Los aportes de las teorías feministas a la comprensión de las

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Revista Politeia, N° 39, vol. 30. Instituto de Estudios Políticos, UCV, 2007:65-86
Los aportes de las teorías feministas
a la comprensión de las relaciones
internacionales
Contributions of feminist theories
to understanding international
relations
Yetzy Villarroel P.
Resumen
Abstract
El feminismo como movimiento alcanza su mayor
auge en los albores de los años setenta, como una
crítica severa a las estructuras patriarcales en las
que se encuentra estructurado el mundo y donde
la mujer ocupa una posición de desventaja frente
al hombre. Sin embargo, en la historia de la humanidad no es nada novedoso, en tanto siempre
existieron mujeres que con valentía intentaron
revertir las condiciones de exclusión e indefensión
de la mujer, aunque es a partir del siglo XX que la
causa femenina alcanza mayor auge no sólo como
movimiento, sino también desde el punto de vista
teórico. A finales del siglo XX los cambios generados por la globalización permitieron abrir nuevos
escenarios en los que la lucha femenina pudo saltar
hacia el espacio internacional, mostrando cómo
pueden observarse las relaciones internacionales
desde la óptica femenina. En este artículo, a través
de una revisión documental, intentamos explicar
los enfoques de la teoría feminista, sus tipologías,
alcances y limitaciones, así como los aportes que
desde el punto de vista teórico y práctico han realizado a las relaciones internacionales.
Feminism, as a movement, peaks in the seventies as
harsh criticism to the patriarchal structures embraced by the world at the time and in which women
were at a disadvantage with regards to men. This
movement, however, is nothing new as throughout
history women have had courage and fortitude in
reverting the exclusion and lack of defense faced
by women. Nevertheless, not before the twentieth
century does the feminist cause reach its apex as a
movement and as a theory. As the twentieth century
came to an end, changes spawned by globalization
created new scenarios in which women’s fight
reached an international stage in which foreign relations could be viewed from a feminine standpoint.
This article, based on documental review, is aimed
at explaining the approach of the feminist theory,
its typologies, scope and limitations, as well as
contributions of a theoretical and practical nature
to international relations.
Palabras clave:
Key words:
Feminismo; Relaciones internacionales;
Patriarcalismo; Globalización
Recibido: 09-05-2007
Aprobado: 08-06-2007
Feminism; International relations; Patriarchal;
Globalization
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1. Introducción
Esta investigación intenta desentrañar la dimensión que adquieren las relaciones internacionales desde la perspectiva de la teoría feminista, entendiendo esta
última como una alternativa teórica y práctica para reformular la estructura de un
entorno internacional que se presenta caótico ante la presencia de los efectos de
la globalización y la desaparición del equilibrio de poder sustentado en bloques
bipolares antagónicos.
Entendemos a la teoría feminista como el conjunto de ideas tejidas en torno a
la crítica de los valores y las dinámicas patriarcales sobre las cuales se estructuraron
los estados y las sociedades mundiales, ideas que tienen sus orígenes remotos en
el siglo XVIII, cuando se produjeron las primeras opiniones favorables en torno
a la integración social de la mujer, provenientes de pensadores ilustrados como
Condorcet o con acciones concretas como las de Olimpia de Gouges, quien redactó
en 1791 La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana y se opuso
valientemente a la política del terror de Robespierre, hecho que le valió la muerte
en la guillotina (Duhet, 1974:36).
Luego, durante el siglo XIX se produce una fuerte reacción frente al Código
Napoleón, que declaraba a la mujer incapaz, legalmente sometida a la tutela del
padre, el hermano o el esposo. En Inglaterra, Lidia Becker fundó el Diario del
Sufragio Femenino; en Francia, Olimpia Andouard, Noemí Reclus y otras más
conformaron clubes y periódicos feministas que dieron mayor intensidad a los
movimientos feministas incipientes (Nash y Álvarez, 2002:2-21).
Fue durante el siglo XX, potenciado por la necesidad de mano de obra y la
crisis producida por las dos grandes guerras, que las mujeres se incorporaron a las
fábricas y asumieron roles hasta entonces designados exclusivamente a los hombres,
cobrando de este modo la causa feminista mayores alcances. A mediados de los años
setenta, con el auge de los distintos movimientos sociales que cuestionaban el statu
quo imperante, el feminismo produjo un despliegue de rupturas epistemológicas,
construcción de nuevos paradigmas y pautas de interpretación en torno a la realidad
de la mujer desde el punto de vista sociopolítico. Así, pues, el feminismo asumía la
lucha por la reivindicación sociopolítica, económica, legal y cultural de la mujer.
Uno de los mayores alcances de los movimientos feministas fue el reconocimiento
del derecho al voto, en vista de que éste se convirtió en una herramienta poderosa
para lograr objetivos e influir en las decisiones de los gobiernos.
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
El paso de los años ochenta y noventa vino acompañado por nuevos escenarios
políticos, ideológicos, económicos y culturales que influyeron en los feminismos
y los movimientos sociales en general. La globalización abrió nuevos espacios
para emprender la lucha por la reivindicación de los derechos ciudadanos. Ante
los dramáticos procesos de exclusión, los feminismos enfrentaron la necesidad de
ampliar sus luchas hacia el ámbito internacional, en virtud de la falta de voluntad
e incapacidad de los estados de responder a las demandas ciudadanas. Esto se
evidencia a través de la participación de los movimientos feministas en las conferencias, cumbres mundiales y foros internacionales.
Mediante una revisión documental intentamos explicar los diversos enfoques
de la teoría feminista, sus tipologías, los alcances y limitaciones que tanto la teoría
como los movimientos feministas han aportado al ámbito de las relaciones internacionales, bien sea como disciplina o como práctica.
2. Enfoques feministas. Tipologías
En la actualidad las relaciones internacionales, como disciplina y como práctica, están atravesando por un período interesante dentro de su evolución histórica,
en tanto se está en presencia de una serie de cuestionamientos que necesariamente
producen un replanteamiento de sus teorías, métodos, objetos de estudio y su
funcionamiento, así como de su utilidad política y práctica en la esfera nacional e
internacional. Esto debido a la acción conjunta y dinámica de las “fuerzas motrices” que Alfred Zimmern identificó como las causantes del impulso que produce
el desarrollo de las relaciones internacionales: a) El desarrollo interno de las ideas
o paradigmas, b) evolución de los acontecimientos (fin de la Guerra Fría y la globalización), c) influjo de las demás ciencias sociales (Zimmern, 1931).
El proceso que estamos señalando lo podríamos definir como un proceso de
reacomodo, en el cual las diversas teorías que han intentado explicar la realidad
internacional se acercan, se separan y se alejan unas de otras, proporcionando a
la disciplina un dinamismo teórico inusitado que deja atrás el tradicional debate
entre realismo e idealismo para demarcar una nueva etapa.
Entre las teorías que rompen con los esquemas tradicionales y que exigen
una reestructuración de las relaciones internacionales, encontramos a las teorías
feministas,1 a las que algunos autores como Mónica Salomón (2002) denominan
Nos referimos a las teorías feministas, en plural, por existir varias perspectivas feministas desde las cuales
se pueden abordar las relaciones internacionales.
1
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disidentes, haciendo alusión al término acuñado por R. Ashley y Walker para separar las teorías que critican las insuficiencias de los enfoques tradicionales para
explicar los cambios mundiales que se sucedieron a partir de la década de los
ochenta (Ashley y Walker, 1990:4).
Fue Robert Keohane (1989) el que por primera vez señalara la fractura entre
los nuevos enfoques y los tradicionales, clasificando a los primeros como reflectivist
(reflectivistas) caracterizados por:
1. Desconfianza en los modelos científicos para abordar el estudio de la política
mundial.
2. Su metodología se basa en la interpretación histórica y textual.
3. La necesidad de inducir la reflexión sobre la naturaleza de las instituciones y
el carácter de la política mundial.
Dentro de los enfoques señalados como disidentes destacan las teorías feministas, entendiendo por feminismo “todas aquellas personas y grupos, reflexiones
y actuaciones orientadas a acabar con la subordinación, desigualdad y opresión
de las mujeres causadas por las estructuras patriarcales imperantes y lograr, por
tanto, su emancipación y la constitución de una sociedad en la que ya no tenga
cabida las discriminaciones por razón de sexo o género” (Castells, 1996:25).
Estas teorías se pueden agrupar en dos tipologías o corrientes, siguiendo lo
planteado por Alison Jaggar (1983), quien agrupa las teorías de acuerdo con los
criterios políticos que suscriben, y Sandra Harding (1996), quien plantea una
clasificación según los criterios epistemológicos que las sustentan.
1. Criterios políticos. Alison Jaggar plantea una tipología desde la perspectiva
política, en la que agrupa a aquellas teorías que contienen posturas políticas
y filosóficas subyacentes en sus premisas. En esta corriente se distingue la
siguiente clasificación:
1.1.Feminismo liberal. Defienden los valores de libertad, dignidad, igualdad
y autonomía propios del pensamiento liberal. Considera que las mujeres
son oprimidas porque no son tratadas igual que los hombres y exigen
igualdad de oportunidades formales, materiales o reales para revertir la
situación de discriminación. Entre las autoras que asumen esta corriente
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
destacan Betty Friedan, Karen Gregen, Geneviève Lloyd, Jane Richards
y Susan Okin (Salomón, 2002:33).
Esta postura procura que la mujer sea incorporada en condiciones de
igualdad por medios políticos, creando igualdad de oportunidades y generando leyes que lleven al reformismo; busca la igualdad de derechos
y representación en los planos nacional e internacional, busca la producción de leyes ni femeninas ni masculinas sino más humanas (Silvester,
1994:37-39). Los estudios de esta corriente se han concentrado en el rol
de la mujer en el tema de desarrollo (Whitworth, 1994:15).
1.2.Feminismo socialista/marxista. Enfatiza el problema de la desigualdad
socioeconómica, entendida desde su vinculación con la desigualdad
sexual. En este sentido la opresión de las mujeres no es producto “de la
ignorancia o de las actuaciones intencionadas de individuos sino producto
de las estructuras políticas, sociales y económicas asociadas al capitalismo” (Salomón, p. 33). Exige igualdad de acceso a los recursos. Sus
representantes más importantes son Heidi Hartmann, Silla Einsenstein,
Juliet Mitchell, Sheila Rowbothan y Alison Jaggar (1983).
1.3.Feminismo radical. Está vinculado a los movimientos por los derechos
humanos en Estados Unidos (1960-1970); se centra en la crítica al patriarcado, sistema que hace posible la dominación del hombre sobre la
mujer. Se requiere una reconstrucción radical de la sexualidad que vaya
más allá de las reformas de leyes y de la igualdad en las instituciones
políticas y económicas. Asume una dura crítica frente a las dos primeras
posturas porque buscan la liberación de la mujer bajo los esquemas de
valores de los hombres, en lugar de exigir la igualdad de poder, mientras
que por su parte proponen crear una contracultura que considere y enfatice
los valores femeninos. Germaine Greer, Shulamit Firestone, Eva Figes
y Mary Daly son las autoras más reconocidas que asumen esta postura
(Jaggar, 1983).
Su objetivo esencial es la transformación del sistema y por ello su crítica
se dirige a la fundamentación epistemológica de la ciencia en la que el
mundo se organiza y explica dentro de un modelo patriarcal. Al elevar
el análisis a la esfera política se encuentra con un sistema estatocéntrico
en el que se estructura el papel del Estado nacional, sus instituciones y
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el sistema internacional sin tomar en consideración las relaciones de género (Whitworth, 1994:17-18). Esta corriente de pensamiento tiene una
postura esencialista, en tanto que parte del punto de vista femenino, de
sus valores y experiencias (Sodupe, 2003:204).
Alda Facio se opone a esta tipología por considerar que aunque el feminismo
efectivamente se ve influido por las corrientes de pensamiento liberal y marxista,
“una teoría y práctica autónoma” (Facio, 2000:16) que toma ideas no sólo del liberalismo y la izquierda, sino también de los grupos ecologistas y de derechos humanos
sin confundirse con ninguno de ellos, pues está mucho “más desarrollada que tales
corrientes que por lo general excluyen la realidad de las mujeres (p. 24).
El otro conjunto de teorías se agrupan dentro de los esquemas denominados
criterios epistemológicos, desarrollados por Sandra Harding (1996).
2. Criterios epistemológicos. Son los más usados para el análisis de las relaciones
internacionales. Dentro de esta tipología destaca la siguiente clasificación:
2.1.Feminismo empiricista: Considera que el sexismo y el androcentrismo
presentes en la investigación científica son sesgos sociales que se pueden
corregir con una adhesión estricta al método científico (Harding, 1996:23)
Considera el rol que la ciencia ha desempeñado en la división sexual y
plantea la idea de una “mala ciencia”, en la cual no hay referencias ni
representación de la mujer y los temas que le competen a ella. Aunque
reconoce que existe una “buena ciencia”, ésta es un subcampo crítico
subterráneo de las ciencias sociales que expone valores e intereses que
funcionan como una evidencia material, exponiendo las fallas como en
las ciencia naturales (Silvester, 1994:31).
2.2.Feminismo de punto de vista (stanpoint feminism). Es el que sostiene
que la ciencia refleja la posición dominante del hombre en la vida social,
lo que produce un conocimiento “parcial y perverso” (p. 24). El punto de
vista de la mujer permite favorecer una visión más moral y científicamente
más adecuada, pues completa el conocimiento y lo hace menos perverso
para explicar e interpretar el mundo y la conducta social.
3.3.Feminismo posmoderno. Este enfoque se refiere a la condición de género,
centrado en la identidad de la mujer y su relación con el conocimiento. Se
cuestiona la validez de la ciencia moderna, “el posmodernismo se aleja
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
de todo intento de una teoría integrada y se muestra escéptico respecto
a las nociones de racionalidad y verdad” (Sodupe, 2003:206). Produce
un cuestionamiento del proyecto de la Ilustración junto con sus valores,
sus categorías y su interpretación de la historia. No cree en los procesos emancipadores universales (mujeres, obreros). La identidad, según
esta corriente de pensamiento, gira en torno a la dicotomía poder-saber
(Sylvester, p. 16). El posmodernismo en relaciones internacionales en su
versión feminista tiene dos vertientes; por un lado, el feminismo posmoderno (no esencialista) que busca la deconstrucción de la autoridad y la
idea de hombre soberano, donde la identidad no se comprende ni existe
sino en función del otro y, por el otro lado, el posmodernismo feminista
(esencialista), que se centra en el estudio de las fuerzas y limitaciones
de una identidad heredada, de forma tal de poder dotar a la mujer con las
mismas capacidades que el hombre (pp. 11-17).
En las relaciones internacionales los enfoques feministas comienzan a aparecer
a partir de 1980. Tanto el feminismo de punto de vista como el posmoderno comparten los planteamientos del feminismo radical sobre las estructuras patriarcales
y antropocéntricas de la sociedad y del sistema internacional.
A propósito de esto, dice Marcela Lagarde (2002:273):
…el concepto de humanidad encubre ideológicamente la dominación al pretender
la confluencia abarcadora de todos y todas (...) al homologar a la humanidad
con el hombre, se le anuncia excluyente ya que deja fuera, o sea subsume en el
sujeto histórico (patriarcal, genérico, clasista, étnico, racista, religioso, político)
a quienes están sometidos por el dominio, a quienes no son el sujeto y, en consecuencia, no son suficientemente humanos.
Las teorías feministas en sus distintas versiones buscan insertar en la agenda
internacional el tema de la mujer, toda vez que el sistema internacional se presenta
cada vez más difuso en tanto globalizado, cuando el Estado, actor privilegiado
del sistema internacional, se ve cuestionado como dotador de identidad, lo que
permite la emergencia de múltiples identidades que buscan reivindicación y
reconocimiento.
En tal sentido, la crítica fundamental es que toda la concepción del mundo,
las categorías y las ramas del conocimiento están sesgadas con una visión masculina, producto de las preocupaciones masculinas, que deja de lado la manera de
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entender las cosas de la mujer. Desde Platón, el pensamiento occidental ha estado
estructurado mediante categorías duales o dicotómicas como racional-irracional,
objeto-sujeto, universal-particular, que a su vez están sexualizados y jerarquizados y
en las que se privilegia como superior lo masculino (Olsen, 2000:25). Por lo tanto,
se requiere de una reestructuración del pensamiento y de la manera de conocer.
Alda Facio (1996:73) asegura que
…el que se atribuyan características dicotómicas a cada uno de los sexos, tal vez
no sería tan grave si las características con las que se define a uno y otro sexo no
gozaran de distinto valor, no legitimaran la subordinación del sexo femenino y
no construyera lo masculino como todo lo humano.
Según la perspectiva del punto de vista femenino, la teoría debería poder
mostrar cómo las mujeres están situadas en relación con las estructuras de poder
dominante y cómo éstas forjan una identidad y una política de resistencia, además
de proporcionar una dirección hacia la cual, tanto la práctica como la teoría, pueden
conllevar la liberación.
Una autora representativa de esta postura es Jo Ann Tickner (1988), quien cuestionó los seis principios del realismo político elaborados por Morgenthau en 1948
y en la que centraremos nuestro análisis más adelante. Para Tickner, los principios
de Morgenthau son expresión de la preeminencia machista, de la razón machista;
así, la categoría del interés nacional, entendido como poder, está basada en una
visión parcial y desde el punto de vista femenino el interés nacional no sólo debe
definirse como poder, sino también como cooperación e interdependencia, capaz
de incluir problemas globales como el problema nuclear, ecológico y bienestar
económico.
A su vez, Cinthia Enloe (1989), otra representante del punto de vista femenino, se planteó la necesidad de demostrar el papel verdadero de la mujer en la
política internacional, siendo éste más importante del que le asignan usualmente.
Para ello examinó el papel desempeñado por las esposas de los líderes políticos o
diplomáticos en las decisiones tomadas por éstos y el papel de las mujeres vinculadas con las bases militares estadounidense (empleadas, prostitutas, manifestantes
antimilitaristas, madres de soldados).
Por su parte, el feminismo posmoderno se refiere más a la situación de género,
la construcción social de las diferencias entre hombres y mujeres. No obstante, el
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
feminismo, en general, se plantea como una corriente que persigue el cambio, es
rebelde y subversivo, anti statu quo, antipatriarcal, antineoliberal, antiglobalización,
en tanto se antepone a todo lo que deslegitime a los diversos actores sociales.
La vertiente crítica se concentra en el problema de la construcción del género, haciendo énfasis en las condiciones a las que se ve sometida la mujer en su
participación y cómo se controla su acceso a las posiciones de poder. Se orienta
a responder sobre las prácticas e ideas que permiten reproducir y legitimar las
condiciones androcéntricas; sin ser esencialista busca un cambio de la sociedad
(Silvester, 1994:24-25).
3. Reformulación feminista de los seis (6) principios
del realismo político de Hans Morgenthau
propuesto por Jo Ann Tickner
Una de las propuestas más relevantes de las teorías feministas en las relaciones internacionales la presenta Jo Ann Tickner (1988), quien evalúa el realismo
político de Morgenthau (1948), haciendo una lectura feminista de los componentes
centrales sobre los que se fundamenta el mismo, es decir, en los seis principios
formulados por Morgenthau. Esto debido a que la política de poder de Morgenthau se constituyó en un hito para el desarrollo del enfoque político del estudio de
las relaciones internacionales y por su aporte decisivo en la configuración de la
disciplina y de su análisis teórico-político.
Tickner plantea cómo tradicionalmente la diplomacia, el servicio militar y la
ciencia política internacional han sido dominios masculinos históricos, en los que
raramente se observan mujeres desempeñando funciones de alta gerencia o como
especialistas de seguridad internacional. Lo más frecuente es que las mujeres se
inclinen más hacia áreas como la economía política internacional, las relaciones
Norte-Sur o asuntos de materia de justicia distributiva (p. 429). Por ello asegura
que “hay algo inhóspito y poco atractivo a las mujeres” (p. 430) en las áreas antes
señaladas (militares, política internacional y seguridad) que hace que éstas se inclinen hacia los temas que ocupan un segundo plano en la agenda internacional,
por lo que la exclusión de la mujer no sólo responde a factores de discriminación,
sino también a un proceso de selección que empieza por la forma como se enseñan
las relaciones internacionales.
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Según las teorías feministas, esto se debe a que las relaciones internacionales,
vistas desde la práctica generada desde el realismo político imperante después de
la Segunda Guerra Mundial, se basan en términos como poder, amenaza, guerra,
disuasión, estrategia nuclear, que son netamente afines a lo masculino, mientras
que las mujeres han sido estereotipadas como carentes de las cualidades que estos
términos evocan. De acuerdo con esto, el término realismo político describe una
percepción parcial e incompleta de la política internacional. Para las feministas,
las realidades son múltiples, por lo que una visión verdaderamente realista de la
política debe reconocer, igualmente, elementos de cooperación y conflicto, moralidad y realismo político, fuerza, justicia y orden, lo que ayudaría a pensar en
términos multidimensionales y mucho más veraces (p. 437).
Para comprobar la veracidad de estas afirmaciones, Tickner evoca a Morgenthau para a través de sus famosos seis principios configurar una alternativa feminista
que demuestre que el sistema internacional está estructurado y entendido por una
visión masculina, incompleta y parcial, por lo que propone agregar una perspectiva
femenina que “ayude a conceptualizar una visión mundial” diferente a la existente
y a generar “una epistemología feminista de las relaciones internacionales” (p. 430)
y de esta forma hacer más accesible el campo de las relaciones internacionales a
las mujeres, lo cual, en definitiva, suministra modos de pensamientos que hacen
más completa la visión y comprensión del mundo.
Esta autora se centra más en comprender la naturaleza de las relaciones internacionales que en establecer herramientas posibles para quitar barreras de acceso a
la mujer; también reconoce que en la agenda internacional se priorizan problemas
con los que los hombres han tenido mayor afinidad, por lo que considera que “¿si
los hombres son los que primordialmente están describiendo estos problemas y
construyendo las teorías para explicar el funcionamiento del sistema internacional,
no es lógico encontrar una perspectiva masculina en la disciplina académica?”
(Tickner, 1988).
Tickner no invalida la comprensión del sistema internacional producida desde
el realismo político, pero declara que es imperfecta y ella se propone perfeccionarlo
añadiéndole el punto de vista femenino.
Para reformular los principios de Morgenthau, define masculinidad y feminidad, haciendo uso de las teorías feministas. Sostiene que estas definiciones
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
son producto de un conjunto de categorías sociales construidas en el tiempo que,
asociadas a la masculinidad, son utilizadas por Morgenthau para desarrollar su
pretendida teoría racional de la política, en la cual los términos racional, objetividad
y poder responden a valores masculinos.2
Por otro lado, al analizar desde el punto de vista femenino el funcionamiento
y construcción de la ciencia, ésta presenta una estructura que mantiene un patrón
coercitivo y jerárquico al abordar el universo que estudia, por lo que difícilmente
es aceptable encontrar una formulación universal y objetiva válida a las pretendidas
demandas de conocimiento que hace Morgenthau (pp. 432-433). En todo caso, la
cuestión gira en torno a ¿qué parte del universo explica, la masculina? Y a ¿qué
objetividad aduce, a la que se desprende del poder y la dominación?
La otra arista del discurso de Morgenthau que Tickner cuestiona es la que se
refiere al comportamiento inmoral de los actores internacionales (Estados), el cual
se considera racionalmente prudente para alcanzar su interés nacional, así como
producir un orden dentro del sistema internacional que es considerado caótico y
conflictivo. Dado que la vida o supervivencia del Estado, de acuerdo con el realismo político, depende de su capacidad de maximizar el poder y de su voluntad
de luchar, obviando los elementos de cooperación y regeneración, que también
son aspectos de las relaciones internacionales, son comprensibles las recurrentes
crisis y escaladas de violencia experimentadas en el sistema internacional durante
la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente.
Asumiendo que la mujer percibe su entorno de manera muy distinta a como
lo hace el hombre, la visión de la moral y el comportamiento de los estados son
percibidos y concebidos también de manera distinta. Esto origina que “en relaciones internacionales la tendencia a pensar la moralidad en términos abstractos,
normas universales e inalcanzables y puramente instrumentales, como lo hace
Morgenthau, disminuye nuestra habilidad de tolerar las diferencias culturales y
buscar el potencial para construir la comunidad (internacional) a pesar de estas
diferencias” (p. 433, traducción propia).
En las dicotomías conceptuales de Occidente que determinan lo masculino y lo femenino, tenemos objetividad-subjetividad, razón-emoción, mente-cuerpo, cultura-naturaleza, uno mismo-otro, autonomía-dependencia,
saber-ser, público-privado.
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Cuadro comparativo realismo versus feminismo
Principios de Morgenthau (1948)
Reformulación feminista de Tickner (1988)
1. El realismo político sostiene que la política, como
la sociedad en general, está regida por leyes
objetivas (p. 86).
1. La naturaleza humana contiene tanto lo femenino como lo masculino: contiene elementos
de reproducción social y desarrollo, así como la
dominación política (p. 437).
2. El principal poste de señal que ayuda al realismo político a encontrar su camino a través del
pasaje de la política internacional es el concepto
de interés, definido en términos de poder. Este
concepto proporciona el vínculo entre la razón
que trata de entender la política internacional y
los hechos que hay que entender (p. 87).
2. El interés nacional es multidimensional y contingente del contexto. No puede definirse sólo en
términos de poder. En el mundo contemporáneo
se requiere la cooperación, en lugar de soluciones
suma-cero, en un juego de problemas globales
que incluye guerra nuclear, bienestar económico
y degradación medioambiental (p. 438).
3. El interés nacional, entendido en términos de poder, es objetivo y universalmente válido (p. 90).
3. El poder no se puede definir en un significado
universalmente válido. El poder como dominación y privilegio masculino de mando ignora
la posibilidad del fortalecimiento colectivo
asociado a la feminidad.
4. El realismo político es consciente de la significación moral de la acción política. Es consciente
también de la inevitable tensión entre el imperativo moral y las exigencias de una acción política
exitosa (p. 91).
4. Una perspectiva feminista rechaza la posibilidad
de separar el orden moral de la acción política.
Toda acción política tiene importancia moral.
La agenda realista para maximizar orden y
poder prioriza éstos por encima de la justicia
y la satisfacción de necesidades básicas para la
reproducción social.
5. El realismo político rehúsa identificar las aspiraciones morales de una nación determinada con
las leyes morales que rigen el universo (p. 92).
5. Reconociendo que no pueden igualarse las aspiraciones morales de naciones particulares con
principios morales universales, una perspectiva
feminista puede encontrar elementos morales en
aspiraciones humanas que podrían volverse la
base para desactivar conflictos internacionales
y construir la comunidad internacional.
6. El realismo político sostiene la autonomía de la
esfera política. El realista político no desconoce
la existencia de otros criterios que no son políticos. Como realista político, no puede menos
que subordinar estos otros criterios al político
(pp. 92-93).
6. Una perspectiva feminista niega la autonomía de
lo político. Desde que la autonomía es asociada
a la masculinidad en Occidente, los esfuerzos
disciplinarios por construir una visión mundial
no descansan en una concepción pluralista de
la naturaleza humana, sino que es parcial y
masculina. Los límites construidos alrededor
del reino de lo político son estrechos y excluyen
de las preocupaciones y las contribuciones a la
mujer.
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
4. Aportes teóricos de la perspectiva feminista
a las relaciones internacionales
La perspectiva feminista proporciona una forma distinta y alternativa de comprender y abordar las relaciones internacionales, incorporando una evaluación del
contexto social en el que se desarrollan los hechos para propiciar el mejoramiento
de la condición humana sin privilegiar una realidad determinada. Además, han
demostrado que la identidad de los sujetos “no es neutral en género” (Peterson,
1996:13).
1. Su principal objeto de investigación es la situación o experiencias de las
mujeres en la sociedad y en el sistema internacional.
2. Considera a las mujeres como sujetos centrales del proceso de investigación.
Se propone conectar a las mujeres con sus capacidades.
3. Intenta ver el mundo desde el punto de vista de la mujer, por lo tanto, es una
teoría crítica cuyo objetivo es producir un mundo mejor para las mujeres y,
por consiguiente, para la humanidad.
4. Produce un cambio de paradigma al demostrar que el conocimiento que
pensábamos universal y absoluto del mundo no es más que un conocimiento
derivado de un segmento poderoso de la sociedad (el hombre). Afecta los
conocimientos, símbolos y valores vigentes.
5. Permite renovar la teoría de las relaciones internacionales, proporcionándole
nuevos objetos de estudio, modificando la agenda, proponiendo nuevas interpretaciones y mostrando alternativas diferentes.
6. Amplía y enriquece la forma de hacer política, revitaliza conceptos como los
de la ciudadanía, los derechos humanos, la relación entre estados y la relación
de los estados con los organismos internacionales.
7. Es una teoría que se puede combinar con otras teorías de las relaciones internacionales como la sistémica, la idealista, el constitucionalismo, el institucionalismo, entre otras, de forma tal que complementa y enriquece los métodos
de análisis ya conocidos.
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5.Debilidades teóricas de la perspectiva feminista
de las relaciones internacionales
1. El carácter problemático de las dos caras del feminismo como crítica política
del pensamiento y la práctica y como movimiento social.
2. Para algunos, debilita la disciplina, pues la deslegitima con sus críticas.
3. Sólo afecta un colectivo minoritario y no tiene mayor relevancia para el conjunto de la disciplina.
4. Se le trivializa como asuntos de mujeres, por lo que muchas veces no se le
toma muy en serio o se le encasilla en algunos aspectos que han sido catalogados como propiamente femeninos, como son el desarrollo humano, el
tráficos de personas, la niñez, los desplazados, entre otros, y se le otorga menos
espacio en asuntos como la tecnología, la energía, la seguridad internacional
o armamentismo.
5. En su afán por lograr la inclusión de la mujer, algunas teorías feministas terminan siendo excluyentes para el hombre, de manera que pierden su pretensión
de darle carácter complementario al conocimiento existente.
6. Principales argumentos del feminismo frente
a algunos asuntos internacionales
6.1. Neoliberalismo y globalización
Critican el sistema económico imperante y su propuesta neoliberal por considerar que las mujeres son las más afectadas bajo este sistema. Sostienen, por ejemplo,
que el modelo económico que organiza al mundo contribuye con la globalización
también de la “industria del sexo” y con ello una expansión de la prostitución, a
la que se incorporan cada vez más adolescentes y niñas, de las cuales se favorecen industrias legalizadas como hoteles, turismo, transporte, medios masivos de
comunicación, espacios cibernéticos. Las mujeres, según el informe del PNUD
1995, representaban el 70% de los 300 millones de personas más pobres del mundo,
que no conforme con esto son bombardeadas a través de la moda y los medios de
comunicación hacia una inducción de consumo permanente que incluye cuerpos
e identidades.
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Una propuesta que se plantea el feminismo es promover desde dentro de los
organismos que motorizan las economías, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, las perspectivas de género. Desde esta perspectiva, la
variante económica de la globalización es desesperanzadora e induce, por tanto, a
la violencia como medio de subsistencia. Sin embargo, reconocen que gracias a la
globalización han alcanzado copar mayores espacios en la arena internacional.
6.2.Genoma humano
Parte de la idea de que las mujeres son llamadas a transformar la política y
el pensamiento para humanizar lo humano, haciendo del mundo un lugar más
habitable, una casa común y no un mercado común. Dado el interés que se mueve detrás de los avances científicos, la comercialización de la técnica permitirá,
desde esta perspectiva, que las transnacionales se apoderen del código secreto
que conforma la vida humana, y si las mujeres no son capaces de motorizar los
cambios económicos, sociales, culturales y políticos mundiales se corre el riego
de que las desventajas de las mujeres vayan creciendo de manera alarmante con la
feminización de la pobreza, la prostitución, la violencia, la guerra y la concepción
manipulada genéticamente. De suceder esto, la mujer perdería un espacio dentro
de un área que ha sido inherente en su condición de mujer, el de la concepción y
la maternidad.
6.3.Seguridad internacional
Se propone la creación de un nuevo paradigma de seguridad inclusivo en el
que las mujeres estén implicadas en todas las etapas de los procesos de paz, tanto
de prevención como de resolución de conflictos. Se enuncian seis razones por las
que las mujeres son valiosas para la pacificación:
1. Por ser proclives a establecer relaciones que salven las divisiones étnicas,
religiosas y culturales debido a su papel social y biológico como criadoras.
Algunas teóricas del feminismo han desafiado ferozmente este concepto, pero
las mujeres de zonas de conflicto repiten constantemente que su motivación
es la necesidad de afianzar la seguridad de sus familias.
2. Toman el pulso a la comunidad donde se tiene que vivir el acuerdo.
3. Normalmente no son quienes empuñan las armas.
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4. Como ciudadanas de segunda clase no se les considera lo suficientemente
poderosas como para ser peligrosas.
5. Precisamente porque a las mujeres no se les ha permitido ocupar un lugar en las
estructuras de poder político, son proclives a encontrar soluciones «fuera del
marco» convencional, especialmente en los aspectos básicos. Pese a los pocos
fondos, al haber sido dejadas de lado y a menudo desestimadas, las innovadoras
líderes locales son capaces de movilizar y crear su propia agenda fuera del
atento escrutinio de los partidos políticos o de los organismos oficiales.
6. La capacidad para superar las barreras del conflicto.
6.4. Paz internacional
El hecho de que la naturaleza de la mujer sea la de dar vida, la hace proclive
a la búsqueda de soluciones pacíficas, a la seguridad, al resguardo del hogar, a la
visión de futuro, a la cooperación y la integración. Por ello, Naciones Unidas en la
IV Conferencia sobre la Mujer (1995) sentó las bases para las deliberaciones de la
participación de las mujeres en la resolución de conflictos, negociaciones de paz,
reconciliación, reconstrucción y mantenimiento de la paz en todos los niveles.
Entiende que la creación de la cultura de la paz no puede darse si no se tiene
claro que el poder masculino está inmerso en las estructuras y formas de organización social, política, religiosa, militar y económica y que la masculinidad se
fundamenta en el ejercicio de poder, control, competitividad y represión de las
emociones. Por tanto, la renovación debe realizarse desde una nueva socialización,
pero sin excluir al otro.
Desde el feminismo se ha revelado una nueva forma de mirar y entender la
guerra y la paz, a través de la lógica y la ética que apelan a principios básicos
de humanidad, cooperación, integración, tolerancia, respeto, igualdad, libertad
y amor. Se ha determinado que los valores y actitudes que se encuentran detrás
de la violencia privada son los mismos que llevan a los conflictos armados. Así
como los hombres ejercen la violencia física y estructural sobre las mujeres en
sus hogares, en la calle o en sus trabajos para mantener los privilegios de género,
así también los estados la ejercen militarmente, sobre otros estados y sociedades,
para asegurar su lugar hegemónico en el mundo. La paz, por tanto, sólo puede
provenir del diálogo, el desarrollo social y económico, de la justicia, la capacidad
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
de negociación y de inclusión, tanto en los procesos de negociación como en los
asuntos cotidianos.
En tal sentido, el mayor aporte práctico de los feminismos a las relaciones
internacionales se encuentra desarrollado en el derecho internacional humanitario
y en el cúmulo de declaraciones, resoluciones y convenciones internacionales,
así como a través de la abundante literatura propagada mediante libros, artículos,
ensayos científicos, académicos sobre el tema de las relaciones internacionales.
Entre los instrumentos y documentos de Naciones Unidas relacionados más
con los derechos humanos de las mujeres en este tema, encontramos:
•
La Carta de las Naciones Unidas. La finalidad de las operaciones de mantenimiento de la paz, que dimanan del capítulo VI de la Carta de las Naciones
Unidas, es hacer respetar el alto el fuego y las líneas de demarcación, o concertar acuerdos de retirada de las tropas. Las operaciones de restablecimiento
de la paz, que dimanan del capítulo VII de la Carta, corren a cargo de fuerzas
de la ONU o de estados, grupos de estados u organizaciones nacionales, sobre
la base de la invitación del Estado concernido, o de la autorización del Consejo
de Seguridad.
•
La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
•
La Declaración sobre la Protección de la Mujer y el Niño en Estados de
Emergencia o de Conflicto Armado, proclamada por la Asamblea General en
su Resolución 3318 (XXIX), (1974). Quedan prohibidos y serán condenados
los ataques y bombardeos contra la población civil, que causa sufrimientos
indecibles particularmente a las mujeres y los niños, que constituyen el sector
más vulnerable de la población.
•
La Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, adoptada por la
Asamblea General en su Resolución 39/11 (1984), que expresa la voluntad
y las aspiraciones de todos los pueblos de eliminar la guerra de la vida de
la humanidad y, especialmente, de prevenir una catástrofe nuclear mundial,
y declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la paz y
fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado. Para
asegurar el ejercicio del derecho de los pueblos a la paz se requiere que la
política de los estados esté orientada hacia la eliminación de la amenaza de la
guerra, especialmente de la guerra nuclear, a la renuncia del uso de la fuerza en
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las relaciones internacionales y al arreglo de las controversias internacionales
por medios pacíficos, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
•
La Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra las Mujeres (1979) y su Protocolo Opcional (1999).
•
La Declaración de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (1993).
•
La Declaración y el Programa de Acción de Viena (1993) (A/CONF.157/23)
(párrafos 18 y 38).
•
La Declaración y el Programa de Acción de Beijing (1995) y los documentos
resultado de Beijing Más Cinco (2000).
•
La Política del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados,
ACNUR sobre Refugiados (1995 y 1997).
•
La Declaración de Windhoek y el Plan de Acción de Namibia sobre la Incorporación de la Perspectiva de Género en las Operaciones Multidimensionales
para el Apoyo de la Paz (2000).
•
La Resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 1325 (2000),
que establece la necesidad de incorporar la perspectiva de género y la participación de las mujeres durante el conflicto, posterior al conflicto y en todos
los acuerdos y procesos de paz, así como instituciones nacionales, regionales
e internacionales relacionadas con la prevención y la resolución de los conflictos, consultando con las ONG de mujeres locales e internacionales que
trabajan en el tema.
•
La Resolución del Parlamento Europeo sobre la Participación de las Mujeres
en la Resolución Pacífica de los Conflictos (2000).
•
La Resolución 36/7 sobre el Adelanto de la Mujer y los Actos de Terrorismo
contra Mujeres. Condena enérgicamente los actos de violencia perpetrados
por grupos armados y por narcotraficantes que siembran el terror y atentan
contra la seguridad y la vida de la población, especialmente de las mujeres,
y en particular de aquellas que han sido elegidas democráticamente para
ocupar cargos públicos, que dirigen organizaciones vecinales y asociaciones
de carácter social, o que han sido designadas por el gobierno en puestos de
responsabilidad.
LOS APORTES DE LAS TEORÍAS FEMINISTAS A LA COMPRENSIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
7. Principales premisas de las teorías feministas
Interés académico
Generar una visión de las cosas desde la perspectiva de la mujer, aportando una
alternativa de toma de decisiones y soluciones al problema de la desigualdad
y la no discriminación.
Premisa teórica
El mundo está construido sobre una estructura patriarcal y antropocéntrica, por
lo que se requiere de la reflexión para acabar con la subordinación, la desigualdad y la opresión de las mujeres que esta estructura patriarcal antropocéntrica
genera y sostiene.
Visión sobre la humanidad Parte de una visión optimista de la naturaleza humana, por lo tanto, se puede
lograr la construcción de una sociedad libre de discriminación racial, de género
o de cualquier otro orden perjudicial a los derechos humanos básicos.
Objeto central de estudio
La mujer, la infancia, diferencias de género, derechos humanos, seguridad internacional, paz, derecho a vivir sin violencia, en cooperación e integración.
Actores
Individuos, grupos societales, ONG, estados y redes de alcance internacional.
Entorno nacional
La democracia y el respeto a las normativas deben ser el fundamento de la
política nacional, dándoles un carácter ético.
Entorno internacional
La paz y la seguridad internacional se pueden lograr con voluntad, cooperación,
respeto de las diferencias e interdependencia.
Instrumentos de actuación Discusión y consenso sobre intereses comunes para incentivar la cooperación.
La educación es la vía para cambiar las estructuras excluyentes y crear sociedades más democráticas y respetuosas del ser humano, sus derechos y sus
necesidades.
Objetivos de actuación
Construir un mundo mejor donde la mujer pueda convivir y, por ende, el resto
de la humanidad.
8.Conclusiones
Podemos concluir señalando que, efectivamente, la perspectiva feminista nos
permite observar las relaciones internacionales desde una óptica legalista, ética y
humana bastante cercana a la perspectiva tradicional idealista, pero tomando como
centro de la discusión la incorporación de la mujer como actor fundamental de los
procesos sociopolíticos, económicos y culturales.
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Por otro lado, se observa que el mayor alcance de esta teoría se encuentra en
el ámbito de la epistemología, al permitir la renovación de conceptos, ideas y valores sobre los cuales se han estructurado las sociedades. No sólo se ha permitido
entender a la mujer de forma diferente a lo tradicional, sino también al hombre
y, por consiguiente, a la humanidad en general. De allí el auge de los estudios de
género.
Si bien es cierto que los movimientos feministas tienen como esfera de acción el ámbito local de los estados y es allí donde han alcanzado mayores logros,
también éstos se han ido propagando desde lo local hacia lo internacional gracias
a la globalización y la participación en los foros internacionales, donde la mayor
incidencia recae en la renovación del derecho internacional hacia la preservación
de los derechos humanos de los ciudadanos de todos los estados sin distinción de
etnia, sexo, religión, credo, ideología o raza.
Creemos que el mayor problema que han enfrentado las teorías feministas
no se encuentra sólo en la resistencia de cambio de la estructura patriarcal, sino
dentro de los mismos movimientos feministas, que no se ponen de acuerdo acerca
de la visión de mundo en el que proponen insertarse.
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Enlaces de No Violencia
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