Noticias de la regulación N° noviembre-diciembre 2012 63 Este artículo es muy importante en nuestro medio por varias razones. En primer lugar porque las teorías económicas ortodoxas se han replegado y han perdido credibilidad, inclusive en el medio académico. En segundo lugar, porque desde hace varios años se han difundido entre nosotros las teorías institucionalistas, dentro de las cuales la teoría de la regulación ocupa un lugar reconocido. En tercer lugar, porque los economistas críticos formados en la tradición anglosajona han revisitado y desarrollado los enfoques “poskeynesianos”, dejando de lado los de los “nuevos keynesianos”, que trataron de compatibilizar el pensamiento de Keynes con versiones críticas del enfoque neoclásico. Las teorías institucionalistas y las poskeynesianas siguen todavía cada una su propio derrotero, ocupando un espacio cada vez más importante en el medio académico, sobre todo entre los jóvenes economistas que desconfían de la utilidad del enfoque neoclásico ortodoxo para comprender y explicar con modelos estilizados la realidad de las economías latinoamericanas y en particular de la Argentina después de la posconvertibilidad. Robert Boyer, un regulacionista situado en una corriente interna cercana a Kalecki y Marx, conoce muy bien la teoría poskeynesiana y ha establecido relaciones estrechas con estos economistas, preguntándose cuáles son las cosas que los diferencian y cuáles las posibles convergencias. Para Boyer, los poskeynesianos creen que hay una teoría cuya vocación es universal mientras que los regulacionistas son más modestos y llevan a cabo un análisis situado en el espacio y en el tiempo. Colabora con su propuesta señalando un camino con varias sendas: 1) reconocer el rol determinante de las instituciones (el modo de regulación) para generar o compensar “las fallas del mercado”, 2) examinar la pertinencia de los modelos para explicar la realidad y no solo contentarse con que sean internamente coherentes, y 3) asociar a cualquier modelo de crecimiento a largo plazo, los factores capaces de desestabilizarlo dada la lógica de producción y de acumulación del modo de producción capitalista. La propuesta es muy sugerente, pero requiere que los investigadores inscriptos en ambas corrientes den un paso hacia la otra con una actitud de autocrítica y de apertura. Un esfuerzo de intercambio y cooperación sería de mucha utilidad dada la complejidad y la gravedad de la crisis actual. Poder comprender más profundamente sus causas y formular políticas económicas adecuadas ayudaría a salir del estancamiento, dando prioridad a la economía real y al mercado interno frente a las dimensiones financieras, a la mundialización y la extranjerización; esto permitiría avanzar hacia el pleno empleo con una más justa distribución del ingreso y restablecería a la relación salarial en la jerarquía de las formas institucionales. Julio César Neffa Poskeynesianos y regulacionistas: ¿una alternativa a la crisis de la economía estándar? ROBERT BOYER El programa de investigación poskeynesiano y el regulacionista comparten una misma característica: proponen una alternativa a la economía estándar, cuya incapacidad para explicar los hechos estilizados observados se ha manifestado desde los años 1970 y se ha vuelto aún más evidente durante la actual crisis económica. La posibilidad de una convergencia entre ambos programas se ha manifestado, en primer lugar, en la formalización del régimen económico de la posguerra en tanto forma NR63 (6/2012) 1 particular de crecimiento acumulativo; en una segunda instancia, en el análisis de los arrebatos especulativos que se vienen sucediendo desde los años 1980; finalmente, en la utilización de modelos de stock-flujo con el fin de distinguir los canales de transmisión de la política monetaria y la sostenibilidad de los desequilibrios observados en el plano de la economía mundial y de la Unión Europea. Que estas convergencias sean relativamente escasas puede explicarse en primer término porque la referencia de los regulacionistas es más kalekiana y marxista que keynesiana. En segundo lugar, porque poskeynesianos y regulacionistas tienen posturas epistemológicas diferentes: los primeros sostienen una teoría cuya vocación es universal mientras que los segundos llevan a cabo un análisis situado en el espacio y en el tiempo. La profundidad de la crisis que atraviesa la economía estándar en el campo de su epistemología implícita, de sus conceptos fundadores y de sus métodos, hace que surja un espacio en el cual poskeynesianos y regulacionistas puedan quizás establecer una colaboración. El artículo propone cuatro pistas: reconocer el rol determinante de las instituciones -y no solamente de la política económica- en la compensación de las fallas del mercado; examinar sistemáticamente la pertinencia de las diferentes clases de modelos -y no solamente su coherencia teórica-; enriquecer los mecanismos típicamente keynesianos con el fin de exponer las interdependencias observadas en las economías contemporáneas; y, finalmente, asociar a cualquier modelo de crecimiento a largo plazo los factores capaces de desestabilizarlo siguiendo un proceso de endometabolismo característico de una economía capitalista. La evolución de las instituciones académicas, nacionales e internacionales, constituye quizás el principal obstáculo para que estas investigaciones puedan ser llevadas a la práctica. Palabras clave: crecimiento y crisis, John Maynard Keynes, metodología económica, Michael Kaleki, Nicholas Kaldor, teoría de la regulación, teoría post keynesiana Códigos JEL: B22 - Macroeconomics, B25 - Historical; Institutional; Evolutionary; Austrian, E11 Marxian; Sraffian; Institutional; Evolutionary, E12 - Keynes; Keynesian; Post-Keynesian, E44 - Financial Markets and the Macroeconomy, F41 - Open Economy Macroeconomics INTRODUCCIÓN: UN ORIGEN EN COMÚN Los años 1970 son una fecha clave para ambos programas de investigación. A mediados de esa década, se profundiza la distancia entre las predicciones del paradigma estándar y la evolución macroeconómica de los grandes países de la OCDE. Es debido a ello que los poskeynesianos intentan proponer enfoques alternativos con respecto al modelo neoclásico de crecimiento y al empobrecido mensaje keynesiano vinculado a la difusión del modelo IS/LM (Harcourt, 1987). Una nueva generación tomará el relevo de los trabajos de Sidney Weintraub, Paul Davidson, Hyman Minsky, Jan Kregel pero también, en menor medida, de los de Joan Robinson, Nicolas Kalecki y Nicholas Kaldor (Asensio et al., 2011). Esta fecha constituye también el punto de partida de otro programa de investigación: el análisis de la regulación y la crisis del capitalismo americano (Aglietta, 1976) es el primero de una serie de trabajos que se prolongan hasta los análisis de la gran crisis iniciada en 2008, y que esta revista continúa reflejando siguiendo la línea de l'Année de la Régulation (publicación anual, entre 1997 y 2005, de la Asociación Recherche & Régulation). Es evidente que los fundadores de este enfoque conocen y utilizan los instrumentos de los poskeynesianos pero que dicho reconocimiento no es recíproco: entre los poskeynesianos, son pocos los que mencionan la contribución, en un sentido complementario, de los regulacionistas. ¿De donde proviene esta relativa desconexión? ¿Acaso está ligada intrínsecamente a los respectivos fundamentos de ambos programas de NR63 (6/2012) 2 investigación? La pérdida de legitimidad y la falta de pertinencia de la teoría macroeconómica estándar frente a una crisis a la que se considera "venida de otro lado", propician quizás una segunda oportunidad para que ambos programas se aproximen con el fin de proponer una alternativa. Este es el hilo conductor del presente artículo. 1. EL SURGIMIENTO DE LOS ENFOQUES DE LA REGULACIÓN: UNA CORRIENTE MÁS MARXISTA Y ORIENTADA HACIA LA HISTORIA QUE TÍPICAMENTE KEYNESIANA Los momentos fundadores son esenciales ya que en ellos se constituyen las preguntas, los métodos y las prácticas de investigación que luego perduran más allá de los ajustes y las redefiniciones posteriores. En efecto, los enfoques de la regulación siguen estando signados por sus orígenes. Los primeros trabajos provienen de macroeconomistas o ingenieros economistas que trabajaban para la Administración económica, término acuñado en la época y que implicaba una cierta desvalorización a raíz del triunfo de la creencia en la superioridad intrínseca de los mercados con respecto a un intervencionismo ilustrado. Michel Aglietta se involucró así en la construcción de uno de los modelos macroeconómicos utilizado a principios de los años 1970 por el INSEE, llamado Fifi, mientras que Bernard Billaudot primero y Robert Boyer y Jacques Mazier después, participaron en la elaboración de dos generaciones de modelos (DECA, STAR) dentro de la dirección de Previsión del Ministerio de Finanzas. En el caso del primer modelo, la apertura a la competencia internacional hace que la competitividad de la oferta sea el factor determinante del crecimiento a mediano término, provocando que las políticas keynesianas de manejo de la demanda pierdan eficacia progresivamente. Así se explica el progresivo pero continuo crecimiento del desempleo en Francia desde 1967. El modelo introduce así la pregunta que constituye el eje de investigaciones posteriores: ¿cómo se transforman las estructuras del capitalismo y por lo tanto las eventuales regularidades macroeconómicas? El interés de Michel Aglietta se desplaza entonces de la situación francesa de la época hacia el capitalismo americano: la estanflación y la crisis que se abre en 1973 reflejan que un régimen de acumulación sin precedentes, el fordismo, ha alcanzado su límite. Una ruptura equivalente de las regularidades incorporadas en los modelos de simulación y en los modelos econométricos referidos a Francia es el punto de partida de las reflexiones de Bernard Billaudot, Robert Boyer y Jacques Mistral sobre los límites de una teoría macroeconómica ahistórica (Boyer y Mistral, 1978). En este caso, la crítica está por supuesto dirigida a la teoría neoclásica en vigencia en la época y a la ilusión de una Teoría del equilibrio general (TEG) como fundamento científico. Sin embargo, apunta esencialmente a la teoría marxista, o al menos, a su vulgata, que considera que la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia constituye el alfa y el omega del análisis de la dinámica del capitalismo. Ahora bien, las investigaciones sobre el capitalismo americano (Aglietta, 1976) al igual que las realizadas sobre el capitalismo francés (Benassy et al., 1978) muestran una transformación de la jerarquía de las formas institucionales. Esta transformación es de tal magnitud que hasta principios de los años 1970, el compromiso salarial fordista y la pujanza de la moneda de crédito impulsan un régimen de acumulación sin precedentes en el cual se mantiene una tasa de ganancia alta y estable, aunque para ello se deba pagar el precio de una inflación que sigue presente aún durante los períodos de recesión. A partir de ese momento es importante señalar dos secciones productivas dentro de los modelos: bienes de producción versus bienes de consumo, en la línea de los esquemas de reproducción propuestos por Marx en El Capital. Pero la elección de parámetros ad hoc es reemplazada por la justificación de los mismos a partir de las características efectivamente observadas gracias a los datos de la Contabilidad nacional y los cuadros Input-Output que hacen referencia a esas dos secciones productivas y a la dinámica de los salarios (Bertrand, 1983). 2. UNA PRIMERA CONVERGENCIA: LOS MODELOS KALDORIANOS DE CRECIMIENTO Un modelo de ese tipo supone empero una fuerte inversión a nivel estadístico, que vuelve tentadora la idea de convertir esos modelos en una formalización que opere a nivel agregado. El modelo permite entonces realizar un cotejo con los datos macroeconómicos estándar y las teorías alternativas (Boyer, 1988). Es en este contexto en el que surge un punto de encuentro con algunas de las investigaciones post keynesianas: en efecto, la formalización del régimen de crecimiento fordiano se presenta así como una especificación de una forma particular de crecimiento acumulativo, en la línea de los trabajos de Nicholas Kaldor (1985). De ello se desprende que para que un régimen de este tipo exista y sea resiliente deben reunirse ciertas condiciones precisas: que existan rendimientos de escala crecientes, una indexación moderada de los salarios reales basada en la productividad, una baja apertura de la economía a la competencia mundial. Esas condiciones, por su parte, suponen una configuración particular de la relación NR63 (6/2012) 3 salarial, de la competencia y de la inserción internacional. Por lo tanto, si las formas institucionales están organizadas de una manera diferente o si evolucionan debido al éxito del régimen de acumulación correspondiente, la economía puede converger hacia otras configuraciones: crecimiento alimentado por la profundización continua de la competencia (Petit, 1998) y por el dinamismo de las exportaciones (Boyer y Petit, 1989). Volvemos a encontrar así uno de los modelos clave del movimiento kaldoriano, en el cual la exigencia de la balanza comercial determina el ritmo de crecimiento y limita la posibilidad del pleno empleo (Thirlwall y Mc Combie, 1994). En este primer encuentro entre los poskeynesianos y los regulacionistas, la contribución de estos últimos (gráfico 1) consiste en señalar el carácter institucionalmente situado de todos los modelos macroeconómicos, en oposición, por lo tanto, a una teoría macroeconómica que se presenta como universal y atemporal. Este mensaje, con algunas pocas excepciones, tuvo escasa repercusión en el campo de los poskeynesianos (Setterfield, 2007). Sumado a este hecho hay que señalar que los regulacionistas, siempre preocupados por las tendencias a largo plazo, no han cesado de interrogarse sobre los mecanismos del crecimiento y sobre el cambio que éstos experimentan después del agotamiento y la crisis del fordismo, mientras que los poskeynesianos han concentrado principalmente sus esfuerzos en las discusiones de política económica y, por lo tanto, en modelos de corto y mediano plazo. Gráfico 1. Un primer encuentro entre poskeynesianos y regulacionistas. Crecimiento acumulativo y régimen de acumulación fordista 3. UNA SEGUNDA CONVERGENCIA, LA VIABILIDAD DE UN RÉGIMEN DE CRECIMIENTO IMPULSADO POR EL SECTOR FINANCIERO: EL MODELO MINSKIANO Desde los años 1970, los regulacionistas han tratado de distinguir cuál podría ser el nuevo régimen de crecimiento y modo de regulación hacia el que podría dirigirse la evolución de las formas institucionales. ¿Se produciría acaso un regreso a una regulación competitiva a raíz de la multiplicidad de las estrategias de flexibilización de la relación salarial? ¿O el imperativo de competitividad se volvería dominante bajo los efectos de la reducción continua de las barreras al comercio internacional? Estas transformaciones ocurrieron en los hechos, pero no hasta el punto de lograr imponer su propia lógica, ya que a partir de los años 1980 la liberalización y la innovación financiera han impulsado una significativa transformación en la gestión de las empresas, en nombre del valor accionarial, tanto en lo que se refiere al ajuste del empleo como en lo relativo al manejo de la cobertura social -especialmente en el tema de las jubilaciones- y en la manera de conducir la política monetaria. Esta conjunción de NR63 (6/2012) 4 cambios estructurales permite entonces que se mantengan tasas muy bajas de inflación aún cuando la tasa de interés conserva niveles muy moderados. El acceso fácil al crédito inaugura, especialmente en los Estados Unidos y en el Reino Unido, un nuevo período histórico en el cual se suceden la burbuja de Internet -fruto del financiamiento laxista-, que finalmente estallará, y la burbuja inmobiliaria originada por el bajo nivel de exigencia en la concesión de créditos, aún para aquellos norteamericanos con un ingreso estancado e insuficiente para asegurar el reembolso de sus créditos hipotecarios. Los regulacionistas diagnostican entonces, a partir de finales de la década de 1990, la constitución de un régimen de crecimiento impulsado por la financiarización (Aglietta, 1998), que difunde sus efectos sobre la casi totalidad de las otras economías a partir de los Estados Unidos. En este contexto, adquiere sentido nuevamente la pregunta de Hyman Minsky, generada por su análisis original de la contribución de la Teoría g e n e r a l a la comprensión del moderno capitalismo financiero: "¿Es posible que ocurra otra crisis de igual gravedad que la de 1929?" (Minsky, 1975 ; 1986). Tanto sus discípulos como los regulacionistas están de acuerdo y aportan una respuesta positiva (Boyer, 2000a ; Aglietta y Rebérioux, 2004). En efecto, dentro de la escuela de las convenciones se profundizaron los análisis de la Teoría general sobre las consecuencias que provoca la incertidumbre sobre el funcionamiento de los mercados financieros: el mercado bursátil, por ejemplo, lejos de converger hacia un mítico "valor fundamental", alterna fases alcistas con fases descendentes (Orléan, 1990). A partir del momento en que las finanzas imponen su lógica a otras formas institucionales, y son incorporadas por los actores a sus comportamientos y anticipaciones, son los arrebatos especulativos los que ponen en movimiento la economía. El estallido de la burbuja de las subprimes representa entonces algo más que un ciclo financiero típico, ya que marca la quiebra de un sistema financiero en el cual el factor riesgo es aportado por una titulización ejercida sobre agentes que no son capaces de evaluar su naturaleza y amplitud (Boyer, 2011b). Esta crisis financiera sistémica significa también el fin de un régimen de crecimiento en el cual el crédito es percibido como la solución a los problemas vinculados al estancamiento del ingreso real promedio y a la profundización de las desigualdades. La hipótesis de inestabilidad financiera a la manera de Minsky regresa entonces a escena, ya que se trata de una de las pocas problemáticas junto a los modelos de acelerador financiero que introdujeron sus mecanismos en la macroeconomía estándar- que vuelve inteligibles las consecuencias de la liberalización financiera. Es entonces una segunda convergencia entre poskeynesianos y regulacionistas, convergencia que llega al punto de alimentar formalizaciones originales que consideran la transformación de los ahorristas en especuladores Ponzi, la que introduce una dinámica nueva con respecto al modelo original que se refería únicamente a la estrategia de las empresas (Charpe, 2009). De la misma manera, al insertar la taxonomía de las estrategias financieras (cobertura, especulación, Ponzi) surge que el crecimiento puede verse favorecido o hipotecado según cómo se distribuyan las tres estrategias y el nivel de la tasa de interés fijada por el Banco central (Nisgi, 2011a). Es así cómo, en ocasión de la crisis iniciada en 2008, surge un programa de investigación que es común a los poskeynesianos y a los regulacionistas (gráfico 2). NR63 (6/2012) 5 Gráfico 2. Inestabilidad financiera y acumulación arrastrada por la finanza En esta ocasión, el aporte de los regulacionistas se refiere a la utilización e interpretación de los modelos. En la permanente querella de legitimidad que sostienen con la macroeconomía estándar, los poskeynesianos argumentan que sus modelos son correctos gracias a su superioridad teórica. Por el contrario, los regulacionistas insisten en que existe una variedad de regímenes, que se produce al cambiar los parámetros que son, a su vez, el reflejo del impacto de formas institucionales particulares sobre las regularidades macroeconómicas. La coherencia teórica es fundamental, pero la pertinencia de las hipótesis es igualmente importante: ¿qué interés hay en razonar correctamente sobre figuras falsas? ¡La única certeza es que se estará siempre equivocado! El enfoque de la regulación apela a un cotejo permanente con los datos de la observación e invita a cambiar algunas hipótesis -técnicas o adjuntas en el seno de una misma teoría- si el modelo lleva a conclusiones que son sistemáticamente contradichas por la observación. En realidad, un punto de partida para intentar reconciliar ambos enfoques consiste en preguntarse si ciertos modelos emblemáticos de la corriente post keynesiana (Lavoie y Godley, 2001) pueden aplicarse tanto a Estados Unidos como a Francia (Clévenot, 2006). Pero también es necesario hacer que las concepciones de la dinámica económica sean compatibles. 4. UN ENCUENTRO FRUSTRADO: TIEMPO HISTÓRICO Y DINÁMICA DEL CAPITALISMO EN LA LÍNEA DE JOAN ROBINSON Y MICKAËL KALECKI Considerando el impacto que tuvo la crisis de los años 1970 en la elaboración de los trabajos poskeynesianos, era factible anticipar que el énfasis que había sido puesto en la defensa de la teoría keynesiana en un sentido estricto se desplazaría hacia el análisis de la dinámica de la acumulación, de los bloqueos de la misma, y de la transformación de las instituciones del capitalismo a escala nacional e internacional. Por una parte, la noción de Mickaël Kalecki sobre la primacía de la acumulación y la imposibilidad de alcanzar el pleno empleo (debido a que en ese caso se otorgaría un gran poder a los asalariados) se volvía mucho más pertinente que la del propio Keynes, muy marcada por las características de la crisis de la economía británica a lo largo de los años 1930. Este punto es el que destaca Joan Robinson en el artículo que le dedica en 1974. Por otra parte, y de manera más general, esta autora opone los enfoques basados en el equilibrio (típicos de la teoría neoclásica), a la comprensión de los procesos históricos: " a partir del momento en que admitimos que la incertidumbre de las previsiones es la que guía los comportamientos económicos, el equilibrio pierde su pertinencia y la historia toma su lugar" (Robinson, 1974, p.1). Esta crítica está dirigida a la teoría walrasiana... lo que no impedirá que dos décadas más tarde la NR63 (6/2012) 6 macroeconomía sea invadida por los modelos de ciclo real (RBC) y luego por los modelos dinámicos estocásticos de equilibrio general (DSGS)... a tal punto que ¡la crisis de las subprimes resulte imposible y por lo tanto, incomprensible! Desafortunadamente, son pocos les poskeynesianos que consideraron seriamente la introducción de la historia en la teoría macroeconómica. Es cierto que la controversia sobre la medición del capital ha mostrado que las funciones de producción estimadas a partir de datos históricos, lejos de provenir de exigencias tecnológicas, sólo expresaban las interacciones entre acumulación, cambio técnico y crecimiento. Sin embargo, habría sido fundamental que se reflexionara sobre los cambios institucionales de la segunda posguerra mundial, que hacen que la economía británica y la norteamericana se alejen de la configuración del período de entre guerras: el pleno uso de la moneda de crédito, la institucionalización de los derechos de los asalariados, una fuerte socialización inicial de la inversión y un encuadramiento del sector financiero a nivel nacional e internacional. Ahora bien, en el propio seno de la problemática de la Teoría general esas instituciones y formas de organización van a desempeñar un rol determinante en la reducción de la incertidumbre a la que se enfrentan los empresarios y los inversores. Si se deja que los agentes actúen por su cuenta, crearán previsiones que conducirán a una inestabilidad intrínseca de los mercados financieros, mientras que la mediación de las instituciones y de las políticas puede ayudar a canalizar esas fuerzas desestabilizadoras (Shackle, 1974). Justamente éste es el fundamento de la renovación de las teorías institucionalistas modernas (École des Conventions, 1989; North, 1990; Aoki, 2002): las convenciones, las organizaciones y las instituciones canalizan las previsiones y participan de la coordinación económica en la misma medida que lo hacen los mercados, y pueden contrarrestar las fallas de estos últimos. Retrospectivamente, es lamentable que los poskeynesianos no se hayan apropiado de esta dialéctica entre incertidumbre e instituciones, ya que de hacerlo quizás habrían podido atajar la contra revolución de las previsiones racionales. Al argumentar legítimamente que cuando las políticas económicas y las reglas de juego cambian, los agentes económicos adaptan su comportamiento, Robert Lucas (1983) ha reintroducido de hecho una macroeconomía pre keynesiana basada en una utilización abusiva de la teoría walrasiana, dado que está construida sobre una economía con un único agente representativo que optimiza su comportamiento dentro de un horizonte atemporal. En sus últimos escritos, sin embargo, Joan Robinson subrayó otra historicidad de las economías capitalistas: en cuanto los teóricos han terminado de comprender los mecanismos y las condiciones de un régimen de crecimiento, éste entra en crisis y hace que deban abocarse nuevamente a aprehender la inteligibilidad de las economías contemporáneas. Este punto constituye, nada más y nada menos, el eje central de las investigaciones regulacionistas: no existe un régimen de acumulación dotado de estabilidad estructural a largo plazo porque las crisis, cuya gravedad no es siempre la misma, son la expresión misma de la lógica de ese modo de producción, el capitalismo. Es por eso que no solamente podemos concebir y observar diversos regímenes de esa índole en un momento determinado del tiempo, sino que además cada uno de esos regímenes conlleva crisis cíclicas y, sobre todo, grandes crisis específicas. Muchos poskeynesianos caen en la tentación de pensar que poder formalizar esos procesos históricos está fuera de su alcance. Algunos regulacionistas fueron más audaces y propusieron formalizaciones que explicaban, dentro del mismo marco analítico y sin hacer referencia a un shock exógeno, la existencia de fluctuaciones regulares a lo largo de una senda de crecimiento y, posteriormente, el brusco cambio de la economía hacia un rumbo diferente (Lordon, 1997b). Una discontinuidad de esta índole concuerda con las observaciones históricas realizadas sobre las grandes crisis de 1929, 1973 y con la gran sorpresa que constituyó para los partidarios de la economía estándar el desplome del sistema financiero americano en septiembre de 2008. Sin embargo, una parte de los profesionales continúa invocando una serie de perturbaciones surgidas de "afuera": el brutal afán de lucro y la pérdida de moralidad de Wall Street, la caída de la productividad en el sector inmobiliario, la ola de irracionalidades por parte de los que solicitaron un crédito. La primacía de la hipótesis de la eficacia de los mercados y de su estabilidad intrínseca condujo a la macroeconomía contemporánea a un callejón sin salida. Esta es la circunstancia ideal para que se produzca una conjunción de las investigaciones post keynesianas y regulacionistas alrededor de la construcción de modelos que formalicen esos procesos endógenos de desestabilización de una configuración institucional (gráfico 3). Es cierto que en ciertos trabajos poskeynesianos se toman en cuenta los cambios estructurales, pero se los asocia a la búsqueda de vías estables de crecimiento a largo plazo, que garanticen el pleno empleo (Pasinetti, 1981). Ahora bien, tanto Kalecki como Goodwin coinciden en reconocer que esto es contradictorio con la lógica y los estímulos que conlleva un régimen capitalista. Una hibridación de ambos programas de investigación es por lo tanto posible (Lavoie, 1992 ; Lavoie et Godley, 2001) y el interés de un proyecto de esa índole debería verse acrecentado por las enseñanzas de la crisis que comenzó en 2008 (Setterfield, 2011): NR63 (6/2012) 7 Gráfico 3. Un encuentro frustrado, pero futuros proyectos. El endometabolismo de los regulacionistas como prolongación de la historicidad de los regímenes de crecimiento de Joan Robinson • en los capitalismos dominados por las finanzas, crecimiento fuerte y estable y luego desplome brutal, antes de que se manifieste que son necesarias masivas intervenciones públicas; • incertidumbre radical en cuanto a las reformas que permitan reducir un desempleo que se ha transformado en estructural; • fuerte diferenciación de las trayectorias nacionales... Las teorías deben tomar en cuenta entonces la irreversibilidad -y no la ergocidad- de los sistemas económicos, y los poskeynesianos deben participar en esta reevaluación (Asensio y Lang, 2010). 5. LOS MODELOS DE STOCK-FLUJO: UN INSTRUMENTO COMPARTIDO PARA ANALIZAR LA TRANSMISIÓN DE LA POLÍTICA MONETARIA Y LA SOSTENIBILIDAD DE LA ECONOMÍA MUNDIAL Y DE LA UNIÓN EUROPEA. Los macroeconomistas poskeynesianos fueron los precursores en el estudio de estas tres cuestiones, rompiendo así con las vías sin salida de la teoría estándar. • En la nueva economía clásica, en efecto, los formalizadores son propensos a no tomar en cuenta el conjunto de limitaciones de tipo contable que rigen a la vez las cuentas de los agentes y los equilibrios por categoría de operaciones, provocando así que en algunos casos los modelos sean incoherentes desde el punto de vista estrictamente contable y de las implicaciones de la ley de Walras. • Además, los teóricos piensan en modelos formulados en términos de flujo ya que, a excepción de la masa monetaria, no se formaliza ninguna variable de stock, de capital productivo o de activos financieros. Debido a ello, una sucesión de equilibrios de flujo puede disimular la acumulación de desequilibrios de los stocks, en materia de endeudamiento privado o público, por ejemplo. • Finalmente, ya sea porque resulta más fácil o por que se piensa en una economía norteamericana idealizada (la de los años 1960), las enseñanzas más importantes de la macroeconomía se refieren a una economía cerrada o en todo caso no limitada por su inserción internacional. Le debemos a los trabajos del departamento de economía aplicada de la Universidad de Cambridge el haber desarrollado desde hace mucho tiempo una alternativa mucho más satisfactoria, inspirada en la tradición keynesiana. • Al igual que en la tradición francesa de modelización macroeconómica, afirmaron la necesidad de un sistema completo de contabilidad realizado a partir de las cuentas nacionales, ya que las limitaciones de ese tipo son esenciales en cualquier análisis aplicado (Godley y Crips, 1983). Basta pensar en las normas que rigen el déficit público, el déficit exterior, y que protegen a los agentes privados internos, para ver que son esenciales para comprender, por ejemplo, la configuración actual de las economías norteamericana y europea desde 2008, al igual que la economía japonesa de la década perdida (Koo, 2009). NR63 (6/2012) 8 • La segunda contribución de estos trabajos consiste en destacar la evolución de los stocks asociados a un equilibrio de los flujos y sus consecuencias en la sostenibilidad a largo plazo de una política económica. Wynne Godley había detectado así la existencia de una ratio que era constante en el lago plazo: stock neto de activos financieros de los hogares / ingreso disponible. Cuando los hogares norteamericanos se endeudan masiva y acumulativamente a partir de 1995, alimentan las dos crisis financieras ligada al estallido de la burbuja financiera y a la de las subprimes (Shaikh, 2011, p.9). • Finalmente, resulta llamativo que ya a partir de los años 1970 los economistas de Cambridge hayan construido modelos aplicados en los cuales interactúan las grandes zonas de la economía mundial y/o algunos grandes países. El mérito de estos modelos radica en explicitar los efectos de refuerzo que ejercen tanto las políticas expansionistas como las medidas de austeridad, características valiosas en una época en la que se generalizan políticas de esta índole a escala europea. Esta última propiedad es la que retuvo la atención de los regulacionistas cuando tomaron conciencia de la creciente importancia que tenía la integración europea en la naturaleza de los ajustes internos (Boyer 2000b; Mazier y Saglio, 2004; 2008). La construcción de los modelos de stockflujo permitió una reformulación precisa de los desequilibrios que amenazan a la Unión europea: la integración financiera no resulta un sustituto suficiente para la ausencia de mecanismos presupuestarios que organicen la transferencia desde los países con balanza comercial excedentaria en dirección de aquellos cuya balanza comercial es deficitaria. (Duwicquet, 2010 ; Duwicquet y Mazier, 2010). Pero estos desequilibrios se observan también en Asia (Mazier et al. , 2008) y más todavía a nivel de la economía mundial en su conjunto (Mazier y Gnanonobodom, 2010 ; 2011). Podemos entonces preguntarnos si las variaciones de las tasas de cambio están dirigidas a reequilibrar las dinámicas divergentes de stock de los activos privados y públicos(Gnanonobodom, 2010). Ciertos economistas regulacionistas han utilizado modelos de stock-flujo para interrogarse sobre la viabilidad del régimen de acumulación norteamericano impulsado por el sector financiero, y sobre la posibilidad de adaptarlo al contexto institucional francés (Clévenot, 2006 ; Guy e t a l . , 2010). Por su parte, diversos investigadores heterodoxos franceses han profundizado el proyecto iniciado por sus colegas de Cambridge (en particular Godlet, 1999) o por investigadores canadienses (Lavoie, 1992; Lavoie y Godley, 2001) para desarrollar análisis originales de los mecanismos de transmisión de la política monetaria en los modelos de stock-flujo que incorporan una formalización detallada de los bancos comerciales (Mouakil, 2006 ; Le Héron, 2007 ; Le Héron y Mouakil, 2008). Sin dudas, éste es uno de los proyectos promisorios en los que los economistas poskeynesianos y regulacionistas podrían colaborar, reunidos alrededor de un instrumento de modelización en común,. Sin dudas, también, será necesario que superen algunas divergencias en materia metodológica y epistemológica. 6. DIFERENCIAS DE ENFOQUE: ¿INCOMPATIBILIDAD O POSIBLE COMPLEMENTARIEDAD? A la luz de esta breve retrospectiva, ¿cómo explicar el escaso número de puntos de encuentro entre poskeynesianos y regulacionistas cuando ambos comparten un mismo objetivo: construir un marco analítico que de cuenta de las evoluciones observadas a partir de los años 1970, a las que la macroeconomía estándar que se apartó de la revolución keynesiana considera como anomalías? El balance tiene sus pros y sus contras (cuadro 1). NR63 (6/2012) 9 Cuadro 1. ¿Cuál es el grado de compatibilidad entre ambos programas de investigación? Programa Poskeynesiano Regulacionista Características 1- Epistemología Implícita / explícita De un enfoque implícito, a la De un cierto positivismo a un manera de Kuhn, (el paradigma e n f o q u e constructivista keynesiano es una alternativa a (Palombarini) la teoría estándar) a un realismo crítico, a la manera de Lawson 2- Metodología Modelización Principalmente teórica Naturaleza de la prueba Conformidad con los estilizados y calibración Relación con las otras ciencias Poca relación explícita sociales 3. Concepción del tiempo Teórica y aplicada a la vez hechos Pertinencia de las hipótesis, conformidad con los hechos estilizados, tests econométricos Imbricación de la economía en las ciencias sociales (historia, política, sociología) Más bien cinemática o débilmente Superposición de diversas escalas histórica aún cuando existe d e tiempo (económico e histéresis institucional). Fuerte historicidad de los regímenes económicos 4- Concepción de la política económica Visión Esencial para la estabilización Es el complemento de una macroeconómica arquitectura institucional, no es su fundamento ¿Acción sobre la demanda? Necesaria, ya que la demanda Parte integrante de un régimen efectiva es diferente de la que de acumulación corresponde al pleno empleo Elección entre presupuesto y En las depresiones, existencia de Su eficacia relativa varía según el moneda una trampa para la liquidez y por modo de regulación lo tanto necesidad de acción por parte del presupuesto Rol de las institucionales r e f o r m a s Pocas veces se lo menciona, salvo Determinante en las grandes para el sistema internacional crisis para reajustar la contabilidad Relación con el poder político Persuadir a los políticos de la Comprender los procesos sociales exactitud de la teoría post que modelan las políticas keynesiana, y por lo tanto, de las económicas medidas que propone 6.1. Postulados epistemológicos; una convergencia perceptible Esta cuestión es central debido a que los extravíos de los modelos de tipo RBC y DSGE han puesto de manifiesto la debilidad epistemológica de la corriente que usa y abusa del fácil recurso de hacer "como si" para imponer un modelo NR63 (6/2012) normativo libre de cualquier refutación. En efecto, la calibración de los parámetros y la reducción de la dinámica econométrica de los shocks exógenos la liberan en los hechos del criterio popperiano de falsificación que hacía que el análisis económico constituyera, en teoría, la ciencia social más avanzada al finalizar la segunda guerra mundial. 10 El observador externo tiene la impresión de que para la primera generación de autores poskeynesianos, la publicación de la T e o r í a general constituye un momento de ruptura epistemológica. Ahora bien, el texto de la Teoría está lejos de presentar un paradigma único, como puede observarse en la diversidad de las modelizaciones que se derivan de él: reingreso en la síntesis del esquema IS/LM, economía del desequilibrio desde Clower hasta Benassy, irreductibilidad de la incertidumbre a la manera de Schakle, modelo de inestabilidad financiera en la línea de Minsky, teoría de la economía monetaria de producción, sin olvidar su prolongación en materia de crecimiento (Harrod, Domar y Kaldor) y una posible convergencia con Kalecki y con el énfasis que se puso en la dinámica de la acumulación bajo el impulso de Joan Robinson. En consecuencia, los sucesores de Keynes no pudieron oponer a la invasión de la teoría walrasiana en la macroeconomía el equivalente de los modelos RBC y DSGE, especialmente porque algunos de esos modelos se presentaban como una "generalización" del modelo IS/LM. Según otra interpretación, esos modelos pertenecían efectivamente al mismo paradigma, en el sentido de Thomas Kuhn (1962), pero los keynesianos no supieron, o no pudieron, convencer a los políticos, que sucumbieron al influjo del monetarismo primero y de la nueva teoría clásica después. La tarea consistiría por tanto en reafirmar la pertinencia del enfoque keynesiano. Esta tesis vuelve a recobrar vigencia a partir de septiembre de 2008: ¿acaso los gobiernos no han vuelto a ser keynesianos, en el sentido en que reconocen la necesidad de un instrumento presupuestario - o, al menos, de estabilizadores automáticos- para prevenir los riesgos de una depresión? De hecho, la segunda generación de poskeynesianos parece haber relativizado esta concepción kuhniana debido a que el cinturón protector de las hipótesis adjuntas actuó de lleno para incitar a que la mayoría de los macroeconomistas conservaran el paradigma walrasiano que les era propio, modificado simplemente por hipótesis ad hoc: la habitual rigidez de los salarios, un poco de irracionalidad en el comportamiento de los consumidores y cada vez más en el del sector financiero sin renunciar a la hipótesis de eficiencia (Boyer, 2010). En este contexto, el realismo crítico brinda una representación más exacta del trabajo de los economistas (Lawson, 2003). Realismo porque ciertas propiedades económicas existen independientemente de la manera en la cual el analista intente reflejarlas. Crítico, porque la tarea propia del debate es buscar qué características son pertinentes en una época y en una sociedad determinada. Los poskeynesianos, o al menos algunos de ellos, parecen abandonar la pretensión de acceder a un conocimiento irrefutable de las propiedades intrínsecas del modelo económico NR63 (6/2012) (Asensio y Lang, 2010). La nueva generación de regulacionistas converge hacia una concepción análoga en materia de epistemología económica a partir de una posición inicial marcada por un cierto positivismo. En efecto, los primeros trabajos ponían el acento sobre los tests econométricos y mostraban la fuerte probabilidad de ruptura del régimen de crecimiento, incitando a un cierto optimismo con respecto a la posibilidad de elaborar una teoría más respetuosa de los datos de observación. Los tests estadísticos debían ser utilizados no sólo para distinguir el grado de viabilidad del concepto de fordismo sino que también podían ser usados para falsificar la macroeconomía dominante de la época y, más aún, las pretensiones que tenía la teoría walrasiana de reemplazar a la teoría de Keynes. Tres décadas más tarde, nos vemos forzados a reconocer que la nueva ortodoxia ha resistido a la masa de "anomalías" que su aplicación ha hecho surgir: inverosimilitud de los parámetros escogidos para calibrar los modelos, falsa exogeneidad de los shocks de productividad que dan origen a los ciclos, errores sistemáticos de las predicciones de esos modelos con respecto a las observaciones, que culminan con la incapacidad de prever la crisis iniciada en 2008. Este aggiornamento en materia epistemológica se produjo especialmente cuando el programa de investigación regulacionista se preocupó por introducir la política dentro del marco conceptual inicial. Muy pronto resultó claro que un enfoque normativo basado en la cientificidad de los modos de regulación alternativos al que entró en crisis en los años 1970 no tenía sentido, ya que sólo repetía y acrecentaba la ilusión que tenían los keynesianos con respecto a su necesaria victoria en materia de política económica, convencidos de la superioridad de su paradigma. Resultó mucho más realista y fructuoso subrayar : "el carácter construido de la comprensión científica, la inconmensurabilidad de las lógicas que sostienen el discurso teórico y el discurso político [...]. La comprensión de lo existente, es decir, su formulación racional, es el objetivo final de la actividad científica [...]. Supone una fractura definitiva entre el momento de comprensión teórica de lo real (que es posible solamente e x p o s t ) y el momento de la acción política" (Palombarini, 1999, p. 97). Este punto de acuerdo es por lo tanto una buena noticia en cuanto a la posibilidad de construir colaboraciones, pero existen otras dificultades en otro nivele. 6.2. ¿Dar cuenta de los procesos históricos o buscar una nueva teoría general? En materia de estrategia de investigación, los poskeynesianos parecen apostar fuertemente a la 11 coherencia y potencia de la construcción teórica, a la cual atribuyen la supuesta posibilidad de aclarar de manera pertinente los problemas macroeconómicos contemporáneos. La estrategia de los regulacionistas, desde hace dos décadas, ha apuntado a acumular estudios históricos de largo plazo y comparaciones internacionales, con el fin de ampliar la gama de los regímenes económicos, mucho más allá de la oposición entre regulación competitiva / regulación administrada, o entre acumulación extensiva / acumulación intensiva. Los conceptos básicos son revisados a la luz de esos resultados y nuevamente introducidos en la discusión, y la lista de factores y mecanismos que contribuyen a la coherencia de un modo de desarrollo se hace cada vez más larga, al mismo tiempo que la taxonomía de las arquitecturas institucionales se extiende cada vez más. Para centrarnos sólo en un ejemplo, la dinámica de la economía china a partir de 1978 obliga a reexaminar seriamente la posibilidad de una acumulación y un régimen de crecimiento en el cual la competencia es la forma institucional dominante y que, sin embargo, no es en ninguna forma la repetición de un episodio equivalente de industrialización ocurrido en Europa en la época del capitalismo competitivo (Boyer, 2011a). A riesgo de caer en la simplificación y por lo tanto en la caricatura, podría decirse que los poskeynesianos avanzan a través de la teoría y los regulacionistas lo hacen por medio del análisis histórico y comparativo. Esta afirmación explica, por el momento, la relativa autonomía de sus respectivas trayectorias de investigación. Podría transformarse en una fuente de complementariedad a partir del momento en que las dos comunidades acepten colaborar en un proyecto preciso, viéndose así obligadas a discutir sobre sus resultados y perspectivas. Por ejemplo, responder a la pregunta: "¿qué teoría(s) y formalizaciones pueden elaborarse después de la crisis de las subprimes?" sería la ocasión para que los poskeynesianos cotejaran sus diferentes modelos con el conjunto de hechos estilizados característicos de las tres últimas décadas, y para que los regulacionistas hicieran un balance del núcleo de su teoría macroeconómica. Se plantea sin embargo una segunda cuestión metodológica a la que ambos campos aportan respuestas diferentes. ¿Explicar la economía a través de lo económico y por lo tanto cerrar la disciplina sobre sí misma considerando como exógenas la técnica, la demografía, las normas sociales y la política, constituye un buen método? La práctica de los poskeynesianos sugiere que una concepción de esa índole no representa un problema ya que, por el contrario, permite oponerse a la economía estándar y construir una alternativa. Por el contrario, los enfoques de la regulación han criticado ese método desde sus orígenes, mostrando que ignoraba tanto los conocimientos adquiridos a partir de la historia económica, la sociología y el derecho como los NR63 (6/2012) análisis políticos que deben informar al economista en la elección de sus hipótesis más esenciales... al menos si éste tiene la intención de privilegiar la pertinencia, aún en detrimento de la elegancia y la parsimonia (Boyer y Saillard, 1995 ; 2002). ¿Es imposible franquear ese abismo? la respuesta sería sí, sin duda, si seguimos las líneas de fuerza que, a escala internacional, estructuran el campo profesional de los economistas pero quizás no, si retomamos a Keynes: ¿acaso él no era un observador -y a veces un actor- de los importantes cambios que se produjeron después de la primera guerra mundial? Hay una lectura histórica de la Teoría general, la que proporciona su último capítulo: la construcción de Pigou no sólo es teóricamente incorrecta en su tratamiento de la moneda, del trabajo, y de la adopción de la ley de Say, sino que también manifiesta un creciente distanciamiento con respecto a los resultados de las transformaciones de las estructuras del capitalismo bajo los efectos de la concentración y el peso del sector financiero en las decisiones de inversión, y del cambio en las relaciones laborales a raíz de la sindicalización (Boyer, 1985). Es necesario entonces volver a examinar cuáles son esas condiciones en el capitalismo y tenerlas en cuenta en cualquier intento de teorización. Establecer un diagnóstico compartido en esa materia podría resultar fructuoso y no tan difícil, teniendo en cuenta la representación del capitalismo contemporáneo que tienen los poskeynesianos, que se advierte al leerlos entre líneas. 6.3. Las grandes crisis: innovaciones institucionales -y no solamente una reafirmación de las políticas keynesianasTodas las teorías macroeconómicas tienen implicaciones en lo que se refiere a los objetivos y a los instrumentos de la política económica. Esto es particularmente cierto en el caso de los keynesianos y poskeynesianos, cuyos análisis muestran cómo los mercados, cuando actúan por su cuenta, conducen al desempleo involuntario y / o a la inestabilidad financiera. La política económica es por lo tanto crucial: contrariamente a lo que afirma la nueva teoría clásica no siempre se trata de una interferencia perjudicial para la eficacia económica. Por su parte, los enfoques regulacionistas reconocen esa inestabilidad que para ellos proviene sin embargo del proceso de acumulación del capital, tanto productivo como financiero. Esa inestabilidad sólo puede ser contenida, al menos durante un tiempo, por ciertas arquitecturas institucionales que combinen formas específicas en lo que se refiere a la competencia, la relación salarial, el régimen monetario y financiero. Las relaciones Estado economía forman parte de esas condiciones, pero su rol no es exclusivo. Es posible medir la diferencia con respecto a los preceptos keynesianos para cada uno de los grandes 12 períodos que se han sucedido desde la crisis de los años 1930. • La tradición keynesiana considera que la profundidad de la depresión norteamericana observada desde 1929 hasta 1932 se debe a errores manifiestos en el manejo de la política económica: las tentativas desesperadas de reducir los déficits públicos y políticas monetarias demasiado restrictivas. Las investigaciones regulacionistas, en cambio, señalan con mayor énfasis la contradicción inherente a un régimen de acumulación intensiva basado en la producción masiva sin que exista un movimiento equivalente del consumo. Ese desequilibrio estructural es el resultado, a su vez, de la incoherencia que existe entre una revolución de las condiciones sociales y técnicas de producción y una relación salarial que sigue siendo competitiva. En efecto, cuando el sector asalariado se transforma en mayoritario, su consumo sigue alineado con el anterior crecimiento moderado del ingreso, durante el tiempo en el que la producción explota. Una divergencia de esta índole, explosiva, que se manifiesta a través de un nivel muy elevado de la tasa de ganancia, no es sostenible y, por lo tanto no puede ser compensada por un aumento del gasto público... a menos, por ejemplo, de imaginar que se vaya en el sentido de una economía de guerra, como fue el caso de Alemania en tiempos del Tercer Reich. En cualquier caso, era forzoso que se llevara a cabo una reconfiguración institucional para que la economía norteamericana pudiera retomar una senda de crecimiento duradero. • Esto es lo que se hizo a través del New Deal y de las reformas que se emprendieron en ocasión de la segunda guerra mundial. El poder de negociar convenciones colectivas que se otorga a los asalariados introduce una notable desconexión del salario con respecto a la situación del "mercado del empleo", es decir, del desempleo. Esto garantiza además una sincronización ex-ante entre la extensión de las capacidades de producción y la formación de la demanda impulsada por el consumo de los asalariados. A partir del momento en que ese motor del régimen de acumulación fordista es puesto en marcha, la política monetaria y la presupuestaria se ocupan de ajustar las evoluciones macroeconómicas, acelerando el ritmo en caso de recesión y aminorándolo cuando sobreviene la inflación. La adopción por parte de todos los gobiernos, sin importar su orientación política, de los principios keynesianos, corona una arquitectura institucional nacida de un compromiso sociopolítico fundador. Dependiendo de los enfoques, esta configuración es calificada como de "economía mixta" si se insiste sobre las relaciones público / privado (Shonfield, 1967); NR63 (6/2012) de "Estado social" cuando se enfatiza el rol determinante de la cobertura social (Billaudot, 2008); y, por supuesto, de Estado keynesiano, cuando la intención es insistir sobre el rol determinante de la política económica para estabilizar la economía. Para la corriente regulacionista, la coherencia del régimen de la posguerra estuvo dada por el conjunto de esas características: fue a la vez fordista, beveridgiano o bismarckiano (dependiendo de si la cobertura social fue financiada por los impuestos o por las cotizaciones sociales) y finalmente keynesiano en lo que se refiere al manejo de la política económica. • Esta caracterización implica que ciertos análisis poskeynesianos y regulacionistas de la crisis iniciada en 2008 no sean necesariamente convergentes. Para los regulacionistas se ha abierto un período de recomposición del conjunto de las formas institucionales debido a que los regímenes de acumulación impulsados por el sector financiero han llegado a su límite. La situación sin salida que se ha producido no se debe sólo al abandono de los principios keynesianos. Hay tres episodios que abogan en favor de relativizar el impacto de las políticas económicas (entendidas en un sentido estricto), frente a una gran crisis (en el sentido de los enfoques de la regulación). En los años 1980, los gobiernos que perseveraron en políticas de reactivación destinadas a frenar la crisis de los regímenes de la segunda posguerra mundial se vieron finalmente obligados a abandonarlas: en un país abierto a la competencia internacional y cuyo sistema productivo es frágil el keynesianismo conduce al fracaso, tal como lo muestra la experiencia francesa de 1981 a 1983. La misma lección surge al observar el fracaso de los intentos, repetidos durante casi dos décadas, de las autoridades japonesas para reactivar la economía a través del gasto público: el dinamismo de las exportaciones fue lo único que evitó el desplome del crecimiento y que un endeudamiento público acumulativo hipotecara la credibilidad del yen. El uso y abuso del acelerador no pueden compensar las fragilidades del motor del crecimiento japonés. Sin embargo, el ejemplo más significativo es el norteamericano: es verdad que después de septiembre de 2008, los estabilizadores automáticos, la reducción de impuestos y la abundancia de la liquidez detuvieron, a partir de la primavera de 2009, una posible depresión, pero este involucramiento masivo de los poderes públicos no permitió que el sector privado retomara el camino de la inversión y el crecimiento: los beneficios alcanzaron nuevamente niveles elevados pero el dinamismo de la demanda se demora. Es posible reconocer aquí lo que los teóricos de las Social Structures of Accumulation (SSA) denominan un ciclo no reproductivo..., y lo que 13 los regulacionistas llaman una gran crisis. Frente a un episodio de esta índole, no hay dudas de que es mejor ser un adepto de los principios keynesianos y no de los de la macroeconomía walrasiana, pero el manejo de la política monetaria y presupuestaria está lejos de poder sustituir eficazmente una recomposición del conjunto de las formas institucionales. Es por eso que la mencionada divergencia en lo que respecta al análisis, y en consecuencia al tema del consejo en materia de política económica, remite en primer lugar a la cuestión de la incorporación de las instituciones en la macroeconomía. Si los post-keynesianos tienen la intención de ofrecer una teoría que trascienda las configuraciones institucionales (Pasinetti, 1981), el diálogo con la corriente regulacionista es, a priori, difícil. En segundo lugar, y sobre todo, ¿es posible asimilar legítimamente las crisis de 1929 y de 2008 a un ciclo, considerándolo simplemente más marcado que aquellos que se observan dentro de un modo de regulación estabilizado? Para el enfoque en términos de endometabolismo, se trata al contrario de una discontinuidad que señala una bifurcación en el sendero de la evo lu ció n . A h o ra b i en , l os m od elo s poskeynesianos que evidencian esta propiedad son escasos. ¿Es posible imaginar que se ponga en marcha un proyecto para producir formalizaciones de esta clase en el interior mismo del paradigma keynesiano? Algunos de los trabajos, muy antiguos, que sugieren la existencia de una ausencia de linealidad en los comportamientos de inversión y de ahorro, pueden servir como soporte para la búsqueda de bifurcaciones y para explicar la especificidad de las depresiones, en contraste con las recesiones moderadas que operan en los alrededores de un sendero (Kaldor, 1940). 6.4. ¿Poder de persuasión o comprensión de los procesos políticos de formación de la política económica? ¿El economista puede y debe ser normativo y valerse de la especificidad de sus investigaciones para transformarse en el "consejero del príncipe"? Este punto ya ha sido abordado en la discusión de los problemas epistemológicos que la introducción de lo político suscitó en la corriente regulacionista. Conformemente a un enfoque realista, es necesario interrogarse sobre el proceso que media entre la construcción de una teoría y sus eventuales efectos sociales. La tentación natural que siempre acecha al economista teórico vuelve entonces con fuerza: la construcción de la que es autor es tan importante que forzosamente representa una parte importante del mundo económico; y sólo los prejuicios, la herencia de teorías obsoletas desde hace mucho tiempo y la novedad demasiado grande de un descubrimiento impiden que los actores se apropien de ella y la NR63 (6/2012) tengan en cuenta. Esta posición ya la expresaba Keynes en las conclusiones de la Teoría general. Ahora bien, el avance de la sociología de la ciencia abre una perspectiva completamente diferente: la naturaleza de la inserción de los economistas en la sociedad determina, en gran medida, la dirección de sus esfuerzos y el tipo de difusión que sus trabajos tienen entre los actores. Las configuraciones correspondientes evolucionan a largo plazo, como lo muestra la trayectoria francesa de 1815 a 1950 (Le Van-Lemesle, 2004) y pueden diferir notablemente según las sociedades, tal como resulta de la comparación entre los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia desde 1890 (Fourcade, 2010). Diversos regulacionistas se han abocado a un programa de investigación de este tipo. En primer lugar, construyendo una topología general de lo social en el cual la moneda, el derecho y la intelectualidad son las tres mediaciones de base que pueden concretarse en diferentes configuraciones dotadas de cierta coherencia (Théret, 1999); en segundo lugar, mostrando que una misma política puede recibir múltiples y sucesivas justificaciones y que lo cognitivo -en el caso que nos ocupa, la diversidad de representaciones de la economía- desemboca en una cuestión de poder, especialmente en materia de política económica (Lordon, 1997a). Es necesario entonces considerar seriamente la estructuración del campo político, su grado de reactividad a las demandas de los ciudadanos y de los diversos grupos de interés, ya que allí es posible encontrar el origen de crisis tanto políticas como económicas (Palombarini, 2001; Amable y Palombarini, 2005 ; 2009). Recíprocamente, las grandes crisis no se superan a través de la implementación de un plan racional y coherente sino a través de un proceso de reajuste de las relaciones de poder que atraviesan tanto lo económico como lo político. La crisis que se inició en 2008 no es la excepción (Boyer, 2011b). ¿Que consecuencias se pueden extraer de esta confrontación entre dos estilos y dos programas de investigación? 7. RUMBO A POSIBLES COOPERACIONES... Si lo expuesto anteriormente sugiere la impresión de que existe una compatibilidad, incluso una complementariedad deseable entre las dos corrientes, es factible proponer algunos de los siguientes proyectos a desarrollar. 7.1. Considerar seriamente el rol de las instituciones en las coordinaciones entre actores, y por lo tanto, en la macroeconomía. A partir del momento en que se renuncia a la 14 visión de los mercados auto-instituidos y luego auto-regulados, y que se toman en cuenta los desequilibrios impulsados por la acumulación y la innovación, es necesario interrogarse sobre los mecanismos capaces de contrabalancear esas inestabilidades recurrentes. Una larga tradición histórica, desde Commons y Veblen, responde que justamente ese es el rol que desempeñan las reglas del juego, las normas sociales, las organizaciones y las instituciones. Esto es, finalmente, lo que introdujo en los análisis de inspiración marxista la macroeconomía histórica e institucionalista del enfoque regulacionista (Boyer y Saillard, 1995). ¿La corriente post keynesiana está lista para examinar esta opción o prefiere, por comodidad, enfrentarse a la macroeconomía estándar mientras continúa fingiendo que las instituciones desempeñan un rol nulo o menor o pensando que es posible obtener numerosos resultados genéricos, es decir, independientes del contexto histórico? Si lo hiciera, sería olvidar que las reglas del juego y las instituciones desempeñan un rol determinante en la reducción de la incertidumbre que se encuentra en el centro mismo de las decisiones de inversión, particularmente en tiempos de la financiarización. Cuando prepondera una incertidumbre radical la actividad se paraliza (Shackle, 1974), mientras que la convención financiera y todas las formas institucionales en las que se encuadran las decisiones individuales la convierten en un riesgo mucho más cuantificable y por lo tanto más manejable, conforme a una oposición que los macroeconomistas descuidaron durante demasiado tiempo (Knight, 1921). Es posible concebir así la aparición de regularidades en el plano macroeconómico, que la modelización debe detectar. Debido a ello, la política económica no es la única que está llamada a reabsorber las inestabilidades típicas del capitalismo sino que también y sobre todo, esta tarea puede llevarse a cabo a través de la búsqueda de una arquitectura institucional que fue durante un tiempo coherente en su capacidad de enmarcar la acumulación. Así se explican, por ejemplo, los resultados de la economía alemana: la calidad de las reglas de coordinación fuera del mercado es mucho más determinante que la adhesión a los principios keynesianos que parecen no haber sido nunca dominantes (Boyer, 2011c). En un plano todavía más teórico, el tratamiento de las interacciones entre agentes constituye una etapa necesaria en cualquier pasaje de lo micro a lo macro y viceversa. Por ejemplo, la formación de los salarios se trabaja en la teoría estándar, al igual que en la keynesiana, a través de la cuestión de la racionalidad de las previsiones de inflación, de su formación e incorporación, que dan lugar a posibles cambios de la forma de las relaciones de Phillips (Palley, 2011). Ahora bien, también es posible mostrar que según el grado de coordinación respectiva de los empresarios y de los asalariados, su forma cambia radicalmente NR63 (6/2012) (Bowles y Boyer, 1988). ¿ Por qué no cotejar estos dos enfoques dentro de una investigación conjunta? 7.2. Poner a prueba sistemáticamente el poder explicativo de las diversas generaciones de modelos teóricos y organizar de esa forma cómo seleccionarlos El objetivo de esta proposición no consiste en reiterar la ilusión positivista según la cual la permanente refutación de las teorías debería desembocar en el descubrimiento del "verdadero modelo de la economía". Esta posibilidad queda excluida si se adopta una epistemología realista crítica, para la cual pueden coexistir representaciones inconmensurables de un mismo sistema económico. Por el contrario, en la investigación macroeconómica es importante volver a priorizar el criterio de pertinencia por sobre el de coherencia: la elegancia y la parsimonia no deben justificar la persistencia de teorías y de modelos que son incapaces de reproducir el más mínimo hecho estilizado y cuyas hipótesis y conclusiones irreales son todavía más evidentes si se las confronta con la crisis iniciada en 2008 (Krugman, 2009). Resulta entonces interesante para cualquier programa de investigación detectar qué caminos conducen a una situación sin salida y reorientar los esfuerzos hacia aquellos que en una primera exploración hayan exhibido perspectivas fructíferas, sin persistir por ello en la ilusión de que ese proceso será suficiente para desvanecer las diferencias de paradigma. Una amplia fracción de la trayectoria intelectual de la corriente regulacionista se explica así: invalidación de las generalidades del régimen fordista, drástica reevaluación de la hipótesis de un regreso a una regulación competitiva, refutación de la concepción que hace de la globalización el vector de la convergencia de los capitalismos, o incluso cuestionamiento de la creencia en la eficiencia de los mercados financieros y en la viabilidad de un sector financiero sin ninguna norma. ¿Es posible imaginar que la rica corriente post keynesiana realice una reevaluación del mismo tipo, con el fin de poder cotejar sus resultados con aquellos que los regulacionistas han intentado obtener a través de diferentes investigaciones y publicaciones colectivas en el pasado? 7.3. Enriquecer los mecanismos keynesianos para distinguir mejor la dinámica macroeconómica Aún si el principio de la demanda efectiva es central, no es capaz de resumir por sí sólo el conjunto de las retroalimentaciones, tanto positivas como negativas, que rigen la dinámica de 15 aquellas economías donde los mercados financieros ocupan un lugar central. En este aspecto, los sucesos posteriores a la quiebra de Lehman Brothers demuestran la fuerza del espiral que une el exceso de endeudamiento, las ventas por necesidad y la deflación, en la línea del modelo de Irving Fisher (1933), más aún porque este espiral presenta un efecto rebote que va del mercado de productos al de los activos financieros y viceversa. De la misma manera, los efectos de la riqueza, tanto inmobiliaria como financiera, habían moldeado la interactividad entre consumo / ahorro familiar, reforzada por la considerable disminución de las exigencias en materia de concesión de créditos. Los efectos de reverberación entre el mercado inmobiliario, el crediticio, y la bolsa deben ser también tomados en cuenta ya que la conjunción de éstos puede hacer que la economía traspase el umbral de la inestabilidad estructural (Boyer, Dehove, Plihon, 2004). Se abre así la posibilidad de poner en marcha un programa de investigación cuyo objetivo sea lograr una formalización realista de los mercados financieros y de sus interacciones con la economía real (Chiarella et al., 2009).Sin embargo, no se deberían descuidar tampoco los mecanismos clásicos (Flaschel et al., 1997) y marxianos (Duménil y Lévy, 1993 ; 2002) que rigen la distribución de los ingresos y la acumulación del capital productivo. Sin ninguna duda, de lo que se trata es de replantear, a la luz de la crisis actual, la cuestión de los análisis cruzados que brindan las corrientes marxistas y keynesianas, tema que ya fue explorado en ocasión de la crisis de los años 1930 (Baran y Sweezy, 1969) y la de los años 1970 (Duménil, 1977). Teniendo en cuenta los orígenes de los enfoques de la regulación, donde se entrecruzan una filiación marxista crítica con la escuela histórica de los Anales y con los instrumentos de la macroeconomía kaleckiana y keynesiana, ésto no parece imposible de alcanzar. 7.4. Asociar a cualquier modelo una dinámica lenta capaz de erosionar su estabilidad estructural Así como Keynes estaba preocupado por la formación de un equilibrio a corto plazo, cuya sucesión era la que finalmente definía ex post una trayectoria, la adopción por parte de los macroeconomistas contemporáneos de la doble hipótesis de mercados walrasianos y previsiones racionales ha impuesto la necesidad de que todo modelo deba exhibir un equilibrio a largo plazo dotado de estabilidad. Si además se procede a la linearización a lo largo de un sendero de ese tipo, solamente shocks exógenos -tecnológicos, monetarios, financieros- pueden perturbar transitoriamente esa evolución regular. Algunos economistas que siguen siendo fieles a esta práctica y a este credo insisten en que la crisis iniciada en 2008 proviene solamente de un shock NR63 (6/2012) exógeno y negativo, el de la productividad del sector inmobiliario norteamericano (Minford, 2009). A su manera, ciertos poskeynesianos se muestran receptivos a la idea de que un modelo, para ser satisfactorio, debe tener propiedades a largo plazo, asintomáticas, de la misma manera en que existe un camino estable a largo plazo. Esta metodología rigurosa es bienvenida en el caso de los modelos denominados "Stock-FlowConsistent" (SFC) ya que a través de ella se detectan exigencias significativas que gravitan sobre los ajustes monetarios y financieros (Godley y Cripps, 1983 ; Godley y Lavoie, 2007). Pero si los parámetros del modelo se limitan de esta manera, la construcción implica que no puede sobrevenir ninguna crisis financiera. La proposición que surge de los análisis en términos de endometabolismo sería la de completar esta primera etapa con otras dos. En primer lugar, y teniendo en cuenta ciertas ausencias de linealidad ¿el modelo puede presentar varios rumbos de evolución? En segundo lugar, si ese es el caso, ¿se puede formular una hipótesis referida a una lenta evolución de ciertos parámetros, capaz de introducir una brutal discontinuidad de las variables macroeconómicas a raíz del cambio brusco de un rumbo a otro? Esta sería una manera de introducir en las teorizaciones post keynesianas la noción de gran crisis y también la idea de que en ciertas configuraciones un cambio, a priori marginal, es capaz de producir grandes consecuencias. Esto es especialmente pertinente en lo que se refiere al origen de las crisis financieras, en particular de las bursátiles. En efecto, los modelos que formalizan las interacciones entre agentes heterogéneos dentro de los mercados financieros no tienen dificultad en reproducir una fase de entusiasmo que se reproduce por mímesis y que es seguida por un desplome brutal (Sornette, 2003). De esta manera, una serie de transformaciones marginales pueden desembocar en una bifurcación, antídoto de la práctica de la macroeconomía estándar que continúa invocando shocks excepcionales, venidos de afuera, para explicar las crisis. CONCLUSIÓN: OBSTÁCULOS INSTITUCIONALES A SUPERAR Estamos hablando sin dudas de un vasto programa. ¿Hay oportunidad de que se desarrolle, al menos en parte? Es necesario llevar a cabo una apreciación realista de la cuestión ya que cabe interrogarse sobre si sería posible hoy en día llevar a cabo colaboraciones que en el pasado fueron sólo episódicas y que no tuvieron un gran impacto en ninguno de los dos programas de investigación. • En primer lugar, en el ámbito intelectual y en el plano más fundamental, la teoría marxiana - 16 de la cual provienen los enfoques de la regulación- y el keynesianismo reivindicado por los poskeynesianos no son fáciles de integrar en una síntesis, ya que los defensores de una y otra postura polemizarán argumentando que una es claramente superior y / o puede englobar a la otra. El objetivo no consiste en una gran unificación de dos heterodoxias mayores sino en la incorporación de elementos y de mecanismos que han demostrado ser pertinentes dentro de una base común de modelos macroeconómicos que respondan a la situación presente de los diversos capitalismos. Al igual que la economía walrasiana contemporánea -que tenía un modelo de base- y que los economistas evolucionistas -que supieron proveerse de una plataforma común que les permitía comparar diversas generaciones de modelos multiagentes-, sería posible ponerse de acuerdo en torno a un proyecto, simplificado por supuesto, que capture lo esencial de las hipótesis y de las intuiciones post keynesianas y regulacionistas. Se ha emprendido un esfuerzo equivalente para medir las contribuciones respectivas de los mecanismos schumpeterianos y keynesianos en la explicación de la estabilidad e intensidad del crecimiento (Dosi, 2008). • En segundo lugar, no hay que olvidar la creciente influencia de las exhortaciones propias del mundo académico sobre las elecciones que realizan los economistas investigadores. Los mecanismos ligados a las condiciones de acceso a la profesión, a las facilidades de promoción, a la jerarquía de las publicaciones y a la capacidad de obtener financiamientos explican sin duda en gran medida que economistas jóvenes y talentosos inscriban sus trabajos en el marco de los modelos DSGE, modelos que por otro lado no consideran fundamentados. Frente a esta poderosa fuerza de atracción, los disidentes, los heterodoxos, se ven fuertemente tentados a agruparse, pero se fraccionan en pequeñas comunidades que veneran individualmente a sus creadores: Marx, Keynes, Schumpeter, Polanyi, Commons… De manera a veces subrepticia se introduce un segundo sesgo; cada heterodoxia tiene la intención de reemplazar la ortodoxia y aunque a veces consigue que ésta adopte alguna de sus intuiciones, jamás logra ser reconocida en tanto teoría. La historia de la incorporación de los rendimientos crecientes en la teoría del crecimiento endógeno es ilustrativa de este quid pro quo, que resulta doloroso para los heterodoxos. ¿Sería posible, entonces, que los heterodoxos pudieran construir un espacio de discusión donde periódicamente cotejaran sus avances y donde intentaran construir un campo de estudio, con una base común, que otorgara sentido a las elecciones estratégicas de cada programa de investigación? El abismal fracaso de la macroeconomía ortodoxa y el largo y doloroso recorrido (muddling throng dirían nuestros colegas anglosajones) que entabla la crisis iniciada en 2008 permiten augurar un período de renovación de las teorías económicas, equivalente al que sobrevino a partir de los años 1930. Pero éste será aún más difícil por la complejidad creciente que han adquirido las interacciones e interdependencias que modelan el devenir de las economías capitalistas. 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Artículo original : Robert Boyer, «Post-keynésiens et régulationnistes: Une alternative à la crise de l’économie standard ?», Revue de la régulation [En línea], 10 | 2do semestre / otoño 2011, puesto en línea el 26 de abril 2012, URL : http://regulation.revues.org/9377 CEIL CONICET Saavedra 15 PB C1083ACA Buenos Aires Argentina e-mail : [email protected] NR63 (6/2012) 21