domingo - Editorial SAN PABLO Peru

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Año XVI – N° 16 – 13 de Marzo del 2016
EL
DOMINGO
día del Señor
V Domingo
de Cuaresma
“Ciclo C”
«Podemos preguntarnos, ¿cómo puede ser feliz una persona pobre de corazón, cuyo
único tesoro es el Reino de los cielos? Pero la razón esta propio aquí: que teniendo
el corazón vacío y libre de tantas cosas mundanas, esta persona está en “espera” del
Reino de los Cielos».
(Papa Francisco, Homilía, 01-11-2015)
OPTAR POR EL AMOR A JESÚS
«Miren que realizó algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan?». Es el anuncio del profeta Isaías. El Señor nuestro Dios se complace
en renovar continuamente, pues es Dios-Amor
y el Amor todo lo renueva, pues el Amor es la
realidad que derrota todo lo caduco, lo inútil,
lo que perdió valor. Éste profético se realiza
plenamente en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado. La Encarnación es la clara manifestación que Dios quiere renovar
la historia de los hombres
elevándonos a las más grandes posibilidades. Tal renovación exige por parte de los
hombres acoger a Jesucristo
como Salvador.
San Pablo, da fe de lo nuevo
que en él apareció al acoger
a Jesucristo como razón de
su vida: «Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento
de Cristo Jesús, mi Señor». Y
ciertamente no se trata de un
conocimiento sólo intelectual
sino de la experiencia viva
de Jesús, aquella que se origina cuando el ser
humano se experimenta y sabe amado por Jesús y decide responder a tal donación de amor
viviendo en una relación viva con Jesucristo,
convirtiéndole en el referente fundamental de
la propia vida, intentando vivir en él, por él y
para él. San Pablo dejó atrás todo lo que fue y
se dejó configurar por la persona y el estilo de
vida de Jesús. Ese configurarse con Cristo no
es algo que se realiza en un solo día. San Pablo
afirma con decisión: « Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una
cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro
hacia la meta, para ganar el
premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús».
La relación con Cristo ha de
ser cuidada, dejar lo antiguo
y optar cada día por el amor
de Jesús. Es verdad que puede
haber un momento fuerte de
cambio, como lo tuvo Pablo.
Jesús puede ofrecer con fuerza el don de su amor misericordioso, como a la mujer pecadora del evangelio, Él puede
decir un día aquél «Tampoco
yo te condeno. Vete y no peques más», y lo dice en cada
confesión sacramental de
modo especial. Pero la carrera continúa, hasta el final de la vida. Que a ello nos ayude esta
Cuaresma.
Pbro. Pedro Hidalgo Díez
Momento personal
«Mira la Cruz, esa es mi más grande
prueba, nadie te ama como yo».
(Martín Valverde)
Señor, quiero seguirte siempre, quiero
dejar de lado mi pequeñez, mis errores,
mis continuas caídas, dame la fuerza para
iniciar cotidianamente el nuevo camino
en mi vida, ese camino que conduzca a ti.
V Domingo de CUARESMA - Ciclo C - Color: Morado
Hermanos y hermanas: ¡Si pudiéramos amar como Jesús nos ama!: sin condenar a nadie, ofreciendo el perdón
sin retos, sin reproches, sin comentarios... Así nos ama y nos perdona Jesús. Pidamos al Señor que en esta
celebración transforme nuestro corazón para comprender la debilidad ajena, sin ser jueces que condenan,
sino hermanos que saben perdonar.
I. RITO DE ENTRADA
Antífona de entrada
Sal (42),1-2
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa, contra gente
sin piedad; sálvame del hombre traidor y malvado. Tú
eres mi Dios y protector.
Acto penitencial
S. Tú que no has sido enviado a condenarnos sino a salvarnos; Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
S. Tú que has venido a buscar y salvar lo que estaba perdido; Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
S. Tú que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
No se dice Gloria
Oración colecta
Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia
nos ayude, para que vivamos siempre de aquel
mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse
a la muerte por la salvación del mundo. Por
nuestro Señor Jesucristo.
1a lectura
El profeta Isaías invita al pueblo de Dios a dejarse
asombrar por su acción en medio de su historia, y
descubriendo que él camina con su pueblo y hace
maravillas.
Lectura del libro de Isaías
43, 16-21
Así dice el Señor, que abrió un camino
a través del mar y una senda en las
aguas impetuosas; el que hizo salir a
batalla carros y caballos, con poderoso ejército;
caían para no levantarse, se apagaron como
mecha que se extingue: «No recuerden lo de
antaño, no piensen en lo antiguo; miren voy
a hacer algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo
notan? Abriré un camino por el desierto, ríos en
la llanura. Me glorificarán las bestias del campo,
chacales y avestruces, porque haré brotar agua
en el desierto, ríos en la llanura, para apagar la
sed de mi pueblo, mi elegido, el pueblo que
yo formé para que proclamara mi alabanza».
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal (125)
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
– Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos
parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la
lengua de cantares. / R.
– Hasta los paganos decían: «El Señor ha estado
grande con ellos». El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres. / R.
– Que el Señor cambie nuestra suerte, como los
torrentes del Negueb. Los que sembraban con
lágrimas cosechan entre cantares. / R.
– Al ir, iban llorando, llevando la semilla; al volver,
vuelven cantando, trayendo sus gavillas. / R.
2a lectura
Pablo exhorta a los cristianos de Filipo a descubrir
la fuerza de la pasión de Cristo y como ella produce gracia, fortaleza y sentido a nuestro caminar,
presentándose como criterio de discernimiento.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Filipenses 3, 8-14
Hermanos: Todo lo estimo pérdida
comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por
él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de
ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia
justicia, la que procede de la ley, sino con aquella
que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios
y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él, conocer la fuerza de su resurrección, y participar de
sus padecimientos, muriendo su misma muerte,
para llegar un día a la resurrección de entre los
muertos. No es que haya conseguido el premio,
o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver
si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que
queda atrás y lanzándome hacia lo que está por
delante, corro hacia la meta, para ganar el premio,
al que Dios desde arriba me llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
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Aclamación antes del Evangelio
Jl 2,12-13
Ahora —oráculo del Señor— conviértanse a mí
de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.
Evangelio
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El pasaje de la mujer adúltera, siempre nos cuestionará en torno a la misericordia y nuestros conceptos errados frente a Dios, y al ser humano. Jesús
nos llama a ser libres en el amor y la misericordia.
Lectura del santo evangelio según san Juan
8,1-11
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró al
monte de los Olivos. Al amanecer
se presentó de nuevo en el templo, y
todo el pueblo acudía a él; entonces se sentó
y les enseñaba. Los escribas y los fariseos le
trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y,
colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
La ley de Moisés nos manda apedrear a las
adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto
para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús,
inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y
les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la
primera piedra». E, inclinándose otra vez, siguió
escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron retirando
uno a uno, empezando por los más viejos. Y
quedó solo Jesús, con la mujer, que permanecía
allí frente a él. Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno
te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno,
Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno.
Vete, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Profesión de fe
Plegaria universal
Las lecturas de este domingo muestran, muy a
las claras, la misericordia de Dios, que cambia
la suerte de nuestra condición pecadora, muriendo en la cruz. Por medio de Cristo crucificado, elevamos al Padre nuestra plegaria diciendo:
R. ¡Padre, danos tu perdón y misericordia!
- Padre, llena de tu Espíritu al Papa Francisco,
en este momento tan especial para la Iglesia y
que ese “algo nuevo que brota” llene por completo las necesidades de la Iglesia. Roguemos al
Señor. /R.
-Padre, acompaña a través de tu Iglesia, a todos
aquellos que se sienten solos, están enfermos,
preocupados, a los que están necesitados de pan
o de cariño, para que esta Cuaresma nos acerquemos unos a otros. Roguemos al Señor. /R.
-Padre, une entre sí a los esposos con tu amor,
a los padres con los hijos y a todas y cada una
de las familias cristianas, para que la armonía
brille en las casas y resplandezca tu mensaje al
mundo. Roguemos al Señor. /R.
-Padre, haz que todos los que compartimos el
Cuerpo y la Sangre de tu Hijo vivamos en la
unidad necesaria para que el mundo crea que
Cristo es el Salvador del mundo. Roguemos al
Señor. /R.
(Pueden añadirse peticiones particulares)
Padre, misericordioso, perdona y olvida nuestras faltas y atiende generosamente las necesidades del pueblo suplícate. Te lo pedimos por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
Oración sobre las ofrendas
Escúchanos, Dios todopoderoso, tú que nos
has iniciado en la fe cristiana, y purifícanos
por la acción de este sacrificio. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Prefacio de Cuaresma
Antífona de comunión Jn 8,10-11
Mujer, ¿ninguno te ha condenado? Ninguno, Señor.
Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques
más.
Oración después de la comunión
Te pedimos, Dios todopoderoso, que nos
cuentes siempre entre los miembros de Cristo,
cuyo Cuerpo y Sangre hemos comulgado. Por
Jesucristo nuestro Señor.
LA PALABRA en la semana
V Semana de Cuaresma - 1° del salterio
14 L Feria - Dn 13, 1-9.15-17.19-30.33-62(más breve:
13, 41-62); Sal (22),1-6; Jn 8, 12-20.
15 M Feria - Núm 21, 4-9; Sal (101), 2-3. 16-21; Jn 8, 21-30.
16 M Feria - Dn 3, 14-20. 91-92. 95; [Sal] Dn 3, 52-56;
Jn 8, 51-59.
17 J Feria - Gn 17, 3-9; Sal (104), 4-9; Jn 8, 51-59.
18 VFeria - Jer 20, 10-13; Sal (17), 2-7; Jn 10, 31-42.
19 S SAN JOSÉ, esposo de la Virgen María (S) - 2Sam
7, 4-5a. 12-14a. 16; Sal (88), 2-5. 27.29; Rom 4,
13. 16-18. 22; Mt 1, 16. 18-21. 24a (o bien: Lc 2,
41-51a)
ma-
SAN JOSÉ
ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA
«José, hijo de David, no temas tomar contigo a
María tu mujer, porque lo engendrado en ella
es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21).
Esta cita bíblica es el centro de la historia de San José,
el “hombre justo” esto quiere decir, razonable, sensato,
prudente y confiado en la justicia de Dios. Él fue escogido por Dios para una misión maravillosa, proteger, enseñar, criar y darle el rostro humano
y masculino a Jesús, su Hijo. Protagonista
también del Plan de Dios. José cumplió
a cabalidad su misión comenzando
por ser un santo esposo, quien confió
en Dios ante su invitación y aceptó
en silencio su voluntad.
María y José estaban ya esposados, significa que ya estaban casados pero que aún no vivían juntos,
era un tiempo previo a compartir la
vida juntos, donde el hombre preparaba la casa que ofrecería a su familia. Es durante este tiempo que María
da su sí al Señor y queda esperando a
su divino Hijo. José decide alejarse de
ella en silencio sin denunciarla públicamente, como era la ley. A través de este gesto
de gran nobleza, podemos conocer el corazón de
este hombre, que en un primer momento, al no saber
la verdad, se creyó traicionado y a pesar de ello sobrepone a su dolor, la misericordia y el perdón. No quiere
que María sea dañada o humillada. Al saber, a través
de la voz del ángel, sobre la pureza de María, acepta
la voluntad de Dios en silencio y sin responder con sus
labios, pero si con su vida.
José comienza el camino de salvación de la mano de
María, quien lo acompaña a Belén donde José se empadronaría en el censo, y así se cumpliría la promesa
de Dios hecha al Rey David, que de su linaje nacería
el Mesías. Paso a paso, los acontecimientos se fueron
dando con su colaboración: El nacimiento de Jesús, su
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presentación en el templo, donde ejercería su derecho
de padre dado por Dios, darle el nombre a su Hijo,
Jesús. Escuchando las indicaciones del ángel, parte a
Egipto dejándolo todo por proteger a María y a su Hijo.
Permanece como extranjero algunos años y luego,
siempre respondiendo a la voluntad de Dios, regresa
a Galilea para radicar allí y continuar con su misión
de esposo y padre que enseñaba a su hijo las labores
de su oficio.
«Su paternidad se ha expresado concretamente “al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la encarnación y a la misión redentora que está
unida a él; al haber hecho uso de la autoridad legal, que
le correspondía sobre la Sagrada Familia, para hacerle
don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber convertido su vocación humana al amor doméstico con la
oblación sobrehumana de sí, de su corazón y de
toda capacidad, en el amor puesto al servicio
del Mesías, que crece en su casa».1
José visto en esta doble dimensión padre y esposo, es un educador en el
más amplio sentido de la palabra,
testigo de su fe ante su Hijo, en
su ser humano fue dador de amor,
cariño y comprensión a su Sagrada Familia, además de proveerles
el sustento diario, de identidad y
cobijo. Como pareja María, «unida a José, por un estrechísimo y
virginal vínculo de amor». Se trata,
en efecto, de dos amores que representan conjuntamente el misterio de la
Iglesia, virgen y esposa, la cual encuentra en el matrimonio de María y José su
propio símbolo. «La virginidad y el celibato
por el Reino de Dios no sólo no contradicen la
dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la
confirman. El matrimonio y la virginidad son dos modos de expresar y vivir el único misterio de la Alianza
de Dios con su pueblo», que es comunión de amor entre Dios y los hombres».2
Pidámosle a San José, Patrono de la Iglesia Universal,
nos guíe en el camino de formar familias cristianas sólidas y permanentes que se miren en el espejo de la
familia de Nazaret, files en el amor y respeto mutuo y
cotidiano, bajo el amparo de su bendición.
M. Milagro Bronttis
1 San Juan Pablo II, Redemptoris Custos, N° 15
2 San Juan Pablo II, Redemptoris Custos, N° 20
el DOMINGO - Director: P. Luis Neira R. ssp. Coordinación: Milagro Bronttis de Quispe.
Con licencia eclesiástica / Marc. reg. Resol. Indecopi N° 006852-1999, Certif. N° 0055702
Edita: SAN PABLO, Av. Armendáriz 527 - MIRAFLORES. Lima (Perú) / Telfax: (01) 446 0017 / [email protected]
Redacción: Pbro. Antonio Díaz M., igs.; Pbro. Pedro Hidalgo Díaz; Diagramación: Bruno Cárdenas Salazar; Josue Muñoz Huarniz
Imprime: Editorial Roel S.A.C. / Para envíos y suscripciones: [email protected] / Telfax: (01) 446 0017
• Los textos litúrgicos corresponden a los aprobados por la Conferencia Episcopal Peruana. / Este subsidio no sustituye el uso de los Libros Litúrgicos.
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