ejército REVISTAILUSTRADA DE LASARMASY SERVICIOS Madrid, Mayo 1956 — Año XVII — Núm. 196 SUMARIO La Técnica y sus repercusiones en la Táctica y en la Orgánica. (Pág. 3.)—Teniente General Barroso Sánchez-Guerra. El Regimiento Escuela Permanente. (Pág. 15.)—-Coronei Lasala Millaruelo. Nuevas ideas y nuevos métodos: Defensiva. .Pág. 21.)—General Rodríguez-Cano Martínez. Evacuación de heridos por vía aérea.—Empleo de los helicópteros, (Pág. 31. )—inspector Médico Criado Cardona. Técnica de la enseñanza y sus ayudas. (Pág. 37.)—Coman-dante Anaya cíe Torre. Carros Ianzallamas.—Desarroilo y empleo. (Pág. 41.)—Coman4ante Gómez Alba. Neurosis de guerra. (Pág. 47.)—Aiférez Médico López López. Información e ideas y Reflexiones La. crisis de ¿a División. (Pág.51.)—Tte. Coronel Mikache. (Traducción.) El Ejército inaperial francés en. Cataluña. (Pág. 54.)—Tte. Coronel Madelain. (Traducción.) En. lo alto de la batalla. (Pág. 63.)—Mayar Robert Winkler. Çrraducción.) Notas breves. (Pág. 67.)—Proyectiles-hlaflCoS paire artillería antiaérea íranceses.—Moderno sistema de producir electri cidad—De1ensa atómica en el ejército ruso.—Nuevo modelo de cantimplora.—Ernpleo de loe humas en la agricultura para protegerse de las heladas.—.Equipo telefónico militar norteamericano para la transmisión de doce comunicaciones si multáneas por un solo cable.—El tractor francés “Berilet T-12”.—Los pactas de defensa del “Bloque Occidental”.—Efec tos de la explosión atómica sobre el materia 1.—El helicóptero ligero francés “Djinn”.—Los cohetes en la fotografía de grandes extensiones terrcstres.—Arte y Milicia..—Las coleópteros, solución francesa a la. idea de los aviones de despegos vertical—Nuevo repetidor telefónico de campaña. El Consejo .Superior de Investigaciones Científicas. (Pág. 74.) —Capitán Díaz-Finés y Fernández-Pacheco. La fatuidad soviética. (Pág. 78. ).—Stewart Alsop. (Traducción.) Inportancia (Le la normalivación en ¿as fueraas arnwidas. (Pág. 8O.)—Michelet. (Traducción.) !T. f [..] u] Ç*I1 flf.1p’M [ii::1l IóI41iII4k’L’fri,ió mrn n . ¡VIT’k.i’ i*i 7 .1 t] flíitI.I-’’TL III [‘iI• •] 1‘** ‘1 d*[ si (‘la [.1 u.iiiI4-’1 .i r !T! tT.r.i. MIINISTER1ODELEJERCITO ejército REVISTA ILUSTRADADE LAS ARMAS Y SERVICIOS DIRECTOR ALFONSO FERNANDEZ, JEFE Coronel de E. M. DE REDACCIÓN: General de Brigada Excmo. Sr. D. José Díaz de Villegas, Director General de Marruecos y Colonias. REDACTORES: General de Brigada Excmo. Sr. D. Mariano Alonso Alonso, de 1a Escuela Superior del Ejército. General de Brigada Excmo. Sr. D Gregorio López Muíiiz, de la Escuela Superior del Ejército. Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior del Ejército. Coronel de Infantería D. Vicente Morales. Morales, del Estado Mayor Central. Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. Carlos Taboada Sangro, del Alto Estado Mayor. Coronel de E. M. D. Manuel Chamorro Martínez, del Estado Mayor Central. Coronel de Infantería, del Servicio de E. M., D. Alfonso Romero de Arcos, del Estado Mayor Central, Coronel Interventor D. José Bercial Esteban, de la Revista ERCITO. T. Coronel Ingeniero de Armamento D. Pedro Salvador Elizondo, de la Direc. Gral, de Industria. T. Coronel de Ingenieros, del Servicio de E. M., D. José Casas y Ruiz del Arbol, del Estado Mayor Central. Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo Blanco, de la Escuela de Estado Mayor. PUBLICACION Redacción y Administración: MA D R ID, Alcalá, Teléfono 22-32-54 Correspondencia, Apartado de Correos 317 PRECIOS Para MENSUAL militares, en suscripción colectiva DE por 4,0 ADQUISICION intermedio del Cuerpo Para militares, en suscripción particular (por semestres adelantados) Para Cuerpos y militares, número atrasado10,00 Para el público en general, suscripción anual120,00 Extranjero, suscripción anual250,00 Número suelto12,00 Correspondencia i8, 7,00 Ptas. ejemplar. 50,00 “ Correspondencia para colaboración, al Director. para suscripciones, al Administrador, D. Francisco de Mata Díez, Comandante de Infantería. La Técnicay 811$reperdusione$ en la Táctica y en la Orgánica Teniente Ejército, General, Director de la Escuela Superior del Antonio BARROSO Poco se ha sabido hasta ahora del posible em pleo táctico del arma atómica. Las informaciones que han ido llegando a nuestras manos eran con fusas, contradictorias y de poca garantía. Por eso hasta el momento presente, ha venido estando jus tificada una actitud de cautela y prudencia cuan do se trataba de desarrollar las ideas referentes al tema que aquí me atrevo a plantear. No se co nocen todavía soluciones precisas al respecto o, por lo menos, no han querido los Altos Mandos extranjeros correr el riesgo de pronunciarse por ellas. Es pues, más que naturál, extremar las pre cauciones al tratar de lo atómico. Tal es el modo de proceder que, en general, me propongo seguir, pues además me consta que se discuten mucho estos temas en los Altos Organismos Militares del Mundo Occidental, sin que parezca exagerado de ducir que la doctrina militar atómica no ha lle gado a un estado de madurez. Pero aun pensan do así, la realidad es que va llegando a mis ma nos información más abundante y concreta sobre la guerra nuclear a la que hemos de conceder la máxima atención, tratando con todo cuidado, aun que sea en términos muy ligeros, de las repercu siones que el empleo de las armas atómicas pare ce que va a tener en los campos táctico y orgánico. Quede claro que cuanto escribo no puede salirse de los límites de una información, aunque haya produrado recoger ,.aquello que me ha ofrecido mayores garantías y que, para justificar lo que in menti califico de osadía por mi parte, haya re cordado aquella frase de Bismark cuando decía: «Unicamente los tontos desprecian la experiencia de los demás.)) Y tras exponer las razones que ex presan no sólo la conveniencia de abordar el tema, sino de hacerlo con la precaución que aún hoy es 5 ANCHE Z-GUERRA. norma en los principales Ejércitos extranjeros ex perimentados en dos guerras mundiales, voy a ha cer tres consideraciones de carácter general que abonan esta actitud de prudencia. En primer lugar, porque para resolver el pro blema táctico-orgánico dependiente de la doctri na de guerra, intervienen en cada país factores diferentes que llevan necesariamente a soluciones distintas. Con frase gráfica podremos decir para no olvidarlo, que los «trajes de confección» no sientan bien a todos. Después, porque ios procedimientos de empleo de un nuevo material, y más aún cuando es tan mortífero como éste, no tienen validez más que al verse confirmados con la realidad de la lucha. En esto el mejor laboratorio experimental es el campo de batalla. Y, por último, porque la velocidad del progre so es tal que lo que se establezca hoy puede que dar mañana anticuado y aun prescrito, a conse cuencia de la revolución, más que evolución, que está sufriendo la ciencia militar. Conviene recordar aquí una frase de Clausewitz, tomada de su libro De la guerra, que resulta de la mayor actualidad y abona con su gran autori dad lo dicho anteriormente. Dice así: «La necesi dad de la lucha ha llevado al hombre a inventos propios para conseguir ventajas en ella, por lo cual la lucha ha cambiado mucho, pero con lo que pueda cambiar, su concepto no será alterado en lo fundamental, y esto es lo importante.» Parece que el gran pensador militar tenía una visión profética de nuestros tiempos, dejando sen tado que los progresos de la técnica afectarán a la lucha, pero sólo en los procedimientos. 3 2 Repercusiones de combate de los nuevos medios en la táctka y en la organización Ha sido muy difícil hasta ahora determinar en tiempo de paz las reglas más adecuadas para el empleo de un arma núeva, aunque haya sido ex perimentada y sea bien conocida y abundante. ¿Por qué? Pues porque esas reglas han de basarse en el conocimiento y análisis objetivo de datos anterioreí, y como éstos son siempre difíciles de ¿stablecer, debido a diversas circunstancias (espí ritu conservador de las personas, forma individual de juzgar los hechos, influencia imperativa de ideas preconcebidas y de intereses particulares de las Armas y de los Servicios), siempre se ha ca minado casi a ciegas hasta que la propia guerra ha venido a aclarar las cosas. Hay que confesar, además, el alejamiento de los rnilitares hasta hace poco tiempo, de los problemas de la Inves tigación •y de la Técnica. Veníamos basando en armas y procedimientos experimentados nuestra formación y nuestro conocimiento y dejábamos en manos extrañas trabajos que sólo se tomaban en consideración cuando cristalizaban en campaña, o sea, cuando la práctica los había consagrado, y aun así con toda clase de distingos y, por qué no decirlo, con errores de bulto. Ha de tenerse muy presente que un nuevo medio de guerra casi siem pre nace en estado rudimentario y es difícil pre ver su desarrollo, porque depende no sólo de la bondad intrínseca del medio y de la capacidad téc nica e industrial de que se disponga, sino también del éxito que se haya obtenido en su empleo. En este último aspecto intervienen varios y diversos factores, algunos de los cuales escapan a toda ley matemática. ¿Quién iba a pensar, por ejemplo, que el viejo carro Renault y sus contemporáneos, con todas us deficiencias, habrían de convertirse en los ((Pan teras», os «Tigres», los «Patton» y los «T-34» que. después se han conocido? Nadie imaginó que «aquel bonito juguete mecánico, con el cual nunca ganarían la guerra», como dijo Lord Kitchener, pu diera evolucionar hasta llegar a los eficaces carros. actuales que han sido factor preponderante en las batallas. ¿Cómo imaginar que el empleo de las ametralla doras, tal como estaba concebido en las doctrinas alemana y francesa anteriores a 1914, había de ser bien distinto posteriormente? Ambas daban I3oca importancia a la defensiva pensando, y con razón, que el ataque es la mejor de las defensas. El hecho que ahora nos parece tan simple, de la fusión de 4 la ametralladora con a trinclera y la alambrada para producir, a cubierto, un sistema de fuegos cruzados no se le ocurrió a ningún técnico militar de la época. Y tampoco pensó nadie en las reper cusiones que el hecho podría tener en los procedi mientos Tácticos y en la Orgánica. La barrera móvil de Artillería, la Artillería de acompañamiento, la dotación de armas pesadas a la Infantería, la variación de la proporción entre Infantería y Artillería dentro de la División y, en fin, la evolución de la Táctica, que pasó del gue rrillón falto de flexibilidad al grupo de combate, más apto para la infiltración y con posibilidades de combinar el fuego y el movimiento, todas estas variantes de la Táctica y de la Orgánica constituyen otros tantos ejemplos pie muestran cómo fueron saliendo a la luz poco a poco, a lo largo de luchas en las que se dedujo la necesidad de cambiar los métodos y los procedimientos antiguos. Es muy difícil, la historia nos lo enseña, poder imaginar a priori todas estas repercusiones sucesi .ras. Y rara vez se ha comprendido con exactitud lo que se puede esperar de un arma nueva con ante rioridad a su utilización en la guerra. Hemos de convenir, pues, con el General Ritter von Leeb, ((en lo difícil que resulta en tiempo de paz definir la extensión que el mejoramiento o la creación de armas ejerce en la conducción de las fuerzas y en el combate y, por tanto, el concebir una imagen de lo que será la guerra futura». Sin embargo, pueden formularse tres reglas ge nerales, deducidas de la experiencia, que se ten drán siempre presentes en e1 examen de las reper cusiones táctico-orgánicas que originan una nueva arma: Primera regla.—La aparición de un arma nueva desencadena automáticamente contramedidas en el bando opuesto. Tales contramedidas pueden ser tácticas o técnicas. Las primeras resultan del sen tido de protección que hace aprender rápidamen te la forma de defenderse de los nuevos peligros; las segundas, que son resultado de la investigación científica, pueden ser directas o indirectas, según que el antídoto tenga la misma o diferente natura leza que el nuevo medio de combate que apareció. Las medidas y contramedidas que van producién dose sucesivamente constituyen una especie de re acción en cadena, acompañada por una reciproci dad de influencias y repercusiones con las armas ya existentes. Basta recordar las producidas por el binomio Carro-Avión, aparecido al comienzo de la G. M. II; llegó a ser el dueño del campo de batalla, aunque con la colaboración, aclaremos, de las demás armas, especialmente de la Infante ría. Pero se buscaron pronto las contramedidas y, al fin, los procedimientos y las armas aliadas domi naron la lucha. Segunda regla.—El nacimiento de un nuevo me dio de combate no extingue los existentes, que seguirán coexistiendo con él durante un plazo de tiempo más o menos largo. El pasado es pródigo en lecciones que lo de i’iuestran. Por ejemplo: — — — —- La caballería a caballo ha seguido actuando mucho tiempo después de la aplicación mi litar de la pólvora; la aparición del Carro no hizo desaparecer la ametralladora ni tampoco la Infantería clásica; el motor de explosión no ha hecho desapa recer totalmenteal mulo y, en el futuro, tam poco es presumible que el aerotransporte elimine a éste y al todo-terreno, como ele mentos móviles y flexibles más adecuados para ciertos servicios; el transporte a brazo en Corea llenó la la guna que en los sericios rojos hubiera pro ducido el bombardeo de la aviación. Filas de cargadores indígenas llevaron elementos allí donde los motores no fueron capaces de servir y alimentar el ataque. Creo, pues, que nó es aventurado sentar que entra en lo prudente no precipitarse en cambiar de camisa, no sea que la vieja nos siga sentando me jor que la nueva, por lo menos en muchas de las formas que puede presentar la guerra del mañana, y dadas nuestras especiales circunstancias y nues tros particulares problemas tácticos y estratégicos. Tercera regla.-—Hasta el momento actual ningún arma nueva ha logrado la decisión por sí misma. Efectivamente: — Los carros, en la espectacular Guerra-relám pago, necesitaron de la aviación y de las fuer zas clásicas motorizadas para rendir al má ximo. — la caza inglesa ganó la batalla de Inglaterra, pero en colaboración con el radar y otros ele mentos auxiliares que aumentaron grande mente sus posibilidades de acción. — no podemos afirmar que el Japón capitu lase a causa de la bomba atómica. Se ha sa bido después que venía preparando la nego ciación de un ‘armisticio y que antes de las grandes explosiones atómicas estaba virtual mente vencido. Podría objetarse que aque has bombas no tenían la potencia destructora de las actuales, pero hay que tener’ en cuen ta que hoy no constituirían sorpresa y se co nocen contramedidas que pudieran resultar eficientes pará paliar sus defectos,. Tampoco, pues, podemos razonadamente concluir que la energía atómica termonuclear sea suficien te para resolver el conflicto futuro entre po tencias de calidad. Concluyamos entonces, como resumen de lo di cho, que en el futuro, no es aventurad4 predecir que será preciso y a esto quería yo llegar, desem bocar en el empleo de elementos clásicos para la ocupación deí terreno, para la conquista y defensa de aeródromos, pistas de lanzamiento y artillería atómica, etc. Las divisiones clásicas podemos justifl cadame’nte pensar que seguirán subsistiendo para adaptarse al nuevo medio de combate y lograr una mayor aptitud para la rápida concentración, dis persión y movilidad táctica y estratégica. En gene ral,’ creo que todos los medios clásicos buscarán la adaptación y colaboración con los medios ató micos. Algunos de aquéllos perderán importancia, pero no ‘quedarán eliminados instantáneamente; otros conservarán la que tenían o la aumentarán en el conjunto. Habrá, en fin, una adaptaçión su- cesiva a causa de las mutuas repercusiones las formas y circunstancias de su utilización tica. y de tác mos los materiales. Moral con armas eficaces y mo dernas sigo entendiendo que es la mejor fórmula. De lo anterior creo que puede deducirse ya -la Pienso también que los procedimientos tácticos dificultad que presentan estos problemas y el por evolucionarán en la misma forma, sufriendo un qué no es aconsejable decidirse por unos proce dimientos tácticos y una determinada organizacÍón constante proceso de renovación. Lo más seguro sin antes reflexionar y observar la evolución de es que hoy, igual que ayer y que mañana, la evo Ejércitos más experimentados en la previsión lución de los procedimientos tácticos sea función de la necesaria combinación de los medios ya exis de las repercusiones táctico-técnicas, pues no sólo hay que prever las que un arma nueva tendrá so tentes y de los nuevos hasta lograr un conjunto armónico y eficaz. bre las existentes, sino las posibles contramedidas tácticas y técnicas que concebirá el adversario, la Claro está que la introducción de un nuevo me evolución del nuevo medio de combate, en fun dio de combate de la importancia de los Carros. ción de aquéllas, y hasta factores imponderables Aviación en la pasada guerra y de los explosivos como son la tradición guerrera del enemigo y la nucleares hoy día, ejercen tan profunda influen duración de la guerra. Incluso el clima y la mor cia que exigen una total revisión de los procedi fología de los Teatros de Operaciones en que va mientos y de la organización de las fuerzas. Es de a ser empleada la nueva arma influirán en los re cir, podemos sentar, sin temor a equivocarnos, sultados. Acordaos, si no, de lo que sucedió a los que un nuevo medio de combate de gran influen alemanes en Rusia. Por olvidar el clima vieron sus cia exige un cuadro táctico apropiado a sus carac «Panzer)) inmovilizados en terrenos embarrados y terísticas. pantanosos y -hubieron de sufrir las consecuencias Un ejemplo aclarará todo lo que acabamos cTe de la necesidad de cadenas especiales, caminos de afirmar. Casi la misma experiencia tenían del carro rodillos, lubricantes especiales, etc. los aliados y los alemanes antes de la G. M. II y, Para obviar las dificultades que el problema en sin embargo, el diferente cuadro táctico de empleo cierra, actualmente se aplican métodos científicos llevó a unos al fracaso y a otros al éxito más rá para el objetivo conocimiento de las experiencias pido y espectacular que se ha conocido durante la y existe una íntima colaboración entre la táctica primera fase de ella. La sorpresa fué posible en y la técnica, tratando de llegar cuanto antes a so tiempo y espacio, gracias a la flexibilidad de la red luciones que nunca tendrán el marchamo de segu de carreteras y al empleo del motor. Conseguida ridad que se les pone cuando han sido probadas la ruptura perseguían sandamente, con rapidez y en el combate, aunque tal procedimiento sólo pue dinamismo, el éxito estratégico. Fué, como todos den desarrollarlo íntegramente las Grandes Poten sabemos, la guerra de las grandes bolsas y de las cias, por los costosos medios que exige. batallas de aniquilamiento por la captura de ma No- hay que olvidar, sin embargo, que hoy no es sas enemigas. Los aliados, por el contrario, emplea posible, como ocurría antaño, que los ejrcitos se ron los carros exclusivamente en apoyo de la Infan adapten lentamente al progreso técnico No lo per tería. Opusieron a la flexible táctica alemana otra mite su rápido desarrollo so pena de rezagarse irre rígida y excesivamente centralizada, incapaz de mediablemente, lo cual, aplicado a nuestro caso, adaptarse a las nuevas concepciones de tiempo y me lleva a pensar que una cosa es caminar con espacio, con fuerzas que estaban organizadas e ms prudencia y otra estar fuera de realidades que se truídas para un combate de características diferen imponen cuando, como ahora, un arma tan potente tes. Cada vez que la Infantería veía a los carros y decisiva como la atómica, aparece en los campos en su retaguardia se pensó que todo estaba per táctico y estratégico. dido y que no valía la pena continuar la resisten Al táctico le corresponde estudiar, con el aseso cia. Sin embargo, en cuantas ocasiones la Infan ramiento del técnico, las contramedidas técnicas tería cercada resistió, los carros, segiín documen que puede roner en juego el adversario, y, por su tos aleuianes auténticos, encontraron serias difi cuenta, las repercusiones que en los procedimien cultades. Conviene en esto señalar que la moral de tos tácticos tendrá la evolución prevista por los me las tropas es factor imponderable que contribuye dios técnicos. También le corresponde, por fin, dar en gran proporción al éxito. Debemos anotarlo, por a las fuerzas la estructura adecuada para el empleo que nuestra moral podrá ser y lo será nuestra me del nuevo medio de combate. Tales estudios y tra jor arma, sin que ello quiera decir que desdcñ bajos ya se llevan a cabe felizmente en todas par- 6 tes con la seguridad de que tendrán su aplicación si un conflicto bélico llegase a estallar. En relacin con esto, deseo contribuir a disipar incredulidades sobre la dudosa certeza del empleo de los medios atómicos en una futura guerra, repitiendo falalTras de persona tan autórizada como el Mariscal Vizcon de Montgomery. Tan prestigioso Jefe, vencedor en la decisiva batalla del Alamein,con la autoridad que le da el estar al servicio de los 14 países de la N. A. T. O., dijo textualmente en una conferen cia en octubre de 1954: ((No sabemos si el tercer conflicto mundial está por comenzar o ha comen zado ya con la guerra fría, completada con peque ñas guerras calientes y rebeliones coloniales. Esta nueva clase de guerra trata de adquirir ganancias sin incurrir en la guerra caliente, que, dados los modernos medios de destrucción, sería un suicidio para la Humanidad, pero no pensemós que si el caso llegara dudaríamos en emplear aquéllos, sino que serán ciertamente empleados si somos atacados. Todos los planes de operaciones de la S. H. A. P. E. despegue vertical serán casi únicos y, por tanto, in están basados en la utilización de las armas atójni cas y termonucleares. Hemos llegado en el uso de dispensables, lo que llevará a prescindir de las grandes pistas extremadamente vulnerables al estas armas a un punto del que no se puede retro arma atómica. Me parece, en todo caso, más pru ceder.)) La afirmación de tan ilustre autorizado mi dente esperar a que las ideas seasienten más só litar no puede ser más rotunda y, aun poniéndole lidamente que lo están hoy, pues de ocurrir es una corrección de acuerdo con el efecto político tas supresiones no serán radicales ni totales y sólo que seguramente quiso producir en el ruso y en otros sectores, quizá incluso en su propio País no se impondrán, si acaso, muy lentamente, entre hay duda de que hay que tenerla en cuenta. Si otras cosas porque a tirios y troyanos les será di consideramos, además, que esa guerra fría puede fícil, en el aspecto económico, hacer tabla rasa de desembocar de un momento a otro, por error de todo lo actual. Veamos, pues, ahora, rápidamente. Zas reper cálculo, en la guerra caliente, se comprenderá la cusiones que los explosivos atómicas ejercen en las intensidad y la urgencia de los trabajos técnico fuerzas terrestres, no sin antes advertir que pre militares que llevan a cabo en la actualidad las jo tencias mundiales, referentes a las concepciones fiero sintetizar y vulgarizar el tema para una me jor comprensión de Tos pocos familiarizados con tácticas, al material y equipo y a la organización estas cuestiones nucleares, lo que, por otra parte, de las fuerzas armadas. Creo interesante, pues, hacer un resumen de las quizá resulte más itil, sobre todo en punto a sus consecuencias tácticas y orgánicas. conclusiones, sin duda provisionales y sujetas a rec Las Fuerzas Tprrpçtrps. casi inevitallemente. no tificación, establecidas por esas grandes potencias, podrán seguir empleando los procedimientos de aunque no he de tratar con cierta atenciéc en un combaté de la Segunda Guerra Mundial si quie trabajo de extensión limitada como este. ms aue ren sobrevivir a las explosiones atómicas que, in del factor terrestre, ya que no tengo autoridad ni cluso empleadas por las naciones más débiles, pue poseo bastantes datos ene me permitan entrar a den invertir la calificación inicial de su respecti estudiar en forma similar las conclusiones estable cidas en cuanto a los factores aéreo y naval. Dejo va fortaleza. La logística se ve afectada por la vulnerabilidad éstos al• cuidado de los respectivos especialistas. Además, estas conclusiones son revolucionarias y de las bases y líneas de comunicación y por la po trascendentales. Por ejemplo, que el radar y la sibilidad de destrucción masiva de los abasteci aviación llegarán muy pronto a competir con las mientos, planteando un problema de muy difícil más potentes Armadas para lograr el dominio de reposición en corto período de tiempo. Para pre los mares, o que en plazo breve los aviones de servar los alimentos parece ser que se encontraron 7 ya medios adecuados y por ley natural es de es perar que también se hallen para proteger a hom bres, materiales y medios de todas clases. Para seguir discurriendo sobre el tema es opor tuno hacer algunas consideraciones acerca de las contra medidas técnicas y tácticas que se pueden utilizar y que están en curso de estudio eñ la ac tualidad. Unas y otras repercuten y van a produ cir una modificación en la organización de las fuerzas. ¿Cuáles son estas contramedidas técnicas y tácticas?: la destrucción de los medios ene migos ; la protección directa, incluido el blinda je y comnrendiendo la fortificación; y la protec ción indirecta, en la que interaremos la dispersión y la diseminación. Para la destrucción de ¡os medios enemigos po dremos valernos de la interceptación. del ingenio aue transporta la bomba, la cual, como fácilmen te puede comnrenderse, resulta m’iv complica do si se trata de intercentar aviones, e imposible cuando se trata de alunnos tinos de cohetes por tadores de exnlosivo atómico y los proyectiles de artillería. Queda. pues. indicado para lograr la destrucción, el bombardeo de las bases aéreas, pie tas de lanzamiento y asentamientos de artíIlera atómica, lo ene exige una buena información por lo ene se refiere a pistas y asentamientos ene nor malmente nroporcionarán natruilas de tipo coman do desembarcadas por helicópteros o aviones de trás del frente enemio. Tanto esas patrullas como la labor de agentes de espionaje en el interior del país enemigo. serán casi los únicos medios de infor mación, ya que la fotocrafía aérea dará escaso ren dimiento a causa del enmascaramiento y movi miento de los elementos enemigos. La protección directa se consigue por la organi zación del terreno, que plantea problemas relati vos a Zapadores y máquinas-herramientas. Si pu diéramos estudiarlos en este limitado trabajo con cierto detalle nos llevaría a ser menos pesimistas con respecto a las posibilidades que tendrá la defensa si sabe enterrarse o fortificarse convenien temente. La utilización de uniformes y fundas ininfla mables, con los correspondientes a problemas téc nicos de equipo; y el blindaje, que disminuye en 16 veces los efec tos en relación con los que se producen en perso nal al descubierto, lo nne no deja tampoco de ser relativamente tranquilizador. La protección indicada se. puede lograr median te: el movimiento; el contacto con el enemigo, de forma que no. pueda hacer uso de las armas ató micas sin ser víctima él mismo, y la dispersión, que limita los efectos de la explo sión. El blindaje y la dispersión son las contramedi das que más influencia ejercen en los procedimien tos tácticos y en la organización. Insistiré más ade lante sobre el factor dispersión, pues vale la pena que veamos las dificultades e inconvenientes que encierra, pero antes de ahondar más en él y en sus repercusiones con miras a consideraciones poste riores, voy a hacer un brevísimo comentario sobre la guerrilla, antigua modalidad de la dispersión, que la utiliza en grado máximo mediante la acción coordinada de grupos aislados. De todos son conoci dos los resultados que estos procedimientos han dado durante la Segunda Guerra Mundial y también que los acontecimientos en Corea e Indochina han pro bado la eficacia de aquellos grupos cuando se ha de luchar contra un enemigo bien provisto técnica mente y se carece de medios modernos para hacer le frente. La guerra futura es indudable que utiliza rá tanxbién la guerrilla, pues dado el carácter ideo lógico del conflicto une se avecina, cada bando ten drá partidarios en los territorios del otro que lógi camente pretenderá aprovechar. Estos partidarios es seguro que estarán armados, organizados y en cuadrados, con anterioridad al comienzo de las operaciones, por personal especializado en acción política. Se sabe, y además lo han revelado infor maciones de Prensa, que en Estados Unidos uni dades de paracaidistas se instruyen paraS réalizar esas misiones en la retaguardia enemiga. Cito todo esto porque es de gran interés para nosotros que con tanto éxito hemos utilizado la guerrilla en momentos difíciles de nuestra Historia y por que nos señala en parte, sólo en parte, el camino a seguir en una futura lucha. Y tras el breve comentario que antecede, volva mos a discurrir sobre la dispersión para señalar que, dentro del cuadro de una guerra regular, es causa no sólo de dificultades en el ejercicio del mando, que habrá.n de tenerse presente y no se pueden obviar simplemente con el perfecciona miento de los medios radio, sino que además dis minuye de forma indirecta la capacidad comIati va y la potencia de fuego de las unidades y diiiculta la concentración de las fuerzas para una mi sión. Por otra parte, las reservas tácticas, más ale jadas a cáusa del aumento de superficie de los despliegues, evidentemente tendrán dificultades para intervenir con oportunidad, mayores aún si se tienen en cuenta la vulnerabilidad de los trans portes auto y de la red de carreteras. Y lo mismo sucederá, aunque en mayor grado, en cuanto a las reservas estratégicas. Por su parte, a la Arti llería clásica le será muy difícil realizar concentra ciones de fuego para apoyar a la Infantería, a los carros y a los zapadores, y éstos, en la defensiva, tendrán necesidad de neutralizar rápidamente zo nas creadas por la dispersión, y lo que aún es peor, tendrán que realizarlo expuestos a explosivos ató micos, Fiñalmete, la explotación del éxito de una explosión atómica ha de realizarse inmediatamente y esto sólo pueden llevarlo a cabo fuerzas blinda das capaces de resistir la rediactividad remaneñ te a los pocos minutos de aquélla. Todas las consideraciones anteriores permiten fijar orientaciones, hoy en boga, de los grandes ejércitos que si no definitivas aparecen ‘va bastan te definidas. Al parecer, actualmente van encami nadas: 1 A constituir Grandes Unidades más reduci das para que el ejercicio del mando no cruede com prometido. Se tiende a divisiones de tipo atómico, de efectos que oscilan entre los 10.500 y los 12.000 hombres. Cada vez más se estima que será necesario que el Mando, personalmente o por sus auxiliares, se haga ver de las tropas. Es decir, se quiere que el Jefe del escalón División o inferior tenga muy en la mano su Unidad. 2.° A aumentar la potencia de fuego-de la Infan tería mecanizándola lo más posible para que que de protegida del fuego atómico y sea capaz de tras ladarse fuera de carreteras; en suma, aumento cada vez más acusado de la movilidad táctica. 3o A recurrir al aerotransporte para las reser vas estratégicas, haciéndolas capaces de intervenir oportunamente y de acogerse a la dispersión. Esto exige que el peso y dimensiones de los vehículos no excedan tampoco de determinados límites. En fin, creo que se llegará a Divisiones hechas a la me-di-da del transporte aéreo y aviones adecua dos para este transporte. Ya las tienen ciertos ejércitos, pero me refiero a una especialización muy acusada. Se busca cada vez la victoria tácti ca y estratégica por la oportunidad, la potencia, la sorpresa y la rapidez. 4.° A incrementar el número de morteros y lanza-cohetes, menos vulnerables que la Artille. ría, y llegar a una disminución de piezas de las baterías, aumentando la velocidad- de tiro de és tas, para compensar la dificultad que entraña la dispersión. 5.° A dotar de un mayor número de piezas autopropulsadas de Artillería a las Divisiones normales y atómicas. Por -otra parte, parece que tiene muchos adversarios la Artillería pesada e in cluso hay también dudas sobre la subsistencia de la Artillería ligera de campauía, que defienden ciertos países, entre ellos Francia, por creer que tendrá un importante papel en el futuro. La Ar tillería pesada parece que será sustituída por la atómica, aviación atómica y cohetes atómicos. En la Artillería atómica se irá a calibres menores del 280, ya que la pieza actual de este tipo ha resultado demaiado pesada. Todos coinciden en que en la guerra futura no habrá concentracio nes- de grandes masas de Artillería ni barreras de fuego artillero. 6.° A —dotar a los Zapadores de máquinas-herramientas -de más capacidad y de vehículos blin dados aptos para sembrar minas rápidamente, en no importa qué condiciones. - -. - - 7. A reducir en estas grandes unidades ios efectivos de la Infantería clásica a los indispen sables para operaciones locales y constitución de patrullas. La restante Infantería debe ser mecani zada y capaz de hacer fuego desde los -vehículos. - 9 - - /— 1 tilia de este Arma en sus Divisiones me llego a explicar el porqué. atómicas. No 120 En cuanto a los servicios, por causa de la dispersión y por desligarse de la red de carrete. ras, existe la tendencia a recurrir al aerotrans porte mediante helicópteros y aviones, como el de asalto C-114, también aprovechable para el transporte de tropas. Se ha visto que, por su ca pacidad de carga, velocidad y personal necesario para su utilización, que el camión. se revelan más económicos 13.° táctico, Los aviones que se utilizarán en el campo sobre todo sería deseable que fuesen de despegue vertical pai a poder acogerse a la dis persión y que actuasen no importa en qué cir cunstancias meteorológicas. En suma, se tiende a valorizar más unos me dios aue otros e incluso a buscar los que mejor se adapten a las circunstancias. A mí me parece u-ue sería prudente conservar, por ahora, los clá sicos, ya ene nadie puede aseaurar que no sean En cuanto a la reducción de la Infantería clási ca, parece que, en términos generales, hay una nimidad de pareceres, y, si aun se discute su uti lidad, es por sus grandes posibilidades para la infiltración, q-ue seguirá siendo un seguro méto do de avance para aquel arma. 8.° arma El cañón sin retroceso parece que es el predilecta de ios americanos. La rrimera tos medios al elemento humano, el clásico infan te, artillero y jinete, al que hay que seciuir edu cando en el conocimiento y melor emrdeo de las armas nuevas y de los modernos medios de trans porte. pero sin olvidar las antieuas. y sobre todo inculcarles esa moral hecha a la medida de todas las cliciiltades. cine es la base de todo eiéreito y División dispQne de 29 cañones de 75 milmetros sin retroceso, y 81 de 57 milímetros. Los ingleses favorecen también el desarrollo y empleo de este arma. 9o Respecto a la Artillería A. A. pesada, pa lo será más aún en el futuro, ya aue sin ella no hay disciplina ni se puede hacer frente a las más adversas e imprevistas contingencias. rece que hay unanimidad en la supresión de la de 90 milímetros y calibres sureriores. pero no ORIENTACIONES así la ligera, que unos Ejércitos suprimen o reducen hasta una para acciones locales. conservan y otros pequeña cantidad 10.0 En los carros de combate y en la defen sa C. C., hay tal confusión que no me parece opor tuno sentar, ni aún con toda clase de distinoos. conclusiones ni sioiiiera provisionales. Lo lógico es qu ante el explosivo atómico se vaya al carro tipo ultra-ligero, con coraza ligera y cañón po tente. - necesarios, al menos nara ciertas fases del futuro combate. y sobre todo, si, contra lo cine actual mente puede suponerse, no se llegara a emolear el proyectil o bomba atómica. Incisivo entre es 11.0 Parece que el parel de los Bazookas dis minuye. Se dice que los americanos lo van alian donand9 o por lo menos reducen mucho la pian- lo ‘Teamos ahora TACTICAS sucintamente las repercusiones que ha de originar el explosivo atómico en los procedimientos tácticos de la defensa. El proble ma a resolver consiste en dispersarse lo suficiente para escapar del peligro atómico, evitar la infil tración, no obstante, y obligar al enemigo a con centrarse para atacar, ofreciendo así un buen ob jetivo a las armas atómicas propias. El desplie gue de la defensa ha de subordinarse a la articu lación y seguridad de los medios atónlicos, y a su mejor utilización y rendimiento, mediante la creación de campos de tiro atómico a vanauardia y en el interior de la posición, aprovechando en último caso los intervalos entre las tropas pro- pias, donde el tiro estará preparado. Veamos a grandes rasgos, y sin que se pretenda más que dar una norma provisional, cómo se presenta lo que llamaremos el despliegue atómico clásico. a) Un escalón de seguridad constituído a base de Agrupaciones mixtas de Infantería-Carros-Ar tillería-Zapadores, complejos pluriarinas que se utilizarán mucho y tendrán dos misiones princi pales: Obligar al enemigo a concentrarse evitando la infiltración; y faci]itar la información sobre l mismo. b) Un escalón móvil constituído por Infante ría mecanizada, Carros y Artillería autoropuL sada, tropas que se apoyarán en organizaciones desguarnecidas para evitar los efectos de una pre paración atómica, y que se ocuparán oportuna mente por esas reservas mecanizadas que acudan desde zonas de dispersión. Esto es más fácil de cirlo que hacerlo, sobre todo en tiempo oportu no. El combate de esta defensa móvil consiste en acciones en el límite de los vacíos atómicos, re pliegues rápidos, tiros atómicos sobre campos creados y explotación de los efectos. En el ataque, las repercusiones del explosivo atóinieo se traducen en resolver un problema que consiste en combinar estrechamente el movimien to y el fuego atómico, a fin de explotar sus efec tos psicológicos y destructivos sin ofxecer al ene migo un objetivo atómico. Las orientaciones actuales,. que distan mucho de ser definitivas, tienden al siguiente esquema: — — Aproximación mente mecanizado, hacia una base de ble a los objetivos enemiga. — del ecalu de asalto, entera desde formaciones dispersas, partida lo más próxima posi. atómicos de la primera línea Preparación atómica sobre la primera línea de resistencia y puntos visibles de la posición ene miga. Explotación del escalón del asalto que debe buscar el contacto con las resistencias enemigas. Huir de los puntos débiles e intervalos del des. pliegue de la defensa, que constituirán, segura mente, campos de tiro atómico; es preciso, pues, pegarse al enemigo y combatir en la forma clá sica Progresión del segundo escalon en forma ción •dispers.a compatible con el riesgo atómico o en transporte aéreo, de asalto y helicóptero. transprtedas para exr-lotar fuegos atómicos en el interior del despliegue enemigo; llevar a cabo desembarcos aéreos sobre puntos vitales y mante ner la impulsión del ataque. La exulotación correrá a cargo de unidades acorazadas. Si el enemigo dispone de fuertes medios ató micos puede constinr con ellos una barrera de prohibicion que aile el primer escalón una vez pasados los efectos de la sorpresa. Aunque este escalón se proteja del fuego ató-mico por el con tacto con el enemigo, está condenado a ser des truído a causa de su aislamiento. Sólo puede ah mentarse el ataque durante la noche si no existe actividad residual, pero esta solución es muy pro blemática. La solución aconsejable en estos ca sos, consiste en la destrucción previa de los -me dios atómicos -del enemigo, seguida de la expio. tación en amplios frentes con unidades acoraza das. Para realizar aquellas destrucciones se em plearán los medios propios del fuego atómico y acciones de desembarco aéreo en una profundi dad variable, según la situación, dirigidas princi painiente contra la Artillería atómica enemiga, contra las estaciones de tejedirección y las esta ciones de radar, lo ue reducirá las posi}i1idades de la aviación enemiga, para conseguir la supe rioridad aérea local, aumentando las propias. Todo ello recruiere una excelente información del desnliegue atómico enemigo y gran éantidad de medios atómicos aéreos. Estas son en líneas generales y sin que aun se puedan considerar definitivas, las nuevas orienta ciones tácticas existentes. Ya he indicado antes, a gran-des rasgos, cuanto se discute en el seno de la N. A. T O respecto a la organización de las GG. UU. tipo División, su empleo y prororción entre las armas. Corno aún se debate la cuestión, no auiero aventurarme a dar datos que pueden ser rectificados. - - - — — — Reservas dispersas y dispuestas a ser áero REFLEXIONES FINALES Y ahora, para terminar, creo interesante dedu cir algunas conclusiones generale8, enfocándolas desde el punto de vista de los problemas que, queramos o no, se le plantean ya a nuestro Ejér cito, al tener que admitir la lucha atómica. Por que por mucha prudencia con que camhiemos, y conste que yo la preconizo, y creo que la preco nizaré durante bastante tiempo, mientras no se vea más claro en estos asuntos, habrá que pensar - 11 en ponerse poco a poco a tono con las corrientes actuales. En todo caso hemos de huir de vestir nos con ese traje de confección de que antes ha blé, que puede muy bien no convenimos, sobre todo en ciertas situaciones singulares derivadas de nuestra especial idiosincrasia, de la morfología del suelo español, de la situación geográfica de nues tro país y de otra serie de.eircunstancias que han de influir en nuestro problema militar. Quiero aclarar, desde ahora, que no aspiro sino a presentar puntos de reflexión ante los nuevos problemas que nos plantea la guerra atómica, en cuanto a doctrina, organización e instrucción. Voy, pues, a reflexionar sobre ellos, y conste que cumplo así fielmente las consignas que nuestro Generalísimo nos dió con motivo de la Pascua Mi litar del año pasado, preocupándome de aportar mi modesta contribución a estos arduos proble mas. Sé que ello, además. constituye hoy una preocupación para el Mando. Inmediatamente surgen las siguientes pregun tas : ¿Debernos estar. prenarados para defe’de.r el país y también para luchar fuera de él en una gue rra atómica. en defensa de ima civilización auc para nosotros, es primero católica y luego cristia na, en cumplimiento además de nuestros compro misos internacionales? Por tanto. nuestra organización, equipo y ar mamento ;habrán de respotider un día a estas dos necesidades o hipótesis fundamentales? Veamos: Para combatir en nuestro suelo y de fenderlo seguiremos precisando sobre todo de tropas de montaña o de semi-montaña, ya que casi todo nuestro país es, en general. montañoso. y .también seguiremos necesitando del tho de or ganización que nuestras actuales Divisiones de E nea, que indudablemente tendrán que ganar mu cho en movilidad, motorizando y mecanizando tropas y servicios hasta donde se pueda. re-trin giendo al propio tiempo efectivos no combatien tes y aligerando los servicios, en la medida que permite la sobriedad de nuestro soldado. Se dice que la montaña rechaza la máquina, pero yo creo que no es así en absoluto. La má quina facilita los movimientos en los terrenos movidos, aligerando a las Divisiones del lastre de los servicios y llevando lo necesario hasta don de tiene que recogerlo el mulo o el ((jeep)). Hay que reflexionar sobre estos problemas que plan tea el suelo propio, que ha de influir mucho, si queremos llegar a algo práctico. Por otra parte, aun no se saben los resultados que en la monta ña ‘tendrá la bomba atómica. Quizá no sean tan 12 catastróficos desde el punto de vistá táctico; corno en los ‘otros terrenos. Los xñontes comp artimen tan. tienen pedruscos, crestones, árboles, valles, cuevas y oquedades que son en definitiva panta. has que disminuyen lós efectos del calor y de la onda explosiva. Habrá que estudiar estos efectos muy a fondo. Hasta ahora no sé que se haya he ch9 en el extranjero. Para que nosotros enfoque. mos bien nuestros problemas táctico y orgánico, en relación con la nueva arma, resulta imprescin dible que nos saquen de la duda sobre ‘la mayor o menor efectividad de la bomba atómica en la montaña. Esto es esencial. Es posible, y aquí presiento otro punto intere sante y urgente, que a poco de iniciarse un con flicto generalizado contásemos con la ayuda aérea de nuestros aliados, pero también ha de preverse una inferioridad inicial con la amenaza, de des embarcos aéreos a retaguardia de nuestras fron teras y de bombardeos atómicos ‘sobre nuestros puntos vitales, o podemos abandonar, pues, el problema de nuestra defensa en profundidad, .in cluída la pasiva, aun cuando este problematenga modalidades especiales.. Se habrán de, crear guar niciones territoriales, permanentes y .‘reservas mó viles de mucha, movilidad, par hacer frente a aquellas acciones, y habrán de. doptarse medi das que aminoren los daños a nuestra, población civil ó instalaciones. . En uno y otro caso, dentro o fuera del .territo rio nacional, hemos de estar instruídós, militares y civilés (estos últimos futuros militares de com• plemento o militarizados’) para combatir en una gueria de tipo atómico. ,Para éllo, a mi juicio, hay que aprovechar el tiempo que tarden en asen tarse sólidamente los procedimientos tácticos en discusión actualmente, para iniciar una labor pre liminar encaminada a que las medidas que poco a poco’ vayamos adoptando caigan oportunamen te en terreno abonado. Hoy, muchos militares y no digamos civiles, leen lo que puede ser ‘T gue rra atómica como si no les afectara. Esto puede ser muy grave. Hay que interesar a todos en ella. En suma, hay que crear ambiente. ¿Cómo hacer lo? Permítaseme que escriba sin ambages mi opi nión, para que ayude a reflexionar sobre este tema. Creo que hay que comenzar por divulgar, mediante conferencias y folletos, el conocimiento de la guerra atómica, ilustrando también a la po blación civil cii fórma, que, sin alarmarla, apren da lo esencial para hacerle frente. Ya se ha hecho algo en esté sentido, pero no con suficiente conti nuidad e intensidad. A este respecto me convie nc hacer constar que el Ministro de ‘Defensa cen, aunque sin olvidar nunca que hay que p Portugal, el señor Santos Cosía; al que tantó ad párarse también para emplear lo que nuestra mo miramos’ y queremos en nuestro Ejército, ha predestia de medios ponga en nuestras manos. En conizado públicamente conceptos Similars’ en el este orden de ideas y en última instancia, pienso país hermano y lo que es más significativo, lo ha que hemos de estar dispuestos para practicar la hecho al volver de una reunitn muy importante guerrilla, procedimiento de acuerdo con nuestra de la N. A. T. O. tradición guelicra, pero que exige el conocimien Hay que’ seguir por la preparación mental de lo de na técnica muy particular en la que hay nuestros cuadros para esta clase de guerra y por que instruir a nuestros soldados de primera línea, enseñai a Tenientes Capitanes (incluidos los de nuestios reserista a nuestios cuadios que, Complemento, que serán los que al éomenzar una como antes creo que indiqué, deberán ser jóve campaña mandarán Secciones y Compañías) ‘y a nes, fuertes y perfectamente instruídos para ac los Jefes de Batallón, cómo se pasa del combate tuar con iniciativas aceptables. Bien entendido, estático al diiiámicó, en condiciones de aislamienque la guerrilla de que hablo sería una guerrilla to táctico. moderna, dotada con medios de fuego potentes ‘Y sobre todo esto, pienso en que hay que •preque no le resten ligereza ni movilidad; además parar a los cuadros de Coroneles y categorías suentiendo que nuestras unidades han de tener ap periores, en la conduccion de una batalla dina titud paia pasai de ]a gueria regular a la gueiri inica, sobre amplios frentes, o mejor dicho, esHa, si una dispersióñ forzada así lo exige. Han pacios’; ‘aeostumbrándoles a la rápida y oportuna de poderse, pues, fráccionar eficazmente para este ieunion de la masa en el punto deseable y a mafin Pensando en esto paiece con’emente ir pron nejar grupos tácticos ‘pluriarmas, también en conto a la organización, para esta guera, de los mo diciones de aislamiento táctico. vjmientos de resistencia a cargo de los hombres Como ‘consecuencia de lo anterior, hay que seque por su edad están fuera del servicio militar. guir orientando poco a poco los estudios de las ¿Cuál sería la ‘base de la organización de estos Escuelas y Academias en tales formas de lucPa, movimientos de resistencia? Los organismos com pero sin suprimir los qne hasta ahora se siguen petentes nos lo dirán. La más sencilla quizá fuera sobre los medios clásicos, que yo modestamente la de la actual organización administrativa civil creo que subsistirán, cambiados o adaptados en dentro de cada Región Militar, con colaboración mayor o menor medida. . de la Guardia Civil, que actualmente tiene la exHay que tender también al completo acorazaperiencia que tanto honor y prestigio han dado miento de cuantas Grandés Unidades nos sea poa este Cuerpo. Tampoco hay que desechar la or sihie y a un aumento de los medios contra carros. gani.zación de probables zonas de operaciones. Estos son los primeros pasos. Después habrá Creo’ que’, si pensamos en la organización de este que seguir pensando en otros problemas deriva-, tipo de guerra y nos vemos obligados a practicardos del hecho atómico, que tienen enorme impór- ‘ la, estaremos, aun con nuestra pobreza de. medios, tancia y que no es del momento enumerar para ‘ . buenas condiciones para luchar en nuestro no’ alargar demasiado este artículo. . país, incluso contra fuerzas bien provistas de mePor último, hemos de estar pendientes de cuandMs. técnicos. to se vaya concluyendo eii el extranjero sobre la “ Siempre se ha creído que las armas nuevas tenguerra atómica, para fijar cuanto antes una doc‘drían un efecto fulminante sobre. países más o trina que nos guie, de la que se derivarán ingenmenos atrasados técnicamente o poco desarrollales tareas en punto a organización, instrucción y.; : dos. Sin embargo, la guerra en el Este, en el palogística. , sado conflicto mundial y las reciente de Corea e Pensemos si ha llegado ya el momento de dar Indoçhina, nos, han mostrado que el factor hu estos primeros pasos para no encontrarnós, .no ya. mano, ‘por sí soló, aun en países atrasados desde desprovistos de medios, que éstos pueden dárnosel punto de vista industrial y de armamento, los, sino lo que sería peor, carentes de una, míni con escasas vías de comunicaci6n y medios de ma preparación moral y material para empleartrañsporte, han podido tener en jaque a las los. Por mi parte, si la Superioridad me lo peznaciones más avanzadas y potentes. Ni los me mite, me propongo intensificar la táctica atómica “dios mecánicos de éstas, ni su supremacía en e incluso organizar un Curso sobre esta, clase’ de él aire y en el mar, ni los efectos de las bombas guerra, dentro. de los principios que hoy se cono- nap’ahn, ni su superioridad de armamento han . ‘“ 13 podido evitar la marcha de los portadores de abastecimientos, las emboscadas y las acciones de guerrillas en la retaguardia. La guerrilla, si está sostenida por la moral de un país de tradi ción guerrera, creo que es capaz de representar un gran papel en la guerra mecanizada y aun en la atómica, ya que puede huir fácilmente de zo nas infectas, atacar reservas y servicios y desem peñar numerosas misiones para quebrantar al enemigo. Por lo menos, así lo han demostrado las fuerzas a que acabo de aludir, aunque las ma sas que allí hicieron frente a Francia y a las Naciones Un2as estuvieron imnulsadas y fana tizadas por una moral de signo negativo. Pero, cuidado, no caigamos en el error de pen sar que esta organización e instrucción para prac ticar la guerrilla tenga carácter de exclusividad. No es, a mi juicio, sino un complemento de la que nuestras fuerzas deben ir teniendo, para combatir en un cuadro atómico regular, dentro o fuera del teritorio nacional, como antes he in ‘dicado al hacer hipótesis. muy ajustadas a nues tro problema militar futuro. Con miras a esta posible organización, nos que. da entonces por resolver el problema de la adap tación de nuestras GG. TJU. hacia, una solución. ¿No sería más ventajoso una modificación orgá niza que persiguiese la constitución dentro de la División, de Brigadas que, llegado el caso, se convirtiesen en las futuras Divisiones de bolsillo, como se les ha dado en llamar ahora. Problemas como éstos, como el de la constitu ción de los movimientos de resistencia, los de organización apuntados, los del empleo de gue rrillas y los de instrucción de nuestras tropas y cuadros, requieren, repito, un estudio muy de tenido y minucioso en busca de la mejor solu ción para nuestra Patria. No pueden, dada su importancia, más que ser recordados aquí. Y, sobre todo, no debemos olvidar, en nuestros estudios y reflexiones, que la fuerza que nunca falló a lo largo de nuestra Historia y no fallará en el porvenir, si sabemos preparar a nuestros hom bres para la defensa de los grandes ideales de Re ligión y Patria, es la fuerza moral con la que podemos estar seguros de que seguiremos escri hiendo la Historia de España, al menos con ho nor que, en definitiva, es lo que más importa. / / ñ N 1 12 ;/í’ ‘1 / ‘‘7, 7 1 - .1 /. 0 EL J2EGJA’IJENTO ESCUELAPEPIIÍANENTE Coronel de Artillería, Jefe del Regimiento de Montaña LASALA núm. 29, Mariano MILLARUELO. Estamos causaiios de oír, y no sin razón, que la cualidad que destaca en el Ejército español es su buen espíritu. Es tan exacta esta afirmación que ha sido reconocida por estimables figuras del extranjero, y en España lo han dicho y dicen constantemente voces autorizadas que tienen mo tivo sobrado para conocer su exactitud. Pero esto es así de siempre. A través de la Historia, el Ejército español destaca con una característica: pocos medios y buen espfritu lo que le ha dado la fama de que hoy goza. Pero si este es su principal tesoro, no cabe duda que está obligado a cuidarlo celosamente, luchan ciso apoyarse firmemente en esa cualidad, que haciendo de cada combatiente un héroe, logre un Ejército superior con medios inferiores y en cuan to está mejor dotado invencible. do cada día por aumentarlo y defenderlo, pues vivir de las rentas en los tiempos actuales es pe Y es el caso que de nuestro carácter: ligros.o. nuestro Conformes en que la mayor Ejército es su gran espíritu, virtud de conformes en que ha suplido en muchas ocasiones su falta de medios y conformes también en que se ha agudizado esta dificultad, con la loca carrera em prendida por la ciencia para la fabricación de ar mas y artificios tan terribles y destructores, como caros y difíciles de obtener en naciones económi camente débiles.. De acuerdo todos en que es pre hay por medio otra. cualidad la despreocupación. Los he- 15 ehos más sálientes y que por su gravedad han debido quedar grabados en nosotros, se van ol vidando poco a poco y se piensa que si imj3rovisando se han solucionado las cosas, debe ocurrir así siempre. Pero la loca carrera de estos últimos tiempos no es loca solo en los armamentos ; en todo, la ambición desatada alcanza a todas las clases so ciales; hay que vivir mejor, y en esa palabra no sólo está el- hecho material de vivir, están el lujo, las diversiones, las carreras caras, etc. La lucha por la vida résulta así enorme, absorbiendo mu chas horas y esterilizando notables facultades. Es problema mundial y de él no se libran como es natural los componentes de un Ejército que si siempre fué modelo de moral y entusiasmo tam bién destacó por su sobriedad. En este ambiente hay que recordar a los viejos y enseñar a los jóvenes, que aún hay algo que está por encima de la vida cómoda y fastuosa, que es el orgullo de ser militar y la gloria de pertenecer al Ejército. Esta es la gran responsa. bilidad que tienen sobre sus espalda los que en las Academias forman a los futuros oficia’es ya que, inyectándoles un buen espíritu, el de la tro pa estará asegurado. Pero es al salir de las mis mas precisamente cuando esos nuevos oficiales su fren el choque con la vida, siendo entonces pre. ciso cuidar de que no se estropeen, llegando a creer que lo que les enseñaron fué una teoría más. Esta es la gran labor de esa Escuela permanen te que es el Regimiento y donde los jefes, eter nos profesores, tienen que cambiar el sistema de enseñanza seguido hasta aquel momento, sustitu yendo todas o gran número de las horas de aula, por una clase continua que es el Ejemplo. Nada puede hacerse sin pensar que nos miran, que el inferior está guiado por un espítitu de crítica, la cual acostumbra a ser acertada y que sin que él mismo se dé cuenta lleva en el fondo de esa fiscalización un deseo constante de aprender. La experiencia y el prestigio que debe rodear al que manda le obiiga a que el inferior no quede de fraudado. Sobre tema tan importante no se escribe de masiado; quizá se tenga por axiomático y por sa bido se callç, pero es un error. Recuerdo que has ta en la misma Academia en nuestros tiempos de 16 cadetes, la instrucción sobre el Mando se reducía a unas cuantas clases, dadas una o dos veces por semana en últimas horas y el ultimo año y desde luego sin puntuar ni examinar. Conviene no per der de vista que el no hablar de un asuntó le resta importancia, empujándole al olvido; y de Moral Militar y Arte de Mandar hay que ocupar se constantemente, porque siendo la base de cual quier Ejército que se precie cho más del nuestro. De cómo debe de serlo, ser el Regimiento lo es mu Escuela per. manente donde se dé gran preferencia a estos te mas, voy a tratar, sin más títulos que la práctica de veinte años de mando como primer jefe y con el deseo de que estas líneas, aunque nada nuevo puedan enseñar, sirvan como recordatorio de que los tiempos cambian, los hombres y las ideas evo lucionan, pero nuestras virtudes militares han de seguir invariables, venciendo como hasta ahora todas las borrascas. En esta Escuela tiene que haber profesores, ma terias a recordar y procedimientos de hacerlo. Profesores son todqs en absoluto; y más aún es éste un caso en que todos tienen los demás, sin distinción alguna que aprender de de empleos. Re sulta frecuente, presenciar hechos de subalternes que a los Jefes emocionan y estimulan a Eeguir en la lucha diaria, y en los propios soldados se ven muchas veces actitudes y reacciones que re cuerdan a todos cuán fácil es en Espaíia educar homines para la Patria. La gente joven) por ra zón de la edad y de las enseñanzas recién recibi das, está poseída de un idealismo que no se de decepcionar. Hay que dar consistencia a una obra bien hecha, con buena primera materia, pero como recién terminada, aún frágil, para que pueda resistir los choques de la realidad de la vida. La formación de los Tenientes ha de ser moti vo, por tanto, en el Regimiento, de la ma yor preocupación del mando y siendo además los ejecutantes más directos de las órdenes e instruc ción para la tropa, su influencia será decisiva en el buen estado de las unidades. ¿Cómo conseguir en esto ufl resultado satisfac torio? Primeramente hay que re2ibirlos con toda cordialidad y afecto, diciéndoles desde el rimer instante lo que se espera de su importante labor y haciéndoles ver que el Regimiento será una con tinuación de las enseñanzas recibidas y una prác tica constante de las virtudes militares que les han enseñado. No me puedo sustraer a recordar en este momento por la ejemplaridad que entra ña, lo que ocurrió cuando mi promoción salió de la Academia. Un grupo de cinco Tenientes fueron destinados a un Regimiento de guarnicion en Ma drid; llevados de su natural entusiasmo, estima ron que residiendo allí debsan presentarse ense guida, y en efecto, al siguiente dia de salir el destino en el «Diario Oficial» hicieron esa su presentación ón Estandartes. El Coronel, hombre de carácter frío y agrio, no dió al hecho impor tancia, recibiéndoles como era corriente en él, és decir, con ausencia de cordialidad; pero en el cuarto de Estandartes les espéraba una mayor de cepción. Un grupo de Capitanes, con muchos años de antigüedad, les dijo: «Para qué vienen ustedes tan pronto? ¡ Qué primos!)) Seguramente lo dijeron sin sentirlo, llevados de esa manera de ser tan nuestra de tomar a broma las cosas serias. Quzá estuvieran amargados y cansados5 sin te ner fuerza bastante para contrarrestar los años de servicio. En cualquier caso el daño que hicieron fué enorme. No débe ser así. Una yez recibidos los Tenien tes y tenido con ellos todos los Jefes y Oficiales un acto de cordialidad, deben ser destinados a las unidades con los mejores Capitanes. De la emulación en el cumplimiento del deber y do la competencia honrada entre esas unidades, tendrán motivo sobrado para irse encariñando con un co metido que tiene. tanto de combatiente como de educador. A esta labor silenciosa y diaria han de contri buir todos los Jefes del Regimiento, empezando por el Coronel. Hay que aprovechar cualquier ocasión=—conferencias, reuniones, comidas, mar chas—para ir afianzando en los Tenientes ideas ya conocidas. Ante todo la singularidad de la ca rrera militar. Si nuestra profesión fuera una ca rrera lucrativa perdería toda su importancia. La religión y la milicia se ejercen por vocación de sacrificio, siendo imposible desterrar de la carre ra de las armas el romanticismo Hablando en una ocasión con un padre jesu’ ta, encargado en su colegio de explorar la volun tad de los chicos para descubrir su inclinación, me decía: ((No encuentro más que ¿os vocacio nes definidas: la militar y la religiosa; en las de más se les hace titubear con facilidad y corrien temente no se definen solos.» Y con ocasión de nuestra pasada guerra hemos tenido mul titud de ejemplos. Estuvieron en calidad de Oficiales Provisionales gran número de mucha chos con su carrera terminada o a punto de terminar, y aunque muchos cuando acabó la 17 guerra volvieron a sus profesiones, otros se que daron en el Ejército, a pesar de ser médicos, abo gados, licenciados e ingenieros. En cualquiera de esas hubieran ganado más dinero, y, sin embar go, en contacto con la milicia, se desarrolló su vocación y hoy son Jefes prestigiosos nne no es tán arrepentidos de lo hecho. La labor que los compañeros pueden y deben realizar para completar la formación de los que llegan es enorme. No mencionamos la parte téc nica del arma, pues estas líneas, no persiguen ese objeto; pero ateniéndonos a la cuestión de la for mación moral, son los compañeros los que sabien do lo que la vida privada influye en el prestigio de los Oficiales ante la tropa y conociendo lo prontamente que ésta se entera de todo, tienen que dar ejemplo y éonsejo si fuera necesario, para que una mayor libertad de la que han tenido has ta entonces los Tenientes, no les haga traspasar los debidos límites, llevándoles a olvidar que el raliza a quien lo recibe y a los que lo ven, y si es justo sirve de ejemplo. En cuanto a la concesión de permisos, si es ar bitraria, si obedece, a recomendaciones, si recae en quien no lo merece por su conducta, redunda en desprestigio de los Jefes que los otorgan. Cuando para una resolución, pide el Coronel in forme a los Capitanes, su veracidad, se trate de quien se trate, es un ejemplo de lealtad. Al man do no puede nunca engañársele por ningún mo tivo ni bajo ningún pretexto. El compañerismo más estrecho debe reinar en tre los Oficiales y ello requiere ausencia total de envidias y egoísmos, una confianza absoluta para comnnicarse impresiones, sin molestarse jamás ante una observación, que por el contrario debe agradecerse, y una amistad sincera, verdadera ca maradería que no debe estar reñida con una gran educación y corrección en el trato. Con estas mis mas características, compaginarán los Capitanes Oficial ha de ser, ante todo, un perfecto caballero. Importancia extraordinaria, tiene, que des.de el primer momento se acostumbren al ejercicio de las virtudes militares que destacan sobre todas: la energía y firmeza en el ejercicio Sabido es que el Servicio es subalternos, obligándoles a estar, en el’ Cuartel; para los Capitanes del mando. duro para los muchas horas puede’ ser más la lealtad y la disciplina; de ello tienen que es tar pendientes tod,os los Jefes y Oficiales del Re gimiento,. Hay dos cosas en que todos tienen pues ta la mirada: los castigos y los permisos. Un cas tigo cuando no es justo amarga tanto que desmc suave, y más aún para los Jefes ; pero hoy el Ejército ha cambiado notablemente. Ejercicios, conferencias, clases, instrucciones, campamentos, maniobras, todo hay que hacerlo, y estando cada uno en su puesto’se trabaja mejor y más a gusto. 6 18 Las conferencias convenientes para de mora! a la tropa son muy todos, responden a tina nece drá un Regimiento cualquiera no tener el sello de determinado Coronel, pero sí «del, Coronel» que sidad imperiosa y proporcionan práctica de dirigirse a ella, recordándonos de paso las cosas que siempre debemos tener presentes. Son un motivo en definitiva es lo que interesa. Los jóvenes intuitivamente miran siempre al Jefe con deseo ¡de aprender y hay que procurar, más de reunirse todos y esto mismo puede decir se de las clases teóricas que, desarrolladas en for con el ejemplo, que lo pie aprendan sea posi tivo. Las palabras del Jefe, sobre todo en deter minadas ocasiones y en actos solemnes, tienen una influencia en el. subordinado, si es jovei, enorme. Cuando juramos bandera los de mi pro moción en la explanada del Alcázar segoviano, al pie del monumento a Daoiz y Velarde, nuestro ma de charla por los subalternos, crean un am biente de cordialidad y confianza con sus sol dados. De cómo debe ser un Coronel p era tener su Regimiento en tal forma que sea una verdadera Escuela, nada diré de mi opinión personal, no parezca que trata de dar lecciones quien segura mente debe recibirlas, pero de csto se ha escrito mucho .por figuras prestigiosas del Ejército en to dos los tiempos, conocemos infinidad de ejem plos que nos muestran condiciones ser consideradas como verdaderas. que pueden La fisonomía de un Regimiento se la da su Co ronel en gran parte, y conocemos más de uno de aquellos que aun conserva la fama y carácter que le imprimieron determinados primeros Jefes hace ya mucho tiempo. Hay, pues, que tratar de no pasar por los man dos sin dejar rastro; y si todos nos preocupamos de vivir pendientes de emular a los mejores, de trabajar con fe y entusiasmo, de enseñar con nues ira práctica y ejemplo a los que nos siguen, po-. Coronel causaba decía lo rir por será lo jadores, Director, don Juan Arzadún, que ya nos impresión por su figura venerable, nos que tantas veces oiríamos después : «Mo la Patria no es morir. Porque España que seais vosotros. Grande si sois traba ilustre si sois sabios y será respetada por que sois valientes.» La emoción que produjo en nuestros corazones juveniles fué tan profunda que nos hizo saltar las lágrimas, pero muchos años des pués, celebrando las bodas de plata los que que dábamos, la volvimos a sentir igual o mayor, al leer el más antiguo un telegrama que nos envia a desde su residencia que los años no le permiCan abandonar, y en el que nos repetía las mismas palabras. El no las había olvidado, ni nosotros tampoco. Hoy, diezmados, desperdigados y llenos de canas, la recordamos con la misnia emoción, 19 e habiéndola convertido en nuestro lema: caídos por la Patria, tres laureadas llas’ militares nos lo ordenan. veintiséis y dos meda Veinticinco años después de acruella jura, nues tro llorado compañero, el General de Divisidu Laureado Ignacio Moyano nos decía antes de vol ver a besar la misma bandera: ((Dentro de unas horas nos separaremos para andar la última jor nada del camino, quizás la más difícil,, porque se remos más viejos y porque cada vez se acumularán sobre nosotros cargas y responsabilidades más gra ves. No sabemos lo que las circunstancias nos re éste depende mucho de la persona, pero conviene recordar lo que sobre esto dice Villamartín: ((Las continuas amenazas, los frecuentes castigos, los alardes efecto de carácter para contraproducente, nimiedades son de un y entre un Jefe mo desto y otro fuerte, en casos dados, pero que no anuncie su fuerza, sino que la haga estallar desde la calma, éste lleva más condiciones de autoridad. Pocas amenazas y las que se hagan que se cum plan, que se sostenga siempre esa altivez nacional, que no se apele a las grandes palabras y a los mo dales descompuestos para corregir pequeñeces, servan, ni los esfuerzos y sacrificios crue la Patria nos va a pedir. Lo que sí sabemos es que ahora, que no se fastidie con puerilidades; único medio de mandar.)> como el día que juramos esa Bandera, dos Espa ñas nos contemplan, pero una está ya formada por nuestra propia Historia, por nuestros caídos, que murieron .por un ideal que nosotros tenemos que defender, y por aquellos de nuestros compa ñeros y subordinados que desde el incógnito nos ayudaron a triunfar. Y la otra, por las nuevas ge El General Bermúdez de Castro, en su libro ((El arte del buen mandar español)), al describir a los enemigos del buen mandar expone unos con ceptos verdaderos y claros, de los ue voy a entre neraciones, esos cadetes que aquí se encuentran bajo el mando del Coronel Castro, esperando de nosotros que le sirvamos de ejemplo y de guión en la vida, que ahora empieza para ellos, como ayer para nosotros, llenos de los más puros idea les.» Moyano, que fué un gran Coronel, estaba expresando en alta voz el pensamiento de todos los presentes, y no hacía más que recordar la obli gación de enseñar constantemente a los jóvenes que se van incorporando a ios Regimientos, te niendo como texto principal el ejemplo. La arma formación tiene dos partes, la Técnica del y la que pudiéramos llamar Moral Militar y Mando. La primera requiere trabajo, pero en tendamos la palabra en su verdadero significado, ya que cualquier ocupación de su carrera, para el Oficial que la haya seguido con verdadera voca ción, convierte el trabajo en distracción, y la sa tisfacción de saber cosas nuevas y seguir el avance de la técnica compensa de veras el tiempo inver tido. Si el mando suprime el trabajo inútil y hac una buena distribución de las horas dedicadas al Cuartel, se consigue esto mejor. En cuanto a la segunda, conferencias, charlas y, sobre todo el Ejemplo, han de ser, el programa. Los principios de Moral Militar y los de Mando, tan unidos, son conocidos; la forma de ejercer 20 este es el sacar algunas líneas: —El que en la actitud, palabra y hecho del que mande no se trasluzca al exterior su estado de ánimo, tiene una eficacia decisiva en la eficacia del mando. —Donde existe ve sin obstáculos; justicia, el mando se desenvuel donde no existe, falta la fe en los superiores, que es la base de la obediencia activa. —Nada perjudica al mando como las demostra ciones de mala educación, en cualquiera de los actos del servicio o fuera de él. —La ((debilidad de carácter» puede a veces na cer de una exageración de la bondad o, lo que es más grave, de un deseo de congraciarse con los inferiores (populachería). —La humánidad, con uniforme o sin él, abusa casi siempre de los bondadosos y propende a la indisciplina, engendrando por lo menos el menos precio. —El fijo de Jefe u Oficial débil, cualquiera que sea la causa de esta debilidad, es digno de lástima, pero nadie le compadece. —La indecisión es una lidad de las ramas de la debi de carácter. —Los militares irre,olutos no se atreven nunca a hacer nada sin orden superior; es decir, «que su propia voluntadno adelanta cosa. alguna». El miedo a la responsabilidad es.. una conse cuencia de la desconfianza en sí mismo. ;1] Nuevas ideas y nuevos mé todos Pefeniva;0] General Jefe de la Infantería divisionaria de la DivisiÓfl 62, Alberto CANO MARTINEZ. Este es el escrito, de entre los que he presen tado a la consideración de los lectores de esta re RODRIGUEZ ARMAMENTO Carros de combate.—A pesar de los enormes éxitos obteni.dos por las unidades acorazadas en la G. M. II, hay personas en España que piensan que la importancia de los •carros de combate ha disminuido como consecuencia del aumento de po der de las armas C. C. Esta opinión no es com partid,a por ‘los dirigentes de los ejércitos extran ganización, Armamento, etc., que han de sufrir jeros que, aún después de las expeiien’cias de Co una gran transformación como consecuencia de rea e Indochina, siguen organizando unidades la evolución de la Ciencia, de la Industria y hasta acorazadas a base de carros. A raíz ‘de las expe de la Política. Tal vez parezcan mis ideas dema— riencias con armas atómicas, el papel ‘de estos in siado ambiciosas y hasta revolucionarias; no sé genios •se ha visto incrementado al d.emostrarse si en definitiva son acertadas, aunque no son hijas que, en cierta medida, gozan de alguna inmunidad de Ja improvisación. Lo que intento, sobre todo, ante los efectos de aquéllas. es estimular a otros o, más bien, transmitirles mi Existen dudas sobre cómo debe ser el carro inquietud con el deseo de contribuir a que se re ideal en cuanto a tamaño, potencia, armamento, vista, que me ha costado más trabajo redactar. He wielt.o a repasar toda la colección’ de EJER CITO, los Boletines de Información y he releído otras revistas y tratados que han caído en mis manos. Creo que los profesionales tenemos la sen sación de que hay muchas cosas en Táctica, Or suelvan los difíciles problemas hide.cl.inables que comprende el de la seguridad nacional. La primera pregunta que habremos de hacer nos es la de cómo se desarrollará la batalla del porvenir. Es seguro que habrá sorpresas, pero si corsideramos que la posible próxima guerra y sU.5 batallas serán en su desarrollo consecuencia del nuevo armamento, de las nuevas ideas sobre la Táctica y hasta de las políticas y sobre la mane ra de entender la vida de cada uno de los conten dientes, tal vez podamos intuir algo. Veamos, pues,’lo referente al armamento moderno, que se guramente habrá de utilizarse, los nuevos proce dimientos de combate y también k influencia de las ideas políticas. blindaje, etc.; también acerca ‘de si los carros de ben formar parte de todas las Unidades o sola mente de las acorazadas; pera lo que nadie duda es de que constituyen un elemento esencial en el Ejército por las razones que son conocidas por to dos los profesionales, y no’ voy a repetir aquí. Pudiendo aprovechar su relativa inmunidad frente a las explosiones atómicas, los carros y los otros vehículos de las unidades acorazadas, tam bién acorazados, convierten a dichas uni’dad.es en las más indicadas para lanzarse a la explotación, aprovechando el boquete que las armas atómicas abran en ‘las líneas defensivas. Avación.—El Ejército del ¿ire realiza dos cla ses ‘de misiones: las acciones de orden estratégi 21 co y las que tienen relación directa con las del Ejército de Tierra. Estas últimas presentan muy variadas formas, a saber: dominio del aire en la zona de operacio nes del Ejército de Tierra para librarle ¿e las aciones de la Aviación enemiga; apoYo inmedia to con bombardeos sobre las posiciones del adver sario; observación rIel campo de batalla para des cubrir los movimientos enemigos; observación y corrección del tiro artillero; transporte de tro pas, heridos, etc. Muchas misiones, demasiado dis pares. - Los aviones dedicados a la observación artille ra, los puestos a disposición del mando de b.s uni dades del Ejército de Tierra, no tienen de común con ‘a máterialidad de su traslado se llega a opinar por algunos los helicópteros, etc.. Aviación más que la por el aire. Todavía que el apoyo directo a las unidades del Ejército de Tierra debe depen der de éste, como otro tipo de Artillería (Apoyo aéreotáctico para las fuerzas del Ejército. Coronel jules E. Gonseth.—Militarv Review”.-julio 1955. pág. 21). Tal vez sea ésta una equivocación, pero es evidente que la observación adtillera. el trans porte de municiones, heridos, refuerzos, armas. etcétera, en helicóptero o aviones ‘ligeros pueden justificar el sistema norteamericano de que el ma terial y el personal que lo sirve esté integrado en el Ejército de Tierra. Finalmente, debemos dejar bien sentado, y ésta parece ser opinión unánime, que, sin un buen apoyo de Aviación, no es posible en términos ge nerales realizar una acción ofensiva •de importan cia: de la misma manera, sin un apoyo razonable de Aviación, la acción defensiva será cada vez más difícil. Artillería—No es elemento nuevo, día se vuelve más flexible, más potente vil; su actuación por sorpresa factible; perfectos. 22 sus prÓedimi11tb pero día a y .mis nió— será cada día más de tio, cada vez más Napalm.—Es tan importante la acción moral y material de este medio, que seguramente será muy empleado en el porvenir. Los americanos así lo han hecho en la G. M. II y en Corea. con mu cho éxito. Fusil automático—Su -empleo da a las pequeñas unidades -de Infantería un enorme poder •de fue go. Tiene el inconveniente del municionamiento, que se solu-ciona con una buena disciplina de fue go. El problema del municionamiento se ha pre sentado siempre al aparecer arias de tiro más rá pido, y siempre se ha resuelto. Nuestros soldados en Rusia se consideraban felices si se les asigna ba una metralleta, aunque las alemanas resulta ban peligrosas’; pero ellos tenían la- intuición de que con ese arma podían resolver rápidamente un combate a corta distancia, que -es el combate pro pio de la Infantería, Modernamente los fusiles au tomáticos y los llamados de asalt-o de los cuales hay muchos y buenos ti’po, resuelven perfecta mente el problema. Minas—Constituyen una gran preocupación pa ra las tropas en ataque o defensa. La mina no es un artificio nuevo, pero se ha empleado con tal profusión en la G. M. II, que en parte puede -con siderarse como un factor nuevo. Las minas con tra personal son de tan poco peso y tan fácilmen te transportables. que con la carga de varios ca miones se puede hacer intransitable una zona de terreno Existen minas C. C.. que se instaln con facilidad y su levantamiento resulta peligrosísimo, de tal manera que, aunque el espacio donde aqué llas se encuentran no esté batido, sigue siendo obstáculo, porque para franquearle hay que gas tar tiempo y probablemente sufrir bajas. La reti rada de Rommei en el desierto pudo realizarse en gran. parte debido a los campos de minas que los alemanes dejaban a retaguardia. Aún los campos propios pueden dar lugar los que estuvimos en Rusia 1-o saberno perfectamente— a muchos acc-identes. En fin, -los ampos- de minas ‘dan un carácter especial a la batalla defensiva, ya que — con ellos se pnede crear fácilmente un obstáculo artificial o reforzar uno natural. Armas atómicas.—He dejado para ‘lo último el artificio más terrible de los que se hayan emplea do jamás en la guerra; sobre él no se tienen más noticias que las que han publicado los americano.s como ‘consecuencia de las expriencias por ellos realizadas. Se saben positivamente algunas cosas: el radio de acción, que puede producir el 50 por ioo de’bajas para la bomba de 20 Kilotone.s, es de Unos 1.200 metros (no pueden considerarse estos datos absolutamente •ciertos, ni tampoco estimar esa zona del 50 por roo como si se tratase ‘de la dispersión dé las armas norma’lés) ; el empleo de los proyectiles atómicos es considerado tan importante que, a menos de que se conceda un cré— dito a una unidad inferior, la orden pertinente se reserva al mando de Ejército o Grupo de Ejérci tos; •se necesitan para su empleo una serie de pre parativos que a veces duran hasta 24 horas (tér mino medio 9), ex’ceptuándose de esta regla el ‘caso en. que se haya previsto ese ‘empleo contra un enemigo u objetivo determinado con el c’afión ató mico, en ‘cuyo caso el disparo se puede efectuar en el, tiempo que la Artillería ordinaria ; el bando que utilice la bomba o el proyectil ató’mico tiene que preocu’parse de que sus tropas no sufran sus efectos, ‘es decir, que habrán de est’ar separadas b) Las concentraciones necesarias para reali zar ‘acciones de masa se habrán de ejecutar en lu gares, a ser posible, imprevistos y por poco’ tiempo. c) Las tropas deberán adoptar ‘dispositivos muy diluídos, para no ‘constituir objetivos ade cuados para el arma atómica. d) Las tropas más seguras de no recibir los impactos atómicos serán aquellas que se manten gan, pegadas al enemigo. , NUI3YOS SISTEMAS DE COMBATE. Si se estudian con detenimiento los procedi mientos que. han uti.izado los beligerantes en las últimas contiendas, de los cuales se han publi cado muchos artículos en EJERCITO, sO obser vará que han aparecido nuevos sistemas ‘de com bate, ‘con los cua’le nosotros no estamos tnuy fa mi’liarizados aunue probablemente se adapte’n bien a nuestra idiosincrasia. Estudiaremós al gunos. Infiltración—Consiste en ‘deslizarse entre las posiciones enemigas, principálmeñte ‘de noche. y sit’ti,arse en la retaguardia enemiga con uno o va rios de los propósitos siguientes Maque por re taguardia combinado con otro frontal; ataque a ‘las comunicaciones actuación como guerrilla. Es to’ ha sido practicado nor chi’nos nortecoreános en Corea y obligó a ‘los aliados a establecer fren ‘ del contacto enemigo; finalmente precisa tener en cuenta que el almacenamiento de los proyectiles o bombas. atómicas encierra neligro, y que tam poco se conservan tanto tiempo como las grana das ordinarias, habiendo de ser objeto de cuidados especiales. De todo esto se deduce que las poten cias no podrán tener almacenados bombas o nro vectiles en gran’de ‘cantidades, sino uue irán ha ciendo ‘acopio de los materiales ‘necesarios para producirlos. De lo cual se deduce a) Dada Ta graia potencia de estos artefactos, no serán posibles las grandes ‘oncentracio’nes de tropas y medios ‘en áreas relativamente ‘limitadas. ni en ‘defensiva ni en ofénsiva. tes continuos. La infiltración tiene la ventaja de’ u’e sobre ella no puede actuar la bomba atómica, nor la di ficultad ‘de su localización y norque se,rÇa imposi ble emplea-l’a sin producir estragos en las tropas de la defensa: esa misma dificu1ta’d tendrá el em pleo ‘de la Aviación. Por otra parte. hay que decir que las fuerzas que se infiltí-an van buscando el encuentro con el ‘enemigo, por lo que, en términós generales, de muestran con ello poseer mayor moral y espíritu ‘ofénsh’ro. Envolvimiento verticaL—He aquí una de las 23 • aciones más discutidas; alguna de estas o’peracio nes en la G. M. II fracasaron; en otros casos el éxito fué definitivo. Los procedimientos emplea dos se van perfeccionando, de tal manera que se convertirán en formas corrientes de acción. Unido a esto, hay que considerar la importancia cada vez mayor de los transportes por vía aérea Si el enemigo dispone aquí de la superioridad suficien te, no •es imposible que se puedan desembarcar ejércitos y suministrarles por el aire. ¿ Qué suce dería si estamos defendiendo una línea Con espí ritu heroico y, cuando nos vamos a dar cuenta, resulta que el enemigo se ha apoderado por este procedimiento de los puntos vitales de la nación? Aunque sólo realice desembarcos aéreos con pro pósito de solucionar situaciones tácticas, el as pecto de la batalla cambia absolutamente, por la gran profundidad en que se desarrolla y porque producirá sorpresa. Ante Una fuerza que se pre senta en un sitio imprevisto para la defensa y con un objetivo también desconocido, los procedí mientos clásicos fallan. Las reservas que acudan al ‘contraataque se encontrarán con la dificultad de la localización del enemigo, de su valoración, etcétera. El desembarco aéreo en la península de Cotentin produjo en las unidades alemans un enorme desconcierto, de tal manera que por sus movimientos daban la impresión de que andaban a ciegas. Se dió el caso de que una Sección refor zada americana detuvo el avance de un Regimien to alemán. La batalla se desarrolló en una gran profundidad y dentro de la mayor confusión, con ventaja para el que sabía lo que quería, teniendo sus movimientos una mayor coordinación.. El desembarco aéred tiene otra modalidad y es la infiltración en la retaguardia enemiga. Es sa bido que los rusos en la G. M. II situaron por esta vía unidades de guerrilleros y saboteadores en la retaguardia alemana; su suministro le hacían tam bién por el aire. El frente de batalla era a veces menos peligroso que la retaguardia. Los alemanes se vieron obligados 24 a situar muchas fuerzas de vigilancia sobre las vías de comunicación, depósi tos, etc., con perjuicio de las que necesitaban pa ra el frente. El efecto de estas infiltraciones de pende de la situación moral de la retaguardia en relación con el ejér.cito invasor. Parece seguro que las medidas impolíticas de los alemanes en Rusia determinaron el que la población civil rusa ayudase decididamente a los partisanos. Cantidad de tropas necesarias para una defensa. Si la defensa se ha de hacer de manera clásica, es decir, .situando tropas que impidan el paso del ene migo, cubriendo todas sus posibilidades de acción, habremos de situar en la frontera una serie de Di visiones. Otras habrán de constituir la reserva. Y finalmente, habrán de establecerse las necesarias para cubrir las eventualidades de desembarcos aé reos. Cualquiera que sea el número de kilómetros que deba cubrir una División, al hacer la suma de todas nos encontraremos con un número tal que estará por encima de nuestras posibilidades. Las Divisiones que vayan a resistir el ataque de un • ejército moderno, tienen que poseer una potencia y Unos medios muy superiores a los que hasta aho ra se han necesitado. Pensemos en el número de Divisiones que tienen los alemanes el proyecto de organizar, y en la cantidad de estas unidades de que dispone la N. A. T. O. Las fuerzas armadas de una nación no dependen sólo del número de personas que se puedan movilizar, ya que son tam bién consecuencia de su riqueza, de su capacidad industrial, etc. Quiero decir con esto que hay que distinguir entre las unidades que se puedan orga nizar efectivamente y las que sólo figuran en el papel. Fortific.acLón.—Hasta ahora, la fortificación de las fronteras y de las plazas fuertes ha sido consi derada necesaria, y, más o menos, todas las nacio nes han seguido esta conducta. Pero en la G. M. II las fortificaciones permanentes han fracasado. La fortificación permanente tiene que servir a una hipótesis de ataque enemigo. No se puede fortificar de la misma nianera si se teme un ata- e que por una frontera que si se espera por el ruar; tampoco si puede v.erificars:e por medio de desem barcos aéreOs. El querer aubrirse d.e todas las even tualidades, nos llevaría a llenar de fortificaciones todo el territorio nacional con el doble inconve niente del terrible gasto y de la enorme cantidad de tropas necesarias, para su guarnición. Esta for tificación presenta todavía la imposibilidad de con servar el secreto de su situación: son obras que ocupan a mucha gente. y en su construcción se tarda mucho tiempo. Sin embargo, la fortificación es necesaria para proteger a los combatientes de los terribles efec tos de las armas modernas. Incluso en los altos de las marchas, es preciso que los hombres se pro tejan por medio de trincheras o pozos de tirador contra posibles bombardeos aéreos o ataques ene migos de otra clase. En cierta forma, la fortifica ción de campaña es preferible la permanente, por su mayor.flexibilidad y su mayor capacidad de servir mejor a las nec’esidades de cada momento. Aunque se disponga de fortificaciones permanen tes, habrán ‘de ser completadas con otras de cam paña. Refiriéndome a la fortificación de campaña, obstáculo también continuo, formado generalmen te por campos de minas. Los Centros de Resisten cia se establecen también en profundidad, con la doble misión de darla al ‘dispositivo. y servir de posiciones de partida para ‘contraataques. El método presenta la dificultad del gran núme ro de tropas necesarias para la guarnición de to dos los Centros de Resistencia necesarios. b) Cavernas en Ja pendiente y abrigos en la contrapendiente.—Se construyen una serie de ca vernas en la pendiente, perfectamente enmascara das, en las cuales se instalan tiradores aislados o parejas que baten las avenidas a la posición, no abriendo el fuego hasta que el atacante ha levan tado el de su. Artillería; las reservas se sitúan en la contrapendient.e, en abrigos. El fuego de los ti radores de las cavernas desgasta a los atacantes, les fatiga y ‘desorganiza; cuando los asaltantes lle gan a la posición, sin encontrar enemigo, gracias al enmascaramiento de la entrada de las cavernas, creo se podría agrupar en. tres tipos. a saber: a) El sistema de Centros de Resi’stencja.—Se llaman Centros de Resistencia a fortificaciones de fendidas en todos sentidos y guarnecidas por fuer zas equivalentes a un Batallón; su frente y fon do son de un kilómetro, aproximadamente. Entre cada dos Centros ¿e Resistencia queda un inter va.lo sin cubrir. Pueden estar divididos en Puntos de Apoyo, para unidades tipo Compañía, también preparados para la defensa en todas direcciones. Entre cada dos Centros de Resistencia, el interva lo debe estar batido por toda clase de armas. Pero se ha visto que los Centros de Resistencia no’ impedían las infiltraciones nocturnas, y así, por ejemplo, en Corea, los aliados hubieron de esta blecer un frente continuo. Los alemanes, en Ru sia, tenían los que ellos llamaban piurtos fuertes ensartados en un frente continuo, apoyado en un [1 25 que usar la espuerta. Todo ello requiere una ins trucción muy detenida y energía para vencer la resistencia de nuestros soldados y oficiales a la ejecución de obras de fortificación. Al principio, estas obras requerirían mucho tiemjo, pero con la práctica es seguro que se harían con más rapidez. Es indudable que en algunos cerros rocosos será imposible realizar tales excavaciones. c) Este Líneas de trincheras y caminos cubiertos.— sistema, que es el empleado en la G. M. 1’, tiene muchos adeptos. Los rusos lo emplean con verdadera profusión. Enfrente de las posicio nes españolas de la División Azul, en la región de Leningrado, las posiciones rusas, formadas por lí neas de trincheras, ocupaban una profundidad de tinos 20 kms., según los planos sacados de las foto grafías aéreas. Es evidente que todo aquel mare rnágnum era imposible de ser batido con eficacia, no aparece en la cresta la verdadera fuerza defenso ra, que contraataca. Este sistema se parece algo al empleado en nuestra Guerra de Liberación, con la diferencia de que. en vez de cavernas, se construían trincheras en la pendiente, bastante visibles en general: igualmente se hacían refugios en la contrapen diente. El juego era el mismo: resistir al atacante con ‘los fuegos y contraatacar con las fuerzas de los abrigos de la contrapendiente. A veces, el sis tema de fuegos se extendía en profundidad por posiciones en alturas sucesivas. Tanto los japoneses como los coreanos han cons truido las cavernas tan bien enmascaradas que, aun después de llegar a la posición enemiga, los americanos tenían que buscar las entradas de las cavernas y sacar a los defensores como a los cara coles. Indudeblemente. el sistena es muy bueno, pero de él no teneios experiencia: hay que hacer la caerna retirando a la vez la tierra. E preciso que Pós:altedeores de la entradano se pioteen ni las plantas se deterioren para que el enmascaramien to sea perfecto. Además de la pala y el pico. hay 26 de forma que el enmascaramiento lo obtenían a base de la profusión de objetivos. Suponemos que no todo lo que se veía tendría aplicación. y que dentro de aquella red de trincheras de menor interés habría sitios para la defensa. Se dice que el sistena de red de trincheras es malo, porque facilita al atacante su progresión a cubierto. Según mi experiencia, esta idea resulta equivocada, ya que los que avanzan por una trin chera en esas condiciones pierden la dirección de marha. Una de las cosas más ‘difíciles para el ata cante es seguir la dirección que se le haya marca do en la órden de ataque: el que quiera oroo’resar por las trincheras,’ seguramente se pierde. Si al guien lo duda, que haga en el campo de maniobras una posición de este tipo y podrá convencerse En todos los tinos de fortificación ha ‘de tenerse en cuentaa protección de lacabezadeldefensor: es sabidoque cadavez serámás frecuente eltiro a tiempos. Pero esteproblemaes difícil de resol ver si no se cuta con materialesndecua dos, difíciles de trñsportar. I’alvez sea la soLi ciói la construcción de pdzos de tiradcr en forma de cavrna. Ataque.__Procur:emos, primeramente, intuir cuál sería el ambiente que precedería a un ataque a nuestra Patria. Para llegar a la fróntera española, el enemigo habría tenido que vencer ‘la resistencia que’le opusiesen las fuerzas de la N. A. T.O. La situación moral en Europa sería desastrosa; a nuestra. frntera llegarían millones de evadidos en una confusión inenarrable; entre ellos habría per sonas sospechosas que deberían vigilarse. El ambiente de la guerra sería el (le una guerra civil; en las naciones ocupadas, el enemigo habría encarcelado o matado a nucha gente por ‘el hecho de no ser de su ideología. Algunas personas llega das a España estarían dispuestas a hacr méritos para ‘librar.se de la brutalidad enrniga. Todo el conflicto tendría un carácter absolutamente dife rente de los anteriores. Precediendo al ataque, el enemigo intentaría in ditraciones de partidas que perturbasen las comu nicaciones, centros de transmisiones, industrias, tcétera. Estas infiltraciones podría realizarlas por medio de fugitivos simiiladó’s o desembárcos aé reos. Al ir a iniciar la invasión, intentaría la infil tración de mayores ‘contingentes, ser posible, para realizar su aaqu r etagu ardí a. Regimientos a también por in fróntera. unidades Resolveríamps el problema con menos de las necesarias, porque dtras muchas habrían d.e atender a la ocupación de puntos vita les, vigilancia de las vías de comunicación, clefen sa A. A. y hasta alguna línea defensiva dentro del territorio nacional que el Mando consideraría ne cesario asegurar. Circunscribiéndonos a la misión de ls fuerzas de contacto, el problema se concreta en .la defensa de la ‘frontera con escasas unidades muy móviles, Se trata de algo así como de vencer a la masa por medio de la velocidad. Aun disponiendo de estas tropas muy móviles, no podríamos emplearlas en la forma clásica, porque constituiríamos objetivos adecuados para las aimas atómicas. Toda nuetra organización defensiva y la táctica que se empee habr. de tener en cuenta la existencia (le tas armas. Nuestra actitud no sería la de una defensa sin idea de repliegue ni de la llamada elástica; Sino, que debería ser en todo momento agresiva. Se man tendría coiitinuamente el contacto con el enemi. ‘go, a fin de evitar en lo posible su despegue para empleo de sus armas atómicas; nuestras unidades se infiltrarían en su retagttardia, y apoyándose en elementos adictos, producirían, confusión des ‘ Para abrir bre.cha en el frente,. seguramente emplearían proyectiles atómicos; una vez con se guida, lanzarían a través de ella unidades acora zadas para profundizar rápidamente y hacer impo gaste tretas sibles las reacciones de la defensa. hostigarían y atacarían constantemente. La lucha se desarrollaría en una enorme profundidad. con la característica de una gran agresividad de la de fensa. Los objetivos enemigos, por tener la guerra el carácter especial de guerra civil, serían los políti cos, es decir, los grandes centros de población, en donde :existen las mayores masas obreras. Defensiva—Llegamos a la parte principal de nuestrO trabajo: Cómo podríamos resolver el pro blema de la defensa nacional nt.e un a.taqé.cohio el que hemos descrito: . Par±amos’del hecho de cióe ‘ño sería oihlé d— poner del númóro de’ unidades ñe’sárias para’ ase gurar ‘en la forma clásic todos ios puntos de l. en el invasqr; todos los procedimientos que él mismo recomienda y practica. . y Si el enemigo consiguiese avanzar, las tropas» de la defensa se sostendrían en sus posiciones y le . ‘ ‘Si continúa su avanc’e y, a pesar de todó, se apoderase de los puntos vitales de la nación, aún nos quedarían reductos nacionales en ‘los cuales nos sostendríamos, por tiempo indefinido, hasta la derrota final del invasor. Torios sabernos cuáles son ‘esos ‘re.dñct’os:’ Pirineos Centrales, Maestraz— gb Glkia, Astuias, Sanander, S’erraiía de R6nda. El secrét’o ‘de la victori. se basaría n la ac 27 titud irreductiblemente- indomable de la d-efensa: voluntad de vencer. La fortificación, siempre de circunstancias, es taría al servicio de la ocultación, con objeto de ba tir por -sorpresa al enemigo. Lo-s ataques y golpes de mano- de noche serían la regla, siempre por organización de las unidades, en el sistema de re clutamiento, instrucción, equipo, etc. No -creo que haya ninguna nación, ni nadie, que en estos mo mentos tenga re-sueltos todos los problemas que acarrean los continiuos cambios de armamento y circunstancias. Ahora mismo se está pensando en los Mandos de “la N. A. T, O. que hay muchas sorpresa. Nuest-ras montañas presentan abundantes espa cosas que cambiar en todo lo referente a la orga •ciOS por donde el enemigo ata-cante no podría ve nización de sus fuerzas. Creo que to-das las modi rificar grandes penetraciones, Nuestro objetivo, •en ficaciones que se introduzcan en nuestro Ejército el orlen general d-e la defensa, no consistiría en habrán de ser consecuencia de una acumulación evitar que el enemigo infiltrase un Batallón por de experiencias y maniobras, siempre realizadas una zona pasiva o tomas-e el pico de una montaña: con arreglo a situaciones tácticas’ qn-e se aseme— lo esencial para nosotros sería que no se apoderase ¡en a la realidad. de líneas de comunicación por las cuales pudiesen Se presenta el problema del tamaño de las uni penetrar grandes unidades. Se dice que por el si dades: ¿ Son preferibles las grandes unidades ac tio que pasa un hombre, pasa un Batallón. Es cier tuales, o son preferibles otras pequeñas, muy mó to, pero lo que viene detrás no profundiza si no viles, bien armadas r formadas por personal -es dispone de vías de comunicación. No creo que va cogido? Todos conocemos -el magnífico resultado liese la pena el desgastarnos disputando al enemi de los comandos en la G. M. TI. Por todas partes go la posesión de un pico; hay puntos esenciales se tiende, y en Francia se han hecho ensayos con a los cuales habría que dedicar nuestros esfuerzos éxito, a la organización de pequeñas unidades muy en la seguridad de que pos-eyéndolos, el enemigo móviles. no podría profund-izar en su avance. El Ejército habría de dividirse en dos partes Por otro lado, las montañas, nuestras montañas. correspondientes -a las dos misiones siguientes son obstáculos impasabl-e.s para las tropas acora Ejército para la primera línea de combate y Eiér zadas, que serían las de temer, porque el enemigo cito encargado en caso de avance, de ir a i-eta tampoco dispondría d-e tropas de montaña, por lo guardia del anterior limpiando el terreno de ene menos en sus primeros intentos de penetración. migos, y, -en la defensa, de la de las poblaciones, La gran movilidad que habrían de tener nues alguna línea ‘def’ensiv, defensa AA., etc. Siem tras unidades, nos permitiría a-cumular -en el mo pre en España ha habido en realidad tropas de mento y en el .sitio precisos ina masa importante. choque y otras que han realizado misiones secun El concepto de masa tiene que ser entendido en darias, aunque teóricamente fuesen todas igua el sentido de que no se tratará de muchas tropas. les. La puesta en marcha del nuevo sistema no sino de mucha potencia. La movilidad permitiría harí-a más que .dar estado oficial a lo que siempre no sólo concentrarse rápidamente, sino dispersarha ocurrido. se con la misma velocidad, para no ser objeto de La recluta habría d-e seleccionar a los hombres las armas atómicas. más capaces físicamente para las unidades de pri OROANIZACION mera- línea. Los mandos habrían de ser seleccio Este criterio -o forma de hacer la guerra, que nados de tal manera, que no sólo constituyese un está impuesto por la evolución de las armas y de honor el pertenecer a •esas unidades, sino que ello la Política, tiene que tener su proyección en la llevaría aparejada la posibilidad de un adelanto - - - 28 4 en su carrera. El resto de la recluta sería para .las unidad.es ‘de segunda línea, servicios, batallo nes de trabajadores, etc. Es posible que siendo las unidades menos numerosas fuesen más económi cas. El armamento tendrá que sufrir una revisión a fondo, siendo más potente, más ligero, más dr ro. }-Iabrá que unificar, en lo posible, la gran va riedad de armas de que se dispone, •para que el municionamiento sea más sencillo. Lo cual supo ne un estudio muy serio; en este momento no creo se esté •en condiciones de decidir cuáles son las armas que deban a.doptarse ; tódo ello será consecuencia de los estudios y experiencias que agresividad. Las unidades tienen que lanzarse a la retaguardia enemiga y ‘trastornar todo su sis tema de mando y comunicaciones; saber conser var el contacto para que el adversario no pueda emplear sus armas atómicas; concentrarse y ‘dis gregarse ante,s de que el enemigo pueda reaccio nar adecuadamente. saber atrincherarse para ha cer inexpugnable un punto. Todas las operacio nes habrán de verificarse, en general, de noche. No se podrán ocupar posiciones de partida para los ataques, a fin de n6 presentar objetivos adecua dos a los proyectiles atómi.cos; habrían de utili se hagan. Lo que creo pensará todo el mundo es que, por ejemplo, un pelotón no está bien armado con una sola arma automática. Es más, creo que la industria nacional se encuentra en condiciones de fabricar todas las armas automáticas que se necesiten en un ‘período razonablemente breve. El material habrá de requisarse si queremos dar movi1ilad a las unidades; habría que estudiar tam bién la adopción del helicóptero para transporte de una gran cantidad de elementos, como se ha hecho en ‘Corea, con buen éxitoS Los coches en to do terrno son de una utilidad reconocida. Una gran cantidad de animales necesitan muchos su ministros y son un buen blanco para la Aviación. El ‘equipo del soldado hay qlue estudiarle de nue vo: los hombres no pueden transportar un gran peso y quedar en condiciones de luchar. Hay que quitar de él todo lo que pueda brillar y do. En las maniobras se puede verque es excesivo; generalmente se acaba por equipo con un peso muy por bajo de lo hacer rui el equipo llevar ese regiamen taiio, en camiones o en los mulos. Hay que estu diar el peso, total y la ditribució.n de la carga: También creo que nuestra industria está en con diciones de suministrarnos telas de abrigo y de poco peso y, en general, todo lo que se le pida pa ra un equipo mejor. La Táctica ha de basarse en la movilidad y ( 29 zar.se líneas de partida, es decir, líneas que las unidades atravesasen en el momento preciso para lanzarse al ataque, sin detenerse. Para que las pequeñas unidades puedan cumplir misiones de gran amplitud, sin que se pierda la acción de conjunto, se necesita un sistema de transmisiones perfecto. Actualmente los rad.iote léfonos no resuelven el problema por varias razo nes; las principales son el ser poco selectivos y el tralismitir sólo en línea recta y, en cuanto se interpone una altura, la comunicación se inte rrumpe. Hoy parece que se vislumbra la solución por medio-de los transistorei de germanio, que permitirán una gran selección de onda, maydr po tencia sin las servidumbres del radioteléfono y un mínimo de peso. La necesidad de seguir estos es tudios al día no es necesario que se encarezca. Si consideramos lo que se podría esperar de esas pequeñas selectas unidades, será preciso atender a su instrucción con una atención y un cuidado extraordinarios. Hay que conseguir de esos soldados que tengan una potencia física tal. que les haga desear el choque con el enemigo porque en él puedan tener su mayor confianza. Se ha escrito mucho sobre el valor, somos muchos los qtle pensamos que, en general, es más valien te el más fuerte. El soldado valiente que es cappz de mirar con desprecio la muerte, pero en cain bio no tiene confianza en sus propias fuerza para 30 buscar el contacto con el enemigo, es d.e menos utilidad. Aparte de la potencia física, que siempre hay que cuidar, el soldado tiene que ser capaz con frecuencia de resolver problemas por su propia cuenta: hacer un croquis, leer un plano, observa dor, excelente tirador, luchador para poner fue ra de combate rápidamente a un enemigo, mane jar explosivos, forma de vivir en el campo, guisán dose élios mismos y utilizando los recursos que enciuentren a mano, por ejemplo, caza, pesca ,etc.; tienen que estar preparados para vivir entre nie ve o en la zona más calurosa. Sobre todo tienen que poder moverse en la no.che •con la misma se guridad que los gatos. No es fácil una instruc ción tan completa; •pero creo que se conseguiría, que se puede conseguir. Aún me falta lo princial: la educación moral. Ya se comprende que hombres que han de estar dispuestos para misiones tan difíciles y peligrosas tienen que tener una moral a toda prueba; tienen que ser conscientes de lo que se pide de ellos, tie nen que saber odiar al enemigo, estar convencidos de que la causa que van a defender es la justa. Al enemigo no tienen que menospreciarle en cuan to a su valor cbrnhativo, pero tienen que estar se guros de cue ellos serán superiores si van a la lucha con el convencimiento de que sirven una causa justa que merece cualquier sacrificio por grande que sea. e Evacuación de herido jporvia aérea Ii/fIMO Di LOSILllJOPTiJ?OS Inspector Médico Rafael En la evacuación de heridos, la preocupación principal consiste en reducir al máximum el tiem po transcurrido entre el momento de resultar le sionado el paciente y el de recibir asistencia en un Centro quirúrgico adecuado; se comprende, pues, la atención constante de la Medicina Militar por conseguir la mayor rapidez y comodidad en el transporte. El factor tiempo es de vital importan cia, ya que favorece en alto grado el posterior pro nóstico de la lesión, contribuyendo a evitar la pre sentación de posibles complicaciones y elevando la moral del paciente, en momentos de agotamiento orgánico y nervioso. Los modernos tipos de autoambulancias, muy confortables para la misión que les está encomen dada, facilitan en gran parte estas operaciones, evacuando las bajas directamente a los hospitales o a los trenes sanitarios encargados de su poste rior transporte. Mas no siempre pueden ser efec tuados estos cometidos con la celeridad y perfec ción deseados, e incluso en algunas circunstancias, como sucede en la guerra de alta montaña o en re giones donde las vías de comunicación sean defi cientes o se hallen interceptadas por diversas cau sas, podemos vernos obligados a recurrir a otros procedimientos de evacuación, que si bien no hace muchos años eran estimados como excepcionales, son de uso corriente en la actualidad. Lo ventajo so del transporte aéreo, hizo pensar desde su ini ciación en el posible empleo de esta vía de eva cuación, de gran utilidad para los heridos precisa dos de urgente asistencia. Entre los precursores de la aviación sanitaria, destaca el General Médico holandés Mooy, que en 1910 mostró su posibilidad y conveniencia, ensa yándose más tarde esta vía por el Ejército francés en las maniobras de 1912 y convirtiéndose en rea lidad durante la Gran Guerra de 1914, cuando las horas trágicas de la retirada del Ejército servio. En aquellas circunstancias se hizo uso de aviones cuyo estado, si bien no permitía su utilización para el combate por requerirse en ésté grandes veloci dades, podían, no obstante, ser empleados para la evacuación de heridos, como lo hicieron transpor tán dolos a Medua,’ Alessio y Escutari, sin lamentar ningún accidente. CRIADO CARDONA. La creciente difusión de la aviación en general alfinalizar la primera guerra mundial, explica que ya en el año 1920 el servicio de Sanidad Militar francés dispusiera de sesenta aparatos procedentes de la citada campaña, modelos ya anticuados, pero que convenientemente modificados Íueron puestos en servicio, distribuyéndose en el Marruecos frañ cés y distintas zonas de influencia en Africa. Pri mer esbozo éste de aviación sanitaria civil y mili tar, que seguidamente Íué organizado en distintos países europeos. En nuestra Zona de Protectorado en Marruecos, y empleando aviones de guerra, se han trasladado en repetidas ocasiones equipos quirúrgicos a los hospitales de sangre instalados en los campamen tos avanzados, y durante las operaciones en Alhu cemas, fueron utilizados para la evacuación de mu chos enfermos y heridos, aviones especialmente dis puestos para está misión. Por lo ventajoso de tal procedimiento de trans porte, las casas constructoras de aviones dedicaron atención a la fabricación de estos tipos de apara tos. Con motivo de la celebración del tercer Con greso Internacional de Aviación Sanitaria en Bru selas (1935), tuvimos ocasión de ver aeroambulan cias provistas de botiquines dotados de material quirúrgico y de cura que permitían realizar pe queñas intervenciones de urgencia en pleno vuelo, cabinas con calefacción eléctrica e instalaciones muy ingeniosas, que eliminaban casi totalmente el ruido de los motores, tan molesto para los heridos. Estos perfeccionamientos contribuyeron a gene ralizar la aviación sanitaria. En la campaña de Abisinia fueron evacuados por avión cerca de chi-. co mil heridos desde Addis-Abeba a diferentes hos pitals de Italia, y durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, los transportes por vía aérea de aliados y alemanes ascendieron a varios cientos de miles de heridos, siendo utilizados con este objeto en su casi totalidad aviones de trans porte del Ejército, de gran capacidad, ya que el ny-. mero de aviones sanitarios de que se disponía era muy escaso. Estas cifras quedaron notablemente rebasadas en la etapa final de la contiefida, en que la casi totalidad de los heridos aliados fueron eva cuados por esta vía. Los grandes aviones portado- 31 0 Dispuesto a emprenier el vuelo con heridos.-Aparato norteamericano Filler. res de material de guerra al frente, una vez des cargado, eran aprovechados a tal fin. Entre el día D y el de la terminación de la guerra en Europa, se efectuó la evacuación por este medio de más de trescientos mil heridos y enfermos, y debido a las destrucciones de ferrocarriles, puentes y carreteras, en su casi totalidad inutilizadas, se calcula que más del 90 por 100 de las bajas evacuadas de las zonas de operaciones situadas al este del Rhin, lo fue ron por vía aérea. Como datos estadísticos de interés, citaremos que en el semestre comprendido entre septiembre de 1950 y marzo de 1951, marcharon de Corea al Ja pón 29.922 heridos del Ejército americano, de ellos el 79,75 por 100 por vía aérea, permitiendo iniciar precozmente su tratamiento en los hospitales del Japón, lo que favoreció el pronóstico de sus heri das, abreviando la convalecencia y, como conse cuencia, su recuperación. En el mismo período de tiempo fueron hechas 12.908 evacuaciones de Co rea a los Estados Unidos, de las cuales realizadas el 90,9 por avión y el 9,01 en barco; estos datos po nen de relieve con la mayor elocuencia lo ventajo so de la evacuación aérea. Un detalle que lo con firma, es el hecho de que la travesia en barco te nía una duración de 11,5 días, contrastando con la rapidez de la efectuada por el aire, que era de po co más de tres días, incluído el tiempo de deten ción en el curso del viaje, lo que no sólo represen- 32 taba una mayor comodidad para el paciente, sino que influía favorablemente en su curación. Si comparamos la evacuación por vía aérea con la efectuada por carretera, bastará fijarse en que el rendimiento medio de las autoambulanCias os cila de 200 a 300 kilómetros por día, y aun menos si se trata de pistas o carreteras en deficiente es tado de conservación, que requieren una velocidad moderada compatible con la comodidad del herido transportado; con la velocidad obtenida por los aviones utilizados con fines sanitarios, la misma distancia puede ser recorrida en menos de dos ho ras. La indole diversa de las heridas y la creciente especialización de los servicios quirúrgicos, justi fica la existencia de equipos también muy diversos (cirugía torácica, abdominal, neurocirugía, ortopé dica, ojos, etc.), cuyo material y costosas instala ciones exige su inmovilidad en los hospitales base regionales, ordinariamente situados a retaguardia, lo que requiere el traslado de los heridos, ordina riamente con urgencia, ya que un retraso de va rias horas, puede ser responsable de comp licacio nes. En estos casos, el empleo de la vía aérea para efectuar el transporte es insustituíble, dada su ra pidez. Aunque para realizar la evacuación han sido empleados aviones sanitarios de distintos tipos y tamaños construidos exprofeso para esta misión, sin embargó, ordinariamente son aprovechados aviones utilizados para diferentes cometidos, a los que se adicionan dispositivos que facilitan la ins talación de las camillas portadoras, lo cual resulta ventajoso, pues permite realizar el transporte has ta el Centro quiri’irgico, sin abandonar la camilla en que el paciente fué retirado de la línea de fue go, con lo que se evitan desplazamientos siempre molestos para él. En la aviación sanitaria se emplean aparatos de muy diversas características. Los grandes aviones pueden transportar hasta varias decenas de heri dos. Su capacidad facilita el que sean acompaña dos del personal sanitario preciso (médico, en fer meras), provisto de medios para atender cualquier complicación que pueda surgir durante el traslado (transfusiones, inhalaciones de oxígeno, tónicos cardíacos y estimulantes, etc.). En la pasada campaña de Corea, ha sido utilizado un avión pesado, cons truído “ad hoc” para esta misión sani taria (Silorsky 11-19), que permite el traslado de ocho heridos en camilla y personal médico para su asistencia. Las ventajas que para la evacuacion representa el empleo de aviones de gran capacidad son neutralizadas, en algunus casos, por la imposibilidad de disponer de las indispensables pistas de aterriza je en sitios relativamente próximos a los centros de evacuación, que por las con diciones que precisan reunir son de im provisación muy difícil. Debe tenerse en cuenta, al emplear estos aparatos, la influencia perjudicial que sobre el organismo puede ejercer el vuelo efectuado a alturas superiores a mil metros, que se traduce en diferen tes perturbaciones consecutivas a la dis minución de la presión atmosférica y de la proporción de oxígeno en la sangre del paciente. Estos fenómenos, que si en individuos sanos o heridos de escasa im portancia pueden desdeñarse, afectan notablemente a aquéllos que se hallan en estado de shock traumático acentua do, así como bajo los efectos de graves lesiones abdominales y torácicas, pref e rentemente estos últimos. La disminución de presión, cuando las heridas son extensas, puede originar la producción de hernias de pulmón, así como trastornos respiratorios, hemopti sis e incluso hemorragias que contribu yen a agravar el estado del paciente. En los traumatizados de vientre, la excesiva velocidad en el transporte• aé reo y la trepidación que acompaña al aterrizaje dan lugar, en algunos casos, Un herido an la camilla del he’icóptero. a desplazamientos viscerales perjudiciales. Como perturbaciones de menor importancia, pero que pueden resultar desagradables para los heridos, ci taremos diferentes trastornos neuro-vegetativos, que se manifiestan por hiperexcitabilidad de los centros nerviosos del equilibrio, el vómito, los trastornos vi suales, zumbidos de oídos intensos e incluso sinco pe, si bien esto último es excepcional. La Aviación Sanitaria de campaña se halla orga nizada en diferentes Ejércitos europeos constitu yendo Secciones, cada una con un número varia ble de aparatos (de 2 a 4), pertenecientes todós a la misma categolía. Estos pueden ser: grandes, cuya capacidad permite el transporte en camilla de seis o más heridos; mecvios, que transportan dos o cua tro heridos, y pequeños, con capacidad para evacuar un herido acostado y un acompañante médico o enfermera. En algunos Ejércitos extranjeros el servicio de evacuación aérea se halla dispuesto de manera que el Gran Cuartel General del Ejército de Tierra, de acuerdo con el análogo del Aire, determina lo pun tos de estacionamiento de estas Unidades. En el Ejército francés se hallan afectas a la Reserva Ge neral del Gran Cuartel General (Dirección del Ser vicio de Sanidad Militar), pudiendo ser distribuidas temporalmente según las necesidades entre los di ferentes Ejércitos. Dichas Secciones son agregadas para su empleo al Servicio de Sanidad, si bien continúan dependien do de las Fuerzas Aéreas en lo concerniente a su servicio. El oficial de Aviación Jefe de la Sección o Secciones puestas a disposición del Director del Servicio de Sanidad, actúa como asesor técnico de éste en todo cuanto se refiera al transorte, comu nicando diariamente, tanto a este Jefe de Sanidad, como al de Aviación de quien dependa, la ejecu ción de las órdenes recibidas aparatos disponibles, estado de los mismos y accidentes sobrevenidos en el curso de los vuelos. En la orden de operaciones, al referirse al plan de evacuación de las Grandes Unidades, se detalla la distribución y situación tic las Secciones de Avia ción Sanitaria, señalando los campos de partida y aterrizaje de las mismas. Teniendo en cuenta estos datos, las Jefaturas de Sanidad dictan las disposi ciones conducentes a la mejor marcha de estos ser vicios, teniendo en cuenta el número y distribución de camas disponibles, designación de personal sani tario para la carga y descarga de heridos en las pistas de partida y destino, etc. EMPLEO DE LOS HELICOPTEROS Aunque la prioridad en la construcción de estos aparatos no haya correspondido a los Estados Uni dos, sin embargo, han sido éstos los primeros en utilizarlos en campaña. Empleados durante la Se gunda Guerra Mundial en distintos teatros de ope raciones para desempeñar muy variados cometidos, pronto pudieron ser comprobadas sus ventajas, co mo lo revela el hecho de que rápidamente fueron construidos y entregados a la Aviación y Fuerzas Navales más de 400 de estos aparatos. Al iniciarse la campaña de Corea, no tardó en ponerse de manifiesto el obstáculo que para el transporte de enfermos y heridos reiresentaban las condiciones abruptas del terreno, cruzado por esca sas vías de comunicación, tanto férreas como ca rreteras, rápidamente inutilizadas en su mayor par te por los bombardeos de la artillería y aviación. Dadas estas dificultades y ante la imperiosa nece sidad de asegurar la rápida evacuación de sus ba jas, el Ejército norteamericano, teniendo en cuen ta los resultados obtenidos en pequeña escala con los helicópteros utilizados con fines sanitarios en la pasada guerra mundial y la experiencia de los 34 empleados en los llamados “Equipos de salvamentó de montaña”, no dudó en generalizar el uso de este medio de transporte, y pocos meses después estaban organizadas nueve Unidades de Ambulancias inte gradas exclusivamente por helicópteros. Rápidamente se extendió su empleo, y en el ejer cicio económico del año 1952 fueron encargados por la Marina 500 helicópteros para su aviación embar cada y el Cuerpo de Infantería de Marina, y por el Ejército 290 de estos aparatos en misiones de carga, transporte de asalto y evacuación. Para explicar el modo de actuación de los heli cópteros en Corea, recordaremos que en el Ejército de las Naciones Unidás, constituido en su casi tota lidad por tropas norteamericanas, los servicios sa nitarios de campaña avanzados y su relación y en lace con las organizaciones hospitalarias, se halla ban, en esquema, dispuéstas del modo siguiente: Servicio Regimental, constituído por el Puesto de Socorro Régimental (Coilecting) y tres secciones sa nitarias afectas a cada uno de los Batallones. Los elementos divisionarios integraban el Bata llón Médico, en el que, entre otros distintos cometi dos, destacaba, desde el punto de vista que estudia mos, el servicio de evacuación de bajas (en “jeep” portacamillas, siempre que era posible) desde los Puestos de Socorro Regimentales al Puesto Divisio nario, cuya misión principal era la clasificación de heridos y lá rápida cura de aquéllos que estaba in dicada se practicar en este escalón sanitario. Los heridos eran seguidamente trasladados a los Hospitales Móviles de primera urgencia M.A.S.H. (Mobile Army Surgical Hóspital), de los que exis tía uno por División, instalado en vanguardia, con capacidad de 60 a 100 camas y donde eran interve nidos los heridos de primera urgencia no transpor tables, o a los Hospitales Semimóviles de Evacua ción (E.V.Á.C.), con capacidad de 400 camas, de los que existía uno por División, y otro de 750 ca mas por C. E., desde lós que eran evacuados los pacientes a los llamados Hospitales de Tratamien to (1.000 a 1.500 camas), situados a retaguardia. Cada Hospital Móvil de Urgencia (M.A.S.H.) dis ponía de una Sección de helicópteros, ordinaria mente integrada por cuatro aparatos, preparados en todo momento para emprender el vuelo tan pronto eran solicitados desde los Puestos de Socó rro a los que inmediatamente se trasladaban, pro cediendo a la recogida y transporte de los heridos precisados de urgente intervención, lo que permi tía su rápida asistencia en los Hospitales Quirúrgi cos citados (M.A.S.H.), siendo los restantes llevados por autoambulancias al E.V.A.C. siempre que esto era posible. Las evacuaciones así organizadas, uti lizando helicópteros, han proporcionado resultados tan beneficiosos que se calcula permitieron practi car adecuadamente la intervención en el M.A.S.H. al 24 por 100 de los heridos, antes de transcurrir 40 minutos de producida la lesión. 1 De ¿a campaaa cte Corea. Entre los diferentes modelos de helicópteros uti ll73dos en la campaña de Corea destaca el H-13lieli, que puede transportar dos heridos acostados instalados ‘a lo largo y a los costados de los patines •de aterrizaje. La velocidad de estos aparatos es de 120 Km. por hora, -y su radio de acción de 400, apro ximadamente. ‘Recientemente, en el aeródromo de Issy-les-Mou lineaux (Paris), hemos tenido ocasión de examinar varios helicópteros modelos “Hiler” y “Djinn”. Destacan en estós aparatos sus reducidas dimensio nes, unidas a su ligereza y resistencia. Ambos apa ratos se hallan provistos de dos camillas, situadas a uno ‘y otro lado de los patines de aterrizaje. La cabina dispone de• dos asientos, para el piloto y el médico o enfermera acompañante. El modelo “Hilér 12-B”, del tipo utilizado en la asada campaña de Corea, alcanza una velocidad máxima de 130 Km. por hora, y la de crucero de 105 Km. Su radio de acción con la carga máxima de 106 litros de gasolina es de 200 Km., pudiendb alcanzar una altura de vuelo de 2.500 m. Las ca millas, cubiertas con dispositivós que evitan la ac ción del viento sobre el herido, disponen de cale facción. El peso total el aparato vacío es dé 752 kilogramos. El aparato “Djinn”, más ligero (700 Kg.), puede alcanzar una velocidad de 140 Km. hora y una al tura de vuelo de 4.000 m. Utilizado con un camión que le transporta, constituye un grupo móvil de muy fácil manejo, ya que puede despegar directa mente de la plataforma del camión, a la que pue deretornar una vez finalizada su misión. El aparato puede ser de este modo transportado hasta las iiimediaciones de la zona de acción, despegando para su misión aérea brevis irnos minutos después de la llegada del camión. Su facilidad y rapidez de des pegue, permite que en poco más de un minuto se halle en condiciones de elevarse. Aun que estos aparatos, aparentemente muy irá- 35 glles, dado lo reducido de su peso, parecen requerir condiciones atmosféricas adecuadas que podrian li mitar mucho su empleo, la práctica no confirma totalmente este temor. Alguno de los vuelos que he mos realizado reinando un fuerte viento, casi hura canado, se llevó a cabo sin el menor incidente, re velando la estabilidad y rendimiento que de estos aparatos puede obtenerse. En cuanto al aterrizaje, suave y sin trepidaciones, resulta casi inadvertido para el personal ocupante de las camillas. Otro modelo empleado es el llamado helicóptero plegable, porque pueden plegarse las alas, lo que facilita su lanzamiento desde los aviones de trans porte mediante paracaídas especiales. Una vez ile gado a tierra, son suficientes dos hombres para que en breve espacio de tiempo (20 minutos) se pongan en condiciones de emprender el vuelo. Este aparato tiene especial aplicación para ser utilizado por nú cleos de tropas aerotransportadas. Para el Ejército norteamericano ha sido construi do el denominado helicóptero de cabina desprendi ble (modelo HX-16). Esta cabina se halla instalada debajo del fuselaje, lo cual permite dejarla fácil mente sobre él terreno, dispuesta para ser utilizada como pequeña sala de operaciones, siendo recogida por el helicóptero cuando ya no es necesaria. Existen otros aparatos de mayor capacidad, co mo el modelo Sikorsky S-55 y el “Piosecki”, que pueden transportar al piloto y diez heridos, constru yéndose actualmente modelos capaces de transpor tar 20 y hasta 40 hombres. Las aplicaciones de los helicópteros en campaña fácilmente se deducen de lo anteriormente expues to. Durante los periodos de operaciones activas, la congestion del tráfico rodado por el constante paso de numerosos vehículos por las carreteras que aflu yen a los frentes de combate, frecuentemente entor pecidas por los bombardeos y voladuras que incluso llegan a impedirlo, retardan las evacuaciones, con tribuyendo a agravar el estado de los heridos. Con trastando con estas dificultades, los helicópteros, por su facilidad para despegar y circular a pequeña al tura, su estacionamiento en el aire y rápido aterri aje, unido a su movilidad que le permite insinuarse ed su marcha incluso a través de estrechos valles y gargantas montañosas eludiendo los obstáculos con que pudiera tropezar, facilitan el transporte de los pacientes, permitiendo efectuar rápida y direc tamente la evacuación desde los Puestos de Clasi ficación avanzados a los Hospitales Quirúrgicos de vanguardia. Asimismo, son de gran utilidad para la recogida de heridos en núcleos de tropas cercados por el ene migo, a los que resulta muy difícil poder auxiliar, asi como los pertenecientes a destacamentos dis persos alejados del grueso de las fuerzas a que se hallan afectos. Una valiosa aplicación del helicóptero está en la 3. guerra de montaña, donde la evacuación ha coris siempre un dificil problema. Si como aita montaña son consideradas aquellas regiones en las que la progresion por el terreno, el abastecimiento y la evacuacion solamente pue den ser realizados pr el hombre a pie, la poste iiidad de transporte cte los heridos resulta alli de ex traordinaria importancia. La Escuela Nacional francesa de esquí y alpinis mo ha realizado recientemente experiencias en el valle de Chamonyx, destacando la efectuada con un helicóptero modelo corriente, el cual, transpor tando un herido, pudo elevarse a la altura media de 2.700 m., que es la altitud correspondiente a los principales refugios; hazaña superada, por el piloto francés Moine, que con un helícoptero tipo BeIl-470 ha aterrizado en uno de los picos más altos del Mont Blanc, a 4.807 metros de altura, siendo inte resante el hecho de que fué realizado el descenso sin esperar la llegada del personal que ascendía al citado monte con la finalidad de preparar una zona de aterrizaje, revelando esto la posibilidad de efec tuarlo en lugares tan poco propicios. En caso de posible guerra atómica, la evacuación por helicóptero podría prestar servicios de inesti-, mable valor, ya que este aparato, dadas sus carac terísticas, alcanzaría puntos inaccesibles para los demás medios de transporte, tanto terrbstres como aéreos, pues las destrucciones originadas por la ex plosión nuclear podrían inutilizar los aeropuertos y distintas vías de comunicación terrestre e inéluso impedir totalmente la circulación por las mismas. Por otra parte, su rapidez, que en brevisimos mi nutos le consiente aterrizar, reanudando• inmedia tamente el vuelo, apenas permitiría fuera contami nado por las radiaciones existentes en la zona de recogida de bajas. En tan críticas circunstancias, el empleo del helicóptero puede resolver el problema, facilitando el transporte de aquellos heridos graves que precisan inmediata asistencia, asi como el de médicos y material de curación, tan necesario n estos momentos. Tales ventajas se completan con otra no menos valiosa, referente a la seguridad por parte del com batiente de que en el caso de resultar herido, aun en circunstancias desfavorables, puede ser cómoda y rápidamente evacuado a qn Centro Quirúrgico aumentando con esto sus probabilidades de cura ción, lo que contribuye a elevar considerablemente su moral. Prueba elocuente que lo confirma, son las siguientes palabras de Lueddeke, piloto de he licóptero de la Infantería de Marina americana du rante la fase de mayor actividad de la campaña de Corea: “Una de las mayores aportaciones que los helicópteros han hecho en la guerra ha sido la de acrecentar la moral de la. Infantería de Marina. Cada camarada que opera allá abajo sabe que, pa se lo que pase, nosotros lo rescataremos si resuLta al canzado por el enemigo.”. tiiuiclo d Técnica de la ensefianza y sus ayudas Comandante de Ingenieros Pedro ANAYA DE TORRE, de la Academia del Arma. Comisionadoen la Escuela de Ingenieros de Fort Belvoir (Estados Unidos) para obser vación de los métodos de enseñanza. DEFINICION.—Titularemos “ayudas” todo aquello de que se vale el profesor para que sus en señanzas puedan ser captadas por el alumno. Son verdaderos auxiliares de la Instrucción y tienen ca si siempre índole física. CLASIFICACION.—Podrjan hacerse muchas, pero entre todas preferimos la que sigue: A.—Ayudas bi-dimensionales. 1) Cuadros de palabras. Se emplean las pala - 5) - Folletos. En estas ayudas se deben incluir los manuales de campaña, manuales técnicos, cir culares, guiones de estudio y monografías. B.—Ayudas tridimensionales. 1) Modelos a escala o maquetas. 2) Simulaciones. Se trata de modelos construi dos para representar un objeto real, pero sin de-’ talles. Son sólo una imitación y su empleo es uti lísimo en maniobras o ejercicios de campaña, pues - - bras claves de la discusión y cón ellas previame pueden representar, por ejemplo, carros de com te confeccionadas, se va rellenando el cuadro en bate de distintos tipos que llegan a familiarizar l presencia del alumno Dentro de estos cuadros alumno con ‘todas las variedades de los mismos. existen las variaciones que se desprenden de la fi 3) Objetos reales. gura 1. 4) Cortes. Pueden aparecer o en modelos a es 2) Ilustraciones. Son cuadros murales en los cala o en objetos reales. Estas ayudas son de las que aparecen dibujados de forma real y esquemá más eficaces, pues el alumno ve por separado el tica los mecanismos o sistemas que se están expli trabajo de cada pieza. cando. Se incluyen aquí láminas que pueden ser C.—Cajón de Arena. proyectadas. - - - 3) Mapas y planos. De uso sobradamente cono cido. 4) La pizarra. El empleo de una buena pizarra puede ser de importancia primordial en manos del profesor. El alumno no debe tener ante sí nada - - más que lo que se refiera al punto que en aqúel mómentó sé esté explicando. Ello obliga a dispo ner de varias pizarras del tipo corredera. CARACTERISTICAS DE LA BUENA “AYUDA” 1) Tiene que ser segura en todos sus aspectos, o en otro caso no debe ser empleada. 2) Su tamaño debe permitir que pueda moverse fácilmente de un sitio a otro, siendo, pues, de - - manipulación sencilla. 3) Dado el considerable uso que se hace de ella, - 37 U?%IlIV UL rmLJDRt) Va rieda des CARACTERISIICAS DElASAYUDAS ESTADOS DELAINSTRLICCION Seguridad.1 LPreparaciónj ‘Perrnanencja LVresentación ,J ¡‘Realista.j 1 •1 L .1 L__i - - ción. 3) 4) I_1 —, Empleo de las “ayudas”. Las ayudas deben: 1) tJsarse con destreza y progresivamente. 2) Reducirse a las que correspondan a la lec - - No escatimar el material pertinente. Emplearse con oportunidad. —--*--*0 r 1’ L Cuadroaclavarconchinchetas METODOS DEINSTRUCCION Cuadro 1 1 acanalado TIPOS DE PRUESAS [°bjeti Lectura Conferencia r r r TECNICAS DE LA INSTRUCCION DESARROLLO vafl lección ideal será la que llene todos los puntos con ducentes a una enseñanza eficaz, aunque hay que Írubjetiva°1 1 admitir que no siempre es posible una lección per fecta, pues el profesor se encuentra con limitacio nes de tiempo, falta de materiales adecuados y au las no siempre capaces. LJ Cuadrodetarjetascubridoras La lección ideal. La práctica experimental es el mejor profesor: vivir es aprender! Mediante una buena descrip ción se consiguen resultados apetecibles. Pero la Cuadrodetarjetasconcharnelas Fg. la debe tener solidez y resistir a los golpes y desgastes. 4) Ha de resaltar bien los detalles necesarios, para que puedan ser éstos vistos por los alumnos a cualquier distancia. 5) Debe estar pintada de colores vivos, q:c contrasten visiblemente. En maquetas o cortes, los colores más impresionantes son el amarillo y rojo, por ese orden. 6) Debe ser lo más real posible. 7) Tendrá sólo los detalles de interés, evitando cosas superfluas que se presten a confusión. - - - - Principales guías. La lección perfecta debe incluir cinco etapas: preparación, presentación, aplicación, exámenes y ctica. Preparación. Análisis de la tarea. Cuando una lección o serie de lecciones se pla nea adecuadamente, debe ser examinada la ma nera de mostrar estas enseñanzas al alumno, res pondiéndose a las siguientes preguntas: 1) ¿A qué métodos de presentación se presta la materia? 2) ¿Puede dividirse la materia a tratar en va rias presentaciones independientes? - - 3) ¿Cuál es el nivel medio de la inteligencia y experiencia de los alumnos? - Fuiidones de las “ayudas”. 1) Ahorran tiempo. 2) Formulan conceptos concretos. :3) Aumentan el interés de la explicación - - - 4) 5) 38 - - Dan vida a los programas. Intensifican las impresiones. 4) ¿Es bueno el material o equipo disponible? 5) ¿Es apropiado para el propósito que se per sigue? Las respuestas deben decidir los métodos a em plear. - - d Oblativos. En la mayoría de los casas, las materias a ense bre presentación no consigue establecer el contacto entre el profesor y el alumno. ñar aparecerán en manuales o en textos especia les. Pero ha de tenerse en cuenta que frecuente Explicación. El profesor pone todos sus recursos para que los mente las teorías o ideas cambian en poco tiempo, por lo que es necesario ir renovando el material, con el fin de asegurar que la enseñanza está de acuerdo con las más modernas doctrinas. La forma de mostrar el tema en cada lección, se deja en libertad al profesor para hacerlo a su manera y de acuerdo con la necesidad y capacidad de los alumnos. Organización ctel material. El Plan-Lección del Instructor es el guión para la presentación de las materias de cada leccicn. La. relación entre las preguntas y las respuestas preparadas determinan la presentación. El tipo de ayudas. a emplear para suplementar la enseñanza, así como las palabras adecuadas a emplear en las descripciones, deben ser pensadas para un buen resultado. Presentación. El principal requisito es una buena preparación. Cuando el profesor se 1amiliarice con la materia y ha planeado la forma de abordar el tema, pasa a esta fase, que consta de tres factores: Introduc ción, explicación y demostración. alumnos le comprendan. Recurso primordial, es la voz. Una voz interesante concentra la atención. Una voz monótona invita al sueño. Cambios en la entonación, volumen y pausas, obligan a un stado de alerta. La vitalidad es, pues, imprescindible pa. ra que el estudiante comience a aprender. Un segundo factor es el empleo de las ayudas visuales. El alumno, sin fatiga, relaciona sus im presiones con el asunto objeto del tema. Demostración. Muestra cómo se hacen las cosas bien y cómo se hacen mal. Es particularmente interesante cuando se trata de explicar máquinas pesadas, reparacio nes de motores eléctricos, mecánica de refrigera ción, etc. Una buena regla a seguir consiste en em plear una demostración en donde quiera que la materia se preste a ello. Se debe mostrar al alum nolo bueno de cada herramienta y sus defectos. Usar de representaciones por actores que ejecu tan una pequeña comedia, con la que el alumno La introducción. Los dos objetivos principales que cubre son: Establecer una perfecta comprensión entre el alumno y el profesor. Excitar el interés del alumno por la materia presentada. La mayor parte de los conferenciantes saben el gran partido que se puede sacar de esta parte de la presentación. Usualmente emplean un “punch une” o “golpe de efecto” basado en la experiencia personal, los ejemplos vividos, o hechos general mente poco conocidos. Otras veces se sugiere una pregunta a un grupo de alumnos. Este procedi miento tiende a suscitar la atención y facilita la — — conversación dentro del interés del tema. Una po- 39 saca conclusiones. Se necesita cuidar los detalles para asegurar la eficacia. bien todos Aplicación de lo estudiado. Es la parte más efectiva de la lección, porque facilita el aprendizaje y descubre la validez de las cosas enseñadas. La experiencia es el mejor pro fesor y, por tanto, la aplicación práctica de las teorías es la forma perfecta de afirmar las ideas. Las aplicaciones pueden ser individuales lectivas, según lo requiera la materia. o co Exámenes parciales. El examen pone de manifiesto: 1) La flojedad de ciertas fases de la instrucción. 2) La existencia de falsos conceptos en la men te del estudiante. 3) Información real del nivel que ha alcanzado la instrucción. — - - Esta cuarta etapa del proceso merece un dete nido estudio, que ahora no haremos aquí. Crítica. La etapa final en el proceso de enseñar es la crítica. La devolución al alumno de los exáme nes o ejercicios prácticos después de haber sido corregidos, constituye uno de los mejores métodos para subsanar los falsos conceptos y suscita la crí tica de los interesados. Esto refuerza los lazos en tre profesor y alumno, obligando a éste a rectifi car sus errores. Igualmente en pruebas orales se someten las res puestas a una crítica, donde interviene todo aquél que puede aportar alguna experiencia. El examen se comp leta, pues, con la crítica, finalizando asi este método. Análisis del método. Desgraciadamente no siempre se prestan las chi co etapas expuestas a su inclusión en una lección. El tiempo es factor interferente, los medios no siempre están disponibles, el estado de instrucción no resulta uniforme, el material puede ser no uti lizable, algunas materias requieren un grado de explicación, mientras que otras sólo necesitan la aplicación y, por último, hay temas que son ase quibles en una clase y temas que requieren un curso entero Una lección ideal no puede conside rarse completa hasta tanto no contenga las cinco etapas de: preparación, presentación, aplicación, exámenes y crítica, como se señala en la figura 2. & ia £7re,a,zri Figura 2. Fig. 1. L.Lis. modelo “Honson” (Canadá) instalado en el vehículo oruga modelo “Uni versal’ - M K-1”. Este vehículo es un desa rrollo de los “Eren Carriers” y del “Carden Lloyd” y se fabricaban en Inglaterra, Canodci, Australia y Sur Africa; llevando un mo tor Ford inglds de 50 HP. o de 85 HP. CARROS LANZALLAMÁS Desarrolloyeiupieo 1. • • Pequeña historia Comandante de Infantería gio OOMEZ y del S. E. M. Ser Profesor de la Escuela de.M. ALBA, de los carros lanzallamas. nadiense, que lo vió actuar en una demos Todos los Ejércitos iniciaron la G. M II dotados tración ante las autoridades militares del Reino de lanzallamas (L.Lls.) portátiles que procedían de Unido, percatándose del enorme efecto moral que aquel primero alemán inventado por el Jefe de los se añadiría al material causado por este instru bomberos de Munich durante la G. M. 1 y que hizo mento y de las posibilidades de perfeccionarlo. En su presentación en el campo de batalla en Melan consecuencia, encargó a un Batallón de Ingenieros court, contra los franceses, el 26 de febrero de 1915 el estudio y experimentación del L.Lls. y después contra los ingleses, en el saliente de Iprés, A mediados del año 1941 se diseñaba ya en el en julio del mismo año. Canadá el L.Lls. “Ronson”, y de nuevo el vehículo Estos L.Lls. se revelaron eficaces, pero tenían mu elegido Íué el “Universal” (por abundante y bara chas limitaciones en su empleo derivadas de: su to), instalándose la tobera de emisión análogamen peso limitado de combustible, su corto alcance y la te a la del “Wasp”, sobre la plancha del blindaje gran vulnerabilidad del operador. delantera, quedando conectada mediante un tubo En el transcurso de la G. M. II todos los Ejérci tos desarrollaron L.Lls. montados sobre vehículos exterior con los depósitos de combustible situados sobre la plataforma trasera y con una capacidad acorazados, que proporcionaban protección al ope de 115 litros. El combustible empleado era “fuelrador y permitían llevar más volumen de combusti oil” y el alcance eficaz, unos 45 m. (fig. 1). ble y lográr mayores alcancps. A principios del año 1941, la Compañía “Anglo Iranian Oil” construyó el L.Lls. ini ciador de una dilatada serie de los instalados sóbre vehículos acorazados, q u e culminó en el “N.° 2-MK. 2C”, comnmente llamado “Wasp MK. 2C”. Tal ante cesor fué proyectado para ser colocado en el vehículo “Universal”, sobre la plancha delantera. Como com bustible empleaba petróleo creosotado impulsado por anhidrido carbónico. El en cendido se lograba al rociar una pequeña cantidad de combustible una placa enrojecida, Aunque este sistema de ig nición no era seguro, y ade más, el alcance a duras pe- Fzg 2 L Lis briianico antiadreo, pro- Fg 3 Un. LL1s. aníiaáreo británi nas rebasaba los 20 metros, yectado por el “Petroieun. Warf are Deco, en acción. despertó gran interés en el partamen.t” especialmente para la defenJefe del primer C. de E. casa en los barcos. 41 Fig. 4. Un carro L.Lls. para defensa de aeródromos contra ataques a baja cota. Derivado del “Ronsorí” puede considerarse al “Cockatrice”, que se proyectó como antiaéreo, y po— día lanzar su chorro vertical u horizontalmente (fi guras 2, 3, 4 y 5). El siguiente de la serie fué el “Hornet”, complica do y pesado, que se trató de perfeccionar al tiempo que se trabajaba en un nuevo proyecto: el “Wasp MK 1”, que probado en agosto de 1942 alcanzó con sus llamas los 75 m., empleando petróleo como com bustible y llevando los depósitos dentro del casco del vehículo; lo que fué causa —además de su ma nejo difícil y frecuentes averías— de que lo recha zara el primer Ejército Canadiense, por complicar la conservación del motor y disminuir la flexibili dad de empleo táctico del carro al perder un tripu lante. De nuevo la experiencia señalaba la conve niencia de simplificar los aparatos, y en febrero de 1943 se produjo, dentro de esta tendencia, eJ L.Lls. “Barracuda”, más sencillo y ligero que el anterior y de acción mecánica más rápida, que per mitía cortos y sucesivos disparos y llevaba un solo depósito, lo que hacia posible la presencia del ter cer tripulante. El éxito del “Barracuda” canadiense motivó que su principio mecánico se aplicara al “Wasp”, na ciendo el “Wasp MK II”, cuyas pruebas, en agos to de 1943, demostraron que superaba en alcance al “Barracuda”. Retoques posteriores le transformaron en el “Wasp MK 2C”, dotado de un solo depósito 42 Fig. 5.—Vehlculo L.Lls. británico destinado defensa de los puerlos. a la de 300 lts. de capacidad, situado en la plataforma posterior del carro, y que se reveló como arma efi caz de apoyo de la Infantería en el teatro del Nor oeste de Europa (fig. 6). El mismo “Wasp”, montado en el chasis del carro “Ram”, desprovisto de torreta e instalado en el lu gar de la ametralladora del casco, dió origen al ca rro lanzallamas “Ram Badger”, que cubría el círcu lo de servicio de la torre con una placa de blindaje ligero, en la que se levantaba una pequeña cúpula provista de una ametralladora Browning. Este ca rro resultó excelente y obtuvo un éxito considerable. Los canadienses utilizaron los L.LIs. más que nin gún otro Ejército en Europa y montaron los mode los “Ronson”, “Barracuda” y, sobre todo, el “Wasp” sobre carros de torre abierta —llamados “T. D.” (Tank Destroyer)— o desprovistos de torre, como, por ejemplo, el M4-A3 (“Sherman”) (fig. 7) —dan do origen al “Sherman Badger”—. Se considera que estos vehículos eran empleados en 50 por 100 de las operaciones, particularmente para limpiar los pozos de tirador, trincheras, fortines, edificios, etcétera. Los rusos, alemanes e italianos emplearon las lla mas de un modo muy similar a los canadienses. Los rusos tenían en servicio, desde antes de la G. M. II, los carros de combate T. 26 y T. B. dotados, algunos de ellos, de lanzallamas (fig. 8). Los italia nos tenían carros con remoique del depósito de Fig. 6.—El L.Lls. “Wasp MK 2C” ingles, modificado por los canadienses, instala do en el “Universal Carrier”. combustible; el más frecuentemente utilizado fué el pequeño carro L 3/33 (figs. 9-a y 9-b). Los ale manes los instalaron en los Pz Kw II. Los ingleses montaron en el carro “Churchill”, substituyendo a la ametralladora de la torre, el L.LIs. “Wasp” ligeramente modificado, y con depósito de combustible de 1.500 lts. blindado, llevado a remolque. Este vehículo así arrpado recibió el nombre de “Cocodrilo” (fig. 10) y íormaba parte de una División de armas especiales (la 79 D. A.) que lo incluía orgánicamente. Fracciones de esta G. U. se agregahan a otras Divisiones cuando se consideraba necesario. Sistema que, si bien permi tía mantener bien instruido al personal especialis ta y bien entretenido al material, tenía la desven taja principal de que la asignación de las unidades, en una guerra que se desarrollaba en teatros tan extensos, distantes y diferentes, era cosá difícil, perdiéndose casi siempre la oportunidad de su in terven ción. Los Estados Unidos fueron los que hicieron un empleo más profuso de los carros L.Lls., a partir del momento en que recuperaron la iniciativa en el teatro de operaciones del Pacífico, pues en el europeo los equipos enviados no fueron buenos y, por ello, apenas utilizados. Los japoneses demostraron gran habilidad en el aprovechamiento y construcción de cuevas y casa matas ingeniosamente construidas y bien disimula das, sobresaliendo apenas medio metro, guarnecidas por cinco o seis hombres y situadas generalmente en laderas empinadas; su ocupación exigía, casi siempre, un fuerte tributo de la sangre más vale rosa. En Kwajalein (Marshall) se instalaron L.Lls. ligeros sobre carros ligeros, obteniéndose un éxito que, si bien fué relativo, señalaba el camino a se guir. Los “marines” utilizaron varios L.Lls. “Ronson” y los montaron, ligeramente modificados, llevando 600 lts., en los L. y. T. (vehículos de desembarco oruga) y en los carros ligeros, que recibieron el nombre de “Satanas 1”. Emplearon 24 vehículos lanzallamas, 12 para cada División de desembarco, destinados al ataque —que era ya inminente— de Saipan, en marzo de 1945. El éxito iué grande, y por ello se pensó en instalarlos en carros medios, con unos 1.000 lts. de combustible, capaz para unas 50 llamaradas, cosa que, por experiencia, se consi deraba suficiente para poder neutralizar una posi ción enemiga sin tener que reabastecerse durante el combate. Así se inició —en Schiofield— la cons trucción de carros L.L]s., que pronto se aceleró, hasta producir uno diario y se pudieron emplear ocho de ellos en Iwo-Jima, con tan rotundo éxito que alguno llegó a reabastecerse de incendiario has-. ta siete veces. Pronto llegaron a hacerse imprescin dibles para la Infantería, a la que limpiaban el ca- Fig. 7.—Carro “Eherman Badger”. El lan2allamas tenta un alcance de .95 m., que llegó a elevarse a 150 m. El chasis es el del carro /t’T4-A3 de Estados Unidos. Fig, 8. Torre del Carro i-uso T.B 26 (ver sión rusa del Vickers), provista de lansa llamas. 43 Fig. 9. a)—CarroS italianos L333 (Fiat), armado con lanzalla mas con depósito a rernolque, conteniendo 380 lts. mino orillganto al enemigo a salir de sus covachas. toperas y hendiduras para que fuera batido en campo abierto. CornO consecuencia de la abundancia y el extei’i so sistema de cuevas encontrado en Angaur y Fe leliu, se ordenó la adaptación de una manguera a los L.Lls. de los carros, para poder alcanzar las bo cas y troneras en terreno escabroso, al Que aquéllos no podían llegar. Al X Ejército, en Olçinawa, se le dieron tres y resultaron de gran valor, empleán dose algunas veces basta 150 m. de manguera, y con ellos centenares de japoneses fueron aniqufla dos en sus cuevas. La operación de Olçinawa, ini ciada el 1 de abril de 1945, señala la cumbre en el empleo del carro L.Lls., probándose los nuevos combustibles “Napaim”. El 713 Batallón de Carros pasó a ser todo él de carros laniallamas, y desem barcó el 7 de abril de 1945 con 54 carros L.Lls., cu yas características eran: Vehículo: M4-A3 (“Sherman”). L.Lls.: Con tobera de emisión instalada en tubos de C. de 75 mm. Combustible: 1.000 lts., situados dentro del casco, debajo de la torre. Duración de la emisión: 2 m. 30 sea. Alcance eficaz: Con líquido flflido, 40 m.; con es peso, 70 m. Agente impulsor: Gas carbónico tomado del tu bo de escape del motor del carro. Tuición: Por gasolina y electricidad. Sector horizontal: 2700. Armamento: 2 ametralladoras de 762 mm. (una en casco y otra co.axial con el tubo del cañón lanzallamas). En Olçinawa los carros podían maniobrar mejor que en Iwo-Jima, aunque no con facilidad por la profusión de colinas escarpadas y hondonadas, y porque había mucho fango en caminos y arrozales (hg. 11). Todo ello no permitió un empleo en masa, centralizado, creando una “barrera móvil” de lla mas, lo que hubiera sido eficacísimo. Por ello se distribuyeron en fracciones, cooperando con la In fantería, de los siguientes modos: a) IJn pélotón de tres Cs. L.Lls., como parte de la Sc. de Cinco carros normales. 44 b) Un pelotón de tres Cs. L.Lls. agregados a una Se. de cinco carros normales. e) Los Cs. L.Lls. se mantenían retrasados hasta presentarse un objetivo adecuado y entonces se ade lantaban e intervenían apoyados por los carros normales y la infantería a pie. d) Los e. L.Lls. con infantería a pie solamente. Veamos algunos significativos ejemplos de la ac tuación de este Batallón: El 14 de junio se le encomendó a una Cía. de Cs. L.Lls. la misión de atacar una zona rocosa situada en la cima de un farallón. Uno de ellos avanzó en tre los carros ordinarios, y su primera llamarada sorprendió a los japoneses de tal modo, que se dis persron en todas las direcciones. El 22 de junió otra Cía. asignó 4 Cs. L.Lls. al 32 Batallón de Infantería para atacar unas cuevas que se decía conducían a los Cuarteles Generales japoneses. Un Sargento, emnleando la manguera, incendió diez cuevas: le acompañaba un soldado in térprete provisto de altavoz, conminando al enemi go a rendirse y abandonar su refugio. Sólo dos se rindieron y muchos se suicidaron. La manguera re ventó dos veces, pero pese a ello se logró incendiar un cdrro guarnecido por 500 japoneses (fíe. 12). Otros 4 Cs. L.Lls., agregados al 1 Bon. del 184 Eegimiento, limpiaron una zona extensa un crá — — — Fig. 9. b)—El L.Lls. anterior ocupando el lugar de una de las ametralladoras y con la otra quitada. de carios normales no se viera afectada por la de otros especiales L.LIs. No obstante esto, los modelos conseguidos no re solvieron el problema de la facilidad de servicio, y hubo de irse al tipo grande, que fué el instalado en los carros M4-A3, a los que nos hemos referido en los eemplos anteriores y que tan resonante exito alcanzaron. Sin embargo, no nos cabe duda que se deben estar desarrollando equipos más poderosos que el actual, el cual, con un alcance de 140 m., tiene solamente algo mas de un minuto de tiempo total de emisión. Al par se buscan equipos ligeros fácilmente adaptables a cualquier vehiculo. Flg. 10. Corro “Cocodrilo” ingles, ,o “Churchill” (modelo de torne soldada) con L. Lis. ocupaodo el lugar de la Amt. del casco y con un alcance de 140 mts. II. Principales normas de empleo de los Cs. L.Lls. deducidas de tan variadas experiencias. El C. L.Lls. es un arma especial que cumple su misión mediante el empleo combinado de las lla maradas, la potencia de luego, el movimiento, la ter volcánico. En total, la Cía. consumió 16.000 lts. protección, el efecto psicológico y la cooperación. de combustible incendiario, acreditándosele ¡870 En todo caso, la Infanteria a pie debe apoyarlo muy muertos enemigos! En Okinawa se encontró la es de cerca y protegerlo contra los medios de lucha cuela superior de los Cs. L,LIs., pues hasta enton inmediata C.C., así como explotar inmediatamente ces no se contaba más que con la experiencia ad su acción. quirida en Saipan e Iwo-Jima —poco concluyen Los Cs. L.LIs. pueden estar asignados a un Bata tes— y con la traducción de un folleto alemán so llón de carros para complementario o reforzarlo, bre empleo de los Cs. L.Lls. Las llamaradas mataban con la finalidad de ser luego agregados a las uni dentro u obligaban a salir a los japoneses de las ydades de Infantería de cualquier clase, incluso a cuevas y de las curiosas tumbas de piedra allí exis las Cias. y Secs. de carros normales, según lo que tentes; limpiaban pozos, fortines, toperas, escarpas requiera la situación. y hasta se lanzaba el ruego al aire para que el Un Bon. de Cs. L.Lls. está organizado como uno viento 16 arrastrase hacia las bocas o hendiduras normal. La Sec. es la Unidad básica de combate de las cavernas; se incendiaron aldeas y se limpia 3 Cs. L.L1s.) y normalmente se emplea como ron las ruinas de edificios a las que se aferraba la (con defensa. En 75 días de operaciones, el 713 Bon. hizo tal unidad. Cada Sea, tiene dos unidades de servi él solo 4.788 muertos y 49 prisioneros, con sólo unas cios, consistentes cada una en un vehículo acora zado de transporte con su remolque. La Sc. es así 70 bajas. Paso a paso se iba perfilando el empleo correcto autosuficidnte en lo referente a servicios y mante de los Ce. L.Lls., que se ha concretado aún más nimiento de los L.Lls. En toda intervención de Cs. L.Lls., es primordial como resultado de la experiencia adquirida en Co la coordinación y un detallado planeamiento con-’ rea, donde el “Napalm” recibió el nombre de Ar junto entre ellos, las unidades apoyadas y los que ma núm. 1”. Así, en Sierra Dolorosa los Cs. L.LIs. deben apoyarlos. Siempre que sea posible, se pre jugaron un brillante papel; cuando la Artillería de apoyo divisionario no resultaba eficaz. En los días paran y efectúan reconocimientos del terreno por élaros, el consumo en Corea de ‘gel-o” combustible los mandos, hasta jefe de C. L.Lls. inclusive, aparte’ del estudio de los planos, aerofotografías, etc. Resul era de: 190.000 lts. por la aviación. 52.000 lts. por la marina. 19.000 lts. por la Infantería de Marina. 1 — — — — — — — 261.000 lts. diarios en total. Los Estados Unidos trataron de conseguir un lan zallamas portátil, fácilmente instalable en un vehículo acorazado cualquiera, para tener las ven tajas de que el número de Cs. L.LIs. fuera el que pidiasen las circunstancias de la acción, sin más que variar la proporcion entre lós carros con lan zallamas y los normales y para que la fabricacion Fig. 11.—Carro medio lanzallamas M4 (“Sherman”) actuando con, la jalan tena en la cumbre Coral, de Okinawa. levados, a fin de que, reponiendo el líquido incen diario, municiones y carburante, se reagrupen y prácticas con las unidades que hayan de colaborar en la acción para que éstas se percaten, si no tienen estén listos para rechazar cualquier intento de re suficiente experiencia en la cooperación con Cs. L. acción enemiga. Los Cs. L.Lls. deben utilizarse siempre contra ob Lis., de cómo actúan éstos y cómo debe llevarse la jetivos bien definidos y localizados, particularmen acción conjunta. te los fortines y obras que, por cualquier causa, re Los Cs. L.Lls. son un arma eminentemente ofen sisten la acción de otras armas (casamatas, cuevas, siva. Sus posibilidades, en el combate. defensivo, sótanos, ruinas, nidos, azoteas, lindes de bosques, quedan limitadas a intervenir en los contraataques y al cierre de avenidas de acceso que estén bien etcétera). Contra trincheras, toperas y pozos de tirador, los canLa alizadas. asignación de Cs. L.Lls. suele ser del orden chorros se lanzan bajos para que las llamas salpi de Bon. Cs. a D. 1.; Cia. Cs. a Reg. InI.; y Secs. Cs. quen, aumentando la eficacia. Las defensas de esta clase son difíciles de concretar; por ello, cuando a los Bons. mf., pero, en todo caso, deberá mante nerse una reserva para relevos y pasos de escalón sólo se conoce su localización general, se debe de emplear un ataque de zona. por si la acción se prolonga, cosa particularmen Cuando la luz originada no resulte adversa, los te, importante, dado el enorme gasto de combustible Cs. L.Lls. son enormemente eficaces en el combate incendiario que caracteriza a los Cs. L.Lls. nocturno. Su efecto moral es muy grande. La in Los Cs. L.Lls. deben operar en estrechísima co operacion y enlace con la mf, en el escalón de fantería y las armas de apoyo son aquí más nece ataque y en el primer escalón, y además deben ser sarias aún que de día. La obscuridad aumenta la firmemente apoyados por el fuego de otros carros necesidad de un control eficaz de la acción en co operación, y por ello el jefe de los Cs. L.Ls. y el de y de las armas de apoyo disponibles. La infantería asaltante los sigue de cerca, a fin de lanzarse sobre Infantería estarán juntos o en enlace continuo. Los Cs. L.Lls. se utilizan a veces por los zapado el enemigo en el momento propicio, sin permitirle res de asalto y en combinación con carros desmi reaccionar y recuperarse de la agresión incendiaria. El empleo de los humos suele resultar eficaz para nadores y lanzacargas. También pueden ser útiles proteger la aproximación al objetivo hasta las dis para la descortamin ación química o biológica de una zona, e inciüso para el saneamiento antipali’i-’ tancias más convenientes de empleo del L.Lls. El armamento balístico del carro se utiliza in (lico de charcas y pantanos. Creemos sinceramente que al carro lanzallamas tensarnente durante la lucha para neutralizar los le falta mucho para alcanzar el limite de sus po puntos peligrosos o sospechosos y facilitar la apro sibilidades y tiene ante si un futuro en el que, ximacion del vehículo. desarrollando brillantemente sus características, lo Alcanzado un objetivo con las llamas y suficien grará un empleo más profuso, acorde con los éxi .temente barrido con ellas se levanta el fuego tras tos que ha obtenido y los que, sin duda, le esperan, ladándolo al siguiznte o bien se dedica a la pro porque del poder del fuego en forma de llamaradas tección de los flancos. Normalmente, los Cs. L.Lls. son prontamente re- nadie puede dudar ya. tan muy impórtantes y valiosas las demostraciones — — — — — — — — — — Fig. 12. Un ataque incendiario empleando la manguera del L. Lis. de un carro. 1 NEuRoSIS DE GUERRA Alférez Médico Juan LOPEZ LOPEZ. Ex Médico beca rio-residente en el Hospital Psiquiátrico de Cádiz. / CONCEPTO DE LAS NEUROSIS DE GUERRA Con el nombre genérico de Neurosis de guerra se ha ve nido designando una serie de reacciones que •se observan en el combatiente, bajo el influjo de diversos agentes pa tógenos, exógenos y psíquicos propios de las guersas. Este concepto de las neurosis bélicas, muy en boga basta no hace mucho tiempo, ha sido rectificado, de acuerdo con las concepciones más científicas de la Psiquiatría moderna. Se ha demostrado, en efecto, sjue la guerra no desarrolla fenómenos psíquicos patológicos diferentes de los que pue dan derivarse de otras vivencias no bélicas. Por otra parte, la experiencia ha demostrado que en psiquiatría no resulta aplicable el principio de causalidad física, ya que las mismas cansas pueden provocar psicosis muy diferentes. Además, la psicosis de guerra aparece acom pañada de un variado cortejo de síntomas tan diversos, que no es posible hacer una perfecta distinción clínica. En las reacciones de guerra no cabe señalar nada espe cífico ‘que no podamos encontrar en otras psicosis deter minadas por diferentes causas; por ello hemos de descar tar’ el concepto de psicosis de guerra, la cual habría de ser específica, revistiendo síntomas observables tan sólo en este tipo de psicosis y no en otros. Y como resulta que su sintomatología es idéntica a la de otras psicosis e in dependiente de la vivencia que las motiva, hemos de con cluir que, propiamente hablando, las neurosis de guerra no existen. Ocurre, sin embargo, que en los individuos eombatÍén tes 7 en los que residen en la retaguardia se presentan neu rosis que no hubieran llegado a manifestarse, de no haber estado sometido el paciente a una especie de bombardeo psíquico que motivó que aquella personalidad, sana hasta entonces, y que muy bien hubiera podido continuar sién dolo, se desequilibrara de una u otra forma, llegando a padecer ‘una psicosis. En la guerra moderna, en la que participa toda la na ción y cuyos efectos se hacen sentir tanto en el frente como en la retaguardia, la producción de psicosis constituye un gravísimo peligro social, ya que el pueblo entero puede llegar a sentirse desmoralizado. Importa mucho, pues, es tudiar aquélla para establecer la proflíaxis adecuada. Pero el estudio de las psicosis castrenses tropieza desde el principio con una seria dificultad: no se puede estudiar la enfennedad en un hombre biopsíquicamente sano. Al empezar una contienda, los efectivos de combatientes son relativamente reducidos y selectos. Pero si la contien da se prolonga y eomplica cada vez más, las causas de exención del servicio militar se restringen, con el fin de abarcar el mayor número de personas aptas para las armas, e ingresan, por tanto, en el ejército gran número de ta rados predispuestos a reacciones psíquicas patológicas y, consiguientemente, a-las psicosis que trae la guerra. ‘Por otra parte, transcurridos nnos meses de gueria, cam bian de una manera fundamental las cualidades biopsíqui cas de los individuos que en ella participan y las circuns tancias ambientales en que la vida de los mismos se des arrolla; circunstancias ambientales cuyo influjo, siempre importante, se hace sentir de manera progresiva, a causa de las privaciones que las gentes tienen que sufrir, de las calamidades que se observan continuamente y de’ la tensión nerviosa a que .se halla sometido el pueblo en general. ¡ PSICOGENETICA Al hombre puede considerárselc constituído por tres ca- 47 pas o estratos: e! sonsa o cuerpo (1); el campo emocIonal que algunos llaman alma, y que abarca lo referente a afec tos y sentimientos, y el espíritu, sede de la razón y de la voluntad. Kl soma es el estrato profundo sobre el que se asientan los dos restantes. Lo constituye el cuerpo humano. El alma es más dificil de delimitar. En ella incluimos los impulsos, instintos, afectos y sentimientos. Los dos pri meros estan enraizados en la capa somática, y los otros dos, en la espiritual. El espíritu es privativo dei hombre y el más elevado de los tres estratos. A él pertenece la sensoriajidad, la razón y la voluntad. El caracter depende de esta capa, y se rige por las leyes de la razón y la lógica. Si la armonía de las capas internas se desequilibra, por que son incapaces de resolver sus propios problemas, o- las desequiiibra su mundo circunuante, se engendra la neu rosis. El hombre tiene las tres capas fusionadas, constituyendo una uniaad, armónica en el sano e inarmónica en el enfer mo. Lada capa necesita forzosamente de la anterior como substrato—pues de ella extrae su potencia—y es a la vez dirigiaa por la superior. Kl mundo circundante es muy importante en la conducta del hombre. Poaemos sundividirlo en dos: «mundo per ceptible», que actúa sobre la capa espiritual direcLamente, ‘ «mundo electivo» que lo hace sobre el soma. El ambiente actúa sobre el espíritu de tal modo, que la situación exterior determina al enle,mo a proceder en br ma inadecuada impulsado por sus deseos y temores, sur giendo entonces las neurosis. Las experiencias de la última gran contienda han am pliado y completado las obtenidas en la de 1914-18, ha biendose podido confirmar que las reacciones psiquicas que se observan en la guerra son idénticas a las que se pro ducen en las contingencias cotidiana1 de tiempo de paz. Se ha visto, en efecto, que todo hombre, incluso el más sano psíquicamente, cuando se le expone a una serie constante de traumatismos psquicos, arana por preseníar una reacción neurótica. A este propósito afirman con ra zón Grinker y Spiegel, en su obra «bien under stress», que siempre que el esfuerzo sea suficientemente grande y la exposición al peligro bastante prolongada, nadie está in mune a las reacciones psicológicas provocadas por el miedo. En la citada obra se clasifican las experiencias en los tres grupos siguientes: recogidas a) Grupo de sujetos predispuestos, en los que es sufi ciente un escaso choque para que se desarrolle una neu rosis grave. b) Grupo de sujetos normales, en los que una serie más o menos numerosa de impactos psíquicos termina pro vocanclo la neurosis. Resultado que Lord Moran subraya en su obra «Anatomy of courage» con la expresiva frase: (1) En este estrato ofndo o abisal residen, según Keiserlinq, el hambre original y el miedo ancestral. 48 «La moral de todos los ejrcitos decae tarde o temptánÓ.ii c) Grupo de sujetos que se han comportado normal mente en varios combates, y en los que un choque psíqui co grande, bien por acumulación de los sufridos anterior mente o por su particular intensidad, origina una erie de trastornos de tipo psicosomático. ETIOLOGIA Birbaum clasifica las influencias los siguientes grupos o efectos de guerra en 1.0 Estados de agotamiento somático (esfuerzos, desnu trición, insomnio, etC.). 2.° Emociones perniciosas agudas (pánico por explo siones). 3° Lesiones traumomecénicas (conmociones cerebrales y heridas). 4° Infecciones (enfermedades infecciosas propias guerras tifus, cólera, etc.). 50 Intoxicaciones (entre ellas, las gaseosas). de las Aunque ninguna de ellas se puede tomar como realmen te exclusiva de las guerras, podemos considerarlas como de carácter semiespecífico, por ser en las contiendas bé licas donde actúan con más frecuencia, intensidad y rei teración. Porot y Hesnard han analizado cuidadosamente los fac tores etiológicos propios de las guerras, y los dividen en morales y físicos. Según dichos autores, los primeros son consecuencia de «la idea colectiva y permanente del pe ligro mortal)). Pero—según objeta muy bien Vallejo Ná jera—no todo fallo moral debe considerarse inherente a dicho conflicto; como se aprecia en ciertas tropas selec tas, tales como aviadores y tripulantes de carros de com bate. La neurosis podemos considerarla, pues, como una consecuencia del deseo de «ludir los riesgos y deberes de la guerra. CLASIFICACION Las psicosis de guerra no son otra cosa que reacciones de la personalidad a las influencias ambientales, lo mismo en el frente que es! la retaguardia, en el elemento militar que en el civil. Se pueden dividir las psicosis de guerra en individuales y colectivas, por ser distinta su psicogénesis. Las indivi duales podrían dividirie, a su vez, en timógenas—que en gendran variaciones cíclicas en el estado fundamental del ánimo y no difieren en nada de las reacciones del mismo género que se presentan en tiempo de paz—y patomímicas. Estas últimas se han de considerar como la «reacción psi cogenética específica de los combatientes», ya que el in dividuo, impulsado por el instinto de conservación (el más Inerte de los instintos), se refugia en la patomimia neu roló gira o mental para eludir los peligros de la guerra; se presentan con preferencia en personalidades histeroides. Vallejo Nájera clasifica las psicosis de guerra en 1 Psicosis A) timógenas 13) PSICOSIS COLECTI’.AS. • . Pscosis DE GUERRA IN DIVIDUALES Psicosis patomímicas taguardia - Amnesia emotiva. Incontinencia emotiva. Psicotimia melancólica. Psieotimia paranoide. 4gitación psiconlotriz. Estupor emotivo. Delirio ecmenésico. t.on!usión mental. Alucinosis. Extasis. Amnesia esnotiva.—Es muy frecuente en la psicosis de guerra. .u! sobado presenta ilnpcecision en la evocación de recuerdos, o bien lagunas en su memoria. Esto es debido a que en todas las psicosis de guerra existe, as principio, cies Lo grano de conlusion mental. incontinencia emotsva.—Los acontecimientos, tanto agra dables como desagraua»les, dejan hueia en el indiviauo, puniendo acentuarse de tal manera y acempañarse de un puerisismno mental tan marcado, que la risa o el llanto se desencadenen casi continuamente. Psicoti.mia ansiosa.—Es la ansiedad el síntoma típico y clave de las psicosis de guerra, inconiundibie en la ex presión fisionónsica del angustiado. P.sicotirnja amenciat.—t.uaudo el efecto desarrollado se traduce en terror o pánico, puede estrécliarse tanto ej cam po de la conciencia, que el enfermo no sepa cómo se llama y quede desorientado en tiempo y espocio. El individuo anda como un sonámbulo, disparata y cree ver visiones, produciendo la impresión de un enajenado mental. Psicotimia paranoide.—EI enfermo expone ideas de me nosprecio, alusión o persecución, y, en ciertos catos, se produce en él una verdadera reacción paranoide; es decii, que, a consecuencia de una vivencia emotiva intensa o de la repetición de un cierto número de ellas, el individuo sobrevalorará una idea convirtiéndola en centro de sus pensamientos y actos. Agitación psicomotriu—Sobreviene, las más de las ve ces, súbitamente y cuando el soldado se encuentra reali zando los más delicados servicios. Es típica de una agi tación de trinchera la facilidad con sue el enfermo llora, salta, grita y a la •vez• se muestra furioso y agresivo. Estupor emotivo —Sobreviene generalmente después de intensos bombardeos de las posiciones, de enterramientos por explosiones de minas o de enérgicos ataques a la ba yoneta. Es característica la facies de profunda perplejidad y la pobreza de pensamiento. El individuo se deja llevar como un muñeco y sólo se expresa con monosílabos. Delirio ecmenésico—Se suele presentar en los hospitales de sangre, en sujetos impresionables e impresionados por fueites vivencias bélicas. El enfermo se retrotrae mental mente a épocas infantiles de su vida, debido a un bloqueo de su memoria. Confusión mental de guerra.—Presenta el enfermu des- de re Reacciones hipocondríacas. Reacciones convulsivas. Reacciones teatrales. r’sicosis de entusiasmo ssicosis de crmnsnaijdad. Psicosis paranoide. conocimiento de personas y objetos y repuestas incohe lentes a las preguntas que se le hacen. Tiene tendencia a querer llamar la atención con actos insensatos, iasuatvos y teatrames, como desnudas-se, intentar la fuga por la ven tana teniendo la puerta abierta, etc. Es muy iLci1 po nerse en re’ación con el confuso, porque no sintoniza con el medio ambiente. Alucinosis de trinchem-a----Presenta vivas alucionaciones de todos los órganos sensoriales, rememorando acontecmen tos llenos de emotividad intensa, tales como la muerte trá gica de un compañero. Otras veces las alucinaciones son terroríficas, creyesido los enfermos que han caído prisio neros y que van a ser fusilados. Reacciones hipocondríacas.—Son bastante típicas en esta clase de nedrosis, pero más frecuentes en la retaguardia. Se presentan generalmente en sujetos que son aprensivos. constitucionales, influyendo notablemente el contagio psí quico. Se observa en tropas inactivas y estacionadas; que. jándose, los sujetos a esta clase de reacciones, de palpita ciones, molestias digestivas, insuficiencia respiratoria, etc., pero sin base orgánica definida. Reacciones convulsivas—’Es frecuente que los soldados se valgan de la clásica «pataleta» para imponerse al medio ambiente, imitando más o menos groseramente la crisis convulsiva epiléptica. Aunque se observa también en van guardia, es más frecuente en individuos llamados a incor pos-cese a filas, como; asimismo, en ios «emboscados» a quienes se les destina súbitamente al frente. Reacciones teatrales.—Son muy frecuentes en los hospi tales de retaguardia, sobre todo al comunicársele al in dividuo alguna noticia grave o desagradable, tal como la negación de un permiso; determinando raptos de ansiedad, desmayos, insultos y ataques convulsivos para imponerse y amedrentar al medio ambiente, y pudiendo persistir durante algunas horas. Basta con la inyección de un sedan te para acabar con la comedia. 1NTUMATOLOGL& Ha quedado desarrollada en su mayor parte al definir los enunciauos de la classiicacion. Consiceramos conio sintoma ciave la ansiedad. bruiscer y Spiegei insisten en que es impossnle soportar durante largo tiempo las contingen cias ce un comnate ssn negar a experimentar ansiecad. La ansiedad otrece una variada -slntomatoiogia somtica (modificaciones del pulso y ce la respiracion, trastornos vasomotors, enrojecimiento o palidez ce la piel, anera ción del tono de los vasos, etc.), aconipanada de sdnsacion de opresión en las regiones del corazon y del estomago. Con Irecuencia hay - aumento de tono en la mubcuLatura de la uegsucion, que causa moiestísima y penosa sensación de atragantamiento e induce a que los eniermos recnacen el aumento. kn la pasada guerra abundaron los trastornos psicóge nos del aparato digestivo; en la del 1914-Ib, lo del apa rato curcutatorio. e ha explicado esta diversuuac ce reac ción porque durante la primera contienda peuomaaron los periocos de estabilización, que imped±an la descarga agresiva. según Vallejó Nájera, los trastornos psicógenos durante la guerra civil espanola se caracterizaron: «en los mili tares comoatientes, por ser aparatosos y floridos en sínto mas y ceder lacilmente al tratamiento; en la población civil, por su matiz hspocondrsaco, neurasteriforme, mclan cóiico y por su rebeldsa ante los tratamientos; en los prisioneros y presos, por no diferir esencialmente de las psicosis de prisión conocidas, no pasando en muchos casos de groseras simulaciones». López lbor observó que las parálisis psicógenas predo minaban en el lado izquierdo del cuerpo, y los temblores, en el derecho, lo que estaría de acuerdo con la concep ción fisiológica que considera la parte izquierda como 1emenina y pasiva y la derecha como masculina y activa. Ante cualquier amenaza contra la integridad individual surge, como reacción psicosomática de defensa, una «crisis existencialista», que se traduce por fenómenos reactivos somáticos o psíquicos en íntima coordinación. Para que aparezca esta crisis existencialista - no es necesario que la amenaza sea realmente cierta, bastando con ser supuesta. Cuando el individuo lo siente todo perdido, reacciona con la pérdida de conocimiento, con un shock de claro predominio parasimpático, o bien con una de las que Ló pez lbor llama ereacciones de sobrecogimiento)), empa rentadas de cerca con el - estado que acabamos de citar. En dicho estado el espíritu se repliega sobre el alma, que permanece inactiva a merced de las circunstancias ambien tales como barco sin timón y sin velas. Tras el sobrecogi 50 miento puede sobrevenir la «reacción de sobresalto», que tiene ya un claro carácter defensivo. En este caso, el ser no tiene ya la impresión de que todo está perdido. EVOLU ClON La evoinción y pronóstico de estos trastornos es franca iuente optimista casi siempre. La rapidez ce ia cOiucion y su curannicad dependcn dei ambiente tse psucoerapua que exista en lá canica en que se minan holpitalizados los emermos y de la pericia de los mecicos. EDUACION DEL COMBATIENTE Hay que partir de la base de que la neurosis no es una entermetuad, sino una actitud, cia del honore reple gado soore si mismo», y que las mas de las veces (tonas, dirsa Adler) los sintomas surgen para superar ci sesits miento de interioridad (((el hoinore es tan p0queno como se cree», decia séneca) y huir ciel peligro que tas, in terioridad reporta ante el enemigo. Por tanto, al individuo comoatiente hay que inculcarle el sentimiento de su snpersoricaa cosectiva e indvdual, respecto au enemigo. Conviene tamoscn estimuiar en el comnatiente el impuiso de agresivscad, sobre cuyo eslimnlo se basa la educación en la guerra y del que debemos va lernos para relrenar la anguina y el mieuo. El miedo, ya sea individuas o colectivo, constituye siem pre un indicio de mentalidad irile.ior y puerss. Inciuso entre los animales se observa que el carnero, cuya men talidad se liana por deoajo de la del •buey, es más mie doso que éste. El miedo es patrimonio ce ias razas inte riores. Las seleccionadas culturasmente contienen muy po cos individuos miedosos, excepto los que io son por in ferioridad lisie», como sucede entre los que padecen de fectos en la visión y, muy especialmente, entre los miopes. Al futuro combatiente hay que enseñarle a despreciar el miedo y admirar el valor. La conciencia de su 5uperioridad frente al enemigo y la creencia de que su sacri ficio es necesario para el éxito nos ayudarán a lograrlo. Para lograr una buena moral guerrera no es necesario inculcar el odio al enemigo; basta con sentirse solidario del grupo combatiente. Si este sentimiento da solidaridad se debilita por desaparición da los compañeros, por la prolongación de la contienda y la notalgia del hogar, etc., aparece el interés egoísta, que da lugar a una ansiedad neurótica, que tiene •como finalidad sustraer al individuo de algo que le amenaza y que no puede conseguir más que con la huida. Al soldado combatiente no se le debe someter a una angustiosa espera ni empeñarle en una lucha demasiado prolongada, si se quiere preservar su moral. OBRAS Y AUTORES CONSULTADOS Medicina psicosomática, de J. Rof Carvallo. Psicosis de guerra, de A. Vallejo Nájera. Tratado de psiquiatría, de A. Vallejo Nájera. Psiquiatría, de J. Lange. Neurosis de guerra, de J. J. López Ibor. Tratado de posología médica, de A. Pedro Pons. 6 Ó ©© o La crisis de la Divisi6n Tte. Coronel MIKSCHE.—De la publicación norteame ricana “Military •Review” (edición hispanoamericana). A medida que se hace más técnico el arte de la gu rra, se hace más difícil calcular los verdaderos efectos de las armas, ya que las incógnitas aümentan constan temente. La superioridad numérica de un lado, fácilmen te puede ser Contrapesada por una ventaja cualitativa del otro, o puede que ambos cálculos no arrojen ningún resultado concreto, porque exista algún factor que no haya sido considerado acertadamente. Comparado con la incertidumbre de la situación actual, el arte militar fué un asunto sencillo en el pasado. Hcy día estamos montados sobre un corcel de casta desconocida que to davía no ha corrido. En la actualidad, los Estados Mayores de Occidente fundan sus esperanzas en una guerra de movimiento. ¿Qué acontecerá cuando los frentes se estanquen de nuevo? No parece imposible que, por tercera vez, poda mos entrar en guerra con una doctrina táctica, una or ganización y un equipo qile no Correspondan a los re quisitos de las futuras batallas. Ni para el general Scharnhorst, el Ejército era una or ganización estrictamente técnica, que había de consicte rarse solamente desde el punto de vista de su función mecánica. Cuidémonos, por lo tanto, de esa predisposi ción excesivamente técnica de algunos militares profe sionales como la que se eñcuentra frecuentemente en los Estados Unidos. Los modernos jefes, a menudo, tie nen más conocimientos sobre asuntos técnicos que sobre los estratégicos y tácticos. La técnica moderná sofoca aquello que el mariscal Saxe señaló como “sublime” y nosotros hoy designaríamos como el aspecto abstracto o p3icológico de la guerra. La guerra atómka. No hay duda alguna de que la guerra atómica altera rá considerablemente la estructura de los ejércitos. Sería imprudente deducir de lo dicifo que las armas atómicas reducirán la importancia do las fuerzas terrestres o que las harán absolutamente innecesarias. Que la decisión en el campo de batalla, sólo puede ser lograda mediante la colaboración de los hombres y de las máquinas, es eviden te, aunque estas últimas, por su poder de destrucción, parezcan ser el factor sobresaliente. En una acción defensiva, y también en una ofensiva, a pesar de la magnitud de la potencia de fuego del ata cante, con ella solamente no se puede ni conquistar ni sostener una zona. Por lo tanto, es erróneo calcular el valor combatiente de las fuerzas exclusivamente por su potencia de fuego. Esta última posee un valor ver dadero sólo cuando está unida a la posibilidad de la ocupación física del terreno en cuestión. Lá motorización no hace a los ejércitos tan omnipo tentes como realmente se cree. A este respecto, Corea nos ha proporcionado experiencias muy valiosas. Aun que la aviación de los Estados Unidos controló el aire, los chinos, con sus métodos de transporte extremada— mente primitivos, lograron llevar a cabo operaciones ofensivas. Al presentar un informe sobre la aviación de combate de los Estados Unidos en Corea. el General Stratemeyer declaró: “En el frente comunista, el combatiente puede, en rea lidad, satisfacer todas sus necesidades con una canana y un plato de arroz... El enemigo está organizado en profundidad, se aprovecha de todas las coberturas na turales posibles, está bien atrincherado y con excelente enmascaramiento.” Creer en la posibilidad de lograr una decisión con fuerzas pequeñas, aunque altamente móviles, apoyadas por armas atómicas, es un error sumamente peligroso. Las dudas respecto a la certeza de esta afirmación han sido disipadas por los acontecimientos en Corea. ¿De qué sirven las penetraciones en profundidad ejecutadas por los ejércitos mecanizados, cuando las zonas a su retaguardia no quedan aseguradas? Una zona vacía se forma rápidamente a la retaguardia de las fuerzas blin dadas, dentro de la cual las fuerzas enemigas entran precipitadamente, a semejanza de la estela de un buque 51 en movimiento. De esta suérte, fácilmente puede suce der que las formaciones mecanizadas, pretendiendo cer car a su adversario, sean atrapadas por sus masas de in fantería. La aviación aijada en Corea, a pesar de su superiori dad, nunca pudo efectuar una virilancia eficaz sobre la retaguardia del adversario, o sus divisiones de ataque. De esta suerte, las formaciones chinas de infanteria li gera constantemente estaban infiltrándose, encontrán dose menos ligadas a las carreteras que nuestras gran des formaciones motorizadas. Hasta en un teatro de guerra europeo, la infiltración en grande escala no seria imposible, ejecutada por pe queños grupos de combate, avanzando lentamente sobre el terreno, de cubierta en cubierta y de lugar en lugar, para pasar inadvertidos. Un procedimiento táctico se mejante no podría ser fácilmente vencidá por las ar mas atómicas. La situación sería completamente dife rente si los intervalos entre las fuerzas blindadas que avanaban también fuesen ocupados por un frente con tinuo formado de infantería ligera, pues, en tal caso, presentaria un obetívo de valor para las armas ató micas. En todo caso, considerables fuerzas de infantería siem. pre serán necesarias para el flanqueo de las formacio nes mecanizadas y la protección de su retaguardia. Sin tomar esta medida de precaución, las formaciones blin dadas, avanzando temerariamente, podrían fácilmente ser víctimas de su audacia. Aisladas de su base de abas tecimientos por el bombardeo atómico, rodeadas por con centraciones de infantería enemiga, éstas se asemeja rían a un oso malamente herido y acosado por los perros. - La acción de !a infantería, La acción de la infantería en extrema dispersión pue de asumir formas seme antes a las batallas de guerri llas. La infantería permde que las tropas blindadas de asalto pasen a través de ella, manteniéndose oculta a los carros, pero inmediatamente se precipita hacia adelante tan pronto como ha5’an pasado. Un fuezo atómico hos tigador, dirigido contra sus comunicaciones de retaguar dia, combinado con verdaderas tácticas de guerrillas, pueden debilitar considerablemente las fuerzas meca nizada antes de que hayan alcanzado un objetivo de cisivo. En lugar de favorecer el desarrollo del arma blinda da, una guerra atómica fácilmente podría ocasionar lo contrario y darle una acrecentada importancia a la in iantería. Podría ucedar que el procreso conduera a la simplificación del material bélico y a la aparición de métodos tácticos más sencillos, pero más seguros. usileros, o sirvientes de ametralladoras, selectos, vi gilando en trincheras profundas y con armas de fácil disimulación, tipo bazuca o mortero de trinchera, po drían resultar superiores a un equipo moderno más cos toso, cuya eficacia, en todo caso, aepende excesivamen te del Íuncio am en o de complejos aparatos auxiliares. aree ‘u’ la eicca derivada de la mecanización cm ‘e7ará a rl’cli r ronto. El eq’npo motorizalo apenas «)d á a n: y la ovilidad, debido a que necesi más aorsLedunientos servicios. lo cual retarda su S2 movimiento. La situación nos recuerda a aquellos gi gantescos monstruos prehistóricos, tan grandes que ape nas se podían mover, y, como resultado, eran fácil presa de sus adversarios más pequeños, pero mucho más dies tros. Su tamaño demiedido les obligaba a comer el día entero. No podían pensar más que en una sola cosa: subsistir. Organos tan complejos e incómodos como las divi siones de las potencias del Atlántico, apenas satisfacen los requisitos de la guerra atómica y exceden las posí bilidades financieras de los Estados europeos. En el Ejército de los Estados Unidos, las fuerzas ne cesarias para formar una división se calculan en 68.000 hombres; 18.000 de éstos forman la división verdadera, mientras que los 50.000 restantes aseguran la eficacia de la división en el frente, mediante los servicios de re taguardia. Sin embargo, de esos 18.003 componentes de la división, sólo la mitad combaten. En el Ejército bri tánico se caicula que sólo 50.000 hombres son necesa nos para una división; en el Ejército alemán fueron sólo 23.000, sin contar las fuerzas destinadas a combatir las guerrillas. El mismo numero aplicó el Ejército so viético, debido a que las divisiones de infantería sovié ticas sólo contaban con 10.3 0 hombres. La utilización de los recursos humanos. El resultado fué que Alemania, durante los cinco años de guerra, pudo organizar 325 divisiones de una pobla ción de cerca de 85 millones; la Unión Soviética, con su población de 200 millones, pudo organizar aproxima damente 550 divisiones, mientras que los Estados Unidos, con 140 millones de habitantes, sólo organizaron 97 divi siones. El mantenimiento de estas unidades en tiempos de paz le cuesta a los contribuyentes norteamericanos 30) millones de dólares al año por división. Las divisio nes europeas con igual potencia de fuego cuestan entre los 69 y 80 millones de dólarer_lo cual es ain suma mente, carc—, mientras que las divisiones más ligeras, al etilo de las soviéticas y sus satélites, pueden ser man tenidas a un costo de 20 a 30 millones de dólares por año. En lo que respecta a los abastecimientos, una divi Sión tipo norteamericano emplea de 600 a 800 toneladas por día de combate—cantidad que, vistas las dificulta des que son de esperar en tina guerra atómica, no podría estar situada dentro de la zona de combate—. En com paración, una división soviética requiere de 150 a 200 toneladas cada día, y puede subsistir aún con menos. A pesar del alto presupuesto militar, el Ejército perma nente de los Estados Unidos consta, aproximadamente, de 25 divisiones, contra 18) divisiones de los soviéticos y 80 divisiones de los satélites europeos. Es imposible organizar los recursos humanos dispo nibles en Europa sobre la base que acabamos de des cribir. En el pasado, se calculó que el 10 por 100 de la población era apta para el servicio militar. En la G. M II, Francia movilizó aproximadamente 10) divisiones; Bél gica, 18, y Holanda, cerca de 10. Hoy día, Bélgica ape nas podría movilizar más de tres o cuatro divisiones; Holanda, quizá dos o tres,. j Francia, solamente de quin ce a veinte. En Francia hay sólo tres millones de hom bres aptos para el servicio militar, y aunque calcule mos 60.000 hombres como necesarios para una división, tanto más se ha disminutdo el nOmero de Combtjentes, esto apenas asciende a un millón para quince divisiones. Hoy día se habla mucho de la formidable potencia de Todo esto nos conduce a la penosa conclusión de que fuego de la divjsion de infantería moderna: por regla si el sistema actual es mantenido, será imposible utili general, el fuego •tiene un valor verdadéro solamente zar el potencial defensivo de los Estados atlánticos por Cuando está complementado por el móvimiento; éste es razones exclusivamente financieras. el corazón del problema creado por la organización ac El cuadro se oscurece todavía más cuando investiga tual; el fuego y la movilidad ya no están en la propor mos cuidadosamente la estructura del tipo de división ción correcta. actual, ¿Es absolutamente necesario que cada teniente En una división norteamericana, ouince unidades, tenga un ieep y cada batallón un “estado mayor” com combatientes o de servicios, están directamente bajo la pleto? ¿No fué Moltke el que dijo nue un estado mayor vigilancia de un estado mayor —hecho que no simplifica hipertrofiado era señal segura de un ejército ineficaz? la misión esencial—. El hecho es que la división consta de ¿Tiene la simple artillería de campaña verdadera ne tres regimientos, cada uno con 3.577 hombres. Regimien cesidad de tantos aparatos sumamente complejos para tos como éstos, realmente son briarhas mixtas, de merlo poder disparar? Aparte del problema financiero, parece que la formación entera parece ser mucho más fuerte que nos hemos olvidado del hecho de que un infante que de lo que usualmente se entiende por el concepto de es siempre transportado, pronto pierde la habilidad de “división”. caminar cincuenta kilómetros en una jornada, cosa nue Un regimiento con más de 2.500 hombres es, absoluta puede ser necesaria alg’n dta. Es cierto cine una infan mente, demasiado voluminoso para llvar a Cabo las mi tería excelentemente adiestrada siempre puede ser trans siones dentro de la diviión r’ietras que 3.577 no son su portada en vehículos motorizados; pero será, imposible ficientes par permitir ue esta Íormción opere ind7penejecutar marchas rápidas a pie con fuerzas nue va no están acostumbradas a hacerlo. Las guerras, raras veces dientemente. Une hriada. que es muy grande para fi son libradas por ejércitos de hilo. Contemplado desde el nes tácticos y muy pequeña para los op’rativos, no es ni carne ni pescado. Esto es cierto, aun c”an lo la suso punto de vista psicológico, mucho del enuino comple dicha formación sea reforzada ‘or otras ‘rmas: artil1clo, sin el que creemos ya no poder vivir y del que .nos enorgullecemos, no sirve más que para perj»dicar a ría o in ‘enieros. Auncj’ie óon sto se aumente su poten cia de fuego, su movilidad táctica, especialmente ohre las fuerzas, ya cue influye adversamente en su disci terreno accidentado, permanece igual. Es un he’ho palpa plina y vigor físico. ble que en la divis’ón tipo norteamericano hay escasez ¿Cómo pudieron los e1ércitos occidnntales meterse en de fusileros. este callejón sin salida? Parece patente ene el Sistema divisionario, introducido originalmente por Napo1eón, se ha convertido en perjudicial. Desde 1914 se le han asia La movilidad. nado armas de acompaflamento más modernas y en Para compensar la falta de troo’s da choane, de las mayores cantidades a la infantería, bajo cuyo peso ame naza fracasar en la actualidad. No es que las fuer7as que casi np hay ninguna, se le asi-ma un batallón de no necesiten la armas de acompañamiento. Fi error carros a la división y una comp’ña de carrrs a cada regimiento, con un total de aproximadamente 130. No reside en el método y la forma en oue todas esas armas han sido adaptarlas dentro de la división. Originalmente, obstante, ¿puede este enuipo reemplazar al í’‘silero en la división fué organizada como una formación para el todo tiempo y bajo odas circunstancias? No hay d”da çumplimiento independiente de las misiones operativas: alguna de que los 2.500 camiones y los otros vehículos es decir, era’ la unidad de mando de operaciones más in motorizados le dan una gran movilidad operativa a la ferior. Este ya no es el celso. En la G. M. 1, la división división. En realidad, hay un vehículo moten-arlo para fué refor7ada por la artillería auxiliar. En la G. M. II, cada siete hombres, cori una longitud de 180 fllórdetros el cuerpo de elército se convirtió en la unidad más ne a la columna de marcha de una división. ¿Cómo han queña de mando y operaciones, dentro de la cual cola de desaparecer s”ibitamente, bajo una cortina cte himo, boraban las divisiones .y la aviación. estos 2.5’O vehículos motorizados? Lógicamente también debíamos preguntar: ¿Cómo, a pesar de su abundancia Desde el punto de vista or-ánico, el valor de la divi en vehículos, podría semeante formación escaparse de sión ha sido exaorado. Gradualmente e ha desarro’la un ataque aéreo poderoso? ¿Qué sucedería si el enemi do una desproporción interna en su estructura. La nece go atacara no solamente con los cohetes tradicionales, sidad de asegurar la colaboración dé las diversas ar napaim y bombas normales, sino también con bombas mas y de trasladar la.s enormes cantidades de municio atómicas? nes y otros abastecimientos ha. acrecéntado de tal for ma la proporción de los estados mayores y servicios En todo caso, la movilidad onerativa de este tipo de auxiliares, en relación con las fuerzas co’nbatiente, que la división se clasificaría más bien como una, caracterís estructura entera está desequi1ibrada Insistir en la co tica que tiende a reducir la maniobrabilidad en el te modidad y el bienestar a. expensas de las exigencias rreno abierto. Por lo menos, dos rutas son necesarias prácticas, han producido el mismo efe&o. Este aumen para que una división se reflna s0bitamente en un sec to de los estados mayores, esta dupllcación y triplicación tor con una anchura de 16 a 24 kilómetros. Esto todavía del armamento y de los servicios, se ha efectuado a ex podría ser factible en un país con una red de carreteras pnsas de la verdadera potencia de combate. Expresado bien desarrollada., Será más difícil en una zona pobre de otra manera: cuanto más hemoá cargado a la in en carreteras, como .Europa oriental. En las condiciones fantería con armas voluminosas de acompañamiento, que prevalecen allí, varias divisiones estarían obhadas 53 a usar una sola carretera. Esto constituye una demora en la reunión de las fuerzas y sus abastecimientos, y un atraso en el avance, que quizá terminaría en una parada. Brevemente expuesto: nuestro sistema actual depen de demasiado del movimiento, lo que presupone una excelente red de carreteras, las cuales pueden ser fácil mente detrozadas por los ataaues atómicos. De suerte que, como sucede con todas las cosas, aun la motorización tiene sus límites, no solamente desde el punto de vista financiero, sino desde el táctico. Justa mente como una escasez de vehículos motorizados limi ta la movilidad de una formación, una superabundancia de vehículos motorizados puede obstaculizarla. Es mu cho más fácil proporcionarle vehículos motorizados en abundancia a un ejército que encontrar suficientes ca rreteras para éstos. Es difícil enmascarar las largas co lumnas de marcha, y protegerlas, así como los principa les centros de comunicación, contra los ataques aéreos del enemigo. Además, una división no siempre está en marcha. ¿Qué sucede con sus numerosos vehículos cuando la formación está en posición o las fuerzas están descansando? La influencia del creciente número de armas colec tivas, planas mayores y servicios, se hace patente de las siguientes cifras para una división, tipo norteaméricano, con un efectivo de 18.705 hombres (véase el cuadro 1). Estas cifras quizás serán menos sorprendentes si con sideramos que 2.500 vehículos motorizados requieren, por lo menos, 2.500 conductores y un mínimo de 500 me cánicos para su conservación. Las siguientes cifras comL. putadas para una división y sus componentes señalan la relación entre las fuerzas combatientes y las no com batientes (véase el cuadro 2). - equilibrio. La motori-’ación empleada impide la movili dad táctica. Es cierto que puede aue áumente su movi lidad operativa, cosa que es discutible, en una guerra atómica. Sólo la flexibilidad táctica, unida a la veloci dad, es la que produce la verdadera movilidad, es de cir, la adaptabilidad hacia las múltiples situaciones de combate que ocurren en el campo de batalla. En su forma actual, la motorización, con su Concentración de vehículos motorizados, impide la eficacia de las fuer zas en pugna. Los ejércitos compuestos de semejantes divisiones sólo pueden operar contra un adversario que sea inferior en el aire. Sus probabilidades de salir airosos se aleja rían más si esos ejércitos estuvieran empeñados contra un enemigo que también tuviera armas atómicas a su disposición. Es muy probable que una estructura sobre cargada se desplomase s’bitarnente en las batallas iniciales. CUADRO 1 Estado Mayor divisionario y Planas Mayores de los servicios directamente bajo su mando Plana Mayor de Artillería y de sus servicios auxi liares Idem de los reimientos, batallones y compañías. Idem de Ingenieros y Transmisiones Idem cte los batallones de carros 1.744 1.223 4485 324 126 7.902 CUADRO 2 División Reqimiento OaiaIin Estados Mayores, Planas Mayo res y Servicios (no combatien Conclusión. tes) 46,4% 45,4% 31,2% Ingenieros y Transmisiones La potencia de chociue de un ejército disminuye cuan (combatientes en parte) 6,6% » » do su potencia de fuego reduce su posibilidad de que Dotaciones, conductores, etc., opere en terreno abierto y su capacidad para ocupar el para las armas de acompaña miento (potencia de fuego)... 40,4% 43,8% 50,0% terreno. La división de los Estados Unidos tiene una cabeza grande, una cola excesivamente larga y, entre Fusileros (potencia para ocu par terreno) 6,6 % 10,5 % 18,8% las dos, un cuerpo enano que, naturalmente, carece de ElEjércitoimperialfrancésenCatalufia Tte. Coronel MADELAIN.—De la “P.evista Militar de Informa alón”. (Traducción del Tte. Coronel de CgbaUer.fa. del 5. E. M., Joaquín, de Sotto y Montes, de la Escuela Superior del Ejército..) 1 mo, •a las disensiones existentes entre los generales de LA SOLUCION MILITAR -Napoiéón. Por desconocerse la verdadera influencia de la re sistencia espñoIa se ha venido atribuyendo la deriota francesa en la Pen]nsula al genio militar de Wellifleton, a la tactica de las tropas inglesas a la solidez de la V nea de Torres-Vedras, al dominio del mar y, por ulti 5’ Pero ciones Eñ él espñol mente he aqu el e]emplo de Cataluña, teatro de opera totalmente separado del iesto de la Peninsula no habla tropas inless, sí tan sóló iin.Eierció improviSado, nial equipado, ariiado mediocré ycon unos efectivos que raramente sobrepasaban los 10.000 hombres, a cuyo lado actuaban, aproximada mente, otros tantos guerrilleros. Enfrente de tan mo desta organización bélica, un Ejército francés de 40.000 soldados, parte de los cuales procedían de la “Grande Armée”, mandados por jefes de indiscutible valer, tales como Gouvion St-Cyr, Macdonald, Decaen..., que, a pesar de algunas diferencias que hubieran podido tener entre ellos, en todo momento estuvieron sometidos a una autoridad ‘nica, la de Napoleón. Sin embargo, tal Ejército francés, durante seis años de lucha, no pudo vencer a las tropas españolas, cuatro ve ces inferiores en nflmero. ¿Causas?... Porque no es posible cornbatir sobre una plancha po di-ida, y también, porque la resistencia es una forma mi crobiana de la guerra. Parece paradójico, a primera vista, que el ataque a un puesto de cincuenta gendarmes, en una carretera castellana, trajera como consecuencia la evacuación de España de 350.000 franceses. Lo mismo sucede cuando se atribuye la muerte de unhombre de setenta kilos a un bacilo microscópico; y es que, en realidad, siempre re sulta vano tratar de combatir las manifestaciones de una “Resistencia” o lasde cualquier enfermedad, sin ata car directamente al virus aue la produe. A un país no se le puede vacunar con fusiles y cañones, como tampoco a un individuo se le puede hacer lo mismo con un bistur. El Elército francés oue entró en Espdña como aliado, ep los (iltimos días del año 1807, al mando de Junot, avan7ó a marchas forzadas sobre Portugal: detrás, Du pont, Moncey y Bessiéres pasaron el Bidasoa. A prin cipios de 1808, a las órdenes de Murat, marcharon los franceses hasta Madrid, aparentemente con la disculpa de sostener a Junot. Durante este período de tiempo, un Cuerpo de Ejér cito, a las órdenes de Duhesme, avanzó sobre Barcelo na, entrando en esta ciudad el 13 de febrero, con los 5.000 hombres de la División Lechi, que fueron refor zados, dos meses después, por otros 6000 de la División Chabran. En eeneral, las tropas francesas son,en principio, bien acogidas en España, incluso con “entusiasmo”. En Cata luña, sin embargo, la presencia de los imperiales pro duce cierta sorpresa. ¡El camino de Lisboa no pasa por allí...! Además, las guerras entre Francia y España siem pre se. desarrollaron sobre dicha frontera, y, ciertamen te, los recuerdos que de ellas se ténían no eran buenos. Por otra parte, el Emperador había prorcrito a Du -hesme la ocupación de la ciudadela de Barcelona y el fuerte de Montjuich, “sin que los españoles se ofusca sen”. Mientras que, a su vez, el Capitán General Espe leta recibia órdenes del Gobierno de Madrid dé no de jar entrar en tales sitios a los franceses, aunque “sin turbar la buena armonía” El resultado de ambas ins trucciones, contradictorias e igualmente difíciles de se guir, no dejaba lugar a dudas. El 29 de febrero de 1808, Duhesme. ocupa por sorpre sa las dos fortalezas, así como. también la de Figueras. El Capitán General Espeleta protesta, pero sin reaccio nar, y los españoles reclaman ante tal traición. Con secuentemente, las relaciones francoespañolas. se van agriando’poco a poco, y el 2 de mayo de, 1808, un motín, duramente reprimido,... estalla en Mac ii, motín que se -j. - ‘ Crou,s’ o.°1 Campañade GouvionSt Cyr va extendiendo por toda la aeografía españo1, a niedi da que se va conociendo la noticia de la ‘doble al5dlcación de Carlos IV y Fernando VII en favor Ña Poln.. En Barcelona, ocupada por las fuerzaS” perlales, la protesta no es más que tnt simple moti pero en el resto de España setorian las armas y se combate. Tanto en Cataliña’como en la totalidad de la ‘Penfnu la, al principio, las Autoridades, militares, civiles y ecle siásticas, se oponen al movimiento insurgente, y son sus primeras víctimas, No es que los generales, los Curas O los alcaldes no sean tan buenos españoles comó los otros ó nue no experimenten los mismos temores por la In dependencia de su país, o que no se resientan iaual mente por tal injuria hecha al orgullo español; pero su reacción es la. de todo “dirigente”: desarmado como está el país, ‘estiman que toda resistencia resulta lnfltil, y prefieren, como mal menor, “la 1njustcia al desorden”; su conciencia les aconsela pile su primer rleher es”pro teger a sus compatriota.s contra la inevit’hle reacción del ocupante; en fin, ellos saben cue son los primeros erpuestos a las represalias. Así, la insurrección, al principio, aparece como ésen cialmente popular: es el “populacho” riulen arrastra a la nación, el pue subleva a los soldados, y los oficiales siguen a sus hombres algunas veces bajo amenaza. Tanto para Napoleón como para sus generales’, ‘es éste sólo un problema “de orden”.’ A tales fines, los ge nerales Chabran y Schwartz marchan, el uno, sobre Tarragona, pára asegurarsé. de la fidelidad dél’ reaimlen to suizo de Wlrnpfen, al servicio de Espsña; el otro, con tra Montserrat, en donde existe “agitación”. El 7 de junio de 1808, en el Bruch, tropieza’ Schwartz con nuícleos de insuraentes conducidos por el molinero Manso. Intimidádo, duda, se repliega después y, por i’ltimo, se retira sobre Barcelona, perseguido a tiros hasta las mismas puertas de dicha ciudad. Chabran, llantado a Tarragona, se ‘ve .forzadoa abrirse paso a viva fuerza; En Gerona, plaza que dom.ina.la, comunicaciones- con Francia, la guarnición española seencierra.. en la-plaza. En Figueras, los franceses, dueños -de la ciudadela’bom bardean ,la villa -sublevada, obligando-a. reftgiarsa. en la montaña a los habitantes, que, después, sitian- el-.fu.erte. En fin, en la- miSma frqntera, 1oS:montanees,. a-las . - . ..- , , ‘ .55’ órdenes de claros—antiguo oficial—, bloquean el fuer te de Bellecarde. De toda Cataluña, tan sólo el Ejército francés domina Barcelona y el fuerte de Figueras; en el resto, el levantamiento aumenta, aunque desde un principio sea tratado de la manera más dura. “Es preciso manejar a los habitantes muy militarmen te. La guerra justifica todo”, escribe el emperador a Duhesme. Consecuentemente, los franceses, fijados en Barcelona, acent’’an sus represalias, ya que siempre fué el miedo mal consejero. “He temblado al oír, en el salón de un negociante francés, amenazar diciendo que S. M. haría de España un vasto cementerio”, escribe un agente de Champagny. Naturalmente, las personas juiciosas se inquietan. “Cómo es posible que los generales franceses tomen par te en tal crimen? ¿No es debilidad casticar a un hom bre con desproporción su falta?”, comenta el emba jador francés La Forest. En efecto, ante el primer dis paro, toda cosa era quemada y todo hombre asesinado. ‘Nosotros contamos los pueblos por sus torbellinos de humo”, escribía un oficial. “El infortunado que era en contrado en. su casa era tachado de espía, y aquel que escapat5 de bandido.” Sobre tal particular, el empe raclor ccrnentó: “El general Duhesme ha quemado seis grande$’ pueblos, y al siguiente día Chabran incendió otros sres.” Y concluye un tanto demasiado optimita: “Por todas partes los pueblos vuelven a la obediencia.” Verdaderamente, el país había sido transformado en un desierto, cosa que, posiblemente, no traería conse cuenciae—indeoendientem ente de las puramente huma nas—para un Ejército que no tuviera necesidad de atra vesr un país enemigo: pero s para aquel que preten diera ocuparle, pacificarle y vivir en él. En Cataluña, el caso era fln más nrave. va que no sólo la región no nutría a flrcelonp_inrid dé 160.e00 habitantes y la tercera de Esp2ña en 1PO°—, sino elle vivía de las importaciones de la capital; interrumpidas éstas por la guerra y con cosechas insuficientes o des truidas, la ctidad y el país entero se encontraron ham brientos: Talfué la causa que, desde el principio hasta el final de la guerra, el abastecimiento de Barcelona consti tuyése uno de los factores vitales de la campaña. No pudiendo vivir las tropas sobre el país, se hio preciso organizar almacenes y asegurar las líneas de comunicación; así, pues, se transformó la lucha en una “guerra de sitios”, dado que era inconcebible suponer las comunicaciones cortadas con aquellos lugares en don de se situaban los almacenes. Si éste fué el carácter ge neral de la campaña en toda España, se acentuó más en Cataluña, debido a existir allí mayor núm ero de pla zas fuertes. S impuso la necesidd de ocupar Gerona, para va’ver a abrir las comunicaciones con Francia. Duhesme fracasó en su primer intento, realizado a fines de ju nio. La plaza, que rehusó abrir sus puertas, se encon traba al abrigo de cualquier calpe de mano. Otro se cundo intento se produce a fines del mes de i,ilio. para lo cual, dejando el Mando francés a la División Lechi en Barcelona, hizo avanzar hacia Gerona a las tropas de Chabran, mientras que otra tercera división, al man do de Reille, después de desbloiuear Figueras, cerraba el sitio de Gerona por otro lado. Pero la acción de Bailén, aquí como en otras partes, desconcíerta todas las disposiciones. Se sabe que Dupont, en Andalucía, se ha visto obligado, ante la insurrección, a escalonar hacia atrás sus tropas, y que ha sido cer cado al frente de una división de 6.000 hombres, ha biéndose visto oblieado a capitular sobre el campo de batalla. En cuanto es conocida la noticia, Berthier or dena a Duhesrne tome disposiciones para resistir en Bar celona “durante tres o cuatro meses”. A tal fin, en agos to de 1808, este general se encierra en la ciudad, des pués de haber levantado el sitio de Gerona, y el general Reille, con sus tropas, retorna a la frontera. Así, pues, tanto en Cataluña como en el resto de España, terminó en fracaso total esta primera campaña de 1808; y, sin embrgo, frenté a los 18.000 soldados de que al final disponía Duhesme, tan sólo existía la débil guarnición de Gerona—unos centenares de hombres—y los aldeanos sublevados. En resumen, no constituyendo Bailén más que una derrota aislada, ¿qué relación lógica puede establecerse entre el fracaso de un pequeño Cuerpo francés en An dalucia y el total abandono de Cataluña, que se en cuentra a unos mil kilómetros de la anterior región?... Tales son los efectos de la sorpresa, y ante este incom prensible acontecimiento desfavorable, se evacua España. Porque lo que fié derribado en Bailén, no fué tan sólo Dupont, sino la Doctrina. A fines del año 1808, con la entrada en Cataluña del Mariscal Gouvion St-Cyr, vuelven a sonar las armas en la región. El citado Mariscal, de carácter frío y duro de cora zón, está reputado dé “mal compañero”, siendo igual mente poco querido tanto de sus tropas como de sus camaradas de armas. Sospechoso ante el Emperador, es tan sólo retenido por la influencia de la “pandilla Mo reau”. Sin embargo, su valer militar es indiscutible; se trata de uno de los cuátro o cinco únicos Mariscales capaces del mando en Jefe. Además de las tropas de Duhesme y Re’lle dispone de dqs nuevas divisiones sacadas de la “Grande Armée”, mandadas por los generales Souham y Pino. El conjunto de fuerzas forman el 7g c, de E., con 40.000 combatientes. Inicia este C. de E. su acción ocupando Rosas y de jando a las huestes de Reille ante Gerona; después, avanza sobre Barcelona, haciendo retroceder al general español Vives, primeramente hacia Cardedeu y después a Molins de Rey. En diciembre de dicho año, Duhesme que se encontraba bloqueado en Barcelona, es liberado y abastecído. Más tarde, el Mariscal Gouvion St-Cyr se establece ante Tarragona, entre el Llobregat y el Fran colí. Es de hacer notar que las tropas que los españoles oponían al ejército francés presentaban todas las va riedades imauinables: tropas -regulares nacionales, suizos de Wimpfen, sublevados en Tarragona (en cuanto Cha bran se retiró de la plaza), guardias valonas, huídos de la guarnición de Barcelona, refuerzos llegados desde Ma llorca y Andalucía, mozos procedentes de las quintas. Toda este conjunto formaba el Ejército propiamente dicho, elevándose sus efectivos a unos 6.0.0 hombres en 1808. Además de estas Iropás de línea, es preciso considerar los mozos cte escuadra, “la mejor tropa lige ra que ha existido en el mundo”, según expresión del mariscal Gouvion St-Cyr, y unidadés somirregulares de voluntarios, cuyo nimero venía a ser de otros seis mi llares de combatientes. Al lado de tal Ejército, bandas de “guerrilleros” irre gulares actuaban por su cuenta, al mando de jefes prác ticam ente independientes; tales fueron las partIdas’ de Manso, en Monserrat; de Claros, sobre la frontera, y del -canónigo Rovira, en el cantón de Olot. Los efecti vos globales de todas estas partidas nunca pasaron de los 3.000 hombres, y sus acciones siempre se limitaban a sus regiones de procedencia. Deben mencionarse, igualm’ente, los “somatenes” or ganización particular de Cataluña, cuyo reclutamiento se obtenía por el levantamiento en masa de los habi tantes de pueblos y aldeas. Estos combatían unas veces en unión del Ejércitó, y otras, de forma aislada o en beneficio de los guerrilleros, pero rara vez lo hacían fuera de sus respectivas regiones. Después de la -derrota del general Vives, el conjunto de dichos combatientes pasó a las órdenes del general Reding, suizo al servicio de España, qué había inter venido en Bailén. Este general definió, en los términos siguientes, el programa a seguir, constantemente res petado por sus suc’sores, con la aspiración de, progre sivamente, ir transformando los guerrilleros en solda dos regulares: “Hacer durar la guérra al amparo de las plazas fuertes. Reunir, aumentar y proveer al Ejér-’ cito de cuanto precise para operar. Sentar unas bases de instrucción y disciplina. Inquietar incesantemente al enemigo en sus comunicaciones, empleando pequeños destacamentos de miaueletes, apoyados por algunas tro pas de línea. Ir aumentando naulatinamente su nime ro a medida que las posibilidades del Ejército lo per niltan. No intentar más que aquellas acciones de éxito seguro, a fin de elevar la moral del soldado, y, final mente, evitar •con sumo cuidado cualquier acción de carácter general.” Pero los ‘movimienos de Reding, como después los de sus sucesores, estuvieron s’n cesar dificultados por las pasiones del “pueblo”, verdadero árbitro de las opera ciones militares, porque no pensaba en los resultados lejanos, sino en los inn’ediatos, más en consonancia -con su entusiasmo. El soldado no puede c’ómprender por qué se le recluta para huir sin combatir; las poblacio nes tan sólo desean que la tropa reclutada por ellas, y también por ellas alimentada., les protejan. Así se im ponía “una guerra de toques de rebato”. Después de la derrota del general Vives, “se insulta piblicam ente a los militares, se pide a gritos la ca beza del General en Jefe, se le acusa de traición”. Reding, para salvar la vida de su antecesor, se ve obliaado a detenerlo. Tiempo después, batido él también y herido mortalmente en Valls, entra én Tarragona, en donde muere, unas semanas más tarde, bajo los -denuestos del populacho. En fin, se trata de urja guerra de montaña, llevada a cabo en un país cuya altitud media es similar a la del Macizo Central francés. Por todas partes es accidentado; el país se compartimenta -en dos partes,- por medio de una ancha “zona dorsal”, que desde ‘la frontera llega hasta la desembocadura del -Ebro. Al Oeste, el Segre ysus afluentes; al Este, los ríos costeros, atravesando una serie de valles bien cultivados; en medio, altas tierras pobres. Los-hombres que siempre se citáran son aque - - - - lbs que dominan los pasos de la mencionada zona dor sal: Ripoli, -Cardona, La Garriga, Cervera, Igualada, Montblanch, Reus, Balaguer..., o también, los de las pequeñas llanuras en donde las tropas tienen que acam par para poder vivir: Urgel, Lérida, Figueras, Vich, Manresa, Villafranca del Panadés... Reding fué popular porque gozaba de buen carác ter y no contrariaba a nadie; también fué “más valien te que político y más granadero que general”; sin em bargo, a pesar de sus juiciosos puntos de vista, sucum bió ante la acusación de cobardía y se dejó arrastrar a combatir. Gouvion St-Cyr, preveyendo su ataaue, desde el 16 al 25 de febrero de 1809, dejó a Souham sobre el Francolí y rechazó a la mitad de los españoles hacia Manresa, para después volverse contra, el Sur y batir en Valls a la otra mitad del Ejército nacional. Las tropas españolas vencidas buscan refugio, parte en la Alta Cataluña, otras en Tarragona; ante lo cual, no disponiendo Gouvion St-Cyr de los medios adecua dos para sitiar aquella cii,dd, se establece entre Valls y Reus, en espera de poder blor’mueartal p]aza. Pero los recursos de Villafranca del Panadés y del “camno de Tarragona”. pronto se ven agotados, lo que, unido a la amenaa de corte de comunicaciones, hace aue el 19 de marzo de 1809 se vea oblicado a levantar el blo queo de Tarragona y retirarse a Barcelona, en la que tampoco puede permanecer mucho tiempo, dado las pocas existencias de la plaza. Así, el 15 de abril marcha sobre Vich, con idea de hallar allí víveres; pero- al ocu par la villa —el 17 de dicho mes— la encuentra desier ta; no habían quedado en ella más que el Obispo y los clérigos de dicho obisnado. Pronto es “comida” la llanura de Vich. Hácese ne cesario aproximarse a Gerona. Además, el general Blake amenaza a Verdier—sucesor de Reille—, que, en vano, desde hacía seis meses, sitiaba dicha plaza, defendida por el heroico Alvarez de Castro. ¿Encontraría, -al fin, enemigo con quien batirse?... No. Blake se le escapa. Sus movimientos no eran más que el intento de entrar un convoy en la ciudad sitiada. El desánimo en el Ejér cito francés alcanza sus más grandes proporciones des de el General en Jefe hasta el flitimo soldado. Los napo litanos desertan en bandas; los westfalianos, nostálgi cos, entran por ‘centenares en los hospitales; las mu- - - - - - - - - - Mallre.s’a - - - - Cron1s’ °2 Campañade Au9ereau xXWm Q’ePYÓ’PZO -57 - niciones se agotan, faltan los víveres y los sueldos no son pagados. El Emperador, descontento de Gouvion. St-Cyr, de signa a Augereau como sustituto; pero éste, que se en cuentra tomando las “aguas”, no se apresura a incor-. porarse a su nuevo puesto. Las relaciones entre Gou vion St-Cyr y Verdier, que venían siendo un tanto tiran tes, afln se agravan más después de la acción del primero contra Blake, por lo que Verdier, diciéndose enfermo, se marcha a Francia. Poco tiempo después, en fines de sep tiembre de 1809, el General en Jefe, totalmente defrauda do, abandona el Ejército, precisamente en uno de los mo mentos más críticos, con la disculpa de ir a Perpiñán en busca de socorros, y a1]á—omo lo pudiera hacer un “recluta” deseoso de disminuir su tiempo en filas—se hace dar un certificado médico acreditativo de estar en fermo, para abandonar definitivamente la campaña. El mando del Ejército queda, entonces, en manos del ge neral Souham. Tal es la forma como el7. C. de E. paseó, durante un año; a través de pueblos desiertos, baierdo insurgentes criando éstos tenían a bien esperarle. ¿Por qué tales resultados? Si bien es cierto nue Gouvion St-Cyr no fué capa? de someter al naís, a.l menos no comprometió su Ei’rcito, dejando intacto el prestigio militar ile las armas fran cesas. Además, comprendiendo la inconvenienoja de de vastar un país en el cual se pretende vivir, restableció la disciplina, ciertamente no sin trabajo, ya que era difícil de.srrajgar entre sus soldados el esnfritu de pi llaje, motivado, en parte, por las dificultades aue su frían d’srie la iniciación de la campaña. Escribe un oficial: “El Mrjsca] se vió obligado a estacionar sus tronas filera de las loa1idades y prohibir el aeceso a ellas. Esta sabia medida atrajo, a los quince días de nuestra llegada a Villafranca del Panadés, una gran caritirlari de hahitarits. haciendo poihl nuestro abas tecimiento do toda clase de comestibles.” Augereau tampoco habla de obtener mejores resul tados. En octubre de 1808 toma el mando de lo que él deno mina “los restos de un desgraci Ejército”. No se muestra optimista, ya que, al abandonar Perpiñán. escribe: “Espero llegar a tiempo para dirigir la retirada.” Segi)n su cálculos, estima disponer, a lo más, de unos 6.000 hombres, independientemente de un nflmero similar que se encuentran bloqueando Gerona, así como de las guarniciones de Barcelona y Figueras y de aloi)n que otro destacamento de protección de carreteras: en total, ci fra en 25.000 hombres los efectivo’ disponibles de dicho C. de E., aue un año antes contaba con cerca de 50.00). y que, paulatinament, fué perdiendo combatientes “sin haber librado una sola batalla”. Posiblemente, Augereau exageraba presentando una situación más negra de lo que realmente era, tal vez con el propósito de hacer resaltar su propio mérito; sin embargo, muy seguro de sí mismo, “responde de la connuista del país” .mediante el refuerzo de 30.000 hombres. Al principio, la suerte le’ acompaña. .Geróna capitula, al fin, después de una defensa enérgica, que sobrepasa la- gesta de Zaragoza. Por otra parte, la firma de un tratado de paz con Austria peri’dite al Emperador el en. - •- vio a España de los refuerzos reclamados, con lo que l 72 C. de E. consigue una cierta libertad de maniobra. Al comQnzar el año 1810, Augereau inicia sus movi mientos, ordenando a Soubam la ocupación de Olot y Vich, para después, y flanqueado al Oeste por dichas fuerzas, dirigirse sobre Barcelona, conduciendo un gran convoy, el cual, durante el camino, es destruido, al menos en un terc’io por los guerrilleros; sin embargo, la plaza es abastecida, pudiendo dirigirse hacia Gerona y enviar a Souham a Vich. Por este tiempo, el general español O’Donnell, toman do la iniciativa de las operaciones, intenta una manio bra envolvente..imjlar a otra anterior ensayada por su antecesor, Reding—, y partiendo de Besalfl-Hostal rich, se dirige hacia Martoreli y Tarragona. Fracasa en tal acción, siendo batido en Vich, el 20 de febrero de 1811, por idénticas causas que lo fuera antes el citado general Reding. Explotando el éxito, Augereau avan7a sobre Barcelona en dos columnas, la primera con di rección general Cardedeu, y la segunda hacia Manre sa. El 18 de marzo, el 75 C. de E. nuevamente se en cuentra sobre el valle del Llobregat. Días después, la división Verdier torna a Gerona, siguiendo el itinerario de la costa, sobre la cual deja desLacamentos de pro tección del cabotaje; otras dos Gs. Us., a las órdenes de Augereau (hermano del mariscal’ y Pino (más: tarde Severoli), respectivamente, ocupan las localidades de Villafranca del Panadés, Vendreil, Reus y Valls. enla zando en Mora de Ebro con las fuerzas de S’ichet, que se disponen a sitiar Lérida. Toda Cataluña ha quedado ocupada, pero... el 7. C. de E. se encuentra desperdi rado sobre un país totalmente agotado por la acción de los dos anteriores elércitos, que durante-dos-años han transformado la región en un desierto, lo que trae con sigo que sus numerosos destacamentos, hambrientos, se dediquen al pillaie para poder vivir, robando lo poco aue al’in nuedaba, con perjuicio de toda disciplina. En total, Augereau, perdiendo su libertad de acción, quedó expuesto a tocl incidente. Y, en. efecto, éste se produce, ya que el general espa ñol Caro desembarca, a fines de mr7o, en Villanueva, con algunos miles de hombres, cortando la comunica cion Villafranca del Panadi”s-Vendrell. Al mismo tiem po, reuniendo m:inueletes y somatenes, marcha sobre Manresa. en la cual sitia ‘a los 2.000 hombres del gene ral Schwartz. Muchas son las dificultides que debe vencer Augereau para concentrar en Barcelona los restos del destaca mento Schwartz y las divisiones de su hermano y de Severoli, para, seuidamente, retirarse, bastante mal, por- ciértb, sobre Gerona. Entonces también el Mariscal “se pone enfermo”. Por tercera vez nosotros no ocupa mos más que la reaión del mpurdán, y Barcelona vuel ve a estar bloqueada. El emperador, siguiendo igual criterio que con Gou vion St-Cyr,. ieleva a .Augereau, reemplazándolo. Con Macdonald. Un “Cuerpo de batalla” puede batir a otro cuerpo de batalla, dIspersarlo, destruirlo y. obligar al Gobierno ehemi?o desarmado, a pedir la paz. Pero, en cambio, ante una, suma de-resistencias indiv-dua1es, se hace pre .ciso ir anuláridolas una’a una, ‘y para- esto -un Ejército se muestra incapaz.. - . . . .-..- Ffemos podido ver a Gouvion St-Cyr pasear a través de toda Cataluña a su. “batallón cuadrado”, capaz de ir por todas partes, pero incapaz de mantenerse en cual quiera de ellas. Más tarde, a Augereau, dispersarlos us regimientos, reducirlo a la impotencia y, al fin, derrota do’ pcir fuerzas dos o tres Veces inferiores a las suyas. La circunspección del uno y la imprudencia del otro no obtuvieron resultados diferents. •Anibos derrotaron al enemigo cuando éste tomaba 1ain1ciativa, pero aro bos fueron obligados, al final, a retirarse poraue en esta clase de guerra, la misión de los ejércitos debía ha ber quedado reducida a la de asegurar “la cbertura” de la sumisión, que era, precisamente, contraria a la “doctrina” napoleónica. Es a la “conquista interior” a:la. qie debe recurrirse, ya que la “resistencia interna” constituye, realmen te, “las fuerzas principales” del enemieo. Pero para tal .operació, que no es estrictamente multar, es preciso emplear, otros medios. distintos. II.. EL PROBLEMA DE LA SUMISION El Ejército francés entrado en Cataluña a principios de 1808 tuvo que enfrentar-se, casi desde el primer mo mento, con la insurrección. Nineuna de las tres sucesivas campañas conducidas, respectivamente, por Duhesme, Gouvion St-Cyr y Au gereau, en el transcurso de los años 1808 a 1810, obtu vjeron resultados positivos, a pesar de que el 7. C. de E. derrotaba a todos los E iércitos españoles que le presen taban batalla. En cuanto se enfrentaba con las guerri llas—ya de personal civil o constituidas por tropas re gulares—se veía oblieado a batirse en retirada. Así re sultaba que siempre le encontraremos al final de cada campaña en los mismos lugares de al comienzo. de ésta, es decir, con sus divisiones empujadas hacia el Ampur dán y con la ciudad .de Barcelona bloqueada. El Ejército francés de Cataluña se encontró ante el eterno dilema: ocupar o maniobrar. Para poder maniobrar es preciso mantener las fuer zas “bien concentradas”, seei’in los buenos principios militares. Tal fué el criterio de Gouvion St-Cyr, reco rriendo el país, pero sin ocuparle, ya que, para conse guir ‘tal ocupación, se hacía necesaria la “dispersion de las tropas”. Sobre este último concepto se inclinó Au gereau, que, por tal causa, se vió impedido de mani obrar. Entre soldados y resistentes éxistían en Cataluña unos 20.00 combatientes, ante los cuales se enfrentaban los 40.000 franceses del Ejército imperial, cuyo reparto apro ximado era: una mitad para ocupar la región, defen diendo el. Ampurdán, Puigcerdá y Barcelona; la otra mitad, disponible para combatir contra los españoles o para escoltar el “gran convoy de Barcelona”, ya ciue..el cumplimiento de. una.. de las citadas. misiones suponía siempre el abandono de la otra.. : Es de hace.r nota.r que, por entonces, Cataluña. no vivía n9rmalmente. con su producción devastada durante tres consecutivas campañas. Igulmente, hay .oue admi tir que la tropas no podian “vivir soore el pais’ 1Asi resultaba que,. durante .sus•marchas,. “el batallón cua drado” se veía siempre reducido a los víveres que con. . Croçw/6’ n.°3 Situaciónde equilibrio sigo llevaba, o, por el contrario, tenía que desgranarse en “rósario” de destacamentos para protocer sus con voyes, debilitándose rápidamente y quedando en am bos casos sus mdvimientos reducidos a la zona ocupada! Tal es el motivo de que, a principios de 1810, se estable ciera un equilibrio de fuerzas entre ambos bandos, oue habría de durar, sin grandes modificaciones, hasta 1813. El cometido de las tropos fr2ncesas so f”é, mies, achi cando, como una piel de conejo. En 1808, Duhesme, consus 11.00 hombres, debía ocupar toda Cataluña y enla zar con Verdier en Zaragoza y con Moncey en Valen cia. Los acontecimiento impusieron pronto una reduic ción de aspiraciones, y así, en 1809, Gouvion St-Cyr, con sus 40.000 soldados, tan sólo tenía por misién so meter Cataluña y ocupar Tarragona. Más tarde, a partir de 1810, Macrlonald va. no tratará mus ouie man tenerse en el Ampurdán y en Barcelona; más allá de di chas reoones se extenderá una “tierra de nadie”, al al cancede las columnas de ambos bandos, Por ‘Itimo, una extensa zona comprendida en el friáneiilo Urael-Car dona-Berca, inaccesible al Eército francés, será iltili zada como refueio séguro por las tropas españolas. Tra tar de romper este eauilihrio suponía una aventura que, /or2osanvente, debería presentar como saldo: el fracaso, ya que para poder intentarlo—comó siempre—rran pre cisos re/uer2o& Mar’donald, sustituyendo a Auareau, torna el mando del Ejército el 20 de mayo de 1310. E un soldado oue, debido a su francrle7a, a veces desesperante, y a una total falta de. flexibilidad, se ha enemita.do tanto con Moreau como. con Bonaparte, al i’al cine, pasado el tiempo, se indispondrá con Luis xvrii. Sin embargo, en el momento de su llegada a, España. se acaba de re conciliar en forma espectacular con el Emperado oue,Ie ha nombrado Mariscal sobre el campo de ba.falla de Wa°am. Con tal carácter, más sólido nue hrillante, pa •rece el Jefe adeciado para resolver los nrobl°rnas rio la ocupación de Cataluña, cuya enumeración pudiera ser: primero. o al menos el más urqente, el abastecimien to de Farcelona, problema, dejado por Allaarernl. ya nne en. la plaza tan sólo quedaban víveres para dos meses. El segundo, conducir al Ejrcito al vIIe riel r1qIreat, para. lo, •que, se necesitaba transformar a Barcelona en base de operaciones y crear en ella almacenes, no tan 59. sólo para sus guarniciones, sino, también, para los 20.000 en la Baja Cataluña sin tener el apoyo de Aragón. Con hombres de las divisiones que debían operar, liberándci secuentemente, el Emperador, adoptando una lógica so se así de la enojosa sujeción del “cran convoy”. lución, decidió poner a las tropas activas del 7. C. de E. En principio se pensó en utilizar el transporte ma a las directas órdenes de Suchet, encarando a éste la rítimo, pero tuvo que ser desechada tal idea, por falta ocupación de Tarragona. En cuanto Macdonald, reducido de los cañoneros necesarios para proteger el tráfico tan sólo a su Cuerpo de “ocupación” del Ampurdán y naval, no tan sólo por la presencia en la mar de los a la guarnición de Barcelona, queda totalmente impo barcos ingleses, sino, también, ante los españoles que tente para cualquier acción activa. infestaban la costa, ya que los guerrilleros tanto actua Tarragona es tomada el 28 de junio de 1811, y al ban por tierra como en la mar. mismo timpo, más de la mitad’de las tropas regulares Resuelio Macdonald a abastecer Barcelona, metódica españolas de Cataluña, que guarnecían distintas pla mente, y por el camino de Hostalrich, conduce tres con zas, son capturadas, no quedando libres de tal suerte, voyes. durante los meses de junio, julio y agosto. Por aparte de los guerrilleros, sino unos 4.000 a 5.00 hombres, tres veces consecutivas, largas hileras de carros, acé a las órdenes del general Campoverde, que se refugian inilas, cajones y caballos desfilan por el difícil itinera en los altos valles del Secre y del I,lobreeat. Sin embar rio, atravesando pueblos quemados o desiertos, testi go, a pesar de tan favorable situación, un incidente nue monio patente del furor de 1808. En la lejanía, de cuan ,vamente impide al 7.5 C. de E. iniciar sus movimientos; do en cuando, sobre las crestas, se aperciben algunas tal incidente proviene de oue Ja partida de Rovira, sor siluetas: son los habitantes, que, viviendo entre las rui prendiendo a la guarnición de Figueras. ocupa tal plaza nas, esperan termine el’ paso dela columna para regre y apresa a sus defensores. Nuevamente los franceses tie sar a, sus destruidos hocares. nen aue montar el sitio de Ia1uarte tan importante. Protegido por destacamentos, el convoy se interia en Corre, pues, a car-o de Sllchet tan sólo el cometido el desfiladero de los Treinta Pasos—llamado así porque de ocupar el resto de la urovincia., con la cooperación es preciso cruzar otras tantas veces el río—, detenién de parte de las fierza,s de Barcelona. Con&ciie hacer dose constantemente, ya por causa de un carro atasca replecar a los españoles y ocupar sucesivamente Vich, do, por una rueda rota, etc. A vanvuardia se hace ne Mová e Igualada, y, por último, dominar Monserrat, nue cesario desembarazar de obstáculos el camino, reparar influye tanto de lejos como de cerca en las comunica las carreteras destruidas, y, cuando el con voy sufre algi’in. ciones. “golpe de mano”, abrir fuego; entonces los conductores Después de tres años y medio de operaciones, aparece, españoles huyen y las reservas francesas tienen que acu al fin!, próxima laterminación de ellas; al menos, tal dir a paso de carca para restablecer la situación y re e la opinión de Suchet y Macdonald. “PienscesPri emprender la marcha otra vez, de mala gana y dejando be el primero—que el Emperador encontrará convenien detrás nuevos despojos: un mulo muerto, algunos sacos te terminar con Cataluña y reconquistar Figueras. antes desparramados y rotos, varios carros ardiendo, etc. de dinicire contra Valencia.” “Antes de pensar en Va Pronto la experiencia viene a demostrar que el Ejér lencie—-?scribe el otro—, y. M. juzgará, sin duda, opor cito consume tantos víveres como trae, y que, por tanto, tuno emulear el Ejército que sitia Tarragona para aca es imposible operar utilizando a Barcelona como base bar con Catal”ña. Desde hace tres años, la experiencia de abasteçimientos; sin embargo, el Emperador no fa viere demostrando la necesidad de ocupar la totalidad cilita la resolución ‘del problema, sino lo complica, al de esta región para conseguir su sumisión.” ordenar a Macdonald que cubra a Suchet, el cual, des Aparece, pues. para todos, tal necesidad, como cvipués de haber ocupado Lérida, se prepara a sitiar Tor (lente, así como la de llevar a cabo una maniobra con tosa. vergente con columnas procedentes del Norte, Sur y Debemos hacer notar la diferente situación de uno y Este. Esto también era tem’ido en el campo español, y otro general. Mientras Suchet se encontraba perfecta el desaliento se hizo general. Campoverde es destituído y mente apoyado sobre Meauinenza y Lérida, donde se su Ejército se dispersa, consiguiendo parte de él embar aprovisiona pasablemente, el otro, Macdonald, tan sólo car para Valencia, y el’ resto, pasando a través de Ara puede mantener a sus tropas con los víveres que ellas gón, unirse a las partidas de Mina, que se encontra mismas transportan, e incluso debe ir a suministrarse ban en Navarra. a Perpiñán. Pero las cosas no suceden como se esperaban, ya que el Emperador, con criterio distinto del de sus generales, Después de varias conversaciones, por cierto un tanto les ordena dirigirse contra Valencia. Consecuentemen dificiles, ‘ya que “el hambre es mala consejera”, se llega a la siguiente solución: que Macdonald se establezca te, Suchet, reuniendo su Ejército de Aragón, y dejando alrededor de Lérida, comiéndose así los almacenes de tan sólo unas guarniciones similares a cuatro regimien tos, repartidas entre Monserrat, Igualada y Cervera, a Suchet. Sin embárgo, esto no dura mucho, y nueva fin de enlazar Barcelona con Lérida, se pone en camino mente dicho general se ve obligado a dejar su estacio hacia el Sur, en septiembre de 1811. ¡La ú1tma ocasión namiento, para conducir un cuarto convoy a Barcelo de terminar ‘con Cátaluña, acababa de es/unarse! na, lo que obliga a Suchet a, provisionalmente, levan tar el sitio de Tortosa, si bien, poco tiempo después, ei Macdonalcl, enfermo de gota y descorazonado, pide enero de 1811, la citada localidad es ocupada. su relevo,’ y es reemplazado por Decaen en octubre Después de las pasadas penalidades, Macdonald, que de 1811. Eate general se había acreditado en su cargo pens.aba reservarse el honor de conquistar ‘Tarragona, de gobernador del departamento de la Isla de Francia. Como lo que hacía falta eran refuerzos, y, por tanto, sin ve desvanecerse sus proyectos, ya que las últimas ope ‘raciones habían evidenciado que no era posible operar ellos, ninguna acción niihtar podia intentarse, se pensó 0 que lo que convenía por el momento era un adminis trador. La Baja Cataluña, sostenida por el triángulo Monse rrat, Lérida y ‘Tortosa, queda a las órdenes de Suchet. Para cubrir la retaguardia de las tropas empeñadas en la provincia de Valencia se dispone de las guarniciones de Lérida, Tarragona, Tortosa y San Felipe de Bala guer; además, se sitúa la división Frére sobre la co municación Lérida-Montserrat. En total, una decena de miles de hombres. La Alta Cataluña y Barcelona quedan bajo la depen.. dencia de Decaen, que dispone de .unos 29.000 comba tientes (parece ser que sus efectivos teóricos eran 36.000), distriuídos así: 5.000, en Barcelona; 2.000, en Cerdaña;, 5.000, en el Ampurdán y en las guarniciones desde La Junquera a Hostalrich, y unos 6.000 de protección de convoyes; quedando tan sólo disponibles unos mil hombres. Frente a tales tropas, los españoles, ló más que po.. chan oponer era unos 12 a 13.00 hombres, entre ellos, algunos centenares de antiguos combatientes, unos 2.000 veteranos procedentes del reclutamiento de “1808, unos 8 a 9.00j reclutas, no más de 1.500 guerrilleros de vira y unos 500 catalanes del coronel Green. Por entonces, el general Lacy sustituyó a Campoverde:: se trataba de un extranjero que, sucesivamente, había estado al servicio de España, luego de Francia y, por último, había vuelto a la Peninsula con el séquito de:[. rey José, incorporándose, poco tiempo después, al le vantamiento español. Naturalmente, con tales antecedentes no podia por menos de resultar sospechmo; no obstante, consiguió imponerse y recoger los restos de las tropas de Campoverde, gracias a la inacción de los fran ceses, a partir del mismo momento que Suchet volvió la espalda para irse hacia Valencia. Lacy, al igual que i’1eding en otro tiempo, se preocupó más en con servar y aguerrir sus tropas que en destruir al enemigo. Con buen criterio castrense, des confiaba de los guerrilleros, deseando alistarlos en las fuerzas regulares, e incluso llega a desarmar a los somatenes. Naturalmente, ter minó por indisponerse con los catalanes, que no podían comprender las razones por las que tenían que reclutar, alimentar y pagar a los soldados, sin que éstos hiciesen algo para de fenderlos. También en el campo español existen des avenencias. Los generales al mando de Lacy se encuentran tan divididos como los france ses. El barón de Eroles, antiguo abogado, tri bufo más que soldado, es despreciado por los militares de carrera, que consideran a este improvisado general como un simple aficio nado. Miláns, antiguo oficial catalán, descali ficado y demagogo, a la vez querido y zaheri do por el pueblo, no gusta de los españoles no catalanes. Entre los profesionales, es este Mi láns quien mejor se desenvuelve en la “guerra de guerrillas”, sabiendo en todo momento em peñar sus fuerzas sin comprometerlas y reti rarse a tiempo por la montaña, por medio de “repliegues escalonados”. A Saarsfield, de pro cedencia irlandesa, se le considera un borra o cho y es detestado y despreciado por los catalanes; si se sostiene en el mando era gracias a favor de O’Don nell y de Lacy, ambos compatriotas suyos. Dicho gene ral no admite en su C. de E. más que extranjeros deser tores de todos los Ejércitos. Al lado de dichas fuerzas “regulares”, los “irregulares” van perdiendo importancia. Lacy consigue incorporar a sus tropas la partida de Rovira; sin embargo, aún que dan sin control bastantes desertores de diversas na cionalidades, que no se inclinan ni por España ni por Francia, actuando por cuenta propia —ya que siempre todos los levantamientos tuvieron sus agitadores—. El equilibrio de fuerzas, momentáneamente desnive lado a favor de los franceses, con la intervención en la región catalana de los 30.003 hombres de Suchet, volvió a quedar restablecido con la marcha hacia Valencia de las fuerzas del citado general. En octubre de 1811 los franceses pierden Monserrat y Cervera, debiendo contentarse el Ejército con seguir manteniendc—omo a principios de 1810—la línea Lé rida-Tarragona, por el Sur, y el Ampurdán y Cerdaña, al Norte. Entre ambas zonas, Barcelona se encuentra de nuevo, bloqueada, y así, los españoles pueden enla zarse libremente con los ingleses en las regiones de Vi llanueva y Geltrú y Villafranca del Panadés. Poco tiem po habla de pasar para que los españoles, nuevamente, iniciaran una ofensiva, ocupando, “casi ante los mismos ojos de la guarnición de Barcelona”, la localidad de Mo lins de Rey, y después, por medio de cuatro acciones sucesivas, los altos valles del Ariége, ya en territorio francés. A pesar de tales acontecimieñtos, el Emperador no cambia su punlo de vista inicial, y continúa mante niendo los objetivos encomendados a Decaen: “Dispone de bastantes fuerzas—le escribe—para perseguir activa- ATALUÑA RCELONA Cro qule a0 4 S ituaciones respectivas de Suchety Macdonaid. 611 mente al enemigo y operar con éxito en Cataluña. Cuen to con que el 20 haya atacado a Lacy, que le derrote, dis perse a sus fuerzas y las barra después.” ¿Para qué?... “Con estas marchas—escribe Decaen—, lo más que se obtendrá, en el mejor de los casos, es tomar contacto con pequeñas fracciones enemigas y dis persarlas, pero no aniquilarlas.” En efecto, para obtener el resultado apetecido se hacia preciso ocupar todo el país. Lo más urgente—como siempre—era abastecer a Bar celona, desde donde el general Moathieu Dumas escribe: “Pronto hará seis meses que nos vemos privados de todo enlace, de socorros y de correo.” Decaen, en febrero de 1812, consigue entrar su “gran convoy” en Barcelona, y, por último, ¡al fin!, puede rea lizar su gran proyecto: “tener comunicación por la cos ta”. Para ello ha de construir siete reductos de vigilan cia de las radas frecuentadas hasta entonces por el ene migo, y asegurar, además, un refugio para los navíos procedentes de Pon Vendres. Se hace preciso, igualmen te, desviar el itinerario terrestre, por estar expuesto a la acción de los barcos ingleses, doblando así sus vías de co municación. Por último, alcanza a interrumpir, por el norte de Barcelona, las comunicaciones costeras entre los españoles y los ingleses. Aliviado de la necesidad de hipotecar gran parte de sus fuerzasen la conducción del “gran convoy”, y recu perados algunos efectivos, Decaen se encuentra ya en condiciones de volver a tomar la iniciativa de las ope raciones, siguiendo las instrucciones de Eniperador; esto es, perseguir a las partidas de guerrilleros. Así, en 1812, saliendo de Barcelona, recorre la Baja Cataluña, hacia Lérida y Tarragona, y consigue dispersar las fuerzas de Milans, de Manso y de Eroles. Mientras tanto, el general Lamarque, operando alrededor de Gerona, unas veces se dirige hacia Olot y otras se orienta en dirección Ma taró. Por “Itimo, en agosto, el general Maurice Mathieu hace capitular al coronel inglés Green, en Monserrat, y desmantela el fuerte que defiende tal región. Pero como de sobra es sabido, se hubiera precisado mantenerse en tales lugares, ya que con tan sólo las expediciones era imposible conseguir resultados duraderos. Siempre ha sido expuesto rehacer la Historia funda mentándose en suposiciones, tales como: “Si se hubiese hecho tal o cual cosa...” No obstante, sianos permitido pensar: si el Emperador no hubiese enviado a Suchet a Valencia, a pesar de todos los errores que se cometie ron, la pacificación de Cataluña hubiera podido ser fac tible en aquella época. Para ello, es preciso retroceder a algunos años anteriores. Recordemos que el Ejército francés entró en Cataluña como aliado de los españoles; consecuentemente, tanto la administración del país, como la subsistencia de las tropas, debían correr a cargo de las Autoridades nacio nales. Después de la abdicación de Fernando VII. di chas autoridades permanecieron en sus puestos, aunque sin saber, ciertamente, en nombre de quién gobernaban; pero, de todos modos, su situación nos resultaba cómoda. A su llegada a Cataluña, el mariscal Gouvion St-Cyr, inclinándose ante las exigencias de Madrid, trata de ha. cer prestar juramento de fidelidad al rey José a dichas autoridades, con ello obliga a los funcionarios espa ñoles a rehusar el reconocimiento del “rey intruso”, con 62 lo que resulta obligada la destitución de todos los opo nentes y, naturalmente, su sustitución. ¿Cómo se con sigue el personal sustituto?... A base de una mezcla de franceses e italianos. Se alinean con el]os los españoles “afrancesados”, cuya mayor parte se constituye en com plices de los anteriores: “Nunca se vió entre los em pleados del Ejército tan eran número de pillos como los que se reunieron en Catalüña para robar a las tropas y a los habitantes del país.” El general Lechi, goberna dor militar de la ciudad, era el primero de ellos. Augereau, ante el “clamor público”, a su llegada a Cataluña, se ve obligado a destituir a Duhesme, que tan sólo pensaba en la seguridad de la subsistencia del Ejér cito, permitiendo toda clase de medios coercitivos para conseguirla; incluso él, posiblemente también, se apro vechaba de tal sistema. Sin embargo, debe llecarse al mando de Macdonald para que la “limpieza total” fue ra un hecho. Barcelona, totalmente arruinada, se vino abajo, a tal extremo, que en menos de un año su población inicial de 160.000 habitantes, pasa a 33.000. La autoridad im perial, que se vanagloriaba de ‘íregeneradora”, era un verdadero desastre, de cuyo mal jamás habría de cu rarse la Administración francesa de Cataluña, y Barcelo na, hasta el fin, continuó siendo “un saco roto”. Pocos generales y funcionarios que por dicha Administración pasaron se libraron de sospecha más o menos fun dada. A esto debe unirse que los españoles que hubie ran sido capaces de enderezar tal situación, habían sido empujados contra los franceses, por el asunto del jura mento, de desastrosas consecuencias. Con el país debilitado por una guerra que no pare cía tener fin, “muchos de sus habitantes hubieran desea do someterse, más que por afecto hacia nosotros, para quedar tranquilos”, escribe Reille. Pero a continuación añade: “Para ello seria preciso poder protegerlos, dado que los jefes de las partidas de guerrilleros les inspi ran tal temor, que nadie osa declarar tal sentimiento.” A tal respecto, Lamarque manifestaba “que, a pesar del odio de los catalanes hacia Lacy y su asco por la gue rra, las órdenes de las Juntas eran obedecidas incluso dentro de nuestros acantonamientos”. Hubiera sido ne cesario que el Emperador comprendiese que la llave de la situación se encontraba allí. Ello no ocurrió, según puede verse corno interpretaba las funciones de Decaen: “Libérese de los minuciosos detalles de la administración y dedíquese por entero a terminar la guerra. No consi dere el título de gobernador general más que como una distinción honrosa y moral que se añade a vuestra autoridad real; así, limítese a sancionar los trabajos de la Administración civil, con lo que creo que os coloca réis dentro de la verdadera situación, alcanzando resul tados decisivos.” Además, era ya demasiado tarde y el drama tocaba, a su fin. En otros teatros de España, Madrid era aban donado en 1812, después de la batalla de Los Arapiles, y a fines de 1813, el Ejército francés era empujado ha cia el Bidasoa, a causa de la acción de Vitoria. En oc tubre de 1812, el Emperador consultaba—hecho inaudi tc—a Soult y a Suchet, para que se las arreglasen como mejor pudieran para salir airosos de tan difícil prueba. Un año después, el segundo escribía sin desfigurar nada: “Tal es el mal, que es difícil repararlo.” AdvirtióndolO Napoleón, que ya había reconocido el fracaso, dijo: “Ahora es preciso guardar ese país para, don él, buscar compensaciones.” Cataluña queda, pues, reducida á esto: una carta de guerra con la que especular y óbtener de Fernando VII su neutralidad, a fin de poder retirar las tropas francesas de la Península. Se imponé, pues, la necesidad de permitir sin condiciones el régreso del Rey Fernando a España. ¿Razones del fracaso?... El propio Clarke, ministro del emperador, nos las dicé, al analizar las numerosas Enloalto memorias de los proyectistas para acabar la guerra en España. Sobre tal particular, escribe: “Las causas que motivaron nuestro fracaso en España provienen de sus inveteracjrj costunvbres, el carácter nacionnl y de ¿as ms tituciones existentes en Francia, así como de lós abusos que produjeron motivos profundos de descontento difí ciles de destruir. Además, la impunidad absoluta para los grandes culpables y la indulgencia del Gobierno ante• todoa los delitos cometidos en España, transformaron el mal en incurable.” de labatalla Mayor ROBERT WINKLER.—D.e la publicación norteamericana “Infant•ry School Quartely”, de la Escuela de Infantería de Fort Bea.ning. (Traducción del Capitán Eduardo Gómez-Acebo Rodil, Alumno de la Escuela de E. M.) Con el advenimiento del helicóptero, los Mandos de oscuridad nocturna, y generalmente llevando al Ayudan Regimiento, División, Cuerpo de Ejército e incluso de te o un Oficial de la Tercera Sección de E. M. a bordo, Ejército, disponen ahorá de un vehículo que les ofrece hacía un recorrido por todo el frente de la División. De la posibilidad de dirigir las operaciones y mover sus Uni esta forma, cada Regimiento y, en las zonas peliíro dades con mayor facilidad que en cualquier otra época. sas, cada Batallón, era visitado por un representante Antes del conflicto coreano, el helicóptero era consi de la División, que se aseguraba por sí mismo, en el te derado como un medio más de enlace -de las Fuerzas rreno de que las Unidades estaban enlazadas en sus flan Aéreas, apto para ser empleado en las mismas misiones cos y que los sistemas de fuegos estaban convenientemen y forma que el “Cachorro” de la G. M. II. Cuando em te organizados. El Mando ya nó tema que confiar en pezó la lucha en Corea, el Ejército organizó apresura superponibles informes verbales, sino que se asegu damente cuatro unidades o destacamentos de helicóp teros para su envío a las zonas de combate, estando estos raba por sí mismo de que toda la información relativa al destacamentos organizados para atender también a la despliegue de las tropas era oportuna y exacta; al mis mo tiempo, los Mandos subordinados recibían informa evacuación de bajas en el campo de batalla. Las primeras misiones tácticas llevadas a cabo por un ción sobre el terreno, despliegue enemigo en su frente y situación de las Unidades vecinas. helicóptero del Ejército se iniciaron en la cabeza de pla ya de Hungnam, e incluían enlace y reconocimientos aéreos y fotográficos, probando estos ingenios sus es DIRJCCION D13 LAS OPlRACIONES pléndidas condiciones desde la iniciación de aquéllas. No existiendo una experiencia anterior en la que apo El E. M., con su helicóptero de transporte, visitaba las yarse para el empleo de los helicópteros, táctica y téc bases de patrullas, comprobaba las operaciones de éstas nica fueron desarrollándose gradualmente, como resul y la marcha general de todo el frente de la División; tado de su utilización. también obtenía una verdadera imagen del terreno y Una enumeración de los métodos de empleo de los he licópteros en Corea mostrará el polifacetisnio de esta red de comunicaciones dentro de la zona de acción di visionaria, que le auxiliaba a resolver los problemas lo aeronave dé alas giratorias. gísticos. Si para llevar a cabo un reconocimiento o dirigir una operación, uno de los Mandos de Regimiento o un Ofi LMPLEO POR LOS MANDOS. Reconocimientos cial de E. M. podía emplear provechosamente el helicóp y dirección de las operaciones. tero, éste era puesto a su disposición. Era frecuente, cuando el Oficial de E. M. había observado la acción Los Mandos de División normalmente recibían el in de una determinada Unidad, o una forma importante forme del helicóptero muy de mañana. Dicho Mando, o del terreno9. que tomara tierra en el P. M. de aquélla y el segundo Jefe de la División, recorrían su frente desde tratara la cuestión con su Mando; también solía ocurrir el aire; no sólo utilizaban el helicóptero para los rece- que enviara entonces a dicho Mando con el helicóptero, nocimientos, sino también para dirigir las operaciones y para que viera por sí mismo la acción o el terreno dis tomar contacto con las. Unidades vecinas. Una de las téc cutido. nicas desarrolladas a principios de 1951 demostró ser de La ofensiva china de abril de 1951 ofrece un buen gran valor el helicóptero; inmediatamente antes de la ejemplo de la eficacia del helicóptero: las tropas chinas - — 63 habían aislado al Batallón flelga del resto de la Ter cera División, mientras que una violenta acción tenía lugar a lo largo del sector divisionario. El Oficial de la Tercera Sección de E. M. hizo una visita personal en helicóptero al Batallón aislado; no habiendo sido efi caces las transmisiones con la División, se habia toma— do la decisión de retirarse a pie por un barranco que hacía imposible la evacuación de heridos y vehículos. Empleando el helicóptero, se llevó a cabo un reconoci miento que hizo posible encontrar un itinerario para que los vehículos del Batallón salieran de la posición, mientras los elementos a pie se retiraban por el ba rranco y los helicópteros evacuaban a los heridos. Al mismo tiempo, la radio del helicóptero era eficazmen te usada para dirigir el fuego de Artillería y ataques aéreos en apoyo de la retirada. Al día siguiente, elhelicóp tero fué empleado para coordinar el repliegue de la Di visión entera. En este momento, el Mando enemigo trató de cortar la ruta principal de retirada; el segundo Jefe de la División dirigió personalmente las fuerzas envia das a contraatacar, siguiendo la acción desde el helicóp tero. A lo largo de esta operación, el Mando divisiona rio mantuvo un rígido control de sus fuerzas, debido a su posibilidad de mantener el enlace con lodos sus Man dos gracias al empleo del helicóptero. Como ejemplo de las polifacéticas características del helicóptero, debe hacerse notar que, en varias ocasiones, los zapadores divisionarios aceleraron sus reconocimien tos e inspeccionaron los trabajos importantes gracias a la utilización de esta aeronave para cubrir el Sector. La Cuarta Sección de E. M. reconoció las vías de abas tecimiento, el Jefe de la Policía Militar resolvió proble mas de tráfico y el Jefe del Batallón de Carros encon tró caminos para sus yehicuios por medio de reconoci mientos combinados aéreos y terrestres. ladones de aviones derribados detrás de las lineas ene migas; esto no sólo ahorró personal muy necesitado y de alto nivel de entrenamiento, sino que fué un gran factor moral para las tripulaciones que llevaban a cabo sus misiones al otro lado de las líneas enemigas. El helicóptero divisionario estaba siempre preparado para atender a una llamada de otra aeronave de su G. U. Un piloto cuyo avión fuera seriamente averiado por el fuego enemigo, llamaba inmediatamente a la faja de aterrizaje de la División, y el helicóptero era envia do a la zona de donde procedía la llamada, mientras otro avión divisionario mantenia vigilancia y daba in formes de situación del avión derribado y de las tropas enemigas en su proximidad, dándose rara vez un apoyo más firme a cargo de la Aviación de Caza. En algunos casos, aviones divisionarios pudieron ob servar aparatos de las Fuerzas Acreas derribados frente al Sector de la División; cuando así ocurría, el helicóp tero solía ser enviado, aunque el sistema normal de res cate aéreo estuviera también funcionando. Normalmen te, el helicóptero de la División estaba mucho más cerca del avión derribado que los helicópteros normales de rescate de las FF. AA., y en tales operaciones era esen cial una acción rápida, si se quería llegar a las tripu laciones antes cte que el enemigo pudiera airanzarlas. En tales casos, era frecuente que el avión derribado perteneciera a una patruila, y los componentes restan tes de la misma pohan proporcionar un violento fuego de proceccion en un círculo alrededor del aviador caído, mientras el helicóptero efectuaba su recogida. PATRULLAS Los helicópteros fueron usados con eficacia para re conocimientos en el transcurso de operaciones tácticas, completando los llevados a cabo por elementos en tierra y los aéreos mantenidos normalmente por aviones del EVACUACIONES Ejército. La velocidad del helicóptero le permitía, ade Con gran diferencia sobre los demás, el ms notorio más de cubrir amplias zonas, permanecer inmóvil o to— empleo del helicóptero es la evacuación de bajas. Sin mar tierra para comprobar detalles, tales como resisten embargo, la evacuación de bajas no era, y no es, una cia de los puentes, viabilidad de los caminos o posibilidad misión normal de los helicópteros divisionarios; esta mi de existencia de minas; era particularmente eficaz para sión quedaba para las Unidades de Helicópteros que comprobar terreno y caminos, determinando su aptitud para el paso de vehículos oruga. En una ocasión, un servían a los Hospitales Quirúrgicos Móviles del Ejér cito; pero cuando estas Unidades no podían atender a Mando de División reconoció de diez a quince millas la corriente de bajas, los helicópteros divisionarios eran a vanguardia de sus elementos más avanzados, que tra apartados de sus misiones normales para ser dedicados taban de tomar contacto con el enemigo; la informa ción que obtuvo, si bien en su mayor parte fué negativa a las evacuaciones. Además de la evacuación sanitaria, había que llevar en cuanto al enemigo, fué positiva en cuanto a la viali dad de la zona y valoración del terreno y aceleró con a cabo la evacuación de pequeñas Unidades a retaguar dia; dichas Unidades llegaban a quedar aisladas no sólo siderablemente la operación. por la acción enemiga, sino por causas naturales: el rá pido fluir de las aguas de lluvia hacía que vaguadas y ABASTECIMIENTO corrientes alcanzaran velozmente el nivel de inundación, aislando con frecuencia patrullas y Unidades. Cuando este El helicóptero era insustituible como vehículo para caso se daba, eran, o bien abastecidas, o bien evacuadas proveer de abastecimientos esenciales a Unidades hasta por helicóptero, siendo posible con el de reconocimien to evacuar hasta tres hombres a la vez. Aunque la pe tipo Batallón; esto era especialmente eficaz en los casos de Unidades cercadas por el enemigo o aisladas de los queña fuerza ascensional representaba una seria limi tación, quedaba compensada por la velocidad con que normales canales de abastecimiento por corrientes de agua desbordadas, o por tratarse de posiciones en terre cada viaje podía ser llevado a cabo. También se usó el helicóptero para evacuar tripu no montañoso que impidiera el avituallamiento adecua - - 64 do por los procedimientos normales. Medicamentos, mu niciones, víveres y agua eran los suministros principa les transportados por helicóptero; también se hacía con frecuencia la sustitución de equipos de radio y baterías a patrullas y otras unidades aisladas. MISIONES DIVERSAS a) Jefes con imaginación fértil encontraron usos para el helicóptero que no aparecen en ning’n Reglamen to: un Jefe de División, al advertir los faros de ate— rrizaje con que su helicóptero estaba equipado, pre guntó al piloto acerca de su potencia y enfoque. Después que le fué asegurado jue las luces eran eficaces a alturas de varios cientos de pies, ordenó a su, piloto llevar a cabo un experimento de reco cimiento nocturno. Se habían recibido informes que indicaban que el enemigo estaba utilizando ciertas carreteras y sendas para mover abastecimientos y tropas durante las horas de obscuridad con objeto de establecer una base de patrullas en un poblado. El helicóptero vciló sobre la zona y, usando los faros de aterrizaje intermitentemente, reconoció los caminos y sendas en cuestión; los resultados no fue ron concluyentes, pero proporcionaron una fuente de información. Se pensó que el helicóptero fuera tal vez demasiado vulnerable a los fuegos terrestres si se emleaba de esta forma; pero experimentos rea usados con unidades propias’ probaron que el heli cóptero, con todas las luces de cabina reducidas, era casi imposible de descubrir, aun a baja cota. Se decidió que si este tipo de reconocimiento nocturno se hacía a intervalos irregulares y no se abusaba de él, podía ser valioso en momentos críticos. b) Otro empleo usual del helicóptero era la recogida de prisioneros acabados de capturar por patrullas y su rápidó transporte al P. M. divisionario para su in terrogatorio. El prisionero era colocado en una de las camillas montadas en el interior del helicóptero, de la misma forma ‘que un herido, salvo que al pri sionero se le hacía yacer sobre el estómago, no siendo necesario atarle, ya que quedaba completamente ate rrorizado por la repentina contemplación del terre-’ no desde una altura de doscientós pies. En cualquier caso, el piloto podía llevar a cabo maniobras violen tas para impedir que el prisionero trepara a la cabina. e) Ya se ha citado que los reconocimientos en busca de minas eran llevados a cabo por helicópteros; a sim ple vista no es posible descubrir desde un helicóptero un campo de minas cuidadosamente tendido; sin embargo, y debido a la excelente visibilidad que proporciona la cabina plástica, unida a la pequeña velocidad que el helicóptero puede manther, eran descubiertas las siembras de minas, especialmente en las vías de comunicación. Este método revelaba zonas sospechosas a las unidades acorazadas que habían de. permanecer ligadas a los caminos a causa de los arrozales inundados y el terreno blando. d) También fué empleado el helicóptero en reconoci mientos que tenían por objeto auxiliar a la recu peración de material de puentes cuando éstos eran e) arrastrados como consecuencia de temporales y ave nidas consiguientes. Las columnas de refugiados eran rápidamente vigi ladas por el helicóptero y los poblados detrás y a vanguardia de la línea del frente podían ser reco nocidos en breve plazo por patrullas en él transpor tadas. Cuando los aviones localizaban grupos pe queños infiltrados, el helicóptero los mantenía bajo vigilancia hasta que se lanzaban patrullas en su pro ximidad para su captura. PRIMEROS PROBLEMAS Y TECNICAS EMPLEO DEL HELICOPTERO EN EL A) Los mandos aprendieron pronto que el helicóp tero logra su posición de inmovilidad cerca del suelo, cuando está sobre una masa de aire estable que hace función de un cojín, que normalmente aterriza y des pega en un ángulo inclinado y no vertical, que las con diciones del viento, especialmente cuando hay fuertes ráfagas o tiene alta velocidad afectaban al helicóptero. Descubrieron que los aterrizajes en contrapendiente, aunque deseable desde el punto de vista de la evitación de fuegos, podián. ser difíciles, sino imposibles, cuando exis tían fuertes corrientes de aire descendentes. Llegó a ser cada vez más evidente que era la capacidad y experiencia de cada piloto las que solían determinar el tipo de te rreno en que el helicóptero podía aterrizar. ‘B) Cuando el helicóptero apareció en el teatro co reano y los Jefes de División empezaron a ir sin previo aviso a los P. P. M. regimentales y de Batallón, ocurrió que, en ocasiones, era difícil identificar el órgano de mando. Se cursaron órdenes para que siempre que un helicóptero volara sobre un P. M. se desplegaran pai neles o se diera fuego a una granada de humo colorea do; éste ayudaba al piloto a determinar las condicio nes del viento superficial, así como a tomar tierra en zonas reducidas. Sin embargo, en su apresuramiento por tomar estas medidas, era frecuente que muchas Unidades escogieran zonas de aterrizaje no apropiadas. En este momento, el mayor peligro para los helicópte ros era probablemente el tendido aéreo de transmisio nes; aunque los cables eran claramente visibles para el personal en tierra, desde el aire se confundían con el te rreno y creaban un serio riesgo. Las Unidades aprendie ron pronto a marcar tales cables con tiras de tela, o a colocarlos en puntos que no interfirieran la zona de aterrizaje. Llegó a ser una práctica .corriente organizar un pun to de aterrizaje en cada P. M. tan pronto como éste era establecido. Cuando el P. M. estaba situado en una que brada o pendiente, se solía excavar una pequeña me seta en el talud para proporcionar una superficie ha risontal al tren de aterrizaje del helicóptero. .C) Los helicópteros empleados en Corea tenían una autonomía comprendida entre 105 y 120 minutos; para ampliarla y al mismo tiempo ahorrar el que se pjdía en regresar a la base a repostar, se ordenó que cla P. M. regimental mantuviera un repuesto de gaso lina de aviación del adecuado indice de octanos y otro de aceite. Algunas Divisiones montaron en el exterior del helicóptero un bastidor que les permitía llevar dos 65 bidones de cincó galones; éstos ei’an vacIados en el depósito normal tan pronto como lo hacía posible el car burante consumido; con objeto de reducir el peligro del fuego enemigo. La gasolina almacenada en los P. P. M. se mantenía también en bidones de aquella cabida, pues los de mayor capacidad acumulaban mucha. agua por condensación. D) La Infantería de Marina ha dirigido a los Ser vicios en el estudiode nuevas técnicas para el empleo del helicóptero de transporte.. En 1948 empezaron los ex perimentos de movimientos de tropas en helicópteros, que culminaron en su primer empleo táctico en septiem bre de 1951, con la operación “SUMMIT”. Unidades de la Pjimera División U. S. M. C. recibieron la orden de relevar a elementos del Primer Cuerpo de Ejército R. O. K. en la cota 884. En la noche del 18 de septiem bre de 1951 se cursaron órdenes para que el relevo se ejecutara por tropas transportadas en helicóptero; el día 19 (D-3) se efectuó un reconocimiento en helicópte ro sobre el extremadamente áspero terreno; la cota 884 estaba cubierta de bosque y sus laderas alcanzaban pen dientes de 60-70 grados. Se decidió que primero des cenderían partidas de desembarco por cuerdas, para pre parar lugares de aterrizaje, empleando material lige ro de zapadores y explosivos. Estas partidas ensayaron procedimientos de desembarco durante el D-1. mien tras las trópas que habían de ser transportadas se fa miliarizaban con los helicópteros del tipo H-19, y las cargas de abastecimientos eran preparadas para ser iza das en cabestrillos exteriores. Las tropas, preparadas en los puntos de embarque dos horas antes del momento de despegue, salieron con arreglo al horario, dirigidas por radio desde un helicóptero que dirigía la operación, mientras sobrevolaba la zona de desembarco. En dos ho ras lueron puestos en tierra 247 hombres, sobre dos dis tintas zonas; los mismos helicópteros transportaron 17.772 libras de abastecimientos a los mismos puntos en las dos horas siguientes. El movimiento de las tropas hubiera consumido un día completo usando los medios terrestres normales, sobre el difícil terreno. El primer empleo operativo del helicóptero demostró claramente la posibilidad de su empleo para la ejecu ción de envolvimientos verticales. El entrenamiento re querido para las tropas es breve, consistiendo princi palmente en que se familiaricen con el tipo de aerona ve a emplear. Las tropas pueden ser desembarcadas, si las zonas de aterrizaje son de dimensiones suficientes, en cualquier formación que el Mando terrestre desee, con lo que se mantiene la integridad táctica de las Uni dades y el plazo de reunión se reduce a un tiempo mí nimo. El planeamiento de tales operaciones puede ser rápi do, pero debe incluir, al menos, un ensayo, siempre y cuando esto sea posible. Los abastecimientos a transpor tar en los primeros momentos de la operación pueden ir en cargas mixtas; durante las fases po$teriores, las cargas pueden ser separadas por materias y establecerse depósitos provisionales en la zona de desembarco, mar cados con paineles para las diferentes clases de abaste cimientos. Esto facilitará al piloto de helicóptero la ope ración de depositar su red o tarima de carga en el punto adecuado, y al mismo tiempo reducirá las nece 66 sldade de mano de obra para manipular los abastecI mientos en tierra. Las Unidades de Helicópteros de Carga del Ejército no llegaron a Corea hasta 1952; participaron en seis operaciones, la mayor parte de las cuales fueron cum plimiento de misiones de apoyo logístico. Dos de ellas implicaron movimientos de tropas, pero ninguna de ellas puede clasificarse como de verdadero carácter táctico. El Cuerpo de Transporte, al que pertenecen las Unida des de Helicópteros de esta clase, parece considerar a esta aeronave como un sustituto del camión, y pone de relieve que deben ser primordiales las misiones de apo yo logístico, a expensas de las misiones tácticas en las zonas avanzadas de combate. El helicóptero de transporte puede dar a la Infante ría la capacidad de maniobra que la guerra atómica requiere; debe ser considerado como un vehículo tácti co cuyo empleo principal está en la zona de la División. Deben desarrollarse técnicas que permitan a toda Unidad de Infantería realizar operaciones de transporte en helicóptero en corto plazo. De esta forma, cada Unidad de Infantería puede constituir para el enemigo la misma amenaza que hoy suponen las Tropas Aero transportadas. E) La creciente producción de helicópteros hizo po sible lograr, con carácter eventual, cuatro helicópteros adicionales en cada División. Esto no afectó material mente al empleo del helicóptero; su principal efecto fué hacerlo más asequible, ya que, considerando que una tercera parte estaba corrientemente sometida a la re visión normal, quedaban siempre dos o tres dispuestos para volar en todo momento; éstos quedaban bajo las mismas rígidas medidas de control impuestas por los Mandos de División. La Policía Militar utilizó los helicópteros con gran fruto en los Campos de Prisioneros de Koje-do; el he licóptero proporcionaba un excelente vehículo de reco nocimiento durante los disturbios en alguno de los re cintos. Los cabecillas eran rápidamente localizados y los equipos de gases lacrimógenos eran dirigidos desde el aire para la ejecución de contrarnedidas sobre los amo tinados. Para seguridad del personal, los helicópteros fueron preparados para emitir también gas lacrimógeno. . ENSEÑANZAS OBTENIDAS 1. El helicóptero es capaz de llenar cualquier misión que pueda ser cumplida por los aviones de observa ción. Sin embargo, debido al alto factor de entre tenimiento y a las peculiares características de vuelo de esta aeronave, debe seguirse esta regla basada en la experiencia: no emplear el helicóptero si un avión de ala fija puede llenar la función. 2. El entretenimiento es muy importante en los heli cópteros. Revisiones periódicas, severamente segui das, asegurarán que sea utilizable el mayor plazo de tiempo. No alargar los plazos de inspección con el pretexto de que el helicóptero no puede ser re tirado del servicio. Tal actitud traerá consigo, in evitablem.ente, la pérdida del helicóptero por un largo período, mientras sufre una completa revisión. • 3. 4. 5 6. 7. 8. . Los Mandos de todas las Unidades tipc Sección e inferiores deben estar familiarizados con las ope raciones, posibilidades y limitaciones del helicóptero; esto facilitará el apoyo a estas naves cuañdó sea urgentemente necesario. Un Jefe de Sección que so licita el apoyo del helicóptero mientras opera en terreno difícil debe ser capaz de escoger y prepa rar puntos de aterrizaje, si pretende cumplir su misión con éxito.. Deben proporcionarse todas las facilidades necesa rias para lograr un enlace eficaz que asegure la máxima seguridad para el helicóptero y él máximo apoyo para las Unidades en tierra. El empleo de los helicópteros debe ser flexible, para permitir retirarlos total o parcialmente de una mi sión en beneficio de otra de mayor importancia o urgencia. La manióbra del helicóptero puede llegar a, ser difícil .a altas temperaturas y cotas; debe permitirse reducir la carga bajo estas condiciones. Debe desarrollarse una doctrina fija para el em pleo de los helicópteros de transporte por las Uni dades de Infantería. En sus vuelos a vanguardia, los helicópteros deben seguir rutas desenfiladas, para evitar su detección Notas por la observación enemiga y la localización de P. P. M. u otros órganos propios. 9. Los pilotos recién incorporados deben recibir una concjensuda orientación en cuanto al terreno, loca lización ‘de Unidadés propias y situación, táctica an tes de que se les ordenen misiones operativas. 10. La seguridad de los puntos de aterrizaje de helicóp teros puede aumentarse preparando la superficie del terreno de forma, que evite la formación de nubes de polvo al posarse. Dichos puntos, siempre que sea posible, deben ser éubiertos de césped, grava o acei te usado de motor. 11. Si el aterrizaje debe hacerse en puntos descubier tos a la observación enemiga, o dentro del alcan ce de sus fuegos, el helicóptero debe depositar a su pasajero y retirarse a una posición desenfilada hasta que aquél esté preparado para’ ser subido a bordó. El helicóptero es la versatilidad personificada. Un completo conocimiento de las posibilidades y limitacio nes de esta aeronave es esencial para todos los Mandos de Infantería. Los progresos técnicos de la Infantería son efectivos sólo en proporción al grado de divulgación y empleo de tales técnicas entre todos y cada uno de los Jefes de Unidad. b r .e ves. PROYCTILS-BLANCOS PARA ARTILLERÍA ANTIAEREA FRANCESES. (De lá publicación Re vista Nacional cíe Aeronáutica, de .Argentina).—Los tra bajos de investigación, experimentación y desarrollo que los franceses realizan en el campo de lós proyectiles-blan cos para la instrucción de tiro de la artillería antiaérea se han reflejado, en el XXI Salón Internacional de Aero náutica de Paris, con la exhibición de dos nuevos proyec tiles-blancos teledirigidos, de muy interesantes caracterís ticas. Uno de ellos es el “SNCAN CT-10-ARS-5501» (el primer grupo de abreviaturas: SNCAN corresponde a la “Societé Nationale de ConstructionsAéronautiques duNord”, cons tructora del mismo;. Se trata de un proyectil teledirigido, que despega desde una rampa de deslizamiento, con la ayuda de cohetes auxiliares y está propulsado por un pulsoreactor, con el qué alcanza una velocidad máxima de 450 Km. hora. Su peso máximo es de 650 Kg., teniendo una autonomía de 35 minutos y alcanzando una altura, práctica de 6.000 metros. Su’ organización es semejante a la del conocido v-i, y puede ser dirigido por radio desde tierra o desde un avión-madre. Los mandos hacen posibles los virajes a ambos lados, la “trepada”, el descenso y el aterrizae, re CUp’erándosele por medio de un paracaídas. El “CT-1o” está siendo ya construído en serie para la Marina francesa y para las Fuernas Navales inglesas dél Mediterráneo. El otro proyectil-blanco a que nos referimos es el “SNCAN-CT-20”, también proyectado para la instrucción de tiro de la artillería antiaérea. Es igualmente telediri gido y está propulsado por un turboreactor Turbome ca ‘Marboré II”, de 400 Kg. de Ompuje, yendo equipado también con cohetes auxiliares para el despegue. Bastante parecido al proyectil anterior, el “CT-20” es realmente un perfeccionamiento del mismo, con mejores características. Así, su velocidad máxima es de 900 Km. hora, su techo práctico de 14.000 m. y su autonomía de 45 minutos, Siendo su peso máximo prácticamente igual al del “CT-l0”: 655 Kg. Recientemente fueron terminados los ensayos con el “CT-20”, esperándose que, en breve, se comience la la bricación en serie del mismo.—Comannte Ory. MODERNO SISTI3MA DE PRODUCIR ELECTRI CIDAD.—_(De la publicación norteamericana Military Review)._—En Alemania Occidental se ha revelado un mé todo para producir electricidad directamente de la com binación del oxígeno e hidrógeno y sin necesidad de ele mentos mecánicos intermedios. El rendimiento de este nuevo procedimiento ‘es del 70 por iGO,muy superior al 40 por 100 que hasta ahora se obtenía por los mejores sistemas clásicos, resultando in cluso más barato y seguro que el que emplea la energía atómica. Se dice que científicos norteamericanos, rusos y britá nicos trabajan desde hace tiempo en proyectos similares al resuélto por los alemanes,—comancíante Rey de Pablo. DEFENSA ATOMÍCA EN EL EJERCITO RUSO. (De la publicación, norteamericana Military RCViSw).— 67 En relación con los modelos conocidos, presentan las Después de un detenido estudio de las posibles tácticas defensivas para la guerra atómica, el alto mando sovié siguientes ventajas: Formar un solo elemento de equipo con varios efec tico ha desechado toda preocupación por las pérdidas hu manas a consecuencia de la radiactividad, poniendo una tos de difícil acondicionamiento. Substituir el tradicional plato por tres recipientes, en vez más de relieve su desprecio por la vida de los hom los que puede distribuirse en forma adecuada los que bres que mantiene bajo su yugo. Partiendo de esta idea fundamental, la táctica soviéti componen normalmente una comida. ca no prevé el relevo ni la evacuación de las tropas ex Facilitar su manejo y transporte. Hacer posible el uso higiénico de cada uno de sus puestas a las radiaciones en zonas contaminadas, sino efectos. que continúa empleándolas, sin contemplaciones, hasta que quedan fuera de combate. Conservar durante largo tiempo la temperatura con Tampoco se preocupa por la protección de las Unida que se ha envasado el líquido en la cantimplora.— des expuestas a las ondas caloríficas de las explosiones Comartdanté Rey de Pablo. atómicas ni por los incendios que puedan provocar en bosques y matorrales. La instrucción de las unidades rusas, en relación con la guerra atómica, trata de inculcar en las tropas la idea de que esas armas son una más entre las que tradi cionalmente se emplean por los ejércitos.—Comanctanie Rey de Pablo. — — — — —NÚEVO MODELO DE CANTIMPLORA—L05 ofi ciales de Iníanteria don José Sabio del Prado y don Adol fo Moreno Borjabad —ambos del Ejército español—, han ideado el modelo de cantimplora cuyos dibujos ilus tran esta nota y que, al parecer, va a ser distribuida para experimentación de determinadas Unidades armadas de nuestro Ejército. El conjunto se compone de la cantimplora propiamen te dicha (de un litro de capacidad) con funda de fieltro, un jarrilo, dos platos y un cubierto; todo ello dentro de una funda de lonilla caqui, para protección y enmascara miento. El acoplamiento de los distintos componentes lo mues EMPLEO DE LOS HUMOS EN LA AGRICULTU tran los grabados y la forma de utilizarlos (muy ingenio RA PARA PROTEGERSE DE LAS HELADAS. (De sa, por cierto) se dduce de la simple inspección de las la publicación norteamericana Armed rorces Cnemical figuras. Obsérvese el dispositivo de que está dotado el Journal).—Las tropas de 1umígenos han sido empleadas tapón para que pueda beberse con él a chorro. en proteger los huertos de Utah contra las heladas, rea lizando al propio tiempo un entrenamiento militar. Re cientemente, el personal y material del Cuerpo Químico de guarnición en el Campo de instrucción de Dugway, Utah, intervinieron en una operación de urgencia de ayuda a la población civil. La provincia de Utah es célebre por sus melocotones, albaricoques, cerezas y manzanas. En el año 1954, la ri queza hticola fué mermada por las, heladas en un 25 por 100. Hacia mediados de mayo de 1955 se preveía grandes heladas, por lo que las autoridades civiles de la reglon solicitaron de las militares la intervención del personal de fumígenos del Campo militar de pruebas de UugWay. A las tres horas de recibir la orden de prestación de ayuda, salía del citado campo un convoy compuesto de 69 vehículos y 5 camiones de transporte, con un total de 25 oficiales y 156 hombres de tropa, con dirección a la reglon ‘amenazada en el Valle del Provo. Se montaron 83 generadores de humo M3A1 y se su ministró el combustible necesario para el funcionamien to durante una noche. Hacía sólo unas cuantas semanas que 60 cíe estos mismos generadores de humo se hablan utilizado en las pruebas atómicas de Nevada. Además, llegaron otros 25 generadores M3A1 procedentes del De pósito General de Utah. Así, resultó que se disponía para la operación ‘de io& generadores, si bien sólo hubo nece 68 sidad de emplear 67. El representante del Ministerio de nente de este nuevo equipo al que nos referimos es una Agricultura en Utah facilitó el personal civil que ayudó terminal de cuatro canales, que sólo pesa algo más de al militar en la colocación de los generadores. ocienta kilogramos y de tamaño muy reducido. El lunes 16 de mayo se etectuó la emisión de humos Ilustramos esta nota éon dos fotograíias, en una de desde las dos hasta las seis, las horas más críticas de la ‘las cuales se ve a un soldado de transmisiones manejanhelada. La tropa permaneció en la región hasta la ‘i’ilti ma hora de la tarde, pero la presentación dé un tiempo más benigno eliminó la necesidad de continuar la ope ración. Un cálculo previo Indicó que el 100 % de la cosecha de manzanas y melocotones se habían salvado, y que las ciruelas, peras y cerezas habían sido afectadas tan solamente un poóo por la helada., estando ai’in aprove chables. Al hacer un resumen de la operación el Coronel Bode, Jefe del Campo Militar de Pruebas de Dugway, dijo: “Estarnos muy contentos de haber prestado tal servicio a la población civil de este territorio, pues además, nos ha servido este trabajo de entrenamiento de nuestras fuerzas bajo condiciones de urgencia”.—Comandante de fnjenieros cte Armamento José Carmona Pérez de Vera. EQUIPO TELEFONICO MILITAR NORTEAME RICANO PAR,A LA TRANSMISION DE DOCE CO MUNICACIONES SIMULTANEAS POR UN. SOLO CABLÉ.-(De la publicación norteamericana Mee.’ Po pular).—El Ejército norteamericano ha comenzado a uti lizar un equipo telefónico, ,proyectado y construído por la “Beil Telephone”, que hace posible el establecimien to d doée’ comunicacionés simultáneas por un solo ca do una unidad. repetidora o amplificadora de potencia y mostrando la otra una serie de terminales trabajando en acoplamiento, a fin de lograr una red coñ un alcance de hasta, 1.600 kilómetros.—Comandante Ory. EL TRACTOR FRANCES “BERLIET T-iz”.-(De, la. publicación, norteamericana Meç. Popular).—El Ejército francés acaba de someter a pruebas un nuevo tractor semiremolque, impulsado por un motor de ga solina de doce cilindros y 450 caballos de fuerza, cuya den ominación es “Berliet T-12”. Este vehículo pesa doce toneladas y puede transpor tar una carga útil de cien, a’ alta velocidad y a grandes distancias. La fuerza del motor se transmite, mediante diferen ciales especiales, a las ocho ruedas que tiene el vehículo. El “T-12” ha sido construído por la fábrica francesa de automóviles “Berliet”,’ con vistas a que puede moverse en condiciones de ‘marcha relativamente difíciles.’ Comandante Ory. ‘ ‘ ble, utilizando diferentes frecuencias para cada una de ellas. Parte importante de este equipo son unos repetidores o amplificadores que, colocados a lo largo de la línea, a intervalos convenientes, refuerzan’ las señales débiles y proporcionan a cada unidad un alcance de 320 kilóme tros; con la posibilidad además’ de unir varios sistemas entre sí, formándose de este modo una red que puede cubrir hasta unos 1.600 kilómetros. El equipo’ está preparado para resistir la duras condi ciones de la vida de campaña, constituyendo unidades en forma de maleta, de tamaño y peso reducidos (gracias’ a la utilización de piezas muy pequeñas), que uno o dos soldados pueden manipular perfectamente. Otro compo 69 LOS PACTOS DE DEFEN SA DEL “BLOQUE OCCIDEN TAL”.—La constante amenaza de una agresión soviética ha llevado a los países del mundo libre, tam bién llamados —bastante impro piamente— del “Bloque Occideri tal”, a establecer pactos de mutua defensa, La Prensa recoge frecuentemen te la actividad de los órganos rec tores de estos bloques de naciones y, por eso, resulta interesante el gráfico que reproducimos, que aparece en el “Europaisches Wor. terbuch” (Diccionario Europeo), del Dr. Grosse, ya que deja ver no sólo la composición de estas agrupaiones defensivas, sino la interdependencia entre ellas, a través de las naciones que se han incorporado a más de una. Sólo hacer notar, como fácilmen te lo ádvertirán nuestros lectores, la ausencia en el gráfico del “Blo que Ibérico” suscrito hace varios años por España y Portugal que e además, pacto de hermandad entre nuestros dos pueblos ved nos.—E. de O. EFECTOS DE LA EXPLOSION vista Militare). ATOMICA SOBRE EL MATERIAL. (De la publicación itaIitna Ui- DAÑOSORIGINADOS ENLOSMATERIALES DEMAYORINTERESMILITAR PORLAEXPLOSION A UNAALTURA DE (600 a 700m+s.)DEUNARMAATO MICACONVENCIONAL DE(20KT.) o 1000 500 15 O 2C 250 ARTILLERÍA — -__ — —. i1 DEPÓITOTALifMCENES — CÁRif OSDECOMBATE PE&4D05 Y4fEDIOS’ - 3000 metros — — - RADARYMATERIAL ELECTRÓN/CO A(JTOVEHÍCULOS’ . CON8TR(JCCIONE.S’ DEMOR/JICÓNAÑ/4ADO METÁLICAS’ PE8ADA$ LIGERAS’ - — DAQSGraves DE ,$IAMPOSTERIA BARRACONES’ DE MADERA - ‘ Cons/c1erbIe4’ AVIONES’ ENELSY/ELO iiLigeoó’ 13L HELICOPTERÓ LIGERO FRANCES “DJINN” El ingeniero francés Laville ha proyectado un helicóp tero, que ha sido construído por la “SNCASO” (Soc. Na cional de Coñstrucciones Aeronáuticas del Sudoeste), con la denominación “SO-1221, Djinn”, y que está ha mado a alcanzar una gran difusión en el campo militar, dadas sus excelentes características, a las que une una apreciable sencillez de construcción y gran economía. Es más, su gran maniobrabilidad, incluso a velocidad reducida, permiten su empleo en combinación con un camión ligero, fórmando así una unidad móvil de ob servación y reáonocimiento, cuyas posibilidades milita res fácilmente se comprenden. La extrema simplificáción de su construcción y su funcionamiento excelente han sido logrados como con secuencia del principio en que se funda el accionamien to del rotor principal, que permite la eyócción de aire a presión por las puntas de las palas. Este aire compri mido es suministrado por un generador Turbomeca “Pa louste”, habiéndose eliminado todos los engranajes y embragues normales, que originan un notable aumento en el coste y un mayor peso. La estructura del fuselaje es de tubos soldados, con una protección de plexiglás para la cabina, en la que se pueden alojar dos personas. Su extrema ligereza, junto con el elevado rendimiento de su turbina, hacen que el “Djinn” pueda levantar una carga superior a su propio peso. En cuanto a su costo, frente al del helicóptero norte americano más económico, que es de 32.000 dólares, el “JDjlnn” viene a costar aproximadamente unos 15.000. Las principales características del “Djlnn” son: Motor turbina Turbomeca “Palouste” de 250 CV.; peso en va cio, 310 kgrs. y total, 700 kgrs. Autonomía, con 250 u tros de combustible, 2 horas y 21 minutos; velocidad má xIma, 121 km/hora y de crucero, 100 km/hora, Se cons truye ya en serle. El “Djlnn”, además de misiones de observación, puede realizar igualmente cometidos de enlace, evacuación de heridos, rescate, corrección dl tiro de artillería, etc., y, en el orden civil, lucha contra incendios, patrullaje de tipo policial y transporte privado, como más principa les.—Comancjante Ory. LOS COHETES EN LA FOTOGRAFIA DE GRAN DES EXTENSIONES TERRESTRES. (De la publi cación norteamericana Pop. Mechanics Magazine) .—Re • cient’emente y en los Estados Unidos, valiéndose de una cámara tomavistas instalada a bordo de un cohete “Ae robee” ha sido posible obtener la fotografía de la más extensa zona del globo terrestre jamás fotografiada, des de un punto determinado y simultáneamente: 3.172.750 kilómetros cuadrados, es decir, más de cinco veces la de la Península Ibérica. La cámara tomavista instalada en el “Aerobee” actuó a la altura de 160 kilómetros impresio nando una película cinematográfica de 18 mm. con 310 vistas de la zona, con las cuales un grupo de científicos del •Laboratorio de Investigaciones Navales de Wáshington, tras un paciente tra bajo, sobre una amplia mesa, compu sieron la fotografía en cuestión, cuya reproducción ilustra esta nota. El horizonte de la fotografía se ex tiende a una distancia de ‘aproximada mente unos 4.500 kilómetros, desde Omaha y Nebraska hasta el extremo inferior del Golfo de California en Mé xico. Aparece en la fotografía todo el estado de Texas y parte de otros nueve estados. Por cierto que también recoge un huracán —el primero en ser foto grafiado en su totalidad— que pasaba en aquel momento sobre Texas y me día unos 1.600 kilómetros de diámetro. Este dato es sumamente curioso, por que aquel día el viento superficial que 71. hacía en Texas era del Oeste y tenía una velocidad flor mal en tanto mucho más arriba pasaba el huracán. El cohete “Aerobee” en cuestión fué disparado desde el Campo de Pruebas de White Sands, en Las Cruces, en Nuevo México. Este cohete es un arma de 6,10m. de longitud por 38 cm. de diámetro, que está propulsado por un motor de combustible líquido, que para su lan zamiento es reforzado por el empuje de una unidad re forzadora de combustible sólido. Una moderna versión de este cohete es el denomina do “Aerobee-Hi”, de mayor longitud, que es -uno de- los ingenios que se trata de utilizar como satélite artificial. Comandante Ory. ARTE Y MILICIA.— En una. de las salas del Casi no oscense se he. expuesto recientemente una colección de pinturas, y una escultura, realizadas exclusivamente por autores militares. Su pretensión tácita ha sido. pre cisamente, poner en conocimiento del publico en forma tangible, una faceta del “espíritu militar”. De ese espí ritu militar tan complejo y vario, tan sutil y rico de con tenido, que es capaz de proyectarse en planos distintos, dando a cada uno, sedfln el momento, la tónica particu lar que constituye el substrato de la carrera de las ar mas. Esta salida al campo artístico de un grupo de exposi tores militares ha sido una grata sorpresa en cuanto al mérito de las obras presentadas. Unos prestigiosos críticos de rte han enjuiciado las obras en la forma que, extractada por razón de espacio, se transcribe: O Capitán D. Manuel Martín Guerrero: Pintor de personalidad acusada: presenta 17 lienzos, en su mayo ría paisajes. Su. técnica es pastosa. Muy suelto y seguro. Resuelve los verdes con equilibrio y dignidad. A veces, -- - Cuadro del Capitdn D. Manuel Martín Guerrero - 72 Del Comandante D. Lorenzo Cabrera Fontana es sutil por sus acordes tonales, en otras, su pintura es grata y plácida. En sus obras, de estructura moderna, ha conseguido una graduación de planos simples y colores sólidos y alegres dignos de un temperamento sensible a la creación. • El Comandante ID. Lorenzo Cabrera Fontana exhi be tres paisajes y dos rincones. Su obra es personal. En uno de los cuadros —rincón de un pueblo— trastoca la forma para servir la idea estética, entrando de lleno en el movimiento impresionista. Otro —paisaje melancóli co— está más dibujado y uniforme de color. Es una de sus mejores telas. Indudablemente, Cabrera Fontana po see condiciones y temperamento. Su producción es dig na de tenerse en cuenta por la valentía de los trazos y la ágil libertad con que combina los colores. En sus obras se observa, además de los aspectos pictóricos, una sutil concepción interna que revela un alma de poeta. * El Capitán ID. Clemente Jiménez y de León Sotelo cuelga once lienzos. Bodegones y flOres. Pintura de estu dio, resultado de una interpretación sensible y apasio nada. Clemente Jiménez es un caso extraño de afición; hace menos de un año ‘empezaba con unos cuádros tí midos y vacilantes. En unos meses nos ha sorprendido con el. limpio trazado de sus obras, en las que no se sabe si admirar más la flexibilidad de las telas que sirven de fondo o el desarrollo y estudio de las luces en los cacha rros y frutas que componen sus bodegones. ® FI Teniente ID. Sebastián. Almagro Castellanos pre senta varias caricaturas y un dibujo. Su personalidad está en las caricaturas que, recogiendo en sus rasgos hu morísticos las lmnea.sfundamentales de las persones re presentadas, acusan interés con evidente parecido. Don Luis Rodrígiez Lucas, Teniente, expone un retrato en acuarela, muy trabajado. No puede aquilatarse su obra por la u’unicapresentada, aunque se sabe que ha producido más acuarelas, tan buenas y mejores que la expuesta en este certamen. Don Luis Blanco Hernández, soldado, presenta una alegoría sobre la Victoria, modelada en barro y tamaño maqueta. Es de factura realista y ejecución- correcta, siendo asombrosa por la naturalidad de gestos y sobrie dad de realización. Se exhibe,- también por este soldado, un dibujo a lápiz de S. E. el Jefe del Estado, ampliación - Del Capitán D. Clemente ,Jimnez de León de una fotografía aparecida en Ejercito. La falta de ori ginalidad no resta méritos a lo acabado del dibujo. Esta ha sido, a grandes rasgos, la 1 Exposición dePin tura do Autores Militares. Esperemos que la semilla por ella sembrada fructifique en años venideros y que las futuras exposiciones no desmerezcan en valores artísti cos a la recientemente clausurada y siendo de agradecer a las autoridades civiles y militares la Colaboración que prestaron para su realización. Comandante Rey de Pablo. — LOS COLEOPTEROS, SOLUCION FRANCESA A LA IDEA DE LOSAVIONES DE DESPEGUE VER TICAL. (Extracto y adaptación de la publicación fran cesa Science et Vie y de la argentina Revista Nacional de Aerondutica)..—.Es sumamente interesante la aportación francesa a la idea de los aviones de despegue vertical, basada en la aplicación del ala anular, con igual perfil y efectos aerodinámicos del ala comi1n, aunque con la diferencia de que es como si el plano clásico hubiera sido curvado, hasta darle la forma de un anillo. La solución, de por sí interesante por Cuanto supone una reducción notable de dimensiones, presenta además la ventaja de que la citada superficie anular sirve tm bién como pared del estatoreactor que asume la propul sión del aparato. La idea se debe a un ingniero llamado Zborowski y el aparato ha. sido bautizado por su creador con el nombre de “Coleóptero”. El proyecto en Cuestión ha entrado en un avanzado estado de realización, toda vez que ya ha volado un mo delo propulsado con un pulsoreactor y, parece ser, que también otra versión equipada con una turbina SNEC MA “Atar”, de 3.500 Kgrs. de empuje. Por otra parte, en el XXI Salón de Aeronáutica. de París se presentaron tres anteproyectos de coleópteros: Uno de ellos, el “BTZ, Charençon VI”, interceptor tele dirigido para 2.100 Km/hora; otro, el “BTZ, Bruche A”, para 1.100 Km/hora; y, un tercero, el “BTZ, Hanneton III A”, para 600 Km/hora y capacidad para seis pasa jeros. (Las iniciales BTZ, corresponden a “Bureau Tech nique von Zborowski”, es decir, a la oficina técnica del propio inventor). Es decir, que en el ánimo del creador de los “coleóp teros” no sólo está la realización de aviones de despeeue vertical, sino también la, aplicación de su invento a los ingenios teledirigidos. Por lo que respecta a los prime ros, se ha divulgado que los “coleópteros” no Sólo po drán despegar y aterrizar verticalmente, incluso con una carga de importancia, sino pasar del vuleo vertical al horizontal y viceversa, sin necesidad de ningin mecanis mo especial, adoptando en todo momento el piloto la po sición Conveniente, gracias a un asiento pivotante. El dibujo que reproducimos deja ver la disposición ge neral que adoptan los “coleópteros”, en su versión de avión, con la cabina del piloto en la parte delantera y el reactor, aprovechando la superficie anular, en la par te. trasera. Dadas las reducidas dimensiones y peso de este extra ño aparato, se prevé la posibilidad de su utilización en combinación con un camión remolque, que al propio tiempo pueda ser utilizado como plataforma de lenza miento.—Comandante Ory. NUEVO REPETIDOR TELEFONICO DE CAM PAÑA. (De Army Times).—Ea el Laboratorio de Trans misiones del Ejército norteamericano, se encuentra, en fase avanzada de experimentación, un dispositivo, bara to y de fácil empleo, que aumenta el rendimiento de las lineas telefónicas de campaña, al incrementar su alcan ce o distancia a que puede transmitirse, eficazmente, la voz. Se trata de un pequeño y robusto repetidor que cabe en una mano y que, intercalado en la línea con interva los de unos 10 Km., amplía el alcance hasta unos 50 Rl lómetros. Un a vez instalado, el repetidor funciona auto máticamente, sin necesidad de entretenimiento, durante los diez o doce años que se le calculan de vida. El elemento fundamen tal del dispositivo es un dimi nuto transistor, que es el que reduce los efectos de la atenuación de la corriente en la línea y produce, por tanto, el zumento de alcance. El nuevo repetidor es mu73 chísimo más pequeño y ligero que los modelos de la gue rra y postguerra pasada (que estaban constituídos por, múltiples válvulas electrónicas), a los que viene a sus tituir. Está formado por una docena de pequeñas pie zas, integradas en un circuito impreso, recubierto de una envuelta de material plástico que lo protege de la hu medad y suciedad. Su coste es inferior a 30 dólares. Ha sido concebido para prestar servicio, durante años, sin presentar averías, en las duras condiciones de cam paña y, además, consume mucha menos energía que sus antecesores, los cuales precisaban: una batería es pecial de 24 voltios, cuya carga requería la presencia de un jeep, o un pequeño generador, el ruido del cual, al igual que el del jeep, podía ser oído por el enemigo. El repetidor, en su versión de la pasada guerra, se in tercalaba en el punto medio del circuito telefónico, pero no podía ser empalmado a una central para contar con un ulterior incremento del alcance. Ello se ha consegui do en la versión de postguerra, que útiliza quince vál vulas, y puede. ser intercálado en el centro de la línea o en sus extremos, ampliando el alcance, en el caso más favorable, hastá 48 kilómetros. Sin enibargo, para campaña es mucho mejor el nuevo repetidor, a base del transistor, que puede ser ocultado en un árbol y empalmado y desempalmado con facilidad, del cable. En guerra de movimiento, un solo hombre tiende o recoge rápidamente un circuito completo, labor qúe, si’ no imposible, resultaría muy penosa con el an tiguo repetidor, de casi 30 Kg. de peso. El nuevo ha sido recientemente experimentado en el Laboratorio de Transmisiones, en cámaras acondiciona das para averiguar su comportamiento en climas ártico y desértico, y, antes de ser entregado a las Unidades, se rá sometido a las condiciones a que deberá hacer frente en el combate.—Teiviente Coronel Casas. 0 ElConsejoSuperiordeInvestigacionesCientíficas (Síntesis del Capitán del Regimiento de Infantería FUNDACION Y FINES DEL CONSEJO Se fundó en noviembre de 1939. Su finalidad: “Instru mento para que los trabajadores de la inteligencia la boren para el bien común espiritual y material’ de todos los españoles.” Funciones esenciales: Elaborar una aportación a la cultura universal. Formar un profesorado rector del pensamiento his pánico. Insertar a las ciencias en la rparcha normal y pro gresiva de nuestra historia y en la elevación de nues tra técnica. Y vincular la producción Científica al servicio de los intereses espirituales y materiales de la Patria. El C.. S. 1. C. (ronejo Siiperor de Investaciones Científicas) fomenta y nromueve la actividad de centros de invesieecón científica en todos aquellos puntos del territorio nacional en aue las circunstancias han creado un clima arito para su establecimiento o donde se ha considerado conveniente promover afición a la investi eación científica. sobre asuntos concretos Así, el Con sejo ramifica sus actividades por toda P.spaña, sembran do la geo-vrfía de la Nación de Institutos, Centros y Secciones. En la labor de unificación y coordinación de estos esfuerzos se encuentra asistido por una serie de Deleeaciones nue radican en Barcelona, Galicia (Santia. go), Gerona, Granada, Islas Canarias (La Laguna), Las Palmas de Gran Canaria, Navarra, Santander, Sevilla, Valencia, Vizcaya y Zaragoza. El Estado, al establecer el Consejo, le señaló una fi nalidad científica, y es la ciencia española la que, ri giéndose por sí misma, trabaja autónomamente para en- de Pavía a.° 19, &rnardo Díaz-Pinés y Fernández-Pacheco.) tregar a la Nación el resultado de sus investigaciones. De aquí se desprende que la tutela estatal ejercida sobre dicho organismo sea activa, constante y animada del sincero deseo de obtener resultados positivos. REGIMEN DE GOBIERNO Y ECONOMICO DEL CONSEJO — — — — 74 Bajo el patronato del Jefe del Estado, es Presidente nato el Ministro de Educación Nacional, cue lo repre senta. El Presidente efectivo es el señor Ibáñez Martín. Entidades que sirven, para su regulación interior: Ple no, Consejo Ejecutivo y Comisión Permanente. Al Pleno corresponde la orientación, coordinación y estímulo de las investigaciones científicas, con suición a las directrices fundamentales de unidad de la ciencia y servicio del interés nacional. Al Consejo Ejecutivo, el gobierno y la ordenación de la investicación científica en todos sus aspectos, el des arrollo de los planes y orientaciones señaladas en el Pieno, la propuesta al Ministerio de los Vocales de los Pa tronatos, el nombramiento del personal investi”ador, ad ministrativo y subalterno, el régimen de pensiones, be cas, premios, publicaciones, cursos y conferencias de pro fesores españoles y extranjeros, la redacción de presu puestos y su aprobación y la creación y modificación de Institutos. La Comisión Permanente es designada por el Consejo Ejecutivo; a ella corresponde la resolución de los asun tos de trámite y urgentes y la jecución del presupuesto. El C. S. 1. C. está constituído por un Presidente, tres Vicepresidentes, un Interventor General, Secretaría Ge neral y representantes de las T.,Tnivqrsidades,Reales Aça •0 demias, Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliótecas y Museos, Escuela de Ingenieros de Minas, Çaminos, Agró. nomos, Montes, Industriales, Navales, Arquitectura, Be llas Artes y Veterinaria, Así como representantes de la Investigación Técnica del Ejército, de la Marina, de la Aeronáutica, de las Ciencias Sagradas, del Instituto de Estudios Políticos y de la Investigación privada. El Consejo se relaciona con varios. Ministerios por medio de distintos Institutos. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas tie ne plena personalidad jurídica para la reali7ación de sus propios fines, y puede, en consecuencia, adcjuirir, ad ministrar, gravar y enajenar toda clase de bienes y, en ceneral, realizar todo acto jurídico de carácter. pa trimonial. Por distintos cauces llegan al Consejo sus ingresos or dinarios: Las asignaciones que figuran en los presupues tos, generales del Estado y subvenciones del mismo y de Corporaciones, Asociaciones y particulares; el produc to de lá venta de publicaciones y trabajos de sus Ins titutos y Centros; recaudación por cualesquiera otros ser vicios propios; herencias, legados, fundaciones, dona tivos en sil favor, etc., etc. Las sumas invertidas desde su fundación son las si guientes (1): (1940) 3.195.500, (19411 4.448.730, (1942) (1943) 10,423.090, (1944) 12.015.640, (1945) 14.015.640, (1946) 33.915.640, (1947) 40.915.640, (1948) 43.015.640, (1949) 55.791.640,’ (1950) 65.941.640, (1951) 85.941.640 (1952) 104.085.250, (1953) 104.085.250.Total en trece’ años: 571.131.830. El crecimiento de sus ingresos económicos obedece al, ritmo ascensional del mmero de sus centros de trabajo y de investigación. Los veinte centros del principio se convirtieron en 141 Instituciones en 1953. Naturalmente, én los dos años siguientes y en ‘el actual ha aumentado ‘extraordinariamente tanto su presupues to como la creación de nuevos centros, todo en’ con so nancia’ con el carácter de sus actividades, toda vez que una empresa de tan gran ambición, una obra de’ tan gÑndes realidades y perspectivas, necesita un régimen económico apropiado a su naturaleza y desarrollo. dicina y Biología Animal, y Alonso de Herrera, de Biolo gía Vegetal y Ciencias Agrícolas. La Matemática, la Física, la Química y la Astro nomía tienen su asiento en el Patronato Alfonso el Sabio. Lo constituyen 17 Centros. El Patronato Juan de la Cierva tiene como misión la investigación de carácter técnico e industrial, de acuer do con las directrices fundamentales de unidad de la ciencia y servicio del interés nacional. Cuenta con vein te Institutos o Centros. Los estudios e investigaciones locales se agrupan en torno del Patronato José María Quadrado, que coordi na la5 actividades de los distintos Centros existentes por toda la nación. Y, por último, integran el Patronato Diego de Saave dra Fajardo aquellos Institutos y Centros dedicados a los estudios geográficos y bibliográficos, junto con otros que tienen como Contenido de estudio e investigación te mas que afectan a más de uno de los Patronatos deI Consejo. De este modo, y en grado ascendente, va extendiéndo se por todo el ámbito nacional la actividad cultural del Consejo, que, a la par que ayuda y tutela, sirve de es tímulo y acicate en el progreso de todas las ramas del sa ber, pudiéndose afirmar que no hay ningún resorte que no sea tocado por dicho Organismo. ‘ . OROANOS DE INVESTIOACION Para la mejor realización de la tarea encomendada, el Consejo ha creado una serie de Patronatos que llevan el nombre de figuras relevantes de la ciencia española. El C. 5. 1. ‘C. cuenta, para sus fines de investigación, con ocho Patronatos, oue tutelan más de 140 Institutos o Centros desparramados por toda la Nación. Las ciencias del espíritu están representadas por trein ta y un Centros, agrupados en los dos Patronatos si guientes: Patronato Raimundo Lulio, especializado ei Ciencias Teológicas, Filosóficas, Jurídicas y Económicas, y Patronato Marcelino Menéndez Pelayo, de Historia, Filosofía y Arte. Las ciencias biológicas, por 37 Centros, integrados den tro de dos Patronatos: Santiago Ramón y Cajal, de Me‘ BIBLIOTECAS En lo que atañe a este aspecto, cuenta el Consejo con la Dirección Bibliográfica y un Servicio de Cambio Científico Internacional. En el edificio Central del Consejo, Serra no, 117 (Madridl se halla instalada la ‘Biblioteca Gene ral, la cual actúa como Centro coordinador de las res tantes bibliotecas especiales distribudas por los Institu tos. El n”mero de ejemplares que puede tener se acerca a los 700.003. En la actualidad contiene más de 100.000 y cerca de 1.500 colecciones de revistas. La’s bibliotecas especiales se acomodan necesariamen te a los fines peculiares de lbs organismos que las al bergan. Su fondo bibliográfico se calcula en más de un millón y medio, y un total de más de 15.000 colecciones de revistas. Con la Biblioteca general y las numerosas especiali zadas, el Consejo pone a disposición del estudioso toda una serie de medios necesarios para su orientación y estudio. SERVICIO DE .DOCUMENTACION CIENTIFICA En mayo de 1951 fué creado este servicio, cuyos fines son: Recoger, clasificar y seleccionar, del material ciue re cibe el Consejo, todas las informaciones o datos so bre la vida universitaria mundial. Congresos, actos, sesiones c,ientíficas y actividades uni versitarias. ‘Nombramientos o cambios de las principales perso nalidades científicas. Nuevas leyes relativas al campo docente. Creación de nuevos Centros Universitarios o de En señanza. — — — — (1) Sekabia del Consejode Investigaciones Científicas. No confun dir con el 1. N. L—(N.de laR.) — 75 — — esarrollo de la :vida estudiantil. Estadísticas universitarias, etc., etc. CAMBW INTERNACIONAL Desde que se constituyó el Consejo, se tuvo en .cuenta la ob1íación de establecer contacto con el extraniero, ya que por su naturaleza y fines este organismo necesi taba relacionarse con la investigación científica de otros paises. Ineludible necesidad que vino a cumplir la sec ción denominada Cambio Internacional, a la que se en comendó el m.ntenimiento de contacto con los medios científicos del exterior. Se mantienen cambios con unos tres mil organismos. En especial, existe una intensa relación con los RE. UU., país en que hay intercambio con aproximadamente 300 Centros; con 240, en Italia; con 250, en Argentina; con 150, en Portugal; con 97, en Bélgica; con 40, en Suecia. Entre la Biblioteca General y las bibliotecas de los diversos Institutos, distribuye la sección de Cambio In ternacional unas 5.250 revistas, mímero al que hay que añadir los recibidos directamente por algunos de estos Centros, en virtud, como dijimos, de acuerdos indepen dientes. El Consejo recibe también, pqr medio de este sistema, más de 18.500 publicaciones no periódicas. RELACIONES CON EL EXTERIOR Otro de los aspeótos al que el Consejo concede aten ción particular. es el de los viajes a España de investi gadores extranjeros, a los que se invita para desarrollar actividades en los Institutos. Estas invitaciones obedecen a un plan de trabajo previamente formado por distin tos Centros que dependen del Consejo, y para cuyo des arrollo se precisa la colaboración de investigadores es pecializados de otros paises. Con este objeto han estado en España detacadísimas figuras de la investigación extranjera: Premios Nóbel, científicos de reconocida autoridad en su campo de actividad, profesores, etc., en numero tai, que harían interminable su relación. Como muestra de esta intensa colaboración extranjera, men cionamos a los 135 profesores extranjeros que, unos en su calidad de consejeros de honor y otros como repre sentantes de los centros de investigación y Universidades de otros países, asistieron a los actos conmemorathos del X Pleno del Consejo y que constituyeron una de las más brillantes representaciones que haya podido re unirse de las más destacadas personalidades de la Cien cia universal. La participación de España en los Congresos Inter nacionales va siendo cada día más numerosa. Ya no es posible ninguna reunión científica sin que la investira ción española deje de concurrir a ella, no sólo para ha cer un acto de presencia, sino también para aportar sus comunicaciones. Personalidades españolas han concurrido y concurren a centros de investiración de los países siguientes: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Hungría, Irlanda, Portugal, Suecia, Suiza, Argentina, Brasil, Canadá, Cuba, Estados Unidos, Méjico, Puerto Rico, Santo Domingo, Venezuela y de- 76 más Repflblicas americanas, Filipinas, Israel, apón y Marruecos Francés. El número de estos pensionados es como sigue: En 1940, 3; en 1941, 8; en 1942, 51; en 1943, 72; en 1944, 39; en 1945, 70; en 1946, 105; en 1947, 49; en 1948, 38; en 1949, 118; en 1950, 104; en 1951, 183; en l9.2, 179, y en 1953, 117. La sección de Cambio Internacional es la encargada de gestionar la admisión de los investigadores españoles en los centros en que desean ampliar sus estudios, a] mismo tiempo que pbne a disposición de los interesados la debida información de aauellos lugares de trabajo donde van a ser destinados. Referente al intercambio de investigadores, aunque presenta grandes dificultades, por el mbmento, se lleva a la práctica con la Universidad de Ben y Lovaina, En tish Coundil, Escuela Superior Técnica de Munich, Uni versidades de Góttingen y Pavía y algunos otros Centros. PUBLICACIONES Las publicaciones del Consejo han extendido, en estos iíltimos años, el campo espiritual de la vida española. Lo que representa en el ámbito deja ciencia, en el vasto territorio sin fronteras de la cultura, puede atestiguar lo la gran difusión que alcanza el “Catálogo de Publi caciones” y el “Boletín Bibliográfico”, reclamado por casi todos los países del mundo. El “Boletín Bibliográ fico”, concretanaente, en su tirada mensual de más de 50.000 ejemplares, se solícita y difunde por las siguien tes naciones: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Es cocia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Inclaterra, Irlanda, Italia, Noruega, Portugal, Grecia., Suiza, Ca nadá, Estados Unidos, Palestina, India, Turquía, Egip to, Filipinas, Japón, Argentina, Bólivia, Brasil, Colore bia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Méjico, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Puerto Rico. El Salva dor, Uruguay y Venezuela. Sunian las publicaciones, en trece años, 1.609 títu1os,, sin contar los que los Patronatos han editado por su pro pia cienta. Complemento de estas obras son las 121 re vistas periódicas que edita el Consejo. Estas están a car go de los ocho Pacronatos, del siguiente modo: Raimun do Lulio, 17: Menéndez Pelayo, 22; Ramón y Cajal, 17; Alonso de Herrera, 7; Alfonso el Sabio, 8; juan de le Cierva, 10; José María Quadrado, 27, y Saavedra Fa jardo, 12. Merece especial consideración la revista gene ral “Arbor”, que reéoge en su plena síntesis humana y doctrinal los temas cultivados por todos los Institutos y que, al mismo tiempo que constituye una fuente infor mativa de los movimientos culturales extranjeros, es el ndice de la vida cultural española. PREMIOS DEL CONSEJO Cada año se abre convocatoria para los premios siguien les: Uno para Letras y otro para Ciencias, denominado “Francisco Franco”, de 50.000 pesetas cada uno. Tres para Letras: “Raimundo Lulio”, “Antonio de Nebrija” y “Luis Vives”, de 20.000 pesetas cada uno. Tres para Ciencias: “Alfonso el Sabio’, “Santiago — — — . amón y Caja1’ y “Alonso }errera’, de 20.óóÓpe setas cada uno. Cuatro premios “Menéndez Pelayo”, para las Letras, de 5.000 pesetas cada uno. Cuatro premios “Leonardo Torres Quevedo”, para las Ciencias, de 5.000 pesetas cada uno. Dos de 40.000 pesetas cada uno, concedidos por el Patronato Juan de la Cierva. Dos de 20.000 pesetas cada uno concedidos por el mismo Patronato. Resumiendo: desde 1941 al 1951 han sido concedidos 18 premios “Francisco Franco”; de Letras y de Cien cias; 60 de Letras, 41 de Ciencias y 21 de investigación Técnica; en total, 140, teniendo en cuenta que hubo con vocatoria en que quedaron premios desiertos. Los tribunales para la concesión de los mismos han estado integrados por unos 110 miembros, 10 por con vocatoria (5 para Ciencias y 5 para Letras), sin que has ta la fecha se haya repetido ningún nombre, con arre glo a un criterio deamplia y abierta renovación eñ cuan tas convocatorias se han anunciado para la concesión de estos galardones. tranj eras, sin olvidar el concurso perm anene de los nu merosos hispanistas repartidos por todo el mundo. — — — — COLABORADORES E INVESTIGADORES Existen plazas de colaboradores e investigadores con óptimos resultados. Desde 1946 hasta 1951 se cubrie ron 77 plazas de los primeros y 14 de los segundos. Ade más, fué creada en 1944 la Escuela de Estudios Auxilia res de la Investigación, con secciones bibliográficas y de idiomas y de técnicas biológicas, físicas y químicas. Es ta Escuela se encuentra en la calle Manrique, cerca del grupo principal del edificio que el Consejo tiene en Madrid. • LA CIUDAD DE LA INVESTIGACION Por toda Epaña tiene el Consejo distribuidos suS Ins titutos, sus Centros de trabajo. En Madrid, al final de la calle de ‘Serrano, desde Pinar a la plaza de la Re pública Argentina, se halla levantada una auténtica ciu dad de la investigación. El grupo principal lointegran: la iglesia del Espíritu •Santo; el Edificio Central, sede de distinsas Instituciones; la Biblioteca General, y di ferentes pabellones donde se alojan diversos Institutos de la Investigación. DEL13GACIØNES DEL CONSEJO EN ROMA Los Ministerios de Asuntos Exteriores y Educación Na cional, conjuntamente, establecieron en Roma una De legación del Consejo Superior de Investigaciones Cien tíficas, con la finalidad de continuar las tareas de la ciencia y de la investigación española en la Ciudad Eter na, desarrollando ordenando la labor de los investi gadores españoles en Italia, puØiendo decirse que ha quedado cristalizado en lo que hoy es ya realidad cien tífica, conseguido por la actividad de sus diferentes sec clones de investigación. COMENTARIOS EXTRANJEROS EL CONSEJO SOBRE Ha habido numerosos y valiosos comentarios sobre la obra del Consejo. Traemos, como final,, algunos que, por ser de personas relevantes y de talla mundial en el cam po de la investigación, nos han honrado con sus since ros elogios. El doctor Waksman, descubridor de la estreptomici EL CONSEJO. Y LA UNIVERSIDAD na, ha dicho: “La labor desarrollada por el, C. 5. 1. C. Dado el carácter nacional que tienen los Institutos del es de gran importancia. Ha promovido el interés por la Consejo, ha podido favorecer el florecimiento de centros investigación en España y ha cimentado las buenas re investigadores en las distintas Universidades españolas. laciones entre los científicos nacionales y extranjeros.” Elprofesor Otto Hans, Premio Nóbel de Química, dijo: Estos centros, llamados Departamentos, Escuelas y Sec “Lo. Institutos del Consejo dan una muesrra de la ciones especiales, se reparten por todo el solar hispano importancia que en España se concede a la Física en sus y no hay ninguna Universidad que no cuente con vaiios diferentes ramos. Investigadores de solvencia reconoci de ellos, cumpliendo así con uno de los postulados más da trabajan en ello, lo que, sin duda, ha de ocasionar importantes del Consejo. nuevos y repetidos éxitos sobre los ya conseguidos.” El profesor Adrian, Premio Nóbel de Medicina, ha dicho: “El C. 5. 1. C. es un organismo completílsirno, CURSOS ESPECIALES DE ENSEÑANZA pues abarca todas las ramás del saber. La labor des arrollada en estos diez años es francamente interesante.” En los meses que la Universidad cierra sus puertas, Y, como. final, citaremos las palabras de otro Premio se multiplican los cursos especiales e intensivos, en los Nóbel de Química, profesor Peter Deybe: “Al volver que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas otra vez a España, he notado una transformación ini juega un importanté papel. Más de un centenar de ca presionante de los laboratorios físico-químicos. Al mis tedráticos y especialistas en diversas materias han in mo tiempo, me ha producido grata sorpresar el descu tervenido en estas actividades, y más de 4.003 alumnos brir las magnificas instalaciones científicas creadas por procedentes de todas las partes del mundo han concu el Consejo.” rrido a ellos, figurando entre los matriculados profe En cuanto a la Prensa científica de todo él mundo, sores, diplomáticcis, escritores, etc., etc. Para la realiza son’ unánimes los elogios sobre la labor desarrollada. In ción de estos cursos, el Consejo cuenta con la colabo terminables ejemplos podrían presentarse de cuanto se ración y ayuda de diversos organismos oficiales y con dice y comenta sobre los Centros de Trabajo del Con la difusión que de ellos hacen diversas instituciones ex- sejo. La fatuidad soviética Por Stewart AIsop, comentarista internacionai.—Publicado en “The Saturday Eve ning Post”, semanario norteamericano. (Síntesis del Comardante Arechederreta.) LO QUI3 PUEDE LA PROPAGANDA TOTALITARIA Los rusos son, en general, gente simpática y cortés, pero están convencidos de su superioridad en el aspec to social. Esta presunción extremada es un fenómeno muy importante, poree el ruso no sólo se comporta como si fuera superior, sino que realmente cree que lo es. Los soviéticos creen sinceramente que su sistema es superior. Creen que los escasísimos progresos que han hecho desde la terminación de la G. M. II han dejado muy atrás a los paises capitalistas. Creen, igualmente, que la Unión Soviética, el país en que son más agudas las diferencias de clase, es la sociedad más igualitaria del mundo; están sinceramente convencidos de que sólo las “democracias populares” son amantes de la paz. Y creen, finalmente, que los Estados Unidos están regidos por un pequeño grupo de belicosos capitalistas que opri men sin piedad a las “masas laboriosas”. Pero si se piensa detenidamente en la cuestión, la cosa no es sorprendente. Suponed que en los Estados Unidos existieran solamente dos periódicos omnipoten tó y llamadlos “La Verdad” (“Pravda”) y “Las No ticias” (“Izvestia”). Suponed, además, que los restan tes periódicos provincianos se limitan a reproducir, li teralmente, cuanto aparece en “La Verdad” y “Las No ticias”; que todos los demás medios de difusión (radio, televisión, revistas, libros, películas, obras de teatro) re pitan continuamente, ampliándolas, las versiones de aquellos dos periódicos. Suponed, finalmente, que todo el mundo supiese que era peligroso decir, y aun pensar, cosa distinta de lo publicado por “La verdad” y “Las Noticias”. ¿No aca baría la mayoría de los norteamericanos por creer lo que tan exclusiva e insistentemente se lés dijera? Indu dablemente que siempre existiría una minoría de escép ticos, pero seguro que sería muy pequeña. LA VISION SOVIETICA DE LAS COSAS NO PUEDE SER LA OCCIDENTAL Algunos visitantes de la Unión Soviética cometen el error de creer que los soviéticos pueden ver “con sus propios ojos” que la experiencia comunista es un fraca so. Se olvidan de que los ojos soviéticos no ven las co sas como los occidentales. Hasta los ojos occidentales se “acomodan” muy pron to, en cierto modo, a la visión soviética. Yo pasé en Le ningrado las primeras veinticuatro horas de mi visita, ciudad que, generalmente, es considerada la ciudad rusa más agradable. ¡Se me cayó el alma a los pies! Su an biente desanimado y poco acogedor, los muros agrie tados de sus edificios, la fealdad de los vestidos de las 78 mujeres, el gusto deplorable de los escasos edificios nue vos y el gesto cerrado de los rostros que vi, me llenaron de una sensación de agobio. Conforme pasó el tiempo y fui visitando otras ciu dades, cada una me pareció menos fea y más pasadera que la anterior. Al salir de Rusia estuve otras veinticua tro horas en Leningrado, y me asombró recordar retros pectivamente la sensación desagradable que sólo unas cuantas semanas antes me causara. ¡Después de todo, Leningrado mie parecía una hermosa ciudad! Si puede pasarle eso a un visitante, figuraos lo que le ocurre a un ciudadano soviético que no tiene más base de comparación que su propia experiencia. Desde nues tro punto de vista, el ciudadano soviético tiene una die ta monótona, está mal alojado, su ropa es de mal gusto, carece de libertad y es ignominiosamente explotado por el Estado. Pero desde el suyo, está mejor alimentado, alo jado y vestido que nunca. Y desde la muerte de Stalin, se ha mitigado mucho el miedo que tenía a la Policía. AUN tIÁY “RESISTENTES” UNION EN LA SOVIETICA Seria tonto suponer que todos los ciudadanos soviéti cos están completamente satisfechos con su régimen. Muchos no lo están, ni mucho menos, como tuve oca sión de enterarme personalmente. Aun cuando hay ciudadanos esi la Unión Soviética que odian el régimen, y aunque muchos periodistas y diplomáticos han sido testigos de casos de insatisfac ción y de resistencia, nadie medianamente responsable puede creer que un levantamiento podría derrocar a los comunistas. Y aunque, evidentemente, los soviets nos muestran lo mejor que tienen, no es difícil para el visitante ver, por ejemplo, en Moscll, los barrios pobres con sólo andar unos minutos en cualquier dirección, o comprobar en el comercio que el ciudadano soviético paga 403 dóla res (1) por un traje de segunda mano y dos por un tro cito de una carne inidentificable. Desde luego, el visitante que, como yo, no habla el ruso, ha de servirse de un intérprete; pero si tiene el debido espíritu observador, puede captar lá diferencia entre un hombre que repite maquinalmente las respues tas y el que cree realmente lo que dice. (1) En un artículo posteriormente publicado (WAR OR PEACE, del Juez del Tribunál Supremo de los EE. UU.Mr. Wilian O. Douglas, apa recido en «Look» deI 15-1 -56) el autor, que parece muy objetivo, dice que el precio de un traje completo «nuevo» en Rusia es de unos 145 dó lares, por lo que l afirmación de Alsop no concuerda con ls precios, muy elevados desde luego, pero no tan desorbitados, que en Rusia han encontrado otros visitantes recientes. IMPORTANCIA DEL CONDICIONAMIENTO PSICOLOOICO Estoy Convencido de que la fatuidad de los soviéticos no es sólo superficial. Estoy seguro de que, en general, esta, generación, nacida, entre las miserias de la guerra, totalmente ignorante de lo que realmente pasa en el resto del mundo, y que presencia una mejoría lenta, pero continua, del único nivel de vida que conoce, compar te su convicción de la superioridad del régimen comunis ta y del ‘inevitable triunfo final soviético. La gente más vieja puede tener sus dudas; pero si las tiene, no lo demuestra, y parece más bien creer lo que le dicen que crea, si no con pasión, por lo ihenos, como una reacción condicionada, automática. Del mismo modo que Pavlov enseñó a su perro a ba bear cuando oía ,la campana, los soviets han im buido en sus ciudadanos la convicción de que la gue rra, cualquiera que sea, sólo puede venir como conse cuenca de la agresión capitalista, y que los “perturba dores de la paz” deben ser castigados con una inexora bilidad proporcioxiada a la magnitud de su crimen. El Ejército Rojo podría ser desencadenado mañana sobre la Europa occidental, millones de Mischkas respon derían a la llamada a las armas contra el incalificable agresor capitalista. Pero esas reacciones condicionadas del ciudadano so viético tienen también una importancia enorme en tiem po de paz, ya que es un arma preciosa ‘en la batalla de la producción que los rojos han planteado a Occidente. Es innegable que el ritmo del desarrollo económico so viético es decididamente superior al occidental; Una de las razones es que es más fácil progresos porcentuales mayores, partiendo de una producción baja, que de una alta. Cuando se visitan las fábricas soviéticas se descu. bre otra. El obreró soviético trabaja cuarenta y ocho horas se manales, y tiene asistencia médica gratuita y un perm so anual de vacaciones. Pero en todos los demás aspec-. tos, el Estado le explota de un modo que haría rubori zarse al capitalista más encallecido del siglo XIX: ni puede declararse en huelga, ni cambiar de lugar de trabajo sin el consentimiento del jefe que abandona; trabaja por un sistema de destajo que los Sindicatos obreros norteamericanos repudiarbn hace varias décadas y, sobre todo, está tan mal pagado, qúeuna parte sustan cial de su producción puede ser reinvertida por el Estado en la adquisición de bienes de producción. Es decir, los obreros soviéticos son explotados para fomentar el desarrollo de la industria pesada y la pro ducción de. armas y para aumentar el poder del Estado soviéticó. Pero no se dan cuenta de ello y, por tanto, no parecen sentir la explotación. He hablado con do cenas dé ellos, elegidos al azar en las diversas fábricas que visité.. Todos me dijeron que en los últimos años habían mejorado mucho en su situación económica y, con un entusiasmo infantil, me hablaban de sus nue vas ñiáquinas (copias de modelos norteamericanos e ingleses), y de cómo sus fábricas supéraban las “cuotas” que los planes estatales les habían fijado, y al hacerlo, les permitían cobrar premios de superproducción. El hecho innegable es que la Unión Soviética tiene uña enorme cantidad de mano de obra laboriosa y discipli nada que puede ser explotada én beneficio del Estado de un modo absolutamente inimaginable en Occidente. LA OPRI3SION DEL AMBIENTE’ COMUNISTA Como casi todos los occidentales que han visitado la Unión Soviética, yo también sentí una extraña opre Sión y desasosiego duÑnte las semanas que pasé allí. No sé a qué atribuir esa sensación, porque la gente era cortés y amistosa, y en Rusia se pueden ver cosas ma ravillosas. Al repasar mis recuerdos creo que el fenóme no se debió, en parte, a las dificultades que la profesión periodística ofrece en Rusia. La vida allí es completa mente diferente a cuanto conocemos, y es casi imposible transcribirla para el lector norteamericano. Es un poco como si un animal terrestre se las hubiera arreglado pa ra vivir en un lugar donde no hubiera aire, la poca luz existente se refractara de tal modo, que todo pareciera diferente y la fuerza de la gravedad quedara también neutralizada en parte. Sería fácil informar que Rusia ,es un gran suburbio habitado por gente que vive en una abyecta miseria. Desde luego, hay. muchos feos suburbios en Rusia, y mucha gente que vive en la miseria, pero el ciudadano medio soviético no lleva una vida miserable, incluso si la comparamos con nuestro nivel de vida. Lleva, eso sí, una vida extraordinariamente monótona, de disciplina da mediocridad, que sólo se. interrumpe cuando una vez al año se le permite, en vacaciones, sustraerse al aburri miento durante algún tiempo. ¿IMPONDRA EL COMUNISMO SU MDIOCRIDAD AL MUNDO? La mediocridad es, indudablemente, la característica de la vida soviética. El sistema es incapaz de producir belleza alguna. En Rusia hay muchas cosas bellas,, desde el ballet hasta las impresionantes colecciones de obras de arte de Ermitage, en Leningrado; pero esas cosas bellas las produjo el régimen zarista. Con la sola posible excepción de la música, cuanto el régimen comunista ha producido, desde los lamentables vestidos estampados hasta la decadente arquitectura, pasando por la pesa da literatura comunista y por el arte (también “contro lado”) es frío, mediocre y sin imaginación. La atrac ción magnética que este sistema, profundamente anti intelectual, ejerce sobre muchos’ intelectuales occidenta les, es una ironía de los tiempos, sólo comparable a la atracción que un sistema que tan despiadadamente ex plota a los obreros’ ejerce sobre muchos trabajadores oc cidentales. Un sistema que sólo produce mediocridad y prosaísmo en una escala jamás conocida en la historiá de la Hu manidad, podría sér juzgado como un miserable fraca so’ que no puede representar un peligro real para los valores de Occidente. Pero no hay que olvidar que en. las esferas que determinan el poder real del Estado, el sistema soviético funciona notablemente bien. Y esta es otra razón, sospecho yo, que explica la sensación ‘de opresión y desasosiego que muchos occidentales sienten cuando están en la Unión Soviética. Porque puede ser 79 que su subconsciente les diga, y ellos se resistan con todo giin Gobierno occIdental podría Imponerlo a su .ué su ser a aceptarlo, que ese modo de vida monótono y bios sin ser derribado. Pero en vez de pensar siquiera en absolutamente extraño a su modo de ser pueda repre derribar a su Gobierno, los ciudadanos soviéticos, espe sentar el futuro: que nuestros hijos y los hijos de nues cialmente los jóvenes, están fatuamente convencidos de tros hijos pueden realmente tener que vivir dentro de que el sistema que tan despiadadamente les explota es la misma disciplinada mediocridad el mejor que existe. Porque la economía industrial soviética, en acelera En resumen, los soviets han enseñado a sus ciudada do ritmo de expansión, está produciendo los instrumen nos a amar sus cadénas, o, por lo menos, a no darse tos del poder estatal—especialmeñte las complejas y ca cuenta de que las llevan. Por esto es por lo que la fa risirnas armas modernas—con gran profusión. La ex tuidad del pueblo soviético, tan estimable por mnchos pansión industrial y la producción de armas se consi otros conceptos, es un fenómeno peligroso. La fatuidad guen, como ya decíamos anteriormente, a costa de los soviética es, en cierto modo, la realización más impor ciudadanos soviéticos, y a un coste tan grande, que nin tante del sistema soviético. Importanciadelanormalizaci6nenlasfuerzasarmadas Por Micheiet.—De la publicación francesa “Revue de Defense Nationale”. (Traducción del Tte. Coronel Pedro SALVADOR.) Es sabido que la normalización, en el más amplio concepto industrial, nació de la necesidad de asegurar la intercambiabilidad dimensional de las piezas mecá nicas más corrientes, tales como las tuercas y tornillos, de manera que el usuario que tuviera necesidad de una de dichas piezas se la pudiera procurar rápidamente en casa de cualquier proveedor. La normalización se ex tendió rápidamente, no solamente a los ajustes y tole rancias, sino también hasta las calidades o caracterís ticas mecánicas de los aceros y diferentes metales y aleaciones, a su composición química, tratamientos, es tructuras, así como a todas las propiedades fisicas y químicas de la mayoría de los productos industriales, extendiéndose todavía más actualmente hasta la bio logía, medicina, agricultura, etc., etc. Todos los proce dimientos de elaboración, fabricación, construcción, pro ducción y experimentación poseen sus normas, cuyo vo lumen crece cada día de manera impresionante. Final menteésta normalización, que comenzó aplicándose dentro de los límites más o menos amplios de cada na ción, es en la actualidad objeto de acuerdo entre los diversos paises, efectuándose revisiones periódicas de di cla normalización por comisiones interministeriales. S1 la normalización que acabamos de citar y que, co nio hemos visto, tiene sus más dilatadas aplicaciones en el orden de la esfera civil, la intentamos aplicar en la esfera militar, observamos que en el aspecto específica mente castrense, es decir, en la instrucción táctica, exis ten unas normas perfectamente definidas y comunes para todas las unidades análogas de una misma arma, múltiplicándose los casos de normalización existentes en dicho aspecto táctico desde los tiempos remotos de la antigüedad. Algo parecido podemos también decir en lo que se refiere a la instrucción del manejo y empleo de los armamentos puestos a disposición de las fuerzas ar madas; y si nos referimos a la adopción y fabricación de modelos de armas empleadas por lós ejércitos, nó es difícil apreciar cierta normalización de las mismas en 80 las diferentes épocas de la historia militar de las na ciones. Sin embargo, en la esfera militar actual, la normali zación puede revestir nuevas y diferentes formas, tanto en lo que se refiere a su objetivo primordial como a su grado y extensión. En lo que se refiere a su objetivo, la normalización no es solamente aplicable a la totalidad de los materiales y aprovisionamientos militares, tales como el armamento, artillería, municiones, vehículos, carros de combate, carburantes, etc., etc., sino que igual mente se aplicará a todos los dominios militares sin ex cepción: organización, cuadros de efectivos y de dota ciones, doctrina, empleo de las armas, avituallamiento, reparaciones, evacuaciones, tratamiento médico, docu mentos y procedimientos de los estados mayores y de la Administración, estadística y reglas de los servicios de transmisiones. En cuanto al grado de normalización de los materia les podrá ser parcial o total, bien entendido, sin embar go, que solamente la normalización total será completa mente satisfactoria. Esto no obstante, la realización de la normalización total plantea delicados problemas por lo cual deberá aplicarse progresivamente, en escalones sucesivos, y, mientras tanto, idear diversas fórmulas de normalización parcial que no se excluyan mutuamen te y presenten ventajas notorias. Y si nos referimos a la extensión de la normalización en el ámbito militar, es evidente la conveniencia de es tudiar su posible extensión a la totalidad de los miem bros de la NATO, como un conjunto único. A este res pecto, está claro que las dificultades que se opongan a su realización serán tanto mayores cuanto mayor sea el número de los países participantes, sobre todo si en tre ellos existen potencias industriales de primer orden y, particularmente, si algunas de ellas presentan pro blemas provinentes de poseer diferentes sistemas de me didas. Es por esta última causa por lo que podría pen sar•se en una normalización más restringida; por ejem plo, entre las naciones europeas que hayan adoptado el sistema métrico decimal para sus pesas y medidas. Diversas fórmulas de normalización pardal de la normalización párcial, nos muestra que no debe rnos hacernos demasiadas ilusiones sobre el alcance y la duración de: los resultados que podrían alcanzarse. Volviendo a ocuparnos de la posible normalización parcial. provisional, es evidente que podrían aplicarse diversas fórmulas, entre las cuales destaca como más In Normalización total teresante la de nórrnalización operacional, que consiste Esta clase de normalización se comprende que reúna en uniformar los tipos de unidades y las características las ventajas de las tres fórmulas parciales que acaba militares de los materiales puestos a su disposición, de inos de citar; en efecto, ella solá será capaz de asegu tal modo que si se trata, por ejemplo, de un grupo de rar a la vez la equivalencia táctica y operacional de las artillería de apoyo directo, tenga posibilidades tácticas unidades, la intercambiabilidad comp leta y definitiva de equivalentes, bien sea éste italiano, francés u holandés, los aprovisionamientos cíe combate y de las reparacio para que el eStado mayor encargado de prever su em nes de todos los escalones y el reaprovisionamiento de pleo no tenga necesidad de cuidarse “a priori” de su las fuerzas de un país invadido cuyas fábricas de arma nacionalidad. Lo mismo podríamos decir tratándose de mentos o municiones hubieran sido destruidas por los un regimiento de carros de dos nacionalidades diferen bombardeos. Además, el material normalizado podría tes, que para ser tácticamente equivalentes no será pre producirse por diversas naciones en series mucho más ciso que sus materiales sean idénticos en su realización importantes, lo que produciría evidentemente un aba y en su concepción, sino más bien que tengan aproxi ratamiento del mismo. Finalmente, las órdenes dé pro madamente la misma potencia de fuego, la misma mO— ducción podrían repartirse equitativamente entré las vilidad táctica y estratégica, la misma proteccion, la naciones tomando en consideración sus posibilidades in misma longitud de columna, la misma unidad de fue dustriales, y, por lo tanto, al precio más ventajoso, gra go, la misma unidad de carburantes, las mismas posi cias a un programa coordinado de las fabricaciones de bilidades de enlace por radio, la misma articulación in armamento. terna, etc., etc. Ahora bien, para que esto sea posible La aceptación de la normalización total por un grupo se necesitará que los diferentes países se hayan puesto de naciones aliadas, conduce a aplicar el procedimiento previamente de acuerdo sobre las especificaciones mili siguiente: en primer lugar, las especificaciones milita tares mínimas a imponer a cada clase de material. res mínimas de los diferentes materiales necesarios, de Otra fórmula interesante de normalización parcial es berán ser definidas por una comisión interaliada, com en el municionamiento y provisión de carburantes De puesta de los representantes de los jefes operacionales, esta manera se podría municionar un grupo de artille auxiliados por técnicos de las diferentes naciones, que ría belga, por ejemplo, sirviéndose de un depósito de permitan asegurar que el conjunto de los rendimientos municiones británico o norteamericano. Para ello será exigidos por los expertos militares sean compatibles con necesario que los materiales de una determinada clase e1 estado de las posibilidades científicas y técnicas del de las diferentes naciones, sean concebidos a partir de momento. una misma gama de municiones, con lo que resultaría Los “desiderata” aceptados por la comisión serán so que los diferentes materiales tendrían todos las mismas metidos como base de trabajo .a los organismos de es disposiciones interiores en las bocás de fuego. En cuan tudios especializados de los diferentes países, los que, to a la intercambiabilldad de los aprovisionamientos de a su vez, deberán presentar en un determinado plazo los carburante, sería uná ventaja logística inapreciable. Sin proyectos y maquetas correspondientes. Estos diferen embargo, esta fórmula no es valedera desde el punto tes proyectos nacionales son entonces examinados por de vista de la normalización más que si los perfecciona una nueva comisión interaliada de técnicos, que los cia mientos técnicos aportados ulteriormente a la munición sifica según el grado presumido de fidelidad a las prin estén igualmente normalizados. Esto último requeriría cipales especificaciones, presentando esta lista al man que los méncionados perfeccionamientos no rebasen los do interaliado, indicándole los dispositivos interesantes límites de las posibilidades balísticas del más inferior de de cada uno de los proyectos que pudieran ser utiliza los materiales. Vemos, pues, que esta fórmula no es es dos en los otros, para su ulterior aprobación. Una vez timuladora de los progrésos técnicos. que el mando interaliado haya aceptado uno o varios de Se podrá también considerar la normalización de un los proyectos presentados, y bajo reserva de las modi número más o menos grande de accesorios, piezas de ficaciones juzgadas necesarias, se procederá a la cons recambio y conjuntos parciales, a partir de los cuales trucción de los prototipos correspondientes por las na los diferentes países concebirían prototipos más o. me ciones autoras de los mismos. Los prototipos serán ex nos diferenciados. Así, por ejemplo, se podría normali perimentados a su vez por una comisión interaliada de zar toda la tornillería, los carburantes, las bujías, las expertos militares. y de técnicos, que define el programa ruedas, los neumáticos y las baterías, lo que tendría la de ensayos, controla la ejecución y examina los resul ventaja de uniformar el aprovisionamiento de las pie tados obtenidos. zas de recambio necesarias para las reparaciones del Aprobado y Olasificado un prototipo para el progra primero y segundo escalón (normalización restringida) ma de armamentos interaliado, la nación autora del o aun el del tercero y cuarto (normalización generali mismo se considerará como nación-piloto para toda la zada). Esto supone, evidentemente, que las piezas de que fase de producción del material de que se trata, así Co se trate sean fabricadas en los diversos países, sirvién mo de sus accesorios y repuestos. Será particularmente dóse de los mismos planos, el mismo metal y las mis de su incumbencia el producir, difundir y mantener al mas tolerancias, Será,. pues, precisó normalizar enton día los estados de fabricación, utillaje, plantillas, cali ces también los procedimientos de tratamientos térmi bres y aparatos de medida y control que sean conside cos, de fabricadión y de comprobación. rados necesarios para la citada producción. Toda mo Este examen rápido de las ventajas y posibilidades dificación del material aprobado por el escalón inter 81 aliado se trasmitirá a la nación-piloto, que es la encar gada de asegurar su puesta en práctica. Por lo demás, resulta evidente que el material será fabricado también por cualquiera de las otras naciones, y a la vista de sus posibilidades industriales y de los imperativos estraté gicos. Es importante subrayar que toda la normalización, aun la parcial, necesitará para realizarse y conservarse una severa disciplina en el escalón nacional, un real esfuerzo de cooperación y una coordinación interaliada mantenida en todos los escalones. de los armamentos y material de guerra, el resultado más substancial es probablemente la adopción del car tucho para armamento portátil de las fuerzas del “At lántico”, con un calibre de 7,62 mm. M-65, a partir del cual deberían proyectarse en lo futuro todas las armas de infantería. Finalmente, también está a punto de conseguirse la normalización de los carburantes de uso militar. Consideraciones finales Por nuestra parte, creernos que la autoridad capaz de imponer la normalización debería disponer de pode res suficientemente amplios, ya que la normalización ‘Partiendo del esquema teórico acabado de presentar, militar tiene repercusiones considerables sobre la esfe que no deja de ser realista y razonable, examinemos, sin embargo, cómo se han desarrollado los hechos en ra civil. Resulta ilusorio, por ejemplo, que los ejércitos la realidad. de la NATO adopten de común acuerdo la bujía cte 14 milímetros de culote corto, si mientras tanto la indus La Oficina Militar de Normalización (en inglés Mili tary Standardization Agency), creada en el año 1950, y tria se pone a producir una bujía de culote largo. Es, que tiene su residencia en Londres, es la encargada del por lo tanto, indispensable que la NATO imponga sus estudio de los problemas de normalización en el cuadro decisiones, no solanente a los gobiernos y que éstos las de la NATO. Este grupo se encuentra subordinado de hagan respetar, sino que también será nécesario que las imponga a la industria civil. Es, pues, en esto donde manera directa al Grupo Permanente (Standing Group) de Wáshington, y contiene una oficina referente al ejér— quizá resicta la dificultad más grave, ya que la norma cito de tierra. lización tropieza con los particularismos nacionales, pues cada nación teme perturbar gravemente su eco La misión de esta última, precisada de una manera neta desde su origen, es el “procurar la normalización nomía. de los ejércitos de tierra de las naciones firmantes del Una verdadera politica de normalización no podrá Pacto del Atlántico Norte, en la medida en que esto sea desarrohlarse sino en la medida en que los países con sientan en subordinar una parte importante de sus in útil y posible para una realización práctica de los pla tereses particulares en aras del interés general. Pero nes de defensa.” este interés general ¿no coincidirá precisamente con los Su campo de actividad se extiende a todos los aspec tos le los procedimientos operacionales y logísticos, así intereses nacionales mejor comprendidos? Y esta coin cidencia ¿no ha sido, a su vez, la que ha motivado y per como a todos aquellos, referentes al material de guerra y equipos militares, “a excepción de ciertas materias mitido la alianza atlántica? Por lo que respecta al Gobierno y ‘E. M. francés, no particulares igualmente precisadas, que deben ser some tidas previamente al Grupo Permanente para ver la han cesado por su parte de predicar en favor de la nor malización. Es bien conocido que no solamente han conducta a seguir, o directivas a formular.” aplicado al pie de lá letra las pocas medidas de norma En lo que concierne a la normalización de los mate lización decididas por la NATO, y aun por su propia riales, los objetivos fijados en la Oficina del Ejército iniciativa han decidido que la concepción de todas las de Tierra son los siguientes: nuevas armas francesas se haga tomando como base A corto plazo.—Normalizar el máximo de elementos las municiones normales norteamericanas. Es por esto, entre las naciones, admitiendo, sin embargo, una pro gresión en la aplicación, de manera que no se pertur por lo que el cañón de 75 mm. de la E. B. R. ha sido ben las fabricaciones en curso y puedan utilizarse los concébido para disparar la munición del cañón de 75 milímetros M-3 norteamericano, y el de 105 mm. ABS, depósitos existentes. para disparar la munición del 105 HM-2. A largo pla2o.—Definir, de común acuerdo, los mate Vemos, pues, que la normalización militar, como cual riales objeto de estudio, con el fin de que al cabo de un quier otra empresa que dependa de la cooperación in tiempo determinado se consiga una normalización efec ternacional, tropieza con dificultades considerables. Sin tiva y completa. La Oficina Militar de Normalización ha comenzado embargo, los beneficios serán tales, que no obstante to sus trabajos por el estudio de las cuestiones más fáciles dos los obstáculos encontrados, no debe ahorrarse nin gún esfuerzo pára conseguirla. y más evidentes, con el fin de activar el funcionamien Ciertamente que la normalización total constituye el to de sus diversos organismos, procediendo de lo senci objetivo final a alcanzar, si bien deberán aprovecharse lb a lQ complejo. Ha abordado, en primer lugar, aque has cuestiones que no se refieren al material, es decir, todas las posibilidades que se presenten de normaliza ción parcial, a falta de otra cosa mejor. Si la normali a los problemas de orden logístico y operacional La normalización en los dominios de la topografía y zación general en el escalón de la NATO es la más de la cartografía ha alcanzado un grado decisivo con la seable, también resulta la más difícil de conseguir; la generalización del sistema de proyección U. T. M. La normalización en un cuadro regional más restringido podrá ser también fructuosa con las mayores probabi normalización médica ha sido también objeto de estu dios muy avanzados por un grupo de trabajo especia, lidades de éxito. Ante todo deberá efectuarse el máximo esfuerzo sobre los nuevos materiales desde que se en lizado. En lo que se refiere a la normalización en el- campo cuentren en estado de proyecto, lo que por su parte exi Realizaciones 82 prácticas 0 ge cierta concordancia tanto de informaciones como de ideas. Es, por lo tanto, necesario dedicarSe con prioridad a esta misión, uniéndose a todos aquéllos que deseen cooperar; No hay. que olvidar que teniendo enfrente el bloque soviético dirigido por la U. R. S. S. que, por sus direc tivas en todos los dom lUjos, ha creado la unidad que proporciona la fuerza de los ejércitos modernos, el Occidente deberá suprimir todos aquellos obstáculos y com- G U 10 N BEVISTA ILUSTRAIIA DELOS MANDOS SUBAL1ERNO DEL EJER1TÜ Sumario Atención plicaciOfleS que lleva consigo toda coalición. La normalización de los armamentos implica reformas considerables, que no hay duda perturbarán los hábitos, tradiciones y aun la vida material de los pueblos. Es nada menos que a este precio cómo los mandos milita res aliados verán simplificadas SUS tareas en caso de conflicto atinado, evitan do el verse en tren tadoS con dificultadeS que les coloquen en estado de inferioridad con relación a sus adversarios eventuales. del número de mayo d 1956. La traición ante el CócLigo(II). Comandante Munilla Gómez. Empleo tdctico del C. 5. IL. de 75 mm. Teniente López Torres. Desertores deL arado. Ayudante Barrera. Cosas de Ayer, de Hoy y de MaiLafla. Comandante Ory. El fusilero junto al carro. Teniente Pérez Pérez. a la organizaCiórt de la patrutia. Teniente Martínez de Velasco FarinóS. Servicios de Hospitales Militares. Practicante A. Nieto. Nuestros lectores preguntan. Redacción. IMPRENTAS DEL COLEGIODE1-IUERFANOS El Patronato de Huérfanos de Oficiales del Ejército tiene tres Imprentas: en MADRID, TOLEDO Y VALLADOLID, que, además de los impreSos oficiales, de. adquisición obli gatoria en dichos’ establecimientos, también realizan trabajos particulares de esmerada confección, garantizando la CANTIDAD, CALIDAD y ECONOMIA. Los ingresos que por estos conceptos obtienen pasan ÍNTEGRAMENTE a engrosar los fondos del Patro nato y ge desLthlan a MEJORAR la situación de los HUÉRFANOS. Se encarece a los se nores Jefes y Oficiales efectúen pedidos a esas imprentas a fin de incrementar los recur sos de los HUÉRFANOS. ...... ACABA DE APA1ECER LAS HUELLASDEL CID Por JOSE MARIA GARATE CORDOBA Comandante de Infantería 182 páginasprofusamenteilustradas. O Precio:45 pesetas NOTA. —Al personal militar y Organismos 100sobre este precio __Pedidos del Ejército se les hará un descuento a EDICIONESEJERCITO. Alcalá, 18 MADRID - del io por