“Midamos la calidad de la educación sexual en Chile” Durante la

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“Midamos la calidad de la educación sexual en Chile”
Durante la adolescencia, la actividad sexual satisface una gran cantidad de necesidades
importantes de las cuales la menos urgente es el placer físico. Más importante es la habilidad de
la interacción sexual para mejorar la comunicación, para ejemplificar la búsqueda de nuevas
experiencias, para proporcionar madurez, para estar a tono con los amigos y para lograr acabar
con presiones sociales. De esta forma, con el objeto de verse libre de las presiones familiares,
de los amigos y de la sociedad en general, el adolescente se compromete en actividades
sexuales aún antes de estar preparado para ellas; esto es, incluso antes de que haya recibido
una educación sexual adecuada y oportuna que le dé las armas suficientes para salvar las
consecuencias graves del ejercicio de la sexualidad tales como la infección de ETS y el embarazo
adolescente. Por otra parte los medios de comunicación social, en general, comercializan el sexo
dando una imagen distorsionada del mismo, y sólo en escasas ocasiones se
promueven programas divulgativos y formativos.
Por lo expuesto anteriormente es difícil pensar en modificar la iniciación sexual en la
adolescencia, por lo tanto corresponde adaptar las normas para prevenir los efectos no deseados
en las relaciones sexuales de los adolescentes.
El embarazo adolescente es un fenómeno multicausal, en el cual la falta de formación que
considere a los adolescentes atendiendo a sus condiciones concretas de existencia y a las
necesidades que satisface en ellos la sexualidad es preponderante. En ese sentido, es necesario
también educar a la familia, para que los padres sean informantes confiables sobre la
sexualidad, no considerados así por los adolescentes debido fundamentalmente a sus reacciones
negativas y evasivas sobre el tema.
En la última década, de acuerdo a cifras del INE el número de madres adolescentes en Chile ha
crecido un 2,4%. De los 230.352 niños nacidos vivos en 2004, 33.508 son hijos de madres de
entre 15 y 19 años, y 906 de niñas bajo los 15 años, según estadísticas del MINSAL.
Las consecuencias que tiene el embarazo adolescente son diversas, desde la salud, hasta la
reproducción intergeneracional de la pobreza. Inestabilidad familiar, abandono escolar e
inserción precaria en el mercado laboral.
Considerando estos resultados, nuestra iniciativa se enfoca en prevenir y frenar el aumento de
los embarazos adolescentes.
Para focalizar la atención e intervención proponemos:
Aplicar un instrumento de diagnóstico obligatorio, único y de carácter nacional en el cual se
mida la calidad de la formación que nuestra sociedad está entregando; donde se evalúen
contenidos, recepción de estos por los jóvenes, la legitimidad que asignan los jóvenes a padres y
profesores en la materia, y el rol de los medios de comunicación.
A partir de los resultados obtenidos en esta medición, diseñar una política pública de prevención
para el embarazo adolescente que incluya los siguientes actores.
1) Implementar un plan de educación sexual de carácter obligatorio para padres en los cuales se
les instruya cómo abordar la sexualidad con sus hijos, desde la más temprana infancia.
2) Reformular la ley 20.418, incorporando la formación sexual desde la educación básica, desde
un espectro más amplio que la mera información sobre los métodos de anticoncepción, el
cual sea regulado y evaluado permanentemente a nivel nacional.
3) Incorporar eficientemente a los medios de comunicación en la tarea de formar a nuestros
jóvenes en las materias que nos preocupan no solo desde la publicidad sino incorporando en
su programación contenidos formativos.
Sólo si consideramos todos los aspectos antes mencionados estaremos aproximándonos a una
formación sexual a través de la cual podamos obtener los resultados esperados, en la medida
que tanto contenidos como agentes formadores sean legitimados por los jóvenes como
interlocutores válidos.
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