UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA TIEMPOS DE FIESTAS, PODER Y ESCRITURA DE MUJER. ESTUDIO DEL PRIMER CENTENARIO DEL NATALICIO DE SIMÓN BOLÍVAR (1883) Y DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE (1895) CARMEN AMÉRICA AFFIGNE TRABAJO DE ASCENSO PARA OPTAR A LA CATEGORÍA ACADÉMICA DE AGREGADO NOVIEMBRE, 2006 ii ÍNDICE Página - AGRADECIMIENTOS ............................................................................ iv I.- INTRODUCCIÓN ...................................................................................... 1 II.- “FLORES VENEZOLANAS” Y FIESTAS PATRIAS EN EL CENTENARIO DE SIMÓN BOLÍVAR (1883): RIESGOS Y GANANCIAS DE LA PARTICIPACIÓN FEMENINA ...................................................................... 13 1.- El programa del centenario y la participación femenina ................. 17 2.- La Exposición Nacional y los modos para seguir exhibiendo la nación ………………………………………………………………………… 24 3.- Señoras y señoritas en la Exposición Nacional ................................ 32 4.- Final para un acto de participación: Zulima y las ausencias de una representación .................................................................................. 40 III.- 1895: DE FIESTAS PATRIAS Y MUJERES QUE ESCRIBEN. ESTUDIO POLÍTICO Y CULTURAL DEL PRIMER CENTENARIO DEL NATALICIO DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE………………………………………………… 47 1.- Un largo programa de celebración .................................................... 52 1.1.- Los desfiles cívicos-militares: puesta en escena de la patria ...... …………………………………………………………………. 56 1.2.- La “espontaneidad” de la alianza patriótica y “una verdad ……. práctica que á nadie causa espanto” ................................... 61 2.- De mujeres-adorno, mujeres-artistas y mujeres-escritoras ................ 67 3.- Las escritoras en las fiestas de Sucre: reconocimiento “privado” de una labor patriota, literaria y cultural………………………………………………. 77 3.1.- Las tensiones de la representación genérica ....................... 77 3.2.- Campo cultural con aroma de mujer ................................... 78 3.3.- La autoridad del saber ......................................................... 81 3.4.- Los jardines de las letras ..................................................... 87 4.- Polita De Lima y Virginia Gil de Hemoso: alas para imaginar la nación ................................................................................................................. 91 4.1.- Méritos civilizatorios de Polita .......................................... 91 4.2.- La Alegría del centenario de Sucre………………………. 95 iii IV.- FOTOGRAFÍAS DE FIESTAS: LAS IMÁGENES DE DOS CENTENARIOS (1883 y 1895) ............................................................................................ 103 V.- CONCLUSIONES ..................................................................................... 136 VI.- ANEXOS: LOS PROGRAMAS DE LAS FIESTAS ……………………. 148 VII.- BIBLIOGRAFÍA GENERAL ................................................................... 156 iv AGRADECIMIENTOS Este trabajo fue posible gracias a la presencia de personas muy profesionales que se mantienen comprometidas y al día en las bibliotecas del país. Gracias a ese personal calificado en Caracas y Mérida que me prestó su valiosa ayuda al momento de revisar muchas de estas fuentes de estudio de difícil acceso. Va mi agradecimiento a estos profesionales de la Biblioteca Nacional. I.- INTRODUCCIÓN En la presente investigación el lector encontrará un buen número de páginas sobre las fiestas patrias en Venezuela. Sobre todo verificará que nos concentramos en estudiar dos momentos emblemáticos de celebración, como fueron las fiestas del centenario en ocasión del natalicio de sus libertadores: Simón Bolívar (1883) y Antonio José de Sucre (1895). Sobre estas dos fiestas nos ha interesado, especialmente, considerar dos tipos de relaciones. Un tipo aproxima los festejos con los espacios de poder. De modo que nos hemos propuesto comprender las significaciones que se derivaron de estos encuentros entre las fiestas patrias y los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo respectivamente. Esta relación entre fiestas patrias y poder político dejó al descubierto una serie de prácticas ideológicas y simbólicas tremendamente potentes al momento de sugerir con ahínco claves colectivas de reconocimiento nacional; lo cual no dejó de plantear, simultáneamente, señales y simbología de propaganda oficial que los diversos gobiernos no desaprovecharon. El otro tipo de relación pretende explorar y, de nuevo, comprender las implicaciones del encuentro y/o desencuentro entre las fiestas patrias y las mujeres. Cuando hablamos de mujeres, nos referimos también al conjunto genérico; pero, sobre todo, aludimos a aquellas mujeres aficionadas a las actividades artísticas, 2 musicales, empresariales, educativas y literarias. En esta investigación determinamos los alcances de estas relaciones; más que todo en función de la trayectoria de la mujer que escribe. Creemos que al estudiar estos eventos extraordinarios para la vida cotidiana de las ciudades de la república estamos explorando las configuraciones de un espacio de sociabilidad femenino, espacio de intercambio "seguro" que dejó ver los aportes de la práctica literaria y de gerencia cultural de la mujer venezolana. Nuestra idea apunta hacia un tipo de relación que respaldó la constitución y desarrollo de un campo cultural femenino, así como hizo posible alimentar toda una gama compleja de imaginarios sociales y colectivos que celebraban al héroe, al gobernante, a la nación y consolidaban el puesto de significación social y cultural de la mujer. El tema de estudio de las fiestas patrias se deriva de una inquietud personal que no nos ha abandonado y que tiene que ver con la idea de representación de la nación como un concepto, en cierta medida, maleable, expandible, sujeto de modificaciones cosméticas y posible de construir en función de premisas básicas de desarrollo, progreso y modernización. Decimos concepto cosmético, en tanto la idea de nación se maquilló con los símbolos patrios adecuados, sus himnos y escudos respectivos; así como se idealizó la idea identificándola, al mismo tiempo, desde los parámetros de la pasión y el amor a la patria. Tenemos algún tiempo pensando en los rasgos melodramáticos de la nación, en sus imaginarios de alegría, traición, orgullo y fracaso que pudimos estudiar en una investigación anterior donde el objeto de estudio 3 estuvo conformado por un grupo de novelas venezolanas de finales del siglo XIX1. Pero esta vez, esos rasgos para pensar la nación desde la lágrima y la pasión se deslizan hacia otros espacios sociales, ya no en las páginas de las novelas, ahora nuestra búsqueda será en las calles de la ciudad, en sus teatros, gremios y corporaciones privadas desde donde nos situaremos en función de lo que expongan las crónicas de la prensa de la época, la correspondencia oficial, las obras dramáticas, los libros especialmente mandados a publicar que recogían los programas y discursos de esos años. Desde un corpus nuevo toma forma esta indagación que retoma el estudio de la representación de la nación desde la creación de un código republicano de amor a la patria y a sus héroes. Con respecto a esta indagación habría que apuntar a tres referencias teóricas y metodológicas que han ayudado al desarrollo de la investigación. Para este trabajo han sido muy importantes los aportes de Cornelius Castoriadis, Bronislaw Baczko y Pierre Bourdieu, entre otros autores. De Castoriadis hemos tomado su idea de imaginario como creación de “algo”; este autor habla de imaginario en términos de creación y acción “incesante” e indeterminada de un algo que podría ser al mismo tiempo una figura/forma/imágenes que descubre un invento único y absoluto o propone sentidos distintos a los que sus componentes y símbolos originales tenían 1 Ese estudio fue nuestra tesis de maestría, donde trabajamos con cinco novelas: Los dos avaros (1879) de José María Manrique, Juliana, la lavandera y La viuda del pescador (ambas de 1893) de Aníbal Domínici, El sargento Felipe (1899) de Gonzalo Picón Febres y El hombre de hierro (1907) de Rufino Blanco Fombona. En esa oportunidad nos interesó revisar, desde los parámetros de un imaginario melodramático, las diversas representaciones de la nación que en estas cinco novelas pudieran detectarse. De ese modo nos encontramos con cinco perspectivas que apoyaban, evaluaban o criticaban tajantemente los respectivos proyectos políticos de construcción nacional. 4 (Castoriadis, 1983: 10 y 219). Esta palabra, imaginario, termina siendo parte constitutiva de una sociedad, en la medida que la describe, la define, la organiza, la explica a ella o a una época determinada (Ibidem: 252). Nos interesa la propuesta y la vinculamos con la práctica “incesante” que llevaron a cabo los estadistas e ideólogos de las nacientes repúblicas latinoamericanas al momento de “crear” y “armar”, precisamente bajo un conjunto simbólico y emocional, la idea de nación. Las ideas de imaginario y nación están relacionadas en la medida en que una alude a las prácticas de invención de un “algo”, en este caso la nación, en términos de figuras/formas/imágenes, y agregamos sentimientos/emociones, que van conformando la unión de la dupla en un término complementario: así hablamos de los imaginarios de la nación, esas creaciones que nombran, componen, describen y hacen sentir esta idea. Ya apuntaba Benedict Anderson el carácter de artefacto político y cultural capaz de ser imaginado y por ello constituido en comunidades que se reconocerían bajo el apelativo de nación (1993: 21-23)2. Al hablar del imaginario de la nación significamos, entonces, un conjunto de representaciones que ayudarían a nombrar, describir, componer y hacer sentir la idea, como decíamos líneas más arriba. Las celebraciones de las fiestas patrias fueron parte de este modo de representación colectivo que fue ayudando a construir las figuras/formas/imágenes/sentimientos del imaginario de la nación venezolana. 2 La definición que da Anderson de la idea de nación es que es “...una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana” (1993: 23). La creación de imaginarios nacionales habría de alimentar esta definición que se apoya en la cualidad de manufactura que tiene la idea. 5 La idea de los imaginarios sociales como categoría de reconocimiento e identificación colectiva y el interés del poder político por controlar y dominar estas ideas-imágenes de las sociedades, es una de las propuestas de Bronislaw Baczko que nos ha interesado retomar para el contexto de los últimos años del siglo XIX venezolano. De hecho, exploramos con mucho afán los modos y estrategias de organización de esas fiestas patrias porque vemos en esas prácticas una intencionalidad política clara: la del dominio y control de una amplia gama de símbolos, emblemas, representaciones y ritos que deben estar al servicio del poder en tanto lo legitiman, engrandecen y protegen, como dice el mismo Baczko (1991: 8). En torno a esto último, en cuanto al interés del poder político por monopolizar los dividendos que pueden significarle la celebración de los héroes de la independencia, hay todo un esfuerzo por institucionalizar estos festejos dentro del nuevo ritual laico de celebración de la nación y por reforzar el control y dominio social. Por lo tanto, un aspecto importante de esta investigación tiene que ver con la decisión de trabajar estos dos momentos que se celebran. Estamos estudiando dos eventos fundacionales en cuanto a la institucionalización de estas celebraciones republicanas. En 1883 se celebra, a los cien años, el natalicio del Libertador de Venezuela y se funda, de cierta manera, un culto secular: el culto a Bolívar, que, en adelante, formará parte de los siempre presentes discursos políticos que lo celebran y recuerdan como el pilar fundamental de la gesta emancipadora. Esos días de memoria y fiesta, en 1883, sirvieron para alimentar toda la imaginería y el imaginario del padre de la patria. Años antes (1876) Guzmán Blanco había mandado trasladar los restos 6 del Libertador al Panteón Nacional, lugar de reposo eterno para los próceres de la nación. Con el paso del tiempo, este culto, si bien ha pasado por diversos grados de exaltación más o menos acentuados, sigue presente, con aires utilitarios y de renovación. Recordar y celebrar a Bolívar ha tenido un peso tremendo en la creación de estos imaginarios de la nación, por cuanto el símbolo Bolívar, ese “algo” fundamental y constitutivo, ha nutrido las bases de la nacionalidad venezolana. En cuanto a la celebración del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho, en 1895, también atendemos a uno de los próceres de mayor peso político y simbólico. Ya los cantos de la emancipación evocaban a Antonio José de Sucre como prolongación majestuosa de Bolívar; se reviste del carácter sagrado que invadirá todo el tono evocador que los poetas e historiadores dieron a estas gestas y sus protagonistas3. Sin duda, Sucre fue uno de estos actores fundamentales del relato fundacional de la nación. Estas dos celebraciones, en particular, muestran una situación original en tanto revelan las maquinarias políticas implementadas para evocar el pasado desde un presente de aparente estabilidad. Además, situarnos en 1883 y 1895, respectivamente, significa relacionar estos festejos con los dos hombres que, a finales de siglo, tuvieron el mayor poder y control político sobre el país. Sin duda Guzmán Blanco aparece como el político más poderoso del momento. Esta 3 En el poema de José Joaquín de Olmedo: “La victoria de Junín. Canto a Bolívar” (1825) ya se está elaborando una forma de representación simbólica que habrá de definir todo el imaginario que sobre las luchas de independencia y héroes se fue armando. Leamos una estrofa: “Allí Bolívar en su heroica mente/ mayores pensamientos revolviendo,/ el nuevo triunfo trazará, y haciendo/ de su genio y poder un nuevo ensayo,/ al joven Sucre prestará su rayo,/ al joven animoso/ a quien del Ecuador montes y ríos/ dos veces aclamaron victorioso./ Ya se verá en la frente del guerrero/ toda el alma del héroe reflejada,/ que él le quiso infundir de una mirada” (Olmedo, 1979: 21-22). 7 investigación revela una arista estudiada por otros autores que acá se vuelve a manifestar4. Sus acciones de control y alabanza a su propia persona se canalizan a través de la excusa de celebrar a Bolívar. Veremos lo que Guzmán dice y hace para celebrar a Bolívar y legitimarse a sí mismo. Por su parte, Joaquín Crespo fue otro de los hombres con más poder a finales de siglo. Su inesperada muerte rompe esta cadena de poder y viene a configurar nuevos escenarios políticos para nuevos actores5. Crespo no era ajeno a esto de buscar ganancias en la organización de las fiestas a los héroes de la patria. De hecho, en su segundo mandato (1892-1898), además del de Sucre, se celebró el natalicio de José Gregorio Monagas (1895), otro prócer de la independencia; Libertador de los Esclavos, es el título que engalana su nombre. Incluso se hace coincidir fechas como excusas de celebración. De modo que se organiza la apoteosis al Generalísimo Francisco de Miranda en 1896, como “merecido, aunque tardío, desagravio al Precursor de la Independencia” (Salvador, 2001: 365) y se cruza la celebración con otra: la del aniversario de la firma del acta de independencia (se cumplía entonces con la vieja máxima de tumbar dos pájaros con la misma piedra. El día 5 de julio de 1896 se conmemora a Miranda y se recuerda, a ochenta y cinco años, la firma del acta). Por estas razones justificamos, como objetos de estudio, estas dos celebraciones 4 Se remite al lector, sin ánimo de ofrecer una bibliografía completa sobre el punto, a tres estudios que tocan este aspecto particular del dominio, control y notorio narcisismo del Ilustre Americano: de Inés Quintero (como coordinadora): Antonio Guzmán Blanco y su época. De Paulette Silva: Una vasta morada de enmascarados. De Augusto Mijares: Lo afirmativo venezolano. 5 A causa del fraude electoral de 1897 que daba ganador al candidato de Crespo, Ignacio Andrade, el adversario perdedor, el general José Manuel Hernández, decide alzarse. Por esta razón Crespo va 8 nacionales en tanto celebran a sus próceres y con ello fijan mecanismos de representación nacional, así como legitiman en el poder a los gobiernos respectivos. Retomemos la relación que hacíamos algunos párrafos más arriba sobre algunas propuestas teóricas y metodológicas de las que nos servimos en los análisis que vamos a presentar. Me refiero al tercer autor que ya había nombrado antes: Pierre Bourdieu y su tesis de la conformación del campo intelectual, cultural y político según las propias relaciones sociales que se establezcan dentro de estos sistemas. En su propuesta, Bourdieu destaca cómo los diversos agentes que conforman estos campos, según las posiciones que ocupan, bien desde el centro del mismo o en sus márgenes, trazan relaciones de alianza, tensión, dominio, subordinación y/u oposición (2003: 30-31). Estas descripciones de formas de funcionamiento de los sistemas de relaciones sociales me han resultado sugerente en cuanto pueden servir para la comprensión del nacimiento y desarrollo de un incipiente campo literario femenino a finales de siglo en Venezuela. Esta orientación metodológica me ha servido para revisar una gama diversa de relaciones entre las escritoras y los diversos agentes sociales que integraron el campo político e intelectual de esos años. Ahora, si bien hemos aprovechado estas lecturas teóricas como fundamento que nos ha ayudado a comprender nuestros objetos de estudios y las relaciones sociales que allí se originaron, en el plano práctico de la actividad de investigación enfrentarlo. El disparo de una bala le mata en el sitio conocido como La Mata Carmelera, en el Estado Cojedes (1898). 9 hemos seguido una metodología de trabajo que se basa en la documentación sobre todo. En las salas de hemerotecas de las bibliotecas del país se han encontrado las piezas que han permitido recuperar una descripción de las fiestas, los programas oficiales, los discursos del momento. Pero también hemos revisado los libros de leyes y decretos que incluyen el ordenamiento político de tales eventos. En periódicos y revistas literarias se ha hallado la voz de la mujer, su pensamiento y propuesta. El trabajo de arqueo supuso relacionar piezas de distintas fuentes que en su conjunto ofrecieran un panorama de relaciones de poder y de intercambio social y genérico. Un punto aparte merece referir la consulta de material fotográfico como un registro necesario para complementar las sensaciones y escenarios de aquellos lejanos días. Para ello tuvimos que revisar revistas como El Cojo Ilustrado; otros textos como el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes, algunas novelas que retrataban a su autora o los tomos de Adolfo Ernst. De este conjunto se obtuvieron imágenes de las escritoras venezolanas de aquellos años, así como imágenes de objetos o sitios emblemáticos de estas fiestas: medallas, diplomas, fotografías del Panteón Nacional o una pincelada del Palacio de la Exposición. Las fuentes de consulta que revisamos sobre el tema en particular de las celebraciones patrias nos llevó a varios artículos de Pedro Enrique Calzadilla, quien se detiene en el estudio de los festejos de Bolívar y otras celebraciones llevadas a cabo por Antonio Guzmán Blanco. Igualmente, revisamos otros trabajos que compilaron documentos varios sobre las celebraciones. Me refiero a los dos tomos 10 escritos por el cronista de las fiestas del centenario de Bolívar, Adolfo Ernst, y a los dos tomos de Rafael Ramón Castellanos, quien también reunió información variada de estos festejos. Para el caso de las fiestas en honor a Sucre nos fue muy útil los trabajos de Manuel Landaeta Rosales donde se pueden leer muchas de las crónicas de esos días. Pudimos consultar los programas festivos en sus ediciones originales y se cotejó mucha de esta información con lo que la prensa escribió sobre estos eventos. La investigación en su conjunto quedó organizada de la siguiente forma: en el primer capítulo nos concentramos en el estudio de la celebración del natalicio del Libertador Simón Bolívar. Allí describimos el programa que llevó a cabo la Junta Directiva del Centenario en la ciudad de Caracas y destacamos aquellas actividades especialmente diseñadas para la mujer venezolana. De igual manera se dedica espacio al estudio de las estrategias llevadas a cabo por el gobierno nacional a la hora de promocionar su administración entrelazándola con las inauguraciones de obras y el mensaje clave de las fiestas: el progreso de Venezuela de la mano de su principal mentor Antonio Guzmán Blanco. La segunda parte del capítulo se detiene en considerar la relación que tuvieron dos mujeres ligadas al campo de las letras y la educación. Nos referimos a las participaciones, riesgos y ganancias de Zulima y Antonia Esteller al decidir colaborar en una de las actividades de mayor peso: la Exposición Nacional. El segundo capítulo, que se sitúa en los festejos del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, revisa las implicaciones simbólicas de 11 los largos desfiles públicos al Panteón Nacional y al Paseo de la Independencia al momento de proponer imaginarios sociales ligados a la idea de reunión y paz nacional. De seguidas, se descubre las estrategias de conformación de un campo intelectual femenino de parte de dos publicaciones importantes de esos años: la revista El Cojo Ilustrado y el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes. Por último, destacamos las actividades de la Sociedad Alegría, una muy eficiente corporación femenina de la ciudad de Coro, y de dos de sus principales directoras: Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso quienes organizaron concursos literarios que recordaban la fecha y al prócer. De los discursos ofrecidos por De Lima y Hermoso por esos días se revela una perspectiva propia que reconsidera los modos tradicionales de presentar la gesta de la independencia. Imágenes de las fiestas, rostros de escritoras, portadas de libros especialmente mandados a editar en 1883 y 1895 son parte del tercer capítulo. Acá nos ha interesado reconstruir, de cierta forma iconográfica, los escenarios de las celebraciones. Cada imagen viene acompañada de su reseña correspondiente donde se propone una continuidad de la lectura que venimos haciendo en los capítulos previos, solo que ésta vez en clave fotográfica. Esta reunión de imágenes servirá de puente a la idea de ver estas celebraciones desde varios planos: el de la conformación de claves de identificación colectiva en torno a la evocación de los héroes patrios, el de la oportunidad política de promocionar el éxito de la gestión de gobierno y, finalmente, el plano que registra la presencia de la pluma femenina en los momentos de las celebraciones con una voz y pensamiento propios. 12 Por último, se presenta un capítulo de anexos donde el lector encontrará la transcripción de los dos programas oficiales organizados por sus correspondientes Juntas Directivas. Estos documentos permiten detallar en extenso otras actividades no consideradas para este trabajo y podrán servir de material de consulta para otros investigadores interesados en el tema. II.-“FLORES VENEZOLANAS” Y FIESTAS PATRIAS EN EL CENTENARIO DE SIMÓN BOLÍVAR (1883): RIESGOS Y GANANCIAS DE LA PARTICIPACIÓN FEMENINA El 25 de julio de 1883 el Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco junto con un amplio cortejo, hizo el primer viaje en tren desde la ciudad de Caracas hasta el caserío de la Guaira. Este viaje vino a significar para muchos el más importante éxito de las fiestas del primer centenario del natalicio de Simón Bolívar, pues era el emblema palpable de una sensación trascendental: la de formar parte de un mundo en desarrollo y en progreso. Al leer la crónica que ofrece La Opinión Nacional, de este viaje casi inaugural6, se percibe cómo la mirada del viajero atiende a las particularidades técnicas del nuevo sistema de locomoción: “Mucho llamó la atención de los viajeros inteligentes en materia de ferrocarriles, que iban en los trenes, la seguridad y solidez de la línea, atribuyendo esto a que el terreno es durísimo en parte [...] y a la excelente calidad de las maderas que sirven de durmientes a los rieles, y a la de éstos que son de acero...” (No. 4213, citado en Castellanos, 1983, tomo 1: 112)7. El complicado descenso desde la montaña hasta el mar permitió a los pasajeros –y a los lectores- comprender el esfuerzo que significó dominar los escollos de la naturaleza: 6 La inauguración formal del ferrocarril se haría al día siguiente con el viaje de regreso. 14 “Para formarse una idea de las obras colosales que en aquel paraje se han ejecutado, baste decir que ha sido preciso cortar en la roca viva de un granito en que se amella el acero y que sólo cede a la acción poderosa de la dinamita [...] aquello por si sólo representa una gran victoria del ingenio y la voluntad del hombre sobre las barreras formidables que oponen allí las estupendas montañas en su estado virgen” (Ibidem). De esta manera, los viajeros de aquella primera travesía bien pudieron percibirse e imaginarse, desde la seguridad de los vagones, como protagonistas del esfuerzo civilizador. Pero, también, a través de esta crónica, esa sensación de triunfo terminó comunicándose al resto del país. Más adelante, el cronista nos cuenta de una interrupción del viaje. El Ilustre Americano debió detenerse en otro caserío –Maiquetía- donde una niña lo esperaba. Vale la pena recuperar algunos fragmentos del breve discurso que la niña le obsequió al mandatario. En esas palabras, junto a las del cronista, hallamos algunos asuntos claves del tema que me interesa desarrollar en las próximas páginas: el de la participación de la mujer en las fiestas relativas al primer centenario del natalicio de Simón Bolívar. Me interesa detenerme en el detalle de los posibles riesgos y ganancias de estas participaciones femeninas, considerar las implicaciones de estos riesgos y ganancias para ellas mismas y para la nación venezolana de finales de siglo. La pequeña, que hizo detener la caravana de vagones que iba a la Guaira, inició su discurso de un modo bastante común, se excusa de su género y edad; 7 Hemos respetado la grafia original de los textos históricos citados. 15 comienza: “´Permitid que mi voz, aunque todavía infantil y de un sexo desautorizado, se una a las que ya habéis oído felicitándoos por haber dado feliz término a la grandiosa obra del ferrocarril...´” (citado en Castellanos, 1983, tomo 1: 113). Siguiendo el modo estilístico tradicional –el de la disculpa porque soy niña y mujerla jovencita pasa a situar su discurso al mismo nivel que el de todos los demás. Pero, en esa voluntad de participación, sus palabras están condicionadas a una autorización. En este caso, su voz en público contó con el aval de un permiso que toleró esta incursión (el permiso de la familia, la escuela, el mismo Guzmán Blanco). En su discurso, la niña justifica su presencia allí porque: “´...soy alumna de uno de esos planteles en que como en una red de flores habéis envuelto el país; y es con ese derecho que me tomo la libertad de deciros...´” (Ibidem). Es, sobre todo, en su condición de alumna que a la niña le está permitido hablar en público frente al Ilustre Americano. Ése es su mérito. Esa voz, que se suma a la del cronista, exhibe un tono de agradecimiento hacia Guzmán y en toda esta representación se le recuerda al lector, otra vez, que está asistiendo a un acto de consagración nacional. La niña también está autorizada a hablar del progreso porque ella ha sido beneficiaria de esta ilusión: “...gracias a vos, el silbido de las locomotoras turba en sentido del progreso la inútil tranquilidad en que vivían los pueblos de Venezuela; gracias a vos, la luz eléctrica hace casi días claros las noches más oscuras en la que también habéis hecho hermosa la capital, y no muy tarde en otras ciudades...” [¿Habría luz eléctrica en Maiquetía?] (Idem). 16 Finalmente, el discurso acaba, la niña le entrega unas modestas flores a Guzmán y el viaje sigue su marcha. Este último cuadro nos muestra uno de tantos registros de la participación femenina. En este capítulo esperamos revisar otros con más detenimiento. Es importante resaltar cómo todas las actividades del centenario, al igual que las que acabamos de referir, estuvieron ligadas tanto a celebrar el nacimiento del Libertador como el progreso aparente del país; de igual manera, se destinaron a glorificar al hombre de poder del momento. Bajo este marco histórico y referencial vamos a presentar los objetivos específicos de este capítulo: me interesa explorar las distintas posibilidades de mediación que la mujer encontró para atreverse a entrar en estos espacios públicos de celebración. Asimismo, quiero describir y comentar las estrategias de organización del guzmanato al concebir estas fiestas como un tejido de actividades que, además de insistir una y otra vez en los logros del gobierno y de su máximo gobernante – progreso, paz, unión, etc.-, inició un proceso. Me refiero a la promoción de un efectivo aparato ideológico que fomentó un imaginario en construcción ligado al amor, la honra y tributo a los héroes y próceres de las luchas de independencia, un imaginario de la nación que consideró la diferenciación genérica como pautas naturales de la identidad de los nuevos ciudadanos. Para ello, los textos a considerar 17 serán las distintas cartas y circulares que la Junta Directiva del Centenario envió por todo el país. El análisis de la correspondencia oficial de la Exposición Nacional, otra de las actividades cumbres de la celebración, expone muy bien los mecanismos de este imaginario nacional en construcción. Por último, quedaría ver de qué manera se incorpora la mujer escritora dentro de esta maquinaria estatal; desde qué rasgos representó los orígenes de la nación. ¿Se correspondió esta participación con los propios deseos del gobierno por dar a conocer una idea de nación en marcha? En concreto, propongo relacionar el drama de Zulima: María o el despotismo con un modo de imaginar la nación desde otros registros de participación. ¿Con cuáles riesgos o ganancias se enfrentó Zulima al relacionarse de este modo con las fiestas del centenario? 1.- El programa del centenario y la participación femenina Vamos a considerar el programa oficial de las fiestas del centenario como un mapa que señala los derroteros de estas celebraciones8. Al escoger alguno de esos caminos terminaremos por conocer los detalles e instrucciones de la participación pública de la mujer venezolana por esos días. El programa oficial fue utilizado, junto con otras máquinas retóricas (la literatura, la prensa, los manuales de conducta, dramas y otras), para presentar a todos las marcas de identidad y los gestos de 8 Puede consultarse el programa completo al final de este trabajo en los anexos. 18 participación nacional acordados desde el poder político del proyecto liberal estimulado por Guzmán Blanco9. Dentro de estas nuevas normativas cívicas, a la mujer le correspondió un papel de participación limitado pero importante para el estado nacional. No olvidemos de qué manera esta estrategia de incorporar a la mujer dentro de los proceso de constitución de las nuevas repúblicas exigió la creación de un ideal complementario desde los espacios del hogar y la familia. Cuando ella fue invitada a participar en estas celebraciones patrias, fuera de casa, las marcas que la vinculan con el escenario doméstico no eran olvidadas, más bien se recordaban una y otra vez; como, por ejemplo, al referirse a ellas como flores que acompañaban el itinerario de la celebración10. Sin duda, Caracas vivió días de grandes fiestas; el programa oficial iniciaba el día 23 de julio hasta el 2 de agosto, aunque las fiestas duraron hasta finales de mes (bailes, saraos, cenas y banquetes, sobretodo; Castellanos, 1983, tomo 1: 241). En el programa se planificó diversas actividades: paseos y desfiles majestuosos, visitas a 9 Bien ha estudiado Beatriz González Stephan la necesidad de las nuevas naciones de formar/crear un modelo de ciudadano ajustado a los moldes transplantados de Europa en un momento de modernización y disciplinamiento nacional: “Había que crear la nación; pero, en especial, forjar los actores y escenarios que sirvieran de base para la existencia de esa nación, que, al fin y al cabo, se concentraba en los centros urbanos donde se vivía de acuerdo a los códigos de la ´civilización´” (1995: 433). El programa oficial del centenario dirige esta voluntad del gobierno de hacer ciudadanos en la Caracas de finales de siglo. 10 Esta mirada a las “flores venezolanas”, adorno de casa y del evento, pasa, finalmente, por una consideración del proceso de subordinación de la mujer. Este proceso se justificó de manera “natural” al argumentar desde distintos espacios de enunciación (la prensa, la literatura, los discursos de intelectuales, obispos, etc.) que esta diferencia podía basar su verdad en datos científicos que respaldaban tal inferioridad. Ahora, más que responder a razonamientos de carácter cientificista, fue la perspectiva política la que se encargó de establecer las bases de la diferenciación y subordinación genérica (Lacquer, 1990: 32, 261-263). El gobierno de Guzmán Blanco permitió abrir una ventana 19 hospitales y centros de beneficencia, festividades religiosas, ofrendas al Libertador y a otros héroes civiles y militares, actos científicos y literarios, inauguración de estatuas, entre los actos más resaltantes. Los días 23 y 24 de julio y el 1ro y el 2 de agosto señalaron, dentro de la programación, la actuación de las damas de la república. El 23 de julio se realizó la primera de las ofrendas estipuladas11, la “Apoteosis del Héroe”. En el programa se indicaba expresamente cuál era la actividad para las mujeres, se leía: Al medio día, como ofrenda de nuestras madres, hermanas, esposas é hijas, [se ejecutarán] diversos actos de caridad; y visitas á los hospitales y demás establecimientos de beneficencia, presididas por la Junta del Centenario y las autoridades respectivas, quienes recibirán las ofrendas que á ellos se destinen (en Leyes y Decretos de Venezuela 1880-1882, 1989, tomo 9: 402). En esta propuesta oficial ya empieza a dibujarse, con total claridad, el espacio de participación acordado para la mujer: el de caridad y beneficencia. Asimismo, este grupo de damas vino a representar a la mujer venezolana en su conjunto, pues incluyó todo el espectro social del género (a las madres, hermanas, esposas e hijas). También es notorio cómo se esperaba proteger esta participación; puesto que se dispuso que fuera de casa para ver a las señoras y señoritas según precisos parámetros sociales de representación. Pero, ¿y cómo se dejaron ver ellas? La Exposición Nacional dará algunas respuestas. 11 Fueron cinco las ofrendas diseñadas para esos días: “VENEZUELA AL LIBERTADOR EN SU CENTENARIO, LE OFRENDA: / 1º. La Apoteosis del Héroe en honra de su obra, la antigua Colombia, Perú y Bolivia / 2º. Su progreso actual. / 3º. Un homenaje de gratitud á sus progenitores. / 4º. Una muestra de admiración á la gran República de la América del Norte. / 5º. Una demostración de confraternidad á las naciones de la América latina” (en: Leyes y Decretos de Venezuela 1880-1882, 1989, tomo 9: 402). 20 todas las damas irían acompañadas por la Junta Directiva y “las autoridades respectivas” quienes serían los depositarios de las ofrendas12. Veamos a continuación cómo se llevó a cabo esta primera tarea y para ello revisemos la correspondencia de rigor. La primera dama de la república, Ana Teresa Ibarra de Guzmán, por pedido de su suegro, formó un comité pro-desvalidos. La misión era cumplir con el pedido oficial, reunir donaciones entre las familias como “...una demostración de caridad a favor de los pobres y desvalidos, que no podrá menos de ser grata á los manes del Libertador” (La Opinión Nacional, sábado 16 de junio de 1883, No. 4183: 2). La esposa de Guzmán le respondió favorablemente a Antonio Leocadio y se reunió con sus colaboradoras, todas señoras y señoritas vinculadas a las familias de mayor realce social y oficial13. El 23 de julio entregaron cuentas pero no de mano a mano, de nuevo medió la intervención de la Junta Directiva. A la Casa de Beneficencia, posible destino de la suma recaudada, nunca llegó el dinero; esos 24.163,21 bolívares que venían de la 12 Como se sabe, el programa fue organizado por una comisión especial, parte de la cual integró después la Junta Directiva del Centenario. Esta junta estuvo formada de esta manera: Antonio Leocadio Guzmán, Presidente; Arístides Rojas, Vice-Presidente; Agustín Aveledo, Secretario de Actas; Andrés Aurelio Level, Secretario de Correspondencia; Fernando Bolívar, Vocal; Manuel Vicente Díaz, Vocal; Wenceslao Guzmán, Vocal Tesorero y José Antonio Salas, Vocal (Ernst, 1986, tomo III: 6) y la comisión designada para presentar el programa oficial del festejo estuvo conformada por: Antonio Leocadio Guzmán, Pablo S. Clemente, Fernando Bolívar, Andrés Level, Arístides Rojas, Manuel Vicente Díaz y Agustín Aveledo (Ernst, 1986, tomo IV: 3 y Leyes y Decretos de Venezuela 1880-1882, 1989, tomo 9: 401). 13 Sólo para que quede como contraste al anonimato de la niña en Maiquetía, conozcamos los nombres de ese selecto grupo de señoras y señoritas de la alta sociedad caraqueña. Ellas son: “La señora de Guzmán Blanco, y las señoras Rójas Paúl, Lara, O`Leary, Engelke, Rohl, Eraso, Jugo Ramírez, 21 familia venezolana fueron depositados en el Banco de Caracas sin que la Casa de Beneficencia o alguna institución hospitalaria tuviera acceso a él. Mucho menos podía pensarse que el propio comité pro-desvalidos pudiera administrar esa suma. El depositante del dinero, el gobierno nacional, dispuso medio año después su uso, si no distinto de lo previsto originalmente, sí llama la atención el tiempo transcurrido para su disposición14. Pese a esto, la actividad de recaudación de fondos para nada desvió el propósito central del gesto femenino: vincular la celebración a zonas donde se practicaban tareas ligadas al espíritu de construcción y cuidado nacional. En todo caso, se demostró una participación muy efectiva: las damas recolectaron el dinero y dieron cuenta de ello; así como se mantuvieron dentro del espacio socialmente acordado como representantes de las actividades de caridad y beneficencia15. El 24 de julio fue el gran día de celebración. El programa detalla una participación pensada para todos: un magnífico desfile habría de recorrer las calles Olavarría, Michelena, y señoritas Adela Ponte y Gertrudis Carreño” (La Opinión Nacional, sábado 16 de junio de 1883, No. 4183: 2). 14 En un decreto de 19 de febrero de 1884 se decidió el uso final del dinero a “...la asistencia de los enfermos en los Hospitales de caridad de Caracas y á mejorar estos establecimiento”. Más adelante, ese mismo decreto “...manda invertir en Deuda nacional Consolidada del cinco por ciento, el monto de las limosnas dedicadas por varias señoras de Caracas á los Hospitales del Distrito Federal en uno de los actos con que fue celebrado el Centenario del Libertador Simón Bolívar” (Leyes y Decretos de Venezuela. 1884, 1989, tomo 11: 40). 15 En los primeros años de la república argentina podemos encontrar estas prácticas genéricas de la caridad y la beneficencia. Francine Masiello documenta una participación de esta clase de actividades por mujeres ricas en su mayoría. El discurso oficial permitía y prescribía también este desempeño social como posibilidades acordes con el género y condición social de las participantes y como un importante mecanismo de construcción nacional (Masiello, 1997 a: 32). 22 desde la Plaza Bolívar hasta el Panteón Nacional, lugar donde entregarían las ofrendas de rigor. Para la escenificación del acto, de nuevo, era necesaria la colaboración de la mujer en un papel de representación tradicional; un grupo selecto de damas colocaría sus ofrendas ante el altar del Libertador como representante de la familia venezolana. Así se cumplieron las expectativas: en el Panteón Nacional Antonio Guzmán Blanco tributó su admiración y homenaje al Libertador en nombre de la nación y su esposa, Ana Teresa, hizo lo propio en representación de la familia nacional. La pareja presidencial representó ante el padre de la patria el orden social asignado a las partes; en tanto Guzmán encarnó al país entero, la primera dama simbolizó la ofrenda del espacio doméstico nacional. Se personificó una unidad armónica y necesaria que sirvió de imagen a la propia unidad y valores de la nación. Esta representación modélica de la familia venezolana, encarnada por la pareja presidencial, le sirvió a Antonio Guzmán Blanco para recalcar a su audiencia, con sus propias palabras, los puntos esenciales que habrían de recordarse por siempre: “Bolívar sobre el Chimborazo, allá en el fondo de los tiempos, mirando hacia el porvenir, lo que contempla al cabo de siglos, era esta Patria constituida, organizada y próspera, celebrando su Centenario, con la inauguración hasta de ferrocarriles, muestra evidente, de que entramos ya en los horizontes que ilumina el sol de la verdadera y grande civilización” (en el Panteón Nacional, el 24 de julio, citado en Castellanos, 1983, tomo 1: 233). Sin duda, la mujer venezolana también era responsable de mantener el orden y la prosperidad de la nación; frente al padre Bolívar, ella debía comprometerse a no 23 descuidar su papel principal como protectora de estos valores dentro del núcleo familiar. La relación entre familia y nación fue otra de las estrategias simbólicas de los distintos discursos en torno a la construcción de la idea de nación. Para una ocasión como ésta, que festejaba un momento fundacional –el nacimiento del héroe más importante de la gesta independentista-, reconocer una relación de este tipo dejó las puertas abiertas para una serie de factores que estimuló valores y sentimientos de pertenencia. Muchos estudiosos han observado esta significativa relación16, donde el papel de la mujer no hizo sino mediar entre estos dos elementos –la familia y la nación- como embrague de un anhelo: aliviar el dolor de sus semejantes –se entiende de su familia, en primer lugar-, ser compañera, sanar las heridas del alma –de su familia y de la nación-, atender a labores de caridad, ser un sujeto activo ante los momentos de cataclismos y epidemias. De esta manera lo expone un artículo de la época: La misión de la mujer es fortalecer las almas debilitadas, cicatrizar las heridas del corazón, verter una gota de esencia en el cáliz del dolor cuando el infortunio abruma al hombre; volar á donde more el infortunio, olvidándose de sí misma [...] ofrecer la vida cuando la caridad lo ordena, arrostrar la muerte cuando lo exige el deber, sin retroceder ante el peligro, los cataclismos y epidemias (María Concepción Gimeno: “Sección recreativa: El 16 María Inés de Torres encontró relaciones muy cercanas entre la representación de la familia y la nación. Su estudio considera principalmente el papel de la literatura –poesía y novela- en esta comunión de intereses: “En efecto, la nación como constructo tuvo siempre como uno de sus pilares en el discurso liberal a la figura de la familia como centro donde ´reposa´ la unidad nacional, es decir como institución-base encargada de preservar la estabilidad del estado y de transmitir sus valores” (De Torres, 1995: 25). En efecto, La mujer fue el agente-bisagra establecido para preservar esa estabilidad y transmitir sus valores. 24 enemigo del hogar”, en: La Opinión Nacional, lunes, 22 de enero de 1883, No. 4068: 1). Acá se está describiendo un quehacer fundamental para los estados nacionales, pues se desarrollan los atributos de un papel para la tranquilidad del hogar/nación. La bisagra entre familia y nación, la mujer, se representa entonces con la misión de tranquilizar el alma; ante un mundo cruel, ella es el bálsamo que brinda paz y quietud a sus semejantes. Parece la enfermera del alma y del corazón; finalmente parece la enfermera de la nación. 2.- La Exposición Nacional y los modos para seguir exhibiendo la nación La correspondencia de la Junta Directiva, con respecto a la organización de la Exposición Nacional, fue extensa e interesante; su lectura descubre un enorme esfuerzo de planificación. Por un lado, estas cartas dibujan un recorrido imaginario por todo el país, donde remitentes y destinatarios eran parte de un engranaje muy activo. Se necesitaban todas las piezas de este ensamblaje, cada hombre y mujer fue un componente esencial para llevar a buen término el deseo de Guzmán Blanco por culminar las fiestas con el mayor acto de exhibición nacional jamás antes imaginado: la Exposición Nacional. Por otro lado, esta correspondencia revela los anhelos, las expectativas, la confianza de un grupo de hombres que ansía palpar la realidad de una idea nacional y 25 que aspira conocer los atributos precisos del progreso nacional. En fin, a partir de la lectura de esta correspondencia se manifiestan los detalles del mecanismo de construcción de un importante imaginario nacional17. La idea de organizar una Exposición Nacional se correspondió, además, con las prácticas simbólicas de otras naciones que relacionaban estos actos con el nivel del desarrollo de cada país. El cronista oficial del evento, Adolfo Ernst, destaca la importancia de este tipo de celebraciones: Hemos llamado feliz la idea de concluir con una Exposición Nacional la brillante série de festividades del Primer Centenario del Libertador; porque además de ser oportuna y de estar en completa armonía con las tendencias de nuestra época, corresponde de una manera perfecta al carácter esencial de las fiestas del Centenario (Ernst, 1986, tomo III: 8)18 . Para los efectos del capítulo, revisaremos la primera circular que inundó la geografía nacional. Se trata de la circular que la Junta Directiva envió a los delegados escogidos en cada sección del país. En esa notificación de 27 de julio de 17 Para Beatriz González la Exposición Nacional de 1883 “...fue un momento fundacional para la creación de capitales simbólicos de la nación” (2004: 166), donde la idea de progreso se acogió como la fórmula perfecta para integrar la diversidad nacional en el espacio de la vitrina de la Exposición. 18 El cronista nos informa de las participaciones de Venezuela en las más importantes exposiciones internacionales de esos años en Londres (1862), París (1867), Viena (1873), Bremen (1874), Santiago de Chile (1875), Filadelfia (1876), Paris (1878) y Buenos Aires (1881), “...y en todas ellas sus producciones habían obtenido un número considerable de premios y menciones honoríficas” (Ernst, 1986, tomo III: 8). 26 1882 se empezó a delimitar todo el dispositivo de organización de la Exposición, se enunció los objetivos claros y claves de la empresa19. El remitente no era otro que Antonio Leocadio Guzmán, el Presidente de la Junta Directiva, quien invitó al hombre seleccionado para que lo secundara en el éxito de la labor. Cada uno de estos delegados se constituyó en la imagen de la Junta Directiva en las distintas regiones. Ellos eran el espejo posible de la idea, a tal punto escribió Leocadio Guzmán: El programa de la celebración del Centenario del Libertador, puede decirse que abarca dos partes: una, las festividades en general; la otra, la Exposición Nacional. En la primera poco es lo que tendrán que hacer nuestros Delegados y bastará que se inspiren en la lectura del citado programa para que den el resultado que de ellos se desea; mas con respecto á la segunda, como su éxito depende del esfuerzo colectivo de todas las poblaciones de la República, y esta Junta no ha podido tener en cuenta las circunstancias especiales de cada una, toca á U. ampliar sus disposiciones y llenar el vacío que note en ellas (citado en Ernst, 1986, tomo IV: 64). El buen resultado de la Exposición dependió, por consiguiente, de una invitación general a un colectivo. Como las altas esferas del poder estatal no podían llegarle en su totalidad a esta comunidad de personas, la Junta Directiva apostó por crear una red 19 No fueron los delegados de cada sección los únicos destinatarios de esta correspondencia. Se debe sumar una lista completa que habla, además, del complejo aparato burocrático guzmancistas, pues fueron enviadas cartas a jefes civiles de las parroquias, distritos y municipios; jefes departamentales; presidentes de estados; gobernadores de secciones; gobernadores de territorios; gobernadores de colonias; ministro de relaciones interiores; ministro de relaciones exteriores; cónsules representantes de Venezuela; representantes de gremios; redactores de periódicos y por supuesto a señoras y señoritas de la república. Esta amplia correspondencia fue complementada con otra del propio Antonio Guzmán Blanco quien escogió ampliar y sustentar la red comunicativa con cartas dirigidas a sus “amigos” de 27 de comunicación que la cubriera en los vacíos de su alcance. Se solicitó con vivo interés que cada delegado hiciera posible el envío de productos naturales, industriales e intelectuales que merecieran ser expuestos en la ciudad de Caracas. Es importante resaltar la idea de un evento como el de la Exposición Nacional, que necesita de todos los ciudadanos para hacerse en buenos términos; ¿dónde mejor, sino en esta invitación de convocatoria nacional, para echar las bases de la idea de pertenencia, donde, repito, la participación del país completo vendrá a alimentar un efecto poderoso que expresa el supuesto progreso del país y su sentimiento de gratitud al Libertador? Esta primera correspondencia pedía además otras tareas: ...nuestra Exposición debe dar á conocer á Venezuela de la manera más completa y ventajosa posible, y para el caso, los objetos que exhiba deben revelar cómo se alimentan, se albergan y se visten sus habitantes, cuáles son sus costumbres; cómo se educan y se instruyen, qué industrias ejercen para llenar sus necesidades y para contribuir al progreso general, con qué recursos cuentan para lo porvenir (citado en Ernst, 1986, tomo IV: 65). Estamos ante una solicitud completa y escrupulosa de la vida de sus conciudadanos. Pide investigar las especificidades propias de estos nacionales y demanda conocer los avances de la industria que explicarían el modo de sustento de tales familias. En toda todo el país donde les pide su oportuno concurso en esta Exposición. Las réplicas no se hicieron esperar, sólo a la correspondencia de Guzmán se sumó 97 respuestas satisfactorias. 28 esta petición se insiste en las características de los objetos a exhibir, objetos que reflejen las costumbres y estilos de vida de la época; lo que se exhiba en la Exposición hablará del país de todos los días, ya no de sus héroes patrios, sino del personaje común y corriente. Se exhortó, pues, a saber qué era el país y quiénes lo habitaban; qué se producía: “En la Exposición [...] debe figurar todo lo que tenemos en nuestras localidades en cuanto á alimentos, habitaciones, vestidos, educación, instrucción y costumbres, industrias y elementos por explotar...” (Ibidem: 64). Pero en un segundo paso, al recolectar toda esta información, fue posible imaginar los dominios y el poder de un estado nacional. Esta correspondencia funcionó entonces en varias direcciones; al solicitar información sobre los habitantes del país y los recursos de las regiones, se esperaba programar un orden e itinerario dentro del Palacio de la Exposición para allí clasificar y mostrar todos estos datos y productos. Pero, en otra de las direcciones posibles, en estas circulares se puso en evidencia los mecanismos de poder del gobierno nacional, que al pedir esta información obtiene datos estadísticos actuales que expresan los límites claros de su dominio. Bien podría la Junta Directiva, o más bien el Poder Ejecutivo, requerir la preparación de un censo oficial con toda esta información de primera mano. Al leer el catálogo que presentó Adolfo Ernst en 188620, hoy en día puede imaginarse cómo estaba constituido el país, cuáles eran sus productos más 20 Ver de qué manera los lazos del poder fueron efectivamente comprobados en la presentación de censos, mapas y museos como maquinarias de imaginarios nacionales (en Anderson, 1993: 228 y siguientes). 29 emblemáticos. Pero también es posible leer acerca de las barreras del progreso y las fronteras de un territorio. Valga recordar la advertencia del propio Ernst al matizar esas marcas del progreso nacional. El escribió: Si bien Venezuela en cuanto á su dignidad nacional no tiene por que arriar bandera ante ningún otro país del mundo, fuerza es confesar que son muy limitados aún sus recursos y de reciente origen sus conquistas en la dura campaña del progreso material (Ernst, 1986, tomo III: 9). No obstante, esta estimación no invalidará la justificación de exhibir, como gratitud a Bolívar, el nuevo semblante del país: ...así Venezuela había de ofrendar al que le sacrificó cuanto tenía y cuanto era, todo su progreso material é intelectual: los tesoros de su rico suelo, las cosechas de sus fértiles campiñas, cuantos adelantos tuviera en los diversos ramos de la industria humana, las obras de sus pensadores, artistas y hombres de estado: todo, todo lo había de traer al ara de su gratitud hácia el Padre de la Patria (Ernst, 1986, tomo III: 19). Otra de las peticiones que hizo la Junta Directiva era la de acompañar el envío de la información y los productos con estudios, monografías y memorias que explicaran al país y sus regiones. De esa forma fue requerida la presencia de los escritores. Sin embargo, esa solicitud presentó algunas dificultades y Adolfo Ernst las comenta: 30 Ingresaron algunos trabajo es virtud de esta excitación [...una obra que sintetizara el adelanto intelectual y material de cada Sección] [...] pero la premura del tiempo, y acaso la difícil del asunto, ó tal vez la falta de hombres competentes, ó bien varias, si no todas estas circunstancias juntas, explican bastante bien por qué quedara incompleta la realización de este pensamiento... (Ibidem: 17). Aunque el cronista especula acerca de los obstáculos de esta tarea, donde las dos últimas razones expresarían un esfuerzo superior a las posibilidades reales, me parece importante la insistencia de la Junta Directiva que reclamó una actividad de este tipo. Acá se descubre un pedido fundamental para la historia de las naciones, pues se necesitaba de la labor de los escritores e intelectuales del país para que expresaran los rasgos precisos de la comunidad nacional. Los delegados, por sí solos, no podían satisfacer estas exigencias. En todo caso, los resultados de esta convocatoria estuvieron a la vista en la Exposición Nacional. Se enviaron una gran cantidad de libros, algunos fueron escritos especialmente para la ocasión, otros eran segundas o terceras ediciones corregidas y ampliadas; se exhibieron temas literarios, históricos o de interés más bien estadístico. Realmente la cantidad de libros y la variedad temática fue de consideración. Toda esa vitrina intelectual habló efectivamente de los alcances de una nación, de sus personajes imaginados, expuso sus cifras por secciones, exaltó los logros en el campo de la literatura, la historia y la instrucción; en fin, en esa vitrina también se hizo posible la idea de una comunidad imaginada. Si examinamos el registro de las publicaciones expuestas, nos encontraremos con un grupo de libros que terminó conformando el canon literario y cultural del país 31 (González Stephan, 2004: 175)21. Algunas de estas obras son: Venezuela Heroica; Cuadros históricos [cuadros de las luchas de independencia, texto premiado] y Zárate [novela] de Eduardo Blanco; Literatura venezolana [estudio literario, premiado] de Hortensio; Obras poéticas [premiado] de Francisco Guaicaipuro Pardo; La Boliviada [poema premiado], Triunfar con la patria [drama] y Perfiles venezolanos ó Galería de hombres célebres de Venezuela en las letras, ciencias y artes de Felipe Tejera; “Poema del Niágara” [premiado] de Antonio Pérez Bonalde; Araure [drama premiado] de Celestino Martínez; Ensayos sobre el arte en Venezuela [premiado] de Ramón de la Plaza; estos libros formaron parte de un amplio catálogo todavía más numeroso que se presentó en la Exposición Nacional como ofrenda de los hombres de letras de la nación. En la Exposición Nacional se manifestó un espíritu de construcción de un imaginario, donde fue posible experimentar la idea de pertenencia y de orgullo de un colectivo. Una mirada atenta a esa vitrina descubre un mecanismo de lectura de la identidad nacional. Todo este proceso de organización de las fiestas del centenario implicó la puesta en marcha de un eficiente sistema operativo donde el Poder 21 Los textos se ubicaron en la Quinta Sección de la Exposición Nacional; así como se catalogaron y clasificaron otra infinidad de artículos en alguna de las seis secciones pensadas. ¿A qué correspondía cada sección? Observemos las correspondencias: Primera Sección: Productos naturales y agrícolas; Segunda Sección: Máquinas y utensilios; Tercera Sección: Productos Industriales; Cuarta Sección: Bellas Artes; Quinta Sección: Publicaciones oficiales, obras científicas y literarias. Instrucción pública; Sexta Sección: Objetos que pertenecieron al Libertador; dos Secciones Especiales: la de animales; y horticultura y floricultura. Cada Sección se dividió en grupos y cada grupo en clases (Reglamento de la Exposición Nacional, Disposiciones Generales, artículo seis y siete, citado en Ernst, 1986, tomo IV: 7). Este sistema de clasificación también expresa un espíritu de organización a fin con los mecanismos de un imaginario nacional en construcción 32 Ejecutivo controló todos los aspectos de diseño, planificación y ejecución de la empresa. ¡Qué diferencia con las maneras de organizar las primeras celebraciones nacionales, menos burocráticas, más espontáneas y populares y aún no controladas por estas maquinarias de los gobiernos de ocasión!22. 3.- Señoras y señoritas en la Exposición Nacional En el salón oriental del Palacio de la Exposición se ubicó la mayoría de las obras enviadas por las señoras y señoritas de la nación. Los organizadores del evento decidieron clasificar estos efectos dentro de la Sección Tercera: la que tenía que ver con productos industriales. Así quedó establecido el lugar de la producción femenina. De hecho, mucho antes de comenzar a recibir algún producto en particular, desde las primeras correspondencias de las que hablamos anteriormente, se dibujó el tipo de artículo femenino que se esperaba. La correspondencia destinada a un grupo de señoras y señoritas de Caracas fue enviada el 31 de enero de 1883. En ella se les instaba a conformar una comisión 22 Elías Pino Iturrieta ahonda en estas características. Las primeras fiestas patrias fueron organizadas por la población. La celebración de 19 de abril de 1832 fue la excusa para que los habitantes de San Fernando de Apure conjuraran sus miedos y temores por una reciente inundación del río. En el cuadro alegórico que se construyó –un paseo- aparece Miranda y Bolívar anacrónicamente redentores (Pino Iturrieta, 2001 a: 385 y siguientes). La organización de estos eventos también sirvió para hacer crítica política. El 29 de noviembre de 1880 en ocasión del primer centenario del natalicio de Andrés Bello, un grupo de particulares, por iniciativa propia, decidió celebrar el acto. El discurso del orador, el Doctor Cristóbal Mendoza, estuvo cargado de intencionales “...consideraciones filosóficas acerca de la triste fragilidad y pequeñez de la soberbia y de la vanidad humanas” (Picón Febres, 1906: 178). 33 para recolectar las más dignas labores de mano que merecieran engalanar la sección de los productos industriales de la Exposición Nacional. La comisión se organizó para tal fin y estuvo integrada de este modo -así rezaba el encabezado del texto que las convocaba-: “Circular á las señoras Dolores G. de Ibarra, Matilde de Conde, Carolina Conde de Ponce, Concepción M. de Smith, Manuela y Asunción Monserrate, Melicia López Méndez de Blanco y señoritas Manuela Chitty y Antonia Steller” (Ernst, 1986, tomo IV: 377). La Junta Directiva esperaba, entonces, recibir un producto específico que tuviera como razón de ser la laboriosidad manual del bello sexo. La respuesta fue abrumadora, se enviaron obras de mano de todo el país. Adolfo Ernst presentó en el catálogo de la Exposición una lista extensa con los nombres de las señoras y señoritas que despacharon sus obras de mano. El propio cronista nos entrega la impresión de los visitantes: “Podemos [...] decir que todos los espectadores salieron del salón izquierdo [...] donde estaba exhibida [la rica colección de las damas], con el sentimiento de gratísima satisfacción, porque fue uno de los puntos más brillantes del Certamen Nacional” (Ernst, 1986, tomo III: 580). Los productos industriales (Sección Tercera) se organizaron en diferentes categorías. Los de las damas podían hallarse en el grupo quinto, relativo a los vestidos y sus accesorios. Esta práctica de organizar cada producto en cada renglón Gonzalo Picón Febres, testigo del hecho, comenta que por poco no paró el orador en la cárcel y el 34 estableció otra sub-categoría: la de las clases. Si somos tan específicos como lo fue la comisión que agrupó y clasificó los distintos artefactos, bienes, productos, obras intelectuales y de arte, nos toca indicar las clases en donde se desplegó una gama de productos femeninos mucho más amplia de lo esperado. Se dispuso diez clases de clasificación. Así encontramos las categorías referidas a la ropa blanca en general (clase 1), la hechura de trajes para señoras y hombres (clase 2 y 3 respectivamente), los trabajo de modistas, floristas, y accesorios para el vestuario de señoras y niñas (clase 4), bordados, encajes y pasamerías (clase 5): fue esta clase la que tuvo mayor oferta y también fue la que inicialmente se pensó adecuada para una representación de la producción femenina. Continuamos con las clases que restan: corsés, corbatas, guantes, abanicos, paraguas, bastones, etc. (clase 6), pelucas, postizos y trabajos de pelo en general (clase 7), artículos de sombrería (clase 8), artículos especiales para viajes (clase 9) y una clase 10 que presentó todo lo dificilmente clasificable en las otras categorías. La mayoría de las labores exhibidas resaltaron las habilidades manuales de las mujeres en bordados, paños perfilados, pañuelos, túnicas, vestidos, papeleras, carpetas, etc. Pero pocas labores presentaron temáticas ligadas a algún hecho heroico. Algunas señoras y señoritas justificaron su presencia en la Exposición con obras que recordaban un tema de la historia patria. La señora Rosaura B. del Castillo fue premiada con mención honorífica por su retrato hecho de pelo del general Roberto S. destierro en su osadía de desmitificar al Ilustre Americano. 35 Ibarra. La medalla de bronce fue concedida a la srta. Isabel González Guinán por un pañuelo bordado que representaba la batalla de Carabobo y a la sra. Mercedes Meneses por el escudo de Venezuela hecho con plumas. En estos casos se presenta una desviación de lo que se esperaba ver de ellas. La vinculación entre los productos femeninos y las fiestas de celebración se correspondía con la simple exhibición de las labores de mano y nada más. Fue decisión de estas damas incorporar nuevos sentidos de interpretación a los productos enviados e intervenir, de este modo, en los espacios de la propia historia nacional. Los espacios de representación simbólicos empiezan a ser removidos con timidez. La gran sorpresa de la Junta Directiva, del gobierno y de la sociedad en general, fue percibir cómo la presencia de la mujer en otros rubros de producción deslizó de un modo más significativo estos espacios convenidos de representación social y nacional. La sra. Catalina Matute de Armas (de Barcelona) envió sus cuadros de insectos, su participación también fue premiada con la medalla de bronce; una medalla de plata se le otorgó a las srtas. Dolores y Luisa Piñango por el exquisito cacao del poblado de Choroní; otra medalla de plata fue para la sra. Rosaura de Batalla por su amargo de Angostura y otra, también de plata, para el corsé higiénico de la sra. Ana Aloe de Boullosa (de la Habana). La mención honorífica correspondió para el vino Vermouth presentado por la srta. Escolástica Irigoyen y así otras señoras 36 y señoritas fueron premiadas o recordadas en el catálogo de la exposición. En cada una de estas presentaciones se descubre espacios novedosos de participación; la mujer venezolana también intervino en la economía, el comercio y la ciencia del país, entre otros rubros. En la Exposición Nacional las mujeres se dejaron ver de muchas maneras. Es por esto que todavía podemos encontrar otros registros de participación en espacios más emblemáticos de la cultura. En la sección de Bellas Artes aparecen premiadas tres mujeres: una de la que sólo se conoce sus iniciales, una pintora belga y una escultora venezolana. Las siguientes obras artísticas recibieron mención honorífica: un biombo pintado a la aguada por la desconocida srta. R.M.; un retrato de Guzmán Blanco hecho a la pluma por la artista belga Alina Chrystophe y un grupo de perros esculpidos en barro de Dolores Ugarte de Caracas. De la sección de publicaciones oficiales, nada se dice de premios a las escritoras y sólo aparecen dos nombres dentro de más de un centenar de publicaciones masculinas: encontramos a Socorro González Guinán quien se animó a enviar su obra didáctica: Historia de Venezuela para niños y a Jacinta Valdez de Esteves quien, a través de la compilación que hizo, quiso recordar la memoria de su esposo en estos festejos: Comp. Hoja de servicios del Ilustre prócer de la independencia suramericana, miembro de la Orden del Libertador de Colombia y 37 capitán de navío de la armada nacional de la misma república, Felipe Esteves (lista presentada por Castellanos, 1983, tomo 2: 175 y 184). Terminemos este punto destacando la especial participación de Antonia Esteller, una notable educadora, en la Exposición Nacional. Ella fue la persona encargada de arreglar y adornar el famoso salón oriental donde se expusieron las obras de la industria femenina. Esteller atendió a la designación que la Junta Directiva le hizo y se comprometió a ser la garante ante la Junta de los espacios domésticos de las familias y las escuelas, donde solicitó el concurso de todos para integrar esta gran vitrina de la nación. Su labor, se puede seguir a lo largo de la correspondencia que mantuvo con Leocadio Guzmán, fue enérgica y eficiente. Así como lo fue su relación con el Ilustre Prócer, a quien le manifiesta desde la aceptación de su nombre para integrar esta comisión especial, hasta la queja por la poca colaboración prestada para arreglar el salón o desarmarlo. En ninguna de estas oportunidades, en las cartas que le envía a Leocadio Guzmán, deja de representarse Esteller como agradecida y obediente. Las despedidas de sus cartas son muy significativas: “´Si Ud. vuelve a presidir otra Junta y me cree útil en algo cuente que estoy siempre dispuestas a servirle...Su afectísima amiga, Antonia Esteller´” (citado en Castellanos, 1986, tomo 2: 157-158). Estas palabras finales descubren una relación con los espacios de poder, donde se propone una disposición a seguir colaborando. Esteller se asegura un lugar, dentro del campo 38 de la participación social, que no quiere perder. Frente al poder del gobierno, a ella le interesa mostrarse solícita y a la orden para seguir desempeñando cargos de significación social. En otro mensaje, Esteller vuelve a recordar su estrategia velada para permanecer en la memoria del poder como una persona útil, agradecida y servicial: “´...sólo deseo que U. me escriba que está contento de mi buen proceder y que me ocupará en todo lo que me crea útil, pues estoy dispuesta a servirle...Su afectísima amiga, Antonia Esteller´” (citado en Castellanos, 1986, tomo 2: 159-160). Esas cartas la presentan como una mujer entregada a la tarea de ordenar el espacio de representación femenino. Por eso, en su momento, Esteller también se permitió reclamar por los insumos adecuados para llevar a buen término su gestión; por tanto solicitó a Leocadio Guzmán los modelos de las circulares que se enviaron por todo el país, las estampillas para el correo y el salón para las damas. Antonia Esteller fue, entonces, otra de las piezas importantes del éxito de las fiestas de celebración patria y de la Exposición Nacional. En otra faceta de la participación de la mujer en las fiestas del centenario, vale la pena revisar los riesgos y pérdidas que también involucró la relación con los espacios de poder. Ciertamente las relaciones de pérdida que nos incumbe con respecto a Antonia Esteller no implicaron un peligro físico; pero sí significaron un riesgo al apostar por la permanencia en la memoria del poder. Antonia Esteller se 39 había endeudado debido a los gastos que hizo en el arreglo del salón de las damas. La Junta Directiva prometió pagarle; pero, por esos avatares de la historia del país, no cumplió (El presidente de la república decidió no cancelar este tipo de gastos). Total que Esteller tuvo que asumir esa deuda sola y decidió hacerle frente, así le escribe al Ilustre Prócer: “´Con mucha pena he sabido que U. está mortificado porque me han negado la deuda, no se le dé cuidado pues yo he propuesto al señor Alvarez que me espere y trabajaré hasta pagarle...´” (el subrayado es mío, citado en Castellanos, 1986, tomo 2: 159). Esta nueva mujer de la nación, la que apostó por permanecer en el espacio público en tareas que la justificaran, la que fundó y dirigió la Escuela Normal de Mujeres, la que publicó obras didácticas ligadas a esta empresa de construir la nación, no asumió otra solución sino la del trabajo para pagar una deuda por servir al país23. De esta manera, se avizora los nuevos espacios de representación social para la mujer instruida que trabaja fuera de casa en actividades acordes con su género; el desempeño laboral ya no va a estar solamente justificado por las ocupaciones de caridad de la mujer rica y ociosa, sino que será fruto de una decisión personal asumida bien por necesidad económica o por un asunto vocacional. La nueva mujer que trabaja podrá hacer frente a los riesgos que trajo su determinación de permanecer 23 Antonia Esteller (1844-1930) escribió varios textos didácticos que fueron usados en el país y en otros lugares como Curazao y Puerto Rico. Son el Catecismo de Historia de Venezuela (1885), Los Apuntes de Historia Patria y Compendio de la historia de Cristóbal Colón (1893). La cancelación de la deuda la comprometió a un pago negociado durante un buen tiempo de su vida (Castellanos, 1986, tomo 2: 326 y Diccionario de Historia de Venezuela, 1997: 283). 40 lejos de casa. Nuevas realidades sociales e históricas acompañaron esta siguiente fase de la participación pública de la mujer en los registros de la nación. 4.- Final para un acto de participación: Zulima y las ausencias de una representación Esta parte del trabajo servirá para concluir con respecto a estos variados matices de la participación de la mujer venezolana en las fiestas del centenario. En este caso, determinaremos una participación desde la marca de la ausencia y la desaparición. Me interesa solamente atender a dos aspectos en torno a Zulima24. El primero atiende a la posibilidad de poner en relación el sentido del drama de Zulima: María o el despotismo con el de los otros dramas de similar estilo y propósito que sí fueron reunidos en el catálogo final de la Exposición Nacional. El otro aspecto indica una opción de lectura posible que se relaciona directamente con los mecanismos para construir un imaginario nacional desde una pluma de mujer. El drama María o el despotismo no apareció referido en el inventario oficial del cronista Ernst, lo que se traduce en una ausencia significativa y sin explicación hasta ahora. El manuscrito de este drama había sido enviado a la Junta Directiva; ésta 24 Zulima fue el pseudónimo que usó Lina López de Arámburu, una escritora venezolana de la que se conoce muy poco de su vida y recién se está empezando a leer su obra (dramas, novelas y poemas). 41 dio cuenta de su recepción y después Leocadio Guzmán le escribió una respuesta favorable: “A Zulima/ Esta Junta, al dar á U. las gracias á nombre del Gobierno, por el manuscrito titulado María y que presenta U. como ofrenda al Libertador en el primer Centenario de su natalicio, tiene la satisfacción de participarle que será incorporado en la sección literaria de la Exposición Nacional...” (citado en Pino Montilla, 1994: 11). Luego de esta misiva, no hemos podido dar con la obra en los índices que presentan Adolfo Ernst y Rafael Ramón Castellanos. La ausencia de la escritora y de su obra, por lo menos, denota un tipo de intervención también posible, la del dibujo extraviado de una participación. La desaparición de la obra de Zulima expresa la falta de un espacio de representación consolidado para las escritoras venezolanas. El lugar de las escritoras en la sección literaria todavía estaba por hacerse, era un lugar incompleto y poco poblado. No obstante, tal vacío no fue eterno, pues este drama apareció editado en el año 1885 por la Imprenta Nacional. El sentido del drama se correspondió con el interés que suscitó en las fiestas del centenario el tema de las guerras de independencia. Otros dramas escritos por hombres estaban explorando estos inicios de la nación. Tanto Celestino Martínez con Araure como Felipe Tejera con Triunfar con la patria, junto con María o el despotismo, presentaron sus propias versiones del momento fundacional de la república. Básicamente son narraciones familiares en épocas de guerra. Frente al caos 42 familiar que se dramatiza en Araure y la confusión de identidades que está presente en Triunfar con la patria, la historia de María, el personaje principal del drama de Zulima, permite pensar en un orden familiar/nacional defendido a partir del sacrificio de la mujer. El sacrificio por la familia justifica que María no haya esperado por su prometido, un joven patriota, y deba casarse con el oficial realista que la chantajea. Con este acto, María salva a su padre y hermano de un fusilamiento. De la misma manera, ella preserva su honra y virtud hasta la muerte. Su progresivo deterioro físico, la enfermedad que la carcome, no se detiene ni siquiera cuando el joven patriota comprende el sacrificio de su novia y le propone la fuga. El honor de María no le permite ninguna salida a un sacrificio que no tiene escapatoria. Finalmente muere y deja una ausencia sentida como lección. El drama ubica a la mujer y al hombre en los extremos polares de la sensibilidad. El prometido de María y el oficial realista se describen como personajes apasionados y descontrolados. Al patriota le llaman el Desesperado y el oficial no puede remediar su irracionalidad emocional. Mientras que a la mujer se le representa como el centro de las emociones, la que controla y ordena su cabeza y corazón. La madre de María es testigo del drama y del sacrificio, ella lee y diagnostica con acierto el desvanecimiento de su hija. Sus intervenciones son exactas, para ella no hay secreto y sabe el origen de todo el mal. Cuando juzga al oficial realista está dando 43 lecciones a todos sobre los valores que deben acompañar la gesta de la civilización: “¡Pobre hombre! Que no supo moderar sus pasiones...que no supo contener sus ímpetus...” (Zulima en Pino Montilla, 1994, tomo II: 35). El drama de Zulima está repensando el período fundacional de la nación, un momento de caos y guerra, desde el espacio familiar donde las mujeres tienen un papel necesario y de peso. La contención y el orden que se dramatiza en la historia, que involucra la propia desaparición de la protagonista, señalan los mejores papeles para el presente. En ese sentido, la desaparición de María tiene una interpretación, su vacío es un recordatorio permanente de los sacrificios que nutrieron el origen de la nación. Finalmente, esa ausencia, como una seña paradójica de participación, parecería dejar de lado, por un momento (en el centenario de Bolívar), las contribuciones de Zulima en la propia construcción de un imaginario nacional. Habrá de pasar dos años para que se pueda leer un drama escrito por una mujer que incorporó el espacio doméstico como lugar sagrado de los inicios de la nación. Advertir y comprender los riesgos y ganancias de la participación femenina en el centenario de Bolívar en 1883 pasó por considerar la relación de estas mujeres que acabamos de referir con los espacios de poder de turno. Por un lado, hemos observado el tremendo esfuerzo estatal por vincular unas fechas con la idea y 44 sensación de progreso del país. También, estas fiestas estuvieron ligadas a celebrar al héroe del pasado –Bolívar- y al héroe del presente –Guzmán Blanco-. Algunos escritores de esos años de gobierno guzmancista lograron armar esta relación simbólica de simbiosis patriótica. Las propias medallas que se otorgaron a los participantes ganadores de la Exposición Nacional sirvieron para perpetuar en un mismo espacio las imágenes del Libertador y del Ilustre Americano. De hecho, la misma Zulima contribuyó con este efecto simbólico de duplicidad-unidad adulante, donde quiso equipararse la figura de Bolívar y Guzmán25. La soberbia del propio Guzmán cómo no se vería alimentada en un texto corto de Zulima que parece más un cuento infantil por la inocencia que se transmite en la narración de la historia. La escritora decide titular como “Fantasía. Bolívar lega a su hijo” una curiosa anécdota que hace un recuento de la vida y misión de Bolívar hasta el día de su muerte. El Libertador decide entregar a otro “Genio, que aún estaba en la cuna, la herencia de su querida Venezuela” (Zulima en Literatura, 1889: 46)26. Así relata una suerte de transmisión de almas y misiones a un niño muy pequeño que resulta el propio Guzmán. Zulima no hacía sino sumarse a una larga lista de escritores que, en su momento, legaron por escrito sus muestras de alabanza y fidelidad. Aunque muchos 25 En el capítulo tercero de esta investigación, referido a las imágenes de los centenarios acá estudiados, se podrá observar estas medallas de la Exposición Nacional. En ellas se destaca en primer plano el perfil de Guzmán y al fondo aparece en una posición más reducida el perfil del Libertador. 26 Como parte de la novela Un crimen misterioso de Zulima es posible encontrar un segundo texto titulado Literatura, muy poco conocido, donde se hallan numerosos escritos sueltos de Zulima entre poemas, cartas y estas clases de “fantasías”. 45 de ellos habrían de voltear la torta tiempo después para convertirse en los más acérrimos críticos de Guzmán27. En todo caso, dentro de este estupendo mecanismo de conformación de sensaciones e imaginarios –de amor a los héroes de la patria, de progreso, orden, etc.- las mujeres tuvieron un lugar especial. Desde los programas oficiales de la celebración, así como en las correspondencias oficiales, la prensa de la época, se dibujó un trazo fino e ideal de las configuraciones genéricas. La mujer madre, hermana y esposa protectora se juntó en estas fiestas nacionales para celebrar los nuevos rumbos de la nación. La mediación de la mujer con los espacios de poder también se hizo a través de la escritura y el envío de productos industriales para la Exposición Nacional. Fue sobre todo en estas actividades donde empezó a descubrirse espacios novedosos de participación social y nacional. Las ganancias de estas participaciones permitieron dejar un legado: el registro escrito de un grupo de mujeres que logró integrar sentidos afines entre la nación y su laboriosidad manual; pero la memoria oficial también hizo evidente el esfuerzo artístico femenino así como la presencia emergente de las empresarias y de las primeras escritoras del país. 27 Habría que recordar, sólo por mencionar a uno de estos autores entre un grupo mayor, el caso de Nicanor Bolet Peraza (1838-1906). Durante el primer mandato de Guzmán fue un escritor que alabó y aduló al caudillo mayor. Pero, en cuanto el poder de Guzmán comenzó a mostrar grietas, fue de los primeros en mudarse a la otra acera, así se transmutó en unos de sus más fieros críticos. Como él, muchos escritores llegaron a constituir el “Coro de Adoración Perpetua”. 46 Con respecto a la participación intelectual, encontramos una ganancia importante: en estos años se comenzó, aunque de un modo incipiente, a construir un espacio de representación para las escritoras venezolanas. Ahora, para el caso puntual de Zulima, este esfuerzo pasó antes por el olvido: lo que terminó reiterando que era – el campo de representación social de la escritora- todavía un lugar por hacerse. He ahí los riesgos advertidos entre la memoria, el olvido y las fiestas de celebración patrias. III.- 1895: DE FIESTAS PATRIAS Y MUJERES QUE ESCRIBEN. ESTUDIO POLÍTICO Y CULTURAL DEL PRIMER CENTENARIO DEL NATALICIO DE ANTONIO JOSÉ DE SUCRE Los inicios sangrientos para un centenario en paz. A fines del siglo XIX un general venezolano se dirigió al cuerpo diplomático que estaba presente en su país para pedir garantía de reconocimiento al nuevo gobierno. No era una práctica extraña de esos años. Como resultado de una derrota política debida a una insurrección armada –lo que ocurría con mucha frecuencia- o por la finalización del período constitucional, los gobiernos vencedores trazaban sus primeras líneas políticas de mando y poder. De esta manera, solicitar el aval de reconocimiento de las otras naciones venía a ser una de estas principales medidas de estabilidad. Por lo tanto, el general Marco Antonio Silva Gandolphi, Ministro encargado de la cartera de Relaciones Exteriores del gobierno de Joaquín Crespo, envió una correspondencia a los Enviados Extraordinarios y Ministros Plenipotenciarios de diversas repúblicas donde asenta los nuevos parámetros de la realidad política del país y explica los eventos violentos sucedidos en Venezuela28. Así lo dejó establecido en la circular de 19 de octubre de 1892: 28 En Venezuela lo que había sucedido era una insurrección armada, que se conoció como la Revolución Legalista (del 11.03.1892 al 06.10.1892), conducida por el General Joaquín Crespo, el hombre fuerte del momento. Crespo se alzó para detener el intento del Presidente Raimundo Andueza Palacio por continuar en el poder. El interés crucial de Andueza Palacio era modificar el período presidencial establecido en la constitución de 1881 de dos años a cuatro (ver Manuel Landaeta Rosales, 1968: 56-106. Diccionario de historia de Venezuela, 1997, tomo 3: 918). 48 ...el infraescrito solicita y ruega que el Excmo. Señor ............... á nombre de su Nación y de su Gobierno, se digne reconocer, FORMAL Y PLENAMENTE, al Gobierno que en uso del inalienable derecho de inmanente soberanía, y en protesta de insurrección armada, se ha dado á sí misma la República de Venezuela, y del cual es digno Jefe el eximio ciudadano GENERAL JOAQUÍN CRESPO (Silva Gandolphi, 1892: 13)29. A través de este tipo de documento se manifestó un modo de organizar al país desde el gesto político del borrón y cuenta nueva; con la promesa de organizar, sanar o “encaminar” de nuevo al país, se insta a un reconocimiento de aceptación para un nuevo orden político. Que otros reconocieran la victoria de un grupo hegemónico sobre otro sirvió para trazar otras estrategias en busca de la estabilidad. Lo siguiente para el gobierno de Joaquín Crespo fue “encaminar” la nación hacia el efecto de la reunión colectiva, la re-unión nacional, reunir otra vez los pedazos del proyecto hacia un destino común. reconocimiento y de Entre otras razones, por eso fue esencial esta solicitud de aprobación para el gobierno vencedor. Así los diversos caudillos venezolanos, en su función presidencial, reclamaron una primera identificación para luego, al igual que otros gobiernos civiles y militares de América Latina, iniciar, como hemos dicho, un proceso de reconstrucción y/o consolidación nacional, de volver a hacer la tarea pendiente de la modernización (un sistema jurídico e institucionalizado, la estabilidad y el progreso económico, la libertad de prensa y el respeto de los derechos sociales, de propiedad, políticos etc.); es decir, 29 Hemos decidido respetar la grafía de la época, por lo que se transcribe tal cual las respectivas referencias de los diversos textos de esos años. 49 intentar el esfuerzo histórico de consolidar la idea de nación moderna en paz, libre y unida. De tal manera, así como los sucesivos gobiernos reclamaron en los otros las pautas de una distinción inicial como gobierno político, lo siguiente fue hacer lo propio tierra adentro: lograr una aceptación colectiva interna que, en definitiva, consolidara la idea de nación. Por lo que se pusieron en marcha unos dispositivos muy concretos (circulares y manifestaciones políticas, nuevas constituciones y reglamentos, acuerdos económicos y alianzas políticas, entre otras prácticas de legitimidad) para establecer una cadena de identificación a dos niveles (internacional y nacional). Sin duda, todo este esfuerzo también implicó un trabajo de naturaleza simbólica que persiguió el anhelo de palpar y hacer sentir esa idea de unión nacional. Para el caso de Venezuela, habría que recordar que estos intentos por lograr una estabilidad política y la tan ansiada normalidad social fueron promesas básicamente incumplidas a finales del siglo XIX, sobre todo luego de la salida del poder de Antonio Guzmán Blanco. Mientras estuvo al frente (desde 1870 hasta 1887)30, Guzmán Blanco se aseguró de mantener a raya a los tantos contrincantes que amenazaron su proyecto de modernización nacional; lo que significó el control férreo de las distintas revueltas y rebeliones. Con Guzmán se consiguió una relativa paz 30 Antonio Guzmán Blanco dirigió los destinos del país en tres períodos. El primero se conoce como el Septenio (1870-1877), luego vino el Quinquenio (1879-1884) y la Aclamación (1886-1887). En medio de estos períodos Guzmán Blanco se preocupó de dejar en buenas y seguras manos el apreciado objeto 50 social de algunos años. Luego de su salida definitiva del país, aunque siguió señalando los derroteros de la actividad política hasta finales de siglo, el panorama nacional de estabilidad y paz a costa de un largo período de autoritarismo empezó a resquebrajarse. El país estaba harto del poder del guzmanato, sus propios aliados políticos intentaron subvertir el acuerdo de permanencia en el gobierno y esto disparó las ambiciones políticas. Los últimos años del siglo sirvieron para mostrar las banderas de las últimas revoluciones del XIX. El hastío contra los mandatos de Guzmán Blanco habría de dar pie a nuevos protagonismos políticos. De ahí que se concretaran numerosos intentos por tomar el poder a la fuerza31. A los efectos de este capítulo, me ha interesado tomar en cuenta aquellos esfuerzos y mecanismos, políticos y culturales, que se implementaron para llevar a cabo el efecto de re-unión nacional. Como hemos visto, además del reconocimiento político –externo e interno-, los gobiernos necesitaron crear un efecto de cohesión nacional. De manera que comenzaron a ensayarse diversas estrategias para crear esta sensación de pertenencia e individualidad. Las celebraciones patrias ayudaron a promover el efecto imaginado de estabilidad social y política; asimismo, crearon una sensación de orgullo nacional. Festejar el centenario del natalicio de Antonio José de de su deseo. Así Francisco Linares Alcántara (1877-1878) y Joaquín Crespo (1884-1886) fueron los presidentes escogidos como guardianes incondicionales mientras Guzmán permanecía en Europa. 31 Luego de 1887, en Venezuela pasaron por la presidencia -por periodos mucho menores a los que alcanzó Guzmán Blanco- una serie de nombres que completaron los últimos años del siglo XIX: Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890), Raimundo Andueza Palacios (1890-1892), Joaquín Crespo (1892-1898) e Ignacio Andrade (1898). Este último no vería su mandato concluido; pronto otra de las tantas revoluciones, la Liberal Restauradora, lo derrocaría en 1899. Así concluye el XIX con la última dictadura del siglo y la primera del XX: los próximos nueve años (1899-1908) le correspondió el 51 Sucre, así como el de Simón Bolívar, sirvió para reorganizar al país en torno a un reconocimiento colectivo de la historia nacional. Pero también sirvió, al gobierno de Joaquín Crespo, para construir el efecto de alianza cívico-militar como una marca de estabilidad política. Esta supuesta alianza, sin duda, contrastaría con el implacable sistema personalista de Antonio Guzmán Blanco; pero, lo más importante, vendría a “borrar” la mancha de nacimiento de un gobierno insurreccional y sangriento. Los objetivos de este capítulo son varios y todos parten del estudio de los festejos nacionales del primer centenario del natalicio de Antonio José de Sucre (1895). En primer lugar, describiré el largo y pormenorizado programa oficial de las fiestas en Caracas para, por un lado, vincular la elaboración y puesta en práctica de este programa con la creación del efecto político de alianza social y nacional que a Crespo le interesó estimular. En segundo lugar, me interesa señalar los espacios de la participación femenina en estas fiestas tanto en Caracas como en el interior del país y comprender las particularidades de esta contribución. Por cierto, que en esta decisión por entender las implicaciones de estas prácticas sociales, se asoma un objetivo especial: el de contrastar la participación de la mujer caraqueña con la de las mujeres del resto de país. Un contraste que revelará unas prácticas inéditas de gestión cultural en la ciudad de Coro. La Sociedad Alegría y otras sociedades femeninas fueron verdaderas protagonistas en la organización de programas de celebración y actos culturales de este centenario. En específico, nos concentraremos en indicar la mandato a Cipriano Castro, otro caudillo más dentro de esta lista de ambiciones desmedidas e intentos vanos por consolidar una idea de nación en progreso. 52 importancia de dos escritoras dentro de este complejo mecanismo de re-unir la nación, finalmente, re-imaginarla desde otros parámetros de la historia patria. Me refiero al aporte de Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso. Nos interesa comprender la cooperación de estas escritoras venezolanas en las fiestas de celebración patria, así como atender a las interpretaciones que ellas mismas sugirieron del tema de la independencia. 1.-Un largo programa de celebración En el año de 1894, Joaquín Crespo se ocupó de promulgar una serie de decretos que vendría a preparar la gran fiesta del centenario de Sucre. El 23 de mayo de 1894 apareció el decreto legislativo sobre esta celebración; se consagra el día 3 de febrero, natalicio de Sucre, como fiesta nacional. Luego, el 16 de agosto se divulgó el decreto ejecutivo sobre “Celebración del primer Centenario del Natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho”, el del 23 de agosto sobre la construcción de una estatua de Sucre en el Paseo Independencia (este paseo estuvo ubicado en la colina del Calvario en la ciudad de Caracas). En otro decreto, de 15 de julio, se designó al doctor Laureano Villanueva para que escribiera la biografía del héroe. En el año de 1895 siguieron las pautas del reconocimiento nacional: los decretos ejecutivos de 4 de enero y de 18 de enero mandaron a colocar una lápida conmemorativa en honor de Sucre e indicaron la consagración de una capilla en el Panteón Nacional (en Leyes y Decretos de Venezuela, tomo 17: 233, 423-424, 430-431, 603-604 y tomo 18: 6, 910). El camino se estaba abonando con tiempo suficiente. Luego de haberse 53 establecido los parámetros conmemorativos desde los textos de legalidad del estado, comenzó la tarea de la Junta Directiva del Centenario32. Su presidente, José Ramón Núñez, quien también se desempeñaba como Ministro de Relaciones Interiores, fungió como el principal vocero de Joaquín Crespo33 y como una bisagra importante en el empeño de formar un programa que incluyera a los sectores sociales más representativos de la ciudad. El resultado del trabajo de esta Junta Directiva fue la divulgación de un programa oficial que contempló varias semanas de fiestas desde el 23 de enero hasta el 12 de febrero de 1895. Luego se organizó un paseo de recreo dedicado a los delegados extranjeros que participaron en las fiestas (desde el 12 de febrero hasta el 32 La Junta Directiva del Centenario de Sucre en Caracas estuvo integrada por: José R. Núñez como el Presidente; Agustín Aveledo, Primer Vicepresidente; Pedro Arismendi Brito, Segundo Vicepresidente; Luis A. Sucre, Tesorero y los Vocales: Lucio Pulido, Tomás Michelena, H.L. Boulton, J.E. Linares, A. Valarino, A. Ernst, Jorge Nevett, Jacinto Gutiérrez Coll, José Antonio Mosquera, Carlos Santana y Teófilo Rodríguez . El Secretario era Luis Ramón Guzmán (en Diario de Caracas, No. 409, jueves 31 de enero de 1895: 1 y Centenario de Sucre. Programas de la celebración, 1895: 1895). 33 A propósito de esta labor de oratoria oficial llevada a cabo por Núñez y otros funcionarios del gobierno, me resulta muy sugerente el contraste de esta práctica vital del escenario político y social venezolano del siglo XIX –el arte de la oratoria- en el personaje central de la vida política del momento: el propio Presidente de la nación, Joaquín Crespo. Revisé con especial atención los programas festivos y la prensa y no hallé indicio de algún discurso presidencial para estos días de celebración. En aquellos espacios emblemáticos del festejo –la Plaza Bolívar, el Panteón Nacional o el Paseo Independencia- Crespo no pronunció los discursos esperados. Esta acotación resulta justificada si pensamos que él era precisamente el factor político principal que debía terminar de consolidar la estrategia de la alianza nacional. Al decir frente a todos los logros de todos (la idea de unión nacional y el sentimiento colectivo de honrar a Sucre), Crespo estaría insistiendo, como tantos otros gobernantes, en los éxitos de la patria junto a los triunfos de su gestión. Sin embargo, fueron otros los voceros de la satisfacción nacional. Los actos programados estuvieron con los oradores indicados (José Ramón Núñez, Marco Antonio Silva Gandolphi y otros) que sí habrían de enfatizar el sentimiento de consagración nacional tributado hacia el héroe de la patria, así como destacar las obras ejecutadas para estas fiestas. Sin duda, esta falta de elocuencia en Crespo contrasta con los excesivos dotes retóricos de Guzmán Blanco años antes, especialmente en los discursos ofrecidos durante el centenario del natalicio de Simón Bolívar en 1883. 54 17)34. Fueron días de mucha actividad y celebración. El programa de Caracas resulta especialmente elaborado y extenso, como si no quisiera dejar por fuera a nadie, ni siquiera a los sectores populares quienes tenían su día y hora asignados en dos banquetes (el 4 de febrero a las dos de la tarde). Desde los últimos días de enero se ofrecieron sesiones solemnes de las principales sociedades y corporaciones privadas de la ciudad, además de los colegios profesionales. El 23 de enero a las ocho de la noche comenzó la sesión solemne del Colegio de Ingenieros. Días después, a la misma hora, se realizaron las sesiones de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles (25 de enero), un certamen de la Sociedad Cagigal (29 de enero) y el 30 de enero se dio una función de gala en el Teatro Municipal por la compañía lírica española. Posteriormente, el ritmo de actividades se aceleró: los días 1, 2, 3, 4 y 5 de febrero son especialmente de ajetreo. Si para los últimos días de enero se había programado una sola actividad diaria, desde la mañana del 1° de febrero empezaron a desarrollarse múltiples acontecimientos diarios como: las salvas de cañonazos y de artillería; las retretas, conciertos, veladas y certámenes literarios más otras sesiones solemnes de otras corporaciones; por supuesto, estos 34 La asistencia a este paseo se cumplió como estaba previsto. Los invitados y una amplia comitiva viajaron en tren hasta la ciudad de la Victoria. Allí se inauguró, el 12 de febrero, una estatua a otro héroe emblemático de la historia nacional: José Félix Ribas. La actividad también se ajustó a otros programas de celebración organizados por otras juntas directivas del interior de la república. Las ciudades que se visitaron fueron: la Victoria, Maracay, San Jacinto, Valencia y Puerto Cabello. El 17 de febrero regresaron a Caracas. Como puede apreciarse, en este paseo se hizo un recorrido amplio y evidente hacia otros escenarios del país donde también se estaba celebrando a Sucre. Los testigos privilegiados de la comitiva (nacionales y extranjeros) percibieron a lo largo del trayecto la idea de una comunidad imaginada desde diversos rincones de la geografía nacional. De modo que a la ruta del paseo se empalmó el deseo político de alianza hacia otros escenarios y eventos; lo que trajo la impresión de un país reunido en una muy arraigada emoción patriota. 55 festejos no podían dejar de lucir los emblemáticos fuegos artificiales, los cuadros vivos, desfiles, banquetes y bailes de rigor. La frecuencia de los actos disminuyó a partir del día 6. Vamos a mencionar aquellas actividades que, desde el programa oficial de esta fiesta, tuvieron un peso primordial en la conformación de una imagen propagandística y de reconocimiento colectivo. El gobierno de Crespo permitió una amplia participación de corporaciones, gremios, asociaciones sociales e incluso de las colonias extranjeras y la masonería; esto para nada significó que el gobierno dejaría de estar presente en los momentos cruciales de la celebración. Así, los días más intensos estuvieron planificados para llevar a cabo el efecto de re-unión nacional en una suerte de gran vitrina de exhibición. En estos actos debían estar todos representados, para ser vistos y celebrados, para ser sentidos –todos los representantes de la comunidad nacional- como uno solo a propósito de las ofrendas y honras al héroe que se recuerda. Por lo tanto en esta parte del programa, la más importante a nivel simbólico: la Apoteosis de Sucre35 y los desfiles, veremos algunos rasgos que hablan de la “espontánea” alianza nacional. Estos actos significativos que queremos sintetizar comenzaron a desarrollarse con la misa pontifical y un Te Deum (el día 2); luego se escenificaron los desfiles 35 El programa de la celebración indica los días 2, 3 y 4 de febrero como los de la Apoteosis (Diario de Caracas, No. 409, jueves 31 de enero de 1895: 1 y Centenario de Sucre. Programas de la celebración, 1895). El programa completo puede consultarse en el capítulo de los anexos, al final del trabajo. 56 cívicos-militares al Panteón Nacional y al Paseo Independencia (los días 2 y 3, respectivamente) y, por supuesto, se inauguraron emblemáticas obras públicas (los enormes cuadros de Martín Tovar y Tovar: Boyacá, Junín y Ayacucho, el 2 de febrero; la estatua de Simón Bolívar, la Plaza de Ayacucho y la puesta de la primera piedra para una estatua a Sucre en el Paseo Independencia; la iluminación eléctrica, el 3 de febrero y la inauguración del “Campo de Demostración”, el 4). Cada uno de estos acontecimientos tuvo su peso al momento de conformar las piezas para imaginar la nación, para verla y sentirla. 1.1.- Los desfiles cívicos-militares: puesta en escena de la patria En las fiestas de celebración del centenario de Sucre se realizaron dos desfiles cívicos-militares de considerables proporciones, además de dos visitas adicionales hacia el Panteón Nacional, una por parte de las escuelas y colegios de Caracas (4 de febrero) y otra de los funcionarios de la municipalidad de Caracas (5 de febrero). Vale la pena detenerse en el itinerario ideado para los dos primeros desfiles. El primer desfile del día 2 de febrero se proyectó hacia el Panteón Nacional y el del 3, hacia el Paseo Independencia. Estos destinos representan dos espacios característicos para ver la nación. En el primero se representó la gratitud colectiva dentro del templo sagrado de la nación; lugar donde reposan los restos de los prohombres de la independencia (el Libertador Simón Bolívar; el general Juan Bautista Arismendi, general Santiago Mariño, general Carlos Núñez, comandante Lorenzo Bustillos, general José Tadeo 57 Monagas y otros36). El segundo destino, el Paseo Independencia, fue el escenario escogido para rendir tributo al presente y futuro de la nación. Si la visita al Panteón pretendió honrar la memoria del héroe pretérito, el ascenso al Paseo Independencia significó la exhibición y logro de las tareas del presente –léase del gobierno-: se celebró a Sucre y, al mismo tiempo, se inauguraron las obras de gobierno, todo dentro de una misma ocasión (recordemos otra vez estas obras que se develan: una estatua a Bolívar, una plaza –la de Ayacucho¾ y la primera piedra de la estatua a Sucre). En el programa se dispuso un trayecto específico que debía seguirse en estos desfiles y que implicó una labor de ornato público y privado. La ciudad se preparó especialmente para la ocasión. Días antes de la gran celebración, ya se avisaba en la prensa acerca de la normativa de la inspectoría general de coches y tranvías que mandaba a pintar los coches de lujo, de plaza y de particulares; así como los carros de bestias, de tranvías y mudanzas (aviso publicado en Diario de Caracas, No. 386, 4 de enero de 1895: 1). La ciudad debía lucir impecable, del mismo modo sus ciudadanos. El programa también ofrecía especificaciones sobre el traje adecuado para estas fiestas: “...frac para [los actos] que se efectúen de noche y levita en los de día” (“Centenario de Sucre. Programas de la celebración”, en: Diario de Caracas, No. 409, jueves 31 de enero de 1895: 1). El acompañamiento musical de la banda marcial igual estuvo dentro de los planes del programa; del mismo modo que la construcción 36 Estoy siguiendo el cuadro que presenta Manuel Landaeta Rosales en su texto El Panteón Nacional (en Blanco y Landaeta Rosales, 1975: 98). Hay que recordar que para la fecha del centenario de Sucre, los restos del Gran Mariscal de Ayacucho no se hallaron, en consecuencia se dispuso la colocación de 58 de monumentos efímeros que recordaran la majestuosidad de estos días. Para el desfile del día 2 de febrero se mandaron a ejecutar tres arcos triunfales que representaron las batallas insignes de la gesta de Antonio José de Sucre: el arco de Pichincha, de Junín y de Ayacucho. Estos tres arcos formaron parte del recorrido del paseo, todos los participantes de los desfiles debieron pasar por ellos. La gran puesta en escena de la nación supuso, entonces, escenarios elaborados para la ocasión, especialmente adornados y embellecidos con elementos estructurales (arcos triunfales, iluminación eléctrica, música de fondo, fuegos artificiales y otros) y un vestuario particular para sus principales actores. Se aseguró, asimismo, la presencia de un jefe de etiqueta y varios maestros de ceremonia que ayudaron a llevar cabo los grandes desfiles según el orden ya establecido en el programa. Entre otras razones, esta presencia aseguraría una apropiada contención de ánimos y emociones. Así se ensayó una manera de comportamiento social apropiada para la puesta en escena de la nación: sin estridencia, ni desafino. Estos guardianes de la compostura y el orden acometieron, entonces, un trabajo de organización modélica. El resultado de esta labor se puede leer en las crónicas de prensa que describen una participación muy numerosa en estos actos. Para el desfile al Panteón Nacional, se aseguraba: “Ya habían entrado al Templo de la gloria [se refieren al Panteón] todas las Corporaciones, y todavía no una lápida conmemorativa en su honor y la consagración de una capilla en el Panteón Nacional. Los restos de Sucre reposan en Ecuador. 59 acaba de salir la gente de la Plaza Bolívar y de los Boulevares de donde partió la procesión” (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 263). En el desfile participaron varias corporaciones y gremios; además de los funcionarios públicos, las escuelas de niños, niñas, jóvenes y señoritas, la prensa, las colonias alemana, española, francesa, italiana, latinoamericana y norte americana; la masonería también fue incluida en el orden del gran desfile, junto con la participación de los representantes de la Universidad Central, los delegados extranjeros, representantes de la ciudad de Cumaná, deudos de Sucre, ministros, el ejército y, por supuesto, el Presidente de la República37. Aunque no debe olvidarse la participación del pueblo al final de esta larga parada que también quiso acompañar a los 37 El orden de la marcha fue el siguiente: 1.- Banda Marcial, 2.- Gremio de artesanos, por el orden alfabético de los ramos que ejerzan las distintas agrupaciones, 3.- Gremio de industriales, 4.- Gremio de comerciantes, 5.- Cámara de Comercio, 6.- Gremio de agricultores y criadores, 7.-Club agrícola, 8.Junta Central de Aclimatación y Perfeccionamiento Industrial, 9.- Sociedad “Amantes del Saber”, Sociedad de Geografía, Centro Científico-Literario y las demás sociedades literarias y científicas, 10.Colonia alemana, 11.- Colonia española, 12.- Colonia francesa, 13.- Colonia italiana, 14.- Colonia latinoamericana, 15.- Colonia norteamericana, 16.- Colegios nacionales y particulares, 17.- Gremio de Institutores, 18.- Centro Católico Venezolano y Círculo de la Juventud Católica de Caracas, 19.Sociedades benéficas de Caracas, 20.- Grande Oriente Nacional de los Estados Unidos de Venezuela (la masonería), 21.- Gremio de impresores, 22.- Periodistas de Caracas, 23.- Representantes del Boletín Literario de Porlamar, de La Patria, de Santiago de Cuba, y de la prensa venezolana, 24.- Secretario de la Gobernación y empleados del Distrito Federal, 25.- Colegio de Médicos, Consejo de Médicos, Facultad de Farmacia y Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas, 26.- Colegio de Abogados, 27.Colegio de Ingenieros, Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles y Sociedad “Cagigal”, 28.Directores de los ministerios y empleados nacionales, 29.- Academia Venezolana Correspondiente de la Real Española, 30.- Academia Nacional de la Historia, 31.- Universidad Central, 32.- Cuerpo Consular, 33.- Comandancia de Armas y Oficiales de Marina, 34.- Concejo Municipal del Distrito Federal, 35.- Arzobispo Capítulo Metropolitano y Clero de Caracas, 36.-Representantes de los Estados de la Federación Venezolana, 37.- Corte de Casación, 38.- Alta Corte Federal, 39.- Representantes de la ciudad de Cumaná y deudos del Gran Mariscal de Ayacucho, 40.- Junta Directiva del Centenario, 41.- Consejo de Gobierno, 42.- Ministros del Despacho Ejecutivo y Gobernador del Distrito Federal, 43.- Presidente de la República, con los Delegados especiales de las naciones amigas, 44.- Gran Consejo Militar, 45.- El Ejército (“Centenario de Sucre. Programas de la celebración”, en: Diario de Caracas, 31 de enero de 1895: 1). 60 representantes seleccionados de la nación, así integraron las piezas que faltaban para protagonizar en escena esta puesta en práctica de la reunión nacional. Los desfiles dejaron ver quiénes eran los integrantes de la nación: unos personajes de pinta y pompa. El programa oficial señaló en 45 nichos los principales componentes sociales de una idea de unidad nacional. La banda marcial encabezaba, en el puesto número uno, la marcha, en un inicio emblemático de la sonoridad nacional, y el ejército cerraba el desfile, en el puesto número 45, en un recordatorio simbólico de resguardo, protección y/o ¿amenaza? Habría que recordar solamente que a este cuadro magnífico de exhibición nacional se le juntó al final un último personaje que no fue incluido en el guión inicial. La marcha se completó con la participación de la gente común al final de la comitiva y detrás del ejército, como decíamos antes. El paseo de las escuelas y colegios de Caracas al Panteón Nacional (el día 4 de febrero), con la misma misión de ofrecer las ofrendas a Sucre, formó parte del engranaje de la alianza nacional; la participación de los más pequeños en estas fiestas del patriotismo contribuyó a crear un sentimiento colectivo de simpatía e identificación. Además de la connotación simbólica que puede desprenderse de un conjunto de niños que representan, justamente, el futuro de la nación; son estos infantes, por tanto, la siembra más legítima de paz, esperanza y desarrollo. De este modo, los niños, niñas, jóvenes y señoritas escolarizados también ayudaron a conformar esta representación simbólica de la nación. La Junta Directiva del 61 Centenario no descuidó, por lo tanto, en este tramado representativo que fueron las fiestas patrias, el aporte y la exhibición de las ofrendas infantiles. Los desfiles cívicos militares y este paseo de niños no solamente permitieron experimentar la sensación de comunidad en aquellos que se sintieron reconocidos en su mismo gremio, corporación o escuela, sino que hizo posible exhibir al resto de la población lo que era el país, sus integrantes y representantes más conspicuos. Así, el escenario ya estuvo completo: quienes representaron la nación en papeles de importancia social – sus actores-corporaciones-gremios-militares- y quienes observaron el desfile –el público-pueblo-. 1.2.- La “espontaneidad” de la alianza patriótica y “una verdad práctica que á nadie causa espanto” El éxito de las fiestas del primer centenario del natalicio de Antonio José de Sucre fue reconocido por el gobierno de Joaquín Crespo como un logro importante de la comunidad nacional. Así se deja ver en la circular No. 313 del Ministerio de Relaciones Interiores del 21 de febrero de 1895, donde se declara el fin de las festividades. Esta circular fue enviada por todo el país y estaba dirigida a los altos representantes del gobierno, demás funcionarios públicos así como a significativas personalidades38. En la correspondencia, que está firmada por José R. Núñez, el Ministro de Relaciones Interiores y el presidente de la Junta Directiva del Centenario, 38 La circular fue enviada a: los ministros del gobierno de Joaquín Crespo, al gobernador del Distrito Federal, al presidente del consejo de gobierno, los presidentes de las cortes nacionales, al presidente del gran consejo militar, al arzobispo de Caracas y Venezuela, a los presidentes de los estados, a los obispos de Guayana, Calabozo, Barquisimeto y Mérida, a los gobernadores de los Territorios 62 se insiste en declarar la satisfacción general del gobierno nacional por el éxito de las fiestas. La circular tiene varios aspectos que interesan destacar. En primer lugar, los destinatarios. Al gobierno le importó hacer circular la idea de satisfacción general por todo el país y para ello recurrió a sus principales representantes y demás altas autoridades políticas y religiosas para insistir en el sentido especial de este éxito –un éxito patriótico, de todos-. Quiere decir que el poder político nacional decidió comunicar a su principal círculo de representación, así como a otras importantes personalidades, el cumplimento del anhelado deseo de unión colectiva. En segundo lugar, insisto en la importancia del mensaje a transmitir. ¿Cómo se entendió, en esta correspondencia, tal éxito? Se entendió como un trabajo en equipo entre el gobierno nacional y la ciudadanía. He acá la estrategia principal del poder político: presentar el buen desempeño de las fiestas como resultado de una alianza cívica y militar. Lo que en definitiva terminó por significar una idea de estabilidad política. Núñez entendió el buen desempeño de las fiestas como un testimonio esencial que habla de la: “...unidad del sentimiento patriótico que lo domina todo” (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 245); cuyo éxito mayor, sigue Núñez,: ... tiene tanta mayor significación, cuanto ha sido absolutamente libre y espontáneo el movimiento con que han funcionado en sus respectivas órbitas, los numerosos y variados elementos que han contribuido á realizar dignamente esta patriótica conmemoración (Ibidem). Federales, a los jefes de penitenciarías y a los comisarios generales de la nación (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 245). 63 Esta “espontaneidad” de la alianza, como mensaje central de satisfacción, debe divulgarse por todo el país. Los testimonios de quienes presenciaron la magnitud de los desfiles cívicos militares realizados en Caracas pudieron constatar no solamente la participación numerosa de tantas corporaciones, sino que, después, esas voces ayudarían a comprender que tal exhibición conmemorativa pudo realizarse gracias a nuevos atributos paradigmáticos de una nación civilizada: además de la libertad y la paz, la alianza “espontánea” como nuevo valor de la estabilidad nacional. La aspiración final del gobierno pudo complementarse gracias a estos avisos de éxito por todo el país. Las últimas líneas de Núñez recuerdan, una vez más, la naturaleza de la re-unión: Este carácter [el de la unidad patriótica] ha sido particularmente grato al ciudadano Presidente de la República, por cuanto es una demostración práctica de lo que pueden alcanzar la acción de los ciudadanos y la del Gobierno, exentas de la influencia de toda prevención, y unidas por las desinteresadas inspiraciones patrióticas (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 245). Como en otras ocasiones, la memoria al héroe de la patria, en este caso las ofrendas a Sucre, su recuerdo y exaltación, pudo servir para re-unir, otra vez, a Venezuela. Habría que agregar que este mensaje de triunfo “espontáneo” circuló simultáneamente por otros canales. Si bien fue importante divulgar esta satisfacción a destinatarios con altos cargos políticos o religiosos; también fue útil hacer saber a otros de esta “felicidad” nacional. La prensa fue un canal adecuado. Así muchas más 64 personas pudieron estar al tanto de esta vanagloria oficial y quizás percibieron por qué se insistía una y otra vez en estos nuevos valores del intercambio social y político. En este caso hago referencia a un artículo que apareció en el Diario de Caracas titulado “Prácticas Republicanas” del 9 de febrero de 1895 (No. 415, 1895: 2). En él se reflexiona acerca del progreso del país. Se dibuja un cuadro inicial que describe el desarrollo del país como el resultado de un equilibrio de fuerzas entre dos poderes básicos: el poder del gobierno y el de la ciudadanía. Se destaca de qué manera el progreso de un país termina siendo una realidad de muchos años, donde: ...preciso es reconocer que en su efectividad [de lograr el desarrollo de un país] entra como factor principal no sólo la buena índole y espíritu patriótico de la ciudadanía que busca por sendas honradas la satisfacción de sus ideales, sino también la acción fecunda de los Gobiernos que enderezan á rumbos trascendentales la nave del Estado, y ponen atento oído á las manifestaciones y necesidades populares para rectificar sus apreciaciones ó para poner los remedios que la prudencia y la ley aconsejan (en Diario de Caracas, 1895: 2). De tal modo se dibuja los atributos de un gobierno benefactor y atento al entorno social, con cualidades de observador y escucha de las necesidades de un colectivo. Por supuesto que el artículo forma parte de un registro legitimador y de dominio del gobierno que en definitiva lo que buscaba era establecer otros anclajes simbólicos de la estabilidad política. Esta vez desde la prensa. Tal idea de estabilidad política y social se correspondió con la imagen contraria; es decir, la de la vacilación en los tiempos de inestabilidad. Se lee en el artículo como: ...aquel profundo desequilibrio que en luengos años venía existiendo entre las tendencias gubernamentales y los anhelos ciudadanos, y que venía 65 determinando violentas conmociones, esté sustituido en la época presente por el honesto y regular equilibrio que en todo país republicano debe reinar entre la autoridad, [...] y la opinión pública... (Ibidem). En las líneas que componen el artículo vuelve a mencionarse la palabra mágica y feliz de las fiestas, vuelve a asomarse la espontaneidad como el mejor rasgo para describir estos días de celebración nacional: ... y esta actividad incesante, esa pompa y entusiasmo, ese orden tan extremado[...] esa espontaneidad con que pueblos y Gobiernos han contribuido al mayor esplendor de la Apoteosis, son signos evidentes, de que es profunda y sincera la fé que alienta á todos los espíritus en el desenvolvimiento holgado y progresivo de la vida nacional, y que nada será suficiente a turbar el orden establecido, afianzado como está en la autoridad, prestigio y fuerza de un Gobierno recto, y justicioso, y en la base inconmovible de la opinión sensata del país (en Diario de Caracas, 1895: 2. El subrayado es mío). Las citas, aunque extensas, vienen a destacar esta manera de sostener una política de legitimidad y control puertas adentro. En este caso, la estabilidad necesaria se ha ido armando desde varios frentes, aprovechando la propia emotividad de los días de celebración nacional. Como recordatorio de esta estrategia tenemos un constante llamado a la alianza nacional a través de distintos canales: desde el escenario del gran desfile, intercalando a las corporaciones y gremios con los sables del ejército, pasando por las líneas de la prensa, hasta las palabras de Silva Gandolphi, el Ministro que recordamos al inicio de este trabajo. En todos estos casos se está desvaneciendo 66 la sensación de inestabilidad que deja la guerra para demostrar ante todos que “...la República es una verdad práctica que á nadie causa espanto” (Ibidem)39. Para finalizar este apartado, habría que traer las palabras que un cronista refiere de Marco Antonio Silva Gandolphi, el mismo que tres años antes instaba a un reconocimiento de legitimidad para Venezuela ante los delegados diplomáticos de otras naciones. Esta vez, el día 2 de febrero de 1895 en el Panteón Nacional, era el orador de orden y lo acompañaba el Presidente Joaquín Crespo. En sus palabras se advierte a una concurrencia local del peligro de la guerra. Su discurso, dicho justamente en el escenario de la consagración nacional, parece recordar a aquellos venezolanos la fragilidad de un cuento de hadas, el término de los días de “estabilidad”, “espontaneidad” y “alianza nacional”. Ante la posibilidad de la pérdida de la paz, el orador apela a las emociones para recordar cómo la mayor ofrenda a Sucre es precisamente el esfuerzo del poder político por presentar una fiestas de reunión nacional. Una invitación a lograr la tan pretendida paz de la república evitaría el espanto de la des-unión. El cronista del Diario de Caracas escribe: Sus últimas palabras fueron para excitar á sus conciudadanos á una profesión de arrepentimiento y enmienda, á abandonar tortuosos caminos de error, y renunciando á la guerra civil, laborar, gobernantes y gobernados, por el bien de la República, como ofrenda grata á la memoria del Prócer y mártir que 39 Sin ánimo de pecar de reiterativa, sólo quiero reseñar en otra circular, esta vez del Ministerio de Relaciones Exteriores, lo que el Ministro P. Ezequiel Rojas escribió a los representantes diplomáticos de Venezuela en el exterior al dar cuenta del cumplimiento de los actos estipulados en el programa oficial de estas fiestas del centenario: “El entusiasmo ha sido tal y tan espontáneas sus manifestaciones, que en vano se buscaría en nuestro pasado una fiesta oficial que ofrezca relación más íntima entre los actos del Gobierno y la acción individual de todos los ciudadanos” (es mi subrayado, en Diario de Caracas, No. 415, 1895: 2). 67 aspiró á crear una patria próspera, independiente y libre (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 263). 2.- De mujeres-adorno, mujeres-artistas y mujeres-escritoras La participación de la mujer en las fiestas del centenario de Sucre en Caracas fue registrada desde los parámetros convencionales que la describía como figura de acompañamiento y ornato social. En los numerosos bailes, banquetes, en las sesiones solemnes de las corporaciones y en los desfiles públicos aparecía una marca de la mujer-adorno. La mujer venezolana estuvo como acompañante en los actos de celebración social, se le describía como espectadora de los paseos cívico-militares, o como parte del público de los actos artísticos celebrados en el Teatro Municipal. En este primer registro de participación, la mujer se presentaba asumiendo un rol de pasividad frente a la organización y puesta en marcha de las fiestas del centenario. Las crónicas que describieron las diversas actividades de las fiestas la mostraban desde este primer reconocimiento del adorno social: La mujer, gala y ornato de toda fiesta, estaba allí dando con su presencia mayor brillo y encanto á aquella espiritual y patriótica solemnidad á tan nobles fines encaminada, y al amparo de los más nobles propósitos concebida (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 248). Acá se está refiriendo la asistencia de la mujer caraqueña al acto del 25 de enero, en la sesión solemne de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles. En esta relación la representación de la mujer formaba parte del escenario especialmente preparado para la ocasión. Ella era parte de la belleza del escenario dispuesto. En las calles 68 también estaba la mujer engalanando los trazos de una ciudad dispuesta a mostrar cómo se complementaba con los actos preparados para la ocasión. Así se describe en el Diario de Caracas (No. 412) a propósito del paseo cívico militar del día 3 de febrero hacia el Paseo Independencia: El nombre de Sucre y de sus batallas se reproducía en innumerables escudos, sostenidos por columnatas ornadas de insignias y banderas, y á las ventanas exornadas también con flores y pendones, asomaban, apiñadas, señoras y señoritas que constituían su mayor embellecimiento (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 274). En todos estos casos, la mujer-adorno estaba allí como complemento del paisaje urbano, no como gestora importante en la organización de los actos celebrados en el Colegio de Ingenieros, en la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles, la Sociedad Cagigal o en el Colegio de Médicos. En estos espacios sociales de desempeño tradicional masculino, la mujer estuvo como testigo de lo que allí se organizó. Quizá la figura de mayor presencia en la prensa local correspondió al de la señora Josefa Vivero de González. Era una matrona ecuatoriana con familia en Venezuela que había hecho el viaje desde Guayaquil para estar presente en estas fiestas. La prensa no dejaba de reseñar su participación en los actos más importantes de los festejos. Como en los del certamen de la Sociedad Cagigal (29 de enero de 1895) junto al Presidente Joaquín Crespo y otros altos representantes del gobierno. Los calificativos que se leen hablan de una actitud “...entusiasta por las glorias americanas...” y una admiración por “....su espiritualidad y patriotismo” (Diario de Caracas, 1895, No. 408, en: Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 250 y A.P. Ch 69 [sin título. Comentario de dos retratos], en: El Cojo Ilustrado, 1895, No. 79, año IV: 200, respectivamente). Puede seguirse la presencia de esta señora en otros espacios y momentos: estuvo en la función de gala del Teatro Municipal del 30 de enero; tributó una de las más hermosas coronas ante el monumento de Sucre en el Panteón Nacional el 2 de febrero y el 3 de febrero, en el paraninfo de la Universidad, el director de la Academia de la Lengua, Dr. Rafael Seijas, la mencionaba recordando que la venerable matrona había mandado otra corona de plata para el centenario de Bolívar en 1883; pero no había podido viajar a Venezuela en aquella oportunidad (Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: pp 250 y 263; Diario de Caracas, 1895, No. 414: 2). Como hemos insistido, los registros textuales describían a la mujer desde una perspectiva genérica que le asignaba de modo “natural” esta manera de intercambio que pasaba por el adorno y el acompañamiento; pero también en esas líneas se hacía referencia a otros atributos “naturalmente” femeninos como la belleza, el entusiasmo patriótico y la virtuosa condición de la maternidad. Sin embargo, será en otros espacios donde hallaremos una participación femenina más activa. Donde aparece como organizadora y como principal ejecutante de actividades que le permiten figurar en el escenario público. Estas actividades son las artísticas-musicales y las actividades de desempeño intelectual. Será en el Teatro Municipal o en algunas corporaciones como las Sociedades Benéficas de Caracas, o en el Círculo de la Juventud Católica donde las mujeres podrán desempeñar un papel distinto a esta primera categoría de representación. La 70 mujer-artista sería una segunda posibilidad para encontrar un modo de participación que justificara la presencia de jóvenes con aficiones musicales y artísticas en los escenarios del Teatro Municipal, por ejemplo. En este segundo grupo la mujer figuraba como organizadora de actos públicos de naturaleza artísticos musicales y como ejecutora de estos hechos. Aquellas señoras y señoritas con inclinaciones musicales y artísticas pudieron participar en estas ceremonias de celebración como parte emblemática de la Apoteosis de Sucre40. Efectivamente, la señorita Antonia Esteller, directora de la Escuela Normal de Mujeres, y la señora María Brito de las Casas, directora de la Escuela de Canto, colaboraron junto con Emilio J. Mauri en la organización de la parte artística de los actos celebrados en el Teatro Municipal los 40 Aunque no pretendemos ofrecer un panorama completo y exhaustivo de la participación femenina en estos actos artísticos y musicales, sí podemos mencionar algunos de estos nombres que dejan ver de qué manera aquellas damas aficionadas al canto o a la ejecución de un instrumento musical encontraron un modo adecuado para desplegar sus habilidades en estas fiestas de celebración nacional. Por ejemplo, en la velada literaria y musical de las sociedades benéficas de Caracas, el día 1ro. de febrero, participó la señorita María Moreira, joven artista, quien cantó el aria de Rigoletto y también interpretó piezas en el piano (Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 257). En el gran concierto vocal e instrumental del día 2 de febrero actuaron: la señorita Luisa González, interpretó el aria de Attila de Verdi; la señorita Clemencia Gómez, quien junto con el señor Ramón Delgado Palacios interpretó la fantasía para dos pianos sobre temas de Norma; La señorita María Alcántara contó Il sogno de Mercadante con acompañamiento de piano de la señora María Irazábal; las alumnas de la escuela de canto que dirigía la señora María B. de las Casas interpretaron el Himno a Sucre, música de Carlos Montero y letra de A. García Pompa; la señorita María Luisa Machado recitó la melopeya Glorias Patrias con acompañamiento de coros, letra de Diego Jugo Ramírez y música de Isabel P. de Mauri; la señora. R. de Basalo, directora de la escuela de piano, la señorita Isabel Ofelia Silva, subdirectora y las señoritas María Rosales, María Teresa Silva, Isabel E. Lugo y Adelaida Tummer interpretaron la sinfonía de la Gazza Ladra para 3 piano de Rossini (en Diario de Caracas, No. 409: 2). En la velada literaria y musical del 3 de febrero participó la señorita Trinidad Jiménez con una composición suya (un paso doble) titulada: Gloria a Sucre y tocó el Roudó Oriental de Henry Herz; la señorita Luisa María Montero el aria de Favorita O mio Fernando y la señorita María Graterol cantó una romanza acompañada al piano por la señora María B. de Las Casas; recitación de la señorita Luisa Navarro del poema Independencia de Heraclio Martín de la Guardia (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 278). Para el 8 de febrero en la sesión solemne del Círculo de la Juventud Católica de Caracas también encontramos una notable contribución femenina. Las siguientes señoritas se destacaron en el canto de trozos de ópera, romanzas, arias y serenatas: Socorro Machado, Ana Cedillo, Lucía Pachano, María Moreira y Lastenia Pachano. En la ejecución al piano se destacaron: la señora Josefa de Montesinos, la señorita Magdalena Gómez y la señorita Antolina Pompa (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: pp 298-299). 71 días 2 y 3 de febrero. De nuevo, Antonia Esteller aparece como parte activa en el diseño y ejecución de actos de celebración en ocasión del natalicio de los héroes de la patria. Doce años atrás Esteller fue parte importante en la recolección y disposición de objetos manufacturados por mujeres para el salón femenino en el Palacio de la Exposición, obra especialmente construida para llevar a cabo una gran exhibición nacional en el marco del centenario del Libertador Simón Bolívar. Esta vez, Esteller colaboraba en la preparación de un cuadro alegórico en honor a Sucre. De este modo, la Apoteosis de Sucre se completó con la celebración de un elaborado programa musical y artístico el 3 de febrero. Ese día, junto al cuadro alegórico planificado, la señorita Luisa Navarro comenzó a recitar el poema titulado Independencia de Heraclio Martín de la Guardia. La crónica del evento expone: Avanzó la señorita Luisa Navarro[41], vestida de túnica blanca azul, el gorro frigio sobre las sienes como griega matrona, y circundándola otras cinco alumnas de la escuela normal que dirige la señorita Antonia Esteller, con los atributos de la libertad y las banderas de las cinco naciones que contribuyó á redimir Sucre; seguidas las personeras de esos hermanos pueblos por diminutas amazonas armadas, y por casi todas las alumnas de la Escuela, comenzó la recitación de la poesía Independencia, nuevo triunfo de la vigorosa imaginación del bardo caraqueño, ofrenda valiosa á la Apoteosis. Aquel hermoso cuadro fue muy aplaudido (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 278). 41 Habría que acotar una modificación entre el programa y lo que aparentemente ocurrió ese 3 de febrero de 1895. Mientras el programa de esta Apoteosis indica que el poema de Martín de la Guardia sería recitado por la señorita Isabel Díaz (en Diario de Caracas, No. 409, jueves 31 de enero de 1895: 72 Esta larga cita recoge uno de los aportes de la mujer al concebir y llevar a cabo una representación alegórica como emblema y sello de las fiestas de celebración. Por lo que se estimularon, desde el escenario del teatro, las emociones y el sentido de apego del público espectador, quien entre aplausos y alegría recorrió otro camino para sentirse parte de la idea nacional. Esta velada terminó con otro cuadro alegórico, “el cuadro simbólico de la deificación”, donde cinco sacerdotisas de la fama rodeaban el busto de Sucre en el centro del escenario para coronarle de laureles y guirnaldas. Luego, cinco jovencitas “...con las banderas de las Repúblicas del Setentrión de la América austral, situarónse en las primeras gradas del estrado...” (Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 279). De nuevo, desde el escenario se ofreció a la vista de todos el movimiento de la sacralización patria; allí, como en el Panteón Nacional o en el Paseo Independencia, representaron alrededor de la imagen del héroe una serie de actos de consagración. El héroe, personificado en su retrato o busto, se hizo presente en el Teatro Municipal y en torno a él desfilaron las convicciones, la honra y la fidelidad del público venezolano como respuesta, también simbólica, de otra alianza De esta manera, de la figura de Sucre se presentó una imagen de reverencia de un nuevo santo de la patria42. 2), la crónica que cita León Lameda y Manuel Landaeta Rosales también del Diario de Caracas menciona a la señorita Luisa Navarro como la que recitó el poema en cuestión (1897, II: 278). 42 En torno a estas prácticas de la secularización, Rafael Gutiérrez Girardot comenta que esta sacralización de la patria fue un proceso repetido en las sociedades de fin de siglo. A medida que la Iglesia como institución guía iba perdiendo espacios de dominio, las nuevas repúblicas fueron sustituyendo estos anclajes de control e identificación. Así se enriquecieron los demás atributos de la nación; puesto que ahora junto con nuevas instituciones, la voluntad de constituir la nación y una serie de normativas reguladoras y represivas del Estado, se propondrán nuevas deidades correspondientes 73 De todos estos actos llevados a cabo, uno en especial vino a convertirse en el más celebrado por el público espectador. Vale la pena referirlo porque revela otra de las facetas en las que las damas venezolanas contribuyeron al desarrollo de estas fiestas. En este caso, debe insistirse en los aportes que ellas hicieron dentro del campo de la composición musical. Se trató de la puesta en escena de la melopeya Glorias Patrias, letra de Jugo Ramírez y música compuesta por Isabel Pachano de Mauri, el 2 de febrero en el Teatro Municipal. Esta melopeya formó parte del programa que se organizó para el gran concierto vocal e instrumental de señoras, señoritas y caballeros. La recitación fue hecha por la señorita María Luisa Machado quien estuvo acompañada por la propia compositora al piano. Las estrofas se alternaban con música, un coro de niñas y las cuerdas de la orquesta de la noche. El público se emocionó ante la declamación de un poema recitado con intención y fondo musical, cuyo contenido apeló al buen recurso de aglutinar emociones y sentimientos alrededor del festejo del héroe. En definitiva, también en estas butacas el público asistente formaba parte de una importante cadena de reconocimiento emocional que conectaba sensaciones de pertenencia. Por lo tanto, esa noche ante el espectáculo poético y musical la exaltación no se hizo esperar: “Desde el principio los aplausos se repetían en calurosos y prolongados, y el público exigió reiteradamente la repetición, prueba la más alta de la bondad de la obra y de su correcta interpretación” (en Diario de Caracas, 1895, No. 411: 3). Sólo habría que agregar que al día siguiente, en la Apoteosis en el Teatro Municipal, el público volvió a insistir en la representación de con el amor a la patria, los héroes de la patria y por lo mismo se podrá hablar del sacrificio por la patria (Gutiérrez Girardot, 1987: 58). 74 la melopeya. Hubo entonces que modificar el orden programado y dar cabida a la exigencia del público: ...el doctor Aveledo interpretó los deseos del público, pidiendo que se hiciese oír de nuevo la celebrada obra que tanto acredita á la compositora. Afortunadamente, allí se encontraban la señorita Machado, que la recitó, la señora de Mauri y las alumnas de la Escuela de Canto y pudimos aplaudir otra vez el acabado trabajo (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 279). Por último, un tercer registro de participación femenina en las fiestas de Sucre es el que le correspondería a la mujer escritora. Esta última categoría la podríamos dejar en blanco, si nos atenemos a las fuentes oficiales que diseñaron y describieron el evento. Estas fuentes consultadas (el programa oficial del centenario, los programas de las diversas asociaciones y corporaciones gremiales y privadas, la recopilación de datos y de prensa hecha por León Lameda y Manuel Landaeta Rosales y la revisión del Diario de Caracas) no mencionan a alguna escritora venezolana que se haya destacado en estas fiestas de celebración, esto por lo menos en Caracas. No se nombra a novelistas, poetas o escritoras dramáticas que hayan participado directamente en las fiestas a través de alguna de sus producciones. Ni siquiera aparecen, por lo menos, mencionadas. El panorama en Caracas contrasta con la participación activa y organizada de la mujer que escribe en ciudades del interior del país como Coro o Lobatera. El programa oficial de Caracas no incluyó a alguna asociación literaria femenina; mientras que los programas de otras ciudades, algunas ediciones privadas de revistas y libros en Caracas y en el interior del país, como veremos en el próximo apartado, sí nos permiten detectar una programación alterna 75 diseñada y organizada por mujeres con inclinaciones literarias, quienes se constituyeron en importantes asociaciones. Sin embargo, pese a este aparente lugar en blanco43, podemos mencionar una contribución especial de una escritora en estas fiestas. Aunque fue una participación desde lejos, desde otra nacionalidad y algo cuestionada. Me estoy refiriendo a la escritora colombiana Soledad Acosta de Samper, quien decidió tomar parte en estas fiestas al enviar para el certamen organizado por la Sociedad Científico Literaria Amantes del Saber su obra en prosa Consideraciones históricas sobre el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho. El 4 de febrero se dio a conocer los ganadores del certamen en la modalidad de prosa y verso. El señor Eduardo Gallegos Cellis fue el ganador con su poema Sucre, gloria americana y el trabajo enviado por Acosta de 43 Definitivamente, este aparente lugar en blanco de la participación de las mujeres escritoras dentro de las fiestas de Sucre se deshace completamente, como hemos dicho, al recurrir a otras fuentes de estudio distintas a la del programa oficial y las reseñas de prensa de algunos periódicos. Eso por un lado; por otro, la realidad del desempeño de la mujer dentro de un campo cultural ya había empezado a manifestarse desde años atrás. Por lo tanto, el panorama del campo literario femenino no es desolador aunque así lo parezca para las fiestas de Sucre en Caracas. En éste ya encontramos algunas obras con firma de mujer, mencionemos algunas sin ánimo de ser exhaustivos: la escritora Lina lópez de Arámburu había publicado bajo su pseudónimo Zulima una obra dramática: María o el despotismo en el año de 1885. De ese mismo año es su novela El medallón y en 1889 publicó Un crimen misterioso. Socorro González Guinán tenía escrito su Historia de Venezuela para niños para 1883. La misma Antonia Esteller también había escrito dos obras didácticas: Catecismo de Historia de Venezuela (1885) y Compedio de la historia de Cristóbal Colón (1893). Blanca y Margot, los pseudónimos de Ignacia Pachano de Fombona y Margarita Agostini de Pimentel publicaron una novela corta, “Para el cielo”, en 1893 y “En la playa” de 1894. Margot publicó una divertida obra dramática: “Juguete cómico” de 1895. Concepción Acevedo de Taylhardat, Rebeca fue su pseudónimo, incursionó en la poesía. En 1888 y 1895 publicó sus dos primeros libros de versos: Flores del alma y Arpegios respectivamente. Rebeca también fundó dos revistas literarias: El Ávila (1891) y La Lira (1895-1928). La joven Julia Añez Gabaldón decidió traducir novelas y escribir sus propias obras dramáticas: El premio y el castigo y El sacrificio por oro ó un padre ambicioso (de 1893 es el libro editado que recoge las obras, pero ellas son de mucho antes. Julia Añez ya había muerto en 1886). Por supuesto está la importante producción poética de Polita De Lima y las conferencias y futuras novelas de Virginia Gil de Hermoso, pero de ellas dos hablaremos más adelante (Añez Gabaldón, 1893; Blanca y Margot [pseudónimos de Ignacia Pachano de Fombona y Margarita Agostini de Pimentel, 76 Samper resultó premiado en la categoría de escritos en prosa. Lo curioso de esta participación es que la escritora, al aparecer, ya había enviado un trabajo similar para otro concurso organizado por la Academia Nacional de la Historia de Venezuela el 28 de octubre de 1890. Para esa fecha, la Academia había propuesto un certamen también en honor a Sucre. En esa oportunidad el título de la composición era otro: Sucre. Trabajo histórico y le había merecido el segundo premio. No fue esto un secreto para el cronista de la época quien juzga la calidad de las obras ganadoras: La composición en verso es buena, valiente, de sonoras estrofas que cantan la gloria de Sucre con refulgentes figuras. No tanto puede decirse del trabajo en prosa, quizá por lo mucho que ha escrito ya sobre el mismo tema la señora Acosta, premiada por nuestra Academia de la Historia, que en 1890 publicó el erudito trabajo que envió al certamen de entonces (en Lameda y Landaeta Rosales, 1897, II: 285). Esta ponderación del trabajo de la colombiana, por lo menos, desvanece una primera impresión sobre la no presencia de la mujer escritora en estas fiestas. Aunque al cronista no le parece tan buena la composición que envió Acosta de Samper, ya se registra un primer aporte. Sin embargo, debemos necesariamente revisar otros textos de la época, puesto que el cuadro de la participación femenina está todavía incompleto. A continuación veremos mucho mayor empeño en comunicar los aportes de las escritoras venezolanas; algunas iniciativas privadas muy concretas, otros textos y fuentes de estudio distintos al programa oficial, permitieron la divulgación del trabajo intelectual y cultural de las escritoras venezolanas en estas fiestas de Sucre. respectivamente], 1894; Margot, 1895; Larrazábal Henríquez y Carrera, 1996 y Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, tomo 1: 26 y tomo 2: 283). 77 3.- Las escritoras en las fiestas de Sucre: reconocimiento “privado” de una labor patriota, literaria y cultural El 1ro de febrero de 1895, en pleno apogeo de los días de fiesta, la revista literaria y cultural El Cojo Ilustrado de Caracas editó un número de gala en ocasión del importante momento que se estaba celebrando. Por supuesto que este número fue dedicado a enaltecer la memoria de Antonio José de Sucre; pero resulta interesante comprobar, además, que el número 75 de esta publicación propuso incorporar a la celebración otra protagonista: la mujer. Lo que significó, en definitiva, una práctica de legitimación cultural que aprovechó un mismo momento para conectar dos asuntos: honrar la memoria del héroe en la celebración del centenario de su nacimiento y rendir tributo a la mujer venezolana. Esta relación es un asunto que vamos a revisar por las importantes implicaciones que tuvo en la conformación del campo cultural e intelectual venezolano de ese año. 3.1.- Las tensiones de la representación genérica En la presentación que escribió el poeta Eugenio Méndez y Mendoza para este número de El Cojo... se observa, como en otros textos de la época, la justificación social que explicaba la presencia de la mujer, de su nombre y estampa, en las páginas que siguen del número. Por un lado, esa explicación estaba enmarcada por el recordatorio de un momento de consagración nacional. Por otro, parecía válido reunir un grupo de damas venezolanas que pudiera representar al amplio conjunto de 78 mujeres, a todas las cuales la revista aprovechó para rendir un homenaje junto al héroe evocado. Así, bajo el manto protector de Sucre, relacionó dos ocasiones especiales: la celebración de su centenario junto con el homenaje que ellas también presentaron al héroe: “Sólo ocasión tan señalada, en que se ensalza carísima memoria, era, por lo significativa y singular, la esperada para que rindiese esta Revista tributo de profundo respeto y alta admiración á la mujer venezolana...” (Méndez y Mendoza, 1895: 67). Todavía podemos leer en las palabras de Méndez y Mendoza una preocupación por dejar claras las razones de esta figuración pública: “... la mujer venezolana, dignamente representada hoy en nuestras páginas por principales damas, cuya ingénita modestia depone un punto su broquel por dar acceso al homenaje, no para propia ufanía sino en honra de la patria” (Ibidem. Mi subrayado). La presentación del Cojo... intenta apaciguar posibles comentarios en torno a la vanidad y los ánimos de esta figuración. Por ello, podríamos decir que se neutralizan los temidos dimes y diretes al recordar los valores culturales y patrióticos del grupo de mujeres acá evocado. El agradecimiento de la revista permitió retribuir al gesto de las damas que consintieron prestar sus nombres y fotografías a este número: “Conste aquí que á tal acto de hidalguía de parte de las nobles damas, corresponde, de la de los Directores de El Cojo Ilustrado, inefable gratitud que ellos se complacen en hacer notoria en este instante” (Méndez y Mendoza, 1895: 67). 3.2.- Campo cultural con aroma de mujer 79 Esto es lo primero, las justificaciones de rigor para una presentación genérica marcada por la tensión y ansiedad que produjo las incursiones de la mujer lejos de su patio de tradicional desempeño doméstico. De segundas, esta presentación de la revista está pasando a destacar el lugar de la mujer de letras y artes dentro del campo cultural venezolano. Es, quizá, uno de los primeros reconocimientos de la labor artística e intelectual de la mujer dentro del campo de desempeño cultural. Efectivamente, en estas líneas, Méndez y Mendoza incorpora un grupo distinguido de señoras y señoritas en conjunto con sus producciones musicales y literarias que la revista publica en ésta y las sucesivas entregas. Estas nueve damas vienen a inaugurar, para la revista, una sección donde se reconoce el lugar destacado de las mujeres notables del país: .... entre las venezolanas cultivadoras de las bellas letras y artes, son de las que más se han señalado, cuáles por las galas del ingenio, lucidas en el ameno campo de las letras, cuáles por la elevación del sentimiento, exhibida en los dominios de arte (Ibidem). Ya comienza a destacarse una galería de aventajadas venezolanas, que en este caso vendría a hacerse de un espacio fundacional donde se expresa las creaciones y actividades literarias y artísticas femeninas. El Cojo..., que promete continuar con esta galería de destacadas venezolanas, por los momentos segmenta la figuración del grupo por regiones: así para Caracas, Méndez y Mendoza nombra a Isabel Pachano de Mauri, la laureada compositora musical que habría de destacarse en las veladas artísticas musicales del centenario; Ignacia Pachano de Fombona y Margarita 80 Agostini de Pimentel, dos escritoras que, bajo los pseudónimos de Blanca y Margot, respectivamente, colaboraron varias veces en la revista al enviar sus novelas y obras dramáticas; María Montemayor de Letts, compositora musical, cuyas piezas de baile, refiere Méndez y Mendoza, fueron muy populares; de hecho para este número la revista publica una de esas composiciones: In promptu. Luego menciona a Dolores Muñoz Tébar de Stolk y Adina Manrique, otras dos compositoras musicales, cuyas partituras también figuraron en las páginas del Cojo.... Esta primera galería también encontró representación en la ciudad de Valencia; de allí se menciona a María Teresa Villalobos de Rojas, talentosa pianista y compositora que había muerto muy joven. La galería se cierra con Polita De Lima y Luisa Queremel de la ciudad de Coro; de la primera dama se destacó su talento como poeta. El importante aporte de El Cojo Ilustrado consistió no solamente en señalar estos nombres, sino destacarlos como parte de una galería todavía incompleta donde se incluirían a las venezolanas de talento y merecidos premios. En las sucesivas entregas se promete continuar con estos retratos de la nueva galería cultural de artistas mujeres venezolanas, como hemos dicho. Pero además de esto, debemos insistir, en las páginas del Cojo... se publicaron las novelas, poemas, piezas dramáticas y composiciones musicales con firma de mujer. En sus páginas se estuvo conformando las especificidades de un campo cultural donde las mujeres ya fueron reconocidas como parte activa de éste. Termina la presentación Méndez y Mendoza reconociendo la importancia del aporte de la mujer venezolana a la cultura nacional: 81 Cosa que mueve por muy alta manera el entusiasmo es la presencia de la mujer en las lides del ingenio. Signo es éste inequívoco de positivo ascenso en la cultura de los pueblos; risueña promesa para ellos de venturoso porvenir, cuando habrá de hallar respeto y primacía la aspiración más alta y noble del espíritu. Saludemos en esta hora el alboreo de esplendoroso día para las letras y las artes en nuestra hermosa patria (Méndez y Mendoza, 1895: 67-68). Esta entrada al mundo de las letras y las artes se equipara con una respuesta de reconocimiento. Dentro del campo cultural, la mujer obtiene “respeto y primacía”, reconocimiento de sus cualidades, talentos y habilidades de creación. La incorporación a esta república de las letras y las artes pasa en principio por la divulgación en una revista de prestigio de las producciones literarias y artísticas femeninas. Desde el lugar institucionalizado de la revista se da mayor crédito y protección a la incursión de las mujeres en estos mundos intelectuales. Efectivamente, El Cojo Ilustrado aparece como un canal regulador y reflejo de la vida cultural venezolana y por ello se precia el esfuerzo de divulgación artístico y cultural de estas mujeres. Pero vemos, además, que en otras prácticas de incorporación de nombres y obras de mujeres es posible atender al peso significativo que correspondió a ese ingreso si miramos la diferenciación del campo intelectual en parcelas particulares de saberes y disciplinas. 3.3.- La autoridad del saber Para revisar esto sirve la referencia al Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes. Ofrenda al Gran Mariscal de Ayacucho (1895), una 82 publicación de la Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes que se ocupó de ofrecer un balance totalizador de la vida intelectual venezolana. Para ello la Asociación encargó a connotados escritores, historiadores, estudiosos de la época la redacción de 24 capítulos particulares que describieran el pasado, los avances y el estado de diversas materias como la historia, la poesía, el teatro, la oratoria, la pedagogía, la literatura, la música, la identidad, el periodismo, la imprenta, el derecho, las ciencias médicas, las ciencias naturales, las ciencias matemáticas y la bibliografía nacional44. De todas estas parcelas era necesario ofrecer un panorama que en su conjunto hablara del país, de sus progresos en diversas áreas del saber; como si cada capítulo fuera la pieza de un gran rompecabezas que en su unidad completa representaría la “verdad” del conocimiento en Venezuela45. Más allá, se trataba en 44 Los colaboradores para cada una de las áreas del conocimiento que acá se quiso explorar fueron: Rafael Seijas: “Historiadores de Venezuela”, Pedro Arismendi Brito: “La poesía lírica en Venezuela. Estudio sobre su progreso y estado actual”, Eugenio Méndez y Mendoza: “Teatro nacional”, Domingo Santos Ramos: “Estudio sintético acerca de los oradores seglares de Venezuela”, Ezequiel María González: “Oradores sagrados. Somero estudio”, Pedro Manrique: “Revista de autores didácticos e institutores”, Guillermo Tell Villegas: “Instrucción popular”, León Lameda: “De la influencia de la literatura en la legislación de las naciones y en las instituciones políticas”, Rafael María Baralt: “Carácter nacional”, Eloy G. González: “Informe sobre el periodismo en Venezuela”, Luis R. Guzmán: “Ojeada al periodismo político”, Manuel Landaeta Rosales: “Escritores venezolanos”, Felipe A. León: “La imprenta en Venezuela”, Julián Viso: “resumen histórico de Venezuela hasta 1823”, Alejandro Urbaneja: “El derecho constitucional venezolano”, Nicomedes Zuluaga: “Códigos y leyes”, Rafael Fernando Seijas: “Diplómatas y hombres públicos de Venezuela”, Laureano Villanueva: “Las ciencias médicas en Venezuela”, Rafael Villavicencio: “Las ciencias naturales en Venezuela”, José María Martel: “Los zapadores de la ciencia”, Felipe Aguerrevere: “Las ciencias matemáticas en Venezuela”, Ramón de la Plaza y la Asociación: “El arte en Venezuela” y Adolfo Frydensberg: “Materiales para la bibliografía nacional”. Habría que agregar la contribución artística de Martín Tovar y Tovar y Arturo Michelena, quienes prestaron sus pinceles para ilustrar los avances en el campo pictórico. En el libro puede verse grabados y fotografías de sus cuadros. 45 Acerca de la pretendida “verdad” que se quiere exponer habría que recordar que la razón de este proyecto de la Asociación Nacional de Literatura, Ciencias y Bellas Artes y de su publicación misma fue la molestia que causó un balance incómodo del campo literario en Venezuela escrito por Julio Calcaño (“Estado actual de la literatura venezolana”, de 1894). Por lo que se organizó como respuesta una asamblea de escritores que escogió una junta “encargada de obtener por la mediación más adecuada, una reseña más circunstanciada y completa de nuestro estado intelectual” (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 551). La Asociación pretendió entonces 83 definitiva de ofrecer un reflejo del desarrollo del país en su gesta civilizatoria. Pero este libro quiso, igualmente, ofrecer una antología general y lo más completa posible donde se organizara las muestras literarias, dramáticas, ensayísticas de escritores y escritoras venezolanas. En torno a este esfuerzo de una asociación privada vale reconocer algunos rasgos particulares de esta labor en cuanto a la autoridad de su actividad. En primer lugar, esta tarea de divulgación pasó por un proceso de legitimación a varios niveles que hizo más confiable y seguro el balance que se prometía ofrecer. Un primer nivel de legitimación se correspondió con la creación del efecto de autoridad de quien escribió cada capítulo. Cada uno de los hombres que redactó los diversos capítulos fue construyendo el edificio intelectual que señaló los avances de la nación. Es el caso, por ejemplo, de Eugenio Méndez y Mendoza, personaje reconocido de esos años: poeta, redactor de El Cojo..., narrador, periodista y dibujante, a quien se le encomendó la redacción del capítulo acerca del teatro en el país. Su tarea consistió en describir un espacio poblado de autores y obras, en una parcela particular del conocimiento. En este nivel cada uno de los autores encarnó la autoridad suficiente para presentar la “verdad” del balance cultural y científico del que estamos hablando. Incluso, al final del Primer libro... se inserta unas “Notas biográficas” que presenta los méritos y aptitudes de cada uno de los autores que colaboraron, así como de otros venezolanos destacados en la vida intelectual y artística venezolana. Aun más, en esta completar las inexactitudes ofrecidas del campo literario y de otros espacios del saber, ofreciendo un compendio totalizador y por ello “verdadero”. 84 práctica de construir el efecto de confianza y autoridad, la Asociación, representada por Rafael Seijas, justifica la escogencia de la persona que habría de redactar estas “Notas biográficas”: en las manos de Leon Lameda, como el hombre adecuado para una tarea delicada y comprometida como la de exponer los rasgos distintivos y superiores de los autores de cada uno de los capítulos del libro. Los propios méritos de Lameda –su amplia experiencia y dominio en diversas áreas- hizo posible la presentación cabal de los escritores que habrían de completar el panorama intelectual del país y Rafael Seijas, como el presidente de la Asociación, ofrece los argumentos más convincentes en torno a la propia selección de Lameda en base a: [la reunión de] las condiciones necesarias al grave objeto, á saber: conocimiento de las cosas y de los hombres; conocimiento de la historia antigua y contemporánea de Venezuela; conocimiento del carácter individual de las personas que han participado en mayor grado en el desenvolvimiento de los sucesos nacionales. Se sabe de memoria los trabajos literarios del mayor número de nuestros escritores, y puede decir sin vacilar, cuál es el mejor de cada uno, la escuela del autor, el género cultivado y la tendencia del pensamiento expuesto (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 191); con toda esta increíble dote intelectual, queda finalmente facultado Lameda para presentar estos perfiles. A su vez –como hemos apuntado-, Lameda una vez legitimado en su tarea como biógrafo, pasa él, ahora, a descubrir los rasgos de autoridad moral, de experticia, de sus biografiados. Al presentar la nota correspondiente a Manuel Landaeta Rosales, Lameda presenta los argumentos que sirven de pilares para la 85 credibilidad del autor: “...su norte es la imparcialidad, su fuerza el análisis, su interés la prueba documentada, y su fin el honor patrio” (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 535). En el caso de Landaeta Rosales, quien habría de redactar el apartado correspondiente a la literatura venezolana, en estas notas se reconoce las cualidades del saber acumulado por el estudioso militar. El reconocimiento de su legado se relaciona con los días de la fiesta nacional: Su archivo es inagotable. El centenario de Sucre y todas las festividades patrióticas que Venezuela ofrece á los héroes en esta época, han recibido en obsequio de Landaeta Rosales alguna producción de esas que honran é ilustran los anales patrios (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 535). Los argumentos de legitimidad en torno al carácter de autoridad que representa el Primer libro... pasa entonces por una rigurosa justificación en la selección de sus colaboradores; de ellos sus nombres y sus trayectorias ya son garante de una valiosa reputación intelectual46. Sin duda, esta tarea de la Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, cohesionadora de la unidad nacional, fue ambiciosa, porque más allá de trazar una panorámica de la vida literaria nacional, sus coordenadas se ampliaron 46 Belford Moré, en su estudio sobre el proceso de institucionalización del campo literario venezolano, destaca dos principios constitutivos de éste. El primero se corresponde efectivamente con la autoridad del sujeto encargado de escribir la crítica y la historia literaria (2002: 15). El segundo principio tiene que ver con lo que llama “la autoridad del saber”, las pautas específicas de conocimiento que permiten ordenar, diseñar y controlar la crítica y la historia literaria (Ibidem). Estos principios son los que estamos considerando en amplitud al momento de revisar la incorporación de las mujeres que escriben en este proyecto editorial. 86 hacia otros espacios de la vida intelectual, cultural, artística de Venezuela. Estamos, entonces, ante un esfuerzo enciclopédico por tratar de comprender al país en una totalidad aparente. Los rasgos de autoridad que puedan derivarse del Primer libro... también se encuentran en esta voluntad de abarcar la “verdad” del progreso del país desde diversas áreas del conocimiento. Acá encontramos otro de los niveles de legitimación. Luego tenemos otro rasgo para seguir revisando las categorías particulares de autoridad que reviste el esfuerzo de esta asociación. Está en la propia denominación del objeto libro y en la voluntad de consagrar tamaño esfuerzo a la posteridad. Conciencia segura de la Asociación que sabe que su libro servirá de consulta en el futuro, que servirá como reflejo de la vida intelectual del país. Su denominación como Primer libro venezolano... marca un antes y después, “libro inmortal”, “estímulo poderoso de los que aspiran á levantarse” (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 551), son los términos para describir más que el libro las aspiraciones de la Asociación, que por ello se reconoce como garante de credibilidad. Por lo tanto, la Asociación centra su probable institucionalidad en estos argumentos de autoridad y legitimación. Como se puede leer, la conciencia del destino de consagración de una publicación seria que “... ocupará, como lo indica su título, el primer puésto entre las obras nacionales. Podrá hacerse otro más extenso y aun mejor, pero éste será siempre el primero” (Ibidem). Estos distintos niveles sirvieron para consolidar el proyecto de un libro vasto en sí mismo, suficiente como ventana para ver los avances del país. Así como los desfiles cívicos-militares, las 87 fastuosas inauguraciones, las alegorías representadas en el Teatro Municipal, eventos emblemáticos realizados en ocasión del natalicio de Sucre, este libro fue, también, otra de las vitrinas para ver al país. 3.4.- Los jardines de las letras Ahora bien, esta publicación, al igual que El Cojo..., reconoció como parte del legado intelectual y artístico nacional la incorporación de la mujer venezolana. Si bien ella aparece referida en el libro, no es una referencia central; sino más bien periférica, en los márgenes de algunos capítulos o al final de unas notas. Lo interesante, en todo caso, pasa por observar esta incorporación como un reconocimiento de una asociación con ánimos de autoridad. Como bien especifica Rafael Seijas: Verse nombrado aquí, aunque sea una sola vez, es una recompensa ofrecida al agraciado en nombre de la intelectualidad nacional, por el inmenso concurso de inteligencias que en todos los ramos han contribuido á la formación de este libro inmortal... (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 551). No importa que “Verse nombrado aquí” signifique una mención periférica, al final de uno de los capítulos. A la mujer que escribe y compone piezas musicales se le consiguió un espacio de representación y reconocimiento basado en la mención de sus nombres. Se autoriza entonces la presencia artística y literaria femenina en estas páginas. Aunque no se diseñó un capítulo particular sobre la literatura femenina se 88 estaba colocando las bases del campo incipiente. En estas páginas del Primer libro… se refieren algunos nombres que ya estaban poblando un espacio de representación social. Como paréntesis o agregado final al capítulo “La poesía lírica en Venezuela. Estudio sobre su progreso y estado actual” de Pedro Arismendi Brito aparece una nómina de Manuel Landaeta Rosales que tituló “Poetisas de Venezuela”, no tan corta, donde se leen los nombres de aquellas figuras femeninas autorizadas a figurar dentro de la vitrina del quehacer intelectual: 37 nombres de mujeres que escriben. Allí se refiere un grupo más amplio que aquél que revelaba el número 75 del Cojo. Ahora bien, sólo se mencionan sus nombres, no aparece un balance de las obras aunque sí hay una identificación de la autora en cuanto a su desempeño bien como “poetisa”, “escritora”, “escritora didáctica” o “novelista”. Landaeta Rosales decidió organizar esta nómina en función de las distintas regiones del país. Allí aparece Coro, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Caracas y Guayana; en una suerte de recorrido que intenta incluir la representación intelectual femenina de todo el país. Entre estos nombres aparece: de Coro, además de Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso, Juana Zárraga y Heredia de Pilón, Guadalupe Fortique, Luisa Garcés, Carmen Brigé y otras; de Valencia: Socorro González Guinán, Mercedes Landaeta de Henríquez y Luisa Uzlar de Lugo; así sigue con las otras ciudades, de modo que es posible percibir un desempeño variado por todo el país con excepción de los Andes, que 89 curiosamente no aparece reseñado47. La poca pertinencia del título de este apartado sobre la lírica femenina (puesto que acá no figuran únicamente poetas) parece corregirse al final del libro, en el lugar de las erratas, donde se aclara que el título de esta parte debe leerse más bien así: “Escritoras nacionales”, una suerte de corrección justa que engloba las diversas ramificaciones del desempeño literario femenino. En el capítulo sobre teatro en Venezuela, Eugenio Méndez y Mendoza valora los aportes de Julia Añez Gabaldón, Virginia Gil de Hermoso y Polita de Lima (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 30). En la “Revista de autores didácticos e institutores” de Pedro Manrique, éste reconoce como educadoras a la sra., viuda de Lozano, Estanislaa Gutiérrez, Concepción Miyares de Smith, la sra. Monserratte, Antonia Esteller, Dolores González de Ibarra y Carolina Conde (Ibidem: 53). Como autoras didácticas, Manrique señala a: Mercedes Landaeta de Henríquez, Antonia Esteller y Socorro González de Guinán (Idem). Guillermo Tell Villegas, cuando escribe sobre instrucción popular, debe mencionar otra vez a Antonia Esteller como autora de obras didácticas; en este caso en una lista de obras de este corte se cita su Catecismo de Historia de Venezuela como un texto oficial para la escuelas federales por mandato del gobierno nacional (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 62) y así sigue 47 Véase la totalidad de la nómina en el apartado correspondiente dentro del capítulo de Pedro Arismendi Brito (p. 23). De todas maneras hagámoslas presentes a algunas de ellas: de Maracaibo: Heredia Rincón Oropeza, Inés Yepes, María Yepes, Adelina Romero, Baldomera Rincón; de Caracas: Sor María Josefa de los Ángeles, Lina López, Isabel Freyre, Avelina Rodríguez, Antonia Esteller, 90 apareciendo la mujer en áreas como el de la imprenta y, en específico, en tareas de tipografía, como unas señoritas de apellido Soriano para quienes “...son conocidos todos los ramos de la profesión” como escribe Felipe León (Ibidem: 148). Ahora bien, las mujeres también supieron organizarse en corporaciones propias, de esto da cuenta el Primer libro... que reconoce estos esfuerzos particulares de algunas señoras y señoritas del interior del país. De hecho, al finalizar el capítulo titulado: “El arte en Venezuela” de Ramón de La Plaza parece cerrarse por un momento la exposición del estudioso para iniciar unas páginas de reconocimiento a las mujeres que escriben, componen y que tienen asociaciones culturales. Es la propia Asociación quien, como figura autorial, reconoce el talento de estas mujeres. Este esfuerzo del Primer libro…por presentar a los autores, escritores y artistas del país se coronó al incluir su correspondiente espacio de representación femenino. Al final se dio una cordial bienvenida48 a las mujeres de las letras venezolanas. En especial a las damas que decidieron organizarse en asociaciones y corporaciones femeninas. Sobre esta bienvenida oficial, se leyeron líneas de respaldo y apoyo: “La Asociación venezolana de literatura, ciencias y bellas artes, se siente orgullosa de incorporar en su seno los nombres y figuras de esta constelación de inteligentes damas, que Dolores González de Ibarrra; de Barcelona: Zoila de Núñez, Blanca Angélica de Armas; de Guayana: Magdalena Seijas, Elisa González de Alegría, Concepción Acevedo de Taylhardat y otras. 48 Acá se menciona, otra vez, una serie de nombres que los lectores del Cojo... ya conocían. Así se distingue el trabajo poético de Luisa Queremel y Polita De Lima; en la labores de composición musical se recuerda a Isabel de Mauri, Dolores de Stolk, María de Letts, Adina Manrique, Ada de Irribarren y Amelia Pérez Dupony; mientras que de las autoras de prosa mencionan a Ignacia de Fombona y Margarita de Pimentel (p. 290). Estas mujeres ampliaron la galería inicial propuesta por El Cojo... y en ésta se reconocieron la incorporación más numerosa y variada de estas representantes de las letras y las artes. 91 iluminan el horizonte...” (p 291). Así se terminó de reconocer un espacio de desarrollo específico de la mujer venezolana, un espacio que podríamos ver, siguiendo las imágenes de la época, como un esmerado jardín de las letras que comenzaba a recibir la cosecha intelectual de la mujer venezolana. 4.- Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso: alas para imaginar la nación Desde años antes a 1895, un grupo de señoras y señoritas de la ciudad de Coro se estaba organizando de un modo tan eficiente que cambió las características que hasta el momento describían la participación social de la mujer. Esto no era un secreto para el resto del país, por lo menos no lo era para quienes solían leer El Cojo Ilustrado y el Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes, importantes publicaciones de la época donde se divulgaron estas tareas de organización, como ya vimos. 4.1.- Méritos civilizatorios de Polita En éstas y otras obras ya se estaba hablando de la interesante tarea de organización cultural que Polita De Lima49 llevaba a cabo. Nos interesa sobre todo insistir en una serie de razones y rasgos que describen una tarea singular de desarrollo social. En todas estas palabras escritas a favor de De Lima se está, igualmente, 92 considerando el peso específico que la autora debería tener dentro del campo cultural de participación y representación venezolano. Estos diversos autores que conocieron a Polita De Lima, su desempeño y que escribieron sobre ella, también ayudaron a “institucionalizar” a Polita y su labor civilizadora; son estos mecanismos de divulgación los que van consolidando este reconocimiento de la mujer venezolana dentro de los espacios de tradicional desarrollo cultural. Revisemos sólo a dos de estos autores. El novelista Manuel Vicente Romerogarcía estaba muy interesado en conocer lo que las mujeres escribían, “...por saber como piensan” (Romerogarcía, 20 de septiembre de 1894, No. 10: 113), dice y así escribe una reseña que titula: “Las muchachas corianas” para la revista literaria Cosmópolis sobre Polita y sus compañeras de Coro. La principal característica que Romerogarcía distingue de la labor de estas jóvenes es su obra civilizadora con Polita De Lima a la cabeza (Ibidem: 111). De ella reconoce una serie de atributos que consolida un lugar destacado dentro de la vida cultural de esa ciudad: desde la fundación de la Sociedad Alegría, de la cual hablaremos más delante, pasando por la colección de una estupenda biblioteca, así como la inauguración de obras emblemáticas para la cultura de la región y la publicación de su propia revista literaria; en fin, Romerogarcía reitera en presentar a Polita como un pilar fundamental de la obra civilizadora de la mujer, lo cual le sirve para insistir en la necesidad de educarla: “El que quiera civilizar, que alce templos á 49 Polita De Lima (1869-1944) fue una escritora muy conocida y apreciada. Básicamente se le recuerda como poeta, pero también se desempeñó en otros géneros. Es autora de: Anatolia, comedia dramática 93 la mujer; que dignifique y levante el molde que brota los obreros del progreso” (Romerogarcía, 1894: 112). Romerogarcía, como otros autores de esos años, comprende que los caminos de progreso del país pasan por la iniciativa de moldear a quienes habrían de cuidar y educar a los futuros ciudadanos de la nación: la mujer venezolana. Los empeños y alcances de las tareas que Polita De Lima llevó a cabo pasan por la consideración del lugar de la educación que esta mujer adquirió. Esta discusión no era nueva, el asunto de la emancipación femenina todavía tenía un buen trecho que recorrer; en este caso la advertencia del novelista pasó por señalar la importancia de la enseñanza efectiva a la mujer: ...de la civilizadora quedará más que el nombre, la enseñanza: esa muchacha, ha dado un grande ejemplo, protesta enérgica contra el oportunismo de toda nuestra vida independiente: sólo arraigan y florecen las civilizaciones que parten de la emancipación de la muger (Ibidem). Para quienes leyeron esta reseña se estaba conformando una serie de razones y atributos que describían de un modo activo el desempeño intelectual de esta autora en particular. Otros rasgos se agregarán como los que presenta Jacinto Regino Pachano en 1894 cuando escribe “Para el Album de la Sta. Polita J. De Lima” en El Cojo Ilustrado. Allí Pachano aprecia en Polita un valor absolutamente moderno como es el reconocimiento de la autonomía del yo. Con la adquisición de esta autoconciencia, Pachano reconoce el interés de la mujer coriana hacia el mundo de las letras y las artes; lo ve como una aspiración justa en la medida en que la mujer no abandone su misión como madre y esposa: (1917); Átomos (1897); Ladrón de sal (1938), entre otras producciones. 94 La mujer coriana [...] consciente, autónoma, con alta idea de su misión sobre la tierra, con representación propia, segura de sí misma, segura de sus facultades, aposesionada de su yo, sin romper el linde que circunscribe las actividades morales é intelectuales de su sexo, aspira á segar en las lizas del ingenio el lauro de las diosas del Parnaso (Pachano, 1894: 288). Con estas palabras, el autor avala un grado de madurez representativo de la mujer, lo que significaba el resultado de estas exitosas incursiones en las tareas de organización de actos de celebración en los días de las fiestas patrias. Esta seguridad en sí misma, en sus facultades, este don de civilidad, sin duda, legitima para todos los lectores de estas reseñas la aspiración al ingreso dentro del mundo de las letras. Como hemos visto, los lectores ya conocían estas adelantadas incursiones de Polita dentro del mundo de las letras, años antes de 1895 y algunos años después, los lectores también habrían de ver otros importantes reconocimientos de la condición de Polita como poeta y “princesa del parnaso venezolano” en 191350. Esta autonomía y conciencia de sí misma que sirvió de impulso para el desarrollo de sus facultades y talento hizo posible la organización de una serie de actos públicos en conmemoración de los días del centenario de Sucre y, sobre todo, dibujó un registro maduro y eficiente de la participación femenina. No fue entonces un secreto guardado estas iniciativas de organización cultural. Veamos estos esfuerzos de Polita junto con Virginia Gil de Hermoso. 50 Luego de una encuesta que hizo la revista literaria Idilios (de la localidad de Pampán, en los andes venezolanos) para seleccionar a la mejor poeta del país, se le concedió el título de “Princesa del 95 4.2.- La Alegría del centenario de Sucre Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso51 fundaron una sociedad cultural femenina que vino a agrupar los intereses de las muchachas inquietas de la región. La sociedad Alegría52 representó un esfuerzo reivindicativo del papel de la mujer en la gestión cultural. Igualmente, esta sociedad tomó parte en la organización de una serie de actos y veladas artísticas vinculados a los festejos de las más importantes fechas patrias. En ese sentido, estamos ante el empeño de un grupo de mujeres que se aseguró un lugar importante de representación. Veamos cuáles fueron las estrategias de esta sociedad que le permitieron sobrevivir dentro del campo de la cultura nacional. Los objetivos de la sociedad están claramente emparentados con una misión nacional que es la de “...perpetuar la memoria de los Héroes y Patricios de que enorgullece la Nación Venezolana”, palabras dichas por Polita De Lima en la sesión extraordinaria del día 27 de julio de 189553, a propósito de la decisión de promover un certamen literario de prosa y verso para conmemorar el centenario de Sucre (en Flores y Letras, 28 de febrero de 1895, No. doble 13 y 14: 144). Para llevar a cabo parnaso venezolano” a Polita De Lima por una votación “recogida entre la prensa y diversas personas inteligentes” (en Hernández Chapellín, 1959: 47). 51 Además de una serie de discursos y monólogos, Virginia Gil de Hermoso (1856-1913) también se dedicó a escribir novelas. De estas últimas se conocen: Incurables (1905); ¡Sacrificios! (1908) y El recluta (1978). 52 Esta sociedad femenina comenzó a operar en 1890 hasta 1895. 53 Parece haber una incongruencia en la reseña de esta fecha; sobre todo al corroborar que no es sino el 3 de febrero de 1895 cuando se conoce el resultado de los ganadores de este certamen literario 96 esta meta, el grupo de señoras y señoritas editó su propia publicación titulada Flores y Letras. Revista de Ciencias, Artes y Literatura; asimismo ejecutó otras acciones que consolidaron mucho mejor un espacio activo de participación54. Este ideal de la sociedad de contribuir con el “engrandecimiento” de la Patria estuvo íntimamente relacionado con aquellas premisas de las que hemos estado hablando en torno a la labor civilizadora: la de llevar las luces del progreso a cada rincón del país. El éxito de la sociedad Alegría debe entenderse a partir de la principal estrategia de las damas corianas. El impulso de la sociedad Alegría se llevó a cabo gracias a las alianzas que se hicieron con los representantes políticos de la región y del país. Esta organización femenina estaba, además, integrada por una Junta Directiva compuesta por los hombres más ilustres de la región, lo que le aseguraba cierta autorización y legitimidad para sus planes55. Los espacios de autonomía que se ganaron hicieron posible comprender de qué manera estas mujeres pensaron la nación. La Sociedad Alegría intervino en las fiestas de celebración del natalicio de Sucre al convocar a los escritores del país y de toda la América Hispana a enviar sus convocado por la sociedad Alegría. Mal puede entonces fecharse en julio de 1895 la convocatoria a este certamen. 54 Algunas de las actividades que llevó a cabo la sociedad Alegría expresan una habilidad exitosa al momento de ejecutar sus aspiraciones: la construcción del teatro Armonía, la plaza Zamora, el bulevar Bolívar, la fundación de la Biblioteca Colombina, la Escuela Nacional de Niñas; también llevaron a cabo diversas actividades de ornato público (Diccionario de Historia de Venezuela, 1997: 25). 55 Ver el importante estudio que Dunia Galindo presentó a la Revista Iberoamericana donde ofrece los pormenores de esta historia de exitosa gestión cultural. El título de su artículo es: “Espacio público y poder político en Armonía y Alegría: dos sociedades culturales de mujeres en el siglo XIX”. 97 obras. Los dos temas del concurso: “Sucre y su tiempo”, para los escritos en prosa, y “Patria”, para las composiciones en verso, son una invitación para explorar el interior de una idea acerca de la fundación de la nación. El discurso de Polita De Lima, a propósito del acto de entrega de los premios literarios, recuerda los finales trágicos de excelsos hombres de la historia universal y ahí incluye a Sucre. La idea de la oradora era resaltar el mecanismo de la memoria nacional, que recuerda los atributos de grandeza de sus héroes caídos para luego revivirlos por siempre en la memoria de todos. De la misma manera se está recordando al héroe en una celebración civil y en paz; se confronta, por tanto, los tiempos inestables de las guerras de emancipación con la tranquilidad del presente (“Discurso de la Presidenta Srta. Polita de Lima”, en: Flores y Letras, 28 de febrero de 1895, No. doble 13 y 14: 140). Mas no era la primera vez que la sociedad Alegría proponía una velada literaria con fines patrióticos. Otros discursos y conferencias nos muestran otras maneras para volver a imaginar las marcas originarias de la nación. Virginia Gil de Hermoso contó una versión interesante sobre la historia de la independencia, donde incluyó la participación de la mujer en estos espacios. Con la diferencia de que Gil de Hermoso no se refirió a un personaje de ficción, sino que recordó a una mujer de carne y hueso. La “Cuarta conferencia” del mes de enero de 1895 formó parte de los actos en homenaje a la heroína de Colombia, Policarpa 98 Salavarrieta. Allí Virginia Gil de Hermoso reacomodó el espacio que consagraba a los héroes militares; ahora éstos debían moverse un poco para que entraran las heroínas de la nación. Al principio de su disertación, la oradora enmarca sus palabras dentro de una de las tareas emblemáticas de la sociedad Alegría y dice: “...permitidme cooperar con la sociedad ´Alegría´ en hermosa-tarea de mostrar las líneas de luz que han dejado las huellas de aquellos que lucharon por nuestra emancipación política y social” (en Flores y Letras, 31 de enero de 1895, No. doble 11 y 12: 119). Esa tarea de labor educativa, consagrada en sus propios principios constitutivos, como ya vimos, legitima el gesto que a continuación se desarrollará, el cual es exaltar los méritos de Policarpa Salavarrieta56 en las luchas de la independencia colombiana. Gil de Hermoso contaba cómo los registros que se acercaron a la labor de independencia de Bolívar se habían multiplicado de tal manera, que parecería difícil agregar algo nuevo a la historia que todos conocían: “No seguiremos á nuestro glorioso Libertador en su maravillosa carrera de triunfos y prodigios. Ya han sido repetidos los asombrosos hechos de aquel hombre extraordinario...” (Ibidem: 121). La cantidad de adjetivos que usó para inflar la grandeza del personaje pareció compensar la decisión de no hablar, en esta oportunidad, del Libertador. Gil de Hermoso propuso, así, otra mirada de reconstrucción, porque aunque: “Suya es la gloria de la 56 Policarpa Salavarrieta (1795-1817), heroína y mártir de la independencia colombiana. También se le conocía como la Pola. Fue condenada a muerte por servir a la causa patriota. 99 libertad de la América, [...] á su lado también como astros del cielo de nuestra libertad alumbran otros soles” (Idem). Exponer a este otro sol de la independencia, significó pasar a contar cuál fue el desempeño de la heroína Policarpa Salavarrieta opuesta al régimen español. Llama la atención la interpretación que se ofrece de la historia de amor de la propia Salavarrieta con el joven realista Alejo Savarain. Pues en esta narración se propuso un valor importante para los imaginarios culturales del momento: la separación entre mente y corazón. Al igual que algunos personajes femeninos de novelas o dramas de la época, Policarpa preservó su honra al contener las emociones de su alma. Ella “...no vacilaba en sacrificar los afectos mas caros del corazón á la causa de la patria y la libertad” (en Flores y Letras, 31 de enero de 1895, No. doble 11 y 12: 123). Pero, en esa oportunidad, este sacrificio se cumplía lejos de casa y a solas, sin la compañía de la familia. La historia de Policarpa Salavarrieta sitúa a la mujer en otros espacios de participación, en medio de la plaza pública y frente a un pelotón de fusilamiento. Dos méritos se ensalzan de la heroína: el primero es esta firmeza y contención en los momentos cumbres de su vida (cuando fue hecha presa y luego fusilada) y el segundo es la entrega en cuerpo y alma a una idea libertaria. Al igual que los otros soles de la independencia, éste merecía formar parte del parnaso fundacional: “Policarpa Salavarrieta es digna de la deificación de la patria y de los honores de la posteridad. Su alma al elevarse en el azul del cielo americano fue á dar tintes á la aurora de la libertad” (Ibidem: 125). 100 Las conferencias de Virginia Gil de Hermoso y de Polita De Lima estaban reconstruyendo la memoria de la nación, buscaron abrir espacios alternativos donde la mujer se representa como otra pieza importante de la historia nacional. Por último, habría que recordar que en una conferencia anterior del 28 de abril de 1894, ya Polita De Lima había abonado el terreno de esta siembra cuando presentó un bosquejo de “...algunas de las notabilísimas figuras femeninas que tomaron parte en las luchas de la emancipación americana” (Polita De Lima: “Tercera conferencia”, en: Flores y Letras, 1894: pp 13-22). Allí no se concentró en exaltar solamente los logros y la significación de Policarpa Salavarrieta, sino que incluyó “...un manojo de luz de egregias heroínas...” (Ibidem: 13). El catálogo de heroínas venezolanas apareció para completar la participación de la mujer en la emancipación del país, allí se encontraban los nombres de Luisa Cáceres de Arismendi, Josefa Antonia Tovar, la Camejo, Cecilia Mujica, Bárbara de la Torre, Carmen Mercier. En esta exposición se habló del sacrificio de todas ellas. La conferencia sugiere una serie de argumentos que tenía que tomarse en cuenta por los nuevos historiadores del país. Estas heroínas podían aparecer referidas en las próximas novelas históricas donde debía narrarse los sacrificios de los primeros venezolanos. Las conferencias históricas de Virginia Gil de Hermoso y Polita De Lima significaron un esfuerzo importante de las escritoras venezolanas por participar en un proceso de reconstrucción nacional, pues en sus páginas y palabras se estaba 101 imaginando de nuevo el origen de la nación; esta vez desde otra sensibilidad y desde otros protagonismos. En este caso, desde la periferia genérica y geográfica; es decir, desde la condición de mujer que escribe y desde una desértica ciudad del interior del país se estaba ofreciendo otras páginas para comprender la nación, para imaginarla y celebrarla junto con sus héroes patrios, junto con el Mariscal Antonio José de Sucre. En estas fiestas de celebración patrias, como se ha visto, no solamente se recordó al héroe del momento: Antonio José de Sucre, sino que su evocación y el recuerdo de sus gestas y esfuerzos sirvió para hablar de los sueños de progreso y paz de un país descorazonado por las guerras. De modo que quedó en evidencia un modo de recordatorio y advertencia frente a los sinsabores de la guerra, la posibilidad “espontánea” de salir de éstas y celebrar un acuerdo común de bienestar. Eso hizo el equipo de la Junta Directiva de Caracas y, por supuesto, de este acuerdo de fiesta nacional se benefició el gobierno de Joaquín Crespo. Por eso estos programas de fiestas tan largos y concurridos, los numerosos desfiles, las retretas, arcos triunfales y juegos de luces. Fue la celebración donde se exaltó la gesta libertadora de Sucre y, al mismo tiempo, se celebró la paz de la república lograda bajo el mandato de Crespo; pero, en estos días también se evidenció un proceso interesante: el de la incursión de la mujer en tareas de organización social y cultural. Esto último sirvió de marco justificativo para las participaciones femeninas en los escenarios de los teatros de las ciudades, donde se escucharon discursos, sonoridades y se hicieron puestas en escenas simbólicas. La mujer que escribe, hace música, organiza concursos literarios, da discursos, todo esto se materializó bajo un marco regulatorio –los programas de las 102 fiestas¾ que simultáneamente dejó ver los alcances de estas tareas de desempeño cultural junto con un reconocimiento de los rasgos y valores distintivos de estos talentos. Por eso decíamos desde el comienzo – en el título de este capítulo¾ “1895: De fiestas patrias y mujeres que escriben” porque fue un año donde las mujeres también propusieron otras marcas para considerar la fiesta de la nacionalidad, desde el nacimiento de sus héroes, pasando por las marcas fundacionales del origen de la nación y las particularidades femeninas de un campo cultural e intelectual venezolano de finales de siglo. IV.- FOTOGRAFÍAS DE FIESTAS: LAS IMÁGENES DE DOS CENTENARIOS (1883 y 1895) Las siguientes páginas son como el album de estas fiestas patrias. Hemos hecho una recopilación de aquellas imágenes que vendrían a complementar nuestra exposición y análisis previos. Estos registros fotográficos, precisamente, muestran los escenarios de control donde se ejecutaron los grandes desfiles; la Plaza Bolívar con la imagen de la catedral al fondo o la fachada que se distingue del Panteón Nacional son escenarios que todavía conviven en el agite de nuestra ciudad del siglo XXI. Pero acá evocamos estos escenarios en su pasado, en su antigüedad con otras gentes. También, se presentan retratos de escritoras y compositoras musicales básicamente. Creemos que un trabajo de investigación que ha insistido tanto en el papel de las mujeres venezolanas en estas fiestas patrias merece un espacio para mostrarlas, para ver sus gestos y poses de moda. Pero también para apreciarlas y verlas en su dimensión física, palpable, como mujeres de carne y hueso. El retrato de Zulima es muy especial porque de ella se sabe muy poco. De modo que esta fotografía la descubre ante todos. Esta imagen de principios del siglo XX muestra a una Zulima mayor; me refiero a una matrona venerable que está entregada con esta estampa a la salida del anonimato. Ojalá sirva este documento para seguir indagando en los misterios de Zulima. 104 Pero este album tiene más cosas que mostrar. Por ejemplo las portadas de los libros que se mandaron a editar en conmemoración de estos centenarios. Es posible detenerse en la portada del Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes (1895) o en las otras imágenes tomadas de sus páginas. Hay una muy hermosa que representa un cuadro alegórico a la usanza del fin de siglo. El lector se detendrá en la leyenda correspondiente que presenta la estampa de unas jovencitas que se ven unidas entre sí a partir de las coronas y arcos efímeros que relacionan héroes militares y civiles. Además, otras fotografías registran objetos de intercambio para estas fiestas, como partituras de música, medallas, diplomas, cuadros estadísticos, propagandas y más. V.- CONCLUSIONES En este paseo de investigación por la historia del país, nos detuvimos en el estudio y comprensión de dos momentos de celebración de la historia republicana: los centenarios del natalicio de sus héroes de la libertad (el Libertador Simón Bolívar [1883] y el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre [1895]). Nos interesó revisar los mecanismos de conformación que las Juntas Directivas respectivas llevaron a cabo al momento de organizar estas fiestas. Nos detuvimos, además, en los programas que estas Juntas diseñaron y comprobamos, en el plano de los hechos, lo que se hizo finalmente al seguir estas planificaciones. Al revisar lo que la prensa exponía de estas fiestas nos dimos cuenta de la proporción cuantiosa de recursos técnicos y humanos a la hora de realizar los desfiles y las demás actividades planificadas (la Exposición Nacional, las sesiones solemnes de las principales sociedades y corporaciones privadas, los actos artísticos en el Teatro Municipal, la edificación de arcos efímeros, fuegos artificiales, la iluminación pública en plazas y recintos, la extensa correspondencia oficial a nivel nacional e internacional, etc.). Las crónicas de prensa revelaban hasta qué punto se había logrado cumplir lo que los programas proponían. Pero, sobre todo, nos interesaba comprender las particularidades de dos tipos de relaciones que se cruzaron con la organización y participación en estos eventos. Nos referimos a la participación de las mujeres en 137 estas fiestas patrias y la relación del poder político –léase los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo- con estos hechos. Vamos a referir los resultados a los que llegamos en esta investigación considerando, en primer término, este cruce entre mujeres y fiestas patrias. Para ello recordemos las preguntas que guiaron el trabajo en este sentido: por un lado, ¿qué significaron estas celebraciones para las escritoras venezolanas? Por otro, la participación en estos eventos, ¿qué resultados concretos trajo? Acá señalamos algunas respuestas: tales participaciones significaron para las venezolanas, en general, una oportunidad extraordinaria para dejarse ver en muchos sentidos. Desde la reseña de las hermosas jóvenes que asistieron a las elegantes fiestas de los centenarios, hasta la descripción de los cuadros vivos que se escenificaron en los teatros de todo el país, el estudio de las fiestas patrias también permitió rastrear el desarrollo de un campo de actividad cultural, artístico, musical y literario con protagonismo femenino. En otras palabras, las mujeres se dejaron ver en su estampa, voz, gesto y pensamiento. Ellas se fueron constituyendo en grupos de expresión que dieron forma al campo cultural femenino de los últimos años del siglo XIX. Gracias al desarrollo de estas fiestas, el conjunto variado de mujeres, con múltiples intereses y diversos grados de compromiso con estos actos, encontró un modo seguro de participación. Ese temido tránsito, del espacio del hogar a las calles de la ciudad, fue posible gracias al respaldo que recibieron las mujeres de participar en estas actividades. Por lo tanto, estas fiestas aseguraron un desempeño social- 138 genérico acorde con los postulados tradicionales de los sectores de poder (político y cultural). La mujer continuaría representando el eslabón de la cadena doméstica. Ella, desde el hogar, se siguió proyectando como la garante principal de la educación familiar. Su condición de mujer, madre, hermana, hija y esposa no se diluyó en estas invitaciones a participar en eventos públicos de carácter patriótico. Más bien se exaltaron estas múltiples virtudes. Veamos cuáles fueron esos diversos escenarios de la participación femenina en los días de fiesta nacional. En primer lugar encontramos un espacio de acción ligado con las actividades de caridad y beneficencia pública. Tradicionalmente este espacio ha estado reservado a las señoras y señoritas de los sectores sociales más altos. Podemos recordar cómo, para el caso del centenario del natalicio de Bolívar, se convocó a la primera dama de la república, Ana Teresa Ibarra de Guzmán, para que llevara adelante el pedido de la Junta Directiva de recaudar dinero para los pobres y desvalidos. También, se describió la participación en el largo desfile cívico-militar del 4 de febrero de 1895 al Panteón Nacional de las diversas sociedades y corporaciones; entre ellas, la Sociedad Benéfica de Caracas. En esa caminata más de una señora y señorita, ganada a la beneficencia, se prestó a participar en el desfile para honrar a Sucre. Un segundo espacio de desempeño femenino lo podemos ubicar para aquellas damas con aficiones para el canto y la actuación. Sería el sitio del espectáculo artístico y musical. Allí encontramos tanto a las aficionadas al canto como a la compositora de temas musicales o la organizadora de actos culturales. Ya habíamos 139 observado el caso de Antonia Esteller, quien fue la pieza clave al momento de ordenar el salón femenino de la Exposición Nacional en 1883 y que en 1895 había dirigido el cuadro alegórico en honor a Sucre en el Teatro Municipal. En estas fiestas patrias se ejecutaron piezas musicales especialmente compuestas para estas fechas y algunas de éstas fueron creadas por el talento especializado de las mujeres compositoras. Al describir uno de estos actos, el del 2 de febrero de 1895 en el Teatro Municipal, leíamos acerca de la emoción del público al escuchar la melopeya Glorias Patrias, cuya música había sido compuesta por Isabel Pachano de Mauri. Un tercer modo de participación descubre las actividades artesanales, económicas y empresariales. Como se dijo, un espacio inédito y sorprendente. Este tipo de intervención lo observamos en la Exposición Nacional del centenario del natalicio de Bolívar. Un grupo muy diverso de mujeres participó en esta exposición al remitir tal cantidad de artículos, algunos premiados en los concursos respectivos, como: cuadros de insectos, hamacas, guantes, alfombras, bálsamos, productos textiles de algodón, de cacao, producción de vino y otros licores, corsés higiénicos; además de los tradicionales trabajos de bordados, encajes y pasamerías. Si bien los organizadores esperaban recibir muestras de las habilidades manuales femeninas y así se dispuso al presentar el salón oriental del Palacio de la Exposición, pocos esperaban ver otras clases de productos salidos del ingenio y de la especialización técnica de unas mujeres que no estaban en la mira de quienes habían diseñado estos nichos de participación. 140 El siguiente espacio de participación se corresponde con el intelectual. Acá se ubican las damas que escriben. Gracias a estas fiestas patrias, pudimos relacionar el drama de Zulima, María o el despotismo, con el contexto de su aparición y desaparición simultánea57. En este lugar de intervención, sin duda, se fue construyendo un campo cada vez más institucionalizado: el de la literatura nacional y, como un sub-campo del mismo, el de la literatura femenina. La pluma de Polita De Lima, Soledad Acosta de Samper, Zulima, Antonia Esteller, Virginia Gil de Hermoso y otras autoras venezolanas y extranjeras dejó testimonio certero del pensamiento de estas mujeres para los días de máxima celebración. Dentro de este apartado se descubre un espacio novedoso de la participación femenina: el de la gerencia cultural. Sobre todo vimos el desarrollo que alcanzó esta tarea en la ciudad de Coro, con la sociedad Alegría y su revista Flores y Letras. Allí, el esfuerzo tenaz de Polita De Lima y Virginia Gil de Hermoso mostró una enorme y efectiva capacidad para construir obras públicas, dejar publicaciones, organizar concursos literarios, ofrecer tertulias, dar discursos en un ámbito de crecimiento intelectual y cultural. Resultó estimulante leer las conferencias que estas mujeres ofrecieron; en ellas se dejó ver las singularidades de un pensamiento que imaginó otras marcas para la historia de la independencia nacional. En “Las últimas páginas” del Primer libro venezolano de literatura, ciencias y bellas artes se puede leer una invitación que hizo la Asociación Venezolana de 57 Como se ha apuntado en el primer capítulo, el manuscrito del drama fue aceptado por la Junta Directiva que organizó las actividades del centenario de Bolívar. Pero la obra no fue mencionada en 141 Literatura, Ciencias y Bellas Artes para la realización de un congreso literario, científico y artístico, que se realizaría el “próximo” 24 de julio de 1895 ó 1896, donde sus principales integrantes serían, precisamente, “... las socias fundadoras de las sociedades literarias `Armonía´ y ´Alegría´, de Coro” (Asociación Venezolana de Literatura, Ciencias y Bellas Artes, 1895: 552), junto con otras corporaciones femeninas de las ciudades de Lobatera, en los andes venezolanos, y Caracas. El énfasis que se pone en la asistencia de estas señoritas procuró expresar un deseo importante para la mujer venezolana, el cual es “...dar á la mujer el puésto que merece en la dirección de los destinos públicos” (Ibidem). Acá se lee un genuino reconocimiento a las tareas de gerencia cultural; pero, además, en estas líneas se desprende un gesto de aprobación en cuanto al camino transitado de la mujer en el espacio público. Ya parece la hora de dar un respaldo a esa entrada a la arena cultural e intelectual. Fueron palabras de reconocimiento a las labores de gerencia, pensamiento y palabra escrita combinadas con un deseo por extender una red de corporaciones a todo lo largo del país. Por lo tanto, una revisión de los distintos significados que tuvieron estos festejos pasa, en un término, por la consideración genérica que se institucionalizó –la contribución de la mujer-madre-esposa-hija fue esencial en esos momentos de consagración nacional- y que a la larga permitió la incursión de la mujer en espacios de mayor profundidad intelectual, social y cultural. Ahora veamos otros significados, para otros actores fundamentales, de estos episodios festivos. Habría que hacerse, los respectivos catálogos literarios de la exposición como si de pronto hubiese desaparecido. 142 entonces, una pregunta similar: ¿qué significaciones tuvieron las celebraciones patrias para los distintos gobiernos y sectores del poder político? En las respuestas que hemos obtenido a lo largo de esta investigación se evidencia el continuo provecho político que sacaron los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo ante tales acontecimientos. Las fiestas patrias no solamente celebraron a los héroes que se evocaban, sino que fueron celebraciones a las propias obras de Guzmán y Crespo. Para el caso de Guzmán Blanco, habría que reiterar que en estas fiestas también se celebraba a su persona; vale recordar las medallas que se entregaron para la Exposición Nacional, donde apareció la efigie de Guzmán, en primer plano, y la de Bolívar, al fondo. Los logros concretos que estos dos gobiernos expresaron en las celebraciones son los siguientes: para el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, el progreso del país, su camino hacia la modernización, fueron las ideas centrales que una y otra vez se comunicaban. Por lo tanto la inauguración del tren que unía la ciudad de Caracas con la Guaira fue un hecho que legitimó este discurso del progreso y modernización de Venezuela. Para el gobierno de Joaquín Crespo, los días de celebración le sirvieron para hacer correr la idea de paz y unión nacional. Si hubo menos oratoria por parte de Crespo en comparación con la proliferación verbal de Guzmán; en cambio, se hizo un extenso programa oficial de muchas semanas donde se inauguraron importantes obras. La correspondencia oficial, así como las noticias de la prensa insistían en el éxito de unas fiestas que reunían en su totalidad al país en una atmósfera de paz y estabilidad. Los actos estuvieron programados para las respectivas inauguraciones de 143 obras y monumentos que habrían de permanecer en la memoria colectiva en un recuerdo de los días de alegría y estabilidad social (algunas de estas obras fueron la inauguración de una estatua a Bolívar, la plaza de Ayacucho y la puesta de la primera piedra de la estatua a Sucre). Quizá era el esfuerzo de un gobierno por intentar legitimar las tareas “civilizadoras” de una gestión bastante criticada58. Entonces, fueron estas fiestas patrias la excusa para celebrar los logros del gobernante junto al recuerdo de Bolívar y Sucre. Se celebró a los héroes y se celebró el progreso y la paz del país. Estas estrategias políticas respaldaban así un conjunto de valores republicanos en consonancia con las aspiraciones de dominio del poder. En todo caso, estas estrategias ayudaron a configurar una suerte de refuerzo imaginario de ideas acerca del progreso y la paz de la nación. Las fiestas patrias fueron en sí mismas un conjunto de eventos y actos que programaron otros imaginarios de la nación. Debido a su carácter eminentemente visual y programático, estos eventos exhibieron los logros del país y ayudaron a producir un sistema de representación social, nacional, donde un colectivo encontró los lazos de comunión. Ahora se estaba en presencia de celebraciones fundacionales que recordaban el nacimiento de estos próceres de la nación e invitaban a la reunión y al reconocimiento en igualdad de todos. Así se fue proponiendo un nuevo ritual republicano: el de la conmemoración de fechas constitutivas de la vida nacional. Cada uno de los habitantes participó en 58 El segundo gobierno de Joaquín Crespo (1892-1898) pecó en sus manejos irregulares de las finanzas públicas, lo que desató situaciones de crisis y emergencias económicas con altos índices de desempleo y descontento general. Pese a este panorama, parece ser que Crespo pudo asegurar la paz del país, con 144 eventos que, en tanto espectáculos, convertía a quien asistía a los desfiles o actos en el Panteón Nacional en testigo, protagonista y actor principal de una puesta en escena del orgullo nacional. El ser parte de un espectáculo visual, con todo lo que eso representó: ornato de las calles, construcción de monumentos, de adornos efímeros y arcos triunfales, la exhibición de fuegos de artillería y artificiales, uniformes, trajes de gala, los discursos de ocasión, los sonidos y temas de la banda marcial, transmitió en todos la sensación de “´hacer creer y de hacer ver´ para movilizar” la fe en la nación y en sus gobernantes (Bourdieu citado por Gutiérrez, 2003: 10). En tal sentido puede hablarse de una violencia simbólica detrás de la propuesta de cada programa de estas fiestas, donde sus organizadores impusieron significaciones a todo un colectivo en aras, como se ha insistido, de la unión nacional. Fueron las fiestas patrias parte de esa maquinaria ideológica que, junto con otras prácticas sociales (la escritura de manuales de conducta, leyes, reglamentos, discursos, gramáticas, novelas, obras de teatro, la constitución de un sistema de escolaridad nacional, la presencia de la prensa, etc.), determinó un imaginario en construcción que exaltó estos valores de la comunión colectiva, la identificación general en el amor a los héroes patrios y la percepción de estar ligados a los grandes hechos del pasado en un presente cargado de optimismo oficial. Se justificó, por lo tanto, tales movilizaciones colectivas. Pues, ¿qué otro fin podrían perseguir los largos desfiles, sino la programación, manipulación y dominio del tiempo colectivo, para apenas un episodio de rebelión precisamente a finales de 1895 (Diccionario de Historia de Venezuela, 1997, tomo 1: 1099-1100). 145 usar los términos de Bronizlaw Baczko al referirse a los imaginarios sociales (1999: 30), con el fin de re-crear la idea de una nación imaginada y sentida con satisfacción y orgullo? Las fiestas patrias que hemos estudiado en esta investigación son parte de un conjunto de métodos y operaciones que los ideólogos y estadistas de las repúblicas pusieron en práctica para seguir representando las emociones y valores adecuados para el pathos nacional. Muchos años después, más de cien años hacia el futuro, entrando a otros siglos, las estrategias de celebración nacional no parecen haber variado mucho. El guión tiene la misma validez y ofrece los mismos premios: entre los aplausos y homenajes a los próceres del pasado, la apropiación de las épicas, se siguen manifestando estrategias de anclajes de identificación y representación social y nacional; se continúa el manejo de esta violencia simbólica para convencer a un país de los beneficios del gobierno de turno. Con el agregado siguiente: en los últimos cuarenta años, la sociedad venezolana ha tenido la experiencia de formas de gobierno de alternancia democrática y ha andado por un camino de identificación común encauzado por la práctica del intercambio democrático que costó largos años de lucha y esfuerzo. Las celebraciones patrias, en el período de la democracia, no entraban en contradicción con esta forma de gobernabilidad. De hecho se incorporaron otras celebraciones que vendrían a sostener el andamiaje simbólico de vinculación colectiva de los tiempos democráticos (pensemos en las celebraciones del 23 de enero 146 como un recordatorio de un hito fundacional para la historia de la democracia venezolana)59. Pero, de un tiempo para acá, asistimos a un conjunto de complejas estrategias simbólicas y políticas que descalifican la experiencia de un poco más de cuarenta años de vida democrática. Podría pensarse en un intento por revertir la fuerza de aquellos imaginarios fundacionales de la vida democrática y proponer, en contraparte, nuevas imágenes de identificación colectiva enmarcados en otra forma de gobernabilidad (recordemos acá, también, el mandato oficial por incluir dentro del calendario escolar la fecha del 4 de febrero como nuevo hito de celebración)60. Quizá en las próximas fiestas patrias que haya que celebrar, sus demiurgos ideológicos propongan en los programas de celebración sentidos contrarios a esta forma de vida política de los últimos años y justifiquen, en aras a la memoria de los héroes patrios, una vuelta al pasado en el sentido del regreso de formas de gobiernos militaristas que persiguen, sobre todas las cosas, la perpetuación en el poder. Con esa excusa, quizá, repetimos, veamos largos desfiles, interminables discursos y mucha propaganda oficial que reivindican los beneficios de un sistema de gobierno eterno, anclado para siempre en el tiempo de los héroes decimonónicos, donde la alternancia política no sea sino parte de un muy lejano recuerdo nacional. En todo caso esto ya sería parte de otra investigación, de otro paseo interpretativo que intentará comprender las 59 El 23 de enero de 1958 se derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. A partir de entonces, se ha declarado esta fecha como el inicio de la vida democrática venezolana; por lo tanto se celebra –o celebraba- en los desfiles y discursos de ocasión. 60 El 4 de febrero de 1992 ocurrió un intento de golpe de estado contra el gobierno -de carácter democrático- de Carlos Andrés Pérez. Una vez en el poder, uno de los líderes de aquel golpe, el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías –como presidente ya electo por voluntad democrática- hace incluir el festejo nacional de la fecha como la celebración de una gesta heroica que hizo frente a la corruptela de un sistema político carcomido por los intereses partidistas de las dos organizaciones más importantes del momento (Acción Democrática y el Partido Social Cristiano COPEI). 147 singularidades y lógicas de otros procesos y otros momentos de la historia contemporánea nacional. VI.- ANEXOS - Programa aprobado por la Junta del Centenario (18 de julio de 1882): “APOTEOSIS CENTENARIO DE BOLÍVAR Su celebración decretada por el General Guzmán Blanco, Ilustre Americano, Regenerador y Presidente de los Estados Unidos de Venezuela. Constituida la Junta a que se refiere el artículo 2º del Decreto de 3 de septiembre de 1881, en la casa del Presidente de la República, Ilustre Americano, General Guzmán Blanco, y presidida por él, en la noche de ayer 18 de julio, y estando presentes el Ministro de Relaciones Interiores, General Vicente Amengual y el de Obras Públicas, señor Ramón Azpúrua, fue aprobado el siguiente programa, al cual se refieren los mencionados artículos 2º y 3º del citado Decreto. VENEZUELA AL LIBERTADOR EN SU CENTENARIO, La Ofrenda: 1º La Apoteosis del Héroe en honra de su obra, la antigua Colombia, Perú y Bolivia. 2º Su progreso actual. 3º Un homenaje de gratitud a sus progenitores. 4º Una muestra de admiración a la Gran República de la América del Norte. 5º Una demostración de confraternidad a las naciones de la América Latina. Estas manifestaciones serán festejadas con los siguientes actos: I Apoteosis Día 23 de Julio Aceptando la oferta del Reverendo señor Arzobispo de Caracas y Venezuela, como ofrenda del Clero al Libertador, la Apoteosis de Bolívar 149 principiará en la mañana de este día, con festividades religiosas, a la misma hora, en todas las Iglesias de la República. Al medio día, como ofrenda de nuestras madres, hermanas, esposas e hijas, diversos actos de caridad; y visitas a los Hospitales y demás establecimientos de beneficencia, presididas por la Junta del Centenario y las autoridades respectivas, quienes recibirán las ofrendas que a ellos se destinen. Por la tarde, convites populares. Día 24 En la mañana: paseo triunfal presidido por el Presidente de la República y las autoridades a quienes acompañarán todas las corporaciones y gremios. Reunidos en la Plaza de la Trinidad, pasarán al Panteón Nacional, a ofrendar a la memoria de Bolívar el tributo de la veneración de la Patria; y luego toda la comitiva a la plaza Bolívar, para desfilar ante la estatua del Héroe, a la cual se le ofrendarán cuantas flores, coronas y guirnaldas puedan ofrecer nuestros jardines. En la noche: Apoteosis de Bolívar en el Teatro Guzmán Blanco. El busto de Bolívar, al que formarán cortejo los Libertadores, bella y alegóricamente decorados, recibirá la ofrenda de todas las autoridades, de los gremios sociales y las de las naciones que concurran a la Apoteosis. Durante esta festividad, orquestas debidamente organizadas, tocarán piezas adecuadas a los diversos actos. II Progreso Actual Días 25, 26 y 27 Inauguración del Ferrocarril de la Guaira a Caracas, que unirá al fin, por medio del vapor, la villa y puerto fundado en 1588 por don Diego de Osorio y por don Simón de Bolívar, el primero de este nombre en América, con la ciudad natal de su ilustre descendiente. III Homenaje a nuestros progenitores Días 28, 29 y 30 150 Día 28 Actos científicos y literarios en la Universidad Central, en honra de Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Fray Bartolomé de las Casas, los Patricios del Cabildo del Collado y los misioneros, como una muestra de gratitud a la memoria de nuestros antepasados que después de haber fundado nuestras familias y nuestra Religión, dándonos su habla, supieron defender el territorio descubierto, noble y heroicamente durante dos siglos, contra los ataques del extranjero, para conservarlo íntegro en provecho de sus descendientes. Día 29 Fiesta de la Facultad Médica.- Inauguración de la estatua del Doctor José Vargas. Día 30 Fiesta del Colegio de Ingenieros.- Inauguración de la estatua del Comandante de Ingenieros Juan Manuel Cagigal. Por la noche: Certamen Literario en la Academia Correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. IV Homenaje a la República de la América del Norte Día 31 Inauguración de una estatua monumental de Jorge Washington, el padre del gran pueblo que fundó en el Nuevo Mundo, la República modelo de las Naciones Hispano-Americanas. V Homenaje a las Naciones de la América Latina Día 1º de Agosto Fiestas literarias en los Colegios y demás institutos de instrucción, en honra de las naciones latinas: República Argentina, Bolivia, Imperio de Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Méjico, Nicaragua, Paraguay, Perú, San Salvador, Santo Domingo y Uruguay. 151 VI Exposición Nacional Día 2 de Agosto Decretada una Exposición Nacional que dé una idea, la más exacta posible, del estado actual de Venezuela, y de su adelanto progresivo en sus distintas épocas, desde el siglo pasado a la fecha, en este día tendrá efecto su inauguración.” (Cuenta que el Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1883 presenta al Ministerio de Relaciones Interiores, Tomo I, Caracas, Imprenta al vapor de La Opinión Nacional, 1883, pp 70-72 en Rafael Ramón Castellanos, 1983, tomo 1: 7982). “CENTENARIO DE SUCRE PROGRAMA DE LA CELEBRACIÓN VENEZUELA consagra á la memoria de uno de sus más gloriosos hijos el homenaje de su amor y admiración, al afectuar la APOTEOSIS DEL HÉROE en el primer Centenario de su nacimiento. Las festividades comenzarán el día 23 de los corrientes y terminarán el día 12 de febrero. La APOTEOSIS tendrá efecto en los días 2,3 y 4 de este último mes. Día 23 de enero A las 8 p.m.- Sesión solemne del Colegio de Ingenieros de la República, en el Teatro Caracas. Día 25 de enero A las 8 p.m.- Sesión solemne de la ´Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles´, en el Paraninfo de la Universidad Central. Día 29 de enero A las 8 p.m.- Certamen de la Sociedad ´Cagigal´, en el Paraninfo de la Universidad. Día 30 de enero A las 8 p.m.- Función de gala en el Teatro Municipal, por la Compañía lírica Española. Día 31 de enero A las 8 p.m.- Sesión solemne del Colegio de Médicos de la República. 152 Día 1º. de febrero A las 12 m.- Salva de 21 cañonazos en el punto que designe el Ministro de Guerra y Marina. A las 2 p.m.- Instalación de la ´Sociedad de Geografía´, en el Salón de Exámenes de la Universidad Central. A las 8 p.m. – Velada literaria y musical de las Sociedades Benéficas de Caracas, en el local de la Sociedad ´Vínculo de Caridad´. En la noche.- Iluminación y Retretas en las Plazas Bolívar y Ayacucho.Fuegos de Artificio en el Paseo de la Independencia, al pie de la estatua de Colón. Día 2 de febrero Aceptadas con sumo agrado la oferta y disposiciones tomadas por el Ilustrísimo señor Arzobispo de Caracas y Venezuela, como ofrenda del Clero á SUCRE, la APOTEOSIS comenzará en la mañana de este día con festividades religiosas. 1º. A las 9 a.m.- Misa Pontifical y Te Deum á grande orquesta, en la Santa Iglesia Metropolitana.- Oración Sagrada por el Presbítero Dr. Juan B. Castro. A estos actos concurrirán con el Ejecutivo Nacional todas las Corporaciones. 2º. A las 2 p. m.- Inauguración de los grandes cuadros de Pintura de Tovar y Tovar, cuya ejecución se ordenó por el Gobierno, y que acaban de ser colocados en el Palacio Federal, representando las Batallas de Boyacá, Junín y Ayacucho. 3º. A las 3 p.m.- Paseo cívico-militar al Panteón, presidido por el Ejecutivo Nacional, conduciendo las ofrendas que serán dedicadas á SUCRE después de la colocación de una lápida conmemorativa en el sitio elegido para depositar sus cenizas ó levantarle un Cenotafio. A la llegada de la Procesión á las puertas del templo, habrá salvas de artillería y las bandas marciales ejecutarán el Himno Nacional. Las calles de la carrera estarán exornadas y se levantarán tres arcos triunfales, el que represente á Pichincha, en la esquina de la Torre; el de Junín, en la de Jesuitas; y el de Ayacucho, frente al Panteón. Terminado el acto de la dedicación de las ofrendas, pronunciará el discurso de orden el General Marco Antonio Silva Gandolphi. 4º. A las 8 p.m.- Gran Concierto vocal é instrumental de señoras, señoritas y caballeros de Caracas, y lectura de composiciones literarias, en el Teatro Municipal, que será exornado al efecto. 5º. Iluminación en la Plaza Bolívar, Boulevares del Capitolio y Plaza ´5 de julio´. 6º. Fuegos de artificios en los Boulevares. Día 3 de febrero 1º.- A las 9 a.m.- Paseo cívico-militar, presidido por el Ejecutivo, que partirá del Palacio Federal hacia el Paseo de la Independencia, pasando bajo dos arcos que representarán el primero al Ecuador y el segundo á Bolivia. 2º.- Inauguración de la estatua del Libertador en el Paseo de la Independencia. 153 3º.- Inauguración de la Plaza de Ayacucho y colocación de la primera piedra de la estatua ecuestre del MARISCAL SUCRE, acto en el cual pronunciará el discurso de orden el señor General José Ramón Núñez. 4º.- A las 3 p.m.- Certamen de la Academia Venezolana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, en el Paraninfo de la Universidad Central. 5º.- A las 8 p.m.- APOTEOSIS DE SUCRE en el Teatro Municipal.Discurso de orden por el Doctor Claudio Bruzual Serra. 6º.- Iluminación en la Plaza Bolívar, Boulevares del Capitolio y Plaza ´5 de julio´. 7º.- Fuegos de artificio en el Paseo de la Independencia, que estará exornado é iluminado como el día 1º. 8º.- Retretas en la Plaza Bolívar y en la Plaza de Ayacucho. Día 4 de febrero 1º.- A las 8 p.m.- Visita de las Escuelas y Colegios de Caracas al Panteón Nacional, con el objeto de presentar sus ofrendas al Gran Mariscal de Ayacucho. 2º.- A las 9 p.m.- Inauguración del ´Campo de Demostración´ de la Junta Central de Aclimatación y Perfeccionamiento Industrial, el cual estará abierto al público durante los tres días de los festejos. 3º.- A las 10 a.m.- Inauguración de la Escuela de Ingeniería, en homenaje á la memoria de SUCRE, que fué Ingeniero. 4º.- A las 2 p.m.- Banquetes populares en las Plazas de Carabobo y del Mercado de San Pablo. 5º.- A las 4 p.m.- Sesión solemne de la Academia Nacional de la Historia. 6º.- A las 8 p.m.- Certamen de la Sociedad Científico-Literario ´Amantes del Saber´, en el Paraninfo de la Universidad Central. 7º.- Iluminación en la Plaza Bolívar, Boulevares del Capitolio y Plaza ´5 de julio´. 8º.- Fuegos de artificio en los Boulevares. 9º.- Retreta en la Plaza Bolívar. Día 5 de febrero A las 9 a.m.- Visita de la Municipalidad de Caracas, acompañada de todos los empleados del Distrito, al Panteón Nacional, con el objeto de ofrendar una corona á la memoria del GRAN MARISCAL, acto en el cual discurrirá el concejal H. Chaumer. A las 3 p.m.- Sesión de la Sociedad Venezolana de la Cruz Roja, en el Ministerio Relaciones Exteriores, para recibir á los representantes de la América Latina y conferenciar sobre el mejoramiento de la suerte de los heridos y enfermos en guerras y calamidades públicas. En la noche.- Banquete del Ejecutivo Nacional, en obsequio á los Delegados extranjeros y á los Representantes de los Estados. 154 Día 6 de febrero A las 8 p.m.- Acto literario público del Grande Oriente Nacional de los Estados Unidos de Venezuela, en el Templo Masónico de Caracas. Día 7 de febrero Baile del Comercio de Caracas, en el Salón Elíptico y salones adyacentes del Palacio Federal. Día 8 de febrero A las 8 p. m.- Sesión solemne del Círculo de la Juventud Católica de Caracas. Día 9 de febrero A las 4 p. m.- Grandes fiestas en los jardines del Club Unión. Día 10 de febrero Banquete de la Municipalidad de Caracas, en obsequio á los Delegados extranjeros y á los Representantes de la Municipalidad de Cumaná. Día 11 de febrero A las 8 p. m.- Sesión Solemne del Colegio de Abogados del Distrito Federal. Día 12 de febrero Obsequio á los Delegados extranjeros que concurran á la festividad, con un viaje de recreo por los Estados Miranda y Carabobo. ------------------En esta fecha inmortal para la Historia Patria, día en que se cubrió de gloria el excelso RIBAS, defendiendo la ciudad de la Victoria contra el formidable ataque de Boves, será inaugurado el Monumento que la gratitud de la Nación le consagra en la plaza principal de aquella ciudad. Con este homenaje rendido á la memoria de uno de los primeros y más heróicos soldados de nuestra Emancipación, terminarán las fiestas del primer Centenario de aquél que aseguró la de Venezuela y de la América en el campo de Ayacucho. La Junta Directiva asistirá á esta inauguración, á la que serán especialmente invitados los Delegados extranjeros y los de los Estados de la Federación Venezolana. -----------------Desde el 1º al 12 de febrero estarán en exhibición en los Salones del Ejecutivo Nacional y del Consejo de Gobierno, en el ala occidental del Palacio Federal, los cuadros de pintura de los artistas venezolanos y los de la Academia de Bellas Artes. 155 Caracas; 23 de enero de 1895. El Presidente de la Junta Directiva, José R. Núñez. El Primer Vicepresidente, Agustín Aveledo. El Segundo Vicepresidente, P. Arismendi Brito. El Tesorero, L.A. Sucre U. Vocales: Lucio Pulido – Tomás Michelena – H. L. Boulton – J. E. Linares – A. Valarino – A. Ernst – Jorge Nevett – Jacinto Gutiérrez Coll – José Antonio Mosquera – Carlos Santana – Teófilo Rodríguez. El Secretario, Luis R. Guzmán.” (Tomado de: “Centenario de Sucre. Programas de la celebración” en: Diario de Caracas, jueves 31 de enero de 1895, año II, No. 409: 1-2). V.-BIBLIOGRAFÍA - ACHUGAR, Hugo (1997): “Parnasos fundacionales, letra, nación y estado en el siglo XIX”, en: Revista Iberoamericana, Vol. LXIII, Nos. 178-179, enero-junio, pp. 13-31. - AFFIGNE, Carmen América (1999): Naciones de lágrimas y farsas: las representaciones de la nación en cinco novelas venezolanas (1879-1907). Caracas: Tesis de Maestría, Universidad Simón Bolívar. - ALCIBÍADES, Mirla (2004): La heroica aventura de construir una república. Familianación en el ochocientos venezolano (1830-1865). Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana y Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos. - ANDERSON, Benedict (1993): Comunidades Imaginadas. 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