dictamen - Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha

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DICTAMEN N.º 155/2011, de 22 de junio.*
Expediente relativo a reclamación de responsabilidad patrimonial tramitado a instancias de D. X, por los daños y
perjuicios que le han sido irrogados como consecuencia de la asistencia sanitaria que le fue dispensada en el Complejo
Hospitalario H, centro dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM).
ANTECEDENTES
Primero. Reclamación.- El día 14 de noviembre de 2008, D. X, de 31 años de edad, presentó una reclamación en la
que solicitaba una indemnización cuyo importe no cuantifica, por los daños derivados de la atención sanitaria recibida por
el Servicio de Neurocirugía del Complejo Hospitalario H.
Según el contenido del escrito de reclamación, el interesado fue intervenido en el citado centro hospitalario el día 22
de abril de 2008, debido a una hernia discal L4-L5 y discopatía L5-S1, practicándosele una “discectomía y facedectomía
L4-L5 y L5-S1, con inserción de dispositivos intersomáticos Neolif y artrodesis pedicular L4-L5-S1, usando tornillos de
50x6mm en S1, barras de 30x8 mm de titanio”.
Añade el reclamante que tras la intervención se produjo paresia sensitiva y motora de la pierna y pie izquierdo así
como dolor intenso en la parte izquierda de la zona intervenida que bajaba por la pierna izquierda.
Tras el alta hospitalaria y, al persistir los anteriores efectos, se le realiza un electromiograma en Cuenca cuyo
resultado fue “Lesión parcial (axonotmesis y Axonoestenosis) muy severa del nervio ciático poplíteo izquierdo con mayor
compromiso para la rama tibial anterior con signos de denervación total en la musculatura subsidiaria de tibial anterior y
severa en peroneo lateral”.
Continua el reclamante indicando que tras diversas pruebas y seguimiento de tratamiento rehabilitador sin resultado,
el jefe de Servicio de Neurología (Dr. D) le informó que “el movimiento del pie va a ser imposible de recuperar debido a
una lesión muy grave en el nervio causada en la intervención quirúrgica y el dolor sí que me podían calmármelo. [...]
Actualmente sigo con dolores insoportables y con parálisis de pie izquierdo esperando a que me llame el Doctor F ya que
me dijo que tenía que estudiar mi caso detenidamente para ver la causa del dolor porque el movimiento no lo voy a
recuperar”.
Concluye el escrito solicitando la indemnización que legalmente corresponda a la lesión causada.
Segundo. Admisión a trámite.- A la vista de la reclamación presentada, la Coordinadora Provincial del SESCAM en
Albacete, mediante escrito de 12 de enero de 2009, comunicó al reclamante la admisión a trámite de la misma, indicándole
la persona designada para la instrucción del correspondiente expediente. Asimismo le informaba que la tramitación del
expediente se sustanciaría según lo prevenido en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, por el que se aprueba el
Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de Responsabilidad Patrimonial, y del
plazo de resolución, de seis meses, transcurridos los cuales se podría entender desestimada su solicitud.
Tercero. Escritos complementarios de la reclamación.- Con fecha 11 de junio de 2009, el reclamante presenta un
nuevo escrito que califica como anexo al anteriormente presentado, en el que viene a denunciar el abandono que sufre por
parte del Servicio de Neurocirugía del Hospital H, y las dificultades para obtener una segunda opinión médica.
Señala que ha acudido a una consulta privada en Valencia, donde le comentaron que sus lesiones son resultado de
fallos muy graves de la intervención “uno de esos fallos que cometió fue la lesión muy grave del nervio ciático
causándome la posterior paralización de la pierna izquierda además de otra serie de fallos en cadena. Me dijo también
que no se explica el porqué de dicha lesión en el nervio ciático ya que para este tipo de operaciones no se tiene que tocar
para nada dicho nervio, también, otra cosa que ha visto y no se explica el Doctor F es porqué el canal lumbar a nivel L3L4 aparece comprimido u obstruido de esa forma tan mala que aparece produciendo un estrechamiento preocupante,
además de eso también me ha comentado la mala colocación en algunos sitios del material metálico”.
Posteriormente, el reclamante presenta un nuevo escrito en el que aporta al expediente copia de la Resolución del
INSS de 22 de mayo de 2009, por la que se declara la incapacidad permanente absoluta para todo tipo de trabajo.
Cuarto. Informes emitidos.- En la instrucción del expediente se ha recabado el informe del Jefe del Servicio de
Neurocirugía del Complejo Hospitalario H, en el que tras describir la intervención realizada y hacer referencia a la
suscripción del consentimiento informado por parte del paciente, indica que “En el postoperatorio inmediato ya se
evidencia una paresia de L5 y S1 severa, así como una ciatalgia con carácter urgente, en los dermatomas L5 y S1. El
paciente es dado de alta hospitalaria el día 28 de abril de 2008 siguiendo controles en consulta externa los días 17-06-08,
12-08-08, 14-10-08 y por última vez el 4-11-08. Clínicamente persiste una paresia de L5 y S1 izquierdas. [ ] Se practican
dos electromiagramas, uno con fecha 4 de julio-08 en el que se concluye: Lesión parcial (axonotmesis y Axonoestenosis)
muy severa del nervio ciático poplíteo externo izquierdo con mayor compromiso para la rama tibial anterior con signos de
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Ponente: Lucía Ruano Rodríguez
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renervación total en la musculatura subsidiaria de dicha rama, apreciándose ya signos de renervación en peroneo lateral,
con pérdida de unidades motoras total en la musculatura subsidiaria, tibial anterior y severa en peroneo lateral [ ] Este
informe hace referencia a una lesión de nervio periférico, es decir, al ciático poplíteo externo y no a una lesión radicular
que es lo que realmente el paciente presenta, como se confirma en el electromiograma realizado el 23 de octubre-08 en el
Servicio de Neurofisiología del H, en el que se concluye: El estudio neurofisiológico muestra signos de lesión neurógena
en territorios correspondientes a miotomas L5-S1 izquierdos en grado severo, siendo la intensidad de la lesión mayor en
territorio más proximal (L5). [ ] En las dos últimas pruebas de neuroimagen practicadas (TC lumbar y RMN lumbar) se
aprecian cambios postquirúrgicos a nivel L4-L5 con una correcta disposición tanto de los tornillos como de las barras, así
como de los implantes de Neolif entre L4 y L5, L5 y S1, con un componente fibrótico en el lado izquierdo. [ ] En
conclusión, consideramos que el paciente presenta una paresia de los segmentos L5 y S1, que puede considerarse como
una de las complicaciones descritas en el consentimiento informado que el paciente firmó con fecha 13 de noviembre de
2007, en la que se dice riesgos generales: déficit neurológico por afectación de las raíces nerviosas de tipo transitorio con
dolor, hormigueos, o también de tipo persistente (0,8-1,9 %)”.
Figura también el informe de la Unidad del Dolor del Hospital H que indica que el paciente “fue atendido el mismo
día de la solicitud, el 4 de noviembre de 2008, y presentaba paresia y dolor en pie y MI. izdo. de carácter neuropático e
invalidante, manifestando claudicación tras andar pocos minutos. Seguía tratamiento con Lyrica, Tryptizo, Vestirán,
Idalpren y AINE. Añadiéndose Tradonal al tratamiento analgésico. [ ] Estaba pendiente de nueva valoración por NCR
para evaluación de alternativas terapéuticas. No constan nuevas solicitudes de asistencia en la unidad, siendo ese día el
único que atendimos al paciente”.
Un segundo informe del Servicio de Neurocirugía del Hospital H, emitido a petición del instructor, afirma que: “1. El
paciente X desde la fecha del alta hospitalaria fue atendido en consulta externa los días: 17/06/08, 12/08/08, 14/11/08,
13/01/09, y 10/03/09. [ ] 2. Se emiten informes a petición del paciente con fecha 26/08/08 y 18/03/09 de los cuales se
adjuntan copias. En el último informe mencionado se solicita valoración diagnóstica y tratamiento en el Hospital General
K, Dr. B. [ ] 3. Con lo anteriormente mencionado podemos demostrar que en ningún momento ha existido abandono por el
Servicio de Neurocirugía de este hospital. [ ] 4. Respecto al 2º apartado del 3er punto de su escrito (“lesión iatrogénica
del nervio ciático”) le aclaro; lo que realmente existe en este paciente no es una lesión del nervio ciático, sino una
afectación de las raíces L5 y S1, es decir, una radiculopatía sensitiva y motora que ha seguido tratamiento rehabilitador
sin experimentar mejoría significativa. [ ] 5. En el consentimiento informado que el paciente firmó en el primer punto de
los riesgos generales dice textualmente “déficit neurológico por afectación de las raíces nerviosas de tipo transitorio con
dolor, hormigueos o también de tipo persistente (0,8-1,9 %). [...] Consideramos que en ningún momento el paciente D. X
ha sido deficientemente atendido y por supuesto abandonado por parte del Servicio de Neurocirugía del H”.
Se incorpora también al expediente un informe suscrito colegiadamente por dos especialistas en neurocirugía aportado
por la compañía aseguradora de la Administración. Tras resumir los hechos y efectuar diversas consideraciones médicas,
concluye: “1. Todas las actuaciones médicas, diagnósticas y terapéuticas fueron correctas en este caso. [ ] 2. La
intervención quirúrgica de artrodesis lumbosacra transcurrió sin incidencias. [ ] 3. En el postoperatorio inmediato el
paciente presentó dolor y paresia del miembro inferior izquierdo. [ ] 4. Los estudios radiológicos muestran una correcta
colocación de la instrumentación lumbosacra. [ ] A pesar del tratamiento rehabilitador de la Unidad del Dolor el paciente
continua con sintomatología dolorosa y paresia del miembro inferior izquierdo. [ ] 6. La complicación de lesión radicular
aparece reflejada en el documento de consentimiento informado que firmó el paciente. [ ] 7. No consideramos que haya
justificación para esta reclamación”.
Quinto. Historia clínica.- Al expediente se ha incorporado la historia clínica del paciente, entre cuyos documentos
figuran:
Copia del documento de consentimiento informado para la realización de cirugía de fijación lumbar posterior.
Protocolo quirúrgico.
Diario de enfermería.
Informe de neurofisiología clínica del Hospital M de 4 de julio de 2008.
Informe de 6 de noviembre de 2008 del Servicio de Rehabilitación
Informe de 18 de noviembre de 2008, del Servicio de Neurología N.
Sexto. Informe de la Inspección Sanitaria.- Se integra, seguidamente, en el expediente el informe de 13 de
septiembre de 2010 del médico inspector de los servicios sanitarios, en el que se realiza una descripción de los hechos que
han dado lugar a la reclamación, formula consideraciones legales relativas a la teoría del daño desproporcionado, y termina
con la siguiente conclusión: “Podría entenderse en base a todo lo anterior que el daño no reviste el carácter de
antijurídico al haber actuado los profesionales sanitarios conforme a la lex artis, sin embargo hay que hacer constar que
existe una relación de causalidad entre la intervención quirúrgica realizada por el Servicio de NCR del H y las graves
secuelas que presenta el paciente en la actualidad que han determinado la concesión por el INSS de una incapacidad
permanente y absoluta para todo tipo de trabajo. [ ] Finalizar haciendo constar que en opinión del médico inspector que
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suscribe, se dan todos los requisitos necesarios para declarar la responsabilidad patrimonial de la Administración
sanitaria y para ello debe aplicarse en el presente caso la teoría del daño desproporcionado”.
Séptimo. Trámite de audiencia.- Instruido el expediente, se acuerda la apertura del trámite de audiencia por un plazo
de 15 días a contar desde la recepción del oficio.
Con fecha 22 de diciembre de 2010, el reclamante presentó escrito de alegaciones en el que indica con relación al
documento de consentimiento informado que “a mi nadie me explicó nada, sino que tan solo me dijeron que tenía que
firmar dicho documento para realizarme la operación sin explicarme los riesgos que la misma implicaba ni darme tiempo
para leer el referido documento, en el que por otra parte, no figura ni la fecha ni el nombre del doctor que me iba a
realizar la intervención [..] lo que corrobora la premura del prestado para la operación y que fue un mero trámite”.
Reitera que padece lesión severa del nervio ciático poplíteo externo, el cual no es uno de los riesgos de la operación y
alega que en todo caso la reclamación debe ser estimada por el carácter desproporcionado del daño.
Concluye cuantificando la indemnización en 288.180,28 euros.
Tras las alegaciones presentadas, el médico instructor del procedimiento emite un nuevo informe en el que se ratifica
en el informe anterior.
Octavo. Propuesta de resolución.- El 31 de enero de 2011, el Secretario General del SESCAM formuló propuesta de
resolución en sentido desestimatorio, apartándose por tanto del criterio sostenido por el médico responsable de la
instrucción del expediente. La propuesta aprecia la ausencia de la antijuridicidad del daño producido, al estimar que éste no
puede considerarse de carácter desproporcionado por tratarse de la materialización de un riesgo previsto en el documento
de consentimiento informado.
Noveno. Informe del Gabinete Jurídico.- Solicitado el informe del Gabinete Jurídico de la Junta de Comunidades de
Castilla-La Mancha, fue emitido el 21 de marzo de 2011 por uno de sus letrados, de manera favorable a la propuesta de
resolución sometida a su consideración
En tal estado de tramitación V.E. dispuso la remisión del expediente a este Consejo Consultivo, en el que tuvo entrada
con fecha 14 de abril de 2011.
Posteriormente, con fecha 1 de junio, ha comparecido, a petición de este Consejo, el médico inspector responsable de
la instrucción del procedimiento, a fin de informar sobre diversas cuestiones que suscita el expediente sometido a dictamen.
A la vista de dichos antecedentes, procede formular las siguientes
CONSIDERACIONES
I
Carácter del dictamen.- El artículo 12.1 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, por el que se aprueba el
Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones Públicas en materia de Responsabilidad Patrimonial, dispone
que, concluida la instrucción del procedimiento, “el instructor propondrá que se recabe, cuando sea preceptivo a tenor de
lo establecido en la Ley Orgánica del Consejo de Estado, el dictamen de este órgano consultivo, o en su caso, del órgano
consultivo de la Comunidad Autónoma”.
Por su parte, el artículo 54.9.a) de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y del Consejo Consultivo de
Castilla-La Mancha, dice que este último deberá ser consultado en los expedientes tramitados por la Administración de la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha que versen sobre reclamaciones de responsabilidad patrimonial por cuantía
superior a seiscientos un euros.
En el supuesto sometido a consulta se ha formulado reclamación de responsabilidad patrimonial, por importe de
288.180,28 euros. Excediendo esta cantidad de la cifra a la que se anuda la obligatoriedad de la consulta, ha de conferirse al
presente dictamen carácter preceptivo.
II
Examen del procedimiento tramitado.- Las normas aplicables a los procedimientos tramitados como consecuencia
de reclamaciones de responsabilidad patrimonial formuladas a la Administración se encuentran recogidas en el citado el
Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, disposición mediante la que se produjo el desarrollo reglamentario expresamente
previsto en el artículo 142.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre.
Examinado el procedimiento seguido por el órgano consultante, se observa que el mismo se ha ajustado a las
prescripciones que son de aplicación, con las siguientes.
Como ocurre habitualmente, el médico inspector designado instructor no formula la propuesta de resolución sino que
ésta se realiza por otro órgano, en este caso el Secretario General del SESCAM, irregularidad reiteradamente señalada por
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este Consejo (dictámenes 56/2007, de 27 de marzo, o 66/2007, de 25 de abril, entre otros muchos), al no ajustarse a lo
establecido en los artículos 7 a 12 (especialmente el apartado 1 de este último precepto) del citado Real Decreto 429/1993,
de 26 de marzo, con relación a las funciones que corresponden a los instructores en los expedientes de responsabilidad
patrimonial de la Administración.
En el presente caso tal deficiencia da lugar a dos pronunciamientos divergentes, pues mientras que el inspector
responsable de la instrucción propone la estimación de la reclamación al considerar aplicable al presente caso la teoría del
daño desproporcionado, el Secretario General del SESCAM propone la desestimación de la misma
Así mismo, hay que poner de manifiesto, una vez más, que se ha producido una excesiva dilación en el tiempo de la
tramitación del expediente, incumpliéndose, por tanto, el plazo máximo para resolver y notificar que, era de seis meses
establecido en el artículo 13.3 del Real Decreto indicado. Así, la reclamación fue presentada el 14 de noviembre de 2008,
no efectuándose la correspondiente propuesta de resolución hasta el 31 de enero de 2011.
El expediente se halla foliado y ordenado cronológicamente, lo que ha facilitado su examen y conocimiento.
III
Presupuestos normativos y jurisprudenciales para la exigencia de la responsabilidad patrimonial.- La
responsabilidad patrimonial de la Administración es una institución jurídica que goza en nuestros días de rango
constitucional, con reflejo en los artículos 9.3 y 106.2 de la Constitución, el último de los cuales establece que “los
particulares, en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del
funcionamiento de los servicios públicos”.
Los presupuestos caracterizadores de la responsabilidad patrimonial de la Administración tienen su principal
formulación legal en los apartados 1 y 2 del artículo 139 y 1 del 141 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, en los que se establece que los
particulares tienen derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes de toda lesión que
sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia
del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos; que, en todo caso, el daño alegado habrá de ser efectivo,
evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas; y que sólo serán
indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de
acuerdo con la Ley.
A partir de las notas legales antedichas, la copiosa jurisprudencia existente sobre la materia ha estructurado una
compacta doctrina, según la cual “los requisitos exigibles para imputar a la Administración la responsabilidad patrimonial
por los daños y perjuicios causados a los administrados son los siguientes: en primer lugar, la efectiva realidad de un
daño material, individualizado y económicamente evaluable; segundo, que sea consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios públicos en una relación directa y exclusiva e inmediata de causa a efecto, cualquiera que sea su
origen (Reglamento, acto administrativo, legal o ilegal, simple actuación material o mera omisión); por último, que no se
haya producido por fuerza mayor y que no haya caducado el derecho a reclamar por el transcurso del tiempo que fija la
Ley” -Sentencias de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha de
23 de febrero de 2004 (Ar. JUR 2004\83545, FJ 2º) y de 13 de octubre de 2006, entre otras muchas, o, en parecidos
términos, Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de marzo de 1989 (Ar. RJ 1989\1986, FJ 3º)-. A la relación de requisitos
precitados cabría agregar también, como elemento de singular significación para apreciar la referida responsabilidad
patrimonial, que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño producido.
El sistema de responsabilidad extracontractual aplicable a nuestras Administraciones Públicas ha sido calificado por la
doctrina como de carácter objetivo. Este rasgo ha sido perfilado por nuestra jurisprudencia señalando que “al afirmar que
es objetiva se pretende significar que no se requiere culpa o ilegalidad en el autor del daño, a diferencia de la tradicional
responsabilidad subjetiva propia del Derecho Civil, ya que se trata de una responsabilidad que surge al margen de cuál
sea el grado de voluntariedad y previsión del agente, incluso cuando la acción originaria es ejercida legalmente, y de ahí
la referencia al funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en la dicción del artículo 40 [de la Ley de
Régimen Jurídico de la Administración del Estado, hoy 139 de la Ley 30/1992], pues cualquier consecuencia dañosa
derivada de tal funcionamiento debe ser, en principio, indemnizada, porque de otro modo se produciría un sacrificio
individual en favor de una actividad de interés público que, en algunos casos, debe ser soportada por la comunidad”
-Sentencias del Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1998 (Ar. RJ 1998\6836) o de 28 de noviembre de 1998 (Ar. RJ
1998\9967)-.
Sin embargo, como dijo el Consejo de Estado en su dictamen de 3 de junio de 1999, “este carácter objetivo, tal y
como en reiteradas ocasiones ha puesto de manifiesto la jurisprudencia del Tribunal Supremo y la doctrina del Consejo de
Estado, no implica que todos los daños producidos en los servicios públicos sanitarios sean indemnizables, pues ello
llevaría a configurar la responsabilidad administrativa en estos casos, de forma tan amplia y contraria a los principios
que la sustentan, que supondría una desnaturalización de la institución. Así pues, de acuerdo con dicha doctrina, para
apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a parámetros como la lex artis, de modo que tan
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solo en el caso de una infracción de esta ley cabrá imputar a la Administración de la cual dependen los servicios
sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que
tales perjuicios no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular, sin que generen, en modo
alguno, el derecho a percibir una indemnización”. En idéntica línea el Tribunal Supremo en su Sentencia de 4 de abril de
2000 declaró que “el criterio fundamental para determinar si concurre responsabilidad patrimonial en materia de
asistencia sanitaria es la de la adecuación objetiva del servicio prestado, independientemente de que existan o no
conductas irregulares por parte de los agentes de la Administración y del buen o mal éxito de los actos terapéuticos, cuyo
buen fin no siempre puede quedar asegurado”, añadiendo en otra Sentencia de 25 de abril de 2002 que “prestada la
asistencia sanitaria con arreglo a la regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia de la
enfermedad o padecimiento objeto de atención sanitaria no son imputables a la actuación administrativa y por tanto no
pueden tener la consideración de lesiones antijurídicas”.
Así mismo, la responsabilidad patrimonial de la Administración se asienta en el criterio objetivo o concepto técnico
de lesión, entendida ésta como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tiene el deber de soportar. Dicho deber
existe cuando la medida impuesta por la Administración constituye una carga general que todos los administrados afectados
por su esfera de actuación están obligados a cumplir, y puede venir determinado por la concurrencia de una concreta
imposición legal o por otros factores vinculados ordinariamente a la propia situación o actitud del perjudicado, con
incidencia sobre la entidad del riesgo generado por el actuar de la Administración.
La carga de la prueba de los hechos en que se base la reclamación de responsabilidad patrimonial recae
necesariamente sobre el sujeto que la plantea, lo que incluye la acreditación de la relación causal invocada, de los daños
producidos y de su evaluación económica. Es ésta una formulación enunciada sistemáticamente por nuestra jurisprudencia,
que encuentra ahora su principal apoyo en los artículos 6 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, y 217 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, Ley 1/2000, de 7 de enero, que viene a recoger las reglas del onus probandi dentro de la categoría de
las obligaciones, sentando la conocida máxima de que incumbe la prueba de las obligaciones al que reclama su
cumplimiento y la de su excepción al que la opone; todo ello, sin perjuicio del deber genérico de objetividad y colaboración
en la depuración de los hechos que pesa sobre la Administración, en consonancia con lo previsto en los artículos 78.1 y
80.2 de la citada Ley 30/1992, de 26 de noviembre, y que se extiende a sus órganos, autoridades y funcionarios. De otro
lado, recae sobre la Administración imputada la carga de la prueba cuando ésta verse sobre la eventual concurrencia de una
conducta del reclamante con incidencia en la producción del daño, la presencia de causas de fuerza mayor o la prescripción
de la acción -v. gr. Sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 1999 (Ar. RJ 1999\4440) y de 21 de marzo de 2000
(Ar. RJ 2000\4049)-.
También debe de ser objeto de consideración el tiempo que haya mediado entre la producción del evento lesivo y el
ejercicio de la acción tendente a su reparación, pues, conforme a lo dispuesto en los artículos 142.5 de la Ley 30/1992, de
26 de noviembre, y 4.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, el derecho a reclamar prescribe al año de producido el
hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación o estabilización de sus efectos lesivos.
El análisis de la relación de causalidad existente entre el actuar administrativo y los efectos lesivos producidos aparece
de ordinario como elemento esencial en el examen de los procedimientos seguidos en materia de responsabilidad
patrimonial de la Administración. Ante la falta de referencias legales respecto de sus notas caracterizadoras, se dispone de
una amplía creación jurisprudencial al respecto, que vino tradicionalmente considerando como rasgos definitorios de dicho
vínculo teleológico su carácter directo, su inmediatez y su exclusividad respecto de los perjuicios generadores de la
reclamación -así, Sentencias del Tribunal Supremo de 19 de enero de 1987 (Ar. RJ 1987\426) o de 4 de junio de 1994 (Ar.
RJ 1994\4783)-. Sin embargo, dicha tendencia doctrinal ha sido matizada y corregida, admitiéndose también formas de
producción mediatas, indirectas y concurrentes que plantean la posibilidad de una moderación de la responsabilidad cuando
intervengan otras causas, lo que deberá tenerse en cuenta en el momento de fijar la indemnización -Sentencias del Tribunal
Supremo de 28 de julio de 2001 (Ar. RJ 2001\10061), de 15 de abril de 2000 (Ar. RJ 2000\6255) o de 4 de mayo de 1999
(Ar. RJ 1999\4911)-. Este planteamiento conduce en cada supuesto al examen de las circunstancias concretas concurrentes
y a la búsqueda de referentes en la abundante casuística que ofrece la jurisprudencia existente.
Finalmente, la intervención de este Consejo Consultivo en los procedimientos seguidos como consecuencia de
reclamaciones de responsabilidad patrimonial debe centrarse esencialmente en el examen de los elementos aludidos en el
artículo 12.2 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, en el que se dispone: “Se solicitará que el dictamen se pronuncie
sobre la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la lesión producida y, en
su caso, sobre la valoración del daño causado y la cuantía y modo de indemnización [...]”.
IV
Requisitos para el ejercicio de la acción.- En relación con la legitimación activa vinculada a la reclamación
formulada, queda acreditada por cuanto la persona que reclama es quien ha sufrido los daños objeto de la misma.
De otro lado, respecto a la legitimación pasiva en el presente supuesto la actuación del servicio público autonómico se
identifica con plena nitidez, ya que el accionante atribuye los efectos lesivos por los que pretende reparación a un anormal
funcionamiento de los servicios sanitarios implicados en la atención médica que le fue dispensada en complejo hospitalario
universitario de Albacete, perteneciente a la red de centros hospitalarios del SESCAM.
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Por último señalar que la acción indemnizatoria, ha sido claramente ejercitada dentro del plazo fijado legalmente al
efecto en el artículo 142.5 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, pues el daño objeto de la reclamación fue originado en
la intervención quirúrgica que tuvo lugar el día 22 de abril de 2008 y la reclamación fue presentada el 14 de noviembre del
citado año.
V
Requisitos sustantivos: daño, relación de causalidad y antijuridicidad de aquél.- En el expediente ha quedado
acreditado el carácter efectivo del daño alegado, pues el reclamante sufre una lesión severa del nervio ciático, con parálisis
de musculatura dorsiflexora del pie izquierdo, pié en equino y dolor neuropático permanente en miembro inferior izquierdo,
patologías que han ocasionado que se le haya declarado en situación de incapacidad permanente absoluta para todo tipo de
trabajo por la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social.
La relación de causalidad no ha sido discutida en el expediente tramitado, en el que se acredita que la lesión que sufre
el paciente fue causada por la intervención quirúrgica de fijación lumbar posterior. Este hecho es admitido por la propia
Administración instructora, en cuyos informes se reconoce el carácter iatrogénico del daño.
Ello no obstante, para declarar la responsabilidad patrimonial derivada de una actuación médica o sanitaria no resulta
suficiente la existencia de un daño producido con motivo de un acto sanitario, lo que conduciría la responsabilidad objetiva
más allá de los límites de lo razonable, sino que la doctrina y la jurisprudencia, exigen examinar la causación de la dolencia
bajo el prisma de la lex artis, para determinar la corrección de la actuación médica, independientemente del resultado
producido en la salud o en la vida del enfermo, porque ni la ciencia ni la Administración sanitaria pueden garantizar, en
todo caso, la curación o la salud del paciente.
Así pues, sólo en el caso de que se produzca una infracción de dicha lex artis responde la Administración de los daños
causados; en caso contrario, dichos perjuicios no son imputables a la Administración y no tendrían la consideración de
antijurídicos por lo que deberán ser soportados por el perjudicado.
Por este motivo procede examinar en este caso, en el que ninguna duda existe sobre el nexo causal existente entre las
lesiones y la intervención quirúrgica que se le realizó, el requisito de su antijuridicidad.
En el presente caso, se ha despejar en primer lugar la discrepancia que existe entre la información facilitada por el
facultativo del servicio que efectuó la intervención y el resultado de los informes de las pruebas diagnósticas practicadas
después de la misma acerca de la lesión que causa las dolencias que padece el reclamante. El primero ha negado que
existiera en el paciente tras la intervención una lesión severa del nervio ciático poplíteo externo, afirmando en respuesta al
instructor que “lo que realmente existe en este paciente no es una lesión del nervio ciático, sino una afectación de las
raíces L5 y S1, es decir, una radiculopatía sensitiva y motora [..]”.
Sin embargo las pruebas efectuadas han objetivado la lesión después de la intervención. Así, un electromiograma
realizado el 7 de julio de 2008 en el Servicio de Neurofisiología de Cuenca, informado por la doctora J, es informado por la
Jefa de Sección de Neurofisiología del Hospital M, quien aprecia “lesión parcial (axonotmesis y axonoestenosis) muy
severa del nervio ciático poplíteo externo izquierdo con mayor compromiso para la rama anterior, con signos de
denervación total en la musculatura subsidiaria de dicha rama, apreciándose ya signos de renervación en peroneo lateral,
con pérdida de unidades motoras total en la musculatura subsidiaria tibial anterior y severa en el peroneo lateral”.
Tal resultado es también en los informes de la consulta externa de Neurología de Cuenca de 18 de noviembre de 2008
por la Doctora G, y del Servicio de Rehabilitación del mismo Hospital de 6 de noviembre.
Además son estas dolencias las que han motivado que haya sido declarado en situación de incapacidad permanente
absoluta para todo trabajo, profesión u oficio, a pesar de ser una persona muy joven cuya anterior profesión exigía escaso
requerimiento físico.
No obstante, ante las dudas que la discrepancia sobre la lesión que el paciente padece suscitaban al Consejo, se ha
solicitado información complementaria al médico responsable de la instrucción, para que ampliara su informe sobre este
extremo. En comparecencia efectuada a tal fin ha ilustrado con informaciones y explicaciones adicionales los documentos
que conforman la historia clínica. A resultas de ello, se puede concluir que el paciente padece en efecto una lesión severa
del nervio ciático a causa de la intervención, cuyas raíces se originan en L5-S1, las cuales fueron dañadas en el curso de la
intervención. Según el citado médico no existe explicación para que se produzca una lesión severa del nervio a dicho nivel,
siendo inhabitual, inusual y anómalo el resultado, según sus propias manifestaciones.
En efecto, según confirma el instructor del expediente, la lesión que aqueja el paciente afecta al mismo nervio que el
afirmado por el Jefe de Servicio de Neurología, pero producida en las raíces donde nace el ciático, sin que pueda afirmarse
que se trata de una simple afectación a nivel de las vértebras lumbares L5-S1. Dichas dolencias además de la pérdida de
movilidad y la disposición del pie en equino, suponen que el paciente tenga que soportar desde la intervención fuertes
dolores, que le obligan a tomar numerosos analgésicos, sin llegar a ceder totalmente, estando a la espera de una
intervención que quizás pudiera calmar el dolor, aunque difícilmente pueda recobrar la plena movilidad.
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Despejada la duda sobre la lesión que efectivamente presentó tras la intervención, este Consejo estima que las lesiones
iatrogénicas que sufre el interesado constituyen un daño desproporcionado, tal como ha sido admitido por el médico
designado por el SESCAM para instruir el procedimiento, quien ha considerado que tal resultado no es normal en
intervenciones como la que se le efectuó al reclamante.
También ha examinado el Consejo y ha sido ilustrado en dicha comparecencia sobre la eventual inclusión en el
documento de consentimiento informado, suscrito por el paciente, de las lesiones que sufre, en concreto en el riesgo
definido como “déficit neurológico por afectación de las raíces nerviosas de tipo transitorio con dolor, hormigueos, o
también de tipo persistente (0,8-1,9%)”.
El compareciente llegó a la conclusión de que las mismas no pueden considerarse comprendidas dentro de las
afectaciones referidas por el documento como “de tipo transitorio”, pues como se ha visto son permanentes. Y en cuanto a
entenderlas incluidas en las de “tipo persistente”, tampoco, dada la entidad superior de las causadas y sus consecuencias,
en relación con las que figuran descritas en el consentimiento. A ello, añade el citado instructor que “resultaría injusto,
considerarlas incluidas, habida cuenta que el estado del paciente se ha visto agravado muy notablemente a raíz de la
intervención, y que en cualquier caso el documento de consentimiento informado no puede constituir una “patente de
corso” que legitime daños tan desproporcionados como los que aquí se tratan”.
Se está así haciendo referencia a la aplicación al presente supuesto de la doctrina del daño desproporcionado, acogida
por la jurisprudencia del orden jurisdiccional contencioso-administrativo y por este Consejo en las ocasiones en que se ha
producido un resultado anormalmente dañoso en relación con la gravedad de la patología del paciente y de la propia
intervención (por ejemplo en dictámenes 112/2003 de 23 de septiembre, 57/2004 de 13 de mayo, 53/2006 de 23 de marzo
y, más recientemente, 97/2011, de 27 de abril, 104/2011, de 4 de mayo o 123/2011, de 25 de mayo.)
En dichos dictámenes se sigue la doctrina del Tribunal Supremo que señala que “la existencia de un resultado
desproporcionado no determina por sí solo la existencia de responsabilidad del médico, sino la exigencia al mismo de una
explicación coherente acerca del por qué de la importante disonancia existente entre el riesgo inicial que implicaba la
actividad médica y la consecuencia producida” (Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de octubre de 2007 (Ar. RJ 7308).
Y es que como ha afirmado la Sala Tercera del Tribunal Supremo -por todas, la Sentencia de 20 de septiembre de
2005 (Ar. RJ 2005,7503): “La obligación del actor de soportar la "carga de la prueba” no empece a que esta exigencia
haya de atemperarse a fin de tomar en consideración también las dificultades que normalmente encontrará el paciente
para cumplirla dentro de las restricciones del ambiente hospitalario; por lo que, lógicamente, habrá de adoptarse una
cierta flexibilidad de modo que no se exija al perjudicado una prueba imposible o "diabólica”. Además y a mayor
abundamiento cuando el mal resultado obtenido es desproporcionado a lo que comparativamente es usual, debe aplicarse
una presunción desfavorable al buen hacer exigible y esperado y también propuesto desde su inicio, que ha de desvirtuar,
en este caso, la Administración responsable del acto sanitario público, justificando su adecuada actividad”.
Procede por tanto, examinar también en este caso cuál ha sido la actividad probatoria desplegada por la
Administración Sanitaria para considerar que el comportamiento de sus servicios se ha adecuado plenamente a las reglas de
actuación profesional conformadoras de la lex artis ad hoc.
Analizada la documentación obrante en el expediente, lo que se concluye es que dicha actividad probatoria ha sido
escasa e insuficiente, porque no ha ofrecido una explicación razonable de cómo pudo producirse en el transcurso de la
intervención la lesión del nervio ciático en su origen, habida cuenta que la información proporcionada se ha dirigido
exclusivamente a negar el tipo de lesión producida. Y junto a ello, tanto el informe del Servicio actuante como el aportado
a instancias de la aseguradora de la Administración, se han limitado asimismo a afirmar que los daños sufridos por el
paciente -distintos a los por ellos admitidos- serían la materialización de un riesgo típico de la intervención, asumido por el
paciente mediante la firma del consentimiento informado.
Sin embargo, sobre ambas cuestiones se llega a distinta conclusión, porque la lesión realmente padecida se ha
objetivado y, en cuanto al consentimiento, no puede considerarse que las secuelas sean alguno de los riesgos típicos de la
intervención, porque como ha señalado el instructor, la lesión “no es normal”, sin que pueda ser calificada de riesgo
previsible, aunque fuera infrecuente.
En consecuencia, la Administración sanitaria no ha acreditado con el grado de certeza suficiente que el paciente sólo
sufra lesiones previstas en el documento de consentimiento informado, ni tampoco ha dado una explicación convincente de
porqué se ha producido un daño tan desfavorable para el interesado, que no sólo no ha proporcionado mejoría a la dolencia
que padecía previamente, sino que ha supuesto que a su edad -31 años- haya sido declarado en situación de incapacidad
laboral permanente absoluta, impidiéndole la deambulación y padeciendo de forma constante fuertes dolores, muy
superiores a los previos a la intervención. Procede por ello, reconocer la precitada responsabilidad patrimonial reclamada.
VI
Sobre la indemnización solicitada.- El reclamante solicita una indemnización de 288.180,28 euros por los daños
sufridos, cantidad global que afirma obtener de la aplicación el baremo contenido en la resolución de 17 de enero de 2008,
de la Dirección General de Seguros y Pensiones por la que se da publicidad a las cuantías de las indemnizaciones por
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muerte, lesiones permanentes e incapacidad temporal, que resultarán de aplicar durante 2008, el sistema de valoración de
los daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación.
Sabido es que este Consejo, al igual que otros Consejos Consultivos y la mayor parte de la jurisprudencia, viene
utilizando dicho sistema de valoración de daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación que se
contiene en el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, por el que se aprobó el Texto Refundido de la Ley sobre
Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos de Motor.
En el presente caso, se carece sin embargo de datos para efectuar un pronunciamiento preciso sobre la indemnización
correspondiente, toda vez que el reclamante no ha detallado el modo en que ha aplicado el baremo, ni obra en el expediente
un informe pericial que evalúe el grado de las lesiones con el suficiente nivel de detalle.
Es por ello que la Administración, antes de dictar la resolución correspondiente, debe determinar los puntos que le
corresponden en función de las secuelas descritas y del perjuicio estético producido, aplicando el valor de los mismos
conforme a la mencionada Resolución de 17 de enero de 2008.
A la cantidad resultante se deberá añadir:
Un porcentaje de aumento de la cantidad anterior, en función de los ingresos netos por trabajo personal del
perjudicado, en concepto de factor de corrección por perjuicios económicos.
Una cantidad estimativa entre 86.158,38 euros y 172.316,76 euros, como factor de corrección por tratarse de una
lesión permanente constitutiva de incapacidad permanente absoluta.
La cantidad final deberá actualizarse a la fecha de la resolución por aplicación de lo previsto en el artículo 141.3 de la
Ley 30/1992, de 26 de noviembre
En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha es de dictamen:
Que existiendo relación de causalidad entre el servicio público dispensado por el Servicio de Neurocirugía del
Complejo Hospitalario H y el daño sufrido por D. X procede dictar resolución estimatoria de la reclamación de
responsabilidad patrimonial examinada y reconocer el derecho del interesado a la percepción de una indemnización
calculada conforme a los criterios expuestos en la consideración VI.”
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