaba realmente excitada sabiendo que era ella misma quien se
estaba tocando, pero por primera vez sin poder controlar lo que hacía, sin ser dueña de
sus propios dedos
Agarró su dedo índice para permitirle usarlo también y aceleró el ritmo de los dos.
Volvió a ponerse en acción y con la mano que le quedaba libre presionó su clítoris,
dejándolo atrapado entre dos dedos, estirándolo ligeramente si dejar de lamerlo. Llegó
un momento en que Maca tiraba de sus dedos con tal fuerza que ya no pudo
gobernarlos. Necesitaba sentirlos dentro unos segundos para concentrarse en su clímax
y poder ir relajándose poco a poco
Cuando su respiración volvía a la normalidad Esther sacó los dedos de su interior y se
los llevó a la boca. Los chupó durante un buen rato; primero los dos juntos y después
saboreo cada uno de ellos por separado, mirándola fijamente. Quería volverla loca de
nuevo, casi tan loca como estaba ella por recorrerla por dentro. Maca sentía que el calor
de su cuerpo volvía a renacer instantáneamente y Esther sonreía viendo su propósito
realizado
Volvió a bajar, y tras dejar un sonoro beso en mitad de su sexo lo abarcó con la boca y
hundió la lengua en su hendidura, demorándose en cada rincón, memorizando su sabor.
La sacó y la dirigió a su clítoris. Llevó sus dedos a su entrada y merodeo por allí
cruelmente, sin decidirse a pasar del todo, provocando otra vez a Maca, que de nuevo
cogió con decisión los dedos de Esther y los condujo más adentro, acompañando sus
movimientos de un fuerte gemido. Ahora la enfermera se dejó gobernar y dejó que
Maca manejara sus dedos a su propio compás, que los metiera y sacara a su antojo,
mientras no dejaba de moverlos dentro y de cubrir de lametones el resto de su sexo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
129
Maca gritó disfrutando de un nuevo orgasmo más largo y intenso que el anterior,
consiguiendo que Esther se moviera justamente como necesitaba en cada momento.
Cuando todo había terminado Esther dejo los dedos dentro durante unos minutos,
sintiendo como Maca los atrapaba con sus contracciones mientras besaba sin parar la
cara interna de sus muslos. La pediatra le tendió la mano para que subiera a abrazarla y
fue ascendiendo lentamente por su cuerpo, dejando besos en la barriga, los pechos, el
cuello... hasta llegar a su boca
Se tumbó a su lado, de perfil para verla mejor, y empezó a acariciar sus brazos con
dulzura y a besar su frente, intentando prolongar la felicidad de Maca llenándola de
mimos
Maca se dejaba agasajar mientras recuperaba el aliento; pero no lo lograba del todo... En
medio de su sensación de euforia había algo que le quemaba el pecho, que clamaba por
nacer en sus pulmones y viajar por su garganta... Algo que quizás debería haberse
reservado...
M: Te quiero
Lección 8: CUANTO MENOS SE DIGA, MENOS HAY QUE RECTIFICAR
Esther la miro fijamente, intentando inútilmente asimilar sus palabras, encajarlas en su
cabeza
E: ¿Nos damos esa ducha?
Se dieron una ducha juntas, que supuestamente sería rápida, pero que entre juegos y
caricias se alargó más de la cuenta. Tuvieron que pasar directamente del desayuno a un
almuerzo improvisado que prepararon entre las dos, gastándose bromas y ensuciándose
a posta en la cocina. Terminaron de comer y apenas les quedaba una hora para entrar en
el hospital
E: Bueno, yo debería subir a ducharme...
M: Pero si ya te has duchado, (sonrió) y una ducha muy completita además...
E: Ya, pero me has puesto perdida de harina. Además, me tengo que cambiar de ropa y
quiero saludar a Caro antes de que se vaya, que estará pensando que me he muerto
M: Bueno, ¿quieres que te espere para ir juntas al hospital?
E: Venga... Ya bajo, ¿vale? (le dio un pico antes de salir)
Subió las escaleras riendo y deprisa, medio absorbida aun por la mezcla de sensaciones
que habían estado sacudiéndola de un lado a otro durante las últimas horas. Abrió la
puerta acelerada y se dio de bruces con Carolina, que iba de salida
E: ¡Uy!
Carolina: Buenas... Te llaman la desaparecida, ¿no?
E: Perdona cariño, es que he estado con Maca
Carolina: No, si eso ya lo sé, lo que quiero es oír los detalles; pero no ahora, que me
tengo que ir... ¿Nos vemos esta noche cuando salgas?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
130
E: Sí, sí, claro. Bueno... no lo sé. Depende de lo que surja...
Carolina: Uy... como estamos... Bueno, si no vas a venir a dormir avísame, ¿vale? Me
voy, que llego tarde pitufa (se despidió con un pico y se fue)
Tres horas más tarde en el central todo era bullicio. Esther andaba apurada de un lado
para otro desde que salió del despacho de Dávila. Necesitaba urgentemente refuerzos;
no paraba de buscar a algún colega que estuviera libre, pero toda la gente con la que se
cruzaba estaban muy ocupados, hasta que encontró a Begoña apoyada en el mostrador
de recepción
E: Begoña, necesito que me ayudes a despejar esto...
Begoña: ¿El que?
E: Todo: la sala de espera, la de curas, las cortinas, la zona de rayos...
Begoña: Pues justamente ahora iba a hacer el pedido de farmacia
E: Eso puedes hacerlo después. Dávila me ha mandado despejar urgencias todo lo que
pueda. Vienen un montón de accidentados de un tren descarrilado, y necesito que
alguien me eche una mano. Sube tú a rayos y echa un vistazo por las salas; yo voy a
darme una vuelta por las cortinas, que va a ser lo más difícil de desocupar...
Begoña: Si no hubiera médicos tan incompetentes... como la pediatra esa nueva, habría
mas cortinas libres para la gente que las necesita de verdad
E: Pero ¿qué estás diciendo? (la encaró notando como le hervía la sangre con sus
palabras) Maca es una gran profesional y hace perfectamente su trabajo; además es una
buenísima compañera, algo de lo que no todo el mundo puede presumir...
Begoña: Si, todo lo que tú quieras, pero tiene desde hace más de una hora ocupando
una cortina con un niño que no tiene más que un simple resfriado
E: Mira, haz el favor de reservarte tus comentarios y de hacer lo que te he dicho, pero
rápido. De las cortinas me encargo yo
Se paseo por las cortinas, todavía muerta de la rabia por los comentarios de Begoña, y
sorprendida al mismo tiempo por lo mucho que le habían afectado. Buscaba alguna
camilla ocupada por algún enfermo de poca gravedad hasta que llegó a la numero 9.
Maca jugaba alegremente con unos coches de juguete con el niño que la ocupaba.
Desconectó por unos segundos del trabajo, y solo pudo sonreír y enternecerse con la
imagen
E: Oye... (se acercó y le colocó la mano en la cintura) me han dicho que este crío solo
tiene un catarro; ¿es verdad?
M: Pues sí...
E: Joder Maca, ¿no has oído que ha descarrilado un tren? Necesitamos cortinas...
M: Si, pero a este niño no se le puede dar el alta de ninguna manera; hay que tenerlo
controlado...
E: Recétale algo para el resfriado y punto
M: No puede ser. En todo caso me plantearía un ingreso... El chico tiene solo un riñón,
y con el resfriado, aunque sea muy poca cosa, se le han encharcado los pulmones por
culpa de la diálisis. De todas formas creo que lo vamos a poder controlar rápido
E: Aaah... Bueno, pues te pido el ingreso, aunque solo sea para un rato, ¿vale?
M: Vale, pero te advierto que desde arriba están haciendo hasta lo imposible por
bloquear los ingresos, porque esperan una avalancha masiva con los heridos del tren. Lo
mismo lo vas a tener peor para buscarle sitio en planta
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
131
E: Bueno, ya veré...
M: Haz lo que te complique menos la vida. Lo que no quiero es que te metas en un lío
por mi culpa... (tras mirarla unos segundos bajó la voz y se puso la mano en la cintura,
encima de la de Esther) Oye, qué raro me resulta hablar de cosas de trabajo contigo
después de lo de anoche...
E: A mí también. Pero bueno, ya habrá tiempo de hablar tranquilamente de nuestras
cosas, ¿no?
M: Sí, sí... ¿Sabes que por tu culpa llevo todo el día acordándome de cierta rosa?
E: Ya te lo he dicho, solo era para demostrarte lo especial que había sido la noche para
mí...
M: ¿Tan especial ha sido? ¿En serio?
E: Bueno... (sonrió y apartó la mano) digamos que he dejado de odiar los lunes... Te
tengo que dejar ¿vale? (le pellizcó la mejilla)
M: Luego nos vemos
El resto del turno estuvo realmente saturado. Terminaban a las nueve, pero por las
circunstancias de falta de personal y llegada masiva de accidentados acabaron
quedándose hasta más de las diez y media. Esther llevaba al menos veinte minutos
esperando a Maca, que no lograba desocuparse porque entre los pediatras que había de
guardia apenas daban abasto para atender al gran numero de menores que iban en el
tren. Cuando por fin consiguió escaparse entró en la sala de enfermeras a prisa, con la
chaqueta a medio poner
M: Hola. ¿Llevas mucho rato esperándome?
E: No, no, tranquila... (se puso de pie a su lado y le colocó bien la chaqueta). Yo te
espero. No hace falta que corras tanto
M: Es que no sabes... ¡Que agobio! (movía los hombros en círculos intentando relajarse
y calmar la rigidez acumulada durante toda la tarde)
Esther los tocó, aprisionándolos con decisión y se quedó masajeándolos mientras
hablaban
E: Estas muy tensa...
M: No me extraña. De día no he parado, y de noche... De noche creo que he puesto en
funcionamiento músculos que no sabía ni que existían...
E: Jajaja. Yo también estoy molida, solo sueño con llegar a casita y dormir
M: Pues venga, que te llevo
En cinco minutos ya estaban en el portal. Subieron hasta el piso de Maca y junto a la
puerta estuvieron charlando casi una hora. La conversación fluía tan bien que creían que
llevaban hablando cinco minutos, por eso no se les ocurrió pasar al piso de Maca y
sentarse a hablar mas cómodamente. Charlaron sobre mil temas distintos y con todos
encontraban un motivo para reír juntas, pero el cansancio empezaba a hacer estragos en
ambas y se despidieron. Ninguna de las dos estaba muy convencida de querer separarse
de la otra, pero tampoco se animaron a proponer nada
Era ya medianoche cuando Esther entró en su casa y se sentó en el sofá con Carolina,
que la esperaba, como siempre. Se puso a mirar la tele, intentando disimular y evitar la
ronda de preguntas que sabía que le tocaría responder, pero su compañeras no dejaba de
mirarla con ojos inquisidores
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
132
Carolina: Bueno ¿qué? ¿No me lo vas a contar?
E: ¿Qué quieres que te cuente? ¿No te lo imaginas?
Carolina: Sí, por eso... Espero a que me lo confirmes tú, y a que me cuentes que tal
todo
E: Pues que sí, que hemos dormido juntas... y que todo perfecto. Hemos pasado una
noche de esas que no se olvidan
Carolina: Pero algo no ha ido bien...
E: ¿Por qué dices eso? Es guapa, inteligente, divertida... ¿qué podría ir mal? Y además,
lo más importante de todo, y lo que más me gusta: podemos hablar con confianza de
cualquier cosa
Carolina: Ya, pero algo no te convence... Si no, no tendrías esa cara
E: No, lo que pasa es que estoy cansada
Carolina: Ya...
Volvió a centrar la vista en la tele y carolina la cogió de la barbilla para que la mirara a
los ojos
Carolina: ¿Qué te pasa? Si todo va tan bien... ¿por qué estás así?
E: Pues mira... (resopló) ahora cuando nos hemos despedido... no sé, quizás me
esperaba que me dijera algo, que me insinuara algo para que me quedara...
Carolina: Y si lo que querías era quedarte con ella ¿por qué no la has invitado tú? ¿Por
qué no le has dicho que suba?
E: Pues porque estábamos las dos muy cansadas... En todo caso hubiera sido solo por
dormir abrazadas, porque yo no tengo cuerpo para nada después de esta tarde de
trabajo...
Carolina: Se te ve... Pero entonces entiendo menos todavía por que te ha afectado tanto
que no te diga nada... A mí me parece normal; ella preferirá que te quedes otro día que
esté menos cansada y pueda dedicarse a darte cariño, o a lo mejor no quería ser pesada y
estaba esperando que tomaras la iniciativa tú. Seguro que si lo hubieras dicho tú habría
subido encantada...
E: ¿Sabes que esta mañana después de... tú ya me entiendes... me ha dicho que me
quiere?
Carolina: Entonces no me digas más... por eso estás así. Te ha dado el pánico escénico,
¿no?
E: ¿A mí? Nooo...
Intentó esquivar la pregunta con monosílabos, pero tuvo que doblegarse al cruzarse con
la mirada de Carolina, directa sobre sus ojos, y le contó todo lo que pensaba realmente
acerca de ese te quiero
E: Verás, es que no me lo esperaba; es demasiado pronto... te quiero no es algo que yo
digo así como así al primero que se me presenta...
Carolina: Estoy segura de que ella tampoco
E: Ya, por eso... Tengo miedo de que se haga demasiadas ilusiones conmigo y vea lo
que no es. No quiero hacerle daño, pero sea como sea yo no pienso hacer ni decir nada
de lo que no esté plenamente segura. Ya sabes que yo no sirvo para tener pareja, y a lo
mejor eso es lo que ella espera de mí...
Carolina: Bueno, eso de que no sirves... Sabes que siempre te lo discuto. Para mi no es
un hecho comprobado; solo es cuestión de encontrar a la persona con quien te vaya
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
133
bien. Y mira no te lo tomes tan en serio... A lo mejor ese te quiero es más superficial de
lo que imaginas... Después de un buen polvo cualquiera dice te quiero... Y en todo caso
no será un te quiero en toda regla, será mas bien un “estoy empezando a quererte”
E: Sí... Me ha dicho eso por un lado, pero por otro ahora por ejemplo nos hemos
despedido sin más; ni si quiera nos hemos besado. Solo hemos hablado con toda
naturalidad, como si no hubiera pasado nada entre nosotras... Y ha sido precioso
Carolina: ¿Lo ves tonta? Anda, acuéstate y no pienses más. Y déjate ya de miedos; si
no confías en Maca, que se ve de lejos que lo ultimo que quiere es hacerte daño, no se
ya en quien vas a confiar... De hecho no se que hacéis durmiendo cada una por un lado
E: Bueno, déjalo ya. Creo que ha sido mejor estar separadas esta noche. Me voy, que
estoy muerta
A la mañana siguiente Esther se dio tanta prisa que adelantó a Maca y la esperó con
tiempo sobrado junto a la moto. Cuando llegó se saludaron con un beso en la mejilla y
un abrazo
E: ¿Has dormido bien?
M: Bueno, un poco solita... La verdad es que hubiera preferido dormir acurrucada
contigo...
E: ¿Te hubiera gustado que me quedara?
M: Claro
E: ¿Y por que no me lo dijiste?
M: Me imaginaba que querrías perderme un rato de vista
E: ¿Por que iba a querer perderte de vista, tonta?
M: Bueno, pasaste todo el día conmigo, y esa no es mi idea de ir despacio...
E: Pues yo te he echado en falta, ¿eh? Sobre todo al despertarme. Ya ves... yo siempre
suelo quedarme en la cama mirando las musarañas, perdiendo el tiempo, y hoy al no
tenerte conmigo no me apetecía seguir allí, me he levantado de un salto
M: O sea, que me has extrañado un poquito...
E: (bajo la cara para esquivar la pregunta) ¿Vamos al cine esta noche y luego si acaso
vemos si dormimos juntas?
M: Bueno... te advierto que si quieres dormir conmigo me lo vas a tener que proponer
seriamente; que yo no duermo con cualquiera... Anda, ponte el casco
En el central pasaron prácticamente todo el turno derivadas a planta. Apenas entraban
casos graves en urgencias, mientras que en el resto del hospital había saturación por el
accidente del día anterior
Esther se escapaba a pediatría cada vez que necesitaban a alguien. Ver a Maca jugando
con los niños le gustaba especialmente; era la mejor manera de disfrutar su ternura
porque no se sentía desbordada con ella al no recibirla directamente. En una de las
ocasiones les tocó llevar juntas la camilla de un niño con unas heridas en los brazos
hasta la planta de rayos. Hablaban animadamente con el chaval y luego entre ellas
cuando de repente Esther sacó el móvil y dejó de hablar con ella mientras circulaban por
los pasillos y bajaban por el ascensor. Maca se preguntaba que estaría haciendo, y sobre
todo si no podía esperar a hacerlo en cualquier otro momento de las seis horas de
guardia y no precisamente en los únicos cinco minutos en que podían hablar. De pronto
noto el vibrador de su móvil en el bolsillo. Lo sacó de la bata y Esther ya no pudo
disimular la risa. Leyó el sms que había recibido mientras salían del ascensor
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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“Wapísima, q tal si dormimos juntas esta noxe? En tu casa o en la mia? Prefiero en la
mia, asi preparo algo curioso con las velas, xro esta vez sin q t me eches atrás. X cierto,
q wena estas con esos vaqueros... Mil bsos”
Sonrió y la miró mordiéndose los labios, pero la enfermera bajó la cara, como
desentendiéndose de lo que acababa de hacer, pero sin poder parar de reír
Tuvieron que esperar unos minutos hasta que se llevaron al chico a rayos y Maca se
dedicó a teclear en su móvil, de manera que cuando vinieron por el niño y cada una se
fue por su lado Esther terminaba ya de leer la respuesta de Maca
“Ya t dije q tenía que ser 1propuesta seria&formal. Si d verdad qieres amanecer cnmigo
t lo vas a tener q currar un poquito, xq d momento mi respuesta es NO. Sigue probando
suerte, xro esta vez apuesta fuerte...”
E: ¡¿Sigue probando?! (alucinaba) Como si fuera un premio; y luego me dice que no le
gusta sentirse como una mujer objeto...
V: ¿Quién te dice eso, Esther?
La enfermera se dio la vuelta y reparó en que estaba hablando en voz alta y en que tenía
a Vilches detrás
E: Eh... nada. Cosas mías...
V: Oye, te necesito en quirófano. Y no quiero oír un no, que sé que llevas toda la
mañana en pediatría, y lo tuyo es urgencias. ¿Te vienes?
Esther entró a auxiliar a Vilches y Laura en quirófano y mientras se encargaba del
instrumental no dejaba de pensar en alguna manera ni demasiado cursi ni demasiado
delatadora de pedirle a Maca que se quedara en su casa esa noche. Cuando terminó la
operación fue un momento a una tienda que había en la planta baja del hospital y tras
comparar lo que quería buscó a Maca por todo el hospital. Cuando la encontró espero
pacientemente a que se desocupara
La pediatra no dejaba de mirarla tiernamente mientras examinaba con el fonendo a un
bebé. Rellenó un volante de pruebas a la vez que tranquilizaba a la madre y salió para
dárselo a Esther, que la observaba por la cristalera de la puerta
M: Oye, ¿puedes llevar esto a microbiología?
E: Por supuesto. Espera, ¿ya te vas? (la detuvo) te estoy esperando porque yo también
tengo una cosa que darte
M: A ver...
E: Toma (le paso una chocolatina)
M: ¡Ala! ¡Que rico!
E: Para que piques algo, que casi no tengo donde agarrar... (le pellizco el costado)
M: Lo que pasa es que no me gusta picar entre horas. Lo voy a dejar de postre para
después de almorzar, ¿vale?
E: ¡¡¡Noo!!! Bueno... (intento disimular al darse cuenta de lo tajante que había sido al
gritar) es que te la he comprado con toda la ilusión... además, vas a almorzar tarde; no
es sano estar tantas horas sin comer...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
135
M: Jooo, es que tiene muchas calorías...
E: ¿Calorías? Calorías las que me das tú a mí... (le saco la lengua y miró
descaradamente su escote)
M: Bueno, ya veré... Llévame eso a micro, ¿vale?
Se fue con una sonrisa de oreja a oreja y en seguida le quito el envoltorio de papel a la
chocolatina, y entre este y el de aluminio encontró un papel doblado
"¿Y si te lo pido con chocolate? ¿También me vas a decir que no? Te advierto que
puedes perder mucho... porque a mí me encanta el chocolate, pero no este, sino el que
visualizo extendido por toda tu piel para poder saborearlo bien y tener la excusa
perfecta para llegar con mi lengua a cada rincón. Espero que disfrutes de este pequeño
adelanto y que esté rico el chocolate, aunque estoy segura de que si lo probaras de mi
boca te gustaría mas..."
Se cruzó con Esther varias veces, pero cuando esta la miraba con ojos interrogantes solo
le sonreía y pasaba de largo. Quería dejarla con la intriga hasta el final del turno
A las tres menos cinco la enfermera la esperaba ya impaciente junto a la moto. Maca la
vio desde el mostrador y caminó sonriéndole desde allí hasta la puerta
M: Te veo un poco precoz hoy, ¿no? Llegas antes a todas partes...
E: Lo que hace la intriga...
M: ¿Estas intrigada por algo?
E: Espero un "sí" de cierta persona...
La pediatra se colocó el casco y se monto rápidamente en la moto, cortándole el juego
de la conversación a Esther
Subían las escaleras del piso lentamente. Maca le sacaba conversaciones estúpidas sobre
trabajo a Esther, hasta que la enfermera le cogió las manos con las suyas cuando estaban
frente a su puerta
E: Bueno, ¿qué me contestas?
M: Que estaba muy rico el chocolate
E: ¿Y que más?
M: Y que como yo sé que tú eres muy golosa te he guardado la mitad. Toma (se la dio y
la cogió de la barbilla para darle un beso, profundo pero corto) Te espero a las nueve
para lo del cine, ¿vale? No me tardes hoy que estas en racha, ¿eh?
Le cerro la puerta prácticamente en la cara y Esther se quedó con un palmo de narices y
la chocolatina en la mano. La saco del papel y encontró una nota. Sonrió, creyendo
adivinar lo que leería
"La verdad es que la chocolatina esta inmejorable, pero no entiendo muy bien lo que
me quieres transmitir con ella... ¿Quieres decirme con esto que tú y yo necesitamos un
afrodisíaco para llegar a algo? ¿O es que directamente me lo estas mandando como
sustitutivo porque no quieres nada conmigo? Sea como sea sigo confusa; estoy
planteándome muy seriamente qué contestarte... Digamos que la respuesta esta en
stand by. Vas a tener que hacer algo más evidente para dejarme bien clarito si quieres
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
136
de verdad pasar la noche conmigo o no, porque estoy dudosa... Es que el chocolate es
tan ambiguo... no sé adonde quieres llegar con él. De todas maneras espero que lo
disfrutes, que está muy bueno y me ha costado mucho sacrificio dejarte la mitad"
E: Joder...
Desesperada y riendo al mismo tiempo entró nerviosa en casa. Preparó la comida y
esperó a Carolina para almorzar. Pasó la tarde de tiendas con ella y la acompaño a
comprar lo que había pensado que podía resultar para que al fin le dijera que si y se
dejara de juegos. Se duchó y Caro la ayudó a arreglarse. Ya en la puerta se despedía de
ella con los nervios a flor de piel
E: ¿Estoy bien?
Carolina: Estás preciosa. Entre eso y lo que le llevas se te va a tirar al cuello...
E: Eso espero, porque llevo un día... Solo me da largas
Carolina: Cariño, es que si se lo ponen a uno todo en bandeja es muy aburrido. Anda
baja, verás como esta vez si que tienes éxito...
Cruzó los dedos y se despidió de ella efusivamente. Ya junto a la puerta de Maca se
quedó pensativa unos segundos antes de decidirse a llamar al timbre
M: ¡Hola! (la miró de arriba abajo mientras le pasaba por al lado) Que guapa te has
puesto...
E: ¡Vaya! Ya pensaba que hoy no iba a lograr impresionarte con nada de lo que
hiciera... Toma (le dio la bolsa negra de Intimissimi que traía en la mano)
M: ¿Y esto?
E: El tercer intento, a ver si es verdad que a la tercera va la vencida...
Destapó la caja que había en la bolsa. Era un conjunto de lencería negro, muy bonito
pero muy sencillo, con transparencias pero sin encajes. Sacó el sujetador para verlo bien
y encontró una nota debajo. Leyó en voz alta
M: No sé si quieres dormir conmigo esta noche... solo sé que yo me muero de ganas de
verte solo con esto puesto, y sobre todo de quitártelo...
E: ¿Lo quieres más claro aun?
M: No, esto ya es una proposición indecente en toda regla
E: Como el chocolate te confunde tanto esta vez he querido ser explicita del todo (dejó
pasar unos segundos, pero Maca solo reía mirando su regalo, sin decirle nada)
¿Quieres dormir conmigo o no?
M: Con una condición: el conjunto es para ti, que tengo ganas de vértelo puesto...
E: Tengo uno igual en rojo
M: Haber empezado por ahí... (se acercó a ella susurrando a la altura de su boca) Con
esto te hubieras ahorrado el mensajito, el chocolate... todo
E: Te has hecho de rogar, ¿eh?
M: Me ha dicho un pajarito que te gustan las mujeres difíciles
E: Bueno, te mentiría si te lo negara. Pero tampoco demasiado, ¿eh? Difíciles, pero no
imposibles, que de eso ya he tenido bastante...
M: Oye, ¿nos vamos ya? Que llegamos tarde a la peli...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
137
Salieron del cine cogidas de la mano, muy animadas, riendo y hablando de la película.
Habían dejado la moto en casa para ir dando un paseo
M: El próximo día te toca escoger a ti
E: ¿Por?
M: Bueno, como esta la he decidido yo... Es que tenía muchas ganas de verla, y me he
puesto de un pesado...
E: ¡Que va! Pero si a mí me ha encantado... Mira, con Ade por ejemplo no podía ver
este tipo de películas, porque odiaba el cine español
Tras un silencio que empezaba a hacérsele tenso Esther miró a Maca y vio que se había
puesto muy seria
E: ¿Qué te pasa?
M: Nada
E: ¿Te molesta que hable de ella?
M: No, no, solo es que no me lo esperaba... Como llevas muchos días sin mencionarla
me ha pillado por sorpresa; pero no me molesta para nada
E: Menos mal... porque me sería imposible acostumbrarme a callarme cada vez que me
acuerdo de algo relacionado con ella...
M: Es normal que te pase. La conoces desde siempre... supongo que tendrás mil
recuerdos en los que aparezca ella
E: Verás, lo que pasa es que más allá de lo que te he contado y lo que no ella es una
parte muy importante de mi vida, y aunque me haya hecho sufrir no puedo aparcarla así
como así; no quiero
M: Haces bien
E: Y ya que saco el tema aprovecho para dejar las cosas claras y decirte que para mi
Ade...
M: Mira (la interrumpió y se paró, mirándola seriamente y de frente) a mí lo que hayas
hecho o con hayas estado no me importa... Lo que me importa es lo que te pase por la
cabeza a partir de ahora. Por lo demás no te preocupes, que yo lo voy a respetar. Yo
también tengo un pasado detrás de mí, y podrá ser más bueno o más malo, pero es mi
vida, y así como no quiero que influya en lo que pase entre nosotras tampoco quiero
cambiarla
Cuando Maca volvió a andar Esther camino también, sin dejar de pensar en las palabras
de Maca. Según iba conociéndola se daba cuenta de que su mente se había precipitado
forjándose ideas sobre ella. Aunque se sentía fatal reconociéndolo, después de hablar de
Adelaida esperaba otra reacción de su parte. En el fondo creía que tendría que ponerse
seria y frenar sus celos, pero para su sorpresa la pediatra se la había devuelto redoblada,
no solo quitándole importancia a lo suyo con Ade, sino sacando las uñas para proteger
ella también su pasado
Le encantaba la Maca que estaba descubriendo aquel día, especialmente esa postura de
respeto y esa manera suya de saber dejar el pasado atrás para empezar de nuevo con
alguien, algo aparentemente tan sencillo, pero que ella no había conseguido con el paso
del tiempo
Después de unos minutos de ambiente un poco más cargado fluyeron de nuevo las risas
y las bromas y volvieron a hablar con toda normalidad. Por las escaleras del piso
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
138
empezaron a ponerse más cariñosas. Hablaban coqueteando, parándose en algunos
escalones y robándose algún que otro beso. Entraron en casa de Esther y cogieron una
nota que había en el salón
“He salido con Nono. Si se porta bien me pensare traerlo a dormir”
“Siempre me porto bien... son solo excusas para perderme de vista”
“Si quisiera perderte de vista te lo diría directamente; sabes que no tengo problema.
Bueno, mi amor, luego vengo, ¿ok? Portaos bien y dale un beso a Maca de mi parte”
Se giró y le dio un pico a Maca, que se había abrazado a ella por la espalda y reía
leyendo
M: Oye, no creo que el beso que quiere mandarme Caro sea de ese tipo, ¿no? ¿O ese era
tuyo?
E: No, el mío es este...
Se acercó a su boca y la inundó con la suya, tocándola apenas con la punta de la lengua.
Le colocó las manos en la nuca y fue bajándolas por la espalda hasta meterlas en los
bolsillos de su pantalón, mientras profundizaba más con la lengua dentro de su boca. Se
despegó lentamente, dejando muchos besos pequeños en sus labios, negándose a
dejarlos. Maca había empezando a reírse y apenas correspondía a sus besos
M: Oye, (le sacó las manos del pantalón y las agarró entre las suyas) te advierto que con
las pruebas de esta tarde solo has conseguido que venga a dormir, ¿eh? Si quieres algo
más vas a tener que ganártelo
E: Te has tomado a pecho lo de no ser una chica fácil, ¿no? A ver... ¿qué pides?
M: Pues no sé, de momento que me des de cenar
E: eso está hecho. Siéntate
La dejó sentada en el comedor, sin autorización de levantarse para nada. Improvisó una
cena rápida y mientras tanto iba preparando la mesa. Ni si quiera dejó que Maca
encendiera las velas
Cenaron charlando y luego Esther obligó a Maca a quedarse allí mientras preparaba
unas cosas en la habitación. Salió a los diez minutos
M: ¿Puedo pasar ya?
E: A ver si está a tu gusto... Que estás hoy de un exigente...
M: No, solo aplico los controles de calidad desde el principio, porque espero que
queden muchas noches más, y me da miedo, no vaya a ser que todo el romanticismo se
haya quedado en la primera...
Las luces del cuarto estaban apagadas, solo estaba iluminado por velas; sobre la mesa de
noche había un bote a estrenar de sirope de chocolate; la mosquitera colgaba del techo y
en el centro de la cama estaba la caja con el conjunto que Esther acababa de regalarle a
Maca
E: ¿Te parece bien?
M: No sé... (movía la cabeza de lado a lado con cara de disgusto) No me has puesto
nada de beber, y preveo que el chocolate me va a dar sed...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
139
E: Vale, espera aquí. ¿Qué quieres?
M: Lo que me des...
E: Encima no me colaboras nada...
Volvió en seguida trayendo en la cubitera una botella de champán y otra de agua, y en la
mano una de vino
M: Mmm. Has traído de todo...
E: Si es que no me dices de una vez que es lo quieres...
M: A ti, tonta... (le acaricio la mejilla)
E: Hemos tenido suerte. Si hubiera llegado Caro ya habría secuestrado la cubitera
M: Claro, es que Carolina es una chica lista...
E: Bueno, vente...
Soltó la cubitera en la mesa de noche. La cogió de los brazos, y tirando de ella se
sentaron el borde de la cama. La besó y se fue tumbando con ella poco a poco, buscando
una recompensa a todos los detalles que había tenido con ella al cabo del día, pero Maca
quería ponerla a prueba por ultima vez y haciendo un gran esfuerzo se apartó de su boca
M: Para, para...
E: ¿Qué? ¿Qué pasa ahora?
M: Pues que no me pongo en situación...
E: ¡¡¿Qué no te pones en situación?!! Las velas, el chocolate, la ropa interior... ¿¿¿y no
te pones en situación???
La enfermera se levantó de la cama. Le había gustado seguirle el juego a Maca durante
todo el día, pero empezaba a cansarse de que la interrumpiera siempre justo cuando
empezaba a excitarse. Se armó de paciencia y decidió esperar a que llegara su momento.
Si Maca seguía torturándola era porque todavía le quedaban fuerzas, porque aun no
había llegado al punto de desearla arrebatadamente, y para ese entonces le tendría una
sorpresa reservada
M: No sé... No sé por que...
E: Yo creo que es porque no te gusto...
M: Yo creo que es porque estas muy tapada...
E: ¿Sí?
M: Sí, va a ser eso... Llevas demasiada ropa
Sentada en la cama la cogió por los enganches del pantalón, tirando de ellos hasta que la
tuvo enfrente. Le quitó el cinturón y le desabrochó el botón del pantalón. Levantó
tímidamente su camiseta y fue metiendo las manos por dentro. Acercó la cabeza y
empezó a dejar besos por su abdomen, mientras Esther se dejaba hacer y colocaba las
manos en su nuca. Se deshizo de la camiseta para poder besarla mejor y acariciarle toda
la espalda. Se quedó unos segundos mirando el sujetador rojo, visualizando solo la idea
de llevar las manos hasta él, y cuando recorrió el filo con los dedos de apartarlo de su
camino. Pero todavía no había quitado el broche del todo cuando Esther a toda prisa lo
volvió a abrochar
M: Déjame por favor...
E: No, espera, para que veas el conjunto entero
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
140
Suspiró hondamente y cerró los ojos, intentando tragarse las ganas tan grandes que tenía
de tocarle los pechos, que la habían invadido de repente, casi poseyéndola. La atrajo
hacia la cama para tenerla sobre ella, y ya teniéndola encima le quitó los vaqueros. Le
paseo las manos por toda la espalda y presiono fuertemente sus nalgas; las masajeo con
suavidad por encima de la ropa interior mientras la besaba y justo cuando subía de
nuevo la mano hacia el sujetador Esther se las apartó
E: Espera, que me he olvidado de una cosa...
M: ¿Dónde vas? (trato de retenerla con los brazos, pero finalmente se levantó)
E: A fregar los platos
M: ¡¿A fregar?!
E: Sí
M: ¿Estas loca? Ya fregaras luego. Anda ven...
E: Que no, que no, que hay que fregarlos ahora (se puso una bata) Ahora vengo
Maca se quedó unos segundos sentada en la cama con la boca abierta y luego se dejó
caer, golpeando la cama fuertemente con la espalda y resoplando impotente sin entender
que podría haberle pasado a Esther. Tras unos segundos de preguntas sin sentido
agolpándose en su cabeza fue a la cocina a comprobar con sus propios ojos que
efectivamente Esther estaba fregando la vajilla
M: No puede ser... (murmuró)
E: Ey... ¿por qué no me has esperado en la cama?
M: Esther, ¿qué bicho te ha picado? Estábamos tan bien...
E: Ya, pero es que había dejado los platos sin lavar
M: ¿Y eso no puede esperar? ¿O prefieres que espere yo?
E: No es eso... Es que he dejado la cocina hecha un desastre y Caro estará al llegar
M: Seguro que lo comprende (la abrazó por detrás y empezó a besarle el cuello
mientras le quitaba los botones de la bata)
E: Espera, déjame terminar (se los abrochaba de nuevo y la pediatra no dejaba de
protestar resoplando) Que poca paciencia tienes... Te veo un poco desmadrada, y eso no
puede ser... yo ya te he demostrado que aguanto el tipo; ahora quiero ver como te portas
tú
M: ¿No te han dicho nada de que la venganza es un mal sentimiento? A ver, pásame un
trapo...
Se subió las mangas de la camiseta y se puso al lado de Esther a secar los platos que le
iba pasando. Intercambiaban miradas y risas de complicidad y se contenían para no
dejarlo todo y besarse de una vez. Esther rompió la tensión de las miradas metiendo las
manos debajo del grifo y mojando a Maca, que gritó cuando el agua le cayó en la cara.
Llenó sus manos de agua para mojar a Esther, pero no lo hizo a lo bestia como ella, sino
que aprovecho para provocarla a ver si aguantaba su postura de firmeza. Llevó las
manos a su cuello y fue humedeciéndolo despacio, bajando hasta llegar a su escote.
Esther también se mojó las manos otra vez y las metió por debajo de la camiseta de
Maca, subiéndolas cada vez más hasta toparse con su ropa interior. La pediatra se fue
acercando y la besó con pasión mientras Esther iba desplazando las manos hacia su
espalda por dentro de la camiseta, y justo cuando empezaba a caer irremediablemente
consiguió parar a tiempo y alejarse de ella nuevamente
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
141
E: Vamos a terminar ya que estamos, ¿no?
M: Esther por favor, no seas tan mala...
E: Anda, sigue secando
La pediatra se cruzó de brazos y la miró seria
E: Bueno, pues lo hago yo...
Siguió secando la vajilla y apilándola en el mueble, bajo la mirada atónita de Maca, que
cuando ya no pudo más agarró el vaso que tenía en la mano Esther en ese momento,
pero la enfermera no lo soltó y empezaron a forcejear. Finalmente Maca tiró más fuerte,
pero al hacerlo el vaso se le rompió en la mano; se hizo una leve herida y le salía sangre
del dedo índice
E: Ay... ¿qué te ha pasado?
M: No es nada. No te preocupes (se apretó el dedo con el puño de la otra mano,
tapándolo)
E: A ver... Si tienes sangre...
M: Es una heridita sin importancia, no te preocupes
Esther le agarró el dedo con las dos manos, comprobó que no se había hecho ninguna
otra herida y que no tenía restos de cristales en las manos, y se llevó el dedo a la boca.
Limpió la sangre que brotaba de él con la lengua y lo besó varias veces. Maca la miraba
extrañada, no solo por su impulso de chupar la sangre, sino por su manera de volcarse
en mimos con ella de repente, tras haber mantenido el temple incluso después de verla
enfadada
Esther la besó, dejando que toda su fuerza se le escapara por la boca; sus ganas de
provocarla hasta que no pudiera más se habían desinflado, y solo sentía que había
llegado la hora de tenerla entre sus brazos y darle todo lo que había estado guardándole
durante el día. Sin decir nada la llevó de la mano a la habitación y cerró el pestillo para
abrir una noche de magia que se había hecho esperar, pero que merecería la pena
Por la mañana Maca despertó antes de que sonara el despertador. Miró a Esther
completamente dormida, se pegó a ella todo lo que pudo y la besó en la frente con
cuidado para no despertarla. Se quedó un rato mirándola, guardando en su memoria la
belleza de sus ojos cerrados y la postura que había adoptado, agazapada como una niña
pequeña. Hubiera podido mirarla durante horas, pero necesitaba ir al baño urgentemente
y no tuvo mas remedio que ponerse el pijama y salir
Cuando volvía a la habitación se dio cuenta de que la tele del salón estaba encendida y
se acercó al sofá
M: Hola. No me había dado cuenta de que estabas aquí
Carolina: Buenos días
M: Así que te despiertas temprano para ver los dibujos...
Carolina: No se lo digas a nadie, que es un secreto muy secreto (reía) No, lo que pasa
es que Nono es muy pegajoso cuando duerme y he tenido que escaparme porque me
estaba ahogando. No puedo aguantar ni una noche entera con él; siempre acabo aquí
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
142
Siéntate... (le hizo sitio) ¿Habéis dormido bien?
M: Bueno...
Carolina: Déjalo, no me contestes. Por tus ojeras deduzco que no habéis dormido
mucho...
M: Es que nos ha pasado una cosa curiosa: no podíamos dejar de hablar...
Carolina: ¿Pretendes que me crea que lo que habéis hecho ha sido hablar?
M: No mujer, me refiero después de lo reglamentario...
Carolina: Jajaja. ¿Os habéis quedado charlando? Que bonito...
M: Sí, hasta hace un par de horas. ¡Y pensar que dentro de nada nos tenemos que ir al
hospital...!
Carolina: Oye, que te felicito, ¿eh? Ayer tuviste a Esther como loca buscando la
manera de convencerte para que te quedaras. Nunca la había visto así, ¿eh? Has
conseguido que no pase de todo
M: Solo he seguido al pie de la letra tus instrucciones. Era lo menos que podía hacer
después de que la otra noche deje todas mis debilidades al descubierto...
Carolina: ¿Lo dices por el te quiero?
M: Te ha contado, ¿no? Yo no quería... Intente dosificarme un poco, pero fue superior a
mí. Y luego tuve un miedo horrible de que saliera corriendo
Carolina: Pues ya ves que no...
M: Yo trato de contenerme, pero es que si no expreso mis sentimientos va a ser peor,
porque tarde o temprano voy a reventar
Carolina: No, no... Tú tienes que hacer lo que tu corazón te dicte
M: Pensarás que estoy loca y que es demasiado pronto para tener tan clara una cosa así,
pero yo quiero a Esther; lo sé
Carolina: No hace falta que me cuentes más. Te tengo calada desde que te conocí
M: Ah ¿sí?
Carolina: Sí. Tú eres una chica seria, una chica de tener pareja estable, lo que pasa es
que por circunstancias de la vida llevas un tiempo dando tumbos de acá para allá, pero
ya tienes ganas de sentar cabeza
M: Hombre, ya es hora de sentar la cabeza... Tengo una edad... Y no, los rollos de una
noche no me van, la verdad. Y menos con Esther... Con Esther quiero que todo salga
bien; como esta noche... ha sido duro contenerme tanto, pero ha tenido su recompensa.
Ha sido como un juego de magia...
Carolina: ¿Cómo magia? (sonrió)
M: Sí, ya ves, soy una cursi
Carolina: No, no... si es que me he reído porque hace una hora Esther también se
levanto al baño y me hizo unas confesiones...
M: ¿Qué te ha contado?
Carolina: Pues que os habíais quedado hablando y que había sido muy bonito, que para
ella eso vale mas que un polvo
M: ¿Eso te ha dicho?
Carolina: Sí. Y luego me ha dicho que esta noche ha sido muy especial, como magia...
Así que ya sabes, a partir de ahora te vas a tener que dedicar a torearla todas las
noches...
M: Mira, pues si eso la hace feliz... Bueno, te dejo, que como se despierte y no esté... se
acaba la magia
Carolina: Anda si, vete con ella
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Los días corrían rápido y las noches pasaban entre magia, fantasía y algún que otro
disgusto. Transcurría una mañana tranquila en el central. Apenas entraban enfermos de
gravedad y hacia un día espléndido fuera
Maca llegaba a recepción con unos informes que tenía que devolverle a Teresa
M: Toma Teresa, ya los he revisado
T: ¿Eeeh? Vale, déjalos ahí (no apartaba la vista de un precioso ramo de flores que
acababa de traer un mensajero)
M: ¡Anda! ¿Y esas flores? ¿Un admirador secreto?
T: ¡Que más quisiera yo! Son para Esther
M: ¿Para Esther?
T: Sí
M: ¿De quien serán? (se acercó a las flores, las miró con atención y miró el sobre que
contenía la tarjeta)
T: Yo no reconozco la letra, y mira que llevo rato inatentándolo...
M: ¿Ya le has dicho que le han llegado flores?
T: La he mandado a llamar, pero está operando. No le he dicho nada para que se lleve
una sorpresa. Oye Maca, tú que eres tan amiga de Esther... podrías...
M: Dime
T: ¿Por que no le preguntas quien se las ha mandado?
M: Si, lo voy a hacer; eso ni lo dudes
T: Pero luego me lo cuentas, ¿eh?
M: Me voy para dentro, que tengo muchas cosas que hacer. Dile a Esther que luego me
busque, ¿vale? O mejor, no se lo digas; ya la buscare yo
Al cabo de un rato Esther llegó a admisión después de ayudar a Cruz en una larga
intervención
E: ¿Me habías mandado llamar?
T: Sí, pero hace dos horas... Si llegas a tardar más se te ponen mustias (le señaló las
flores con la mano)
E: ¡¿Qué son para mí?! (sonrió ilusionada y se acerco a olerlas)
T: A ver, lee la tarjeta, que nos tienes intrigadas. Porque no soy solo yo la que tiene
curiosidad, ¿eh? Maca también estaba que se comía las unas por saber... Lo que pasa es
que toda la fama se la lleva una...
Esther leía embobada la tarjeta sin escuchar una sola palabra de Teresa, que subía el
cuello todo lo que podía para intentar leer sin conseguir nada, pues Esther protegía su
intimidad a toda costa, tapando la tarjeta con las dos manos
“Gracias por este primer mes compartiendo conmigo tus ilusiones, tus alegrías, tus
miedos... Gracias por sacudir con tu energía mi pasión dormida, por hacer que cada
día sea diferente, y sobre todo por llenar mi vida de magia. Te quiero”
T: ¿En serio no me vas a decir de quien son?
Levantó la vista riendo pletórica y se fue sin decir nada. Se metió en la sala de
enfermeras y una vez allí sacó la tarjeta del bolsillo de la bata y volvió a leerla una y
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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otra vez, pero ahora disfrutando a solas de su euforia. Se apresuró a guardarla cuando
escuchó que se abría la puerta y al mirar hacia atrás se relajó de nuevo
E: ¡Ah! Eres tú...
M: Con que entusiasmo me recibes... Pues si, soy yo; siento desilusionarte. ¿A quien
esperabas? ¿Al caballero andante que te ha regalado flores esta mañana?
E: ¿Y tú como sabes que me han regalado flores?
M: Me lo ha contado una pajarita indiscreta... ¿Quien te las ha regalado?
E: Pues una persona que no lo necesita, porque en sí misma ella ya es un regalo
M: Ah ¿sí?
E: Anda ven... (tiró de su brazo hasta se sentó en la banqueta con ella y la besó)
M: ¿Te han gustado?
E: Muchísimo. Sobre todo porque no me las esperaba
M: ¿Qué no te las esperabas? No te creo... Sabiendo el día que es y conociéndome
como me conoces... seguro que nada más verlas has sabido que eran mías
E: Es que no me había dado cuenta de que día era
M: Estas de coña, ¿no?
E: No, no, en serio, no me había acordado
Maca dejó los ojos clavados en los suyos, poniéndose cada vez mas seria y terminó
bajando la vista
E: ¿Te vas a enfadas por eso? ¿Tan importante es para ti una simple fecha?
M: No, no... Pero es la primera... no sé, esperaba que te acordarías...
E: Lo siento... Es que como esta mañana hemos venido cada una por un lado... Si te
hubiera visto seguro que me acuerdo... (le cogió la mano) Pero bueno, lo bonito de estar
contigo, como me has puesto en la tarjeta, es que cada día es especial, ¿no? Para mí el
día de hoy ya es importante solo porque tu estés conmigo, y me trae sin cuidado si hace
20, 30 ó 40 días que nos conocimos
M: Bueno, me tengo que ir, ¿vale? Que tengo una madre histérica en la sala de curas
E: Pero no te entretengas mucho, que son casi las tres. Te espero aquí, ¿vale?
Esther se quedó recogiendo sus cosas. No le había pasado desapercibido lo triste que se
había puesto Maca y sabía que se había ido para intentar digerir el que hubiera pasado
por alto un día especial para las dos
En cuanto terminó de darle el alta al niño que le quedaba en la sala de curas Maca
volvió a recoger a Esther, ya con otra cara, animada y sonriendo como siempre, para
salir por fin de urgencias
E: ¡Adiós Teresa!
T: Oye, ¡qué te dejas las flores!
E: ¡Uy! (se tapó la boca con la mano y miró a Maca) Que se me olvidaba... Con lo
bonitas que son...
M: Mira que dejártelas aquí... a ver si la persona que te las ha regalado se va a creer que
no te han gustado...
E: ¿Cómo no me van a gustar? Si son preciosas... (las cogió y le lanzó una sonrisa
intrigante de despedida a Teresa) Ahora sí, adiós
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Al llegar a casa aparcaron la moto y subieron las escaleras, hasta detenerse frente a la
puerta del piso de Maca
E: Las voy a meter en agua en cuanto llegue, y dentro de un par de días las voy a poner
a secar, para tenerlas siempre
M: ¿Quieres quedarte a comer?
E: No puedo, tengo planes desde esta mañana
M: Ah... bueno... ¿Y nos vemos luego?
E: Ya me lo pienso, ¿vale? (le dio un pico y subió las escaleras a toda prisa)
Maca abrió la puerta con el ánimo desinflado y arrastró por el suelo las expectativas que
se había forjado para aquel día. Se tumbo en el sofá, pensativa, y pasó unos minutos
mirando el techo, lamentándose por haber esperado aquel día con tanta ilusión, cuando
de pronto reparó en un suave olor a marisco que flotaba por la casa
Llegó a la cocina y sonrió al ver la mesa puesta, con flores en el centro y velas aún
apagadas. Destapó las cacerolas que encontró en el fuego y abrió la nevera,
encontrándose sorpresas por todas partes. Nada mas oír el timbre corrió a abrir la puerta
E: ¿Todavía estas así? Cámbiate, ¿no?
M: ¡Jope! Si te has puesto de gala...
E: Claro, es un día para celebrar, ¿no? (le dio un beso y la abrazó)
M: Que mala eres... ¿Cómo has podido engañarme de esa manera?
E: Ya te dije que tenía planes cariño, solo es que tenía que cambiarme
M: Había llegado a creer que te habías buscado un plan mejor...
E: ¿Mejor que contigo? ¿Donde? (reía contagiada de la sonrisa que se le había quedado
Maca) Anda, cámbiate, que el almuerzo que te he preparado es pecado comérselo con
ropa de ir a trabajar...
Encendió las velas, llenó las copas con el cava frío que sacó de la nevera y fue sirviendo
los platos mientras Maca se cambiaba
E: Que guapa... (se levantó cuando entró y le pasó una copa)
M: Oye, ya he visto que hay Bailéis en la nevera...
E: Eso es para la sobremesa en la cama...
M: ¿Por que brindamos?
E: Yo, por pasar muchos meses más contigo. ¿Y tú? ¿Por que quieres brindar?
M: Por que no me des estos sustos tan a menudo...
E: Bébetela entera, ¿eh? Que si no, no se cumple
Chocaron las copas y las bebieron hasta el final
E: ¿En serio pensabas que me había olvidado?
M: Es lo que me has hecho pensar durante todo el día...
E: ¿Cómo me iba a olvidar tonta? (se sentaron)
M: Pues olvidándote... Yo sin ir mas lejos llevo un montón de días pensando en ello y
esta mañana al levantarme y verte no me he acordado. Hasta que no han llegado las
flores que encargué ayer no me ha venido a la cabeza
E: Pues yo sí que me he acordado cuando me he levantado y no te he visto en la cama...
Y me he abrazado como una idiota a la almohada porque no te podía abrazar a ti
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
146
M: Y te has puesto a cocinar...
E: Claro. Como entraba más tarde que tú, ya lo tenía planteado... (le sirvió mas cava)
M: Oye, vale ya... Tú lo que quieres es emborracharme para aprovecharte
E: Yo no necesito excusa para meterte mano...
M: ¿Otro brindis? A ver... Por este mes...
E: Por este mes cargado de momentos buenos, y alguno no tan bueno... y por que me
sigas soportando algún mes mas, aunque sé que eso es mucho pedir
Bebieron
M: Después de lo que me has hecho hoy me lo plantearé muy seriamente. Serás... Mira
que hacerme creer que no te habías acordado...
E: Oye, pero ahora en serio: Todo lo que te he dicho en el hospital es verdad, ¿eh? No
te voy a negar que me hacia ilusión este día, pero por ti, porque yo sé que a ti te gustan
estas cosas... Yo soy feliz cualquier día contigo, sin importarme nada más... Lo he
hecho por ti
M: Pues no tenías por que, ¿eh? (dejó la copa en la mesa y bajo la vista)
E: ¿Qué pasa ahora? (la cogió por la barbilla)
M: Nada
E: ¿Te vas a enfadar?
M: Es que no tienes que hacer nada por mí... Yo quiero que hagas las cosas por ti, y si
has hecho esto sin que te apeteciera entonces para mi no tiene valor
E: Yo no he dicho que no me apeteciera...
M: Has dicho que lo has hecho por mí
E: Si, pero quería hacerlo; no te confundas...
M: Siempre te escudas diciendo que haces las cosas por mí, pero ¿sabes que? No te
creo. Creo que lo haces con toda la ilusión, pero que prefieres pensar que la débil soy yo
y que tú nunca harías una cosa así por ti misma. ¿Por que te cuesta tanto reconocerte
cuando haces algo romántico?
E: ¿Y tú por que tienes que hacer un problema de todo? Siempre igual... He hecho todo
esto para que estés contenta y no sé como le has dado la vuelta a la situación para que
parezca que lo he hecho obligada... ¿Por qué tienes que complicarlo todo?
M: Soy yo la que lo complica, ¿eso crees? ¿Eres tú la que me busca, no te das cuenta?
No podías darme esta sorpresa y callarte sin mas, tienes que dejarme bien claro que lo
haces por mí
E: Pues si, lo hago por ti porque te... (se relajó y respiró, dejando la frase inacabada)
M: Anda, dilo...
E: No tengo nada que decir. Bueno si... Si no me hubiera acordado te habrías enfadado,
¿verdad?
M: Enfadado no... ¿cómo me iba a enfadar? Si casi se me olvida a mi... Me hubiera
dolido en todo caso, pero se me hubiera olvidado en seguida, porque sé que si se te
hubiera olvidado no hubiera sido a posta
E: Ya... (se levantó de la mesa, pero Maca le agarró la mano para que no se fuera
todavía)
M: ¿Y si hubiera sido al revés?
E: ¿Qué?
M: Si me hubiera olvidado yo, ¿te habrías enfadado?
E: (se quedó mirándola unos segundos, sin contestarle) Espero que disfrutes de la
comida
M: Venga, quédate... (moderó el tono de voz) Ya vale de peleas por hoy...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
147
E: No, no, en serio. Come tú. A mí ya se me han quitado las ganas, a pesar de que lo
había preparado con todo el cariño...
Después de escuchar el portazo de salida suspiró tristemente, y se quedó un rato con los
codos apoyados en la mesa, contemplando la velada que había preparado Esther.
Recordaba las palabras que habían salido por su boca arrepintiéndose de la mayoría y se
tapaba los oídos para no escucharlas resonando en su cabeza. Cerraba los ojos con
fuerza y se los frotaba sin parar, en un intento patético de sentirse menos culpable
Se tumbó en la cama y decidió dejar pasar un rato y controlar del todo los nervios, que
la habían traicionado una vez más. Tenía que hacer algo para calmarse, así que se puso
algo más cómodo para salir a correr un rato, pero no quería dejar pasar más tiempo sin
pedirle disculpas a Esther. Por nada del mundo podía marcharse al día siguiente a Jerez
sin haber hecho las paces con ella. Sabía que si eso ocurría pasaría intranquila todo el
viaje...
Subió un momento a su piso, aunque fuera solo para procurar un primer acercamiento
que fuera suavizando el ambiente. Le abrió Carolina, que le puso cara de circunstancia y
tras acariciarle el hombro en señal de ánimo las dejo solas
E: Hola (se giró un momento para mirarla y volvió a mirar hacia la tele. Estaba sentada
en el sofá con las piernas flexionadas encima y la cara apoyada en las rodillas)
M: Hola... (se sentó a su lado) ¿Has comido?
E: No
M: Yo tampoco... (miró también a la tele y tras varios segundos de silencio se volvió a
girar hacia ella) quería decirte que lo siento mucho... de verdad. Me he acalorado
demasiado discutiendo y ahora me arrepiento de muchas cosas que te he dicho. Soy una
estúpida... Lo has preparado todo pensando en mi y te lo he despreciado. Pero bueno, si
quieres en vez de un almuerzo podemos hacer una cena luego, más relajadas
E: Yo ya no sé si voy a poder relajarme hoy, la verdad
M: Pues yo iba a ir a correr un rato para intentarlo... ¿te vienes?
E: No, no...
M: Tú te coges la bici si quieres... anda, anímate
E: Que no, que no. Vete tú, luego hablamos
M: Vale, como quieras. Oye, que lo siento... (volvió a repetirle ya desde la puerta)
Carolina escuchó la puerta desde su habitación y volvió al salón
Carolina: ¿Ya se ha ido?
E: Sí
Carolina: ¿Pero bueno, no ha venido a intentar arreglar las cosas?
E: Sí
Carolina: ¿Y?
E: Yo no le he dicho nada... No tengo ganas de estar con ella después de todo lo que
nos hemos dicho en un momento
Carolina: Tú lo que estás es imbécil... Encima de que la culpa ha sido tuya...
E: ¡¿Mía?! ¡Pero si es ella la que se ha montado toda la película de que hago las cosas
obligada!
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
148
Carolina: Ella ve lo que tú le haces ver. Y encima viene a pedirte perdón y tú se lo
consientes... Ya verás en que va a terminar todo esto... (se fue a su habitación y la dejó a
solas)
Se sentó en la hamaca que tenían junto a la ventana, mirando hacia la cristalera que
daba a la calle, y se le pasaron los minutos pensando en lo que había ocurrido. De
pronto reparó en que el cielo, que lucia azul y totalmente despejado por la mañana, se
había tornado gris. Recordó que el día anterior había oído anunciar por la tele tormentas
eléctricas para aquella tarde... Se levantó y comprobó que el cielo estaba totalmente
cubierto de nubes y que cada vez cerraba más. Fue a su habitación a quitarse el vestido
de fiesta que todavía llevaba puesto y se puso ropa cómoda
Para cuando salió de su cuarto ya había empezado a chispear. Cogió el paraguas, se
puso un anorak y cogió otro por si acaso, y fue a ver a Caro a su habitación
E: ¿Me prestas tu coche? (preguntó nerviosa)
Carolina: Claro amor, ¿para que lo quieres?
E: Para buscar a Maca, es que está empezando a llover
Carolina: Pero ¿donde ha ido?
E: A correr
Carolina: Pero digo yo que habrá ido al parque de aquí al lado, ¿no?
E: No, no. No le gusta. Dice que es demasiado pequeño, que se siente como un hamster
en su jaula... (y recordaba la gracia que le hizo la primera vez que se lo contó) Dice que
le recuerda a las clases de Educación Física, a cuando era pequeña y tenía que darle
vueltas al patio del colegio...
Carolina: ¿Y donde está?
E: Esta se ha ido al Retiro, seguro
Carolina: Pues date prisa, porque cada vez llueve mas... (miró por la ventana)
E: Me voy corriendo, que se va a poner pingando
Carolina: ¡Oye! Que ya te pillare por banda luego y hablaremos... (reía) pero que esto
es grave, ¿eh? Los síntomas son cada vez más obvios...
E: ¿El que?
Carolina: Piensas en ella cuando llueve... eso es que estas enamorada
E: Anda, no empieces otra vez... Luego te veo
Carolina: ¡¡Espera, espera!!
E: ¿Qué? ¿No me entretengas más!
Carolina: Pídele perdón
Bajó las escaleras tan rápido como pudo caminó a paso ligero un par de calles, hasta
llegar a donde tenían el garaje. Salió a toda la velocidad que le permitía el mal tiempo.
Apenas veía nada por el parabrisas. La tormenta se había intensificado tanto que los
limpiaparabrisas no daban abasto a pesar de estar en el máximo. Conforme se acercaba
al parque fue frenando, para fijarse bien en la gente que pasaba corriendo por la calle
intentando huir de la tormenta. Mucha gente salía a toda prisa, pero Maca no aparecía
por ninguna parte... Estacionó y salió del coche con el paraguas para buscarla por dentro
La temperatura había bajado considerablemente y hacia bastante frío. Empezó a recorrer
el parque de punta a punta. Cada vez llovía más y a cada momento el paraguas se volvía
del revés por el viento. Los truenos y los relámpagos se sucedían y tenía ganas de gritar
su nombre para encontrarla más rápido, pero no le salían las palabras. Llegó a la parte
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
149
trasera del Palacio de Cristal, lo rodeó corriendo y por fin vio a Maca apoyada en una de
las columnas, guareciéndose bajo el techo del palacio, abstraída, mirando la tormenta
tan tranquila...
E: ¡Maca!
M: ¿Qué haces tú aquí? (abrió los ojos de par en par y la esperó con los brazos abiertos
junto a la columna. Esther se acercó, dejo el paraguas en el suelo y la abrazó)
E: Es que pensaba que te estarías mojando y he traído el coche
M: Mujer, no te hubieras molestado. Pensaba quedarme aquí refugiada y en cuanto
amainara tirar para casa
E: Es que no va a parar... Esta todo lleno de nubes
M: ¿Por que no me has llamado al móvil?
E: Por que nunca te llevas el móvil para correr
M: Pero hoy si me lo he traído. Como nos hemos peleado... tenía la esperanza de que
me mandaras un sms o algo
E: ¡Y yo que sé! No se me había ocurrido... Cuando he visto llover tan fuerte... y
sabiendo que estabas en la calle lo único en que he podido pensar ha sido en venir a por
ti
M: Cariño... (la abrazo balanceándose suavemente con ella, mientras las dos miraban al
cielo, que no parecía querer calmarse) Bueno, espérate a que escampe un poco y ahora
vamos para el coche
E: Toma, póntelo (le paso el chaquetón que le había traído) Ya me imaginaba que ibas a
venir de princesita y no te habrías traído ni una chaqueta...
M: Ay... gracias. Estoy muerta de frío. Al final yo ni me he mojado y tú te has puesto
como una sopa... (le frotaba los brazos)
E: Es que se me rebelaba el paraguas
M: Con lo bueno que estaba el día, ¿quien iba a pensar que se iba a poner así de
desapacible?
E: Es que el tiempo es variable como yo; no atiende a razones
M: Un poco variable si que eres, la verdad... pero así te quiero (la besó)
E: Bueno, ¿qué te parece si nos olvidamos de todo y cenamos juntas? Porque no es por
nada, pero vaya pena perdernos la comida tan rica que te había hecho...
M: Vale, todo olvidado. Todo menos las ganas que tengo de estar acurrucada contigo en
la cama y que se me pase este frío...
E: Yo de lo que tengo ganas es de una ducha calentita
M: ¿En serio? ¡Corre! (abrió el paraguas y salió corriendo, agarrándola del brazo)
E: ¿No querías esperar a que escampara?
M: ¿Cómo quieres que me quede cruzada de brazos pensando en la ducha? Venga,
vamos
Corrieron hasta el coche, protegiéndose sin mucho éxito con el paraguas, sin librarse de
que el agua les calara hasta los huesos. Cuando estuvieron en frente del bloque Esther
paró el coche. Tenían el garaje a unas dos manzanas, pero quería que Maca se quedara
ya en casa tranquila
E: Bájate
M: No, no, te acompaño al garaje
E: No, tu súbete a mi casa, que yo vengo en seguida
M: Pero te vas a mojar...
E: Levo el paraguas
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
150
M: No va a servir de nada; está lloviendo demasiado
E: Bueno, entonces con que me moje yo ya tenemos bastante...
M: No pienso bajarme
E: Que te bajes (la empujó por los hombros, obligándola a bajar del coche y cerró la
puerta)
Maca corrió hacia el portal y subió al piso de Esther. Llamó y esperó a que Caro abriera
limpiándose los zapatos en la alfombra de la puerta. Carolina le echó una manta por
encima y se sentó con ella un rato
Carolina: Estás temblando... (le agarraba las manos)
M: Tengo el cuerpo cortado. Nos hemos puesto pingando solo con el camino desde el
parque a la salida. Es que el paraguas se volvía... Verás como va a llegar Esther...
Carolina: Os habréis reconciliado, ¿no?
M: Si, ya pasó...
Carolina: Bueno, pues aunque estés muerta de frió... los siento, pero tengo que reñirte
M: Por la pelea, ¿no? (bajo la cabeza)
Carolina: Maca por dios... Es que ha sido una tontería ¿eh?
M: ¿Sabes lo que me ha pasado? que me puse de los nervios con la bromita de que no
se había acordado
Carolina: Pero eso no es excusa... Te pasas la vida quejándote de que Esther no te dice
lo que quieres oír, o no hace las cosas como las harías tú... que ya sabes lo que pienso al
respecto... y ahora que hace un esfuerzo no se lo tomas en cuenta...
M: Es que me da rabia que diga que hace las cosas por mí
Carolina: Ella sabe que hace las cosas porque quiere, pero le da pánico admitirlo... De
todas maneras ella te demuestra que se preocupa por ti, y eso lo tienes que valorar, ¿no
te das cuenta?
M: Claro que me doy cuenta...
Carolina: Yo sé que es difícil llevarla, pero reconoce que tú a veces lo haces más difícil
todavía... Mira, a Esther estas cosas de los aniversarios y las fiestas no le van, y yo creo
que es por Ade...
M: Joder... ¿todo tiene que tener que ver con ella siempre?
Carolina: Es que Ade siempre ha sido muy de ocasiones... A lo mejor no tiene contacto
con ella en cuatro meses, pero salga el sol por donde salga en Navidades le manda una
postal, y por su cumpleaños, que es por esa fecha, le hace un regalo
M: Eso tiene que joder muchísimo...
Carolina: Comprenderás que ella valore más el cariño del día a día y que pase de las
fechas... Y bueno, volviendo a la reconciliación; ¿te ha pedido perdón?
M: Tu sabes que Esther no es de pedir perdón
Carolina: Lo sabía... Mira que le tiro de las orejas, pero es más cabezota...
M: Pero no hace falta... Para mí esto de venir a por mí ha sido la mejor manera de
decirme que lo sentía. A veces me cuesta comprenderla, pero me gusta su forma de
actuar, me gusta que prefiera hacer las cosas mejor que decirlas
Carolina: Mira, te voy a contar una cosa para que te animes... Secreto, ¿eh?
M: Si, si, no te preocupes
Carolina: Anoche antes de que se fuera a tu casa estuve un ratito charlando con ella y
le pregunte qué conclusiones me sacaba de este mes contigo... así, en general, si el
balance era positivo o negativo...
M: ¿Y que te dijo?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
151
Carolina: Luego te lo digo. Que primero quiero saber que me contestas tú
M: ¿Qué balance saco?
Carolina: Sí
M: No sé...
Carolina: ¿En general positivo o negativo?
M: Positivo, positivo... (aclaro)
Carolina: ¿Y que más?
M: Pues... es como si hubiera cogido mi vida y la hubiera sacudido... Desde que estoy
con ella vivo cada día como si fuera el último, porque como nunca sabes por donde te
va a salir... Todo ha dejado de ser aburrido y previsible como antes. Es como si me
hubiera despertado de un largo sueño y hubiera empezado a vivir otra vida... que me
gusta, porque es imposible predecir lo que me va a pasar cada día, solo sé que
teniéndola a ella tengo también la garantía de que va a haber acción y sobresaltos. Lo
malo es el miedo que me da no llegar a encontrar nunca la estabilidad con ella, porque
parece que no logramos llegar a un término medio... ¿Pero sabes que te digo? Que ni
por toda la estabilidad del mundo cambiaría el tiempo que he pasado con ella. Me ha
dado muchos sustos, pero también me ha dado mucha vida y me ha enseñado muchas
cosas. No me hace la vida fácil, pero me da motivos de sobra para vivir
Carolina: Di que sí
M: Bueno, y ella ¿qué dijo?
Carolina: Pues... que el balance era positivo sin ninguna duda, y que tiene mucho
miedo, porque nunca se había sentido tan querida y sobre todo por que lo que siente por
ti está empezando a hacerse tan grande que escapa a su control...
El ruido de llaves cortó la conversación. Esther llegó empapada de la calle y tiritando a
más no poder
Carolina: ¡Que barbaridad! Como te has puesto cariño...
E: Estoy helada...
Carolina: Lo que tienes que hacer es quitarte esa ropa, que está para exprimirla, y
tomarte un vasito de leche. Y tu también Maca
E: Si, con permiso te la voy a robar ya, ¿vale?
M: Pues no me parece bien... estábamos aquí hablando de asuntos privados
E: De eso nada, tú los asuntos privados los tienes conmigo. (A Caro) Me la llevo ya,
que para eso es mi Macarreina
Carolina: Venga, portaos bien. Yo me voy a trabajar ya
Se desvistieron la una a la otra y pusieron la ropa a secar cerca del calefactor. Se dieron
un baño relajante que poco a poco se fue animando entre caricias y besos
Tenían ya la piel arrugada, pero no se cansaban de hablar dentro del agua. Maca tenía a
Esther sobre ella, con el cuerpo metido entre sus piernas flexionadas y abiertas. La
enfermera estaba tendida boca abajo con la cabeza acurrucada en su pecho y se relajaba
después de pasar un rato increíble; casi empezaba a quedarse dormida si no fuera por
que el susurro de Maca la mantenía despierta
M: Estas desfasada, ¿eh?
E: Es que los juegecitos en la ducha me dejan tan bien...
M: Oye, que ya sé que me vas a decir que no, pero lo tengo que intentar por última
vez... ¿Por que no te vienes conmigo mañana?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
152
E: Ya lo hemos hablado. Es el cumpleaños de tu padre, vas a estar con tu familia, y ya
me has dicho que son muy ceremoniosos...
M: Pero eso va a ser solo el rato de la cena; después nos podemos ir por ahí... Además,
si tu quieres te presento solo como mi amiga; no pasa nada porque lleve a una amiga a
cenar...
E: Maca, no me siento preparada... No me voy a sentir cómoda
M: Bueno, está bien... Es que me voy a sentir muy sola sin ti. Estas reuniones familiares
son odiosas
E: Solo son dos días... Bueno, ¿qué digo dos días? Esa misma noche cuando llegues
podemos pasarla juntas... Ni te vas a enterar, ya veras... ¿A qué hora coges el AVE?
M: A las dos y media. Tengo que escaparme una hora antes de que acabe el turno, el
tiempo justo de venir por la maleta e ir a la estación... (sintió un temblor muy fuerte de
Esther, que sacudió todo el cuerpo de repente) ¿Tienes frío?
E: Un poco... Vamos a salirnos ya, que nos vamos a enfriar
La pediatra le toco la frente; primero con la mano y luego apoyando los labios sobre ella
M: Estás muy caliente
E: Pues ya no debería... Es tu culpa, desde que estoy contigo me estoy volviendo una
insaciable...
M: No, no, basta de bromas, que tienes fiebre. A ver, déjame...
Salió de la bañera, cogió el albornoz de Esther y la espero al lado de la ducha con él
abierto. La ayudó a salir y en seguida la envolvió; le secó el pelo y el cuerpo y se
empeñó también en ponerle la ropa
E: Ya puedo yo... (refunfuñaba) Sabes que no me gusta sentirme como una niña
pequeña
M: A callar (la metió en la cama con el pijama y la arropó) No te muevas de aquí,
¿vale? Te voy a traer una pastilla con algo calentito
Metida en la cama Esther se sintió mejor, y después de que Maca le trajera cola-cao con
galletas y una pastilla efervescente se fue quedando dormida
Pasaron durmiendo lo que quedaba de tarde. Maca se despertaba de vez en cuando para
ver si Esther seguía mejor y le tocaba la frente. Rondando a la medianoche Esther
despertó definitivamente, sintiendo un paño frió sobre la cabeza, y se encontró a la
pediatra mirándola, sentada en la cama mientras le sostenía la manopla mojada en la
frente
E: Hola
M: Hola... ¿Te encuentras bien? Te iba a despertar para darte una pastilla. Te estás
poniendo peor...
E: Esto me pasa por hacerte caso cuando te pones con tus cosas en la ducha...
M: Ahora va a ser mi culpa también
E: Claro, con lo congelada que llegué no deberías haberme echo pasar tanto calor...
¿Qué hora es?
M: Las doce
E: Joder, me despierto a la hora que debería irme a dormir... ¿Vamos a tu casa?
M: ¿Para que?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
153
E: Porque tenemos allí la cena; bueno, el almuerzo frustrado, quiero decir...
M: ¿Te apetece cenar?
E: Claro (se incorporó)
M: ¡Eh, eh, eh! Ni hablar, tu no te mueves de aquí. Yo bajo por la cena y la traigo,
¿vale?
E: Vaya desastre de día... ¿Ves lo que te digo de las fechas? Cualquier día lo pasamos
mejor que hoy. Ni siguiera vamos a poder cenar con normalidad...
M: Pues a mí me está encantando el día; yo si me lo estoy pasando bien... Cuando has
venido a por mí no sabes lo especial que me has hecho sentir... Luego la reconciliación
en la bañera... sin comentarios... (sonreía) Y después aquí relajada en la camita contigo,
que eso no lo cambio por nada. Y ahora vamos a cenar en la cama... No se para ti, pero
para mí ha sido un día perfecto. Lo que siento es que te hayas puesto malita, pero como
me gusta tanto cuidarte...
E: ¿Me vas a traer la comida a la cama?
M: Claro que sí. Voy a hacer la maleta para mañana y ahora vengo, ¿vale?
Cenaron en el dormitorio y después Carolina las visito. Charlaron de todo un poco y
pasaron un buen rato jugando a las cartas
Cuando Caro se fue a su habitación Maca se metió en la cama con Esther para que
descansara ya, pero la enfermera no tenía sueño después de haber dormido casi toda la
tarde y la convenció de seguir jugando. Luego se quedaron hablando hasta altas horas
de la noche, como se había vuelto habitual entre ellas
Cuando sonó el despertador del móvil Esther no estaba en la cama. Maca se levantó y se
sentó con ella y con Caro en la cocina. Ya habían empezado a desayunar
M: Buenos días. ¿Cómo has amanecido?
E: Bien
Carolina: Mal. Tócala
M: A ver... Cariño, tienes que tener 39 por lo menos. Hoy no vas al hospital, y si vas es
para quedarte en planta en una habitación
E: Estoy bien, de verdad. Solo un poco de malestar típico, pero nada más. Eso sí, me
caigo de sueño
M: Normal...
Carolina: ¿A que hora os dormisteis?
M: Pues la señorita quiso sacar el Monopoly y estuvimos jugando yo creo que hasta las
cuatro o así, y luego nos pusimos a hablar. Cualquiera la dormía...
Carolina: Ay... Que caprichosa te pones cuando estás malita mi vida. Y a ti Maca, ya te
vale, ahora que tienes excusa para mimarla te tienes que ir
M: No me lo recuerdes... La cuidaras por mí, ¿verdad?
Carolina: Claro que sí. Vete tranquila
E: Oye, oye, ya esta bien; que estoy perfectamente. Venga, vamos a vestirnos
M: No te voy a dejar que vayas al hospital
E: Claro que voy a ir...
Siguieron discutiendo de camino a la habitación, pero Maca no encontró manera posible
de convencer a Esther para que se quedara en casa
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
154
Durante el turno se escapó cada vez que pudo a buscarla para ver como seguía, pero a
las doce cuando se propuso hacerle otra visita Begoña la informó de que había entrado
en quirófano y de que la operación iba para largo. Se entristeció muchísimo, no solo por
no poder verla y preguntarle si se encontraba mejor, sino por que en una hora tendría
que marcharse para no perder el tren y no podría despedirse de ella como lo había
planeado
Esther salió de la operación a las tres y veinte, sobrepasando ya la hora de su turno. Ya
se iba cuando se encontró con Javier por el pasillo
J: ¡Ey! ¿Estás mejor? Tenías una cara en la operación...
E: Sí, es que he pillado un mal catarro y tengo algo de fiebre, pero ahora en cuanto me
tome la pastilla me pongo mejor
J: Ya sales ¿no?
E: Sí (se puso seria) Hoy me toca irme solita
J: Es verdad, que Maca ha ido a su casa... La echaras de menos, ¿no?
E: Hombre, estoy acostumbrada a irme con ella, pero no pasa nada
J: ¿Y como te va con ella?
E: ¿A que te refieres? (disimuló)
J: Bueno, es que... yo no quiero ser cotilla, pero como ya lo sabe todo el hospital... No
me lo tomes a mal, de verdad; solo estaba interesándome por ti...
E: ¿Pero que es lo que sabe todo el hospital?
J: Pues que estáis juntas...
Lección 9: EL AMOR ES SORPRENDERTE A TI MISMO CADA DIA
Se quedó un rato callada. No sabía si era en parte por lo mal que se sentía físicamente
por el resfriado, pero no tenía ganas de hablar del tema. No tenía fuerzas para hacer el
papel delante de Javier e intentar hacerle creer que solo eran vecinas, además de que
hubiera resultado inútil; pero tampoco se sentía con ánimos de hablar abiertamente de
su relación con él, así que salió del paso como pudo
E: Perdóname Javi, es que no me encuentro bien. Otro día hablamos
Nada mas llegar a su taquilla miró el móvil, esperando algún mensaje de Maca después
de no haber podido decirle adiós
“Princesa, siento no haber podido dart un beso xra llevarm el sabor d tu boca en el tren,
spero que t mejores muy pronto. Tómat los medicamentos y cuidat mucho. Dentro de
nada estoy otra vez cntigo. Tiens razon, no son ni 2dias, aunq yo voy a echart d-...
Bsos”
Intentó llamarla, pero en el tren no había cobertura. Salió de urgencias y se encontró a
Carolina esperándola
E: Ay... si está aquí mi niña...
Carolina: ¿Creías que te iba a dejar sola malita? (le dio un abrazo de bienvenida) Me
han dejado instrucciones, y si no las cumplo me matan...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
155
E: ¿Piensas hacer de suplente?
Carolina: Bueno, en lo de llevarte el cola-cao a la cama puede... Lo de ser tu esclava
sexual mejor lo reservo para Maca... (intentaba hacerla reír pero Esther estaba como en
otro mundo y su expresión seria no había variado desde que se cruzaron) Que carita
traes... ¿Tanto la extrañas? ¿O es que te encuentras peor?
E: No, son cosas mías...
Carolina: Anda, vamos a casa y me cuentas
Poco después del almuerzo Carolina se fue a dar sus clases. Esther se tumbó un poco en
la cama a ver si le bajaba la fiebre. Intentó dormir, pero no dejaba de pensar en Maca...
en la pelea del día anterior, en su forma de cuidarla... Y tampoco se le iba de la cabeza
la conversación con Javier. Estaba llegando a un punto extremo de agobio consigo
misma... La presión de saber que los rumores corrían como pólvora por el hospital y esa
manera de echar de menos a Maca de una forma mucho más dolorosa de lo que pensaba
no le dejaban un minuto de relax
Cualquier detalle mínimo la traía a su cabeza. Se quitó los vaqueros para estar más
cómoda y mientras lo hacía recordaba esa manía de Maca de meter las manos entre los
pantalones y el tanga y apretar sus nalgas con fuerza. Siempre le llamaba la atención
porque le ponía grandes todos los pantalones y terminaban a las greñas. Ahora que se
había ido echaba terriblemente de menos esas discusiones del día a día que tanta rabia le
daban
Se levantó de la cama asustada de sus propios alcances y de cómo llegaba casi a
obsesionarla la idea de saber que no podría verla aquélla tarde ni al día siguiente. Llamó
a algunos de sus amigos para intentar salir un rato, pero todo el mundo parecía estar
ocupado aquella tarde
Escuchó una perdida de Maca y la llamo de inmediato
M: ¡Hola! Me acabo de bajar del tren
E: ¿Cómo has echado el viaje?
M: Muy bien, durmiendo todo el rato. ¿Tú cómo estás?
E: Mucho mejor
M: ¿Seguro?
E: Sí. Me estoy cuidando, lo prometo. ¿Por que hablas tan bajito?
M: Es que no estoy sola... Al final no tengo que coger el otro tren ¿sabes? Ha venido
por mi un amigo de Sevilla que también viene esta noche a la fiesta y me va a llevar a
casa
E: Genial entonces ¿no?
M: Sí. Por cierto, te tengo que dejar, que ya nos vamos
E: Vale, pero no ligues mucho ¿eh?
M: Que no tonta...
E: ¿Me llamas luego?
M: No sé si pueda, mi reina... Lo de esta noche creo que se alargará, y si termino tarde
no quiero despertarte, que quiero que duermas
E: Si, me voy a acostar tempranito
M: Vale, así me gusta. Cuídate mucho ¿eh? Por favor.
E: Sí, sí. Ve tranquila
M: Ciao amor
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
156
E: Ciao
Carolina llegó ya de noche. Entró en su habitación con cuidado y cuando la vio
despierta dejo de andar de puntillas y se sentó en la cama a su lado
Carolina: Pensé que estarías dormida... ¿Estás mejor cariño?
E: Sí, sí
Carolina: ¿Y que has hecho esta tarde?
E: Nada. Estar aquí
Carolina: ¿Has comido ya?
E: No
Carolina: ¿Qué te pasa Esther? Esa cara y esos monosílabos... pareces un apache...
La enfermera resopló y se abrazó a ella muy fuerte, deslizando las manos por su espalda
Carolina: ¿Pero que te pasa? ¿Por qué estás así?
E: (riendo) Es que... echo de menos a mi Macarreina... (Carolina soltó una carcajada y
Esther reía todavía mas) ¡¡Oye!! No te rías... Yo me río por no llorar... Joder, quien me
ha visto y quien me ve... Que lástima por dios
Carolina: Lástima ¿por qué? Si es muy bonito...
E: ¿Bonito? ¡Es patético! Si no vamos a estar separadas ni 72 horas... ¿Cómo es posible
que la extrañe tanto?
Carolina: Te lo voy a decir al oído (y le susurró algo)
E: No, no es verdad
Carolina: Si que lo es...
E: ¡Que no!
Carolina: Bueno... cambiando de tema. Tu dices que lo tuyo es patético... ¿Sabes lo que
me acaba de pasar?
E: ¿El que?
Carolina: Ha venido Nono a por mí al gimnasio a proponerme que nos vayamos a vivir
juntos
E: ¡¡¡¡¿¿¿Qué???!!!!
Carolina: Eso mismo le he dicho yo... Has puesto hasta la misma cara... Me ha dicho
que si no creo que después de tantos años ya es hora de dar un paso más en nuestra
relación...
E: Le habrás dicho que sí, ¿no?
Carolina: ¡¿Estás loca?! Le he dicho que se dé una ducha a ver si se tranquiliza...
E: Mujer, el chico tiene razón... Después de tantos años, podrías planteártelo...
Carolina: ¿Qué dices? ¡Ni hablar! Me voy a la ducha, que necesito reponerme de lo que
acabo de oír
Después de cenar y ver la tele un rato con Caro se fue a la cama. No paraba de dar
vueltas sin conseguir conciliar el sueño, hasta que sintió un impulso irrefrenable y se
levantó
Cogió las llaves del piso de Maca y bajó. Entró despacio y mirándolo todo, como si
nunca hubiera estado allí. Cada objeto le recordaba algún momento o alguna
conversación. Se sentó en el sofá y lo acarició con las manos, dejando que se revivieran
en su mente tantos arrebatos, tantas reflexiones... y casi podía escuchar la risa de Maca
sonando en cada rincón
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
157
Entró en su habitación. Tocó sus perfumes y los adornos que tenía encima de la cómoda
y se tumbó en la cama. Sentía su lejanía tan punzante perforándole el pecho que creyó
que la única forma de aliviarla un poco sería tratar de estar cerca de ella de alguna
manera, pero desde que había entrado a aquella casa fría y solitaria, que sin ella no
parecía ser la misma casa acogedora y cálida de siempre, su dolor se había agudizado y
sentía el corazón cada vez más oprimido
Se puso de perfil en su lado de la cama tocando el lado de Maca por encima del
edredón, como la tocaba a ella en tantos despertares juntas y notaba como se le formaba
un nudo en la garganta y como se le iban humedeciendo los ojos por dentro sin poder
creerse lo que estaba a punto de pasarle. Justo cuando más concentrada estaba
recordando a Maca escucho el pitido de su móvil y leyó el mensaje que le había llegado
“Nunca me había sentido tan acompañada y tan sola a la vez... Estoy entre +de 100
personas y no hago +q pensar en ti y vert en todas partes. Daría lo q fuera x poder besart
ahora mismo. Duerm bien y mejórate pronto preciosa. TQ”
No sabía si había sido antes, durante o después de la lectura del mensaje pero de pronto
sintió lágrimas rodar una detrás de otra por sus mejillas. Al principio el dolor que tenía
en la gargantea le impedía reaccionar ante ello, pero al poco fue consciente de que
después de tantos años había vuelto a llorar por amor, a percibir ese sabor amargo tan
conocido en su boca
Se sintió estúpida como nunca en su vida por llorar por una tontería tan grande, y al
mismo tiempo la intimidó la idea de que aquellas lágrimas pudieran ser solo el principio
de muchas más. Dejó de llorar conforme sus lágrimas perdían su razón de ser. Habían
aparecido por la manera desesperada de desear que Maca estuviera allí en ese instante,
pero le aterraba tanto llorar de nuevo por amor por alguien que ahora solo quería poder
alejarse, dejar de pensar en ella como fuera...
Se despertó con la alarma del móvil. No recodaba en que momento se había quedado
dormida entre llantos y recuerdos de los que renegaba, pero se sentía totalmente abatida
y sin ganas de levantarse de la cama. Recordó que la noche anterior no le había
contestado a Maca y le escribió
“Perdona cariño, q estaba durmiendo. Spero q la noche no se t hiciera muy larga y
disfrutaras d tu familia. Yo estoy mucho mejor; me voy al hospital ya. Buen viaje! Nos
vemos x la noche”
Se vistió y se fue al hospital. Dejó la burocracia en manos de otros compañeros y se
apuntó a todas las intervenciones que pudo para tener cubierta la mañana y dejar de
pensar en Maca. Lo logro en cierto modo, porque le preocupó más el hecho de que un
par de compañeras la señalaran discretamente y comentaran al oído al cruzarse con ella
por el pasillo. Todo parecía indicar que no había forma de detener el avance de los
rumores
A la salida Carolina vino a buscarla en el coche. Cuando entraban en el portal Esther iba
un poco por detrás, entretenida mirando las fotos de Maca que tenía en el móvil, y que
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
158
de pronto le había dado capricho de mirar. Carolina iba ya casi por la mitad de la
escalera cuando ella todavía estaba al lado de la puerta
Carolina: Venga niña, que es para hoy...
E: Voy, voy
Carolina: Anda, mira a ver si hay algo en el buzón ya que estás ahí. Que hace mil que
no miramos (siguió subiendo)
Esther terminó de ver las fotos y abrió el buzón. Fue pasando una a una las cartas que
tenían acumuladas: factura de la luz, factura del teléfono... y encontró de pronto un
sobre con su dirección completa escrita a mano. Le dio la vuelta y confirmo lo que se
Temía... Solo tres letras...
Lección 10: CADA UNO RECOGE LO QUE SIEMBRA
Sintió el impulso de abrirla allí mismo, pero las manos no le respondía. Subió
lentamente los peldaños
Carolina: ¿Había algo?
E: Solo facturas
Carolina: Vamos a comer, ¿no? ¡Esther! (la zarandeó para sacarla de su abstracción)
E: Eh... sí, sí
Carolina: No estés así, tonta, si faltan solo unas horas para que llegue tu niña...
En cuanto terminaron de comer se fue a su cuarto con la excusa de echarse un rato en la
cama, cogió la carta y la tuvo un rato en las manos sin atreverse a abrirla por miedo a
encontrarse alguna sorpresa. Con Ade nunca se sabía lo que podía pasar... Tras unos
minutos de autentica crisis existencial por fin abrió el sobre. Solo contenía un folio
escrito con grandes espacios entre líneas. Poca pero densa información
“Hola mi niña
¿Qué tal estas? Espero que todo vaya bien por Madrid y que Caro y tu sigáis genial
como siempre
Antes que nada perdóname por no contestarte al ultimo mail, pero ya sabes que yo soy
más de cartas... que transmiten más y hacen siempre más ilusión. Aunque la verdad es
que no me hacen mucha ilusión las cosas que voy a contarte... pero necesito hacerlo y
sé que en ti voy a encontrar siempre una amiga ante todo
No sé como te van las cosas a ti... si estás con alguien o no o si has vuelto con Juan,
pero yo llevo una racha que no hago más que pelearme con Miguel. Nos pasamos el día
discutiendo por cosas absurdas...
Últimamente se me pasan las horas muertas recordando buenos tiempos, cuando
éramos jóvenes y todo era perfecto. Lo recuerdo con cariño por supuesto, pero me
hiere pensar que nunca voy a volver a ser tan feliz como lo era entonces gracias a ti...
El otro día mirando nuestras fotos me sentí la persona más egoísta del mundo. Tú me
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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diste sin condiciones todo el cariño, me regalaste tu comprensión y fuiste mi válvula de
escape en mis momentos bajos... y yo no supe estar contigo cuando más me
necesitaste... Supongo que será por eso que cada día me obsesiona más la idea de
poder darte lo que nunca te he dado... ya sabes a lo que me refiero...
Es curioso que piense en esas cosas justo ahora que el médico me ha confirmado hace
solo unos días que voy a ser mamá. Es lo que quería y lo que llevábamos muchísimo
tiempo persiguiendo, pero para serte sincera no estoy en absoluto feliz, no solo porque
no esté pasando por mi mejor momento con Miguel, sino porque he recordado tantas
cosas... tantos planes y tantas ilusiones que se nos llegaron a pasar por la cabeza...
Supongo que en el fondo siempre esperé y deseé que cuando esto tan importante me
pasara la persona con quien lo compartiría serías tú, solo tú
No sé si eso que dicen de que más vale tarde que nunca aun podrá funcionar para mí.
Sé que he cometido muchos errores, pero sabes que nada de lo que he hecho ha sido
porque no te quisiera. Simplemente pensé que sería capaz de llevar esta vida, negarme
a mi misma la realidad, pero no es tan fácil como lo imaginé. Ya ves, yo que siempre he
sido una luchadora, hoy siento que no puedo seguir si no tengo tu cariño, y que podría
llegar a dejarlo todo... solo con una palabra tuya
No imaginas lo mucho que me apetece verte y poder explicarte mejor, en persona, todo
lo que esta ocurriendo. Me encantaría que te vinieras a pasar unos días conmigo a
Alcalá, aunque sea que a estas alturas tengo poco o ningún derecho a pedirte nada.
Solo piénsalo y si estás dispuesta aquí te estaré esperando; basta con que me mandes
un mail diciendo que vienes
Un día me dijiste que pensara bien lo que hacía y que si alguna vez volvía a buscarte
podría ser que te hubieras vuelto a enamorar. A lo mejor tu corazón está ocupado y
esto te llega en el peor momento; siento si es así. Entendería que no quisieras saber
nada de mí y que ya hayas hecho tu vida de nuevo con otra persona, aunque sabiendo
que lo que más valoras es tu libertad... no voy a negarte que me dolería bastante
Espero impaciente tener noticias tuyas y sobre todo que me des la oportunidad de
decirte todo esto a la cara
Te quiero
Ade”
Terminaba de leer y sentía como la cabeza le daba vueltas. Abrió la ventana y se llevó
una rato asomada viendo a la gente pasar sin mirar a nadie, solo sintiendo el aire frío en
la cara e intentando encajar todos los pensamientos contrarios que habían cruzado por
su mente durante los dos últimos días. Desde esa pelea en que Maca casi arranca de su
boca palabras que no quería decir todo había sido un caos dentro de su cabeza,
especialmente por lo mucho que la había echado de menos. Y ahora aquella carta había
colmado el vaso de lo que podía soportar y la había hecho recordar lo que era tener la
mente en blanco y llena de cosas al mismo tiempo, tener mil planes a la vez y no tener
fuerza para poner ninguno en marcha
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
160
Escuchó a Carolina trasteando en su cuarto y al ver la hora que era se tumbó en la cama.
Metió la carta debajo de la almohada y fingió que dormía. Antes de irse Caro entró en
su habitación con cuidado y la vio sobre la cama con los ojos cerrados. Le dio un beso y
le acarició el brazo antes de irse
Al oír la puerta cerrase se incorporó. Fue al cuarto de Caro y encendió su portátil. Con
la carta al lado, la mente hecha un mar de confusiones y las manos temblando escribió
un mail. Lo releyó un par de veces y finalmente no llego a enviarlo; solo lo guardó
como borrador
A las nueve de la noche Maca llegaba a la estación de Madrid. Miró a todas partes
buscando a Esther. Había tratado por todos los medios de convencerla para que se
quedara descansando y no viniera a por ella, pero en el fondo esperaba que sería
testaruda como siempre y estaría allí esperándola, desobedeciéndola para variar. Al ver
que no estaba tuvo miedo de que se hubiera puesto peor y se apresuró a coger un taxi
Esther estaba en su cuarto sentada en el suelo cuando escuchó el timbre. Miró el reloj y
se asustó de la hora que era. Se había puesto a buscar fotos antiguas y a releer viejas
cartas y se le había ido el santo al cielo. Se levantó acelerada, cerró la puerta de su
habitación y corrió a abrir
Apenas tuvo tiempo de mirar a Maca cuando ésta ya la había rodeado entre sus brazos y
había apoyado la cabeza sobre su hombro. La abrazó durante unos segundos, luego le
tocó la frente y la besó
M: ¿Cómo te encuentras?
E: Muy bien
M: ¿En serio estás bien?
E: Sí, sí (le acariciaba la mejilla, y a volvió a abrazar, pero con más calma)
M: Te he echado tanto de menos...
E: Y yo
M: ¿Y Caro?
E: En el gimnasio todavía.¿ Se te ha hecho pesado el viaje?
M: ¡Que va! Nada. Acabo de llegar; el tiempo de dejar las maletas en casa
E: ¿Tienes hambre?
M: Bueno, depende de que... (se sentó en el sofá y tiró de ella para que se sentara
también. Apoyó la boca en su cuello y empezó a besarlo despacio mientras le
entrelazaba la mano con la suya) ¿Y si vamos a tu habitación?
E: Vale... ¡NO! (recordó las fotos y las postales tiradas por el suelo) Mejor vamos a tu
casa
M: Venga si, que hay una cosa que quiero darte y la tengo en la maleta
E: No me digas que me has traído algún regalo... Te dije que no me compraras nada
M: Y no pensaba, pero es que no me he podido resistir... Además, no te enfades, lo he
comprado siguiendo tus deseos. Vente, dame la mano
Bajaron al piso de Maca. Dejó a Esther sentada en el sofá y sacó un sobre de un bolsillo
interno de la maleta. Se lo pasó a Esther, que sacó las entradas que había dentro y se
quedó mirándolas
E: In Memoriam de Miguel Hernández... Villamarta... Pero esto está en Jerez ¿no?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
161
M: Claro. Me dijiste que querías ir al sur, pero en plan tranquilo, solas tú y yo... y como
ya te he dicho mil veces, estoy a tus ordenes... Además, como sé que te gusta mucho
Miguel Hernández ya tenía la excusa perfecta. Mira, es dentro de dos semanas. Te va a
encantar; son las poesías de Miguel Hernández, pero cantadas o en danza, es un
espectáculo fantástico. Ya lo tengo todo planeado: veras... como es un sábado por la
noche nos vamos todo el fin de semana, y nos quedamos en una casa que tengo yo en
playa... El viernes cogemos el AVE hasta Sevilla; llegamos a la hora de almorzar, que te
voy a llevar a la bodega de Pepe Girón a comer, para que veas lo que es bueno... Luego
continuamos hasta Jerez y te lo enseño. El sábado pasamos el día en Conil en la playa y
por la noche volvemos a Jerez a ver la obra de teatro. Y el domingo, antes de subirnos a
Sevilla, te llevo a Grazalema, a la sierra, para que veas que Cádiz no es solo playa...
E: Oye, para, para, para... (se soltó de sus manos y la miró seria) A ver... ¿pero que me
estás contando?
M: ¿Qué te pasa? ¿No te ha gustado la sorpresa?
E: No es eso Maca. Pero te has puesto a hacer planes sin contar conmigo... Yo ni
siquiera sé si voy a poder pedir un fin de semana entero libre en el hospital
M: Mujer, pero si eres la jefa...
E: ¿Y que? Eso no significa que pueda hacer lo que me da la gana. Además no sé... así
sin consultarme ya tienes las entradas, y has planificado todo el fin de semana... Para el
carro; yo no soy así, lo sabes
M: Bueno... (dejo la vista fija en un punto sin saber que decir. Desde luego no esperaba
esa reacción por parte de Esther, aunque conociéndola quizás debería haber previsto que
podría ponerse así) Perdóname cariño... Yo no quería incomodarte, de verdad. Pensé en
llamarte antes de comprarlas, pero si lo hacia ibas a saberlo y preferí arriesgarme y que
fuera una sorpresa. Y lo de planificarlo tampoco ha sido con mala intención; era solo
porque íbamos a estar pocos días y quería enseñarte lo máximo posible, y también
porque como soy yo la que sabe moverse por allí... Pero tienes razón, a lo mejor debería
haberlo planeado contigo y preguntarte que querías hacer... Perdóname, no era mi
intención dejarte de esto, todo lo contrario
E: Mira, no sé como va a estar la cosa para cambiar las guardias. Además, no me lo
esperaba, no sé... así de la noche a la mañana planear un viaje contigo. No sé ni que voy
a hacer mañana... dentro de dos semanas quien sabe...
M: Esther, ni que nos fuéramos a otro continente... Que vamos aquí al lado y solo es un
fin de semana... Pero en fin, no te preocupes, yo he asumido el riesgo al comprar las
entradas sin consultarte, y si no puedes o no quieres ir no vamos y punto
E: Tampoco hace falta que te pongas así...
M: No me he puesto de ninguna manera
E: Te has enfadado (afirmó)
M: No, no me he enfadado, te lo prometo (le sonrió y le acarició la cara) Es mas, lo
comprendo, y siento haber sido tan arrebatada y que una vez más haya podido más mi
impulso que mi control
E: ¿Te ayudo a deshacer las maletas y preparamos algo de cena?
M: Venga. Y luego te quedas, ¿no?
E: Bueno, yo si quieres me quedo, pero te advierto que en plan tranquilito ¿eh? Que no
tengo muchas ganas de marcha
M: Perfecto
Después de cenar subieron un rato para que Maca saludara a Caro y Esther cogiera su
pijama, y volvieron a bajar
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
162
Esther estaba ya en la cama, mirando al techo y pensando en mil cosas a la vez mientras
Maca terminaba de prepararse para dormir. Aun no le había dado tiempo a digerir del
todo la llegada de Maca ni la de la carta. Al llegar Maca se metió en la cama de perfil y
apoyó la cabeza en el codo para mirar a Esther mientras le apartaba los mechones de
cara
M: ¿Sabes una cosa? (la besó en la frente)
E: ¿El que?
M: Bueno, en parte ya te lo he dicho... Que te he extrañado mucho... Y la otra parte que
no te he dicho es que esta noche que he pasado sin ti lo he pasado fatal... No es que yo
no valore cuando estamos juntas, pero no sé... tener que estar una noche por fuerza sin ti
me ha hecho darme cuenta de la falta que me haces. Me he portado como una niña
pequeña... ¿sabes lo que hice?
E: ¿Qué?
M: Me puse a darle besos a tu foto y me dormí con la cara apoyada encima. Pero lo
peor fue antes de eso... De lo mucho que te echaba de menos me puse a llorar como una
tonta, ¿puedes creerlo? Echaba de menos todo, no solo tocarte o que me tocaras... es
más, creo que lo que me hizo llorar fue no poder oír tu susurro y dormirme con él, no
poder quedarme hablando contigo hasta quedarnos dormidas como siempre. Te iba a
llamar, pero era muy tarde, y sabiendo que estabas malita no me atreví. Así que la a
única forma de desahogarme que encontré fue llorando. ¿Qué te parece?
E: Pues muy mal, la verdad (respondió muy seria, llegando incluso a asustar un poco a
Maca) Por mí no quiero que te pongas a llorar... Llorar se llora porque se muera un
familiar o porque ocurra algo grave, impactante... Pero por amor no se llora
M: ¿Me vas a decir ahora que tu nunca has llorado por amor? A ver... ¿cuando fue la
ultima vez? Seguro que no hace tanto...
E: No ¿eh? ¿Qué pasa que tengo que contártelo todo? Eso si que no (empezaba a
ponerse seria)
M: Anda, dímelo
E: Que no Maca, que no insistas. Además, así te evito el mal trago de escuchar algo que
no te va a gustar
M: Si te refieres a que no haya sido por mí eso lo doy por hecho. No me voy a enfadar
porque me digas que ha sido por Ade o por quien sea, te lo prometo
E: De verdad que cuando te pones pesada no hay quien te aguante... (se levantó y se fue
al salón. Maca se quedó mirando como se iba y la siguió hasta llegar a sentarse en el
sofá con ella)
M: ¿Qué te pasa hoy que te enfadas por todo?
E: ¿Y a ti? Que me quieres averiguar la vida... Primero me planeas un fin de semana
entero sin contar conmigo y ahora queriendo saber algo tan privado...
M: Era una simple pregunta. Ya te he dicho que fuera cual fuera tu respuesta no me iba
a enfadar. No seas así, yo te lo he contado y no pasa nada...
E: Ya, pero es que tú eres tú y yo soy yo, ¿cuando lo vas a entender?
Pasaron unos segundos sin hablar, las dos mirando al suelo, hasta que Maca cedió en
vista de que Esther no tenía pensamiento de hacerlo
M: Tienes razón, es algo muy privado. Perdóname
E: No, déjalo. ¿Sabes que? Creo que no va a ser buena idea que me quede esta noche
(se levantó)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
163
M: Anda por favor... Quédate. Si no quieres no te toco, pero quédate y arreglamos y
esto, ¿no?
E: No, es que si me quedó no lo vamos a arreglar. De verdad, perdóname, pero necesito
estar sola esta noche. Mañana te busco para ir al hospital
M: Pero cariño... (se puso al lado de la puerta, mirándola tristemente deseando solo que
se quedara)
E: Por favor, no me asfixies ¿vale? (la miró con ternura, pero ni siquiera el tono amable
de su voz hacia menos implacables sus palabras) Esta noche no, porque no respondo
Se fue sin besarla y subió las escaleras lentamente, como intentando dejar un poco de su
confusión en cada escalón. Llamó a Caro al entrar, pero en seguida recordó que esa
noche la pasaba con su novio. Se metió en su cuarto, pero al ver el desorden del montón
de postales desperdigadas por el suelo le vino de nuevo a la cabeza todo el lió de la carta
Encendió el ordenador de Carolina y abrió su cuenta de correo. Miró el ultimo borrador,
el que había redactado esa misma tarde. Nada mas escribirlo tenía la sensación de
haberse excedido siendo dura con Ade, de que pagaba con ella todo lo que hoy por hoy
la atormentaba; por eso no lo mandó. Era consciente de que no merecía tanta
consideración, pero aun así no quería que sus problemas con Maca repercutieran sobre
ella, y quiso asegurarse una vez más
“Hola guapa
¿Qué tal estas? Por aquí todo bien, más o menos como siempre. Espero que para
cuando leas esto tus cosas vayan mucho mejor de lo que he leído
Antes que nada quería felicitarte por el embarazo. Estoy segura de que vas a ser una
madre estupenda, la mejor que ese niño podría tener
Si te soy sincera llevo todo el día en shock pensando en eso. No tenía ni idea de que
estuvierais intentándolo. Como es habitual en ti entre tanto disparate y tantas cosas
triviales que se pasan por la cabeza has pasado por alto contarme las cosas realmente
importantes, como que estabas planeando tener un hijo. Lo que me parece
absolutamente fuera de lugar son tus comentarios al respecto... Es patético que me
escribas lamentándote por no poder compartir esto conmigo, sabiendo lo que en su
momento hubiera dado por construir mi futuro contigo... Pero ese futuro ya no existe
porque tú lo dejaste escapar. Durante mucho tiempo siguió viviendo en mi
imaginación; ahora lo veo como un simple recuerdo de un pasado que no pudo ser tu
sabes bien por qué. No voy a negarte ni a negarme a mi misma cosas que un día deseé
con todas mis fuerzas, pero tampoco voy a negarte que si hoy pienso en tener hijos o en
vivir mi futuro acompañada tu eres la ultima persona que se me pasa por la cabeza
Pero si esto me ha pillado por sorpresa tengo que decirte que hay cosas en tu carta que
me han sorprendido todavía mas, como leer con que alegría hablas de “nuestros
buenos tiempos”. Esos tiempos serían buenos para ti tal vez, para mí son horas muertas
que me duele recordar, sobre todo porque me aborrezco a mi misma cuando pienso que
centré todas mis ilusiones en ti y perdí entre lágrimas mis mejores años. Y como bien
has dicho es una auténtica pena que esos años ya no puedan volver, que el tiempo no
pueda retroceder para que yo pudiera disfrutar de mi juventud y saber vivirla para mí,
no para ti
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
164
Y como siempre he podido comprobar que no nos entendemos ni nos entenderemos
nunca al parecer... porque no tengo ni idea de a que te refieres cuando hablas de eso
que no me has dado y que te mueres por darme. Será que te ha faltado tanto por darme
en esta vida o que ha habido tantas cosas que me gustaría haber recibido de tu parte
que me pierdo cuando empiezo a contarlas. De todas formas, sea lo que sea puedes
despreocuparte, que si he podido vivir más de treinta años sin eso seguro que podré
sobrevivir los que me quedan
Lo de pasar unos días contigo en Alcalá estaría bien, y lo mismo hasta me vendría bien
oxigenarme un poco, pero profesionalmente no me es posible ausentarme de mi trabajo
ahora mismo, y personalmente me importa poco que me digas estas cosas por carta o a
la cara, para mi tienen el mismo valor... porque a estas alturas aunque quisiera creerte
no sé si podría
No he vuelto con Juan, pero estoy pasando por una etapa bastante confusa. No sé lo
que quiero, y esto solo ha contribuido a enmarañarme más la cabeza... Hacía tiempo
que no pensaba en mis años contigo tan detenidamente, y ahora que lo he hecho me he
dado cuenta de que por más que busco no consigo encontrar en que momento se me
enredó tanto la vida... y la verdad no me siento con fuerzas para que me la sigas
complicando más. Si quieres demostrarme que lo que dices en tu carta es cierto y no es
fruto de un arrebato de los tuyos ven tú a Madrid y atrévete a luchar por mí con algo
que no sean palabras
Avísame si es que piensas venir, y por favor, si no es así lo único que te pido es que no
salgas corriendo como siempre; no actúes como si esto no hubiera pasado y no
hubieras escrito lo que has escrito. Por una vez sé valiente y asume las consecuencias
de tus actos
Cuídate mucho y una vez mas enhorabuena. Adiós”
Vaciló unos minutos, dudando si cambiar algo o quitar alguna que otra frase que
desprendía demasiada brusquedad, pero pensaba en la rabia acumulada durante tantos
años y ese mismo resentimiento le daba fuerzas para pensar en ella antes que en nadie y
ser, en defensa propia, un poco cruel. En definitiva todo lo que fuera suavizar sus
palabras hubiera sido degradar la realidad de lo que sentía. Dejó de darle vueltas al
asunto y lo envió
Por la mañana bajó demasiado tarde. Maca la había llamado dos veces al portero y
estaba por subir a buscarla a su casa cuando por fin apareció
M: Vaya horas...
E: Lo siento, es que me he quedado dormida
M: Anda ponte el casco, que no hay tiempo de nada (le metió prisa mientras arrancaba)
A mitad del turno Maca buscó a Esther para tomar algo en la cafetería. Estaba ansiosa
por aclarar un poco lo que había ocurrido el día anterior, pero cuando la tuvo delante
pensó que era mejor olvidarlo y no agobiarla más intentando buscar motivos
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
165
Le preparaba el café mientras le contaba los detalles de los casos que estaba tratando a
lo largo de la mañana, pero Esther tenía la mirada perdida y no parecía estar en su
mismo mundo. Le cogió la mano para que estuviera más atenta y la enfermera le
respondió una vez más con la misma mirada seria que encontró en ella al volver de
Madrid
M: Cariño, ¿seguro que estas bien? No quiero ser pesada, pero es que no te veo como
siempre...
E: Nada, solo estoy cansada. Supongo que no es mi día...
M: Ya... Y ayer tampoco ¿no? Siempre estás riendo y de broma y desde que llegué te he
visto tan distinta...
E: No te preocupes; solo son unos días un poco raros que me están viniendo
M: Bueno, (le apretó la mano) tú sabes que estoy aquí si necesitas algo, y sabes que te
quiero, ¿no?
E: Claro que si (sonrió sin mucho entusiasmo y le acarició el antebrazo)
M: Esta tarde he quedado con Ana y unas amigas, pero si quieres que me quede contigo
lo dejo para otro día... O mejor, ¿por que no te vienes y echamos unas risas?
E: No, de verdad que no me apetece
M: Yo creo que deberías animarte y venirte, pero bueno, como prefieras... Ya te busco
por la noche
E: Vale. Venga, te dejo que tengo que repartir unas altas
Picaron algo con Carolina en el piso de Esther y al rato la enfermera se quedó sola. Caro
se fue al gimnasio y Maca con sus amigas. Pasó la tarde sin hacer nada, solo pensando y
mirando a cada momento el correo. No recibía ninguna respuesta de Ade, y allí sola se
le pasaban las horas pensando en si había hecho lo correcto mandándole un correo tan
hostil, y sobre todo si estaba siendo justa en su manera de tratar a Maca
Miró el reloj, Carolina estaba punto de volver y Maca también debía de estar al caer.
Escribió una nota y salió; no tenía ganas de estar en la calle, pero tampoco podía
permanecer un minuto más allí. Estaba tan rayada que tendría que dar muchas
explicaciones y era lo que menos le apetecía
Maca llegó a buscarla sobre las nueve. Había pasado una tarde de risas fabulosa con sus
amigas, aunque había echado de menos a Esther y lamentaba no haberla podido
convencer para que fuera con ellas. Llamó y le abrió Carolina
M: Buenas (le dio dos besos)
Carolina: Ey, ¿qué tal la tarde?
M: Genial... Esther es una tonta. Debería haberse venido y no quedarse aquí solita...
Carolina: Pues tu niña no esta ¿eh?
M: Ah ¿no?
Carolina: No. Me ha dejado una nota diciéndome que iba al bar de su padre y que te
pidiera disculpas por no poder estar contigo
M: Que raro... No me ha dicho nada de que tuviera ir...
Carolina: Lo mismo la ha llamado por la tarde
M: Si, será eso... Le voy a dejar una nota ¿vale?
Carolina: Claro
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
166
Maca bajó a su casa e intentó llamarla, pero tenía el móvil apagado. Se puso una
película, pero no se le quitaba de la cabeza ese comportamiento suyo tan extraño de los
últimos días y finalmente decidió salir
Llegó al bar en un momento con la moto. Miró por todas partes pero no veía a Esther.
No estaba en la barra con su padre ni en ninguna mesa, y los camareros que atendían
eran los de siempre. De repente pensó que quizás se habían cruzado y se dio prisa para
llegar a casa con la moto. La esperó durante más de dos horas, sin conseguir localizarla
de ninguna manera y finalmente se quedó rendida en el sofá
A las dos de la mañana Esther entró en su piso y se encontró la nota de Maca
“Hola preciosa. No sabía que tuvieras que ir al bar, pero pásate cuando llegues y me
despiertas, ¿vale? Sea la hora que sea... Por cierto, lo hemos pasado genial; ojala
hubieras estado tu también... Te espero en el sofá; impacientemente... que ya sabes
como me pones...”
A poco más de las nueve de la mañana Maca se despertó en el sofá, y al verse sola dio
una vuelta por la casa. Esther no había venido, o si lo había hecho no se había quedado
ni había dejado ninguna nota. Miro el móvil; tampoco encontró señales de ella. No tenía
que ir a trabajar pero decidió quedarse ya levantada e ir a correr un rato para despejarse.
Al fin y al cabo estuviera donde estuviera Esther estaría durmiendo
Cuando volvió se quedó estirando en las escaleras, relajando los gemelos en los
peldaños de al lado de su puerta, cuando escuchó una puerta cerrarse por los pisos de
arriba y unos pasos rápidos bajando los escalones. Esther venía sonriendo y parecía más
contenta que los días anteriores
E: ¡Hola! Venía a verte... (le dio un pico)
M: Pues yo he estado corriendo un ratito. Pensaba llamarte ahora. ¿Cómo estás?
E: Bien, bien
M: ¿Sí? (la miraba con incredulidad)
E: Sí (abrió con toda confianza con su llave)
M: ¿Por que no te pasaste anoche? ¿No viste mi nota?
E: Si, si, pero no quería despertarte. Terminamos muy tarde
M: ¿Qué había mucho lío en el bar?
E: Sí, lo de siempre. Un camarero que se puso enfermo y tuve que ir
M: Aaah...
Pasaron y se sentaron en el sofá
E: Te divertiste con Ana, ¿no? (encendió la tele y empezó a cambiar de canales)
M: Si, fue genial. Deberías haberte venido
E: Esta tarde tengo que ir al hospital, ¿te lo he dicho?
M: ¿Y eso? Si no tenías guardia...
E: Pero me pidieron el favor y la cambie
M: Joder Esther... justo hoy que tenemos el día libre las dos
E: ¿Qué quieres que le haga? Sabes que no sé decirle que no a una compañera...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
167
M: Pues vaya chasco... Pensaba decirte que si querías que nos fuéramos a la casa de la
sierra...
E: Lo siento, pero ya me he comprometido
M: Bueno, da igual. Entras a las tres ¿no? (Esther asintió) Todavía nos queda un buen
rato para pasar juntas
E: ¿Ponemos una peli?
M: Si quieres... Aunque yo preferiría hablar contigo, que llevamos un par de días que ni
hablamos...
E: Si que hablamos...
M: Sí, pero no como siempre
E: No entiendo a que te refieres... (dejó de mirar la tele por un segundo y la miró)
M: Míranos ahora por ejemplo... la conversación que estamos teniendo no parece la de
dos personas que se quieren
E: ¿Y como es según tú una conversación de dos personas que se quieren? (se puso
seria) O sea, ¿qué porque seamos pareja no podemos hablar de trabajo o de cómo te lo
pasaste ayer con tus amigas?
M: Claro que podemos, yo no he dicho eso. A mí me encanta hablar de todo contigo...
solo es que normalmente estás más cariñosa conmigo
E: No sé... A lo mejor a ti te gustaría que nos pasáramos el día “te quiero mucho
cariño”, “no, pero yo que quiero mas”, pero es que yo no soy así...
Se quedó un segundo observando la indiferencia con la que Esther le contestaba, sin ni
siguiera irritarse como otras veces que discutían, y le contestó
M: Yo tampoco, ¿sabes? Lo único que te estoy queriendo decir es que desde que llegué
no nos reímos como antes ni nos acariciamos mientras hablamos, ni nos besamos... que
no todo tiene que ser eso, pero que el cariño también es importante y tú hasta ahora
siempre habías sido cariñosa conmigo (hizo una pausa) ¿Qué te ha pasado estos días
que he estado fuera?
E: Nada, simplemente no tengo ganas de carameleo hoy... (miró como Maca se
levantaba) ¿Adónde vas?
M: A por una película de las que me bajado últimamente
Después de ver la película y de comer algo con Esther la acercó al hospital en la moto.
Pasaron lo que quedaba de mañana sin apenas hablar y al despedirse Maca solo le deseó
buena tarde y se fue. Llegaba un punto en que Esther le transmitía sus pocas ganas de
hablar. Iba a entrar en su casa directamente, pero pensó que Carolina estaría todavía en
casa y subió un momento
Carolina: Buenas
M: Hola guapísima (le dio dos besos) ¿Te puedo robar todavía cinco minutitos antes de
que te vayas?
Carolina: Y tanto. Me han llamado para decirme que hoy no tengo que ir hasta las
cinco. Te tomas el café conmigo, ¿no?
M: Me encantaría, porque tengo que hablar contigo. Bueno, más bien tengo una
pregunta que hacerte...
Carolina: Dime (se alarmó al verla tan triste y se sentó a su lado cogiéndole la mano)
M: ¿Le ha pasado a Esther algo mientras he estado fuera?
Carolina: Que yo sepa no, ¿por que?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Porque lleva unos días rarísima conmigo. Anoche no se pasó y esta mañana sin ir
más lejos se ha puesto a ver la tele mientras hablábamos y ni siquiera me miraba
Carolina: Pues si te soy sincera si que llevo unos días notándola un poco rara, justo
desde que te fuiste
M: Mira... Anoche la estuve esperando, pero la echaba mucho de menos y me acerque
el bar por lo menos para saludarla y tomarme algo mientras la veía danzando de mesa en
mesa por ahí. Fui en un momento con la moto y no estaba
Carolina: ¿Cómo que no?
M: No. Y esta mañana le he preguntado así disimulando y me ha dicho que estuvo allí...
Carolina: ¿No estaría dentro en el almacén o algo así?
M: Me ha dicho que fue porque faltaba un camarero, y no puede ser, porque estaban
todos
Carolina: Bueno, no pienses mal...
M: No, si no pienso mal... Lo que pienso es que estaría agobiada por algo y se iría a dar
una vuelta por ahí, pero si es eso no entiendo por que no me lo dice y punto
Carolina: Pero ¿le has preguntado? ¿Le has dicho que fuiste y no la viste?
M: Es que no quiero sacárselo yo; quiero que me lo cuente ella. No se habrá molestado
porque me fui y la deje aquí con fiebre, ¿no?
Carolina: No mujer...
M: Pues yo pensaba que o era eso o que en estos días se ha dado cuenta de que está
mejor sin mí
Carolina: No, no es eso, quítatelo de la cabeza. Esther te ha echado mucho de menos, te
lo digo yo...
M: ¿Te lo dijo?
Carolina: Si, y además se le notaba
M: Entonces me dejas peor, porque ahora si que no me lo explico... Hoy me ha dicho
que no está cariñosa conmigo porque ella no es así, y me ha saltado preguntándome que
si pretendo que me esté diciendo todo el día que me quiere... El caso es que no es lo que
yo busco ni mucho menos, y además soy consciente de que las cosas no son así.. pero
me ha dolido que me lo diga ella, ¿me entiendes?
Carolina: Mira, dale tiempo. Lo mismo es solo cuestión de unos días. Puede ser que
ella sola se haya asustado de lo mucho que te extrañaba y que este intentando poner
distancia
Acompañó a Carolina hasta que se tuvo que ir y pasó la tarde relajada dando un paseo
por el centro. Cuando se acercaba la hora de la salida de Esther decidió coger la moto y
recogerla en un momento. La vio salir riendo, probablemente por las ocurrencias de
Teresa, pero observó como su expresión se iba neutralizando desde que la vio afuera
esperándola
M: ¡Hola! ¿Qué tal el turno?
E: Cansado... ¿Cómo es que has venido?
M: Para que no tuvieras que andar. Me imagine que saldrías cansada...
E: Pues sí, pero me apetecía ir dando un paseo... como no habíamos quedado en nada
M: Vaya... Pues no sabe uno como acertar contigo... otras veces he venido a buscarte
sin decirte nada y te has puesto muy contenta...
E: ¿Y si aparcamos la moto en el centro y damos una vuelta? Y luego te invito a unas
tapitas...
M: Vale... (sonrió al verla de nuevo participativa y ocurrente como siempre y le paso el
caso)
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169
Cenaron en una cervecería y dieron un paseo por el capricho de Esther de caminar un
poco. Maca estaba más animada viendo a Esther más parecida a como era
habitualmente; la llevaba cogida de la mano y la besaba de vez en cuando. Llegaban de
nuevo adonde habían dejado la moto para volver a casa ya...
M: Bueno, ¿te vas a quedar esta noche o no?
E: Pues no lo sé, no he hablado con mi padre y a lo mejor quiere que lo ayude en las
horas del cierre
M: Cómo ayer, ¿no?
E: Sí, sí
M: Mira, hazme un favor (la agarró por la muñeca sin apretar, pero con firmeza para
obligarla a mirarla a la cara) Si no quieres quedarte a dormir conmigo dímelo. Me va a
doler oírlo, pero lo prefiero a oír una mentira. Dime que no te apetece o lo que sea que
te pase, pero mentirme no, te lo pido por favor
La enfermera bajó la cabeza sin saber que contestar y Maca dejó el tema; no pretendía
hacer un drama del pequeño engaño de Esther; solo sería darle un leve toque de
atención para que se diera por aludida y dejara de tomarla por tonta
M: Anda, ponte el casco
E: No. No voy a ir a casa. Voy a pasear un rato, necesito que me de el aire
M: ¿Quieres que te acompañe?
E: No, no... (hablaba entrecortándose y suavizando cada vez más el tono de voz) No me
siento bien con la manera en que te estoy tratando y quiero reflexionar sobre ello a ver
si dejo de hacer gilipolleces
M: No hace falta que lo reflexiones, por mi basta con que dejemos esto a un lado y
sigamos adelante como siempre
E: No... Necesito pensar
Maca se quedó callada y muy seria. Ese “necesito pensar” le había sonado a fuertes
dudas. Por su actitud parecía enteramente que Esther se estaba planteando seriamente la
relación; tal vez seguir adelante como siempre no era lo que quería y ese miedo
empezaba a devorarla
M: Vale, te dejo a solas. Solo te pido que si crees que yo debo saber alguna de esas
cosas en las que estas pensando tanto me lo cuentes
E: Mira, yo no quiero hacerte daño. Tú eres una mujer increíble, y no só... quizás en mi
has encontrado a alguien a quien quieres, pero no a la persona que necesitas...
Maca volvió a quedarse sin palabras y se apoyo en el sillín de la moto al sentir que sus
piernas flaqueaban cada vez más
M: Esther, ¿qué es esto? ¿Una ruptura?
E: No, no, en absoluto (le cogió la barbilla y le dio un golpecito cariñoso en la nariz con
el dedo) No quiero precipitar nada. Déjame pensar las cosa bien, ¿vale? Vete a casa;
necesito un poco de aire
Sin decir una palabra se montó en la moto. A los pocos minutos entraba en su casa y se
fue directa a la cama. Se tapó hasta arriba, con el edredón cubriéndole la cabeza. Tenía
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170
el cuerpo cada vez mas descompuesto y un remolino se iba apoderando de su estomago
hasta obligarla a levantarse para vomitar
Esther estuvo más de una hora paseando, pero la brisa no la ayudó para nada a aclarar
sus ideas y al llegar a su piso se sentó en el sofá, con las piernas en alto y las manos
sobre la cara, resoplando sin parar
Carolina: Eey... (la oyó y fue al salón a sentarse con ella) ¿Qué tal?
E: Hola
Carolina: ¿Me vas a contra lo que te pasa?
E: Puff... Demasiado complicado de explicar, y además no tengo ganas
Carolina: Como tú veas, pero a lo mejor te sientes mejor. Esta tarde he estado hablando
con Maca y estoy muy preocupada
E: ¿Por ella o por mí?
Carolina: Por ambas dos. Por ti especialmente, porque no sé en que anda esa cabecita...
E: Estoy asustada. Me pregunto si lo mío con Maca no ha ido demasiado rápido...
Carolina: ¿Y eso es razón para que la trates así?
E: No. Me siento fatal...
Respiró profundamente varias veces y se soltó de la mano de Carolina, que se la había
cogido y le hacia cosquillas con las uñas
E: Me ha escrito Adelaida, ¿sabes?
Carolina: ¿Qué?
E: Que me ha escrito Ade
Carolina: ¿Y a que se ha dedicado esta vez? ¿A mandarte fotos de lo feliz que es con su
marido como la ultima vez que escribió?
E: No, no...
Carolina: Esther, dime que no estas así por eso... (la miró muy seria)
E: Estoy confundida. Me he acordado de muchas cosas leyéndola...
Carolina: ¿Pero que te dice? Déjamela ver
E: Está en mi mesa de noche, en el ultimo cajón
Se quedó mirando al techo, pensando que Maca estaría probablemente abajo, hundida
pensando en sus palabras y de repente cayó en la cuenta de que la estaba haciendo sufrir
con la misma indecisión con la que le habían hecho sufrir a ella en su momento y que
sin quererlo estaba transmitiéndole con su falta de afecto el resentimiento por ese cariño
que a ella misma le habían negado. Pensaba en si no sería mejor intentar hablar las
cosas con Maca y que ella comprendiera lo que le estaba pasando en vez de seguir con
esa actitud de callárselo todo, justo cuando Carolina llegó y empezó a acribillarla a
preguntas
Carolina: Esther, ¿como te has callado esto? Deberías hablarlo con Maca
E: ¿Por que? Es una cosa privada...
Carolina: Si, y vería perfectamente que te lo guardaras para ti si fuese algo sin
importancia, pero si te está afectando tiene derecho a saberlo. No me digas que te estás
replanteando tu relación por cuatro palabritas bonitas de Ade...
E: No, no es que me la esté replanteando, y menos por eso... Pero necesito un poco de
calma, ver las cosas con un poco de distancia para valorar como estoy... si realmente me
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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siento cómoda con mi vida o no. Lo de Maca me ha pillado en la retaguardia. Sabes
muy bien que no esperaba que me pasara algo así
Carolina: Pero si estabas loca de contenta... ¿Por que de repente ves las cosas al revés
que antes? No le habrás mandado ese mail diciendo que vas...
E: No. O sea, si le he mandado un mail, pero le he dicho que ni hablar, que si quiere
verme que venga ella
Carolina: ¿Qué venga ella? ¿Pero tu que quieres que se monte aquí una feria?
E: No, pero no sé, me ha dado curiosidad. La conozco y sé que no va a venir... ¿Pero y
si viniera?
Carolina: Eso digo yo; ¿si viniera que pasa?
E: No lo sé. No sé que va a pasar cuando la vuelva a ver; después de Maca me refiero.
La ultima vez se me volvió el tiempo atrás, pero esta vez quiero pensar que todo es
distinto...
Carolina: Vamos a ver... (puso las manos en la mesa y se dirigió a Esther con mucha
seriedad) Tú no estarás dejando lo tuyo con Maca un poco en el aire mientras esperas a
ver si a Ade le da por venir...
E: Pero por favor... ¿por quien me tomas? (respondió enormemente ofendida) ¿Tú crees
que yo quiero hacerle daño a Maca? Ella es muy importante para mí, y lo nuestro me lo
tomo muy en serio. Estoy así no por la carta, sino por mil cosas a la vez; no sé...
Carolina: Solo te digo que tengas cuidado. A lo mejor aunque sea inconscientemente
estás jugando a dejar la puerta abierta por lo que pueda pasar, y si sigues permitiendo
que lo tuyo con Maca penda de un hilo puede que te lleves una sorpresa...
E: ¿Te ha dicho ella algo de que me vaya a dejar?
Carolina: Lo que ella me ha dicho no importa; lo que importa es lo que tú no le has
dicho. Y cuanto más tardes va a ser peor, porque en cuanto se lo digas va a creer que
todo lo que te está pasando es por la carta y no va a querer ver nada mas, ¿no te has
parado a pensar en eso?
E: Mira Caro, lo que yo no voy a hacer es precipitarme y cometer un error haciendo
cosas que ahora mismo no tengo claras. Quiero pensarlo bien y poder ser consecuente
con lo que haga
Carolina: Pues date prisa pensando, porque como no espabiles la vas a perder (se
levantó y la dejó sola)
Después de pasar un rato dando vueltas a la conversación con Caro y a todo lo que
pasaba por su cabeza Esther se levanto también. Se duchó, se puso el pijama y buscó a
Carolina en su cuarto
E: Oye, que me voy ¿eh? (jugaba con las llaves del piso de Maca) Buenas noches
Carolina: Te vas a dormir con Maca?
E: Voy a cumplir cierta fantasía...
Bajó las escaleras corriendo, tiritando, muerta de frió por andar saliendo en pijama a
esas horas. Abrió el piso de Maca haciendo el menor ruido posible y sigilosamente
caminó de puntillas hasta su habitación
Levantó un poco el edredón y sonrió al comprobar que estaba dormida; justo lo que
esperaba
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
172
Fue destapándola poco a poco, para no impactarla demasiado, y se coloco a su lado.
Estaba de perfil y sus curvas quedaban más marcadas, como dibujadas para recorrerlas
con un dedo
Empezó a dejar besos por su cuello, llegando lo más cerca de su escote que le permitía
la blusa del pijama y a deslizar las manos muy lentamente por sus piernas por encima
del pantalón. Se lo quitó con mucho cuidado y siguió masajeándolas despacio. Subió las
manos por su abdomen, colándolas por debajo de la camiseta. Llegó a sus pechos y
comprobó que tenía quitado el sujetador. Los rozó en movimientos circulares con las
yemas de los dedos y según notaba que se iban inflamando se dio cuenta de que Maca
estaba empezando a recibir sus estímulos y a disfrutar de ellos, así un poco adormilada
como estaba. Le quitó los botones de la camiseta empezando por arriba, besando cada
trozo de piel que quedaba al descubierto. Pasó su dedo índice por su clavícula y su
cuello. Se moría por succionarlo sin parar y morder sus labios, pero quería que
permaneciera semi dormida todo el tiempo posible, hasta que el placer se hiciera
violento y evidente. Le desabrochó todos los botones y dejó el pijama abierto.
Descendió acariciándola muy levemente, aunque no se pudo resistir a pasar la lengua
por su canalillo y por encima de sus pechos
Bajó con las manos de nuevo por su pierna izquierda y al llegar a la rodilla la flexionó
con suavidad y le quitó las braguitas para despejar del todo el camino. Colocó la mano
entre sus piernas y empezó a recorrerla apenas con un suave roce que fue cada vez
intensificando más. Pasaba sus dedos a ritmo lento por sus pliegues y empezaba a
manejarlos más y más cerca de su entrada. Comenzaba a sentir a Maca respirando
agitadamente y a notar como su sexo se humedecía muy rápidamente al paso de sus
dedos
Retiró la mano y cambió de posición para situarse directamente entre sus piernas. Las
abrió con fuerza, casi violentamente, recordando las palabras exactas de Maca aquella
primera que pasó en su casa, cuando explicó su fantasía. Se tumbó en medio con la boca
junto a su centro y alzó las piernas de la pediatra para colocarlas una sobre cada uno de
sus hombros. Maca las cruzó y las apoyó a lo largo de su espalda; se sentía embriagaba,
como si estuviera profundamente dormida, a pesar de que ya estaba bastante espabilada
La enfermera colocó las manos debajo de sus nalgas y las apretó con fuerza antes de
tirar de ellas hacia arriba para acercar su objetivo hasta su boca. Repartió besos por toda
su vulva y los fue convirtiendo poco a poco en caricias, colando su lengua entre sus
labios y deslizándola. Abrió completamente la boca y abarcó lo más que pudo mientras
no dejaba de serpentear con su lengua y succionar un poco con los labios. Acorraló su
clítoris chupando sus alrededores en círculos sin tocarlo, haciendo que Maca se pusiera
cada vez más nerviosa y moviera las manos con desatino... Quería llevar algún tipo de
control sobre la situación, poder hacer algo, pero no sabía qué
Esther fue bajando con decisión son su lengua hasta meter la punta en su interior,
doblando los bordes hacia adentro. La doblaba y desplegaba sin decidirse a seguir
adelante, solo explorando con la punta sin llegar muy profundamente
Con las manos aun en sus glúteos empezó a tirar de ellos y a dejarlos caer de nuevo,
levantando el cuerpo de la pediatra para acercar y alejar alternativamente su sexo,
haciendo que su lengua entrara por sí sola con el movimiento. Llegaba un momento en
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
173
que Maca no se dejaba manejar y levantaba ella misma las caderas a un ritmo más
acelerado del que le marcaba Esther, así que la enfermera retiró las manos y las colocó
en sus ingles, presionando para frenar los movimientos de Maca. Cuando consiguió que
se quedara tranquila le acariciaba el final de los muslos con las palmas de las manos,
mientras capturaba su clítoris con los dientes, colando su lengua por medio para lamerlo
suavemente. Sus dedos se iban metiendo en terreno caliente y jugaban con sus pliegues,
estirándolos levemente
Seguía con movimientos lentos y cambiantes, y los hacia aun más imprecisos y
superficiales confirme sentía ese calor que brotaba de dentro de Maca y la escuchaba
cada vez más acelerada, ahogando un grito de ansiedad en su garganta... Quería oírlo;
que no pudiera callarlo por más tiempo. Se acercaba lentamente a su hendidura,
moviendo las yemas de los dedos en círculos. Bajo la lengua y coló un lametón por su
interior; la saco rápidamente para que fuera lo más fugaz posible, arrancándole por fin
ese gemido que esperaba como signo de luz verde para darle a su mano plena libertad
Maca abrió los ojos solo un segundo para intentar ver algo y adivinar las intenciones de
Esther, si pensaba seguir torturándola o no... La enfermera deslizaba la lengua por la
cara interna de sus labios mayores, subiéndola hasta rozar su clítoris para volver a
bajarla. Dejó de merodear por su entrada y fue introduciendo su dedo índice muy
despacio, manteniéndolo quieto. Apuró la longitud de su dedo hasta el final, hasta tocar
la mano su nalga e impulsarse en ella para volver a salir y entrar muy lentamente. Lo
sacaba a intervalos poco frecuentes, dejándolo largos ratos en su interior sin moverlo,
solo permitiéndole sentirlo dentro
Maca respiraba cada vez con menos control, convirtiendo sin querer cada suspiro en
gemido, y temblando como un flan, desesperada por esa quietud de la mano de la
enfermera. Esther no pudo contener más la risa, disfrutaba demasiado sintiendo el
temblor de sus piernas sobre la espalda, oyendo su manera ansiosa de respirar, y rió en
voz alta empujada por el placer de tenerla en sus manos. De pronto sacudió la mano con
fuerza, haciendo que ese dedo que mantenía dentro de Maca hasta el tope vibraba por un
segundo. La pediatra tembló aun más notando un escalofrió que subía desde su sexo por
toda su espalda hasta llegar a causarle hormigueo en la cabeza y la nuca. Bajó la mano
hasta alcanzar la de la enfermera e intento moverla para volver a notar esa sensación,
pero Esther no se lo permitió y le apartó la mano
Subió y se colocó de perfil a su lado. Empezó a moverse con dos dedos en su interior,
despacio, y a penetrarla más rápido con ellos mientras atrapaba su pecho izquierdo con
la boca y lo lamía en círculos concéntricos hasta llegar a su pezón. Saco la mano de su
interior y la paso por su clítoris. Lo encontró hinchado y latente y se dio cuenta de que
Maca estaba más excitada de lo que parecía por su respiración
Volvió a su posición, cruzando las piernas de Maca en su espalda y cerrándolas lo más
posible, para que su vagina se estrechara y el contacto fuera más placentero aun.
Acelero el movimiento de sus dedos dentro de ella y atrapó su clítoris entre sus labios,
succionándolo ya a un ritmo desorbitado. Maca dejó de ocultar lo cerca que estaba del
cielo y dejó fluir libremente el ruido de sus gemidos
Esther paró un momento los dedos para darle a Maca un ultimo momento de angustia y
tras escuchar su respiración, que sonaba prácticamente como si estuviera ahogando, y
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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notar en su espalda la sacudida de sus piernas dejó los dedos lo más adentro que pudo y
agitó la mano muy deprisa, para que sus dedos vibraran de nuevo sobre sus paredes,
aquello que tanto parecía haberle gustado antes. Maca cerraba aun más las piernas,
llegando casi a hacerle daño en el cuello a Esther, para cerrar más su hendidura y
disfrutar más de esa cadencia de sus dedos. La enfermera iba desacelerando
gradualmente conforme Maca se acercaba el clímax para frenar esa brusquedad y
conseguir que el orgasmo fuera más duradero y suave
Miraba como se iba relajando después de que sus pulmones pasaran por su limite de
bombeo y besaba su clítoris mientras deslizaba los dedos por su interior de fuera a
adentro, notando como se impregnaban y como las convulsiones de Maca los dejaban
atrapados
Reptó por su cuerpo dejando besos por su ombligo y su abdomen y se tumbo de lado
junto a ella. Maca la beso con avidez al principio y relajaba el movimiento de su lengua
poco a poco. Le cogió la cara con las dos manos, la miró fijamente y le dio un beso en la
frente y otro el la nariz antes fundirse con sus labios otra vez. Luego se deslizó un poco
hacia arriba para que Esther se colocara entre sus pechos. Esther tomó la posición y
bordeó su pecho derecho con las yemas de los dedos, besando su pezón
Recordó su capricho de antes y volvió a subir para poder succionar su cuello.
Mordisqueo el lóbulo de su oreja y dejo lametones por la parte de atrás. La pediatra se
iba relajando y volvía a ese estado de tranquilidad en que la encontró, Entonces paró de
estimularla y se separó un poco de ella. Le levantó la manga del pijama y se dedicó a
hacerle cosquillas suaves con la mano, deslizando muy despacio las yemas de sus
dedos. Quería dejarla muy relajada, como si todo lo que había pasado fuera solo un
sueño y en realidad nunca se hubiera despertado. Se fue quedando dormida y entonces
Esther dejó caer la cabeza en su barriga y se durmió notando en la cara el vaivén de su
respiración
A la mañana siguiente Maca se despertó primero y sonrió nada más notar esa presion en
su tripa. Levantó un poco la cabeza para ver a Esther y se agachó sobre la almohada otra
vez sonriendo de oreja a oreja. Apenas se acordaba de nada de lo que había pasado, solo
escuchaba sus propios gritos aun resonando en el aire, como si no se hubieran
desvanecido del todo, recordaba esa sacudida de los dedos de Esther en su interior y
veía esa imagen difuminada del momento en que la había mirado cuando todo había
terminado. Se sentía tranquila; nunca había disfrutado de tanta paz como ahora, después
de esa “reconciliación” sin previa pelea
Esther fue despertando lentamente. Noto las manos de Maca acariciando su pelo y
levantó la cabeza para mirarla. La vio sonriendo, con los ojos muy abiertos y subió a su
lado riendo también
E: Hola (le susurro al oído)
M: Buenos días (la miró durante unos segundos y frotó su nariz contra la suya) ¿Cómo
te sientes?
E: Como nueva...
M: Tienes una cara de orgullo...
E: Porque te veo feliz y me siento un poco responsable por ello
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
175
M: ¿Un poco nada más? Por lo poco que recuerdo de esta madrugada yo diría que
mucho ¿eh?
E: Ah ¿sí? Será que no todos los días te cumplen una fantasía, ¿no?
M: No... (sonreía) Aunque yo no estoy así por lo de la fantasía...
E: ¿Entonces?
M: Es porque me siento como si hubiera recuperado algo que en realidad no había
llegado a perder
Esther le cogió la mano y empezó a jugar con ella sin decir nada, hasta que se la llevó a
la boca y la besó
E: No te emociones demasiado con esto, ¿vale? Ya te he dicho que hay cosas que tengo
que pensar, y a pesar de lo de esta noche todavía necesito un poco de tiempo para
aclararme
M: ¿Pero parar aclararte con que? (se incorporo tapándose con la sábana)
E: Es que no sé... creo que entre nosotras todo ha ido demasiado rápido, hemos vivido
demasiadas cosas en muy poco tiempo...
M: Será por que hemos sentido mucho en muy poco tiempo...
E: Si, eso no te lo discuto... Pero estos días me he planteado cosas que...
M: (esperó a que terminara, pero Esther paró de hablar porque no encontraba las
palabras exactas para decirle) ¿Cosas que qué? Es que no entiendo lo que te pasa...
Estábamos perfectamente antes de que me fuera... bueno, pasando por alto las pequeñas
peleas de siempre... ¿Cuando me vas a decir que es eso tan grave que ha pasado estos
días para que estés así?
E: Mira, no te preocupes. Déjame a mí manejar la situación...
M: ¿Y lo vas a hacer como hasta ahora? Porque no creo que me merezca que me hables
mal o que me engañes...
E: Ya te he dicho que siento lo del otro día, y no te preocupes, que a partir de ahora te
voy a decir las cosas claras... Cuando no me apetezca algo te lo voy a decir sin rodeos
M: Vale
E: Pero ahora quiero estar contigo... (la abrazó) Me quedaría en la cama contigo para
siempre...
M: Y yo... pero mira el reloj...
E: ¡La una y media!
M: Sí... ¿Entras a las tres?
E: Sí, tu también, ¿no? Habrá que picar algo...
M: De picar nada, comer en condiciones, que tengo doble turno y salgo a las tantas...
Comieron juntas y pasaron una jornada dura de trabajo, con turno doble y ajetreado. Se
buscaron en todos los descansos y pasaron el día riendo y bromeando. A la hora de la
salida dieron una vuelta y estuvieron en un par de pubs
Al llegar a casa Maca abrió la puerta y le sonrió; estaba radiante después de ese baño de
risas de aquella tarde; más o menos se lo había tomado como una confirmación de que
todo empezaba a ser de nuevo como antes
M: Anda pasa...
E: No, esta noche prefiero dormir en mi cama, que ya sabes que la tuya me es
incomoda...
M: Ah ¿sí? ¿Desde cuando? (le quitó la cremallera del jersey) Anda, quédate...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
176
E: A ver... Dame una buena razón...
M: Pues que subir pa ná es tontería... Además tu con lo buena que estás no necesitas
subir escaleras por gusto... Anda, quédate... si en el fondo lo estás deseando...
E: ¿Yo? Más quisieras... (empezó a subir peldaños y se detuvo al ver que Maca
agachaba la cabeza y se ponía triste. Dejó de bromear) No, en serio... Tengo que
consultar unas cosas con la almohada y no tengo ganas de dormir acompañada hoy... Ya
te dije que te iba a decir la verdad
M: Vale
E: Mañana nos vemos ¿eh? Te toco el timbre a las nueve menos cuarto. No estés triste,
por favor
Pasaron la noche separadas, sin dormir demasiado ninguna de las dos. A la mañana
siguiente Maca hizo lo posible por recibir a Esther de buen humor, pero la despedida de
la noche anterior y el insomnio la habían hecho levantarse con el pie izquierdo y al verla
le dio los buenos días y contestó con monosílabos a todo lo que le preguntó
Pasó el turno entero sin coincidir con ella; no es que lo evitara a toda costa, pero
tampoco lo propició
Al irse tuvo que dejarla allí; era estúpido que la esperara. Había entrado una hora antes
en una operación con Viles que se iba a prolongar no se sabía cuanto. Se fue y comió
algo en casa. Se tumbó en el sofá y a las dos horas Esther abrió con su llave
E: Hola
M: Hola. ¿Qué tal? ¿Cansada?
E: Mucho... Y tengo un hambre...
M: Ahí te he dejado comida...
E: (riendo) ¿En serio? Estás en todo...
M: Anda, come
E: No, espera (se sentó a su lado y le dio un beso en la mejilla) que quiero hablar
contigo...
M: Puedes decírmelo cuando comas, que te vas a desmayar, mujer
E: No, es que es importante...
M: ¿Y si es tan importante por que no me has buscado en el hospital para tomar un
café?
E: Porque el hospital no me parece sitio parar decírtelo... Bueno, es más, no me parece
sitio para nada que tenga que ver contigo y conmigo...
M: Pues vaya tontería... Al fin y al cabo nos conocimos en el hospital...
E: No, nos conocimos en el bar
M: Bueno, pero eso no cuenta; la primera toma de contacto de verdad no fue allí...
Además, yo prefiero pensar que no fue así... porque lo de conocerse en un bar...
E: ¿Qué hay con eso?
M: Pues que yo lo mío contigo lo considero muy serio... y una relación que empieza en
un bar una noche no suele ser seria, no suele ser un sitio donde encuentres a alguien que
te guarde la cara, aunque puede ser...
E: Pues para mi un bar es como un sitio cualquiera... no le doy mucha importancia al
hecho de haberte conocido allí
M: Pero tú siempre me has dicho que no te gusta trabajar allí, y que muchas veces te
has sentido acosada o despreciada... No sé, imagino que cuando ibas a trabajar no ibas
precisamente pensando en encontrar al amor de tu vida...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
177
E: No, el amor de mi vida ya lo viví hace muchos años...
Maca se quedó unos segundos sin poder respirar bien, con un dolor muy fuerte brotando
desde su centro y subiendo por su estomago. Las palabras de Esther rebotaban en su
cabeza provocándole un martilleo casi monstruoso y las imágenes de aquel ultimo mes
se sucedían delante de sus ojos. Le oprimía el pecho una mezcla de sorpresa,
impotencia... pero sobre todo dolor. Nada de lo que Esther le había dicho antes le había
dolido tanto como aquello
M: Entonces ¿qué haces conmigo?
La enfermera se dio cuenta en ese instante de la magnitud de sus palabras. Maca la
estaba sacando de quicio con esa manera suya de desviarla con conversaciones sin
importancia de sus intenciones de hablar seriamente con ella y explicárselo todo. Se
había precipitado diciendo algo que ese momento sentía hasta cierto punto, pero que
tenía un alcance mayor del que pretendía. Miraba a Maca con esa cara de sufrimiento y
entereza al mismo tiempo y era incapaz de contestarle
M: Dime. Si ya has encontrado a la mujer de tu vida... ¿por qué estás conmigo
entonces?
E: Maca...
M: Vete de mi casa (le susurró)
E: ¿Qué?
M: Que te vayas, por favor
Se levantó y ya de pie la estuvo mirando unos segundos. No quería irse sin más y dejar
situación así, que Maca se quedara pensando cosas que no eran del todo ciertas; pero
estaba sin voluntad ni fuerzas para decir nada. Quedarse solo hubiera contribuido a
empeorarlo todo. Habría tratado de explicarle mil cosas a la vez, sin emplear las
palabras adecuadas por culpa de los nervios
Salió y subió las escaleras a toda velocidad. Entró y sin saludar a Carolina, que estaba
en el sofá, se metió en su cuarto y cerró por dentro. Caro le golpeaba la puerta
preguntándole qué le pasaba y pidiéndole que abriera. Estuvo solo unos minutos en su
habitación, tumbada en la cama tapándose los oídos con las manos, pensando en lo que
le había dicho a Maca y en lo cruda que se había puesto su situación con ella en pocos
minutos. Ese tiempo que se estaba dando a sí misma estaba repercutiendo demasiado en
su relación. Por primera vez fue consciente de verdad que no quería perderla por nada
del mundo y de cómo le dolía el solo hecho de imaginar su vida sin ella. Buscó la carta
de Ade y la releyó, preguntándose como había dejado que ese miedo que le daba la
fuerza de lo que sentía por Maca detonara por algo tan ridículo... solo cuatro palabras
bonitas de una persona que había sido crucial en su vida, pero con la que al fin y al cabo
todo lo productivo que había construido se reducía a palabras...
Salió de la habitación y fue directa al perchero de la entrada
Carolina: Pero ¿qué te ha pasado?
E: Nada, que estaba hecha un lío. Bueno, y estoy... (cogió el anorak y se lo puso)
Carolina: ¿En que quedamos? ¿Estás o no estás?
E: Creo que solo necesito un paseo para dejar de estarlo del todo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
178
Carolina: Pero mujer... quédate, hablemos un rato...
E: No, no. Con quien tengo que hablar es con Maca, pero antes tengo que pensar. Voy a
ver si me despejo un poco
Caro se sentó moviendo la cabeza hacia los lados y marcó el número del móvil de Maca
M: Hola
Carolina: Maca, ¿estás en casa?
M: Sí, sí. Estoy aquí abajo. ¿Por?
Carolina: Porque Esther ha entrado y ha salido en plan relámpago, y estaba rarísima.
¿Habéis discutido?
M: ¿Tienes cinco minutos?
C: Sí, claro
M: Mejor subo y te cuento. Necesito hablar con alguien
Subió al piso de Esther y se sentó con Carolina. Hablaron como una media hora
Carolina: Estoy segura de que no sentía lo que decía...
M: Pues yo no lo estoy tanto... Me he puesto a pensar en todo este mes y me he dado
cuenta de que el hecho de que Esther me quiera es una mera suposición que yo me hago
Carolina: ¿Crees que no te quiere? No pienses eso solo porque nunca te lo haya dicho...
M: Nunca me ha dicho lo que soy para ella, ni siquiera me ha aclarado así sin rodeos
que soy importante en su vida o que está feliz de estar conmigo; siempre que hablamos
de esas cosas estamos de broma...
Carolina: Pero te lo ha hecho ver alguna vez, ¿no? Al menos yo lo creo...
M: Si, es que es eso... Yo he querido siempre respetar su manera de demostrarme su
cariño, y he sido feliz todo este tiempo, a pesar de que muchas veces necesito una
palabra de amor de su parte y me doy de bruces con su silencio... porque siempre lo ha
compensado haciendo otras cosas que me dejan derretida cuando menos me lo espero;
como el día que vino por mí con el paraguas, o anoche mismo sin ir mas lejos... Cuando
hace ese tipo de cosas se me olvida de todo porque me hacen pensar que sí que me
quiere...
Carolina: Claro que te quiere. No es por ponerme de su parte, pero es que ya sabes que
a Esther las palabras no se le dan demasiado bien... Y lo de que nunca te haya dicho que
te quiere, ¿no te has parado a pensar que tal vez lo que le pasa es que ha querido
mucho?
M: ¿Qué si no me he parado a pensarlo? Pero si después de lo que me ha dicho hoy
estoy muerta de miedo, precisamente porque sé que ha querido demasiado y quizá lo
que tiene es que se ha dado cuenta de que lo siente por mí no es tan profundo como
pensaba, o algo así...
Carolina: No, no pienses eso. Esther te quiere, y muchísimo además. Y a esas cosas
que te dice no les des importancia
M: ¿Cómo no les voy dar importancia?
Carolina: Ya sé que duelen, pero estoy segura de que no lo siente. Yo creo que esas
cosas le salen porque le han negado mucho cariño y ha dado mucho sin recibir nada a
cambio, y sin querer hace rebotar ese dolor y lo paga contigo. Pero mira, tranquilízate,
yo por lo poco he hablado con ella te digo que todo se va a arreglar
M: No lo sé... Lo de esta tarde me ha dolido de verdad
Carolina: A lo mejor precisamente por eso no se he atrevido a bajar directamente a
hablar contigo y ha preferido dar una vuelta primero. ¿Si ella te busca con voluntad de
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
179
hacer las paces vas a dejar que esto se quede así por unas cuantas palabras? (hizo una
pausa) Mira, yo te tengo que dejar. Lo siento, pero es que llego tardísimo. Pero por
favor, si lo que realmente quieres hacer es arreglar las cosas con ella no te dejes llevar
por tu orgullo...
M: Oye, ¿te importa que le deje una nota?
Carolina: No, no. Yo te dejo ya, que no llego, pero tú quédate el tiempo que quieras
Caro se fue y dejó a Maca apoyada en la mesa del comedor con papel y lápiz
Oye, te espero en mi piso, ¿vale? Las dos somos adultas y creo que si queremos estar
juntas no podemos dejar que nada interfiera en ello. Todo tiene solución... Pásate y lo
hablamos
Maca
Iba a dejarla por el salón, pero prefirió dejársela en su habitación para mayor privacidad.
La soltó en su escritorio y al darse la vuelta reparo en el papel que había sobre la cama.
Lo cogió sin ánimo de leerlo, pero la firma del final la impulsó sin freno a hacerlo. Al
leer cada línea nueva volvía a la anterior, incapaz de controlar su ansiedad y digerir lo
que leía, y con un miedo terrible a seguir leyendo. Cuando termino se sentó y miró
durante un rato a un punto fijo, recuperando las fuerzas, con mil sensaciones cruzándose
por su cabeza todas al mismo tiempo y una rabia incontrolable hirviéndole en las venas
Cogió la nota que acababa de dejar en la mesa y la aplastó fuertemente con el puño,
estrujándola con los dedos. La tiró por la ventana y se fue a casa
Lección 11: DE TODOS LOS DOLORES EL MAYOR ES AMAR EN VANO
Se había hecho de noche. Esther subía las escaleras y al pasar por delante del piso de
Maca pensó en llamar, pero decidió que primero tenía que hacer otra cosa. Llegó a su
casa y directamente encendió el portátil de Carolina para abrir su correo. No tenía
ningún mensaje salvo algún que otro forward. Aun llegaba a tiempo de escribirle unas
letras a Ade antes de que a ella le diera por contestar
Hola Ade
Te escribo otra vez para decirte que te olvides de lo que te dije en el mail anterior de
que vinieras. Fue un error; entre tú y yo ya no hay nada que hablar, a no ser que solo
vengas con intenciones de amistad... Eso nunca podría negártelo
De todas maneras como no me has contestado deduzco que no te lo estabas planteando,
pero por si acaso... por que no quiero que se dé el caso de tenerte frente a frente y no
tener nada que decirte
Espero que te vaya muy bien con el embarazo y que te hayas reconciliado con Miguel
Un beso
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
180
Esta vez si bajó al piso a de Maca. Abrió con su llave y echo un vistazo por el salón.
Pasó a su cuarto y se tumbó con ella en la cama. Estaba de perfil y se colocó a su lado
abrazándola por la cintura y besándole el brazo
E: Perdóname por lo de antes. Te prometo que no quería decirlo. No sé que me pasó...
M: No te tienes que disculpar por decir la verdad
E: No, pero es que las cosas no son así...
M: ¿Y como son entonces? (se giro, mirándola fijamente y muy seria a los ojos)
E: Quiero hablarte de lo que ha pasado estos días... He estado un poco confundida
M: Eso ya me lo has dicho muchas veces; lo que no me has dicho es por qué
E: Pensé mucho en ti cuando te fuiste, más de lo que esperaba. No sabía que hacer sin ti
y me desesperé un poco, porque sentía que no podía divertirme sin ti, era como si todo
mi mundo se redujera a ti... Y sin embargo tú cuando me llamaste parecías estar tan
bien... Sentía como que estaba echando de menos más que tú a mí, y eso no me lo
esperaba, la verdad. Y al día siguiente cuando más liada estaba me llegó una carta de
Ade. Bueno, no quiero que te lo tomes muy a pecho... pero me contó que estaba
embarazada y me he llevado unos días pensando mucho en eso. Es complicado
explicarte por qué... Se me han venido muchos recuerdos a la cabeza, pero ya está, ya
pasó
M: ¿Y que más te decía?
E: Pues locuras... Que estaba triste porque no estaba muy bien con su marido y que le
apetecía que fuera a verla y que nos diéramos una segunda oportunidad
M: ¿Y por que no vas?
E: Pues porque no quiero ir. Tu sabes bien por qué...
M: ¿Yo? Yo no se nada...
E: Pues porque con quien quiero estar es contigo, con quiero una segunda oportunidad
es contigo... Que no sé si me la merezco porque me he portado fatal (le frotaba el brazo
y la miraba con morritos, asustándose cada vez más al ver que no respondía) No sé que
piensas tú de todo esto...
M: Pues que es todo un detalle que esta noche hayas venido a contarme la verdad y no a
hacer algo para tenerme contenta como la otra noche...
E: Bueno... Lo de la otra noche lo hice con la mejor intención, y estabas muy contenta
M: ¿Cómo no iba a estarlo? Si era felizmente ignorante de todo lo que estaba pasando...
E: Y ahora estás cabreada por lo que he hecho...
M: Más bien estoy cabreada por lo que has dejado de hacer (se levantó de la cama y se
asomó a la ventana de su cuarto. Esther se puso cerca, pero sin agobiarla, adivinando
que estar cariñosa con ella no iba a dar resultados)
E: Lo siento mucho, de verdad. Yo sé que no es excusa... pero este mes que llevamos
juntas todo ha ido demasiado rápido para mí y no sé... me ha dado miedo. Han jugado
mucho conmigo... ¿se supone que yo debo estar abierta y receptiva a enamorarme así
como así?
M: Tú te crees que estás por encima del bien y del mal... Conmigo también han jugado
Esther, y no por eso me dedico a jugar yo con la gente
Esther se quedó callada y dio unas vueltas por la habitación. Notaba a Maca por primera
vez verdaderamente lejana, expresando sin tapujos lo mal que sentía por su actitud de
estos días atrás, y eso la asustaba enormemente. Aprovechó que Maca sacó la cabeza de
la ventana y volvió a mirarla para volver a entablar conversación
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
181
E: Tienes razón; en todo. He cometido muchos errores y me he portado como una
estúpida, pero tú me importas demasiado. Todos estos días pensando me han hecho
darme cuenta de muchas cosas...
M: A mí también... Me he dado cuenta de que tu también tienes razón
E: ¿En que?
M: En que a lo mejor tú eres la mujer que quiero, pero no la que necesito...
E: ¿Tan poquito me he acercado a hacerte feliz?
M: No es eso. He sido muy feliz contigo, pero últimamente no paro de ver cosas que no
me están gustando. No me gusta lo que he visto estos días dentro de ti... ni comprendo
como alguien que se hace llamar tu pareja puede llegar a ser tan crítica y tan cruel
conmigo
E: No pretendía serlo... Me estaba planteando muchas cosas y me he pasado en la
manera de tratarte. Entiendo que estés dolida, pero tienes que comprender que no era mi
intención. Y respecto a la carta de Ade, te aseguro que para mi no tiene importancia
ninguna. Me ha hecho recordar muchas cosas, pero por primera vez las he visto con
distancia. Me he dado cuenta de que lo que me diga no puede afectarme
M: Acabas de insinuarme que lo del embarazo te afectó bastante
E: Porque no me lo esperaba... Mira, si sintiera algo por ella habría ido a verla nada mas
recibir la carta, ¿no crees? Y desde el primer momento le conteste diciéndole que no
pensaba ir; es más, hace un rato le he mandado otro mail y le he puesto que ni se le
ocurra venir. Los tengo guardados, si quieres te los enseño...
M: Esther, que no. A mi no me des explicaciones ni me enseñes nada. Yo no soy tu
policía. Y lo siento, pero ahora mismo no me importa lo que tú hayas estado pensando,
ni tus conclusiones, ni si la carta te ha hecho pasar por un dilema ni nada... Lo que
cuenta es como me has tratado y como has hecho que sea yo la que sufra tus dudas... A
estas alturas yo no voy a permitir que nadie juegue conmigo ni me haga daño.
Perdóname por ser una egoísta, pero hasta aquí llegamos, y a partir de ahora cada una
por su lado
E: ¿Lo has pensado bien?
M: No, pero está visto que contigo no puedo estar. Me he acostumbrado a ti y te quiero
mucho, pero la soledad no me asusta y si he podido estar toda mi vida sin ti podré seguir
adelante sola
E: Es que no tienes por que estar sola... Solo necesito que vuelvas a confiar un poco en
mí. Yo solo quiero estar contigo
M: Pero yo no Esther; no a toda costa. Lo que quiero es estar bien
Esther comprendió que no tenía nada que hacer. Al principio pensó que todo lo que
decía Maca era un arrebato, pura rabia reconcentrada y rencor por su forma de tratarla,
pero el tono controlado y firme de su voz y su expresión segura, aunque triste, la
hicieron ver que aquello era una decisión definitiva y que la pediatra estaba cerrada en
banda a volver a abrirle su corazón, al menos de momento. Ahora que tenía las ideas
claras nada de lo que dijera podía servirle; la había decepcionado demasiado
E: Vale... (se alejó de ella pero se paró junto a la puerta de su habitación) Yo solo
quiero que sepas lo que siento y que nunca te he querido hacer daño
Después de escuchar la puerta de su casa Maca encendió la luz de la habitación, que
había estado en penumbra toda la conversación. Le daba tanto miedo lo que acaba de
hacer que le asustaba hasta la oscuridad, y aunque intentaba negárselo a si misma le
aterraba la idea de enfrentarse de nuevo ella sola a todo después de haber contado con
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
182
un apoyo tan grande como el de Esther. Se tumbó en la cama mirando a un punto fijo
del techo con los ojos muy abiertos. La noche anterior cuando Esther, sin ninguna
explicación, no quiso quedarse no había pegado ojo y tenía mucho sueño, pero era
incapaz de dejar la mente en blanco. Pensaba en que por su propio bien lo mejor era que
aquella ruptura no tuviera retroceso, porque no quería volver a sentirse tan cerca del
abismo como en estos días atrás, aunque en el fondo esperaba que a la larga y con el
paso del tiempo las cosas pudieran tener otra solución
Esther llegó al piso y entró inmediatamente en la habitación de Carolina, necesitaba
urgentemente un abrazo de alguien, de hecho llevaba necesitándolo toda la tarde y
esperaba poder encontrarlo en Maca cuando consiguiera que comprendiera los motivos
de su distanciamiento. Caro no estaba. Entró en su habitación y se puso a dar vueltas
por todas partes, resoplando y echándose el pelo hacia atrás. No hacía mas que ponerse
cada vez más nerviosa; no podía ni pensar en otra cosa ni desahogarse. Le dio una
patada a la cómoda pero le sirvió para lastimarse el pie
Desesperada sin saber que hacer se desnudo y se metió en la ducha. Sentía el agua
correr por su cuerpo mientras pensaba en lo que significaba realmente dejarlo con Maca,
no poder besarla nunca más, ni sentir su piel tan pegada a la suya al dormir, o el simple
hecho de no poder robarle un pico a escondidas por el hospital, o no poder darle la mano
ni ponerla sobre su rodilla cuando estuvieran sentadas en algún sitio... ser solo para ella
una más cuando estuvieran con más gente... Y solo de pensarlo ya sentía su lejanía
clavándose en su pecho como una daga. Sus lágrimas empezaron a confundirse con el
agua de la ducha, abriéndose paso tímidamente por su rostro y dejándose arrastrar por el
agua. Cada vez lloraba con más intensidad, hasta el punto de que tuvo que cerrar el grifo
de la ducha y sentarse con las manos tapándose los ojos. Por mucho que no quisiera
llorar era inútil luchar contra ese nudo de su garganta y no pudo mas que doblegarse y
llorar hasta acabar con los ojos hinchados
Lección 12: A VECES EL AMOR NECESITA VACACIONES
Al salir de la ducha se tumbó en la cama, calando la tela de la almohada con el pelo
mojado y seguía dando vueltas a lo sucedido cuando escuchó la puerta y se levantó de
un salto
Llegó al salón y vio a Carolina sentada en el sofá, con el cuerpo inclinado hacia las
rodillas
E: Cariño, te necesito...
Le pareció ver que tenía los ojos un poco rojos. Se puso en cuclillas a su lado y le apartó
el pelo de la cara, poniéndoselo por detrás de las orejas
E: ¿Qué te pasa? ¿Te has peleado con Nono?
Carolina: Lo hemos dejado. Bueno, lo ha dejado él...
E: Pero ¿por qué?
Carolina: Nada, que dice que no me ve implicada en la relación y que ya no puede
seguir llevándola el solo. Tu sabes que no llevábamos buena racha últimamente...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
183
E: Ah ¿no? No lo sabía... Como lo vuestro siempre ha sido tan irregular...
Carolina: Pues por eso me ha dejado. Dice que esperaba que algún día yo empezara a
tomármelo un poco mas en serio y todo se normalizara
E: Pero algún arreglo tendrá, ¿no?
Carolina: Yo le he dicho que reconozco que siempre estoy a lo mío, pero que lo quiero
de verdad y que voy a intentar poner más de mi parte, pero él dice que ya está
demasiado quemado
E: A lo mejor cuando paséis una temporada separados se arrepiente
Carolina: ¿Qué se va a arrepentir? Con lo tranquilo que se va a quedar sin mí... Lo he
cansado demasiado con mi actitud de pasar siempre de él. No sabes la seriedad con la
que me lo ha dicho todo... Creo que lo he llevado hasta el punto en que ya no podía mas,
¿me entiendes?
E: No sabes cuanto...
Carolina: Me ha dicho que cuando está conmigo se siente como si fuera un mueble,
que solo nos vemos cuando a mí me apetece para hacer lo que a mí me apetece... Y vale,
yo siempre estoy pensando en mis cosas y puede parecer que estoy con él cómo el que
está con cualquier otra persona, pero tú sabes que yo lo quiero
E: Claro que lo sé; te conozco
Se abrazó a ella y notó como empezaba a llorar en su hombro. Y ahora sí se sentía
perdida, porque si Carolina estaba tan hundida como ella no sabía ya en quien podría
refugiarse. Lloró ella también apoyándose en su cabeza y le contó lo que le había
pasado con Maca
Los diez días siguientes pasaron lentos para Esther, sobre todo al principio, cuando
Maca hacía auténticos malabarismos para cambiar las guardias y coincidir lo menos
posible con ella. La buscaba en su casa con cualquier pretexto, pero las veces que la
encontraba la pediatra la trataba con normalidad, a veces incluso con frialdad. No
respondía como antes a sus bromas ni a sus palabras cariñosas, y eso la tenía seriamente
deprimida, porque sentía como si Maca realmente la hubiera dejado de querer
Caminaba por el pasillo mirando unos informes cuando de pronto la vio salir
apresuradamente de una habitación. Aceleró el paso y corrió un poco para alcanzarla
E: ¡Hola!
M: Hola. ¿Qué tal la mañana?
E: Pues sin ti... aburrida. Cómo no te he visto en todo el tiempo... ¿Y la tuya?
M: Estupenda; he resuelto un montón de casos
E: No tienes doble turno hoy ¿no?
M: No
E: Oye, ¿y tienes algo que hacer por la noche?
M: En principio no. Pensaba buscarme plan...
E: Pues yo te ofrezco “Memorias de una Geisha” y pizza de la que te gusta para cenar
M: ¿Memorias de una Geisha?
E: Sí. Como el otro día desayunando le dijiste a Laura que estabas loca por verla me la
he bajado de Internet
M: Vaya... Veo que tienes informadores por todas partes...
E: Cuando se trata de algo que me interesa mucho me busco ayuda si es preciso. Y por
pasar una tarde contigo me alío con el diablo si hace falta
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
184
M: A ver... (la cogió por el antebrazo y la llevó a un rincón mas apartado) En estos días
hemos hablado mucho de que no es necesario que perdamos las amistades... Somos
adultas y entre las dos hemos decidido que vamos a seguir siendo amigas. Además, para
bien o para mal somos vecinas, y yo te voy a seguir acercando a casa cuando tengamos
el mismo turno, porque me parece una gilipollez que te vayas andando cuando vamos al
mismo sitio... Pero por encima de todo eso hay una realidad mayor, y es que hemos
roto. Y aun así sigues buscándome todos los días con cualquier excusa y
proponiéndome quedar... Ayer un café, una película... ¿Qué pretendes? ¿Qué pase todas
las tardes contigo?
E: No, conque dejaras de mover hilos para no coincidir conmigo me conformaría (se le
borró la sonrisa que tenía desde que se encontró con ella e hizo ademán de marcharse)
M: ¿A que hora para la peli?
E: ¿Quieres venir?
M: ¿Por que no? Tengo muchas ganas de verla, y somos amigas. Además, supongo que
Caro también estará, ¿no?
E: Sí, hoy viernes sí. Por cierto, hoy es el día que íbamos a ir a Jerez...
M: ¿Y?
E: No, nada. Que me he acordado de todo lo que habías planeado para pasar el fin de
semana perfecto, y de que mañana es la obra y eso...
M: ¿Y a mí que me cuentas? Sabes perfectamente que si no estamos allí ahora no es por
mí
E: Ya lo sé. Y no sabes como me duele...
M: Pues tú no querías ir...
E: No es no ir lo que me duele más, es no poder estar contigo; acabar el día sin poder
abrazarte mientras duermes y empezar otro sin poder mirarte al despertar...
M: (Tragó saliva y reunió fuerzas para mirarla antes de irse) Me tengo que ir, tengo
quirófano
E: Ufff... Lo siento
M: ¿Por?
E: Porque sé que no te gusta, y ya no me voy a quitar de la cabeza que estás pasando un
mal rato
M: Mira, hazme un favor: no te preocupes tanto por mí (se fue dejándola con un
pellizco en la garganta)
Al terminar el turno Maca llevó a casa a Esther y quedaron a las diez para cenar y ver la
película. Cuando terminaron las dos se quedaron sentadas en el sofá comentándola con
Caro, hasta que a Esther le vino a la mente una razón de peso para convencer a Maca de
que saliera al día siguiente con ellas, y cambio descaradamente el tema de la
conversación
E: Oye cari, tenemos que comprarle el regalo a Cristina (le guiñó un ojo cuando Maca
no miraba)
Carolina: Es verdad, ¡qué es mañana! Nos pilla el toro
M: ¿Qué es? ¿Su cumpleaños?
E: Sí. Por cierto, estás invitada. Me lo dijo hace días y había olvidado decírtelo...
M: No sé si voy a poder ir...
Carolina: ¿Cómo que no? Tienes que venirte. Se sentirá ofendidísima si no vienes...
E: Además, el otro día hablé con todas, y te echan mucho de menos; están deseando
verte
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Sabes que me llevo muy bien con tus amigas, pero no sé si es adecuado que vaya.
Ya hemos hablado esta mañana que la idea no es pasarnos todo el día juntas...
E: No magnifiques tanto las cosas... Es solo un cumpleaños, y de una persona a la que
aprecias mucho, ¿no?
M: (miró alternativamente a las dos sintiéndose acorralada) Está bien, me pasaré un
rato. Bueno, y me voy ya, que llevo apalancada aquí toda la noche (se levantó y Esther
la siguió hasta la puerta)
E: ¿Me dejas que te acompañe a casa?
M: ¿Para que? (la miró arrugando la frente y subiendo una ceja)
E: Pues... porque me da miedo que bajes las escaleras sola tan tarde
M: Esther, ¿qué podría pasarme? No seas cría...
E: Por favor... Solo acompañarte hasta la puerta...
M: No me vas a dejar tranquila hasta que diga que si, ¿no?
E: Ya te he dicho que no me voy a rendir tan fácilmente...
M: Anda venga, si así te vas a quedar más tranquila...
Bajaron las escaleras juntas sin hablar. Mientras girabas la llave Esther puso la mano en
el pomo, impidiéndole que abriera, y la miró muy tiernamente a los ojos
E: ¿Te he dicho ya que estas muy guapa?
M: Creo que tres veces
E: Es que estás especialmente radiante esta noche... Lo haces a maldad, para que sufra
ahora que no puedo tirarme a tu cuello
M: Si Esther, lo hago aposta. Me he puesto los vaqueros y la primera camiseta que he
encontrado en el armario expresamente para fastidiarte... ¿Pero no ves que voy normal?
E: Entonces será que como todo te queda tan bien... Que guapísima eres... (le acaricio el
pelo y la pediatra le quitó la vista de la cara y bajó la cabeza) ¿Sabes? Tu silencio es tan
triste... no es que pretenda que me contestes ni te rías como antes, pero incluso prefiero
cuando te enfadas o me regañas por estar tan encima tuya y me recuerdas por enésima
vez que hemos roto. Prefiero mil veces eso a no obtener respuesta tuya
M: Esther, yo no quiero hacerte sufrir pero es que te repito hasta el cansancio que
asumas de una vez nuestra decisión... (hizo una pausa y rectifico) bueno, mi decisión de
dejarlo y sigues erre que erre. Y llega un momento en que no sé que decirte. Por eso me
callo, no para hacerte daño, sino porque me quedó sin recursos
E: No te preocupes, lo que me entristece no es el silencio de tu boca, es el silencio de
tus ojos; no estoy acostumbrada a mirarlos y que no me digan nada... Todavía no
entiendo como pude perderte en un momento y por una estupidez
M: Esther, te pasas el día lamentándote, y ya te he explicado un millón de veces que no
fue la carta la causa de que te dejara; eran los malos ratos que había detrás
E: Ya... Si yo sé que en realidad te fui perdiendo poco a poco y que las cosas no fueron
tan precipitadas como yo quiero verlas. Tuviste mucha paciencia... a lo mejor si no
hubiera abusado tanto de ella podría haberte quedado un poquito para darme una
segunda oportunidad
M: Las cosas han sido así, y es absurdo que perdamos el tiempo pensando que podrían
haber sido de otra manera... ¿A que hora es mañana el cumple?
E: A las diez en mi bar. Caro y yo vamos a ir a comprarle un detalle por la tarde, ¿te
vienes?
M: Deja, ya le compro yo algo por mi cuenta
E: Bueno... ¿Te paso a buscar para irnos para allá?
M: Te diga lo que te diga te vas a pasar igual...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
186
E: Jaja. Eso está bien. Ya vas asumiendo que no te voy a dejar en paz así como así
M: Sabes que no me parece bien...
E: Bueno, ya me voy y te dejo tranquila (le dio un beso en la mejilla y empezó a subir
las escaleras)
M: Dulces sueños
E: Dulces serían si durmieras a mi lado... Hasta mañana preciosa; que descanses
Al día siguiente Esther hizo un gran esfuerzo para no buscar a Maca en todo el día, solo
antes de ir a la fiesta. Se fueron un rato antes para prepararlo todo y redecoraron un
rincón del bar. Cuando por fin fueron llegando todos los amigos de Esther, la enfermera
los iba saludando y seguía preparando unas cosas en la barra
E: Guárdame sitio a tu lado (le dijo al oído antes de volver a marcharse)
M: ¿Qué?
E: Que me dejes sentarme contigo. Anda, porfa...
M: No pareces tú; que pegajosa estás... (reía moviendo la cara de lado a lado)
E: ¿Te sientas conmigo o no?
M: Lo estudiare...
Finalmente Maca le guardó sitio a su lado, justo enfrente de Nono y Carolina. Estaban
todos sentados en una mesa redonda. Pasaron un rato charlando, mientras Cristina abría
los regalos. Después de que soplara las velas y todos probaran la tarta Esther se levantó
al ver como Caro le manchaba a Nono la nariz con nata del pastel y este se la quitaba
cariñosamente con el dedo y se lo metía en la boca. La secuestró de los demás y se la
llevo a la pista de baile
E: Oye, veo progresos, ¿no?
Carolina: Sí. No sabes lo contenta que estoy... Poco a poco parece que voy
consiguiendo que reconsidere lo de volver. Antes cuando salimos a la terraza le di un
beso y después me dijo que quiera ir despacio para que no volvamos a cometer los
mismo errores, pero al menos no me paró los pies ni se enfadó
E: Joder, vaya suerte... Yo lo mío con Maca lo veo cada día más estancado...
Carolina: No desesperes cariño. Ya verás que el día que menos te lo esperes te llevas
una sorpresa. Oye, no bebas más ¿eh? que ya te estas poniendo tontita... Mira, por ahí
viene... (vio a Maca, que venía con unos cuantos mças, y se alejó un poco para dejarlas
a solas)
M: Acabo de mirar el reloj. Que tarde se ha hecho ya... Dentro de poco me voy ¿eh?
E: ¿Pero por que? Mañana es domingo; no tienes que ir a trabajar ni nada
M: Esther, el trato era que me pasaba un ratito, ¿no? Y tú creo que no deberías beber
más (le quito la copa)
E: Yo no bebo más, pero te echaras un bailecito conmigo, ¿no?
M: Claro
E: Espera que voy a cambiar la música
Puso las luces y música más animada. Tuvo que esperar a que Maca bailara con Caro,
Cristina y algunos más antes de que se decidiera a bailar una canción con ella. Cuando
por fin la tenía cerca observó como un hombre se levantaba del banco de la barra y se
acercaba tambaleándose. Veía que se aproximaba demasiado pero no se alarmó porque
no pensó que fuera a hacer nada, hasta que de pronto vio como se pegaba totalmente a
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
187
Esther por detrás pegándole un fuerte empujón que hizo que perdiera el equilibrio y
cayera un poco hacia delante. La aguantó para que no se cayera y le dedicó una mirada
asesina al sujeto
Hombre: ¡Guapa!
M: Oye, ¿pero a ti que te pasa? ¿Eres gilipollas?
Hombre: A ti no te estoy hablando (balbuceaba y señalaba a Esther) Le hablo a ella
M: Pues no me da la gana de que le hables, ni mucho menos de que la empujes. Y como
no te largues ahora mismo y la dejes en paz vamos a tener que arreglar esto de otra
forma (apartó a Esther y se encaró con él)
Hombre: ¿Y quien eres tú? ¿Su hermanita mayor?
M: Pues no; soy su novia. ¿Algún problema?
El hombre de seguridad los vio discutir desde la puerta y se acercó, y también algunos
de los camareros. Se llevaron al borracho indeseable y Maca abrazó a Esther
M: ¿Estás bien? Debí avisarte cuando lo vi venir, pero no reaccioné hasta que lo tenías
encima
E: No te preocupes. No pasa nada (se balanceó con ella e intentó prolongar el abrazo lo
más que pudo, pero la pediatra acabó soltándose)
M: Bueno, me iba a ir ya, pero como te has puesto tan guapa que no se te puede dejar
sola tendré que quedarme, por si hay que defenderte otra vez
E: Si, quédate, que te necesito mucho (le echó los brazos al cuello y la abrazó otra vez)
Me ha encantado oír eso de “su novia”. ¿Cuándo hemos vuelto a ser novias?
M: Esther, no confundas las cosas, ¿eh? (se separó de ella y la miró seria) Solo lo he
dicho para quitarte a ese pesado de encima
E: ‘Oooohhh! ¿Ya volvemos a ser amigas nada más? Que rápido... Bueno, fue bonito
mientras duró
M: Te pones insoportable cuando bebes...
Fue a recoger su bolso y Esther la siguió. Se quedaron solas junto a la mesa; todo el
mundo estaba bailando
E: No te vayas, no te vayas... Ya me callo; lo prometo. Quédate, te invito a un cubalibre
M: Que no, que me voy ya
E: ¿Me vas a rechazar el cubalibre?
M: No me apetece beber más, y tú tampoco deberías... pero ya no soy nadie para decirte
nada
E: Si que lo eres. Sabes que yo siempre tomo en serio lo que me digas tú; aunque
cuando todavía me querías nunca me dijiste que dejara de beber...
M: (Se quedó callada unos segundos, un poco dolida por esa afirmación en pasado de
Esther) Era distinto. Si pasaba algo me tenías a mí y era yo la que te iba a llevar a casa,
y ahora me voy y te dejo aquí y me quedó preocupada porque no me aseguro
personalmente de que llegas bien. Aunque tú pienses que soy de piedra y que cambio de
sentimientos de un día para otro yo me sigo preocupando por ti
Esther la miró y la cogió de la mano. De repente con las palabras de Maca se encontraba
más despierta, como si se hubiera tomado la mitad de copas que llevaba en el cuerpo
nada más
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
188
E: Mira, vamos a hacer un trato. Te tomas la última conmigo y me voy contigo para que
te quedes tranquila
M: Vale, pero ni te pienses que te voy a arropar ¿eh?
Se quedaron una hora más y cuando terminaron de beberse la copa, aunque la fiesta
seguía animada, se fueron, tal como ya había prometido Esther
Caminaron juntas hacia el piso. El aire frío y la conversación de Maca terminaron de
despejar a Esther y se le pasó el mareo que tenía. Se habían quedado sin saber de que
hablar y jugaban a las adivinanzas con amigos y compañeros del hospital
E: A ver, si no lo aciertas de esta vez me rindo ¿eh? Todo el mundo dice que es una
trepa...
M: ¡Aahh! Begoña
E: ¡Por fin! No entiendo como has tardado tanto en acertarlo... A ver esos reflejos, que
la que está bajo los efectos del alcohol soy yo
M: Si es que me lo pones muy difícil...
E: Y tu me lo pones demasiado fácil
M: No es verdad. A ver este... Es muy pijo
E: Javier. ¿Ves? Me los das regalados...
M: Te voy a poner uno difícil
E: Venga...
M: Es una chica muy guapa, inteligente y muy simpática
E: Ay tontita, que ya te he dicho que no vale describirse a si misma...
M: ¡Que no! Déjate de bromas. Sigo... Es muy amante de los pequeños detalles y muy
detallista
E: Eso es muy intimo... dime más
M: Tiene los ojos marrones, muy bonitos
E: Eva
M: No. Tiene el pelo oscuro
E: Laura
M: Tampoco. Le gusta su trabajo y es muy perfeccionista
E: Cruz
M: No, no trabaja en el central
E: Te lo estas currando esta vez...
M: Es amiga personal tuya
E: ¿Cristina?
M: No, no tan reciente. La conoces desde hace muchos años
E: ¿Carolina? No puede ser, no cuadra con la descripción física...
M: ¡Pero si es muy fácil!
E: Pues yo no tengo ni idea...
M: A ver. Te voy a dar una pista muy grande... Si no lo aciertas tengo derecho a pedirte
lo que quiera, ¿eh?
E: Vale
M: Es alérgica a la leche
E: ¿Ade?
M: Pues claro mujer... ¿Quien podría ser si no?
E: Pues si no fuera por lo de la leche no lo hubiera acertado en la vida...
M: No tenía que haberlo dicho; así no lo hubieras acertado y ahora podría pedirte
cualquier cosa
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
189
E: La que debería pedirte algo soy yo; has incumplido las reglas
M: ¿Yo?
E: Sí tú. Habíamos quedado en que había que decir la verdad y no lo has hecho. Has
dicho que es muy guapa cuando sabes perfectamente que es normalita... Y lo de muy
simpática también es un poco dudoso
M: Pues a mí por lo que he visto en las fotos me parece muy guapa...
E: Eso no vale, hay que decir la verdad. Esa descripción no la hubiera hecho yo ni
cuando estaba enamorada de ella... ¿A que viene eso de detallista y amante de los
detalles?
M: Es lo que creo según las cosas que me has contado
E: Pues tienes una imagen muy distorsionada de ella...
M: La que me has creado tú...
E: Yo te he contado cosas nada agradables que ha hecho Ade y que no son como para
que ahora digas que es muy simpática. Además me extraña que tú, precisamente tú,
tengas tan buen concepto de ella
M: Pienso que por mucho daño que te haya hecho si tú la quisiste tanto es porque deber
tener muchas cosas buenas
E: Ni la mitad que tú, créeme
M: Bueno, esto no es una competición... somos distintas y a las dos nos has querido de
manera distinta
E: Yo solo sé querer de una forma ¿eh?
M: Pero no vas a comparar como quisiste a Ade y como me quisiste a mí...
E: A ti no te quise, a ti te quiero, que es distinto. Y bueno, si hay algún motivo por el
que no puedo hacer comparaciones es el tiempo; no es lo mismo enamorarse de una
persona con la que llevas saliendo un mes que pasarse media vida enamorado de
alguien, pero la intensidad es la misma
M: Es curioso... (se echó a reír. Habían llegado al piso y estaban paradas charlando en
la entrada, sin decidirse a subir las escaleras)
E: ¿De que te ríes? Estoy hablando totalmente en serio, ¿eh? A lo mejor no quieres
creerme pero las dos veces que me he enamorado ha sido igual de fuerte, salvo que con
Ade era una niña y hacía lo que me dictaba el corazón, y contigo desafortunadamente ya
tenía la coraza puesta
M: No me río porque lo compares. Me río porque sin darte ni cuenta acabas de decirme
lo que siempre quise escuchar
Esther rebobinó un momento y se dio cuenta de que se le había escapado un te quiero
probablemente de lo más inoportuno, en medio de su explicación
M: Lástima que llegue demasiado tarde... (empezó a subir las escaleras)
E: ¡Oye! Tengo derecho a pedirte algo... Has mentido jugando
M: ¡Que no!
E: ¡Que sí! Me has hecho imposible que adivinara que era Ade. Nunca pensé que
hablarías de ella con esas palabras. Cualquier persona en tu lugar la odiaría
M: Bueno, yo no soy cualquiera
E: Por supuesto que no. Cada día me lo demuestras más...
M: A ver, pide. Sin aprovecharte, ¿eh?
E: Sube conmigo y arrópame
M: Bueno, está bien, pero que no sirva de precedente...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
190
Subió con ella. Destapó la cama mientras esperaba a que terminara de ponerse el pijama
en el baño. Cuando llegó la tapó bien y se sentó un momento en el filo de la cama
E: Oye, una duda. Si por un casual no hubiera acertado que era Ade ¿qué me habrías
pedido que hiciera?
M: Pues lo tengo clarísimo; limpiarme el piso y hacerme la comida durante un mes
E: Jajaja. Yo lo haría encantada, ¿eh? Sobre todo lo de cocinar para ti, que ya sabes que
me encanta... por mí hasta te daría la comida en la boquita y todo... (deslizó el dedo
índice por sus labios y se humedeció los suyos mirándola)
M: Venga, que duermas bien... (se incorporó)
E: Espera, espera... (la agarró por la mano) El besito de buenas noches entra dentro de
la petición
Maca se agachó riendo para besarla en la mejilla, pero Esther la agarró por la espalda y
la hizo caer sobre ella. En medio de la confusión de la caída atrapó su labio inferior con
los dientes, lo mordió levemente y en seguida la besó. La pediatra intentaba huir pero
Esther le apretaba fuertemente la espalda mientras le llenaba el cuello de besos por más
que trataba de apartarlo. Deslizaba rápidamente la lengua, llevándola hasta su barbilla
hasta volver a atrapar su boca. Esta vez Maca no la rechazó ni trató de escapar; la
correspondió con furia, haciendo el beso más salvaje aun. Con la respuesta nada sutil de
Maca, Esther sintió que iba ganando terreno y dejó de presionarle la espalda, bajando
una de sus manos poco a poco hasta su nalga... La apretó suavemente, como
masajeándola, y fue dejando resbalar la mano por su muslo. Con la otra mano iba ya
desabrochando los botones de su blusa cuando la pediatra empezó a despegarse de su
boca
M: No, no... Para Esther
Lección 13: BORRON Y CUENTA NUEVA
La enfermera volvió a aprisionarla por la espalda y le besaba la cara sin parar cuando
vio que intentaba de nuevo escabullirse de ella. Entonces Maca comenzó a patalear para
soltarse y a enfadarse de verdad. Terminó poniendo las manos con fuerza en los
antebrazos de Esther, incluso lastimándola un poco, para impulsarse y poder levantarse
M: ¿Pero que es lo que te pasa?
E: ¿Qué qué me pasa? Que no puedo contenerme más. Estoy desesperada...
M: Lo que estas es loca (se abrochaba la camisa) Esto no puede pasar... ¿No te enteras
de que hemos roto?
E: Pero es que no me dala gana resignarme... no sabes lo que es verte todos los días y
no poder estar así contigo
M: ¡Pues no me busques! Si tanto daño te hace verme no me busques
E: Maca, ¿por qué no dejas de fingir? Ha habido un momento en que me has
correspondido. Deseabas es beso tanto como yo, y lo sabes
M: Yo lo único que sé es que me estabas reteniendo contra mi voluntad y que me has
lastimado forzándome
E: Perdóname. Es lo último que quería, de verdad... Pero es que esta noche ha sido
especial; todo ha sido más parecido a como era antes. Cuando me has defendido en el
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
191
bar, o lo que nos hemos divertido en el camino de vuelta. No sé, me ha dado
esperanzas... Por primera vez desde que no estamos juntas he vuelto a creer que esto
puede ser, que puede que tenga arreglo... Y antes cuando te he insinuado que ya no me
querías y me has contestado de esa forma, como si te hubiera molestado, me he dado un
poco por aludida y me ha hecho pensar que todavía me quieres aunque sea un poquito.
Solo lo he hecho porque pensaba que tenía luz verde
M: Eso no es excusa
E: Ya lo sé... Pero quiero que sepas que solo lo he hecho porque de verdad creía que...
(se detuvo y reflexionó unos segundos) Nada, déjalo. Si tienes razón... no tiene sentido
que te explique ni te pida perdón, porque no tengo excusa. Siempre te estoy pidiendo
que perdones lo imperdonable...
M: Mira, yo no sé si es lo imperdonable o si todo tiene arreglo, como tú dices, pero así
desde luego que no lo vamos a arreglar... Si crees que me vas a ganar con tres besitos
como si esto fuera algo sin importancia estas muy equivocada, porque las cosas no se
hacen así. Y no lo voy a negar; me ha ofendido profundamente cuando me has puesto la
trampa de decirme que ya no te quiero. Lo has hecho a propósito para ver la cara que
ponía, porque sabes que soy una persona de sentimientos puros y que es imposible que
en dos días te haya dejado de querer...
E: Entonces ¿qué quieres que haga? Si no dejas de esquivarme...
M: A lo mejor la solución sería que te acercaras a mí de otra manera, sin asfixiarme, y
que vinieras directamente a hablar, no a invitarme a ver una película o a un cumpleaños,
sino a quitarte la mascara de una vez y a hablarme de lo verdaderamente tú sientes...
porque a estas alturas y después de haber roto todavía sigues sin hablarme claramente de
tus sentimientos. Lo que yo quiero oír no son cuatro palabras bonitas, lo que quiero
saber es de verdad lo que tú sientes... Y ni te pienses que ese te quiero a destiempo de
antes me vale para algo... (recogió el bolso y ya se iba cuando Esther la cogió
suavemente por la muñeca)
E: Mira, yo...
M: No Esther, ahora no. No después de todo lo que ha pasado hoy. Hasta luego
E: Que duermas bien
M: Tu también
Al oír la puerta Esther volvió a la cama resoplando y se tumbó con los brazos cruzados
sobre la cabeza. De repente empezó a sonreír. Dentro de lo violento que había sido todo,
esa puerta que Maca había dejado abierta le daba un motivo poderoso para querer
levantarse al día siguiente; ese impulso que no sentía desde hacía días. Por primera vez
desde la noche que Maca rompió con ella durmió de un tirón, ahora que creía en la
posibilidad de que la pediatra en realidad no pretendía dar por finalizada la relación,
sino simplemente poner un punto y a parte, afianzarla más
Nada más despertarse fue a dar un paseo por el parque para despejarse. Antes de subir
por delante de una floristería y pensó en subirle flores a Maca, pero recordó esa especie
de “claves” que ella misma le había dado la noche anterior y se dio cuenta de que tenía
que abrirle su corazón sin ayuda, sin pretextos
Se paró delante de la puerta de su piso. Siempre lo hacía últimamente; la frenaba ese
dolor de saber que no podía entrar con toda confianza con su llave, esperando una
sonrisa como siempre. Llamó al timbre y esperó pacientemente a Maca, que le abrió en
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
192
pijama y sin decirle nada le indicó con la mano que pasara. Se sentó en el sofá con ella,
las dos de lado y con la cabeza reclinada sobre el respaldo
E: ¿Qué tal? ¿Has dormido bien?
M: Estupendamente. ¿Tú?
E: Bien, bien... aunque no se como he podido con la vergüenza que tenía después de lo
que hice anoche (bajó la cabeza) ¿Sigues enfadada?
M: Sigo sin comprender como pudiste perder tanto el control... Si hubieras estado en
ese momento como estabas en la fiesta no te lo habría tenido en cuenta, pero ya estabas
perfectamente, se te había pasado el efecto de las copas
E: No, no. Lo que me pone así no son las copas, eres tú... y más desde que no estás
conmigo, porque no puedo hacer lo que apetece. Si me dan ganas de darte un beso tengo
que aguantarme... y me pongo nerviosa porque me siento atada de pies y manos y
porque cuando te miro te veo como algo ajeno a mí, y no lo puedo soportar... Llevo
desde que me desperté pensando en qué decirte cuando viniera a buscarte, pero no ha
servido de nada, porque por más que lo he intentado no me ha venido nada a la cabeza.
Pero ¿sabes qué? al final he decidido no preocuparme por eso, porque me he dado
cuenta de que lo único que tengo que hacer es ser yo misma y dejar de esconder y de
callarme cosas que en el fondo te quiero decir... Parece muy fácil, pero sabes que para
mi es muy, muy difícil y quiero que sepas que si no lo he hecho antes es porque soy un
desastre. Soy tan desastrosa que hasta has tenido que darme instrucciones para
recuperarte...
M: No eres un desastre...
E: No me interrumpas por favor, no me lo hagas más difícil; escúchame. Llevo muchos
días pensando en lo nuestro. ¿Recuerdas como empezó todo? Quizás al principio yo era
más cariñosa conmigo y todo era más fresco, más espontáneo. Con el tiempo te he
dejado ver mi mal humor, lo brusca y lo arisca que puedo llegar a ser, pero no pienses
que es porque me aburro de ti ni porque me gusta menos estar contigo; todo lo
contrario... Al principio para mí todo era como un juego. Hacía lo que apetecía en cada
momento sin plantearme nada más, fue a medida que me daba cuenta de que empezaba
a sentir algo más fuerte cuando quise retroceder. Notaba que me pasaban por la cabeza
las mismas cosas que cuando era joven y solo tenía ojos para Ade y me dio miedo poder
llegar a estar tan ciega otra vez y a depender tanto de alguien
M: Esther, mírame (clavó las pupilas en las suyas y se acercó un poco más a ella) ¿Qué
ves? ¿Tú crees que yo te haría daño? al menos a propósito...
E: No... si no eres tú, soy yo. He sido yo la que lo ha echado todo a perder. Y no quiero
escudarme en cosas del pasado ni en si me han hecho mucho daño o poco, porque tú
también has pasado tus baches, y encima has tenido que aguantarte y oír cosas muy
crueles que yo te he dicho
M: Esther, aquí no hay victimas; ni tú ni yo. Somos humanas, hemos cometido errores y
ya está
E: Mira, llevo un montón de noches sin dormir pensando en muchas cosas que te he
dicho cuando en realidad quería decir todo lo contrario... y no me refiero solo a lo que te
dije la noche antes de que nos peleáramos, cuando con toda la razón del mundo me
echaste de tu casa, sino a un montón de pequeñas cosas más que no tiene mucho valor,
pero que duele mucho oírlas de la persona que quieres... Cosas que no solo no son
verdad sino que las hago por inmadurez. Cuando me agobio es como si tratara de
levantar un muro para poner distancia... Pero contigo eso es imposible, termina
volviéndose en mi contra, porque me conoces demasiado bien y sabes como destruir los
muros que yo construyo... y entonces es cuando de verdad me asusto, porque me quitas
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
193
mi espacio y me siento demasiado vulnerable. El día que cumplimos nuestro primer mes
por ejemplo... Yo tenía mi argumento para defenderme por no haberme acordado,
bueno, mejor dicho por simular no haberme acordado, porque soy tan imbécil que
monte todo un teatro porque me daba vergüenza la ilusión tan grande que me hace vivir
ese tipo de cosas a tu lado... Todo cuadraba en mi cabeza y entonces lanzaste esa
pregunta de si me habría enfadado si no te hubieras acordado... y caí en la cuenta de que
si me habría enfadado, o más bien me hubiera dolido, porque yo sé que esas cosas son
señaladas para ti y me imagino que las habrás celebrado con todas tus parejas, y me
hubiera dado una envidia terrible que no lo hubieras hecho conmigo, porque significaría
que no te importo tanto como otra gente que ha pasado por tu vida. Y eso cuando
quieres a alguien duele... Por eso sé cuanto deben haberte dolido algunas cosas
relacionadas con Ade... Cuando haces esas cosas me haces darme cuenta de lo mucho
que me importas y lo único que puedo hacer para protegerme es intentar creerme que no
te quiero tanto y hacértelo creer a ti. Cuando te fuiste a Jerez te eche tanto de menos...
La carta de Ade contribuyó a liarme la cabeza más de lo que ya la tenía, no te voy a
engañar, pero no porque sienta nada por ella, sino porque me acorde de muchos malos
momentos que pasé y eso me hacía sentirme todavía con menos ganas de implicarme
seriamente en una relación como lo estaba contigo. Y luego llegaste contándome que la
noche que habíamos estado separadas te la habías pasado llorando, y resulta que a mí
me había pasado lo mismo... y en vez de decírtelo te recriminé a ti. Era una cosa que
nunca te hubiera dicho, primero porque me sentía demasiado patética por ponerme a
llorar por estar una noche separadas, y sobre todo porque era algo que me exponía
demasiado ante ti
M: ¿Tú crees que yo me aprovecharía de tus debilidades? Si me lo hubieras dicho nos
hubiéramos reído juntas de ello y ya está...
E: Ya, pero verás... para mí ese llanto fue como el primer momento claro de sufrimiento
desde que estaba contigo, y es absurdo porque ya habíamos pasado por algún que otro
bache... Pero yo sé como soy y cuando me vi a mi misma llorando por una tontería así
fue una señal demasiado evidente de que me estaba pillando más de la cuenta contigo.
Entonces tuve pánico y me prometí a mi misma que era la última vez que iba a llorar
por ti. Y al día siguiente todo fue una locura... recibí la carta, en el hospital todo el
mundo parecía haberse enterado de lo nuestro de repente...
M: ¿Y eso te importo mucho?
E: No el hecho de que lo sepa la gente, sino lo que eso implica... si todo el mundo lo
sabe es como más serio, más oficial
M: (Movía la cabeza de lado a lado) Nunca me hubiera imaginado la de cosas que te
pasaban por la mente... Creía simplemente que en los días que estuve fuera te habías
dado cuenta de que no me necesitabas
E: No, todo lo contrario... He cometido muchos errores, el mayor de ellos el de no
valorarte y no haberte tratado como te mereces; pero nunca he dejado de necesitarte ni
de quererte (cogió una mano de Maca entre las suyas y la acariciaba subiendo por su
antebrazo) Sé que te lo he hecho pasar mal y lo siento... no sabes hasta que punto... Mi
comportamiento estúpido de todos estos días era porque no sabía como arreglar mi
desastre. Intentaba hacerte reír o invitarte a hacer algo juntas con la esperanza de
enmendar un poco el daño, pero si para ti es demasiado tarde... si te he hecho más daño
del que puedo reparar, no sé si voy a poder vivir con eso con lo mucho me importas...
M: No te preocupes que no vas tan mal. Ahora mismo acabas de reparar bastante (le
pellizco la mejilla y le arrancó una pequeña sonrisa, pero en seguida se puso seria otra
vez y continuo hablando)
E: Tenías razón...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
194
M: ¿En que?
E: En todo; en todo lo que me has dicho, pero ahora mismo pensaba en aquello que
dijiste en el ascensor, pocos días después de conocernos, cuando me dijiste que si hacía
las cosas sin sentir podía llegar el día en que ya no fuera capaz de sentir aunque
quisiera. Menos mal que apareciste tú, porque me he dado cuenta de lo vacía que estaba
mi vida antes y de lo poco que me importaba la gente que se cruzaba en mi camino. Y
me siento mal, porque además sin merecérmelo he tenido suerte y los novios, bueno,
mas bien amago de novios, que he tenido han sido muy buenas personas, y los he
tratado un poco con la punta del pie...
M: ¿Sabes que? Conociéndote, no te creo
E: Bueno... no es que les haya hecho unas putadas tremendas, pero no les he hecho todo
el caso que se merecían ni les he dado la oportunidad de acercarse a mí y comprenderme
de verdad, como te la estoy dando a ti ahora mismo
M: Lo sé, y te lo agradezco
E: Perdóname, por favor... si tengo que seguir sin ti no sé si voy a poder
M: No... perdóname tú
E: Yo no tengo nada que perdonarte
M: Sí, sí que tienes... yo también he cometido muchos errores. No he sabido
comprenderte sin presionarte. Te he arrancado cosas que no querías decir, y yo debería
saber respetar eso, porque forma parte de tu carácter
E: No, no... no pidas perdón por eso; si te lo agradezco... no sabes lo bien que me siento
ahora; como si me hubiera quitado un peso gigantesco de encima. Lo malo es que me
tenía que haber dado cuenta yo de que tenía que hacerlo, no tenías que habérmelo dicho
tú... no sé como no te cansas de mí, porque nunca hago nada bien
M: Pues no me canso, ¿eh? Y si que haces muchas cosas bien... si lo sabré yo...
E: ¿En serio? Estos días he llegado a creer que sí estabas un poco harta. Me ponías unas
caras cuando te buscaba...
M: En realidad estaba contenta, lo que pasa es que sabía que tenías muchas cosas que
decir, y me daba rabia que te las siguieras guardando. Entiéndeme, no podía perdonarte
sin saber todo lo que había pasado. Pero estaba contenta porque por lo menos con esa
forma de perseguirme me dejabas claro que te importaba...
E: Claro que me importas... (le hablaba en voz baja acariciándole la cara, sujetándole la
barbilla con las dos manos y deslizando los pulgares por sus mejillas) ¿Cómo he podido
permitir que hayas llegado a dudarlo?
Se miraron a los ojos y después a los labios. Después de tanta palabra había llegado un
momento en el que todo estaba de más. Se fueron acercando y Maca dejó las manos en
las piernas de Esther, subiéndolas por sus muslos según se encontraban más cerca cada
vez. Primero se abrazaron, apoyando las dos la cabeza en el hombro de la otra, y al
separarse, Esther se quedó unos segundos besando su cuello, subiendo por la nuca y
dejando besos por su pelo hasta llegar a sus mejillas. Le agarró la cara otra vez con las
manos para hacer lo que quería la noche anterior, pero esta vez con la implicación y el
pleno consentimiento de Maca. La besó en la frente, en los parpados y en la nariz; luego
la frotó con la suya y las dos empezaron a reír con las bocas muy cerca. Así pegadas
nariz con nariz dejaron de reír poco a poco y giraron un poco la cara para poder besarse.
Se dieron un beso corto y Esther se quedó con su labio inferior atrapado entre los suyos,
lo rozó con los dientes y pasó la lengua por encima. La miró a los ojos una vez más
antes de cerrarlos para adentrarse con la lengua en su boca. Maca llevó las manos a su
espalda para poder abrazarla mientras se besaban y pasaron lo que quedaba de mañana
en el sofá entre besos y abrazos, jugando y haciéndose reír como siempre
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
195
--------------------------------------------------------------------------------------------------------El tiempo pasaba rápido, especialmente para Esther y Maca, que habían retomado el
ritmo normal de su relación y disfrutaban juntas de cada día. La navidad se abría paso
en los escaparates de las tiendas y todo el mundo llenaba la cabeza de planes para pasar
las fiestas lo mejor posible
Transcurría un día como otro cualquiera en el central para todos, salvo para Maca, que
apenas había tenido clientela y llevaba toda la mañana enganchada al teléfono; algo
nada habitual en ella. Teresa la miraba con cara de póquer mientras la veía hablar por
uno de los teléfonos de recepción dando vueltas en un sillón giratorio
M: Sí, sí... tenemos que prepararlo todo. Yo ya he comprado las cosas y todo eso, solo
me falta ultimar los detalles para que todo salga perfecto. A este paso lo va a averiguar y
no puede ser... tiene que ser sorpresa... ¿Y que quieres que haga si no se me despega en
todo el día?... Sí, menos mal que está Carolina, y sobre todo Nono, que está siendo
crucial, porque a Carolina la necesito para preparar algunas cosas... no, si para eso ya
tenemos muchas ideas... solo falta planificarlas entre todos. Tenemos que reunirnos un
día de estos. ¿Qué digo un día de estos? Hoy o mañana... que se me echa el tiempo
encima... (miró a Teresa y se le ocurrió una idea) Mira, voy a ver como puedo arreglarlo
y si puede ser os avisamos a todos para esta tarde, ¿vale?... Venga, un beso. Ciao
Colgó y se acercó a Teresa con carita de niña pequeña
T: ¿No me digas que ya has terminado? Pero llama... tú si lo necesitas llama mujer...
que mas da que se arruine contigo toda la Sanidad...
M: Teresa, te miró y una duda me carcome... ¿Tú que eres tan guapa como no te metiste
a modelo cuando eras mas joven?
T: Pues no te vayas a creer... que hice mis pinitos en el mundillo... Pero a ver, ¿tú que
es lo que quieres, cameladora?
M: Necesito pedirte un favor...
T: Ya decía yo... que no era normal en ti tanto mimo...
M: ¿Puedes entretener a Esther esta tarde?
T: Depende...
M: ¿Depende de que?
T: De lo que quieras hacer a sus espaldas
M: Anda, no seas malpensada... Le estoy preparando una fiesta sorpresa para su
cumpleaños, que es pasado mañana; por cierto, estás invitada si quieres venir, y me
estoy poniendo de acuerdo con sus amigos para unas cosas
T: ¡Aaah! Bueno, si es así me la llevo un rato...
M: (la beso en la mejilla) Gracias, te debo la vida. Mira, por ahí viene... Convéncela
Lección 14: LA BELLEZA ESTA EN EL OJO DEL QUE MIRA
Se cruzó con ella antes de entrar para urgencias y le cogió la mano
E: Hola... ¿Te tomas algo conmigo?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
196
M: Es que ya he quedado con Laura. Tiene que estar ya esperándome en la cafetería
E: ¡Ah! Espera, que voy con vosotras
M: No, no puedes
E: ¿Por que? (sonreía) ¿Vais a hablar de mi cumpleaños?
M: ¿Tu cumpleaños? ¿Cuándo es tu cumpleaños?
E: Lo sabes perfectamente tonta
M: Que va... Vas a tener que refrescarme la memoria y solo hay una manera ¿eh? (la
miró con picardía)
E: Ah ¿sí?¿Cual?
M: Luego te la digo... ¿Tú te acuerdas de cuando era el mío?
E: Sí
M: Pues es una lastima... Así no tengo excusa para refrescarte nada... Me voy ¿eh? Que
he quedado
E: ¿Y no puedo ir entonces?
M: Hombre, como poder puedes... pero te advierto que he quedado para ligar y que no
me voy a cortar porque estés tú delante
E: Eres mala... (Se soltó de su mano, pero Maca la agarró por la cintura colocándose
detrás de ella)
M: Y si soy tan mala por que estas conmigo, ¿a ver?
E: Porque estás buena... (se soltó y le dio un cachete en el culo)
M: No tanto como tú
E: Ya, ya. Por eso te vas a ligar por ahí con otras ¿no?
M: Es solo por el morbillo que da la novedad, pero tú sabes que yo solo te quiero a ti...
E: ¿Con tan poquito te conformas?
M: Anda no seas tonta... (le pellizco la nariz) Te espero a la salida si no te veo antes,
¿vale?
Después de entretenerse un poco con Teresa fue a la sala de enfermeras. La puerta
estaba abierta y se oían voces desde fuera. En seguida reconoció la de Begoña, que
hablaba con una enfermera nueva que acababa de empezar hacía unos días. Escuchó su
nombre de pronto y se quedó al lado de la puerta a oír la conversación
Enfermera: ¿Y Esther lleva mucho tiempo en el cargo?
Begoña: Pues no mucho, pero está acomodada ahí como si llevara toda la vida. Se lo
tiene excesivamente creído para mi gusto...
Enfermera: Bueno, a mí me han contado algo, pero no sé si es verdad...
Begoña: ¿Qué?
Enfermera: Que está con la pediatra de urgencias, pero no me lo he creído mucho...
Begoña: ¿Por que no?
Enfermera: Pues primero porque ninguna de las dos tiene pinta... Y a parte porque ayer
me destinaron con ella casi todo el día, con Maca, y me estuve fijando bien en ella, y la
verdad me parece mucha mujer para Esther...
Begoña: ¿Verdad que sí? Yo por más que me lo pregunto no lo puedo comprender... Yo
trato con ella a diario y sí, es simpática y tal, pero te aseguro que no es nada del otro
mundo... para nada. No sé que ve en ella...
Enfermera: Bueno, dicen que el amor es ciego ¿no?
Begoña: Yo creo que puede ser un poco que está con ella porque no tiene otra cosa... de
joven se es más exigente, pero cuando ya tienes una edad si lo que quieres es formar una
familia no puedes dedicarte a escoger, y si encuentras a alguien que te quiera y tú
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
197
también más o menos quieres a esa persona, pues cedes un poco aunque seas consciente
de que no es el amor de tu vida...
Escuchó los pasos de las dos dirigiéndose hacia la puerta y corrió hacia el pasillo. Se
metió en el baño y se echó agua en la cara, pensando en lo acababa de oír mientras se
miraba al espejo. A los pocos minutos la llamaron para quirófano y por suerte estuvo
entretenida hasta la salida
Comieron en el piso de Esther. Estuvo haciendo la comida ella sola, con Nono
charlándole en la cocina, mientras Maca y Carolina cuchicheaban en el salón
Nono: Esto ya está, ¿eh? (grito Nono para advertirlas cuando vio que Esther ya estaba
terminando de prepararlo todo)
Carolina: Vale guapo, ¡ya vamos! (bajo la voz de nuevo) ¿Y que le digo para que no
vaya a tu casa?
M: Uffff. Yo la voy a convencer para salir mañana; nos recogemos tarde, dormimos
aquí y ya pasamos todo el día aquí, que queda como más natural... He pedido salir una
hora antes del hospital. Me vengo para acá y voy preparando esto, y cuando me tenga
que ir te doy las llaves terminas tú, ¿te parece?
Carolina: Perfecto
M: Oye, ¿tú crees que deberíamos avisar a...?
Carolina: Yo lo veo fuera de lugar, pero si tu quieres la aviso
E: Venga, dejaos ya de charla, que esto se enfría...
Cuando terminaron de comer Nono se fue a acompañar a Carolina al gimnasio. Maca
llevó a empujones a Esther hasta el sofá y se encargó de recogerlo todo. En cuanto
acabó se tumbó a su lado y apoyó la cabeza en su barriga
M: ¿Te pasa algo?
E: ¿A mí?
M: Sí. Estas tan calladita... No has abierto la boca mientras comíamos y apenas has
comido
E: Que vigilada me tienes...
M: Sí, y me he dado cuenta de que te has llevado todo el tiempo muy seria, con lo que
tu te ríes siempre con las bromas de Nono...
E: No, pero no me pasa nada. Es que no tenía mucha hambre y me duele un poco la
cabeza
M: ¿Sí? (le tocó la frente) ¿Quieres que nos acostemos un rato?
E: No, no. Estoy bien aquí; relajadita contigo... Además en un rato me tengo que ir...
M: ¿Adónde vas tú?
E: Tengo que acompañar a Teresa a comprarle un regalo a su marido, que es su
cumpleaños
M: ¿No me digas?
E: Sí, y no me apetece nada... ¿Puedes creer que no ha parado hasta convencerme? Yo
no paraba de darle largas, y ella venga a decirme que por favor la acompañe, que no
sabe que comprarle... Y claro, ya me ha dado pena
M: Claro que sí tonta, acompáñala. Así te ríes un rato, que Teresa es muy divertida... (se
puso a su altura para masajearle un poco las sienes mientras seguía hablando) Que
bonita pareja hacen Nono y Caro, ¿verdad? Me parece que están llevando muy bien lo
de volver a estar juntos, así poco a poco...
E: ¿Te parece que nosotras no lo hicimos bien?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
198
M: No. ¿Por que dices eso?
E: Como te gusta que ellos hayan vuelto dándose un tiempo y nosotras volvimos como
si nada...
M: Como si nada no; lo hablamos mucho y también pasamos unos días separadas, las
dos nos dimos cuenta de muchas cosas...
E: A lo mejor deberías habértelo pensado mejor...
M: Yo no tenía nada que pensar. Nuestra ruptura no tiene nada que ver con la de ellos.
Lo nuestro había sido unos malentendidos, y cuando se aclararon no tenía sentido seguir
separadas. Pero Nono dejó a Caro porque en general no estaba contento con su forma de
implicarse en la relación y ya estaba harto. Me parece lo más normal del mundo que se
lo estén tomando con tranquilidad y se den tiempo el uno al otro para ver si la cosa
termina de funcionar. ¿Cuánto llevaban saliendo?
E: Cuatro años y pico
M: ¿Ves? Cuando después de cuatro años una relación se rompe tiene que ser por algo
grave... porque no es sólida o no se terminan de compenetrar. Yo hasta el momento no
tengo ninguna duda de que me compenetro contigo... nos entendemos bien a pesar de
que tenemos nuestras diferencias
E: ¿Y que es lo que hace que te compenetres bien conmigo y no con las anteriores
parejas que has tenido?
M: Pues no lo sé... Tantas cosas...
E: ¿Qué cosas? (se giro para mirarla a la cara)
M: Así de pronto no te sabría decir...
E: Pero a ver... tú piensas que yo soy especial, ¿no?
M: Por supuesto que sí
E: ¿Y para ti que es lo que me hace especial? ¿Qué ves tú en mi que no ves en las
demás?
M: Pues muchísimas cosas, no sé... Es complicado explicarlo con palabras
E: ¿Y no vas a decirme nada?
M: Es que es muy difícil decirte así de sopetón las cosas que hacen que para mí seas
especial... ¿Tú puedes decírmelo a mí así sin pensar?
E: Hombre, es distinto. Lo tuyo salta a la vista
M: ¿Y tú que me quieres solo por eso que según tu salta a la vista?
E: No, para mí eso es lo de menos...
M: Entonces ¿a que viene tanta tontería?
E: No es una tontería
M: A ver... (quitó la cara de broma cuando se dio cuenta de que Esther estaba triste de
verdad) ¿Qué te pasa hoy?
E: Nada. Voy a cambiarme, ¿vale? Que llego tarde a lo de Teresa
Pasaron la tarde cada una por su lado. Maca aprovechó que Teresa se ocupaba de
entretener a Esther para reunirse con sus amigos y planear los detalles que quedaban sin
especificar para el cumpleaños. Durante toda lo tarde estuvo pensado en lo que había
hablado con Esther, en lo rara que la había notado, y le vinieron a la cabeza montones
de argumentos y de razones por las que ella era única y especial, y que en el momento
en que le preguntó no había sido capaz de decirle. En cuanto llegó a casa se puso a
preparar unas cosas en el piso y cuando recibió la llamada preventiva de Teresa se sentó
pacientemente a esperar a Esther. Al rato escuchó cerrarse la puerta del bloque y unos
pasos resonando por las escaleras. Al oír que no se detenía y seguía subiendo descolgó
el teléfono
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
199
Esther apenas había abierto el bolso para buscar las llaves cuando escucho desde fuera
el sonido del fijo. Se dio prisa abriendo y corrió hasta llegar al teléfono y ver “Mi niña”
en la pantalla. Respiró al ver que era ella y lo descolgó medio asfixiada
E: ¿Qué?
M: ¿Cómo que qué? ¿Ese es tu recibimiento? No solo no te pasas por aquí si no que en
vez de saludarme cariñosamente me dices “qué”. Por lo menos hola, ¿no?
E: Jajaja. Perdona cariño, es que he llegado medio ahogada porque no encontraba la
llave y me he dado prisa por si era una llamada importante
M: Aaah... Y como solo soy yo te has llevado un chasco, ¿no? Vale, vale
E: ¡Que no! ¡Ay! (respiraba) Además es que vengo de los nervios porque Teresa me ha
tenido toda la tarde de aquí para allá para nada. Hemos mirado mil cosas para su marido
y al final no se ha decidido por ninguna
M: No me digas... tienes que estar reventada...
E: Lo estoy, lo estoy
M: Pues bajarte anda, que tengo una sorpresa relajante preparada y ya te me ibas a
escapar...
E: Dios, que controlada me tienes... no puedo ni respirar...
M: Pues respira y ahora bajas ¿vale?
E: Oye, a todo esto... ¿cómo sabías que ya estaba aquí?
M: Porque con lo tarde que se ha hecho imaginaba que llegarías de un momento a otro,
y como conozco el sonido de tus llaves y tu manera de subir corriendo
E: Ah ¿sí?
M: Ya ves... Esas pequeñas cosas que te hacen especial e insustituible...
E: Dame cinco minutos, ¿vale?
M: Aquí te espero guapísima
Recogió su habitación para hacer tiempo y no mostrar tan descaradamente las ganas que
tenía de verla. Bajó y encontró la puerta abierta. Pasó cerrándola tras de sí y llamando a
Maca para ver si había pasado algo. Todo estaba en silencio. El salón estaba iluminado
tenuemente por velas y desde el pasillo se veía la luz del baño encendida. Sonreía y
seguía entrando. Llegó al baño y se quedó hipnotizada al encontrar la bañera llena de
agua y de pétalos de rosa de diferentes colores. Se acercó para tocar uno de ellos y nada
más agacharse sintió la suavidad de la mano de Maca en su hombro. Se giró, quedando
muy cerca de ella, con la boca a escasos centímetros de su ombligo, y vio que estaba
completamente desnuda
M: ¿Te gusta?
E: ¿Tú? Me encantas...
M: No, digo la bañera
E: Bueno, la verdad es que le falta algo. Está casi perfecta, pero contigo dentro así
como estás ya seria como ver un espejismo...
M: Sube, ¿no?
E: No, me gusta la vista que tengo mirándote desde aquí
M: El agua se enfría ¿eh?
E: ¿Y a que se debe esta sorpresa?
M: A que creo que sin darme cuenta he estado poco cariñosa contigo últimamente, y a
que con esto de las prisas del día a día se me olvida recordarte cuando te veo lo guapa
que estás o lo mucho que me gustas. Y después de toda la tarde echándote de menos ya
se me ha ocurrido como recordártelo...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
200
E: ¿Cómo?
M: De momento hoy te baño yo. Y luego, si te quedan fuerzas, mucho más...
E: Bueno, eso si te dejo... (se resistía cada vez que Maca tiraba de ella)
M: Ya que no subes tú bajo yo, que tengo ganas de darte un beso
Se sentó en el borde de la bañera para quedar más cerca de Esther, que le besó la rodilla
y pasaba las manos por sus muslos. Maca paró el movimiento de sus manos y le agarró
las muñecas obligándola a levantarse un poco y sentarse de cara a ella sobre sus rodillas.
Siguió conduciendo sus manos hasta llevarlas a su espalda para que la abrazara mientras
se besaban
Lentamente fue quitándole la camiseta y el sujetador y le desabrochó el pantalón. Se
pusieron las dos de pie sin dejar de besarse y le fue bajando a la vez las braguitas y el
pantalón, apenas tirando de ellos, solo ayudándolos a que se fueran resbalando con
suavidad por su piel. Le dio la mano para que entrara en la bañera
M: ¿Está bien el agua? Como has tardado tanto...
E: Perfecta
M: ¿No la quieres más calentita?
E: Déjate... si me la pones más caliente me vas a matar... Bastante tengo ya con verte
así... ¿No te metes conmigo?
M: Eso a su tiempo
Le fue echando agua con las manos por la barriga y el pecho, frotándole el cuello; luego
tiró de sus piernas para que se tumbara y metió la mano dentro del agua, jugando a
cubrirla con los pétalos y a recorrer todo su cuerpo con ellos. La dejó un rato sintiendo
el calor del agua mientras la acariciaba y más tarde llenó la esponja de gel y le dio la
mano para que se pusiera de pie. La enjabonó de cintura para abajo empezando por los
pies, haciendo sus movimientos más lentos según subía. La ayudó a que se sentara de
nuevo para que estuviera más cómoda y empezó a deslizarle la esponja por el abdomen
y el pecho. Le enjabonó los brazos y el cuello; metió la esponja en el agua y apretó
hasta que se desprendió del jabón para después mojarla en agua muy caliente y
exprimirla dejándola caer sobre sus pechos y su cuello mientras la miraba embelesada
E: Anda, métete... (le suplicó en voz baja, deslizando el dedo por su canalillo)
M: A ver, échate hacia delante...
Se sentó detrás de ella y llenó la esponja de jabón de nuevo para lavarle la espalda. La
enjuagó y le dio un masaje relajante mientras de vez en cuando succionaba su cuello y
el lóbulo de su oreja o le soplaba suavemente en el oído. Notó que empezaba a
acelerarse y decidió pararla antes de que acabaran como siempre; tenía que hablar con
ella. Abrió las piernas flexionadas y tiró de ella para que se tumbara en el medio,
dejándose caer sobre su pecho. La rodeó con los brazos y la besó en la mejilla
repetidamente mientras le acariciaba los brazos
M: Hoy te he visto muy triste, y no quiero que vuelva a pasar; no por las razones que
creo que has tenido para ponerte así, porque es una tontería
E: Ya te he dicho que no es una tontería, es que realmente no entiendo por que te has
enamorado de mí, precisamente de mí
M: Pues porque en ti he encontrado todo lo que siempre quise, y muchas otras cosas
con las que ni si quiera soñé... Esta tarde por ejemplo me he estado acordando de ti todo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
201
el rato. Estás tan metida en mi mundo que todo me recuerda a ti, ¿entiendes? Y solo
imaginarte en una situación, pensar en cuando te peinas, en cuando te enfadas o en
cuando duermes ya me hace reír de felicidad, porque contigo cualquier detalle es
especial; tú lo haces especial. No esperes que si me preguntas por que eres importante
para mi saque la lista interminable de cosas que podría decirte, porque son tantas que no
puedo ordenarlas en mi cabeza y decírtelas... Pero tú sabes que cosas son; sabes que me
haces reír, que me haces sentir... Y sí, podría empezar a decir cosas sin parar; que eres
divertida, simpática, tierna, comprensiva y mil cosas más, pero es que ninguna te iba a
transmitir de verdad lo que siento por ti... Eso me gusta más transmitírtelo con una
sonrisa, para ver si de paso te arranco una a ti... o con una mirada, y así lograr que lo
sientas tú también... Yo no sé explicar el por que, solo sé que quiero despertarme
contigo cada día, y que el tiempo que pasamos separadas solo me mantiene viva y feliz
el hecho de saber que voy a ver tus ojitos otra vez, que voy a oír tu voz... que te voy a
poder besar, como ahora... (la besaba en el hombro) Algún día que otro se me pasa
decírtelo, pero estás más guapa cada día...
E: Sí, ya...
M: ¿Qué?
E: Maca, que hay que ser objetiva... Vale que me digas que te gusto por esto o por lo
otro, pero tampoco hay que ver cosas donde no las hay...
M: Pero si yo soy objetiva y veo lo que hay... Y me vuelve loca lo que veo
E: Está visto que es verdad eso de que el amor es ciego (reía)
M: ¿Qué culpa tengo yo si cada día me enamoro más de ti y te veo más preciosa? Yo no
mando sobre mis gustos, son ellos los que se van detrás de ti...
E: Solo espero que no cambien de opinión un día de estos...
M: Cariño, no entiendo a que viene esa inseguridad tuya...
E: Pues a que tengo miedo, supongo
M:¿ Miedo de que?
E: Pues de no estar a tu altura, y de que te canses de mí por eso... de decepcionarte...
M: Mírame (la ayudó a girarse para que la mirara de frente) Aquí si hay alguien que
tiene temer no saber estar a tu altura soy yo. ¿Porque sabes una cosa? las dos hemos
cometido muchos errores, pero tú siempre has sabido ayudarme cuando lo he
necesitado. En cambio yo a veces no he sabido tener la paciencia para acercarme a ti...
Cuando lo hemos pasado mal siempre he puesto por encima mi dignidad y me ha
importado más el hecho de estar pasando un mal momento con mi pareja que el saber
que necesitabas de mi amistad y de mi comprensión
E: Anda, no digas tonterías...
M: Ninguna tontería; pienso en ello muchas veces... En el fondo he sido egoísta, he
pensado en mí antes que en nadie...
E: Maca por favor deja de decir disparates, que además me está doliendo lo que me
estás diciendo. Con lo bien que estamos aquí calentitas... no lo estropees
M: Hacemos un trato: si tú dejas de decir estupideces y de darle vueltas a la cabeza con
tus cosas yo dejó de comerme el tarro con esto
E: Vale. Como yo me entere que te rondan esas ideas te pego en el culo ¿eh?
M: Y como tú sigas diciendo tonterías me vas a tener que aguantar pegada como una
lapa a tu oído diciéndote cosas bonitas para que se te graben bien en la cabeza; y ya
sabes que cuando empiezo no puedo parar...
E: Empieza...
M: ¿Estas segura? Sabes lo empalagosa que me pongo...
E: Hoy asumo el riesgo, me apetece... Me lo pido como regalo de cumpleaños
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
202
M: Yo también tengo un deseo especial para tu cumpleaños. Lo voy a pedir a la vez que
pidas tú el tuyo
E: ¿Qué deseo?
M: No te lo puedo decir, que sino no se cumple, y me interesa mucho que se cumpla.
¿Y tú que vas a pedir? ¿Qué es lo que quieres?
E: Tampoco te lo puedo decir. Pero sí te puedo decir lo que quiero ahora mismo
(deslizó la mano desde detrás de su rodilla hasta dejarla cerca de su entrepierna)
M: ¿Qué?
Se acercó a su oído y mientras colocaba la palma de la mano abierta sobre su sexo
presionándolo firmemente le susurró algo que la excitó hasta hacerla estremecerse. (He
decidido que os voy a dejar con la intriga de saber lo que le dijo, jaja) Quitó el tapón de
la bañera y el agua se fue vaciando poco a poco mientras movía las piernas de Maca
para que adoptara la posición que se le acababa de ocurrir. La dejó semisentada,
apoyada contra la bañera y subió sus piernas colocándolas encima de los poyetes y
dejándolas abiertas
Se puso de rodillas entre ellas y apoyando las manos en los filos de la bañera, por
delante de las piernas de Maca, bajó el tronco para llegar con la boca a su cuello. Lo
recorrió con voracidad con la lengua, llevándola hasta su nuca y la parte posterior de sus
orejas hasta que Maca la cogió de la barbilla para besarla. Conforme el beso se
prolongaba Esther se fue reclinando sobre ella, clavando una pierna entre las suyas y
Maca la agarraba por la espalda para acercarla y sentir más esa presión mientras no
terminaba de soltar sus labios. Pasaba los dedos por su clavícula formando eses. Cuando
logró que Maca dejara de aguantar su labio inferior entre los suyos Esther se incorporó.
El agua había desaparecido, solo quedaban los pétalos agolpándose hacia el desagüe; los
cogió y los fue colocando en la barriga de Maca, en torno a su ombligo, y suavemente
los fue moviendo con las manos. Los deslizaba en círculos por sus pechos moviéndolos
con el dedo índice alrededor de su pezón. Los dejó esparcidos por su cuerpo y paseó su
mano de nuevo hasta su ombligo; apartó los pétalos que quedaban encima para besarlo
y recorrerlo con la lengua
Empezó a subir las manos por sus muslos y al llegar a sus rodillas aceleró hasta
colocarlas en las plantas de sus pies. Empujó con cuidado cada pie con una mano para
echar sus piernas hacia delante sobre los bordes de la bañera y que su sexo se abriera.
Deslizó las manos muy despacio hacia abajo, esta vez por la parte de atrás de sus
piernas, bajándolas por sus gemelos y la cara posterior de sus muslos hasta subir sus
glúteos con ellas y colocarlas debajo
Se reclinó todo lo que le permitía el largo de la bañera y colocó la boca entre sus
piernas; la abrió completamente en torno a su clítoris, que dejó justo en medio para
poder lamerlo, cerrándola de vez en cuando para succionarlo con sus labios. Bajó la
lengua por sus pliegues y se iba abriendo paso entre ellos; sacó los pulgares de debajo
de sus nalgas para ayudarse con ellos, colocando uno a cada lado y estirando un poco
para seguir abriéndose camino. Despacio fue hundiendo la lengua en su interior,
serpenteando con ella para colarla más adentro entre sus paredes. La llevaba tan lejos
como podía y la volvía a sacar una y otra vez hasta alcanzar un ritmo rápido que hacía
que la respiración de Maca se agitara cada vez más. Llegaba a su clítoris con dificultad
con sus pulgares y como podía los movía desordenadamente en torno a él
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
203
Pensó que era mejor levantarse y salir ya de allí para continuar más cómodamente en la
cama, pero nada más sacar la lengua de su interior y deslizarla hacia arriba rozando su
clítoris levemente le arrancó un grito que le sirvió como señal para saber que tenía que
continuar, que no podía dejarla ahora...
Siguió acariciándola con la lengua, acelerando y suavizando alternativamente sus
movimientos, y merodeaba con los dedos por su entrada apenas metiéndolos, solo
deslizándolos cómodamente por la humedad de sus pliegues
De pronto Maca empezó a respirar muy rápidamente, casi ahogándose, sin que a Esther
le hubiera dado tiempo a darse cuenta de que ya estaba cerca. Aceleró un poco la
succión de sus labios y los movimientos circulares de su lengua entre ellos y miró como
Maca se agarraba con las manos a los bordes de la bañera y arqueaba ligeramente la
espalda para sentir más intensamente el clímax. Siguió dejando besos por toda su vulva
mientras la contemplaba así, con los ojos y la boca entreabiertos hasta que Maca le abrió
los brazos para que bajara a abrazarla. Se quedaron un rato así y en seguida la enfermera
se levantó y ayudó a Maca a ponerse de pie. Le puso el albornoz y Maca lo abrió para
envolverla a ella también, y caminaron balanceándose y riendo hasta la cama. Esther
desató el albornoz, pero Maca no se lo quitó, solo besaba su cuello y jugaba con su pelo
mojado. Esther adivinaba sus intenciones, pero no pensaba permitirle que las llevara a
cabo...
Se escapó de ella y se tendió en la cama con la mano en la cabeza, simulando cansancio.
Maca se quitó el albornoz y se tumbó a su lado; deslizó la mano por su abdomen
dibujando con el dedo el contorno de su pecho. Empezó a tocarla por todas partes hasta
que Esther le paró la mano y tiró de ella mientras se colocaba bien la almohada detrás
de la cabeza
E: Vente aquí (golpeó la pared un par de veces con la mano)
Maca sonrió y se colocó de rodillas contra la pared con las piernas abiertas una a cada
lado de Esther. La enfermera puso las manos en sus costados y tiró un poco para que
abriera más las piernas y así su boca quedara lo suficientemente cerca de su centro.
Llevó las manos a sus nalgas y las masajeó apretándolas y volviéndolas a soltar
mientras dejaba los primeros besos y lametones por su sexo. Lo iba recorriendo con la
lengua a la vez que alzaba las manos por su espalda y las paseaba por sus costados.
Tocaba hondamente su interior con ella y la sacaba subiéndola hasta su clítoris mientras
que con las manos sobre sus caderas movía ligeramente el cuerpo de Maca hacia delante
y hacia detrás para que su lengua chocara por dentro de sus paredes. La dejó
merodeando por su entrada, saboreando ese elixir que desprendía y llevó los pulgares
hacia delante para acariciar su clítoris al mismo tiempo y de vez en cuando apretarlo
como si fuera un botón
Con las palmas de las manos firmemente en sus nalgas se impulsaba para empujarlas y
que el cuerpo de Maca subiera y bajara haciendo que su lengua y sus dedos adquirieran
más movimiento todavía. Y de repente dejo de hacer presión con las manos y retiró la
boca para con un poco de distancia empezar a soplar muy suavemente al lado de su
clítoris y a respirar cada vez más aceleradamente, transmitiendo calor a todo su sexo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
204
La pediatra seguía moviéndose a pesar de que Esther ya no la empujaba y sentía así más
cerca el aire caliente de su boca, que la estaba excitando como nunca. Esther observaba
como su clítoris iba creciendo y desde abajo lograba entrever sus pezones hinchados y
su piel completamente erizada. Poco a poco fue abriendo de nuevo la boca, lo abarcó
todo con ella y Maca dejó de moverse y gimió al sentir de nuevo su cercanía. Mientras
lamía a un ritmo lento pero constante tanteó su entrada con dos dedos; estaba tan
mojada que se resbalaban y no podía apoyarlos bien. La penetró lentamente unas
cuantas veces, arrancándole un gemido cada vez y haciendo que volviera a sacudir todo
el cuerpo hacia arriba y abajo. Dejó los dedos quietos durante unos segundos para ver
como se movía sobre ellos y luego los sacó de golpe, dejando las caricias intermitentes
de su lengua como único contacto
Siguió dándole movimiento a sus labios y a su lengua, acorralando su clítoris y
llevándolo hasta estar muy a punto de explotar. Maca respiraba ya con mucha dificultad
y ese vació que sentía en su interior llegaba casi a asfixiarla. Notaba tanto calor brotarle
de dentro que no podía soportar que Esther siguiera castigándola sin sus dedos. Todo el
placer que le estaba dando se agolpaba dentro de su clítoris, que latía rápidamente sin
poder dar abasto para aguantarlo por más tiempo. Esa necesidad de sentir algo tocándola
por dentro parecía conducirla a estar más cerca de la muerte que de la vida y Esther lo
notaba en su forma de respirar y en los latidos que sentía sin control entre sus labios
Esperó solo un poco más, hasta que ya no pudiera más, sin dejar de lamer hasta que
creyó que faltaba muy poco; entonces introdujo los dedos de nuevo en su interior,
haciéndola gritar al instante, y siguió llevándolos de fuera adentro al compás de los
movimientos de Maca, hasta que ésta se quedó muy quieta para sentir como por fin el
orgasmo la sacudía
Se apoyaba con los dos brazos en la pared y descansaba; paulatinamente dejaba de
jadear y recobraba la normalidad. Esther había dejado los dedos inmóviles muy dentro
de ella, sintiendo sus palpitaciones, y nada más sacarlos no paraba de saborear con la
lengua toda la humedad que resbalaba tímidamente por sus paredes, mientras Maca ya
solo tenía cabeza para pensar en como vengarse de Esther por haberla dejado con la
miel en los labios hasta el último momento...
Se tumbó en la cama a su lado y la besó profundamente con las manos colocadas detrás
de su nuca. Lentamente las iba bajando, entreteniéndose en acariciar el hueco de su
cuello y su clavícula. Bajó una de ellas hasta su ombligo por el camino que le marcaba
su canalillo y con el dedo índice dibujaba su contorno sin dejar de besarla
Hundió la boca en su cuello y lo succionaba mientras con la mano le flexionaba la
pierna y la recorría por todo el muslo hasta la rodilla. Iba llevándola cada vez más hacia
su cara interna, hasta que prolongó mas una de sus caricias y llego a colocar la mano
entre sus piernas presionando un poco con los dedos centrales y hundiendo levemente el
dedo corazón por sus pliegues y por el principio de su entrada. Estaba realmente
lubricada y se aceleraba a pasos agigantados con cada simple movimiento de Maca,
porque oírla gritar y verla tocar el cielo le había producido ya demasiada excitación, y
recibía cada caricia con predisposición
Pero Maca había decidido hacerla sufrir, y aunque sabía perfectamente que Esther
estaba en uno de esos momentos fáciles en que no le hacia falta ponerse en situación,
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
205
sino que necesitaba acción inmediata, no pensaba saltarse los preliminares con tal de
torturarla. Quitó la mano y la giró por el costado para ponerla de espaldas. Se puso de
perfil a su lado y le apartó el pelo hacia un lado para despejar su nuca; la masajeo con
las dos manos y fue descendiendo, moviendo sus pulgares en círculos a lo largo de sus
vértebras. Dejaba besos por su brazo y su nuca mientras paseaba la mano en todas
direcciones por su espalda
M: Que calentita estás...
E: ¿Cómo quieres que esté después de lo de la ducha y lo de ahora?
M: ¿Te apetece algo frió? (se levanto)
E: No, me apetece que te quedes
M: Espera...
E: ¿Pero adonde vas?
Recorrió desnuda el camino hasta la cocina, abrió el congelador para buscar el capricho
que tenía en mente y en seguida volvió a la habitación
M: Es que me había encaprichado de una cosa (lo destapó y probó una cucharada)
E: ¿Helado?
M: Mmmmm... Diría que no puede estar más rico, pero cuando lo mezcle con tu sabor
tendría que retirarlo (le dio una cucharada a Esther, que ya se había dado la vuelta, y se
sentó a horcajadas al final de su barriga, prácticamente a la altura de su ingle, para dejar
su sexo muy cerca del suyo y seguirla excitando)
Esperó a que el helado se derritiera un poco mientras jugaba a besarle toda la cara y a
bajar por su cuello haciéndole cosquillas con la yema del dedo, y también por los
costados y los huecos de las costillas. Cogió un poco de helado y lo dejó con la cuchara
encima de su boca; lo lamió saboreándolo hasta llegar con la lengua a sus labios, que se
habían quedado como acartonados por el frió. Los besó un buen rato para darles calor y
volvió a coger helado con la cuchara, esta vez un trozo grande; la besó con él dentro de
la boca y se lo pasó para que lo saboreara ella también, y siguieron pasándoselo de boca
a boca hasta que se derritió
Entonces Maca cogió un trozo de helado con dos dedos y pintó con el todo el pecho de
Esther, presionándolo para derretirlo, y dejando estratégicamente un pequeño pedazo
que quedó entero encima de su pezón. Hizo lo mismo con el otro pecho, llenándolo de
helado en círculos desde la copa hasta el pezón y se reclinó sobre ellos para chuparlo.
Los limpió muy lentamente con la lengua, a la vez que metía de nuevo los dedos en el
helado y los llevaba impregnados a la boca de Esther, que después de chuparlos los
mordisqueaba nerviosa al sentir sus labios succionándole todo el pecho
Sin notarlo Maca se entretuvo más de la cuenta lamiendo su pezón, que parecía no
poder dejar de crecer con el frió, pero cuando Esther le tocó la espalda se incorporó e
hizo un camino con el helado desde el centro de su canalillo a su ombligo. Lo chupó
haciendo eses para no llevárselo todo de golpe y tener excusa para entretenerse más
De pronto dejó un pegotón de helado sobre su clítoris e hizo que toda la piel de Esther
se pusiera de gallina y que empezara a respirar entrecortadamente. Lo dejó allí para
transmitirle la sensación de frío por más tiempo; se puso entre sus piernas y se dedicó a
acariciarlas a gran velocidad de abajo a arriba. Se acercó definitivamente a su centro y
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
206
lamió muy despacio las gotas de helado que resbalaban ya por sus pliegues,
derritiéndose rápidamente con su calor; hundía la lengua entre ellos y la subía poco a
poco, chocándola contra su clítoris, hasta que lo cogió entre sus dientes con cuidado y
deslizando la lengua por el medio lo dejó limpio
Repetía la operación una y otra vez. Tenía miedo de que tanto frío terminara por enfriar
a Esther y cortarle las ganas, pero observaba como estaba disfrutando y como el helado
se derretía cada vez más deprisa y eso la animaba a continuar. De vez en cuando
resbalaba su lengua hasta su hendidura sin decidirse a entrar del todo y percibía el
contraste entre el calor tan grande que brotaba de su interior y la gelidez de su lengua.
Comió un poco de helado sin tragarlo, dejando que se derritiera en su lengua para que se
enfriara más aun, hasta el punto de que la sentía como congelada y cuando la tuvo bien
fría la metió súbitamente en su interior mientras empezaba a recorrer el clítoris y los
labios con los dedos
Se mantuvo un rato así, dejando que su lengua entrara en calor y se empapara de algo
que le sabía mucho más dulce que el helado, y a continuación la cambió por su dedo
índice, con el que la penetró despacio mientras no paraba de mover la lengua en círculos
alrededor de su clítoris sin presionarlo ni tocarlo directamente. De pronto paró un
momento dejando su dedo tan dentro como pudo
M: Ven... (le susurró agarrándole la mano)
Tiró de ella hasta dejarla sentada, dejando que sintiera como sus paredes se iban
doblando mientras cambiaba de posición, adaptándose poco a poco a su dedo. Lo hizo
muy lentamente; sabía que si no tenía cuidado podía hacerla gritar no precisamente de
placer. Se quedaron las dos sentadas y Maca comenzó a deslizar su dedo hacia adentro y
hacia fuera a un ritmo muy lento, y la besaba mientras tanto sintiendo su descontrol en
los movimientos de su lengua. Dejó el pulgar en su clítoris, bajándolo a menudo para
rozar los bordes de sus labios
Iba acelerando gradualmente notando sus dedos resbalar cada vez más fácilmente, y
Esther empezó a moverse un poco sobre él para intentar que le llegara más adentro y
para subir el ritmo. Llegó un punto en el que ya no podía seguir moviéndose ni
corresponder a los besos de Maca y solo dejaba la lengua quieta dentro de su boca
Inmediatamente intentó hacer los movimientos de sus dedos más profundos y rápidos,
pero sobre todo aceleró la velocidad de los pulgares en su clítoris. Bajó con la boca
hasta uno de sus pechos y lo agarró casi completamente con la boca, dejando sus labios
resbalar hacia fuera hasta quedarse con el pezón entre los dientes, lo estiró con ellos y
justo en ese momento Esther empezó a gritar; entonces Maca la soltó completamente,
dejo su pecho y sacó las manos de su entrepierna; se alejó y la miró atentamente. Esther
había llegado ya a un punto irreversible de excitación, tan solo le faltaba el último
empujoncito para llegar, pero Maca estaba decidida a negárselo y la miraba riéndose
Gritó con más fuerza y cogió la mano de Maca para dirigirla a su entrada, pero la
pediatra hacia fuerza y tiraba de ella. La boca de su útero comenzaba a convulsionarse y
las contracciones se propagaban ya por sus paredes y sentía todo su cuerpo sacudirse,
por primera vez desde que estaba con Maca por sí mismo, sin sus atenciones. Se tumbó
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
207
en la cama mientras lo sentía y en cuanto terminó se incorporó muy seria, mirando a
Maca con autentica cara de enfado...
Lección 15: LAS COSAS POR SU NOMBRE...
E: Lo tuyo no tiene nombre, ¿eh? ¿Cómo se te ocurre dejarme así?
M: Solo era una pequeña revancha mujer; no te pongas así...
E: ¿Cómo quieres que me ponga? Ha sido una noche mágica y la terminas así...
M: Bueno, no tiene por que terminar así... solo quería hacerte sufrir un poquito; tú
también me haces pasarlo mal a mí
E: Pero es distinto... Todo lo que hago lo hago antes de llegar al final, y cuando veo que
estás cerca me empleo lo mejor que puedo, no se me ocurre dejarte sola en un momento
así
M: Solo quería ver la cara que ponías...
E: Muy graciosa... ¿me río yo de las caras que pones tú?
M: Era una broma mi amor; ahora podemos seguir...
E: ¿Y tú crees que a mí me quedan ganas de seguir? (se dio la vuelta en el colchón,
volviéndole la cara)
M: Anda tonta, no te enfades. Luego dices que soy yo la que se pica sin motivo... (se
abrazó a ella y le frotó el brazo)
E: Esto no es sin motivo... No ha sido nada agradable que me hayas dejado ahí a mi
suerte
M: ¿Y si me dejas compensarte?
E: No mira, me voy a dormir ya (se soltó de sus manos y se alejó) Vaya manera de
acabar la noche...
Maca prefirió quedarse separada; esperó a que se quedara dormida y entonces la volvió
a abrazar y metió las manos en su pelo, hasta que un rato después, cuando menos se lo
esperaba, Esther se dio la vuelta y la miró a la cara
E: No me lo vuelvas a hacer, ¿eh?
La abrazó y acurrucadas cogieron la postura y se quedaron dormidas
Al día siguiente la mañana pasó ocupada en el hospital, sobre todo para Esther, que para
colmo en medio de todo el papeleo que tenía que organizar recibió una llamada de
Dávila para que fuera a su despacho. En cuanto se desocupó tocó a su puerta
E: ¿Se puede?
D: Sí, pasa y siéntate
E: ¿Pasa algo?
D: Pues sí. Llevo unos cuantos días recibiendo quejas generales de todos los cirujanos
con respecto a las enfermeras...
E: ¿Pero que pasa? ¿Está habiendo problemas en quirófano con mi gente?
D: No, en quirófano no. El problema es encontrar un ATS disponible cuando se le
necesita para una operación... Ya sé que es tu trabajo encargarte de distribuir al personal
como crees más conveniente, pero esto es un problema y me veo obligado a intervenir...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
208
He estado revisando la manera en que ubicas a los tuyos y creo que mandas demasiada
gente a pediatría
E: No, te aseguro que no. En pediatría necesita mucho personal para hacerse cargo de
los niños. Si falta gente en quirófano es porque en general se necesitan más enfermeras,
no porque haya demasiadas en pediatría, porque aun con todas las que tienen van
escasos...
D: Mira, yo entiendo que si se le está haciendo una prueba a un bebé el pediatra necesita
un asistente, pero lo que yo no puedo permitir es que no se cubran las urgencias... Así
que quiero que reajustes la ubicación y le quites gente a los pediatras para dejarlos en
cirugía
E: Pero Antonio, si tu declaras que necesitamos personal puedes lograr que contraten a
más gente...
D: ¿De verdad piensas que es necesario? (la miraba con incredulidad) ¿Estás segura?
E: No puedo quitar a gente de pediatría bajo ningún concepto... A ti se te habrán
quejado los cirujanos, pero a mí no se me ha quejado nadie, así que no debe ser tan
grave... Sin embargo en pediatría me consta que andan justos de personal, así que de ahí
no podemos recortar
D: Esther, he visto las cifras...
E: Sí, y parecen altas... pero no dan abasto. La razón por la que lo sé es porque tengo
muy buenos amigos en el departamento...
D: ¿Pero a que viene ese interés tan especial? Estás defendiéndolos a capa y espada,
como si fuera una cosa personal... ¿Quien te ha dicho que tienen problemas?
E: Maca
D: Puedes decirle que venga, por favor. O bueno deja, ya la mando a llamar, porque si
vas a tener que buscarla y todo...
E: No te preocupes; sé donde esta. Justo en cinco minutos hemos quedado para un café.
Ya le digo que suba
D: Oye, habéis congeniado muy bien ¿no? Siempre os veo juntas; se ve que os habéis
hecho muy amigas...
E: (dudo unos minutos pero terminó por decírselo) La verdad es que no somos amigas,
somos pareja
D: Aaah... (bajo la vista sorprendido por la noticia y las pocos segundos la miró y
sonrió) ¿y que tal? ¿Os va bien?
E: Sí, genial
D: ¿Estás feliz?
E: Mucho
D: Me alegro... Anda dile que venga, ¿eh?
E: Claro, ahora mismo se lo digo
Salió todavía un poco nerviosa por la confesión, y nada más cruzarse con Maca le dijo
que fuera. Quedaba poco para que acabara el turno y ya no volvieron a verse hasta el
final de la guardia. Maca se retrasó un poco y cuando salió Esther ya la esperaba junto a
la moto con una sonrisa radiante
E: ¡Hola!
M: ¿Cómo estás, señorita valiente?
E: ¿Valiente?
M: Anda no te hagas la tonta, que he pasado un mal rato... Dávila se ha puesto a
hablarme de ti como si supiera lo nuestro, pero yo no pensaba que lo supiera por ti, creí
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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que lo había deducido o se lo habían comentado... y he estado ahí en tensión hasta que
por fin me ha dicho que se lo habías contado tú. No me lo esperaba...
E: ¿Y eso por que? Mujer, me ha costado, pero poco a poco lo he ido admitiendo y se lo
he ido contando a la gente importante para mí... Yo creo que no trato de esconder nada,
¿no?
M: No. Si ya te dije cuando lo dijiste en tu casa que eras una campeona, y hoy te lo
vuelvo a decir... Cada día me siento mas feliz y más orgullosa de tenerte...
E: Sí, ¿no? Ojalá pudiera yo decir lo mismo, porque últimamente contenta me tienes...
Cada vez que pienso en lo de anoche...
M: Esta noche te lo compenso, pero antes te invito a una copa
E: Pero si mañana hay trabajo...
M: Pero da igual, por la tarde nos echamos una siesta... A mí me apetece salir
E: Bueno, ya veremos. Anda tira, que de momento me vas a tener que hacer la comida
para ir compensando
Maca convenció a Esther para salir aquella noche a pesar de que no tenía muchas ganas.
Nadie quiso unirse a la fiesta y fueron solas a un pub cerca de casa. Echaron unas risas y
bailaron un rato, y cuando se cansaron se sentaron en una mesa y pidieron unas copas
M: A ver... ¿Brindamos?
E: ¿Por que?
M: Por lo decidida que es mi niña, que ha sacado la cara por mí para que no me quiten
enfermeras (chocaron las copas y bebieron; las dejaron en la mesa y entrelazaron las
manos)
E: Sí, no se como he podido no ceder ante esa cara de póquer que me estaba poniendo
Dávila...
M: Pero te has mantenido ahí, en tu sitio. Y para mi significa mucho que hayas
defendido a mi departamento a toda costa, que ya me ha contado que no había manera
de convencerte de hacer reubicación...
E: Ah ¿sí? ¿Y que más te ha contado?
M: Muchas cosas... Me ha preguntado si estamos bien, cuanto hace que salimos, que
planes de futuro tenemos...
E: ¿Y a eso ultimo que le has contestado?
M: Pues que...
Mientras se pensaba si contarle o no lo que verdaderamente pensaba sobre eso miró
hacia otro lado, y de pronto vio una cara familiar entre la muchedumbre. Le cambio la
cara y deseó con todas sus fuerzas ser invisible, pasar inadvertida ante aquella persona;
pero pronto sus ojos se clavaron en la mesa y en seguida la reconoció y se acercó. Maca
soltó apresuradamente la mano de Esther y se levantó a darle dos besos
M: Jorge... ¿Cómo tu por aquí? ¡Vaya sorpresa! ¿Cómo estás?
Jorge: Pues no tan bien como tú, que cada día estas mejor...
M: Siempre estas igual... (reía)
Jorge: Solo te hago justicia...
M: ¿Y que te trae por aquí?
Jorge: Pues he venido a cerrar unos negocios con unos clientes de Madrid. Me quedó
solo un par de días. ¿Y a ti como te va en el hospital?
M: Muy bien. La verdad es que estoy muy contenta...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
210
Jorge: Bueno... (miro con interés a Esther , que giraba la cabeza de un lado a otro
mirándolos intermitentemente e intentando deducir de la conversación alguna respuesta
a todas las cosas que se preguntaba) ¿No me vas a presentar?
M: Ah sí, claro... Ella es Esther, mi... mi... (se quedó atascada con mil ideas pasándole
por la cabeza y sin poder encontrar ningún pretexto convincente) mi prima...
Esther la miró extrañaba al principio, y más seria cada vez, sin que las expresiones y la
mirada de circunstancia que le había dedicado Maca le sirvieran de explicación. No
sabía quien era aquel tipo, y ya ni le importaba; solo tenía cabeza para pensar en como
Maca, que desde siempre se había pasando el tiempo diciéndole que no había nada que
esconder ante nadie y que estar con ella era su mayor orgullo ahora de repente la negaba
delante de aquel desconocido...
Lección 16: OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE
Jorge: ¿Tu prima? ¿En serio?
M: (asintió)
Jorge: Pues mucho gusto (le dio dos besos) ¿Y por que parte eres prima de Maca,
Esther?
M: De madre; de una prima de mi madre. En realidad somos primas segundas
Jorge: Aah... O sea que estas fuera del mundo de los vinos, ¿no?
E: Sí, sí... Yo de vinos ni idea...
Jorge: Pues yo soy el publicista de los Wilson, no sé si Maca te habrá hablado de mí...
(se sentó más cerca de Esther)
E: Lo cierto es que no (la miró muy seria)
Jorge: ¿Y vives en Madrid o en Jerez?
M: Ella es de aquí, se crió aquí
E: Deja Maca, ya tengo boca para contestar yo...
Jorge: Yo también crecí aquí, pero llevo tantos años en el sur... En verdad es una lata,
porque no eres de ninguna parte. Cuando estoy aquí echo de menos Cádiz y cuando
estoy allí echo de menos esto. Supongo que será porque no termino de formar mi hogar
en ninguna parte...
E: ¿No estás casado?
Jorge: No. Soltero y sin compromiso. ¿Y tú? ¿Estás casada?
E: Tampoco
Jorge: Pero tienes novio...
E: No, que va
M: Bueno, no tiene novio pero hay una persona importante en su vida... (puntualizó)
E: Ni te creas que tan importante... fíjate que hasta estoy pensando en dejarlo... Me
estoy dando cuenta de que no le intereso para nada
Jorge: Pues ya tiene que estar ciego...
M: (tosió y se metió en la conversación al ver los ojos chispeantes con que Jorge miraba
a Esther) ¿Y cuando dices que te vas?
Jorge: Pasado mañana; vuelvo a Jerez para fin de año
E: ¡Ah mira! Estupendo... Porque mañana es mi cumpleaños y supongo que iremos a
tomar algo. Bueno, supongo no, yo desde luego voy a salir. Así que te aviso y te vienes
¿no?
Jorge: Claro. ¿Te doy mi número? (preguntó con entusiasmo)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
211
E: Venga... (apuntó los números que le iba diciendo) Te doy una perdida ¿vale?
Jorge: Sí. ¿Es este?
E: A ver... (se acercó para mirar la pantalla del móvil y asegurarse del número, pero se
pegó tanto que cuando Jorge se giró sus caras quedaron muy cerca y sus labios casi se
rozaron) ¡Uy! Perdona...
Jorge: No te preocupes. ¿Y a que te dedicas Esther?
E: Soy enfermera; trabajo en el mismo hospital que Maca
Jorge: Que coincidencia ¿no?
M: Ya ves... (no le quitaba los ojos de encima a Esther; no podía creer que estuviera
tonteando con aquel tipo)
Jorge: ¿Quéréis tomar algo?
M: No gracias
Jorge: ¿Y tu Esther? ¿No quieres nada?
E: Tengo Baileys todavía, pero si quieres bailamos...
Jorge: Venga...
Se levantó y le dio la mano. Antes de irse los dos sonrieron a Maca, que cada vez se
impresionaba y cabreaba más. Los miraba bailar desde la mesa, viendo como Esther se
le agarraba al cuello y se pegaba mucho a él moviéndose despacio mientras bailaban
una canción tras otra. En un arrebato se levantó muy enfadada, y cuando vio que
volvían a la mesa se volvió a sentar y fingió tranquilidad. Regresaron cogidos del dedo
meñique y riendo a carcajadas
Jorge: Ya estamos aquí mujer, que te estaba mirando desde allí y te veía muy seria...
M: Es que me habéis dejado sola (le puso una cara de reproche a Esther, que giró la
cara y miró para otro lado con indiferencia)
Jorge: Mira, te voy a presentar a mi socio, que me lo he dejado por ahí (señaló y antes
de irse a buscarlo le guiño un ojo a Esther) Enseguida vengo, ¿eh? Lo traigo
E: Vale, aquí os esperamos
M: ¿Se puede saber a que estas jugando?
E: ¿Yo? A nada... bailo con un hombre atractivo, ¿acaso no puedo?
M: No, no bailas... flirteas descaradamente. Y me dejas sola aquí a mí, que soy tu novia
E: ¿Novia? ¿He oído bien? Antes me pareció oír que era tu prima, y resulta que él
también lo oyó... a lo mejor si hubieras dejado las cosas claras no coquetearía
conmigo...
M: ¿Y tú por que le correspondes?
E: ¿Cómo que por que? Soy una mujer libre, puedo hacer lo que me dé la gana
M: Hazme un favor, déjate de bromas... Si lo que querías era hacerme rabiar ya he visto
bastante; ya valió
E: Yo no estoy de broma, y menos por fastidiarte a ti... y cállate ya, que viene ahí Jorge
y como te escuche se te va a caer el teatro del parentesco
J: Chicas, os presento a Xavi
Lo saludaron y le dijeron sus nombres. Las invitaron a un par de rondas y mientras
bebían el chico que había llegado el último se quedó sentado al lado de Maca
contándole su vida, tratando de captar su atención sin ningún éxito, porque la pediatra
no despegaba mucho la mirada de Esther y observaba como no perdía ocasión de tontear
con Jorge, acercarse a su oído a decirle algo, cogerle la mano y todo cuanto se le ocurría
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
212
A la enfermera se le empezaban a subir las copas y cada vez le costaba menos fingir
interés por aquel tipo. Hablaban de cómo habían pasado de la nochebuena, de los planes
para nochevieja, y justo cuando comentaban su música favorita coincidió que pusieron
una canción que les gustaba a los dos. Se levantaron a bailarla y antes de irse Esther le
tiró de lejos un beso a Maca con descaro
Maca contestaba con monosílabos a todas las preguntas que le hacía el otro hombre sin
dejar de mirar como bailaba Esther con el publicista. Al ver que se alejaban de la pista y
se iban de la mano a un lugar más apartado el corazón se le disparó y todos sus sentidos
se pusieron alerta. Jorge la llevaba cada vez más cerca de la pared hasta que la apoyó
contra ella y empezó a besarle el cuello. Subió la boca y se dieron tres o cuatro besos
cortos. Maca hacía rato que no contestaba a lo que Xavi le preguntaba y miraba atónita
la escena, hasta que cuando vio que se daban un beso largo se levantó indignada
M: Es el colmo... (fue hacia allí, los separó y se llevó a Esther de la mano) Con
permiso...
Jorge: ¿Pasa algo?
M: Nada, cosas nuestras...
La llevó hasta los servicios tirando de su brazo sin escuchar lo que le decía y en la
misma cola para entrar al baño se pusieron a discutir
M: ¿Pero que pasa? ¿No pensabas parar?
E: ¿Por que iba a parar? Me lo estaba pasando muy bien...
M: O sea, que si no llego a meterme por medio esta noche terminas en la cama con ese
tío...
E: No me faltes al respeto que no tienes autoridad para hacerlo
M: Haces todo esto porque estás despechada porque le he dicho que eres mi prima...
E: No, no estoy despechada; estoy dolida, y decepcionada, y me siento engañada
también, porque tú siempre estás diciendo que no tenemos nada que ocultar ante nadie y
ahora llega este tío y me saltas con esto... ¿Qué es para no arruinar los negocios de tu
padre?
M: No, no es eso...
E: ¿Entonces que pasa? ¿Tuviste algo con él o qué?
M: Vámonos y en casa te lo explico
E: No, yo contigo no voy a ninguna parte (echó a andar y Maca la paró agarrándola de
la mano) Déjame en paz
M: Espérate, vamos a aclarar las cosas...
E: No Maca, ahora mismo no
Se fue y esta vez Maca no intentó retenerla; sabía que la explicación que tenía para darle
no le iba a resultar valida en ese momento. Salió y mientras cogía sus cosas cayó en la
cuenta de que había dejado que se fuera sola. Pensó que tal vez se iría con Jorge para
provocarla más todavía, pero él estaba allí, así que Esther había tenido que irse sin
decirle nada y en ese instante iría ya sola por la calle y con el frío tan grande que hacia.
Volvió a casa despacio con la moto, cogiendo por el camino que pensaba que seguiría
Esther, pero no la encontró
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
213
Llegó y llamó primero al piso de Esther, pero fue inútil. No había nadie; lógicamente
había llegado antes que ella. Miró el reloj y al ver que eran casi las dos de la mañana se
dio cuenta de que ya era 28 de diciembre, ya era el cumpleaños de Esther. Se fue a su
piso y estuvo un rato pensando. Le parecía excesivo lo que acababa de pasar aquella
noche, por mucho que Esther se hubiera sentido dolida por como la había presentado
delante de Jorge le parecía demasiada venganza que se hubiera enrollado con él delante
de sus narices, más aun sin haber indagado en sus razones, sin ni siquiera haberle
preguntado claramente por qué lo había hecho. Pero aun así tenía que admitir que había
sido su error, que aunque tenía sus motivos debería de haberlos pasado por alto y llamar
a las cosas por su nombre, presentar a Esther dándole el lugar que a estas alturas le
correspondía
Era el primer cumpleaños que iba a pasar con ella y lo estaba esperando con verdadera
ilusión por compartir cada segundo con ella... Nunca imaginó que darían las doce y no
sería la primera persona en felicitarla. Inmediatamente le mandó un mensaje
“Feliz cumpleaños cariño. Siento q el principio haya tenido q ser así.. T juro q todo
tiene 1explicacion. Si quieres pasat por aquí y t cuento todo, o al menos dame un toqe
pa saber q llegaste bien. Lo siento muxo mi princesa... TQ”
A los veinte minutos cuando ya estaba en casa Esther tuvo la cortesía de darle el toque
para que se quedara tranquila, pero la idea de pasarse por su piso ni le pasaba por el
pensamiento. Inmediatamente apagó el móvil para que no intentara llamarla y se metió
en la cama
A más de las cuatro Maca se quedó dormida con el móvil en la mano, y cuando despertó
a las ocho y media fue incapaz de volver a conciliar el sueño. Salió a correr un rato para
despejar sus ideas y sobre todo para que no se le hiciera interminable el tiempo que
tenía que esperar hasta que fuera una hora razonable para que Esther ya se hubiera
despertado. Teniendo en cuenta que entraban a trabajar a las once. Cuando acababa de
salir de la ducha llamaron al timbre; terminó de vestirse deprisa y corrió a abrir
pensando que quizás fuera ella, pero era Carolina muy preocupada
M: Hola
Carolina: Buenas... Niña pero ¿qué pasa aquí? La otra llorando arriba y tú me abres con
esa cara... ¿Qué cumpleaños es este?
M: ¿Está llorando?
Carolina: Ya no, cuando se ha despertado y me ha contado...
M: ¿Y que? ¿Te parece bonito que se haya morreado con otro delante de mi cara?
Carolina: Pues mira, por una vez tengo que darle la razón... ¿Qué es eso de tu prima?
M: Eso tiene una explicación
Carolina: ¿Y a que estás esperando para dársela? ¿Prefieres dejar que siga pensando
que te avergüenzas de ella?
M: ¿Eso piensa?
Carolina: Eso y muchas otras cosas... Y más que va a pensar si no vas ya a aclararlo
con ella
M: Subo corriendo; pensé que estaría dormida...
Carolina: Oye, ¿y los globos y todos los preparativos para cuando?
M: ¿Tú te crees que yo tengo ganas de fiesta?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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Carolina: Lo estabas deseando... la idea fue tuya, y no podemos echarnos atrás ahora
que ya está todo comprado
M: Ya, pero si no estamos bien ahora mismo para mí eso es algo secundario...
Carolina: Ya lo sé. Tú preocúpate de arreglar este desastre, anda; que de la fiesta me
ocupo yo
M: ¿Crees que me perdonara?
Carolina: No lo creo, estoy segura
M: ¿De verdad no te importa encargarte tú?
Carolina: Claro que no. Ahora llamo a Nono para que me ayude. Tu déjame las llaves
y por nada del mundo la dejes venir
M: Tal como estamos no creo que quisiera...
Carolina: Anda, ya verás que se soluciona todo
Subió corriendo a ver a Esther, que le abrió la puerta con desgana y se sentó en el sofá
mirando hacia la ventana. Se puso a su lado pero no demasiado cerca
M: Felicidades, que es tu cumple...
E: Gracias
M: ¿Te han regalado ya algo?
E: Nada todavía. Bueno sí, anoche me regalaron una decepción
M: Esther, lo siento muchísimo, pero no es lo que piensas... Además, yo también estoy
mal, para mí tampoco fue nada agradable verte besando a ese tío
E: Pues no sé por que te importa tanto... total, solo soy tu prima...
M: Cariño, le dije eso para evitarte un mal rato. Jorge ahí donde lo ves tan amable y tan
enrollado es el tipo más homófobo que he conocido nunca; es un facha de cuidado...
Sabía que si se lo contaba era capaz de acribillarnos a insultos, porque ya lo hizo una
vez con unos amigos suyos, y fue horrible, te lo digo porque yo estaba delante. A mi no
me hubiera importado mucho; yo por estar contigo aguanto lo que sea. Lo hubiera
mandado a la mierda y punto. Pero no sabía si tú estabas preparada para oír algo así...
(la miraba a los ojos, observando como cambiaba su expresión)... Y aunque lo
estuvieras no podía permitirlo, no quiero que pases por una cosa así mientras yo pueda
evitarlo. Siento si por un momento te he hecho pensar que no estoy orgullosa de tenerte
conmigo, o que no me importas como para luchar por ti o algo así...
E: No, siento yo haber reaccionado como lo hice. Tendría que haberte dado un voto de
confianza; tú siempre me has demostrado tu cariño y he dudado de él a la primera de
cambio. Y lo de irme con ese indeseable no sé ni como pude... Es que me dio tanta
rabia... pero bueno, sobra decirte que no significo nada para mí
M: Bueno, no te preocupes, en el fondo lo entiendo. Tú has hecho un gran esfuerzo por
contárselo a tus padres y que yo pudiera estar allí en Navidad y de repente te encuentras
con esto...
E: No, no, pero no es excusa... yo también te echo pasar malos momentos y tú has
sabido tener paciencia conmigo, y ahora voy yo y te hago esto...
M: Pero que no pasa nada. No es tu culpa, es culpa del tipo ese, que hasta fue a por el
amigo para que me entretuviera y poder montárselo contigo sin obstáculos (la abrazó
durante unos segundos y se besaron al separarse) Siento que hayas tenido este
cumpleaños...
E: Bueno mujer, todavía tiene arreglo... Solo son las diez
M: A ver... ¿qué te apetece?
E: Pues de momento quedarme acurrucada contigo hasta las once menos cinco
M: ¿Y si llamamos al hospital y decimos que no vamos?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
215
E: ¿Y que excusa damos? Yo puedo decir que tengo cumpleañitis, o que cumplo tantos
que ya estoy mayor para ir a trabajar un sábado, pero ¿tú que vas a decir?
M: ¿Yo? Que tengo mimitis... y que solo se me cura de una forma
E: ¿Como? A ver cuéntame... (sabía la respuesta tan bien que mientras preguntaba se
tendió en el sofá y le abrió los brazos a Maca para que se tumbara con ella)
M: Pues tumbada en tu tripita sin hacer nada, solo abrazándote y que me toques el pelo
mientras tanto... aunque hoy no sé si voy a poder relajarme tanto, porque estoy de los
nervios...
E: ¿Y eso por que?
M: Porque tengo tantas ganas de darte el regalo... Yo cuando se trata de que me regalen
me da igual, pero cuando tengo un regalo para alguien no vivo tranquila hasta que se lo
doy, y más si esa persona eres tú...
E: ¿No me vas a dar una pista?
M: ¡No!
E: Solo una...
M: Bueno... Es genial, pero no tanto como tú
E: ¿Y si voy a tu piso y registro?
M: No lo vas a encontrar; no lo tengo en mi poder
E: ¿Y por que no?
M: ¡Aaaah! Quien sabe...
Siguieron picándose con el tema del regalo un rato más y luego se prepararon para ir al
hospital. Terminaban el turno a las siete, pero Maca había pedido permiso en secreto
para salir a las 6, y a menos diez pasaba ya por delante de recepción mirando a todas
partes, comprobando que Esther no estuviera por los alrededores
M: Teresa, que me voy ya
T: Vale, vale
M: ¿Puedes hacerme un favor?
T: Claro, dime
M: Voy a intentar llegar puntual, pero si ves que me retraso invéntale algo a Esther...
que he entrado a quirófano o algo así, ¿vale?
T: Vale. ¿Qué vas a ver como van los preparativos?
M: A eso y a por el regalo, que lo tengo que recoger ahora
T: ¿Hasta hoy no te lo tenían?
M: Es que como he estado dudando hasta el último momento me ha pillado el toro un
poco. Pero bueno, mientras lo tenga para esta noche, ¿no? Venga, me voy. Cúbreme,
¿eh?
T: No te preocupes
M: A las diez en mi casa, por si luego no te veo
Maca arregló los asuntos que tenía pendientes y se dio una vuelta por su piso. Todo
estaba ya listo para el acontecimiento. Volvió al hospital y buscó a Esther, que
terminaba de vestirse y se giró nada más oír la puerta
E: Hola...
M: ¿Qué tal mi cumpleañera?
E: Muy bien. Me han llegado un montón de mensajitos y me han llamado también
M: Estarás contenta ¿no?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
216
E: Pues la verdad no mucho... porque le dijo a la gente lo de salir esta noche y todo el
mundo tiene ya planes
M: Cariño, es que deberías haberlos avisado con antelación...
E: Los del hospital vale, pero ni si quiera mis amigos de siempre...
M: Seguro que otra más viva que tú los ha enganchado para otro plan. Tenías que haber
estado más espabilada, pero como vives en tu mundo... (le golpeo la cabeza suavemente
con los nudillos)
E: (se rió y cogió la mano de Maca para besarla) Pues sí, la verdad que desde que estoy
contigo vivo en otro mundo...
M: Solo tuyo y mío ¿eh? Que no entre más nadie...
E: Descuida... ¿no te estoy diciendo que incluso en mi cumple esta todo el mundo a lo
suyo? Menos mal que con que estés tú ya me divierto
M: Si tuvieras que escoger entre estar hoy con toda la gente que quieres menos conmigo
o estar sola conmigo, ¿qué escogerías?
E: ¿Tengo que contestar? ¿No sabes la respuesta?
M: No...
E: Lo segundo, porque aunque estuviera con toda la gente que me importa me sentiría
más sola que nunca si no te tuviera conmigo en un día como hoy
Maca le agarró la barbilla y la besó, y al separarse se frotaron la nariz
M: Anda vamos, a ver si te gusta la cena de cumpleaños que acabo de pensar
Mientras Esther se duchaba y arreglaba, Maca preparó una improvisada cena romántica
que se le había ocurrido sobre la marcha. Cuando trajo el postre lo dejó en la mesa y le
giró la cara a Esther para darle un beso mientras con la otra mano dejaba
estratégicamente al otro lado de la mesa una cajita sin que Esther la viera hasta que miró
hacia abajo cuando Maca se sentó
E: Anda...
M: Anda... (la imito sonriendo) ¿Qué será eso?
Esther se puso nerviosa con la expectación del regalo y al cogerlo se resbalo y estuvo a
punto de caerlo
M: ¡Ay! Ten cuidado que es frágil y viene desde Sevilla
E: ¿Desde Sevilla?
M: Sí, de la feria de artesanía
E: Ala... ¡que bonita!
Nada mas desenvolverla la cogió y la giró en el aire mirándola bien. Era una caja blanca
de cerámica con una forma irregular, como si estuviera fundida por los lados, con una
flor en el borde que la cerrar y un mango también de cerámica para levantarla
E: No me digas que la compraste cuando fuiste a Jerez aquella vez...
M: Desde entonces la tengo. ¿Ves? No tenía más remedio que volver contigo... ¿a ver
que hacia yo con el regalo si no? Aunque con gusto me lo quedaría la verdad
E: Es preciosa
M: Ya, pero si la abres no ves lo más bonito, ¿eh?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
217
La abrió y lo primero que vio fue una caja pequeña y bastante sospechosa por la
inscripción que llevaba en la tapa. Miro a Maca a los ojos y la sacó, y al hacerlo vio en
el fondo de la pieza de cerámica una lamina de cristal que tenía grabado en tinta el
estribillo de una canción de Pablo Milanes que les gustaba a las dos: “Yo no te pido que
me bajes una estrella azul, solo te pido que mi espacio bajes con tu luz”
E: Que bonito... (la miró con los ojos muy brillantes)
M: ¿Te gusta?
E: Me encanta, pero mucho... Y esto... (destapo la cajita y encontró una anillo de plata
muy sencillo pero muy bonito. Se lo probó y comprobó que encajaba perfectamente en
su dedo anular)
M: Que bien te queda, parece que esta hecho para ti. Míralo por dentro anda, que hoy va
todo de inscripciones
Giró el anillo en aire en la dirección de la luz y sonrió mientras leía su cita favorita de
Neruda “En un beso sabrás todo lo que he callado”
M: No he podido recogerlo hasta hoy porque hace poco que me decidí por él y tenían
que grabarlo
E: Solo a ti se te pueden ocurrir estos detalles...
M: ¿Era esa la que te gustaba?
E: Me gustan todas, y más viniendo de ti... Pero ahora quiero ese beso (se levantó y se
sentó sobre sus rodillas. Se besaron durante un rato, volviendo a empezar nada mas
acabar, como guiadas por una inercia que no las dejaba parar)
M: Pues te iba a regalar un viaje, pero no me atreví
E: ¿Por?
M: Como sé que te pones nerviosita cuando te planeo cosas... Lo que menos quería era
tener una discusión hoy contigo, aunque ya ves que al final no se ha podido evitar que
eso pase
E: Mujer, pero por eso no me hubiera enfadado; me cayó mal la otra vez, pero porque
estaba muy rayada. Pero bueno, esto también me ha encantado
M: El viaje nos lo vamos a dar, pero prefiero que lo planeemos juntas
E: Bueno también es verdad; así lo cogemos con mas ilusión. Oye, ¿donde estará
Carolina? Me dijo que nos veíamos a las diez
M: ¿Y que hora es?
E: Las diez y cuarto
M: Que raro ¿no? Le voy a dar un toque. Oye, acompáñame a mi piso que me voy a
cambiar de blusa
E: Pero si con esa estás guapísima...
M: Pero he estado cocinando con ella y no quiero salir con la misma
E: Pero mira que eres tiquismiquis...
Bajaron y al abrir la puerta Maca la sujeto con la mano y la dejó pasar delante. Nada
más encender la luz la gente se levantó gritando SORPRESA y Esther miró a Maca
asombrada por el susto y riéndose
M: Al final no vas a tener que escoger, vas a tenerlo todo
Esther le pellizcó suavemente la barriga y empezó a saludar a todo el mundo. Primero a
Carolina, luego al resto de amigos y a los compañeros del hospital. Charló con todo el
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
218
mundo, abrió los demás regalos y picoteo algo mientras bebía lo que Maca le iba
trayendo
Estaban en el sofá hablando con Teresa y su marido cuando el móvil de Maca empezó a
sonar
E: O sea, que lo del cumpleaños era mentira
T: Claro, me tuve que inventar una excusa para llevarte de compras mientras Maca se
encargaba de unas cosas para la fiesta
E: (miraba como Maca revolvía sin éxito en su bolso buscando el teléfono que había
empezado a sonar) ¿Lo encuentras tesoro?
M: Es que esto es un desorden... Aquí esta... Dime Laura... Pues claro que estamos aquí
¿tu donde estas?
E: Pásamela, pásamela
M: Te pongo con ella
E: Oye, que eres la única que falta... Muchas gracias... Si La verdad que lo estamos
pasando muy bien. Pero vente ¿no?... ¿Y que haces ahí?... ¿No tienes como venirte?
Coge el metro...
M: A ver, dame (cogió el teléfono otra vez) Laura, ¿dónde estás? Que voy yo a por ti
con la moto... Vale, vale. En un momento estoy allí. Venga, un beso (colgó). Voy a
acercarme a por ella ¿vale? Que si no va a tardar mucho
E: Hasta ahora cariño
La fiesta siguió y al cuarto de hora de irse Maca llamaron al timbre. Nono era el que
estaba más cerca de la puerta y Esther segura de que sería Maca en seguida le dijo que
abriera. Se volvió a sentar en el sofá en cuanto vio la sorpresa de quien esperaba tras la
puerta y se quedó atónita mirando como entraba saludando y acercándose poco a poco
hasta ella, como si fuera una secuencia de imágenes sacada de una película, no su vida
Se colocó delante de ella esperando que se levantara y la saludara, pero en vista de que
Esther no parecía reaccionar con su presencia se agachó a darle dos besos y apoyándose
en su rodilla se sentó a su lado
Ade: Felicidades niña. Cuanto tiempo...
E: Hola.¿ Cómo estás? (la radiografió disimuladamente y observó que empezaba a
notársele el embarazo)
Ade: Muy bien... Muy bonita la fiesta ¿eh? Ya veo que te miman bien
E: ¿Te ha llamado alguien para que vinieras?
Ade: No. He venido por mi cuenta. ¿Por que? ¿No soy bienvenida?
E: No es eso... Es que la fiesta ha sido sorpresa y me extrañaba que te hubieran
invitado... Pero bueno, es un placer verte de todas maneras, aunque he de reconocer que
cuando me mandaste el sms anoche y me pusiste que tenías una sorpresa no te esperaba
a ti, esperaba un regalo como siempre... ¿Como va el embarazo?
Ade: Pues con molestias típicas, pero bien
E: ¿Y las cosas con tu marido como van, mejor?
Ade: No. Estamos fatal. Por eso estoy aquí...
Justo cuando Adelaida empezaba a acercarse más a ella mirándola fijamente a los ojos y
alzaba la mano poco a poco para acariciarle el pelo escuchó su móvil, que comenzó a
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
219
sonar insistentemente. Vio en la pantalla que era Laura y contesto intrigada. Era
imposible que esas alturas Maca no hubiera llegado todavía a por ella
E: Laura, ¿qué pasa?
L: Esther, ¿me oyes bien?
E: Sí, claro. ¿Está Maca contigo?
L: Sí, Pero es que... no te asustes ¿vale? Hemos tenido un tortazo con la moto...
E: ¿Qué? ¿Y Maca? (se levantó alarmada y al ver su cara Carolina apagó la música)
L: No creo que tenga nada grave, pero esta inconsciente... Te llamo porque estamos a la
vuelta de la esquina y quiero girarla a ver si está herida, pero no me atrevo a hacerlo sin
alguien que me ayude a sujetarle el cuello
E: ¡Bajo corriendo!
Carolina: ¡¿Qué pasa?!
E: Maca, que se ha caído de la moto
Carolina: ¿Pero llevaba el casco? (corrió detrás de ella y la siguió escaleras abajo)
E: Siempre lo lleva, pero dice que está inconsciente... (se detuvo un momento y abrazó
a Carolina en medio de un ataque de nervios)
Carolina: Venga corre, no te preocupes, seguro que está bien
Al llegar al portal giró la cabeza a un lado y al otro para orientarse y vio a Laura en la
esquina haciéndole señas. Corrió hacia allá seguida de algunos de sus compañeros del
central. Según se acercaba veía con más claridad una herida que se había hecho Laura
en la rodilla, su ropa rota y la piel manchada de negro por el asfalto
E: ¿Dónde está?
L: Allí... Ven... Ya he avisado a la ambulancia
Caminaron hasta acercarse a donde se había producido el accidente. Un corro de gente
se arremolinaba alrededor de la escena. La moto estaba tirada en la carretera y unos
metros más lejos, muy cerca de la acera, estaba Maca tirada boca abajo. Esther cruzó la
calle a toda velocidad y se agachó a su lado. Le cogió una mano entre las suyas y
empezó a golpeársela
E: Cariño, cariño, despierta...
Vilches llegó corriendo y se puso en cuclillas al otro lado de Maca
V: Vamos a darle la vuelta, muy, muy despacio ¿vale?
La giraron entre Javier, Vilches, Laura y Esther y vieron sus ropas rasgadas y su piel
llena de manchas
E: Tiene pulso (dijo aliviada)
Mientras Esther le tomaba el pulso Javier echaba un vistazo a sus piernas buscando
heridas y Vilches le abría la chaqueta para que respirar mas fácilmente
Nono: ¡Quitadle el casco!
V: No se puede; lo que sí podemos es destaparle la parte de la cara
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
220
Vilches abrió la tapa y Esther se asomó para verle la cara. Justo al sentir el aire de su
respiración en su rostro Maca abrió los ojos de par en par
M: ¡Buh!
La asustó y se echó a reír junto con todos los demás, incluso la gente que miraba el
accidente
E: Pero serás...
Maca la abrazó y se fue levantando y quitándose el casco
M: Mira, mira como ha quedado la moto... que has pasado por al lado y ni cuenta te has
dado
Esther entonces reparó en que la moto estaba intacta y en que tenía pegado un monigote
enorme del día de los inocentes
M: Te lo has creído... (reía y la abrazaba)
E: No tiene gracia... Me has hecho pasar un susto de muerte, y encima lo sabíais todos...
M: Hombre, claro, ahí está la gracia... Todos estábamos compinchados (cogió a Laura
por el hombro)
E: (A Laura) ¿y tú herida?
L: Me la he hecho ensayando la caída (reía) No, es broma, me la he hecho esta mañana
por casualidad, me caí. Y sin querer le ha dado más realismo al plan...
E: ¿Y todos los churretes que tenéis?
L: Nos los hemos pintado con carbón. Pero lo mejor ha sido montarlo todo y ver como
la gente nos miraba y tener que decirle a todo el mundo: “No se preocupen, que estamos
bien, solo es una inocentada”
M: Si es que solo a ti se te ocurre nacer hoy cariño... (la besó en la mejilla)
E: No me ha hecho ninguna gracia que lo sepas... con estas cosas no se juega
M: Venga, no te enfades...
E: Pues sí, me enfado, porque llevas una racha que entre lo que son las bromas y lo que
no son bromas solo me das disgustos... Que harta me tienes...
M: Anda ven... (le abría los brazos) Que era solo una bromita... No me ha pasado nada.
Estoy entera
E: Sí, pero ahora voy a matarte yo (la abrazó)
M: Vale, luego, pero ahora dame un clinex anda, que estoy harta ya de estar sucia.
¿Recogéis eso vosotros eso?
L: Sí, sí (Laura estaba ya levantando la moto del suelo con la ayuda de Javier y la
aparcaba bien)
E: Los pantalones rotos... si es que habéis hecho de todo para que me lo crea (le
limpiaba el abrigo con un pañuelo)
M: Anda, vamos, que sigue la fiesta... (se volvieron al piso hablando) Pues podría haber
sido peor ¿eh? Pensábamos ponernos de acuerdo con los de la ambulancia para que
fuera más real todavía... pero como últimamente te he dado algún dolor de cabeza he
preferido dejarlo así. Otra opción también era meterme con Laura en la habitación y que
al salir ella tuviera un chupetón... pero eso también me pareció demasiado...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
221
Llegaron al piso riendo y comentando la broma. Maca le enseñaba el maquillaje a todo
el mundo y comentaba lo real que había quedado todo, pero el momento de magia se
rompió cuando miro hacia el final de la habitación y vio aquella cara que, aunque fuera
solo por fotos, le era sobradamente conocida. Ade se fue acercando cuando vio que
Esther tenía cogida la mano de Maca y se puso a su lado
Ade: ¿No me presentas Esther?
E: Sí... (las miró a las dos un poco desconcertada) Ella es Maca, mi novia. Ella es Ade
cariño
M: Ya, ya sé... Encantada (le estrecho la mano pero con seriedad, sin fingir una alegría
que no sentía)
Ade: No sabía que tuvieras novia... que callado te lo tenías...
E: Ya ves, así es la vida...
M: ¿Nos disculpas un momentito? (la cogió por el brazo y la llevo al baño)
M: ¿Qué hace aquí?
E: No lo sé, yo no la he llamado
M: ¿Y ha venido por que si?
E: Que sí... no tengo ni idea de lo que hace aquí...
M: Y por lo que veo no tiene ni idea de que estás conmigo... ¿qué pasa? ¿Qué se lo
cuentas a todo el mundo menos a ella? ¿Qué lo haces por no quitarle la esperanza o
que?
E: Maca, no me hables así...
M: Perdona cariño... No sé, al verla me he asustado...
E: Yo sí que me he asustado, pero al verte tirada en la calle... pensé que te podía haber
pasado algo... no sé que hace aquí, te lo prometo. Y si no le he dicho lo nuestro es
porque no tenemos contacto, y no la voy a llamar expresamente para decirle que me he
echado novia... (hizo una pausa y miraba sus ojos tristes mientras le tocaba el pelo)
Mira, no te pongas así... Yo solo te quiero a ti, pero entiéndelo... Ade ha estado en mi
vida demasiado tiempo... Necesito hablar con ella a solas, espero que no te enfades,
pero lo tengo que hacer...
Le pellizco la cara y salió dejándola allí. Al llegar al salón se fue directa a Ade y la
cogió por el brazo
E: ¿Podemos hablar un momento?
Ade: Dime
E: En privado...
Lección 17: AMOR CON AMOR SE PAGA
Observando la mirada seria de Maca desde el otro lado de la habitación la cogió de la
mano para escabullirse con ella de la gente y la llevó hasta la terraza. Inmediatamente la
soltó y se apoyó en la barandilla del balcón mirando al horizonte
E: Te traigo hasta aquí porque tengo algo que decirte...
Ade: Yo tengo muchas cosas que decirte y un favor muy grande que pedirte
E: Pues empieza tú...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
222
Se giró y la miró. Sabía que lo que le iba a contar iba a ser demasiado determinante y
probablemente iba a anular todo lo que Ade estaba pensando en decirle, y quería oírlo,
no quedarse por más tiempo con esa espinita clavada. Creía que se sentía preparada para
oír lo que fuera de su boca, pero no le apetecía quedarse con la duda y quería de paso
confirmar definitivamente, de aquella manera rotunda y violenta, sus verdaderos
sentimientos hacia ella y hacia Maca
Ade: El favor es que me dejes quedarme unos días en tu casa. He dejado a Miguel (la
miró a los ojos unos segundos regodeándose en ellos y tratando de adivinar sus
pensamientos después de la noticia, pero al no obtener respuesta alguna siguió
hablando) La situación con él era insoportable; ya no podía más. He tardado en
decidirme porque me he venido a dar cuenta de todo justo ahora que vamos a tener un
hijo en común, pero no puedo seguir con el solo por el niño, eso a la larga va a ser peor
E: ¿Y de que te has dado cuenta?
Ade: Pues de que la convivencia con él es un desastre, el poco tiempo que tenemos libre
lo pasamos discutiendo. Bueno, eso siempre lo supe, pero no quería asumirlo. Ahora
veo claro que nunca he sentido nada realmente fuerte por él; solo me ilusioné mucho al
principio por los buenos ratos que pasábamos juntos y por todos los comentarios de la
gente que decía que hacíamos muy buena pareja y que parecía que estaba hecho para
mí... No sé, ya sé que es una gilipollez, pero me dejé llevar... Tú sabes todos mis
sueños, todo lo que siempre he querido, y este era el camino fácil. Pensaba que
necesitaba una vida seria para conseguir lo que quería, y mírame... (se miraba la barriga)
estoy a punto de cumplir uno de mis sueños y ni si quiera soy feliz
E: Probablemente lo estás compartiendo con la persona equivocada
Ade: Sí, pero eso acaba de quedar atrás y quiero pensar que aun estoy a tiempo de darle
la vuelta a mi vida (se acercó más y cogió una mano entre las suyas, la colocó en su
abdomen y empezó a acariciarle la otra mano) ¿Te acuerdas de cuando sonábamos con
vivir esto juntas?
E: No puedo olvidar algo que he deseado la mitad de mi vida. Siempre vi el futuro
contigo... supongo que porque así quise verlo siempre, al lado de la persona de la que
estaba enamorada, haciéndola feliz
Ade: Cuando venía en el tren no paraba de acordarme de ti. Esa constancia tuya...
siempre pendiente de mí; los regalos, los caprichos, las risas, tu apoyo incondicional...
Pero sobre todo tu atención... nunca me he vuelto a sentir tan apoyada ni tan cuidada
como en aquellas noches que nos pasábamos sin dormir. Nunca nadie más me ha
colmado tanto de mimos ni ha escuchado con tanta atención cualquier tontería que yo
tuviera que decir como lo hacías tú
E: La verdad es que podía pasarme horas escuchándote, a pesar de que nunca escuchaba
lo que de verdad quería oír
Ade: ¿Tan importante era para ti oírlo?
E: Hombre... Eras tan escurridiza y tu forma de actuar era a veces tan poco clara que las
palabras podían haber solucionado mucho. A ti te encantaba que yo te mimara y te
cuidara, pero yo nunca recibí esos cuidados de tu parte... Yo no podía inventarme un
sentimiento que no sabía si tenías o no
Ade: Pero ese sentimiento siempre estuvo ahí a pesar de que nunca te lo dije
E: ¿Y me lo dices ahora?
Ade: He tardado mucho en reconocer algunas cosas, pero ahora me siento lo
suficientemente madura para decirte que siempre te he querido. Eso sí, a mi manera, una
un poco egoísta tal vez... pero tú eres la única persona por la que de verdad he sentido
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
223
amor, ahora lo sé. Me doy cuenta de lo egoísta que he sido y del daño que te he hecho
tratando de buscar mi felicidad por todas partes sin querer ver que la tenía contigo.
Supongo que tenía que conocer otras cosas... estar con otra gente, plantearme otros
planes de futuro, llevar otra vida lejos de ti para darme cuenta de que es lo que quiero de
verdad y de quien es la persona con quien quiero vivirlo...
Lentamente pegó su cara completamente a la de Esther y tras mirar unos segundos en
reflejo de su cara en sus ojos la abrazó con fuerza. La enfermera respondió con
entusiasmo al abrazo, pero al sentir como Ade acercaba despacio su boca se echó hacia
detrás apartando la espalda, y al volver a su posición le dio un beso en la mejilla y dio
unos pasos atrás para tomar distancia. Ade empezaba a captar el mensaje, pero se
resistía a soltar su mano y se aferraba a ella con mas fuerza
Ade: ¿En serio es tu novia esa chica?
E: Sí
Ade: Yo sé que llego en un mal momento, y tarde, pero también soy consciente de que
es muy fuerte lo que has sentido por mí y de que has intentado refugiarte en otra gente.
Yo misma he cometido ese error, pero a lo grande, casándome. ¿Pero sabes que te digo?
Que miro hacia atrás y recuerdo los buenos momentos y no tengo ninguna duda de que
somos la una para la otra, y creo que aunque sea tarde este es por fin el momento en que
nuestras vidas se cruzan
E: Sí, pero para dejar las cosas claras de una vez y seguir cada una por nuestro lado
Se hizo un silencio tan largo como incomodo y a Esther empezaba a faltarle el aire y a
dolerle terriblemente la garganta de las ganas de llorar que le producía la situación... ver
de pronto a la mujer que tanto había querido con la cabeza bajada, por primera vez
herida por ella. Era tan distinto sufrir por ella que tener que hacerla sufrir que sentía un
dolor reconcentrado, pero no podía dejar las cosas en el aire. Aquel era un capítulo de su
vida demasiado importante como para dejarlo semi abierto. Para poder ser feliz sin
reservas con Maca tenía que cerrarlo por completo
E: Ya no podemos ir juntas porque no vamos al mismo sitio... por ti hubiera hecho lo
que fuera, incluso podía haber puesto yo sola todo el amor y toda la paciencia que
necesita una relación, pero he encontrado un camino mejor. Me he dado cuenta de que
las cosas no tienen que ser así, que no tengo que conformarme con hacer feliz a la
persona que quiero, sino que también puedo ser feliz yo y sentirme querida al mismo
tiempo. No sabes lo especial que hace sentir Maca...
Ade: Después de todo lo que te he hecho pasar no esperaba encontrarme con nada fácil,
pero creo que si te tomas tiempo para pensar en esto...
E: Que no, de verdad (la interrumpió) No necesito pensar en nada. Lo siento, pero te lo
voy a decir muy claro: pensar en ti ya es una posibilidad que está fuera de mi cabeza,
porque me he enamorado de otra persona. Tú has sido una parte muy importante de mi
vida, se podría decir que has sido la mitad de mi vida; pero aun me queda mucho por
vivir, y eso no te va a pertenecer a ti, al menos no más a la de la amistad que quiero
seguir manteniendo contigo. Sé que va a ser difícil para las dos, pero yo no quiero que
alguien que ha tenido tanto peso en mi vida de repente sea como cualquier persona.
Ahora mismo nuestra amistad está muy destruida, pero pienso que es el momento de
reconstruirla, porque ahora si me siento capaz de verte como amiga sin sentirme dolida
por ello. Voy a hacer un esfuerzo para conservar tu amistad, y si no es mucho pedirte,
en nombre de todos estos años juntas, me gustaría que lo hicieras tú también (le acaricio
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
224
el hombro) En mi casa puedes estar todo el tiempo que quieras. No te preocupes, que yo
ya tengo donde quedarme le pellizcó el cachete y la soltó para volver a entrar a la fiesta,
pero Ade la agarró del brazo. Esther había sido tajante en todo, menos en una cosa, y
quizás ese podría ser un hilo del que tirar para recuperarla
Ade: Espera... solo quiero hacerte una pregunta... ¿Eres feliz?
E: Lo soy. Nunca pensé que podría volver a vivir cada día con tanta ilusión... y después
de todos estos años viviendo casi por inercia soy consciente del valor que tiene eso
Maca empezaba a impacientarse; necesitaba saber de qué estaba hablando exactamente
Esther con aquella mujer y atravesó la habitación hasta llegar a la terraza. Se quedó
discretamente detrás de la cortina, asomando la cabeza. Justo en ese momento Ade
cogía la mano de Esther y se acercaba más a ella mientras que con la otra mano le
apartaba un mechón de pelo que se le ponía sobre la cara constantemente por culpa del
viento
Ade: Ya, pero yo a lo que me refiero es si eres tan feliz con ella como lo fuiste conmigo
en los buenos momentos... ¿O ya no te acuerdas de aquellas tardes de risas?
E: Eso es algo que nunca podré olvidar; como sé que tampoco podré olvidarme nunca
de ti... Hay que ser sincero con uno mismo y yo tengo muy claro que tú eres la persona
a la que más he querido, y por eso mismo también eres la que más me ha hecho sufrir.
Cualquier detalle mínimo que me pasara contigo para mí era un mundo, porque llegué al
punto de enamorarme tanto que ya era algo casi obsesivo. No podía disfrutarlo porque
era como una enfermedad... Lo que siento por Maca es un amor más tranquilo, que se
acerca más a lo que yo necesito. Quizás con ella mi corazón nunca ha palpitado de la
manera que lo hacia por ti, pero es lo que la vida me ofrece para intentar ser feliz y
rehacer mi vida, y no la voy a dejar escapar
Maca escuchó esto último ya totalmente escondida detrás de las cortinas, intentando
evitar ver esa mirada profunda que se mantenían la una a la otra. Cada palabra de Esther
se le clavaba más que la anterior y sentía el pecho cada vez más oprimido. Lo que decía
Esther no era más que la confirmación de cosas que siempre había sospechado y que en
el fondo su corazón sabía, pero oírlo de su boca era tan distinto... Sentía su mundo
desmoronarse y no se encontraba con fuerzas de seguir escuchando. Abandono la fiesta
silenciosa y abstraída pasando desapercibida entre todos. Sin poder pensar ya en las
palabras de Esther, ni en nada, vagaba por las calles con la mente en blanco, solo con la
sensación de no sentirse persona, de llevar una vida vacía sin sentimientos de autentico
valor
Y mientras en el bacón la conversación continuaba y Ade se encontraba cada vez más
cerca de su terreno y tomaba confianza. Esther había bajado la cabeza y reflexionaba
sobre sus propias palabras mientras se dejaba acariciar por Ade, que entrelazaba los
dedos despacio por su pelo
Ade: Yo lo sabía... Lo que has sentido conmigo son cosas que se sienten una sola vez
(empezó a repasar con un dedo sus labios hasta que Esther le agarró la mano con fuerza
y la hizo bajarla)
E: No, no te confundas. Yo a Maca la quiero, solo he dicho que tengo que admitir que
es una manera distinta de querer; más estable, más madura... sin tantos altibajos como lo
que tuve contigo, si es que alguna vez tuvimos algo...
Ade: ¿Lo pones en duda?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: Para mi una relación de hoy si mañana no, no se puede considerar como tal. Además,
te recuerdo que lo nuestro siempre fue una amistad; especial, pero amistad. Nunca
quisiste ver la posibilidad de que llegara más allá y eso me hacía sentirme anulada como
mujer. Lo mío con Maca ha sido claro desde el principio, es algo más tangible; las dos
sabemos lo que tenemos y lo que queremos. ¿Y sabes que? Aunque sé lo feliz que era
contigo cada vez estoy más segura de que si las cosas hubieran sido como yo quería, si
hubiéramos seguido adelante no lo habríamos sido tanto, al menos no como yo lo soy
con Maca, porque esa forma de compenetrarnos para todo y esa confianza que tenemos
contigo nunca existió. A ti te quise tanto y te tuve tan idealizada que todo era como un
poco ilusorio. A parte estaba el ingrediente de que éramos muy jóvenes y todo era muy
nuevo para las dos. No sé si lo que me hacía feliz era realmente lo que pasaba entre
nosotras o lo que mi cabeza imaginaba que podía pasar, ese futuro de castillos en el aire
que yo me montaba... Creo que nunca lo sabré. Lo único que sé es que las cosas se han
dado así y que ahora cada una tiene su vida; y yo la mía no la cambio por nada. Así que
por favor, acéptalo y acepta que me he vuelto a enamorar y que estos juegos de
buscarme de año en año tienen que acabar (le puso la mano en el hombro y la miró a
conciencia a los ojos para que entendiera que aquello no era una broma, que estaba
segura de lo que estaba diciendo) Como tú misma me has dicho tantas veces esto no
puede ser, entre tú y yo solo puede haber amistad; ahora soy yo quien te lo dice
Salió despacio y nada más reincorporarse a la fiesta se sirvió una copa y la bebió de una
sola vez para que el mal trago de aquella conversación terminara de pasarle por la
garganta y se borrara de su mente. Echó un vistazo por todo el salón y no veía a Maca.
Se acercó a Caro y le preguntó con cara extrañada
E: ¿Has visto a Maca?
Carolina: ¿No estaba contigo? Hace un ratito me di cuenta de que no estabais ninguna
de las dos y di por supuesto que estaríais juntas...
E: No. Estaba charlando con Ade
Carolina: ¿Y que?
E: Pues nada. Capítulo terminado. Ya era hora de pasar pagina del todo, ¿no? (la miró
unos segundos esperando a que fuera ella la que interrumpiera aquel silencio) Bueno,
¿no me dices nada?
Carolina: No, ya sabía que ibas a hacerlo
E: ¿Y por que estabas tan segura?
Carolina: Porque desde que Maca te dejó aquella vez fuiste consciente de lo mucho que
la quieres y eso te hizo abrir los ojos por fin
E: ¿Y mi niña donde estará?
Carolina: Lo mismo esta en el baño...
E: Oye, que sepas que estoy muy enfadada contigo por lo de la broma...
Carolina: Pero si ya pasó, solo ha sido un pequeño susto
E: ¡¿Pequeño?!
Carolina: Lo que pasa es que tú eres muy aprensiva...
E: Sí, y que estoy sensiblera por lo del sueño de anoche. Cada vez que me acuerdo...
Carolina: Bueno, tranquilízate, que no quiero que te pongas de los nervios como
anoche...
E: Es que fue muy real
Carolina: Pero solo fue un sueño cariño... Lo que pasa es que no estabais juntitas, por
eso te afectó tanto...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
226
E: Sí, yo creo que fue por no poder abrazarla en el momento... Si no hubiéramos estado
peleadas por culpa de lo del tío ese al despertarme hubiera estado a su lado y hubiera
podido mirarla y comprobar que estaba bien, pero como no pude se me quedó el susto
metido en el cuerpo...
Carolina: Ay... Anda vete a buscarla
E: Sí, voy a ver si la veo
Miró por toda la casa y al no verla marcó su número de móvil. Escuchó sonar su
sintonía y siguió su sonido hasta que encontró su móvil encima de la cómoda. Le
pareció rarísimo, porque Maca era un poco neurótica para el móvil y no le gustaba salir
sin él. Salió de nuevo al salón sin saber que hacer ni como localizarla y fue preguntando
a todos si la habían visto salir, pero nadie supo decirle nada. De pronto sonó el teléfono
y Esther fue a cogerlo mientras le hacía señas a Caro para que apagara la música
E: ¿Sí?
Eva: Esther, soy Eva
E: Ah ¡hola! ¿Qué tal estás? ¿Por que no has venido?
Eva: Luego hablamos de eso. Mira, estoy en la ambulancia... No te asustes porque está
bien, ¿eh? pero llevamos a Maca de camino al hospital, que la han atropellado
E: ¿Qué dices? ¿Pero que ha pasado? Esto es otra broma de las vuestras... En serio, no
tiene gracia...
Eva: Que no, es verdad. La ha atropellado una moto ahí a dos calles de tu casa. El tío ha
dado el aviso para que viniéramos porque al caer se golpeo la cabeza y se quedó
inconsciente
E: Pero ahora ¿cómo está? ¿Ha recuperado el conocimiento?
Eva: Sí, sí. No te preocupes que ahora ya va consciente y parece que solo tiene unos
rasguños ¿vale? No quería que te llamara pero no le he hecho caso
E: Bueno, voy para allá. Cuídamela por favor
Carolina la llevó al hospital tan rápido como pudo y las dos corrieron hacia recepción,
donde Teresa les esperaba haciéndoles señas
T: Esta en la cortina tres
Camino aceleradamente hasta allí y rápidamente descorrió la cortina. Al ver a Maca así,
con el camisón del hospital, pálida aun por el impacto del accidente y llena de heridas
por todas partes se le movió el corazón desorbitadamente por dentro, como si se le fuera
a salir
E: Mi amor, pero ¿qué te han hecho? (la abrazó durante unos segundos besándole el
pelo mientras tanto y volvió a mirarla bien, fijándose detenidamente en las heridas que
tenía por la cara) Voy a matar a ese motorista...
M: Ha sido culpa mía. No lo vi a pesar de que lo tenía muy cerca. Prácticamente me tire
encima suya; no pudo hacer nada para frenar
E: ¿Pero en que estabas pensando? Y¿ por qué te has ido así sin decirme nada?
La pediatra bajó la mirada y Esther solo aguantó unos segundos el silencio y en seguida
la agarró por la barbilla para que la mirara
E: ¿Qué te pasa?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
227
M: He oído lo que le decías a Ade. Tardabas tanto que me pudieron los nervios y me
asomé, pero nunca debería haberlo hecho...
E: ¿Y que has odio exactamente?
M: Supongo que nada que no supiera ya...
E: ¿Pero que?
M: Déjalo. No tiene sentido hablar de ello
E: Mira cariño, no sé lo que has oído, pero por nada del mundo pienses que yo no te
quiero... A lo mejor es un error no decírtelo cada día, pero...
M: Ya lo sé (la interrumpió) Yo sé que me quieres y que soy importante para ti, pero
me cuesta asumir que ha habido alguien más importante en tu vida
E: No más importante... no es comparable, es demasiado distinto...
M: Me refiero a que hayas sentido por alguien cosas más profundas que por mí. Sé que
eso no es malo y que no quiere decir que no me quieras, pero no es algo que se supere
en un día...
E: ¿El que?
M: Pues saber que no soy el amor de tu vida... que soy una persona que ha aparecido de
repente y con la que intentas superar lo que sentiste por otra persona
E: ¿Y cómo has llegado a esa conclusión?
M: Siempre me he sentido un poco así, y ahora que tus palabras me lo han
confirmado... perdóname pero no puedo evitar sentirme un poco como un segundo
plato...
E: No... (cambio de expresión radicalmente y miró a Maca con mucha seriedad
negándole tajantemente todo lo que acaba de decir) no te sientas así; eso no es verdad
M: ¿Lo de rehacer tu vida lo has dicho tú o me lo he inventado yo?
E: Lo he dicho... (intentaba recordar para saber que era exactamente lo que Maca había
oído) Pero no te lo tomes a mal... simplemente es una cuestión de que has llegado
después, no de que seas menos importante o de que me hayas marcado menos...
M: ¿Me puedes dejar sola un rato?
E: ¿Cómo te voy a dejar sola así?
M: Esther por favor, ahora mismo no me apetece hablar contigo...
E: Pues no hablamos, me quedó acompañándote
M: No, de verdad... necesito estar sola, pensar. Entiendo que estés preocupada, pero te
lo pido por favor: déjame sola
Esther comprendió que era lo mejor y tras darle un beso no correspondido en los labios
se fue a la cafetería. Se tomó una tila para relajarse y sin saber que hacer con su
preocupación fue al despacho de Aimé
A: Hola Esther. Acabo de ver los análisis de Maca
E: ¿Y que tal?
A: Pues casi todo normal, menos esto... (le pasó el análisis y le enseñó las estrellas
indicativas junto a los niveles de hierro y ferritina)
E: ¿Le has hecho estudio de anemia?
A: Sí, porque el otro día comí con ella y no comió casi nada... y me dijo que llevaba
unos días sin hambre y como además la veo más delgada... ¿Sabes si ha sufrido antes de
anemia alguna vez?
E: Que yo sepa no, al menos no me ha dicho nada
A: ¿Y no la has notado débil últimamente? ¿No se ha quejado?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
228
E: Pues ahora que lo pienso sí es verdad que últimamente se cansa más... Hace tiempo
que no sale a correr, siempre quiere subir en ascensor... y últimamente siempre se
despierta con mucho calor...
A: Bueno, eso es normal si solo es anemia... Lo que me preocupa es que haya algo
más...
E: ¿A que te refieres? Eso con unas pastillas se le sube ¿no?
A: Míralos bien (se los paso) El hierro es lo que está bajo; la ferritina está por las
nubes...
Repasó los niveles mientras se le cambiaba la cara por momentos y Aime le agarró la
mano con fuerza
A: No te preocupes, ni te alarmes innecesariamente todavía, ¿vale? Puede que solo sea
un desorden de anemia... Voy a repetirle los análisis y voy a pedir pruebas de química
sanguínea, y en cuanto se pueda vamos a hacer TAC de tórax para descartar cuanto
antes un linfoma de Hodkin. ¿Le cuentas tú lo que hay o sé lo cuento yo?
E: Pero ¿qué me estás pidiendo? ¿Qué la asuste sin ni siquiera saber que hay motivo?
A: No hay otra salida, cuando le hagamos las pruebas va a saber que algo va mal
E: Pues le decimos que es por los golpes que se ha dado
A: Sería una opción, pero yo creo que no va a colar, porque ya le dije que iba a pedir
con la sangre el estudio de anemia y va a sospechar... Además no quiero ponerte en lo
peor, pero imagínate que sale que es cáncer, ¿como se lo dices?
E: No, eso no quiero ni imaginármelo...
Se quedó unos segundos mirando al suelo pensando en las palabras de Aimé y en las
que acababa de escuchar de Maca hacía apenas una hora. Miró a un punto fijo con los
ojos llorosos y Aimé la abrazó frotándole la espalda. Lloró un poco en su hombro
aferrándose a él hasta que se sintió un poco más aliviada y reunió fuerzas para soltarse
A: Tranquila, no nos precipitemos...
E: ¿Y cuando se lo digo?
A: Pues cuanto antes. Voy a pedir el TAC y cuanto salgamos de la duda mejor para
todos. Y por favor, no te cierres, esto puede ser muchas cosas
Esther asintió nada convencida con la cabeza y cuando iba ya de camino a la cortina se
volvió sintiéndose incapaz de reunir la entereza para decírselo y se fue a la sala de
espera a hablar con Carolina
Carolina: Oye, he hablado con Maca. ¿Qué os pasa? Cuando le he preguntado por que
no estabas me ha dicho que te había pedido que te fueras y que por favor no le hiciera
preguntaras
E: Pufffff... Me escuchó hablar con Ade y justo coincidió que llegó en un momento en
que yo estaba reconociendo que lo que había sentido por ella era muy fuerte, y se ha
quedado pensando cosas que no son. Estoy muy preocupada por que no sé si es
consciente de lo mucho que la quiero, pero eso es lo de menos...
Carolina: Claro que sí. Ya verás que mañana estáis bien otra vez
E: Yo sí, pero Maca... (su expresión se entristeció tanto que Caro supo en seguida que
había algo más)
Carolina: ¿La tienen que dejar en observación?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
229
E: Esta noche seguro por los golpes, y si no hay suerte la tendrán que dejar un tiempo...
Le han salido los indicadores de hierro muy dispares; el hierro en sangre esta por los
suelos y el de la reserva sin embargo está altísimo
Carolina: ¿Y eso que quiere decir?
E: Pues puede ser desde tipos anormales de anemia hasta hepatitis o cáncer (terminó la
frase tapándose los ojos con dos dedos y limpiándose con la palma de la mano las
lágrimas que se le saltaban)
Carolina: Bueno, no pierdas la calma cariño. Ya verás que no es grave
E: Eso espero... Es que no puede ser, ahora que he encontrado a la persona con quien
quiero compartir mi vida no puede pasarme esto... Y tiene gracia que me pase justo hoy,
después de haber soñado anoche con algo parecido. Ojalá esto también fuera una
pesadilla...
Carolina: Tranquilízate
E: ¿Cómo me voy a tranquilizar? Si para colmo tengo que decírselo yo... ¿Cómo se lo
digo? Necesito hablarle de mil cosas ahora mismo, no de eso...
Carolina: ¿Y por que no le dices primero todo eso que te apetece decirle? Y luego
cuéntaselo con dulzura, pero sin compasión, las cosas tal como son; no dramatices y no
dejes que asuma nada todavía, que solo es una posibilidad...
E: Me voy
Caro le agarró la mano y la retuvo para abrazarla y Esther se volvió a amilanar al
principio pero luego aprovechó ese abrazo para respirar profundamente y llenarse de
buenas vibraciones y al despedirse de ella fue esta vez directa a la cortina
E: Hola
Maca se quedó mirándola sin contestarle y justo cuando lo iba a hacer Esther empezó a
hablar de corrido
E: Ya sé que no me quieres ver, pero es que tengo que decirte una cosa muy
importante... Yo no estoy contigo para superar nada, aunque no te voy a negar que
gracias a ti he logrado ver las cosas de otra forma y dejar atrás todo lo que no me dejaba
ser feliz. Sí que es verdad que a lo largo de estos últimos años he empezado relaciones
sin estar ni si quiera convencida de ellas porque no sabía como olvidar mi pasado, pero
eso no es lo que me pasó contigo, te lo puedo asegurar...
M: Ya te he dicho que no pasa nada. El que te refugies en mi para olvidarla a ella no me
parece mal; solo tengo que admitirlo...
E: No, pero es que no quiero que te quedes con ese concepto, porque las cosas no son
así. Yo a ti te quiero de verdad y me gustaste desde el principio... Decía cosas que me
delataban sin poder evitarlo, pensaba en ti por mucho que me esforzaba por no hacerlo...
y si me ponía dura e intentaba no hacerte caso era porque me daba demasiado miedo
enamorarme de ti, y la rapidez con que te estabas haciendo hueco en mi vida... No
quería que pasaras como un terremoto llevándotelo todo por delante, quería ir despacio
para ser consciente de las cosas y poder disfrutarlo más, y sobre todo para cometer
menos errores... aunque está claro que esto último no lo estoy consiguiendo para nada,
porque voy de uno en otro. Todavía estarás pensando en que anoche me enrolle con el
tío ese y hoy pasa esto... Pero por favor no dudes de mi cariño, porque es real, y no está
vinculado a que contigo quiera olvidar a nadie ni nada. Si que pase algún tiempo en que
no estaba del todo segura de lo que sentía por ti, o sí que lo estaba pero no quería
aceptarlo, y eso me costó una ruptura contigo, pero ahora no tengo ninguna duda de lo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
230
que siento. Y ahora que lo tengo todo tan claro la vida no para de ponerme pruebas para
confirmarlo a cada momento
M: ¿Qué pruebas?
Esther le mantuvo la mirada solo por un instante y bajó la cabeza. Después de unos
segundos de silencio resopló y le cogió la mano
E: Cariño, te van a subir a hacerte un TAC
M: Ah... por el porrazo...
La miró notando como el corazón le latía casi galopando, como si fuera a salírsele por la
boca en el momento en que le dijera lo que tenía que decirle y tomó aquella afirmación
de Maca como una ocasión de oro para evitarle un sufrimiento que esperaba y deseaba
con todas sus fuerzas que fuera al final innecesario, y aunque había pensado ya hasta las
palabras que iba a utilizar para decírselo una corazonada le hizo arrepentirse en el
ultimo momento
E: Sí, ya sabes... rutina... Ya sabes que de momento te mantendrán en observación para
vigilarte el golpe de la cabeza y eso. ¿Me vas a dejar acompañarte a las pruebas?
M: ¿Por que no te iba a dejar?
E: Como querías estar sola...
M: No, yo quiero estar contigo. Ya esta todo hablado, ¿no?
E: Bueno... A mí cuando pase esto me gustaría volver al tema y hablarlo más
tranquilamente
M: Para mí ya está todo hablado. Ya se me han ido de la cabeza todas las dudas que
tenía... pero bueno, ya veremos...
Vieron a Aimé llegar desde lejos y Esther entonces temió que su pequeño engaño saliera
a la luz, pero prudentemente el médico no hizo ningún comentario al respecto
A: Bueno, ¿vamos a hacer esas pruebas?
M: Venga
A: (A Esther) ¿La vas a llevar tú?
E: Por supuesto
Después de que volvieran a sacarle sangre la subieron a radiología. Aimé se quedó en la
cabina donde se veían los resultados y Esther entró junto con otro auxiliar que preparó
la maquina para acompañar a Esther y no soltó su mano en todo el tiempo
M: Bueno, yo soy una paciente fácil. A mí no tienes que decirme todo eso de “no
puedes moverte para nada, si te encuentras mal aprieta este botón” y todo eso...
E: No, a ti directamente te digo que como te portes mal ya sabes que luego por la noche
te castigo... (hacia lo posible por sonreír y seguir bromeando a pesar de la inquietud que
tenía dentro del pecho)
M: Ah ¿sí? ¿Y como lo piensas hacer? Porque te recuerdo que esta noche estamos en un
hospital. Bueno... estoy
E: No, no... estamos
M: De eso nada, tú te vas a casa
E: Claro; mañana contigo...
M: A no, no. Hoy
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
231
E: Anda, calla de una vez
A: Bueno, ¿vamos a empezar o que? (se asomó)
E: Sí, sí... ¿Ves? (le susurró) Ya hasta tienen que venir a llamarnos la atención... (le dio
un beso en la nariz y se quedó agachada mirándola fijamente, dudando si había hecho lo
correcto o no. Sabía que Maca detestaba las mentiras y aunque lo hacía para evitarle un
mal rato ahora que empezaba la acción se sentía mal de que Maca estuviera
sometiéndose a la prueba sin ser consciente de lo que podía destaparse a raíz del
accidente
M: Espera... Que antes lo has dicho y se me ha olvidado preguntarte... ¿Por que decías
eso de que la vida te pone pruebas?
E: Pues porque no haces más que darme disgustos... Entre la bromita del accidente con
la moto y el accidente de verdad no gano para sustos...
M: Jajaja. Bueno, a partir de ahora prometo portarme un poco mejor, pero solo un
poquito ¿eh? No te me malacostumbres... Oye, ya tienen que ser mas de la doce, ¿no?
E: Seguro... ¿por?
M: Ooohhh... Ya se acabó tu cumple. Y con el jaleo de la inocentada y o de Ade no nos
hemos comido la tarta y no he podido pedir mi deseo mientras soplabas las velas...
E: Bueno, podemos hacerlo mañana
M: Pero ya no sirve; el deseo ya no se va a cumplir...
E: ¿Y que ibas a pedir?
M: Pues... que cumplas muchos, muchos más, y que mis ojitos vivan para verlo
E: Eso espero... porque no quiero pasar ni un cumpleaños sin ti (le dio un beso en los
labios y se despidió) Bueno, me voy para adentro ¿vale mi sirenita? No te muevas
Lección 18: LAS ACCIONES PESAN MAS QUE LAS PALABRAS
Se metió en la cabina con Aime, que le cogió la mano de nuevo cuando la vio llegar
hecha un flan
A: ¿Vas a quedarte?
E: Sí, quiero ver lo que sea con mis propios ojos...
A: ¿Le has cogido vía?
E: No...
A: Joder Esther... ¿Y si vemos algo y que hacer contraste iodado para verlo mejor?
E: Es que no le he dicho nada, y si le cogía la vía se iba a dar cuenta de que la prueba no
es rutinaria, sino exhaustiva...
A: Bueno, ya veremos... No hay ninguna posibilidad de que esté embarazada, ¿no?
(Esther respondió a su mirada poniendo una cara cómica) Entonces vamos a empezar...
La camilla de Maca se deslizo por el túnel hasta llegar a situarla en el centro del aparato.
En la sala de al lado empezaban a llegar imágenes al ordenador. Aime las observaba con
atención, muy concentrado, hasta que se giró para mirar a Esther
A: Estás mirando, ¿no? La zona parece estar bastante limpia... Maca, si puedes no
respires ahora (dijo por el micrófono)
La pediatra aguantó la respiración y empezaron a llegar imágenes más detalladas al
monitor
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
232
A: Aquí no hay nada... Creo que no vamos a hacer ni contraste... Respira Maca
E: Bueno, eso es buena señal, ¿no?
A: Según... Recuerda que con el Tac de tórax no se detectan todo los casos de cáncer...
A lo mejor uno abdominal hubiera sido más completo, pero habría que haber esperado a
que llevara más tiempo en ayunas... (miró a Esther y vio que ese brillo que había
aparecido por pocos segundos en sus ojos ha vuelto a desaparecer, y comprendió que
estaba siendo demasiado frío) Pero sí, tienes razón... De momento no hemos confirmado
nada, y eso es bueno... Mira, lo que vamos a hacer es esperar a ver que dicen las pruebas
de química, y si hay valores altos le pedimos una resonancia para ver mejor los tejidos
blandos y el Tac de abdomen
E: ¿Y si seguimos sin ver nada?
A: Bueno, siempre podremos hacer una angiografía o una biopsia por aspiración... Pero
eso es mucho adelantar. Relájate de momento, ¿vale? Que vamos por buen camino...
Pásate dentro de un rato por mi despacho y te cuento
Esther bajó a Maca a la habitación que le habían asignado ya por fin. Entre una cosa y
otra las horas habían ido pasando y estaba ya bien entrada la madrugada. Maca se caía
de sueño, apenas había dormido la noche anterior después de haberse peleado con
Esther y de que su cumpleaños hubiera empezado de una manera tan catastrófica como
aquella. Esther se hizo un hueco a su lado en la estrecha cama de hospital y se tumbó
junto a ella. Acariciándole el pelo y el contorno de la oreja consiguió que se relajara y se
quedara dormida, y entonces aprovecho para visitar a Aime y que la sacara
definitivamente de dudas
E: ¿Se puede?
A: Pasa, pasa. Iba a ir a buscarte...
E: Bueno ¿y que? (preguntó asustada, sin saber si estaba preparada para oír la respuesta,
pero sin poder tampoco soportar la angustia de no saber por mas tiempo)
A: Puedes respirar tranquila. Todo ha sido un error... sobraba un numero. Mira la
repetición del análisis
La enfermera sonreía ampliamente y sentía como sus manos se aceleraban sosteniendo
el resultado de los nuevos análisis, que indicaban valores bajos tanto de hierro como de
ferritina. Se levantó emocionada y abrazó al médico
E: Ufff.. Me has devuelto la vida...
A: No sé que ha podido pasar para que los niveles salieran disparados en el primer
análisis, cuando en realidad era todo lo contrario... Pero bueno, ¿qué más da por que
haya sido? Lo importante es que todo ha sido una falsa alarma... Aunque tiene una
anemia de caballo, ¿eh? Va a tener que cuidarse y someterse aun tratamiento, pero
bueno, no es nada comparado con lo que nos temíamos
E: No te preocupes que ya me encargo yo de que se recupere
A: Ya, estoy segura de que tus cuidados van a ser mejor medicina que las ampollas
E: En unos meses como nueva...
A: Habéis tenido suerte. Será porque es tu cumpleaños...
E: Te aseguro que este es el mejor regalo. Bueno, me voy a verla
Cruzó todo el hospital radiante de felicidad y después de darle la noticia a Carolina para
que se marchara a casa tranquila, entró sin hacer ruido en la habitación de Maca, que
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
233
seguía durmiendo, al menos. Se fue a tumbar a su lado y sin abrir los ojos Maca se
deslizó para dejarle sitio, la abrazó por la cintura y le dio un beso
E: ¿Estabas despierta?
M: Ya sabes que sin ti no duermo... Lo malo es que contigo tampoco... (reía y abrió por
fin los ojos para encontrarse con los de Esther, que la miraba embobada y repasaba el
contorno de su cara con un dedo) Estoy condenada a no descansar
E: No, no, de eso nada. Hoy a descansar, que no puedo más. Menos mal que mañana es
domingo
M: A mí me habían puesto una guardia de última hora, pero creo que me voy a librar...
E: Si es que tienes una suerte...
M: Muchísima... ¿No ves que te encontré? ¿Qué más suerte puedo pedir?
E: No, la suerte la tuve yo
M: No, yo
E: Anda, a dormir, que si empezamos así no paramos...
Se despertaron todo lo tarde que se puede en un hospital, cuando una enfermera vino a
ver si estaba todo bien y a traer el desayuno. Lo compartieron y Esther fue a ver a Aime
para acelerar el proceso del alta. Le repitieron los análisis para hacer un último control y
todo salió correcto, salvo por la anemia. Aime le recetó las ampollas de hierro y le
permitió irse a casa. Esther condujo hasta allí y se quedaron las dos en el piso de Maca.
Picaron algo y se volvieron a tumbar
M: Ya sabía yo que me iba a salir anemia... Las otras veces que me ha dado me he
sentido igual que últimamente
E: Ah, ¿pero te había dado anemia antes? Nunca me lo habías contado...
M: Bueno, ¿te piensas que lo sabes todo de mi vida?
E: Creía que ya me lo habías contado todo, pero está visto que contigo siempre quedan
sorpresas...
M: Pues sí, hay cosas que no te he contado (se entristeció y miró para otro lado, pero
este gesto pasó desapercibido para Esther, porque esa frase le recordó el episodio de la
noche anterior y se sintió un poco culpable)
E: Oye Maca, ahora que ya ha pasado todo tengo que contarte una cosa...
M: ¿El que?
E: Pues que hemos pasado un susto de muerte... Hubo un error en los primeros análisis
que te hicieron y la ferritina salió por las nubes. Aime entonces pidió pruebas pero no
solo por los golpes, sino para descartar que fuera un linfoma. Se supone que antes de
que te llevaran a hacerte el TAC yo tenía que habértelo dicho, pero cuando dijiste tan
segura que era por los golpes me dio como un palpito de que no podías tener nada malo,
y decidí arriesgarme y no decirte nada para que no pasaras ese susto
M: Así que te callaste, ¿no?
E: No te enfades. Lo hice por ti... Si era cáncer ya tendrías tiempo de sobra de saberlo,
pero no quería alarmarte sin necesidad
M: No, si no me enfado. Lo comprendo. Probablemente yo habría hecho lo mismo. En
el fondo te lo agradezco porque habría pasado un mal rato... Me jodería mucho que algo
así me pasara precisamente ahora que tengo más ganas que nunca de vivir...
E: Sí, yo también. La verdad es que durante esas horas me comí mucho, mucho la
cabeza pensando en lo que podía pasarte y me he dado cuenta de muchas cosas...
M: Ah ¿sí? ¿Qué cosas?
E: Ssshhh. Secreto...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Vale, vale... No te basta con haberme ocultado que podía estar enferma, sino que
ahora no me quieres contar eso...
E: Es que son cosas que en el fondo sé, pero ahora me he dado cuenta de lo mucho que
las deseo. Y por lo otro ya me has dicho que no te enfadabas, así que no vale
arrepentirse
M: No, no me enfado... Solo que me da rabia que hayas pasado por eso tu sola. Si me lo
hubieras dicho podríamos habernos apoyado mutuamente y pasar por esa “prueba”,
como tú la llamas, juntas. Creo que esa angustia hubiera sido menos para ti si la
hubieras compartido conmigo. Pero bueno, no soy quien para enfadarme porque...
E: (espero a que Maca acabara la frase y al ver que no lo hacia pregunto) ¿Por qué?
M: Porque hay una cosa que quizás tendría que haber compartido contigo y no lo he
hecho...
E: ¿Qué cosa?
M: Espera...
Se giró para alcanzar el primer cajón de la mesa de noche y sacó un sobre abierto que
entregó a Esther. En la parte de fuera llevaba un logotipo y en la dirección aparecía
“Texas Medical Centre”. La enfermera sacó de su interior una carta escrita íntegramente
en ingles, que hojeo por encima inútilmente
E: ¿Esto que es? (las dos se quedaron sentadas en la cama y siguieron hablando más
cómodamente)
M: Pues que me han ofrecido una plaza como pediatra en el hospital este tan prestigioso
de Houston... Verás, cuando me canse del trabajo en el hospital de Jerez mande
curriculum a todas partes; principalmente a Madrid, porque estaba Azucena, pero
también a otras ciudades. Me sentía tan mal de que fuera mi padre el que me había
apalabrado el contrato, y tan impotente de atender a niños que llegaban con un simple
catarro con esas madres cursis e histéricas... sabiendo lo útil que podría ser en hospital
público, que creo que hubiera aceptado cualquier oferta en ese momento. Cualquier
excusa hubiese sido buena para largarme de allí. Y bueno... dentro de todos los
currículum que mande me dio por ser ambiciosa y eche para algunos hospitales de
Londres, de Chicago, y para este de Houston... El trabajo es ideal: sueldo millonario,
puedo escoger horarios y me proporcionan incluso donde quedarme mientras no
encuentre alojamiento... Vamos, cosas que nunca podría soñar quedándome en el
Central... Por no hablar del reto personal y el aprendizaje que supondría para mi.
Imagínate: estar rodeada de los mejores especialistas, disponer de los mejores medios...
E: ¿Cuándo te piden que te incorpores?
M: El mes que viene
E: ¿Y que has pensado?
M: Que no
E: ¿Cómo que no? Pero si es el trabajo de tu vida... Es una gran oportunidad, no puedes
desaprovecharla
M: Bueno, pero también implica muchísimos inconvenientes... Estar lejos de ti, por
ejemplo
E: Mujer... Exceptuando eso tampoco son tantos inconvenientes... No sé, yo creo que
debes pensar en tu futuro
M: Estoy pensando en mi futuro, créeme. Hay cosas que no estoy dispuesta a
arriesgar...
E: ¿Cómo que?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Nuestra relación. Y vale, tienes razón; no tiene muchos inconvenientes, tiene uno
solo, pero que implica estar lejos de ti, y eso es demasiado sacrificio. De hecho era algo
impensable para mí... tener que separarme de ti por algún motivo solo me lo he llegado
a plantear por esto del trabajo...
E: Mira Maca, yo entiendo que no quieras irte de por vida, vale; pero creo que deberías
aprovechar e ir aunque fuera una temporada. No sé... unos meses, un año... Podemos
planificarnos para vernos. Aunque no te reserven la plaza en el Central eso te engordaría
tanto el currículum que encontrarías trabajo enseguida
M: Ya, pero es que no quiero irme ni siquiera una temporada. Ni unos meses, ni nada...
yo quiero estar contigo; y si voy a Estados Unidos será contigo de vacaciones. Mi sitio
está aquí, con la mujer que quiero. Además, tengo amigos, un trabajo que me gusta...
¿Qué más puedo pedir?
E: Maca, creo que deberías pensarlo mejor antes de rechazar algo así... No te vas a
volver a cruzar con una oportunidad así en tu vida...
M: Tampoco me voy a encontrar con una mujer tan maravillosa como tú... Ya está
decidido. Uno no encuentra al amor de su vida todos los días, y yo no necesito ganar
más dinero ni irme a vivir al extranjero, ni engordar el currículo, necesito a mi niña...
E: ¿Y que pasa? ¿Qué no estás segura de que nuestra relación lo soporte? ¿No te parece
lo bastante sólida?
M: No es eso... Creo que si lo soportaría, por lo mucho que nos queremos y porque creo
que estamos echas la una para la otra en todos los sentidos... Es solo que no quiero estar
lejos de ti; no solo porque no sé si podría soportarlo, sino porque se aleja totalmente de
mis planes de futuro
E: ¿Y que planes de futuro tienes?
M: Pues... una cosa es lo que mi cabeza piensa y otra lo que tú me vas a dejar hacer...
Esto es cosa de dos...
E: Bueno, lo del trabajo también es cosa de dos, y yo opino que deberías aceptar
M: No, perdona, lo del trabajo es cosa mía... vale, que debería habértelo comentado,
porque llevo un mes dándole vueltas al tema, pero la oferta me la han ofrecido a mí y
soy yo quien libremente decide
E: ¿Y si cuentas con mi apoyo y con todo lo que necesites de mi parte para esa
decisión? ¿No cambian las cosas?
M: Demasiado tarde; ya la he rechazado
E: ¿Qué?
M: Lo que oyes. Ayer mismo antes de ir a buscarte al hospital mande la carta
rechazando el puesto
E: Estás loca ¿eh? (negaba con la cabeza)
M: Solo por ti... (le sonrió y pego la nariz a la suya) Tú tranquila, que yo sé lo que me
hago... He pensado mucho desde que me mandaron la carta, ¿sabes? (se levantó y echó
a andar)
E: ¿Adónde vas?
La pediatra no contesto y Esther la siguió hasta el baño. Se quedó apoyada en el marco
de la puerta, mirando como se reflejaba en el espejo la imagen de Maca cepillándose los
dientes
E: ¿Y que has pensado? Si puede saberse... (Maca le hizo señas con la mano y la
enfermera espero pacientemente hasta que terminara de cepillarse)
M: Pues verás, a lo mejor lo he magnificado más de la cuenta, porque me he tomado la
oferta como un ultimátum... ha sido como ponerme a prueba la relación, por una vez no
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
236
dejarme llevar y preguntarme hasta donde quiero llegar y seguir contigo, hasta donde
quiero que lleguemos juntas...
E: ¿Y que has descubierto?
M: Pues que queda mucha vida por delante y que hay un montón de cosas que no me
quiero morir sin vivirlas contigo
E: ¿Qué cosas?
M: Sí, claro... (contesto irónicamente) Yo aquí abriéndote mi corazón y tú con el
piquito cerrado... Anda, cuenta tú, que me has dicho que te has dado cuenta de muchas
cosas...
E: Sí...
M: ¿Y por que no me concretas? ¿No te cepillas los dientes?
E: No... Sí... Bueno, eso es lo que te quería decir... Que esto no puede seguir así; tengo
un grave problema con esta relación...
M: ¿Qué? (se asustó)
E: Pues que no puede ser este desorden de vida... A mí no me gusta el cepillo que tengo
aquí, me gusta el de mi casa. A ver, ¿por qué nos tenemos que quedar siempre en tu
casa?
M: ¿Por que es la que está primero? Esther, que tengo anemia... No me hagas subir un
piso más... Tráete el cepillo de dientes aquí y ya está; acabamos antes
E: ¿Y el día que nos quedemos en mi casa?
M: Bueno, por un día que la niña no tenga su cepillito no pasa nada, ¿no?
E: Pues no me parece bien...
M: Lo tuyo es protestar por todo...
E: No, lo mío es poner un poco de orden. Esto es un caos, no puede ser que estemos tan
a gusto en la cama y al despertarme tenga que ponerme la ropa del día anterior para
subir a mi piso a buscar ropa para ese día... Así estamos, que hemos llegado a un punto
en que voy siempre con tu ropa
M: Esther, ¿adonde quieres llegar?
E: A que me he dado cuenta de que quiero pasar el resto de mi vida contigo...
Maca sonrió, y no pudo hablar ni reaccionar de ninguna otra manera, solo se dejaba
llevar por los vuelcos que sentía su corazón, que la tuvo flotando como en el aire unos
segundos; mientras que Esther se asustaba de lo serias que habían sonado sus propias
palabras y trato de reformular la frase
E: Bueno quiero decir... que estamos muy bien juntas y las cosas que tengamos que
vivir, buenas o malas, quiero que las vivamos juntas. Y creo que eso empieza por acabar
con este jaleo de tener a la vez dos casas y ninguna. ¿Qué me dices?
Maca se puso un poco más seria, parecía que empezaba a digerir lo que decía Esther y
que su mente se iba desbloqueando y volviendo a adquirir contacto con la realidad
E: ¿No tienes nada que decir?
M: ¿En tu casa o en la mía?
E: (sonrió aliviada) En la que tú prefieras
M: Bueno, creo que tendrá que ser en esta...
E: ¿Por que?
M: Porque digo yo que a Caro no le hará mucha gracia que la echemos, ¿no?
E: Anda es verdad... No había pensado en ella...
M: Que carita más triste se te ha quedado...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
237
E: Jope, es que son muchos años viviendo con ella
M: La vas a dejar solita...
E: Me da una pena... va a decir que la abandono. Pero bueno, ella también tiene sus
planes irse a vivir con Nono. Ahora mismo no, pero en vuelta de unos meses tal vez
M: ¿Y que hará mientras tanto con el alquiler?
E: Pues no sé... pero no creo que le apetezca buscar nuevo compañero de piso. Podría
seguir pagándole mi parte un par de meses o tres, para que no se agobie con el dinero
M: Me siento fatal; voy a cortar una convivencia de años...
E: Pero amor, ella tendrá que comprender que yo quiero hacer mi vida contigo...
¿Luego subes conmigo y se lo explicamos?
M: Mejor se lo explicas tú. Creo que esa noticia te corresponde solo a ti dársela. Bueno,
y ahora esto... (cogió el cepillo de dientes de Esther) a la basura
E: No, no... ¿Cómo que a la basura?
M: Sí. ¿No dices que no te gusta?
E: Sí que me gusta. Me lo compraste tú, ¿cómo no me va a gustar?
M: ¿Y a que viene entonces todo este lío por el cepillo?
E: Era una excusa para pedirte lo de vivir juntas, pero claro que me gusta, me encanta
M: Así que buscando excusas para no dejar debilidades al descubierto ¿no?
E: ¿Qué culpa tengo yo de que seas tan ingenua y te hayas creído lo del cepillo?
M: Bueno, entonces no quieres deshacerte de él, ¿no?
E: Yo nunca querría deshacerme de algo que me hayas dado tú
M: Bueno mujer, no tiene importancia; solo es un cepillo (fueron caminando hacia la
cama y se quedaron de rodillas encima una frente a la otra)
E: No, no... para mí tiene importancia cualquier cosa que tenga que ver contigo
M: Ay mi niña... Yo te compro otro cepillo, no pasa nada...
E: Eso. Yo te lo compro a ti y tú me lo compras a mí, ¿vale? Como símbolo de que
vamos a dar un paso muy importante
M: Si te hace ilusión... Yo preferiría un anillo de diamantes, la verdad...
E: ¡Tonta! (agarro una almohada y le dio un fuerte golpe)
M: ¡Ah!
Maca le respondió con una mirada asesina mientras alcanzaba con la mano la otra
almohada. Esther supo entonces que estaba perdida, y empezaron a guerrear hasta que
no pudieron más y cayeron rendidas y abrazadas en la cama
Pasaron el domingo en casa. El tiempo afuera no acompañaba demasiado ni incitaba a
salir, y después de los sustos y altercados de los últimos días les apetecía dedicarse un
tiempo solo para las dos, sin hacer nada, solo relajarse, hablar tranquilamente tumbadas
en la cama; simplemente disfrutando de poder estar cerca la una de la otra
Al caer la noche Esther subió a su piso a coger unas cosas, y sobre todo a pasar por un
momento muy importante para ella. Dar la noticia a Caro y conocer su opinión al
respecto; esa opinión que tanto le importaba y que tantas buenas decisiones le había
hecho tomar
Carolina: ¿Qué tal cariño?
E: Bien. ¿Y tú? ¿Solita?
Carolina: Sí, pero por poco tiempo, ya viene Nono. ¿Qué tal está Maca?
E: Mucho mejor. Le hacía falta descansar (Se acercó a ella y Carolina le dio un beso en
la mejilla) ¿A qué viene eso?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
238
Carolina: ¿El que?
E: Ese beso. ¿Tú los besos no me los has dado siempre en la boca?
Carolina: Sí, pero no sé... ahora es distinto. Todo ha cambiado desde que estás con
Maca
E: ¿Por que? ¿Te has sentido descuidada por mí desde que está ella?
Carolina: No, no, pero te veo muy enamorada. Además, como me he hecho tan amiga
de ella también, me da corte seguir haciendo ciertas cosas
E: Pues no tienes por que... a ella le da igual, hasta le hace gracia... Y si no fuera así
malo, porque yo no estoy dispuesta a que nadie corte nuestra amistad...
Carolina: Ya, eso por supuesto. Pero no sé... me corto... Vaya susto lo del linfoma,
¿eh?
E: Uff, no me lo recuerdes
Carolina: ¿Y donde la has dejado?
E: Cocinando. De ella precisamente vengo a hablarte. Bueno, de las dos
Carolina: ¿Os habéis peleado?
E: No, no, todo lo contrario...
Carolina: Como me traes esa cara de circunstancia...
E: Es que quiero contarte una decisión que hemos tomado, y no se como la iras a
encajar, porque te afecta (Paró unos segundos y lo dijo sin más dilación) nos vamos a ir
a vivir juntas; vamos a quedarnos en el piso de Maca
Carolina: (se levantó y le dio un abrazo enorme) Enhorabuena. No sé a que esperabas...
Creo que es la mejor decisión que has tomado en mucho tiempo
E: Me siento muy mal por dejarte cariño. Después de todo lo que hemos compartido...
Carolina: Bueno, pero vamos a seguir compartiendo ¿no? Hombre, no te voy a negar
que me cuesta, porque aunque ya casi hacías tu vida allí, si te vas y te llevas tus cosas ya
es como mas radical ¿no?
E: He pensado seguir pagando el alquiler una temporada
Carolina: No, no. ¿Cómo vas a hacer eso?
E: Haciéndolo. No quiero que tengas que buscarte otro compañero
Carolina: No, no. En serio, no lo hagas. Lo mismo le pido a Nono que se venga
E: ¿Pero no estabais arreglando las cosas todavía?
Carolina: Sí, pero a lo mejor me planteo liarme la manta a la cabeza y decirle que nos
dejemos ya de tonterías, que ya he aprendido la lección y que quiero estar con el pase lo
que pase
E: Yo creo que harías bien. El siempre ha pedido más compromiso de tu parte ¿no?
Oye... (la cogió la mano y empezó a jugar con ella) Te voy a echar de menos
Carolina: Jeje. Yo si que te voy a extrañar a ti... que duro va a ser el divorcio; yo creo
que lo único que le faltaba a lo nuestro era el sexo... Solo espero que como vamos a
seguir siendo vecinas nos hagamos la visita diaria
E: Tú sabes que yo el café contigo no lo perdono... Además, que como vas a ser la
madrina de mis niños, ya vendré a dejártelos...
Las dos se rieron a carcajadas y se apretaron fuertemente las manos antes de abrazarse
de nuevo
Carolina: Que seáis muy felices, tanto como hasta ahora, y que tengáis mucha, mucha
suerte
Durante los días siguientes fueron trasladando sin prisa las cosas de Esther al piso de
Maca. Nono accedió a la propuesta de Carolina y también fue mudándose poco a poco
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
239
El invierno fue terminando y los meses pasaban deprisa. Una tarde después del turno
Esther y Maca se marcharon caminando para ver tiendas de vuelta a casa, tal como lo
habían previsto. Habían estado ya en varias tiendas de bebes, y en todas terminaban
discutiendo
E: Mira, ¿te gusta este?
Esther se dio cuenta de que una vez más estaba hablando sola al girarse y no ver a Maca
detrás suya. Había vuelto a incumplir su promesa de prestar atención. Alzo la cabeza
buscándola y la encontró como siempre embobada mirando los vestidos y la sección de
niña en general. Se acercó a ella con cara de desesperación
M: Mira que pantalón, ¿no es una monada?
E: Sí, solo tiene un problema... ¡QUE ES ROSA! Maca, que es un niño, ¿cuantas veces
tengo que decírtelo?
Maca la miró con cara de pocos amigos. Esther llevaba unos días insoportable con aquel
tema y estaba logrando auténticamente sacarla de quicio
M: Esther cariño, me tienes harta... (replicó sin demasiada dureza, pero dejando claro
con su mirada de hastío que era cierto lo que decía)
Dejo la prenda que estaba mirando y salió de la tienda para intentar de nuevo relajarse y
respirar aire fresco
Lección 19: NUNCA DEJES COSAS A MEDIAS
Se apoyó de espaldas en el escaparate del comercio y cuando Esther salió detrás de ella
y se puso a su lado se dio la vuelta para quedar de espaldas a ella
E: ¿Otra vez te vas a poner así? Mira que eres enfática cariño... (le acariciaba el pelo
lentamente mientras se reía con ternura, pero se alarmó con el silencio de Maca, y sobre
todo cuando se dio la vuelta y vio su palidez y su cara de tristeza) ¿qué te pasa? ¿Te
encuentras mal?
M: No, solo con el ánimo desinfladillo hoy
E: ¿Y eso?
M: Cosas que pasan de vez en cuando... (contestó seca)
E: Que mala cara tienes... Venga, nos vamos a casa
M: No, no, hay que comprar el regalo
E: ¿Qué más dará eso?
M: Dijiste que querías dejar esto listo hoy de una vez, ¿no?
E: Pero eso da igual. A mí lo que me importa eres tú, y no te veo bien, así que para casa
M: Estoy perfectamente, solo que sin ganas de nada; pero vamos a comprarle algo al
niño de una vez anda, que llevamos tres días con esto... Esta vez prometo concentrarme
y ayudarte a encontrar algo
E: No lo cumplirás... (se reía) Se te irán los ojos otra vez. Si es que te pones de un
maternal...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
240
M: ¿Y que pasa que no tengo derecho a ponerme maternal? A lo mejor tú cuando entras
en una tienda de estas solo te pones a pensar en los hijos de los demás. Yo la verdad es
que no puedo evitar pensar en otras cosas... (hizo ademán de volver a entrar en la tienda
cuando la enfermera, todavía asombrada por su ataque de cólera, la detuvo agarrándole
la mano)
E: Ven aquí... ¿Qué te pasa?
M: Pues que tenemos tarde libre y mañana es domingo Esther, y aquí estamos mirando
tiendas... Podríamos haber ido a la sierra o algo
E: No lo había pensado... pero bueno, ni si quiera me lo plantee porque como a ti te
encanta ir de tiendas...
M: Ya, pero comprenderás que no me apetece ponerme con mi novia a buscar un regalo
para su ex novia..
E: ¿Qué? (susurró mientras reaccionaba) Mira, primero no es mi ex novia, por que
nunca fue mi novia, y segundo, el regalo no es para ella, sino para su hijo, y si se lo
compro es porque es un compromiso... son muchos años de amistad con ella..
M: Anda ya Esther... eso se lo cuentas a otra. Que no estoy ciega; te vi perfectamente la
cara de embobada que tenias con el niño
E: Pero eso me pasa con cualquiera; hasta con los del hospital me pongo así, lo sabes
M: ¿Puedo preguntarte una cosa? ¿Cuantas veces has pensado, o mejor, cuantas veces
has sonado con tener un hijo con Ade?
E: Muchas
M: Entonces no me vengas con que le haces un regalito para salir del paso y punto
E: Pues sí, es para salir del paso, porque por muy amiga que haya sido de su madre a fin
de cuentas ese niño no es nada mío
M: No, ya te gustaría... (murmuró)
E: ¿Qué?
M: Nada
E: Ven (la cogió por el brazo y la metió en el portal de un piso de al lado que estaba
abierto) Ahora mismo me vas a decir todas las cosas que tienes en la cabeza; todo lo que
piensas sobre ese tema
M: Esther, no me seas cría, ¿vale? Vamos a comprarle la ropa al niño y ya en casa
hablaremos tranquilamente, ¿quieres?
E: No, no quiero. No quiero esperarme, quiero aclarar esto contigo ya, pero esta vez sin
medias tintas, porque si el tema vuelve y vuelve a salir es porque algo no te terminar de
quedar claro. ¿O es que sigues dolida por lo que escuchaste el día de mi cumpleaños?
M: No, ya te dije que lo comprendía y ya está aceptado. Lo que pasa es que no debería
haber ido contigo a su casa a conocer al bebe
E: ¿Por que? Cariño, pero si no me despegue de ti ni me solté de tu mano en todo el
tiempo, precisamente porque quería que te sintieras bien..
M: Ya, pero no sé... pusiste unas caras cuando tenías al bebe en brazos... parecía que
estabas pensando que ojalá fuese tuyo..
Esther se quedó en shock por unos segundos. Que Maca siguiera a aquellas alturas
dudando de aquella manera deliberada de su cariño le dolía intensamente; la sensación
era como tener un ladrillo en el pecho que le oprimía y le dificultaba la respiración. Se
sintió profundamente deprimida al comprobar que todos sus esfuerzos del día a día por
demostrarle a Maca lo mucho que la quería no surtían efecto, o al menos no plenamente.
Lo vinculaba con los malos ratos que le había hecho pasar y con el hecho de ocultarle la
carta de Ade, que le habían costado aquella ruptura que creía ya superada. Se
preguntaba hasta cuando estaría pagando sus errores y le desesperaba la idea de pensar
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
241
que tal vez Maca no llegara a confiar en ella del todo nunca más. Pero dentro de su
desolación la invadió un sentimiento positivo, y pensó que al fin y al cabo todo podía
arreglarse hablando. Tenía que aclarar esa situación como fuera, de inmediato y
tajantemente
E: Pues es normal que te lo pareciera, porque es la verdad... yo tampoco soy de piedra,
igual que a ti también se me despierta el lado maternal. Y sí, cuando tenía al bebe en
brazos si que pensé que ojalá fuera mío, y me entraron ganas de llevármelo a casa, pero
para tenerlo contigo, y que fuera de las dos...
Dejó pasar unos segundos de pausa mientras observaba como a Maca se le cambiaba la
cara poco a poco
E: No sé como estas alturas puedes seguir pensando esas cosas... pero quiero que quede
claro de una vez: yo a Ade la quise mucho y sí que desee muchas cosas, porque tantos
años queriendo a alguien dan para mucho... pero todo eso es parte del pasado. Ahora
estoy enamorada de ti y quiero estar contigo. Y si decido casarme quiero que sea
contigo, y si tengo hijos será contigo, ¿comprendes?
M: Y yo también. Por eso me he puesto así en las tiendas, porque al ver las cositas se
me va la cabeza y me pongo a pensar como sería que fuéramos a tener uno nosotras
E: A mí también me pasa. Y si me reprimo es porque sino no acabamos nunca y quiero
llevarle el regalo al niño antes de que haga la primera comunión... ¿pero tú crees que no
me pongo a pensar en cuando tengamos el nuestro?
M: El nuestro... (reía) Ya lo das como un hecho...
E: Claro, porque lo tendremos, ya verás..
M: Entonces, ¿tú quieres tener hijos conmigo?
E: Que remedio... A ver si no que excusa me invento para que me lleves a
Disneylandia... (rieron las dos y luego Esther la miró con más seriedad) No, en serio,
claro que quiero tener hijos contigo. Lo que pasa es que es pronto, y bueno, hay que
hacer las cosas bien... No se decide tener un hijo así a lo loco porque hayamos visto a un
niño que es una monada..
M: Bueno, tampoco es que sea cualquier niño... es el hijo de una mujer muy importante
para ti
E: ¡Y dale!
M: Y la verdad es que sí, que es una monada
E: Pues sí, pero ninguno va a ser tan bonito y tan dulce como el nuestro cuando lo
tengamos...
M: Que bonito suena eso de “el nuestro”... Bueno, ¿y eso para cuando?
E: Habrá que pensarlo... Todo a su tiempo,¿ no? Ahora la verdad es que me preocupa
más que tú sigas pensando ciertas cosas...
M: No, ya se me ha pasado
E: No, pero eso no me vale... Otras veces también se te ha pasado y al cabo del tiempo
el tema vuelve a salir, y ya se me hace un poco pesado, que tengo muchas cosas más
importantes de las que hablar contigo, como este tema de los hijos por ejemplo...
Cuando te pasan estas cosas por la cabeza yo la verdad me siento fatal, porque ya me
estoy quedando sin maneras de demostrarte que te adoro y parece que tú no terminas de
creértelo. Así que por favor, abre bien los oídos, porque te lo puedo decir más alto, pero
no más claro. Yo te quiero, y siento cosas por ti que nunca he sentido por nadie, porque
nadie me había hecho sentirme nunca plenamente feliz como lo haces tú, ni tan cómoda
siendo yo mima... Todo lo que venga quiero compartirlo contigo, porque tengo muy
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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claro que estamos hechas la una para la otra y que si la vida te puso en mi camino será
por algo. Me encantas y me encanta estar contigo, y si hay algo que me dolería más que
perderte solo sería hacerte daño, porque no soportaría ver mal a la persona que quiero
por mi culpa; no soportaría no saber hacerte feliz. Por eso no quiero que esto vuelva a
pasar, porque veo que te pones triste, o celosa o lo que sea, sin razón, porque sabes, o
deberías saber que es algo que ya está en el pasado. Mi presente y mi futuro eres tú
Maca se abrazó a ella y le frotó la espalda suavemente. Se miraron a los ojos, las dos
con ese brillo característico de cuando se esté a punto de llorar, y se volvieron a abrazar
M: Perdóname. Perdóname, no quería hacerte sentir así... Tú me haces muy feliz, y si
pienso esas cosas no es porque dude de tu cariño ni nada, no es que piense que no me
quieres... es que soy una estúpida y cuando sale ese tema no se que me pasa que me
pongo celosa... no lo puedo evitar. Me da tanto miedo perderte que me ciego y aunque
sepa que todo está en el pasado me pongo así de tonta... Pero te prometo que vboy a
intentar que esto no me afecte
E: Mira, cuando sientas esas cosas tú recuerda mis palabras; no solo las de hoy, sino las
que te digo todos los días, y mírame, ¿no te despeja todas las dudas lo que te digo cada
vez que nos miramos?
M: Totalmente. Y si ya me das un beso... ni te cuento..
Se besaron con pasión, batallando lengua con lengua sin descanso durante al menos dos
minutos, sin reaccionar ni siquiera cuando una mujer pasó por el portal y se les quedó
mirando, y al separarse se quedaron riendo sin separar sus caras
E: ¿Nos vamos a casa?
M: No, no. Vamos a comprar el regalo primero (dijo muy convencida9
E: Bueno, si estás segura... venga, rapidito que tengo una sorpresa en casa y estoy
deseando llegar
M: ¿Sorpresa?
Esther le pidió a Maca que la dejara en el portal para ir preparando la sorpresa mientras
ella dejaba el coche en el garaje. Cuando terminó, la pediatra subió aceleradamente las
escaleras y al entrar se encontró a Esther cortando en dados manzanas que tenía ya
peladas
M: ¿Qué haces? (le pregunto todavía desde la puerta)
E: Manzanas asadas, con azúcar y canela, como a ti te gustan
M: ¡Ahh! ¿Esa es la sorpresa?
E: ¿Qué pasa? ¿No te gusta?
M: Me encanta, pero como le habías dado tanto bombo pensé que sería algo... como
menos mundano...
E: Así que mis postres te parecen mundanos, ¿no?
M: No. No te enfades tonta, si las manzanas me gustan mucho, y más si las comparto
contigo. ¿Vamos a ver a Carolina y la invitamos?
E: ¿Y por que no dormimos un poquito?
M: Anda no seas vaga... Vamos a acercarnos. Si además has cortado manzanas para un
regimiento...
E: Bueno venga, espera que termine
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
243
Merendaron con Carolina y Nono y pasaron un rato tan agradable que decidieron cenar
en un mejicano esa noche. Al terminar estaban animados y siguieron la fiesta en un pub
de camino a casa. Al llegar, aunque era ya tarde, Caro se empeñó en que subieran a su
casa a comer tiramisu que había traído la madre de Nono y con el que no sabían que
hacer porque era mucha cantidad
Llegaron al piso a mas de las cuatro y con una horrible pesadez en el estomago. Esther
quería irse a la habitación directamente, pero vio como Maca se tumbaba en el sofá y le
extendía la mano
M: Vente, ven aquí conmigo
E: Pero Maca, ¿por que no nos vamos a la cama ya con lo tarde que es?
M: Cariño, con todo lo que he comido si me meto en la cama ya voy a tener pesadillas
de todos los colores (encendió la tele y empezó a cambiar de canal)
E: Que exagerada eres...
M: Mira, hablando de pesadillas, están echando “Pesadilla antes de navidad”, que no la
he visto
E: ¿Y que quieres que la veamos ahora? Ya te la bajo de internet, que mañana hay que
madrugar
M: Que no tonta, que mañana es domingo. Venga, vamos a verla
E: ¿Pero no estás viendo que se me cierran los ojos?
M: Anda por favor, por lo menos un ratito hasta que haya hecho un poco la digestión. Si
me meto en la cama ya creo que voy a vomitar el tiramisu, el picante y todo
E: Bueno, todo sea por la salud de mi niña, pero me debes una ¿eh?
Se pusieron a ver la película, al principio jugando la una con las manos de la otra,
mirándose de vez en cuando, hasta que se encontraron cada vez más cansadas. En una
de las pausas se pusieron hablar y Maca se dejó caer ligeramente sobre Esther, que la
recibió entre sus brazos y se quedó acariciándole el pelo lo que quedaba de película.
Lograron vencer el sueño hasta que llegado un momento Maca empezó a flaquear y a
irse resbalando cada vez más por el cuerpo de Esther. Cuando terminó la película, la
enfermera se quedó un rato mirando como se había quedado dormida con la cabeza
sobre sus piernas. Le empezó a frotar el brazo despacio y a hablarle con suavidad para
que se despertase
E: Venga cariño, vámonos a la cama
M: ¿Qué?
E: Vamos a dormir anda, que después de la lata que has dado con la película te me has
quedado dormidita...
M: Jooo, me he perdido el final...
E: Venga, te lo cuento en la cama
M: Espera, que tengo que ir al baño
E: En la cama te espero
Un par de minutos después Maca llegó a la cama y se encontró con que Esther se había
recostado de espaldas sobre el edredón, sin quitar nada de encima
M: ¿Por que no has desvestido la cama?
E: No sé, como no tengo frío...
M: Quita anda, que yo me muero de frío siempre, lo sabes
E: Bueno siempre, siempre... (le guiñó un ojo)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Hoy no tengo fuerzas para eso (reía) Tengo unas ganas de arroparme...
Destapo el edredón y al quitar la almohada encontró unos papeles doblados por la mitad
M: ¿Qué es esto?
E: El final de la película, que te lo he resumido en un momento (sonreía con los ojos
brillantes y expectante por la reacción de Maca) Son dos noticias: una buena y una mala
La pediatra abrió los papeles y según leía su cara se iluminó y se le dibujó una sonrisa
enrome
M: ¿Nos vamos a Granada?
E: Siempre dices que abril es el mes más bonito para ir, ¿no?
M: Contigo todo es bonito siempre (la abrazó) ¿Y esta sorpresa?
E: Ya te dije que tenía algo para ti, tu fuiste la que dio por sentado que eran las
manzanas
M: Que bicho eres...
E: ¿Yo? Pero si llevo todo el día intentando que nos vayamos a la cama para que lo
vieras; eres tí la que no me has hecho caso
M: Ay cariño... (reía y movía las manos buscando las suyas con nerviosismo) tenía
tantas ganas de escaparme contigo por ahí... y encima si nos vamos a Granada..
E: ¿Te gusta? La verdad es que ya tenía ganas de ir, como siempre me estas hablando
maravillas... y sabía que tú también estabas loca por volver..
M: Pero no tanto como lo estoy por ti
E: Bueno y ahora viene la parte desagradable
M: ¿Qué parte?
E: Me temo que tenemos que ir a trabajar mañana..
M: ¡¿Qué?!
E: Para tener libre la semana santa teníamos que trabajar este domingo y el que viene.
Lo siento...
M: No, si no pasa nada. Lo malo es que son... (miró el reloj) ¡¡¡¡LAS SEIS!!!!
E: Es tu culpa; llevo toda la noche intentando convencerte para que nos vayamos a
dormir... Pero mira, aun podemos dormir un par de horitas y mañana dormimos la siesta
M: Bueno... estoy tan contenta que hasta no dormir me da igual
Llevó una de sus manos hacia la espalda de Esther y la recorrió de arriba abajo, y con la
otra mano siguió jugando con la de Esther, la condujo hacia su abdomen metiéndola por
dentro de la camiseta hasta dejarla estratégicamente cerca de su pecho. Esther subió
hasta su canalillo, fue alejándose del centro discretamente y rozo la superficie de su
pecho con la palma de la mano abierta. Maca se apoyó con las dos manos en su espalda
enganchándose a ella y hundió la cabeza en su cuello; lo besó y succionó por todas
partes y bajaba hacia su clavícula desabotonándole la camiseta
E: ¿No decías que no tenias cuerpo para esto?
M: Tú sabes que una cosa es lo que digo y otra la que hago cuanto te tengo cerca...
Además, para dos horas que tenemos he decidido que mejor no dormimos, ¿no? Es
tontería cerrar los ojos para tener que abrirlos cuando est´r más a gusto, para eso
prefiero disfrutar de ti... y como tengo que demostrarte una cosa..
E: ¿El que?
M: Lo feliz que me haces
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245
Después de una semana de arduo trabajo de domingo a domingo llegó el lunes. Salieron
sobre las diez de la mañana en el coche nuevo de Esther, pero se entretuvieron bastante
almorzando por el camino y llegaron al hotel Granada Center casi a las nueve de la
noche
Subieron a la habitación y nada mas dejar las maletas Maca se tiró en plancha en la
cama y le abrió los brazos a Esther para que se tumbara con ella
M: Oye, pues esta muy bien ¿eh? No es el Palace, pero bueno... (bromeó)
E: Es que el Palace se me salía del presupuesto del regalo, que tengo que pagar el coche
M: No, no, déjate de Palace... que hay que ahorrar para pagar la universidad de los
niños
E: Eso (reía)
M: Bueno, ¿nos vamos?
E: ¿Ya?
M: Claro, ¿a qué quieres esperar?
E: Te veía tan cansada..
M: De conducir, pero es pisar Granada y ya estoy llena de vitalidad
E: Déjame por lo menos sacar de la maleta lo que se arruga ¿no?
M: Venga, en la ducha te espero
Se empezó a desnudar delante de Esther para ponerla nerviosa mientras ella abría la
maleta e intentaba buscar un vestido que se arrugaba mucho. Finalmente desistió y se
acercó a la pediatra sonriendo y mirándola de arriba abajo. Con ambas manos rodeo su
cuello y la beso mientras bajaba recorriendo con ellas toda la longitud de sus brazos,
hasta llegar a la altura de sus caderas, donde las cambio de rumbo y tras presionar sus
glúteos con fuerza subió acariciando su espalda otra vez hasta su cuello, pero cuando
fue a besarla de nuevo Maca se apartó negándole con la cabeza y le dio la mano para
seguir dentro de la bañera
Una hora y media más tarde salían por fin. Caminaron hasta la catedral y cruzaron la
Gran Vía para subir por las teterías. Tapearon por la zona y luego Maca convenció a
Esther para, a pesar del cansancio, subir al mirador de San Nicolás. Esther andaba nada
convencida por las calles del albayzín, oscuras y peligrosas hasta cierto punto a esas
horas, pero toda su desconfianza desapareció al llegar y ver al fondo la Alhambra
iluminada por la luna llena y los focos. Maca se acercaba para sentarse en el borde
mientras Esther observaba el ambiente de hippies con guitarras y timbales
M: ¿A que es preciosa la vista? (le pregunto extendiéndole la mano)
E: Si yo te contara... Déjame sacarte una foto
Maca sonrió por darle el capricho de hacer la foto y la abrazó cuando se sentó a su lado
a enseñársela
E: ¿Has visto que bonita está la luna?
M: Sí. Nunca había visto una luna tan brillante desde aquí. Será porque hoy vienes tú
E: ¿Has venido aquí con alguien a quien quisieras mucho?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
246
M: Sí. La verdad es que nunca pensé que pudiera volver a estar enamorada como en
aquellas tardes que pasaba aquí... Y ya ves, aquí estoy con todas las heridas curadas y
enamorada de nuevo
Pasaron un rato calladas, mirando el paisaje y reflexionando sobre mil cosas a la vez
E: Si pudieras cambiar algo de tu vida ¿qué sería?
M: No sé... el daño o los disgustos que les he dado a alguna que otra persona me
gustaría poder borrarlos. ¿Y tú?
E: Haber puesto tanto empeño en algo que no podía ser
M: ¿Te refieres a Ade?
E: No es que piense que ella no se merezca que la haya querido tanto... Es que por
quererla no he sabido valorar lo que tenía a mi alrededor y me he perdido muchas cosas.
Pero bueno... ya no pienso en lo que borraría del pasado, sino en lo que quiero para mi
futuro (le tendió la palma de la mano abierta y entrelazaron los dedos)
M: Mañana te voy a llevar al sitio donde nos vamos a casar
E: Ah... ¿pero nos vamos a casar?
M: ¿No quieres casarte?
E: No sé... para mi no es una prioridad, pero si es importante para ti...
M: Hombre, por supuesto. Si no pasamos por la vicaria no hay niños ni nada... (miró a
Esther muy seria durante unos segundos hasta que no pudo aguantar mas la risa) De
verdad, a veces parece que no me conoces...
E: Jooo... Ya me estás tomando el pelo otra vez...
M: ¿Cómo crees que a mí puede importarme mucho que firmes un papel o no? A mí eso
me da igual. Aunque la verdad siempre he dicho que si me casaba sería en el Carmen de
los Mártires, que es el sitio donde te voy a llevar mañana
E: ¿Me vas a hacer venir aquí a casarme?
M: ¿Pero no dices que no te quieres casar?
E: Bueno... pero si nos diera por casarnos tiene que ser aquí
M: Si quiero ser fiel a mi palabra sí
E: No sé... Todavía no he visto el sitio, pero creo que si me caso contigo me gustaría
que fuera en un sitio al aire libre... en la playa, por ejemplo
M: ¿En la playa?
E: ¿Por que no?
M: Bueno, pensándolo bien... quedaría chulo..
Empezaba a caer cada vez más humedad y Esther se restregaba los brazos
M: Anda vámonos, que ya esta empezando a hacer frío
La noche transcurría apacible y tranquila. Dormían cómodamente en el hotel y nada
alteraba la paz de sus sueños hasta que Esther se incorporo un poco sobresaltada. Miró
alrededor en la oscuridad y se situaba después del sueño tan real que había tenido. Se
giró y vio a Maca dormida, levantó la sabana y la miró de arriba abajo. Se sintió
aliviada y estúpida al mismo tiempo por dejarse llevar por sus sueño hasta el punto de
hacer esto y volvió a cerrar los ojos, esta vez abrazándola
Al día siguiente caminaron hasta Plaza Nueva, donde hicieron un alto para desayunar, y
subieron hasta el Carmen
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
247
Nada más entrar se detuvieron a ver la vista de la ciudad desde la altura y siguieron
hasta la parte del edificio
E: ¿Aquí es donde se casa la gente?
M: Sí, pero vamos a subir, que quiero ver los patos. ¡Anda! (se llevó la mano a la
cabeza)
E: ¿Qué pasó?
M: Nada, que ya me dejé el pan para echarles... Lo tenía preparado en una bolsa y no lo
he cogido... Que desastre
E: Cualquier día te dejas la cabeza...
Se entretuvieron con unos pavos reales que se encontraron nada más subir la escalera y
finalmente llegaron a la parte del estanque y Esther sacó de la mochila una bolsa y se la
pasó a Maca
E: Toma anda, que harías sin mí...
M: ¿La has cogido?
E: Claro, que me hace ilusión hacerte una foto dando de comer a los patos. Ponte en el
puente..
M: Vale
E: ¿Se puede subir hasta ahí arriba? (le pregunto señalando al torreón que había en
medio del lago)
M: Sí, claro. Ven, sube conmigo...
E: No, no. Ponte por la parte de enfrente que te voy a hacer fotos
Mientras Esther subía Maca dio la vuelta al patio y se puso a echarles pan a los patos
desde donde Esther pudiera verla y hacerle fotos. Cuando menos se lo esperaba se le
acercó por detrás un niño y se quedó mirándola
M: ¡Hola! ¿Te gustan los patos?
El niño asintió sin atreverse a hablar y miró hacia atrás donde estaba su padre, que le
sonreía y le pedía que dejara en paz a la chica
M: ¿Sí? ¿Y no les das de comer?
Padre: Íbamos a traer pan, pero nos lo hemos dejado
M: Ya, suele pasar. ¿Cómo te llamas?
Padre: Se llama Julio, es que es muy tímido
M: Hola Julio, ¿tu quieres que yo te preste pan para los patitos?
El niño asintió contento y Maca compartió el pan con él y estuvo un rato ayudando al
pequeño a dárselo a los animales mientras charlaba con el padre. Cuando el padre y el
niño se iban Esther se dio cuenta de que se había quedado embobada contemplándolo
todo y no había sacado ninguna foto al final. La fotografió deprisa y bajó con ella.
Caminaron al jardín que había al lado del estanque y estuvieron mirando las plantas
medicinales que había sembradas, pasaron de la mano por el camino de margaritas
diminutas que llevaba al rosal, sitio que claramente invitaba a darse un beso, y después
de dárselo se sentaron en un banco disfrutando del sol, que calentaba sin llegar a quemar
E: Oye, que simpático el crío...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
248
M: Sí. Menos mal que te has traído el pan, porque si no Julio también se hubiera
quedado con las ganas de dar de comer a los patos
E: La verdad que estabas adorable con el
M: ¿Sabes? La primera vez que vine aquí me emborrache
E: ¡¡¿Sí?!!
M: Bueno, no borracha borracha... pero contentilla. Había un montón de madroños en
los árboles, como esos de ahí, ¿ves? Bueno, hoy no hay muchos, pero aquel día estaban
los árboles llenos. Empezamos a comer uno detrás de otro y no sabíamos que tenían ese
efecto y la verdad que cogimos el puntillo. Recuerdo que a la bajada lo pase fatal; todo
me daba vueltas y tenia un dolor de cabeza...
E: Si que te han pasado cosas en este sitio...
M: Sí, además cada vez que vengo pasa algo especial
E: Bueno, hoy todavía no ha pasado nada...
M: Estás conmigo. ¿Te parece poco?
La enfermera sonrió y bajó la cabeza un momento
E: Bueno, todavía estamos a tiempo de que pase algo especial
M: Ya te he dicho que para mí con que estés tú...
E: Bueno, pero siempre puede pasar algo que no te esperes. ¿No me dices siempre que
te encanta que te sorprenda?
M: Me encanta. Bueno, vamos a ver una fuente que hay al otro lado del estanque..
E: No, no. Quédate sentada un momento, que te voy a decir una cosa
M: Dímela mientras andamos...
E: Que no, para un poco... ¿no ves que estoy intentando decirte algo y no me dejas?
M: ¿Yo?
E: Sí, que no callas, y encima esos nervios... Estate quieta un segundo y escúchame
M: Vale ya paro...
E: (le agarró la mano y la miró a los ojos muy seria¿ Tengo una propuesta que hacerte...
Lección 20: EL AMOR TODO LO PUEDE
E: ¿Tú eres feliz?
M: Mucho. ¿Por que me lo preguntas? ¿Tú no lo eres?
E: Sí claro, pero no sé... desde que vivimos juntas hay algo que se ha quedado como en
el aire. Creo que las dos le estamos dando vueltas a algo; porque yo lo pienso, y a juzgar
por la de veces que me sacas el tema creo que tú también
Se hizo un silencio y Maca pensaba en pedirle que fuera al grano de una vez, pero
controló sus nervios y respetó la pausa que Esther se había tomado para pensar en como
decir las cosas
E: ¿Tú crees que estamos preparadas para tener un hijo?
M: Que susto me has dado... (suspiró aliviada) ya pensaba que me ibas a pedir
matrimonio...
E: No mujer (reía) No sé a ti, pero a mi de momento no me apetece. Ahora mismo lo
veo como una pantomima, aunque a lo mejor más adelante cambio de opinión. Ahora
mismo lo que me apetece es un cambio de verdad, no algo tan descafeinado...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
249
M: Ya, a mí también me apetece un poco ridículo... Total, se puede decir que el papel
donde pone que queremos pasar nuestra vida juntas ya lo firmamos cuando nos fuimos a
vivir juntas...
E: Sí, es absurdo... bueno, pero deja de hablar de eso y contéstame. ¿Crees que estamos
preparadas o no?
M: Bueno, yo no sé como te sientes tú, pero si puedo hablar por mí. La semana pasada
cuando estábamos buscando el regalo para el niño de Ade y salió el tema dijiste algo así
como te morías de ganas pero que había que esperar y hacer las cosas bien y me dieron
ganas de preguntarte a que querías esperar o cuanto, y sobre todo si pensabas que si lo
hacíamos ya iba a salir mal, porque esa es la impresión que me dio
E: No, no pienses eso. Lo que dije lo dije en parte para ver tu reacción y en parte porque
tengo miedo... ahora mismo estamos en una situación en que lo que nos pase es de las
dos y solo nos afecta a nosotras, pero si decidimos tener un hijo hay que aparcarlo todo
y pensar en él antes que nada
M: Eso por supuesto, pero no entiendo lo que me quieres decir... ¿a qué tienes miedo?
¿A que nuestra relación no sea lo bastante fuerte?
E: Tengo miedo a todo, pero sobre todo a como vayamos a desenvolvernos como
madres. Bueno, no por ti, porque yo se que vas a ser una madre estupenda, pero yo no
me imagino a mi misma como madre. Es algo que me cuesta visualizar
M: Pues a mí me pasa al revés. Cuando lo pienso a ti si que te veo muy metida en el
papel de madre, pero a mi me cuesta verme con un niño, y eso que paso el día rodeada
de niños en el hospital... Pero espera, ¿me estás diciendo que quieres que sea ahora?
¿Estás segura? El otro día estabas tan convencida de que había que esperar..
E: Pero luego lo he estado pensando y me ha surgido la misma pregunta que a ti:
¿esperar a que? Yo si tengo mis pequeñas dudas de si podré con ello, pero creo que
siempre las voy a tener. El miedo a no saber estar a la altura como madre no se me va a
pasar porque esperemos dos o tres años, eso lo sé. Aunque nos podamos imaginar y
hacernos una idea de cómo sería nuestra vida con un hijo es algo que no vamos a saber
hasta que lo tengamos. Esta noche he soñado con eso
M: ¿Y que has soñado?
E: Pues... tú estabas embarazada y teníamos un niño de dos años más o menos.
Estábamos en la cama durmiendo con el niño entre las dos, entonces me despertaba.
Teníamos cogidas las manos los tres. Quite mi mano con cuidado y fui a ponerla en tu
tripa, y justo cuando empezabas a abrir los ojos me desperté. Era tan real... Hasta he
tenido que mirar debajo de la sabana para asegurarme de que no tenías barriguita y no
había ningún niño entre las dos. Llevo todo el día pensando en lo mismo... Y luego con
lo de ese niño que estaba contigo dando de comer a los patos se me han pasado un
montón de imágenes por la cabeza. Te estaba mirando imaginando que el niño era
nuestro, y la verdad he deseado mucho que fuera así...
M: Mira, te voy a decir las cosas claramente. Si por mí fuera nos tirábamos a la piscina
ya, y si no te lo he pedido es porque entiendo perfectamente que quieras esperar. Yo no
quiero que sea una decisión que tomes por un arrebato o porque has tenido un sueño,
quiero que seas objetiva y no veas solo la parte bonita del asunto. Ahora estamos las dos
muy felices, disfrutando juntas, viajando y haciendo lo que nos da la gana, pero si
tenemos un hijo todo eso va a tener que cambiar; aunque también vamos a disfrutar de
muchas cosas de las que no podemos disfrutar ahora...
E: Claro. Yo soy consciente de que todo pasaría a un segundo plano y de que vamos a
tener que sacrificar muchas cosas, al menos durante una temporada; pero también creo
que vamos a ganar muchas cosas y que poder compartir algo tan grande contigo lo
compensa todo. Además, no podemos estar esperando eternamente a que sea un buen
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
250
momento, porque si nos ponemos así... nunca va a ser un buen momento para tener un
hijo...
M: Ya, pero eso no es todo... De verdad, no quiero que pienses que no quiero dar este
paso contigo, pero quiero seas plenamente consciente... No solo vamos a tener todas las
complicaciones que tiene una pareja cualquiera cuando tiene un hijo; vamos a tener más
problemas, empezando por la decisión de cómo y quien lo tiene... Y luego están los
prejuicios de la gente...
E: Ya he estado pensando en todo eso. No creas que me lo imagino todo bonito y como
si solo estuviéramos en el mundo nostras dos; Sé que no podemos tener al niño en una
burbuja y que nos vamos a tener que enfrentar a muchas cosas... Es una decisión
madura, no algo que he pensado a la ligera, créeme
M: No sé cariño... (la risa le salía ya a borbotones después de haber aguantado un buen
rato lo feliz que le hacía la proposición de Esther y comprobar lo segura que parecía
estar) Yo ya te he dicho lo que pienso, a mí me encanta la idea. No quiero que pienses
que intento disuadirte, solo es que no quiero que te precipites, quiero que estemos las
dos muy seguras de lo que hacemos
E: Mira, yo siento que es el momento, no me preguntes por que pero lo siento así
M: ¿De verdad? (apenas reunía fuerzas para dejar de reír y articular palabra. Hablaba
muy cerca de ella, casi rozando su boca con el calor de su voz) De todas formas como
esto es un proceso lento y hay que tomar un montón de decisiones puedes seguir
pensando en ello y si te arrepientes y quieres dejarlo para más adelante te prometo que
lo comprenderé. Quiero que seas libre para cambiar de opinión, ¿vale?
E: Nunca he sido tan libre como lo soy desde que estoy contigo...
Terminaron de vencer los pocos centímetros que separaban sus caras; se quedaron unos
segundos pegadas nariz con nariz con los ojos cerrados, acariciándose mutuamente el
pelo, y se dieron un beso largo y lleno de ternura antes de abrazarse. Fue en abrazo
fuerte que les hizo sentir seguras de la decisión que acababan de tomar y supieron que
siempre recordarían ese momento tan decisivo y que las vincularía a ese lugar tan
especial para siempre. En ese momento cerraban el pacto de un compromiso mucho
mayor del que tenían hasta ahora, y el abrazo que terminaban era el principio de una
nueva vida para las dos
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Los meses pasaban mucho más rápido desde ese momento crucial en que sus vidas
comenzaron a cambiar y a convertirse en un desafío todavía mayor para sus
sentimientos. No era fácil estar a la altura de las decisiones que habían tomado desde
entonces pero contaban con el aliciente de poder ver crecer cada día lo que estaban
construyendo juntas y sobre todo con el impulso enorme de todo lo que sentían la una
por la otra, que cada día parecía fortalecerse más hasta el punto de saber pisar todos los
obstáculos
Esther llegaba acelerada y un poco enfadada a recepción. Llevaba rato llamando al
móvil de Maca sin resultados
E: Hola Teresa. ¿Sabes donde está Maca?
T: Pues en su turno, ¿donde va a estar?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
251
E: Eso me lo imagino, ¿pero donde está exactamente? que tengo que leerle la cartilla...
Por su culpa nos hemos tenido que venir separadas
T: ¿Pero tú no empezabas a las once hoy? Vas bien de tiempo...
E: Ya, pero anoche quedamos en venirnos juntas y esta mañana me ha dejado una nota
y se ha ido sin despertarme
T: Mujer, te habrá visto dormida y le habrá dado pena...
E: Ya, pero eso no es lo que habíamos acordado. Además, se ha traído el coche,
sabiendo perfectamente la poca gracia que me hace que conduzca en su estado. Ella
misma reconoce que no va cómoda y aun así se empeña en coger el coche... ¡será
cabezota!
T: Está en la sala de curas, pero no le eches mucha bronca, ¿eh?
Quedaban veinte minutos para que empezara su turno, así que se permitió el lujo de
esperar junto a la puerta de la sala de curas hasta que Maca acabara con la paciente que
estaba atendiendo. La miraba a través del cristal sin que ella se diera cuenta de que
estaba allí hasta que la madre y la niña que estaba tratando salieron. Se había quedado
tan embobada mirándola trabajar que casi no le quedaban ganas de regañarla
M: ¡Hola! ¿Qué haces aquí tan pronto? Aun te queda... (se levantó inmediatamente y se
puso más cerca de ella acariciándole el brazo)
E: Te parece bonito, ¿no? ¿No habíamos quedado en que nos veníamos juntas?
M: ¿Y que ibas a hacer dos horas aquí sentada?
E: Me hubiera ido a dar una vuelta por aquí cerca o algo..
M: Anda no seas tonta... si estabas cansadísima; con la mala noche que hemos pasado...
Ni siquiera te despertaste cuando sonó el despertador. Por eso te lo puse a las 10, te
daba tiempo de sobra y dormías dos horitas mas
E: ¿Y has ido tu sola a llevar a Pablo?
M: Pues claro. Si no pasa nada..
E: Sí que pasa. Y encima en coche... Maca, hasta tu misma reconoces que con la barriga
no manejas el volante con comodidad
M: Hombre, voy un poco apretada pero voy bien
E: No me vuelvas a hacer esto ¿eh? Mira que irte sola sin necesidad... para que te pase
cualquier cosa..
M: Pero ¿qué me iba a pasar? Además, no iba sola; iba con el niño
E: Vaya ayuda..
M: No seas paranoica ¿eh? Y ya está bien de monserga, que no eres mi madre. Te pasas
el día riñéndome
E: Bueno, tú también me reñías a mí; ahora te aguantas
M: Pero yo te reñía porque no parabas quieta y me tenías de los nervios
E: ¿Y tú a mi no?
M: No me has dado ni un beso... Abandonada me tienes embarazada y todo como
estoy... ni los buenos días nos has dado. La niña nos va a salir estresada con tanta
bronca que me echas, que lo sepas
E: (empezó a reír y sus ganas de seguir discutiendo el tema se desinflaron por completo.
Le dio unos cuantos besos cortos agarrándola por la barbilla, la abrazó con suavidad y
dejó las manos apoyadas en su tripa) Buenos días. ¿Qué tal lleváis la mañana?
M: Muy bien, llena de novedades. Con tanto hablar no me has dejado decirte, pero me
ha llamado Ángela, mi amiga esta de Jerez que lleva tantos años en Alemania
trabajando..
E: ¿Y eso?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
252
M: Está en Madrid hasta pasado mañana para unas reuniones. Le he preguntado si esta
vez iba a poder quedar conmigo y me ha dicho que sí, que esta tarde me tiene un hueco
en su agenda. Entre una cosa y otra hace más de cuatro años que no nos vemos, con la
cosa de que las dos aparecemos poco por Jerez..
E: Mira por donde la voy a conocer... ¿Has quedado con ella en casa?
M: Sí. Le he dicho si quería quedarse, pero ya tiene hotel. Además, ella viene a trabajar
sin parar y nuestra casa es muy ruidosa, no se concentraría..
E: Bueno, y Pablo ¿cómo estaba? ¿Más tranquilo?
M: La verdad es que no. ¿Puedes creer que lo he dejado en la guardería llorando?
E: Venga ya..
M: Como los primeros días, igual. No sé que le pasa desde ayer que está tan
intranquilo... Espero que no se esté poniendo malito
E: Es normal que esté mimoso con lo del embarazo, solo espero que cuando nazca
Marina no le dé por ponerse celoso
M: Ah... ahora que lo dices ya sé por que puede ser... porque ayer cuando vino tu madre
estuvo muy concentrada mirando todo lo que habíamos comprado para Marina y quizás
le presto menos atención que otras veces... Y entre eso y que yo con este barrigón
últimamente juego menos con él...
E: Me da mucha pena por él, pero se tendrá que acostumbrar... en unos meses ya no va
a ser el solo el que acapare todas las atenciones
M: Bueno, poco a poco... ¿Nos tomamos un café ahora que tenemos tiempo?
E: ¿Café? (fruncía el ceño)
M: Bueno... zumo. Esto es insufrible, me tienes quitados todos los vicios...
E: Ah ¿sí? Yo creía que te permitía el más grande...
M: Bueno, solo te faltaría quitarme mi mayor adicción... Si tuviera que estar nueve
meses sin tocarte... Pero total, tampoco me dejas hacer gran cosa...
E: Tan agobiante no soy ¿no?
M: ¿Qué no? A partir de ahora cada vez que te pongas pesada te lo voy a decir
claramente, para que lo sepas. Menos mal que hoy tienes turno partido y me puedo ir
por la tarde al parque a jugar con mi niño (bromeaba)
E: Oye, a las dos cuando salgas me vas a esperar para ir a por él ¿o también te vas a ir
sin decirme nada?
M: Me lo pensaré; a lo mejor me escapo otra vez
E: Pues tengo que decirte una cosa importante... y pensaba hacerlo cuando comamos
M: Ah ¿sí? Bueno, como ahora me muero de la curiosidad, si me prometes que no me
vas a dar la vara te dejo comer con nosotros
E: Jeje. Tu sigue aprovechándote de que estas embarazada y no puedo pelearme contigo
a gusto, que ya verás cuando nazca la niña... Te voy a dar todos los capones de estos
meses juntos
Salieron de la sala y después de tomar algo en la cafetería pasaron la mañana cada una
en sus asuntos, sin verse hasta la hora a la que habían quedado
Siempre era imposible aparcar por la zona de la guardería y Maca tuvo que bajarse a por
Pablo mientras Esther intentaba buscar aparcamiento. Cuando por fin volvía vio a Maca
venir con el niño en brazos, que había puesto las piernas cada una a un lado de la
barriga de Maca, y se dio prisa para llegar hasta ellos
E: ¿Otra vez igual? Yo seré pesada, pero es porque tú no me haces caso... (Le quitó al
niño de los brazos y lo saludó sonriéndole y con un beso) Hola mi amor
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
253
M: Es que no entiendo por que me lo tienes que quitar siempre... (le echaba los brazos
para intentar volverlo a coger)
Pablo: Quiero ir con mama (decía con ternura mirándola)
E: Cariño, es que mama no puede llevar peso, ¿no ves que ya lleva la barriguita? Mama
lleva a la niña y yo te llevo a ti, ¿vale?
Pablo: Bueno..
E: ¿Como estás hijo? ¿Te duele la tripita?
Pablo: Un poquito (señalaba con el dedo mientras Esther lo soltaba en el suelo y las dos
le daban la mano)
M: Ya le he preguntado a la profesora y me ha dicho que ha echado la mañana muy
bien. No ha llorado ni nada... La que está por echarse a llorar soy yo... Ya no me dejas
ni coger a mi hijo..
E: Es que no debes cargar...
M: Que sepas que el mes que viene cuando bajemos a la playa me pienso poner en
bikini
E: ¿Y todo el solazo en la barriga? Bueno, pero eso será con pantalla total
M: Me dijiste que te lo dijera claramente ¿no? ¡Pues estás insoportable! Como sigas así
me voy a enfadar contigo...
E: ¿Por que? ¿Porque no quiero que le vaya a pasar algo a la niña con los rayos UVA?
El sol es muy peligroso, ¿eh?
M: Sí, ya veo que solo te importa el peligro del sol y no el de que me ligue a otra por
ahí... Con lo guapas que estamos las embarazadas en bikini deberías fomentar que me
pusiera el bañador anti-morbo ese...
E: Tú no estás anti morbo nunca, te pongas lo que te pongas... O sea, que tengo que
resignarme a vivir preocupada siempre, y más ahora con lo sexy que estás con
barriguita..
M: ¿Y viéndome lo coladita que estoy sigues preocupada?
E: Eso siempre. Yo siempre estoy vigilante. Tengo que proteger lo que es mío...
M: Así que me consideras tuya... ¿Tú que te crees que es esto? ¿Un matrimonio?
E: Bueno, más o menos ¿no?
M: No, no, no... Eso ya lo hablamos en su momento. Era una payasada y ninguna de las
dos quería hacerlo...
Esther se quedó callada unos segundos mirando al niño y pensando en lo que Maca
acababa de decir. Hacía días que quería decirle algo a Maca , pero esta frase suya le
había hecho replanteárselo todo y ya no estaba segura de que fuera una buena idea
E: Estaba tomándote el pelo... Hablaba de Marina. Si te enamoras de otra corro el riesgo
de que escapes con barriga y todo, y mi niña es mía..
M: ¡Y mía! (respondió indignada) ¿No has podido dejar el coche más lejos? Para esto
ya hubiéramos ido andando a casa...
E: Que quejica eres... Está allí enfrente. Venga, vamos
Comieron los tres juntos y al terminar jugaban con el niño a hacer aviones de papel con
las servilletas y lanzarlos lo más lejos posible, hasta que a Esther le dio por mirar hacia
atrás y ver como había quedado la cocina
E: Uffff, que cantidad de cacharros hemos ensuciado hoy cocinando. Solo de pensar en
todo lo que tengo que fregar...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Uy, que siesta me voy a echar... (se levantaba)
E: ¡Que cara tienes! Para algunas cosas bien que te gusta estar embarazada
M: Mujer, me quejo de lo malo y me aprovecho de lo bueno, normal ¿no?
E: Venga, acostaros un ratito que ya termino yo (le dio un beso al niño y se fue a la
cocina)
M: Vámonos Pablo (le extendía la mano) Coge el cuento
Al poco de empezar a Esther le pico la curiosidad y se asomó a la habitación a ver que
hacían, porque le encantaba mirarlos de imprevisto, y los encontró tumbados en la cama
jugando con uno de los aviones de papel mientras Maca leía en voz alta el cuento. Los
observó un poco hasta que Maca la pilló y se echó a reír; entonces corrió a la cocina y
no volvió al cuarto hasta que acabó
Desde la puerta vio que se habían quedado dormidos, los dos de perfil, cogidos de la
mano y se tumbó cerca de ellos en una esquina de la cama. Aquel era el momento que
más le gustaba del día, cuando podía dedicarse a contemplarlos un rato y dormirse
tranquilamente muy cerquita de los dos. El niño nunca quería dormir la siesta solo y por
eso se habían acostumbrado a acostarse los tres juntos un rato después de comer
Pero su tiempo libre para el almuerzo era corto y el despertador sonó sin que apenas le
hubiera dado tiempo a descansar. El móvil le vibró en el bolsillo de la falda y a pesar de
que apenas hizo ruido Maca se despertó
M: ¿Ya te tienes que ir cariño?
E: Sí. Pero tú sigue durmiendo
Susurraba resignada sin ganas de levantarse mientras acariciaba el pelo de Pablo, que si
había cogido un sueño más profundo. Se sonrieron y Maca volvió a cerrar los ojos
mientras Esther se ponía de pie y volvía a ponerse los zapatos. Maca recordó entonces
lo que Esther le había dicho por la mañana y empezaron a hablar en voz baja
M: Oye, ¿qué me tenias que decir? Que me lo ibas a contar comiendo y te has
escaqueado mil...
E: Deja, ya te lo digo otro día
M: ¿No decías que era importante?
E: Sí, pero voy a llegar tarde
M: ¿Por que? ¿Tan largo es de contar?
E: No, la verdad no. Pero que más da... total, es una tontería..
M: (al ver su expresión apoyó el codo en la almohada y dejó caer la cara sobre la mano)
Con esa cara tan triste que has puesto no creo que sea ninguna tontería. Cuéntame anda..
E: No, no. Si que tenía algo que decirte, pero déjalo; luego
M: Que no, que me lo digas (se sentó en la cama y dio unos golpes para pedirle a Esther
que se sentara a su lado)
E: Bueno, que hoy cuando has dicho que lo de casarnos ya lo hablamos me ha dolido un
poco que dijeras que era una payasada. Creo que aunque te apetezca más o menos no
deja de ser algo importante, en el sentido de que es algo que harías conmigo, y al menos
para mi cualquier cosa que hago contigo es importante
M: Para mí también... ¿qué estás insinuando? Yo he dicho payasada por decir algo; lo
que quería decir es que en su día no le dimos importancia y por eso no lo hicimos
E: Ya. ¿Y en estos tres años no has cambiado de opinión?
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M: ¿Por que? ¿Tú sí?
E: Bueno, lo he estado pensando últimamente... Son paranoias mías, déjalo (se
levantaba de nuevo)
M: No, no, no... ¿Como lo voy a dejar? No te vayas; cuéntame por favor
E: Pues sí, he cambiado de opinión (confesó tras resistirse unos segundos). No sé si me
ha influido ser madre o yo que sé, pero ahora veo el tema de otra manera
M: Así que quieres casarte ¿eh? (reía)
E: ¡No te rías de mí! (le pegó con un cojín)
M: Sssshhh. Que lo despiertas... No me río de ti cariño, solo es que me ha sorprendido.
¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?
E: Mira, todo empezó el mes pasado cuando quede con Tania para tomar un café, ¿te
acuerdas?
M: La chica esta que es abogada, ¿no? Sí, sí, lo recuerdo
E: Pues estuvo preguntándome por Pablo y por como nos iba con el embarazo y esas
cosas. Le estuve contando y no me acuerdo de cómo salto el tema, pero hablando de
esto de los hijos me habló de un caso que tenía entre manos. Era un hombre que se
había separado de su mujer sin que nunca se hubieran llegado a casar, y resulta que
llevaban cuatro años juntos y él le había cogido mucho cariño a los hijos de ella, y
después de dejarla quería seguirlos viendo. Me comentó que iba a ser difícil que lo
consiguiera, más que nada porque no estaban casados, y a ojos de la ley no se
consideraba que el fuera el padre adoptivo de los niños... Y a partir de ahí empecé a
darle vueltas al tema
M: Esther... ¿tú piensas que si nosotras nos separáramos yo intentaría ponerte
problemas para ver a tus hijos? (pregunto muy ofendida)
E: No. ¿Cómo voy a pensar eso?
M: Pues es lo que me das a entender... Vamos, el caso de ese señor no tiene nada que
ver con el nuestro porque Pablo está registrado como hijo de las dos... pero si se te ha
pasado por la cabeza a raíz de eso será porque tienes miedo... Y sí, la vida da muchas
vueltas y no te puedo jurar que vayamos a estar juntas siempre, por mucho que sea lo
que quiero y lo que creo que pasará, pero si algún día rompiéramos tengo muy claro que
arreglaríamos las cosas para que las dos pudiéramos pasar tiempo con los niños
E: Que no, de verdad, que no es eso (empezaba a alterarse) No quiero que pienses que
es por eso. Si es que hasta me cuesta trabajo ponerme en el supuesto de que nos
separáramos; no me gusta... En serio, deja ya de hablar de eso
M: Hay que ser realistas. Si lo has pensado por algo será...
E: Hombre, yo tengo miedo, pero en general de cualquier cosa que signifique perder a
la gente que quiero. Cualquier cosa que se pase con la cabeza relacionada con perderte
me da miedo... Y bueno, en parte la idea de casarnos si empezó por eso... No sé por que,
pero estos últimos días me ha dado la manía de pensar en la situación de otras parejas
que están casadas y la nuestra y me he dado cuenta de que a ojos de la ley no tengo nada
mío
M: ¿Por que dices eso? A nosotros nos tienes, independientemente de que haya o no
haya un papel firmado que lo diga...
E: Ya lo sé mi amor. Y no me quiero poner trágica, pero las cosas pasan y a mí me
puede atropellar un coche mañana mismo, y en ese supuesto yo no querría que tuvieras
ningún problema ni que hubiera ninguna duda de que todo lo mío es para ti,
¿comprendes?
M: Esther, hay que ver como te has comido la cabeza y yo sin enterarme...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
256
E: Jope, ¿qué quieres? Yo no mando sobre mi cabeza... Creo que casarnos es una
manera de agilizar muchas cosas y evitar posibles problemas en el futuro. Y bueno,
además reconozco que en el fondo me hace ilusión...
M: (se quedó mirándola ya más contenta y le sonrió mientras se ponía más cerca de
ella, abriendo las piernas y colocándolas alrededor de su cuerpo para aprisionarla con
ellas) Ah ¿sí?
E: Sí. No sé, antes no lo veía cuando trataba de imaginarlo, pero ahora no paro de
pensar en ello. Lo visualizo...
M: ¿Y como te lo imaginas?
E: Pues en la playa...
M: ¿En la playa Esther? (pregunto con fingida desgana)
E: Ya te lo dije, para mí lo de los juzgados es demasiado pijo, me asusta tanta
formalidad. A mí me gustaría algo muy entre nosotras, muy privado
Maca reía y movía la cabeza de lado a lado sin saber que decir, hasta que fijó la vista en
el niño y se quedo mirándolo un poco mas seria
M: Bueno, ¿y cuando sería?
E: ¿El mes que viene? Ya que nos dan las vacaciones y vamos a ver a tu familia
podemos aprovechar que tenemos la playita al lado. ¿Qué me dices?
M: ¿Ya tengo que contestar? ¿Entonces esto es una proposición seria de matrimonio?
E: ¿Qué pasa? ¿No te quieres casar?
M: Yo sí. A mí la idea me gustó desde siempre, lo que pasa es que como a ti no te atraía
se me quitaron las ganas
E: ¿Tú hubieras querido casarte antes? ¿Y por que no me lo dijiste claramente?
M: Que no tonta, no es que quisiera...
E: A mí me hubiera dado igual; no era mi prioridad entonces, pero si para ti era
importante lo hubiera hecho sin dudar
M: Que no, si a mí tampoco es que fuera algo que me quitaba el sueño; era otro el paso
que quería dar contigo. Casarnos hubiera estado bien si las dos hubiéramos estado
convencidas de ello, y ninguna lo estaba del todo
E: ¿Y ahora que tal lo ves?
M: ¿En serio me vas a hacer casarme con este tripón?
E: Bueno... con este no, con el que tendrás dentro de un mes
M: Peor me lo pones... ¿cómo me voy a casar embarazada de siete meses? ¿Por que no
esperamos?
E: Porque en invierno vamos a pasar mucho frío en la playa. Además, me atrae la idea:
una boda hippie del todo, en la playa y tu embarazada
M: ¿Y descalzas?
E: Por supuesto... ¿qué me contestas?
M: Te contesto que... si tú estás dispuesta a sacrificarte a ir descalza con lo que te
gustan los tacones yo sacrifico lo de estar guapa. Y sí, nos casamos...
E: ¿Por que dices sacrificar lo de estar guapa?
M: Porque me quieres hacer ir con esta barriga...
E: Pero si estás guapísima...
M: Sí, no veas...
E: Yo nunca te había visto tan guapa como ahora... ahora me encantas por fuera, pero
sobre todo por lo que llevas dentro
M: Ah, ¿y antes solo te gustaba por fuera?
E: Uy... yo sola me dejo al descubierto (bromeaba) Bueno, ¿estás segura?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
257
M: ¿De que te quiero? Totalmente
E: No, de lo de casarnos
M: Yo estoy segura de cualquier cosa que haga cogida de tu mano..
Se abrazaron fuerte y se quedaron unos segundos mirándose entre risas antes de besarse;
solo un beso, no demasiado largo, pero intenso. Al separarse Esther se tumbó nerviosa
al lado del niño
E: ¿Y si lo despertamos y le contamos?
M: ¿Qué dices? ¡Ni hablar! Con la de avioncitos que me ha costado que se duerma... se
lo decimos, pero a la tarde cuando vuelvas, ¿vale?
E: ¡Ay! ¡Pero si me tengo que ir! Llego tarde seguro..
Se levantó y empezó a preparar el bolso a toda prisa, pero Maca se levantó también y la
abrazó por detrás, entrelazando los brazos alrededor de su cuerpo a la altura de la
cintura, hundió la cabeza en su cuello y empezó a succionarlo y besarlo lentamente.
Esther reía y sin apenas poder resistirse le pedía que parara
E: Así no llego..
M: Espera un momento. Ven
Se volvieron a sentar y Maca se quitó su anillo favorito, uno que le regalaron en casa al
cumplir la mayoría de edad y se lo puso a Esther; luego le quito a ella el anillo que le
había regalado en el primer cumpleaños que pasaron juntas para ponérselo,
encajándoselo de milagro en el dedo anular
M: Que me pides matrimonio y ni anillo me das..
E: Ya sabes que no tengo remedio
M: Ay, ay... menos mal que aun me queda un poco de tiempo para pensármelo bien...
E: Sí ¿verdad? (se hacía la ofendida simulando cara de enfado, hasta que le arrancó una
sonrisa enorme a Maca y se abalanzó sobre ella haciéndole cosquillas, hasta que las
risas de las dos empezaron a mezclarse y confundirse y comenzaron sin darse cuenta a
besarse con pasión una y otra vez, hasta que Maca se fue apartando lo menos
bruscamente que pudo)
M: Venga corre, que llegas tardísimo
E: Jooo. Tener que irme en un momento así... ¿Y si llamas y dices que me he muerto?
M: ¡Largo!
E: Me voy a quitar el anillo ¿vale? Que me baila un poco..
M: Sí, ya mandamos a que te lo pongan más pequeño
E: Dame otro besito anda..
Se acercó a darle el último beso, pero por mas que Esther abría la boca decidió dejarla
sin el placer de batallar con su lengua para que llegara aun con más ganas luego. Se
soltó de ella y se volvió a tumbar en la cama
M: Venga, a trabajar. Te llamo cuando estemos en el parque para darte envidia
E: Eres lo peor... (le sacaba la lengua antes de irse)
Mientras Esther no tenía más remedio que dar la cara en el hospital y trabajar cuatro
horas más, a pesar de que era lo que menos le apetecía después de haber estado en casa,
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
258
Maca, después de dormir un rato más recibió en casa la amiga con la que había
quedado. Escuchó todas las historias interesantes que tenía que contarle y ella empezó
también a hablarle de sus cosas. Aunque sabía de su vida por lo que le contaba por
mails y por teléfono, la puso al día detalladamente de todo y le presentó a Pablo cuando
se despertó. Ángela escuchaba con interés pero seguía mirándola con la misma cara de
incredulidad desde que entró, sobre todo desde que se trajo al niño al salón y se puso a
jugar con él en la alfombra mientras hablaban
Ángela: Te veo embarazada y con el niño y es que no me lo creo...
M: ¿Por?
Ángela: No sé... apenas hace cinco años no querías saber nada de estas cosas, la última
vez que nos vimos
M: Bueno, estaba todavía con un hombre por el que no sentía nada... Además, la gente
cambia ¿no?
Ángela: Yo creo que tu caso es demasiado cambio...
M: ¿Por que lo dices? Mujer, cualquiera que te escuche diría que yo era una
descerebrada antes...
Ángela: Me refiero a que hayas formado tu hogar con una mujer...
M: Que más da con quien sea, ¿no? Lo importante es que es un hogar, como tú has
dicho, y que he logrado construirlo con la persona que quiero
Ángela: Ya... cuando me contaste que ibas en serio con una mujer no pensé que fuera
tan en serio... La verdad, nunca imagine que fuerais a llegar tan lejos
M: ¿Tan lejos? Solo hemos hecho lo que hace cualquier pareja normal que se quiere...
(la conversación empezaba a sacarla de quicio)
Ángela: Si hubiera sido yo todo se hubiera quedado en una relación pasajera. Creo que
por muy enamorada que estuviera no habría sido capaz de enfrentarme al que dirán y a
tantas cosas...
M: ¿Y habrías renunciado a compartir la vida con la persona que amas?
Ángela: En el caso de que me hubiera enamorado de una mujer creo que me habría
podido el miedo. No sé... me pasaría el día pensando que algo así no puede ser...
M: Mira (habló tras una pausa sin poder creer escuchar algo así de una persona tan
abierta y moderna como su amiga) yo entiendo tu posición, pero no la comparto para
nada. Llevo mucho tiempo luchando contra lo que los demás quieren imponerme, y
merece la pena... Yo también he pasado por muchas dudas y me he repetido a mi misma
mil veces que esto no puede ser y que no iba a tener valor para sacarlo adelante. Pero si
te pones a pensarlo bien la vida son dos días... Estamos aquí para intentar ser felices y
no estoy dispuesta sacrificar mi felicidad por lo que piense ni la sociedad ni mi familia
ni quien sea... Yo vivo mis sueños, no tengo por que permitir que los demás me
impongan los suyos. Que cada uno haga con su vida lo que prefiera. Y bueno, mañana
nadie sabe... a lo mejor algún día se apaga la chispa entre Esther y yo, pero de momento
nos queremos y tengo claro que es la persona con quien quiero estar... Para serte
sincera, para vivir sin luchar por lo que quiero... para eso prefiero estar muerta
Ángela: Mujer, que radical...
M: No, radical no. Es simplemente luchar por lo que YO quiero para mí y no por lo que
quieren los demás
Ángela: Pero la gente que te rodea solo quiere lo mejor para ti...
M: Ah ¿sí? ¿Qué lleve una vida falsa y tenga que aparentar ser feliz en vez de serlo?
Perdona, pero dudo que eso fuera lo mejor para mi... Yo sé que he defraudado a más de
uno y que desde que vine a vivir a Madrid mi vida no está siendo como se lo esperaban,
pero no la cambio por nada
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
259
Ángela: Perdóname, no pretendía alterarte ni que te pusieras así... Me estás
malinterpretando; yo veo perfectamente lo que has hecho y te admiro por ello, solo he
dicho que yo no sería capaz de oponerme a todo y a todos por conseguir lo que quiero...
M: Lo dices como si fuera un capricho... cuando estamos hablando de defender mi
felicidad...
Ángela: Maca, es que en este caso tu felicidad se antepone a la de tus padres por
ejemplo... piénsalo, es una falta de respeto anteponer tu bienestar al suyo, que son las
personas que te lo han dado todo
M: Mira, me parece retrógrado lo que estás diciendo... Primero, yo soy una persona y
como cualquier otra tengo derecho a la felicidad, y esa tengo que labrármela yo, porque
nadie lo va a hacer por mí. Mis padres ya tuvieron su momento y lucharon por lo que
creyeron conveniente, y ahora es el mío. Además, no sé por que mi felicidad se tiene
oponer a la suya, porque si ellos me quieren por encima de todo, como quiero yo a mi
hijo, lo que debería hacerlos felices es verme feliz a mí, y saben que lo soy. Y no creo
que sea el caso, pero si mis padres creen que hubieran sido más felices viéndome casada
con un bodeguero ricachón, pero amargada y hecha una infeliz, es porque son unos
egoístas y ponen las convenciones sociales por encima de mí, que soy su hija. Se que al
principio les costó aceptarlo, pero tendrías que haberlos visto tan contentos el mes
pasado, que vinieron porque Pablo cumplía dos años... Lo único que les hacía falta era
tiempo para hacerse a la idea... Pero sigo diciendo lo mismo: aunque sean mis padres y
me lo hayan dado todo, como tú dices, si no aceptan algo así no es mi problema; es el
suyo. Llámame egoísta o lo que quieras
Ángela la miraba comprendiendo sus motivos, pero sin estar segura del todo sobre si
darle la razón en su planteamiento. Maca veía su expresión de duda y sentía que no
podía continuar con aquella conversación que crispaba sus nervios, ni seguir
manteniendo su morada acusadora y fulminante, y miró al niño, que jugaba, y que de
pronto se puso de pie y la abrazó, consiguiendo en un segundo disipar su mal humor y
la decepción de ese momento
Pablo: Mamá..
M: ¿Qué cariño? ¿Quieres ir al parque?
Pablo: (asentía)
M: ¿Sí? Oye Ángela, que lo voy a llevar al parque porque es un niño muy activo y toda
la tarde metido en casa se pone muy nervioso. ¿Nos acompañas a dar un paseo?
Ángela: No puedo, lo siento... Me encantaría (dijo amablemente acariciando al
pequeño) pero tengo una montaña de trabajo para mañana y no puedo entretenerme más
M: Como quieras...
Ángela: Ha sido un placer verte... (se puso de pie y la abrazó) Tienes un hijo
guapísimo...
M: Sí... (reía mirándolo y lo cogió en brazos) A mí también me ha alegrado verte
Ángela: Siento que el reencuentro haya sido así. No me lo tomes a mal, es solo la falta
de costumbre de tocar estos temas... pero que te quede claro que me alegro de que seas
feliz y que te admiro por haber sabido llegar hasta aquí (decía con sinceridad)
M: La vida personal también hay que trabajarla. ¿De que sirve dedicar todos los
esfuerzos al trabajo si luego no tienes a nadie que te dé un abrazo y te haga olvidarte de
todo? (miro al niño tiernamente a los ojos recordando el momento anterior)
Su amiga se dio totalmente por aludida por la frase y comprendió que había sido un
poco la intención de Maca meter el dedo en su yaga, después de todo el rato que ella
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
260
llevaba sacando peros a su vida y llegando a hacer que se sintiera mal por cosas por las
que no tenía por que sentirse culpable. Se dio cuenta del mal trago que le había hecho
pasar restregándole a la cara los que según ella eran los “puntos débiles” de esa
felicidad que ella misma se había ganado con esfuerzo
Ángela: Bueno, te dejo...
M: Adiós guapa. Mucha suerte con todo
Ángela: No, suerte a ti con el embarazo, y que seáis muy felices los tres... o mejor
dicho los cuatro
M: ¿Te veo en la boda?
Ángela: Claro. ¿Cómo me iba a perder algo así?
M: Entonces en mes y medio o así nos vemos; prontito... (la acompañaba ya hasta la
puerta) Cuídate
Ángela: Oye, que lo siento mucho. No quería... (se volvió desde la escalera)
M: Sshhh. Ya está olvidado. No te preocupes...
Ángela: Ciao
M: Hasta pronto, espero
~
Mientras tanto en el hospital Esther tomaba algo con Rusti en la cafetería y empezaba a
preocuparse por que Maca no la hubiera llamado aun
R: Esther... ¿Me estás escuchando? (pregunto en vista de que la enfermera no le
contestaba a lo que le decía)
E: Perdona Rusti, es que no paro de pensar en lo raro que es que Maca no me haya dado
señales de vida a estas alturas. Me dijo que me iba a llamar cuando fuera al parque con
el niño y mira la hora que es y nada...
R: Mujer, se le habrá pasado... Además, ¿qué importancia tiene eso? Si os vais a ver
dentro de un rato...
E: Ya, pero es que ella cuando me dice que me va a llamar no lo dice por decir. Ya he
intentado llamarla yo porque me estoy empezando a angustiar con que les haya pasado
algo, pero lo tiene apagado
R: Ay que ver lo achuchadas que sois... Si os pasáis la vida juntas, trabajáis juntas... y
para un ratito que os despegáis, os llamáis
E: Bueno, es que hoy justamente me apetecía hablar un poco con ella, porque nos
hemos despedido muy deprisa, y además hemos tomado una decisión importante...
R: ¿El que? Cuenta, cuenta...
E: Ay... quería esperar a Maca y que lo contáramos las dos, pero ya no puedo más, llevo
conteniéndome toda la tarde. Hemos decidido que... nos vamos a casar...
R: ¡Ala! ¡Felicidades! (se levantó y le dio un fuerte abrazo) ¿Y para cuando?
E: El mes que viene, en Cádiz
R: ¿Cómo que en Cádiz? (pregunto extrañado)
E: ¡Sí!
R: Pero ¿por que os vais tan lejos? Que parafernalia... (decía con desgana). No entiendo
por que la gente se va tan lejos para casarse...
E: (enfadada) Rusti, que no me voy al fin del mundo... no salgo de España
R: ¿Y no te parece un lío tremendo que todos los invitados se tengan que desplazar?
E: Bueno, todos, todos no... La familia de Maca es de allí, te lo recuerdo
R: Ya, pero el resto no. Mira, no sé, conmigo en principio no cuentes...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
261
E: Pero Rusti...
Una enfermera llegó entonces e interrumpió la conversación
Enfermera: Esther, Vilches te llama, te está esperando en el quirófano dos, que quiere
que lo asistas en un transplante
E: Vale, ahora mismo voy. Eres un antipático, que lo sepas... (le dijo a Rusti antes de
irse)
La operación con Vilches y Javier le llevó casi dos horas de tensión, y a la salida cuando
se levaban las manos y se relajaban decidió comentarles también la noticia
V: Esther, voy a encargarme yo personalmente de este caso, ¿eh? Cualquier cosa quiero
que se me avise a mí
E: Vale. Oye, quería aprovechar para contaros que... Joooo, que vergüenza... Bueno,
que Maca y yo nos vamos a casar el mes que viene, y que estáis invitados, por supuesto
J: ¡Que sorpresa!
V: ¿Os vais a casar? (con expresión de extrañeza)
E: Sí. ¿Por?
V: No sé... Me parece un poco atípico que os caséis ha estas alturas...
J: La verdad es que sí. Ya tenéis hijo y medio, como quien dice... ¿Para que os vais a
casar?
E: ¡Pero bueno! ¿Qué os pasa a todos con la boda? ¿Es que no le va a hacer ilusión a
nadie?
Se marchó enfadada y se fue a cambiarse para salir ya. Miró el móvil pero no tenía
ninguna llamada de Maca
Salía de urgencias cansada y con el ánimo un poco abatido; no esperaba encontrar esa
respuesta por parte de los compañeros con respecto a la boda y eso había conseguido
apagar un poco la brillantez de aquel día que había sido hasta ahora tan bonito. Pero de
repente, al cruzar por delante de recepción vio a Teresa y sonrió, pues había encontrado
al final alguien a quien de seguro la idea le iba a entusiasmar. Se acercó al mostrador y
nada más apoyarse Teresa dio la vuelta hasta llegar a ella y la abrazó apretándola hasta
el punto de hacerle daño
T: ¡Enhorabuena!
E: ¡Ah! ¿Ya lo sabes?
T: Me lo ha dicho Rusti
E: Encima de aguafiestas cotilla... yo que venía con toda la ilusión a contártelo... ¿Y
que? ¿A ti también te parece que nos vamos muy lejos y a que estas alturas para que nos
vamos a casar?
T: No, no... Yo estoy deseando ir de boda
E: Ya sabía yo que tú sí ibas a alegrarte por nosotras...
T: Claro que sí. Bueno y cuéntame... (comenzó a hablar rapidísimo, llegando a aturdir a
la enfermera con sus preguntas) ¿donde será el gran banquete? ¿Vais a contratar un
restaurante? Porque yo creo que sería buena idea celebrarlo en las bodegas Wilson... No
quiero meterme donde no me llaman, pero un catering es la mejor opción... Ay, estoy
deseando ver el ambiente de la familia de Maca... Todo lujo... Bueno, habrá que ir muy
elegante, ¿no? Lo mismo me encargo un vestido de diseño y...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
262
E: Eh, eh, Teresa... (la frenó confundida por su palabrería) Que no va a ser un
acontecimiento así grandilocuente como lo imaginas... No queremos nada rimbombante;
todo lo contrario, cuanto más intimo mejor. Solo nuestras familias, nuestros amigos y
nuestro hijo
T: Ya, ya... pero conociendo a la familia de Maca será una cosa finísima... ¡La boda del
año!
E: Verás... Nos vamos a casar en la playa (soltó sin mas temiendo su reacción)
T: ¿Cómo en la playa?
E: Pues eso, en la playa... A la orilla del mar, con el sol radiante y el sonido de las
olas... ¿No es precioso?
T: Es broma, ¿no? ¿Y teniendo todas las propiedades que tiene Maca como os vais a
casar en una playa? Que pueblerino, ¿no? Esther, ya que lo hacéis hacedlo bien... Un
poco de por favor, que uno no se casa todos los días...
E: ¿Tú también Teresa? Mira, que os den... Me habéis chafado el día entre todos. Y ésta
que no llama... (mirando el móvil de nuevo) ¡Yo me largo!
Llego al aparcamiento totalmente cabreada por la actitud de todos, y más aun por dejar
que eso le afectara lo más mínimo, y conforme se acercaba al coche se dio cuenta de
que Maca y el niño estaban sentados en el asiento de atrás sin parar de besarse en la
mejilla el uno al otro, jugando a ver quien daba el beso más fuerte. Sonrió al ver la
sorpresa que le esperaba y aceleró el paso...
Al verla llegar Maca bajó la ventanilla de su lado y se asomó
E: ¿Qué hacéis aquí?
M: Primero hola, ¿no? Pues sorprenderte. Íbamos a llamarte pero se me quedó el móvil
sin batería y como llevaba encima las otras llaves del coche le dije a Pablo: “vamos a
verla mejor”. ¿No te ha gustado?
E: Me ha encantado (le dio la mano a través del hueco de la ventanilla después de tirarle
un cariñoso beso al niño) Y lo que me encantaría ya del todo sería no haber traído el
coche y poder irnos andando
M: ¿Y eso? ¿Tú con ganas de hacer ejercicio? Me la han cambiado...
E: No, es que tengo ganas de pasear, despejarme...
M: ¿Qué pasa? ¿Has tenido un turno muy pesado?
E: Sí, ahora te cuento (dio por fin la vuelta al coche y se sentó en el asiento del
conductor dejando a Maca detrás con el pequeño) Bueno, y tú ¿qué tal con Ángela?
M: Bueno... Así, así... (dijo con cara de decepción)
E: ¿Y eso? Me imaginaba que ibais a pasar un rato muy agradable...
M: Arranca, ahora en casa te cuento
Ya en el piso prepararon algo ligero de cenar, jugaron un rato con el niño después de
bañarlo, hasta que se durmió. Al salir de su habitación Esther se fue directa a la cama,
esperando que Maca la siguiera, pero la pediatra se desvió al salón. La enfermera al
principio pensó que iría a buscar agua o algo así para llevárselo a la cama, pero ante su
tardanza se levantó y fue a mirar. La encontró efectivamente en el sofá, con la tele
puesta a bajo volumen, pero mirando para otro lado, sin hacerle caso
E: Mujer, si te apetecía quedarte un rato haberlo dicho... (se sentó a su lado y le puso la
mano en la pierna)
M: No es eso, es que estoy muy incomoda tirada en la cama con la barriga...
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E: Pues todavía te queda lo peor...
M: Ya... Solo tenía ganas de estar sentada un rato...
E: ¿Por que estas así? (le asombraba su cara de tristeza) ¿Tan raro ha sido volver a ver a
Ángela?
M: Bastante. Sí
E: ¿Y no me vas a contar?
M: Cuéntame tú por que tenías esa cara al salir del hospital
E: Bueno, es que te vas a enfadar conmigo... (se mordía el labio avergonzaba) Le he
contado a alguna gente del hospital lo de la boda...
M: Pero Esther... Mira que no esperarme...
E: Perdona cariño, es que no me he podido resistir... pero vamos, que no te has perdido
nada, no ha habido grandes jolgorios, ni caras radiantes de felicidad
M: ¿Qué dices?
E: Pues que a la gente no le entusiasma mucho el tema. Básicamente la respuesta de
todos ha sido que para que nos vamos a casar a estas alturas y que para que nos vamos
tan lejos
M: ¿Y tú que les has dicho?
E: Nada, no he sabido que decirles... la verdad, entre todos han conseguido bajarme de
la nube en que estaba. Con la ilusión que tenía... Menos mal que ha sido verte a ti y
recuperarla en seguida (sonrió, pero con una respuesta poco entusiasta de Maca, que le
dedicó una sonrisa bastante desganada) Bueno, te toca a ti. ¿Qué pasa? No te veo feliz y
contenta...
M: Pufffff (suspiró con cara de visible cansancio) Pues nada que Ángela me ha estado
contando sus andanzas de estos años, prácticamente todo negocios, y luego yo le he
hecho un resumen de lo nuestro, de los problemas para tener a Pablo y todo eso... Y ha
empezado como a echarme en cara, bueno... (rectificó) no ha sido exactamente así, pero
poco más o menos me ha insinuado que he antepuesto mi felicidad a la de todos y me he
dedicado a darle disgustos a mi familia
E: ¿Y quien es ella para decirte algo así?
M: Nadie. Pero no sé, me ha afectado un poco... Le he cantado las cuarenta en ese
momento y le he dicho todo lo que pensaba, pero al rato me he puesto a reflexionar,
porque en el fondo siento que algo de razón lleva...
E: ¿Y en que lleva razón según tú? (preguntó indignada)
M: Pues en que no me lo pensé dos veces a la hora de contarles a mis padres que quería
estar contigo, y eso debió de ser duro para ellos
E: ¿Y que hubieras preferido? ¿No decirles nada? ¿Pasarte la vida fingiendo que vives
con una amiga?
M: No, no. Eso nunca; ya sabes como odio la falsedad...
E: Entonces... ¿cual hubiera sido la otra opción? ¿Qué lo hubiéramos dejado?
M: Supongo... solo que a eso yo no estaba dispuesta. Pero no me hagas caso... Si es que
esta tarde, a raíz de que Ángela me dijo que ella no creía poder haber sido capaz de
decirlo en su casa y afrontarlo de cara a la sociedad, me he puesto a pensar y la verdad
no podía explicarme como yo sí fui capaz, como reuní el valor para decírselo a mis
padres y a todos, para dar pasos tan importantes como tener hijos contigo... En esa etapa
todo iba tan deprisa y vivimos tantas cosas que la tengo un poco difuminada; pero al
verte la he refrescado y he caído en la cuenta de que es lo que me hacía y me hace ser
fuerte para sobrellevarlo todo
E: ¿Y que es?
M: ¿Tú que crees? (le sonrió por fin y Esther se encogió de hombros) Tú. Tú eres lo que
me ha hecho ser valiente. Y ahora que el principio de lo nuestro está un poco más lejos
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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y puedo verlo con distancia puedo confesarte que no estaba tan segura como parecía...
Yo también tenía muchas dudas, a veces las circunstancias me llevaban a plantearme
incluso si merecía la pena luchar por esto, ir toda la vida contra corriente... Pero todas
las dudas se me despejaban cuando te veía y me mirabas con esos ojos... Entonces sí
comprendía que mi sitio estaba contigo y con nadie más, y que lo que me haces sentir
con una sola mirada es motivo suficiente para justificar todo lo demás, todo lo
“negativo” de nuestra relación
E: Y si lo tienes tan claro ¿por que estás así?
M: No sé, ha sido un día raro... Sobre todo después de lo de Ángela, ya te digo...
Aunque supongo que también me habrá influido el hecho de que hayamos decidido
casarnos
E: ¿Qué pasa? ¿No lo ves claro?
M: Sí, sí que lo veo, pero...
E: ¿Qué? ¿Tú también piensas como los demás? ¿Qué para que nos vamos a casar a
estas alturas?
M: No, no. Solo es que necesito tiempo para hacerme a la idea. No me esperaba que de
repente fuéramos a tomar esta decisión
E: Ya... A lo mejor ha sido todo demasiado precipitado... (dijo con tristeza) ¿Quieres
que nos tomemos un poco de tiempo para pensarlo?
M: No, no, no (se apresuró a aclarar) Yo tengo claro que quiero casarme contigo
E: Entonces... ¿a que viene todo esto? Te estoy escuchando y cada vez entiendo menos
que me estás queriendo decir con esta conversación...
M: Lo que te estoy tratando de decir... (se tomó su tiempo antes de decirlo) es que tengo
miedo...
E: Bueno, no pasa nada; yo también. Eso es normal...
M: Ya, pero que yo te quiero y quiero hacer esto, solo es que necesito tu apoyo
E: ¿Y acaso no lo tienes? ¿No te lo he dado todo este tiempo?
M: Sí (la abrazó) a eso me refiero, a que necesito que estés conmigo, como siempre lo
has estado hasta ahora. A veces puede parecerte que estoy muy segura de todo, pero no
es así. Solo quería decirte que yo también paso por momentos de dudas y de no saber si
estoy haciendo lo correcto, y que en momentos así te necesito más que nunca. Siento
haber liado tanto para decirte una tontería, pero necesitaba hacerlo... Pero no me hagas
caso, debe ser que estoy sensible con el embarazo
E: No, cariño, si a mí me gusta que me cuentes lo que sientes, y más si te puedo ayudar,
como en este caso... a lo mejor sin darme cuenta a veces te descuido y me olvido de
sentarme contigo y preguntarte como estás; caigo en el error de asumir que estás
perfectamente simplemente porque estás conmigo...
M: Y estoy perfectamente contigo... es solo que el día de hoy me ha descolocado un
poco, pero no le des importancia
E: Si es que hemos decidido lo de casarnos muy deprisa... (reía) Que desastre soy...
siempre salto con estas cosas así inesperadamente... debes pensar que estoy loca, pero es
por ti nada más...
M: La que está loca soy yo, por dejar por un momento que me afecte lo que piensen los
demás, y por ponerme así de tonta teniendo a mi lado a alguien como tú
E: La verdad me ha sorprendido que algo así te haya hecho dudar...
M: No es dudar, solo es que he pensado demasiado y he creado un problema donde no
lo hay. Pero no quiero que pienses que no quiero casarme contigo. A mí me da igual que
todo el mundo diga que es una chorrada... (reía recordando sin pesar lo que Esther le
había contado sobre los compañeros del hospital) Nosotras queremos hacerlo y eso es lo
único que nos debe importar
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
265
Se besaron con ternura y se quedaron un rato con las manos entrelazadas y
compartiendo una sonrisa llena de alegría que borró todas las malas vibraciones de
aquel día en que todo se les había vuelto “en contra”
M: ¿Miramos fechas?
E: Venga... Y en cuanto lo decidamos a dormir, que tienes una carita...
M: Sí, yo creo que todo lo que tengo es cansancio... aunque sabes que luego por muy
cansada que esté teniéndote a ti al lado no me voy a dormir tan fácilmente...
E: Anda tira (le dio un cachete en el culo para que caminara) Que ya te daré yo motivos
para estar más cansada...
~
El siguiente mes transcurrió sin grandes novedades, exceptuando las propias de la
preparación de la boda. Al final consiguieron días de permiso suficientes para
marcharse con un poco de antelación y poder llevar los preparativos en persona, en
lugar de por teléfono como hasta ahora
Tenían ya casi todo el equipaje preparado y esa mañana habían dejado a Pablo en la
guardería del hospital para poder recogerlo rápidamente y entretenerse lo menos posible
en llegar a casa. Querían aprovechar al máximo los pocos días que les quedaban antes
del “gran día” para ultimar detalles y tomar un poco el sol, para lucir moreno con los
vestidos
Maca terminó primero y esperó en la sala de enfermeras a que Esther se cambiara
M: ¿Has hablado otra vez con la gente?
E: Sí
M: ¿Y?
E: Nada... pasando del tema... yo creo que no deberías molestarte ni en dejarles los
mapas
M: No, de eso nada. Ya que les tengo se los voy a dar, a ver si se les remueve la
conciencia por lo menos. Además ya he quedado con todo el mundo en recepción
E: ¿Vamos entonces? (la ayudaba a terminar de ponerse los botones de la camisa)
M: Venga...
Recogieron al niño de la guardería y pasaron por delante de recepción, donde los
compañeros de urgencias esperaban expectantes a Maca sin saber por que los había
citado allí. Las dos se llevaron una impresión un poco decepcionante al llegar y ver que
ningún compañero se acercaba a ellas, siendo que todos sabían que se marchaban ya a
Cádiz y que era lo que iban a hacer allí, para desearles feliz viaje y que fuera todo bien
en la boda, ya que ninguno había confirmado su asistencia
Se dedicaron una mirada para sentirse unidas ante la indiferencia de todos y por fin
Maca habló
M: Bueno, que ya sé que pasáis mucho muchísimo... pero que os he conseguido unos
mapas y os indico cómo llegar a la playa, que se llama Bolonia y está en Tarifa por si
acaso os animáis y decidís venir a la boda, ¿vale?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
266
Los soltó en el mostrador y antes de marchar abrazaron a algunos compañeros que por
fin sí se acercaron a desearles buen viaje y a pedirles que condujeran con cuidado
Ya en casa comieron y terminaron de recoger. Mientras Maca terminaba de peinarse en
el baño Esther jugaba con el niño en el salón y discutían a distancia como iban a
repartirse la conducción
M: ¿Quieres llevar tu primero el coche?
E: ¿A que te refieres con primero?
M: Pues eso... si quieres empezar y a la altura de Toledo o así lo cojo yo...
E: Ah no, no, no... Tú en este viaje estás exenta de conducir
M: ¿Pero que dices mujer? ¿Como vas a llevar el coche tu sola todo el viaje?
E: No tengo ningún problema. Paramos lo que haga falta y ya está. Lo que no quiero es
que tu conduzcas toda incomoda con la tripa. Es más, te vas a sentar detrás con el niño,
que si te pones de copilota vas mirando y preocupada todo el rato...
M: Mujer, tendré que ir a tu lado pendiente de la carretera para ayudarte, ¿no? Que
cuatro ojos ven más que dos..
E: Ni hablar, que luego te pasas el viaje diciendo que si cómo está la carretera, que si
voy muy rápido... y no puede ser: que me estresas a la pequeña y a mí me pones
nerviosa
M: ¿Y a que se supone que me voy a dedicar todo el viaje?
E: Pues a relajarte en el asiento de atrás y a estar pendiente de Pablo por si necesita algo
y a jugar con él. Bueno, y a darme besitos de en cuando, claro
M: ¡Que morro!! Vaya... ¿has guardado ya mi cepillo de dientes?
E: Sí. ¿Por? ¿No te habías cepillado aún?
M: No. Trámelo anda...
E: Cógelo, ahí está en el neceser
La pediatra esperó pacientemente a Esther y en vista de que no venía llegó al salón con
cara de indignada aunque riendo al mismo tiempo
M: A ver hombre... ¿Qué parte del concepto “tráeme” no entiendes? (bromeaba) ¿O es
que no me has escuchado bien?
E: Perfectamente (le seguía la broma) Por eso te he dicho donde está el cepillo, para que
lo cojas tu misma
M: No, si yo ya sé donde está... lo que quiero es que me lo traigas tú...
E: No me da la gana, que le estás echando tú mucha cara a esto del embarazo...
M: Ssshhh. No puedes revelarte... eres mi esclava
E: Ah ¿sí?
M: Bueno, vas a serlo dentro de unos días.. esa cláusula está incluida en el contrato de
matrimonio, ¿no lo sabes tú?
E: Entonces, por esa regla de tres tú también vas a ser mi esclava...
M: Sexual nada más... (le susurró al oído mientras le ponía cara de querer comérsela
con la mirada)
E: Más quisiera yo...
M: Ya sabes... si quieres tu libertad vas a tener que volver a ganártela
E: Con todo lo que llevo bregado estos meses creo que ya me lo he ganado a pulso
(sacó finalmente del neceser de viaje el cepillo de dientes y se lo pasó)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
267
M: Gracias cariño (suavizó el pique) Oye, ya sin coñas, yo creo que deberías dejarme
conducir, por lo menos desde que entremos en Andalucía
E: Que no (repitió con cansancio) ¿Para que?
M: Pues porque te vas a perder...
E: ¿Cómo? ¿Perderme yo?
M: Sí tú; la que se pierde por Sevilla cada vez que vamos a mi casa...
E: Yo no tengo la culpa de que este tan mal señalizado... Por eso me perdía las primeras
veces, pero ya está dominado, esta vez ya no caigo en el mismo error de siempre
M: Lo dudo... Pero vamos, da igual, ya te perderás en Cádiz buscando el hotel
E: ¿Cómo me voy a perder yendo contigo?
M: ¿Qué crees? ¿Qué te voy a dar indicaciones? De eso nada bonita; o me dejas llevar
el coche a mí o no te ayudo
E: Pues no me ayudes; vaya cosa... puedo llegar perfectamente sin tus indicaciones; es
más, con esa forma tuya de marear la perdiz nunca me aclaras nada, siempre me lías
más
M: ¿Insinúas que no hablo claro?
E: Te enrollas como una persiana contándome cosas mientras me dices por donde tengo
que ir, y como no estás en lo que estás al final me lías...
M: ¿Sí verdad? ¿Has oído cariño? (se agachó al lado del niño y se puso a hacerle
mimos) ¿Has visto que tu madre ya no sabe que inventar no? Dice que se pierde por mi
culpa... Pues te apuesto lo que quieras a que sin mi ayuda no llegas sin perderte...
E: Venga... a ver si te atreves... si llego sin preguntarte y no me pierdo vas a tener que
ser mi esclava hasta el día de la boda, pero mi esclava de verdad... vas a tener que hacer
todo lo que te diga, sin rechistar
M: ¿Pues sabes que te digo? Que como te pierdas una sola vez te va a tocar preparar
todas las comidas de aquí a que nazca la niña, desayuno, almuerzo y cena, incluido
fregar y recogerlo todo después...
E: ¡Eso no vale! ¿Quédan tres meses, lo mío es mucho menos tiempo!
M: Yo es que si te pido que seas mi esclava como que no tiene emoción... total,
básicamente ya lo eres desde que estoy embarazada. ¡Au! (gritó cuando Esther le dio
con una revista en la cabeza)
E: Que cara tan dura...
M: Además lo mío es más arriesgado; yo te estoy precisando lo que vas a tener que
hacer, tú a mí en cambio me puedes pedir cualquier cosa...
E: Te vas a librar porque tengo un capricho muy muy grande desde hace tiempo, y
como no sea ganando la apuesta no me vas a dejar...
M: ¿Qué capricho?
E: Que te piensas que te lo voy a contar...
M: Dime tontita...
E: No, no. Espérate a que gane y verás...
M: Bueno, ¿entonces trato o no?
E: Trato (estrecharon las manos) Oye, estoy segura de que nos dejamos algo...
M: ¡Y dale! Hemos revisado las maletas veinte veces cariño. No falta nada
E: Bueno, si tú lo dices...
Se pusieron en camino y al caer la noche llegaban a Cádiz sin contratiempo. Maca se
tapaba la cara al ver que Esther llegaba al hotel sin haberse perdido, mientras la
enfermera aparcaba exhibiendo una sonrisa triunfante
M: Dios... (murmuro pensando en lo que le esperaba)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
268
E: ¿Qué? (se giró y la miró orgullosa de su hazaña. Hablaban en voz baja para no
despertar al niño, que se había quedado dormido)
M: Pero no vale, te has parado a mirar el mapa; estabas perdida
E: No, no... no tergiverses las cosas... Yo simplemente he hecho una parada y me he
puesto a mirarlo... El trato era llegar sin tu ayuda, no sin consultar el mapa. Además, me
he parado convenientemente antes de llegar a la zona donde me suelo perder y no he
llegado a equivocarme. O sea que ya sabes lo que te toca...
M: No sé de qué te ríes tanto... si a mí me da igual...
E: Si ya, por eso pusiste esa cara de poema cuando pase Sevilla de largo sin perderme
M: Bueno, todavía tenía la esperanza de que te perdieras buscando el hotel
E: Pues ya ves que no
M: Anda, vamos para adentro de una vez...
E: Shhhh. Eso tendré que decirlo yo, esclava
Uno de los trabajadores del hotel los ayudó a subir las maletas, y en unos minutos
estaban ya tranquilamente en la habitación. Acostaron al niño en una cama supletoria
que les habían puesto en la habitación y se tendieron en la cama matrimonial
E: Bueno esclava, dame un besito
M: Que cara de agotada... (le dijo mirándola con profundidad después de un largo beso)
E: Lo que tiene llevarse toda una tarde conduciendo
M: Y decías de ir a ver a mis padres cuando llegamos...
E: ¡Lo retiro! Lo único que me apetece ahora es estar aquí tumbadita contigo, y como
soy la que mando...
M: ¿Ya piensas empezar a hacerme cumplir tus deseos?
E: Voy a cumplir uno ya...
Se puso de rodillas en la cama y le dio la mano a Maca para que hiciera lo mismo. Le
quitó la blusa y comenzó a besarla suavemente, pero su lengua se empezó a descontrolar
en la boca de la pediatra al quitarle el sujetador y contemplar aquella voluptuosidad que
tanto le encantaba. Maca empezó también a perder el control con los besos cada vez
más profundos de Esther y se puso también a desnudarla con avidez. Comenzaban a
respirar fuerte y a dejarse llevar por la pasión hasta que el niño hizo un ruido mientras
dormía, lo que les hizo recordar que no estaban solas. Interrumpieron los besos y el
ruido y el pequeño se calmó solo. Se les escapó la risa por la situación y se volvieron a
tumbar, ya más tranquilas
M: Tenemos que hacerlo en plan relajado, recuerda...
E: Me encanta el calor de Cádiz en julio (bostezaba) Se está tan bien aquí desnuda
contigo por las noches... sin una pizca de frío
M: ¿Verdad que sí?
E: Lo único que siento es que con esta temperatura no nos va a apetecer mucho
aprovechar la bañera... ¿la has visto?
M: No, no he ido al baño
E: ¡Vas a flipar!
M: ¿Cómo es?
E: Ve a verla
M: Bueno, si no nos apetece un baño caliente de esos de espuma nos damos un baño
aunque sea con agua fresquita (se levantó) ahora vengo. No te duermas ¿eh? (le dio un
pico y se levantó al baño)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
269
Contempló pensativa la bañera redonda, imaginando las posibilidades que ofrecía para
disfrutar con Esther, y aprovechó para cepillarse los dientes y para cotillear como eran
las toallas, jabones, adornos y demás. No se había entretenido ni cinco minutos en total
cuando volvió de nuevo a la habitación y vio que Esther se había quedado dormida, tan
profundamente que ni si quiera respondió al estímulo de una caricia que le hizo a lo
largo de todo el brazo hasta pararse en su pecho y apretarlo. Se dio rápido por vencida,
comprendiendo su cansancio, y tras levantarse a darle el último beso de buenas noches
al niño y comprobar que estaba bien se acostó junto a ella, rodeando su cintura con un
brazo
Cayó rendida también y se sumió en un profundo sueño que no abandonó hasta sentir
una caricia sutil rodeando el contorno de su pecho. Abrió los ojos despacio y los cerró
nada más sentir que los inundaba una fuerte claridad. Esther entonces le colocó la mano
en la frente haciendo sombra sobre sus ojos para que pudiera abrirlos con comodidad, y
empezó a dejar besos por todo el contorno de su cara, hasta desviarse a su oreja y jugar
a morder suavemente su lóbulo. Le arrancó una sonrisa a Maca, que por fin despertó del
todo, sonriendo y la abrazó mientras se daban el primer beso del día, ese tierno y
hambriento a la vez y que era para las dos el desayuno más necesario; la energía
indispensable para empezar la mañana con buen pie. Luego la enfermera bajó por su
canalillo dejando una línea de besos pequeños, hasta llegar a su abdomen para
acariciarlo con ambas manos y dejar un gran beso bajo su ombligo
E: Que tenía que darle los buenos días a Marina también... (volvió a subir hasta mirarla
frente a frente) ¿Como has dormido esclava?
M: No tan bien como tú, que no me diste tiempo ni de ir al baño... con las ganitas que
tenía de pillarte
E: Uffff. Lo siento; estaba echa polvo
M: Polvo te echaba yo...
E: Hasta recién levantada ya estás pensando en lo único (reía)
M: Sino no sería yo... ¿Y ya has descansado? Porque yo tengo un sueño... tengo la
impresión de no haber dormido nada
E: Es que es temprano
M: ¿Qué hora es?
E: Falta un cuarto de hora para las siete
M: Joder... ¿Cómo me despiertas tan pronto? ¿No ves que tengo que dormir por dos?
E: ¿Y que quieres que le haga yo si la luz de aquí me despierta a esta hora? Pero bueno,
duérmete otra vez, no le hagas pasar sueño a mi sirenita (le acariciaba la tripa de nuevo)
M: ¿Tú crees que después de abrir los ojos y verte desnuda puedo dormirme otra vez
como si nada?
E: No sé... Bueno, ¿y que piensas de la bañera?
M: Pienso que esta tarde Pablo se queda con mis padres y nosotras nos vamos a hacer
turismo... ¡pero al hotel!
E: Tenemos que ir a ver la playa, que casi no conozco el sitio donde me voy a casar...
M: La verdad es que pasamos más tiempo en las ruinas que en la playa... Lo que pasa es
que a mí me gusta llevarte a playas más desiertas... Si no fuera porque el juez se niega a
casarnos en un lugar tan apartado de la civilización te iba a llevar a la playa más salvaje
que encontrara... solo con el mar de fondo, la arena y la gente que nos importa... En fin,
solo espero que no haya muchos curiosos...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
270
E: A mí me da igual ¿eh? Cuanta más gente se acerque más puedo presumir de la novia
tan guapa que busqué
M: Bueno... cuando te la buscaste puede que tuviera algo de guapa. Ahora con este
tripón hinchado...
E: ...estás más guapa que nunca (terminó la frase)- Debo estar enferma, pero no sabes
como me erotiza la curva que te forma la tripita...
M: ¡Niña! Que es tu hija, un poco de respeto...
E: Lo sé, pero me resulta erótico, no puedo evitarlo... ¿Qué culpa tendré yo de que me
gustes tanto?
M: Bueno... Ya que me has despertado tan temprano opino que deberíamos aprovechar
para mirar cosas de la boda ¿no?
E: Vale, si quieres podemos mirar el tema de las flores... ¿Pero que te pasa? (preguntó
alarmada al ver que Maca se tapaba la boca y su cara palidecía tras decir la palabra
“boda”)
M: Esther, tenías razón... acabo de acordarme de que nos hemos dejado algo muy muy
importante...
E: ¡Los vestidos! (se acordó también y se tapó los ojos) Jooo, ¿y ahora que vamos a
hacer?
M: Bueno, que no cunda el pánico; tu madre viene en tres días, le podemos pedir que
los traiga
E: Ah es verdad (respiró aliviada) Mira no, mejor aun se lo pedimos a Caro, que mi
madre se agita mucho por todo
M: Perfecto. En cuanto sea una hora decente la llamamos
Se giraron al escuchar un ruido y vieron al niño tratando de bajarse de la cama
M y E: Cariño... (dijeron casi al unísono)
E: ¿Ya no tienes más sueño mi vida? (lo cogió en brazos cuando estaba al pie de la
cama y lo colocó entre las dos)
Negaba con la cabeza frotándose los ojos hasta que de pronto se volvió y miró a Maca,
que se tapó con la sábana
M: Uy, que no me había dado cuenta de que estoy sin ropa (acariciaba al niño mirando
a Esther con cara de circunstancia)
E: Y yo también (reía) ¿Qué más da tonta? Es tu hijo..
M: Sí, y además es un bebé, que tontería... Bueno hijo, que sepas que eres el hombre
que más veces me ha visto desnuda... (lo besó en la frente)
E: ¿Tienes hambre?
Pablo: Un poquito (señaló con los dedos y colocó la mano en la barriga de Maca)
M: ¿Tú también le quieres decir hola a tu hermana?
E: Dale un beso anda...
El niño obedeció y se reclinó sobre la tripa abrazándola y apoyando la cabeza; la
enfermera contemplaba la imagen lamentado no poder inmortalizar ese momento tan
tierno en su memoria y miró a Maca, que le transmitió con su sonrisa que también se
había emocionado
M: Ayer me preguntó cuanto faltaba para que saliera de aquí su hermanita, ¿verdad
Pablo?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
271
E: ¿Sí? Ya te dije que no convenía decírselo tan pronto. ¿No ves que para los niños el
tiempo pasa muy lento? Ya han pasado más de tres meses desde que se lo dijimos y el
pobre ya estará empezando a desesperarse por verla... Ya falta poquito tesoro
M: Bueno venga, tráenos algo de comer, ¿no?
E: Toma, llama... (le pasó el teléfono) que de vez en cuanto te olvidas de tu esclavitud...
No pidas pasteles ¿eh? Que me va a salir la niña diabética. Frutita, leche y tostadas
M: A la orden
Maca tuvo que soportar toda una mañana de órdenes, y sobre todo, lo que era más duro,
sin poder dar órdenes, algo a lo que se había malacostumbrado terriblemente desde el
principio del embarazo
Después de arreglar el tema de los ramos de flores y demás detalles para la boda y hacer
una llamada telefónica desesperada a Carolina condujeron hasta Jerez, donde los padres
de Maca las esperaban para almorzar. Les dieron una bienvenida calurosa y después de
pasar la sobremesa juntos los abuelos quisieron quedarse un rato con el niño y Esther y
Maca aprovecharon para conducir hasta Tarifa y que Esther viera de nuevo la playa. La
idea era visualizar juntas donde exactamente podían montar el tinglado para el próximo
sábado en la boda
Aparcaron el coche un poco lejos de la playa, ya que según avanzaban se daban cuenta
de que había demasiados coches ya estacionado. Charlaban mientras caminaban hacia la
playa
M: Esto está hasta arriba de gente... Espero que el sábado no este así
E: Estará peor; si hoy es lunes y mira como está...
M: Gracias por tus ánimos cariño
E: Si ya te he dicho que me da igual...
M: Pues a mí no. Yo ahora mismo borraría a todo sujeto que este en esta playa, porque
sé que cuando te vea salir del agua toda mojadita me van a dar ganas de violarte y no
voy a poder
E: ¡Ala! (fue lo único que se le ocurrió decir al ver por fin la playa de cerca) No la
recordaba tan bonita...
M: Es preciosa mi amor. ¿O que te crees? ¿Qué te voy a traer yo a casarte a cualquier
sitio?
E: En serio, la veo mucho más bonita ahora que cuando vinimos la otra vez
M: Eso es porque ahora la ves como el lugar donde vas a firmar que compartes el resto
de tu vida conmigo
E: Bueno, eso ya lo sabía cuando vine la primera vez
M: Ah ¿sí? Pues no llevábamos ni un año juntas todavía ¿eh?
E: ¿Y desde cuando el tiempo es importante en el amor?
M: Hombre... yo sinceramente estoy mucho más segura de lo nuestro hoy que por aquel
entonces. Y aun así, nunca se puede meter la mano en el fuego pensando en el futuro...
E: Ya lo sé. No puedo saber lo que va a pasar mañana, pero si sé lo que quiero hoy, y es
exactamente lo mismo que el primer día que me trajiste...
M: ¿Qué?
E: Pasar el resto de mi vida contigo
M: Pues eso no me lo dijiste aquel día ¿eh?
E: Te lo digo hoy... ¿No te vale?
M: Para mi cualquier palabra tuya vale más que todo ese mar que ves ahí...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
272
E: (se enterneció al escuchar esto último) Tontita...
M: Esa también... que me gusta oírte decírmela...
Estaban ya a la altura de unas tablas que había puestas para hacer más fácil el acceso a
la playa cuando Maca agarró la mano de Esther impidiéndole que siguiera avanzando y
tiró de ella hasta tener su boca frente a la suya, y tras repasar sus labios con un dedo y
notar lo calientes y resecos que estaban los besó largamente, transmitiéndoles toda la
humedad de su boca y recorriendo mientras su espalada con una mano
E: Uffff... (suspiró cuando la soltó)
Caminaron hasta situarse cerca de la arena mojada mirándose todo el camino con deseo;
a Maca casi le asustaba ese fuego que parecía desprenderse en forma de chispas de las
pupilas de Esther según la miraba de arriba abajo
E: ¿A que hora nos traían tus padres a Pablo?
M: A las nueve
E: Y son ya casi las seis (miró el reloj con resignación) Vale...
M: ¿Por que no has querido que se lo queden esta noche? Ellos estaban felices con la
idea...
E: Sabes que me gusta encargarme de él personalmente... Además, tú tampoco has
dicho nada... Y son tus padres, no los míos. Me daba corte decirles que sí...
M: Yo no tengo nada que decir... Tu mandas, ¿recuerdas?
E: Jeje. Sí... Tengo el poder
M: ¿Eso crees? (susurró mientras se desataba con alevosía y mirándola insinuante el
nudo del cuello del vestido que llevaba)
A Esther no le había dado tiempo a reaccionar viendo como se iba al agua sin ella, solo
la seguía con la mirada, y cuando volvió en si se desanudó también el vestido y de una
carrera la alcanzó, planeando ya la venganza contra ese gesto maliciosamente
provocativo que le había dedicado la pediatra para avivar su deseo
Entraron poco a poco en el agua, bastante fría en comparación con el insoportable calor
de fuera. Sorteaban la fuerza de las olas saltando cogidas de la mano y se adentraron lo
bastante como para deshacerse de los molestos golpes de las olas próximas a la orilla y
sobre todo de los incansables surferos, para quedarse más cómodamente en las aguas
tranquilas de más adentro
Se sumergieron separadas y nadaron un poco para entrar en calor. Ya más habituadas a
la temperatura del agua se buscaron la una a la otra y nadaron hasta abrazarse y empezar
a darse besos cortos sin parar. Se acariciaban todo el cuerpo lentamente, hasta que
Esther empezó a revolotear más deprisa y a recorrer peligrosamente el contorno de la
parte de abajo del biniki de Maca con los dedos. Llegó a ponerla tan nerviosa que
cuando quiso tratar de huir la pediatra apretó sus glúteos con fuerza para retenerla y la
beso de una manera feroz, liberando su excitación y mostrando esos instintos primarios
que Esther le desataba cuando se ponía así. Pero la fuerza de sus manos se fue
mitigando cuando la enfermera, más descarada aun, introdujo la mano por su biniki y la
colocó de forma que cubría su sexo completamente, sin hacer ningún movimiento, solo
presionando durante unos segundos y besando su cuello con pasión. Sacó la mano
lentamente, tocando todo lo que pudo su clítoris al hacerlo, y se alejó de ella sutilmente
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
273
mientras se quitaba el nudo del cuello del biniki y se sumergía rápidamente en el agua
antes de permitirle a Maca ver nada de su pecho. La pediatra la siguió en cuanto
reaccionó y buceó detrás de ella
Nada mas salir a la superficie Esther ató la parte de arriba del biniki anudándola con la
de abajo, y tras dedicarle una mirada febril se pegó a ella clavándole los pezones que se
habían hinchado instantáneamente al contacto con el agua fría mientras volvía a rondar
sus caderas con la mano
M: Uffff (resoplaba) No puedo más... Tú quieres que de un espectáculo aquí ¿no?
E: Shhh. Calla. No tiene por que ser espectáculo ninguno... déjate llevar...
Volvió a colar la mano por su bañador, esta vez merodeando con el dedo corazón por su
entrada, comprobando el grado de excitación de Maca. La pediatra intentó también
llevar la mano hasta su lugar favorito, pero Esther se lo impedía siempre agarrándola
fuertemente con la mano que tenía libre; así que decidió someter a la enfermera a una
dura prueba y se dejo acariciar tranquilamente por ella, pero esta vez enganchándose a
su cuello y con la cabeza apoyada junto a sus oídos, transmitiéndole en forma de
gemidos lo mucho que estaba disfrutando. Cuando sintió que su respiración empezaba a
mezclarse con la de Esther se separó un poco de ella y despacio se desató también el
nudo de la parte superior de su biniki. Esther sin darse cuenta sufrió un impulso
incontrolable y se abalanzó con la boca sobre sus pechos. Entonces Maca se apartó y
miró a un lado y a otro. Sin que se hubieran percatado había entrado bastante gente en el
agua y no eran pocos los que las observaban
E: Uy... (dijo avergonzada al ver la cara de circunstancia de Maca) Ha sido un acto
reflejo, perdona..
M: ¿Qué te perdone yo? Si estoy disfrutando como no te imaginas... Si acaso pídeles
perdón a esos que miran..
E: Anda ven (le dio la mano y avanzaron hacia fuera del agua) Vamos a hacer las cosas
bien...
Maca seguía los pasos de Esther, que se vestía y recogía las cosas a toda velocidad.
Anduvieron hasta el coche parando a cada segundo para besarse, y al llegar a la esquina
de la calle donde lo tenían aparcado, que estaba por suerte bastante solitaria, la pediatra
la agarró con ímpetu por la cintura y la apoyó contra la pared presa de la excitación sin
dejar de besarle el cuello
E: Venga... que ya falta poco...
Se soltó como pudo y llegaron hasta el coche. Maca corrió a sentarse en el asiento de
copiloto y se puso el cinturón
E: ¿Adónde crees que vas? (bajó unos centímetros escasos las ventanillas del coche, lo
justo para colar como pudo las toallas de la playa, apañándoselas para tapar todas las
ventanas del coche, mientras Maca la miraba sin salir de su asombro)
M: Cuando hablabas de hacer las cosas bien creía que te referías a llegar hasta el hotel...
E: ¿Y a ti te parece que puedo esperar hasta llegar al hotel? (reclinó el asiento de Maca
y cuando fue a quitarle el cinturón se le ocurrió la idea perfecta. Se lo desabrochó el
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
274
tiempo de sacarle la ropa mientras se besaban y luego se lo volvió a abrochar, pero esta
vez dejándole los brazos atrapados debajo)
M: ¿Qué haces?
E: Pues cumplir mi capricho... Hoy mando yo...
M: Jaja. Ni en tus mejores sueños... (sacó una mano y fue a quitarse el cinturón, pero
Esther se lo impidió)
E: Hoy sí me vas a tener que hacer caso... Que siempre hacemos las cosas a tu antojo,
pero hoy te tengo en mis manos, ¿no te acuerdas?
M: ¿Quieres que vuelva a demostrarte que puedo hacerte flaquear?
E: No, solo quiero que te quedes, por una vez, completamente quieta, que me dejes
hacerte lo que me dé la gana. Siempre te pones a tocarme y a intentar manejar la
situación y no me dejas disfrutar a mis anchas de ti...
M: No puedes pedirme eso... Yo no puedo verte con ese vestido mojado marcándote
todo el cuerpo y estarme quieta...
E: ¿Así mejor?
Se lo quitó quedando solo con la parte de abajo del biniki, pues ni si quiera se habían
vuelto a poner la de arriba, las habían guardado apresuradamente en la bolsa de la playa.
Se tumbó sobre ella dejándola notar sus pechos aún fríos por el agua del mar y que se
calentaron en pocos segundos al contacto con su piel. La pediatra no lograba contenerse
y tocaba todo lo que le permitían sus manos teniéndolas aprisionadas bajo el cinturón
E: Eh, eh... quieta. Déjate llevar...
Encendió el aire acondicionado a baja potencia para hacer más llevadero el calor que
empezaba a hacer en el coche, y sobre todo el calor interno de las dos, y tras la dura
tarea de que Maca aceptara que no podría moverse se dedicó plenamente a ella, besando
cada centímetro de su piel y volcando en sus caricias las ganas de tenerla así, pasiva,
disfrutando detenidamente de cada rincón suyo, sin que esa pasión propia de la pediatra
la arrebatara impidiéndole centrarse con calma en su cuerpo. Y después de cumplir ese
capricho, que tras ganar la apuesta se había convertido ya casi en una meta personal, la
excitación de las dos, sobre todo la de Maca por no haber podido tocarla en todo el
tiempo, era tal que Esther no tuvo más remedio que ceder y dejarse hacer también
E: Tienes que dejarme hacer esto más a menudo ¿eh?
Le decía cuando estaban ya relajadas, aunque bastante apretadas, las dos en el asiento
reclinado, completamente desnudas. Esther estaba de perfil, lo mas encogida posible
para que Maca estuviera cómoda con la barriga. Acariciaba su pelo llevando su mano
hasta el final de su espalda para volver a subir
M: ¿No has echado ni un poquito de menos mi fogosidad?
E: La verdad es que me ha encantado tenerte por una vez así, quitecita, sin
desconcentrarme, aunque bueno... he de reconocer que he echado de menos tus
impulsos y tu descontrol... pero comprende que me apetecía... Es que no paras ni un
momento; no me dejas saborearte bien. A veces te veo tan desenfrenada que da hasta
miedo...
M: A mí si que me ha dado miedo verte tapando todas las ventanillas del coche...
Cualquiera diría que estabas loca por hacerme el amor
E: (reía sin contestar)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
275
M: Y cuando me has dicho “déjate llevar” se me ha descompuesto todo... porque eso
mismo me dijiste en la playa y acabaste chupándome los pechos en mitad del agua... y
todo el mundo mirando. Que corte...
E: Si no te hubieras quitado el biniki de esa manera sabiendo los efectos que tiene tus
pechos sobre mí...
M: ¿Y que efectos tienen?
E: ¿Vamos a la playa y te lo demuestro otra vez?
M: Deja, deja... Que nos van a echar del sitio donde vamos a sellar nuestro amor...
E: Yo sello mi amor por ti en cualquier parte, ¿o no lo ves? En un coche, en una playa,
en una esquina... donde haga falta...
M: Bueno, ¿y que te parece si nos vamos a sellarlo un poquito en la bañera del hotel? si
nos ponemos en marcha ya nos queda por lo menos media horita antes de que lleguen
mis padres con el niño...
E: Venga... (se puso el biniki y esperó a que Maca se vistiera para quitar las toallas que
cubrían los cristales y ponerse el cinturón)
M: ¿Y el vestido?
E: No me lo pongo, tengo mucho calor
M: ¿Vas a conducir así? Esto es una provocación demasiado grande...
Sin más dilación Esther arrancó y condujo rápida, pero prudentemente. Tuvieron el
tiempo justo para un baño relajante antes de que los padres de Maca llegaran con el niño
y con la sorpresa de que habían reservado restaurante para cenar
~
Así como en aquel día la luz de la mañana las había despertado a una hora del todo
irrazonable, al día siguiente fueron unos golpes en la puerta los que las despertaron. Las
dos abrieron los ojos sobresaltadamente, miraron primero al niño, que había dormido
abrazado entre las dos pero que estaba desde hacía rato despierto sin hacer ruido, y en
seguida Esther miró el reloj que había dejado en la mesa de noche
E: ¡Las doce y media!
M: ¡¿Qué dices?! Esos son los del hotel que vienen a sacarnos de la cama por
dormilonas (dijo ya en la puerta)
Carolina: Buenas...
M: Caro... (la abrazó)
Carolina: No me digas que hasta estas horas se os pegan las sabanas...
M: Aquí la futura señora, que no quiso poner despertador creyendo que nos despertaría
la luz y mira...
E: ¿Qué haces aquí? (llegó también hasta la puerta con el niño en brazos y la abrazó) Te
esperábamos para el jueves o así...
Nono: ¿Y que hubierais hecho sin esto? (apareció desde atrás con los vestidos de la
boda levantados en alto en la mano) Porque digo yo que habrá que hacerse las últimas
pruebas, y el de Maca sobre todo es probable que habrá que retocarlo...
Lo abrazaron a él también. Pasaron y Esther dejo los vestidos encima de la cama
E: Que tranquilidad verlos aquí por fin...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
276
Carolina: Vienen impecables ¿eh? (se sentó con el niño sobre sus rodillas en un sofá
biplaza que había en la habitación, y Maca a su lado) Han viajado perfectamente en el
asiento de atrás del coche
M: Anda no me hables de asientos de coche...
Carolina: ¿Por?
M: Nada, olvídalo. ¿Cómo es que habéis decidido veniros ya?
Carolina: Pues mira... básicamente porque me aburro como una ostra... Desde que no
me quieren ya para nada en el gimnasio estoy deprimida
M: Mujer, yo comprendo que es duro para ti pero tienes que acostumbrarte...
Carolina: Es que de es difícil porque como de momento estoy perfectamente; no tengo
nauseas, ni malestares de ningún tipo, ni tripa... todavía ni me creo que este
embarazada...
M: Si tuvieras un tripón como el mío no tendrías ganas de aeróbic desde luego... Pero es
que aunque estés de poco tiempo al bebé no le conviene estar ahí todo el día dando
saltos... Es un deporte demasiado intenso
Carolina: Ya, pero compréndeme... ¡me paso el día sin hacer nada! Y yo estoy
acostumbrada a no parar. Me voy a tener que buscar algo...
E: Claro, un trabajito más tranquilo... (se agachó junto a ella y le pellizcó el brazo)
Carolina: Cariño, que te vas a casar... (se emocionó de repente al tener a Esther tan
cerca, que también se abrazó a ella riendo) tú sabes lo que yo he pasado siempre de las
bodas... pero la tuya me tiene de un sensible...
Nono: Anda que... ¿Sabéis que se me ha puesto a llorar en el coche?
M: Bueno, eso es por el embarazo también ¿eh? Te cambia el carácter
E: Ufff. Bueno Nono, es mejor aguantarla sensible que mandona, te lo digo por
experiencia...
Se ganó un golpe que le dio Maca con un cojín y se puso sentada en el suelo al pie del
sofá entre sus piernas, acariciándolas por encima del pijama
Carolina: Bueno y eso... que no os termino de contar. Que como me paso el día metida
en casa le dije a éste que me venía ya para acá, por lo menos para cambiar de aires; que
si podía coger unos días de permiso y se quería venir conmigo mejor, pero que si no que
me venía sola... Es que estoy viendo que cualquier día de estos voy a empezar a hablar
con los muebles... Me vuelve loca estar sin nada que hacer
Nono: Menos mal que me han dado vacaciones, si no a saber que haces tú por aquí...
Carolina: ¿Yo? Ayudar con los preparativos, malpensado; que tengo unas ganas de
boda... ¿Por qué no nos casamos churri? (le preguntó de repente)
Nono: Venga sí... ¿Quieres ser mi esposa hasta que el divorcio nos separe?
Carolina: Que antipático eres...
Nono: ¿Por que? Hay que saber adaptarse a los tiempos...
Carolina: Uy, uy... ¿Veis lo que os digo de que estoy perdiendo la cabeza? No puedo
creerme que acabe de decirte que nos casemos...
Nono: No te preocupes. No tendré muy en cuenta nada que salga de tu boca mientras
estés bajo los efectos del embarazo
Carolina: Bueno, nos vamos a ir ya mismo... Que os estamos cortando el despertar...
M: No, no, no. ¿Qué dices? Si es un placer teneros aquí
E: Voy a pedir desayuno para todos ¿vale?
M: Eso cariño
E: Ya te veo la cara de hambre... (reía)
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
277
Nono: Bueno venga, pero solo el tiempo de que cambies al niño de ropa y nos preparéis
una bolsa con sus cosas
Carolina: Sí, que no va a ser plan de llevárselo en pijama...
E: ¿Llevárselo?
Nono: Claro... ¿Para que te crees que hemos venido? A Pablo nos lo llevamos
nosotros...
M: ¿Pero como os lo vais a llevar? Tendréis que aprovechar estos días de vacaciones
para estar tranquilos.
Carolina: Que va... Si tenemos que ir practicando, además yo con mi niño me lo paso
superbien ¿verdad? (decía mientras le hacia cosquillas)
M: Caro, de verdad... no os molestéis
Carolina: Anda no seas tonta, ¿eh? Que ya que no vais a tener luna de miel por lo
menos que disfrutéis de estos días solitas
E: Pero mujer, la idea también era disfrutar con el niño...
Carolina: Pero si tenéis toda la vida. Anda no seas egoísta, que lo quieres solo para ti,
compártelo con los padrinos...
Nono: Además esto es un intercambio: el niño por los vestidos. Como no nos lo deis me
llevo los vestidos de vuelta pa Madrid
Después de desayunar y cambiarse se pusieron a preparar las cosas del niño en una
maleta mientras Carolina y Nono esperaban dando una vuelta con él por la terraza del
hotel
M: ¿Tú crees que esto es buena idea? Me da cosa privarlos de su intimidad...
E: Pero si ellos están encantados de quedarse con él tonta... Además, a Caro le vendrá
bien. La conozco muy bien y créeme, en serio esta agobiada. Nosotros nos reímos por
su manera de decir las cosas, pero yo sé que lo está pasando mal con lo de dejar el
gimnasio. ¿No ves que es hiperactiva y lo único que la relaja es estar todo el día
moviéndose de un lado para otro? Una vez que se hizo daño en un pie tuvo que coger
una baja de un mes y también lo pasó fatal. Unos días con el peque le van a venir bien
para recuperar el ánimo; con lo simpático que es mi niño...
M: Bueno, a mi salud también le va a venir bien... Así lo que tengas que hacerme el
resto de la esclavitud me lo haces en la cama, que este yo cómoda con mi bombo, y no
en el coche...
E: ¿Qué pasa? ¿No te gustan mis ataques de pasión?
M: Te vas a enterar tú estos días de lo que es pasión...
Pasaron los tres días que quedaban para la boda intensamente, terminando con los
últimos retoques para que todo fuera perfecto, disfrutando de las playas y de la tentación
de estar solas de noche, a la que siempre acaban por sucumbir. Pero el viernes se lo
tomaron más tranquilo. Se despertaron tarde para estar descansadas para el sábado.
Buscaron a Carolina y pasaron, a pesar de que lo tenían prohibido, buena parte de la
tarde con el niño. Las últimas horas de la tarde-noche las pasaron tranquilamente en la
cama dando rienda suelta tanto a su pasión como a su ternura
Tumbadas en la cama desnudas y abrazadas se acariciaban los brazos y hablaban de mil
cosas, nada importante ni concreto, solo hablaban; hasta que Maca rompió
irreversiblemente el canto con el ruido de su estomago
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
278
E: Bueno, eso es una señal ¿no? Va a haber que levantarse, que mis niñas tienen hambre
M: ¡Noooo! (la abrazaba mas fuerte) No quiero... si quiero comer, pero no quiero
levantarme. Estoy demasiado bien aquí contigo...
E: Bueno, yo si quieres me visto en un momento y traigo lo que sea de cenar... pero
vamos a perder la reserva que han hecho tus primos, ¿no te da pena? Además, es lo más
parecido a una despedida de solteras que vamos a tener. Anda, con la ilusión que te
hacía...
M: Y me hace, pero es que quiero disfrutar de estar así en la camita contigo de solteras
por última vez...
E: Bueno, pero escucha el plan: Que te parece si hacemos el esfuerzo y nos
levantamos... nos damos un baño tranquilito, aunque hagamos esperar a tus primos un
poco mucho, y te enjabono, te doy un masaje por todo el cuerpo mientras te seco, te
pongo cremita, te visto...
M: Ummmmm... Venga... (le dio un beso y se levantó atraída por la idea para ir
abriendo los grifos de la bañera, pero no le había dado tiempo a llegar cuando
comenzaron a aporrear la puerta insistentemente)
M: ¿Quién llama así por dios?
Se escuchaban voces cantando detrás de la puerta, entre las que pudieron distinguir la de
Caro, Raquel, Susana, Cristina y demás amigas de Esther
M: Son tus amigas... (le susurró con asombro)9
E: ¿Qué vamos a hacer?
M: ¿Como que qué vamos hacer? Abrirles ¿no?
“Esther, Esther abre. Sabemos que estas ahí” (se escuchaba con distintas voces desde
detrás de la puerta)
Se vistieron con lo primero que pillaron y Maca abrió
Carolina: Lo siento, pero venimos a secuestrártela
Entre todas cogieron a Esther de los brazos y en pijama como estaba se la llevaban
prácticamente en volandas mientras Caro metía en un maleta la ropa arreglada de Esther
que encontró en el armario
E: ¿Pero que hacéis?
Raquel: Llevarte a tu despedida de soltera
Cristina: ¿No pensarías que no te habíamos preparado nada?
E: Pero si ya he quedado con los primos de Maca... cenamos con ellos y a vosotras os
veo más tarde mejor
Carolina: Si hombre... ¿Creéis que os vamos a dejar pasar la despedida juntas? Anda
tira ya...
M: Oye, oye... No nos podéis separar la última noche...
Raquel: Relájate mujer, que ya te aburrirás de pasar noches con ella
Carolina: Yo que tu iría preparando una maleta y el vestido de novia, que en breves
momentos vienen a por ti (le dijo a Maca cuando ya habían sacado a Esther, y cerró la
puerta sin mas) ¡Ciao!
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279
Después de pasar una noche de lo más movida y desenfrenada Maca llegó a su casa de
Jerez de madrugada, completamente agotada, y con ganas solo de abrazarse a Esther,
pero en vez de encontrarla a ella se topó con una cama fría, vacía, y sobre todo
demasiado grande. Se tumbó y comprobó que, tal y como se lo temía, se le hacía
inmensa sin Esther a su lado. Pensaba en que estaría haciendo, si dormiría ya o todavía
la tendrían secuestrada de fiesta. Se moría por llamarla pero temía despertarla, así que le
dio una perdida. Esther escuchó un cortísimo sonido de llamada y sonrió al ver quien se
estaba acordando de ella en ese instante. Le devolvió la llamada pero esta vez dejó el
teléfono sonar hasta que Maca, con una sonrisa que no le cabía en la cara, descolgó por
fin
M: Hola mi amor...
E: Hola. ¿Qué tal esta mi embarazada preferida?
M: Pues en la camita, en mi casa
E: Sí, ya me han contado que pasarías la noche allí. Estas locas se han compinchado
con tus primos...
M: ¿Y tú dónde estás?
E: En la habitación del hotel. He llegado hace más de una hora, pero no puedo
dormirme sin ti... la cama me queda demasiado grande
M: Ya, a mí me pasa igual
E: ¿Te has divertido?
M: Mucho, aunque me hubiera gustado más que hubiéramos estado todos juntos
E: Eso es lo que les he dicho yo a éstas. Con lo simpáticos que son tus primos y lo bien
que te llevas tú con mis amigos podríamos haber organizado algo en conjunto
M: Bueno, supongo que había que respetar la tradición, ¿no? Algo de tradicional tendría
que tener esta boda... (reía) ¿Y tú? ¿Lo has pasado bien?
E: Muy bien. Bueno, estas me llevaron a su habitación, que también se están quedando
en este hotel, y me arreglaron. Me pintaron un montón, parecía un putón verbenero... Y
nada, fuimos a comer y luego... (reía recordando) a un boys
M: Ah ¿sí? ¿Y que? ¿Has ligado mucho?
E: Pufff, sin parar... La verdad es que estaban potentes... (decía para picarla)
M: Sí, ¿no? Nada, todavía tendré que partirme la cara con alguno
E: Que va... Si supieras la vergüenza que me ha dado cuando me han puesto a bailar con
uno...
M: Te ha toqueteado enterita ¿no?
E: Bueno, el tío era un pulpo... Pero ese es su trabajo, ¿no? ¿Puedes creerlo? A un
boys... ¡Están piradas!
M: Jejeje. Anda calla... No sufras cariño, que a mi me han traído a una chica...
E: ¡¿Una chica?!
M: Lo que oyes... ¿Qué esperabas mi amor? Al menos tú tienes antecedentes de que te
gusten los tíos, pero yo...
E: Uy, uy, uy... Pero ¿qué te han llevado a un burdel o algo de eso?
M: No mujer... Parece que no conozcas a mis primos... Era un club de alta alcurnia,
pero de repente ha salido de una tarta gigante que me han traído una brasileña... vestida
así de hawaiana, con cuatro trapitos... enseñándomelo todo...
E: No puedo creerlo...
M: Se me ha puesto a bailar por delante, restregándome las tetas por la cara, se ha
sentado encima, encima mía... Que espectáculo; que vergüenza he pasado por dios...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
280
Esther no podía parar de reír al otro lado del teléfono
M: No te rías tanto que la chica era despampanante ¿eh? Además, todos me incitaban a
meterle mano, pero yo no hacía caso...
E: Mujer, la fidelidad la vas a jurar mañana... Hoy podrías haber echado una canita al
aire de despedida (bromeaba)
M: Es que no me motivaba la brasileña
E: ¿Y eso? ¿No dices que era imponente?
M: La tía quitaba el hipo... pero fallaba en una cosa...
E: ¿Qué pasa? ¿No te gustan las negras?
M: Jejeje. No, no es eso...
E: ¿Entonces?
M: Que no tenía tus ojos... (confesó) Intentaba seducirme, pero he descubierto que ya
nada me excita si no me miras con esa cara que me pones...
E: ¿Y que cara pongo?
M: Pues te brillan mucho los ojos, y la boca se te ve sedienta, como si me quisieras
comer...
E: Es que no hay nada que me guste más... de hecho daría lo que fuera por saborearte
enterita ahora mismo
M: Y yo... ¡mañana antes de la boda nos escapamos!
E: Eso... “señor juez, espérese usted un momento, que tenemos que echar un polvo de
emergencia...”
M: Tú bromea... pero por lo menos un buen beso tengo que darte cuando te vea... Que
hoy te han secuestrado las niñas sin ni siquiera dejarme que te diera un besito... dile a
Caro que esta se la guardo
E: Mañana se lo digo. Me han dicho que hasta la hora de la boda nos van a tener cada
una por nuestro lado
M: Cómo debe ser... Ufff niña, me estás poniendo malita de escucharte ¿eh? Mañana no
respondo... te voy a pillar que va a parecer que llegamos vírgenes al matrimonio y
todo...
E: Hombre, no sé tú... Yo llego inmaculada al matrimonio
M: Pues por los gritos que dabas en el coche yo no diría lo mismo ¿eh?
E: Bueno, muy vírgenes no llegamos, pero la verdad después de esta noche de reserva,
o mejor dicho de tortura, prepárate, que te voy a tocar con unas ganas que va a parecer
que no te haya tocado nunca...
M: Calla por dios... a ver quien duerme esta noche... Oye, ¿y el niño?
E: Perfectamente. No te preocupes, Caro esta la cargo. Bueno, o más bien Nono, porque
Caro llevaba un pedal... como no te lo imaginas
M: Vaya... Aquí la única que no bebe yo...
E: Hombre, por supuesto... Mi bebé no puede tomar ni una gotita de alcohol
M: Oye ¿y si me escapo?
E: Ni lo intentes... seguro que te están vigilando...
M: Jooo...
E: Bueno cariño (bostezaba) me pasaría la noche hablando contigo, pero no quiero tener
ojeras el día de mi boda
M: ¡Presumida! No, yo también tengo sueño. Y mañana mi familia ha organizado un
almuerzo
E: Oye...
M: Dime
E: Que te quiero mucho
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
281
M: Y yo también... tengo muchísimas ganas de casarme contigo, ¿sabes? Ahora me doy
más cuenta que nunca
E: Yo también; no quiero pasar ni una noche más separada de ti
M: La última, te lo prometo...
E: Bueno, te veo en la boda. No te pongas nerviosa ¿vale?
M: Tú tampoco, que luego te duele el estómago
E: ¿Tú te encuentras bien? ¿Estáis bien la niña y tú?
M: Sí, sí, estupendas; aunque no tan bien como tú, ya lo sabes
E: Tonta...
M: Tú si que me tienes tonta
E: Que duermas bien cariño
M: Tú también. Que sueñes bonito
E: Si sueño contigo seguro...
M: Ciao mi amor
E: Ciao. Mil besitos a esa tripita
M: Yo si pudiera elegir donde poner la boca ahora mismo no iba a ser precisamente en
tu tripa...
E: ¡Oye!
M: ¿Qué?
E: Que te quiero
M: Pero yo más
E: Mentira
M: Mentirosa tú
E: Tonta... Bueno, ahora sí adiós, ¿no?
M: Hasta mañana mi niña
E: Hasta mañana
Y llegó el gran día, pero de forma muy diferente para las dos...
A las once de la mañana Esther escuchó sonar el teléfono de la habitación y contestó
totalmente zombi y con desgana
E: ¿Sí?
Carolina: ¡Arriba, arriba!
E: ¿Caro?
Carolina: La misma que anoche te achuchaba al morenazo aquel
E: Pero que hora ¿es?
Carolina: Las once, traidísimo
E: ¿Pero que haces?¡¡ Que nos hemos acostado a más de las seis!!
Carolina: Esther, ¿se te olvida que hoy es tu boda?
E: No, no me olvido. Pero tú si parece que te olvidas de que la boda es las ocho de la
tarde. Déjame dormir por lo menos hasta la hora de comer
Carolina: Esther, ponte en pie ahora mismo o vamos Nono y yo a sacarte de la cama. A
las 11.30 viene el peluquero, a la 1 la manicura y a las 2.30 hemos programado un
almuerzo todos juntos
E: ¿Y luego que?
Carolina: Luego a esperar el momento tomando algo y de risas
E: Pero ¿estás loca? Yo lo tenía todo programado para por la tarde, ¿como me lo
cambias a la mañana? Si me llevo todo el día peinada se me estropeará el pelo, y ya no
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
282
podré volver a ducharme, al final del día voy a estar sudando con este calor... Tu plan es
un desastre, ¿no te das cuenta? Además, después de haberte visto ayer como una cuba
no me explico como puedes haberte levantado con tanta energía hoy...
Carolina: En diez minutos estoy en tu cuarto (y colgó sin más)
Efectivamente en menos de un cuarto de hora Carolina estaba ya en la habitación y
Esther comenzó la jornada con el estrés de esa agenda escrupulosamente programada
que le imponían sus amigos, pero al mismo tiempo le hacía bien que estar todo el rato
entretenida, cubierta de atenciones, comentarios, preguntas y rodeada de gente
acompañándola y haciéndola reír. A la hora del almuerzo le esperaba una sorpresa que
Maca no podría compartir con ella, ya que no podía eludir su compromiso con su
familia
Maca en cambio se despertó no demasiado temprano, pero por iniciativa propia, o mejor
dicho porque tras desvelarse y verse sola en la cama no sabía que hacer, no tenía ganas
de levantarse, pero de seguir durmiendo tampoco. Le faltaba ese impulso de ver
dormida a Esther, darle un beso y cerrar los ojos con el placer de saber que se dormía de
nuevo abrazada a ella
Después de pasar un rato dando vueltas sin parar en la cama se puso de pie y caminó
hasta el bacón. Al asomarse esperaba no encontrar a nadie y sin embargo para su
sorpresa se topó con un hervidero de gente preparando una bonita mesa y sillas en el
jardín, y otros tantos que pertenecían a una empresa de catering sin parar de traer cosas.
Por fin pudo distinguir a alguien conocido y vio a su madre en un rincón hablando con
uno de los trabajadores; dirigiendo el cotarro, como siempre. Su padre estaría
seguramente en su despacho, atareado, y sus hermanos en sus casas, aunque
probablemente a punto de venir. Era como si fuera a celebrarse el banquete de la boda...
Debió haberlo imaginado el día anterior cuando le comentaron lo del almuerzo... ¿Cómo
iban sus padres a conformarse con una boda con tan poco glamour? De algún modo
tenían que ingeniárselas para que hubiera un acto de recepción social al que invitar a
toda esa gente que ella no conocía de nada, y con la que no le apetecía para nada
cumplir. Y pensó en como estaría Esther, imaginándosela precisamente con sus padres,
Pablo, Carolina y poca gente más, solo los imprescindibles. De repente sintió unas
ganas inmensas de huir, de escapar de ese plan pomposo que le habían preparado sin
consultarle para empezar un día tan importante de su vida
Desde luego no era aquella la manera en que le apetecía pasar las horas que quedaban
hasta la boda, rodeada de gente superficial, sonriendo a quienes no tenían ni idea de que
cosas verdaderamente la hacían reír. Hubiera dado lo que fuera por un almuerzo
desenfadado e improvisado en cualquier bar con Esther y por supuesto su familia
también, pero sin esa interminable lista de contactos, socios, inversores y demás
perfectos desconocidos. Después de todo suspiraba aliviada y se alegraba enormemente
de no haber cedido ante los caprichos de lo que a su familia le hubiera gustado para el
matrimonio. Aquélla por suerte no era mas que un ensayo, un mero tramite que podía
saltarse si quería (y de hecho así lo había decidido), pero su boda afortunadamente iba a
ser algo mucho más íntimo
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
283
Definitivamente no tenía ganas de comenzar el día así. Se puso ropa cómoda y salió de
incógnito por la puerta de la cocina, pidiéndole a Carmen que guardara silencio. Marchó
sin rumbo claro a dar un paseo por las tierras, aquellas que a veces le costaba trabajo ya
considerar como suyas. Había llegado un punto en que el cuerpo de Esther era la única
tierra que quería proclamar como propia
Merodeó por todas partes, recordando mil cosas, travesuras con sus hermanos y
momentos de verdadera ternura con sus padres, hasta llegar a ponerse melancólica. Se
quedó más de media hora apoyada en un árbol mirando un riachuelo, la zona donde
solía jugar de niña. Y sin darse ni cuenta empezó a llorar. Era una mezcla de tristeza y
alegría a la vez lo que le oprimía el pecho. Los recuerdos se le habían mezclado en la
mente probándole una sensación difícil de describir. Lo único que tenía claro es que le
balance de su vida era positivo, y no solo considerando el presente y los últimos años
con Esther que sin duda habían sido los de mayor felicidad, sino también su pasado, que
mejor o peor, le resultaba al recodarlo cualquier cosa menos indiferente. Y cayó en la
cuenta de lo importante que era su pasado, pues aunque siempre tendiera a renegar de él
y a verse poco identificada con ciertos años de su vida, habían sido fundamentales; sin
ellos el presente del que disfrutaba hoy no habría sido el mismo
Fue caminando hacia a su casa, reflexionando sobre una idea; por muchas vueltas que
había dado su vida su familia era su familia, a la que debía todo su ser, y si estando
presente en ese almuerzo de pantomima les hacía felices para ella tampoco suponía un
esfuerzo tan grande
Su padre la vio venir de lejos y se levantó de la mesa donde estaban a buscarla
Padre: ¿Dónde estabas? Hemos estado llamándote pero lo tenías apagado
M: Me he quedado sin cobertura. Verás, no te lo vas a creer, pero me he ido a dar una
vuelta por las tierras y me he perdido
Padre: Ay, ay, ay (la rodeaba con su brazo) que ya se pierde en su propia casa...
M: Bueno, pero ya estoy aquí, y me he dado cuenta que... (y no quiso armar un
numerito en medio de la fiesta) de que llego tarde
Padre: No pasa nada. Al fin y al cabo es tu día; la fiesta empieza cuando tú lo
dispongas. Vamos, que están allí tu madre y tus hermanos. Oye, la sorpresa que me
pediste ya esta ¿eh? (le contaba mientras caminaban)
Comió finalmente con su familia y todos los invitados, que al final no resultaron ser
tantos ni tan lejanos como suponía, y sin esperarlo pasó un buen rato. Luego le tocó
peluquería y maquillaje. Justo mientras esperaba a su madre para que la ayudara a
ponerse el vestido recibió un sms
“Cómo está la novia más guapa del universo? Yo a punto de ponerme ya el vestido, y
lista para lucirte y poner a todos verdes de envidia. Como te extrañe hoy... Te veo en
NUESTRA BODA. No me plantes. Jaja”
Y sin poder remediarlo le dieron unas ganas incontenibles de oír su voz y la llamó
E: Hola vida mía
M: ¿Qué? ¿Ya estás con el vestidito?
E: De momento solo con la ropa interior, esperando a Caro para que me ayude
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
284
M: Ummm... ¿y como es esa ropa interior?
E: Nueva
M: Ya sé que es nueva, pero ¿cómo es?
E: Ya lo verás. Ansiosa... ¿No puedes esperar a vérmela puesta esta noche?
M: Yo ya sabes que prefiero vértela quitada... o mejor aun, quitártela yo
E: ¿Y tú? ¿También estás ligerita de ropa?
M: Sí. Más que nada porque me muero de calor, y también estoy esperando a mi madre
para que me ayude. ¿Ya te han peinado?
E: Sí. Anda calla, que llevo peinada toda la mañana...
M: ¿Y por la tarde que has hecho?
E: Pues enseñarle Cádiz a mis padres después de comer. Uy, cuando te diga con quien
he comido...
M: (intrigada) ¿Con quien?
E: Bueno, ellos no querían que te dijera nada, pero mejor te lo digo, no sea que vayas a
emocionarte en la boda al verlos y se te corra el rimel
M: Ay... ¡habla ya!
E: He comido con mis amigos, y con todos los compis del hospital
M: ¿Han venido? (preguntó con alegría)
E: Todos. Estaban de coña con lo de no venir, solo querían sorprendernos
M: Pues vaya broma ¿no?
E: Pues sí... pero bueno, ha sido bonita la sorpresa. Me da una pena que te lo hayas
perdido... ¿El almuerzo ha sido muy coñazo?
M: No, no. La verdad me he divertido mucho. Al principio cuando me levanté no me
apetecía nada toda esa farándula, pero luego pensé que tampoco me cuesta nada
hacerlos un poco felices
E: Claro mujer..
M: Total, como estoy de buen humor hoy puedo ponerle cara feliz a todo el mundo sin
fingir
E: ¿Estás feliz?
M: SOY feliz
E: No tanto como yo..
M: ¿Qué te apuestas?
E: Ah, ¿pero sigues con ganas de apuestas?
M: No, no. Déjate... hoy que por fin termino mi esclavitud...
E: Jeje, Paradójico, ¿no?
M: ¿El que?
E: Eso que has dicho. Hoy te casas, se supone que esclavitud empieza, no acaba
M: Esclavitud ¿por qué?
E: Bueno, es una forma de hablar..
M: Esclavitud sería mi vida sin ti... porque es cuando estoy contigo cuando me siento
libre...
E: Que ganas tengo de verte...
M: ¿Me has echado de menos un poquito hoy?
E: Sí, me ha dado rabia estar pasándolo tan bien sin ti a mi lado para reír conmigo. Y
además es que me muero de ganas de verte otra vez con el vestido... Te queda perfecto
¿eh? La modista fue una artista al arreglarlo calculando lo que me crecería la tripa en un
mes...
M: Sí, ha acertado. Hay que ver que racha llevamos de comunicarnos por teléfono
E: Sí. Con las ganas que tengo yo de darte un beso...
M: Oye ¿nos habrán hecho caso o habrán puesto alguna cursilada en la playa?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
285
E: Yo espero que hayan seguido mis instrucciones
M: ¿Qué instrucciones?
E: Nada, nada..
M: No, no. Dímelo
E: Confía en mi
M: Miedo me das... Oye cariño, te tengo que dejar, que llaman a la puerta ya
E: Vale. Lo dicho, que te veo en nuestra boda. Lo digo y ni me lo creo (se rompía de
risa al otro lado del teléfono)
M: Créetelo cariño
E: Mil besos para ti y para la pitufa
M: La pitufa está que no para de dar brincos aquí adentro... creo que le he contagiado
mis nervios
E: Muy mal ¿eh? Oye, ¿me das un toque cuando salgas de casa?
M: ¿Y si te planto?
E: No puedes. Eres mi esclava aun y te ordeno que vengas
M: Oye, que te dejo ¿vale? Ciao mi reina
E: Ahora te veo
Colgó y fue por fin a abrirle la puerta a su madre
M: Perdona, que estaba con Esther al teléfono
Madre: Bueno, llegó el momento del vestido
M: ¿No es demasiado pronto?
Madre: No hija, que tenemos que conducir hasta Tarifa
M: Me voy a asar... menos mal que el traje es fresquito
Madre: Sí, habéis escogido muy buena hora. Ya no hará calor, pero como hará sol
todavía tampoco frío
M: Hablando de buena hora... antes en el almuerzo me hubiera gustado deciros algo,
pero como había tanta gente no pensé que fuera el mejor momento
Madre: Pero ¿qué es hija? Te pones tan seria que me asustas...
M: No, no... Solo quería decirte (le cogió las manos) que he sido muy feliz aquí. Y
bueno aunque ya haca que deje esto necesito decíroslo. Que os debo todo lo que tengo y
que me hicisteis muy feliz todos los años que pasé aquí; siento si con mi carácter y mi
insistencia de quejarme siempre por todo os hecho pensar lo contrario alguna vez... Que
os quiero mucho y que cualquier cosa que haya podido heriros no ha sido mi intención
Madre: Y nosotros también te queremos a ti... (la miró con ojos brillosos y sin saber
que más decir, solo le apretó la mano con fuerza y la abrazó)
M: Díselo a papá, ¿vale?
Madre: Venga... (y rieron con ganas las dos, lo que les ayudó a controlar los nervios
del momento) Venga, pásame el vestido
Y mientras Esther también levantaba los brazos para que el vestido entrara en su cuerpo
como un guante con la ayuda de Caro
E: ¿Con quien esta Pablo? ¿Con mis padres?
Carolina: Con unos compañeros tuyos del hospital
E: Ah vale
Carolina: Estás preciosa
E: Preciosa tiene que estar mi niña... No aguanto más sin verla..
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
286
Carolina: Ya no queda nada cariño
E: Me voy a emocionar cuando la vea
Carolina: No, pues prohibido ¿eh? Que me arruinas el trabajo de maquillaje
E: Bueno, no te prometo nada, que verla hoy puede ser una emoción fuerte...
Carolina: Pues yo pensaba darte una noticia, pero ya me la guardo para mañana, no
vayas a ponerte sensible
E: No, no, dímela
Carolina: Mejor mañana
E: ¡No! Ahora no me dejes así, no vale. Anda porfa... (se puso zalamera haciéndole
cosquillas con las uñas en la palma de la mano)
Carolina: Bueno... El quince del mes que viene no hagas planes, que me caso
E: ¡¿Qué?! No me lo creo...
Carolina: ¡Pues no te lo creas! Luego te doy la invitación
E: ¡No me lo puedo creer! ¿Pero cuando lo habéis decidido?
Carolina: Pues antes de tú contaras que te casabas ya llevábamos tiempo pensándolo.
Te lo iba a contar, pero preferí callarme para que este día fuera solo tu día; pero ya ves
que no me he aguantado y te lo digo precisamente hoy
E: Jooo... Me tienes que dejar ayudarte con todos los preparativos
Carolina: Claro, estoy deseando que me ayudes con todo; además como yo soy un
desastre..
E: Jope, nunca me lo hubiera imaginado. Vamos, es que no me lo creo... después de
escucharte el día que llegasteis bromear sobre el tema..
Carolina: Bueno, ya sabes que nosotros nos reímos de todo; es la base de nuestra
relación
E: Esa es la mejor tónica... Bueno, y ¿tu también te animas a venirte a la playa?
Carolina: No, no. Va a ser en Madrid
E: Bueno, como sea... ¡Enhorabuena! (le dio un abrazo que no terminaba, se
balanceaban riendo las dos) Gracias por todo
Carolina: Mujer, ya te he dicho que lo de los preparativos ha sido puro interés para que
ahora me ayudes tú a mí (bromeaba)
E: No me refiero a los preparativos, las gracias quiero dártelas por ser tú, por llevar toda
la vida a mi lado, apoyándome sin fallarme ni una sola vez... Más que una amiga eres
una hermana
Carolina: Gracias a ti (y le dio un beso en la mano para no rozarle la cara)
Tocaron a la puerta de la habitación, que estaba entreabierta
E: ¿Sí?
Encarna: Hija, soy yo (asomó la cabeza)
E: Ah, pasa, pasa...
Encarna: Que guapa estás... (se emocionó al verla por que hasta entonces no había
visto el vestido y se le echó encima)
E: ¡No me beses! ¡¡No me beses!! (se apartó)
Carolina: En la cara no, que me arruinas el maquillaje, Encarna
Encarna: ¿A Maca también le vas a decir lo mismo? ¿Qué no te bese?
E: Claro...
Carolina: Jaja. Habrá que verlo eso..
Encarna: Bueno venga, vámonos ya, que el coche esta ahí fuera
E: Ah no. Dile que espere. Maca me va a dar un toque cuando vaya saliendo de Jerez
Carolina: Mira que compenetradas están...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
287
E: Y aun así tendríamos que esperar un poco, que Jerez está más lejos y la novia tiene
que hacerse esperar... aunque ella también es novia, así que no sé quien debería llegar
primero...
Encarna: Que pena de zapatos, que no vais a lucirlos
E: Anda no protestes, que por lo menos gracias a mí los invitados no vais a tener que
llenaros de arena. Por cierto, Nono está allí ¿no?
Carolina: Sí, sí. Está con lo que le pediste
C: ¿Se puede? (tocó a la puerta cuando ya se había asomado a cotillear)
E: Pasa Cruz
Y cuando entró vieron que detrás venía Vilches con el niño en brazos
E: Ala... (se acercó rápidamente y lo cogió en brazos solo unos segundos para dejarlo en
el suelo y darle una vuelta para mirarlo bien) Pero que guapísimo está... que guapo está
mi hombrecito... (y le arrancaba una sonrisa al pequeño hablándole de esa manera)
C: Eso parece, un hombre en miniatura, con esa chaqueta y esa corbata...
V: La corbata es obra mía, que conste que ese nudo tan perfecto lo he hecho yo
E: ¿Quién si no? Que guapo estás, Pablo... (le repetía embobada)
Carolina: ¿Has visto que guapa está mami también?
Pablo: (asentía con la cabeza riendo)
E: Está cortado, pobrecito... con tanta gente le da vergüenza
Encarna: Esperemos que no se corte también con lo de los anillos...
C: ¡Que va! Lo hemos estado ensayando y lo hace muy bien
Pablo: ¿Dónde está mamá?
E: Mama viene luego, cuando estemos en la playita... Deja que te vea lo guapísimo que
estás... Pareces un niño mayor, con el pelo engominado y todo... Oye, me lo llevo
conmigo en el coche ¿eh?
Carolina: Bueno, como quieras (aprobó la organizadora oficial del evento,
comprendiendo que Esther quisiera hacer a su hijo muy partícipe en toda la boda)
E: Bueno, el toque... ya nos podemos ir yendo para abajo..
Carolina: Venga... (tarareaba música nupcial)
El Delirio Desesperado: SI CON DESEAR BASTARA..
A una hora de la ceremonia los dos coches rodaban por las carreteras de la costa
gaditana. Habían escogido para la boda un lugar alejado de las zonas adjuntas a los
aparcamientos, que eran las más atestadas de gente, buscando la mayor privacidad
posible
Al final Esther llegó antes y tuvo que esperar pacientemente dentro del coche a que
llegara Maca, que se retrasó más de lo esperado. La enfermera respiró aliviada cuando
la vio aparecer y salió del coche con el niño de la mano
Venía mirándolos desde lejos y salió del coche cada vez más emocionada por tenerlos al
fin delante
M: Pero ¿cómo puedo tener tanta suerte?
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
288
Cogió al niño de la otra mano después de agacharse a besarlo y se abrazó fuerte a
Esther. Al separarse se quedó con la nariz pegada a la suya, mirando sus ojos lo más
cerca que podía, y se besaron tranquilamente en medio de todos los nervios que tenían
las dos. Sus bocas se separaron, pero se agarraban fuertemente de la mano y no dejaban
de mirarse con los ojos muy brillantes
M: Llorar antes no se vale ¿eh? (le regañó) Bueno, aunque mejor eso que en plena
ceremonia... Estás preciosa
E: Tú si que estás preciosa... Pero venga que nos están esperando
M: Espera, espera, que no he visto bien a este hombre que hay aquí... (se agachó y lo
cogió de las dos manos)
Pablo: Soy un niño...
M: Pues cualquiera lo diría... con lo guapo que estás con esa corbata y ese pelo hacia
atrás
E: Oye, que miedo estaba pasando ya ¿eh?
M: ¿Creías que te iba a dar plantón?
E: La verdad no... mi miedo era que te hubiera pasado algo... tu familia salió al mismo
tiempo que tú y llevan aquí un rato
M: Es que el chofer este me ha dicho que iba a coger un atajo para cortar camino y me
ha metido por una carretera malísima..
E: Venga vamos, que ya está todo el mundo en la playa
M: ¿Y que ha dicho el señor juez cuando ha sabido que tenía que quitarse los zapatos?
E: Es jueza, Fátima se llama, y no ha tenido que quitarse los zapatos
M: ¿Cómo que no? ¿No habrás hecho lo que creo que has hecho?
Miró entonces hacia la playa desde donde estaban y vio que había unas maderas
instadas con sillas para los invitados, y que la jueza estaba también en una especie de
tarima. Además había toda una serie de tablas facilitando el acceso a la playa
M: Esther, esto no es mi idea casarme en una playa salvaje...
E: Es que no me parecía bien que los invitados estuvieran de pie y sin zapatos... Esa es
nuestra decisión, no la de ellos. Y además Nono me dijo que era posible que tuviéramos
un problema con la jueza y que no quisiera descalzarse
M: Será una presumida como tú... Bueno, ¿qué le vamos a hacer? (sonrió de nuevo) De
todas maneras sigue siendo lo más parecido a la boda que quiero... es contigo
E: ¿Vamos?
M: Vamos
Bajaron andando hasta la playa con el niño en medio, cogido de las manos de las dos.
Al verlos venir todos se pusieron de pie para ver lo guapas que estaban las dos y
Carolina se acercó a través de las maderas hasta donde empezaba la arena, les dio un
brazo a las dos y se llevo al niño de la mano adonde estaban sentados los invitados.
Maca le dio la mano a Esther y empezó a andar por las tablas pero Esther se resistió a
andar
E: ¿Adónde vas?
M: A casarme... ¿donde voy a ir?
E: Pero esa parte es para los invitados, tú y yo acordamos sin zapatos ¿no? (y se los
desataba)
M: Cariño, a mí me da igual, si tú lo prefieres así...
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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E: No, no. Eso es solo para los demás, yo quiero hacer las cosas como las imaginamos
aquélla tarde juntas, ¿te acuerdas?
Le dio la mano y se la apretó, entonces Maca miró hacia la arena y vio dos filas de
diminutas velas encendidas, iluminando un camino cubierto de pétalos. La emocionó
ese gesto pero se contuvo solo apretándole la mano. Se quitó los zapatos y los dejó junto
con los de Esther, le dio la mano y caminaron por ese sendero que Nono se había
encargado de poner por capricho personal de Esther
M: Está muy bonito
E: Bueno... ya sabes que algún toque cursi tenía que poner... Flores tenía que haber por
algún sitio y como poner jarrones me parecía una horterada decidí ponerlas en la arena...
¿Pero te gusta?
M: Todo lo que haces me encanta... (y aunque ya casi llegaban a donde estaba la juez
no pudo contener la emoción por más tiempo; si no hacía lo que se moría de ganas de
hacer no podría evitar acabar llorando) Espere un momento (le dijo a la jueza y se paró
con Esther un poco más atrás)
Desahogó su necesidad y le dio un beso, no demasiado lujurioso pero profundo,
saboreando bien toda su boca, y Esther correspondía a ese beso con todas sus ganas,
dejándole que si sintiera su lengua completamente y con fuerza. La enfermera le frotó la
nariz con la suya y le dedicó su mejor sonrisa
M: Que te quiero..
E: Y yo a ti mi niña
M: ¿Vamos?
E: Ahora sí (caminaron hasta donde estaba la mujer, que las miraba sonriendo)
Jueza: Por fin ¿podemos empezar?
E: Sí, sí..
Las dos entraron entonces en un trance en el que solo pensaban la una en la otra y en los
nervios, que se habían apoderado de ambas, a pesar de que no tenían porque estar
nerviosas. El momento más tierno sin duda fue cuando el niño se acercó tímidamente
con los anillos y se los dio en la mano a Esther que los repartió con manos temblorosas,
se dejó poner el suyo y le encajó a Maca el otro; todo como acto mecánico, sin que la
emotividad de lo que sentía le permitiera ser muy consciente del momento. Estaba como
en una nube...
No despertó de ese adormilamiento hasta que Maca le apretó la mano y la miró
fijamente pronunciando el “sí quiero”. En ese instante se derritió con la luz de su
mirada, iluminada más que nunca por los rayos del sol, en la que parecía que se
reflejaba todo el mar, toda la claridad, toda la paz, todo el azul... Oyó unas palabras de
la juez que en el fondo no escuchó, pero cuyo contenido adivinó y sin dejar de mirara a
Maca, como si sus ojos la hubieran hipnotizado en ese momento, dijo también “sí
quiero”
Jueza: Pueden besarse las novias
Se dieron un beso un poco menos intenso que el anterior, pero más emotivo, que
continuó después de que todo el mundo empezara a aplaudir. A las dos les daba risa
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
290
despegarse y mirar a los demás ahora que ya había pasado el momento. Se sentían
observadas y eso las cortaba, así que no dejaban de darse besos cortos y de mirarse con
las caras muy juntas, antes de que se escuchara un fuerte un pitido sonoro que asustó a
Esther y la obligó a despegarse de Maca y darle la mano. Maca le sonrió indicándole
que mirar hacia arriba y Esther vio como el sonido de ese pitido subía en forma de
estela hasta estallar en el cielo, seguido de muchos otros. Maca la abrazó por detrás,
agarrándola por la cintura con las dos manos y besándole el cuello
E: No puedo creerlo... (decía mirando los fuegos) Estás loca...
M: Yo también tenía que poner mi toque cursi... ¿O creías que todas las sorpresas las
ibas a dar tú? Además, es lo mejor de no celebrar tu boda en la iglesia: puedes hacer lo
que te de la gana
Se abrazaron y terminaron de ver los fuegos artificiales junto a todos los invitados, que
los miraban con admiración y sorpresa. Maca le dedicó un guiño a su padre para
agradecerle su ayuda con la preparación de este detalle; luego volvió a besar a Esther en
el cuello y le dijo algo al oído
Cuando terminaron subieron por fin a las tablas a saludar a los invitados. Esther le dio el
abrazo imprescindible a sus padres y en seguida cogió al niño, y con el en brazos saludó
a Nono, Carolina y otros amigos, y fue a saludar a los padres de Maca, a los que ella
seguía abrazada. Se giró nada más verla y cogió ella al niño. Saludaron a todos los
invitados y allí mismo a pie de playa se tomaron una copa de champaña y unos
aperitivos con ellos
El día se iba oscureciendo y los invitados se iban yendo poco a poco. Solo les cayó la
noche a los amigos más íntimos de las dos, y cuando ya todos se retiraban Esther y
Maca dijeron al unísono que se quedaban
Carolina: ¿Seguras?
E: Sí, vamos a despedirnos de “nuestra playa” ahora que ya no hay nadie
Carolina: Me da un poco de miedo que os quedéis aquí de noche...
M: Que no pasa nada. Vete tranquila
Carolina: Bueno... El niño esta con tus padres ¿no?
M: Sí, sí
Carolina: Cualquier cosa que necesitéis me llamáis ¿vale?
E: Que sí mama
Carolina: Jeje. Bueno, si estoy tan pesada será por eso, porque voy a ser mama
E: No busques excusas; lo tuyo es de nacimiento
Carolina: Bueno, pues os lo digo una vez más: cuidaos. Nos vemos en Madrid ¿no?
M: Por desgracia demasiado pronto... Aquí me quedaba yo por lo menos un mes de
vacaciones
E: Yo las mías prefiero guardarlas para cuando nazca Marina, que me va a dar rabia que
tú quedes en casa y yo no pueda estar con mi bebé...
Carolina: Bueno, os dejamos solitas...
E y M: Ciao
Esther le dio la mano a Maca, que la hizo levantarse de su silla para que se sentara en
sus rodillas y empezó a besarle toda la cara y el cuello
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: ¿Has visto que solita esta ahora la playa?
E: Sí
M: ¿Y que te apetece hacer? (repasaba sus labios con el dedo)
E: ¿Damos un paseo por la orilla?
M: Que decepción... (reía)
E: Ah ¿sí?¿Qué quieres hacer tú?
M: Me has leído el pensamiento; me apetece pasear...
Caminaron hasta la orilla despacio, cogidas de la mano y mirándose de vez en cuando, y
seguían andando mojándose los pies, sintiendo como se hundían un poco en el agua y
como el viento les refrescaba la cara
E: Pues ya está hecho...
M: Parece mentira, ¿verdad?
E: Si no fuera porque estoy sintiendo lo caliente que está tu mano en la mía creería que
ha sido todo un sueño... ¡Au! (gritó cuando Maca la pellizcó)
M: Es para que veas que es real
E: Que noche más bonita... hasta las estrellas están perfectas
M: Solo nos ha fallado la luna (que era aquel día nueva)
E: ¿Y para que quiero yo la luna teniendo la luz de tus ojos?
M: (reía con esa sensación de quedarse sin palabras) ¿Cuando ya no tengamos dientes
también me vas a decir esas cosas?
E: Claro. No sé si me entenderás, pero te las seguiré diciendo. Bueno, ¿al final todo ha
sido como lo tenías en mente o no?
M: Ha sido mejor. Todo es mejor en mi vida cuando tú metes la mano de por medio
E: Ah ¿sí? ¿Y cuando la meto por aquí? (y acariciaba su escote)
M: Ahí ya pierdo las pocas neuronas que me quedan... ¡Ay! (gritó de repente) mira...
(cogió la mano de Esther y la llevó a su tripa)
Se pararon las dos para que Esther se concentrara y sintiera más el movimiento
E: Jooo. Como se mueve hoy...
M: Estará contenta...
E: Uy, uy, uy... (se asustaba sintiendo la revolución que había dentro de Maca) ¿Así
lleva todo el día?
M: No. Lo que pasa es que tú le gustas, y de sentir tu mano y escuchar tu voz se pone
nerviosa... es más o menos lo mismo que me pasa a mí
E: ¿A ti también te pongo nerviosa?
M: ¿No has notado como me temblaba todo desde que te he visto hasta después de los
fuegos?
E: Yo también estaba como un flan... no entiendo por que nos hemos puesto tan
nerviosas... si solo era decir “sí, quiero”, no teníamos que hacer nada más; y además
estábamos juntas para hacerlo
M: Yo antes estaba más relajada... Ha sido al verte cuando el corazón se me ha puesto a
mil y me han empezado a flaquear las piernas. Creo que ha sido por pasar todo el día
separadas
E: Sí, tienes razón. Si hubiéramos estado juntas nos habríamos tranquilizado la una a la
otra... Mira que mis padres se han pasado la tarde intentando serenarme, pero ya nada
me relaja si no eres tú
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
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M: Y tú a mí
E: ¿En que quedamos? ¿Te relajo o te pongo nerviosa?
M: De todo... Es que eres todo...
Se miraron risueñas y volvieron a besarse sintiendo otra vez sus palpitaciones cada vez
más disparadas, como si sus corazones quisieran escapar de sus pechos para buscarse el
uno al otro
M: Ummm... Sabes a champán todavía..
E: Pues tú tienes la piel muy fría... (le frotaba los brazos un poco preocupada. Estaba
muy a gusto allí con ella pero no quería que pasara tanto frío)
M: No te preocupes, si no tengo frío. Debe ser el calor que llevo dentro...
E: ¿Mucho?
M: Sí. Mucho, mucho...
E: Habrá que sacarlo ¿no? Que eso peligroso... además, ya me conozco las maneras de
que salga
M: Yo no quiero trabajar pasado mañana... (gimoteaba) ¿Por que no nos escapamos al
caribe?
E: De Caribe nada, que hay mucha gente
M: Bueno, a cualquier lugar... No me importa el sitio yendo contigo. Oye, ¿pediste el
deseo durante los fuegos cuando te lo dije?
E: Claro
M: ¿Y que pediste?
E: Eso es secreto; sino no se cumple
M: ¿Por que no se va a cumplir?
E: Eso dicen ¿no? Y yo quiero que se cumpla, no me arriesgo... ¿Por que no me lo dices
tú el tuyo?
M: No, no. Si tú no sueltas prenda yo tampoco
E: Bueno, si lo decimos solo una vez y así bajito digo yo que no pasara nada ¿no?
M: Claro que no... Anda dímelo... Total, a mí cuando era niña ninguno de los deseos
que pedía se me cumplía nunca. Si con desear bastara..
E: Pero este si se va a cumplir ¿no?
M: Espero que sí..
E: A mí una vez se me cumplió uno. Se lo pedí a una estrella fugaz
M: ¿Qué pediste?
E: Encontrarte
M: Jeje. ¿Le pediste una Maca?
E: No, pedí encontrar la felicidad y te encontré a ti...
M: (la miró sonriendo y se besaron de nuevo) O sea, ¿qué se cumplió?
E: Y se sigue cumpliendo desde entonces
M: ¿Y no me vas a decir lo que has pedido hoy? No era una estrella fugaz... pero al
menos era un regalo de la persona que más te quiere en el mundo
E: Bueno, te vas a sorprender. No es nada tan general como la otra vez; es algo muy
concreto... la culpa la tiene tu voz..
M: ¿Mi voz?
E: Sí. Es que se me ha movido todo por dentro cuando me susurraste al oído que pidiera
un deseo, y por eso he pedido... poder dormirme con tu susurro todas las noches que me
quedan de vida
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
293
Se quedaron calladas un momento, sonriendo tiernamente y transmitiéndose la emoción
solo con la mirada
M: Tú sabes que mientras pueda yo seguiré cada noche susurrándote lo mucho que te
quiero...
E: Solo con eso ya tengo motivo para levantarme cada día... ¿Y tú? ¿Qué has pedido?
M: Lo que más me gustaría: no dejar nunca de hacerte feliz
Esther sintió palpitar más fuerte aun su corazón, un latido que bajaba nervioso por sus
entrañas y que hacía palpitar también su centro, de una manera casi dolorosa. El hecho
de que Maca pensara en su felicidad hasta para pedir su deseo estuvo a punto de
arrancarle las lágrimas, pero Maca se dio cuenta y no lo permitió. La beso en la frente y
le frotó la nariz arrancándole de nuevo la sonrisa
Esther se dio cuenta de cómo aquel deseo que pidiera años atrás había dado un giro de
ciento ochenta grados... Llegado a este punto ¿de qué valía pedir su felicidad? si era la
de Maca la que realmente la hacía feliz; si el motor de su vida no era otro que su
sonrisa... así quiso transmitírselo con la profundidad de su mirada y dio por cumplidas
sus intenciones cuando Maca la abrazó y sintió una lágrima suya caer en su hombro; las
demás se volatilizaron con la alegría de ese instante y con la fuerza de su mano
apretando la suya
Y siguieron caminando de la mano, por la playa y mucho más allá, dondequiera que su
amor las llevara...
FIN
20 lecciones de amor y un delirio desesperado
1) Forbbiden fruit is the sweetest
2) Hope is a good breakfast but a bad supper
3) Never give advice unasked
4) The fish is the last one to recognise the water
5) Things often happen when you least expect them to
6) You won't help shoots grow by pulling them up higher
7) When the apple is ripe, it will fall
8) Least said, soonest mended
9) Love is to look everyday into yourself and find a surprise
10) As you sow, so shall you reap
11) Of all pains, the greatest pain is to love, but to love in vain
12) Even love does need a holiday
13) Let bygones be bygones
14) Beauty is in the eye of the beholder
15) Call a spade a spade
16) An eye for an eye and a tooth for a tooth
17) Love has no price
18) Actions speak louder than words
19) Never do things by halves
20) Love will find a way
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