La Primera Infancia como una Buena Inversión Un trabajo preparado para presentación en el I Foro Internacional sobre Educación Temprana o Inicial Y Políticas Públicas para la Infancia Robert Myers Septiembre 2005 Los Niños que nacen hoy en día son los soñadores, los constructores, los ciudadanos y los líderes del mañana. Su futuro inmediato está en nuestras manos, pero muy pronto, nuestro futuro estará en las de ellos. Con el propósito de interrumpir la transmisión intergeneracional de pobreza, la desigualdad y exclusión y para construir una sociedad que sea más justa, inclusive, productiva, democrática y pacífica, que celebre y promueva el desarrollo humano, es imprescindible empezar a transformar la forma en que cuidamos, protegemos, socializamos, y educamos a nuestros niños y niñas durante sus primeros años de vida. Buenos días. Es un placer estar nuevamente en Calí después de muchos años. Agradezco mucho a Marisa Uribe y los demás organizadores del Foro la oportunidad de estar con Uds. Fue aquí en Cali que empecé, hace 30 años, a tomar un interés profesional y social intenso en la primera infancia. En ese entonces, trabajé en la Fundación Ford. Uno de los proyectos al cual tuve que dar seguimiento fue el famoso proyecto de investigación del Dr. Leo Sinesterra y los Doctores McKay sobre la relación entre el estado nutricional y el desarrollo intelectual/cognitivo durante los años preescolares de niños y niñas de familias con escasos recursos. La investigación no solamente mostró un efecto del estado nutricional sobre el desarrollo, sino también indicó que un trato integral que incluyó un elemento de educación temprana llevó a un desarrollo cognitivo mejor. Y, encontraron que los niños apoyados por el programa tenían mejores logros en la escuela primaria – al nivel del tercer grado -- que niños que no participaron. Fue este estudio, junto con otros en Bogotá, Guatemala y Chile que me hizo pensar que quiero dedicarme a este campo. Empecé a recapacitarme para aprender más sobre el desarrollo integral de niños y niñas pequeñas. En el proceso he llegado a apreciar, a lo largo de 30 años siempre más la importancia de lo que pasa durante los primeros años y quiero compartir la base de mi apreciación con Uds. hoy. En específico, quiero presentar ocho argumentos que han ido apareciendo durante estos 30 años para fundamentar la importancia y necesidad de invertir nuestra energía y nuestros recursos, públicos y privados, en programas dirigidos al mejorar el desarrollo de niños y niñas durante sus primeros años de vida. Pienso dividir mi presentación en tres partes. Primero, quiero reflexionar sobre una división evidente entre “creyentes” y los que dudan que la primera infancia es un área en que debemos invertir fuertemente. Después entramos en las ocho líneas de argumentación. Termino con unas sugerencias sobre “como” invertir. Los que creen y los que dudan1 El mundo está lleno de personas que creen en la importancia de una buena atención a los niños y niñas durante los primeros meses y años de vida. Para muchos, esta creencia se basa simplemente en sus experiencias personales, con sus propios niños o la observación de los niños de otros. Ven de primera mano la importancia de atender bien a los niños y niñas durante la primera infancia tiene gran valor. O, la creencia puede ser producto de su observación que es durante los primeros años cuando el cerebro madura, cuando hacemos nuestros primeros pasos y empezamos a hablar, cuando el auto-control empieza y cuando las primeras relaciones sociales se forman. O, su propia lógica las puede haber llevado a la conclusión de que un niño que se desarrolla bien, física, mental, social y emocionalmente durante los primeros años será un mejor y más productivo miembro de la sociedad que un niño que no se desarrolla bien. En estos casos, no se necesitan una fundamentación pormenorizada ni frías y sofisticadas pruebas científicas para justificar sus sentimientos de que las precauciones elementales para cuidar la salud y 1 Esta sección está basado en Myers, R., 1993, pp. 3-7. una buena dieta, combinado con sonrisas, afecto, palabras y juegos, estimularán el desarrollo y el desarrollo les dan más opciones en el mundo, aumentando la probabilidad de ser felices. Las acciones para promover el desarrollo se consideran no solamente correctas y justas, sino también una buena inversión de su tiempo y dinero. Pero si existen muchos creyentes en el mundo que valorizan los cuidados de la primera infancia y si es tan obvio, ¿por qué es que los programas de atención y desarrollo en esta etapa de la vida han recibido tan poco apoyo? ¿Por qué los gobiernos nacionales y locales, u organizaciones civiles no responden de forma más generosa con sus presupuestos a las necesidades obvias durante los primeros años? ¿Por qué encontramos también a escépticos o agnósticos cuando se trata de una inversión en programas que se proponen mejorar el desarrollo en la primera infancia? Ofrezco algunas posibles explicaciones relacionadas a las influencias de condiciones económicas, sociales y políticas en que el proceso de desarrollo está envuelto. 1. Primero, parece que muchas personas piensan que “Nos estamos ocupando de eso.” No perciben un problema. La impresión es que no andamos tan mal. En mi experiencia, esta punta de vista es más común entre personas que crecieron bajo, o viven actualmente en, condiciones ventajosas; en un hogar que les ofreció amor, con comida en la mesa y buena atención de salud y con padres que les brindaron un ambiente estimulante para crecer y aprender. Como resultado de su propia experiencia, ellos consideran que las familias pueden – y que efectivamente así lo hacen – prestar toda la atención necesaria para proporcionar un crecimiento y desarrollo sano. Es posible que estén de acuerdo, en principio, en que los primeros años de la vida son importantes, pero no ven la necesidad de contar con programas especiales para asistir a los niños y sus familias durante ese período. Su experiencia los ayuda muy poco a comprender por qué a una madre joven y acosada, que lucha sola por sobrevivir en un ambiente urbano adverso, le resulta tan difícil darle a su hijo el amor, los cuidados de salud y, en general, la atención que quisiera ofrecerle. O, en los casos de personas que superaron condiciones difíciles, la actitud puede ser, “Yo resulté bien sin atención especial.” Estas faltas de identificar un problema son reforzadas por la naturaleza del desarrollo temprano; los rezagos, especialmente en el desarrollo psicosocial, no son tan evidentes y dramáticos como, por ejemplo, desnutrición del tercer grado o la falta de seguridad en las calles o los problemas de los jóvenes que tanto nos llama la atención. 2. “Es tarea de la familia y de la madre.” En algunos casos, la postura anterior sobre lo que debe ser y lo que deben hacer las familias está estrechamente relacionada con las creencias de que 1) el desarrollo es un asunto estrictamente de la familia y especialmente de la madre y que 2) el lugar de la madre está en el hogar. La crianza es un área en que el Estado no debe meterse. Los programas de la primera infancia dirigidos a mejorar el desarrollo en esta etapa, sobre todo si tienen lugar fuera del hogar, a veces se consideran perjudiciales para las funciones tradicionales de la madre. Esta postura, cultural al fondo, persiste a pesar de que muchas mujeres, hoy en día, trabajan fuera del hogar y necesitan ayuda en la crianza. Persiste aunque los programas de atención, en su mayoría, ocupan un tiempo relativamente pequeño comparado al tiempo de atención que ofrece la familia; no reemplazan el papel principal de la familia o la mujer en la crianza y funcionen como un complemento. Persiste a pesar de que existen programas de ayuda que puedan llegar al hogar y puedan respetar el papel fundamental que desempeñan las madres y las familias en ese proceso. Y persiste a pesar de que se puede mostrar beneficios sociales que van mucho más allá del ambiente familiar. 3. “Hacen falta pruebas.” Como Santo Tomás, incrédulo, hay personas que buscan pruebas concretas para fundamentar su creencia. Y no los ven. Quieren saber, con datos duros, que los programas de la primera infancia traen resultados buenos, sobre todo a largo plazo. El deseo es razonable, especialmente para los políticos u otras personas quienes manejan presupuestos y tienen que tomar decisiones entre muchos posibles usos de dinero escaso. Si hablamos de una inversión en una carretera o en una represa, hablamos de algo que podemos ver una vez terminada; los resultados esperados son relativamente fáciles de entender y esto ayuda calcular su “rentabilidad.” Por contraste, las acciones realizadas en los primeros años tienen múltiples fines, no siempre consensuadas, y es más difícil imaginar (y aún más difícil mostrar con cifras) que los efectos de acciones realizadas en los primeros años de vida repercutan en la vida del adulto. Es más difícil expresar los beneficios en términos monetarios para poder compararlos con los costos. En lo que sigue, presento 8 líneas de argumentación para fundamentar la importancia de atender a, e invertir en, la primera infancia, algunas de los cuales responden directamente a las dudas expresadas. Ocho Argumentos2 1. Cambios en el contexto Los tiempos están cambiando y exigen nuevos arreglos sociales. Entre ellos podemos destacar cambios en: 1.1. La mortalidad infantil y supervivencia. Durante los años 80, se puso mucho énfasis en bajar la tasa de mortalidad infantil. Está buena. Pero en Colombia, la tasa de mortalidad infantil para niños menores de 1 año bajo desde 79/1000 en 1960 a 19/1000 en 2004. Es decir, 49 de 50 niños sobreviven a la edad de un año. Muchos de estos niños viven en las mismas circunstancias de pobreza que antes causo su muerte pero hoy en día causan rezagos en su desarrollo. Los logros en salud apuntan a la importancia de prestar más atención a los que sobreviven, a su desarrollo y aprendizaje para que sobre vivan para algo más que la desesperación. 1.2. La estructura familiar y prácticas de crianza. La estructura de familias ha cambiado desde la “familia extensa” hacia la familia “nuclear” y con un incremento 2 Los ocho argumentos están tomados de Myers, R., 1993, pp. 7-17 y han sidos extendidos con nueva información. significativo en el porcentaje de familias en que una mujer, con frecuencia soltera, es la jefa del hogar. Hace más difícil contar con un pariente para ayudar con la crianza. 1.3. Migración hacia las ciudades. La migración hacia las ciudades es un factor que afecta la estructura de familias y la disponibilidad de parientes para apoyar con la crianza. Pero aparte de esto, residir en las ciudades exige cambios en prácticas de crianza; es más difícil, por ejemplo, para los niños y niñas salir a la calle para jugar. Es necesario para padres y madres recapacitarse para las condiciones de la ciudad, incluso el proceso de cuidar a sus niños. Y, necesitan ayuda. 1.4. Las mujeres en el mercado laboral. No tengo cifras a la mano para Colombia, pero se que en los últimos 30 años en México, la participación de mujeres en el mercado de trabajo se ha más de duplicado, de 17% a 35%. En las grandes ciudades y entre mujeres en las edades productivas, llega a ser 50%. El cambio refleja en parte esfuerzos de familias de salir de la pobreza y en parte una nueva visión del papel de la mujer en la sociedad. En muchos casos, las familias en que la madre y padre trabajan (o en los casos de madres trabajadoras solteras) necesitan ayuda con el cuidado diario y educación de sus niños y niñas pequeñas. 1.5. Aumento en la asistencia a la escuela. Este cambio tiene dos implicaciones para el desarrollo durante los primeros años. Primero, hace menos probable que las hijas mayores estén disponibles para apoyar. Segundo, una parte importante del incremento viene de niños de familias en desventaja que no están bien preparados para la escuela. Su posibilidad de fracaso es más grande si no existe ayuda para mejorar su preparación. Estos cambios (y otros, como por ejemplo la globalización) exigen cambios en la manera en que acercamos la tarea tan importante de socializar y educar a nuestros niños y niñas. Implican más apoyo a familias en su responsabilidad para la crianza. 2. El argumento científico Pongo esta línea de argumentación antes de otros porque es una línea que ha ganado mucha fuerza en los últimos 20 años. Responde parcialmente a los que quieren “datos duros” y da base a algunos de los demás argumentos. Los resultados de las investigaciones científicas sobre el desarrollo en edades tempranas confirman el sentido común. Provienen de muchos campos y de trabajo por psicólogos, médicos, antropólogos, neuro-biólogos, educadores, sociólogos, nutriólogos, entre otros. Podemos clasificarlas en por lo menos dos líneas grandes. La primera es investigación “básica” que nos ayuda entender que pasa durante los primeros años que los hace tan críticos para el desarrollo. La segunda línea, de investigación aplicada y evaluaciones de programas, nos muestra que el aprendizaje y desarrollo durante los primeros años puede ser afectado por varios programas en una manera positiva y duradera. 2.1. En la primera línea, quiero destacar avances recientes en nuestro entendimiento de la manera en que el cerebro crece y se desarrolla durante los primeros años. Hace tiempo sabíamos que casi todo el crecimiento del cerebro ocurre antes de la edad de 6 años. Pero lo que no fue tan claro antes es el papel que el ambiente y la estimulación sensorial juega en afectar que la estimulación sensorial (de todos los sentidos) determinar la estructura y organización de las vías neuronales del cerebro durante el período de formación. En este periodo de estructuración y organización, el cerebro de los infantes es 2.5 veces más activo que el cerebro de adultos. Hace y deshace conexiones que no solamente afectan el funcionamiento del sistema nervioso sino también el sistema inmunológico y el comportamiento de nuestras glándulas. Afectan los balances bioquímicos. De este modo, las oportunidades para ensayar experiencias perceptivas y motoras complejas en una edad temprana afectan favorablemente (o desfavorablemente) las diversas capacidades de aprendizaje y la conducta en años posteriores. (Young, M. 2002) En esta línea, las investigaciones muestran también que: La infancia es un tiempo crítico para la adquisición de lenguaje y capacidades matemáticas. En el proceso de organizar el cerebro, aparecen ciertos momentos (“ventanas de oportunidad”) durante los primeros años cuando es más fácil que en otros momentos más tarde, de hacer una conexión que nos permite adquirir ciertas características o aprender algo. Un gran parte del comportamiento anti-social y delincuente en adolescentes y adultos tiene su origen en problemas durante la infancia. Experiencias sociales y emocionales negativas pueden afectar el sistema neuronal que nos da la información necesaria para asociar, imitar y, en general, responder en maneras socialmente apropiadas. El estrés tiene un efecto negativo sobre la organización cerebral; si estamos expuestos al estrés temprano en la vida, cuando nuestros sistemas están en construcción, es posible que modifique y controla la capacidad de responder al estrés mas tarde en la vida. De estas investigaciones, parece claro que es importante no solamente contar con buena salud y nutrición durante los primeros años, sino también ofrecer a los niños un rico, variado y controlado ambiente sensorial. 2.2. La segunda línea de investigación está dirigida a contestar la pregunta, “¿Es posible establecer programas que complementan el ambiente natural y que tengan un efecto positivo sobre el desarrollo y aprendizaje?” La respuesta general es: Una variedad de programas pueden tener efectos duraderos en niños que incluyen efectos en su desarrollo cognitivo y social, su progreso y logros en la escuela, su comportamiento y participación social, y su nivel económico y su productividad como adultos. Aunque los programas pueden tener beneficios para todos los participantes, es más probable que los efectos sean más grandes para niños y niñas en desventaja económica o socialmente que para sus pares más privilegios. Además los programas pueden tener efectos sociales sobre familias y comunidades. La evidencia principal para estas averiguaciones viene de estudios longitudinales de los participantes en programas. Las investigaciones siguen las pautas de los niños y niñas durante varios años después de haber participado en un programa para ver que pasa con ellos o ellas. Algunos comparan participantes con niños similares que no participaron; otros utilizan las “variaciones naturales” en programas grandes para comparar resultados asociados con diferentes maneras de aplicar el programa a niños procedentes de diferentes situaciones sociales y económicas. Ya tenemos resultados de muchos estudios, tanto del mundo Minoritario como de Mayoritario. Les ofrezco unos ejemplos vinculados a diferentes tipos de programas. Del mundo minoritario: a. En Suecia, un estudio que siguió niños desde 1 año hasta la edad de 13 años encontró efectos positivos en el desarrollo social de niños participantes en programas de cuidado diario, comparado con niños atendidos exclusivamente en el hogar. (Andersson, B.E. 1992) b. En los EEUU, la evaluación de un programa integral de atención a niños menores de 3 (Early Head Start) encontró efectos positivos en el desarrollo cognitivo, lingüístico y socio-emocional. Los efectos fueron más grandes en variantes del programa que combinaron atención directa y trabajo con padres. Y, los efectos fueron más grandes en familias con más factores de riesgo demográficos. (Early Head Start Consortium 2002) Estos dos casos muestran efectos en los niños que participaron en un programa de atención directa y/o de apoyo a padres durante los primeros dos años de la vida. c. High/Scope Perry Preschool Project. Uno de los estudios más conocidos es el High/Scope Perry Preschool Project. En este estudio, que empezó en 1962, niños de 3 y 4 años de edad de un área urbana en los Estados Unidos y de familias con escasos recursos fueron asignados en una manera aleatoria a dos grupos, uno para participar en un programa preescolar de buena calidad y el otro no. Los investigadores siguieron los dos grupos para ver como estaban a las edades de 11, 15, 27 y finalmente a los 40. (Schweinhart, et. al., 2005) En cada edad, los participantes en preescolar salieron mucho mejor que los de sin preescolar. Se encontraron, por ejemplo, las siguientes diferencias: Egresó de secundaria, todos Egresó de secundaria, mujeres Mujeres que tenían que repetir un grado Arrestado para crímenes violentos Arrestado para crímenes relacionados a drogas Empleado a la edad de 40 Ingreso anual a la edad de 40 Preescolar 65% 84% 21% 32% 14% 76% $20,800 No 45% 32% 41% 48% 34% 62% $15,300 d. Abecedarian Project. En este proyecto, también con dos grupos, uno participante y el otro no, los niños participantes entraron en su primer año de vida y llegaron hasta su quinto año. Los estudios de seguimiento, en este caso, hasta la edad de 21 años, mostraron que: Los niños que participaron tenían resultados más altos en pruebas cognitivas a la edad de 21. Hubo logros más altos en lectura y matemáticas en primaria y a la edad de 21 Tenían una probabilidad más alta de matricular en la universidad. Tenían su primer hijo a un edad más grande Además, las madres cuyos niños participaron en el programa lograron un nivel de educación y empleo más alto que las madres cuyos niños no participaron, especialmente si las madres eran menores de 21 cuando sus niños entraron en el programa. (Masse y Barnett, 2002) Con estos ejemplos, empezamos a ver la variedad de efectos que un programa puede tener, efectos que van mucho más allá del incremento en una prueba de inteligencia y más allá de efectos sobre los niños mismos. Pero, se puede decir que estos estudios del Mundo Minoritario no tienen mucha relevancia para nosotros. ¿Qué me puedes mostrar de lugares en el Mundo Mayoritario? Ejemplos del mundo Mayoritario a. Turquía: Programa de Educación de Madres. Hace más de 20 años un grupo en Turquía descubrió en una investigación que tanto la participación en un centro educativo como en un programa de apoyo a madres para mejorar sus prácticas de crianza tuvieron efectos sobre los niños y niñas y las familias. Con los resultados de la investigación en la mano decidieron enfocarse en el apoyo a madres y montaron un programa amplio en el país. Una evaluación del programa hizo una comparación entre muestras de participantes y no participantes (Bekman 1998). Descubrieron que: Al fin del periodo de apoyo a las madres, el cambio en los niños en las destrezas de pre-lectura y pre-matemáticas eran mucho más grandes para los participantes. (p.e., 47% vs 17% respecto a matemáticas) En el primer año de la escuela, los niños de madres participantes empezaron a leer más temprano, tuvo promedios más altos y recibieron evaluaciones más positivas de parte de sus maestras que los demás. Hubo cambios impresionantes en las prácticas de crianza de las madres participantes, pero no en el otro grupo. Por ejemplo, hubo una reducción dramática en el castigo físico. También respondieron con más frecuencia a las preguntas de sus niños. Hubo cambios positivos en la auto-estima de las madres participantes mientras que en las madres que no participaron bajo su auto-estima. Las madres participantes tomaron más interés en la escuela y el progreso de su niño o niña. b. Nepal (Bartlett, Arnold y Sapkota, 2003): Un evaluación de un programa para niños de 3 a 5 años en 200 pueblos, organizado por una ONG, con centros en donde mujeres de la comunidad sirvieron como las educadoras mostró estos resultados: Entre los niños del programa, 95% entraron a la escuela primaria vs. 75% para la población en general. La diferencia fue especialmente grande para niñas y niños de familias en desventaja. La asistencia a la primaria fue más alta para los niños del programa. La tasa de promoción del primer al segundo año fue 81% para niños del programa y 61% para niños sin esta experiencia. Las tasas de promoción del segundo al tercer año fueron 94% vs. 68%. c. Perú: Un estudio de Programa de Atención Infantil Temprana (PAIT) en Perú mostró que: La participación en PAIT aumenta marcadamente la probabilidad de que los niños completen la escuela primaria a los 13 años de edad (de 52% a 85%). Luego de realizar el control por otros factores qua afectan el desempeño académico, tales como el interés familiar, la escolaridad de los padres y el número de hermanos, el efecto de la asistencia a un PAIT en la conclusión a edad oportuna continúa siendo positivo y estadísticamente significativo. “Un año adicional de escolarización en el padre o un aumento del 10% en el ingreso familiar mejoran su probabilidad [de terminar la escuela primaria a tiempo] del 11 al 12%, un año adicional de escolarización de la madre la aumenta del 11 al 14%, y el tener una hermana/o adicional la reduce del 11 a 5%. Sin embargo, el haber asistido a un PAIT aumenta en 39 puntos porcentuales (de 11 a 50%) la probabilidad de que el niño complete la primaria en edad oportuna. ( Moran, 2001) d. Colombia. PROMESA. Este programa de trabajo comunitario con el desarrollo de los niños como elemento central y aglutinante fue empezado por el Centro Internacional para la Educación y el Desarrollo Humano (CINDE) en 1978 en el Choco. Se iniciaron con reuniones de madres quienes aprendieron nuevas prácticas de crianza basadas en el juego con sus niños pequeños. Dentro de poco, el proyecto incluyó componentes de salud, saneamiento, nutrición, tecnología apropiada, y grupos de producción. (Nimnicht y Arango, 2001) Entre los resultados identificados por evaluaciones en las comunidades donde empezó PROMESA encontramos: Un incremento en el número de años en la escuela. Un mejoramiento en logros en matemáticas, lenguaje y pensamiento lógico Reducciones en mortalidad infantil Reducciones en malaria Cambios en el auto-concepto y motivación de las madres Fortalecimiento de la organización comunitaria Además, un estudio de seguimiento después de 20 años mostró que el porcentaje de los niños PROMESA que terminaron su secundaria y entraron a la universidad incrementó. Sería posible multiplicar por mucho los ejemplos de evaluaciones serios y bien hechos que muestran que varios tipos de programas pueden tener un efecto positivo en niños, sus familias y la sociedad. Pero con estos, creo que Uds. pueden tener una idea de los resultados provenientes de diferentes tipos de programas de atención a la primera infancia. Pasamos a la tercera línea de argumentación. 3. El argumento económico Una gran interrogante para los que manejan presupuestos públicos es sí una inversión en atención a los primeros años, en general o en un programa específico, es “rentable,” es decir, sí los efectos de los programas son significativos en relación a los costos. Existen siempre más economistas destacados que dicen que si. Por ejemplo: James Heckman, premio Nóbel en economía, dice: “La manera más eficiente de remediar desventaja causada por ambientes familiares adversos es invertir en niños en sus años tempranos.” (Entrevista, Junio 2005) Jaques van der Gaag, economista durante muchos años en el banco mundial, opina que; “programas de atención al desarrollo de niños durante los primeros años … producen resultados más dramáticos y duraderos que inversiones en educación a cualquier otro nivel educativo.” (Van der Gaag y Tan, 1998) Estas conclusiones dependen en análisis de la información proveniente de estudios como los descritos en la segunda línea de argumentación. Una de las maneras de calcular el rendimiento o “rentabilidad” económico es comparar los costos del programa con beneficios. Existen pocos estudios que hacen tal cálculo directo. Pero tenemos ejemplos. Lo más dramático es el estudio longitudinal de High/Scope donde se calculó que, para cada dólar invertido, el beneficio (basado en datos de los niños a la edad de 40 años) fue estimado en $17. En el estudio de Abecedarian fue $4 para cada $1 invertido. Pero ¿cómo se llega a estos cálculos? ¿Cuáles son los múltiples posibles beneficios económicos que se incluyen en éstos y otros estudios? Entre ellos hay que considerar por lo menos lo siguiente: - Un incremento en la productividad de niños cuando llegan a ser adultos. Un incremento en la productividad de miembros de la familia porque su tiempo está liberado para actividades económicas. Ahorros en costos, privados o sociales. Examinamos brevemente cada uno de estos. 3.1. Productividad de niños como adultos. Hemos visto en el estudio de High/Scope que participantes ganaron más que los no participantes. Otra evidencia viene de Brasil y un estudio con 20,000 personas entre las edades de 25 y 64, basada en encuestas de hogares. Este estudio mostró que: Los efectos de un año de educación preescolar son, por lo menos, un incremento de 7% en el ingreso durante la vida para niños de padres con solamente 4 años de educación. Para los niños de padres o madres analfabetos, el efecto puede ser de 12% . (Barros and Mendonca, 1999). 3.2. Incrementos en la productividad de miembros de la familia (esp. Mujeres) Una evaluación durante los primeros años del programa de Hogares Comunitarios aquí en Colombia (Ortíz, N., 1992) mostró que 20% de las madres con niños en los Hogares cambiaron su trabajo como consecuencia de tener la opción para el cuidado de sus niños. Los cambios no eran siempre grandes, por ejemplo de trabajar como empleado doméstico en vez de lavar la ropa de otros en su casa. Pero indicó un incremento en su productividad y la contribución de ingresos a la familia. Estudios de Brasil, Kenya y Filipinas muestran efectos también en el trabajo y productividad de mujeres como consecuencia de gozar de un programa de atención directa a sus niños durante parte del día. Tenemos evidencia también que la disponibilidad de servicios de cuidado diario y educación para niños pequeños permite a hermanas mayores quedarse más años en el sistema educativo, algo que les da más opciones de mejor empleo como adultos. 3.3. Ahorros de costos sociales En los estudios y evaluaciones mencionados podemos ver ahorros en costos sociales que incluyen los costos asociados con: Menos repetición de años escolares (si un niño necesita dos años para terminar un grado escolar el costo duplica) Menos necesidad de organizar cursos especiales para niños con problemas de aprendizaje. Menos delincuencia (costos de la captura, juicio, rehabilitación y encarcelamiento de delincuentes) Menos costos para servicios de salud que son curativos Desempleo (menos costos de sistemas de seguro social en sistemas donde se paga un monto a los desempleados mientras buscan trabajo) 4. El argumento programático Relacionado a la línea anterior pero diferente es el argumento que, por medio de inversiones en atención a los niños y niñas durante los primeros años, podemos mejorar la eficacia de programas sociales en educación y otros. Por ejemplo, olvidamos que el insumo más importante en los programas de educación es la condición de los niños. Sí llegan con un buen estado de salud y nutrición y con un aprestamiento adecuado, facilita la operación del programa de educación. Esto no solamente resulta en ahorros de costos como los mencionados – por medio de una reducción en repetición, por ejemplo -- sino permite que el programa produzca mejores resultados. Hemos visto en los resultados de los estudios presentados que niños bien atendidos en sus primeros años muestran un mejor logro educativo que sus pares no bien atendidos. 5. Justicia social: La moderación de exclusión e inequidad social Una parte importante del discurso hoy en día está dirigido a la importancia de moderar inequidades educativas relacionadas al género, condiciones socioeconómicas, étnicas y otras. Pero las inequidades empiezan en los primeros años. Las inversiones en el desarrollo de la primera infancia pueden ayudar a modificar las desigualdades arraigadas en la pobreza y la discriminación al dar a los niños de la llamada extracción “desfavorecida” un “comienzo justo.” La pobreza, la discriminación, o ambas, producen condiciones de estrés y un tratamiento desigual capaz de inhibir el desarrollo sano e integral en los primeros años. Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en Chile mostró que el desarrollo psico-social de los niños y niñas fue parejo durante los primeros 18 meses pero a partir de entonces, empezó a surgir diferencias importantes. En el momento de entrar en la escuela primaria hubo enormes diferencias, por ejemplo, en el manejo de lenguaje relacionadas directamente al nivel socio-económico de los estudiantes. (Edwards, et. al)). Si queremos, de verdad, reducir inequidades, tenemos que empezar antes de la entrada en primaria. Una de las conclusiones más consistentes de los estudios presentados es que los niños y niñas de familias con escasos recursos o en desventaja social son los que más aprovechan los programas evaluados. Presenté información de Nepal que mostró la manera en que los programas pueden reducir la brecha entre niños y niñas en la tasa de matricula y progreso por educación primaria. Existe evidencia de resultados similares de Guatemala, India y otros lugares. Una explicación para este resultado es que los padres de familia cambian sus expectativas para las niñas cuando ven su desarrollo en programas preescolares. Al no intervenir en la primera infancia para fomentar el desarrollo en las áreas que más asistencia necesitan, los gobiernos aprueban y fortalecen de forma tácita la desigualdad. 6. El argumento relacionado a la movilización social Los niños constituyen un centro de convergencia para las acciones políticas y sociales que generan consenso y solidaridad. En áreas donde no existe un sentido de “comunidad” es necesario crearlo en beneficio de todos. En tales situaciones parece más fácil movilizar personas alrededor de un interés común en el buen desarrollo de sus niños que otros temas que producen conflictos. Colaboración para cambiar las condiciones para promover el desarrollo de niños es una manera de empezar a cambiar condiciones que también afectan a adultos. Las estructuras de organización que se crean para programas dirigidos a la niñez pueden ser aprovechadas para otros fines sociales. El caso del programa PROMESA es un ejemplar. 7. La transmisión de valores La humanidad transmite sus valores a través de los niños. Continuamente se nos recuerda que “los niños son nuestro futuro.” La transmisión de valores sociales y morales que guiará ese futuro comienza en los primeros meses y años de vida. En las sociedades donde existe la preocupación de que los valores fundamentales se están dañando, los incentivos para encontrar la manera de reforzarlos son muy fuertes. Los programas para la primera infancia pueden asistir a las sociedades en ese desempeño, fortaleciendo la tarea de los padres y brindándoles un ambiente para que los niños jueguen y aprendan, que incluya una atención específica a los valores deseados. Atender el desarrollo de los valores básicos en los niños es altamente prioritario en un mundo sacudido por la violencia, pero que busca la paz, en un mundo que se enfrenta a la degradación del medio ambiente, pero que procura soluciones sanas y de cooperación, y en un mundo donde el afán de consumo, la competencia y el individualismo parecen estar por encima del altruismo, la cooperación y la solidaridad como valores básicos. 8. Los niños y niñas tienen derecho a vivir y a desarrollar su potencial plenamente. Para muchos, la obligación de proteger los derechos humanos del niño es una razón fundamental y de peso para invertir en los programas de fortalecimiento del desarrollo en la primera infancia. La Convención de los Derechos del Niño exhorta a los signatarios, entre los cuales está Colombia, de: “garantizar en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño:” “prestar la asistencia apropiada a los padres y a los tutores legales para el desempeño de sus funciones en lo que respecta a la crianza del niño y velar por la creación de instituciones, instalaciones y servicios para el cuidado de los niños” Permitir la incapacidad y detención del desarrollo de niños cada año cuando se podría evitar es, entonces, la violación de un derecho humano básico. El hecho de que los niños dependan de los demás para ejercen sus derechos crea la obligación aún mayor de ayudarlos y protegerlos, y en esto las familias pueden necesitar apoyo. Cuando consideramos las líneas de argumentación presentadas, cada argumento se sostiene por sí solo, pero cuando se combina con los demás adquiere una fuerza especial. Cualesquiera que sean las diferencias en las predilecciones individuales y en las circunstancias locales, es evidente que este conjunto de argumentos proporciona una base sólida para que los individuos y las familias, las comunidades, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y los patrocinadores internacionales apoyen las inversiones en los programas de atención y desarrollo para la primera infancia. ¿Cómo Invertir? Si los argumentos son tan contundentes, la próxima pregunta es ¿Qué podemos hacer? o “Cómo podemos invertir? Es materia para otra conferencia pero antes de cerrar esta, quiero presentar brevemente algunas reflexiones. 1. No es suficiente invertir solamente en salud y nutrición bajo la premisa que automáticamente esto va resultar en el desarrollo. En Chile, durante un periodo de 10 años en los 70s y 80s, el país casi eliminó problemas de desnutrición pero los rezagos en el desarrollo quedaron, en general y con las mencionadas diferencias entre grupos socio-económicos. En México, en el programa Oportunidades, una evaluación descubrió que los efectos de participar en el programa sobre salud y nutrición de niños al momento de entrar el la escuela primaria eran positivos pero no hubo resultados sobre el desarrollo cognitivo. (Gertler y Fernald, 2004) Oportunidades no incluyó un componente de estimulación temprana o educación inicial; su apoyo educativo empezó en el tercer grado de primaria. 2. Es importante invertir no solamente en programas formales de atención directa a niños y niñas fuera del hogar; hay que trabajar con padres de familia. Colombia tiene varias experiencias positivas que pueden servir como base para rescatar el trabajo con madres y padres de familia en una manera más extensa. 3. El excelente puede ser el enemigo del bueno. Queremos programas de calidad para todos. Pero si los costos de estos programas son tan altos que solamente podemos llegar a una fracción de la población que tiene derecho y necesita apoyo, el resultado puede ser incrementar inequidades en vez de moderarlas. En este tono, me parece importante trabajar para mejorar programas que les falta el nivel deseado de calidad pero que puedan funcionar bien. El ejemplo obvio aquí en Colombia es el programa de hogares comunitarios. . 4. Trabajar juntos Hablamos de la importancia de una visión integral del desarrollo y, por eso, de asegurar que programas de salud, nutrición y educación llegan juntos a las mismas personas. Al mismo tiempo, sabemos que es difícil forzar instituciones independientes y organizadas en una manera vertical, con sus propios mandatos, de trabajar juntos. Para facilitar esto, me parece importante definir bien la población que se quiere incluir y ver que los componentes de un programa llegan a estas mismas personas. En esto, el papel de las municipalidades puede ser crítico; son ellas quien pueden buscar la colaboración al nivel que se necesita. 5. Buscar a los que más necesitan Hemos dicho que la supervivencia y desarrollo son derechos de todos. Al mismo tiempo, podemos ver que algunas familias tienen los recursos para cumplir con los derechos y otros no los tienen. Si queremos matizar inequidades, y si tenemos en cuenta limitaciones de recursos, es imperativo que se busque formas de atender a los más rezagados. Hemos visto de las evidencias que son ellos quien van a aprovechar más los programas. Gracias por su atención. Referencias Andersson, B.E. “Effects of day-care on cognitive and socioemotional competente of thirteen-year-old Swedish school Children.” Child Development 63, NO. 1 (1992), pp. 20-36. Barros, R.P. de, and R. 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