universidad autónoma de sinaloa

Anuncio
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE HISTORIA
MAESTRÍA EN HISTORIA
HOMICIDIO Y SOCIEDAD: CULIACÁN 1940-1960
TESIS QUE PRESENTA:
LIC. OSCAR LEONEL LÓPEZ ALVAREZ
PARA OBTENER EL GRADO DE
MAESTRO EN HISTORIA
DIRECTOR DE TESIS:
DR. RIGOBERTO RODRÍGUEZ BENITEZ
CULIACÁN ROSALES, ENERO DEL 2010
2
Índice
Introducción
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
•
Resumen
Contexto histórico
Planteamiento del problema
Antecedentes conceptuales y metodológicos del trabajo
Objetivos e hipótesis
Justificación del tema de tesis
Estructura del trabajo
4
6
16
18
23
24
25
Capitulo 1. La sociedad, su conformación y patologías
26
1.1
1.1.1
1.1.2
1.1.3
1.2
1.3
•
El organismo entre la violencia, la justicia y la civilización
Crecimiento poblacional y la heterogeneidad social
Una sociedad entre modernidad y tradición
Romanticismo y personalidad del culiacanense
Pistolerismo y alcoholismo
Gomerismo ¿nueva patología social?
Capitulo 2. La Ley y el orden social
2.1
La Justicia, la Constitución de 1917 y el Estado Mexicano
2.2
Lo político de la criminalidad en Sinaloa y Culiacán
2.3
La justicia en Sinaloa
2.3.1 El bio poder sinaloense: el poder otorgar el perdón o la muerte
2.3.2 La pena de muerte en Sinaloa
2.3.3 El indulto por la mano de…
2.4
La otra parte de la institucionalización judicial
2.4.1 Las fuerzas policíacas
2.4.2 La penitenciaria del Estado
•
4
Capitulo 3. La prensa: entre la reflexión y lo mundano
3.1
3.2
3.3
3.3.1
3.4
3.5
La prensa: entre la reflexión y lo mundano
El detalle de los hechos
Creando a la figura criminal
Rodolfo Valdés Valdés “El Gitano”
Reafirmación discursiva y “científica”
Prensa y crimen: un continuum representacional
26
29
31
34
39
56
59
59
63
66
68
69
73
85
85
88
93
93
94
99
99
104
108
3
•
Capitulo 4. Homicidio, reacción social e inseguridad
4.1
4.1.1
4.2
4.3
Homicidio: crimen de unos, temor de otros
1947: El caso Manuel Zazueta Machado
Los números sobre el crimen de homicidio
El homicidio en Culiacán y los posibles factores
109
109
111
115
121
Conclusiones
128
Apéndice
132
Archivos consultados
132
Bibliografía
132
4
Introducción
La criminalidad y la violencia fueron una constante en Sinaloa, mas no así su forma de
percibirla, de tratarla y combatirla. El desarrollo de estos dos fenómenos durante veinte años
(1940-1960), tuvo una de las formas más complejas de desarrollarse debido a los factores
sociales, económicos, políticos y culturales, que se mostraron durante el periodo, entre ellos un
crecimiento demográfico de hasta tres veces el tamaño de la población en Culiacán en veinte
años, uno de los crecimientos más rápidos en el siglo XX, heterogeneidad en la población
creciente, una diferenciación todavía marcada de niveles socioeconómicos o clases sociales,
problemas en la procuración de justicia, fenómenos como el alcoholismo y una cultura de las
armas heredada de las movimientos sociales de principios de siglo, eran solamente algunos de los
factores de una creciente cultura de la violencia que mostraba en el homicidio su principal
exponente, de esta manera el proceso violento parecía estar por encima del proceso civilizatorio,
del cual Norbert Elias afirmaba se desarrollaba solo desde la dirección del Estado, ya que la
humanización de las conductas, solo podría darse ante una diferenciación y especialización de las
funciones sociales, la difusión de la economía de mercado y sobre todo la monopolización militar
y policial de la fuerza física.
El homicidio en el Estado de Sinaloa y en Culiacán, estaban presentes en todos los ámbitos,
en cualquier zona de la ciudad, desde el más pobre hasta el gobernador no podían estar seguros,
desde el homicidio imprudencial hasta el asesinato político, el homicidio se podía mostrar como
la explosión imperiosa de emociones con finalización trágica, o como la estrategia de un
individuo o grupo para eliminar la posible competencia política o económica, como en el caso del
ex gobernador el Coronel Rodolfo T. Loaiza, que aun sin saber las reales intensiones de su
muerte, fue claro que fue asesinado y que fue obra esta muerte del llamado “matonismo” ó
“pistolerismo” de la época. Pero, si en el ámbito político existía también esa cultura de la
violencia, si el gobernador mismo no estaba a salvo, ¿Qué se podía esperar para el resto de la
población?, sin duda alguna, la población no era parte del poder político en el Estado, pero si
percibían los homicidios, sentían temor, creaban opinión pública y si pedían justicia y seguridad a
las autoridades locales.
5
La dialéctica social en torno a la criminalidad y la justicia se muestra en avances y
retrocesos, mezclas, rupturas y continuidades.1 Y es el proceso de violencia que parece prevalecer
en el Estado y en la ciudad capital en la mayoría de las ocasiones por medio de los delitos
violentos, sobresaliendo el homicidio. Sin embargo, es en esta dialéctica que el proceso de
criminalidad/violencia, el proceso de civilización y el proceso de justicia se entrelazan para dar
como resultado una criminalidad y justicia, características de la región sinaloense, donde la
cultura tiene sus contrastes, la sociedad sus daños, sus temores y sus exigencias, y el Estado su
avances y retrocesos, su continuidad de una continua e inacabada, pero indetenible
institucionalización infra y supra estructural.
Cultura, modernidad, tradición, civilización, violencia y homicidio son conceptos que se
contraponen, mezclan y se complementan en esta dialéctica social que expresa contrastes hacia
ambos lados del desarrollo y “retroceso” social, tanto lo violento –criminalidad-, como la
civilidad –justicia-.
Seria a partir de los años cuarenta, particularmente de 1948, que la ciudad de Culiacán
Sinaloa, sufrió a mediados del siglo XX, una de las mayores transformaciones sociales,
económicas y políticas, que en este siglo se pudieron dar, sin embargo, como parte de esos
cambios dados, incluyo un gran crecimiento poblacional por parte de la zona rural a la urbana,
se crearon tensiones dada la heterogeneidad cultural que creaba desorganización social e
individual. La ciudad y su urbanización, el ayuntamiento y su administración, y los habitantes
urbanos, ¿Estaban preparados para estos cambios que se desarrollaron en la ciudad? ¿Existió
un incremento o cambio en el tipo de actividad criminal en el transcurso de estos veinte años?
¿Estaban desorganizadas las instituciones de procuración de justicia y seguridad local y estatal
ante el ejercicio de la ley y el combate de los crímenes violentos? Parto entonces de la idea que
a mayor desorganización social, mayor criminalidad, ya que al parecer ni las autoridades
locales, ni estatales podían frenar ciertas conductas sociales como el alcoholismo y la portación
1
Alfonso Quiroz Cuarón, afirma: “cada pueblo, cada zona, en cada momento y en cada estrato social, tienen
su civilización, su criminalidad y su justicia que los caracteriza. Los tres factores se corresponden, se llaman,
se atraen y se complementan”. Quiroz Cuarón, Alfonso, Crisis de la administración penal, en Revista de la
Facultad de Derecho de México, núms. 41-42, enero-junio de 1961, p. 319-348.
6
de armas en la ciudad, que cada vez más estaban cerca de convertirse en tradiciones cotidianas,
y por otro lado, eran factores que acrecentaban los llamados crímenes violentos, como lo eran
homicidio, lesiones y en número importante delitos sexuales como rapto, estupro e incesto.
Alfonso Quiroz Cuarón, afirma: “cada pueblo, cada zona, en cada momento y en cada estrato
social, tienen su civilización, su criminalidad y su justicia que los caracteriza. Los tres factores
se corresponden, se llaman, se atraen y se complementan”2. Era acaso la falta de organización
del aparato de justicia, que se mantenía una criminalidad por encima de la “justicia” de la
época, y a su vez del proceso civilizatorio. Tal parecía que existía una cultura de la violencia,
sin embargo, para hablar de una cultura como tal en Culiacán de mediados del siglo XX, es
necesario preguntar si, ¿Existía una fuerte filtración de la violencia que iba impregnado el
núcleo de valores, marcando el estilo de vida, los procesos de socialización, y las relaciones
interpersonales de los individuos que vivían bajo condiciones similares?, más aun, ¿Es el
romanticismo imperante en Sinaloa a principios y mediados del siglo XX, factor determinante
de fenómenos como el alcoholismo, del pistolerismo y de la violencia social en Culiacán?
Contexto histórico
Una sociedad en tiempos violentos
A principios de la década de los cuarentas, la tensión mundial era evidente tras la ya iniciada
segunda guerra mundial en 1939. México tenía una participación muy discreta y sobre todo
expectante del conflicto que iniciaba en Europa, pero que parecía se extendía poco a poco, a
otras partes del mundo. En Sinaloa, como en Culiacán las noticias de la guerra mundial
llegaban desde la capital del país. El Regional
y La Voz de Sinaloa, fueron testigos
informativos locales de los otros hombres, en otros espacios, en el mismo periodo de tiempo
hacían por lograr poder sobre otros hombres o naciones por medio de la fuerza militar, la meta,
más poder militar, político, pero sobre todo económico. En este sentido, Estados Unidos se
perpetuaba potencia mundial desde el desarrollo mismo, y antes de la finalización de la
2
Quiroz Cuarón, Alfonso, “Crisis de la administración penal”, en Revista de la Facultad de Derecho de
México, núms. 41-42, enero-junio de 1961, p. 319-348.
7
misma guerra, la cual termino abruptamente por medio de sus dos amenazas para Asia y
particularmente para Japón, Little boy y Fat man hacían estragos en Hiroshima el 6 de agosto
de 1945, y Nagasaki el 9 de agosto respectivamente del mismo año, como símbolos de
destrucción y muerte, los gigantes hongos nucleares aparecían en el planeta, como una nueva
amenaza mundial en el porvenir y la existencia humana.
La noticia sobre la detonación de la bomba atómica (Little Boy)
en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, a través de La Voz de Sinaloa.3
Las detonaciones atómicas en Japón y la subsecuente rendición
de dicho país darían fin a la segunda guerra mundial.4
3
4
La Voz de Sinaloa, 6 de agosto de 1945.
La Voz de Sinaloa, 15 de agosto de 1945.
8
México tenía en el escuadrón 201 a sus representantes en esta 2da. Guerra mundial, y
era en Sinaloa y en Culiacán, La Voz de Sinaloa, quien diera una cobertura del grupo de las
Águilas Aztecas en su desempeño durante la guerra como grupo de apoyo a las fuerzas
militares estadounidenses. Así, por ejemplo, informaría de las bajas del escuadrón, de tres de
sus integrantes, Sargento Héctor Espinoza Galván, al Sargento segundo Pablo Rivas Martínez
y al subteniente Mario López Portillo.5
La Voz de Sinaloa, informando sobre las bajas del escuadrón 201.6
Este en este mismo inicio de los años cuarenta que debido al alto grado de tensión por
el latente peligro que la segunda guerra hacía sentir a los sinaloenses, el 18 de julio de 1942, el
ejército convoco a los ciudadanos de Culiacán, en referencia a recibir entrenamiento militar,
sin embargo la apatía de los grupos por recibir la instrucción militar se mostró ante su ausencia,
por lo cual el general de división Juan José Ríos comandante de la novena zona militar mando
una carta al presidente del comité regional del Partido de la Revolución Mexicana (PRM),
para su apoyo en la convocatoria de los ciudadanos de Culiacán a quienes los acusaba de
“inconsciencia en sus deberes cívicos y carencia de sentimientos patrios”7 El presidente
municipal Florentino Esquerra impuso sanciones sobre este respecto a todo ciudadano, que se
rehusara a asistir, sobre todo a los burócratas municipales que estaban incluidos en dichas
5
La Voz de Sinaloa, 9 de agosto de 1945.
Ídem.
7
El Regional, sábado 18 de julio de 1942. Algunos ciudadanos argumentaban no tener tiempo, mientras otros
simplemente argumentaban inconstitucional el procedimiento, sin embargo el llamado por parte del Estado se
basaba en el artículo 31 fracción II de la constitución, por lo cual el ejército consideraba procedente el
llamado.
6
9
instrucciones militares.
El 1ro. De agosto del mismo año, El Regional
informaba “es
estrictamente obligatorio recibir la educación militar”,8 por decreto presidencial todos los
hombres entre 18 y 45 años de edad, deberían de recibir instrucción militar. El 30 de agosto
del mismo año la editorial de El Regional edita un artículo llamado, “¿Es usted un hombre sin
patria?”, donde se trata de reflexionar sobre el patriotismo y persuadir a los lectores de
incorporarse a la instrucción militar. Sin embargo, la participación de los ciudadanos en
realidad fue prácticamente forzada, aun cuando no acudieran la mayoría representativa de la
ciudad y el municipio de Culiacán. En 1945, termino la segunda guerra mundial y la tensión y
los llamados a los ciudadanos mediante este nacionalismo terminaron, aun cuando el servicio
militar nacional hubiese quedado institucionalizado en 1942, a través de el artículo 5to de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y a su vez de la Ley del Servicio
Militar Nacional9 y el Reglamento de la Ley de servicio militar,10 como parte la necesidad
ampliar las fuerzas del ejército mexicano en base al reclutamiento masivo de civiles en un
contexto de guerra mundial.
8
El Regional, 1ro. de agosto de 1942.
ARTICULO 1º.- De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 5º de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, se declara obligatorio y de orden público el servicio de las armas para todos los
mexicanos por nacimiento o naturalización, quienes lo prestarán en el Ejército o en la Armada, como
soldados, clases u oficiales, de acuerdo con sus capacidades y aptitudes. En caso de guerra internacional, el
Servicio Militar también será obligatorio para los extranjeros, nacionales de los países cobeligerantes de
México, que residan en la República. A los extranjeros que deban prestar servicios militares en México, se
les aplicarán, como si fueran mexicanos, todas las disposiciones de esta Ley y de sus Reglamentos;
exceptuando lo estipulado o lo que pueda estipularse al respecto, en acuerdos o convenios internacionales.
Articulo reformado DOF 25-11-1942. Ley del Servicio Militar Nacional, página en internet:
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/97.pdf
10
Reglamento publicado en el DOF, el 10 de noviembre de 1942.
9
10
Imagen representativa de la derrota del nazismo y
subsecuentemente del eje en la segunda guerra mundial, en La Voz de Sinaloa.11
El crecimiento poblacional, espacios y clases sociales
La ciudad de Culiacán Sinaloa, sufrió a mediados del siglo XX, una de las mayores
transformaciones sociales, económicas y políticas, que en este siglo se pudieron dar, sin
embargo, como parte de esos cambios dados, y entre ellos incluyo un gran crecimiento
poblacional por parte de la zona rural a la urbana, se crearon tensiones dada la heterogeneidad
cultural que creaba desorganización social e individual. La ciudad y su urbanización, el
ayuntamiento y su administración, y los habitantes urbanos, ¿Estaban preparados para estos
cambios que se desarrollaron en la ciudad? ¿Existió un incremento o cambio en el tipo de
actividad criminal en el transcurso de estos veinte años? ¿Estaban desorganizadas las
instituciones de procuración de justicia y seguridad local y estatal ante el ejercicio de la ley y el
combate de los crímenes violentos? Parto entonces de la idea que a mayor desorganización
social, mayor criminalidad, ya que al parecer ni las autoridades locales, ni estatales podían
frenar ciertas conductas sociales como el alcoholismo y la portación de armas en la ciudad, que
11
La Voz de Sinaloa, 7 de julio de 1945.
11
cada vez más estaban cerca de convertirse en tradiciones cotidianas, y por otro lado, eran
factores que acrecentaban los llamados crímenes violentos, como lo eran homicidio, lesiones y
en número importante delitos sexuales como rapto y estupro. Era acaso la falta de organización
del aparato de justicia, que se mantenía una criminalidad por encima de la “justicia” de la
época, y a su vez del proceso civilizatorio.
Desde inicio de siglo la ciudad de Culiacán era apenas un villorrio, esto prosiguió así hasta los
años cuarenta, aun a pesar de ser la capital del Estado, punto central de la región respecto al
ámbito agrícola por ser la cabeza del Valle de Culiacán, era apenas un pequeño poblado. El
aumento poblacional, la transformación urbanística, la aparición de nuevas instituciones públicas
y privadas, vendrían a cambiar notablemente la cara de la ciudad durante los próximos veinte a
treinta años durante principios y mediados de siglo. Herberto Sinagawa Montoya opino respecto
al poblado: “Culiacán era un mero mesón y posta de viajeros y un modesto centro de distribución
de mercancías para los reales de minas de la sierra Madre Occidental en Chihuahua y
Durango”.12
El crecimiento a las principales ciudades en Sinaloa, como Los Mochis, Mazatlán y Culiacán,
a mediados del siglo XX, fue el más acentuado de dicho siglo, siendo la capital la que más
pobladores rurales recibiría en su desarrollo. La interacción e interdependencia del campo y la
ciudad era continua y determinante no solo en la cantidad de población, sino también en la
interacción cultural, las prácticas y costumbres en la existencia y dinámica del conglomerado
urbano del Culiacán en transformación. Siendo la actividad comercial lo que permite el
desarrollo de otras actividades y oficios en la ciudad, sobre todo en el centro de esta. Por
supuesto el crecimiento poblacional planteaba el problema de la urbanización de nuevos
espacios.
Los espacios considerados como conflictivos y criminógenos en la ciudad eran: la Vaquita,
la Colonia Tierra Blanca, la Ejidal y el poblado de El Barrio, ya muy cercano a la ciudad, de
12
Sinagawa Montoya, Herberto, “Los magos del agua en el valle de Culiacán, Capitulo XX”, en Rostros y Rastros:
Visión diurna de un Culiacán que se fue, Colección DIXIT, número 13, La Crónica de Culiacán, México, 2002. p.
145. En este sentido Sinagawa habla de las diligencias de Baltasar Izaguirre y Antonio de la Peña y por otro lado del
ferrocarril del South Pacific, que permitían el flujo y reflujo de viajeros de sur a norte y viceversa.
12
los cuales con el paso del tiempo vendrían a cambiar su composición social y urbana, siendo
solo la colonia Tierra Blanca y la Ejidal las cuales seguirían siendo parte de la criminalidad de
esta sociedad según los diarios locales. Otros espacios como el mercado Garmendia tendrían
problemas con los menores delincuentes o delincuentes juveniles, que en su mayoría se
dedicaban al robo o en algunos casos al asalto. La mayoría de estos menores de edad de clases
bajas, huérfanos y algunos de ellos sin hogar. En el transcurso de estos veinte años seria la
misma prensa quien continuamente publicaría su crítica sobre la necesidad de un tribunal y un
panóptico de menores infractores en el Estado, ya que frecuentemente los menores eran
confinados con los presos adultos en la penitenciaria del Estado, situación cuestionable para la
prensa.
Pero, primero planteare el aspecto del desarrollo poblacional al interior de la ciudad. La
población total en Sinaloa en 1940 era de 492,821 habitantes13, y la población de la ciudad de
Culiacán al inicio de esta misma década era de 22,025 pobladores, a partir de aquí se
experimento un significativo crecimiento, ya que de 1940 a 1950 se duplico prácticamente la
población de 22,025 a 48,936 habitantes14. Para 1960 la población en la ciudad había llegado a
85,024 habitantes15.
De esta manera, se acrecentaba una migración interna a la ciudad que
anteriormente, ya desde inicio de siglo, no había tenido esta magnitud, como lo era a mediados
de siglo. Culiacán como municipio tenía 93,346 habitantes en 1940, lo cual aumento para 1960
con 208,982 habitantes16, esto significaba que se había duplicado la población del municipio de
Culiacán incluida la ciudad en un 115.6%, sin embargo, el aumento de la población de la
ciudad de Culiacán se había triplicado en estas dos décadas con un 286%.
Por otro lado, la tasa promedio de fecundidad en el periodo de 1940 a 1965 fue de 45
nacimientos por cada 1000 habitantes por año17, esto es seria de 9900 nacimientos en diez años
aproximadamente de 1940 a 1950, lo que significa que de 26, 911 nuevos habitantes en estos
diez años, 9900 son nacimientos, o sea, 36.7% del crecimiento poblacional en diez años era por
13
Séptimo Censo General de Población, -Estado de Sinaloa-, México, 6 de junio de 1950.
Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, El Colegio de México,
México, 1970. p. 140-141
15
Ídem. p. 140 -141
16
Octavo Censo General de Población, -Estado de Sinaloa-, México, 8 de junio de 1960.
17
Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, El Colegio de México,
México, 1970. p. 46.
14
13
nacimientos en la ciudad, mientras que el resto, 17,011, o sea, el 63.3% correspondía a
“nuevos” ciudadanos culiacanenses provenientes del medio rural.
A partir de los años de 1930 y entrados los de 1940 fue que familias pudientes de Culiacán
empezaron a de emigrar hacia determinados puntos de la ciudad, como la colonia Guadalupe y
posteriormente a la colonia Chapultepec, después de que la ocupación de habitacional de la
parte oriente de del malecón y lento construir, había llegado a su fin. Familias como las de
Alberto Shiller, Miguel Gaxiola, Santiago Gaxiola, Cornelio Bátiz, Jesús L. Tamayo, Oscar
Torres, Carlos Pérez Aguirre, Antonio Amézquita Logan, Miguel Tamayo Espinosa de los
Monteros, Enrique Coppel Tamayo y otras más eran parte de estas familias que habrían seguir
desarrollando una continua delimitación socioeconómica habitacional en la ciudad de
Culiacán.18
Pero más allá de los nombres, apellidos y familias, los individuos o familias de la elite
sinaloense se agrupaban para interactuar socialmente, dejando de lado momentáneamente sus
tierras, sus negocios o comercios, para formar grupos como el Club Sembradores de amistad, el
club de leones de Culiacán ó el club Rotario de Culiacán, haciendo un frente de relaciones e
influencias interpersonales socio-económico-laborales y movilidad social al interior del mismo
grupo, y por otro lado, con una proyección mas externa ó social, realizaban acciones benéficas
en pro de la sociedad, de la cultura, del deporte, de las instituciones de apoyo y beneficencia
social, como escuelas, hospitales y otros, en la mayoría de las ocasiones en mutuo acuerdo y
acción con autoridades locales en la construcción de estas instituciones, y solo entonces la
relación entre elite y política se realizaba una y otra vez más en la vida social de Culiacán.
Por otro lado, la movilidad social por parte de individuos de las clases medias era
prácticamente un asunto complicado y difícil de lograr. La población general de la ciudad era
en su mayoría perteneciente a clases pobres, al sector al que le correspondía sacar el trabajo
duro de las jornadas agrícolas y otros oficios de largas jornadas.
18
Sinagawa Montoya, Herberto, “Capitulo XXVIII. Primera gran obra de Páez y Delgado: El Malecón”, en
Rostros y Rastros: Visión diurna de un Culiacán que se fue, Colección DIXIT, número 13, La Crónica de
Culiacán, México, 2002. p. 212.
14
La escolaridad y actividades laborales en Culiacán
Otra situación relativa a la población de Culiacán, era su bajo nivel educativo y poca
asistencia de está a la escuela, y es que en 1950, de 54,616 habitantes entre 6 y 29 años en
Culiacán, solo 19,948 de estos asistían a la escuela, esto es un 36.5% de la población apta para
asistir a recibir educación. Esto significaba que parte de esta población que no asistía a la
escuela, estaba ocupada en trabajos relacionados en su mayoría al comercio y la agricultura. 19
Las diferencias con las clases altas eran notables, pues de las familias de apellido en Culiacán,
la mayoría mandaba a sus hijos a estudiar a la capital del país e inclusive, algunos al extranjero.
Cotidianidad y medios de comunicación
La vida social de Culiacán era compleja por sus vaivenes económicos y culturales
en una ciudad que como mencionara Rafael Valdez, era apacible, tranquila y monótona,
solo eventos como las manifestaciones y algarabías estudiantiles, los carnavales, las
campañas políticas y las procesiones religiosas,20 sacudían dando vitalidad a esa monotonía
citadina. Sin embargo, como toda ciudad, Culiacán estaba lejos de ser la ciudad utópica o
perfecta, ya que tenía como otras ciudades sus patologías sociales, tales como alcoholismo
y el pistolerismo ó cultura de las armas de fuego, que desde los levantamientos armados de
inicio de siglo estaba más vivo que nunca, sin embargo, existía otra patología donde
convergían las anteriores, y que, por el mismo motivo, era vista peor que las demás, la
violencia. Culiacán, padecía su criminalidad, su número y tipo de delincuencia que por sus
características padecía. Eran los periódicos locales, quienes daban expresión de esos otros
eventos que “sacudían” a este poblado. Y era, por otro lado, el mismo Hospital Civil de
Culiacán, testigo de parte de esa criminalidad, y es que el Hospital Civil era el nosocomio
más utilizado para los heridos de bala, de arma punzo cortante y otros delitos violentos,
además de ser utilizado en la curación de presos locales. De esta manera, ni siquiera, la cruz
19
Séptimo Censo General de Población, -Estado de Sinaloa-, México, 6 de junio de 1950.
Valdez Aguilar, Rafael, Historia del hospital civil de Culiacán, Coedición: Instituto Municipal de Cultura
de Culiacán, Instituto La Crónica de Culiacán y Hospital Civil de Culiacán, Culiacán, Sinaloa, 2007. p. 169.
20
15
roja local o el hospital de Carmen eran utilizados con tanta frecuencia para estas
situaciones, como el Hospital Civil.
La parte cultural de cotidianidad en la ciudad lo constituían los lugares de
esparcimiento y reunión social, como los teatros y salas de cine, que para los años 40´s ya
empezaban a instaurarse en la ciudad y le quitaban utilidad y funcionalidad a lugares como
el teatro Apolo, que para finales de esta década dejo de funcionar para posteriormente ser
derrumbado en agosto de 1949.21 El cine Lirico, por la Rubí, casi esquina con Colón, El
Humaya, situado por Juárez, entre Morelos y Donato Guerra, El Alanzar, situado por la
calle Hidalgo, casi esquina con Sepúlveda, el cine Cocos, que se localizaba por la avenida
obregón, al norte de la ciudad, y el cine Colón, que estaba por la calle del mismo nombre,
entre calle Morelos y calle Donato Guerra.
Por otro lado, estaban los salones de baile, de los cuales el más representativo de la
época era El Casino de Culiacán, en avenida Obregón y Malecón paseo niños héroes,
donde concurría parte de las clases altas de la ciudad. También se encontraba la Sociedad
Mutualista de Occidente en calle Juárez y Donato Guerra, otro salón de baile era el Salón
Atlético del Humaya por la calle Mariano Escobedo casi con Obregón, y por ultimo
estaban El Country Club Danubio Azul, a orillas del rio Humaya, en la colonia Tierra
Blanca, y El Tamazula a orillas del rio Tamazula, pasando el puente Miguel Hidalgo, hacia
el norte. Era en estos salones de baile, que orquestas como la de Salvador Tostado Anaya,
“El Cachi”, hacían los bailes de la ciudad. Así mismo, estaban las cantinas, que eran otros
lugares de reunión social, y entre los cuales se encontraban, La Cucona, El Transval.
Los medios de comunicación en los años de la década de 1940 eran ya diversos,
siendo la televisión, el ultimo medio que en Culiacán había llegado a finales de esta década
y principios de los años de 1950, afianzándose hasta entrada la década y principio de la
década de 1960. El radio había llegado con más anterioridad a la ciudad, desde 1939 ya se
daban las primeras transmisiones. Sin embargo, no existía medio de comunicación más
penetrante ideológica y culturalmente que la prensa escrita local.
21
López Sánchez, Sergio, El Teatro Apolo de Culiacán, Coedición: Difocur y Foeca, México, 2000.
16
Planteamiento del Problema
El problema principal de este trabajo de tesis, es conocer los posibles factores que condujeron
al fenómeno de los crímenes violentos en el municipio de Culiacán, en particular el homicidio y
sus relaciones culturales en un contexto socialmente heterogéneo, y que mostraba a su vez
cambios en materia de derecho penal para solucionar un problema social que era continuamente
analizado y criticado por la prensa escrita local mostrándose como la piedra en el zapato de las
autoridades locales y estatales.
El proceso de civilización que conlleva la instauración de reglas de conducta y sistema de
valores, político, económico, ético y estético, viene aparejada de un proceso violento. Y es que
hablar de proceso de civilización y proceso de violencia es hablar de una complementación, ya
que un pueblo, una sociedad sin violencia, no solo no necesitaría un proceso de civilización, sino
seria una utopía como sociedad. Alfonso Quiroz Cuarón, afirma: “cada pueblo, cada zona, en
cada momento y en cada estrato social, tienen su civilización, su criminalidad y su justicia que
los caracteriza. Los tres factores se corresponden, se llaman, se atraen y se complementan”22. De
esta manera existe una violencia que se desarrolla y se expresa por medio de una cultura, lo cual
para algunos es erróneo, ya que atribuirle a la violencia el carácter de cultura es el desengaño de
la acepción positivista, universalista y progresista de los esfuerzos civilizatorios. Sin embargo es
claro que civilización y violencia van de la mano, y que en algún momento del desarrollo
histórico la violencia puede predominar. Pero, ¿Cómo se dan estos procesos en la sociedad de
Culiacán?, ¿Fue el proceso violento superior al proceso civilizatorio en la sociedad de Culiacán?,
¿Existió anomia?, ¿Fue el control social formal establecido por las autoridades locales y estatales
suficiente para disminuir o controlar el delito de homicidio en dos décadas?
Por su parte, el poder judicial, el poder policial y el poder penal eran signos y símbolos de un
control social establecido por autoridades locales y estatales que pretendían disciplinar la
conducta social del ciudadano en la ciudad de Culiacán y del campesino sinaloense que se
22
Quiroz Cuarón, Alfonso, “Crisis de la administración penal”, en Revista de la Facultad de Derecho de
México, núms. 41-42, enero-junio de 1961, p. 319-348.
17
avecindaba a la ciudad o era un transeúnte urbano. Sin embargo, los delitos de lesiones y sobre
todo los delitos de homicidio eran una constante en una ciudad que clamaba justicia temiendo
inseguridad.
El control social penal, parecía ser la solución al principal delito que la misma sociedad
percibía como el más grave y temido, para lo cual se realizaron cambios a los códigos penales y
con ello el restablecimiento del castigo de pena de muerte en 194623 en Sinaloa, concebido este
castigo “proporcional” al delito, como solución al problema de los homicidios en la región, y
como escarmiento al criminal y advertencia a la esfera delictiva del momento. Foucault afirmo:
“Del criminal tienen necesidad efectivamente la prensa y la opinión pública. Él será blanco de
todos los odios, polarizará las pasiones; para él se pedirá la pena y el olvido”, “Se necesita del
criminal, no del crimen, para fijar la sentencia. Para ser indulgentes, comprender o perdonar. Pero
también para ser severo. Y para matar”.24 Pero esta no fue la solución, a un fenómeno que con
sus altas y bajas, perduraría en el desarrollo de esta sociedad, siendo descartada de la legislación
sinaloense varios años posteriores a su reinstauración.
Por otro lado la prensa local establecía un papel de parte y juez, ya que criticaba por un
lado tanto al fenómeno en sí, como a las autoridades locales por su desempeño, formando parte
indirectamente del control social informal o racionalización de valores en el mismo
disciplinamiento persuasivo de la sociedad, como por otro lado, le daba a la morbosidad y al
espectáculo de la sangre y muerte la exclusiva como parte propagandística de la cotidianidad y
adaptabilidad de los hechos a la percepción social. Homicidio y homicida formaban parte de la
representación social de la inseguridad al interior de una sociedad que buscaba, que reclamaba a
las autoridades lo que en su continuo discurso político prometían, justicia y seguridad. ¿Existió
en Culiacán en la década de 1940 y 1950, la percepción social de un predominio de la violencia
social por encima del proceso civilizatorio y del proceso de justicia en el desarrollo de esta
sociedad a través del tipo y número de homicidios?
23
José Antonio García Becerra, “La Pena de Muerte en la Legislación del Estado de Sinaloa”, Revista Clío,
Escuela de Historia/UAS, No. 10, Nov. 1993 a Feb. 1994.
24
Michel Foucault, “Del buen uso del criminal” en, La vida de los hombres infames, Buenos Aires, Editorial
Altamira, 1992, p. 203.
18
1) ¿De qué forma interviene la o las instituciones de justicia y seguridad del Estado
de Sinaloa y las locales ante los crímenes de homicidio? ¿De qué manera
intervienen la legislación o la normatividad judicial contra la criminalidad o el
delito de homicidio en Culiacán?
2) ¿Cómo explicar los fenómenos del crimen en su modalidad de homicidio en la
ciudad e inmediaciones de Culiacán a mediados del siglo XX?
3) ¿Cómo explicar el fenómeno de la cultura de la violencia en torno al desarrollo de
las muertes violentas y en relación a fenómenos como el alcoholismo y el
pistolerismo en Culiacán a mediados del siglo XX?
4) ¿Cuál es el papel de la prensa escrita local en torno a estos fenómenos?
Antecedentes conceptuales y metodológicos del trabajo
En este trabajo se intenta reconstruir la historia social del grupo humano que vivió en
Culiacán a mediados del siglo XX y que fue promotor y victima de profundos cambios políticos,
sociales y culturales en torno al desarrollo de la criminalidad en su modalidad de delito de
homicidio, esta sería de inicio la parte cualitativa del trabajo. El tipo de historia social que aquí
pretendo escribir, es hacer la historia de la gente común, viviendo en la rutina diaria de su vida
cotidiana, pero viendo las relaciones sociales que pueden ser armónicas o pueden ser tensas y
hegemónicas. Es necesario problematizar, comprender, interpretar y reconstruir los objetos de
estudio a través de las categorías históricas como tiempo, espacio y análisis del discurso.
Por cambios políticos, me referiré a las decisiones tomadas por las autoridades locales, así
como estatales en torno a mantener el orden y la estabilidad social en la sociedad de Culiacán,
haciendo cambios o reformas a las leyes penales, así como a los discursos que los llevan a
mantenerse en el poder tocando el tema de la justicia y la seguridad social.
19
Sin embargo, el desarrollo del homicidio como máxima manifestación de violencia parecía ser
incontrolable por las autoridades locales, además de que el fenómeno se expresaba de diferentes
formas dentro del contexto social, por eso es necesario estudiar el fenómeno por el control social
que pretendía disminuir el problema, como por el desarrollo sociocultural del homicidio. Por un
lado es importante estudiar el aspecto político del desarrollo jurídico institucional y del control
social que este ejercía hacia la sociedad de Culiacán para lograr un orden social, así como el
discurso político en torno al problema social, por otro lado, es necesario el estudio cuantitativo
del estudio, centrándome más en el número de muertes violentas en el periodo para el estudio.
Por último analizare los discursos y artículos periodísticos en torno a la nota policiaca y
particularmente a la nota sobre homicidio, ya que la prensa escrita local formaría una parte
importante en la representación social del delito de homicidio, del criminal u homicida y a través
de esto la reacción de grupos sociales en Culiacán. Todo esto desde la perspectiva de la historia
social. 25 Entiendo por esta como la historia de los grupos sociales y el estudio de sus relaciones.
Empezare por determinar los cambios sociales que se dieron el periodo de veinte años en la
ciudad de Culiacán e inmediaciones, debido al control social formal por parte del Estado
mexicano en sus tres niveles de gobierno. Esto mediante las instituciones de justicia
representadas por el poder judicial y las diferentes instituciones de seguridad a nivel del Estado
de Sinaloa y local, las leyes actuales para el periodo con sus continuas modificaciones a los
códigos penales para contraatacar la conducta criminalidad en sus también continuos cambios o
mutaciones de los delitos conforme los cambios sociales en Culiacán. De estas ideas manejo a
dos autores, por un lado a Norbert Elias quien establece que la estabilidad de auto coacción
psíquica está relacionada con un aparato formativo que sirve para inculcar al individuo desde
pequeño la costumbre permanente de dominarse. 26 Por otro lado esta Durkheim quien nos habla
del delito, argumentando que este es una noción eminentemente social, o sea que es relativo a los
cambios morales de la sociedad que modificaran la percepción social del mismo a través del
cambio social. Para Durkheim
“el delito es, por lo tanto, necesario; se haya ligado a las
condiciones fundamentales de toda vida social, pero por esto mismo es útil; porque estas
condiciones de que él es solidario son indispensables para la evolución normal de la moral y el
25
Ver Jacques Le Goff, Roger Chartier, Jacques Revel, Diccionario del saber moderno. La nueva historia,
Ed.Mensajero, Bilbao, 1988.
26
Elias, Norbert, El Proceso de la Civilización, FCE, México, 1987. P. 453-454.
20
derecho”27. Tanto Durkheim y Elias hablan de la posibilidad de cambios sociales en torno al
desarrollo de la sociedad solo bajo el control social establecido por el Estado.
Una obra importante para este trabajo es la de Criminales y Ciudadanos en el México
Moderno,28 el de Robert M. Buffington, quien trabajó bajo el análisis del discurso político desde
principios y mediados del siglo XIX en México, hasta principios del XX, y donde observa como
criminólogos, penalistas y antropólogos crean conceptos de crimen y criminal, para vincular
directamente con actos criminales a los grupos marginales, lo cual era determinante para
definirlos como criminales o ciudadanos, una diferencia entre una clase social u otra, un
individuo funcional y “sano”, y un individuo “enfermo”, peligrosos y no útil para la sociedad. El
discurso del penalista, del antropólogo y criminalista, reforzaba el discurso y políticas del Estado
y clases altas como grupo hegemónico. En el caso para Culiacán es similar y es importante esta
contribución ya que es desde un contexto urbano y no rural que se realiza este trabajo de análisis
discursivo.
Algunos aportes referenciales son importantes en cuanto al periodo comprendido y al
contexto manejado como lo son trabajos del maestro Jorge Verdugo Quintero, Mario Gill,
Antonio Nakayama y Enrique Félix Castro.
Un aporte importante son los planteamientos establecidos por el Historiador Jorge Verdugo
Quintero, que desde su propio planteamiento y visión habla de una sociedad con una
institucionalidad jurídica incipiente históricamente, en la cual los actores, individuos de esta
susodicha sociedad, actúan aplicando la justicia por propia mano. Describe un tipo de violencia
emanado del mal manejo del poder desde las instituciones del estado, por los actores que dirigen
el mismo, quienes como en el caso del gobernador Cañedo y sus subalternos colaboradores
arremetieron contra sus enemigos inmediatos, cual fuesen el ciudadano ó persona (s) que se
mostrasen en contra de ellos. Otro tipo de violencia ó surgimiento de ella, lo representaron los
movimientos sociales como la revolución mexicana en el estado, ó el movimiento campesino por
el reparto de tierras al sur del estado a mediados de los treinta a mediados de los cuarenta durante
27
Durkheim, Emile, en el capítulo de: Reglas relativas a la distinción de lo normal y lo patológico, de Las
Reglas del Método Sociológico, sexta edición, Ed. Colofón, México, 2004. p. 64.
28
Buffington, Robert M., Criminales y Ciudadanos en el México Moderno, Siglo XXI, México, 2001.
21
el siglo XX. Esto sería importante recalcar como una violencia y criminalidad heredada de las
primeras décadas del siglo en el contexto estatal y local en Culiacán.
Mario Gill y su trabajo periodístico en el campo del reportaje histórico y su continuo trabajo
sobre las luchas sociales en la historia de México. Mario Gill muestra en su libro de Pistolerismo
y otros reportajes, como aborda el tema de pistolerismo como un método de contratación de
matones de parte de un individuo o grupo para hacer frente a otros grupos de manera violenta
para dominarlos o eliminar. Como el caso de la ola de violencia que se desarrollo en el sur del
Estado de Sinaloa, en diez años (1935-1945), como consecuencia del reparto agrario, caso que el
autor describió. En el caso de Culiacán abordare el tema del pistolerismo desde la perspectiva de
un manejo incontrolado de armas de fuego o de una cultura de las armas de fuego. Situación
presente en este contexto urbano influenciado en gran medida por el contexto rural. La pistola es
pues, el camino para el impulso, el vehículo de la violencia.
Por otro lado están los planteamientos de Antonio Nakayama, en su obra su obra Entre
Sonorenses y Sinaloenses; Afinidades y Diferencias. Haciendo un análisis comparativo de
personalidades e identidades entre sonorenses y sinaloenses,
estableciendo la línea de la
herencia cultural de ambas personalidades, Nakayama logra definir así, el qué es ser sonorense y
a su vez el sinaloense, que los une y que los separa, ideológica y culturalmente. Además de
hablar de una personalidad “bronca”, alegre y extrovertida del que él autor llama el sinaloense
promedio, que es en realidad su visión del sinaloense avecindado en el contexto rural en la época
de los años cuarenta y cincuentas.
Por otro lado está el aporte por parte de los escritos de Enrique Felix Castro “El Guacho”,
quien con escritos como Evolución tardía de la provincia, habla de la forma de conducirse
emocionalmente y con falta de cultura, por parte del sinaloense, que lo han hecho proclive a la
mediocridad en una etapa de posible progreso para el estado, tanto tecnológico como económico,
donde su forma de ser minan o vuelven mediocre a este posible gran desarrollo y crecimiento
para el pueblo a mediados de siglo XX. Para Félix, la educación sentimental de la población es
lenta, por ende el desarrollo y progreso del pueblo sinaloense será lento. De esta manera, en el
22
contexto de la sociedad de Culiacán, esta falta de cultura y falta de “progreso”, es lo que trae un
atraso socioeconómico y favorece, la criminalidad y la violencia en el municipio. Tanto en el
caso de la obra de Nakayama como en la de Felix Castro es importante recalcar que si bien se
habla en gran parte del contexto rural, es a partir de los años cuarenta que la población de la
ciudad de Culiacán se empieza a triplicar y de la población rural que se nutre el nuevo contexto
urbano.
Es importante para el trabajo de esta tesis, la obra de Elisa Speckman Guerra Crimen y
Castigo. 29 En este trabajo la autora analiza la legislación penal del régimen porfirista, dando su
interpretación desde el punto de vista criminológico. Otro aspecto que resalta en el trabajo de
Speckman Guerra es la visión que tiene el régimen de Porfirio Díaz acerca de las conductas
criminales de la población de México y su forma de controlarlas. Ella explica también la
criminalidad de la ciudad de México vista desde la perspectiva de la prensa y la policía
capitalina. Estudia además los casos de las mujeres criminales y de los delincuentes populares
como “El tigre de Santa Julia” y los casos de crímenes famosos cometidos por personajes de la
“alta sociedad” porfirista.
Otra obra que es importante mencionar es la de William B. Taylor, Embriaguez, homicidio y
rebelión en las poblaciones coloniales mexicanas,30 en donde se sigue una línea de investigación
relacionada con el consumo de alcohol para identificar los patrones de criminalidad. Aunque su
trabajo este enfocado a la época colonial y en el manejo de archivos judiciales, el aporte de la
obra es necesaria porque el autor encuentra que la conducta social de los infractores de homicidio
y los que se revelan ante las autoridades locales, está íntimamente relacionada con el consumo de
alcohol en México. En el caso de este trabajo, es necesario manejar esta premisa de que el alcohol
es un o uno de los factores que predisponen la violencia en Culiacán y es que es frecuente el
homicidio desatado en emociones donde el desenlace es la muerte de una o más individuos.
Dentro de estos trabajos cabe mencionar los de Javier MacGregor Campuzano31, Jorge A.
Trujillo Bretón32, Giuseppe Amara33 y Caimari Lila34quienes son algunos de los especialistas en
29
Elisa Speckman Guerra, Crimen y castigo, COLMEX, México, 2002.
William B. Taylor, Embriaguez, homicidio, y rebelión en las poblaciones mexicanas, FCE, México, 1987.
31
Javier MacGregor Campuzano, “Historiografía sobre la criminalidad y sistema penitenciario” en
30
23
la materia y quienes proporcionan bases metodológicas e historiográficas para los historiadores
interesados en trabajar con el tema de la criminalidad.
Hipótesis
a) Primera Hipótesis.
La administración de justicia y la seguridad locales no podían controlar los crímenes
violentos y el alcoholismo al interior de la comunidad del municipio de Culiacán, pese a
que se mantenía el discurso político en torno a la adecuada impartición de justicia y la
adecuada seguridad de la comunidad.
b) Segunda Hipótesis.
El homicidio, el alcoholismo y el pistolerismo, son fenómenos que se muestran tanto en el
contexto rural, como en el urbano, sin embargo es el mayor control social formal como la
intervención policíaca, por parte de las instituciones de autoridad local en la ciudad lo que
permite ante la delimitación social urbana y el etiquetamiento del ciudadano y el
delincuente, controlar más eficazmente los crímenes violentos en la ciudad.
c) Tercera hipótesis
Las pautas de conducta, las tradiciones, las costumbres, los símbolos, relacionados a los
crímenes violentos y las pautas de alcoholismo en los individuos o grupos en la sociedad de
Revista Secuencia No. 22. UAM-Iztapalapa, 1997, 221-238
Trujillo Bretón Jorge A. y Padilla Arrollo Antonio, Delitos, castigo y clases criminales en la historiografía
mexicana, en Pobres marginados y peligrosos, Universidad de Guadalajara/Universidad del Comahue,
México, 2003. p. 121-150.
33
Amara Giuseppe, La Violencia en la Historia, Ed. Edicol-ANUIES, México, 1976.
34
Caimari Lila, Los usos de Foucault en la investigación Histórica, Conferencia pronunciada el 30 de abril del
2005, en el ámbito del seminario permanente de investigación de la Maestría en Educación de la UdeSA.
Universidad de San Andrés. http://www.udesa.edu.ar/files/EscEdu/DT/DT18-CAIMARI.PDF
32
24
Culiacán están relacionadas a un machismo predominante en la personalidad del sinaloense
involucrado en actos violentos.
d) Cuarta hipótesis
Es el papel de la prensa escrita local en torno a la nota policiaca y el discurso periodístico
del alcoholismo, crímenes violentos y el pistolerismo, el que crea una representación social
de los tres fenómenos y por ende la pretensión de la formación de un control social
informal (racionalización de valor moral y legal del disciplinamiento social y evitación del
castigo de las instituciones de justicia) de la población en contra de dichos fenómenos,
yendo además a la par del discurso político del control social informal de la sociedad.
Justificación del tema de tesis
Sinaloa a pesar de ser una región percibida como violenta, no ha tenido su debida atención
respecto a su posible estudio o estudios sobre este tipo de fenómenos, ya que la mayoría de los
escritos existentes en torno al tema son meras introducciones o aproximaciones, sin contar con
estudios históricos. Sin embargo tomando la influencia de la historia social que considera ahora
en sus estudios a los de abajo, a los subalternos o simplemente a la mayoría del pueblo o de las
masas, siendo es este caso provechoso para fijar la mirada en una sociedad que vive en una
criminalidad propia de su contexto sociocultural.
Haciendo un estudio a partir de las estadísticas de los crímenes de homicidio en Culiacán, se
maneja las estadísticas de muertes violentas proporcionada por el Registro Civil del Estado de
Sinaloa, correspondientes al periodo a estudiar, para tratar la tendencia criminal respecto a
factores socioculturales a través de dos décadas, desde el magnicidio del gobernador Loaiza en
1944 hasta la abolición de la pena de muerte en 1962, siete periodos de gobierno estatal, once
alcaldías de la ciudad de Culiacán y el desarrollo urbanístico de esta.35
35
Haciendo énfasis del concepto de urbanización en el aspecto relacionado a las interrelaciones sociales en
espacios urbanos, por ser el aspecto que atañe al estudio, por encima de lo relacionado a procesos de cambio
tales como los de modernización y desarrollo económico que forman también parte de este concepto.
25
Estructura del trabajo
La estructura de este trabajo de tesis está organizada de la manera siguiente:
El primer capítulo se tratará el tema de población de Culiacán, su composición y sus prácticas
culturales, sociales que llevaron a crear un desorden social, una determinada criminalidad en la
ciudad y como los factores psicológico y social parecen afectar la conducta de las clases bajas.
Aquí el alcoholismo y el pistolerismo serán vistos como patologías sociales creadas por el
discurso político y periodisticote la época.
En el capítulo segundo de la tesis está dedicado a hacer un estudio de la estructura, el discurso
político y algunas de las actividades realizadas por las autoridades locales sobre la
administración e impartición de la justicia en la ciudad y municipio de Culiacán, pero sobre todo
las políticas y mecanismos de seguridad hacia el interior de la sociedad de la ciudad de Culiacán
en torno a prevenir y castigar el delito de homicidio.
En el capítulo tercero, se hará énfasis en la representación social del criminal, de la
delincuencia y el papel de la prensa escrita en el proceso de comunicación-representación social
del fenómeno. El análisis del discurso periodístico y por otro lado de la nota roja o policiaca en
Culiacán.
En el último capítulo se estudia el aspecto del homicidio como fenómeno predominante a la
representación social de la cultura de la violencia, un ejemplo de la reacción social en torno a un
asesinato, las estadísticas de muertes violentas y el análisis de algunos posibles factores
relacionados al acto homicida.
Por último finalizare con las conclusiones donde expongo el desarrollo del homicidio en la
representación social del contexto de Culiacán y los cambios en materia política y penal, que se
llevaron a cabo a mediados del siglo XX.
26
Capitulo 1. La sociedad, su conformación y patologías
“El viejo mundo se muere.
El nuevo tarda en aparecer.
Y en ese claroscuro surgen los monstruos”
Antonio Gramsci
“Una manera de conocer una ciudad es la de investigar,
como se trabaja, como se ama
y como se muere en ella”
Albert Camus -La Peste-
1.1 El organismo entre la violencia, la justicia y su civilización
En el inicio del escrito El delito como fenómeno social de Rafael Garofalo, se
relaciona a la sociedad vista como un organismo, con el delito como uno de los fenómenos
patológicos que aquejan a dicho organismo.
Esto es, el crecimiento de la patología
individual al contagio de la patología social. Cuando se habla de crimen, delito o
criminalidad la sociedad ha sido estudiada más como un organismo en analogía biológica
de un organismo viviente, haciendo ver al fenómeno de la criminalidad como patología
social, como es el caso que se dio con los mismos antropólogos criminales positivistas,
como Lombroso, Ferri y Garofalo. Seria Durkheim quien observaría la estructura social,
económica y cultural como determinante de la criminalidad, en mayor relevancia con otros
aspectos antes contemplados como el clima, la raza o la constitución física del criminal,
entre otras más, considerando que la criminalidad tampoco es la manifestación de una
patología de la sociedad, pudiendo ser más bien un elemento útil para la regulación de las
fuerzas sociales, “es un factor de la salud pública, una parte integral de toda sociedad
sana.”36 Sin embargo, en estas dos décadas a mediados del siglo XX, en Culiacán la
percepción que los mismos pobladores tenían al interior de la población parecía ser de una
36
Emile Durkheim, La reglas del método sociológico, Buenos Aires, La Pléyade, 1978.p. 85.
27
sociedad enferma, que contaba con criminales o “anormales”, dada su afectación de
sensibilidad por ausencia de instintos morales.
Culiacán, a principios y mediados del siglo veinte ya venía mostrando signos de
desarrollo económico y social, sobre todo en el aspecto de la empresa agrícola capitalista.
Lo que definía una sociedad (tomando como referencia al valle de Culiacán), con una
tendencia de clases predominantemente agrícolas y por otro lado, de las clases
terratenientes propietarias de tierras de cultivo. Culiacán, como ciudad sufrió, cambios
importantes con el ya crecimiento poblacional que desde principios de siglo venia
experimentando, sin embargo, la aparente tranquila ciudad vendría a trastocar su relativa
calma, a cambiar sus delitos, su dinámica social, pero sobre todo a aumentar y transformar
su criminalidad y su violencia, esto a partir de 1948 y 1949, punto decisivo de los cambios
económicos, sociales y culturales que las sociedad y ciudad de Culiacán no había
experimentado hasta ese grado, Sinaloa y particularmente la ciudad de Culiacán . Todo esto
debido en gran medida a la finalización de la presa Sanalona en 1948, símbolo de la
modernidad hegemonizada por la agricultura regional, que la ciudad se empezaba a llenar
de trabajadores que buscaban acomodo ante la apertura de nuevas aéreas de cultivo en la
zona. Gilberto López Alanís afirmó: “La estructura urbana que le heredo el Porfiriato
comenzó a quedarle chica a Culiacán…el espacio de la ciudad estaba ya creando otros
actores sociales para una la escenografía de fuerte presencia agrícola. Aquí no importo
mucho el bienestar de la vida cotidiana… La ciudad importaba poco. En esos años se vivió
la brillantez de lo rural y la preocupación urbanística estuvo desordenada.”37 Es a partir de
este éxodo, -que fue el más grande aumento poblacional en estas dos décadas de entre 1940
y 1960- fue que se encontraron cambios a la criminalidad, más particularmente al número
de muertes, ya que aumentaron los decesos violentos en el municipio, de 17 muertes en
1948, a 35 en 1949, a 18 en 1950 y un repunte de 38 muertes en 1951.38
37
López Alanís, Gilberto, Sueños y formas de una ciudad: Presencia de Luis F. Molina en Culiacán,
DIFOCUR- Dirección de investigación y fomento de cultura regional y H. Ayuntamiento de Culiacán,
México, 1998.
38
Defunciones de 1940 a 1965. Información proporcionada por el Registro Civil del Estado de Sinaloa.
Noviembre del 2008.
28
¿Fue la representación social sobre el crimen y la figura criminal, alrededor del
homicidio una mentalidad creada a partir del discurso político y la nota policiaca y discurso
periodístico, más que del crimen mismo?, ¿son estos discursos los que refrendan esta visión
de organismo enfermo, sobre su propia sociedad, su propio pueblo, para poder reafirmar el
ser y el hacer del Estado, por medio de las autoridades en sus tres niveles de gobierno y el
poder judicial, respecto al orden social, la seguridad pública y la procuración de justicia?
Retomando el desarrollo que experimenta la sociedad que menciona Alfonso Quiroz
C., al mencionar el proceso de civilización, el proceso de justicia y por último el proceso de
criminalidad, (incluido aquí el de violencia que sufre toda sociedad), Culiacán parecía
percibir un proceso de criminalidad y violencia más sobresaliente que los otros dos
procesos. El homicidio como delito más representativo de la violencia respecto a la
seguridad pública o inseguridad al interior de esta misma sociedad sobre la seguridad
personal y la vida misma, era sin duda alguna, el crimen más polemizado en torno en esta
sociedad, situación que vendría a cambiar solo con respecto a otro fenómeno que aun en
proceso de desarrollo retomaría al homicidio, la agresión y a la violencia misma
afirmándola como toda una cultura, el trafico de drogas o también llamado gomerismo.
Seria el homicidio la principal asignación de la política criminal de las autoridades
federales, estatales y locales, así como también de las autoridades judiciales que por medio
y en representación de la ley completaban la estructura estatal para buscar lograr el
adecuado proceso de justicia en el Estado de Sinaloa y la ciudad y municipio de Culiacán a
lo largo de estos 20 años.
Por último, el proceso civilizatorio39 venía sosteniéndose no solo en la ley en si,
como el mecanismo por el cual legalmente el sujeto ya sujetado a la voluntad del Estado,
39
Si bien, Elias deja entreabierto el termino de Civilización, afirma que es la autoconciencia de occidente, o
bien, la conciencia nacional de un país occidentalizado, resumiéndolo como lo que la sociedad occidental
trata de caracterizar expresando peculiaridad y de lo que se siente orgullosa: el grado alcanzado por sus
técnicas, sus modales, el desarrollo de sus conocimientos científicos, su concepción del mundo y muchas
otras cosas. Sin embargo, para este estudio, la civilidad, será vinculada a la política, entendiéndose como un
proceso continuo y nunca acabado de construcción de un orden publico, marcado siempre por el conflicto,
que requiere de esta dialéctica de la civilidad como un recurso frente al individualismo de la población en pro
de su cambio psicosociológico para su posterior dominación ante el aumento de la población en el núcleo
social de la ciudad de Culiacán. Elias Norbert, El Proceso de Civilización, FCE, México, 1987. p. 57.
29
por el bienestar de la colectividad, tendría que normalizar su conducta social, en beneficio
del orden y la seguridad social, sino que tendría en la escuela, en el seno familiar y por una
cierto grado, la prensa escrita, un importante apoyo ante la búsqueda, enseñanza y
transformación de la conducta de los individuos pertenecientes a esta sociedad de Culiacán,
donde las costumbres, las mentalidades, los valores tendrían tanta importancia como por las
leyes y las instituciones. Sin embargo, para Norbert Elias, el Estado debe ser el más
fundamental proveedor, como monopolio de la violencia, de civilidad, a través del aporte
formativo mediante la evolución de los códigos de conducta, que lograrían a la larga,
determinar un cambio social y psicológico, inculcando al individuo la costumbre de
dominarse desde pequeño. 40
El desarrollo de Culiacán, de su sociedad fue lento, sobre todo en su aspecto
civilizatorio y cultural, en contraste por los aspectos económicos, que sin embargo solo
beneficiaba a algunas familias de las clases dominantes en Culiacán. Pero, se iniciara por
relacionar en primer lugar, la criminalidad con el crecimiento poblacional, que más que por
su cantidad, será por las características culturales de la criminalidad centrada en los
crímenes violentos, y en segundo lugar, la percepción social de la criminalidad y violencia
en su propia sociedad.
1.1.1 Crecimiento poblacional y heterogeneidad social
La población total en Sinaloa en 1940 era de 492,821 habitantes41, y la población de
la ciudad de Culiacán al inicio de esta misma década era de 22,025 pobladores, a partir de
aquí se experimentó un significativo crecimiento, ya que de 1940 a 1950 se duplicó
prácticamente la población de 22,025 a 48,936 habitantes42. Para 1960 la población en la
ciudad había llegado a 85,024 habitantes43. De esta manera, se acrecentaba una migración
interna a la ciudad que anteriormente, ya desde inicio de siglo, no había tenido esta
magnitud, como lo era a mediados de siglo. Culiacán como municipio tenía 93,346
40
Ídem. p. 453-454.
Séptimo Censo General de Población, -Estado de Sinaloa-, México, 6 de junio de 1950.
42
Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, El Colegio de
México, México, 1970. p. 140-141
43
Ídem. p. 140 -141
41
30
habitantes en 1940, lo cual aumento para 1960 con 208,982 habitantes44, esto significaba
que se había duplicado la población del municipio de Culiacán incluida la ciudad en un
115.6%, sin embargo, el aumento de la población de la ciudad de Culiacán había sido en
estas dos décadas de un 286%.
Por otro lado, la tasa promedio de fecundidad en el periodo de 1940 a 1965 fue de 45
nacimientos por cada 1000 habitantes por año45, esto es seria de 9900 nacimientos en diez años
aproximadamente de 1940 a 1950, lo que significa que de 26, 911 nuevos habitantes en estos
diez años, 9900 son nacimientos, o sea, 36.7% del crecimiento poblacional en diez años era por
nacimientos en la ciudad, mientras que el resto, 17,011, o sea, el 63.3% correspondía a
“nuevos” ciudadanos culiacanenses provenientes del medio rural.
Ante esta migración empieza un proceso de urbanización, que se puede definir como el
proceso de concentración de la población y de las actividades humanas en los puntos centrales
de espació, y es que las condiciones principales para la urbanización son: el crecimiento de la
población urbana, la expansión física de las ciudades y la migración del campo a la ciudad. 46
En este sentido Massimo Pavarini afirma, “La ciudad se convierte así, en el escenario principal
donde son representados en términos dramáticos los efectos sociales del proceso de
transformación económica de la época. La ciudad se extiende como una mancha de aceite bajo
el acoso de un proceso de urbanización caótico y salvaje; las ciudades se convierten en
receptoras de hombres distintos por costumbres, lengua, cultura, riqueza. Todo esto no es más
que el efecto de una concentración social que va al mismo ritmo que la económica… Y este
violento proceso provoca con igual violencia nuevos problemas de orden social.”47 De esta
manera el autor hace énfasis a los conflictos que surgen de los niveles de heterogeneidad
cultural, conflictos que indican también momentos de desorganización social e individual.
44
Octavo Censo General de Población, -Estado de Sinaloa-, México, 8 de junio de 1960.
Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, El Colegio de
México, México, 1970. p. 46.
46
Ídem. p. 116
47
Pavarini, Massimo, Control y Dominación: teorías criminológicas burguesas y proyecto hegemónico,
Siglo XXI, 9na. Edición, México, 2008.
45
31
Por otro lado, de la composición social de Culiacán en cuanto a número de pobladores en
1930, existían 71,348 habitantes, 35,803 hombres y 35,545 mujeres, en 1940 existían 93,346
habitantes, de estos 46,044 eran hombres y 47,302 mujeres, para 1950 ya había 147, 106
pobladores, 72,909 hombres y 74,197 mujeres, y para 1960 ya había 208,982 habitantes,
105,507 hombres y 103,475 mujeres. 48
Del 100 por ciento total de la fuerza de trabajo de la
población en Culiacán en 1950, el 57.13% de la población se dedicaba a la agricultura, el
10.58% a actividades de servicio, el 9.96% a actividades correspondientes a la industria de la
transformación, el 9.63% al comercio y el resto a la construcción, a transportes y otras
actividades. 49
1.1.2 Una sociedad entre la modernidad y la tradición
Es a partir de los años cuarenta, que empieza con fuerza la importancia del binomio
tradición/modernidad en el desarrollo de la ciudad de Culiacán, esto es por un lado, las
tradiciones en las prácticas, hábitos y comportamientos atávicos del mundo de lo rural, y la
aparición de una modernidad, o mejor dicho aun, de una modernización explicada como una
dinámica de cambio de una sociedad tradicional a una moderna. La modernidad en Culiacán
fue lenta, la resistencia a un indetenible cambio y crecimiento social y cultural fue notable,
expresión de choque de contrastes culturales emanados algunas tradiciones que generaban
violencia, sin embargo la búsqueda de la modernización urbana, de la modernización
institucional y de la modernización social eran la búsqueda de un equilibrio del sistema social.
La creciente industrialización, sobre todo en lo agropecuario, la urbanización de la ciudad,
desarrollo de vías y medios de comunicación, crecimiento poblacional, las nuevas modas y
productos de un creciente capitalismo auspiciado por el Estado mexicano, la
aparición
del
IMSS en Sinaloa en 1955, voto de la mujer en octubre de 1953, así como la incorporación de la
misma al ámbito académico y a las aulas universitarias, el inicio de la liga de beisbol del
pacifico en 1945, la continua urbanización de la ciudad, la construcción de la presa Sanalona,
la reforma al código penal del Estado de Sinaloa en 1940, eran algunos de signos y símbolos
48
49
Octavo censo general de población, -Estado de Sinaloa- México 8 de junio de 1960.
Séptimo censo general de población –Estado de Sinaloa- México 6 de junio de 1950.
32
que mostraban la modernidad en todos ámbitos de la vida social de Culiacán, que parecía
mostrar rasgos de aceptación y resistencia ante las clases hegemónicas y las subalternas,
correspondientemente, esto es, un lento despojo de los tradicionalismos y de la mentalidad de
la sociedad culiacanense en estas dos décadas.
A partir de los años cuarenta para Sinaloa existió un despegue económico en el sector
agrícola que mucho vendría a beneficiar al estado, sin embargo esto no vendría a plasmarse en
la ciudad o su vida social, por lo menos no de manera inmediata. Los periodistas locales
continuamente expresaban la necesidad de urbanización de Culiacán como capital del Estado,
así como también por el simple “descuido” que los gobiernos estatales y locales desde inicio de
siglo tenían sobre la ciudad. Urbanidad era sinónimo de modernidad, por lo menos en la
funcionalidad de espacios públicos y la estética de la capital del Estado. Sin embargo, la
sociedad de Culiacán, seguiría ligada a lo rural y tradicional, ya que el hecho de vivir apegado
a una creciente urbanización no era una determinante para cambiar la mentalidad de los recién
llegados y residentes de Culiacán, simplemente, en esta ciudad como centro de
“modernización”, muchos de sus habitantes seguían con sus costumbres, con sus rituales
“provincianos”… “campiranos”. 50
En cambio, los años cincuenta fue de un acelerado cambio social, económico y cultural, 51 el
renacimiento de la sociedad y la ciudad de Culiacán, aun sin embargo, existían tradiciones,
costumbres parte de esa ligadura con lo rural y tradicional, que se negaban a morir, y que
terminaban confluyendo lo tradicional y lo moderno en el nuevo Culiacán. Así, por ejemplo,
sería la prensa quien criticaría el “aumento” de las zahúrdas dentro del centro de la ciudad,
publicando la clausura por parte de las autoridades locales del criadero de cerdos de la señora
Teófila de la Vega en julio de 1959, el cual se ubicaba por la calle Colón entre las avenidas
Morelos y Rubí, valga la denuncia hecha por vecinos molestos por la situación sanitaria, a
partir de aquí se abriría una campaña por parte del Departamento de Ingeniería Sanitaria del
municipio contra los dueños de zahúrdas y establos que se encontraban en las orillas de la
50
Rosa Yuneiry Ramírez Topete, “Voces del Culiacán ausente. Esparcimiento, idilios y vida familiar, 19401960”, Tesis de licenciatura, Facultad de Historia, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, 2009.
51
Para los cambios culturales, véase a Rodolfo Arriaga Robles, De la demolición del Apolo a la inauguración
del Teatro del IMSS. El Teatro en Culiacán de 1951 a 1961, Culiacán, Difocur, 2004.
33
ciudad y en las colonias apartadas, y aun inclusive como en este caso en el primer cuadro de la
ciudad. 52 Es este ejemplo más del choque entre tradición y modernidad, donde el papel del los
diarios locales seria de crítica hacia ciertas tradiciones y su posición a favor de la modernidad
de la capital del Estado, así como ejemplo de la divergencia entre lo moderno y lo tradicional
en una sociedad que sufriría sus altibajos en este camaleónico desarrollo.
Es en este proceso de modernización, a través del desarrollo y el continuo cambio de la
sociedad, que el sujeto sinaloense y particularmente culichi, adquiría esta necesidad de cambiar
y desarrollarse individualmente, aunque ello implicara la competencia social, cultural o laboral
con el otro53 o simplemente mostraría indiferencia o resistencia al cambio sociocultural, y por
consecuencia una práctica individualista “exacerbada” de su conducta en sociedad, en la nueva
reconfiguración social lo colectivo por la cantidad de nuevos habitantes. El choque de lo
“moderno”, trajo como consecuencia una complejidad de la vida social en relación a la
modernidad en la vida cotidiana, y las nuevas instituciones dentro de esta modernidad,
complicando la autoidentidad, el yo y el desarrollo de la personalidad del culichi, teniendo de
por sí, un débil legado ontológico, una indiferencia religiosa,54 y con la nueva modernidad, el
pasado y el presente de sí mismo creaban tensión al nuevo ciudadano, que tendía a sufrir
también una dialéctica de identidad sobre la cultura local, la regional, una más creciente
influencia nacional y una creciente cultura popular capitalista de consumo, prometedora de
comodidad y felicidad en lo cotidiano. Aunado al hecho de que la población joven era la
dominante en la ciudad, la parte más maleable, menos instituidas como sujetos y que retomaría
parte de la cultura popular de años antes a esta sociedad y que les evocaría una tendencia hacia
un romanticismo allegado al manejo exacerbado de las emociones y de la conducta
individualista.
52
El Diario de Culiacán, Sábado 25 de julio de 1959. Se multiplican las zahúrdas en la ciudad.
Estas conductas de competencia y búsqueda de movilidad social se mostraban más comúnmente en sujetos
de un nivel medio o alto socioeconómico, mientras la segunda conducta de indiferencia, resistencia o rebeldía
hacia lo establecido moral o legalmente ante la sociedad y la ley era notable en los sujetos pertenecientes a un
nivel económicamente bajo.
54
En el escrito dice “diferentismo religioso”, en Antonio Nakayama, Entre sonorenses y sinaloenses:
afinidades y diferencias, Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional. Difocur, Sinaloa,
México, 1991.
53
34
En Culiacán también era por medio de la publicidad de marcas de productos de alimentos,
electrodomésticos, automóviles, y otros productos que formaban parte más allá de la
publicidad de ventas, en símbolo de una modernidad que invadía a Culiacán, muchos de estos
anuncios publicitarios eran campaña de los diarios locales que aun tenían la exclusividad como
medio de comunicación, ante un reciente radio y una más nueva televisión para los años
cincuenta.
1.1.3 Romanticismo y personalidad del sinaloense
Desde inicio de siglo existía en México una tendencia al romanticismo como lo describe
Enrique “El Guacho” Félix, que vendría a surgir desde años previos a la revolución mexicana,
caracterizándose principalmente por esa tendencia hacia la supremacía del sentimiento sobre la
razón, un individualismo comportamental y también, hasta cierto grado, por una fuerte
tendencia nacionalista. Pero, ¿Desde cuándo aparece este romanticismo?, ¿Cómo se manifestó
este romanticismo en Sinaloa? Y sobre todo, ¿Es este factor endógeno o característica
psicológica enraizada en el romanticismo sinaloense, lo que favorecía la conducta criminal u
homicida?
Retomaré a Enrique Félix Castro que por medio de su ensayo Evolución tardía de de la
provincia,55 parte de la tesis de que la gente de Sinaloa esta inhibida en su psicología profunda
por mecanismos que limitan su capacidad para ejercer la civilización y la cultura, y que esto
proviene por dos razones, por una lado un mestizaje racial y cultural del sinaloense que va de
la etapa colonial hasta la reforma, y por otro lado, una etapa del romanticismo sinaloense que
proviene desde la reforma hasta años posteriores a la revolución mexicana. Esto sería como
mencionará Félix un giro de la vida provinciana, desplazándose de la vida cristiana a la
emoción púber del romanticismo.
En primer lugar, se habla de un sentimiento inferioridad por parte de los mexicanos, a partir
de la conquista de la teocracia católica, peso determinante en la formación de la cultura local.
De esta manera la formación estuvo confluida por dos soportes culturales y raciales, la sangre
55
Félix Castro, Enrique, Evolución tardía de la provincia, UAS, México, 1985.
35
indígena y la española, de esta manera el nuevo mestizo al ser “abandonado”, por el poder que
habría dirigido por trescientos años, quedaba “desolado” en términos de Octavio Paz, ya que
después de la falta de este poder, y la continua orden de fracasos sistemáticos del mexicano,
nace su inseguridad. Si bien Paz, maneja esta soledad como el desapego al padre o a la madre
que el mestizo sufriera los primeros años de vida. Lo que Freud llamaría complejo de Edipo,
aplicado ahora en el pueblo mexicano, refiriéndome predominantemente al mexicano de centro
y sur del país. Tener una codependencia con el dominio español, con el yugo impuesto, y
luego ser abandonado después de dominio moral y psicológico de la colonización, era crear
identidad y sustancialidad existencial de la nada, de lo que se podía, de la misma cultura
católica, que mantendría inseguro al mexicano, pero con un nuevo Edipo, de esta manera la
neurosis colectiva escondía los complejos y mostraba sus inseguridades. Félix Castro afirma:
“aquella voluntad sinaloense que fue sometida durante muchos lustros a la obediencia de la fe
católica y a la política de ultramar, ahora revoluciona en un movimiento de novedad y de
sorpresa.”56 Esa novedad y sorpresa era el nacimiento de una nueva moral romántica y
personalidad del sinaloense.
Es entonces que para principios del siglo XX aparece en Sinaloa el romanticismo o el alma
romántica de Sinaloa, tanto en la moral, en la política, la economía, y periodismo con una
influencia del positivismo y liberalismo de principios de siglo. “Sinaloa vale mucho, vale poco
o no vale nada porque es romántico”, escribió Félix Castro, afirmando que la actitud del
sinaloense ante la vida es emocional y que la historia del mismo es sentimental.
Félix perfila una personalidad genérica para el sinaloense partiendo del campesino sinaloense
de principios del siglo XX, afirmando que los mecanismos ancestrales se muestran en la
tendencia popular a la pirotecnia, en el juego de baraja y en el juego de lotería, en el desprecio
por la muerte, en las apuestas de las carreras de caballos, en la idolatría política, en la
sublimación religiosa, en la propensión religiosa, en el sentido fatalista de los corridos
populares, en el modo de trabajar, en el modo de amar y en las relaciones sociales de los
habitantes de Sinaloa. Este atavismo que sufría el sinaloense sufría del tipo romántico y
sentimental, lo mostraba siendo desconfiado, inseguro, conflictivo, impulsivo y sentimental, e
56
Ídem.
36
inclusive incapaz de enfrentar la realidad, afirmando: “Cada encuentro del hombre romántico
con la energía eléctrica, con las maquinas de vapor, con la conciencia organizada de las
doctrinas europeas, era motivo de inhibición y extravío.”57 Para Félix, Sinaloa era una región
con claros signos de retraso civilizatorio, debido en gran medida al romanticismo imperante en
la región, afirmando: “Sinaloa es un pueblo que todavía piensa con el corazón. En cada uno de
sus actos se esconde un contenido emocional. Toda vida colectiva de nuestra provincia se
mantiene turbada por la emotividad, frente a la cultura y frente a la civilización.”58 De esta
manera, para Félix, imperaba el romanticismo como un refugio del hombre sinaloense inseguro
y emocional en contra de los embates de la realidad. Parte de la profundización de este
romanticismo de debió en parte al aislacionismo del pueblo sinaloense todavía hasta casi
mediados del siglo XX, además de que el mismo pueblo enriquecía este romanticismo con
iconos de esta tendencia sentimental en la región cono Rafael Buelna Tenorio El Granito de
Oro y el poeta Jesús G. Andrade, sobre una parte de la sociedad, y en buena parte de la clase
popular los corridos de Heraclio Bernal, “la franqueza del jinete suriano que llamaban Juan
Carrasco, el amor a la vida del muchacho alegre y el temor a la muerte de Valentín de la
Sierra.”
59
Toda actividad realizada por el pueblo sinaloense, toda tradición, costumbres, el yo
interno, los movimientos sociales, las protestas políticas, las fiestas, las bohemias, las correrías
y festejos, dejaban una notable huella sentimental.
Si bien afirma, Félix, el romanticismo es bello, pero no necesariamente sano, “La emoción es
creadora de grandes ideales, pero es también fuente de profundas aberraciones”, para él,
Sinaloa necesitaba de una honda educación sentimental, que si bien el romanticismo local
evolucionaba en pro de las “conquistas” de la conciencia colectiva, ensayando un equilibrio
positivo entre cerebro y corazón, no lo hacía en tiempo y forma razonable en comparación a
otros pueblos.
Otro autor, Antonio Nakayama, considera como Enrique Félix Castro al sinaloense como un
sentimental e impulsivo personaje alejado de toda racionalidad, que rayaba en lo esquizoide sin
llegar a su forma patógena, aunque parecida la tesis de Nakayama sobre la personalidad del
57
58
59
Ídem.
Ídem.
Ídem. p. 12
37
sinaloense era simplemente más negativa. Para Nakayama la triste fama de matón del
sinaloense,60 estaba ligada al complejo machista y al bajo nivel cultural de los pobladores del
mundo rural. Nakayama afirmó acerca del sinaloense cundo lo comparó con el sonorense:
“Sonorenses y sinaloenses son iguales en apariencia: decidores, broncos, generosos, inculto,
alegres, apáticos, confiados y dueños de una franqueza que raya en la grosería, pero en el fondo
poseen características que, si no los separan por lo menos marcan su esencia y presencia en la
nacionalidad mexicana.”61
Posteriormente Nakayama reafirmaría la personalidad sobre el
sinaloense, en Semblanza de una ciudad escrita 1981 y donde comenta: “ los culiacanenses de
ahora al igual que los de antaño, son abiertos, francos hasta la grosería, trabajadores,
bebedores, mal hablados, generosos, bruscos, simpáticos, derrochadores y apáticos…”.62 Más
aun Nakayama, más específicamente hablando del culiacanense, lo tacha de Bronco por su
falta de educación, cultura y cortesía, afirmando: “si aceptamos por bronquismo, los actos
dictados por la mala educación, la falta de cortesía y de urbanidad, entonces tenemos que desde
el millonario hasta el último campesino, todos somos broncos.” 63
Juan Macedo López, no difiere mucho con los autores anteriores, sobre la descripción que en
su Antología hace ahora más particularmente sobre la personalidad del ciudadano de la capital
sinaloense en los años treinta: “El culiacanense de entonces, como individuo y colectividad,
poseía una psicología o idiosincrasia inconfundibles: extrovertidos, amistosos, amigos de
bailes y tertulias, serviciales, ingeniosos creadores de motes o de alias, provincialistas,
conservadores en sus tradiciones, evocadores de hechos y de las figuras de la revolución,
honradamente orgullosos de su pasado histórico” 64
Por su parte, José María Rico afirma sobre el machismo y el contexto mexicano: “Este culto
a la virilidad –hombría, machismo-, común al conjunto de los pueblos latinoamericanos, se ha
desenvuelto de manera exacerbada en ciertos países, particularmente México. En sus múltiples
revoluciones, con ocasión de numerosas fiestas durante las cuales la menor querella es pretexto
60
Revisar a Nakayama Arce, Antonio, en Entre sonorenses y sinaloenses: afinidades y diferencias, Dirección de
Investigación y Fomento de Cultura Regional. Difocur, Sinaloa, México, 1991.
61
Ídem.
62
Nakayama Arce, Antonio, Semblanza de una ciudad, en el libro, Crónicas de Culiacán II, Universidad
Autónoma de Sinaloa, Instituto de Investigaciones de Ciencias y Humanidades, Culiacán, 1981.
63
Entre sonorenses y sinaloenses…
64
Macedo López, Juan, Antología, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 1985.
38
para un duelo feroz, el mexicano ve surgir toda su herencia patriarcal –indígena y española-, su
individualismo, crueldad y heroísmo, su machismo, es decir, el desprecio absoluto por la vida y
por la muerte, la preocupación de mostrar a los demás su valor, su capacidad de realizar
hazañas apasionantes –menos por la utilidad de la causa que por el gusto de llevarla a cabo-, de
morir como forma de realizarse… El machismo mexicano tiene más de sensual, instintivo y
animal que de humano y racional.” 65 Esta descripción si bien es realizada hacia el mexicano en
general, encaja como una fotografía de la personalidad que el sinaloense presenta en los años
treinta, cuarenta y todavía entrados los cincuenta, además de que concuerda con los autores
anteriores acerca de una personalidad impulsiva, emocionalmente inmadura y que lleva como
consecuencia a formar en esta personalidad del sinaloense y hombre culiacanense un alto grado
de machismo, que son los factores pre disponentes hacia la realización de actos de violencia,
como lo son riñas, lesiones u homicidio.
Sin embargo, no es pretensión de esta empresa, etiquetar la personalidad del sinaloense como
sujeto social en Culiacán a mediados de siglo determinante a un perfil criminológico, pero si
propenso en mayor o menor medida a ello, siendo más importante definir la personalidad
general de este ciudadano, así como su identidad, su yo débil, conformado por una fuerte carga
emocional, en un contexto social cada vez mas cambiante. La modificación de la cultura
productiva, impuesta a un mundo altamente competitivo, y los cambios de la vida rural como
consecuencia de la especialización de la productividad agrícola, la migración rural a la ciudad
capital, el choque sociocultural de lo moderno y lo tradicional, y en esto último el encuadre de
México en la estructura internacional del capitalismo desde inicios de siglo, cada vez más
notable en los productos extranjeros particularmente norteamericanos, así como de la búsqueda
de creación de identidad nacional por parte del Estado mexicano, vendrían a complejizar y
alargar más aun la ya incompleta y débil personalidad e identidad regional que el ciudadano de
Culiacán tenia y en la cual prevalecía una actitud emocional.
65
Rico, José María, Crimen y Justicia en América Latina, Siglo XXI, México, 2007. p. 196.
39
1.2 Pistolerismo y alcoholismo
En Culiacán, como parte de la cotidianidad y de los fenómenos juzgados social y
políticamente, como patologías sociales, derivadas y complementarias a la criminalidad
característica de la región y en buena medida parte de la misma ciudad, proliferaron el
alcoholismo, el pistolerismo o cultura de las armas de fuego, y la prostitución. El discurso
político y periodístico, parecían complementarse para el ataque verbal directo hacia estas
patologías, lo que les daba razón de ser a ambas instituciones.
Para tocar el tema del desorden social hablaré de estos factores y fenómenos que propiciaron
crímenes violentos, particularmente lesiones y homicidio, los cuales serian alcoholismo y
pistolerismo.
Por su parte, el alcoholismo parecía ser una peste que invadía los espacios sociales de la
sociedad culiacanense, además de ser un mal difícil de controlar porque al mismo tiempo de ser
una patología individual, era una trasgresión colectiva y debilidad moral.1 Y es que el
alcoholismo frecuentemente ha estado relacionado a la criminalidad por medio del discurso
periodístico moralista, por lo cual es condenado como un problema social, etiquetado como un
vicio, y visto como obstáculo para la tan esperada fuerza de trabajo y productividad que el Estado
pudiera idealizar.
La Editorial de El Regional, en enero de 1944, por medio del articulo “El Crimen y el
Vicio”,66 cuestionaba la naturaleza del crimen violento en Culiacán, mencionando estudios donde
mediante la “represión del vicio”, se disminuían los índices de estos crímenes violentos hasta en
un 50%, entonces cuestionaban, que el pueblo no era criminal, sino vicioso. ¿Acaso era un
adecuado consuelo? Cierto o no, la duda en el proceder de las autoridades correspondientes no
podía faltar en dicho artículo, ya que cuestionaban a los que permitían la apertura de los focos de
“inmoralidad”, como las cantinas, cabarets, hoteluchos, posadas, garitos, etc. Más, que a los
mismos “explotadores” de vicios por medio de estos lugares.
66
El Regional, 5 de enero de 1944. El crimen y el vicio. Por la Editorial.
40
Pero el alcoholismo, considerado como el abuso del alcohol, que a través del tiempo se ha
relacionado a la criminalidad y a ciertos espacios de cierta privacidad o exclusividad,
relacionados al consumo de este, como cantinas, prostíbulos y otros, fue diversificándose a
espacios más públicos como plazas de toros, palenques de gallos, en las ferias y fiestas populares,
muchas veces inclusive en la vía pública. Tanto en unos, como en otros espacios los efectos del
alcohol manifestaban un incremento de la sociabilización, también facilitaba las trasgresiones de
las normas y por ello era frecuente su asociación con el crimen. En Culiacán de 1940 a 1960 los
lugares de esparcimiento, entretenimiento y diversión, variaban enormemente, desde el Casino
Culiacán y el Centro Atlético Humaya, hasta las más bajas cantinas de la ciudad escenarios de
violencia social y principal protagonistas y proveedor económico de diarios locales. En
Semblanza de una ciudad Antonio Nakayama afirma: “Las tertulias se reparten en diversos
sitios: las plazuelas, los restaurantes y los cafés, donde respetables hombres de negocios,
abogados, periodistas, médicos y escritores se reúnen para platicar y aprovechan la oportunidad
para pellizcar a las meseras y despellejar al prójimo”.67 Mientras la clase media buscaba “centros
de especulación –Tamazula Country Club y Danubio Azul- y los obreros se aglutinaban en el
“Aztecas” y el “Textiles”.68 Sin embargo, aunque las clases altas las medias tenían bien
delimitados sus espacios de entretenimiento y esparcimiento, las clases bajas tenían definida toda
una larga lista de cantinas esparcidas por el área general de la ciudad, existiendo solo un poco
más de estas cantinas en la periferia de la ciudad, en la colonia Tierra Blanca, en el poblado de La
Ejidal, y algunos más dispersados en el centro de la ciudad. Lo que no era de dudar, es que la
cantina en Culiacán era el hábitat natural del alcohólico, hablando del sujeto reincidente en el
mundo del alcohol, la música, las mujeres y en ocasiones de la violencia, debido a las riñas,
lesiones u homicidio que el frecuentar estos establecimientos podrían provocar. La diferencia
entre socializar y reñir era mínima en estos lugares, y es que la cantina, en mayor o menor
medida era la incubadora de la personalidad y el machismo del habitante reincidente, la
construcción o reforzamiento sociocultural del la identidad de género estaba sustentada en esta
sociabilidad o conflicto entre individuos moradores, a partir de las valoraciones sociales, así
como de las relaciones de poder entre estos. Recordando las palabras de José M. Rico, sobre el
mexicano durante estos años: … “la menor querella es pretexto para un duelo feroz, el mexicano
67
Nakayama Arce, Antonio, “Semblanza de una ciudad”, en Crónicas de Culiacán II, Universidad Autónoma
de Sinaloa, Instituto de Investigaciones de Ciencias y Humanidades, Culiacán, 1981.
68
Ídem.
41
ve surgir…individualismo, crueldad y heroísmo, su machismo, es decir, el desprecio absoluto por
la vida y por la muerte, la preocupación de mostrar a los demás su valor, su capacidad de realizar
hazañas apasionantes –menos por la utilidad de la causa que por el gusto de llevarla a cabo-, de
morir como forma de realizarse…”69 Querer reñir era la forma de probar su machismo, su auto
reafirmación masculina ante el otro, y ante el género o sexo contrario, solo así podía ser,
mediante el establecimiento de un poder real o simbólico en el contexto masculino en la cantina,
la parranda y los bailes. El alcohol era símbolo de este machismo en este ambiente, era un factor
exógeno o externo, que influía de manera endógena a lo ya estaba establecido social, cultural o
biológicamente.
Propaganda comercial de cerveza en El Regional. 70
69
70
Rico, José María, Crimen y Justicia en América Latina, Siglo XXI, México, 2007. p. 196.
El Regional, 13 de octubre de 1942.
42
Propaganda comercial de cerveza en El Regional. 71
71
El Regional, 25 de noviembre de 1943.
43
Propaganda sobre el tratamiento de alcoholismo en El Regional. 72
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 73
72
73
El Regional, 16 de noviembre de 1943.
El Diario de Culiacán, 29 de octubre de 1950.
44
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 74
74
El Diario de Culiacán, 24 de septiembre de 1950.
45
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 75
Propaganda comercial de tequila en El Diario de Culiacán. 76
75
76
El Diario de Culiacán, 8 de julio de 1951.
El Diario de Culiacán, 27 de marzo de 1953.
46
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 77
Propaganda comercial de tequila en El Diario de Culiacán. 78
77
78
El Diario de Culiacán, 11 de abril de 1953.
El Diario de Culiacán, 15 de mayo 1953.
47
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 79
Propaganda comercial de ron en El Diario de Culiacán. 80
79
80
El Diario de Culiacán, 15 de mayo 1953.
El Diario de Culiacán, 16 de julio de 1953.
48
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 81
81
El Diario de Culiacán, 22 de febrero de 1955.
49
Propaganda comercial de cerveza en El Diario de Culiacán. 82
Otro problema social que denotaba desorden en Culiacán, por que propiciaba lesiones y
homicidios, era el llamado pistolerismo, en este tema es necesario establecer la importancia del
uso de las armas de fuego como una parte constitutiva de la cultura sinaloense y
particularmente de la cultura al interior de la sociedad de Culiacán, así como también, e
implícitamente de la cultura de la violencia que en esta misma sociedad se desarrolló. El arma
de fuego era una herramienta en la producción de violencia e incremento de muertes, y al
mismo tiempo era parte del mecanismo que hace posible a la sociedad de Culiacán como una
sociedad homicida.
82
El Diario de Culiacán, 26 de junio de 1960.
50
Pero, empezaré por hacer dos preguntas básicas desde mi puno de vista, ¿Por qué el arma de
fuego y no otro u otros tipos de armas?, y ¿Cuáles son los antecedentes para esta cultura de las
armas y la propagación de estas en Culiacán?
En primer lugar, el arma de fuego era la principal arma usada deliberada o no, por un
homicida, más aun que las llamadas armas blancas o armas punzocortantes, que incluían
cuchillos, navajas, puñales, machetes y hawaianas. Las armas de fuego que iban desde
carabinas 30-30 y revólveres colt y smith and wesson calibre 0.38 y 0.44 equivalentes a 9 mm.
y 11 mm., por mencionar algunas de estas. Sin embargo, los revólveres más comunes entre los
portadores de armas, siendo estos mismos y muchos casos las carabinas las que no se portaban
en público, sino que se dejaban en casa guardadas para seguridad familiar o personal.83
Estableceré por el momento una relación entre el número de muertes violentas por armas de
fuego, con el número de muertes violentas por arma punzocortante, para comparar la
frecuencia de estas. El número de muertes violentas de 1940 a 1950 fue de 300, de estas 218
fueron por medio de armas de fuego y el resto por arma punzo cortante y otro tipo de muerte
violenta. Esto es el 72.6% de las muertes violentas producidas por armas de fuego. De 1950 a
1960 el número de muertes violentas fueron de 289, de las cuales 167 fueron por arma de
fuego y el resto por arma punzo cortante u otros. Esto es un 57.7% de muertes violentas por
armas de fuego. En total, 65.3% de muertes violentas fueron por arma de fuego de 1940 a
1960, o sea, 385 muertes de 589 muertes violentas.84
La portación de armas en la ciudad de Culiacán, estaba estrechamente ligado a otro proceso
de violencia que se desarrollaba en el campo sinaloense, que era en gran medida el origen de la
propagación de las armas de fuego85, y que era el movimiento social relacionado al reparto
agrario que era parte de la Reforma Agraria establecida por el mandato cardenista a mediados
de la década de los años treinta. Dicha propuesta era parte de los ideales y propuestas
83
García Ramírez, Efraín, Armas: Análisis jurídico de los delitos contemplados en la ley federal de armas de
fuego y explosivos, Ed. Sista, 1995. p. 83-88.
84
Información proporcionada por el Registro Civil del Estado de Sinaloa. Noviembre del 2008.
85
Ibídem. El origen de la propagación y aculturación de las armas de fuego en Sinaloa, empezaron por los
primeros conflictos sociales armados que scedieron a principios de siglo en país, entre estos la Revolución
Mexicana, y posteriormente, este conflicto de reparto de tierras dada la reforma agraria del periodo cardenista.
51
revolucionarias que vendrían a culminarse con el presidente Cárdenas, que sin embargo
causaría un gran conflicto social, sobre todo al sur del Estado, debido en gran parte, a la
defensa de las tierras por parte de los terratenientes que no querían entregar sus terrenos a los
campesinos o nuevos ejidatarios. La cultura de las armas, de la violencia y el machismo se
empezaron a incubar en el campo sinaloense en estos años, la ola empaparía a la ciudad que
ante sus propios problemas de desarrollo y crecimiento, tuvo que lidiar con esta situación de
una forma y autoridad diferente a la presente o casi ausente en el campo.
Las armas de fuego estaban vinculadas a un tipo de masculinidad fundada en la fuerza y el
poder, adquirían una suerte de poder simbolización fálica en el hombre y en la mujer una
significación de su sexualidad controlada por este símbolo del poder masculino. El poder
patriarcal sufría una regresión a una fase violenta para retomar vigor. José María Rico en su
obra de Crimen y Justicia en América Latina afirma en referencia al hombre mexicano: “Las
armas forman parte de la panoplia de macho, en particular el inseparable revolver, que se
consigue en cualquier sitio”.86 Posteriormente argumenta: “En el norte y en las regiones
tropicales el país, el revólver es una institución nacional, aunque el machete, útil indispensable
en el bosque y arma peligrosísima, es aun más empleado en dichas zonas”.87
Sin embargo,
socialmente el uso desmedido de armas victimizaba a las personas desarmadas, les producía
miedo y las hacía sentirse indefensas.
En definitiva, el arma de fuego se estaba volviendo un dolor de cabeza para las autoridades
locales y estatales que poco podían hacer ante la portación de armas, solo la intervención del
ejército por medio de la 9na. Zona militar podía desarrollar un mejor control de esta cultura de
las armas. Además el artículo 10 de la constitución mexicana, dice dar libertad a los habitantes
de poseer armas de cualquier clase, para su seguridad y legítima defensa, salvo las prohibidas
por la ley y las reservadas para el uso del ejército.88 Las armas de fuego además se podían
conseguir en cualquier parte dado su propagación y uso, y era la principal herramienta de
86
87
88
Rico, José María, Crimen y Justicia en América Latina, Siglo XXI, México, 2007. p. 197.
Ibídem.
Art. 10 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.
52
muerte en materia de violencia. El 65.3% de muertes violentas de 1940 a 1960 fueron por
arma de fuego, o sea, 385 muertes de 589 muertes violentas.89
Aun cuando existían disposiciones legales por parte de las autoridades local y estatal, de
prohibir y restringir la portación y uso de arma de fuego, no había la eficacia en el control de la
población para disminuir las costumbres que nacían del campo con el reforzamiento que las
mismas cúpulas políticas en el Estado. Y es que parte del pistolerismo lo representaba la
portación de arma por parte de algunos políticos sinaloenses, a quienes el General Juan José
Ríos critica en un artículo llamado El pistolerismo publicado en el periódico El Regional en
octubre de 1942, tachando al pistolerismo como el peor de los vicios, el más funesto y el que
más nos acerca a la barbarie, tachando a los políticos que traían su cuete al cinto, -trayendo
además guaruras algunos de ellos- de faltos de cultura, de talento y virtudes personales,
haciendo provecho de compadrazgos políticos y de complacencias oficiales. Para Ríos esta
portación de armas de fuego por parte de los políticos era el peor ejemplo de los representantes
del pueblo.90 Sería el mismo diario El Regional quien criticara en su sección de La Queja
Diaria, el fenómeno sucedido en Culiacán, comparándolo con el viejo oeste norteamericano,
ya que en la ciudad también pululaban los llaneros solitarios al estilo regional, tanto en
cantinas, restaurantes, paseos, teatros, etc. Luciendo “flamantes pistolas con orgullo tal.” La
editorial del diario terminaría el artículo con la interrogante: “¿Qué se ha hecho en pro de la
cacareada despitolización?” 91
La eficacia de las autoridades locales en el control de armas era temporal y efímera, residía
principalmente en el trabajo en conjunto de los tres niveles de gobierno ante reuniones o
mítines de los candidatos a la presidencia de la republica en la ciudad, como lo era el caso de
los candidatos a la presidencia de la republica tanto de la oposición o izquierda, como de los
candidatos del partido oficial o de derecha, los candidatos Miguel Alemán Valdés en 1946,
Adolfo Ruiz Cortines en 1952 y Adolfo López Mateos en 1958. Si bien bajo el código penal
89
90
Información proporcionada por el Registro Civil del Estado de Sinaloa. Noviembre del 2008.
El Regional, 13 de octubre de 1942, Culiacán, Sinaloa.
91
El Regional, lunes 7 de marzo de 1944. Culiacán, Sinaloa. Los Llaneros Solitarios en La Queja Diaria.
53
del Estado de Sinaloa, se especificaba en el artículo No. 139 y No. 140,92 que la prohibición de
la portación, fabricación, importación, transporte o venta de armas de fuego y el tipo o calibre
de estas, estaba determinada por el Ejecutivo del Estado, quien permitía bajo estrictos puntos
de ambos artículos, la expedición de permisos para la portación de armas de fuego, su venta y
demás. Sin embargo las disposiciones oficiales la costumbre sobre la cultura de las armas de
fuego era más fuerte que cualquier imposición estatal. Aun cuando el castigo penal por incurrir
en cualquiera de las faltas concernientes a estos dos artículos, fueran de seis meses a un año de
prisión o una multa de diez a mil pesos.93 Así, la visita y presentación de los candidatos a la
presidencia de la republica, en 1946, 1952 y 1958, así como las fechas de las citadas votaciones
en la ciudad, fueron circunstancias en las que los gobiernos locales estatal federal concordaron
en establecer medidas de control para el orden social alrededor de estos eventos políticos. La
prohibición de armas de fuego y de cualquier otro tipo, y despistolización de los portadores, y
las campañas de ley seca eran disposiciones que se lograban mantener cierto orden social en
dichos eventos.
Parte de la propaganda de venta de armas y municiones en Culiacán
en La Voz de Sinaloa94
92
Código Penal para el Estado de Sinaloa, decreto No.670 expedido por el H. Congreso del Estado. Artículos
No. 139 y 140.
93
Ídem. Articulo 141.
94
La Voz de Sinaloa, 25 de julio de 1945.
54
Parte de la propaganda de venta de armas y municiones en Culiacán
en La Voz de Sinaloa95
95
La Voz de Sinaloa, 30 de julio de 1945.
55
Parte de la propaganda de venta de armas de juguete en Culiacán
en El Diario de Culiacán96
De esta manera, hablar de alcoholismo y pistolerismo, es hablar de factores
definitivos para el desarrollo de violencia o crímenes violentos, en gran medida en el de
homicidios. Sin embargo la tendencia de homicidios provocados por individuos que
consumieron alcohol y/o portaban armas de fuego al mismo tiempo se daba hacia un
contexto más público, las riñas de cantina, bailes, las vendettas entre familias se
desarrollaban en las calles de la ciudad, pero en el contexto privado se desarrollaban
guerras de violencia entre dos o más individuos que terminaban fatalmente en muchos
casos. La violencia hacia el contexto privado hacia prevalecer un homicidio pasional. Para
Marit Melhuus, quien realizo un trabajo sobre una comunidad rural mexicana, propone que
“el género es un vehículo a través del cual se expresa la moralidad”.97 Para él existen dos
órdenes simbólicos en la comunidad, el mayor que es el masculino y que condiciona al
femenino a través de relaciones de poder. Es esta orden femenina que su virtud vincula
cubre la honra femenina y la de sus familias. Pero la mujer no sólo es mediadora entre otros
96
El Diario de Culiacán, 10 de septiembre de 1953.
Jimeno Santoyo, Myrian, Crimen pasional, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia, 2004.
p. 44.
97
56
hombres sino “que representa una amenaza para el hombre en la medida que sus acciones
inciden en la reputación masculina revelando la precariedad masculina”. 98 En este contexto
la violencia explota cuando el honor masculino es atacado, poniendo la castidad femenina
como punto central, de esta manera, existe un uso de la violencia como forma particular de
autoafirmación masculina asociada a un dominio sexual.99 Este ultimo homicidio
considerado como crimen pasional, y se caracterizaba por factores como un vínculo
amoroso, con la emoción y la ruptura violenta.100
1.3 Gomerismo ¿nueva patología social?
Otra patología social que se desarrollaba durante esta primera mitad del siglo XX y
que nace desde poco antes del mismo, es el llamado gomerismo, que era parte del mismo
desorden social que experimentaba Sinaloa y Culiacán gradualmente hasta mediados de
siglo, por lo menos como economía informal y clandestina desde su prohibición a inicios de
siglo. Sin embargo, aun cuando la creciente empresa de la producción de opio y otros
estupefacientes, así como de su tráfico y venta, estaba en pleno desarrollo, sus actividades
se limitarían a la esfera del comercio informal e ilegal, siendo hasta finales de la década de
1950 que se empiezan a mostrar signos de violencia a consecuencia de este fenómeno.
Pero, ¿afectaron o repercutieron los demás fenómenos como el pistolerismo y el
romanticismo en Sinaloa al gomerismo?, y si es así, ¿Cuándo y cómo se reincorporaron
elementos de la cultura de la violencia hacia el fenómeno del gomerismo? Por lo pronto,
empezaré por describir la introducción de las drogas al contexto sinaloense y
particularmente de Culiacán.
La drogadicción era otro fenómeno que desde décadas atrás venía desarrollándose
en menor o mayor grado en el estado, siendo repudiado, y marcado como ajeno, pero
adoptado por prácticas que los inmigrantes chinos habían “enseñado” en la región, sin
98
99
100
Ídem.
Ídem.
Ídem.
57
embargo, ni en la opinión pública, ni en la opinión periodística había más crítica y prejuicio
hacia este fenómeno, como en el caso del gomerismo que era aun más socialmente juzgado.
En febrero de 1944 El Regional expresaba que el presidente de la republica había
ordenado a la procuraduría general de la republica, que acabara de una vez con la
producción de adormidera en Badiraguato.101 Sin embargo, a pesar de lo bien visto que eran
estás medidas, en la capital del país ciertas revistas metropolitanas inculpaban al gobierno
de Sinaloa que presidia el coronel Rodolfo T. Loaiza por el incremento del comercio de
enervantes.
Fue en abril de 1951 que el gobierno de México participo como parte de la
Comisión de narcóticos de las Naciones Unidas concertando un convenio que limitaría la
producción de opio a la cantidad necesaria para la medicina y la investigación científica. La
comisión se concentro en las oficinas generales de la ONU en la ciudad de México, donde
estaban presentes representantes de otros países como EU, Reino Unido, URSS, China,
Francia y Polonia entre otros.102 De esta manera México seguía comprometiéndose en la
prohibición internacional impulsada por los Estados Unidos, sin embargo, era claro que la
reunión en el país, era para presionar al gobierno Mexicano para atacar la producción y
venta de opio que ya crecía en el país, sobre todo en el noroeste de México.
A partir de inicios de siglo fue que el gobierno federal empezó trabajar en
coordinación con los gobiernos de Sinaloa y municipales del mismo estado, para tratar el
problema de la producción y venta de narcóticos, en lo que vendría a ser considerada un
delito de orden federal.
En Sinaloa, la situación era de completa tensión y misterio, sobre todo en el ámbito
político, desde el asesinato político del gobernador Rodolfo T. Loaiza, en febrero de 1944
en Mazatlán, crecieron las dudas sobre la autoría intelectual del asesinato político, ya que
“El Gitano”, pistolero de los terratenientes del sur de Sinaloa, a más de un año de su
101
102
El Regional, 4 de febrero de 1944.
El Diario de Culiacán, 15 de abril de 1951.
58
captura y habiendo sido trasladado a la ciudad de México, lo reunieron por más de una hora
con el secretario de la Defensa Nacional, General Lázaro Cárdenas, no habiendo negado ser
el asesino material, pero acusó al general Pablo Macías Valenzuela, entonces ya gobernador
del Estado de Sinaloa y ex secretario de Guerra y Marina (1940-1942), de haber sido el
autor intelectual. El gobernador sinaloense no fue el único mencionado en la prensa.
También se hablaba del general Maximino Ávila Camacho, de los terratenientes del sur de
Sinaloa, de la familia de Alfonso Tirado —rival político de Loaiza y ex presidente
municipal de Mazatlán, asesinado en Culiacán en 1938 por el jefe de la policía judicial,
Alfonso Leyzaola Salazar, (a) “La Onza”—, e incluso de traficantes de opio de
Badiraguato, según Luis Spota periodista de Excélsior.103 De haber sido el magnicidio del
gobernador Loaiza por motivos relacionados al tráfico de drogas en la región, es entonces
que puede considerarse a este asesinato político como uno de los primeros indicios de
violencia emanada por este tráfico de drogas en Sinaloa.
Las balaceras emanadas del llamado gomerismo, empezaban a ser parte de la
cotidianidad de la ciudad y sus partes aledañas, que como fenómeno de la economía
informal y clandestina existía una dinámica entre productores, traficantes, vendedores y
compradores finales a nivel regional, lo que implicaba a cualquiera de los eslabones de esta
dinámica pertenecientes a la ciudad de Culiacán como a los pertenecientes fuera de ella en
el proceso.
Sin embargo la resistencia a las disposiciones del orden federal en materia de
prohibición de estupefacientes por parte de los gomeros, era de notarse en las balaceras que
aparecían en determinados puntos de la ciudad, la parte periférica de esta o en el resto del
municipio, la violencia que se desataba dados los encuentros con la policía federal (agentes
de la policía de narcóticos) o judicial del Estado y los gomeros.
103
Excélsior, 13 de junio de 1944.
59
Capitulo 2. La Ley y el orden social
2.1 La Justicia, la Constitución de 1917 y el Estado Mexicano
Una de los principales pilares de la ideología política del Estado Mexicano y a su vez, de
la constitución de 1917, es la Justicia, que nace histórica y universalmente como valor popular
humano desde los clásicos griegos y romanos, hasta nuestros días, y que este Estado Mexicano
retoma y replantea para reforzar la constitución y restablecerse a sí mismo. De esta manera el
derecho punitivo adquiere una estructura concreta a través del valor de la Justicia como valor
fundamental de las leyes jurídicas, sus antecedentes el liberalismo social del siglo XIX.
Culturalmente la justicia ha sido la constante y perpetua voluntad de otorgar equidad e
igualdad a cada individuo en sociedad. Aunque en un sentido más distributivo, se hace énfasis
en la solidaridad con los más débiles de la sociedad, tratando de suprimir las desigualdades
sociales.
Desde el punto de vista de Hans Kelsen, jurista y filosofo del derecho, de origen
austriaco, posteriormente nacionalizado norteamericano, “La justicia es en primer lugar una
cualidad posible, pero no necesaria, de un orden social que regula las relaciones mutuas entre
los hombres. Solo secundariamente es una virtud humana, ya que un hombre es justo si su
conducta se adecua a las normas de un orden social supuestamente justo”.104
Para Kelsen, la naturaleza no es justa, y no existe un orden social que pueda reparar por
completo esta injusticia. El orden social justo tampoco será posible si se entiende que deberá
lograr la mayor felicidad posible del mayor número posible de miembros de la sociedad, porque
lo que haga felices a algunos en determinados aspectos, producirá infelices en aspectos distintos
y viceversa, entendiendo por felicidad en sociedad, la satisfacción de ciertas necesidades tenidas
104
Kelsen, Hans, ¿Qué es la justicia?, Ariel, Barcelona, 1991. p. 35-36
60
en cuenta por la autoridad social. El problema se produce cuando aparecen intereses en
conflicto, debido a diferentes escalas de valores que manejan los miembros de una sociedad;
aquí es cuando actúa la justicia, o sea, la búsqueda de equidad e igualdad a cada individuo en
sociedad.105
De esta manera el autor termina manejando el término justicia a partir de la concepción del
Estado y su acción para la búsqueda de igualdad y orden social. La consolidación del Estado
Mexicano hasta el siglo XX, se ve reflejado a través de su constitución de 1917, y esta a su vez
maneja como parte fundamental la búsqueda de justicia a partir de su sistema penal mexicano.
El Estado mexicano busca retomar un modelo ontológico106 de justicia, que proviene desde las
ideas presocráticas y que está basado en el bien general, en el bien colectivo, conforme a las
reglas establecidas y que es el modelo representado por Hans Kelsen, y que se diferencia por el
modelo teleológico de la justicia. Esto es el resultado de la organización del ser humano en
sociedad y donde se establece un tipo y ejercicio de justicia con un marco legal que busque
impartir y administrar la adecuada justicia que en un contexto social histórico de los ámbitos
moral, cultural e ideológico religioso no podía solucionarse, sobre todo por el resultado de
violencia emanada socialmente por otras “leyes”, que como repito, fueron de otro orden distinto
al legal,107 como el caso de la del Talión ó la vendetta, y que es a lo que se refiere Kelsen
cuando menciona que “aparecen intereses de conflicto, debido diferentes escalas de valores”.
La ley penal mexicana que parte de la constitución se muestra por una parte dogmatica y una
orgánica, la parte dogmatica incorpora los derechos públicos subjetivos y avanza en la
regulación de los órganos de la justicia penal, como en el artículo 21, acerca de los juzgadores,
ministerio público y policía judicial. En la parte orgánica se resuelve la estructura del Poder
105
Ibídem. p. 36-37.
Luis Villoro, conferencia: La idea de justicia, impartida en la Facultad de filosofía y letras, UNAM, el 5 de
mayo de 2006, México. Villoro diferencia el modelo ontológico de justicia como el modelo occidental por
excelencia como la búsqueda de orden e igualdad social, conforme al deber general, en base a las normas y
leyes, universal e imparcial, buscando también lo “bueno” y lo “correcto” para lo colectivo, del modelo
teleológico como la búsqueda individual de justicia personal buscando el bien común buscando la vida buena,
se juzga el fin de la regla que debe permitir un bien social. A partir del comportamiento correcto se juzga la
regla, la norma y no la norma al comportamiento como en el primer modelo. Sin embargo, para Villoro los dos
modelos deben ser complementarios para el concepto de justicia que retoma el Estado mexicano moderno.
107
También fueron parte de un orden legal, como en este caso en particular de la ley del Talión, pero no una
legalidad desarrollada como actualmente la conocemos y pertenecientes a otros contextos históricos y
socioculturales diferentes.
106
61
Judicial Federal (artículos 94 y ss.), de los poderes judiciales del Distrito Federal (artículos 73,
fracción VI, base 5ª.) y de los estados de la unión (artículo 116, fracción III), y del Ministerio
Público Federal (artículo 102).
El sistema penal constitucional recoge los postulados del individualismo jurídico: la persona
física como centro y razón del orden normativo y del Estado. De esta manera la constitución
protege el ejercicio de los derechos que debe tener todo mexicano en todo el territorio nacional,
pero a la vez es condicionante del llamado monopolio de la violencia, término utilizado por Max
Weber108 y Norbert Elias109. El primer punto está sustentado en el artículo 1º. “En los Estados
Unidos Mexicanos todo individuo gozara de las garantías que otorga esta Constitución, las
cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en casos y con las condiciones que ella misma
establece”.
110
Así también, garantiza el acceso a la administración de justicia por medio de los
artículos, 13, 14 y 17.111 Es a su vez, la formalización del control social a través del marco legal
108
Fragmento de la idea de Max Weber sobre el monopolio de la violencia en Economía y Sociedad,
FCE, México, 1985. p. 1056. “sociológicamente el Estado moderno sólo puede definirse en última instancia a
partir de una medio especifico que, lo mismo que a toda asociación política, le es propio a saber: el de la
coacción física… Y esto es efectivamente así. Si solo subsistieran construcciones sociales que ignoraran la
coacción como medio, el concepto de Estado hubiera desaparecido; entonces se hubiera producido lo que se
designaría, con este sentido particular del vocablo, como “anarquía”. Por supuesto, la coacción no es en modo
alguno el medio normal o único del Estado –nada de esto- pero si su medio especifico. En el pasado, las
asociaciones más diversas –empezando por la familia- emplearon la coacción física como medio
perfectamente normal. Hoy en cambio, habremos de decir: el Estado es aquella comunidad humana que en el
interior de un determinado territorio –el concepto de “territorio” es esencial a la definición- reclama para sí
(con éxito) el monopolio de la coacción física legitima.”
109
Para Norbert Elias existen cambios psicosociales en la sociedad alemana durante más de un siglo debido
al control de las conductas de los individuos de esta sociedad mediante el monopolio de la violencia. Revisar
de Norbert Elias, El Proceso de la Civilización, FCE, México, 1987. P. 453-454, “La estabilidad… de auto
coacción psíquica,… rasgo decisivo en el hábito de todo individuo “civilizado”, se encuentra en intima
relación con la constitución de institutos de monopolio de la violencia física y con la estabilidad creciente de
los órganos sociales centrales. Solamente con la constitución de tales instintos monopólicos estables se crea
este aparato formativo que sirve para inculcar al individuo, desde pequeño, la costumbre permanente de
dominarse; sólo gracias a dicho instituto se constituye en el individuo un aparato de autocontrol más estable
que, en gran medida, funciona de modo automático”.
110
Articulo 1º. De la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.
111
Art. 13.- Nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales especiales. Ninguna persona o
corporación puede tener fuero, ni gozar más emolumentos que los que sean compensación de servicios
públicos y estén fijados por la ley. Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina
militar; pero los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo podrán extender su jurisdicción
sobre personas que no pertenezcan al Ejército. Cuando en un delito o falta del orden militar estuviese
complicado un paisano, conocerá del caso la autoridad civil que corresponda. Art. 14.- A ninguna ley se dará
efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna. Nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus
propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente
establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes
expedidas con anterioridad al hecho. En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por simple
62
que daba pauta a un disciplinamiento social, ante las reglas sociales, ahora las cartas estaban
sobre la mesa, la autoridad estatal, estaba estableciendo el llamado estado de derecho, sobre
todo en el punto del reconocimiento de los derechos individuales (el monopolio de la violencia o
el también llamado imperio de la ley).
Esto se ve reflejado en la constitución, asentado en su artículo 21.-, “La imposición de las
penas es propia y exclusiva de la autoridad judicial. La persecución de los delitos incumbe al
Ministerio Público y a la policía judicial, la cual estará bajo la autoridad y mando inmediato de
aquél. Compete a la autoridad administrativa el castigo de las infracciones de los reglamentos
gubernativos y de policía”.112 Legal, judicial y doctrinalmente, la interpretación de tal articulo es
dominante. De aquí se desprende el control social formal, por parte del Estado Mexicano, o brazo
ejecutor del disciplinamiento social para restablecimiento y mantenimiento del orden social.
De esta manera el nuevo Estado Mexicano, en el siglo XX, es el que se reestructura a partir de
la constitución de 1917, elaborada en buena medida por contribución de Venustiano Carranza.113
La reestructuración o fortalecimiento del Estado es la consagración de muchos de los postulados
sociales de la Revolución Mexicana, pero también en el ámbito legal, trayendo consigo
idealismos, derechos y valores que la postura del liberalismo social del siglo XIX asumía como
propios, después de la influencia del liberalismo europeo y estadounidense durante este siglo
XIX, y que ahora serian parte del nuevo constitucionalismo y del nuevo Estado: la igualdad y la
justicia.
Con la caída de Díaz, terminan sus prácticas despóticas y el manejo del poder político en un
solo hombre, y es con el inicio de la revolución, al cierto grado de estabilidad que el país
analogía, y aún por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada por una ley exactamente aplicable al
delito de que se trata. En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la letra o a la
interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los principios generales del derecho. Art. 17.Nadie puede ser aprisionado por deudas de carácter puramente civil. Ninguna persona podrá hacerse justicia
por sí misma ni ejercer violencia para reclamar su derecho. Los tribunales estarán expeditos para administrar
justicia en los plazos y términos que fije la ley; su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia,
prohibidas las costas judiciales. Artículos 13, 14 y 17 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de
1917.
112
Ibídem. Art. 21.
113
González, Casanova, Miguel y Barbachano, Miguel, La vida en México en el siglo XX, Video-documental,
UNAM/Filmoteca de la UNAM, México, 2006.
63
obtiene después de la ocupación de Obregón en los años veinte, que se empieza a reconfigurar,
por lo menos en cuanto la toma de los puestos del poder en la nueva y cada vez mayor parte
burocrática por la cual se establece una estructura racional-legal de la autoridad.114 La soberanía
recaía en el Estado, que a su vez estaba representado por la entidad federativa del Estado de
Sinaloa y a su vez por los municipios como Culiacán que como tal115, pudo reafirmarse,
mediante el artículo 115116 de la Constitución de 1917, por el cual Venustiano Carranza
establece en base de la división territorial y de la organización política administrativa de los
Estados de la federación como municipios libres a este.
De esta manera, además de tratar de establecer un orden social, el nuevo Estado, imponía un
control social, organizando racionalmente al psiquismo de los sujetos. Qué mejor manera de
hacerlo que por medio de los núcleos sociales de país: las ciudades.
2.2 Lo político de la criminalidad en Sinaloa y Culiacán
El Estado mexicano en el siglo XX seguía su institucionalización y en ello su modernización,
proceso que tomará más fuerza con la administración de Lázaro Cárdenas, a mediados y finales
de los años treinta, de esta manera este Estado multifacético, tendría su lado institucional, su
lado como Estado modernizador, (y en ello su auspicio al capitalismo extranjero), su lado como
114
Revisar, Munné, Guillermo, Racionalidades del derecho según Max Weber y el problema del formalismo
Jurídico, Edición digital a partir de Isonomía: Revista de Teoría y Filosofía del Derecho, Departamento de
Derecho Académico del ITAM, núm. 25 (octubre 2006), pp. 69-100. Weber considera la palabra
“racionalismo”, como un término polisémico, que puede significar varias cosas, que es considerado histórico
y que lo plantea en dos sentidos, primero en relación de una racionalidad de una acción social y un orden
social, y segundo, la variación de la racionalidad dentro y a través de las distintas culturas. Para Weber, este
concepto considerado histórico, se aplica a la organización de los ámbitos, económico, (pero sobre todo),
político y social, ya que el Estado quien tiene el monopolio de la violencia, establece una estructura racionallegal de la autoridad, utilizando una estructura burocrática a fin de ganar aceptabilidad. Aunque la política se
deriva del poder, entendiendo por esto la capacidad de tomar decisiones e imponerlas a otros. Política se
entiende como cualquier actividad a la que puede dedicarse el Estado para influir sobre la distribución relativa
de la fuerza. La cuestión central es la transformación de esa fuerza de violencia bruta en fuerza legítima, lo
que se logra, como se ha dicho, a través de estructuras burocráticas, es decir, reguladas.
115
Recordando que es una de las dos formas de división territorial de segundo nivel, siendo las delegaciones
la otra, como en el caso exclusivo del D.F.
116
Revisar el Art. 115, con sus tres apartados, para observar la organización política y administrativa de los
municipios al mando del Estado de Sinaloa en este caso.
64
Estado del bienestar social e inclusive tendría su faceta de Estado policía o de un Estado cada
vez más disciplinario, (parte de la “modernización” del país fue la estructuración o reestructuración del poder judicial de la federación y de los Estados y territorios federales), para
esta última fase, como para las otras tendría que remitirse a una racionalidad instrumental, la
cual maneja Adorno así, como otros integrantes de la escuela Critica, y que proviene de Max
Weber. Sería el Estado de derecho nacional, en opinión de Alain Touraine, lo que permite que
la nación obtenga fuerza y por ende su orden político para imponerse al conjunto de la sociedad
en “contra” de los intereses particulares, en el proceso de modernización del país, ya que la
modernidad se apoyará en dos pilares, la racionalización y el individualismo moral.117
Justicia, orden social, igualdad y otros idealismos serian parte del discurso del Estado
mexicano “moderno”, que como afirma Hannah Arendt, quedan como una promesa de la
política, ya que esta “no posee un “fin”, en su lugar, ha sido el empeño nunca acabado por parte
de la gran pluralidad de seres humanos por vivir juntos y compartir la tierra bajo la libertad
mutuamente garantizada”. ¿Serian los idealismos políticos del Estado mexicano de mediados de
siglo XX una agenda sin fin? ¿Una promesa parte de un proceso continuo y sin fin? O era acaso
que la nueva política criminal sería tan continua e interminable como la criminalidad y la
violencia en el continuo desarrollo de toda sociedad. Aunque estos idealismos manejados por el
quehacer político y su discurso, son retomados del liberalismo mexicano del siglo XIX, ahora
servirían para el discurso y racionalidad instrumental hacia el orden social y disciplinamiento
del pretendido ciudadano renovado del siglo XX, considerando que este inicio de consolidación
del Estado moderno se da con la promulgación de la constitución de 1917, y retoma impulso en
la administración de Lázaro Cárdenas, sin embargo, quedaba en la agenda nacional y por ello
tanto empeño en ello, la tarea de controlar socialmente y buscar el orden social a nivel nacional
y regional desde la revolución nacional hasta otros conflictos armados o movimientos sociales a
nivel regional en el país, justicia, orden social, civilidad, leyes y seguridad publica serian parte
de esa agenda y del discurso político.
Así por ejemplo, por medio del discurso político, aun con referencia personal, el presidente
mismo, el Gral. Manuel Ávila Camacho se antepondría como “ejemplo” del deber ser en su
117
Alain Touraine, ¿Podremos vivir juntos?, FCE, México, 1997. p. 53.
65
reflexión después de sentirse agredido por sus adversarios políticos, en el proceso de la lucha
por la presidencia de la republica, en su primer informe de gobierno en 1941, afirmando:
“Desde el primer día de mi gobierno proclamo el sincero olvido de agravios políticos, porque
comprendo que debemos seguir normas civilizadas, que aparten la tragedia de la vida nacional,
que aumenten la educación cívica del pueblo y que hagan que México continúe siendo un país
donde toda opinión pueda ser expuesta bajo el amparo de las leyes y sin temor a
represalias…”118
Este sería un pequeño aporte por parte del presidente Gral. Manuel Ávila Camacho en torno al
discurso del orden y la civilidad en México, en un México que buscaba orden social, y progreso
por medio del discurso racionalistas, y utilitaristas durante el siglo XX, pero para este estudio
seria solo el inicio de discurso político de la normalización de la conducta por mandato pastoral
del representante del pueblo mexicano en estas dos décadas a tratar.
La soberanía nacional repercutía en mayor o menor grado en Sinaloa, sin embargo
regionalmente la cultura, la criminalidad y la violencia eran aspectos inherentes a los rasgos
conductuales, de tradición y de pobreza, así como de otros rasgos que determinaban su forma y
continuidad. Desde el centralismo y el presidencialismo dominantes se hacían esfuerzos por el
fortalecimiento de la gradual institucionalización del poder judicial de la federación, así como
de sus dependencias alternas a “provincia”, como las reformas al poder judicial que ayudaron a
crear los Tribunales colegiados de circuito en 1950.119
Estos circuitos, eran denominados así
debido a que su competencia abarcaba el ámbito territorial de un “circuito judicial”, o sea de una
parte del territorio nacional. Siendo un modelo tomado a semejanzas de los propios circuitos
establecidos en EUA, teniendo como lógica la descentralización del ejercicio del poder
judicial.120
118
Primer informe presidencial del Gral. Manuel Ávila Camacho, 1ro. De septiembre de 1941.
119
Quinto informe de gobierno del Lic. Miguel Alemán Valdez, 1ro. De septiembre de 1951.
Carbonell, Miguel, El poder judicial de los Estados Unidos Mexicanos, Ed. Nostra, México, 2005.
120
66
2.3 La justicia en Sinaloa
La opinión pública está pendiente de la acción de la justicia para
un escarmiento que clama todo el mundo, ante la podredumbre,
ante la gangrena que, por falta de energía de la ley y de
121
los funcionarios va haciendo más y más estrago.
Gustavo D. Cañedo
Director de La Voz de Sinaloa
El Estado mexicano estaba constituido por sus tres poderes, como lo eran el Ejecutivo, el
Legislativo y el Judicial, siendo este último el que se encargaba de la administración justicia en
el país, a nivel regional y de una forma más indirecta, a nivel local. El poder judicial en 1940
estaba representado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los tribunales de distrito, los
de circuito, los jueces de paz, etc. En la región se encontraba el Supremo Tribunal de Justicia del
Estado de Sinaloa.
La estructura legislativa del Estado de Sinaloa basaba su trabajo en las modificaciones y
cambios que pudieran hacer a los códigos y leyes en materia penal, dadas las nuevas políticas
criminales que el ejecutivo del estado de Sinaloa dictara dadas esas necesidades sociales o
problemas (patologías) sociales, (llámese, criminalidad, pistolersimo y violencia) todo esto
enmarcado en la ya centenaria Constitución sinaloense. La constitución estatal de Sinaloa era en
gran medida una adaptación de lo establecido en la Constitución general de la República para la
estructuración organizacional de los órganos de gobierno locales, además de la repetición de los
derechos subjetivos públicos o garantías individuales. De esta constitución se desprenden el
código civil y el penal para el Estado de Sinaloa.
El Código Penal de Sinaloa empezó a regir el 1o. de enero de 1875; el Código de
Procedimientos Penales empezó a regir el 1o. de julio de 1895; el Código Civil comenzó a regir
el 27 de septiembre de 1904, y el mismo año, el de Procedimientos Civiles.
121
La Voz de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, 20 de mayo de 1947.
67
El código penal a considerar para este estudio se sitúa por su publicación en el Periódico
Oficial del Estado de Sinaloa en enero de 1940, a inicios de la década y era parte de la
modernización institucional, legislativa, técnica y normativa para el Estado de Sinaloa, y que
fuese impulsada por el Coronel Alfredo Delgado, afirmando se había “empeñado en que
modificara la legislación… ya que los códigos anteriores estaban basados en el espíritu jurídico
del siglo pasado. Los Códigos Penales, además de numerosos defectos técnicos, se
caracterizaban porque habían sido expedidos para beneficio de castas privilegiadas, de la sangre,
del dinero y del poder, sin tener en cuenta las condiciones económicas y culturales de la gran
masa desheredada.”122
De esta manera, el Estado sinaloense en representación regional de la soberanía
nacional, retomaba fuerza en la dialéctica en el proceso político-legal en la “procuración de
justicia” desde mediados de la década de los años treinta hasta inicios de los cuarenta con la
reforma del código penal y el código civil, y subsecuentes códigos de procedimientos para
ambos códigos a inicios de la misma década. El Estado sinaloense estaba para hacer justicia,
esto era atacar la injusticia, la cual era el principal reclamo de la población espectadora de la
violencia al interior de la misma sociedad, era esta justicia la que actuaría en oposición a la
violencia social y en contra de la justicia hecha por propia mano de los individuos. La justicia
ejercida en Sinaloa, dependió del particular tipo de Ley adecuada al particular tipo de delito de
homicidio, los problemas de violencia y las exigencias y reclamos de una sociedad que pedía
justicia y seguridad, haría plantear y replantear al poder judicial y al Estado mismo a través de
Culiacán (como ciudad capital se pensaba en función de la soberanía que se ejercía en el
territorio sinaloense), sobre las mejores mecanismos disciplinarios, dispositivos de seguridad, y
sobre todo un sistema de código penal con partición binaria entre lo permitido y lo vedado
legalmente. La política sinaloense entonces retomaría por medio de la Ley y su continua
reforma, el hacer justicia, pero, ¿Cómo impartía justicia el Estado sinaloense en materia de
delitos violentos? Particularmente en materia de homicidio. La respuesta seria retomar el
derecho sobre el castigo necesario, el castigo justo, apegado a la Ley, y sobre todo, de ser
necesario retomar el derecho la vida y la muerte de los sentenciados.
122
Informe de gobierno de Alfredo Delgado, 1940.
68
2.3.1 El bio poder sinaloense: la facultad de otorgar perdón o la muerte
La política en Sinaloa en materia de criminalidad vacilaba en su desarrollo y
restructuración legal, dadas las circunstancias “criminológicas” y de la representación
social de la misma criminalidad partiendo de los homicidios, como principal amenaza a la
sociedad civil. Las disposiciones de los hombres de esencia militar que dirigieron el Estado
de Sinaloa, en buena parte obedecían a una época de plena fuerza por parte del ejecutivo
del Estado, mediadas en buena medida por la “voluntad del pueblo” y en gran parte por
intereses propios. Sin embargo, la fuerza del ejecutivo, por medio de su representante fue
menguando durante estos veinte años, e inclusive desde principios del siglo hasta los años
cincuenta y sesenta, en materia de política hacia la criminalidad ó política criminal.123
En sus planteamientos, Michel Foucault, maneja la idea de biopoder como el
surgimiento del mismo en el seno del Estado sinaloense, la idea básica propuesta por
Foucault es “el conjunto de mecanismos por medio de los cuales, aquello que, en la especie
humana, constituye sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política,
una estrategia política, una estrategia general de poder”.124 De esta manera, el poder
político retoma el derecho de la vida y la muerte, pretendiendo convertir la vida en objeto
administrable por parte de este poder, esto debido en buena medida a regular la vida del
colectivo general al interior de una sociedad, de protegerla y expandirla, el elemento
dañino, el enemigo en común, el homo criminalis,
la amenaza social debía ser
“desechada”.
La pena de muerte en Sinaloa era un hecho, aunque no se tenía una real aplicación
desde inicios de siglo en Sinaloa, si tenía la facultad legal y su presencia simbólica. Por otro
lado, era el mismo gobernador quien ejercía los indultos en el Estado, la mayoría de ellos
sobre presos sentenciados por homicidio, pero, ¿No era esto contradictorio?, las políticas
123
Todavía no podría considerarse como política criminal a la aplicada en este periodo, tal como se considera
en la actualidad.
124
Michel Foucault, Seguridad, Territorio, Población, FCE, México, 2006. p. 15.
69
sobre las penas por homicidio, pero, más aun las disposiciones extra oficiales relevantes
hacia algunos casos de sentencia por homicidio en el Estado, hacia su sentencia o indulto,
marcaron una época de un particular tipo de política en el Estado, la bio política sinaloense.
Esta emanada del biopoder, vendría a consistir en un segundo grupo de técnicas tendientes
al manejo de la materia prima que es el hombre, las poblaciones, como grupos de seres
vivos regidos por procesos y leyes biológicas, la administración del ser humano sobre su
natalidad, morbilidad, mortalidad, movilidad de individuos en o a través de la región y
otros. Dada la transformación de Culiacán y de su sociedad, y uno de los aspectos que más
repercutían en esto mismo, su más reciente y continua masificación por parte -en su
mayoría- de población rural en busca de nuevas oportunidades. Desde la perspectiva de
Foucault, el poder se torna materialista y menos jurídico, esto es con técnicas propias del
manejo del cuerpo, la vida, el individuo y la especie. El utilitarismo y nacionalismo se
hacían presentes en la bio política ya que la búsqueda del progreso era tarea general de los
mexicanos, más allá del orden social buscado y pretendido por la “mayoría”.
2.2.3 La pena de muerte en Sinaloa
La historia de la pena capital es la de su abolición continua.
Donadieu de Vabres
Si bien, José Antonio García Becerra125 lo refirió, en Sinaloa desde antes y durante
el inicio del siglo XX, ha existido una tendencia abolicionista en torno a la pena de muerte,
sin embargo en momentos como en la coyuntura que existió a mediados del siglo, o en
palabras del autor, “en ciertos momentos álgidos de la vida sinaloense”, la legislación ha
cambiado el criterio a favor del establecimiento de la pena de muerte, desde lo
constitucional hasta lo penal.
125
José Antonio García Becerra, La Pena de Muerte en la Legislación del Estado de Sinaloa, Revista Clío,
Escuela de Historia/UAS, No. 10, Nov. 1993 a Feb. 1994.
70
La etapa abolicionista termina, cuando empieza en 1928, la tendencia a favor de la
pena cuando por decreto No. 8 el 29 de septiembre del mismo año, y ante la reforma al
artículo No. 157 de la constitución sinaloense, se implanto por primera vez la pena para los
delitos de “parricidio, homicidio con premeditación, alevosía y ventaja, incendiario,
plagiario y el salteador de caminos.” Sin embargo, dicho cambio a la constitución local, no
sería complementada con su modificación al código penal hasta 1946, y una vez
actualizado el código penal en 1940, se modificó el 15 de mayo de 1946, el artículo 285, 126
a través del decreto No. 166 del código penal sinaloense, quedando de la siguiente manera:
“Se aplicarán de trece a veinte años de prisión al autor de un homicidio calificado,
que en su ejecución demuestre notoria peligrosidad, ya sea por la forma en que lo realice,
por las huellas exteriores del arma como especie empleada, etc. ó por no mediar causa o
motivo fundados para su perpetración; ó que sus antecedentes de reincidencia en el delito
revelen su morbosidad y delaten en conciencia del juzgador que dicho sujeto es un criminal
incorregible, se le aplicara la pena de muerte; pero si fuese mujer o persona de sesenta años
de edad, o más, la pena capital será sustituida por la de treinta años de prisión”127
Por su parte, la modificación del artículo No. 500, del código de procedimientos
penales establecía todo un ritual ejecutorio de la aplicación de la pena de muerte,
determinando puntos como la no ejecución en lugares públicos, sino en un lugar cerrado
designado por el juez, en presencia solo de los funcionarios que debían intervenir en la
ejecución. El preso debía de estar acompañado por un padre o ministro perteneciente a su
culto religioso. La ejecución no debía realizarse en domingo o días festivos y se le
participaría al publico de esta, por medio de carteles pegados en ciertos puntos cercanos al
lugar de la ejecución, expresando el nombre del penado y su delito,
128
esto entre otros
puntos.
126
Decreto No. 32 de la XXXIX Legislatura del Estado de Sinaloa. A los 10 de noviembre de 1947. Archivo
del Congreso del Estado, y P.O. No. 136, martes 18 de noviembre de 1947.
127
Artículo No. 285 del código penal de 1940. Decreto No. 166, mayo 15 de 1946, XXXVIII Legislatura del
Congreso local, Archivo del Congreso Legislativo del estado de Sinaloa.
128
Artículo No. 500 del código de procedimientos penales de 1940. Decreto No. 166, mayo 15 de 1946,
XXXVIII Legislatura del Congreso local, Archivo del Congreso Legislativo del estado de Sinaloa.
71
De esta manera la disposición más detallada en el artículo penal, ponía de nuevo la
peligrosidad y la reincidencia como los factores principales para el justificante de la
sentencia de la pena, aunque la tendencia abolicionista circundaba aun los círculos
políticos, serian esos momentos álgidos en la vida y lo cotidiano de la criminalidad en
Sinaloa y particularmente en Culiacán lo que replantearían continuamente la aprobación o
desaprobación de esta pena.
La prensa por su parte y por otro lado algunos intelectuales de la sociedad
buscaban sentenciar o aprobar la pena según la tendencia delictiva, aunque frecuentemente
era aprobada y hasta exigida por algunos periodistas y periódicos locales. Enrique Félix
Castro “El Guacho”, por su parte, opinaba en unos de sus escritos llamado La pena de
muerte en Sinaloa,129 y que dirigió al gobernador del Estado General Pablo E. Macías
Valenzuela en 1949, su total posición abolicionista, afirmando que la pena no era la
solución a la criminalidad en la región, desacreditando la pena como tal, definiéndola como
“una ocurrencia típicamente infantil disfrazada de técnica legal… con el mismo criterio de
proteger el “orden social” y otras puntadas por el estilo..”.130 Además, afirmaba que existía
“el juego social contradictorio que encierra la pena capital porque divisa, en las sombras
alejadas que nutren la jurisprudencia represiva: que son los pobres, los humildes, los
analfabetas, los que inevitablemente llegan al cadalso final. En cambio, la clase adinerada,
la que tiene todos los medios para educarse y los recursos para defenderse, puede darse el
lujo de voltear la pena capital hasta contra altos funcionarios del Estado”.131
Sostenía que el proceso de la pena capital era la catarsis social por medio de un rito
esencialmente de abandono noxal, la simple entrega del culpable –asesino- por parte de
familiares o autoridades correspondientes con el fin de evitarse las consecuencias del delito
a las que estaban sujetas, aunque para él, esto era un simple ojo por ojo diente por diente. Y
termina afirmando que “la pena de muerte debe ser combatida inexorablemente como la
lepra, como el analfabetismo, como la mosca prieta, siquiera para que no se crea que nos
129
Fondo Carlos Manuel Aguirre del Archivo Histórico del Estado de Sinaloa.
Ídem.
131
Ídem.
130
72
preocupamos más por la vida de las plantas y de las vacas, en el caso de la aftosa, que por
la vida del hombre.” 132
Uno de los casos de homicidio sentenciado a pena de muerte, y que posteriormente
la sentencia seria conmutada a una extraordinaria de veinte años, es a la cual me referiré, y
que es de las pocas tentativas a la aplicación de la pena en Sinaloa y en Culiacán en la
década de los cuarenta. El caso relacionado a Maximiliano Félix Mojardín,133 soltero, de
veinticuatro años de edad, jornalero, originario de Navolato y vecino de San Pedro, y quien
fuera sentenciado por el delito de homicidio calificado perpetrado en la persona de María
Luisa Esquerra en junio de 1939, y que pondría en entredicho la postura penal del artículo
285 del código penal, conmutando la pena capital a veinte años de prisión, de fondo la
tendencia abolicionista hacia su aparición, así como también la presión de la prensa escrita
local. La decisión de indulto fue unánime aunque contradictoria a la sentencia por el castigo
capital. Mientras en la sentencia a la pena máxima por homicidio, por el juez de primera
instancia del ramo penal, el 29 de marzo de 1939.
Aprobándose por unanimidad en el acuerdo de existencia de la calificativa de
ventaja del reo, y aprobado por mayoría en cuanto a la existencia de calificativa de
premeditación, todo esto siendo certificado por el secretario del Supremo Tribunal de
Justicia del Estado de Sinaloa, Manuel Campos Cuevas, el 8 de abril de 1940. En cambio,
en la aprobación del indulto por la cámara del congreso del Estado, el 13de abril de 1940, la
segunda comisión de justicia representada por el diputado Francisco Ramos Esquer,
afirmaba en el dictamen de indulto: “nos destacamos como abolicionistas de la pena
capital, teniendo como base las opiniones del Ejecutivo federal y la tesis sustentada por los
penalistas contemporáneos, quienes en su generalidad aceptan que “toda lucha contra la
delincuencia fracasa cuando el éxito pretende obtenerse en la dureza de las penas”, así
como que la pena capital no se justifica como pena ejemplar porque el criminal nato es
imprevisor por naturaleza; que el delincuente pasional obra por una fuerza
incontenible…”134 esto es, de ventaja y premeditación a “el delincuente pasional obra por
una fuerza …” mientras tanto, el mismo acusado apelaba al humanismo de los congresistas
132
Ídem.
Archivo del Congreso Legislativo del Estado de Sinaloa.
134
Ídem.
133
73
al pedirles en su correspondiente carta al congreso del Estado para que le otorgasen el
indulto: “ni siquiera reflexioné en el delito que iba a cometer, ya que al delinquir obré en un
momento de arrebato pasional, motivado por una parte por los celos y por la otra, por que
contra mi costumbre, ingerí una fuerte dosis de alcohol, que me puso en un estado de
ebriedad, que opacó mis facultades, y destruyó mi voluntad al grado, de que no fui dueño
de mis actos, cuya gravedad no llegué a comprender hasta después de ejecutado acto, y
cuando todo era irreparable.” 135 Posteriormente afirmó… “debo agregar, que durante toda
mi vida he observado una conducta intachable, dedicándome a mi trabajo para sostener a
mi anciana madre, que no tiene en el mundo más apoyo que yo…” 136 ¿Contradicción entre
el dictamen de sentencia y el indulto? O simplemente se retomo el argumento del reo para
dictar el indulto por parte de los diputados. Mientras el reo utiliza el alcohol como un
medio, como “el detonante”, con la culpabilidad de la cual a él le eximia, argumentando la
parición de otro yo que lo dominó “y opacó sus facultades y destruyó su voluntad al grado,
de no ser dueño de sus actos,”
137
los congresistas simplemente abogan por el debate en
boga momentánea en el centro del país, “teniendo como base las opiniones del Ejecutivo
federal y la tesis sustentada por los penalistas contemporáneos.” 138
2.3.3 El indulto por la mano de…
El indulto en Sinaloa era una realidad desde inicios del siglo, y se encontraba en
pleno auge en los años cuarenta llegando a ser una nueva cultura política del perdón por
parte de la dinámica política de las tres fuerzas del Estado de Sinaloa, sobre todo el
Legislativo y el Ejecutivo, solo, y solo para unos cuantos agraciados que podían ser
aceptados para este fin. ¿Quiénes eran esos agraciados? ¿Por qué existía una crítica directa
por parte de la prensa hacia este poder y labor política del Estado sinaloense? ¿Por qué se
crearon, modificaron, o reformaron la ley o leyes de indulto en el Estado a mediados de los
años cincuenta? Aun, con estas interrogantes, el indulto era, sin duda alguna el
complemento del sistema disciplinario en Sinaloa, era parte del bio poder y de la bio
135
Ídem.
Ídem.
137
Ídem.
138
Ídem.
136
74
política de Estado que contribuía el ser y hacer “justicia” en la región. La contraparte de la
visión dualista del castigo de muerte, era la de poder otorgar perdón al homicida.
Es a partir del artículo 43, en su fracción XXIX, de la Constitución Política del
Estado de Sinaloa139 de 1922, que permitía al Estado dar amnistía, indulto o conmutación
de penas dentro del orden común. En cuanto al código penal, su artículo 88 reformado en
1939 y publicado en enero de 1940, establecía que podría conceder el indulto, -cualquiera
que fuera la sanción impuesta-, cuando aparezca que el acusado es inocente, mientras que el
artículo 89 del mismo código establecía que podría otorgarse el mismo indulto, cuando el
reo haya prestado importantes servicios a la nación o al Estado, tratándose de delito del
orden común. El código penal anterior a la reforma de este código en 1939, refería que
podía concederse el indulto cuando el reo hubiese purgado las tres quintas partes de su pena
con buenos comportamientos dentro de prisión, habiendo adquirido hábitos de enmienda
debidamente comprobados, sin embargo, en nuevo código penal de 1939, las expresadas
tres quintas partes se requieren solamente para que se pueda disfrutar de la libertad
preparatoria, esto expresado por el artículo 76 del actual código. Los cambios, artículos y
otras disposiciones variaban de tal modo que los congresistas podían modificar
flexiblemente las disposiciones de acuerdo al decreto de indulto al cual se les pidiera o se
les presionara para sacar con más rapidez o eficiencia, esto como en el caso que veremos
más adelante concerniente a un proceso de indulto por parte del legislativo del Estado.
De los 98 indultos celebrados en este periodo en Sinaloa, 53 pertenecen a casos de
presos internados en los años cuarenta y cincuenta en la penitenciaría estatal de Sinaloa, en
la ciudad de Culiacán, de los cuales no todos estos presos pertenecían a esta ciudad, o así
sus delitos o casos penales a esta jurisdicción o instancia del ministerio publico. De los 55
casos, se consideran solo 47 casos para Culiacán debido a la falta de información de
algunos de ellos, 6 particularmente que no ofrecen suficiente información para poderlos
tomarlos en cuenta. De estos 47 casos, 31 son casos de indultos de presos por el delito de
homicidio, lo cual significa una predominancia de indultos en presos por delito de
139
Constitución Política del Estado de Sinaloa de 1922, art. 43 fracción XXIX.
75
homicidio de más del 50 %, por sobre de los presos indultados por otros delitos, como robo,
rapto o lesiones entre otros. Ver el siguiente cuadro:
Indultos realizados por parte del Estado de Sinaloa de 1940 a 1960
Penitenciaria
Decreto
#
Fecha
Preso
Delito
P.O.
Cúm. de
Indultos
por año
1940
Cósala
698
13ene1940
Cayetano Corrales
Homicidio
No.16
6 feb. 1940
Culiacán
739
16mar1940
José Gpe. Gutiérrez
Pérez
Robo
No. 36
23 marzo
1940
Mazatlán
749
9abril1940
Cleofás Glez
Hernández
Falsificación de
documentos
No.49
23 abril 1940
Guasave
750
9abril1940
Jesús Hernández
Homicidio
No.50
25 abril 1940
Culiacán
755
13abril1940
Maximiliano Félix
Mojardín
No. 52
30 abril 1940
Culiacán
774
14mayo1940
Alfonso Leyzaola
Se conmuta pena
de muerte por la
extraordinaria de
20 años de
prisión
Homicidio
Mazatlán
780
15mayo1940
Fernando J. Carrillo
Abuso de
confianza
No. 62
23 mayo 1940
Culiacán
781
15mayo1940
Francisco Hernández
Cabrera
Homicidio
No. 71
13 junio 1940
Mazatlán
782
15mayo1940
Roberto Sainz Uriarte
“el jicote”
Homicidio
No. 62
23 mayo 1940
Culiacán
783
15mayo1940
Alberto Tavizón Félix
“el cobeco”
Rapto
No. 71
13 junio 1940
Culiacán
784
15mayo1940
Jesús Quevedo García
Homicidio
No. 71
13 junio 1940
Culiacán
786
15mayo1940
Antonio Niebla
Medina
Lesiones
No.63
25 mayo 1940
Mazatlán
803
11junio1940
Vicente Villalpando
Destrucción en
No.77
No. 60
18mayo 1940
22indultos
76
propiedad ajena y
homicidio
frustrado
27 junio 1940
Mazatlán
804
11junio1940
Valerio Peña Yáñez
Homicidio
No.77
27 junio 1940
Cósala
807
12junio1940
Faustino Campaña
Homicidio
No.77
27 junio 1940
Mazatlán
809
18junio1940
Pedro Quiñonez
Rodelo
Homicidio
No. 78
29 junio 1940
La Cruz
824
2agosto1940
Calixto Zamora
Homicidio
No. 96
10 agosto
1940
Culiacán
827
6agosto1940
Antonio Quevedo
Salazar
Rapto
No. 98
15 agosto
1940
El Rosario
863
13sepde1940
Eugenio Chiquete
Hernández
Homicidio
No. 118
1ro oct. 1940
Culiacán
864
13sepde1940
Transito Pineda
Homicidio
No. 117
28 sep. 1940
Culiacán
865
13sepde1940
Alberto Medina B.
Homicidio
No. 118
1ro oct. 1940
Culiacán
21
30oct40
Ramón Pardo
Abuso de
confianza
No. 133
7 nov. 1940
1941
Mazatlán
99
21mar41
Arnulfo Herrera
Lomelí
Robo
No. 38
29 de marzo
de 1941
Mocorito
131
23abr41
Jesús Ramón López
Homicidio
No. 51
29 abril 1941
Mazatlán
135
29abr41
Fco. Tostado Guzmán
Homicidio
No. 53
6 mayo 1941
Culiacán
142
7may41
Severiano Urias
Higuera
Rapto
No. 58
17 mayo 1941
Mazatlán
144
9may41
Emma Partida
Robo
No. 57
15 de mayo de
1941
Mazatlán
151
14may41
Gpe. Ibarra Verdín
Lesiones
No. 60
27 mayo 1941
Mazatlán
155
15may41
Pedro Millán Osuna
Lesiones
No. 62
27 mayo 1941
Culiacán
156
15may41
Anastacio Padilla
Avendaño
Robo
No. 62
27 mayo 1941
Mazatlán
157
15may41
José Ramírez
González
Robo
No.63
29 mayo 1941
Culiacán
204
6nov41
-Manuel L. Quintero
-J. Jesús Moreno
-Ramón Martínez
-Homicidio
No. 136
18 noviembre
1941
-Homicidio
12indultos
77
-Homicidio
Mazatlán
220
3dic41
Ursulo González
“El Toto”
Homicidio
No. 149
20 diciembre
1941
1942
Mazatlán
230
6ene42
Daniel Bastidas
Damas
Robo
No. 7
17 enero 1942
Mazatlán
231
6ene42
Julián Ramírez
Homicidio
No. 7
17 enero 1942
Culiacán
316
14oct42
Roberto Lamarque
Ibarra
Homicidio
No. 121
20 octubre
1942
Culiacán
324
10nov42
José Piña Gutiérrez
Homicidio
No.133
17 noviembre
1942
Culiacán
340
16dic42
Lucio Rodríguez
Varela
Homicidio
No. 150
29 diciembre
1942
5-indultos
1943
Mazatlán
353
15ene43
Manuel Enrique
Partida
Robo
No. 12
28 enero 1943
Cósala
354
15ene43
Leonardo Meza
Robo
No. 14
2 febrero 1943
2-indultos
1944
Culiacán
453
14ene44
Fernando Hernández
del Campo
Fraude
No. 9
20 enero 1944
Culiacán
454
15ene44
Pedro Soto Obeso
Homicidio
No. 9
20 enero 1944
Los Mochis
467
23mar44
J. Raúl García
Homicidio
No. 37
30 enero 1944
Islas Marías
470
12abr44
Ramón Agramón
Homicidio
No. 45
18 abril 1944
Culiacán
501
19may44
Gonzalo Ponce Aoque
Homicidio
No. 63
30 mayo
1944
Los Mochis
502
19may44
Marcos Espinoza
Homicidio
No. 63
30 mayo
1944
Culiacán
503
19may44
Servando Iñiguez
Soria
Robo
No. 63
30 mayo
1944
Culiacán
512
22may44
Encarnación
Homicidio
No. 68
10indultos
78
Traslaviña Márquez
10 junio 1944
Mazatlán
525
23may44
Lino Lizárraga Ibarra
Homicidio y
lesiones
No. 71
17 junio 1944
Culiacán
543
06jul44
Raúl Amézquita
Amézquita
Homicidio
No. 86
25 julio 1944
1945
0-indultos
1946
Culiacán
181
18jul46
Miguel Pacheco
Alvarez
Robo
No. 85
20 julio 1946
Culiacán
209
04nov46
-Benito Lizárraga
Chávez
-Mariano Ochoa Lara
-Daniel Manjarrez
Bernal
-Manuel López
Chávez
-Homicidio
No. 133
-Homicidio
12
noviembre
1944
Culiacán
Culiacán
Guasave
2-indultos
-Homicidio
-Lesiones
1947
-----------
244
17ene47
----------------
------------------
-------------
Guasave
265
30abr47
Pascasio Sánchez
López
Homicidio
No. 60
22 mayo 1947
Guasave
266
30abr47
Alvaro Díaz
Norzagaray
Homicidio
No. 60
22 mayo 1947
Culiacán
267
30abr47
José Jacobo Monjaraz
Homicidio y
lesiones
-------------
Guasave
268
30abr47
Baldomero Retamoza
Rapto y estupro
No. 62
27 mayo 1947
Culiacán
275
30may47
Jesús Ramos Benítez
Homicidio
No. 86
22 julio 1947
Culiacán
276
30may47
Manuel Sandoval
González
Homicidio y
lesiones
No. 70
14 junio 1947
Culiacán
276-Bis.
30may47
-Mateo Cebreros
Siordia
-Juan Rodríguez
Gastélum
-Homicidio
-------------
-Homicidio
-------------
Cósala
53
29dic47
Transfiguración
Landeros
Lesiones
No. 2
3 enero 1948
Mazatlán
59
31dic47
Salvador Moreno
Millán
Homicidio
No. 4
8 enero 1948
10indultos
79
1948
Culiacán
83
15mar48
José Juárez Delgado
Robo
No. 35
25 marzo 1948
Culiacán
90
13abr48
Juan Rodríguez
Gastelum
Homicidio
No. 47
22 abril 1948
Culiacán
117
01jul48
Everardo Delgado
Homicidio y
lesiones
No. 80
10 julio 1948
Mocorito
122
12ago48
Alberto Garibo
Homicidio
No. 96
17 agosto
1948
Culiacán
137
14oct48
Mateo Cebreros
Siordia
Homicidio
No. 123
23 octubre
1948
El Fuerte
152
04dic48
Ramón Cortés
Lesiones
No. 146
18 diciembre
1948
Mazatlán
160
20dic48
José C. Figueroa
Homicidio
No. 150
30 diciembre
1948
El Fuerte
163
28dic48
Manuel Echave
Homicidio y
lesiones
No. 1
4 enero 1949
8-indultos
1949
Culiacán
194
29mar49
Ernesto Díaz Moreno
Homicidio
No. 39
7 abril 1949
Culiacán
195
29mar49
Juan López vega
Homicidio
No. 39
7 abril 1949
Culiacán
196
29mar49
José Cástulo
Domínguez Lascuraín
Lesiones
No. 39
7 abril 1949
Culiacán
200
20abr49
------------------
-------------------
-------------
Culiacán
202
20abr49
Jesús Barraza
Rodríguez
Homicidio
No. 49
30 abril 1949
Culiacán
244
14oct49
Porfirio Ruiz Castro
Homicidio
No. 122
22 octubre
1949
Culiacán
257
13dic49
Victoriano Valenzuela
Espero
Homicidio
-------------
7-indultos
1950
Guasave
278
12ene50
Victoriano Atondo Jr.
Homicidio
No. 13
31 enero 1950
Culiacán
279
12ene50
Florentino Moreno
García
Homicidio
No. 36
28 marzo 1950
El Fuerte
304
20Mar50
Ángel Sainz Chávez
Homicidio
No. 38
1ro abril 1950
9-indultos
80
Mazatlán
305
20mar50
Julián Noriega Pérez
Lesiones
-------------
Culiacán
322
15may50
Benito Ramos
Cárdenas
Rapto y lesiones
No. 63
30 mayo 1950
Culiacán
328
16may50
Manuel Favela Pardo
Robo casa
habitación
No. 94
10 ago 1950
Mazatlán
333
16ago50
Álvaro Alarcón
Alvarado
Homicidio
No. 99
22 ago 1950
Culiacán
56
19dic50
Juan Gómez Osuna
Robo
No. 152
28 diciembre
1950
Culiacán
71
29dic50
Luciano López
Sánchez
Homicidio
No. 1
2 enero 1951
1951
El Fuerte
83
15ene51
Eduardo Gastelum
Homicidio
-------------
6-indultos
Culiacán
86
22ene51
Fidel Rocha
Homicidio
No. 18
10 feb. 1951
Mazatlán
90
24ene51
Julio Pérez Glez.
Homicidio
No. 49
26 de abril de
1951
Culiacán
134
23may51
Miguel Chávez
Polanco
Homicidio
No. 61
29 mayo 1951
Cósala
139
29may51
Manuel Martínez
Carrillo
Homicidio
No. 65
7 junio 1951
Culiacán
174
26sep51
Raymundo Hernández
García
Robo
No. 121
18 oct. 1951
Homicidio
No. 28
6 marzo 1952
1-indulto
3-indultos
1952
Los Mochis
241
01mar52
Felipe González
Cárdenas
1953
Mazatlán
375
22abr53
Silvino Pimentel
Sánchez
-------------------
No. 50
7 mayo 1953
Culiacán
385
14may53
José Ríos Meza
-------------------
-------------
423
28jul53
-------------------
-------------
1954
0-indultos
1955
1-indulto
Culiacán
204
14mayo1955
Juan Avilés López
-------------------
-------------
81
1956
386
Ley del
indulto
5 de
septiembre de
1956
En vigor hasta 31 de
dic. de 1956
-------------------
-------------
0-indultos
140
Archivo del Congreso del Estado de Sinaloa y Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.
Cota: Algunos decretos de indulto no fueron publicados en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa.
Sería para inicios y mediados de los años cincuenta que el indulto empezó a ser
analizado, cuestionado por su función social, y reformado hasta volverlo casi nulo en el sentido
del perdón que el Estado podría proveer al presidiario. Seria para 1956, con la ley de indulto
establecida por el congreso del Estado de Sinaloa, que el panorama indulgente del Estado
cesaría considerablemente. El Diario de Culiacán, el más ferviente crítico de la función política
del Estado, expondría en agosto de 1950 un artículo en contra de los indultos en Culiacán y en
Sinaloa, por parte sobre todo del congreso local, con el nombre de Los criminales y un congreso
complaciente,141 el periódico habló de cuatro casos de indultos, injustificados, afirmando: “Los
criminales obran a su antojo con toda frescura y tranquilidad, siegan vidas, se ocultan y
reaparecen para volver a repetir hazañas… Se dictan sentencias penales para estos desalmados y
al poco tiempo de estar purgando dichas sentencias viene un decreto del Congreso del Estado y
les perdona la pena impuesta poniéndolos en absoluta libertad, dejándolos en absoluta aptitud de
que vuelvan a cometer más crímenes.”142 Reconociendo a través del mismo artículo la validez
de los indultos constitucional y penalmente, sin embargo, continuaba su argumento de la
siguiente manera: “creemos que la facultad de indultar no es ni puede ser arbitraria; esto es en
que cada caso concreto debe haber razones, plausibles, que obliguen a perdonar a un criminal la
condena de le haya sido impuesta. Esos indultos pueden ser porque notoriamente se haya
condenado a un inocente; o bien por las circunstancias especiales del propio condenado, no en
relación con el hecho delictuoso sino por meritos personales que tuviere y que obliguen al
140
Cuadro elaborado a partir del prontuario de decretos, decretos y periódico oficial del archivo del Congreso
Legislativo y Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, Oscar Leonel López Alvarez, Culiacán,
2009.
141
El Diario de Culiacán, 26 de agosto de 1950.
142
Ídem.
82
Estado a guardarse consideraciones especiales.” 143 Sin embargo, para el periódico, y en relación
a los cuatro casos de indulto, “en los cuatro casos que enunciamos anteriormente, el Congreso
hace uso de su facultad en forma arbitraria, injustificada. Pues en ninguno de ellos los reos
tienen meritos para que se les perdonara su delito. La facultad de que tanto abusan las
autoridades, como el Congreso del Estado, para perdonar la pena impuesta y poner en la calle a
un criminal, peligroso y que constituye un amago para la sociedad.” 144 Seria esta sin duda, una
de las más fuertes críticas contra el desempeño político estatal en el marco de la justicia
sinaloense, donde el indulto a los homicidas era sinónimo de injusticia y arbitrariedad por parte
de los políticos, y donde la libertad de estos homicidas significaba el regreso del peligro a las
calles de la ciudad.
A finales de agosto de 1953, en la ciudad de México el congreso de la unión, afirmaba
no promulgar más ninguna ley de indulto a partir de septiembre del mismo año, pues la
consideraban una práctica que contribuía con la reincidencia de los delitos. La comisión de
justicia del congreso, afirmaría esto tras una petición enviada por la unión de reclusos de la
penitenciaria del distrito federal solicitando indulto para aquellos reos que hubiesen mostrado
buena conducta por los últimos tres años de aislamiento, sin embargo, la respuesta fue negativa,
de hecho se expreso el criterio abolicionista de la práctica del indulto afirmando que existía
reincidencia por parte de los que disfrutaban el indulto, mostrado datos de entre un 40% y 50%
de casos de reincidencia.145
Semanas antes a la petición de los reos capitalinos, a principios de mismo mes de
agosto, ya se había emitido una petición en el mismo sentido, pero esta vez por reos
pertenecientes a la penitenciaria del Estado, situada en Culiacán; ochenta y seis presos de esta
penitenciaria se dirigían al Dr. Rigoberto Aguilar Pico Gobernador interino de Sinaloa, para que
interviniera ante el presidente de la republica el Sr. Adolfo Ruiz Cortínes para tal petición. Pero,
la confianza ilimitada que El Diario de Culiacán, expresaba tenían los presos para dicha
petición se vino abajo con el rechazo a la petición de los presos capitalinos y las declaraciones
de la comisión de justicia del congreso de la unión, para los presos lo peor estaba por venir.
143
Ídem.
Ídem.
145
El Diario de Culiacán, 28 de agosto de 1953.
144
83
Sería el 10 de septiembre del mismo año, que gobernación negó la petición, el argumento, las
solicitudes carecían de justificación, además de que “la concesión indulto general destruye la
respetabilidad de la sentencia judicial,” argumentando por ultimo que “la impunidad que
significa, contribuye con razón a la alarma de la sociedad.”146 El principio de la disminución
del perdón por parte del Estado daba inicio, y la postura del congreso capitalino tendría enorme
peso para la legislatura local, que disminuyo los indultos desde 1952 y 1953 hasta 1956 cuando
se crea la ley del indulto,147 que beneficiaría más a la no promulgación de indultos para
homicidas, por su notable filtro de requisitos que, desde ese momento tendría que disponer un
preso para poder obtener el indulto, entre algunos de estos requisitos se muestran los siguientes:
Articulo 2º.- Disfrutarán de los beneficios de esta Ley:
1. Los reos que en virtud de sentencia ejecutoriada se encuentren compurgando
una pena privativa de la libertad no mayor de dos años, siempre que se
encuentren en el caso de ser la primera vez que hubieren cometido un delito.
2. Los reos que en virtud de sentencia ejecutoriada se encuentren compurgando
una pena privativa de la libertad de dos años de prisión hasta cinco años,
siempre que se encuentren en el caso de ser la primera vez que hubieran
cometido un delito.
Articulo 4º.- Co podrán beneficiarse con el indulto:
1. Los reincidentes;
2. Los que hayan sido condenados ejecutoriamente en diversas sentencias, aun
cuando no se les haya declarado reincidentes.
3. Los calificados de toxicómanos por la autoridad judicial.
4. Los que hubieran sido condenados por los delitos de abigeato, infanticidio,
parricidio, lenocinio, asociación delictuosa, vagancia y mal vivencia,
146
El Diario de Culiacán, 11 de septiembre de 1953.
Archivo del Congreso Legislativo del Estado de Sinaloa, Ley de Indulto, decreto 386, Culiacán, 5 de
septiembre de 1956.
147
84
corrupción de menores, delitos contra la salud y delitos de responsabilidad
oficial.
Articulo 5º.- Serán requisitos indispensables para disfrutar de la gracia
de esta Ley:
1. Que el sentenciado haya mostrado buena conducta durante el tiempo de su
reclusión.
2. Que por sus antecedentes personales y peculiaridades individuales no revele un
estado de peligrosidad que lo incapacite para su reintegración a la vida social,
a juicio del Director de la prisión en la que el sentenciado se encuentre y al
profesor escolar que se designe al efecto.148
De esta manera, se cierra una parte en etapa no solo en la justicia sinaloense en el siglo
XX, muy importante con la coyuntura de finales de la década de los cuarenta y principios de
los años cincuenta, sino además por su importancia en la disminución, casi derogación, del
indulto para el delincuente, para el homicida, el más genuino portador de “peligrosidad”, de
anormalidad, ya que indultarlos era percibido como una injusticia, como corrupción y/o como
influyentismo entre la empresa oficial, a favor de unos cuantos. El avance o desarrollo en la
justicia sinaloense en cuanto a la restricción de los indultos fue significativo para la sociedad
por que simbolizaba justicia, y sobre todo seguridad, donde con anterioridad la inseguridad
estaba basada en el temor colectivo de la figura homicida.
148
Ídem.
85
2.4 La otra parte de la institucionalización judicial
Si bien el poder judicial sinaloense ideológicamente se armaba bajo el trinomio de la
administración disciplinaria, justicia, orden y castigo, sin embargo esto terminaba en la
infraestructura de la ley, policía y cárcel. Particularmente la cárcel y la policía eran consideradas
como la parte auxiliar o complementaria de la justicia sinaloense, de los jueces, ministerios
públicos, tribunales y otros representantes de la Ley. La policía y la cárcel, representaban al
orden público y al castigo legal, por medio de los dispositivos de seguridad y los mecanismos
disciplinarios. Tanto la policía, como la cárcel eran mal percibidas por la sociedad sinaloense,
siendo una carga económicas administrativas para las autoridades locales y estatales, sin
embargo, eran parte esencial de las más básicas de las garantías que debía otorgar el Estado
Mexicano: seguridad. El desarrollo, cambios y crecimientos de los cuerpos policíacos, así como
de la cárcel estatal, era sinónimo de crecimiento poblacional y crecimiento criminógenos a su
vez y sobre todo, a partir de finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, en la
coyuntura de la ciudad, la prensa criticaría a principios de los años cuarenta en la falta de
números de policías, y posteriormente a la calidad, más que a la cantidad de las mismas fuerzas
policiales y por otro lado, la cárcel estatal o cárcel local, que era sinónimo de aislamiento de los
malo, de lo anormal de la sociedad.
2.4.1 Las fuerzas policíacas
Los gobiernos pasan, las sociedades mueren, la policía es eterna.
Honoré de Balzac
La policía lo constituía como expresaran muchos penalistas, la parte auxiliar de la Justicia, la
parte secundaria que consistía en la seguridad y prevención de los delitos y la violencia en la
ciudad y municipio de Culiacán, y que daba total razón de ser y hacer a la Ley, ya que como
afirmara Walter Benjamín, la policía es un poder que funda -pues la función específica de este último
no es la de promulgar leyes, sino decretos emitidos con fuerza de ley- y es un poder que conserva el
86
derecho, dado que se pone a disposición de aquellos fines…149 si la justicia es el criterio de los fines, la
legalidad es criterio de los medios…150. Los jueces ejercían la pena, el castigo, la “justicia”, eran el fin,
la policía el medio, por ello la consideración de parte secundaria en la escala de “normalización” del
derecho positivista, el trabajo del policía en el municipio de Culiacán era la búsqueda del orden social, de
la prevención del delito, de la aplicación de la ley, la ley representada por el código penal del Estado de
Sinaloa de 1940 y el bando de policía del municipio de Culiacán. La policía como parte misma de esta
sociedad suponía ser la parte más dura del control social de los gobiernos, y por sus orígenes históricos y
siendo el soporte de la tutela del Estado, el aparato policiaco se consumaba bajo la idea de ser parte de la
naturaleza humana expresada ahora en su forma social. Esta falsa percepción universalista no haría más
que crear, esta falsa perspectiva ontológica, situando al fenómeno policial como inherente al
comportamiento de los sujetos sociales, creando un binomio de buenos/malos, policías/delincuentes, etc.
Pero, es importante mencionar un aspecto relacionado a las fuerzas policiacas de la ciudad y
municipio de Culiacán con respecto a su constitución, funciones y desempeño, por un lado, la
funcionalidad y desempeño de las fuerzas coercitivas de las autoridades estatales y locales,
siempre iban un paso a tras de la criminalidad, ya que la necesidad de seguridad pública se
establecía hasta una vez demostrados actos de violencia en esta sociedad de Culiacán, y la
opinión pública exacerbada por los diarios locales ejercía presión por el desempeño político en
cuanto a las nuevas políticas criminales que se seguían o que no se seguían y al desempeño final
de estos cuerpos policiacos. Por ello el cuerpo policiaco en continuo crecimiento institucional y
burocrático, seria parte de la continua tecnocracia que le daría aires de modernidad a ese
desarrollo institucional en pro de esas necesidades sociales. El discurso político, y
particularmente el político criminal, daría razón de ser a esa modernización de la policía, y de la
necesidad del desarrollo “técnico”-“científica”, de la aun influyente antropología criminal
positivista en el “sistema” mexicano de “seguridad” que continuamente seguía su oleada
influyente hacia Sinaloa y Culiacán desde el centralismo federal, y a su vez con anterioridad con
una influencia euro centrista occidental. Así, pues parte de este desarrollo técnico científico del
control delincuencial, del sistema policial en sí mismo, la policía judicial, por medio de la
procuraduría judicial del Estado de Sinaloa, y de su departamento de identificación criminal,
empezaron a crear tarjetas de identificación de cada uno de los delincuentes desde ese momento
149
150
Walter Benjamin, Para una crítica a la violencia, Ed. Leviatán, Buenos Aires, 1995.
Ídem.
87
detenidos, e inclusive comenzaron a registrar a los reclusos de la penitenciaria del Estado,
tomándoles fotografías, huellas digitales medidas y completa filiación, todo en pro de la
facilitación de la labor de la justicia en la persecución de la criminalidad.151 Mientras esto
sucedía en Culiacán, en Los Mochis se implantaban innovaciones para la persecución de
criminales, adoptando un sistema de antropometría y dactiloscopia para esta misma búsqueda de
la justicia en el Estado.152 La “modernización” de la fuerza policiaca y de una parte de la
estructura judicial daba la ilusión de ir o estar por encima de la criminalidad, y al mismo tiempo
legitimaba la perpetuación de ser y hacer en materia de seguridad y materia preventiva a la
misma estructura.
Culiacán en 1940 como municipio tenía ya su propia “ley” respaldada por el Bando de
policía que reglamentaba legalmente las acciones, comportamientos que los ciudadanos y
pobladores del municipio debían de seguir, así como los castigos debidos a las faltas de los
comportamientos que fueran quebrantados. Sin embargo, para el policía municipal y agentes
auxiliares de Culiacán era un derecho y una obligación “Hacer efectuar las Leyes,
Reglamentos, Bando de Policía y todas las disposiciones dictadas por los Gobiernos Federal,
del Estado y Municipio.”153 Este seguimiento de todas las disposiciones de los demás niveles
de poder, castigaba a todo ciudadano mexicano, o sea, considerado como ciudadano mexicano,
esto representaba el poder ser reprimido ó castigado municipal, estatal o federalmente,
convirtiéndose en infractor para el sistema de control social formal por parte de la justicia
mexicana. La soberanía nacional del gobierno federal centralista era ejercida en un solo punto,
en el núcleo social constituido como la ciudad de Culiacán dentro del municipio del mismo
nombre desde el inicio de siglo. Pero. La implantación del bando de estableciendo la división y
organización del Municipio de Culiacán154 por el gobierno local de Culiacán en 1939,
pretendía hacer algo más que establecer y desarrollar el poder policial en la ciudad y
municipio, el bando pretendía establecer un rol activo a la sociedad civil por medio de la
151
El Diario de Culiacán, 8 de septiembre de 1950.
El Diario de Culiacán, 10 de septiembre de 1950.
153
Revisar en el Bando de Policía del Municipio de Culiacán de 1954, el Art. 2º.- Sobre los derechos del
agente de policía y agentes auxiliares. Aparatado Núm. 3. P.O., 2 de febrero, 1954, número 14, Decreto
municipal No. 29, (suplemento).
154
Revisar en el Bando de estableciendo la división y organización del municipio de Culiacán 1939.
152
88
delimitación de cuarteles en la ciudad y designación de jefaturas a ciudadanos pertenecientes a
cada cuartel en la ciudad para el cuidado y prevención del delito y violencia en Culiacán, y
aunque la medida no tuvo la efectividad que se esperaba, era muy importante que se quisiera
involucrar a la parte civil en el rol de la seguridad publica junto con la burocracia policial.
Sin embargo, para la prensa de la época, el abuso del poder sería considerado como el
principal factor de los delitos del orden común, en este sentido afirman Jorge Verdugo
Quintero y Alonso Martínez Barreda: “Sucesos sangrientos en que se veían implicados policías
municipales, policías judiciales y miembros del ejército, en una época en que la libre portación
publica del arma de fuego, en la que no se reconocía más que la ley de la fuerza y en la cual el
funcionario público se sentía inferior sin la compañía de la pistola colgándole en la cintura.”155
Esto denotaba por un lado la percepción de injusticia e inseguridad que la prensa promulgaba
con las acciones por parte de los elementos de las instituciones de justicia y seguridad que
infringían la misma ley a la que tenían que hacer valer, por otro lado, denotaba una procuración
de justicia incipiente en el Estado y en la ciudad de Culiacán y por último, que la misma
cultura de las armas que estaba en proceso de convertirse en tradición en el Estado, era parte de
la misma práctica de portación de armas de fuego por parte de funcionarios públicos, quien
además de políticos eran parte del pueblo y sociedad civil, y quienes tenían el temor como lo
podía tener otro civil, ante los demás portadores de revólveres, y es que socialmente el uso
desmedido de armas victimizaba a las personas desarmadas, les producía miedo y las hacía
sentirse indefensas.
2.4.2 La penitenciaria del Estado
La cárcel del Estado de Sinaloa y/o local en Culiacán que eran parte del poder
penitenciario mexicano, eran signo y símbolo del control social del Estado Mexicano y este se
puede definir, derivado del mismo concepto de control social como control penal. Sin embargo,
la percepción social sobre las cárceles era de desaprobación, no solo localmente sino a nivel
155
Verdugo Quintero Jorge, Historia de Sinaloa II, Gobierno del Estado de Sinaloa, SEPyC, COBAES,
DIFOCUR, coeditores, México, 1997. p. 222.
89
nacional. Alfonso Quiroz Cuaron retoma en sus escritos, las palabras del Dr. Celestino Porte
Petit, quien en noviembre de 1952, en la ciudad de México, en el Congreso Nacional
Penitenciario expreso:
“En México, inútil resulta repetirlo, carecemos de un sistema penitenciario que merezca tal
nombre. Tarea ingente del gobierno no es la de reformar el sistema penitenciario, ni aun la de
mejorarlo, sino simplemente la de crearlo. Seria en efecto, vano intento perfeccionar lo que no
existe. Nuestro actual sistema penitenciario, pues de alguna manera hay que llamarlo, se
caracteriza, con sus excepciones, por los abusos que reprueba el artículo 19 constitucional: mal
tratamiento, molestias, gabelas y contribuciones.”156
El mismo Quiroz Cuaron expresaría: “Nuestras prisiones corresponden a la prisión cloaca, a
lugares de corrupción total, que degradan y embrutecen al hombre. La promiscuidad de los
hombres enjaulados es un factor criminógeno; hasta hoy, nuestras prisiones han servido
simplemente para contener, pero ni siquiera se han utilizado para conocer al hombre, y mucho
menos para intentar corregirlo, o enmendarlo. Nuestras prisiones sólo defienden a la sociedad
mediante el encierro. Pero aun en este, mayores progresos se han hecho en la zootecnia, que en
las disciplinas penitenciarias: son mejores las jaulas y las condiciones en que viven los animales
del zoológico de Chapultepec, que aquellas en que viven la mayor parte de los delincuentes en
las cárceles del país.”157 Y es que, aunque estuviese establecido constitucionalmente que la
prisión tuviese una función preventiva158 y no de aplicación de penas, (aunque ambas tuvieran la
misma característica en común, la privación de la libertad) sin embargo, esta función preventiva
seria cuestionada a lo largo de estas dos décadas, a nivel nacional como regional y local.
Para Quiroz Cuaron la crisis del sistema penitenciario en México se debía a un conjunto de
aspectos que iban desde la corrupción e impunidad en la administración penitenciaria, hasta la
156
Alfonso Quiroz Cuaron, Crisis de la administración de justicia penal, en Revista de la Facultad de
Derecho de México, núms. 41-42, enero-junio de 1961, p. 319-348.
157
Ídem.
158
Art. 18. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917. Solo por delito que merezca
pena corporal habrá lugar a prisión preventiva. El lugar de esta será distinto y estará completamente
separado del que destinare para la extinción de las penas. Los gobiernos de la Federación y de los Estados
organizaran, en sus respectivos territorios, el sistema penal-colonias o presidios sobre la base del trabajo
como medio de regeneración.
90
falta de aplicaciones técnico-científicas para la adecuada administración de este sistema.
Además criticaba, lo que ya se venía analizando en el Congreso Mundial de Naciones Unidas
celebrado en Ginebra Suiza, a la que asistió en 1955, y donde se formularon la reglas mínimas
para el tratamiento del delincuente, y que era, la determinación de que los directores de los
centros penitenciarios no debían ser militares, ya que estos no eran los mejores administradores
penitenciarios, situación que predominaba en México.
En Sinaloa y en Culiacán, la situación no era muy diferente, la penitenciaria del Estado de
Sinaloa, que se ubicaba en la ciudad de Culiacán, como muchas de las penitenciarías del país
tendría los mismos vicios y corruptelas al interior de la misma y en su vida cotidiana, sin
embargo por lo regular las mejoras de la administración penitenciaria y del trato al delincuente
en la vida penitenciaria era achacado a los ingresos financieros que pudieran “modernizar”, esta
penitenciaria para el Estado. De esta manera, sería el mismo gobierno estatal quien expresaría
por medio de un comunicado la “lamentación” por no poder mejorar las condiciones de la
penitenciaria: “El gobierno del estado es el primero en lamentar que los recursos de su
presupuesto no le hayan permitido mejorar las condiciones de la penitenciaria del Estado en la
forma debida. Con toda oportunidad de hicieron las gestiones correspondientes para construir un
nuevo edificio penitenciario, pero desgraciadamente no se pudo obtener el crédito de dos y
medio millones de pesos que se solicitó con tal fin.
Dentro de las posibilidades presupuestales se ha adquirido equipo nuevo para los talleres y
ante la imposibilidad de construir una nueva penitenciaria, se adquirieron en compra dos
edificios anexos, los que, al ser debidamente acondicionados, mejoraran seguramente las
condiciones de vida de los reclusos.” 159
Y es que desde inicios de los cincuenta ya era mencionada en la opinión no solo política sino
pública, la posibilidad de mejoras a la penitenciaria, e inclusive de la posibilidad de la
reconstrucción de la misma o de una nueva. En marzo de 1951, El Diario de Culiacán
expresaba información por medio de “fuentes autorizadas” de los planes de trabajos de
reconstrucción de la penitenciaria estatal, “a fin de que dicho establecimiento no sea un centro
159
El Diario de Culiacán, sábado 9 de junio de 1956.
91
de suplicios, sino un centro de regeneración de los delincuentes mediante el trabajo dentro de un
ambiente más humano.”160
Al mismo tiempo que se buscaría la formulación de
reglamentaciones y leyes para el interior del ergástulo para el desarrollo de talleres para un
desarrollo laboral de los mismos internos y el “mejoramiento de sus condiciones de vida.”161 La
búsqueda del mejoramiento al interior de la penitenciaria recaería en gran medida en la sección
de acción social del gobierno del Estado, la cual estaba facultada por el mismo reglamento
interior de la penitenciaria del Estado162, establecido en 1938, sin embargo faltaba mucho por
modificar a dicho reglamento cuando se trataba de “acción social” de los presos.
Sin embargo el optimismo seria solo momentáneo, ya que sería el mismo diario quien dos
meses después criticaría las condiciones del mismo panóptico, ya que estas “provocaban” los
connatos de rebeldía y las fugas de los reclusos, así como del cuestionamiento de la intervención
por parte de las fuerzas del ejército para controlar dichas condiciones en la penitenciaria, para la
prensa simplemente se necesitaba de manera inmediata una reforma penitenciaria para el
beneficio y bienestar de los más de 250 internos del penal sinaloense. El reducido espacio y las
pésimas condiciones sanitarias eran solo las principales deficiencias que se criticaban al
panóptico, y por lo tanto de la necesidad de intervención tanto del gobierno del Estado, como de
las autoridades locales; finalizando la nota periodística y en ella también el cierre de la presión
de la prensa escrita hacia el ejecutivo estatal se expreso lo siguiente: “Tenemos confianza en
que el gobernador del Estado llevará a feliz realización sus proyectos esbozados en su discurso
de toma de posesión, porque en realidad, lo que requiere el Estado es un sistema penitenciario
apegado a las normas modernas, para que quienes violaron las leyes, salgan regenerados de
prisión para ser factores de vida social, como seres humanos dignos de toda consideración.”163
Mientras la prensa hablaba de regeneración y consideración para seres dignos, las localidades
estatales y locales veían a la penitenciaria desde su propia política, como parte de la
institucionalización no redituable, y aunque suponía ser una administración de la vida, de la
disciplina de los individuos, era la administración económica la que permitía una determinada
160
El Diario de Culiacán, 17 de marzo de 1951.
Ídem.
162
Reglamento interior de la penitenciaria del Estado, 1938, P.O. No. 8, martes 18, P.O. No. 9, jueves 20, P.O.
No. 10, sábado 22 y P.O. No. 11, martes 25 de enero de 1938.
163
El Diario de Culiacán, 4 de mayo de 1951.
161
92
política hacia la penitenciaria. El alcaide era junto con el subalcaide, los responsables de la vida
y el orden dentro de la penitenciaria y no había peor cosa para el alcaide que la fuga de algún
preso o presos de la penitenciaria.
Antigua penitenciaria del Estado de Sinaloa, situada
sobre las calles Independencia y Libertad, hoy Rafael
Buelna y Ruperto L. Paliza.164
164
Fuente: Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sinaloa, pagina http://www.stjsin.gob.mx/historia.php?idcatmenu=3&idcatsubmenu=2, sedes oficiales, Culiacán, 2009.
93
Capitulo 3. La prensa: entre la reflexión y lo mundano
3.1 La prensa: entre la reflexión y lo mundano
La habitualidad del delito era parte en los años cuarenta y cincuenta parte del trabajo
editorial de la prensa local, que relataba los hechos de sangre al detalle, dando un doble
golpe a la representación social del mismo crimen, la percepción del crimen real y la
asimilación del artículo periodístico que transformaba la noticia al detalle expresivo de las
editoriales locales. Por otro lado, para complementar el mensaje ambivalente, la prensa
local escribía por medio de sus editoriales y colaboradores más cercanos las críticas,
análisis, reflexiones y posibles soluciones sobre los fenómenos sociales que aquejaban a la
sociedad de Culiacán. En el primer caso, la prensa local era, como lo afirmara Lila Caimari,
quien establecía qué verían las ávidas masas… del transgresor… y de las reglas de la
comunidad.165 La representación social del criminal, del crimen y del castigo, estaba
condicionada por la prensa. En el segundo punto, los periódicos mostrarían el lado
reflexivo y crítico de los fenómenos acontecidos socialmente y del papel desarrollado por
los cuerpos policiacos y de administración de justicia, siendo en este punto que la prensa
parecía reafirmar el miedo como estrategia de dominación, y es que la prensa parecía
perder cada vez más su función crítica, aliándose cada vez más al gran “proveedor”, al
poder pastoral que era el Estado Mexicano y los gobiernos estatal y local, el cual refirmaba
su compromiso de “crear” orden y “garantizar” seguridad, aunque esto quedara en los
discursos también continuos y frecuentes de la dialéctica del poder político.
La prensa parecía entonces confirmar el discurso y la razón del Estado, pero
además, establecía junto a la iglesia y por qué no, junto a los gobiernos locales, la búsqueda
del establecimiento o restablecimiento de un orden ya no legal, sino moral, y conductual en
la sociedad local.
165
Caimari, Lila, Apenas un delincuente: Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, Siglo XXI
editores, Argentina, 2004.
94
Tres personajes son importantes en el desarrollo de la prensa escrita localmente,
relacionados no solo con la cultura y periodismo, sino sobre todo con la critica a la política
local y estatal, buscando continuamente por el desarrollo de la sociedad culiacanense, Luis
G. Rico, Gustavo Cañedo y Román R. Millán, iban y venían entre el apoyo y la fuerte
critica a los gobiernos locales en materia de “política” criminal y acción policiaca. Como
directores de los periódicos locales, El Regional (1942-1945) , La Voz de Sinaloa (19451977) y posteriormente, El Diario de Culiacán (1949-1973), tenían un equipo de trabajo
entre los cuales estaban los colaboradores, editores y articulistas que los apoyaban en el
producto final, la interpretación de los hechos violentos. Otros periódicos de la época serian
importantes como parte de la prensa escrita local, pero poco significativos en el desplegado
de noticias sobre crimen, algunos de ellos eran, La Opinión (1924-1942), La Palabra y El
Sol de Sinaloa.
Con la comercialización de los periódicos locales empezó una lenta pero gradual
especialización del periodismo del crimen, lo cual forzaba a los periódicos a la competencia
de la primicia por la noticia exclusiva y mejor y más rápido acercamiento a la escena del
crimen, y búsqueda del criminal y sus motivos, su historia y deformidades mentales y
morales. La fotografía por su parte, reforzó esta tipo de periodismo, que si bien en la
década de los 40´s, ya era utilizado, fue para la década de los 50´s que tomo su fuerza
sustancial en el periodismo del crimen, con periódicos como El Diario de Culiacán y El Sol
de Sinaloa.
3.2 El detalle de los hechos
La noticia sobre el crimen era el alimento cognitivo, imaginativo y por lo tanto
representacional del crimen, ya que implicaba su comprensión, la representación y la rememorización de estos sucesos periodísticos, conformándolos en el sujeto como
conocimiento y actualización de las creencias.166 De esta manera se pasa de un discurso
166
Teun A. Van Dijk, La noticia como discurso, Paidós, México, 1990. p. 15-19.
95
informativo una información evaluativa. Magnificada el sentido de la nota roja por los
medios, colocándola en un sitió preferencial, se promulgan con rapidez e insistencia los
hechos violentos a nivel estatal y hasta nacional contribuyendo al incremento del temor a la
violencia.
El “recrudecimiento” de la violencia, hace crecer el discurso de la prensa escrita
sobre la violencia, la criminalidad, alcoholismo, pistolerismo y otros fenómenos que
pudieran estar relacionados a la violencia, como sucedió en El Regional (1942-1945), La
Voz de Sinaloa (1945-1951) y posteriormente, El Diario de Culiacán (1949-1973) y La
Palabra,
lo que llevó al ciudadano a hablar, pensar y sentir más sobre este tema,
apropiándolo y convirtiéndolo en temor e inseguridad colectiva.
Uno de los primeros periódicos de los años cuarenta fue El Regional dirigido por
Luis G. Rico, que fue de corta existencia y de polémica edición, sin embargo, en cuanto a
las noticias sobre crímenes violentos y otros tipos de delitos, este periódico iniciaba apenas
en relación a los demás diarios locales, sus pasos como editor de actos de sangre y agresión,
de delincuentes y policías, de delitos y otras desviaciones morales o sociales. Algunas de
sus notas sobre esta sección fueron; “Fue herido de tremendo machetazo J. S. Penne,167
Pretendió vengar a su padre que hace años fue asesinado”168 Pena de 27 años de prisión a
uno de los asesinos de Sato,169 Prófugo de la cárcel al que se logra capturar,170 Porque que
se negó volver a su lado le dio siete machetazos,171 Le partieron la cabeza de tremendo
botellazo,172 Se tiró desde el puente Cañedo individuo ebrio,173 Siete puñaladas recibió un
policía,174 Autor de ocho crímenes atrapado por la policía,175 El Coronel Loaiza fue muerto
en Mazatlán.176 Este periódico compartiría de la nota roja la recepción de las noticias del
resto de la región sinaloense, sobre todo de la parte centro de Sinaloa, exponiendo
167
El Regional, 1ro. de Julio de 1942.
El Regional, 9 de julio de 1942.
169
El Regional, 16 de julio de 1942.
170
El Regional, 1ro. de agosto de 1942.
171
El Regional, 7 de agosto de 1942.
172
El Regional, 8 de septiembre de 1942.
173
El Regional, 13 de octubre de 1942.
174
El Regional, 14 de julio de 1943.
175
El Regional, 17 de febrero de 1944.
176
El Regional, 22 de febrero de 1944.
168
96
periodísticamente una mayor frecuencia de notas sobre la violencia o el crimen en las zonas
rurales del municipio de Culiacán y otros municipios aledaños a este, sirviendo de
demostrador representacional de la cultura de la violencia tanto rural como urbana en el
centro del estado.
Otro de los primeros periódicos en la década de los años 40´s fue La Voz de Sinaloa
dirigido por Gustavo D. Cañedo, el cual inicio después de la muerte del Gobernador
Rodolfo T. Loaiza en 1944, y anterior a este periódico, se encontraba El Regional, el cual
cerró el mismo año. Sería La Voz de Sinaloa quien daría énfasis a la nota policiaca ó nota
roja, ya que sus artículos relataban al detalle algunos de los actos violentos que se llevaban
a cabo en las calles de ciudad y en lo privado de los hogares. Si bien, este periódico aun no
explotaba la fotografía, y no se “modernizaba”, siguió su venta hasta 1977. Este periódico
a diferencia de los demás, se caracterizaba por darle seguimiento a cada caso de homicidio
violento que impactara la “monotonía” de la población. Bestial sátiro por poco mata a una
mujer.177 23 puñaladas a un pobre hombre.178 Mato a cuatro mujeres y a un hombre a
cuchilladas cuando dormían en sus casas.179 Una jovencita asesinada brutalmente.180
Chofer asesinado de siete puñaladas. Arrojaron el cuerpo a una alcantarilla.181 Son algunas
de las noticias publicadas por este periódico local de inicios de los años 40.
Sin embargo, existía un diario local que vendría a mejorar y modernizar la noticia
policiaca, que por un lado seguiría con una novelesca descripción del acto delictivo, de la
agresión y transgresión, de las pistas de los actores y las circunstancias y por otro lado, a
seguir constituyendo el discurso periodístico sobre la racionalización de la experiencia
delictiva, de sus factores y “causas”, de los daños y consecuencias, siguiendo la dinámica
perceptual periodística ambivalente de emoción y racionalización, morbo y reflexión, en la
creación misma de la representación social del crimen, el criminal y la criminalidad. El
Diario de Culiacán desarrollaría una tecnología de edición y un desarrollo de la economía
de la nota policiaca y del acto delictivo para su evolución durante la década de los años 50.
177
La Voz de Sinaloa, viernes 19 de noviembre de 1948.
La Voz de Sinaloa, jueves 25 de noviembre de 1948.
179
La Voz de Sinaloa, martes 14 de diciembre de 1948.
180
La Voz de Sinaloa, lunes 2 de julio de 1951.
181
La Voz de Sinaloa, jueves 11 de octubre de 1951.
178
97
Ante la insistencia de la prensa local del manejo de la nota criminal y policiaca, esta
podía en ocasiones, dadas las investigaciones periodísticas reemplazar a la pesquisa de la
policía y la justicia, esto sobre todo cuando la prensa juzgaba un mal desempeño de las
instituciones policiacas en torno a algún caso en particular.182 Esto era algo frecuente en
periódicos como El Diario de Culiacán, que tras iniciar su tiraje en función del apoyo a la
candidatura a gobernador del Lic. Raúl Cervantes Ahumada en 1949, y tener un dueño y
director trabajando como procurador de justicia del Estado de Sinaloa, como lo era el Lic.
Román R. Millán,183 parecía de total inclinación oficialista, sin embargo, como abogado y
catedrático en derecho Millán promovía el discurso periodístico a diestra y siniestra en
contra de las “patologías sociales”, dando seguimiento a casos notables de crimen,
violencia e injusticia social, para darles su muy particular punto de vista desde el derecho
penal. Inclusive Millán desplegaba un artículo sobre nociones de derecho en su artículo
Jurisprudencia en el cual publicaban la jurisprudencia que la SCJN definía, así como los
casos o “ejecutorias” que llevaba a cabo dicha corte de justicia y que podían ser aplicables a
todas las demás autoridades de justicia.184
Sin embargo, con todo y lo empapado que Millán estuviese de derecho penal, de la
realidad criminal en la región, y del tipo de “funcionalidad” que las policías local y estatal
establecían en la ciudad, así como de sus desplegados jurídicos, El Diario de Culiacán,
editaba las noticias del crimen al detalle de los hechos, y al igual que La Voz de Sinaloa
manejaba los actos delictivos como un procesamiento de manufactura y transformaba los
datos sacados del hecho delictivo, y lo convertía en una micro novela sangrienta de datos y
detalles descriptivos, -frecuentemente con desenlace fatal- reducida al hecho violento como
eje central y al victimario y la victima como protagónicos. “Cegado por los celos mato a
dos,185 Tremendo machetazo recibió por irascible injusto individuo.”186 “Tragedia
182
Caimari Lila, Apenas un delincuente: Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, Siglo XXI,
Argentina, 2004. p. 176.
183
Sinagawa Montoya, Herberto, Sinaloa: Historia y Destino, Ed. Cahita, México, 1986.
184
Román. R. Millán y Luis G. Almada, uno de los colaboradores del periódico, se respaldaban en el artículo
194 de la Ley de amparo para determinar la viabilidad de la aplicación del mismo tipo de ejecutorias llevadas
a cabo en la SCJN por otras autoridades. Sin embargo, el despliegue jurídico instructivo, no eran temas de
sumo interés para el pueblo, siendo muestra de esto el que dicho artículo no durara más de un año.
185
El Diario de Culiacán, miércoles 8 de agosto de 1950.
98
sangrienta con saldo de un lesionado.”187 “Sangriento zafarrancho en un pueblo cercano
con desenlace fatal.”188 Estas eran solo algunas de las noticias que a principios de los años
50´s El Diario de Culiacán desplegaría en el formato que aun no conformaba en secciones,
ni con uso fotográfico de los crímenes, sin embargo, el detalle de los casos criminales era
evidente. A lo largo de esta década, el periódico fue introduciendo progresivamente la
fotografía de algunos de los delitos como parte de la nota criminal, lo cual hacia más
descriptiva la nota.
Nota policiaca mostrada por El Diario de Culiacán sobre comerciante
de la colonia Tierra Blanca asesinado en Culiacán y “tirado” fuera
de la ciudad el 12 de agosto de 1956.189
190
186
El Diario de Culiacán, sábado 10 de marzo de 1951.
El Diario de Culiacán, sábado 28 de abril de 1951.
188
El Diario de Culiacán, viernes 11 de enero de 1952.
189
El Diario de Culiacán, 14 de agosto de 1956.
190
Ídem.
187
99
3.3 Creando a la figura criminal
3.3.1 Rodolfo Valdés Valdés “El Gitano”
La relación entre prensa y la formación discursiva y representacional de la figura delictiva
o criminal esta instaurada en torno al más representativo de los criminales a nivel regional, el
pistolero. Si bien la prensa escribía sobre ese monstruo amoral que mataba sin piedad manejado
por sus emociones, o sobre el homicida que era impulsado por el alcohol a cometer la más
terrible barbarie, existía también a la figura más engrandecida y continuamente recordada que los
pistoleros de las décadas de 1940 y 1950. Y quien más, sino Rodolfo Valdés “El Gitano”, para
analizar lo que por una figura criminal, la prensa engrandece los fenómenos existentes en la vida
social de Sinaloa, el pistolerismo como cultura de las armas, modo de vida y el homicidio.
La historia relacionada a los pistoleros pertenecientes al periodo de mediados del siglo, es
considerada de dos matones a sueldo, tanto en el caso de El Tino, como en el caso de “El
Gitano”, por sus acciones rebeldes ante la ley. Sin embargo, lejos están de ser recordados como
bandoleros sociales, ya que esa categoría no les corresponde, mucho menos categorizarlos como
héroes o santos las otras generaciones de bandoleros como Bernal o Malverde. El “Tino” y El
“Gitano”, eran rebeldes primitivos, matones y de acuerdo a la época bandoleros modernos191, que
vendrían inclusive a estar como generación en un plano intermedio entre los clásicos bandoleros
sociales de Bernal y Malverde, y las generaciones de gomeros y posteriores narcotraficantes de
los años cincuenta, sesenta y setentas, aun más polemizados y menos mitificados
socioculturalmente que el “tino” y el “gitano”. Y es que es simple, Bernal y
Malverde
aparecieron en una época donde el bandolerismo social endémico reflejaba más su importancia,
ya que los bandidos pertenecían al campesinado y porque el campesinado era el grueso de los
pobres del país y de la región. De manera que los nuevos bandoleros parte de una nueva época
moderna, no podían pasar de ser simples delincuentes, rebeldes primitivos o pistoleros, en una
191
Tomando en cuenta el concepto de modernidad que Hobsbawm plantea en el capítulo 2 ¿Qué es el
bandolerismo social?, donde la plantea como “la combinación del desarrollo económico, las comunicaciones
eficaces y la administración pública”, condiciones que se venían dando en el contexto sinaloense desde inicios
de siglo y que ya se ven plasmados para la mitad de siglo. Eric Hobsbawm en el capítulo 2 ¿Qué es el
bandolerismo social?, en Bandidos, Ed. Critica, Barcelona, 2001. p. 35.
100
época de una mayor cultura material, de una iniciada y progresiva masificación de las ciudades,
de la mayor perpetuación capitalista al país, y donde la ciudad y capital del Estado de Sinaloa ya
no se tomaba tan en serio, con la misma percepción, y disminuida imaginación romántica, las
nuevas correrías de los pistoleros efímeros, o dicho de otra manera, los primeros, son parte ya de
una historia como diría Hobsbawm, recordada del bandolerismo social en Sinaloa a finales del
siglo XIX y principios del XX y los segundos son parte de una historia efímera de pistoleros a
sueldo en Sinaloa a mediados del siglo XX. Sin embargo, romanticismo, pobreza y una justicia
endeble, eran solo algunas de las características en común de las viejas figuras de bandoleros
sociales de final del siglo XIX y principios del XX, con los nuevos pistoleros en Sinaloa a
mediados de siglo XX.
Para Reinaldo González Jr. hace una breve pero, fuerte crítica hacia la figura del pistolero
sinaloense, cuando retoma a Luis G. Urbina en Psiquis Enferma, y expresando: “…grotesco Sade,
misérrimo protagonista de una “bestia humana”… Zoológicamente perteneciente a la bestia,
exento de toda influencia civilizadora y alérgico a toda moral.”192 Para González, ese engendro
social como lo llama él, nada tiene que ver con la literatura universal sobre terror, comparándolos
con Jekyl y Hyde, y la doble cara mostrada. Para él, estas figuras criminales no podían ser
comparadas con las figuras intocables, los viejos, aunque todavía nuevos bandoleros sociales
para la cultura sinaloense, como Heraclio Bernal y Jesús Malverde, el héroe y el santo
respectivamente.
Pero, para entrar en materia respecto a uno de los principales protagonistas de diarios
locales y estatales, aportador en mayor o menor grado de la venta de estos, mostrare algunos
aspectos de la vida de Rodolfo Valdés Valdés y posteriormente mostrare algunas de las notas
periodísticas respecto a este pistolero.
Rodolfo Valdés Valdés, nació el 28 de diciembre de 1912, en el poblado de Agua Caliente
de Gárate, una pequeña aldea de Concordia en la segunda década del siglo XX. Desde joven fue
considerado un buscabulla muy dado a las maldades. Fue nieto en línea directa de Fortino Valdés,
192
Jr.
El Diario de Culiacán, sábado 11 de agosto de 1951. Articulo Siluetas del Crimen, por Reinaldo González
101
celebre bandolero que asoló con sus asaltos y crímenes los municipios de Concordia y Rosario.
Dicho bandolero ante la persecución de la justicia, se refugió en San Blas, Nayarit, donde años
después fue aprehendido y al ser trasladado a Sinaloa, en el trayecto se le aplico la ley Fuga.193 Y
como lo planteara el escritor y periodista José Ma. Figueroa Díaz, ¿Habría heredado “El Gitano”
la casta delictiva?
Flojo, abúlico para el estudio, Rodolfo fue un joven que pasaba la mayor parte de su
tiempo vagando por los montes próximos al poblado. Con características de líder, Rodolfo se
convirtió en jefe de un grupo de jóvenes que lo respetaban y seguían en sus tempranas andaduras.
Durante su desarrollo sería una tía de él quien lo puliría en lo que posteriormente seria
reconocido, como un pistolero acusado de magnicidio. Margarita Valdés, hermana de su padre
seria por algunos años su tutora. “La Gitana”, quien fuera la primera con el apodo, fue quien le
trasfirió no solo muchas de sus enseñanzas, sino el apodo, esto al adquirir todos los
conocimientos y destrezas de la tía, como quien gana un título. Considerada como experta en
equitación y manejo de las armas, la gitana era vista como una mujer hombruna por sus aptitudes,
que además de usar pantalones ceñidos194, traía siempre consigo su 38 súper.195
El contexto regional en Sinaloa donde se realizaba la práctica del uso del arma de fuego, era
amplio, sus causas y finalidades eran diferentes, algunos usaban la pistola para un uso de defensa
personal, otros para delinquir propiamente, otros más, para desarrollar el uso del poder sobre
otros, desde un grupo político, movimiento o conflicto social o por la defensa de intereses
económicos. Y aunque los intereses fuesen individuales o colectivos, estos siempre caerían en
las mismas metas, la obtención de dinero, poder o prestigio. Ser pistolero o matón conocido era
llegar al extremo del pistolerismo en sí, significaba pasar el punto de la cultura del arma de fuego,
pasar a punto de vivir para matar, transferir ó reincorporar a la vida de un sujeto los usos y
costumbres arraigados desde su crianza y cultura familiar y social.
193
Figueroa Díaz, José María, Los Pininos del Gitano, en Loaiza y El Gitano, Once Ríos Editores, Culiacán,
1998.
194
Las mujeres de esa región, en esa etapa del siglo XX, no usaban pantalón y si lo hacían era mal visto por
ser considerado uso y costumbre del género masculino.
195
Ibídem. p. 270.
102
Involucrado en los primeros grupos de pistoleros organizados por los terratenientes del
estado para exterminar a los agraristas, Rodolfo Valdés El Gitano, tras la muerte de Pedro Ibarra,
el primer jefe de las guardias blancas surianas de Sinaloa, el grupo se dividió en tres grupos, de
los cuales el gitano quedo como jefe de uno de estos. Este grupo cometió fechorías, al grado que,
el general Rafael Cerón Medina, jefe de las operaciones militares de esa región, busco
entendimiento con el gitano y llegó a encomendarle la guarnición de la zona.196
Cuando el coronel Rodolfo T. Loaiza se hizo cargo del gobierno del Estado, procuro un
entendimiento con los del monte, sintiéndose incapacitado para someterlos; concretó un
armisticio con todos los grupos de forajidos, pero el gitano violó el pacto. El 21 de febrero de
1944, acompañado de Felipe Gil y Andrés Osuna Barrón alias el gallito, “El Gitano” disparo
sobre Loaiza en el salón andaluz del hotel Belmar de Mazatlán, dejándolo muerto. Los pistoleros
escaparon, pero posteriormente el gitano se entrego a las autoridades federales bajo la condición
de que se le perdonara la vida. “El Gitano” además acusó al general Pablo Macías Valenzuela de
haber sido quien le pagara para que asesinara al gobernador Loaiza. 197
El Regional fue periódico local que anunciaría la muerte del Gobernador del Estado el
Coronel Rodolfo T. Loaiza en Mazatlán el 21 de febrero de 1944.198 Y a partir de ese momento
El Gitano se consolidaría como la figura criminal y el asesino (pistolero) hecho en Sinaloa, más
emblemático de la época. Los periódicos locales y estatales lo reconfirmarían como tal, desde ese
momento, “El Gitano” era material periodístico y representativo del criminal sinaloense, del rural
romántico y rebelde del que se generalizara la imagen del sinaloense promedio.
A partir de la muerte del Gobernador Loaiza, el esclarecimiento del magnicidio fue un
manojo de acusaciones y declaraciones que no coincidían unas con otras, hacían una confusión
creciente social y judicialmente hablando, un desconocido, afirmaban algunos, El Gitano
afirmaban otros, El Regional declaraba por medio de uno de sus artículos “Guerra sin cuartel a
los asesinos del coronel Loaiza”,199 mientras que por medio de otro relataba sobre el hecho
196
Gill, Mario. Pistolerismo y otros reportajes. Universidad Autónoma de Sinaloa. México. 1985.
13 Ibídem. p.61.
198
El Regional, 22 de febrero de 1944.
199
El Regional, 23 de febrero de 1944.
197
103
delictivo en “Como se registro el negro crimen en el Hotel Belmar”,200 y apenas un día después
saca otro artículo relatando la autodefensa del mismo “Gitano”, afirmando que en el momento del
asesinato él se encontraba persiguiendo unos abigeos en el pueblo de Villa Unión por comisión
conferida por el señor general Rafael Cerón Medina, Comandante de la guarnición de aquel
puerto. “El Gitano” culpó, como a su vez lo hicieron otras personas presentes en el Hotel al
momento de los hechos, que autor material de estos hechos era “El Chito” Ibarra, otro pistolero
que estuvo presente en al momento del crimen y a quien “El Gitano” se comprometió a
aprehender vivo o muerto.201
Sin embargo, sólo dos días después y luego de varios
interrogatorios, Francisco Díaz y Juan Heredia, los choferes que participaron en el crimen,
guiando a los asesinos del gobernador, acusaron categóricamente a “El Gitano” de ser el autor
material del magnicidio.202 Desde este momento la situación de las investigaciones se complicó,
dado que de entrada más actores del ámbito político, judicial y militar entraban en escena para
formar parte de estas investigaciones y las acusaciones seguían contradiciéndose, la figura de “El
Gitano” vendría a magnificarse como criminal, y seria por los años venideros no sólo el
monstruo, el incorregible, y el omnipresente en el imaginario colectivo del máximo representante
del homo criminalis en Sinaloa, consolidado por no sólo El Regional, a través de sus
declaraciones, sus correrías y sus rebeldías ante toda ley establecida, sino por muchos otros
diarios locales y regionales durante el resto de los años cuarenta.
El magnicidio del gobernador Loaiza, y la inestabilidad política creada a partir del acto
delictivo, apuntaban a una violencia que podía estar al servicio de una estructura del poder
gubernamental y ser al mismo tiempo instrumento de esta, 203 confirmándose así, una vez más, la
cultura de la violencia al interior de la esfera política del pueblo sinaloense, que llevaría al
engrandecimiento de la figura delictiva de Rodolfo Valdés Valdés, “El Gitano”.
200
El Regional, 23 de febrero de 1944.
El Regional, 24 de febrero de 1944.
202
El Regional, 26 de febrero de 1944.
203
María del Carmen Azalia López González, “Historia de los Partidos Políticos en Sinaloa, (1909-1946)”,
Tesis de doctorado, Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, 2008.
201
104
3.4 Reafirmación discursiva y científica
Frecuentemente los periódicos locales moralizaban los artículos acerca de la
criminalidad, el alcoholismo y otros fenómenos sociales de los que solían escribir, sin
embargo, el discurso periodístico alejado relativa y engañosamente de la nota roja,
policiaca o sangrienta, tendía a reforzar el modelo cultural, ya ampliamente realizado por el
Estado Mexicano, como legitimidad de su razón de ser y hacer, y como racionalización
hacia la sociedad civil, basado en lo que los expertos -llámese criminólogos, penalistas,
antropólogos y otros- aportaban relacionando la civilidad personal, grupal o social, que
debía de controlar las expresiones emocionales, y que conducía a asociarlas con la
irracionalidad y la enfermedad mental. La manifestación emocional quedaba reducida a
ciertas categorías sociales, como los pobres, los campesinos, los vagabundos, etc.,
reduciéndolos a una emocionalidad incontrolada, produciendo una patologización del acto
violento.
Existían estudiosos del tema de la criminalidad que influían en la prensa local, como
el Dr. Alfonso Millán Maldonado, o el abogado y criminólogo, el Dr. Alfonso Quirón
Cuarón, quienes desde la capital del país expandían sus estudios, académica, pública, y
periodísticamente. El primero de origen sinaloense tendía a tener más relación con su
Estado de origen. Originario de San Ignacio, psiquiatra de profesión, Millán Maldonado se
centro en el estudio del psicoanálisis con clara influencia de Erich Fromm. Millán impulsó
la publicación de la revista PSIQUIS que estaba dirigida por él mismo, y editada en
conjunto con colaboradores para el “mejoramiento de la vida humana”, con el ideal, de
“aspirar a mejorar el conocimiento del ser humano…sabemos que influyendo en la mente,
influimos en el sentimiento”204. La publicación era promocionada en El Diario de
Culiacán, y había iniciado desde 1946. Sin embargo, la mayor influencia del discurso de la
psiquiatría y psicoanálisis acerca de la conducta criminal, y su popularización en las masas
de Culiacán, era través de los discursos que el mismo Millán promulgaba en continuos
204
El Diario de Culiacán, 7 de abril de 1957. Aunque la revista era publicada mensualmente en la ciudad de
México, El Diario de Culiacán promocionaba la subscripción que incluía su envió.
105
eventos y conferencias que dictaba en Culiacán, -algunas veces en la Universidad de
Sinaloa- sobre criminalidad.
Así pues, Alfonso Millán, quien ejercía en la ciudad de México, especializado en
psiquiatría en la ciudad de París, había dado una de estas conferencia en la Universidad de
Sinaloa, en mayo de 1948, siendo recibido y apoyado por su colega el Dr. Humberto Batiz
Ramos, en dicha Dr. Millán afirmó, “Nacemos con una serie de instintos que no es posible
desarrollar. Se aprende a gobernar los instintos de conservación individual y se vive en un
estado de conflicto entre estos impulsos y la conservación dentro de la sociedad. De esta
lucha muchas personas salen mal libradas, con vicios… el mexicano no tiene seguridad de
sí mismo aunque se considere muy macho..., este ambiente de inseguridad es favorable al
desarrollo de los desequilibrados mentales...”.205 De esta manera, los “instintos”, los
“impulsos” y los “desequilibrados mentales”, eran términos cada vez más comunes,
popularizando cada vez más el discurso periodístico sobre la patología individual, como
parte central, de una patología ó patologías más amplias, como las sociales, como en este
caso la criminalidad y respectiva sintomatología, la inseguridad social.
El principal apoyo de este discurso periodista no solo se basaba en la crítica por
parte de los periodistas, escritores, y otros personajes que podían estar alejados (por lo
menos frecuentemente) de la vida periodística. Sin embargo, el principal visto bueno,
apoyo y redacción como en muchos casos, del discurso periodístico del crimen, del delito,
de notas policiacas, eran los mismos directores y/o dueños de los periódicos locales, como
Rico con El Regional, Cañedo con La Voz de Sinaloa, o con uno de los mejores ejemplos
de este caso lo representa Román Ramón Millán Maldonado, mejor conocido como Román
R. Millán que fue director de El Diario de Culiacán desde 1949, y que como abogado
litigante y habiendo sido procurador de justicia del Estado de Sinaloa, durante el gobierno
de Pérez Arce, de 1951 a 1953, conocía de las políticas criminales, así como de la
criminalidad local y estatal, su influencia discursiva en los artículos sobre criminalidad,
pistolerismo y otros temas relacionados. Además, Millán en su afán de estimular la
producción intelectual localmente, editó en su taller libros notables como Las viejas calles
205
La Voz de Sinaloa, 22 de mayo de 1948.
106
de Culiacán, del Lic. Francisco Verdugo Fálquez; La Campana de Pagasaki, del doctor
José Okamura; El andén del cielo, de Teresa Millán, y el primer Directorio Agrícola,
Industrial, Comercial y Profesional de Sinaloa a cargo de Hernán Rosales.206
El 23 de septiembre de 1950, la editorial de El diario de Culiacán publico el
artículo llamado “Trastornos causados por el alcohol”207 haciendo referencia a una
“reorientación” de la opinión pública respecto a creencias populares que existían sobre las
bebidas alcohólicas como fuentes de propiedades preventivas y curativas respecto a
determinados padecimientos. Aludiendo a una comisión científica en EU, y sus respectivos
resultados sobre el padecimiento, publicaron los siguientes puntos:
“el alcohol es un tóxico que obra de forma directa y principal de ciertas enfermedades
mentales… el habito del beber…conduce… frecuentemente, por periodos de franca
alteración de salud, con aminoramiento de la eficiencia…el hábito de la bebida se debe en
un gran porcentaje a una inferioridad constitucional, a un estado de anormalidad mental. La
frecuencia y gravedad de los desarreglos mentales depende en gran parte del uso continuo
de bebidas alcohólicas que son mayores entre los hombres de la ciudad que entre los del
campo…los trastornos mentales de origen alcohólico, ocurren principalmente hacia la
mitad de la vida humana, es decir en la edad que la productividad y la eficiencia están en su
máximo…”208
Desarrollo de anormalidad mental, como parte de anormalidad física, además del
énfasis en el utilitarismo que se manejaba ante el desperdicio de la productividad y la
eficiencia de los hombres hacia la mitad de su vida humana, parecían ser parte de un
discurso proveniente de las autoridades locales en su discurso político.
El domingo 28 de abril de 1957, el psiquiatra Alfonso Millán, medico sinaloense,
volvía a aparecer en El Diario de Culiacán, esta vez con un encabezado mencionado como
“El delito, problema de salud mental”, informando sobre una reunión realizada en la ciudad
206
Sinagawa Montoya, Herberto, Sinaloa: Historia y Destino, Editorial Cahita, Mexico, 1986.
El Diario de Culiacán, 23 de septiembre de 1950.
208
Ídem.
207
107
de México con el doctor Alfonso Quiroz Cuaron. El propósito de la reunión era clara, se
buscaba, se “reclamaba” por el establecimiento de instituciones que lucharan con métodos
científicos contra el crimen. Y mientras Quiroz Cuaron daba estadísticas regionales sobre
el número de muertes, Millán expresaba su interés en la nueva penitenciaria en el Estado de
Sinaloa y el establecimiento de institutos de medicina legal y psiquiatría para esta misma,
esto como parte de esta campaña “cientificista” de las instituciones de control social
directo.209 Aun cuando se pretendía dar más legitimidad y razón de ser a la medicina legal
y a la psiquiatría, Alfonso Millán tenía interés por el desarrollo y modernidad de la nueva
penitenciaria y en consecuencia de la sociedad local por medio de instituciones de este tipo.
En un artículo presentado por El Diario de Culiacán, Ernesto Hernández Bordes escribe
un artículo llamado Cultura y sentido moral, donde muestra una postura positiva para la
humanización del hombre y detrimento de la violencia a través de la cultura. Evocando al
filósofo alemán Max Scheler, experto en filosofía de los valores, expresa el logro de la
superación y “autodefinición” como solución personal o social para el cambio humano. Crear y
no destruir es por lo que mencionaba el autor.210
En octubre de 1950, la editorial de El Diario de Culiacán, escribió un artículo titulado El
respeto al hogar se impone, donde expresó duramente una crítica sobre los lenocinios que los
servidores públicos del gobierno local permitían a los “regenteadores” de casas “non sanctas”
seguir con el oficio de prostitución en la ciudad, todo por cobrar los impuestos correspondientes
a una actividad reglamentada por el gobierno, sin embargo el reclamo moralista estaba
encaminado a ver a la prostitución que estaba en continuo crecimiento en la ciudad, como “mal”
ejemplo para la niñez y juventud, generador de otros “vicios”, como un desencadénate de mayor
desintegración familiar y promotor de criminalidad en Culiacán, siendo el factor económico el
único motor de su existencia, permanencia y crecimiento.211
209
El Diario de Culiacán, domingo 28 de abril de 1957.
El Diario de Culiacán, 20 de septiembre de 1950.
211
El Diario de Culiacán, 19 de octubre de 1950.
210
108
3.5 Prensa y crimen: un continuum representacional
El desarrollo de la prensa en Culiacán a través de estos tres periódicos parecía se había
convertido en parte del mercado de información, ideas y actitudes, tres aspectos que no todos los
lectores asumían, aceptaban o comprendían como tal de aspectos de política y otros, sin
embargo, en el mundo representacional del crimen, las noticias eran entre otras cosas, el
ejercicio del poder sobre la interpretación de la realidad, la dialéctica de la construcción social
mediada además de poder, también por intereses e ideologías de los comunicólogos y otros. Es
en el proceso de acción comunicativa, que los medios contribuyen al incremento de la sensación
de inseguridad en parte de la población, la constante difusión por parte de la prensa local de los
delitos, particularmente las más claras expresiones de agresión humana, de violencia, eran causa
de la exaltación del temor y la confusión respecto a la real magnitud del fenómeno en sí. Los
periódicos locales escribirían para el poder y no para el pueblo, que si bien la intencionada
actitud de querer escribir para el pueblo, los periódicos no podían crear opinión pública porque
la dinámica “comunicacional” quedaba en un círculo retórico y conflictual gobierno-prensa,
paralelo a este círculo, se creaba un marasmo social, retroalimentando la banalidad y morbo de
una parte de la sociedad, como afirmara Ronaldo González al hablar de esta situación social, los
pobladores de Culiacán “eran producto de la banalidad, pero eran, también, sus productores.”212
212
Ronaldo González, Merodeos, DIFOCUR, México, 1996. p. 106.
109
Capitulo 4. Homicidio, reacción social e inseguridad
“El comportamiento violento de los humanos tiene un sentido,
la mayoría de las veces oculto y ese sentido no lo revela la biología cerebral,
ni los genes y tampoco se agota en los acontecimientos coyunturales
asociados al desencadenamiento de la violencia”
Héctor Gallo en Violencia y Agresividad
4.1 Homicidio: crimen de unos, temor de otros
El interés de este apartado no es trabajar sobre miedo propiamente, sino tratar la violencia en
relación al miedo, partiendo de que el miedo a diferencia de la violencia no expresa una
conducta determinada, del acto o de la acción, como lo es en el caso de la violencia, sino que
se parte de un sentimiento frente a las conductas que pueden dañar o agredir. El miedo es una
emoción provocada por un peligro que demuestra ser una amenaza a la integridad física.
Mientras la violencia se experimenta, el miedo se siente. Para lo siguiente, pondré como
ejemplo un caso de homicidio que demuestra el binomio violencia/miedo a nivel colectivo y
que persigue ante el asesinato de un ciudadano de Culiacán, la búsqueda de la pena de muerte
para los ejecutores del homicidio.
En la ciudad de Culiacán, la violencia y los discursos sobre ella se integraron a la vida
cotidiana con tanta presencia como otros aspectos tradicionales de la vida social, como el
trabajo, escuela y otros. De esta manera, hablar de violencia era parte habitual de esta sociedad,
aunque ello estuviera basado la representación de la misma y en gran medida del sentimiento
de temor que este pudiera crear en mayor o menor grado. Como lo había comentado antes, la
simple portación de armas de fuego por parte de algunos, victimizaba a otros, los hacía sentir
indefensos, inseguros, y como afirma Jean Delumeau: “… no sólo los individuos tomados
110
aisladamente, sino también las colectividades y las civilizaciones mismas, están embarcadas en
un diálogo permanente con el miedo”.213
Al parecer, el recrudecimiento de la violencia, hace crecer el discurso de la prensa escrita
sobre la violencia, la criminalidad, alcoholismo, pistolerismo y otros fenómenos que pudieran
estar relacionados a la violencia, como sucedió en El Regional, La Voz de Sinaloa y
posteriormente, El Diario de Culiacán y La Palabra, lo que llevó a una parte de la población a
hablar, pensar y sentir más sobre este tema, apropiándolo y convirtiéndolo en temor e
inseguridad colectiva, parte de esto es la experiencia de la llamada violencia simbólica que
maneja Pierre Bourdieu, quien lo maneja como esa “violencia suave y casi invisible”.214 Para
Bourdieu la violencia desempeña un papel importante en las relaciones colectivas, utilizándose
las formas de violencia no ejercidas directamente mediante la fuerza física, sino a través de la
imposición por parte de los sujetos dominantes a los sujetos dominados una visión de mundo,
de los roles sociales, de las categorías cognitivas y de las estructuras mentales. De manera que
la violencia física hacia un ciudadano es la violencia simbólica hacia el colectivo social, y solo
el poder policial podría actuar en contra. De manera que el control social formal era un poder
real en cuanto monopolio de violencia se refiere, pero también simbólico, por lo que una
institución de control social por parte del Estado podía representar para la sociedad civil y por
otro lado, la violencia social era un poder simbólico de amenaza o peligro para la seguridad
personal o colectiva.
Pero, ¿Qué sucede cuando se pasa de un estado latente de peligro y violencia simbólica, a
percibir socialmente un caso de violencia real? ¿Qué sucede cuando un grupo social se
encuentra frente a un suceso de violencia o a un crimen violento de homicidio dentro de la
sociedad a donde pertenece? ¿Cuál es la reacción social a la amenaza violenta?
En la sociedad de Culiacán la seguridad ciudadana y en particular la percepción que se
tenía de esta, era uno de los factores principales del mayor o menor grado de satisfacción,
213
Delumeau, Jean, El miedo en Occidente: Siglos XIV-XVIII: Una ciudad sitiada, Taurus Ediciones, México,
2005. p. 10
214
Bourdieu, Pierre, La violenza simbolica, Entrevista con Pierre Bourdieu, Interviste, Enciclopedia
Multimediale delle Scienze Filosofiche, http://www.emsf.rai.it/scripts/interviste.asp?d=388, 12/07/1993.
111
credibilidad o adhesión al Estado. Y es que cuando la ciudadanía percibía su ausencia o
insuficiencia, la realidad y el entono social cotidianos se vivían como una amenaza, el
temor y el miedo se convertían en elementos de aislamiento y de desunión, provocando que
la noción y práctica de lo comunitario se perdiera, y solo en casos donde se detenían a los
presuntos delincuentes de un crimen violento, particularmente de homicidio, era cuando el
mismo miedo colectivo hacia actuar como mecanismo de defensa colectivo en agresión
hacia ese delincuente, él cual a su vez, victimizaba mediante su crimen, a cada uno de los
integrantes de la sociedad despertándoles sentimientos de temor e inseguridad.
A continuación presentare uno de los crímenes más impactantes para la sociedad de
Culiacán e inclusive para la sociedad sinaloense, que hicieron reaccionar a la comunidad en
franco conflicto con el trabajo de las instituciones de justicia y seguridad, con los
delincuentes, pero sobre todo con los mismos sentimientos de temor e inseguridad al
interior de la sociedad sinaloense.
Cabe recordar que Culiacán no solo era la capital del Estado, donde se concentraban
los poderes políticos de la región y por supuesto del poder judicial, sino que también por su
ubicación geográfica, era el centro regional sinaloense, y concentración de muchos de las
noticias, rumores y mitos sobre crímenes y delitos que regionalmente ocurrían y repercutían
en estas percepciones que se tenían sobre la criminalidad en Sinaloa y en la ciudad capital.
Esto por supuesto al interior de la región, sin embargo al exterior de Sinaloa, la percepción
sobre la región era otra historia que también estaba directamente relacionada con los
crímenes acontecidos en Sinaloa.
4.1.1 1947: El caso Manuel Zazueta Machado
En 1947, la prensa escrita, más específicamente La Voz de Sinaloa, dio seguimiento al
caso de homicidio del taxista y comerciante Manuel Zazueta Machado. Crimen que
periodísticamente describe no solo el acto delictivo, sino la reacción que socialmente se
demostraba ante este acto, predominio de miedo y motor de las manifestaciones y exigencias
de justicia para castigar o “matar” al culpable, que como era costumbre, el malestar social
112
desplazaba la búsqueda de castigo o venganza al criminal, que el simple y correcto
cumplimiento del castigo.
Este homicidio, ocurrió aproximadamente a un año del
establecimiento de la pena muerte en el Estado de Sinaloa, fue por petición de grupos sociales
y laborales, dado su gravedad, se diera la pronta y efectiva aplicación de la pena de muerte para
los victimarios involucrados en este homicidio. El 8 de Mayo de 1947, se dio el homicidio que
causó conmoción en Culiacán y en gran parte del Estado, la muerte una vez más magnificada
por la prensa escrita, describía el estado del cuerpo del taxista al ser encontrado:
“Dos desconocidos que contrataron el alquiler del automóvil y los servicios de su
dueño Manuel Zazueta Machado, le dieron horrible muerte a machetazos a unos tres
kilómetros de Alhuate… La licencia de manejar #222 expedida el 26 de marzo por
transito, sirvió para la identificación del cadáver... El cadáver de Zazueta Machado,
comerciante muy conocido en Sanalona y aquí, fue sepultado en El Limón de Tellaeche.
De un machetazo le trozaron el brazo derecho, le dieron un machetazo en la clavícula
izquierda y le causaron una herida profunda en la región frontal”.215
El discurso establecido por el periódico La Voz de Sinaloa, en torno a este caso, sentenciaba
al agresor y asesino del chofer y comerciante Manuel Zazueta machado, alentando la polémica
en torno a la pena de muerte a partir de este homicidio, donde la gente empezaba a actuar
inconscientemente, movidos por la acción colectiva, donde, un grupo de personas, ante la
especulación de un posible linchamiento de los criminales agresores del chofer y comerciante,
quisieron asistir a presenciar el supuesto linchamiento:
“Una verdadera romería hubo anoche en el panteón municipal, formada alrededor
de cincuenta personas que por rumores que corrieron sobre que ayer sería ejecutado el
homicida Gregorio Vivian Arechiga, asesino del extinto Manuel Zazueta Machado, se
reunieron acicateados por el morbo.” 216
215
216
La Voz de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, 10 de mayo de 1947, p.1.
Ídem.
113
“Choferes de sitio que llegaron a la redacción de este diario, buscando inútilmente
ejemplares de nuestro segundo tiro extraordinario, nos dijeron que ellos se dirigían en
esos momentos al panteón, para presenciar el fusilamiento que se decía iba a
ejecutarse, según rumores que corrieron de boca en boca, afirmando algunos que
habían visto pasar la camioneta de la policía, con los dos policías vendados y
amarrados.” 217
Son estas conmociones que la sociedad experimenta las que las lleva a entrar en miedo
colectivo y por ende a exigir acciones al Estado, en materia de seguridad y justicia, es donde se
empiezan a hacer cambios en la legislación local en el orden de códigos penales como en este
caso especifico del homicidio y su pena legalmente constituida con el castigo de muerte. Y es
en este sentido que personas de algunas de ellas funcionarios del estado, buscaban aplicar la
pena de muerte para él asesino material Gregorio Vivian Aréchiga, del chofer y comerciante
Manuel Zazueta Machado asesinado el 8 de Mayo de 1947. Al respecto Gustavo D. Cañedo
expreso en La Voz de Sinaloa el día 20 de mayo de 1947, doce días después del asesinato, lo
siguiente:
“Según nos expresó el representante social, ajustándose las disposiciones vigentes,
pedirá la pena de muerte para Gregorio, pues este confiesa ser el autor material del
hecho que ha indignado sobremanera.”
“Apoya sus conclusiones el Ministerio Público, en lo que previenen los artículos 251
y 285 del código Penal, que marca como sanción máxima la pena de muerte para
delitos como este, cometido en despoblado o paraje solitario, con violencia y con las
tres agravantes de la ley. El tipo este Gregorio Vivian Arechiga es un vulgar criminal
morboso, según las apreciaciones que sobre de él se han hecho.”218
De esta manera, una pequeña parte de la población movidos por el morbo colectivo y la
búsqueda de una venganza tras el miedo colectivo, manejaban la bandera de la justicia,
217
218
La Voz de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, 21 de mayo de 1947, p.1.
La Voz de Sinaloa, Culiacán, Sinaloa, 20 de mayo de 1947, p.1.
114
próxima a la vendetta social, venganza o escarmiento al asesino de Manuel Zazueta. El miedo
desestabiliza su seguridad personal y existencial, teniendo a su vez una percepción de
incompetencia del Estado en la impartición de orden social y justicia. Jean Delumeau afirma:
“la inseguridad es símbolo de muerte y la seguridad es símbolo de vida”.219
En cuanto al sujeto criminal por otro lado, Foucault afirma: “Del criminal tienen necesidad
efectivamente la prensa y la opinión pública. Él será blanco de todos los odios, polarizará las
pasiones; para él se pedirá la pena y el olvido”, “Se necesita del criminal, no del crimen, para
fijar la sentencia. Para ser indulgentes, comprender o perdonar. Pero también para ser severo.
Y para matar”.220 El criminal es ahora categorizado como incorregible es ahora el monstruo,
combinación entre lo imposible y lo prohibido, que más allá de una deformación física, la
psíquica hacia al individuo peligroso y este entraba, como afirma Foucault a esos
“…procedimientos de adiestramiento del cuerpo, del comportamiento, de las aptitudes…”221,
“…teniendo la intensión de corregir, de mejorar, de provocar el arrepentimiento, de despertar
los buenos sentimientos.”222
Este encarcelamiento del homicida, se debió a que no procedió la solicitud de pena de muerte
que se buscaba, tanto por la viuda de Manuel Zazueta, como por grupos de la sociedad como el
grupo de taxistas compañeros del finado. Sin embargo, esta reacción social, y presión hacia las
autoridades solicitando la pena de muerte, demostró un desahogo catártico colectivo por parte
de una parte de la sociedad debido a un homicidio detallado por la prensa, el miedo, la
violencia simbólica que representa el homicidio y el poder simbólico del monopolio de la
violencia o imperio de la ley del Estado hallaron su salida por medio de este malestar social y
posterior exigencia a las autoridades de justicia y que serviría en alguna medida a la
restauración del equilibrio social y un posterior cambio social. Sobre esto, Durkheim afirma
sobre la necesidad del delito como factor de cambio en la sociedad en lo que él llama la
219
Delumeau,…ídem.
Michel Foucault, en el capítulo: Del buen uso del criminal, del libro La vida de los hombres infames,
Buenos Aires, Editorial Altamira, 1992, p. 203.
221
Michel Foucault, en el capítulo: Los Anormales, del libro La vida de los hombres infames, Buenos Aires,
Editorial Altamira, 1992, p. 62.
222
Ídem.
220
115
“evolución normal de la moral y el derecho”.
223
En cuanto a la pena de muerte no se llevo a
cabo durante la década de los cuarenta, ni de los cincuenta, y seria hasta 1962 cuando el H.
Congreso del Estado de Sinaloa mediante el decreto No. 318 que establece por medio del
artículo Núm. 157, donde queda abolida en forma absoluta la pena de muerte dentro del Estado
de Sinaloa.224
4.2 Los números sobre el crimen de homicidio
La demostración de los siguientes datos estadísticos son una muestra de lo que se considera la
criminalidad oficial o criminalidad de la violencia registrada oficialmente225, ya que si bien no
son el registro de archivos judiciales, si son datos estadísticos proporcionados por el Registro
Civil del Estado de Sinaloa sobre el periodo de interés, que muestran la parte cuantitativa del
crimen de homicidio como la parte oficial de la criminalidad a estudiar, sin la certeza de saber si
es un acercamiento o los datos exactos de la criminalidad real de la época. Y es que cuando se
habla de homicidio se supone por parte de los criminólogos e investigadores, que es el dato
estadístico más cercano a la criminalidad real por tener un manejo del número de cuerpos
victimados en el periodo, sin embargo el sesgo es latente, ya que pudiesen existir desapariciones
o fallecimientos no registrados, que en todo caso no serian detectados y por lo tanto registrados
oficialmente como desapariciones.
223
Durkheim, Emile, en el capítulo de: Reglas relativas a la distinción de lo normal y lo patológico, de Las
Reglas del Método Sociológico, sexta edición, Ed. Colofón, México, 2004. p. 64. “el delito es, por lo tanto,
necesario; se haya ligado a las condiciones fundamentales de toda vida social, pero por esto mismo es útil;
porque estas condiciones de que él es solidario son indispensables para la evolución normal de la moral y el
derecho”.
224
Decreto No. 318 sobre el art. núm. 157.- Sobre la abolición de la pena de muerte en el Estado de Sinaloa.
Legislación Estatal. P.O No. 109, 22 de septiembre de 1962.
225
Rico José M., Crimen y Justicia en América Latina, Siglo XXI, México, 1977. José Rico se refiere a la
criminalidad de violencia esencialmente a delitos como homicidios, lesiones intencionales, agresiones
sexuales, robos calificados, incendios, y delitos contra el orden público, teniendo en común la característica
de afectar los “estados fuertes de la conciencia colectiva”, que siendo administrados por las leyes penales, a
estas se les aplicarían penas que van por lo regular a largas penas privativas de la libertad a la pena de muerte.
p. 91-92.
116
La estadística a considerar a continuación tiene estrecha relación con el número total de
pobladores, con el total de defunciones, con el número total de muertes por causas violentas e
inclusive con las muertes por arma de fuego.
La población de Culiacán en los años cuarenta, como ya se dijo, experimentó un significativo
crecimiento, ya que de 1940 a 1950, se duplico prácticamente la población de 22,025 a 48,936
habitantes226. En la década posterior sigue el incremento demográfico hasta el año de 1960
cuando la población llego a 85,024 habitantes227. De esta manera, la ciudad crecía un 286% en
dos décadas, acrecentada por una migración mayormente rural. Estos datos servirán para
comparar datos con los siguientes números:
228
Total de muertes, 8185 defunciones de 1940 a 1960, mostrándose una cifra mayor de 509
defunciones en 1940, a una cifra menor de 249 muertes en 1950, teniendo un promedio de
389.761 defunciones por año a lo largo de las dos décadas. De esta manera en 1940 con 509
defunciones y con una población de 22025 habitantes, existía solo una mortandad de 2.3% en el
municipio de Culiacán. En 1950 con 249 defunciones y con una población de 48,936 habitantes,
se representaba solo el 0.5% de mortalidad. Y por ultimo en 1960, con 404 defunciones y con una
226
Centro de Estudios Económicos y Demográficos, Dinámica de la población de México, El Colegio de
México, México, 1970. p. 140-141
227
Ídem. p. 140 -141
228
Estadísticas de muertes violentas en la ciudad de Culiacán 1940-1965, Información proporcionada por el
Registro Civil del Estado de Sinaloa. Noviembre del 2008.
117
población de 85,024 habitantes, existía una mortalidad de 0.47%. Esto significaba que la
mortalidad disminuía a medida que el número de la población aumentaba.
229
Por otro lado, el total de muertes violentas era de 589 de 1940 a 1960, presentando su
mayor número de muertes en 1942 con 45 de estas, y el menor número con 13 en 1954, teniendo
como promedio de 28 muertes por año a lo largo de las dos décadas.
230
El total de muertes violentas por arma de fuego fue de 456, de 1940 a 1960, presentando
su mayor numero en 1958 con 35 muertes y el menor número con 9 en 1954, teniendo un
229
230
Ídem.
Ídem.
118
promedio de 21.7 muertes por año a lo largo de la década. Comparando la cifra más alta de
muertes violentas que fue de 45 en 1942, con la cifra de 34 defunciones por arma de fuego en el
mismo año se nota que la mayoría de estas muertes son por arma de fuego, mostrando un
porcentaje de 75 puntos de cada cien. Esto es tres cuartas partes de las muertes violentas en
Culiacán eran por armas de fuego en 1942, el año de más muertes por esta causa.
231
Para reafirmar estos números comparare el total de muertes violentas por arma punzocortante fueron 133 de 1940 a 1960, con las 456 muertes por arma de fuego en el mismo periodo
en relación al total de las muertes violentas que fue de 589. De 133 muertes de 589, es el 22.5%
de las muertes violentas, y el resto 77.4% pertenecían a las muertes violentas por arma de fuego
en estas dos décadas.
231
Ídem.
119
232
Ahora el total de muertes por genero no asombra a lo que comúnmente se tiene visto en
estudios de criminología, una prevalencia del género masculino en número de muertes con un
total de muertes violentas por arma de fuego de 424 de 1940 a 1960. Comparando con las 456
muertes violentas por arma de fuego (cifra general), que se dieron en la dos décadas, se tiene que
el 92.9% de los difuntos eran de género masculino y el resto, 7% eran mujeres.
233
Ese 7% de mujeres muertas por arma de fuego en dos décadas eran 32 mujeres, con una
cantidad mayor de 5 mujeres muertas por esta causa en 1951, y con una cifra menor de 0 muertes
232
233
Ídem.
Ídem.
120
en los años de 1945, 1947, 1948 y 1954, de las dos décadas, con un promedio de 1.52% de
muertes por año a lo largo del periodo 1940-1960.
Una vez inmersos en las estadísticas sobre las muertes violentas y habiendo descrito la
definición de criminalidad en el segundo inciso de este capítulo, continuaré la conceptualización
sobre criminalidad para terminar el manejo de los números en cuanto a cifras de muertes y la
visión estadística de la criminalidad. Para ello, comenzaré con la criminalidad real, la cual es
aquella que está constituida por el conjunto de delitos que se cometen efectivamente en un tiempo
y en un lugar determinado, sin importar si fueron o no denunciados, investigados, juzgados o
condenados. Es prácticamente imposible obtener la criminalidad real, ya que muchos delitos que
se cometían en el pasado, no eran denunciados ante las autoridades.234
La criminalidad aparente, es aquella que resulta del conjunto de delitos registrados que
fueron comunicados o denunciados ante una autoridad judicial, sin importar si el delincuente fue
aprehendido, juzgado o condenado. La criminalidad legal se entiende como aquella que resulta
del conjunto de sentencias pronunciadas a través de un juicio emitido por un juez o una autoridad
judicial. En este trabajo se estudian cifras oficiales proporcionadas por el Registro Civil del
Estado de Sinaloa del periodo de 1940-1960, aunque se llegue hasta 1965, las cifras de los
últimos cinco años no las considero para mi estudio. Pero es esta aportación de la información lo
que me permite trabajar lo más cercanamente posible a las cifras reales ó criminalidad real, ya
que este crimen o delito grave o violento que es el homicidio, por su característica de presentar en
físico los cuerpos, es de los delitos que en los estudios estadísticos muestran menos criminalidad
impune, que es el sesgo que pudiera existir entre criminalidad real y criminalidad aparente, y que
representa la cifra negra de la criminalidad, pero en caso de existir un sesgo o criminalidad
impune, se deberá a muertes violentas en personas desaparecidas durante el periodo, que
representarían en caso de existir, esta cifra negra o criminalidad impune, ó por otro cualquier otro
motivo ajeno a la información aquí presentada.
234
José M. Rico, Crimen y Justicia en América Latina, Siglo XXI, México, 1977, 32-33. Utilizo algunas de
las definiciones de criminalidad que el autor emplea para su estudio y que a su vez son retomadas de la
criminología.
121
4.3 Sobre homicidio en Culiacán y los posibles factores
La violencia es tan vieja como la existencia del hombre mismo, “sigue como
sombra a la sociedad”, y sus expresiones a través de la historia han sido tema de reflexión
para historiadores, filósofos, políticos, antropólogos, sociólogos, psicólogos y otros. Desde
la violencia individual, la socializada, las revoluciones, las guerras modernas, hasta llegar a
la violencia monopolizada por el Estado. La violencia ha sido parte del desarrollo y
evolución del hombre en sociedad y de las sociedades en su contexto global, tanto para la
dominación de otros hombres o sociedades y culturas, como para el control y dominación al
interior de sociedades dirigidas por estados modernos. 235
Para Giuseppe Amara, “los griegos, influidos por la idea del eterno retorno, la
violencia era un fenómeno tan natural como lo era el crecimiento, el esplendor y la
decadencia de las civilizaciones, para la cultura náhuatl, la violencia era el medio natural
con el que se destruye un periodo y renace uno nuevo.”236
Para Quiroz Cuaron la sociedad debe de desarrollarse y cambiar de una sociedad
con una cierta violencia, a una criminalidad sobre la propiedad ajena, de los delitos
violentos a los de estafa y robo, de la criminalidad en lo rural a la ciudad.237
En Culiacán como en otras poblaciones del estado, así como del país no existía
crimen más violento, temido y representativo de los considerados crímenes violentos, que
el homicidio. La privación de la vida en el otro, era sin duda alguna el temor de parte de la
población más susceptible a la percepción de la violencia a su entorno social. En la ciudad
el homicidio era parte de la cotidianidad y de la vida social, aun con sus pautas e índices de
frecuencia, el homicidio acontecía continuamente.
235
Giuseppe Amara, La violencia en la historia, ANUIES, México, 1976.
Ídem.
237
Revísese a Alfonso Quiroz Cuarón, en Crisis de la administración penal, en Revista de la Facultad de
Derecho de México, núms. 41-42, enero-junio de 1961,
236
122
En la región sinaloense, la violencia era parte de la cotidianidad, sin embargo, el
homicidio en el campo como en la ciudad se manifestaba con pautas culturales diferentes,
aun así, la principal diferencia consistía en la concentración de unas instituciones policiaca,
de justicia, penal y una concentración socio-espacial, diferente a la dispersas extensiones
geográficas de la región en que los pistoleros sinaloenses solían esconderse o perderse de
las autoridades estatales.
Hablar de cultura de la violencia o violencia cultural es hablar de aspectos de la
cultura como ciertos signos y símbolos encontrados en la cotidianidad que legitiman o
estimulan el violentar la seguridad vital. Clifford Geertz cuando habla de cultura menciona
los tramas de significación que el hombre teje, y es mediante estos tramas que interpretan
su existencia y experiencia y conducen sus acciones. La violencia por su parte, es un
sistema de actos y representaciones perfectamente codificadas y decodificables en el campo
de las relaciones de poder. Y su permanencia en el tiempo es debido a que, esta violencia
va impregnando el núcleo de valores que marcan el estilo de vida, los procesos de
socialización, y las relaciones interpersonales de los individuos que viven bajo condiciones
similares.238 Las armas de fuego y el alcoholismo, eran símbolos y factores propiciatorios
de acciones, de conductas tendientes a ejercer violencia en ese contexto, teniendo como
principal factor no solo el aprendizaje y en algunos casos la repetición de la conducta
violenta, sino también la actitud consiente del uso de la agresión, de la violencia como un
medio, (en el caso de premeditación de lesiones u homicidio), para ejercer poder hacia el
otro. Es entonces, que esta cultura de la violencia se podía mostrar en la continuidad en el
tipo y numero de homicidios cometidos a lo largo de estas dos décadas.
238
Retomo el concepto manejado por la OMS, sobre el uso de la fuerza física o el poder relacionado con el
homicidio, esto en su Informe Mundial sobre la violencia y salud, OMS, Organización Mundial de la Salud,
2002. “el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno
mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones,
muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” “el uso deliberado de la fuerza física o el
poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que
cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo
o privaciones”.
123
Existían fundamentalmente dos tipos de homicidio criminal: 1) el premeditado,
alevoso e intencional, y 2) el perpetrado al calor de la pasión, o que resulta de una
intensión de hacer daño sin que se tenga el propósito de matar. El primero, comúnmente
manejado como asesinato, en el segundo caso el homicidio puede entrar en una categoría
denominada como crimen pasional, por caracterizarse de factores como un vínculo
amoroso, con la emoción y la ruptura violenta. De estos dos tipos de homicidio, ambos
predominaban en el contexto de la ciudad de Culiacán, por un lado, el crimen de homicidio
en la esfera de lo privado, prevalecía el homicidio premeditado al igual que el homicidio
que se desarrolla al calor de la pasión y el descontrol emocional, en cambio en la esfera
pública, los casos de homicidio intencional o premeditado disminuían, siendo el de
descontrol emocional el de más incidencia, y donde se le achacaba al alcoholismo y al uso
de armas de fuego mayor implicación. Las vendettas y los crímenes por honor, odio y
resentimiento eran también parte del panorama urbano que fue acrecentándose poco a poco,
en la medida que estos prevalecían en el contexto rural, y que desde los años cuarenta se
llevaran a cabo también, en las zonas periféricas de la ciudad, y que disminuirían para
finales de los años cincuenta.
La zona centro o la ciudad propiamente tenía sus casos de homicidio que sin duda,
eran más cuestionados por realizarse precisamente al interior de la ciudad, justo donde
suponía existía mayor seguridad policial. En segundo lugar estaba la zona periférica de la
ciudad que contemplaba espacios como la colonia Tierra Blanca y Gabriel Leyva, que en
gran medida era la entrada y salida de muchos pasajeros de zonas rurales o de otros
poblados del Estado y donde se encontraban algunos prostíbulos y cantinas. Por último,
estaba la zona del municipio de Culiacán que comprendía de 1940 a 1960, además de la
ciudad, de: 1 villa, 16 pueblos, 5 congregaciones, 19 haciendas y fincas, 21 ejidos, 493
ranchos, 278 rancherías y 153 otros.239 El homicidio y los delitos de lesiones en este último
punto se desarrollaban de una manera muy particular, ya que prevalecían las vendettas y
crímenes de lesiones y homicidio relacionados con alcoholismo. Pocas zonas pueden
considerarse criminógenas,240 pero si se pudiesen considerar algunas de estas zonas de la
239
VIII Censo General de Población del Estado de Sinaloa -1960.
Solís Quiroga, Héctor, Sociología Criminal, Porrúa, México, 1985. El autor habla en lo relativo al lugar en
que se cometen los hechos tomando en cuenta el tipo y número de delitos realizados, sin embargo el
240
124
ciudad como tal, estas serian Tierra Blanca por lesiones y alcoholismo,
el mercado
Garmendia por robo en menores infractores, el centro de la ciudad y comisarias y pueblos o
colonias apegadas a la ciudad de Culiacán como La Lima, La Ejidal y El Barrio, por
lesiones, alcoholismo y homicidio. En relación al delito de homicidio la zona segura como
criminógena lo representaban poblados, ranchos y rancherías cercanas a la ciudad y otras
no tanto, que tenían ya su fama bien fincada en base a la violencia que se desarrollaba tras
fiestas, conflictos de cantina, delitos pasionales o vendettas familiares. Muchos de estos
poblados eran frecuentes protagonistas de la nota policiaca de diarios locales.
Giuseppe Amara menciona algunos factores básicos de los diversos homicidios, que
dan como resultado al acto criminal como resultado de un proceso multidimensional;
además del factor psicológico, también intervienen factores de tipo étnico, ambiental,
sociológico, político-económico y biológico. De ahí que algunos de los propiciatorios de
violencia sean los siguientes:
1.
Factores de tipo catalizador, disparadores y facilitadores.
•
Abuso de alcohol o drogas.
•
Contemplación de actos violentos, reales o por medios de comunicación.
•
Posesión de armas.
2.
Factores de estructura y funcionamiento mental.
•
Insuficiente desempeño escolar.
•
Bajo coeficiente verbal en el área verbal.
•
Déficit de atención y concentración, con o sin hiperquinesia.
•
Conducta infantil alterada.
3.
Factores de origen y evolución familiar.
•
Familia disfuncional.
desarrollo del delito de homicidio durante este periodo fue heterogéneo en cuanto al lugar y tipo de
homicidio.
125
•
Abuso infantil.
•
Convivencia con niños transgresores.
•
Inconsciente o parcializante educación familiar: demasiado
sobreprotectora y rígida, o muy laxa y sin límites.
•
Divorcio. Ausencia del padre, de la madre, de ambos.
•
Entorno familiar generador de machismo.
4.
Factores económico-sociales.
•
Pobreza. Privaciones. Urgencia de dinero.
•
Publicidad y promoción de modelos existenciales ostentosos y
dispendiosos, que confieren al dinero el poder máximo. El mito de que el
dinero es causa y solución de todos los problemas vitales.
•
Exaltación de la conducta violenta en la vida diaria y en los medios de
comunicación.
5.
Factores biológicos.
6.
Antecedentes hereditarios.
7.
Factores judiciales.
•
Impunidad.
•
Perdida de la identidad del policía.241
Aunque estos factores son inespecíficos, pueden influir en todo tipo de delitos y no solo
en crímenes violentos. No inciden de forma única, directa o prevalecientemente, aunque
interactúan dentro de un conjunto multidimensional.
Si bien se conoce la complejidad de los factores que intervienen para la conclusión de
un acto homicida, han existido anteriormente otros pensadores, investigadores, corrientes
(particularmente de la criminología) que han propuesto uno o más factores particulares
como determinantes en el desarrollo (como en este caso) de delitos violentos, como el
homicidio. Desde Cesare Lombroso, Enrico Ferri y Rafaele Garofalo, hasta Lambert
Adolphe Jaques Quételet, mejor conocido como Quételet han propiciado desde sus propias
241
Giuseppe Amara, La violencia, CONACULTA, México, 1998.
126
propuestas incluir al clima y la geografía, como factores propiciantes o facilitadores en el
desarrollo de la conducta violenta. La cartografía criminal o escuela cartográfica de la
criminalidad que iniciara Quételet ya incluía el estudio estadístico de criminalidad
combinado con factores climáticos determinados para el estudio de delitos violentos.242 En
el caso particular de Culiacán o del estado de Sinaloa, cabe considerar sin determinismos, y
para futuros estudios, factores como el clima cálido y húmedo característico del verano en
la región sinaloense, para el estudio de la conducta delictiva en la historia de dicha región o
del estado.
En cuanto al periodo que nos compete, es la transformación social que experimenta la
ciudad y sociedad de Culiacán, la que contribuyo al notable aumento de número de homicidios.
El aumento poblacional, predominantemente por jóvenes pertenecientes a zonas rurales, fue un
factor no determinante, pero si propiciatorio para este delito, además de ser también, la principal
víctima de homicidio. Las pautas culturales, los símbolos, la gran cantidad de cantinas, de
aguajes, la posesión y portación de armas de fuego, eran algunos aspectos propiciatorios y
desencadenantes de la violencia. Solo aspectos como el genero, (en este estudio,
predominantemente masculino para victimas y victimarios) era el catalizador de la cultura de la
violencia en complemento con los ya mencionados propiciadores y desencadenantes aspectos
cotidianos del alcoholismo y la portación de armas de fuego.
El Género, factor importante en este aumento poblacional y en ello el predominio de
jóvenes adultos en la región y la ciudad. Es el género el que se debe considerar como una
construcción social e histórica específica que sobre la base biológica del sexo, norma lo
masculino y lo femenino en la sociedad, así como las identidades subjetivas y colectivas.
Condiciona a la vez, la existencia de una valoración social asimétrica para varones y mujeres, así
como las relaciones de poder que se dan entre ellos. El género se interioriza a través de la
socialización de formas de representarse, valorar y actuar en el mundo; esto ocurre de generación
en generación y las sociedades, culturas o subculturas juegan el papel de poder cambiarlo o
242
Antonio García-Pablos De Molina, Tratado de Criminología, Valencia, Ed. Tirant Lo Blanch, 1999.
p. 252-259.
127
perpetuarlo. Es por eso que la masculinidad se concibe como un proceso dinámico y permanente
de auto desarrollo, así como de identidad social es un conjunto de atributos, valores actitudes
funciones y conductas que son internalizadas por los varones en tanto que suponen un patrón
esencial y establecido por una cultura determinada.243 El genero masculino prevaleciente en los
años cuarenta y aun en los cincuenta era retro alimentado por el romanticismo de una época de
añoranzas y conflictos de cantina, ante la ruralización de la ciudad y su continua búsqueda de
modernidad.
De esta manera la masculinidad en Culiacán se interiorizaba, aprendía, competía,
reafirmaba y hasta se corroboraba en los espacios de mayor sociabilidad que la ciudad de
Culiacán pudiese mostrar, sus cantinas. Y es que estos espacios que eran muy variados, ya que
iban desde los mencionados cabarets de más “categoría”, las cantinas de la periferia hasta las
casas de mala nota. De pronto se encontraban de nuevo, armas de fuego, alcohol y la mejor ó la
peor de las socializaciones, ya que en estos espacios el desenlace socializador de de esos puntos
de reunión resultaban en violencia.
243
Mario Carranza Aguilar, “Masculinidad, violencia y salud”, en Historia de la violencia, la criminalidad y
el narcotráfico. IIES-UAS. Culiacán, Sinaloa, México. P. 243
128
Conclusiones
Culiacán a principios de los años cuarenta era un pueblo grande, más que una
ciudad. La violencia existía en ella, aunque predominaba en el contexto rural, en el resto del
municipio de Culiacán, sobre todo en pueblos cercanos. Es desde mediados de siglo que
existe el fenómeno de abandono del campo por mucha de la población en Sinaloa y en
México, para migrar a las ciudades, caso concreto de Culiacán. Sin embargo, la coyuntura
que existió en la capital estatal a finales de los años cuarenta, con la migración y una mayor
población rural en el municipio por las oportunidades de trabajo con un más productivo
valle de Culiacán, la ciudad simplemente se pobló de manera tal, que fue el inicio de la
masificación de Culiacán, la correspondiente urbanización y la creación de más colonias
para la población, que generaban más necesidades y servicios. Las continúas crisis en la
ciudad de productos básico como la carne, maíz y frijol, y de combustibles como la
gasolina, entre otros, los deficientes servicios de luz y agua, creaban más carestía y tensión
entre los pobladores de clase bajas. Mientras la ciudad continuaba creciendo, continuaba
ruralizandose, ya que la mayoría de los nuevos pobladores eran jóvenes de menos de 30
años, que venían en busca de oportunidades, muchos de ellos de Durango, así como del
norte y del sur del estado, y también de otros estados. También existía una dinámica
económica de independencia ciudad-campo de pobladores rurales que daban vida al
conglomerado urbano debido a actividades económico-comerciales. Y por último, la ciudad
en su desarrollo absorbería a poblados como La Lima, La Ejidal, El Barrio y la comisaria
Humaya, entre otros, haciendo más fuerte esta ruralización de la ciudad. De repente en su
mismo desarrollo espacial, arquitectónico, en la modernidad que parecía llegar como parte
de lo cotidiano en el paisaje urbano, en la creación de más leyes, de más penas, de más
política, la continua ruralización era un choque directo con la pretendida modernidad, con
el discurso de nuevas reglas y leyes, con las viejas y no tan viejas costumbres y tradiciones,
de lo civil y lo incivil, lo normal y lo anormal, como parte de lo amoral. El romanticismo
tomaba el protagonismo en los periódicos locales como el problema de todos los males, una
enfermedad difícil de curar, como todo lo satanizado. Era este romanticismo, en la opinión
129
de los medios locales, que fenómenos como el alcoholismo y el pistolerismo se vieron
reforzados así como la criminalidad, referida al número y el tipo de delitos violentos en la
ciudad. La creciente población de la ciudad por pobladores venidos del contexto rural,
propició un choque cultural de costumbres y tradiciones. Tal como queda asentado, a
finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta se dio un ligero aumento en el
número de homicidios. El desorden, el hacinamiento y conflicto social generaron este
aumento. La transformación social de Culiacán generaría el diverso tipo de criminalidad
paralelamente al crecimiento poblacional.
Por otra parte la justicia sinaloense, apuntaba hacia cambios y reformas importantes
en materia legal, debido en gran parte a los ataques del llamado cuarto poder, la pena de
muerte fue materia de constante debate, titubeándose entre su reinstauración y abolición
para el Estado sinaloense, debido a la presión social, dados algunos crímenes de homicidio
para los cuales se exigió esta pena, por y ante la peligrosidad del criminal o criminales,
principal argumento del derecho penal, la tendencia abolicionista termino por prevalecer en
1962. Para la abolición de la pena de muerte, se argumento su inutilidad como medio de
ejemplo para otros delincuentes para la disminución de los índices de homicidio, además de
que el Estado no debía castigar con homicidio el delito de homicidio, adoptando el papel de
juez y verdugo. Por otra parte, el indulto dejo de ser una práctica continua para el ejecutivo
y legislativo estatal, ya que este era percibido como una injusticia, como corrupción y/o
como influyentismo entre la empresa oficial, a favor de unos cuantos. El avance o
desarrollo en la justicia sinaloense en cuanto a la restricción de los indultos fue significativo
para la sociedad por que representaba justicia, y sobre todo seguridad, donde con
anterioridad la inseguridad estaba basada en el temor colectivo de la figura homicida.
Además de que la atribución tomada por parte del ejecutivo y el legislativo locales, en
materia de justicia desaparecía lentamente, ya que el legislativo debía hacer, establecer,
cambiar o reformar las leyes, más no aplicarlas, situación similar del ejecutivo cuando
intervenía en alguna petición de indulto. La aplicación de las leyes seria retomada por el
poder judicial y su estructura, con la desaparición de la pena de muerte y la disminución de
los indultos sobre los reos sentenciados por homicidio, a lo largo de los cambios registrados
en materia de reformas penales, restructuración orgánica y burocrática.
130
Por otro lado, la prensa local que era un espejo de dicha sociedad, creaba y
acrecentaba un sentimiento de temor e inseguridad sobre los casos de homicidio para la
población sobre todo en la década de los años cuarenta y principios y mediados de los
cincuentas, ya que la masificación de la ciudad, el establecimiento de otros medios como la
televisión, así como otros medios de entrenamiento, fueron elementos que disminuyen la
producción banal de la nota roja o policiaca ante la población a finales de los años
cincuenta, sin embargo, la imagen del homicidio fue magnificado y distorsionado,
creándose una cultura del morbo y la banalidad, creando desinformación por un medio de
información. También, seria la misma prensa la que reforzaría la idea dualista de lo
correcto e incorrecto, lo civilizado e incivilizado, lo normal y anormal, siendo principal
soporte de la racionalización del Estado, teniendo como base el temor colectivo. Aunque
existía una continuación proporcional de los índices de homicidio, no existía un aumento de
estos, o lo que es lo mismo, el índice de homicidios no aumentaría proporcionalmente al
aumento poblacional, por lo cual no existe un aumento de la violencia, por medio de los
índices de homicidio. Sería la nota periodística la que exaltaría una falsa percepción del
aumento del delito a través de las dos décadas. El homicidio relacionado con el alcoholismo
(esfera pública) era predominante, siguiéndole de cerca, el homicidio pasional (esfera
privada) y posteriormente otros tipos de homicidio. Existiendo un predominio de crímenes
de homicidio en el municipio, en el contexto rural, antes de la coyuntura en Culiacán, y
posterior aumento de estos crímenes a la ciudad después de finales de los cuarenta y
principios de los cincuenta.
Para finales de los años cincuenta, la sociedad y ciudad de Culiacán habían mutado,
así como también había cambiado la forma de ver a la criminalidad, al homicidio, aun
cuando la prensa seguía con su mismo despliegue de propaganda del Homo criminalis, de
su acto y su peligrosidad, y por consecuencia todo producto de la banalidad. Los cambios
en materia de comunicaciones y otros, como el desarrollo y aumento del uso y trasmisión
de la televisión, mayores centros de esparcimiento, mayor numero de medios de
entretenimiento, de cultura y deportes, además de la aparición de otro tipo de conflictos
sociales, laborales y estudiantiles, en una ciudad en continua masificación, hicieron perder
131
atención en temas como este despliegue de la propaganda de la criminalidad a través del
medio escrito. Sería solo hasta los años sesenta y setenta, (las siguientes dos décadas) que
la prensa escrita retomaría fuerza por medio de estos desplegados de la criminalidad local,
por medio de una nueva, restaurada y perpetuada cultura de la violencia a través del
narcotráfico, que más por el impacto de los crímenes que por el número de estos, daría un
repunte negativo en la dialéctica violencia-civilización en el desarrollo de la sociedad de
Culiacán.
132
Fuentes
Archivos
HN
BC
AHGES
RCES
CREDHIC
CLES
Hemeroteca Nacional
Biblioteca Central UNAM
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa
Registro Civil del Estado de Sinaloa
Centro Regional de Documentación Histórica y Científica
Congreso Legislativo del Estado de Sinaloa
Hemerográfia
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa
La voz de Sinaloa
El Diario de Culiacán
El regional
Bibliografía
Amara Giuseppe, La Violencia en la Historia, México, Ed. Edicol-ANUIES, 1976.
___, La violencia, México, CONACyT, 1998.
Arriaga Robles, Rodolfo, De la demolición del Apolo a la inauguración del Teatro del
IMSS. El Teatro en Culiacán de 1951 a 1961, Culiacán, Difocur, 2004.
Astorga, Luis. Mitología del “narcotraficante” en México, México, UNAM-Instituto
de investigaciones sociales - Plaza Valdés Editores, 1995.
Buffington Robert, Criminales y ciudadanos en el México Moderno, Siglo XXI, 2001.
Caimari Lila, Usos de Foucault en la Investigación Histórica, Conferencia pronunciada
el 30 de abril del 2005, en el ámbito del seminario permanente de investigación de la
Maestría en Educación de la UdeSA. Universidad de San Andrés.
http://www.udesa.edu.ar/files/EscEdu/DT/DT18-CAIMARI.PDF
Cardoso Ciro, Los métodos de la historia, México, Grijalbo. 1977.
133
Castro, Cohn, Martha, Una ciudad a mitad del siglo. El Culiacán que ya se fue, en
Culiacán a través de los siglos, de Ibarra, Escobar, Guillermo y Ruelas, Ana, Luz,
Coordinadores, Ed. UAS/Ayuntamiento de Culiacán, Culiacán, Sinaloa, 1994.
Chartier, Roger. El mundo como representación, Barcelona, Ed. Gedisa. 1999.
Córdova, Nery. Las mediaciones culturales y la comunicación. Sinaloa Historia,
Cultura y Violencia, México, Publicaciones Difocur, Cuadernos de Investigación
2,1993.
Dinámica de la Población en México, Colegio de México/Centro de Estudios
Económicos y Demográficos, México, 1981.
Del Olmo Rosa, América Latina y su criminología, México, Siglo XXI, 1999.
Durkheim, Emile, Las Reglas del Método Sociológico, sexta edición, México, Ed.
Colofón, 2004
Elías Norbert, El proceso de la Civilización, México, FCE, 1993.
Félix Castro, Enrique, El Guacho, Ulises sinaloense, Culiacán, AHGS, 2005.
___, Evolución tardía de provincia, Culiacán, UAS, 1985.
Figueroa Díaz, José María, Loaiza y El Gitano, Culiacán, Once Ríos Editores, 1998.
___, (Compilador). Periodismo Sinaloense, México, Once Ríos Editores, 1996.
___, Sinaloa, Poder y Ocaso de sus gobernantes. 1831-1986, México, 1996.
Foucault, Michel, Seguridad, Territorio, Población, México, FCE, 2006.
___, La vida de los hombres infames, Buenos Aires, Editorial Altamira, 1992.
García Becerra, José Antonio, La Pena de Muerte en la Legislación del Estado de
Sinaloa, Revista Clío, Escuela de Historia/UAS, No. 10, Nov. 1993 a Feb. 1994.
García-Pablos De Molina, Antonio, Tratado de Criminología, Valencia, Ed. Tirant Lo
Blanch, 1999.
García Ramírez, Efraín, Armas: Análisis jurídico de los delitos contemplados en la ley
de armas de fuego y explosivos, México, Ed. Sista, 2005.
Genovés Santiago, El “Cuento” de la violencia, Ed. Chromatos y CONACyT, México,
1993.
134
Gil Leyva Francisco. Culiacán: crónicas de una ciudad, Culiacán, Ayuntamiento de
Culiacán. 1973.
Gill, Mario. Pistolerismo y otros reportajes. Universidad Autónoma de Sinaloa.
México. 1985.
González Valdés, Ronaldo. Sinaloa. Una sociedad demediada, Culiacán, México, Ed.
Instituto Municipal de Cultura, 2007.
___, Merodeos, México, DIFOCUR, 1996.
Hernández Chávez, Alicia. Historia de la Revolución Mexicana: La mecánica
cardenista. COLMEX. México. 1979.
Hobsbawm Eric, Bandidos, Barcelona, Ed. Critica, 2001.
Ibarra Escobar Guillermo. Sinaloa, 100 años. La gran aventura del siglo XX. Culiacán,
Ed. UAS- Noroeste, 2003.
Kelsen, Hans, ¿Qué es la justicia?, México, Ariel, 1991.
López González, María del Carmen Azalia, “Historia de los Partidos Políticos en
Sinaloa, (1909-1946)”, Tesis de doctorado, Doctorado en Ciencias Sociales,
Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, 2008.
M. Caimari, Lila. Apenas un delincuente: Crimen, castigo y cultura en la Argentina,
1880-1955. Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.
MacGregor Campuzano Javier, Historiografía sobre la criminalidad y sistema
penitenciario, en Revista Secuencia Po. 22, Instituto de Investigaciones Dr. José María
Mora, 1997.
Marchiori, Hilda. Psicología Criminal. México, Ed. Porrúa, 2000.
Nakayama, Antonio. Culiacán. Desarrollo de una ciudad, Instituto de Investigaciones
de Ciencias y Humanidades, (IICH), UAS, Culiacán, 1981.
___, Entre Sinaloenses y Sinaloenses; Afinidades y Diferencias. Publicaciones Difocur.
Sinaloa, México. 1991.
Olea, Héctor, R., Sinaloa a través de sus constituciones, México, UNAM, 1985.
___, Los Asentamientos Humanos en Sinaloa, Culiacán, Universidad Autónoma de
Sinaloa, 1980.
Padilla, Francisco. Lo que el tiempo no se llevó. Ed. UAS. México. 1993.
135
Pérez Montiel, Clemente. Algunas patologías sociales en el municipio de Culiacán: un
análisis y una propuesta, Culiacán, Ed. Suntuas Académicos, 1993.
Picatto, Pablo, El discurso sobre la criminalidad y el alcoholismo hacia el fin del
porfiriato, en Hábitos, normas y escándalo. Prensa, criminalidad y drogas durante el
porfiriato tardío, México, Plaza y Valdes Editores, 1997.
Ramírez Millán, Jesús, Derecho Constitucional Sinaloense, Culiacán, Universidad
Autónoma de Sinaloa (UAS), 2000.
Ramírez Topete, Rosa Yuneiry, “Voces del Culiacán ausente. Esparcimiento, idilios y
vida familiar, 1940-1960”, Tesis de licenciatura, Facultad de Historia, Universidad
Autónoma de Sinaloa, Culiacán, 2009.
Rico José M, Crimen y Justicia en América Latina, Ed. Siglo XXI, México, 1977.
Rios Espinoza Eleuterio y Rios Estavillo Juan José. Sinaloa, Sociedad y Violencia.
Culiacán, Ed. El Caballito, 1991.
Ruiz Harrell, Rafael, Criminalidad y mal gobierno, México, Sansores y Aljure, 1998.
Speckman Guerra, Elisa. Crimen y Castigo. El Colegio de México-UNAM. México.
2002.
Solís, Quiroga, Héctor, Sociología Criminal, México, Porrúa, 1985.
Teun A. Van Dijk, La noticia como discurso, México, Paidós, 1990
Touraine, Alain, ¿Podremos vivir juntos?, México, FCE, 1997.
Trujillo Bretón Jorge Alberto y Padilla Arrollo Antonio, Delitos, castigo y clases
criminales en la historiografía mexicana, en Pobres marginados y peligrosos, México,
Universidad de Guadalajara/Universidad del Comahue, 2003.
Trujillo Bretón, Jorge Alberto. Del vicio, el crimen y los bajos fondos porfirianos.
Guadalajara (1867-1877), (ponencia).en Memoria del XVII Congreso de Historia
Regional Historia de la violencia, la criminalidad y el Parcotráfico, Culiacán, 2002.
Publicación especial del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UAS.
William B. Taylor, William B., Embriaguez, homicidio y rebelión en las poblaciones
coloniales mexicanas, México, FCE, 1979.
Valadés Diego, La Constitución
Investigaciones Jurídicas, 1987.
Reformada,
México,
UNAM/Instituto
de
136
Verdugo Quintero Jorge, Sinaloa: Historia, Cultura y Violencia, Culiacán
Publicaciones Difocur, Cuadernos de Investigación 2, 1993.
Weber, Max, Economía y Sociedad, México, FCE, 1985.
Zavala Zavala, Arturo, Cultura y violencia en Sinaloa: Historia, Moldes y Mitos,
México, Ed. Instituto Municipal de Cultura de Culiacán, 2007.
___, Entre el muchacho alegre y las Hojas de hierba (buena), 1940-1950, Culiacán,
Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa, 2000.
Descargar