Un paseo a la Patria de Dulcinea: retazos y pinceladas

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Un paseo a la Patria de Dulcinea:
retazos y pinceladas
“En todas las partes
del planeta el autor
del Quijote es
Miguel de
Cervantes Saavedra;
en El Toboso es
sencillamente
Miguel”.
(Azorín)
n La uva y el vino, Eduardo
Galeano nos narra: “Un
hombre de las viñas habló,
en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir,
reveló su secreto: La uva – le susurró – está hecha
de vino. Marcela Pérez Silva me lo contó, y yo pensé: si la uva está hecha de vino, quizá nosotros
somos las palabras que cuentan lo que somos”.
la palabra surgen personajes universales, como
los nacidos de la pluma de Miguel de Cervantes
Saavedra, que tan reales se hacen para nosotros
y nuestra vida. Es así con Dulcinea, ella surge de
la palabra, ella surge del amor y la pasión, ella
surge y llega a nuestro encuentro... ella, Dulcinea,
también surge y es en las palabras que cuentan lo
que somos y podemos llegar a ser.
Esta lectura de Galeano, perteneciente a El libro de los abrazos, me acompañó en mi
reciente regreso a El Toboso con motivo de las
XIX Jornadas Cervantinas, recorriendo nuevamente los campos de La Mancha, transitando y
caminando entre viñas y sendas, divisando torres
de múltiples Iglesias, Monumentos, Palacios y
palabras que iban conformando nuevas estelas.
Nos encontramos en El Toboso, porque esta ciudad manchega, corazón de la geografía literaria, imaginaria y real de los cervantistas, soñadores y utópicos en ejercicio, siempre
merece relación aparte, siendo curiosa de verdad. A El Toboso llegamos en la segunda parte
del “Ingenioso Caballero Don Quijote de la
Mancha”, que en su capítulo IX nos dice:
Galeano lo expresa con toda precisión y
belleza: tal vez el ser humano, los hombres y mujeres, no sean otra cosa, en última y verdadera instancia, que un relato o cuento, que un poema o
canción, que una novela o teatro, en definitiva seríamos, somos el espacio en el que habitan, viven o
encarnan un montón de palabras, un puñado de
palabras, que son salvadas por la escritura.
“Media noche era por filo, poco más a
menos, cuando don Quijote y Sancho dejaron el
monte y entraron en el Toboso. Estaba el pueblo
en un sosegado silencio, porque todos sus vecinos dormían y reposaban a pierna tendida, como
suele decirse. Era la noche entreclara, puesto
que quisiera Sancho que fuera del todo escura,
por hallar en su escuridad disculpa de su sandez. No se oía en todo el lugar sino ladridos de
perros, que atronaban los oídos de don Quijote y
turbaban el corazón de Sancho. De cuando en
cuando rebuznaba un jumento, gruñían puercos,
mayaban gatos, cuyas voces, de diferentes sonidos, se aumentaban con el silencio de la noche,
E
Somos en la palabra, al igual que
Dulcinea surge de la palabra.
Contamos y escribimos, creamos realidad y nos encontramos en la poética de la literatura. Es ahí donde surge la cercanía, donde desde
todo lo cual tuvo el enamorado caballero a mal
agüero; pero, con todo esto, dijo a Sancho:
que llegue y llega a nuestras manos, lógicamente
comenzando por El Quijote... con esa lectura he llegado a El Toboso acompañado de grupos de, entre
otros lugares, México, Argentina, Israel, Tailandia, y
ahora contigo, que buscas, desde el principio de
estas palabras, “un paseo a la Patria de Dulcinea”.
Pero, ¿dónde está el paseo, y las coordenadas, y las
sugerencias?, ¿acaso no querías emular los “epicureando” de nuestra Revista DINTEL?
—Sancho hijo, guía al palacio de Dulcinea: quizá podrá ser que la hallemos despierta”.
Al encuentro de la esencia
misma de la vida
Buscamos el Palacio, nos adentramos en El Toboso en la búsqueda de la casa de
nuestra Señora Dulcinea, que era grande y señorial, llegamos de la mano de aquellos que llaman “sencillamente Miguel” al Ingenio de los
Genios, Cervantes, porque como nos recuerda
Azorín, en La ruta de Don Quijote,
“Todos le tratan con suma cordialidad, todos se hacen la ilusión de que han conocido a la familia. -Yo, señor Azorín – me dice don
Silverio - , llego a creer que he conocido al padre
de Miguel, al abuelo, a los hermanos y a los tíos”.
El Paseo está en ti y en tu imaginación,
en el interés que posiblemente estas palabras te
hagan dirigir tus pasos y los caminos hacia El
Toboso. Merece la pena. Es más, te animo a que lo
hagas, porque “si la uva está hecha de vino” y
“nosotros somos las palabras que cuentan lo que
somos”, el inicio de tu nuevo relato, de tu nuevo
camino, de tu nuevo proyecto o sueño, lo encontrarás en El Toboso... es el primer paso de un “paseo
a la Patria de Dulcinea”, es el primer paso de un
paseo a la patria en la que todos habitamos,
somos, creamos e imaginamos: la palabra.
Pero, ¿dónde estoy? En El Toboso.
¿Con quién me encuentro? Con un cúmulo de
personajes que se adentran en las mismas
entrañas de la vida... El Toboso, lugar en el que
acudo año tras año, lugar en el que encuentro la
esencia misma de la vida, el amor platónico y el
amor real, la pasión ensimismada en las letras,
en ocasiones acompañado por amigos, en otras
por ilustres compañeros de viaje, los libros, y en
la mayoría de las ocasiones por otros locos que
comparten la misma esencia y búsqueda.
Fernando
Redondo Benito
La palabra, el inicio, como la literatura, de una “expedición a la verdad” (Kafka),
comenzada en la búsqueda desde la base de la
Humanidad: “la pasión y sus manifestaciones”
(Balzac); porque si la Historia, la novela y el arte
serían inútiles sin la pasión, qué sería de la
Humanidad sin El Toboso y su Dulcinea, lugar en
el que al amor sencillamente se le llama amor.
Amor y Dulcinea: ¿iniciamos un nuevo
paseo a la Patria de Dulcinea, a nuestra Patria?
Salud. Vale.
¿Búsqueda? Somos palabras, la búsqueda surge en la primera línea de cualquier libro
Consejero de Presidencia
DINTEL
mayo 2010 228
229 mayo 2010
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