Nuestra querida patata Alex Turrillas Antton D ueso Como reconocimiento a su valor A ellos. A los “caballeritos” de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, y en especial, a Don Prudencio María de Verastegui (o Berastegui, como él acostumbraba firmar). Gracias a sus estudios y a su enconada labor en pro de la introducción del más maravilloso de los tubérculos en Euskal Herria, los vascos de hoy podemos saborear un buen plato de marmitako, de patatas en salsa verde, o cómo no, la deliciosa tortilla de patata. nutricional y su papel como “alimento de los pobres”, la ONU ha establecido que 2008 sea el Año Internacional de la Patata, pretendiendo las Naciones Unidas un doble objetivo: • Crear una mayor concienciación de la importancia de la patata como alimento en los países en desarrollo. • Promover la investigación y el desarrollo de los sistemas de producción de este cultivo. Objetivos loables y solidarios que NEIKER-Tecnalia los hace suyos, al tiempo que nos enorgullece haber sido designados por la FAO como una de las sedes organizadoras de este gran Evento. © Edición: Neiker Tecnalia © Guión y Textos: Alex Turrillas @ Ilustraciones: Antton Dueso Diseño y maquetación: Kaioa, a.s.p. (Deba - Gipuzkoa) Impresión: Printek I.S.B.N.: D.L.: La realización de esta obra ha sido posible gracias a la extensa información obtenida de muy diversas fuentes, tanto del ámbito institucional como privado. Nuestro más sincero agradecimiento a sus autores, en especial a: - Año Internacional de la Papa. “Tesoro enterrado”. G.Thomas (Oficina de la ONU en Belarús). - “Historia de la Patata en Europa”. Carlos Azcoytia Luque. - “La Papa. La Joya de los Andes y su Periplo por el Mundo”. Jaime Ariansen Céspedes. Este libro es un granito de arena que NEIKER-Tecnalia aporta a este año Internacional, para entre todos conseguir crear la gran duna que frene el avance del hambre en el mundo, más en un momento de especulación salvaje y que nos está llevando a insoportables incrementos del precio de los alimentos. NEIKER-Tecnalia es el centro de referencia de la patata a nivel de Euskadi y de España, y sin lugar a dudas se encuentra entre los primeros de Europa, teniendo su origen en la Estación de Mejora de la Patata creada en 1940 en la Granja Modelo de Arkaute (Araba) Pero nada de esto podría haber sido posible sin la preclara actuación de D. Prudencio Mª de Verástegui (1748-1814), hombre de ciencia e ilustrado que llegó a ser Diputado General de Araba y que con la colaboración de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País introdujo la patata en Euskal-Herria, colaborando de manera definitiva a la erradicación “del hambre” en nuestra tierra vasca. Sirva este libro para homenajear a todos los que de una manera u otra han contribuido para que NEIKER-Tecnalia sea un centro de investigación en patata de primer orden, a que Araba sea un gran territorio patatero y sus gentes unos grandes profesionales de su cultivo. Desde NEIKER-Tecnalia mantendremos el compromiso con Álava y con Euskadi de modernizar e innovar su sector agrario y de seguir siendo referentes de un alimento, como la patata, aunque despreciado por los ignorantes, homenajeado por quienes, como nosotros, sabemos que son nuestro suelo y nuestra tierra las que nos alimentan. I HISTORIAS DE LA PATATA D icen los expertos que la historia, o más bien, la prehistoria de la patata, comienza hace más de ocho mil años en los Andes centrales peruanos, en un maravilloso lugar al que los nativos llaman Huasahuasi. Los indios incas la cultivaban en pequeñas terrazas situadas en las escarpadas pendientes andinas, a más de 3.000 metros de altura. Esa altitud hacía que el preciado tubérculo se librase del ataque de insectos y otras plagas. La patata, que por entonces era al parecer de pequeño tamaño, amarga y bastante indigesta, representaba un alimento de primera necesidad. Esta era consumida tanto hervida como asada, y estaba tan valorada que hasta la unidad de tiempo utilizada por los pueblos incas, se basaba en el tiempo que era necesario para cocinar las patatas. 4 Pasaron muchos años, y pasó lo que pasó. Estamos en 1492, año en el que los indios descubrieron a los europeos. Poco después, hacia 1.537, los europeos descubrirían las patatas de los indios. Fue, según dicen, durante una expedición de los hermanos Francisco y Gonzalo Pizarro a tierras del Perú. La aventura no debió ser un viaje de placer. De las crónicas existentes, se desprende que a pesar de no ser del agrado de los desnutridos conquistadores españoles, éstos las consumían para poder subsistir y seguir guerreando. Las primeras referencias escritas por europeos sobre la patata salen de la pluma de dos señores llamados Pedro Cieza de León y Agustín de Zárate. Del primero se sabe que tomó parte en la expedición de Francisco Pizarro y compañía, por lo que lo descrito por él es de primera fuente. El segundo fue “Contador de mercedes para el Virreinato de Perú”, un rimbombante cargo que, seguramente, nada tenía que ver con contar historias, sino con las finanzas. Léase, contar dinero. 5 Por medio de esas crónicas, sabemos que las patatas no tenían buen gusto o que eran insípidas y harinosas, y que cuando eran transportadas a España era tan sólo para ser estudiadas con fines científicos. Bueno, científico… y algo más. Se dice que Pedro Cieza de León, cuando visitó al rey Carlos I, le regaló unas cuantas plantas de patata, pero sólo como una curiosidad botánica del Nuevo Mundo. Es de suponer que el monarca las utilizó para embellecer los jardines del palacio real. De todos modos, parece ser que por aquel tiempo ya hubo algún avispadillo al que se le ocurrió recurrir a las patatas para saciar el hambre de algunos estómagos. Sí señores, … algo más, porque a su llegada a Europa en 1.542, según dicen, a través del puerto fluvial de Sevilla, aquella planta cautivó a los amantes de las flores. La vistosa flor de aquel tubérculo que durante miles de años había alimentado a los indios fue utilizada y apreciada aquí, tan sólo como elemento ornamental. ¡Lo que es la ignorancia! 6 Cuentan que en algunos hospitales de la ciudad de Sevilla se alimentó a los enfermos con patatas. Pero el experimento no debió funcionar, ya que los galenos de la época pensaban que la patata, además de indigesta, era malsana. Craso error, pues era todo lo contrario. Eso sí, los más beneficiados fueron los cerdos, que se pusieron las botas a base del despreciado pero maravilloso tubérculo. 7 Según los patatólogos, al cabo de algunos años, en 1.587, un emisario pontificio llevó como regalo unas cuantas plantas de patata al gobernador de la ciudad belga de Mons. Hizo falta que pasase un tiempo, para que desde su entrada en España, la patata se extendiese por Europa. El gobernador, que se llamaba Philippe de Sivry, regaló a su vez un par de aquellas plantas a un amigo francés, director del jardín botánico de Viena. Al parecer, tras su introducción en Portugal, ésta llegó a Italia con los fieros soldados españoles de Felipe II, que por entonces, estaban más que entretenidos peleándose con todo y por todo el mundo. Eso debió ocurrir hacia 1560, y se dice que fue un regalo del monarca español al papa Pío V. Nuestra querida patata siguió siendo tan poco valorada en Italia como en España. También allí, fue tan sólo aceptada como alimento para los animales, y por sus flores. Estaba muy mal vista, ya que no aparecía citada en la Biblia, y por entonces eso debía ser muy grave. Además, según algunos, el hecho de crecer ésta bajo tierra era obra del mismísimo demonio. 8 Este señor, llamado Charles de L’Ecluse, bautizó a la planta patatera con el original nombre de “Arcechnida Thophrasti”. Pero tras pensárselo un poco, decidió cambiarlo por el de “Papas Peruviarum”. A los pocos años, en 1593, el señor L’Ecluse se trasladó a la ciudad holandesa de Leiden para ocupar la cátedra de botánica en su universidad. Lógicamente, se llevó las “Papas Peruviarum” para marcarse un farol en el país de los tulipanes. Tres años después se llevaría un disgusto morrocotudo, puesto que un colega suyo de la ciudad suiza de Basilea, llamado Gaspar Bauhin, tuvo la genial idea de rebautizar a la patata con otro nombre. La llamó “Solanum tuberosum ”. Por lo visto, todo el mundo quería apuntarse un tanto y ser protagonista de la historia patatera. 9 Para entonces, hacía ya unos años que la patata había llegado a las Islas Británicas. ¿Adivinas quiénes la llevaron? Existen dos teorías, y en ambas, los protagonistas son dos corsarios, que además eran primos. La primera adjudica el hecho al conocido “angelito” de los mares, Francis Drake. Su fabuloso currículum como traficante de esclavos, saqueador y otras artes filibusteras, le hicieron merecedor de ser nombrado Vicealmirante de la Real Armada de su Inglesa Majestad. Dicen de él que hacia 1.558 introdujo las patatas en Virginia, tras un viaje procedente de Colombia. ¿Pasaron desde allí a Inglaterra? Su primo, Sir John Hawkins, tuvo el honor de ser el primer inglés en dedicarse formalmente al comercio de esclavos. Hay quien dice que fue él quien en 1.565, tras apoderarse de unas naves españolas, se hizo con las plantas de patata. Naves y patatas fueron a parar a un puerto irlandés, país por entonces bajo el dominio inglés. No falta quien afirma que lo que se llevó no eran patatas sino batatas, que no es lo mismo. 10 Años más tarde, hacia 1584, otro noble inglés llamado Sir Walter Raleigh, sería el introductor oficial de la patata en Inglaterra e Irlanda. Se dice que este señor, marino y pionero en la colonia americana de Virginia, de vuelta a Inglaterra, llevó unas plantas de patata al palacio de la reina Isabel I. Pidió el noble a los cocineros de palacio que preparasen aquellas maravillas para impresionar a la Queen. Y efectivamente lo consiguieron, pues en vez de cocinar las patatas prepararon una ensalada con las incomestibles y venenosas hojas de la planta. Dando un pequeño salto en el tiempo, hemos llegado a 1.618, año en que además de comenzar en Europa una de las guerras más largas, también lo hizo una de las mayores hambrunas. Esa guerra entre protestantes y católicos, a la que más tarde se llamó “de los 30 años”, tuvo mucho que ver con que los europeos se decidiesen a plantar y comer patatas. El hambre les hizo entrar en razón y darse cuenta de que éstas eran bastante más deliciosas y nutritivas que las cortezas de los árboles. 11 A pesar del gran avance, todavía quedaban algunos países como Francia, donde nuestra querida patata era casi maldita. Pero como nadie es perfecto, ni siquiera Federico, el monarca patatófilo se lió en una guerra de siete años contra sus vecinos de Austria, Sajonia, Rusia y Francia. Cuentan que en Borgoña, donde se le conocía como la “planta del demonio”, estuvo prohibida ya que se pensaba que producía la lepra y mil enfermedades más. Y lo que son las cosas… Gracias a esa guerra, un francés descubriría las mil y una virtudes de la patata, y con el tiempo se convertiría en uno de sus más fieles defensores. Se llamaba Antoine Augustin Parmentier. El pobre Antonio, hombre culto y farmacéutico de profesión, fue alistado en el ejército para luchar contra las tropas de Federico el Grande en la citada Guerra de los Siete Años, que duró desde 1756 hasta 1763. Justo todo lo contrario sucedía en Inglaterra, donde en 1.623, un prestigioso herborista llamado William Salmon, afirmaba que la patata era el remedio de casi todos los males, y además le daba mucha marcha al cuerpo. En pocos años, la patata se asentaría en la mayoría de los países centroeuropeos, convirtiéndose en el alimento base de gran parte del campesinado alemán. 12 Ese avance quedaría confirmado en 1.740, con la llegada al trono del rey Federico II de Prusia. El bueno de Federico fue un verdadero intelectual. Protector de la ciencia y la cultura, era amigo personal del filósofo Voltaire y del músico Juan Sebastián Bach. Durante su reinado realizó importantes reformas en campos tan diversos como el de la justicia, la industria o la agricultura. Fomentó el cultivo de la patata, consiguiendo que sus gentes pudiesen dormir con la tripa llena. Al parecer lo hizo tan bien, que se quedó con el nombre de Federico “El Grande”. Al cabo de algún tiempo, nuestro amigo fue herido en el campo de batalla, y tras ser hecho prisionero, enviado a un campo de concentración prusiano. Como es de imaginar, no se lo debió pasar muy bien el pobre, pero al menos tuvo la gran suerte de no morir de hambre. Los prisioneros eran alimentados a base de patatas; las mismas que había ordenado cultivar el gran Federico. A Parmentier le debieron saber a gloria, pues llegó a la conclusión de que aquel maravilloso tubérculo podía salvar al mundo. 13 A su regreso a Francia, Parmentier, junto con algunos amigos, se dedicó a divulgar las grandes cualidades de la patata y el poder de ésta para terminar con las periódicas hambrunas que asolaban el país. Entre aquellos amigos se encontraba el obispo de la ciudad de Castres, que tuvo la genial idea de recurrir a la publicidad para convencer a sus sacerdotes de que plantasen patatas en sus huertos. La estratagema era sencilla: si los curas comían patata, a través del púlpito recomendarían y convencerían a sus feligreses para que hiciesen lo mismo. Recibido por el rey Luis XVI, Parmentier solicitó al monarca que le cediese un terreno en las afueras de París, para realizar un experimento. Hacía tiempo que rondaba por su cabeza la artimaña que iba a impulsar de forma definitiva el cultivo y consumo de las patatas en Francia. Tras la aprobación del monarca, el científico sembró el terreno con patatas. La experimental plantación estuvo vigilada día y noche por los guardias reales para que nadie pudiera acercarse. Se corrió la voz entre los labradores de que algo muy importante se había sembrado en aquel campo. ¿Pero qué demonios podía ser? Todos pensaban que fuese lo que fuese, debía tener un gran valor. La cosa no era tan fácil. Convencer a aquellas gentes era una labor dura. Todo empezó a cambiar cuando la Real Academia de Ciencias convocó un novedoso concurso. Se trataba de realizar un trabajo sobre el tema “Productos alimenticios capaces de paliar las calamidades del hambre”. Allí estaba Parmentier con su artículo, y claro está, ganó. El trabajito, titulado “Examen chimique de la pomme de terre”, interesó muchísimo a los científicos de la época, aunque los campesinos seguían sin cultivarla. 14 Una noche, cuando las patatas crecieron, Parmentier ordenó retirar la guardia. Quería que los campesinos robasen las patatas, pues según él, cada uno de ellos se convertiría en un adepto patatófilo. Así sucedió. Los intrigados labradores se llevaron buena parte de ellas. La estratagema del vivaracho gabacho había funcionado. Desde ese día, la patata fue aceptada en Francia. 15 Al poco tiempo llegó la revolución. Y aunque el rey Luis XVI perdió la cabeza de un guillotinazo, la patata ganó adeptos. Las gentes salían a las calles reivindicando la patata y ésta llegó a ser considerada como el alimento republicano. Realmente debió ser así, puesto que en 1794, una ciudadana llamada Madame Merigot, se marcó un puntazo al escribir el primer libro de recetas dedicado exclusivamente a la patata. Parece ser que la citada Madame era la Arguiñano del momento. El título de la gastronómica y revolucionaria obra era “La cuisinière républicaine”. Pero… ¿qué sucedía al sur de los Pirineos? ¿Cómo se aceptaba allí a la patata? Pues realmente..., bastante mal. Desde su introducción en España en el siglo XVI, la patata había ganado muy pocos adeptos. Parece ser que donde primero se cultivaron y consumieron fue en Andalucía, donde según algunas obras literarias, tenían cierta fama las patatas de Málaga. Esto fue en el siglo XVII. A pesar de ello, nuestro tubérculo era poco conocido. 16 Hacia 1.730, la plaga producida por un hongo acabó prácticamente con todos los castaños de Galicia. Teniendo en cuenta que la castaña era el alimento básico de nuestros amigos gallegos, podéis imaginaros lo bien que lo pasaron. Pero mirando el lado bueno de las cosas, gracias a aquella terrible plaga se enteraron del gran valor de la patata. En aquellos tiempos, los monasterios eran propietarios de grandes extensiones de terreno trabajadas por pobrísimos agricultores. Ante tanta desdicha castañera, los monjes obligaron a éstos a plantar patatas para que pudiesen subsistir. Desde entonces, la patata es tan gallega como la gaita. En Cataluña, la reputación de ésta era tan mala como en la mayor parte de la ibérica península. Por suerte, aparecieron en escena dos varones ilustrados, dos verdaderos apóstoles de la patata. Los dos eran miembros de la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, prestigiosa institución fundada en 1.764 con el nombre de “Conferencia Físico-Matemática Experimental”, y doctores en Derecho. El primero, Manuel Barba i Roca, más conocido como “Doctor Patata”, escribió en 1.787 un importante tratado con un título muy cortito: “Observaciones generales sobre el estado actual de la agricultura en Cataluña y forma de mejorarla”. El segundo, José Alberto Navarro Mas i Marquet, escribió y luchó tanto como su amigo en pro de la patata. Gracias a ellos y alguno más, los catalanes de hoy pueden comer la “olla aranesa” ó el “trinxat de la Cerdanya”. 17 Por fin llegamos a Euskal Herria. ¿Qué demonios pasaría aquí con la patata? Pues nada bueno, hasta que…llegaron los buenos: o sea, los ilustrados. Nos encontramos hacia el año 1.765, y en este país no querían la patata ni los cerdos. Por suerte, ese año se crea una prestigiosa institución en la que ingresan los mejores cerebros vascos. Prácticamente todos ellos habían viajado por Europa, y viendo los avances producidos en otros países, estaban desolados ante la miserable y desastrosa situación en la que se encontraba su propio país. Aquella institución se llamó “Real Sociedad Bascongada de Amigos del País”. Al poco tiempo, la Sociedad contó con un centro que se convirtió en uno de los más importantes focos culturales de Europa: el Real Seminario de Bergara. Aquel centro era lo más parecido a la mejor universidad que hoy pueda existir, pues tenía los más selectos profesores del momento. Algunos eran de aquí, otros eran extranjeros. Entre ellos se encontraban el escritor alavés Félix María de Samaniego y dos científicos riojanos de origen vasco, llamados Juan José y Fausto Elhuyar. Una de las cuatro especialidades del centro era lo que hoy llamamos Ingeniería Agrícola. 18 Resulta que aquí comenzó la historia patatera de nuestro país. Aquellos señores tan sabios tuvieron la genial idea de traer desde Irlanda unas preciosas plantas de patata para experimentar con ellas, y… aprovechando que el Zadorra pasa por Vitoria-Gasteiz, plantarlas donde hiciese falta. Y aquí entra en la historia un hombre llamado Prudencio María de Verástegui. Realmente, el gran Prudencio hizo muchos más méritos para ser nombrado patrón de Araba que el mismísimo San Prudencio de Armentia. El señor Prudencio había nacido en el seno de una noble y pudiente familia del pueblo alavés de Manurga. Personaje de gran cultura y reconocido hombre de ciencias, fue amigo de Félix María de Samaniego, otro ilustrado como él. Además de ser vicesecretario y archivero de la “Real Sociedad Bascongada de Amigos del País”, Don Prudencio realizó importantes estudios sobre la patata, y con gran visión de futuro vio como nadie las posibilidades de aquel tubérculo en la agricultura alavesa. Gracias a él, en 1.776 se publicaron instrucciones para su cultivo y consumo. En 1.794, durante la Guerra de Convención contra los franceses, nuestro hombre era Diputado General de Araba. 19 A pesar de la gran visión de futuro que tuvo nuestro hombre, durante muchos años muy pocos se animaron a plantar patatas. De momento, sólo de momento, el ilustrado no era profeta en su tierra. Para los agricultores, la patata seguía siendo una planta maldita. Pero pasaron unos años y las cosas cambiaron. En 1.817 las Juntas Generales de Araba decretaban que al menos una parte del terreno de cada agricultor alavés debía ser sembrada con patatas. Y así, por decreto, los alaveses comenzaron a cogerle el gusto a nuestro tubérculo. Damos un salto, y desde Araba nos plantamos en Irlanda, país donde la patata se había convertido en el alimento nacional. Estamos en el año 1.781. Cuentan que por esa época, cada uno de los patatófagos irlandeses consumía algo más de tres kilos de patata al día. Gracias a ella, tanto Irlanda como Europa en general, aumentaron espectacularmente su población. Hay quien dice que, en cierto modo, esto fue posible gracias a las virtudes de la patata para reducir enfermedades como el escorbuto o el sarampión. 20 Pero como se suele decir, poco dura la alegría en la casa del pobre. Resulta que en 1.844 apareció una plaga en toda Europa, producida por un hongo con el bonito nombre de “Phytophthora infestans”, alias “Tizón tardío”. Este maldito hongo acabó con las plantas de casi todo el continente e islas varias. Pero sobre todo, donde más daño produjo fue en Irlanda, país en el que el hambre y la peste mataron a más de un millón de personas en cinco años, obligando a otras tantas a emigrar a Estados Unidos. Curiosamente, muchos de aquellos emigrantes o los hijos de éstos, tuvieron que buscarse la vida en Alaska, durante la conocida “Fiebre del oro”, entre 1.897 y 1.898. Para que os hagáis idea del valor que allí tenían las patatas, pensar que los mineros las cambiaban por oro. La vitamina C y la energía que aportaba la patata no tenía precio. Nos acercamos al final de la historia de nuestra patata. Pensaréis que ha pasado mucho tiempo, pero a algún abuelete le parecerá que fue ayer. Sucedió en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Ya sabéis que lo único seguro que traen las guerras, es hambre y miseria. Resulta que la patata estaba considerada como alimento estratégico. Realmente lo era, y mucho más para los alemanes. En 1.939, el gobierno de Adolfito Hitler acusó al gobierno británico de enviar una plaga a los patatales de Alemania, para acabar con su régimen. Años más tarde, en 1.950, los soviéticos acusaron a los norteamericanos de hacer lo mismo en los campos de Alemania del Este, en aquel tiempo bajo la órbita de Moscú. El caso es que después de guerras tan gordas, unas dentro de casa y otras fuera, hemos sobrevivido gracias a la patata. 21 1.933 fue un año clave para la patata. Ese año se creó en Iturrieta la Estación de Mejora de la Patata. La ubicación en Iturrieta de aquel centro pionero en el estado no fue casual. La localidad más alta de Araba, situada a 972 metros sobre el nivel del mar, poseía unas condiciones óptimas para la investigación y el desarrollo patateril. Este centro asumió tanto la investigación como la introducción de las primeras variedades comerciales de patata en todo el estado. La primera variedad obtenida en el centro se llamó “Eminencia”. Gracias a la labor de aquel centro pionero, sesenta años después, en 1.993, se crearía el Label Vasco de Calidad Alimentaria “Patata de Alava”. Este label es una especie de garantía que se concede solamente a las patatas de calidad producidas en Araba y que cumplen unos requisitos muy estrictos. La FAO se ha acordado de nosotros, designando al Instituto de Investigación Agraria NEIKERTECNALIA como una de estas sedes. El centro, situado en la localidad alavesa de Arkaute y en la vizcaína de Derio, lleva muchos años realizando importantes trabajos de investigación sobre la patata. Gracias a esos estudios se han obtenido numerosas variedades, algunas con características ideales para climas diversos, resistencia a las plagas, o para ser especialmente utilizadas en diferentes procesos industriales. 1.995 fue también un año histórico, pues la patata subió a los cielos, bueno…, al espacio. La “Solanum Tuberosum” tuvo el honor de ser la primera hortaliza en viajar a bordo de una nave espacial: el transbordador “Columbia”. Los científicos de la NASA, que por lo visto también entienden de patatas, hicieron un experimento al que, entre nosotros, llamaremos “CPE”, es decir, Cultivo Patatero Espacial. Según ellos, en el futuro, la patata podría alimentar a los astronautas en las misiones espaciales de muy larga distancia. Nuestra historia patatera termina con un acontecimiento muy importante. El año 2008 ha sido declarado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), como “Año Internacional de la Patata”. Esta institución ha seleccionado veinte sedes organizadoras a lo largo de todo el mundo. Todas ellas se están encargando de sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia que tienen la patata y la agricultura en nuestro planeta, y su relación con cuestiones tan importantes como la malnutrición, la pobreza o los peligros medioambientales 23 II CURSO BÁSICO DE PATATOLOGÍA Por los “Lisensiados” Nancy Patatini Kartoffelsen y Sisebuto Lursagarreta Patatetxe • Nombre científico: Solanum tuberosum • Nombre común: - Castellano: patata. (papa, en Canarias y Sudamérica). - Euskera: patata o lursagar. - Gallego: pataca. - Catalán: patata. - Francés: pomme de terre. - Inglés: potato. - Alemán: kartoffel. • La planta: Tiene una altura de entre 40 y 90 centímetros, y es de color verde oscuro. Sus flores, dependiendo de la variedad de patata, pueden ser de colores diversos: blanco, rosa, violeta, etc. Una parte de la planta se encuentra a la vista y está compuesta por los tallos, las hojas, las flores y los frutos. La que se encuentra bajo tierra está compuesta por los tallos subterráneos, las raíces y los tubérculos. Frutos Flores Tallos laterales Hojas Tallos principales Tubérculo madre (patata sembrada) El nombre “patata” data del siglo XVII y proviene de la fusión entre la palabra quechua “papa” que era así como la llamaban los incas, y la caribeña de los indios tainos “batata”. La batata es un tubérculo parecido a la patata, al que nosotros llamamos boniato. Raíces Tubérculos • Familia: Es una planta herbácea perteneciente a la familia de las “Solanáceas”, la misma a la que pertenecen el pimiento, el tomate, la berenjena o el tabaco. • Especie y subespecies: La especie Solanum tuberosum se divide en dos subespecies muy parecidas. La primera de ellas, la Solanum tuberosum andigena, se cultiva en Sudamérica, sobre todo en la zona de los Andes. La segunda, llamada Solanum tuberosum tuberosum, es la que nosotros consumimos, y se cultiva prácticamente en todo el mundo. Solanum tuberosum andigena 24 Solanum tuberosum tuberosum • ¿Cómo nace y crece la patata? Las hojas de la planta producen almidón. Este almidón desciende hacia los tallos subterráneos, los cuales engordan tan ricamente que se van convir-tiendo en tubérculos patateros. Cada planta puede dar hasta 20 tubérculos, o sea, patatas. A cada patata le suelen salir unos brotes, llamados “ojos”. De éstos “ojos” nacerán nuevas plantas. 25 • Frutos y semillas • Variedades Si alguno piensa que el fruto de esta planta es la patata está muy equivocado, ya que la patata es tan sólo un tubérculo de ésta. Pero… ¿qué es un tubérculo? El tubérculo es simplemente una raíz… gordita. La planta tiene su propio fruto, que es una baya con forma parecida a la de un tomate pequeñito de uno a tres centímetros. Cada baya puede contener entre doscientas y cuatrocientas semillas. Éstas son de muy pequeño tamaño y de diferentes colores, pudiendo ser blancas, amarillas o de color castaño claro. El fruto patatero y sus semillas. Tuberculo patatero, alias “Patata”. • El cultivo: patas de siembra y semillas El cultivo de patata se realiza generalmente con “patatas semilla”, que no es lo mismo que semillas de patata. La patata semilla es lo que conocemos como patata de siembra. Se puede plantar entera o incluso un trozo de ella. La siembra se realiza introduciendo la patata en la tierra. Primero, se prepara el terreno y se abren unos surcos de 10 a 15 centímetros de profundidad. Sobre éstos, cada 30 ó 40 centímetros, se realizan unos agujeros en los que se van enterrando las patatas, procurando que la mayor parte de los brotes de éstas queden hacia arriba. El cultivo se puede realizar también con las semillas de la planta, aunque no es lo habitual. La siembra con semillas se realiza generalmente en los laboratorios, con el fin de obtener nuevas variedades de patata. Cultivo con patata de siembra “patata semilla” Existen miles de variedades de patata, cada una de ellas con características diferentes en cuanto a su tamaño, forma, color, sabor o textura. Unas son ideales para freír, otras para cocer o para guisar. Las variedades tradicionalmente más cultivadas y consumidas en Euskal Herria son: Monalisa, Spunta, Agria, Caesar, Kennebec y Desirée. No obstante, día a día aparecen nuevas variedades, que generalmente son fruto de una mejora genética. Algunas de esas nuevas variedades, nacidas en los laboratorios de Neiker-Tecnalia, han sido bautizadas con nombres tan bonitos como Nagore, Leire, Irati, Gorbea o Zorba. • Composición química Proteínas: 2-2,5% 26 Ácidos grasos: 0,15% Almidón: 16-20% Agua: 72-75% • Patata y nutrición Riboflavina 0,02 mg Vitamina C 13,0 mg Tiamina 0,106 mg Calcio 5 mg Hierro 0,31 mg Cultivo semillas “patata semilla” Fibra: 1-1,8% Potasio 379 mg Proteinas 1,87 gr Agua 77% Energía: 87 kcal Grasa 0,1 g Fósforo 44 mg Fibra 1,8 g Niacina 1,44 mg Carbohidratos 20,13 g 27 • Patata, alimentación y salud • Patata nueva y patata vieja La patata, uno de los seis alimentos más energéticos de la dieta humana, es también uno de los más consumidos en todo el mundo. Es rica en carbohidratos, proteínas, calcio, fibra y vitamina C. Además, contiene vitaminas B1, B3 y B6, así como diversas sales minerales. Una patata de tamaño medio posee la mitad de la dosis diaria de vitamina C que necesita una persona adulta. ¡Eso sí! cuando es patata nueva hay que acostumbrarse a consumirla con piel, que es muy sano. Los antioxidantes que contiene la patata, nos ayudan a prevenir algunas enfermedades relacionadas con el envejecimiento, y nos protegen contra diferentes tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Llamamos patata nueva o temprana a la que se recoge al comienzo de la primavera. Por lo general, es de menor tamaño que la patata vieja o tardía, pero más apreciada por ser muy tierna. Su piel es muy fina y lisa, y una vez cocida puede ser fagocitada entera, es decir, piel incluida. Contiene más agua que la vieja y, en consecuencia, menos almidón y calorías; o sea, engorda menos. Además, contiene más vitamina C. La patata vieja o tardía se recolecta a finales de otoño. Su piel es mucho más gruesa y su carne contiene menos agua, por lo que es más compacta y se conserva durante más tiempo. Además de la patata nueva y la tardía, existe un ciclo intermedio de recogida. A estas patatas se les denomina de “media estación” y son recolectadas durante el verano, generalmente entre el 15 de junio y el 30 de septiembre. • Utilidades de la patata • ¿Engorda la patata? A menudo oímos decir que la patata engorda, pero esto no es cierto, o al menos, no es cierto del todo. Aunque la patata es rica en almidón, tiene bastantes menos calorías que el pan, la pasta o el arroz. La patata asada, cocida, o al microondas, es baja en calorías. El problema es que frecuentemente la cocinamos con abundante grasa, lo que hace que aumente su valor calórico. Que se enteren los “fritopatatófagos”: la patata no engorda; engordan las grasas y las fritangas que le acompañan. 28 De toda la producción mundial de patata, la consumida en fresco no llega al 50%. La mayor parte se destina a la elaboración industrial de alimentos, ingredientes alimentarios, piensos para animales, etc. Otra parte se destina para la siembra. Por cierto: ¿Sabíais que, en algunos lugares, con la harina de patata se elabora pan? El almidón de este tubérculo es utilizado para fabricar productos muy diversos, desde bebidas alcohólicas como el vodka, a combustibles como el etanol. También se utiliza para elaborar productos sustitutivos de un plástico llamado poliestireno, con el que se fabrican objetos como bolsas, platos, vasos o cubiertos. El almidón es utilizado también para la elaboración de productos farmacéuticos, adhesivos, conglomerantes de la madera y papel, … y mil cosas más. 29 • ¿Qué es la solanina? La solanina es una sustancia tóxica que se concentra en los tallos y hojas de la planta de la patata, y en menor medida, también en sus tubérculos, sobre todo bajo la piel. que tiene la planta para frenar el ataque de insectos, hongos y demás bichos vivientes, aunque no siempre lo consigue. A veces, cuando la patata ha sido expuesta a la luz, comienza a reverdecer. Ese color verde nos indica un aumento de la solanina. ¿El remedio?: eliminar las partes verdes y pelar bien las patatas. Hecho y dicho esto, que no cunda el pánico; podéis comerlas con toda tranquilidad. Por cierto… ¿Sabíais que la patatas son venenosas para los caballos? • Enfermedades y plagas patateras Aunque por la cuenta que nos trae nosotros los consideramos enemigos, la patata tiene grandes admiradores que viven gracias a élla. Este “equipo” está formado por hongos, bacterias, virus o insectos diversos. Todos ellos suelen producir enfermedades en la planta, destruyendo sus hojas, tallos o tubérculos. Los más conocidos son el Tizón tardío, la Marchitez bacteriana y el Carbunco de la patata. De todos ellos, el Tizón tardío, también conocido como Mildiu de la patata, es el más grave. Este hongo y sus fechorías son responsables de históricas hambrunas. Además de estas enfermedades, la patata suele ser víctima de plagas producidas por algunos insectos, como el escarabajo patatero o la polilla de la patata. Al escarabajo y sus larvas les encanta merendarse los brotes y tallos tiernos de la planta, lo que impide el desarrollo de los tubérculos. La polilla tiene la mala costumbre de poner sus huevos sobre las patatas recién recogidas. Sus larvas suelen perforar los tubérculos, estropeando así el producto de la cosecha. 30 III LA PATATA SOSTENIBLE La patata es un alimento generoso y agradecido, pues en menor extensión de tierra, produce más alimento que el trigo, el arroz o el maíz. En 2007 se recolectaron más de 320 millones de toneladas en todo el planeta, y los expertos consideran que será el alimento del futuro. Gracias a ella se evita que cada año mueran millones de personas en países poco desarrollados. Actualmente, con el espectacular aumento del precio de los cereales, muchos países pobres ven peligrar el suministro de alimentos. Debido a ello, las miradas se han vuelto hacia nuestra querida patata. El milenario tubérculo y su producción en esos países podría aliviar su precaria situación alimentaria, y a la vez, reducir la pobreza haciendo que los campesinos incrementen sus ingresos mediante la producción y comercialización del producto. • Patata y biodiversidad Desde hace miles de años, los agricultores andinos, y desde hace unos siglos los agricultores de todo el mundo, han seleccionado y mejorado numerosos tipos de patata, creando la diversidad genética que hoy conocemos. ¿Qué conseguimos con la biodiversidad? A través de ella podemos conseguir ejemplares resistentes a muchas enfermedades que atacan a la planta, como el conocido tizón tardío. Esto representa un seguro de vida para la patata, y para nuestra seguridad alimentaria. Ahora más que nunca, debemos luchar para que la producción de patata no vaya en detrimento de la conservación de la biodiversidad. 31 • Patata, desarrollo sostenible y medio ambiente La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación está advirtiendo de que el aumento de los beneficios producidos por la patata debe ir unido a una buena elección de las variedades a sembrar; variedades que necesiten poco agua, que tengan resistencia a las enfermedades y plagas, y que se adapten al cambio climático. Pero sobre todo, debe ir unido a una forma de explotar la tierra mucho más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Por desgracia, la agricultura moderna representa una amenaza debido a la deforestación, la erosión de los suelos y la contaminación del agua con fertilizantes y pesticidas. Esto supone un escollo que debemos afrontar y superar. Tras miles de años en nuestra tierra, la generosa patata se ha portado demasiado bien con el ser humano. Gracias también a la gran labor de quienes nos precedieron, ella está con nosotros. Si al final de esta historia te preguntas: ¿qué puedo hacer yo por la patata?, existen muchas respuestas, pero la primera que se nos ocurre es: para empezar... ¡¡Cómetela!! 32 31