ortiz de zarate - Comunidad Vitoriana de España

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H. JUAN ANTONIO
ORTIZ DE ZÁRATE
RUIZ DE ARCAUTE
Clérigo de San Viator
Lermanda 20.10.1936 - Valladolid 21.07.2015
VIATORES
COMUNIDAD VIATORIANA DE ESPAÑA
MADRID, JUNIO 2016
INTRODUCCIÓN
Era un 7 de septiembre de 1950. Llegábamos a Eskoriatza
los juniores nuevos de aquel año. Mi cama está en el dormitorio San José. ¡Que alto, el techo! Camas de hierro.
¿El colchón? Durillo, de paja. Por la noche, se apaga
la luz y hay que quitarse la última prenda. Las camas
estaban alineadas en tres filas. A mi cabecera había otra
cama. A ella llega, de los lavabos, un chico espigado.
Pasa junto a mí. Ni una palabra: es lugar de gran silencio.
Se me queda la imagen: estirado, delgado, gafas gruesas. Al día siguiente sabré su nombre: Juan Antonio Ortiz
de Zárate Ruiz de Arcaute (¡qué largo, apellido y cuerpo!).
Y en Valladolid, agosto de 2016. Estoy de visita. Tres
meses antes de su muerte. Juan Antonio sigue muy alto,
más delgado, ahora, gafas oscuras. Su porte sigue siendo noble. Y el bastón le da seguridad y solemnidad.
Hemos vivido juntos: cuatro años de juniorado, noviciado, dos de escolasticado, ejercicios de 30 días, reciclaje
en El Escorial, nunca en la misma comunidad; cuento, 66
años de amistad. Me tocaba de lleno escribir su biografía. Después de rastrear por apuntes y cartas, después
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de haber recibido sinceros testimonios, mi amistad se
colorea de admiración. Y me alegro de haberme ofrecido
a escribir estas páginas. Animan mi vocación.
Juan Antonio deja unas páginas de autobiografía muy
jugosas y lo motiva así: “Por qué estoy escribiendo
esto? Porque no me gusta escribir biografías de otros.
(En estos momentos me han encargado la biografía
de Juan Ángel (Juan Ángel Martínez, religioso de su
comunidad de Vitoria, fallecido en San Sebastián a
los 35 años de edad, en 1990: dejó fuerte impresión
en los que habían vivido con él) y acepto el hacerlo
porque si no tendría que caer el muerto a otro. No me
gusta dar trabajo a otros. Considero que lo importante
es conocer, tratar a las personas “en vida”. Quererlas
y decir bien de ellas cuando cuesta más, es decir,
cuando están vivas. Hace una temporada de años se
me ocurrió que no quería dar trabajo a nadie cuando
me muera (aquí casi se me para el boli). Siempre me
ha parecido muy bonito el pensamiento de que “vale
más ofrecer una rosa a un vivo que llevarle una corona
o cien coronas cuando se ha muerto”.
Si esta “autobiografía” la empezó en 1991, la ha ido retocando en años posteriores, y hay que seguir el hilo. Las
últimas correcciones o añadidos son de 2012. Al trascribir los renglones de la autobiografía, los escribiré con
letra bastardilla. No mantendré otros matices de tamaño,
mayúscula, negrita, subrayados con los que siempre
presenta sus escritos. Juan Antonio se ha retratado en
muchos otros artículos y escritos que envió a la imprenta y aparecieron en la Revista Vida y en la Hoja colegial
Faro, en los planes personales, en la infinidad de frases
y pensamientos recolectados, en cartas de las que ha
guardado copias.
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También cuento con las aportaciones de 15 viatores, religiosos y asociados. Sobre ellos mantendré el anonimato,
que piden algunos, pero no dejo de darles sinceras gracias por su colaboración.
Miro al recordatorio que tengo en la mesa de trabajo, y le
pido: “Juanan, échame una mano”.
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FAMILIA E INFANCIA
La Llanada alavesa: una ciudad pujante, Vitoria – Gasteiz,
y decenas de pequeños núcleos con tejados rojizos, y
verdes alfombras a su alrededor. Trigo, remolacha, patatas y tranquilidad.
Juan Antonio nació en uno de esos pueblos, al Oeste
de Vitoria, en Lermanda, a unos seis kilómetros de
la Capital. Hoy los terrenos están englobados por el
Polígono Industrial de Júndiz, el más grande de Euskadi
con 640.000 metros cuadrados. Da ocupación a unos
7.000 empleados. Todavía, entre los pabellones, se cuela
alguna hectárea de trigo.
Si en los años de la infancia y juventud de Juan Antonio,
el pueblo tenía unos siete vecinos, ahora los vecinos
son dos. La iglesia parroquial, que lleva de nombre San
Sebastián de Lermanda, marca sus primeras piedras con
el año 1510. Hoy aparece sin las construcciones que le
habían adosado para vivienda del párroco.
La autobiografía retocada a los 76 años comienza con
esta acción de gracias matizada y sentida. (Recuerdo
que borro los matices de tamaño y estilo de letra.)
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
GRACIAS, Señor, por la vida que me has dado. Desde
mi gozosa jubilación acojo esta vida con un agradeci6
miento que quiero que continúe hasta que Tú quieras.
Perdona por la presunción de querer “doctorarme” en
el ARTE DE VIVIR, es decir, en el arte de ser FELIZ y
hacer felices a las personas y amigos que me rodean.
GRACIAS, Señor, por mi amplia FAMILIA Ortiz de
Zárate-Ruiz de Arcaute de la que estoy muy orgulloso
y a la que nunca agradeceré bastante el “mimo” con
que me han tratado.
GRACIAS por tu “misteriosa” y desconcertante
vocación de VIATOR. Gracias por el regalo de las
Comunidades donde he vivido la “aventura” siempre
nueva de mi vida. Gracias por los Amigos y las Amigas
de dentro y de fuera.
Y entra ya en la descripción de la familia.
Mi nombre de pila es Juan Antonio y mis 16 primeros
apellidos (sacados por mí del fondo de datos de la
Biblioteca del Seminario Diocesano de Vitoria): Ortiz
de Zárate, Ruiz de Arcaute, Ruiz de Austri, Cerio,
López de Maturana, Múgica, Ayala, Landa, García
de Mendoza, Montoya, López de Gamarra, Gamarra,
Sáez de Buruaga, Ibisate, López de Arcaute, Díaz de
Sarralde…
Fueron mis padres, Tomasa y Jesús, que trajeron al
mundo nada menos que 13 vidas. . Yo ocupaba justo
el centro, con 6 hermanos y seis hermanas por delante y por detrás. ¡Arropado creció el muchacho! De
pequeño murió un hermano en accidente del que fui,
sin querer, protagonista.
La rama paterna procede de Lermanda, Margarita y
Rivabellosa, y la materna de Ullíbarri de los Olleros y
Zurbano. Los once hermanos, ya casados, duplican
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y multiplican la
parentela. Juan
Antonio abraza
como a hermanos a cuñados y
cuñadas y compone el cuadro
de esta hermosa familia que se
convoca varias
veces al año en la
casa bien preparada de Ullíbarri
de los Olleros.
El
padre
de
Juan Antonio es
primo de la Beata
Margarita López
de
Maturana
Jesús y Tomasa, padres de Juan Antonio
Ortiz de Zárate
impulsora-fundadora de las Misioneras Mercedarias de
Bérriz. En 1934, las 94 monjas de clausura de Bérriz,
Bizkaia, pidieron al Papa Pío XI transformarse en Instituto
Misionero. Murió papá en 1960, a los 54 años de edad,
cuando ya la familia estaba “colocada”. De carácter
paciente, buenísimo, nunca se le oiría hablar mal de
nadie, hombre de rezar.
Mamá Tomasa, hacendosa y de poco ruido, de carácter
dulce y suave. Valiente, viviendo aquellos embarazos
seguidos y no perdonándose los trabajos de una casa
de campo. Sobrevivió a su marido 21 años y pudo ver a
todos sus hijos ya establecidos.
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Nací el 20 de Octubre de ¡1936! (Año infausto de la
guerra). El nombre JUAN lo empecé a usar al ingresar en el Juniorado de Escoriaza a los 12 años. En
casa nunca lo usaban ni lo usan, excepto dos hermanas, Loli y Esther. Yo era simplemente ANTONIO,
“Tolonio”, Toñico…
En su nacimiento actuaría la abuela Eleuteria, partera
eficaz de los tres pueblos vecinos: Lermanda, Margarita
y Crispijana. Esta abuela había querido ser Sierva de
Jesús. No le fue posible, pero debajo del colchón guardó
siempre el hábito de sierva para que fuera amortajada con él. De ella también sabemos que se enfrentó al
maestro del pueblo que maltrataba a sus nietos… Nunca
más los tocó.
Reconozco por qué, de pequeño, me llamaban “trasto”, (mi madre me recordaba cariñosamente, ya de
fraile, que, de pequeño, yo era un poco “trocho”).
“Trocho” debe ser un alavesismo que viene a significar torcido, enredador y juguetón, porque lo era.
No había bici, moto, coche, máquina o tractor que
no me guiñara el ojo y me tentara… Con un martillo,
un serrucho, clavos y alguna otra herramientilla, me
pasaba buenos ratos haciendo camiones o carretillas
de madera. Con un gomón y lana hacía pelotas, y con
un hacha y un palo hacía calderones (pilochos), un
juego frecuente en aquellos tiempos. Tirachinas, silbos, balones de goma o de trapo estaban a la orden
del día.
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Hermanos-hermanas, cuñados-cuñadas en Lermanda
Al fondo, la iglesia; en la fuente,
una piedra del famoso Molino de Legardagutxi.
Para la familia y el pueblo de Lermanda, el ir andando
día a día a la escuela de Margarita, hacía que valorásemos más las vacaciones y alguna que otra picia.
Yo vivía “despreocupado y juguetón” los primeros
años de escolarización bajo la disciplina de un maestro un tanto neurotizado por una familia disarmónica,
(le llamábamos “calvorota” y decían que era uno
de los mejores maestros de Álava…). Nosotros nos
consolábamos imaginando cómo tendrían que ser
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los otros… Yo no debía de ser muy aplicado, porque,
sin saber muy bien el motivo, me solía colocar en su
misma mesa de trabajo, bien cerca de él y con uno
de sus hijos (Pepito) al que él maltrataba ostensiblemente. Una cosa aprendí de él para mis largos años
de docencia: a hacer y comportarme en clase y en el
trato con mis alumnos de manera totalmente distinta a
como él hacía y se comportaba con nosotros.
Comentan sus hermanas que ya empezaba a brotar en él
su camino hacia la enseñanza, porque en casa hacía de
maestro con ellas y les ayudaba en las tareas.
Fui monaguillo desde los 6 años de D. José María
Sarralde, cura párroco de Lermanda y Margarita;
adusto, lejano y poco dado a la comunicación personalizada con feligreses, y demasiado serio con los
niños. Vivía en Víllodas y creo que le gustaba la caza
en sus tiempos libres. Yo tenía preferencia por las
misas de difuntos porque eran más breves y porque
el atril con el misal pesaba poco…Me gustaban los
recortes de las formas que el cura hacía y recortaba
con un molde cortante. . Del vino, echaba de menos
el que solían dejar en las vinajeras otros sacerdotes
que venían a suplir alguna que otra vez o en funerales, curas de los alrededores. Nuestro D. José era
muy tacaño en eso y en propinas. Yo le solía coger
la bici y más tarde la moto para rodarme un poco…
Según dicen, yo era un niño despreocupado, juguetón
y bastante “travieso” (“trocho” me decía mamá) por
entonces.
¿Anécdota o premonición? Recuerdo que, de pequeño, en la cocina, me sorprendían frecuentemente
mirando fijamente a la luz de las bombillas. Mi madre
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y mis hermanas mayores me reprendían diciendo que
eso era malo porque comía la vista… Me tuve que
poner gafas que rompía con frecuencia en golpes o
caídas de la bici. Siempre acudía al Oculista Llorente
para quien trabajaba de interina mi tía Amparo. En
la consulta teníamos que andar silenciosos y hablar
bajito… Más tarde, en el Juniorado de Escoriaza perdí
mucha vista por la debilidad (yo era mal comedor
y frecuentemente me acusaba en “la culpa” o me
apuntaban y castigaban por dejar comida en el plato).
Cada año,, durante la adolescencia, cuando iba a
graduarme la vista en vacaciones de verano, me subía
bastante la miopía y tenía que cambiar de cristales..
Primeras catequesis: Más que del Catecismo que
nos daban en la Escuela o el Cura los domingos en
la Catequesis parroquial, yo guardo siempre un muy
buen recuerdo de la Catequesis que nos daban los
Seminaristas teólogos del Seminario de Vitoria. Solían
venir 3 ó 4 los domingos durante el buen tiempo
y nos daban la catequesis en grupos. Guardo muy
buen recuerdo de su trato, de lo alegres que eran y
de lo que jugaban con nosotros en el coto a un fútbol elemental, con su sotana remangada… Nuestra
casa siempre era el centro de acogida, de merienda
y de escuchar la radio y los resultados de fútbol del
Athletic y la Real Sociedad…
Aprendíamos el CATECISMO de memoria e hice la
Primera Comunión con otros niños y niñas un día del
Corpus Christi en traje azul, con cordones de almirante de marina y con un estridente silbato marca
“Tunder”.
En el campo trabajé poco: yo tenía que ir a la escuela, hacer leñas y acarrear paja. En verano, incluso de
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junior, me gustaba mucho la trilla y siempre solía estar
en la “limpia”, retirando los sacos de arena. También
acompañaba, bastantes jueves, a mi padre, y a veces,
a mi padre y a mi madre, a Vitoria, y solíamos quedar a
comer en la Fonda Elguea, muy amigos de mi padres.
En los tiempos de “estraperlo”, recuerdo haber burlado la vigilancia de los de “puertas” y llevar grano,
harina, patatas y cosas así al Seminario Diocesano
a cambio de aceite, azúcar u otras cosas que en mi
casa nunca faltaban. La administradora era una monja
muy maja que se llamaba Sor María, me parece.
VOCACIÓN VIATORIANA Y AÑOS DE FORMACIÓN
Andaba rondando los 12 años. Un amigo de escuela
que se llamaba Heliodoro Lana y con el que compartía
admiración por la misma chica, muy educada y buena,
que se llamaba Puri, se fue a Escoriaza. Me decían
que estaba muy contento. Mi abuela, responsable
siempre de la buena educación de “sus nietos”, puso
en contacto a mis padres con un pariente de Vitoria,
de la familia Vadillo, zapateros, y primos de Saturnino
San Martín, Director del juniorado. Y, “¡a este me lo
llevo yo a Escoriaza!” se diría. Y, claro, en aquellos
tiempos… era una boca menos que alimentar. Todos
contentos y ¡a Escoriaza el 15 de Setiembre de 1949!
Recuerdo la despedida de mis padres en la Estación
del Anglo de Vitoria, con maleta nueva, traje rigurosamente negro y cosquilleos de novedad y algunas
lágrimas en los ojos… En la estación estaban Miguel
Gil, csv hoy, y José Ramón Ullíbarri, que lo dejó. Y a
las 3,30 de la tarde ¡hala!, a Escoriaza, atravesando
no sé cuántos túneles ¿12? en el Vasco-navarro.
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De mi vocación de VIATOR, a posteriori, sólo puedo
decir que fue un misterio de Dios, que ha sido un
regalo, una gracia de Dios, una sorpresa, un milagro
de esos que suponen la presencia de Dios en la trama
de mi vida, nunca un mérito personal o un hallazgo
trabajoso en mi vida. Si es cierto el “Non vos me elegistis, sed ego elegi vos” de Jesús (lo repetirá varias
veces), esta elección me hace vivir en un inacabable
GRACIAS… De lo que sí estoy seguro es de que,
si volviera a nacer y pudiera elegir, hoy elegiría ser
VIATOR.
Me tocó de “ángel de la guarda” o cuidador, a Amador
Aranegui (murió ahogado en la playa de Mioño,
Cantabria, en el verano de 1955, a los 22 años). Como
primer Profesor csv en Escoriaza, guardo un recuerdo imborrable de Sebastián Fernández. Con él cogí
gusto al estudio y estímulo por el trabajo bien hecho y
presentado y, a él lo tomé como “modelo” de religioso y profesor-educador… (sentí su salida años después). Sacaba buenas notas, escribía a casa, en las
cartas no me quejaba de las comidas, celebrábamos
lo de “pan a discreción” del entonces Hermano Carlos
González de Zárate. En julio, de vacaciones, a casa.
¡Cómo me gustaban las barracas del día Santiago, en
Vitoria! ¡Los autos de choque! ¡Y la trilla, en Lermanda!.
Vuelta Escoriaza. En septiembre (1950) vinieron de
Basauri Legarreta, Lezama, Avelino, Sagarduy y
Derteano. Legarreta me quitó el primer puesto en
clase. ¡Cómo estudiaba! Nos hicimos amigos, y hasta
hoy.
Al año siguiente estrenamos Sopuerta. El Seminario
de Doña María Zabala y Don Ángel Quintana ¡Qué
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respeto y qué agradecimiento! Había que trabajar en
la huerta, en el patio, en hacer una piscina. Y allí estaba nuestra clase: subir arena, hacer mortero… ¡Y qué
almuerzos sabrosos con sardinas y vino! ¡La entrada
de aspirante: eso fue “demasié”! Y a todo esto, no
he dicho que mi amigo Heliodoro lo dejó después
del primer año: Y yo que me metí en esto por él…
Más de una vez he pensado en lo misteriosos y desconcertantes que son los caminos de Dios. Y ¿qué
es eso que llamamos vocación? La mía es de lo más
desconcertante.
Voluntario del sagrario: ¡cuánto bien me hicieron
aquellos cuartos de hora a solas, en la capilla! En
adolescencia creciente. Y el Padre Nazario Izar de la
Fuente como P. Espiritual. ¡Qué buena persona era!
¡Cómo me quería!
Más tensión en los estudios para preparar la Reválida
de 4º, examen en el Instituto de Bilbao. Contábamos
con la experiencia del Hermano Graciano San Martín.
¡Y al noviciado (1954)! ¡Qué alegría nos llevamos cuando nos enteramos de que habían nombrado al Padre
Nazario como Maestro de novicios! Yo al P. Clemente
Leygues, el anterior Maestro, sin conocerle de cerca,
le tenía un poco de miedo. Buen año, aunque ciertos
“al pie de la letra” me parecían “chorradas” y algunas
veces me costaron comer de rodillas.
La primera Profesión religiosa fue el 15 de agosto de
1955. La procesión por los claustros del Convento cantando el “Quam dilecta”, el “Ite misa est”, cantado vibrantemente por Luis Múgica, y la lectura del acta, en la que
se nombraba a nuestro padre y a nuestra madre, quedaban grabados para recuerdo permanente y gozoso.
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Primera profesión: 15 de agosto de 1955
Sentados: Julián Ruiz, Adelfo Álvarez, Delfín Grande; Nazario Izar
de la Fuente, Celso López de Munaín, Javier Landa, Esteban Sáez
de Heredia, Bienvenido García, Juan Ant. Ortiz de Zárate.
De pie: José Julián Piedrafita, Joaquín Rodríguez, Rufino Fernández,
Antolín Llarena, Víctor López de Sosoaga, Jesús Pérez, Domingo
Lezama, José María Legarreta.
Dos años de escolasticado con los PP. Luis Martín
y Roque Mendizabal de directores. En el 2º año,
hicimos 6º y Preuniversitario y varias materias de
Magisterio, por libre. En los exámenes de Reválida y
Preu yo sacaba mejores notas que Legarreta; en las
notas de curso, durante el año, él me ganaba fácilmente. También Lezama andaba bien.
En el 2º año de escolasticado sufrí una gran crisis
ideológica, de racionalización de la fe y por tanto, de
fe. Fui muy crítico con todas las ideas recibidas hasta
entonces y tuve que buscar respuestas más profundas y convincentes, y aprendí a buscar “mis ideas” y
a leer, leer mucho para responderme a todo lo que se
me convertía en pregunta.
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Saliendo de su autobiografía puedo espigar, en otros
apuntes, datos importantes sobre los años de formación:
5 de juniorado (1949-1954), 1 de noviciado (1954-1955) y
2 de escolasticado (1955-1957).
JUNIORADO:
(Dos años en Eskoriatza y tres en Sopuerta) Ya va apuntado arriba el comienzo brumoso de su vocación. Ser
cura diocesano parece que le agradaba más, pero lo
de “fraile” y sus hábitos… Su vocación viatoriana se fue
fraguando ya en los cinco años de juniorado. Deja unos
escritos espaciados y recortados de los últimos años de
Sopuerta:
Deseos de no manchar la medalla de aspirante o
de marcharla de sangre. – Me gusta meditar solo.
– Escala de mis defectos: inconstante, descuidado,
criticón, genio vivo, orgulloso: los más notables. –Me
enfado, pero se me pasa rápido.- Me entiendo bien
con todos. – Empiezo a rezar por mis futuros alumnos
(Es algo que nos lo inculcaba el P. Nazario Izar de la
Fuente) En Mayo: me encuentro dispuesto a todo. –
Me impactan los cantos de la noche. Mi virtud: la caridad, ahora es servicio a los demás. –Omnia omnibus
(empiezan a gustarme los latinajos). - Último mayo del
juniorado. Despedida. Da pena.
NOVICIADO:
El P. Nazario estaba siendo su P. Espiritual durante los
cinco años de juniorado. Y nos comunican que él será
nuestro Maestro de novicios. Ya lo anota Juan Antonio
como una buena noticia para él. Y el año de noviciado lo
vivirá en Eskoriatza, convento ya conocido por él en los
dos primeros años de juniorado. Son más extensos los
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apuntes del noviciado y van escalando niveles de madurez y entrega.
Los ejercicios espirituales de entrada al noviciado son
predicados por el P. Lator, s.j.. Los resume en frases
escuetas y propósitos.
“Mi virtud: fe + caridad. – No juzgar, ser bueno con los
demás. – Confiar. Me ilusiona ya pensar y verme entre
chaveas, angelotes. – A pesar de ciertos slogans… yo
confiaré y me confiaré a mis superiores: les seré claro
y les pediré que lo sean conmigo”.
Apunta que pesa 68 kilos al empezar el noviciado. Se
resiste a entrar por la disciplina de este año. Recuerda
el aniversario de la muerte del H. Manuel Izaguirre, en
Sopuerta, 4 de febrero de 1954. Y algunas de las frases
que nos dejó: “Que sean puros… Muero contento…”
Anota la visita de su hermano Luis, con moto. Y él da
unas vueltas con ella; “y doy envidia a novicios y escolásticos”. No deja de anotar que, aunque admira la humildad
del P. Nazario, “Cuánto me cuesta conformarme con la
voluntad del P. Maestro”. Apunta frases de libros que va
leyendo. Escojo unas pocas.
“No te contentes con poco para no perder lo que
tienes. Aspira a más para conservar lo que tienes y
alcanzar lo que esperas” (San Bernardo).
“El que obedece no yerra, constante merece y halla
su cielo en la tierra” (Bto. Benildo).
“María es el campo que produjo el trigo que triturado
en el Calvario nos dio la Eucaristía” (Del libro “María y
la Eucaristía”).
“La sombra de la cruz es, con frecuencia, más larga
que la cruz misma. Son tan negras, tan torturantes,
tan abrumadoras las cruces soñadas”.
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Y escribe estas convicciones de fin de noviciado:
“Sin sagrario no hay nada que hacer” – “Llevar la cruz
con alegría”.
ESCOLASTICADO:
Dos años muy intensos. Varias veces apunta que se
entiende bien con todos, y muy bien, con algunos. Y
la gozada con las nevadas y la guerra de bolazos en el
recreo de la noche… Los estudios aprietan, valora mucho
a los profesores. No relaja su vida interna.
“Si yo le hubiera elegido a Él…¿quién me dice que Él
me quiere? Pero “non vos me elegistis sed Ego elegi
vos”. Pues estoy por decirte, Señor que te has equivocado. ¡Gracias! Marcho bien.
“Eucaristizarme, Madre, toma mi corazón y ponlo
junto al tuyo, conéctalo. Señor, habla claro y fuerte
que soy algo sordo.
Soy débil, inconstante y poco amigo de mortificarme.
Yo necesito un amigo.
Ya dice en sus apuntes biográficos que pasó crisis de fe
en este tiempo. En parte pudo ser porque sentía cierta
angustia de querer llegar a más, le faltaba tiempo.
Estoy en una época en la que no quisiera dejar pasar
nada sin aprender. Siento ansias de saberlo todo y
siento un vacío de ciencia.
Es frecuente su referencia a la Eucaristía, eucaristizarme. Después de los apretones de la Reválida de 6º de
bachiller y del examen de Preuniversitario, termina su
escolasticado así:
Señor, que quien me mire te vea y que quien me
escuche te oiga. Asimílame a ti.
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AÑOS DE VIDA PROFESIONAL Y RELIGIOSA
En 1957, Juan Antonio sale a la vida colegial.
BASAURI, mi primer destino, una gracia de Dios.
Comunidad maja, buena acogida, mucho tiempo libre
para cultivarme y leer.
El Colegio San José, por lo menos durante los 25 primeros años, sólo tuvo cinco clases o cursos. Con 40
alumnos por aula. Todos debían ser hijos de obreros de
la Basconia (fábrica siderúrgica).
Empecé con la Primera Clase, y en Navidad, vino
Jesús Anda y me pasaron a la 5ª, (para mí, mejor).
(Es raro que diga esto: alumnos de más años no le
molesta) Me quedaba por la noche a leer hasta que
cogí una bronquitis y el Hermano Juan Zubizarreta
(superior y director) me lo prohibió. Con Iturriaga,
Daniel, Apellániz y Anda hacíamos salidas.
Ya para el tercer año me van a encargar de la 3ª, y me
daba mucha alegría. Pero unas semanas después de
las obediencias me cambiaron a San José de Vitoria.
Me costó al principio, luego resultó “providencial”.
A poco de llegar, enfermó mi padre de cáncer y
así pude estar con él en la enfermedad y muerte.
Recuerdo que al día siguiente de enterrarlo en Santa
Isabel, al volver a clase, muy emocionado todavía, dije
estas palabras a mis alumnos: “Este es el momento
en que estoy por recibir un solo mal ejemplo de mi
padre”. Me costó mucho hacerme a la idea de que se
había muerto. Le pregunté a Dios por qué se llevaba a
mi padre justo cuando podía empezar a vivir tranquilo,
con casi todos los hijos colocados. Lo cierto es que
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no pude rezar por él. Le rezaba a él por nosotros, por
la familia. Tan seguro estaba de que no necesitaba de
mis oraciones. Mi hermano Luis tuvo una confidencia
con la monja que veló a papá, con Julio y conmigo: “A
gusto sufriría yo lo que papá ha sufrido por tener una
muerte como la suya”.
Pasé cuatro años muy felices en San José. En los
dos primeros años, era el Hermano Evilasio Esparza,
el Director, y Luis Gutiérrez en los dos siguientes.
Tuve que dar latín y griego a preuniversitario, con
mis 24 años. Me operaron de estómago: la causa fue
el miedo que pasé subido a un andamio provisional,
al ayudar a un electricista a poner la luz en el salón.
Ayudaba a José Martínez en la Acción Católica del
Colegio. Fui tutor de 2º, 3º, 4º y 5º de Bachiller. En
1989, celebramos los 25 Años de aquellos alumnos
con una misa en San Viator y comida en el Estadio.
Asistimos unos 90: bellos recuerdos.
Hasta aquí llegan los apuntes personales sobre su vida y
vocación-formación. Quedan otros muchos apuntes que
miran a su interior, a su definición, a su credo, a sus valores. Más adelante les daré paso intentando bucear en la
rica personalidad del biografiado.
Pero también hago un rápido recorrido por los colegios
en los que Juan Antonio vivió y trabajo:
1957-1959 : Basauri, Colegio San José.
1959-1963 : Vitoria, Colegio San José.
1963-1965 : Eskoriatza: profesor de juniores mayores y
escolásticos;
1965-1966 : Huesca, profesor de bachilleres;
1966.1967 : Valladolid: cursa comunes en la
Universidad;
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1967-1970 : Barcelona: Universidad –Licenciatura en
Pedagogía.
1970-1972 : Valladolid: profesor de escolásticos;
1972-1973 : Madrid: Colegio San Viator – Subdirector;
1973-1978 : Elgóibar – Director del Colegio y Superior
comunitario;
1978-1994 : Vitoria – Comunidad P. Querbes – Profesor
en San Viator. Cuatro años director de
EGB.
1994-1995 : Sopuerta – Año de Formación – Superior
de la comunidad;
1995-1996 : Vitoria – Comunidad del Noviciado.
1996-2003 : Vitoria – Comunidad P. Querbes – Profesor
– Superior C.
2003-2006 : Vitoria – Comunidad de Espiritualidad,
Barrentasuna Etxea.
2006-2014 : Vitoria – Comunidad San Viator – Animador
CV (2006-2009).
2014 : Valladolid – Residencia San Viator.
Nos puede parecer que han sido muchos los cambios de
colegio o comunidad. Sobre esto él nos deja un apunte.
Casi todos los cambios de colegio me han venido
“indirectamente”, porque algún otro religioso ha
fallado o se ha negado a ir. Pero tengo la impresión
de que en cada sitio me he amoldado perfectamente
y he estado mejor que en el anterior. Nunca me he
“agarrado” a ningún cargo sino que he dejado paso
libre a cualquiera que viniera detrás. Tengo la filosofía
de “volver a empezar” cada día, cada año, en cada
colegio y me ha ido bien.
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Se puede constatar que en varias comunidades ha sido
elegido como Superior comunitario.
El cargo que más le costó aceptar fue el de Director del
Colegio de Elgóibar en el verano de 1973. Él tenía este
conocimiento de sí mismo:
No me han gustado nunca los primeros puestos; los
puestos de responsabilidad primera. Y sí, en cambio,
los de segundón, de “coéquipier”, de asesor más que
ejecutor. A pesar de ello, acepté “casi por obediencia”, y luego me alegré de haberlo hecho, los directorazgos de Elgóibar, EGB de San Viator de Vitoria y
Superior de la Comunidad “Benedettos” (P. Querbes
de Vitoria). Guardo buen recuerdo de mi subdirectorazgo con Víctor Gómez en San Viator de Madrid y
como ayudante de Jaime Gómez en el postulantado
de Valladolid.
Los cinco años que estuvo en Elgóibar fueron años
creativos y valientes. Fueron años de expansión colegial.
Se había cerrado un colegio de niñas en el pueblo. Los
padres presionaron. Por primera vez en la Provincia de
España, se abría un centro de enseñanza mixta. Todos
se alegraban más tarde de este importante cambio. Pero
había que ampliar los espacios colegiales. Poca gracia le
haría al director meterse en obras. Pero hubo una Junta
de Padres y un bienhechor, Fundación Aristráin, que
ayudaron a duplicar la capacidad del Colegio pasando
de 387 alumnos a 658 alumnos/as. Una iniciativa que dio
excelentes frutos en la relación del profesorado fue la
introducción de “el café a las dos” de los jueves. Se juntaba todo el profesorado, se planificaba, se celebraban
los cumpleaños…
23
“El período que mejor conocí a Juan Antonio fue en
Elgóibar, de 1973 a 1976, siendo él director del colegio Nuestra Señora del Pilar. Estábamos 8 religiosos y
casi todos muy jóvenes: él fue un gran líder en la vida
comunitaria, en la vida espiritual y también -como
director- en la academia pedagógica.
“Con un trato amigable y aglutinador con los profesores seglares, creó un clima pedagógico estupendo,
con la Junta protectora del colegio desplegó una gran
labor hasta ampliar el edificio del colegio muy significativamente: llegaron a duplicarse sus dependencias.
Muchas de las familias del pueblo admiraron ese
momento del colegio del Pilar”.
Después de los años como Director en Elgóibar, es destinado a Vitoria. Larga estancia de 35 años en su Capital.
Pasará por cuatro comunidades: 22 años como profesor y 12 como jubilado, con un año de reciclaje en la
Universidad de Deusto. Este año de formación será para
Juan Antonio un regalo, como fueron regalo los años de
Universidad en Barcelona: tiempo de almacenar en sus
bodegas pensamientos, ideas y maneras que le van a
iluminar en su profesión-vocación.
AFIANZAMIENTO VOCACIONAL
La vida de cultivo interior, oración y lecturas, junto con
una vida comunitaria sencilla y amistosa, y la entrega
generosa a los alumnos fueron afianzando la vocación
de Juan Antonio.
Entre sus papeles personales, conserva nueve cartas del
P. Nazario. Desde la entrada al juniorado, 1949, hasta
los votos perpetuos, 1961, sería su P. Espiritual, los tres
24
últimos años ya como Superior Provincial. Algunos párrafos nos pueden indicar por dónde le apretaba en puntos
débiles:
“Hº Juan, no convierta la media hora de oración en
estudio. El razonamiento, el trabajo del entendimiento
en tanto en cuanto me ayudan a la oración, es decir,
a la conversación o contemplación de Jesús” – “Me
habla de miedo, de pérdida de vocación. Mientras
usted no deje de ser lo que es ahora, no tenga cuidado.
Ciertamente que todos tenemos la triste posibilidad
de dar el beso de Judas, pero confíe” - Después de
la muerte de su padre, seis meses antes de los votos
perpetuos, le escribe: “Viva siempre la fe. Acérquese
confiadamente a Cristo en el sagrario y a su contacto,
unificará su voluntad propia con la de Cristo: con ello
desaparecerá la cruz; serán dos voluntades en una:
la de Cristo que asumirá la de usted que por su parte
amará la de Cristo y se confundirá con ella”.
En el verano de 1960, junto con una treintena de viatores,
hizo los Ejercicios de Treinta Día, en Sopuerta. El jesuita P. Vicente Llano fue el que nos marcó en la elección
exclusiva de Cristo. Nada de corazón alquilable.
Al año siguiente, 31 de julio de 1961, con otros ocho
compañeros, hizo los votos perpetuos en el Seminario
de Vitoria.
25
Profesión perpetua, 31 de julio de 1961
Domingo Lezama, Joaquín Rodríguez, Víctor López de Sosoaga, Juan
Antonio Ortiz de Zárate, Esteban Sáez de Heredia, Bienvenido García,
José María Legarreta, Adelfo Álvarez y Antolín Llarena.
Tiempo fuerte de formación también fue el “Curso de El
Escorial”, en el verano de 1972. Como en los dos años
anteriores, el que más marcó a todos los cursillistas
fue el entonces joven redentorista Marciano Vidal. Con
su explicación de “Moral de Actitudes” dio luz y paz a
muchas conciencias.
Para mí, donde mejor resumió Juan Antonio el amor y la
vivencia de su vida religiosa viatoriana fue en la fecha de
la celebración de las Bodas de Oro de vida consagrada,
el 15 de agosto de 2005. Ya llevaba unos años de jubilado. Compuso una “invitación” especial para esta fecha:
“Cincuenta años son muchos días para estrenar tu llamada, Señor, cada mañana”. En la “renovación” de compromiso, después de la comunión, no pudo retener todo
26
lo que llevaba dentro y nos sorprendió con unos párrafos
algo alargados, pero llenos de vida y sentimiento. Aunque
recorte un poco el texto, merece dejar constancia de lo
principal (tengo que omitir los matices de modo de letra
y subrayados que emplea):
BODAS DE ORO DE MI VIDA RELIGIOSA
Al celebrar hoy con vosotros este cumpleaños de oro,
no puedo menos que recordar vivencias personales
de estos 50 años como viator.
Siempre dije que me gustaba estrenar mi vocación
cada día, así que, he vivido, con la ilusión del que
estrena, estos 18.250 días, que se han convertido en
18.250 “gracias, Señor, por tu llamada”.
Mirando por el retrovisor de esta Celebración de Oro,
puedo asegurar que he luchado por valores en los
que he creído ciegamente:
• La educación de adolescentes, jóvenes (liderando
la coeducación).
• Un tipo de comunidad más reducida, con una vida
comunitaria más personalizante y comprometida.
• La igualdad interna: tratando de suprimir grados,
y barreras internas para cargos, elecciones para
Capitulares etc. en tiempos donde esto sonaba a
“rebeldía” (década de los70).
• Educación de adultos: Escuelas de Padres, grupos de matrimonios, catequesis con padres de 1º
Comunión…
• Atención preferencial a nuestros primeros colaboradores en la misión, los profesores seglares.
27
Pero, de la realidad más gozosa, de la que me siento
más contento, de 25 años a esta parte, es la de compartir carisma, vocación, fe y comunidad, con viatores
laicos: ¡LOS ASOCIADOS!.
“Juntos”, somos paradigma y tenemos presente y
futuro.
Ahora, renuevo, con la misma ilusión, mis compromisos de COMPARTIR, DE AMAR Y DEJARME AMAR,
Y DE SEGUIR BUSCANDO TU VOLUNTAD como
VIATOR, hasta que Tú quieras.
Deja escrito que si volviera a nacer, siempre elegiría el
camino viatoriano. Era grande su amor a la Congregación.
Así lo reflejan algunas aportaciones:
“Una de sus grandes preocupaciones fue siempre
la pastoral viatoriana y la irradiación del carisma del
padre Querbes. En todo grupo donde se encontrara, no dejaba escapar la ocasión de dar noticia de
las dos vocaciones que se encuentran en nuestras
comunidades. Tenía siempre el radar conectado para
localizar a aquellas personas que tuvieran sintonía
con la misión viatoriana y hacerles la oferta de acercarse. “Venid y lo veréis” era uno de sus lemas en la
pastoral vocacional, tanto en lo referente a la vocación de asociados como a la de religiosos”.
“Recuerdo, sobre todo, personalmente, cómo me
insistía -casi me reñía-, y me mostró en varias ocasiones cómo yo no era capaz de suscitar la vocación
para asociado. Me animó una vez más, convencidísimo de esta vocación viatoriana que él supo cuajar
en varias personas en Vitoria. Juan Antonio era muy
viator, de este estilo nuestro tan sencillamente evangélico, muy defensor de la vocación viatoriana”.
28
ENFERMEDAD Y MUERTE
Juan Antonio no ha sido una persona de naturaleza
fuerte, pero ha sabido vivir sin sobresaltos en su salud y
sin muchas bajas por enfermedad. Recuerdo que en los
años de formación se quejaba del estómago y era aficionado al bicarbonato. Estas molestias explotaron con la
operación de estómago en Vitoria hacia el cuarto año de
vida de profesor, como se escribe arriba.
Su salud dio un grito fuerte en 2011. Con subrayados
y colores, Juan Antonio deja el historial de sus visitas,
médicos, pruebas y medicación en los tres primeros
años.
• el 21 de marzo de 2011, es operado de cáncer agresivo de próstata;
• en septiembre de ese mismo año es hospitalizado
por crisis renal aguda, y pasa un tiempo prolongado
hasta que ponen nombre a la enfermedad: “mieloma
quiescente”;
• vienen sesiones de quimioterapia los martes y viernes;
• dos años después dan ”vacaciones” a la quimio;
• le vienen dolores fuertes de espalda a comienzos de
2014, con aparición de bultitos sospechosos y decadencia de fuerzas;
• se decide el traslado a la Residencia de Valladolid
donde puede tener mejor atención; no es del agrado
de Juan Antonio este traslado. Lleva un informe completo del doctor que le ha tratado desde el comienzo:
Pérez Persona, Ernesto; el diagnóstico es “mieloma
múltiple con sospecha de progresión con plasmocitomas múltiples”;
• mejora su estado de ánimo después del trato recibido
en la Residencia y en el Hospital Río Hortega.
29
• en abril de 2015 empieza a decaer; tres meses después, tras tres días de hospitalización, fallece el 21 de
julio a las once de la noche.
• el 22 se celebra una eucaristía muy íntima en la misma
Residencia. Es trasladado a Vitoria: el 23, tras celebración familiar, se traslada su cuerpo al Cementerio
El Salvador. Por la tarde de ese mismo día se celebra
la Eucaristía funeral con presencia de muchos viatores, su numerosa familia y muchos amigos y amigas.
De su última estancia en la comunidad de la Residencia
recojo estos dos apuntes:
“Los diez últimos meses de su existencia que los
pasó en la capital castellana, los vivió con sosiego
y aceptación. Se dejó llevar por los profesionales de
la medicina y enfermería; se esforzó en vivir día a día
en comunidad con la mayor naturalidad posible. Sólo
le escuché algún quejido la última semana; se había
caído, más bien deslizado, estando sentado en la
silla; ante cualquier movimiento corporal, se quejaba
del dolor. Los tres últimos días los pasó en el hospital; ya nada decía, nada comía, nada expresaba; sólo
un último gesto dos horas antes de partir: apretón
de manos sentido ante el adiós de la noche. El reloj
acababa de marcar hacía unos minutos las veintitrés
horas del martes veintiuno de julio”.
“Aquí, en la Residencia, se mostró como religioso
comunitario, silencioso, sin querer molestar a los
demás. No hablaba de su enfermedad que llevaba
en gran silencio procurando acomodarse a la vida de
comunidad en lo que podía. Como había estado aquí
sin llamar la atención, se nos fue sin hacer ruido”. 30
Juan Antonio vivió con bastante paz la muerte de varios
familiares: sus padres, un hermano, dos cuñados, cinco
sobrinos… Vivió, al principio, en 2011, con tranquilidad
los primeros diagnósticos. Al momento, interpretó el
adjetivo “quiescente” puesto a su mieloma. Muchos de
sus apuntes fueron retocados en el año 2012. Incluso
para el año 2013-2014, preparó su Plan de Vida Personal,
con realismo y exigencia. Siguió con su presencia en los
grupos sacando fuerzas de su debilidad.
“Cuando se inició su problema de salud, lo acogió
con toda naturalidad y sencillez. Continuó con sus
actividades y responsabilidades, siempre positivo y
con una gran fe. Otro gran ejemplo de vida que nos
ha dejado huella”.
“Al principio de la enfermedad no se mostraba consciente de la gravedad de su situación y no por hacerse el valiente…”
En agosto del 14 escribía al Provincial:
“Yo me siento flojo, débil y dejando kilos a chorro por
el camino”.
En otros lugares de sus apuntes, expresa su pensamiento y sentir sobre la muerte:
“¿Y de la muerte? Es un paso, un episodio: terreno
ciertamente arcano, tenebroso. Nexo de esta vida
con otra, fuera del espacio y del tiempo y liberada de
todas las limitaciones de la presente…
“No me asusta morir. En fe, es dejarse caer en los brazos del Padre (no en el frío vacío de la nada). Me asusta sufrir solo. Me gustaría morir cogido de la mano
de Olga (si muero en Valladolid) o de algún familiar o
muy amigo/a. Si alguna vez me derrumbo, acercaos y
dadme la mano”.
31
En 2013, bastante amenazado y tratado, escribe:
No temo a la muerte, temo al dolor. No me asusta
morir, me asusta tener que morir solo. Dame, Señor,
tu mano para ese paso y permite que otra mano familiar o amiga me tenga de la mano en ese momento.
JUAN ANTONIO SE DEFINE
Él ya era de estatura alta: su pensar también tendía a las alturas
Siempre le han gustado a Juan Antonio las miradas hacia
dentro, las relaciones personales, los encuentros en
espacios cortos. Desde siempre, ha subrayado todo lo
que leía y ha extraído las frases y los pensamientos que
le gustaban y le cuadraban. Hasta 1978 hay un bloque de
unas 120 páginas escritas a máquina con frases elegidas
de sus lecturas. Y usa tinta roja, letra mayúscula o subrayados para las palabras o frases cimeras.
32
En esos escritos, ya nos muestra sus preferencias, sus
selecciones, sus inclinaciones, pero también se miraba
a sí mismo y se autorretrataba muy certeramente en un
escrito que empezó en 2006 y que retocó en 2012. Sólo
corto algunos párrafos. Lo titula así:
“Personalmente yo creo que soy…”
- “Apasionado” cuando me explico, hablo o me
defiendo; sin embargo, creo que trato de ser comprensivo, positivo, inclusivo…
- Un “viator”, es decir, siempre ando buscando algo
mejor, aunque sea nuevo…
- Me siento “razonablemente contento”, nunca satisfecho ni feliciano…
- Me gusta buscarle las vueltas a la vida y cultivar el
“arte de vivir”, asignatura pendiente para mucha
gente a mi alrededor.
- No me gusta liderar un grupo: prefiero caminar al
lado y “actuar desde las bases”, con libertad y cierta autonomía.
- Busco apasionadamente la “verdad”, pero reconozco que, a veces aflora demasiado “mi verdad”…
- Tengo una profunda “vida interior”: amo la introspección, me va el autoencuentro y no le tengo
miedo a eso que se llama revisión de vida, tan
ingrato para muchos… ¿Exceso de autoestima o
autocomplacencia? - Me acepto como soy, como
trampolín para mejorar.
- Procuro no dar lugar ni opción a la “depre”. Me
gusta ver la realidad por su lado positivo…
- Prefiero ser “optimista” e interpretar la vida y la historia con “sentido providencialista”. “En el mundo
33
suceden todos los días, junto a algunas cosas
malas, muchas cosas buenas”.
- Veo venir en las discusiones los “mecanismos de
defensa” de los otros y “a posteriori” reconozco
fácilmente los míos: racionalizaciones abusivas,
proyección en el otro de los propios defectos,
generalizaciones erróneas, zonas no redimidas del
inconsciente…
- Me considero y he sido de joven quizás demasiado
“idealista”. Luego me he dado cuenta de que serlo
es irreal y peligroso (genera insatisfacción continuada).
- A pesar de todo, amo y creo en la “utopía” Alguna
vez he escrito que, en mi epitafio me gustaría se
pusiera: “J.A.O.Z creyó en la utopía”.
- Tengo en Vitoria una “familia grande” que no me la
merezco… Creo que me quieren demasiado y me
supervaloran, para la poca cosa que soy.
- De siempre me he llevado bien con “ ideas, sugerencias y pensamientos bellos”. (He dejado testimonio de ello en la revista “VIDA” y en mis papeles)
y doy gracias a Dios y a la vida por los amigos/as
(no muchos, pero muy buenos, que tengo).
- No me gusta guardarme las cosas buenas
para mí: “me encanta compartir”. Creo en la 9ª
Bienaventuranza: “Felices los que hacen felices a
otros”.
- Los conflictos y los problemas en comunidad no
me asustan: me motiva y me gusta que salgan a la
luz y verbalizarlos (Estupenda forma de comunicación en profundidad).
- Me considero “persona de sentido común”.
34
- Como vengo de la rama de “filosofía”, me encanta
perseguir el por qué y buscar las causas de las
cosas… creo que soy bastante cartesiano: razono,
reacciono, soy calculador, de reacciones rápidas
(primario) y pausadas y pensadas (secundario)
otras veces. Me subo como la gaseosa, pero, de
inmediato reflexiono y pido perdón si he faltado a
alguien, como la cosa más natural.
- Mirada la vida desde los 70 años… no dudo en
afirmar que he sido toda mi vida un poco “borrokalari”. Las tensiones no me asustan: me gusta probar y comprobar y quedarme con lo que considero
mejor…
- “El deporte de competición” me encanta; el riesgo
me motiva; la velocidad no me asusta y me gusta
volar.
- Echo de menos en mí un poco más de “sentido
del humor” y también un poco más de imaginación
creadora, que para la clase y la vida vienen muy
bien.
- Me encanta la música y la poesía y todo lo bello,
grande y bueno. Me encanta la belleza natural y
humana, la de la mujer es insuperable.
Es un autorretrato un poco alargado pero hermoso y
completo.
35
CÓMO LE VEN LOS QUE HAN CONVIVIDO CON ÉL
En algún lugar dice que para apuntar sus defectos, existen algunas revisiones en las que le han calificado. Y ha
conservado unas hojas sueltas de compañeros, de grupo
de padres o de alumnos que le han dicho lo negativo:
“Creo que en algunas ocasiones (pocas) eres un poco
‘puntilloso’”.
“No entres al trapo cuando te dicen algo con lo que
no estás de acuerdo”.
“Que ‘simplifiques’ tu estilo de vida”.
“No discutas, que es bueno para la salud no discutir”.
“No seas tan suspicaz cuando te contradicen”.
“Que te quieras un poco menos que te queremos
mucho los demás”.
“Demasiado ceremonioso. Algunas veces miras más
por ti que por el entorno”.
“Que aceptes deportivamente las opiniones de los
demás”.
“Necesitan que te reconozcan lo que haces”.
“Das mucho espacio a lo teórico y a tu atención personal”.
A Juan Antonio no le importaba ponerse a tiro de los juicios de los demás; él no se tomaba por persona perfecta.
Ya dice que es “apasionado” y que “me subo como la
gaseosa”. En apuntes del noviciado, después del “ejercicio de caridad”, donde los compañeros desgranábamos
los defectos de los otros, dice: “no me han dicho mucho”.
Añado algunos apuntes que he recibido sobre él:
“Su carácter era calmado, y procuraba adaptarse a
las circunstancias. Probablemente había desarrolla36
do gran parte de este rasgo de su carácter a través
de sus problemas de visión, que le enseñaron a
continuar con su vida obviando la limitación de su
vista. Nunca se quejaba, pero tampoco se resignaba.
Cuando el oftalmólogo de Vitoria se negó a operarle,
porque al ser degenerativa su enfermedad, pensaba
que no merecía el riesgo, se fue a Valladolid. Y creo
que fue un acierto, porque disfrutó de unos años con
una visión sensiblemente mejorada. Aunque en los
últimos tiempos, volvió poco a poco a perder vista”.
“Otro rasgo que recuerdo era su capacidad de
hacerse querer. Era bastante mimoso, quizá porque
sus hermanas siempre le mimaron. En este aspecto,
conservaba su espíritu infantil y también el de mirar
la vida con ojos de niño. A veces resultaba casi ingenua su inocencia ante determinados sucesos, pero
que le permitía conservar la fe en las personas por
una parte, y ser persona sin doblez, por otra. Nunca
estuvo cerrado a la novedad, y participaba con entusiasmo en la Comunidad Viatoriana. También estaba
siempre disponible, tanto a lo que se le pidiera, como
a acudir a actos, conferencias, cursillos, que mejoraran su formación”.
“Definiría a Juan Antonio como una persona discreta,
poco dado a llamar la atención, pero siempre dispuesto a trabajar y colaborar. Mis primeros encuentros con él, llegaron en torno a la cena solidaria y la
preparación del comedor. Organizaba el trabajo con
seriedad y afabilidad”.
“Una persona ‘vital’: entregado y optimista que lo
fue a lo largo de sus 78 años de existencia, 60 como
Viator consagrado al Señor”.
37
“Creía que todos eran como él. Ha sido un hombre
de fe, de corazón grande, de puertas abiertas para
todos. No dudaba. Generoso. No había malicia en él.
Era de las personas que no son para este mundo”.
“Yo poco he estado con Juan Antonio porque él
estaba en la comunidad de Arriaga. Él se definía en
un momento dado como “un feliciano” y a veces
realmente daba la impresión de que no pisaba tierra,
porque era más idealista que práctico…”
Más trazos sobre su forma de ser y actuar:
“Persona fina, comprometida, entusiasta y seguidor entre los seguidores...; muy buena gente, con
ganas de ser querido y valorado, de alma sensible.
Le acompañaban siempre el evangelio para cada día,
Jesús de Pagola y sus revistas de psicología… “
“Me parece que Juan Antonio era persona más de
pensar que de actuar. Pese a su mala vista, leía
mucho y leía pensando en lo que podría seleccionar
para los demás. Por ello se hacía un deber compartir
sus convicciones de palabra o por escrito. Escribía a
menudo, corto y muy elaborado.
“Lo nuevo: religioso, social, político, pedagógico,
comunitario..., pienso que era un señuelo para Juan
Antonio, con amplias garantías de aceptación precisamente por ser nuevo. El Vaticano II, la Comunidad
viatoriana, los Movimientos religiosos, las novedades
pedagógicas y tantas otras “novedades” que tuvo
ocasión de degustar encontraron felizmente en Juan
Antonio un adepto agradecido. Quizá no siempre
“pisaba tierra”, como suele decirse, y se creó una
imagen de ‘idealista’”.
38
“Directo en el hablar. Suave en el trato. Abierto a
la escucha .Exigente en los compromisos. Realista
en las situaciones personales y comunitarias. Con
antenas para detectar dónde había necesidades,
dónde podía servir con los dones que tenía aun perdiendo horas de sueño (Participó en el Teléfono de
la Esperanza o Amigo). Soñador y confiado. A veces
había que hacerle aterrizar procurando no fuese dura
la caída”.
La ascética de Juan Antonio era el servicio, la atención al
otro. A veces se le notaba algo dado a la comodidad. Un
compañero le define así:
“Liberal e independiente en su pensamiento y en su
obrar. Vividor y hedonista a pesar de sus limitaciones
físicas”.
Juan Antonio lo pasaba bien en la relación de confidencia
y cercanía. Le gustaba la alegría del grupo, las convocatorias, las excursiones. Su familia numerosa se mantiene
unida y celebra las fechas importantes. Juan Antonio era
alma de estas convocatorias en las que no podían faltar
las partidas al mus. No era coto cerrado el clan familiar.
Le gustaba ampliar las relaciones e invitar.
“Entusiasmado y tenaz por el conocimiento y relación
afectiva entre su comunidad viatoriana, su familia de
Vitoria-Gasteiz y las familias de los componentes de
la comunidad viatoriana de Cofradía de Arriaga”.
“También disfrutaba inmensamente de los ratos
lúdicos con la comunidad o con su familia, a la que
quería muchísimo”.
“Estuvimos disfrutando muchos años de su compañía y siempre recuerdo sus buenos consejos optimis39
tas ante cualquier adversidad y su cariño y simpatía
para mí, mis hijos y mi familia”.
Y ¡cómo le gustaba el deporte! ¡Y la velocidad! Muchos
nos maravillábamos de su destreza con la bicicleta. Lo
confirma un testimonio:
“Durante muchos años y mientras se lo permitió la
salud, uno de sus medios de transportes preferidos
era la bicicleta. Se encontraba cómodo sobre ella,
aunque a los demás, en ocasiones, nos resultase un
tanto inquietante observar la combinación de las dos
ruedas con los gruesos cristales de sus gafas”.
“En este punto era osado y no se dejaba aconsejar”.
40
Le gustaba todo deporte televisivo. Con marcada afición
por algunos colores: el Deportivo Alavés, del que era
socio, el Barcelona Club…
“Hasta con grandes fríos asistía a los encuentros en
Mendizorroza pero bien abrigado, buenas zapatillas
y buen transistor. Entre los de su cuadrilla de futbol
era el primero que se enteraba de lo que ocurría en el
área contraria”.
JUBILADO FELIZ, REALISTA Y OCUPADO
Al llegar a los 65 años, en 2001, tuvo que dejar de dar
clase. Juan Antonio hubiera querido seguir como profesor, pero hay que cumplir la ley. En los 13 años que va
a seguir viviendo en una de las comunidades de Vitoria,
hace a comienzo del Año escolar el Plan Personal Anual.
Planes detallados y exigentes. Recojo algunos rasgos del
Plan 2001-2002.
Situación personal de partida: Situación nueva,
¡JUBILADO!
Mi mayor deseo actual: Vivir esta etapa con la alegría
profunda que nace de la fe y la esperanza cristianas
del “elegido” y en esta comunidad viatoriana, y que
esta alegría de vivir se manifieste exteriormente (testigo del regalo de vivir).
Oración personal: Voy a potenciar en cada rato de
oración los cinco momentos: adoración, alabanza,
acción de gracias, perdón y petición.
Vida de comunidad: Dedicar atención y tiempo a cada
uno de mis hermanos de comunidad; multiplicar los
41
gestos y detalles con cada uno. Buscar tiempos para
la charla personal con cada uno.
Misión – evangelización: Considerar la animación de
la comunidad como la primera misión. En la comisión
de liturgia: tratar de llevar la vida a las eucaristías de
los domingos. Pastoral de adultos: crear el grupo de
responsables, programar. Echar a andar los grupos
de ‘Parejas 10, Padres 2000’. SERSO: hacer que Faro
refleje más la información y sus actividades.
Formación permanente: Lectura diaria de un capítulo
de los libros señalados. Reflexión personal para Faro
y Vida. Asistir al Foro religioso y a la Semana de Vida
Religiosa de Madrid (será asistente fiel). Aprender lo
más elemental del uso del ordenador.
Y se señala actividades, ocupaciones y hobbies
Estrategias: Tener este plan a la vista para leerlo y
revisarlo. ANIMAR, animar más que corregir. Hablar,
verbalizar para no interpretar.
Va a mantener su preocupación por formarse, por estar al
día. Rehará el Plan anual poniendo nuevos matices.
Pasados los 75 años, en febrero de 2012, escribe un texto
largo y sustancioso. Ya estaba en tratamiento de quimioterapia. Lo titula “IMPRESIONES (INTROSPECCION) A
LOS 75” “El arco-iris de hoy”. Me ha costado recortar
algunos párrafos para hacerlo más breve.
Gracias a la vida, a Dios que me la da y a los que la
compartís en amistad conmigo.
La primera impresión es que, a esta edad, ya te
encuentras hecho 75 añicos… (como dice Miguel Gil).
Sin embargo, tengo la impresión de estar en paz con
mi vida, y, por eso me pongo a teclear esto con toda
serenidad…
42
Personalmente tengo la impresión de haber sido en
esta vida un tío con mucha suerte: familia, profesión religiosa y educativa, comunidades donde he
vivido mis ideales y la realidad, algo contrariada a
veces por la misma vida real… Realidad que, vivida
y vista desde mis 75 tacos, casi siempre he considerado atractiva, novedosa, gratificante, sorprendente,
apasionante…
Creo que, aunque no tengo demasiado sentido del
humor, he sido siempre un poco juguetón con la
vida. Cuando “me introspecciono”, no dejo de reírme
de mí mismo y de relativizarme.
Tengo la impresión y creo que he vivido y me he
sentido libre y liberado dentro de la Congregación…
Yo, desde dentro, siempre fui y me he sentido muy
libre para hacer, decir y hasta ¡escribir! lo que pensaba y creía.
Una palabra acerca de los superiores que he tenido.
Desde que tengo uso de razón en la V.R. nunca los
he considerado como superiores, sino como personas
a mi servicio, que, mediante el diálogo y, a veces, el
contraste valiente de pareceres, siempre han acabado siendo comprensivos. El tratarlos siempre de
persona a persona me ha dado buenos resultados.
(Alguien, soto voce, me ha criticado de estar “enchufado” con los provinciales…).
Me alegro de haber aceptado destinos y cargos que, a
primera y hasta a segunda vista, me repugnaban por
mi manera de ser. El acabar diciendo sí y aceptarlos
finalmente, me ha madurado como adulto, (mirado
a posteriori, claro).
Me gusta leer: leer es como pensar y sentir como
con 2 cerebros o dos corazones… Colecciono amigos
43
y frases o ideas bellas de los libros. Subrayo mucho,
anoto, acoto y mis libros personales son un asco, porque están arados. Solía empezar la clase de reli con
alguno de estos pensamientos, escrito en la pizarra,
al principio por mí y luego por mí y por los alumnos.
Seguía siempre un momento de silencio, de interiorización y el comentario espontáneo de los alumnos.
Y guardo miles de estos pensamientos “vitaminados” en mis apuntes y escritos: volver sobre ellos me
ayuda a huir de la anemia espiritual y del desertismo
interior… (Deja más de 120 páginas de extractos, frases, pensamientos…).
Me considero un poco abanderado de temas como
Viatores Asociados, nuestro Profesorado como primer campo de misión, de la Comunicación en profundidad, de la Coeducación, de las Comunidades
reducidas y en pisos, de la Catequesis y educación
de adultos… etc.
Mi credo, mis búsquedas de la Verdad de Dios, ha
derivado en una Fe y una Moral Cristocéntrica, sencilla, de base Evangélica, es decir, de Buena Noticia
y rebosando Esperanza…donde JESÚS es la revelación (“des-velación”) del misterio eterno e inefable de
Dios, enigma eterno del que busca y quiere creer.
44
En Tierra Santa.
Es el Juan Antonio amigo de la altura, de la aventura y del riesgo
RASGOS DEL JUAN ANTONIO RELIGIOSO-VIATORCOMPROMETIDO
Ya se dibuja, en líneas anteriores, cómo era y cómo se
veía Juan Antonio. Pero quiero añadir unos cuadros más
que hagan referencia a puntos esenciales de su vida religiosa y viatoriana.
45
A. VIDA COMUNITARIA.
En cuanto a su vocación, muchas veces en sus
escritos repite el “no me elegisteis vosotros a mí…”
Tenía claro que la elección y llamada eran completamente gratuitas. Y también tenía muy claro que su
vocación era para vivirla en comunidad, en familia. Si
algo cuidaba y subrayaba en su vida, era la vida en
comunidad.
Me gusta que la comunidad sea pequeña: que no
diluya las personas ni favorezca el ‘des-marque’.
Donde sea fácil comunicarse en profundidad con las
personas. Y que esté fuera del lugar del trabajo donde
se pueda desconectar de las tareas profesionales.
Después de la realidad de la Asociación dirá:
Que la comunidad sea mixta: Comunidad viatoriana
= religiosos y asociados. Y si no lo es, trataría que
lo fuera. Valoro muy mucho el carisma querbesiano
compartido y el don, el regalo y la gracia de los laicos
muy cerca…
En sus Bodas de Oro decía lo ya apuntado:
De la realidad más gozosa, de la que me siento más
contento, de 25 años a esta parte, es la de compartir
carisma, vocación, fe y comunidad, con viatores laicos: ¡los asociados!.
Varios de los actuales viatores asociados agradecen a
Juan Antonio pertenecer hoy a la Comunidad Viatoriana.
“Siempre atento a los signos de los tiempos y con su,
sabido por todos, carácter optimista, le entusiasmaba
las nuevas formas que después del Vaticano II, quería
implantar la Iglesia, y cuando la Congregación de los
46
Clérigos de San Viator quiso abrir las puertas a los
seglares, él no lo dudó un momento y fué uno de los
precursores de la acogida de algunos de nosotros,
primero en la comunidad de los Benedettos, como
ellos la llamaban, compartiendo sus oraciones de los
viernes, invitándonos más tarde a una experiencia
nueva para todos como era la entrada como preasociados”.
Un defensor y promotor de esta vida de familia: hermanos y hermanas:
“Fueron 3 cursos, del 2003 al 2006, en los que Juan
Antonio ejerció de superior y de administrador de los
religiosos, en esta nueva Comunidad viatoriana de
Espiritualidad. A partir de ese momento, mi esposa
y yo empezamos a conocerle en una dimensión más
fraterna, y pudimos descubrir a una persona enamorada del proyecto de vida de Jesús y de la idea original del Padre Luis Querbes”.
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Comunidad San Viator de Vitoria – año 2010
Sentados: José Luis Acevedo, Jesús Antonio Zudaire, José Manuel
Merino, Manuel López, José López-Cano.
De pie: Julián Murguía, Carmen Presa, Alberto Elgóibar, Balbina
Herrero, Juan Antonio Ortiz de Zárate y José Javier Ruiz de Eguílaz.
Será un apartado, el comunitario, muy especial en sus
planes anuales. Me gustaría citar muchos párrafos señalados por él. Me limito a unos pocos.
Vivir y celebrar la convocación con sentido de fiesta
y acción de gracias continuados.- Seguir recordando
que la Comunidad, mi comunidad religiosa y viatoriana es mi primer campo de misión. - Estaré disponible
para ofrecer mi tiempo, mis ideas, mi experiencia y
mis cosas al que se acerque y las necesite. – Tratar de
ejercer el servicio de autoridad con cercanía, respeto
y exigencia.- Relativizar los pequeños roces que puedan surgir en la convivencia, y promover el perdón…
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La comunidad para él era comunicación de experiencia
de fe y de Dios.
Tuvo bastantes cambios de comunidad. Dice que él
nunca provocó estos cambios, pero que siempre se
adaptaba:
Siempre he sido feliz en las comunidades en que he
estado; siempre he superado el ‘trauma’ del cambio y
siempre he estado mejor que en la comunidad anterior. Nunca he pedido cambio a los superiores”.
En apuntes para los últimos de su vida, 2012, 2013, 2014,
escribe:
En la frontera de los 77. Bien mirado, ya he “vividomorido” 76 años. Mi actividad preferente, a partir de
ahora, tiene que ser “entrenarme para morir”. ¿Cómo?
- Viviendo más intensamente lo que me resta de
vida.
- Tratar y servir amablemente a mis hermanos más
cercanos.
- Trato cariñoso, empático, positivo, agradecido…,
con todos.
- Dedicarme a cumplir ( voto de celibato), mi sagrado
deber de la amabilidad.
- Celebrar la vida y los acontecimientos de cada día
como un regalo.
Los que vivieron con él, apreciaron su esfuerzo por dar
relieve a esta vida de comunidad:
“Su gusto por estar en la vanguardia, en la innovación
en las relaciones comunitarias. No le gustaba que las
relaciones entre los hermanos padecieran de inercia
y de falta de profundidad. Por ello, trataba de leer y
estar informado de las últimas tendencias en cuanto
a psicología”.
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“Con disponibilidad para el servicio a la comunidad
como superior y como miembro. Dicho suyo era:
“Todos los viatores religiosos deberían pasar por el
servicio de superior comunitario”. Atento a las necesidades de la casa comunidad, (alimentación, mejoras). Las obligaciones con la comunidad de vecinos
eran momentos que llevaba gustoso por su capacidad de relacionarse. Muy buena relación con todos
los vecinos”.
“En Comunidad pasaba por ser miembro cumplidor
y sencillo; no había heredado cualidades de destacado liderazgo, más bien de compañero servidor y
colaborador. Se identificaba en todo momento con lo
“viatoriano”; era para él, señal inequívoca de identidad personal”.
Fundamental en la vida comunitaria, sea en el matrimonio
o en la vida religiosa, es la capacidad de perdonar. La
tenía Juan Antonio:
“Le he visto varias veces en situaciones de rechazo,
de críticas, de oposición a su persona, a sus actividades, a sus “cosas”. Siempre le he visto defenderse
con energía, quejarse por la injusticia o el mal trato
que sentía… Pero siempre le he visto volver a tratar a
las personas implicadas con respeto, volver a colaborar con ellas y hasta seguir queriéndolas”.
B. VIDA DE ORACIÓN.
En los cortos apuntes del juniorado, Juan Antonio
valoraba mucho los cuartos de hora de oración de los
Voluntarios del Sagrario:
Cuarto de hora de cielo; allí, solo, cerquita del sagrario.
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Cuando en el noviciado le nombran sacristán escribe que
es buen empujón para su piedad. La misma reflexión hace
cuando, ya en Vitoria, de profesor, también es sacristán:
Me podré quedar a rezar a solas, por la noche.
Tanto en el juniorado como en el noviciado escribe al final
de mayo:
Un mes tan hermoso no debería acabar nunca.
Varias veces aparece el deseo de ‘eucaristizarse’.
Eucaristizarme, Madre, toma mi corazón y ponlo junto
al tuyo.
Ha conservado Juan Antonio sus Planes personales de
los últimos años. En ellos, hay mucho espacio para su
oración. Recojo algo de sus apuntes:
“Buscar, favorecer y apoyar la ‘vivencia de la experiencia de Dios’ (objetivo provincial) cuando sea
semanero y en la lectura diaria del Evangelio del día
(media hora de oración personal)”.
“Prepararé con esmero la oración al comienzo de las
reuniones con los grupos y seguiré con el Taller de
Oración”. Era una preocupación constante: que se
ore en las reuniones con los grupos.
“En la línea de crear comunidades donde se vive,
se comunique, se profundice y se celebre la fe, de
nuestra Constitución: deseo alimentar mi espíritu con
lecturas continuadas, con escucha profunda de mis
procesos internos y de los de mis Hermanos”.
Siempre señala en qué lecturas o asistencia a cursillo va
a alimentar su espiritualidad y oración.
En esta vida interior se le ve más sensible en los últimos
años y escribe algunos sentimientos y vivencias:
“Yo, como Bartimeo, el ciego sentado al borde del
camino, te grito: ¡Señor, deseo ver! Creo, Señor,
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ayuda mi poca fe. Y ¡Deseo vivir! ¡Deseo vivir más
para servir más y mejor a mis hermanos más cercanos y revelarles el rostro de Dios con mi sonrisa y
buen talante ante la enfermedad! ¡Señor, haz en mí
el milagro de que te vea en las cosas ordinarias de
la vida. Es que, a mí sólo me parece que hago algo,
cuando hago algo extra-ordinario”.
Seguramente afectado por el estado de su salud, acude
a citas apropiadas:
“Subo a mi Padre y vuestro Padre…Todo lo que pidáis
al Padre en mi nombre…Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido…El
que me ama, guardará mi Palabra, mi Padre lo amará
y vendremos a él… No pocos de nuestros temores
son ateos”.
Deja huella de su fidelidad a la oración y de su creatividad. Recojo testimonios:
“Parte importante de la costumbre era su fidelidad
a la oración. Fidelidad para acudir, porque siempre
estaba dispuesto a introducir elementos creativos
que rompieran con lo rutinario. Un salmo adaptado, la
grabación de un toque de campana, un artículo que le
llamara la atención, eran elementos que incorporaba
a unos laudes o a unas vísperas siempre que tenía
ocasión”.
“Coincidí con Juan Antonio en unos Ejercicios
Espirituales que realizamos en Aránzazu en 2005, con
un estilo diferente, abierto, comunicativo, plástico… y
a él le encantaba este estilo innovador, de puesta en
común, de compartir los sentimientos…”
Su entender la vida como relación, comunicación, lo
llevaba también a la oración. En los grupos que animaba,
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fue introduciendo nociones y práctica de la “Lectio
divina”.
“Recuerdo con mucho cariño sus certeras intervenciones en las oraciones comunitarias. Me gustaba
escucharle en el momento en el que tomaba la palabra y compartía con todos nosotros los frutos de
su oración personal. He de reconocer que aprendí
mucho de él”.
“Sabía gozar de los momentos de oración que preparaba con esmero, de la formación que impartía a
adultos: dos grupos de padres de scout y, más tarde,
uno de catecumenado, también de adultos, del que
salieron nuevas vocaciones de asociados”.
Uno de los hermanos de la Residencia anota que, a poco
de llegar, Juan Antonio, les dijo:
‘Trato de ser orante, pero soy poco rezador’
Tenía el rasgo querbesiano de dar relieve a la liturgia
y formaba parte del Comité de preparación de la misa
dominical, en Vitoria. Deja apuntes sobre revisiones y
programaciones.
“La liturgia viva y actualizada era otra de sus metas.
Cuando le correspondía preparar la eucaristía o la
oración comunitaria, se esforzaba en darle un toque
que la hiciera celebración de la vida, y no algo rutinario o cumplidor”.
C. VIDA DE POBREZA.
Rebusco en los planes personales si hace alguna referencia a la vivencia de los votos. No abundan. Juan Antonio
los vive en su estilo de vida y compromiso. De la pobreza,
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en concreto, no dice nada en estos propósitos anuales.
Deja en sus apuntes un juicio interesante sobre los votos
religiosos. Sobre la pobreza dice:
Desde mi perspectiva de72 años, la Pobreza religiosa
es una ganga. Ya se ha experimentado el placer de
dar, de darse, de entregarse y entregar lo mejor de mí
y el tiempo a los otros.
Lo de poner los bienes en común es hacer una caja
inagotable, (incluso en tiempos de crisis económica).
Lo de vivir sobriamente, lo de no tener un euro propio (hice donación de mis bienes patrimoniales en
vida para Jutiapa hace ya bastantes años) te da una
libertad y una seguridad y una alegría impensables.
La seguridad y la serenidad de vivir sin preocuparte
de lo que vas a comer, comprar o vestir son fruto del
desprendimiento inicial de este voto.
Pero yo entiendo la Pobreza además como entrega
de la persona, como “disponibilidad”, como servicio y
como amabilidad… Y aquí entronca con la Castidad y
el talante del célibe por el Reino, del que se hace todo
para cada uno de los “próximos”.
Menciona su testamento. El 26 de julio de 1999, escribe
con su letra elegante el Testamento que anula todas sus
anteriores voluntades. En el párrafo 6º, dice textualmente:
Hago donación en vida, según documento adjunto,
de los bienes patrimoniales recibidos por herencia de
mis dos padres, a la Congregación para ser invertidos
en la actual misión-inserción de JUTIAPA (Honduras).
Este valor al día de la fecha es de 4,540.000 ptas.
Y continúa en el párrafo 7º:
Caso de recibir algún otro dinero por herencias colaterales o por cualquier otro título, deseo que sea
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invertido en las obras de solidaridad que lleva SERSO
San Viator en la Provincia de España.
D. VIDA DE CASTIDAD – CELIBATO.
También tiene un párrafo extenso entre sus apuntes retocados de los últimos años.
Siempre tratando de comprender lo que es el voto de
castidad, el valor de la virginidad y el porqué del celibato. Desde luego que, en el noviciado se nos decían
cosas que caían como y donde caían cuando no se
ha tenido una iniciación sexual mínima, una iniciación
para la vida afectiva: primero para vivir LA AMISTAD y
segundo sobre el matrimonio… Reconozco que todo
era buena voluntad tanto en padres como en formadores. Pero, la inocencia de la ignorancia (Juniorado
con 12 años) y la sana curiosidad, no satisfecha, por
conocer los hechos de la vida y al otro sexo, generan
una “difusa curiosidad”, con acciones inquietantes
“entre dos luces” y una inconsciencia cierta antes de
pronunciar los primeros votos… Más tarde, cada uno
y yo también, ¡por su cuenta y riesgo!, habrá ido descubriendo el misterio limpio y gozoso del AMOR, de
la Amistad y del mismo Matrimonio. Yo pasé mi crisis
primero ideológica, luego afectiva…Y, finalmente, de
boca de Marciano Vidal (le deberíamos nombrar bienhechor insigne de los grupos que lo encontramos), el
sosiego y la liberación de una Moral (¿nueva?), porque
era la Moral del Hombre-Dios de la Buena Nueva.
Con los ojos y el corazón recién lavados emprendí
el camino del amor que se realiza en la entrega a los
“próximos” y es más bello y más gratificante cuanto
más se da y donde figura el egoísmo (individualismo)
como el gran pecado de muchos, incluso “religiosos”.
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Además de lo expresado, también lo sabe manifestar a la
hora del cuestionamiento sobre su celibato religioso. Así
se expresa en carta a una amiga:
Pues yo tengo, además de ser J.A.O.Z., de 57 años,
soltero. Licenciado y con trabajo, SOY RELIGIOSO.
¿Qué me da o quita o condiciona ser religioso?
Desde que tengo uso de razón (echa mis veinte o
treinta años) dije que las mujeres sois estupendas.
Hice un voto de castidad que he ido, poco a poco,
comprendiendo, valorando y amando, y por ese voto
me comprometo a querer, estar, tener amistad y disponibilidad no para una mujer sino para muchas. Os
asciendo de grado: pasaríais a ser mis hermanas,
en vez de esposas, y bien que me atraen físicamente algunas. ¿Por qué esto? Porque veo que merece
la pena la amistad, el amor, y para ser más amigo y
amar con más libertad a más gente, no me contrato
con ninguna en particular…
E. VIDA EN OBEDIENCIA.
Le oí decir a un viator que algunos no han cumplido el
voto de obediencia porque apenas han tenido cambios
de comunidad en su vida religiosa… No sería el caso de
nuestro biografiado que desde su salida del escolasticado hizo maletas hasta 15 veces. Deja unas líneas interesantes sobre esta vida de obediencia:
A ejemplo de Jesús, es buscar la voluntad del Padre
como alimento en todo momento. Lo importante no
es lo que se hace, ni el cómo se hace, sino, desde
qué actitud interior se hace (cfr Discernimiento de la
acción, de Javier Garrido).
Buscar la Voluntad de Dios con el Superior, el
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Animador o la Comunidad y teniendo en cuenta la
capacidad personal… Siempre he tenido la libertad
y la suerte de poder DIALOGAR con mis superiores
y siempre he percibido comprensión en todos ellos
y no siempre he obedecido convencido de que era
la persona más indicada para los cargos que se me
proponían… No obstante, desde la atalaya de mis 73
años, puedo afirmar que, obedeciendo, incluso algo
contrariado, a posteriori, he recuperado la paz interior
y puedo contar los “cambios” como un camino cada
vez a mejor. Además, también a posteriori, puedo afirmar que los cargos desempeñados en la Comunidad
Viatoriana me han madurado mucho personalmente
en mi constante dialéctica personal idealismo-realismo. Bendito sea Dios.
En otros apuntes, también deja muestra de su concepto
de obediencia:
Creo poder afirmar con certeza que siempre he dicho
lo que en cada momento he creído que debía decir
a mis superiores; nada se me suele podrir dentro.
Siempre he sido como muy libre para decir, hacer o
escribir lo que me parecía. No me siento reprimido.
He luchado por lo que en cada momento me parecía
más justo o conveniente.
Hay un episodio en su vida que muestra su sentido de
amor a la Congregación, su nobleza y sinceridad, y la
aceptación de las consecuencias que puedan darse al
seguir la voz de la conciencia.
El Capítulo general de 1967 abrió un estilo más democrático en nuestra reglamentación. Un ejemplo fue la
legislación para elección de capitulares provinciales y
la misma elección del Superior provincial. Un grupo de
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siete religiosos de la Comunidad de Santiago Apóstol
de L’Hospitalet, los más jóvenes, Juan Antonio en la
fecha era estudiante en la Universidad, escribieron una
carta dirigida a otros hermanos compañeros de más
confianza. Era algo inusitado y fuerte en aquellas fechas.
En ella daban algunas orientaciones para las elecciones
que se avecinaban. Recibieron carta reprobatoria del P.
Provincial, P. Nazario, y del mismo Vicario general, P.
Réal Aubin. El P. Provincial les pedía contestar a unas
preguntas que les hacía. Juan Antonio contestó con su
estilo sincero, apenado por haber dado disgusto al que
fue su padre espiritual durante más 12 años. Rechazaba
el calificativo de “manifiesto” que le daban al escrito en
el que él había participado como redactor y distribuidor,
y terminaba así:
Usted habla de falta grave. Si es así, sería difícil e
inútil escribir en mi descargo; tal vez un cambio de
impresiones “viva voce”… Pero no quiero que se
moleste; obre como le parezca más conveniente.Usted analiza un párrafo de nuestra carta y concluye:
“el manifiesto pretender quitar votos…” Yo diría que
no tiende a quitar votos a nadie en particular, sino a
darlos en conciencia a los más idóneos.- Si ve algún
descaro en todo lo que acabo de escribir, ruego que
no le dé ningún crédito. He preferido serle sincero a
simular una compunción que, la verdad, no siento en
estos momentos. Tratándose de mentalidades distintas y de interpretaciones tan opuestas de los hechos,
lo único que le puedo prometer es mi esfuerzo por
comprender, sin garantía de éxito. Creo que a usted
le pasará lo mismo con respecto a nuestras razones.
En todo caso me someto a la fuerza de los hechos y
a la sanción que quiera imponerme.
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Con un grupo de alumnos en Eskoriatza
F. VIDA MISIONERA.
Ha sido bien patente que para Juan Antonio, su misión,
su apostolado ha sido el desarrollado vocacionalmente
como profesor-educador. Y ¿al jubilarse de la enseñanza? Veremos que no se refugió en “il dolce far niente”.
Copio un párrafo largo de un alumno.
“Que lo fue de Latín y de Lengua y Literatura en el
antiguo BUP, en Vitoria Gasteiz. Recuerdo las clases
en las que animaba a la creatividad literaria y al amor
por la literatura de los clásicos, en especial por los
españoles. No se limitaba a calificar académicamente
según el nivel de contenidos conceptuales memorizados, sino que concedía mucha importancia a la
iniciativa de los alumnos/as que mostraban interés
por la creación literaria…
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“En el trato con los alumnos trataba de ser cercano,
de interesarse por las preocupaciones propias de la
edad y, siempre que le dejaban, ofrecía su consejo
y/o realizaba preguntas que dirigían la mirada del
alumno/a a la trascendencia. De igual manera, procuraba como tutor de sus grupos que la relación entre
los compañeros fuera afectiva, que se pudieran compartir ilusiones y fracasos, animando siempre a los
más pusilánimes y tratando con paciencia a los más
alterados por la revolución hormonal. Eran raras las
ocasiones en las que recurría al tono de voz elevado
para llamar la atención del grupo, y cuando sucedía,
re buena persona, y por mucho que se enfadara no
conseguía transmitir una imagen que nos atemorizara, aunque le teníamos respeto y él creo que así se
sentía también”.
“Sus clases de Humanidades, siempre muy interesantes, su tono de voz suave y atento, sus explicaciones de griego, de literatura… ¡muy buenas! Así me
lo acaba de confirmar un compañero de curso que
convivía estos días conmigo. Desde entonces y por
él, yo me he sentido sensibilizado a escribir mejor, a
decir palabras nuevas y mensajes bellos. Todos los
días comenzaba la clase con un pensamiento en el
tablero de un autor reconocido, de diversas materias.
Y lo comentábamos juntos”.
Desde el despacho de dirección le califican así:
“He de confesar su entrega y buen ánimo, principalmente en momentos de dificultad; entonces,
no tenía empacho en arrimar el hombro y apuntar
al horizonte como signo de esperanza de tiempos
mejores. Gozaba con sus clases de lengua y literatura; la afición y la naturalidad con que ejercía la
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enseñanza, facilitaba el aprendizaje y aceptación de
sus alumnos… En su quehacer educativo generaba
entusiasmo y gusto por las letras; incluso propiciaba
el nacimiento de nuevos literatos, nuevos poetas. Su
sensibilidad literaria contagiaba. A ello, le secundaba
enormemente su acertada pedagogía no impositiva,
sí propositiva”.
Sus estudios de Pedagogía le marcaron para toda la vida.
Nunca se sintió simple profesional. En la profesión fue un
gran apóstol. En un escrito del escolasticado, apunta un
vago deseo de sacerdocio. Pero yo creo que, en su vida,
no echó de menos la ordenación sacerdotal para ser y
sentirse un verdadero hijo del P. Querbes.
“Destaco su labor de formador, concretamente cuando en el cursillo-campamento de Magisterio en
Astorga y Boñar (León) nos visitaba, y acertadamente, abiertamente, siempre con mucho respeto, nos
abría a la vida que, fuera del seminario, percibíamos
con nuevos y desconcertantes matices. ¡Era un buen
psicólogo! No puedo olvidar cómo en una reunión de
grupo, con mis compañeros, donde siempre resaltaba lo mejor de cada uno, me dijo que “le llamaba la
atención cómo rendía con mis capacidades, aprovechándolas al máximo y en beneficio de los otros”. Eso
me estimuló mucho”.
Son muchos los artículos que escribió en la Revista de la
Provincia, Vida, y en la hoja colegial, Faro. Ya me imagino cómo serían los encuentros personales con alumnos,
con alumnos y padres, con colegas. Siempre primaría
la escucha atenta, la comprensión, el consejo sugerido.
Ya llevaba cinco años de jubilado y escribió para Faro
un editorial que refleja muy bien su credo educacional.
Recorto un poco el texto.
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EDUCAR “EN” Y “PARA” TIEMPOS DIFÍCILES. (Con
cariño a los admirados Padres y Profesores de mi
SANVI.
Una familia y el Colegio están en la “línea” educativa,
cuando el hijo/a y el alumno/a se sienten bien y
seguros.
El hijo crece seguro, cuando se siente querido.
El niño se siente seguro, cuando se siente aceptado.
El alumno camina seguro, cuando se siente valorado.
QUERER, ACEPTAR Y VALORAR incondicionalmente
al niño, al hijo, al alumno es alimentar su bienestar,
su autoestima y seguridad en el hoy y para toda la
vida…
Padres y Educadores responderemos, más incluso
que los Políticos, de nuestra sociedad actual y futura, ante la Historia. Nuestro oficio es el ARTE MÁS
BELLO e importante que existe.
En los Planes Personales Anuales, que no dejó de hacerlos en los años de jubilado, siempre está el capítulo de
la misión.
Concreta así, para el Curso 2010.2011, su dedicación
apostólica, tiene 74 años:
Seguir trabajando en el primer campo de evangelización, que es mi Comunidad Religiosa y Viatoriana.
Tratar con finura y delicadeza a las Preasociadas
y extender la invitación a alguna otra persona de
ABEKA SV (Atzoko eta betiko Katekistak -Catequistas
de ayer y de siempre).
Visualizar y enriquecer la convivencia de la Comunidad
Viatoriana, sugiriendo la idea de invitar a algún amigo,
colaborador o familiar en día de nuestro cumpleaños.
Fomentar el ambiente cordial de cualquier encuentro
comunitario.
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Seguir colaborando en la revista VIDA
Colaborar con interés y entusiasmo con:
Comisiones Colegiales de Pastoral y Liturgia. +
Reunión de Liturgia de la Zona Noroeste. + Seguir
de momento en la CONFER de Vitoria, que atraviesa
dificultades en la Junta. + Comisión Diocesana de
Pastoral. + Comisión Provincial de Vida Comunitaria.
+ Catequesis familiar de 1ª Comunión. + Caritas:
sección atención a Inmigrantes. + Grupo de Padres
II. Animar la solidaridad con ellos.
¿En todos estos campos se metía un jubilado? Tenía un
sentimiento notable de pertenencia a la Iglesia y a la Vida
Religiosa. La prueba estaba en su participación a niveles
zonales y diocesanas. Durante 9 años fue Presidente
de la Confer Diocesana. Testimonios de padres de los
grupos dicen cómo les ofrecía temas de formación preparados, lo pasaba bien en las reuniones y mucho mejor
en las salidas y excursiones. Destacan su apertura, su
escucha atenta, su paciencia…
“Fue a raíz de compartir con él las reuniones de arciprestazgo de zona norte cuando comenzó una relación más directa y me ganó con su trato cercano y su
respeto. Su seriedad a la hora de preparar las reuniones y su gusto por las cosas bien hechas. Un amor
por el trabajo y compromiso que estaba presente en
todo lo que hacía”.
No pasaba desapercibida esta disponibilidad misionera;
lo confirman testimonios:
“Lo que no me cabe duda es que Juan Antonio puso
toda su buena voluntad en ser lo que él entendía por
un buen viator: consagrado, hombre de oración y
comunidad, bien formado, educador de la fe. Pienso
63
que se le daban mejor los adultos que los jóvenes
como receptores de su mensaje. Las Escuelas de
Padres, la Catequesis de adultos, los Grupos matrimoniales, los Viatores asociados, los Consejos pastorales, la CONFER... eran sus púlpitos preferidos y los
frecuentó hasta su muerte. Era evidente que también
recibió de ellos la contrapartida del reconocimiento y
la amistad”.
“Otro de sus campos de misión destacados, la pastoral con matrimonios. Estuvo durante muchos años
en Vitoria dedicado a acompañar a grupos de catecumenado de adultos. En ellos, procuraban profundizar
en las relaciones de pareja… ”
“Al compartir comunidad, pudimos darnos cuenta de
que, a pesar de estar ya jubilado, Juan Antonio mantenía una gran actividad pastoral en distintos tipos de
grupos: catecumenado de adultos, grupos de padres,
grupos de oración, comisión de liturgia, Confer, etc.
No obstante, siempre manifestó que consideraba
como primera misión la propia comunidad”.
“Dos horas, en las que compartíamos evangelio,
temas sociales y dialogo abierto de vida y fe.
Reuniones en las que su carácter dialogante y nunca
impositivo facilitaba un dialogo tan cercano, que era
muy fácil hablar de cualquier tema abiertamente y
debatir criterios y puntos de vista con total familiaridad y seriedad. La preocupación por el tema de la
familia era una constante en su vida diaria y disfrutaba con ello, al tiempo que contagiaba su entusiasmo
y ganas de trabajar. Siempre al día de las opiniones
de los expertos y de las pautas y consejos de los
psicólogos, guardaba los artículos interesantes y los
compartía convencido de la importancia que el dialogo y la escucha tiene en nuestras vidas”.
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“Auténtico, así llegaba a los padres-madres de catequesis y ellos respondían siendo fieles al encuentro
de las 7,30. Con orgullo, me decía que no le faltaba
ninguno”.
Se podía pensar que por su forma de ser, algo tímido y
lento, quizás le faltaba fuerza y empeño. No le veían así.
“Un rasgo: su entusiasmo. La pasión, alegría, fuerza,
ilusión que ponía en las actividades que realizaba. Se
implicaba a fondo sin medir trabajos ni esfuerzos y,
siempre en positivo y buscando la mayor eficacia y
provecho para todos”.
Rasgo viatoriano fue su amor y cuidado por la liturgia.
La misa de los domingos en la capilla colegial ha sido un
punto muy cuidado por las comunidades de Vitoria.
“La liturgia viva y actualizada era otra de sus metas.
Cuando le correspondía preparar la eucaristía o la
oración comunitaria, se esforzaba en darle un toque
que la hiciera celebración de la vida, y no algo rutinario o cumplidor”.
Abierto a las misiones en el extranjero. No me consta
que pidiera salir a las Fundaciones, pero las tenía presente en su vida. Ya queda dicho el destino que le dio a
su herencia patrimonial. Durante más de 10 años llevó la
responsabilidad de organizar en la Comunidad educativa
del Colegio el bocata y la Cena solidaria que llegó a convocar más de 200 comensales.
También es rasgo apostólico lo que apunta un amigo:
“En lo laboral, siempre se destacó por pedir a los
directivos del colegio que se esforzaran por mimar al
profesorado. No perdía ocasión de romper una lanza
a favor del profesorado seglar en cualquier foro que
le pareciese adecuado”.
65
PUNTO FINAL
El Capítulo general de 1994 pidió que se concretaran
los puntos fuertes que caracterizan la Espiritualidad
Viatoriana. Por encargo del Superior general y su Consejo,
un Comité, nombrado para esto, preparó un Documento
sobre esta espiritualidad. Recojo unos párrafos de la
Conclusión:
“El seguimiento de Jesús, en la propuesta viatoriana,
tiene rasgos específicos. Toda la Iglesia se embellece y enriquece con nuestro ser y obrar. La vocación
viatoriana puede hoy tallar hombres-para-Dios y
hombres-para-los-hombres. La comunidad viatoriana, en su conjunto, responde a este cuadro completo
de la espiritualidad. Cada viator, según su realidad y
su historia, vivirá con más o menos intensidad uno
u otro de los rasgos mencionados. El cuadro total
surge del mosaico de las particularidades, y cada
pieza particular goza y se acerca a plenitud en el
mosaico logrado”.
La Iglesia y la Congregación se ha embellecido con la
vida y testimonio de Juan Antonio. En el mosaico viatoriano, sus teselas tienen brillo y relieve propios.
Unas aportaciones de viatores religiosos y asociados son
buen final para esta semblanza:
“En el momento de recordar a Juan Antonio, inevitablemente viene a la mente el Salmo 26 II: “Oigo en
mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré,
Señor, no me escondas tu rostro.” Mi queridísimo
Juanan tenía una predilección tan especial por este
Salmo, que siempre quedará unido a su persona, su
vida y su recuerdo”.
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“Seguro que sigue cuidando de nosotros y es muy
feliz al ver todos los pasos positivos que damos como
Comunidad Viatoriana, en la que creía y por la que
tanto trabajo”.
“Siempre vi a Juan Antonio como un religioso ejemplar: apasionado en el estudio, en la oración, en la
vida comunitaria sobre todo, en la vida espiritual; y
es de las personas que permanecerán en mi memoria porque dejaron una impronta en mi personalidad.
¡Gracias, Juan Antonio!”
“Doy gracias a Dios por Juan Antonio: nuestro maestro, nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro hermano,…, caminante y Viator.
Compañeros de Noviciado brindando en perseverancia:
Txomin, Josemari, Juan Antonio y Bittor. (Falta Esteban, en Chile)
67
José María Legarretaetxebarria c.s.v.
68
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