1 DE CADA 4 FAMILIAS VIVE EN VIVIENDAS PRECARIAS

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5 de Junio de 2011 – Número 392
1 DE CADA 4 FAMILIAS VIVE EN VIVIENDAS PRECARIAS
El escándalo en la Asociación Madres de Plaza de Mayo no es un hecho aislado sino apenas
un testimonio de un mecanismo de uso masivo y sistemático. A través de la canalización de
fondos públicos por fuera del circuito estatal –ya sea para financiar proyectos de ONG, cubrir
déficits de empresas públicas o subsidiar empresas privadas– se eluden los controles y las
formalidades del Estado. Más allá del doble discurso a favor de lo estatal y la posterior elusión
de sus controles, este modelo de gestión crea las condiciones para la corrupción y no resuelve
los problemas sociales, aún con abundancia histórica de recursos fiscales.
En los países bien organizados las personas acceden a la vivienda a través de medios propios, sea por la
acumulación de ahorros, el acceso al crédito hipotecario de largo plazo o una combinación de ambos. En
los países de menor desarrollo, la accesibilidad está mucho más restringida tanto porque una parte
importante de la población tiene remuneraciones bajas e inestables como por la ausencia de instituciones
de crédito de largo plazo para la vivienda. Por ambos motivos, los problemas de falta de vivienda o
viviendas inadecuadas se presentan con mayor asiduidad.
Para el caso argentino no es posible hacer un diagnóstico preciso y actual de la situación habitacional
hasta que no se cuente con los datos desagregados del Censo 2010. Sin embargo, con la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, correspondiente al año 2010, se puede trazar un panorama
bastante aproximado. Para tener una idea de órdenes de magnitud, es útil señalar que mientras el Censo
2010 identificó a aproximadamente 40 millones de personas que habitan en 14,3 millones de viviendas, la
EPH cubre a 25 millones de personas que viven en los grandes aglomerados urbanos y habitan
aproximadamente 7,7 millones de viviendas. Tomando este universo más acotado aparecen los
siguientes rasgos:

El 25% de las viviendas pueden ser consideradas precarias dado el material de construcción,
la ubicación, el nivel de hacinamiento o los servicios con que cuenta.

La precariedad habitacional aumenta a aproximadamente el 35% en las provincias del norte
argentino y el Gran Buenos Aires.

Por el contrario, en la Ciudad de Buenos Aires la incidencia de las viviendas precarias es del
13%.
Estos datos, aproximados pero oficiales, alcanzan para señalar que los problemas de vivienda en el
país son muy serios, especialmente en las regiones más pobres. Las soluciones de fondo pasan por
mejorar la productividad de la economía, la calidad de los empleos y establecer reglas para que el ahorro
interno –en lugar de fugarse hacia el atesoramiento de dólares– sea canalizado al sistema financiero de
largo plazo. Como se trata de temas complejos y de largo aliento, la construcción de viviendas sociales
se convierte transitoriamente también en una prioridad.
Frente a este panorama, es entendible la indignación ante las sospechas de desvío de fondos
destinados a la asistencia social utilizando el “paraguas” de una organización de derechos
humanos. Si bien la reacción es lógica, frente a lo que sería una categoría superior de corrupción, el
esquema bajo el que opera dista de ser una excepción. Por el contrario, es apenas una variante de los
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múltiples mecanismos de elusión de controles estatales sobre la administración de fondos públicos que
se viene masificando y generalizando en los últimos años.
La operatoria se basa en canalizar fondos públicos a entidades que, al ser de naturaleza no
estatal, no están sujetas a los procedimientos de contratación, formalidades y controles que rigen
dentro del Estado. Esto incluye la utilización de fondos públicos para proyectos que ejecutan ciertas
ONG (por ejemplo, Madres de Plaza de Mayo o la agrupación de Milagros Salas en Jujuy), pero en la
misma lógica entra la creciente asignación de recursos fiscales a empresas estatales y privadas. Por
ejemplo, ENARSA o Aerolíneas Argentinas ejecutan contratos de enormes magnitudes con
procedimientos y controles mucho más relajados que los que rigen en el sector público. En igual sentido,
un subsidio asignado discrecionalmente a una empresa privada da una flexibilidad en la administración
de los fondos públicos imposible de disponer si la gestión de esos mismos recursos fiscales se hiciera
cumpliendo con la normativa del Estado.
La gravedad del déficit de vivienda y de otros problemas sociales justifica un compromiso vigoroso del
Estado en la búsqueda de soluciones. La eficacia no la determina el tipo de gestión –pública, privada
o con ONG afines ideológicamente– sino la calidad de las reglas bajo las cuales se administran
los recursos públicos. La experiencia internacional indica que se pueden lograr buenos resultados con
la intervención directa del Estado, articulando con ONG o delegando en empresas privadas. Pero, en
todos los casos exitosos, la racionalidad de las reglas y la transparencia están por encima de las
ideologías.
Porcentaje de viviendas precarias
40%
35%
35%
33%
a) piso interior de ladrillo suelto/
tierra u otro;
Promedio = 25%
30%
25%
b) techo de chapa de cartón o paja;
20%
20%
15%
36%
14%
13%
Nota: Para determinar la precariedad,
se determinó que el hogar debía
presentar al menos uno de los
siguientes factores:
c) no tienen baño dentro de la
vivienda;
16%
d) no tiene agua dentro de la
vivienda;
10%
e) esta ubicada cerca de un basural,
zona inundable o villa;
5%
f) tiene 3 o mas personas por
dormitorio.
0%
Ciudad de
Buenos
Aires
Partidos
del GBA
Patagonia
Pampeana
Cuyo
NEA
NOA
Fuente: IDESA en base a
EPH del INDEC
CONTACTO PARA PRENSA: 0351– 155949875
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