Biblioteca CF+S http://habitat.aq.upm.es Boletín CF+S No 54. Mayo 2013 La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Recurso electrónico disponible en HTML y PDF: http://habitat.aq.upm.es Licencia Creative Commons 3.0 España (cc by-nc-sa) Boletín CF+S ISSN: 1578-097X. Edita: Instituto Juan de Herrera. Dirección: Agustín Hernández Aja Mariano Vázquez Espí Consejo editorial: José Fariña Tojo José Miguel Fernández Güell Miguel Ángel Gálvez Gloria Gómez Muñoz Margarita de Luxán García de Diego Patricia Molina Costa Álvaro Sevilla Buitrago Isabel Velázquez Valoria Carlos Verdaguer Viana-Cárdenas No 54. Mayo 2013 La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Coordinación: Marian Simón Rojo Ana Sanz Fernández Eva Álvarez Carlos Girona Autores de los textos: Ajmeri Nusrat Shoma Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn Caroline Cage Doaa Abouelmagd Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez Julio D. Dávila y Diana Daste María José Castillo Couve Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah Equipo de edición: César Corrochano Barba Rebeca Fernández Yunquera Alejandro Rodríguez Sebastián Ana Sanz Fernández Biblioteca CF+S http://habitat.aq.upm.es Boletín CF+S 54. Mayo 2013 La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Ante el difícil reequilibrio de poder Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia— Caroline Cage . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Actores y prácticas en la producción de normativa urbana. Una perspectiva desde el desarrollo a escala humana para el caso de la ciudad de Buenos Aires— Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala— Moses Tukwasiibwe . . . Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia— Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah . . . . . . . . . . . Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi— Doaa Abouelmagd . . . . . . . . 7 25 37 53 67 De la supervivencia a la gestación de estrategias sinérgicas Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés— Ajmeri Nusrat Shoma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana. Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo— Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pobreza, participación y Metrocable. Estudio del caso de Medellín— Julio D. Dávila y Diana Daste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Producción y gestión habitacional de los pobladores. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile— María José Castillo Couve . . Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires— Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Noticias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . En la Red . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cartas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ISSN: 1578-097X. Edita: Instituto Juan de Herrera. 89 107 121 133 147 163 169 171 Editorial Marian Simón Rojo Madrid (España), marzo de 2013. Cuando un tercio de la población urbana de los países ‘‘en desarrollo’’ vive en tugurios, es difícil plantear un escenario optimista en el que el derecho a la vivienda y a la ciudad sean una realidad. Subyugados por la crudeza de las cifras, todavía en demasiados foros se entiende que la incapacidad para satisfacer las necesidades de alojamiento adecuado se debe a un problema de escasez de recursos. Pero ¿nos enfrentamos realmente a un problema de escasez? Para responder a esta cuestión es interesante asomarse a los datos, razonamientos y conclusiones del Informe sobre Desarrollo Humano 2006 del PNUD, titulado Más allá de la escasez: Poder, pobreza y la crisis mundial del agua. Con la vivienda sucede como con el agua: la escasez nace de la desigualdad en riqueza y poder, no de la disponibilidad física. Frente a la insistencia en la escasez a la que nos tienen habituados nuestros políticos y economistas, la teoría del Desarrollo a Escala Humana, propuesta por Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn se apoya en la utilización de recursos abundantes no convencionales, como la solidaridad, que se incrementan en la medida en que se comparten. Aprovechando que la teoría cumplía un cuarto de siglo, se celebró en octubre de 2011, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, el Congreso Anual N-aerus centrado en «La ciudad a escala humana», que resultó ser el germen del boletín que ahora ve la luz. Hablar de escala humana supone poner en el centro del desarrollo a las personas, auténticas protagonistas del proceso de satisfacción integral de sus necesidades. A través de varios de los artículos del boletín se puede hacer un recorrido desde las estrategias más básicas de supervivencia de los habitantes de las aceras en Daca (Bangladés), explicados por Nusrat Shoma, hasta la conquista de espacios de autogestión en la producción social del hábitat en Chile o Argentina, pasando por el reconocimiento por parte de los gobernantes de una deuda social en Bogotá, para desarrollar proyectos de mejora barrial en los que profesionales cualificados trabajan en estrecha colaboración con la comunidad. Como dejan patente prácticamente todos los artículos, es esencial hacer visibles las estructuras de poder que subyacen a la desigualdad urbana. Se analizan espacios de resistencia —que se repiten a lo largo de la historia y de la geografía— en unas luchas desiguales entre élites y pobladores, en las que la burocracia y los mecanismos del poder político y económico lastran las posibilidades de las personas con menos recursos para participar en los beneficios económicos de la ciudad. Doaa Abouelmagd, al presentar el caso de El Gran Cairo, nos recuerda el planteamiento de Polanyi sobre los tres modelos de integración económica que condicionan la manera de satisfacer las necesidades humanas: reciprocidad, redistribución e intercambios de mercado. No basta con asumir la limitada capacidad institucional para atender a las demandas crecientes de la población, es imprescindible relacionar esa limitación o ineficacia con la capacidad de las élites del poder financiero para imponer sus intereses por encima de los de la población, ya sea de manera directa (en connivencia con el poder político) o indirecta. En esta línea, desde Buenos Aires, Cabrera y Scheinsohn nos explican cómo las políticas de regulación estuvieron fuertemente determinadas tanto por una lucha de intereses (entre los poderes públicos y privados) como por una dinámica institucional que fue perdiendo paulatinamente —a través de las décadas— su legitimidad social y su capacidad para actuar de manera autónoma en resguardo del interés público. Analizar la realidad es el primer paso para entenderla y poder actuar. Para actuar, es necesario además dotarse de herramientas que permitan a los pobres defender sus intereses y superar su histórica situación de indefensión. Es lo que propone Tukwasiibwe en su artículo sobre herramientas para las negociaciones sobre el acceso a la tierra o sobre los desarrollos urbanísticos en los terrenos donde viven o desarrollan sus actividades los habitantes más pobres. No hay que olvidar que estos pobladores suelen partir de una situación de inferioridad en lo que se refiere al acceso a recursos y a conocimiento legal y técnico, con problemas de reconocimiento legal o anulación de sistemas de propiedad y uso tradicionales. Frente a estas carencias de los pobladores, Cage plantea el potencial de las organizaciones de pobres urbanos en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales. El caso de las organizaciones de Kisumu, en Kenia, le permiten señalar cómo pueden los pobladores aprovechar y enriquecer su capital social y político para incidir en la toma de decisiones institucionales que influyen decisivamente en sus condiciones de vida. Son procesos que no están exentos de conflictos internos, en los que juegan un papel clave las habilidades y capacidades de los interlocutores, los contactos y el apoyo en redes. 5 6 Editorial Por otra parte, a través de los casos de Brasil, Colombia, Argentina y Chile, Dimuro y de Manuel, Dávila y Daste, Castillo, Scheinsohn y Cabrera nos muestran cómo cuando se da un contexto favorable abierto a la participación, con estados permeables a las reivindicaciones de los pobladores organizados, las actuaciones tienen un mayor impacto, mejorando el bienestar de la población y dando pie al escalamiento de soluciones. En sus artículos podemos encontrar ejemplos de proyectos de mejora del entorno barrial, de acceso a vivienda y promoción económica, de huertos urbanos y de producción y gestión habitacional, que nos proporcionan suficiente material para reflexionar y para intentar trasladar enfoques exitosos de resistencia y gestación de alternativas basadas en la aplicación de satisfactores sinérgicos que contribuyen a avanzar hacia ese desarrollo a escala humana que preconizaban Max Neef, Elizalde y Hopenhayn. Porque, como nos recuerdan las luchas sociales en todo el planeta, hay que reequilibrar poder y riqueza. Conviene que en nuestras sociedades no lo perdamos de vista, para no claudicar ante la imposición política y económica de pseudosatisfactores o satisfactores inhibidores, de los cuales sabemos mucho en muchos de nuestros países, en Latinoamérica, sometidos a ajustes estructurales en décadas pasadas, o en el arco Mediterráno, acosado por los feroces recortes sociales de la actualidad. Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia1 Caroline Cage2 Madrid (España), 21 de octubre de 2011. Resumen: En 2005, Sattherthwaite y D’Cruz se atrevieron a afirmar que «actualmente, es posible que la iniciativa más significativa a favor de la pobreza en las áreas urbanas de África y Asia [. . . ] sea el trabajo de organizaciones y federaciones formadas y dirigidas por los pobres de las ciudades o los sin techo». El creciente número de ONG en zonas urbanas, unido a la presión sobre los gobiernos para incrementar la participación ciudadana en la toma de decisiones, ha hecho que las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) comiencen a ser reconocidas como un importante actor social civil en la toma de decisiones urbanísticas y su ejecución. Las federaciones de pobres urbanos como Slum Dwellers International (SDI) se han expandido rápidamente por los países en desarrollo. Al mismo tiempo las ONG han empezado a apoyar a grupos paraguas de las Asociaciones de Planificación de Vecindarios [Neighbourhood Planning Association] (NPA) como representantes de los pobres urbanos a largo plazo. En Kisumu, una de las ciudades de mayor crecimiento y foco de los enfrentamientos violentos tras las elecciones de 2007, tanto SDI como los grupos apoyados por ONG han empezado a actuar como representantes y coordinadores en diversas localidades. Sin embargo, hay diferencias entre las organizaciones que los apoyan, así como en su estructura y funcionamiento internos. Mientras que los grupos apoyados por ONG pueden parecer menos hostiles y, por ello, más indicados como mediadores frente a los actores (representantes) estatales locales, también pueden estar más influenciados por quienes financian a las propias ONG. Por lo tanto, ¿cuán representativos son? ¿Incrementan la solidaridad? ¿Cuánto influencian o son influenciadas por actores externos? Este estudio presenta las conclusiones más recientes de investigaciones sobre el capital social vertical y horizontal de SDI y los grupos paraguas apoyados por ONG en Kisumu, para analizar su efectividad como mediadores entre los socios externos y la comunidad. Palabras clave: Capital social; urbano; barriadas; ONG; gobernanza; planificación participativa. Introducción Este trabajo presenta un análisis de los efectos en el capital social de dos Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) de gran escala en Kisumu (Kenia) que permite concluir que las OPU pueden ser importantes actores en la construcción del capital político y social. El estudio muestra que ambas OPU son muy significativas a la hora de construir el capital social de sus miembros, la comunidad marginal más amplia en la que se establecen y sus conexiones con socios de desarrollo externos. No obstante, evaluando de la misma manera el impacto de las conexiones formadas con socios externos, se han hallado evidencias que apoyan la hipótesis de que mientras los medios urbanos pueden ser una buena oportunidad para la formación de organizaciones a gran escala, existe la necesidad de habilitar medios bien para apoyo estatal, bien para una cultura de acción colectiva. En los casos en los que esto no es posible, debe haber algún tipo de apoyo externo. Partiendo de la base de que existe la necesidad de dicho apoyo externo, el estudio concluye mostrando que las asociaciones entre OPU pueden tanto construir como destruir capital social. En consecuencia, como otros discursos sobre capital social, es necesaria una mayor consideración sobre las intervenciones que influyen en el capital social ya existente y cómo pueden afectar a las estructuras de poder tanto internas como externas a las OPU. Este trabajo se basa en el análisis de resultados iniciales de un estudio de cinco meses sobre dos OPU, la Slum Dwellers International (SDI) y la Neighbourhood Planning Association (NPA), que operan en dos comunidades marginales (Manyatta y Nyalenda) de Kisumu, Kenia. Durante el periodo de trabajo de campo, los datos fueron recogidos a través de observaciones in situ, entrevistas con inversores clave de las autoridades locales, ONG y otras organizaciones de comunidades situadas en áreas donde el estudio 2 London South Bank University. artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 1 Este 7 8 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Fuente: Dibujada por un participante de un grupo de NPA en Kisumu. Anónimo. Figura 1: Red dibujada por un participante Diagrama diseñado por ordenador. Elaboración propia. Figura 2: Modelo de redes para grupo de una unidad Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 9 se realizó para obtener una perspectiva general sobre cómo se veían las OPU desde fuera. Además, se utilizaron entrevistas a fondo junto con ejercicios de modelos de redes (véanse las las Figuras 1 y 2, entrevistas de grupos seleccionados y observaciones in situ para entender la percepción de los miembros de la OPU de cómo la información y los recursos llegaban hasta ellos a través de la organización y quiénes pensaban que eran los actores clave que se beneficiaban de esto. Capital social (y político) y su papel en la construcción de medios de vida sostenible en el contexto de comunidades de pobreza urbana Diagrama basado en modelos domésticos de Sanderson (2000). Elaboración propia. Figura 3: Versión de un modelo de medio de vida sostenible mostrando el capital social como uno de los cinco activos domésticos El capital social se considera uno de los activos clave necesarios para construir medios de vida sostenibles para el acceso a recursos y protección contra impactos y estrés (ver Figura 3). En especial, el capital social se considera importante como un mecanismo de defensa y red de seguridad en periodos de crisis (Landolt, 1996). Sin embargo, mientras se acepta de forma generalizada que el capital social es un activo importante, hay dudas sobre si en los entornos de pobreza urbana, a menudo heterogéneos y fragmentados, existe potencial para que el capital social horizontal se traduzca en un capital social vertical político en forma de acción colectiva a gran escala (Pelling y High, 2005) para ejercer presión sobre los sistemas de gobernanza urbana y para proporcionar oportunidades a los pobres urbanos para participar realmente en los procesos de toma de decisiones. Mientras que la importancia del capital social en el desarrollo está ampliamente aceptada, se sigue discutiendo sobre su definición, componentes básicos y, en consecuencia, sobre cómo pueden medirse o evaluarse (o si es posible hacerlo); si pueden construirse o utilizarse como recurso; y las implicaciones positivas y negativas de los actores externos que así lo intentan. Como con otros términos similares, el concepto de capital social y por lo tanto, su tratamiento en temas de desarrollo, fue originalmente acuñado en sociedades que no eran ni tan móviles ni estaban tan interconectadas como el mundo hoy en día. La noción de comunidad ya no se usa únicamente para identificar un área geográfica, sino que hay comunidades a todos los niveles y escalas, desde lo local a lo global, pasando por lo nacional. Ahora, la comunidad puede definir a cualquier grupo de personas que tienen algo en común, las comunidades de lugar son sólo uno de los cinco tipos de comunidades definidas por Hamdi (2004). Por ello, la evaluación de las conexiones que las personas forman dentro de estas comunidades, en los distintos papeles e identidades que se asumen en las sociedades, ha llevado a un gran debate sobre cómo el capital social debe definirse para incorporar tanto su estructura como su contenido, al igual que sus implicaciones en las dinámicas y jerarquías de poder en un contexto moderno. Este debate es particularmente relevante para las complejas formas de vida y asociaciones de la pobreza; e incluso más, para los múltiples niveles de asociación e influencia que pueden estar tanto fuera como dentro del alcance de la pobreza urbana (Cage, 2011). El capital social puede utilizarse para describir los vínculos formados entre dos o más actores en la sociedad y por ello, es importante definir la unidad de análisis en la que es evaluada. Así pues, en tanto que haya más de un individuo en un determinado grupo, habrá vínculos que puedan definirse como internos o externos a dicho grupo. Por lo tanto, los vínculos podrán ser internos, con una estructura de 10 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus vínculos dentro del grupo, o externos al grupo. Además, dentro de los grupos puede haber subgrupos que también tengan vínculos internos y externos importantes a tener en cuenta. Esto debe tenerse en cuenta especialmente en los medios urbanos, en los que resulta mucho más difícil definir comunidad en términos de localización geográfica. La definición de capital social utilizada debería hacerse en relación a la escala en la que se mida (individual, grupal, social, etc.). También debería definirse según sea concebida, en particular, según cómo se relaciona con la estructura y/u organismo (o contenido) de interacción social. Para el objetivo de este estudio, el capital social será entendido según la concepción original de Bourdieu, como beneficio potencial que pueda obtenerse al formar conexiones sociales en un contexto de estructuras de poder internas y externas relacionadas con dicha conexión. Mientras que algunas tienen poder, acceso y control, es inevitable que otras no lo tengan, de modo que las primeras puedan limitar a las segundas a la hora de obtener beneficios, como puede verse por la desigualdad en medios urbanos de diversas partes del mundo. Fuente: elaboración propia Figura 4: Ilustración de las diferentes formas de capital social Uniendo/conectando capital social Los vínculos pueden entenderse como unión de capital social o conexión de capital social (ver Figura 4). Aunque los conceptos de capital social como unión y como conexión puente se han utilizado de diferentes maneras, para el presente estudio se va a considerar la diferencia entre unión y conexión, entre capital social interno y externo (al que a veces se refiere como enlace) en términos de estructuras sociales tangibles e intangibles. Es decir, el capital social como unión y conexión se empleará para describir la inclusión o exclusión de estructuras sociales intangibles que forman las personas, mientras que interno y externo se utilizará para describir la relación de las personas, si son miembros formales o no, de grupos y asociaciones tangibles. En lo que se refiere los grupos estudiados, interno y externo podría definirse como interno y externo a las Organizaciones de Pobres Urbanos (OPU); pero también como interno y externo a los grupos que forman las redes de dichas organizaciones. Unión y conexión se referirá a aquellos que son similares dentro de la comunidad y a aquellos que están más marginados; es decir, mujeres, jóvenes, inquilinos y tribus menos dominantes. El capital social de unión se refiere a la homogeneidad o vinculación entre personas que son similares, un grupo podría definirse por su cultura, género, etnia, etc., y que se desarrolla habitualmente en comunidades pobres como mecanismo de defensa (Pelling y High, 2005). De esta manera, el capital social de unión sería una de las formas más comunes de capital social en medios urbanos (Landolt y Portes, 1996). Sin embargo, como se ha demostrado en los conflictos actuales entre grupos étnicos diferentes, el capital social de unión puede generar resultados negativos si el objetivo de dichos grupos no se comparte (Titeca y Vervisch, 2008). Los grupos que se han unido, o que mantienen un enfoque independiente, son más propensos a convertirse en excluyentes y ejercer normas de degradación entre sus miembros (Landolt y Portes, 1996). A pesar de que un capital social de unión puede fomentar confianza entre sus miembros (Serra, 2012), por sí solo, no puede facilitar la formación de grupos inclusivos a gran escala que puedan ser la base de acciones colectivas (Pelling, 1998). Por el contrario, el capital social de conexión da cuenta de la heterogeneidad o los vínculos entre los miembros de un grupo y aquellos que están fuera o son extraños a dicho grupo. Como en la teoría de agujeros de estructuras de Burt, aquellos que sirven de puente (conexión) entre grupos son de gran valor ya que incorporan nueva información y oportunidades. Sin embargo, la desventaja podría ser que aquellos que actúan como puentes Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 11 suelen ser aquellos que ya tienen posiciones privilegiadas dentro de la sociedad. De modo que el papel de puente entre los grupos podría aumentar su capacidad para abusar de esta posición de autoridad. Capital social vertical (político) Otros aspectos clave, relacionados con lo que se denomina como interno y externo, son los conceptos de capital social horizontal y vertical (o político, véase Figura 4). El capital social vertical puede definirse como los vínculos entre miembros del mismo estrato social, mientras que capital social vertical serían los vínculos entre miembros del mismo estrato social y aquellos que se encuentran en un estrato superior (Mckenzie y Harpman, 2006). Esto es especialmente importante en relación con el estudio de capital social dentro de OPU, ya que uno de los papeles principales en la comunidad es el de establecer un puente entre la comunidad y los socios de desarrollo, por lo que la naturaleza del capital social vertical y horizontal tiene una gran importancia. Primero, cómo se vinculan con el resto de la comunidad (capital social horizontal), cómo transfieren los beneficios de las conexiones con aquellos que están en un nivel superior y, por último, cómo les influencian estos dos tipos de relaciones. Aunque existe un consenso general en lo que se refiere a los potenciales beneficios de un conjunto de capitales sociales de unión, de conexión y de vínculo (o vertical), también se han identificado los riesgos de un descenso en la confianza (Pelling y High, 2005), dando lugar a un aumento en la probabilidad de casos de parasitismo y malversación de recursos (Olson, 1971) en los que los pequeños grupos con altos niveles de capital social de unión se transforman en grupos más grandes con mayor capital vertical. Por otra parte, se ha sugerido que los niveles de máxima eficacia para el beneficio en desarrollo de esta combinación pueden variar según los diferentes contextos (Titeca y Vervisch, 2008). La capacidad de las personas para organizarse de forma colectiva no sólo depende de las reservas de capital social horizontal, sino también en la relación entre comunidades de pobreza urbana, el Estado y la influencia de actores terceros en la conversión de capital social horizontal en vertical político necesario para instigar una transformación en los actuales sistemas de gobernanza desiguales. Un papel de mayor protagonismo en la gobernanza para las organizaciones de la pobreza urbana, pero ¿pueden actuar de forma autónoma fuera del medio adecuado? Desde el cambio de siglo, uno de los cambios más grandes en términos de desarrollo ha sido el reconocimiento en el papel que juegan las OPU y especialmente en el desarrollo urbanístico. A pesar de que la participación de la comunidad ha sido el término de moda, ahora son las comunidades urbanas y, en particular, las comunidades de la pobreza urbana las que han crecido hasta el punto de dejar de ser pequeños grupos locales trabajando con asociaciones para el desarrollo. Se han convertido en federaciones de la pobreza con redes que llegan a cientos de personas a nivel local, nacional e, incluso, internacional. Mientras que en el pasado el poder de decisión estaba en manos del gobierno o asociaciones internacionales, actualmente son los habitantes de zonas marginales quienes se organizan a una escala que no sólo tiene influencia en la toma de decisiones, sino que también pueden ser accionistas clave que ejerzan presión y realicen proyectos a través de recursos comunes. Las OPU empiezan a ser reconocidas como importantes actores civiles en potencia para decidir y llevar a cabo decisiones (Carolini, 2007), así como la auténtica voz de la pobreza (Nyamugasira, 1998). En países donde existe un estado que puede servir de apoyo o una sociedad civil fuerte, la pobreza urbana puede, por sí misma, empezar a formar organizaciones a gran escala basadas en la comunidad —Organizaciones de base comunitaria (OBC), Community based organizations (CBO) por sus siglas en inglés— que defiendan sus propios intereses (d’Cruz y Satterthwaite, 2005). En estos países, un estado que les respalde no sólo puede dar el marco legislativo para su participación, sino también dotarles de los mecanismos que sirvan de apoyo para que hagan respetar sus derechos (Heller, 2001). Aunque aún queda camino por recorrer en la mejora de estos mecanismos y, así, conseguir un mayor grado de influencia de la pobreza urbana. Países como Brasil, India y Sudáfrica han conseguido un progreso significativo en la integración de los residentes de zonas marginales en el urbanismo y en las decisiones sobre desarrollo de infraestructuras. El creciente potencial de la pobreza para establecer OBC y defenderse en los procesos de urbanismo pone en duda la necesidad de apoyo por parte de actores externos. En particular, se plantea el papel que tienen las ONG como representantes de la pobreza (Nyamugasura, 1998 y d’Cruz y Satterthwaite, 2005). Sin embargo, mientras que éste puede ser el caso en países con un gobierno en el que apoyarse y/o una sociedad civil fuerte, en muchos otros ambos o uno de estos dos apoyos no existe y el progreso ha 12 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Fuente: elaboración propia Figura 5: ¿Pueden las ONG capacitar a la sociedad civil y actuar de puente entre ésta y el Estado? sido mucho menor. A pesar de que puede haber un potencial institucional para que los residentes de zonas marginales defiendan sus intereses en los procesos de urbanismo, las comunidades pueden no tener la suficiente capacidad o cohesión para apoyar dichos procesos (Heller, 2001). En otras palabras, el capital social entre la pobreza urbana no es suficiente para que hagan valer sus derechos legales. En estos casos, tendrían que ser las ONG quienes capacitaran a los residentes de zonas marginales, especialmente la reserva y el tipo de capital social para que puedan defenderse. Por lo tanto, ¿es esto posible en un contexto de sociedad civil fragmentada? (véase Figura 5). ¿Quién debe representar a la pobreza urbana? Estudios de proyectos anteriores que tenían como objetivo construir capital social han concluido que, en vez de construir nuevo capital social, han confiado en el capital social existente, fortaleciendo las jerarquías existentes, de modo que no llegaban a las comunidades más vulnerables (Carvalho y White, 2004). Al mismo tiempo, cómo se gestionan los donativos y la escala de tiempo que impera han llevado tanto a las ONG del Norte como a sus homólogos del Sur a centrarse en proyectos a corto plazo con resultados tangibles, más que en el proceso de construcción de comunidades (Nyamugasira, 1998). A pesar de que las ONG pueden estar bien situadas para apoyar el desarrollo de OPU, han aumentado las críticas sobre la influencia de las organizaciones mundiales de donativos en las relaciones entre las ONG del Norte y del Sur (Porter, 2003), y cómo ésta influencia sus intervenciones en el desarrollo de las redes de capital social en las comunidades (Beall, 2001). En contraste con los términos a corto plazo de los proyectos tradicionales de las ONG, muchas de las OBC a gran escala formadas recientemente se centran en un enfoque de construcción de capital social más flexible, sostenible y que puede dar más oportunidades a través de microfinanciación y grupos de crédito y ahorro. Algunas ONG también están empezando a adoptar este enfoque. Ahora, algunas de ellas se centran en el desarrollo de capital social comunitario y de instituciones y mecanismos que permitan a la comunidad actuar como sus propios defensores en el proceso de desarrollo participativo mencionado anteriormente, incluso cuando no existen facilidades por parte del Estado. Sin embargo, a pesar de haber sido criticado por su tendencia a pasar por alto los temas de poder y control en las comunidades (Fine, 2003), el interés creciente en capital social por parte de los donantes también puede presentar una oportunidad para que las ONG promuevan más financiación a largo plazo y construyan capital social en áreas consideradas débiles, especialmente en contextos en los que el Estado no las respalda. Federaciones de pobreza urbana como Slum Dwellers International (SDI) se han expandido rápidamente por países en vías de desarrollo, con redes de OPU conectadas a ellas. Su relativa autonomía significaría que pueden «negociar mejor con el Estado y apoyarse las unas a las otras para responder mejor a las necesidades de sus miembros» (Beall y Mitlin, 2001). La capacidad de estos grupos de redes para vincular el capital social horizontal existente en la comunidad, más enfocado en procesos a largo plazo que en productos a corto, puede favorecer el aumento de la solidaridad dentro de la comunidad, así como estrechar el vínculo entre ellos y con el resto de la red internacional de habitantes marginales. En otras palabras, las redes de SDI pueden estar mejor posicionadas para apoyar el desarrollo de asociaciones que satisfagan la necesidad de nuevas «políticas de desarrollo radicales» (Hickey y Mohan, 2005). Sin embargo, también puede ocurrir lo contrario y que su posicionamiento sea menos idóneo para establecer los vínculos necesarios para procesos de toma de decisiones: que dicha posición en la comunidad, las estructuras de poder internas y las políticas asociadas a la misma puedan tener efectos negativos en la sostenibilidad de estos grupos a largo plazo. Además, al igual que ha sucedido con las Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 13 críticas al uso del término capital social por parte de las organizaciones de donativos, se han criticado de forma similar los sistemas de ahorro y crédito establecidos por las OBC y ONG. Se considera que servirían para fortalecer las jerarquías existentes y las relaciones entre patrocinadores y clientes en el seno de comunidades de pobreza, de manera que en ningún caso llegarían hasta los más necesitados y vulnerables (van Bastelaer, 2000 y Mayoux, 2001). Por consiguiente, este estudio pretende llegar a una compresión más exhaustiva del capital social de dos tipos de OPU diferentes en Kisumu (Kenia) en las zonas marginales de Manyatta y Nyalenda. Estas barriadas fueron construidas y/o reforzadas básicamente a través de ONG (NPA) externas o por medio de las federaciones de habitantes de barrios marginales de Kenia (Muungano Wa Wanavijiji). Con el análisis de estos dos tipos de OPU se espera comprender mejor la manera en que estos dos tipos de organizaciones se estructuran en este área, según las relaciones y conexiones que facilitan, y cómo pueden afectar positiva o negativamente tanto a sus miembros como al resto de la comunidad. Así, se podrá recabar información útil para las futuras intervenciones para el desarrollo que tengan como objetivo construir capital social. Contexto: capital social en Kenia En las sociedades africanas, el comienzo de la vida en asociaciones se identifica con la élite relacionada con conferencias a nivel nacional y el trabajo de ONG y OBC en observatorios de derechos humanos, asegurando elecciones legislativas justas, y en la base de grupos de ahorro de mujeres y artesanos (Bratton, 1994 y Watson, 2002). La proliferación de métodos de comunicación públicos y la expansión de las nuevas tecnologías de comunicación, especialmente en zonas urbanas, ha abierto nuevos caminos para la diseminación de noticias locales e internacionales, de información y de valores políticos incluso en aquellos países en los que el propio gobierno ha intentado censurarlas. Esto ha proporcionado el potencial necesario para instigar el cominezo de acciones colectivas y de la oposición a regímenes opresivos (Watson, 2002). No obstante, algunos especialistas han observado falta de conexión entre el nivel de la sociedad civil en su conjunto (macro) y niveles más específicos (micro). A pesar del evidente crecimiento de la cultura política, aún hay un importante desinterés en la participación política, pues no se cuestionan las normas democráticas y gubernamentales. Se han abolido los regímenes autocráticos de un solo partido, pero en muchos países africanos la cultura política sigue estando dominada por el neopatrimonialismo de estructuras de poder excesivamente centralizadas y la corrupción política en el uso de recursos públicos para intereses personales (Bratton, 1994 y Watson, 2002). Ha aumentado el número de movimientos sociales y OBC, pero aunque esto sea señal de un fortalecimiento de la sociedad civil, aún existen evidencias de que la estructura de dominación y liderazgo se repite en muchas de las organizaciones que forman dicha sociedad civil (Watson, 2002 y Okello, 2010). La participación aún se considera en términos de relaciones entre patrocinadores y clientes, y las organizaciones suelen estar dirigidas por un representante, de tal forma que no se fomentan los vínculos horizontales dentro de la comunidad. Los lazos entre la sociedad civil y el gobierno están altamente comercializados en su origen, poniedo seriamente en duda la posibilidad de una autonomía política en la sociedad civil de África (Watson, 2002). Como apuntó Hyden, la vida en asociación no se traduce necesariamente en sociedad civil, ya que las «asociaciones en países africanos son mucho más realistas y se centran en acciones concretas en un contexto local, esperando —o pidiendo— un comportamiento interactivo flexible con el objetivo de reforzar la lealtad». Según Hyden, esto se traduce en buscar resultados tangibles en lugar de en fortalecer la sociedad civil, no sólo en las organizaciones de base, sino también en las organizaciones que las apoyan. De esta manera, aunque se centren en cambiar las estructuras de poder marginalizadoras —género, juventud, etc.—, hasta ahora no se ha prestado suficiente interés en aumentar la capacidad cívica de las comunidades para que se comprometan a nivel de conjunto (macro) (Hyden, 2006). En Kenia, desde la transformación política de múltiples partidos en 1992, se ha conseguido un gran progreso aumentando la participación de organizaciones de la sociedad civil en forma de «ONG, iglesias,organizaciones profesionales, organizaciones comunitarias y sindicatos» y a través de ella incrementan la presión en aquellos que ostentan la responsabilidad de posiciones de poder (Okello, 2010 y Musembi, 2010). Sin embargo, el mismo estudio también concluye que mientras «los programas de CBO para la capacitación política han tenido éxito a la hora de fomentar el civismo, enseñar habilidades políticas y alimentar la capacidad y el deseo por parte de las organizaciones comunitarias para controlar los abusos de poder a nivel local [. . . ]. [Sin embargo] sólo han conseguido un éxito relativo en lo que se refiere a mejorar la autonomía y sostenibilidad de la vida en asociaciones comunitaria y han fracasado en la mejora de la calidad e igualdad de representación de los intereses en la gobernanza local» (Musembi, 2010). De esta manera, como da a entender este estudio, existen pruebas de la falta de conexión entre los sistemas 14 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus de gobernanza comunitarios y los superiores. En otras palabras, mientras que la responsabilidad en altos cargos en Kenia mejora, esto no se traduce en una responsabilidad o igualdad a nivel comunitario. Fuente: fotografía de la autora Figura 6: Vista de una de las zonas marginales en Kisumu Kisumu es la tercera ciudad más grande de Kenia, situada al lado del lago Victoria al Oeste del país. Un estudio llevado a cabo por Naciones Unidas (2005) concluyó que «a pesar de la gran cantidad de recursos naturales de los que dispone, Kisumu registra uno de los niveles más altos de pobreza de Kenia, agravado por un aumento pronunciado del sector informal en contra del colapso o retroceso del crecimiento del sector privado como telón de fondo» (Naciones Unidas, 2005). El informe constataba que el 60 % de la población vivía en asentamientos informales, con un 48 % de la población urbana dentro de los umbrales de la pobreza absoluta, en comparación con el 29 % de la media nacional. La Figura 6 muestra una escena típica de las zonas marginales en Kisumu, donde se llevó a cabo el estudio. En 2007, Kenia mostró las tensiones étnicas subyacentes del país durante los enfrentamientos violentos tras las elecciones. Las manifestaciones de violencia fueron más intensas en las zonas marginales del país, especialmente en Kisumu, donde la mayoría de los residentes pertenecen a la tribu Luo del opositor que mostró su frustración tras los resultados de las elecciones. Desde las muestras de violencia postelectorales se ha conseguido reparar en gran medida el daño causado, pero los recuerdos están aún muy presentes entre los habitantes de la ciudad. No obstante, ha habido grandes inversiones externas en la zona para intentar mejorar sus condiciones, y aunque la violencia tras las elecciones da cuenta de una comunidad dividida —como se discutirá en la próxima sección— existe un número creciente de grupos de comunidades en las zonas marginales de Manyatta y Nyalenda (entre otras) en Kisumu. Además, desde los acontecimientos de 2007, se ha redactado una nueva constitución y se han realizado grandes esfuerzos para llevar a cabo reformas que redundarán en la distribución de más recursos y poder a nivel local, lo que al mismo tiempo dará más oportunidades para la participación ciudadana en la toma de decisiones. El capital social existente en la comunidad Los representantes del departamento de servicios sociales estimaron que sólo en el área de Manyatta debían existir alrededor de 500 grupos registrados. En Kenia, registrarse en el departamento de servicios sociales es un requisito legal para todos los grupos y, aunque hay muchos que no lo hacen, la mayoría se registran para tener acceso a oportunidades de financiación, al igual que por seguridad a la hora de arbitrajes en casos de disputas. Gran parte de los que se registran en el departamento de servicios sociales son grupos de autoayuda. Suelen tener entre 20 y 30 miembros y se forman en torno a un área de interés específico para sus miembros. Por ejemplo, muchos grupos de mujeres se forman para apoyar un sistema de ahorro continuo en los que se turnan para hacer un fondo común con sus finanzas para que uno de los miembros pueda utilizar esta suma para comprar objetos domésticos, etc. Otros grupos se forman en torno a negocios o como grupos de apoyo para miembros vulnerables de la comunidad. La mayoría tiene algún tipo de plan de ahorro y préstamo entre sus miembros. Existen tres tipos de grupos de autoayuda registrados en el departamento de servicios sociales: grupos de juventud (el 70 % de los miembros han de ser jóvenes), grupos de mujeres (el 70 % de los miembros y todos los líderes han de ser mujeres) y grupos de autoayuda más generales (miembros mixtos). El gobierno pone a disposición medios de financiación específicos en forma de créditos para mujeres y jóvenes, a los que pueden acceder a través del departamento de servicios sociales, una vez que el grupo se ha registrado por un periodo de un año. Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 15 El paso siguiente a los grupos de autoayuda son las organizaciones basadas en la comunidad (OBC). Estos son grupos más grandes (de cincuenta miembros o más) que suelen evolucionar de grupos de autoayuda más pequeños. Mientras que el enfoque de los grupos de autoayuda —como bien indica su nombre— se centra en incrementar el bienestar de sus miembros, el objetivo de una OBC es más amplio: el bien común de la comunidad. En consecuencia, podría decirse que mientras que los grupos de autoayuda tienen una visión más introspectiva, las OBC son de naturaleza extrínseca. Muchas de ellas actúan como grupos paraguas, representando a una proporción más grande de la población con muchos grupos de autoayuda afiliados a ellos. La mayor ventaja de las OBC es que pueden iniciar proyectos a mayor escala ya que disponen de una base de recursos más sólida. Además, están reconocidas por el gobierno como vínculo con la comunidad, por lo que pueden acceder a financiación específica y licitaciones públicas. Del mismo modo, están vinculadas a asociaciones externas que, a través de ellas, podrían acceder a la comunidad. En algunas ocasiones, una vez que los grupos forman OBC y su base de recursos crece, se crean instituciones de microfinanciación para el ahorro y el préstamo a grupos e individuos externos, además de para ellos mismos. El mayor escollo de todos estos grupos era un liderazgo pobre. A menudo, quienes ostentaban el papel de líderes eran los más instruidos y aventajados de la comunidad, quienes acababan abusando de su posición de autoridad malversando los fondos o recursos. Esto fue una práctica recurrente y la principal causa de disputas entre los grupos. Se observó que, como las OBC solían estar formadas por grupos de autoayuda más pequeños, los puestos de liderazgo se mantenían, pero sin una preparación adicional para lidiar con las dificultades de manejar un grupo mucho mayor. A medida que los grupos aumentaban su tamaño, las disputas entre sus miembros empezaron a ser más frecuentes, ya que se formaban facciones con puntos de vista divergentes sobre la gestión y el objetivo del grupo. Debido a esto, también era frecuente que los grandes grupos se dividieran en otros más pequeños una vez que alcanzaban un tamaño determinado. Uno de los problemas más importantes que se detectaron tanto por los miembros de la comunidad como por los actores entrevistados, fue la presencia de grupos y organizaciones comunitarios que en realidad eran organizaciones fantasma o de maletín. En otras palabras, el grupo registrado o bien funcionaba durante un corto periodo de tiempo y se colapsaba, o bien no era un grupo en funcionamiento sino que sólo existía sobre el papel para que sus dirigentes pudieran acceder a la financiación. Para tratar de evitarlo, los funcionarios de los servicios sociales intentaron hacer un seguimiento de la actividad de los grupos, pero sus recursos para llevarlo a cabo eran limitados. Muungano y las asociaciones de planificación de vecindarios Existen tres APV en distintos emplazamientos de Manyatta y Nyalenda, uno para cada localidad (Manyatta A y B y Nyalenda A y B). Tres de las cuatro asociaciones para la planificación de vecindarios se establecieron en 2009, mientras que la restante se formó a partir de asociaciones de residentes que ya existían con anterioridad. Las APV están constituidas por un comité a nivel local conectado a grupos de unidades o representantes. Junto con esta estructura central existen unidades de trabajo en torno a una serie de áreas de desarrollo claves. Éstas pueden varían según las unidades o las localidades, pero algunos ejemplos serían las de alcantarillado, canalización, energía, gestión de residuos sólidos, etc. Existen representantes de los grupos de trabajo a nivel de unidad y local quienes actúan como comités asesores para estos temas según sus respectivas áreas, al mismo tiempo que coordinan las actividades relacionadas. El propósito de las APV es entender las necesidades de la comunidad de tal manera que puedan representarles frente a asociaciones para el desarrollo, al igual que coordinar las actividades con el objetivo a largo plazo de mejorar las condiciones de vida. Las redes de Muungano han existido durante varios años (no se conoce la fecha exacta de su formación) y son parte de una red más amplia que extiende por todo Kenia y más allá de sus fronteras. Hay una red local tanto en Manyatta como en Nyalenda, pero la red de Manyatta se exiende más allá de sus límites y abarca las áreas de Kajula y Kibos. Cada red la conforman un cuerpo paraguas al que se han unido grupos de autoayuda. En el sitio web de Pamoja Trust se consigna que «ante todo, Muungano organiza comunidades en torno a los temas que les afectan y se movilizan con financiación diaria de planes de ahorro, realizan censos llevados a cabo por la comunidad, promueven la enseñanza y el intercambio entre asentamientos a través de contactos y proyectos de viviendas e infraestructuras periódicos». Mientras que en otras partes de Kenia se centran en la ocupación segura de los habitantes de zonas marginales, en Kisumu no es un tema de gran importancia, ya que la mayor parte de la tierra pertenece a los residentes. Por este motivo, su visión se centra en suministrar los servicios y comodidades básicas con el objetivo adicional de dotar a los miembros de financiación a través de grupos de ahorro y préstamo. 16 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Por consiguiente, el propósito de Muungano es muy similar al de las APV en tanto en que representan las necesidades de la comunidad e intentan mejorar los servicios básicos. Sin embargo hay muchas diferencias clave entre las organizaciones. Primero, la trayectoria de Muungano ha estado más dirigida hacia la presión y la defensa; mientras que en otras áreas el objetivo era la integración en las estructuras de decisión existentes dentro de la autoridad local, más que actuar como un grupo autónomo. Los antiguos funcionarios eran miembros honoríficos de los comités locales y en otra área de Kenia las APV se integraron más en la estructura de toma de decisiones de la autoridad local. En comparación con las APV que se establecieron —o fortalecieron— para ser estructuras en la comunidad a largo plazo enfocadas al desarrollo en su área, los grupos de Muungano se crearon con un enfoque similar, pero con una red (o movimiento social) menos rígida y con el objetivo adicional a corto plazo de proveer a sus miembros de grupos de ahorro. De tal manera que, a su vez, esto contribuye a alcanzar las metas a largo plazo de la red. Hay ventajas y desventajas en las estructuras de ambos grupos, que se discutirán en la siguiente sección. Comparación del capital social de las dos organizaciones Capital social horizontal Uno de los factores clave para ambas organizaciones en la participación de los miembros de la comunidad en las redes de los grupos fue la localización de las reuniones. Si las reuniones se celebraban a gran distancia, entonces los miembros acudían con menor regularidad o no acudían. Para ambas organizaciones, tener un lugar fijo de reunión en una localización clave de la zona (por ejemplo, en una ruta principal entre los asentamientos) para las reuniones de mayor orden —es decir, para toda la organización— suponía una gran ventaja, ya que la comunidad estaría más enterada de las concentraciones y así aumentaría la confianza en la sostenibilidad del grupo. La flexibilidad para hacerse miembro en Muungano (cualquier grupo podía unirse a su red pagando una cuota y contribuyendo al crédito) supuso que muchos más grupos se unieran a la red. La posibilidad de que esta tendencia continúe aumenta a medida que se va dando a conocer y la red se expande. Sin embargo, mientras que los grupos de ahorro pequeños se establecían y celebraban sus reuniones donde más les convenía a sus miembros, había mayor concentración cerca de los lugares donde se llevaban a cabo las reuniones de las redes más extensas, por lo que los grupos más alejados tenían dificultades para acudir. Se sometió a debate que algunos grupos se separaran de la red predominante para formar redes más pequeñas que pudieran reunirse en un lugar más conveniente para los grupos miembros. Como los grupos de las APV están formados en torno a una localización, sólo un número determinado de sus grupos pueden unirse al resto de la comunidad (por cada unidad), de modo que la organización tiene más limitada su expansión. En consecuencia, el hecho de que los grupos de Muungano cubran una mayor extensión y su flexibilidad a la hora de convertirse en miembros ha supuesto una distribución desigual de los grupos conectados a la asociación. El lugar fijo de reunión de la APV para las unidades de menor nivel implica que los grupos están distribuidos de una manera más uniforme por toda la zona. Ambas organizaciones sufrieron la desconfianza de la comunidad en algunos grupos. Se observó que había un sentimiento generalizado de desconfianza respecto a las intenciones del grupo, al igual que una sensación de que cuanto más se prolongara la existencia del grupo, más difícil resultaría formar parte de dicha entidad. El sentimiento de desconfianza también se debía al fracaso de grupos anteriores, bien por desacuerdos entre sus miembros, bien por la mala gestión de los recursos del grupo por parte del líder —lo que ocurría a menudo—; o incluso peor, como la cooptación de los miembros del grupo para su propio beneficio. La evolución natural de los grupos, como la describen los representantes de los servicios sociales, era que si el grupo excedía su tamaño óptimo (unas 20–30 personas) su gestión se hacía cada vez más difícil y acababa dividiéndose. Por su naturaleza, la estructura limitada de las APV no admiten el crecimiento de sus grupos, ya que tienen un número limitado de grupos pequeños en cada zona. Resultaría muy difícil que aumentaran en tamaño manteniendo la confianza, por lo que su habilidad para expandirse está muy limitada. Por el contrario, la estructura de Muungano fomenta la unión por grupos de sus miembros a la estructura paraguas global. En otras áreas de Kenia se les da más importancia a los miembros individuales. El tipo de unión anterior da mayor flexibilidad a los grupos a la hora de formarse, crecer, dividirse, etc. y siguen el curso natural que el capital social parece tener dentro de la comunidad. Al mismo tiempo, se mantiene el vínculo con la estructura paraguas de Muungano, ya que sus miembros ahorran de manera individual. El diagrama de la Figura 7 ilustra las diferencias entre las estructuras de las dos organizaciones. Mientras que las redes de las comunidades de la APV se forman en torno a la localización (un grupo en cada unidad), las redes de Muungano son más abiertas y flexibles (abiertas a todos los grupos de la Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 17 Fuente: realización propia Figura 7: Ilustración de la estructura de Muungano frente a la estructura en un área de Kisumu comunidad), y suelen conseguir más adeptos a través de las redes de los miembros que ya pertenecen a ella (según sus intereses, amistades, familia o trabajo). Por este motivo es por lo que están más abiertas a que los grupos formen y creen una identidad propia, al mismo tiempo que siguen siendo parte del resto de la red. Por consiguiente, mientras que las redes de Muungano vinculan mejor el capital social existente y llegan a mayor número de personas, el área que cubren y el enfoque de las APV basado en la localización asegura una distribución de sus miembros más uniforme por toda la zona. Capital social interno de unión y conexión Durante los esfuerzos de las ONG para intentar la participación —y asegurarla— de grupos marginalizados en la formación de las APV, destacó una mayor participación de las mujeres tanto en grupos pequeños, como en otros más grandes, de la red de Muungano. Una mayor implicación de la facción femenina en el liderazgo de altos cargos puede deberse a una mayor participación en grupos más pequeños. Como se ha mencionado anteriormente, los grupos de mujeres y jóvenes son formas comunes de grupos de autoayuda, y hay un gran número de ellos que forman parte de la red de Muungano. Por lo tanto, como las mujeres y jóvenes ostentan puestos de liderazgo en grupos pequeños, es de esperar que vayan adquiriendo confianza para desempeñar dichos cargos a más alto nivel (por ejemplo, una de las mujeres a las que entrevisté en mi primera visita era secretaria de un grupo de mujeres; cuando regresé había ascendido a representante sindical de la zona). Sin embargo, ya que las redes de Muungano tienden a expandirse gracias al boca a boca de sus miembros, puede que haya un riesgo mayor de exclusión continuada para aquellos que ya han sido excluidos de las redes sociales de dichos miembros (parece haber una fuerte red formada a través de conexiones de pastores en la comunidad de una de las redes de Muungano). En consecuencia, ambos grupos corren el riesgo de volverse excluyentes: Muungano por su uso de redes ya existentes y las APV por su inflexibilidad. Como ya mencionamos en la sección anterior, los grupos de autoayuda se forman, en su mayoría, enfocándose en las necesidades de sus miembros, antes que en las del resto de la comunidad y por ello tienden a una naturaleza más introspectiva. No obstante, el tamaño de los grupos de autoayuda, al igual que su formación en torno a un área de intereses, favorece la construcción de vínculos sociales más fuertes entre sus miembros. Por otro lado, también presenta oportunidades para que grupos, que de otra manera quedarían excluidos, se apoyen (por ejemplo, grupos de mujeres o jóvenes). Cuanto más fuerte sea el capital social de unión (o confianza) entre los miembros del grupo, mayor será la confianza para actuar y tomar decisiones de forma conjunta. Del mismo modo estarán más abiertos a compartir información que puedan recabar en otros contextos. Por consiguiente, aunque estos grupos puedan ser más introspectivos y homogéneos entre ellos, cuando están conectados con una red mayor tanto de grupos homogéneos como heterogéneos, existe mayor potencial para que cambien las jerarquías y normas sociales que afectarían negativamente a sus miembros (Gregson et al, 2004 y Narayan, 1999). El hecho de que el enfoque de los grupos unitarios de APV sea más extrovertido, debido a su formación como representantes de la comunidad, puede ir en detrimento de la cohesión del propio grupo. Se observó que los grupos de mayor éxito eran los más activos respecto a las actividades de ahorro y préstamo, en lugar de si eran más o menos activos en las actividades para el desarrollo de la comunidad. Esto ocurría de forma similar en los grupos de apoyo formados en torno a áreas para el desarrollo: los más activos eran aquellos creados para una actividad prolongada (por ejemplo, grupos de gestión de residuos). Por ello, se destaca que los grupos tienen más éxito a nivel local, en zonas donde se organizan en torno a un 18 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus interés común y, en especial, donde dicho interés está relacionado con actividades que generan ingresos o, de forma similar, como grupos de apoyo para miembros específicos de la comunidad (mujeres y jóvenes). El efecto de la pobreza en el capital social de unión y conexión Como se ha mencionado anteriormente, los grupos unitarios de APV que han creado sistemas de ahorro y crédito con éxito han registrado un aumento en participación y se consideraban más exitosos. Sin embargo, también se dieron casos en los que había miembros que sólo acudían para beneficiarse de los ahorros y préstamos y no se comprometían con otras actividades del grupo. Todos los grupos de Muungano practicaban actividades de préstamo y ahorro, por lo que parecen menos dependientes de las ONG para sustentarse. No obstante, en las conversaciones con los servicios sociales, se descubrió que la principal causa de conflicto entre los grupos era la malversación de fondos por parte de los líderes. Incluso se observó un gran número de divisiones causadas por la mala gestión de fondos o recursos por parte de los líderes en los grupos de Muungano a todos los niveles de la organización. Además, al tener que aportar algún tipo de contribución a ambos grupos para afiliarse, se excluyó a los miembros más pobres de la comunidad —para más información sobre este tipo de exclusión consultar Cleaver (2005) y Hickey (2005)—. Al introducir contribuciones financieras se podría incrementar el capital social de conexión atrayendo a miembros de la comunidad que, de otra manera, estarían interesados en unirse —y unir capital social— compartiendo recursos entre el grupo. Sin embargo, al mismo tiempo podría reducir el capital social de conexión, excluyendo a aquellos que no puedan permitirse participar —y unir capital social—, incrementando el riesgo de parasitismo y de conflictos por mala administración de recursos del grupo. Por consiguiente, el uso de ahorros y préstamos en los grupos puede hacerlos más sostenibles e independientes a corto plazo, pero puede poner en riesgo su sostenibilidad a largo. Capital social vertical (interno) Tanto las APV como Muungano operan estableciendo conexiones entre grupos paraguas y grupos más pequeños asentados en áreas grandes (localidades, emplazamientos y otros). Ambas organizaciones pretenden que los grupos más pequeños sean representados en el grupo paraguas, pero no tuvieron suficiente participación y mermó la confianza en los cargos superiores. Como ya se mencionó anteriormente, en parte, esto puede atribuirse a la distancia que los miembros debían salvar para acudir a las reuniones locales. Además, ambas organizaciones afirmaron que también podía deberse al nivel de confianza entre los grupos más pequeños, y por lo tanto, al nivel de cohesión. Al igual que les resultaba más sencillo expresarse en los grupos pequeños, era más sencillo resolver conflictos y tratar ciertos temas, puesto que eran vecinos de la misma comunidad. Por lo tanto, en lugar de acudir en persona, muchos miembros del grupo confiaban en que los líderes acudieran a las grandes reuniones de la red. A pesar de que los miembros de ambas organizaciones reconocían el valor de estar conectados a la red más extensa en cuanto al papel de los grupos paraguas como acceso a recursos, se observó una mayor participación activa por parte de una gran proporción de los miembros de Muungano en las reuniones de grupos paraguas. También se tenía un mayor sentimiento de pertenecía a la totalidad del grupo. Todo ello puedo deberse a la inversión de los miembros, tanto con sus propias finanzas como con recursos compartidos. Sin embargo, tanto la APV como los grupos de Muungano demostraron que los conflictos y divisiones en las altas esferas eran difíciles de resolver, lo que podía ser muy dañino para la confianza entre los miembros de los grupos y respecto de las organizaciones con el resto de la comunidad. Capital social vertical (vínculos externos con el gobierno) Como Muungano fue creado como un movimiento social, las redes paraguas no estiman necesario su registro, ya que oficialmente no es (o no parece querer ser considerado como tal) una estructura dentro de la comunidad. En este punto se aprecia su voluntad de ser más flexible. No obstante, a pesar de que esto podría ser bueno para los miembros de la comunidad en la red y, especialmente, para su papel originario como grupo de presión y defensa, el enfoque de las redes en temas de desarrollo más tangible implica la necesidad de algún tipo de entidad legal. La mayoría de los grupos de autoayuda conectados al paraguas están registrados y algunas redes se han visto forzadas a registrarse para obtener el estatus legal necesario para llevar a cabo proyectos en la zona. Sin embargo, se aprecia cierta reticencia general a dicho trámite. Como se mencionaba en la sección previa, el registro tiene varias ventajas. Primero, como ya se ha dicho, los grupos necesitan de una entidad legal para acceder a financiación, ser reconocidos por el gobierno y, así, poder construir sus proyectos. En segundo lugar, los grupos registrados con el departamento de servicios sociales (OBC y grupos de autoayuda) pueden beneficiarse de la asesoría externa, la formación Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 19 y el arbitraje (en caso de que se diera alguna disputa) del consejo. También serían reconocidos por el mismo y tendrían acceso a información y recursos a través de él (como préstamos para grupos de mujeres, por ejemplo). Existen muchas otras formas de registro a las que organizaciones de APV se acogen como grupo o en secciones. Entre ellas, formar cooperativas para acceder a la financiación de viviendas o formar una asociación. Estas formas más altas de organización se benefician de un estatus legal que les permite acceder a planes de financiación más grandes. Pero, al mismo tiempo, pueden tener ciertas desventajas por no tener un vínculo directo con la autoridad local, pues la mayoría están registradas a nivel nacional y no a nivel local. En los últimos años se han introducido una serie de mecanismos para canalizar más fondos a las comunidades locales. Sin embargo, estos fondos —que incluyen, entre otros, el Fondo de Transferencia de la Autoridad Local o Local Authority Fund Transfer (LATF), el Fondo de Desarrollo del Distrito, el Fondo de Mantenimiento de Carreteras, la Bolsa de Educación y el Fondo para el VIH/SIDA— se gestionan a nivel nacional y sólo el LATF (únicamente el 13 % del presupuesto del total de fondos concedidos) se canalizan verdaderamente a través de la autoridad local, por lo que esto tiene una repercusión mínima para los ciudadanos. Además, como se mencionó anteriormente, hay una serie de fondos concedidos que sólo están a disposición de los grupos registrados. Ha habido oportunidad de ejercer cierta influencia en la concesión del LATF por parte del Plan de Acción de Prestación de Servicios de la Autoridad Local —Local Authority Service Delivery Action Plan (LASDAP), por sus siglas en inglés—, el cual, en teoría, se ideó junto con los miembros de la comunidad. Las reuniones del LASDAP se celebraron en muchas de las localidades donde se llevaba a cabo un estudio para entender hasta qué punto era accesible la autoridad local al lidiar con los miembros de la comunidad y cómo se implicaban en dicho proceso. Primero, se observó un sentimiento de agresión y resentimiento generalizados en las reuniones. Debido a proyectos inacabados en el pasado y a su consiguiente falta de retroalimentación y transparencia en la concesión de los fondos, los miembros de la comunidad no confiaban en el proceso. En general, había una falta de compromiso por parte de los miembros de las APV (Muungano no formaba parte del estudio en ese momento) y un sentimiento de confrontación. Los miembros confirmaron que no acudían a las reuniones por falta de confianza, por la manera en que la autoridad local se comunicaba con ellos y por un sentimiento generalizado de que aquellos que participaban apenas influían en los procedimientos. Un funcionario de la autoridad local confirmó que la malversación de los fondos concedidos era una práctica común entre la autoridad local. Un oficial de la ONG local comentó que, debido al ciclo presupuestario en el gobierno, los fondos no se conceden hasta seis meses después del procedimiento del LASDAP, por lo que durante la mayor parte del tiempo no pueden informar a los miembros de la comunidad y, en el momento en el que se reciben, es probable que no puedan completar los proyectos en el tiempo disponible. Todos los grupos mencionaron el modo en que veían al jefe y su baraza como vínculos para informarse sobre las posibles organizaciones socias y sobre lo que ocurría en la comunidad. A pesar de que las baraza de jefes no eran comunes en las zonas rurales, todavía estaban considerados como una oportunidad para compartir actividades de los grupos y saber qué ocurría en el área local. El consejero también era un contacto importante en la comunidad. Asociaciones internacionales, al igual que las oportunidades de financiación gubernamentales, solían llegar a través de la autoridad o administración locales para poder acceder a la comunidad. Después, el jefe o el consejero de la zona los redirigía a los grupos a través de anuncios en la baraza o directamente a través de sus conexiones. Las APV se beneficiaban especialmente de tener antiguos funcionarios formando parte de sus comités locales. A pesar de que los funcionarios no acudían a las reuniones de forma regular, su vínculo con las APV podía significar un mayor reconocimiento y un vínculo más fuerte con accionistas locales clave dentro del gobierno local. No obstante, a su vez el vínculo directo podría generar la desconfianza de algunos miembros de la comunidad. Además, algunos miembros de las APV se quejaron de no ser siempre informados de todas las oportunidades e, incluso, hubo sospechas de casos de corrupción. Capital social vertical (vínculos con ONG) Como ya se comentó previamente, debido a las limitadas oportunidades de participación en el gobierno para la concesión de recursos, con un sentimiento de desconfianza en los procedimientos de la autoridad local, y con la escasez de recursos internos, a pesar de que tanto las APV como las redes de Muungano eran independientes de las asociaciones de desarrollo, ambas demostraron cierta dependencia en las ONG que las apoyaban. Las APV tendían a ser mucho más dependientes de la participación continuada de las ONG, ya que eran éstas quienes las habían creado y dado forma. Gran parte del enfoque, los objetivos y la estructura de las APV parecía estar engranado siguiendo el patrón (y áreas de financiación) de sus socios de ONG. Todo ello también se reflejaba en la actitud de los miembros de la comunidad. Una práctica común en 20 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus ambos grupos era proponer nuevas estrategias para atraer más fondos de donativos. A la par, se crearon grupos de trabajo unitarios en torno a áreas de desarrollo (alcantarillado, gestión de residuos, canalización, energía, etc.). Sin embargo, como se menciona en apartados anteriores, el enfoque a largo plazo de estas actividades supuso que la mayoría se volvieran inactivos. Los comités se mantuvieron para que, en el caso de que hubiera financiación para alguna actividad o proyecto relacionado, los miembros pudieran ser movilizados; pero, debido a los pocos cambios semanales, muchos habían dejado de reunirse con regularidad o registraban una asistencia irregular. Aquellos establecidos por ONG que no cumplían con una función considerada necesaria para la comunidad sufrieron la mayor inactividad. Por el contrario, otros como el de gestión de residuos formaron una red para sus grupos que tuvo bastante más éxito. Además (como ya se ha mencionado), la rígida estructura de la APV creada por las ONG las hacían menos flexibles, por lo que su capacidad para expandirse y llegar hasta más gente se veía reducida, y evolucionaban según las necesidades diarias de sus miembros. Los grupos de Muungano mostraban más independencia en cuanto a las actividades de dotación económica, lo que se traducía en un enfoque a más largo plazo en el apoyo de las ONG. No obstante, la red general que cubría la totalidad del país sufrió una división de su principal ONG de apoyo. Mientras que las APV parecían estar mejor conectadas con los funcionarios locales, que les vinculaba con posibles socios para el desarrollo, Muungano se estructuraba de tal forma que la ONG de apoyo administraba las finanzas y los vinculaba con otros socios. De esta manera, cuando las políticas internas forzaron la división de la principal ONG de apoyo, se produjo la separación de todos los grupos de Muungano, ya que cada uno escogía la ONG que les representaría en el futuro. La mayoría de los grupos entrevistados para el estudio preferían seguir con la ONG original que les había ayudado a acceder a cursos. No obstante, se produjeron importantes disputas entre las dos facciones sobre la diversificación en el acceso y uso de los recursos compartidos. Del mismo modo, surgió la preocupación sobre el acceso a las finanzas y sobre cómo se gestionarían en el futuro. Además, ambos grupos se percataron de que las ONG no informaban lo suficiente sobre sus actividades, ni tampoco actualizaban los proyectos a medida que progresaban. Por otro lado, las APV también dijeron que, a pesar de haber sido formados para asistir a las ONG en la realización de proyectos en la comunidad, recibían muy poca ayuda a la hora de administrar sus propios costes y apenas existía retroalimentación sobre el progreso de los proyectos. Muchos miembros de la APV expresaron su frustración por no ser informados de los retrasos o avances en los proyectos, lo que dañaba la confianza hacia las ONG con las que trabajaban y entre la propia organización, ya que no podían mantener las promesas que hacían. En consecuencia, a pesar de que ambas organizaciones consideraban a las ONG como los vínculos más valiosos en cuanto al acceso a los recursos (de forma directa o gracias a su posición que permitía nuevas asociaciones con otras organizaciones), también existía cierta frustración por su falta de responsabilidad respecto a los grupos y por el poco reconocimiento a la ayuda de éstos en la realización de sus actividades para el desarrollo. Conclusiones y discusión Como puede deducirse de los resultados de este estudio, la organización a gran escala no es tarea fácil. En Kisumu es común que, entre el capital social existente de un área, cuando un grupo crece más allá de unos determinados límites, comienza a ser mucho más difícil administrar y mantener los incentivos y la confianza de los miembros para mantenerlo. Como planteaba Olsson (1973) en su libro The Logic of Collective Action, existe una diferencia entre los grupos grandes y pequeños, tanto en estrucura como en el nivel de confianza y cohesión. Se podría decir que ambos tipos de organización tiene el potencial de ser positivos o negativos para el capital social de las áreas en la que se localizan, por lo que puede aprenderse de ambos casos. En primer lugar, antes de intentar crear capital social nuevo sería más efectivo identificar qué formas de organización existen previamente y, después, considerar la mejor manera de conectar estos grupos. Las organizaciones entrevistadas para este estudio reflejan las conclusiones planteadas por Olson, en cuanto a que hay un mayor nivel de confianza en grupos pequeños, que es difícil de mantener en grupos más grandes. Se puede concluir, por tanto, que los grupos pequeños son importantes para construir capital social de unión, que a su vez es necesario para mantener la confianza en el seno de la organización. Sin embargo, sin conexiones con una red más amplia, estos pequeños grupos corren el riesgo de adoptar un enfoque introspectivo y no conseguir la influencia o los recursos a los que organizaciones más grandes sí pueden acceder. Para que una organización sea representativa, debe intentar mantener un número de grupos distribuidos de manera uniforme por el área escogida. Este estudio no aborda en detalle cuál sería el área óptima para estas redes, pero del análisis de las estructuras de más organizaciones puede deducirse que cuando una red puede expandirse de forma orgánica, tiende a agruparse en torno al lugar de celebración de las reuniones. Por lo tanto, para mantener una expansión uniforme se necesita un lugar de reunión que esté lo Explorando el papel de las Organizaciones de la Pobreza Urbana (OPU) en la construcción del capital social y político de las comunidades marginales en Kisumu, Kenia Caroline Cage 21 suficientemente cerca para que los grupos más pequeños puedan acudir. Por consiguiente, una estrategia más efectiva que intentar construir grandes organizaciones de muchos miembros sería construir una red flexible que conecte entre sí muchas pequeñas organizaciones y que, a su vez, distribuya los nodos de toma de decisiones de tal manera que las redes sigan siendo accesibles. Otro punto importante a destacar del trabajo de Olson es su afirmación de que para que una gran organización tenga éxito es necesario que se fije la pertenencia como obligatoria, o algún tipo de «bien no colectivo» (Olson, 1973) que sirva de incentivo para que los posibles miembros se unan. Todo ello podría redefinirse en el caso de OPU estudiadas: para conseguir un mayor éxito y atraer más miembros, una organización necesita tener ventajas a corto y largo plazo. En aquellos ejemplos en los que sólo existen metas a largo plazo (como se ha visto con las APV) resulta complicado mantener los grupos que sólo se centran en alcanzar estos objetivos lejanos. Sin embargo, aquellos grupos que buscan algún tipo de actividad que genere ingresos tienen más éxito. En consecuencia, se puede concluir que el éxito de la red de Muungano en cuanto a atraer nuevos miembros se debe a que ha permitido que los grupos se formen en torno a sus propios intereses a corto plazo (compra de objetos domésticos, apoyo, etc.), al mismo tiempo que ha logrado vincularlos entre sí para alcanzar un objetivo de desarrollo de su comunidad a largo plazo. No obstante, teniendo en cuenta la manera en la que ambos grupos se forman y dividen dentro del resto de la comunidad, las dificultades descritas para canalizar los ahorros y préstamos y las divisiones en Muungano, es evidente que compartir los recursos de los miembros puede suponer un riesgo de destrucción del capital social a largo plazo por malversación. Este riesgo parece aumentar proporcionalmente al crecimiento del grupo. En consecuencia, los grupos pueden tener un fondo de recursos común, pero si no existe algún tipo de arbitraje o administración externa de dichos recursos, aumenta considerablemente el riesgo de que fracase a largo plazo. Por otro lado, en aquellos grupos formados y estructurados a partir de las necesidades de asociaciones para el desarrollo, y no de las necesidades a corto plazo de los propios miembros (como en las APV), parece haber una mayor dependencia de las organizaciones que les apoyan. Además, a pesar de que las organizaciones conectadas con las estructuras de decisión del gobierno local parecen ser más conscientes de posibles oportunidades a través de estas redes (ya sea por financiación directa o a través de asociaciones), el grado en que se considera como una organización formal puede afectar a su legitimidad a los ojos del resto de la comunidad. Por lo tanto, este estudio reafirma la suposición de que se dan trade–offs entre distintas formas de capital social de conexión vertical. Por ello, la relación con cualquier contraparte externa debe considerarse según los beneficios y limitaciones relativos que supone para ambas partes. Se concluye que (como se ha sugerido en el pasado) a la hora de intentar construir capital social, primero, debe tenerse cuidado al entender la forma que toma el capital social existente según los contextos específicos. Esto se refiere a cómo las personas pueden organizarse (los tipos de grupos u organizaciones y sus intereses) para satisfacer las necesidades a corto plazo de la comunidad; cómo el capital social ya evoluciona, crece y se destruye; y cómo eso afecta a la dinámica de poder existente en la zona. En segundo lugar, sugiero que se acepte que cualquier forma de organización a gran escala no puede ser completamente autónoma y que necesita algún tipo de apoyo para mantenerse; pero dicho apoyo debería verse idealmente como una asociación para alcanzar la independencia y no para fortalecer la dependencia. Para que esto ocurra, las organizaciones de apoyo deben reconocer que las OPU son actores importantes en la construcción tanto de capital social horizontal como vertical (político) de sus miembros. Las ONG deberían considerarlas actores relevantes en el proceso de desarrollo y tratarlas igual que a los financiadores, es decir, dándoles el mismo apoyo y consideración. Referencias bibliográficas van Bastelaer, T. 2000 «Imperfect information, social capital and the poor’s access to credit» Working Paper No. 234, College Park: Center for Institutional Reform and the Informal Sector (IRIS). 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Resumen: La Normativa Urbana constituye una herramienta clave en la gestión de las ciudades y, como tal, puede propiciar un desarrollo urbano más equitativo o profundizar las inequidades y asimetrías urbanas existentes. La propuesta de esta presentación se enmarca en una investigación en curso sobre los instrumentos de regulación urbana formulados para la ciudad de Buenos Aires entre los años 1940 y 2000, basada en la concepción de que los mismos son resultado de complejos procesos sociales que implican prácticas particulares e interrelaciones socio-políticas. Habitualmente, en Latinoamérica se aborda la normativa urbana a partir de su fenomenología jurídica, quedando al margen la consideración de los procesos y prácticas sociales de los cuales es resultado, sin considerar que es el producto de la cristalización de dinámicas y procesos sociales. Considerar los instrumentos de regulación urbana como productos de un proceso de construcción social implica entender que los mismos no son solamente el resultado del trabajo de un grupo de especialistas, ni surgen en ámbitos vacíos de determinaciones sociales, sino que se producen a través de largos procesos en los cuales interviene una compleja red de actores socio-políticos, con diversos intereses, que determinan relaciones de fuerza dentro de un campo estructurado de posiciones. Analizar los actores y sus prácticas implica focalizar la mirada en el quehacer cotidiano de la concreción de los instrumentos, realizando una etnografía de las personas, sus procesos y sus prácticas en los ámbitos en donde se desenvuelven. Esta perspectiva encuentra íntima relación con el enfoque del desarrollo a escala humana, ya que en Latinoamérica habitualmente «vivimos y trabajamos la construcción de un orden, sin entender lo que es ordenable ni lo que estamos ordenando. (. . . ) Confundimos así la ley con la justicia y el reglamento con la eficiencia» (Max-Neef, 1993:34). Palabras clave: Regulación urbana; construcción social; desarrollo a escala humana; actores sociales. Introducción 25 Evolución de los instrumentos de regulación urbana 27 Dinámica institucional. Una caracterización del ámbito de mediación a partir de su devenir 30 histórico La normativa como construcción social. Los actores y sus prácticas en una dinámica interactoral 32 Algunas consideraciones finales 35 Referencias bibliográficas 36 Introducción El presente artículo constituye una selección sintética de algunos de los principales resultados de una investigación transdisciplinar que actualmente se encuentra en curso sobre los procesos sociales de construcción de los instrumentos de regulación urbana elaborados para la ciudad de Buenos Aires entre los años 1940 y 2000, llevada a cabo por un equipo multidisciplinar conformado por urbanistas, sociólogos y arquitectos. Los análisis, interpretaciones y resultados que se enuncian en este trabajo se fundamentan en una metodología cuanti-cualitativa a partir de una abundante base empírica rigurosamente sistematizada, 2 Instituto Superior de Urbanismo. Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad de Buenos Aires, Argentina. 1 Este artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 25 26 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus que se encuentra constituida principalmente por más de 1.300 documentos (instrumentos normativos, actas, publicaciones oficiales, etc.), más de 380 artículos periodísticos de los principales medios gráficos de circulación masiva del período considerado y más de 30 entrevistas realizadas a funcionarios, exfuncionarios, arquitectos, representantes de organizaciones de la sociedad civil, gestores, usuarios, etc. En este sentido las afirmaciones, resultados e interpretaciones que aparecen a lo largo de este trabajo, se sostienen en la sistematización, análisis e interpretación de esa información primaria y secundaria, optando por referirlas de modo genérico, sin abundar en una referenciación particularizada y específica que, debido a la extensión del periodo considerado y la abundante información empírica que la sostiene, dificultaría la lectura y la línea argumentativa del presente artículo. También resulta importante señalar que la matriz teórica y conceptual de los análisis e interpretaciones que aquí se presentan está inspirada principalmente en la propuesta teórica del sociólogo francés Pierre Bourdieu, especialmente en los referidos a los conceptos de prácticas, campo, estructura de campo, hábitus y capital. Para las definiciones y modulaciones específicas de cada uno de estos conceptos se remite a la bibliografía general de este autor y especialmente a la citada en las referencias bibliográficas, renunciando aquí a exponerlas por considerar más relevantes las interpretaciones y caracterizaciones que esos conceptos permiten respecto a la problemática abordada. El siguiente artículo está estructurado en tres partes: en la primera de ellas se expone de forma sintética la evolución histórica de los principales instrumentos de regulación formulados para la ciudad de Buenos Aires entre 1940 y 2000; en la segunda se caracterizan los rasgos más relevantes de la evolución del ámbito burocrático-administrativo que se encarga de la formulación y aplicación de normativa urbana y en la tercera se presenta la dinámica de las interrelaciones entre los actores involucrados en el proceso de producción social de los instrumentos, haciendo hincapié en su caracterización y en la estructura de sus interrelaciones. Entendiendo la normativa como una construcción social Habitualmente cuando se analizan las cuestiones relativas al desarrollo urbano se suelen observar factores relacionados principalmente con los aspectos económicos y físico-funcionales, sin analizar particularmente a los actores sociales, sus prácticas y sus interacciones y sin considerar que el proceso social a través del cual se produce la normativa es un elemento clave en el desarrollo urbano. Desde este punto de vista resulta indispensable señalar que regular el suelo urbano implica, básicamente, asignarle valor económico y social y, por lo tanto, el proceso de construcción de los instrumentos de regulación es el resultado de interacciones sociales conflictivas, que sólo se hacen visibles si se analizan los procesos y prácticas sociales involucrados en su producción. Entendemos que la tarea de regular las ciudades implica mucho más que definir aspectos relacionados con su conformación física y con el modo en que se desarrollan las actividades, ya que regular el suelo urbano conlleva, necesariamente, la definición implícita de políticas de desarrollo que van más allá de los esfuerzos por controlar y ordenar su crecimiento. Estos aspectos resultan fundamentales al concebir los instrumentos de regulación del suelo urbano, ya que el modo en que se definan las políticas urbanas puede contribuir a promover procesos de desarrollo más humanos3 ; o bien puede implicar la continuidad de políticas que no consideran a las personas y sus prácticas, corriendo el riesgo de profundizar las inequidades y asimetrías urbanas existentes. Considerar la normativa urbana como un producto social, implica —además de comprender que es el resultado de innumerables interacciones sociales entre individuos y grupos— entender que dichas interacciones se encuentran enmarcadas en espacios fuertemente institucionalizados, en la medida en que los instrumentos de regulación se elaboran y se modifican en los ámbitos administrativos burocráticogubernamentales. Así, todos aquellos que participan en la producción de normativa urbana, de manera directa o indirecta, son actores sociales que llevan adelante sus prácticas en un campo4 de disputas y luchas, dentro de un ámbito institucional que no está exento de determinaciones sociales. Al mencionar instrumentos de regulación urbana nos referimos a un particular conjunto que abarca no sólo las herramientas jurídicas que constituyen la normativa urbana en sí misma, sino también las 3 Entendiendo como desarrollo humano a aquel que tiene lugar a través de estrategias de gestión capaces de lograr una articulación de las prácticas y los intereses de los diversos actores sociales a partir de mecanismos institucionales democráticos (Max Neef, 1993). 4 Pierre Bourdieu llama campo a «un espacio de juego, a un campo de relaciones objetivas entre los individuos o las instituciones que compiten por un juego idéntico»; afirmando que un campo se construye definiendo aquello que está en juego y los intereses pertinentes de quienes hayan sido «construidos para entrar en el campo». En otra definición más desarrollada, el autor señala que los campos se presentan como «espacios estructurados de posiciones (o puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes», y afirma que en cualquier campo «encontraremos una lucha, cuyas formas específicas habrá que buscar cada vez». Actores y prácticas en la producción de normativa urbana. Una perspectiva desde el desarrollo a escala humana para el caso de la ciudad de Buenos Aires Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn 27 herramientas de planificación representadas principalmente por los planes urbanos, que orientan y rigen la conformación físico-funcional de la ciudad. Desde esta perspectiva, este conjunto de instrumentos de regulación incluye a un singular grupo que denominaremos normativa urbana, constituida por todas aquellas normas jurídicas (agrupadas o no en un código) que implican restricciones al dominio y determinan la conformación del aspecto físico-material de la ciudad y las actividades que se desarrollan en la misma, centrando nuestra atención en las normativas específicamente relacionadas con el Código de Planeamiento Urbano vigente (ordenanzas, decretos, leyes, disposiciones, etc.). Nos interesa señalar en este punto que la normativa urbana no existe únicamente porque está escrita o promulgada, sino que para que tenga entidad real (social) debe ser legitimada, y resulta legitimada por los actores sociales a través de sus prácticas cotidianas. Estos procesos de interacción se desarrollan en los ámbitos institucionalizados de gobierno, a partir de la aplicación concreta de las normas en un proceso que se inicia en las prácticas necesarias para lograr su formulación, y cuya culminación se da en la medida en que los diversos actores sociales se apropian de ella, no sólo quienes intervienen en su elaboración, sino todos aquellos involucrados en la realización cotidiana de la letra escrita (administrativos, profesionales, funcionarios, inversores, etc.). Resulta entonces posible aventurar que una determinada normativa urbana cobra mayor entidad cuanto más se acerca a la realidad concreta, cuando más ve forzada su comprobación, cuando más es puesta a prueba en su aplicación cotidiana. En este sentido, nuestra propuesta de análisis implica captar la dimensión «molecular» de lo social (Max-Neef, 1993:33) en relación con los procesos interactorales de elaboración y aplicación de aquellas normas que conducen, limitan o promueven el desarrollo urbano, desde la perspectiva del desarrollo a escala humana —como una forma de enfocar la mirada en las relaciones interpersonales de los actores—. Por tal razón, entendemos que la normativa no puede ser considerada como una letra estática (muerta), ya que es tan dinámica como la ciudad misma y la sociedad que la produce, en tanto su concreción está sujeta a la interacción de múltiples actores sociales en un escenario institucional que también se modifica permanentemente. Evolución de los instrumentos de regulación urbana A partir de este enfoque, resulta importante exponer muy sintéticamente la evolución de la normativa, para hacer visibles las continuidades y discontinuidades de los procesos y de las prácticas interactorales que han marcado y marcan los límites, posibilidades y potencialidades de la regulación urbana en distintos momentos históricos. En este sentido hemos considerado un período que se inicia con el surgimiento del primer código para Buenos Aires en la década de 1940 y que culmina con el vigente en la actualidad, aprobado en el año 2000. Figura 1: Línea temporal de los principales instrumentos de regulación formulados para Buenos Aires Elaboración propia La suerte de los instrumentos normativos se encuentra fuertemente vinculada con acontecimientos histórico-sociales que muchas veces exceden el orden local (como se verá a lo largo de este acápite y el siguiente). 28 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus A principios de la década de 1940 surgió la idea de sancionar un instrumento normativo que ordenara todas las reglamentaciones que existían hasta ese momento5 . Diversas circunstancias de orden político nacional y de carácter local condicionaron la sanción definitiva del Código de la Edificación, que fue el primer cuerpo normativo ordenado para la ciudad de Buenos Aires6 , cuya elaboración tuvo lugar durante el año 1942. El momento político que estaba atravesando el país determinó que, a finales de ese año, se tomara la decisión de aplazar la entrada en vigencia del Código hasta mediados de 1943. Entre las circunstancias que retrasaron su puesta en vigencia pueden mencionarse dos que ilustran el carácter diverso de dichos acontecimientos: una de ellas fue la necesaria elaboración del Catastro de la ciudad en el año 1942 y otra fue el Golpe de Estado que tuvo lugar en 1943 y que impactó en el orden institucional local. La sanción definitiva del Código se produjo en el mes de septiembre de 19447. Ese primer instrumento estuvo vigente durante más de treinta años, lo que implica un período sumamente extenso, en un momento de gran dinámica inmobiliaria, que dejaría una impronta muy fuerte en la ciudad (modificaciones del tejido y volumen edificable) a través de la búsqueda del mayor aprovechamiento de la superficie edificable de las parcelas. Durante la década de 1950, aunque continuaba vigente el Código de la Edificación sancionado en 1944, en la ciudad comenzaron a proyectarse planes de regulación más modernos que aspiraban a un modelo de «ciudad perfecta». En ese contexto surgió la Organización del Plan Regulador (OPR), creada en 1958, dependiente de la Secretaría de Obras Públicas y Urbanismo; integrada por profesionales técnicos (arquitectos, juristas, economistas, sociológos, etc.) cuyo trabajo se llevó a cabo sobre una ciudad muy desarrollada y fuertemente consolidada. En las décadas de 1950 y 1960, con un modelo económico desarrollista y un paradigma de planificación que podríamos denominar tecnocrático, se formuló para la ciudad un plan regulador que expresaba lo que los técnicos y especialistas pensaban que debía ser la ciudad. En ese período predominó una visión de lo urbano en donde la disposición espacial de las actividades se proyectaba gráficamente en un espacio abstracto y vacío, libre de historia, concibiendo un espacio social culturalmente indiferente e impersonal, pasible también de ser modelizado y planificado mediante proyecciones matemáticas, según los paradigmas vigentes en la disciplina. Mientras tanto, el Código de la Edificación se adaptaba a la dinámica de la ciudad mediante sucesivas modificaciones, hasta que tuviera lugar la elaboración de uno nuevo que respondiera a los principios y objetivos enunciados por el Plan Regulador, el cual además contemplaba la actualización de los instrumentos normativos vigentes, a través de la sanción de un nuevo código que reemplazaría al anterior. Si bien uno de los objetivos del Plan Regulador era sancionar un nuevo código, por razones de inestabilidad político-institucional durante la década de 1960, fue a principios de la década de 1970 cuando se pudo encarar la tarea de la formulación de nuevos instrumentos normativos. Surgió entonces, por parte de los equipos técnicos, la propuesta de independizar las normas de construcción relacionadas principalmente con los aspectos formales y funcionales de la edificación —que conformarían el nuevo Código del la Edificación—, de aquellas que regularían los aspectos urbanos a través de un nuevo instrumento denominado Código de Planeamiento Urbano. Una comisión especial integrada por técnicos y especialistas tuvo a su cargo la formulación del primer Código de Planeamiento Urbano, cuya primera versión estuvo finalizada en el año 1972. Sin embargo, al no lograr aprobarse en ese año, se actualizó en una segunda versión en 1973. Nuevamente, acontecimientos políticos de gran trascendencia afectaron al organismo y determinaron que se pospusiera la aprobación del Código. Dichos acontecimientos tuvieron tal relevancia e impactaron de manera tan significativa en el campo que llegarían a determinar que un documento que estaba tan definido como para haber sido puesto en consideración pública (marzo de 1973), viera postergada su sanción durante más de cuatro años. Este período de fuerte turbulencia institucional tuvo su correlato en el congelamiento de la dinámica de los instrumentos, aunque no de la dinámica urbana. Debido a transformaciones institucionales de nivel nacional y local, tal sanción quedó aplazada, alejándose progresivamente de las circunstancias en que el instrumento fuera concebido. Mientras tanto, los vaivenes institucionales y personales de la administración 5 Desde el año 1928 el instrumento que regulaba la actividad de la edificación en la ciudad era el Reglamento General de Construcciones, pero que no constituía un texto único ordenado. 6 Por tratarse de una normativa de regulación de la ciudad de Buenos Aires, su alcance se restringe a dicha jurisdicción político-administrativa, sin considerar el área metropolitana. 7 Se trata de un código de edificación —no de un plan urbanístico— en el cual se abordaban condiciones de habitabilidad y construcción y se establecían distritos de zonificación, pero estrictamente ligados a lo constructivo. Esta codificación se articulaba según usos, alturas, áreas y materiales. La zonificación delimitaba los distritos haciendo hincapié en regular la proporción espacios construidos-espacios libres, mencionando de esta manera la relación entre la ciudad y el edificio. Su interés estaba más centrado en el aprovechamiento máximo de las posibilidades constructivas de las parcelas que en un proyecto que considerara los espacios públicos y la ciudad. Actores y prácticas en la producción de normativa urbana. Una perspectiva desde el desarrollo a escala humana para el caso de la ciudad de Buenos Aires Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn 29 local eran de tal magnitud que impedían que quienes debían hacerlo se ocuparan de priorizar la sanción del instrumento, cuya letra estaba congelada, aunque los años pasaban y la ciudad continuaba consolidándose. Los años que mediaron entre la primera versión del Código y su aprobación definitiva dieron como resultado que un instrumento elaborado en los primeros años de la década de 1970, y que respondía a las ideas rectoras del Plan Regulador (1950–1960), entrara en vigencia a fines de esa misma década, tras el Golpe de Estado de 1976. Dicha circunstancia implicó que ese nuevo instrumento enfrentara una realidad (social, económica y política) muy distinta de la que enmarcó su etapa de elaboración. En este sentido, podría decirse que este primer instrumento nació con un desajuste de la realidad sobre la cual debía operar. Por otra parte, no puede dejar de señalarse que, durante los años transcurridos entre ambas etapas del instrumento (la de elaboración y la de puesta en vigencia), los actores del campo estuvieron al tanto de la inminente aparición de un nuevo código, lo cual les permitió posicionarse en el cambiante escenario y, de alguna manera, elegir sus estrategias de actuación (cuestión que era advertida por los mismos técnicos encargados de la formulación del código). Este instrumento tuvo entonces un contexto de aplicación muy diferente al momento en el cual fuera formulado, además de tratarse de un momento histórico, político y social muy particular, en el cual comenzaba a imponerse un modelo económico neoliberal. El Código de Planeamiento Urbano sancionado en 1977 estaría vigente durante más de dos décadas, en las cuales la ciudad se transformó y el instrumento también fue objeto de numerosas modificaciones del más diverso carácter y escala. Algunas de éstas resultaron muy significativas en la transformación de determinadas zonas de la ciudad y otras implicaron cambios que afectaron a la estructura del organismo estatal encargado de su formulación y aplicación. Los cambios formales y funcionales del ámbito burocrático-administrativo, a cargo de su formulación y aplicación, impactarían también en la propia dinámica de la normativa, ya que se trata de un sector de la administración pública muy sensible a los cambios de gestión y las interrupciones institucionales. Al finalizar la dictadura militar y a partir de la recuperación de la democracia en el año 1983, se produjo un nuevo cambio de autoridades y en el ámbito burocrático-administrativo. A modo de ejemplo puede mencionarse el hecho de que se incrementó la cantidad de cargos ocupados por funcionarios políticos, en desmedro de quienes hubieran accedido a ellos a través de la carrera profesional administrativa, una medida que afectaría tanto al funcionamiento de dicho ámbito como los mecanismos de aplicación de la normativa. A finales de la misma década, y mientras continuaba vigente el Código de Planeamiento Urbano de 1977, en el marco de un complicado escenario político-económico nacional y en un contexto de hiperinflación, se produjo un cambio de gobierno (Menem) que profundizaría las políticas neoliberales, de desregulación y ajuste económico. En el año 1989, arribaron al ámbito burocrático-administrativo local nuevas autoridades que asumieron la función pública con un programa que, en un contexto de gran convulsión política, económica e institucional, intentaría priorizar el reestablecimiento de las reglas del juego en función de la supervivencia del campo8 . Se proponía entonces apuntar hacia la conformación de un código más flexible, cambiando la visión del instrumento, que ya no era considerado prioritario desde su condición estrictamente normativa, sino como un instrumento más entre un conjunto de herramientas de planificación que podía ser objeto de sucesivas modificaciones para adaptarse a las necesidades del mercado; un instrumento que sería necesario revisar, en el marco de una planificación cuyas prácticas fueran más allá de la estricta aplicación y administración del código. La gestión que asumió a fines de la década de 1980 concretó una modificación del Código, atendiendo a un reclamo que enunciaban numerosos y diversos actores del campo (desde grupos corporativos y profesionales hasta del ámbito académico), ante la incesante acumulación de modificaciones que sumaba un instrumento al que calificaban como ininteligible. Si bien esta actualización significó un ordenamiento de las modificaciones que dificultaban la interpretación, no aplacó por mucho tiempo las demandas de la formulación de un nuevo instrumento normativo (que recién llegaría con el nuevo milenio y después de otro cambio de gobierno). Los cambios implementados en la segunda mitad de los ochenta se profundizarían a lo largo de toda la década de 1990 con la aplicación de políticas neoliberales de reforma y modernización del Estado, que de alguna manera priorizaron los intereses privados sobre el interés público mediante la apertura del Estado hacia el sector privado y el proceso de globalización. enunciar que en todo campo es posible encontrar una lucha, Pierre Bourdieu invita a reconocer que todos aquellos actores comprometidos con un campo tienen necesariamente intereses fundamentales que les son comunes, que hacen la existencia misma del campo y que surge de allí «una complicidad objetiva que subyace ante todos los antagonismos», aclarando el concepto al establecer además que esta lucha presupone un acuerdo previo entre los antagonistas sobre aquello por lo cual vale la pena luchar. 8 Al 30 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus A mediados de la década de los noventa, la ciudad encaró el proceso de su autonomía9 . A partir de los principios enunciados en la Constitución sancionada en 1996, durante los últimos años de la década de 1990 se promovió la formulación del nuevo Plan Urbano Ambiental que, debido a las cambiantes circunstancias políticas y al sistemático proceso de debilitamiento del ámbito estatal, encontró enormes dificultades para su sanción definitiva (que se concretaría casi una década más tarde). Entre uno de los principales enunciados del nuevo Plan Urbano Ambiental, se encontraba la necesidad de formular nuevos instrumentos de regulación, entre ellos un nuevo Código de Planeamiento Urbano. La demanda enunciada por muchos actores se plasmaba finalmente en un documento oficial y, ante la inminente llegada del nuevo milenio, se comenzó a trabajar en su elaboración. Con el nuevo estatus jurídico, definido a partir de la sanción de la nueva Constitución, se contemplaba la realización de audiencias públicas abiertas a toda la sociedad para la aprobación del nuevo instrumento, con el objetivo de brindar la posibilidad de discutir los aspectos normativos de lo que sería la Ley 449. Se intentaba de esta manera iniciar una nueva etapa, en la que se proponía contemplar la participación ciudadana en la gestión del nuevo instrumento normativo. A partir de la síntesis histórica de la evolución de la normativa (de la cual aquí sólo se presentaron los rasgos más significativos), es posible detectar que existe en la misma una dinámica específica, con determinados patrones que dan cuenta de una recurrencia cíclica. Dicha recurrencia resulta evidente al observar la evolución de cada instrumento normativo a lo largo de su historia. A partir de la interpretación de esta evolución, es posible establecer que los instrumentos atraviesan cinco etapas básicas en su proceso de producción social: una etapa inicial de concepción y elaboración, seguida por una etapa de promulgación y puesta en vigencia, para pasar posteriormente al período de su aplicación y finalmente llegar a lo que denominamos una etapa final, cuando se produce una acumulación de modificaciones que provoca la demanda de concebir un nuevo instrumento, retroalimentando un ciclo de reproducción cotidiana y continua. Este proceso de recurrencia cíclica implica entender que la producción de un instrumento normativo no se realiza en un determinado momento puntual, sino que es el resultado de un proceso que se retroalimenta de manera cíclica, ya que cuando un instrumento atraviesa su etapa final, comienza paralelamente a desarrollarse la etapa inicial de un nuevo instrumento. Resulta evidente que cada una de las etapas definidas posee su propia dinámica, determinada por los procesos sociales de los actores quienes, a través de sus prácticas, establecen interrelaciones y posiciones relativas en un campo estructurado de posiciones, definiendo una dinámica de relaciones de fuerzas — estructura de campo— en función de sus particulares intereses y los posicionamientos que asumen en cada instancia. Analizar la normativa como resultado objetivado de los procesos involucrados en su producción implica a su vez entenderla como la cristalización de las políticas de regulación elaboradas a lo largo del período considerado, y permite reconstruir la historia del campo de la regulación urbana en Buenos Aires y su impacto en las políticas de desarrollo de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes. A continuación se presentarán sintéticamente algunas consideraciones acerca de la evolución del particular ámbito de la administración pública, que se constituye en el escenario de mediación en donde tienen lugar las disputas de intereses, el juego entre el interés público y el interés privado, representados ambos a través de los distintos actores sociales que intervienen en el proceso de elaboración y aplicación de la normativa urbana. Dinámica institucional. Una caracterización del ámbito de mediación a partir de su devenir histórico La producción de normativa urbana constituye como tal una de las funciones indelegables del estado local, dentro de la jurisdicción de la ciudad de Buenos Aires. En tal sentido, inevitablemente la construcción social e interactoral de los instrumentos normativos sucede y se materializa en los ámbitos gubernamentales que tienen por función la realización de los mismos. El análisis de dicho ámbito de mediación, enmarcado en las reglas burocrático-administrativas estatales, constituye un elemento clave para comprender la dinámica específica de la construcción social de la normativa urbana. Esto es así porque las prácticas de los actores que concurren e inciden directa o indirectamente en los procesos de producción de normativa urbana, para resultar eficaces, deben intervenir en la propia dinámica del ámbito burocrático de mediación. Dichas prácticas e intervenciones pueden tener lugar de 9 Dicho proceso implicaba grandes cambios a nivel político (la nueva Constitución implicó la autonomía de signo político de la ciudad, ya que hasta ese entonces los intendentes eran designados por el Presidente de la Nación) y de gestión de gobierno (el diseño de nueva estructura administrativa, la redefinición del poder legislativo, procurando una mayor permeabilidad a la participación directa a través de audiencias públicas, la consideración de los aspectos ambientales, etc.). Actores y prácticas en la producción de normativa urbana. Una perspectiva desde el desarrollo a escala humana para el caso de la ciudad de Buenos Aires Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn 31 manera formal en las oficinas de planeamiento, los consejos asesores, las audiencias públicas o a través de mecanismos informales. En definitiva, el poder de influencia y la capacidad de incidencia de cada actor en la dinámica del campo dependen indudablemente de su capacidad de traducir sus intereses a las reglas formales e informales del ámbito burocrático estatal, que es en definitiva el encargado de elaborar o modificar el instrumento regulatorio. Entonces, si se considera a este ámbito estatal como el espacio de mediación de intereses en las interrelaciones y luchas de los distintos actores, entendiendo que esta mediación constituye una clave fundamental en el juego interactoral de producción de normativa urbana, resulta relevante comprender e interpretar su propia dinámica y la historia de su consolidación e institucionalidad. Como ya ha sido señalado, la historia de este ámbito específico se encuentra sumamente influenciada por contextos sociales, políticos y económicos de escalas que exceden al ámbito local, algunas veces de alcance nacional y hasta internacional. Desde esta perspectiva, la historia institucional del país en el período considerado puede verse reflejada en las circunstancias y dinámicas del interjuego de actores dentro del ámbito específico de producción de normativa. Tanto las interrupciones institucionales producidas por los golpes de estado, como la propia inestabilidad del escenario político y el aumento de la conflictividad social en algunos momentos, fueron —entre otras— cuestiones recurrentes en la historia del país en la segunda mitad del siglo XX y, de alguna manera, incidieron de modo particular en la dinámica propia de este ámbito burocrático-administrativo. Los cambios en la estructura jerárquica del estado local, las modificaciones en el organigrama, la disolución de equipos técnicos, los procesos de participación social y las imposiciones autoritarias y verticalistas fueron algunas de las cuestiones que reflejaron en este ámbito la profundización de las disputas políticas. La discontinuidad de las gestiones y de sus equipos técnicos, la precariedad institucional, la resolución autoritaria de las luchas sociales y el aumento de la desigualdad fueron condiciones habituales en la historia política e institucional del país durante la mayor parte de las seis décadas analizadas. Evidentemente, en el marco de este artículo, no es posible abordar la descripción histórica detallada de este ámbito institucional, puesto que implicaría explicitar innumerables circunstancias, avatares, continuidades y discontinuidades que ocurrieron a lo largo del amplio período que abarca la investigación. Sin embargo, las apreciaciones y afirmaciones que se exponen aquí se fundamentan en el análisis e interpretación exhaustivos de este devenir histórico, a partir de la información obtenida a través del análisis de los documentos, los artículos periodísticos y las entrevistas realizadas oportunamente. En el marco de esta lógica de interpretación, puede entenderse que el ámbito burocrático que tiene a su cargo instituir la regulación urbana a través de las prácticas e interacciones sociales se constituye en un campo de mediación al cual los actores imprimen una dinámica específica según el posicionamiento relativo que adopten, principalmente en aquellos aspectos relacionados con la contraposición entre el interés público y los intereses privados y/o sectoriales. Dicho ámbito, como toda institución social, no es estático y va mutando en función de los cambios que acontecen en el contexto general (histórico, político y social) que implicarían transformaciones en la estructura de posiciones de los actores, configurando la dinámica específica de su evolución institucional. En este sentido, las apreciaciones que se han expuesto hasta aquí respecto al ámbito burocráticoadministrativo implican necesariamente ampliar la concepción que habitualmente se tiene de lo estatal como un ámbito homogéneo y férreamente organizado, ya que las propias dinámicas de sus instituciones y su permanente proceso instituyente se ven atravesados por múltiples determinaciones, luchas, ambigüedades y disputas sectoriales. Sin olvidar que, además, en el caso de Latinoamérica, los frecuentes cambios de orientación de las políticas públicas habitualmente están determinados en función de decisiones tomadas a nivel macro y no pocas veces condicionadas por agendas internacionales. Resulta importante entonces entender el ámbito estatal no desde su autodefinición explícita (autónomo e independiente), sino tratar de rescatar su «polifonía» (Bohoslavsky y Soprano, 2010:24), comprendiéndolo como un espacio donde se relacionan y expresan las personas, se desarrollan los procesos, las prácticas y las luchas de intereses, y se cristalizan las tensiones sociales implicadas en la conformación de los ámbitos institucionales y en la elaboración de la normativa, siendo el lugar en donde actúan los agentes que realizan cotidianamente sus prácticas con conflictos y complicidades. De algún modo, esta mirada implica hacer visible la escala humana del estado en la gestión de la normativa urbana. Parafraseando lo que señala Max-Neef respecto del desarrollo, podríamos decir que consagrar un espacio considerable al análisis de los actores dentro de la institución implica enfatizar lo que en buena parte de la literatura sobre la normativa se soslaya, es decir, toda esa «infrahistoria» de la vida cotidiana de la institución, en donde las prácticas burocráticas se entroncan con estrategias colectivas de supervivencia, con identidades culturales y con la memoria popular. 32 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Este es un mundo invisible institucional, que contiene, produce y reproduce relaciones entre prácticas burocráticas, agentes económicos, alianzas estratégicas informales, organizaciones sociales y rasgos culturales que no pueden obviarse en el análisis si lo que se busca es propiciar políticas y prácticas de regulación urbana más democráticas acorde con las pautas del Desarrollo a Escala Humana 10 . En definitiva, analizar la cotidianeidad de los ámbitos estatales (en nuestro caso, el lugar en donde se produce y reproduce la normativa) implica adoptar también una mirada centrada en la localidad institucional que, desde «una perspectiva de abajo hacia arriba», sea capaz de «recuperar como relevante lo que tradicionalmente ha tenido rango marginal» (Max-Neef, 1993:94). Desde este punto de vista, resulta oportuno mencionar que a lo largo de la historia del ámbito burocrático-administrativo, encargado de la producción y reproducción de la normativa urbana en la ciudad de Buenos Aires, se producen cambios permanentes y trascendentes de su organización interna (reestructuraciones administrativas, cambio de denominación de las áreas, reducción de personal, modificación en las funciones, etc.). Se trata de cambios que resultan desgastantes tanto para los encargados de diseñarlos e implementarlos como para el funcionamiento de la propia institución y personal que la integra, ya que es frecuente que, una vez que se logra concretar algún cambio, al poco tiempo transcurrido el escenario vuelve a mutar, lo que implica una profundización de los procesos de deslegitimación del organismo (y en consecuencia, del Estado)11 . Las circunstancias político-sociales que, de alguna manera, se ven reflejadas en la dinámica del ámbito burocrático implican la construcción de representaciones mentales del organismo y de quienes lo integran y tienen a cargo la formulación y aplicación de la normativa. Representaciones que, muchas veces, debido a la incertidumbre y falta de legitimidad, implican un escaso reconocimiento de la función pública, altos niveles de inestabilidad y vulnerabilidad. Dichas percepciones difícilmente no se transfieren a la tarea cotidiana de quienes confrontan día a día la letra escrita de la normativa con la realidad sobre la cual la misma opera. Por otra parte, aquellos que intervienen en el campo desde otras posiciones, también perciben esta debilidad y eso termina atentando contra la legitimidad del ámbito burocrático encargado de la producción de la normativa, como así también del mismísimo instrumento. Esta situación marcó al campo desde el inicio y lo acompañaría a lo largo de toda su historia institucional. Entendiendo que una de las principales funciones del estado es la de regular (mediando en la confrontación de intereses públicos y privados) y que lo hace a través de los funcionarios encargados de la aplicación de normas que implican restricciones sobre la propiedad privada, procurando al mismo tiempo que eso sea aceptado naturalmente por el resto de los actores que intervienen en el campo, lo que se percibe en el caso analizado es que esta aceptación no sucede naturalmente, en un medio donde la autoridad del Estado —por las razones mencionadas entre otras— se encuentra bajo permanente cuestionamiento. Es por ese motivo que resulta tan importante el abordaje de la evolución de la normativa en sí misma y del ámbito de su elaboración y aplicación, así como el análisis de los actores involucrados en el proceso de su construcción social, que involucra a su vez el proceso de su legitimación social. La normativa como construcción social. Los actores y sus prácticas en una dinámica interactoral Si la producción de normativa urbana sucede cotidiana e ininterrumpidamente a partir de un proceso multiactoral, mediado institucionalmente, en donde interactúan y se confrontan diversos intereses; el análisis, identificación e interpretación de los actores involucrados en dicho proceso, resulta un elemento clave para la compresión del mismo. Analizar la evolución de estas interrelaciones implica identificar determinadas percepciones y representaciones que cada actor construye con respecto a sí mismo, al campo y al resto de los actores. Dichas percepciones y representaciones derivan en posicionamientos y tensiones específicas a lo largo de la historia del campo. Desde esta perspectiva, en la investigación sobre la cual se sustenta este trabajo, se procedió en primer lugar a identificar a los actores que participan —con diversos niveles de implicancia— en la elaboración y/o modificación de los instrumentos normativos, como así también a todos aquellos que intervienen cotidianamente en su aplicación. 10 Según Max-Neef (1993:30), el Desarrollo a Escala Humana se «concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía y de la sociedad civil con el Estado». 11 Esta afirmación se sustenta en los resultados de la investigación realizada acerca de las dinámica del campo burocráticoadministrativo en Los procesos de construcción social de los instrumentos de regulación urbanística en la ciudad de Buenos Aires (1940–2000), tesis de maestría del año 2010 del Programa de Especialización en Planificación Urbana y Regional (PROPUR) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actores y prácticas en la producción de normativa urbana. Una perspectiva desde el desarrollo a escala humana para el caso de la ciudad de Buenos Aires Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn 33 Por otra parte, una vez realizada dicha identificación y clasificación, se construyó una tipología de los mismos, para poder luego modelizar una estructura de posiciones de los actores dentro del campo en diversos momentos históricos. Dicha tipología de actores, de carácter genérico, es resultado del análisis e interpretación socio-histórica del período, con información obtenida a partir de los documentos normativos, artículos periodísticos y entrevistas semiestructuradas. Estos tres tipos de fuentes de información permitieron recuperar las voces del campo. Ya que los instrumentos de regulación aportaron los rastros del proceso de construcción del campo y la evolución del ámbito institucional, en los artículos periodísticos se encontraron los rastros de las luchas y conflictos entre los actores, y mediante las entrevistas fue posible rescatar sus percepciones y representaciones. Se presenta a continuación el cuadro de clasificación de actores. Cuadro 1: Clasificación de los principales actores sociales analizados Elaboración propia Gubernamentales Funcionarios políticos Funcionarios técnicos Profesionales de la administración pública intermedios Profesionales de la administración pública sin jerarquía Sector público No gubernamentales No corporativos Corporativos Facultad de Arquitectura Medios de prensa Facultad de Ingeniería Asociaciones de la sociedad civil Institucionales Asociaciones corporativas empresariales Entidades profesionales corporativas Sector privado No institucionales Grandes inversores Grandes estudios Profesionales independientes - gestores Para la clasificación se estableció un primer criterio que diferenciaba actores cuyas prácticas tenían lugar en el sector público, de aquellos que actuaban predominantemente desde el sector privado. Dicha diferenciación encuentra su correlato en las modalidades de sus prácticas, en la fuente de sus recursos y en las lógicas de su actuación al momento de posicionarse en la confrontación de intereses públicos y/o privados. Asimismo, dentro de cada conjunto se diferenciaron los que integran ámbitos gubernamentales o no gubernamentales y aquellos que asumen roles institucionales o no institucionales. Esta tipología permite encuadrar el análisis de las prácticas concretas que cada uno de los tipos de actores realizan a lo largo del período. Dichas prácticas responden a lógicas de actuación que se construyen históricamente de acuerdo a la sociogénesis de los «hábitus»12 de cada actor, a la acumulación de sus recursos (capitales) y su puesta en juego en las interacciones (luchas) cotidianas. Cabe señalar que, como toda estructura de campo, ésta se configura como un estado de la relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones que intervienen en la lucha, que a su vez expresa —en los diferentes momentos— la distribución del capital específico que se ha acumulado durante luchas anteriores y que orienta las estrategias ulteriores que adoptarán los distintos agentes que intervienen en este juego13 . Para el análisis de las prácticas de los actores, se elaboró una matriz en donde se definieron las lógicas de actuación de cada uno de los actores en función de su perfil, la composición de sus recursos (tipos de capital) y sus diversos hábitus. A partir de dicha matriz, se describieron e interpretaron las múltiples interrelaciones y posicionamientos asumidos en el campo a lo largo de distintos momentos históricos. A nivel general, es posible afirmar que estos espacios de lucha construyen un campo estructurado de posiciones sociales, en donde cada actor define su posicionamiento a partir de las lógicas que orientan sus prácticas y que, en su accionar cotidiano, contribuyen tanto a sostener dicha estructura como a transformarla. Esto se refleja en una dinámica de posicionamientos que varían en distintos momentos históricos y que se analizaron a partir de la elaboración de diversos mapas de actores. 12 Bourdieu señala que «construir la noción de ‘hábitus’ entendiéndolo como un sistema de esquemas adquiridos que funcionan en estado práctico como categorías de percepción y de apreciación o como principios de clasificación al mismo tiempo que como principios organizadores de la acción era constituir al agente social en su verdad de operador práctico de construcción de objetos» (Bourdieu, 1988:26). 13 Cabe aclarar que el concepto que utiliza Bourdieu respecto al «capital específico» se relaciona con la conceptualización que realiza en torno a la diferenciación entre los diversos tipos de capital; esto es, que es posible distinguir entre capitales específicamente económicos, culturales, simbólicos o sociales, etc. 34 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Debido a la extensión de las mencionadas elaboraciones analíticas, se optó por renunciar a su exposición en esta oportunidad, presentando sólo la tipología de actores y la estructura del campo, ya que constituyen las dimensiones con menor variabilidad a lo largo del período. Al considerar las distintas configuraciones de la estructura de posiciones de los actores y sus posicionamientos a lo largo del periodo, resulta evidente que existe una continuidad en la estructura de sus interrelaciones, más allá de los posicionamientos relativos que asumen. Dicha estructura de interrelaciones resulta profundamente asimétrica —en términos de poder y de recursos disponibles—. Esta asimetría puede graficarse en un esquema de estructura piramidal. Figura 2: Pirámide de actores Elaboración propia En esta pirámide de actores se reflejan gráficamente las asimetrías estructurales de poder, indicando quiénes se encuentran en la base y quiénes constituyen un pequeño grupo en la cima con alta incidencia en la toma de decisiones y en la configuración de los procesos de construcción de normativa. Este esquema señala homologías entre aquellos que comparten la misma posición estructural, aunque no implica sin embargo que exista necesariamente una solidaridad estructural o una identidad en los intereses y expectativas de los distintos actores que ocupan el mismo rango. En función de las distintas circunstancias históricas e institucionales y los diversos escenarios por los que ha atravesado la producción de normativa a lo largo de las casi seis décadas analizadas, muchas veces se han producido antagonismos y luchas de intereses entre aquellos actores que, perteneciendo objetivamente al mismo nivel estructural, han manifestado distancias simbólicas notables. Partiendo entonces de la descripción y análisis de las lógicas de actuación de cada grupo y de las asimetrías de poder que configuran la pirámide, resulta posible analizar las interrelaciones y representaciones que se despliegan entre los distintos grupos. En general, existe entre determinados actores sociales una sensación que podría definirse como de extrañamiento respecto de la normativa en sí, especialmente respecto a su proceso de producción y aplicación. Habitualmente los actores sociales no gubernamentales y del sector privado perciben la normativa como algo que les es impuesto con ciertos niveles de arbitrariedad, ya que no suele tenerse en cuenta a quienes la produjeron —y al contexto socio-histórico en donde se produjo— como un factor determinante de su evolución y aplicación. Es decir, no se considera el proceso social de su producción y reproducción. Esta sensación de alienación implica un olvido de la historia, de quienes actuaron oportunamente en esos procesos de manera más o menos directa, de las razones que orientaron su accionar y de las condiciones histórico-sociales de su producción y reproducción cotidiana. En definitiva se termina cosificando aquello que es el resultado también de las prácticas de los mismos agentes que la utilizan (con distintos grados de participación). Este tipo de cosificación de la normativa implica una visión en donde sólo parecería Actores y prácticas en la producción de normativa urbana. Una perspectiva desde el desarrollo a escala humana para el caso de la ciudad de Buenos Aires Cecilia Cabrera y Mariano Scheinsohn 35 quedar la opción de acatar o transgredir la normativa, o bien de procurar tener el suficiente poder como para lograr adecuarla a los propios intereses. Al analizar la interacción de los actores, es posible afirmar que los condicionamientos y las tensiones son múltiples y en múltiples direcciones, estableciendo una dinámica propia del campo, que supera todas las voluntades, pero donde debe reconocerse a su vez que son esas voluntades las que construyen, sostienen, transforman y conservan el campo. El análisis pormenorizado de cada momento histórico y las circunstancias que lo rodearon permitió advertir el gran impacto que las prácticas de los actores en sus interacciones producen sobre el campo y el resto de los actores desde diversas escalas de actuación (global, nacional y local), y la manera en que estas prácticas determinan el carácter y la oportunidad de cristalización de los diversos instrumentos de regulación urbana. Algunas consideraciones finales A partir del análisis expuesto en este trabajo respecto de la dinámica que tuvo la producción de normativa urbana en Buenos Aires, resulta evidente que las políticas de regulación estuvieron fuertemente determinadas, tanto por una lucha de intereses (entre interés público y privado) como por una dinámica institucional que fue perdiendo paulatinamente —a través de las décadas— su legitimidad social y su capacidad para actuar de manera autónoma en resguardo del interés público. Si a lo largo del periodo analizado el ámbito burocrático-administrativo que media en la producción de normativa fue perdiendo identidad y estabilidad ha sido principalmente debido a los permanentes cambios institucionales de jerarquía y escala en el orden administrativo, pero también por la aplicación —de arriba hacia abajo (Max-Neef, 1993)— de políticas que, entre otras muchas cuestiones, implicaron un fuerte desgaste institucional, la deslegitimación de su autoridad y la precarización de las condiciones laborales de sus agentes. Necesariamente dicho proceso terminó configurando una institución menos independiente —en términos de lo estatal y lo público— y más vulnerable tanto a los factores exógenos como a las presiones sectoriales (de afuera hacia adentro). En este sentido entendemos que si bien el desarrollo a escala humana implica propiciar procesos de abajo hacia arriba, la incidencia del Estado y sus políticas en esta línea resultan fundamentales para la sustentabilidad y el escalamiento de este proceso. En estos términos, un ámbito estatal que propicie este tipo de políticas y el accionar de las organizaciones sociales debe necesariamente construir una dinámica institucional capaz de promover y sostener su carácter autodependiente, como una estrategia más en la defensa del interés público. Tal orientación implica asumir un posicionamiento político en el que se ve comprometida una amplia y extensa lucha de intereses, desde los lineamientos macro hasta las prácticas cotidianas. Probablemente en el ámbito de las prácticas cotidianas de producción y reproducción de la normativa urbana —al menos en el caso analizado— sea donde se percibe de manera más palpable esta lucha de intereses, que terminan derivando en orientaciones de políticas que se van consolidando —incluso materialmente— a lo largo de los años. Las tomas de decisiones de los actores políticos, la participación e implicación de las organizaciones sociales y las buenas intenciones de los agentes de promoción del desarrollo, pueden ser elementos importantes para una regulación urbana que contemple el desarrollo a escala humana, pero si no se construye una institucionalidad de gobierno coherente con esa orientación, probablemente estas buenas intenciones choquen contra unas prácticas cotidianas que, desde la gestión, resulten opacas y refractarias de dicha orientación. Podríamos arriesgar que la conformación de un Estado que propicie políticas y prácticas a escala humana debería promover también un profundo proceso de legitimación social de sí mismo, de sus instrumentos y de los agentes y actores que lo producen y reproducen cotidianamente. Sin un conocimiento acabado de la racionalidad que sostiene la practica cotidiana —no sólo de los actores políticos y sociales, sino también de los agentes públicos y de la sociedad civil— y su mutua interrelación e interdependencia, resultará muy difícil construir prácticas orientadas hacia este tipo de desarrollo. Evidentemente, para que lo antedicho sea posible, resulta necesario ampliar el campo de investigación, no sólo considerando los actores sociales implicados, sino también los actores estatales (desde la visión de su polifonía antes mencionada) que en su mutua imbricación sostienen una lucha y dinámica particular que termina incidiendo también en la orientación definitiva que adquieran las políticas y las prácticas públicas de regulación. Para finalizar creemos conveniente recordar la advertencia enunciada por Max-Neef al afirmar que «para que la investigación teórica pueda traducirse en cambios políticos es preciso también identificar a 36 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus los nuevos actores sociales que están emergiendo desde el interior de aquellos segmentos y que constituyen agentes potenciales de cambios» (Max-Neef, 1993:98). Referencias bibliográficas Azuela de la Cueva, Antonio 1989 La ciudad, la propiedad privada y el derecho. 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Los objetivos del proyecto fueron, en primer lugar, llevar a cabo una encuesta para recopilar información acerca de los desafíos y los problemas subyacentes que afectan a ciudadanos con bajos ingresos en su intento de adquirir tierras para utilizarlas en proyectos de desarrollo. En segundo lugar, este proyecto de investigación tuvo como objetivo desarrollar normas de reparto o normas de distribución prácticas que ayudasen a resolver rápida y eficazmente conflictos relacionados con la tierra, de forma que no obstaculizasen o retrasasen las promociones urbanas. El proyecto comenzó en octubre de 2011 con el apoyo de Oxfam NOVIB, la Universidad de Tilburg y el Instituto para la Investigación y el Desarrollo en África. En primer lugar se desarrollaron herramientas de investigación adecuadas y se llevó a cabo una amplia encuesta en determinadas zonas de la ciudad de Kampala, entre octubre y diciembre de 2010. Después, se organizaron cinco grupos de discusión en los que participaron personal técnico del Gobierno de Uganda, el Ayuntamiento de Kampala, organizaciones de la sociedad civil, instituciones culturales, inversores promotores e instituciones religiosas. Como propietarios de terrenos, responsables políticos de la toma de decisiones y analistas socioeconómicos, todos estos actores representan los intereses principales respecto a la tierra. Este trabajo se centra en explorar la burocracia, el poder político y poder económico para determinar el acceso de las personas con menos recursos a los beneficios económicos de la ciudad, las amenazas a sus medios de subsistencia y sus estrategias de supervivencia. Además, presenta un enfoque interesante sobre la apropiación de recursos urbanos a través del uso y aplicación de normas de reparto que se han desarrollado mediante el análisis de casos de conflictos locales entre ricos y pobres por las tierras, así como el conocimiento obtenido en el proceso de creación de estas herramientas. Los resultados de esta investigación cumplimentan y en algunos casos contradicen el planteamiento del desarrollo a escala humana, sobre todo por lo que se refiere al conocido enfoque de abajo hacia arriba como una manera sostenible y eficiente de eliminar la exclusión social de los pobres en los procesos de desarrollo urbano. Palabras clave: Reparto, conflicto, desarrollo, participación, tierra. Introducción Este artículo comienza acercando al lector el contexto de disputas por la tierra en la ciudad de Kampala, en Uganda. La sección de antecedentes explica la base histórica de los conflictos por la tierra en Kampala y la relaciona con la historia colonial de Uganda, que dio lugar a la convivencia de diferentes sistemas de tenencia de la tierra. Posteriormente se explica el proyecto Normas de reparto con el único propósito de poner de relieve las intenciones del proyecto en el que se enmarca la investigación. El empleo de normas de reparto es un 2 Moses Tukwasiibwe es profesor en el Departamento de Estudios del Desarrollo de la Universidad Bishop Stuart de Mbarara, Uganda (http://www.bsu.ac.ug); doctor investigador en el Instituto de Investigación del Desarrollo [Development Research Institute] (IVO) y en el Instituto Tilburg para el Estudio Interdisciplinario de Sistemas para la Resolución de Conflictos en materia de Derecho Civil [Tilburg Institute for Interdisciplinary Studies of Civil Law and Conflict Resolution Systems] (TISCO) de la Universidad de Tilburg, Países Bajos (http://www.tilburguniversity.edu); e investigador sénior asociado en el Instituto de Investigación y Desarrollo en África [Institute for Research and Development in Africa] (http://www.irdafrica.org). 1 Este artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 37 38 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus fenómeno global, pero las normas específicas que se apliquen en cada localidad dependerán del proceso a través del cual se hayan desarrollado. Las normas de reparto dependen por tanto de cada contexto y deberían desarrollarse teniendo en cuenta las diferentes características socioeconómicas y políticas de la sociedad de destino. En el capítulo 4 se explica la metodología utilizada para la recopilación de datos y el análisis en el marco del proyecto de investigación. Se comienza explicando el marco teórico de la investigación para, a continuación, presentar de manera analítica los datos obtenidos, incluyendo las principales conclusiones derivadas de las encuestas sobre los procesos de adquisición de tierras y los modelos de utilización de las mismas. Se exponen los principales retos para desarrollar normas de reparto, de manera que el lector pueda apreciar el complejo proceso participativo que implica la elaboración de estas normas. Por último, el documento presenta y explica el actual sistema de normas de reparto, que se desarrollaron a través de un proceso en el que participaron todos los grupos de interés, desde los miembros de la comunidad a los inversores y los tecnócratas del gobierno. Se reflexiona sobre las conclusiones de la investigación, contrastándolas con el enfoque del desarrollo a escala humana. Antecedentes Los datos obtenidos de la investigación actual sobre urbanismo en países en desarrollo muestran un problema complejo en los procesos de adquisición y utilización de la tierra, especialmente por parte de los ciudadanos con bajos ingresos. Esto ocurre sobre todo en la ciudad de Kampala —ciudad de un país en desarrollo que está creciendo muy rápido— que tiene una mayoría de población pobre y una minoría muy rica que controla grandes extensiones de tierra y recursos financieros. Durante siglos, la tierra se ha considerado el recurso más esencial y valioso a nivel nacional. Esto se debe a la importancia de la agricultura y la demanda cada vez mayor de viviendas conforme crece la población (Lehavi, 2008). Además, la tierra se considera algo muy valioso porque el control de esta ha estado estrechamente relacionado con las cuestiones específicas de control territorial, estructura sociopolítica y poder. Sin embargo, este trabajo se sitúa en el contexto de la creciente demanda de tierra en una ciudad a la que llegan muchas personas buscando ganarse la vida. En Uganda, la mayor parte de la inversión está ligada a la tierra; en consecuencia, la tierra es un activo esencial para aquellos que buscan enriquecerse mediante empresas de inversión en la tierra (Deininger y Ali, 2007). Es importante señalar, sin embargo, que en Uganda hay una inseguridad muy extendida sobre los derechos de propiedad derivada de un solapamiento de los derechos sobre la tierra y de fallos en el registro de títulos de propiedad (ibíd.). La ciudad de Kampala, a diferencia de otras zonas de Uganda, tiene un sistema de tenencia múltiple de la tierra en el que los cuatro sistemas de tenencia de la tierra están adecuadamente representados. El Ayuntamiento de Kampala no tiene jurisdicción sobre el conjunto de toda la tierra, sin embargo, tiene el poder de controlar el aprovechamiento de esta en la ciudad. Casi la mitad de Kampala, el 45 %, está en manos de propietarios particulares, el 27 % pertenece a la Junta de Tierras de Buganda y son en exclusiva tierras del Kabaka 3 , el 15 % está en manos de la Junta de Tierras de Kampala como autoridad de control de las tierras que eran anteriormente propiedad pública, el 10 % lo posee la Comisión Agraria de Uganda en nombre del gobierno central, mientras que otro 3 % está en manos de particulares o de instituciones como la Iglesia. Existe una competencia entre diferentes solicitudes legítimas de compra de tierras en las distintas tenencias, en las que una o varias personas pueden tener intereses diferentes en la misma porción de tierra, ya sea como propietarios de las parcelas, como arrendatarios o como ocupantes bona fide. Los derechos de tenencia secundarios o reclamaciones de tierra chocan con los derechos primarios de los propietarios registrados de la tierra o los actuales propietarios habituales. UN-Habitat, 2007 En una situación donde hay una presión evidente sobre la tierra y unos derechos de propiedad de la tierra opacos, los conflictos son habituales (Kigula, 1993). El conflicto surge cuando las personas o grupos de personas se dedican a competir por alcanzar objetivos que a ellos les parecen incompatibles o que de verdad lo son (Moore, 2003). La demanda de tierras en el entorno urbano en los países en desarrollo es particularmente problemático, ya que la oferta de las mismas es fija mientras que la necesidad de tierras impulsada por el aumento de la población es continua (Arimah, 1992). Debido a que todas las sociedades experimentan conflictos de tierras, la creación o fijación de costumbres o normas relacionadas con demostrar la legitimidad de que los derechos de propiedad son importantes para la seguridad de la tenencia y el acceso a los recursos (Unruh, 2006). Además, la creciente demanda lleva a aumentar el precio 3 El Kabaka es el tradicional rey del Reino de Buganda, en el cual se sitúa la ciudad de Kampala. Sin embargo, Kampala es la capital nacional y es administrada por el Ayuntamiento de Kampala en nombre del gobierno central. Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala Moses Tukwasiibwe 39 de la tierra, lo que se refleja de forma automática en un incremento del valor de la tierra aumentando así las perspectivas de beneficio para la persona que posee los derechos de propiedad (Arimah, 1992). Los desacuerdos sobre la propiedad de la tierra y los derechos de uso son cada vez mayores. Posteriormente se convierten en conflictos cuando una o ambas de las partes no pueden o no quieren resolver sus diferencias. Después de esta fase, los litigantes podrían buscar medios más formales o estructurados de llegar a un acuerdo. Los medios formales podrían ser los tribunales de justicia o mediadores; mientras que los medios informales podrían ser conversaciones y/o la coacción (Moore, 2003; Moffit y Bordone, 2005). En los conflictos hay intereses primarios y necesidades que cada parte interesada tiene. La resolución de conflictos se basa en el supuesto de que ayudar a los litigantes a entender sus intereses hará surgir compatibilidades subyacentes o aspectos en los que se dé el brazo a torcer y se alcance un acuerdo (Kressel, 2006). Los intereses varían de un conflicto a otro y de una parte interesada a otra. El grado de vinculación de cada parte interesada representa la magnitud de sus necesidades, deseos, preocupaciones y temores. Lo que subyace a las opiniones de cada parte son los elementos tangibles que dicen querer. Por tanto, el primer acercamiento para entender cómo se puede resolver un conflicto es analizarlo minuciosamente para comprender plenamente los intereses subyacentes (Ury et ál., 1993). El segundo enfoque para resolver un conflicto es contar con estándares independientes que sean considerados legítimos para determinar quién tiene razón. El tercer enfoque es determinar cuál de las partes interesadas es más poderosa que la otra (ibíd.). Estas consideraciones se tuvieron en cuenta a la hora de desarrollar normas de reparto eficaces. El concepto de normas de reparto El proyecto de normas de reparto se gestó teniendo en cuenta los desafíos anteriormente mencionados. Se trataba de contribuir a lograr una solución rápida y efectiva de los conflictos en torno al uso de la tierra, que afectan especialmente a personas con bajos ingresos. Una vez obtenida la financiación, las actividades previstas se desarrollaron en Kampala. El proyecto tiene como objetivo desarrollar normas de reparto para hacer frente a conflictos de tierras, con el fin de facilitar el acuerdo entre los implicados, de manera que se facilite su desarrollo rápido y sin problemas. El proyecto de normas de reparto es una intervención en curso que se basa fundamentalmente en un enfoque de criterios objetivos que han sido desarrollados por Microjustice Initiative [Iniciativa de Microjusticia] (MJI), el Instituto Tilburg para el Estudio Interdisciplinario de Sistemas para la Resolución de Conflictos en materia de Derecho Civil (TISCO), el Instituto Internacional de Victimología de Tilburg (Intervict), el Centro de Estudios de Derecho y Economía de Tilburg (TILEC) y el Instituto de La Haya para la Internacionalización del Derecho (HiiL). Las normas se desarrollaron utilizando información formal, informal, descriptiva y prescriptiva que se ha examinado en los sistemas de justicia tanto formales como informales. Son muy importantes los criterios objetivos para la solución de conflictos porque dan lugar a acuerdos más acertados y justos que permiten reducir costes. Esto hace que sea más fácil para los litigantes aceptar los resultados y les permite beneficiarse de experiencias pasadas. La utilización de criterios objetivos para decidir sobre cuestiones distributivas puede ser en realidad la única manera de poner fin a negociaciones costosas basadas en percepciones personales. Las fuentes de los criterios objetivos que se han sugerido en la bibliografía son tan diversas como los precios del mercado, los precedentes, las normas morales, la eficiencia y los estándares profesionales. Además, los litigantes pueden buscar criterios objetivos en fuentes de información normativa como los códigos legales, la jurisprudencia, los principios rectores y otras fuentes locales (Verdonschot, 2009). Metodología de la investigación El proyecto se basa en una investigación con desarrollo de un diseño de normas que se implementa para tratar de solucionar un problema práctico. Se ha realizado una revisión de las teorías, conocimientos, métodos y técnicas existentes para aplicarlos en las comunidades de destino, con el objetivo de desarrollar normas de reparto de carácter práctico. La recogida de datos para el desarrollo de las normas de reparto se llevó a cabo mediante encuestas, grupos focales de discusión y entrevistas a los principales interesados. Encuesta sobre casos de disputa por la tierra Entre el 15 de octubre y el 15 de diciembre de 2010 se realizó una encuesta para entender las tipologías, la distribución, la naturaleza y la intensidad de los conflictos por la tierra en Kampala. Esto se hizo mediante un amplio cuestionario que abarcaba más de 50 preguntas. 40 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Los encuestados fueron 200 cabezas de familia. El área de enfoque se dividió en cuatro estratos que representaban a cuatro vecindarios diferentes de la ciudad de Kampala. Cada uno de los estratos estaba representado por 50 participantes. El primer estrato fue la división administrativa de Nakawa, que se compone de barrios ricos y prósperos, un centro de negocios y una universidad pública. El segundo era el distrito de negocios de la división administrativa central, que es el centro de los negocios de los ricos, de inversiones y holdings. El tercer estrato era la división administrativa central (Kisenyi) que, por el contrario, se compone de familias muy pobres que constituyen una de las mayores barriadas o asentamientos de chabolas en la ciudad. El cuarto estrato era la división administrativa de Lubaga que está compuesta de una mezcla de barrios relativamente ricos y una veintena de familias relativamente pobres. Discusiones en los grupos focales Después de la encuesta, los investigadores analizaron los datos y los resultados se utilizaron para llevar a cabo cinco grupos de discusión planteados para desarrollar normas de reparto. A los grupos de discusión se invitó a miembros del equipo de la Dirección de Administración de Tierras en el Ministerio de Tierras y Desarrollo Urbano, oficiales jurídicos y oficiales de arrendamiento que trabajan con la Junta de Tierras de Buganda, miembros del comité del grupo de tareas presidenciales sobre conflictos de tierras de la Oficina del Presidente de Uganda, miembros del Cuerpo de Policía de Uganda del Departamento para la Protección de las Tierras, de Conflictos y Expulsiones, el grupo de trabajo de conflictos de tierras del Ministerio de Justicia y Asuntos Constitucionales, los miembros del comité técnico y los concejales de las divisiones de Nakawa y Lugaba del Ayuntamiento de Kampala y representantes de organizaciones de la sociedad civil que se ocupan de conflictos de tierras en Uganda bajo su organización protectora, la Alianza de la Tierra de Uganda [Uganda Land Alliance]. Entrevistas con los interesados Estas entrevistas se llevaron a cabo durante y después de las reuniones de los distintos grupos focales de discusión, con el fin de cotejar o confirmar la opinión del público y/o para obtener más información técnica de los registros del gobierno y otros documentos pertinentes. Al final de la primera fase de este proyecto, que se llevó a cabo entre octubre de 2010 y mayo de 2011, se diseñaron parte de las normas de reparto; éstas se encuentran ahora disponibles para su revisión y mejora. El objetivo es hacer que estas normas sean de aplicación universal para que se usen en otros países que puedan estar experimentando conflictos de tierras similares a los observados en la ciudad de Kampala. Marco teorico de análisis Puesto que el proyecto se planteó como una investigación por diseño, fue necesario desarrollar en primer lugar un marco teórico y analítico, a partir de la revisión exhaustiva de literatura. El marco teórico está conformado por un conjunto de conceptos relacionados entre sí pero, a diferencia de lo que ocurre con una teoría, únicamente se empleó con fines conceptuales. Sirvió para guiar la investigación a la hora de identificar qué medir y qué debe considerarse importante en el desarrollo de unas normas que se pretendía que puedan ser utilizados por muchas otras personas más allá de los casos de estudio. El marco se muestra a continuación. El gráfico muestra la naturaleza de los procesos de resolución de disputas de tierras, así como otros factores que influyen en dichos procesos, de acuerdo con la extensa revisión bibliográfica que se llevó a cabo antes de abordar el estudio de casos. Estos supuestos fueron posteriormente confirmados o desestimados, en función de la nueva información recabada durante las entrevistas y las sesiones de discusión con los agentes. Como se observa en la sección central, para que se inicie un proceso de resolución de disputa por la tierra, primero tiene que darse esa disputa. Después del proceso cabe esperar tres tipos de resultados: conformidad, disconformidad y conflicto no resuelto, que se seguirá arrastrando hasta que las partes implicadas lleguen a un acuerdo aceptable. En la primera etapa, el conflicto surge cuando confluyen una serie de factores clave: alta demanda de tierra, derechos de propiedad poco claros, superposición de distintos sistemas de tenencia e intereses en conflicto de los litigantes. En la segunda fase, en la que se inicia el proceso de resolución de la disputa, éste se ve influenciado por una serie de factores clave como el valor real de la tierra. En este sentido se supone que cuanto mayor sea el valor de los terrenos en cuestión, mayor será la dificultad para llegar a la resolución de la disputa. También se asumía que en esta fase es decisiva la intensidad con que los Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala Moses Tukwasiibwe 41 Figura 1: Marco teórico de la tenencia de la tierra y de las disputas por su uso y aprovechamiento en Kampala Elaboración propia litigantes se aferran a sus intereses y su flexibilidad para renunciar a algunas exigencias con el fin de llegar a un punto de acuerdo. Esto puede hacer que se llegue o no a una resolución y que se haga de una manera ágil o más lenta. Por último, el final del proceso de resolución tiene que traducirse en un resultado. Puede suceder que uno de los contendientes acepte la derrota y esté de acuerdo con una resolución vinculante. O bien, se puede llegar a una situación win-win, en la que ambas partes obtienen alguna ganancia considerable y renuncian a parte de sus derechos. La tercera posibilidad es que no se llegue a un acuerdo entre las partes, con lo que se mantendrá el conflicto. De cualquier manera, las normas de reparto deben ser claras con el fin de facilitar un acuerdo mutuo razonable. El propósito central del desarrollo de las normas es la defensa de los derechos de los habitantes más pobres y con menos recursos de la ciudad, a la vista de su posición de desventajas cuando se enfrentan a los habitantes ricos y poderosos. Tipos de propietarios y titularidad de los participantes en el estudio La figura anterior muestra los diferentes tipos de personas que estaban implicadas en conflictos por la tierra activos en la ciudad de Kampala. Los distitnos tipos de dispustas se pueden clasificar en tres tipologías generales: disputas familiares, institucionales y de la comunidad. La primera tipología incluye a los vecinos, familiares, particulares y promotores privados de la tierra. La segunda tipología incluye empresas comerciales, organizaciones no gubernamentales, gobierno central y gobiernos locales, mientras que en la tercera tipología se encuentran las asociaciones y el reino de Buganda. Esta diversidad supone que se trabaja en un entorno complejo, en el que confluyen mutlitud de intereses diversos. Se observó sin embargo que, si bien aumentaban los retos como la dificultad de llegar a compromiso de mutuo acuerdo entre las partes en disputa, la diversidad ofrecía a su vez grandes oportunidades para que surgieran distintas ideas y sugerencias. Al confrontar los intereses diversos de las muchas partes implicadas puede surgir un mayor número de alternativas más creativas. 42 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 2: Gráfico del estatus de propiedad de los participantes en el estudio Elaboración propia Figura 3: Gráfico de los tipos de disputas Elaboración propia Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala Moses Tukwasiibwe 43 Las expectativas de soluciones a los conflictos según los encuestados Figura 4: Gráfico de las soluciones a las disputas que se esperaban con más frecuencia Elaboración propia Independientemente de las ideas previas que tenía el equipo de investigación sobre cómo podrían ser las normas de reparto, la figura recoge la diversidad de opiniones de los encuestados sobre qué podía considerarse una resolución aceptable. Sin embargo, analizando las normas de reparto a las que se llegó, queda claro que la participación activa de los actores condujo a elaborar unas normas que hacían hincapié en soluciones win-win. Esto confirma la hipótesis de que el principal interés del litigante es poner fin a la disputa, puesto que impide el desarrollo de ambas partes. Independientemente de si el resultado de los procesos de solución de disputas es aceptable para ambas partes o no, está claro que el desarrollo de normas de reparto comunes es pertinente ya que, de partida, las opiniones de los litigantes nunca van ser coincidentes, como se ve en la figura anterior. Tenencia, adquisición y uso de la tierra en kampala El sistema de propiedad de la tierra en Uganda se compone de cuatro tipos de tenencia que fueron instituidas por el gobierno colonial británico en el Acuerdo de Buganda de 1900 (Nkurunzinza, 2007). El Acuerdo de Buganda estableció un régimen de compromiso para la administración de la tierra, según el cual la Corona británica estaba de acuerdo en trabajar con los reinos tradicionales que originalmente detentaban la propiedad de la tierra. Como resultado de este acuerdo se establecieron cuatro regímenes de tenencia de la tierra: tierras de la Corona, tierras de Mailo, tierras de Mailo privadas y tierras de tenencia privada. La Corona de Inglaterra ocupó y gestionó los terrenos de la corona, las tierras de Mailo quedaron en manos de los administradores de los Reinos, las tierras privadas de Mailo fueron a parar a las manos de aristócratas muy ricos e influyentes y las tierras para tenencia privada se situaron en áreas reservadas para ser utilizadas en un futuro por la corona o los reinos. Después de la independencia de 1962 las tierrras privadas se convirtieron en objeto de disputa entre distintas partes, como el gobierno, personas ricas y la gente sin tierra de comunidades pobres. En la actualidad se aplican los cuatro sistemas de tenencia para la administración de la tierra en la ciudad de Kampala, con la peculiaridad de que las tierras de la corona han pasado a pertenecer al gobierno de Uganda. En estos cuatro sistemas de tenencia la gente usa las leyes, el poder, derechos y exigencias para apropiarse, utilizar y controlar la tierra, perjudicando con frecuencia a los más pobres e impotentes. Conviene aclarar cómo se emplea el término de «desarrollo del suelo» en este artículo. El concepto se refiere al proceso de urbanización o construcción de diferentes infraestructuras, que hacen que se 44 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus incremente el valor del suelo. Una vez que se han construido las tiendas, los centros comerciales, los bloques de oficinas o las áreas residenciales para alquiler o venta, el valor y la productividad del suelo aumentan considerablemente. A diferencia de otras zonas menos urbanizadas, en la ciudad la demanda de suelo es alta, y representa un alto potencial de beneficios financieros. En estos casos los ricos poseen más tierras y cuando se enfrentan a los pobres por una tierra dormant o en disputa, en la que hay que expulsar a los residentes, los ricos tienen mayor capacidad de influencia. Este tipo de situaciones constituye el cimiento sobre el que desarrollar un sistema racional de normas de reparto. Kampala Capital City Authority es la institución responsable de la planificación de la ciudad. Trabaja codo con codo con el Ayuntamiento de la ciudad de Kampala, que es el responsable político y representa la voluntad del electorado en el proceso de planificación de la ciudad. Mediante consultas mutuas, estos dos cuerpos conforman el marco legal y gestionan el proceso de planificación que dirige el desarrollo y la transformación urbana. Procesos de adquisición de tierras en Kampala Según Lund (2002), desde la perspectiva del comprador el proceso de acceso a la tierra se puede dividir en tres etapas: identificar cuáles son sus intereses en una propiedad, presentar una reclamación y lograr el reconocimiento de los derechos. Nkurunzinza (2007) por su parte resume el proceso de adquisición de tierras en cuatro etapas: la obtención de información sobre la disponibilidad de los derechos, la negociación de una transacción inmobiliaria, la adjudicación y delimitación de la parcela y la transferencia de los derechos sobre las tierras. Sin embargo, del estudio de los procesos en Kampala concluimos que hay algunos aspectos que han cobrado protagonismo hoy en día y que afectan sustancialmente al proceso de adquisición de tierras. Tal vez no fueran importantes en años anteriores o puede que los autores nombrados los consideraran de poco interés. En primer lugar, se plantea el problema de que los ricos y políticamente poderosos utilizan su poder para ocupar la tierra que pertenece a gente pobre. A veces, los pobres —por intimidación— venden sus terrenos a precios irrisorios muy por debajo de los del mercado y en otros casos alegan que los documentos de los pobres son falsos y logran órdenes judiciales para desalojar a los ocupantes de las tierras o de las parcelas. En segundo lugar, se observó que en muchos casos una parcela de tierra puede tener hasta cinco solicitantes, todos ellos en posesión de los mismos títulos emitidos por la misma autoridad. En otros casos, los títulos han sido otorgados bajo diferentes tenencias y al final el solicitante más poderoso es el que gana y quien, en consecuencia, se ocupa del desarrollo urbanístico. En estos casos funciona la ley de la selva a la hora de adquirir y utilizar la tierra. Los más fuertes se llevan todo y los pobres se ven desplazados aún más lejos de la ciudad, ya que se les niegan sistemáticamente sus legítimas reivindicaciones. Modelos de uso del suelo El tema de los derechos sobre el uso del suelo en Kampala es muy controvertido pues la oferta de suelo es fija y cada vez hay más población compitiendo por ella. Seguirá siendo así a menos que se busquen nuevos enfoques que permitan un uso completo del espacio por encima y por debajo de la superficie actual. Las disputas por la tierra continuarán constituyendo una amenaza para el desarrollo socioeconómico. Conseguir reglas de reparto adaptadas a cada contexto y que evolucionen es crucial para cualquier sociedad en desarrollo, puesto que facilitan la resolución de conflictos de manera rápida y con un menor coste. En este estudio se observó que hay cuatro principales modelos de uso del suelo en Kampala y que estos modelos pertenecen a diferentes categorías de habitantes de la ciudad, y varían sobre todo en función de la cantidad de dinero que tengan. Los pobres a menudo luchan por tener una pequeña porción de tierra mientras que los ricos tienen la mayor parte, a la que ni siquiera pueden dar pleno uso. Los principales destino del suelo son: proyectos para construir oficinas y centros comerciales, proyectos sociales del gobierno o de instituciones cívicas y culturales, residencias para los ricos, chabolas para los pobres, refugios temporales, tiendas y huertas urbanas o pequeñas granjas. En el primer caso, la construcción está encabezada por promotores privados en parcelas de propiedad privada. A veces el gobierno e instituciones religiosas y sociales construyen en sus propias parcelas. En el segundo caso, la gente rica y próspera construye viviendas privadas en recintos cerrados para mantener su privacidad y seguridad. En el tercer caso, los ciudadanos de renta media y los pobres conforman un porcentaje relativamente alto que, en comparación con los ricos, viven en barrios abiertos y sin planificación urbana. Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala Moses Tukwasiibwe 45 En el cuarto caso, los pobres y las personas sin hogar viven en chabolas en una de las muchas barriadas de la ciudad. Los patrones de utilización del suelo se enmarcan dentro de los sistemas de tenencia de la tierra que prevalecen en Uganda, como se muestra a continuación. Se observó que las personas tienden a reclamar derechos de propiedad de la tierra, pero hay distintos sistemas de tenencia superpuestos y según las circunstancias ocultan aquellos que no favorecen su reclamación de derechos de propiedad. Los sistemas operativos predominantes de tenencia son la propiedad privada u ocupantes bona fide, tenencia consuetudinaria y tierras de la Corona. La propiedad privada corresponde a quienes adquirieron tierras con títulos de dominio absoluto. Esto incluye a ricos terratenientes, iglesias y mezquitas. Los ocupantes bona fide son inquilinos ilegales que han ocupado esa tierra durante más de doce años y, por lo tanto, tienen derecho a recibir una compensación antes de ser expulsados. La tenencia consuetudinaria se refiere a la tierra poseída por el Kabaka o rey del Reino de Buganda. Esta tierra es administrada por la Junta de Tierras de Buganda, que es capaz de emitir arrendamientos. Las tierras de la Corona están compuestas por los terrenos que pertenecen al gobierno central y a los gobiernos locales, tales como el Ayuntamiento de Kampala, que también ostenta los derechos de arrendamiento de tierras. Por ello, los conflictos relacionados con el uso del suelo pueden surgir de la competencia de varias solicitudes debido a fallos de registro y de los títulos de propiedad. Principales retos para desarrollar normas de reparto del suelo Como se muestra en la metodología, una vez efectuado el análisis de datos se inició el proceso de desarrollo de las normas de reparto a través de grupos de discusión. Los participantes en los debates a nivel local representaban las divisiones incluidas en la encuesta; principales secretarios del municipio y sus ayudantes como jefes de cada división administrativa de la ciudad, los planificadores urbanos de cada división, la división fiscal del estado, la división mayor de la policía, el inspector de construcciones, cinco miembros del tribunal local que se ocupa de casos civiles, incluyendo los conflictos por terrenos a nivel de divisiones administrativas o de consejo local de nivel III, cinco miembros del Comité de la Tierra —que es el comité de asesoramiento técnico de la tierra a nivel de divisiones administrativas de la ciudad—, el responsable del desarrollo de la comunidad a nivel de divisiones, el responsable del bienestar a nivel de divisiones, responsable de producción, secretario de obras, secretario de género, responsable de medio ambiente, secretario de juventud y los secretarios del Ayuntamiento. Los grupos de discusión se llevaron a cabo con el objetivo de compartir los principales resultados de la encuesta con las partes interesadas para ver qué opinaban, qué reacciones y preguntas tenían y para obtener sus propuestas técnicas de los posibles ingredientes de las normas de reparto basadas en los resultados de la encuesta. La tarea inicial de los grupos de discusión era identificar los retos sociales, económicos y legales para conseguir unas normas de reparto eficaces y, en segundo lugar, para identificar los ingredientes viables para unas normas de reparto eficaces y prácticas. Los retos que se identificaron se clasificaron como sociales, económicos y legales. Los retos sociales se refieren, por un lado, al conocimiento limitado que tiene la población de las disposiciones de los diferentes sistemas de tenencia. Por otro lado, los inquilinos de las tierras del Reino de Buganda están protegidos por el Reino incluso cuando hay otros proyectos económicamente viables que deberían recibir licencia para comenzar su actividad. Los retos económicos se refieren a la escasez de suelo, debida a la explosión demográfica en la ciudad y a que estos nuevos habitantes están dispuestos a utilizar cualquier ilegalidad para obtener, retener o utilizar la tierra. Otros retos económicos están ligados a la práctica de sobornos y a conflictos de intereses entre los funcionarios encargados de los títulos de propiedad. Los retos legales o institucionales incluyen una planificación urbana que se realizó hace treinta años y que hoy está desfasada ante una población de la ciudad que ha sobrepasado lo previsto en los planes. A su vez, las resoluciones de los consejeros locales tienen poco efecto debido a su escasa educación y la baja categoría de sus oficinas. Por otro lado, los Comisarios Residentes del Distrito, que son nombrados por el presidente, tienden a interferir de forma política en los conflictos de tierras sin consultar a las autoridades locales. Además, la tierra no delimitada por el Ayuntamiento de Kampala atrae a muchas personas que de manera ilegal optan por hacer uso de ella. Otros temas importantes son la corrupción existente en las oficinas de títulos de propiedad, los sistemas de tenencia de la tierra que se solapan, el uso limitado de la tecnología para mantener actualizado el registro de la propiedad y la falsificación de títulos de propiedad. 46 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus El desarrollo de normas de reparto prácticas La discusión en grupos focales marcó el punto de partida del proceso de elaboración de normas de reparto. El proceso se centró en los conflictos por la tierra asociados a proyectos de desarrollo de usos comerciales, que son más comunes en Kampala que los conflictos familiares e institucionales. Los tres casos seleccionados sobre conflictos conocidos en la ciudad de Kampala sirvieron para orientar el debate con los participantes del taller encaminado a formular posibles soluciones o normas de reparto o distribución. A continuación se describen estos tres casos que se utilizaron para facilitar la elaboración participativa de normas compartidas por diferentes agentes, como miembros de la comunidad, técnicos municipales, oficiales del Ministerio del Suelo, trabajadores de la sociedad civil y políticos, a modo de ejemplos de conflictos territoriales comunes en la ciudad de Kampala. Caso 1: el conflicto del parque del estadio Nakivubo Este caso tiene cinco actores principales: los comerciantes del parque, el gobierno, los encargados del estadio, los propietarios de autobuses y los promotores e inversores. El caso gira en torno al estadio nacional —el segundo más grande del país— que se encuentra en una privilegiada zona céntrica y muy concurrida. El estadio es propiedad del gobierno pero tiene una zona amplia alrededor que ha sido tomada y utilizada por los propietarios de autobuses como lugar de estacionamiento; otra parte la utilizan los vendedores ambulantes para mostrar sus productos. La discordia surgió cuando el gobierno optó por desarrollar y ampliar el estadio, y les exigió que abandonaran esa zona. Sin embargo, se negaron a moverse diciendo que llevaban mucho tiempo en ese lugar y, por lo tanto, necesitaban un acuerdo con el gobierno para participar en el desarrollo del terreno de manera que pudieran seguir teniendo un lugar para trabajar. Por el momento estos tres actores están encerrados en un callejón sin salida y existe una clara necesidad de buscar un acuerdo para la solución del conflicto. Se identificaron los siguientes intereses de las diferentes partes: El gobierno está interesado en utilizar este terreno privilegiado como le plazca, ya que es su potestad como administrador de toda la tierra en Uganda. Los comerciantes y propietarios de autobuses obtienen su sustento diario de esta terreno y sienten que su futuro económico está amenazado. Las inmobiliarias están interesadas en ganar mucho dinero y ven este terreno como un lugar muy prometedor puesto que está altamente valorado debido a su ubicación privilegiada dentro de la ciudad. En cuanto a las reivindicaciones de las diferentes partes: El gobierno reclama la propiedad de la tierra y tiene un título de propiedad. Los comerciantes y propietarios de autobuses reclaman los derechos de ocupación reconocida constitucionalmente como de buena fe, ya que han ocupado esta tierra durante más de doce años y continúan pagando un alquiler. Las inmobiliarias afirman que cuentan con el respaldo del gobierno para edifcar en el terreno, lo que beneficiaría a todos (también a ellos mismos, por supuesto). El terreno está valorado en 10.000 millones de chelines ugandeses ó 5 millones de dólares estadounidenses. El tamaño de la parcela es de 4 hectáreas. Todas las partes se benefician económicamente de las diversas actividades que se llevan a cabo en este terreno. La norma de reparto local más común en este tipo de casos es compensar a aquellos que van a ser expulsados. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la indemnización es irrisoria si la comparamos con el valor de mercado de propiedades. Hay otros casos en que las partes interesadas llegan a un acuerdo sobre los términos y condiciones de utilización del terreno. Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala Moses Tukwasiibwe 47 Caso 2: el conflicto de la mezquita de Nakasero Hay dos partes afectadas en este caso: el jeque Mutaasa Kafeero, un inversor, y la hermandad de los asistentes a la mezquita. El terreno en disputa ocupa una hectárea aproximadamente y ha albergado la mezquita durante más de 30 años. Sin embargo, el jeque Mutaasa, un magnate de la ciudad perteneciente a un grupo de grandes empresarios, acordó junto con el comité de ancianos de la mezquita la demolición de la antigua mezquita histórica y la construcción de un edificio ultra-moderno de 20 pisos. Acordaron que la mezquita ocupara el piso más alto y que la inmobiliaria fuera dueña de la propiedad durante 75 años, cobrando el alquiler y todos sus gastos de inversión. Tras estos años la devolvería a los encargados de la mezquita. Para el acuerdo no se consultó a los que asistían habitualmente a la mezquita. El problema surgió cuando se enteraron de la oferta y la rechazaron, alegando que el terreno y la mezquita se tenían que dejar intactos y que esto no era negociable. Cuando la inmobiliaria intentó comenzar el proyecto, sus trabajadores fueron atacados y dos de los aprendices sufrieron quemaduras. Esto puso fin al acuerdo y actualmente se necesita una solución que acepten todas las partes. Las reivindicaciones de las partes son: El inversor dice que tiene derecho a edificar en la parcela, tras haber llegado a un acuerdo con los líderes de la mezquita, que hablaban presumiblemente en nombre de todos los demás. Los asistentes a la mezquita se consideran los verdaderos propietarios de la parcela y piden ser ellos los que fijen las condiciones para cualquier inversor. La parcela ocupa media hectárea y está valorada en 3.000 millones de chelines ugandeses ó 1,5 millones de dólares estadounidense. Ambas partes harán todo lo posible para conservar el terreno o para aprovecharlo de una manera que les permita disfrutar de los beneficios del mismo. La norma local de reparto habitual en este tipo de casos consiste en llegar a un acuerdo mediante el diálogo. Caso 3: el conflicto de la finca de Nakawa Este caso tiene tres partes principales: el gobierno, que tiene el contrato de arrendamiento de la finca; los inquilinos que han vivido en la finca durante más de 20 años y los inversores en la vivienda en Reino Unido. Cuando el gobierno concedió derechos de edificación a los inversores de Reino Unido, se emitió una orden de desalojo de los inquilinos con efecto inmediato. Sin embargo, los inquilinos presentaron una demanda exigiendo que, ya que tienen pleno derecho sobre el terreno como ocupantes de buena fe, la inmobiliaria debería firmar un acuerdo con ellos para que las familias consigan un piso en las condiciones negociadas, cuando el proyecto se haya completado. Tanto los inversores como el gobierno se opusieron a esta petición y trataron de presionar para lograr un desalojo forzoso. En ese momento intervinieron los tribunales y el caso sigue abierto para negociar cómo armonizar los intereses de las tres partes enfrentadas. Los intereses de las partes son: La promotora quiere obtener beneficios a partir de su inversión inmobiliaria en la finca y estas perspectivas no podrán cumplirse si la indemnización es alta. El gobierno quiere que este emprendimiento tenga éxito para que aumenten los ingresos procedentes de los impuestos y se creen más puestos de trabajo. Las reclamaciones de las partes son: El inversor afirma que tiene derecho al desarrollo inmobilario después de haber llegado a un acuerdo con el gobierno. Los inquilinos afirman que la Constitución les protege legalmente, ya que muchos de ellos compraron los pisos en que viven cuando el gobierno decidió venderlos a aquellos que trabajaban él y que llevaban viviendo en los pisos durante más de 15 años. La finca ocupa 138 hectáreas y está valorada en 50.000 millones de chelines ugandeses ó 25 millones de dólares estadounidenses. Los promotores inmobiliarios pretenden invertir 300 millones de dólares estadounidenses para construir una ciudad satélite. Sin embargo, para los 1.745 inquilinos ésta es su casa y se mudarán únicamente a un sitio que tenga el mismo valor. De lo contrario, tienen derecho a participar en el proyecto y a que se les pueda conceder un piso. La norma local de reparto habitual en este tipo de casos consiste en llegar a un acuerdo mediante el diálogo. 48 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Normas de reparto de los escenarios de los tres casos Caso 1: el conflicto del parque del estadio Nakibuvo Las partes que forman parte del conflicto son las siguientes: los comerciantes del parque, el gobierno, los fideicomisarios del estadio, los propietarios de autobuses y los promotores inmobiliarios/inversores. Las soluciones alternativas que se proponen son: que medie una tercera parte, que haya una indemnización directa, la mediación del gobierno, aprovechar la tierra de forma conjunta mediante la construcción de un estadio ultra-moderno formado por un centro de negocios y locales para los comerciantes, encontrar una ubicación alternativa para satisfacer los intereses de todas las partes interesadas, dividir el terreno y asignar parcelas a las diferentes partes interesadas para acabar con los enfrentamientos, que se traslade el estadio a otro lugar si todos los interesados están de acuerdo y que se cree un condominio en el que todas las partes involucradas en el conflicto tengan la oportunidad de participar en el desarrollo de la zona. Tras las deliberaciones, el grupo convino en que la solución más prometedora era aprovechar la tierra de forma conjunta mediante la construcción de un estadio ultra-moderno que contenga un centro de negocios y locales para los comerciantes de todas las partes interesadas, en virtud de un acuerdo común o por contrato. Para conseguir que esta solución funcione deberían seguirse una serie de pasos. En primer lugar, los comerciantes deberían constituirse en asociación con objetivos claros. Después se iniciaría la negociación sobre los derechos de propiedad con las partes interesadas, se presentaría un proyecto empresarial común con los promotores inmobiliarios y los comerciantes y se asignarían los condominios a los comerciantes con el fin de otorgarles un sentido de propiedad. Caso 2: el conflicto de la mezquita de Nakasero El mayor temor de los fieles era que el promotor usara sin su consentimiento el terreno como aval ante el banco, y si se arruinaba ellos perdieran. El segundo temor era que el suelo pudiera quedar confiscado. También les preocupaba cómo repartir la superficie de una manera justa teniendo en cuenta los beneficios económicos reales. Por último, les parecía que la cesión del terreno al promotor por 75 años era demasiado larga y temían que no quedara claro quién detentaba realmente el título de propiedad. Como soluciones alternativas se pensó en que el Consejo de la mezquita se integrara el proyecto; que se llegara a un acuerdo con el promotor, un acuerdo amplio, no uno basado en términos acordados con unos pocos líderes que no representan al resto de los fieles y que son sospechosos de buscar beneficios particulares. Por último, también surgió la idea de hacer un desarrollo conjunto entre promotor y la comunidad de fieles de la mezquita. Para el grupo la solución más prometedora consistía en que la comunidad musulmana se integrara en el proyecto y llegara a un acuerdo justo con el promotor para el reparto de beneficios. Para lograr que esta solución funcione se tendría que seguir un proceso participativo para resolver las disputas. Se tendría que devolver el crédito de 10 millones que los líderes de la mezquita no habían pagado al promotor. El promotor por su parte, tendría que disculparse por haber negociado con los líderes sin tener en cuenta a la mayoría y a su vez los líderes de la mezquita tendrían que disculparse y reconciliarse con la comunidad de fieles y se tendría que redactar un memorando de entendimiento para el desarrollo del terreno con un reparto equitativo de beneficios en función de la contribución respectiva en suelo o en financiación. Caso 3: el conflicto de la finca de Nakawa En este caso se encontraban involucrados el gobierno, los inquilinos y los promotores inmobiliarios. Como soluciones alternativas se propuso ofrecer préstamos para que los ocupantes puedan comprar y edificar en el terreno, permitir que los promotores inmobiliarios desarrollen su proyecto, pero condicionado a que den un piso a cada uno de los inquilinos, fijar tarifas razonables de alquiler y, por último, si las otras opciones no son posibles, dar tiempo a los inquilinos a desalojar la propiedad. La solución que se vio como más prometedora consistía en permitir a las promotoras que ejecuten el proyecto pero condicionado a que se conceda un piso a cada uno de los inquilinos cuando se termine la construcción. Para que esta solución funcione hay que seguir una serie de pasos. Primero, formar un equipo de negociación que sea imparcial y de confianza. En segundo lugar, reconocer que los inquilinos tienen derechos sobre la tierra a pesar de su pobreza. Después, valorar el coste de la parcela de cada inquilino y llegar a un acuerdo sobre el tipo de piso que cada inquilino tendría. Por último, tendrían que ponerse de acuerdo sobre la cantidad de dinero que el inquilino tiene que pagar a la promotora y en qué momento si Proyecto de normas de reparto en la ciudad de Kampala Moses Tukwasiibwe 49 el valor de la vivienda supera el valor que tenía la parcela original de los inquilinos antes de empezar la construcción. Primera versión de las normas de reparto Basándonos en las discusiones y en las entrevistas, consultas e intercambios académicos versus intercambios profesionales, nos hemos centrado en la siguiente regla de repartición que se pondrá en práctica en el caso de conflictos como los que hemos mencionado en la primera parte de este artículo. Se ha llegado a esta conclusión tras unificar las diferentes ideas sobre lo que puede funcionar, teniendo en cuenta la opinión de las partes interesadas. Es un primer paso hacia un reparto razonable que pueda satisfacer las necesidades humanas fundamentales de subsistencia y protección dentro en un marco de desarrollo a escala humana. Versión 1 de las normas de reparto: Los inquilinos reciben una compensación que equivale al 50 % del valor de su renta anual durante la mitad de los años que han dedicado al uso de la tierra. La razón es que los inquilinos han conseguido ingresos gracias a las horas extra y si tienen que trasladarse a un lugar equivalente correrán con el 50 % de los gastos. La inmobiliaria se ocupará del resto. Una situación similar es aquella en la que nos encontramos ante un lugar alternativo de igual valor. En este caso, el 50 % de los gastos de compra corre a cargo de la promotora y el inquilino paga el otro 50 % de la compra. A partir de entonces se trasladan a su nueva residencia. Para identificar un lugar que tenga el mismo valor se debería contar con la ayuda de un profesional que ponga valor a la tierra de forma imparcial. Versión 2 de las normas de reparto: Se diseña un plan de inversión mediante el cual el porcentaje de participación en el proyecto es de tal manera que el valor actual de las tierras ocupadas por los inquilinos se convierte en el porcentaje que invierten en el proyecto. Por ejemplo, si el costo total del proyecto para desarrollar la zona es de 20 millones de dólares estadounidenses y el terreno en que el proyecto se llevará a cabo está valorado en 5 millones de dólares estadounidenses, la inmobiliaria asume el gasto de 20 millones de dólares y no paga por el terreno valorado en 5 millones de dólares. Los inquilinos ganarán el 25 % de los ingresos anuales hasta que recuperen totalmente los 5 millones de dólares, que fue su contribución inicial. Mientras tanto, la promotora ganará el 75 % de los ingresos anuales puesto que esto corresponde a su inversión inicial de 15 millones de dólares; es decir, el 75 % de la inversión total. Cuando la promotora y los inquilinos han recuperado su inversión inicial, el inversor tendrá que pagar a los inquilinos el 12,5 % del valor real de sus contribuciones individuales. En cuanto al segundo y al tercer caso, el grupo acordó que las promotoras tienen que tener en cuenta los inconvenientes a los que se enfrentan los propietarios como consecuencia de los cambios y por lo tanto, deben diseñar un plan para incluirlos en el desarrollo del proyecto. Las normas de reparto propuestas para este caso se consideraron prácticas, pero también se sugirió que los inquilinos tuvieran derecho a formar parte del acuerdo de aprovechamiento de la tierra, según la influencia que posean como propietarios de la misma. La investigación considera que estas reglas de reparto se pueden aplicar en la resolución de conflictos asociados a desarrollos comerciales. En ellos alcanzar un acuerdo se traduce en que se agiliza el proceso de inversión y en el que el reparto aceptable de beneficios probablemente interesa a todas las partes. Una vez que se alcanza un acuerdo razonable, es más probable que el proyecto se lleve a cabo y se consiga una paz sostenible. Sin embargo, para asegurar que el acuerdo beneficia también a los pobres y no solo a los poderosos y a los ricos, es necesario un trabajo sensibilización de la comunidad de base y defensa de sus derechos. Con ello los pobres estarán en una mejor posición para ejercer poder colectivo, plantear demandas de una manera más solida y hacerse oir a pesar de la enorme disparidad de poder, recursos y conocimientos legales que existe entre pobres y ricos. La segunda fase del proyecto girará en torno a la mejora de las normas de reparto, este proceso está abierto a comentarios, críticas y mejoras. Si quiere publicar sus sugerencias, diríjase a la página web http://www.microjusticeworkplace.net, o a la interfaz online sobre reglas de reparto de http://www.irdafrica.org. 50 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Conclusión El propósito de este proyecto era ayudar a desarrollar un mecanismo simple de normas de reparto que solucionara controversias relacionadas con la tierra y a las personas de bajos ingresos para que puedan ser dueñas de tierras, acceder a ellas y obtener beneficios. Este propósito de ayudar a aquellas personas con bajos ingresos se sustenta en que ellos, a diferencia de los ricos, no cuentan con el poder de la burocracia o del dinero para obtener la tierra que necesitan, ya sea porque no cuentan con los mismos recursos que los ricos o porque no están bien informados de las oportunidades de explotación de la tierra. Estas normas de reparto todavía están abiertas a mejora. De este modo, se podrán poner en práctica en otras partes del mundo donde ocurran situaciones similares. El enfoque de abajo hacia arriba que se utilizó en el desarrollo de estas normas complementa ampliamente el marco de desarrollo a escala humana propuesto por Max-Neef, Elizalde y Hopenyayn, 1991, ya que aboga por la participación de las personas afectadas y por la identificación y el desarrollo de soluciones viables que resuelvan los problemas, que protejan los derechos de las personas y que tengan en cuenta las reivindicaciones de los inquilinos. En definitiva, es importante crear soluciones que funcionen y que promuevan la libertad de cada persona sin tener en cuenta los ingresos de esta. Sin embargo, existe una contradicción. La mayoría de las personas pobres no tienen suficientes habilidades analíticas ni suficiente educación y esto no les deja otra opción que conformarse con lo que prefieren los tecnócratas y otras personas que han sido educadas y trabajan en oficinas que son nuestro punto de referencia para desarrollar estos enfoques. En este caso, por ejemplo, nos basamos en gran medida en el conocimiento de los tecnócratas y nuestro objetivo es conseguir las mejores soluciones, pero la participación en un nivel más bajo ha sido, en el mejor de los casos, sólo una descripción detallada de la naturaleza del problema al que se enfrenta la persona afectada y, por lo tanto, nos corresponde a nosotros investigar la opción más viable. Esta situación sólo podrá ser modificada si se les proporciona a los habitantes de las ciudades desfavorecidas toda la información correcta, si conocen las oportunidades y si tienen los conocimientos necesarios para que sean capaces de explotar sus recursos en un ambiente libre del abuso del poder financiero y político, de la intimidación y de la malinterpretación de la ley burocrática. A partir de los resultados de la investigación se puede concluir que los ideales del desarrollo a escala humana no son realizables a no ser que se cuente con sistemas de propiedad o tenencia de la tierra adecuados. Es decir, sistemas que no dejen vacíos legales que los ciudadanos ricos y poderosos pueden aprovechar privando de sus derechos a los pobres. El enfoque de desarrollo a escala humana puede ofrecer más oportunidades de proteger los derechos de los pobres si se adopta en los procesos de negociación para aplicar normas de reparto. En cualquier caso, sería necesario continuar la investigación para determinar dónde y cómo las normas de reparto que se están continuamente desarrollando pueden ayudar a los habitantes más pobres y vulnerables de la ciudad. Este enfoque de abajo arriba que pretende resolver las disputas está en proceso de evolución constante, poniendo de relieve las necesidades humanas fundamentales de subsistencia, protección, creación y libertad. Estas normas de reparto están abiertas a ser mejoradas, de manera que puedan ser aplicadas en contextos similares en otros países. Se da la bienvenida a los comentarios y sugerencias a través de la página web del lugar de trabajo de micro-justicia y a través del Instituto de Investigación y Desarrollo en África en la página web http://www.irdafrica.org. Bibliografía Arimah, Ben C. 1992 «An empirical analysis of the demand for housing attributes in a Third World city» Land Economics, vol. 4, num. 68, noviembre. 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UN-Habitat 2007 Situation of informal settlements in Kampala. Nairobi, Kenia: United Nations Human Settlements Programme. Verdonschot, Jin Ho 2009 «Delivering objective criteria: Sources of law and the relative value of neutral information for dispute resolution» TISCO Working Paper Series on Civil Law and Conflict Resolution Systems, num. 001/2009. Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia1 Stephen Diang’a2 Rosemary Hayangah3 Madrid (España), 20 de octubre de 2011. Resumen: La intervención en el mercado inmobiliario enfocada a la erradicación de asentamientos informales ha sido un elemento central en los debates urbanos de países en desarrollo durante las seis últimas decadas. Kenia ha respondido a este fenómeno aplicando las recetas del Banco Mundial sobre necesidades básicas, ajustes estructurales y entornos de empoderamiento; todas ellas contribuyen de forma razonable a incrementar el stock de viviendas, aunque con algunas deficiencias. A lo largo del tiempo, estas bienintencionadas intervenciones han sido testigo de considerables transformaciones mediante la transferencia de propiedad. Los nuevos propietarios/terratenientes buscan la maximización de beneficios a través del alquiler realizando alteraciones y ampliaciones sin tener en cuenta los límites establecidos. Esto ha dado lugar a entornos no deseados, caracterizados por una densidad excesiva, sobrepoblación, degradación y presencia de peligros para la salud pública. Este estudio explora los procesos de transformación en el planteamiento de los proyectos de lotes y servicios en Nairobi y las implicaciones que estos conllevan en la planificación de barrios y en la calidad y el traspaso de las viviendas. El objetivo es formular un marco para dirigir y controlar la transformación habitacional, con miras a redireccionar los recursos y esfuerzos de los individuos hacia la realización de una vivienda adecuada. Este estudio cualitativo aplica una metodología que consiste en el análisis de diferentes casos usando cuestionarios, entrevistas y observaciones. Los indicios demuestran que la transformación habitacional contribuye positivamente hacia un stock de viviendas adecuado, pero se necesita planear una nueva estrategia de desarrollo. Palabras clave: transformación de las viviendas; reemplazo; construcción de viviendas; proyecto y planificación. Introducción 53 El concepto: proyectos de lotes y servicios 54 Las dinámicas de transformación de viviendas en los proyectos de lotes y servicios 55 El caso objeto de estudio 55 Transformaciones en el barrio 58 El marco de las transformaciones y conclusiones 61 Referencias bibliográficas 64 Introducción Las transformaciones habitacionales se han definido de varias formas. Tipple (2000) describe estas transformaciones, en primer lugar, como alteraciones en el diseño del producto existente, modificando la planta, añadiendo espacios laterales o en altura, mediante la adición de unidades espaciales como habitaciones, dormitorios, pasillos, etc.; y en segundo lugar, las transformaciones cualitativas que reorganizan la disposición de los espacios recolocando y ajustando el tamaño de las aberturas entre espacios o al exterior. Mirmoghtadaee (2009) considera que se trata de una transición desde tipologías vernaculares a modernas o convencionales. Otros consideran que las transformaciones se deben al cambio en las exigencias de los residentes (Makachia, 2005). Por otro lado, algunos piensan que estas transformaciones son producto de la dinámica urbana en función de la evolución del desarrollo, la presión demográfica y los límites del terreno (Terekegn, 2000). Este estudio se centra en este último punto de vista, y considera 2 Facultad de Arquitectura y Ciencias de la Construcción (School of Architecture and Building Sciences), Universidad de Agricultura y Tecnología Jomo Kenyatta (Jomo Kenyatta University of Agriculture and Technology (JKUAT)), Kenia. 3 Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Vivienda (School of Architecture, Planning and Housing) de la Universidad KwaZulu-Natal (University of KwaZulu-Natal), Sudáfrica. 1 El presente artículo se presentó como parte de una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 53 54 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus las transformaciones producidas en el desarrollo de complejos habitacionales. Se pone especial énfasis en los proyectos de lotes y servicios planificados en las décadas de los setenta y ochenta, en los que la presión se ejerció con el máximo impacto. El objetivo es formular un marco para convertir las transformaciones ilegales en viviendas formales. Este artículo se basa en el estudio del caso de Ngei II, un proyecto de lotes y servicios en Nairobi y es parte de un estudio más amplio sobre los asentamientos del Valle de Mathare. Se trata de un estudio basado en el análisis, en el que se ha aplicado un método de investigación cualitativa que incluye entrevistas, observación y consulta de fuentes secundarias. Se seleccionaron cuatro zonas dentro del área del proyecto que representaban el 10 % de la población total residente. El criterio utilizado en la identificación de las zonas se basa en las características físicas de las viviendas, de las redes de carreteras y caminos, de los espacios abiertos, de las actividades, ya sean comerciales o de ocio, y de las condiciones de salubridad. Este método de muestreo conlleva una selección deliberada o intencionada de unidades particulares por constituir muestras representativas de todo el conjunto. El concepto: proyectos de lotes y servicios En los años sesenta, muchos de los países en desarrollo, al conseguir su independencia, adoptaron políticas de modernización y crecimiento urbano. La estrategia de modernización que se aplicó fue la empleada de los años cuarenta a los setenta basada en el modelo económico keynesiano —por el cual el crecimiento venía impulsado por la demanda— e influenciada por las teorías del desarrollo de HarrodDomar, Rostow y Lewis. Se creía que la modernización inspiraría el crecimiento económico y las inversiones en todos los sectores de la economía, incluyendo la vivienda. El desmantelamiento de barriadas por las autoridades locales se percibía como lo normal. Cuando a las autoridades les quedó claro que el desarrollo económico no iba a integrar a la población de las barriadas algunos gobiernos optaron por la represión, a través de una combinación de varias formas de acoso y presión sobre estos barrios, consiguiendo así desahucios selectivos o masivos (Choguill, 2007:146). La asimilación de esta situación provocó un giro en la política hacia la provisión de lotes y el uso de la mano de obra de los beneficiarios, así como otros recursos internos, en la construcción y el desarrollo de las casas, un concepto que se denominó planes de lotes y servicios (Huchzermeyer, 2006). El Banco Mundial jugó un papel importante en la formulación y financiación de estos planes. En la primera década (1972–82) de préstamos del Banco Mundial al sector urbano, una de las principales áreas de intervención se orientó a la provisión y mejora de viviendas para pobres. En aquellos primeros años el Banco apoyó proyectos discretos, poniendo especial hincapié en que fueran asequibles, se recuperaran los costes y fueran replicables. A diferencia de los planes gubernamentales de los años sesenta para erradicar el chabolismo, el auge del paradigma de la autoayuda influyó en los proyectos de las décadas de los setenta y ochenta. En aquellos años se adoptaron dos enfoques: la provisión de lotes y servicios, y la mejora de barriadas in situ. Durante este tiempo el Banco Mundial financió 50 préstamos para intervenciones urbanas en 35 países; en el 60 % de los casos la financiación se destinó a proyectos de lotes y servicios o de mejora barrial (UN-Habitat, 2003). Fue el arquitecto John Turner quien introdujo el concepto de autoayuda y quien, a través de sus trabajos con los pobres en Chile, cambió la manera de pensar sobre los asentamientos informales e influyó considerablemente en los responsables de políticas del Banco Mundial (UN-Habitat, 2003:130). El concepto de lotes y servicios era sencillo: los gobiernos deberían facilitar el acceso a nuevas áreas urbanas ya parceladas y en las que cada lote contara con los servicios básicos. Los beneficiarios se construirían sus propias casas en esos lotes. El principio de recuperación de los costes era un factor clave del enfoque, pues pocos gobiernos tenían capacidad económica para subvencionar la vivienda (Cohen, 1983; Badcock, 1984; Murphy, 1990). Incluso con una inversión pública mínima, estos proyectos seguían siendo demasiado caros para al menos el 20 % de la población urbana, y en algunos casos el porcentaje era mucho más alto (Hamdi, 1991). Se plantearon críticas por considerar que los estándares fijados eran demasiado altos y el coste final de los proyectos excesivamente caro. Los gobiernos locales se oponían a reducir los estándares argumentando que, de hacerlo, el resultado sería poco mejor que las barriadas espontáneas. Según el informe de UN-Habitat (Choguill, 2007), el enfoque centrado en la mejora de las viviendas existentes, en lugar del planteamiento más amplio de lotes y servicios, tampoco alcanzaría el objetivo de recuperar las inversiones. Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah 55 Las dinámicas de transformación de viviendas en los proyectos de lotes y servicios En Kenia, el primer proyecto importante emprendido dentro de los proyectos de lotes y servicios financiados por el Banco Mundial fue el desarrollo de la Comunidad Dandora, resultado de la colaboración entre el Banco Mundial, el Gobierno de Kenia y el Ayuntamiento de Nairobi. El proyecto consistió en la provisión de 6.000 lotes, con servicios que incluían las conexiones de alcantarillado, el suministro de agua, las instalaciones de recogida de basura, rutas con drenaje superficial del agua, alumbrado público y espacios abiertos (Kearne & Pariss, 1982; Swan, 1983). También se suministró lo que se conocía como núcleo básico de servicios, que constaba de inodoro y ducha. Los adjudicatarios recibieron asistencia financiera para la construcción de sus casas. El proyecto incluía otras dotaciones, como 4 escuelas de primaria, 2 centros de salud, 384 puestos de mercado, un polideportivo, talleres y zonas comerciales. El proyecto se retrasó casi dos años por la dificultad de llegar a un acuerdo sobre los estándares que debían adoptarse (UN-Habitat, 2003). Es importante tener en cuenta que toda la infraestructura física y social fue diseñada para una población de 6.000 habitantes. Como señaló Shihembeta (1989), personas ajenas al proyecto se dieron cuenta del potencial que tenían los solares si se invertía en la edificación y luego se alquilaba. Lotes planeados para dar cobijo a la población sin recursos se vendieron a individuos más ricos, capaces de construir habitaciones para alquilar. Desde entonces se han ido transformando las viviendas, elevando el número de alturas. Algunas de las viviendas originalmente de una planta se han sustituido por bloques de varios pisos, en respuesta a la demanda de vivienda. Ha quedado patente que el valor del suelo ha superado el valor de las casas construidas, y que los inversores con más capacidad económica han comprado las parcelas y han sustituido las casas de una sola planta por bloques de pisos de apartamentos. Los bloques de varios pisos multiplican por cuatro o por cinco el número de habitantes. Así, de una población prevista de aproximadamente 14 personas por parcela se pasó a entre 56 y 70 personas, sin que cambiara la infraestructura original (Shihembetsa, 1989). Para corregir las anomalías que se sucedieron al desarrollo de Dandora, los nuevos proyectos residenciales se planificaron contando con edificaciones de varias plantas en sitios de dimensiones similares a las parcelas de Dandora. El Ayuntamiento de Nairobi redactó planes-tipo para edificios de alquiler con un máximo de cuatro alturas (Syagga, Mitullah et al., 2002). El barrio Mathare Norte y los proyectos de lotes con servicios de los ochenta (financiados a través del proyecto Urban 2 del Banco Mundial), así como partes del proyecto de lotes con servicios de Kayole (el segundo más grande de Nairobi, después de Dandora), de 1985, son ejemplos de los cambios que se dieron en la planificación. Otro planteamiento con el que se quería evitar el fracaso en llegar a los beneficiarios, consistió en diseñar cinco o seis unidades de habitación en torno a un patio. Los aseos, la sala de lavadoras y la cocina eran comunitarios, como en Dandora. Este concepto se aplicó en Umoja II, planeado en 1983. Sin embargo, incluso en este proyecto muchas de las parcelas han cambiado de manos y los nuevos dueños han edificado en altura para alquilar habitaciones, aumentando el número de alojamientos por encima de lo planificado. Este modelo se ha extendido por Nairobi, y ahora predomina en los desarrollos residenciales de la periferia de la ciudad, en zonas como Zimmerman, Githurai, Kahawa West, Mlolongo, Ongata Rongai, Kitengela, etc., donde se han subdividido los terrenos agrícolas en parcelas. Para formular un marco que oriente la transformación de viviendas en estos barrios, se analizan en este artículo las transformaciones localizadas en los antiguos lotes con servicios esquema, a través del estudio del caso de Ngei II en Mathare Valley. El caso objeto de estudio Ngei II está situado dentro del asentamiento de Mathare Valley, aproximadamente a seis kilómetros al este del corazón de la ciudad de Nairobi, Juja Road (Figura 1). No hubo viviendas en este lugar hasta el año 1959. En la fotografía aérea de 1969 se observan 78 unidades de vivienda en forma de chozas. Según Etherton (1971), la población del barrio creció rápidamente entre 1964 y 1966. En 1971, el área destinada a vivienda ocupaba el 5 % del terreno, la superficie cultivada el 43 % y los espacios abiertos el 52 %, como se puede ver en la Figura 2. Dos empresas inmobiliarias compraron estos terrenos y presentaron al Ayuntamiento planes de desarrollo para su aprobación. No recibieron el visto bueno, pues planteaban edificaciones con paredes de madera que no cumplían las normas del Consejo de Desarrollo de Vivienda. Posteriormente, las empresas empezaron a construir viviendas para alquiler con piedra y bloques de hormigón. Algunos de estos edificios siguen en pie a pesar de que muchos ya se han demolido para dejar paso a bloques en altura. La estructura de propiedad de la tierra en el momento de concebir el asentamiento condicionó en buena medida el carácter del mismo. La mayor parte de la tierra era propiedad del Estado, sin embargo hasta un total de 14,78 hectáreas fueron adquiridas por dos empresas privadas dedicadas a la compra-venta 56 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 1: Asentamiento en el Valle de Mathare, Nairobi Fuente: Matrix Development Consultants, 1993 Figura 2: Ngei II en 1971 Fuente: Etherton, 1971 Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah 57 de terrenos (Etherton, 1971). Una de las dos firmas construyó 228 casas para sus miembros, mientras que la otra no edificó sino que subdividió el terreno y vendió las parcelas resultantes a particulares. En los terrenos públicos del Estado, contiguos a los de las empresas, el Ayuntamiento de Nairobi subdividió la tierra. A finales de los 70 entregó las parcelas sin servicios a personas procedentes de los desalojos que habían llevado a cabo para eliminar tugurios (asentamientos informales). La dotación de servicios se haría mucho después, a través de un proyecto de lotes con servicios. Los dos tipos diferentes de propiedad de la tierra dieron lugar a diferentes tipologías de vivienda: las parcelas más grandes procedentes de los terrenos privados de las empresas se construyeron con bloques de gran altura y usos mixto, mientras que en los terrenos del Estado se levantaron predominantemente viviendas de una sola altura. Figura 3: Clusters del 1 al 4 seleccionados para su estudio en profundidad (marcados en rojo) Fuente: elaboración propia La interpretación de la fotografía aérea de 2004, unida al trabajo de campo realizado por el autor, permitió dividir el barrio en 40 agrupaciones o clusters, delimitadas por la red de carreteras. Los 40 clusters se adecuaban a los principios de planificación aplicados en el desarrollo de Ngei II, que comprendía bloques en parcelas delimitadas por calles y senderos. Se seleccionaron cuatro clusters para estudiarlos en profundidad, según se indica en la Figura 3. Para documentar la historia de las transformaciones experimentadas en cada uno de ellos, se llevaron a cabo entrevistas, observaciones y revisión de datos secundarios. Buena parte de los datos se obtuvieron a través de entrevistas a los ancianos de la comunidad, pues la mayoría de los propietarios no estaban disponibles cuando se realizaron. Tanto el número de plantas en cada parcela como el número de habitaciones por planta se documentaron a partir del trabajo de campo. A los inquilinos se les consultó su opinión sobre la calidad de la vivienda en el barrio, sobre los espacios al aire libre y sobre la mezcla de usos. La Figura 4 refleja la disposición espacial y el número de plantas de cada cluster. Como se puede apreciar en la Figura 4 y en el Cuadro 1, no en todas las parcelas se ha elevado el número de plantas, todavía quedan muchos edificios de una sola altura en los cuatro clusters. Sin embargo, la tendencia indica que las viviendas que quedan de una planta y las pocas parcelas todavía vacantes acabarán desarrollándose en altura. La construcción de edificios residenciales por encima de las cuatro alturas sigue siendo ilegal. El plano de zonificación del área sólo permite una ocupación del 50 % y una relación de trama de uno. La zona está calificada como puramente residencial. Se han modificado las líneas de construcción, ocupando los nuevos edificios el 100 % de la parcela. De los datos del Cuadro 1 se 58 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus deduce que mediante el proceso de transformación en la zona se ha aumentado notablemente el parque de viviendas. Los 6 bloques de pisos en las 14 parcelas se calcula que tienen un total de 560 habitaciones y 48 tiendas. Por otro lado, las 14 parcelas con edificaciones de una sola planta suponen un total de 335 habitaciones. Este aumento de la oferta de viviendas se ha realizado a través de iniciativas privadas. Sería necesario regular este proceso de forma eficaz para garantizar que las viviendas tengan la calidad deseable. El Departamento de Control de Desarrollos del Ayuntamiento ha sido, sin embargo, incapaz de regular y contener la proliferación de ampliaciones sin autorización. El barrio se ha transformado en un área con una muy alta densidad y las infraestructuras y dotaciones son insuficientes para dar un adecuado servicio a la creciente población. Cuadro 1: Caracterización de los bloques de apartamentos en función del número de plantas Fuente: elaboración propia Categoría 8 plantas 7 plantas 6 plantas 5 plantas 4 plantas 3 plantas 2 plantas 1 planta Sin desarrollar Total Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 0 1 6 0 2 0 2 19 0 30 1 3 3 1 2 1 4 15 2 32 1 1 5 0 3 2 3 4 2 21 0 0 0 0 0 1 3 29 4 37 No de bloques por categoría 2 5 14 1 7 4 12 67 8 120 Habitaciones Tiendas 126 280 560 32 189 96 192 335 – 1.810 Según el plan original del programa de lotes con servicios, en cada parcela se permitía un máximo de ocho habitaciones. Como había una media de 3,2 personas por habitación, la densidad promedio por parcela era de 25,6 personas. Con las ampliaciones en altura se está pasando a parcelas con edificios de hasta ocho plantas con una media de ocho habitaciones por planta. El resultado es una mayor densidad, que se eleva hasta 164,8 personas por parcela, a las que dan servicio las infraestructuras diseñadas para 25,6 personas por parcela. Las necesidades sobrepasan con creces la capacidad de las infraestructuras existentes, como queda manifiesto en el desbordamiento continuo de la red de alcantarillado y en la escasez de agua de la red del Ayuntamiento. La Figura 5 muestra la distribución de las viviendas originales de una sola planta, con ocho habitaciones en parcelas de 7x21 metros en los terrenos del Estado. La Figura 6 muestra uno de los bloques de viviendas en la parcela privada de la empresa de 12x19 metros. Transformaciones en el barrio En la mayoría de los bloques de varios pisos se da la mezcla de usos, normalmente con establecimientos comerciales ubicados en planta baja y viviendas en los pisos superiores. Las parcelas sin frente a la vía principal cuentan con menos bloques de varios pisos, como puede apreciarse en la Figura 4. Es evidente que el acceso público es un incentivo para la inclusión de comercio al aumentar las alturas de los bloques. Las parcelas entre medianeras se encuentran en situación de desventaja para albergar comercios, pues sólo cuentan con 7 metros de fachada a la calle, dejando espacio sólo para una tienda. Por el contrario las parcelas en esquina permiten habilitar toda la planta baja para tiendas y comercios. En el barrio la mayoría de actividades comerciales tienen lugar en las vías principales de acceso. El comercio se ha reducido significativamente en las vías en fondo de saco y, más aún, en las calles planeadas como peatonales. Oficialmente la introducción del comercio en el barrio era ilegal, ya que la zona está clasificada como puramente residencial. Las actividades comerciales han creado oportunidades de empleo muy necesarias. El 22 % de los entrevistados indicaron que trabajan en el barrio como asalariados o como trabajadores autónomos. Por otro lado, los comercios en planta baja han impedido a los residentes disfrutar de las cualidades propias de un barrio residencial, tales como la privacidad y las áreas de juego para los niños. Los niños, 6 18 48 0 15 4 4 18 – 113 Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah 59 Figura 4: Muestrario de los cuatro clusters Fuente: elaboración propia 60 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 5: Diseños tipo del programa de lotes y servicios en Ngei II Fuente: elaboración propia Figura 6: Bloque de una sola planta con habitaciones individuales y fachada a la calle alquilada por una empresa de compra de tierra Fuente: elaboración propia Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah 61 por ejemplo, tienen que jugar a lo largo de los estrechos pasillos y corredores de los bloques en altura. Los establecimientos comerciales atraen además a población no residente, aumentando con ello el tráfico de vehículos en un barrio ya de por sí muy denso. La calidad de las viviendas de los bloques en altura deja bastante que desear en términos de iluminación natural, ventilación y espacios abiertos. La Figura 5 muestra la ordenación de un bloque de una sola planta con patio. La Figura 9 y la Figura 8 muestran la ordenación de una parcela similar en la que se ha construido un bloque de tres plantas. Los tres espacios marcados como void (vacío) en las plantas son la única vía de ventilación y de iluminación natural. Los huecos son demasiado estrechos y demasiado profundos como para proporcionar la iluminación y la ventilación necesarias. Incluso el inodoro y la ducha comunal se iluminan y ventilan a través de esos patinejos. Para secar la ropa, esta se tiende a lo largo de los balcones que dan a la calle o en los corredores, que son bastante oscuros y estrechos. La mayoría de los residentes entrevistados se quejaron de falta de luz natural y de tener que utilizar iluminación artificial, incluso durante el día. Figura 7: Planta tipo de un bloque de tres plantas encajado entre medianeras, cluster 4 Fuente: elaboración propia En las parcelas de esquina, donde uno habría esperado encontrar mejores condiciones aprovechando las ventajas de partida, se observa sin embargo una situación similar. La Figura 7 muestra la ordenación de una parcela en esquina. Lo que sucedía en las parcelas entre medianeras se repite aquí, además se ha añadido una fila adicional de habitaciones que pueden disfrutar de iluminación natural. Se explota al máximo la posición de ventaja de parcela en esquina, como se muestra en el plano de planta baja de este bloque de nueve plantas, que se muestra en la Figura 9. La extensión del comercio hacia las calles es alarmante, como se puede apreciar en la Figura 10, pues acaban ocupando las aceras. Sin embargo, teniendo en cuenta el número de personas que se ganan la vida con estas actividades, la atención debería centrarse en cómo la actividad se podría desarrollar de forma más ordenada. El marco de las transformaciones y conclusiones El estudio de caso de Ngei II muestra que es necesaria una estrategia de intervención que permita comprobar si hay ampliaciones ilegales, así como que las enormes inversiones privadas repercuten en unas mejores condiciones para las comunidades que viven en esos barrios. La Figura 12 muestra que Ngei II se 62 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 8: Vista de la medianería ilustrada en la Figura 9 Fuente: elaboración propia Figura 9: Distribución de una parcela en esquina en el cluster 2, con comercios en primera línea de calle y viviendas al fondo Fuente: elaboración propia Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah 63 Figura 10: Vista del bloque de 9 pisos situado en una calle principal ilustrado en la Figura Fuente: elaboración propia Figura 11: Sección del cluster 1 colindante a una calle muy transitada Fuente: elaboración propia 64 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus está convirtiendo en una jungla de cemento que carece de los elementos básicos necesarios en un barrio residencial. Figura 12: Ngei II, 2005 Fuente: elaboración propia Es evidente que la calidad de la vivienda en los bloques en altura es insuficiente. Los principales problemas son la falta de iluminación natural y de ventilación. También es evidente que el incremento de densidad derivada de estas ampliaciones en altura colapsan las infraestructuras existentes. La falta de espacios abiertos al aire libre pone en peligro la calidad residencial de la vecindad, pues los niños no tienen áreas de juego ni existen lugares de relajación para adultos. Esto se agrava con la actividad comercial a lo largo de las calles. Es necesario revisar el plan de ordenación del barrio y explorar la posibilidad de convertir alguno de los solares en espacios abiertos o abordar la consolidación de algunas parcelas para crear grandes patios interiores de manzana. Las actividades comerciales deben limitarse a las principales vías de acceso, manteniendo el resto como zonas únicamente residenciales. Las infraestructuras y el suministro de servicios de alcantarillado, agua y electricidad deben ser actualizados para hacer frente al aumento de la densidad. Actualmente la presión del agua sólo da servicio a la planta baja. Hay una laxitud total en los controles a los desarrollos de edificaciones. Los nuevos planos y normas sobre ampliaciones y transformaciones en estos barrios se deben formular e implementar aplicando penas más severas para quienes las incumplan. Referencias bibliográficas Badcock, Blair 1984 Unfairly Structured Cities. Oxford, Londres: Basil Backwell. Choguill, Charles. L. 2007 «The search for policies to support sustainable housing» Habitat International, vol. 31(1): 143–149. Marzo de 2007. Reorientar la transformación de viviendas hacia una construcción sostenible: el caso de Nairobi, Kenia Stephen Diang’a y Rosemary Hayangah 65 Cohen, Michael 1983 Learning by Doing: World Bank Lending for Urban Development, 1972–1982. Washington, D.C.: Banco Mundial. Etherton, David 1971 Mathare Valley: A Case Study of Uncontrolled Settlement in Nairobi. 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Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi1 Doaa Abouelmagd2 Madrid (España), 20 de octubre de 2011. Resumen: Este artículo compara las diferentes relaciones y estrategias de supervivencia que usan los habitantes de dos distritos urbanos de El Gran Cairo: el Proyecto de Viviendas para Jóvenes de Mubarak [Mubarak Youth Housing Project] (MYHP) —el principal programa de viviendas nacionales que se ha llevado a cabo entre 1995 y 2005—, localizado en la ciudad de Zaied; y la zona informal de Manshiet Nasser. Esta comparación tiene como objetivo analizar las diferentes relaciones que establecen los individuos para lograr distintos medios de subsistencia. El artículo aplica los tres modos de integración económica derivados de la obra de Karl Polanyi (1944): reciprocidad, redistribución e intercambios de mercado, con especial atención a los diferentes recursos que emplean los individuos para sobrevivir. Palabras clave: Vivienda pública; asentamientos informales; vecindarios pobres; medios de subsistencia; El Gran Cairo. Introducción 67 Parte teórica 68 Los estudios de caso 73 Conclusión y resultados 83 Referencias bibliográficas 83 Introducción Egipto está formado por 26 provincias, una de las cuales es Cairo. El Gran Cairo (GC) —hasta la revolución que se produjo recientemente— estaba formado por las provincias de Cairo y Giza, la ciudad de Shubra el Kheima (situada en la provincia de Qallobeya) y parte de las provincias de Helwan y October. En 2006, la totalidad del territorio de El Gran Cairo era de aproximadamente 400 km2 y tenía una población de 16 millones de personas (CAPMAS, 2008b; citado en JICA, MOHUUD & GOPP, 2008). El Informe sobre Desarrollo Humano para Egipto [Egyptian Human Development Report] (EHDR 2005) sostuvo que el porcentaje de habitantes que vive por debajo del límite de pobreza nacional en la zona metropolitana supone el 5,7 % de la población. Sin embargo, este porcentaje no reflejaba la cantidad de personas que viven en distritos informales de El Gran Cairo, el cual en 2008 se estimó en 6,5 millones de habitantes, lo que corresponde al 40 % de la población total de El Gran Cairo. El EHDR 2005 ilustró otro tipo de pobreza, la «pobreza subjetiva». Este concepto es más relevante ya que el 42,5 % de los habitantes de El Gran Cairo se considera a sí mismo pobre (UNDP & INP, 2005:50 y CAPMAS, 2008a). Hasta que ocurrieron los recientes eventos políticos revolucionarios, el gobierno egipcio ha sido el principal promotor de vivienda pública y de las políticas de vivienda pública en los últimos 60 años. En realidad, los proyectos de vivienda pública no fueron ni suficientes ni apropiados para proporcionar viviendas a las clases de renta baja de El Gran Cairo. Muchas viviendas públicas están mezcladas socialmente (clase media-alta, clase media y colectivos pobres). Además, muchos de los nuevos proyectos de vivienda pública presentan tasas de ocupación bajas. Este artículo utiliza las tres esferas de integración económica derivadas de la obra de Karl Polanyi y el concepto de «estrategias de supervivencia» para analizar dos barrios diferentes en El Gran Cairo: el 2 Instituto de Geografía Social y Económica [Institute for Social & Economic Geography], Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente [Department of Earth and Environmental Sciences] (EES). Universidad Católica de Lovaina [Katholieke Universiteit Leuven]. Lovaina, Bélgica. 1 Este artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 67 68 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus asentamiento informal de Manshiet Nasser y el proyecto de viviendas públicas en la ciudad de Zaied. En él se muestra la capacidad de cada distrito para proporcionar la integración económica de sus habitantes, así como la capacidad de dichos habitantes para acceder a los recursos socio-económicos necesarios para su supervivencia. Parte teórica Modos de integración económica (MEI) según Polanyi Mediante su estudio de la historia de la humanidad, Polanyi (1944) identificó que las relaciones a través de las cuales las personas acceden a los diferentes medios de subsistencia son de tres tipos. Estas relaciones se denominaron más adelante «modos de integración económica» y podían ser de reciprocidad, de redistribución y de intercambios de mercado. En la actualidad, las tres esferas de integración económica se relacionan con la posición que ocupan los individuos dentro de la sociedad, con el estado de bienestar y con la participación en el mercado laboral. Las esferas muestran cómo se integra a los individuos y, en ocasiones, a las sociedades, de forma económica, cultural, social y política. Musterd & Murie, 2006:7 Los individuos usan estas tres esferas para acceder por necesidad a los diferentes recursos socioeconómicos y tener una vida decente. En muchos casos, las personas desfavorecidas usan los modos de integración económica para alcanzar el nivel mínimo de supervivencia. Muchos de estos recursos no los producen los hogares de forma directa sino que los elaboran fabricantes involucrados en el sistema económico (Kesteloot, 2002). Las tres esferas están relacionadas entre sí y no se pueden separar; el predominio de una de ellas no significa que las otras desaparezcan. Musterd, Murie y Kesteloot (2006) sostienen que en las sociedades occidentales es el intercambio de mercado, a través del mercado formal, el que domina el acceso a los recursos. Los hogares intentan conseguir una posición en el mercado laboral para obtener ingresos; sin embargo, el acceso es desigual y se verifica según la fortaleza que tengan los individuos. Ejemplos de esto son el nivel de educación y las habilidades sociales. En la mayoría de países en vías de desarrollo, las oportunidades para obtener un puesto en el mercado laboral formal son muy limitadas y es el mercado laboral informal el que domina la esfera de mercado. No obstante, las desigualdades también existen y en general dominan la esfera de mercado tanto en los países en vías de desarrollo como en los países desarrollados. Esta desigualdad se compensa mediante la intervención estatal, especialmente en lo que Polanyi (1944) denominó como «los recursos ficticios del trabajo, el dinero y el terreno». Por último, la reciprocidad aumenta el intercambio de recursos entre los miembros de una red concreta. Este último modo de integración económica es mayor en los países en vías de desarrollo y en los barrios desfavorecidos. Cuando las otras esferas se reducen, los colectivos de renta baja las compensan con las relaciones sociales y la ayuda mutua (Musterd & Murie, 2006:7). Intercambios de mercado Para acceder a esta esfera de integración, el individuo debe vender algo en el mercado, un producto manual o de utilidad social. Cuando el individuo tiene éxito a la hora de vender su producto obtendrá un beneficio que podrá usar para comprar los diferentes medios de subsistencia. La relación social se controla mediante la autonomía y la competición. La condición de integración es la utilidad social de la capacidad o el producto de trabajo de cada individuo (Kesteloot, 2011). Harvey (1973:195–215) indicó que es importante distinguir el intercambio de mercado, como un modo de integración económica, del comercio y el intercambio, los cuales pueden ocurrir conforme a la reciprocidad y a la redistribución. La esfera del intercambio de mercado se puede referir a la estructura económica de la economía mundial, pero difiere a nivel metropolitano según las diferentes historias económicas de cada lugar y la capacidad de cada ciudad para atraer negocios nuevos (Musterd & Murie, 2006:7). El intercambio de mercado también funciona a nivel del vecindario, siendo ejemplos de ello el acceso al mercado laboral y los bienes de consumo. En la mayoría de los países en vías de desarrollo, el mercado laboral informal se relaciona con los asentamientos informales. A estos asentamientos acuden los colectivos de renta baja para trabajar o residir, atraídos por la posibilidad de desarrollar un producto que luego pueden vender. En general, los individuos desarrollan un producto manual o de utilidad social que pueden vender en el mercado según una división especial del trabajo. El intercambio de mercado genera ganadores y perdedores en función de las elecciones de producción y los niveles de productividad. Este intercambio de mercado va unido a la estratificación y al acceso desigual a los recursos. Los ganadores acaban exigiendo los medios de las Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 69 producciones, mientras que otros sólo pueden vender su tiempo y trabajo. Los salarios son la recompensa que estos últimos obtienen cuando tienen éxito a la hora de vender sus habilidades y tiempo de trabajo (Kesteloot, 2002). Redistribución En la esfera de redistribución, existe una especie de tarro central de medios de subsistencia. Este tarro central se crea y redistribuye por decisión política. Los impuestos, las contribuciones y el consumo colectivo son los medios que recolectan el estado o las organizaciones. A veces, las contribuciones se realizan en términos de tiempo en el que se ha realizado un trabajo voluntario y que se mete en el tarro de alguna organización. La ciudadanía es la condición para acceder a la esfera de redistribución y se controla mediante derechos y deberes (Kesteloot, 2011). Musterd y Murie (2006) clarifican que cada estado obtiene parte de los recursos a través de impuestos y contribuciones a la seguridad social para proporcionar recursos colectivos y un acceso a los recursos individuales para aquellos que perdieron la capacidad para vender sus habilidades de trabajo en el mercado. La redistribución se refiere al modo del bienestar. En Europa, el estado de bienestar se desarrolló a finales del siglo XIX y se han creado diferentes tipologías de ellos. La redistribución domina en el modelo de estado de bienestar socialdemócrata. El estado de bienestar liberal enfatiza el intercambio de mercado y los estilos de vida orientados a la familia, los cuales se han basado en la reciprocidad (Musterd & Murie, 2006:9). En los países en vías de desarrollo el estado de bienestar es débil. Aunque la redistribución del bienestar domina la mayoría de los planes socio-económicos, la aplicación del sistema no satisface las necesidades de los individuos. Por consiguiente, esto se compensa con la esfera de reciprocidad. Reciprocidad En la esfera de reciprocidad existe una expresión de necesidad. Cuando un miembro de la red social responde, la primera persona recibirá un servicio que aliviará la necesidad. Las personas sólo expresan sus necesidades si tienen la impresión de que están dotadas de la capacidad para producir un servicio a cambio. Las normas son la confianza y la fidelidad a largo plazo. Mientras en la redistribución existe la autoridad porque es algo político, en la reciprocidad la autoridad se crea sobre la base de la confianza y la fidelidad entre las personas (Kesteloot, 2010). La reciprocidad actúa principalmente a nivel del vecindario. El tipo de colectivos sociales que ocupen cada vecindario afecta considerablemente a esta esfera de integración. Ésta ayuda a las personas a obtener recursos a través del intercambio mutuo y aumenta la capacidad para producir algunos recursos o proporcionar un servicio; además, depende de la red social. Se debe respetar un equilibrio entre las inversiones y las producciones, y el fracaso a la hora de conseguir ese equilibrio llevaría a una expulsión de la red. Los ejemplos más claros de redes sociales son los hogares, los parientes y las redes étnicas (Musterd & Murie, 2006:8). Estrategias de supervivencia El concepto de estrategias de supervivencia (SS) se ha discutido en buena parte de la bibliografía desde un enfoque a nivel micro-económico (Meert, Mistian & Kesteloot, 1997), desde un enfoque del capital social (Richards & Roberts, 1998), desde el feminismo y desde un enfoque de liberalización (Lingam, 2005), y desde un enfoque antropológico (Rosas, 2002). En general las SS se podrían definir como las diferentes estrategias y técnicas que los hogares o los individuos usan para reducir la vulnerabilidad y enfrentarse a las transiciones económicas. Esas estrategias y técnicas son dinámicas y difieren de un hogar o individuo a otro; además, pueden cambiar y desarrollarse con el tiempo. Las estrategias de supervivencia pueden ser actos económicos y/o socio-individuales o colaboradores. González de La Rocha (2007) criticó el uso de las SS como una alternativa a la política macroeconómica para los colectivos pobres. La autora estudió la hipótesis de que los pobres podían sobrevivir con diferente presión económica debido a su capacidad para desarrollar «estrategias de supervivencia» para reducir la pobreza; pero concluyó diciendo que era un mito. También criticó el cuento de hadas sobre la iniciativa de los pobres: su infinita capacidad para trabajar, su capacidad para consumir menos y formar parte de redes mutuas. Añadió que son abundantes los recursos en manos de los pobres, tanto tangibles como intangibles, incluidos el material y los recursos humanos y sociales. González de la Rocha exigió un cambio desde los «recursos de pobreza» a la «pobreza de los recursos». La «pobreza de los recursos», como afirma ella, es el resultado de la exclusión en el trabajo y la intensificación de 70 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 1: Esferas de integración económica y condición de acceso Fuente: Kesteloot, 2010 la pobreza, lo que señala la erosión de las condiciones sociales y económicas para la supervivencia. Esta crítica también la defendió Lingam (2005), quien dijo que las estrategias de supervivencia no podían ser un sustituto de las políticas macro-económicas igualitarias. Las estrategias de supervivencia sólo se pueden utilizar cuando el hogar o individuo tiene un mínimo nivel de ingresos. En el momento en que la vulnerabilidad aumenta, el empleo de las estrategias se vuelve más difícil (Lingam (2005)). SS en términos de esferas de integración económica Las estrategias de supervivencia se pueden categorizar dentro de los tres modos de integración económica. En la esfera de la redistribución, los colectivos de renta baja solicitan ayudas sociales o pensiones excepcionales y reciben ayuda de las asociaciones redistributivas. En la esfera de intercambio de mercado, los colectivos de renta baja realizan actividades relacionadas con el dinero o el empleo mediante las que buscan aumentar sus ingresos. Por ejemplo, estos individuos trabajan en el mercado informal, tienen más de un trabajo, más de un miembro dentro de la familia que trabaja, a veces mujeres y niños, y subarriendan sus viviendas. Por último, en la esfera de la reciprocidad, estos individuos encuentran que la ayuda mutua domina esta esfera, especialmente entre comunidades étnicas y otro tipo de comunidades y, sobre todo, cuando estas guardan una relación de parentesco o comparten el mismo origen (Meert, Mistian & Kesteloot, 1997). ¿Cómo responden los pobres a la vulnerabilidad y a la pobreza? En su trabajo sobre cuatro comunidades urbanas, Moser (1996) se planteó de qué forma hacían frente los colectivos pobres a condiciones severas y qué estrategias adoptaban dentro de la presión económica en la que viven para limitar el impacto de las transiciones y generar recursos adicionales (Moser, 1996:1). Moser (1996) desarrolló una clasificación simple de recursos tanto tangibles como intangibles: el trabajo, el capital humano, la vivienda (un recurso productivo), las relaciones entre los hogares y el capital social. Defendió que la capacidad que tienen los hogares para evitar o reducir la vulnerabilidad y aumentar la productividad económica no solo depende de los recursos con los que partan sino también de su habilidad para transformar esos recursos en ingresos, comida u otras necesidades básicas (Moser, 1996:2). La clasificación de los recursos de Moser puede explicar por qué los pobres prefieren vivir en ciertos distritos en lugar de en otros. Estos prefieren residir en lugares en los que puedan transformar sus recursos en ingresos y donde sean capaces de sobrevivir. Recursos Trabajo Los cambios que se han producido en el mercado de trabajo han sido una fuente muy importante de vulnerabilidad; la reestructuración en el sector formal, la privatización y la competición en el mercado informal han conducido a un descenso en los ingresos de los hogares. Esto ha dado lugar a diferentes estrategias para enfrentarse y reducir la vulnerabilidad. Las mujeres se han unido a la mano de obra y a menudo trabajan en el comercio al por menor y en servicios en los sectores informales, movilizando incluso Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 71 la mano de obra al viajar al extranjero para trabajar. Los niños también se han unido a esta actividad. Suelen trabajar en sectores ocultos e informales. Mientras los varones se ocupan de ganar dinero, más mujeres ayudan de forma indirecta al encargarse de las responsabilidades del hogar incluido el cuidado de los niños (Moser, 1996:4, 5). El trabajo es la estrategia fundamental para superar la pobreza, debiendo los hogares más pobres enviar más miembros de su familia a trabajar para alcanzar el mismo nivel de vida. Aumentar el número de miembros que trabajan es la principal estrategia de supervivencia de los colectivos pobres de las ciudades (Roses, 2002:98; Lingam, 2005:8; Hossain, 2005:4). Infraestructura social y económica La infraestructura social y económica incluye los servicios sociales, servicios que permiten a las personas adquirir habilidades y conocimiento, como la educación y la asistencia sanitaria, infraestructuras como el agua, el transporte y la electricidad (Moser, 1996:38). Moser defiende que este tipo de infraestructura establece una diferencia crucial en la capacidad que tienen los colectivos pobres de las ciudades para superar la pobreza y la vulnerabilidad. Mientras los servicios sociales, como la educación, garantizan que las personas adquieran habilidades y conocimiento, las infraestructuras económicas, como el agua, el transporte, la electricidad y la asistencia sanitaria, aseguran que los pobres puedan usar sus habilidades y su conocimiento de forma efectiva. El acceso a los servicios se ha deteriorado, ya que los pobres deben emplear más tiempo en satisfacer las necesidades diarias y permitirse pagar un coste extra de vida para conseguir dichos servicios (Moser, 1996:6, 7, 40). Vivienda Según Moser (1996), cuando los colectivos pobres son propietarios de su vivienda de forma segura (la importancia de la posesión legal), a menudo usan este bien como un recurso cuando otras fuentes de ingresos han disminuido o se han reducido (Moser, 1996:7, 44). Ejemplos de esto son los alquileres, los subarriendos y las empresas domésticas. Las relaciones entre los hogares Una de las estrategias que usan los pobres para enfrentarse a la pobreza es cambiar la estructura del hogar. Esto incluye familias dirigidas por mujeres, integrar cabezas de familia femeninas ‘‘escondidas’’, donde éstas reúnen diferentes ingresos y comparten la responsabilidad de cuidar a los niños y a los mayores. Otra estrategia es dividir los hogares al permitir que los individuos migren y se aprovechen de cualquier oportunidad económica que se les presente en otro lugar. Además, la estrategia de densificación se vuelve evidente al permitir que miembros de otras familias construyan casas en sus solares, aumentando el número de miembros que se unen al mercado de trabajo. Los principales factores que cambian la nueva reestructuración y el aumento o descenso de la vulnerabilidad son la contribución financiera y laboral de los nuevos miembros (Moser, 1996:7, 8, 48, 51, 52). En algunos casos, el número de familias ampliadas aumenta y el número de familias originales disminuye después del matrimonio (Moser, 1996:50 y González de La Rocha, 2007). Capital social Bourdieu, Putnam, Lingam, entre otros, han tratado de forma amplia el concepto de capital social. El capital social se ha definido como las «reglas, normas, obligaciones y reciprocidad contenidas en las relaciones sociales, las estructuras sociales y los acuerdos institucionales de la sociedad, que permiten que sus miembros alcancen sus objetivos individuales y comunitarios» (Hossain, 2005:3). Richards & Roberts (1998) defienden que este concepto se usa para explicar cómo las relaciones entre individuos pueden proporcionar acceso a los recursos que benefician tanto a los individuos como a los grupos. El capital social se puede destruir si las relaciones sociales no se mantienen (Richards & Roberts, 1998:6). Cuando las comunidades se vuelven más pobres, sus reservas de capital social se pueden destruir, lo que hace que sea más difícil para ellos enfrentarse a los problemas del declive de los servicios públicos. Esto se puede explicar porque cada hogar se centra en la supervivencia de su propia familia en lugar de sustentar a la comunidad (Moser, 1996:11, 61). La relación recíproca y las redes sociales son más fuertes entre las comunidades rurales, urbanas y étnicas. Esto puede explicar las fuertes redes sociales que existen en algunas zonas informales de El Gran Cairo, donde la relación entre parientes es muy fuerte y las redes de reciprocidad son muy importantes, lo que compensa las ausencias en la intervención del Estado. 72 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Capital político Hossain (2005) añadió otro recurso que está muy unido al capital social: el capital político. Defiende que este recurso está basado en el acceso al proceso político y a la toma de decisiones y se considera un recurso guardián, ya que permite o impide la acumulación de otros recursos (Hossain, 2005:3). En la mayoría de países en vías de desarrollo, el capital político es importante en el aprovisionamiento de viviendas y en el desarrollo social y económico de los asentamientos ilegales. Muchos proyectos de desarrollo tienen en cuenta las decisiones políticas o se usan como un deber político durante las elecciones. El capital político se sitúa en el marco genérico de los recursos. Capital humano Este recurso incluye el estado de salud, el cual determina la capacidad que tienen las personas para trabajar y adquirir habilidades y educación. Este estado determina su vuelta al trabajo (Moser, 1996:24). El Departamento de Desarrollo Internacional [Department for International Development] (DFID) (1999) define este concepto de la siguiente forma: «El capital humano representa las habilidades, el conocimiento, la capacidad de trabajo y la buena salud que en su conjunto permiten que las personas persigan las diferentes estrategias de sustento y alcancen sus objetivos. A nivel del hogar, el capital humano es el factor de la cantidad y calidad del trabajo disponible; esto varía según el tamaño del hogar, los niveles de habilidad, el potencial de liderazgo, el estado de salud, etc.» (DFID, 1999) El capital humano tiene en cuenta el resultado de otros recursos y también se sitúa en un marco genérico. Metodología de la investigación Este artículo se basa en el trabajo de campo que realizó la autora entre el 15 de agosto y el 19 de octubre de 2010 y está formado por cuatro estudios de caso. En él se presentan los resultados de dos estudios de caso, en los que se llevó a cabo una muestra de 30 entrevistados por cada distrito. La entrevista se efectuó en tres segmentos: preguntas sobre la forma de vida en la zona, preguntas sobre los diferentes recursos que usan los individuos o los hogares y preguntas sobre la evolución de cada zona. El principal objetivo por el que se eligieron los siguientes estudios de caso es comparar los recursos y las estrategias de supervivencia que usan los individuos para alcanzar la integración socio-económica que necesitan desde el punto de vista de las tres esferas de integración económica. El cuadro 1 ilustra los distintos temas por los que preguntó el autor, relacionados con las mencionadas esferas. Se pueden establecer tres categorías temáticas: localización, accesibilidad y calidad. Cuadro 1: Los recursos desde el punto de vista de las esferas de integración económica Elaboración propia Intercambios de mercado Localización Primer y segundo trabajo Compras diarias Accesibilidad Oportunidades de trabajo Mercado informal de trabajo Calidad Mercados comerciales El trabajo como un recurso/capital humano Redistribución Reciprocidad Servicios médicos Escuelas Parientes y familia Conciudadanos Infraestructuras (agua, electricidad y gas) Apoyo del gobierno Organizaciones civiles Transporte Vivienda pública Confianza Servicios e infraestructuras La infraestructura social y económica como un recurso Relaciones recíprocas El capital social como un recurso La relación entre los hogares como un recurso La vivienda como un recurso Capital político Ayuda mutua Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 73 Figura 2: Los diferentes recursos desde el punto de vista de la integración económica Elaboración propia Los estudios de caso Los dos estudios de caso elegidos representan juntos numerosos ejemplos de políticas de vivienda egipcias que se han llevado a cabo en los últimos 60 años. El MYHP, en Zaied, es uno de los nuevos tipos de vivienda pública que experimenta la política de propiedad de los beneficiarios aplicada desde los años ochenta. Este proyecto, como todas las nuevas viviendas públicas, se ha ubicado en ciudades nuevas y es una representación del futuro de los próximos proyectos de vivienda pública. Manshiet Nasser es una zona informal. Esta zona ha ido creciendo de forma rápida y ha presentado una alternativa de vivienda para las familias de renta baja y para los pobres. Es importante entender el efecto que provocan tales proyectos en los hogares. Esta investigación compara los dos distritos para entender las distintas relaciones que utilizan los individuos para sobrevivir. Figura 3: La ubicación de los estudios de caso, MYHP en Zaied y Manshiet Nasser Fuente: imagen modificada desde JICA, MOHUUD & GOPP (2008) 74 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus El Proyecto de Viviendas para Jóvenes de Mubarak (MYHP), en la ciudad de Zaied El Proyecto de Viviendas para Jóvenes de Mubarak [Mubarak Youth Housing Project] (MYHP), también conocido como «las viviendas para jóvenes», fue el principal programa de viviendas subvencionado por el gobierno en Egipto hasta el año 2005. Desde sus comienzos en 1995, la Agencia de Viviendas para Jóvenes [Agency for Youth Housing] ha construido más de 80.000 unidades según la Autoridad de la Nueva Comunidad Urbana [New Urban Community Authority] (NUCA), casi todas en ciudades nuevas. El programa se distingue por su ‘atractiva fachada’ (ver figura 4) y las bajas mensualidades. Está destinado a familias de renta baja y a los jóvenes (Sims, 2007:10–15). A pesar de que todas las viviendas del MYHP en Zaied se venden a los beneficiarios con una hipoteca de más de treinta años, el proyecto, que tiene once años, experimenta tasas bajas de ocupación; algunos edificios no exceden el 50 % de dicha tasa. Las razones incluyen la falta de transporte público, la falta de servicios y el coste elevado de vida comparado con otras partes de El Gran Cairo. En algunos casos, los beneficiarios compran las viviendas como una inversión de futuro. Figura 4: MYHP en Zaied Imagen tomada por la autora Recursos en el MYHP Trabajo La ciudad de Zaied fue diseñada como ciudad residencial, mientras otras ciudades nuevas como October y la décima parte de Ramadam tienen zonas industriales que no están disponibles en Zaied. Por lo tanto, las únicas oportunidades de empleo que existen en la ciudad son: empezar una actividad comercial, trabajar en el sector servicios o trabajar en el sector de la construcción. Durante el trabajo de campo, se clasificó a los entrevistados en tres categorías: el primer tipo incluía los empleados del sector comercial y el sector servicios localizados en la ciudad que dirigían unidades comerciales, así como otros que trabajaban con las autoridades. El segundo tipo incluía los trabajadores que se desplazan todos los días a las ciudades de El Cairo u October para desempeñar su empleo. Por último, el tercer tipo estaba formado por amas de casa que, en casos contados, trabajan desde el hogar, además de un caso de un estudiante de instituto y un discapacitado que no trabaja. Una comparación entre la forma de vida en El Cairo y Zaied mostró que esta segunda ciudad no da la oportunidad de tener un segundo trabajo, lo cual es necesario en la actualidad para satisfacer las condiciones económicas existentes. Además, las autoridades son estrictas a la hora de dar oportunidades para un segundo trabajo, habiendo muy pocos empleos dentro del mercado informal. En las 30 entrevistas que realizó la autora, sólo dos entrevistados trabajaban en el mercado informal. Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 75 Oportunidades de trabajo en el MYHP: Comercial Las autoridades de la ciudad han usado dos sistemas para hacer funcionar las tiendas comerciales que se sitúan en el MYHP: el sistema actual se basa en un alquiler durante 10 años3 y el sistema anterior se basaba en la propiedad. La mayoría de los arrendatarios se enfrentan a dificultades para que sus tiendas funcionen debido a la baja tasa de ocupación que existe en el distrito y/o a la competencia, no pudiendo muchas tiendas pagar las mensualidades. Además, a los arrendatarios se les pone muchos obstáculos administrativos para conseguir la licencia que necesitan para abrir las tiendas. Un entrevistado que es propietario de una tintorería en el MYHP desde 2004 explicó por qué decidió abrir este establecimiento: «La tasa de ocupación en el MYHP no es alta. Yo quería abrir una tienda que no tuviese productos que se pudiesen estropear. Tampoco quería ir a El Cairo a comprar los productos o encontrarme en la situación de que alguien me pidiese algo que no tengo.» Éste añadió que lo que le anima a continuar con el negocio y a no cerrar la tienda es que tiene otra fuente de ingresos; por tanto, esto le ayuda a sobrevivir y a mantener su negocio abierto. Oportunidades de trabajo en MYHP: Trabajo como autónomo Dos de las entrevistadas, que son amas de casa, trabajan para apoyar a sus familias; así, les ayudan a hacer más llevaderas las dificultades financieras a las que se enfrentan. Una de las entrevistadas trabaja como bróker no oficial en el sector inmobiliario en el apartado de viviendas de bajo coste. Unió sus necesidades a las oportunidades de trabajo para apoyar a su familia y enfrentarse a las difíciles condiciones financieras con las que se encontraron desde que se mudaron al MYHP. Lo que cuesta el transporte público para sus tres hijas y los elevados precios de los alimentos le obligaron a encontrar un trabajo. La propia entrevistada afirmó: «Cuando vivía en El-Azbaa4 no tenía la necesidad de trabajar, pero tuve que trabajar desde que nos mudamos aquí. Mi marido gana 600 libras egipcias al mes. Se puede decir que su trabajo paga el coste de la paga de mis hijas. A mí me alegra cuando estas se toman el día libre para reducir nuestros gastos diarios. Aquí en Zaied no hay suficientes institutos de formación profesional; los más cercanos están en la ciudad de October o en Haraam Street, en El Gran Cairo. Dos de mis hijas necesitan 20 libras egipcias al día para ir al instituto, la más pequeña necesita dos para ir a la escuela y a mí me hacen falta otras 20 para cocinar. Así que, ¿cómo se supone que voy a conseguir 42 libras al día sin trabajar?» A esto añadió que al principio de mudarse al MYHP solía comprar en El Cairo. Compraba más fruta y verdura y las vendía en la calle para cubrir el coste del viaje a los mercados de El Cairo. Ahora trabaja en el sector inmobiliario alquilando pisos en el MYHP y viviendas económicas. Sus clientes son principalmente de la clase obrera. Otra entrevistada trabaja desde casa. Prepara comidas calientes, dulces y productos de panadería y pastelería y se los vende a la gente de la zona. La principal razón por la que trabaja es para ayudar a su familia. Tiene cinco hijos y su marido es un trabajador cualificado cuyo empleo está en otra ciudad, en October. Infraestructura social y económica Los servicios los proporciona principalmente la ciudad. El diseño original del MYHP contiene servicios que no están construidos o completados todavía (ver figuras 5, 6 y 7). Muchos de los entrevistados se quejaron sobre la administración y la localización de los servicios. Estas quejas incluían la disponibilidad de los mercados y la existencia de un sistema de transporte. En muchos casos, los entrevistados explicaron que sus gastos diarios aumentaron poco después de mudarse a la nueva localización del proyecto. Esto muestra la planificación pobre y la débil gestión del mismo. El número de quejas relacionadas con los servicios y el transporte aumentaron de forma particular cuando el entrevistado o su pareja no tenía coche propio. Entre los encuestados, el 50 % no tiene coche y normalmente depende del transporte público. Aunque los servicios y la infraestructura están disponibles en la ciudad, no se pueden considerar como un recurso que ayude a sobrevivir a las familias de renta baja. Vivienda De los 30 entrevistados, 28 son propietarios de una unidad residencial o comercial en el MYHP; todas las unidades residenciales son de 70 m2 . Como se ha explicado antes, sólo uno de ellos tiene una empresa doméstica. 3 Las autoridades sacaron a subasta las unidades comerciales para venderlas y alquilarlas. es Azbeet Welad Alaam, uno de los asentamientos informales que está situado en la provincia de Giza, en El Gran Cairo. 4 El-Azbaa 76 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 5: Ordenación del distrito no 1, barrio no 13. Una mezquita y un centro comercial son los únicos servicios que se han construido Fuente: Autoridad de Zaied Figura 6: Imagen desde satélite que muestra un espacio vacío en el que debería haber servicios Fuente: Google Earth Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 77 Figura 7: Estado actual del MYHP en Zaied Imagen tomada por la autora Además, muchos propietarios originales, que no viven en la unidad residencial, alquilan sus viviendas usando un nuevo sistema legal de alquiler. Uno de los entrevistados respondió a la pregunta de cómo pueden los residentes sacar provecho a sus unidades residenciales: «La única forma de sacar provecho a las viviendas es alquilarlas. Muchos de los que solían cerrar sus unidades las empezaron a alquilar a nuevos inquilinos gracias a la nueva legislación de alquileres.» Por lo tanto, esta es la única forma de usar la vivienda como recurso, aunque la casa en este caso es un recurso para una persona que vive en la ciudad original de residencia. Por otro lado, los residentes intentan maximizar el uso de sus unidades. Todos los entrevistados que viven en la planta baja han añadido una terraza a la superficie de la vivienda o están planeando hacerlo. Otros entrevistados afirmaron que quizá también dividirían el salón en dos. Uno de ellos comentó: «Algunas personas dividen el salón en dos con una mampara y otros añaden una terraza. Estas acciones se realizan para aumentar el espacio de la unidad.» Todos los entrevistados están de acuerdo en que el coste de la electricidad, el agua y el gas es razonable y que depende del consumo de cada usuario; además, no hay coste extra por recibir estos servicios. Una de las principales razones por las que los residentes no usan sus viviendas como recurso es por las autoridades. Las autoridades del gobierno local prohíben tajantemente usar las unidades residenciales como un negocio. Transformar una unidad residencial en una de uso comercial o profesional está sujeto a pagar una multa y puede acabar en los tribunales. Las relaciones entre los hogares La muestra de los 29 entrevistados refleja que casi todos los hogares tienen un cabeza de familia. En todos los casos es el hombre, excepto en uno, en el cual la cabeza del hogar es una viuda. Hay seis casos en los que dos miembros de la familia están trabajando y un caso en el que el entrevistado es un estudiante que ayuda a su padre en la tienda. Para el resto, sólo trabaja un miembro en la familia. Así, el hogar como recurso no es muy fuerte en el MYHP. Las razones difieren entre las dificultades para encontrar un trabajo y la ausencia de mercado informal. Capital social El MYHP es un proyecto que tiene ocne años. Normalmente, las relaciones sociales en el vecindario se deberían haber consolidado y vuelto fuertes y estables. El hecho de que la tasa de ocupación sigue siendo baja, con personas que se quedan pocos meses y luego se mudan a otra parte, y finalmente los diversos orígenes sociales de estos residentes, conducen a la debilidad y a la inestabilidad de los vínculos sociales. 78 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Uno de los entrevistados explicó su punto de vista sobre el desarrollo de las relaciones sociales en el MYHP y las comparó con las zonas informales: «Al principio no nos conocíamos y con el tiempo nuestras relaciones sociales se hicieron más fuertes; pero en general, aquí estas relaciones son menores que en las zonas populares e informales de El Cairo.» Otra entrevistada también dio su punto de vista sobre las relaciones sociales. Para ella, hay una barrera a la hora de establecer relaciones sociales fuertes: «El MYHP tiene una debilidad crítica. Es un proyecto subvencionado y aquí se pueden encontrar diferentes clases sociales. Te puedes encontrar que en tu edificio viven personas de diferentes orígenes que se comportan de forma diferente y tienen distintas actitudes. Las autoridades de la vivienda no se preocupan por alquilar las casas a personas de la misma clase y con el mismo origen.» A los entrevistados se les preguntó si confiaban en los acuerdos de créditos informales como pedir prestado de sus amigos o de un prestamista informal. Estos acuerdos incluyen citas con el médico u obtener bienes de los vendedores y pagarles mediante un sistema a plazos o después de un cierto periodo de tiempo. Todos los entrevistados coincidieron en que este tipo de créditos informales no existe en el MYHP. En un caso, un entrevistado mencionó que había realizado un acuerdo informal con los residentes para superar la falta de tiendas consolidadas y de mercados en el vecindario y la ciudad. Cuando el proyecto comenzó y antes de que se construyese la mezquita en el distrito número cuatro los residentes del MYHP solían rezar en la entrada de uno de los edificios como un lugar temporal para el culto. Dos de los trabajadores que rezaban solían apuntar las necesidades que tenían los residentes. Iban al mercado semana tras semana a otra ciudad diferente, October, para comprar frutas y verduras a los residentes. Sin embargo, este método solo funcionó durante unos meses, periodo en el cual los residentes obtenían productos baratos y frescos en comparación con los que compraban por sí mismos. Capital político El MYHP se fundó como proyecto a partir de una decisión política directa del presidente anterior, Hosini Mubarak. Dicho proyecto formó parte de la nueva ideología que se creó hacia los jóvenes. El régimen político y el Partido Nacional Democrático —partido que gobernaba anteriormente— dedicaron en los años noventa especia atención hacia los jóvenes y su participación en la vida política. Dentro del sector de la vivienda, los jóvenes de renta baja se convirtieron en el objetivo de los proyectos de vivienda subvencionados. Una de las principales razones fue el porcentaje de jóvenes respecto a la población total: en 2006, alrededor de un cuarto de la población tenía entre 18 y 29 años (UNDP & INP, 2010). La disposición, mantenimiento y servicios del proyecto se relacionaban con las decisiones políticas. Se debe señalar que los entrevistados aseguran que la distribución de las unidades de vivienda fue justa y no se correspondía con ninguna lealtad política. El asentamiento informal de Manshiet Nasser Manshiet Nasser es el asentamiento ilegal/informal más grande de El Gran Cairo. Se encuentra en una zona de alrededor de 850 acres, con una excesiva densidad residencial de más de 400 personas por acre (MOH, 2001:2). La historia de esta zona de ocupación ilegal se remonta a los años sesenta, momento en el que se fundó el primer asentamiento. Anteriormente, la zona estaba considerada como una zona abandonada y tenía la reputación de ser un refugio atractivo para los delincuentes. Esta ha crecido muy rápido desde su fundación, indicando las estadísticas oficiales que la población era 262.050 habitantes en 2006 (CAPMAS, 2008b). Sin embargo, otros estudiosos estiman que es el hogar de más de medio millón de habitantes (Gerlach, 2009:49; Sims, 2009, en Howeidy, 2009:181). Durante los años noventa y la primera década del 2000, la zona fue localización de varios proyectos piloto de desarrollo. Ejemplos de ello son la Empresa Alemana de Cooperación Técnica [Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit] (GTZ) y el Programa de Desarrollo Participativo en Zonas Urbanas (PDP)5 en Ezbet Bekhit y el proyecto piloto Suzan Mubarak en Deweka. La zona no se puede considerar como una entidad homogénea. En general, las condiciones sociales y urbanas disminuyen cuando uno se adentras en ella o se sube a la montaña (ver figura 8). Recursos en Manshiet Nasser Trabajo 5 El PDP es un proyecto cooperativo entre el Banco de Crédito para la Reconstrucción [Kreditanstalt für Wiederaufbau] (KfW) y el GTZ. Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 79 Figura 8: Calle interior en Manshiet Nasser Imagen tomada por la autora La ubicación de Manshiet Nasser, el número de talleres localizados en los distritos y la ausencia de control estatal son los factores principales que crean oportunidades de trabajo. Los entrevistados afirmaron que, en muchos casos, los residentes tienen más de un trabajo y que al menos uno de ellos se encuentra en la zona o cerca de ella. La ubicación se considera la principal ventaja de vivir en la zona. Los entrevistados explican que es fácil ir andando al bazar de Khan El Khalili, a Bab El-Shee’reyah o a Darasaa. Los residentes pueden llegar de forma fácil a los distritos de Downtown, Attaba y Moskie. Estos contienen nodos comerciales y profesionales importantes hacia El Gran Cairo. Las industrias de abastecimiento y los talleres La distancia que hay desde Manshiet Nasser a los principales nodos comerciales y profesionales de El Cairo se puede recorrer andando. Además, las industrias de abastecimiento ubicadas en la zona se consideran una puerta hacia el mercado laboral. Estas industrias se definen como productos completos o parciales producidos en los talleres para el bazar de Khan El Khakili. Algunos ejemplos son el jellalib 6 , botones, accesorios para muebles, cobre y productos de aluminio. Uno de los entrevistados explicó la importancia de su posición: «La ubicación de Manshiet Nasser supone una ventaja para los trabajos, ya que está cerca de ellos y eso nos evita tener que coger cualquier tipo de transporte. Yo puedo ir andando al trabajo y si necesito ir a Bab El-Sheeria o Hussein7 también puedo llegar andando. Será difícil salir de esta cómoda localización.» La zona proporciona oportunidades de trabajo tanto desde casa como en un taller o en una unidad de producción de organizaciones civiles o asociaciones benéficas8 . En esas unidades de producción se les enseña una profesión a las personas desfavorecidas, huérfanas y necesitadas. Además, se proporciona ayuda para comercializar estos productos. Son ejemplos de formación profesional hacer jabones, tarjetas postales, coser. . . Un entrevistado afirmó: «Mi hijo trabaja en una unidad de producción en Bedaya9. 6 Vestimenta tradicional del hombre. El-Sheeria y Hussein son dos distritos populares en El Cairo. 8 En octubre de 2010, la investigadora entrevistó a Madam Lobna Abd-Elaziz, encargada de negocios del jefe de departamento de las ONG en Manshiet Nasser, perteneciente al Ministerio de Solidaridad Social. Según comentó, en total hay 68 ONG, la mayoría de ellas asociaciones benéficas. La mayor parte de las organizaciones se fundaron en 2001 y 2002, y tras el desprendimiento de la roca en Deweka que se produjo en 2008. 9 Organización civil. 7 Bab 80 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Hace tarjetas y gana de 120 a 200 libras al mes. Usamos ese dinero para pagar tanto los gastos de sus grupos escolares como los de su hermano10 .» Los residentes que trabajan desde casa desempeñan tareas manuales simples como las del embalaje, la costura y el bordado. Una entrevistada explicó: «Mucha gente trabaja desde casa, nosotras11 también lo hacemos. Este fenómeno ha crecido recientemente. Un vecino nuestro tiene una fábrica de abayat12 y mis hermanas y yo hacemos los bordados; incluso mi hermana pequeña ayuda. Otro trabajo es el de empaquetar chicles o el de embalar clavos, ya que hay dos fábricas de clavos en la zona.» Los talleres proporcionan oportunidades de trabajo tanto a adultos como a niños. Los entrevistados afirmaron que existe un alto porcentaje de abandono escolar. Muchos niños trabajan en los talleres tanto en calidad de empleo permanente como durante el verano. Sólo uno de los entrevistados declaró que las oportunidades de trabajo en los talleres son limitadas y que la situación económica actual limita el número de oportunidades de trabajo en dichos talleres. El entrevistado afirmó: «Aquí las oportunidades de trabajo son limitadas. Si una persona tiene un taller, trabaja con sus hijos o con un máximo de cuatro obreros.» Infraestructura social y económica Además del desarrollo y el crecimiento de la zona, los servicios y las infraestructuras han progresado. Hasta los años ochenta, los servicios sociales y económicos básicos y las infraestructuras eran limitados. Aparte, los residentes de Manshiet Nasser dependían principalmente de los mercados, servicios médicos y servicios educativos de los distritos vecinos. No se fundó una comisaría de policía hasta 1992, siendo hasta ese momento los habitantes locales responsables de la seguridad de la zona. Aunque durante los últimos 50 años los servicios y las infraestructuras se han ido desarrollando, la mayoría de los entrevistados está de acuerdo en que la mejora es muy lenta. Esto se puede explicar por la edad de los entrevistados, que en su mayoría tienen entre 20 y 30 años, nacieron en la zona y, por lo tanto, no vivieron las condiciones de los años sesenta y setenta. Otra razón puede ser la comparación entre la situación de Manshiet Nasser con otros distritos formales de El Cairo. Tras observar la encuesta de Manshiet Nasser de 2010, se puede ver que todavía existe una falta de servicios médicos y educativos. La situación de Deweka es mucho peor en lo que respecta al número de servicios, la calidad y disponibilidad de los mismos y las infraestructuras, comparada con otras partes de Manshiet Nasser. Vivienda La disponibilidad de usar la vivienda como recurso es muy importante para que los residentes puedan sobrevivir. La casa también se usa como una unidad de producción. Además, es el lugar en el que se crían pollos, cabras y otros animales para producir una fuente de ingresos (ver figuras 9 y 10). El subarriendo y vivir con una familia amplia es otra forma de usar la vivienda como un recurso. Según explicó Sanaa Tuba, una activista que trabaja en la zona desde el año 2000, «muchas mujeres usan sus casas como unidades de producción. Por ejemplo hacen costura, bordados o incluso abren la ventana y venden sándwiches, entre otras cosas. En otros casos, las mujeres venden verduras en las calles. El mercado laboral en Manshiet Nasser es casi al 100 % informal y muchos de los talleres trabajan en el mercado informal». Además, añadió que «después del desprendimiento de la roca en 2008, muchos habitantes fueron evacuados y reubicados en el distrito de Nahda. La gente en Nahda intentó crear una economía informal como la que tenían en Manshiet Nasser con la esperanza de que el gobierno local o el estado no los atrapase. Hicieron eso para poder encontrar una fuente de ingresos y ser capaces de sobrevivir». Los entrevistados proporcionaron muchos ejemplos de trabajos manuales simples que desempeñaban, como el embalaje, la costura y el bordado. Un entrevistado declaró: «Solía hacer mantas y me pagaban 70 piastras por cada una. También embalaba clavos en bolsas pequeñas en las que ponía 60 clavos en cada bolsa de plástico para venderla.» Otro afirmó: «La mayoría de los residentes de Mansheya13 son trabajadores diarios o pequeños mercaderes y no tienen unos ingresos estables. Muchas personas trabajan desde casa fabricando alfombras hechas a mano, piezas de artesanía, rosarios, bobinas de costura y marcos para versos del Corán.» Relaciones entre los hogares 10 Los grupos escolares son un sistema oficial en el que el alumno puede recibir clases extra en una o más asignaturas. entrevistada y su familia. 12 Vestidos de mujer. 13 Mansheya es el nombre que le dan los residentes locales a la parte más baja de Manshiet Nasser. 11 La Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 81 Figura 9: Tejado empleado para criar animales como pollos y patos Imagen tomada por la autora Figura 10: Somieres y fundas de almohada fabricados en casa Imagen tomada por la autora 82 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus La muestra de 30 entrevistados indica que en 11 casos el que gana el pan no es el hombre. En siete de ellos, el hogar lo dirigen las mujeres; en otros dos casos, hay mujeres ocultas como cabezas de familia, y en los otros dos, los que ganan el pan son niños que trabajan en el mercado informal. Las relaciones entre los miembros de los hogares se consideran un recurso importante para la supervivencia de los habitantes de Manshiet Nasser. En 18 casos, hay más de un miembro en la familia que trabaja, en ocasiones en más de un empleo. Capital social Casi todos los entrevistados tienen un pariente de primer o segundo grado que vive en la zona. Así, las relaciones sociales se consideran un recurso importante. Estas van más allá de los parientes ya que se establecen también con vecinos y conciudadanos. La estructura social en el asentamiento informal de Manshiet Nasser es un recurso importante y un factor crítico para que los habitantes sobrevivan. Sanaa Tuba explicó esto de la siguiente forma: «En las zonas formales, la estructura social es una necesidad social y sociológica, sin embargo, en las zonas informales es una necesidad de vida. Las personas confían unas en otras tanto en las penas como en las alegrías. Si los trasladas a una vivienda formal sin tener en consideración la importancia de la estructura social, no serán capaces de vivir.» La importancia de la estructura social aparece de forma clara en la vida diaria de la gente y en sus motivos de tristeza y felicidad. Algunos ejemplos dentro de las estructuras sociales son: cuidar a los niños, cocinar, pedir prestado dinero, comida, herramientas y ropa. Las bodas y los funerales son ejemplos perfectos en los que todo el mundo se complementa y ayuda. Se hace de forma física, financiera y moral. En casos de emergencia, como un incendio o incluso un evento triste como el del desprendimiento de la roca de Deweka, todos los vecinos ofrecieron su ayuda incluso antes de que llegaran los oficiales. Es importante observar que muchos residentes vinieron del mismo pueblo o ciudad y proporcionaron apoyo moral a sus conciudadanos. Un entrevistado hizo una comparación entre sus amigos de Mansheya y de Abaseya14 . Éste afirmó: «Cuando comparo a mis amigos puedo decirte que en Abaseya hay médicos, ingenieros y empleados; donde vivo, hay trabajadores cualificados. Aquí las relaciones sociales son muy fuertes y si no me ven en un día siempre me llaman y me preguntan qué tal estoy. Además, si alguien que vive al principio de mi calle necesita algo, el que vive al final de la calle le preguntará si se encuentra bien.» Se les preguntó a los entrevistados si confiaban en acuerdos de créditos informales como pedir cosas prestadas a los amigos, pedir prestado a prestamistas informales, tener citas informales con los médicos u obtener productos de los vendedores y pagarles con un sistema a plazos o después de un cierto tiempo. Estos afirmaron que los dos préstamos comunes principales que se daban en los distritos eran comprar según el sistema a plazos y comprometerse con un método financiero llamado elgame’eyat15 . Capital político Durante los años noventa y dos mil, se localizaron varios proyectos piloto de desarrollo en este asentamiento. Por ejemplo, se produjeron proyectos de desarrollo del GTZ y el PDP en Ezbet Bekhit y en Deweka, y se ubicó el Proyecto Piloto Suzan Mubarak [Suzan Mubarak Pilot Project]. La mayoría de estos proyectos se dirigieron mediante decisiones políticas con el objetivo de desarrollar Manshiet Nasser. Aunque estos proyectos mejoraron las condiciones de los distritos, los entrevistados se quejaron de la calidad de las infraestructuras. Además, todavía hay algunos distritos a los que les faltan conexiones a las redes de agua, electricidad y alcantarillado. En 2008, la caída de una roca considerable (20 toneladas) en medio del distrito de Deweka (parte de Manshiet Nasser) dejó cientos de muertos. Este desastre condujo a que las autoridades evacuasen a las familias de aquellos lugares peligrosos y las llevasen bien a las viviendas públicas de Suzan Mubarak en Deweka, o bien a otras viviendas públicas situadas en la periferia de El Cairo. Después de este desastre, se tomó la decisión política de evacuar a las personas que viviesen en cualquier zona peligrosa. Como consecuencia de ello, el asentamiento todavía atrae a muchos residentes que esperan que los reubiquen en un piso nuevo de las viviendas públicas del distrito. 14 Abaseya es un vecindario de clase media de El Cairo, situado cerca de Manshiet Nasser. (el singular de game’eyat) es un acuerdo informal de ahorro entre un grupo definido de gente. Cada persona paga una cantidad de dinero, que se ha fijado anteriormente, cada cierto tiempo (el periodo de tiempo también se fija con anterioridad). Un miembro del grupo recibe el total del dinero que se ha recaudado después de cada ciclo de recolecta. El número de ciclos es igual al número de miembros del grupo. En Manshiet Nasser, la Gamaia normalmente se hace cada día. Cada miembro paga dos libras y recibe 100 libras durante 50 días. 15 El-gme’eyaa Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 83 Conclusión y resultados Estrategias de supervivencia y recursos en términos de esferas de integración económica Según los dos estudios de caso de esta investigación, se pueden definir dos tipos de redistribución: la redistribución estatal (ejemplos: la vivienda pública como un sistema de provisión de vivienda; la infraestructura social y económica y los servicios) y los servicios de redistribución procedentes de organizaciones y asociaciones benéficas. Aunque Manshiet Nasser es donde se desarrollan muchos proyectos, la zona padece una falta de infraestructura social, económica y de servicios. Los residentes utilizan medios de transporte público situados fuera del distrito. Además, hay un número elevado de organizaciones benéficas que se conocen por su labor con los desfavorecidos en los asentamientos informales. Pese a que la infraestructura socioeconómica y los servicios están disponibles en el MYHP, los entrevistados se quejan sobre la falta de participación de las organizaciones benéficas en el vecindario. Asimismo, la calidad de los servicios médicos y la accesibilidad al transporte público siguen siendo un gran reto (ver figuras 13, 14 y 15). En la esfera de intercambio de mercado, la comparación entre Manshiet Nasser y el MYHP muestra las oportunidades de los habitantes del primero para unirse al mercado laboral informal dentro del asentamiento informal o cerca de él. Muchos de los entrevistados tienen un segundo trabajo (ver figuras 16, 17 y 18) y muchos miembros del hogar se han unido al mercado laboral. Además, la vivienda se usa como un recurso (ejemplos: el subarriendo y las empresas domésticas). Este no es el caso del MYHP, donde en la mayoría de los hogares de los entrevistados hay uno o dos miembros que trabajan en el mercado formal. Esta investigación documentó el uso de la vivienda como recurso sólo en un caso, aquel en el que una entrevistada preparaba comida en casa para venderla. Por último, en la esfera de reciprocidad, la ayuda mutua y las relaciones sociales son un recurso importante para sobrevivir en Manshiet Nasser. Los residentes confían y se apoyan entre ellos. El carácter de fortaleza de las relaciones entre parientes se plasma en las relaciones sociales. De forma contraria a este estilo de vida, la estructura social es muy débil en el MYHP y muchos de los entrevistados afirmaron que apenas conocen a sus vecinos (ver figuras 19 y 20). Resultados La dimensión espacial de las estrategias de supervivencia difiere entre el asentamiento ilegal del interior de la ciudad y el proyecto de viviendas públicas de la periferia. El acceso a la redistribución en la periferia está ligado a la naturaleza de la vivienda pública como un proyecto de redistribución. La infraestructura social y económica existe a nivel de la ciudad. A esto se hace frente con la ausencia de organizaciones benéficas de redistribución y de servicios a nivel del vecindario. En los asentamientos informales, la esfera de redistribución se relaciona con la alta presencia de organizaciones civiles y asociaciones benéficas y la naturaleza de la zona como lugar de muchos proyectos de desarrollo. En las otras dos esferas se aprecia la tendencia contraria. Para las necesidades básicas y principales, como la comida, los bienes duraderos, los servicios y las oportunidades de trabajo, la zona informal situada en el centro proporciona un mayor acceso a la esfera de intercambio de mercado. La esfera de reciprocidad también es mayor en los asentamientos informales debido a las fuertes relaciones que existen. En Manshiet Nasser, los hogares y los individuos compensan la ausencia de los servicios de redistribución estatales con las otras dos esferas, intentando alcanzar así los recursos que necesitan para sobrevivir. Se puede decir que las personas desfavorecidas prefieren vivir en un lugar en el que puedan acceder a los diferentes modos de subsistencia. Referencias bibliográficas CAPMAS 2008a Population in slums (01/01/2007). Central Agency for Public Mobilization and Statistics. El Cairo, Egipto. Disponible en: http://www.sis.gov.eg/VR/egyptinnumber/egyptinfigures/englishtables/94.pdf [Consulta: 3 de mayo de 2011] CAPMAS 2008b Population Census 2006. Central Agency for Public Mobilization and Statistics. El Cairo, Egipto. 84 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 11: Esferas de integración económica en Zaied (el tamaño de las esferas indica una cierta importancia: las esferas de mercado y reciprocidad son más pequeñas que la de redistribución) Elaboración propia Figura 12: Esferas de integración económica en Manshiet Nasser (la esfera de redistribución es más pequeña que las otras dos) Elaboración propia Figura 13: Disponibilidad y calidad de los servicios médicos Elaboración propia Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 85 Figura 14: Disponibilidad y calidad de las escuelas Elaboración propia Figura 15: Medios de transporte Elaboración propia Figura 16: Ubicación del primer trabajo Elaboración propia 86 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Figura 17: Ubicación del segundo trabajo Elaboración propia Figura 18: Resultado de la pregunta ‘‘¿Trabaja el cabeza de familia en el mercado informal?’’ Elaboración propia Figura 19: Relaciones entre los vecinos Elaboración propia Viviendas para grupos con bajos ingresos en El Gran Cairo: una interpretación de los modos de integración económica de Polanyi Doaa Abouelmagd 87 Figura 20: Confianza en los parientes Elaboración propia DFID 1999 Sustainable livelihoods guidance sheets. Department for International Development. Londres, Reino Unido. Disponible en: http://www.eldis.org/vfile/upload/1/document/0901/section2.pdf Edgar, Bill; Doherty, Joe & Meert, Henk 2002 Access to housing: Homelessness and vulnerability in Europe. Bristol, Reino Unido: The Policy Press. Enríquez Rosas, Rocío 2002 «Women and survival strategies in poor urban contexts: a case study from Guadalajara, Mexico» Journal of developing societies, vol. 18, num. 2–3, pp. 81–108. 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Los indigentes no pueden permitirse pagar el alquiler de un refugio, ni siquiera en los barrios marginales ni en ocupaciones ilegales. Las dos consecuencias principales de esta situación son que estas personas no tienen techo ni recursos para vivir. Viven al margen de la red de servicios, carecen de lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas, sufren exclusión social y se les trata de forma inhumana independientemente de su edad, sexo, raza o religión. La falta de identidad social les impide acceder a un puesto de trabajo, a los servicios educativos y a la asistencia sanitaria. Todos estos factores les hacen vulnerables y, además, la indigencia es una realidad urbana que crece día a día. Este estudio trata de mostrar que hay que aceptar esta realidad, que al vivir en la indigencia se desarrollan estrategias excepcionales para poder ganarse la vida. En este artículo se examinan las estrategias desarrolladas por los indigentes para satisfacer sus necesidades básicas y hacer frente a los retos para ganarse la vida y, por otro lado, se revisa cómo afectan las ONG y el gobierno al entorno de supervivencia de estas personas. A través de entrevistas y observación exhaustiva se trata de demostrar que si los indigentes consiguen sobrevivir en este contexto se debe a una síntesis compleja de un manejo adecuado de sus recursos para ganarse la vida, su actitud estoica, su capacidad de adaptación, las relaciones personales y la vida en comunidad. También se muestran las intervenciones de las ONG cuyos objetivos son mejorar las condiciones socioeconómicas de los indigentes a partir de facilitarles el acceso a algunos servicios básicos y de ayudarles a acumular recursos. Para concluir, trata de demostrar que existe un sentimiento de hogar cuando se vive en las aceras. La entidad física de hogar es pequeña, pero tiene un valor social que siempre está presente en las relaciones personales y por lo tanto ayuda a crear el estado ideal de un hogar para los «habitantes de las aceras». Palabras clave: Indigente; sostenibilidad; estrategias de supervivencia; relaciones sociales. Introducción 90 Metodología 90 Entrevistados en la investigación 91 Vivir en las aceras 93 Vivir en las aceras de Green Road 94 Estrategias y retos de vivir en las aceras 95 Contexto social: vecindario, comunidad interna, seguridad y crimen 96 Economía urbana, entorno y salud 98 Gobierno: asociacionismo y estatus legal 100 La cuestión del género 101 Interacción de las políticas con el gobierno y las ONG 102 Conclusión 103 2 Universidad Internacional Americana de Bangladés [American International University-Bangladesh]. artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. Esta investigación en particular se ha llevado a cabo con objeto de la tesis del máster Program in Urban Management and Development en el Institute for Housing and Urban Development Studies de la Erasmus University de Róterdam. El título de la tesis es «Living on pavement: ‘home’ in a homeless situation [Vivir en las aceras: ‘hogar’ en un contexto de indigencia]». 1 Este 89 90 Bibliografía Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus 104 Introducción La población urbana de Bangladés ronda los 24 millones de personas (UN-HABITAT, 2005:13), lo que supone el 25 % de la población total del país (alrededor de 130 millones). El área metropolitana de Daca es la mayor zona urbana del país. En las últimas tres décadas, este país ha experimentado uno de los mayores aumentos de la tasa de crecimiento de la población urbana, más del 6 % al año, en comparación a la tasa de crecimiento demográfico nacional, alrededor del 1,5 % al año (Perry et ál., 2007; citado en Uddin et ál., 2009:386). La ciudad de Daca es el mayor centro económico del país, no se puede comparar con ningún otro lugar en cuanto a dimensiones ni en cuanto a transacciones económicas; además, está situada en el centro de la red de transportes del país. Como consecuencia de lo anterior, es normal la afluencia de todo tipo de personas que provienen de todo el país. Esta tendencia no se produce únicamente por el atractivo de la gran ciudad, sino también por las comodidades, infraestructuras y oportunidades que ofrece, incomparables con el resto del país. De esta forma, el acceso por parte de la creciente población a un puesto de trabajo, una vivienda y a los servicios básicos se ha convertido en un asunto de gran importancia en las políticas socioeconómicas en Bangladés (Islam et ál., 1997:265). En lo que se refiere a condiciones de vida, acceso a los servicios básicos e indicadores de salud, los indigentes se encuentran entre las personas más necesitadas de las zonas urbanas (NIPORT, 1994; Thwin & Jahan, 1996; Alamgir et ál., 2000; Ray et ál., 2001; NIPORT, 20043). El problema de la indigencia en Daca puede deberse a una síntesis entre la notable pobreza urbana y la deficiencia de las prestaciones estatales. Al mismo tiempo, las políticas de ajuste estructural han dado como resultado la desregulación y privatización de los servicios urbanos y del sector inmobiliario. Según la Oficina de Estadísticas de Bangladés (BBS) (1999:191) [Bangladesh Bureau of Statistic], el número de indigentes en la ciudad de Daca es de 14.999. Debido a la ausencia de un mercado inmobiliario sólido y formal en las ciudades de Bangladés, las necesidades en de vivienda de la gran mayoría de las personas con bajos ingresos se han solucionado a través del sector informal (Ghafur, 2002:7). Los indigentes de los que hablamos ni siquiera pueden permitirse una vivienda provista por la economía sumergida, dado que no tienen suficientes ingresos para alquilar una en los barrios marginales o en las ocupaciones ilegales. El resultado tiene varias dimensiones, la consecuencia principal es que estas personas no tienen recursos ni dónde guarecerse, por lo que se encuentran en desventaja respecto a otros sectores de la población; por otro lado, la falta de identidad social les impide acceder a un puesto de trabajo, a la educación o a los servicios sanitarios. Para ellos, buscar un trabajo remunerado es imposible ya que no tienen habilidades ni recursos. Como consecuencia, tienen menos posibilidades para ganar dinero, además de estar peor pagados que aquellos que viven en los barrios marginales o en las ocupaciones ilegales. En estas circunstancias, el objetivo de esta investigación es ayudar a los indigentes de la ciudad de Daca en Bangladés comprendiendo y entendiendo esta realidad. Según lo anterior, esta investigación trata de averiguar cuáles son las estrategias de los indigentes para sobrevivir y cuál es el papel de las ONG y del gobierno en este ámbito. Comprender en profundidad las circunstancias reales de estas personas permitirá en el futuro desarrollar políticas prácticas, cumpliéndose así el propósito de esta investigación. Metodología Esta investigación tiene carácter analítico (exploratorio) ya que examina casos concretos de indigentes en Green Road (Daca) para demostrar lo dicho anteriormente. Green Road es un área de uso mixto en la que se llevan a cabo actividades comerciales, educativas, empresariales, siendo incluso zona residencial. Está bajo la jurisdicción de la Corporación de Daca [Dhaka City Corporation] (DCC), zona número 54 . Se ha observado que un número considerable de indigentes5 viven en esta ajetreada zona. Esta investigación se ha llevado a cabo mediante diferentes instrumentos que han servido de argumento como son: entrevistas, debate en grupos de discusión, observación de los participantes, toma de notas de campo, fotografías y vídeos. La autora realizó las entrevistas ella misma entre el 4 de enero y el 2 de agosto de 2010. La 3 Informes y un artículo publicados por importantes instituciones de investigación sanitaria de Bangladés que versan sobre indigencia. 4 El sistema administrativo de la Corporación de Daca está descentralizado, se reparte en diez oficinas de zona dirigidas por un oficial de zona (DCC, 2004:6). 5 El número total de indigentes que viven en esta zona es de 648, de los que 125 son varones adultos, 247 mujeres adultas, 140 niños y 136 niñas. Esta información fue recopilada personalmente por la investigadora, cedida por el delegado de Partner Agencies Liaison, Suvashish Karmakar, y por Concern Worldwide-Bangladesh, en cuyo proyecto Amrao Manush trabajan con los indigentes en Daca. Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 91 información que aquí se recoge es esencialmente cualitativa. En cuanto a las fuentes secundarias se trata básicamente de documentos. Se seleccionó de forma deliberada un número pequeño de entrevistados (ocho), aplicando el proceso de bola de nieve para que las diferentes categorías de indigentes6 quedaran representadas. El número de entrevistados es tan pequeño debido a que el objetivo de esta investigación es tratar cada caso de forma muy particular, para así determinar las características únicas de cada uno en lugar de hechos cuantitativos. De estos ocho entrevistados, seis son mujeres y dos varones. El hecho de que se haya contado con más mujeres en la encuesta se debe a que éstas tienen un ratio superior entre la población a investigar. Además de estos ocho entrevistados, se ha contado con las declaraciones de cuatro personas pertenecientes a ONG y una del gobierno7 como material complementario. Ya que se trata de una investigación cualitativa, el análisis de los datos recogidos sobre el terreno ha seguido un método de marco de trabajo (Ritchie & Lewis (eds.), 2009:199–262). Para reconocer las estrategias de supervivencia de los indigentes, este estudio ha utilizado el Marco Sostenible del Departamento para el Desarrollo Internacional como herramienta de análisis, cuyos componentes son los siguientes: recursos para ganarse la vida, contexto de vulnerabilidad, procesos y estructuras en transformación y resultados de los métodos de subsistencia (Rakodi, 2002). Entrevistados en la investigación Los principales entrevistados para esta investigación son ocho personas que viven en las aceras de la zona de Green Road en Daca. Han sido seleccionados de forma deliberada siguiendo el método de bola de nieve8 , por lo tanto, se ha prestado especial atención a incluir diferentes tipos de indigentes que buscan refugio en esta zona. Figura 1: Entrevistados en sus lugares de pernoctación, de izquierda a derecha y de arriba abajo: Ambia con sus dos hijos, Sufia Begum con sus dos hijos, Mohammad Saiful con su mujer, Shahida, Md. Kalimuddin y Majeda con su hijo y Shima con sus hijos Fuente: Imágenes tomadas por la autora Otro grupo de entrevistados que se ha tenido en cuenta como fuente secundaria está reflejado en el cuadro 2. 6 Ver nota 5. el tiempo en que se procedía a realizar esta investigación fue trasladado a otro lugar. Era Chief Slum Development, Social Welfare and Cultural Officer (encargado del desarrollo en barrios marginales, estado de bienestar y cultura) en la DCC del Gobierno de Bangladés. También trabajó como coordinador del proyecto DCC-Amrao Manush. 8 N. del E.: El muestreo de bola de nieve consiste en identificar sujetos que se incluirán en la muestra a partir de los propios entrevistados. Partiendo de una pequeña cantidad de individuos que cumplen los requisitos necesarios, estos servirán como localizadores de otros con características análogas. 7 Durante 92 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Cuadro 1: Datos de los entrevistados principales Fuente: Elaboración propia Nombre Sexo Edad (años) Años viviendo en Daca Estado civil Ocupación actual Ambia Mujer 32 25 Mendiga Sufia Begum Mujer 35 8 Casada (abandonada por su marido) Divorciada Mohammad Saiful Hombre 34 20 Casado Firoza Begum Mujer 60 25 Shahida Md. Kalimuddin Mujer Hombre 16 32 12 25 Majeda Mujer 40 20 Casada (abandonada por su marido) Soltera Casado (marido de Majeda) Casada (mujer de Md. Kalimuddin) Shima Mujer 28 3 Casada (vive sola) Ingresos mensuales (BDT[1] , euros) 1.500 (15) Empleada doméstica Conductor de rickshaw [2] Mendiga 2.500 (25) – Conductor de rickshaw Empleada doméstica y recolectora de papel usado Empleada doméstica – 2.000 (20) 2.000 (20) 1.500 (15) 2.500 (25) 3.000 (30) [1] N. de la T.: Taka bangladesí, moneda de curso legal en Bangladés. [2] N. de la T.: Calesa oriental de dos ruedas tirada por un hombre. Cuadro 2: Datos de los entrevistados secundarios Fuente: Elaboración propia Nombre Subash Gomes Sexo Hombre Md. Ershad Ali Hombre Ms. Parvin Mujer Saiful Alam Hombre Khandker Millatul Islam Hombre Datos personales Cordinador del proyecto Amarao Manush (proyecto Nosotros también somos humanos [1] ), Concern Worldwide. Cordinador del proyecto Amarao Manush (proyecto Nosotros también somos humanos), fundación SAJIDA (organismo ejecutor asociado del proyecto). Movilizador comunitario, centro de indigentes de Green Road, proyecto Amarao Manush (proyecto Nosotros también somos humanos), fundación SAJIDA (organismo ejecutor asociado del proyecto). Especialista en medios, proyecto Amarao Manush (proyecto Nosotros también somos humanos), Coalition for the Urban Poor (organismo asesor asociado del proyecto). Encargado del desarrollo en barrios marginales, estado de bienestar y cultura, Corporación de Daca, Gobierno de Bangladesh [2] . Cordinador del proyecto DCC-Amarao Manush. [1] N. de la T.: El nombre original del proyecto es We are humans too. [2] N. de la T.: Chief Slum Development, Social Welfare and Cultural Officer, Dhaka City Corporation (DCC), Government of Bangladesh (GOB). Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 93 Vivir en las aceras Desde un punto de vista general, las personas que viven en la calle están incluidas dentro de la gente sin hogar. Sin embargo, este grupo es muy amplio y multidimensional, ya que hay muchas maneras de definirlos. Si echamos un vistazo a la bibliografía veremos que a lo largo del tiempo se han adoptado varias perspectivas dependiendo de las diferentes circunstancias, la cultura y el país. Podemos encontrar otras nomenclaturas diferentes a la de «habitantes de las aceras» dentro de las diferentes topologías de personas sin hogar. «Sin techo», «personas que duermen a la intemperie» (Daly, 1994; citado en Tipple & Speak, 2009:50), «personas que viven en la calle» (AIHW, 1999; citado en McIntosh & Phillips, 2000:2), todos se pueden referir a los habitantes de las aceras, pero difieren en el uso. En Bangladés se suele utilizar el término «población fluctuante» o «desarraigados» para referirse a las personas sin hogar. La Oficina de Estadística de Bangladés [Bangladesh Bureau of Statistics] (BBS) define a la población fluctuante de la siguiente manera: Personas desarraigadas que vagan de un lado para otro, que no tienen residencia habitual y que, sin embargo, se encuentran a la hora de la realización del censo: en las estaciones de tren, en las terminales de transporte de agua (launch ghats), en las estaciones de autobús, en los hat-bazaar (mercados), en los mazar (lugares sagrados), en las escaleras de edificios públicos o del gobierno, en espacios abiertos. . . BBS, 1999:4 En esta definición, el concepto clave es «desarraigado»9 junto con «sin techo»10 y «desposeídos»11 . Diversos estudios sobre las personas sin hogar en Bangladés, por ejemplo los sin techo, las personas que viven en lugares públicos (ya sea dentro de algún espacio o al aire libre, especialmente en las calles) o los sin refugio; son la base para entender la problemática de las personas sin hogar (Ghafur, 2004:270). La investigación reveló un hecho muy importante al respecto, y es que no todos los habitantes de las aceras carecen de hogar, es decir, algunos tienen un domicilio en su pueblo natal que visitan de forma periódica. El Banco Asiático de Desarrollo [Asian Development Bank] (ADB), el Gobierno de Bangladés [Government of Bangladesh] (GOB) y el Departamento de Ingeniería del Gobierno Local [Local Government Engineering Department] (LGED) presentaron en 1996 una clasificación de las personas sin hogar de Bangladés en función de la naturaleza de sus circunstancias residenciales (ADB, GOB & LGED, 1996:20): asentamientos ilegales o marginales; criados que viven en las residencias de clase media; población fluctuante; trabajadores de la industria textil que viven fuera de los asentamientos ilegales o marginales; personas que viven en naves industriales, zonas comerciales, zonas en construcción, katcha bazaars (mercados) y en vehículos como camiones, carros, rickshaw o caravanas; o familias pobres que viven fuera de los asentamientos ilegales o marginales en diferentes instalaciones. En resumen, Ghafur (2004) se basa en las circunstancias residenciales para identificar tres tipos de personas sin hogar que se encuentran en Bangladés: personas fluctuantes sin hogar, personas con ubicación pero sin hogar y personas en situación de quedarse (potencialmente) sin hogar. De estos tres tipos, el más visible es el de las personas fluctuantes sin hogar, debido a su carácter físico. Nos referimos entonces a personas que viven en la calle o en otros lugares públicos pero que no poseen un refugio permanente. Normalmente, las personas fluctuantes sin hogar viven en las aceras, en las calles, son los desposeídos (Ghafur, 2004:271). 9 Que ha perdido la identidad, privacidad, confort y seguridad que da un hogar (Ghafur, 2004:269). no tiene abrigo contra los elementos (Ghafur, 2004:269). 11 Que ha perdido los recursos que afectan seriamente a las capacidades para ganar dinero, aprender y vivir mucho tiempo (Ghafur, 2004:269). 10 Que 94 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Vivir en las aceras de Green Road En Daca podemos encontrar varios tipos de habitantes de las aceras, ya que se reparten por toda la ciudad. Por lo tanto, es conveniente resaltar que este estudio se centra en los habitantes de las aceras de la zona de Green Road, en la ciudad de Daca. De este modo, no hay que generalizar, las estrategias de supervivencia que aquí se recogen no serán aplicables a personas de otras partes de la ciudad a no ser que lo demuestren los correspondientes estudios. A continuación se recogen algunas razones por las que se ha seleccionado esta parte de la ciudad como área de estudio: La familiaridad de la investigadora con este lugar como zona de presencia significativa de habitantes de las aceras. Ya que Green Road es un área muy diversificada de uso mixto (residencias, actividades comerciales, educativas y de negocio) se supuso que se revelarían características variadas de los habitantes de las aceras. Green Road se encuentra dentro del área de trabajo del proyecto Amrao Manush [Nosotros también somos humanos], dirigido por la Corporación de Daca, la ONG Concern Worldwide-Bangladesh 12 , la fundación SAJIDA13 y la ONG Bangladesh. Por lo tanto, es una zona en la que se pueden estudiar las interacciones de los indigentes con las ONG y con el Gobierno. Se ha observado que en Green Road existe una forma estable de indigencia a largo plazo, lo que posibilita y permite llevar a cabo una investigación sobre estos grupos vulnerables. Además, se podría continuar/ampliar la investigación en esta zona, ya que los indigentes están bastante asentados aquí y es probable que continúen buscándose la vida en Green Road. [Círculo rojo]: Lugares de pernoctación de los entrevistados, quienes siempre suelen dormir en el mismo emplazamiento todas las noches. [Círculo verde]: Zonas de uso de los indigentes. [Círculo amarillo]: Centro de indigentes gestionado por una ONG. Figura 2: Vista aérea del área de investigación, Green Road, Dhaka Fuente: Elaboración propia con imagen obtenida de Google Earth Los habitantes de las aceras de Green Road generalmente utilizan la ancha acera o las fachadas de la tiendas como espacios para vivir. Debido al uso mixto de esta zona, a los lados de la calle hay tiendas, además de viviendas, edificios de apartamentos, hospitales, escuelas, edificios relacionados con la industria textil, hoteles, restaurantes y bloques de oficinas. Este espacio suele estar entre 20 y 60 centímetros por encima del nivel de la calle y a veces bajo el amparo de un piso superior. Durante la noche, una vez que las tiendas han cerrado y ha cesado la actividad diurna, estas personas se preparan precipitadamente para pasar la noche. Algunos atan un extremo de una mosquitera o un trozo de plástico a la persiana de una tienda y el otro lo sujetan al suelo con ladrillos para construir su refugio nocturno, mientras que otros simplemente ponen la cabeza encima de un ladrillo, se cubren con trapos y así pasan la 12 Organización 13 Organismo irlandesa que financia el proyecto Amrao Manush [Nosotros también somos humanos]. ejecutor asociado al proyecto Amrao Manush [Nosotros también somos humanos]. Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 95 noche. Normalmente guardan estas pertenencias cerca del lugar en el que se acuestan. Por la mañana se despiertan muy pronto, antes del amanecer, para realizar el aseo matutino tras la cortina de la oscuridad y prepararse para la jornada, durante la cual suelen trabajar o buscar trabajo, llevar a cabo otras actividades en los alrededores y vuelven a este lugar tras las horas de trabajo. Figura 3: Vista de Green Road desde el nordeste. «Habitantes de las aceras» durmiendo en sus casas por la mañana temprano Fuente: Imagen tomada por la autora el 2 de julio de 2010 Estrategias y retos de vivir en las aceras La vida en las aceras engloba una serie de circunstancias con dinámicas propias. No es vivir en una casa como cualquier otra persona ya que un indigente no tiene hogar, sino que ocupa un espacio público de circulación peatonal. Aún así, para estas personas no deja de ser, en cierto modo, una casa ya que realizan ahí actividades propias del entorno doméstico. Cada acción que se lleva a cabo en este entorno tiene sus complicaciones. Es una situación de lucha continua en la que hay que aplicar y gestionar los recursos propios y que no tiene nada que ver con la vida en una casa convencional. A raíz de esta situación, los indigentes desarrollan estrategias únicas que permiten la supervivencia de los indigentes. Las relaciones con las personas de los alrededores, que tienen suma importancia en la vida de los habitantes de las aceras de Green Road. Puede que esto se deba a que en esta zona encontramos tanto personas de clase media baja y clase media como personas de clase alta. Debido a la cercanía entre las clases sociales, los indigentes pueden entablar relaciones con las personas de su entorno, algo que unido a una adaptación mental, esperanza y a expectativas de futuro ayuda a desarrollar las estrategias que permiten sobrevivir en las aceras. Cuadro 3: Acción: reto: estrategia estoica Fuente: Elaboración propia Acción Dormir, cocinar, comer, descansar y otras actividades del día a día desarrolladas en la acera. Retos: físicos y mentales Inseguridad, falta de higiene, exposición al tiempo atmosférico, ausencia de dirección postal, crisis de identidad, etc. Incidente Mujeres indigentes que trabajan como empleadas domésticas en las casas del vecindario. Estrategia estoica: física Relaciones sociales: internas y externas, estabilidad y asentamiento en un lugar determinado de la acera, arraigo social. Estrategia estoica: mental Sentimiento de hogar y esperanza. 96 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Contexto social: vecindario, comunidad interna, seguridad y crimen La vida en las aceras continúa y se hace soportable gracias a una relación simbiótica entre los indigentes y los vecinos. Desde esta perspectiva, la relación de mayor importancia e interacción se da con los tenderos locales. Éstos les permiten usar el espacio que hay delante de la tienda para pasar la noche, hecho fundamental para los indigentes ya que les permite asentarse en un lugar. Tener un lugar fijo implica un sentimiento de estabilidad y de dirección que ayuda a la formación de una identidad de la que depende su supervivencia. Por otro lado, los tenderos obtienen seguridad gratuita durante la noche. De este modo, la parte delantera de la tienda, que es el único lugar por el que se puede acceder al interior, está ocupada por personas que duermen, con lo que es imposible asaltarla. Además, también utilizan a los hijos de los indigentes para la realización de pequeñas tareas como la limpieza de la acera, llevar agua o para deshacerse de la basura, pagándoles poco o nada. Los tenderos permiten esta actividad principalmente por razones de seguridad y por los pequeños beneficios mencionados anteriormente, a pesar de que los indigentes puedan parecer, desde el punto de vista del cliente potencial, sucios, escandalosos y que crean alboroto. Ambas partes obtienen beneficios de este tipo de relaciones, pero el tendero ostenta la autoridad y el control de la relación y, por lo tanto, el indigente permanece en una situación de vulnerabilidad y depende de la compasión del dueño de la tienda y de su ánimo. Como resultado, la extorsión es inherente a este sistema y es el indigente quien la sufre. En ocasiones, los habitantes de las aceras piden a los tenderos que les guarden sus ahorros, de esta forma, el indigente pasa a ocupar una posición más elevada, ya que se le considera una persona que progresa, en la que se puede confiar, responsable y trabajadora. También observé la relación entre las amas de casa y las mujeres indigentes, que se puede caracterizar como una relación amo-sirviente. Ya que las indigentes buscan trabajo como criada y piden salarios más bajos, los vecinos aprovechan esta oportunidad para satisfacer su propia necesidad de criadas, algo que es un poco difícil en Daca en este momento, ya que, debido a la semi-industrialización del país, muchas mujeres trabajan en la industria textil. La gente prefiere este tipo de trabajos a los domésticos ya que éstos ofrecen salarios más bajos y además la sociedad los considera menos dignos. Esta relación beneficia a ambas partes ya que la indigente consigue un trabajo seguro, que le asegura ingresos fijos y, además, también puede asearse, utilizar el baño, cocinar y lavar su ropa. Además, la empleadora puede guardarle sus ahorros. Cuadro 4: Derivación de recursos para ganarse la vida en un contexto social externo Fuente: Elaboración propia Contexto de la relación Beneficiario Estructura y proceso Simbiótico Ambos participantes Un beneficiario Sólo el habitante de la acera Un beneficiario Sólo el otro participante Demanda y oferta por mutuo acuerdo Por medio de la generosidad o los argumentos humanitarios Por medio de la extorsión y los juegos de poder Recursos para ganarse la vida Capital social, financiero y mental Capital social y mental Capital social Las relaciones internas dentro de la comunidad de los habitantes de las aceras son muy fuertes pero no suponen un comportamiento progresivo y positivo todo el tiempo. Más bien, la escena habitual la componen riñas y pelas entre ellos, pero en caso de emergencia siempre se puede encontrar una mano amiga dentro de la comunidad. Este comportamiento particular manifiesta que no se acepta el hecho de compartir los recursos propios con la comunidad y que quieren que cada uno gane su parte trabajando. También involucran a sus hijos en la recogida de basuras o en mendigar, por eso ninguno de los entrevistados aprovecha los programas de educación de las ONG. Es fácil entender este hecho si tenemos en cuenta que los indigentes no ven un acceso fácil a los recursos económicos y no pueden mantener a alguien inactivo económicamente. Así, los indigentes practican y desarrollan este método básico de gestión de los recursos. Como resultado, los habitantes de las aceras han desarrollado patrones especiales de comportamiento. Normalmente se les ve como personas rudas al hablar, a veces se nota frustración en ellos, en un momento parece que no dan importancia a nada y al siguiente se preocupan por pequeñas cosas, como un harapo Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 97 o algo que han encontrado. La ausencia de privacidad también afecta negativamente a su estado mental. Esta falta de privacidad provoca que muchas veces sus secretos personales estén expuestos a la comunidad. Pero guardan esta información de las personas que no pertenecen a la comunidad y la utilizan de forma violenta como elemento de crítica en una pelea. Esto muestra su sentimiento de grupo y su deseo de mantener el equilibrio y el respeto en la comunidad a la que pertenecen. Algo que también forma parte de sus estrategias de supervivencia en comunidad. Los indigentes jóvenes y solitarios son más vulnerables a las extorsiones tanto internas como externas. Para ellos no existe un sentimiento de comunidad que les guíe, sólo se observa crítica extrema cuando ha ocurrido algo pernicioso, pero nunca antes. Como consecuencia, los jóvenes son fácilmente excluidos de la comunidad y pueden perderse en situaciones en las que sean más vulnerables. Cuadro 5: Derivación de recursos para ganarse la vida en un contexto social interno Elaboración propia Contexto social interno Como regla general Compartir Poco común recursos Comportamiento Duro, rudo y general hostil Privacidad Trabajar como grupo o comunidad Ninguna dentro de la comunidad Poco común En situaciones de extrema vulnerabilidad Común Ayuda y cuidado Secretos estrictamente guardados Común Estructura y procesos Estrategia primaria de supervivencia Recursos para ganarse la vida Gestión básica de recursos Estrategia básica de supervivencia Sensación de constitución de grupo Estrategia básica de supervivencia Sobrellevar la situación Sobrellevar la situación Ventajas mentales/psicológicas Ventajas mentales/psicológicas Sobrellevar la situación Ventajas mentales/psicológicas Sobrellevar la situación Ventajas mentales/psicológicas El aspecto que hace más vulnerable la vida de los habitantes de las aceras es la falta de seguridad y la presencia continua de la amenaza inminente de peligro. Esto puede convertirles en personas psicológicamente más inseguras de lo normal, lo que da como resultado malhumor, irritabilidad y nerviosismo, pudiendo llegar a ser también muy descuidadas e insensibles en algunas ocasiones. Este comportamiento emocional es el resultado del contexto de vulnerabilidad en el que se mueven. Además, debido a las hostilidades externas, se desarrolla un sentimiento de grupo o protección comunitaria. Frecuentemente, las mujeres suelen enfrentarse a acoso físico, pero nunca hablan de ello. Una mujer, indigente de Green Road, fue a un lugar de los alrededores para mendigar y un hombre la acosó sexualmente. Esto también ocurre por la noche, cuando todo el mundo duerme. Hombres de los alrededores como mastaan14 de la calle, porteros de los edificios, hombres de la zona, incluso los mismos familiares pueden llegar a proponer o forzar relaciones sexuales. Pero estas mujeres nunca se quejan o hablan de este tema con otras personas por miedo a que en su comunidad les cuelguen la etiqueta de «mujer mala». Si esto ocurriera, les sería más difícil vivir como parte de la sociedad ya que sufrirían continuas y severas críticas. La vida, ya de por sí vulnerable, se vuelve todavía más cuando se inician procesos judiciales contra ellos, lo que es común en Bangladés en casos de herencia de una propiedad familiar —principalmente relacionadas con las tierras. Si esto ocurre, tienen que conseguir dinero para la defensa, teniendo más presión a la hora de conseguir el sustento del día a día. Estos procesos judiciales se producen por la falta de terrenos en relación con la población existente. La violencia familiar también es una escena cotidiana de la vida en las aceras, manifestándose en golpes a los hijos y a la mujer. A pesar de enfrentarse a diferentes tipos de acoso y extorsión nadie presenta una queja formal a la policía, ya que se consideran ilegales y prefieren no empeorar la situación, sin embargo aguantan este tipo de acoso normalizándolo como parte de la vida cotidiana. La negativa a presentar quejas formales está vinculada con el desconocimiento de lus derechos y provoca la estabilización de la situación de vulnerabilidad de los indigentes de Green Road. Al esconder su miseria, especialmente las mujeres, muestran su anhelo de ser respetados y llevar una vida honesta, algo que no es fácil de conseguir viviendo en la calle. Aún así, tratan de seguir adelante olvidando sus impactantes recuerdos para que 14 Palabra bengalí que podría definirse como matón, bruto; suele ser un joven violento y agresivo. 98 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus el resto les respeten; lo que acabamos de ver es, por tanto, un ejemplo de adaptación mental que los indigentes utilizan como herramienta de supervivencia. Cuadro 6: Localizando contextos sociales y de vulnerabilidad en cuestiones de seguridad Fuente: Elaboración propia Contexto social Pérdida/robo de niños Arresto policial Negativa a formular quejas formales Implicación en disputas sobre terrenos Contexto de vulnerabilidad Shock Shock Tendencia Tendencia + shock Cuadro 7: Derivación de los recursos para ganarse la vida dentro del contexto social sobre seguridad Fuente: Elaboración propia Contexto Social Apoyo formal de ONG Ayuda informal de Agencias del Orden Público Apoyo individual Apoyo de la comunidad Provee Facilita espacios, educación, capacitación, información y ayuda legal Protección Recursos para ganarse la vida Capital físico, social y mental Caridad y empleo Relaciones, protección, comida y espacio económico Capital físico y social Capital físico, social, humano y mental Capital mental Economía urbana, entorno y salud Las personas que viven en las aceras de Green Road no pueden acceder a puestos de formales de trabajo, la falta de formación y de educación les lleva a trabajar como jornaleros con salarios muy bajos. La mayoría de las mujeres trabaja como asistenta doméstica o pidiendo limosna. Los hombres trabajan de conductor de rickshaw o de rickshaw de carga. Sus ingresos son muy bajos y apenas dan para cubrir todas las comidas de un día, dejando de lado otras necesidades. Aunque algunos habitantes de las aceras permanecen en esta área urbana durante muchos años, su actividad económica principal se encuentra en su pueblo. A pesar de vivir en un contexto de vulnerabilidad, manejan efectivo con frecuencia y bastante más que sus homólogos del entorno rural. Durante todo el año, consiguen sobrevivir a duras penas en este contexto de vulnerabilidad y cuando llegan las temporadas de fiesta, reúnen la mayor parte de sus ingresos anuales. Participan en la economía urbana como jornaleros a precio muy bajo o como mendigos y viviendo en las aceras ahorran lo necesario para participar en su círculo económico tradicional. Todo el dinero que ganan y ahorran se invertirá en su pueblo, ya sea para préstamos con sus familiares o para comprar cereales o ganado. Aunque viven en las aceras, su sueño es establecerse en el pueblo del que migraron y, por lo tanto, intentan participar en la economía rural sea como sea, por pequeñas que parezcan estas acciones. De este modo, aunque un indigente aumente sus activos o su patrimonio, no se verá reflejado en su vida en la ciudad hasta que pueda permitirse vivir en un barrio marginal o pueda volver a su pueblo. Este es el sueño de todos los habitantes de las aceras, pero sólo algunos lo consiguen. La vulnerabilidad de los indigentes depende esencialmente de su salud, ya que en esta selva de asfalto cada uno tiene que cuidar de sí mismo. Están totalmente expuestos a las inclemencias del tiempo y al entorno construido. La misma sociedad que los excluye es la que les da los recursos necesarios para vivir. De esta forma, cualquier enfermedad supone un gran problema. El clima de Bangladés no es muy extremo salvo algunos días lluviosos y unas pocas noches frías en invierno, así que los indigentes pueden vivir en las aceras. Su único recurso, exceptuando el clima, es el entorno construido. Del mismo modo, las aceras son el lugar en el que llevan a cabo todas las Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 99 Cuadro 8: Respuestas de fuentes primarias: vida económica rural y urbana Fuente: Elaboración propia Nombre (Años en Daca) Ambia (25) Sexo (Edad) Ocup. actual Mujer (32) Mendiga Sufia Begum (8) Mujer (35) Mohammad Hombre Saiful (20) (34) Firoza Begum (25) Mujer (60) Shahida (12) Mujer (16) Md. Kalimuddin (25) Hombre (32) Majeda (20) Mujer (40) Shima (3) Mujer (28) [1] [2] [3] [4] Implicación en economía urbana [1] [2] [3] [4] Empleo voluntario Asistenta Empleo domésseguro tica Conduct. Empleo de ricks- a tiemhaw po parcial Mendiga Empleo voluntario No No No Conduct. de rickshaw Empleo a tiempo parcial Asistenta Empleo domésseguro tica y recogedora de residuos (papel) Asistenta Empleo domésseguro tica Implicación clave Préstamos institucionales Ahorros/inversiones Propiedad Implicación en economía rural [1] [2] [3] [4] Ahorros No en ONG Ahorros No en ONG Ahorros No en ONG Un buey Microcréditos Sí Prést. por intereses No Microcréditos Sí Casa del padre No No No No Prést. por intereses No No Sí No No Ahorros No en ONG No No No No No No No No No Casa del padre Casa en mal estado No Ahorros No en ONG Prést. por intereses No Sí Casa en mal estado No Ahorros No en ONG Aves de corral Seguro de vida Pago de préstamo Casa del marido No No No No 100 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Cuadro 9: Contextos de vulnerabilidad de los indigentes en la economía urbana Fuente: Elaboración propia Nombre del entrevistado Ingreso mensual (BDT, euros) Aumento estacional de ingresos Ambia 1.500 (15) Shima 3.000 (30) 1.500 BDT adicionales (15 euros) en meses festivos (Eid [1] ) 3.000 BDT adicionales (30 euros) en meses festivos (Eid) Ahorros, plusvalías sobre inversión (BDT, euros) 200 BDT adicionales (2 euros), por intereses Shocks Vulnerabilid. Contexto de económicas vulnerabilidad Un familiar fue quemado 100 BDT (2 euros), mantenimiento aves de corral Su marido sufrió una enfermedad mental Pidió prestados 4.000 BDT (40 euros) para tratamiento Dimitió de su trabajo para cuidar del marido Incremento de la vulnerabilidad Incremento de la vulnerabilidad [1] Nombre nativo de la época festiva en Bangladés. actividades diarias. Sin embargo, están continuamente expuestos a las inclemencias del tiempo, viven en aceras que suelen estar sucias, usan los sumideros cercanos como inodoros y beben agua de fuentes poco salubres, lo que provoca enfermedades crónicas contagiosas y malnutrición. Debido a esto, ninguno de los entrevistados estaba sano, especialmente los niños. En ocasiones las enfermedades, causadas por las razones arriba mencionadas, les impiden ir a trabajar y en el peor de los casos tienen que gastar sus ahorros o pedir préstamos para pagar los tratamientos. Si esto ocurre, su economía se debilita considerablemente y quedan más expuestos a situaciones que incrementan su vulnerabilidad. Estas enfermedades, en algunas ocasiones, pueden llegar a causar la muerte, lo que supone un choque para la familia. Sufren de malnutrición y su forma de vida es extrema, por lo que no se encuentran en un estado mental y físico saludable. Por ello, sus capacidades de trabajo disminuyen y su actitud hacia el futuro se vuelve negativa. La deficiencia de un sistema de sanidad público se une a que ignoran que existe un sistema que se pueden permitir y a que sienten rechazo hacia los servicios públicos. Este rechazo se basa en supersticiones en contra de la medicina moderna y sus costes en comparación con los curanderos y kabiraj15 de sus pueblos, a los que conocen bien y en los que confían. De este modo, cada vez que estas personas enferman, retornan a sus pueblos para recibir tratamiento. Gobierno: asociacionismo y estatus legal La mayoría de los entrevistados emigraron de las áreas rurales de Bangladés, como ocurrió durante varias décadas con el éxodo rural. Antes de venir aquí, intervenían activamente en la economía rural. Algunos de ellos, incluso participaban en los programas de microcréditos16 , para los que suele ser necesario al menos tener dirección postal. Algunos entrevistados están satisfechos con estos sistemas, otros no y algunos llegan a sentirse indignados con dichos programas. Pero en el contexto rural, su economía es muy informal ya que estas personas no tienen acceso directo a bancos ni a instituciones de financiación que les presten dinero o les permitan guardarlo, por lo tanto no están sujetos a ningún programa. Hay numerosas razones por las que no tienen acceso a los microcréditos pero la más importante es el hecho de no tener casa, que implica que tampoco tienen dirección postal. La mayoría de entidades financieras como los bancos, tanto públicos como privados, y las ONG, que prestan pequeñas cantidades de dinero sin necesidad de hipotecar bienes, requieren por lo menos tener dirección postal para sancionar un préstamo. Para un indigente esto es imposible ya que no tiene casa. Al vivir en estas condiciones de vulnerabilidad 15 Kabiraj es un tipo de curandero de pueblo sin estudios. microcréditos son pequeños préstamos diseñados para los más pobres para fomentar el espíritu emprendedor. Estos individuos no tienen empleo por cuenta ajena ni historial de crédito verificable. Además, no tienen la cualificación mínima necesaria para conseguir un crédito tradicional. Los microcréditos son instrumentos de microfinanciación, que es un servicio de financiación más amplio para la gente con menos recursos (http://en.wikipedia.org/wiki/microcredit). 16 Los Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 101 Cuadro 10: Vivir en las aceras: un círculo vicioso Fuente: Elaboración propia Contexto de estilo de vida Comida inapropiada, malnutrición crónica Sufrimiento durante fuertes lluvias y frio Dependencia del curandero local en lugar de la ciudad y sistema sanitario Oportunidad a partir del mal clima Consecuencias Enfermedad repentina, discapacidad, muerte Peores condiciones físicas, reducción en demanda de empleo Tratamientos erróneos, discapacidad, muerte Aumento en el precio del trabajo Contexto de vulnerabilidad Shock Estacionalidad Común Estacionalidad Efectos sobre el estilo de vida Desempleo, préstamos, gasto de ahorros Desempleo, préstamos, gasto de ahorros Desempleo, préstamos, gasto de ahorros Contexto de vulnerabilidad Aumento de vulnerabilidad Aumento de ingresos Menor dad Aumento de vulnerabilidad Aumento de vulnerabilidad vulnerabili- se ven obligados a moverse dentro de un contexto urbano financiero informal, lo que les lleva a pedir préstamos a agentes prestatarios que están fuera de las normas y de toda regulación, por lo que su situación económica se vuelve aún más vulnerable. La única relación que tienen con instituciones de financiación son las ayudas incondicionales que reciben de varias organizaciones filantrópicas. A parte de las instituciones de financiación, sólo tienen relación con las organizaciones que contactan directamente con ellos, como las ONG que llevan a cabo programas de desarrollo. La mayoría de las veces, estos programas tienen poco alcance y duran poco, pero ayudan a los indigentes a incrementar sus recursos para sobrevivir, ya que temporalmente se les ofrecen sitios donde poder cocinar, descansar y cuarto de baño, como los que ofrece el proyecto Amrao Manush17 . Otras ONG ofrecen asistencia sanitaria. De lo presentado anteriormente, se extrae que la participación en este tipo de programas puede mejorar sus condiciones de supervivencia, pero no es seguro que vaya a producirse una mejora sustancial de su situación o que vayan a salvarse de este círculo vicioso. Cualquier asociación entre los indigentes y la autoridad local de la ciudad está condicionada por su estatus legal, que es bastante ambiguo. Según las reglas de la Corporación de Daca, es ilegal utilizar las aceras ya que dificulta el paso de los peatones, pero sin embargo, la misma Corporación permite la venta ambulante en estas mismas aceras. Por otro lado, no hay una ley clara que establezca que se considere ilegal dormir en las aceras por la noche. Los indigentes de toda la ciudad, no sólo los de Green Road, se consideran forasteros e ilegales. A pesar de ser ciudadanos legales del país, no tienen una idea clara de sus derechos y deberes. Normalmente, el único momento en el que participan en el proceso democrático es en las elecciones, si es que vuelven a su pueblo para votar. En las aceras, los indigentes están sujetos a la ley de la calle, a la de los policías, a la de sus empleadores, a la de todo aquél que tenga poder sobre ellos. Vivir en las aceras es vivir con una incertidumbre constante, en cualquier momento un policía puede pegarles y echarles de la acera. Los locales también pueden desalojarles a la fuerza, la policía puede arrestarles, los mastaan pueden secuestrarles. Todo esto se desarrolla en un marco de informalidades y fuera de la ley del sistema de gobierno de Bangladés. Los programas de las ONG han tratado de atajar esta situación, intentando informar a los afectados, dándoles a conocer sus derechos. En ocasiones han tenido éxito, por ejemplo, en lo relativo a los sobornos policiales, haciendo saber a los indigentes que la Constitución del país no los permite y que tienen derecho a denunciar la situación. Cualquier información por pequeña que sea, especialmente la relativa a sus derechos y situación legal, les ayuda a desarrollar nuevas estrategias de supervivencia. La cuestión del género En las aceras viven tanto hombres como mujeres, pero ellos necesitan menos privacidad. Hay cierta tendencia a considerar que es más normal que un hombre viva en la indigencia e incluso se le puede 17 Amrao Manush [Nosotros también somos humanos] es un programa de cinco años de duración (de marzo de 2008 a febrero de 2013) que está desarrollando Concern Worldwide con la colaboración de socios locales para mejorar la situación de los habitantes de las aceras de la ciudad de Daca (http://www.dhakacity.org/amrao_manush/index.html). 102 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus llegar a ver como un luchador. Por el contrario, se suele asociar a las mujeres que se encuentran en esta situación con la prostitución, por lo que la sociedad las desprecia. Por lo tanto, los hombres disfrutan de mejor posición que las mujeres en este ámbito y se sitúa a las mujeres en una situación más vulnerable, no sólo en cuanto a cuestiones físicas sino también mentales. Sin embargo, una vez que se han establecido en un lugar específico durante un tiempo y han podido ganarse la confianza de los residentes de la zona, a las mujeres se les presenta la posibilidad de acceder a mejores puestos de trabajo que los hombres y por lo tanto ganar más dinero. También reciben mejor trato las mujeres que los hombres y la actitud hacia ellas es más favorable. Se ha observado claramente que las mujeres están mucho más involucradas y activas en el proceso de ganar dinero, además, sus expectativas de futuro son más positivas que las de los hombres. La mayoría de las mujeres trabaja de la mañana a la noche, al contrario que la mayoría de los hombres, que trabajan a media jornada. No se puede valorar la discriminación por cuestiones de género ya que todo el colectivo en sí vive en una situación grave de vulnerabilidad, por lo que no podemos determinar el grado de discriminación en este sentido. Por lo general, la gente confía más en las mujeres y son ellas las que mantienen mejores relaciones personales, pero es necesario señalar que las mujeres son más vulnerables y tienen miedo de que se pueda levantar un escándalo relacionado con ellas, algo que aprovechan los oportunistas para extorsionarlas. Los niños que viven en las aceras son vulnerables ante diferentes formas de acoso y abuso. Si no hay alguien que cuide de ellos, fácilmente acaban metiéndose en tráfico de drogas, robos, son forzados a prostituirse o acaban participando en alguna otra actividad criminal. O algo todavía más peligroso, pueden ser víctima de los traficantes de personas. Todo el colectivo, mujeres, hombres y niños, es vulnerable y está expuesto a diferentes peligros y niveles de extorsión que pueden llegar en cualquier momento. Interacción de las políticas con el gobierno y las ONG A partir de la información recogida gracias a los grupos de debate, las respuestas de los entrevistados principales y las conversaciones con el personal de las ONG (entrevistados secundarios) se han sacado varias conclusiones. La primera es que a la hora de hacer políticas destinadas a resolver el problema de la indigencia no se tiene en cuenta a los indigentes, por lo que estas políticas no llegan a ofrecer soluciones viables ya que a menudo se juzga mal la naturaleza del problema, provocando que los recursos estatales destinados a resolver esta cuestión no lleguen a desarrollar una solución apropiada. En segundo lugar, en cuanto a los indigentes, ellos mismos se consideran ocupantes ilegales del espacio y no conocen sus derechos ni responsabilidades, son reacios a participar en los programas formales ya que tienen miedo de que les deporten o de que les desalojen. Por lo tanto, la mayoría de las veces se mantienen al margen de este tipo de programas y viven por cuenta propia. Sin embargo, hay ONG que proponen programas en los que trabajan de manera más cercana y profunda con estos habitantes de las aceras. Estas asociaciones consiguen mejores resultados ya que se involucran en la vida de los indigentes, la clave de este éxito es la cantidad de tiempo que pasan con los indigentes para conseguir ganarse su confianza. Es entonces cuando se puede comenzar a tratar de ayudar a sobrevivir a estas personas, tratar de mejorar sus condiciones de vida dentro de lo posible. Concern Worldwide-Bangladesh es una asociación que lleva a cabo un proyecto conocido como Amrao Manush [Nosotros también somos humanos] que trabaja con los indigentes de Daca. El objetivo de este proyecto es mejorar las condiciones socioeconómicas de estas personas ofreciéndoles servicios básicos y ayudándoles a acumular recursos para que puedan volver a sus pueblos o encontrar un alojamiento en el que poder establecerse (Alam & Rahman, 2009). Green Road está dentro del radio de actuación en el que la fundación SAJIDA trabaja como organismo ejecutor asociado. Los indigentes comenzaron a interactuar con SAJIDA al inicio del proyecto, que consistía en recoger datos antes de desarrollar los servicios (Alam & Rahman, 2009). En los primeros días, los indigentes eran un poco reacios a cooperar con ellos, sospechaban de su intervención y trataban siempre de no revelar su identidad. Salvo algunas excepciones, la información era siempre falsa. Esto es, en parte, porque valoran más su trabajo y su tiempo de ocio que hablar con un trabajador de una ONG. Pero la situación actual revela que las cosas han cambiado, ahora la mayoría de los indigentes de Green Road reciben ayuda de la fundación SAJIDA a través su Centro de Indigentes18 . Los entrevistados valoraron de forma positiva en sus respuestas la ayuda que reciben de este centro, dicen que contribuye a mejorar sus condiciones de vida. Al contrario que con las ONG, los indigentes no mantienen apenas relación con las autoridades locales. Los indigentes de Green Road no están reconocidos formalmente ni poseen ningún tipo de identificación expedida por la corporación de la ciudad, no existen lazos o vínculos que los unan. A pesar de que un 18 N. de la T.: Pavement Dwelling Centre (PDC). Las estrategias para ganarse la vida y los retos de vivir en las aceras: una realidad en Daca, Bangladés Ajmeri Nusrat Shoma 103 gran número de ellos ha vivido durante muchos años en la ciudad, son las autoridades de sus pueblos las que expiden los documentos nacionales de identidad, viviendo así al margen de la corporación de la ciudad. La participación de los indigentes en los programas del gobierno consiste en recibir de forma incondicional donaciones como tratamientos paramédicos móviles y, en ocasiones, comida, dinero y ropa para el invierno. Los indigentes están al margen de las políticas del Gobierno que pudieran beneficiarles debido a que las políticas y leyes actualmente en vigor destinadas a apoyar a los más desfavorecidos, precisan que la víctima tenga una identificación básica y una dirección postal o referencia, algo que es inalcanzable para los habitantes de las aceras. Como consecuencia, los indigentes ni siquiera pueden presentar una denuncia formal de acoso o extorsión en la comisaría. A partir de observaciones en el campo de trabajo, se ha visto que, a pesar de que los indigentes no pueden presentar quejas formales ante los cuerpos responsables del cumplimiento de la ley, los oficiales de las comisarías suelen ayudarles de manera informal. El impacto que las autoridades locales tienen en la vida cotidiana de los habitantes de las aceras suele producirse a través de las ONG, de una manera indirecta. Un ejemplo es la Corporación de Daca, organismo asociado al proyecto Amrao Manush, ofrece asesoramiento de apoyo a las actividades de esta iniciativa. En estos momentos, a través de este proyecto se está intentado conseguir la adquisición de terrenos y casas abandonadas en manos del Gobierno para utilizarlas como refugio nocturno. En otras ocasiones, ONG que tienen relación con este ámbito, como Coalition for the Urban Poor (CUP) (organismo asesor asociado del proyecto Amrao Manush), desarrollan programas, ofrecen formación a los indigentes sobre sus derechos y tratan de mostrar a la sociedad la situación de miseria en la que viven y de reclamar al Gobierno derechos humanos básicos. Debido al contexto de vulnerabilidad en el que transcurre la vida en las aceras, los indigentes llegan a desarrollar una gran expectación por recibir recursos para su supervivencia y acaban dependiendo de las organizaciones benéficas. En cualquier tipo de intervención, ya sea por parte de una ONG o del Gobierno, los indigentes van buscando beneficio y asistencia directa. Por lo tanto, la percepción de los indigentes a cerca de cualquier intervención se basa en la obtención de recursos para la supervivencia. Las ONG son el elemento que permite desarrollar nuevas políticas para personas con menos recursos, ya que se implican de manera más directa y formal que el Gobierno, que nunca llega a definir o identificar a los indigentes como grupos especiales o vulnerables. Por otro lado, para los indigentes es imposible participar en el desarrollo de las políticas que se supone se destinan a este colectivo ya que, si no fuera por la ayuda de las ONG, estas personas no tendrían conocimiento de sus derechos constitucionales ni del desarrollo de las políticas a nivel nacional. Sólo a través de las acciones directas de las ONG los indigentes llegan a conocer sus derechos, las políticas que a ellos se destinan y es por estas mismas ONG que llegan a organizarse para reclamar sus derechos, ya sea de forma individual o colectiva. El contexto de vulnerabilidad en el que se desarrolla la vida de los habitantes de las aceras les obliga a lidiar con las políticas existentes y a adaptar su forma de vida a las nuevas. No están en posición de juzgarlas ni de decidir sobre su puesta en marcha. Lo único que pueden hacer es acatarlas. Normalmente, las ONG piensan sus políticas sobre indigencia teniendo en cuenta la opinión de los habitantes de las aceras e incluyéndolos en el desarrollo de las mismas, método de participación que no utilizan las autoridades. Conclusión La supervivencia de los habitantes de las aceras de Green Road, los más pobres de los pobres, es posible gracias a una gestión eficiente de sus recursos y a sus estrategias de supervivencia. Estos recursos se componen de una serie de elementos muy limitados que básicamente son: trabajos temporales o a tiempo completo, recursos humanos como miembros de una familia que ganan dinero, las relaciones dentro de la red de trabajo, familiar o con otras personas, las pertenencias que pueden llevar de un sitio a otro (como los componentes del refugio nocturno), los recursos naturales como el campo o lagos, algunos ahorros o inversiones y, por encima de todo, una actitud positiva hacia la vida materializada en sus esperanzas y ambiciones. El recurso principal de los indigentes es su manera de afrontar cualquier situación y de adaptar su forma de vida a los recursos de los que disponen y a sus limitaciones. Algo que sólo es posible gracias a que comparten los recursos y la persistencia y a que trabajan en equipo para llevar a cabo las actividades del día a día. Los indigentes consiguen estos recursos a través de la interacción social con las personas de su entorno, ya sean sus empleadores o las organizaciones benéficas. Mantienen íntimas relaciones sociales y llegan a crear un sentimiento de comunidad. Hacen que los recursos que consiguen circulen entre esta comunidad en forma de préstamos, trueques o, simplemente, donaciones en tiempos de necesidad extrema. Los habitantes de las aceras de Green Road no viven en hogares apropiados, viven en las aceras, al aire libre, en refugios provisionales, pero sienten, reconocen y usan estos refugios y la acera como su casa. La 104 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus existencia temporal pero continua de estos pequeños refugios, junto con sus relaciones personales, dan al indigente cierta sensación de seguridad, de comodidad y de estar a salvo; una sensación de permanencia, identidad y autoridad. La supervivencia de los indigentes consiste en una síntesis compleja entre sus recursos para ganarse la vida, su actitud estoica, su capacidad de adaptación, sus relaciones sociales, la vida en comunidad y, sobre todo, su refugio. La prioridad de estos indigentes es conseguir asistencia para ganarse la vida. No tienen opción a juzgar la identidad, el método, el propósito o la estructura de la organización que les ofrece ayuda. Cualquier intervención, ya sea por parte de una organización o por parte de las autoridades supone una ayuda sustancial para que los indigentes sobrevivan. Las actuaciones de las ONG son más directas y formales, mientras que las de las autoridades son más indirectas e informales, no obstante, ambas ayudan a las víctimas en cuestión. Los indigentes están más satisfechos con los programas de las ONG una vez que se involucran y comienzan a recibir beneficios directos. Por el contrario, no están muy satisfechos con la actividad del Gobierno ya que no perciben los beneficios indirectos ofrecidos por las autoridades a través de las ONG. Están centrados en recibir ayuda de todas las intervenciones, por lo que no pueden esforzarse en tratar de participar en el desarrollo de políticas, aunque en ocasiones tienen la oportunidad de participar en el proceso de diseño de las políticas de las ONG. Bibliografía ADB, GOB & LGED 1996 ‘‘A report on the survey of street dwellers of Dhaka city’’ en Urban Poverty Reduction, proyecto: ADB TA 2410-BAN. Daca, Bangladés: Asian Development Bank, Government of Bangladesh & Local Government Engineering Department. AIHW 1999 Australia’s Welfare 1999, Services and Assistance. Canberra, Australia: Australian Institute of Health and Welfare. Alam, S. M. Nurul & Rahman, Siddiqur 2009 A report on the baseline study for Amrao Manush project. Daca, Bangladés: Concern Worldwide-Bangladesh. 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Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo1 Glenda Dimuro Peter Esteban de Manuel Jerez 2 Madrid (España), 21 de octubre de 2011. Resumen: Megalópolis como São Paulo son lugares de oportunidades para unos y de imposibilidades para otros, espacios de variedad, pluralidad y diversidad, lugares de contradicción entre su verdadero potencial y el límite que permite avanzar hacia la satisfacción de las necesidades humanas. Este artículo presenta una iniciativa ciudadana que, frente a la ineficiencia, incapacidad o falta de voluntad política de los gobiernos para solucionar los graves problemas sociales y urbanos a que se enfrentan, logra desafiar el proceso de crecimiento basado en las leyes del mercado económico que contribuyen más bien a la acumulación de deficiencias en las capas más vulnerables de la población y a la ampliación de la segregación social. Por medio de la producción y gestión social de su propio espacio—a través de la agricultura urbana—, ciudadanos y ciudadanas que habitan en zonas degradadas y marginalizadas de la capital São Paulo encuentran estrategias sinérgicas que, además de satisfacer sus necesidades básicas, rescatan el poder de controlar sus propias vidas y de luchar por la posibilidad de cambiar las condiciones estructurales causantes de los problemas urbanos por ellos sufridos, rompiendo con ciclos asistencialistas y paternalistas. Con el objetivo de promover el desarrollo sostenible a una escala más humana nace el proyecto de huertas comunitarias en favelas, llamado Cidades sem fome. La intención de reducir el hambre y el paro se mezcla con la movilización social y la posibilidad de rehabilitación de zonas urbanas degradadas, un conjunto de acciones que dan un nuevo valor de uso a la ciudad, sobrepasando su valor de cambio, y que corresponden a las verdaderas necesidades de los humanos involucrados. Una alternativa a los actuales modelos de producción y gestión de lo urbano, que se apoya en el protagonismo de las personas y que genera espacios dinámicos, flexibles y autónomos. Palabras clave: Agricultura urbana; ciudadanía; desarrollo humano; necesidades; participación; producción social del hábitat; pobreza; sostenibilidad. Introducción 107 São Paulo y su dicotomía 108 Escenario de exclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108 Escenario de iniciativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 La producción y gestión social del hábitat como soporte para el desarrollo a escala humana y 110 derecho a la ciudad La producción y gestión social de una ciudad sin hambre Los huertos comunitarios ecológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un nuevo modelo de ocupación para suelos urbanos marginalizados . . . . . . . . . . . . . . . La participación necesaria para la sostenibilidad del proyecto: técnicos, políticos y ciudadanos La necesidad de acercar la producción al consumo por medio de la agroecología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112 112 113 114 116 Conclusiones 116 Bibliografía 117 Introducción Esta investigación tiene como objetivo dar a conocer un proceso de producción y gestión social del hábitat en la ciudad de São Paulo, Brasil. Se trata de una iniciativa impulsada por la ONG Cidades sem Fome (Ciudades sin Hambre, en castellano) enmarcada dentro del conocido programa federal Fome Zero (Hambre Cero, en castellano) que, ante un escenario de exclusiones sociales y territoriales, lucha, a través autores pertenecen al Grupo de investigación ADiCi–HUM810 (Aula Digital de la Ciudad), Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla. 1 El presente artículo se presentó como parte de una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 2 Ambos 107 108 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus de huertos ecológicos urbanos y de la ocupación de suelos ociosos, por el desarrollo a escala humana y por el derecho a la ciudad de los habitantes de zonas degradadas y marginalizadas de una de las metrópolis más grandes del planeta. Por agricultura urbana podemos entender el cultivo, el procesamiento y la distribución de alimentos tanto en el centro como en la periferia urbana, dirigidos al mercado urbano (PNUD, 1996; Mougeot, 2006). La agricultura urbana muchas veces se entiende como una actividad recreativa o con una función meramente estética; una salida para embellecer las ciudades. En realidad, es una actividad económica importante, fundamental para decenas de millones de personas en todo el mundo, con implicaciones en la seguridad económica y nutricional de los residentes urbanos y con alcances sociales, económicos y ecológicos. Aunque no sea la única respuesta a la inseguridad alimentaria, en muchos casos se presenta como un elemento esencial para el desarrollo de alternativas a escala humana. El proyecto Cidades sem Fome es apenas una de las muchas iniciativas con las que podemos verificar cómo los huertos urbanos son más que un medio de producción de alimentos, pues contribuyen al desarrollo económico y social de las comunidades donde se insertan. Además, desde el punto de vista ambiental, y en un mundo donde los recursos materiales escasean y la contaminación alcanza niveles máximos, la agricultura urbana contribuye a equilibrar el metabolismo de la ciudad cerrando ciclos energéticos importantes. Desde el enfoque social, el proyecto de la ONG busca estimular la participación de diversos sectores de la sociedad, incluyendo ciudadanos, técnicos, políticos y empresas privadas, en un proyecto conjunto que pretende romper con ciclos asistencialistas a la vez que atiende a diversas necesidades básicas de la población beneficiada. Pese a enfrentarse a ciertas dificultades, como el bajo nivel de capital social, presenta casos exitosos donde los hortelanos y hortelanas han logrado organizarse y establecer vínculos que contribuyen a la sostenibilidad del proyecto. La primera parte del artículo resume brevemente el contexto en el que se insertan los huertos: la dicotomía de la ciudad de São Paulo, con un panorama de exclusiones pero también de iniciativas que pretenden disminuir las desigualdades. El marco teórico en que se centra esta investigación —el concepto de producción y gestión social del hábitat y su relación con el desarrollo a escala humana y el derecho a la ciudad— están desarrollados en el siguiente apartado y sirven de apoyo para el análisis del caso. Las informaciones aquí presentadas son fruto de entrevistas, revisión de documentación y observación directa (visita a los huertos), que han dado lugar a reflexiones y conclusiones sobre la capacidad que tienen proyectos de este tipo para generar procesos alternativos de producción y gestión de grupos sociales y de lo urbano. La propuesta de reducir el hambre y el paro se une a la capacidad de movilización comunitaria y a la posibilidad de dar una función social a suelos de zonas urbanas degradadas y de contribuir al cierre de algunos ciclos energéticos en las ciudades. Es decir, se conforma un conjunto de acciones que permiten que la ciudad tenga un valor de uso que sobrepase a su valor de cambio, a la vez que otorgan una mayor autonomía y desarrollo social y económico a la población al atender sus verdaderas necesidades. São Paulo y su dicotomía Escenario de exclusiones Con una población de alrededor de 20 millones de habitantes, la ciudad de São Paulo y su área metropolitana comprenden una de las mayores conurbaciones del mundo, con intensos flujos económicos, sociales y políticos, circulaciones de bienes, servicios y capitales, y grandes desplazamientos de población. Puede ser considerada la metrópolis latinoamericana por excelencia, un espacio de diálogo y a la vez de conflicto, lugar de encuentros y desencuentros, de igualdades y desigualdades, de unión y de segregación, de humanidad pero también de barbaries. Todos estos contrastes, además de expresar y fomentar las enormes diferencias económicas y sociales existentes en su población y de establecer fuertes relaciones de poder, son condicionantes de la forma urbana y del metabolismo de la ciudad, que se autoconstruye en un proceso permanente, la mayoría de las veces alejado de políticas públicas y favoreciendo los desarrollos inmobiliarios privados. Siendo así, la ciudad de São Paulo es considerada por muchos como una ciudad global, con capacidad para combinar recursos y talentos necesarios para gestionar y servir las operaciones globales de empresas y mercados, panorama que genera oportunidades para algunos e imposibilidades para muchos, ya que no logra poner en práctica políticas públicas que defiendan los derechos de todos los ciudadanos por igual. En la actual coyuntura económica y política mundial, las políticas públicas aplicadas en ciudades como São Paulo consideran el crecimiento económico y la modernización los motores necesarios para el desarrollo social y cultural, no valorando que el verdadero desarrollo está directamente relacionado con el ser humano, lo que supone, entre otras cosas, una mejora cualitativa de los servicios y de la calidad de vida, la mutación de la organización social y la satisfacción de las necesidades humanas. Las políticas La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana. Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez 109 públicas y los modelos metropolitanos ideados por el gobierno brasileño y los organismos multilaterales no contribuyen a que la ciudad se acerque a sus funciones originarias (entendida como satisfactor de las necesidades humanas) y acaban por proclamar espacios de producción y consumo, eliminando o limitando la planificación urbana a un instrumento de control colectivo que destruye cada vez más las escalas intermedias y locales, abusa del uso de los recursos naturales, contribuye a la degradación del medioambiente y, sobre todo, desconecta la democracia de la ciudad, no garantizando a la población sus derechos como ciudadanos ni su derecho a la ciudad. Los programas de planificación urbana normalmente tienen como objetivo paliar las crisis habitacionales. Sin embargo, cuando existen proyectos de recalificación urbana, estos no se vinculan a políticas de desarrollo social y económico de la población involucrada, sino que se limitan a la provisión de viviendas mínimas que atienden a los intereses del sistema de producción del mercado más que a los derechos y necesidades de los beneficiarios. Todas estas políticas parciales contribuyen a un escenario de exclusiones (sociales, políticas, económicas, pero también territoriales) y de destrucciones (ambientales, sociales, culturales). Esto conlleva, entre tantas otras cosas, el crecimiento desordenado de la urbe —la diseminación de ocupaciones informales del suelo y el crecimiento de redes de chabolas (o favelas, como son conocidas en Brasil) normalmente en zonas periféricas, carentes de infraestructuras o equipamientos urbanos— y, por tanto, la disminución de áreas circundantes para la agricultura y como reserva de espacios naturales. Según datos del Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE), São Paulo presentaba en el año 2000 un déficit de viviendas de aproximadamente 800.000 unidades. Esto supone más o menos 3 millones de ciudadanos sin acceso a una vivienda formal o viviendo en infraviviendas. Sin embargo, estas estadísticas subestiman la realidad debido a su sistema de recogida de datos (Taschner, 2001), que sólo considera como infravivienda a un determinado aglomerado urbano cuando existen 50 o más infraviviendas contiguas. En el año 2010 se contabilizaron 1.020 aglomeraciones informales en toda la ciudad de São Paulo. Si se compara con años anteriores, la cantidad de este tipo de aglomeración urbana ha disminuido en los últimos años, mientras que el número de favelados (como son conocidos los habitantes de las favelas) ha aumentado. Esto significa que ante el incumplimiento del derecho a la vivienda y la escasez de suelo libre —ya que la mayoría del suelo está controlado por la especulación inmobiliaria— las favelas existentes se constriñen y verticalizan (Albuquerque, 2006). Según Rolnik (1999), el concepto de exclusión territorial se relaciona con la acumulación de deficiencias de varios tipos y con la vulnerabilidad que progresivamente vienen generando las políticas públicas, es decir, debe entenderse como la negación (o la falta de respeto) tanto de los derechos que garantizan al ciudadano un nivel mínimo de vida como de la participación en redes de instituciones sociales y profesionales que canalicen intereses comunes. La exclusión territorial se une entonces a la social, impidiendo que un individuo o grupo de individuos logre tener acceso a las posibilidades ofrecidas al conjunto de la sociedad o economía, y no encontrando tampoco espacio para la autodependencia o acceso a recursos no convencionales —como iniciativas comunitarias, solidarias y equitativas que fortalezcan a los actores locales, donde la población es agente principal de su propio proceso de desarrollo— que permitan el desarrollo a escala humana. Por lo tanto, la noción de exclusión alcanza no sólo a los que no tienen acceso a bienes y servicios materiales o a los que no tienen sus necesidades básicas garantizadas, sino también a aquellos que no son capaces de organizarse colectivamente, de participar de una ciudadanía activa y de la política o de desarrollar un capital social. Escenario de iniciativas Pese a este panorama, São Paulo no deja de ser un espacio de variedad, diversidad y pluralidad, un lugar de contradicción entre su verdadero potencial y el límite que permite avanzar hacia el desarrollo a escala humana y la satisfacción de las necesidades de sus habitantes y el cumplimiento de sus derechos. Este hecho lo confirma la existencia de algunas iniciativas ciudadanas que desafían al proceso de desarrollo simplemente económico a favor de este otro desarrollo a escala humana, de la consumación de una serie de derechos —ya sean civiles, políticos, sociales, económicos o, en el caso que enfatiza este artículo, derechos de tercera generación como los urbanos— y del control de la gente sobre sus propias vidas y entornos, buscando no sólo poder cambiar su estado de exclusión y mejorar su condición de vida, sino también la posibilidad de cambiar las condiciones estructurales causantes de los problemas urbanos por ellos sufridos y transformar las ciudades según sus necesidades. Siendo así, muchas actuaciones en zonas degradadas, aunque tengan, como veremos más adelante, respaldo político para constituirse, no son iniciativas que nacen en los despachos gubernamentales. Son más bien las organizaciones no gubernamentales las que desarrollan diversos proyectos de desarrollo local y de combate a la pobreza y la exclusión en América Latina, representando un acuerdo entre instituciones que enriquece a la sociedad civil y abre espacios para la participación social (Altieri, 1999). Algunas de 110 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus estas organizaciones actúan desde hace muchos años en zonas rurales buscando nuevos tipos de estrategias y de manejo de los recursos para incrementar la productividad y mejorar las condiciones de vida de los pobres rurales. Más recientemente en Brasil, con la creación por parte del gobierno del programa Fome Zero, la atención se volcó en la potencialidad de la agricultura urbana y en la definición de un nuevo proceso productivo con enfoques agroecológicos que, además de abarcar las cuestiones sociales y económicas de las poblaciones vulnerables involucradas, logran actuar sobre las cuestiones ambientales y físicas de los territorios urbanos donde se insertan. La ONG Cidades sem Fome se puede considerar como un modelo de movilización social que busca resistir a las políticas públicas asistencialistas comúnmente practicadas por una mayoría de las administraciones, un ejemplo de embrión organizativo que intenta transformarse en base estable para otras estrategias de desarrollo a una escala más humana al dinamizar —e incluso pluralizar— toda una gama de derechos, incluyendo los ciudadanos y el derecho a la ciudad. Con sede en la zona este de São Paulo, tiene como objetivo introducir una alternativa de desarrollo sostenible en zonas caracterizadas por su exclusión y degradación —bajo los diversos enfoques citados anteriormente— por medio de la implantación de huertos ecológicos en terrenos urbanos baldíos (fig. 1), que buscan atenuar la situación de pobreza y vulnerabilidad de los ciudadanos actuando positivamente sobre cuestiones sociales, ambientales y económicas. Figura 1: Vista general de uno de los huertos urbanos de São Paulo. Fuente: elaboración propia. La producción y gestión social del hábitat como soporte para el desarrollo a escala humana y derecho a la ciudad El ser humano es un ser de derechos y todas sus posibilidades de desarrollo a escala humana generan ciertas necesidades que, a su vez, se traducen en estos derechos. Tanto los derechos humanos como el desarrollo —entendido más allá del desarrollo económico, o sea, significando equidad entre todos los habitantes del planeta, cambios de mentalidad y paradigmas, reorientación de la tecnología hacia objetivos de eficiencia, pero principalmente la búsqueda de una mejora cualitativa de los servicios y de la calidad de vida de acuerdo con los límites de los sistemas ecológicos— tienen como propósito permitir la capacidad de actuar y de promover el bienestar y la libertad sobre la base de la dignidad y la igualdad inalienables de todas las personas. Más allá de los deseados desarrollos económicos, los gobiernos deben plantearse un tipo de desarrollo que ubique a las personas en su debido lugar, en el centro de cualquier planteamiento político. Según el Artículo 25 de la Declaración de los Derechos Humanos, «toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar», incluyendo entre otras cosas, una vivienda y un hábitat. Pero si ampliamos el concepto de hábitat y le añadimos complejidad, podemos considerar vivienda o ‘‘arquitectura’’ bajo una concepción más amplía, lo que según William Morris abraza a todo el ambiente de la vida humana, representando cualquier modificación o alteración en la superficie terrestre realizada por el hombre para satisfacer sus necesidades (de Manuel, 2010). Siendo así, el derecho al hábitat significa, más allá del derecho a una unidad habitacional, el derecho a la ciudad en su totalidad como sugiere Lefebvre (1969) —además del derecho a la libertad, trabajo, salud y educación—, considerando a ésta como el lugar donde las necesidades y deseos reales de los ciudadanos son contemplados en un determinado contexto democrático que favorece el desarrollo colectivo e individual, la cohesión social y la identidad cultural en el tiempo presente. O sea, percibir la ciudad como un bien colectivo, un espacio de expresión social verdaderamente participativa y de discusión de intereses públicos cotidianos, un lugar de luchas por el valor de uso de la ciudad y por el poder de decisión coherente sobre ella. Tanto el derecho a la ciudad como los Derechos Humanos «aunque se hayan formulado para ser disfrutados de forma individual (. . . ) es preciso luchar por ellos y conquistarlos de forma colectiva, y sólo pueden otorgarse de forma colectiva» (Bauman, 2003: 91). Para que realmente se pueda conquistar el La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana. Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez 111 derecho a la ciudad y el consecuente desarrollo a escala humana, las reivindicaciones deben ser colectivas, ya que los logros también serán compartidos. El derecho a la ciudad puede estar relacionado con la función social de la ciudad, de la tierra y de la propiedad, o sea, debe priorizar el interés público. La producción democrática de la ciudad en la ciudad significa rescatar y fortalecer la capacidad productiva y las actividades económicas solidarias; el manejo sostenible y el uso socialmente responsable de los recursos naturales, patrimoniales y energéticos de la ciudad y su entorno, permitiendo un acceso igualitario por parte de la población; así como el disfrute democrático y equitativo de la ciudad, la convivencia y la libertad de relaciones sociales y culturales en espacios públicos (Ortiz, 2010:55). Es decir, una ciudad para no generar exclusiones debe tener un modelo político que garantice la participación y acepte y proteja la diversidad cultural, avanzando hacia una cultura cívica de la ciudadanía a través de la educación, del cambio hacia valores éticos basados en principios que busquen el bien común y de la difusión de los conocimientos, pero también es necesario un soporte de estructuras organizadas para el desarrollo de esta participación y el reconocimiento del derecho de los ciudadanos (Borja; Maxi, 2003). Ante la ineficiencia e incapacidad de la mayoría de los gobiernos de América Latina para realizar políticas sociales eficientes y para garantizar el derecho a la ciudad o a un desarrollo a escala humana —incluyendo a Brasil que, aunque sea considerado emergente y en los últimos años haya logrado meterse entre los diez países con mayores tasas de Producto Interno Bruto (PIB), ocupa la posición 84 en la clasificación de países según su Índice de Desarrollo Humano (IDH)—, es la propia sociedad la que de forma creativa busca encontrar mecanismos para suprimir las demandas sociales y atender los derechos de los ciudadanos. Hay un creciente desarrollo de nuevas formas de movilización cultural y formas alternativas de construcción de identidades y fomento de la participación en contextos de precariedad, exclusión, carencias, privaciones y desigualdades. Para que haya participación en las cuestiones urbanas es necesario promoverla y facilitarla a través de un contexto favorable, en el que exista acceso a la información y estructuras y mecanismos que posibiliten y faciliten esta participación. Hace falta crear espacios para la controversia, donde se pueda dialogar y reflexionar sobre todas las problemáticas sociales y se puedan promover la integración, la participación y el aprendizaje mutuo. La adquisición (o recuperación) de las capacidades de gestión y de espacios de poder de decisión es fundamental para la superación de la situación de exclusión, para el uso de los derechos y obligaciones en el tejido social y para emancipar a grupos sociales en situación de dependencia. Para responder a esta otra forma de producción del espacio, a través de una visión sistémica y de procesos diversos y dinámicos, surge el concepto de Producción y Gestión Social del Hábitat (PGSH), que son todos aquellos procesos generadores de espacios habitables, componentes urbanos y viviendas que se realizan bajo el control de autoproductores y otros agentes sociales que operan sin fines de lucro. Promueve las capacidades de autogestión y de decisión de los participantes y da prioridad al valor de uso por encima del valor mercantil de las construcciones y espacios que genera (Ortiz, 2010:56). La PGSH contribuye a fortalecer las prácticas comunitarias, la responsabilidad hacia lo colectivo, el ejercicio de la democracia y la solidaridad activa. El trabajo comunitario fomenta el desarrollo de acciones más solidarias, incluyendo también temas productivos y económicos. Según Pelli (2010), la producción social del hábitat puede ser entendida como la generación de nuevas situaciones, físicas o relacionales, mediante la construcción, transformación o eliminación de objetos físicos (edificios, piezas de infraestructura, conjuntos edilicios, ciudades, fracciones territoriales, redes) y/o de objetos relacionales (sistemas de servicios, leyes, códigos y normas de ordenamiento y categorización) con la consigna de asegurar, en las nuevas situaciones a producir, el cumplimiento de sus funciones sociales. El hábitat social determina los modos, los recaudos y los límites para el cumplimiento de sus funciones sociales y condiciona todas las estrategias y procesos de producción. El hábitat social es un sistema de situaciones, físicas, sociales, simbólicas, jurídicas, políticas, económicas, ambientales, interrelacionadas, interactuantes y co-actuantes. Es también una señal o una marca en el tiempo, testigo y memoria de una sociedad que le ocupa y de un tiempo pasado. No es un contexto universal, sino una estructura coherente con los paradigmas culturales de una determinada sociedad o grupo social y funciona según sus necesidades, representando culturas y ambientes diversos, o incluso el estado de una cultura (grupo) en un determinado tiempo(Pelli, 2010). En procesos de PGSH se busca trabajar con satisfactores sinérgicos (Buthet, 2005; Max-Neff et al., 1998) que permitan a la vez el logro de múltiples derechos y necesidades (individuales y comunitarias) a través de la satisfacción de la necesidad de habitar y contribuyendo al desarrollo social de la comunidad, facilitando también el cumplimiento de los Derechos Humanos y el derecho a la ciudad de aquellas comunidades que están involucradas en cinturones de pobreza, exclusión y marginación, y que necesitan de apoyo para desarrollarse. 112 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus La PGSH articula organismos gubernamentales, no gubernamentales, instituciones y población, formando una red que debe buscar la inserción en la formalidad y dilución de barreras vinculadas al derecho a la ciudad (con provisión de espacios públicos, redes de infraestructura y servicios de educación y salud adecuados a las necesidades), así como el empoderamiento de la organización comunitaria, el aumento de la renta familiar, la inclusión social, cultural y política, buscando la preservación del medio ambiente. La producción y gestión social de una ciudad sin hambre Los huertos comunitarios ecológicos El proyecto de los huertos urbanos ecológicos en zonas degradadas y excluidas de São Paulo (fig. 2 y 3), llevado a cabo por la ONG Cidades sem Fome, es un ejemplo de producción y gestión social del hábitat que pretende lograr un desarrollo a escala humana trabajando sobre cuestiones ambientales, sociales y económicas en contacto directo con los beneficiarios. Su objetivo principal es, sobre todo, ofrecer posibles alternativas para el desarrollo local de comunidades empobrecidas y minimizar los riesgos y las condiciones de vulnerabilidad a los que están sometidas. Sin embargo, las ventajas sobrepasan la cuestión principal, que es garantizar los derechos y necesidades humanas relacionados con la alimentación básica y el empleo, pues acaban por incluir una serie de derechos vinculados a la ciudad al dar una función social a solares desocupados y abandonados. Figura 2: Vista del huerto y de la favela en São Paulo. Fuente: elaboración propia En Brasil hay un programa de combate al hambre conocido mundialmente, el Fome Zero, que es una estrategia creada por el Gobierno Federal para alcanzar la seguridad alimentaria y nutricional, la inclusión social y la conquista de la ciudadanía, destinado principalmente a personas con dificultades de acceso a alimentos. A partir de este programa a nivel nacional, han surgido muchos otros a otros niveles administrativos y en la propia ciudad de São Paulo. La actividad de los huertos se apoya en una ley municipal de 20043 , que crea el Programa de Agricultura Urbana y Periurbana del Municipio de São Paulo (PROAURP). Este programa establece que las subprefeituras 4 pueden destinar áreas públicas apropiadas a la implantación de agricultura urbana, entendida como toda actividad destinada al cultivo de hortalizas, legumbres, plantas medicinales, árboles frutales y flores, así como a la cría de animales de pequeño porte, a la piscicultura y a la producción artesana de alimentos y bebidas para el consumo humano. El PROAURP también se propone incentivar las ferias de productos provenientes de la agricultura urbana, creando puntos de venta, ferias, casas del productor y equipamientos destinados a la venta directa al consumidor, buscando abaratar los precios y aproximar la organización de productores a los consumidores. Según lo establecido por la ley, se deben 3 Decreto Municipal 45.665 de 29 de diciembre de 2004, por el que se reglamenta la Ley 13.727, de 12 de enero de 2004, que crea el Programa de Agricultura Urbana y Periurbana (PROAURP) en el Municipio de São Paulo y define sus directrices. Disponible en: http://www2.oabsp.org.br/asp/clipping_jur/ClippingJurDetalhe.asp?id_noticias=16390&AnoMes=20051 4 Equivalen a las juntas de barrio. La ciudad de São Paulo se compone de 31 barrios. Desde 2002, con la aprobación de la Ley 13.399, la mayoría de los equipamientos públicos fueron transferidos a las subprefeituras, que tienen la función de ser el punto de contacto de la población con el gobierno (reciben reclamaciones, solucionan pequeños problemas y promueven actividades culturales). Además, las subprefeituras son responsables del mantenimiento del sistema viario, redes de drenaje, limpieza urbana, vigilancia sanitaria y epidemiológica, entre otros. La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana. Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez 113 estimular las iniciativas locales, las cooperativas y las asociaciones comunitarias, favoreciendo la autogestión y los pequeños emprendimientos empresariales que, por medio de incubadoras tecnológicas de cooperativas populares, puedan insertarse en los mercados. Sin embargo, pese la existencia del PROAURP, no es el gobierno quien pone en marcha los proyectos, sino las ONG. Ante esta realidad, y apoyándose en este contexto normativo, la organización Cidades sem Fome ha logrado desarrollar 21 huertos ecológicos comunitarios desde el año 2003, beneficiando actualmente a 665 personas (213 hombres y 452 mujeres) directamente, sin contar a sus familias. El acercamiento al desarrollo a escala humana y al derecho a la ciudad del proyecto se puede ver reflejado en sus distintas actuaciones: Fomento del ejercicio de la ciudadanía, de la autoorganización y del cooperativismo a través de la creación de espacios de gestión colectivos con intereses comunes. Oportunidad de trabajo y capacitación profesional para la mano de obra ociosa de las propias comunidades (principalmente de mujeres y mayores). Rescate de capacidades: tanto las productivas de los distintos suelos ociosos, como las de la gente para producir cosas con sus propios recursos. Acceso a alimentos cultivados en base a criterios ecológicos, contribuyendo a la seguridad alimentaria. Promoción de una economía solidaria y de canales cortos para la comercialización de los productos. Difusión de principios y valores ecológicos y prácticas de educación ambiental. Manejo adecuado de los recursos naturales y energéticos de la ciudad, contribuyendo al cierre de algunos ciclos. Aparte del proyecto de huertos, la organización también es responsable de llevar a cabo distintos proyectos y actividades complementarios en las comunidades, tales como: proyectos de combate a la desnutrición infantil, por medio de talleres de reaprovechamiento alimentario e implantación de huertos escolares; programas de disminución de enfermedades a través de alimentación específica; programas de apoyo a la lactancia materna; charlas sobre los hábitos alimentarios, los principios de una alimentación equilibrada, la higiene de los alimentos, la importancia del aprovechamiento y reaprovechamiento de los alimentos y la planificación familiar. Figura 3: Vista del huerto y de la favela, São Paulo. Fuente: elaboración propia Un nuevo modelo de ocupación para suelos urbanos marginalizados La metodología de trabajo llevada a cabo por la ONG Cidades sem Fome, compuesta por técnicos de diversas áreas, desde agrícolas a trabajadores sociales, empieza por elaborar informes técnicos para determinar qué comunidad puede ser beneficiada por el proyecto. Debido a la gran cantidad de favelas existentes en São Paulo, uno de los criterios principales para elegir posibles beneficiarios está relacionado directamente con la movilidad, traducida en la cercanía a la oficina de la ONG. 114 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus La organización está ubicada en la zona este de la capital, en una región metropolitana caracterizada por ser un polo de pobreza, marginación y violencia dentro del contexto municipal. La gran concentración poblacional, las redes de infraestructuras urbanas (viaria y de saneamiento) y los equipamientos urbanos (como escuelas, centros de salud y zonas verdes) precarios y la baja renta per cápita, hacen de la región una de las más problemáticas de São Paulo. En ella reside cerca del 33 % de la población total de la capital, presentando una media de 0,478 de IDH, casi la mitad de la del municipio, con un alto índice de mortalidad infantil y de tasas de criminalidad e inexistencia de programas de inserción laboral eficaces5 . La población se compone en su mayoría de personas provenientes de otras partes de Brasil que migraron a una de las mayores ciudades del mundo buscando nuevas oportunidades de trabajo y mejores condiciones de vida. En un contexto de excesiva exclusión y marginalidad hay un componente fundamental para la elección de los beneficiarios, que es la disponibilidad en su entorno de suelo libre en zonas con altas tasas de ocupación. El fenómeno de la verticalización de las favelas, del cual hablamos anteriormente, reafirma este hecho: hay una escasez de espacios vacíos, tanto para nuevas autoconstrucciones como para la creación de equipamientos urbanos o áreas verdes. Sin embargo, en algunos puntos de las zonas periféricas todavía sobran solares privados o incluso públicos (fig. 4), muchos de ellos pertenecientes al propio Ayuntamiento, ociosos o sin ninguna utilización específica. Son parcelas que ya no interesan a los promotores inmobiliarios o dejadas por la administración para la construcción de un futuro equipamiento que nunca llegó a concretarse. En otros casos son suelos impropios para la construcción de viviendas por motivos de seguridad, por ejemplo por estar situados junto a tuberías de industrias petroquímicas (fig. 5). Cualquiera de estas situaciones representa un gran problema para el Ayuntamiento, pues estas tierras, al no tener ningún uso específico, son bastante vulnerables y pueden ser invadidas por nuevas ocupaciones irregulares o, como ocurre a menudo, se transforman en vertederos clandestinos. El proyecto de los huertos urbanos plantea una ocupación alternativa para estos solares desocupados y sin ninguna función social mediante un acuerdo con la administración pública o con propietarios privados, de manera que se hace un contrato de usufructo (renovable según cada caso) por el que se ceden las parcelas a la ONG, permitiendo que se destinen solamente a la producción de alimentos y evitando que sean invadidas por construcciones ilegales. De cierta forma, a través de este tipo de actuación todos acaban satisfechos, pues el alto patrón de ocupación (masificada por las edificaciones, en su mayoría irregulares) cambia y además se genera una mejoría desde el punto de vista ambiental y del metabolismo de las ciudades (Riechmann, 2006). Figura 4: Suelo de propiedad municipal. Huerto en un terreno destinado a una escuela de enseñanza primaria. Fuente: elaboración propia La participación necesaria para la sostenibilidad del proyecto: técnicos, políticos y ciudadanos Tras la identificación de una posible ubicación y de la negociación con entidades públicas o privadas que permite el acceso a la tierra, empieza el proceso de contacto con la comunidad del entorno elegida, de 5 Prefeitura Municipal de São Paulo. Secretaria http://smdu.prefeitura.sp.gov.br/indices_sociais/. Municipal de Desenvolvimento Urbano. Disponible en: La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana. Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez 115 Figura 5: Suelo de propiedad de Petrobras Transporte S.A.7 , donado para usufructo para el plantío de huertos urbanos en zona de favelas. Fuente: elaboración propia identificación de posibles actores —personas que ya actúan en el barrio, movimientos sociales, organizaciones, población interesada en participar, etc.—, levantamiento socioeconómico de las familias, trabajo de recuperación del suelo, etc. Los técnicos de la ONG ayudan a constituir una comisión compuesta por diversos representantes de la comunidad cuyas funciones son seleccionar a las familias que quieren participar en las actividades agrícolas, realizar el diagnóstico y acompañar en la planificación participativa para la concrección del plan de trabajo que posteriormente será desarrollado por los hortelanos, incluyendo charlas y talleres informativos y de preparación para la labor agraria, así como explicaciones sobre qué hacer con los excedentes y cómo comercializar los productos. Los hortelanos reciben el apoyo de la comisión, que a su vez es acompañada por los técnicos. Sin embargo, el objetivo es llegar a una gestión participativa en todas las etapas del proceso por medio de una sensibilización de los participantes en reuniones mensuales, incentivándoles a fortalecer sus capacidades en la toma de decisiones, a contribuir para la solución de los problemas y a llegar a consensos, haciéndoles reconocerse como sujetos activos del proceso en el cual están involucrados y ampliando los espacios de diálogo que fortalecen una ciudadanía activa. El contacto directo con los hortelanos permite a los técnicos de la ONG evaluar los resultados obtenidos y reorientar los procesos y métodos utilizados. A través de estrategias para fomentar la participación se pretende que a medio y largo plazo el proyecto pueda ser sostenible, es decir, se estimula que los productores se constituyan como cooperativa o como organización de pequeños agricultores familiares urbanos, y que sean capaces de autogestionarse y caminar sin el apoyo de los técnicos de la ONG. Según la normativa, los hortelanos que logren organizarse como grupo o cooperativa pueden llegar a ser encuadrados como agricultores familiares y obtener una declaración de aptitud del Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar (PRONAF), hecho que les habilita a participar en varios programas del Gobierno federal en áreas de comercialización (programas de adquisición de alimentos) y les facilita determinados créditos, entre otras cosas. Sin embargo, los técnicos de la organización buscan fomentar la movilización comunitaria sin dejar de lado la participación y las responsabilidades del poder público. Es cierto que al posibilitar un trabajo y una fuente de renta alternativa ya se colabora para romper con el proceso asistencialista al que estas comunidades están acostumbradas, pero el soporte del Gobierno municipal es fundamental en distintas etapas del proceso de desarrollo y evolución del trabajo realizado en los huertos. Como ya hemos dicho, la participación gubernamental está en el reconocimiento legal de la actividad, pero también contribuye en ciertos casos con la cesión de suelo público, en forma de usufructo específico para la producción de alimentos. Por otro lado, todos los excedentes que no son vendidos en comercios barriales, ferias o incluso de puerta en puerta (como suelen llamar los hortelanos el reparto en la vecindad) son comprados por la administración pública para abastecer comedores de guarderías y escuelas locales. Tampoco podemos dejar de resaltar la importancia del capital privado para el desarrollo del proyecto de los huertos, principalmente en países de América Latina, donde es bastante común la asociación público-privada para la mayoría de los gobiernos, particularmente a nivel local y municipal, ya que, como hemos dicho, no destinan muchos recursos financieros a obras sociales. O sea, empresas destinan parte de sus ganancias a proyectos sociales y, a cambio, el gobierno les concede una serie de beneficios, como por ejemplo disminución o exención de determinados impuestos. En este caso específico, las empresas 116 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus privadas participan desde la cesión de suelos ociosos hasta la donación de semillas. Lejos de plantearnos las cuestiones éticas de este tipo de ayuda, en la práctica la participación de este capital es fundamental para el desarrollo del proceso, sobre todo al principio, cuando los grupos de hortelanos o la cooperativa aún no están estructurados financieramente. La necesidad de acercar la producción al consumo por medio de la agroecología El enfoque de Seguridad Alimentaria y Nutricional desarrollado en Brasil relaciona la dimensión de disponibilidad de bienes (food security) y la calidad de estos bienes (food safety), o sea, consiste en la realización del derecho de todas las personas al acceso regular y permanente a alimentos de calidad en cantidades suficientes sin comprometer el acceso a otras necesidades esenciales, teniendo como base prácticas promotoras de salud que respeten la diversidad cultural y que sean social, económica y ambientalmente sostenibles (CONSEA, 2009). El proyecto de los huertos en las zonas degradadas de São Paulo plantea exactamente este concepto: para un desarrollo humano no basta con que las personas coman, sino que deben comer alimentos saludables desde el punto de vista nutricional y tener las familias acceso a una cantidad suficiente de éstos, y de una calidad satisfactoria. Aquí podríamos abrir un espacio para el debate sobre la dependencia de los mercados y las grandes redes de distribución de productos ya industrializados —que, por supuesto, también contribuyen a la falta de seguridad alimentaria— pero tratándose de casos de extrema pobreza, muchas veces la población tiene dificultades de acceso incluso a este tipo de mercancías. La introducción de los huertos comunitarios logra acercar la población a la producción y reducir bastante el precio del mercado. Aunque el PROAURP no haga mención a la agricultura ecológica, el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSEA), vinculado al Gobierno federal y al programa Fome Zero, sí propone promover nuevas bases para el actual modelo de producción y consumo, además de apoyar la agricultura familiar de base agroecológica, garantizar la ampliación de la producción diversificada de alimentos con la valoración de la agrobiodiversidad, fortalecer los hábitos alimentarios regionales y democratizar el acceso a la tierra (CONSEA, 2009). Los huertos ecológicos en São Paulo no tienen ningún tipo de documento que certifique la autenticidad ecológica de su producción. Debido a dificultades en encontrar semillas producidas con criterios ecológicos, la mayoría de las veces las semillas utilizadas en los diversos núcleos provienen del mercado. Muchas veces incluso son donaciones de terceros. Sin embargo, la fertilización se realiza con abonos orgánicos oriundos de la producción de compost en los propios huertos, estimulando también a los hortelanos y familiares a separar sus residuos orgánicos y a depositarlos en las composteras. Las especies cultivadas son las mismas que ya forman parte de la alimentación cotidiana de las familias y vecinos del barrio, principalmente hortalizas y legumbres. El hecho de introducir algunas especies que, aunque puedan tener valores nutritivos, no son conocidas por la población no ha tenido mucho éxito. Muchos de los hortelanos son de origen rural y traen a los huertos conocimientos y saberes propios de las actividades que realizaban anteriormente en el campo, hecho que no siempre cumple con los requisitos de una agricultura orgánica. Para ello también se hace una formación profesional con intercambio de saberes sobre prácticas de manejo ecológico, para garantizar la conservación y mejora de los recursos agrícolas locales (materia orgánica, rotación de cultivos, mantenimiento del suelo, etc.). Conclusiones Ante la actual coyuntura económica, social, política y ambiental de las ciudades, la agricultura practicada en zonas urbanas, además de ser una solución casi inmediata a las pocas opciones ofrecidas a los pobres urbanos y marginales de las grandes metrópolis latinoamericanas, como es el caso de São Paulo, contribuye al desarrollo a escala humana de esta parcela de la población al permitirles desarrollarse por sí mismos. El objetivo principal de la iniciativa es hacer del propio habitante de la favela (ahora hortelano, y principalmente hortelana) el agente de su propia transformación estructural social a través de políticas participativas y descentralizadas que den una oportunidad de desarrollo a quienes no tienen ningún tipo de derecho garantizado. El hecho de poder labrar la tierra de donde van a salir sus alimentos y su propia renta, de ser capaces de producir y gestionar su propio hábitat, es fundamental y determinante para el desarrollo de los derechos de estas personas, derechos de alimentarse bien y de tener una mejor salud, de generar sus economías por medio de su propio trabajo, pero también de generar capital social además del económico, ampliando la conciencia social, la capacidad de organización y gestión a través de la La agricultura urbana como proceso de desarrollo a escala humana. Los huertos urbanos en zonas degradadas de São Paulo Glenda Dimuro Peter y Esteban de Manuel Jerez 117 participación, el derecho de ser un verdadero ciudadano que une el desarrollo personal al comunitario y el derecho de acumular conocimientos, relaciones y redes de solidaridad que le permitan desarrollarse a una escala humana. Todos estos derechos humanos se vinculan al derecho a crear una ciudad de acuerdo con sus necesidades, de transformar el espacio físico y social en que están insertados para construir una ciudad más justa, un hábitat más digno, de modo que el territorio cumpla también con su función social. Y, por qué no, más verde y más respetuoso con la naturaleza y con los humanos. Frente a la ausencia de capacidad y voluntad de algunos gobiernos para cambiar la situación de vulnerabilidad asociada a estas comunidades, consideradas degradadas bajo diversos enfoques, la sociedad civil se organiza hacia nuevas formas de gobernanza que contemplen las demandas y necesidades de la mayoría de la sociedad. Estas iniciativas sociales comparten espacio con otras características también encontradas en comunidades excluidas: el escaso capital social y el alto grado de degradación de las redes sociales. La violencia e inseguridad asociadas a estas comunidades también están relacionadas con el tiempo ocioso y con las altas tasas de paro y, en definitiva, con la indigna calidad de vida a que son sometidos sus habitantes. De esta manera, el proceso de producción y gestión social del hábitat, que no puede funcionar sin la participación y el empoderamiento de los ciudadanos y el involucramiento en un proyecto solidario y común, no siempre se da de forma óptima. Se enfrenta a realidades adversas, muchas veces de extrema debilidad social de gentes que no tienen sus necesidades básicas más urgentes atendidas. Siendo así, el proceso que normalmente debería incluir la capacitación de mano de obra en labores agrícolas, realizada en talleres previos, y la reconstrucción de lazos entre los ciudadanos, se ejecuta sobre la marcha, con la participación de la población interesada (en algunos casos una minoría que apuesta por un proyecto poco inmediatista) apoyada por los técnicos. La propia construcción del huerto pasa a ser la formación específica in situ, un espacio informal de aprendizaje e intercambio de saberes construido por las propias respuestas a las necesidades. O sea, los hortelanos y técnicos hacen su propio camino al andar. Los factores de éxito del proyecto son la fuerza de voluntad de los técnicos (amparados financiera y políticamente por la administración pública y por empresas privadas) junto con la población local, que valora sus necesidades (seguridad alimentaria, generación de renta, participación en organización formal, empoderamiento y creación de espacios de diálogo) y que es atendida al mismo tiempo que poco a poco va rompiendo el ciclo asistencialista y visualizando un futuro de sustentabilidad e independencia. Atacando a las debilidades (paro, inseguridad, falta de creencia en organizaciones formales, etc.) se lucha a favor del desarrollo humano de una comunidad. En una ciudad tan llena de dicotomías como São Paulo, parece improbable que pequeñas iniciativas como esta puedan lograr cambiar alguna estadística social, ambiental o económica. Pero lo cierto es que este proyecto impulsado por la ONG Ciudades sem Fome lleva más de ocho años contribuyendo al desarrollo de personas consideradas marginales y cooperando a la vez con el mantenimiento de suelos destinados a función social en zonas densamente ocupadas, al dar una nueva vida a terrenos ociosos o abandonados a la espera de la especulación inmobiliaria o de construcciones ilegales. Es un proyecto bastante complicado de medir debido a la inestabilidad de los procesos (falta de recursos financieros, entrada y salida de miembros, etc.), pero los resultados pueden ser claramente identificados en la satisfacción personal de los participantes. El reconocimiento internacional de este esfuerzo ha llegado a través del premio del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (UN-HABITAT) de mejores prácticas 2010 para la mejora de las condiciones de vida, que tiene como objetivo incentivar proyectos de desarrollo sostenible en comunidades carentes por medio de acciones de cooperación internacional. Como nos dice Morin (2008), lo improbable no es imposible y mientras la gente siga apostando por salidas a las crisis, habrá espacio para la esperanza. Bibliografía de Albuquerque, Maria José y Taschner, Suzana P. 2006 Verticalização de favelas em São Paulo: balanço de uma experiência (1989 a 2004). Tesis doctoral. São Paulo: Universidade de São Paulo (USP). Altieri, Miguel A.; Hecht, Susanna et al. 1999 Agroecología. Bases científicas para una agricultura sustentable. Montevideo: Nordan, colección Ecoteca, 20. 118 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. 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La introducción de los teleféricos, cables aéreos de automóviles (Metrocable) bajo el mandato del alcalde Luis Pérez ha sido un factor clave para incorporar algunos distritos de bajos ingresos a la red de transporte masivo de la ciudad (metro en superficie). Esta intervención ayudó a aumentar no sólo la accesibilidad, sino también la visibilidad de los residentes locales y sus asentamientos, sin duda un necesario primer paso hacia la acción concertada para reducir la pobreza. Merece la pena reflexionar sobre el caso de Medellín, no sólo porque cada vez más ciudades colombianas y de otros países están siguiendo su ejemplo, sino también porque ofrece lecciones sobre la naturaleza y el impacto de las innovaciones tecnológicas a escala urbana. Fuente: Alcaldía de Medellín Figura 1: Proyectos Urbanos Integrales de la ciudad de Medellín Una gran parte del atractivo de los Metrocables como solución para el transporte en áreas urbanas densas y montañosas se deriva de su novedad, su bajo costo relativo, la mínima alteración de la trama urbana existente y los bajos niveles de emisiones de partículas (Brand y Dávila, 2011; Dávila y Daste, 2011). El presente artículo plantea que, en el caso de Medellín, su éxito tiene más que ver con el contexto político e institucional en el que se llevó a cabo: un programa integral para hacer frente a 1 Este artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011.Además,está basado en un estudio, en desarrollo, dirigido por la Development Planning Unit,University College London (UCL), en colaboración con la Universidad Nacional de Colombia (campus de Medellín), la Universidad de los Andes (Bogotá), y el UCL’s Department of Civil, Environmental and Geomatic Engineering. Para más información, visite http://www.ucl.ac.uk/dpu/Metrocables. Se trata de la primera evaluación de la experiencia pionera de Medellín y busca ofrecer importantes indicadores que permitan la exitosa aplicación de dicho proyecto en otras ciudades del mundo. El estudio (Grant RES-167-25-0562) ha sido financiado por el Gobierno de Reino Unido a través del Consejo de Investigación Económica y Social (ESRC) y el Departamento de Desarrollo Internacional (DFID), bajo el esquema trazado para Estudios sobre Desarrollo Internacional (Reducción de la Pobreza). El estudio está inspirado en Brand y Dávila (2011). 121 122 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus problemas urbanos, sociales y políticos profundamente arraigados y en el que la comunidad local fue capaz de expresar sus deseos e involucrarse activamente en los esfuerzos municipales de modernización. El éxito del sistema se puede medir en parte a través del nivel de utilización por parte de los usuarios habituales, en su mayoría residentes de bajos ingresos pertenecientes a los barrios más pobres de la ciudad. También se deriva de la experiencia cotidiana de los usuarios, para quienes un sistema fiable, rápido y seguro ha supuesto una diferencia sustancial en su calidad de vida diaria. La conexión con la ciudad que proporciona el sistema es una respuesta política e institucional a una situación social y políticamente inestable y se ha traducido en un mayor sentimiento de pertenencia entre los residentes de los barrios pobres. Los Metrocables de Medellín Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia, evoca imágenes de violencia y bandidaje asociados en parte a la figura casi mítica del capo del narcotráfico Pablo Escobar. Como parte de un ‘maquillaje’ (Hylton, 2007; Fukuyama y Colby, 2011; Mendieta, 2011), esta ciudad de tres millones de habitantes ofrece una combinación de imaginación e inteligencia a la hora de gestionar algunos de sus asentamientos informales por largo tiempo olvidados (Medellín e IDB, 2008 y Rojas, 2010). Las altas tasas de criminalidad que llenaron titulares en todo el mundo durante los años 80 y 90, especialmente en los barrios más pobres, han descendido considerablemente, aunque la violencia no ha desaparecido por completo de sus calles, especialmente en los barrios más pobres (veáse Figura 1). Años 2000–2010, tasa por cada 100.000 habitantes. Fuente: Secretaría del Gobierno de Medellín Figura 2: Tasa de homicidios anuales en la Municipalidad de Medellín Medellín fue la primera ciudad del mundo que aplicó la tecnología de las pistas de esquí a un sistema de transporte público (en vez de para el turismo) para responder a las necesidades de las zonas urbanas densas de bajos ingresos situadas en grandes pendientes. Se han construido dos Metrocables. La primera línea (la K) abrió sus puertas en 2004, pronto comenzó a funcionar a pleno rendimiento y es ampliamente percibido como un medio eficaz de transporte, lo cual ha animado a otras ciudades de Colombia y América Latina, como Río de Janeiro y Caracas, a poner en marcha sistemas similares . La segunda línea (la J) abrió sus puertas en 2008 pero todavía no funciona a pleno rendimiento. El que no se utilice toda su capacidad lleva a cuestionar la creencia de que los Metrocables, por sí solos lograrán aumentar las oportunidades, mejorar las condiciones de vida y conducir al desarrollo humano de la población local (Brand y Dávila, 2011). Los resultados sugieren que para generar cambios económicos y sociales relevantes en áreas pobres y marginadas, los sistemas de teleférico requieren unas condiciones mínimas de topografía y densidad poblacional, así como una conexión eficaz a la red de transporte público masivo y un serie de intervenciones complementarias para mejorar las condiciones físicas y económicas, como se describe a continuación. La línea K (véase Figura 1) conecta el sector noreste de la municipalidad, una zona pobre e inaccesible conocida como Comuna Nororiental, con la principal línea de metro en superficie, que discurre a lo largo del río Medellín. La comuna se localiza en un terreno de pendiente abrupta atravesado por pequeños valles profundos excavados por los numerosos arroyos que descienden por la colina hasta el Río Medellín. Se desarrolló a través de asentamientos informales a partir de los años 50 y llegó a convertirse en la zona residencial con mayor densidad de población, con más de 400 viviendas por hectárea en 20052. Como 2 La localidad de Medellín registraba en 2005 una población urbana de 2,2 millones de habitantes, divididas en 16 comunas. La línea K atraviesa la comuna 1 y 2, con una población mixta de 230.000 habitantes (2005). La línea J pasa por Pobreza, participación y Metrocable. Estudio del caso de Medellín Julio D. Dávila y Diana Daste 123 El norte está en la parte izquierda de la imagen. Fuente: http://www.metrodemedellin.gov.co. Recurso consultado el 1 de julio de 2011. Figura 3: Sistema de Metro Medellín es habitual en tomas de terrenos espontáneas con loteos irregulares, las infraestructuras son escasas y a menudo precarias. Las calles tienen mucha pendiente y normalmente están sin pavimentar, por lo que el servicio de las líneas convencionales de autobuses es insuficiente. La línea J se construyó en el sector occidental de la ciudad, un área con una diversidad de ingresos mayor y con una topografía más variada. Las densidades son más bajas puesto que la única tierra en la que sería posible la futura expansión del municipio se encuentra en un sector montañoso en el extremo de la línea . La construcción de la primera línea de Metrocable fue el resultado de una suerte de alquimia que combinó responsabilidad social, búsqueda de eficiencia y políticas populistas. Las propuestas técnicas de la empresa de propiedad pública Compañía Metro pretendían aumentar el número de usuarios del metro, a la vez que mostraban una preocupación por promover el desarrollo social en zonas que antes no estaban cubiertas por el sistema de transporte. Luis Pérez, el alcalde de la municipalidad recién elegido (20012003), se hizo eco y trató de afrontar lo que entendía como un sesgo en las inversiones municipales que primaban los barrios de mayores ingresos, a través de proyectos de gran visibilidad, algunos especialmente dirigidos a los barrios de bajos ingresos (Brand y Dávila, 2011)3. El gobierno municipal financió el 55 % de los costes de la primera línea de Metrocable (del resto se ocupó la compañía Metro)4 . Menos de tres años después de que Pérez asumiera la propuesta, se inauguró la línea, ya bajo el mandato de su sucesor, el alcalde Sergio Fajardo. En la actualidad hay tres líneas de Metrocable en funcionamiento y más planeadas. Las líneas K y J son sistemas de transporte urbano público conectadas a la red de metro. Hay una única tarifa, independientemente de la longitud del viaje. La tercera (línea L), inaugurada en 2010, conecta la red con un parque natural sobre el valle, a las afueras de la ciudad (véase Cuadro 1). La conexión se realiza a través de una estación situada en el extremo de la línea K, en lo que antes se consideraba uno de los barrios más duros, Santo Domingo Savio, que en la actualidad es visitado regularmente por turistas nacionales e incluso internacionales. Los sistemas de Metrocables son relativamente económicos y rápidos de construir comparados con los autobuses de tránsito rápido (Bus Rapid Transit) y los sistemas sobre raíles. El coste del primer Metrocable rondó los 24 millones de dólares, y del segundo los 47 millones (a los tipos de cambio de 2003). Sin embargo, los Metrocables no pueden transportar más de 3.000 pasajeros por hora y el Gobierno de Colombia no los considera sistemas de trasporte masivo, con lo que la financiación recae por completo en los gobiernos locales. Una fuente importante de financiación para estos proyectos y otros similares es la entidad de titularidad pública Empresas Públicas de Medellín (EMP). Se trata de una gran y eficiente empresa municipal de servicios públicos (se encarga del suministro de electricidad y agua, del saneamiento y de las telecomunicaciones). Sus activos rondan los 10.000 millones de dólares en 2011. Según sus estatutos, el 30 % de los beneficios de la compañía van a las autoridades municipales, suma equivalente a cerca de 250 millones de dólares en 2010. El Metro de Medellín se proclama como uno de los pocos sistemas urbanos de transporte masivo que opera con beneficios (dejando a un lado las obligaciones de deuda). las comunas 7 y 13, espacio que comprende una población de 295.000. Cada comuna se divide a su vez en barrios: 13 en la comuna 1, 11 en la comuna 2, 9 en la comuna 7 y 19 en la comuna 13. Medellín es la municipalidad más grande y rica de las que componen el área metropolitana de Medellín, con una población urbana mixta de 3.1 millones en 2005 (fuente: http://www.dane.gov.co). 3 Entrevistas personales con el antiguo alcalde, Luis Pérez; y con Ramiro Márquez, Director General de Metro de Medellín (septiembre 2010) 4 El 45 % restante fue financiado por la compañía Metro. La municipalidad se vio también obligada a suscribir el proyecto a nivel financiero debido la actitud reacia que mostraron las compañías aseguradoras a la financiación de un proyecto que pudiera llegar a constituir el objetivo de ataques terroristas (entrevista personal con el antiguo alcalde, Luis Pérez 124 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Cuadro 1: Líneas de Metrocable Información básica Fecha de inauguración Tiempo de construcción Longitud Velocidad comercial Número de pilones Número de estaciones Número de cabinas (capacidad 10) Distancia entre cabinas Capacidad operativa Coste total estimado Coste por kilómetro Fuentes de financiación Línea K Agosto 2004 Línea J Marzo 2008 Línea L Febrero 2010 14 meses 15 meses 10 meses 2.072 m 5 m/s 2.782 m 5 m/s 4.469 m 6 m/s 20 4 (incl. estación Metro) 31 4 (incl. estación Metro) 25 2 93 119 27 60 m 60 m 340 m 3.000 pasajeros/hora 3,000 pasajeros/hora 1,200 pasajeros/hora 24 millones de dólares (a un tipo de cambio COP-US$ medio de 2003) 11.6 millones de dólares Municipalidad: 55 % Metro: 45 % 47 millones de dólares (a un tipo de cambio medio de 2007) 21 millones de dólares (a un tipo de cambio medio de 2009) 16.9 millones de dólares Municipalidad: 73 % Metro: 27 % 4.7 millones de dólares Municipalidad: 38 % Metro: 34 % Gobierno provincial: 17 %; Ministerio de Transporte: 9 %; Otros: 2 %. Pobreza, participación y Metrocable. Estudio del caso de Medellín Julio D. Dávila y Diana Daste 125 Durante los años 90, Medellín destacó internacionalmente por su fama de ciudad violenta. En los 80 había emergido como uno de los epicentros del comercio internacional de drogas. La ausencia de control estatal fue dolorosamente evidente en grandes zonas de la ciudad, especialmente en los barrios de bajos ingresos donde una juventud desencantada se convirtió en terreno abonado para el reclutamiento por parte de las milicias privadas de destacados señores de la droga o por parte de los grupos guerrilleros de izquierda que buscaban desestabilizar al Estado. A esta situación se le unieron las políticas radicales de liberalización del comercio que el gobierno nacional introdujo en 1991, con lo que muchas industrias locales protegidas durante décadas bajo las políticas de sustitución de importaciones, se vieron abocadas a destruir miles de puestos de trabajo o fueron a la quiebra. Como consecuencia directa de estas políticas la pobreza y el desempleo aumentaron de manera alarmante en Medellín (Brand, 2005 y Hylton, 2007). Fajardo, elegido alcalde con una candidatura independiente de los partidos tradicionales, fue adalid de la idea de «devolver la deuda histórica de la ciudad con los pobres» (Dávila, 2009). La estrategia de desarrollo urbano promovida durante su mandato se centró en áreas que hasta entonces no habían recibido atencción. Comenzaron con las comunas 1 y 2 (en el noreste del municipio), dos de las más pobres y violentas de la ciudad y donde estaba a punto de lanzarse el primer Metrocable. Los Metrocables, que inicialmente se concibieron como meras soluciones de transporte, pasaron a formar parte de una estrategia integral de desarrollo urbano, los Proyectos Urbanos Integrales (PUI). El objetivo de los PUI era activar áreas económicamente deprimidas, combinando para ello estrategias de mejora de la movilidad, de vivienda y espacios públicos y de medio ambiente (Medellín-EDU, 2011). Se apoyaba en esfuerzos anteriores de desarrollo integral en la ciudad, que trataban de abordar simultáneamente problemas sociales y del entorno construido, como por ejemplo Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales (PRIMED), un proyecto piloto que contó con el apoyo del gobierno alemán (Betancur, 2007 y Bahl, 2011). Es necesario un complejo proceso de análisis para evaluar el éxito de estas estrategias. En el interior de Medellín ha aumentado en los últimos años la violencia urbana y la migración forzosa que trae consigo5 . Los éxitos en la lucha contra los cárteles de las drogas ilegales han reducido la violencia, aunque esta reducción probablemente también esté ligada a un reajuste de poder entre las diferentes bandas organizadas. La evaluación del impacto directo que las intervenciones de movilidad y regeneración urbana han tenido en el bienestar de los residentes de las comunas no puede obviar estas tendencias comunes a toda la ciudad. Pobreza y exclusión en las comunas más pobres de Medellín Las dos líneas de Metrocable construidas hasta el momento cruzan algunas de las comunas más pobres de la Municipalidad de Medellín. La línea K da servicio a las Comunas 1 y 2, y la línea J a las Comunas 7 y 13. Como se observa en la Figura 1, los ingresos medios en todas ellas están por debajo de los ingresos medios en el conjunto de la ciudad y los datos de los hogares con mujeres como cabeza de familia son peores que aquellos a cargo de hombres. Otros indicadores socioeconómicos, como nivel de educación, esperanza de vida y salud, reflejan una mayor pobreza y privación que en el resto de la municipalidad. La violencia es un problema recurrente en Medellín que afecta especialmente a las comunidades más pobres y se puede utilizar como un indicador relevante. La disminución de los niveles de violencia es, sin duda, un indicador de mejora del bienestar de la población. Como se muestra en la Figura 5, en los últimos años las tasas de homicidios en las comunas eran tres veces superiores a la media municipal, aunque con variaciones considerables entre los barrios. Estas tasas eran sin embargo inferiores a las de los años 90, cuando Medellín aparecía en los medios de comunicación internacionales como una de las ciudades más violentas del mundo. Los índices han disminuido de forma considerable gracias a los esfuerzos continuos por parte de la sociedad civil organizada, de los gobiernos nacional y municipal y también debido a cambios importantes en la naturaleza del negocio del narcotráfico (Hylton, 2007). Es cada vez más evidente que es difícil establecer una relación directa entre la introducción de la línea K de Metrocable y los cambios sociales y económicos, debido a la complejidad y la integralidad de las intervenciones PUI posteriores. La limitada disponibilidad y fiabilidad de la información en los sectores informales de la ciudad supone una dificultad añadida para realizar la evaluación. La compleja interrelación entre los diferentes factores aumenta la dificultad de señalar al Metrocable como agente causante de las transformaciones. Si el análisis se centra, por ejemplo, en la estimación del impacto de los Metrocables en la economía local, se pueden observar factores externos como los ciclos económicos a corto plazo, las intervenciones 5 Este fenómeno se refleja en la noticia «Medellín aún desconoce desplazados intraurbanos por conflicto» aparecida en el periódico El Tiempo, el día 8 de mayo de 2011. Recurso disponible en http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-9305620.html 126 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Fuente: Departamento Administrativo de Planeación, Encuesta de Calidad de Vida Medellín, año 2007 (1 US$= COP 1,800) Figura 4: Ingresos mensuales medios del cabeza de familia en las Comunas del Metrocable Años 2008–2010, tasa por cada 100.000 habitantes. Fuente: Municipalidad de Medellín. Figura 5: Tasas de criminalidad en barrios seleccionados de las Comunas 1, 2, 7 y 13 Pobreza, participación y Metrocable. Estudio del caso de Medellín Julio D. Dávila y Diana Daste 127 gubernamentales, la población desplazada por la violencia y los cambios en la naturaleza y los índices de violencia interna, junto con la falta de datos oficiales de información, hacen difícil medir de manera inequívoca su influencia en la economía local, en los ingresos de las familias o en los precios de las casas y los alquileres. No hay que subestimar el efecto sobre el sentimiento de pertenencia, la inclusión social o la autoestima de la comunidad, que han mejorado considerablemente según los resultados de la investigación. ¿Mejor movilidad para todos? El impacto más obvio de los Metrocables se puede apreciar en la mejora de la movilidad de los usuarios: se ha reducido la duración de los viajes y ha aumentado la seguridad y la comodidad. La línea K ofrece un servicio regular con estaciones cubiertas y —si se descuenta el tiempo de espera— la duración media del viaje se ha reducido considerablemente. Por ejemplo entre 2000 y 2005 la duración del viaje hasta un lugar lejano en el área metropolitana (Comuna 8), utilizando la combinación Metrocable/Metro se redujo de 120 minutos a 65 minutos, mientras que para quienes utilizan el bus como principal modo de transporte, la duración media se elevó de 63 a 105 minutos (Área Metropolitana del Valle de Aburrá, 2006)6. Se pueden explicar estas importantes reducciones por la introducción del Metrocable en 2004, aunque también se deben en parte a una mejor integración entre el sistema de metro y las rutas de autobús de conexión (que implican un pago adicional de la mitad de la tarifa de autobús). Sin embargo, estas cifras no tienen en cuenta los tiempos de espera en las estaciones, que en hora punta pueden suponer entre 10 minutos y una hora. Además, el acceso a la estación puede implicar largas caminatas por calles montañosas, lo que restringe el acceso de aquellas personas con menor resistencia física. Los usuarios entrevistados durante la investigación perciben los tiempos de espera como un coste adicional que están dispuestos a pagar a cambio de acceder a la red de Metro cuando viajan largas distancias. De esta manera se pueden trasladar pagando un único billete, mientras que si toman dos autobuses o más tienen que pagar varias veces. Otro aspecto a tener en cuenta son los patrones de viaje de los usuarios y de quienes no utilizan el sistema. Los trabajadores varones se benefician más del sistema, ya que tienden a viajar a destinos lejanos. Sin el Metrocable tendrían que cambiar de modo de transporte (el billete supone un ahorro del 33 % en comparación con dos viajes en autobús). Las mujeres, sin embargo, tienden a realizar viajes con varios objetivos, utilizan un único billete para llegar a un destino central y caminan desde allí a diferentes puntos. Para este tipo de desplazamientos, un autobús normal puede resultar más barato. Los resultados de la investigación señalan sin embargo, que los usuarios están dispuestos a esperar y caminar largas distancias para ahorrar en las tarifas de transporte (que son altos en relación con los ingresos medios). El Metrocable y la red de metro están diseñados para transportar a pasajeros que no van cargados con paquetes voluminosos. Estos están prohibidos, al igual que los usos que pueden estar asociados con formas de vida diferentes a las de los trabajadores del sector formal. No es ninguna sorpresa que el grupo mayoritario de usuarios del Metrocable esté constituido por trabajadores de este sector (construcción, industria y servicios). Realizan viajes largos de norte a sur y las ventajas se deben sobre todo al ahorro en la tarifa, más que a una reducción en el tiempo de viaje. Las ventajas, y por lo tanto el uso, son menos claras tanto para los trabajadores del sector informal de la economía, que son mayoría en la zona, como para niños, jóvenes, amas de casa, personas mayores y enfermos. En 2005, los viajes desde y hacia las Comunas 1 y 2 se realizaron principalmente en autobús (el 32 %) o caminando (el 38 % del total de los desplazamientos). Se estima que el 18,5 % utilizó una combinación Metrocable/Metro (Área Metropolitana del Valle de Aburrá, 2006). Aunque la cifra pueda parecer baja, es favorable si se compara con los valores medios para la ciudad, donde en 2006, sólo el 8 % de los desplazamientos diarios se hicieron utilizando el sistema de Metro (Área Metropolitana del Valle de Aburrá, 2007). Teniendo en cuenta la ubicación relativamente central de las Comunas 1 y 2, estas cifras podrían ser mayores. El uso moderado se podría explicar en parte por la difícil topografía del terreno, que hace que quienes viven más cerca de las estaciones sean más propensos a utilizar el sistema. Otro factor que explica las cifras es el precio relativamente alto del billete de metro si se compara con los ingresos medios, así como los largos tiempos de espera en las horas punta. Algunos de los participantes en los grupos de discusión llevados a cabo durante la investigación señalaron estos factores como limitaciones para la utilización del Metrocable. No hay evidencias de que se haya producido un aumento en el número de viajes para trayectos no esenciales, lo que podría sugerir que las intervenciones han ayudado a aumentar los ingresos medios y han favorecido un mayor aprovechamiento de lo que la ciudad ofrece fuera de estas comunas. 6 Un ejemplo extremo de un ahorro de tiempo ofrecidas por los usuarios de la Línea K en nuestros debates de grupos focales es que la distancia 2,1 km entre la primera estación en el plano de valle y la estación más alta en el sistema, ahora se puede cubrir en 15 minutos, cuando a pie una persona sana puede tardar 45 minutos. 128 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Mejora urbana y profundización de la democracia La intervención en áreas de bajos ingresos utilizando los PUI ha supuesto un importante esfuerzo por cambiar la manera de implementar las políticas en dichas áreas de la ciudad. Una de las premisas clave del enfoque de mejora de los asentamientos informales de Medellín, manifestada por las administraciones municipales de Sergio Fajardo (2004-2007) y Alfonso Salazar (2008-2011), es trabajar mediante intervenciones integrales. Se trabajó especialmente mediante estrategias integrales, que combinan la mejora de espacios públicos con la creación de equipamientos sociales como bibliotecas y escuelas, aumento de las oportunidades de empleo y mejora de las viviendas (Medellín e IDB, 2008). El primer PUI, denominado PUI Comuna Nororiental, se desarrolló en torno a la primera línea de Metrocable. Desde entonces se están implementado otros tres en zonas estratégicas de la ciudad (Figura 6). La calidad de la arquitectura civil, el mobiliario urbano y la creación de espacios urbanos se inspiran en el modelo de Barcelona de regeneración urbana (Monclús, 2003). Posteriormente se promocionó como urbanismo social, en un ejercicio de marketing de Medellín, una ciudad consciente de su imagen (Echeverri y Orsini, 2010; The Architectural Review, 2011 y Brand, 2010). Fuente: Municipalidad de Medellín. Figura 6: Proyectos Urbanos Integrados (PUI) a finales de 2000 Un factor clave de los trabajos de la administración de Fajardo para abordar la «deuda histórica de la ciudad» con los asentamientos informales consistió en intentar debilitar las prácticas de representación política local basadas en el clientelismo. Desde la década de los 60 se habían instalado prácticas clientelistas en las asociaciones vecinales promovidas por el gobierno central y que se conocen como Juntas de Acción Comunal (JAC). En un primer momento fueron diseñadas para promover iniciativas de autoayuda y esfuerzos colectivos para conseguir infraestructuras locales y servicios que el Estado era incapaz de asumir por falta de recursos, como por ejemplo alcantarillado, caminos, escuelas, etc. Las JAC cumplieron con creces estos objetivos, con el consiguiente ahorro para el Estado, que de esta manera no realizó inversiones considerables que debería haber llevado a cabo. Sin embargo, en el proceso han desaparecido parte de los fondos y ha habido apropiación indebida por los líderes locales de las JAC, que se ven como mediadores entre las comunidades locales y el gobierno local. Los líderes no suelen consultar las decisiones sobre el uso de fondos del gobierno, y con demasiada frecuencia se gastan en proyectos de infraestructuras que han sido sobrevalorados, lo que permite a los líderes de JAC y contratistas corruptos desviar una parte de los costos de construcción. Pobreza, participación y Metrocable. Estudio del caso de Medellín Julio D. Dávila y Diana Daste 129 En la actualidad, el sistema de planificación de Medellín es posiblemente uno de los más flexibles y eficaces de Colombia. Da mucha importancia a los derechos del ciudadano, busca aplicar de manera concreta los principios de democracia, participación y descentralización establecidos en la Constitución Nacional de 1991; promueve activamente el logro de objetivos estratégicos a medio y largo plazo y pretende conectar la ordenación del territorio a escala urbanas y rural. Engloba una serie de planes en los que los ciudadanos pueden participar activamente, que van desde la escala metropolitana (que comprende los nueve municipios del Área Metropolitana) a la escala de barrio, gracias a lo cual se ha ganado la respetabilidad entre la población de la ciudad. Basándose en este marco de planificación y en anteriores iniciativas de la ciudad (Valencia et al, 2008 y Carvajal, 2009), y con el asesoramiento de especialistas brasileños, la administración de Fajardo introdujo Presupuestos Participativos (PP), como los que había desarrollado el Partido de los Trabajadores en Porto Alegre y en decenas de municipios en Brasil y en otros lugares (Cabannes, 2004). Esto implica delegar decisiones sobre la inversión de una parte de los fondos municipales a las comunidades locales en el marco del plan de desarrollo municipal. Los proyectos decididos de forma colectiva por las comunidades locales suponen no menos del 5 % de los fondos totales destinados a la inversión. Entre 2004 y 2011, unos 100 millones de dólares se han asignado utilizando el mecanismo de presupuestos participativos en las cuatro comunas donde están situados los Metrocables (véase Cuadro 2). Esto supone más de un cuarto y algunos años incluso cerca de un tercio del presupuesto de la municipalidad destinado a PP (distribuido entre las 16 comunas de la municipalidad y cinco distritos rurales). Cuadro 2: Inversión pública en las Comunas 1, 2, 7 y 13 a través del presupuesto participativo Años 2004–2011. Fuente: Municipalidad de Medellín. Número de comuna y/o corregimiento 1 2 Presupuesto Comuna 2004– 2005– 2005 2006 Popular Santa Cruz 7 Robledo 13 San Javier Total Comunas Metrocable Total Medellín Inv. Comuna / Inv. Medellín 2006– 2007 2007– 2008 2008– 2009 2009– 2010 2010– 2011 (estimado) Total Pesos (millones) Total Millones de dólares ($ 1800 X USD) 6.743 5.814 5.300 4.500 5.890 5.000 7.500 7.100 7.500 7.100 8.381 7.694 8.980 8.244 50.294 45.452 28 25 3.159 3.499 3.700 3.900 4.112 4.334 6.100 6.500 6.100 6.500 6.848 7.014 7.337 7.515 37.356 39.262 21 22 19.215 17.400 19.336 27.200 27.200 29.937 32.076 172.364 96 59.990 62.000 70.000 101.500 101.500 112.000 120.000 32,0 % 28,1 % 27,6 % 26,8 % 26,8 % 26,7 % 26,7 % 626.990 27,5 % 348 Para promover una mayor implicación y propiedad de los proyectos por parte de la población local, la administración ha especificado que todos los contratistas que realizan obras públicas deben contratar un porcentaje significativo de mano de obra local. El tamaño relativamente modesto de los proyectos, la transparencia en la toma de decisiones colectiva y la disposición de un estricto seguimiento han reducido de forma radical las posibilidades de fuga de fondos. Es interesante observar que aunque las obras públicas son atractivas, sobre todo para los trabajadores locales, cualificados o no, ya que tienen un trabajo garantizado aunque sea por períodos cortos, no todas las decisiones colectivas han supuesto la construcción de infraestructuras. Las comunidades de las Comunas 1 y 2, por ejemplo, acordaron usar parte de estos fondos para financiar 700 becas para que jóvenes de la zona pudieran acceder a estudios universitarios. Es un ejemplo de cómo una comunidad local muy organizada, que cuenta con espacios para presentar sus puntos de vista y expectativas a través de un sistema de planificación descentralizado, es capaz de cambiar los puntos de vista de las administraciones locales, incluso de las que se consideran progresistas y que están tratando de cambiar el status quo. 130 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Conclusiones El artículo expone como el éxito de la introducción de Metrocables en Medellín se debe más a cambios en la cultura política local y en la planificación. Los programas de mejoramiento, cuidadosamente diseñados y ejecutados por profesionales cualificados que trabajan en estrecha colaboración con la comunidad, junto con la carga simbólica de una intervención de gran visibilidad, han tenido un impacto mayor que las mejoras de movilidad logradas a través de los Metrocables. La alta visibilidad de los Metrocables puede resultar muy tentadora para planificadores y alcaldes de ciudades situadas en terrenos accidentados con grandes desigualdades sociales, por su potencial impacto visible en los problemas de movilidad y conectividad en algunos tramos de su ciudad. Pero las lecciones de Medellín apuntan que para alcanzar auténticos logros son más importantes los procesos mucho más amplios y profundos de transformación política e institucional que las soluciones tecnológicas de un sistema de transporte relativamente sencillo y atractivo. Referencias Área Metropolitana del Valle de Aburrá 2006 Encuesta domiciliaria origen y destino, 2005. Medellín. Área Metropolitana del Valle de Aburrá 2007 Formulación del Plan Maestro de Movilidad para la Región Metropolitana del Valle de Aburrá. Medellín. Bahl, V 2011 ‘‘Murder capital to modern miracle? The progression of governance in Medellín, Colombia’’ Unpublished dissertation, MSc Urban Development Planning, Development Planning Unit, UCL, London. Betancur, J. J. 2007 «Approaches to the Regularization of Informal Settlements: The Case of PRIMED in Medellín, Colombia» Global Urban Development, 3(1), pp. 1–15. Brand, P. 2005 Urban Environmentalism: Global Change and the Mediation of Local Conflict. 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Dávila y Diana Daste 131 Echeverri, A. y Orsini, F. 2010 «Informalidad y urbanismo social en Medellín» M. Hermelin, A. Echeverri, A. y Giraldo, J. (eds.). Medellín: Medio Ambiente, Urbanismo y Sociedad, Medellín: Universidad EAFIT. Fukuyama, F. and Colby, S. 2011 «Half a Miracle: Medellín’s rebirth is nothing short of astonishing. But have the drug lords really been vanquished?» Foreign Policy, May-June. Hylton, F. 2007 «Medellín’s makeover» New Left Review, 44, pp. 71-89. Medellín e IDB 2008 «Medellín: La Transformación de una Ciudad» Medellín and Inter-American Development Bank, Medellín, Alcaldía de Medellín. Medellín-EDU 2011 Proyectos Urbanos Integrales. Disponible en www.edu.gov.co. Recurso consultado el uno de junio de 2011. Mendieta, E. 2011 «Medellín and Bogotá: the global cities of the other globalization» City, 15(2): 167–180., Metro de Medellín 2009 Informe Corporativo 2009. Medellín. Monclús, F. J. 2003 «El modelo Barcelona ¿Una fórmula original? 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La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile 1 María José Castillo Couve 2 Madrid (España), 21 de octubre de 2011. Resumen: El artículo trata de las organizaciones autogestionadas de vivienda en el contexto de la política habitacional chilena, caracterizada por la construcción masiva de vivienda social en la periferia urbana. Una nueva política de 2006 incorpora un subsidio de localización que permite la compra de suelo urbano en las comunas pericentrales, donde buscan quedarse los pobladores sin casa, y crea la figura de las empresas de gestión, públicas o privadas, para asesorar a los postulantes a los programas habitacionales del Estado. Se analizan los únicos dos casos en Santiago donde los pobladores crean empresas de gestión y construcción que les permiten llevar adelante sus proyectos dentro del marco normativo y financiero estatal. Estos son el Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL), en la comuna de Peñalolén, y el Movimiento Pueblo sin Techo (MPST), en la comuna de La Pintana, ambos constituidos en 2006. Estas organizaciones ven la autogestión como un camino alternativo para evitar la marginación social y satisfacer sus necesidades de vivienda y localización, al margen de la oferta que les hace el modelo económico de vivienda social, representado por la especulación del suelo y el lucro de las empresas constructoras. Los pobladores se definen como productores de ciudad y no como beneficiarios de programas sociales, para lo cual establecen dos estrategias principales: la autogestión y la transformación de la institucionalidad política. Sus objetivos alcanzan una envergadura urbana, social, productiva y política, más allá de la mera consecución de proyectos de vivienda. A cinco años de su creación, los movimientos han logrado introducir cambios en planes urbanos y programas habitacionales y construir su primer proyecto en cada una de las comunas, aunque todavía está pendiente la realización de un ciclo completo de autogestión. Palabras clave: Vivienda social; autogestión; participación desde abajo; política habitacional; segregación. Política habitacional chilena, gestión vecinal y autogestión 134 Nueva política de Lagos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 Nueva política de Bachelet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 Movimiento Pobladores en Lucha y Movimiento Pueblo sin Techo 135 Creación del MPL y del MPST . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 De la localización y la calidad de la vivienda al derecho a la ciudad y a la ley general de vivienda . . . . 137 La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana Las EaGIS y constructoras de los pobladores . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los proyectos MPL 1, MPL 2, MPL 3, MPL 4, MPL 6 . . . . . . . . . . . . . El proyecto APST-LP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Obstáculos en el municipio y en el Serviu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Asistencia técnica: nos gustaría tener un equipo de profesionales permanente El problema de la vivienda es un problema de acceso al suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138 139 139 140 141 141 142 Transformación de la institucionalidad Educación popular . . . . . . . . . . . . Creación de instrumentos políticos . . . Articulación en redes nacionales . . . . . Articulación en redes internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 143 143 143 143 política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones 144 Referencias bibliográficas 144 2 Escuela de Arquitectura, Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Andrés Bello. 133 134 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Política habitacional chilena, gestión vecinal y autogestión La política habitacional chilena de los últimos 20 años3 se ha caracterizado por una producción masiva de vivienda social, financiada por el Estado mediante subsidios habitacionales y construida por empresas privadas en la periferia urbana. Fue una política de financiamiento a la vivienda considerada exitosa puesto que disminuyó el déficit habitacional de 1.000.000 de viviendas en 1990 (MINVU, 2004) a 360.000 en 20104 (Ahumada, 2009), además de absorber el crecimiento vegetativo de la población. En Santiago, sin embargo, esta política tuvo efectos negativos, como la desintegración social, producto de la expulsión de los sin casa fuera de la ciudad, con la consecuente dificultad para mantener sus redes sociales y la obligación impuesta a los pobres de vivir en casas de mala calidad ubicadas en barrios que se degradan aceleradamente. A finales de los 90, estos problemas hacen que se cuestione el modelo de gestión promovido por el gobierno. Los pobladores allegados5, establecidos en las poblaciones formadas en los años 60 y 70, en la actualidad barrios pericentrales, inician una demanda por una buena localización y una mejor calidad de las viviendas, lo que se manifiesta de forma masiva en la toma de Peñalolén en 19996. Nueva política de Lagos El gobierno de Ricardo Lagos (2000–2006) crea un nuevo programa, el Fondo Solidario de Vivienda (FSV)7 , para hacer frente a otros problemas detectados: alta morosidad en el pago de las deudas hipotecarias y débil focalización de los programas. El FSV permite a los más pobres acceder a una vivienda de 30 m2 ampliable a 50 m2 , financiada con un ahorro muy pequeño de las familias y un subsidio estatal significativamente mayor que el de los programas anteriores, sin crédito hipotecario ni deuda. La demanda por la vivienda crece, y junto con ella la presión de los allegados, organizados en comités de vivienda, por quedarse en sus comunas de origen y no ser trasladados a la periferia: «Aquí crecimos, aquí nacimos y aquí nos queremos quedar» (Rafael Soto, 20108 ). En efecto, el principal problema sigue siendo la construcción de vivienda en la periferia, donde el valor del suelo es menor, y la consecuente segregación urbana. Entre 2003 y 2006 hay varias movilizaciones e intentos de toma por conseguir suelo en comunas pericentrales: «Nosotros somos parte de una generación de allegados que el año 2005 empezó a movilizarse en distintas comunas dado este fenómeno que se venía dando (de expulsión de los allegados a la periferia)». Nueva política de Bachelet El resultado es que el gobierno de Michelle Bachelet (2006–2010) introduce un subsidio complementario de localización para financiar el mayor costo de los terrenos en estas comunas, y aumenta el subsidio del Fondo Solidario de Vivienda (FSV) para mejorar la calidad de las viviendas. Además de estos ajustes, incorpora otros programas que conforman una nueva política habitacional, mediante los cuales se crea la figura de las Entidades de Gestión Inmobiliaria Social (EGIS). Estas Entidades de Gestión son agencias, con o sin fines de lucro, encargadas de dar asesoría especializada para guiar y respaldar a las personas que postulen a los programas del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu)9 . En este nuevo escenario, los pobladores organizados se preparan para participar activamente en los programas de vivienda y barrio y para realizar proyectos habitacionales en las comunas donde residen, 3 La política habitacional chilena, concebida en los años 80 durante la dictadura militar, se basaba en la tríada formada por el subsidio, el ahorro previo y el crédito hipotecario, que permitía a los pobres acceder a una vivienda en propiedad mediante una postulación individual. Así se mantuvo durante el gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, de 1990 a 2010. Sin embargo, en 1990 se modificaron algunos programas, como el de la vivienda básica, para ampliar la cobertura, y se crearon otros, como el de la vivienda progresiva, que no dio los resultados previstos y se discontinuó diez años después. En 2001 se creó un programa de vivienda sin crédito hipotecario al que se postulaba en forma colectiva —Fondo Solidario de Vivienda (FSV)—, que se transformó en el principal programa de vivienda social. 4 Cifra anterior al terremoto y maremoto que asoló Chile el 27 de febrero de 2010. 5 Personas o familias sin casa que viven al alero de otras, propietarias de una vivienda. Se considera que gran parte del déficit habitacional en Chile corresponde a los allegados. 6 La toma de Peñalolén, también conocida como toma de Nasur, constituida por 1.700 familias, es emblemática porque se produce en el período de mayor construcción de vivienda. La primera toma en democracia se produce en 1992 también en Peñalolén, la toma Esperanza Andina, que agrupa a 842 familias allegadas. Es la primera que reivindica una buena localización, bajo la consigna «por el derecho de vivir en la comuna». 7 Programa piloto de vivienda creado en 2001 mediante DS 155/01, de 14 de septiembre, llamado inicialmente Fondo Concursable para Proyectos Habitacionales Solidarios. En 2006 se transforma en un programa permanente, el Fondo Solidario de Vivienda, creado mediante DS 174/2006, de 9 de febrero, que deroga el DS 155 anterior. 8 Intervención del dirigente del Comité de Allegados Don Bosco en la Red Observatorio de Vivienda y Ciudad en 2010, registrada por la autora. 9 Ministerio responsable de las políticas, planes y programas de vivienda, barrio y ciudad. Producción y gestión habitacional de los pobladores. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile María José Castillo Couve 135 utilizando el subsidio de localización para comprar terrenos. En este proceso van apareciendo las incongruencias de los nuevos programas, tales como la dificultad administrativa de implementación y la dificultad para comprar suelo urbano. Entre las estrategias utilizadas por los pobladores para participar en la producción de vivienda conforme al esquema estatal se distinguen dos: La gestión vecinal: La primera es masiva y corresponde a lo que llamamos gestión vecinal. Los dirigentes de Comités de Allegados se transforman en gestores vecinales de vivienda, supliendo así los vacíos que deja el modelo privado de las EGIS, y colaboran en la implementación de las políticas sociales del gobierno. Estos dirigentes compran terrenos urbanos, asesoran a los vecinos, median entre ellos y las instituciones y coordinan acciones con los organizadores de la demanda y el gobierno local o central —tareas que las empresas especializadas pagadas por el Estado no asumen. El trabajo que realizan estos gestores vecinales es un eslabón fundamental para el acceso a la vivienda y, sin embargo, es poco reconocido por el municipio y prácticamente ignorado por el gobierno central. La autogestión vecinal: La segunda estrategia es incipiente (sólo conocemos dos casos en Santiago), y consiste en la autogestión de proyectos financiados con programas estatales. En el marco de la nueva política habitacional, la creación de inmobiliarias sociales y empresas constructoras de los pobladores permitiría controlar los fondos para aumentar la calidad de las viviendas y mejorar la localización. Estas organizaciones deciden actuar «por dentro y por fuera» de la institucionalidad vigente (Guzmán, 2009), es decir, buscan realizar sus propios proyectos de vivienda, mediante la creación de instrumentos de autogestión para participar en los programas habitacionales estatales y, al mismo tiempo, llevar adelante procesos que apunten a una transformación integral de la construcción del hábitat popular. Estos movimientos autogestionados de pobladores recurren tanto al trabajo formal, según los procedimientos oficiales, como a la movilización, que sirve de mecanismo de presión en momentos determinados: «con la ley hasta donde sirva, y la violencia cuando sea necesaria» (MPL, 2011:16). Los movimientos autogestionados combinan un proceso de mejora de las condiciones de vida de los pobladores —una vida digna mediante la práctica de la autogestión del hábitat popular— con una estrategia de transformación política para hacer frente a la marginación social y económica —la construcción de poder popular mediante la creación de instrumentos políticos: «el objetivo no es sólo la vivienda, sino el poder y la capacidad de difundirlo en cada calle y pasaje de las poblaciones del país» (MPL, 2011). Movimiento Pobladores en Lucha y Movimiento Pueblo sin Techo Ambos movimientos de autogestión, el Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL) y el Movimiento Pueblo sin Techo (MPST), surgen como consecuencia de la experiencia de las tomas de Esperanza Andina, en 1992, y de Nasur, en 1999, en Peñalolén. Provienen del Movimiento de Allegados en Lucha de Peñalolén (MA-Lucha), formado en 2003 por dirigentes de vivienda de la comuna y de las dos tomas, y desde sus inicios se plantean como meta una vida digna para los sin casa, mediante la lucha, la autogestión y la educación popular. Creación del MPL y del MPST El Movimiento Pobladores en Lucha (MPL) se forma en Peñalolén en julio de 2006, con miembros de los Comités de Allegados Lucha y Vivienda y con dirigentes del MA-Lucha, tras protagonizar tres intentos de toma duramente reprimidos a comienzos del gobierno de Bachelet. El sector del MA-Lucha, liderado por Lautaro Guanca y compuesto por un grupo de militantes de las Juventudes Comunistas que más adelante renunciarán al partido, se organiza junto a otros dirigentes sociales en asambleas que agrupan a más de 350 familias (GUZMÁN et al., 2009; MPL, 2011). El MPL nace el 18 de julio del 2006, el mismo día en que la presidenta anuncia la nueva política habitacional, que de nueva no tenía mucho, solamente suponía un aumento en los subsidios y la creación de uno nuevo que permitía comprar terrenos bien ubicados en términos urbanos. Eso era una reivindicación que nosotros veníamos levantando desde hacía tres años (desde 2003) como Lucha y Vivienda, como comité de allegados vinculado con 136 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus varias organizaciones de vivienda de la comuna, y vimos en ese anuncio una síntesis del proceso de lucha y eso hizo que el Movimiento de Allegados en Lucha cambiara su nombre a Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL). Lautaro Guanca, 200910 En La Pintana, en cambio, el Movimiento Pueblo sin Techo (MPST) surge como iniciativa de los expresidentes del comité La Voz de los Sin Casa de la toma de Peñalolén, Alexis Parada y Sandra Oliva, que se retiraron del MA-Lucha tras las tomas de abril de 2006. En mayo de 2006 forman la Agrupación de Pobladores y Pobladoras Sin Techo (APST) con la idea original de apoyar procesos de vivienda en varias comunas (MPL, 2011) y formar un movimiento poblacional ligado a la vivienda, bajo el lema «nuestra lucha es más grande que la vivienda». Su diagnóstico es que el Estado se ha desentendido de la construcción de vivienda asumiendo sólo un rol subsidiario, que el aumento de los subsidios sólo incrementa las ganancias de las empresas y no se materializa en mejoras de la vivienda, y que los trabajadores sin acceso al crédito no siempre acceden a la vivienda sin deuda debido a las imprecisiones de la Ficha de Protección Social11 (APST, 2006), que mide la vulnerabilidad de las familias. A finales de 2006, la agrupación se divide y sus fundadores eligen la comuna de La Pintana como centro de operaciones para iniciar las acciones del Comité de Allegados Pobladores Sin Techo, formado el 22 de mayo de 2007. Siempre la idea fue organizar un movimiento distinto en muchas cosas. No era solamente un comité para la casa, para conseguir una casa, sino un comité para una invitación a un cambio de vida, que no tiene que ver con que seamos pobres, con que estemos vinculados a la droga, a la delincuencia, al alcoholismo. Cómo cortamos esos lazos, cómo nosotros podemos demostrar que la pobreza no va ligada a eso. Sandra Oliva, 200912 Como los dirigentes no son de La Pintana y no tienen ningún vínculo previo con los vecinos, comienzan dándose a conocer con una campaña de difusión: «casa a casa, [repartiendo] volantes. La primera vez fueron 3.000 volantes casa a casa» (Oliva, 2009). Los conocimientos adquiridos durante la toma de Peñalolén y las negociaciones con el Estado les han proporcionado un conocimiento profundo del sistema habitacional, así como de las herramientas para la gestión de proyectos sociales de vivienda: «Yo creo que si no hubiese existido la toma de Peñalolén hoy día los subsidios no serían como son. Hoy día la gente no podría quedarse en su comuna si no se hubiese subido el subsidio» (Oliva, 2009). El comité descubre que la calificación de vulnerabilidad de las familias les impide acceder al Fondo Solidario de Vivienda (FSV) del gobierno, lo que les conmina a emprender acciones colectivas para lograr cambios en el sistema de identificación de los candidatos. En 2007, los dirigentes, sumados a los dirigentes de otras organizaciones como el MPL, realizan manifestaciones en la Moneda en demanda de una revisión de los puntajes, que logran disminuir transitoriamente (Guzmán et al., 2009). Paralelamente deciden transformar el comité de vivienda en un Movimiento. Dijimos no, no podemos, y ahí empezamos a formar también algo. Dijimos: tenemos que ser parte de algo más y unirnos con otro tipo de organización. Y ahí decidimos formar el Movimiento, como movimiento, o sea, ya no era un comité. El comité se llamaba Agrupación de Pobladores y Pobladoras Sin Techo (APST) y decidimos formar así el Movimiento Pueblo Sin Techo (MPST). Sandra Oliva, 2009 El MPL y el MPST, aunque autónomos, son movimientos complementarios que se apoyan mutuamente y que más adelante conformarán, junto a otras organizaciones, la Federación Nacional de Pobladores (Fenapo)13 , que negociará parte de la política habitacional con el gobierno de Sebastián Piñera (iniciado en 2010) en la coalición política de derechas Alianza por Chile. 10 Entrevista realizada por la autora en 2009. que clasifica a las familias vulnerables en estratos para focalizar los programas de protección social del 11 Instrumento gobierno. 12 Entrevista realizada por la autora en 2009. 13 Agrupación creada en 2010 en la que participan movimientos de allegados, deudores habitacionales, organizaciones de campamentos y familias damnificadas por el terremoto y maremoto de febrero de 2010, de alcance nacional. Producción y gestión habitacional de los pobladores. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile María José Castillo Couve 137 De la localización y la calidad de la vivienda al derecho a la ciudad y a la ley general de vivienda Los movimientos de autogestión van construyendo sus objetivos durante el desarrollo de sus proyectos de vivienda. Así, sus objetivos iniciales —quedarse en sus comunas de origen y construir viviendas de mayor calidad que las ofrecidas por el Estado— se van transformando y ampliando de acuerdo con los aprendizajes adquiridos. El desarrollo de los movimientos «es un conjunto planificado de prácticas en permanente tránsito que abre para los pueblos camino al andar» (MPL, 2011:18). Para alcanzar el primer objetivo, quedarse en la comuna, los movimientos de autogestión inician una labor de búsqueda de terrenos. Más adelante, empiezan a cuestionar los instrumentos de planificación territorial, como los Planes Reguladores Comunales (PRC)14 y el Plan Regulador Metropolitano de Santiago ( PRMS). Teniendo claro que el problema se centra en el acceso a suelo, exigen que estos instrumentos se modifiquen en el sentido de garantizar una reserva de suelo destinado a la construcción de vivienda social. El segundo objetivo, construir viviendas de mayor calidad, está directamente relacionado con la autogestión: sólo gestionando y construyendo sus propios proyectos, las organizaciones pueden convertir los beneficios que van a parar a las empresas constructoras «en más metros cuadrados o mejor calidad de la construcción y, por supuesto, en mejores terrenos, en particular en la comuna de Peñalolén» (Lautaro Guanca, 200815). Una vez desarrollando sus propios proyectos, muy rápidamente advierten que la labor de asistencia técnica que realiza la EGIS requiere un conocimiento que ellos ya tienen. Así, deciden formar sus propias empresas constructoras y de autogestión inmobiliaria social. La autogestión, además, se vuelve una alternativa que permitiría invertir las utilidades consideradas en el ejercicio de la EGIS — recursos del Estado para asistencia técnica— en actividades de educación básica y política y en formación en autogestión para niños, adultos y dirigentes. Junto con la decisión de formar sus empresas, estas organizaciones comienzan las colaboraciones y las movilizaciones con otros movimientos de objetivos similares, así como los convenios de asistencia técnica con estudiantes y profesionales comprometidos con la reivindicación del derecho a la ciudad. De esta manera, se van creando redes académicas y profesionales, y conquistando espacios políticos con el fin de lograr cambios sociales profundos. Según las declaraciones de los dirigentes del MPL, el derecho a la ciudad no se entiende como un discurso académico, sino como una práctica concreta en que los pobladores van ejerciendo su derecho a decidir sobre materias urbanas. Nosotros decimos que las ciudades se pueden producir de modo distinto, otra ciudad es posible en tanto los pobladores sean sujetos protagónicos de ese proceso. El derecho a la ciudad tiene como principio la participación de cada uno de los habitantes sobre las decisiones que afectan a la ordenación urbana, el derecho a la ciudad no es más que tomar el destino de nuestra vida urbana en nuestras propias manos. Henry Renna (Vega, 2011) Los movimientos de autogestión plantean el derecho a la ciudad en base a sus dos elementos primordiales: la autogestión y la transformación de la institucionalidad política para acceder al suelo y producir vivienda. Con el horizonte —«nuestro sur»— puesto en la vida digna, se reivindica el derecho a la ciudad con la perspectiva de redactar una Ley General de Vivienda que discuta los desequilibrios urbanos en Chile y que proponga soluciones a la expulsión urbana y al problema de los sin casa. Todo esto requeriría una intervención legislativa sobre la propiedad privada y la creación de una empresa estatal para la construcción de vivienda. Es un problema político que requiere una transformación política, particularmente, en una expresión legislativa, a través de la conquista de una Ley General de Vivienda. Es decir, en Chile no existe una ley que regule la producción de vivienda para sectores sociales. Nosotros creemos que así como hay una Ley General de Educación también tiene que haber una Ley General de Vivienda, que resuelva el problema del acceso a los suelos, que resuelva el problema de la construcción. Así como hay una Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) estatal, tiene que poder existir una empresa de construcción estatal de vivienda. Lautaro Guanca Los movimientos de autogestión, sin embargo, sostienen que esta reivindicación se circunscribe únicamente al ámbito habitacional, que no considera una lucha amplia por la vivienda, por lo que mantiene 14 Instrumento de planificación territorial de cada comuna que define condiciones de urbanización, como densidades, usos de suelo, vialidad estructurante, límite urbano, etc., supeditado a un Plan Regulador Intercomunal (PRI), o a un Plan Regulador Metropolitano (PRM) en el caso de núcleos de más de 500.000 habitantes. 15 Entrevista realizada por alumnos de la Universidad Andrés Bello en 2008. 138 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus la desigualdad en el espacio urbano, porque la aplicación intensiva de subsidios se concentra en unidades de vivienda localizadas en caseríos en la periferia, no en poblaciones 16 (Lautaro Guanca; MPL, 2011). Pese a tener como objetivo una transformación de la política habitacional, se ha seguido construyendo con las ventanas de participación que ésta permite: Para la ejecución de las viviendas tiene que haber una empresa estatal. En el proceso de tránsito nosotros creemos que es una sofisticación o un mejoramiento de estas unidades sociales de producción. Es decir, que las empresas constructoras de los pobladores proliferen, que se logre una normativa o decreto de carácter ejecutivo que mejore esa transferencia de fondos, que la billetera la administremos nosotros, que se pueda producir hábitat, que no es tan sólo la vivienda nueva, sino los barrios que ya existen. Lautaro Guanca En el caso del MPST, Alexis Parada explicita la relación entre el Comité de Allegados, que tiene un ciclo de participación acotado a la consecución de la vivienda, y el Movimiento de Allegados, adscrito a una lucha de largo plazo por el cambio de la Ley General de Vivienda: Hay que entender que los pobladores van a un comité de allegados por el tema de la casa. [. . . ] Y que la lucha por el cambio, yo quiero ser bien honesto, [. . . ] la lucha por el cambio, insisto, de la Ley General de Vivienda, que no estemos al arbitrio del gobierno de turno, es una lucha larga. En ese proceso de lucha larga no podemos dejar de construir, porque la gente necesita. Si no, lo que vamos a acumular es montones de allegados por todos lados. Y sin lugar a dudas, construir tiene que ser bajo los márgenes de la política habitacional actual. Alexis Parada, 201017 Incluir la participación en la construcción de políticas públicas, más allá de las necesidades propiamente habitacionales, no es una idea nueva en el movimiento de pobladores, pero produce roces entre los que hemos llamado gestores vecinales y los dirigentes de movimientos autogestionados. Los conflictos aparecen, por ejemplo, en la discusión sobre los instrumentos de planificación territorial. Cuando la modificación de alguno de ellos satisface la demanda de suelo urbano que tiene algún Comité de Allegados, éste no sigue luchando por una transformación más integral, como lo hacen el MPL y el MPST. Además, los métodos de presión que los movimientos de autogestión reservan para los momentos en que los avances se bloquean son vistos con suspicacia por otros dirigentes. En palabras de Sandra Oliva «[los otros dirigentes] no nos miran con muy buenos ojos, por el tema de que nosotros nos movilizamos cada vez que necesitamos algo». Nosotros nos planteamos efectivamente a través de la reivindicación, casi como lo que se puede conocer como el derecho a la vivienda, el derecho a la ciudad. Sin embargo, nosotros no nos negamos, o igualmente apoyamos a aquellos movimientos, sobre todo Comités de Allegados o Movimientos de Allegados, que desde la legalidad desde la institución, también persiguen el mismo fin. Felipe Morales18 En concordancia con el lema del MPL «nuestro sueño es más grande que la casa», el nuevo poblador se plantea como sujeto de derecho y no como beneficiario de una política subsidiaria (Mathivet y Pulgar, 2011). A pesar de que las operaciones de autogestión suponen una porción muy pequeña de las acciones que emprenden los pobladores durante este período, tienen impacto en el ámbito académico, en la sociedad civil, en la discusión territorial que se da en los respectivos municipios y en la discusión estatal sobre política habitacional, como veremos a continuación. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana Cuando el MPL y el MPST comienzan sus proyectos, en el marco de la nueva política habitacional, van comprendiendo que saben y pueden hacer el trabajo mejor que las EGIS, así que deciden crear sus propias empresas de autogestión inmobiliaria social. Ante la producción neoliberal de vivienda, en la que el Estado sólo aporta fondos para que el mercado ejecute los proyectos, los movimientos ofrecen otra alternativa: las Entidades de Autogestión Inmobiliaria Social (EaGIS), creadas y manejadas por los pobladores. 16 Conjunto de viviendas sociales o de viviendas precarias autoconstruidas con materiales ligeros, en urbanizaciones oficialmente reconocidas, donde habitan personas de escasos recursos. 17 Intervención en la Red Observatorio de Vivienda y Ciudad en 2010, registrada por la autora. 18 Entrevista al integrante del Centro de Estudios Críticos Urbanos y del MPL realizada por la autora en 2009. Producción y gestión habitacional de los pobladores. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile María José Castillo Couve 139 Nosotros creemos que si el Estado no puede, y el mercado no quiere, van a ser los pobladores quienes, con sus instrumentos de gestión o autogestión inmobiliaria, de ejecución y con la constructora Emepeele, produzcan soluciones de vivienda y le doblen la mano al proceso de especulación inmobiliaria, en el conurbano más cercano al centro, es decir, los mejores suelos de Santiago. Nuestra idea es precisamente esa, lo que funda la EaGIS es la necesidad de no entregarle la responsabilidad a nadie más que a los mismos pobladores de generarse las condiciones para aprovechar al máximo la política habitacional. Lautaro Guanca Las EaGIS y constructoras de los pobladores En términos políticos, los pobladores ven en la autogestión una forma de hacer frente a la desigualdad territorial y la exclusión espacial supliendo las carencias del modelo habitacional, caracterizado por un desvío de recursos (honorarios profesionales, utilidades de las empresas, alza del costo de los terrenos), que no se invierten en la vivienda social: «el gobierno se gasta 10 UF19 para entregar una» (Guanca). Según sus declaraciones, los dirigentes no aspiran a mejorar el sistema subsidiario en Chile, sino a conquistar la administración popular de fondos fiscales para gestionar y construir proyectos habitacionales urbanos. En términos prácticos, el MPL comienza a gestionar el primer proyecto con una EGIS externa. Durante el proceso, los pobladores comprenden que ellos hacen gran parte del trabajo de la EGIS: A lo largo del proyecto, que lleva más de dos años, los dirigentes, los mismos vecinos, comenzaron a darse cuenta de que esta EGIS iba un poco lenta. Entonces empezaron a servir como nexo [entre Serviu 20 y la EGIS], como agilizadores del proceso, y empezaron a comprender que el trabajo de una EGIS no era tan difícil. Era solamente dotarse de una mínima capacidad técnica, tener un arquitecto, un asistente social y un par de profesionales dedicados, hacerse cargo del papeleo, conseguir permisos y sacar certificados. Al final ellos, a través de este proyecto, aprendieron a hacer el trabajo de la EGIS. Felipe Morales Para el segundo proyecto, los pobladores se preguntan «¿qué pasa si nosotros conformamos nuestra EGIS?». Así, convencidos de que ellos harían el trabajo mejor y más rápido, deciden crear su propia EaGIS, la empresa Emepeele, operativa desde el 17 de julio de 2008 y constituida gracias a la alianza entre dirigentes, estudiantes y profesionales. En el caso del MPST, el motivo práctico para constituir una EGIS es similar al del MPL: la EGIS que está haciendo el primer proyecto se demora el doble de lo planificado. Los dirigentes se dan cuenta de que tienen todas las capacidades para hacer el trabajo y de que si lo hacen ellos pueden mejorar la calidad del proyecto, utilizando los mismos honorarios que el Estado le paga a las EGIS. Deciden crear su propia EaGIS, Asesorías y Construcciones Digno Vivir, operativa desde el 4 de noviembre de 2008: Al final nosotros veníamos haciendo todo el trabajo que tenía que hacer la EGIS, para apurar un poco el tema, porque si no era esperar y esperar eternamente. Y nosotros, por lo general, sabemos hacer eso desde hace mucho tiempo, y la gente también. Ordenar las carpetas, presentar, es cosa de leer e ir actuando de esa forma, por qué entonces, si nosotros podemos y sabemos hacerlo, no formar una EGIS y no entregarles más recursos a otros, y así esos recursos pasan a mejorar la calidad del proyecto. Ahí decidimos formar una EGIS. Sandra Oliva Los proyectos MPL 1, MPL 2, MPL 3, MPL 4, MPL 6 La EaGIS Emepeele comienza a desarrollar los proyectos necesarios para las familias que forman parte de la organización. El trabajo se realiza en asambleas en las que participan las familias de cada proyecto, seleccionadas según criterios como la participación, la proactividad y otros que demuestren el compromiso de las familias con el movimiento y la consolidación de su identidad (Guzmán, 2009:15). Se inician seis proyectos de los cuales uno se interrumpe. El segundo proyecto autogestionado, «MPL 2», avanza más rápido que los demás (figura 1). Cuando el expediente se ingresa en el Banco de Proyectos del FSV para tramitación, como el Serviu no permite 19 Unidad de Fomento: unidad monetaria ajustada diariamente por la tasa de inflación observada el mes anterior. de Vivienda y Urbanización, institución regional ejecutora de las políticas, planes y programas del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. 20 Servicio 140 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus al MPL ser EGIS y empresa constructora a la vez, recurren a la EGIS del MPST: «¿y nosotros dijimos ‘‘ya po, si no hay ni un problema’’, era mucho más fácil cambiar la EGIS que cambiar la constructora» (Oliva, ). El proyecto está ubicado en Peñalolén Alto, en un terreno de 6.000 m2 adquirido a Iván Arrieta, nieto del latifundista de Peñalolén José Arrieta. Contempla 120 departamentos de 57 m2 e incluye equipamiento comunitario y estacionamientos. La EGIS VYS y la constructora Francisco León ejecutarían finalmente el proyecto y la entrega se estimaría para finales de 2011. Figura 1: Proyecto MPL 2 en calle Las Parcelas, Peñalolén. Fotografía: María José Castillo. Los demás proyectos serán ejecutados por la EaGIS MPL y la constructora Emepeele. El «MPL 1», en Lo Hermida, es un proyecto de bloques de 32 departamentos de 61 m2 , en un terreno de 1.739 m2 . Tiene permiso de edificación, cuenta con la aprobación del Servicio de Vivienda y Educación (Serviu) y ya tiene asignados los fondos para comenzar la construcción. Para la ejecución, la constructora Emepeele firma un acuerdo con la empresa constructora ECOMET, que no sólo le dará respaldo administrativo y financiero, sino también les dará formación a sus trabajadores. Los proyectos MPL 3, 4 y 6 se ubican en Peñalolén Alto. El proyecto «MPL 3» tiene 32 departamentos de 58 m2 , además de estacionamientos y una sede social, en un terreno de 2.400 m2 ; el «MPL 4», con un terreno de 1.980 m2 , consiste en 28 viviendas unifamiliares de 55 m2 con posibilidad de ampliación; por último, el «MPL 6» tiene 14 viviendas unifamiliares de 55 m2 en un terreno de 1.031 m2 . Todos los terrenos cuentan con promesa de compraventa y están ingresados al Serviu. El proyecto APST-LP El MPST comienza el desarrollo del proyecto APST–LP (La Pintana) para 136 familias, además de otros anteproyectos para las familias que se van sumando al movimiento. Para cada uno de ellos, el trabajo se organiza en dos reuniones semanales con la directiva oficial y los delegados, elegidos por cada 15 ó 17 familias. Estos consejos de delegados se reúnen luego con las familias en asambleas. Pese a las iniciativas que se han desplegado, el único proyecto aprobado y en construcción es el APST –LP en el sector Las Rosas (figura 2). El Comité de Allegados Pobladores sin Techo (APST) consigue comprar tres parcelas de entre 5.000 m2 y 7.000 m2 que suman 17.790 m2 . En ellas construyen 136 viviendas y una sede social. El comité contrata a la EGIS Fundación de Viviendas Hábitat para la Humanidad (HPH) Chile y le solicita al arquitecto que diseñe casas traslapadas, esto es, viviendas unifamiliares de dos pisos, pareadas, en las que parte del segundo nivel de una vivienda se superpone sobre el primer nivel de otra unidad. De este modo se puede optar al subsidio de vivienda en altura. La vimos una vez, una casa traslapada (muestra con sus manos), para postular al subsidio de ampliación como si fuese un departamento, eso se puede [hacer] y te permite optar a algo mejor, es como hacer una trampita en la vida. La EGIS licitó y envió un arquitecto, y más o menos a partir de la idea que teníamos nosotros nos hizo 13 distintas opciones. Escogimos una, la que más se acercaba a lo que nosotros decíamos y al presupuesto. Sandra Oliva Producción y gestión habitacional de los pobladores. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile María José Castillo Couve 141 Figura 2: Proyecto APST-LP en la calle Miguel Ángel, La Pintana. Fotografía: María José Castillo. Este subterfugio es considerado por los pobladores un avance para la calidad de las viviendas: «hoy día está el caso de los departamentos o de las casas traslapadas, que es lo mismo, que es el primer proyecto en Chile y son casas de 56 m2 porque agarramos el subsidio de ampliación, o sea tú las traslapabas. . . son procesos de avance» (Parada). Tras subsanar varias trabas burocráticas —vía negociación y vía movilización— para la aprobación del proyecto y la escrituración de los terrenos, el Serviu asigna la construcción del conjunto habitacional APST–LP a la constructora Jorge Gutiérrez e Hijo, que tiene fecha de término a fines de 2011. En la actualidad, el Movimiento Pueblo sin Techo se encuentra elaborando un proyecto piloto de autogestión, también en el sector de Las Rosas, con la intención de demostrar que tiene la capacidad de manejar el ciclo completo de producción autogestionada, incluyendo el diseño de proyectos y la construcción. Obstáculos en el municipio y en el Serviu Durante la ejecución de los proyectos, las EaGIS se encuentran con trabas en el municipio y en el Serviu. Los servicios mínimos que debe prestar el municipio para el desarrollo de proyectos habitacionales subsidiados son la elaboración de la Ficha de Protección Social y la entrega del permiso de edificación. Como ocurre en todas las comunas, los dirigentes reclaman por la lentitud del municipio en la elaboración de las fichas y la entrega de los permisos, y concluyen que la única forma de avanzar es ejerciendo presión. En cuanto al Serviu, responsable de visar los proyectos y entregar los recursos, los problemas principales se refieren al proceso de compra de los terrenos, a los requerimientos relativos al proyecto y a los profesionales que intervienen. Para solucionar estos problemas, los movimientos optan por diversos métodos, desde una mesa técnica y una mesa negociadora, hasta movilizaciones y tomas del Ministerio. Es importante señalar que los dirigentes, al igual que los gestores vecinales, no se sienten respetados por los profesionales del Serviu, que los desconsideran respecto a la entrega de información, a los compromisos adquiridos y a los plazos acordados. Muchos de los avances dependen sólo de la buena voluntad del funcionario que decide sobre la aprobación. Asistencia técnica: nos gustaría tener un equipo de profesionales permanente Un gran desafío de la modalidad de autogestión es contar con recursos para financiar el trabajo profesional. En el modelo de asistencia técnica privada, las EGIS pagan honorarios profesionales con lo que reciben del Serviu cuando los proyectos están terminados, mientras que el MPL sólo cuenta con el compromiso de estos profesionales, muchas veces estudiantes o recién titulados: «es un trabajo que no es remunerado, pero tampoco es un trabajo voluntario, es un trabajo de compromiso político. Entonces, esa plata que está destinada a pagar tal vez los honorarios de un arquitecto, de un geógrafo, de un asistente social, se reducen a un sueldo que podríamos llamar simbólico, destinado a pagar el transporte, la locomoción, cualquier otro [gasto], alimento» (Morales). 142 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Como los procesos son largos y plagados de obstáculos, hay mucha rotación de profesionales y por lo tanto es muy difícil dar continuidad a los proyectos: «a nosotros nos gustaría tener un equipo de profesionales permanentes; si los compañeros se incorporan de forma voluntaria, lo hacen por plazos cortos, que no completan el ciclo del proyecto, y es traumático para un proyecto dejar de contar con el profesional, de la albañilería o de la arquitectura. Por eso el desafío siempre es lograr un marco de autogestión completo, la autogestión para un movimiento popular supone que los pobladores administren la billetera, y que con esa plata pueda mantenerse una red de profesionales» (Guanca, 2010, )21 . El problema de la vivienda es un problema de acceso al suelo Con respecto a la forma de conseguir terrenos, la modalidad es la misma que utilizan los gestores vecinales: los pobladores integrantes de los proyectos de vivienda buscan terrenos en la comuna y negocian el precio con los propietarios. «Lo que hacen [los pobladores] es buscar los terrenos, después conversan con el dueño y negocian los precios, por tanto existe una relación de los pobladores no sólo como buscadores sino como negociadores. Existe un rol activo por parte de los pobladores en lo que es la búsqueda de suelo dentro de Peñalolén» (Daniela Reyes)22 . Al final los dirigentes llegan a un acuerdo de compraventa y proponen al Serviu la adquisición del terreno con fondos del subsidio de localización. Pero el subsidio de localización conlleva un efecto perverso: los precios del suelo aumentan debido a su aplicación. Aunque inicialmente este subsidio complementario, conseguido por los pobladores, les permite acordar la compra de ciertos terrenos, a corto plazo los valores se han incrementado hasta tal punto que la adquisición de nuevos paños se ha vuelto inviable. Este problema coincide con la elaboración de los Planes Reguladores Comunales (PRC) de La Pintana y de Peñalolén, lo que agudiza la disputa sobre la reserva de suelo para los hijos de los habitantes de estas comunas, organizados en Comités de Allegados Sin Casa. Una de las cosas que quedan más claras a raíz de esta experiencia es que el problema de vivienda es, en definitiva, un problema de acceso al suelo. Y la lucha por la vivienda, por consiguiente, es una lucha por la inclusión en la ciudad, e incluso una lucha por la no expulsión de ella. Lautaro Guanca, 2010 En el caso de La Pintana, la Municipalidad se opone a la construcción de más vivienda social en la comuna (La Pintana, 2008). Para conseguir la aprobación del proyecto APST–LP, el MPST debe recurrir a la negociación y a la presión con los dos organismos que intervienen en el estudio del plan: la Municipalidad y la Secretaría Regional Ministerial de Vivienda y Urbanismo (Seremi Minvu). Nosotros peleamos un montón con la Municipalidad para que nos dejara construir. En la Seremi nos dijeron que no habría problema hasta que ellos [municipio] presentasen ese estudio. Entonces nosotros alcanzamos, digamos, a construir, pero el tema no era si nosotros alcanzábamos a construir, sino si toda esa zona quedaría cerrada a la posibilidad de vivienda para el futuro. Sandra Oliva La certeza de que no habrá más sitio para los allegados es el motivo por el cual los comités de La Pintana apoyan la modificación del Plan Regulador Metropolitano de Santiago en 2011, que propone incorporar 10.000 hectáreas de zonas urbanizables al área urbana, a pesar de que es improbable que allí se construya vivienda social. Según la Municipalidad de Peñalolén, la oferta de suelo es insuficiente para la demanda habitacional proyectada, por lo tanto el nuevo plan propone un uso más intensivo del suelo (Peñalolén, 2009). Muchos comités de allegados participan en la discusión del estudio y coinciden en solicitar la reserva de terrenos para vivienda social. El MPL aprovecha la oportunidad para plantear una Propuesta de Plan Regulador de los Pobladores de Peñalolén, que considera conservar el patrimonio arquitectónico y cultural de las poblaciones y evitar la especulación inmobiliaria, así como limitar la construcción de viviendas exclusivas y de barrios privados que aumentan la desigualdad en la comuna y construir viviendas en el parque de Peñalolén, sitio de la anterior toma, donde todavía viven 400 familias (CECU & MPL, 2009). Durante la aprobación del PRC, bajo la consigna «¡No a la gentrificación de la comuna, no a la expulsión de los pobres, no al Plan Regulador de Orrego!» (MPL, 2011), los pobladores presionan al alcalde para someter la aprobación del PRC a plebiscito, hecho inédito en Chile. 21 Entrevista 22 Entrevista realizada por alumnos de la Universidad Andrés Bello (UNAB) en 2010. realizada por la autora en 2009. Producción y gestión habitacional de los pobladores. La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile María José Castillo Couve 143 Transformación de la institucionalidad política En estos cinco años de existencia de los movimientos de autogestión, el trabajo de formación y educación popular, de apertura de espacios de representación política y de articulación en redes nacionales e internacionales obtiene resultados relevantes en la elaboración de planes reguladores, en la formulación de programas habitacionales y en la implementación de prácticas de ayuda mutua y cooperativismo, como veremos a continuación. Educación popular En el Primer Congreso de Pobladores del MPL de 2008, se crea la Corporación Educacional Poblar con el fin de avanzar en los aspectos de formación y educación popular. En 2010, en Poblar se forma la Unidad de Pensamiento Poblacional, un espacio de reflexión sobre las condiciones de vida de los pobladores y de sistematización de experiencias de los movimientos sociales, que busca producir saber desde abajo. A fines del mismo año, se realiza la primera versión del Diplomado de Especialización Movimientos Sociales Latinoamericanos y Autogestión Comunitaria, que ya va por su segunda edición, y en 2011 se edita el libro Siete y Cuatro: El retorno de los pobladores para compartir la construcción del movimiento y las experiencias de militantes y dirigentes en sus cuatro años de autogestión y autogobierno (MPL, 2011). Creación de instrumentos políticos También en el Congreso de 2008, el MPL toma la decisión de participar en las elecciones municipales de Peñalolén para conseguir una representación de las familias que luchan por una vivienda digna en el gobierno local. El dirigente Lautaro Guanca, de 26 años, es elegido concejal de Peñalolén. La idea del MPL es ir formando dirigentes que puedan representar a los pobladores en el gobierno local, concebido como «estructura del Estado a nivel de base con un contacto directo con la población» para poder producir cambios reales desde abajo en materias de derechos básicos como educación, salud, vivienda, transporte y empleo, administrando parte de los recursos del gobierno local (El Quinto, 2011). El hecho de que un dirigente del MPL sea concejal de Peñalolén les facilita a los pobladores la discusión sobre el PRC. En 2009, las organizaciones hermanas, como el MPL, el MPST y la Agrupación Nacional de Deudores Habitacionales Chile a Luchar (ANDHA)23 , presentan sus candidatos a las elecciones parlamentarias, pero estos no son electos. Se va formando un nuevo movimiento político con dirigentes de estos movimientos, del que surge el partido político Igualdad, constituido en noviembre de 2009 y presidido por Lautaro Guanca. Articulación en redes nacionales En forma paralela, estas y otras organizaciones deciden articularse para emprender en conjunto sus proyectos. El MPL, el MPST y la ANDHA coinciden en constituir una plataforma nacional de pobladores. La decisión se adelanta, tras el devastador terremoto y posterior maremoto que asolaron Chile el 27 de febrero de 2010 se establece como primera prioridad la reconstrucción habitacional, y enseguida se crea la Federación Nacional de Pobladores (Fenapo). En la agrupación participan movimientos de allegados, deudores habitacionales, organizaciones de campamentos y familias damnificadas. El alcance de esta agrupación se extiende desde la Región Metropolitana hacia otras regiones del país (MPL, 2011). Durante 2010, la Federación coordina una campaña de apoyo a los damnificados y realiza acciones de presión para lograr avances en los proyectos de sus movimientos en Santiago —en particular del MPL y el MPST. Tras el anuncio del gobierno de Piñera de un cambio a la política habitacional a finales de 2010, la Fenapo realiza manifestaciones y entrega propuestas a las autoridades, quienes se comprometen a frenar la modificación concerniente a la vivienda para sectores más vulnerables. Estas acciones permiten que el Minvu reconozca a la Fenapo como una interlocutora representativa de los pobladores, y que ésta negocie con el Ministerio y el Serviu la incorporación de mecanismos para normar la autogestión de vivienda en el diseño del nuevo programa que regulará el FSV. Articulación en redes internacionales La colaboración con ONG y universidades y el trabajo en red con otras organizaciones nacionales le permiten a la Fenapo establecer contacto y realizar encuentros con movimientos latinoamericanos que promueven la ayuda mutua y el cooperativismo, como la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM), el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) de Argentina, 23 Fracción de la Agrupación Nacional de Deudores Habitacionales creada en 2004. 144 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus y la União Nacional por Moradia Popular (UNMP) de Brasil. Estas organizaciones pertenecen a la Secretaría Latinoamericana de Vivienda Popular (SELVIP) —red de organizaciones de base de vivienda popular, fundada en São Paulo en 1991—, a la que se incorpora la Fenapo en 2010, representando a Chile junto a otra organización, la Red Hábitat Popular Chile. Conclusiones Desde 2006, los movimientos de autogestión pasan de reivindicar el acceso al suelo mediante tomas de terreno a discutir sobre los instrumentos de planificación territorial y proponerle al Ministerio la creación de un banco de suelo de propiedad del Estado destinado a reservar terrenos a los allegados. La autogestión de los pobladores ha demostrado contar con todas las competencias técnicas necesarias para construir y mejorar su propio hábitat. Sin embargo, hasta ahora los organismos públicos no la han reconocido lo suficiente y los movimientos de autogestión se han encontrado con obstáculos similares a aquellos que han debido enfrentar los gestores vecinales para implementar proyectos de vivienda cuyo desarrollo tarda más de cinco años. Pero los mecanismos de presión ejercidos por estas organizaciones les han permitido negociar con el Estado para introducir procedimientos de autogestión en el programa de vivienda popular. Los proyectos en construcción del MPL y el MPST tienen una mejor localización y un estándar superior a otros proyectos financiados con el mismo programa FSV. Sin embargo, como hasta la fecha las EaGIS no han logrado completar el ciclo completo de un proyecto autogestionado, es todavía muy pronto para extraer lecciones, particularmente sobre la apuesta por una mejor inversión de los recursos que se destinan a la asistencia técnica de las EGIS y a los márgenes de las empresas constructoras. La experiencia en Peñalolén y el trabajo en red con otros movimientos latinoamericanos de amplia trayectoria y resultados reconocidos —como la FUCVAM, constituida en 1970, y el MOI, creado a principios de los 90—, le permiten al MPL comenzar una nueva operación tras el terremoto de 2010. Este nuevo proyecto, la Red de Inmuebles Recuperados por Autogestión (IRA), consiste en la ocupación de casonas de propiedad del Estado ubicadas en el casco central de Santiago, para que mediante la autogestión y el cooperativismo no haya «ni gente sin casa ni casas sin gente». Referencias bibliográficas Ahumada, Ricardo 2009 «Logros y desafíos de vivienda en los últimos cuatro años» La Nación, Santiago, 29 de diciembre. Disponible en http://www.lanacion.cl/logros-y-desafios-devivienda-en-los-ultimos-cuatro-anos/noticias/2009-12-29/020437.html. APST-Chile 2006 «Una Crítica a la política habitacional neoliberal» La voz de l@s sin techo, Agrupación de Pobladoras y Pobladores Sin Techo de Chile, 4 de septiembre. Disponible en http://apstchile.blogspot.com/2006/09/una-crtica-la-poltica-habitacional.html. Centro de Estudios Críticos Urbanos (CECU) y Movimiento de los Pobladores en Lucha (MPL) 2009 «Propuesta de Plan regulador de los pobladores de Peñalolén. 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La autogestión de vivienda en Peñalolén y La Pintana, Santiago de Chile María José Castillo Couve 145 Ilustre Municipalidad de Peñalolén 2009 Actualización Plan Regulador Comunal de Peñalolén. Resumen Ejecutivo. Mathivet, Charlotte y Pulgar, Claudio 2011 ‘‘El Movimiento de Pobladores en Lucha’’ en Sugranyes, Ana y Matthivet, Charlotte (ed.) Ciudades para tod@s. Por el derecho a la ciudad, propuestas y experiencias, Santiago: Habitat International Coalition (HIC), pág. 211–222. Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) 2004 Un siglo de políticas en vivienda y barrio. Santiago de Chile: Ditec. Movimiento de los Pobladores en Lucha 2011 Siete y cuatro. El retorno de los pobladores. Santiago: Quimantú. Secretaría Metropolitana de Vivienda y Urbanismo (SEREMI MINVU RM.) 2008 Memoria Explicativa Estudio Actualización Plan Regulador Comunal de La Pintana. Ilustre Municipalidad de La Pintana. Vega, María Eliana 2011 «Henry Renna: «Pensamos que las ciudades se pueden producir de modo distinto»» Tribuna del Bío-Bío (diario digital), Concepción, 7 de febrero 7. Disponible en http://www.tribunadelbiobio.cl/portal/index.php?option=com_content&task=view&id= 4263&Itemid=89. Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires1 Mariano Scheinsohn Cecilia Cabrera2 Madrid (España), 21 de octubre de 2011. Resumen: En la Ciudad de Buenos Aires, durante los últimos años, se han agudizado los conflictos sociales en torno a la problemática de la vivienda, adquiriendo mayor notoriedad y visibilidad pública. Existen múltiples razones del aumento de las tensiones sociales en torno a las condiciones y accesibilidad de un hábitat urbano adecuado para los sectores sociales más vulnerables. Entre ellas se encuentra sin duda la casi inexistente producción de vivienda de interés social por parte del Estado Local (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires). En este contexto, durante la última década han emergido una serie de iniciativas de producción de hábitat urbano llevadas a cabo por organizaciones sociales y movimientos sociopolíticos. Algunas de estas iniciativas tuvieron importantes niveles de autonomía respecto del Estado y en ciertos casos presentaron modalidades novedosas de actuación. El conjunto de viviendas que habitualmente se denomina como Proyecto Monteagudo, realizado en la Ciudad de Buenos Aires en el año 2007, es un claro ejemplo de este tipo de iniciativas. Este emprendimiento realizado por el Movimiento de Tierra y Liberación (MTL) —organización social y política que se engloba dentro de lo que en Argentina se denomina como movimiento piquetero— se desarrolló con gran autonomía tanto en su diseño y operación como en su gestión, constituyéndose en un tipo de caso impulsado ‘‘desde abajo hacia arriba’’ en donde el Estado, más allá de presentar relativas dificultades administrativas y políticas, terminó adquiriendo un rol de facilitador del proceso. Como hipótesis central de este trabajo sostenemos que la autonomía del proyecto estuvo sustentada fundamentalmente por el fuerte perfil y accionar político del movimiento social que lo llevó adelante. Nuestra propuesta pretende entonces analizar la manera en que ha evolucionado el proyecto a lo largo de los últimos cuatro años, desde la perspectiva del desarrollo a escala humana[?], caracterizando los diversos satisfactores sinérgicos[?] desarrollados y en qué medida se han promovido relaciones de autodependencia tanto entre los integrantes del movimiento social —que habitan el conjunto—, como con el entorno barrial y sus vecinos. Palabras clave: Movimiento Piquetero; Hábitat popular; Desarrollo a Escala Humana; Autodependencia. Introducción 147 El Movimiento Territorial de Liberación como constructor 149 El conjunto de viviendas Monteagudo: un proyecto sinérgico 151 El Proyecto Monteagudo cuatro años después: su evolución. 156 Consideraciones finales 161 Referencias bibliográficas 161 Introducción El presente artículo expone algunos de los principales resultados de una investigación sobre el Conjunto Monteagudo realizada en el Instituto Superior de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Dicha indagación se desarrolló fundamentalmente a 2 Instituto Superior de Urbanismo, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. 1 Este artículo pertenece a una serie de ponencias impartidas entre los días 20 y 22 de octubre de 2011 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en el marco de la XII N-AERUS Conference 2011. 147 148 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus partir de información primaria y secundaria. Se llevaron a cabo una serie de entrevistas abiertas semiestructuradas tanto con miembros y dirigentes del Movimiento Territorial de Liberación (MTL) como con funcionarios públicos, vecinos y antiguos residentes del barrio. Estas entrevistas se desarrollaron en dos fases principales: la primera transcurrió entre los años 2006 y 2007 durante la construcción y finalización de la obra y la segunda entre 2010 y 2011 con el proyecto ya consolidado y los residentes con una permanencia de casi cuatro años. El análisis del Proyecto Monteagudo está estructurado en tres partes principales, una introducción al contexto general de actuación del MTL y las consideraciones finales respecto de las conclusiones del análisis y corroboración de hipótesis. En la primera parte se analizan básicamente las circunstancias sociales, políticas e institucionales en las que el MTL asume su rol activo en la construcción y producción de hábitat popular. En la segunda se examinan las características tanto físicas, de diseño, como sociales, políticas y culturales del proyecto y del proceso de su construcción y en qué medida configura un tipo particular de modalidad sinérgica en la producción de hábitat popular. Finalmente, en la tercera parte se evalúa la evolución del proyecto a cuatro años de su finalización y ocupación por parte de los miembros del movimiento, tomando en consideración su sustentabilidad social y la integración con el entorno barrial. Contexto General En Argentina, hasta fines de la década de 1970, la principal política de vivienda social —llevada a cabo a través del Fondo Nacional de Vivienda (FONAVI)3 — era desarrollada por el Estado como productor mediante la exclusiva actuación de, por un lado, las empresas constructoras como realizadoras de las obras, y, por el otro, los sectores populares como meros destinatarios de las mismas. A partir del desfinanciamiento y desarticulación de las políticas de ‘semi-bienestar’ —como producto de la crisis del Estado— a finales de los ochenta, y sobre todo durante los años noventa, y a través de políticas sociales focalizadas financiadas por los Organismos Multilaterales, se transformó el rol del Estado, convirtiéndose en un mediador entre las empresas constructoras y un conjunto diverso de ONGs, asociaciones profesionales y organizaciones sociales cuya actuación podía implicar un abanico más amplio de operaciones que las que se venían realizando hasta ese momento (infraestructura, mejoramiento, regulación dominial, etc.). Durante este periodo, la producción de hábitat popular estuvo relacionada también con la proliferación de procesos de autoconstrucción (tanto espontáneos como planificados) y, en menor medida, con la aplicación de políticas sociales focalizadas, habitualmente financiadas por organismos internacionales y por el Estado. Este tipo de accionar, si bien se planteaba como una alternativa menos centralizada y más participativa que las anteriores, resultó poco eficaz para sostener y atenuar la pérdida generalizada de la calidad de vida de la población más vulnerable frente al desmantelamiento de las políticas sociales universales y la reorientación funcional del Estado hacia la aplicación de políticas de ajuste estructural y promoción de los procesos de globalización. Durante dicho período, especialmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires, las condiciones habitacionales de los sectores sociales más vulnerables no sólo no mejoraron sino que se deterioraron en un contexto de empobrecimiento generalizado4. Entre los principales protagonistas que emergieron en la producción social del hábitat durante la década de 1990 destacaron las ONGs, cooperativas y asociaciones de base, cuyas operatorias fueron evolucionando conforme se modificaban las circunstancias generales. A partir de la crisis del año 2002, en el marco de un profundo deterioro de las instituciones públicas, una deslegitimación de los partidos políticos y el surgimiento y consolidación de nuevos actores sociales, comienzan a evidenciarse algunos cambios relevantes en los procesos de producción de hábitat popular. Asimismo, a partir del año 2003, y con mayor fuerza desde 2005 en adelante, se redinamiza el mercado de la construcción, constituyéndose como uno de los principales motores de la reactivación económica5 . El 3 El Fondo Nacional de Vivienda fue creado en 1972 como un fondo continuo de financiamiento para la construcción masiva de vivienda social nueva. A partir de un esquema centralizado de gestión —llevado a cabo por la Secretaría de Vivienda y Urbanismo de la Nación— dictaba reglamentaciones, definía programas y criterios generales de selección de beneficiarios. Los organismos provinciales quedaban a cargo de la ejecución. Sobre la evolución del FONAVI en las últimas décadas ver Cuenya (2005). 4 Según datos del Censo Nacional 2010, en todas las villas miseria de la ciudad se censaron 163.587 personas. Eso significa más del triple de habitantes respecto al censo de 1991 (52.608) y casi cinco veces más en relación al censo de 1980. http://www.censo2010.indec.gov.ar/resultadosdefinitivos.asp 5 El total de viviendas en la Ciudad de Buenos Aires según el último censo nacional (2010) es de 1.479.015. En comparación con los datos del anterior censo (1.350.154 en el 2001) en la ciudad el stock de viviendas ha aumentado casi un 10 % en 9 años. http://www.censo2010.indec.gov.ar/resultadosdefinitivos.asp Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 149 Estado entonces se reposiciona (tanto a nivel nacional como local), promoviendo relevantes cambios tanto en las políticas públicas relativas al hábitat como en la configuración de los actores sociales implicados.6 Dentro del proceso de reconstrucción del consenso social y la legitimidad institucional que devino después de la crisis, el Estado comenzó a otorgar un lugar relevante como interlocutores válidos a algunos movimientos sociales que habían cobrado fuerza en dichas circunstancias (fundamentalmente el Movimiento Piquetero y el de Derechos Humanos). En ese escenario, frente a las crecientes demandas habitacionales —como consecuencia del empobrecimiento de amplios sectores sociales— y en un contexto de instituciones públicas más permeables a la participación, surgieron por parte de movimientos sociales organizados diversos proyectos en relación con la producción del hábitat. Este realineamiento de varias organizaciones sociales y políticas (especialmente el Movimiento Piquetero) procuraba aprovechar las distintas posibilidades que ofrecen diversos programas sociales y las posibilidades de financiamiento público de proyectos y micro-emprendimientos. De esta manera cobraron protagonismo aquellos movimientos sociales y políticos que, habiendo alcanzado una importante presencia pública en las luchas y reclamos por los efectos devastadores de las políticas de ajuste y la consecuente crisis, vieron la posibilidad política de comenzar a emprender directamente la producción de vivienda de interés social. Muchas organizaciones del Movimiento Piquetero adoptaron este tipo de orientación en su accionar implicándose tanto en la organización de comedores populares y distintos servicios de asistencia social, como también en micro-emprendimientos productivos, empresas recuperadas y en proyectos de vivienda. Pocas de estas organizaciones se involucraron directamente en la materialización de viviendas más allá de procesos de autoconstrucción. Entre las organizaciones que sí orientaron parte de su accionar hacia este terreno se encuentra el Movimiento Territorial de Liberación (MTL). El Movimiento Territorial de Liberación como constructor Sus orígenes Esta organización piquetera surge a mediados de 2001 a partir de la lucha y resistencia a los masivos desalojos de inmuebles ocupados (ilegalmente por familias con enormes carencias) que sucedían habitualmente en barrios de la zona sur de la ciudad. En sus inicios se organizaban en asambleas, con reuniones periódicas semanales en las que participaban la totalidad de sus miembros. Una integrante del MTL refería que «al principio, nos reuníamos todos en asambleas, pero se hacían interminables, nos íbamos a la madrugada sin haber podido tocar todos los puntos del temario, era agotador. Por eso vimos la necesidad de comenzar a funcionar en áreas de trabajo» (Rauber, 2008:5). De este modo se fueron organizando en comisiones que se formaban en torno a problemáticas clave como vivienda, educación, salud, política, etc. A partir de la experiencia política derivada de sus acciones de resistencia, el MTL fue construyendo su organización tanto en el plano político como en el territorial. Su base territorial cuenta con tres órganos de decisión que se reúnen semanalmente: el Ejecutivo, la Federativa y las coordinadoras de las distintas comisiones. El Ejecutivo lo constituyen lo principales referentes y cuadros políticos con mayor experiencia y la Federativa la constituyen el ejecutivo y los delegados de las distintas zonales territoriales. En definitiva, en su estructuración interna, el MTL, a la vez que desarrolla un modo organizativo participativo y con ciertos componentes asamblearios (asambleas generales convocadas por el Ejecutivo y la Federativa), incorpora también la conformación de una estructura de jerarquías organizativas que le otorgan mayor operatividad y organicidad en su accionar. Resulta destacable el hecho de que este modelo organizativo implica la posibilidad de una contradependencia respecto de las organizaciones políticas y corporativas tradicionales, otorgándoles niveles relativos de autonomía o autodependencia7 , en términos de Max-Neef. Si bien en sus comienzos algunos de los referentes del MTL se encontraban cercanos al Partido Comunista Argentino, posteriormente, con la consolidación de su organización y la consecución de su accionar se fueron distanciando y adquiriendo plena autonomía respecto de cualquier partido político. 6 Diversos trabajos de investigación aluden a los cambios del rol del Estado en ese periodo como un giro ‘re-centralizador’ de las políticas públicas sobre el sector habitacional (Rodríguez et al., 2007). 7 El término ‘‘autodependencia’’ —según Max-Neef (1993:83)— refiere a los procesos autónomos emergentes de una «interdependencia horizontal» que «sin relaciones autoritarias ni condicionamientos unidireccionales es capaz de combinar los objetivos de crecimiento económico con los de justicia social, libertad y desarrollo personal». «Entendida corno un proceso capaz de fomentar la participación en las decisiones, la creatividad social, la autonomía política, la justa distribución de la riqueza y la tolerancia frente a la diversidad de identidades, la autodependencia constituye un elemento decisivo en la articulación de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de lo personal con lo social, de lo micro con lo macro, de la autonomía con la planificación y de la sociedad civil con el Estado». 150 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Como se mencionó anteriormente, este movimiento tuvo su origen en la grave situación generada por los masivos desalojos de familias que ocupaban inmuebles desocupados, por lo tanto la problemática de la vivienda y del hábitat en general era una cuestión central de las preocupaciones y urgencias de la mayor parte de sus miembros. Si al principio las acciones del MTL se basaban en la resistencia frente a los desalojos, estas fueron percibiéndose como limitadas ya que, como señalaba uno de sus miembros, «[. . . ] la resistencia al desalojo puede mantenerse durante un tiempo acotado pero finalmente termina fracasando mientras siga existiendo la propiedad privada [. . . ] por eso había que pensar en alternativas y promover nuevos proyectos»8. En esa línea fueron planteando alternativas a las supuestas ‘soluciones’ que planteaba el Gobierno Local — Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA)—, como por ejemplo el Plan Hotelero, mediante el cual el GCBA alojaba a algunas familias por un tiempo determinado en hoteles-pensión que subvencionaba y que se encontraban en pésimas condiciones físicas y sanitarias, además de resultar muy costosos tanto para las familias como para el Estado9 . Evidentemente, frente a las necesidades que padecía esta población, el programa se constituía, en el mejor de los casos, en un pseudo-satisfactor o, directamente, en un satisfactor destructor, por la degradación ambiental, familiar y sanitaria que implicaba habitar en ese tipo de condiciones. Frente a esta situación, el MTL propone la conformación de casas colectivas gestionadas por la propia organización que con los mismos subsidios que el gobierno pagaba los hoteles, lograba condiciones de vivienda y sanitarias muy superiores. Además, al realizar ellos mismos la gestión, podían participar en la organización y gestión, cimentando pautas de convivencia y solidaridad que reforzaban la cohesión del grupo y la implicancia de sus miembros en el movimiento, configurando satisfactores más sinérgicos. La evolución natural de este accionar les llevó a considerar seriamente la posibilidad de generar y construir vivienda nueva debido tanto a la centralidad que esta problemática tenía para sus miembros como a la experiencia acumulada en la organización y a la creciente capacidad política de demanda e interlocución con el Estado. Precisamente, la construcción de una capacidad política de demanda frente al Estado fue un componente sumamente relevante en la configuración de su accionar independiente y les permitió concebir la posibilidad de diseñar y gestionar un proyecto de vivienda de modo autónomo o —en términos de Max-Neef (1993)— autodependiente respecto de los partidos políticos tradicionales y de los poderes públicos. El Movimiento Territorial de Liberación y el Programa de Autogestión de la Vivienda La dinámica que fue adquiriendo el modo de actuar del MTL fue también correlativa con la mayor permeabilidad del Estado con respecto a las organizaciones sociales y movimientos políticos como consecuencia de la necesidad de construir legitimidad frente a la enorme crisis social. Asimismo, la lucha que se desarrollaba en ese momento por parte de muchas organizaciones sociales para encontrar una alternativa relativamente autónoma y con financiamiento público para la producción de vivienda social, terminó generando (leído por muchas organizaciones como una victoria en su lucha) el Programa de Autogestión de la Vivienda (PAV), dependiente del Instituto de la Vivienda (IVC) del GCBA. Este programa surgió como consecuencia de la promulgación de la Ley 341/00 y de su modificatoria Ley 964/02 que permite otorgar financiamiento tanto a destinatarios individuales como a colectivos organizados bajo la forma de cooperativas. Estas leyes surgieron luego de una fuerte demanda por parte de diversas ONG, organizaciones de base y cooperativas que venían intentando ejecutar numerosos proyectos en relación al hábitat durante la década de los noventa. El objetivo principal del PAV es permitir o facilitar el acceso a la vivienda a la población de escasos recursos (Ley 341). Fundamentalmente, se conforma como un programa de créditos hipotecarios para la edificación de viviendas o bien para la compra y refacción de viviendas deterioradas. Sus destinatarios son individuos o familias «en situación crítica habitacional» y que se encuentren inscritos en organizaciones sociales como cooperativas, mutuales o asociaciones civiles sin fines de lucro. La principal novedad que implica la promulgación de esta ley radica en que permite al Estado otorgar financiamiento público a agrupaciones colectivas como cooperativas de vivienda. En definitiva, se trata de que las organizaciones sociales pueden constituirse como «sujetos de crédito» (Rodríguez et al., 2007:110). Además, promueve cierto carácter autogestionario, en la medida en que el proceso de edificación de las viviendas no necesaria8 Extracto de entrevistas realizadas por los autores a miembros del movimiento durante 2010 y 2011. miembros del MTL comentaban que les cobraban $5 por persona y noche, y que a la semana ese costo alcanzaba a más de $200. A precios de aquel momento implicaba alrededor de 50 euros por semana por un cuarto en pésimas condiciones y con los servicios compartidos. 9 Algunos Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 151 mente es conducido por el IVC, brindando la posibilidad con ello de que sean las propias organizaciones sociales, las que gestionen la operación con el financiamiento y supervisión de dicho organismo. Las organizaciones deben ir asumiendo distintas y variadas responsabilidades, que comprenden desde la búsqueda de los terrenos en donde se construirán las viviendas, hasta la contratación de los profesionales que conformarán su «Equipo Técnico».10 En este contexto surgió como iniciativa propia del MTL la posibilidad de idear un proyecto de viviendas sociales (que se denominó Proyecto Monteagudo) en la medida en que las condiciones políticas y legales les permitían contar con financiamiento público, tanto para la adquisición del terreno como para la construcción de las unidades. Resulta importante señalar que en los relatos de los distintos entrevistados acerca tanto de la concepción del Proyecto de Vivienda como de la intención explícita de los dirigentes del MTL sobre las condiciones en que pretendían llevarlo a cabo, se comprueba que existía un fuerte posicionamiento autónomo que se sustentaba en la capacidad política del movimiento para dialogar y peticionar ante las autoridades públicas y del gobierno local, lo que les permitía erigirse como sujetos capaces de ser destinatarios y garantes directos de financiamiento público. El conjunto de viviendas Monteagudo: un proyecto sinérgico Como se ha señalado, en la evolución de la experiencia de su acción colectiva, el MTL decidió involucrarse como entidad productora de vivienda. En función de los requisitos que imponía el PAV —en el marco de la Ley 341— el movimiento debió constituir una cooperativa de construcción con el fin de ser destinataria del crédito. Desde el momento inicial, la cooperativa llamada Emetele fue considerada por el movimiento como un mero requerimiento burocrático ya que, en definitiva, el eje organizativo estaba conformado por la estructura político-administrativa del movimiento11 . Esta cuestión no resulta menor en función de las características que asumió tanto el proceso de diseño y construcción del conjunto, como la posterior asignación de las viviendas. En este sentido, resulta importante indicar que estos procesos se conformaron como prácticas autodependientes (Max-Neef, 1993) que se fueron consolidando a lo largo del proceso de materialización del proyecto. Si bien el Proyecto de Viviendas Monteagudo I desde lo operativo puede considerarse como ‘‘autogestionado’’ por el movimiento social, no se constituyó en un proceso de autoconstrucción, sino que, desde el inicio, se planteó la realización de una obra a gran escala desde una logística empresarial, aunque bajo una gestión social y una política autónoma. Esta situación no se desenvolvió sin conflictos. Como señala Carlos Chile Huerta (miembro de la Mesa Ejecutiva del MTL): «estábamos en condiciones de comenzar, entonces vinieron del Instituto [de la Vivienda el Gobierno de la Ciudad] a proponer que una empresa constructora iba a realizar la obra. Le dijimos que nosotros mismos, como empresa, íbamos a construir. Nos respondieron que estábamos locos de verdad [. . . ] Eso es imposible. Nos decían que no podíamos abarcar todo lo que supone la construcción de 326 viviendas y diez locales comerciales a la calle. [. . . ] Ese fue el momento de mayor lucha y de muchas presiones. Y así ahora lo estamos haciendo. Esto es de nuestra responsabilidad y les estamos probando que se puede hacer. Y sabemos que en la oficina de compras no pasa nada ‘por debajo de la mesa’[. . . ]12 .». Existió entonces voluntad e intención explícita por parte de los líderes del movimiento de constituir un proceso autodependiente, como lo demuestra el hecho de asumir la posibilidad de llevar a cabo las operaciones de diseño y construcción por su cuenta, sin ningún tipo de experiencia previa y también con la seguridad de que su organización política era la única capaz de otorgar implicación y legitimidad a sus miembros en la consecución de todo el proceso. Los principales referentes de este movimiento sostenían la convicción de que aquella era una oportunidad para demostrar hacia fuera, que con capacidad política de interlocución frente al Estado (para obtener el necesario apoyo financiero y técnico) y con capacidad orgánica de participación de sus miembros, era posible llevar a cabo la construcción de un importante conjunto de viviendas de buena calidad, con una buena localización en la ciudad y con la formación, capacitación e inserción laboral de sus propios recursos humanos. También hacia adentro del movimiento esta era la posibilidad de demostrar a sus 10 «El PAV fue creado formalmente a través de la reglamentación de la Ley 341 en junio de 2003. Dicha ley fue aprobada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en febrero de 2000 y, posteriormente, en diciembre de 2002, fue modificada por otra normativa, la Ley 964. La Ley 341 fue nuevamente reglamentada en octubre de 2006, y el PAV re-denominado como Programa de Autogestión para el Desarrollo del Hábitat Popular». Para una historia más detallada de esta ley ver Thomasz (2008:127-149). 11 La conformación de la cooperativa, la búsqueda y compra del terreno, los estudios de factibilidad arquitectónicos, la presentación de proyectos y planos para la previa aprobación de la municipalidad se llevaron a cabo a partir de 2003. 12 Comentarios recogidos a través de una serie de entrevistas realizadas por los autores durante los años 2007 y 2008 152 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus miembros que con participación, militancia, lucha y organización era posible efectivamente mejorar no sólo su calidad material de vida, sino también sus capacidades laborales, la autoestima pública y propia y, fundamentalmente, la eficacia de actuar colectiva y políticamente. Este era en su conjunto el desafío que explícitamente asumían. Un ejemplo de esta cuestión fue que desde un inicio se consideró que aquellos miembros que iban a participar y trabajar en la construcción tendrían una relación salarial con la cooperativa, y que no necesariamente serían ellos mismos los destinatarios de las viviendas que construirían. Esta fue una decisión relevante, ya que en la mayoría de los casos los integrantes de base del movimiento no tenían ninguna experiencia laboral formal y esta era una oportunidad de desarrollar un aprendizaje que los incorporaría en la ‘‘cultura del trabajo’’ y los constituiría, finalmente, en ‘‘obreros’’ o ‘‘proletarios’’. Es decir, que sería un medio adecuado para disminuir sus niveles de desafiliación. Esta característica se constituyó en uno de lo satisfactores sinérgicos más relevantes de esta experiencia. La cooperativa, en términos formales y específicamente el MTL, se constituyó como empleador de los trabajadores (todos ellos partícipes del movimiento) que trabajaron en la obra. En la actualidad, su plantel laboral está constituido por más de 700 trabajadores. El proponer un régimen de relación salarial a personas que, en el mejor de los casos, hacía mucho tiempo se encontraban desocupadas o quizás nunca habían tenido la experiencia de una relación salarial estable, implicaba todo un desafío. Conjuntamente con la construcción debía incorporarse el proceso de aprendizaje no sólo de las cuestiones técnicas de este tipo de trabajo, sino también de las modalidades habituales que implica una relación laboral estable y rutinaria. En referencia a esta cuestión, el sociólogo que trabajaba en el equipo técnico de apoyo señalaba que para la mayoría de los que se iniciaban en el trabajo participando en el emprendimiento era todo un aprendizaje cumplir con la habitualidad rutinaria del horario de trabajo al que no estaban acostumbrados (como llegar todos los días a un mismo horario y tener un tiempo específico de descanso o almuerzo), así como la utilización de la ropa y de los elementos de seguridad13 . Componentes sinérgicos en el diseño En cuanto a sus características de diseño y materialización, el proyecto se plantea como un desarrollo a gran escala si se considera que abarca un terreno de 18.000 m2 (casi 2 hectáreas) y la construcción de 326 unidades residenciales en 11 edificios de 4 plantas14 , dentro una zona con tejido compacto y consolidado. El Programa de Arquitectura del Conjunto Monteagudo ha incluido, además, un salón de usos múltiples, un conjunto de 10 locales de micro-emprendimientos de comercios/servicios —con el plan de generar más puestos de trabajo para miembros de la organización—, el espacio para una guardería infantil, el funcionamiento de una estación de radio, una plaza pública y una serie de espacios internos abiertos reservados al uso de la comunidad de residentes. Figura 1: Vista del Proyecto Monteagudo recién terminado a fines de 2007 Fuente: los autores 13 Comentarios recogidos a través de una serie de entrevistas realizadas por los autores a diferentes miembros del equipo técnico y profesional de apoyo durante los años 2007 y 2008. 14 152 unidades de un dormitorio, 138 de dos y 36 de tres. Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 153 El mencionado conjunto, además, ha sido estructurado en dos consorcios mutuamente vinculados, correspondientes a cada una de las dos manzanas en que se despliega el proyecto. Una cuestión importante, y que marca una primera diferenciación respecto a ciertas características habituales en otros proyectos de vivienda popular, es su localización dentro de la ciudad. Este emprendimiento no se ubica en un área típica de desarrollo de viviendas populares. Por el contrario, su emplazamiento se localiza en un tradicional barrio de clase media trabajadora —Parque Patricios— ya consolidado desde finales del siglo XIX. En sus inicios era un barrio con predominancia de actividad industrial, pero a partir de la década de 1970 esta actividad se fue reduciendo hasta casi desaparecer, dejando un importante conjunto de talleres, depósitos y edificios industriales abandonados y en desuso. Sin embargo, siempre presentó una característica residencial de clase media baja trabajadora en un tejido de baja densidad, por lo que en las últimas décadas ha habido una importante demanda de residencia por parte de los vecinos vinculada tanto a la falta de renovación del stock residencial como a la escasa existencia de unidades multifamiliares propicias para las nuevas generaciones que pretendían vivir en la zona. Dentro de la estructura urbana de la ciudad, es una zona con buena accesibilidad al área central, donde se localizan importantes equipamientos urbanos. Asimismo, a escala barrial, el emprendimiento se desarrolla a cuatro cuadras de un gran parque de escala de sector urbano y de un nodo comercial y de transporte. Su entorno edilicio inmediato está configurado principalmente por fábricas y depósitos en desuso, o con algún grado de obsolescencia. Esta fue una de las razones que posibilitaron la disponibilidad de una parcela de amplias dimensiones15 . Este emplazamiento no es casual, y se relaciona con la intención explicita del MTL respecto de este proyecto. Como señala uno de los responsables máximos de esta organización (Carlos Chile Huerta): «[. . . ] lo que queremos es que este conjunto no se transforme en un depósito de pobres. Al contrario, la idea nuestra es incorporarlo al barrio, darle mucha vida social. No sólo que accedan a la vivienda, sino ayudar al cambio en un proceso que, por supuesto, [. . . ] está atado a la realidad del país.16 ». Por esta razón buscaron un terreno en un barrio que no fuera típicamente de viviendas de interés social, sino un emplazamiento que permitiera la integración socialmente heterogénea de los futuros residentes del proyecto habitacional con los de un barrio tradicional de la ciudad. En este sentido, el diseño del conjunto consideró esta cuestión, incorporando dentro del mismo la apertura de la calle José C. Paz, que era una demanda histórica de los vecinos del barrio y permite reconstituir y preservar la continuidad de la trama existente, conservando el amanzanamiento (condición indispensable para su integración, al menos física, con el barrio) y mejorando la circulación y accesibilidad de los vecinos al proyecto. Figura 2: Vista de la apertura de la calle José C Paz que da continuidad a la trama urbana. Año 2007. Fuente: los autores 15 Este terreno estaba anteriormente ocupado por una fábrica de pintura abandonada hace más de 20 años atrás y que pertenecía a una de las más importantes corporaciones multinacionales del país (Bunge & Born). El predio fue comprado directamente a la empresa por la cooperativa, gracias a la financiación otorgada por el GCBA. 16 Comentarios recogidos a través de una serie de entrevistas realizadas por los autores durante el año 2007. 154 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Una de las principales intenciones que sostiene el proyecto es que no debe cerrarse al barrio, sino que, al contrario, necesita contener y recrear espacios públicos y comunitarios de integración con el entorno, para, de este modo, intentar evitar la lógica de enclave que habitualmente se produce en los conjuntos de viviendas populares. Tanto en las características ya señaladas de su localización como en la lógica de su emplazamiento dentro del barrio es posible observar nuevamente la intención explicita del MTL de buscar, tanto en el resultado final de este proyecto como en el proceso de su consecución, la producción de satisfactores sinérgicos que permitieran atender la mayor cantidad de necesidades en cada una de sus etapas. El proceso de adjudicación de las viviendas La adjudicación de las unidades de vivienda a las familias fue y es una de las cuestiones más problemáticas e interesantes en el desenvolvimiento de este proyecto. En primer lugar, resulta importante señalar que la participación en la construcción como trabajador no implicaba necesariamente la adjudicación de una unidad, ya que no es un proceso de autoconstrucción sino que los trabajadores se encontraban en relación de dependencia y cobraban un salario de la cooperativa. En definitiva se constituían dos procesos que de algún modo son independientes: el de la construcción y el de la adjudicación. Según han señalado algunos profesionales17 que participaron en el equipo técnico de apoyo, existieron dos indicadores básicos para seleccionar a las familias que serían adjudicatarias, evaluando por una parte el nivel y grado de participación e implicancia militante dentro del movimiento y por otra la capacidad y aptitud para la convivencia de cada familia. Además, el proceso de adjudicación debía realizarse mediante asamblea de todos sus miembros (3.500 familias). Según señalaron algunos de los miembros del MTL la asamblea en donde se definieron las familias que iban a ser adjudicatarias de las viviendas fue el momento más difícil para la organización, debido a que éstas sólo alcanzaban al 10 % del total de sus miembros y resultó difícil la aceptación colectiva de estas decisiones. Asimismo, en función de condicionantes vinculados con las características de financiamiento otorgado por el Instituto de la Vivienda, se decidió que las unidades debían ser adjudicadas en propiedad individual a cada familia18 . En definitiva, el proceso efectivo de adjudicación debió considerar una multiplicidad de criterios: la calidad de militancia política; la estructura familiar; la aptitud para la convivencia, el grado de necesidad; y la capacidad de asumir los costos a que resultan obligados los adjudicatarios ante el Instituto de la Vivienda durante 30 años, que no han de superar una incidencia del 20 % sobre el ingreso de los hogares. En su momento, cuando se terminaron las viviendas y estaban listas para ser adjudicadas (fines de 2007 y principios de 2008) se calculaba que el ingreso promedio entre los adjudicatarios se debía ubicar entre $1 .200 y $2.000 por grupo familiar19 . En definitiva es posible señalar que el proceso de adjudicación presenta un mix de lógicas complejas porque, por un lado, asume el condicionante de la adjudicación en propiedad a cada familia con la consecuente responsabilidad de la deuda a cada unidad doméstica, pero a su vez el MTL asume la responsabilidad política y social de generar las condiciones de sustentabilidad a largo plazo del proyecto, a partir de la selección de sus beneficiarios con criterios políticos y sociales. De algún modo, el movimiento social se establece como una mediación ‘‘política’’20 entre las familias y el Estado y por lo tanto otorga un marco ‘‘normativo’’ y de control social en relación con el proceso de incorporación de las familias al conjunto. Esta cuestión corrobora la hipótesis señalada respecto de que el fuerte perfil y carácter político de la organización le permite autonomizar y autogestionar el proceso de adjudicación de las viviendas a partir de su metodología sui generis. La Integración con el Barrio El proceso de construcción del conjunto y su impacto en el barrio es quizás una de las cuestiones más interesantes en el análisis del Proyecto Monteagudo. El barrio de Parque Patricios donde se localiza es un barrio tradicional de Buenos Aires con una fuerte identidad y con «mucha historia» —como señaló uno de los ‘recién llegados’ miembros del MTL—, pero que presenta importantes signos de obsolescencia y degradación en su stock físico y cuenta con una muy 17 Según lo expresado por el sociólogo involucrado en la evaluación ambiental de las familias candidatas a la adjudicación en una entrevista realizada por los autores. 18 Según lo establecido por la Ley 964/02 modificatoria de la Ley 341/00. 19 Estos montos resultan importantes si se tiene en cuenta que para el segundo semestre de 2006 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos estableció que un hogar tipo (2 adultos y 2 o 3 niños) es considerado pobre si percibe un ingreso igual o inferior a $978 (Línea de Pobreza). http://www.indec.gov.ar/ 20 En términos amplios, entendida como mediación a partir de estructuras de poder y de capacidades de interlocución con el Estado. Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 155 baja densidad de habitación (algunos vecinos del entorno señalaban que a veces en una cuadra vivían únicamente dos o tres familias). A partir de una serie de entrevistas realizadas en los años 2007 y 2011 a vecinos y comerciantes del entorno inmediato del proyecto se pudo constatar que la percepción entre los vecinos que habitan el barrio desde hace varios años es que el emprendimiento tuvo importantes transformaciones desde sus inicios hasta la actualidad. Apenas se enteraron de que en las antiguas instalaciones de la fábrica de pinturas de Bunge y Born se iba a desarrollar un conjunto de viviendas para un grupo ‘‘piquetero’’ la mayoría de los vecinos reaccionaron con un fuerte rechazo. En este sentido, desde sus comienzos la situación reflejaba de un modo más o menos típico la clásica conflictividad entre establecidos y marginados 21 en relación con el asentamiento residencial de un nuevo grupo social al cual se consideraba ajeno al barrio y que también —a nivel social— representaba emblemáticamente el estigma marginal de los parias urbanos de Buenos Aires: el Movimiento Piquetero. Lo llamativo de este caso es que a medida que comenzaron a avanzar en las obras y se fue consolidando el conjunto, la percepción de una parte de los vecinos comenzó a cambiar. Como señaló una de las vecinas que vive enfrente del emprendimiento: «Es un aporte bueno al barrio, lo levantó, le da más vida, aunque depende de la gente que venga a vivir». «El conjunto es lindo, —las casas cercanas son más antiguas—, hace tiempo que no había nuevas construcciones en este barrio»22. De algún modo, el hecho de que el programa arquitectónico haya considerado la apertura de una calle que reconfigura la manzana de forma coherente con el entorno y que se construya equipamiento comunitario abierto al barrio en general (como la plaza en la esquina de Monteagudo y José C. Paz, el jardín maternal y la sala de atención médica) son elementos que los vecinos señalaron como importantes en la valoración positiva del conjunto en relación con su impacto en la dinámica del barrio. Asimismo, algunos de ellos valoran el hecho de que hayan arreglado las veredas y de que haya sido recuperado y refuncionalizado el edificio industrial antiguo, que se relaciona con la identidad barrial de Parque Patricios. De alguna manera, la dinámica que adquirió el proceso de construcción e implantación de este proyecto logró, al menos parcialmente, revertir cierta percepción estigmatizante que los vecinos tenían respecto del grupo social que estaba llevando a cabo la obra. En general, se percibe que el MTL, al constituirse en un actor político relevante, pudo desplegar mayores niveles relativos de poder en la concreción del proyecto, cuestión que algunos vecinos valoran de un modo relativamente negativo, especialmente debido a la mayor capacidad de interlocución que este movimiento tiene con el Estado, en detrimento de los vecinos más antiguos. Sin embargo, resulta también valorado positivamente, en tanto y en cuanto este proyecto impulsó la realización de obras ampliamente demandas durante años por los vecinos. «Abrieron la calle que nosotros solicitamos muchas veces y eso integra el barrio». «Ellos pudieron lo que no pudieron otros, por ejemplo, la apertura de la calle, nosotros hacía años que la estábamos pidiendo». «Mejoraron las veredas del frente y el espacio público en general». «Ahora tenemos una placita acá»23 . En definitiva, salvada parcialmente la desconfianza inicial, al menos por una parte de los vecinos, el MTL es percibido como una mediación política organizada, no sólo entre los nuevos residentes y el Estado, sino también con respecto a los propios vecinos del entorno. En este sentido no resulta irrelevante la vigilancia que alrededor del conjunto realizan permanentemente miembros del movimiento, poniendo de manifiesto una organización y ‘‘contención’’ de los ‘‘nuevos vecinos’’ que es valorada positivamente por los antiguos residentes. Como señala uno de los trabajadores de la obra, miembro del MTL: «Antes nos veían como negros, feos y chorros [ladrones], ahora seguimos siendo negros y feos, pero nos ven como trabajadores.» (Rauber, 2008:9). También resulta interesante observar que la expectativa que manifiestan los vecinos en relación con la dinámica futura del barrio es altamente optimista. Varios de ellos indicaron que el barrio ‘‘iba a mejorar’’. 21 Siguiendo el modelo de figuración de establecidos y marginados elaborado por Norbert Elías, donde señala que la «sola antigüedad de residencia en dicho lugar, con todo lo que esto encierra, es capaz de generar un grado de cohesión grupal, identificación colectiva y mancomunidad de normas, aptos para inducir en unas personas la gratificante euforia ligada con la conciencia de pertenecer a un grupo superior y el concomitante desprecio para otros grupos. [. . . ] Así, la exclusión y la estigmatización de los marginados resultan ser armas poderosas que son empleadas por los establecidos para conservar su identidad, para reafirmar su superioridad, para mantener a otros firmemente en su sitio» (Elías, 1998:85). 22 Comentarios recogidos a través de una serie de entrevistas realizadas por los autores durante el año 2007. 23 Comentarios recogidos a través de una serie de entrevistas realizadas por los autores durante el año 2007 y 2011. 156 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus «Capaz que en un futuro termina siendo otro ‘Palermo’24 , porque Palermo era también así de casas y depósitos». Evidentemente el efecto de la consecución de satisfactores sinérgicos —ya señalados— en la producción, diseño y emplazamiento del conjunto de viviendas permitió construir también una relación más permeable con el entorno evitando que el proyecto se encierre en sí mismo. Esta característica ha permitido que tanto el proyecto como sus habitantes conformen una relación más integrada con el barrio circundante que, sin anular las distancias sociales, permite la convivencia y la heterogeneidad social enriqueciendo (sinérgicamente) el entramado social del barrio. Finalmente, es importante resaltar que este emprendimiento se encuentra enmarcado dentro de un movimiento social organizado políticamente que presenta importantes capacidades de interlocución con el Estado, lo que por un lado otorga mediaciones que funcionan como garantías de control y orden social pero por el otro establece asimetrías de poder y presencia pública en relación con los vecinos antiguos. El Proyecto Monteagudo cuatro años después: su evolución. Habitualmente los proyectos o propuestas para el desarrollo de la vivienda popular suelen tener una muy buena declaración de intenciones, pero en la práctica, cuando estos conjuntos de viviendas comienzan a ser habitados y ‘vividos’ por sus residentes, la realidad termina encontrándose muy alejada de estas ‘buenas intenciones’ iniciales. Muchas veces por fallos en un diseño que sólo funciona bien en el plano, localizaciones que dejan a sus habitantes lejos de los servicios y de los recursos necesarios para vivir en una ciudad (transporte, equipamiento, seguridad, etc.), imposición en la asignación de las viviendas sin respetar ni preveer el entramado de relaciones e identidades preexistentes, pre-conceptos respecto de los estilos de vida de sus residentes o escasa previsibilidad de los costos de mantenimiento del conjunto. Entre otras, todas estas cuestiones empobrecen y singularizan la producción de este satisfactor convirtiéndolo, en el mejor de los casos, en un pseudo-satisfactor o, aún peor, en uno inhibidor o destructor de otros satisfactores. Hay acuerdo general en que la producción de vivienda y de condiciones habitacionales es potencialmente uno de los satisfactores que puede generar gran sinergia para mejorar la calidad de vida de la población más desfavorecida, pero paradójicamente resulta el aspecto más difícil y complejo de obtener cuando se desarrollan este tipo de proyectos. Impacto sinérgico del proyecto En relación con el Conjunto Monteagudo, hace más de cuatro años que se encuentra funcionando con ocupación plena. En estos momentos están viviendo alrededor de 1.500 personas en las 326 viviendas. En algún sentido pareciera que este proyecto ha podido superar la paradoja señalada, en la medida en que la vida de los residentes y del entorno barrial ha mejorado notablemente, no únicamente en sus condiciones materiales —al poder acceder a una vivienda de calidad— sino fundamentalmente al poder habitar un conjunto habitacional dentro de un entramado de relaciones sociales, políticas y de representación (en la medida en que todos los que viven allí son ‘‘compañeros’’ de la misma organización, se conocen y realizan diferentes actividades) y también al estar insertos dentro de un barrio de la ciudad con muy buena accesibilidad al área central y a sus principales servicios y recursos (como equipamiento sanitario y educativo, transporte, servicios básicos, espacios verdes recreativos e identidad comunitaria)25 . Como se ha indicado anteriormente respecto de la opinión de los vecinos, en la actualidad resulta claramente visible que el barrio ha sido afectado positivamente por este emprendimiento. Una cuestión que resulta opuesta a lo que habitualmente sucede con los planes de vivienda social que suelen impregnar su propia estigmatización hacia el entorno inmediato. Por el contrario, la nueva residencia de estas 1.500 personas ha poblado sus veredas de chicos y de gente y ha dinamizado el pequeño comercio en la zona (como quioscos, almacenes y pequeños restaurantes y expendios de comida). A continuación se pueden ver dos imágenes que ilustran lo señalado. 24 Palermo es un barrio tradicional de Buenos Aires que décadas atrás presentaba ciertos niveles de degradación y que en los últimos veinte o treinta años ha pasado por un proceso de renovación (o casi gentrificación) alentada por la instalación de actividades de servicios especializados y sofisticados vinculados al diseño y las comunicaciones, consolidándose en un nodo de consumo de importancia al que muchos han bautizado como el ‘‘SOHO porteño’’. 25 Hay aproximadamente dos líneas de autobuses públicos que pasan por la misma calle donde se localiza el conjunto, se encuentra a cinco cuadras de una avenida comercial importante (Avenida Caseros), de un parque de más de siete hectáreas (Parque Patricios) y de la estación de la nueva línea de subte. También hay varios colegios públicos en la zona e importante infraestructura hospitalaria. Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 157 Figura 3: Vista de la calle José C Paz con camiones de distribución de mercadería a los comercios y vecinos participando en actividades comunitarias. Año 2011. Fuente: los autores. Figura 4: Vista desde una esquina del conjunto: comercios que han abierto y se redinamizaron a partir de la llegada de los nuevos habitantes. Año 2011. Fuente: los autores. 158 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Asimismo, si consideramos que el barrio de Parque Patricios tiene una población algo menor a 38.000 habitantes26 es posible entender el fuerte impacto de este conjunto, ya que sus residentes implican en la actualidad casi el 5 % respecto del total de población del barrio. En estos términos es posible afirmar que esta dinámica sinérgica fue posible a partir de que el MTL conformó un proceso que en su diseño, ejecución y gestión tuvo importantes componentes de autodependencia que le otorgaron eficacia instrumental y sostenibilidad organizacional. Sustentabilidad del proyecto Esto se ve claramente en el hecho de que el conjunto, luego de cuatro años de ser ocupado y habitado por los miembros del movimiento, se muestra en líneas generales muy bien mantenido y cuidado (tanto en la limpieza del espacio público como en los lugares comunes). Evidentemente funciona una organización que sostiene reglas y control sobre este mantenimiento. Respecto a este tema cada residente debe pagar $ 1 por metro cuadrado de su vivienda en concepto de expensas por los gastos comunes. (el monto mensual va de entre $50 a $80 mensuales)27 . También están pagando las tasas municipales y los servicios, aunque todavía no escrituraron por demoras en las cuestiones administrativas de la administración local, lo que implica que todavía no hayan empezado a pagar las cuotas del crédito. Figura 5: Vista general desde la vereda de enfrente, se observa el buen mantenimiento y su integración al entorno. Año 2011. Fuente: los autores. Si bien los montos de los costos de mantenimiento son bajos, implican necesariamente que las familias posean trabajo e ingreso suficiente. Esa es una cuestión que es señalada por los miembros como preocupante, porque no dejan de estar expuestos a las coyunturas del mercado laboral, más allá de que ellos hayan conformado la cooperativa de construcción que les brinda una alternativa laboral a una parte de los mismos28 . Asimismo, dentro de la estructura del movimiento han aprovechado para conformar distintos emprendimientos productivos. Entre ellos podemos mencionar la conformación de un estudio de radio que por ahora se emite por Internet pero están a la espera de su aprobación oficial de la frecuencia para poder emitir por aire. Este emprendimiento les permite generar implicancia y debate entre sus miembros, capacitación laboral en cuestiones técnicas y difusión al resto de los vecinos y su entorno. Una cuestión que resulta relevante y ha sido señalada por algunos de los miembros del MTL es la que se refiere a la participación e implicancia de los miembros del movimiento que obtuvieron su vivienda. En tal sentido indicaron que hay todo un trabajo de parte de la organización en relación con el sostenimiento e incentivación de la participación de aquellos que consiguieron su vivienda. Al principio hubo una disminución de la participación una vez obtenido el objetivo tan buscado, pero luego de muchas 26 Según datos del Censo 2010. http://www.censo2010.indec.gov.ar/resultadosdefinitivos.asp monto representa en Euros entre 8 y 13 por mes 28 El MTL con la cooperativa de construcción, se han presentado a licitaciones para construir nuevas viviendas sociales financiadas por el Estado, pero al no contar con un capital suficiente (requisitos de la licitación) no pudieron obtenerla. Sin embargo la empresa constructora que la ganó los subcontrató porque ellos eran más económicos y eficientes. En este aspecto vemos cómo la no consideración por parte del Estado, en su regulación, de la posibilidad de actuación de estos movimientos en las licitaciones para obras públicas implica que las empresas aprovechen su posición para generar tercerización y precarización laboral, que resulte más oneroso al erario público y la pérdida de una oportunidad de generar proceso sociales sinérgicos. 27 Este Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 159 reuniones y discusiones han podido reforzar el ‘‘compromiso moral’’ de los que habiendo conseguido su residencia tienen hacia todas aquellas familias del MTL que aún esperan por una vivienda digna. Sin embargo, no puede dejar de señalarse el hecho que en las actuales circunstancias muy difícilmente se repita para el MTL la oportunidad política (de confianza gubernamental y financiamiento público) que en su momento propició la concreción de un proyecto de esta escala. La actual gestión gubernamental del GCBA29 presenta una postura muy contraria a este tipo de iniciativas como la que constituye el Proyecto Monteagudo. Ante lo cual el MTL ve muy limitadas sus posibilidades de interlocución con el Estado, acotando su capacidad política de actuación para la obtención de recursos. En este sentido las dificultades obtención de financiamiento público es una pieza clave en los problemas para la concreción de nuevos proyectos de vivienda De algún modo no deja de ser una deuda pendiente para con los demás miembros, cuestión que crea tensiones internas que habrá que ver como evolucionan en el tiempo. Intervenciones en el entorno Por otra parte, una cuestión que es vista con cierta preocupación es la que se refiere a la creación por parte del GCBA del Distrito Tecnológico, que incluye al barrio de Parque Patricios. Según las intenciones explicitas del Programa creado por el Gobierno Local en diciembre de 2008, la idea principal es aprovechar «los edificios desocupados o sin un fin productivo de la zona para transformar al barrio». Esta iniciativa significaría, supuestamente, «generar más puestos de trabajo para sus habitantes, mayor actividad comercial y un incremento del valor de las propiedades». Figura 6: Sector Distrito Tecnológico aprobado en diciembre de 2008 por el GCBA, incluye Parque Patricios y el Conjunto Monteagudo 1 (indicado en rojo). Fuente: GCBA http://www.buenosaires.gov.ar/areas/produccion/promocion_inversiones/distrito_tecnologico/dis_tec_bsas.php Este proyecto del Gobierno de la Ciudad no deja de ser una amenaza a la sustentabilidad de estos nuevos residentes en la medida en que su consecución podría implicar un proceso de valorización del suelo, con el consecuente encarecimiento de los impuestos, servicios y de actividad comercial en ese barrio. De algún modo esto puede convertirse en una presión para la expulsión de su población. De todos Gobierno de la Ciudad de la Buenos Aires se encuentra en manos de un partido de derecha (PRO) desde el año 2008 hasta la actualidad. 29 El 160 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus modos, como la asignación de la vivienda implica la imposibilidad de venderla durante 10 años, algunos de sus miembros ven este proyecto como una posibilidad de mejoramiento de su propio entorno. Sin embargo, siendo personas que han sufrido en carne propia el desalojo, no dejan de percibir esto con cierta preocupación. Figura 7: A partir de este proyecto ha empezado de modo incipiente cierta especulación inmobiliaria. Fuente: los autores. A continuación, y a modo de resumen, resulta importante señalar en un sintético cuadro los principales satisfactores sinérgicos que presenta el Proyecto y también los principales riesgos y amenazas que enfrenta el mismo para su sustentabilidad, así como la continuidad del MTL en la consecución de este tipo de proyectos Satisfactores Sinérgicos De Diseño: Localización; Apertura de calles y continuación de la trama urbana; Equipamiento colectivo y comercial; Buena calidad constructiva con bajo costo de mantenimiento; Preservación y puesta en valor del patrimonio existente En el Proceso de Producción: Capacitación y formación laboral; Implementación de régimen de relación salarial hacia desocupados de larga data; Constitución de una cooperativa formal con dirección política autodependiente; Desarrollo de una empresa constructora social con capacidad de participar en licitaciones públicas; Promoción de emprendimientos productivos y comerciales Integración con el Barrio: Realización de mejoras en el espacio público; Apertura de calles,; Construcción de equipamiento colectivo de escala barrial; Seguridad gestionada por la propia organización En la Asignación de las Viviendas: Diferenciación entre construcción y asignación de viviendas; Consideración de la participación e implicación política para la selección de las familias destinatarias; Cuidado y consideración respecto de la convivencia de las distintas familias; Bajo costo de mantenimiento de las unidades; Promoción de actividades colectivas de integración Limitaciones y Amenazas Incipiente especulación inmobiliaria ligada al aumento de residencialidad en el barrio y la constitución por parte del GCBA de un Distrito Tecnológico. Discontinuidad en la producción autónoma de proyectos de vivienda en el actual escenario. Tercerización de su capacidad productiva por parte de empresas constructoras ya consolidadas Persistencia de cierta discriminación por parte de algunos vecinos en referencia a la nacionalidad de origen de algunos de los miembros del MTL que viven en el conjunto. Dificultades en el mantenimiento de la participación e implicación dentro del movimiento de aquellos miembros que obtuvieron sus viviendas. Asimetrías internas respecto de las vivienda alcanzaron solo al 10 % de los miembros del MTL. Produciendo ciudad a escala humana. Los movimientos sociales y políticos en la producción de hábitat: el caso del Proyecto Monteagudo en la ciudad de Buenos Aires Mariano Scheinsohn y Cecilia Cabrera 161 Consideraciones finales A partir del análisis y descripción desarrollados en este trabajo resulta evidente que, por las características que ha seguido el proceso de construcción, gestión y ocupación del Proyecto Monteagudo, el MTL ha podido construir un hábitat respetando y considerando la escala humana, en tanto y en cuanto desde el inicio del proceso, lo social no anuló lo individual, sino que lo potenció. No sólo en términos de un mejoramiento material, sino también en la implicación dentro de una organización social, política y comunitaria, en la integración con el barrio y el entorno urbano; y fundamentalmente en una puesta en valor de la propia identidad individual y colectiva. De todos modos, esta integración con el barrio —no exenta de dificultades— no necesariamente anula la estigmatización que muchas veces recae sobre este sector social. Como señalaron algunos vecinos, para ellos los que viven en el Conjunto Monteagudo hacen ‘rancho aparte’ porque ‘‘no son argentinos’’, sin embargo no dejan de señalar que son gente trabajadora que dinamiza el barrio y que su presencia otorga mayor seguridad a la zona, sobre todo porque hay más movimiento. Resulta muy interesante que la característica de las distintas nacionalidades de origen que componen el Movimiento —muchos de los cuales residen en Monteagudo—, al contrario de los dichos de algunos vecinos, es rescatada y reivindicada por miembros y cuadros de la organización, en tanto ellos sostienen que son un Movimiento Latinoamericano. Al respecto señalan que «como vamos a tratar diferente a un compañero de Bolivia, Perú o Paraguay, ellos tienen los mismos derechos y necesidades que nosotros, porque somos un movimiento que se reivindica como latinoamericano, entonces no los podemos tratar distinto»30 . Este caso demuestra que es posible la realización de proyectos de vivienda a gran escala, que a través de importantes componentes autodependientes generaría efectos sinérgicos entre sus participantes y el entorno y que favorezca al desarrollo de la Ciudad. De una ciudad a escala humana. Desde esta perspectiva, la experiencia del MTL y del Proyecto Monteagudo pone en evidencia que —como señala Max-Neef (1993:48)— las necesidades presentan una doble condición existencial: como carencia y como potencialidad. En este sentido nosotros podríamos agregar que para el caso analizado la carencia se transmuta en potencialidad a través de la política y del accionar colectivo. Es más, creemos que ese fuerte perfil político del MTL les permitió sostener —no sin ciertas dificultades— la autonomía del proyecto a lo largo de todas sus etapas de construcción como en la sustentabilidad de su consolidación y ocupación. En este punto resulta relevante afirmar que la organización colectiva y política permitiría transformar la propia percepción de las potencialidades y capacidades, pero que puede verse limitada si desde el Estado no se construyen también formas burocráticas e instituciones con mayor autodependencia e implicación en la dinámica de los colectivos sociales. Solamente la transformación del Estado y la asunción plenamente política de las organizaciones y movimientos sociales hace posible generar transformaciones de mayor escala y más largo alcance. Muchas veces se dice que para el desarrollo económico resulta necesaria una economía de escala y nosotros diríamos que para el Desarrollo a Escala Humana hace falta una política de escala. Referencias bibliográficas Cuenya, B. 2005 «Cambios, logros y conflictos en la política de vivienda en Argentina hacia fines del siglo XX» Boletín Ciudades para un Futuro más Sostenible, número 29/30. Departamento de Urbanística y de Ordenación del Territorio. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. http://habitat.aq.upm.es/boletin/n29/abcue.html. Elías, N. 1998 Ensayo teórico sobre las relaciones entre establecidos y marginados, Bogotá: Norma. Kohan, A. 2002 ¡A Las Calles! Una historia de los movimientos piqueteros y caceroleros de los ’90 al 2002, Buenos Aires: Colihue. Max-Neef, M. 1993 Desarrollo a escala humana, Montevideo: Nordan-Comunidad. 30 Comentarios recogidos a través de una serie de entrevistas realizadas por los autores durante el año 2011. 162 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Rauber, I. 2008 Cultura política en la experiencia del Comedor Los Pibes y el Proyecto Monteagudo: Informe de Investigación, Buenos Aires: INAP. Rodríguez, M.C. et al. 2007 Producción social del hábitat y políticas en el área metropolitana de Buenos Aires: historia con desencuentros, Buenos Aires, Documentos de Trabajo N◦ 49, Instituto de Investigaciones Gino Germani, UBA. Scheinsohn, M. et al. 2007 Un particular conjunto de vivienda popular en Buenos Aires. Análisis socio-urbano del Proyecto Monteagudo. Ponencia presentada en el XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. Guadalajara: ALAS. Scheinsohn, M. y Cecilia Cabrera, C. 2009 «Social movements and the production of housing in Buenos Aires; when policies are effective» Environment & Urbanization, Vol. 21, número 1, pp. 109–125. Thomasz, A. 2008 «Historia y etnografía de una normativa polémica: la Ley 341 y el Programa de Autogestión para la Vivienda» Cuadernos de Antropología Social, número 28, pp. 127–149. Noticias: Desahuciados Alejandro Rodríguez Sebastián Ana Sanz Fernández Madrid (España), marzo de 2013. Fuente: Forges, El País Primeros casos de desahucios debido a la crisis Los desahucios inmobiliarios aumentarán un 194% en 2009 Pablo Elorduy (Diagonal, 3 de abril de 2009) «Recientemente, la relatora de la ONU, Raquel Rolnik, emitía un informe en el que aludía a la situación de la vivienda en España: ‘‘O sobreendeudados o sin casa’’, resumía el estudio. Éste también registra la previsión del Consejo General del Poder Judicial acerca del aumento de los desahucios. Según este órgano judicial, las expropiaciones aumentarán un 194 % en 2009. ‘‘Se calcula que unas 180.000 familias originales de América Latina se encuentran en riesgo de morosidad debido a que no pueden pagar los elevados intereses de sus hipotecas’’, concluye el informe. Sin embargo, como apunta Ernest Marco, es un error asociar la problemática de la vivienda sólo con la población migrante, porque este colectivo no es el único que se ha visto estafado por el llamado fraude hipotecario. Jimena Collados, del colectivo Ahorcados por la Hipoteca, de Madrid, considera que el problema social de las hipotecas impagables afecta a la clase media y castiga sobremanera a los jóvenes, a empleados, a autóctonos, a gente que aun manteniendo dos trabajos no pueden pagar las abusivas cuotas y a aquellas familias que ayudaron a otras avalando cuando ellas mismas estaban sobreendeudadas.» Parados desesperados piden a Zapatero que negocie aplazar el pago de sus hipotecas EFE (El Mundo, Su Vivienda, 25 de junio de 2009) «Alrededor de cuarenta personas, que han caminado desde Valencia a Madrid, han trasladado al Congreso un pliego de peticiones para que el Gobierno acuerde con los bancos una moratoria de dos años del pago de las hipotecas de los desempleados y para que combata la especulación del mercado inmobiliario. La marcha desde Valencia comenzó el pasado día 16, promovida por la Asociación Juan Montalvo, y con ella se ha querido llamar la atención sobre la situación de muchas familias hipotecadas que se enfrentan a desalojos, desahucios y a la subasta de sus viviendas al no poder hacer frente a los pagos.» «Me quedo sin piso y con una deuda de 200.000 euros» Ivanna Vallespín (El País, edición Cataluña, 27 de julio de 2009) «La historia de Napoleón y María es uno de los dramas que viven muchas familias: no pueden hacer frente a la hipoteca porque se han quedado sin trabajo. El pasado jueves vieron como se subastaba su piso y, además, les quedaba una deuda inasumible con Caixa Terrassa, la entidad con la que firmaron la hipoteca. ‘‘Me quedo sin piso, con una deuda de 200.000 euros y un sello en la frente que dice que no puedo hacer ningún tipo de transacción en la vida en España’’, afirma resignada María. Ambos son ecuatorianos.» 163 164 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus El año de los despojados Ada Colau (El País, 23 de diciembre de 2009) «Llega 2010 y miles de parados serán desahuciados por no poder hacer frente al pago del alquiler o la hipoteca. Adónde irán nadie lo sabe, puesto que, aunque hay millones de viviendas vacías, no existe un parque público suficiente en las que realojarlos.» En este contexto, el Gobierno aprueba el desahucio exprés, precisamente con la intención de fomentar el alquiler de las viviendas vacías. Según los partidarios de esta medida, si los propietarios no ponen sus pisos en alquiler es porque se sienten inseguros, amenazados por la potencial morosidad de los inquilinos. Esta tesis no es de ahora: empezó a extenderse en pleno boom inmobiliario, cuando la vivienda en alquiler escaseaba a pesar de que la morosidad no llegaba al 2 %. El Gobierno aprobó entonces avales públicos frente al impago y subvenciones a fondo perdido para los propietarios. Sin embargo, éstos exigen más garantías. Pero, ¿quiénes son estos propietarios que denuncian inseguridad? Condenados a dejar la casa Sonsoles Zubeldia López (El País, edición País Vasco, 2 de febrero de 2010) «Los últimos datos relativos al estado de la economía vasca, que volvió a crear empleo en el cuarto trimestre de 2009, alimentan la sensación de que la crisis ha tocado ya fondo en Euskadi, pero los efectos de la recesión y el todavía alto porcentaje de parados —en el último año el número de desempleados se ha duplicado hasta los casi 130.000—, siguen dejando tras de sí víctimas a todos los niveles. Una de las consecuencias más graves que puede implicar dejar de percibir ingresos es perder la solvencia suficiente de hacer frente al pago de la hipoteca o el alquiler de la vivienda y ser desahuciado. A esa realidad se tuvieron que enfrentar 661 familias vascas durante el primer semestre de 2009, un 50 % más que en el mismo periodo del año anterior.» Candidatos al desahucio José Luis Barbería (El País, 4 de abril de 2010) «Se hipotecaron cuando la economía iba bien y el sueño de ser propietarios parecía al alcance de la mano. Cientos de miles de personas se ven ahora abocadas a la calle al no poder hacer frente a los pagos. ¿Les cegó el espejismo del dinero barato o son víctimas del sistema?» Según el Consejo General del Poder Judicial, las ejecuciones hipotecarias, que en 2008 sumaron 58.000, y en 2009, 114.000, superarán este año las 180.000. Eso significa que en estos tres últimos años 350.000 propietarios, familias en su gran mayoría, han perdido o van a perder sus casas y que cada día que pasa medio millar más se queda sin vivienda. [. . . ]. Discretamente, casi sin ruido, en España se está produciendo un fenómeno masivo de migraciones domésticas encaminadas a la agrupación, la concentración y el hacinamiento. Son familias que, ante la imposibilidad de pagar la hipoteca (y en otros casos el alquiler), se mudan a viviendas de habitaciones subarrendadas con derecho a cocina y baño; personas solas que ponen su piso en alquiler y regresan a casa de los padres o comparten piso con otros familiares o amigos; gentes que no encuentran más refugio que los pisos patera y las pensiones sórdidas de camas calientes de dos y hasta tres turnos. Los movimientos sociales, al frente en la lucha contra los desahucios Las primeras paralizaciones de desahucios La resistencia vecinal aplaza el desahucio al vecino de La Bisbal José M. Baselga (Diari de Tarragona, 3 de noviembre de 2011) «Ayer estaba previsto que se produjese uno de estos desahucios. Luis Martí debía de abandonar su casa en La Bisbal del Penedès al no haber hecho frente a una deuda de 48.000 euros y no conseguir una refinanciación del banco. Durante toda la semana tiró a los contenedores electrodomésticos, juguetes y recuerdos. Una empresa le prestó una caravana y allí tenía previsto vivir.» Unas 500 personas frenan el desahucio de un piso en Tetuán Carmen Pérez-Lanzac (El País, 15 de junio de 2011) «Anuar, su mujer y su hija adolescente no tendrán que abandonar hoy su casa, en el barrio de Tetuán (Madrid). Unas 500 personas han cortado la calle Naranjo, donde está la vivienda, y han impedido que el secretario judicial ejecute la orden de desahucio por impago.» Noticias 165 Movilizaciones y unión de fuerzas entre colectivos La lucha por la vivienda, el frente con más victorias del 15-M Eduardo Muriel (Público, 30 de abril de 2012) «El 15-M ha logrado gran parte de sus victorias en el frente de los desahucios, sobre todo logros palpables. Alfonso, de la comisión interbarrios de vivienda del 15-M, explica que la gente a la que se ayuda en un desahucio ‘‘de repente se dan cuenta de que no están solos’’. ‘‘Algunos entienden que después de su desahucio viene el de mucha gente más, así que comienzan a implicarse para ayudar al siguiente vecino con problemas’’, asegura, y añade que ‘‘varios de los más activos vienen de ese proceso’’.» Las ‘estrategias del caracol’ contra los desahucios F. Fafatale (Diagonal, 30 de agosto de 2012) «En la película colombiana La estrategia del caracol, los variopintos habitantes de un edificio se unen en el diseño de una estrategia para evitar que desahucien su dignidad. De la misma manera, miles de afectadas de la burbuja inmobiliaria que está en el origen de la actual crisis económica doméstica luchan cada día unidas, aparcando las diferencias y con mucha imaginación, por el derecho a una vivienda digna.» 15M Vivienda, STOP Desahucios y PAH unen sus fuerzas en la primera convocatoria conjunta de protesta en Andalucía Inma de Pando (Diagonal, 29 de noviembre de 2012) «Por primera vez, colectivos andaluces por el derecho a la vivienda se unen en una jornada de protesta. Convocada, entre otros, por 15M Vivienda, STOP Desahucios y Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Sevilla acoge este sábado 24 de noviembre la primera Jornada Andaluza por el Derecho a la Vivienda. Tras compartir los múltiples rostros de la ‘‘agresión al derecho a la vivienda’’ en un encuentro de personas afectadas, una manifestación partirá a las cinco de la tarde del Parlamento de Andalucía.» España clama por el derecho a la vivienda (eldiario.es, 16 de febrero de 2013) «Miles de personas salen a la calle en cincuenta ciudades para reivindicar el derecho a la vivienda, el fin de los desahucios, la dación en pago retroactiva y los alquileres sociales.» ¿Sin alternativas? «Okupamos las casas pero no somos vagos. Antes éramos la clase media» Jerónimo Andreu (El País, 17 de enero de 2013) «Sin empleo, él se vio con una hipoteca de 130.000 euros por su estudio de 22 metros cuadrados. No podía dejar de pagarlo porque lo avalaba su padre; tampoco instalarse allí: ‘‘Nos dijo la asistente social que con ese tamaño para tres podían quitarnos el crío’’, dice ella.» Agrupaciones de trabajadores, también en contra de los desahucios Una cerrajería vasca se niega a participar en más desahucios (La Voz de Galicia, 11 de noviembre de 2012) «[La empresa vasca de cerrajería Tresas-CTLN] manifestó que, estando en contra de los desahucios hipotecarios, ‘‘no participará en ninguno de ellos’’.‘‘Después de los últimos acontecimientos ocurridos en Baracaldo, hemos decidido hacer publico nuestro apoyo como empresa a las victimas de desahucios hipotecarios’’. El mensaje continúa diciendo: ‘‘Nuestro granito de arena será hacer caso omiso a las ofertas de colaboración y trabajo que nos ofrezcan en este contexto’’.» Los bomberos se niegan a participar en los deshaucios EFE (LaSexta.com, 21 de febrero de 2013) «Los bomberos de la Comunidad de Madrid han expresado en los últimos días su ‘‘total apoyo’’ a los compañeros de A Coruña que se negaron a participar en el desahucio de una anciana de 86 años en A Coruña y han comunicado su ‘‘total negativa’’ a colaborar en más desalojos en la región. 166 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus En un comunicado han aseverado que los empleados públicos no son ‘‘títeres de la banca ni de sus servidores en el Gobierno’’, sino que su campo de trabajo es ‘‘el de la emergencia’’ y su deber es ‘‘prestar servicio a la ciudadanía’’.» Desahucios por la crisis, no sólo en España La morosidad hipotecaria y los desahucios marcan un nuevo récord en Estados Unidos (El Mundo, Su Vivienda, 19 de noviembre de 2009) «El creciente desempleo en EEUU ha provocado en el tercer trimestre del año un récord en los índices de morosidad hipotecaria y en la cifra de viviendas en proceso de embargo. Este índice combinado ha alcanzado el 14,41 %, el nivel más alto de la historia, según los datos recopilados por la Asociación de Banca Hipotecaria de EEUU (MBA).» EE UU investiga a la banca por un fraude masivo en los desahucios Sandro Pozzi (El País, 12 de octubre de 2010) «El fiasco hipotecario en EE UU cobra nueva dimensión. Si durante el boom inmobiliario se concedieron préstamos en masa sin revisar si los clientes podían pagarlos, ahora está en duda el procedimiento seguido por los bancos para embargar las viviendas. Las voces por una moratoria nacional en los desahucios crece, mientras se prepara una investigación judicial en 40 de los 50 estados.» España también da lecciones a Alemania: la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) orienta a su plataforma antidesahucios Laura Díez (Voz Pópuli, 23 de febrero de 2013) «La organización germana Zwangsräumun Verhindern lleva meses en contacto con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca para intentar conseguir los mismos logros a la hora de evitar los desahucios. Aunque su cifra queda lejos de los cientos que acumula la española, su homóloga alemana sigue nutriéndose de la experiencia y la estrecha colaboración entre ambas para intensificar su actividad.» El STOP Desahucios llega a Alemania: un grupo se organiza para evitar desalojos en Berlín Carmena Negrete (eldiario.es, 14 de febrero de 2013) «La Plataforma Zwangsräumung verhindern (Evitemos los desahucios) mantiene contacto y recibe asesoramiento de la PAH» Dación en pago, o cómo no quedarte sin casa y con deuda Una buena propuesta de IU-ICV Francí Xavier Muñoz Sánchez (El País, 26 de febrero de 2011) «Un nuevo acuerdo entre el Partido Popular y el PSOE ha rechazado una propuesta de Izquierda Unida-ICV en beneficio de los que menos tienen: modificar la Ley Hipotecaria para admitir la dación en pago y así saldar la deuda hipotecaria con la entrega de la vivienda, algo que ya es norma en otros países.» Una buena opción para todos Gonzalo Bernardos (El País, 26 de junio de 2011) «Desde mi perspectiva, la dación en pago de la vivienda como liquidadora de la deuda generada por su compra es una buena opción para los ciudadanos, entidades financieras y políticos. A los primeros les ofrece una segunda oportunidad [...]. Para los segundos, supone una mejor campaña de publicidad [...]. A los terceros les permite situarse más cerca del pueblo que de los banqueros.» Noticias La dación en pago gana crédito Antía Castedo (El País, edición Cataluña, 24 de diciembre de 2011) «Hassane Jalow [...] ayer entregó las llaves de su piso a Bankia porque ya no puede hacer frente a la hipoteca que le brindó la antigua Caixa Laietana. El banco acepta quedarse con el piso a cambio de liberar a Hassane de todas las deudas: una hipoteca de 182.000 euros, un préstamo con garantía hipotecaria de 12.000 euros e incluso los 1.800 euros que debía a la comunidad de vecinos. Él se siente aliviado, aunque su situación no es fácil. ‘‘Estoy sufriendo. No tengo trabajo ni nada’’, explica en un precario castellano.» Críticas a la dación en pago desde frentes opuestos La dación en pago no es la solución Juan Torres López (Rebelión, 26 de febrero de 2012) «[...] No es solución la simple aceptación de la dación en pago, que al fin y al cabo viene a significar la pérdida de la vivienda, sino el reconocimiento efectivo del derecho constitucional a disfrutar de ella. Para ello sería necesario crear, por el contrario, mecanismos de arbitraje que permitan establecer acuerdos de prórroga o reestructuración de la deuda hipotecaria, al estilo de los que existen en otros países europeos, con el fin primordial de que no se pierda el bien fundamental que es la vivienda y el derecho a habitarla [...].» La dación en pago y las Buenas Prácticas Bancarias Jaime Docio (Diario Jurídico, 8 de marzo de 2012) «[...] ¿Supondría un beneficio la dación en pago? Lógicamente, para todas las personas ahogadas por una hipoteca y garantizada de forma personal, la respuesta es sí. Con la entrega del inmueble saldarían su deuda, y tendrían la oportunidad de empezar de cero. Sin embargo, muchas otras personas que en el futuro tuvieran que pedir una hipoteca, se verían penalizadas por unas severas condiciones que, irremisiblemente, impondría la banca para compensar un producto de mayor riesgo.» Iniciativa Legislativa Popular El Congreso admite a trámite la Iniciativa Legislativa Popular de la dación en pago Clara Blanchar (El País, 16 de septiembre de 2011) «Después de meses de bloqueo, la mesa del Congreso de los Diputados ha admitido esta semana a trámite la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que pide la dación de pago. Esto significa que se pueda devolver el piso al banco para saldar la deuda de la hipoteca. La demora en la tramitación de la ILP llevó la semana pasada a la asamblea de la PAH, reunida en Barcelona, a decidir que iniciaría la recogida de firmas aunque no se admitiera la ILP. Ahora no saben si estarán a tiempo de emprender una recogida de firmas con la que, además de impulsar la reforma legislativa, pretenden situar el problema de quienes no pueden pagar la hipoteca en la agenda pública.» El plazo de recogida de firmas para la dación en pago se amplía tres meses EFE (ABC, 23 de octubre de 2012) «La Mesa del Congreso ha ampliado tres meses el plazo de recogida de firmas de apoyo a la iniciativa legislativa popular (ILP) para la dación en pago, de manera que se podrán presentar hasta el 25 de enero de 2013. La ILP, que propone un cambio legislativo para que la entrega de la vivienda cancele la deuda hipotecaria, ha recogido ya 361.000 firmas y los promotores esperan conseguir las 500.000 necesarias a finales de este mes, informa en un comunicado la Mesa de Entidades del Tercer Sector de Cataluña.» Cuatro años para arrancar un debate contra las hipotecas abusivas Clara Blanchar (El País, 13 de febrero de 2013) «No ha sido cosa de semanas, ni de meses. Lo que ha conseguido esta semana la PAH —que el partido que gobierna España con mayoría absoluta cambiara el sentido del voto y admitiera a trámite la Iniciativa Legislativa Popular que promueve la dación en pago— es el fruto de cuatro años de trabajo. De hecho, son muchos más, porque sus creadores llevan una década defendiendo el derecho a la vivienda desde Barcelona.» 167 168 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Desahucios, ¿y ahora qué? Beñat Zaldua (Naiz, 19 de febrero de 2013) «Tras ceder a la presión popular y aceptar la tramitación de la ILP contra los desahucios, el PP prevé ahora diluir las demandas de la PAH, fusionándolas con su proyecto de ley, que se basa en el decreto gubernamental de noviembre y que no ha servido ni para parar una decena de desahucios en los últimos meses.» La votación de la ILP hipotecaria se retrasa (Diagonal, 21 de febrero de 2013) «El trámite para votar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) hipotecaria, que el PP y el PSOE pactaron por el procedimiento de urgencia, se retrasará unas semanas. El PP, que tiene mayoría absoluta en el Congreso, ha comunicado al resto de grupos parlamentarios que prefiere dar más tiempo para que los grupos presenten sus enmiendas, según informa hoy jueves El Periódico de Catalunya citando ‘‘fuentes parlamentarias’’ [...]. Fuentes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca consultadas por Diagonal conocían desde el martes esta intención del grupo parlamentario popular.» Lucha, vergüenza, drama. Afrontar el desahucio De desahuciados a activistas Clara Blanchar (El País, 25 de septiembre de 2011) «Asistir a una asamblea quincenal de la PAH de Barcelona es darse cuenta de cómo los afectados por las deudas hipotecarias se han convertido en activistas. De cómo una cuestión privada que se vive como un fracaso personal se ha convertido en un clamor público. Desde su propio drama y, asamblea a asamblea, desahucio a desahucio, afectados que nunca habían participado en ninguna asociación han aprendido cómo ayudar a otros afectados, han creado plataformas en otros municipios, y sobre todo, han perdido el miedo a hablar en público y la vergüenza de explicar que no pueden pagar la hipoteca.» Los desahucios invisibles Ignacio Escolar (El Periódico, 4 de noviembre de 2012) «La mayoría de las familias que son desahuciadas en España por no poder pagar su hipoteca no lo cuentan. No se atrincheran para aguantar ante la policía que llega con la cruel orden de desalojo. No llaman al 15-M ni tampoco a las cámaras de televisión. No se resisten ni luchan.» Alarma social ante la oleada de intentos de suicidio por la crisis (Público, 18 de febrero de 2013) «Los intentos de suicidio se han multiplicado durante los últimos meses como consecuencia de las dramáticas condiciones que padecen las víctimas de la crisis económica, especialmente las que están amenazadas de desahucio. A la alarma social generada por este fenómeno se están sumando las advertencias de los profesionales de la psiquiatría y la psicología sobre sus graves consecuencias.» El relato torcido de los suicidios Diego Sanz Paratcha (Diagonal, 19 de febrero de 2013) «La ausencia de estadísticas que relacionen desahucios y sucidios no impiden que algunos medios estén ofreciendo una narración simplista de la cuestión.» Europa se pronuncia El Tribunal de Justicia de la UE declara incompatible el sistema de desahucios en España Javier G. Gallego (El Mundo, 14/03/2013) «La ley española que regula las ejecuciones hipotecarias (desahucios) viola la normativa comunitaria de protección a los consumidores, según una sentencia que acaba de ser publicada por el Tribunal de Justicia de la UE y que concluye que el sistema de ejecución hipotecaria establecido en la legislación española es incompatible con la directiva europea sobre cláusulas abusivas y no protege al consumidor porque permite la pérdida de la propiedad y el desalojo antes de que éste pueda ejercitar una acción por daños y perjuicios contra la entidad financiera.» En la Red: Derecho a techo Ana Sanz Fernández Madrid (España), marzo de 2013. El derecho a una vivienda digna es un tema que han abordado la sociedad civil y los movimientos sociales de manera recurrente en los últimos años. En un primer momento estuvo motivado por la inaccesibilidad de la misma en el contexto de la burbuja inmobiliaria, que dejaba fuera del mercado a gran parte de la población. En la actualidad, miles de familias están sufriendo la agresión que supone una ejecución hipotecaria, mayoritariamente provocadas por un contexto de precariedad y paro que impide afrontar el pago de la hipoteca (los denominados deudores de buena fe). Esta situación se ve agravada por un marco legislativo que no les da una segunda oportunidad a las familias, quedándose éstas en la calle y endeudadas de por vida. En esta sección queremos hacer un repaso a las iniciativas ciudadanas que informan sobre el derecho a la vivienda y que emprenden acciones directas para conseguir que éste sea un hecho, tejiendo red y formulando alternativas tanto legislativas como de autogestión y apoyo mutuo. El derecho a la vivienda: de la teoría. . . Que no te hipotequen la vida «Página web oficial de la ILP sobre la Proposición de ley de regulación de la dación en pago, de paralización de los desahucios y de alquiler social.» ATTAC Madrid (Política de vivienda social) «Un espacio creado por el Grupo de Vivienda de ATTAC Madrid para analizar la situación actual de la vivienda en España y aportar soluciones para garantizar el derecho de todos a disfrutar de una vivienda digna.» Observatori DESC (Derecho a la vivienda y a la ciudad) «Frente a [la dificultad de cada vez más personas para acceder a una vivienda digna], el Observatori DESC trabaja en red con colectivos y movimientos sociales para defender el derecho a una vivienda digna y a la ciudad como auténticos derechos fundamentales.» EAPN «La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social [European Anti Poverty Network] (EAPN) es una coalición independiente de ONG y otros grupos involucrados en la lucha contra la pobreza y la exclusión social en los estados miembro de la Unión Europea.» En su web podemos encontrar diversos artículos que tratan el tema de la vivienda: • Recomendaciones en materia de vivienda. • Dossier de prensa sobre la ILP. • Fondo social de viviendas de alquiler. Taula d’Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya «La Mesa del Tercer Sector es una organización de tercer nivel formada por 32 federaciones y agrupaciones que aglutinan en conjunto a cerca de 4.000 entidades sociales no lucrativas. [...] La Mesa da visibilidad a las tareas que realiza el Tercer Sector en defensa de las personas y de las situaciones de vulnerabilidad social que sufren, ayuda a luchar contra las desigualdades y a extender el bienestar a los colectivos sociales más desfavorecidos.» En materia de vivienda, encontramos los siguientes documentos: • Dossier «Derecho a la vivienda. Nuevas soluciones, nuevas políticas». • Dossier «El primer derecho social: la vivienda». CONFAVC (Por el derecho a la vivienda) La Confederación de Asociaciones Vecinales de Cataluña [Confederació d’Associacions Veïnals de Catalunya] (CONFAVC) adopta el compromiso de involucrarse en la búsqueda de alternativas válidas en el acceso a una vivienda digna reclamando a la administración las soluciones pertinentes, impulsando la constitución de Mesas Locales para la vivienda y acentuando el papel de la cooperativa Viviendas Vecinales [Habitatges Veïnals] para dar una respuesta desde la economía social. 169 170 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus La Ciudad Viva «La Ciudad Viva es una iniciativa de la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía que se inscribe dentro de un proyecto político de mejora de la habitabilidad urbana y territorial, a través del diseño social, sostenible y productivo de los espacios públicos y domésticos de nuestras ciudades.» En su web podemos encontrar artículos tan interesantes como los siguientes: • El sueño de una vivienda digna: Complejo Habitacional ACOVIVAMSE. • Cooperativas de vivienda en Uruguay #1. Una respuesta habitacional para los sin tierra urbanos. • Cooperativas de vivienda en Uruguay #2. Entrevista a Benjamín Nahoum. Observatorio Metropolitano El Observatorio Metropolitano es «un proyecto que reúne a diversos colectivos multidisciplinares en un espacio de reflexión sobre los fenómenos de transformación que caracterizan hoy a las metrópolis contemporáneas partiendo del caso de Madrid, con la intención de elaborar investigaciones militantes que aporten el conocimiento y las herramientas políticas necesarias con las que enfrentarse a esos procesos de cambio.» . . . a la práctica Plataforma de Afectados por la Hipoteca La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) es un movimiento social por el derecho a la vivienda digna, surgida en Barcelona en 2009 y presente hoy en día en toda España. La PAH agrupa a personas con dificultades para pagar la hipoteca o que se encuentran en proceso de ejecución hipotecaria —así como personas solidarias con esta problemática—, ofreciéndoles asesoramiento y ayuda mutua para encontrar apoyos tanto prácticos como emocionales. Oficina de Vivienda «El proyecto de la Oficina de Vivienda de Madrid nace como respuesta a las graves problemáticas relacionadas con la vivienda que atravesamos: las que hemos de seguir cargando con la deuda a pesar de ser despojadas de nuestras casas; las que hemos de consumir la mayor parte de nuestros ingresos en pagar alquileres e hipotecas abusivos; las que somos acosadas por quienes no quieren inquilinas bajo rentas antiguas; las que nunca pudimos acceder a una vivienda. . . » La Oficina de Vivienda dispone de un servicio de asesoría y además tiene disponibles una serie de recursos para la defensa del derecho a la vivienda. Asamblea de Vivienda de Madrid «La Asamblea de Vivienda de Madrid, [...] heredera de la Interbarrios de Vivienda, la formamos un conjunto de grupos y colectivos que estamos luchando por la vivienda y que nos reunimos [...] con el objetivo de aunar esfuerzos, ayudándonos y apoyándonos mutuamente, preparando acciones y movilizaciones conjuntas y colaborando para hacer más visibles nuestros problemas y reivindicaciones.» Plataforma Hipotecaria de ADICAE «[La Plataforma Hipotecaria de ADICAE] es un colectivo de consumidores afectados por sus préstamos y créditos, normalmente hipotecarios, que no pueden hacer frente al pago mensual de sus cuotas, bien por la subida de tipos de interés, por la propia naturaleza de los productos (hipoteca creciente, hipoteca recargable, hipoteca aplazada) o bien por circunstancias familiares sobrevenidas.» En dicha plataforma se encuentran todo tipo de actividades para la defensa de los derechos del colectivo de hipotecados (como la campaña con respecto a la cláusula de suelo), así como orientación para evitar o superar cualquier situación de impago. Movimiento Cuarto Mundo (Vivienda digna para todos y todas) «La Universidad Popular Cuarto Mundo es, desde hace unos años, el núcleo de acción, conocimiento y compromiso del Movimiento Cuarto Mundo en Madrid. Durante este tiempo los temas tratados han sido muy diversos. Ha sido en este último curso (2010/2011) cuando hemos decidido profundizar de manera monográfica en uno de los temas actualmente más candentes en nuestro país: la vivienda.» Movimientos históricos en defensa del derecho a la vivienda Plataforma por una Vivienda Digna «Esta iniciativa ciudadana apartidista y sin ninguna afinididad ideológica concreta surge espontáneamente de la idea de que los jóvenes (y no tan jóvenes) tenemos parte de culpa de la irracionalidad que estamos sufriendo en materia de vivienda. Un principio recogido en la Constitución es el acceso a una vivienda digna y no lo estamos defendiendo adecuadamente.» Cartas Carta de despedida de Josep Montasell, director del Parque Agrario del Baix Llobregat Fecha: 28 de febrero de 2013 De: Josep Montasell Benvolgut/Benvolguda, Serveixi aquest correu per acomiadarme com a director del Parc Agrari del Baix Llobregat. Adéusiau. Va ser a l’any 1996, ja en fa disset, que per encàrrec de la Diputació de Barcelona i el vistiplau de la Unió de Pagesos de Catalunya vaig poder realitzar l’estudi «Implantació d’un parc agrari a la comarca del Baix Llobregat». Aquest treball, que comptava amb el cofinançament d’un programa Life de la Unió Europea, va servir per definir el camí del que havia de ser el Parc Agrari del Baix Llobregat. El 26 de juny del 1998 es va constituir el seu ens de gestió en forma de Consorci. A l’any 2004 em varen nomenar director del Parc Agrari del Baix Llobregat. Ser director va suposar una responsabilitat que vaig acollir amb molta illusió, ja que permetia una dedicació plena a aquest projecte engrescador i un contacte directe amb la pagesia i amb les administracions. A més, aquest càrrec em possibilitava anar definint i concretant el discurs del que havia que ser el Parc Agrari, una idea de què ningú no tenia experiència però que, tanmateix, amb els anys i el suport amb alts i baixos polític, tècnic i d’una part del sector agrari, s’ha pogut construir i anar perfilant. El mateix any 2004, a proposta de Joan Caball, aleshores conseller del Comitè Econòmic i Social Europeu (CESE) i coordinador nacional de la Unió de Pagesos, i amb el vistiplau de la Diputació de Barcelona, vaig poder participar activament com a expert en la redacció del Dictamen «agricultura periurbana» (NAT/204 de 16 de setembre de 2004). Aquest document del CESE recollia bona part de les reflexions i propostes sobre les qual se sustentava i se segueix sustentant el desenvolupament del Parc Agrari del Baix Llobregat. Transcorreguts els anys, la tasca duta a terme al Parc Agrari amb l’objectiu de consolidar la base territorial i facilitar la continuïtat de l’activitat agrària dels pagesos professionals ha obtingut un reconeixement molt important. Un bon exemple d’això és l’obtenció el 2012 de la qualificació de millors pràctiques en el IX Concurs Internacional de Bones Pràctiques (Best Practices) del Programa Habitat de les Nacions Unides. Aquesta distinció reconeix el caràcter innovador en matèria de governança de la iniciativa empresa al Baix Llobregat, que, sota l’impuls del Consorci del Parc Agrari, ha aconseguit consolidarse i esdevenir experiència de referència més enllà de l’àmbit territorial que li és propi, sent un instrument per a la preservació, gestió i desenvolupament d’un espai agrari periurbà. El model del Parc Agrari s’inclourà en el Novè Catàleg Espanyol de Bones Pràctiques, que elabora el Ministeri de Foment i s’incorporarà a la Biblioteca Ciutats per a un Futur més Sostenible. Evidentment, tot el que s’ha pogut dur a terme ha estat possible pel suport polític i l’impuls de la Diputació de Barcelona, del Consell Comarcal del Baix Llobregat, dels catorze municipis de la vall baixa i del delta del Llobregat i, des del 2004, de la Generalitat de Catalunya, així com de la Unió de Pagesos. Però també, i d’una manera molt destacada, pel treball del dia a dia, per les aportacions d’iniciatives novedoses, per l’esforç a l’hora de definir conceptes i establir i desenvolupar actuacions concretes que un equip de treballadors i de treballadores (tècnics i no tècnics, contractats o funcionaris, becaris o alumnes en pràctiques) ha dut a terme. Un equip cohesionat, illusionat amb el projecte i desitjós de ferlo créixer. A tots ells, moltes gràcies. Ha estat un plaer treballar amb vosaltres. Vull també recordar tota la pagesia que en un moment determinat va lluitar per aconseguir el Parc Agrari, la pagesia que amb el temps s’ha convençut de la necessitat de tenirlo encara que en un primer moment hi tingués dubtes seriosos i fos combativa, a la que al principi hi creia i ara està desenganyada, a la que no hi ha cregut i no té cap intenció de creurehi i a la que, malgrat tot, continua defensant el Parc Agrari. Moltes gràcies. Els debats, les controvèrsies, les discrepàncies, les collaboracions, la participació activa franca, sincera i sense segones crec que ens ha ajudat a tots. A mi, segur que sí. Gràcies i disculpeu si, en alguns casos, no he aconseguit la complicitat necessària per empènyer endavant i de forma conjunta el projecte del Parc Agrari. No ha estat la meva intenció decebreus. També cal mencionar totes aquelles persones que, des dels àmbits professionals més diversos, han collaborat amb el seus estudis, treballs, recerques, assessoraments i tesis a dotar de cos teòric el Parc 171 172 Boletín CF+S 54. La ciudad a escala humana. XII Congreso Anual N-aerus Agrari i a fer propostes pràctiques per a la seva gestió. I, com no, aquelles persones ciutadans anònims que han participat en actes organitzats per promocionar l’activitat productiva del Parc Agrari o simplement ens han visitat i ens han encoratjat a seguir amb la feina que fèiem. A tots, moltes gràcies. Aquestes persones han patit, durant bona part de l’any 2012, per l’amenaça de la desaparició del Parc Agrari amb motiu de la proposta de l’empresa Las Vegas Sands Corporation de construir un complex lúdic conegut amb el nom d’EuroVegas i que s’havia d’ubicar en bona part dels terrenys del Parc Agrari. Malauradament, la proposta era ben vista per determinats àmbits polítics, professionals, empresarials i socials de Catalunya. Recordo de manera especial, i amb agraïment, totes aquelles persones i entitats que van defensar amb coratge el Parc Agrari. El projecte va generar un trasbals important en la pagesia, en els treballadors del Consorci i en el mateix futur del Parc Agrari, així com també en bona part dels sectors polítics, religiosos, socials i professionals del país, de tal manera que va comportar que s’organitzessin nombrosos actes de debat i suport solidari en contra d’aquest projecte i a favor del Parc. L’amenaça quedà esvaïda quan, el 8 de setembre de 2012, Las Vegas Sands Corporation finalment va comunicar que havia decidit ubicar el complex a la Comunitat Autònoma de Madrid, bo i renunciant a les ofertes fetes des de Catalunya. El Parc Agrari havia superat una crisi important, tot i que segurament ha deixat algunes ferides que caldrà anar cicatritzant. Tampoc vull deixar de fer una referència als inicis, gens fàcils, d’aquest projecte. Va ser una reivindicació persistent de la Unió de Pagesos, iniciada al final dels anys 1970 i principi dels 1980, finalment acollida i impulsada, primer, des de la Diputació i el Consell Comarcal i, després, els catorze municipis que s’hi van incorporar. Els pioners d’aquest projecte tenen noms propis i és just recordarlos (tot i el perill d’oblidarse d’algú): José Montilla, Manel Royes, Pep Riera, Jordi Bertran, Toni Montseny, Miquel Reverter, Francesc Ribes, Ismael Santonja, Miquel Domènech, Manel Canes. Ells foren els que amb convenciment, fermesa i constància varen haver d’afrontar totes les oposicions que des de determinats àmbits d’algunes administracions i del mateix sector agrari anaven apareixent en contra del projecte del Parc Agrari del Baix Llobregat. I no defallir. Jo vaig començar a treballar en el projecte del Parc Agrari desenvolupant un estudi que comptava amb el suport de la Unió Europea a través de l’atorgament d’un programa Life i acabo amb un reconeixement del Parc Agrari per part de les Nacions Unides. Per qualsevol persona, aquest guardó ha de ser una satisfacció. Per mi, per la part en què hagi pogut contribuir, ho és. Per molts d’altres, polítics, tècnics, pagesos espero que també ho sigui. I no en vull tenir cap dubte. Ara, alguns dels que en un moment determinat varen creure que jo podia aportar quelcom al projecte han cregut que ja s’ha complert una etapa i que haig d’incorporarme a d’altres funcions dins de la Diputació de Barcelona. Un nou equip, unes noves idees, unes maneres de fer diferents, noves empaties han de definir el Parc Agrari del futur. Al nou equip que s’incorpori amb qui espero poder collaborar encara que sigui collateralment li desitjo molta sort en la definició del futur del Parc Agrari i en les accions que dugui a terme per apropars’hi. Per acabar, crec que és bo recordar la frase del físic alemany Max Plack quan deia que «les noves veritats no triomfen convencent els vells oponents, sinó fentles evidents a les noves generacions». Moltes gràcies. Josep Montasell Can Comas (El Prat de Llobregat), 28 de febrer de 2013 D’ara en endavant em podreu trobar a: Diputació de Barcelona Àrea de Territori i Sostenibilitat Àmbit d’Espais Naturals Direcció territorial agrària Carrer Urgell, 187. Edifici del Rellotge, tercera planta 08036 Barcelona Tel. 93 402 22 12 Tel. 649 260 892 Ciudades para un Futuro más Sostenible http://habitat.aq.upm.es/ Compuesto con haLATEX v0.64 y LATEX2ǫ Carlos Jiménez Romera Mariano Vázquez Espí Edición del 19–3–2013