La poetización de la trayectoria de franquistas y republicanos en El corazón helado (2007), de Almudena Grandes Flávio Pereira (Universidade Estadual do Oeste do Paraná/ USP) La Guerra Civil y la posguerra en España son temas ya muy explotados y hasta la actualidad son fuentes de inspiración inagotables para la literatura. Prueba de ello son la obra La novela europea y americana y la Guerra Civil Española (1994), de Maryse Bertrand de Muñoz y la recolección de ensayos titulada La guerra persistente (2008), organizada por Antonio Gómez López-Quiñones y publicada a la vez en Frankfurt y Madrid. Aunque no son obras de ficción, estos ensayos críticos dan testimonio del interés de la crítica especializada por la gran cantidad de novelas o narrativas cortas que, de alguna forma, poetizan el tema del conflicto fratricida que destrozó familias y conciencias. En efecto, Bertrand de Muñoz nos presenta en su libro una visión de conjunto de más de mil doscientas novelas, publicadas en casi todas las lenguas occidentales y en un espacio que abarca más de treinta países, incluyendo la misma España y sus cuatro lenguas oficiales. Sobre la permanencia de estos temas en la memoria de la sociedad española, Muñoz afirma que el año de 1986 fue una fecha destacada, por tratarse del quincuagésimo aniversario de la eclosión de la guerra. Hubo entonces un boom de publicaciones, considerado positivo por escritores e historiadores. A ello se juntaron los más grandes periódicos de España, que sacaron números y series especiales. Varios congresos tuvieron lugar en universidades españolas y extranjeras. Muestras de cine en ciudades españolas y europeas, desde 1985, rememoraron el conflicto peninsular y el trabajo de recuperación de la memoria histórica continuó con 872 exposiciones, películas, congresos, series de televisión y nuevas obras de ficción. Sobre la importancia de la guerra en la historia reciente se pronuncia el historiador Javier Tusell: La guerra de España es la única ocasión histórica en que nuestro país ha jugado un papel protagonista en la Historia del siglo XX, aunque fuera como sujeto paciente de un acontecimiento de enorme repercusión. Tan sólo en otro momento mucho más grato en sus consecuencias, como fue la transición a la democracia, España ha resultado protagonista de primera fila en la vida de la Humanidad. No puede extrañar, por tanto, que desde una óptica nacional o extranjera, se haya considerado como eje interpretativo de nuestro pasado lo sucedido en el período 1936-1939 (apud BERTRAND DE MUÑOZ, 1994, p. 15). Bertrand de Muñoz subraya que cantidad de críticos insisten en que la guerra de España, como tema literario, es una obsesión que no cesa, pues según Manuel García Viñó, los novelistas son los portavoces más caracterizados de la conciencia social. Y la conciencia nacional española de este período, y hasta nuestros mismos días, tiene como punto de referencia más relevante en el acontecimiento bélico mentado y en todo lo que, en los terrenos político, económico, social y aun religioso se deriva de él (apud BERTRAND DE MUÑOZ, op. cit., p. 16). Es teniendo en cuenta esta reflexión que pasamos a analizar la transposición de la trayectoria de dos familias españolas a la última novela de Almudena Grandes, éxito de crítica y público. El corazón helado entreteje la trayectoria de los descendientes de Julio Carrión González e Ignacio Fernández Muñoz para presentarnos la proyección de las astillas del conflicto civil en las historias familiares y cotidianas de ciudadanos jóvenes que desconocen su propia historia y muchas veces se empeñan en no profundizar en ello, por comodidad o miedo de las consecuencias. Los cadáveres siguen el armario. Esta novela es bastante larga. Tiene 919 páginas, seguidas de las notas de la autora. Se sostiene en una poética realista de trasfondo histórico, como se deduce del propio título, que nos remite al famoso poema de Antonio Machado, cuyo dístico 873 compone la epígrafe del umbral de la narrativa: “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. El lector ya sabe de antemano que la novela va a tratar del tema de la Guerra Civil y la historia reciente de España, pues el paratexto lo afirma y reitera. En efecto, la síntesis de la contratapa de la sobrecubierta así lo refiere: El día de su muerte, Julio Carrión, prestigioso hombre de negocios cuyo poder se remonta a los años del franquismo, deja a sus hijos una fortuna considerable pero también una herencia de sombras, con muchos puntos oscuros en su pasado. Nunca le gustó recordar su juventud, ni sus peripecias en la División Azul. En su entierro, en marzo de 2005, su hijo Álvaro, el único que no ha querido dedicarse a los negocios familiares, se sorprende por la presencia de una mujer joven y atractiva, a la que nadie reconoce y que tal vez fue la última amante de su padre. Raquel Fernández Perea, por su parte, hija y nieta de republicanos en Francia, conoce muy bien el pasado de su familia, sus frustraciones y esperanzas... Ahora, el azar hará que Álvaro Carrión y Raquel Fernández Perea se conozcan y se sientan atraídos sin remedio. Así descubrirán hasta que punto sus viejas historias familiares son capaces de proyectarse en sus propias vidas, donde se entrecruzan y convergen de manera dramática. Esta poética histórico-realista, como decimos, sustenta estéticamente esta larga narrativa dividida en tres partes tituladas “El corazón” (p. 13-126), “El hielo” (p. 126-738) y “El corazón helado” (p. 739-919). En la primera, se narra el acontecimiento que propicia el contacto y el establecimiento de un vínculo amoroso entre los dos jóvenes protagonistas, Álvaro Carrión Otero y Raquel Fernández Perea, durante el entierro del padre de Álvaro, Julio Carrión González, empresario de éxito del ramo de la construcción, en mediados de marzo. Álvaro nota la discreta presencia de una joven desconocida que observa la ceremonia fúnebre y pasa casi un mes indagándose sobre la identidad de ella. Intuye que tiene algo de familiar y pregunta a su madre Angélica sobre la posibilidad de ser esta chica una pariente suya, lo que la matriarca niega rotundamente. Muerto ya hace un mes Julio, Álvaro es encargado por su madre a ir al banco a liquidar unos fondos tras encontrar una correspondencia dirigida por R. Fernández Perea a su madre, que parece no conocer el funcionario que tiene este nombre. Esta entrevista con Fernández Perea cambiará para siempre la historia de estos personajes, como afirma el propio Álvaro. Se revela que la asesora financiera es 874 la chica presente en el cementerio y termina esta primera parte cuando Raquel le cuenta que era amante de Julio Carrión González. A respecto del enfoque narrativo, una técnica eficiente utilizada por Almudena Grandes es la alternancia entre un narrador heterodiegético omnisciente y un narrador autodiegético — Álvaro Carrión que, en un punto indeterminado del futuro, narra su propia historia entretejida a la de Raquel. La alternancia del enfoque narrativo es eficiente porque nos permite a los lectores apropiarnos de la historia a partir de dos puntos de vista, uno que tiende a la objetividad y otro que necesariamente se caracteriza por la subjetividad, a pesar de la personalidad del narrador autodiegético que se describe como una persona objetiva, tranquila y ecuánime, un profesor universitario de Física que no tiene ninguna dificultad en exponer sus sentimientos e impresiones sobre sí mismo y los demás personajes. La narrativa de Álvaro se complementa con la que nos presenta el narrador heterodiegético, que remonta la historia a la generación de los abuelos de Raquel y Álvaro y de una forma bastante didáctica nos permite componer una genealogía familiar y la lógica que orienta la acción de los personajes y mueve la historia. Así, el punto inicial de la historia narrada es el traslado de de Raquel de París a Madrid, cuando su padre encuentra trabajo allí en 1975, poco antes de la muerte de Franco. Raquel tenía entonces seis años y no quería ir a vivir en España, pues había nacido en Francia y tenía allí a sus abuelos, amigos y hábitos. Los abuelos paternos, Anita e Ignacio Fernández, exiliados republicanos, siguen viviendo en París porque Ignacio se niega a regresar a España, mientras que los abuelos maternos, Rafaela y Aurelio, se van a Madrid poco antes de los padres de Raquel. En la segunda parte de la novela se cuenta el desarrollo de la historia de amor de Álvaro y Raquel, afectada por la presencia incómoda de la memoria de Julio Carrión González, supuesto antiguo amante de Raquel y con el que Álvaro tiene una relación conflictiva. Álvaro se siente inferior al padre, descrito tanto por él como por el 875 narrador heterodiegético como una persona muy carismática y que, consciente de tener este don, lo utiliza en su favor siempre que posible. Al mismo tiempo, Álvaro se siente apartado del núcleo familiar porque, al contrario de sus hermanos Julio y Rafa, que trabajan en las empresas del padre, decidió seguir una carrera totalmente diferente. Con las hermanas Angélica y Clara tampoco tiene ningún vínculo fuerte. La figura del padre, a quien al principio admiraba mucho, va cambiando a lo largo de la novela conforme Álvaro se va enterando, por medio de unos documentos dejados por el padre en el despacho tras la repentina muerte por infarto que, al contrario de lo que afirmaba Julio, la abuela de Álvaro no falleció en 1937, sino más tarde, en la prisión. Durante esta segunda parte de la novela Álvaro se va dando cuenta de que el pasado de sus padres está envuelto en mucho misterio e intenta desentrañarlo, lo que lo lleva a entrevistarse con unos antiguos residentes de Torrelodones, tierra natal del padre en busca de informaciones y documentos. Esto lo permite (re)componer la trayectoria familiar y asombrarse con lo que llega a saber sobre el padre. Al mismo tiempo, el narrador heterodiegético nos cuenta la historia de la familia Fernández Muñoz, básicamente los abuelos, padres y tíos de Raquel, ricos republicanos que, tras la Guerra Civil, cuyos sobrevivientes se exilian en Francia y pasan por campos de concentración de refugiados en el sur de este país antes de establecerse allí como ciudadanos legales. La trayectoria de la familia de Julio Carrión González también se cuenta a partir de la de sus padres, la madre republicana y el padre que, a pesar de ser franquista, se caracteriza sobre todo por la tibieza de carácter, un hombre incapaz de enfrentarse a la vida con tenacidad o pasión, al contrario de Teresa González, profesora y republicana que milita en Torrelodones y que lo abandona para fugarse con el republicano Manuel Castro y una hija pequeña. Este suceso provoca un cambio en Julio, quien reniega la memoria de la madre y acaba por pasar, de joven republicano militante en la Juventud Socialista Unificada a falangista que se va con la 876 División Azul a Rusia para luchar una guerra que no es suya al lado de los nazis alemanes. Julio regresa a España y obtiene de los Fernández Muñoz un documento que le permite vender las propiedades de la familia en España, con la promesa de enviarles el dinero, pero no lo hace. Así se enriquece y llega a ser un empresario de mucho éxito, no antes de casarse con Angélica Fernández Otero, hija de la mujer a quien Julio echó a la calle para vender su vivienda. La última parte de la novela se inicia con una crisis en la relación de Raquel y Álvaro. Ella lo abandona sin explicación tras revelarse que no había sido amante de Julio Carrión. La narrativa se encamina hacia el final, en realidad volvemos al momento inicial de la trama pero el enfoque narrativo ahora está puesto en Raquel, para que el narrador pueda explicarnos los motivos que la han relacionado con Julio Carrión. Raquel, tras enterarse de que Julio era el hombre que les había robado todo a sus abuelos exiliados en París trama una forma de vengarse. Amenaza en exponer la estafa sufrida por ellos en un periódico o revista, lo que desestabiliza al patriarca de los Carrión Otero y lo lleva a pasar a Raquel la propiedad de un ático de la calle Jorge Juan poco antes de sufrir un infarto y morir pocos días después. Raquel decora el ático como un escenario de ficticios encuentros eróticos y finge ser amante de Julio para atingir a la viuda, pues el notario revelará que Julio le había dejado a Raquel en herencia el inmueble del que nadie tenía conocimiento. Sin embargo, el encuentro entre Raquel y Álvaro en el entierro de Julio lleva la historia a otro rumbo, pues terminan por enamorarse. Álvaro abandona a su esposa y se va con Raquel después de aclarar la historia previa de ella con su padre, lo que revelará toda la ignominia relacionada a la trayectoria de Julio Carrión y cómo su ambición desmedida atinge a los Fernández Muñoz. Álvaro intenta en vano contarles a su madre y hermanos todo lo que ha descubierto sobre el padre. Todos prefieren no darle atención, afirman que todo da igual, que ellos no tienen la culpa, pero Álvaro sabe que la madre sí la tiene, pues al 877 casarse con Julio estaba enterada de que él era el responsable por la ruina de gran parte de su familia, pero le daba igual. En las notas finales de la edición, Almudena Grandes presenta una lista comentada de la bibliografía utilizada como base documental de la novela, lo que más una vez refuerza su poética histórico-realista. Entre estas obras se encuentran relatos de historias de republicanos exiliados en Francia, de los que lucharon contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, sobre la vida cotidiana en el Madrid sitiado. Afirma que, a pesar de ser esta una novela en el sentido más clásico del término, no quiere ni puede “advertir a sus lectores que cualquier semejanza de su argumento o sus personajes con la realidad sea una mera coincidencia” (2007, p. 924). Afirma también que “todos estos y muchos otros episodios de la historia española reciente, algunos de los cuales aparecen en este libro, parecen mentira pero, para nuestra desgracia, han sido verdad” (2007, p. 925), refiriéndose, entre otros, al episodio conocido como “los pozos de Arucas”, de la isla Gran Canaria, donde más de sesenta republicanos fueron sepultados vivos. Por fin, concluimos que esta obra de ficción se enmarca claramente en un conjunto de narrativas que intentan recuperar la memoria histórica de la Guerra Civil y de la posguerra, pero lo hace con el foco en las trayectorias de los héroes y antihéroes anónimos que componen la historia de todos los días. Referencias BERTRAND DE MUÑOZ, Maryse. La novela europea y americana y la Guerra Civil Española. Madrid: Júcar, 1994. GRANDES, Almudena. El corazón helado. Barcelona: Tusquets, 2007. 878