LA IGLESIA NEOTESTAMENTARIA

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LA IGLESIA I
Por Ricardo Vivas Arroyo
En el Antiguo Testamento, antes de que Cristo viniera, el pueblo de Dios era Israel y la
iglesia no existía, todos sabemos que la iglesia tiene su origen en los sufrimientos del Señor
Jesucristo (Sal. 139:15-16, Ef. 5:25-27), surge con su resurrección y se manifiesta con el
advenimiento del Espíritu Santo, así que pareciera innecesario hablar de la iglesia
enfatizando que es Neotestamentaria, sin embargo, cuando vemos surgir muchos grupos
que llamándose iglesias, tienen sus bases, doctrinas y prácticas, por lo menos en parte,
derivadas del Antiguo Testamento y de la relación de Dios con Israel, es que el énfasis se
hace necesario. La iglesia es obra directa de Cristo nuestro Señor, pues Él dijo: “Yo edificaré
mi Iglesia” (Mt. 16:18). El evangelio fue y debe ser su predicación, la gracia su fuerza, la
plenitud de Cristo su propósito, y la gloria de Dios su cumplimiento (1 Co. 2:2).
La Iglesia nace entonces con el nuevo pacto o testamento basado en la Sangre de Cristo
Jesús. El Nuevo Testamento es la verdad revelada a la Iglesia (Ef. 3:5-12, He. 13:20, 9:1517), los evangelios muestran el cumplimiento de las figuras y profecías del Antiguo
Testamento en la persona de Cristo y su ministerio terrenal, las epístolas son la explicación
del Evangelio, el libro de los Hechos es el modelo práctico del Evangelio y el Apocalipsis es
la culminación o cumplimiento pleno del Evangelio.
El Antiguo Testamento debe ser para la Iglesia un rico material didáctico para ilustrar las
verdades del Nuevo Testamento (1 Co. 10:11, He. 8:5, Col. 2 :16-17, He. 10:1, etc.). Pero es
claro que no se puede establecer doctrina a partir del Antiguo Testamento, y sólo se pueden
ilustrar las doctrinas del Nuevo Testamento con sus figuras y símbolos.
Por ejemplo, podemos apreciar que los llamados Testigos de Jehová, se dicen iglesia
cristiana, pero basan mucho de su doctrina y práctica en el Antiguo Testamento; los
católicos basan su sacerdocio, indumentaria y diversos rituales en el Antiguo Testamento y
su concepto de salvación tiene sus raíces en la ley. Aunque no sólo ellos, pues algunas de las
diferencias entre las denominaciones cristianas se derivan de esa mezcla. Pero Dios está
restaurando a su Iglesia y rompiendo sus moldes humanos para conformarla al modelo
original del Nuevo Testamento.
LOS CONCEPTOS
Eklesia significa los llamados a salir fuera, es la Iglesia una obra divina en la que Dios reúne
a todos los llamados a salir del mundo, tanto judíos, como gentiles. La Biblia declara a la
Iglesia como el cuerpo de Cristo, siendo Él su cabeza (Ef. 1:22), es decir, es un organismo
con vida propia, que va a manifestar a Cristo al mundo. Todos los que han nacido de nuevo
han sido integrados a la Iglesia por el Espíritu Santo (1 Co. 12:12-13); ésta es la Iglesia
universal (Col. 1:18).
Pero la vida del creyente se desarrolla en una iglesia local, como parte de la Iglesia
universal (1 Co. 4:17, 7:17, 14:33, Hch. 14:23, Gá. 1:2).
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Las iglesias locales eran identificadas por el lugar donde estaban ubicadas (2 Co. 1:1, Ef. 1:1,
Fil. 1:1, 1 Ts. 1:1, Col. 1:2).
Cada iglesia local es un candelero delante del Señor y tiene un pastor responsable que dará
cuentas ante Él por el rebaño (Ap. 1:20, He. 13:17).
Es la voluntad de Dios que todos los creyentes pertenezcan a una iglesia local (He. 10:2325, Hch. 2:42).
Entre estos 2 conceptos, Iglesia Universal e iglesias locales ¿cómo se da la relación
necesaria? En el Nuevo Testamento no se ven aspectos como una Iglesia matriz o central y
sucursales, no se les ve organizadas o relacionadas administrativamente, sino mediante una
comunión espiritual, por lo que es importante entender el modelo divino para
conformarnos a él.
LA IGLESIA LOCAL
Si vemos a la iglesia como un Nuevo Hombre (Ef. 2:13-18), un cuerpo que está formado por
los creyentes, y vemos que en cada localidad Dios levanta una iglesia que como su cuerpo
sea su manifestación en ese lugar. Imaginemos el cuerpo de un hombre, con su cabeza, su
tronco y sus extremidades y veamos cómo cada iglesia local debe reunir esas características
(figura 1):
La cabeza debe ser Cristo, no figurativamente sino literalmente, pues la función de la
cabeza es suministrar salud al cuerpo al cumplir todas sus funciones (Ef. 5:23). La cabeza
planea, controla, decide, provee, gobierna, protege y sustenta todo el cuerpo, y mediante el
sistema nervioso es posible que se encuentre en contacto con todos sus miembros, hasta la
última de sus células, el Espíritu Santo es el que debe realizar esa función, pues tomará de
lo de Cristo y le glorificará al darlo a la iglesia, le recordará todas las cosas, le guiará a toda
verdad, le hará saber las cosas que han de venir (Jn. 14:26, Jn. 16:7-15), y le dará
instrucciones precisas de la cabeza para que la iglesia las cumpla (Hch.13:1-3).
La columna vertebral que une la cabeza con el cuerpo y la mantiene en alto, prefigura el
gobierno de la iglesia local, formado por los ministros, cubriendo los aspectos espirituales
mediante los ancianos y los materiales mediante los diáconos (Hch. 6:1-6, 20:28, 1 Ti. 3:112, 1 P. 5:5-6), ambos sujetos al pastor como responsable ante Dios de la iglesia local (He.
13:7, 17). El cuerpo es la iglesia local, con sus órganos y miembros que cumpliendo sus
funciones son edificadas en amor (Ef. 4:15-16).
En esta figura de cuerpo, las cosas se van dando así: Todos los creyentes son miembros y
Dios los puso en el cuerpo local como él quiso (1 Co. 12: 12, 18-20). Así que Dios va a dar a
cada miembro la gracia específica para que lleve a cabo su función. En Romanos 12: 3-8,
Pablo nos explica que hay siete vocaciones básicas que por gracia nos permiten funcionar a
todos y a cada uno en el cuerpo para su edificación. De entre ellos, a algunos Dios los llama
para realizar funciones más específicas o ministerios mayores, Efesios 4: 7-13 los presenta
como un ministerio quíntuple que va a realizar la obra de Dios, como las manos con sus
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cinco dedos son la manera en que el cuerpo realiza su trabajo. Si ponemos por orden las
funciones de estos miembros del cuerpo, tendríamos cinco ministerios: Apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros junto con los ministerios de apoyo, ancianos y diáconos.
Hay 2 ministerios más que se ven en el cuerpo funcionando y que podemos sumarlos para
dar un total de 9 ministerios y son: las ayudas y las gobernaciones (1 Co. 12:28).
Las piernas del cuerpo, como las 2 columnas que sostenían el templo de Salomón: Jaquín y
Boaz, que significan: “fortaleza” y “Él afirma” (1 Cr. 3:15-17), prefiguran, por un lado la obra
del Espíritu Santo, que nos da el poder o fortaleza para caminar en la voluntad de Dios, y
por otro a la Palabra de Dios que nos da firmeza o establecimiento en la verdad.
El Espíritu Santo tiene 9 regalos espirituales que le darán a la iglesia la manera de llevar a
cabo su edificación, son poderosas herramientas que Él reparte entre todos los miembros
del cuerpo (1 Co. 12:7-12, 14:1, 12, 26). Cada iglesia local debe tener los 9 dones del Espíritu
entre sus miembros para cumplir su propósito, le confieren la habilidad de Cristo para
hacer su obra en manera sobrenatural.
En forma paralela, es Cristo, la Palabra de Dios, que debe nutrir a la iglesia local hasta
volverse parte de ella, es decir, le lleva a la madurez cristiana o a mostrar las 9
manifestaciones del fruto del Espíritu de Cristo, que es su carácter desarrollándose en cada
creyente hasta su semejanza ( Gá. 5:22-25).
LA IGLESIA UNIVERSAL
En manera breve hemos mirado una semblanza de cada iglesia local como cuerpo de Cristo,
pero aún esta figura nos va a permitir entender cómo se debe dar la relación entre las
iglesias locales. Si nos imaginamos al cuerpo con sus brazos extendidos en forma
horizontal, pues la relación con las otras iglesias es así, al mismo nivel, vemos cómo es
mediante los ministros que se pueden dar la diestra de compañía las iglesias locales (Gá. 2
:7-9). Estas reuniones de ministros no son alianzas humanas dónde dejan de lado sus
diferencias doctrinales para estar juntos (Hch. 15:6), sino es la unidad en el Espíritu que
Dios está restaurando, precisamente al restaurar el verdadero ministerio quíntuple como la
mano de Dios en el cuerpo (Ef. 4:1-6), con lo que finalmente se dará la unidad espiritual en
la fe y en el conocimiento de Cristo hasta alcanzar su plenitud (Ef. 4:11-14). Es importante
diferenciar la pretendida unidad que enarbola el ecumenismo mediante alianzas humanas,
de la unidad espiritual que Dios va a lograr al restaurar el modelo Neotestamentario.
El otro brazo extendido nos muestra la comunión entre las iglesias locales, pues no sólo los
ministros se reunían, sino también los miembros de diferentes iglesias, mediante el
ministerio que les era común (Hch. 15:3-4, Gá. 1:2, Col. 4:16).
El modelo neotestamentario basado en el libro de Los Hechos y sustentado por la doctrina
explicada en las epístolas (figura 1), nos muestra entonces a cada iglesia local con una
relación directa con su cabeza y mediante el Espíritu Santo como el único vicario de Cristo,
vemos que su edificación es mediante la Palabra y el Espíritu Santo y ésta es sobrenatural, y
que su relación con las demás iglesias, como parte de la Iglesia Universal, es espiritual y no
administrativa, que no es mediante una cede central, ya que no es una organización sino un
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organismo vivo, que es por medio del ministerio quíntuple y para que llegue a la unidad en
la fe y en el conocimiento de Cristo. Que los creyentes de una iglesia local deben ser
interdependientes (1 Co 12:25), pero que también los ministros deben estar sumisos unos a
otros de modo que ningún hombre tenga una autoridad universal, lo cual sería una
usurpación del papel que tiene el Espíritu Santo.
SU GOBIERNO
Los ministros en el cuerpo universal no fungen como cabeza sino como mano, es decir, son
los que ejecutan la obra del ministerio que Cristo la cabeza quiere, y reciben las
instrucciones mediante la acción conjunta de La Palabra y el Espíritu Santo; donde la
Palabra siempre muestra el qué y el cómo, y el Espíritu Santo siempre revela en quién y el
cuándo; entonces es importante comprender que tienen una autoridad en la medida que se
sujetan al Señor en manera práctica.
La autoridad en cada iglesia local, da una conexión necesaria de su gobierno con la cabeza,
como quienes tienen que dar cuenta por cada oveja del rebaño (He. 13:17), es decir, el
Señor fluirá por medio de aquellos vasos que Él entrenó, probó, aprobó y respalda, para
que cada iglesia local sea edificada (2 Co. 10:8, 13:10). La autoridad en la iglesia local
descansa sobre el pastor, apoyado por el cuerpo de ancianos u obispos en el terreno
espiritual, y por los diáconos en el terreno material, como en la iglesia de Jerusalén, en
donde Pedro, siendo apóstol, era un anciano, sujeto al pastor que era Jacobo, el hermano
del Señor (Hch. 12:17, 15:12-13).
Los obispos o ancianos gobernantes están constituidos, tanto por personas llamadas al
ministerio quíntuple, como por personas maduras, que cumplen con los requisitos
establecidos en la Palabra de Dios (1 Ti. 3:1-7, Tit. 1:5-9). Los diáconos y diaconizas, son
creyentes que desean servir en su iglesia local en el terreno material y cumplen con los
requisitos del Nuevo testamento (1 Ti. 3:8-13, Hch. 6:3-4).
Cuando un anciano ha sido llamado a algún ministerio mayor, podrá salir a ministrar a la
iglesia universal, es decir, podrá ministrar en otras iglesias, cooperando con el pastor y los
ancianos locales en la edificación de cada iglesia, pero volverá a su propia iglesia, para
seguir funcionando como parte de su gobierno (Hch. 13:1-4, 14:26-28). Si tiene un llamado
apostólico, para iniciar, desarrollar y establecer otras iglesias locales, ejercerá su autoridad
apostólica sobre el pastor y gobierno en cada iglesia local bajo su apostolado; pero además
podrá servir a otras iglesias, cooperando con el gobierno local de cada una de ellas, como
parte del equipo de ministros mayores (Gá. 1:22-24, 2:1-2, 9).
Es posible que alguien que es anciano en su iglesia local, con llamado pastoral, con el
tiempo tenga que dejar su iglesia para servir a Dios en otra iglesia local, como Timoteo, que
siendo de la iglesia de Listra, llegó a ser el pastor de la iglesia de Éfeso (Hch. 16:1-2, 1 Ti.
1:3).
También es posible que alguien con ministerio mayor, participe en el diaconado de su
iglesia local, y salga a ministrar a otras iglesias en su propio ministerio, retornando a su
iglesia hogar. También podrán dejar su propia iglesia para establecerse en otra iglesia,
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según el Espíritu Santo les guíe, como Felipe el evangelista, que fue diácono en la iglesia de
Jerusalén y así se le reconoció siempre, aunque con el tiempo llegó a establecerse en la
iglesia de Cesarea (Hch. 6:5-6, 21:8). La figura 2, nos permite ilustrar estos aspectos de
gobierno y funcionamiento de las iglesias locales.
EL MINISTERIO NEOTESTAMENTARIO
El ministerio es por causa de la iglesia y no al contrario. Los cinco ministerios llamados
mayores, se denominan así para denotar que no se puede acceder a ellos por deseo personal
o preparación académica, ya que se requiere del llamado específico de Dios. Son los dones
de la resurrección de Cristo, que llevarán a cabo la edificación y perfeccionamiento de la
iglesia universal, hasta llevarla a la estatura del varón perfecto (Ef. 4:10-13).
El equipo de los cinco ministerios manifestará la plenitud de Cristo, puesto que cada uno de
ellos es sólo una fase en la que la gracia de Dios fluirá, es decir, la gracia pastoral de Cristo
fluirá a través de los pastores, los profetas manifestarán su gracia profética, y así cada uno.
Cada ministerio tiene sus propias características. Esa fase de Cristo es formada en el
ministro mediante el llamado, la rendición de su voluntad al Señorío de Cristo, las pruebas,
la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Requiere ser parte de la iglesia local, y servir con
otros ministros que le ayuden a desarrollar en su propio llamado. Cuando un ministro está
maduro, Dios le dará su espacio y levantará su fruto, de modo que podrá servir a la iglesia
universal, cooperando en cada iglesia con su gobierno local y bajo la autoridad del pastor.
Para servir mejor, es necesario que forme parte de un equipo de ministros que están
sirviendo en la iglesia local, o en otras iglesias con las que se tiene comunión. También es
posible que en un equipo ministerial, haya varios ministros con el mismo ministerio, es
decir, que cuenten con varios apóstoles, profetas, etc.
En el Antiguo Testamento se establecían en su función a los sacerdotes, profetas y reyes
mediante la unción con aceite y eran llamados y reconocidos como los ungidos de Dios.
Actualmente hay iglesias que para establecer a sus ministros, literalmente los ungen con
aceite, basados en esa práctica del Antiguo Testamento, sin comprender lo que
simbólicamente representa para los ministros llamados por Dios en el Nuevo Testamento.
La unción con aceite representa el respaldo que el Espíritu Santo da a aquellos que han sido
llamados para algo específico. En primer lugar, todos los creyentes ahora pueden ser
ungidos para ser sacerdotes al ser bautizados en el Espíritu Santo; pero también Dios
otorga con el llamado al ministerio quíntuple, una unción del Espíritu específica para que
lo cumpla. Por ejemplo, alguien llamado para ser apóstol, recibe de Dios junto con su
llamado una unción apostólica, sin la cual no podría ejercer ese ministerio; un profeta, una
unción profética. Por lo tanto, es el llamado genuino el que lo faculta y es el fruto el que lo
confirma, y no requiere de una ordenación como apóstol, o profeta, o evangelista, o pastor
o maestro, porque ya fue un ungido por Dios mismo para tal oficio.
Es importante resaltar que aunque la autoridad sobre las iglesias descansa en el apóstol, es
necesario que se apoye en un profeta o más, sobre todo para el establecimiento de las
iglesias, de modo que los creyentes estén fundamentados en el poder de Dios y no en
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sabiduría humana (Ef. 2:20-22, 3:5, 1 Co. 2:4-5). Esa fue la manera en que se inició la obra
misionera de Bernabé como apóstol y de Saulo como profeta (Hch. 13:1-4), y
posteriormente, cuando ellos se separaron y Pablo ya caminaba en el apostolado, tomó
como su compañero a Silas, un profeta reconocido entre las iglesias (Hch. 15:32, 39-41).
Ahora bien, las llamadas epístolas pastorales que Pablo como apóstol escribió a los pastores
y ancianos, Timoteo y Tito y a todos los que sirven actualmente en esos oficios, arrojan
mucha luz sobre las funciones pastorales y de los ancianos para el cuidado y edificación de
la iglesia. En ellas podemos conocer los requisitos para los ancianos y diáconos, así como el
encargo de que, cuando se requiriese, ellos mismos los establecieran, delegando de su
autoridad mediante la imposición de sus manos.
Ordenar o establecer ancianos y diáconos es necesario, porque son ministerios menores, es
decir, a los que se puede acceder por el deseo de servir, sin tener un llamado específico de
Dios para ello, por lo tanto requieren que la autoridad les sea delegada mediante
imposición de las manos y no mediante unción con aceite. Es el apóstol quien ordena
ancianos para el gobierno espiritual, el pastor ordena a los diáconos, esto se hace ente la
asamblea local y es deseable la participación de profetas y otros ancianos locales y
ministros a la iglesia local, para que Dios dé profecías en relación a sus funciones y futuro
ministerial, así como la impartición de los dones espirituales (1ª Ti. 1:18, 2ª Ti. 1:6).
Los ancianos cumplen labores pastorales bajo la autoridad pastoral (1 P. 5:1-5). Es el pastor
quien elige a sus colaboradores que serán ancianos de su iglesia, y deberá seleccionarlos,
capacitarlos, evaluarlos, calificarlos y establecerlos, de acuerdo a los requisitos del Nuevo
Testamento. (1 Ti. 3:1-7, Tit. 1:5-9).
Como vemos en el libro de Los Hechos, en el inicio de muchas iglesias, antes de tener
pastor, el apóstol fundador realizaba esa labor pastoral de apacentar y desarrollar a la
nueva iglesia, y seleccionaba y delegaba la autoridad en los ancianos al ordenarlos, para que
la iglesia tuviera quienes la cuidaran; pero después, según el caso, cuando la iglesia crecía y
teniendo ya su pastor requería de más ancianos, era el apóstol quien delegaba la autoridad
a los ancianos al imponerles sus manos (Hch. 14:23, 20:17, 28, Tit. 1:5, 1 Ti.5:22).
Los diáconos serán responsables de gobernar sobre los asuntos materiales de la iglesia
local, tales como el templo, su limpieza y mantenimiento, necesidades de equipo y
mobiliario, etc. En cuanto a diáconos y diaconisas, los miembros de la iglesia local pueden
proponerlos, siendo probados y establecidos por el gobierno local, pastor y ancianos,
apoyados por los ministerios mayores, de acuerdo a los requisitos de la Palabra de Dios
(Hch. 6:1-6, 1 Ti. 3:8-13). En la iglesia local de Jerusalén, los apóstoles fungían como
ancianos y ellos impusieron sus manos sobre los diáconos para establecerlos.
Los ministerios de apoyo, ayudas y gobernaciones, no requieren ordenación para servir,
porque no participan de funciones de gobierno en la iglesia local, pero no por ello son
menos valiosos para la iglesia y los ministros, puesto que aportan un muy diverso servicio
en el que la gracia de Dios fluye ampliamente, tal y como lo podemos apreciar en los siete
dones vocacionales en los que todos los miembros de la iglesia pueden operar, según Dios
les da de su gracia (Ro. 12:3-8).
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Las ayudas abarcan aspectos de tipo ministerial, como lo fueron Aquilas y Priscila a Pablo,
o Lucas también con Pablo, o Simón Cireneo, que cargó la cruz del Señor. Ayudas a los
ministros, ayudas en las actividades espirituales, como la música; ayudas al diaconado,
como los grupos de limpieza. En donde se requiere apoyo, allí Dios levanta las ayudas que
cubren todos los huecos y hacen posible que las cosas funcionen. Los dadores son
magníficas ayudas para el Reino de Dios, etc.
Las gobernaciones son también hermanos fieles que funcionarán en los asuntos
administrativos de la iglesia, bajo la supervisión del pastor o los ancianos, tales como
secretariado, contabilidad, archivo, correspondencia, pago de servicios, etc.
Esta panorámica nos permite visualizar la obra de Dios en la sencillez con la que Dios la
concibió, pero también con la sabiduría divina que en el amor de Dios hace posible que
cada miembro de cada iglesia local cumpla una función, y como un organismo vivo, la vida
de Cristo fluya a través de todos y cada uno de los creyentes que la integran.
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CRISTO
LA
CABEZA
LA PALABRA Y EL ESPÍRITU SANTO
APOSTOL
PROFETAS
PASTOR
Apóstoles
Profetas
Evangelistas
Pastores
Maestros
ANCIANOS:
Apóstol
Profeta
Evangelista
Pastor
Maestro
H. maduros
DIÁCONOS
(Ministerio quíntuple
y hombres y mujeres
maduros)
AYUDAS
GOBERNACIONES
CONGREGACIÓN
FIGURA 2:
RELACIÓN DE AUTORIDAD EN LA IGLESIA LOCAL
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