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ejército
REVISTAILUSTRADA
DE
LASARMASY SERVICIOS
Madrid, Mayo 1956
—
Año XVII
—
Núm. 196
SUMARIO
La Técnica y sus repercusiones en la Táctica y en la Orgánica.
(Pág. 3.)—Teniente
General
Barroso Sánchez-Guerra.
El Regimiento Escuela Permanente. (Pág. 15.)—-Coronei Lasala Millaruelo.
Nuevas ideas y nuevos métodos: Defensiva. .Pág. 21.)—General Rodríguez-Cano Martínez.
Evacuación de heridos por vía aérea.—Empleo de los helicópteros, (Pág. 31. )—inspector Médico
Criado Cardona.
Técnica de la enseñanza y sus ayudas. (Pág. 37.)—Coman-dante Anaya cíe Torre.
Carros Ianzallamas.—Desarroilo y empleo. (Pág. 41.)—Coman4ante Gómez Alba.
Neurosis de guerra. (Pág. 47.)—Aiférez Médico López López.
Información
e ideas
y Reflexiones
La. crisis de ¿a División. (Pág.51.)—Tte. Coronel Mikache. (Traducción.)
El Ejército inaperial francés en. Cataluña. (Pág. 54.)—Tte. Coronel Madelain. (Traducción.)
En. lo alto de la batalla. (Pág. 63.)—Mayar Robert Winkler. Çrraducción.)
Notas breves. (Pág. 67.)—Proyectiles-hlaflCoS paire artillería antiaérea íranceses.—Moderno sistema de producir electri
cidad—De1ensa atómica en el ejército ruso.—Nuevo modelo de cantimplora.—Ernpleo de loe humas en la agricultura
para protegerse de las heladas.—.Equipo telefónico militar norteamericano para la transmisión de doce comunicaciones si
multáneas por un solo cable.—El tractor francés “Berilet T-12”.—Los pactas de defensa del “Bloque Occidental”.—Efec
tos de la explosión atómica sobre el materia 1.—El helicóptero ligero francés “Djinn”.—Los cohetes en la fotografía de
grandes extensiones terrcstres.—Arte y Milicia..—Las coleópteros, solución francesa a la. idea de los aviones de despegos
vertical—Nuevo repetidor telefónico de campaña.
El Consejo .Superior de Investigaciones Científicas. (Pág. 74.) —Capitán Díaz-Finés y Fernández-Pacheco.
La fatuidad soviética. (Pág. 78. ).—Stewart Alsop. (Traducción.)
Inportancia (Le la normalivación en ¿as fueraas arnwidas. (Pág. 8O.)—Michelet. (Traducción.)
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MIINISTER1ODELEJERCITO
ejército
REVISTA ILUSTRADADE
LAS ARMAS Y SERVICIOS
DIRECTOR
ALFONSO
FERNANDEZ,
JEFE
Coronel de E. M.
DE REDACCIÓN:
General de Brigada Excmo. Sr. D. José Díaz de Villegas, Director General de Marruecos y Colonias.
REDACTORES:
General de Brigada Excmo. Sr. D. Mariano Alonso Alonso, de 1a Escuela Superior del Ejército.
General de Brigada Excmo. Sr. D Gregorio López Muíiiz, de la Escuela Superior del Ejército.
Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior
del Ejército.
Coronel de Infantería D. Vicente Morales. Morales, del Estado Mayor Central.
Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. Carlos Taboada Sangro, del Alto Estado Mayor.
Coronel de E. M. D. Manuel Chamorro Martínez, del Estado Mayor Central.
Coronel de Infantería, del Servicio de E. M., D. Alfonso Romero de Arcos, del Estado Mayor
Central,
Coronel Interventor D. José Bercial Esteban, de la Revista ERCITO.
T. Coronel Ingeniero de Armamento D. Pedro Salvador Elizondo, de la Direc. Gral, de Industria.
T. Coronel de Ingenieros, del Servicio de E. M., D. José Casas y Ruiz del Arbol, del Estado Mayor Central.
Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo Blanco, de la Escuela de Estado Mayor.
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i8,
7,00 Ptas. ejemplar.
50,00
“
Correspondencia para colaboración, al Director.
para suscripciones, al Administrador, D. Francisco de Mata Díez, Comandante
de Infantería.
La Técnicay 811$reperdusione$
en la Táctica y en la Orgánica
Teniente
Ejército,
General, Director de la Escuela Superior del
Antonio
BARROSO
Poco se ha sabido hasta ahora del posible em
pleo táctico del arma atómica. Las informaciones
que han ido llegando a nuestras manos eran con
fusas, contradictorias
y de poca garantía. Por eso
hasta el momento presente, ha venido estando jus
tificada una actitud de cautela y prudencia
cuan
do se trataba
de desarrollar
las ideas referentes
al tema que aquí me atrevo a plantear.
No se co
nocen todavía soluciones precisas al respecto o,
por lo menos, no han querido
los Altos Mandos
extranjeros
correr el riesgo de pronunciarse
por
ellas. Es pues, más que naturál, extremar las pre
cauciones
al tratar de lo atómico. Tal es el modo
de proceder que, en general, me propongo seguir,
pues además me consta que se discuten mucho
estos temas en los Altos Organismos
Militares del
Mundo Occidental,
sin que parezca exagerado de
ducir que la doctrina militar atómica no ha lle
gado a un estado de madurez. Pero aun pensan
do así, la realidad es que va llegando a mis ma
nos información
más abundante y concreta sobre
la guerra nuclear a la que hemos de conceder la
máxima atención, tratando con todo cuidado, aun
que sea en términos muy ligeros, de las repercu
siones que el empleo de las armas atómicas pare
ce que va a tener en los campos táctico y orgánico.
Quede claro que cuanto escribo no puede salirse
de los límites de una información,
aunque haya
produrado
recoger ,.aquello que me ha ofrecido
mayores garantías y que, para justificar lo que in
menti califico de osadía por mi parte, haya re
cordado
aquella frase de Bismark cuando decía:
«Unicamente
los tontos desprecian
la experiencia
de los demás.)) Y tras exponer las razones que ex
presan no sólo la conveniencia
de abordar el tema,
sino de hacerlo con la precaución
que aún hoy es
5 ANCHE Z-GUERRA.
norma en los principales
Ejércitos extranjeros
ex
perimentados
en dos guerras mundiales, voy a ha
cer tres consideraciones
de carácter general que
abonan esta actitud de prudencia.
En primer lugar, porque para resolver el pro
blema táctico-orgánico
dependiente
de la doctri
na de guerra,
intervienen
en cada país factores
diferentes
que llevan necesariamente
a soluciones
distintas.
Con frase gráfica podremos
decir para
no olvidarlo,
que los «trajes de confección» no
sientan bien a todos.
Después,
porque ios procedimientos
de empleo
de un nuevo material,
y más aún cuando es tan
mortífero
como éste, no tienen validez más que
al verse confirmados con la realidad de la lucha.
En esto el mejor laboratorio
experimental
es el
campo de batalla.
Y, por último, porque la velocidad del progre
so es tal que lo que se establezca hoy puede que
dar mañana anticuado
y aun prescrito,
a conse
cuencia de la revolución,
más que evolución, que
está sufriendo la ciencia militar.
Conviene recordar aquí una frase de Clausewitz,
tomada
de su libro De la guerra, que resulta de
la mayor actualidad
y abona con su gran autori
dad lo dicho anteriormente.
Dice así: «La necesi
dad de la lucha ha llevado al hombre a inventos
propios para conseguir ventajas en ella, por lo
cual la lucha ha cambiado mucho, pero con lo
que pueda cambiar, su concepto no será alterado
en lo fundamental, y esto es lo importante.»
Parece que el gran pensador militar tenía una
visión profética de nuestros tiempos, dejando sen
tado que los progresos de la técnica afectarán a
la lucha, pero sólo en los procedimientos.
3
2
Repercusiones
de combate
de los nuevos medios
en la táctka
y en la
organización
Ha sido muy difícil hasta ahora determinar
en
tiempo de paz las reglas más adecuadas para el
empleo de un arma núeva, aunque haya sido ex
perimentada
y sea bien conocida y abundante.
¿Por qué? Pues porque esas reglas han de basarse en el conocimiento
y análisis objetivo de datos
anterioreí,
y como éstos son siempre
difíciles de
¿stablecer,
debido a diversas circunstancias
(espí
ritu conservador
de las personas, forma individual
de juzgar los hechos, influencia
imperativa
de
ideas preconcebidas
y de intereses
particulares
de
las Armas y de los Servicios), siempre se ha ca
minado casi a ciegas hasta que la propia guerra
ha venido a aclarar las cosas. Hay que confesar,
además,
el alejamiento
de los rnilitares
hasta
hace poco tiempo, de los problemas
de la Inves
tigación •y de la Técnica. Veníamos
basando en
armas y procedimientos
experimentados
nuestra
formación
y nuestro conocimiento y dejábamos en
manos extrañas trabajos
que sólo se tomaban en
consideración
cuando cristalizaban
en campaña, o
sea, cuando la práctica
los había consagrado,
y
aun así con toda clase de distingos y, por qué no
decirlo, con errores de bulto. Ha de tenerse muy
presente que un nuevo medio de guerra casi siem
pre nace en estado rudimentario
y es difícil pre
ver su desarrollo,
porque depende no sólo de la
bondad intrínseca del medio y de la capacidad téc
nica e industrial de que se disponga, sino también
del éxito que se haya obtenido en su empleo. En
este último aspecto intervienen
varios y diversos
factores,
algunos de los cuales escapan a toda ley
matemática.
¿Quién iba a pensar, por ejemplo, que el viejo
carro Renault y sus contemporáneos,
con todas us
deficiencias,
habrían de convertirse
en los ((Pan
teras», os «Tigres», los «Patton» y los «T-34» que.
después
se han conocido?
Nadie imaginó
que
«aquel bonito juguete mecánico, con el cual nunca
ganarían la guerra», como dijo Lord Kitchener, pu
diera evolucionar hasta llegar a los eficaces carros.
actuales que han sido factor preponderante
en las
batallas.
¿Cómo imaginar que el empleo de las ametralla
doras, tal como estaba concebido en las doctrinas
alemana y francesa anteriores a 1914, había de ser
bien distinto posteriormente?
Ambas daban I3oca
importancia
a la defensiva pensando, y con razón,
que el ataque es la mejor de las defensas. El hecho
que ahora nos parece tan simple, de la fusión de
4
la ametralladora
con a trinclera
y la alambrada
para producir,
a cubierto,
un sistema de fuegos
cruzados no se le ocurrió a ningún técnico militar
de la época. Y tampoco pensó nadie en las reper
cusiones que el hecho podría tener en los procedi
mientos
Tácticos y en la Orgánica.
La barrera móvil de Artillería,
la Artillería de
acompañamiento,
la dotación de armas pesadas a
la Infantería,
la variación de la proporción
entre
Infantería
y Artillería dentro de la División y, en
fin, la evolución de la Táctica, que pasó del gue
rrillón
falto de flexibilidad
al grupo de combate,
más apto para la infiltración
y con posibilidades
de combinar el fuego y el movimiento, todas estas
variantes de la Táctica y de la Orgánica constituyen
otros tantos ejemplos pie muestran cómo fueron
saliendo a la luz poco a poco, a lo largo de luchas
en las que se dedujo la necesidad de cambiar los
métodos y los procedimientos
antiguos.
Es muy difícil, la historia nos lo enseña, poder
imaginar
a priori todas estas repercusiones
sucesi
.ras. Y rara vez se ha comprendido
con exactitud lo
que se puede esperar de un arma nueva con ante
rioridad
a su utilización
en la guerra.
Hemos de convenir, pues, con el General Ritter
von Leeb, ((en lo difícil que resulta en tiempo de
paz definir la extensión que el mejoramiento
o la
creación
de armas ejerce en la conducción
de las
fuerzas y en el combate y, por tanto, el concebir
una imagen de lo que será la guerra futura».
Sin embargo, pueden formularse tres reglas ge
nerales,
deducidas de la experiencia,
que se ten
drán siempre presentes en e1 examen de las reper
cusiones táctico-orgánicas
que originan una nueva
arma:
Primera regla.—La aparición de un arma nueva
desencadena
automáticamente
contramedidas
en el
bando opuesto.
Tales contramedidas
pueden ser
tácticas o técnicas. Las primeras
resultan del sen
tido de protección que hace aprender
rápidamen
te la forma de defenderse de los nuevos peligros;
las segundas, que son resultado de la investigación
científica,
pueden ser directas o indirectas,
según
que el antídoto tenga la misma o diferente natura
leza que el nuevo medio de combate que apareció.
Las medidas y contramedidas
que van producién
dose sucesivamente
constituyen
una especie de re
acción en cadena, acompañada
por una reciproci
dad de influencias y repercusiones
con las armas
ya existentes. Basta recordar las producidas
por el
binomio
Carro-Avión,
aparecido
al comienzo de
la G. M. II; llegó a ser el dueño del campo de
batalla,
aunque con la colaboración,
aclaremos,
de las demás armas, especialmente
de la Infante
ría. Pero se buscaron pronto las contramedidas
y,
al fin, los procedimientos
y las armas aliadas domi
naron
la lucha.
Segunda regla.—El nacimiento
de un nuevo me
dio de combate
no extingue los existentes,
que
seguirán
coexistiendo
con él durante un plazo de
tiempo más o menos largo.
El pasado es pródigo en lecciones que lo de
i’iuestran.
Por ejemplo:
—
—
—
—-
La caballería
a caballo ha seguido actuando
mucho tiempo después de la aplicación mi
litar de la pólvora;
la aparición
del Carro no hizo desaparecer
la ametralladora
ni tampoco
la Infantería
clásica;
el motor de explosión no ha hecho desapa
recer totalmenteal
mulo y, en el futuro, tam
poco
es presumible
que el aerotransporte
elimine
a éste y al todo-terreno,
como ele
mentos
móviles y flexibles
más adecuados
para ciertos servicios;
el transporte
a brazo en Corea llenó la la
guna que en los sericios
rojos hubiera pro
ducido
el bombardeo
de la aviación. Filas
de cargadores
indígenas
llevaron
elementos
allí donde los motores no fueron capaces de
servir y alimentar el ataque.
Creo,
pues, que nó es aventurado
sentar que
entra en lo prudente no precipitarse
en cambiar de
camisa, no sea que la vieja nos siga sentando me
jor que la nueva, por lo menos en muchas de las
formas que puede presentar la guerra del mañana,
y dadas nuestras especiales circunstancias
y nues
tros
particulares
problemas tácticos y estratégicos.
Tercera regla.-—Hasta el momento actual ningún
arma nueva ha logrado la decisión por sí misma.
Efectivamente:
—
Los carros, en la espectacular
Guerra-relám
pago, necesitaron de la aviación y de las fuer
zas clásicas motorizadas
para rendir al má
ximo.
—
la caza inglesa ganó la batalla de Inglaterra,
pero en colaboración
con el radar y otros ele
mentos
auxiliares
que aumentaron
grande
mente sus posibilidades
de acción.
—
no podemos
afirmar
que el Japón capitu
lase a causa de la bomba atómica. Se ha sa
bido después que venía preparando
la nego
ciación de un ‘armisticio y que antes de las
grandes
explosiones atómicas estaba virtual
mente vencido. Podría objetarse
que aque
has bombas no tenían la potencia destructora
de las actuales, pero hay que tener’ en cuen
ta que hoy no constituirían
sorpresa y se co
nocen contramedidas
que pudieran
resultar
eficientes pará paliar sus defectos,. Tampoco,
pues, podemos razonadamente
concluir que
la energía atómica termonuclear
sea suficien
te para resolver el conflicto futuro entre po
tencias de calidad.
Concluyamos
entonces, como resumen de lo di
cho, que en el futuro, no es aventurad4
predecir
que será preciso y a esto quería yo llegar, desem
bocar en el empleo de elementos clásicos para la
ocupación
deí terreno, para la conquista y defensa
de aeródromos,
pistas de lanzamiento
y artillería
atómica, etc. Las divisiones clásicas podemos justifl
cadame’nte
pensar que seguirán subsistiendo
para
adaptarse
al nuevo medio de combate y lograr una
mayor aptitud para la rápida concentración,
dis
persión y movilidad táctica y estratégica. En gene
ral,’ creo que todos los medios clásicos buscarán
la adaptación
y colaboración
con los medios ató
micos. Algunos de aquéllos perderán
importancia,
pero no ‘quedarán eliminados
instantáneamente;
otros conservarán
la que tenían o la aumentarán
en el conjunto. Habrá, en fin, una adaptaçión
su-
cesiva a causa de las mutuas repercusiones
las formas y circunstancias
de su utilización
tica.
y de
tác
mos los materiales.
Moral con armas eficaces y mo
dernas sigo entendiendo
que es la mejor fórmula.
De lo anterior creo que puede deducirse ya -la
Pienso también que los procedimientos
tácticos
dificultad
que presentan
estos problemas y el por
evolucionarán
en la misma forma, sufriendo un
qué no es aconsejable
decidirse por unos proce
dimientos
tácticos y una determinada
organizacÍón
constante
proceso de renovación.
Lo más seguro
sin
antes
reflexionar
y
observar
la
evolución
de
es que hoy, igual que ayer y que mañana, la evo
Ejércitos
más experimentados
en la previsión
lución de los procedimientos
tácticos sea función
de la necesaria combinación
de los medios ya exis
de las repercusiones
táctico-técnicas,
pues no sólo
hay que prever las que un arma nueva tendrá so
tentes y de los nuevos hasta lograr un conjunto
armónico y eficaz.
bre las existentes, sino las posibles contramedidas
tácticas y técnicas que concebirá el adversario, la
Claro está que la introducción
de un nuevo me
evolución
del nuevo medio de combate, en fun
dio de combate de la importancia
de los Carros.
ción de aquéllas, y hasta factores imponderables
Aviación
en la pasada guerra y de los explosivos
como son la tradición guerrera del enemigo y la
nucleares
hoy día, ejercen tan profunda
influen
duración
de la guerra. Incluso el clima y la mor
cia que exigen una total revisión de los procedi
fología de los Teatros de Operaciones
en que va
mientos y de la organización
de las fuerzas. Es de
a ser empleada la nueva arma influirán en los re
cir, podemos
sentar, sin temor a equivocarnos,
sultados. Acordaos, si no, de lo que sucedió a los
que un nuevo medio de combate de gran influen
alemanes en Rusia. Por olvidar el clima vieron sus
cia exige un cuadro táctico apropiado a sus carac
«Panzer)) inmovilizados
en terrenos embarrados
y
terísticas.
pantanosos
y -hubieron
de sufrir las consecuencias
Un ejemplo aclarará todo lo que acabamos cTe de la necesidad de cadenas especiales, caminos de
afirmar.
Casi la misma experiencia tenían del carro
rodillos,
lubricantes
especiales, etc.
los aliados y los alemanes antes de la G. M. II y,
Para obviar las dificultades que el problema en
sin embargo, el diferente cuadro táctico de empleo
cierra,
actualmente
se aplican métodos científicos
llevó a unos al fracaso y a otros al éxito más rá
para el objetivo conocimiento
de las experiencias
pido y espectacular
que se ha conocido durante la
y existe una íntima colaboración
entre la táctica
primera
fase de ella. La sorpresa fué posible en
y la técnica, tratando
de llegar cuanto antes a so
tiempo y espacio, gracias a la flexibilidad
de la red
luciones que nunca tendrán el marchamo de segu
de carreteras y al empleo del motor. Conseguida
ridad que se les pone cuando han sido probadas
la ruptura perseguían sandamente,
con rapidez y
en el combate, aunque tal procedimiento
sólo pue
dinamismo,
el éxito estratégico.
Fué, como todos
den desarrollarlo
íntegramente
las Grandes Poten
sabemos, la guerra de las grandes bolsas y de las
cias, por los costosos medios que exige.
batallas de aniquilamiento
por la captura de ma
No- hay que olvidar, sin embargo, que hoy no es
sas enemigas. Los aliados, por el contrario, emplea
posible, como ocurría antaño, que los ejrcitos
se
ron los carros exclusivamente
en apoyo de la Infan
adapten lentamente al progreso técnico No lo per
tería. Opusieron a la flexible táctica alemana otra
mite su rápido desarrollo so pena de rezagarse irre
rígida y excesivamente
centralizada,
incapaz
de mediablemente,
lo cual, aplicado a nuestro caso,
adaptarse
a las nuevas concepciones
de tiempo y
me lleva a pensar que una cosa es caminar con
espacio, con fuerzas que estaban organizadas e ms
prudencia
y otra estar fuera de realidades
que se
truídas para un combate de características
diferen
imponen cuando, como ahora, un arma tan potente
tes. Cada vez que la Infantería
veía a los carros
y decisiva como la atómica, aparece en los campos
en su retaguardia
se pensó que todo estaba per
táctico y estratégico.
dido y que no valía la pena continuar la resisten
Al táctico le corresponde
estudiar, con el aseso
cia. Sin embargo, en cuantas ocasiones la Infan
ramiento
del técnico, las contramedidas
técnicas
tería cercada resistió, los carros, segiín documen
que puede roner en juego el adversario, y, por su
tos aleuianes
auténticos,
encontraron
serias difi
cuenta, las repercusiones
que en los procedimien
cultades.
Conviene en esto señalar que la moral de
tos tácticos tendrá la evolución prevista por los me
las tropas es factor imponderable
que contribuye
dios técnicos. También le corresponde,
por fin, dar
en gran proporción al éxito. Debemos anotarlo, por
a las fuerzas la estructura adecuada para el empleo
que nuestra moral podrá ser y lo será nuestra me
del nuevo medio de combate. Tales estudios y tra
jor arma, sin que ello quiera decir que desdcñ
bajos ya se llevan a cabe felizmente en todas par-
6
tes con la seguridad de que tendrán su aplicación si
un conflicto bélico llegase a estallar. En relacin
con esto, deseo contribuir a disipar incredulidades
sobre la dudosa certeza del empleo de los medios
atómicos en una futura guerra, repitiendo falalTras
de persona tan autórizada como el Mariscal Vizcon
de Montgomery. Tan prestigioso Jefe, vencedor en
la decisiva batalla del Alamein,con la autoridad que
le da el estar al servicio de los 14 países de la
N. A. T. O., dijo textualmente en una conferen
cia en octubre de 1954: ((No sabemos si el tercer
conflicto mundial está por comenzar o ha comen
zado ya con la guerra fría, completada con peque
ñas guerras calientes y rebeliones coloniales. Esta
nueva clase de guerra trata de adquirir ganancias
sin incurrir en la guerra caliente, que, dados los
modernos medios de destrucción, sería un suicidio
para la Humanidad, pero no pensemós que si el
caso llegara dudaríamos en emplear aquéllos, sino
que serán ciertamente empleados si somos atacados.
Todos los planes de operaciones de la S. H. A. P. E.
despegue vertical serán casi únicos y, por tanto, in
están basados en la utilización de las armas atójni
cas y termonucleares. Hemos llegado en el uso de dispensables, lo que llevará a prescindir de las
grandes
pistas extremadamente
vulnerables al
estas armas a un punto del que no se puede retro
arma
atómica.
Me
parece,
en
todo
caso, más pru
ceder.)) La afirmación de tan ilustre autorizado mi
dente
esperar
a
que
las
ideas
seasienten
más só
litar no puede ser más rotunda y, aun poniéndole
lidamente
que
lo
están
hoy,
pues
de
ocurrir
es
una corrección de acuerdo con el efecto político
tas
supresiones
no
serán
radicales
ni
totales
y
sólo
que seguramente quiso producir en el ruso y en
otros sectores, quizá incluso en su propio País no se impondrán, si acaso, muy lentamente, entre
hay duda de que hay que tenerla en cuenta. Si otras cosas porque a tirios y troyanos les será di
consideramos, además, que esa guerra fría puede fícil, en el aspecto económico, hacer tabla rasa de
desembocar de un momento a otro, por error de todo lo actual.
Veamos, pues, ahora, rápidamente. Zas reper
cálculo, en la guerra caliente, se comprenderá la
cusiones que los explosivos atómicas ejercen en las
intensidad y la urgencia de los trabajos técnico
fuerzas terrestres, no sin antes advertir que pre
militares que llevan a cabo en la actualidad las jo
tencias mundiales, referentes a las concepciones fiero sintetizar y vulgarizar el tema para una me
jor comprensión de Tos pocos familiarizados con
tácticas, al material y equipo y a la organización
estas cuestiones nucleares, lo que, por otra parte,
de las fuerzas armadas.
Creo interesante, pues, hacer un resumen de las quizá resulte más itil, sobre todo en punto a sus
consecuencias tácticas y orgánicas.
conclusiones, sin duda provisionales y sujetas a rec
Las Fuerzas Tprrpçtrps. casi inevitallemente. no
tificación, establecidas por esas grandes potencias,
podrán
seguir empleando los procedimientos de
aunque no he de tratar con cierta atenciéc en un
combaté
de la Segunda Guerra Mundial si quie
trabajo de extensión limitada como este. ms aue
ren
sobrevivir
a las explosiones atómicas que, in
del factor terrestre, ya que no tengo autoridad ni
cluso
empleadas
por las naciones más débiles, pue
poseo bastantes datos ene me permitan entrar a
den
invertir
la
calificación
inicial de su respecti
estudiar en forma similar las conclusiones estable
cidas en cuanto a los factores aéreo y naval. Dejo va fortaleza.
La logística se ve afectada por la vulnerabilidad
éstos al• cuidado de los respectivos especialistas.
Además, estas conclusiones son revolucionarias y de las bases y líneas de comunicación y por la po
trascendentales.
Por ejemplo, que el radar y la sibilidad de destrucción masiva de los abasteci
aviación llegarán muy pronto a competir con las mientos, planteando un problema de muy difícil
más potentes Armadas para lograr el dominio de reposición en corto período de tiempo. Para pre
los mares, o que en plazo breve los aviones de servar los alimentos parece ser que se encontraron
7
ya medios adecuados
y por ley natural es de es
perar que también se hallen para proteger a hom
bres, materiales
y medios de todas clases.
Para seguir discurriendo
sobre el tema es opor
tuno hacer algunas consideraciones
acerca de las
contra medidas técnicas y tácticas que se pueden
utilizar y que están en curso de estudio eñ la ac
tualidad.
Unas y otras repercuten
y van a produ
cir una modificación
en la organización
de las
fuerzas.
¿Cuáles son estas contramedidas
técnicas
y tácticas?:
la destrucción
de los medios ene
migos ; la protección
directa, incluido el blinda
je y comnrendiendo
la fortificación;
y la protec
ción indirecta, en la que interaremos
la dispersión
y la diseminación.
Para la destrucción de ¡os medios enemigos po
dremos valernos de la interceptación.
del ingenio
aue transporta
la bomba, la cual, como fácilmen
te puede comnrenderse,
resulta m’iv complica
do si se trata de intercentar
aviones, e imposible
cuando se trata de alunnos tinos de cohetes por
tadores de exnlosivo atómico y los proyectiles
de
artillería.
Queda. pues. indicado para lograr la
destrucción,
el bombardeo
de las bases aéreas, pie
tas de lanzamiento
y asentamientos
de artíIlera
atómica, lo ene exige una buena información
por
lo ene se refiere a pistas y asentamientos
ene nor
malmente nroporcionarán
natruilas de tipo coman
do desembarcadas
por helicópteros
o aviones de
trás del frente enemio.
Tanto esas patrullas como
la labor de agentes de espionaje en el interior del
país enemigo. serán casi los únicos medios de infor
mación, ya que la fotocrafía aérea dará escaso ren
dimiento
a causa del enmascaramiento
y movi
miento de los elementos enemigos.
La protección directa se consigue por la organi
zación del terreno, que plantea problemas
relati
vos a Zapadores
y máquinas-herramientas.
Si pu
diéramos estudiarlos en este limitado trabajo con
cierto detalle nos llevaría a ser menos pesimistas
con respecto a las posibilidades
que tendrá la
defensa si sabe enterrarse o fortificarse
convenien
temente.
La utilización
de uniformes
y fundas ininfla
mables, con los correspondientes
a problemas téc
nicos de equipo; y
el blindaje, que disminuye en 16 veces los efec
tos en relación con los que se producen en perso
nal al descubierto,
lo nne no deja tampoco de ser
relativamente
tranquilizador.
La protección indicada se. puede lograr median
te: el movimiento;
el contacto con el enemigo, de
forma que no. pueda hacer uso de las armas ató
micas sin ser víctima él mismo, y
la dispersión, que limita los efectos de la explo
sión.
El blindaje y la dispersión son las contramedi
das que más influencia ejercen en los procedimien
tos tácticos y en la organización. Insistiré más ade
lante sobre el factor dispersión,
pues vale la pena
que veamos las dificultades
e inconvenientes
que
encierra,
pero antes de ahondar más en él y en sus
repercusiones
con miras a consideraciones
poste
riores, voy a hacer un brevísimo comentario sobre
la guerrilla,
antigua modalidad
de la dispersión,
que la utiliza en grado máximo mediante la acción
coordinada
de grupos aislados. De todos son conoci
dos los resultados que estos procedimientos
han dado
durante la Segunda Guerra Mundial y también que
los acontecimientos
en Corea e Indochina han pro
bado la eficacia de aquellos grupos cuando se ha de
luchar contra un enemigo bien provisto técnica
mente y se carece de medios modernos para hacer
le frente. La guerra futura es indudable que utiliza
rá tanxbién la guerrilla, pues dado el carácter ideo
lógico del conflicto une se avecina, cada bando ten
drá partidarios
en los territorios
del otro que lógi
camente
pretenderá
aprovechar.
Estos partidarios
es seguro que estarán armados, organizados
y en
cuadrados,
con anterioridad
al comienzo de las
operaciones,
por personal especializado
en acción
política.
Se sabe, y además lo han revelado infor
maciones de Prensa, que en Estados Unidos uni
dades de paracaidistas
se instruyen
paraS réalizar
esas misiones
en la retaguardia
enemiga.
Cito
todo esto porque es de gran interés para nosotros
que con tanto éxito hemos utilizado
la guerrilla
en momentos difíciles de nuestra Historia y por
que nos señala en parte, sólo en parte, el camino
a seguir en una futura lucha.
Y tras el breve comentario
que antecede, volva
mos a discurrir
sobre la dispersión
para señalar
que, dentro del cuadro de una guerra regular, es
causa no sólo de dificultades
en el ejercicio del
mando,
que habrá.n de tenerse presente y no se
pueden
obviar simplemente
con el perfecciona
miento de los medios radio, sino que además dis
minuye de forma indirecta la capacidad comIati
va y la potencia de fuego de las unidades y diiiculta la concentración
de las fuerzas para una mi
sión. Por otra parte, las reservas tácticas, más ale
jadas a cáusa del aumento
de superficie
de los
despliegues,
evidentemente
tendrán
dificultades
para intervenir
con oportunidad,
mayores aún si
se tienen en cuenta la vulnerabilidad
de los trans
portes auto y de la red de carreteras.
Y lo mismo
sucederá, aunque en mayor grado, en cuanto a
las reservas estratégicas. Por su parte, a la Arti
llería clásica le será muy difícil realizar concentra
ciones de fuego para apoyar a la Infantería, a los
carros y a los zapadores, y éstos, en la defensiva,
tendrán necesidad de neutralizar rápidamente zo
nas creadas por la dispersión, y lo que aún es peor,
tendrán que realizarlo expuestos a explosivos ató
micos, Fiñalmete, la explotación del éxito de una
explosión atómica ha de realizarse inmediatamente
y esto sólo pueden llevarlo a cabo fuerzas blinda
das capaces de resistir la rediactividad remaneñ
te a los pocos minutos de aquélla.
Todas las consideraciones anteriores permiten
fijar orientaciones, hoy en boga, de los grandes
ejércitos que si no definitivas aparecen ‘va bastan
te definidas. Al parecer, actualmente van encami
nadas:
1
A constituir Grandes Unidades más reduci
das para que el ejercicio del mando no cruede com
prometido. Se tiende a divisiones de tipo atómico,
de efectos que oscilan entre los 10.500 y los
12.000 hombres. Cada vez más se estima que será
necesario que el Mando, personalmente o por sus
auxiliares, se haga ver de las tropas. Es decir, se
quiere que el Jefe del escalón División o inferior
tenga muy en la mano su Unidad.
2.° A aumentar la potencia de fuego-de la Infan
tería mecanizándola lo más posible para que que
de protegida del fuego atómico y sea capaz de tras
ladarse fuera de carreteras;
en suma, aumento
cada vez más acusado de la movilidad táctica.
3o
A recurrir al aerotransporte para las reser
vas estratégicas, haciéndolas capaces de intervenir
oportunamente y de acogerse a la dispersión. Esto
exige que el peso y dimensiones de los vehículos
no excedan tampoco de determinados límites. En
fin, creo que se llegará a Divisiones hechas a la
me-di-da del transporte aéreo y aviones adecua
dos para este transporte. Ya las tienen ciertos
ejércitos, pero me refiero a una especialización
muy acusada. Se busca cada vez la victoria tácti
ca y estratégica por la oportunidad, la potencia,
la sorpresa y la rapidez.
4.° A incrementar el número de morteros y
lanza-cohetes, menos vulnerables que la Artille.
ría, y llegar a una disminución de piezas de las
baterías, aumentando la velocidad- de tiro de és
tas, para compensar la dificultad que entraña la
dispersión.
5.° A dotar de un mayor número de piezas
autopropulsadas
de Artillería a las Divisiones
normales y atómicas. Por -otra parte, parece que
tiene muchos adversarios la Artillería pesada e in
cluso hay también dudas sobre la subsistencia de
la Artillería ligera de campauía, que defienden
ciertos países, entre ellos Francia, por creer que
tendrá un importante papel en el futuro. La Ar
tillería pesada parece que será sustituída por la
atómica, aviación atómica y cohetes atómicos. En
la Artillería atómica se irá a calibres menores
del 280, ya que la pieza actual de este tipo ha
resultado demaiado pesada. Todos coinciden en
que en la guerra futura no habrá concentracio
nes- de grandes masas de Artillería ni barreras de
fuego artillero.
6.° A —dotar a los Zapadores de máquinas-herramientas -de más capacidad y de vehículos blin
dados aptos para sembrar minas rápidamente, en
no importa qué condiciones.
-
-.
-
-
7.
A reducir en estas grandes unidades
ios
efectivos de la Infantería clásica a los indispen
sables para operaciones locales y constitución de
patrullas. La restante Infantería debe ser mecani
zada y capaz de hacer fuego desde los -vehículos.
-
9
-
-
/—
1
tilia de este Arma en sus Divisiones
me llego a explicar el porqué.
atómicas.
No
120
En cuanto a los servicios, por causa de la
dispersión
y por desligarse de la red de carrete.
ras, existe la tendencia
a recurrir
al aerotrans
porte mediante
helicópteros
y aviones, como el
de asalto C-114, también
aprovechable
para el
transporte
de tropas. Se ha visto que, por su ca
pacidad
de carga, velocidad y personal necesario
para su utilización,
que el camión.
se revelan
más
económicos
13.°
táctico,
Los aviones que se utilizarán en el campo
sobre todo sería deseable que fuesen de
despegue
vertical pai a poder acogerse a la dis
persión
y que actuasen no importa
en qué cir
cunstancias meteorológicas.
En suma, se tiende a valorizar más unos me
dios aue otros e incluso a buscar los que mejor
se adapten a las circunstancias.
A mí me parece
u-ue sería prudente conservar, por ahora, los clá
sicos, ya ene nadie puede aseaurar que no sean
En cuanto a la reducción de la Infantería clási
ca, parece que, en términos generales, hay una
nimidad de pareceres, y, si aun se discute su uti
lidad, es por sus grandes posibilidades
para la
infiltración, q-ue seguirá siendo un seguro méto
do de avance para aquel arma.
8.°
arma
El cañón sin retroceso parece que es el
predilecta de ios americanos. La rrimera
tos medios al elemento humano, el clásico infan
te, artillero y jinete, al que hay que seciuir edu
cando en el conocimiento
y melor emrdeo de las
armas nuevas y de los modernos medios de trans
porte.
pero sin olvidar las antieuas. y sobre todo
inculcarles
esa moral hecha a la medida de todas
las cliciiltades.
cine es la base de todo eiéreito y
División dispQne de 29 cañones de 75 milmetros
sin retroceso, y 81 de 57 milímetros.
Los ingleses
favorecen también el desarrollo y empleo de este
arma.
9o
Respecto a la Artillería A. A. pesada, pa
lo será más aún en el futuro, ya aue sin ella no
hay disciplina ni se puede hacer frente a las más
adversas e imprevistas
contingencias.
rece que hay unanimidad
en la supresión
de la
de 90 milímetros y calibres sureriores.
pero no
ORIENTACIONES
así la ligera, que unos Ejércitos
suprimen
o reducen hasta una
para acciones locales.
conservan y otros
pequeña cantidad
10.0 En los carros de combate y en la defen
sa C. C., hay tal confusión que no me parece opor
tuno sentar, ni aún con toda clase de distinoos.
conclusiones
ni sioiiiera provisionales.
Lo lógico
es qu ante el explosivo atómico se vaya al carro
tipo ultra-ligero,
con coraza ligera y cañón po
tente.
-
necesarios,
al menos nara ciertas fases del futuro
combate.
y sobre todo, si, contra lo cine actual
mente puede suponerse,
no se llegara a emolear
el proyectil o bomba atómica. Incisivo entre es
11.0 Parece que el parel de los Bazookas dis
minuye. Se dice que los americanos lo van alian
donand9
o por lo menos reducen mucho la pian-
lo
‘Teamos
ahora
TACTICAS
sucintamente
las
repercusiones
que ha de originar
el explosivo atómico en los
procedimientos
tácticos de la defensa. El proble
ma a resolver consiste en dispersarse lo suficiente
para escapar del peligro atómico, evitar la infil
tración, no obstante, y obligar al enemigo a con
centrarse
para atacar, ofreciendo
así un buen ob
jetivo
a las armas atómicas propias. El desplie
gue de la defensa ha de subordinarse
a la articu
lación y seguridad
de los medios atónlicos, y a
su mejor utilización
y rendimiento,
mediante
la
creación de campos de tiro atómico a vanauardia
y en el interior
de la posición, aprovechando
en
último
caso los intervalos
entre las tropas pro-
pias, donde el tiro estará preparado. Veamos a
grandes rasgos, y sin que se pretenda más que
dar una norma provisional, cómo se presenta lo
que llamaremos el despliegue atómico clásico.
a) Un escalón de seguridad constituído a base
de Agrupaciones mixtas de Infantería-Carros-Ar
tillería-Zapadores,
complejos pluriarinas que se
utilizarán mucho y tendrán dos misiones princi
pales:
Obligar al enemigo a concentrarse evitando la
infiltración; y
faci]itar la información sobre l mismo.
b) Un escalón móvil constituído por Infante
ría mecanizada, Carros y Artillería autoropuL
sada, tropas que se apoyarán en organizaciones
desguarnecidas para evitar los efectos de una pre
paración atómica, y que se ocuparán oportuna
mente por esas reservas mecanizadas que acudan
desde zonas de dispersión. Esto es más fácil de
cirlo que hacerlo, sobre todo en tiempo oportu
no. El combate de esta defensa móvil consiste en
acciones en el límite de los vacíos atómicos, re
pliegues
rápidos, tiros atómicos sobre campos
creados y explotación de los efectos.
En el ataque, las repercusiones del explosivo
atóinieo se traducen en resolver un problema que
consiste en combinar estrechamente el movimien
to y el fuego atómico, a fin de explotar sus efec
tos psicológicos y destructivos sin ofxecer al ene
migo un objetivo atómico.
Las orientaciones actuales,. que distan mucho de
ser definitivas, tienden al siguiente esquema:
—
—
Aproximación
mente mecanizado,
hacia una base de
ble a los objetivos
enemiga.
—
del ecalu
de asalto, entera
desde formaciones dispersas,
partida lo más próxima posi.
atómicos de la primera línea
Preparación atómica sobre la primera línea
de resistencia y puntos visibles de la posición ene
miga.
Explotación del escalón del asalto que debe
buscar el contacto con las resistencias enemigas.
Huir de los puntos débiles e intervalos del des.
pliegue de la defensa, que constituirán, segura
mente, campos de tiro atómico; es preciso, pues,
pegarse al enemigo y combatir en la forma clá
sica
Progresión del segundo escalon en forma
ción •dispers.a compatible con el riesgo atómico o
en transporte aéreo, de asalto y helicóptero.
transprtedas
para exr-lotar fuegos atómicos en el
interior del despliegue enemigo; llevar a cabo
desembarcos aéreos sobre puntos vitales y mante
ner la impulsión del ataque.
La exulotación correrá a cargo de unidades
acorazadas.
Si el enemigo dispone de fuertes medios ató
micos puede constinr con ellos una barrera de
prohibicion que aile el primer escalón una vez
pasados los efectos de la sorpresa. Aunque este
escalón se proteja del fuego ató-mico por el con
tacto con el enemigo, está condenado a ser des
truído
a causa
de su aislamiento.
Sólo puede
ah
mentarse el ataque durante la noche si no existe
actividad residual, pero esta solución es muy pro
blemática. La solución aconsejable en estos ca
sos, consiste en la destrucción previa de los -me
dios atómicos -del enemigo, seguida de la expio.
tación en amplios frentes con unidades acoraza
das. Para realizar aquellas destrucciones se em
plearán los medios propios del fuego atómico y
acciones de desembarco aéreo en una profundi
dad variable, según la situación, dirigidas princi
painiente contra la Artillería atómica enemiga,
contra las estaciones de tejedirección y las esta
ciones de radar, lo ue reducirá las posi}i1idades
de la aviación enemiga, para conseguir la supe
rioridad aérea local, aumentando las propias.
Todo ello recruiere una excelente información
del desnliegue atómico enemigo y gran éantidad
de medios atómicos aéreos.
Estas son en líneas generales y sin que aun se
puedan considerar definitivas, las nuevas orienta
ciones tácticas existentes. Ya he indicado antes,
a gran-des rasgos, cuanto se discute en el seno de
la N. A. T O respecto a la organización de las
GG. UU. tipo División, su empleo y prororción
entre las armas. Corno aún se debate la cuestión,
no auiero aventurarme a dar datos que pueden
ser rectificados.
-
-
-
—
—
—
Reservas
dispersas y dispuestas a ser áero
REFLEXIONES
FINALES
Y ahora, para terminar, creo interesante dedu
cir algunas conclusiones generale8, enfocándolas
desde el punto de vista de los problemas que,
queramos o no, se le plantean ya a nuestro Ejér
cito, al tener que admitir la lucha atómica. Por
que por mucha prudencia con que camhiemos, y
conste que yo la preconizo, y creo que la preco
nizaré durante bastante tiempo, mientras no se
vea más claro en estos asuntos, habrá que pensar
-
11
en ponerse poco a poco a tono con las corrientes
actuales.
En todo caso hemos de huir de vestir
nos con ese traje de confección de que antes ha
blé, que puede muy bien no convenimos,
sobre
todo en ciertas situaciones singulares derivadas de
nuestra especial idiosincrasia,
de la morfología del
suelo español, de la situación geográfica de nues
tro país y de otra serie de.eircunstancias
que han
de influir en nuestro problema militar.
Quiero aclarar, desde ahora, que no aspiro sino
a presentar
puntos de reflexión
ante los nuevos
problemas
que nos plantea la guerra atómica, en
cuanto
a doctrina,
organización
e instrucción.
Voy, pues, a reflexionar
sobre ellos, y conste que
cumplo
así fielmente las consignas que nuestro
Generalísimo
nos dió con motivo de la Pascua Mi
litar del año pasado, preocupándome
de aportar
mi modesta contribución
a estos arduos proble
mas.
Sé que ello, además.
constituye
hoy una
preocupación
para el Mando.
Inmediatamente
surgen las siguientes
pregun tas : ¿Debernos estar. prenarados
para defe’de.r el
país y también para luchar fuera de él en una gue
rra atómica. en defensa de ima civilización
auc
para nosotros, es primero católica y luego cristia
na, en cumplimiento
además de nuestros compro
misos internacionales?
Por tanto. nuestra organización,
equipo y ar
mamento
;habrán
de respotider
un día a estas
dos necesidades
o hipótesis fundamentales?
Veamos:
Para combatir en nuestro suelo y de
fenderlo
seguiremos
precisando
sobre todo de
tropas de montaña o de semi-montaña,
ya que casi
todo nuestro
país es, en general. montañoso.
y
.también
seguiremos
necesitando
del tho de or
ganización
que nuestras actuales Divisiones de E
nea, que indudablemente
tendrán que ganar mu
cho en movilidad,
motorizando
y mecanizando
tropas y servicios hasta donde se pueda. re-trin
giendo al propio tiempo efectivos no combatien
tes y aligerando
los servicios, en la medida que
permite
la sobriedad de nuestro soldado.
Se dice que la montaña rechaza la máquina,
pero yo creo que no es así en absoluto. La má
quina
facilita los movimientos
en los terrenos
movidos,
aligerando
a las Divisiones del lastre
de los servicios y llevando lo necesario hasta don
de tiene que recogerlo el mulo o el ((jeep)). Hay
que reflexionar
sobre estos problemas
que plan
tea el suelo propio, que ha de influir mucho, si
queremos
llegar a algo práctico. Por otra parte,
aun no se saben los resultados
que en la monta
ña ‘tendrá la bomba atómica. Quizá no sean tan
12
catastróficos
desde el punto de vistá táctico; corno
en los ‘otros terrenos.
Los xñontes comp artimen
tan. tienen pedruscos,
crestones, árboles,
valles,
cuevas y oquedades
que son en definitiva
panta.
has que disminuyen lós efectos del calor y de la
onda explosiva. Habrá que estudiar estos efectos
muy a fondo. Hasta ahora no sé que se haya he
ch9 en el extranjero.
Para que nosotros enfoque.
mos bien nuestros problemas
táctico y orgánico,
en relación con la nueva arma, resulta imprescin
dible que nos saquen de la duda sobre ‘la mayor
o menor efectividad
de la bomba atómica en la
montaña.
Esto es esencial.
Es posible, y aquí presiento otro punto intere
sante y urgente, que a poco de iniciarse un con
flicto generalizado
contásemos con la ayuda aérea
de nuestros aliados, pero también ha de preverse
una inferioridad
inicial con la amenaza, de des
embarcos
aéreos a retaguardia
de nuestras fron
teras y de bombardeos
atómicos ‘sobre nuestros
puntos
vitales, o podemos
abandonar,
pues, el
problema
de nuestra defensa en profundidad,
.in
cluída la pasiva, aun cuando este problematenga
modalidades
especiales.. Se habrán de, crear guar
niciones territoriales,
permanentes
y .‘reservas mó
viles de mucha, movilidad,
par
hacer frente a
aquellas
acciones, y habrán
de. doptarse
medi
das que aminoren los daños a nuestra, población
civil ó instalaciones.
.
En uno y otro caso, dentro o fuera del .territo
rio nacional, hemos de estar instruídós,
militares
y civilés (estos últimos
futuros militares
de com•
plemento
o militarizados’)
para combatir en una
gueria
de tipo atómico. ,Para éllo, a mi juicio,
hay que aprovechar
el tiempo que tarden en asen
tarse sólidamente
los procedimientos
tácticos en
discusión actualmente,
para iniciar una labor pre
liminar
encaminada
a que las medidas que poco
a poco’ vayamos adoptando
caigan oportunamen
te en terreno abonado. Hoy, muchos militares y
no digamos civiles, leen lo que puede ser ‘T gue
rra atómica como si no les afectara. Esto puede
ser muy grave. Hay que interesar a todos en ella.
En suma, hay que crear ambiente.
¿Cómo hacer
lo? Permítaseme
que escriba sin ambages mi opi
nión,
para que ayude a reflexionar
sobre este
tema. Creo que hay que comenzar por divulgar,
mediante
conferencias
y folletos,
el conocimiento
de la guerra atómica, ilustrando también a la po
blación civil cii fórma, que, sin alarmarla,
apren
da lo esencial para hacerle frente. Ya se ha hecho
algo en esté sentido, pero no con suficiente conti
nuidad
e intensidad.
A este respecto me convie
nc hacer constar que el Ministro de ‘Defensa
cen, aunque sin olvidar nunca que hay que p
Portugal,
el señor Santos Cosía; al que tantó ad
párarse también para emplear lo que nuestra mo
miramos’ y queremos en nuestro Ejército, ha predestia de medios ponga en nuestras
manos. En
conizado
públicamente
conceptos Similars’ en el
este orden de ideas y en última instancia, pienso
país hermano y lo que es más significativo, lo ha
que hemos de estar dispuestos para practicar
la
hecho al volver de una reunitn
muy importante
guerrilla,
procedimiento
de acuerdo
con nuestra
de la N. A. T. O.
tradición guelicra,
pero que exige el conocimien
Hay que’ seguir por la preparación
mental de
lo de
na técnica muy particular
en la que hay
nuestros
cuadros para esta clase de guerra y por
que instruir a nuestros soldados de primera línea,
enseñai a Tenientes
Capitanes
(incluidos los de
nuestios reserista
a nuestios cuadios que,
Complemento,
que serán los que al éomenzar una
como antes creo que indiqué,
deberán
ser jóve
campaña
mandarán
Secciones y Compañías) ‘y a nes, fuertes y perfectamente
instruídos
para ac
los Jefes de Batallón, cómo se pasa del combate
tuar con iniciativas
aceptables.
Bien entendido,
estático al diiiámicó, en condiciones de aislamienque la guerrilla de que hablo sería una guerrilla
to táctico.
moderna,
dotada con medios de fuego potentes
‘Y sobre todo esto, pienso en que hay que •preque no le resten ligereza ni movilidad;
además
parar
a los cuadros de Coroneles y categorías suentiendo que nuestras unidades han de tener ap
periores,
en la conduccion
de una batalla dina
titud paia pasai de ]a gueria regular a la gueiri
inica,
sobre amplios frentes, o mejor dicho, esHa, si una dispersióñ
forzada así lo exige. Han
pacios’; ‘aeostumbrándoles
a la rápida y oportuna
de poderse, pues, fráccionar eficazmente para este
ieunion
de la masa en el punto deseable y a mafin Pensando en esto paiece con’emente
ir pron
nejar grupos tácticos ‘pluriarmas,
también en conto a la organización,
para esta guera, de los mo
diciones
de aislamiento
táctico.
vjmientos de resistencia
a cargo de los hombres
Como ‘consecuencia
de lo anterior,
hay que seque por su edad están fuera del servicio militar.
guir orientando
poco a poco los estudios de las
¿Cuál sería la ‘base de la organización
de estos
Escuelas
y Academias
en tales formas de lucPa,
movimientos
de resistencia?
Los organismos com
pero sin suprimir
los qne hasta ahora se siguen
petentes nos lo dirán. La más sencilla quizá fuera
sobre los medios clásicos, que yo modestamente
la de la actual organización
administrativa
civil
creo que subsistirán,
cambiados
o adaptados
en
dentro de cada Región Militar, con colaboración
mayor o menor medida.
.
de la Guardia Civil, que actualmente
tiene la exHay que tender también al completo acorazaperiencia
que tanto honor y prestigio
han dado
miento de cuantas Grandés Unidades nos sea poa este Cuerpo. Tampoco hay que desechar la or
sihie y a un aumento de los medios contra carros.
gani.zación
de probables
zonas de operaciones.
Estos son los primeros
pasos. Después habrá
Creo’ que’, si pensamos en la organización
de este
que seguir pensando
en otros problemas
deriva-,
tipo de guerra y nos vemos obligados a practicardos del hecho atómico, que tienen enorme impór- ‘ la, estaremos, aun con nuestra pobreza de. medios,
tancia y que no es del momento enumerar
para
‘
. buenas
condiciones
para luchar
en nuestro
no’ alargar demasiado
este artículo.
.
país, incluso contra fuerzas bien provistas de mePor último, hemos de estar pendientes
de cuandMs. técnicos.
to se vaya concluyendo
eii el extranjero
sobre la
“ Siempre
se ha creído que las armas nuevas tenguerra atómica, para fijar cuanto antes una doc‘drían un efecto fulminante
sobre. países más o
trina que nos guie, de la que se derivarán
ingenmenos atrasados técnicamente
o poco desarrollales tareas en punto a organización,
instrucción
y.; : dos. Sin embargo, la guerra en el Este, en el palogística.
,
sado
conflicto mundial y las reciente de Corea e
Pensemos si ha llegado ya el momento de dar
Indoçhina, nos, han mostrado que el factor hu
estos primeros pasos para no encontrarnós,
.no ya.
mano, ‘por sí soló, aun en países atrasados desde
desprovistos
de medios, que éstos pueden dárnosel punto de vista industrial
y de armamento,
los, sino lo que sería peor, carentes de una, míni
con escasas vías de comunicaci6n y medios de
ma preparación moral y material para empleartrañsporte, han podido tener en jaque a las
los. Por mi parte, si la Superioridad
me lo peznaciones más avanzadas y potentes. Ni los me
mite, me propongo intensificar la táctica atómica “dios mecánicos de éstas, ni su supremacía en
e incluso organizar un Curso sobre esta, clase’ de él aire y en el mar, ni los efectos de las bombas
guerra, dentro. de los principios que hoy se cono- nap’ahn, ni su superioridad
de armamento
han
.
‘“
13
podido
evitar
la marcha
de los portadores
de
abastecimientos,
las emboscadas
y las acciones
de guerrillas
en la retaguardia.
La guerrilla,
si
está sostenida por la moral de un país de tradi
ción guerrera,
creo que es capaz de representar
un gran papel en la guerra mecanizada
y aun en
la atómica, ya que puede huir fácilmente
de zo
nas infectas, atacar reservas y servicios y desem
peñar
numerosas
misiones
para
quebrantar
al
enemigo.
Por lo menos, así lo han demostrado
las fuerzas a que acabo de aludir, aunque las ma
sas que allí hicieron
frente a Francia
y a las
Naciones
Un2as
estuvieron
imnulsadas
y fana
tizadas por una moral de signo negativo.
Pero, cuidado, no caigamos en el error de pen
sar que esta organización
e instrucción para prac
ticar la guerrilla
tenga carácter
de exclusividad.
No es, a mi juicio, sino un complemento
de la
que nuestras
fuerzas
deben
ir teniendo,
para
combatir
en un cuadro atómico regular,
dentro
o fuera del teritorio
nacional, como antes he in
‘dicado al hacer hipótesis. muy ajustadas
a nues
tro problema
militar futuro.
Con miras a esta posible organización,
nos que.
da entonces por resolver el problema de la adap
tación de nuestras
GG. TJU. hacia, una solución.
¿No sería más ventajoso
una modificación
orgá
niza que persiguiese
la constitución
dentro de la
División,
de Brigadas que, llegado el caso, se
convirtiesen
en las futuras Divisiones de bolsillo,
como se les ha dado en llamar ahora.
Problemas
como éstos, como el de la constitu
ción de los movimientos
de resistencia,
los de
organización
apuntados,
los del empleo de gue
rrillas y los de instrucción
de nuestras tropas y
cuadros,
requieren,
repito,
un estudio muy de
tenido
y minucioso en busca de la mejor solu
ción para nuestra
Patria.
No pueden,
dada su
importancia,
más que ser recordados
aquí.
Y, sobre todo, no debemos olvidar, en nuestros
estudios
y reflexiones,
que la fuerza que nunca
falló a lo largo de nuestra Historia y no fallará en
el porvenir, si sabemos preparar
a nuestros hom
bres para la defensa de los grandes ideales de Re
ligión y Patria, es la fuerza moral
con la que
podemos
estar seguros de que seguiremos
escri
hiendo la Historia de España, al menos con ho
nor que, en definitiva, es lo que más importa.
/
/
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N
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EL J2EGJA’IJENTO
ESCUELAPEPIIÍANENTE
Coronel
de Artillería,
Jefe del Regimiento de Montaña
LASALA
núm. 29, Mariano
MILLARUELO.
Estamos
causaiios de oír, y no sin razón, que
la cualidad que destaca en el Ejército español es
su buen espíritu.
Es tan exacta esta afirmación
que ha sido reconocida
por estimables figuras del
extranjero,
y en España lo han dicho y dicen
constantemente
voces autorizadas que tienen mo
tivo sobrado para conocer su exactitud.
Pero esto
es así de siempre.
A través de la Historia,
el
Ejército
español destaca con una característica:
pocos medios y buen espfritu lo que le ha dado
la fama de que hoy goza.
Pero si este es su principal
tesoro, no cabe duda
que está obligado a cuidarlo celosamente,
luchan
ciso apoyarse
firmemente
en esa cualidad,
que
haciendo
de cada combatiente
un héroe, logre un
Ejército
superior con medios inferiores y en cuan
to está mejor dotado invencible.
do cada día por aumentarlo
y defenderlo,
pues
vivir de las rentas en los tiempos actuales es pe
Y es el caso que
de nuestro carácter:
ligros.o.
nuestro
Conformes
en que la mayor
Ejército
es su gran espíritu,
virtud de
conformes
en que ha suplido en muchas ocasiones
su falta
de medios y conformes también
en que se ha
agudizado
esta dificultad, con la loca carrera em
prendida
por la ciencia para la fabricación
de ar
mas y artificios tan terribles y destructores,
como
caros y difíciles de obtener en naciones económi
camente débiles.. De acuerdo todos en que es pre
hay por medio otra. cualidad
la despreocupación.
Los he-
15
ehos más sálientes y que por su gravedad han
debido quedar grabados en nosotros, se van ol
vidando poco a poco y se piensa que si imj3rovisando se han solucionado las cosas, debe ocurrir
así siempre.
Pero la loca carrera de estos últimos tiempos
no es loca solo en los armamentos ; en todo, la
ambición desatada alcanza a todas las clases so
ciales; hay que vivir mejor, y en esa palabra no
sólo está el- hecho material de vivir, están el lujo,
las diversiones, las carreras caras, etc. La lucha
por la vida résulta así enorme, absorbiendo mu
chas horas y esterilizando notables facultades. Es
problema mundial y de él no se libran como es
natural los componentes de un Ejército que si
siempre fué modelo de moral y entusiasmo tam
bién destacó por su sobriedad.
En este ambiente hay que recordar a los viejos
y enseñar a los jóvenes, que aún hay algo que
está por encima de la vida cómoda y fastuosa,
que es el orgullo de ser militar y la gloria de
pertenecer al Ejército. Esta es la gran responsa.
bilidad que tienen sobre sus espalda
los que en
las Academias forman a los futuros oficia’es ya
que, inyectándoles un buen espíritu, el de la tro
pa estará asegurado. Pero es al salir de las mis
mas precisamente cuando esos nuevos oficiales su
fren el choque con la vida, siendo entonces pre.
ciso cuidar de que no se estropeen, llegando a
creer que lo que les enseñaron fué una teoría más.
Esta es la gran labor de esa Escuela permanen
te que es el Regimiento y donde los jefes, eter
nos profesores, tienen que cambiar el sistema de
enseñanza seguido hasta aquel momento, sustitu
yendo todas o gran número de las horas de aula,
por una clase continua que es el Ejemplo. Nada
puede hacerse sin pensar que nos miran, que el
inferior está guiado por un espítitu de crítica,
la cual acostumbra a ser acertada y que sin que
él mismo se dé cuenta lleva en el fondo de esa
fiscalización un deseo constante de aprender. La
experiencia y el prestigio que debe rodear al que
manda le obiiga a que el inferior no quede de
fraudado.
Sobre tema tan importante no se escribe de
masiado; quizá se tenga por axiomático y por sa
bido se callç, pero es un error. Recuerdo que has
ta en la misma Academia en nuestros tiempos de
16
cadetes, la instrucción sobre el Mando se reducía
a unas cuantas clases, dadas una o dos veces por
semana
en últimas
horas y el ultimo
año y desde
luego sin puntuar ni examinar. Conviene no per
der de vista que el no hablar de un asuntó le
resta importancia, empujándole al olvido; y de
Moral Militar y Arte de Mandar hay que ocupar
se constantemente,
porque siendo la base de cual
quier Ejército que se precie
cho más del nuestro.
De
cómo
debe
de serlo,
ser el Regimiento
lo es mu
Escuela
per.
manente
donde se dé gran preferencia
a estos te
mas, voy a tratar, sin más títulos que la práctica
de veinte años de mando como primer jefe y con
el deseo de que estas líneas, aunque nada nuevo
puedan enseñar, sirvan como recordatorio
de que
los tiempos cambian, los hombres y las ideas evo
lucionan,
pero nuestras virtudes militares han de
seguir invariables,
venciendo
como hasta ahora
todas las borrascas.
En esta Escuela tiene que haber profesores, ma
terias
a recordar
y procedimientos
de hacerlo.
Profesores
son todqs en absoluto;
y más aún es
éste un caso en que todos tienen
los demás, sin distinción alguna
que aprender
de
de empleos. Re
sulta frecuente, presenciar
hechos de subalternes
que a los Jefes emocionan y estimulan
a Eeguir
en la lucha diaria, y en los propios soldados se
ven muchas veces actitudes y reacciones que re
cuerdan
a todos cuán fácil es en Espaíia educar
homines
para la Patria. La gente joven) por ra
zón de la edad y de las enseñanzas recién recibi
das, está poseída de un idealismo que no se
de decepcionar.
Hay que dar consistencia
a una
obra
bien hecha,
con buena primera
materia,
pero como recién terminada,
aún frágil, para que
pueda
resistir los choques de la realidad
de la
vida.
La formación de los Tenientes ha de ser moti
vo, por tanto, en el Regimiento, de la ma
yor preocupación del mando y siendo además los
ejecutantes
más directos de las órdenes e instruc
ción para la tropa, su influencia será decisiva en
el buen estado de las unidades.
¿Cómo conseguir en esto ufl resultado satisfac
torio? Primeramente
hay que re2ibirlos con toda
cordialidad
y afecto, diciéndoles
desde el rimer
instante lo que se espera de su importante
labor
y haciéndoles ver que el Regimiento será una con
tinuación de las enseñanzas recibidas y una prác
tica constante de las virtudes militares que les
han enseñado. No me puedo sustraer a recordar
en este momento por la ejemplaridad que entra
ña, lo que ocurrió cuando mi promoción salió de
la Academia. Un grupo de cinco Tenientes fueron
destinados a un Regimiento de guarnicion en Ma
drid; llevados de su natural entusiasmo, estima
ron que residiendo allí debsan presentarse ense
guida, y en efecto, al siguiente dia de salir el
destino en el «Diario Oficial» hicieron esa su
presentación ón Estandartes. El Coronel, hombre
de carácter frío y agrio, no dió al hecho impor
tancia, recibiéndoles como era corriente en él, és
decir, con ausencia de cordialidad;
pero en el
cuarto de Estandartes les espéraba una mayor de
cepción. Un grupo de Capitanes, con muchos
años de antigüedad, les dijo: «Para qué vienen
ustedes tan pronto? ¡ Qué primos!)) Seguramente
lo dijeron sin sentirlo, llevados de esa manera de
ser tan nuestra de tomar a broma las cosas serias.
Quzá estuvieran amargados y cansados5 sin te
ner fuerza bastante para contrarrestar los años de
servicio. En cualquier caso el daño que hicieron
fué enorme.
No débe ser así. Una yez recibidos los Tenien
tes y tenido con ellos todos los Jefes y Oficiales
un acto de cordialidad, deben ser destinados a
las unidades con los mejores Capitanes. De la
emulación en el cumplimiento del deber y do la
competencia honrada entre esas unidades, tendrán
motivo sobrado para irse encariñando con un co
metido que tiene. tanto de combatiente como de
educador.
A esta labor silenciosa y diaria han de contri
buir todos los Jefes del Regimiento, empezando
por el Coronel. Hay que aprovechar cualquier
ocasión=—conferencias, reuniones, comidas, mar
chas—para ir afianzando en los Tenientes ideas
ya conocidas. Ante todo la singularidad de la ca
rrera militar. Si nuestra profesión fuera una ca
rrera lucrativa perdería toda su importancia. La
religión y la milicia se ejercen por vocación de
sacrificio, siendo imposible desterrar de la carre
ra de las armas el romanticismo
Hablando en una ocasión con un padre jesu’
ta, encargado en su colegio de explorar la volun
tad de los chicos para descubrir su inclinación,
me decía: ((No encuentro más que ¿os vocacio
nes definidas: la militar y la religiosa; en las de
más se les hace titubear con facilidad y corrien
temente no se definen solos.» Y con ocasión
de nuestra pasada guerra hemos tenido mul
titud
de ejemplos. Estuvieron en calidad de
Oficiales Provisionales gran número de mucha
chos con su carrera terminada o a punto de
terminar,
y aunque muchos cuando acabó la
17
guerra volvieron
a sus profesiones,
otros se que
daron en el Ejército, a pesar de ser médicos, abo
gados, licenciados e ingenieros.
En cualquiera
de
esas hubieran
ganado más dinero, y, sin embar
go, en contacto con la milicia, se desarrolló
su
vocación y hoy son Jefes prestigiosos
nne no es
tán arrepentidos
de lo hecho.
La labor que los compañeros
pueden y deben
realizar
para completar
la formación
de los que
llegan es enorme. No mencionamos
la parte téc
nica del arma, pues estas líneas, no persiguen ese
objeto;
pero ateniéndonos
a la cuestión de la for
mación moral, son los compañeros
los que sabien
do lo que la vida privada influye en el prestigio
de los Oficiales ante la tropa y conociendo
lo
prontamente
que ésta se entera de todo, tienen
que dar ejemplo y éonsejo si fuera necesario, para
que una mayor libertad de la que han tenido has
ta entonces los Tenientes,
no les haga traspasar
los
debidos
límites,
llevándoles
a olvidar
que
el
raliza
a quien
lo recibe
y a los que lo ven, y si
es justo sirve de ejemplo.
En cuanto a la concesión de permisos, si es ar
bitraria,
si obedece, a recomendaciones,
si recae
en quien no lo merece por su conducta, redunda
en desprestigio
de los Jefes que los otorgan.
Cuando para una resolución, pide el Coronel in
forme a los Capitanes,
su veracidad,
se trate de
quien se trate, es un ejemplo de lealtad. Al man
do no puede nunca engañársele
por ningún mo
tivo ni bajo ningún pretexto.
El compañerismo
más estrecho debe reinar en
tre los Oficiales y ello requiere
ausencia total de
envidias y egoísmos, una confianza absoluta para
comnnicarse
impresiones,
sin molestarse
jamás
ante una observación,
que por el contrario
debe
agradecerse,
y una amistad sincera, verdadera
ca
maradería
que no debe estar reñida con una gran
educación
y corrección
en el trato. Con estas mis
mas características,
compaginarán
los Capitanes
Oficial ha de ser, ante todo, un perfecto caballero.
Importancia
extraordinaria,
tiene, que des.de el
primer momento
se acostumbren
al ejercicio de
las virtudes militares
que destacan sobre todas:
la energía y firmeza en el ejercicio
Sabido
es que el Servicio es
subalternos,
obligándoles
a estar,
en el’ Cuartel;
para los Capitanes
del mando.
duro para los
muchas
horas
puede’ ser más
la lealtad y la disciplina;
de ello tienen que es
tar pendientes
tod,os los Jefes y Oficiales del Re
gimiento,. Hay dos cosas en que todos tienen pues
ta la mirada:
los castigos y los permisos. Un cas
tigo cuando no es justo amarga tanto que desmc
suave, y más aún para los Jefes ; pero hoy el
Ejército
ha cambiado
notablemente.
Ejercicios,
conferencias,
clases, instrucciones,
campamentos,
maniobras,
todo hay que hacerlo, y estando cada
uno en su puesto’se trabaja mejor y más a gusto.
6
18
Las conferencias
convenientes
para
de mora! a la tropa son muy
todos, responden
a tina nece
drá un Regimiento cualquiera
no tener el sello de
determinado
Coronel, pero sí «del, Coronel» que
sidad imperiosa y proporcionan
práctica de dirigirse a ella, recordándonos
de paso las cosas que
siempre
debemos tener presentes.
Son un motivo
en definitiva es lo que interesa.
Los jóvenes
intuitivamente
miran siempre
al
Jefe con deseo ¡de aprender
y hay que procurar,
más de reunirse todos y esto mismo puede decir
se de las clases teóricas que, desarrolladas
en for
con el ejemplo,
que lo pie aprendan
sea posi
tivo. Las palabras del Jefe, sobre todo en deter
minadas
ocasiones y en actos solemnes,
tienen
una influencia en el. subordinado,
si es jovei,
enorme.
Cuando juramos bandera los de mi pro
moción en la explanada
del Alcázar segoviano, al
pie del monumento
a Daoiz y Velarde, nuestro
ma de charla por los subalternos,
crean un am
biente
de cordialidad
y confianza con sus sol
dados.
De cómo debe ser un Coronel p era tener su
Regimiento
en tal forma que sea una verdadera
Escuela,
nada diré de mi opinión personal,
no
parezca
que trata de dar lecciones quien segura
mente debe recibirlas,
pero de csto se ha escrito
mucho .por figuras prestigiosas
del Ejército en to
dos los tiempos,
conocemos infinidad de ejem
plos que nos muestran
condiciones
ser consideradas
como verdaderas.
que
pueden
La fisonomía de un Regimiento se la da su Co
ronel en gran parte, y conocemos más de uno de
aquellos que aun conserva la fama y carácter que
le imprimieron
determinados
primeros Jefes hace
ya mucho tiempo.
Hay, pues, que tratar de no pasar por los man
dos sin dejar rastro;
y si todos nos preocupamos
de vivir pendientes
de emular a los mejores, de
trabajar
con fe y entusiasmo, de enseñar con nues
ira práctica y ejemplo a los que nos siguen, po-.
Coronel
causaba
decía lo
rir por
será lo
jadores,
Director,
don Juan Arzadún, que ya nos
impresión
por su figura venerable,
nos
que tantas veces oiríamos después : «Mo
la Patria no es morir.
Porque España
que seais vosotros. Grande si sois traba
ilustre si sois sabios y será respetada por
que sois valientes.»
La emoción que produjo en
nuestros corazones juveniles fué tan profunda que
nos hizo saltar las lágrimas, pero muchos años des
pués, celebrando
las bodas de plata los que que
dábamos,
la volvimos a sentir igual o mayor, al
leer el más antiguo un telegrama que nos envia a
desde su residencia que los años no le permiCan
abandonar,
y en el que nos repetía
las mismas
palabras.
El no las había olvidado,
ni nosotros
tampoco.
Hoy, diezmados,
desperdigados
y llenos
de canas, la recordamos
con la misnia emoción,
19
e
habiéndola
convertido
en nuestro
lema:
caídos por la Patria, tres laureadas
llas’ militares
nos lo ordenan.
veintiséis
y dos meda
Veinticinco
años después de acruella jura, nues
tro llorado compañero,
el General
de Divisidu
Laureado
Ignacio Moyano nos decía antes de vol
ver a besar la misma bandera:
((Dentro de unas
horas nos separaremos
para andar la última jor
nada del camino, quizás la más difícil,, porque se
remos más viejos y porque cada vez se acumularán
sobre nosotros cargas y responsabilidades
más gra
ves. No sabemos lo que las circunstancias
nos re
éste depende mucho de la persona, pero conviene
recordar
lo que sobre esto dice Villamartín:
((Las
continuas
amenazas,
los frecuentes castigos, los
alardes
efecto
de carácter
para
contraproducente,
nimiedades
son de un
y entre un Jefe mo
desto y otro fuerte, en casos dados, pero que no
anuncie su fuerza, sino que la haga estallar desde
la calma, éste lleva más condiciones
de autoridad.
Pocas amenazas y las que se hagan que se cum
plan, que se sostenga siempre esa altivez nacional,
que no se apele a las grandes palabras y a los mo
dales
descompuestos
para
corregir
pequeñeces,
servan, ni los esfuerzos y sacrificios crue la Patria
nos va a pedir. Lo que sí sabemos es que ahora,
que no se fastidie con puerilidades;
único medio de mandar.)>
como el día que juramos esa Bandera, dos Espa
ñas nos contemplan,
pero una está ya formada
por nuestra propia Historia, por nuestros caídos,
que murieron .por un ideal que nosotros tenemos
que defender, y por aquellos de nuestros compa
ñeros y subordinados
que desde el incógnito nos
ayudaron
a triunfar.
Y la otra, por las nuevas ge
El General
Bermúdez
de Castro, en su libro
((El arte del buen mandar español)), al describir
a los enemigos del buen mandar expone unos con
ceptos verdaderos
y claros, de los ue voy a entre
neraciones,
esos cadetes que aquí se encuentran
bajo el mando del Coronel Castro, esperando
de
nosotros
que le sirvamos de ejemplo y de guión
en la vida, que ahora empieza para ellos, como
ayer para nosotros, llenos de los más puros idea
les.» Moyano, que fué un gran Coronel, estaba
expresando
en alta voz el pensamiento
de todos
los presentes, y no hacía más que recordar la obli
gación de enseñar constantemente
a los jóvenes
que se van incorporando
a ios Regimientos,
te
niendo
como texto principal
el ejemplo.
La
arma
formación tiene dos partes, la Técnica del
y la que pudiéramos
llamar Moral Militar
y Mando. La primera requiere
trabajo,
pero en
tendamos
la palabra en su verdadero
significado,
ya que cualquier
ocupación
de su carrera,
para
el Oficial que la haya seguido con verdadera voca
ción, convierte el trabajo en distracción,
y la sa
tisfacción de saber cosas nuevas y seguir el avance
de la técnica compensa de veras el tiempo inver
tido. Si el mando suprime el trabajo inútil y hac
una buena distribución
de las horas dedicadas al
Cuartel,
se consigue esto mejor.
En cuanto a la segunda, conferencias,
charlas y,
sobre todo el Ejemplo,
han de ser, el programa.
Los principios de Moral Militar y los de Mando,
tan unidos, son conocidos;
la forma de ejercer
20
este es el
sacar algunas líneas:
—El que en la actitud, palabra
y hecho del
que mande no se trasluzca al exterior su estado de
ánimo,
tiene una eficacia decisiva en la eficacia
del mando.
—Donde existe
ve sin obstáculos;
justicia, el mando se desenvuel
donde no existe, falta la fe en
los superiores,
que es la base de la obediencia
activa.
—Nada perjudica
al mando como las demostra
ciones de mala educación,
en cualquiera
de los
actos del servicio o fuera de él.
—La
((debilidad
de carácter»
puede
a veces na
cer de una exageración
de la bondad o, lo que es
más grave, de un deseo de congraciarse
con los
inferiores
(populachería).
—La humánidad,
con uniforme o sin él, abusa
casi siempre de los bondadosos
y propende
a la
indisciplina,
engendrando
por lo menos el menos
precio.
—El fijo de Jefe u Oficial débil, cualquiera
que
sea la causa de esta debilidad, es digno de lástima,
pero nadie le compadece.
—La indecisión es una
lidad
de las ramas de la debi
de carácter.
—Los militares irre,olutos
no se atreven nunca
a hacer nada sin orden superior;
es decir, «que
su propia voluntadno
adelanta cosa. alguna».
El miedo a la responsabilidad
es.. una conse
cuencia de la desconfianza
en sí mismo.
;1]
Nuevas ideas y
nuevos mé todos
Pefeniva;0]
General
Jefe de la Infantería
divisionaria
de la DivisiÓfl 62, Alberto
CANO MARTINEZ.
Este es el escrito, de entre los que he presen
tado a la consideración de los lectores de esta re
RODRIGUEZ
ARMAMENTO
Carros de combate.—A pesar de los enormes
éxitos obteni.dos por las unidades acorazadas en
la G. M. II, hay personas en España que piensan
que la importancia de los •carros de combate ha
disminuido como consecuencia del aumento de po
der de las armas C. C. Esta opinión no es com
partid,a por ‘los dirigentes de los ejércitos extran
ganización, Armamento, etc., que han de sufrir
jeros que, aún después de las expeiien’cias de Co
una gran transformación como consecuencia de rea e Indochina, siguen organizando unidades
la evolución de la Ciencia, de la Industria y hasta
acorazadas a base de carros. A raíz ‘de las expe
de la Política. Tal vez parezcan mis ideas dema— riencias con armas atómicas, el papel ‘de estos in
siado ambiciosas y hasta revolucionarias; no sé genios •se ha visto incrementado al d.emostrarse
si en definitiva son acertadas, aunque no son hijas que, en cierta medida, gozan de alguna inmunidad
de Ja improvisación. Lo que intento, sobre todo,
ante los efectos de aquéllas.
es estimular a otros o, más bien, transmitirles mi
Existen dudas sobre cómo debe ser el carro
inquietud con el deseo de contribuir a que se re
ideal en cuanto a tamaño, potencia, armamento,
vista, que me ha costado más trabajo redactar.
He wielt.o a repasar toda la colección’ de EJER
CITO, los Boletines de Información y he releído
otras revistas y tratados que han caído en mis
manos. Creo que los profesionales tenemos la sen
sación de que hay muchas cosas en Táctica, Or
suelvan los difíciles problemas hide.cl.inables que
comprende el de la seguridad nacional.
La primera pregunta que habremos de hacer
nos es la de cómo se desarrollará la batalla del
porvenir. Es seguro que habrá sorpresas, pero si
corsideramos que la posible próxima guerra y sU.5
batallas serán en su desarrollo consecuencia del
nuevo armamento, de las nuevas ideas sobre la
Táctica y hasta de las políticas y sobre la mane
ra de entender la vida de cada uno de los conten
dientes, tal vez podamos intuir algo. Veamos,
pues,’lo referente al armamento moderno, que se
guramente habrá de utilizarse, los nuevos proce
dimientos de combate y también k influencia de
las ideas políticas.
blindaje, etc.; también acerca ‘de si los carros de
ben formar parte de todas las Unidades o sola
mente de las acorazadas; pera lo que nadie duda
es de que constituyen un elemento esencial en el
Ejército por las razones que son conocidas por to
dos los profesionales, y no’ voy a repetir aquí.
Pudiendo
aprovechar su relativa inmunidad
frente a las explosiones atómicas, los carros y los
otros vehículos de las unidades acorazadas, tam
bién acorazados, convierten a dichas uni’dad.es en
las más indicadas para lanzarse a la explotación,
aprovechando el boquete que las armas atómicas
abran en ‘las líneas defensivas.
Avación.—El Ejército del ¿ire
realiza dos cla
ses ‘de misiones: las acciones de orden estratégi
21
co y las que tienen relación directa con las del
Ejército de Tierra.
Estas últimas presentan muy variadas formas,
a saber: dominio del aire en la zona de operacio
nes del Ejército de Tierra para librarle ¿e las
aciones de la Aviación enemiga; apoYo inmedia
to con bombardeos sobre las posiciones del adver
sario; observación rIel campo de batalla para des
cubrir los movimientos enemigos; observación y
corrección del tiro artillero; transporte de tro
pas, heridos, etc. Muchas misiones, demasiado dis
pares.
-
Los aviones dedicados a la observación artille
ra, los puestos a disposición del mando de b.s uni
dades del Ejército de Tierra,
no tienen de común con ‘a
máterialidad
de su traslado
se llega a opinar por algunos
los helicópteros, etc..
Aviación más que la
por el aire. Todavía
que el apoyo directo
a las unidades del Ejército de Tierra debe depen
der de éste, como otro tipo de Artillería (Apoyo
aéreotáctico para las fuerzas del Ejército. Coronel
jules E. Gonseth.—Militarv Review”.-julio 1955.
pág. 21). Tal vez sea ésta una equivocación, pero
es evidente que la observación adtillera. el trans
porte de municiones, heridos, refuerzos, armas.
etcétera, en helicóptero o aviones ‘ligeros pueden
justificar el sistema norteamericano de que el ma
terial y el personal que lo sirve esté integrado en
el Ejército de Tierra.
Finalmente,
debemos dejar bien sentado,
y
ésta
parece ser opinión unánime, que, sin un buen
apoyo de Aviación, no es posible en términos ge
nerales realizar una acción ofensiva •de importan
cia: de la misma manera, sin un apoyo razonable
de
Aviación, la acción defensiva
será cada vez
más difícil.
Artillería—No
es elemento
nuevo,
día se vuelve más flexible, más potente
vil; su actuación por sorpresa
factible;
perfectos.
22
sus prÓedimi11tb
pero día a
y .mis nió—
será cada día más
de tio, cada vez más
Napalm.—Es tan importante la acción moral y
material
de este medio, que seguramente será
muy empleado en el porvenir. Los americanos así
lo han hecho en la G. M. II y en Corea. con mu
cho éxito.
Fusil automático—Su -empleo da a las pequeñas
unidades -de Infantería un enorme poder •de fue
go. Tiene el inconveniente del municionamiento,
que se solu-ciona con una buena disciplina de fue
go. El problema del municionamiento se ha pre
sentado siempre al aparecer arias de tiro más rá
pido, y siempre se ha resuelto. Nuestros soldados
en Rusia se consideraban felices si se les asigna
ba una metralleta, aunque las alemanas resulta
ban peligrosas’; pero ellos tenían la- intuición de
que con ese arma podían resolver rápidamente un
combate a corta distancia, que -es el combate pro
pio de la Infantería, Modernamente los fusiles au
tomáticos y los llamados de asalt-o de los cuales
hay
muchos y buenos ti’po, resuelven perfecta
mente
el problema.
Minas—Constituyen
una gran preocupación pa
ra las tropas en ataque o defensa. La mina no es
un artificio nuevo, pero se ha empleado con tal
profusión en la G. M. II, que en parte puede -con
siderarse como un factor nuevo. Las minas con
tra personal son de tan poco peso y tan fácilmen
te transportables. que con la carga de varios ca
miones se puede hacer intransitable una zona de
terreno Existen minas C. C.. que se instaln con
facilidad y su levantamiento resulta peligrosísimo,
de tal manera que, aunque el espacio donde aqué
llas se encuentran no esté batido, sigue siendo
obstáculo, porque para franquearle hay que gas
tar tiempo
y
probablemente
sufrir
bajas. La reti
rada de Rommei en el desierto pudo realizarse en
gran. parte debido a los campos de minas que los
alemanes
dejaban a retaguardia.
Aún los campos
propios pueden dar lugar
los que estuvimos
en Rusia 1-o saberno perfectamente— a muchos
acc-identes. En fin, -los ampos- de minas ‘dan un
carácter especial a la batalla defensiva, ya que
—
con ellos se pnede crear fácilmente un obstáculo
artificial
o reforzar uno natural.
Armas atómicas.—He dejado para ‘lo último el
artificio más terrible de los que se hayan emplea
do jamás en la guerra; sobre él no se tienen más
noticias que las que han publicado los americano.s
como ‘consecuencia de las expriencias
por ellos
realizadas. Se saben positivamente algunas cosas:
el radio de acción, que puede producir el 50 por
ioo de’bajas para la bomba de 20 Kilotone.s, es de
Unos 1.200 metros (no pueden considerarse estos
datos absolutamente •ciertos, ni tampoco estimar
esa zona del 50 por roo como si se tratase ‘de la
dispersión dé las armas norma’lés) ; el empleo de
los proyectiles atómicos es considerado tan importante que, a menos de que se conceda un cré—
dito a una unidad inferior, la orden pertinente se
reserva al mando de Ejército o Grupo de Ejérci
tos; •se necesitan para su empleo una serie de pre
parativos que a veces duran hasta 24 horas (tér
mino medio 9), ex’ceptuándose de esta regla el
‘caso en. que se haya previsto ese ‘empleo contra un
enemigo u objetivo determinado con el c’afión ató
mico, en ‘cuyo caso el disparo se puede efectuar
en el, tiempo que la Artillería ordinaria ; el bando
que utilice la bomba o el proyectil ató’mico tiene
que preocu’parse de que sus tropas no sufran sus
efectos, ‘es decir, que habrán de est’ar separadas
b)
Las concentraciones
necesarias
para reali
zar ‘acciones de masa se habrán de ejecutar en lu
gares, a ser posible, imprevistos y por poco’
tiempo.
c)
Las tropas deberán adoptar ‘dispositivos
muy diluídos, para no ‘constituir objetivos ade
cuados para el arma atómica.
d)
Las tropas más seguras de no recibir los
impactos atómicos serán aquellas que se manten
gan, pegadas al enemigo.
,
NUI3YOS SISTEMAS DE COMBATE.
Si se estudian con detenimiento los procedi
mientos que. han uti.izado los beligerantes en las
últimas contiendas, de los cuales se han publi
cado muchos artículos en EJERCITO, sO obser
vará que han aparecido nuevos sistemas ‘de com
bate, ‘con los cua’le nosotros no estamos tnuy fa
mi’liarizados aunue
probablemente se adapte’n
bien a nuestra idiosincrasia. Estudiaremós
al
gunos.
Infiltración—Consiste
en ‘deslizarse
entre
las
posiciones enemigas, principálmeñte ‘de noche. y
sit’ti,arse en la retaguardia enemiga con uno o va
rios de los propósitos siguientes Maque por re
taguardia
combinado con otro frontal; ataque a
‘las comunicaciones actuación como guerrilla. Es
to’ ha sido practicado nor chi’nos nortecoreános
en Corea y obligó a ‘los aliados a establecer fren
‘
del contacto enemigo; finalmente precisa tener en
cuenta que el almacenamiento de los proyectiles
o bombas. atómicas encierra neligro, y que tam
poco se conservan tanto tiempo como las grana
das ordinarias, habiendo de ser objeto de cuidados
especiales. De todo esto se deduce que las poten
cias no podrán tener almacenados bombas o nro
vectiles en gran’de ‘cantidades, sino uue irán ha
ciendo ‘acopio de los materiales ‘necesarios para
producirlos. De lo cual se deduce
a)
Dada Ta graia potencia de estos artefactos,
no serán posibles las grandes ‘oncentracio’nes de
tropas y medios ‘en áreas relativamente ‘limitadas.
ni en ‘defensiva ni en ofénsiva.
tes continuos.
La infiltración
tiene la ventaja
de’ u’e
sobre
ella no puede actuar la bomba atómica, nor la di
ficultad ‘de su localización y norque se,rÇa imposi
ble emplea-l’a sin producir estragos en las tropas
de la defensa: esa misma dificu1ta’d tendrá el em
pleo ‘de la Aviación.
Por otra parte. hay que decir que las fuerzas
que se infiltí-an van buscando el encuentro con el
‘enemigo, por lo que, en términós generales, de
muestran con ello poseer mayor moral y espíritu
‘ofénsh’ro.
Envolvimiento verticaL—He aquí una de las
23
•
aciones
más discutidas; alguna de estas o’peracio
nes en la G. M. II fracasaron; en otros casos el
éxito fué definitivo. Los procedimientos emplea
dos se van perfeccionando, de tal manera que se
convertirán en formas corrientes de acción. Unido
a esto, hay que considerar la importancia cada
vez mayor de los transportes por vía aérea Si el
enemigo dispone aquí de la superioridad suficien
te, no •es imposible que se puedan desembarcar
ejércitos y suministrarles por el aire. ¿ Qué suce
dería si estamos defendiendo una línea Con espí
ritu heroico y, cuando nos vamos a dar cuenta,
resulta que el enemigo se ha apoderado por este
procedimiento de los puntos vitales de la nación?
Aunque sólo realice desembarcos aéreos con pro
pósito de solucionar situaciones tácticas, el as
pecto de la batalla cambia absolutamente, por la
gran profundidad en que se desarrolla y porque
producirá sorpresa. Ante Una fuerza que se pre
senta en un sitio imprevisto para la defensa y con
un objetivo también desconocido, los procedí
mientos clásicos fallan. Las reservas que acudan
al ‘contraataque se encontrarán con la dificultad
de la localización del enemigo, de su valoración,
etcétera. El desembarco aéreo en la península de
Cotentin produjo en las unidades alemans
un
enorme desconcierto, de tal manera que por sus
movimientos
daban la impresión de que andaban
a ciegas. Se dió el caso de que una Sección refor
zada americana detuvo el avance de un Regimien
to alemán. La batalla se desarrolló en una gran
profundidad y dentro de la mayor confusión, con
ventaja para el que sabía lo que quería, teniendo
sus movimientos una mayor coordinación..
El desembarco aéred tiene otra modalidad y es
la infiltración en la retaguardia
enemiga. Es sa
bido que los rusos en la G. M. II situaron por esta
vía unidades de guerrilleros y saboteadores en la
retaguardia
alemana; su suministro le hacían tam
bién por el aire. El frente de batalla era a veces
menos peligroso que la retaguardia. Los alemanes
se vieron obligados
24
a situar muchas fuerzas
de
vigilancia
sobre las vías de comunicación, depósi
tos, etc., con perjuicio de las que necesitaban pa
ra el frente. El efecto de estas infiltraciones de
pende de la situación moral de la retaguardia en
relación con el ejér.cito invasor. Parece seguro
que las medidas impolíticas de los alemanes en
Rusia determinaron el que la población civil rusa
ayudase decididamente a los partisanos.
Cantidad de tropas necesarias para una defensa.
Si la defensa se ha de hacer de manera clásica, es
decir, .situando tropas que impidan el paso del ene
migo, cubriendo todas sus posibilidades de acción,
habremos de situar en la frontera una serie de Di
visiones. Otras habrán de constituir la reserva. Y
finalmente, habrán de establecerse las necesarias
para cubrir las eventualidades de desembarcos aé
reos. Cualquiera que sea el número de kilómetros
que deba cubrir una División, al hacer la suma de
todas nos encontraremos con un número tal que
estará por encima de nuestras posibilidades. Las
Divisiones que vayan a resistir el ataque de un
•
ejército moderno, tienen que poseer una potencia
y Unos medios muy superiores a los que hasta aho
ra se han necesitado. Pensemos en el número de
Divisiones que tienen los alemanes el proyecto de
organizar, y en la cantidad de estas unidades de
que dispone la N. A. T. O. Las fuerzas armadas
de una nación no dependen sólo del número de
personas que se puedan movilizar, ya que son tam
bién consecuencia de su riqueza, de su capacidad
industrial, etc. Quiero decir con esto que hay que
distinguir entre las unidades que se puedan orga
nizar efectivamente y las que sólo figuran en el
papel.
Fortific.acLón.—Hasta ahora, la fortificación de
las fronteras y de las plazas fuertes ha sido consi
derada necesaria, y, más o menos, todas las nacio
nes han seguido esta conducta. Pero en la G. M.
II las fortificaciones permanentes han fracasado.
La fortificación permanente tiene que servir a
una hipótesis de ataque enemigo. No se puede
fortificar
de la misma nianera si se teme un ata-
e
que por una frontera que si se espera por el ruar;
tampoco si puede v.erificars:e por medio de desem
barcos aéreOs. El querer aubrirse d.e todas las even
tualidades, nos llevaría a llenar de fortificaciones
todo el territorio nacional con el doble inconve
niente del terrible gasto y de la enorme cantidad
de tropas necesarias, para su guarnición. Esta for
tificación presenta todavía la imposibilidad de con
servar el secreto de su situación: son obras que
ocupan a mucha gente. y en su construcción se
tarda mucho tiempo.
Sin embargo, la fortificación es necesaria para
proteger a los combatientes de los terribles efec
tos de las armas modernas. Incluso en los altos
de las marchas, es preciso que los hombres se pro
tejan por medio de trincheras o pozos de tirador
contra posibles bombardeos aéreos o ataques ene
migos de otra clase. En cierta forma, la fortifica
ción de campaña es preferible
la permanente,
por su mayor.flexibilidad y su mayor capacidad de
servir mejor a las nec’esidades de cada momento.
Aunque se disponga de fortificaciones permanen
tes, habrán ‘de ser completadas con otras de cam
paña. Refiriéndome a la fortificación de campaña,
obstáculo también continuo, formado generalmen
te por campos de minas. Los Centros de Resisten
cia se establecen también en profundidad, con la
doble misión de darla al ‘dispositivo. y servir de
posiciones de partida para ‘contraataques.
El método presenta la dificultad del gran núme
ro de tropas necesarias para la guarnición de to
dos los Centros de Resistencia necesarios.
b)
Cavernas en Ja pendiente y abrigos en la
contrapendiente.—Se
construyen una serie de ca
vernas en la pendiente, perfectamente enmascara
das, en las cuales se instalan tiradores aislados o
parejas que baten las avenidas a la posición, no
abriendo el fuego hasta que el atacante ha levan
tado el de su. Artillería; las reservas se sitúan en
la contrapendient.e, en abrigos. El fuego de los ti
radores de las cavernas desgasta a los atacantes,
les fatiga y ‘desorganiza; cuando los asaltantes lle
gan a la posición, sin encontrar enemigo, gracias
al enmascaramiento de la entrada de las cavernas,
creo se podría agrupar en. tres tipos. a saber:
a) El sistema de Centros de Resi’stencja.—Se
llaman Centros de Resistencia a fortificaciones de
fendidas en todos sentidos y guarnecidas por fuer
zas equivalentes a un Batallón; su frente y fon
do son de un kilómetro, aproximadamente. Entre
cada dos Centros ¿e Resistencia queda un inter
va.lo sin cubrir. Pueden estar divididos en Puntos
de Apoyo, para unidades tipo Compañía, también
preparados para la defensa en todas direcciones.
Entre cada dos Centros de Resistencia, el interva
lo debe estar batido por toda clase de armas.
Pero se ha visto que los Centros de Resistencia
no’ impedían las infiltraciones nocturnas, y así, por
ejemplo, en Corea, los aliados hubieron de esta
blecer un frente continuo. Los alemanes, en Ru
sia, tenían los que ellos llamaban piurtos fuertes
ensartados en un frente continuo, apoyado en un
[1
25
que usar la espuerta. Todo ello requiere una ins
trucción muy detenida y energía para vencer la
resistencia de nuestros soldados y oficiales a la
ejecución de obras de fortificación. Al principio,
estas obras requerirían mucho tiemjo, pero con la
práctica es seguro que se harían con más rapidez.
Es indudable que en algunos cerros rocosos será
imposible realizar tales excavaciones.
c)
Este
Líneas de trincheras y caminos cubiertos.—
sistema, que es el empleado en la G. M. 1’,
tiene muchos adeptos. Los rusos lo emplean
con verdadera profusión. Enfrente de las posicio
nes españolas de la División Azul, en la región de
Leningrado, las posiciones rusas, formadas por lí
neas de trincheras, ocupaban una profundidad de
tinos 20 kms., según los planos sacados de las foto
grafías aéreas. Es evidente que todo aquel mare
rnágnum era imposible de ser batido con eficacia,
no
aparece
en la cresta la verdadera fuerza defenso
ra, que contraataca.
Este sistema se parece algo al empleado en
nuestra Guerra de Liberación, con la diferencia de
que. en vez de cavernas, se construían trincheras
en la pendiente, bastante visibles en general:
igualmente
se hacían refugios en la contrapen
diente. El juego era el mismo: resistir al atacante
con ‘los fuegos y contraatacar con las fuerzas de
los abrigos de la contrapendiente. A veces, el sis
tema de fuegos se extendía en profundidad por
posiciones en alturas sucesivas.
Tanto los japoneses como los coreanos han cons
truido las cavernas tan bien enmascaradas que,
aun después de llegar a la posición enemiga, los
americanos tenían que buscar las entradas de las
cavernas y sacar a los defensores como a los cara
coles.
Indudeblemente. el sistena es muy bueno, pero
de él no teneios experiencia: hay que hacer la
caerna retirando a la vez la tierra. E preciso que
Pós:altedeores de la entradano se pioteen ni las
plantas se deterioren para que el enmascaramien
to sea perfecto. Además de la pala y el pico. hay
26
de forma que el enmascaramiento
lo obtenían a
base de la profusión de objetivos. Suponemos que
no todo lo que se veía tendría aplicación. y que
dentro
de aquella red de trincheras
de menor interés
habría sitios
para la defensa.
Se dice que el sistena de red de trincheras es
malo, porque facilita al atacante su progresión a
cubierto. Según mi experiencia, esta idea resulta
equivocada, ya que los que avanzan por una trin
chera en esas condiciones pierden la dirección de
marha. Una de las cosas más ‘difíciles para el ata
cante es seguir la dirección que se le haya marca
do en la órden de ataque: el que quiera oroo’resar
por las trincheras,’ seguramente se pierde. Si al
guien lo duda, que haga en el campo de maniobras
una posición de este tipo y podrá convencerse
En todos los tinos de fortificación ha ‘de tenerse
en cuentaa protección
de lacabezadeldefensor:
es sabidoque cadavez serámás frecuente
eltiro
a tiempos. Pero esteproblemaes difícil
de resol
ver si no se cuta con materialesndecua
dos, difíciles de trñsportar.
I’alvez sea la soLi
ciói la construcción de pdzos de tiradcr en forma
de cavrna.
Ataque.__Procur:emos,
primeramente,
intuir cuál
sería el ambiente que precedería a un ataque a
nuestra Patria. Para llegar a la fróntera española,
el enemigo habría tenido que vencer ‘la resistencia
que’le opusiesen las fuerzas de la N. A. T.O. La
situación moral en Europa sería desastrosa; a
nuestra. frntera llegarían millones de evadidos en
una confusión inenarrable; entre ellos habría per
sonas sospechosas que deberían vigilarse.
El ambiente de la guerra sería el (le una guerra
civil; en las naciones ocupadas, el enemigo habría
encarcelado o matado a nucha gente por ‘el hecho
de no ser de su ideología. Algunas personas llega
das a España estarían dispuestas a hacr méritos
para ‘librar.se de la brutalidad enrniga. Todo el
conflicto tendría un carácter absolutamente dife
rente de los anteriores.
Precediendo al ataque, el enemigo intentaría in
ditraciones de partidas que perturbasen las comu
nicaciones, centros de transmisiones, industrias,
tcétera.
Estas infiltraciones podría realizarlas por
medio de fugitivos simiiladó’s o desembárcos aé
reos. Al ir a iniciar la invasión, intentaría la infil
tración de mayores ‘contingentes,
ser posible, para realizar su aaqu
r etagu ardí a.
Regimientos a
también por in
fróntera.
unidades
Resolveríamps el problema con menos
de las necesarias, porque dtras muchas
habrían d.e atender a la ocupación de puntos vita
les, vigilancia de las vías de comunicación, clefen
sa A. A. y hasta alguna línea defensiva dentro del
territorio nacional que el Mando consideraría ne
cesario
asegurar.
Circunscribiéndonos
a la misión de ls fuerzas
de contacto, el problema se concreta en .la defensa
de la ‘frontera con escasas unidades muy móviles,
Se trata de algo así como de vencer a la masa por
medio de la velocidad. Aun disponiendo de estas
tropas muy móviles, no podríamos emplearlas en
la forma clásica, porque constituiríamos objetivos
adecuados para las aimas atómicas. Toda nuetra
organización defensiva y la táctica que se empee
habr. de tener en cuenta la existencia (le tas
armas.
Nuestra actitud no sería la de una defensa sin
idea de repliegue ni de la llamada elástica; Sino, que
debería ser en todo momento agresiva. Se man
tendría coiitinuamente el contacto con el enemi.
‘go, a fin de evitar en lo posible su despegue para
empleo de sus armas atómicas; nuestras unidades
se infiltrarían en su retagttardia, y apoyándose en
elementos adictos, producirían, confusión
des
‘
Para abrir bre.cha en el frente,. seguramente
emplearían proyectiles atómicos; una vez con se
guida, lanzarían a través de ella unidades acora
zadas para profundizar rápidamente y hacer impo
gaste
tretas
sibles las reacciones de la defensa.
hostigarían y atacarían constantemente. La lucha
se desarrollaría en una enorme profundidad. con
la característica de una gran agresividad de la de
fensa.
Los objetivos enemigos, por tener la guerra el
carácter especial de guerra civil, serían los políti
cos, es decir, los grandes centros de población, en
donde :existen las mayores masas obreras.
Defensiva—Llegamos
a la parte principal de
nuestrO trabajo: Cómo podríamos resolver el pro
blema de la defensa nacional nt.e un a.taqé.cohio
el que hemos descrito:
.
Par±amos’del hecho de cióe ‘ño sería oihlé
d—
poner del númóro de’ unidades ñe’sárias para’ ase
gurar ‘en la forma clásic todos ios puntos de l.
en el invasqr; todos los procedimientos
que él mismo recomienda y practica.
.
y
Si el enemigo consiguiese avanzar, las tropas» de
la defensa se sostendrían en sus posiciones y le
.
‘
‘Si continúa su avanc’e y, a pesar de todó, se
apoderase de los puntos vitales de la nación, aún
nos quedarían reductos nacionales en ‘los cuales
nos sostendríamos, por tiempo indefinido, hasta la
derrota final del invasor. Torios sabernos cuáles
son ‘esos ‘re.dñct’os:’ Pirineos Centrales, Maestraz—
gb Glkia, Astuias, Sanander, S’erraiía de R6nda. El secrét’o ‘de la victori. se basaría n la ac
27
titud irreductiblemente- indomable de la d-efensa:
voluntad de vencer.
La fortificación, siempre de circunstancias, es
taría al servicio de la ocultación, con objeto de ba
tir por -sorpresa al enemigo. Lo-s ataques y golpes
de mano- de noche serían la regla, siempre por
organización de las unidades, en el sistema de re
clutamiento, instrucción, equipo, etc. No -creo que
haya ninguna nación, ni nadie, que en estos mo
mentos tenga re-sueltos todos los problemas que
acarrean los continiuos cambios de armamento y
circunstancias. Ahora mismo se está pensando en
los Mandos de “la N. A. T, O. que hay muchas
sorpresa.
Nuest-ras montañas presentan abundantes espa
cosas que cambiar en todo lo referente a la orga
•ciOS por donde el enemigo ata-cante no podría ve
nización de sus fuerzas. Creo que to-das las modi
rificar grandes penetraciones, Nuestro objetivo, •en ficaciones que se introduzcan en nuestro Ejército
el orlen general d-e la defensa, no consistiría en habrán de ser consecuencia de una acumulación
evitar que el enemigo infiltrase un Batallón por de experiencias y maniobras, siempre realizadas
una zona pasiva o tomas-e el pico de una montaña:
con arreglo a situaciones tácticas’ qn-e se aseme—
lo esencial para nosotros sería que no se apoderase
¡en a la realidad.
de líneas de comunicación por las cuales pudiesen
Se presenta el problema del tamaño de las uni
penetrar grandes unidades. Se dice que por el si
dades: ¿ Son preferibles las grandes unidades ac
tio que pasa un hombre, pasa un Batallón. Es cier
tuales, o son preferibles otras pequeñas, muy mó
to, pero lo que viene detrás no profundiza si no viles, bien armadas r formadas por personal -es
dispone de vías de comunicación. No creo que va
cogido? Todos conocemos -el magnífico resultado
liese la pena el desgastarnos disputando al enemi
de los comandos en la G. M. TI. Por todas partes
go la posesión de un pico; hay puntos esenciales
se tiende, y en Francia se han hecho ensayos con
a los cuales habría que dedicar nuestros esfuerzos
éxito, a la organización de pequeñas unidades muy
en la seguridad de que pos-eyéndolos, el enemigo
móviles.
no podría profund-izar en su avance.
El Ejército habría de dividirse en dos partes
Por otro lado, las montañas, nuestras montañas.
correspondientes
-a las dos misiones siguientes
son obstáculos impasabl-e.s para las tropas acora
Ejército para la primera línea de combate y Eiér
zadas, que serían las de temer, porque el enemigo
cito encargado en caso de avance, de ir a i-eta
tampoco dispondría d-e tropas de montaña, por lo
guardia del anterior limpiando el terreno de ene
menos en sus primeros intentos de penetración.
migos, y, -en la defensa, de la de las poblaciones,
La gran movilidad que habrían de tener nues
alguna línea ‘def’ensiv, defensa AA., etc. Siem
tras unidades, nos permitiría a-cumular -en el mo
pre en España ha habido en realidad tropas de
mento y en el .sitio precisos ina masa importante.
choque y otras que han realizado misiones secun
El concepto de masa tiene que ser entendido en
darias, aunque teóricamente fuesen todas igua
el sentido de que no se tratará de muchas tropas.
les. La puesta en marcha del nuevo sistema no
sino de mucha potencia. La movilidad permitiría
harí-a más que .dar estado oficial a lo que siempre
no sólo concentrarse rápidamente, sino dispersarha ocurrido.
se con la misma velocidad, para no ser objeto de
La recluta habría d-e seleccionar a los hombres
las armas atómicas.
más capaces físicamente para las unidades de pri
OROANIZACION
mera- línea. Los mandos habrían de ser seleccio
Este criterio -o forma de hacer la guerra, que nados de tal manera, que no sólo constituyese un
está impuesto por la evolución de las armas y de honor el pertenecer a •esas unidades, sino que ello
la Política, tiene que tener su proyección en la llevaría aparejada la posibilidad de un adelanto
-
- -
28
4
en su carrera. El resto de la recluta sería para
.las unidad.es ‘de segunda línea, servicios, batallo
nes de trabajadores, etc. Es posible que siendo las
unidades menos numerosas fuesen más económi
cas.
El armamento tendrá que sufrir una revisión
a fondo, siendo más potente, más ligero, más dr
ro. }-Iabrá que unificar, en lo posible, la gran va
riedad de armas de que se dispone, •para que el
municionamiento sea más sencillo. Lo cual supo
ne un estudio muy serio; en este momento no
creo se esté •en condiciones de decidir cuáles son
las armas que deban a.doptarse ; tódo ello será
consecuencia de los estudios y experiencias que
agresividad. Las unidades tienen que lanzarse a
la retaguardia enemiga y ‘trastornar todo su sis
tema de mando y comunicaciones; saber conser
var el contacto para que el adversario no pueda
emplear sus armas atómicas; concentrarse y ‘dis
gregarse ante,s de que el enemigo pueda reaccio
nar adecuadamente. saber atrincherarse para ha
cer inexpugnable un punto. Todas las operacio
nes habrán de verificarse, en general, de noche. No
se podrán ocupar posiciones de partida para los
ataques, a fin de n6 presentar objetivos adecua
dos a los proyectiles atómi.cos; habrían de utili
se hagan. Lo que creo pensará todo el mundo es
que, por ejemplo, un pelotón no está bien armado
con una sola arma automática. Es más, creo que
la industria nacional se encuentra en condiciones
de fabricar todas las armas automáticas que se
necesiten
en un ‘período razonablemente
breve.
El material habrá de requisarse si queremos dar
movi1ilad a las unidades; habría que estudiar tam
bién la adopción del helicóptero para transporte
de una gran cantidad de elementos, como se ha
hecho en ‘Corea, con buen éxitoS Los coches en to
do terrno
son de una utilidad reconocida. Una
gran cantidad de animales necesitan muchos su
ministros y son un buen blanco para la Aviación.
El ‘equipo del soldado hay qlue estudiarle de nue
vo: los hombres no pueden transportar un gran
peso y quedar en condiciones de luchar. Hay que
quitar de él todo lo que pueda brillar y
do. En las maniobras se puede verque
es excesivo; generalmente se acaba por
equipo con un peso muy por bajo de lo
hacer rui
el equipo
llevar ese
regiamen
taiio, en camiones o en los mulos. Hay que estu
diar el peso, total y la ditribució.n de la carga:
También creo que nuestra industria está en con
diciones de suministrarnos
telas de abrigo y de
poco peso y, en general, todo lo que se le pida pa
ra un equipo mejor.
La Táctica ha de basarse en la movilidad y
(
29
zar.se líneas de partida, es decir, líneas que las
unidades atravesasen en el momento preciso para
lanzarse al ataque, sin detenerse.
Para que las pequeñas unidades puedan cumplir
misiones de gran amplitud, sin que se pierda la
acción de conjunto, se necesita un sistema de
transmisiones perfecto. Actualmente los rad.iote
léfonos no resuelven el problema por varias razo
nes; las principales son el ser poco selectivos y
el tralismitir sólo en línea recta y, en cuanto se
interpone una altura, la comunicación se inte
rrumpe. Hoy parece que se vislumbra la solución
por medio-de los transistorei de germanio, que
permitirán una gran selección de onda, maydr po
tencia sin las servidumbres del radioteléfono y un
mínimo de peso. La necesidad de seguir estos es
tudios al día no es necesario que se encarezca.
Si consideramos lo que se podría esperar de
esas pequeñas
selectas unidades, será preciso
atender a su instrucción con una atención y un
cuidado extraordinarios. Hay que conseguir de
esos soldados que tengan una potencia física tal.
que les haga desear el choque con el enemigo
porque en él puedan tener su mayor confianza.
Se ha escrito mucho sobre el valor, somos muchos
los qtle pensamos que, en general, es más valien
te el más fuerte. El soldado valiente que es cappz
de mirar con desprecio la muerte, pero en cain
bio no tiene confianza en sus propias fuerza para
30
buscar el contacto con el enemigo, es d.e menos
utilidad. Aparte de la potencia física, que siempre
hay que cuidar, el soldado tiene que ser capaz con
frecuencia de resolver problemas por su propia
cuenta: hacer un croquis, leer un plano, observa
dor, excelente tirador, luchador para poner fue
ra de combate rápidamente a un enemigo, mane
jar explosivos, forma de vivir en el campo, guisán
dose élios mismos y utilizando los recursos que
enciuentren a mano, por ejemplo, caza, pesca ,etc.;
tienen que estar preparados para vivir entre nie
ve o en la zona más calurosa. Sobre todo tienen
que poder moverse en la no.che •con la misma se
guridad que los gatos. No es fácil una instruc
ción tan completa; •pero creo que se conseguiría,
que se puede conseguir.
Aún me falta lo princial: la educación moral.
Ya se comprende que hombres que han de estar
dispuestos para misiones tan difíciles y peligrosas
tienen que tener una moral a toda prueba; tienen
que ser conscientes de lo que se pide de ellos, tie
nen que saber odiar al enemigo, estar convencidos
de que la causa que van a defender es la justa.
Al enemigo no tienen que menospreciarle en cuan
to a su valor cbrnhativo, pero tienen que estar se
guros de cue ellos serán superiores si van a la
lucha con el convencimiento de que sirven una
causa justa que merece cualquier sacrificio por
grande
que sea.
e
Evacuación de herido jporvia aérea
Ii/fIMO Di LOSILllJOPTiJ?OS
Inspector Médico
Rafael
En la evacuación de heridos, la preocupación
principal consiste en reducir al máximum el tiem
po transcurrido entre el momento de resultar le
sionado el paciente y el de recibir asistencia en un
Centro quirúrgico adecuado; se comprende, pues,
la atención constante de la Medicina Militar por
conseguir la mayor rapidez y comodidad en el
transporte. El factor tiempo es de vital importan
cia, ya que favorece en alto grado el posterior pro
nóstico de la lesión, contribuyendo a evitar la pre
sentación de posibles complicaciones y elevando la
moral del paciente, en momentos de agotamiento
orgánico y nervioso.
Los modernos tipos de autoambulancias, muy
confortables para la misión que les está encomen
dada, facilitan en gran parte estas operaciones,
evacuando las bajas directamente a los hospitales
o a los trenes sanitarios encargados de su poste
rior transporte. Mas no siempre pueden ser efec
tuados estos cometidos con la celeridad y perfec
ción deseados, e incluso en algunas circunstancias,
como sucede en la guerra de alta montaña o en re
giones donde las vías de comunicación sean defi
cientes o se hallen interceptadas por diversas cau
sas, podemos vernos obligados a recurrir a otros
procedimientos de evacuación, que si bien no hace
muchos años eran estimados como excepcionales,
son de uso corriente en la actualidad. Lo ventajo
so del transporte aéreo, hizo pensar desde su ini
ciación en el posible empleo de esta vía de eva
cuación, de gran utilidad para los heridos precisa
dos de urgente asistencia.
Entre los precursores de la aviación sanitaria,
destaca el General Médico holandés Mooy, que en
1910 mostró su posibilidad y conveniencia, ensa
yándose más tarde esta vía por el Ejército francés
en las maniobras de 1912 y convirtiéndose en rea
lidad durante la Gran Guerra de 1914, cuando las
horas trágicas de la retirada del Ejército servio.
En aquellas circunstancias se hizo uso de aviones
cuyo estado, si bien no permitía su utilización para
el combate por requerirse en ésté grandes veloci
dades, podían, no obstante, ser empleados para la
evacuación de heridos, como lo hicieron transpor
tán dolos a Medua,’ Alessio y Escutari, sin lamentar
ningún accidente.
CRIADO
CARDONA.
La creciente difusión de la aviación en general
alfinalizar la primera guerra mundial, explica que
ya en el año 1920 el servicio de Sanidad Militar
francés dispusiera de sesenta aparatos procedentes
de la citada campaña, modelos ya anticuados, pero
que convenientemente modificados Íueron puestos
en servicio, distribuyéndose en el Marruecos frañ
cés y distintas zonas de influencia en Africa. Pri
mer esbozo éste de aviación sanitaria civil y mili
tar, que seguidamente Íué organizado en distintos
países europeos.
En nuestra Zona de Protectorado en Marruecos,
y empleando aviones de guerra, se han trasladado
en repetidas ocasiones equipos quirúrgicos a los
hospitales de sangre instalados en los campamen
tos avanzados, y durante las operaciones en Alhu
cemas, fueron utilizados para la evacuación de mu
chos enfermos y heridos, aviones especialmente dis
puestos para está misión.
Por lo ventajoso de tal procedimiento de trans
porte, las casas constructoras de aviones dedicaron
atención a la fabricación de estos tipos de apara
tos. Con motivo de la celebración del tercer Con
greso Internacional de Aviación Sanitaria en Bru
selas (1935), tuvimos ocasión de ver aeroambulan
cias provistas de botiquines dotados de material
quirúrgico y de cura que permitían realizar pe
queñas intervenciones de urgencia en pleno vuelo,
cabinas con calefacción eléctrica e instalaciones
muy ingeniosas, que eliminaban casi totalmente el
ruido de los motores, tan molesto para los heridos.
Estos perfeccionamientos contribuyeron a gene
ralizar la aviación sanitaria. En la campaña de
Abisinia fueron evacuados por avión cerca de chi-.
co mil heridos desde Addis-Abeba a diferentes hos
pitals de Italia, y durante los primeros años de la
Segunda Guerra Mundial, los transportes por vía
aérea de aliados y alemanes ascendieron a varios
cientos de miles de heridos, siendo utilizados con
este objeto en su casi totalidad aviones de trans
porte del Ejército, de gran capacidad, ya que el ny-.
mero de aviones sanitarios de que se disponía era
muy escaso. Estas cifras quedaron notablemente
rebasadas en la etapa final de la contiefida, en que
la casi totalidad de los heridos aliados fueron eva
cuados por esta vía. Los grandes aviones portado-
31
0
Dispuesto a emprenier
el vuelo con heridos.-Aparato norteamericano Filler.
res de material de guerra al frente, una vez des
cargado, eran aprovechados a tal fin. Entre el día
D y el de la terminación de la guerra en Europa, se
efectuó la evacuación por este medio de más de
trescientos mil heridos y enfermos, y debido a las
destrucciones de ferrocarriles, puentes y carreteras,
en su casi totalidad inutilizadas, se calcula que más
del 90 por 100 de las bajas evacuadas de las zonas
de operaciones situadas al este del Rhin, lo fue
ron por vía aérea.
Como datos estadísticos de interés, citaremos que
en el semestre comprendido entre septiembre de
1950 y marzo de 1951, marcharon de Corea al Ja
pón 29.922 heridos del Ejército americano, de ellos
el 79,75 por 100 por vía aérea, permitiendo iniciar
precozmente su tratamiento en los hospitales del
Japón, lo que favoreció el pronóstico de sus heri
das, abreviando la convalecencia y, como conse
cuencia, su recuperación. En el mismo período de
tiempo fueron hechas 12.908 evacuaciones de Co
rea a los Estados Unidos, de las cuales realizadas
el 90,9 por avión y el 9,01 en barco; estos datos po
nen de relieve con la mayor elocuencia lo ventajo
so de la evacuación aérea. Un detalle que lo con
firma, es el hecho de que la travesia en barco te
nía una duración de 11,5 días, contrastando con la
rapidez de la efectuada por el aire, que era de po
co más de tres días, incluído el tiempo de deten
ción en el curso del viaje, lo que no sólo represen-
32
taba una mayor comodidad para el paciente, sino
que influía favorablemente en su curación.
Si comparamos la evacuación por vía aérea con
la efectuada por carretera, bastará fijarse en que
el rendimiento medio de las autoambulanCias os
cila de 200 a 300 kilómetros por día, y aun menos
si se trata de pistas o carreteras en deficiente es
tado de conservación, que requieren una velocidad
moderada compatible con la comodidad del herido
transportado;
con la velocidad obtenida por los
aviones utilizados con fines sanitarios, la misma
distancia puede ser recorrida en menos de dos ho
ras.
La indole diversa de las heridas y la creciente
especialización de los servicios quirúrgicos, justi
fica la existencia de equipos también muy diversos
(cirugía torácica, abdominal, neurocirugía, ortopé
dica, ojos, etc.), cuyo material y costosas instala
ciones exige su inmovilidad en los hospitales base
regionales, ordinariamente situados a retaguardia,
lo que requiere el traslado de los heridos, ordina
riamente con urgencia, ya que un retraso de va
rias horas, puede ser responsable de comp licacio
nes. En estos casos, el empleo de la vía aérea para
efectuar el transporte es insustituíble, dada su ra
pidez.
Aunque para realizar la evacuación han sido
empleados aviones sanitarios de distintos tipos y
tamaños construidos exprofeso para esta misión,
sin embargó, ordinariamente
son aprovechados
aviones utilizados para diferentes cometidos, a los
que se adicionan dispositivos que facilitan la ins
talación de las camillas portadoras, lo cual resulta
ventajoso, pues permite realizar el transporte has
ta el Centro quiri’irgico, sin abandonar la camilla
en que el paciente fué retirado de la línea de fue
go, con lo que se evitan desplazamientos siempre
molestos para él.
En la aviación sanitaria se emplean aparatos de
muy diversas características. Los grandes aviones
pueden transportar hasta varias decenas de heri
dos. Su capacidad facilita el que sean acompaña
dos del personal sanitario preciso (médico, en fer
meras), provisto de medios para atender cualquier
complicación que pueda surgir durante el traslado
(transfusiones,
inhalaciones de oxígeno, tónicos
cardíacos y estimulantes, etc.).
En la pasada campaña de Corea, ha
sido utilizado un avión pesado, cons
truído “ad hoc” para esta misión sani
taria (Silorsky 11-19), que permite el
traslado de ocho heridos en camilla y
personal médico para su asistencia.
Las ventajas que para la evacuacion
representa el empleo de aviones de gran
capacidad son neutralizadas, en algunus
casos, por la imposibilidad de disponer
de las indispensables pistas de aterriza
je en sitios relativamente próximos a los
centros de evacuación, que por las con
diciones que precisan reunir son de im
provisación muy difícil.
Debe tenerse en cuenta, al emplear
estos aparatos, la influencia perjudicial
que sobre el organismo puede ejercer el
vuelo efectuado a alturas superiores a
mil metros, que se traduce en diferen
tes perturbaciones consecutivas a la dis
minución de la presión atmosférica y de
la proporción de oxígeno en la sangre
del paciente. Estos fenómenos, que si en
individuos sanos o heridos de escasa im
portancia
pueden desdeñarse, afectan
notablemente a aquéllos que se hallan
en estado de shock traumático acentua
do, así como bajo los efectos de graves
lesiones abdominales y torácicas, pref e
rentemente estos últimos.
La disminución de presión, cuando las
heridas son extensas, puede originar la
producción de hernias de pulmón, así
como trastornos respiratorios, hemopti
sis e incluso hemorragias que contribu
yen a agravar el estado del paciente.
En los traumatizados de vientre, la
excesiva velocidad en el transporte• aé
reo y la trepidación que acompaña al
aterrizaje dan lugar, en algunos casos,
Un herido an la camilla
del he’icóptero.
a desplazamientos viscerales perjudiciales. Como
perturbaciones
de menor importancia, pero que
pueden resultar desagradables para los heridos, ci
taremos diferentes trastornos neuro-vegetativos, que
se manifiestan por hiperexcitabilidad de los centros
nerviosos del equilibrio, el vómito, los trastornos vi
suales, zumbidos de oídos intensos e incluso sinco
pe, si bien esto último es excepcional.
La Aviación Sanitaria de campaña se halla orga
nizada en diferentes Ejércitos europeos constitu
yendo Secciones, cada una con un número varia
ble de aparatos (de 2 a 4), pertenecientes todós a
la misma categolía. Estos pueden ser: grandes, cuya
capacidad permite el transporte en camilla de seis
o más heridos; mecvios, que transportan dos o cua
tro heridos, y pequeños, con capacidad para evacuar
un herido acostado y un acompañante médico o
enfermera.
En algunos Ejércitos extranjeros el servicio de
evacuación aérea se halla dispuesto de manera que
el Gran Cuartel General del Ejército de Tierra, de
acuerdo con el análogo del Aire, determina lo pun
tos de estacionamiento de estas Unidades. En el
Ejército francés se hallan afectas a la Reserva Ge
neral del Gran Cuartel General (Dirección del Ser
vicio de Sanidad Militar), pudiendo ser distribuidas
temporalmente según las necesidades entre los di
ferentes Ejércitos.
Dichas Secciones son agregadas para su empleo
al Servicio de Sanidad, si bien continúan dependien
do de las Fuerzas Aéreas en lo concerniente a su
servicio. El oficial de Aviación Jefe de la Sección
o Secciones puestas a disposición del Director del
Servicio de Sanidad, actúa como asesor técnico de
éste en todo cuanto se refiera al transorte, comu
nicando diariamente, tanto a este Jefe de Sanidad,
como al de Aviación de quien dependa, la ejecu
ción de las órdenes recibidas aparatos disponibles,
estado de los mismos y accidentes sobrevenidos en
el curso de los vuelos.
En la orden de operaciones, al referirse al plan
de evacuación de las Grandes Unidades, se detalla
la distribución y situación tic las Secciones de Avia
ción Sanitaria, señalando los campos de partida y
aterrizaje de las mismas. Teniendo en cuenta estos
datos, las Jefaturas de Sanidad dictan las disposi
ciones conducentes a la mejor marcha de estos ser
vicios, teniendo en cuenta el número y distribución
de camas disponibles, designación de personal sani
tario para la carga y descarga de heridos en las
pistas de partida y destino, etc.
EMPLEO
DE LOS HELICOPTEROS
Aunque la prioridad en la construcción de estos
aparatos no haya correspondido a los Estados Uni
dos, sin embargo, han sido éstos los primeros en
utilizarlos en campaña. Empleados durante la Se
gunda Guerra Mundial en distintos teatros de ope
raciones para desempeñar muy variados cometidos,
pronto pudieron ser comprobadas sus ventajas, co
mo lo revela el hecho de que rápidamente fueron
construidos y entregados a la Aviación y Fuerzas
Navales más de 400 de estos aparatos.
Al iniciarse la campaña de Corea, no tardó en
ponerse de manifiesto el obstáculo que para el
transporte de enfermos y heridos reiresentaban las
condiciones abruptas del terreno, cruzado por esca
sas vías de comunicación, tanto férreas como ca
rreteras, rápidamente inutilizadas en su mayor par
te por los bombardeos de la artillería y aviación.
Dadas estas dificultades y ante la imperiosa nece
sidad de asegurar la rápida evacuación de sus ba
jas, el Ejército norteamericano, teniendo en cuen
ta los resultados obtenidos en pequeña escala con
los helicópteros utilizados con fines sanitarios en
la pasada guerra mundial y la experiencia de los
34
empleados en los llamados “Equipos de salvamentó
de montaña”, no dudó en generalizar el uso de este
medio de transporte, y pocos meses después estaban
organizadas nueve Unidades de Ambulancias inte
gradas exclusivamente por helicópteros.
Rápidamente se extendió su empleo, y en el ejer
cicio económico del año 1952 fueron encargados por
la Marina 500 helicópteros para su aviación embar
cada y el Cuerpo de Infantería de Marina, y por el
Ejército 290 de estos aparatos en misiones de carga,
transporte de asalto y evacuación.
Para explicar el modo de actuación de los heli
cópteros en Corea, recordaremos que en el Ejército
de las Naciones Unidás, constituido en su casi tota
lidad por tropas norteamericanas, los servicios sa
nitarios de campaña avanzados y su relación y en
lace con las organizaciones hospitalarias, se halla
ban, en esquema, dispuéstas del modo siguiente:
Servicio Regimental, constituído por el Puesto de
Socorro Régimental (Coilecting) y tres secciones sa
nitarias afectas a cada uno de los Batallones.
Los elementos divisionarios integraban el Bata
llón Médico, en el que, entre otros distintos cometi
dos, destacaba, desde el punto de vista que estudia
mos, el servicio de evacuación de bajas (en “jeep”
portacamillas, siempre que era posible) desde los
Puestos de Socorro Regimentales al Puesto Divisio
nario, cuya misión principal era la clasificación de
heridos y lá rápida cura de aquéllos que estaba in
dicada se practicar en este escalón sanitario.
Los heridos eran seguidamente trasladados a los
Hospitales Móviles de primera urgencia M.A.S.H.
(Mobile Army Surgical Hóspital), de los que exis
tía uno por División, instalado en vanguardia, con
capacidad de 60 a 100 camas y donde eran interve
nidos los heridos de primera urgencia no transpor
tables, o a los Hospitales Semimóviles de Evacua
ción (E.V.Á.C.), con capacidad de 400 camas, de
los que existía uno por División, y otro de 750 ca
mas por C. E., desde lós que eran evacuados los
pacientes a los llamados Hospitales de Tratamien
to (1.000 a 1.500 camas), situados a retaguardia.
Cada Hospital Móvil de Urgencia (M.A.S.H.) dis
ponía de una Sección de helicópteros, ordinaria
mente integrada por cuatro aparatos, preparados
en todo momento para emprender el vuelo tan
pronto eran solicitados desde los Puestos de Socó
rro a los que inmediatamente se trasladaban, pro
cediendo a la recogida y transporte de los heridos
precisados de urgente intervención, lo que permi
tía su rápida asistencia en los Hospitales Quirúrgi
cos citados (M.A.S.H.), siendo los restantes llevados
por autoambulancias al E.V.A.C. siempre que esto
era posible. Las evacuaciones así organizadas, uti
lizando helicópteros, han proporcionado resultados
tan beneficiosos que se calcula permitieron practi
car adecuadamente la intervención en el M.A.S.H.
al 24 por 100 de los heridos, antes de transcurrir
40 minutos de producida la lesión.
1
De ¿a campaaa cte Corea.
Entre los diferentes modelos de helicópteros uti
ll73dos en la campaña de Corea destaca el H-13lieli,
que puede transportar dos heridos acostados
instalados ‘a lo largo y a los costados de los patines
•de aterrizaje. La velocidad de estos aparatos es de
120 Km. por hora, -y su radio de acción de 400, apro
ximadamente.
‘Recientemente, en el aeródromo de Issy-les-Mou
lineaux (Paris), hemos tenido ocasión de examinar
varios helicópteros modelos “Hiler” y “Djinn”.
Destacan en estós aparatos sus reducidas dimensio
nes, unidas a su ligereza y resistencia. Ambos apa
ratos se hallan provistos de dos camillas, situadas
a uno ‘y otro lado de los patines de aterrizaje. La
cabina dispone de• dos asientos, para el piloto y el
médico o enfermera acompañante.
El modelo “Hilér 12-B”, del tipo utilizado en la
asada
campaña de Corea, alcanza una velocidad
máxima de 130 Km. por hora, y la de crucero de
105 Km. Su radio de acción con la carga máxima
de 106 litros de gasolina es de 200 Km., pudiendb
alcanzar una altura de vuelo de 2.500 m. Las ca
millas, cubiertas con dispositivós que evitan la ac
ción del viento sobre el herido, disponen de cale
facción. El peso total el aparato vacío es dé 752
kilogramos.
El aparato “Djinn”, más ligero (700 Kg.), puede
alcanzar una velocidad de 140 Km. hora y una al
tura de vuelo de 4.000 m. Utilizado con un camión
que le transporta, constituye un grupo móvil de
muy fácil manejo, ya que puede despegar directa
mente de la plataforma del camión, a la que pue
deretornar una vez finalizada su misión. El aparato
puede ser de este modo transportado hasta las iiimediaciones de la zona de acción, despegando para
su misión aérea brevis irnos minutos después de la
llegada del camión. Su facilidad y rapidez de des
pegue, permite que en poco más de un minuto se
halle en condiciones de elevarse.
Aun que estos aparatos, aparentemente muy irá-
35
glles, dado lo reducido de su peso, parecen requerir
condiciones atmosféricas adecuadas que podrian li
mitar mucho su empleo, la práctica no confirma
totalmente este temor. Alguno de los vuelos que he
mos realizado reinando un fuerte viento, casi hura
canado, se llevó a cabo sin el menor incidente, re
velando la estabilidad y rendimiento que de estos
aparatos puede obtenerse. En cuanto al aterrizaje,
suave y sin trepidaciones, resulta casi inadvertido
para el personal ocupante de las camillas.
Otro modelo empleado es el llamado helicóptero
plegable, porque pueden plegarse las alas, lo que
facilita su lanzamiento desde los aviones de trans
porte mediante paracaídas especiales. Una vez ile
gado a tierra, son suficientes dos hombres para que
en breve espacio de tiempo (20 minutos) se pongan
en condiciones de emprender el vuelo. Este aparato
tiene especial aplicación para ser utilizado por nú
cleos de tropas aerotransportadas.
Para el Ejército norteamericano ha sido construi
do el denominado helicóptero de cabina desprendi
ble (modelo HX-16). Esta cabina se halla instalada
debajo del fuselaje, lo cual permite dejarla fácil
mente sobre él terreno, dispuesta para ser utilizada
como pequeña sala de operaciones, siendo recogida
por el helicóptero cuando ya no es necesaria.
Existen otros aparatos de mayor capacidad, co
mo el modelo Sikorsky S-55 y el “Piosecki”, que
pueden transportar al piloto y diez heridos, constru
yéndose actualmente modelos capaces de transpor
tar 20 y hasta 40 hombres.
Las aplicaciones de los helicópteros en campaña
fácilmente se deducen de lo anteriormente expues
to. Durante los periodos de operaciones activas, la
congestion del tráfico rodado por el constante paso
de numerosos vehículos por las carreteras que aflu
yen a los frentes de combate, frecuentemente entor
pecidas por los bombardeos y voladuras que incluso
llegan a impedirlo, retardan las evacuaciones, con
tribuyendo a agravar el estado de los heridos. Con
trastando con estas dificultades, los helicópteros, por
su facilidad para despegar y circular a pequeña al
tura, su estacionamiento en el aire y rápido aterri
aje, unido a su movilidad que le permite insinuarse ed su marcha incluso a través de estrechos valles
y gargantas montañosas eludiendo los obstáculos
con que pudiera tropezar, facilitan el transporte de
los pacientes, permitiendo efectuar rápida y direc
tamente la evacuación desde los Puestos de Clasi
ficación avanzados a los Hospitales Quirúrgicos de
vanguardia.
Asimismo, son de gran utilidad para la recogida
de heridos en núcleos de tropas cercados por el ene
migo, a los que resulta muy difícil poder auxiliar,
asi como los pertenecientes a destacamentos dis
persos alejados del grueso de las fuerzas a que se
hallan afectos.
Una valiosa aplicación del helicóptero está en la
3.
guerra
de montaña, donde la evacuación ha coris
siempre un dificil problema.
Si como aita montaña son consideradas aquellas
regiones en las que la progresion por el terreno,
el abastecimiento y la evacuacion solamente pue
den ser realizados pr el hombre a pie, la poste iiidad de transporte cte los heridos resulta alli de ex
traordinaria importancia.
La Escuela Nacional francesa de esquí y alpinis
mo ha realizado recientemente experiencias en el
valle de Chamonyx, destacando la efectuada con
un helicóptero modelo corriente, el cual, transpor
tando un herido, pudo elevarse a la altura media
de 2.700 m., que es la altitud correspondiente a los
principales refugios; hazaña superada, por el piloto
francés Moine, que con un helícoptero tipo BeIl-470
ha aterrizado en uno de los picos más altos del
Mont Blanc, a 4.807 metros de altura, siendo inte
resante el hecho de que fué realizado el descenso
sin esperar la llegada del personal que ascendía al
citado monte con la finalidad de preparar una zona
de aterrizaje, revelando esto la posibilidad de efec
tuarlo en lugares tan poco propicios.
En caso de posible guerra atómica, la evacuación
por helicóptero podría prestar servicios de inesti-,
mable valor, ya que este aparato, dadas sus carac
terísticas, alcanzaría puntos inaccesibles para los
demás medios de transporte, tanto terrbstres como
aéreos, pues las destrucciones originadas por la ex
plosión nuclear podrían inutilizar los aeropuertos
y distintas vías de comunicación terrestre e inéluso
impedir totalmente la circulación por las mismas.
Por otra parte, su rapidez, que en brevisimos mi
nutos le consiente aterrizar, reanudando• inmedia
tamente el vuelo, apenas permitiría fuera contami
nado por las radiaciones existentes en la zona de
recogida de bajas. En tan críticas circunstancias, el
empleo del helicóptero puede resolver el problema,
facilitando el transporte de aquellos heridos graves
que precisan inmediata asistencia, asi como el de
médicos y material de curación, tan necesario n
estos momentos.
Tales ventajas se completan con otra no menos
valiosa, referente a la seguridad por parte del com
batiente de que en el caso de resultar herido, aun
en circunstancias desfavorables, puede ser cómoda
y rápidamente evacuado a qn Centro Quirúrgico
aumentando con esto sus probabilidades de cura
ción, lo que contribuye a elevar considerablemente
su moral. Prueba elocuente que lo confirma, son
las siguientes palabras de Lueddeke, piloto de he
licóptero de la Infantería de Marina americana du
rante la fase de mayor actividad de la campaña de
Corea: “Una de las mayores aportaciones que los
helicópteros han hecho en la guerra ha sido la de
acrecentar la moral de la. Infantería de Marina.
Cada camarada que opera allá abajo sabe que, pa
se lo que pase, nosotros lo rescataremos si resuLta al
canzado por el enemigo.”.
tiiuiclo
d
Técnica
de la ensefianza
y sus ayudas
Comandante de Ingenieros Pedro ANAYA DE TORRE,
de la Academia del Arma. Comisionadoen la Escuela de
Ingenieros de Fort Belvoir (Estados Unidos) para obser
vación de los métodos de enseñanza.
DEFINICION.—Titularemos
“ayudas”
todo
aquello de que se vale el profesor para que sus en
señanzas puedan ser captadas por el alumno. Son
verdaderos auxiliares de la Instrucción y tienen ca
si siempre índole física.
CLASIFICACION.—Podrjan
hacerse muchas,
pero entre todas preferimos la que sigue:
A.—Ayudas bi-dimensionales.
1) Cuadros de palabras. Se emplean las pala
-
5)
-
Folletos. En estas ayudas se deben incluir
los manuales de campaña, manuales técnicos, cir
culares, guiones de estudio y monografías.
B.—Ayudas tridimensionales.
1) Modelos a escala o maquetas.
2) Simulaciones. Se trata de modelos construi
dos para representar un objeto real, pero sin de-’
talles. Son sólo una imitación y su empleo es uti
lísimo en maniobras o ejercicios de campaña, pues
-
-
bras claves de la discusión y cón ellas previame
pueden representar, por ejemplo, carros de com
te confeccionadas, se va rellenando el cuadro en bate de distintos tipos que llegan a familiarizar l
presencia del alumno Dentro de estos cuadros alumno con ‘todas las variedades de los mismos.
existen las variaciones que se desprenden de la fi
3) Objetos reales.
gura 1.
4) Cortes. Pueden aparecer o en modelos a es
2)
Ilustraciones. Son cuadros murales en los cala o en objetos reales. Estas ayudas son de las
que aparecen dibujados de forma real y esquemá
más eficaces, pues el alumno ve por separado el
tica los mecanismos o sistemas que se están expli
trabajo de cada pieza.
cando. Se incluyen aquí láminas que pueden ser
C.—Cajón de Arena.
proyectadas.
-
-
-
3) Mapas y planos. De uso sobradamente cono
cido.
4) La pizarra. El empleo de una buena pizarra
puede ser de importancia primordial en manos del
profesor. El alumno no debe tener ante sí nada
-
-
más que lo que se refiera al punto que en aqúel
mómentó sé esté explicando. Ello obliga a dispo
ner de varias pizarras del tipo corredera.
CARACTERISTICAS DE LA BUENA “AYUDA”
1) Tiene que ser segura en todos sus aspectos,
o en otro caso no debe ser empleada.
2) Su tamaño debe permitir que pueda moverse fácilmente de un sitio a otro, siendo, pues, de
-
-
manipulación sencilla.
3) Dado el considerable uso que se hace de ella,
-
37
U?%IlIV
UL
rmLJDRt)
Va rieda des
CARACTERISIICAS
DElASAYUDAS
ESTADOS
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Seguridad.1
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1
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L
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-
-
ción.
3)
4)
I_1
—,
Empleo de las “ayudas”.
Las ayudas deben:
1) tJsarse con destreza y progresivamente.
2) Reducirse a las que correspondan a la lec
-
-
No escatimar el material pertinente.
Emplearse con oportunidad.
—--*--*0
r
1’
L
Cuadroaclavarconchinchetas
METODOS
DEINSTRUCCION
Cuadro
1
1
acanalado
TIPOS DE PRUESAS
[°bjeti
Lectura
Conferencia
r
r
r
TECNICAS DE LA INSTRUCCION
DESARROLLO
vafl
lección ideal será la que llene todos los puntos con
ducentes a una enseñanza eficaz, aunque hay que
Írubjetiva°1
1
admitir que no siempre es posible una lección per
fecta, pues el profesor se encuentra con limitacio
nes de tiempo, falta de materiales adecuados y au
las no siempre capaces.
LJ
Cuadrodetarjetascubridoras
La lección ideal.
La práctica experimental es el mejor profesor:
vivir es aprender! Mediante una buena descrip
ción se consiguen resultados apetecibles. Pero la
Cuadrodetarjetasconcharnelas
Fg. la
debe tener solidez y resistir a los golpes y desgastes.
4) Ha de resaltar bien los detalles necesarios,
para que puedan ser éstos vistos por los alumnos
a cualquier distancia.
5) Debe estar pintada de colores vivos, q:c
contrasten visiblemente. En maquetas o cortes, los
colores más impresionantes son el amarillo y rojo,
por ese orden.
6) Debe ser lo más real posible.
7) Tendrá sólo los detalles de interés, evitando
cosas superfluas que se presten a confusión.
-
-
-
-
Principales
guías.
La lección perfecta debe incluir cinco etapas:
preparación, presentación, aplicación, exámenes y
ctica.
Preparación.
Análisis de la tarea.
Cuando una lección o serie de lecciones se pla
nea adecuadamente, debe ser examinada la ma
nera de mostrar estas enseñanzas al alumno, res
pondiéndose a las siguientes preguntas:
1) ¿A qué métodos de presentación se presta la
materia?
2) ¿Puede dividirse la materia a tratar en va
rias presentaciones independientes?
-
-
3) ¿Cuál es el nivel medio de la inteligencia y
experiencia de los alumnos?
-
Fuiidones de las “ayudas”.
1) Ahorran tiempo.
2) Formulan conceptos concretos.
:3) Aumentan el interés de la explicación
-
-
-
4)
5)
38
-
-
Dan vida a los programas.
Intensifican las impresiones.
4) ¿Es bueno el material o equipo disponible?
5) ¿Es apropiado para el propósito que se per
sigue?
Las respuestas deben decidir los métodos a em
plear.
-
-
d
Oblativos.
En la mayoría de los casas, las materias a ense
bre presentación no consigue establecer el contacto
entre el profesor y el alumno.
ñar aparecerán en manuales o en textos especia
les. Pero ha de tenerse en cuenta que frecuente
Explicación.
El profesor pone todos sus recursos para que los
mente las teorías o ideas cambian en poco tiempo,
por lo que es necesario ir renovando el material,
con el fin de asegurar que la enseñanza está de
acuerdo con las más modernas doctrinas.
La forma de mostrar el tema en cada lección,
se deja en libertad al profesor para hacerlo a su
manera y de acuerdo con la necesidad y capacidad
de los alumnos.
Organización
ctel material.
El Plan-Lección del Instructor es el guión para
la presentación de las materias de cada leccicn.
La. relación entre las preguntas y las respuestas
preparadas determinan la presentación. El tipo de
ayudas. a emplear para suplementar la enseñanza,
así como las palabras adecuadas a emplear en las
descripciones, deben ser pensadas para un buen
resultado.
Presentación.
El principal requisito es una buena preparación.
Cuando el profesor se 1amiliarice con la materia
y ha planeado la forma de abordar el tema, pasa
a esta fase, que consta de tres factores: Introduc
ción, explicación y demostración.
alumnos le comprendan. Recurso primordial, es la
voz. Una voz interesante concentra la atención.
Una voz monótona invita al sueño. Cambios en la
entonación, volumen y pausas, obligan a un stado
de alerta. La vitalidad es, pues, imprescindible pa.
ra que el estudiante comience a aprender.
Un segundo factor es el empleo de las ayudas
visuales. El alumno, sin fatiga, relaciona sus im
presiones con el asunto objeto del tema.
Demostración.
Muestra cómo se hacen las cosas bien y cómo se
hacen mal. Es particularmente interesante cuando
se trata de explicar máquinas pesadas, reparacio
nes de motores eléctricos, mecánica de refrigera
ción, etc. Una buena regla a seguir consiste en em
plear una demostración en donde quiera que la
materia se preste a ello. Se debe mostrar al alum
nolo bueno de cada herramienta y sus defectos.
Usar de representaciones por actores que ejecu
tan una pequeña comedia, con la que el alumno
La introducción.
Los dos objetivos principales que cubre son:
Establecer una perfecta comprensión entre el
alumno y el profesor.
Excitar el interés del alumno por la materia
presentada.
La mayor parte de los conferenciantes saben el
gran partido que se puede sacar de esta parte de
la presentación. Usualmente emplean un “punch
une” o “golpe de efecto” basado en la experiencia
personal, los ejemplos vividos, o hechos general
mente poco conocidos. Otras veces se sugiere una
pregunta a un grupo de alumnos. Este procedi
miento tiende a suscitar la atención y facilita la
—
—
conversación
dentro del interés del tema. Una po-
39
saca conclusiones. Se necesita cuidar
los detalles para asegurar la eficacia.
bien todos
Aplicación de lo estudiado.
Es la parte más efectiva de la lección, porque
facilita el aprendizaje y descubre la validez de las
cosas enseñadas. La experiencia es el mejor pro
fesor y, por tanto, la aplicación práctica de las
teorías es la forma perfecta de afirmar las ideas.
Las aplicaciones pueden ser individuales
lectivas, según lo requiera la materia.
o co
Exámenes parciales.
El examen pone de manifiesto:
1) La flojedad de ciertas fases de la instrucción.
2) La existencia de falsos conceptos en la men
te del estudiante.
3) Información real del nivel que ha alcanzado
la instrucción.
—
-
-
Esta cuarta etapa del proceso merece un dete
nido estudio, que ahora no haremos aquí.
Crítica.
La etapa final en el proceso de enseñar es la
crítica. La devolución al alumno de los exáme
nes o ejercicios prácticos después de haber sido
corregidos, constituye uno de los mejores métodos
para subsanar los falsos conceptos y suscita la crí
tica de los interesados. Esto refuerza los lazos en
tre profesor y alumno, obligando a éste a rectifi
car sus errores.
Igualmente en pruebas orales se someten las res
puestas a una crítica, donde interviene todo aquél
que puede aportar alguna experiencia. El examen
se comp leta, pues, con la crítica, finalizando asi
este método.
Análisis del método.
Desgraciadamente no siempre se prestan las chi
co etapas expuestas a su inclusión en una lección.
El tiempo es factor interferente, los medios no
siempre están disponibles, el estado de instrucción
no resulta uniforme, el material puede ser no uti
lizable, algunas materias requieren un grado de
explicación, mientras que otras sólo necesitan la
aplicación y, por último, hay temas que son ase
quibles en una clase y temas que requieren un
curso entero Una lección ideal no puede conside
rarse completa hasta tanto no contenga las cinco
etapas de: preparación, presentación, aplicación,
exámenes y crítica, como se señala en la figura 2.
& ia £7re,a,zri
Figura 2.
Fig. 1. L.Lis. modelo “Honson” (Canadá)
instalado en el vehículo oruga modelo “Uni
versal’ - M K-1”. Este vehículo es un desa
rrollo de los “Eren Carriers” y del “Carden
Lloyd” y se fabricaban en Inglaterra,
Canodci, Australia y Sur Africa; llevando un mo
tor Ford inglds de 50 HP. o de 85 HP.
CARROS
LANZALLAMÁS
Desarrolloyeiupieo
1.
•
•
Pequeña
historia
Comandante de Infantería
gio
OOMEZ
y del S. E. M. Ser
Profesor de la Escuela
de.M.
ALBA,
de los carros lanzallamas.
nadiense,
que lo vió actuar en una demos
Todos los Ejércitos iniciaron la G. M II dotados tración ante las autoridades militares del Reino
de lanzallamas (L.Lls.) portátiles que procedían de Unido, percatándose del enorme efecto moral que
aquel primero alemán inventado por el Jefe de los se añadiría al material causado por este instru
bomberos de Munich durante la G. M. 1 y que hizo mento y de las posibilidades de perfeccionarlo. En
su presentación en el campo de batalla en Melan
consecuencia, encargó a un Batallón de Ingenieros
court, contra los franceses, el 26 de febrero de 1915 el estudio y experimentación del L.Lls.
y después contra los ingleses, en el saliente de Iprés,
A mediados del año 1941 se diseñaba ya en el
en julio del mismo año.
Canadá el L.Lls. “Ronson”, y de nuevo el vehículo
Estos L.Lls. se revelaron eficaces, pero tenían mu
elegido Íué el “Universal” (por abundante y bara
chas limitaciones en su empleo derivadas de: su to), instalándose la tobera de emisión análogamen
peso limitado de combustible, su corto alcance y la te a la del “Wasp”, sobre la plancha del blindaje
gran vulnerabilidad del operador.
delantera, quedando conectada mediante un tubo
En el transcurso de la G. M. II todos los Ejérci
tos desarrollaron L.Lls. montados sobre vehículos exterior con los depósitos de combustible situados
sobre la plataforma trasera y con una capacidad
acorazados, que proporcionaban protección al ope
de 115 litros. El combustible empleado era “fuelrador y permitían llevar más volumen de combusti
oil” y el alcance eficaz, unos 45 m. (fig. 1).
ble y lográr mayores alcancps.
A principios del año 1941,
la Compañía “Anglo Iranian
Oil” construyó el L.Lls. ini
ciador de una dilatada serie
de los instalados
sóbre
vehículos acorazados, q u e
culminó en el “N.° 2-MK.
2C”, comnmente
llamado
“Wasp MK. 2C”. Tal ante
cesor fué proyectado para
ser colocado en el vehículo
“Universal”, sobre la plancha delantera. Como com
bustible empleaba petróleo
creosotado
impulsado por
anhidrido carbónico. El en
cendido se lograba al rociar
una pequeña cantidad de
combustible una placa enrojecida,
Aunque este sistema de ig
nición no era seguro, y ade
más, el alcance a duras pe- Fzg 2 L Lis briianico antiadreo, pro- Fg 3
Un. LL1s. aníiaáreo británi
nas rebasaba los 20 metros,
yectado por el “Petroieun. Warf are Deco, en acción.
despertó gran interés en el partamen.t” especialmente para la defenJefe del primer C. de E. casa en los barcos.
41
Fig. 4. Un carro L.Lls. para defensa de
aeródromos
contra ataques a baja cota.
Derivado del “Ronsorí” puede considerarse al
“Cockatrice”, que se proyectó como antiaéreo, y po—
día lanzar su chorro vertical u horizontalmente (fi
guras 2, 3, 4 y 5).
El siguiente de la serie fué el “Hornet”, complica
do y pesado, que se trató de perfeccionar al tiempo
que se trabajaba en un nuevo proyecto: el “Wasp
MK 1”, que probado en agosto de 1942 alcanzó con
sus llamas los 75 m., empleando petróleo como com
bustible y llevando los depósitos dentro del casco
del vehículo; lo que fué causa —además de su ma
nejo difícil y frecuentes averías— de que lo recha
zara el primer Ejército Canadiense, por complicar
la conservación del motor y disminuir la flexibili
dad de empleo táctico del carro al perder un tripu
lante. De nuevo la experiencia señalaba la conve
niencia de simplificar los aparatos, y en febrero
de 1943 se produjo, dentro de esta tendencia, eJ
L.Lls. “Barracuda”, más sencillo y ligero que el
anterior y de acción mecánica más rápida, que per
mitía cortos y sucesivos disparos y llevaba un solo
depósito, lo que hacia posible la presencia del ter
cer tripulante.
El éxito del “Barracuda” canadiense motivó que
su principio mecánico se aplicara al “Wasp”, na
ciendo el “Wasp MK II”, cuyas pruebas, en agos
to de 1943, demostraron que superaba en alcance al
“Barracuda”. Retoques posteriores le transformaron
en el “Wasp MK 2C”, dotado de un solo depósito
42
Fig. 5.—Vehlculo L.Lls. británico destinado
defensa de los puerlos.
a la
de 300 lts. de capacidad, situado en la plataforma
posterior del carro, y que se reveló como arma efi
caz de apoyo de la Infantería en el teatro del Nor
oeste de Europa (fig. 6).
El mismo “Wasp”, montado en el chasis del carro
“Ram”, desprovisto de torreta e instalado en el lu
gar de la ametralladora del casco, dió origen al ca
rro lanzallamas “Ram Badger”, que cubría el círcu
lo de servicio de la torre con una placa de blindaje
ligero, en la que se levantaba una pequeña cúpula
provista de una ametralladora Browning. Este ca
rro resultó excelente y obtuvo un éxito considerable.
Los canadienses utilizaron los L.LIs. más que nin
gún otro Ejército en Europa y montaron los mode
los “Ronson”, “Barracuda” y, sobre todo, el “Wasp”
sobre carros de torre abierta —llamados “T. D.”
(Tank Destroyer)— o desprovistos de torre, como,
por ejemplo, el M4-A3 (“Sherman”) (fig. 7) —dan
do origen al “Sherman Badger”—. Se considera
que estos vehículos eran empleados en 50 por 100
de las operaciones, particularmente para limpiar
los pozos de tirador, trincheras, fortines, edificios,
etcétera.
Los rusos, alemanes e italianos emplearon las lla
mas de un modo muy similar a los canadienses.
Los rusos tenían en servicio, desde antes de la G.
M. II, los carros de combate T. 26 y T. B. dotados,
algunos de ellos, de lanzallamas (fig. 8). Los italia
nos tenían carros con remoique del depósito de
Fig. 6.—El L.Lls. “Wasp
MK 2C” ingles, modificado
por los canadienses, instala
do en el “Universal Carrier”.
combustible; el más frecuentemente utilizado fué
el pequeño carro L 3/33 (figs. 9-a y 9-b). Los ale
manes los instalaron en los Pz Kw II.
Los ingleses montaron en el carro “Churchill”,
substituyendo a la ametralladora de la torre, el
L.LIs. “Wasp” ligeramente modificado, y con depósito de combustible de 1.500 lts. blindado, llevado
a remolque. Este vehículo así arrpado recibió el
nombre de “Cocodrilo” (fig. 10) y íormaba parte
de una División de armas especiales (la 79 D. A.)
que lo incluía orgánicamente. Fracciones de esta
G. U. se agregahan a otras Divisiones cuando se
consideraba necesario. Sistema que, si bien permi
tía mantener bien instruido al personal especialis
ta y bien entretenido al material, tenía la desven
taja principal de que la asignación de las unidades,
en una guerra que se desarrollaba en teatros tan
extensos, distantes y diferentes, era cosá difícil,
perdiéndose casi siempre la oportunidad de su in
terven ción.
Los Estados Unidos fueron los que hicieron un
empleo más profuso de los carros L.Lls., a partir
del momento en que recuperaron la iniciativa en
el teatro de operaciones del Pacífico, pues en el
europeo los equipos enviados no fueron buenos y,
por ello, apenas utilizados.
Los japoneses demostraron gran habilidad en el
aprovechamiento y construcción de cuevas y casa
matas ingeniosamente construidas y bien disimula
das, sobresaliendo apenas medio metro, guarnecidas
por cinco o seis hombres y situadas generalmente
en laderas empinadas; su ocupación exigía, casi
siempre, un fuerte tributo de la sangre más vale
rosa. En Kwajalein (Marshall) se instalaron L.Lls.
ligeros sobre carros ligeros, obteniéndose un éxito
que, si bien fué relativo, señalaba el camino a se
guir.
Los “marines” utilizaron varios L.Lls. “Ronson”
y los montaron, ligeramente modificados, llevando
600 lts., en los L. y. T. (vehículos de desembarco
oruga) y en los carros ligeros, que recibieron el
nombre de “Satanas 1”. Emplearon 24 vehículos
lanzallamas, 12 para cada División de desembarco,
destinados al ataque —que era ya inminente— de
Saipan, en marzo de 1945. El éxito iué grande, y
por ello se pensó en instalarlos en carros medios,
con unos 1.000 lts. de combustible, capaz para unas
50 llamaradas, cosa que, por experiencia, se consi
deraba suficiente para poder neutralizar una posi
ción enemiga sin tener que reabastecerse durante
el combate. Así se inició —en Schiofield— la cons
trucción de carros L.L]s., que pronto se aceleró,
hasta producir uno diario y se pudieron emplear
ocho de ellos en Iwo-Jima, con tan rotundo éxito
que alguno llegó a reabastecerse de incendiario has-.
ta siete veces. Pronto llegaron a hacerse imprescin
dibles para la Infantería, a la que limpiaban el ca-
Fig. 7.—Carro “Eherman Badger”. El lan2allamas tenta un alcance de .95 m., que llegó a
elevarse a 150 m. El chasis es el del carro
/t’T4-A3 de Estados Unidos.
Fig, 8. Torre del Carro i-uso T.B 26 (ver
sión rusa del Vickers), provista de lansa
llamas.
43
Fig. 9. a)—CarroS italianos L333 (Fiat), armado con lanzalla
mas con depósito a rernolque,
conteniendo 380 lts.
mino orillganto al enemigo a salir de sus covachas.
toperas y hendiduras para que fuera batido en
campo abierto.
CornO consecuencia de la abundancia y el extei’i
so sistema de cuevas encontrado en Angaur y Fe
leliu, se ordenó la adaptación de una manguera a
los L.Lls. de los carros, para poder alcanzar las bo
cas y troneras en terreno escabroso, al Que aquéllos
no podían llegar. Al X Ejército, en Olçinawa, se
le dieron tres y resultaron de gran valor, empleán
dose algunas veces basta 150 m. de manguera, y
con ellos centenares de japoneses fueron aniqufla
dos en sus cuevas. La operación de Olçinawa, ini
ciada el 1 de abril de 1945, señala la cumbre en el
empleo del carro L.Lls., probándose los nuevos
combustibles “Napaim”. El 713 Batallón de Carros
pasó a ser todo él de carros laniallamas, y desem
barcó el 7 de abril de 1945 con 54 carros L.Lls., cu
yas características eran:
Vehículo: M4-A3 (“Sherman”).
L.Lls.: Con tobera de emisión instalada en tubos
de C. de 75 mm.
Combustible: 1.000 lts., situados dentro del casco,
debajo de la torre.
Duración de la emisión: 2 m. 30 sea.
Alcance eficaz: Con líquido flflido, 40 m.; con es
peso, 70 m.
Agente impulsor: Gas carbónico tomado del tu
bo de escape del motor del carro.
Tuición: Por gasolina y electricidad.
Sector horizontal: 2700.
Armamento: 2 ametralladoras de 762 mm. (una
en casco y otra co.axial con el tubo del cañón
lanzallamas).
En Olçinawa los carros podían maniobrar mejor
que en Iwo-Jima, aunque no con facilidad por la
profusión de colinas escarpadas y hondonadas, y
porque había mucho fango en caminos y arrozales
(hg. 11). Todo ello no permitió un empleo en masa,
centralizado, creando una “barrera móvil” de lla
mas, lo que hubiera sido eficacísimo. Por ello se
distribuyeron en fracciones, cooperando con la In
fantería, de los siguientes modos:
a) IJn pélotón de tres Cs. L.Lls., como parte de
la Sc. de Cinco carros normales.
44
b) Un pelotón de tres Cs. L.Lls. agregados a una
Se. de cinco carros normales.
e) Los Cs. L.Lls. se mantenían retrasados hasta
presentarse un objetivo adecuado y entonces se ade
lantaban e intervenían apoyados por los carros
normales y la infantería a pie.
d) Los e. L.Lls. con infantería a pie solamente.
Veamos algunos significativos ejemplos de la ac
tuación de este Batallón:
El 14 de junio se le encomendó a una Cía. de Cs.
L.Lls. la misión de atacar una zona rocosa situada
en la cima de un farallón. Uno de ellos avanzó en
tre los carros ordinarios, y su primera llamarada
sorprendió a los japoneses de tal modo, que se dis
persron
en todas las direcciones.
El 22 de junió otra Cía. asignó 4 Cs. L.Lls. al 32
Batallón de Infantería para atacar unas cuevas
que se decía conducían a los Cuarteles Generales
japoneses. Un Sargento, emnleando la manguera,
incendió diez cuevas: le acompañaba un soldado in
térprete provisto de altavoz, conminando al enemi
go a rendirse y abandonar su refugio. Sólo dos se
rindieron y muchos se suicidaron. La manguera re
ventó dos veces, pero pese a ello se logró incendiar
un cdrro guarnecido por 500 japoneses (fíe. 12).
Otros 4 Cs. L.Lls., agregados al 1 Bon. del 184
Eegimiento, limpiaron una zona extensa
un crá
—
—
—
Fig. 9. b)—El L.Lls. anterior ocupando el lugar de una
de las ametralladoras y con la otra quitada.
de carios normales no se viera afectada por la de
otros especiales L.LIs.
No obstante esto, los modelos conseguidos no re
solvieron el problema de la facilidad de servicio, y
hubo de irse al tipo grande, que fué el instalado en
los carros M4-A3, a los que nos hemos referido en
los eemplos anteriores y que tan resonante exito
alcanzaron. Sin embargo, no nos cabe duda que se
deben estar desarrollando equipos más poderosos
que el actual, el cual, con un alcance de 140 m.,
tiene solamente algo mas de un minuto de tiempo
total de emisión. Al par se buscan equipos ligeros
fácilmente adaptables a cualquier vehiculo.
Flg. 10. Corro “Cocodrilo” ingles, ,o “Churchill”
(modelo de torne soldada) con L. Lis. ocupaodo el
lugar de la Amt. del casco y con un alcance de
140 mts.
II. Principales normas de empleo de los Cs. L.Lls.
deducidas de tan variadas experiencias.
El C. L.Lls. es un arma especial que cumple su
misión mediante el empleo combinado de las lla
maradas, la potencia de luego, el movimiento, la
ter volcánico. En total, la Cía. consumió 16.000
lts. protección,
el efecto psicológico y la cooperación.
de combustible incendiario, acreditándosele ¡870 En todo caso, la Infanteria a pie debe apoyarlo muy
muertos enemigos! En Okinawa se encontró la es
de cerca y protegerlo contra los medios de lucha
cuela superior de los Cs. L,LIs., pues hasta enton
inmediata C.C., así como explotar inmediatamente
ces no se contaba más que con la experiencia ad
su acción.
quirida en Saipan e Iwo-Jima —poco concluyen
Los Cs. L.LIs. pueden estar asignados a un Bata
tes— y con la traducción de un folleto alemán so
llón
de carros para complementario o reforzarlo,
bre empleo de los Cs. L.Lls. Las llamaradas mataban
con la finalidad de ser luego agregados a las uni
dentro u obligaban a salir a los japoneses de las ydades
de Infantería de cualquier clase, incluso a
cuevas y de las curiosas tumbas de piedra allí exis
las
Cias.
y Secs. de carros normales, según lo que
tentes; limpiaban pozos, fortines, toperas, escarpas
requiera
la
situación.
y hasta se lanzaba el ruego al aire para que el
Un
Bon.
de Cs. L.Lls. está organizado como uno
viento 16 arrastrase hacia las bocas o hendiduras
normal.
La
Sec. es la Unidad básica de combate
de las cavernas; se incendiaron aldeas y se limpia
3 Cs. L.L1s.) y normalmente se emplea como
ron las ruinas de edificios a las que se aferraba la (con
defensa. En 75 días de operaciones, el 713 Bon. hizo tal unidad. Cada Sea, tiene dos unidades de servi
él solo 4.788 muertos y 49 prisioneros, con sólo unas cios, consistentes cada una en un vehículo acora
zado de transporte con su remolque. La Sc. es así
70 bajas.
Paso a paso se iba perfilando el empleo correcto autosuficidnte en lo referente a servicios y mante
de los Ce. L.Lls., que se ha concretado aún más nimiento de los L.Lls.
En toda intervención de Cs. L.Lls., es primordial
como resultado de la experiencia adquirida en Co
la
coordinación y un detallado planeamiento con-’
rea, donde el “Napalm” recibió el nombre de Ar
junto
entre ellos, las unidades apoyadas y los que
ma núm. 1”. Así, en Sierra Dolorosa los Cs. L.LIs.
deben
apoyarlos. Siempre que sea posible, se pre
jugaron un brillante papel; cuando la Artillería de
apoyo divisionario no resultaba eficaz. En los días paran y efectúan reconocimientos del terreno por
élaros, el consumo en Corea de ‘gel-o” combustible los mandos, hasta jefe de C. L.Lls. inclusive, aparte’
del estudio de los planos, aerofotografías, etc. Resul
era de:
190.000 lts. por la aviación.
52.000 lts. por la marina.
19.000 lts. por la Infantería de Marina.
1
—
—
—
—
—
—
—
261.000 lts. diarios en total.
Los Estados Unidos trataron de conseguir un lan
zallamas portátil, fácilmente instalable en un
vehículo acorazado cualquiera, para tener las ven
tajas de que el número de Cs. L.LIs. fuera el que
pidiasen las circunstancias de la acción, sin más
que variar la proporcion entre lós carros con lan
zallamas y los normales y para que la fabricacion
Fig. 11.—Carro medio lanzallamas M4
(“Sherman”) actuando con, la jalan
tena en la cumbre Coral, de Okinawa.
levados, a fin de que, reponiendo el líquido incen
diario,
municiones y carburante, se reagrupen y
prácticas con las unidades que hayan de colaborar
en la acción para que éstas se percaten, si no tienen estén listos para rechazar cualquier intento de re
suficiente experiencia en la cooperación con Cs. L. acción enemiga.
Los Cs. L.Lls. deben utilizarse siempre contra ob
Lis., de cómo actúan éstos y cómo debe llevarse la
jetivos bien definidos y localizados, particularmen
acción conjunta.
te los fortines y obras que, por cualquier causa, re
Los Cs. L.Lls. son un arma eminentemente ofen
sisten
la acción de otras armas (casamatas, cuevas,
siva. Sus posibilidades, en el combate. defensivo,
sótanos, ruinas, nidos, azoteas, lindes de bosques,
quedan limitadas a intervenir en los contraataques
y al cierre de avenidas de acceso que estén bien etcétera).
Contra trincheras, toperas y pozos de tirador, los
canLa
alizadas.
asignación de Cs. L.Lls. suele ser del orden chorros se lanzan bajos para que las llamas salpi
de Bon. Cs. a D. 1.; Cia. Cs. a Reg. InI.; y Secs. Cs. quen, aumentando la eficacia. Las defensas de esta
clase son difíciles de concretar; por ello, cuando
a los Bons. mf., pero, en todo caso, deberá mante
nerse una reserva para relevos y pasos de escalón sólo se conoce su localización general, se debe de
emplear un ataque de zona.
por si la acción se prolonga, cosa particularmen
Cuando la luz originada no resulte adversa, los
te, importante, dado el enorme gasto de combustible
Cs. L.Lls. son enormemente eficaces en el combate
incendiario que caracteriza a los Cs. L.Lls.
nocturno. Su efecto moral es muy grande. La in
Los Cs. L.Lls. deben operar en estrechísima co
operacion y enlace con la mf, en el escalón de fantería y las armas de apoyo son aquí más nece
ataque y en el primer escalón, y además deben ser sarias aún que de día. La obscuridad aumenta la
firmemente apoyados por el fuego de otros carros necesidad de un control eficaz de la acción en co
operación, y por ello el jefe de los Cs. L.Ls. y el de
y de las armas de apoyo disponibles. La infantería
asaltante los sigue de cerca, a fin de lanzarse sobre Infantería estarán juntos o en enlace continuo.
Los Cs. L.Lls. se utilizan a veces por los zapado
el enemigo en el momento propicio, sin permitirle
res de asalto y en combinación con carros desmi
reaccionar y recuperarse de la agresión incendiaria.
El empleo de los humos suele resultar eficaz para nadores y lanzacargas. También pueden ser útiles
proteger la aproximación al objetivo hasta las dis para la descortamin ación química o biológica de
una zona, e inciüso para el saneamiento antipali’i-’
tancias más convenientes de empleo del L.Lls.
El armamento balístico del carro se utiliza in
(lico de charcas y pantanos.
Creemos sinceramente que al carro lanzallamas
tensarnente durante la lucha para neutralizar los
le falta mucho para alcanzar el limite de sus po
puntos peligrosos o sospechosos y facilitar la apro
sibilidades y tiene ante si un futuro en el que,
ximacion del vehículo.
desarrollando brillantemente sus características, lo
Alcanzado un objetivo con las llamas y suficien
grará un empleo más profuso, acorde con los éxi
.temente barrido con ellas se levanta el fuego tras
tos que ha obtenido y los que, sin duda, le esperan,
ladándolo al siguiznte o bien se dedica a la pro
porque del poder del fuego en forma de llamaradas
tección de los flancos.
Normalmente, los Cs. L.Lls. son prontamente re- nadie puede dudar ya.
tan muy impórtantes y valiosas las demostraciones
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
Fig. 12. Un ataque incendiario empleando la manguera del L. Lis.
de un carro.
1
NEuRoSIS
DE GUERRA
Alférez Médico Juan LOPEZ LOPEZ. Ex Médico beca
rio-residente
en el Hospital Psiquiátrico de Cádiz.
/
CONCEPTO
DE LAS NEUROSIS DE GUERRA
Con el nombre genérico de Neurosis de guerra se ha ve
nido designando una serie de reacciones que •se observan
en el combatiente, bajo el influjo de diversos agentes pa
tógenos, exógenos y psíquicos propios de las guersas.
Este concepto de las neurosis bélicas, muy en boga basta
no hace mucho tiempo, ha sido rectificado, de acuerdo con
las concepciones más científicas de la Psiquiatría moderna.
Se ha demostrado, en efecto, sjue la guerra no desarrolla
fenómenos psíquicos patológicos diferentes de los que pue
dan derivarse de otras vivencias no bélicas.
Por otra parte, la experiencia
ha demostrado que en
psiquiatría
no resulta aplicable el principio de causalidad
física, ya que las mismas cansas pueden provocar psicosis
muy diferentes. Además, la psicosis de guerra aparece acom
pañada de un variado cortejo de síntomas tan diversos, que
no es posible hacer una perfecta distinción clínica.
En las reacciones de guerra no cabe señalar nada espe
cífico ‘que no podamos encontrar en otras psicosis deter
minadas por diferentes causas; por ello hemos de descar
tar’ el concepto de psicosis de guerra, la cual habría de
ser específica, revistiendo síntomas observables tan sólo en
este tipo de psicosis y no en otros. Y como resulta que
su sintomatología
es idéntica a la de otras psicosis e in
dependiente
de la vivencia que las motiva, hemos de con
cluir que, propiamente
hablando, las neurosis de guerra
no existen.
Ocurre, sin embargo, que en los individuos eombatÍén
tes 7 en los que residen en la retaguardia se presentan neu
rosis que no hubieran llegado a manifestarse, de no haber
estado sometido el paciente a una especie de bombardeo
psíquico que motivó que aquella personalidad,
sana hasta
entonces, y que muy bien hubiera podido continuar sién
dolo, se desequilibrara
de una u otra forma, llegando a
padecer ‘una psicosis.
En la guerra moderna, en la que participa toda la na
ción y cuyos efectos se hacen sentir tanto en el frente como
en la retaguardia, la producción de psicosis constituye un
gravísimo peligro social, ya que el pueblo entero puede
llegar a sentirse desmoralizado. Importa mucho, pues, es
tudiar aquélla para establecer la proflíaxis adecuada.
Pero el estudio de las psicosis castrenses tropieza desde
el principio con una seria dificultad:
no se puede estudiar
la enfennedad en un hombre biopsíquicamente
sano.
Al empezar una contienda, los efectivos de combatientes
son relativamente reducidos y selectos. Pero si la contien
da se prolonga y eomplica cada vez más, las causas de
exención del servicio militar se restringen,
con el fin de
abarcar el mayor número de personas aptas para las armas,
e ingresan, por tanto, en el ejército gran número de ta
rados predispuestos
a reacciones psíquicas patológicas y,
consiguientemente,
a-las psicosis que trae la guerra.
‘Por otra parte, transcurridos nnos meses de gueria, cam
bian de una manera fundamental las cualidades biopsíqui
cas de los individuos que en ella participan y las circuns
tancias ambientales en que la vida de los mismos se des
arrolla;
circunstancias ambientales cuyo influjo, siempre
importante,
se hace sentir de manera progresiva, a causa
de las privaciones que las gentes tienen que sufrir, de las
calamidades que se observan continuamente y de’ la tensión
nerviosa a que .se halla sometido el pueblo en general.
¡
PSICOGENETICA
Al
hombre
puede considerárselc
constituído
por tres ca-
47
pas o estratos: e! sonsa o cuerpo (1); el campo emocIonal
que algunos llaman alma, y que abarca lo referente a afec
tos y sentimientos, y el espíritu, sede de la razón y de la
voluntad.
Kl soma es el estrato profundo sobre el que se asientan
los dos restantes. Lo constituye el cuerpo humano.
El alma es más dificil de delimitar. En ella incluimos
los impulsos, instintos, afectos y sentimientos. Los dos pri
meros estan enraizados en la capa somática, y los otros
dos, en la espiritual.
El espíritu es privativo dei hombre y el más elevado de
los tres estratos. A él pertenece la sensoriajidad, la razón
y la voluntad. El caracter depende de esta capa, y se rige
por las leyes de la razón y la lógica.
Si la armonía de las capas internas se desequilibra, por
que son incapaces de resolver sus propios problemas, o- las
desequiiibra
su mundo circunuante,
se engendra la neu
rosis.
El hombre tiene las tres capas fusionadas, constituyendo
una uniaad, armónica en el sano e inarmónica en el enfer
mo. Lada capa necesita forzosamente de la anterior como
substrato—pues
de ella extrae su potencia—y es a la vez
dirigiaa por la superior.
Kl mundo circundante es muy importante en la conducta
del hombre. Poaemos sundividirlo en dos: «mundo per
ceptible», que actúa sobre la capa espiritual direcLamente,
‘
«mundo electivo» que lo hace sobre el soma.
El ambiente actúa sobre el espíritu de tal modo, que la
situación exterior determina al enle,mo a proceder en br
ma inadecuada impulsado por sus deseos y temores, sur
giendo entonces las neurosis.
Las experiencias de la última gran contienda han am
pliado y completado las obtenidas en la de 1914-18, ha
biendose podido confirmar que las reacciones psiquicas que
se observan en la guerra son idénticas a las que se pro
ducen en las contingencias cotidiana1 de tiempo de paz.
Se ha visto, en efecto, que todo hombre, incluso el
más sano psíquicamente, cuando se le expone a una serie
constante de traumatismos psquicos,
arana por preseníar
una reacción neurótica. A este propósito afirman con ra
zón Grinker y Spiegel, en su obra «bien under stress», que
siempre que el esfuerzo sea suficientemente
grande y la
exposición al peligro bastante prolongada,
nadie está in
mune
a las reacciones psicológicas
provocadas por el
miedo.
En la citada obra se clasifican las experiencias
en los tres grupos siguientes:
recogidas
a) Grupo de sujetos predispuestos,
en los que es sufi
ciente un escaso choque para que se desarrolle una neu
rosis grave.
b) Grupo de sujetos normales, en los que una serie
más o menos numerosa de impactos psíquicos termina pro
vocanclo la neurosis. Resultado que Lord Moran subraya
en su obra «Anatomy of courage» con la expresiva frase:
(1)
En este estrato ofndo
o abisal residen, según Keiserlinq,
el hambre original y el miedo ancestral.
48
«La moral de todos los ejrcitos
decae tarde o temptánÓ.ii
c) Grupo de sujetos que se han comportado normal
mente en varios combates, y en los que un choque psíqui
co grande, bien por acumulación de los sufridos anterior
mente o por su particular
intensidad, origina una erie
de trastornos de tipo psicosomático.
ETIOLOGIA
Birbaum
clasifica las influencias
los siguientes grupos
o efectos de guerra en
1.0
Estados de agotamiento somático (esfuerzos, desnu
trición, insomnio, etC.).
2.° Emociones perniciosas
agudas (pánico por explo
siones).
3° Lesiones traumomecénicas
(conmociones cerebrales y
heridas).
4°
Infecciones (enfermedades infecciosas propias
guerras
tifus, cólera, etc.).
50
Intoxicaciones (entre ellas, las gaseosas).
de las
Aunque ninguna de ellas se puede tomar como realmen
te exclusiva de las guerras, podemos considerarlas como
de carácter semiespecífico, por ser en las contiendas bé
licas donde actúan con más frecuencia, intensidad y rei
teración.
Porot y Hesnard han analizado cuidadosamente los fac
tores etiológicos propios de las guerras, y los dividen en
morales y físicos. Según dichos autores, los primeros son
consecuencia
de «la idea colectiva y permanente del pe
ligro mortal)). Pero—según objeta muy bien Vallejo Ná
jera—no todo fallo moral debe considerarse
inherente a
dicho conflicto; como se aprecia en ciertas tropas selec
tas, tales como aviadores y tripulantes de carros de com
bate. La neurosis podemos considerarla, pues, como una
consecuencia del deseo de «ludir los riesgos y deberes de
la guerra.
CLASIFICACION
Las psicosis de guerra no son otra cosa que reacciones
de la personalidad a las influencias ambientales, lo mismo
en el frente que es! la retaguardia, en el elemento militar
que en el civil.
Se pueden dividir las psicosis de guerra en individuales
y colectivas, por ser distinta su psicogénesis. Las indivi
duales podrían dividirie, a su vez, en timógenas—que en
gendran variaciones cíclicas en el estado fundamental
del
ánimo y no difieren en nada de las reacciones del mismo
género que se presentan en tiempo de paz—y patomímicas.
Estas últimas se han de considerar como la «reacción psi
cogenética específica de los combatientes», ya que el in
dividuo, impulsado por el instinto de conservación (el más
Inerte de los instintos), se refugia en la patomimia neu
roló gira o mental para eludir los peligros de la guerra; se
presentan con preferencia en personalidades histeroides.
Vallejo Nájera clasifica las psicosis de guerra en
1
Psicosis
A)
timógenas
13) PSICOSIS COLECTI’.AS.
•
.
Pscosis DE GUERRA IN
DIVIDUALES
Psicosis patomímicas
taguardia
-
Amnesia emotiva.
Incontinencia
emotiva.
Psicotimia
melancólica.
Psieotimia
paranoide.
4gitación psiconlotriz.
Estupor emotivo.
Delirio ecmenésico.
t.on!usión mental.
Alucinosis.
Extasis.
Amnesia
esnotiva.—Es muy frecuente en la psicosis de
guerra. .u! sobado presenta ilnpcecision en la evocación de
recuerdos, o bien lagunas en su memoria. Esto es debido
a que en todas las psicosis de guerra existe, as principio,
cies Lo grano de conlusion mental.
incontinencia
emotsva.—Los acontecimientos,
tanto agra
dables como desagraua»les,
dejan hueia en el indiviauo,
puniendo
acentuarse de tal manera y acempañarse de un
puerisismno mental tan marcado, que la risa o el llanto se
desencadenen
casi continuamente.
Psicoti.mia ansiosa.—Es la ansiedad el síntoma típico y
clave de las psicosis de guerra, inconiundibie
en la ex
presión fisionónsica del angustiado.
P.sicotirnja amenciat.—t.uaudo
el efecto desarrollado
se
traduce en terror o pánico, puede estrécliarse tanto ej cam
po de la conciencia, que el enfermo no sepa cómo se llama
y quede desorientado
en tiempo y espocio. El individuo
anda como un sonámbulo, disparata y cree ver visiones,
produciendo
la impresión de un enajenado mental.
Psicotimia paranoide.—EI enfermo expone ideas de me
nosprecio,
alusión o persecución, y, en ciertos catos, se
produce en él una verdadera reacción paranoide;
es decii,
que, a consecuencia de una vivencia emotiva intensa o
de la repetición de un cierto número de ellas, el individuo
sobrevalorará
una idea convirtiéndola
en centro de sus
pensamientos
y actos.
Agitación
psicomotriu—Sobreviene,
las más de las ve
ces, súbitamente y cuando el soldado se encuentra reali
zando los más delicados servicios. Es típica de una agi
tación de trinchera la facilidad con sue el enfermo llora,
salta, grita y a la •vez• se muestra furioso y agresivo.
Estupor emotivo —Sobreviene
generalmente después de
intensos bombardeos de las posiciones, de enterramientos
por explosiones de minas o de enérgicos ataques a la ba
yoneta. Es característica la facies de profunda perplejidad
y la pobreza de pensamiento. El individuo se deja llevar
como un muñeco y sólo se expresa con monosílabos.
Delirio ecmenésico—Se
suele presentar en los hospitales
de sangre, en sujetos impresionables
e impresionados por
fueites vivencias bélicas. El enfermo se retrotrae mental
mente a épocas infantiles de su vida, debido a un bloqueo
de su memoria.
Confusión
mental de guerra.—Presenta
el enfermu des-
de re
Reacciones
hipocondríacas.
Reacciones convulsivas.
Reacciones teatrales.
r’sicosis de entusiasmo ssicosis de crmnsnaijdad.
Psicosis paranoide.
conocimiento
de personas y objetos y repuestas
incohe
lentes a las preguntas que se le hacen. Tiene tendencia a
querer llamar la atención con actos insensatos, iasuatvos
y teatrames, como desnudas-se, intentar la fuga por la ven
tana teniendo la puerta abierta, etc. Es muy iLci1 po
nerse en re’ación con el confuso, porque no sintoniza con
el medio ambiente.
Alucinosis de trinchem-a----Presenta vivas alucionaciones de
todos los órganos sensoriales, rememorando acontecmen
tos llenos de emotividad intensa, tales como la muerte trá
gica de un compañero. Otras veces las alucinaciones son
terroríficas,
creyesido los enfermos que han caído prisio
neros y que van a ser fusilados.
Reacciones hipocondríacas.—Son
bastante típicas en esta
clase de nedrosis, pero más frecuentes en la retaguardia.
Se presentan generalmente en sujetos que son aprensivos.
constitucionales,
influyendo notablemente el contagio psí
quico. Se observa en tropas inactivas y estacionadas;
que.
jándose, los sujetos a esta clase de reacciones, de palpita
ciones, molestias digestivas, insuficiencia respiratoria, etc.,
pero sin base orgánica definida.
Reacciones
convulsivas—’Es frecuente que los soldados
se valgan de la clásica «pataleta» para imponerse al medio
ambiente,
imitando más o menos groseramente la crisis
convulsiva epiléptica. Aunque se observa también en van
guardia, es más frecuente en individuos llamados a incor
pos-cese a filas, como; asimismo, en ios «emboscados» a
quienes se les destina súbitamente al frente.
Reacciones teatrales.—Son muy frecuentes en los hospi
tales de retaguardia,
sobre todo al comunicársele al in
dividuo alguna noticia grave o desagradable, tal como la
negación de un permiso; determinando raptos de ansiedad,
desmayos, insultos y ataques convulsivos para imponerse
y amedrentar
al medio ambiente,
y pudiendo
persistir
durante algunas horas. Basta con la inyección de un sedan
te para acabar con la comedia.
1NTUMATOLOGL&
Ha quedado desarrollada en su mayor parte al definir
los enunciauos de la classiicacion. Consiceramos conio sintoma ciave la ansiedad. bruiscer y Spiegei insisten en que
es impossnle soportar durante largo tiempo las contingen
cias ce un comnate ssn negar a experimentar ansiecad.
La ansiedad otrece una variada -slntomatoiogia somtica
(modificaciones
del pulso y ce la respiracion,
trastornos
vasomotors,
enrojecimiento
o palidez ce la piel, anera
ción del tono de los vasos, etc.), aconipanada de sdnsacion
de opresión en las regiones del corazon y del estomago.
Con Irecuencia hay - aumento de tono en la mubcuLatura
de la uegsucion, que causa moiestísima y penosa sensación
de atragantamiento e induce a que los eniermos recnacen
el aumento.
kn la pasada guerra abundaron los trastornos psicóge
nos del aparato digestivo;
en la del 1914-Ib, lo del apa
rato curcutatorio. e ha explicado esta diversuuac ce reac
ción porque durante la primera contienda peuomaaron
los periocos de estabilización,
que imped±an la descarga
agresiva.
según
Vallejó Nájera, los trastornos psicógenos durante
la guerra civil espanola se caracterizaron:
«en los mili
tares comoatientes, por ser aparatosos y floridos en sínto
mas y ceder lacilmente al tratamiento;
en la población
civil, por su matiz hspocondrsaco, neurasteriforme,
mclan
cóiico y por su rebeldsa ante los tratamientos;
en los
prisioneros
y presos, por no diferir esencialmente de las
psicosis de prisión conocidas, no pasando en muchos casos
de groseras simulaciones».
López lbor observó que las parálisis psicógenas predo
minaban en el lado izquierdo del cuerpo, y los temblores,
en el derecho, lo que estaría de acuerdo con la concep
ción fisiológica que considera la parte izquierda como 1emenina y pasiva y la derecha como masculina y activa.
Ante cualquier amenaza contra la integridad individual
surge, como reacción psicosomática de defensa, una «crisis
existencialista»,
que se traduce por fenómenos reactivos
somáticos o psíquicos en íntima coordinación.
Para que
aparezca esta crisis existencialista - no es necesario que la
amenaza sea realmente cierta, bastando con ser supuesta.
Cuando el individuo lo siente todo perdido, reacciona
con la pérdida de conocimiento, con un shock de claro
predominio
parasimpático, o bien con una de las que Ló
pez lbor llama ereacciones de sobrecogimiento)),
empa
rentadas de cerca con el - estado que acabamos de citar.
En dicho estado el espíritu se repliega sobre el alma, que
permanece inactiva a merced de las circunstancias ambien
tales como barco sin timón y sin velas. Tras el sobrecogi
50
miento puede sobrevenir la «reacción de sobresalto», que
tiene ya un claro carácter defensivo. En este caso, el ser
no tiene ya la impresión de que todo está perdido.
EVOLU ClON
La evoinción y pronóstico de estos trastornos es franca
iuente optimista casi siempre. La rapidez ce ia cOiucion
y su curannicad
dependcn dei ambiente tse psucoerapua
que exista en lá canica en que se minan holpitalizados
los emermos y de la pericia de los mecicos.
EDUACION
DEL COMBATIENTE
Hay que partir de la base de que la neurosis no es
una entermetuad, sino una actitud, cia del honore reple
gado soore si mismo», y que las mas de las veces (tonas,
dirsa Adler) los sintomas surgen para superar ci sesits
miento de interioridad
(((el hoinore es tan p0queno como
se cree», decia séneca) y huir ciel peligro que tas, in
terioridad
reporta ante el enemigo.
Por tanto, al individuo comoatiente hay que inculcarle
el sentimiento de su snpersoricaa
cosectiva e indvdual,
respecto au enemigo. Conviene tamoscn estimuiar
en el
comnatiente el impuiso de agresivscad, sobre cuyo eslimnlo
se basa la educación en la guerra y del que debemos va
lernos para relrenar la anguina y el mieuo.
El miedo, ya sea individuas o colectivo, constituye siem
pre un indicio de mentalidad irile.ior y puerss. Inciuso
entre los animales se observa que el carnero, cuya men
talidad se liana por deoajo de la del •buey, es más mie
doso que éste. El miedo es patrimonio ce ias razas inte
riores. Las seleccionadas culturasmente contienen muy po
cos individuos miedosos, excepto los que io son por in
ferioridad
lisie», como sucede entre los que padecen de
fectos en la visión y, muy especialmente, entre los miopes.
Al futuro combatiente hay que enseñarle a despreciar
el miedo y admirar el valor. La conciencia de su 5uperioridad frente al enemigo y la creencia de que su sacri
ficio es necesario para el éxito nos ayudarán a lograrlo.
Para lograr una buena moral guerrera no es necesario
inculcar el odio al enemigo;
basta con sentirse solidario
del grupo combatiente. Si este sentimiento da solidaridad
se debilita por desaparición da los compañeros, por la
prolongación de la contienda y la notalgia del hogar, etc.,
aparece el interés egoísta, que da lugar a una ansiedad
neurótica,
que tiene •como finalidad sustraer al individuo
de algo que le amenaza y que no puede conseguir más
que con la huida.
Al soldado combatiente no se le debe someter a una
angustiosa
espera ni empeñarle en una lucha demasiado
prolongada,
si se quiere preservar su moral.
OBRAS
Y AUTORES
CONSULTADOS
Medicina psicosomática, de J. Rof Carvallo.
Psicosis de guerra, de A. Vallejo Nájera.
Tratado de psiquiatría, de A. Vallejo Nájera.
Psiquiatría, de J. Lange.
Neurosis de guerra, de J. J. López Ibor.
Tratado de posología médica, de A. Pedro Pons.
6
Ó
©©
o
La crisis de la Divisi6n
Tte. Coronel MIKSCHE.—De la publicación norteame
ricana “Military •Review” (edición hispanoamericana).
A medida que se hace más técnico el arte de la gu
rra, se hace más difícil calcular los verdaderos efectos
de las armas, ya que las incógnitas aümentan constan
temente. La superioridad numérica de un lado, fácilmen
te puede ser Contrapesada por una ventaja cualitativa
del otro, o puede que ambos cálculos no arrojen ningún
resultado concreto, porque exista algún factor que no
haya sido considerado acertadamente. Comparado con
la incertidumbre de la situación actual, el arte militar
fué un asunto sencillo en el pasado. Hcy día estamos
montados sobre un corcel de casta desconocida que to
davía no ha corrido.
En la actualidad, los Estados Mayores de Occidente
fundan sus esperanzas en una guerra de movimiento.
¿Qué acontecerá cuando los frentes se estanquen de
nuevo? No parece imposible que, por tercera vez, poda
mos entrar en guerra con una doctrina táctica, una or
ganización y un equipo qile no Correspondan a los re
quisitos de las futuras batallas.
Ni para el general Scharnhorst, el Ejército era una or
ganización estrictamente técnica, que había de consicte
rarse solamente desde el punto de vista de su función
mecánica. Cuidémonos, por lo tanto, de esa predisposi
ción excesivamente técnica de algunos militares profe
sionales como la que se eñcuentra frecuentemente en
los Estados Unidos. Los modernos jefes, a menudo, tie
nen más conocimientos sobre asuntos técnicos que sobre
los estratégicos y tácticos. La técnica moderná sofoca
aquello que el mariscal Saxe señaló como “sublime” y
nosotros hoy designaríamos como el aspecto abstracto
o p3icológico de la guerra.
La guerra atómka.
No hay duda alguna de que la guerra atómica altera
rá considerablemente la estructura de los ejércitos. Sería
imprudente deducir de lo dicifo que las armas atómicas
reducirán la importancia do las fuerzas terrestres o que
las harán absolutamente innecesarias. Que la decisión en
el campo de batalla, sólo puede ser lograda mediante la
colaboración de los hombres y de las máquinas, es eviden
te, aunque estas últimas, por su poder de destrucción,
parezcan ser el factor sobresaliente.
En una acción defensiva, y también en una ofensiva,
a pesar de la magnitud de la potencia de fuego del ata
cante, con ella solamente no se puede ni conquistar
ni sostener una zona. Por lo tanto, es erróneo calcular
el valor combatiente de las fuerzas exclusivamente por
su potencia de fuego. Esta última posee un valor ver
dadero sólo cuando está unida a la posibilidad de la
ocupación física del terreno en cuestión.
Lá motorización no hace a los ejércitos tan omnipo
tentes como realmente se cree. A este respecto, Corea
nos ha proporcionado experiencias muy valiosas. Aun
que la aviación de los Estados Unidos controló el aire,
los chinos, con sus métodos de transporte extremada—
mente primitivos, lograron llevar a cabo operaciones
ofensivas. Al presentar un informe sobre la aviación
de combate de los Estados Unidos en Corea. el General
Stratemeyer declaró:
“En el frente comunista, el combatiente puede, en rea
lidad, satisfacer todas sus necesidades con una canana
y un plato de arroz... El enemigo está organizado en
profundidad, se aprovecha de todas las coberturas na
turales posibles, está bien atrincherado y con excelente
enmascaramiento.”
Creer en la posibilidad de lograr una decisión con
fuerzas pequeñas, aunque altamente móviles, apoyadas
por armas atómicas, es un error sumamente peligroso.
Las dudas respecto a la certeza de esta afirmación han
sido disipadas por los acontecimientos en Corea. ¿De
qué sirven las penetraciones en profundidad ejecutadas
por los ejércitos mecanizados, cuando las zonas a su
retaguardia no quedan aseguradas? Una zona vacía se
forma rápidamente a la retaguardia de las fuerzas blin
dadas, dentro de la cual las fuerzas enemigas entran
precipitadamente, a semejanza de la estela de un buque
51
en movimiento. De esta suérte, fácilmente puede suce
der que las formaciones mecanizadas, pretendiendo cer
car a su adversario, sean atrapadas por sus masas de in
fantería.
La aviación aijada en Corea, a pesar de su superiori
dad, nunca pudo efectuar una virilancia eficaz sobre
la retaguardia del adversario, o sus divisiones de ataque.
De esta suerte, las formaciones chinas de infanteria li
gera constantemente estaban infiltrándose, encontrán
dose menos ligadas a las carreteras que nuestras gran
des formaciones motorizadas.
Hasta en un teatro de guerra europeo, la infiltración
en grande escala no seria imposible, ejecutada por pe
queños grupos de combate, avanzando lentamente sobre
el terreno, de cubierta en cubierta y de lugar en lugar,
para pasar inadvertidos. Un procedimiento táctico se
mejante no podría ser fácilmente vencidá por las ar
mas atómicas. La situación sería completamente dife
rente si los intervalos entre las fuerzas blindadas que
avanaban
también fuesen ocupados por un frente con
tinuo formado de infantería ligera, pues, en tal caso,
presentaria un obetívo de valor para las armas ató
micas.
En todo caso, considerables fuerzas de infantería siem.
pre serán necesarias para el flanqueo de las formacio
nes mecanizadas y la protección de su retaguardia. Sin
tomar esta medida de precaución, las formaciones blin
dadas, avanzando temerariamente, podrían fácilmente
ser víctimas de su audacia. Aisladas de su base de abas
tecimientos por el bombardeo atómico, rodeadas por con
centraciones de infantería enemiga, éstas se asemeja
rían a un oso malamente herido y acosado por los perros.
-
La acción de !a infantería,
La acción de la infantería en extrema dispersión pue
de asumir formas seme antes a las batallas de guerri
llas. La infantería permde que las tropas blindadas de
asalto pasen a través de ella, manteniéndose oculta a los
carros, pero inmediatamente se precipita hacia adelante
tan pronto como ha5’an pasado. Un fuezo atómico hos
tigador, dirigido contra sus comunicaciones de retaguar
dia, combinado con verdaderas tácticas de guerrillas,
pueden debilitar considerablemente las fuerzas meca
nizada antes de que hayan alcanzado un objetivo de
cisivo.
En lugar de favorecer el desarrollo del arma blinda
da, una guerra atómica fácilmente podría ocasionar lo
contrario y darle una acrecentada importancia a la in
iantería. Podría ucedar que el procreso conduera a la
simplificación del material bélico y a la aparición de
métodos tácticos más sencillos, pero más seguros.
usileros,
o sirvientes de ametralladoras, selectos, vi
gilando en trincheras profundas y con armas de fácil
disimulación, tipo bazuca o mortero de trinchera, po
drían resultar superiores a un equipo moderno más cos
toso, cuya eficacia, en todo caso, aepende excesivamen
te del Íuncio am en o de complejos aparatos auxiliares.
aree
‘u’ la eicca
derivada de la mecanización cm
‘e7ará a rl’cli r ronto. El eq’npo motorizalo apenas
«)d á a
n:
y
la
ovilidad, debido a que necesi
más aorsLedunientos
servicios. lo cual retarda su
S2
movimiento. La situación nos recuerda a aquellos gi
gantescos monstruos prehistóricos, tan grandes que ape
nas se podían mover, y, como resultado, eran fácil presa
de sus adversarios más pequeños, pero mucho más dies
tros. Su tamaño demiedido les obligaba a comer el día
entero. No podían pensar más que en una sola cosa:
subsistir.
Organos tan complejos e incómodos como las divi
siones de las potencias del Atlántico, apenas satisfacen
los requisitos de la guerra atómica y exceden las posí
bilidades financieras de los Estados europeos.
En el Ejército de los Estados Unidos, las fuerzas ne
cesarias para formar una división se calculan en 68.000
hombres; 18.000 de éstos forman la división verdadera,
mientras que los 50.000 restantes aseguran la eficacia
de la división en el frente, mediante los servicios de re
taguardia. Sin embargo, de esos 18.003 componentes de
la división, sólo la mitad combaten. En el Ejército bri
tánico se caicula que sólo 50.000 hombres son necesa
nos para una división; en el Ejército alemán fueron
sólo 23.000, sin contar las fuerzas destinadas a combatir
las guerrillas. El mismo numero aplicó el Ejército so
viético, debido a que las divisiones de infantería sovié
ticas sólo contaban con 10.3 0 hombres.
La utilización de los recursos humanos.
El resultado fué que Alemania, durante los cinco años
de guerra, pudo organizar 325 divisiones de una pobla
ción de cerca de 85 millones; la Unión Soviética, con
su población de 200 millones, pudo organizar aproxima
damente 550 divisiones, mientras que los Estados Unidos,
con 140 millones de habitantes, sólo organizaron 97 divi
siones. El mantenimiento de estas unidades en tiempos
de paz le cuesta a los contribuyentes norteamericanos
30) millones de dólares al año por división. Las divisio
nes europeas con igual potencia de fuego cuestan entre
los 69 y 80 millones de dólarer_lo cual es ain suma
mente, carc—, mientras que las divisiones más ligeras,
al etilo de las soviéticas y sus satélites, pueden ser man
tenidas a un costo de 20 a 30 millones de dólares por
año. En lo que respecta a los abastecimientos, una divi
Sión tipo norteamericano emplea de 600 a 800 toneladas
por día de combate—cantidad que, vistas las dificulta
des que son de esperar en tina guerra atómica, no podría
estar situada dentro de la zona de combate—. En com
paración, una división soviética requiere de 150 a 200
toneladas cada día, y puede subsistir aún con menos.
A pesar del alto presupuesto militar, el Ejército perma
nente de los Estados Unidos consta, aproximadamente,
de 25 divisiones, contra 18) divisiones de los soviéticos
y 80 divisiones de los satélites europeos.
Es imposible organizar los recursos humanos dispo
nibles en Europa sobre la base que acabamos de des
cribir. En el pasado, se calculó que el 10 por 100 de la
población era apta para el servicio militar. En la G. M II,
Francia movilizó aproximadamente 10) divisiones; Bél
gica, 18, y Holanda, cerca de 10. Hoy día, Bélgica ape
nas podría movilizar más de tres o cuatro divisiones;
Holanda, quizá dos o tres,. j Francia, solamente de quin
ce a veinte. En Francia hay sólo tres millones de hom
bres aptos para el servicio militar, y aunque calcule
mos 60.000 hombres como necesarios para una división, tanto más se ha disminutdo el nOmero de Combtjentes,
esto apenas asciende a un millón para quince divisiones.
Hoy día se habla mucho de la formidable potencia de
Todo esto nos conduce a la penosa conclusión de que fuego de la divjsion de infantería moderna: por regla
si el sistema actual es mantenido, será imposible utili
general, el fuego •tiene un valor verdadéro solamente
zar el potencial defensivo de los Estados atlánticos por Cuando está complementado por el móvimiento; éste es
razones exclusivamente financieras.
el corazón del problema creado por la organización ac
El cuadro se oscurece todavía más cuando investiga
tual; el fuego y la movilidad ya no están en la propor
mos cuidadosamente la estructura del tipo de división ción correcta.
actual, ¿Es absolutamente necesario que cada teniente
En una división norteamericana,
ouince unidades,
tenga un ieep y cada batallón un “estado mayor” com
combatientes o de servicios, están directamente bajo la
pleto? ¿No fué Moltke el que dijo nue un estado mayor vigilancia de un estado mayor —hecho que no simplifica
hipertrofiado era señal segura de un ejército ineficaz? la misión esencial—. El hecho es que la división consta de
¿Tiene la simple artillería de campaña verdadera ne
tres regimientos, cada uno con 3.577 hombres. Regimien
cesidad de tantos aparatos sumamente complejos para
tos como éstos, realmente son briarhas mixtas, de merlo
poder disparar? Aparte del problema financiero, parece que la formación entera parece ser mucho más fuerte
que nos hemos olvidado del hecho de que un infante que de lo que usualmente se entiende por el concepto de
es siempre transportado, pronto pierde la habilidad de “división”.
caminar cincuenta kilómetros en una jornada, cosa nue
Un regimiento con más de 2.500 hombres es, absoluta
puede ser necesaria alg’n dta. Es cierto cine una infan
mente,
demasiado voluminoso para llvar a Cabo las mi
tería excelentemente adiestrada siempre puede ser trans
siones
dentro
de la diviión r’ietras que 3.577 no son su
portada en vehículos motorizados; pero será, imposible
ficientes
par
permitir ue esta Íormción opere ind7penejecutar marchas rápidas a pie con fuerzas nue va no
están acostumbradas a hacerlo. Las guerras, raras veces dientemente. Une hriada. que es muy grande para fi
son libradas por ejércitos de hilo. Contemplado desde el nes tácticos y muy pequeña para los op’rativos, no es
ni carne ni pescado. Esto es cierto, aun c”an lo la suso
punto de vista psicológico, mucho del enuino comple
dicha
formación sea reforzada ‘or otras ‘rmas: artil1clo, sin el que creemos ya no poder vivir y del que .nos
enorgullecemos, no sirve más que para perj»dicar a ría o in ‘enieros. Auncj’ie óon sto se aumente su poten
cia de fuego, su movilidad táctica, especialmente ohre
las fuerzas, ya cue influye adversamente en su disci
terreno accidentado, permanece igual. Es un he’ho palpa
plina y vigor físico.
ble que en la divis’ón tipo norteamericano hay escasez
¿Cómo pudieron los e1ércitos occidnntales meterse en de fusileros.
este callejón sin salida? Parece patente ene el Sistema
divisionario, introducido originalmente por Napo1eón, se
ha convertido en perjudicial. Desde 1914 se le han asia
La movilidad.
nado armas de acompaflamento
más modernas y en
Para compensar la falta de troo’s da choane, de las
mayores cantidades a la infantería, bajo cuyo peso ame
naza fracasar en la actualidad. No es que las fuer7as que casi np hay ninguna, se le asi-ma un batallón de
no necesiten la armas de acompañamiento. Fi error
carros a la división y una comp’ña de carrrs a cada
regimiento, con un total de aproximadamente 130. No
reside en el método y la forma en oue todas esas armas
han sido adaptarlas dentro de la división. Originalmente,
obstante, ¿puede este enuipo reemplazar al í’‘silero en
la división fué organizada como una formación para el todo tiempo y bajo odas circunstancias? No hay d”da
çumplimiento independiente de las misiones operativas:
alguna de que los 2.500 camiones y los otros vehículos
es decir, era’ la unidad de mando de operaciones más in
motorizados le dan una gran movilidad operativa a la
ferior. Este ya no es el celso. En la G. M. 1, la división división. En realidad, hay un vehículo moten-arlo para
fué refor7ada por la artillería auxiliar. En la G. M. II, cada siete hombres, cori una longitud de 180 fllórdetros
el cuerpo de elército se convirtió en la unidad más ne
a la columna de marcha de una división. ¿Cómo han
queña de mando y operaciones, dentro de la cual cola
de desaparecer s”ibitamente, bajo una cortina cte himo,
boraban las divisiones .y la aviación.
estos 2.5’O vehículos motorizados? Lógicamente también
debíamos preguntar: ¿Cómo, a pesar de su abundancia
Desde el punto de vista or-ánico, el valor de la divi
en vehículos, podría semeante formación escaparse de
sión ha sido exaorado. Gradualmente e ha desarro’la
un ataque aéreo poderoso? ¿Qué sucedería si el enemi
do una desproporción interna en su estructura. La nece
go atacara no solamente con los cohetes tradicionales,
sidad de asegurar la colaboración dé las diversas ar
napaim y bombas normales, sino también con bombas
mas y de trasladar la.s enormes cantidades de municio
atómicas?
nes y otros abastecimientos ha. acrecéntado de tal for
ma la proporción de los estados mayores y servicios
En todo caso, la movilidad onerativa de este tipo de
auxiliares, en relación con las fuerzas co’nbatiente, que la división se clasificaría más bien como una, caracterís
estructura entera está desequi1ibrada Insistir en la co
tica que tiende a reducir la maniobrabilidad en el te
modidad y el bienestar a. expensas de las exigencias rreno abierto. Por lo menos, dos rutas son necesarias
prácticas, han producido el mismo efe&o. Este aumen
para que una división se reflna s0bitamente en un sec
to de los estados mayores, esta dupllcación y triplicación
tor con una anchura de 16 a 24 kilómetros. Esto todavía
del armamento y de los servicios, se ha efectuado a ex
podría ser factible en un país con una red de carreteras
pnsas de la verdadera potencia de combate. Expresado
bien desarrollada., Será más difícil en una zona pobre
de otra manera: cuanto más hemoá cargado a la in
en carreteras, como .Europa oriental. En las condiciones
fantería con armas voluminosas de acompañamiento,
que prevalecen allí, varias divisiones estarían obhadas
53
a usar una sola carretera. Esto constituye una demora
en la reunión de las fuerzas y sus abastecimientos, y
un atraso en el avance, que quizá terminaría en una
parada.
Brevemente expuesto: nuestro sistema actual depen
de demasiado del movimiento, lo que presupone una
excelente red de carreteras, las cuales pueden ser fácil
mente detrozadas por los ataaues atómicos.
De suerte que, como sucede con todas las cosas, aun
la motorización tiene sus límites, no solamente desde el
punto de vista financiero, sino desde el táctico. Justa
mente como una escasez de vehículos motorizados limi
ta la movilidad de una formación, una superabundancia
de vehículos motorizados puede obstaculizarla. Es mu
cho más fácil proporcionarle vehículos motorizados en
abundancia a un ejército que encontrar suficientes ca
rreteras para éstos. Es difícil enmascarar las largas co
lumnas de marcha, y protegerlas, así como los principa
les centros de comunicación, contra los ataques aéreos
del enemigo. Además, una división no siempre está en
marcha. ¿Qué sucede con sus numerosos vehículos
cuando la formación está en posición o las fuerzas están
descansando?
La influencia del creciente número de armas colec
tivas, planas mayores y servicios, se hace patente de las
siguientes cifras para una división, tipo norteaméricano,
con un efectivo de 18.705 hombres (véase el cuadro 1).
Estas cifras quizás serán menos sorprendentes si con
sideramos que 2.500 vehículos motorizados requieren,
por lo menos, 2.500 conductores y un mínimo de 500 me
cánicos para su conservación. Las siguientes cifras comL.
putadas para una división y sus componentes señalan
la relación entre las fuerzas combatientes y las no com
batientes (véase el cuadro 2).
-
equilibrio. La motori-’ación empleada impide la movili
dad táctica. Es cierto que puede aue áumente su movi
lidad operativa, cosa que es discutible, en una guerra
atómica. Sólo la flexibilidad táctica, unida a la veloci
dad, es la que produce la verdadera movilidad, es de
cir, la adaptabilidad hacia las múltiples situaciones de
combate que ocurren en el campo de batalla. En su
forma actual, la motorización, con su Concentración de
vehículos motorizados, impide la eficacia de las fuer
zas en pugna.
Los ejércitos compuestos de semejantes divisiones sólo
pueden operar contra un adversario que sea inferior
en el aire. Sus probabilidades de salir airosos se aleja
rían más si esos ejércitos estuvieran empeñados contra
un enemigo que también tuviera armas atómicas a su
disposición. Es muy probable que una estructura sobre
cargada se desplomase s’bitarnente en las batallas iniciales.
CUADRO 1
Estado Mayor divisionario y Planas Mayores de
los servicios directamente bajo su mando
Plana Mayor de Artillería y de sus servicios auxi
liares
Idem de los reimientos, batallones y compañías.
Idem de Ingenieros y Transmisiones
Idem cte los batallones de carros
1.744
1.223
4485
324
126
7.902
CUADRO
2
División Reqimiento
OaiaIin
Estados Mayores, Planas Mayo
res y Servicios (no combatien
Conclusión.
tes)
46,4% 45,4% 31,2%
Ingenieros
y Transmisiones
La potencia de chociue de un ejército disminuye cuan
(combatientes en parte)
6,6%
»
»
do su potencia de fuego reduce su posibilidad de que Dotaciones,
conductores, etc.,
opere en terreno abierto y su capacidad para ocupar el
para las armas de acompaña
miento (potencia de fuego)... 40,4% 43,8% 50,0%
terreno. La división de los Estados Unidos tiene una
cabeza grande, una cola excesivamente larga y, entre Fusileros (potencia para ocu
par terreno)
6,6 % 10,5 % 18,8%
las dos, un cuerpo enano que, naturalmente, carece de
ElEjércitoimperialfrancésenCatalufia
Tte. Coronel
MADELAIN.—De
la “P.evista Militar de Informa
alón”. (Traducción del Tte. Coronel de CgbaUer.fa. del 5. E. M.,
Joaquín, de Sotto y Montes, de la Escuela Superior del Ejército..)
1
mo, •a las disensiones existentes entre los generales de
LA SOLUCION MILITAR
-Napoiéón.
Por desconocerse la verdadera influencia de la re
sistencia
espñoIa
se ha venido
atribuyendo
la deriota
francesa en la Pen]nsula al genio militar de Wellifleton,
a la tactica de las tropas inglesas a la solidez de la V
nea de Torres-Vedras, al dominio del mar y, por ulti
5’
Pero
ciones
Eñ él
espñol
mente
he aqu el e]emplo de Cataluña, teatro de opera
totalmente separado del iesto de la Peninsula
no habla tropas inless, sí tan sóló iin.Eierció
improviSado, nial equipado, ariiado mediocré
ycon unos efectivos que raramente sobrepasaban
los 10.000 hombres, a cuyo lado actuaban, aproximada
mente, otros tantos guerrilleros. Enfrente de tan mo
desta organización bélica, un Ejército francés de 40.000
soldados, parte de los cuales procedían de la “Grande
Armée”, mandados por jefes de indiscutible valer, tales
como Gouvion St-Cyr, Macdonald, Decaen..., que, a
pesar de algunas diferencias que hubieran podido tener
entre ellos, en todo momento estuvieron sometidos a
una autoridad ‘nica, la de Napoleón.
Sin embargo, tal Ejército francés, durante seis años de
lucha, no pudo vencer a las tropas españolas, cuatro ve
ces inferiores en nflmero. ¿Causas?...
Porque no es posible cornbatir sobre una plancha po
di-ida, y también, porque la resistencia es una forma mi
crobiana de la guerra.
Parece paradójico, a primera vista, que el ataque a
un puesto de cincuenta gendarmes, en una carretera
castellana, trajera como consecuencia la evacuación de
España de 350.000 franceses. Lo mismo sucede cuando se
atribuye la muerte de unhombre de setenta kilos a un
bacilo microscópico; y es que, en realidad, siempre re
sulta vano tratar de combatir las manifestaciones de
una “Resistencia” o lasde cualquier enfermedad, sin ata
car directamente al virus aue la produe. A un país no
se le puede vacunar con fusiles y cañones, como tampoco
a un individuo se le puede hacer lo mismo con un
bistur.
El Elército francés oue entró en Espdña como aliado,
ep los (iltimos días del año 1807, al mando de Junot,
avan7ó a marchas forzadas sobre Portugal: detrás, Du
pont, Moncey y Bessiéres pasaron el Bidasoa. A prin
cipios de 1808, a las órdenes de Murat, marcharon los
franceses hasta Madrid, aparentemente con la disculpa
de sostener a Junot.
Durante este período de tiempo, un Cuerpo de Ejér
cito, a las órdenes de Duhesme, avanzó sobre Barcelo
na, entrando en esta ciudad el 13 de febrero, con los
5.000 hombres de la División Lechi, que fueron refor
zados, dos meses después, por otros 6000 de la División
Chabran.
En eeneral, las tropas francesas son,en principio, bien
acogidas en España, incluso con “entusiasmo”. En Cata
luña, sin embargo, la presencia de los imperiales pro
duce cierta sorpresa. ¡El camino de Lisboa no pasa por
allí...! Además, las guerras entre Francia y España siem
pre se. desarrollaron sobre dicha frontera, y, ciertamen
te, los recuerdos que de ellas se ténían no eran buenos.
Por otra parte, el Emperador había prorcrito a Du
-hesme la ocupación de la ciudadela de Barcelona y el
fuerte de Montjuich, “sin que los españoles se ofusca
sen”. Mientras que, a su vez, el Capitán General Espe
leta recibia órdenes del Gobierno de Madrid dé no de
jar entrar en tales sitios a los franceses, aunque “sin
turbar la buena armonía” El resultado de ambas ins
trucciones, contradictorias e igualmente difíciles de se
guir, no dejaba lugar a dudas.
El 29 de febrero de 1808, Duhesme. ocupa por sorpre
sa las dos fortalezas, así como. también la de Figueras.
El Capitán General Espeleta protesta, pero sin reaccio
nar, y los españoles reclaman ante tal traición. Con
secuentemente,
las relaciones francoespañolas. se van
agriando’poco a poco, y el 2 de mayo de, 1808, un motín,
duramente reprimido,... estalla en Mac ii, motín que se
-j.
-
‘
Crou,s’ o.°1
Campañade GouvionSt Cyr
va extendiendo por toda la aeografía españo1, a niedi
da que se va conociendo la noticia de la ‘doble al5dlcación de Carlos IV y Fernando VII en favor
Ña
Poln.. En Barcelona, ocupada por las fuerzaS” perlales, la protesta no es más que tnt simple moti
pero
en el resto de España setorian las armas y se combate.
Tanto en Cataliña’como en la totalidad de la ‘Penfnu
la, al principio, las Autoridades, militares, civiles y ecle
siásticas, se oponen al movimiento insurgente, y son sus
primeras víctimas, No es que los generales, los Curas O
los alcaldes no sean tan buenos españoles comó los otros
ó nue no experimenten los mismos temores por la In
dependencia de su país, o que no se resientan iaual
mente por tal injuria hecha al orgullo español; pero
su reacción es la. de todo “dirigente”: desarmado como
está el país, ‘estiman que toda resistencia resulta lnfltil,
y prefieren, como mal menor, “la 1njustcia al desorden”;
su conciencia les aconsela pile su primer rleher es”pro
teger a sus compatriota.s contra la inevit’hle reacción
del ocupante; en fin, ellos saben cue son los primeros
erpuestos a las represalias.
Así, la insurrección, al principio, aparece como ésen
cialmente popular: es el “populacho” riulen arrastra a
la nación, el pue subleva a los soldados, y los oficiales
siguen a sus hombres algunas veces bajo amenaza.
Tanto para Napoleón como para sus generales’, ‘es
éste sólo un problema “de orden”.’ A tales fines, los ge
nerales Chabran y Schwartz marchan, el uno, sobre
Tarragona, pára asegurarsé. de la fidelidad dél’ reaimlen
to suizo de Wlrnpfen, al servicio de Espsña; el otro, con
tra Montserrat, en donde existe “agitación”.
El 7 de junio de 1808, en el Bruch, tropieza’ Schwartz
con nuícleos de insuraentes conducidos por el molinero
Manso. Intimidádo, duda, se repliega después y, por
i’ltimo, se retira sobre Barcelona, perseguido a tiros
hasta las mismas puertas de dicha ciudad.
Chabran, llantado a Tarragona, se ‘ve .forzadoa abrirse paso a viva fuerza;
En Gerona, plaza que dom.ina.la, comunicaciones- con
Francia, la guarnición española seencierra.. en la-plaza.
En Figueras, los franceses, dueños -de la ciudadela’bom
bardean ,la villa -sublevada, obligando-a. reftgiarsa. en la
montaña a los habitantes, que, después, sitian- el-.fu.erte.
En fin, en la- miSma frqntera, 1oS:montanees,. a-las
.
-
.
..-
,
,
‘
.55’
órdenes de claros—antiguo oficial—, bloquean el fuer
te de Bellecarde. De toda Cataluña, tan sólo el Ejército
francés domina Barcelona y el fuerte de Figueras; en
el resto, el levantamiento aumenta, aunque desde un
principio sea tratado de la manera más dura.
“Es preciso manejar a los habitantes muy militarmen
te. La guerra justifica todo”, escribe el emperador a
Duhesme. Consecuentemente, los franceses, fijados en
Barcelona, acent’’an sus represalias, ya que siempre fué
el miedo mal consejero. “He temblado al oír, en el salón
de un negociante francés, amenazar diciendo que S. M.
haría de España un vasto cementerio”, escribe un agente
de Champagny.
Naturalmente,
las personas juiciosas se inquietan.
“Cómo es posible que los generales franceses tomen par
te en tal crimen? ¿No es debilidad casticar a un hom
bre con desproporción
su falta?”, comenta el emba
jador francés La Forest. En efecto, ante el primer dis
paro, toda cosa era quemada y todo hombre asesinado.
‘Nosotros contamos los pueblos por sus torbellinos de
humo”, escribía un oficial. “El infortunado que era en
contrado en. su casa era tachado de espía, y aquel que
escapat5
de bandido.” Sobre tal particular, el empe
raclor ccrnentó: “El general Duhesme ha quemado seis
grande$’ pueblos, y al siguiente día Chabran incendió
otros sres.” Y concluye un tanto demasiado optimita:
“Por todas partes los pueblos vuelven a la obediencia.”
Verdaderamente, el país había sido transformado en
un desierto, cosa que, posiblemente, no traería conse
cuenciae—indeoendientem ente de las puramente huma
nas—para un Ejército que no tuviera necesidad de atra
vesr un país enemigo: pero s para aquel que preten
diera ocuparle, pacificarle y vivir en él.
En Cataluña, el caso era fln más nrave. va que no
sólo la región no nutría a flrcelonp_inrid
dé 160.e00
habitantes y la tercera de Esp2ña en 1PO°—,
sino elle
vivía de las importaciones de la capital; interrumpidas
éstas por la guerra y con cosechas insuficientes o des
truidas, la ctidad y el país entero se encontraron ham
brientos: Talfué la causa que, desde el principio hasta el
final de la guerra, el abastecimiento de Barcelona consti
tuyése uno de los factores vitales de la campaña.
No pudiendo vivir las tropas sobre el país, se hio
preciso organizar almacenes y asegurar las líneas de
comunicación; así, pues, se transformó la lucha en una
“guerra de sitios”, dado que era inconcebible suponer
las comunicaciones cortadas con aquellos lugares en don
de se situaban los almacenes. Si éste fué el carácter ge
neral de la campaña en toda España, se acentuó más
en Cataluña, debido a existir allí mayor núm ero de pla
zas fuertes.
S impuso la necesidd de ocupar Gerona, para va’ver a abrir las comunicaciones con Francia. Duhesme
fracasó en su primer intento, realizado a fines de ju
nio. La plaza, que rehusó abrir sus puertas, se encon
traba al abrigo de cualquier calpe de mano. Otro se
cundo intento se produce a fines del mes de i,ilio. para
lo cual, dejando el Mando francés a la División Lechi
en Barcelona, hizo avanzar hacia Gerona a las tropas
de Chabran, mientras que otra tercera división, al man
do de Reille, después de desbloiuear Figueras, cerraba
el sitio de Gerona por otro lado.
Pero la acción de Bailén, aquí como en otras partes,
desconcíerta todas las disposiciones. Se sabe que Dupont,
en Andalucía, se ha visto obligado, ante la insurrección,
a escalonar hacia atrás sus tropas, y que ha sido cer
cado al frente de una división de 6.000 hombres, ha
biéndose visto oblieado a capitular sobre el campo de
batalla. En cuanto es conocida la noticia, Berthier or
dena a Duhesrne tome disposiciones para resistir en Bar
celona “durante tres o cuatro meses”. A tal fin, en agos
to de 1808, este general se encierra en la ciudad, des
pués de haber levantado el sitio de Gerona, y el general
Reille, con sus tropas, retorna a la frontera.
Así, pues, tanto en Cataluña como en el resto de
España, terminó en fracaso total esta primera campaña
de 1808; y, sin embrgo, frenté a los 18.000 soldados de
que al final disponía Duhesme, tan sólo existía la débil
guarnición de Gerona—unos centenares de hombres—y
los aldeanos sublevados.
En resumen, no constituyendo Bailén más que una
derrota aislada, ¿qué relación lógica puede establecerse
entre el fracaso de un pequeño Cuerpo francés en An
dalucia y el total abandono de Cataluña, que se en
cuentra a unos mil kilómetros de la anterior región?...
Tales son los efectos de la sorpresa, y ante este incom
prensible acontecimiento desfavorable, se evacua España.
Porque lo que fié derribado en Bailén, no fué tan sólo
Dupont, sino la Doctrina.
A fines del año 1808, con la entrada en Cataluña del
Mariscal Gouvion St-Cyr, vuelven a sonar las armas en
la región.
El citado Mariscal, de carácter frío y duro de cora
zón, está reputado dé “mal compañero”, siendo igual
mente poco querido tanto de sus tropas como de sus
camaradas de armas. Sospechoso ante el Emperador, es
tan sólo retenido por la influencia de la “pandilla Mo
reau”. Sin embargo, su valer militar es indiscutible; se
trata de uno de los cuátro o cinco únicos Mariscales
capaces del mando en Jefe.
Además de las tropas de Duhesme y Re’lle dispone de
dqs nuevas divisiones sacadas de la “Grande Armée”,
mandadas por los generales Souham y Pino. El conjunto
de fuerzas forman el 7g c, de E., con 40.000 combatientes.
Inicia este C. de E. su acción ocupando Rosas y de
jando a las huestes de Reille ante Gerona; después,
avanza sobre Barcelona, haciendo retroceder al general
español Vives, primeramente hacia Cardedeu y después
a Molins de Rey. En diciembre de dicho año, Duhesme
que se encontraba bloqueado en Barcelona, es liberado
y abastecído. Más tarde, el Mariscal Gouvion St-Cyr
se establece ante Tarragona, entre el Llobregat y el Fran
colí.
Es de hacer notar que las tropas que los españoles
oponían al ejército francés presentaban todas las va
riedades imauinables: tropas -regulares nacionales, suizos
de Wimpfen, sublevados en Tarragona (en cuanto Cha
bran se retiró de la plaza), guardias valonas, huídos de
la guarnición de Barcelona, refuerzos llegados desde Ma
llorca y Andalucía, mozos procedentes de las quintas.
Toda este conjunto formaba el Ejército propiamente
dicho, elevándose sus efectivos a unos 6.0.0 hombres
en 1808. Además de estas Iropás de línea, es preciso
considerar los mozos cte escuadra, “la mejor tropa lige
ra que ha existido en el mundo”, según expresión del
mariscal Gouvion St-Cyr, y unidadés somirregulares de
voluntarios, cuyo nimero venía a ser de otros seis mi
llares de combatientes.
Al lado de tal Ejército, bandas de “guerrilleros” irre
gulares actuaban por su cuenta, al mando de jefes prác
ticam ente independientes; tales fueron las partIdas’ de
Manso, en Monserrat; de Claros, sobre la frontera, y
del -canónigo Rovira, en el cantón de Olot. Los efecti
vos globales de todas estas partidas nunca pasaron de
los 3.000 hombres, y sus acciones siempre se limitaban
a sus regiones de procedencia.
Deben mencionarse, igualm’ente, los “somatenes” or
ganización particular de Cataluña, cuyo reclutamiento
se obtenía por el levantamiento en masa de los habi
tantes de pueblos y aldeas. Estos combatían unas veces
en unión del Ejércitó, y otras, de forma aislada o en
beneficio de los guerrilleros, pero rara vez lo hacían
fuera de sus respectivas regiones.
Después de la -derrota del general Vives, el conjunto
de dichos combatientes pasó a las órdenes del general
Reding, suizo al servicio de España, qué había inter
venido en Bailén. Este general definió, en los términos
siguientes, el programa a seguir, constantemente res
petado por sus suc’sores, con la aspiración de, progre
sivamente, ir transformando los guerrilleros en solda
dos regulares: “Hacer durar la guérra al amparo de
las plazas fuertes. Reunir, aumentar y proveer al Ejér-’
cito de cuanto precise para operar. Sentar unas bases
de instrucción y disciplina. Inquietar incesantemente al
enemigo en sus comunicaciones, empleando pequeños
destacamentos de miaueletes, apoyados por algunas tro
pas de línea. Ir aumentando naulatinamente su nime
ro a medida que las posibilidades del Ejército lo per
niltan. No intentar más que aquellas acciones de éxito
seguro, a fin de elevar la moral del soldado, y, final
mente, evitar •con sumo cuidado cualquier acción de
carácter general.”
Pero los ‘movimienos de Reding, como después los de
sus sucesores, estuvieron s’n cesar dificultados por las
pasiones del “pueblo”, verdadero árbitro de las opera
ciones militares, porque no pensaba en los resultados
lejanos, sino en los inn’ediatos, más en consonancia -con
su entusiasmo. El soldado no puede c’ómprender por
qué se le recluta para huir sin combatir; las poblacio
nes tan sólo desean que la tropa reclutada por ellas, y
también por ellas alimentada., les protejan. Así se im
ponía “una guerra de toques de rebato”.
Después de la derrota del general Vives, “se insulta
piblicam ente a los militares, se pide a gritos la ca
beza del General en Jefe, se le acusa de traición”. Reding,
para salvar la vida de su antecesor, se ve obliaado a
detenerlo. Tiempo después, batido él también y herido
mortalmente en Valls, entra én Tarragona, en donde
muere, unas semanas más tarde, bajo los -denuestos del
populacho.
En fin, se trata de urja guerra de montaña, llevada a
cabo en un país cuya altitud media es similar a la del
Macizo Central francés. Por todas partes es accidentado;
el país se compartimenta -en dos partes,- por medio de
una ancha “zona dorsal”, que desde ‘la frontera llega
hasta la desembocadura del -Ebro. Al Oeste, el Segre ysus afluentes; al Este, los ríos costeros, atravesando una
serie de valles bien cultivados; en medio, altas tierras
pobres. Los-hombres que siempre se citáran son aque
-
-
-
-
lbs que dominan los pasos de la mencionada zona dor
sal: Ripoli, -Cardona, La Garriga, Cervera, Igualada,
Montblanch, Reus, Balaguer..., o también, los de las
pequeñas llanuras en donde las tropas tienen que acam
par para poder vivir: Urgel, Lérida, Figueras, Vich,
Manresa, Villafranca del Panadés...
Reding fué popular porque gozaba de buen carác
ter y no contrariaba a nadie; también fué “más valien
te que político y más granadero que general”; sin em
bargo, a pesar de sus juiciosos puntos de vista, sucum
bió ante la acusación de cobardía y se dejó arrastrar a
combatir. Gouvion St-Cyr, preveyendo su ataaue, desde
el 16 al 25 de febrero de 1809, dejó a Souham sobre el
Francolí y rechazó a la mitad de los españoles hacia
Manresa, para después volverse contra, el Sur y batir
en Valls a la otra mitad del Ejército nacional.
Las tropas españolas vencidas buscan refugio, parte
en la Alta Cataluña, otras en Tarragona; ante lo cual,
no disponiendo Gouvion St-Cyr de los medios adecua
dos para sitiar aquella cii,dd, se establece entre Valls
y Reus, en espera de poder blor’mueartal p]aza. Pero los
recursos de Villafranca del Panadés y del “camno de
Tarragona”. pronto se ven agotados, lo que, unido a
la amenaa de corte de comunicaciones, hace aue el
19 de marzo de 1809 se vea oblicado a levantar el blo
queo de Tarragona y retirarse a Barcelona, en la que
tampoco puede permanecer mucho tiempo, dado las pocas existencias de la plaza. Así, el 15 de abril marcha
sobre Vich, con idea de hallar allí víveres; pero- al ocu
par la villa —el 17 de dicho mes— la encuentra desier
ta; no habían quedado en ella más que el Obispo y los
clérigos de dicho obisnado.
Pronto es “comida” la llanura de Vich. Hácese ne
cesario aproximarse a Gerona. Además, el general Blake
amenaza a Verdier—sucesor de Reille—, que, en vano,
desde hacía seis meses, sitiaba dicha plaza, defendida
por el heroico Alvarez de Castro. ¿Encontraría, -al fin,
enemigo con quien batirse?... No. Blake se le escapa.
Sus movimientos no eran más que el intento de entrar
un convoy en la ciudad sitiada. El desánimo en el Ejér
cito francés alcanza sus más grandes proporciones des
de el General en Jefe hasta el flitimo soldado. Los napo
litanos desertan en bandas; los westfalianos, nostálgi
cos, entran por ‘centenares en los hospitales; las mu-
-
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Mallre.s’a
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Cron1s’ °2
Campañade Au9ereau
xXWm Q’ePYÓ’PZO
-57
-
niciones se agotan, faltan los víveres y los sueldos no
son pagados.
El Emperador, descontento de Gouvion. St-Cyr, de
signa a Augereau como sustituto; pero éste, que se en
cuentra tomando las “aguas”, no se apresura a incor-.
porarse a su nuevo puesto. Las relaciones entre Gou
vion St-Cyr y Verdier, que venían siendo un tanto tiran
tes, afln se agravan más después de la acción del primero
contra Blake, por lo que Verdier, diciéndose enfermo, se
marcha a Francia. Poco tiempo después, en fines de sep
tiembre de 1809, el General en Jefe, totalmente defrauda
do, abandona el Ejército, precisamente en uno de los mo
mentos más críticos, con la disculpa de ir a Perpiñán en
busca de socorros, y a1]á—omo lo pudiera hacer un
“recluta” deseoso de disminuir su tiempo en filas—se
hace dar un certificado médico acreditativo de estar en
fermo, para abandonar definitivamente la campaña. El
mando del Ejército queda, entonces, en manos del ge
neral Souham.
Tal es la forma como el7. C. de E. paseó, durante un
año; a través de pueblos desiertos, baierdo insurgentes
criando éstos tenían a bien esperarle. ¿Por qué tales
resultados?
Si bien es cierto nue Gouvion St-Cyr no fué capa? de
someter al naís, a.l menos no comprometió su Ei’rcito,
dejando intacto el prestigio militar ile las armas fran
cesas. Además, comprendiendo la inconvenienoja de de
vastar un país en el cual se pretende vivir, restableció
la disciplina, ciertamente no sin trabajo, ya que era
difícil de.srrajgar entre sus soldados el esnfritu de pi
llaje, motivado, en parte, por las dificultades aue su
frían d’srie la iniciación de la campaña. Escribe un
oficial: “El Mrjsca] se vió obligado a estacionar sus
tronas filera de las loa1idades y prohibir el aeceso a
ellas. Esta sabia medida atrajo, a los quince días de
nuestra llegada a Villafranca del Panadés, una gran
caritirlari de hahitarits. haciendo poihl
nuestro abas
tecimiento do toda clase de comestibles.”
Augereau tampoco habla de obtener mejores resul
tados.
En octubre de 1808 toma el mando de lo que él deno
mina “los restos de un desgraci
Ejército”. No se
muestra optimista, ya que, al abandonar Perpiñán. escribe: “Espero llegar a tiempo para dirigir la retirada.”
Segi)n su cálculos, estima disponer, a lo más, de unos
6.000 hombres, independientemente de un nflmero similar
que se encuentran bloqueando Gerona, así como de las
guarniciones de Barcelona y Figueras y de aloi)n que otro
destacamento de protección de carreteras: en total, ci
fra en 25.000 hombres los efectivo’ disponibles de dicho
C. de E., aue un año antes contaba con cerca de 50.00).
y que, paulatinament,
fué perdiendo combatientes “sin
haber librado una sola batalla”.
Posiblemente, Augereau exageraba presentando una
situación más negra de lo que realmente era, tal vez
con el propósito de hacer resaltar su propio mérito;
sin embargo, muy seguro de sí mismo, “responde de
la connuista del país” .mediante el refuerzo de 30.000
hombres.
Al principio, la suerte le’ acompaña. .Geróna capitula,
al fin, después de una defensa enérgica, que sobrepasa
la- gesta de Zaragoza. Por otra parte, la firma de un
tratado de paz con Austria peri’dite al Emperador el en.
-
•-
vio a España de los refuerzos reclamados, con lo que
l 72 C. de E. consigue una cierta libertad de maniobra.
Al comQnzar el año 1810, Augereau inicia sus movi
mientos, ordenando a Soubam la ocupación de Olot y
Vich, para después, y flanqueado al Oeste por dichas
fuerzas, dirigirse sobre Barcelona, conduciendo un gran
convoy, el cual, durante el camino, es destruido, al
menos en un terc’io por los guerrilleros; sin embargo,
la plaza es abastecida, pudiendo dirigirse hacia Gerona y
enviar a Souham a Vich.
Por este tiempo, el general español O’Donnell, toman
do la iniciativa de las operaciones, intenta una manio
bra envolvente..imjlar
a otra anterior ensayada por
su antecesor, Reding—, y partiendo de Besalfl-Hostal
rich, se dirige hacia Martoreli y Tarragona. Fracasa en
tal acción, siendo batido en Vich, el 20 de febrero de
1811, por idénticas causas que lo fuera antes el citado
general Reding. Explotando el éxito, Augereau avan7a
sobre Barcelona en dos columnas, la primera con di
rección general Cardedeu, y la segunda hacia Manre
sa. El 18 de marzo, el 75 C. de E. nuevamente se en
cuentra sobre el valle del Llobregat. Días después, la
división Verdier torna a Gerona, siguiendo el itinerario
de la costa, sobre la cual deja desLacamentos de pro
tección del cabotaje; otras dos Gs. Us., a las órdenes de
Augereau (hermano del mariscal’ y Pino (más: tarde
Severoli), respectivamente, ocupan las localidades de
Villafranca del Panadés, Vendreil, Reus y Valls. enla
zando en Mora de Ebro con las fuerzas de S’ichet, que
se disponen a sitiar Lérida. Toda Cataluña ha quedado
ocupada, pero... el 7. C. de E. se encuentra desperdi
rado sobre un país totalmente agotado por la acción
de los dos anteriores elércitos, que durante-dos-años han
transformado la región en un desierto, lo que trae con
sigo que sus numerosos destacamentos, hambrientos, se
dediquen al pillaie para poder vivir, robando lo poco
aue al’in nuedaba, con perjuicio de toda disciplina. En
total, Augereau, perdiendo su libertad de acción, quedó
expuesto a tocl incidente.
Y, en. efecto, éste se produce, ya que el general espa
ñol Caro desembarca, a fines de mr7o, en Villanueva,
con algunos miles de hombres, cortando la comunica
cion Villafranca del Panadi”s-Vendrell. Al mismo tiem
po, reuniendo m:inueletes y somatenes, marcha sobre
Manresa. en la cual sitia ‘a los 2.000 hombres del gene
ral Schwartz.
Muchas son las dificultides que debe vencer Augereau
para concentrar en Barcelona los restos del destaca
mento Schwartz y las divisiones de su hermano y de
Severoli, para, seuidamente,
retirarse, bastante mal,
por- ciértb, sobre Gerona. Entonces también el Mariscal
“se pone enfermo”. Por tercera vez nosotros no ocupa
mos más que la reaión del mpurdán, y Barcelona vuel
ve a estar bloqueada.
El emperador, siguiendo igual criterio que con Gou
vion St-Cyr,. ieleva a .Augereau, reemplazándolo. Con
Macdonald.
Un “Cuerpo de batalla” puede batir a otro cuerpo de
batalla, dIspersarlo, destruirlo y. obligar al Gobierno
ehemi?o desarmado, a pedir la paz. Pero, en cambio,
ante una, suma de-resistencias indiv-dua1es, se hace pre
.ciso ir anuláridolas una’a una, ‘y para- esto -un Ejército
se muestra incapaz..
-
.
.
.
.-..-
Ffemos podido ver a Gouvion St-Cyr pasear a través
de toda Cataluña a su. “batallón cuadrado”, capaz de ir
por todas partes, pero incapaz de mantenerse en cual
quiera de ellas. Más tarde, a Augereau, dispersarlos us
regimientos, reducirlo a la impotencia y, al fin, derrota
do’ pcir fuerzas dos o tres Veces inferiores a las suyas.
La circunspección del uno y la imprudencia del otro no
obtuvieron
resultados diferents.
•Anibos derrotaron
al enemigo cuando éste tomaba 1ain1ciativa, pero aro
bos fueron obligados, al final, a retirarse
poraue en
esta clase de guerra, la misión de los ejércitos debía ha
ber quedado reducida a la de asegurar “la cbertura”
de la sumisión, que era, precisamente, contraria a la
“doctrina” napoleónica.
Es a la “conquista interior” a:la. qie debe recurrirse, ya que la “resistencia interna” constituye, realmen
te, “las fuerzas principales” del enemieo. Pero para tal
.operació,
que no es estrictamente multar, es preciso
emplear, otros medios. distintos.
II..
EL PROBLEMA
DE LA SUMISION
El Ejército francés entrado en Cataluña a principios
de 1808 tuvo que enfrentar-se, casi desde el primer mo
mento, con la insurrección.
Nineuna de las tres sucesivas campañas conducidas,
respectivamente,
por Duhesme, Gouvion St-Cyr y Au
gereau, en el transcurso de los años 1808 a 1810, obtu
vjeron resultados positivos, a pesar de que el 7. C. de E.
derrotaba a todos los E iércitos españoles que le presen
taban batalla. En cuanto se enfrentaba con las guerri
llas—ya de personal civil o constituidas por tropas re
gulares—se veía oblieado a batirse en retirada. Así re
sultaba que siempre le encontraremos al final de cada
campaña en los mismos lugares de al comienzo. de ésta,
es decir, con sus divisiones empujadas hacia el Ampur
dán y con la ciudad .de Barcelona bloqueada.
El Ejército francés de Cataluña se encontró ante el
eterno dilema: ocupar o maniobrar.
Para poder maniobrar es preciso mantener las fuer
zas “bien concentradas”, seei’in los buenos principios
militares. Tal fué el criterio de Gouvion St-Cyr, reco
rriendo el país, pero sin ocuparle, ya que, para conse
guir ‘tal ocupación, se hacía necesaria la “dispersion de
las tropas”. Sobre este último concepto se inclinó Au
gereau, que, por tal causa, se vió impedido de mani
obrar.
Entre soldados y resistentes éxistían en Cataluña unos
20.00 combatientes, ante los cuales se enfrentaban los
40.000 franceses del Ejército imperial, cuyo reparto apro
ximado era: una mitad para ocupar la región, defen
diendo el. Ampurdán, Puigcerdá y Barcelona; la otra
mitad, disponible para combatir contra los españoles o
para escoltar el “gran convoy de Barcelona”, ya ciue..el
cumplimiento de. una.. de las citadas. misiones suponía
siempre el abandono de la otra..
:
Es de hace.r nota.r que, por entonces, Cataluña. no vivía n9rmalmente. con su producción devastada durante
tres consecutivas campañas. Igulmente, hay .oue admi
tir que la tropas no podian “vivir soore el pais’ 1Asi
resultaba que,. durante .sus•marchas,. “el batallón cua
drado” se veía siempre reducido a los víveres que con.
.
Croçw/6’ n.°3
Situaciónde equilibrio
sigo llevaba, o, por el contrario, tenía que desgranarse
en “rósario” de destacamentos para protocer sus con
voyes, debilitándose rápidamente y quedando en am
bos casos sus mdvimientos reducidos a la zona ocupada!
Tal es el motivo de que, a principios de 1810, se estable
ciera un equilibrio de fuerzas entre ambos bandos, oue
habría de durar, sin grandes modificaciones, hasta 1813.
El cometido de las tropos fr2ncesas so fӎ, mies, achi
cando, como una piel de conejo. En 1808, Duhesme, consus 11.00 hombres, debía ocupar toda Cataluña y enla
zar con Verdier en Zaragoza y con Moncey en Valen
cia. Los acontecimiento impusieron pronto una reduic
ción de aspiraciones, y así, en 1809, Gouvion St-Cyr,
con sus 40.000 soldados, tan sólo tenía por misién so
meter Cataluña y ocupar Tarragona. Más tarde, a
partir de 1810, Macrlonald va. no tratará mus ouie man
tenerse en el Ampurdán y en Barcelona; más allá de di
chas reoones se extenderá una “tierra de nadie”, al al
cancede las columnas de ambos bandos, Por ‘Itimo, una
extensa zona comprendida en el friáneiilo Urael-Car
dona-Berca, inaccesible al Eército francés, será iltili
zada como refueio séguro por las tropas españolas. Tra
tar de romper este eauilihrio suponía una aventura que,
/or2osanvente, debería presentar como saldo: el fracaso,
ya que para poder intentarlo—comó siempre—rran pre
cisos re/uer2o&
Mar’donald, sustituyendo a Auareau, torna el mando
del Ejército el 20 de mayo de 1310. E un soldado oue,
debido a su francrle7a, a veces desesperante, y a una
total falta de. flexibilidad, se ha enemita.do tanto con
Moreau como. con Bonaparte, al i’al cine, pasado el
tiempo, se indispondrá con Luis xvrii. Sin embargo,
en el momento de su llegada a, España. se acaba de re
conciliar en forma espectacular con el Emperado oue,Ie
ha nombrado Mariscal sobre el campo de ba.falla de
Wa°am. Con tal carácter, más sólido nue hrillante, pa
•rece el Jefe adeciado para resolver los nrobl°rnas rio la
ocupación de Cataluña, cuya enumeración pudiera ser:
primero. o al menos el más urqente, el abastecimien
to de Farcelona, problema, dejado por Allaarernl. ya nne
en. la plaza tan sólo quedaban víveres para dos meses.
El segundo, conducir al Ejrcito al vIIe riel r1qIreat,
para. lo, •que, se necesitaba transformar a Barcelona en
base de operaciones y crear en ella almacenes, no tan
59.
sólo para sus guarniciones, sino, también, para los 20.000 en la Baja Cataluña sin tener el apoyo de Aragón. Con
hombres de las divisiones que debían operar, liberándci
secuentemente, el Emperador, adoptando una lógica so
se así de la enojosa sujeción del “cran convoy”.
lución, decidió poner a las tropas activas del 7. C. de E.
En principio se pensó en utilizar el transporte ma
a las directas órdenes de Suchet, encarando a éste la
rítimo, pero tuvo que ser desechada tal idea, por falta ocupación de Tarragona. En cuanto Macdonald, reducido
de los cañoneros necesarios para proteger el tráfico tan sólo a su Cuerpo de “ocupación” del Ampurdán y
naval, no tan sólo por la presencia en la mar de los a la guarnición de Barcelona, queda totalmente impo
barcos ingleses, sino, también, ante los españoles que tente para cualquier acción activa.
infestaban la costa, ya que los guerrilleros tanto actua
Tarragona
es tomada el 28 de junio de 1811, y al
ban por tierra como en la mar.
mismo timpo, más de la mitad’de las tropas regulares
Resuelio Macdonald a abastecer Barcelona, metódica
españolas de Cataluña, que guarnecían distintas pla
mente, y por el camino de Hostalrich, conduce tres con
zas, son capturadas, no quedando libres de tal suerte,
voyes. durante los meses de junio, julio y agosto. Por aparte de los guerrilleros, sino unos 4.000 a 5.00 hombres,
tres veces consecutivas, largas hileras de carros, acé
a las órdenes del general Campoverde, que se refugian
inilas, cajones y caballos desfilan por el difícil itinera
en los altos valles del Secre y del I,lobreeat. Sin embar
rio, atravesando pueblos quemados o desiertos, testi
go, a pesar de tan favorable situación, un incidente nue
monio patente del furor de 1808. En la lejanía, de cuan ,vamente impide al 7.5 C. de E. iniciar sus movimientos;
do en cuando, sobre las crestas, se aperciben algunas tal incidente proviene de oue Ja partida de Rovira, sor
siluetas: son los habitantes, que, viviendo entre las rui
prendiendo a la guarnición de Figueras. ocupa tal plaza
nas, esperan termine el’ paso dela columna para regre
y apresa a sus defensores. Nuevamente los franceses tie
sar a, sus destruidos hocares.
nen aue montar el sitio de Ia1uarte tan importante.
Protegido por destacamentos, el convoy se interia en
Corre, pues, a car-o de Sllchet tan sólo el cometido
el desfiladero de los Treinta Pasos—llamado así porque de ocupar el resto de la urovincia., con la cooperación
es preciso cruzar otras tantas veces el río—, detenién
de parte de las fierza,s de Barcelona. Con&ciie hacer
dose constantemente, ya por causa de un carro atasca
replecar a los españoles y ocupar sucesivamente Vich,
do, por una rueda rota, etc. A vanvuardia se hace ne Mová e Igualada, y, por último, dominar Monserrat, nue
cesario desembarazar de obstáculos el camino, reparar
influye tanto de lejos como de cerca en las comunica
las carreteras destruidas, y, cuando el con voy sufre algi’in. ciones.
“golpe de mano”, abrir fuego; entonces los conductores
Después de tres años y medio de operaciones, aparece,
españoles huyen y las reservas francesas tienen que acu
al fin!, próxima laterminación
de ellas; al menos, tal
dir a paso de carca para restablecer la situación y re
e la opinión de Suchet y Macdonald. “PienscesPri
emprender la marcha otra vez, de mala gana y dejando be el primero—que el Emperador encontrará convenien
detrás nuevos despojos: un mulo muerto, algunos sacos te terminar con Cataluña y reconquistar Figueras. antes
desparramados y rotos, varios carros ardiendo, etc.
de dinicire contra Valencia.” “Antes de pensar en Va
Pronto la experiencia viene a demostrar que el Ejér
lencie—-?scribe el otro—, y. M. juzgará, sin duda, opor
cito consume tantos víveres como trae, y que, por tanto, tuno emulear el Ejército que sitia Tarragona para aca
es imposible operar utilizando a Barcelona como base bar con Catal”ña. Desde hace tres años, la experiencia
de abasteçimientos; sin embargo, el Emperador no fa
viere demostrando la necesidad de ocupar la totalidad
cilita la resolución ‘del problema, sino lo complica, al de esta región para conseguir su sumisión.”
ordenar a Macdonald que cubra a Suchet, el cual, des
Aparece, pues. para todos, tal necesidad, como cvipués de haber ocupado Lérida, se prepara a sitiar Tor
(lente, así como la de llevar a cabo una maniobra con
tosa.
vergente con columnas procedentes del Norte, Sur y
Debemos hacer notar la diferente situación de uno y Este. Esto también era tem’ido en el campo español, y
otro general. Mientras Suchet se encontraba perfecta
el desaliento se hizo general. Campoverde es destituído y
mente apoyado sobre Meauinenza y Lérida, donde se su Ejército se dispersa, consiguiendo parte de él embar
aprovisiona pasablemente, el otro, Macdonald, tan sólo car para Valencia, y el’ resto, pasando a través de Ara
puede mantener a sus tropas con los víveres que ellas gón, unirse a las partidas de Mina, que se encontra
mismas transportan, e incluso debe ir a suministrarse
ban en Navarra.
a Perpiñán.
Pero las cosas no suceden como se esperaban, ya que
el
Emperador, con criterio distinto del de sus generales,
Después de varias conversaciones, por cierto un tanto
les
ordena dirigirse contra Valencia. Consecuentemen
dificiles, ‘ya que “el hambre es mala consejera”, se llega
a la siguiente solución: que Macdonald se establezca te, Suchet, reuniendo su Ejército de Aragón, y dejando
alrededor de Lérida, comiéndose así los almacenes de tan sólo unas guarniciones similares a cuatro regimien
tos, repartidas entre Monserrat, Igualada y Cervera, a
Suchet. Sin embárgo, esto no dura mucho, y nueva
fin de enlazar Barcelona con Lérida, se pone en camino
mente dicho general se ve obligado a dejar su estacio
hacia el Sur, en septiembre de 1811. ¡La ú1tma ocasión
namiento, para conducir un cuarto convoy a Barcelo
de terminar ‘con Cátaluña, acababa de es/unarse!
na, lo que obliga a Suchet a, provisionalmente, levan
tar el sitio de Tortosa, si bien, poco tiempo después, ei
Macdonalcl, enfermo de gota y descorazonado, pide
enero de 1811, la citada localidad es ocupada.
su relevo,’ y es reemplazado por Decaen en octubre
Después de las pasadas penalidades, Macdonald, que de 1811. Eate general se había acreditado en su cargo
pens.aba reservarse el honor de conquistar ‘Tarragona, de gobernador del departamento de la Isla de Francia.
Como lo que hacía falta eran refuerzos, y, por tanto, sin
ve desvanecerse sus proyectos, ya que las últimas ope
‘raciones habían evidenciado que no era posible operar ellos, ninguna acción niihtar podia intentarse, se pensó
0
que lo que convenía por el momento era un adminis
trador.
La Baja Cataluña, sostenida por el triángulo Monse
rrat, Lérida y ‘Tortosa, queda a las órdenes de Suchet.
Para cubrir la retaguardia de las tropas empeñadas en
la provincia de Valencia se dispone de las guarniciones
de Lérida, Tarragona, Tortosa y San Felipe de Bala
guer; además, se sitúa la división Frére sobre la co
municación Lérida-Montserrat. En total, una decena de
miles de hombres.
La Alta Cataluña y Barcelona quedan bajo la depen..
dencia de Decaen, que dispone de .unos 29.000 comba
tientes (parece ser que sus efectivos teóricos eran 36.000),
distriuídos
así: 5.000, en Barcelona; 2.000, en Cerdaña;,
5.000, en el Ampurdán y en las guarniciones desde La
Junquera a Hostalrich, y unos 6.000 de protección de
convoyes; quedando tan sólo disponibles unos mil
hombres.
Frente a tales tropas, los españoles, ló más que po..
chan oponer era unos 12 a 13.00 hombres, entre ellos,
algunos centenares de antiguos combatientes, unos 2.000
veteranos procedentes del reclutamiento de “1808, unos
8 a 9.00j reclutas, no más de 1.500 guerrilleros de
vira y unos 500 catalanes del coronel Green.
Por entonces, el general Lacy sustituyó a Campoverde::
se trataba de un extranjero que, sucesivamente, había
estado al servicio de España, luego de Francia y, por
último, había vuelto a la Peninsula con el séquito de:[.
rey José, incorporándose, poco tiempo después, al le
vantamiento
español. Naturalmente, con tales antecedentes no podia por menos de resultar sospechmo; no
obstante, consiguió imponerse y recoger los restos de las
tropas de Campoverde, gracias a la inacción de los fran
ceses, a partir del mismo momento que Suchet volvió la
espalda para irse hacia Valencia. Lacy, al igual que i’1eding en otro tiempo, se preocupó más en con
servar y aguerrir sus tropas que en destruir
al enemigo. Con buen criterio castrense, des
confiaba de los guerrilleros, deseando alistarlos en las fuerzas regulares, e incluso llega a
desarmar a los somatenes. Naturalmente, ter
minó por indisponerse con los catalanes, que
no podían comprender las razones por las que
tenían que reclutar, alimentar y pagar a los
soldados, sin que éstos hiciesen algo para de
fenderlos.
También en el campo español existen des
avenencias. Los generales al mando de Lacy
se encuentran tan divididos como los france
ses. El barón de Eroles, antiguo abogado, tri
bufo más que soldado, es despreciado por los
militares de carrera, que consideran a este
improvisado general como un simple aficio
nado. Miláns, antiguo oficial catalán, descali
ficado y demagogo, a la vez querido y zaheri
do por el pueblo, no gusta de los españoles no
catalanes. Entre los profesionales, es este Mi
láns quien mejor se desenvuelve en la “guerra
de guerrillas”, sabiendo en todo momento em
peñar sus fuerzas sin comprometerlas y reti
rarse a tiempo por la montaña, por medio de
“repliegues escalonados”. A Saarsfield, de pro
cedencia irlandesa, se le considera un borra
o
cho y es detestado y despreciado por los catalanes;
si se sostiene en el mando era gracias a favor de O’Don
nell y de Lacy, ambos compatriotas suyos. Dicho gene
ral no admite en su C. de E. más que extranjeros deser
tores de todos los Ejércitos.
Al lado de dichas fuerzas “regulares”, los “irregulares”
van perdiendo importancia. Lacy consigue incorporar a
sus tropas la partida de Rovira; sin embargo, aún que
dan sin control bastantes desertores de diversas na
cionalidades, que no se inclinan ni por España ni por
Francia, actuando por cuenta propia —ya que siempre
todos los levantamientos tuvieron sus agitadores—.
El equilibrio de fuerzas, momentáneamente desnive
lado a favor de los franceses, con la intervención en la
región catalana de los 30.003 hombres de Suchet, volvió
a quedar restablecido con la marcha hacia Valencia de
las fuerzas del citado general.
En octubre de 1811 los franceses pierden Monserrat
y Cervera, debiendo contentarse el Ejército con seguir
manteniendc—omo
a principios de 1810—la línea Lé
rida-Tarragona, por el Sur, y el Ampurdán y Cerdaña,
al Norte. Entre ambas zonas, Barcelona se encuentra
de nuevo, bloqueada, y así, los españoles pueden enla
zarse libremente con los ingleses en las regiones de Vi
llanueva y Geltrú y Villafranca del Panadés. Poco tiem
po habla de pasar para que los españoles, nuevamente,
iniciaran una ofensiva, ocupando, “casi ante los mismos
ojos de la guarnición de Barcelona”, la localidad de Mo
lins de Rey, y después, por medio de cuatro acciones
sucesivas, los altos valles del Ariége, ya en territorio
francés.
A pesar de tales acontecimieñtos, el Emperador no
cambia su punlo de vista inicial, y continúa mante
niendo los objetivos encomendados a Decaen: “Dispone
de bastantes fuerzas—le escribe—para perseguir activa-
ATALUÑA
RCELONA
Cro
qule
a0 4
S ituaciones respectivas
de Suchety Macdonaid.
611
mente al enemigo y operar con éxito en Cataluña. Cuen
to con que el 20 haya atacado a Lacy, que le derrote, dis
perse a sus fuerzas y las barra después.”
¿Para qué?... “Con estas marchas—escribe Decaen—,
lo más que se obtendrá, en el mejor de los casos, es
tomar contacto con pequeñas fracciones enemigas y dis
persarlas, pero no aniquilarlas.” En efecto, para obtener
el resultado apetecido se hacia preciso ocupar todo el
país.
Lo más urgente—como siempre—era abastecer a Bar
celona, desde donde el general Moathieu Dumas escribe:
“Pronto hará seis meses que nos vemos privados de todo
enlace, de socorros y de correo.”
Decaen, en febrero de 1812, consigue entrar su “gran
convoy” en Barcelona, y, por último, ¡al fin!, puede rea
lizar su gran proyecto: “tener comunicación por la cos
ta”. Para ello ha de construir siete reductos de vigilan
cia de las radas frecuentadas hasta entonces por el ene
migo, y asegurar, además, un refugio para los navíos
procedentes de Pon Vendres. Se hace preciso, igualmen
te, desviar el itinerario terrestre, por estar expuesto a la
acción de los barcos ingleses, doblando así sus vías de co
municación. Por último, alcanza a interrumpir, por el
norte de Barcelona, las comunicaciones costeras entre
los españoles y los ingleses.
Aliviado de la necesidad de hipotecar gran parte de
sus fuerzasen la conducción del “gran convoy”, y recu
perados algunos efectivos, Decaen se encuentra ya en
condiciones de volver a tomar la iniciativa de las ope
raciones, siguiendo las instrucciones de Eniperador; esto
es, perseguir a las partidas de guerrilleros. Así, en 1812,
saliendo de Barcelona, recorre la Baja Cataluña, hacia
Lérida y Tarragona, y consigue dispersar las fuerzas de
Milans, de Manso y de Eroles. Mientras tanto, el general
Lamarque, operando alrededor de Gerona, unas veces
se dirige hacia Olot y otras se orienta en dirección Ma
taró. Por “Itimo, en agosto, el general Maurice Mathieu
hace capitular al coronel inglés Green, en Monserrat, y
desmantela el fuerte que defiende tal región. Pero como
de sobra es sabido, se hubiera precisado mantenerse en
tales lugares, ya que con tan sólo las expediciones era
imposible conseguir resultados duraderos.
Siempre ha sido expuesto rehacer la Historia funda
mentándose en suposiciones, tales como: “Si se hubiese
hecho tal o cual cosa...” No obstante, sianos permitido
pensar: si el Emperador no hubiese enviado a Suchet
a Valencia, a pesar de todos los errores que se cometie
ron, la pacificación de Cataluña hubiera podido ser fac
tible en aquella época. Para ello, es preciso retroceder
a algunos años anteriores.
Recordemos que el Ejército francés entró en Cataluña
como aliado de los españoles; consecuentemente, tanto la
administración
del país, como la subsistencia de las
tropas, debían correr a cargo de las Autoridades nacio
nales. Después de la abdicación de Fernando VII. di
chas autoridades permanecieron en sus puestos, aunque
sin saber, ciertamente, en nombre de quién gobernaban;
pero, de todos modos, su situación nos resultaba cómoda.
A su llegada a Cataluña, el mariscal Gouvion St-Cyr,
inclinándose ante las exigencias de Madrid, trata de ha.
cer prestar juramento de fidelidad al rey José a dichas
autoridades,
con ello obliga a los funcionarios espa
ñoles a rehusar el reconocimiento del “rey intruso”, con
62
lo que resulta obligada la destitución de todos los opo
nentes y, naturalmente, su sustitución. ¿Cómo se con
sigue el personal sustituto?... A base de una mezcla de
franceses e italianos. Se alinean con el]os los españoles
“afrancesados”, cuya mayor parte se constituye en com
plices de los anteriores: “Nunca se vió entre los em
pleados del Ejército tan eran número de pillos como los
que se reunieron en Catalüña para robar a las tropas
y a los habitantes del país.” El general Lechi, goberna
dor militar de la ciudad, era el primero de ellos.
Augereau, ante el “clamor público”, a su llegada a
Cataluña, se ve obligado a destituir a Duhesme, que tan
sólo pensaba en la seguridad de la subsistencia del Ejér
cito, permitiendo toda clase de medios coercitivos para
conseguirla; incluso él, posiblemente también, se apro
vechaba de tal sistema. Sin embargo, debe llecarse al
mando de Macdonald para que la “limpieza total” fue
ra un hecho.
Barcelona, totalmente arruinada, se vino abajo, a tal
extremo, que en menos de un año su población inicial
de 160.000 habitantes, pasa a 33.000. La autoridad im
perial, que se vanagloriaba de ‘íregeneradora”, era un
verdadero desastre, de cuyo mal jamás habría de cu
rarse la Administración francesa de Cataluña, y Barcelo
na, hasta el fin, continuó siendo “un saco roto”. Pocos
generales y funcionarios que por dicha Administración
pasaron se libraron de sospecha más o menos fun
dada. A esto debe unirse que los españoles que hubie
ran sido capaces de enderezar tal situación, habían sido
empujados contra los franceses, por el asunto del jura
mento, de desastrosas consecuencias.
Con el país debilitado por una guerra que no pare
cía tener fin, “muchos de sus habitantes hubieran desea
do someterse, más que por afecto hacia nosotros, para
quedar tranquilos”, escribe Reille. Pero a continuación
añade: “Para ello seria preciso poder protegerlos, dado
que los jefes de las partidas de guerrilleros les inspi
ran tal temor, que nadie osa declarar tal sentimiento.”
A tal respecto, Lamarque manifestaba “que, a pesar del
odio de los catalanes hacia Lacy y su asco por la gue
rra, las órdenes de las Juntas eran obedecidas incluso
dentro de nuestros acantonamientos”. Hubiera sido ne
cesario que el Emperador comprendiese que la llave de
la situación se encontraba allí. Ello no ocurrió, según
puede verse corno interpretaba las funciones de Decaen:
“Libérese de los minuciosos detalles de la administración
y dedíquese por entero a terminar la guerra. No consi
dere el título de gobernador general más que como una
distinción honrosa y moral que se añade a vuestra
autoridad real; así, limítese a sancionar los trabajos de
la Administración civil, con lo que creo que os coloca
réis dentro de la verdadera situación, alcanzando resul
tados decisivos.”
Además, era ya demasiado tarde y el drama tocaba, a
su fin. En otros teatros de España, Madrid era aban
donado en 1812, después de la batalla de Los Arapiles,
y a fines de 1813, el Ejército francés era empujado ha
cia el Bidasoa, a causa de la acción de Vitoria. En oc
tubre de 1812, el Emperador consultaba—hecho inaudi
tc—a Soult y a Suchet, para que se las arreglasen como
mejor pudieran para salir airosos de tan difícil prueba.
Un año después, el segundo escribía sin desfigurar nada:
“Tal es el mal, que es difícil repararlo.” AdvirtióndolO
Napoleón, que ya había reconocido el fracaso, dijo:
“Ahora es preciso guardar ese país para, don él, buscar
compensaciones.” Cataluña queda, pues, reducida á esto:
una carta de guerra con la que especular y óbtener de
Fernando VII su neutralidad, a fin de poder retirar las
tropas francesas de la Península. Se imponé, pues, la
necesidad de permitir sin condiciones el régreso del Rey
Fernando a España.
¿Razones del fracaso?... El propio Clarke, ministro
del emperador, nos las dicé, al analizar las numerosas
Enloalto
memorias de los proyectistas para acabar la guerra en
España. Sobre tal particular, escribe: “Las causas que
motivaron
nuestro fracaso en España provienen de sus
inveteracjrj costunvbres, el carácter nacionnl y de ¿as ms
tituciones existentes en Francia, así como de lós abusos
que produjeron motivos profundos de descontento difí
ciles de destruir. Además, la impunidad absoluta para los
grandes culpables y la indulgencia del Gobierno ante•
todoa los delitos cometidos en España, transformaron el
mal en incurable.”
de labatalla
Mayor ROBERT WINKLER.—D.e la publicación norteamericana “Infant•ry
School Quartely”, de la Escuela de Infantería de Fort Bea.ning. (Traducción
del Capitán Eduardo Gómez-Acebo Rodil, Alumno de la Escuela de E. M.)
Con el advenimiento del helicóptero, los Mandos de oscuridad nocturna, y generalmente llevando al Ayudan
Regimiento, División, Cuerpo de Ejército e incluso de te o un Oficial de la Tercera Sección de E. M. a bordo,
Ejército, disponen ahorá de un vehículo que les ofrece hacía un recorrido por todo el frente de la División. De
la posibilidad de dirigir las operaciones y mover sus Uni
esta forma, cada Regimiento y, en las zonas peliíro
dades con mayor facilidad que en cualquier otra época. sas, cada Batallón, era visitado por un representante
Antes del conflicto coreano, el helicóptero era consi
de la División, que se aseguraba por sí mismo, en el te
derado como un medio más de enlace -de las Fuerzas
rreno
de que las Unidades estaban enlazadas en sus flan
Aéreas, apto para ser empleado en las mismas misiones cos y que
los sistemas de fuegos estaban convenientemen
y forma que el “Cachorro” de la G. M. II. Cuando em
te
organizados.
El Mando ya nó tema que confiar en
pezó la lucha en Corea, el Ejército organizó apresura
superponibles informes verbales, sino que se asegu
damente cuatro unidades o destacamentos de helicóp
teros para su envío a las zonas de combate, estando estos raba por sí mismo de que toda la información relativa al
destacamentos organizados para atender también a la despliegue de las tropas era oportuna y exacta; al mis
mo tiempo, los Mandos subordinados recibían informa
evacuación de bajas en el campo de batalla.
Las primeras misiones tácticas llevadas a cabo por un ción sobre el terreno, despliegue enemigo en su frente y
situación de las Unidades vecinas.
helicóptero del Ejército se iniciaron en la cabeza de pla
ya de Hungnam, e incluían enlace y reconocimientos
aéreos y fotográficos, probando estos ingenios sus es
DIRJCCION D13 LAS OPlRACIONES
pléndidas condiciones desde la iniciación de aquéllas.
No existiendo una experiencia anterior en la que apo
El E. M., con su helicóptero de transporte, visitaba las
yarse para el empleo de los helicópteros, táctica y téc
bases
de patrullas, comprobaba las operaciones de éstas
nica fueron desarrollándose gradualmente, como resul
y la marcha general de todo el frente de la División;
tado de su utilización.
también obtenía una verdadera imagen del terreno y
Una enumeración de los métodos de empleo de los he
licópteros en Corea mostrará el polifacetisnio de esta red de comunicaciones dentro de la zona de acción di
visionaria, que le auxiliaba a resolver los problemas lo
aeronave dé alas giratorias.
gísticos.
Si para llevar a cabo un reconocimiento o dirigir una
operación,
uno de los Mandos de Regimiento o un Ofi
LMPLEO POR LOS MANDOS.
Reconocimientos
cial de E. M. podía emplear provechosamente el helicóp
y dirección de las operaciones.
tero, éste era puesto a su disposición. Era frecuente,
cuando el Oficial de E. M. había observado la acción
Los Mandos de División normalmente recibían el in
de una determinada Unidad, o una forma importante
forme del helicóptero muy de mañana. Dicho Mando, o del terreno9. que tomara tierra en el P. M. de aquélla y
el segundo Jefe de la División, recorrían su frente desde tratara la cuestión con su Mando; también solía ocurrir
el aire; no sólo utilizaban el helicóptero para los rece- que enviara entonces a dicho Mando con el helicóptero,
nocimientos, sino también para dirigir las operaciones y para que viera por sí mismo la acción o el terreno dis
tomar contacto con las. Unidades vecinas. Una de las téc cutido.
nicas desarrolladas a principios de 1951 demostró ser de
La ofensiva china de abril de 1951 ofrece un buen
gran valor el helicóptero; inmediatamente antes de la ejemplo de la eficacia del helicóptero: las tropas chinas
-
—
63
habían aislado al Batallón flelga del resto de la Ter
cera División, mientras que una violenta acción tenía
lugar a lo largo del sector divisionario. El Oficial de la
Tercera Sección de E. M. hizo una visita personal en
helicóptero al Batallón aislado; no habiendo sido efi
caces las transmisiones con la División, se habia toma—
do la decisión de retirarse a pie por un barranco que
hacía imposible la evacuación de heridos y vehículos.
Empleando el helicóptero, se llevó a cabo un reconoci
miento que hizo posible encontrar un itinerario para
que los vehículos del Batallón salieran de la posición,
mientras los elementos a pie se retiraban por el ba
rranco y los helicópteros evacuaban a los heridos. Al
mismo tiempo, la radio del helicóptero era eficazmen
te usada para dirigir el fuego de Artillería y ataques
aéreos en apoyo de la retirada. Al día siguiente, elhelicóp
tero fué empleado para coordinar el repliegue de la Di
visión entera. En este momento, el Mando enemigo trató
de cortar la ruta principal de retirada; el segundo Jefe
de la División dirigió personalmente las fuerzas envia
das a contraatacar, siguiendo la acción desde el helicóp
tero. A lo largo de esta operación, el Mando divisiona
rio mantuvo un rígido control de sus fuerzas, debido a
su posibilidad de mantener el enlace con lodos sus Man
dos gracias al empleo del helicóptero.
Como ejemplo de las polifacéticas características del
helicóptero, debe hacerse notar que, en varias ocasiones,
los zapadores divisionarios aceleraron sus reconocimien
tos e inspeccionaron los trabajos importantes gracias a
la utilización de esta aeronave para cubrir el Sector.
La Cuarta Sección de E. M. reconoció las vías de abas
tecimiento, el Jefe de la Policía Militar resolvió proble
mas de tráfico y el Jefe del Batallón de Carros encon
tró caminos para sus yehicuios por medio de reconoci
mientos combinados aéreos y terrestres.
ladones de aviones derribados detrás de las lineas ene
migas; esto no sólo ahorró personal muy necesitado y
de alto nivel de entrenamiento, sino que fué un gran
factor moral para las tripulaciones que llevaban a cabo
sus misiones al otro lado de las líneas enemigas.
El helicóptero divisionario estaba siempre preparado
para atender a una llamada de otra aeronave de su
G. U. Un piloto cuyo avión fuera seriamente averiado
por el fuego enemigo, llamaba inmediatamente a la faja
de aterrizaje de la División, y el helicóptero era envia
do a la zona de donde procedía la llamada, mientras
otro avión divisionario mantenia vigilancia y daba in
formes de situación del avión derribado y de las tropas
enemigas en su proximidad, dándose rara vez un apoyo
más firme a cargo de la Aviación de Caza.
En algunos casos, aviones divisionarios pudieron ob
servar aparatos de las Fuerzas Acreas derribados frente
al Sector de la División; cuando así ocurría, el helicóp
tero solía ser enviado, aunque el sistema normal de res
cate aéreo estuviera también funcionando. Normalmen
te, el helicóptero de la División estaba mucho más cerca
del avión derribado que los helicópteros normales de
rescate de las FF. AA., y en tales operaciones era esen
cial una acción rápida, si se quería llegar a las tripu
laciones antes cte que el enemigo pudiera airanzarlas.
En tales casos, era frecuente que el avión derribado
perteneciera a una patruila, y los componentes restan
tes de la misma pohan proporcionar un violento fuego
de proceccion en un círculo alrededor del aviador caído,
mientras el helicóptero efectuaba su recogida.
PATRULLAS
Los helicópteros fueron usados con eficacia para re
conocimientos en el transcurso de operaciones tácticas,
completando los llevados a cabo por elementos en tierra
y los aéreos mantenidos normalmente por aviones del
EVACUACIONES
Ejército. La velocidad del helicóptero le permitía, ade
Con gran diferencia sobre los demás, el ms notorio más de cubrir amplias zonas, permanecer inmóvil o to—
empleo del helicóptero es la evacuación de bajas. Sin mar tierra para comprobar detalles, tales como resisten
embargo, la evacuación de bajas no era, y no es, una cia de los puentes, viabilidad de los caminos o posibilidad
misión normal de los helicópteros divisionarios; esta mi de existencia de minas; era particularmente eficaz para
sión quedaba para las Unidades de Helicópteros que comprobar terreno y caminos, determinando su aptitud
para el paso de vehículos oruga. En una ocasión, un
servían a los Hospitales Quirúrgicos Móviles del Ejér
cito; pero cuando estas Unidades no podían atender a Mando de División reconoció de diez a quince millas
la corriente de bajas, los helicópteros divisionarios eran a vanguardia de sus elementos más avanzados, que tra
apartados de sus misiones normales para ser dedicados taban de tomar contacto con el enemigo; la informa
ción que obtuvo, si bien en su mayor parte fué negativa
a las evacuaciones.
Además de la evacuación sanitaria, había que llevar en cuanto al enemigo, fué positiva en cuanto a la viali
dad de la zona y valoración del terreno y aceleró con
a cabo la evacuación de pequeñas Unidades a retaguar
dia; dichas Unidades llegaban a quedar aisladas no sólo siderablemente la operación.
por la acción enemiga, sino por causas naturales: el rá
pido fluir de las aguas de lluvia hacía que vaguadas y
ABASTECIMIENTO
corrientes alcanzaran velozmente el nivel de inundación,
aislando con frecuencia patrullas y Unidades. Cuando este
El helicóptero era insustituible como vehículo para
caso se daba, eran, o bien abastecidas, o bien evacuadas
proveer de abastecimientos esenciales a Unidades hasta
por helicóptero, siendo posible con el de reconocimien
to evacuar hasta tres hombres a la vez. Aunque la pe
tipo Batallón; esto era especialmente eficaz en los casos
de Unidades cercadas por el enemigo o aisladas de los
queña fuerza ascensional representaba una seria limi
tación, quedaba compensada por la velocidad con que normales canales de abastecimiento por corrientes de
agua desbordadas, o por tratarse de posiciones en terre
cada viaje podía ser llevado a cabo.
También se usó el helicóptero para evacuar tripu
no montañoso que impidiera el avituallamiento adecua
-
-
64
do por los procedimientos normales. Medicamentos, mu
niciones, víveres y agua eran los suministros principa
les transportados por helicóptero; también se hacía con
frecuencia la sustitución de equipos de radio y baterías
a patrullas y otras unidades aisladas.
MISIONES
DIVERSAS
a)
Jefes con imaginación fértil encontraron usos para
el helicóptero que no aparecen en ning’n Reglamen
to: un Jefe de División, al advertir los faros de ate—
rrizaje con que su helicóptero estaba equipado, pre
guntó al piloto acerca de su potencia y enfoque.
Después que le fué asegurado jue las luces eran
eficaces a alturas de varios cientos de pies, ordenó
a su, piloto llevar a cabo un experimento de reco
cimiento nocturno. Se habían recibido informes que
indicaban que el enemigo estaba utilizando ciertas
carreteras y sendas para mover abastecimientos y
tropas durante las horas de obscuridad con objeto
de establecer una base de patrullas en un poblado.
El helicóptero vciló sobre la zona y, usando los faros de aterrizaje intermitentemente, reconoció los
caminos y sendas en cuestión; los resultados no fue
ron concluyentes, pero proporcionaron una fuente de
información. Se pensó que el helicóptero fuera tal
vez demasiado vulnerable a los fuegos terrestres si
se emleaba de esta forma; pero experimentos rea
usados con unidades propias’ probaron que el heli
cóptero, con todas las luces de cabina reducidas, era
casi imposible de descubrir, aun a baja cota. Se
decidió que si este tipo de reconocimiento nocturno
se hacía a intervalos irregulares y no se abusaba
de él, podía ser valioso en momentos críticos.
b) Otro empleo usual del helicóptero era la recogida
de prisioneros acabados de capturar por patrullas y
su rápidó transporte al P. M. divisionario para su in
terrogatorio. El prisionero era colocado en una de
las camillas montadas en el interior del helicóptero,
de la misma forma ‘que un herido, salvo que al pri
sionero se le hacía yacer sobre el estómago, no siendo
necesario atarle, ya que quedaba completamente ate
rrorizado por la repentina contemplación del terre-’
no desde una altura de doscientós pies. En cualquier
caso, el piloto podía llevar a cabo maniobras violen
tas para impedir que el prisionero trepara a la
cabina.
e)
Ya se ha citado que los reconocimientos en busca de
minas eran llevados a cabo por helicópteros; a sim
ple vista no es posible descubrir desde un helicóptero
un campo de minas cuidadosamente tendido; sin
embargo, y debido a la excelente visibilidad que
proporciona la cabina plástica, unida a la pequeña
velocidad que el helicóptero puede manther, eran
descubiertas las siembras de minas, especialmente
en las vías de comunicación. Este método revelaba
zonas sospechosas a las unidades acorazadas que
habían de. permanecer ligadas a los caminos a causa
de los arrozales inundados y el terreno blando.
d)
También fué empleado el helicóptero en reconoci
mientos que tenían por objeto auxiliar a la recu
peración de material de puentes cuando éstos eran
e)
arrastrados como consecuencia de temporales y ave
nidas consiguientes.
Las columnas de refugiados eran rápidamente vigi
ladas por el helicóptero y los poblados detrás y
a vanguardia de la línea del frente podían ser reco
nocidos en breve plazo por patrullas en él transpor
tadas. Cuando los aviones localizaban grupos pe
queños infiltrados, el helicóptero los mantenía bajo
vigilancia hasta que se lanzaban patrullas en su pro
ximidad para su captura.
PRIMEROS PROBLEMAS Y TECNICAS
EMPLEO DEL HELICOPTERO
EN EL
A) Los mandos aprendieron pronto que el helicóp
tero logra su posición de inmovilidad cerca del suelo,
cuando está sobre una masa de aire estable que hace
función de un cojín, que normalmente aterriza y des
pega en un ángulo inclinado y no vertical, que las con
diciones del viento, especialmente cuando hay fuertes
ráfagas o tiene alta velocidad afectaban al helicóptero.
Descubrieron que los aterrizajes en contrapendiente,
aunque deseable desde el punto de vista de la evitación de
fuegos, podián. ser difíciles, sino imposibles, cuando exis
tían fuertes corrientes de aire descendentes. Llegó a ser
cada vez más evidente que era la capacidad y experiencia
de cada piloto las que solían determinar el tipo de te
rreno en que el helicóptero podía aterrizar.
‘B) Cuando el helicóptero apareció en el teatro co
reano y los Jefes de División empezaron a ir sin previo
aviso a los P. P. M. regimentales y de Batallón, ocurrió
que, en ocasiones, era difícil identificar el órgano de
mando. Se cursaron órdenes para que siempre que un
helicóptero volara sobre un P. M. se desplegaran pai
neles o se diera fuego a una granada de humo colorea
do; éste ayudaba al piloto a determinar las condicio
nes del viento superficial, así como a tomar tierra en
zonas reducidas. Sin embargo, en su apresuramiento
por tomar estas medidas, era frecuente que muchas
Unidades escogieran zonas de aterrizaje no apropiadas.
En este momento, el mayor peligro para los helicópte
ros era probablemente el tendido aéreo de transmisio
nes; aunque los cables eran claramente visibles para el
personal en tierra, desde el aire se confundían con el te
rreno y creaban un serio riesgo. Las Unidades aprendie
ron pronto a marcar tales cables con tiras de tela, o a
colocarlos en puntos que no interfirieran la zona de
aterrizaje.
Llegó a ser una práctica .corriente organizar un pun
to de aterrizaje en cada P. M. tan pronto como éste era
establecido. Cuando el P. M. estaba situado en una que
brada o pendiente, se solía excavar una pequeña me
seta en el talud para proporcionar una superficie ha
risontal al tren de aterrizaje del helicóptero.
.C) Los helicópteros empleados en Corea tenían una
autonomía comprendida entre 105 y 120 minutos; para
ampliarla
y al mismo tiempo ahorrar el que se
pjdía en regresar a la base a repostar, se ordenó que
cla P. M. regimental mantuviera un repuesto de gaso
lina de aviación del adecuado indice de octanos y otro
de aceite. Algunas Divisiones montaron en el exterior
del helicóptero un bastidor que les permitía llevar dos
65
bidones de cincó galones; éstos ei’an vacIados en el
depósito normal tan pronto como lo hacía posible el car
burante consumido; con objeto de reducir el peligro del
fuego enemigo. La gasolina almacenada en los P. P. M.
se mantenía también en bidones de aquella cabida, pues
los de mayor capacidad acumulaban mucha. agua por
condensación.
D) La Infantería de Marina ha dirigido a los Ser
vicios en el estudiode nuevas técnicas para el empleo
del helicóptero de transporte.. En 1948 empezaron los ex
perimentos de movimientos de tropas en helicópteros,
que culminaron en su primer empleo táctico en septiem
bre de 1951, con la operación “SUMMIT”. Unidades de
la Pjimera División U. S. M. C. recibieron la orden de
relevar a elementos del Primer Cuerpo de Ejército
R. O. K. en la cota 884. En la noche del 18 de septiem
bre de 1951 se cursaron órdenes para que el relevo se
ejecutara por tropas transportadas en helicóptero; el
día 19 (D-3) se efectuó un reconocimiento en helicópte
ro sobre el extremadamente áspero terreno; la cota 884
estaba cubierta de bosque y sus laderas alcanzaban pen
dientes de 60-70 grados. Se decidió que primero des
cenderían partidas de desembarco por cuerdas, para pre
parar lugares de aterrizaje, empleando material lige
ro de zapadores y explosivos. Estas partidas ensayaron
procedimientos de desembarco durante el D-1. mien
tras las trópas que habían de ser transportadas se fa
miliarizaban con los helicópteros del tipo H-19, y las
cargas de abastecimientos eran preparadas para ser iza
das en cabestrillos exteriores. Las tropas, preparadas en
los puntos de embarque dos horas antes del momento
de despegue, salieron con arreglo al horario, dirigidas por
radio desde un helicóptero que dirigía la operación,
mientras sobrevolaba la zona de desembarco. En dos ho
ras lueron puestos en tierra 247 hombres, sobre dos dis
tintas zonas; los mismos helicópteros transportaron
17.772 libras de abastecimientos a los mismos puntos en
las dos horas siguientes. El movimiento de las tropas
hubiera consumido un día completo usando los medios
terrestres normales, sobre el difícil terreno.
El primer empleo operativo del helicóptero demostró
claramente la posibilidad de su empleo para la ejecu
ción de envolvimientos verticales. El entrenamiento re
querido para las tropas es breve, consistiendo princi
palmente en que se familiaricen con el tipo de aerona
ve a emplear. Las tropas pueden ser desembarcadas, si
las zonas de aterrizaje son de dimensiones suficientes,
en cualquier formación que el Mando terrestre desee,
con lo que se mantiene la integridad táctica de las Uni
dades y el plazo de reunión se reduce a un tiempo mí
nimo.
El planeamiento de tales operaciones puede ser rápi
do, pero debe incluir, al menos, un ensayo, siempre y
cuando esto sea posible. Los abastecimientos a transpor
tar en los primeros momentos de la operación pueden
ir en cargas mixtas; durante las fases po$teriores, las
cargas pueden ser separadas por materias y establecerse
depósitos provisionales en la zona de desembarco, mar
cados con paineles para las diferentes clases de abaste
cimientos. Esto facilitará al piloto de helicóptero la ope
ración de depositar su red o tarima de carga en el
punto adecuado, y al mismo tiempo reducirá las nece
66
sldade de mano de obra para manipular los abastecI
mientos en tierra.
Las Unidades de Helicópteros de Carga del Ejército
no llegaron a Corea hasta 1952; participaron en seis
operaciones, la mayor parte de las cuales fueron cum
plimiento de misiones de apoyo logístico. Dos de ellas
implicaron movimientos de tropas, pero ninguna de ellas
puede clasificarse como de verdadero carácter táctico.
El Cuerpo de Transporte, al que pertenecen las Unida
des de Helicópteros de esta clase, parece considerar a
esta aeronave como un sustituto del camión, y pone de
relieve que deben ser primordiales las misiones de apo
yo logístico, a expensas de las misiones tácticas en las
zonas avanzadas de combate.
El helicóptero de transporte puede dar a la Infante
ría la capacidad de maniobra que la guerra atómica
requiere; debe ser considerado como un vehículo tácti
co cuyo empleo principal está en la zona de la División.
Deben desarrollarse técnicas que permitan a toda Unidad de Infantería realizar operaciones de transporte
en helicóptero en corto plazo. De esta forma, cada
Unidad de Infantería puede constituir para el enemigo
la misma amenaza que hoy suponen las Tropas Aero
transportadas.
E) La creciente producción de helicópteros hizo po
sible lograr, con carácter eventual, cuatro helicópteros
adicionales en cada División. Esto no afectó material
mente al empleo del helicóptero; su principal efecto fué
hacerlo más asequible, ya que, considerando que una
tercera parte estaba corrientemente sometida a la re
visión normal, quedaban siempre dos o tres dispuestos
para volar en todo momento; éstos quedaban bajo las
mismas rígidas medidas de control impuestas por los
Mandos de División.
La Policía Militar utilizó los helicópteros con gran
fruto en los Campos de Prisioneros de Koje-do; el he
licóptero proporcionaba un excelente vehículo de reco
nocimiento durante los disturbios en alguno de los re
cintos. Los cabecillas eran rápidamente localizados y los
equipos de gases lacrimógenos eran dirigidos desde el
aire para la ejecución de contrarnedidas sobre los amo
tinados. Para seguridad del personal, los helicópteros
fueron preparados para emitir también gas lacrimógeno.
.
ENSEÑANZAS
OBTENIDAS
1. El helicóptero es capaz de llenar cualquier misión
que pueda ser cumplida por los aviones de observa
ción. Sin embargo, debido al alto factor de entre
tenimiento y a las peculiares características de vuelo
de esta aeronave, debe seguirse esta regla basada
en la experiencia: no emplear el helicóptero si un
avión de ala fija puede llenar la función.
2. El entretenimiento es muy importante en los heli
cópteros. Revisiones periódicas, severamente segui
das, asegurarán que sea utilizable el mayor plazo
de tiempo. No alargar los plazos de inspección con
el pretexto de que el helicóptero no puede ser re
tirado del servicio. Tal actitud traerá consigo, in
evitablem.ente, la pérdida del helicóptero por un
largo período, mientras sufre una completa revisión.
•
3.
4.
5
6.
7.
8.
.
Los Mandos de todas las Unidades tipc Sección e
inferiores deben estar familiarizados con las ope
raciones, posibilidades y limitaciones del helicóptero;
esto facilitará el apoyo a estas naves cuañdó sea
urgentemente necesario. Un Jefe de Sección que so
licita el apoyo del helicóptero mientras opera en
terreno difícil debe ser capaz de escoger y prepa
rar puntos de aterrizaje, si pretende cumplir su
misión con éxito..
Deben proporcionarse todas las facilidades necesa
rias para lograr un enlace eficaz que asegure la
máxima seguridad para el helicóptero y él máximo
apoyo para las Unidades en tierra.
El empleo de los helicópteros debe ser flexible, para
permitir retirarlos total o parcialmente de una mi
sión en beneficio de otra de mayor importancia o
urgencia.
La manióbra del helicóptero puede llegar a, ser
difícil .a altas temperaturas y cotas; debe permitirse reducir la carga bajo estas condiciones.
Debe desarrollarse una doctrina fija para el em
pleo de los helicópteros de transporte por las Uni
dades de Infantería.
En sus vuelos a vanguardia, los helicópteros deben
seguir rutas desenfiladas, para evitar su detección
Notas
por la observación enemiga y la localización de
P. P. M. u otros órganos propios.
9. Los pilotos recién incorporados deben recibir una
concjensuda orientación en cuanto al terreno, loca
lización ‘de Unidadés propias y situación, táctica an
tes de que se les ordenen misiones operativas.
10. La seguridad de los puntos de aterrizaje de helicóp
teros puede aumentarse preparando la superficie del
terreno de forma, que evite la formación de nubes
de polvo al posarse. Dichos puntos, siempre que sea
posible, deben ser éubiertos de césped, grava o acei
te usado de motor.
11. Si el aterrizaje debe hacerse en puntos descubier
tos a la observación enemiga, o dentro del alcan
ce de sus fuegos, el helicóptero debe depositar a
su pasajero y retirarse a una posición desenfilada
hasta que aquél esté preparado para’ ser subido a
bordó.
El helicóptero es la versatilidad personificada. Un
completo conocimiento de las posibilidades y limitacio
nes de esta aeronave es esencial para todos los Mandos
de Infantería. Los progresos técnicos de la Infantería
son efectivos sólo en proporción al grado de divulgación
y empleo de tales técnicas entre todos y cada uno de
los Jefes de Unidad.
b r .e ves.
PROYCTILS-BLANCOS
PARA ARTILLERÍA
ANTIAEREA FRANCESES. (De lá publicación Re
vista Nacional cíe Aeronáutica, de .Argentina).—Los tra
bajos de investigación, experimentación y desarrollo que
los franceses realizan en el campo de lós proyectiles-blan
cos para la instrucción de tiro de la artillería antiaérea
se han reflejado, en el XXI Salón Internacional de Aero
náutica de Paris, con la exhibición de dos nuevos proyec
tiles-blancos teledirigidos, de muy interesantes caracterís
ticas.
Uno de ellos es el “SNCAN CT-10-ARS-5501» (el primer
grupo de abreviaturas: SNCAN corresponde a la “Societé
Nationale de ConstructionsAéronautiques
duNord”, cons
tructora del mismo;. Se trata de un proyectil teledirigido,
que despega desde una rampa de deslizamiento, con la
ayuda de cohetes auxiliares y está propulsado por un
pulsoreactor, con el qué alcanza una velocidad máxima
de 450 Km. hora. Su peso máximo es de 650 Kg., teniendo
una autonomía de 35 minutos y alcanzando una altura,
práctica de 6.000 metros.
Su’ organización es semejante a la del conocido v-i, y
puede ser dirigido por radio desde tierra o desde un
avión-madre. Los mandos hacen posibles los virajes a
ambos lados, la “trepada”, el descenso y el aterrizae, re
CUp’erándosele por medio de un paracaídas.
El “CT-1o” está siendo ya construído en serie para la
Marina francesa y para las Fuernas Navales inglesas dél
Mediterráneo.
El otro proyectil-blanco a que nos referimos es el
“SNCAN-CT-20”, también proyectado para la instrucción
de tiro de la artillería antiaérea. Es igualmente telediri
gido y está propulsado por un turboreactor Turbome
ca ‘Marboré II”, de 400 Kg. de Ompuje, yendo equipado
también con cohetes auxiliares para el despegue.
Bastante parecido al proyectil anterior, el “CT-20” es
realmente un perfeccionamiento del mismo, con mejores
características. Así, su velocidad máxima es de 900 Km.
hora, su techo práctico de 14.000 m. y su autonomía de
45 minutos, Siendo su peso máximo prácticamente igual
al del “CT-l0”: 655 Kg.
Recientemente fueron terminados los ensayos con el
“CT-20”, esperándose que, en breve, se comience la la
bricación en serie del mismo.—Comannte
Ory.
MODERNO SISTI3MA DE PRODUCIR ELECTRI
CIDAD.—_(De la publicación norteamericana Military
Review)._—En Alemania Occidental se ha revelado un mé
todo para producir electricidad directamente de la com
binación del oxígeno e hidrógeno y sin necesidad de ele
mentos mecánicos intermedios.
El rendimiento de este nuevo procedimiento ‘es del 70
por iGO,muy superior al 40 por 100 que hasta ahora se
obtenía por los mejores sistemas clásicos, resultando in
cluso más barato y seguro que el que emplea la energía
atómica.
Se dice que científicos norteamericanos, rusos y britá
nicos trabajan desde hace tiempo en proyectos similares
al resuélto por los alemanes,—comancíante Rey de Pablo.
DEFENSA ATOMÍCA EN EL EJERCITO RUSO.
(De la publicación, norteamericana Military RCViSw).—
67
En relación con los modelos conocidos, presentan las
Después de un detenido estudio de las posibles tácticas
defensivas para la guerra atómica, el alto mando sovié siguientes ventajas:
Formar un solo elemento de equipo con varios efec
tico ha desechado toda preocupación por las pérdidas hu
manas a consecuencia de la radiactividad, poniendo una
tos de difícil acondicionamiento.
Substituir el tradicional plato por tres recipientes, en
vez más de relieve su desprecio por la vida de los hom
los que puede distribuirse en forma adecuada los que
bres que mantiene bajo su yugo.
Partiendo de esta idea fundamental, la táctica soviéti
componen normalmente una comida.
ca no prevé el relevo ni la evacuación de las tropas ex
Facilitar su manejo y transporte.
Hacer posible el uso higiénico de cada uno de sus
puestas a las radiaciones en zonas contaminadas, sino
efectos.
que continúa empleándolas, sin contemplaciones, hasta
que quedan fuera de combate.
Conservar durante largo tiempo la temperatura con
Tampoco se preocupa por la protección de las Unida
que se ha envasado el líquido en la cantimplora.—
des expuestas a las ondas caloríficas de las explosiones
Comartdanté Rey de Pablo.
atómicas ni por los incendios que puedan provocar en
bosques y matorrales.
La instrucción de las unidades rusas, en relación con
la guerra atómica, trata de inculcar en las tropas la
idea de que esas armas son una más entre las que tradi
cionalmente se emplean por los ejércitos.—Comanctanie
Rey de Pablo.
—
—
—
—
—NÚEVO MODELO DE CANTIMPLORA—L05 ofi
ciales de Iníanteria don José Sabio del Prado y don Adol
fo Moreno Borjabad —ambos del Ejército español—,
han ideado el modelo de cantimplora cuyos dibujos ilus
tran esta nota y que, al parecer, va a ser distribuida para
experimentación de determinadas Unidades armadas de
nuestro Ejército.
El conjunto se compone de la cantimplora propiamen
te dicha (de un litro de capacidad) con funda de fieltro,
un jarrilo, dos platos y un cubierto; todo ello dentro de
una funda de lonilla caqui, para protección y enmascara
miento.
El acoplamiento de los distintos componentes lo mues
EMPLEO DE LOS HUMOS EN LA AGRICULTU
tran los grabados y la forma de utilizarlos (muy ingenio RA PARA PROTEGERSE DE LAS HELADAS. (De
sa, por cierto) se dduce de la simple inspección de las la publicación norteamericana Armed rorces Cnemical
figuras. Obsérvese el dispositivo de que está dotado el Journal).—Las tropas de 1umígenos han sido empleadas
tapón para que pueda beberse con él a chorro.
en proteger los huertos de Utah contra las heladas, rea
lizando al propio tiempo un entrenamiento militar. Re
cientemente, el personal y material del Cuerpo Químico
de guarnición en el Campo de instrucción de Dugway,
Utah, intervinieron en una operación de urgencia de
ayuda a la población civil.
La provincia de Utah es célebre por sus melocotones,
albaricoques, cerezas y manzanas. En el año 1954, la ri
queza hticola
fué mermada por las, heladas en un 25
por 100. Hacia mediados de mayo de 1955 se preveía
grandes heladas, por lo que las autoridades civiles de la
reglon solicitaron de las militares la intervención del
personal de fumígenos del Campo militar de pruebas de
UugWay.
A las tres horas de recibir la orden de prestación de
ayuda, salía del citado campo un convoy compuesto de
69 vehículos y 5 camiones de transporte, con un total de
25 oficiales y 156 hombres de tropa, con dirección a la
reglon ‘amenazada en el Valle del Provo.
Se montaron 83 generadores de humo M3A1 y se su
ministró el combustible necesario para el funcionamien
to durante una noche. Hacía sólo unas cuantas semanas
que 60 cíe estos mismos generadores de humo se hablan
utilizado en las pruebas atómicas de Nevada. Además,
llegaron otros 25 generadores M3A1 procedentes del De
pósito General de Utah. Así, resultó que se disponía para
la operación ‘de io& generadores, si bien sólo hubo nece
68
sidad de emplear 67. El representante del Ministerio de nente de este nuevo equipo al que nos referimos es una
Agricultura en Utah facilitó el personal civil que ayudó terminal de cuatro canales, que sólo pesa algo más de
al militar en la colocación de los generadores.
ocienta kilogramos y de tamaño muy reducido.
El lunes 16 de mayo se etectuó la emisión de humos
Ilustramos esta nota éon dos fotograíias, en una de
desde las dos hasta las seis, las horas más críticas de la ‘las cuales se ve a un soldado de transmisiones manejanhelada. La tropa permaneció en la región hasta la ‘i’ilti
ma hora de la tarde, pero la presentación dé un tiempo
más benigno eliminó la necesidad de continuar la ope
ración.
Un cálculo previo Indicó que el 100 % de la cosecha
de manzanas y melocotones se habían salvado, y que
las ciruelas, peras y cerezas habían sido afectadas tan
solamente un poóo por la helada., estando ai’in aprove
chables.
Al hacer un resumen de la operación el Coronel Bode,
Jefe del Campo Militar de Pruebas de Dugway, dijo:
“Estarnos muy contentos de haber prestado tal servicio
a la población civil de este territorio, pues además, nos
ha servido este trabajo de entrenamiento de nuestras
fuerzas bajo condiciones de urgencia”.—Comandante de
fnjenieros cte Armamento José Carmona Pérez de Vera.
EQUIPO TELEFONICO MILITAR NORTEAME
RICANO PAR,A LA TRANSMISION DE DOCE CO
MUNICACIONES SIMULTANEAS POR UN. SOLO
CABLÉ.-(De
la publicación norteamericana Mee.’ Po
pular).—El Ejército norteamericano ha comenzado a uti
lizar un equipo telefónico, ,proyectado y construído por
la “Beil Telephone”, que hace posible el establecimien
to d doée’ comunicacionés simultáneas por un solo ca
do una unidad. repetidora o amplificadora de potencia y
mostrando la otra una serie de terminales trabajando en
acoplamiento, a fin de lograr una red coñ un alcance de
hasta, 1.600 kilómetros.—Comandante Ory.
EL TRACTOR FRANCES “BERLIET T-iz”.-(De, la. publicación, norteamericana Meç. Popular).—El
Ejército francés acaba de someter a pruebas un nuevo
tractor semiremolque, impulsado por un motor de ga
solina de doce cilindros y 450 caballos de fuerza, cuya
den ominación es “Berliet T-12”.
Este vehículo pesa doce toneladas y puede transpor
tar una carga útil de cien, a’ alta velocidad y a grandes
distancias.
La fuerza del motor se transmite, mediante diferen
ciales especiales, a las ocho ruedas que tiene el vehículo.
El “T-12” ha sido construído por la fábrica francesa
de automóviles “Berliet”,’ con vistas a que puede moverse en condiciones de ‘marcha relativamente difíciles.’
Comandante Ory.
‘
‘
ble, utilizando diferentes frecuencias para cada una de
ellas.
Parte importante de este equipo son unos repetidores
o amplificadores que, colocados a lo largo de la línea, a
intervalos convenientes, refuerzan’ las señales débiles y
proporcionan a cada unidad un alcance de 320 kilóme
tros; con la posibilidad además’ de unir varios sistemas
entre sí, formándose de este modo una red que puede
cubrir hasta unos 1.600 kilómetros.
El equipo’ está preparado para resistir la duras condi
ciones de la vida de campaña, constituyendo unidades
en forma de maleta, de tamaño y peso reducidos (gracias’
a la utilización de piezas muy pequeñas), que uno o dos
soldados pueden manipular perfectamente. Otro compo
69
LOS PACTOS DE DEFEN
SA DEL “BLOQUE OCCIDEN
TAL”.—La constante amenaza de
una agresión soviética ha llevado
a los países del mundo libre, tam
bién llamados —bastante impro
piamente— del “Bloque Occideri
tal”, a establecer pactos de mutua
defensa,
La Prensa recoge frecuentemen
te la actividad de los órganos rec
tores de estos bloques de naciones
y, por eso, resulta interesante el
gráfico que reproducimos, que
aparece en el “Europaisches Wor.
terbuch”
(Diccionario Europeo),
del Dr. Grosse, ya que deja ver
no sólo la composición de estas
agrupaiones
defensivas, sino la
interdependencia
entre ellas, a
través de las naciones que se han
incorporado a más de una.
Sólo hacer notar, como fácilmen
te lo ádvertirán nuestros lectores,
la ausencia en el gráfico del “Blo
que Ibérico” suscrito hace varios
años por España y Portugal que
e además, pacto de hermandad
entre nuestros dos pueblos ved
nos.—E. de O.
EFECTOS DE LA EXPLOSION
vista Militare).
ATOMICA SOBRE EL MATERIAL.
(De la publicación itaIitna Ui-
DAÑOSORIGINADOS
ENLOSMATERIALES
DEMAYORINTERESMILITAR
PORLAEXPLOSION
A UNAALTURA
DE (600 a 700m+s.)DEUNARMAATO
MICACONVENCIONAL
DE(20KT.)
o
1000
500
15 O
2C
250
ARTILLERÍA
—
-__
—
—.
i1
DEPÓITOTALifMCENES
—
CÁRif
OSDECOMBATE
PE&4D05
Y4fEDIOS’
-
3000 metros
—
—
-
RADARYMATERIAL
ELECTRÓN/CO
A(JTOVEHÍCULOS’
.
CON8TR(JCCIONE.S’
DEMOR/JICÓNAÑ/4ADO
METÁLICAS’
PE8ADA$
LIGERAS’
-
—
DAQSGraves
DE ,$IAMPOSTERIA
BARRACONES’
DE MADERA
-
‘
Cons/c1erbIe4’
AVIONES’
ENELSY/ELO
iiLigeoó’
13L HELICOPTERÓ LIGERO FRANCES “DJINN”
El ingeniero francés Laville ha proyectado un helicóp
tero, que ha sido construído por la “SNCASO” (Soc. Na
cional de Coñstrucciones Aeronáuticas del Sudoeste),
con la denominación “SO-1221, Djinn”, y que está ha
mado a alcanzar una gran difusión en el campo militar,
dadas sus excelentes características, a las que une una
apreciable sencillez de construcción y gran economía.
Es más, su gran maniobrabilidad, incluso a velocidad
reducida, permiten su empleo en combinación con un
camión ligero, fórmando así una unidad móvil de ob
servación y reáonocimiento, cuyas posibilidades milita
res fácilmente se comprenden.
La extrema simplificáción de su construcción y su
funcionamiento excelente han sido logrados como con
secuencia del principio en que se funda el accionamien
to del rotor principal, que permite la eyócción de aire
a presión por las puntas de las palas. Este aire compri
mido es suministrado por un generador Turbomeca “Pa
louste”, habiéndose eliminado todos los engranajes y
embragues normales, que originan un notable aumento
en el coste y un mayor peso. La estructura del fuselaje
es de tubos soldados, con una protección de plexiglás
para la cabina, en la que se pueden alojar dos personas.
Su extrema ligereza, junto con el elevado rendimiento
de su turbina, hacen que el “Djinn” pueda levantar una
carga superior a su propio peso.
En cuanto a su costo, frente al del helicóptero norte
americano más económico, que es de 32.000 dólares, el
“JDjlnn” viene a costar aproximadamente unos 15.000.
Las principales características del “Djlnn” son: Motor
turbina Turbomeca “Palouste” de 250 CV.; peso en va
cio, 310 kgrs. y total, 700 kgrs. Autonomía, con 250 u
tros de combustible, 2 horas y 21 minutos; velocidad má
xIma, 121 km/hora y de crucero, 100 km/hora, Se cons
truye ya en serle.
El “Djlnn”, además de misiones de observación, puede
realizar igualmente cometidos de enlace, evacuación de
heridos, rescate, corrección dl tiro de artillería, etc., y,
en el orden civil, lucha contra incendios, patrullaje de
tipo policial y transporte privado, como más principa
les.—Comancjante Ory.
LOS COHETES EN LA FOTOGRAFIA DE GRAN
DES EXTENSIONES TERRESTRES. (De la publi
cación norteamericana Pop. Mechanics Magazine) .—Re
•
cient’emente y en los Estados Unidos, valiéndose de una
cámara tomavistas instalada a bordo de un cohete “Ae
robee” ha sido posible obtener la fotografía de la más
extensa zona del globo terrestre jamás fotografiada, des
de un punto determinado y simultáneamente: 3.172.750
kilómetros cuadrados, es decir, más de cinco veces la de
la Península Ibérica.
La cámara tomavista instalada en el “Aerobee” actuó
a la altura de 160 kilómetros impresio
nando una película cinematográfica de
18 mm. con 310 vistas de la zona, con
las cuales un grupo de científicos del
•Laboratorio de Investigaciones Navales
de Wáshington, tras un paciente tra
bajo, sobre una amplia mesa, compu
sieron la fotografía en cuestión, cuya
reproducción ilustra esta nota.
El horizonte de la fotografía se ex
tiende a una distancia de ‘aproximada
mente unos 4.500 kilómetros, desde
Omaha y Nebraska hasta el extremo
inferior del Golfo de California en Mé
xico. Aparece en la fotografía todo el
estado de Texas y parte de otros nueve
estados. Por cierto que también recoge
un huracán —el primero en ser foto
grafiado en su totalidad— que pasaba
en aquel momento sobre Texas y me
día unos 1.600 kilómetros de diámetro.
Este dato es sumamente curioso, por
que aquel día el viento superficial que
71.
hacía en Texas era del Oeste y tenía una velocidad flor
mal en tanto mucho más arriba pasaba el huracán.
El cohete “Aerobee” en cuestión fué disparado desde
el Campo de Pruebas de White Sands, en Las Cruces,
en Nuevo México. Este cohete es un arma de 6,10m. de
longitud por 38 cm. de diámetro, que está propulsado
por un motor de combustible líquido, que para su lan
zamiento es reforzado por el empuje de una unidad re
forzadora de combustible sólido.
Una moderna versión de este cohete es el denomina
do “Aerobee-Hi”, de mayor longitud, que es -uno de- los
ingenios que se trata de utilizar como satélite artificial.
Comandante Ory.
ARTE Y MILICIA.— En una. de las salas del Casi
no oscense se he. expuesto recientemente una colección
de pinturas, y una escultura, realizadas exclusivamente
por autores militares. Su pretensión tácita ha sido. pre
cisamente, poner en conocimiento del publico en forma
tangible, una faceta del “espíritu militar”. De ese espí
ritu militar tan complejo y vario, tan sutil y rico de con
tenido, que es capaz de proyectarse en planos distintos,
dando a cada uno, sedfln el momento, la tónica particu
lar que constituye el substrato de la carrera de las ar
mas.
Esta salida al campo artístico de un grupo de exposi
tores militares ha sido una grata sorpresa en cuanto al
mérito de las obras presentadas.
Unos prestigiosos críticos de rte han enjuiciado las
obras en la forma que, extractada por razón de espacio,
se transcribe:
O Capitán D. Manuel Martín Guerrero: Pintor de
personalidad acusada: presenta 17 lienzos, en su mayo
ría paisajes. Su. técnica es pastosa. Muy suelto y seguro.
Resuelve los verdes con equilibrio y dignidad. A veces,
--
-
Cuadro del Capitdn D. Manuel Martín
Guerrero
-
72
Del Comandante
D. Lorenzo Cabrera Fontana
es sutil por sus acordes tonales, en otras, su pintura es
grata y plácida. En sus obras, de estructura moderna, ha
conseguido una graduación de planos simples y colores
sólidos y alegres dignos de un temperamento sensible a
la creación.
• El Comandante ID. Lorenzo Cabrera Fontana exhi
be tres paisajes y dos rincones. Su obra es personal. En
uno de los cuadros —rincón de un pueblo— trastoca la
forma para servir la idea estética, entrando de lleno en
el movimiento impresionista. Otro —paisaje melancóli
co— está más dibujado y uniforme de color. Es una de
sus mejores telas. Indudablemente, Cabrera Fontana po
see condiciones y temperamento. Su producción es dig
na de tenerse en cuenta por la valentía de los trazos y
la ágil libertad con que combina los colores. En sus
obras se observa, además de los aspectos pictóricos, una
sutil concepción interna que revela un alma de poeta.
*
El Capitán ID. Clemente Jiménez y de León Sotelo
cuelga once lienzos. Bodegones y flOres. Pintura de estu
dio, resultado de una interpretación sensible y apasio
nada. Clemente Jiménez es un caso extraño de afición;
hace menos de un año ‘empezaba con unos cuádros tí
midos y vacilantes. En unos meses nos ha sorprendido
con el. limpio trazado de sus obras, en las que no se sabe
si admirar más la flexibilidad de las telas que sirven de
fondo o el desarrollo y estudio de las luces en los cacha
rros y frutas que componen sus bodegones.
® FI Teniente ID. Sebastián. Almagro Castellanos pre
senta varias caricaturas y un dibujo. Su personalidad
está en las caricaturas que, recogiendo en sus rasgos hu
morísticos las lmnea.sfundamentales de las persones re
presentadas, acusan interés con evidente parecido.
Don Luis Rodrígiez Lucas, Teniente, expone un
retrato en acuarela, muy trabajado. No puede aquilatarse su obra por la u’unicapresentada, aunque se sabe que
ha producido más acuarelas, tan buenas y mejores que
la expuesta en este certamen.
Don Luis Blanco Hernández, soldado, presenta una
alegoría sobre la Victoria, modelada en barro y tamaño
maqueta. Es de factura realista y ejecución- correcta,
siendo asombrosa por la naturalidad de gestos y sobrie
dad de realización. Se exhibe,- también por este soldado,
un dibujo a lápiz de S. E. el Jefe del Estado, ampliación
-
Del Capitán D. Clemente ,Jimnez
de León
de una fotografía aparecida en Ejercito. La falta de ori
ginalidad no resta méritos a lo acabado del dibujo.
Esta ha sido, a grandes rasgos, la 1 Exposición dePin
tura do Autores Militares. Esperemos que la semilla por
ella sembrada fructifique en años venideros y que las
futuras exposiciones no desmerezcan en valores artísti
cos a la recientemente clausurada y siendo de agradecer
a las autoridades civiles y militares la Colaboración que
prestaron para su realización.
Comandante Rey de
Pablo.
—
LOS COLEOPTEROS, SOLUCION FRANCESA A
LA IDEA DE LOSAVIONES DE DESPEGUE VER
TICAL. (Extracto y adaptación de la publicación fran
cesa Science et Vie y de la argentina Revista Nacional de
Aerondutica)..—.Es sumamente interesante la aportación
francesa a la idea de los aviones de despegue vertical,
basada en la aplicación del ala anular, con igual perfil
y efectos aerodinámicos del ala comi1n, aunque con la
diferencia de que es como si el plano clásico hubiera
sido curvado, hasta darle la forma de un anillo.
La solución, de por sí interesante por Cuanto supone
una reducción notable de dimensiones, presenta además
la ventaja de que la citada superficie anular sirve tm
bién como pared del estatoreactor que asume la propul
sión del aparato.
La idea se debe a un ingniero llamado Zborowski y el
aparato ha. sido bautizado por su creador con el nombre
de “Coleóptero”.
El proyecto en Cuestión ha entrado en un avanzado
estado de realización, toda vez que ya ha volado un mo
delo propulsado con un pulsoreactor y, parece ser, que
también otra versión equipada con una turbina SNEC
MA “Atar”, de 3.500 Kgrs. de empuje.
Por otra parte, en el XXI Salón de Aeronáutica. de
París se presentaron tres anteproyectos de coleópteros:
Uno de ellos, el “BTZ, Charençon VI”, interceptor tele
dirigido para 2.100 Km/hora; otro, el “BTZ, Bruche A”,
para 1.100 Km/hora; y, un tercero, el “BTZ, Hanneton
III A”, para 600 Km/hora y capacidad para seis pasa
jeros. (Las iniciales BTZ, corresponden a “Bureau Tech
nique von Zborowski”, es decir, a la oficina técnica del
propio inventor).
Es decir, que en el ánimo del creador de los “coleóp
teros” no sólo está la realización de aviones de despeeue
vertical, sino también la, aplicación de su invento a los
ingenios teledirigidos. Por lo que respecta a los prime
ros, se ha divulgado que los “coleópteros” no Sólo po
drán despegar y aterrizar verticalmente, incluso con una
carga de importancia, sino pasar del vuleo vertical al
horizontal y viceversa, sin necesidad de ningin mecanis
mo especial, adoptando en todo momento el piloto la po
sición Conveniente, gracias a un asiento pivotante.
El dibujo que reproducimos deja ver la disposición ge
neral que adoptan los “coleópteros”, en su versión de
avión, con la cabina del piloto en la parte delantera y
el reactor, aprovechando la superficie anular, en la par
te. trasera.
Dadas las reducidas dimensiones y peso de este extra
ño aparato, se prevé la posibilidad de su utilización en
combinación con un camión remolque, que al propio
tiempo pueda ser utilizado como plataforma de lenza
miento.—Comandante Ory.
NUEVO REPETIDOR TELEFONICO DE CAM
PAÑA. (De Army Times).—Ea el Laboratorio de Trans
misiones del Ejército norteamericano, se encuentra, en
fase avanzada de experimentación, un dispositivo, bara
to y de fácil empleo, que aumenta el rendimiento de las
lineas telefónicas de campaña, al incrementar su alcan
ce o distancia a que puede transmitirse, eficazmente, la
voz.
Se trata de un pequeño y robusto repetidor que cabe
en una mano y que, intercalado en la línea con interva
los de unos 10 Km., amplía el alcance hasta unos 50 Rl
lómetros. Un a vez instalado, el repetidor funciona auto
máticamente, sin necesidad de entretenimiento, durante
los diez o doce años que se le calculan de vida.
El elemento fundamen tal del dispositivo es un dimi
nuto transistor, que es el que reduce los efectos de la
atenuación de la corriente en la línea y produce, por
tanto, el zumento de alcance. El nuevo repetidor es mu73
chísimo más pequeño y ligero que los modelos de la gue
rra y postguerra pasada (que estaban constituídos por,
múltiples válvulas electrónicas), a los que viene a sus
tituir. Está formado por una docena de pequeñas pie
zas, integradas en un circuito impreso, recubierto de una
envuelta de material plástico que lo protege de la hu
medad y suciedad. Su coste es inferior a 30 dólares.
Ha sido concebido para prestar servicio, durante años,
sin presentar averías, en las duras condiciones de cam
paña y, además, consume mucha menos energía que
sus antecesores, los cuales precisaban: una batería es
pecial de 24 voltios, cuya carga requería la presencia
de un jeep, o un pequeño generador, el ruido del cual,
al igual que el del jeep, podía ser oído por el enemigo.
El repetidor, en su versión de la pasada guerra, se in
tercalaba en el punto medio del circuito telefónico, pero
no podía ser empalmado a una central para contar con
un ulterior incremento del alcance. Ello se ha consegui
do en la versión de postguerra, que útiliza quince vál
vulas, y puede. ser intercálado en el centro de la línea
o en sus extremos, ampliando el alcance, en el caso más
favorable, hastá 48 kilómetros.
Sin enibargo, para campaña es mucho mejor el nuevo
repetidor, a base del transistor, que puede ser ocultado
en un árbol y empalmado y desempalmado con facilidad,
del cable. En guerra de movimiento, un solo hombre
tiende o recoge rápidamente un circuito completo, labor
qúe, si’ no imposible, resultaría muy penosa con el an
tiguo repetidor, de casi 30 Kg. de peso.
El nuevo ha sido recientemente experimentado en el
Laboratorio de Transmisiones, en cámaras acondiciona
das para averiguar su comportamiento en climas ártico
y desértico, y, antes de ser entregado a las Unidades, se
rá sometido a las condiciones a que deberá hacer frente
en el combate.—Teiviente Coronel Casas.
0
ElConsejoSuperiordeInvestigacionesCientíficas
(Síntesis del Capitán del Regimiento de Infantería
FUNDACION
Y FINES DEL CONSEJO
Se fundó en noviembre de 1939. Su finalidad: “Instru
mento para que los trabajadores de la inteligencia la
boren para el bien común espiritual y material’ de todos
los españoles.”
Funciones
esenciales:
Elaborar una aportación a la cultura universal.
Formar un profesorado rector del pensamiento his
pánico.
Insertar a las ciencias en la rparcha normal y pro
gresiva de nuestra historia y en la elevación de nues
tra técnica.
Y vincular la producción Científica al servicio de los
intereses espirituales y materiales de la Patria.
El C.. S. 1. C. (ronejo
Siiperor de Investaciones
Científicas) fomenta y nromueve la actividad de centros
de invesieecón científica en todos aquellos puntos del
territorio nacional en aue las circunstancias han creado
un clima arito para su establecimiento o donde se ha
considerado conveniente promover afición a la investi
eación científica. sobre asuntos concretos Así, el Con
sejo ramifica sus actividades por toda P.spaña, sembran
do la geo-vrfía de la Nación de Institutos, Centros y
Secciones. En la labor de unificación y coordinación de
estos esfuerzos se encuentra asistido por una serie de
Deleeaciones nue radican en Barcelona, Galicia (Santia.
go), Gerona, Granada, Islas Canarias (La Laguna), Las
Palmas de Gran Canaria, Navarra, Santander, Sevilla,
Valencia, Vizcaya y Zaragoza.
El Estado, al establecer el Consejo, le señaló una fi
nalidad científica, y es la ciencia española la que, ri
giéndose por sí misma, trabaja autónomamente para en-
de Pavía a.° 19, &rnardo Díaz-Pinés y Fernández-Pacheco.)
tregar a la Nación el resultado de sus investigaciones.
De aquí se desprende que la tutela estatal ejercida
sobre dicho organismo sea activa, constante y animada
del sincero deseo de obtener resultados positivos.
REGIMEN
DE GOBIERNO Y ECONOMICO
DEL CONSEJO
—
—
—
—
74
Bajo el patronato del Jefe del Estado, es Presidente
nato el Ministro de Educación Nacional, cue lo repre
senta. El Presidente efectivo es el señor Ibáñez Martín.
Entidades
que sirven, para su regulación interior: Ple
no, Consejo Ejecutivo y Comisión Permanente.
Al Pleno corresponde la orientación, coordinación y
estímulo de las investigaciones científicas, con suición
a las directrices fundamentales de unidad de la ciencia
y servicio del interés nacional.
Al Consejo Ejecutivo, el gobierno y la ordenación de
la investicación científica en todos sus aspectos, el des
arrollo de los planes y orientaciones señaladas en el Pieno, la propuesta al Ministerio de los Vocales de los Pa
tronatos, el nombramiento del personal investi”ador, ad
ministrativo y subalterno, el régimen de pensiones, be
cas, premios, publicaciones, cursos y conferencias de pro
fesores españoles y extranjeros, la redacción de presu
puestos y su aprobación y la creación y modificación de
Institutos.
La Comisión Permanente es designada por el Consejo
Ejecutivo; a ella corresponde la resolución de los asun
tos de trámite y urgentes y la jecución del presupuesto.
El C. S. 1. C. está constituído por un Presidente, tres
Vicepresidentes, un Interventor General, Secretaría Ge
neral y representantes de las T.,Tnivqrsidades,Reales Aça
•0
demias, Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliótecas y
Museos, Escuela de Ingenieros de Minas, Çaminos, Agró.
nomos, Montes, Industriales, Navales, Arquitectura, Be
llas Artes y Veterinaria, Así como representantes de la
Investigación Técnica del Ejército, de la Marina, de la
Aeronáutica, de las Ciencias Sagradas, del Instituto de
Estudios Políticos y de la Investigación privada.
El Consejo se relaciona con varios. Ministerios por
medio de distintos Institutos.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas tie
ne plena personalidad jurídica para la reali7ación de
sus propios fines, y puede, en consecuencia, adcjuirir, ad
ministrar, gravar y enajenar toda clase de bienes y,
en ceneral, realizar todo acto jurídico de carácter. pa
trimonial.
Por distintos cauces llegan al Consejo sus ingresos or
dinarios: Las asignaciones que figuran en los presupues
tos, generales del Estado y subvenciones del mismo y de
Corporaciones, Asociaciones y particulares; el produc
to de lá venta de publicaciones y trabajos de sus Ins
titutos y Centros; recaudación por cualesquiera otros ser
vicios propios; herencias, legados, fundaciones, dona
tivos en sil favor, etc., etc.
Las sumas invertidas desde su fundación son las si
guientes (1):
(1940) 3.195.500, (19411 4.448.730, (1942)
(1943)
10,423.090, (1944) 12.015.640, (1945) 14.015.640, (1946)
33.915.640, (1947) 40.915.640, (1948) 43.015.640, (1949)
55.791.640,’ (1950) 65.941.640, (1951) 85.941.640 (1952)
104.085.250, (1953) 104.085.250.Total en trece’ años:
571.131.830.
El crecimiento de sus ingresos económicos obedece al,
ritmo ascensional del mmero de sus centros de trabajo
y de investigación. Los veinte centros del principio se
convirtieron en 141 Instituciones en 1953.
Naturalmente, én los dos años siguientes y en ‘el actual
ha aumentado ‘extraordinariamente tanto su presupues
to como la creación de nuevos centros, todo en’ con so
nancia’ con el carácter de sus actividades, toda vez que
una empresa de tan gran ambición, una obra de’ tan
gÑndes realidades y perspectivas, necesita un régimen
económico apropiado a su naturaleza y desarrollo.
dicina y Biología Animal, y Alonso de Herrera, de Biolo
gía Vegetal y Ciencias Agrícolas.
La Matemática, la Física, la Química y la Astro
nomía tienen su asiento en el Patronato Alfonso el Sabio.
Lo constituyen 17 Centros.
El Patronato Juan de la Cierva tiene como misión
la investigación de carácter técnico e industrial, de acuer
do con las directrices fundamentales de unidad de la
ciencia y servicio del interés nacional. Cuenta con vein
te Institutos o Centros.
Los estudios e investigaciones locales se agrupan en
torno del Patronato José María Quadrado, que coordi
na la5 actividades de los distintos Centros existentes por
toda la nación.
Y, por último, integran el Patronato Diego de Saave
dra Fajardo aquellos Institutos y Centros dedicados a
los estudios geográficos y bibliográficos, junto con otros
que tienen como Contenido de estudio e investigación te
mas que afectan a más de uno de los Patronatos deI
Consejo.
De este modo, y en grado ascendente, va extendiéndo
se por todo el ámbito nacional la actividad cultural del
Consejo, que, a la par que ayuda y tutela, sirve de es
tímulo y acicate en el progreso de todas las ramas del sa
ber, pudiéndose afirmar que no hay ningún resorte que
no sea tocado por dicho Organismo.
‘
.
OROANOS DE INVESTIOACION
Para la mejor realización de la tarea encomendada,
el Consejo ha creado una serie de Patronatos que llevan
el nombre de figuras relevantes de la ciencia española.
El C. 5. 1. ‘C. cuenta, para sus fines de investigación, con
ocho Patronatos, oue tutelan más de 140 Institutos o
Centros desparramados por toda la Nación.
Las ciencias del espíritu están representadas por trein
ta y un Centros, agrupados en los dos Patronatos si
guientes: Patronato Raimundo Lulio, especializado ei
Ciencias Teológicas, Filosóficas, Jurídicas y Económicas,
y Patronato Marcelino Menéndez Pelayo, de Historia,
Filosofía y Arte.
Las ciencias biológicas, por 37 Centros, integrados den
tro de dos Patronatos: Santiago Ramón y Cajal, de Me‘
BIBLIOTECAS
En lo que atañe a este aspecto, cuenta el Consejo con la
Dirección Bibliográfica y un Servicio de Cambio Científico
Internacional. En el edificio Central del Consejo, Serra
no, 117 (Madridl se halla instalada la ‘Biblioteca Gene
ral, la cual actúa como Centro coordinador de las res
tantes bibliotecas especiales distribudas por los Institu
tos. El n”mero de ejemplares que puede tener se acerca
a los 700.003. En la actualidad contiene más de 100.000
y cerca de 1.500 colecciones de revistas.
La’s bibliotecas especiales se acomodan necesariamen
te a los fines peculiares de lbs organismos que las al
bergan. Su fondo bibliográfico se calcula en más de un
millón y medio, y un total de más de 15.000 colecciones
de revistas.
Con la Biblioteca general y las numerosas especiali
zadas, el Consejo pone a disposición del estudioso toda
una serie de medios necesarios para su orientación y
estudio.
SERVICIO DE .DOCUMENTACION CIENTIFICA
En mayo de 1951 fué creado este servicio, cuyos fines
son:
Recoger, clasificar y seleccionar, del material ciue re
cibe el Consejo, todas las informaciones o datos so
bre la vida universitaria mundial.
Congresos, actos, sesiones c,ientíficas y actividades uni
versitarias.
‘Nombramientos o cambios de las principales perso
nalidades científicas.
Nuevas leyes relativas al campo docente.
Creación de nuevos Centros Universitarios o de En
señanza.
—
—
—
—
(1)
Sekabia del Consejode Investigaciones
Científicas. No confun
dir con el 1. N. L—(N.de laR.)
—
75
—
—
esarrollo
de la :vida estudiantil.
Estadísticas universitarias, etc., etc.
CAMBW
INTERNACIONAL
Desde que se constituyó el Consejo, se tuvo en .cuenta
la ob1íación de establecer contacto con el extraniero,
ya que por su naturaleza y fines este organismo necesi
taba relacionarse con la investigación científica de otros
paises. Ineludible necesidad que vino a cumplir la sec
ción denominada Cambio Internacional, a la que se en
comendó el m.ntenimiento de contacto con los medios
científicos del exterior. Se mantienen cambios con unos
tres mil organismos. En especial, existe una intensa
relación con los RE. UU., país en que hay intercambio
con aproximadamente 300 Centros; con 240, en Italia;
con 250, en Argentina; con 150, en Portugal; con 97, en
Bélgica; con 40, en Suecia.
Entre la Biblioteca General y las bibliotecas de los
diversos Institutos, distribuye la sección de Cambio In
ternacional unas 5.250 revistas, mímero al que hay que
añadir los recibidos directamente por algunos de estos
Centros, en virtud, como dijimos, de acuerdos indepen
dientes. El Consejo recibe también, pqr medio de este
sistema, más de 18.500 publicaciones no periódicas.
RELACIONES
CON EL EXTERIOR
Otro de los aspeótos al que el Consejo concede aten
ción particular. es el de los viajes a España de investi
gadores extranjeros, a los que se invita para desarrollar
actividades en los Institutos. Estas invitaciones obedecen
a un plan de trabajo previamente formado por distin
tos Centros que dependen del Consejo, y para cuyo des
arrollo se precisa la colaboración de investigadores es
pecializados de otros paises. Con este objeto han estado
en España detacadísimas figuras de la investigación
extranjera:
Premios Nóbel, científicos de reconocida
autoridad en su campo de actividad, profesores, etc., en
numero tai, que harían interminable su relación. Como
muestra de esta intensa colaboración extranjera, men
cionamos a los 135 profesores extranjeros que, unos en
su calidad de consejeros de honor y otros como repre
sentantes de los centros de investigación y Universidades
de otros países, asistieron a los actos conmemorathos del
X Pleno del Consejo y que constituyeron una de las
más brillantes representaciones que haya podido re
unirse de las más destacadas personalidades de la Cien
cia universal.
La participación de España en los Congresos Inter
nacionales va siendo cada día más numerosa. Ya no es
posible ninguna reunión científica sin que la investira
ción española deje de concurrir a ella, no sólo para ha
cer un acto de presencia, sino también para aportar sus
comunicaciones.
Personalidades españolas han concurrido y concurren
a centros de investiración de los países siguientes:
Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran
Bretaña, Holanda, Hungría, Irlanda, Portugal, Suecia,
Suiza, Argentina, Brasil, Canadá, Cuba, Estados Unidos,
Méjico, Puerto Rico, Santo Domingo, Venezuela y de-
76
más Repflblicas americanas, Filipinas, Israel, apón y
Marruecos Francés. El número de estos pensionados es
como sigue: En 1940, 3; en 1941, 8; en 1942, 51; en 1943,
72; en 1944, 39; en 1945, 70; en 1946, 105; en 1947, 49;
en 1948, 38; en 1949, 118; en 1950, 104; en 1951, 183;
en l9.2, 179, y en 1953, 117.
La sección de Cambio Internacional es la encargada
de gestionar la admisión de los investigadores españoles
en los centros en que desean ampliar sus estudios, a]
mismo tiempo que pbne a disposición de los interesados
la debida información de aauellos lugares de trabajo
donde van a ser destinados.
Referente al intercambio de investigadores, aunque
presenta grandes dificultades, por el mbmento, se lleva
a la práctica con la Universidad de Ben y Lovaina, En
tish Coundil, Escuela Superior Técnica de Munich, Uni
versidades de Góttingen y Pavía y algunos otros Centros.
PUBLICACIONES
Las publicaciones del Consejo han extendido, en estos
iíltimos años, el campo espiritual de la vida española.
Lo que representa en el ámbito deja ciencia, en el vasto
territorio sin fronteras de la cultura, puede atestiguar
lo la gran difusión que alcanza el “Catálogo de Publi
caciones” y el “Boletín Bibliográfico”, reclamado por
casi todos los países del mundo. El “Boletín Bibliográ
fico”, concretanaente, en su tirada mensual de más de
50.000 ejemplares, se solícita y difunde por las siguien
tes naciones: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Es
cocia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Inclaterra,
Irlanda, Italia, Noruega, Portugal, Grecia., Suiza, Ca
nadá, Estados Unidos, Palestina, India, Turquía, Egip
to, Filipinas, Japón, Argentina, Bólivia, Brasil, Colore
bia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Méjico,
Nicaragua, Paraguay, Panamá, Puerto Rico. El Salva
dor, Uruguay y Venezuela.
Sunian las publicaciones, en trece años, 1.609 títu1os,,
sin contar los que los Patronatos han editado por su pro
pia cienta. Complemento de estas obras son las 121 re
vistas periódicas que edita el Consejo. Estas están a car
go de los ocho Pacronatos, del siguiente modo: Raimun
do Lulio, 17: Menéndez Pelayo, 22; Ramón y Cajal, 17;
Alonso de Herrera, 7; Alfonso el Sabio, 8; juan de le
Cierva, 10; José María Quadrado, 27, y Saavedra Fa
jardo, 12. Merece especial consideración la revista gene
ral “Arbor”, que reéoge en su plena síntesis humana y
doctrinal los temas cultivados por todos los Institutos
y que, al mismo tiempo que constituye una fuente infor
mativa de los movimientos culturales extranjeros, es el
ndice de la vida cultural española.
PREMIOS
DEL CONSEJO
Cada año se abre convocatoria para los premios siguien les:
Uno para Letras y otro para Ciencias, denominado
“Francisco Franco”, de 50.000 pesetas cada uno.
Tres para Letras: “Raimundo Lulio”, “Antonio de
Nebrija” y “Luis Vives”, de 20.000 pesetas cada uno.
Tres para Ciencias: “Alfonso el Sabio’, “Santiago
—
—
—
.
amón
y Caja1’ y “Alonso }errera’, de 20.óóÓpe
setas cada uno.
Cuatro premios “Menéndez Pelayo”, para las Letras, de
5.000 pesetas cada uno.
Cuatro premios “Leonardo Torres Quevedo”, para las
Ciencias, de 5.000 pesetas cada uno.
Dos de 40.000 pesetas cada uno, concedidos por el
Patronato Juan de la Cierva.
Dos de 20.000 pesetas cada uno concedidos por el
mismo Patronato.
Resumiendo: desde 1941 al 1951 han sido concedidos
18 premios “Francisco Franco”; de Letras y de Cien
cias; 60 de Letras, 41 de Ciencias y 21 de investigación
Técnica; en total, 140, teniendo en cuenta que hubo con
vocatoria en que quedaron premios desiertos.
Los tribunales para la concesión de los mismos han
estado integrados por unos 110 miembros, 10 por con
vocatoria (5 para Ciencias y 5 para Letras), sin que has
ta la fecha se haya repetido ningún nombre, con arre
glo a un criterio deamplia y abierta renovación eñ cuan
tas convocatorias se han anunciado para la concesión
de estos galardones.
tranj eras, sin olvidar el concurso perm anene de los nu
merosos hispanistas repartidos por todo el mundo.
—
—
—
—
COLABORADORES
E INVESTIGADORES
Existen plazas de colaboradores e investigadores con
óptimos resultados. Desde 1946 hasta 1951 se cubrie
ron 77 plazas de los primeros y 14 de los segundos. Ade
más, fué creada en 1944 la Escuela de Estudios Auxilia
res de la Investigación, con secciones bibliográficas y de
idiomas y de técnicas biológicas, físicas y químicas. Es
ta Escuela se encuentra en la calle Manrique, cerca del
grupo principal del edificio que el Consejo tiene en
Madrid.
•
LA CIUDAD DE LA INVESTIGACION
Por toda Epaña tiene el Consejo distribuidos suS Ins
titutos, sus Centros de trabajo. En Madrid, al final de
la calle de ‘Serrano, desde Pinar a la plaza de la Re
pública Argentina, se halla levantada una auténtica ciu
dad de la investigación. El grupo principal lointegran:
la iglesia del Espíritu •Santo; el Edificio Central, sede
de distinsas Instituciones; la Biblioteca General, y di
ferentes pabellones donde se alojan diversos Institutos
de la Investigación.
DEL13GACIØNES DEL CONSEJO EN ROMA
Los Ministerios de Asuntos Exteriores y Educación Na
cional, conjuntamente, establecieron en Roma una De
legación del Consejo Superior de Investigaciones Cien
tíficas, con la finalidad de continuar las tareas de la
ciencia y de la investigación española en la Ciudad Eter
na, desarrollando
ordenando la labor de los investi
gadores españoles en Italia, puØiendo decirse que ha
quedado cristalizado en lo que hoy es ya realidad cien
tífica, conseguido por la actividad de sus diferentes sec
clones de investigación.
COMENTARIOS
EXTRANJEROS
EL CONSEJO
SOBRE
Ha habido numerosos y valiosos comentarios sobre la
obra del Consejo. Traemos, como final,, algunos que, por
ser de personas relevantes y de talla mundial en el cam
po de la investigación, nos han honrado con sus since
ros elogios.
El doctor Waksman, descubridor de la estreptomici
EL CONSEJO. Y LA UNIVERSIDAD
na, ha dicho: “La labor desarrollada por el, C. 5. 1. C.
Dado el carácter nacional que tienen los Institutos del es de gran importancia. Ha promovido el interés por la
Consejo, ha podido favorecer el florecimiento de centros investigación en España y ha cimentado las buenas re
investigadores en las distintas Universidades españolas. laciones entre los científicos nacionales y extranjeros.”
Elprofesor Otto Hans, Premio Nóbel de Química, dijo:
Estos centros, llamados Departamentos, Escuelas y Sec
“Lo. Institutos del Consejo dan una muesrra de la
ciones especiales, se reparten por todo el solar hispano
importancia que en España se concede a la Física en sus
y no hay ninguna Universidad que no cuente con vaiios
diferentes
ramos. Investigadores de solvencia reconoci
de ellos, cumpliendo así con uno de los postulados más
da
trabajan
en ello, lo que, sin duda, ha de ocasionar
importantes del Consejo.
nuevos y repetidos éxitos sobre los ya conseguidos.”
El profesor Adrian, Premio Nóbel de Medicina, ha
dicho: “El C. 5. 1. C. es un organismo completílsirno,
CURSOS ESPECIALES DE ENSEÑANZA
pues abarca todas las ramás del saber. La labor des
arrollada en estos diez años es francamente interesante.”
En los meses que la Universidad cierra sus puertas,
Y, como. final, citaremos las palabras de otro Premio
se multiplican los cursos especiales e intensivos, en los Nóbel de Química, profesor Peter Deybe: “Al volver
que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas otra vez a España, he notado una transformación ini
juega un importanté papel. Más de un centenar de ca
presionante de los laboratorios físico-químicos. Al mis
tedráticos y especialistas en diversas materias han in
mo tiempo, me ha producido grata sorpresar el descu
tervenido en estas actividades, y más de 4.003 alumnos brir las magnificas instalaciones científicas creadas por
procedentes de todas las partes del mundo han concu
el Consejo.”
rrido a ellos, figurando entre los matriculados profe
En cuanto a la Prensa científica de todo él mundo,
sores, diplomáticcis, escritores, etc., etc. Para la realiza
son’ unánimes los elogios sobre la labor desarrollada. In
ción de estos cursos, el Consejo cuenta con la colabo
terminables ejemplos podrían presentarse de cuanto se
ración y ayuda de diversos organismos oficiales y con dice y comenta sobre los Centros de Trabajo del Con
la difusión que de ellos hacen diversas instituciones ex- sejo.
La fatuidad soviética
Por Stewart AIsop, comentarista internacionai.—Publicado en “The Saturday Eve
ning Post”, semanario norteamericano. (Síntesis del Comardante Arechederreta.)
LO QUI3 PUEDE LA PROPAGANDA
TOTALITARIA
Los rusos son, en general, gente simpática y cortés,
pero están convencidos de su superioridad en el aspec
to social. Esta presunción extremada es un fenómeno
muy importante, poree el ruso no sólo se comporta
como si fuera superior, sino que realmente cree que lo es.
Los soviéticos creen sinceramente que su sistema es
superior. Creen que los escasísimos progresos que han
hecho desde la terminación de la G. M. II han dejado
muy atrás a los paises capitalistas. Creen, igualmente,
que la Unión Soviética, el país en que son más agudas
las diferencias de clase, es la sociedad más igualitaria
del mundo; están sinceramente convencidos de que sólo
las “democracias populares” son amantes de la paz. Y
creen, finalmente, que los Estados Unidos están regidos
por un pequeño grupo de belicosos capitalistas que opri
men sin piedad a las “masas laboriosas”.
Pero si se piensa detenidamente en la cuestión, la
cosa no es sorprendente. Suponed que en los Estados
Unidos existieran solamente dos periódicos omnipoten
tó y llamadlos “La Verdad” (“Pravda”) y “Las No
ticias” (“Izvestia”). Suponed, además, que los restan
tes periódicos provincianos se limitan a reproducir, li
teralmente, cuanto aparece en “La Verdad” y “Las No
ticias”; que todos los demás medios de difusión (radio,
televisión, revistas, libros, películas, obras de teatro) re
pitan continuamente, ampliándolas, las versiones de
aquellos dos periódicos.
Suponed, finalmente, que todo el mundo supiese que
era peligroso decir, y aun pensar, cosa distinta de lo
publicado por “La verdad” y “Las Noticias”. ¿No aca
baría la mayoría de los norteamericanos por creer lo
que tan exclusiva e insistentemente se lés dijera? Indu
dablemente que siempre existiría una minoría de escép
ticos, pero seguro que sería muy pequeña.
LA VISION SOVIETICA DE LAS COSAS NO
PUEDE SER LA OCCIDENTAL
Algunos visitantes de la Unión Soviética cometen el
error de creer que los soviéticos pueden ver “con sus
propios ojos” que la experiencia comunista es un fraca
so. Se olvidan de que los ojos soviéticos no ven las co
sas como los occidentales.
Hasta los ojos occidentales se “acomodan” muy pron
to, en cierto modo, a la visión soviética. Yo pasé en Le
ningrado las primeras veinticuatro horas de mi visita,
ciudad que, generalmente, es considerada la ciudad rusa
más agradable. ¡Se me cayó el alma a los pies! Su an
biente desanimado y poco acogedor, los muros agrie
tados de sus edificios, la fealdad de los vestidos de las
78
mujeres, el gusto deplorable de los escasos edificios nue
vos y el gesto cerrado de los rostros que vi, me llenaron
de una sensación de agobio.
Conforme pasó el tiempo y fui visitando otras ciu
dades, cada una me pareció menos fea y más pasadera
que la anterior. Al salir de Rusia estuve otras veinticua
tro horas en Leningrado, y me asombró recordar retros
pectivamente la sensación desagradable que sólo unas
cuantas semanas antes me causara. ¡Después de todo,
Leningrado mie parecía una hermosa ciudad!
Si puede pasarle eso a un visitante, figuraos lo que le
ocurre a un ciudadano soviético que no tiene más base
de comparación que su propia experiencia. Desde nues
tro punto de vista, el ciudadano soviético tiene una die
ta monótona, está mal alojado, su ropa es de mal gusto,
carece de libertad y es ignominiosamente explotado por
el Estado. Pero desde el suyo, está mejor alimentado, alo
jado y vestido que nunca. Y desde la muerte de Stalin, se
ha mitigado mucho el miedo que tenía a la Policía.
AUN
tIÁY “RESISTENTES”
UNION
EN LA
SOVIETICA
Seria tonto suponer que todos los ciudadanos soviéti
cos están completamente satisfechos con su régimen.
Muchos no lo están, ni mucho menos, como tuve oca
sión de enterarme personalmente.
Aun cuando hay ciudadanos esi la Unión Soviética
que odian el régimen, y aunque muchos periodistas y
diplomáticos han sido testigos de casos de insatisfac
ción y de resistencia, nadie medianamente responsable
puede creer que un levantamiento podría derrocar a los
comunistas.
Y aunque, evidentemente, los soviets nos muestran lo
mejor que tienen, no es difícil para el visitante ver, por
ejemplo, en Moscll, los barrios pobres con sólo andar
unos minutos en cualquier dirección, o comprobar en
el comercio que el ciudadano soviético paga 403 dóla
res (1) por un traje de segunda mano y dos por un tro
cito de una carne inidentificable.
Desde luego, el visitante que, como yo, no habla el
ruso, ha de servirse de un intérprete; pero si tiene el
debido espíritu observador, puede captar lá diferencia
entre un hombre que repite maquinalmente las respues
tas y el que cree realmente lo que dice.
(1)
En un artículo posteriormente publicado (WAR OR PEACE, del
Juez del Tribunál Supremo de los EE. UU.Mr. Wilian O. Douglas, apa
recido en «Look» deI 15-1 -56) el autor, que parece muy objetivo, dice
que el precio de un traje completo «nuevo» en Rusia es de unos 145 dó
lares, por lo que l afirmación de Alsop no concuerda con ls precios,
muy elevados desde luego, pero no tan desorbitados, que en Rusia han
encontrado otros visitantes recientes.
IMPORTANCIA DEL CONDICIONAMIENTO
PSICOLOOICO
Estoy Convencido de que la fatuidad de los soviéticos
no es sólo superficial. Estoy seguro de que, en general,
esta, generación, nacida, entre las miserias de la guerra,
totalmente ignorante de lo que realmente pasa en el
resto del mundo, y que presencia una mejoría lenta, pero
continua, del único nivel de vida que conoce, compar
te su convicción de la superioridad del régimen comunis
ta y del ‘inevitable triunfo final soviético. La gente más
vieja puede tener sus dudas; pero si las tiene, no lo
demuestra, y parece más bien creer lo que le dicen que
crea, si no con pasión, por lo ihenos, como una reacción
condicionada, automática.
Del mismo modo que Pavlov enseñó a su perro a ba
bear cuando oía ,la campana, los soviets han im
buido en sus ciudadanos la convicción de que la gue
rra, cualquiera que sea, sólo puede venir como conse
cuenca de la agresión capitalista, y que los “perturba
dores de la paz” deben ser castigados con una inexora
bilidad proporcioxiada a la magnitud de su crimen. El
Ejército Rojo podría ser desencadenado mañana sobre
la Europa occidental,
millones de Mischkas respon
derían a la llamada a las armas contra el incalificable
agresor capitalista.
Pero esas reacciones condicionadas del ciudadano so
viético tienen también una importancia enorme en tiem
po de paz, ya que es un arma preciosa ‘en la batalla de
la producción que los rojos han planteado a Occidente.
Es innegable que el ritmo del desarrollo económico so
viético es decididamente superior al occidental; Una de
las razones es que es más fácil progresos porcentuales
mayores, partiendo de una producción baja, que de una
alta. Cuando se visitan las fábricas soviéticas se descu.
bre otra.
El obreró soviético trabaja cuarenta y ocho horas se
manales, y tiene asistencia médica gratuita y un perm
so anual de vacaciones. Pero en todos los demás aspec-.
tos, el Estado le explota de un modo que haría rubori
zarse al capitalista más encallecido del siglo XIX: ni
puede declararse en huelga, ni cambiar de lugar de
trabajo sin el consentimiento del jefe que abandona;
trabaja por un sistema de destajo que los Sindicatos
obreros norteamericanos repudiarbn hace varias décadas
y, sobre todo, está tan mal pagado, qúeuna parte sustan
cial de su producción puede ser reinvertida por el Estado
en la adquisición de bienes de producción.
Es decir, los obreros soviéticos son explotados para
fomentar el desarrollo de la industria pesada y la pro
ducción de. armas y para aumentar el poder del Estado
soviéticó. Pero no se dan cuenta de ello y, por tanto,
no parecen sentir la explotación. He hablado con do
cenas dé ellos, elegidos al azar en las diversas fábricas
que visité.. Todos me dijeron que en los últimos años
habían mejorado mucho en su situación económica y,
con un entusiasmo infantil, me hablaban de sus nue
vas ñiáquinas (copias de modelos norteamericanos e
ingleses), y de cómo sus fábricas supéraban las “cuotas”
que los planes estatales les habían fijado, y al hacerlo,
les permitían cobrar premios de superproducción.
El hecho innegable es que la Unión Soviética tiene uña
enorme cantidad de mano de obra laboriosa y discipli
nada que puede ser explotada én beneficio del Estado
de un modo absolutamente inimaginable en Occidente.
LA OPRI3SION
DEL AMBIENTE’ COMUNISTA
Como casi todos los occidentales que han visitado la
Unión Soviética, yo también sentí una extraña opre
Sión y desasosiego duÑnte las semanas que pasé allí.
No sé a qué atribuir esa sensación, porque la gente era
cortés y amistosa, y en Rusia se pueden ver cosas ma
ravillosas. Al repasar mis recuerdos creo que el fenóme
no se debió, en parte, a las dificultades que la profesión
periodística ofrece en Rusia. La vida allí es completa
mente diferente a cuanto conocemos, y es casi imposible
transcribirla para el lector norteamericano. Es un poco
como si un animal terrestre se las hubiera arreglado pa
ra vivir en un lugar donde no hubiera aire, la poca luz
existente se refractara de tal modo, que todo pareciera
diferente y la fuerza de la gravedad quedara también
neutralizada en parte.
Sería fácil informar que Rusia ,es un gran suburbio
habitado por gente que vive en una abyecta miseria.
Desde luego, hay. muchos feos suburbios en Rusia, y
mucha gente que vive en la miseria, pero el ciudadano
medio soviético no lleva una vida miserable, incluso si
la comparamos con nuestro nivel de vida. Lleva, eso sí,
una vida extraordinariamente
monótona, de disciplina
da mediocridad, que sólo se. interrumpe cuando una vez
al año se le permite, en vacaciones, sustraerse al aburri
miento durante algún tiempo.
¿IMPONDRA EL COMUNISMO SU
MDIOCRIDAD AL MUNDO?
La mediocridad es, indudablemente, la característica
de la vida soviética. El sistema es incapaz de producir
belleza alguna. En Rusia hay muchas cosas bellas,, desde
el ballet hasta las impresionantes colecciones de obras
de arte de Ermitage, en Leningrado; pero esas cosas
bellas las produjo el régimen zarista. Con la sola posible
excepción de la música, cuanto el régimen comunista ha
producido, desde los lamentables vestidos estampados
hasta la decadente arquitectura, pasando por la pesa
da literatura comunista y por el arte (también “contro
lado”) es frío, mediocre y sin imaginación. La atrac
ción magnética que este sistema, profundamente anti
intelectual, ejerce sobre muchos’ intelectuales occidenta
les, es una ironía de los tiempos, sólo comparable a la
atracción que un sistema que tan despiadadamente ex
plota a los obreros’ ejerce sobre muchos trabajadores oc
cidentales.
Un sistema que sólo produce mediocridad y prosaísmo
en una escala jamás conocida en la historiá de la Hu
manidad, podría sér juzgado como un miserable fraca
so’ que no puede representar un peligro real para los
valores de Occidente. Pero no hay que olvidar que en.
las esferas que determinan el poder real del Estado, el
sistema soviético funciona notablemente bien. Y esta es
otra razón, sospecho yo, que explica la sensación ‘de
opresión y desasosiego que muchos occidentales sienten
cuando están en la Unión Soviética. Porque puede ser
79
que su subconsciente les diga, y ellos se resistan con todo giin Gobierno occIdental podría Imponerlo a su .ué
su ser a aceptarlo, que ese modo de vida monótono y bios sin ser derribado. Pero en vez de pensar siquiera en
absolutamente extraño a su modo de ser pueda repre
derribar a su Gobierno, los ciudadanos soviéticos, espe
sentar el futuro: que nuestros hijos y los hijos de nues
cialmente los jóvenes, están fatuamente convencidos de
tros hijos pueden realmente tener que vivir dentro de que el sistema que tan despiadadamente les explota es
la misma disciplinada mediocridad
el mejor que existe.
Porque la economía industrial soviética, en acelera
En resumen, los soviets han enseñado a sus ciudada
do ritmo de expansión, está produciendo los instrumen
nos a amar sus cadénas, o, por lo menos, a no darse
tos del poder estatal—especialmeñte las complejas y ca
cuenta de que las llevan. Por esto es por lo que la fa
risirnas armas modernas—con gran profusión. La ex
tuidad del pueblo soviético, tan estimable por mnchos
pansión industrial y la producción de armas se consi
otros conceptos, es un fenómeno peligroso. La fatuidad
guen, como ya decíamos anteriormente, a costa de los soviética es, en cierto modo, la realización más impor
ciudadanos soviéticos, y a un coste tan grande, que nin
tante del sistema soviético.
Importanciadelanormalizaci6nenlasfuerzasarmadas
Por Micheiet.—De la publicación francesa “Revue de Defense
Nationale”. (Traducción del Tte. Coronel Pedro SALVADOR.)
Es sabido que la normalización, en el más amplio
concepto industrial, nació de la necesidad de asegurar
la intercambiabilidad dimensional de las piezas mecá
nicas más corrientes, tales como las tuercas y tornillos,
de manera que el usuario que tuviera necesidad de una
de dichas piezas se la pudiera procurar rápidamente en
casa de cualquier proveedor. La normalización se ex
tendió rápidamente, no solamente a los ajustes y tole
rancias, sino también hasta las calidades o caracterís
ticas mecánicas de los aceros y diferentes metales y
aleaciones, a su composición química, tratamientos, es
tructuras, así como a todas las propiedades fisicas y
químicas de la mayoría de los productos industriales,
extendiéndose todavía más actualmente hasta la bio
logía, medicina, agricultura, etc., etc. Todos los proce
dimientos de elaboración, fabricación, construcción, pro
ducción y experimentación poseen sus normas, cuyo vo
lumen crece cada día de manera impresionante. Final
menteésta
normalización, que comenzó aplicándose
dentro de los límites más o menos amplios de cada na
ción, es en la actualidad objeto de acuerdo entre los
diversos paises, efectuándose revisiones periódicas de di
cla normalización por comisiones interministeriales.
S1 la normalización que acabamos de citar y que, co
nio hemos visto, tiene sus más dilatadas aplicaciones en
el orden de la esfera civil, la intentamos aplicar en la
esfera militar, observamos que en el aspecto específica
mente castrense, es decir, en la instrucción táctica, exis
ten unas normas perfectamente definidas y comunes
para todas las unidades análogas de una misma arma,
múltiplicándose los casos de normalización existentes en
dicho aspecto táctico desde los tiempos remotos de la
antigüedad. Algo parecido podemos también decir en lo
que se refiere a la instrucción del manejo y empleo de
los armamentos puestos a disposición de las fuerzas ar
madas; y si nos referimos a la adopción y fabricación
de modelos de armas empleadas por lós ejércitos, nó es
difícil apreciar cierta normalización de las mismas en
80
las diferentes épocas de la historia militar de las na
ciones.
Sin embargo, en la esfera militar actual, la normali
zación puede revestir nuevas y diferentes formas, tanto
en lo que se refiere a su objetivo primordial como a su
grado y extensión. En lo que se refiere a su objetivo, la
normalización no es solamente aplicable a la totalidad
de los materiales y aprovisionamientos militares, tales
como el armamento, artillería, municiones, vehículos,
carros de combate, carburantes, etc., etc., sino que igual
mente se aplicará a todos los dominios militares sin ex
cepción: organización, cuadros de efectivos y de dota
ciones, doctrina, empleo de las armas, avituallamiento,
reparaciones, evacuaciones, tratamiento médico, docu
mentos y procedimientos de los estados mayores y de la
Administración, estadística y reglas de los servicios de
transmisiones.
En cuanto al grado de normalización de los materia
les podrá ser parcial o total, bien entendido, sin embar
go, que solamente la normalización total será completa
mente satisfactoria. Esto no obstante, la realización de
la normalización total plantea delicados problemas por
lo cual deberá aplicarse progresivamente, en escalones
sucesivos, y, mientras tanto, idear diversas fórmulas de
normalización parcial que no se excluyan mutuamen
te y presenten ventajas notorias.
Y si nos referimos a la extensión de la normalización
en el ámbito militar, es evidente la conveniencia de es
tudiar su posible extensión a la totalidad de los miem
bros de la NATO, como un conjunto único. A este res
pecto, está claro que las dificultades que se opongan a
su realización serán tanto mayores cuanto mayor sea
el número de los países participantes, sobre todo si en
tre ellos existen potencias industriales de primer orden
y, particularmente, si algunas de ellas presentan pro
blemas provinentes de poseer diferentes sistemas de me
didas. Es por esta última causa por lo que podría pen
sar•se en una normalización más restringida; por ejem
plo, entre las naciones europeas que hayan adoptado el
sistema métrico decimal para sus pesas y medidas.
Diversas fórmulas de normalización pardal
de la normalización párcial, nos muestra que no debe
rnos hacernos demasiadas ilusiones sobre el alcance y
la duración de: los resultados que podrían alcanzarse.
Volviendo a ocuparnos de la posible normalización
parcial. provisional, es evidente que podrían aplicarse
diversas fórmulas, entre las cuales destaca como más In Normalización total
teresante la de nórrnalización operacional, que consiste
Esta clase de normalización se comprende que reúna
en uniformar los tipos de unidades y las características
las ventajas de las tres fórmulas parciales que acaba
militares de los materiales puestos a su disposición, de inos de citar; en efecto, ella solá será capaz de asegu
tal modo que si se trata, por ejemplo, de un grupo de rar a la vez la equivalencia táctica y operacional de las
artillería de apoyo directo, tenga posibilidades tácticas unidades, la intercambiabilidad comp leta y definitiva de
equivalentes, bien sea éste italiano, francés u holandés, los aprovisionamientos cíe combate y de las reparacio
para que el eStado mayor encargado de prever su em nes de todos los escalones y el reaprovisionamiento de
pleo no tenga necesidad de cuidarse “a priori” de su las fuerzas de un país invadido cuyas fábricas de arma
nacionalidad. Lo mismo podríamos decir tratándose de mentos o municiones hubieran sido destruidas por los
un regimiento de carros de dos nacionalidades diferen
bombardeos. Además, el material normalizado podría
tes, que para ser tácticamente equivalentes no será pre producirse por diversas naciones en series mucho más
ciso que sus materiales sean idénticos en su realización importantes, lo que produciría evidentemente un aba
y en su concepción, sino más bien que tengan aproxi
ratamiento del mismo. Finalmente, las órdenes dé pro
madamente la misma potencia de fuego, la misma mO— ducción podrían repartirse equitativamente
entré las
vilidad táctica y estratégica, la misma proteccion, la naciones tomando en consideración sus posibilidades in
misma longitud de columna, la misma unidad de fue dustriales, y, por lo tanto, al precio más ventajoso, gra
go, la misma unidad de carburantes, las mismas posi cias a un programa coordinado de las fabricaciones de
bilidades de enlace por radio, la misma articulación in armamento.
terna, etc., etc. Ahora bien, para que esto sea posible
La aceptación de la normalización total por un grupo
se necesitará que los diferentes países se hayan puesto de naciones aliadas, conduce a aplicar el procedimiento
previamente de acuerdo sobre las especificaciones mili siguiente: en primer lugar, las especificaciones milita
tares mínimas a imponer a cada clase de material.
res mínimas de los diferentes materiales necesarios, de
Otra fórmula interesante de normalización parcial es berán ser definidas por una comisión interaliada, com
en el municionamiento y provisión de carburantes De puesta de los representantes de los jefes operacionales,
esta manera se podría municionar un grupo de artille
auxiliados por técnicos de las diferentes naciones, que
ría belga, por ejemplo, sirviéndose de un depósito de permitan asegurar que el conjunto de los rendimientos
municiones británico o norteamericano. Para ello será exigidos por los expertos militares sean compatibles con
necesario que los materiales de una determinada clase e1 estado de las posibilidades científicas y técnicas del
de las diferentes naciones, sean concebidos a partir de momento.
una misma gama de municiones, con lo que resultaría
Los “desiderata” aceptados por la comisión serán so
que los diferentes materiales tendrían todos las mismas metidos como base de trabajo .a los organismos de es
disposiciones interiores en las bocás de fuego. En cuan
tudios especializados de los diferentes países, los que,
to a la intercambiabilldad de los aprovisionamientos de a su vez, deberán presentar en un determinado plazo los
carburante, sería uná ventaja logística inapreciable. Sin proyectos y maquetas correspondientes. Estos diferen
embargo, esta fórmula no es valedera desde el punto tes proyectos nacionales son entonces examinados por
de vista de la normalización más que si los perfecciona
una nueva comisión interaliada de técnicos, que los cia
mientos técnicos aportados ulteriormente a la munición sifica según el grado presumido de fidelidad a las prin
estén igualmente normalizados. Esto último requeriría cipales especificaciones, presentando esta lista al man
que los méncionados perfeccionamientos no rebasen los do interaliado, indicándole los dispositivos interesantes
límites de las posibilidades balísticas del más inferior de de cada uno de los proyectos que pudieran ser utiliza
los materiales. Vemos, pues, que esta fórmula no es es dos en los otros, para su ulterior aprobación. Una vez
timuladora de los progrésos técnicos.
que el mando interaliado haya aceptado uno o varios de
Se podrá también considerar la normalización de un los proyectos presentados, y bajo reserva de las modi
número más o menos grande de accesorios, piezas de ficaciones juzgadas necesarias, se procederá a la cons
recambio y conjuntos parciales, a partir de los cuales trucción de los prototipos correspondientes por las na
los diferentes países concebirían prototipos más o. me ciones autoras de los mismos. Los prototipos serán ex
nos diferenciados. Así, por ejemplo, se podría normali
perimentados a su vez por una comisión interaliada de
zar toda la tornillería, los carburantes, las bujías, las expertos militares. y de técnicos, que define el programa
ruedas, los neumáticos y las baterías, lo que tendría la de ensayos, controla la ejecución y examina los resul
ventaja de uniformar el aprovisionamiento de las pie
tados obtenidos.
zas de recambio necesarias para las reparaciones del
Aprobado y Olasificado un prototipo para el progra
primero y segundo escalón (normalización restringida)
ma de armamentos interaliado, la nación autora del
o aun el del tercero y cuarto (normalización generali
mismo se considerará como nación-piloto para toda la
zada). Esto supone, evidentemente, que las piezas de que fase de producción del material de que se trata, así Co
se trate sean fabricadas en los diversos países, sirvién
mo de sus accesorios y repuestos. Será particularmente
dóse de los mismos planos, el mismo metal y las mis de su incumbencia el producir, difundir y mantener al
mas tolerancias, Será,. pues, precisó normalizar enton
día los estados de fabricación, utillaje, plantillas, cali
ces también los procedimientos de tratamientos térmi
bres y aparatos de medida y control que sean conside
cos, de fabricadión y de comprobación.
rados necesarios para la citada producción. Toda mo
Este examen rápido de las ventajas y posibilidades dificación del material aprobado por el escalón inter
81
aliado se trasmitirá a la nación-piloto, que es la encar
gada de asegurar su puesta en práctica. Por lo demás,
resulta evidente que el material será fabricado también
por cualquiera de las otras naciones, y a la vista de sus
posibilidades industriales y de los imperativos estraté
gicos.
Es importante subrayar que toda la normalización,
aun la parcial, necesitará para realizarse y conservarse una severa disciplina en el escalón nacional, un real
esfuerzo de cooperación y una coordinación interaliada
mantenida en todos los escalones.
de los armamentos y material de guerra, el resultado
más substancial es probablemente la adopción del car
tucho para armamento portátil de las fuerzas del “At
lántico”, con un calibre de 7,62 mm. M-65, a partir del
cual deberían proyectarse en lo futuro todas las armas
de infantería.
Finalmente, también está a punto de conseguirse la
normalización de los carburantes de uso militar.
Consideraciones
finales
Por nuestra parte, creernos que la autoridad capaz
de imponer la normalización debería disponer de pode
res suficientemente amplios, ya que la normalización
‘Partiendo del esquema teórico acabado de presentar,
militar tiene repercusiones considerables sobre la esfe
que no deja de ser realista y razonable, examinemos,
sin embargo, cómo se han desarrollado los hechos en ra civil. Resulta ilusorio, por ejemplo, que los ejércitos
la realidad.
de la NATO adopten de común acuerdo la bujía cte 14
milímetros de culote corto, si mientras tanto la indus
La Oficina Militar de Normalización (en inglés Mili
tary Standardization Agency), creada en el año 1950, y tria se pone a producir una bujía de culote largo. Es,
que tiene su residencia en Londres, es la encargada del por lo tanto, indispensable que la NATO imponga sus
estudio de los problemas de normalización en el cuadro decisiones, no solanente a los gobiernos y que éstos las
de la NATO. Este grupo se encuentra subordinado de hagan respetar, sino que también será nécesario que
las imponga a la industria civil. Es, pues, en esto donde
manera directa al Grupo Permanente (Standing Group)
de Wáshington, y contiene una oficina referente al ejér— quizá resicta la dificultad más grave, ya que la norma
cito de tierra.
lización tropieza con los particularismos nacionales,
pues cada nación teme perturbar gravemente su eco
La misión de esta última, precisada de una manera
neta desde su origen, es el “procurar la normalización
nomía.
de los ejércitos de tierra de las naciones firmantes del
Una verdadera politica de normalización no podrá
Pacto del Atlántico Norte, en la medida en que esto sea desarrohlarse sino en la medida en que los países con
sientan en subordinar una parte importante de sus in
útil y posible para una realización práctica de los pla
tereses particulares en aras del interés general. Pero
nes de defensa.”
este interés general ¿no coincidirá precisamente con los
Su campo de actividad se extiende a todos los aspec
tos le los procedimientos operacionales y logísticos, así intereses nacionales mejor comprendidos? Y esta coin
cidencia ¿no ha sido, a su vez, la que ha motivado y per
como a todos aquellos, referentes al material de guerra
y equipos militares, “a excepción de ciertas materias
mitido la alianza atlántica?
Por lo que respecta al Gobierno y ‘E. M. francés, no
particulares igualmente precisadas, que deben ser some
tidas previamente al Grupo Permanente para ver la han cesado por su parte de predicar en favor de la nor
malización. Es bien conocido que no solamente han
conducta a seguir, o directivas a formular.”
aplicado al pie de lá letra las pocas medidas de norma
En lo que concierne a la normalización de los mate
lización decididas por la NATO, y aun por su propia
riales, los objetivos fijados en la Oficina del Ejército
iniciativa han decidido que la concepción de todas las
de Tierra son los siguientes:
nuevas armas francesas se haga tomando como base
A corto plazo.—Normalizar el máximo de elementos
las municiones normales norteamericanas. Es por esto,
entre las naciones, admitiendo, sin embargo, una pro
gresión en la aplicación, de manera que no se pertur
por lo que el cañón de 75 mm. de la E. B. R. ha sido
ben las fabricaciones en curso y puedan utilizarse los concébido para disparar la munición del cañón de 75
milímetros M-3 norteamericano, y el de 105 mm. ABS,
depósitos existentes.
para disparar la munición del 105 HM-2.
A largo pla2o.—Definir, de común acuerdo, los mate
Vemos, pues, que la normalización militar, como cual
riales objeto de estudio, con el fin de que al cabo de un
quier otra empresa que dependa de la cooperación in
tiempo determinado se consiga una normalización efec
ternacional, tropieza con dificultades considerables. Sin
tiva y completa.
La Oficina Militar de Normalización ha comenzado embargo, los beneficios serán tales, que no obstante to
sus trabajos por el estudio de las cuestiones más fáciles dos los obstáculos encontrados, no debe ahorrarse nin
gún esfuerzo pára conseguirla.
y más evidentes, con el fin de activar el funcionamien
Ciertamente que la normalización total constituye el
to de sus diversos organismos, procediendo de lo senci
objetivo final a alcanzar, si bien deberán aprovecharse
lb a lQ complejo. Ha abordado, en primer lugar, aque
has cuestiones que no se refieren al material, es decir, todas las posibilidades que se presenten de normaliza
ción parcial, a falta de otra cosa mejor. Si la normali
a los problemas de orden logístico y operacional
La normalización en los dominios de la topografía y zación general en el escalón de la NATO es la más de
la cartografía ha alcanzado un grado decisivo con la seable, también resulta la más difícil de conseguir; la
generalización del sistema de proyección U. T. M. La normalización en un cuadro regional más restringido
podrá ser también fructuosa con las mayores probabi
normalización médica ha sido también objeto de estu
dios muy avanzados por un grupo de trabajo especia, lidades de éxito. Ante todo deberá efectuarse el máximo
esfuerzo sobre los nuevos materiales desde que se en
lizado.
En lo que se refiere a la normalización en el- campo cuentren en estado de proyecto, lo que por su parte exi
Realizaciones
82
prácticas
0
ge cierta concordancia tanto de informaciones como de
ideas. Es, por lo tanto, necesario dedicarSe con prioridad a esta misión, uniéndose a todos aquéllos que deseen cooperar;
No hay. que olvidar que teniendo enfrente el bloque
soviético dirigido por la U. R. S. S. que, por sus direc
tivas en todos los dom lUjos, ha creado la unidad que
proporciona la fuerza de los ejércitos modernos, el Occidente deberá suprimir todos aquellos obstáculos y com-
G U 10 N
BEVISTA
ILUSTRAIIA
DELOS
MANDOS
SUBAL1ERNO
DEL
EJER1TÜ
Sumario
Atención
plicaciOfleS que lleva consigo toda coalición.
La normalización de los armamentos implica reformas
considerables, que no hay duda perturbarán los hábitos,
tradiciones y aun la vida material de los pueblos. Es
nada menos que a este precio cómo los mandos milita
res aliados verán simplificadas SUS tareas en caso de
conflicto atinado, evitan do el verse en tren tadoS con dificultadeS que les coloquen en estado de inferioridad
con relación a sus adversarios eventuales.
del número de mayo d 1956.
La traición ante el CócLigo(II). Comandante Munilla Gómez.
Empleo tdctico del C. 5. IL. de 75 mm. Teniente López Torres.
Desertores deL arado. Ayudante Barrera.
Cosas de Ayer, de Hoy y de MaiLafla. Comandante Ory.
El fusilero junto al carro. Teniente Pérez Pérez.
a la organizaCiórt de la patrutia. Teniente Martínez de Velasco FarinóS.
Servicios de Hospitales Militares. Practicante A. Nieto.
Nuestros lectores preguntan. Redacción.
IMPRENTAS DEL COLEGIODE1-IUERFANOS
El Patronato de Huérfanos de Oficiales del Ejército tiene tres Imprentas: en MADRID,
TOLEDO Y VALLADOLID, que, además de los impreSos oficiales, de. adquisición obli
gatoria en dichos’ establecimientos, también realizan trabajos particulares de esmerada
confección, garantizando la CANTIDAD, CALIDAD y ECONOMIA. Los ingresos que
por estos conceptos obtienen pasan ÍNTEGRAMENTE a engrosar los fondos del Patro
nato y ge desLthlan a MEJORAR la situación de los HUÉRFANOS. Se encarece a los se
nores Jefes y Oficiales efectúen pedidos a esas imprentas a fin de incrementar los recur
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