O ficin a s: T A C U A R l, 9 0 0 R E V IS TA S E M A N A L DE C R ÍT IC A Y A R T E -------- = ______ ALBERTO G H IR A L D O D IR ECTO R Afío Ul o BUENOS A IR ES , O C TU B R E 2 2 OE 1 9 1 4 o N ú m e ro 117 I. — “ C r ó n ic a s A rg e n t in a s ” ! El suicidio de Ba rro so ; Alberto Ghiraldo. ............................ II. — La gu e rra y la re volu ción . Reflexiones de un in te m a c io n a lis t a ; Juan E . Canilla. III. — E l pan de los m a e stros; Julio H. Bar­ cos ....................... IV. — De la guerra. C a rta s de París ; Julio Llanos - - - - - - - - - - - - V . — Cu e n to s de la ciu dad. L lega la In quie­ tud; Delio Morales ............................................. V I. — “ N u e stros p resos” : Valentín Plftelro. Jo sé Basteni. Pedro C a s a s . R a m ó n y A lb e rto Leal. A m é rico Bu ro cco . A nd ré s Uboldi - - - - - - - - - - - - V II. — Ibsen y A le m a n ia - - - - - - - V I I I . — L a guerra; Emilio Frugoni - - - - I X . — Lib rería de " Id e a s y F i g u r a s ” - - X. — Los eruditos (cuento real); F¡. González Arrili - - - - - - - - - - - - XI. — N otas; Osvaldo Saavedra - - - XII. — A F ie d r lc h N ie tz ch e ; A. Marasso lincea. XIII. — Los tejedores de Silesia; Enrique Heine. 'Ü www.federacionlibertaria.org ir 117 Los tejedores de Silesia ÈI a rran có con avidez, y ahora A m etrallarn o s hace como a perros. ¡ T ejem os ! ¡ T ejem os ! Silenciosos, sin fe, 110 brilla el llanto De aquéllos hom bree en los ojos secos, C rujen sus dientes, fúnebres canelones A n te el te la r sentados van d icie n d o : « V ieja A lem ania, tu sudario helado Ya tejen en la som bra nuestros dedos, Y en el te jid o vil, los labios m ezclan De m aldición y cólera los ecos. ¡T ejem o s! ¡T ejem os! «M aldita n u e stra p a tria tam bién sea, N u e stra p a tria alem ana, donde el cielo C ubre tan sólo aprobio, m al e in fam ias, D onde, al a b rir sus p étalos al viento, Se m a rc h ita la flor, y sólo viven La lacería, el engaño, el vilipendio. ¡T ejem os! ¡T ejem os! «M aldito sea el Dios de los dichosos, Al que elevam os m íseros acentos. Del ham bre h orrible en los eternos días Y en las heladas noches del invierno: En vano en su piedad la fe pusim os; íll nos vendió, bu rlad o s: ¡pobres necios! ¡T ejem o s! ¡T ejem os! «L a lanzadera vuela, el te la r c r u je ; D ías y noche sin cesar tejem os. V ie ja A lem ania, tu sudario helado Y a te je n en la som bra nuestros dedos, Y m ezclan nuestros labios al tejid o , D e m aldición y cólera los ecos. ¡ T ej eiwn s! ; T ej om os! «M aldito sea el rey, el rey del rico, Al c ual en vano, de a m a rg u ra llenos, M isericordia y compasión pedim os: De n u e stra bolsa ruin el p o stre r sueldo, E .v r t q u e IT e i n e . Notas D e O sv ald o S a a v e d ra B uenos A ires, O ctubre 12 de 1914. Mi querido G hirajd o : A ndaba perdido en el desorden de m is pap eles el e je m p la r de I deas y 'F iguras on que h a n aparecido Jnis estudios sobro el socialism o y el anarqusm o, de m anera que recién los recorro y me apercibo de que éste últim o e stá contentado p o r usted. E ste o rn a to es un fa v o r in te resan te p a ra mi y mi silencio a ese respecto ha debido parecerle a u sted extraño. Q ueda explicado. Cum plo ah o ra con el deber de ag rad ecerle no so­ lam ente la publicación sino la atención que usted ha dedicado a m is ideas. E s claro que nosotros no vam os a hacer una con­ tro v ersia , sabiendo que aunque nos coloquemos "Ti d istin to s puntos de v ista los dos tenem os el ideal de u n a noble lib e rta d en un digno bien estar. Siem pre su afectísim o am igo, O. Saavedra. A Fiedrich Nietzche en en de en de en Su círculo sereno, la lám p a ra e sp a rc ía; e stan tes de roble los libros graves, m udos; el silencio, inm ensa la unción de poesía los mármo-les sacros; y, en las tolas, desnudos rosas v ir g in a le s ... Y a la noche a gobiada pensam ientos altos, resplandecía a fu e ra susurros eclógicos y viva prim avera. Y volviendo el po eta de su fre n te abism ada, a n te el libro solemne, on la h o ra callada, hablo a Nietzgche filósofo, a sí: por fu e rz a un d ía se enco n trarán en u n a n u estras líneas do idea, tu selva ilum inada de u n a a g reste arm onía y mi p e n ar nostálgico de p asto r de Caldea, Aún no te conozco pero de paso he visto tu s enorm es alm enas de poeta m ayor, y he tem ido tu influjo de guerrero im previsto y tu s flechas de b árb aro que encendiera el dolor. Q uizás p a ra mi alm a solam ente has soñado, quizás p a r a m is ciencias fué cim iento t u o b ra ; quizás la m ano sab ia de alguién me h a señalado y es un dolor de a stro poT a rd e r m i zozobra y un secreto profundo mi soledad; el viento de m is ideas cruza libre, m onte y estepa, aunque a veces claudica en el pavor violento de f re n te al Océano su potro de M a z ze p a . . . Sobre los hom bros croza, sobre los tiem pos gira, se a b alan z a sonám bulo y rebelde a l fu tu ro o se encanta e n tre oceánidas deseando a D eyanira, y sie n te en el C alvario nostálg ias de, E picuro. Mi pensam iento sigue nna línea ignorada, ja m á s quiso m i m ano d arle rum bos y líneas, y surgen de m is éxtasis en esencia s a g ra d a a lientos m atin ales de selvas a p o lín e a s ... Y, tú b á rb aro heróico, m i tem ido, tú el fuerte v en d rás h a sta m i vida cuando conquistadores m is anhelos sofrenen su cabestro a la m u erte; tal así la e n tre v ista d e dos em peradores. S e rá en días gloriosos, de d u lzu ra sonriente, e n tre olivas y rosas de los huertos latinos, b a jo la luz dorada del sol resplandeciente y al rum or de la s m úsicas de los dioses níarinos. A rturo M arasso R occa. . www.federacionlibertaria.org A Ñ O VI B u e n o s Aires, O c t u b r e 2 2 de 1 9 1 4 N útn . 117 IDEAS Y FIGURAS REVISTA S E M A N A L DE CRÍTICA Y ARTE O F I C I N A S : T A C U A R Í, 9 0 0 A L B E R T O GHIRALDO D IR EC TO R • - “ Crónicos Argentinas” - El s u ic id io de B a rr o s o «¡Adelante-! *or encim a de las tu m b a s: ¡a d e la n ­ te!» ¿F ilé quizás el esp íritu de esta fra s e de Goethe, el que inspiró el gesto trá g ic o del noble am igo, del buen com pañero, cuando resuelto al sacrificio- em p u ­ ñó el a rm a del suicida, después do la n z a r sobre la hija cariñosa, ocupada- en lo« quehaceres del hogar humilde, la ú ltim a m irad a de p a d re am ante, m ira d a en la que aún d ijé rase flotando el dolor inm enso, la angustia, in en arrab le de su resolución suprem a'! P orque e ra bueno, porque era fu e rte , porque siem ­ pre tuvo p a r a los suyos y p a r a los ex trañ o s, la frase tierna!, el adem án suave, la a c titu d fra n c a y g e n til .leí que sal>e de la. vida y del- dolor, no es posible suponer en esa resolución, d eb ilid ad m oral sino con­ vencimiento. Asi m e explico yo <w suicidio de este hom bre altivo y bravo, sentenciándose a m uerte con la seren id ad adm irable del que realiza un acto im prescindible, necesario., peren to rio , inaplazable. No defiendo el suicidio por el suicid io ; analizo solamente, explico un hecho-, razono un m om ento sa n ­ griento en que un hom bre puede m orir b a jo su pro­ pia m ano, realizando el mismo acto de un soldado de la vida cayendo ¡en la b a ta lla . D escorram os el telón del dram a. V einte años de combate a rd ie n te , como obrero del m úsculo, han a g o ­ tado la vida del hom bre. V ein te años en los que se dió todo entero al tra g in del ta lle r y al fu e g o de una idea, en cuya p ro p a g an d a desgastó tam b ién sus n e r­ vios. F o rm ad o el hogar, no vino con el desarrollo' de los h ijos la tra n q u ilid a d a. que p o d ría a sp ira r un hombre en sus condiciones, porque la. salud no fu é k com pañera esperada de la fa m ilia . Im p o sib ilita d o para d e fen d e rla de las acechanzas del clim a, de los males late n te s en m edio de la f a lt a de com odidad, de luz, de a ire y de to d a clase de elem entos en que vive e n tre nosotros la m ayoría o brera, m inado su organismo por la e n ferm ed a d cruel y contagiosa, se encontró un d ía fre n te a fre n te de un problem a te ­ rrible: él. el hom bre abnegado- que luchara con de­ nuedo siem pre en d efen sa de la com pañera y de los hijos; él, el am paro n a tu ra l y poderoso de siem pre, dentro de lo relativo, e ra hoy el único obstáculo, el más próxim o peligro p a ra la vida de los que am ara. Im posibilitado .estaba p a ra el tra b a jo y esto es la muerte hoy p a ra todo hom bre que ha en tre g ad o , co­ mo obrero .en el taller, las en erg ías de su o rg an ism o ; además la en ferm ed a d cruel y contagiosa le im ponía el alejam ien to del hogar, so pena de a r ra s tr a r en el desmoronamiento- de sus pulm ones la. sa n g re de los hijos. ¿Q ué hacer'? P la n te a r el problem a p a ra un hombre de su en tereza y en sus condiciones, e ra re ­ solverlo. Con el últim o puñado da m onedas, g an ad a s a costa, de sus sudores de enferm o, com pró un revól­ ver. D espués la m irada a la h ija y el tiro cortero que rom pió su cráneo digno de a lb e rg a r idean g ra n ­ des y paralizó un corazón bien puesto, donde solo ¡■ve a g ita ro n sentim ientos generosos. l ie a h í, pues, el dram a, rá p id a , concisam ente e x ­ puesto. lie a h í el d ra m a íntim o y fo rm id a b le de un hom bre, com pañero de ideas nuestro, que h a realizado un acto, al p a rec er censurable aún desde el p u n to de m ira de n u e stras ideas, y, mucho m ás aún, si se le contem pla superficialm ente, sin a h o n d ar en su e n tr a ­ ñ a , sin descender al fondo de las cosas, sin p e n etrar en. el m isterio de la vida, mucho m ás com pleja en todos los m om entos de Jo que nuestros ojos pueden a p rec ia r a. sim ple v ista, sin buscar el por qué f a ta l de todos los acontecim ientos. Y o digo entonces que no existe el suicidio como m al general, sino nuieiáas. Y en este caso el com pa­ ñero cuya desaparición o rig in a estos coui'entarios, no es p ro p iam en te un su ic id a por tem peram ento, d iré así, sino un hom bre que se lia valido del suicidio co­ mo de un recurso necesario, indispensable y heroico-, si quereis, p a ra d a r solución a una situación extrem a. P a u l L a fa rg u e , otro com pañero que se a rran có la vida con sus pro p ias m anos, no fué tam poco un *»<«i'ida desde este punto de v ista. A unque el caso p re ­ sen ta cara cte re s m uy d istin to s, m ás bien dicho, a u n ­ que el caso, en su exterio rid ad , ts c o n tra rio al p re ­ sente, su esencia es idéntica. A los se te n ta años, aun lleno de vigor pero en vísperas de la claudicación física, m oral y quizás intelectual, L a fa rg u e , cuya vida es fá cil porque dispone de elem entos al alcance de sus g ra n d es fa cu lta d e s, resuelvo m orir porque él considera que el hom bre no debe nunca presen ciar su p ro p ia ruina. Y echa m ano1 del recurso del suici­ dio p a ra cum plir con e sta opinión, m uy resp etab le según mi en ten d er, aunque 110 ta n to como la resoluc:ón de B arroso al inm olarse en hom enaje de la vida nueva, p a r a cuyo desarrollo y por los m otivos e x ­ puestos, él se considera 1111 obstáculo y un [>eligro. Y es en este m om ento suprem o, cuando yo evoco la figura, dulce y fu e rte , del com pañero caído-, realisando la fra s e soberana del p o eta in m o rta l:— ¡A de­ lan te ! P o r encim a de las tu m b a s: ¡a d e la n te !— con el ú ltim o pensam iento fijo en los retoños de su raza y doblando por ellos la cabeza, doliente y destrozada p o r el tir o c e rt:ro , sobre le.s b ra fo s laboriosos que ta n ta vida p ro d u je ra n ! A lberto G hiraldo . Buenos A ires, (i d? S eptiem bre de 1914. www.federacionlibertaria.org La guerra y la revolución R eflex io n es de un in te m a c io n a lis ta JO» poi-o mlíís de ilo» meses la trem en d a g u e rra , que t-omo 1111:1. p e sa d illa de g ig a n te s se desarrolla )>a.j<> la m irada a tó n ita de las gen tes, en easi toda Ja extensión de línropa, lia logrado convulsionar in­ creíblem ente las ideas que m itren los m ovim ientos sociales contem poráneos. V 110 p o d ía sel' de o tr a m a­ nera. L as previsiones m ás pesim istas 110 nos Inician sospechar siq u iera esta conflagración e x tra o rd in a ria , que a poco que se prolongue, am enaza secar las fu e n ­ te s vivas de la a ctu al civilización europea. I j o s sociólogos h a b ía n repetido h asta el cansancio que, dada la perfección del organism o social y sobre todo a te n d ien d o a la preem inencia a lc an zad a dentro de él por las f u e r/a s financieras v por el cap ital, no eran y a posibles las cru en tas g u e rra s que an tañ o asolaron a la hum anidad. Kl socialism o fu e rte m e n te o rganizado como p a rtid o político, en la m ayoría de los países, en m uchos de los cuales g o b iern a o influ­ ye eficazm ente, el socialism o, re p ito , cuyos an te ce ­ dentes ideológicos, (¡lie se rem ontan h a sta m ás allá de la in te rn a c io n a l, lo obligaban a ser, a p esar de ia s inevitables tran saccio n es v de las re p e tid a s re ­ ducciones de les p ro g ram a s de lucha, enem igo del m ilitarism o y por consiguiente de las a v e n tu ra s bé­ licas, tam b ién nos había, sugestionado con sus decla­ raciones que afirm aban la im posibilidad de que Kuro p a pudiese ser envuelta en una g ra n g u erra. T an a rra ig a d a estaba e sta ú ltim a idea en algunos cerebros qm el gru p o de «Les T em ps N ouveaux», en un m anifiesto feeliado en 1." de agosto, es decir, cuando y a soplaban las p rim eras ra ch a s del huracán de fu eg o qmwliov b a te a la K uropa, se a tre v ía a in ­ vocar la esperanza de que el pueblo alem án salvase a la civilización, proclam ando la república. i ’o r o tra p a rto la resolución pacífica de los inci­ d en tes intern acio n ales provocados por A lem ania— m om entos de la g u e rra A nglo-B oer, de la anexión de B osnia al A u stria , de A g ad ir, e tc . . . —cuyo progreso, Atiranto los últim os c u are n ta años se ha afirm ado en los m ás ríg id o s ideales de predom inio m undial, con las correspondientes y d ra m á tic a s vu eltas de las espadas a sus v ainas, nos su m in istra b a la h a la g ad o ra sensa­ ción de que aquellos, socialistas, sociólogos y econo­ m istas, no se. equivocaban. Y llegam os a cree r que las diversas gentes del orbe civil h a b ía n adquirido una conciencia nueva, capaz de c o n tra rre s ta r, en un m om ento dado, la d e lira n te actuación de los m o n ar­ cas del derecho divino. I ’ero he aquí que a hora la g u e rra , la g u e rra a m uerte de la m ayoría de los pueblos, es 1111 hecho, por encim a de to d as las previsiones; he aquí que los trad icio n ales enem igos que h a sta ayer a p la ca b a n sus fu ro re s hom icidas m ostrándose los filosos dientes, como b e stia s feroces (pie 110 se a tacan e n tre sí ú n i­ cam ente por m iedo al dom ador que las vigila— en es­ te caso el dom ador sería el pueblo, la m ayoría— quie­ ren, m ás furiosas que nunca, luchar h a sta d estruirse. L a m ayoría h a b itu a d a a la obediencia por siglos de esclavitud m oral y m ate ria l se lia dejad o a r ra s tr a r a la m asacre sin p ro te s ta r. Y las m inorías pacifistas, easi sin tiem po p a ra reaccionar, pues la acción debió ser a n te rio r, han desaparecido a n te la m ag n itu d <le los hechos cum plidos. * * l P o r qué no son las causas, de la defección ralist.es» y aún # han accionado esas m inorías? ¡C uáles su rg id a s ta l vez a últim o m om ento, de los socialistas, de los «grevegenede los 1ib frfa rio s? He aquí una mui- titu d de alistrusos problem as que algunos, con es­ p íritu ligero, han creído resolver hablando de (lui­ ciones, de apostasías, de co b ard ías y excomulgainln de las filas rc b c ld ts a unos y otros. ¡Si existió la cob ard ía ella fu é previa y cumple que cad a 11no cargue con el lote que le corresponde, por habernos todos d e ja d o a r r a s tr a r d u ra n te años al abism o (pie hoy am enaza tra g a rse la civilización, pues h a sido con el a p o rte c otidiano de v a ria s gene­ raciones que los gobiernos lian sostenido la famosa paz arm ad a. K11 lo que respecta a las a c titu d e s de los partidos, de los grupos y de las personas aisladas, indudable­ m ente las reponsabilidades son muy d istin ta s y de gra d o d ifere n te . 101 socialism o como p a rtid o político, que cu muy poco se d ifere n cia d e los dem ás, no puede conside­ rarse exento de culpa, ya que ha co ntribuido por do­ ble m anera a la g u e rra — adhiriéndose a. las ideas a r­ m am e n tistas de ios gobi.T nos y haciendo creer ni pueblo p o r otro lado que era p o rta d o r de las ideas de p a z ;— pero el socialism o francés, lo mismo que el belga y el inglés, cuentan en descargo suyo su actitud pacifista h asta el m om ento de la g u e rra . MI manifiesto de «Le T ernas Nonveaux». lo mismo «pie los editoriales de la «Rataillt-' S indicaliste», confirm an esta manera de ver. Kn cam bio no se puede d ecir lo mismo de Ion g ru p o s políticos de la social-dem ocracia de Alemania y A u stria . Sus declaraciones a n te rio re s y poste­ riores a la ru p tu ra de las hostilidades di m uestran p a u la tin a m e n te que ellos estaban de acuerdo con la conducta b ru tal de las clases d irig e n tes de aquellos países, provocadores de la. c atá stro fe . A hora bien. ¿Q ué o tr a a c titu d que la de cooperar en la defensa, p odían a d o p ta r los socialistas d e los países a g re d i­ dos por la b a rb a rie teu to n a que se les venía encima con social-di inocracia y todo, como se dice? L as organizaeiioues: o b ra ra s —«la propia- (tottíedieración del T ra b a jo de F ra n c ia — independientes, como es noto­ rio, de los p a rtid o s, encontráronse a n te idéntico pro­ blem a y se ha visto como lo resolvieron en igual sen­ tid o : aceptando la contin g en cia de la g u e rra como 1111 a ta q u e. 110 c o n tra el estado francés, sino contra el pueblo todo y c o n tra las ideas de lib ertad de que é ste viene siendo secular depositario. Así .Touhaux, secretario de la C. G. du T. revolucionario do larga actuación, pudo ser aclam ado, en una m em orable reu­ nión de los ob rero s de P a rís, después de haber dicho que «es n ecisario ir a la fro n te ra , por que se va a d efen d er el único patrim onio a ctu al de los deshere­ dad o s: las lib e rtad e s republicanas, conquistadas a precios de san g re por los antepasados, contra el des­ potism o histórico, que rep resen tan las m onarquías a tacan tes» , lis ta s p a la b ra s recuerdan singularm ente las que en un m om ento análogo, fren te al mismo enem igo de hoy p ro n u n c ia ra el fam oso revolucionario B lanqui. jA d m ira b le repetición de hechos en los des­ tino« de u n a clase! Mal a to y A lm ereida en F ra n c ia desde « L a B atailie S indicaliste» y «L a (iu é rre Sociale». O ioda. Tancredi y O berdán G igli desde «V olonta» en Ita lia y num erosos lib e rtario s de los países agredidos— nótese que son casi todos viejos servidores de los ideales de v a n g u ard ia — haciendo suyo un antiguo deseo de K ro p o tk in e, exteriorizado v a ria s veces después de 1S70, han declarado— m ás que declarado algunos han tom ado el cam ino de los cam pos de concentración— que es necesario a p o lla r el concurso a los e jé rcito s de F ran cia e In g la te rra que rep resen tan al d ecir de A leeste de A m bris— el hom bre que, después de Mala te sta , m ás ha contribuido al reciente d e sp e rta r re- www.federacionlibertaria.org volncionario de I ta lia — el e sp íritu de la lib e rta d h u ­ mana (>(»ntra la dom inación a u to rita ria y m ilita rista que q u id e a b atirse sobre el m undo, precisam ente en osta lim a en que nuestros sueños de ju s tic ia y de fra te rn id a d em piezan a ilum inar las conciencias. O berdan G igli ha dicho elocuentem ente on V olontà lo sig u ien te : «I.a defensa on este caso me parece necesaria. D e­ fensa 110 solo de mi hogar, sino de nu estro s hogares, tn v irtu d del am plio sentido de la so lid arid ad que tenemos, que ab arca fro n te ra s y confines. «¿O los hemos de a b an d o n a r a la m area d e stru c ­ tora. de ejército« feroces, orgullosos y. cargados de odio? ¿Y nos debednos, en tal «aso, r e tir a r a la m on­ taña d e sierta a p re d ic ar al viento? _ «¿Qué d iría , después el pueblo de nosotros'? j,0 no debemos ocuparnos de este, sacrificándolo todo a una inanim ada concepción teó rica ? ¿Q uién es ta n santo para sacrificar todo sentim iento hum ano al Tdeal p u ­ rísimo? «Ixi m isión de los innovadores puede ser p u ra ­ mente racional, m ística, lógica y entonces ella eni'iientra su esencia y su fin en la á lg id a visión de la meta. V' se tiene el santo y el m á rtir. «Pero puede ser tam bién sen tim en tal, puede i r al pueblo, avecinándose a él con las p a la b ra s y con la vida, experim ent& ndo en p a rte su ilusión y prece­ diendo o siguiéndolo en sus ascensiones ideales y m a­ teriales. Y se tie n e el hom bre de acción, ilógico o impreciso como G aribaldi». A hora bien. ¿Cómo condenar irrem ediablem ente a los grujios sociales y a los hom bres que ob ran y se expresan de u n a m an e ra ta n clara y sin cera? Y por otra p a rte , ¿ por qué c re e r que el estallido, sin oposi­ ción icvolucionaria o sim plem ente h u m an itaria, de esta g u e rra com porta un fracaso d e fin itiv o de los ideales de renovación social, una b a n c a rro ta do la civilización socialista— en el i^ .p lio sentido de la p a ­ labra— hacia la cual va la hum anidad? Ks necesario se r m enos pesim istas y sobre todo menos sim p listas. A níi ju ic io la actual co nflagra­ ción enrojiea, si bien en sus orígenes inm ediatos pudo Sfrlo, 110 es y a la g u e rra común, en que e n tra n on juego solam ente los intereses y las especulaciones financieras do unos cuantos potentados. En efecto ¿cuál es el dem ente o el ingenuo— m i­ llonario o desheredado— que puede creer que los r e ­ sultados de esta colosal lucha redunden en su bene­ ficio ? ¿Quién pue.de decir si la a ctu al g u e rra se te rm in a ­ rá en breve o al c o n tra río se p ro lo n g ará h a sta el aniquilamiento- to ta l de los pueblos y de la civiliza­ ción europea? ¡Oh, es seguro que ella a quienes m enos conviene es a sus propios provocadores! M ultitu d de co ntingencias im posibles de preveer, ni de (v ita r, por consiguiente, han venido a com plicar la situación creada por el hom icidio político de S a ­ rajevo. A n tig u as cuestiones de ra za y de religión, v m odernas diferen cias de civilización y de ideales progresivos han venido a hacer de la g u e rra qiue se desarrolla, a n te nu estro s ojos, uno do los m ás g randes acontecim ientos (pie re g is tra la h isto ria hum ana ( 1). P o r eso to d as las d o ctrin as han sido sobrepasadas, como en otros g randes m om entos de la vida de las sociedades. Y rotos los moldes teóricos una conciencia de cir­ cu nstancias ha nacido en el seno do los pueblos. Mo­ vidos p o r oscuras fu erzas, euva n a tu ra le z a descono­ cen, p tro q ic evidentem ente a rra n c a n de hechos y de acontecim ientos pasados, se han inflam ado de ardor guerrero. Das m inorías revolucionarias no han podido su b stra e rse a la trem enda conmoción y así vemos a los m ás e n tu sia sta s a n tim ilita rista s e in te m a c io n a ­ lis ta s de otros días acudir a la d efen sa de la v ieja tie rr a gala heredera de G recia y liorna y dep o sitaría de las lib e rtad e s elem entales. „ Pero por eso no m orirán nuestros ideales. Al con­ tra rio es seguro y ello se e stá com probando a m edida que se desarrollan los acontecim ientos, que la in te r­ vención de u n a p a rte de los revolucionarios c o n tri­ b u irá , a a c e n tu a r el aspecto lib e rta rio de cruzada c o n tra el m ilitarism o y el esp íritu de a u to rid a d que y a tien e de por sí e sta g u erra. Y luego cuando venga la h ora de re n d ir cuentas, las sim patías conquistadas p o r . aquellos, liarán (pie los pueblos 110 se equivoquen en el cam ino a seguir. E s m ás, creo que un aislam iento absoluto cuando ya no es tiem po, de d e te n e r los acontecim ientos y cuando ni rem o tam en te se puede p re te n d e r oponer un dique a la espantosa carn icería, sería estéril para la revolución, corriéndose adem ás el peligro de «segre­ g a m o s de la s g ra n d es co rrie n te s h is tó ric a s » ... En resúm en, como lo expresado en o tras ocasiones, esta g u e rra era in evitable y h a sta cierto punto n e ­ cesaria p a ra liquidar definitivam ente las instituciones g u e rre ra s que m antienen el fuego del odio en tre los pueblos. Ño e x istía posibilidad alguna de que las cosas se resolvieran de o tra m anera. P ro d u cid a ella las c ircu n stan cias han cam biado absolutam ente p a ra los revolucionarios de E u ro p a y es probable que te n ­ gan ra?ón los que no han vacilado en ponerse de la p a rle que m ás se a p roxim aba a nu estro s ideales de lib e rtad . U n im perioso sentido de hum anidad, o me­ jo r dicho de conservación de todo aquello que los pueblos tienen de noble y de bueno, parece hab er em pujado, en la h ora d ifíc il, a t.odos los pueblos de E uropa c o n tra el crudo m aterialism o g u errero de A lem ania. No han podido, como no lo hubiésem os podido nosotros tam poco, sustraerse a un estado de conciencia m undial. De cualquier m anera creo que la s ideas revolucio­ n a ria s lejos de hab er b a n ca rro te ad o , se d ifu n d irá n y se ren o v arán , de m an e ra im posible de preveer, en contacto con el pueblo. Tal vez. a ellas les corresponda la m isión re cto ra de los acontecim ientos que te n g a n lu g ar al día sig u ien te de la paz. JttAX E. Garulla . ( 1 ) E ste artícu lo fu é e scrito antes de que llegase h a sta nosotros el discutido m anifiesto de M alato. Com párese y véase como coinciden estas ideas con las del ad m irab le escritor. El pan de los maestros Desde las colum nas de I deas y "Figuras , en un de­ tenido estudio analítico del d esastre educacional en la R epública A rg e n tin a ,— d esastre que el verbalism o IM triotizantc, in h e re n te a los vividores de la p a tria , no h a logrado ocu ltar a los a b ie rto s ojos de la. opi­ nión sensata del país, porque se llega a un m om en­ to en que la lite r a tu r a no b a sta a ta p a r la re alid a d de los hechos,— desde estas colum nas hace dos años formulé las siguientes proposiciones: «¿Q uiénes salvarán a la R epública de la vergüenza que p a ra un p a ís próspero y libre im plican el ham bre de sus educadores y la m iseria de sus escuelas p ú ­ b lic a s ? — ¿E os g o b e rn a n te s ? — ¡Si precisam ente son ellos los que m alversan los fondos de la educación, aum entando p a ra sostener sus p repotencias autoerátic a s el núm ero de los sayones y reduciendo el de los nilaestros de escuela!» «A la C onfederación del M agisterio— a ñ a d ía en www.federacionlibertaria.org v ís p e r a s 'd e su organización— acaso te toque el honor de hacer interv en ir el gobierno de aquellas pro v in ­ cias donde, se roban descaradam ente el pan de los m aestros al g a sta rse los dineros de las escuelas». La Confederación del M agisterio e stá fo rm ad a. Y aunque d ista mucho, [>or la im provisación de sus fu e r;a » efectivas, siendo rela tiv a m e n te escaso el núinero de asociaciones confederadas, de ser el inex­ pugnable» b a lu a rte de la razón y el derecho de los m aestros a rg en tin o s, y a h a estrenado sin em bargo, sus arm as con eficaz b iz a rría . Con el hecho a que quiero re fe rirm e ha podido de m o stra r que no están de hoy en a d elan te desterrad o s de la ju stic ia ni h u é rfa n o s de la so lid arid ad social, aún aquellos h u ­ m ildes y estoicos m aestros de c a m p a ñ a confinados en los extrem os duros y desiertos de la R epública. Si es verdad que la re p ic ad a acción g u b e rn a tiv a no ha sabido hacer alcan zar n i los beneficios do la lib e rta d ni los de la llam ad a civilización nacional h a s ta las a p a rta d a s poblaciones de las provincias, cuya suerte si siem pre im portó poco a los porteños m onos signe im portándole a. los misniios pro v in cian o s; si es cierto que d entro de la R epública A rg e n tin a h a y to d av ía dos civilizaciones d istin ta s y o p u e stas: lina re tró g ra d a , la de las provincias, y o tra algo- evo­ lucionista, la. de la cap ital fe d era l, y eso es por obra y g ra cia de los unicato s políticos que reducen a un chiste n u e stra fo rm a republicana, tam bién e s v erd ad que quienes tr a b a ja n la c u ltu ra de este pueblo aca­ b a n de echarse sobre los hom bros la q u ijo te sc a tare a do lev a n tar todo un ejército- de inteligencias honestas p a r a re d im ir al pueblo de S arm iento y A lberdi, de sus orgánicos estigm as de b arb arie. Se ha em pezado por los m aestros de San J u a n . El inspector de escuelas norm ales, señor W herfield S a ­ lin a s, h a p in ta d o en el seno de la C onfederación del M ag isterio con los colores crudos d e un exacto ve­ rism o, el cuadro som brío que ofrece la situación de centenares de hom bres y m u jeres consagrados según la expresión de nuestros cocodrilos intelectuales— al «noble apostolado» del m ag iste rio .— P ues b ien , , el g ob ern ad o r de San .Juan, hace ¡quince m eses! que no p a g a a sus a póstoles; y como el honrado comercio tam poco acostum bra a a b rir créditos a los apóstoles, y éstos necesitan de cualquier m anera, vivir, fá c il es im a g in arse las p eripecias y Jos m ilagros que aquellos tris te s m ortales deben s u f r ir y re a liz a r p a ra so ste­ nerse. N o hay p ro letaria d o m ás explotado ni m ás esclavo en esta, p lu to c rá tic a nación a rg e n tin a , que el de los m aestro s de escuela de las provincias. V e rd ad es que, cada u n a de e stas cosas dan elocuentam ente, m ejo r que los discursos académ icos o p a rla m e n tario s, una lección de re alid a d respecto de la s condiciones e sp iritu a le s de un pueblo. N o son los gob ern an tes, sino ta m b ié n ]a ponderada sociedad a rg r.n tin a, los culpables directos del h a m b re y la abyección que sufren sus educadores. ¡ P a ra d o ja in- g ra ta , se m ejan te a una m aldición social, la. que pesa sobre el m aestro de escuela: él da el pan del alma y a él se Je niega el p a n del cuerpo! M uchas son las lu cra s p o lítica s y sociales que ul­ ceran el organism o de la nación: latrocinio adminis­ tra tiv o , usurpaciones del poder por la ciega razón de la futirza, asesinato de las lib e rtad e s públicas y retrocesos de la razón, por p a rte de las castas que nos g o b ie rn a n ; el culto servil de la obediencia que es la fo rm a p a siv a de la. inm oralidad, por pa rte de las clases que obedecen, he aquí un rasgo evidente de n u í'stra psicología social. P o r algún lado, hay que em pezar sin em bargo a a ta c a r n u e stra en ferm ed ad . E l papel de los maestros de escuela, vinculados de un punto a otro de la Re­ p ú b lic a por un ideal de perfeccionam iento social, puede m uy bien ten e r la im p o rtan cia que nuestras pseudos a risto c rac ias in telectuales están lejos de sos­ p echar, a pesar de los sucesos sintom áticos que se d esarrollan a n te sus narices. Véase sino el primer resu ltad o de la a c titu d de la C onfederación del Ma­ g iste rio al dem andar p o líticam ente al gobierno (le la provincia de S a n J u a n a n te Jas can .'aras de la nación, an unciando a la vez que prom overía una suscripción p ú b lic a en todo el p aís -a fa v o r de lus m aestros de aquella, provincia. Q ueda p e n d ien te una interpelación al m inistro (leí ram o en la C ám ara de D iputados. El Consejo Na­ cional resolvió a d e la n ta r dos m eses de la subvención a dicha provincia, con la recom endación humillante p a r a el gobierno sa n ju an in o , de no g astársela en o tr a cosa que no sea p a g a r a sus m aestros. El mismo C onsejo lia. prom etido en ta n to , a d e la n ta r diez meses m ás, d entro do breve tiem po. T a l vez, como primeras p rovidencias ten g an éstas, la m om entánea eficacia de poner sobre aviso a los dem ás gobernadores de pro­ v incias que se h a lla n en p arecid as condiciones que 110 son pocos p o r cierto. E l m ag isterio por su p a rte em­ p ieza a hacer su h isto ria , apelando al m étodo uni­ versal de lucha que usan todos los oprim idos del g lobo: la so lid arid a d grem'ial p a ra las ju sta s rei­ vindicaciones del derecho. P ro le ta rio s de la inteli­ gencia, su causa es idénticam ente la. m ism a que la de los galeotes del tr a b a jo o p re so r; am bos son los p ro d u cto res de la riqueza p ú b lic a : m oralm ente los nnos, m a te ria lm e n te los o tro s; sólo es distinto el nom bre do sus am os. E stad o se llam a el de los prirr.'eres y C apital el de los segundos. Pero- identifica­ dos éstos en su esencia sociológica, resu ltan una cosa m ism a : el privilegio. Lo« m aestros a rg en tin o s, por razones de cultura y de a c tu a lid a d histó rica, e stán d estinados a hacer el m ism o eaJmino sin d ic a lista que los m aestros france­ ses. E l impulso inicial e stá dado. P re ten d e r contra­ rre s ta rlo equ iv ald ría a q uerer rectificar la trayecto­ ria del p royectil una vez escapado del cañón. J u l io R. B arcos . De la guerra C a r t a s de P a r í s P a rís , septiem bre 1.,.—M i querido am ig o : P ongo bien las fechas en estas c a rta s d esa rre g lad a s, acaso p o r Jo que van en un momonto realm en te histórico. Reflexiono y n a rro e n te ram e n te al co rre r de la p lu ­ m a ; pero no me eche al canasto. Son Jas seis y inedia p. n¿. A caba de v isita rn o s o notificarnos, m ejo r dicho, el terc er aeroplano alem án que h a obsequiado a la ciudad con tre s botabas. L a población perm anece résignadam 'ente tra n q u ila . L as m ujeres valen los hom bres. P ero la notificación que m e h a d e sp a rp a ja d o es la que nos hizo hoy la cocinera y proveedora: «no liar m ás com estibles ni bebestibles». Yo no puedo ni sa­ lir, porque la planchadora 110 suelta m is camisas sin que le paguen el tra b a jo . E n fin, a la buena (le D ios! S eptiem bre 2 .— Dios a p rie ta ; pero. 110 a h o g a ...! Anoche nos vinieron unas provisiones. Tomates, cebollas, ajos, papas, hongos, arroz, sal, aceite, y . .. m edio kilo de yerba m ate y maíz, pisado. ¿Se imagina u sted ? L a h ija de nuestro am igo X que ¡tart.e ahora p a ra T ronville, nos en viaba ese valioso resto de sus www.federacionlibertaria.org provisiones. l í a sido « n a id ea encan tad o ra. De m anera que hoy h las cinco a. m. e stab a yo haciendo m azam orra cou el m aíz que [»me anoche mismo en rem ojo. Creo que m e ha salido adm irable. H ay, pues, unos tre s d ías m ás asegurados! D u ra n te ellos, tal vez los alem anes se hayan a c e r­ cado dem asiado a P a rís. P o r eso echo hoy ésta al correo, pues dudo mucho que h aya corespondencia m ás a llá de e sta sem ana. E l e sp íritu tristó n de la ciu d ad so h a entonado mucho con la noticia, esp arcid a anoche, de que los alem'anes em piezan a r e tir a r con ap u ro tro p as del norto p a ra re fo rz a r las que luchan con los rusos, que avanzan de 1111 modo form idable. E sta es una ciu­ dad valiente. C reía yo al p rin cip io que ib a a re fle ja r el m iedo; no es a sí! y refleja sin d u d a en ello la confianza que no se q u e b ra n ta , sobre el resultado final favorable. P e ro eso no a le ja el peligro de P a rís. — E s ta m añana a las cinco a. 111. a b rí el balcón de mi q uinto piso— que lin d a ho ra! Todo dorm ía aún. Yo m irab a con tris te z a todo lo que esta ciudad e n ­ c ie rra como belleza, a rte , saber, y me p re g u n ta b a si el cañón 110 h a rá , próxim am ente, su o b ra b á rb a ra sobre todo eso acum ulado por el tr a b a jo d e los siglos y por el a fá n de ta n ta s generaciones. P arece, re a l­ m ente, m en tira que aún esté expuesto a la de stru c ­ ción violenta lo m ejor que el hom bre ha hecho. E sto se piensa y se siente con verdad en presencia de la am enaza indudable, positiva. — Dejem os reflexiones sobre esto! C uando pienso en mi tie rr a m e entristezco! Aquí, no ha llegado el conocim iento de que hayan tenido otro m ovim iento, pueblo y gobierno que el de) pálnico por los bancos y el dinero. D ecididam ente, nos hemos m ereantilizado* m ucho! E n st& uida veo las m edidas p ro p u e stas por el P o ­ der E je c u tiv o ; leo los discursos de las cám aras, y leo tam bién que el Senado no hace 1111 hom enaje a Ja u ré s. Todo e stá a. la m ism a a ltu r a de ignorancia y de a tra s o : los proyectos del P . E . los discursos y la negativa al hom enaje. Me d a tam bién pues, un po co .d e vergüenza que acom paña m uy bien a la tr is ­ teza. Y tenga e» cuenta que E sp a ñ a, aún Grecia, cu­ yas finanzas ha m altratad o , n a tu ralm en te, la reciente g u e rra , y que p re p ara o tra , han enviado generosos recursos p a ra sus connacionales. — Son las seis y m edia y ya el ia fa lta b le aviador alem án vuela tran q u ilam en te sobre P a rís, saludado por inú tiles d escarg as de fu silería. V a como a unos dos m il m'etros o mil quinientos, según parece. H abrá a rro ja d o sus bom bas, que 110 he oído e s ta lla r; y h a b rá hecho sus víctim as, pues es d ifíc il que u n a bom ba caiga en P a rís en 1111 lugar soíitario. L a población sale a las calles y ven tan as a contem plarlo. El resu ltad o final de e sta g ran g u e rra se rá fa v o ra ­ ble, lo creo, a la e n te n te; pero P a rís. F ra n c ia , su­ fr irá mucho, m uchísim o, tan to o m ás que B élgica cuya m ita d son y a escombros. A dm iro e sta población que si tiene miedo, lo ocul­ ta con serenidad y h a sta con gracia. Con toda la f a ­ ma de guapos, que nos atribuim os los argentinos, 110 ten d ría B uenos A ires en igual caso parecido c o n ti­ nente. H a b ría máls grite« tal vez, pero menos sere­ nidad. Y estos g rito s Berían lo peor. A quí ni se han heheo m anifestaciones hostiles fre n te a la Legación o Consulados alem anes. Se h a m archado a las fro n te ­ ras, sim plem ente, y sin quo haya h abido desertores. L a s b a ja s lian sido enorm es por una y otra parte. Se com prende, con el uso y abuso de las terrib les arm'as m odernas. D ecíase que la A lem ania hab ía calculado |>erder 1111 millón de hom bres. El cálculo va a q uedar chico. O tro tan to perderá. F ra n c ia y otro Tiusia. P o n g a un m edio millón m ás entre aus­ tría co s y servios; In g la te rra d e ja rá tam bién por tie rra s y m ares otro medio m illón; y vaya sum ando! Se espera la acción de T u rq u ía y extender la del Ja p ó n . Con eso e n tra rá G recia y los B alkanes en danza. Veremos si quedan quietas, que lo dudo, I t a ­ lia V E spaña. Buen arreglo de cuentas finales! E n fin, mi am igo, vaya usted a ta n d o cabos y re ­ cogiendo estas im presiones que no son m ás que po­ bre reseña p a ja la m agnitud de la conflagración y t‘l d e s a s tre ! TTn largo abrazo. J u u o L la n os . Cuentos de la ciudad L lega la in q u ietu d Kste J u a n , modelo de Ju a n e s, adem ás de a p e lli­ d arse F ern án d ez, es m uchacho sim ple, tris te y vul­ g a r ; con la tris te z a que m ana de las vidas m etódicas y honradas, con la v u lg arid ad que fluye, irrem ed ia­ ble. de la im potencia de ser en la vida a lta n e ra , de la im posibilidad de triu n f a r en la p illería y el do­ n a ire canalla, y veg etar en cam bio como u n a sucia y pobre carne que se mueve ridiculam ente p e g ad a a un ta b u re te , a sp ira oletres de engrudo viejo, y se fa tig a y se d estroza en fu e rz a de lid ia r con viejos zap a to s o bo tin es roñosos o p an tu flas n e fa n d a s. . . J u a n , ubicado en la pocilga que la m ansa tira n ía del amo le concediera, tr a b a ja todos los días. Y en todos ellos, en los que hay llu v ia que anegue el p atio y ahogue la pieznoha en penum bras, o en los que ríe el sol y a llá en lo a lto hace filig ra n a s de oro, se encuentra ab u rrid o , m ustio, anónim o en el sordo do­ lor. de v eg etar, en la a p la n a d o ra anulación de las horas sin luz, sin a le g ría y en las que como un ritm o a su e-ausaneio hay el sonido to n a n te del m artillo m a r­ cando pausas en la suela y h a y como é g id a de vida y e-airel de recuerdo la c a n ta ta le ja n a que rozando las paredes llega de los pisos su p erio res por gracia de u n a dom éstica alegre y hum ilde que sinfoniza sus sesiones de freg ad o con coplas que d e já ro n le en el alm a el dolor y la m elancolía éle los años idos. J u a n recibe v isita s; las de unos amigot.es terrib les y vocingleros, por causa de los cuales en m ás de una ocasión recibió del amo serias reconvenciones. E l, hom bre form al, resulta p a ra aquellos sus fisgones am igos, bandidos en fu erza de ser vagabundos, 1111 e x tra o rd in a rio p re stam ista que les solventa a veces im periosas necesidades con m ódicas enotas—de vein te a tre in ta centavos— a plazos siem pre prorrogables. E llos por su p a rte , retribuyendo, si uno no le deja e n tra d a a gallinero p a ra cualquier te a tro en que oficia de «claqueur» otro le presta el carnet de 1111 periodiquín infam e, órgano, en extram uros, de la raza de color y del cual es por lo menos c ro n ista social. F e rn á n d ez hace g a n as de re ír d u ra n te la sem ana y acum ula chistes con olor a betún. P ero llega el sábaelo y piensa en d iv e rtirse ; tiene un inconsciente gesto de liberto que d a al tra s te con el fa rd o de sus m iserias y sus ang u stias. Y si se d iv ierte J u a n !... H ijo de la m ansedum bre, a p ad rin ad o de la re sig n a ­ ción, c iu d ad an o de ese país de nieblas en que lloran m u jeres sim ples, inconsolables, m ansas trag e d ia s de hum ildad, a rd ie n te s poemas de renunciación, él, que tr a b a ja ele) lunes al sá b a d o , en la noche de este d ía corre a la calle haciendo núm ero en esa c ara b an a de elegantes plebeyos que, en la s a b a tin a transición de asueto hecha en la jo rn a d a , se em peñan en a tu rd irse , www.federacionlibertaria.org en g u sta r un poco de hiel por el descalabro de a l­ guna fiesta de ilusión cum plida sin gran d eza, des­ bo rd an d o hastio. •loan por lo re g u la r se decide por el te a tro y e n ­ tonces la salida tiene im portancia,— con lo que que­ da dicho que el d ía sábado e s d ía im p o rtan te para J lian. L legadas que son las seis, abandona el tab u re te . L en to y cachazudo lu stra luego los botines, y saca el tr a je del b a ú l; su fren seguidam ente la m ism a suerte lina ealmisa, un cuello, u n a c o r b a t a . .. y por un m inuto el am biente del m echinal se s a tu ra de. la suave fra g a n c ia de m anzanas «eam oesas», g u a rd ad a s por el zap a te ro en el arcón. Se m uda y después se la ­ va, y se f ro ta las m anos con lim ón, que según él es cosa m uy b u e n a para las m anchas de tin ta y el perfiMíiie de suela. Y viene la operación de ponerse la cam isa, colocarse el cuello y la c o rb ata y cepillarse... por el costado, por las p iern as, por delante, por d e ­ t r á s y u n a m inuciosa re v ista de su persona e le g an ti­ z a d a en una m etam orfosis de lu jo b a ra to . D espués de lo cual, J u a n , pulcro y a tild ad o som ete a su persona a un prem ioso exam en de la n te del e s­ pejo, y encontrándose, invariablem ente orondo y m ag ­ nífico, se dispone a salir. * * J u a n Fenández e stá en la calle, y. p rín cip e del derroche con dos o tre s pesos en el bolsillo encuén­ tra s e dispuesto a saborear la a m a rg a d elicia de unas lioras «le a tu rd im ie n to . Se siente calav era y e n tra en 1111 alm acén con derrochadoras intenciones de tom ar el vermohut.. H ay m ucha gente en el despacho de b eb id as y a f i n a n le p arece que será por el público, n otado como' un g ran gesto, si se a p u n ta con un -al­ f a jo r . H ace la proeza levantando el fa n a l que los g u a r d a . .. y después do comérselo, piensa que es un f a rr is ta , que ha tira d o de p uro vicio sólo en el a p e ­ ritiv o veinte centavos. Sale del alm acén y e n tra en u n a fonda a c en a r; y como p a ra eq u ilib rar las fi­ nanzas m erm adas por aquella p ro d ig alid ad no tom a vino, el p a tró n lo m ira hosco, con recelo y ol mozo lo sirve con zum bona desconfianza. Mas, él p a g a con heroismo-, y p a ra que el inexperto rap az ap ren d a a d istin g u ir le da cinco centavos de p ro p in a. Sale tr iu n f a n te del figón, cruzado del desprendim iento y la generosidad, y alegre por lo ta n to , pero a ta l p u n ­ to que se h a rta de decir chicoleos y m alos piropos a las m uchachas que a su paso e ncuentra, cam ino del «M ayo» que es a donde se dirige. A llí se a p o sta en la esquina dispuesto a e sp e ra r a su am igo el «claqueur*. A costum brado a la apacible y no bien oliente p enum bra de su pocilga, el vértig o de la calle lo a t u r d e . . . y, hom bre casi provinciano, se en cu en tra fu e ra de su ra d io en aquel sitio por dónde la. vida p a sa como un torbellino, en el ruido de las victorias, en el fu lg o r de los tra n v ía s y en el pregón de los vendedores de diarios, de curiosas b a ­ r a ti j a s y brevas «de a diez». J o a n siente u n a desa­ zón irrita n te , un desasosiego tu rb a d o r que lo invade h a sta a c o n g o ja r lo ... y como el am igo no viene, p a ra a y u d a r la «posse» que se le v a . poco a poco en sacu­ d id as do cortedad y vergüenza, em pieza a fu m a r,— c ig a rrillo tr a s c ig a r r il l o ... desesperadam ente. Se m area V bam boleante, e s tá ya a p u n to de caer, cuan­ do divisa al «claqiieur» que, diciendo indecencias a quien quiere oirías, se acerca. — Al fin!— m u sita Fernández. — ¿Qué me «decis» v i e j o . . . — y rápido, c ertera m en ­ te — ¿ te i nato en un «capuchino?». . . J u a n , consecuente con su p a siv a costum bre de acceder, mueve la. cabeza aprobando. Y ol otro de­ seoso de hacerle, ver que lo hecho no e stá m al hecho y encima, es ju sto , ha.bla de m uchos inconvenientes salvados p a ra conseguir la entrada.; luego, propone. — B ueno; entonces a g u árd a m e — y sale corriendo. So a vista con uno de los influyente« de la claque; sa lu d a a un te rrib le c rítico del p araíso , y por fin vuelve con un cartoncito que p e rm itirá a Fernán­ dez hacer una solemne e n tra d a al gallinero. Toman el «capuchino» que p a g a él, e Ín terin no llega el mo­ m ento de e n tra r al te a tro d istraen el tiem po viendo como unos c an illitas en los billares, taquean igno­ m iniosam ente con significado peligro de la lela ver­ de. Luego sale confundido con una b a n d a de canallot.es pintorescos y proeacfs. Y lo bueno que él, Fer­ nández. inofensivo como el que m ás se siente también héroe al lado de aquellos m arqueses de la gallofa m inúscula. Y ya en el p a raiso . . . T.os am igos de Ju a n pole­ m izan con el te rrib le crítico sobre si es mejor «El G enio A legre» o «H anm let». E l, ocupando bien gu «delantera», a tu rd id o por la. luz y el dorado de la sala, d eletrea los avisos del telón de boca. Y se fija en los m úsicos; y n o ta que uno que esgrim e un bomb ard in o se acerca al del bombo, y por la mímica de sus p a la b ra s , adivina que dic-e-: «López, me parece que ay er m a ta ste un do sostenido con los p latillo s... ¿ te d ijo algo el m aestro?» Llega, el direetoT , un lioinbre flaco que al estirar los brazos sim ula una c ru z ;— y la b a tu ta en el aire inicia el giro arm ónico del interm edio de «Bohemios» pleno de niebla y evocación. Y J u a n , que zapatero y todo tie n e su corazoncitn, conmovido, aplaude hon­ ra d a m e n te ; y con el ánim o p re p ara d o p a ra las cosas sentim entales, d a a las p a la b ra s de la farándula un hipocondríaco sentido de te rn u ra y cursilería. Se representa «L a C orte de "Faraón». El público acoge la sandez sensual de la zarzuela con ruidosas c a rc a ja d a s de l u j u r i a ; y F ern á n ed z tan sensible y casi etéreo en el interm edio sabido, ríe nefandamente, a p la u d e a ra b ia r cuando la tip le, mostrando algo que no e stá precisam ente- en el libreto, dice aquello de: Son las m u jeres de B ab ilo n ia T^as m ás a rd ie n te s que el am or crea, T ienen el alm a s a m a rita n a . .. E n los entreactos J u a n se a b u rre , y sin quererlo, los cara cte re s de los avisos que cubren el telón lo a tra e n , bailan d o a n te su pupila, ya turbia por el sueño, lina danza congolesca. L a función term in a, y F e rn á n d ez sale a la 1 calle a p esad u m b rad o ; y tem iendo un «pechado» del «olaqueur» p a ra contenerlo lo inv ita a un «capuchino». P ero el otro, que como sa b lista es implacable, a me­ dia libación com enta. — L in d a la « . . . d e F a ra ó n » eli? E l zap atero hace un aspaviento negativo lleno de m oralid ad que al «claqneur» le resulta admirable. — N o, pero m ás me gustó «Bohemios». La ra, la rái, J a r á . . . . a . . . jqué sen tim en tal! — C antalo—m u sita J u a n b a s ta n te azorado. — A visá. . . P e ro en fin, si te em peñas—y tararea la- lág rim a s a n ta del poem a m usical. F e rn á n d e z se conmueve, y el pecho se le dilata en un— « ¡ta n rom án tico !» — que la p rofunda sabiduría del am igo vagabundo sobre la flaqueza humana, apro­ vecha el in sta n te p a ra deslizar, rápido, inquisitivo. —C h é .. . ap reciad o cam arad a, estim adísim o com­ p in c h e ... tienes por a h í . . . u n a s c h iro la s ? ... L a v u lg aro ta m utación a que obliga el pedido des­ p ie rta del éxtasis a. J u a n ; considera el caso v duda..., pero el otro, domlinador y descarado lo m ira con se­ g uridad ta la d ra n te ,— y calmo y pachorriento, Fernán­ dez. saca bien del fondo del bolsillo trein ta centavos y—.suprem o de c o rtesía aunque con am arga rabia— se los pasa por d ebajo de la m esa. — G racias, e ll e .. . e res un buen muchacho. — Chau— dice el buen m uchacho levantándose, y sale del café. www.federacionlibertaria.org T riste y m editabundo, cam ino «le su c u a rto va Juan. L leva el alm a dolida, a p la n ad a por una 'leso larión que le quem a la:* sienes, por una inquietud desconocida <|iu*. lo acongoja. La baraúnda. de los co­ ches, la a le g ría de los cafés llenos de luz, el desfilo pecador de a lu cin ad o ras m ujeres, todo ese esplendor del B uenos A ires nocturno, p a lp ita n te de vicio, cau ­ tivador como u n a película de ra ro s exotism os, que untes lo tu rb a b a d ejándole u n a g ra ta sensación de fiesta, a h o ra, sin sa b e r por qué le resu lta estúpido, m ortificante, algo así como u n a c a ra b a n a de locos haciendo gestos en el vacío. P re sie n te que aquella sii m anera de d iv ertirse en los días sábados es un piadoso engaño de su corazón em peñado en ahu y en ­ tar, con m en tid as chispas de oro el enorm e hastío que m an a de su vida ra q u ítica , prosaica, desgarralluram ente m onótona y vulgar. T.-a cabeza a b ra sa d a , en las sienes los pensam ientos de su tr is te vivir v a ­ cuno, «orno p á ja ro s locos, le golpean fe b ric ie n te s; en la nuca siente el tem blor iL> una epilepsia p re m a tu ra ; un calofrío a zo tad o r le corre por la espalda, c lav an ­ do luego a llá a b a jo , en los muslos, su g a rra de h ie ­ l o . . . ; y sin quererlo, sin pensarlo, su p aso se acelera y J u a n como un enorm e p in g a jo que aventase en el aire la tra g e d ia de sus tem blores, huye del centro de la ciudad, p a ra ex ten d er la som bra convulsa de su niorpo en un absurdo zigzagueo en el c la ro r de las ralles so lita rias, b añ ad a s por la b lan ca suavidad de la luna. Ksta m aravillosa rodela de p la ta , lum inaria ilusoria p a ra el dolor de p erros y vagabundos, re m onta en el espacio cirro s e rra n te s con una nivea serenidad golgótica. & J u a n corre; ej corazón como un pobre p a ja rito , sangróse por la c rueldad de una b ala p e rd id a lo lleva en a las de una a n g u stia to rtu ra d o ra . Rn una casa ion sus v e n ta n as ilum inadas, a b ie rta s a la no­ che, g entes felices se d iv ie rte n ; bailan al com pás gangueante y apuñaleado do un bandoneón y una g u ita rra. F ern án d ez observa, como ríen y gozan, y siente una p o n a .. . una e g o ísta pena por aquellas gentes que no su fren la a m a rg u ra do a n siar y se divierten. Y piensa que él a n te s tam bién era feliz. . . y que ah o ra seguram ente iba a te n e r umi tira n ía m ás en el raquitism o de su vida anónim a y so rd a­ m ente d esgraciada. IJ e g a fre n te a su c asa v se detien e a n te s de a b rir la p u e rta . M ira allá, al sudoeste, y de los bajos, de la. Quem a, en el relente de la noche le llega una q u e ja im precisa en la que late la hum ilde trag e d ia del a rra b a l: la liiposa congoja de u n a m u je r que llora, el eco ronco y co rtad o de un borracho (pie t a r ta je a un e x trañ o y lúgubre soliloquio, el aullido de un perro que reseca los huesos, el canto rasgado, estiletoso, de a lg ú n gallo que an uncia las t r e s . . . A bre y e n tra . I j» r en trañ as, esponjan de dolor, le rebosan hiel; el pecho se le inflam a en un hondo suspiro. Pone el pie en el um bral de la pocilga y la p isad a suena opaca, v agorosa; prende un fósforo y en las p ared es hay un revuelo de som bras geom é­ tric a s que, se q u i e b r a n ... Ju a n d istrae la m irada en la cair.ii,, en su v ieja y resignada c a m a . .. A m arga­ do. m ed ita calm oso, dolorosam ente: su vida, toda su tris te y m acerada vida se le p re sen ta como una sen­ da de m artirio s y lacerias som breada por la tristeza de episodios innom brables y en ella ¡sola! como una salvación, como un punto de sol y una m em oria dr- bien, la figura de su m adre, de su viejecita le ja ­ n a . . . ¡L a m adre a d o r a d a ! .. . Kn un relám pago m ental su fre la pena de la di­ cha p e rd id a en el viejo ho g ar olvidado; y el enorm e tedio de su existencia lacrim osa, a rra s tra d a , inútil y tris te se d e sg a rra en un gesto, en un .g rito doliente que es como la c a tá s tro fe de su alm a. —(M a d re .. . ! m adre m ía I E l rep en tin o recuerdo blanco de la pobre m adre, a n c ia n a con nieve en el pelo y arm iño en el alm a lo tu n d e, ap lan ad o ra m en te, en la cam a. Y p o r su pecho Olí el triu n fo de las tin ie b la s que se ¡llegan en los rincones angulizando pavores, pasan por vez. prim era en un ciclón de ra b ia s y dudas, lib e rta d o ra s y re ­ veladoras, las g a rra s de la angustia. D em o Morai.e s . “ Nuestros presos La c a m p a ñ a de “ Id e a s y F ig u r a s ” . S u re p e rc u s ió n . V a le n tín P iñ e iro Un la detención de P iñeiro hay algo d rn n .á tic a ­ mente in teresante. D esarrollábase entonces la huelga del personal de la C ervecería de Quilines y asumía, un puesto en ella el citado tr a b a ja d o r. E m p e ñ ad a la policía en hacer fra c a s a r el m ovim iento, inició contra los o rganizadores una tenaz, persecución. L a soberbia i'm punidad de que siem pre lia gozado la horda v andálica (pie asesinó al perio d ista Di Diego, no iba a p a ra rse en conte titilacio n es fro n te a los derechos platónicos de que pueden hacer uso los obreros. El acuerdo cóm plice con los c a p ita lista s reclam aba do los sayones a su servicio un procedim iento de circunstancias, y en atención a ello el local social filó clausurado porque si m ie n tra s lina legión de huelguistas e ra a m e d ren ta d a, c o rrid a de las asam ­ bleas y apaleada, en la v ía p ú b lica a! m enor desliz. Piñeiro. como decimos, asum ió entonces la. pro-se (•retaría de la sociedad de resisten cia, razón por 1? cual m ultiplicaba sus esfuerzos d? o rg a n iz ad o r y com batiente m alogrando los planes a te n ta to rio s de la policía. E n tre estos recursos extrem os, tom ador por P iñ e iro y sus cam aradas, contábase el de la? reuniones en secreto— aquí el ejercicio inviolable de las reuniones p ro le ta ria s tiene que realizarse siein pro o cultas y en voz. b a ja : la R epública es un? adm irable form a de gobierno— efec tu a d a s en lugare? aislados de la población. lia policía percatóse df este procedim iento de los huelg u istas y en lu g ar de prohibí] su realización en la form a m oderada que el caso exigía— ya que ella h a b ía clausurado arb i t.rariam ente la sala de asam bleas que los obrerof ten ía n — esperó que los com pañeros se hallasen d eli­ berando en el bosque en que conm unm ente lo Iniciar p a ra d espachar en c o n tra de ellos un escuadrón de legendai ios m asad-adores — vulgo cosacos-— que sor p ren d ió a los reunidos, intim óles dispersión y lie sableó luego con u n a im piedad rayana, en sa lv ajis iiio. Mu-líos fueron los golpeados y no pocos los he ridos. Sin arm as, desprovistos do toda defensa lo? tra b a ja d o re s no tuvieron m ás recurso que luiir ante la lluvia de m andobles y hachazos que la soldadesca re p a rtía . P iñ e iro ju n to con otros fu é aprosado, he­ rid o y m aniatado, se le tra tó como a u n a fiera, ne g ándole asisten c ia m édica, ropas y alim entos. ¡E ra el se c re tario en huelga y ten ía epie p a g a r la osadía do ser hom bro consciente en un m edio hostil al pon saim en lo ! Como A ndrés U boldi. tr a s de apalead o fué procer-arlo. IÍ1 correctivo a la crueldad policial, en la A rg e n tin a , os la. consagración del delito, no su reparación. T ócele en tr is te suerte que ate n d iera su causa ei juez V illar Sáenz Peña quien echándose a la espalda la b a la n za de la ju stic ia , falló en su con­ tr a condenándole por d e lito com ún a dos años v seis m eses de prisión. www.federacionlibertaria.org L os que lian creído que exageram os cuando na­ rra m o s la infam ia cornetilla con l'b o ld i, tienen en esta repetición in fam an te una prueba o un m otivo más d e asom bro. P iñ e iro ha apelado a n te la C á m a ra : su expediento se encuentra actualm ente a la espora de lo que di gjin los inm ortales, fPVodueiráise o tra vez el vergon­ z a n te espectáculo de la confirm ación penal <jue lia so te rrad o a A n tilli, l ía n : eu y P e r i ? i/a incertid iu n b re nos snbreeoje il e sp íritu peii satulo (pie por fa ta l eonsecueneieneia eti prácticas j proce dimlicritos, la ilu stre C ám ara ap ru eb e la inicua senteneii . Piñeiro apaleado, P iñ e iro herido, P iñeiro preso. Piñeiro v ejad o por policía» indignas, no pue­ de, 110 -roemos que pueda ser escarnecido nueva m ente por la C ám ara. De realizarse lo c o n trario 110 direm os en adelante •»pie en tal organism o legista, o b ra y e je cu ta un con ju n to de hom bres m ás o menos in ju sto s por razón de conveniencia, sino que allí m ora una fa m ilia d i se rp ien tes. J o s é B a s te n i No se h alla actu alm en te preso pero ha pasad o con ■este honesto obrero 1111 hecho bochornoso que pone de relieve la iniquidad policial que estancos in teresa d o s en 0.1locar en la picota. Basten i fué detenido en los prim eros d ías del mes­ en curse en la calle C orrientes y A nchorena. lla llá liase a las cuatro de la m añ an a a la e sp e ra del tra n v ía que debía llevarlo a la casa de un construetol que le p ro m etiera tra b a jo . E n el intervalo éste,, Baste n i vióse de pronto inquirido b ru ta lm e n te por un s u je to de sospechosa c a la d u ra . K ran las c u atro de la m añ an a y la obscuridad del p a ra je hízole crecí <?h un asalto de w indoloro. Rechazó al e x trañ o p e rso n aje con p a la b ra s de.l m om ento pidiéndole se individualizase prim ero para po d er responderle en debida form a. P o r toda res­ puesta B asteni fué a gredido p o r el re fe rid o su jeto que resu ltó ser un pesquisa en a y u d a del cual aou diero n a g en tes de la sección. E n tre pesquisa y ag en tes B asteni fué em pujado hacia la C om isaría luego de los golpes de estilo. A nte -al oficial de g u a rd ia prim ero y después ante el Com isario, B asteni expuso el hecho ta l cual había sucedido esperando que la ju s tic ia triu n fa se d i la b ru ta lid a d reprim iendo al a ta jo de pillos que le d e ­ tu v ie ra y e stro p ea ra. R! com isario so solidarizó con su s su b a lte rn o s y el preso rodó en el carrito de M infam ia, hacia la. oficina c en tral de la policía secreta. La perspicacia policial descubrió p ro n tam en te que B a sten i era 1111 obrero peligroso por su intervención en los m ovim ientos sociales. En esta oficina y a los dos días, de e sta r preso fué m andado a e fe c tu a r la lim pieza con 1111 descom edim iento y una a rb itra rie d a d que originó de su p a rte una débil p ro testa , sivfio’en te , 110 o b sta n te su m oderación, p a ra que s-e le impn siese así no m ás y porque xí como siem pre, dos horas de plantón. M ien tras cu m plía el castig o pidió h a b la r con el oficial de g u a rd ia a n te q ire n q u e ría vin d icar sus fu e ro s individuales desconocidos por los celadores j m ilicos. Llévasele a la presencia del m atoide g erárquieo y por recom pensa a su lesionada d ig n id a d , el m iserable éste abofeteo!» b á rb a ra m e n te sin dolerse de su estado ni avergonzarse como hom bro de a f ro n ta r a o tro hom bre a m a rrad o con esposas y tenido de am bos brazos por dos carceleros m enores. L lorando de ra b ia y do im potencia B asteni fué llevado do nuevo al sitio del suplicio donde purgó eon el áspero p lantón la enorm e fa lta do liab er sido un obrero culto, tr a b a ja d o r y honesto en una socieded que obliga al individuo a tra n s fo rm a rse en 1111 tig re p a ra que los cam ellos lo respeten. C om entando este hecho sa lv aje d ijo oportunam en le el Gioruaie d ’Ita U a : « L 'in n o c en te connazionale dio non é capace di eva­ dere e ció che é |H?ggio. 11011 trova chi gli apra k cella, ebbe ieri l ’a lt ro, dopo ta n ti giorni di galilm. la m elanconica idea di protestare. Mori l ’avesse m ai fa tto . F u tolto di peso dal «(pu­ dro» e tra s p o rta to n ella sta n za do un ufficiale di policía che si trovara, in quel m omento a letto, i-on due «vig ilan ti» ai lati. (C oraggioso queliti ’ufficiale!). (¿nello dei tre in m utande, senza dire né «ai» r.é «bai» com inciò a d istrib u ir ceffoni al malcapitato lasciandolo sem i-pesto. Dopo lo foco trasportare le un a ltro «qnadto» più lurido c malsano del priino, rim ettendolo in lib ertà verso sera, senza degnarlo di u n a spiegazione. C hiam iam o l'a tte n z io n e del signor l'b a d e su questo nuovo caso.» La intervención de e sta h o ja y sobre todo la pro­ te s ta enérgica de todos los presos que firmaron una nota e sc rita en térm inos condenatorios contra, el vul­ g a r to rtu ra d o r de carn e indefensa, determ inó que la j e f a t i n a do O rden Social pusiese al preso en libertad p a ra ta p a r con este paso la posible manifestación extensiva de la p ro testa . Es posible que el castigo im puesto al oficial 111atoide sea 1111 galón m ás on sus indignos homhrus. ¡ P a r a eso estam os en la. A rg e n tin a , patria ile las L eyes Social v de Residencia! P e d ro C asas En la detención de (¡asas hacen vértice poderosos intereses, policiacos y patro n ales. Knt.re las autori­ dades ro sa rin as—d o n d e e stá esto preso—y la Sm-iedad P a tro n a l de O breros del P u e rto , media 1111 pació siniestro, que d a ta de años, frag u a d o en confia de la e je m p la r vida del culto y hontsto propagandista obrero, detenido actu alm en te. Quien haya seguido con interés el curso do los acontecim ientos desarro­ llados e n tre el c a p ita l y el tra b a jo disde deis años a e sta p a rte , p o d rá explicarse fácilm ente el por qué del a rb itra rio proceso incoado a este hombre, (‘asís se Ili/o a la vida a g ita d a y noble de la lucha por la lib o ita d en la m ism a ciudad del Rosario on la époi’a de los g ra n d e s m ovim ientos grem iales do toda la R epública. P erseverante y animoso- entregóse desde su iniciación a la difusión de la doctrina liberiana que Ih valido a las m asas la. ilustración y el entusias­ mo las hizo a p ta s p a ra a f ro n ta r la tiran ía (le sus despiadados y eternos explotadores. Al par del des­ envolvim iento de su r a ra energía, la policía y el po­ der reaccionario todo do la- provincia, comenzó tam­ bién a te je r on su d erredor la malla do las acechanzas de las (pie salvó en m uchas ocasiones debido a su tem plado c a rá c te r v a la fe inquebrantable de su id -al revolucionario. ím p ro b o re su lta ría n a rra r todos los peligros, In­ das las detenciones, to d as las provocaciones que Ca­ sas h a soportado desde -entonces. Su vida es todo un episodio prieto de incidente», luchas y persecuciones. R esalta e n tre ellos— y p a rlo do aquí la irreductible anim osidad en su contra de policías y patrones—la conocida tra g e d ia de 1í>0(5 que tuvo por resultado en un asa lto al local de los estivadores en huelga—del que Casas e ra secretario— la 'm uerte de dos vigilan­ tes. A m iz do este hecho do sangre ('asas huyó de R osario evitan d o con la h u id a el zarpazo aplastador de la reacción que en consecuencia se produjo. 8a ausen cia fué 1111 a d m irab le pretexto par« que el gobierno d e cre ta ra la persecución sistem ática de todo 10 (pie sig n ificase organización obrera, acumulando por a ñ a d id u ra — a Casas y (¡onzález, dos de los pro­ p a g a n d ista s m ás inteligente« con que el groiiiiialismo co ntaba— la m u erte de los agentes. Detenido ('asas 011 M ontevideo y González en Rosario, probaron no sin h a b er su frid o in term inables meses de encierro, que eran inocentes (lo lo que lis imputaban. Las persecuciones on ta n to fueron extrem adas para am- www.federacionlibertaria.org bus. Casas soportó e» la república u ru g u a y a infinitas ■amarguras h a sta que resolvió por ra jo n e s de conve­ niencia tra sla d a rse nuevam ente a Rosario. Desde que pisó e sta ciudad los cuidados policiales, los a ta q u es velados, las prohibiciones irrita n te s, todo lo que puede p e rtu rb a r y a to rm e n ta r la v id a de un luchador, fu é ejecu tad o en su c o n tra y con el late n te interés de a rra s tra rlo a la exaltación, cam ino del dolito y com ienzo de la cárcel, destino que se e sfo r­ zaron en buscarle siem pre. Salvó e sta ve;: como o tra s de to d as las celadas, h a sta que el 2,‘i de ju lio próxim o pasado sin que m ediara ningún m otivo exigente, fué inv itad o a presentai se a n te (-1 je fe de policía. S a lía en ese in stan te del local de la F ederación O b rera en con,pañía de su m u je r e h ijo s y así se presentó, así fu é obligado a p re sen ta rse al d e p artam e n to donde tr a s breve es­ liera notificaron a su com pañera que podía re tira rs e y a él que se ha lla b a detenido. Poco después sin aviso previo ni explicación alg u n a som etiéronlo a un re ­ conocim iento e f.c tu a d o p o r m enores, que desfilaban A nte él disim uladam ente. P e rc ató se C asas de lo que hacían y p rotestó e n é r­ gicam ente sabiendo al pceo tiem po que su « iib e rtad sería inm inente pues aquellos niños no le reconocían como al a u to r de las incitaciones al asalto expropiador que se h a b ía predicado en una asam blea del 21 y que dió por resultado el d e sb a lijam ie n to de una fiam brería». F alló inm ediatam ente el plan policial en e sta su prim er te n ta tiv a pero no así la intención de an u la rlo con la prisión. Casas no fué puesto en li­ b e rta d como se le d ije ra : toda lo c o n tra rio , en ca ­ rá c te r de detenido quedó definitivam ente en el d e ­ p a rta m e n to . Sem anas m ás ta rd e el delito de « in c ita ­ ción a delinquir» se tra n s fo rm a b a en «violación de la Ley Social». C asas com prendió entonces que debía re sig n arse a lo de siem pre, y esp erar en consecuencia el pronunciam iento fiscal p a r a sab er que fa lta se le inventaba y acum ulaba. La acusación en verdad ha «ido firme y casi grotesca por lo artificial en sus fundam entos. Sé le acusa de todo por la sencilla razón que 110 sé le puede p ro b a r nada. E s la tá c tic a .represiva de to d as las épocas. A cada artificio C asas h a contestado u n a verdad, a cada falaz inventiva ha respondido con una com­ probación o p u ;sta y te rm in a n te , a cada im putación a r b itra r ia , h a a p o rta d o una dem ostración concluyente y definitiva. L a ju s tic ia em pero, signe su curso. L a L ey Social que m arca p a ra su aplicación un plitio perentorio de diez días c o n tin ú a estirándose m eses y meses ad o p tan d o sus estúpidos a rtícu lo s a los r;c u rs o s im previstos que la inocencia y la lógi­ ca de Casas, le crea . E l tr a b a jo de zapa de los ca­ p ita lis ta s y policías m ina de mil fo rm as la lib e rta d de este digno hom bre y los jueces com placientes, no tie n e n rep aro que oponer, cuando d estruido un to rp e com plot, la ’m aldad les provee de otro que e n tre en vigencia sin m:ás fu n d am en to s que la veleidad aviesa de los pillos que los fra g u a n . Casas tiene defensor y espera sa lir en lib e rta d porque 110 h a y en su contra un solo acto acreedor a lo opuesto. E l elem ento liberal del R osario— cu el poder unos, en el llano otros—.ha dorm ido sobre los laureles sin preocuparse ni m ucho ni poco de su cobarde a ctitu d y de la vida de un tra b a ja d o r puesto al servicio de la causa m ás noble que a g ita el corazón de los hom ­ b res del presente. L os obreros organizado« y los m ilita n tes rosarinos lian iniciada una cam paña popular en fa v o r de la in m ed iata lib e rta d del detenido. Confiamos en que el brazo del pueblo se rá m ás sólido que el b razo secular de la tira n ía . Casas no puede c o n tin u a r por m ás tiem p o encarcelado: la r a ­ zón lo am p ara, el derecho lo escuda. R a m ó n y A lb e rto L ea l E11 Rosario tam bién, se hallan presos los dos her­ m anos Leal. Se les a e u s a . . . de esto, de lo otro y de lo d. m ás a llá ; en fin, de n ad a, que vale decir de todo. L a razón suprem a es la de ser am bos socios de la Sociedad O b rera de T ra b a ja d o re s del P uerto, que re s ta a la P a tro n a l fueza y prestigio. Uno de ellos fué el que presen tó a la casa D re y ffu s el ¡diego de condiciones aprobado en un m ovim iento reciente que téb n in ó con el triu n fo de la causa obrera, D esde entonces la sociedad ilícita, d e n ig ra n te , in­ fa m a n te y despreciable que tienen los c a p ita lista s p a ra vergüenza de los tra b a ja d o re s que a n te ella se p o stra n y p a ra perpetuación d? la esclavitud hu­ ir-ana, ha tra b a ja d o incansablem ente tra ta n d o de a le ja r a los herm anos Leal del centro de sus o p e ra ­ ciones. S-.í no' inscripción en la lista de tra 'd o re s e inconscientes que in te g ra n la asociación de «rompe huelgas» no podía ser perdonada por los que de ella viven y a su som bra m edran. Indu d ab lem en te que esa fu n e sta institución 110 h a b rá en ninguna o tra p a rte exigido de las au to rid ad e s el proceder rep re­ sivo dirig id o contra los herm anos L eal, menos que eso aún, en F ra n c ia , In g la te rra , en el U ru g u a y m is­ mo h u b iera sido d isu e lta por orden gubernam ental ya que s i existencia 110 responde más que al fin de n ia ta r los m ovim ientos obreros. Su com etido se re ­ duce a v e g etar en la ociosidad m ie n tras 110 se pro­ duce 1111 choque de intereses, in stan te en que in te r­ viene con to d as sus potencias p a ra enem istar a los tra b a ja d o re s, enconar sus odios, echar a unos encim a de los otros y provocar de d ifere n te s m aneras el distan c iam ie n to p ro letario y su sa n g rien ta secuencia. L a Sociedad P a tro n a l decimos, sería disuelta en un país culto y verdaderam ente dem ocrático, porque f n esencia su organización no es m ás que la de un núcleo de a g en tes provocadores. E n la República A r­ gentina esto es sinem bargo agua de rosas, y así lo­ gró la sección ro sa rin a el triu n fo de su intento h a ­ ciendo deten er por la policía— en lu g ar de ren d ir cuenta a n te ella d? su ilí-ita existencia— a los hones­ to« tra b a ja d o re s nom brados. J u n to con Casas esperan el resultado del f i n. . . Según parece se h a hecho de los tre s procesos uno so lo :— n,:ás com odidad p a ra los jueces, máls p ro b a b i­ lidad para la consum ación de la in ju stic ia y m ás es­ carnio p a ra la h isto ria ju ríd ic a nacional. A m é ric o B urocco Los p re té rito s rosarinos— le acusan de disparos de revólver en c o n tra de la horda que sableaba una m anifestación de h a m b r:e n to s chiquitines. Lia necesi­ dad desbordada por la s calles exigía pan y tra b a jo trad u cien d o su ho rrib le a n g u stia por boca de los mil p ro fan o s indigentes, por los infinitos h ijos de obre­ ros sin tra b a jo que en el h o rro r de los hogares sin pan ni luz com prendieron la necesidad de d e sb o rd ar­ se irrum piendo en las calles esplendentes donde el ocio luce la holgura insolente que el privilegio le a p o rta , p a ra que si no el dolor de los cuerpos flage­ lados por el ham bre, llegase cuando menos a oído de los p o ten ta d o s la honda, tris te y desfallecida voz. de la m iseria. El «escuadrón», célebre allá co'tno aquí por sus fech o rías, recibió orden de dispersar aquella p ro ­ cesión in term in ab le de c a rita s p á lid a s y m acilentas que no necesitaban tra d u c ir en q u e ja s lastim eras sus a n g u stia s « a ra p ro b a r que en los sucuchos de sus padres fa lta b a el d iario sustento. L a soldadesca cam prendió p erfe c ta m en te la orden y puso eq f u g a a esa flor de la m iseria, con el pecho de los caballos y el plano de los m achetes. Burocco tuvo la desgracia de a-sistir como espectador a aque­ lla vergonzosa a zo tain a de c ria tu ra s h a m b rien ta s y d e sa rra p a d as. www.federacionlibertaria.org E n un in sta n te <le confusión y espanto Buroceo vió a un cosaco que p re te n d ía a) p a rec er u ltim a r a golpes a un niño. R eaccionando sobre su pánico m is­ mo quiso im pedir el crim en. La consecuencia fué f a ta l; le a sa ltaro n m il m anos, le ap resaro n m il c a ­ d en as y en las espaldas sin tió m ás de' tíli g o lp e .' E n la cárcel, sem anas m ás ta rd e s? supo que s^ le acusaba de disparos c o n tra la policía. T en ía revólver y esto fu é ad m irab le ineapie pan«, la acusación. B uroeco va quiza a jiistific a r con su prisió n la ■necesidad que hnbo en a p alea r a los indefensos niños, que no eran tale s sino bandoleros dignos de la horca. El gobierno rad ical de S a n ta F e hace pro d ig io s p a ra colocarse a la a ltu r a dem ocrativa de sus tr a d i ­ ciones. A n d ré s U b o ld i E l ju ez N egro, el ju ez fa ta l a la lib e rta d de los htfmbres do pensam iento, ha fa lla d o confirm ando a U boldi los dos años que le p id ie ra el fiscal. No con­ form e con ésto aúu, por c a rta del preso a su fa m ilia sabem os que se le p o n d rá a disposición de la policía después de cum plida la condena: esto p o r resolución de la sentencia. Uboldi fu é el v ilm ente apaleado obrero de la p la ­ za C onstitución. Creíam os que n u e stra pública d enun­ cia y el deber de las reparaciones im pondrían su li­ b e rta d . N o ha sido así y esto com prueba lo que y a d ijim o s: que U boldi, honesto obrero vejado, escarnecido, m al­ tr a ta d o y to d a v ía condonado a dos años d e prisión p o r haberse d e ja d o deshacer el c u e ^ o a golpes con los policías, sa ld ría de la cárcel plenam ente conven­ cido de que en lo f u tu r o no a ju s ta r á su vida como al vivir e n tre ge n te s sino como al v iv ir e n tre lobos. S o b re u n a reso lu ció n A vellaneda, 12 de O ctubre de 1914. Com pañero A lb erto G hiraldo.—S a lu d : A plaudo ta l como debiera hacerlo todo obrero consciente, la c am p añ a pro-presos do I deas Y Fioor a s , como asim ism o la determ inación de los camara­ das, G arulla y M . P a y v a , de destinar- a aquellos el dinero pro-delegación a L ondres. Sin o tro p a rtic u la r, v uestro y de la causa, J uan Bonica. U n a a c la ra c ió n C om pañero G hirald o : L e a g rad e ce ría a usted, rectificase una pequeña cosa de lo a p are cid o sobre mi compañero en el penúltim o núm ero de su revista. Mi com pañero se llam a H u m b erto y no José. P a rd u c c i ig n o rab a en su p e re g rin a je por las cár­ celes e uropeas lo que aquí nos pasaba. Supo estando en M ontevideo—-y no en I ta lia — que su m adre estaba en ferm a de m ucha gravedad p o r el compañero Pez z íto n i que no se a tre v ió a revelarle de improviso la te rrib le verdad de lo sucedido. Creyendo encontrar eon v id a todavía a su anciana madre- em barróse para é sta con intenciones de a b ra z a r por últim a vez a lí a u to ra de sus días, y al mismo tiem po para llevarme a mi que me hallaba en una penosísim a situación. Lo dem ás h a pasado como lo describe Tdeas y 'Figu­ ra s. E sp eran d o que la ju stic ia de la cam paña que tan o p o rtu n am en te inicia, conm ueva los corazones y nos devuelva la tra n q u ilid a d que hoy nos arrebatan con la lib e rta d de nuestros padres, herm anos y maridos, saludo a usted ate n tam en te , A xtonia M. P arducct. B uenos A ires,’ S ep tiem b re 12 de 1914. A O. M. T’aiva. y .1. E. G arulla. i - C uando se com ete u n a acción m ala por m uy p e ­ queña. que sea, de todos nace u n a c rític a con ansias de te rm in n a r con el hom bre que la ha com etido. E n cam bio, cuando una buena acción se realiza, todos se lim ita n a un « está bien» que no va m ás a llá del pensam iento de cada uno. E s por eso, que a n te la resolución tom ada por ustedes al d a r el giro que so le ha dado al dinero que p a ra la D elegación de L o n ­ dres fu é recolectado e n tre la colectividad, quereinos lle g a r h a s ta ustedes por m edio de esta« líneas, a e stre c h a r m anos que aúnen fu e rz a s p a ra poder se ­ g u ir varonil y g randem ente, el cam ino em prendido h a c ia la realización del ideal. Convencidos, reafir­ m am os el paso p o r u stedes dado, lo que crecem os a c e p ta rá n todos los que b u en am en te piensen y te n ­ gan conciencia. Saludam os a los com pañeros, F . P omarés L auros a .— L eonardo S ch en tn i .— V ic en te Ca ppello . — M ario S axarria . U n b a la n c e B alan ce general del dinero pro-delegación a Lon­ dres que e stab a en poder de J . E . Garulla y C. Mar­ tín ez P a y v a : E n tre g a d o a. V icente M a r i.............................$ 100.— » » A . U b o ld i................................... » 100.— » » H. P a rd u c c i...............................» 100.— » » J . P e r i ........................................ » 100.— E n tre g a d o a la Sociedad de panadero« paTa ser re p a rtid o e n tre los presos por causas so ciales............................................ . » 100.— "Entregado a la m ism a sociedad p a ra los dep o rtad o s M anuel M atos, E duardo B nquero y F lo real M a rtín e z ....................» 100.— T o ta l .................. $ 600.— B uenos A ires, O ctubre 16/ 914. Ibsen y Alemania P o r ser de o p o rtu n id a d trad u cim o s lite ralm e n te los fra g m e n to s qu? van a leerse, d e una com posición t i ­ tu la d a P a r B ullón, que fig u ra en las «P oesías Com­ pletas» de E nrique Tbsen, en donde el genial escan ­ dinavo se a d e la n ta con su e x tra o rd in a ria videncia a de m o stra r lo que significaba p a ra el níundo la vic­ to ria de la fu erza en carnada en A lem ania en la g u e ­ rra del 70. Como se ve. al re p etirse el episodio trá g ic o las a l­ tas p a la b ra s del p o e ta recobran oportunidad, pues la. a c tu a l ecuación de la g u e rra , presenta las únicas do« soluciones que p re sen ta b a en aquel entonces: la v icto ria de A lem ania, y con ella el so juzgamiento de la civilización al despotism o m ilita rista que represen­ ta n sus hom bres dirig en tes,— a quienes Ibsen niega el idealism o necesario p a ra las grandes empresas ci­ v ilizadoras— o el tr iu n f o de la civilización de la li­ b e rta d personalizada, esta vez como en el 70, por la www.federacionlibertaria.org patria, de los derechos del hom bre, que el vigoroso dram aturgo nórdico am alta ta n to a pesar de sus a n ­ tecedentes de raza y de su irred u c tib le in d iv id u a ­ lismo, lie a q u í el (tanto: E l porvenir fra c a sa con las ruinas, L os g rito s y las detonaciones. E ntonces yo m ismo desarm ado M e desespero delante de m is helios sueños desván ec i[dos. * «• * En nuestros d ía s las cuestione« so resuelven Unicam ente ]H>r la fuerza. Yo declaro, pues, netam ente, <pie lo quiero así. Sin em bargo, c o n tra ria m en te a l uso prusiano, A vuestra buena g ra cia h a ré tam bién llam ado Y os ro g a ré «pie seáis d e m e n te Por mi ausencia y por m i silencio. Yo vivo aquí en D resde, como ahora Se vive en l ’a rís, En m edio de pesados alem anes de len g u a je heroico Que quieren p o r la fuerza, re g e n te a r el m undo. B ravatas, g rito s y b an d eras a g ita d a« en el aire, «Wacht a m -r c im » ... ¡H e aquí lo que llam an i>oesía! Estoy constreñido por e ste círculo. ¡Y b ie n ! Creedm e, a m enudo Encuentro la c in tu ra bien estrecha. Charlas de cervecerías y m en tira s políticas, jlle aquí la c arn e fo fa que se me sirve! Y en el d iario de la ciudad Donde los versos alem anes Cojean sobre pies desiguales, Se me ofrece siem pre el mismo alim ento. Que me sienta ta u bien Como un ru y u t de ra ta s a un p a risién. Pero os peor aún Cuando me llega t i eco de nuestro norte lejano. ¡Peor a ú n ! cuando la fe que m e dan el sol y la pri[m avern Muere b a jo los golpes de los cañones K ru p p . Más allá de los llam ados a la b a rb a rie {Q ué fuerza contiene el entusiasm o de 1111 pueblo'? Cada m iem bro de la m ultitu d es 1111 egipcio Que 'aporta su piedra A la g ra n obra en construcción. J u s to os el cálculo como irreprochable es el plan del [arq u itecto . E n v erdad la pesada m asa *'S im ponente, Hace b a ila r el público de adm iración, Sin em bargo se detiene con la boca sem iabierta. P orque la fe com ienza a fa ltarle . ¡ E s ta grandeza es la. v e rd ad era gran d eza? ¿Qué es lo que hace la g ran d eza de una obra? N o su resultado inm ediato, Sino la o rig in a lid a d personal de su creador Que se revela todo en la obra. ¡Y a h o ra e sta tu rb a do alem anes ~ Que invade P a rís. ¿Qué personalidad los g u ía? • ¿Qué liéroe personifica su victoria? ¿E li qué m om ento su triu n fo Se ha realizado en un je fe glorioso Cuyo nom bro fuese celebrado por m illones de bocas, Y en (pié fra g u a ? ¡P e ro no! E s ol regim iento, es el escuadrón. El estado m ayor— a lia s los espías— . • ¡E s la ja u r ia em b riag a d a por los curas! E s por lo que yo estoy convencido Que la g lo ria les liará fa lta . ¡E sta jo rn a d a 110 en co n trará ja m á s su p o e ta ! E n r iq u e Ibskn. La guerra Z arp a sa n g rie n ta que se a b ate sobre el re fu g io del hogar y esp arce al viento del com bate, sobre la tie rra v sobre el m ar, los hom bre ú tile s que fueron el alim ento y el sostén, colum nas ¡a y ! que se rindieron a l rep icar de un s o m a té n ... H unde su cuña en las ciudades hechas de hierro, piedra y cal. y las aventa a las edades en 1111 derrum be c o lo s a l... El frío reina en los hogares, cenizas cubren ol fogón, pero en los cam pos y en los m ares sa lta la llam a del cañón. M iles de vidas necesarias devora el c rá te r del volcán, y en las m ansiones p ro le ta ria s niños sin p adre piden pan. ; Fuego estéril y qu e lab ra fa ta l, de M uerte y M iseria se rep arten lioy cien pueblos el b o tín : ¡ picos gem elos que com parten, fra te rn a lm e n te su fest 111! de m uerte que da frío, exterm inador, el cauce p a ra 1111 río sa n g re y de dolor! M ien tras la m uerte hace su siega de todo un m undo la heredad, y de cadáveres anega e l p anoram a de una. edad, el J Tambre a los hogares llega ■como u n a b r u ja sin p ie d a d .. . Se instala en ellos. Su gu ad añ a la M uerto a fu e ra hace c ru jir; y en la b u h ard illa y la cabaña la b ru ja al niño hace d o rm ir. . . E a gu e rra p isa los sem brados y los transform a, en un erial, y soliv ian ta los teja d o s <■01110 el >nás rudo v e n d ab a l; A quien escapa de la M uerte, encierra el H am bre en su redil, y la M iseria, de esta suerte, llena, de huesos su cubil. Son las dos alas que despliega el m onstruo horrendo al avanzar, y oculta al sol sobre la vega y a la urbe inm ensa hace tem blar, son las dos alas con que a rra s a en un te rrib le a v asalla r, cuando como una trom ba pasa * sobre la tie rra y sobre ol m ar. M ientras la. g u e rra hace en E uropa 1111a fa n tá s tic a excursión, m onstruo de fuego que galopa e n tre una g ra n devastación, aquí en A m érica plantem os 011 árb o l de am or y de paz, y a su som bra soñemos, forjem os un m undo (1? herm anos por siem pre ja'niás. www.federacionlibertaria.org E m i i . io F r i c o n i . Librería de “Ideas y Figuras” Se abrirá al público mañana en Ta cu a rí 900, Buenos Aires A p a rició n de la se g u n d a edición de “ M ú sica P ro h ib id a ” . C o m p letan d o la o b ra c u ltu r a l r e a liz a d a p e rió d ic a y c o n s ta n te m e n te p o r ID E A S Y FIGURAS, hem os re su e lto ,— pese a la m a la época eco n ó m ica p o rq u e a tr a v ie s a el p a ís,— a m p lia r n u e stro radio de a cc ió n a n e x a n d o a la r e v is ta u n a secció n de lib r e r ía que a b rire m o s a l p ú b lic o m a ñ a n a mismo, en el lo cal T a c u a rí 900, d o n d e ta m b ié n q u e d a rá n in s ta la d a s la s oficinas de n u e s tra ad m inistración y a d o n d e d e b e rá se r d irig id a d e sd e h o y e n a d e la n te to d a c o rre sp o n d e n c ia . L a lib r e r ía de ID E A S Y F IG U R A S p o n d rá en c irc u la c ió n to d a s la s o b ra s m o d ern as de litera­ t u r a y so cio ló g icas que a n u e s tro ju ic io re ú n a n los e le m en to s n e c e sa rio s p a r a fo m e n ta r la educación d el p ueblo, d e s p e rta n d o sus s e n tim ie n to s h a c ia el a r te , la lib e r ta d y la belleza. E n e l n ú m ero p ró x im o d e ID E A S Y F IG U R A S , com en zarem o s la p u b lic a c ió n d e n uestro catár logo. “ M úsica P ro h ib id a ” (se g u n d a edición). A p ro v e ch a m o s e s ta o p o rtu n id a d p a r a a n u n c ia r a n u e s tro s le c to re s la a p a ric ió n in m e d ia ta de la se g u n d a e d ic ió n d e « M U S IC A P R O H IB ID A » , lib ro d e v e rso s de A lb e rto G$Lraldo, cuyos últimos p lie g o s se im p rim e n en e sto s m o m en to s. « M U S IC A P R O H IB ID A » f o rm a r á u n a r tís tic o volumen de 250 p á g in a s. « M U S IC A P R O H IB ID A » se v e n d e rá a l p re c io d e $ 1.20 m /n . el e je m p la r y se e n v ia rá libre de g a sto s d e c o rre o a c u a lq u ie r p u n to d e l a re p ú b lic a , p re v io el e n v ío d e su im p o rte . D escuento a los a g e n te s , lib re ro s y p a q u e te ro s d e ID E A S Y F IG U R A S . D esde y a re cib im o s p e d id o s p a ra esta obra. Los eruditos ( C u en to r e a l ) Se sin tió pobre, insignificante, m ezquino, aquella ta rd e v eran ieg a, (“am po a fu e ra , ■sin tien d o colarse en mis pulm ones sucios de la a tm ó sfe ra «I? la ciudad, el a ire libre, sabroso, que venía de la pam pa le ja n a ; re streg a n d o sus re tin a s ron el verde vivo de la t ie ­ rra fecundando la sim ie n te; oyó lig eram en te el elo­ g io de los ojos que aq uilabati herm osura. Su displi­ cencia de am able ciud ad an o se quebró a n te lo gran d e del p aisaje. N acido y criado en la ciudad te n ía habituada- su m ira d a al estrecho horizonte, a las casas a lta s que ta p a n la glo ria del sol, a las a s f a l­ ta d a s avenidas con una irris o ria perspectiva de t a r ­ j e t a postal. E strec h a, como las calles de su ciu d ad se le crió la conciencia. Su ilu stració n , e ra u n a ilustración de lib re ría . Desde los seis años, h a sta bien e n tra d o s los veinticinco' se le h a rtó de libros. 101 m aestro y Iostex to s le colm aron el cerebro de sesudas razones. S abía m ucho! Al re c ib ir su D iplom a de doctor en L eyes, prem iaro n su erudición de enciclopedia, con u n a m ed alla de oro. A fu e rz a de m uy continuos s a ­ crificios alm acenó todo lo leído. S abía m ucho! pero al a b an d o n a r el a u la se convenció que sabía muy poco. Kl a ire que se re sp irab a eu su ciudad, un aire sucio, pesado, le dió brios p a ra com enzar a luchar con sus sem ejantes. R st.aba cargado aquel a ire del miierobio de la lucha fe b ril de las g ra n d es ciudades m odernas. A engaños puros y mist.ifieacione,s aplicó su libresca ciencia. Pocos años después se le estreclió m ás la conciencia, olvidó alg o de lo inútilm en te a p ren d id o y fortificó en cam bio su ciencia de vivir. Se le hizo carn e en el cerebro aquello de que viv i­ mos comiendo a l vecino, de que la vida es u n a m u­ tu a devoraeión in term inable. M ie n tra s e ste axiom a no se in c ru sta d entro de nosotros, nosotros no lle­ vamos a. buen fyi n inguna em presa. ¡Y él e ra do cto ­ ra d o en Ijeyes y ciencia» s o c ia le s ... A los cinco años de e je rce r e sta profesión, ta n li­ b e r a l! — siguiendo siem pre los consejos de su sa p ien ­ tísim o padre— eligió esposa e n tre sus relaciones más a d in erad as. Aplicó su ciencia de embrollos eii la difícil elección y se quedó con una, porque sí, porquele convenía. Lo mismo que si hubiese leaido que e le g ir un alfiler de co rb ata. Se casó. Su m u je r resultó o tra erudita. Había o btenido ¡b rilla n te m e n te! su títu lo de bachiller de­ g lu tien d o textos. H ablando, resultaba hombruna. S a b ía m ucho, pero mucho, ella ta m b ié n ... Mi am igo, el eru d ito , conocía poco a las mujeres. N o ten ía noción p rá ctic a de1 ellas. En eso cualquier h o rte ra , de esos (pie liacen de tenorios los domingos de ta rd e y de noche, dábale lecciones. Bien es verdad (pie podía consolarse al s a b ir que en achaques fem enios eva t-an ig n o ran te como algunos autores de zarzuelas en un acto. Conocía, eso sí, alguna que otra m e r e tr iz .. . Su esposa le resultó, p a ra su íntim a convicción inconfesable una m eretriz p a ra él solo; muy ins­ tru id a . muy sa b ia, m uy calculadora, muy fría. Muy p a rec id a a él mismo en esto. Al año 'más o m enos, observó en su mujer, señales de divino fru to . E lla no se lo confesó. Kl no se atre­ vió a p re g u n ta rle . L igeram ente, experimentó mía nueva acusación en su in terio r— ¡sentirse padre!— pero filé sensación (pie abogó el frío cálculo que le d ic ta b a su erudición teó rica «le la ciencia del vivir. E lla y él, tuvieron siem pre la- idea clara, concisa, de que los h ijo s esto rb an p a ra cam inar por la vida; son una c a rg a que dificulta el cam inar ligero y ágil p or los e u trin ca d o s vericuetos. Sin em bargo, pes? a los deseos de la bachiller en letras, el h ijo n a c i ó ... Tgual hubiese nacido un cordero en la c u ad ra ... E l p adre lo besó, lo observó bien atentamente, y haciendo p ropósitos de sa c ar de aquel su hijo otro eru d ito , m iró a la m adre. T enía ésta, expresión de odio en los ojos, al m irarlo parecía querer acussirle de a q u ella enorm e culpa de los dos. Aquel trozo de panto blaudueha, amiorotada, venía para afearla, a q u ita rle quizá, las horas (pie dedicaba a la lectura, www.federacionlibertaria.org a los ejercíaos in telectu ales de su v a sta erudición, •¿uizá no pudiese a sistir m ás a las «conferencias en el «Ateneo», a la redacción de a q u ella re v ista fem e­ nina que d irig ía , ocupada en cuidar aquel mocoso, seguram ente un llorón como todos, que las m ás de las noches ni dorm ir d e ja n . E l padre, resignado q u i­ so darlo la ra jó n , m irán d o la eon ojos de pena. Al d e ja r su h ijo en la cam a, pen sab a de nuevo que en verdad «aquello» e r a mi estorbo, un g ra n esto rb o . . . Dieron al ro rro a criar. Lo acordaron así por v a ria s causas. P a r a sacarlo de casa. para, que no m olestase con sus llan tos y berridos, p a r a que no le diera, de m am ar la m adre de sus pechos horrorosam ente a u ­ m entados. C ria r— lo decían los libros,— av ie ja y des­ g a sta. ¡Cómo que de la v id a de la m adre y sólo a su costa obtienen la v id a los h ijo s! L levado el m uchacho a casa d?. la rolliza am a e n ­ carg a d a de su existencia, volvieron .p a d re y m adre, despreocupadam ente, mluy tran q u ilo s a dedicarse a los libros. R ila comenzó a p re p a ra r un volum en sobre «Econom ía D om éstica». E¡1 a volver a e stu d ia r p a ra t r a t a r de obtener una c á te d ra en una fa c u lta d . Cada día sabían m á s . . . C ierta ta rd e m andó la m u je r que c ria b a al niño, recado de que e stab a enferm o. F u é la m ad re a verlo, en el ra tito que le dejó lib re u n a co nferencia y una reunión de D am as B enem éritas de San Q uintín, obispo y m á rtir! (E l a u to r que peca a veces ta m ­ bién él por erudito-, ad v ierte al crédulo lector que San Q uintín no fué nunca obispo, ni siq u iera máirtir ) . T ra je ro n a un médico. N o e ra n a d a, un ligero em­ pacho, que p a sa ría con un te d e .. . R ecetó iel galeno— otro eru d ito — y dió sus instrucciones a la nodriza. E l c.ljioo empeoró. A los tre s d ías, «como un be-ndito» se m urió en brazos de la. a su sta d a m ujer. Los ¡>adres, c ristia n ac ie n te, se e n cargaron do e n ­ te rra rle . E lla , la bach iller, term inó su libro-, se publicó y la prensa toda se deshizo en elogios. U n g ra n éxito. Tin laurel m ás, ganado p a ra la. causa fem enina. E l volumen lo aprobó el M inisterio de In stru cció n P ú ­ blica y se adoptó como texto. U n ex-inspector d-e e s­ cuelas que prologó el lib ro — con un prólogo como el de los p oetas prim erizos— lo recom endaba a los p a ­ dres de fa m ilia p a ra la m ejo r educación de sus hijos. Aquello e n se ñ aría a ser' buenas h ija s, buenas h e r­ m anas, buenas esposas, y excelentes m a d r e s ! . .. E l prólogo le valió al ex-inspector no se que suplencia en no se qué escuela en que fa lta b a , por defunción, el en cargado de su b ra y a r las p á g in a s que fu ese es­ cribiendo un señor de g a fa s azules que hacía b a s­ ta n te bien las veces de D irector. Y , el e ru d ito , consiguió su cáitedra on una F a c u l­ ta d (la de V e te rin a ria ) después de u n a s n otables oposiciones de que se ocuparon h a s ta los periódicos de la tard e . Se sintió pobre,' insignificante, m ezquino, aquella veran ieg a ta rd e , cam po a fu e ra , sin tien d o colarse en sus pulm ones sucios, el a ire sabroso que venía de la p am p a lejan a. Lo inconm ensurable del p a is a je le dió sensación de v i d a . . . Se a b rió en su corazón m ism o ancha veta, que se deshizo én llanto en los ojos. A quella a le g ría de vivir no la h a b ía experim entado ja m á s, ta n clara, ta n precisa, ta n bella, en ninguno de su s libros. El cam po era extenso. A ia d istan c ia, los bueyes tard o s, 'mansos, a r ra s tra b a n un a r a d o . . . Un hom bre, los bueyes, la re ja que d e strip a la tie rr a , borran d o el verdor del cesped, p a ra d e ja r dorando a! sol sus glebas y sus s u r c o s ... La m em oria le t.raj<> la id ea de la sim iente c a ­ yendo en aquella tie rra , p a ra fru tific a r después en áureo m anto de espigas que su su rran al im pulso de la b risa el cánto de bendición de sus g ran o s que se convierten luego en las hogazas b l a n c a s ... E l hom bre aquel, como perdido en ta l m ar decam po a b ie rto , guiando sus bueyes, ignorado, a b rie n ­ do surcos, le dió e n v id ia .. . H ubiese querido tro ca r su m ezquina vida con la de aquel o tro tranquilo la­ b ra d o r, inocente de dolores m entales y rem ordim ien­ tos refinados del e s p íritu . . . . . . Y la. im agen de aquel trozo de carne de su c a r­ ne, su h ijo , que se le fu é, no de un em pacho, no, sino por no hab er encontrado el cariño que necesitaba p a ra vivir, se le plantó a n te los ojos, le ocultó el p a isa je , p a ra posársele luego sobre el corazón, con peso de b r o n c e .. . Al volver a la ciudad, ya en su casa, c o n tin u a b a con la sensación de v id a que le d iera aquella lard e el cam po a b ierto , que ro tu ran , sudando-, los hom bres m ansos de buena voluntad. S in tió hastío por los libros. T en ía la necesidad de un h ijo a quien dedicarse, ya. que su ilustración li­ bresca, 1« im p o sib ilita b a p a ra todo tra b a jo , y, como m ovido por sus propios pensam ientos, describió a su m u je r sus sensaciones inflam ado m u g a ría s de vivir. L a bach iller sonreía con u n a »iraca de conmise­ ración . . . ’ ^ Debían- te n e r h ijo s p a ra cria rlo s y alegrarse con el dolor do su crianza, el trozo de am argada vida que lle v a b a n ... L a b achiller pensaba, en ta n to , en la fe ald ad que a c a rre a ría su em barazo, en las a rru g a s que re p o rta un» crianza, y según los libros— el debilitam ientocerebral, que lleg'aba a p a re ja d o a todo eso— con al­ g unas o-tras ccsillas; el tem or a s u frir, a m orir quizás. . . P o r esas razones que ap u n tó el m arido, olla sore sistía a ta l idea d escabellada y obtusa. E m pero, con ra b ia , con desesperación, aquella no­ che lo « n jen d ra ro n . ¡U n h ijo — p e d ia él— uno solo cu quien pueda d e ­ p o sitar yo m is esperanzas, inculcar 'mis ideas, h a­ cerlo reflejo mío, continuación de mi vida inútil en e sta tie r r a . . . Un h ijo , a quien q uerer de veras, p o r quién s u frir , por quien vivir. Siu un h ijo en quien p u rg a r el delito de aquella prim era c ria tu ra a b an d o ­ nada, su existencia no te n ía fin, ni explicación po­ sible. . . El h ijo no nació ¡p o b re eru d ito ! el h ijo no nació.. A esa enorm idad se opuso I-a bac-hiller con todas sus.fuerzas, con to d a s sus m añas. L os libros, esos te ­ rrib le s libros de Ciencia, le dieron la clave p a ra no d a r al m undo un ser por quien s u frir, a v ie jarse y m o rir. . . E l erudito— los libros olvidados en el -estante pol­ voriento— una- ta rd e otoñal se alojó u n a bala on el cerebro, aquel alm acén de co-sas sabias, de cosas, grandes, -de cosas bellas— que habíale ocupado t-oda su vida en llenarlo, en colm arlo de ciencia, de sab er, de erudición— polvoriento a hora todo, como los es­ ta n te s que a g o b ia la p olilla y destroza el ra tó n — y por el que m oría rom piéndolo con un cachito de plo­ mo, in ú til depósito éle ideas agenas, de v ulgaridad deotros, de vaciedades p o rten to sa s, que no hacían o tra cosa que e n fria rle la san g re, endurecerle el alm a„ d e rra m ar el c o ra z ó n .. . A la sem ana, la. b a ch ille r en letras, que le sentabasu t r a j e de luto a las m il m aravillas, resaltan d o ef som blante levem ente aceitunado; la bachiller que lle­ v a b a p u b lic a d as tre s ediciones de su notable libro— da b a u n a co nferencia estudiando «con g ra n acopio d'3 d ato s que dem uestran la erudición y el tale n to de la co n feren cista» — según decía un periódico— e stu ­ diando digo, la m ejo r m anera de c u id ar las m adres, a los h ijo s p a ra hacer de ellos, hom bres útiles a 1». sociedad, conscientes de sus debsres, y m ujeres ca­ paces de p e rp e tu a r la sublim e m isión de las m a­ dres ! . . . B erxardo G oxz Alez A r rili . www.federacionlibertaria.org OBRAS EN VENTA EN LA ADMINISTRACIÓN DE “IDEAS Y FIGURAS” * LA CRUZ (D ram a en 3 actos) . . . . $ 1.00 m /n SANGRE NUESTRA. . : ..........................» 2.00 » ALBERTO GHIRALDO por J u a n Mas y Pi » 0.50 » MARIA CLARA (Novela por M argarita A u d o u x ).......................................... » 1.00 » CRÓNICAS ARGENTINAS por A lberto G h ira ld o .......................................... » 1 . 0 0 » ALMA GAUCHA (D ram a en 8 actos y 6 cuadros) por A lberto G hiral­ do (2.a e d ic ió n ) ...........................» 0.50 1 LA COLUMNA DE FUEGO (I) ram a en 3 actos y 5 cuadros) por A l­ berto G hiraldo . . . . ’.................» 1 . 0 0 * En prensa: “MÚSICA faOHIB?DA ” por A lberto G hiraldo. Un volúmen de versos de 250 páginas. Precio del e je m p la r................................ , » 1.20 » Envío libre de porte a cualquier punto de la República. D escuento a los libreros y A gentes de ID E A S Y FIGURAS. Pedidos a la adm inistración de esta revista, calle TAGUA RT 900, Buenos Aires. A dm inistración de IDEAS Y FIGURAS: TACUARI 9 0 0 .— Bs. A ires. Núm. suelto, 2 0 ctvs. Im p. «A L B IN A », V ic to ria , 1287. www.federacionlibertaria.org