Traumatismo y cirugía - McGraw Hill Higher Education

Anuncio
Capítulo 7
Traumatismo y cirugía
Dr. Abel Archundia García
Dr. Wulfrano Antonio Reyes Arellano
7.1 Introducción
7.2 Respuesta neuroendocrina
El organismo necesita energía para mantener sus funciones vitales y responder a situaciones, sea de trabajo normal y/o críticas emergentes, como ocurre en un traumatismo. La glucosa es
la principal fuente energética.
Cuando el organismo se ve incapacitado para obtener energía de los alimentos, como puede ser el caso de un traumatismo,
una enfermedad o un procedimiento quirúrgico que impidan la
alimentación de forma convencional, el cuerpo obtiene la glucosa de fuentes energéticas internas como el glucógeno hepático, tejido adiposo y las proteínas del tejido muscular.
Para el cirujano, el traumatismo que sufre su paciente se
debe a varios tipos de agresiones, entre las que se encuentran la
operación, la anestesia, el trastorno emocional, los periodos de
ayuno y las alteraciones biológicas propias de la enfermedad,
de los crecimientos tumorales o de las lesiones sufridas accidentalmente. En medicina se estima que el mecanismo de agresión
y respuesta es integral y se produce en forma indistinta en todos
los tipos de agresiones: biológica, física, química o psíquica.
Si la magnitud de la agresión es suficiente, la respuesta local es rebasada y el estímulo desencadena una respuesta unitaria
en la que interviene una multitud de sistemas regulados por los
mediadores químicos (cuadro 7-1). Cuando los mecanismos de
respuesta se descompensan es evidente el deterioro del enfermo
y se le conoce como síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS), que es una liberación descontrolada de mediadores; en el lenguaje cotidiano se expresa como “ataque al estado
general”. Esta frase describe las manifestaciones objetivas de
los trastornos en la producción y uso de energía, es decir, de la
repercusión en el metabolismo del sujeto.
La materia viviente siempre experimenta una respuesta a los estímulos nocivos y es de particular interés para el médico general
conocer los mecanismos por los que el organismo humano capta o recibe dichos estímulos y cuáles son los mecanismos de respuesta que utiliza en su defensa. La información llega al cerebro
por dos vías aferentes: 1) nerviosas aferentes al sistema nervioso
central y 2) las señales circulantes recientemente reconocidas.
La comunicación más rápida es la vía aferente del sistema
nervioso y ya desde 1959 Hume y Egdahl demostraron que en
un animal desnervado no había respuesta hipofisaria o supraCuadro 7-1 Componentes de la respuesta al traumatismo.
Manifestaciones clínicas
Exámenes de laboratorio
Fiebre
Leucocitosis/leucopenia
Taquicardia
Hiperglucemia
Taquipnea
Proteína C reactiva elevada
Inflamación de la herida
Reactantes de fase aguda
Anorexia
Disfunción hepática o renal
Manifestaciones metabólicas
Consecuencias fisiológicas
Hipermetabolismo
Gasto cardiaco elevado
Gluconeogénesis acelerada
Modificaciones en el intercambio
gaseoso
Catabolismo proteínico
Aumento de intercambios transmembranarios
Lipólisis
Pérdida de peso
Modificado de Wilmore WD. Response to Injury. En: Morris JP, Wood CW (eds.). Oxford
Textbook of Surgery, 2nd ed. New York: Oxford Univ Press, 2000:3.
109
110
Capítulo 7. Traumatismo y cirugía
rrenal al estímulo doloroso.1 Estos investigadores demostraron
que con el sistema nervioso periférico intacto las señales del
dolor (nocicepción) se trasmiten por las vías sensoriales al cuerno dorsal de la médula espinal y se transfieren al núcleo ventral
posterior del tálamo. En las cirugías abdominales las señales se
trasmiten por la vía simpática y por el vago.
Por otro lado, en numerosos estudios en pacientes con las
extremidades desnervadas se demostró que también se daban
respuestas neuroendocrinas, sugiriendo que existen factores circulantes que se generan en el sitio intervenido y producen una
respuesta mesurable. Éstos son los mediadores de la inflamación
y en ellos destacan: 1) factores del complemento, 2) metabolitos
del ácido araquidónico, 3) factores de la actividad plaquetaria, 4)
proteínas de la fase aguda, 5) estimulantes de la cascada de la coagulación, 6) interleucinas, 7) factor de necrosis tumoral, 8) interferón, 9) factores de crecimiento, 10) factores de estimulación de
los granulocitos, y muchos más. Todos actúan primero localmente y participan en la reparación de los tejidos, pero ingresan a la
circulación en cantidades proporcionales a la extensión de las lesiones para producir respuestas sistémicas como alteraciones en el
metabolismo de la glucosa, estimulación celular y eritropoyesis.
7.2.1 Señales nerviosas aferentes
El cerebro integra las señales nerviosas y humorales que recibe.
La respuesta orgánica es integral y obedece a la activación
de mecanismos neuroendocrinos en los que el eje hipotálamohipófisis-suprarrenal cumple una función decisiva. El estímulo se
inicia con la irritación de las terminaciones nerviosas periféricas
en el tejido dañado, ya que es la ruta más rápida por medio de la
cual el sistema nervioso central se informa de que se produjo una
lesión; luego se estimulan las porciones caudal y ventrolateral del
bulbo raquídeo, el locus cerúleo y el área gris de la región dorsal
de la protuberancia. Los impulsos aferentes de los barorreceptores
ocasionados por la disminución del volumen sanguíneo circulante, también actúan como estímulos y convergen en el núcleo del
tracto solitario y en las estructuras de la porción dorsolateral del
bulbo raquídeo; el impulso asciende al eje hipotálamo-hipófisis
y al sistema nervioso autónomo, que liberan sus mediadores
químicos en una respuesta difusa2 la adrenalina y la noradrenalina activadas por los factores de alarma, el temor, la pérdida
sanguínea, la hipotensión arterial y el aumento de la actividad
del sistema nervioso central. La región dorsal de la protuberancia
actúa al integrar los impulsos aferentes, y su respuesta surge a
partir de dos vías estimuladoras y una vía inhibidora.
El sitio primario en el que se produce la integración de la
información es el hipotálamo y en trabajos experimentales se
demostró que retirar las estructuras cerebrales superiores al hipotálamo no afectó la respuesta neuroendocrina al traumatismo.
7.3 Respuesta fisiológica
7.3.1 Eje simpático-suprarrenal El eje simpático aporta los mecanismos de respuesta rápida
en los sistemas cardiovascular, respiratorio y metabólico. Los
Cuadro 7-2
Estímulo
Manifestación clínica
Irritación de las terminaciones nerviosas
Dolor
Pérdida sanguínea
Taquicardia , hipotensión

Eje hipotálamo-hipófisis


Respuesta adrenérgica
trasmite por vía de la columna intermediolateral de la médula
espinal y de allí a los nervios eferentes del sistema simpático.
Los nervios esplácnicos preganglionares que inervan a las suprarrenales inducen la producción de epinefrina (adrenalina)
y otras catecolaminas que se vierten en el torrente sanguíneo.
Los nervios posganglionares, a su vez, se comunican con otros
órganos, vasos sanguíneos y células, y se produce la liberación
de norepinefrina (noradrenalina) por las terminaciones nerviosas. Los efectos de las catecolaminas varían en gran parte
por el sistema dual de receptores locales (alfa y beta)3 (cuadro
7-2).
7.3.2 Eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal
El segundo sistema efector también tiene origen en el hipotálamo y conforma el eje hipófisis-suprarrenal, caracterizado por la
producción de péptidos que se transportan por los vasos portales hipotalamohipofisarios al lóbulo anterior que responde produciendo hormonas corticotropina (ACTH), de crecimiento,
tirotropina, luteinizante y prolactina que también entran en la
circulación.
Las hormonas de la hipófisis anterior y la antidiurética
(ADH) o vasopresina de la hipófisis posterior, circulan por
todo el organismo y producen sus efectos en varios tejidos y
en otras glándulas que influyen sobre todas las actividades fisiológicas. Entre ellas se encuentra incrementar la producción
hepática de glucosa, con aumento en la lipólisis y glucogénesis.
Uno de los estímulos que intensifican la secreción de ADH
es la disminución del volumen sanguíneo; cuando desciende
en un 15% o más la secreción de la hormona, llega a elevarse
hasta 50 veces por encima de sus valores normales. Por otro
lado, las aurículas poseen receptores de distensión, que se excitan cuando el llenado auricular es excesivo y envían señales al
encéfalo para inhibir la secreción de ADH y, por el contrario, la
disminución de la distensión de los barorreceptores favorece
la secreción de la hormona, estableciendo un servocontrol del
mecanismo volumen sanguíneo-presión.3
La excreción de factores liberadores e inhibidores y los estímulos nerviosos eferentes son capaces de modular la actividad
del sistema nervioso vegetativo, que llega a los núcleos bulbares y
a las neuronas motoras medulares. Se produce vasoconstricción
con aumento de la resistencia periférica, incremento de la presión arterial y taquicardia con aumento del gasto cardiaco por
predominio inicial del sistema nervioso simpático. La respuesta
7.3 Respuesta fisiológica
Hipovolemia
Electrólitos (Na+ y K+)
ACTH (glomerulotropina)
Suprarrenales
Hígado
Renina
Angiotensinógeno
Angiotensina I
Angiotensina II
Corticoides
Aldosterona
Retención de sodio y agua
Catecolaminas
Figura 7-1 La respuesta neuroendocrina y la respuesta adrenérgica.
produce rápida liberación de energía, aumento de flujo hacia
los tejidos blandos y a la masa muscular con glucogenólisis, ya
que el simpático regula las secreciones de insulina, glucagon y
catecolaminas. Las reacciones colaterales son sudor y dilatación
de las pupilas. La respuesta de la médula suprarrenal es de corta
duración, aproximadamente 12 h, y los mecanismos nerviosos
implican los nervios periféricos, la médula espinal y el cerebro, e
incluso, el hipotálamo y la hipófisis. Posteriormente se establece
un predominio del sistema parasimpático y, por último, se alcanza un estado de equilibrio dinámico neurovegetativo.
La concentración sérica de corticoides aumenta después
de un periodo latente en respuesta a la anestesia o a la intervención quirúrgica; la respuesta continúa durante un lapso
relativamente prolongado,4 y su magnitud es directamente
proporcional a la gravedad de la agresión. El estímulo que desencadena una respuesta del eje hipotálamo-hipófisis-ACTHcorteza suprarrenal, puede ser de origen nervioso y hormonal
(figura 7-1); la respuesta continúa con un aumento sostenido
de la ACTH que aparentemente conserva los líquidos corporales, moviliza los depósitos de energía y combate los estados
fisiológicos anormales y, en la convalecencia, favorece la cicatrización de la herida.
Se ha mencionado la participación de la glándula tiroidea sin que se haya comprobado. Sin embargo, tiene influencia
neuroendocrina por medio de la hormona estimulante del eje
hipotálamo-hipófisis, con aumento de la concentración de la
hormona liberadora de tirotropina, y con ello de tiroxina y triyodotironina, lo cual elevaría la actividad metabólica de todos
los tejidos.
La clave de la relación entre la hipófisis y las suprarrenales
radica en que el cortisol (la hidrocortisona) secretado por la
corteza es un producto con la potencia suficiente para regular
111
la secreción de la corticotripina de la hipófisis. Por otro lado, en
condiciones fisiológicas normales, el cortisol se secreta sólo
en respuesta a la ACTH, que a su vez es secretada por la hipófisis en razón inversa a las concentraciones de cortisol. De este
modo los niveles se autorregulan y las concentraciones permanecen dentro de límites muy estrechos (figuras 7-2 y 7- 3).
7.3.3 Citocinas y otros mediadores en la respuesta metabólica
El concepto de la respuesta coordinada por el eje neuroendocrino ha sido durante decenios la base para comprender las
respuestas metabólicas y fisiológicas, pero no explica un buen
número de hechos clínicos y experimentales. Se ha demostrado
que la respuesta de fase aguda sigue presente incluso en regiones
anatómicas experimentalmente desnervadas;5 estas observaciones indican que la regulación de la respuesta a la agresión y a la
sepsis es más compleja que la sola participación neuroendocrina.
La inyección a sujetos sanos voluntarios de los complejos hormonales recogidos durante el estado de alarma orgánica
desencadena aumento de cortisol, glucagon y adrenalina, pro-
Estímulos activadores primarios
Vías aferentes
Tallo encefálico
Vías
estimuladoras
Vías
inhibidoras
Hipotálamo
Hipófisis
anterior
Hipófisis
posterior
Sistema
simpático
Sistema
parasimpático
Médula
suprarrenal
Respuesta endocrina
Respuesta neurológica
Figura 7-2 Reflejo neuroendocrino y la respuesta hipotalámica.
112
Capítulo 7. Traumatismo y cirugía
Esquema de la
molécula de ATP
La descomposición del trifosfato de adenosina
libera energía para actividad celular
Adenina
Enlaces de
alta energía
8 000 kcal/mol P
P
P
ATP
Oxidación
de la glucosa
+
Una molécula
de fosfato
P
Ribosa
Grupo fosfato
A
Se desprende
una molécula
de fosfato y
se libera
energia
ADP
B
Figura 7-3 Portadores de la energía química (trifosfato de adenosina) y energía liberada por la célula.
vocando la respuesta endocrina característica que acompaña al
metabolismo después del traumatismo quirúrgico. Con ello se
demuestra la existencia de moléculas circulantes implicadas en
la respuesta al traumatismo.6 De este grupo, los más estudiados
desde el punto de vista de sus efectos metabólicos han sido las
interleucinas 1, 2 y 6, y el factor de necrosis tumoral (TNF).
Las citocinas pueden influir en las mismas células que las
producen con un efecto autocrino (proteínas secretadas por la
propia célula) o por los tejidos que las rodean con un efecto
paracrino. Además, estas sustancias actúan como mediadores
de la respuesta al traumatismo y a la infección. Se sabe que
intensifican la liberación de otras citocinas y de mediadores
que amplifican la respuesta. Por otro lado, las citocinas pueden
servir de mediadores entre la inflamación y la respuesta metabólica, por ejemplo, la administración del factor de necrosis tumoral produce elaboración de cortisol, glucagon y adrenalina,
así como la producción de otras citocinas.
La respuesta a estos mediadores depende de las cantidades
en las que ingresan a la sangre; por ejemplo, en la inflamación
localizada tienen un efecto circunscrito a la lesión, pero la liberación masiva del factor de necrosis tumoral en la circulación
provoca cambios hemodinámicos, colapso y estado de choque,
que caracterizan a los estados sépticos.
El factor de necrosis tumoral (TNF), también conocido como caquectina, es identificado por algunos investigadores como un factor importante en la patogénesis de la caquexia
y causante de los efectos citotóxicos de algunos tumores. Las
infusiones del factor de necrosis tumoral en los seres humanos
producen, según la dosis, dolor de cabeza, mialgia, fiebre, taquicardia, síntesis de proteínas de fase aguda y aumento de cortisol
y ACTH plasmáticos. En experimentos efectuados en voluntarios tratados con ibuprofén, que es un inhibidor de la ciclooxigenasa, se atenuaron los efectos y los síntomas de la respuesta
endocrina después de la inyección de TNF.
Se han identificado otros mediadores que participan como
reguladores biológicos potentes de la respuesta al traumatismo,
y se conocen con el nombre genérico de eicosanoides, derivados
del ácido araquidónico; entre ellos están las prostaglandinas, los
tromboxanos y los leucotrienos, al igual que el factor activador
de las plaquetas, que ha sido implicado en numerosas enfermedades relacionadas con la hipersensibilidad y la inflamación.
7.4 Consecuencias de la respuesta
En respuesta a la agresión se producen estímulos fisiológicos
muy variados, los cuales, en conjunto, son eficientes para desencadenar la respuesta sistémica.
7.4.1 Disminución del volumen sanguíneo circulante La disminución del volumen sanguíneo circulante efectivo se
produce como resultado de hemorragia, pérdida o secuestro
de otros líquidos en los compartimientos corporales o debido al aumento en la capacidad del continente vascular por
vasodilatación. Rápidamente se desencadena la respuesta neurohumoral; los barorreceptores de la aorta y de las bifurcaciones de las carótidas disminuyen la inhibición tónica del
centro vasoconstrictor, así como el estímulo del centro vagal.
Estas alteraciones conducen a la vasoconstricción periférica,
al aumento de la frecuencia cardiaca y de la fuerza de la contracción miocárdica por estímulo simpático directo y por la
liberación de catecolaminas. Los receptores auriculares y de
la arteria pulmonar actúan de modo similar en el centro vasomotor y estimulan la secreción de vasopresina y el tono arteriolar en la vasculatura de los riñones. La disminución de la
presión es detectada por el aparato yuxtaglomerular del riñón,
que estimula al sistema renina-angiotensina.
La angiotensina II interviene en la regulación de sodio y
agua, y estimula la secreción de aldosterona, además de ser un
potente vasoconstrictor. La acidemia, resultado de la perfusión
tisular inadecuada, la hipercarbia y la hipoxemia, también estimulan los quimiorreceptores de la respuesta neuroendocrina.
7.4.2 Disminución del aporte de nutrimentos Normalmente en el ayuno se ahorra energía, aumenta la oxidación de las grasas, se producen cuerpos cetónicos, acidosis, y
7.5 Sustrato metabólico
la gluconeogénesis es leve. Las reservas de energía se utilizan en
primera instancia de reservorio de carbohidratos y lípidos, tratando de conservar las reservas proteínicas y, como resultado,
el aporte de pequeñas cantidades de glucosa es suficiente para
minimizar la proteólisis.
En contraste, después del traumatismo y durante la sepsis, el gasto de energía es muy elevado y se acelera el catabolismo del músculo esquelético con gluconeogénesis. Además,
la administración de glucosa no disminuye la producción de
energía a partir de las proteínas musculares y los nutrimentos
se aprovechan en menor ritmo a lo que sucede en los estados
metabólicos normales. Por consiguiente, bajo traumatismo es
difícil mantener el equilibrio de los compuestos nitrogenados y
el enfermo pierde masa muscular a un ritmo acelerado.
7.4.3 Gluconeogénesis
Aparentemente y como consecuencia de los estímulos neuroendocrinos en los pacientes quirúrgicos y en los traumatizados,
se producen estados de incremento en la gluconeogénesis con
hiperglucemia periférica. Los factores contribuyentes a este
estado incluyen la secreción de hormonas contrarreguladoras
(catecolaminas, cortisol, hormona del crecimiento y glucagon)
y resistencia a la insulina, debido a niveles elevados de citocinas
(interleucinas 2 y 6 y factor de necrosis tumoral).
Los factores yatrógenos incluyen fármacos (catecolaminas,
vasopresores glucocorticoides), hiperalimentación e infusión de
soluciones con dextrosa. Finalmente, la causa es muy discutida
todavía, pero la concentración de glucosa en la sangre debe ser
monitorizada y la glucemia se debe mantener en menos de 200
mg/dl, ya que el estado hiperglucémico favorece la presencia de
infecciones en el posoperatorio. Aun pacientes no diabéticos
muestran este fenómeno temporal que se conoce como resistencia a la insulina y se recomienda que el aporte de glucosa en
las infusiones que se administran en el posoperatorio no exceda
de 400 g en 24 h para sujetos de 70 kg o de 4 mg/kg/min.
7.4.4 Alteraciones de la mucosa digestiva
En las lesiones extensas, quemaduras y estados de choque, la
mucosa digestiva que normalmente es una barrera efectiva de
los mecanismos de defensa, sufre alteraciones en su permeabilidad y permite la translocación bacteriana, es decir, las bacterias
fluyen a través de la pared intestinal por abatimiento de sus
mecanismos de defensa o por estasis digestiva y aumento de la
flora bacteriana. Sin embargo, es de importancia fundamental
que la mucosa digestiva permanezca metabólicamente activa en
el traumatismo; esto constituye una de las bases racionales para
dar alimentación enteral.
7.4.5 Hipomovilidad
Las consecuencias fisiológicas de la inmovilización prolongada en la cama son conocidas. El simple reposo prolongado se
relaciona con estados de balance negativo de nitrógeno, cal-
113
cio y fósforo. Además, a esto se suman otros efectos negativos
comprobados sobre el metabolismo de la glucosa, el volumen
sanguíneo y el gasto cardiaco, además de alteraciones en la ventilación, con hipoxemia, atelectasias e infecciones pulmonares.
Las consecuencias del decúbito prolongado se manifiestan con
escaras o úlceras de decúbito y alteraciones sensoriales y psicológicas. Todos estos factores tienen que ver con la génesis de la
respuesta metabólica al traumatismo.
7.4.6 Termorregulación alterada, temor y dolor
Es normal que la temperatura corporal disminuya en los enfermos traumatizados y en los pacientes quirúrgicos por diversas causas: los mecanismos de regulación están deprimidos, las
cavidades están expuestas a la evaporación, la imposición de
temperaturas confortables para el grupo quirúrgico, que generalmente son bajas para el enfermo, y la infusión de volúmenes
considerables de soluciones frías producen en los pacientes hipotermia corporal que demanda mayor producción de energía.
Si el paciente está en condiciones de respuesta se produce escalofrío y aumenta su actividad muscular con el consecuente
costo metabólico. El temor y el dolor también son estímulos
que intervienen en el desarrollo de la respuesta adrenocortical.
Pero concomitante con el desarrollo de hipermetabolismo,
en el trauma suele aparecer fiebre, excepcionalmente mayor de
38 grados. Esta respuesta no se relaciona necesariamente con
infección, sino que es resultado de la acción a nivel central de
las citocinas, en particular IL-1, IL-6, TNF y el interferón. Mucho se discute el efecto adverso o benéfico de estas alteraciones
fisiológicas de la termorregulación, pero es indudable que en
los niños y en los adultos mayores requiere de atención específica y de descartar infección activa.
7.5 Sustrato metabólico
7.5.1 Glucosa Después de un traumatismo hay ajustes en el metabolismo de
la glucosa para mantener un estado energético adecuado a la
demanda emergente del traumatismo. Una respuesta característica de los tejidos en un traumatismo es la de presentar una
resistencia a la insulina, contribuyendo a mantener en sangre
concentraciones elevadas de glucosa. Esta resistencia a la insulina es más marcada en los tejidos periféricos, principalmente en
el músculo esquelético. El origen de este estado de resistencia
a la insulina no se conoce, pero puede intervenir el medio hormonal que caracteriza un estado traumático.
El aporte de glucosa proviene del hígado y el incremento
en la gluconeogénesis varía con la intensidad de la lesión. El
origen de esta glucosa se encuentra en los precursores de C-3,
como el lactato, piruvato, aminoácidos y glicerol liberados de
los tejidos periféricos.
La utilización de este exceso de glucosa por parte del organismo se lleva a cabo principalmente por los tejidos lesionados,
el riñón y el cerebro. Gran parte de la glucosa consumida se
114
Capítulo 7. Traumatismo y cirugía
Cuadro 7-3 Relación entre concentraciones de glucosa e incremento en las infecciones.
Manifestaciones metabólicas
Consecuencias
fisiológicas
Consecuencias
clínicas
Manifestaciones
de laboratorio

T
R
A
U
M
A
T
I
S
M
O
Sustrato metabólico
Consumo energético
aumentado
GLUCOSA
Incremento en consumo
de glucosa
convierte en lactato por las células inflamatorias y fibroblastos
de los tejidos lesionados.
Estas consecuencias fisiológicas del organismo para contrarrestar a la lesión se reflejan en el laboratorio principalmente por
una hiperglucemia, y desde el punto de vista terapéutico tal conocimiento sirve para tratar a los pacientes y evitar complicaciones como el desgaste del organismo y la prevención de las infecciones, ya que se han relacionado los niveles elevados de glucosa
con un incremento en la incidencia de infecciones7 (cuadro 7-3).
7.5.2 Proteínas
El contenido proteínico del cuerpo se divide entre la masa muscular y las vísceras. En general, cuando existe una lesión hay
una transferencia activa de aminoácidos del músculo esquelético hacia los tejidos viscerales.
Las proteínas representan el tejido activo y funcional del
organismo, que en la masa muscular contribuye a su estructura,
como a su actividad bioquímica enzimática intracelular.
Es de suma importancia mencionar que las proteínas
musculares no son un reservorio de energía como los carbohidratos y las grasas. Cuando se utilizan las proteínas como
fuente de energía, esto representa una pérdida del componente
estructural o funcional, pudiéndose manifestar como una pérdida de la masa muscular, de las funciones enzimáticas, inmunosupresión, disminución de la función exocrina del páncreas,
retraso en la cicatrización, y una convalecencia prolongada.
Cabe mencionar que en la masa muscular se encuentra de
30 a 50% de la proteína corporal total, y que ésta declina conforme avanza la edad. Por lo tanto, cuando ocurre un traumatismo,
la cantidad de masa muscular de un paciente determina su habilidad a largo plazo de sobrellevar un proceso catabólico. Ésta es
una de las razones por la cual los pacientes ancianos, en los traumatismos graves con su reducida masa muscular, son tan vulnerables durante los periodos de degradación proteínica muscular.
La pérdida o ganancia de proteína es una medida general
del estado catabólico del paciente. El mantenimiento proteínico dentro de los tejidos de un individuo es un balance entre la
síntesis de proteína y su destrucción, ambos procesos ocurren
Química sanguínea
Incremento de infecciones
Hiperglucemia
de manera simultánea, este equilibrio entre síntesis y destrucción se puede alterar cuando uno de los dos predomina sobre
el otro. Por ejemplo la síntesis de proteína total se reduce después de una cirugía, pero la destrucción de proteína permanece
constante; en un traumatismo grave los pacientes presentan un
incremento en la destrucción de proteína y su síntesis permanece normal o ligeramente elevada.
En general, cuando un individuo pierde o gana proteína,
existe una captación o liberación de aminoácido hacia lechos
vasculares regionales. El flujo de aminoácidos se puede determinar midiendo su concentración arterial o venosa en estos
lechos vasculares.
El estudio de este flujo ha demostrado que existe un movimiento coordinado de aminoácidos entre órganos; durante la
fase aguda de un traumatismo los aminoácidos son liberados de
las extremidades no lesionadas. Y como la masa muscular esquelética es la que contiene mayor cantidad de proteína, esta liberación representa la proteólisis característica de una respuesta
catabólica acelerada en un traumatismo.
El hígado extrae aminoácidos de manera importante del
lecho esplácnico, para la síntesis de proteínas estructurales,
plasma y proteínas de fase aguda. Además de que la generación
de urea se acelera y se incrementa su excreción por la orina,
hecho que hace evidenciar el incremento postraumático de excreción de nitrógeno.
En conjunto estos hechos demuestran que los recambios
de proteína responden a una redistribución que satisface las necesidades corporales, por tanto la tasa de síntesis proteínica se
encuentra disminuida en tejidos y órganos no esenciales, como
el músculo de las extremidades o el intestinal, mientras que la
capacidad sintética se mantiene o se incrementa en tejidos u
órganos en los cuales el trabajo se incrementa como sucede en
el músculo cardiaco, hígado, corazón y bazo.
En resumen, todos estos hechos sustentan la tesis de que
una lesión grave estimula un recambio de proteínas, haciendo una traslocación de proteínas del músculo esquelético a las
vísceras que son esenciales para la supervivencia, como son el
hígado, corazón y bazo.
7.5 Sustrato metabólico
Después de un traumatismo el paciente incrementa la excreción urinaria de nitrógeno. La molécula de nitrógeno se utiliza como un marcador subrogado de proteína debido a que la
relación entre estas dos sustancias es relativamente fija. El nitrógeno se encuentra en forma de urea, al cual representa aproximadamente el 85% de las pérdidas urinarias de nitrógeno. En
la orina también se pueden encontrar en cantidades mayores
a lo normal creatinina, amoniaco, ácido úrico y algunos otros
aminoácidos.
La composición de los aminoácidos liberados del músculo esquelético es muy especial, ya que no se trata de la pauta
encontrada en la masa muscular, sino de una muy particular,
en la cual predominan dos aminoácidos: alanina y glutamina,
los cuales forman 50 a 75% de los aminoácidos nitrogenados
transportados al exterior del músculo esquelético.
La alanina es un importante precursor de la glucosa y, por
tanto, es una fuente importante de energía para algunos tejidos
importantes.
La glutamina también es un sustrato que sirve primariamente para las células inmunológicas y los enterocitos, participa
en la homeostasis acidobásica y sirve como un precursor para
el glutatión, el cual es un importante antioxidante intracelular.
La generación de glutamina resulta de la activación de la
enzima sintetasa de glutamina, la cual se encuentra en todos los
tejidos, pero tiene especial importancia en la fisiología pulmonar y del músculo esquelético.
Se ha planteado que los requerimientos tisulares de glutamina pueden ser sobrepasados en su producción por los tejidos,
causando un estado deficitario. En estos casos se puede dar glutamina exógena, con lo que mejorará el balance nitrogenado,
reduciendo la morbilidad y mortalidad. Por consiguiente, la
glutamina se considera un aminoácido esencial cuando se encuentra una respuesta inflamatoria importante a una lesión que
requiere una demanda aumentada de glutamina.
Las proteínas de fase aguda se pueden encontrar en el
torrente sanguíneo en condiciones normales, pero su concentración cambia dramáticamente bajo condiciones de estrés. El
hígado tiene la capacidad de alterar las concentraciones plasmáticas de estas proteínas de fase aguda en respuesta a la lesión,
sobre todo en respuesta a la presencia de glucocorticoides, interleucina 6 y otras citocinas, así como por señales nerviosas
enviadas por el cerebro.
Algunas proteínas de fase aguda se elevan posteriormente a
un traumatismo como la proteína C-reactiva, antiglobulina gamma o el fibrinógeno; otras disminuyen, como la transferrina
o las globulinas. Aunque estas proteínas contribuyen en general
a la defensa del huésped, su papel específico en la respuesta
postraumática aún está por elucidarse.
La proteína C-reactiva sirve como un marcador muy específico del grado de extensión del proceso inflamatorio, y como
tal puede ser utilizado para cuantificar el grado de estrés o inflamación en el paciente.
Las consecuencias clínicas de un catabolismo proteínico
en respuesta a un traumatismo del tipo que sea, pueden variar
desde un leve periodo de debilidad debido a un balance nitrogenado negativo causado por un traumatismo menor, hasta
una respuesta grave, en donde se pueden observar alteraciones
de la función muscular, como en los músculos respiratorios,
ocasionando disminución de la función respiratoria, debilidad
generalizada con disminución de la fuerza y de la actividad y
la consecuente convalecencia prolongada. Al estar disminuidos
por tanto los procesos metabólicos proteínicos, éstos se pueden manifestar con una disminución de la función exocrina del
páncreas y de las enzimas digestivas, disminución de la regeneración de células epiteliales, dando por resultado una intolerancia a los alimentos, un síndrome de mala absorción y diarrea. Al
existir retardo en la cicatrización, esto se puede manifestar por
la aparición de fístulas y de dehiscencias de las heridas quirúrgicas. Si existe inmunosupresión es factible que ésta se exprese
con la aparición de procesos infecciosos y sepsis.
Desde el punto de vista de los cambios observados en el
laboratorio, las alteraciones del sustrato metabólico se manifiestan por cambios diversos; a saber:
••Biometría hemática, como leucocitosis y linfopenia.
Cuadro 7-4 Cambios observados por alteraciones del sustrato metabólico.
Manifestaciones metabólicas
Consecuencias
fisiológicas
Consecuencias
clínicas
Manifestaciones
de laboratorio

T
R
A
U
M
A
T
I
S
M
O
Sustrato metabólico
PROTEÍNAS
Proteólisis
115
Gluconeogénesis aumentada
Debilidad generalizada
Debilidad M. Respiratorios
Insuficiencia cardiaca
Intolerancia a alimentos
S. Mala absorción
Retardo en la cicatrización
Fistulas
Dehiscencia
Procesos infecciosos
Diarrea
Pérdida de peso
Química sanguínea
• Hiperglucemia
• Urea y creatinina
• Proteína C reactiva
Electrólitos séricos
Hiper K Hiper Na
Gasometría arterial
Acidosis metabólica
116
Capítulo 7. Traumatismo y cirugía
••Química sanguínea. Glucosa elevada, urea y creatinina
elevadas, proteína C reactiva elevada.
••Electrólitos séricos. Hiperpotasemia, hipernatremia.
••Gasometría arterial. Acidosis metabólica (cuadro 7-4).
7.5.3 Grasas
Debido al estado hipermetabólico que presentan los pacientes traumatizados, el organismo debe movilizar sus reservas de
energéticos incrementando el flujo de sustratos entre los diferentes órganos, aumentando la gluconeogénesis, movilizando
los triglicéridos almacenados y oxidándolos a un ritmo acelerado. De esta manera las grasas se convierten en la principal fuente energética. Cuando los depósitos de grasa se hidrolizan, se
liberan ácidos grasos y glicerol. Debido a que los ácidos grasos
se reesterifican, a diferencia del glicerol, que no lo hace, existe
una disparidad en la tasa de liberación entre estos dos componentes, lo cual refleja la tasa de lipólisis dentro del adipocito. El
recambio de glicerol en los pacientes traumatizados se encuentra elevado dos a tres veces por arriba de lo normal. Además,
el 70% de los ácidos grasos liberados no se oxida, sino que
se reesterifica, proceso que tiene lugar dentro del hígado. Por
consiguiente, en los pacientes lesionados existe un incremento
del ciclo de ácidos grasos triglicéridos, un proceso que utiliza
un exceso de energía y que puede contribuir al ya conocido
incremento de depósito graso en el hígado.
En los pacientes en ayuno y traumatizados, el organismo
puede entrar a una fase de ayuno por la lesión misma, moviliza los ácidos grasos y promueve la formación de acetoacetato e hidroxibutarato β, o cuerpos cetónicos. Por tanto, estas
formas hidrosolubles de grasa son reutilizadas por el cerebro,
músculo y riñones como una fuente de energía, y de esta manera se exime la utilización de glucosa y proteínas. Después de
un traumatismo la cetosis se limita grandemente aun durante el ayuno, lo cual es debido a la abundancia de ácidos grasos que se utilizaron como precursores de sustrato de energía.
Tal disminución de la cetosis parece ser el resultado de alteraciones dentro del medio hormonal, particularmente por el incremento de insulina8 (cuadro 7-5).
7.6 Respuesta local al traumatismo
Generalmente la respuesta sistémica a una lesión o traumatismo se inicia en forma local; según la gravedad de la lesión, ésta
puede resolverse de manera localizada o involucrar mecanismos
homeostáticos sistémicos.
En este apartado se revisará sucintamente la reacción de
los tejidos a una lesión localizada que por su naturaleza no involucra una reacción sistémica. Aunque un traumatismo leve
no desencadene una respuesta general, el organismo no deja
de darse cuenta de que ha ocurrido un daño, en virtud de que
ante cualquier tipo de lesión se desencadenan señales nerviosas
que mantienen informado al SNC. De los tejidos lesionados se
liberan sustancias que interactúan con factores circulantes que
también envían señales al cerebro. Hay una interacción entre
estas dos respuestas; el cerebro es el órgano que las integra.
7.6.1 Respuesta celular
La lesión causa dolor y rutura de vasos sanguíneos, ocasionando hemorragia; para contrarrestar esta situación se responde
con una vasoconstricción local de efecto casi inmediato. Esta
vasoconstricción es debida a la liberación de catecolaminas y
otros compuestas vasoactivos como la bradixinina, serotonina
e histamina, las cuales son liberadas por los mastocitos de los
tejidos lesionados. Así comienza el proceso de diapédesis de
las células del tejido intravascular al espacio extravascular. Para
detener la hemorragia las plaquetas circulantes forman un coágulo, el cual tiene una función hemostática y de andamiaje para
la formación de un entramado de fibrina que coadyuva a la
migración de células inflamatorias y más fibrina. Las plaquetas
adquieren importancia en la respuesta celular, ya que durante
la lesión liberan citocinas esenciales para la respuesta inflamatoria, dando como resultado inflamación en el tejido lesionado.
Esta inflamación a nivel de la periferia de la herida causa aumento de volumen y vasodilatación.
Otras células que intervienen en la respuesta inflamatoria
son los neutrófilos, macrófagos y linfocitos los cuales además
de su función inmunológica y de limpieza de los tejidos tienen
Cuadro 7-5 Las grasas como fuente energética principal en la respuesta al traumatismo.
Manifestaciones metabólicas
T
R
A
U
M
A
T
I
S
M
O
Consecuencias
fisiológicas
Consecuencias
clínicas
Manifestaciones
de laboratorio
Sustrato metabólico
Lipólisis aumentada
Consumo de grasa
corporal
Química sanguínea
GRASAS
Hidrólisis aumentada de
triglicéridos, glicerol y ácidos
grasos
Baja de peso
Acidosis metabólica
Consumo energético
aumentado
Incremento de cuerpos
cetónicos-cetosis
Desnutrición
Cetosis

Páginas web, para consulta recomendadas
un papel muy importante en la inflamación local ya que liberan
hormonas y sustancias como las citocinas que modulan esta
respuesta inflamatoria y dan inicio y forman parte del proceso
de cicatrización.
7.6.2 Respuesta humoral
Del tejido lesionado y de las células que intervienen en el
proceso inflamatorio se liberan sustancias como las citocinas,
metabolitos del ácido araquidónico y factores de actividad
plaquetaria, los cuales coadyuvan con la respuesta celular, la
117
activación de la cascada de la coagulación, la granulocitosis
y la liberación de proteínas de fase aguda, para dar lugar a
un aumento de la temperatura local, sobre todo a nivel de la
periferia de la lesión.
La respuestas celular y humoral tienen como fin principal
dar inicio a un proceso inflamatorio y de cicatrización. Ambos procesos se describen con mayor amplitud en un capítulo
aparte.
Desde un punto de vista clínico este proceso se traduce en
dolor, aumento de volumen del área lesionada, rubor y aumento de la temperatura local (cuadro 7-6).
Bibliografía
Hume DM, Egdahl H. The importance of the brain in
the endocrine response to injury. Annals of Surgery.
1959;150:697-712.
Egdahl RH, Richards JB. The Effect of the Femorañ Nerve on
Adrenal 17–hidroxicorticosteroid Secretion in Dogs. Surg
Forum. 1957; 45:299-334.
Guyton y Hall. Tratado de Fisiología Médica. 11a. ed. Elsevier
España. Madrid. 2006; 918-929.
Zimmerman B. Pituitary and Adrenal Function in Relation to
Surgery. S Ciln North America.1965;45:299-234.
Wilmore DW, Goodwin CW, Aulick LH, et al. Effect of Injury
and Infection on Visceral Metabolism and Circulation. Ann
Surg. 1980;192:491-504.
1. Watters J, Bessey P, Dinarello C, et al. Both Inflamatory
and Endocrine Mediators Stimulate Host Response to
Sepsis. Arch Surg. 1986;121:179-190.
Morris L, Wood J, William C. Oxford Textbook of Surgery. 2a.
ed. Oxford University Press. ISBN: 0 19 262884 4.
Páginas web, para consulta recomendadas
Askanazi J, Elwyn DH, Silverberg PA, Rosenbaum SH, Kinney JM. Respiratory distress secondary to a high carbohydrate
load. A case report. Surgery. 1980; 87: 596–8. [Describes
the major problems associated with glucose loading in sick
patients.]
Aulick LH, Hander EH, Wilmore DW, Mason AD, Jr, Pruitt BA, Jr.
The relative significance of thermal and metabolic demands
on burn hypermetabolism. Journal of Trauma. 1979;19:
559-66.
Aulick LH, Wilmore DW, Mason AD, Jr, Pruitt BA, Jr. Influence
of the burn wound on peripheral circulation in thermally
injured patients. American Journal of Physiology. 1977;
233: H520-6.
Barbanel G, Ixart G, Szafarczyk A, Malaval F, Assenmacher I.
Intrahypothalmic infusion of interleukin I-β increases the
release of corticotropin-releasing hormone (CRH) and
adrenocorticotropin hormone (ACTH) in free moving rats
bearing a push-pull cannula in the median eminence. Brain
Research. 1990; 516: 31-6.
Bessey PQ, Lowe KA. Early hormonal changes affect the
catabolic response to trauma. Annals of Surgery. 1993; 218:
476-91.
Black PR, Brooks DC, Bessey PQ, Wolfe RR, Wilmore DW.
Mechanisms of insulin resistance following injury. Annals of
Surgery. 1982; 196: 420-35.
Bone RC. Toward an epidemiology and natural history
of SIRS (systemic inflammatory response syndrome).
Journal of the American Medical Association. 1992; 268:
3452-5.
Brooks DC, Bessey PQ, Black PR, Aoki TT, Wilmore DW. Posttraumatic insulin resistance in uninjured forearm tissue.
Journal of Surgical Research. 1984; 37: 100-7.
118
Capítulo 7. Traumatismo y cirugía
Cahill GF, Jr. Starvation in man. New England Journal of Me-
dicine. 1970; 282: 668-75.
Carpentier YA et al. Effects of hypercaloric glucose infusion on
lipid metabolism in injury and sepsis. Journal of Trauma.
1979; 19: 649-54.
Frank SM et al. Perioperative maintenance of normothermia
reduces the incidence of morbid cardiac events. Journal
of the American Medical Association. 1997;227:1127-34.
[Warming patients in the operating room reduces mortality.]
Goodwin CW, Jr, Aulick LH, Powanda MC, Wilmore DW, Pruitt BA, Jr. Glucose dynamics following severe injury. European
Journal of Surgical Research. 1980;12(Suppl. 1):126-7.
Hermansson M et al. Measurement of human growth hormo-
ne receptor messenger ribonucleic acid by a quantitative
polymerase chain reaction-based assay: demonstration of
reduced expression after elective surgery. Journal of Clinical
Endocrinology and Metabolism. 1997;82:421-28. [Important application of cell biology to a surgical problem.]
Hill AG, Siegel J, Rounds J, Wilmore DW. Metabolic response to
interleukin-1. Annals of Surgery. 1997;225:246-51.
Hume DM, Egdahl H. The importance of the brain in
the endocrine response to injury. Annals of Surgery.
1959;150:697-712.
Johnson IDA. Role of nutrition in perioperative protein sparing. In: Meng HC, Law DL, ed. Parenteral nutrition, pp.
26-34. Charles C Thomas, Springfield IL, 1970.
Kluger MJ, Ringler DH, Anver MR. Fever and survival. Science.
1975;188:166-8.
Michie HR et al. Tumor necrosis factor and endotoxin induce
similar metabolic responses in human beings. Surgery 1988;
104:280-6.
Plank LD, Connolly AB, Hill GL. Sequential changes in the
metabolic response in severely septic patients during the
first 23 days after the onset of peritonitis. Annals of Surgery
1998;228:146-58. [Serial body-composition determinations
coupled with cytokine determination in critically ill surgical
patients.]
Ross RJM, Chew SL. Acquired growth hormone resistance.
European Journal of Endocrinology 1995; 132: 655-60.
Tsuji H, Shirasaka C, Asoh T, Takeuchi Y. Influences of splanchnic nerve blockade on endocrine-metabolic responses to
upper abdominal surgery. British Journal of Surgery 1983;
70:437-9. [A study that could only be performed by individuals trained both in surgery and anesthesiology.]
Watters JM, Wilmore DW. Role of catabolic hormones in the
hypoketonaemia of injury. British Journal of Surgery 1986;
73:108-10.
Watters JM, Bessey PQ, Dinarello CA, Wolf SM, Wilmore DW.
Both inflammatory and endocrine mediators stimulate host
responses to sepsis. Archives of Surgery 1986;121:17990. [A classic study in volunteers to determine the effects
of hormones and the effects of inflammation on injury
responses.]
Wilmore DW, Aulick LH, Mason AD, Jr, Pruitt BA, Jr. Influence of the burn wound on local and systemic responses to
injury. Annals of Surgery 1977;186:444-58. [Blood flow is
specifically directed to the area of injury.]
Descargar