universidad simón bolívar

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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR
DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA
TIEMPOS DE FIESTAS, PODER Y ESCRITURA DE MUJER.
ESTUDIO DEL PRIMER CENTENARIO DEL NATALICIO DE SIMÓN
BOLÍVAR (1883) Y DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE (1895)
CARMEN AMÉRICA AFFIGNE
TRABAJO DE ASCENSO PARA OPTAR A LA CATEGORÍA ACADÉMICA
DE AGREGADO
NOVIEMBRE, 2006
ii
ÍNDICE
Página
-
AGRADECIMIENTOS ............................................................................
iv
I.- INTRODUCCIÓN ......................................................................................
1
II.- “FLORES VENEZOLANAS” Y FIESTAS PATRIAS EN EL CENTENARIO
DE SIMÓN BOLÍVAR (1883): RIESGOS Y GANANCIAS DE LA
PARTICIPACIÓN FEMENINA ......................................................................
13
1.- El programa del centenario y la participación femenina .................
17
2.- La Exposición Nacional y los modos para seguir exhibiendo la nación
…………………………………………………………………………
24
3.- Señoras y señoritas en la Exposición Nacional ................................ 32
4.- Final para un acto de participación: Zulima y las ausencias de una
representación ..................................................................................
40
III.- 1895: DE FIESTAS PATRIAS Y MUJERES QUE ESCRIBEN. ESTUDIO
POLÍTICO Y CULTURAL DEL PRIMER CENTENARIO DEL NATALICIO DE
ANTONIO JOSÉ DE SUCRE………………………………………………… 47
1.- Un largo programa de celebración ....................................................
52
1.1.- Los desfiles cívicos-militares: puesta en escena de la patria ......
…………………………………………………………………. 56
1.2.- La “espontaneidad” de la alianza patriótica y “una verdad …….
práctica que á nadie causa espanto” ................................... 61
2.- De mujeres-adorno, mujeres-artistas y mujeres-escritoras ................ 67
3.- Las escritoras en las fiestas de Sucre: reconocimiento “privado” de una
labor patriota, literaria y cultural………………………………………………. 77
3.1.- Las tensiones de la representación genérica ....................... 77
3.2.- Campo cultural con aroma de mujer ................................... 78
3.3.- La autoridad del saber ......................................................... 81
3.4.- Los jardines de las letras ..................................................... 87
4.- Polita De Lima y Virginia Gil de Hemoso: alas para imaginar la nación
................................................................................................................. 91
4.1.- Méritos civilizatorios de Polita .......................................... 91
4.2.- La Alegría del centenario de Sucre………………………. 95
iii
IV.- FOTOGRAFÍAS DE FIESTAS: LAS IMÁGENES DE DOS CENTENARIOS
(1883 y 1895) ............................................................................................
103
V.- CONCLUSIONES .....................................................................................
136
VI.- ANEXOS: LOS PROGRAMAS DE LAS FIESTAS …………………….
148
VII.- BIBLIOGRAFÍA GENERAL ...................................................................
156
iv
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo fue posible gracias a la presencia de personas muy profesionales
que se mantienen comprometidas y al día en las bibliotecas del país. Gracias a ese
personal calificado en Caracas y Mérida que me prestó su valiosa ayuda al momento
de revisar muchas de estas fuentes de estudio de difícil acceso. Va mi agradecimiento
a estos profesionales de la Biblioteca Nacional.
I.- INTRODUCCIÓN
En la presente investigación el lector encontrará un buen número de páginas
sobre las fiestas patrias en Venezuela. Sobre todo verificará que nos concentramos en
estudiar dos momentos emblemáticos de celebración, como fueron las fiestas del
centenario en ocasión del natalicio de sus libertadores: Simón Bolívar (1883) y
Antonio José de Sucre (1895). Sobre estas dos fiestas nos ha interesado,
especialmente, considerar dos tipos de relaciones. Un tipo aproxima los festejos con
los espacios de poder. De modo que nos hemos propuesto comprender las
significaciones que se derivaron de estos encuentros entre las fiestas patrias y los
gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo respectivamente. Esta
relación entre fiestas patrias y poder político dejó al descubierto una serie de prácticas
ideológicas y simbólicas tremendamente potentes al momento de sugerir con ahínco
claves colectivas de reconocimiento nacional; lo cual no dejó de plantear,
simultáneamente, señales y simbología de propaganda oficial que los diversos
gobiernos no desaprovecharon.
El otro tipo de relación pretende explorar y, de nuevo, comprender las
implicaciones del encuentro y/o desencuentro entre las fiestas patrias y las mujeres.
Cuando hablamos de mujeres, nos referimos también al conjunto genérico; pero,
sobre todo, aludimos a aquellas mujeres aficionadas a las actividades artísticas,
2
musicales, empresariales, educativas y literarias. En esta investigación determinamos
los alcances de estas relaciones; más que todo en función de la trayectoria de la mujer
que escribe. Creemos que al estudiar estos eventos extraordinarios para la vida
cotidiana de las ciudades de la república estamos explorando las configuraciones de
un espacio de sociabilidad femenino, espacio de intercambio "seguro" que dejó ver
los aportes de la práctica literaria y de gerencia cultural de la mujer venezolana.
Nuestra idea apunta hacia un tipo de relación que respaldó la constitución y desarrollo
de un campo cultural femenino, así como hizo posible alimentar toda una gama
compleja de imaginarios sociales y colectivos que celebraban al héroe, al gobernante,
a la nación y consolidaban el puesto de significación social y cultural de la mujer.
El tema de estudio de las fiestas patrias se deriva de una inquietud personal
que no nos ha abandonado y que tiene que ver con la idea de representación de la
nación como un concepto, en cierta medida, maleable, expandible, sujeto de
modificaciones cosméticas y posible de construir en función de premisas básicas de
desarrollo, progreso y modernización. Decimos concepto cosmético, en tanto la idea
de nación se maquilló con los símbolos patrios adecuados, sus himnos y escudos
respectivos; así como se idealizó la idea identificándola, al mismo tiempo, desde los
parámetros de la pasión y el amor a la patria. Tenemos algún tiempo pensando en los
rasgos melodramáticos de la nación, en sus imaginarios de alegría, traición, orgullo y
fracaso que pudimos estudiar en una investigación anterior donde el objeto de estudio
3
estuvo conformado por un grupo de novelas venezolanas de finales del siglo XIX1.
Pero esta vez, esos rasgos para pensar la nación desde la lágrima y la pasión se
deslizan hacia otros espacios sociales, ya no en las páginas de las novelas, ahora
nuestra búsqueda será en las calles de la ciudad, en sus teatros, gremios y
corporaciones privadas desde donde nos situaremos en función de lo que expongan
las crónicas de la prensa de la época, la correspondencia oficial, las obras dramáticas,
los libros especialmente mandados a publicar que recogían los programas y discursos
de esos años. Desde un corpus nuevo toma forma esta indagación que retoma el
estudio de la representación de la nación desde la creación de un código republicano
de amor a la patria y a sus héroes.
Con respecto a esta indagación habría que apuntar a tres referencias teóricas y
metodológicas que han ayudado al desarrollo de la investigación. Para este trabajo
han sido muy importantes los aportes de Cornelius Castoriadis, Bronislaw Baczko y
Pierre Bourdieu, entre otros autores.
De Castoriadis hemos tomado su idea de
imaginario como creación de “algo”; este autor habla de imaginario en términos de
creación y acción “incesante” e indeterminada de un algo que podría ser al mismo
tiempo una figura/forma/imágenes que descubre un invento único y absoluto o
propone sentidos distintos a los que sus componentes y símbolos originales tenían
1
Ese estudio fue nuestra tesis de maestría, donde trabajamos con cinco novelas: Los dos avaros (1879)
de José María Manrique, Juliana, la lavandera y La viuda del pescador (ambas de 1893) de Aníbal
Domínici, El sargento Felipe (1899) de Gonzalo Picón Febres y El hombre de hierro (1907) de Rufino
Blanco Fombona. En esa oportunidad nos interesó revisar, desde los parámetros de un imaginario
melodramático, las diversas representaciones de la nación que en estas cinco novelas pudieran
detectarse. De ese modo nos encontramos con cinco perspectivas que apoyaban, evaluaban o criticaban
tajantemente los respectivos proyectos políticos de construcción nacional.
4
(Castoriadis, 1983: 10 y 219). Esta palabra, imaginario, termina siendo parte
constitutiva de una sociedad, en la medida que la describe, la define, la organiza, la
explica a ella o a una época determinada (Ibidem: 252). Nos interesa la propuesta y la
vinculamos con la práctica “incesante” que llevaron a cabo los estadistas e ideólogos
de las nacientes repúblicas latinoamericanas al momento de “crear” y “armar”,
precisamente bajo un conjunto simbólico y emocional, la idea de nación. Las ideas de
imaginario y nación están relacionadas en la medida en que una alude a las prácticas
de invención de un “algo”, en este caso la nación, en términos de
figuras/formas/imágenes,
y
agregamos
sentimientos/emociones,
que
van
conformando la unión de la dupla en un término complementario: así hablamos de los
imaginarios de la nación, esas creaciones que nombran, componen, describen y hacen
sentir esta idea. Ya apuntaba Benedict Anderson el carácter de artefacto político y
cultural capaz de ser imaginado y por ello constituido en comunidades que se
reconocerían bajo el apelativo de nación (1993: 21-23)2. Al hablar del imaginario de
la nación significamos, entonces, un conjunto de representaciones que ayudarían a
nombrar, describir, componer y hacer sentir la idea, como decíamos líneas más arriba.
Las celebraciones de las fiestas patrias fueron parte de este modo de representación
colectivo que fue ayudando a construir las figuras/formas/imágenes/sentimientos del
imaginario de la nación venezolana.
2
La definición que da Anderson de la idea de nación es que es “...una comunidad política imaginada
como inherentemente limitada y soberana” (1993: 23). La creación de imaginarios nacionales habría
de alimentar esta definición que se apoya en la cualidad de manufactura que tiene la idea.
5
La idea de los imaginarios sociales como categoría de reconocimiento e
identificación colectiva y el interés del poder político por controlar y dominar estas
ideas-imágenes de las sociedades, es una de las propuestas de Bronislaw Baczko que
nos ha interesado retomar para el contexto de los últimos años del siglo XIX
venezolano. De hecho, exploramos con mucho afán los modos y estrategias de
organización de esas fiestas patrias porque vemos en esas prácticas una
intencionalidad política clara: la del dominio y control de una amplia gama de
símbolos, emblemas, representaciones y ritos que deben estar al servicio del poder en
tanto lo legitiman, engrandecen y protegen, como dice el mismo Baczko (1991: 8).
En torno a esto último, en cuanto al interés del poder político por monopolizar
los dividendos que pueden significarle la celebración de los héroes de la
independencia, hay todo un esfuerzo por institucionalizar estos festejos dentro del
nuevo ritual laico de celebración de la nación y por reforzar el control y dominio
social. Por lo tanto, un aspecto importante de esta investigación tiene que ver con la
decisión de trabajar estos dos momentos que se celebran. Estamos estudiando dos
eventos fundacionales en cuanto a la institucionalización de estas celebraciones
republicanas. En 1883 se celebra, a los cien años, el natalicio del Libertador de
Venezuela y se funda, de cierta manera, un culto secular: el culto a Bolívar, que, en
adelante, formará parte de los siempre presentes discursos políticos que lo celebran y
recuerdan como el pilar fundamental de la gesta emancipadora. Esos días de memoria
y fiesta, en 1883, sirvieron para alimentar toda la imaginería y el imaginario del padre
de la patria. Años antes (1876) Guzmán Blanco había mandado trasladar los restos
6
del Libertador al Panteón Nacional, lugar de reposo eterno para los próceres de la
nación. Con el paso del tiempo, este culto, si bien ha pasado por diversos grados de
exaltación más o menos acentuados, sigue presente, con aires utilitarios y de
renovación. Recordar y celebrar a Bolívar ha tenido un peso tremendo en la creación
de estos imaginarios de la nación, por cuanto el símbolo Bolívar, ese “algo”
fundamental y constitutivo, ha nutrido las bases de la nacionalidad venezolana.
En cuanto a la celebración del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho, en
1895, también atendemos a uno de los próceres de mayor peso político y simbólico.
Ya los cantos de la emancipación evocaban a Antonio José de Sucre como
prolongación majestuosa de Bolívar; se reviste del carácter sagrado que invadirá todo
el tono evocador que los poetas e historiadores dieron a estas gestas y sus
protagonistas3. Sin duda, Sucre fue uno de estos actores fundamentales del relato
fundacional de la nación. Estas dos celebraciones, en particular, muestran una
situación original en tanto revelan las maquinarias políticas implementadas para
evocar el pasado desde un presente de aparente estabilidad. Además, situarnos en
1883 y 1895, respectivamente, significa relacionar estos festejos con los dos hombres
que, a finales de siglo, tuvieron el mayor poder y control político sobre el país. Sin
duda Guzmán Blanco aparece como el político más poderoso del momento. Esta
3
En el poema de José Joaquín de Olmedo: “La victoria de Junín. Canto a Bolívar” (1825) ya se está
elaborando una forma de representación simbólica que habrá de definir todo el imaginario que sobre
las luchas de independencia y héroes se fue armando. Leamos una estrofa: “Allí Bolívar en su heroica
mente/ mayores pensamientos revolviendo,/ el nuevo triunfo trazará, y haciendo/ de su genio y poder
un nuevo ensayo,/ al joven Sucre prestará su rayo,/ al joven animoso/ a quien del Ecuador montes y
ríos/ dos veces aclamaron victorioso./ Ya se verá en la frente del guerrero/ toda el alma del héroe
reflejada,/ que él le quiso infundir de una mirada” (Olmedo, 1979: 21-22).
7
investigación revela una arista estudiada por otros autores que acá se vuelve a
manifestar4. Sus acciones de control y alabanza a su propia persona se canalizan a
través de la excusa de celebrar a Bolívar. Veremos lo que Guzmán dice y hace para
celebrar a Bolívar y legitimarse a sí mismo.
Por su parte, Joaquín Crespo fue otro de los hombres con más poder a finales
de siglo. Su inesperada muerte rompe esta cadena de poder y viene a configurar
nuevos escenarios políticos para nuevos actores5. Crespo no era ajeno a esto de
buscar ganancias en la organización de las fiestas a los héroes de la patria. De hecho,
en su segundo mandato (1892-1898), además del de Sucre, se celebró el natalicio de
José Gregorio Monagas (1895), otro prócer de la independencia; Libertador de los
Esclavos, es el título que engalana su nombre. Incluso se hace coincidir fechas como
excusas de celebración. De modo que se organiza la apoteosis al Generalísimo
Francisco de Miranda en 1896, como “merecido, aunque tardío, desagravio al
Precursor de la Independencia” (Salvador, 2001: 365) y se cruza la celebración con
otra: la del aniversario de la firma del acta de independencia (se cumplía entonces con
la vieja máxima de tumbar dos pájaros con la misma piedra. El día 5 de julio de 1896
se conmemora a Miranda y se recuerda, a ochenta y cinco años, la firma del acta). Por
estas razones justificamos, como objetos de estudio, estas dos celebraciones
4
Se remite al lector, sin ánimo de ofrecer una bibliografía completa sobre el punto, a tres estudios que
tocan este aspecto particular del dominio, control y notorio narcisismo del Ilustre Americano: de Inés
Quintero (como coordinadora): Antonio Guzmán Blanco y su época. De Paulette Silva: Una vasta
morada de enmascarados. De Augusto Mijares: Lo afirmativo venezolano.
5
A causa del fraude electoral de 1897 que daba ganador al candidato de Crespo, Ignacio Andrade, el
adversario perdedor, el general José Manuel Hernández, decide alzarse. Por esta razón Crespo va
8
nacionales en tanto celebran a sus próceres y con ello fijan mecanismos de
representación nacional, así como legitiman en el poder a los gobiernos respectivos.
Retomemos la relación que hacíamos algunos párrafos más arriba sobre
algunas propuestas teóricas y metodológicas de las que nos servimos en los análisis
que vamos a presentar. Me refiero al tercer autor que ya había nombrado antes: Pierre
Bourdieu y su tesis de la conformación del campo intelectual, cultural y político
según las propias relaciones sociales que se establezcan dentro de estos sistemas. En
su propuesta, Bourdieu destaca cómo los diversos agentes que conforman estos
campos, según las posiciones que ocupan, bien desde el centro del mismo o en sus
márgenes, trazan relaciones de alianza, tensión, dominio, subordinación y/u oposición
(2003: 30-31). Estas descripciones de formas de funcionamiento de los sistemas de
relaciones sociales me han resultado sugerente en cuanto pueden servir para la
comprensión del nacimiento y desarrollo de un incipiente campo literario femenino a
finales de siglo en Venezuela. Esta orientación metodológica me ha servido para
revisar una gama diversa de relaciones entre las escritoras y los diversos agentes
sociales que integraron el campo político e intelectual de esos años.
Ahora, si bien hemos aprovechado estas lecturas teóricas como fundamento
que nos ha ayudado a comprender nuestros objetos de estudios y las relaciones
sociales que allí se originaron, en el plano práctico de la actividad de investigación
enfrentarlo. El disparo de una bala le mata en el sitio conocido como La Mata Carmelera, en el Estado
Cojedes (1898).
9
hemos seguido una metodología de trabajo que se basa en la documentación sobre
todo. En las salas de hemerotecas de las bibliotecas del país se han encontrado las
piezas que han permitido recuperar una descripción de las fiestas, los programas
oficiales, los discursos del momento. Pero también hemos revisado los libros de leyes
y decretos que incluyen el ordenamiento político de tales eventos. En periódicos y
revistas literarias se ha hallado la voz de la mujer, su pensamiento y propuesta. El
trabajo de arqueo supuso relacionar piezas de distintas fuentes que en su conjunto
ofrecieran un panorama de relaciones de poder y de intercambio social y genérico.
Un punto aparte merece referir la consulta de material fotográfico como un
registro necesario para complementar las sensaciones y escenarios de aquellos lejanos
días. Para ello tuvimos que revisar revistas como El Cojo Ilustrado; otros textos como
el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes, algunas novelas que
retrataban a su autora o los tomos de Adolfo Ernst. De este conjunto se obtuvieron
imágenes de las escritoras venezolanas de aquellos años, así como imágenes de
objetos o sitios emblemáticos de estas fiestas: medallas, diplomas, fotografías del
Panteón Nacional o una pincelada del Palacio de la Exposición.
Las fuentes de consulta que revisamos sobre el tema en particular de las
celebraciones patrias nos llevó a varios artículos de Pedro Enrique Calzadilla, quien
se detiene en el estudio de los festejos de Bolívar y otras celebraciones llevadas a
cabo por Antonio Guzmán Blanco. Igualmente, revisamos otros trabajos que
compilaron documentos varios sobre las celebraciones. Me refiero a los dos tomos
10
escritos por el cronista de las fiestas del centenario de Bolívar, Adolfo Ernst, y a los
dos tomos de Rafael Ramón Castellanos, quien también reunió información variada
de estos festejos. Para el caso de las fiestas en honor a Sucre nos fue muy útil los
trabajos de Manuel Landaeta Rosales donde se pueden leer muchas de las crónicas de
esos días. Pudimos consultar los programas festivos en sus ediciones originales y se
cotejó mucha de esta información con lo que la prensa escribió sobre estos eventos.
La investigación en su conjunto quedó organizada de la siguiente forma: en el
primer capítulo nos concentramos en el estudio de la celebración del natalicio del
Libertador Simón Bolívar. Allí describimos el programa que llevó a cabo la Junta
Directiva del Centenario en la ciudad de Caracas y destacamos aquellas actividades
especialmente diseñadas para la mujer venezolana. De igual manera se dedica espacio
al estudio de las estrategias llevadas a cabo por el gobierno nacional a la hora de
promocionar su administración entrelazándola con las inauguraciones de obras y el
mensaje clave de las fiestas: el progreso de Venezuela de la mano de su principal
mentor Antonio Guzmán Blanco. La segunda parte del capítulo se detiene en
considerar la relación que tuvieron dos mujeres ligadas al campo de las letras y la
educación. Nos referimos a las participaciones, riesgos y ganancias de Zulima y
Antonia Esteller al decidir colaborar en una de las actividades de mayor peso: la
Exposición Nacional.
El segundo capítulo, que se sitúa en los festejos del natalicio del Gran
Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, revisa las implicaciones simbólicas de
11
los largos desfiles públicos al Panteón Nacional y al Paseo de la Independencia al
momento de proponer imaginarios sociales ligados a la idea de reunión y paz
nacional. De seguidas, se descubre las estrategias de conformación de un campo
intelectual femenino de parte de dos publicaciones importantes de esos años: la
revista El Cojo Ilustrado y el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas
artes. Por último, destacamos las actividades de la Sociedad Alegría, una muy
eficiente corporación femenina de la ciudad de Coro, y de dos de sus principales
directoras: Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso quienes organizaron concursos
literarios que recordaban la fecha y al prócer. De los discursos ofrecidos por De Lima
y Hermoso por esos días se revela una perspectiva propia que reconsidera los modos
tradicionales de presentar la gesta de la independencia.
Imágenes de las fiestas, rostros de escritoras, portadas de libros especialmente
mandados a editar en 1883 y 1895 son parte del tercer capítulo. Acá nos ha interesado
reconstruir, de cierta forma iconográfica, los escenarios de las celebraciones. Cada
imagen viene acompañada de su reseña correspondiente donde se propone una
continuidad de la lectura que venimos haciendo en los capítulos previos, solo que ésta
vez en clave fotográfica. Esta reunión de imágenes servirá de puente a la idea de ver
estas celebraciones desde varios planos: el de la conformación de claves de
identificación colectiva en torno a la evocación de los héroes patrios, el de la
oportunidad política de promocionar el éxito de la gestión de gobierno y, finalmente,
el plano que registra la presencia de la pluma femenina en los momentos de las
celebraciones con una voz y pensamiento propios.
12
Por último, se presenta un capítulo de anexos donde el lector encontrará la
transcripción de los dos programas oficiales organizados por sus correspondientes
Juntas Directivas. Estos documentos permiten detallar en extenso otras actividades no
consideradas para este trabajo y podrán servir de material de consulta para otros
investigadores interesados en el tema.
II.-“FLORES VENEZOLANAS” Y FIESTAS PATRIAS EN EL
CENTENARIO DE SIMÓN BOLÍVAR (1883): RIESGOS Y GANANCIAS DE
LA PARTICIPACIÓN FEMENINA
El 25 de julio de 1883 el Presidente de los Estados Unidos de Venezuela,
Antonio Guzmán Blanco junto con un amplio cortejo, hizo el primer viaje en tren
desde la ciudad de Caracas hasta el caserío de la Guaira. Este viaje vino a significar
para muchos el más importante éxito de las fiestas del primer centenario del natalicio
de Simón Bolívar, pues era el emblema palpable de una sensación trascendental: la de
formar parte de un mundo en desarrollo y en progreso. Al leer la crónica que ofrece
La Opinión Nacional, de este viaje casi inaugural6, se percibe cómo la mirada del
viajero atiende a las particularidades técnicas del nuevo sistema de locomoción:
“Mucho llamó la atención de los viajeros inteligentes en materia de
ferrocarriles, que iban en los trenes, la seguridad y solidez de la línea,
atribuyendo esto a que el terreno es durísimo en parte [...] y a la excelente
calidad de las maderas que sirven de durmientes a los rieles, y a la de éstos
que son de acero...” (No. 4213, citado en Castellanos, 1983, tomo 1: 112)7.
El complicado descenso desde la montaña hasta el mar permitió a los pasajeros –y a
los lectores- comprender el esfuerzo que significó dominar los escollos de la
naturaleza:
6
La inauguración formal del ferrocarril se haría al día siguiente con el viaje de regreso.
14
“Para formarse una idea de las obras colosales que en aquel paraje se han
ejecutado, baste decir que ha sido preciso cortar en la roca viva de un granito
en que se amella el acero y que sólo cede a la acción poderosa de la dinamita
[...] aquello por si sólo representa una gran victoria del ingenio y la voluntad
del hombre sobre las barreras formidables que oponen allí las estupendas
montañas en su estado virgen” (Ibidem).
De esta manera, los viajeros de aquella primera travesía bien pudieron
percibirse e imaginarse, desde la seguridad de los vagones, como protagonistas del
esfuerzo civilizador. Pero, también, a través de esta crónica, esa sensación de triunfo
terminó comunicándose al resto del país.
Más adelante, el cronista nos cuenta de una interrupción del viaje. El Ilustre
Americano debió detenerse en otro caserío –Maiquetía- donde una niña lo esperaba.
Vale la pena recuperar algunos fragmentos del breve discurso que la niña le obsequió
al mandatario. En esas palabras, junto a las del cronista, hallamos algunos asuntos
claves del tema que me interesa desarrollar en las próximas páginas: el de la
participación de la mujer en las fiestas relativas al primer centenario del natalicio de
Simón Bolívar. Me interesa detenerme en el detalle de los posibles riesgos y
ganancias de estas participaciones femeninas, considerar las implicaciones de estos
riesgos y ganancias para ellas mismas y para la nación venezolana de finales de siglo.
La pequeña, que hizo detener la caravana de vagones que iba a la Guaira,
inició su discurso de un modo bastante común, se excusa de su género y edad;
7
Hemos respetado la grafia original de los textos históricos citados.
15
comienza: “´Permitid que mi voz, aunque todavía infantil y de un sexo desautorizado,
se una a las que ya habéis oído felicitándoos por haber dado feliz término a la
grandiosa obra del ferrocarril...´” (citado en Castellanos, 1983, tomo 1: 113).
Siguiendo el modo estilístico tradicional –el de la disculpa porque soy niña y mujerla jovencita pasa a situar su discurso al mismo nivel que el de todos los demás. Pero,
en esa voluntad de participación, sus palabras están condicionadas a una autorización.
En este caso, su voz en público contó con el aval de un permiso que toleró esta
incursión (el permiso de la familia, la escuela, el mismo Guzmán Blanco).
En su discurso, la niña justifica su presencia allí porque: “´...soy alumna de
uno de esos planteles en que como en una red de flores habéis envuelto el país; y es
con ese derecho que me tomo la libertad de deciros...´” (Ibidem). Es, sobre todo, en su
condición de alumna que a la niña le está permitido hablar en público frente al Ilustre
Americano. Ése es su mérito. Esa voz, que se suma a la del cronista, exhibe un tono
de agradecimiento hacia Guzmán y en toda esta representación se le recuerda al
lector, otra vez, que está asistiendo a un acto de consagración nacional. La niña
también está autorizada a hablar del progreso porque ella ha sido beneficiaria de esta
ilusión:
“...gracias a vos, el silbido de las locomotoras turba en sentido del progreso la
inútil tranquilidad en que vivían los pueblos de Venezuela; gracias a vos, la
luz eléctrica hace casi días claros las noches más oscuras en la que también
habéis hecho hermosa la capital, y no muy tarde en otras ciudades...” [¿Habría
luz eléctrica en Maiquetía?] (Idem).
16
Finalmente, el discurso acaba, la niña le entrega unas modestas flores a
Guzmán y el viaje sigue su marcha. Este último cuadro nos muestra uno de tantos
registros de la participación femenina. En este capítulo esperamos revisar otros con
más detenimiento.
Es importante resaltar cómo todas las actividades del centenario, al igual que
las que acabamos de referir, estuvieron ligadas tanto a celebrar el nacimiento del
Libertador como el progreso aparente del país; de igual manera, se destinaron a
glorificar al hombre de poder del momento.
Bajo este marco histórico y referencial vamos a presentar los objetivos
específicos de este capítulo: me interesa explorar las distintas
posibilidades de
mediación que la mujer encontró para atreverse a entrar en estos espacios públicos
de celebración. Asimismo, quiero describir y comentar las estrategias de organización
del guzmanato al concebir estas fiestas como un tejido de actividades que, además de
insistir una y otra vez en los logros del gobierno y de su máximo gobernante –
progreso, paz, unión, etc.-, inició un proceso. Me refiero a la promoción de un
efectivo aparato ideológico que fomentó un imaginario en construcción ligado al
amor, la honra y tributo a los héroes y próceres de las luchas de independencia, un
imaginario de la nación que consideró la diferenciación genérica como pautas
naturales de la identidad de los nuevos ciudadanos. Para ello, los textos a considerar
17
serán las distintas cartas y circulares que la Junta Directiva del Centenario envió por
todo el país. El análisis de la correspondencia oficial de la Exposición Nacional, otra
de las actividades cumbres de la celebración, expone muy bien los mecanismos de
este imaginario nacional en construcción.
Por último, quedaría ver de qué manera se incorpora la mujer escritora dentro
de esta maquinaria estatal; desde qué rasgos representó los orígenes de la nación. ¿Se
correspondió esta participación con los propios deseos del gobierno por dar a conocer
una idea de nación en marcha? En concreto, propongo relacionar el drama de Zulima:
María o el despotismo con un modo de imaginar la nación desde otros registros de
participación. ¿Con cuáles riesgos o ganancias se enfrentó Zulima al relacionarse de
este modo con las fiestas del centenario?
1.- El programa del centenario y la participación femenina
Vamos a considerar el programa oficial de las fiestas del centenario como un
mapa que señala los derroteros de estas celebraciones8. Al escoger alguno de esos
caminos terminaremos por conocer los detalles e instrucciones de la participación
pública de la mujer venezolana por esos días. El programa oficial fue utilizado, junto
con otras máquinas retóricas (la literatura, la prensa, los manuales de conducta,
dramas y otras), para presentar a todos las marcas de identidad y los gestos de
8
Puede consultarse el programa completo al final de este trabajo en los anexos.
18
participación nacional acordados desde el poder político del proyecto liberal
estimulado por Guzmán Blanco9. Dentro de estas nuevas normativas cívicas, a la
mujer le correspondió un papel de participación limitado pero importante para el
estado nacional. No olvidemos de qué manera esta estrategia de incorporar a la mujer
dentro de los proceso de constitución de las nuevas repúblicas exigió la creación de
un ideal complementario desde los espacios del hogar y la familia. Cuando ella fue
invitada a participar en estas celebraciones patrias, fuera de casa, las marcas que la
vinculan con el escenario doméstico no eran olvidadas, más bien se recordaban una y
otra vez; como, por ejemplo, al referirse a ellas como flores que acompañaban el
itinerario de la celebración10.
Sin duda, Caracas vivió días de grandes fiestas; el programa oficial iniciaba el
día 23 de julio hasta el 2 de agosto, aunque las fiestas duraron hasta finales de mes
(bailes, saraos, cenas y banquetes, sobretodo; Castellanos, 1983, tomo 1: 241). En el
programa se planificó diversas actividades: paseos y desfiles majestuosos, visitas a
9
Bien ha estudiado Beatriz González Stephan la necesidad de las nuevas naciones de formar/crear un
modelo de ciudadano ajustado a los moldes transplantados de Europa en un momento de
modernización y disciplinamiento nacional: “Había que crear la nación; pero, en especial, forjar los
actores y escenarios que sirvieran de base para la existencia de esa nación, que, al fin y al cabo, se
concentraba en los centros urbanos donde se vivía de acuerdo a los códigos de la ´civilización´” (1995:
433). El programa oficial del centenario dirige esta voluntad del gobierno de hacer ciudadanos en la
Caracas de finales de siglo.
10
Esta mirada a las “flores venezolanas”, adorno de casa y del evento, pasa, finalmente, por una
consideración del proceso de subordinación de la mujer. Este proceso se justificó de manera “natural”
al argumentar desde distintos espacios de enunciación (la prensa, la literatura, los discursos de
intelectuales, obispos, etc.) que esta diferencia podía basar su verdad en datos científicos que
respaldaban tal inferioridad. Ahora, más que responder a razonamientos de carácter cientificista, fue la
perspectiva política la que se encargó de establecer las bases de la diferenciación y subordinación
genérica (Lacquer, 1990: 32, 261-263). El gobierno de Guzmán Blanco permitió abrir una ventana
19
hospitales y centros de beneficencia, festividades religiosas, ofrendas al Libertador y
a otros héroes civiles y militares, actos científicos y literarios, inauguración de
estatuas, entre los actos más resaltantes.
Los días 23 y 24 de julio y el 1ro y el 2 de agosto señalaron, dentro de la
programación, la actuación de las damas de la república. El 23 de julio se realizó la
primera de las ofrendas estipuladas11, la “Apoteosis del Héroe”. En el programa se
indicaba expresamente cuál era la actividad para las mujeres, se leía:
Al medio día, como ofrenda de nuestras madres, hermanas, esposas é hijas,
[se ejecutarán] diversos actos de caridad; y visitas á los hospitales y demás
establecimientos de beneficencia, presididas por la Junta del Centenario y las
autoridades respectivas, quienes recibirán las ofrendas que á ellos se destinen
(en Leyes y Decretos de Venezuela 1880-1882, 1989, tomo 9: 402).
En esta propuesta oficial ya empieza a dibujarse, con total claridad, el espacio de
participación acordado para la mujer: el de caridad y beneficencia. Asimismo, este
grupo de damas vino a representar a la mujer venezolana en su conjunto, pues incluyó
todo el espectro social del género (a las madres, hermanas, esposas e hijas). También
es notorio cómo se esperaba proteger esta participación; puesto que se dispuso que
fuera de casa para ver a las señoras y señoritas según precisos parámetros sociales de representación.
Pero, ¿y cómo se dejaron ver ellas? La Exposición Nacional dará algunas respuestas.
11
Fueron cinco las ofrendas diseñadas para esos días: “VENEZUELA AL LIBERTADOR EN SU
CENTENARIO, LE OFRENDA: / 1º. La Apoteosis del Héroe en honra de su obra, la antigua
Colombia, Perú y Bolivia / 2º. Su progreso actual. / 3º. Un homenaje de gratitud á sus progenitores. /
4º. Una muestra de admiración á la gran República de la América del Norte. / 5º. Una demostración de
confraternidad á las naciones de la América latina” (en: Leyes y Decretos de Venezuela 1880-1882,
1989, tomo 9: 402).
20
todas las damas irían acompañadas por la Junta Directiva y “las autoridades
respectivas” quienes serían los depositarios de las ofrendas12.
Veamos a continuación cómo se llevó a cabo esta primera tarea y para ello
revisemos la correspondencia de rigor. La primera dama de la república, Ana Teresa
Ibarra de Guzmán, por pedido de su suegro, formó un comité pro-desvalidos. La
misión era cumplir con el pedido oficial, reunir donaciones entre las familias como
“...una demostración de caridad a favor de los pobres y desvalidos, que no podrá
menos de ser grata á los manes del Libertador” (La Opinión Nacional, sábado 16 de
junio de 1883, No. 4183: 2). La esposa de Guzmán le respondió favorablemente a
Antonio Leocadio y se reunió con sus colaboradoras, todas señoras y señoritas
vinculadas a las familias de mayor realce social y oficial13.
El 23 de julio entregaron cuentas pero no de mano a mano, de nuevo medió la
intervención de la Junta Directiva. A la Casa de Beneficencia, posible destino de la
suma recaudada, nunca llegó el dinero; esos 24.163,21 bolívares que venían de la
12
Como se sabe, el programa fue organizado por una comisión especial, parte de la cual integró
después la Junta Directiva del Centenario. Esta junta estuvo formada de esta manera: Antonio
Leocadio Guzmán, Presidente; Arístides Rojas, Vice-Presidente; Agustín Aveledo, Secretario de
Actas; Andrés Aurelio Level, Secretario de Correspondencia; Fernando Bolívar, Vocal; Manuel
Vicente Díaz, Vocal; Wenceslao Guzmán, Vocal Tesorero y José Antonio Salas, Vocal (Ernst, 1986,
tomo III: 6) y la comisión designada para presentar el programa oficial del festejo estuvo conformada
por: Antonio Leocadio Guzmán, Pablo S. Clemente, Fernando Bolívar, Andrés Level, Arístides Rojas,
Manuel Vicente Díaz y Agustín Aveledo (Ernst, 1986, tomo IV: 3 y Leyes y Decretos de Venezuela
1880-1882, 1989, tomo 9: 401).
13
Sólo para que quede como contraste al anonimato de la niña en Maiquetía, conozcamos los nombres
de ese selecto grupo de señoras y señoritas de la alta sociedad caraqueña. Ellas son: “La señora de
Guzmán Blanco, y las señoras Rójas Paúl, Lara, O`Leary, Engelke, Rohl, Eraso, Jugo Ramírez,
21
familia venezolana fueron depositados en el Banco de Caracas sin que la Casa de
Beneficencia o alguna institución hospitalaria tuviera acceso a él. Mucho menos
podía pensarse que el propio comité pro-desvalidos pudiera administrar esa suma. El
depositante del dinero, el gobierno nacional, dispuso medio año después su uso, si no
distinto de lo previsto originalmente, sí llama la atención el tiempo transcurrido para
su disposición14. Pese a esto, la actividad de recaudación de fondos para nada desvió
el propósito central del gesto femenino: vincular la celebración a zonas donde se
practicaban tareas ligadas al espíritu de construcción y cuidado nacional.
En todo caso, se demostró una participación muy efectiva: las damas
recolectaron el dinero y dieron cuenta de ello; así como se mantuvieron dentro del
espacio socialmente acordado como representantes de las actividades de caridad y
beneficencia15.
El 24 de julio fue el gran día de celebración. El programa detalla una
participación pensada para todos: un magnífico desfile habría de recorrer las calles
Olavarría, Michelena, y señoritas Adela Ponte y Gertrudis Carreño” (La Opinión Nacional, sábado 16
de junio de 1883, No. 4183: 2).
14
En un decreto de 19 de febrero de 1884 se decidió el uso final del dinero a “...la asistencia de los
enfermos en los Hospitales de caridad de Caracas y á mejorar estos establecimiento”. Más adelante,
ese mismo decreto “...manda invertir en Deuda nacional Consolidada del cinco por ciento, el monto de
las limosnas dedicadas por varias señoras de Caracas á los Hospitales del Distrito Federal en uno de los
actos con que fue celebrado el Centenario del Libertador Simón Bolívar” (Leyes y Decretos de
Venezuela. 1884, 1989, tomo 11: 40).
15
En los primeros años de la república argentina podemos encontrar estas prácticas genéricas de la
caridad y la beneficencia. Francine Masiello documenta una participación de esta clase de actividades
por mujeres ricas en su mayoría. El discurso oficial permitía y prescribía también este desempeño
social como posibilidades acordes con el género y condición social de las participantes y como un
importante mecanismo de construcción nacional (Masiello, 1997 a: 32).
22
desde la Plaza Bolívar hasta el Panteón Nacional, lugar donde entregarían las
ofrendas de rigor. Para la escenificación del acto, de nuevo, era necesaria la
colaboración de la mujer en un papel de representación tradicional; un grupo selecto
de damas colocaría sus ofrendas ante el altar del Libertador como representante de la
familia venezolana. Así se cumplieron las expectativas: en el Panteón Nacional
Antonio Guzmán Blanco tributó su admiración y homenaje al Libertador en nombre
de la nación y su esposa, Ana Teresa, hizo lo propio en representación de la familia
nacional. La pareja presidencial representó ante el padre de la patria el orden social
asignado a las partes; en tanto Guzmán encarnó al país entero, la primera dama
simbolizó la ofrenda del espacio doméstico nacional. Se personificó una unidad
armónica y necesaria que sirvió de imagen a la propia unidad y valores de la nación.
Esta representación modélica de la familia venezolana, encarnada por la pareja
presidencial, le sirvió a Antonio Guzmán Blanco para recalcar a su audiencia, con sus
propias palabras, los puntos esenciales que habrían de recordarse por siempre:
“Bolívar sobre el Chimborazo, allá en el fondo de los tiempos, mirando hacia
el porvenir, lo que contempla al cabo de siglos, era esta Patria constituida,
organizada y próspera, celebrando su Centenario, con la inauguración hasta de
ferrocarriles, muestra evidente, de que entramos ya en los horizontes que
ilumina el sol de la verdadera y grande civilización” (en el Panteón Nacional,
el 24 de julio, citado en Castellanos, 1983, tomo 1: 233).
Sin duda, la mujer venezolana también era responsable de mantener el orden y la
prosperidad de la nación; frente al padre Bolívar, ella debía comprometerse a no
23
descuidar su papel principal como protectora de estos valores dentro del núcleo
familiar.
La relación entre familia y nación fue otra de las estrategias simbólicas de los
distintos discursos en torno a la construcción de la idea de nación. Para una ocasión
como ésta, que festejaba un momento fundacional –el nacimiento del héroe más
importante de la gesta independentista-, reconocer una relación de este tipo dejó las
puertas abiertas para una serie de factores que estimuló valores y sentimientos de
pertenencia. Muchos estudiosos han observado esta significativa relación16, donde el
papel de la mujer no hizo sino mediar entre estos dos elementos –la familia y la
nación- como embrague de un anhelo: aliviar el dolor de sus semejantes –se entiende
de su familia, en primer lugar-, ser compañera, sanar las heridas del alma –de su
familia y de la nación-, atender a labores de caridad, ser un sujeto activo ante los
momentos de cataclismos y epidemias. De esta manera lo expone un artículo de la
época:
La misión de la mujer es fortalecer las almas debilitadas, cicatrizar las heridas
del corazón, verter una gota de esencia en el cáliz del dolor cuando el
infortunio abruma al hombre; volar á donde more el infortunio, olvidándose
de sí misma [...] ofrecer la vida cuando la caridad lo ordena, arrostrar la
muerte cuando lo exige el deber, sin retroceder ante el peligro, los
cataclismos y epidemias (María Concepción Gimeno: “Sección recreativa: El
16
María Inés de Torres encontró relaciones muy cercanas entre la representación de la familia y la
nación. Su estudio considera principalmente el papel de la literatura –poesía y novela- en esta
comunión de intereses: “En efecto, la nación como constructo tuvo siempre como uno de sus pilares en
el discurso liberal a la figura de la familia como centro donde ´reposa´ la unidad nacional, es decir
como institución-base encargada de preservar la estabilidad del estado y de transmitir sus valores” (De
Torres, 1995: 25). En efecto, La mujer fue el agente-bisagra establecido para preservar esa estabilidad
y transmitir sus valores.
24
enemigo del hogar”, en: La Opinión Nacional, lunes, 22 de enero de 1883,
No. 4068: 1).
Acá se está describiendo un quehacer fundamental para los estados nacionales, pues
se desarrollan los atributos de un papel para la tranquilidad del hogar/nación. La
bisagra entre familia y nación, la mujer, se representa entonces con la misión de
tranquilizar el alma; ante un mundo cruel, ella es el bálsamo que brinda paz y quietud
a sus semejantes. Parece la enfermera del alma y del corazón; finalmente parece la
enfermera de la nación.
2.- La Exposición Nacional y los modos para seguir exhibiendo la nación
La correspondencia de la Junta Directiva, con respecto a la organización de la
Exposición Nacional, fue extensa e interesante; su lectura descubre un enorme
esfuerzo de planificación. Por un lado, estas cartas dibujan un recorrido imaginario
por todo el país, donde remitentes y destinatarios eran parte de un engranaje muy
activo. Se necesitaban todas las piezas de este ensamblaje, cada hombre y mujer fue
un componente esencial para llevar a buen término el deseo de Guzmán Blanco por
culminar las fiestas con el mayor acto de exhibición nacional jamás antes imaginado:
la Exposición Nacional.
Por otro lado, esta correspondencia revela los anhelos, las expectativas, la
confianza de un grupo de hombres que ansía palpar la realidad de una idea nacional y
25
que aspira conocer los atributos precisos del progreso nacional. En fin, a partir de la
lectura de esta correspondencia se manifiestan los detalles del mecanismo de
construcción de un importante imaginario nacional17.
La idea de organizar una Exposición Nacional se correspondió, además, con
las prácticas simbólicas de otras naciones que relacionaban estos actos con el nivel
del desarrollo de cada país. El cronista oficial del evento, Adolfo Ernst, destaca la
importancia de este tipo de celebraciones:
Hemos llamado feliz la idea de concluir con una Exposición Nacional la
brillante série de festividades del Primer Centenario del Libertador; porque
además de ser oportuna y de estar en completa armonía con las tendencias de
nuestra época, corresponde de una manera perfecta al carácter esencial de las
fiestas del Centenario (Ernst, 1986, tomo III: 8)18 .
Para los efectos del capítulo, revisaremos la primera circular que inundó la
geografía nacional. Se
trata de la circular que la Junta Directiva envió a los
delegados escogidos en cada sección del país. En esa notificación de 27 de julio de
17
Para Beatriz González la Exposición Nacional de 1883 “...fue un momento fundacional para la
creación de capitales simbólicos de la nación” (2004: 166), donde la idea de progreso se acogió como
la fórmula perfecta para integrar la diversidad nacional en el espacio de la vitrina de la Exposición.
18
El cronista nos informa de las participaciones de Venezuela en las más importantes exposiciones
internacionales de esos años en Londres (1862), París (1867), Viena (1873), Bremen (1874), Santiago
de Chile (1875), Filadelfia (1876), Paris (1878) y Buenos Aires (1881), “...y en todas ellas sus
producciones habían obtenido un número considerable de premios y menciones honoríficas” (Ernst,
1986, tomo III: 8).
26
1882 se empezó a delimitar todo el dispositivo de organización de la Exposición, se
enunció los objetivos claros y claves de la empresa19.
El remitente no era otro que Antonio Leocadio Guzmán, el Presidente de la
Junta Directiva, quien invitó al hombre seleccionado para que lo secundara en el éxito
de la labor. Cada uno de estos delegados se constituyó en la imagen de la Junta
Directiva en las distintas regiones. Ellos eran el espejo posible de la idea, a tal punto
escribió Leocadio Guzmán:
El programa de la celebración del Centenario del Libertador, puede decirse
que abarca dos partes: una, las festividades en general; la otra, la Exposición
Nacional. En la primera poco es lo que tendrán que hacer nuestros Delegados
y bastará que se inspiren en la lectura del citado programa para que den el
resultado que de ellos se desea; mas con respecto á la segunda, como su éxito
depende del esfuerzo colectivo de todas las poblaciones de la República, y
esta Junta no ha podido tener en cuenta las circunstancias especiales de cada
una, toca á U. ampliar sus disposiciones y llenar el vacío que note en ellas
(citado en Ernst, 1986, tomo IV: 64).
El buen resultado de la Exposición dependió, por consiguiente, de una invitación
general a un colectivo. Como las altas esferas del poder estatal no podían llegarle en
su totalidad a esta comunidad de personas, la Junta Directiva apostó por crear una red
19
No fueron los delegados de cada sección los únicos destinatarios de esta correspondencia. Se debe
sumar una lista completa que habla, además, del complejo aparato burocrático guzmancistas, pues
fueron enviadas cartas a jefes civiles de las parroquias, distritos y municipios; jefes departamentales;
presidentes de estados; gobernadores de secciones; gobernadores de territorios; gobernadores de
colonias; ministro de relaciones interiores; ministro de relaciones exteriores; cónsules representantes
de Venezuela; representantes de gremios; redactores de periódicos y por supuesto a señoras y señoritas
de la república. Esta amplia correspondencia fue complementada con otra del propio Antonio Guzmán
Blanco quien escogió ampliar y sustentar la red comunicativa con cartas dirigidas a sus “amigos” de
27
de comunicación que la cubriera en los vacíos de su alcance. Se solicitó con vivo
interés que cada delegado hiciera posible el envío de productos naturales, industriales
e intelectuales que merecieran ser expuestos en la ciudad de Caracas.
Es importante resaltar la idea de un evento como el de la Exposición Nacional,
que necesita de todos los ciudadanos para hacerse en buenos términos; ¿dónde mejor,
sino en esta invitación de convocatoria nacional, para echar las bases de la idea de
pertenencia, donde, repito, la participación del país completo vendrá a alimentar un
efecto poderoso que expresa el supuesto progreso del país y su sentimiento de
gratitud al Libertador?
Esta primera correspondencia pedía además otras tareas:
...nuestra Exposición debe dar á conocer á Venezuela de la manera más
completa y ventajosa posible, y para el caso, los objetos que exhiba deben
revelar cómo se alimentan, se albergan y se visten sus habitantes, cuáles son
sus costumbres; cómo se educan y se instruyen, qué industrias ejercen para
llenar sus necesidades y para contribuir al progreso general, con qué recursos
cuentan para lo porvenir (citado en Ernst, 1986, tomo IV: 65).
Estamos ante una solicitud completa y escrupulosa de la vida de sus conciudadanos.
Pide investigar las especificidades propias de estos nacionales y demanda conocer los
avances de la industria que explicarían el modo de sustento de tales familias. En toda
todo el país donde les pide su oportuno concurso en esta Exposición. Las réplicas no se hicieron
esperar, sólo a la correspondencia de Guzmán se sumó 97 respuestas satisfactorias.
28
esta petición se insiste en las características de los objetos a exhibir, objetos que
reflejen las costumbres y estilos de vida de la época; lo que se exhiba en la
Exposición hablará del país de todos los días, ya no de sus héroes patrios, sino del
personaje común y corriente. Se exhortó, pues, a saber qué era el país y quiénes lo
habitaban; qué se producía: “En la Exposición [...] debe figurar todo lo que tenemos
en nuestras localidades en cuanto á alimentos, habitaciones, vestidos, educación,
instrucción y costumbres, industrias y elementos por explotar...” (Ibidem: 64). Pero
en un segundo paso, al recolectar toda esta información, fue posible imaginar los
dominios y el poder de un estado nacional.
Esta correspondencia funcionó entonces en varias direcciones; al solicitar
información sobre los habitantes del país y los recursos de las regiones, se esperaba
programar un orden e itinerario dentro del Palacio de la Exposición para allí clasificar
y mostrar todos estos datos y productos. Pero, en otra de las direcciones posibles, en
estas circulares se puso en evidencia los mecanismos de poder del gobierno nacional,
que al pedir esta información obtiene datos estadísticos actuales que expresan los
límites claros de su dominio. Bien podría la Junta Directiva, o más bien el Poder
Ejecutivo, requerir la preparación de un censo oficial con toda esta información de
primera mano. Al leer el catálogo que presentó Adolfo Ernst en 188620, hoy en día
puede imaginarse cómo estaba constituido el país, cuáles eran sus productos más
20
Ver de qué manera los lazos del poder fueron efectivamente comprobados en la presentación de
censos, mapas y museos como maquinarias de imaginarios nacionales (en Anderson, 1993: 228 y
siguientes).
29
emblemáticos. Pero también es posible leer acerca de las barreras del progreso y las
fronteras de un territorio.
Valga recordar la advertencia del propio Ernst al matizar esas marcas del
progreso nacional. El escribió:
Si bien Venezuela en cuanto á su dignidad nacional no tiene por que arriar
bandera ante ningún otro país del mundo, fuerza es confesar que son muy
limitados aún sus recursos y de reciente origen sus conquistas en la dura
campaña del progreso material (Ernst, 1986, tomo III: 9).
No obstante, esta estimación no invalidará la justificación de exhibir, como gratitud a
Bolívar, el nuevo semblante del país:
...así Venezuela había de ofrendar al que le sacrificó cuanto tenía y cuanto era,
todo su progreso material é intelectual: los tesoros de su rico suelo, las
cosechas de sus fértiles campiñas, cuantos adelantos tuviera en los diversos
ramos de la industria humana, las obras de sus pensadores, artistas y hombres
de estado: todo, todo lo había de traer al ara de su gratitud hácia el Padre de la
Patria (Ernst, 1986, tomo III: 19).
Otra de las peticiones que hizo la Junta Directiva era la de acompañar el envío
de la información y los productos con estudios, monografías y memorias que
explicaran al país y sus regiones. De esa forma fue requerida la presencia de los
escritores. Sin embargo, esa solicitud presentó algunas dificultades y Adolfo Ernst las
comenta:
30
Ingresaron algunos trabajo es virtud de esta excitación [...una obra que
sintetizara el adelanto intelectual y material de cada Sección] [...] pero la
premura del tiempo, y acaso la difícil del asunto, ó tal vez la falta de hombres
competentes, ó bien varias, si no todas estas circunstancias juntas, explican
bastante bien por qué quedara incompleta la realización de este pensamiento...
(Ibidem: 17).
Aunque el cronista especula acerca de los obstáculos de esta tarea, donde las dos
últimas razones expresarían un esfuerzo superior a las posibilidades reales, me parece
importante la insistencia de la Junta Directiva que reclamó una actividad de este tipo.
Acá se descubre un pedido fundamental para la historia de las naciones, pues se
necesitaba de la labor de los escritores e intelectuales del país para que expresaran los
rasgos precisos de la comunidad nacional. Los delegados, por sí solos, no podían
satisfacer estas exigencias. En todo caso, los resultados de esta convocatoria
estuvieron a la vista en la Exposición Nacional. Se enviaron una gran cantidad de
libros, algunos fueron escritos especialmente para la ocasión, otros eran segundas o
terceras ediciones corregidas y ampliadas; se exhibieron temas literarios, históricos o
de interés más bien estadístico. Realmente la cantidad de libros y la variedad temática
fue de consideración. Toda esa vitrina intelectual habló efectivamente de los alcances
de una nación, de sus personajes imaginados, expuso sus cifras por secciones, exaltó
los logros en el campo de la literatura, la historia y la instrucción; en fin, en esa
vitrina también se hizo posible la idea de una comunidad imaginada.
Si examinamos el registro de las publicaciones expuestas, nos encontraremos
con un grupo de libros que terminó conformando el canon literario y cultural del país
31
(González Stephan, 2004: 175)21. Algunas de estas obras son: Venezuela Heroica;
Cuadros históricos [cuadros de las luchas de independencia, texto premiado] y Zárate
[novela] de Eduardo Blanco; Literatura venezolana [estudio literario, premiado] de
Hortensio; Obras poéticas [premiado] de Francisco Guaicaipuro Pardo; La Boliviada
[poema premiado], Triunfar con la patria [drama] y Perfiles venezolanos ó Galería
de hombres célebres de Venezuela en las letras, ciencias y artes de Felipe Tejera;
“Poema del Niágara” [premiado]
de Antonio Pérez Bonalde; Araure [drama
premiado] de Celestino Martínez; Ensayos sobre el arte en Venezuela [premiado] de
Ramón de la Plaza; estos libros formaron parte de un amplio catálogo todavía más
numeroso que se presentó en la Exposición Nacional como ofrenda de los hombres de
letras de la nación.
En la Exposición Nacional se manifestó un espíritu de construcción de un
imaginario, donde fue posible experimentar la idea de pertenencia y de orgullo de un
colectivo. Una mirada atenta a esa vitrina descubre un mecanismo de lectura de la
identidad nacional. Todo este proceso de organización de las fiestas del centenario
implicó la puesta en marcha de un eficiente sistema operativo donde el Poder
21
Los textos se ubicaron en la Quinta Sección de la Exposición Nacional; así como se catalogaron y
clasificaron otra infinidad de artículos en alguna de las seis secciones pensadas. ¿A qué correspondía
cada sección? Observemos las correspondencias: Primera Sección: Productos naturales y agrícolas;
Segunda Sección: Máquinas y utensilios; Tercera Sección: Productos Industriales; Cuarta Sección:
Bellas Artes; Quinta Sección: Publicaciones oficiales, obras científicas y literarias. Instrucción pública;
Sexta Sección: Objetos que pertenecieron al Libertador; dos Secciones Especiales: la de animales; y
horticultura y floricultura. Cada Sección se dividió en grupos y cada grupo en clases (Reglamento de la
Exposición Nacional, Disposiciones Generales, artículo seis y siete, citado en Ernst, 1986, tomo IV: 7).
Este sistema de clasificación también expresa un espíritu de organización a fin con los mecanismos de
un imaginario nacional en construcción
32
Ejecutivo controló todos los aspectos de diseño, planificación y ejecución de la
empresa. ¡Qué diferencia con las maneras de organizar las primeras celebraciones
nacionales, menos burocráticas, más espontáneas y populares y aún no controladas
por estas maquinarias de los gobiernos de ocasión!22.
3.- Señoras y señoritas en la Exposición Nacional
En el salón oriental del Palacio de la Exposición se ubicó la mayoría de las
obras enviadas por las señoras y señoritas de la nación. Los organizadores del evento
decidieron clasificar estos efectos dentro de la Sección Tercera: la que tenía que ver
con productos industriales. Así quedó establecido el lugar de la producción femenina.
De hecho, mucho antes de comenzar a recibir algún producto en particular, desde las
primeras correspondencias de las que hablamos anteriormente, se dibujó el tipo de
artículo femenino que se esperaba.
La correspondencia destinada a un grupo de señoras y señoritas de Caracas
fue enviada el 31 de enero de 1883. En ella se les instaba a conformar una comisión
22
Elías Pino Iturrieta ahonda en estas características. Las primeras fiestas patrias fueron organizadas
por la población. La celebración de 19 de abril de 1832 fue la excusa para que los habitantes de San
Fernando de Apure conjuraran sus miedos y temores por una reciente inundación del río. En el cuadro
alegórico que se construyó –un paseo- aparece Miranda y Bolívar anacrónicamente redentores (Pino
Iturrieta, 2001 a: 385 y siguientes). La organización de estos eventos también sirvió para hacer crítica
política. El 29 de noviembre de 1880 en ocasión del primer centenario del natalicio de Andrés Bello,
un grupo de particulares, por iniciativa propia, decidió celebrar el acto. El discurso del orador, el
Doctor Cristóbal Mendoza, estuvo cargado de intencionales “...consideraciones filosóficas acerca de la
triste fragilidad y pequeñez de la soberbia y de la vanidad humanas” (Picón Febres, 1906: 178).
33
para recolectar las más dignas labores de mano que merecieran engalanar la sección
de los productos industriales de la Exposición Nacional. La comisión se organizó
para tal fin y estuvo integrada de este modo -así rezaba el encabezado del texto que
las convocaba-: “Circular á las señoras Dolores G. de Ibarra, Matilde de Conde,
Carolina Conde de Ponce, Concepción M. de Smith, Manuela y Asunción
Monserrate, Melicia López Méndez de Blanco y señoritas Manuela Chitty y Antonia
Steller” (Ernst, 1986, tomo IV: 377). La Junta Directiva esperaba, entonces, recibir un
producto específico que tuviera como razón de ser la laboriosidad manual del bello
sexo.
La respuesta fue abrumadora, se enviaron obras de mano de todo el país.
Adolfo Ernst presentó en el catálogo de la Exposición una lista extensa con los
nombres de las señoras y señoritas que despacharon sus obras de mano. El propio
cronista nos entrega la impresión de los visitantes: “Podemos [...] decir que todos los
espectadores salieron del salón izquierdo [...] donde estaba exhibida [la rica colección
de las damas], con el sentimiento de gratísima satisfacción, porque fue uno de los
puntos más brillantes del Certamen Nacional” (Ernst, 1986, tomo III: 580).
Los productos industriales (Sección Tercera) se organizaron en diferentes
categorías. Los de las damas podían hallarse en el grupo quinto, relativo a los
vestidos y sus accesorios. Esta práctica de organizar cada producto en cada renglón
Gonzalo Picón Febres, testigo del hecho, comenta que por poco no paró el orador en la cárcel y el
34
estableció otra sub-categoría: la de las clases. Si somos tan específicos como lo fue la
comisión que agrupó y clasificó los distintos artefactos, bienes, productos, obras
intelectuales y de arte, nos toca indicar las clases en donde se desplegó una gama de
productos femeninos mucho más amplia de lo esperado. Se dispuso diez clases de
clasificación. Así encontramos las categorías referidas a la ropa blanca en general
(clase 1), la hechura de trajes para señoras y hombres (clase 2 y 3 respectivamente),
los trabajo de modistas, floristas, y accesorios para el vestuario de señoras y niñas
(clase 4), bordados, encajes y pasamerías (clase 5): fue esta clase la que tuvo mayor
oferta y también fue la que inicialmente se pensó adecuada para una representación
de la producción femenina. Continuamos con las clases que restan: corsés, corbatas,
guantes, abanicos, paraguas, bastones, etc. (clase 6), pelucas, postizos y trabajos de
pelo en general (clase 7), artículos de sombrería (clase 8), artículos especiales para
viajes (clase 9) y una clase 10 que presentó todo lo dificilmente clasificable en las
otras categorías.
La mayoría de las labores exhibidas resaltaron las habilidades manuales de las
mujeres en bordados, paños perfilados, pañuelos, túnicas, vestidos, papeleras,
carpetas, etc. Pero pocas labores presentaron temáticas ligadas a algún hecho heroico.
Algunas señoras y señoritas justificaron su presencia en la Exposición con obras que
recordaban un tema de la historia patria. La señora Rosaura B. del Castillo fue
premiada con mención honorífica por su retrato hecho de pelo del general Roberto S.
destierro en su osadía de desmitificar al Ilustre Americano.
35
Ibarra. La medalla de bronce fue concedida a la srta. Isabel González Guinán por un
pañuelo bordado que representaba la batalla de Carabobo y a la sra. Mercedes
Meneses por el escudo de Venezuela hecho con plumas. En estos casos se presenta
una desviación de lo que se esperaba ver de ellas. La vinculación entre los productos
femeninos y las fiestas de celebración se correspondía con la simple exhibición de las
labores de mano y nada más. Fue decisión de estas damas incorporar nuevos sentidos
de interpretación a los productos enviados e intervenir, de este modo, en los espacios
de la propia historia nacional. Los espacios de representación simbólicos empiezan a
ser removidos con timidez.
La gran sorpresa de la Junta Directiva, del gobierno y de la sociedad en
general, fue percibir cómo la presencia de la mujer en otros rubros de producción
deslizó de un modo más significativo estos espacios convenidos de representación
social y nacional.
La sra. Catalina Matute de Armas (de Barcelona) envió sus cuadros de
insectos, su participación también fue premiada con la medalla de bronce; una
medalla de plata se le otorgó a las srtas. Dolores y Luisa Piñango por el exquisito
cacao del poblado de Choroní; otra medalla de plata fue para la sra. Rosaura de
Batalla por su amargo de Angostura y otra, también de plata, para el corsé higiénico
de la sra. Ana Aloe de Boullosa (de la Habana). La mención honorífica correspondió
para el vino Vermouth presentado por la srta. Escolástica Irigoyen y así otras señoras
36
y señoritas fueron premiadas o recordadas en el catálogo de la exposición. En cada
una de estas presentaciones se descubre espacios novedosos de participación; la mujer
venezolana también intervino en la economía, el comercio y la ciencia del país, entre
otros rubros.
En la Exposición Nacional las mujeres se dejaron ver de muchas maneras. Es
por esto que todavía podemos encontrar otros registros de participación en espacios
más emblemáticos de la cultura. En la sección de Bellas Artes aparecen premiadas
tres mujeres: una de la que sólo se conoce sus iniciales, una pintora belga y una
escultora venezolana. Las siguientes obras artísticas recibieron mención honorífica:
un biombo pintado a la aguada por la desconocida srta. R.M.; un retrato de Guzmán
Blanco hecho a la pluma por la artista belga Alina Chrystophe y un grupo de perros
esculpidos en barro de Dolores Ugarte de Caracas.
De la sección de publicaciones oficiales, nada se dice de premios a las
escritoras y sólo aparecen dos nombres dentro de más de un centenar de
publicaciones masculinas: encontramos a Socorro González Guinán quien se animó a
enviar su obra didáctica: Historia de Venezuela para niños y a Jacinta Valdez de
Esteves quien, a través de la compilación que hizo, quiso recordar la memoria de su
esposo en estos festejos: Comp. Hoja
de servicios del Ilustre prócer de la
independencia suramericana, miembro de la Orden del Libertador de Colombia y
37
capitán de navío de la armada nacional de la misma república, Felipe Esteves (lista
presentada por Castellanos, 1983, tomo 2: 175 y 184).
Terminemos este punto destacando la especial participación de Antonia
Esteller, una notable educadora, en la Exposición Nacional. Ella fue la persona
encargada de arreglar y adornar el famoso salón oriental donde se expusieron las
obras de la industria femenina. Esteller atendió a la designación que la Junta
Directiva le hizo y se comprometió a ser la garante ante la Junta de los espacios
domésticos de las familias y las escuelas, donde solicitó el concurso de todos para
integrar esta gran vitrina de la nación.
Su labor, se puede seguir a lo largo de la correspondencia que mantuvo con
Leocadio Guzmán, fue enérgica y eficiente. Así como lo fue su relación con el Ilustre
Prócer, a quien le manifiesta desde la aceptación de su nombre para integrar esta
comisión especial, hasta la queja por la poca colaboración prestada para arreglar el
salón o desarmarlo. En ninguna de estas oportunidades, en las cartas que le envía a
Leocadio Guzmán, deja de representarse Esteller como agradecida y obediente. Las
despedidas de sus cartas son muy significativas: “´Si Ud. vuelve a presidir otra Junta
y me cree útil en algo cuente que estoy siempre dispuestas a servirle...Su afectísima
amiga, Antonia Esteller´” (citado en Castellanos, 1986, tomo 2: 157-158). Estas
palabras finales descubren una relación con los espacios de poder, donde se propone
una disposición a seguir colaborando. Esteller se asegura un lugar, dentro del campo
38
de la participación social, que no quiere perder. Frente al poder del gobierno, a ella le
interesa mostrarse solícita y a la orden para seguir desempeñando cargos de
significación social.
En otro mensaje, Esteller vuelve a recordar su estrategia velada para
permanecer en la memoria del poder como una persona útil, agradecida y servicial:
“´...sólo deseo que U. me escriba que está contento de mi buen proceder y que me
ocupará en todo lo que me crea útil, pues estoy dispuesta a servirle...Su afectísima
amiga, Antonia Esteller´” (citado en Castellanos, 1986, tomo 2: 159-160). Esas cartas
la presentan como una mujer entregada a la tarea de ordenar el espacio de
representación femenino. Por eso, en su momento, Esteller también se permitió
reclamar por los insumos adecuados para llevar a buen término su gestión; por tanto
solicitó a Leocadio Guzmán los modelos de las circulares que se enviaron por todo el
país, las estampillas para el correo y el salón para las damas. Antonia Esteller fue,
entonces, otra de las piezas importantes del éxito de las fiestas de celebración patria y
de la Exposición Nacional.
En otra faceta de la participación de la mujer en las fiestas del centenario, vale
la pena revisar los riesgos y pérdidas que también involucró la relación con los
espacios de poder. Ciertamente las relaciones de pérdida que nos incumbe con
respecto a Antonia Esteller no implicaron un peligro físico; pero sí significaron un
riesgo al apostar por la permanencia en la memoria del poder. Antonia Esteller se
39
había endeudado debido a los gastos que hizo en el arreglo del salón de las damas. La
Junta Directiva prometió pagarle; pero, por esos avatares de la historia del país, no
cumplió (El presidente de la república decidió no cancelar este tipo de gastos). Total
que Esteller tuvo que asumir esa deuda sola y decidió hacerle frente, así le escribe al
Ilustre Prócer: “´Con mucha pena he sabido que U. está mortificado porque me han
negado la deuda, no se le dé cuidado pues yo he propuesto al señor Alvarez que me
espere y trabajaré hasta pagarle...´” (el subrayado es mío, citado en Castellanos, 1986,
tomo 2: 159). Esta nueva mujer de la nación, la que apostó por permanecer en el
espacio público en tareas que la justificaran, la que fundó y dirigió la Escuela Normal
de Mujeres, la que publicó obras didácticas ligadas a esta empresa de construir la
nación, no asumió otra solución sino la del trabajo para pagar una deuda por servir al
país23.
De esta manera, se avizora los nuevos espacios de representación social para
la mujer instruida que trabaja fuera de casa en actividades acordes con su género; el
desempeño laboral ya no va a estar solamente justificado por las ocupaciones de
caridad de la mujer rica y ociosa, sino que será fruto de una decisión personal
asumida bien por necesidad económica o por un asunto vocacional. La nueva mujer
que trabaja podrá hacer frente a los riesgos que trajo su determinación de permanecer
23
Antonia Esteller (1844-1930) escribió varios textos didácticos que fueron usados en el país y en
otros lugares como Curazao y Puerto Rico. Son el Catecismo de Historia de Venezuela (1885), Los
Apuntes de Historia Patria y Compendio de la historia de Cristóbal Colón (1893). La cancelación de
la deuda la comprometió a un pago negociado durante un buen tiempo de su vida (Castellanos, 1986,
tomo 2: 326 y Diccionario de Historia de Venezuela, 1997: 283).
40
lejos de casa. Nuevas realidades sociales e históricas acompañaron esta siguiente fase
de la participación pública de la mujer en los registros de la nación.
4.- Final para un acto de participación: Zulima y las ausencias de una
representación
Esta parte del trabajo servirá para concluir con respecto a estos variados
matices de la participación de la mujer venezolana en las fiestas del centenario. En
este caso, determinaremos una participación desde la marca de la ausencia y la
desaparición.
Me interesa solamente atender a dos aspectos en torno a Zulima24. El primero
atiende a la posibilidad de poner en relación el sentido del drama de Zulima: María o
el despotismo con el de los otros dramas de similar estilo y propósito que sí fueron
reunidos en el catálogo final de la Exposición Nacional. El otro aspecto indica una
opción de lectura posible que se relaciona directamente con los mecanismos para
construir un imaginario nacional desde una pluma de mujer.
El drama María o el despotismo no apareció referido en el inventario oficial
del cronista Ernst, lo que se traduce en una ausencia significativa y sin explicación
hasta ahora. El manuscrito de este drama había sido enviado a la Junta Directiva; ésta
24
Zulima fue el pseudónimo que usó Lina López de Arámburu, una escritora venezolana de la que se
conoce muy poco de su vida y recién se está empezando a leer su obra (dramas, novelas y poemas).
41
dio cuenta de su recepción y después Leocadio Guzmán le escribió una respuesta
favorable:
“A Zulima/ Esta Junta, al dar á U. las gracias á nombre del Gobierno, por el
manuscrito titulado María y que presenta U. como ofrenda al Libertador en el
primer Centenario de su natalicio, tiene la satisfacción de participarle que será
incorporado en la sección literaria de la Exposición Nacional...” (citado en
Pino Montilla, 1994: 11).
Luego de esta misiva, no hemos podido dar con la obra en los índices que presentan
Adolfo Ernst y Rafael Ramón Castellanos. La ausencia de la escritora y de su obra,
por lo menos, denota un tipo de intervención también posible, la del dibujo
extraviado de una participación. La desaparición de la obra de Zulima expresa la falta
de un espacio de representación consolidado para las escritoras venezolanas. El lugar
de las escritoras en la sección literaria todavía estaba por hacerse, era un lugar
incompleto y poco poblado. No obstante, tal vacío no fue eterno, pues este drama
apareció editado en el año 1885 por la Imprenta Nacional.
El sentido del drama se correspondió con el interés que suscitó en las fiestas
del centenario el tema de las guerras de independencia. Otros dramas escritos por
hombres estaban explorando estos inicios de la nación. Tanto Celestino Martínez con
Araure como Felipe Tejera con Triunfar con la patria, junto con María o el
despotismo, presentaron sus propias versiones del momento fundacional de la
república. Básicamente son narraciones familiares en épocas de guerra. Frente al caos
42
familiar que se dramatiza en Araure y la confusión de identidades que está presente
en Triunfar con la patria, la historia de María, el personaje principal del drama de
Zulima, permite pensar en un orden familiar/nacional defendido a partir del sacrificio
de la mujer.
El sacrificio por la familia justifica que María no haya esperado por su
prometido, un joven patriota, y deba casarse con el oficial realista que la chantajea.
Con este acto, María salva a su padre y hermano de un fusilamiento. De la misma
manera, ella preserva su honra y virtud hasta la muerte. Su progresivo deterioro
físico, la enfermedad que la carcome, no se detiene ni siquiera cuando el joven
patriota comprende el sacrificio de su novia y le propone la fuga. El honor de María
no le permite ninguna salida a un sacrificio que no tiene escapatoria. Finalmente
muere y deja una ausencia sentida como lección.
El drama ubica a la mujer y al hombre en los extremos polares de la
sensibilidad. El prometido de María y el oficial realista se describen como personajes
apasionados y descontrolados. Al patriota le llaman el Desesperado y el oficial no
puede remediar su irracionalidad emocional. Mientras que a la mujer se le representa
como el centro de las emociones, la que controla y ordena su cabeza y corazón. La
madre de María es testigo del drama y del sacrificio, ella lee y diagnostica con acierto
el desvanecimiento de su hija. Sus intervenciones son exactas, para ella no hay
secreto y sabe el origen de todo el mal. Cuando juzga al oficial realista está dando
43
lecciones a todos sobre los valores que deben acompañar la gesta de la civilización:
“¡Pobre hombre! Que no supo moderar sus pasiones...que no supo contener sus
ímpetus...” (Zulima en Pino Montilla, 1994, tomo II: 35).
El drama de Zulima está repensando el período fundacional de la nación, un
momento de caos y guerra, desde el espacio familiar donde las mujeres tienen un
papel necesario y de peso. La contención y el orden que se dramatiza en la historia,
que involucra la propia desaparición de la protagonista, señalan los mejores papeles
para el presente. En ese sentido, la desaparición de María tiene una interpretación, su
vacío es un recordatorio permanente de los sacrificios que nutrieron el origen de la
nación.
Finalmente, esa ausencia, como una seña paradójica de participación,
parecería dejar de lado, por un momento (en el centenario de Bolívar), las
contribuciones de Zulima en la propia construcción de un imaginario nacional. Habrá
de pasar dos años para que se pueda leer un drama escrito por una mujer que
incorporó el espacio doméstico como lugar sagrado de los inicios de la nación.
Advertir y comprender los riesgos y ganancias de la participación femenina en
el centenario de Bolívar en 1883 pasó por considerar la relación de estas mujeres que
acabamos de referir con los espacios de poder de turno. Por un lado, hemos
observado el tremendo esfuerzo estatal por vincular unas fechas con la idea y
44
sensación de progreso del país. También, estas fiestas estuvieron ligadas a celebrar al
héroe del pasado –Bolívar- y al héroe del presente –Guzmán Blanco-. Algunos
escritores de esos años de gobierno guzmancista lograron armar esta relación
simbólica de simbiosis patriótica. Las propias medallas que se otorgaron a los
participantes ganadores de la Exposición Nacional sirvieron para perpetuar en un
mismo espacio las imágenes del Libertador y del Ilustre Americano. De hecho, la
misma Zulima contribuyó con este efecto simbólico de duplicidad-unidad adulante,
donde quiso equipararse la figura de Bolívar y Guzmán25. La soberbia del propio
Guzmán cómo no se vería alimentada en un texto corto de Zulima que parece más un
cuento infantil por la inocencia que se transmite en la narración de la historia. La
escritora decide titular como “Fantasía. Bolívar lega a su hijo” una curiosa anécdota
que hace un recuento de la vida y misión de Bolívar hasta el día de su muerte. El
Libertador decide entregar a otro “Genio, que aún estaba en la cuna, la herencia de su
querida Venezuela” (Zulima en Literatura, 1889: 46)26. Así relata una suerte de
transmisión de almas y misiones a un niño muy pequeño que resulta el propio
Guzmán. Zulima no hacía sino sumarse a una larga lista de escritores que, en su
momento, legaron por escrito sus muestras de alabanza y fidelidad. Aunque muchos
25
En el capítulo tercero de esta investigación, referido a las imágenes de los centenarios acá
estudiados, se podrá observar estas medallas de la Exposición Nacional. En ellas se destaca en primer
plano el perfil de Guzmán y al fondo aparece en una posición más reducida el perfil del Libertador.
26
Como parte de la novela Un crimen misterioso de Zulima es posible encontrar un segundo texto
titulado Literatura, muy poco conocido, donde se hallan numerosos escritos sueltos de Zulima entre
poemas, cartas y estas clases de “fantasías”.
45
de ellos habrían de voltear la torta tiempo después para convertirse en los más
acérrimos críticos de Guzmán27.
En todo caso, dentro de este estupendo mecanismo de conformación de
sensaciones e imaginarios –de amor a los héroes de la patria, de progreso, orden,
etc.- las mujeres tuvieron un lugar especial. Desde los programas oficiales de la
celebración, así como en las correspondencias oficiales, la prensa de la época, se
dibujó un trazo fino e ideal de las configuraciones genéricas. La mujer madre,
hermana y esposa protectora se juntó en estas fiestas nacionales para celebrar los
nuevos rumbos de la nación.
La mediación de la mujer con los espacios de poder también se hizo a través
de la escritura y el envío de productos industriales para la Exposición Nacional. Fue
sobre todo en estas actividades donde empezó a descubrirse espacios novedosos de
participación social y nacional. Las ganancias de estas participaciones permitieron
dejar un legado: el registro escrito de un grupo de mujeres que logró integrar sentidos
afines entre la nación y su laboriosidad manual; pero la memoria oficial también hizo
evidente el esfuerzo artístico femenino así como la presencia emergente de las
empresarias y de las primeras escritoras del país.
27
Habría que recordar, sólo por mencionar a uno de estos autores entre un grupo mayor, el caso de
Nicanor Bolet Peraza (1838-1906). Durante el primer mandato de Guzmán fue un escritor que alabó y
aduló al caudillo mayor. Pero, en cuanto el poder de Guzmán comenzó a mostrar grietas, fue de los
primeros en mudarse a la otra acera, así se transmutó en unos de sus más fieros críticos. Como él,
muchos escritores llegaron a constituir el “Coro de Adoración Perpetua”.
46
Con respecto a la participación intelectual, encontramos una ganancia
importante: en estos años se comenzó, aunque de un modo incipiente, a construir un
espacio de representación para las escritoras venezolanas. Ahora, para el caso puntual
de Zulima, este esfuerzo pasó antes por el olvido: lo que terminó reiterando que era –
el campo de representación social de la escritora- todavía un lugar por hacerse. He ahí
los riesgos advertidos entre la memoria, el olvido y las fiestas de celebración patrias.
III.- 1895: DE FIESTAS PATRIAS Y MUJERES QUE ESCRIBEN. ESTUDIO
POLÍTICO Y CULTURAL DEL PRIMER CENTENARIO DEL NATALICIO
DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
Los inicios sangrientos para un centenario en paz. A fines del siglo XIX un
general venezolano se dirigió al cuerpo diplomático que estaba presente en su país
para pedir garantía de reconocimiento al nuevo gobierno. No era una práctica extraña
de esos años. Como resultado de una derrota política debida a una insurrección
armada –lo que ocurría con mucha frecuencia- o por la finalización del período
constitucional, los gobiernos vencedores trazaban sus primeras líneas políticas de
mando y poder. De esta manera, solicitar el aval de reconocimiento de las otras
naciones venía a ser una de estas principales medidas de estabilidad.
Por lo tanto, el general Marco Antonio Silva Gandolphi, Ministro encargado
de la cartera de Relaciones Exteriores del gobierno de Joaquín Crespo, envió una
correspondencia a los Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios de
diversas repúblicas donde asenta los nuevos parámetros de la realidad política del
país y explica los eventos violentos sucedidos en Venezuela28. Así lo dejó establecido
en la circular de 19 de octubre de 1892:
28
En Venezuela lo que había sucedido era una insurrección armada, que se conoció como la
Revolución Legalista (del 11.03.1892 al 06.10.1892), conducida por el General Joaquín Crespo, el
hombre fuerte del momento. Crespo se alzó para detener el intento del Presidente Raimundo Andueza
Palacio por continuar en el poder. El interés crucial de Andueza Palacio era modificar el período
presidencial establecido en la constitución de 1881 de dos años a cuatro (ver Manuel Landaeta
Rosales, 1968: 56-106. Diccionario de historia de Venezuela, 1997, tomo 3: 918).
48
...el infraescrito solicita y ruega que el Excmo. Señor ............... á nombre de
su Nación y de su Gobierno, se digne reconocer, FORMAL Y
PLENAMENTE, al Gobierno que en uso del inalienable derecho de
inmanente soberanía, y en protesta de insurrección armada, se ha dado á sí
misma la República de Venezuela, y del cual es digno Jefe el eximio
ciudadano GENERAL JOAQUÍN CRESPO (Silva Gandolphi, 1892: 13)29.
A través de este tipo de documento se manifestó un modo de organizar al país desde
el gesto político del borrón y cuenta nueva; con la promesa de organizar, sanar o
“encaminar” de nuevo al país, se insta a un reconocimiento de aceptación para un
nuevo orden político. Que otros reconocieran la victoria de un grupo hegemónico
sobre otro sirvió para trazar otras estrategias en busca de la estabilidad. Lo siguiente
para el gobierno de Joaquín Crespo fue “encaminar” la nación hacia el efecto de la
reunión colectiva, la re-unión nacional, reunir otra vez los pedazos del proyecto hacia
un destino común.
reconocimiento y de
Entre otras razones, por eso fue esencial esta solicitud de
aprobación para el gobierno vencedor. Así los diversos
caudillos venezolanos, en su función presidencial,
reclamaron una primera
identificación para luego, al igual que otros gobiernos civiles y militares de América
Latina, iniciar, como hemos dicho, un proceso de reconstrucción y/o consolidación
nacional, de volver a hacer la tarea pendiente de la modernización (un sistema
jurídico e institucionalizado, la estabilidad y el progreso económico, la libertad de
prensa y el respeto de los derechos sociales, de propiedad, políticos etc.); es decir,
29
Hemos decidido respetar la grafía de la época, por lo que se transcribe tal cual las respectivas
referencias de los diversos textos de esos años.
49
intentar el esfuerzo histórico de consolidar la idea de nación moderna en paz, libre y
unida.
De tal manera, así como los sucesivos gobiernos reclamaron en los otros las
pautas de una distinción inicial como gobierno político, lo siguiente fue hacer lo
propio tierra adentro: lograr una aceptación colectiva interna que, en definitiva,
consolidara la idea de nación. Por lo que se pusieron en marcha unos dispositivos
muy concretos (circulares y manifestaciones políticas, nuevas constituciones y
reglamentos, acuerdos económicos y alianzas políticas, entre otras prácticas de
legitimidad) para establecer una cadena de identificación a dos niveles (internacional
y nacional). Sin duda, todo este esfuerzo también implicó un trabajo de naturaleza
simbólica que persiguió el anhelo de palpar y hacer sentir esa idea de unión nacional.
Para el caso de Venezuela, habría que recordar que estos intentos por lograr
una estabilidad política y la tan ansiada normalidad social fueron promesas
básicamente incumplidas a finales del siglo XIX, sobre todo luego de la salida del
poder de Antonio Guzmán Blanco. Mientras estuvo al frente (desde 1870 hasta
1887)30, Guzmán Blanco se aseguró de mantener a raya a los tantos contrincantes que
amenazaron su proyecto de modernización nacional; lo que significó el control férreo
de las distintas revueltas y rebeliones. Con Guzmán se consiguió una relativa paz
30
Antonio Guzmán Blanco dirigió los destinos del país en tres períodos. El primero se conoce como el
Septenio (1870-1877), luego vino el Quinquenio (1879-1884) y la Aclamación (1886-1887). En medio
de estos períodos Guzmán Blanco se preocupó de dejar en buenas y seguras manos el apreciado objeto
50
social de algunos años. Luego de su salida definitiva del país, aunque siguió
señalando los derroteros de la actividad política hasta finales de siglo, el panorama
nacional de estabilidad y paz a costa de un largo período de autoritarismo empezó a
resquebrajarse. El país estaba harto del poder del guzmanato, sus propios aliados
políticos intentaron subvertir el acuerdo de permanencia en el gobierno y esto disparó
las ambiciones políticas. Los últimos años del siglo sirvieron para mostrar las
banderas de las últimas revoluciones del XIX. El hastío contra los mandatos de
Guzmán Blanco habría de dar pie a nuevos protagonismos políticos. De ahí que se
concretaran numerosos intentos por tomar el poder a la fuerza31.
A los efectos de este capítulo, me ha interesado tomar en cuenta aquellos
esfuerzos y mecanismos, políticos y culturales, que se implementaron para llevar a
cabo el efecto de re-unión nacional. Como hemos visto, además del reconocimiento
político –externo e interno-, los gobiernos necesitaron crear un efecto de cohesión
nacional. De manera que comenzaron a ensayarse diversas estrategias para crear esta
sensación de pertenencia e individualidad. Las celebraciones patrias ayudaron a
promover el efecto imaginado de estabilidad social y política; asimismo, crearon una
sensación de orgullo nacional. Festejar el centenario del natalicio de Antonio José de
de su deseo. Así Francisco Linares Alcántara (1877-1878) y Joaquín Crespo (1884-1886) fueron los
presidentes escogidos como guardianes incondicionales mientras Guzmán permanecía en Europa.
31
Luego de 1887, en Venezuela pasaron por la presidencia -por periodos mucho menores a los que
alcanzó Guzmán Blanco- una serie de nombres que completaron los últimos años del siglo XIX: Juan
Pablo Rojas Paúl (1888-1890), Raimundo Andueza Palacios (1890-1892), Joaquín Crespo (1892-1898)
e Ignacio Andrade (1898). Este último no vería su mandato concluido; pronto otra de las tantas
revoluciones, la Liberal Restauradora, lo derrocaría en 1899. Así concluye el XIX con la última
dictadura del siglo y la primera del XX: los próximos nueve años (1899-1908) le correspondió el
51
Sucre, así como el de Simón Bolívar, sirvió para reorganizar al país en torno a un
reconocimiento colectivo de la historia nacional. Pero también sirvió, al gobierno de
Joaquín Crespo, para construir el efecto de alianza cívico-militar como una marca de
estabilidad política. Esta supuesta alianza, sin duda, contrastaría con el implacable
sistema personalista de Antonio Guzmán Blanco; pero, lo más importante, vendría a
“borrar” la mancha de nacimiento de un gobierno insurreccional y sangriento.
Los objetivos de este capítulo son varios y todos parten del estudio de los
festejos nacionales del primer centenario del natalicio de Antonio José de Sucre
(1895). En primer lugar, describiré el largo y pormenorizado programa oficial de las
fiestas en Caracas para, por un lado, vincular la elaboración y puesta en práctica de
este programa con la creación del efecto político de alianza social y nacional que a
Crespo le interesó estimular. En segundo lugar, me interesa señalar los espacios de la
participación femenina en estas fiestas tanto en Caracas como en el interior del país y
comprender las particularidades de esta contribución. Por cierto, que en esta decisión
por entender las implicaciones de estas prácticas sociales, se asoma un objetivo
especial: el de contrastar la participación de la mujer caraqueña con la de las mujeres
del resto de país. Un contraste que revelará unas prácticas inéditas de gestión cultural
en la ciudad de Coro. La Sociedad Alegría y otras sociedades femeninas fueron
verdaderas protagonistas en la organización de programas de celebración y actos
culturales de este centenario. En específico, nos concentraremos en indicar la
mandato a Cipriano Castro, otro caudillo más dentro de esta lista de ambiciones desmedidas e intentos
vanos por consolidar una idea de nación en progreso.
52
importancia de dos escritoras dentro de este complejo mecanismo de re-unir la
nación, finalmente, re-imaginarla desde otros parámetros de la historia patria. Me
refiero al aporte de Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso. Nos interesa
comprender la cooperación de estas escritoras venezolanas en las fiestas de
celebración patria, así como atender a las interpretaciones que ellas mismas
sugirieron del tema de la independencia.
1.-Un largo programa de celebración
En el año de 1894, Joaquín Crespo se ocupó de promulgar una serie de
decretos que vendría a preparar la gran fiesta del centenario de Sucre. El 23 de mayo
de 1894 apareció el decreto legislativo sobre esta celebración; se consagra el día 3 de
febrero, natalicio de Sucre, como fiesta nacional. Luego, el 16 de agosto se divulgó
el decreto ejecutivo sobre “Celebración del primer Centenario del Natalicio del Gran
Mariscal de Ayacucho”, el del 23 de agosto sobre la construcción de una estatua de
Sucre en el Paseo Independencia (este paseo estuvo ubicado en la colina del Calvario
en la ciudad de Caracas). En otro decreto, de 15 de julio, se designó al doctor
Laureano Villanueva para que escribiera la biografía del héroe. En el año de 1895
siguieron las pautas del reconocimiento nacional: los decretos ejecutivos de 4 de
enero y de 18 de enero mandaron a colocar una lápida conmemorativa en honor de
Sucre e indicaron la consagración de una capilla en el Panteón Nacional (en Leyes y
Decretos de Venezuela, tomo 17: 233, 423-424, 430-431, 603-604 y tomo 18: 6, 910). El camino se estaba abonando con tiempo suficiente. Luego de haberse
53
establecido los parámetros conmemorativos desde los textos de legalidad del estado,
comenzó la tarea de la Junta Directiva del Centenario32. Su presidente, José Ramón
Núñez, quien también se desempeñaba como Ministro de Relaciones Interiores,
fungió como el principal vocero de Joaquín Crespo33 y como una bisagra importante
en el empeño de formar un programa que incluyera a los sectores sociales más
representativos de la ciudad.
El resultado del trabajo de esta Junta Directiva fue la divulgación de un
programa oficial que contempló varias semanas de fiestas desde el 23 de enero hasta
el 12 de febrero de 1895. Luego se organizó un paseo de recreo dedicado a los
delegados extranjeros que participaron en las fiestas (desde el 12 de febrero hasta el
32
La Junta Directiva del Centenario de Sucre en Caracas estuvo integrada por: José R. Núñez como el
Presidente; Agustín Aveledo, Primer Vicepresidente; Pedro Arismendi Brito, Segundo Vicepresidente;
Luis A. Sucre, Tesorero y los Vocales: Lucio Pulido, Tomás Michelena, H.L. Boulton, J.E. Linares, A.
Valarino, A. Ernst, Jorge Nevett, Jacinto Gutiérrez Coll, José Antonio Mosquera, Carlos Santana y
Teófilo Rodríguez . El Secretario era Luis Ramón Guzmán (en Diario de Caracas, No. 409, jueves 31
de enero de 1895: 1 y Centenario de Sucre. Programas de la celebración, 1895: 1895).
33
A propósito de esta labor de oratoria oficial llevada a cabo por Núñez y otros funcionarios del
gobierno, me resulta muy sugerente el contraste de esta práctica vital del escenario político y social
venezolano del siglo XIX –el arte de la oratoria- en el personaje central de la vida política del
momento: el propio Presidente de la nación, Joaquín Crespo. Revisé con especial atención los
programas festivos y la prensa y no hallé indicio de algún discurso presidencial para estos días de
celebración. En aquellos espacios emblemáticos del festejo –la Plaza Bolívar, el Panteón Nacional o el
Paseo Independencia- Crespo no pronunció los discursos esperados. Esta acotación resulta justificada
si pensamos que él era precisamente el factor político principal que debía terminar de consolidar la
estrategia de la alianza nacional. Al decir frente a todos los logros de todos (la idea de unión nacional y
el sentimiento colectivo de honrar a Sucre), Crespo estaría insistiendo, como tantos otros gobernantes,
en los éxitos de la patria junto a los triunfos de su gestión. Sin embargo, fueron otros los voceros de la
satisfacción nacional. Los actos programados estuvieron con los oradores indicados (José Ramón
Núñez, Marco Antonio Silva Gandolphi y otros) que sí habrían de enfatizar el sentimiento de
consagración nacional tributado hacia el héroe de la patria, así como destacar las obras ejecutadas para
estas fiestas. Sin duda, esta falta de elocuencia en Crespo contrasta con los excesivos dotes retóricos de
Guzmán Blanco años antes, especialmente en los discursos ofrecidos durante el centenario del
natalicio de Simón Bolívar en 1883.
54
17)34. Fueron días de mucha actividad y celebración. El programa de Caracas resulta
especialmente elaborado y extenso, como si no quisiera dejar por fuera a nadie, ni
siquiera a los sectores populares quienes tenían su día y hora asignados en dos
banquetes (el 4 de febrero a las dos de la tarde).
Desde los últimos días de enero se ofrecieron sesiones solemnes de las
principales sociedades y corporaciones privadas de la ciudad, además de los colegios
profesionales. El 23 de enero a las ocho de la noche comenzó la sesión solemne del
Colegio de Ingenieros. Días después, a la misma hora, se realizaron las sesiones de la
Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles (25 de enero), un certamen de la Sociedad
Cagigal (29 de enero) y el 30 de enero se dio una función de gala en el Teatro
Municipal por la compañía lírica española. Posteriormente, el ritmo de actividades se
aceleró: los días 1, 2, 3, 4 y 5 de febrero son especialmente de ajetreo. Si para los
últimos días de enero se había programado una sola actividad diaria, desde la mañana
del 1° de febrero empezaron a desarrollarse múltiples acontecimientos diarios como:
las salvas de cañonazos y de artillería; las retretas, conciertos, veladas y certámenes
literarios más otras sesiones solemnes de otras corporaciones; por supuesto, estos
34
La asistencia a este paseo se cumplió como estaba previsto. Los invitados y una amplia comitiva
viajaron en tren hasta la ciudad de la Victoria. Allí se inauguró, el 12 de febrero, una estatua a otro
héroe emblemático de la historia nacional: José Félix Ribas. La actividad también se ajustó a otros
programas de celebración organizados por otras juntas directivas del interior de la república. Las
ciudades que se visitaron fueron: la Victoria, Maracay, San Jacinto, Valencia y Puerto Cabello. El 17
de febrero regresaron a Caracas. Como puede apreciarse, en este paseo se hizo un recorrido amplio y
evidente hacia otros escenarios del país donde también se estaba celebrando a Sucre. Los testigos
privilegiados de la comitiva (nacionales y extranjeros) percibieron a lo largo del trayecto la idea de una
comunidad imaginada desde diversos rincones de la geografía nacional. De modo que a la ruta del
paseo se empalmó el deseo político de alianza hacia otros escenarios y eventos; lo que trajo la
impresión de un país reunido en una muy arraigada emoción patriota.
55
festejos no podían dejar de lucir los emblemáticos fuegos artificiales, los cuadros
vivos, desfiles, banquetes y bailes de rigor. La frecuencia de los actos disminuyó a
partir del día 6.
Vamos a mencionar aquellas actividades que, desde el programa oficial de
esta fiesta,
tuvieron un peso primordial en la conformación de una imagen
propagandística y de reconocimiento colectivo. El gobierno de Crespo permitió una
amplia participación de corporaciones, gremios, asociaciones sociales e incluso de
las colonias extranjeras y la masonería; esto para nada significó que el gobierno
dejaría de estar presente en los momentos cruciales de la celebración. Así, los días
más intensos estuvieron planificados para llevar a cabo el efecto de re-unión nacional
en una suerte de gran vitrina de exhibición. En estos actos debían estar todos
representados, para ser vistos y celebrados, para ser sentidos –todos los representantes
de la comunidad nacional- como uno solo a propósito de las ofrendas y honras al
héroe que se recuerda. Por lo tanto en esta parte del programa, la más importante a
nivel simbólico: la Apoteosis de Sucre35 y los desfiles, veremos algunos rasgos que
hablan de la “espontánea” alianza nacional.
Estos actos significativos que queremos sintetizar comenzaron a desarrollarse
con la misa pontifical y un Te Deum (el día 2); luego se escenificaron los desfiles
35
El programa de la celebración indica los días 2, 3 y 4 de febrero como los de la Apoteosis (Diario de
Caracas, No. 409, jueves 31 de enero de 1895: 1 y Centenario de Sucre. Programas de la
celebración, 1895). El programa completo puede consultarse en el capítulo de los anexos, al final del
trabajo.
56
cívicos-militares al Panteón Nacional y al Paseo Independencia (los días 2 y 3,
respectivamente) y, por supuesto, se inauguraron emblemáticas obras públicas (los
enormes cuadros de Martín Tovar y Tovar: Boyacá, Junín y Ayacucho, el 2 de
febrero; la estatua de Simón Bolívar, la Plaza de Ayacucho y la puesta de la primera
piedra para una estatua a Sucre en el Paseo Independencia; la iluminación eléctrica,
el 3 de febrero y la inauguración del “Campo de Demostración”, el 4). Cada uno de
estos acontecimientos tuvo su peso al momento de conformar las piezas para
imaginar la nación, para verla y sentirla.
1.1.- Los desfiles cívicos-militares: puesta en escena de la patria
En las fiestas de celebración del centenario de Sucre se realizaron dos desfiles
cívicos-militares de considerables proporciones, además de dos visitas adicionales
hacia el Panteón Nacional, una por parte de las escuelas y colegios de Caracas (4 de
febrero) y otra de los funcionarios de la municipalidad de Caracas (5 de febrero).
Vale la pena detenerse en el itinerario ideado para los dos primeros desfiles. El primer
desfile del día 2 de febrero se proyectó hacia el Panteón Nacional y el del 3, hacia el
Paseo Independencia. Estos destinos representan dos espacios característicos para ver
la nación. En el primero se representó la gratitud colectiva dentro del templo sagrado
de la nación; lugar donde reposan los restos de los prohombres de la independencia
(el Libertador Simón Bolívar; el general Juan Bautista Arismendi, general Santiago
Mariño, general Carlos Núñez, comandante Lorenzo Bustillos, general José Tadeo
57
Monagas y otros36). El segundo destino, el Paseo Independencia, fue el escenario
escogido para rendir tributo al presente y futuro de la nación. Si la visita al Panteón
pretendió honrar la memoria del héroe pretérito, el ascenso al Paseo Independencia
significó la exhibición y logro de las tareas del presente –léase del gobierno-: se
celebró a Sucre y, al mismo tiempo, se inauguraron las obras de gobierno, todo dentro
de una misma ocasión (recordemos otra vez estas obras que se develan: una estatua a
Bolívar, una plaza –la de Ayacucho¾ y la primera piedra de la estatua a Sucre).
En el programa se dispuso un trayecto específico que debía seguirse en estos
desfiles y que implicó una labor de ornato público y privado. La ciudad se preparó
especialmente para la ocasión. Días antes de la gran celebración, ya se avisaba en la
prensa acerca de la normativa de la inspectoría general de coches y tranvías que
mandaba a pintar los coches de lujo, de plaza y de particulares; así como los carros de
bestias, de tranvías y mudanzas (aviso publicado en Diario de Caracas, No. 386, 4 de
enero de 1895: 1). La ciudad debía lucir impecable, del mismo modo sus ciudadanos.
El programa también ofrecía especificaciones sobre el traje adecuado para estas
fiestas: “...frac para [los actos] que se efectúen de noche y levita en los de día”
(“Centenario de Sucre. Programas de la celebración”, en: Diario de Caracas, No.
409, jueves 31 de enero de 1895: 1). El acompañamiento musical de la banda marcial
igual estuvo dentro de los planes del programa; del mismo modo que la construcción
36
Estoy siguiendo el cuadro que presenta Manuel Landaeta Rosales en su texto El Panteón Nacional
(en Blanco y Landaeta Rosales, 1975: 98). Hay que recordar que para la fecha del centenario de Sucre,
los restos del Gran Mariscal de Ayacucho no se hallaron, en consecuencia se dispuso la colocación de
58
de monumentos efímeros que recordaran la majestuosidad de estos días. Para el
desfile del día 2 de febrero se mandaron a ejecutar tres arcos triunfales que
representaron las batallas insignes de la gesta de Antonio José de Sucre: el arco de
Pichincha, de Junín y de Ayacucho. Estos tres arcos formaron parte del recorrido del
paseo, todos los participantes de los desfiles debieron pasar por ellos. La gran puesta
en escena de la nación supuso, entonces, escenarios elaborados para la ocasión,
especialmente adornados y embellecidos con elementos estructurales (arcos
triunfales, iluminación eléctrica, música de fondo, fuegos artificiales y otros) y un
vestuario particular para sus principales actores.
Se aseguró, asimismo, la presencia de un jefe de etiqueta y varios maestros de
ceremonia que ayudaron a llevar cabo los grandes desfiles según el orden ya
establecido en el programa. Entre otras razones, esta presencia aseguraría una
apropiada contención de ánimos y emociones. Así se ensayó una manera de
comportamiento social apropiada para la puesta en escena de la nación: sin
estridencia, ni desafino. Estos guardianes de la compostura y el orden acometieron,
entonces, un trabajo de organización modélica. El resultado de esta labor se puede
leer en las crónicas de prensa que describen una participación muy numerosa en estos
actos. Para el desfile al Panteón Nacional, se aseguraba: “Ya habían entrado al
Templo de la gloria [se refieren al Panteón] todas las Corporaciones, y todavía no
una lápida conmemorativa en su honor y la consagración de una capilla en el Panteón Nacional. Los
restos de Sucre reposan en Ecuador.
59
acaba de salir la gente de la Plaza Bolívar y de los Boulevares de donde partió la
procesión” (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 263).
En el desfile participaron varias corporaciones y gremios; además de los
funcionarios públicos, las escuelas de niños, niñas, jóvenes y señoritas, la prensa, las
colonias alemana, española, francesa, italiana, latinoamericana y norte americana; la
masonería también fue incluida en el orden del gran desfile, junto con la participación
de los representantes de la Universidad Central, los delegados extranjeros,
representantes de la ciudad de Cumaná, deudos de Sucre, ministros, el ejército y, por
supuesto, el Presidente de la República37. Aunque no debe olvidarse la participación
del pueblo al final de esta larga parada que también quiso acompañar a los
37
El orden de la marcha fue el siguiente: 1.- Banda Marcial, 2.- Gremio de artesanos, por el orden
alfabético de los ramos que ejerzan las distintas agrupaciones, 3.- Gremio de industriales, 4.- Gremio
de comerciantes, 5.- Cámara de Comercio, 6.- Gremio de agricultores y criadores, 7.-Club agrícola, 8.Junta Central de Aclimatación y Perfeccionamiento Industrial, 9.- Sociedad “Amantes del Saber”,
Sociedad de Geografía, Centro Científico-Literario y las demás sociedades literarias y científicas, 10.Colonia alemana, 11.- Colonia española, 12.- Colonia francesa, 13.- Colonia italiana, 14.- Colonia
latinoamericana, 15.- Colonia norteamericana, 16.- Colegios nacionales y particulares, 17.- Gremio de
Institutores, 18.- Centro Católico Venezolano y Círculo de la Juventud Católica de Caracas, 19.Sociedades benéficas de Caracas, 20.- Grande Oriente Nacional de los Estados Unidos de Venezuela
(la masonería), 21.- Gremio de impresores, 22.- Periodistas de Caracas, 23.- Representantes del Boletín
Literario de Porlamar, de La Patria, de Santiago de Cuba, y de la prensa venezolana, 24.- Secretario
de la Gobernación y empleados del Distrito Federal, 25.- Colegio de Médicos, Consejo de Médicos,
Facultad de Farmacia y Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas, 26.- Colegio de Abogados, 27.Colegio de Ingenieros, Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles y Sociedad “Cagigal”, 28.Directores de los ministerios y empleados nacionales, 29.- Academia Venezolana Correspondiente de
la Real Española, 30.- Academia Nacional de la Historia, 31.- Universidad Central, 32.- Cuerpo
Consular, 33.- Comandancia de Armas y Oficiales de Marina, 34.- Concejo Municipal del Distrito
Federal, 35.- Arzobispo Capítulo Metropolitano y Clero de Caracas, 36.-Representantes de los Estados
de la Federación Venezolana, 37.- Corte de Casación, 38.- Alta Corte Federal, 39.- Representantes de
la ciudad de Cumaná y deudos del Gran Mariscal de Ayacucho, 40.- Junta Directiva del Centenario,
41.- Consejo de Gobierno, 42.- Ministros del Despacho Ejecutivo y Gobernador del Distrito Federal,
43.- Presidente de la República, con los Delegados especiales de las naciones amigas, 44.- Gran
Consejo Militar, 45.- El Ejército (“Centenario de Sucre. Programas de la celebración”, en: Diario de
Caracas, 31 de enero de 1895: 1).
60
representantes seleccionados de la nación, así integraron las piezas que faltaban para
protagonizar en escena esta puesta en práctica de la reunión nacional.
Los desfiles dejaron ver quiénes eran los integrantes de la nación: unos
personajes de pinta y pompa. El programa oficial señaló en 45 nichos los principales
componentes sociales de una idea de unidad nacional. La banda marcial encabezaba,
en el puesto número uno, la marcha, en un inicio emblemático de la sonoridad
nacional, y el ejército cerraba el desfile, en el puesto número 45, en un recordatorio
simbólico de resguardo, protección y/o ¿amenaza? Habría que recordar solamente que
a este cuadro magnífico de exhibición nacional se le juntó
al final un último
personaje que no fue incluido en el guión inicial. La marcha se completó con la
participación de la gente común al final de la comitiva y detrás del ejército, como
decíamos antes.
El paseo de las escuelas y colegios de Caracas al Panteón Nacional (el día 4
de febrero), con la misma misión de ofrecer las ofrendas a Sucre, formó parte del
engranaje de la alianza nacional; la participación de los más pequeños en estas fiestas
del patriotismo contribuyó a crear un sentimiento colectivo de simpatía e
identificación. Además de la connotación simbólica que puede desprenderse de un
conjunto de niños que representan, justamente, el futuro de la nación; son estos
infantes, por tanto, la siembra más legítima de paz, esperanza y desarrollo. De este
modo, los niños, niñas, jóvenes y señoritas escolarizados también ayudaron a
conformar esta representación simbólica de la nación. La Junta Directiva del
61
Centenario no descuidó, por lo tanto, en este tramado representativo que fueron las
fiestas patrias, el aporte y la exhibición de las ofrendas infantiles. Los desfiles cívicos
militares y este paseo de niños no solamente permitieron experimentar la sensación
de comunidad en aquellos que se sintieron reconocidos en su mismo gremio,
corporación o escuela, sino que hizo posible exhibir al resto de la población lo que
era el país, sus integrantes y representantes más conspicuos. Así, el escenario ya
estuvo completo: quienes representaron la nación en papeles de importancia social –
sus actores-corporaciones-gremios-militares- y quienes observaron el desfile –el
público-pueblo-.
1.2.- La “espontaneidad” de la alianza patriótica y “una verdad práctica
que á nadie causa espanto”
El éxito de las fiestas del primer centenario del natalicio de Antonio José de
Sucre fue reconocido por el gobierno de Joaquín Crespo como un logro importante de
la comunidad nacional. Así se deja ver en la circular No. 313 del Ministerio de
Relaciones Interiores del 21 de febrero de 1895, donde se declara el fin de las
festividades. Esta circular fue enviada por todo el país y estaba dirigida a los altos
representantes del gobierno, demás funcionarios públicos así como a significativas
personalidades38. En la correspondencia, que está firmada por José R. Núñez, el
Ministro de Relaciones Interiores y el presidente de la Junta Directiva del Centenario,
38
La circular fue enviada a: los ministros del gobierno de Joaquín Crespo, al gobernador del Distrito
Federal, al presidente del consejo de gobierno, los presidentes de las cortes nacionales, al presidente
del gran consejo militar, al arzobispo de Caracas y Venezuela, a los presidentes de los estados, a los
obispos de Guayana, Calabozo, Barquisimeto y Mérida, a los gobernadores de los Territorios
62
se insiste en declarar la satisfacción general del gobierno nacional por el éxito de las
fiestas.
La circular tiene varios aspectos que interesan destacar. En primer lugar, los
destinatarios. Al gobierno le importó hacer circular la idea de satisfacción general por
todo el país y para ello recurrió a sus principales representantes y demás altas
autoridades políticas y religiosas para insistir en el sentido especial de este éxito –un
éxito patriótico, de todos-. Quiere decir que el poder político nacional decidió
comunicar a su principal círculo de representación, así como a otras importantes
personalidades, el cumplimento del anhelado deseo de unión colectiva. En segundo
lugar, insisto en la importancia del mensaje a transmitir. ¿Cómo se entendió, en esta
correspondencia, tal éxito? Se entendió como un trabajo en equipo entre el gobierno
nacional y la ciudadanía. He acá la estrategia principal del poder político: presentar
el buen desempeño de las fiestas como resultado de una alianza cívica y militar. Lo
que en definitiva terminó por significar una idea de estabilidad política. Núñez
entendió el buen desempeño de las fiestas como un testimonio esencial que habla de
la: “...unidad del sentimiento patriótico que lo domina todo” (en Lameda y Landaeta
Rosales, 1897, II: 245); cuyo éxito mayor, sigue Núñez,:
... tiene tanta mayor significación, cuanto ha sido absolutamente libre y
espontáneo el movimiento con que han funcionado en sus respectivas órbitas,
los numerosos y variados elementos que han contribuido á realizar
dignamente esta patriótica conmemoración (Ibidem).
Federales, a los jefes de penitenciarías y a los comisarios generales de la nación (en Lameda y
Landaeta Rosales, 1897, II: 245).
63
Esta “espontaneidad” de la alianza, como mensaje central de satisfacción,
debe
divulgarse por todo el país. Los testimonios de quienes presenciaron la
magnitud de los desfiles cívicos militares realizados en Caracas pudieron constatar no
solamente la participación numerosa de tantas corporaciones, sino que, después, esas
voces ayudarían a comprender que tal exhibición conmemorativa pudo realizarse
gracias a nuevos atributos paradigmáticos de una nación civilizada: además de la
libertad y la paz, la alianza “espontánea” como nuevo valor de la estabilidad nacional.
La aspiración final del gobierno pudo complementarse gracias a estos avisos de éxito
por todo el país. Las últimas líneas de Núñez recuerdan, una vez más, la naturaleza de
la re-unión:
Este carácter [el de la unidad patriótica] ha sido particularmente grato al
ciudadano Presidente de la República, por cuanto es una demostración
práctica de lo que pueden alcanzar la acción de los ciudadanos y la del
Gobierno, exentas de la influencia de toda prevención, y unidas por las
desinteresadas inspiraciones patrióticas (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897,
II: 245).
Como en otras ocasiones, la memoria al héroe de la patria, en este caso las ofrendas a
Sucre, su recuerdo y exaltación, pudo servir para re-unir, otra vez, a Venezuela.
Habría que agregar que este mensaje de triunfo “espontáneo” circuló
simultáneamente por otros canales. Si bien fue importante divulgar esta satisfacción a
destinatarios con altos cargos políticos o religiosos; también fue útil hacer saber a
otros de esta “felicidad” nacional. La prensa fue un canal adecuado. Así muchas más
64
personas pudieron estar al tanto de esta vanagloria oficial y quizás percibieron por
qué se insistía una y otra vez en estos nuevos valores del intercambio social y
político. En este caso hago referencia a un artículo que apareció en el Diario de
Caracas titulado “Prácticas Republicanas” del 9 de febrero de 1895 (No. 415, 1895:
2). En él se reflexiona acerca del progreso del país. Se dibuja un cuadro inicial que
describe el desarrollo del país como el resultado de un equilibrio de fuerzas entre dos
poderes básicos: el poder del gobierno y el de la ciudadanía. Se destaca de qué
manera el progreso de un país termina siendo una realidad de muchos años, donde:
...preciso es reconocer que en su efectividad [de lograr el desarrollo de un
país] entra como factor principal no sólo la buena índole y espíritu patriótico
de la ciudadanía que busca por sendas honradas la satisfacción de sus ideales,
sino también la acción fecunda de los Gobiernos que enderezan á rumbos
trascendentales la nave del Estado, y ponen atento oído á las manifestaciones
y necesidades populares para rectificar sus apreciaciones ó para poner los
remedios que la prudencia y la ley aconsejan (en Diario de Caracas, 1895: 2).
De tal modo se dibuja los atributos de un gobierno benefactor y atento al entorno
social, con cualidades de observador y escucha de las necesidades de un colectivo.
Por supuesto que el artículo forma parte de un registro legitimador y de dominio del
gobierno que en definitiva lo que buscaba era establecer otros anclajes simbólicos de
la estabilidad política. Esta vez desde la prensa. Tal idea de estabilidad política y
social se correspondió con la imagen contraria; es decir, la de la vacilación en los
tiempos de inestabilidad. Se lee en el artículo como:
...aquel profundo desequilibrio que en luengos años venía existiendo entre las
tendencias gubernamentales y los anhelos ciudadanos, y que venía
65
determinando violentas conmociones, esté sustituido en la época presente por
el honesto y regular equilibrio que en todo país republicano debe reinar entre
la autoridad, [...] y la opinión pública... (Ibidem).
En las líneas que componen el artículo vuelve a mencionarse la palabra
mágica y feliz de las fiestas, vuelve a asomarse la espontaneidad como el mejor rasgo
para describir estos días de celebración nacional:
... y esta actividad incesante, esa pompa y entusiasmo, ese orden tan
extremado[...] esa espontaneidad con que pueblos y Gobiernos han
contribuido al mayor esplendor de la Apoteosis, son signos evidentes, de que
es profunda y sincera la fé que alienta á todos los espíritus en el
desenvolvimiento holgado y progresivo de la vida nacional, y que nada será
suficiente a turbar el orden establecido, afianzado como está en la autoridad,
prestigio y fuerza de un Gobierno recto, y justicioso, y en la base
inconmovible de la opinión sensata del país (en Diario de Caracas, 1895: 2.
El subrayado es mío).
Las citas, aunque extensas, vienen a destacar esta manera de sostener una política de
legitimidad y control puertas adentro. En este caso, la estabilidad necesaria se ha ido
armando desde varios frentes, aprovechando la propia emotividad de los días de
celebración nacional. Como recordatorio de esta estrategia tenemos un constante
llamado a la alianza nacional a través de distintos canales: desde el escenario del gran
desfile, intercalando a las corporaciones y gremios con los sables del ejército,
pasando por las líneas de la prensa, hasta las palabras de Silva Gandolphi, el Ministro
que recordamos al inicio de este trabajo. En todos estos casos se está desvaneciendo
66
la sensación de inestabilidad que deja la guerra para demostrar ante todos que “...la
República es una verdad práctica que á nadie causa espanto” (Ibidem)39.
Para finalizar este apartado, habría que traer las palabras que un cronista
refiere de Marco Antonio Silva Gandolphi, el mismo que tres años antes instaba a un
reconocimiento de legitimidad para Venezuela ante los delegados diplomáticos de
otras naciones. Esta vez, el día 2 de febrero de 1895 en el Panteón Nacional, era el
orador de orden y lo acompañaba el Presidente Joaquín Crespo. En sus palabras se
advierte a una concurrencia local del peligro de la guerra. Su discurso, dicho
justamente en el escenario de la consagración nacional, parece recordar a aquellos
venezolanos
la fragilidad de un cuento de hadas, el término de los días de
“estabilidad”, “espontaneidad” y “alianza nacional”. Ante la posibilidad de la pérdida
de la paz, el orador apela a las emociones para recordar cómo la mayor ofrenda a
Sucre es precisamente el esfuerzo del poder político por presentar una fiestas de reunión nacional. Una invitación a lograr la tan pretendida paz de la república evitaría
el espanto de la des-unión. El cronista del Diario de Caracas escribe:
Sus últimas palabras fueron para excitar á sus conciudadanos á una profesión
de arrepentimiento y enmienda, á abandonar tortuosos caminos de error, y
renunciando á la guerra civil, laborar, gobernantes y gobernados, por el bien
de la República, como ofrenda grata á la memoria del Prócer y mártir que
39
Sin ánimo de pecar de reiterativa, sólo quiero reseñar en otra circular, esta vez del Ministerio de
Relaciones Exteriores, lo que el Ministro P. Ezequiel Rojas escribió a los representantes diplomáticos
de Venezuela en el exterior al dar cuenta del cumplimiento de los actos estipulados en el programa
oficial de estas fiestas del centenario: “El entusiasmo ha sido tal y tan espontáneas sus
manifestaciones, que en vano se buscaría en nuestro pasado una fiesta oficial que ofrezca relación más
íntima entre los actos del Gobierno y la acción individual de todos los ciudadanos” (es mi subrayado,
en Diario de Caracas, No. 415, 1895: 2).
67
aspiró á crear una patria próspera, independiente y libre (en Lameda y
Landaeta Rosales, 1897, II: 263).
2.- De mujeres-adorno, mujeres-artistas y mujeres-escritoras
La participación de la mujer en las fiestas del centenario de Sucre en Caracas
fue registrada desde los parámetros convencionales que la describía como figura de
acompañamiento y ornato social. En los numerosos bailes, banquetes, en las sesiones
solemnes de las corporaciones y en los desfiles públicos aparecía una marca de la
mujer-adorno. La mujer venezolana estuvo como acompañante en los actos de
celebración social, se le describía como espectadora de los paseos cívico-militares, o
como parte del público de los actos artísticos celebrados en el Teatro Municipal. En
este primer registro de participación, la mujer se presentaba asumiendo un rol de
pasividad frente a la organización y puesta en marcha de las fiestas del centenario.
Las crónicas que describieron las diversas actividades de las fiestas la mostraban
desde este primer reconocimiento del adorno social:
La mujer, gala y ornato de toda fiesta, estaba allí dando con su presencia
mayor brillo y encanto á aquella espiritual y patriótica solemnidad á tan
nobles fines encaminada, y al amparo de los más nobles propósitos concebida
(en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 248).
Acá se está refiriendo la asistencia de la mujer caraqueña al acto del 25 de enero, en
la sesión solemne de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles. En esta relación
la representación de la mujer formaba parte del escenario especialmente preparado
para la ocasión. Ella era parte de la belleza del escenario dispuesto. En las calles
68
también estaba la mujer engalanando los trazos de una ciudad dispuesta a mostrar
cómo se complementaba con los actos preparados para la ocasión. Así se describe en
el Diario de Caracas (No. 412) a propósito del paseo cívico militar del día 3 de
febrero hacia el Paseo Independencia:
El nombre de Sucre y de sus batallas se reproducía en innumerables escudos,
sostenidos por columnatas ornadas de insignias y banderas, y á las ventanas
exornadas también con flores y pendones, asomaban, apiñadas, señoras y
señoritas que constituían su mayor embellecimiento (en Lameda y Landaeta
Rosales, 1897, II: 274).
En todos estos casos, la mujer-adorno estaba allí como complemento del
paisaje urbano, no como gestora importante en la organización de los actos
celebrados en el Colegio de Ingenieros, en la Sociedad Venezolana de Ingenieros
Civiles, la Sociedad Cagigal o en el Colegio de Médicos. En estos espacios sociales
de desempeño tradicional masculino, la mujer estuvo como testigo de lo que allí se
organizó. Quizá la figura de mayor presencia en la prensa local correspondió al de la
señora Josefa Vivero de González. Era una matrona ecuatoriana con familia en
Venezuela que había hecho el viaje desde Guayaquil para estar presente en estas
fiestas. La prensa no dejaba de reseñar su participación en los actos más importantes
de los festejos. Como en los del certamen de la Sociedad Cagigal (29 de enero de
1895) junto al Presidente Joaquín Crespo y otros altos representantes del gobierno.
Los calificativos que se leen hablan de una actitud “...entusiasta por las glorias
americanas...” y una admiración por “....su espiritualidad y patriotismo” (Diario de
Caracas, 1895, No. 408, en: Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 250 y A.P. Ch
69
[sin título. Comentario de dos retratos], en: El Cojo Ilustrado, 1895, No. 79, año IV:
200, respectivamente). Puede seguirse la presencia de esta señora en otros espacios y
momentos: estuvo en la función de gala del Teatro Municipal del 30 de enero; tributó
una de las más hermosas coronas ante el monumento de Sucre en el Panteón Nacional
el 2 de febrero y el 3 de febrero, en el paraninfo de la Universidad, el director de la
Academia de la Lengua, Dr. Rafael Seijas, la mencionaba recordando que la
venerable matrona había mandado otra corona de plata para el centenario de Bolívar
en 1883; pero no había podido viajar a Venezuela en aquella oportunidad (Lameda y
Landaeta Rosales, 1897, II: pp 250 y 263; Diario de Caracas, 1895, No. 414: 2).
Como hemos insistido, los registros textuales describían a la mujer desde una
perspectiva genérica que le asignaba de modo “natural” esta manera de intercambio
que pasaba por el adorno y el acompañamiento; pero también en esas líneas se hacía
referencia a otros atributos “naturalmente” femeninos como la belleza, el entusiasmo
patriótico y la virtuosa condición de la maternidad. Sin embargo, será en otros
espacios donde hallaremos una participación femenina más activa. Donde aparece
como organizadora y como principal ejecutante de actividades que le permiten figurar
en el escenario público. Estas actividades son las artísticas-musicales y las
actividades de desempeño intelectual.
Será en el Teatro Municipal o en algunas corporaciones como las Sociedades
Benéficas de Caracas, o en el Círculo de la Juventud Católica donde las mujeres
podrán desempeñar un papel distinto a esta primera categoría de representación. La
70
mujer-artista sería una segunda posibilidad para encontrar un modo de participación
que justificara la presencia de jóvenes con aficiones musicales y artísticas en los
escenarios del Teatro Municipal, por ejemplo. En este segundo grupo la mujer
figuraba como organizadora de actos públicos de naturaleza artísticos musicales y
como ejecutora de estos hechos. Aquellas señoras y señoritas con inclinaciones
musicales y artísticas pudieron participar en estas ceremonias de celebración como
parte emblemática de la Apoteosis de Sucre40. Efectivamente, la señorita Antonia
Esteller, directora de la Escuela Normal de Mujeres, y la señora María Brito de las
Casas, directora de la Escuela de Canto, colaboraron junto con Emilio J. Mauri en la
organización de la parte artística de los actos celebrados en el Teatro Municipal los
40
Aunque no pretendemos ofrecer un panorama completo y exhaustivo de la participación femenina en
estos actos artísticos y musicales, sí podemos mencionar algunos de estos nombres que dejan ver de
qué manera aquellas damas aficionadas al canto o a la ejecución de un instrumento musical
encontraron un modo adecuado para desplegar sus habilidades en estas fiestas de celebración nacional.
Por ejemplo, en la velada literaria y musical de las sociedades benéficas de Caracas, el día 1ro. de
febrero, participó la señorita María Moreira, joven artista, quien cantó el aria de Rigoletto y también
interpretó piezas en el piano (Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 257). En el gran concierto vocal e
instrumental del día 2 de febrero actuaron: la señorita Luisa González, interpretó el aria de Attila de
Verdi; la señorita Clemencia Gómez, quien junto con el señor Ramón Delgado Palacios interpretó la
fantasía para dos pianos sobre temas de Norma; La señorita María Alcántara contó Il sogno de
Mercadante con acompañamiento de piano de la señora María Irazábal; las alumnas de la escuela de
canto que dirigía la señora María B. de las Casas interpretaron el Himno a Sucre, música de Carlos
Montero y letra de A. García Pompa; la señorita María Luisa Machado recitó la melopeya Glorias
Patrias con acompañamiento de coros, letra de Diego Jugo Ramírez y música de Isabel P. de Mauri;
la señora. R. de Basalo, directora de la escuela de piano, la señorita Isabel Ofelia Silva, subdirectora y
las señoritas María Rosales, María Teresa Silva, Isabel E. Lugo y Adelaida Tummer interpretaron la
sinfonía de la Gazza Ladra para 3 piano de Rossini (en Diario de Caracas, No. 409: 2). En la velada
literaria y musical del 3 de febrero participó la señorita Trinidad Jiménez con una composición suya
(un paso doble) titulada: Gloria a Sucre y tocó el Roudó Oriental de Henry Herz; la señorita Luisa
María Montero el aria de Favorita O mio Fernando y la señorita María Graterol cantó una romanza
acompañada al piano por la señora María B. de Las Casas; recitación de la señorita Luisa Navarro del
poema Independencia de Heraclio Martín de la Guardia (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II:
278). Para el 8 de febrero en la sesión solemne del Círculo de la Juventud Católica de Caracas
también encontramos una notable contribución femenina. Las siguientes señoritas se destacaron en el
canto de trozos de ópera, romanzas, arias y serenatas: Socorro Machado, Ana Cedillo, Lucía Pachano,
María Moreira y Lastenia Pachano. En la ejecución al piano se destacaron: la señora Josefa de
Montesinos, la señorita Magdalena Gómez y la señorita Antolina Pompa (en Lameda y Landaeta
Rosales, 1897, II: pp 298-299).
71
días 2 y 3 de febrero. De nuevo, Antonia Esteller aparece como parte activa en el
diseño y ejecución de actos de celebración en ocasión del natalicio de los héroes de la
patria. Doce años atrás Esteller fue parte importante en la recolección y disposición
de objetos manufacturados por mujeres para el salón femenino en el Palacio de la
Exposición, obra especialmente construida para llevar a cabo una gran exhibición
nacional en el marco del centenario del Libertador Simón Bolívar. Esta vez, Esteller
colaboraba en la preparación de un cuadro alegórico en honor a Sucre. De este modo,
la Apoteosis de Sucre se completó con la celebración de un elaborado programa
musical y artístico el 3 de febrero.
Ese día, junto al cuadro alegórico planificado, la señorita Luisa Navarro
comenzó a recitar el poema titulado Independencia de Heraclio Martín de la Guardia.
La crónica del evento expone:
Avanzó la señorita Luisa Navarro[41], vestida de túnica blanca azul, el gorro
frigio sobre las sienes como griega matrona, y circundándola otras cinco
alumnas de la escuela normal que dirige la señorita Antonia Esteller, con los
atributos de la libertad y las banderas de las cinco naciones que contribuyó á
redimir Sucre; seguidas las personeras de esos hermanos pueblos por
diminutas amazonas armadas, y por casi todas las alumnas de la Escuela,
comenzó la recitación de la poesía Independencia, nuevo triunfo de la
vigorosa imaginación del bardo caraqueño, ofrenda valiosa á la Apoteosis.
Aquel hermoso cuadro fue muy aplaudido (en Lameda y Landaeta Rosales,
1897, II: 278).
41
Habría que acotar una modificación entre el programa y lo que aparentemente ocurrió ese 3 de
febrero de 1895. Mientras el programa de esta Apoteosis indica que el poema de Martín de la Guardia
sería recitado por la señorita Isabel Díaz (en Diario de Caracas, No. 409, jueves 31 de enero de 1895:
72
Esta larga cita recoge uno de los aportes de la mujer al concebir y llevar a cabo una
representación alegórica como emblema y sello de las fiestas de celebración. Por lo
que se estimularon, desde el escenario del teatro, las emociones y el sentido de apego
del público espectador, quien entre aplausos y alegría recorrió otro camino para
sentirse parte de la idea nacional. Esta velada terminó con otro cuadro alegórico, “el
cuadro simbólico de la deificación”, donde cinco sacerdotisas de la fama rodeaban el
busto de Sucre en el centro del escenario para coronarle de laureles y guirnaldas.
Luego, cinco jovencitas “...con las banderas de las Repúblicas del Setentrión de la
América austral, situarónse en las primeras gradas del estrado...” (Lameda y Landaeta
Rosales, 1897, II: 279). De nuevo, desde el escenario se ofreció a la vista de todos el
movimiento de la sacralización patria; allí, como en el Panteón Nacional o en el
Paseo Independencia, representaron alrededor de la imagen del héroe una serie de
actos de consagración. El héroe, personificado en su retrato o busto, se hizo presente
en el Teatro Municipal y en torno a él desfilaron las convicciones, la honra y la
fidelidad del público venezolano como respuesta, también simbólica, de otra alianza
De esta manera, de la figura de Sucre se presentó una imagen de reverencia de un
nuevo santo de la patria42.
2), la crónica que cita León Lameda y Manuel Landaeta Rosales también del Diario de Caracas
menciona a la señorita Luisa Navarro como la que recitó el poema en cuestión (1897, II: 278).
42
En torno a estas prácticas de la secularización, Rafael Gutiérrez Girardot comenta que esta
sacralización de la patria fue un proceso repetido en las sociedades de fin de siglo. A medida que la
Iglesia como institución guía iba perdiendo espacios de dominio, las nuevas repúblicas fueron
sustituyendo estos anclajes de control e identificación. Así se enriquecieron los demás atributos de la
nación; puesto que ahora junto con nuevas instituciones, la voluntad de constituir la nación y una serie
de normativas reguladoras y represivas del Estado, se propondrán nuevas deidades correspondientes
73
De todos estos actos llevados a cabo, uno en especial vino a convertirse en el
más celebrado por el público espectador. Vale la pena referirlo porque revela otra de
las facetas en las que las damas venezolanas contribuyeron al desarrollo de estas
fiestas. En este caso, debe insistirse en los aportes que ellas hicieron dentro del campo
de la composición musical. Se trató de la puesta en escena de la melopeya Glorias
Patrias, letra de Jugo Ramírez y música compuesta por Isabel Pachano de Mauri, el 2
de febrero en el Teatro Municipal. Esta melopeya formó parte del programa que se
organizó para el gran concierto vocal e instrumental de señoras, señoritas y
caballeros. La recitación fue hecha por la señorita María Luisa Machado quien estuvo
acompañada por la propia compositora al piano. Las estrofas se alternaban con
música, un coro de niñas y las cuerdas de la orquesta de la noche. El público se
emocionó ante la declamación de un poema recitado con intención y fondo musical,
cuyo contenido apeló al buen recurso de aglutinar emociones y sentimientos
alrededor del festejo del héroe. En definitiva, también en estas butacas el público
asistente formaba parte de una importante cadena de reconocimiento emocional que
conectaba sensaciones de pertenencia. Por lo tanto, esa noche ante el espectáculo
poético y musical la exaltación no se hizo esperar: “Desde el principio los aplausos se
repetían en calurosos y prolongados, y el público exigió reiteradamente la repetición,
prueba la más alta de la bondad de la obra y de su correcta interpretación” (en Diario
de Caracas, 1895, No. 411: 3). Sólo habría que agregar que al día siguiente, en la
Apoteosis en el Teatro Municipal, el público volvió a insistir en la representación de
con el amor a la patria, los héroes de la patria y por lo mismo se podrá hablar del sacrificio por la
patria (Gutiérrez Girardot, 1987: 58).
74
la melopeya. Hubo entonces que modificar el orden programado y dar cabida a la
exigencia del público:
...el doctor Aveledo interpretó los deseos del público, pidiendo que se hiciese
oír de nuevo la celebrada obra que tanto acredita á la compositora.
Afortunadamente, allí se encontraban la señorita Machado, que la recitó, la
señora de Mauri y las alumnas de la Escuela de Canto y pudimos aplaudir otra
vez el acabado trabajo (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 279).
Por último, un tercer registro de participación femenina en las fiestas de Sucre
es el que le correspondería a la mujer escritora. Esta última categoría la podríamos
dejar en blanco, si nos atenemos a las fuentes oficiales que diseñaron y describieron
el evento. Estas fuentes consultadas (el programa oficial del centenario, los
programas de las diversas asociaciones y corporaciones gremiales y privadas, la
recopilación de datos y de prensa hecha por León Lameda y Manuel Landaeta
Rosales y la revisión del Diario de Caracas) no mencionan a alguna escritora
venezolana que se haya destacado en estas fiestas de celebración, esto por lo menos
en Caracas. No se nombra a novelistas, poetas o escritoras dramáticas que hayan
participado directamente en las fiestas a través de alguna de sus producciones. Ni
siquiera aparecen, por lo menos, mencionadas. El panorama en Caracas contrasta con
la participación activa y organizada de la mujer que escribe en ciudades del interior
del país como Coro o Lobatera. El programa oficial de Caracas no incluyó a alguna
asociación literaria femenina; mientras que los programas de otras ciudades, algunas
ediciones privadas de revistas y libros en Caracas y en el interior del país, como
veremos en el próximo apartado, sí nos permiten detectar una programación alterna
75
diseñada y organizada por mujeres con inclinaciones literarias, quienes se
constituyeron en importantes asociaciones.
Sin embargo, pese a este aparente lugar en blanco43, podemos mencionar una
contribución especial de una escritora en estas fiestas. Aunque fue una participación
desde lejos, desde otra nacionalidad y algo cuestionada. Me estoy refiriendo a la
escritora colombiana Soledad Acosta de Samper, quien decidió tomar parte en estas
fiestas al enviar para el certamen organizado por la Sociedad Científico Literaria
Amantes del Saber su obra en prosa Consideraciones históricas sobre el asesinato
del Gran Mariscal de Ayacucho. El 4 de febrero se dio a conocer los ganadores del
certamen en la modalidad de prosa y verso. El señor Eduardo Gallegos Cellis fue el
ganador con su poema Sucre, gloria americana y el trabajo enviado por Acosta de
43
Definitivamente, este aparente lugar en blanco de la participación de las mujeres escritoras dentro de
las fiestas de Sucre se deshace completamente, como hemos dicho, al recurrir a otras fuentes de
estudio distintas a la del programa oficial y las reseñas de prensa de algunos periódicos. Eso por un
lado; por otro, la realidad del desempeño de la mujer dentro de un campo cultural ya había empezado a
manifestarse desde años atrás. Por lo tanto, el panorama del campo literario femenino no es desolador
aunque así lo parezca para las fiestas de Sucre en Caracas. En éste ya encontramos algunas obras con
firma de mujer, mencionemos algunas sin ánimo de ser exhaustivos: la escritora Lina lópez de
Arámburu había publicado bajo su pseudónimo Zulima una obra dramática: María o el despotismo en
el año de 1885. De ese mismo año es su novela El medallón y en 1889 publicó Un crimen misterioso.
Socorro González Guinán tenía escrito su Historia de Venezuela para niños para 1883. La misma
Antonia Esteller también había escrito dos obras didácticas: Catecismo de Historia de Venezuela
(1885) y Compedio de la historia de Cristóbal Colón (1893). Blanca y Margot, los pseudónimos de
Ignacia Pachano de Fombona y Margarita Agostini de Pimentel publicaron una novela corta, “Para el
cielo”, en 1893 y “En la playa” de 1894. Margot publicó una divertida obra dramática: “Juguete
cómico” de 1895. Concepción Acevedo de Taylhardat, Rebeca fue su pseudónimo, incursionó en la
poesía. En 1888 y 1895 publicó sus dos primeros libros de versos: Flores del alma y Arpegios
respectivamente. Rebeca también fundó dos revistas literarias: El Ávila (1891) y La Lira (1895-1928).
La joven Julia Añez Gabaldón decidió traducir novelas y escribir sus propias obras dramáticas: El
premio y el castigo y El sacrificio por oro ó un padre ambicioso (de 1893 es el libro editado que
recoge las obras, pero ellas son de mucho antes. Julia Añez ya había muerto en 1886). Por supuesto
está la importante producción poética de Polita De Lima y las conferencias y futuras novelas de
Virginia Gil de Hermoso, pero de ellas dos hablaremos más adelante (Añez Gabaldón, 1893; Blanca y
Margot [pseudónimos de Ignacia Pachano de Fombona y Margarita Agostini de Pimentel,
76
Samper resultó premiado en la categoría de escritos en prosa. Lo curioso de esta
participación es que la escritora, al aparecer, ya había enviado un trabajo similar para
otro concurso organizado por la Academia Nacional de la Historia de Venezuela el 28
de octubre de 1890. Para esa fecha, la Academia había propuesto un certamen
también en honor a Sucre. En esa oportunidad el título de la composición era otro:
Sucre. Trabajo histórico y le había merecido el segundo premio. No fue esto un
secreto para el cronista de la época quien juzga la calidad de las obras ganadoras:
La composición en verso es buena, valiente, de sonoras estrofas que cantan la
gloria de Sucre con refulgentes figuras. No tanto puede decirse del trabajo en
prosa, quizá por lo mucho que ha escrito ya sobre el mismo tema la señora
Acosta, premiada por nuestra Academia de la Historia, que en 1890 publicó el
erudito trabajo que envió al certamen de entonces (en Lameda y Landaeta
Rosales, 1897, II: 285).
Esta ponderación del trabajo de la colombiana, por lo menos, desvanece una primera
impresión sobre la no presencia de la mujer escritora en estas fiestas. Aunque al
cronista no le parece tan buena la composición que envió Acosta de Samper, ya se
registra un primer aporte. Sin embargo, debemos necesariamente revisar otros textos
de la época, puesto que el cuadro de la participación femenina está todavía
incompleto. A continuación veremos mucho mayor empeño en comunicar los aportes
de las escritoras venezolanas; algunas iniciativas privadas muy concretas, otros textos
y fuentes de estudio distintos al programa oficial, permitieron la divulgación del
trabajo intelectual y cultural de las escritoras venezolanas en estas fiestas de Sucre.
respectivamente], 1894; Margot, 1895; Larrazábal Henríquez y Carrera, 1996 y Diccionario de
Historia de Venezuela, 1997, tomo 1: 26 y tomo 2: 283).
77
3.- Las escritoras en las fiestas de Sucre: reconocimiento “privado” de una labor
patriota, literaria y cultural
El 1ro de febrero de 1895, en pleno apogeo de los días de fiesta, la revista
literaria y cultural El Cojo Ilustrado de Caracas editó un número de gala en ocasión
del importante momento que se estaba celebrando. Por supuesto que este número fue
dedicado a enaltecer la memoria de Antonio José de Sucre; pero resulta interesante
comprobar, además, que el número 75 de esta publicación propuso incorporar a la
celebración otra protagonista: la mujer. Lo que significó, en definitiva, una práctica
de legitimación cultural que aprovechó un mismo momento para conectar dos
asuntos: honrar la memoria del héroe en la celebración del centenario de su
nacimiento y rendir tributo a la mujer venezolana. Esta relación es un asunto que
vamos a revisar por las importantes implicaciones que tuvo en la conformación del
campo cultural e intelectual venezolano de ese año.
3.1.- Las tensiones de la representación genérica
En la presentación que escribió el poeta Eugenio Méndez y Mendoza para
este número de El Cojo... se observa, como en otros textos de la época, la
justificación social que explicaba la presencia de la mujer, de su nombre y estampa,
en las páginas que siguen del número. Por un lado, esa explicación estaba enmarcada
por el recordatorio de un momento de consagración nacional. Por otro, parecía válido
reunir un grupo de damas venezolanas que pudiera representar al amplio conjunto de
78
mujeres, a todas las cuales la revista aprovechó para rendir un homenaje junto al
héroe evocado. Así, bajo el manto protector de Sucre, relacionó dos ocasiones
especiales: la celebración de su centenario junto con el homenaje que ellas también
presentaron
al héroe: “Sólo ocasión tan señalada, en que se ensalza carísima
memoria, era, por lo significativa y singular, la esperada para que rindiese esta
Revista tributo de profundo respeto y alta admiración á la mujer venezolana...”
(Méndez y Mendoza, 1895: 67). Todavía podemos leer en las palabras de Méndez y
Mendoza una preocupación por dejar claras las razones de esta figuración pública: “...
la mujer venezolana, dignamente representada hoy en nuestras páginas por
principales damas, cuya ingénita modestia depone un punto su broquel por dar acceso
al homenaje, no para propia ufanía sino en honra de la patria” (Ibidem. Mi
subrayado). La presentación del Cojo... intenta apaciguar posibles comentarios en
torno a la vanidad y los ánimos de esta figuración. Por ello, podríamos decir que se
neutralizan los temidos dimes y diretes al recordar los valores culturales y patrióticos
del grupo de mujeres acá evocado. El agradecimiento de la revista permitió retribuir
al gesto de las damas que consintieron prestar sus nombres y fotografías a este
número: “Conste aquí que á tal acto de hidalguía de parte de las nobles damas,
corresponde, de la de los Directores de El Cojo Ilustrado, inefable gratitud que ellos
se complacen en hacer notoria en este instante” (Méndez y Mendoza, 1895: 67).
3.2.- Campo cultural con aroma de mujer
79
Esto es lo primero, las justificaciones de rigor para una presentación genérica
marcada por la tensión y ansiedad que produjo las incursiones de la mujer lejos de su
patio de tradicional desempeño doméstico. De segundas, esta presentación de la
revista está pasando a destacar el lugar de la mujer de letras y artes dentro del campo
cultural venezolano. Es, quizá, uno de los primeros reconocimientos de la labor
artística e intelectual de la mujer dentro del campo de desempeño cultural.
Efectivamente, en estas líneas, Méndez y Mendoza incorpora un grupo distinguido de
señoras y señoritas en conjunto con sus producciones musicales y literarias que la
revista publica en ésta y las sucesivas entregas. Estas nueve damas vienen a
inaugurar, para la revista, una sección donde se reconoce el lugar destacado de las
mujeres notables del país:
.... entre las venezolanas cultivadoras de las bellas letras y artes, son de las que
más se han señalado, cuáles por las galas del ingenio, lucidas en el ameno
campo de las letras, cuáles por la elevación del sentimiento, exhibida en los
dominios de arte (Ibidem).
Ya comienza a destacarse una galería de aventajadas venezolanas, que en este caso
vendría a hacerse de un espacio fundacional donde se expresa las creaciones y
actividades literarias y artísticas femeninas. El Cojo..., que promete continuar con
esta galería de destacadas venezolanas, por los momentos segmenta la figuración del
grupo por regiones: así para Caracas, Méndez y Mendoza nombra a Isabel Pachano
de Mauri, la laureada compositora musical que habría de destacarse en las veladas
artísticas musicales del centenario; Ignacia Pachano de Fombona y Margarita
80
Agostini de Pimentel, dos escritoras que, bajo los pseudónimos de Blanca y Margot,
respectivamente, colaboraron varias veces en la revista al enviar sus novelas y obras
dramáticas; María Montemayor de Letts, compositora musical, cuyas piezas de baile,
refiere Méndez y Mendoza, fueron muy populares; de hecho para este número la
revista publica una de esas composiciones: In promptu. Luego menciona a Dolores
Muñoz Tébar de Stolk y Adina Manrique, otras dos compositoras musicales, cuyas
partituras también figuraron en las páginas del Cojo.... Esta primera galería también
encontró representación en la ciudad de Valencia; de allí se menciona a María Teresa
Villalobos de Rojas, talentosa pianista y compositora que había muerto muy joven.
La galería se cierra con Polita De Lima y Luisa Queremel de la ciudad de Coro; de la
primera dama se destacó su talento como poeta.
El importante aporte de El Cojo Ilustrado consistió no solamente en señalar
estos nombres, sino destacarlos como parte de una galería todavía incompleta donde
se incluirían a las venezolanas de talento y merecidos premios. En las sucesivas
entregas se promete continuar con estos retratos de la nueva galería cultural de
artistas mujeres venezolanas, como hemos dicho. Pero además de esto, debemos
insistir, en las páginas del Cojo... se publicaron las novelas, poemas, piezas
dramáticas y composiciones musicales con firma de mujer. En sus páginas se estuvo
conformando las especificidades de un campo cultural donde las mujeres ya fueron
reconocidas como parte activa de éste. Termina la presentación Méndez y Mendoza
reconociendo la importancia del aporte de la mujer venezolana a la cultura nacional:
81
Cosa que mueve por muy alta manera el entusiasmo es la presencia de la
mujer en las lides del ingenio. Signo es éste inequívoco de positivo ascenso en
la cultura de los pueblos; risueña promesa para ellos de venturoso porvenir,
cuando habrá de hallar respeto y primacía la aspiración más alta y noble del
espíritu. Saludemos en esta hora el alboreo de esplendoroso día para las letras
y las artes en nuestra hermosa patria (Méndez y Mendoza, 1895: 67-68).
Esta entrada al mundo de las letras y las artes se equipara con una respuesta de
reconocimiento. Dentro del campo cultural, la mujer obtiene “respeto y primacía”,
reconocimiento de sus cualidades, talentos
y habilidades de creación. La
incorporación a esta república de las letras y las artes pasa en principio por la
divulgación en una revista de prestigio de las producciones literarias y artísticas
femeninas. Desde el lugar institucionalizado de la revista se da mayor crédito y
protección a la incursión de las mujeres en estos mundos intelectuales. Efectivamente,
El Cojo Ilustrado aparece como un canal regulador y reflejo de la vida cultural
venezolana y por ello se precia el esfuerzo de divulgación artístico y cultural de estas
mujeres. Pero vemos, además, que en otras prácticas de incorporación de nombres y
obras de mujeres es posible atender al peso significativo que correspondió a ese
ingreso si miramos la diferenciación del campo intelectual en parcelas particulares de
saberes y disciplinas.
3.3.- La autoridad del saber
Para revisar esto sirve la referencia al Primer libro venezolano de literatura,
ciencias y bellas artes. Ofrenda al Gran Mariscal de Ayacucho (1895), una
82
publicación de la Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes que
se ocupó de ofrecer un balance totalizador de la vida intelectual venezolana. Para ello
la Asociación encargó a connotados escritores, historiadores, estudiosos de la época
la redacción de 24 capítulos particulares que describieran el pasado, los avances y el
estado de diversas materias como la historia, la poesía, el teatro, la oratoria, la
pedagogía, la literatura, la música, la identidad, el periodismo, la imprenta, el
derecho, las ciencias médicas, las ciencias naturales, las ciencias matemáticas y la
bibliografía nacional44. De todas estas parcelas era necesario ofrecer un panorama que
en su conjunto hablara del país, de sus progresos en diversas áreas del saber; como si
cada capítulo fuera la pieza de un gran rompecabezas que en su unidad completa
representaría la “verdad” del conocimiento en Venezuela45. Más allá, se trataba en
44
Los colaboradores para cada una de las áreas del conocimiento que acá se quiso explorar fueron:
Rafael Seijas: “Historiadores de Venezuela”, Pedro Arismendi Brito: “La poesía lírica en Venezuela.
Estudio sobre su progreso y estado actual”, Eugenio Méndez y Mendoza: “Teatro nacional”, Domingo
Santos Ramos: “Estudio sintético acerca de los oradores seglares de Venezuela”, Ezequiel María
González: “Oradores sagrados. Somero estudio”, Pedro Manrique: “Revista de autores didácticos e
institutores”, Guillermo Tell Villegas: “Instrucción popular”, León Lameda: “De la influencia de la
literatura en la legislación de las naciones y en las instituciones políticas”, Rafael María Baralt:
“Carácter nacional”, Eloy G. González: “Informe sobre el periodismo en Venezuela”, Luis R. Guzmán:
“Ojeada al periodismo político”, Manuel Landaeta Rosales: “Escritores venezolanos”, Felipe A. León:
“La imprenta en Venezuela”, Julián Viso: “resumen histórico de Venezuela hasta 1823”, Alejandro
Urbaneja: “El derecho constitucional venezolano”, Nicomedes Zuluaga: “Códigos y leyes”, Rafael
Fernando Seijas: “Diplómatas y hombres públicos de Venezuela”, Laureano Villanueva: “Las ciencias
médicas en Venezuela”, Rafael Villavicencio: “Las ciencias naturales en Venezuela”, José María
Martel: “Los zapadores de la ciencia”, Felipe Aguerrevere: “Las ciencias matemáticas en Venezuela”,
Ramón de la Plaza y la Asociación: “El arte en Venezuela” y Adolfo Frydensberg: “Materiales para la
bibliografía nacional”. Habría que agregar la contribución artística de Martín Tovar y Tovar y Arturo
Michelena, quienes prestaron sus pinceles para ilustrar los avances en el campo pictórico. En el libro
puede verse grabados y fotografías de sus cuadros.
45
Acerca de la pretendida “verdad” que se quiere exponer habría que recordar que la razón de este
proyecto de la Asociación Nacional de Literatura, Ciencias y Bellas Artes y de su publicación misma
fue la molestia que causó un balance incómodo del campo literario en Venezuela escrito por Julio
Calcaño (“Estado actual de la literatura venezolana”, de 1894). Por lo que se organizó como respuesta
una asamblea de escritores que escogió una junta “encargada de obtener por la mediación más
adecuada, una reseña más circunstanciada y completa de nuestro estado intelectual” (Asociación
Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 551). La Asociación pretendió entonces
83
definitiva de ofrecer un reflejo del desarrollo del país en su gesta civilizatoria. Pero
este libro quiso, igualmente, ofrecer una antología general y lo más completa posible
donde se organizara las muestras literarias, dramáticas, ensayísticas de escritores y
escritoras venezolanas.
En torno a este esfuerzo de una asociación privada vale reconocer algunos
rasgos particulares de esta labor en cuanto a la autoridad de su actividad. En primer
lugar, esta tarea de divulgación pasó por un proceso de legitimación a varios niveles
que hizo más confiable y seguro el balance que se prometía ofrecer. Un primer nivel
de legitimación se correspondió con la creación del efecto de autoridad de quien
escribió cada capítulo. Cada uno de los hombres que redactó los diversos capítulos
fue construyendo el edificio intelectual que señaló los avances de la nación. Es el
caso, por ejemplo, de Eugenio Méndez y Mendoza, personaje reconocido de esos
años: poeta, redactor de El Cojo..., narrador, periodista y dibujante, a quien se le
encomendó la redacción del capítulo acerca del teatro en el país. Su tarea consistió en
describir un espacio poblado de autores y obras, en una parcela particular del
conocimiento. En este nivel cada uno de los autores encarnó la autoridad suficiente
para presentar la “verdad” del balance cultural y científico del que estamos hablando.
Incluso, al final del Primer libro... se inserta unas “Notas biográficas” que presenta
los méritos y aptitudes de cada uno de los autores que colaboraron, así como de otros
venezolanos destacados en la vida intelectual y artística venezolana. Aun más, en esta
completar las inexactitudes ofrecidas del campo literario y de otros espacios del saber, ofreciendo un
compendio totalizador y por ello “verdadero”.
84
práctica de construir el efecto de confianza y autoridad, la Asociación, representada
por Rafael Seijas, justifica la escogencia de la persona que habría de redactar estas
“Notas biográficas”: en las manos de Leon Lameda, como el hombre adecuado para
una tarea delicada y comprometida como la de exponer los rasgos distintivos y
superiores de los autores de cada uno de los capítulos del libro. Los propios méritos
de Lameda –su amplia experiencia y dominio en diversas áreas- hizo posible la
presentación cabal de los escritores que habrían de completar el panorama intelectual
del país y Rafael Seijas, como el presidente de la Asociación, ofrece los argumentos
más convincentes en torno a la propia selección de Lameda en base a:
[la reunión de] las condiciones necesarias al grave objeto, á saber:
conocimiento de las cosas y de los hombres; conocimiento de la historia
antigua y contemporánea de Venezuela; conocimiento del carácter individual
de las personas que han participado en mayor grado en el desenvolvimiento de
los sucesos nacionales. Se sabe de memoria los trabajos literarios del mayor
número de nuestros escritores, y puede decir sin vacilar, cuál es el mejor de
cada uno, la escuela del autor, el género cultivado y la tendencia del
pensamiento expuesto (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y
Bellas Artes, 1895: 191);
con toda esta increíble dote intelectual, queda finalmente facultado Lameda para
presentar estos perfiles.
A su vez –como hemos apuntado-, Lameda una vez legitimado en su tarea
como biógrafo, pasa él, ahora, a
descubrir los rasgos de autoridad moral, de
experticia, de sus biografiados. Al presentar la nota correspondiente a Manuel
Landaeta Rosales, Lameda presenta los argumentos que sirven de pilares para la
85
credibilidad del autor: “...su norte es la imparcialidad, su fuerza el análisis, su interés
la prueba documentada, y su fin el honor patrio” (Asociación Venezolana de
Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 535). En el caso de Landaeta Rosales, quien
habría de redactar el apartado correspondiente a la literatura venezolana, en estas
notas se reconoce las cualidades del saber acumulado por el estudioso militar. El
reconocimiento de su legado se relaciona con los días de la fiesta nacional:
Su archivo es inagotable. El centenario de Sucre y todas las festividades
patrióticas que Venezuela ofrece á los héroes en esta época, han recibido en
obsequio de Landaeta Rosales alguna producción de esas que honran é
ilustran los anales patrios (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y
Bellas Artes, 1895: 535).
Los argumentos de legitimidad en torno al carácter de autoridad que representa el
Primer libro... pasa entonces por una rigurosa justificación en la selección de sus
colaboradores; de ellos sus nombres y sus trayectorias ya son garante de una valiosa
reputación intelectual46.
Sin duda, esta tarea de la Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y
Bellas Artes, cohesionadora de la unidad nacional, fue ambiciosa, porque más allá de
trazar una panorámica de la vida literaria nacional, sus coordenadas se ampliaron
46
Belford Moré, en su estudio sobre el proceso de institucionalización del campo literario venezolano,
destaca dos principios constitutivos de éste. El primero se corresponde efectivamente con la autoridad
del sujeto encargado de escribir la crítica y la historia literaria (2002: 15). El segundo principio tiene
que ver con lo que llama “la autoridad del saber”, las pautas específicas de conocimiento que permiten
ordenar, diseñar y controlar la crítica y la historia literaria (Ibidem). Estos principios son los que
estamos considerando en amplitud al momento de revisar la incorporación de las mujeres que escriben
en este proyecto editorial.
86
hacia otros espacios de la vida intelectual, cultural, artística de Venezuela. Estamos,
entonces, ante un esfuerzo enciclopédico por tratar de comprender al país en una
totalidad aparente. Los rasgos de autoridad que puedan derivarse del Primer libro...
también se encuentran en esta voluntad de abarcar la “verdad” del progreso del país
desde diversas áreas del conocimiento. Acá encontramos otro de los niveles de
legitimación.
Luego tenemos otro rasgo para seguir revisando las categorías particulares de
autoridad que reviste el esfuerzo de esta asociación. Está en la propia denominación
del objeto libro y en la voluntad de consagrar tamaño esfuerzo a la posteridad.
Conciencia segura de la Asociación que sabe que su libro servirá de consulta en el
futuro, que servirá como reflejo de la vida intelectual del país. Su denominación
como Primer libro venezolano...
marca un antes y después, “libro inmortal”,
“estímulo poderoso de los que aspiran á levantarse” (Asociación Venezolana de
Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 551), son los términos para describir más
que el libro las aspiraciones de la Asociación, que por ello se reconoce como garante
de credibilidad. Por lo tanto, la Asociación centra su probable institucionalidad en
estos argumentos de autoridad y legitimación. Como se puede leer, la conciencia del
destino de consagración de una publicación seria que “... ocupará, como lo indica su
título, el primer puésto entre las obras nacionales. Podrá hacerse otro más extenso y
aun mejor, pero éste será siempre el primero” (Ibidem). Estos distintos niveles
sirvieron para consolidar el proyecto de un libro vasto en sí mismo, suficiente como
ventana para ver los avances del país. Así como los desfiles cívicos-militares, las
87
fastuosas inauguraciones, las alegorías representadas en el Teatro Municipal, eventos
emblemáticos realizados en ocasión del natalicio de Sucre, este libro fue, también,
otra de las vitrinas para ver al país.
3.4.- Los jardines de las letras
Ahora bien, esta publicación, al igual que El Cojo..., reconoció como parte
del legado intelectual y artístico nacional la incorporación de la mujer venezolana. Si
bien ella aparece referida en el libro, no es una referencia central; sino más bien
periférica,
en los márgenes de algunos capítulos o al final de unas notas. Lo
interesante, en todo caso, pasa por observar esta incorporación como un
reconocimiento de una asociación con ánimos de autoridad. Como bien especifica
Rafael Seijas:
Verse nombrado aquí, aunque sea una sola vez, es una recompensa ofrecida al
agraciado en nombre de la intelectualidad nacional, por el inmenso concurso
de inteligencias que en todos los ramos han contribuido á la formación de este
libro inmortal... (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas
Artes, 1895: 551).
No importa que “Verse nombrado aquí” signifique una mención periférica, al final de
uno de los capítulos. A la mujer que escribe y compone piezas musicales se le
consiguió un espacio de representación y reconocimiento basado en la mención de
sus nombres. Se autoriza entonces la presencia artística y literaria femenina en estas
páginas. Aunque no se diseñó un capítulo particular sobre la literatura femenina se
88
estaba colocando las bases del campo incipiente. En estas páginas del Primer libro…
se refieren algunos nombres que ya estaban poblando un espacio de representación
social.
Como paréntesis o agregado final al capítulo “La poesía lírica en Venezuela.
Estudio sobre su progreso y estado actual” de Pedro Arismendi Brito aparece una
nómina de Manuel Landaeta Rosales que tituló “Poetisas de Venezuela”, no tan corta,
donde se leen los nombres de aquellas figuras femeninas autorizadas a figurar dentro
de la vitrina del quehacer intelectual: 37 nombres de mujeres que escriben. Allí se
refiere un grupo más amplio que aquél que revelaba el número 75 del Cojo. Ahora
bien, sólo se mencionan sus nombres, no aparece un balance de las obras aunque sí
hay una identificación de la autora en cuanto a su desempeño bien como “poetisa”,
“escritora”, “escritora didáctica” o “novelista”. Landaeta Rosales decidió organizar
esta nómina en función de las distintas regiones del país. Allí aparece Coro,
Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Caracas y Guayana; en una suerte de recorrido
que intenta incluir la representación intelectual femenina de todo el país. Entre estos
nombres aparece: de Coro, además de Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso,
Juana Zárraga y Heredia de Pilón, Guadalupe Fortique, Luisa Garcés, Carmen Brigé y
otras; de Valencia: Socorro González Guinán, Mercedes Landaeta de Henríquez y
Luisa Uzlar de Lugo; así sigue con las otras ciudades, de modo que es posible
percibir un desempeño variado por todo el país con excepción de los Andes, que
89
curiosamente no aparece reseñado47. La poca pertinencia del título de este apartado
sobre la lírica femenina (puesto que acá no figuran únicamente poetas) parece
corregirse al final del libro, en el lugar de las erratas, donde se aclara que el título de
esta parte debe leerse más bien así: “Escritoras nacionales”, una suerte de corrección
justa que engloba las diversas ramificaciones del desempeño literario femenino.
En el capítulo sobre teatro en Venezuela, Eugenio Méndez y Mendoza valora
los aportes de Julia Añez Gabaldón, Virginia Gil de Hermoso y Polita de Lima
(Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 30). En la
“Revista de autores didácticos e institutores” de Pedro Manrique, éste reconoce como
educadoras a la sra., viuda de Lozano, Estanislaa Gutiérrez, Concepción Miyares de
Smith, la sra. Monserratte, Antonia Esteller, Dolores González de Ibarra y Carolina
Conde (Ibidem: 53). Como autoras didácticas, Manrique señala a: Mercedes Landaeta
de Henríquez, Antonia Esteller y Socorro González de Guinán (Idem).
Guillermo Tell Villegas, cuando escribe sobre instrucción popular, debe
mencionar otra vez a Antonia Esteller como autora de obras didácticas; en este caso
en una lista de obras de este corte se cita su Catecismo de Historia de Venezuela
como un texto oficial para la escuelas federales por mandato del gobierno nacional
(Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 62) y así sigue
47
Véase la totalidad de la nómina en el apartado correspondiente dentro del capítulo de Pedro
Arismendi Brito (p. 23). De todas maneras hagámoslas presentes a algunas de ellas: de Maracaibo:
Heredia Rincón Oropeza, Inés Yepes, María Yepes, Adelina Romero, Baldomera Rincón; de Caracas:
Sor María Josefa de los Ángeles, Lina López, Isabel Freyre, Avelina Rodríguez, Antonia Esteller,
90
apareciendo la mujer en áreas como el de la imprenta y, en específico, en tareas de
tipografía, como unas señoritas de apellido Soriano para quienes “...son conocidos
todos los ramos de la profesión” como escribe Felipe León (Ibidem: 148).
Ahora bien, las mujeres también supieron organizarse en corporaciones
propias, de esto da cuenta el Primer libro... que reconoce estos esfuerzos particulares
de algunas señoras y señoritas del interior del país. De hecho, al finalizar el capítulo
titulado: “El arte en Venezuela” de Ramón de La Plaza parece cerrarse por un
momento la exposición del estudioso para iniciar unas páginas de reconocimiento a
las mujeres que escriben, componen y que tienen asociaciones culturales. Es la propia
Asociación quien, como figura autorial, reconoce el talento de estas mujeres. Este
esfuerzo del Primer libro…por presentar a los autores, escritores y artistas del país se
coronó al incluir su correspondiente espacio de representación femenino. Al final se
dio una cordial bienvenida48 a las mujeres de las letras venezolanas. En especial a las
damas que decidieron organizarse en asociaciones y corporaciones femeninas. Sobre
esta bienvenida oficial, se leyeron líneas de respaldo y apoyo: “La Asociación
venezolana de literatura, ciencias y bellas artes, se siente orgullosa de incorporar en
su seno los nombres y figuras
de esta constelación de inteligentes damas, que
Dolores González de Ibarrra; de Barcelona: Zoila de Núñez, Blanca Angélica de Armas; de Guayana:
Magdalena Seijas, Elisa González de Alegría, Concepción Acevedo de Taylhardat y otras.
48
Acá se menciona, otra vez, una serie de nombres que los lectores del Cojo... ya conocían. Así se
distingue el trabajo poético de Luisa Queremel y Polita De Lima; en la labores de composición musical
se recuerda a Isabel de Mauri, Dolores de Stolk, María de Letts, Adina Manrique, Ada de Irribarren y
Amelia Pérez Dupony; mientras que de las autoras de prosa mencionan a Ignacia de Fombona y
Margarita de Pimentel (p. 290). Estas mujeres ampliaron la galería inicial propuesta por El Cojo... y en
ésta se reconocieron la incorporación más numerosa y variada de estas representantes de las letras y las
artes.
91
iluminan el horizonte...” (p 291). Así se terminó de reconocer un espacio de
desarrollo específico de la mujer venezolana, un espacio que podríamos ver,
siguiendo las imágenes de la época, como un esmerado jardín de las letras que
comenzaba a recibir la cosecha intelectual de la mujer venezolana.
4.- Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso: alas para imaginar la nación
Desde años antes a 1895, un grupo de señoras y señoritas de la ciudad de Coro
se estaba organizando de un modo tan eficiente que cambió las características que
hasta el momento describían la participación social de la mujer. Esto no era un
secreto para el resto del país, por lo menos no lo era para quienes solían leer El Cojo
Ilustrado y el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes,
importantes publicaciones de la época donde se divulgaron estas tareas de
organización, como ya vimos.
4.1.- Méritos civilizatorios de Polita
En éstas y otras obras ya se estaba hablando de la interesante tarea de
organización cultural que Polita De Lima49 llevaba a cabo. Nos interesa sobre todo
insistir en una serie de razones y rasgos que describen una tarea singular de desarrollo
social. En todas estas palabras escritas a favor de De Lima se está, igualmente,
92
considerando el peso específico que la autora debería tener dentro del campo cultural
de participación y representación venezolano. Estos diversos autores que conocieron
a Polita De Lima, su desempeño y que escribieron sobre ella, también ayudaron a
“institucionalizar” a Polita y su labor civilizadora; son estos mecanismos de
divulgación los que van consolidando este reconocimiento de la mujer venezolana
dentro de los espacios de tradicional desarrollo cultural. Revisemos sólo a dos de
estos autores.
El novelista Manuel Vicente Romerogarcía estaba muy interesado en conocer
lo que las mujeres escribían, “...por saber como piensan” (Romerogarcía, 20 de
septiembre de 1894, No. 10: 113), dice y así escribe una reseña que titula: “Las
muchachas corianas” para la revista literaria Cosmópolis sobre Polita y sus
compañeras de Coro. La principal característica que Romerogarcía distingue de la
labor de estas jóvenes es su obra civilizadora con Polita De Lima a la cabeza (Ibidem:
111). De ella reconoce una serie de atributos que consolida un lugar destacado dentro
de la vida cultural de esa ciudad: desde la fundación de la Sociedad Alegría, de la
cual hablaremos más delante, pasando por la colección de una estupenda biblioteca,
así como la inauguración de obras emblemáticas para la cultura de la región y la
publicación de su propia revista literaria; en fin, Romerogarcía reitera en presentar a
Polita como un pilar fundamental de la obra civilizadora de la mujer, lo cual le sirve
para insistir en la necesidad de educarla: “El que quiera civilizar, que alce templos á
49
Polita De Lima (1869-1944) fue una escritora muy conocida y apreciada. Básicamente se le recuerda
como poeta, pero también se desempeñó en otros géneros. Es autora de: Anatolia, comedia dramática
93
la mujer; que dignifique y levante el molde que brota los obreros del progreso”
(Romerogarcía, 1894: 112). Romerogarcía, como otros autores de esos años,
comprende que los caminos de progreso del país pasan por la iniciativa de moldear a
quienes habrían de cuidar y educar a los futuros ciudadanos de la nación: la mujer
venezolana. Los empeños y alcances de las tareas que Polita De Lima llevó a cabo
pasan por la consideración del lugar de la educación que esta mujer adquirió. Esta
discusión no era nueva, el asunto de la emancipación femenina todavía tenía un buen
trecho que recorrer; en este caso la advertencia del novelista pasó por señalar la
importancia de la enseñanza efectiva a la mujer:
...de la civilizadora quedará más que el nombre, la enseñanza: esa muchacha,
ha dado un grande ejemplo, protesta enérgica contra el oportunismo de toda
nuestra vida independiente: sólo arraigan y florecen las civilizaciones que
parten de la emancipación de la muger (Ibidem).
Para quienes leyeron esta reseña se estaba conformando una serie de razones y
atributos que describían de un modo activo el desempeño intelectual de esta autora en
particular. Otros rasgos se agregarán como los que presenta Jacinto Regino Pachano
en 1894 cuando escribe “Para el Album de la Sta. Polita J. De Lima” en El Cojo
Ilustrado. Allí Pachano aprecia en Polita un valor absolutamente moderno como es el
reconocimiento de la autonomía del yo. Con la adquisición de esta autoconciencia,
Pachano reconoce el interés de la mujer coriana hacia el mundo de las letras y las
artes; lo ve como una aspiración justa en la medida en que la mujer no abandone su
misión como madre y esposa:
(1917); Átomos (1897); Ladrón de sal (1938), entre otras producciones.
94
La mujer coriana [...] consciente, autónoma, con alta idea de su misión sobre
la tierra, con representación propia, segura de sí misma, segura de sus
facultades, aposesionada de su yo, sin romper el linde que circunscribe las
actividades morales é intelectuales de su sexo, aspira á segar en las lizas del
ingenio el lauro de las diosas del Parnaso (Pachano, 1894: 288).
Con estas palabras, el autor avala un grado de madurez representativo de la mujer, lo
que significaba el resultado de estas exitosas incursiones en las tareas de organización
de actos de celebración en los días de las fiestas patrias. Esta seguridad en sí misma,
en sus facultades, este don de civilidad, sin duda, legitima para todos los lectores de
estas reseñas la aspiración al ingreso dentro del mundo de las letras. Como hemos
visto, los lectores ya conocían estas adelantadas incursiones de Polita dentro del
mundo de las letras, años antes de 1895 y algunos años después, los lectores también
habrían de ver otros importantes reconocimientos de la condición de Polita como
poeta y “princesa del parnaso venezolano” en 191350. Esta autonomía y conciencia de
sí misma que sirvió de impulso para el desarrollo de sus facultades y talento hizo
posible la organización de una serie de actos públicos en conmemoración de los días
del centenario de Sucre y, sobre todo, dibujó un registro maduro y eficiente de la
participación femenina. No fue entonces un secreto guardado estas iniciativas de
organización cultural. Veamos estos esfuerzos de Polita junto con Virginia Gil de
Hermoso.
50
Luego de una encuesta que hizo la revista literaria Idilios (de la localidad de Pampán, en los andes
venezolanos) para seleccionar a la mejor poeta del país, se le concedió el título de “Princesa del
95
4.2.- La Alegría del centenario de Sucre
Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso51 fundaron una sociedad cultural
femenina que vino a agrupar los intereses de las muchachas inquietas de la región. La
sociedad Alegría52 representó un esfuerzo reivindicativo del papel de la mujer en la
gestión cultural. Igualmente, esta sociedad tomó parte en la organización de una serie
de actos y veladas artísticas vinculados a los festejos de las más importantes fechas
patrias. En ese sentido, estamos ante el empeño de un grupo de mujeres que se
aseguró un lugar importante de representación. Veamos cuáles fueron las estrategias
de esta sociedad
que le permitieron sobrevivir dentro del campo de la cultura
nacional.
Los objetivos de la sociedad están claramente emparentados con una misión
nacional que es la de “...perpetuar la memoria de los Héroes y Patricios de que
enorgullece la Nación Venezolana”, palabras dichas por Polita De Lima en la sesión
extraordinaria del día 27 de julio de 189553, a propósito de la decisión de promover
un certamen literario de prosa y verso para conmemorar el centenario de Sucre (en
Flores y Letras, 28 de febrero de 1895, No. doble 13 y 14: 144). Para llevar a cabo
parnaso venezolano” a Polita De Lima por una votación “recogida entre la prensa y diversas personas
inteligentes” (en Hernández Chapellín, 1959: 47).
51
Además de una serie de discursos y monólogos, Virginia Gil de Hermoso (1856-1913) también se
dedicó a escribir novelas. De estas últimas se conocen: Incurables (1905); ¡Sacrificios! (1908) y El
recluta (1978).
52
Esta sociedad femenina comenzó a operar en 1890 hasta 1895.
53
Parece haber una incongruencia en la reseña de esta fecha; sobre todo al corroborar que no es sino el
3 de febrero de 1895 cuando se conoce el resultado de los ganadores de este certamen literario
96
esta meta, el grupo de señoras y señoritas editó su propia publicación titulada Flores y
Letras. Revista de Ciencias, Artes y Literatura; asimismo ejecutó otras acciones que
consolidaron mucho mejor un espacio activo de participación54. Este ideal de la
sociedad de contribuir con el “engrandecimiento” de la Patria estuvo íntimamente
relacionado con aquellas premisas de las que hemos estado hablando en torno a la
labor civilizadora: la de llevar las luces del progreso a cada rincón del país.
El éxito de la sociedad Alegría debe entenderse a partir de la principal
estrategia de las damas corianas. El impulso de la sociedad Alegría se llevó a cabo
gracias a las alianzas que se hicieron con los representantes políticos de la región y
del país. Esta organización femenina estaba, además, integrada por una Junta
Directiva compuesta por los hombres más ilustres de la región, lo que le aseguraba
cierta autorización y legitimidad para sus planes55. Los espacios de autonomía que se
ganaron hicieron posible comprender de qué manera estas mujeres pensaron la
nación.
La Sociedad Alegría intervino en las fiestas de celebración del natalicio de
Sucre al convocar a los escritores del país y de toda la América Hispana a enviar sus
convocado por la sociedad Alegría. Mal puede entonces fecharse en julio de 1895 la convocatoria a
este certamen.
54
Algunas de las actividades que llevó a cabo la sociedad Alegría expresan una habilidad exitosa al
momento de ejecutar sus aspiraciones: la construcción del teatro Armonía, la plaza Zamora, el bulevar
Bolívar, la fundación de la Biblioteca Colombina, la Escuela Nacional de Niñas; también llevaron a
cabo diversas actividades de ornato público (Diccionario de Historia de Venezuela, 1997: 25).
55
Ver el importante estudio que Dunia Galindo presentó a la Revista Iberoamericana donde ofrece los
pormenores de esta historia de exitosa gestión cultural. El título de su artículo es: “Espacio público y
poder político en Armonía y Alegría: dos sociedades culturales de mujeres en el siglo XIX”.
97
obras. Los dos temas del concurso: “Sucre y su tiempo”, para los escritos en prosa, y
“Patria”, para las composiciones en verso, son una invitación para explorar el interior
de una idea acerca de la fundación de la nación.
El discurso de Polita De Lima, a propósito del acto de entrega de los premios
literarios, recuerda los finales trágicos de excelsos hombres de la historia universal y
ahí incluye a Sucre. La idea de la oradora era resaltar el mecanismo de la memoria
nacional, que recuerda los atributos de grandeza de sus héroes caídos para luego
revivirlos por siempre en la memoria de todos. De la misma manera se está
recordando al héroe en una celebración civil y en paz; se confronta, por tanto, los
tiempos inestables de las guerras de emancipación con la tranquilidad del presente
(“Discurso de la Presidenta Srta. Polita de Lima”, en: Flores y Letras, 28 de febrero
de 1895, No. doble 13 y 14: 140).
Mas no era la primera vez que la sociedad Alegría proponía una velada
literaria con fines patrióticos. Otros discursos y conferencias nos muestran otras
maneras para volver a imaginar las marcas originarias de la nación.
Virginia Gil de Hermoso contó una versión interesante sobre la historia de la
independencia, donde incluyó la participación de la mujer en estos espacios. Con la
diferencia de que Gil de Hermoso no se refirió a un personaje de ficción, sino que
recordó a una mujer de carne y hueso. La “Cuarta conferencia” del mes de enero de
1895 formó parte de los actos en homenaje a la heroína de Colombia, Policarpa
98
Salavarrieta. Allí Virginia Gil de Hermoso reacomodó el espacio que consagraba a
los héroes militares; ahora éstos debían moverse un poco para que entraran las
heroínas de la nación.
Al principio de su disertación, la oradora enmarca sus palabras dentro de una
de las tareas emblemáticas de la sociedad Alegría y dice: “...permitidme cooperar con
la sociedad ´Alegría´ en hermosa-tarea de mostrar las líneas de luz que han dejado las
huellas de aquellos que lucharon por nuestra emancipación política y social” (en
Flores y Letras, 31 de enero de 1895, No. doble 11 y 12: 119). Esa tarea de labor
educativa, consagrada en sus propios principios constitutivos, como ya vimos,
legitima el gesto que a continuación se desarrollará, el cual es exaltar los méritos de
Policarpa Salavarrieta56 en las luchas de la independencia colombiana.
Gil de Hermoso contaba cómo los registros que se acercaron a la labor de
independencia de Bolívar se habían multiplicado de tal manera, que parecería difícil
agregar algo nuevo a la historia que todos conocían: “No seguiremos á nuestro
glorioso Libertador en su maravillosa carrera de triunfos y prodigios. Ya han sido
repetidos los asombrosos hechos de aquel hombre extraordinario...” (Ibidem: 121). La
cantidad de adjetivos que usó para inflar la grandeza del personaje pareció compensar
la decisión de no hablar, en esta oportunidad, del Libertador. Gil de Hermoso
propuso, así, otra mirada de reconstrucción, porque aunque: “Suya es la gloria de la
56
Policarpa Salavarrieta (1795-1817), heroína y mártir de la independencia colombiana. También se le
conocía como la Pola. Fue condenada a muerte por servir a la causa patriota.
99
libertad de la América, [...] á su lado también como astros del cielo de nuestra libertad
alumbran otros soles” (Idem).
Exponer a este otro sol de la independencia, significó pasar a contar cuál fue
el desempeño de la heroína Policarpa Salavarrieta opuesta al régimen español. Llama
la atención la interpretación que se ofrece de la historia de amor de la propia
Salavarrieta con el joven realista Alejo Savarain. Pues en esta narración se propuso
un valor importante para los imaginarios culturales del momento: la separación entre
mente y corazón. Al igual que algunos personajes femeninos de novelas o dramas de
la época, Policarpa preservó su honra al contener las emociones de su alma. Ella
“...no vacilaba en sacrificar los afectos mas caros del corazón á la causa de la patria y
la libertad” (en Flores y Letras, 31 de enero de 1895, No. doble 11 y 12: 123). Pero,
en esa oportunidad, este sacrificio se cumplía lejos de casa y a solas, sin la compañía
de la familia. La historia de Policarpa Salavarrieta sitúa a la mujer en otros espacios
de participación, en medio de la plaza pública y frente a un pelotón de fusilamiento.
Dos méritos se ensalzan de la heroína: el primero es esta firmeza y contención en los
momentos cumbres de su vida (cuando fue hecha presa y luego fusilada) y el segundo
es la entrega en cuerpo y alma a una idea libertaria.
Al igual que los otros soles de la independencia, éste merecía formar parte del
parnaso fundacional: “Policarpa Salavarrieta es digna de la deificación de la patria y
de los honores de la posteridad. Su alma al elevarse en el azul del cielo americano fue
á dar tintes á la aurora de la libertad” (Ibidem: 125).
100
Las conferencias de Virginia Gil de Hermoso y de Polita De Lima estaban
reconstruyendo la memoria de la nación, buscaron abrir espacios alternativos donde
la mujer se representa como otra pieza importante de la historia nacional.
Por último, habría que recordar que en una conferencia anterior del 28 de
abril de 1894, ya Polita De Lima había abonado el terreno de esta siembra cuando
presentó un bosquejo de “...algunas de las notabilísimas figuras femeninas que
tomaron parte en las luchas de la emancipación americana” (Polita De Lima: “Tercera
conferencia”, en: Flores y Letras, 1894: pp 13-22). Allí no se concentró en exaltar
solamente los logros y la significación de Policarpa Salavarrieta, sino que incluyó
“...un manojo de luz de egregias heroínas...” (Ibidem: 13). El catálogo de heroínas
venezolanas apareció para completar la participación de la mujer en la emancipación
del país, allí se encontraban los nombres de Luisa Cáceres de Arismendi, Josefa
Antonia Tovar, la Camejo, Cecilia Mujica, Bárbara de la Torre, Carmen Mercier. En
esta exposición se habló del sacrificio de todas ellas. La conferencia sugiere una serie
de argumentos que tenía que tomarse en cuenta por los nuevos historiadores del país.
Estas heroínas podían aparecer referidas en las próximas novelas históricas donde
debía narrarse los sacrificios de los primeros venezolanos.
Las conferencias históricas de Virginia Gil de Hermoso y Polita De Lima
significaron un esfuerzo importante de las escritoras venezolanas por participar en un
proceso de reconstrucción nacional, pues en sus páginas y palabras se estaba
101
imaginando de nuevo el origen de la nación; esta vez desde otra sensibilidad y desde
otros protagonismos. En este caso, desde la periferia genérica y geográfica; es decir,
desde la condición de mujer que escribe y desde una desértica ciudad del interior del
país se estaba ofreciendo otras páginas para comprender la nación, para imaginarla y
celebrarla junto con sus héroes patrios, junto con el Mariscal Antonio José de Sucre.
En estas fiestas de celebración patrias, como se ha visto, no solamente se
recordó al héroe del momento: Antonio José de Sucre, sino que su evocación y el
recuerdo de sus gestas y esfuerzos sirvió para hablar de los sueños de progreso y paz
de un país descorazonado por las guerras. De modo que quedó en evidencia un modo
de recordatorio y advertencia frente a los sinsabores de la guerra, la posibilidad
“espontánea” de salir de éstas y celebrar un acuerdo común de bienestar. Eso hizo el
equipo de la Junta Directiva de Caracas y, por supuesto, de este acuerdo de fiesta
nacional se benefició el gobierno de Joaquín Crespo. Por eso estos programas de
fiestas tan largos y concurridos, los numerosos desfiles, las retretas, arcos triunfales y
juegos de luces. Fue la celebración donde se exaltó la gesta libertadora de Sucre y, al
mismo tiempo, se celebró la paz de la república lograda bajo el mandato de Crespo;
pero, en estos días también se evidenció un proceso interesante: el de la incursión de
la mujer en tareas de organización social y cultural. Esto último sirvió de marco
justificativo para las participaciones femeninas en los escenarios de los teatros de las
ciudades, donde se escucharon discursos, sonoridades y se hicieron puestas en
escenas simbólicas. La mujer que escribe, hace música, organiza concursos literarios,
da discursos, todo esto se materializó bajo un marco regulatorio –los programas de las
102
fiestas¾ que simultáneamente dejó ver los alcances de estas tareas de desempeño
cultural junto con un reconocimiento de los rasgos y valores distintivos de estos
talentos. Por eso decíamos desde el comienzo – en el título de este capítulo¾ “1895:
De fiestas patrias y mujeres que escriben” porque fue un año donde las mujeres
también propusieron otras marcas para considerar la fiesta de la nacionalidad, desde
el nacimiento de sus héroes, pasando por las marcas fundacionales del origen de la
nación y las particularidades femeninas de un campo cultural e intelectual venezolano
de finales de siglo.
IV.- FOTOGRAFÍAS DE FIESTAS: LAS IMÁGENES DE DOS
CENTENARIOS
(1883 y 1895)
Las siguientes páginas son como el album de estas fiestas patrias. Hemos
hecho una recopilación de aquellas imágenes que vendrían a complementar nuestra
exposición y análisis previos. Estos registros fotográficos, precisamente, muestran los
escenarios de control donde se ejecutaron los grandes desfiles; la Plaza Bolívar con la
imagen de la catedral al fondo o la fachada que se distingue del Panteón Nacional son
escenarios que todavía conviven en el agite de nuestra ciudad del siglo XXI. Pero acá
evocamos estos escenarios en su pasado, en su antigüedad con otras gentes. También,
se presentan retratos de escritoras y compositoras musicales básicamente. Creemos
que un trabajo de investigación que ha insistido tanto en el papel de las mujeres
venezolanas en estas fiestas patrias merece un espacio para mostrarlas, para ver sus
gestos y poses de moda. Pero también para apreciarlas y verlas en su dimensión
física, palpable, como mujeres de carne y hueso. El retrato de Zulima es muy especial
porque de ella se sabe muy poco. De modo que esta fotografía la descubre ante todos.
Esta imagen de principios del siglo XX muestra a una Zulima mayor; me refiero a
una matrona venerable que está entregada con esta estampa a la salida del anonimato.
Ojalá sirva este documento para seguir indagando en los misterios de Zulima.
104
Pero este album tiene más cosas que mostrar. Por ejemplo las portadas de los
libros que se mandaron a editar en conmemoración de estos centenarios. Es posible
detenerse en la portada del Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas
artes (1895) o en las otras imágenes tomadas de sus páginas. Hay una muy hermosa
que representa un cuadro alegórico a la usanza del fin de siglo. El lector se detendrá
en la leyenda correspondiente que presenta la estampa de unas jovencitas que se ven
unidas entre sí a partir de las coronas y arcos efímeros que relacionan héroes militares
y civiles. Además, otras fotografías registran objetos de intercambio para estas
fiestas, como partituras de música, medallas, diplomas, cuadros estadísticos,
propagandas y más.
V.- CONCLUSIONES
En este paseo de investigación por la historia del país, nos detuvimos en el
estudio y comprensión de dos momentos de celebración de la historia republicana:
los centenarios del natalicio de sus héroes de la libertad (el Libertador Simón Bolívar
[1883] y el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre [1895]). Nos interesó
revisar los mecanismos de conformación que las Juntas Directivas respectivas
llevaron a cabo al momento de organizar estas fiestas. Nos detuvimos, además, en los
programas que estas Juntas diseñaron y comprobamos, en el plano de los hechos, lo
que se hizo finalmente al seguir estas planificaciones. Al revisar lo que la prensa
exponía de estas fiestas nos dimos cuenta de la proporción cuantiosa de recursos
técnicos y humanos a la hora de realizar los desfiles y las demás actividades
planificadas (la Exposición Nacional, las sesiones solemnes de las principales
sociedades y corporaciones privadas, los actos artísticos en el Teatro Municipal, la
edificación de arcos efímeros, fuegos artificiales, la iluminación pública en plazas y
recintos, la extensa correspondencia oficial a nivel nacional e internacional, etc.). Las
crónicas de prensa revelaban hasta qué punto se había logrado cumplir lo que los
programas
proponían.
Pero,
sobre
todo,
nos
interesaba
comprender
las
particularidades de dos tipos de relaciones que se cruzaron con la organización y
participación en estos eventos. Nos referimos a la participación de las mujeres en
137
estas fiestas patrias y la relación del poder político –léase los gobiernos de Antonio
Guzmán Blanco y Joaquín Crespo- con estos hechos.
Vamos a referir los resultados a los que llegamos en esta investigación
considerando, en primer término, este cruce entre mujeres y fiestas patrias. Para ello
recordemos las preguntas que guiaron el trabajo en este sentido: por un lado, ¿qué
significaron estas celebraciones para las escritoras venezolanas? Por otro, la
participación en estos eventos, ¿qué resultados concretos trajo? Acá señalamos
algunas respuestas: tales participaciones significaron para las venezolanas, en general,
una oportunidad extraordinaria para dejarse ver en muchos sentidos. Desde la reseña
de las hermosas jóvenes que asistieron a las elegantes fiestas de los centenarios, hasta
la descripción de los cuadros vivos que se escenificaron en los teatros de todo el país,
el estudio de las fiestas patrias también permitió rastrear el desarrollo de un campo de
actividad cultural, artístico, musical y literario con protagonismo femenino. En otras
palabras, las mujeres se dejaron ver en su estampa, voz, gesto y pensamiento. Ellas se
fueron constituyendo en grupos de expresión que dieron forma al campo cultural
femenino de los últimos años del siglo XIX.
Gracias al desarrollo de estas fiestas, el conjunto variado de mujeres, con
múltiples intereses y diversos grados de compromiso con estos actos, encontró un
modo seguro de participación. Ese temido tránsito, del espacio del hogar a las calles
de la ciudad, fue posible gracias al respaldo que recibieron las mujeres de participar
en estas actividades. Por lo tanto, estas fiestas aseguraron un desempeño social-
138
genérico acorde con los postulados tradicionales de los sectores de poder (político y
cultural). La mujer continuaría representando el eslabón de la cadena doméstica. Ella,
desde el hogar, se siguió proyectando como la garante principal de la educación
familiar. Su condición de mujer, madre, hermana, hija y esposa no se diluyó en estas
invitaciones a participar en eventos públicos de carácter patriótico. Más bien se
exaltaron estas múltiples virtudes. Veamos cuáles fueron esos diversos escenarios de
la participación femenina en los días de fiesta nacional.
En primer lugar encontramos un espacio de acción ligado con las actividades
de caridad y beneficencia pública. Tradicionalmente este espacio ha estado reservado
a las señoras y señoritas de los sectores sociales más altos. Podemos recordar cómo,
para el caso del centenario del natalicio de Bolívar, se convocó a la primera dama de
la república, Ana Teresa Ibarra de Guzmán, para que llevara adelante el pedido de la
Junta Directiva de recaudar dinero para los pobres y desvalidos. También, se
describió la participación en el largo desfile cívico-militar del 4 de febrero de 1895 al
Panteón Nacional de las diversas sociedades y corporaciones; entre ellas, la Sociedad
Benéfica de Caracas. En esa caminata más de una señora y señorita, ganada a la
beneficencia, se prestó a participar en el desfile para honrar a Sucre.
Un segundo espacio de desempeño femenino lo podemos ubicar para aquellas
damas con aficiones para el canto y la actuación. Sería el sitio del espectáculo
artístico y musical. Allí encontramos tanto a las aficionadas al canto como a la
compositora de temas musicales o la organizadora de actos culturales. Ya habíamos
139
observado el caso de Antonia Esteller, quien fue la pieza clave al momento de
ordenar el salón femenino de la Exposición Nacional en 1883 y que en 1895 había
dirigido el cuadro alegórico en honor a Sucre en el Teatro Municipal. En estas fiestas
patrias se ejecutaron piezas musicales especialmente compuestas para estas fechas y
algunas de éstas fueron creadas por el talento especializado de las mujeres
compositoras. Al describir uno de estos actos, el del 2 de febrero de 1895 en el Teatro
Municipal, leíamos acerca de la emoción del público al escuchar la melopeya Glorias
Patrias, cuya música había sido compuesta por Isabel Pachano de Mauri.
Un tercer modo de participación descubre las actividades artesanales,
económicas y empresariales. Como se dijo, un espacio inédito y sorprendente. Este
tipo de intervención lo observamos en la Exposición Nacional del centenario del
natalicio de Bolívar. Un grupo muy diverso de mujeres participó en esta exposición al
remitir tal cantidad de artículos, algunos premiados en los concursos respectivos,
como: cuadros de insectos, hamacas, guantes, alfombras, bálsamos, productos textiles
de algodón, de cacao, producción de vino y otros licores, corsés higiénicos; además
de los tradicionales trabajos de bordados, encajes y pasamerías. Si bien los
organizadores esperaban recibir muestras de las habilidades manuales femeninas y así
se dispuso al presentar el salón oriental del Palacio de la Exposición, pocos esperaban
ver otras clases de productos salidos del ingenio y de la especialización técnica de
unas mujeres que no estaban en la mira de quienes habían diseñado estos nichos de
participación.
140
El siguiente espacio de participación se corresponde con el intelectual. Acá se
ubican las damas que escriben. Gracias a estas fiestas patrias, pudimos relacionar el
drama de Zulima, María o el despotismo, con el contexto de su aparición y
desaparición simultánea57. En este lugar de intervención, sin duda, se fue
construyendo un campo cada vez más institucionalizado: el de la literatura nacional y,
como un sub-campo del mismo, el de la literatura femenina. La pluma de Polita De
Lima, Soledad Acosta de Samper, Zulima, Antonia Esteller, Virginia Gil de Hermoso
y otras autoras venezolanas y extranjeras dejó testimonio certero del pensamiento de
estas mujeres para los días de máxima celebración. Dentro de este apartado se
descubre un espacio novedoso de la participación femenina: el de la gerencia cultural.
Sobre todo vimos el desarrollo que alcanzó esta tarea en la ciudad de Coro, con la
sociedad Alegría y su revista Flores y Letras. Allí, el esfuerzo tenaz de Polita De
Lima y Virginia Gil de Hermoso mostró una enorme y efectiva capacidad para
construir obras públicas, dejar publicaciones, organizar concursos literarios, ofrecer
tertulias, dar discursos en un ámbito de crecimiento intelectual y cultural. Resultó
estimulante leer las conferencias que estas mujeres ofrecieron; en ellas se dejó ver las
singularidades de un pensamiento que imaginó otras marcas para la historia de la
independencia nacional.
En “Las últimas páginas” del Primer libro venezolano de literatura, ciencias y
bellas artes se puede leer una invitación que hizo la Asociación Venezolana de
57
Como se ha apuntado en el primer capítulo, el manuscrito del drama fue aceptado por la Junta
Directiva que organizó las actividades del centenario de Bolívar. Pero la obra no fue mencionada en
141
Literatura, Ciencias y Bellas Artes para la realización de un congreso literario,
científico y artístico, que se realizaría el “próximo” 24 de julio de 1895 ó 1896,
donde sus principales integrantes serían, precisamente, “... las socias fundadoras de
las sociedades literarias `Armonía´ y ´Alegría´, de Coro” (Asociación Venezolana de
Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 552), junto con otras corporaciones
femeninas de las ciudades de Lobatera, en los andes venezolanos, y Caracas. El
énfasis que se pone en la asistencia de estas señoritas procuró expresar un deseo
importante para la mujer venezolana, el cual es “...dar á la mujer el puésto que merece
en la dirección de los destinos públicos” (Ibidem).
Acá se lee un genuino
reconocimiento a las tareas de gerencia cultural; pero, además, en estas líneas se
desprende un gesto de aprobación en cuanto al camino transitado de la mujer en el
espacio público. Ya parece la hora de dar un respaldo a esa entrada a la arena cultural
e intelectual. Fueron palabras de reconocimiento a las labores de gerencia,
pensamiento y palabra escrita combinadas con un deseo por extender una red de
corporaciones a todo lo largo del país.
Por lo tanto, una revisión de los distintos significados que tuvieron estos
festejos pasa, en un término, por la consideración genérica que se institucionalizó –la
contribución de la mujer-madre-esposa-hija fue esencial en esos momentos de
consagración nacional- y que a la larga permitió la incursión de la mujer en espacios
de mayor profundidad intelectual, social y cultural. Ahora veamos otros significados,
para otros actores fundamentales, de estos episodios festivos. Habría que hacerse,
los respectivos catálogos literarios de la exposición como si de pronto hubiese desaparecido.
142
entonces, una pregunta similar: ¿qué significaciones tuvieron las celebraciones patrias
para los distintos gobiernos y sectores del poder político? En las respuestas que
hemos obtenido a lo largo de esta investigación se evidencia el continuo provecho
político que sacaron los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo ante
tales acontecimientos. Las fiestas patrias no solamente celebraron a los héroes que se
evocaban, sino que fueron celebraciones a las propias obras de Guzmán y Crespo.
Para el caso de Guzmán Blanco, habría que reiterar que en estas fiestas también se
celebraba a su persona; vale recordar las medallas que se entregaron para la
Exposición Nacional, donde apareció la efigie de Guzmán, en primer plano, y la de
Bolívar, al fondo. Los logros concretos que estos dos gobiernos expresaron en las
celebraciones son los siguientes: para el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, el
progreso del país, su camino hacia la modernización, fueron las ideas centrales que
una y otra vez se comunicaban. Por lo tanto la inauguración del tren que unía la
ciudad de Caracas con la Guaira fue un hecho que legitimó este discurso del progreso
y modernización de Venezuela.
Para el gobierno de Joaquín Crespo, los días de celebración le sirvieron para
hacer correr la idea de paz y unión nacional. Si hubo menos oratoria por parte de
Crespo en comparación con la proliferación verbal de Guzmán; en cambio, se hizo un
extenso programa oficial de muchas semanas donde se inauguraron importantes
obras. La correspondencia oficial, así como las noticias de la prensa insistían en el
éxito de unas fiestas que reunían en su totalidad al país en una atmósfera de paz y
estabilidad. Los actos estuvieron programados para las respectivas inauguraciones de
143
obras y monumentos que habrían de permanecer en la memoria colectiva en un
recuerdo de los días de alegría y estabilidad social (algunas de estas obras fueron la
inauguración de una estatua a Bolívar, la plaza de Ayacucho y la puesta de la primera
piedra de la estatua a Sucre). Quizá era el esfuerzo de un gobierno por intentar
legitimar las tareas “civilizadoras” de una gestión bastante criticada58.
Entonces, fueron estas fiestas patrias la excusa para celebrar los logros del
gobernante junto al recuerdo de Bolívar y Sucre. Se celebró a los héroes y se celebró
el progreso y la paz del país. Estas estrategias políticas respaldaban así un conjunto
de valores republicanos en consonancia con las aspiraciones de dominio del poder. En
todo caso, estas estrategias ayudaron a configurar una suerte de refuerzo imaginario
de ideas acerca del progreso y la paz de la nación. Las fiestas patrias fueron en sí
mismas un conjunto de eventos y actos que programaron otros imaginarios de la
nación. Debido a su carácter eminentemente visual y programático, estos eventos
exhibieron los logros del país y ayudaron a producir un sistema de representación
social, nacional, donde un colectivo encontró los lazos de comunión. Ahora se estaba
en presencia de celebraciones fundacionales que recordaban el nacimiento de estos
próceres de la nación e invitaban a la reunión y al reconocimiento en igualdad de
todos. Así se fue proponiendo un nuevo ritual republicano: el de la conmemoración
de fechas constitutivas de la vida nacional. Cada uno de los habitantes participó en
58
El segundo gobierno de Joaquín Crespo (1892-1898) pecó en sus manejos irregulares de las finanzas
públicas, lo que desató situaciones de crisis y emergencias económicas con altos índices de desempleo
y descontento general. Pese a este panorama, parece ser que Crespo pudo asegurar la paz del país, con
144
eventos que, en tanto espectáculos, convertía a quien asistía a los desfiles o actos en
el Panteón Nacional en testigo, protagonista y actor principal de una puesta en escena
del orgullo nacional. El ser parte de un espectáculo visual, con todo lo que eso
representó: ornato de las calles, construcción de monumentos, de adornos efímeros y
arcos triunfales, la exhibición de fuegos de artillería y artificiales, uniformes, trajes de
gala, los discursos de ocasión, los sonidos y temas de la banda marcial, transmitió en
todos la sensación de “´hacer creer y de hacer ver´ para movilizar” la fe en la nación y
en sus gobernantes (Bourdieu citado por Gutiérrez, 2003: 10). En tal sentido puede
hablarse de una violencia simbólica detrás de la propuesta de cada programa de estas
fiestas, donde sus organizadores impusieron significaciones a todo un colectivo en
aras, como se ha insistido, de la unión nacional.
Fueron las fiestas patrias parte de esa maquinaria ideológica que, junto con
otras prácticas sociales (la escritura de manuales de conducta, leyes, reglamentos,
discursos, gramáticas, novelas, obras de teatro, la constitución de un sistema de
escolaridad nacional, la presencia de la prensa, etc.), determinó un imaginario en
construcción que exaltó estos valores de la comunión colectiva, la identificación
general en el amor a los héroes patrios y la percepción de estar ligados a los grandes
hechos del pasado en un presente cargado de optimismo oficial. Se justificó, por lo
tanto, tales movilizaciones colectivas. Pues, ¿qué otro fin podrían perseguir los largos
desfiles, sino la programación, manipulación y dominio del tiempo colectivo, para
apenas un episodio de rebelión precisamente a finales de 1895 (Diccionario de Historia de Venezuela,
1997, tomo 1: 1099-1100).
145
usar los términos de Bronizlaw Baczko al referirse a los imaginarios sociales (1999:
30), con el fin de re-crear la idea de una nación imaginada y sentida con satisfacción
y orgullo?
Las fiestas patrias que hemos estudiado en esta investigación son parte de un
conjunto de métodos y operaciones que los ideólogos y estadistas de las repúblicas
pusieron en práctica para seguir representando las emociones y valores adecuados
para el pathos nacional. Muchos años después, más de cien años hacia el futuro,
entrando a otros siglos, las estrategias de celebración nacional no parecen haber
variado mucho. El guión tiene la misma validez y ofrece los mismos premios: entre
los aplausos y homenajes a los próceres del pasado, la apropiación de las épicas, se
siguen manifestando estrategias de anclajes de identificación y representación social
y nacional; se continúa el manejo de esta violencia simbólica para convencer a un
país de los beneficios del gobierno de turno. Con el agregado siguiente: en los
últimos cuarenta años, la sociedad venezolana ha tenido la experiencia de formas de
gobierno de alternancia democrática y ha andado por un camino de identificación
común encauzado por la práctica del intercambio democrático que costó largos años
de lucha y esfuerzo.
Las celebraciones patrias, en el período de la democracia, no entraban en
contradicción con esta forma de gobernabilidad. De hecho se incorporaron otras
celebraciones que vendrían a sostener el andamiaje simbólico de vinculación
colectiva de los tiempos democráticos (pensemos en las celebraciones del 23 de enero
146
como un recordatorio de un hito fundacional para la historia de la democracia
venezolana)59. Pero, de un tiempo para acá, asistimos a un conjunto de complejas
estrategias simbólicas y políticas que descalifican la experiencia de un poco más de
cuarenta años de vida democrática. Podría pensarse en un intento por revertir la
fuerza de aquellos imaginarios fundacionales de la vida democrática y proponer, en
contraparte, nuevas imágenes de identificación colectiva enmarcados en otra forma de
gobernabilidad (recordemos acá, también, el mandato oficial por incluir dentro del
calendario escolar la fecha del 4 de febrero como nuevo hito de celebración)60. Quizá
en las próximas fiestas patrias que haya que celebrar, sus demiurgos ideológicos
propongan en los programas de celebración sentidos contrarios a esta forma de vida
política de los últimos años y justifiquen, en aras a la memoria de los héroes patrios,
una vuelta al pasado en el sentido del regreso de formas de gobiernos militaristas que
persiguen, sobre todas las cosas, la perpetuación en el poder. Con esa excusa, quizá,
repetimos, veamos largos desfiles, interminables discursos y mucha propaganda
oficial que reivindican los beneficios de un sistema de gobierno eterno, anclado para
siempre en el tiempo de los héroes decimonónicos, donde la alternancia política no
sea sino parte de un muy lejano recuerdo nacional. En todo caso esto ya sería parte de
otra investigación, de otro paseo interpretativo que intentará comprender las
59
El 23 de enero de 1958 se derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. A partir de entonces, se ha
declarado esta fecha como el inicio de la vida democrática venezolana; por lo tanto se celebra –o
celebraba- en los desfiles y discursos de ocasión.
60
El 4 de febrero de 1992 ocurrió un intento de golpe de estado contra el gobierno -de carácter
democrático- de Carlos Andrés Pérez. Una vez en el poder, uno de los líderes de aquel golpe, el
Teniente Coronel Hugo Chávez Frías –como presidente ya electo por voluntad democrática- hace
incluir el festejo nacional de la fecha como la celebración de una gesta heroica que hizo frente a la
corruptela de un sistema político carcomido por los intereses partidistas de las dos organizaciones más
importantes del momento (Acción Democrática y el Partido Social Cristiano COPEI).
147
singularidades y lógicas de otros procesos y otros momentos de la historia
contemporánea nacional.
VI.- ANEXOS
- Programa aprobado por la Junta del Centenario (18 de julio de 1882):
“APOTEOSIS
CENTENARIO DE BOLÍVAR
Su celebración decretada por el General Guzmán Blanco, Ilustre Americano,
Regenerador y Presidente de los Estados Unidos de Venezuela.
Constituida la Junta a que se refiere el artículo 2º del Decreto de 3 de
septiembre de 1881, en la casa del Presidente de la República, Ilustre Americano,
General Guzmán Blanco, y presidida por él, en la noche de ayer 18 de julio, y estando
presentes el Ministro de Relaciones Interiores, General Vicente Amengual y el de
Obras Públicas, señor Ramón Azpúrua, fue aprobado el siguiente programa, al cual se
refieren los mencionados artículos 2º y 3º del citado Decreto.
VENEZUELA AL LIBERTADOR EN SU CENTENARIO,
La Ofrenda:
1º La Apoteosis del Héroe en honra de su obra, la antigua Colombia, Perú
y Bolivia.
2º Su progreso actual.
3º Un homenaje de gratitud a sus progenitores.
4º Una muestra de admiración a la Gran República de la América del Norte.
5º Una demostración de confraternidad a las naciones de la América Latina.
Estas manifestaciones serán festejadas con los siguientes actos:
I
Apoteosis
Día 23 de Julio
Aceptando la oferta del Reverendo señor Arzobispo de Caracas y
Venezuela, como ofrenda del Clero al Libertador, la Apoteosis de Bolívar
149
principiará en la mañana de este día, con festividades religiosas, a la misma
hora, en todas las Iglesias de la República.
Al medio día, como ofrenda de nuestras madres, hermanas, esposas e hijas,
diversos actos de caridad; y visitas a los Hospitales y demás establecimientos de
beneficencia, presididas por la Junta del Centenario y las autoridades respectivas,
quienes recibirán las ofrendas que a ellos se destinen.
Por la tarde, convites populares.
Día 24
En la mañana: paseo triunfal presidido por el Presidente de la República
y las autoridades a quienes acompañarán todas las corporaciones y gremios.
Reunidos en la Plaza de la Trinidad, pasarán al Panteón Nacional, a ofrendar a
la memoria de Bolívar el tributo de la veneración de la Patria; y luego toda la
comitiva a la plaza Bolívar, para desfilar ante la estatua del Héroe, a la cual se le
ofrendarán cuantas flores, coronas y guirnaldas puedan ofrecer nuestros
jardines.
En la noche: Apoteosis de Bolívar en el Teatro Guzmán Blanco.
El busto de Bolívar, al que formarán cortejo los Libertadores, bella y
alegóricamente decorados, recibirá la ofrenda de todas las autoridades, de los gremios
sociales y las de las naciones que concurran a la Apoteosis.
Durante esta festividad, orquestas debidamente organizadas, tocarán piezas
adecuadas a los diversos actos.
II
Progreso Actual
Días 25, 26 y 27
Inauguración del Ferrocarril de la Guaira a Caracas, que unirá al fin,
por medio del vapor, la villa y puerto fundado en 1588 por don Diego de Osorio
y por don Simón de Bolívar, el primero de este nombre en América, con la
ciudad natal de su ilustre descendiente.
III
Homenaje a nuestros progenitores
Días 28, 29 y 30
150
Día 28
Actos científicos y literarios en la Universidad Central, en honra de Isabel
la Católica, Cristóbal Colón, Fray Bartolomé de las Casas, los Patricios del
Cabildo del Collado y los misioneros, como una muestra de gratitud a la
memoria de nuestros antepasados que después de haber fundado nuestras
familias y nuestra Religión, dándonos su habla, supieron defender el territorio
descubierto, noble y heroicamente durante dos siglos, contra los ataques del
extranjero, para conservarlo íntegro en provecho de sus descendientes.
Día 29
Fiesta de la Facultad Médica.- Inauguración de la estatua del Doctor José
Vargas.
Día 30
Fiesta del Colegio de Ingenieros.- Inauguración de la estatua del
Comandante de Ingenieros Juan Manuel Cagigal.
Por la noche: Certamen Literario en la Academia Correspondiente de la Real
Academia Española de la Lengua.
IV
Homenaje a la República de la América del Norte
Día 31
Inauguración de una estatua monumental de Jorge Washington, el padre
del gran pueblo que fundó en el Nuevo Mundo, la República modelo de las
Naciones Hispano-Americanas.
V
Homenaje a las Naciones de la América Latina
Día 1º de Agosto
Fiestas literarias en los Colegios y demás institutos de instrucción, en
honra de las naciones latinas: República Argentina, Bolivia, Imperio de Brasil,
Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Méjico,
Nicaragua, Paraguay, Perú, San Salvador, Santo Domingo y Uruguay.
151
VI
Exposición Nacional
Día 2 de Agosto
Decretada una Exposición Nacional que dé una idea, la más exacta
posible, del estado actual de Venezuela, y de su adelanto progresivo en sus
distintas épocas, desde el siglo pasado a la fecha, en este día tendrá efecto su
inauguración.”
(Cuenta que el Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1883 presenta al
Ministerio de Relaciones Interiores, Tomo I, Caracas, Imprenta al vapor de La
Opinión Nacional, 1883, pp 70-72 en Rafael Ramón Castellanos, 1983, tomo 1: 7982).
“CENTENARIO DE SUCRE
PROGRAMA DE LA CELEBRACIÓN
VENEZUELA consagra á la memoria de uno de sus más gloriosos hijos el
homenaje de su amor y admiración, al afectuar la APOTEOSIS DEL HÉROE
en el primer Centenario de su nacimiento.
Las festividades comenzarán el día 23 de los corrientes y terminarán el día 12
de febrero.
La APOTEOSIS tendrá efecto en los días 2,3 y 4 de este último mes.
Día 23 de enero
A las 8 p.m.- Sesión solemne del Colegio de Ingenieros de la República, en el
Teatro Caracas.
Día 25 de enero
A las 8 p.m.- Sesión solemne de la ´Sociedad Venezolana de Ingenieros
Civiles´, en el Paraninfo de la Universidad Central.
Día 29 de enero
A las 8 p.m.- Certamen de la Sociedad ´Cagigal´, en el Paraninfo de la
Universidad.
Día 30 de enero
A las 8 p.m.- Función de gala en el Teatro Municipal, por la Compañía lírica
Española.
Día 31 de enero
A las 8 p.m.- Sesión solemne del Colegio de Médicos de la República.
152
Día 1º. de febrero
A las 12 m.- Salva de 21 cañonazos en el punto que designe el Ministro de
Guerra y Marina.
A las 2 p.m.- Instalación de la ´Sociedad de Geografía´, en el Salón de
Exámenes de la Universidad Central.
A las 8 p.m. – Velada literaria y musical de las Sociedades Benéficas de
Caracas, en el local de la Sociedad ´Vínculo de Caridad´.
En la noche.- Iluminación y Retretas en las Plazas Bolívar y Ayacucho.Fuegos de Artificio en el Paseo de la Independencia, al pie de la estatua de Colón.
Día 2 de febrero
Aceptadas con sumo agrado la oferta y disposiciones tomadas por el
Ilustrísimo señor Arzobispo de Caracas y Venezuela, como ofrenda del Clero á
SUCRE, la APOTEOSIS comenzará en la mañana de este día con festividades
religiosas.
1º. A las 9 a.m.- Misa Pontifical y Te Deum á grande orquesta, en la Santa
Iglesia Metropolitana.- Oración Sagrada por el Presbítero Dr. Juan B. Castro.
A estos actos concurrirán con el Ejecutivo Nacional todas las Corporaciones.
2º. A las 2 p. m.- Inauguración de los grandes cuadros de Pintura de Tovar y
Tovar, cuya ejecución se ordenó por el Gobierno, y que acaban de ser colocados en el
Palacio Federal, representando las Batallas de Boyacá, Junín y Ayacucho.
3º. A las 3 p.m.- Paseo cívico-militar al Panteón, presidido por el Ejecutivo
Nacional, conduciendo las ofrendas que serán dedicadas á SUCRE después de la
colocación de una lápida conmemorativa en el sitio elegido para depositar sus cenizas
ó levantarle un Cenotafio.
A la llegada de la Procesión á las puertas del templo, habrá salvas de artillería
y las bandas marciales ejecutarán el Himno Nacional. Las calles de la carrera estarán
exornadas y se levantarán tres arcos triunfales, el que represente á Pichincha, en la
esquina de la Torre; el de Junín, en la de Jesuitas; y el de Ayacucho, frente al
Panteón. Terminado el acto de la dedicación de las ofrendas, pronunciará el discurso
de orden el General Marco Antonio Silva Gandolphi.
4º. A las 8 p.m.- Gran Concierto vocal é instrumental de señoras, señoritas y
caballeros de Caracas, y lectura de composiciones literarias, en el Teatro Municipal,
que será exornado al efecto.
5º. Iluminación en la Plaza Bolívar, Boulevares del Capitolio y Plaza ´5 de
julio´.
6º. Fuegos de artificios en los Boulevares.
Día 3 de febrero
1º.- A las 9 a.m.- Paseo cívico-militar, presidido por el Ejecutivo, que partirá
del Palacio Federal hacia el Paseo de la Independencia, pasando bajo dos arcos que
representarán el primero al Ecuador y el segundo á Bolivia.
2º.- Inauguración de la estatua del Libertador en el Paseo de la Independencia.
153
3º.- Inauguración de la Plaza de Ayacucho y colocación de la primera piedra
de la estatua ecuestre del MARISCAL SUCRE, acto en el cual pronunciará el
discurso de orden el señor General José Ramón Núñez.
4º.- A las 3 p.m.- Certamen de la Academia Venezolana de la Lengua,
correspondiente de la Real Academia Española, en el Paraninfo de la Universidad
Central.
5º.- A las 8 p.m.- APOTEOSIS DE SUCRE en el Teatro Municipal.Discurso de orden por el Doctor Claudio Bruzual Serra.
6º.- Iluminación en la Plaza Bolívar, Boulevares del Capitolio y Plaza ´5 de
julio´.
7º.- Fuegos de artificio en el Paseo de la Independencia, que estará exornado é
iluminado como el día 1º.
8º.- Retretas en la Plaza Bolívar y en la Plaza de Ayacucho.
Día 4 de febrero
1º.- A las 8 p.m.- Visita de las Escuelas y Colegios de Caracas al Panteón
Nacional, con el objeto de presentar sus ofrendas al Gran Mariscal de Ayacucho.
2º.- A las 9 p.m.- Inauguración del ´Campo de Demostración´ de la Junta
Central de Aclimatación y Perfeccionamiento Industrial, el cual estará abierto al
público durante los tres días de los festejos.
3º.- A las 10 a.m.- Inauguración de la Escuela de Ingeniería, en homenaje á la
memoria de SUCRE, que fué Ingeniero.
4º.- A las 2 p.m.- Banquetes populares en las Plazas de Carabobo y del
Mercado de San Pablo.
5º.- A las 4 p.m.- Sesión solemne de la Academia Nacional de la Historia.
6º.- A las 8 p.m.- Certamen de la Sociedad Científico-Literario ´Amantes del
Saber´, en el Paraninfo de la Universidad Central.
7º.- Iluminación en la Plaza Bolívar, Boulevares del Capitolio y Plaza ´5 de
julio´.
8º.- Fuegos de artificio en los Boulevares.
9º.- Retreta en la Plaza Bolívar.
Día 5 de febrero
A las 9 a.m.- Visita de la Municipalidad de Caracas, acompañada de todos los
empleados del Distrito, al Panteón Nacional, con el objeto de ofrendar una corona á la
memoria del GRAN MARISCAL, acto en el cual discurrirá el concejal H. Chaumer.
A las 3 p.m.- Sesión de la Sociedad Venezolana de la Cruz Roja, en el
Ministerio Relaciones Exteriores, para recibir á los representantes de la América
Latina y conferenciar sobre el mejoramiento de la suerte de los heridos y enfermos en
guerras y calamidades públicas.
En la noche.- Banquete del Ejecutivo Nacional, en obsequio á los Delegados
extranjeros y á los Representantes de los Estados.
154
Día 6 de febrero
A las 8 p.m.- Acto literario público del Grande Oriente Nacional de los
Estados Unidos de Venezuela, en el Templo Masónico de Caracas.
Día 7 de febrero
Baile del Comercio de Caracas, en el Salón Elíptico y salones adyacentes del
Palacio Federal.
Día 8 de febrero
A las 8 p. m.- Sesión solemne del Círculo de la Juventud Católica de Caracas.
Día 9 de febrero
A las 4 p. m.- Grandes fiestas en los jardines del Club Unión.
Día 10 de febrero
Banquete de la Municipalidad de Caracas, en obsequio á los Delegados
extranjeros y á los Representantes de la Municipalidad de Cumaná.
Día 11 de febrero
A las 8 p. m.- Sesión Solemne del Colegio de Abogados del Distrito Federal.
Día 12 de febrero
Obsequio á los Delegados extranjeros que concurran á la festividad, con un
viaje de recreo por los Estados Miranda y Carabobo.
------------------En esta fecha inmortal para la Historia Patria, día en que se cubrió de
gloria el excelso RIBAS, defendiendo la ciudad de la Victoria contra el
formidable ataque de Boves, será inaugurado el Monumento que la gratitud de
la Nación le consagra en la plaza principal de aquella ciudad. Con este homenaje
rendido á la memoria de uno de los primeros y más heróicos soldados de nuestra
Emancipación, terminarán las fiestas del primer Centenario de aquél que
aseguró la de Venezuela y de la América en el campo de Ayacucho.
La Junta Directiva asistirá á esta inauguración, á la que serán especialmente
invitados los Delegados extranjeros y los de los Estados de la Federación Venezolana.
-----------------Desde el 1º al 12 de febrero estarán en exhibición en los Salones del
Ejecutivo Nacional y del Consejo de Gobierno, en el ala occidental del Palacio
Federal, los cuadros de pintura de los artistas venezolanos y los de la Academia
de Bellas Artes.
155
Caracas; 23 de enero de 1895.
El Presidente de la Junta Directiva,
José R. Núñez.
El Primer Vicepresidente,
Agustín Aveledo.
El Segundo Vicepresidente,
P. Arismendi Brito.
El Tesorero,
L.A. Sucre U.
Vocales: Lucio Pulido – Tomás Michelena – H. L. Boulton – J. E. Linares – A.
Valarino – A. Ernst – Jorge Nevett – Jacinto Gutiérrez Coll – José Antonio Mosquera
– Carlos Santana – Teófilo Rodríguez.
El Secretario,
Luis R. Guzmán.”
(Tomado de: “Centenario de Sucre. Programas de la celebración” en: Diario de
Caracas, jueves 31 de enero de 1895, año II, No. 409: 1-2).
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