TEMA 1 Microhematuria I Cristina Viana Zulaica. Chelo Naya Cendón ¿Q ué es l a microhematuria (MH)? La microhematuria es la presencia de hematíes en una orina aparentemente normal. Se considera que existe microhematuria (MH) o hematuria asintomática, cuando se detectan más de tres hematíes por campo en una muestra de orina centrifugada, es significativa o persistente cuando ocurre en 2 ó 3 muestras de orina recogidas de manera adecuada en un intervalo de 10 días (British CMA, 2009; Cohen RA, 2005; Grossfeld GD, 2001). El número de hematíes necesarios para definir MH varía entre 2 y 10 hematíes por campo, no se ha definido un límite inferior seguro, bajo el que se pueda excluir enfermedad significativa (Rose BD, 2010). Los métodos más eficientes para detectar sangre en orina son la tira reactiva y el examen del sedimento urinario (Yun EJ, 2004). ¿C on qué frecuencia se presenta? La prevalencia de la MH está entre un 0.18 y un 16.1% de la población general, la incidencia aumenta con la edad. La MH se puede presentar de manera fisiológica tras la realización de actividad física intensa, actividad sexual o por contaminación menstrual (Tomson C, 2002). La MH puede ser transitoria, no existen datos que orienten sobre la mayor probabilidad de presentar enfermedad urinaria en la MH persistente comparada con la MH transitoria (Cohen RA, 2005). ¿C ómo se re aliz a el diagnóstico? Las tiras de orina tienen una sensibilidad del 91 al 100% para detectar hematíes y una especificidad del 65 al 99%, la presencia de mioglobina, hemoglobina libre o soluciones antisépticas pueden generar positivos falsos. Si la tira de orina detecta hematíes es conveniente realizar estudio del sedimento urinario para confirmarlo (Grossfeld GD, 2001; Yun EJ, 2004). ¿Q ué causas? Con frecuencia la MH constituye un hallazgo. Los hematíes pueden proceder de cualquier punto del tracto urinario, por tanto el diagnóstico diferencial incluye una gran cantidad de causas con niveles de gravedad muy distintos. De cada cien pacientes con MH entre 5 y 20 tendrán una enfermedad urológica y entre 1 y 5 tendrán una enfermedad maligna (Simerville JA, 2005), si tomamos como base a los varones mayores de 50 años con MH, la posibilidad de padecer una neoplasia es del 21% (Simerville JA, 2005). La posibilidad de presentar enfermedad maligna es superior en los casos en los que la hematuria es sintomática (Edwards TJ, 2006). La hematuria es el signo más frecuente en el cáncer de vejiga, sin embargo la incidencia de cáncer de vejiga en pacientes con microhematuria es bajo (British CMA, 2009). Se estima que el 16% de las MH son de causa glomerular (de ellas la más frecuente la glomerulonefritis IgA, seguida por la enfermedad de la membrana basal delgada y la nefritis hereditaria). Entre las causas renales no glomerulares están las neoplasias, la litiasis, la enfermedad quística (que incluye poliquistosis renal), la necrosis papilar y los defectos metabólicos como la hipercalciuria y la hiperuricosuria. Las enfermedades de la vejiga urinaria, la uretra y la próstata pueden ser la causa de MH procedente del tracto urinario inferior (Cohen RA, 2005). Los cánceres urológicos son responsables del 5% de las MH con grandes variaciones en función de si los estudios son de base poblacional o de servicios de urología. El riesgo de cáncer de vejiga aumenta con la edad, sobre todo después de los 65 años. Los factores de riesgo de cáncer de vejiga son: tabaquismo, exposición ocupacional a productos químicos como el benceno o las aminas aromáticas que se usan en la industria (piel, tinte y caucho) el uso prolongado de fenacetina, ciclofosfamida y la ingestión de ácido aristolóquico que se encuentra en algunos preparados de hierbas utilizados para adelgazar (Cohen RA, 2005; Yun EJ, 2004). 1 Urología y Nefrología Tabla 1. Causas de microhematuria. Origen Enfermedad sistémica nLupus eritematoso. nVasculitis. nSíndrome hemolítico urémico. nPúrpura trombótica trombocitopénica. Enfermedad infecciosa nHepatitis. nEndocarditis. Glomerular nNefropatía IgA (Enfermedad de Berger’s). nSíndrome de membrana basal glomerular delgada (hematuria familiar benigna). nNefritis hereditaria (síndrome de Alport). nGlomerulonefritis leve focal de otras causas. nEnfermedad de Fabry. nSíndrome uña rodilla nEnfermedad de Good Pasture. nPúrpura de Schoilen Henoch. nGlomerulonefritis mesangiocapilar. nGlomerulonefitis postinfecciosa. nGlomerulonefritis rápidamente progresiva. Renal nLitiasis renal. nCáncer de células renales. nCáncer de células transicionales. nPielonefritis. nPoliquistosis renal. nSíndrome de “médula esponjosa” del riñón. nHipercalciuria, hiperuricosuria documentada. nTraumatismo renal. nNecrosis papilar. nInfarto renal. nEstenosis ureteral e hidronefrosis. nEnfermedad drepanocítica / de células falciformes. nInfarto renal. nMalformación arteriovenosa. nTuberculosis renal. Vía urinaria baja nPólipos y tumores benignos de la vejiga y uréteres. nEsquistosoma haematobiun en norteafricanos. nCáncer de vejiga. nHipertrofia benigna de próstata. nCáncer de próstata. nCistitis bacteriana, cistitis intersticial, cistitis por radiación. nEstenosis uretral o del meato. Incierto nHematuria de ejercicio. nHematuria benigna (hematuria inexplicada). nTratamiento anticoagulante (dosis excesivas). nTraumatismo de vías urinarias. nHematuria facticia (suele ser macrohematuria). Tabla 2. Factores de riesgo de enfermedad urológica significativa (British CMA, 2009). nUso excesivo de analgésicos. nEdad >40 y sexo masculino. nTabaquismo activo o pasivo. nExposición a sustancias (fenacetina, ciclofosfamida y antirretrovirales). nExposición laboral a bencenos o aminas aromáticas. nIrradiación pélvica. nAntecedentes de hematuria o de infección del tracto urinario o síntomas urinarios irritativos. nAntecedentes de infección o de síntomas urinarios irritativos. nEnfermedad urológica previa (litiasis, tumores). ¿C ómo re aliz ar el estudio? E valuación Ante la presencia de hematuria se revisarán los datos de la historia clínica, anamnesis, ingesta de fármacos, actividad física intensa, traumatismos, antecedentes familiares (poliquistosis renal, litiasis). Examen físico, que incluya tensión arterial, exploración del meato urinario, de la próstata y de la piel genital. Pruebas de laboratorio Se estudiarán la función renal y hemograma y las determinaciones que se estime oportuno según los datos de la historia clínica. 2 Microhematuria Ante la presencia de bacteriuria o piuria se debe realizar un urocultivo. La piuria estéril con MH puede ocurrir en tuberculosis, nefropatía por analgésicos y otras enfermedades intersticiales (Rose BD, 2010). Morfología de los hematíes. Es importante el examen del sedimento de orina en el microscopio, con ello se puede distinguir la MH de causa glomerular o extraglomerular. La visualización de hematíes que en su mayoría son de diferente tamaño y forma, hematíes dismórficos, sugiere hematuria de causa glomerular. Por el contrario si se visualizan mayoría de hematíes de la misma forma y tamaño, isomórficos indican sangrado de la vía urinaria baja. La presencia acantocitos en orina en una cifra superior al 5% se considera un hallazgo significativo de sangrado de origen glomerular. Los acantocitos son hematíes anormales en forma de anillo con la membrana pegada (Cohen RA, 2005). La presencia de cilindros hemáticos indica que el sangrado es glomerular, este hallazgo es muy específico pero muy poco sensible. La proteinuria es un marcador de desarrollo de insuficiencia renal, en su presencia se cuantificarán las proteínas en la orina de 24 horas, si la proteinuria es igual o mayor de 300 mg en orina de 24 horas se considera proteinuria significativa, asociada a MH orienta a causa glomerular del sangrado y a enfermedad del parénquima renal (Eardley KS, 2004; Chow KM, 2004), situación que debe ser consultada con nefrologóa, sobre todo si se observa insuficiencia renal y evolución progresiva de la proteinuria. No existen recomendaciones claras sobre la indicación de biopsia renal, la decisión será individualizada, se valorará el beneficio terapéutico que suponga su realización (Hall CL, 2004). En el 70% de los casos de MH sigue sin conocerse la causa de la misma tras el estudio del tracto urinario superior, se estudiará el tracto urinario inferior. Pruebas de imagen Si se excluye la causa glomerular se debe hace un estudio del tracto urinario mediante pruebas de imagen con el objetivo de descartar la presencia de carcinoma de células renales o carcinoma de células transicionales, lesiones en la pelvis renal, lesiones en los uréteres, litiasis renal, enfermedad quística, lesiones obstructivas o neoplasias de vejiga (Cohen RA, 2005). Urografía intravenosa (UIV). Prueba de imagen que se ha visto desplazada por su sensibilidad limitada para detectar litiasis y masas de tamaño pequeño. Para algunos clínicos constituye el método de elección para el diagnóstico de tumores de urotelio localizados en la pelvis renal y en el uréter, sin embargo cada vez hay más datos en contra de esta afirmación, la UIV sólo detecta el 40-65% de los tumores de urotelio (Rose BD, 2010; Dikranian AH, 2005). Ecografía (US). Prueba no invasiva útil para detectar masas renales, lesiones vesicales y patología vascular si se asocia estudio doppler. Tiene una sensibilidad y especificidad para detectar masas de 2- 3 cm en el parénquima renal de 82 y 91% respectivamente. La ecografía apenas detecta lesiones inferiores a 2 cm lo que obliga a interpretar los resultados con cautela si existe riesgo especifico para esta tipo de lesiones (Rose BD, 2010; Jamis-Dow CA, 1996). TAC, es la prueba de imagen mediante la que se visualiza mejor la litiasis renal (Sourtzis S, 1999), las afecciones renales, las lesiones peri renales y las complicaciones asociadas. En estudios en los que se ha comparado con la UIV ha demostrado una sensibilidad del 100%, muy superior al a un 67% de la UIV (Cohen RA, 2005), también ha demostrado su utilidad para detectar enfermedad urológica significativa que había pasado desapercibida con tras ser estudiada con UIV y US (Lang EK, 2002; Warshauer DM, 1988). El multidetector TAC urográfico (UroTAC) combina los beneficios del scanner convencional con la posibilidad de la UIV para explorar con precisión las superficies ureterales y pielocaliciales, la visualización de las diferentes fases de la evolución del contraste, proporciona una imagen global de todo el tracto urinario, su uso estaría indicado en los casos de alta sospecha de enfermedad urológica maligna. El inconveniente del UroTAC es la alta dosis de radiación a la que se expone al paciente (Rose BD, 2010) y la necesidad de utilizar contraste (Wollin Tim, 2009). La Resonancia Magnética (RM) urográfica tiene menos posibilidades de detectar lesiones uroteliales pequeñas y litiasis no obstructivas. De momento la experiencia con esta técnica es limitada, es posible que los avances sobre ella permitan observar masas renales (Rose BD, 2010). Otras exploraciones Cistosocopia La cistoscopia detecta el carcinoma de vejiga en el 100% de los casos, al igual que el TAC con contraste, seguido de la citología de la orina la UIV y la ecografía. Se solicitará en los casos en los que la UIV y US no demuestran anormalidades o existan dificultades en su interpretación o en los pacientes que reúnen los factores de riesgo para el cáncer de vejiga, excluidos estos casos su rendimiento es bajo y se puede retrasar su realización. Hay autores que recomiendan hacer cistoscopia a las personas de los grupos de riesgo que tengan 40 o más años (Grossfeld GD, 2001) no hay acuerdo unánime sobre la edad adecuada. 3 Urología y Nefrología Citología de la orina Tiene una sensibilidad baja: 66 a 79% y una alta especificidad: 95-99.5%, La sensibilidad aumenta si se evalúa la primera orina de la mañana en tres días seguidos. Detecta mejor los cánceres de vejiga de alto grado y carcinoma in situ que los cánceres de bajo grado histológico, es insensible para la detección de cáncer de células renales. Se recomienda su realización en los pacientes con MH persistente (British CMA, 2009). La realización de la citología es de interés especial en los pacientes con factores de riesgo para carcinoma de células transicionales (Hofland CA, 2004), edad superior a 40 años, tabaquismo, exposición a productos químicos, tintes, bencenos, aminas aromáticas, abuso de analgésicos y antecedentes de irradiación pélvica. Se están estudiando marcadores moleculares para la detección no invasiva de cáncer de vejiga pero todavía no han sido validados (Schmitz-Dräger BJ, 2008; Cohen RA, 2005). A lgoritmo 4 Microhematuria S eguimiento En el 19-68% de los casos de MH no se encontrará la causa de la MH tras haber realizado un estudio detallado del tracto urinario superior y cistocopia. Si no hay síntomas y no existen factores de riesgo de cáncer de vejiga no es necesario realizar más estudios. (Cohen RA, 2005; Grossfeld GD, 2001; Malmström P, 2003). Como se ha visto que un 1-3% de los pacientes después de un estudio negativo desarrollan un tumor urológico, una pequeña proporción también puede desarrollar insuficiencia renal por enfermedad glomerular. Se recomienda hacer seguimiento con análisis de orina, citología y control de la TA a los 6, 12, 24 y 36 meses por el médico de familia. Si se presenta hematuria sintomática, citología positive o atípica, síntomas urinarios irritativos sin infección, se debe repetir el estudio urológico. El desarrollo de hipertensión, proteinuria o el hallazgo de sangrado glomerular podría hacer necesaria la consulta con nefrología (Rose BD, 2010). Si no ocurre nada de esto en tres años, se puede abandonar el seguimiento de rutina de la hematuria persistente (Wollin Tim, 2009; British CMA, 2009). C ribado No se recomienda la realización de análisis de orina de rutina para la detección de MH (Cohen RA, 2005; Grossfeld GD, 2001; Yun EJ, 2004; Simerville JA, 2005; Murakami S, 1990) ya que tiene un valor predictivo positivo ≤0.2% para enfermedad significativa (Feldstein MS, 2005; Del Mar C, 1990). Además existen pocos datos disponibles sobre el mejor pronóstico de los pacientes con cáncer del aparato urinario tras la detección precoz (Rose BD, 2010; British CMA, 2009; Cohen RA, 2005). B ibliogr afía British Columbia Medical Association. Guidelines and Protocols Advisory Committee. Microscopic Hematuria (Persistent); 2009 Texto completo Chow KM, Kwan BC, Li PK, Szeto CC. Asymptomatic isolated microscopic haematuria: long-term follow-up. QJM. 2004 Nov;97(11):739-45. PubMed PMID: 15496530 Cohen RA, Brown RS. Microscopic Hematuria. NEngl J Med 2005;348:2330-8. PubMed PMID: 12788998 Feldstein MS, Hentz JG, Gillett MD, Novicki DE . Should the upper tracts be imaged for microscopic haematuria?. BJU 2005; 96: 612-617. PubMed PMID: 16104920 Del Mar C. Asymptomatic haematuria in the doctor. BMJ. 2000;320:165–166. PubMed PMID: 10634739 Dikranian AH, Petitti DB, Shapiro CE, Kosco AF. Intravenous urography in evaluation of asymptomatic microscopic hematuria. J Endourol. 2005 Jun;19(5):595-7. PubMed PMID: 15989453 Eardley KS , Ferreira MA, Howie AJ, Gosling P. Lipkin GW. Urinary albumin excretion: a predictor of glomerular findings I adults with microsocpic haematuria. QJM 2004 May; 97(5):297-301. 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Es un problema muy frecuente, la orina es la muestra que con mayor frecuencia se recibe y se procesa en los laboratorios de microbiología, además de ser la segunda causa de utilización de antibióticos de manera empírica (SIGN, 2006). Si existen síntomas y gérmenes en orina, el objetivo del tratamiento es eliminar los síntomas y evitar las recurrencias, todo ello con los mínimos efectos secundarios. En las personas asintomáticas en la que se ha detectado la presencia de gérmenes en orina, el objetivo es evitar la aparición de episodios sintomáticos (SIGN, 2006). PARTE I: Infección urinaria en la mujer ¿C ómo se diagnostica? La probabilidad de que una mujer sana con sintomatología urinaria tenga bacteriuria es de 50 a 80%, si hay disuria y polaquiriuria la probabilidad aumenta al 90%. No hay duda sobre la indicación del tratamiento antibiótico en esta situación. Si existe flujo vaginal hay que pensar en otras posibilidades diagnósticas como vaginitis o enfermedades de transmisión sexual y con ello disminuye la probabilidad de que se trate de una ITU, ante esta sospecha es necesario realizar una exploración vaginal o pélvica para el diagnóstico. Otras causas menos frecuentes pero que hay que tener en cuenta en el diagnóstico diferencial son la patología de cérvix, vaginal y muy rara vez el cáncer (SiGN, 2006). Si existe fiebre y dolor lumbar hay que orientar el diagnóstico a una infección urinaria alta, situación en la que es recomendable solicitar urocultivo, el aumento de las resistencias bacterianas hace que no exista ninguna garantía de que el antibiótico empírico elegido sea completamente seguro. El uso de tiras reactivas en la consulta son de ayuda para el diagnóstico, es mas seguro identificar la presencia de leucocitos y nitritos que realizar una sola determinación, sin embargo una muestra de orina con nitritos y leucocitos positivos tiene un poder predictivo menor que el conjunto de síntomas y de signos, siempre que no existan datos que orienten a un diagnóstico alternativo. En el caso de una mujer con síntomas poco claros en los que la probabilidad de ITU esté alrededor del 50%, está indicado determinar la presencia de leucocitos y nitritos mediante una tira reactiva. Con un solo síntoma y la positividad de la tira reactiva hay un 80% de probabilidad de que exista bacteriuria (SIGN,2006). Si bien para algunos autores la negatividad de la tira reactiva excluye la presencia de infección (Deville W,2004), hay casos de mujeres sintomáticas y con tira reactiva negativa que mejoran de manera significativa tras recibir tratamiento con trimetropin durante 4 días, con un NNT de 4 (Richards D, 2005). En una mujer con disuria, leucocitos en orina y urocultivo negativo hay que pensar en la posibilidad de “síndrome uretral agudo” producido en la mayoría de las ocasiones por chlamydia (Hooton T, 2009). En los casos en los que sea necesario solicitar urocultivo, su interpretación se hará teniendo en cuenta el número de gérmenes aislados, la cantidad de unidades formadoras de colonias por mililitro (ufc/ml), el tipo de muestra obtenida, los datos clínicos y la ausencia o presencia de piuria. La calidad de la muestra de orina puede alterar la capacidad para identificar bacterias, tienen más posibilidades de contaminarse las muestras de la orina recogidas habitualmente que las obtenidas por punción suprapúbica o tomadas directamente del riñón o el uréter durante un acto quirúrgico (gold standard de bacteriuria). Se considera bacteriuria significativa la presencia de 105 ufc/ml, en mujeres con sintomatología urinaria baja el recuento de 102 ufc/ml también puede reflejar bacteriuria (sensibilidad 95% y especificidad 85%) (SING, 2006). Los gérmenes que producen ITU con más frecuencia son E. coli (70.8%), Klepsiella spp. (6.8%), Proteus spp (6.6) y Enterococo spp (5.5) (Andreu, 2008). 7 Urología y Nefrología ¿Q ué tr atamiento? Tratamiento antibiótico en cistitis Hace años que se demostró la efectividad del tratamiento con antibióticos en dosis única en mujeres con cistitis, sin morbilidad asociada y con bacteriuria (Asbach HW, 1991). Se observaron los mismos resultados tras la utilización de tratamiento antibiótico durante 3 días comparado con 6 días en mujeres mayores (Lutters M, 2008). Con la utilización de pautas cortas disminuyen los efectos secundarios de los fármacos. Así para tratar una cistitis en una mujer no embarazada es suficiente con una dosis única de los fármacos reseñados o con una pauta de tres días de tratamiento. nCotrimoxazol (Trimetropin sulfametoxazol). Dosis estándar 800/160 mg x 2 x 3 días (ICSI, 2006). La tasa de resistencias a E.Coli de 33.8% en España (Andreu A, 2008) hace que no sea un antibiótico de primera opción en nuestro país, si bien si figura como de primera elección en otros países (NGC, 2005). No se debe usar en embarazo, ni si existe alergia a las sulfamidas. nNitrofurantoína. Existe variabilidad en la dosis recomendada. 50-100 mg x 3 x 7 días (UMichigan, 2005). 75 mg x 2 x 5 (Wuorela M, 2008). Como ventaja para situarse en la primera opción son las bajas resistencias bacterianas, como inconvenientes la posibilidad de efectos secundarios y la incomodidad de la posología. Antes de la recomendación del uso de la nitrofurantoina se debe comprobar la buena función renal, y desaconsejar la utilización de alcalinizantes durante el tratamiento. nBeta-lactámicos: n n Amoxicilina 500 mg x 3 x 3 ó 500 mg x 3 x 5. Amoxicilina clavulánico amx/clv. Cefalosporinas. Si está contraindicado la anterior o en situaciones especiales. Cefixima 400 mg x 1 x 3. Cefalexina 500 mg x 3-4 x 3 o 500 mg x 2 x 5 (Wuorela M, 2007). Cefadroxil 1 g x 1 x 5. No son fármacos de primera elección para el tratamiento empírico, se ha visto que existen resistencias bacterianas para el E. Coli (Andreu A, 2008). Sería como segunda opción (NGC,2005) o si se ha demostrado sensibilidad en el antibiograma. Tabla 1. Antibióticos para mujeres con ITU (Cistitis). Fármaco Dosis x veces día x días Comentarios Cotrimoxazol 800/160 mg x 2 x 3 En función de tasas de resistencia local. No en embarazo ni en alergia a sulfamidas. Nitrofurantoína 50-100 mg x 3 x 3-5-7 No si existe insuficiencia renal. Amoxicilina mg 500 mg/ 3 x 5 Si sensibilidad en el antibiograma. Amoxicilina/clavulánico 500/125 mg x 3 x 5 Cefixima 400 x 1 x 3 Cefadroxil 1 gr x 1 x 5 Ciprofloxacino 250-500 mg x 2 x 3 ó 500 x 1 x 1 Norfloxacino 400 x 2 x 3 u 800 mg x 1 x 1 Ofloxacino 200-400 mg x 2 x 3 ó 400 mg x 1 x 1 Levofloxacino 250 mg x 1 x 1 ó 250 mg x 1 x 3 Fosfomicina 200-300 mg x 1 x 1-2 Acido pipemídico 400 mg x 2 x 7 8 Aumento creciente de las resistencias que superan a amx/clv. Reservar para infecciones más importantes. Infección de vías urinarias en el adulto nQuinolonas. Hay preocupación por las nuevas resistencias que están apareciendo sobre todo en España (Michi- gan, 2005), se subraya la necesidad de reservarla para infecciones más importantes, no utilizar durante el embarazo ni lactancia (ICSI, 2006; SIGN, 2006, UMichigan, 2005). Se ha confirmado la seguridad en la utilización de pautas de tres días, en algunas guías se recomiendan dosis únicas (Wuorela M, 2007). Hay riesgo de ruptura tendinosa sobre todo en pacientes mayores de 60 años, receptores de trasplante de riñón, corazón o hígado o que están a tratamiento con corticoides. Ciprofloxacino 250-500 mg x 2 x 3días o 500 mg x 1 x 1 (Lopes HV, 2004). Norfloxacino 400 mg x 2 x 3 u 800 dosis única (Wuorela M, 2007). Ofloxacino 200-400 mg x 2 x 3 o 400 x 1 x 1 (Wuorela M, 2007; Lopes HV, 2004). Moxifloxacino no es recomendable pues no se consiguen concentraciones adecuadas en vejiga (Lopes HV, 2004). Levofloxacino 250 mg dosis única (Wuorela M, 2007). n Fosfomicina 2-3 gr x 1 x 1-2 antimicrobiano de uso frecuente en nuestro país, se ha estudiado sobre todo en países del sur de Europa (Palou J. 2008). n Acido pipemídico 400 x 2 x 7. Las Sulfamidas y el Ciprofloxacino pueden aumentar el INR en pacientes a tratamiento con anticoagulación oral. Cuando los índices de resistencia están entre 10 y 20% el tratamiento continúa siendo coste efectivo, si las resistencias exceden a ésas tasas es recomendable elegir un antibiótico alternativo. Tratamiento antibiótico en pielonefritis La infección urinaria con síntomas de vía alta cursa con bacteriemia, se trata de una infección grave que puede llegar a ser una amenaza para la vida. En estos casos el tratamiento con nitrofurantoína no es eficaz pues no llega a alcanzar concentraciones en sangre. La presencia de resistencias al trimetropin hace que no se pueda recomendar de manera empírica en esta infección. Se ha visto que es tan eficaz una semana de tratamiento con ciprofloxacino como la utilización de cotrimoxazol durante dos semanas. Las mujeres con síntomas de infección de vía superior deben recibir tratamiento durante una semana con ciprofloxacino. El aumento creciente de resistencias a las quinolonas hace aconsejable la recogida de una muestra de orina para urocultivo de manera previa al inicio del tratamiento. De manera alternativa a las quinolonas se puede usar cotrimoxazol, amoxicilina clavulánico y cefixima. No hay datos sobre la evidencia del tratamiento con amoxicilina clavulánico y cotrimoxazol durante períodos inferiores a dos semanas en las infecciones urinaria de vía alta. Se debe valorar ingreso hospitalario si aparecen síntomas sistémicos. Tabla 1. Antibióticos para mujeres con ITU (Pielonefritis). Fármaco Dosis x veces día x días Cotrimoxazol 800/160 mg x 2 x 14 Amoxicilina/clavulánico 500/125 mg x 3 x 14 Cefuroxima 750 x 3 x 10 Norfloxacino 400 mg x 2 x 10 Ofloxacino 200-400 mg x 2 x 10 Ciprofloxacino 500 mg x 2 x 1 x 10 Levofloxacino 250 mg x 1 x 10 Tratamiento no antibiótico Los productos no antibióticos son una alternativa para ser utilizada por la propia mujer con la finalidad de prevenir recurrencias y mejorar la calidad de vida. Hay estudios de buena calidad que apoyan la utilización de productos que contienen arándanos para la prevención de ITUs recurrentes en mujeres (con una NNT de 6.4, CI 3.7-25.9) (Jepson RD, 2008). No hay información sobre la 9 Urología y Nefrología efectividad de los arándanos para el tratamiento de la infección sintomática, ni en otro tipo de pacientes ni sobre la dosis y presentación adecuadas (Jepson RD, 2009). Tampoco existe información comparativa entre la utilización de arándanos y el uso de tratamiento prolongado con antibióticos para prevenir la aparición de recurrencias. El NNT para productos derivados de los arándanos es más alto que el NNT de la profilaxis nocturna con antibióticos durante seis meses o para la utilización postcoital de antibióticos (SIGN, 2006). No está claro el mecanismo de actuación de los arándanos, ni los efectos secundarios a largo plazo. Las personas en tratamiento con anticoagulantes no deben usar productos que contengan arándanos. El hipurato de metenamina puede ser útil para prevenir ITU sintomáticas en mujeres sin anormalidades en el tracto urinario superior (Lee BSB, 2007). El tratamiento con estrógenos por vía vaginal si bien puede ser útil para algunas mujeres, no hay motivo para recomendar su utilización rutinaria a la vista de los resultados de los estudios (SIGN, 2006). A lgoritmo D iagnóstico 10 de infección urinaria en l a mujer no embar a z ada Infección de vías urinarias en el adulto PARTE II: Infección urinaria en la mujer embarazada A spectos cl ave La bacteriuria sintomática ocurre el en 17% - 20% de los embarazos. Existen motivos fisiopatológicos que relacionan la ITU en el embarazo con el parto pretérmino y la rotura prematura de membranas. Su evolución sin tratamiento puede llevar a mayor morbilidad de la embarazada y, con menos frecuencia, mortalidad (SIGN, 2006). El 2%-9% de las embarazadas tienen bacteriuria asintomática en el primer trimestre del embarazo, el 10-30% de las mujeres que tienen bacteriuria asintomática desarrollan infección de la vía urinaria superior en el segundo trimestre del embarazo. Todo ello hace recomendable realizar cribado de infección de orina en todas las mujeres embarazadas en su primera visita antenatal. El método diagnóstico adecuado para realizar el cribado es el urocultivo ya que las tiras reactivas no tienen la sensibilidad adecuada. (Lin K, 2008; NICE, 2003). La presencia de bacteriuria debe ser confirmada mediante la realización de un segundo urocultivo (SIGN, 2006). ¿Q ué tr atamiento? nBacteriuria sintomática: Se debe recomendar tratamiento con antibióticos, si se inicia tratamiento empírico se debe tomar previamente muestra de orina para urocultivo. No hay datos suficientes sobre las ventajas de un antibióticos sobre los demás ni tampoco en relación con la dosis. Las recomendaciones sobre la elección estarán basadas en las guías locales, eligiendo el más seguro, más eficaz y de menor coste. La nitrofurantoina no es adecuada porque no alcanza el nivel en sangre efectivo. Es recomendable mantener el tratamiento durante un periodo de 3-7 días y realizar urocultivo de control siete días después de finalizado el tratamiento dado el riesgo que existe en el embarazo (SIGN, 2006). nBacteriuria asintomática: La bacteriuria asintomática durante el embarazo debe ser tratada con antibióticos. El tratamiento de la bacteriuria asintomática reduce el riesgo de infección urinaria de vías altas, el parto pretérmino y los nacidos con bajo peso. La evidencia sugiere que 3-7 días de tratamiento son tan eficaces como una terapia continua. No hay suficientes datos como para comparar dosis única durante 3-7 días con pautas de tres dosis día durante 7 días. ¿Q ué prevención ? Los estudios observacionales demuestran la efectividad del cribado basado en el diagnóstico de bacteriuria asintomática mediante la realización de cultivos de orina en dos ocasiones durante el primer trimestre del embarazo. Si el segundo cultivo es positivo debe realizar tratamiento y seguimiento con urocultivos en las consultas de revisión sucesivas (SIGN, 2006). PARTE III: Infección urinaria en el varón D iagnóstico La infección urinaria en el varón se considera siempre una infección urinaria complicada porque suele ser el resultado de una alteración anatómica, funcional o instrumental del tracto urinario masculino. En el diagnóstico diferencial de la sintomatología urinaria (disuria y frecuencia) en el varón hay que considerar la prostatitis, la infección por clamydia y la epididimitis (SIGN, 2006). En el varón no se pueden extrapolar los métodos de diagnóstico adecuados en la ITU en la mujer, ante la sospecha de una ITU en el varón se debe solicitar siempre un cultivo de orina. En el caso de pacientes con dolor lumbar y fiebre se debe sospechar la presencia de infección urinaria de vías altas, en esta situación el resultado del antibiograma debe orientar la elección del tratamiento antibiótico, aunque no retrasar el inicio del mismo. La obtención de una muestra de orina bien recogida en el varón es más fácil que en la mujer, así en presencia de síntomas, se considera diagnóstico un crecimiento bacteriano de 103 ufc/ml de un solo organismo (SIGN, 2006). Tr atamiento antibiótico No hay evidencia de buena calidad que identifique el tratamiento de ITU bacteriana en el varón. El 50% de los varones con ITU recurrente y el 90% de los que tienen ITU febril tienen una afectación de la próstata que puede llevar a absceso de próstata o a prostatitis bacteriana crónica (SIGN, 2006). 11 Urología y Nefrología nBacteriuiria sintomática: Dadas las dificultades que existen para excluir prostatitis en un varón con síntomas urinarios, se recomienda dar tratamiento con antibióticos durante dos semanas, que ha demostrado ser tan efectivo para la ITU febril como el tratamiento durante cuatro semanas (Ulleryd P, 2003). Las quinolonas son el fármaco de elección por su buena capacidad para penetrar en el tejido prostático, mejor que la nitrofurantoína o la cefalosporina. Como alternativa a las quinolonas se puede usar trimetropin, doxiciclina o amoxicilina/clavulánico. Se investigará la presencia de prostatitis en los pacientes que no responden al tratamiento (SIGN, 2006). Es conveniente la solicitud de PSA, urea y creatinina. nBacteriuria asintomática: No se recomienda utilizar tratamiento antibiótico en los varones mayores de 65 años con bacteriuria asintomática, porque no se ha demostrado que disminuya la mortalidad ni la posibilidad de presentar infección sintomática y les expone al potencial riesgo del tratamiento antibiótico. nInterconsulta con urólogo: No hay evidencia sobre productos, ni pautas de tratamiento para evitar la infección recurrente en el varón, ni tampoco hay recomendaciones basadas en pruebas sobre que es necesario remitir al urólogo, ni sobre qué pruebas realizar. Los grupos de expertos recomiendan que los varones con infección de vía urinaria alta, o los que no responden al tratamiento con antibióticos o los que tiene infecciones urinarias recurrentes (2 ó 3 episodios en dos meses) deben realizar una consulta con urología (SING, 2006). Los estudios urodinámicos revelan la existencia de alteraciones en el tracto urinario inferior en el 80% de los varones adultos que se presentan con una infección urinaria simple o recurrente (dos o mas episodios en tres meses) (SING, 2006). Puede ser necesario realizar una ecografía renal y de vejiga postmiccional y una Rx de abdomen con la finalidad de identificar anormalidades importantes. A lgoritmo 2. D iagnóstico de 12 infección urinaria en el varón Infección de vías urinarias en el adulto PARTE IV: Infección urinaria en el paciente sondado D iagnóstico Las personas portadoras de sonda permanente con frecuencia tienen bacteriuria con dos o más gérmenes, la presencia de gérmenes es independiente de la manera en la que se realice la inserción inicial o los cambios de sonda. La infección urinaria en el paciente sondado se asocia al tiempo de permanencia de la sonda, a mayor duración mayor posibilidad de infección. La práctica del sondaje intermitente disminuye la posibilidad de bacteriuria asintomática en relación con la sonda permanente. La infección urinaria es la responsable de un tercio de los procesos febriles en los pacientes con sonda permanente que además no suelen tener signos de localización de la infección, la presencia constante de bacteriuria y la variabilidad en la aparición de otros síntomas hacen que el diagnóstico de infección sintomática sea difícil. Se considera que está justificado el uso de antibióticos ante situaciones en las que hay confusión mental o delirio de aparición reciente, sensibilidad en el ángulo costovertebral, dolor suprapúbico, escalofríos y fiebre superior a 37.9º C en dos ocasiones durante 12 horas, que si bien no son criterios basados en la evidencia orientan al diagnóstico de ITU. (SIGN, 2006). En los pacientes sondados con fiebre es conveniente la realización de los siguientes pasos: nExamen físico buscando foco de infección y manifestaciones sistémicas. nExcluir otras potenciales fuentes de infección. nEnviar una muestra de orina para cultivo para identificar germen y sensibilidad antibiótica. nConsiderar el tratamiento con antibióticos teniendo en cuenta la severidad de la presentación y los factores comórbidos. En los pacientes sondado no es útil el examen de la orina al microscopio ni las tiras reactivas, la solicitud de urocultivo se justifica por la presencia de síntomas de sepsis mas que en la apariencia o el olor de la orina. Tr atamiento con antibióticos nBacteriuria sintomática: Los episodios de fiebre en los pacientes con sonda permanente se asocian a la presencia de cálculos u otras anormalidades en el riñón. El tratamiento a utilizar en los pacientes con infección de las vías urinarias altas y portadores de sonda permanente son: Amoxicilina clavulánico siete días. Ciprofloxacino siete días. Se considerará la necesidad de ingreso hospitalario en función de la tolerabilidad del tratamiento y la evolución de los síntomas. Los pacientes a los que se le cambia la sonda antes del inicio de la antibioticoterapia tienen una evolución mejor, motivo por el que es recomendable realizar este cambio antes del inicio del tratamiento (Raz R, 2000). nBacteriuria asintomática: No es recomendable la utilización de antibióticos en los paciente asintomáticos porta- dores de sonda permanente. B ibliogr afía Andreu A, Planells I. Grupo Cooperativo Español para el Estudio de la Sensibilidad Antimicrobiana de los Patógenos Urinario. Etiología de la infección urinaria baja adquirida en la comunidad y resistencia de Escherichia Colia los antimicrobianos de primera línea. Estudio nacional multicéntrico. 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Problema que se puede manifestar en diferentes circunstancias, con varios niveles de severidad y en relación con etiologías distintas. Afecta a un gran número de personas, la mayoría de ellas son mujeres. La prevalencia de la IU se sitúa en un amplio rango que para la mujer está entre 5% y 45% y en el varón entre 1% y 39%. El 6% del total de personas afectadas tiene un grado de IU que altera su calidad de vida (EBM, 2008). La mitad ocultan su problema. La IU es más frecuente a medida que se avanza en edad, entre los 60 y 79 años afecta a 23 % de las mujeres y 19% de los varones (Du Beau CE, 2009; Nygaard I, 2008) a los 80 años el 46% de las mujeres y el de 34% de los hombres sufren incontinencia (NICE, 2006). Si bien es un problema que no altera el pronóstico vital, tiene una morbilidad psicológica asociada, puede producir trastornos del sueño por la nicturia o por las pérdidas nocturnas, tiene un efecto negativo en la autoestima y en la autonomía; puede aumentar el riesgo de aislamiento social, de depresión y de disfunción sexual. Todo ello afecta de manera importante a la autopercepción de salud y a la calidad de vida. Los principales factores de riesgo son: nParidad. nParto vaginal. nUso de fórceps. nRecién nacido de gran tamaño. nObesidad. nDéficit estrogénico. nEdad, a partir de los 80 años la prevalencia se iguala en ambos sexos. nEnfermedad neurológica y daño cerebral como el ictus, la demencia y la enfermedad de Parkinson. nDeterioro cognitivo. nObstrucción para el vaciado de la orina por una próstata grande o por tumores pélvicos. nProstactectomia. nAlteración de la funcionalidad. Los riesgos mayores para la IU son la edad, la paridad y la comorbilidad. La edad avanzada se acompaña de muchos factores que predisponen a la IU: hiperactividad del detrusor, disminución de la contractibilidad, disminución del flujo, aumento del volumen residual, hipertrofia prostática, obstrucción a la salida de orina y cambios en la excreción diurna de orina. Estos factores no tienen como resultado inevitable la IU, que no debe ser vista como una consecuencia del envejecimiento normal (Du Beau CE, 2009). Es recomendable adoptar una actitud proactiva y positiva por parte de los profesionales en las consultas a personas que están en riesgo de desarrollar IU, muchos pacientes tienen dificultades para consultar por este problema (SING, 2004). C l asificación y causas La clasificación de la IU es útil para el diagnóstico y para las decisiones terapéutica. nIncontinencia de esfuerzo. La pérdida de orina se produce cuando se hace ejercicio o se realiza un esfuerzo como toser, estornudar o reír, es el tipo de incontinencia prevalente en mujeres menores de 60 años (EMB, 2008; Du Beau CE, 2009; Khan F, 2009). La incontinencia de esfuerzo (IUE) está ocasionada por insuficiencia en el esfínter uretral, por debilidad de las estructuras que soportan la uretra o por ambos problemas. La pérdida de orina se produce por la apertura del esfínter uretral, en ausencia de contracción del músculo detrusor en relación con un aumento de presión abdominal (Khan F, 2009). Los factores de riesgo que favorecen su presentación son la obesidad, los embarazos, 15 Urología y Nefrología los partos, el tabaquismo y la debilidad congénita del tejido conectivo. La pérdida inmediata de orina tras la tos sugiere un fallo del esfínter, si existe un retraso entre la tos y la pérdida de orina incontenible sugiere que ha habido una contracción no inhibida del detrusor provocada por la tos. Puede presentarse en hombres mayores tras la prostatectomía radical (Du Beau CE. 2009). nIncontinencia de urgencia. Se caracteriza por una aparición repentina e inminente del deseo de orinar y pérdida involuntaria de orina durante la sensación de urgencia o inmediatamente después. Suele acompañarse de frecuencia tanto diurna como nocturna. Es una forma de incontinencia que pueden tener mujeres jóvenes, pero afecta en mayor medida a mujeres postmenopáusicas. La incontinencia de urgencia (IUU) aparece por la contracción inadecuada de la vejiga como consecuencia de una situación de hiperactividad del músculo detrusor (NICE, 2006). En la mayoría de los casos no se encuentra una causa (80%), cuando se identifica la etiología se clasifica entre neurológicas y no neurológicas (Tabla 1) (EBM, 2008). Tabla 1. Causas de incontinencia urinaria de urgencia. Causas neurológicas n Esclerosis múltiple. Causas no neurológicas n Problemas de vejiga. n Demencia. Tumores. n Enfermedad de Parkinson. Alteración de la pared. n Diabetes. Cálculos. n Enfermedad vascular cerebral. Infección. Llenado rápido. n Déficit estrogénico. n Uso de diuréticos. n Histerectomía. La vejiga hiperactiva es un síndrome clínico que se caracteriza por la presencia de urgencia, frecuencia y nicturia que puede estar acompañado de IU o no. Su fisiopatología es la misma que la IUU, lo que sugiere que la hiperactividad del detrusor sola no es causa de IU (Du Beau CE, 2009). En ocasiones personas mayores, debilitadas, con IU y con la contractibilidad del detrusor afectada, tienen urgencia miccional y aumento del volumen de orina residual, los síntomas se pueden confundir con IUE, el cuadro se denomina hiperactividad del detrusor con afectación de la contractibilidad (Du Beau CE, 2009). nIncontinencia mixta es una combinación de incontinencia de esfuerzo y de urgencia, existe hiperactividad del detrusor e incompetencia esfinteriana. Es la más frecuente en mujeres (Du Beau CE, 2009) sobre todo mayores de 70 años (EBM, 2008). nIncontinencia por rebosamiento se manifiesta como un goteo o pequeñas pérdidas continuas asociadas a un vaciado incompleto de la vejiga (también se le denomina incontinencia por vaciado incompleto), con un amplio rango de variabilidad en su sintomatología en relación con la causa que la origina. Se puede presentar de forma aguda o crónica (EBM, 2008). La causa más frecuente de este tipo de incontinencia es la obstrucción mecánica o funcional a la salida de orina, con ello aumenta el volumen postmiccional, lo que da lugar a una vejiga sobredistendida, se puede asociar a una disfunción del detrusor, generalmente hipoactividad. Además de la causa obstructiva, la incontinencia por rebosamiento se puede producir también por la pérdida del reflejo de la micción debida a un problema neurológico, tras la cirugía correctora de la incontinencia o por el uso de fármacos (EMB, 2008). Es la segunda causa de IU en el varón de edad avanzada, en general causada por hiperplasia benigna de próstata, cáncer de próstata o cualquier problema que origine un estrechamiento de la uretra. La hipoactividad del detrusor suficiente como para causar IU por rebosamiento y retención ocurre en un 5 a 10% de las personas mayores. Puede estar causado por lesión del músculo liso, fibrosis, déficit estrogénico, edad avanzada, neuropatía periférica (debido a diabetes, deficiencia de B12, Parkinson, alcoholismo y tabes dorsal) y por lesión de las vía nerviosa eferente por hernia de disco, estenosis del canal espinal, tumor o anomalías congénitas (Du Beau CE, 2009). 16 Incontinencia urinaria nIncontinencia urinaria transitoria o reversible, situación en la que existe pérdida de orina y en la que está conservada la funcionalidad del tracto urinario inferior. Puede producirse por infecciones del tracto urinario inferior, sobre todo en mujeres postmenopáusicas, por trastornos delirantes, enfermedades psiquiátricas, el uso de determinados fármacos (Tabla 2), impactación fecal y por problemas que afectan a la movilidad y dificultan el acceso al baño. Tabla 2. Fármacos y sustancias que pueden causar incontinencia urinaria. n Alcohol. n Antipsicóticos. n Agonistas α adrenérgicos (en varones). n Inductores del sueño. n Bloqueantes α adrenérgicos (en mujeres). n Anticolinérgicos. n Diuréticos de asa. n Calcioantagonistas. ¿C ómo se diagnostica? Historia clínica relacionada con la incontinencia La historia clínica debe incluir datos sobre la forma de presentación, la evolución de los síntomas, los factores que precipitan su aparición, el tiempo de evolución (una IUU severa de aparición reciente orientaría a causa orgánica), el ritmo intestinal, la sexualidad, la historia ginecológica, los antecedentes de prostatismo, la necesidad de usar protectores y los fármacos utilizados. Es importante identificar los aspectos más molestos, los síntomas que tienen más impacto en la calidad de vida y el deseo de tratamiento, todo ello aplicable al paciente y al cuidador (DuDeau CE, 2009). Existen cuestionarios estandarizados para realizar el diagnóstico y clasificación, para valorar la respuesta al tratamiento y para conocer el impacto de los síntomas en la calidad de vida, se usan en la clínica y en la investigación. Los más utilizados son: nCuestionario de clasificación de la incontinencia de orina. Cuestionario IU-4 (Litago MC, 2007) nCuestionario de cribado de incontinencia urinaria (Espuña M, 2004) ICIQ-SF nInternational Consultation onIncontinence Questionnaire-Short Form (Thüroff J, 2006) nCuestionario de calidad de vida. Kings Health Questionnaire (Kelleher CJ, 1997; Badia X, 2000). Preguntas sobre la incontinencia urinaria que ayudan a su clasificación: 1. ¿Se le escapa la orina al toser, reír, estornudar o levantar pesos? 2. ¿Alguna vez se le escapa la orina cuando nota una sensación repentina de ganas de orinar? 3. ¿Alguna vez siente un deseo repentino e incontrolable de ganas de orinar? 4. ¿Cuántas veces orina durante el día? 5. ¿Cuál es el máximo tiempo que aguanta sin orinar? 6. ¿Cuántas veces le despiertan las ganas de orinar durante el sueño? 7. ¿Tiene la sensación de que no vacía la vejiga completamente? 8. ¿Se moja mucho o se le escapan sólo unas gotas? 9. ¿Tiene que usar compresas o algún otro protector? 10. ¿Tiene que cambiarse el protector a lo largo del día? La respuesta positiva a la pregunta 1 orienta a IUE, la 2 y 3 a IUU. La presencia de nicturia y deseo frecuente de orinar a IUU. El resto ayuda a cuantificar el volumen de pérdidas. El diario de micción es una herramienta útil para la evaluación y para cuantificar la respuesta al tratamiento. Examen físico Es recomendable realizar una exploración general, examinar la movilidad, explorar los genitales para evaluar: atrofia vaginal, capacidad de contracción de los músculos del suelo pélvico, prolapsos y tumores. En los varones se realizará tacto rectal para valorar la próstata, descartar problemas rectales y evaluar la fortaleza del suelo pélvico. No es necesario realizar una exploración neurológica en la visita inicial pero se considerará en pacientes que tienen una IU de presentación aguda y en ella se incluirá una exploración de la raíz sacra. La IU puede ser el único síntoma de una enfermedad 17 Urología y Nefrología amenazante para la vida que se puede presentar a cualquier edad como la esclerosis múltiple o las lesiones medulares; o de enfermedades malignas de vejiga y de próstata. Pruebas complementarias En relación con las pruebas de laboratorio conviene conocer la función renal, según el contexto se valorará el interés de solicitar los niveles en sangre de calcio, glucosa y vitamina B12. En los casos de incontinencia de urgencia o mixta se debe hacer estudio de orina y se considerará la necesidad de realizar sedimento y cultivo (EBM, 2008). La ecografía permite estudiar problemas vesicales y la presencia de volumen residual tras la micción. Las situaciones en las que se debe estudiar la orina residual son las siguientes: nAntes de iniciar tratamiento con anticolinérgicos o si no hay respuesta a ellos. nSíntomas urinarios severos o con síntomas de vejiga hiperactiva en varones. nCirugía previa. nProlapso significativo en mujeres. nEnfermedades neurológicas (Lesiones en la médula espinal, enfermedad de Parkinson, neuropatía diabética). nObstrucción a la salida de la orina. nEpisodios de retención urinaria o estreñimiento severo. En general 50 ml se considera un vaciado adecuado, si es mayor de 200 o supera en 10% la capacidad de la vejiga (Thüroff J, 2006) y se acompaña de sintomatología se descartará obstrucción o debilidad del detrusor. Sin embargo un volumen residual mayor de 200 en mujeres en ausencia de síntomas o de infección recurrente no requiere tratamiento (Du Beau C, 2009). Para completar el estudio de la IU, sobre todo si se plantea tratamiento quirúrgico, puede ser necesario recurrir a flujometría, cistoscopia, evaluación de la hipermovilidad del cuello vesical mediante el Q-tip test o estudio urodinámico, este último proporciona el patrón oro sobre el tipo de incontinencia. La mayoría de casos IU pueden ser estudiados inicialmente en atención primaria. Será necesario valorar la interconsulta con el segundo nivel en paciente en los que la IU se asocia a: nHematuria sin infección. nSospecha de enfermedad vesical o pélvica (cistitis intersticial, cálculo, fístula o tumor). nVolumen residual superior a 100 ml. nProlapso sintomático. nIncontinencia fecal. nNo disponibilidad de pruebas necesarias para realizar el diagnóstico diferencial. nEnfermedad neurológica. nCirugía previa. n Falta de respuesta a tratamiento farmacológico (incontinencia de urgencia) o fisioterapia (incontinencia de esfuerzo). ¿C ómo se tr ata? Se debe comentar con el paciente las estrategias del tratamiento, en general se comienza por los métodos menos invasivos como son los cambios en el estilo de vida y la realización de ejercicios, si no se logran los resultados deseados se propondrán otros métodos. Las recomendaciones sobre estilos de vida se basan en pérdida de peso, limitar la ingesta de líquidos a dos litros por día, evitar cafeína, alcohol y tabaco, sólo la primera de estas recomendaciones está basada en estudios (Subak LL, 2009). Incontinencia de esfuerzo nTratamiento con ejercicios: La realización supervisada de ejercicios de suelo pélvico o ejercicios de Kegel, de manera regular, ha demostrado ser eficaz para todo tipo de incontinencia tanto en mujeres como en varones tras la prostatectomía (MacDonald R, 2007; Hay-Smith J, 2006). Se recomienda realizar tres series de 15 contracciones de manera continua tres o cuatro veces al día durante 15-20 semanas. Si no hay resultados a los dos meses se revisará la información de la que dispone la /el paciente, su grado de cumplimiento y se valorará la derivación a un fisioterapeuta entrenado (EBM, 2007; Viana C, 2005). Los ejercicios se pueden realizar con la ayuda de conos, dispositivos de forma cónica con distintos, pesos diseñados para ser introducidos en la vagina por la propia mujer que para evitar que se caigan 18 Incontinencia urinaria ha de realizar contracciones de la musculatura pélvica, no se ha demostrado que sea mejor que la realización de ejercicios, pero es una opción para las mujeres que lo consideren adecuado (Herbison GP, 2007). Un complemento a la fisioterapia es la estimulación eléctrica sobre músculos seleccionados con la finalidad de producir contracción, no se ha demostrado que sea más efectivo que los ejercicios (Cooper J, 2002) en la práctica se reservan para los casos con dificultades para aprender su realización. nTratamiento farmacológico: Se han ensayado diversos fármacos para el tratamiento de la IUE entre ellos los alfa adrenérgicos con buenos resultados y la Imipramina con resultados no contrastados, ambos desechados por sus efectos secundarios (Du Beau CE, 2009; SIGN 79, 2004). La Duloxetina inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina, ha sido aprobado por la EMEA en sus distintas presentaciones para el tratamiento de la depresión mayor, dolor neuropático periférico, ansiedad generalizada y para la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer de grado moderado severo (EMEA, 2008) los ensayos clínicos revelan una mejoría de los resultados de las medidas de calidad de vida, pero cuestionan los beneficios sustanciales sobre la propia IUE (Shamliyan TA; Mariappan P, 2007). Las presentaciones farmacológicas de la Duloxetina disponibles actualmente en España no recogen la indicación de la IUE. El tratamiento con terapia hormonal sustitutiva se ha visto que agrava los síntomas de IUE. En la actualidad los fármacos tienen un escaso papel en el tratamiento de la IUE. nTratamiento quirúrgico: Se recurre al tratamiento quirúrgico cuando ha fracasado la fisioterapia en el caso de la IUE. La cirugía persigue mantener una estructura de apoyo estable para el cuello de la vejiga con el fin de evitar el descenso cuando aumenta la presión abdominal. La cirugía obtiene buenos resultados en la IUE, las técnicas más usadas consisten en la implantación de una banda de material sintético, denominada cabestrillo o sling sobre la que se apoya la uretra, tienen menos complicaciones y mejores tasas de continencia en mujeres de cualquier edad que las técnicas clásicas. Se trata de una cirugía mínimamente invasiva para la que se utilizan diferentes métodos: nImplantación de una cinta en la vagina libre de tensión, también denominada TVT (Tension free vaginal tape). nEl mismo cabestrillo se hace pasar por los orificios obturadores, se sigue la técnica de tunelizar la vagina. TVT-O (Tensión free vaginal tape-obturador) (Khan F, 2009). Las compcomplicaciones posquirúrgicas más frecuentes son la incontinencia de novo, tipo de inconti- nencia que aparece tras la cirugía y con características diferentes de la IU previa (Nager CW, 2009) y la hiperactividad del músculo detrusor. Tras la cirugía se debe revisar si hay hematoma, si existe retención de orina y la cicatrización adecuada. En el varón la efectividad del tratamiento tras una prostatectomía es difícil, los ejercicios de suelo pélvico son útiles en los casos de IU moderada. Están surgiendo nuevos estudios en los que se usan procedimientos con cabestrillo y balones periuretrales. Incontinencia de urgencia nTratamiento conductual: El tratamiento de la IUU se debe iniciar con ejercicios destinados a modificar los hábitos de la micción que se basa en dos principios generales: Realizar micciones voluntarias frecuentes para mantener un volumen bajo de orina y en el entrenamiento para inhibir las contracciones del músculo detrusor cuando se presenta la urgencia. La realización del tratamiento durante 3 meses es seguro y efectivo (NICE, 2006). En este tipo de incontinencia también se ha demostrado la efectividad de la realización de los ejercicios de suelo pélvico (Wallace SA, 2006; Hay-Smith J, 2006). nTratamiento farmacológico: Hay varios grupos de fármacos que se utilizan si no se obtienen buenos resultados con el tratamiento con ejercicios. Estrógenos: utilizados por vía tópica mejoran los síntomas en mujeres con IU tras la menopausia, la eliminación de la atrofia vaginal puede contribuir a disminuir la hiperactividad de la vejiga. 19 Anticolinérgicos: los fármacos anticolinérgicos con efectos antimuscarínicos son los fármacos más utilizados para el tratamiento de la IUU. Constituyen la primera línea de tratamiento para la vejiga hiperactiva (Chapple C, 2008; Alhasso AA, 2006). Actúan aumentando la capacidad de la vejiga, disminuyendo la sensación de urgencia sin eliminar las contracciones involuntarias del detrusor y disminuyendo los síntomas de incontinencia (Du Beau MD, 2009; Shamliyan TA, 2008). La elección del fármaco depende de la eficacia, de los efectos secundarios, de la presencia de otras enfermedades y del coste. La falta de respuesta con un fármaco no excluye respuesta con otro. Los anticolinérgicos utilizados con este fin son: Oxibutinina, Tolterodina, cloruro de Trospio, Solifenazina y Fesoterodina. Una vez administrado un fármaco se debe reevaluar su eficacia a intervalos regulares, sus efectos pueden manifestarse durante las cuatro primeras semanas motivo por el que no debe incrementarse la dosis ni abandonar el tratamiento durante este periodo, si no hay respuesta pasado este tiempo y los efectos secundarios son poco importantes se puede intentar un incremento de la dosis, o utilizar otro preparado. Si bien no hay diferencias entre los diferentes fármacos, el perfil de efectos secundarios es individual. Hay que tener en cuenta que no son útiles para todos los pacientes con IUU. Su uso está contraindicado en: retención urinaria, glaucoma no controlado, miastenia gravis, retención gástrica y diarrea severa. Los efectos secundarios más frecuentes son sequedad de boca, retención de orina, visión borrosa, estreñimiento, hipotensión postural y confusión. Interacciona con los fármacos que son inhibidores potentes del CYP 3A4 (antifúngicos, macrólidos, Ciclosporina, Vinblastina). Es recomendable revisar el volumen de orina residual de los pacientes que empeoran su grado de IU tras el uso de anticolinérgicos o que están en riesgo de obstrucción (Du Beau CE, 2009). Toxina botulínica. Se está investigando el uso de toxina botulínica A inyectada en el músculo detrusor mediante cistoscopia, para el tratamiento de la IUU refractaria al tratamiento conductual y farmacológico. Los resultados de los estudios son favorables para los casos de IUU de causa neurológica no para la IUU idiopática. La FDA no ha aprobado esta indicación para la toxina botulínica (Du Beau CE, 2009). Otros fármacos que han sido estudiados para la IUU pero que no se ha podido demostrar su utilidad con este fin son la Imipramina, Sildenafilo, Vardenafilo y Tadalafilo. nTratamiento con terapia de estimulación Los dispositivos de estimulación eléctrica intentan modular las contracciones del músculo detrusor. Incluyen la estimulación no invasiva, la estimulación nerviosa sacra, la estimulación intravesical y la estimulación percutánea del nervio tibial periférico (Du Beau CE, 2009). Estimulación no invasiva mediante un dispositivo aplicado en la vagina o en el ano, con el objetivo de inhibir el músculo detrusor tras la estimulación aferente del nervio pudendo. La estimulación de la vía sacra es otra buena opción para las pacientes que no responden al tratamien- to conservador, se ha demostrado que dos tercios de las pacientes tratadas consiguen o una mejoría significativa de los síntomas o la continencia, mediante la aplicación percutánea de un dispositivo en la raíz S3 a través de un mecanismo de acción no bien conocido (NICE, 2006). La estimulación intravesical es un tratamiento controvertido, de último recurso, para pacientes con detrusor hipocontráctil y afectación sensitiva de la vejiga, la mejoría en la micción de urgencia ha sido posible en pacientes muy seleccionados. La estimulación nerviosa del nervio tibial ha proporcionado algún beneficio en pacientes con inconti- nencia de urgencia refractaria. El método consiste en la implantación de una aguja con un electrodo en el tobillo. nTratamiento quirúrgico No hay muchas opciones para solucionar la IUU de manera quirúrgica. En casos muy exagerados de la IUU se puede llegar a aplicar técnicas como son la neuromodulación de la vía nerviosa sacra y la cistoplastia de aumento (EBM, 2008). Otros tipos de incontinencia nEn los casos de IU mixta se optará por tratar la forma dominante de incontinencia. nEn los casos de incontinencia por rebosamiento se abordará la causa desencadenante. A lgoritmos Incontinencia urinaria en la mujer Urología y Nefrología Incontinencia urinaria en el varón 22 Incontinencia urinaria B ibliogr afía Alhasso AA, McKinlay J, Patrick K, Stewart L. Anticholinergic drugs versus non-drug active therapies for overactive bladder syndrome in adults. Cochrane Database of Systematic Reviews 2006, Issue 4. Art.No.: CD003193. [Resumen] Chapple CR, Khullar V, Gabriel Z, Muston D, Bitoun CE, Weinstein D. The effects of antimuscarinic treatments in overactive bladder: an update of a systematic review and meta-analysis. Eur Urol. 2008 Sep;54(3):543-62. 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[Resumen] 23 TEMA 4 I Hiperplasia benigna de próstata Casajuana Brunet, Josep; Aragonès Forès, Rosa ¿Q ué es l a H iperpl asia B enigna de P róstata (HBP)? La hiperplasia benigna de próstata (HBP) es una patología de elevada prevalencia, su valoración inicial se basa en técnicas sencillas al alcance de Atención Primaria. Su seguimiento y tratamiento puede hacerse también, en la mayoría de pacientes, desde este nivel asistencial. En la fisiopatología de la HBP están implicados dos elementos: por un lado, el aumento del tamaño de la glándula que puede provocar una obstrucción al flujo urinario al estrechar la luz de la uretra proximal, y por otro, la alteración del tono muscular del cuello de la vejiga urinaria y del músculo liso de la próstata que puede producir un efecto irritativo. Conociendo la fisiopatología de este trastorno cabría esperar que los tres factores: clínica, aumento de volumen y grado de obstrucción se relacionasen de forma directa, es decir, a mayor volumen prostático, más obstrucción y consecuentemente más sintomatología. Sin embargo, estudios observacionales (Hald T, 1989) nos muestran que estos tres parámetros no tienen necesariamente esta relación y pueden comportarse de forma independiente. Es decir, existen pacientes con próstatas grandes que presentan escasa sintomatología o pacientes muy sintomáticos que no presentan aumento del volumen prostático. El mapa de presentación de los 3 componentes se muestra en la Figura 1 (Chicharro JA, 1998). Figura 1. P resencia de síntomas, hiperplasia de próstata y obstrucción del flujo urinario en población andaluza (Chicharro JA, 1998). Así pues, aunque genéricamente hablamos de hiperplasia benigna de próstata, puede haber pacientes “prostáticos” sin que presenten realmente hiperplasia. Menos del 50% de los hombres sintomáticos consultan al médico. Los principales motivos por los que no se consulta son: por considerarlos síntomas normales para la edad (70%), escepticismo sobre la eficacia del tratamiento (50%) y por miedo a la cirugía (25%) (Spatafora S, 2007). ¿C ómo se presenta? Clásicamente los síntomas del tracto urinario inferior se diferencian en síntomas obstructivos o de vaciado y síntomas irritativos o de llenado (debidos generalmente a la inestabilidad del músculo detrusor y a la disfunción vesical). Sin embargo, esta diferenciación en la práctica no permite afinar un diagnóstico diferencial. La progresión de la enfermedad se manifiesta por el empeoramiento de los síntomas y la disminución del flujo urinario, y cuando está más avanzada se presentan episodios de retención aguda de orina y la necesidad de tratamiento quirúrgico. En la inmensa mayoría de pacientes, la progresión de los síntomas es lenta, con fluctuaciones, y las complicaciones graves no son habituales. Las complicaciones más graves, como la retención urinaria aguda, la insuficiencia renal o la necesidad de intervención quirúrgica, son poco frecuentes (Meigs JB, 1999; Fitzpatrick JM, 2006). 25 Urología y Nefrología ¿Q ué debemos hacer en l a consulta ante un paciente con síntomas? Dado que hay 3 factores determinantes (sintomatología, volumen prostático y obstrucción), deberemos estudiar esos 3 factores, como afectan a la calidad de vida (Welch G, 2002), y la presencia de complicaciones y comorbilidades. Las recomendaciones de las diferentes sociedades científicas respecto a que estudios deben realizarse en el diagnóstico de la HBP son muy variables. Existen unas exploraciones básicas que deben realizarse siempre y otras que pueden o no hacerse en función de las características del paciente, de la accesibilidad a las exploraciones complementarias y del criterio del profesional (Wilt TJ, 2008). En la Tabla 1 se desarrollan las diferentes exploraciones y la principal utilidad de cada una de ellas. Tabla 1. Diagnóstico de la HBP. Exploración Recomendación Anamnesis B IPSS+IPSS-QV O Indicación nDiagnóstico diferencial. nCuantificar la clínica. nCuantificar el impacto en la calidad de vida. nEvaluar al respuesta al tratamiento. Exploración física: n Tacto rectal. B B n Palpación abdominal. nDescartar nódulo prostático. nSiempre que se sospeche obstrucción: descartar globo vesical. IAD sobre el PSA B nDisponible IAD validado en: www.camfic.cat PSA O nSegún la decisión del paciente previo IAD Tira de orina O nSospecha de infección o hematuria. Creatinina O nSospecha de obstrucción. Ecografia renovesicoprostática O Flujometría / Urodinamia O/B nSignos indirectos de obstrucción. nVolumen prostático. nSospecha de obstrucción. nSiempre antes del tratamiento quirúrgico. B=Básica; O=Opcional; IAD= Instrumento de ayuda a la decisión; CP=Cáncer de próstata 1. Anamnesis Los síntomas sugestivos de HBP se muestran en la Tabla 2. Tabla 2. Sintomatología de la HBP. Síntomas irritativos Síntomas obstructivos Polaquiuria Chorro miccional débil. Nicturia Dificultad para iniciar la micción. Urgencia miccional Chorro intermitente. Incontinencia Sensación de vaciado incompleto. Goteo post miccional. Retención de orina (aguda o crónica). Todos estos síntomas, que se incluyen dentro del cuadro clínico conocido como “prostatismo”, no son específicos de la HBP. Por este motivo, se prefiere el término síntomas del tracto urinario inferior (o el acrónimo inglés LUTS de lower urinary tract symptoms) por considerarse más preciso. De hecho, estos síntomas pueden darse también con un tamaño de próstata normal o en mujeres. Por tanto, los LUTS también pueden ser secundarios a otras enfermedades (diabetes mal controlada, enfermedades neurológicas, infecciones urinarias); fármacos (diuréticos, anticolinérgicos, antidepresivos) o a factores relacionados con el estilo de vida (consumo elevado de líquidos). La anamnesis nos permite hacer el diagnóstico diferencial. 26 Hiperplasia benigna de próstata La anamnesis nos ayuda también a identificar a aquellos pacientes que deben someterse a un evaluación más amplia o a una derivación al urólogo por la presencia de complicaciones que hacen sospechar la existencia de obstrucción o comorbilidad: incontinencia y retención urinaria, infecciones de orina de repetición, hematuria por patología vesical, un cambio agudo de los síntomas, etc. pueden hacernos sospechar otras enfermedades o complicaciones de la HBP. Una de las razones por la que los hombres con prostatismo consultan a su médico es el temor a que los síntomas se deban a un cáncer de próstata (Brown CT, 2003). No obstante, el riesgo de cáncer de próstata localizado en estos pacientes no es superior al de los hombres asintomáticos (Young JM, 2000; Wilt TJ, 2006). 2. Escala Internacional de Síntomas Prostáticos: IPSS. Para poder valorar la intensidad de la clínica de la HBP se han usado diferentes cuestionarios, el más utilizado es la Escala Internacional de Síntomas Prostáticos (IPSS) (Tabla 3). Este cuestionario consta de 7 ítems sobre síntomas obstructivos e irritativos, con seis posibles respuestas que puntúan entre 0 y 5 según la intensidad de la clínica. Además existe una pregunta independiente que valora la repercusión de la clínica sobre la calidad de vida del paciente. La respuesta del paciente a la pregunta sobre la calidad de vida es un factor potente para determinar si el tratamiento es necesario o no (Barry MJ, 1992). Tabla 3. Escala internacional de Síntomas prostáticos (IPSS). Ninguna AproximaMenos de Menos de Más de la damente 1 vez de la mitad mitad de la mitad de cada 5 de veces veces veces Casi siempre 1.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces ha tenido la sensación de no vaciar completamente la vejiga al terminar de orinar? 0 1 2 3 4 5 2.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces ha tenido que volver a orinar en las dos horas siguientes después de haber orinado? 0 1 2 3 4 5 3.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces ha notado que, al orinar, paraba y comenzaba de nuevo varias veces? 0 1 2 3 4 5 4.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces ha tenido dificultad para aguantarse las ganas de orinar? 0 1 2 3 4 5 5.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces ha observado que el chorro de orina es poco fuerte? 0 1 2 3 4 5 6.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces ha tenido que apretar o hacer fuerza para comenzar a orinar? 0 1 2 3 4 5 7.- Durante más o menos los últimos 30 días, ¿cuántas veces suele tener que levantarse para orinar desde que se va a la cama por la noche hasta que se levanta por la mañana? 0 1 2 3 4 5 Puntuación IPSS total Encantado 8.- ¿Cómo se sentiría si tuviera que pasar el resto de la vida con los síntomas prostáticos tal y como los siente ahora? 0 Muy Más bien satisfecho satisfecho 1 2 Tan satisfecho Más bien Muy como insatisfecho insatisfecho insatisfecho 3 4 5 27 Fatal 6 Urología y Nefrología La puntuación obtenida en el IPSS se interpreta de la siguiente forma: nSintomatología (preguntas 1-7): 0-7 puntos: sintomatología leve. 8-19 puntos: sintomatología moderada. 20-35 puntos: sintomatología severa. nAfectación de la calidad de vida (pregunta 8): 0-2 puntos: ligera. 3 puntos: moderada. 4-6 puntos: severa. No siempre existe una relación directa entre la gravedad de los síntomas y el grado de afectación en la calidad de vida. Algunos pacientes, con síntomas leves, refieren mayor afectación mientras que otros con síntomas severos los toleran mejor. De esta forma, el IPSS nos orienta tanto sobre la severidad de los síntomas como sobre la repercusión que éstos producen en cada paciente y nos proporciona una información más comparable. También nos permite valorar el efecto del tratamiento. El IPSS está validado en castellano y está diseñado para ser autoadministrado, por lo que podemos entregárselo al paciente para que nos lo devuelva contestado en la siguiente visita. 3. Tacto rectal El tacto rectal (TR) debería realizarse a todos los hombres que consultan por síntomas del tracto urinario inferior. El bajo coste y tiempo requeridos hacen unánime la recomendación de practicar un TR a todo paciente que consulte por síndrome prostático. El TR nos permite obtener información sobre: el tamaño, la forma, la existencia de nódulos, la consistencia y la sensibilidad de la próstata. Por tanto, facilita el diagnóstico diferencial entre HBP (aumento de tamaño); cáncer de próstata (nódulo palpable, consistencia pétrea) y prostatitis (dolor). Aunque el TR es muy útil para diagnosticar un aumento del tamaño de la próstata, su papel para estimar el volumen es limitado (Loeb S, 2005). 4. PSA Aunque la determinación de PSA se realiza de forma bastante generalizada en los pacientes con síntomas del tracto urinario inferior, estos pacientes no tienen un mayor riesgo de cáncer de próstata. Por ello, igual que con los pacientes asintomáticos, no debería solicitarse sin informar al paciente de forma objetiva sobre los beneficios y riesgos que esto supone, y que sea el propio paciente, dada la incertidumbre, quien tome la decisión. En cambio, si durante la exploración hemos encontrado un tacto rectal sospechoso de neoplasia, en ese caso sí debe solicitarse el PSA para avanzar en la confirmación diagnóstica. 5. Tira de orina La tira reactiva de orina es una prueba muy sencilla que nos ofrece información de forma inmediata en la consulta. Puede ser tanto normal como patológica existiendo o no HBP. Su utilidad radica en que nos permite identificar complicaciones de la HBP y descartar patologías que cursan con clínica similar. Si es normal y el paciente presenta síntomas del tracto urinario inferior debemos continuar el estudio de HBP. Si encontramos leucocituria debemos hacer el diagnóstico diferencial entre una infección del tracto urinario (ITU) aislada versus una ITU secundaria a una HBP. El tiempo de evolución de los síntomas (mucho más largo en el caso de la HBP) nos ayudará a establecer el diagnóstico diferencial. Ante el hallazgo de una hematuria, sobre todo si es repetida, debemos descartar otras causas de sangrado además de la HBP: patología tumoral intravesical, litiasis o quistes renales. La ecografía reno-vesico-prostática nos orientará en estos casos. 6. Función renal Una HBP con un importante grado de obstrucción puede comportar una alteración de la función renal por hidronefrosis. Sin embargo, la prevalencia de insuficiencia renal en pacientes con HBP es baja (<1-1,8%) y su causa suele ser independiente de la propia HBP. Por tanto, la creatinina debería determinarse sólo en los pacientes en que se sospeche la existencia de obstrucción. En la práctica, solemos disponer de esta información por análisis realizados por cualquier otro motivo (por ejemplo: Hipertensión arterial). 28 Hiperplasia benigna de próstata 7. Ecografía suprapúbica La ecografía suprapúbica nos aporta información sobre el tamaño de la próstata, la presencia de residuo postmiccional (RPM) y la existencia de complicaciones o patología concomitante (Torrubia FJ, 1997). La ecografía suprapúbica o reno-vesico-prostática se realiza por vía transabdominal y utiliza el líquido existente en la vejiga como ventana acústica. En la evaluación de la HBP, la ecografía se realiza con la vejiga llena y posteriormente se repite tras la micción para valorar la cantidad de líquido que permanece en la vejiga, es el RPM. El tamaño de la próstata normal es de 10-15 gr. y por encima de 30 gr. se admite que hay HBP. El volumen prostático, dada su morfología, se estima habitualmente mediante la fórmula del volumen del elipsoide: 0,52 x A x B x C; siendo A, B y C los 3 ejes de la elipse. En la práctica, asumiendo que los resultados de este cálculo son aproximados, podemos calcular el volumen prostático mediante el producto de las tres dimensiones dividido por dos. Conocer el volumen prostático es importante por su implicación sobre la elección del tratamiento farmacológico. El RPM puede indicarnos la existencia de obstrucción. En condiciones normales, no debe existir residuo postmiccional o debe ser mínimo. Se considera que existe un residuo postmiccional indicativo de obstrucción cuando es superior a 150 ml. La existencia de residuo no significa necesariamente que haya obstrucción infravesical. El residuo sólo pone de manifiesto un vaciado vesical incompleto y esta situación puede ser debida tanto a la existencia de una obstrucción infravesical como a una contracción insuficiente del detrusor. También debemos tener en cuenta que si se ha llenado excesivamente la vejiga, la evaluación del RPM es inadecuada dado que el vaciado es significativamente peor. Por ello, para su valoración es mejor realizar la ecografía sin “carga de agua”. Así pues, el RPM es un indicador poco fino de la existencia de obstrucción, ya que tiene una variabilidad considerable y no presenta una muy buena correlación con variables urodinámicas, por lo que debe utilizarse como un dato complementario (Kolman C, 1999). Sin embargo, si no disponemos de pruebas urodinámicas para confirmar la existencia de obstrucción, un RPM repetidamente patológico en la ecografía orienta al diagnóstico de obstrucción. A su vez, la ecografía suprapúbica nos proporciona también otros signos indirectos de la existencia de obstrucción al flujo urinario como son: la hidronefrosis, la existencia de vejiga de esfuerzo por el engrosamiento de la pared muscular (mayor de 5 mm), la presencia de divertículos vesicales o la existencia de litiasis vesical (complicación de la retención crónica de orina), que implicarán la indicación de un tratamiento quirúrgico. La ecografía suprapúbica no es útil para valorar la ecoestructura de la próstata por lo que no debe utilizarse en el diagnóstico de sospecha de una neoplasia. Para el estudio de los nódulos prostáticos se reserva la ecografía por vía transrectal. 8. Flujometría urinaria La flujometría urinaria es la prueba más sencilla que nos permite valorar, de forma relativamente fiable, la existencia de obstrucción, aunque no es habitualmente accesible en las consultas de AP. La flujometría es una prueba urodinámica no invasiva, que permite cuantificar el flujo urinario. Consiste en recoger una micción espontánea en una balanza de precisión acoplada a un temporizador que registra el flujo urinario (Figura 2). El parámetro principal que se analiza es el flujo urinario máximo (Qmax), que se considera normal cuando es superior a 15 ml/s. Figura 2. Flujómetro. Es aconsejable obtener determinaciones seriadas de flujo (como mínimo, dos volúmenes de orina de más de 150 ml) para garantizar que la interpretación se basa en una micción representativa. Antes de someter a cualquier paciente a una intervención quirúrgica por HBP es imprescindible la práctica de una flujometría u otra prueba urodinámica para valorar la existencia y el grado de obstrucción. De este modo se evita indicar tratamiento quirúrgico a pacientes que no presentan obstrucción. 29 Urología y Nefrología ¿C ómo hemos de pl ante arnos el tr atamiento? La opción terapéutica a elegir estará en función de la intensidad de los síntomas que presenta el paciente, de cómo afecta a su calidad de vida, del riesgo de RAO, y de la presencia de complicaciones (Barkin J, 2008; Wilt TJ, 2008). En función de ello nos plantearemos básicamente 3 tipos de actuaciones: conducta expectante, tratamiento farmacológico sintomático y tratamiento con intencionalidad “curativa” ya sea farmacológico o quirúrgico. En el Algoritmo 1 se muestran las diferentes opciones terapéuticas en relación a los parámetros comentados. A lgoritmo 1. M anejo 30 ter apéutico de l a HBP Hiperplasia benigna de próstata Existen distintas recomendaciones sobre actividad, alimentos, hábitos, aunque sin evidencia suficiente sobre su utilidad. Parece razonable indicar a los pacientes sintomáticos que tengan una actitud anticipatoria (orinar antes de una reunión, de emprender un viaje…) para evitar urgencias, así como la restricción de líquidos por la noche para evitar nicturia. Disponemos de 3 tipos de fármacos para el manejo de la HBP: alfa-bloqueantes, inhibidores de la 5-alfa-reductasa y fitoterapia. Sus características se exponen en la Tabla 4. Además, recientemente se ha demostrado la utilidad de los fármacos antimuscarínicos y los inhibidores de la fosfodiesterasa-5 en la mejora de los síntomas. Tabla 4. Sintomatología de la HBP. Grupo farmacológico Observaciones Fármaco Dosificación Efectos secundarios Alfa-bloqueantes n Reducen el tono simpático de la musculatura del cuello vesical y de la próstata. n Mejoran sintomatología y flujo urinario. n No disminuyen volumen de la próstata y por tanto no alteran la historia natural de la enfermedad. Existen 2 tipos de alfa-bloqueantes: uroselectivos (Alfuzosina, Tamsulosina) y no uroselectivos (Doxazosina, Terazosina). Estos últimos tienen efecto sobre la presión arterial disminuyéndola por lo que se han utilizado como antihipertensivos. Doxazosina Terazosina Alfuzosina Tamsulosina 2-8 mg / 24 h, titulando n Mareo e hipotensión ortosdosis al empezar el tática (básicamente los no tratamiento uroselectivos, dar la dosis al acostarse). 5-10 mg/24 h titulando n Congestión nasal. dosis al empezar el tratamiento n Eyaculación retrógrada (básicamente Tamsulosina). 2.5 mg/8 h; retard 5 n Tamsulosina incrementa mg/12 h (o 10mg /24 h) las complicaciones de la cirugía de cataratas (retirar 0,4 mg/24 h al menos 15 días antes). Fitoterapia n Se trata de un grupo que contiene diversos fármacos con mecanismos de acción no muy bien determinados. n No hay evidencia sobre la eficacia de ninguno de ellos. n Hay diversos estudios de baja calidad con Pygeum. Un ECA reciente con Serenoa no mostraba superioridad frente a placebo Su utilización, si tiene algún sentido, sería exclusivamente en pacientes que no mejoran o no toleran con alfa-bloqueantes, no tienen indicación de otro tratamiento, y desean probar algún tratamiento sintomático. No alteran el PSA Serenoa Repens 160 mg /12 h n Su perfil de seguridad es muy bueno no mostrando prácticamente diferencias con respecto a placebo. Pygeum Africanum 50 mg /12 h Inhibidores de la 5-alfa-reductasa n Bloquean la enzima del paso de testosterona a dihidrotestosterona que es la que origina el crecimiento del volumen prostático. n Son efectivas especialmente en próstatas mayores de 50 ml. n Disminuyen el tamaño de la próstata. n Retrasan retenciones agudas de orina e intervenciones quirúrgicas. Por su mecanismo de acción su efecto Finasterida sobre los síntomas es de lenta aparición, no siendo aparente hasta al cabo de unos meses. Su utilización reduce el PSA en alrededor de un 50% lo que debe Dutasterida ser tenido en cuenta para su interpretación 5 mg/24 h 500 µg/24 h n Los efectos secundarios principales son derivados de su acción antiandrogénica: disfunción eréctil y disminución de la libido. n Se ha observado que reduce la incidencia de cáncer de próstata pero aumenta la de los que son de alto grado. Continúa 31 Urología y Nefrología Tabla 4. Sintomatología de la HBP. (Cont.) Grupo farmacológico Observaciones Fármaco Dosificación Efectos secundarios Antimuscarínicos n Reducen las contracciones involuntarias del detrusor y aumentan la capacidad vesical. Usar con precaución en pacientes con próstatas grandes y/o signos obstructivos. Tolterodina 2 mg/12 h Oxibutinina 5 mg/8 h n Retención aguda de orina. n Sequedad de boca (reducir dosis a la mitad si mala tolerancia). Inhibidores de la PDE5 n Inhiben la fosfodiesterasa-5 relajando el músculo liso arterial a nivel del pene. Contraindicación absoluta en pacientes isquémicos tratados con nitratos. Sildenafilo 25-100 mg/24 h Tadalafilo 10-20 mg/24 h Vardenafilo 10-20 mg/24 h n Dispepsia. n Vómitos n Cefalea. n Rubefacción. n Mareos. n Alteraciones de la visión. Podemos plantear el manejo del paciente clasificándolo en las siguientes 4 categorías: nPaciente con sintomatología leve-moderada y poca afectación de su calidad de vida: En estas condiciones el paciente no va a obtener beneficio de realizar tratamiento. Conviene informarle de la naturaleza banal de la sintomatología (tranquilizarle). Proponerle, si está de acuerdo, mantener una conducta expectante. Informar de la historia natural fluctuante de los síntomas. nPaciente con sintomatología moderada-severa y/o afectación importante de su calidad de vida: Propondremos tratamiento con un alfa-bloqueante. Si no se produce mejoría después de un mes de tratamiento probaremos otro alfa-bloqueante (aunque a priori los efectos son los mismos, en la práctica la respuesta puede ser diferente en un individuo concreto). Si tampoco mejora o no ha tolerado los alfa-bloqueantes podría ensayarse Serenoa Repens a pesar de la falta de evidencia (comentar con el paciente). Dado que el tratamiento es sintomático, y la sintomatología es fluctuante, cuando el paciente está asin- tomático o con sintomatología escasa puede probarse la retirada del tratamiento. Cuando la sintomatología predominante es más de tipo irritativo (urgencia miccional) y no se observa aumento del tamaño de la próstata ni signos obstructivos puede asociarse un fármaco antimuscarínico como Oxibutinina o Tolterodina (MacDiarmid SA, 2008). Los inhibidores de la Fosfodiesterasa-5 mejoran también la sintomatología y son una opción a considerar especialmente en pacientes en los que coexista disfunción eréctil (Roehrborn CG, 2008). nPaciente con riesgo importante de RAO sin criterios quirúrgicos: Consideraremos pacientes con riesgo alto de RAO a los que presenten uno o más de estos signos (Roehr- born CG, 1999 y 2008): Progresión de la sintomatología (>4 puntos en IPSS). Incremento significativo del RPM. Próstata mayor de 50 ml. PSA >3 ng/ml. Si en estos pacientes desestimamos el tratamiento sintomático y buscamos evitar/retrasar RAO o inter- vención quirúrgica, debemos plantearnos tratamiento con Finasterida. Si el paciente presenta en ese momento sintomatología importante propondremos terapia combinada (inhibidor de la 5-alfa-reductasa + alfa-bloqueante) (McConnell JD, 2003). La terapia combinada debe mantenerse entre 6 y 9 meses. Dado el escaso beneficio marginal clínico que se observa en los ensayos, la terapia combinada a largo plazo raramente va a estar justificada. En los pacientes tratados con inhibidores de la 5-alfa-reductasa debe tenerse en cuenta que se producirá una disminución del PSA de alrededor de un 50%. 32 Hiperplasia benigna de próstata nPaciente con complicaciones de la HBP (o sin respuesta al tratamiento farmacológico): La presencia de alguna de las siguientes complicaciones establece la indicación de tratamiento quirúrgico (Alsina C, 2003): Obstrucción franca del flujo urinario (Qmax <10 ml/s). Retención aguda de orina (por HBP). Retención crónica de orina (RPM >150 ml + sintomatología). Infecciones urinarias i/o hematurias repetidas (sin otra causa). Diverticulosis o litiasis vesical. Insuficiencia renal por ureterohidronefrosis secundaria a HBP. Falta de respuesta al tratamiento farmacológico en paciente sintomático y/o con riesgo de RAP. En estos casos derivar al paciente al urólogo para valorar el tratamiento más adecuado. Si el paciente renuncia a la cirugía la indicación de finasterida parece en este caso la opción más razona- ble, combinada o no con alfa-bloqueante en función de la presencia o no de sintomatología importante. En la Tabla 5 se resumen brevemente las diferentes posibilidades de intervención quirúrgica, sus indicaciones y sus efectos secundarios. Las opciones más modernas pueden dividirse en tratamientos mínimamente cruentos (no extirpan tejido sino que provocan una necrosis coagulativa in situ por vía transuretral a través de dispositivos térmicos de baja energía: microondas, radiofrecuencia, láser) y tratamientos de “ablación de tejidos”. Tabla 5. Tratamiento quirúrgico de la HBP (Elaborado a partir de Stapafora, 2007). Tratamiento Procedimientos quirúrgicos Cirugía de mínima agresividad Tratamientos minimamente cruentos (no requieren anestesia y estancia en hospital <24 h) Técnica Indicaciones Complicaciones Prostatectomía abierta Eyaculación retrógrada 65-100%. Tratamiento de elección en n pacientes con próstatas de n Hemorragias 13%. gran volumen (>60 ml) n Incontinencia urinaria 0,1-10%. Resección transuretral Tratamiento de elección en n Eyaculación retrógrada 70-86%. la mayoría de los pacientes n Hemorragias 2,5-7,2%. (excepto próstatas de gran n Incontinencia urinaria 1%. volumen) Incisión transuretral (trígonocervicoprostatotomía) Indicado en pacientes con próstatas de tamaño inferior a 30 ml Electrovaporización transuretral No hay evidencias para n Alta frecuencia de pacientes que hacer una recomendación permanecen sintomáticos, que presentan concreta en relación a esta retención urinaria e incontinencia. técnica Láser transuretral (diferentes modalidades de ablación) Utilizar, en función de la experiencia de uso del profesional, en pacientes que requieren un abordaje Coagulación intersticial alternativo (por su riesgo con láser quirúrgico, p.e. problemas de coagulación; o por TUNA (ablación prostática deseo manifiesto) mediante hipertermia) n Eyaculación retrógrada 4-39%. n Mayor frecuencia de reintervenciones. n Síntomas obstructivos 80%. n Infección urinaria 7%. n Retratamientos a los 5 años 44%. n Retención urinaria y síntomas de obstrucción 5-15%. n Retratamientos a los 2 años 20%. n Hematuria importante 30-80%. Termoterapia (TUMT: transurethral microwawe therapy Pacientes con próstatas de más de 30 ml en los que queramos evitar cirugía, o con mala respuesta al tratamiento farmacológico n Sondaje post-tratamiento 20%. n Síntomas obstructivos 90-100%. n Infección urinaria 7%. n Retratamientos a los 2 años 20%. Ultrasonidos focalizados de alta intensidad Técnica no recomendada por su alta tasa de fallos n Permanecen igual o más sintomáticos 80%. n Resección transuretral al 45% a los 4 años. Stent prostático Pacientes con alto riesgo quirúrgico y severos síntomas obstructivos o portadores de sonda n Retirados a los 7 años 23%. n Hematuria, RAO, empeoramiento de síntomas, infección urinaria. 33 Urología y Nefrología Cabe redestacar que las mejorías técnicas han permitido que actualmente la función eréctil se vea poco afectada por la cirugía, y aunque un porcentaje de pacientes empeoran (alrededor del 5%) hay un porcentaje superior que mejora (11%) (Leliefeld HH, 2002). Las opciones de tratamiento menos agresivas producen mayor reducción de síntomas y mejora del flujo urinario que los alfa-bloqueantes, pero menor que las técnicas con ablación de tejidos y, por supuesto, que la resección transuretral. La presencia de complicaciones (eyaculación retrograda, disfunción eréctil, incontinencia urinaria) también es mayor cuanto más agresiva es la técnica. Por el contrario, la necesidad de reintervención suele ser mayor en las técnicas menos cruentas. ¿Q ué seguimiento requiere el paciente ? Si se ha optado por una conducta expectante no es necesario ningún tipo de seguimiento. Se indicará al paciente, dada la fluctuación de los síntomas, que si estos empeoran acuda de nuevo a consulta. Si se ha indicado e iniciado tratamiento con alfa-bloqueante conviene hacer un control al cabo de un mes para valorar su efectividad. Posteriormente no se requiere un seguimiento pautado por parte del médico, quedando a criterio del paciente según evolución. Conviene advertir al paciente la posibilidad de hacer descansos en la medicación en función de la mejoría clínica dado la fluctuación natural de los síntomas y el hecho de que el tratamiento se plantea como sintomático. Si se ha indicado e iniciado tratamiento con Finasterida no podremos valorar su eficacia hasta pasados 6 meses. Debe advertirse al paciente, si tolera bien la medicación, que es necesario esperar ese tiempo para realizar un control efectivo. Si se ha indicado tratamiento combinado, se revisará al mes para valorar el efecto del alfa-bloqueante, y a los 6-9 meses para valorar efecto de Finasterida y retirar el alfa-bloqueante. Si se ha derivado al urólogo conviene indicar al paciente que vuelva para conocer la propuesta terapéutica y ayudarle si tiene dudas o requiere información al respecto. B ibliogr afía Alsina C, Bobé F, Casajuana J, Ferrer S, Milozzi J, Pérez Morales D, et al. Maneig de la hiperplàsia benigna de próstata des de l’Atenció Primària de Salut. Barcelona: Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària; 2003 Barkin J. Management of benign prostatic hyperplasia by the primate care physician in the 21st century: the new paradigm. Can J Urol. 2008; 15 Suppl 1: 21-30. [PubMed] Barry MJ, Fowler FJ Jr, O’Leary MP, Bruskewitz RC, Holtgrewe HL, Mebust WK, et al. The American Urological Association symptomindex for benign prostatic hyperplasia. The Measurement Committee of the American Urological Association. J Urol. 1992; 148: 1549-57. [PubMed] Brown CT, O’Flynn E, van der Meulen J, Newman S, Mundy AR, Emberton M. The fear of prostate cancer in men with lower urinary tract symptoms: should symptomatic men be screened? BJU Int. 2003; 91: 30-2. [PubMed] Chicharro-Molero JA, Burgos-Rodríguez R, Sánchez-Cruz JJ, Del Rosal-Samaniego JM, Rodero-García P, Rodríguez-Vallejo JM. Prevalence of benign prostatic hyperplasia in Spanish men 40 years old or older. J Urol. 1998; 159: 878-82. [PubMed] Fitzpatrick JM. 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La prostatitis aguda es una enfermedad poco frecuente, potencialmente grave, que se acompaña de infección urinaria y que puede ser secundaria a instrumentación, traumatismos, obstrucción vesical o diseminación de una infección en otra parte del cuerpo (BASHH, 2008; CKS, 2009). Los gérmenes que con más frecuencia causan la prostatitis aguda son los gram negativos, especialmente la Escherichia coli. Pueden causarla: n Gram negativos: Escherichia coli, Proteus spp, Klebsiella spp y pseudomonas spp. n Otros: Enterococos, Staphylococcus aureus, Anaerobios (Bacterioides spp). Tabla 1. Principales características de los Síndromes de Prostatitis. Aguda Bacteriana Crónica Bacteriana Crónica Abacteriana (inflamatoria) Prostatodinia (Crónica no inflamatoria) % casos 1-5% 5-10% 40-65% 20-40% Cuadro clínico Aguda Infección recurrente Disconfort genitourinario Dolor Edad más frecuente 40-60 años 50-80 años 30-50 años 30-40 años Tacto Rectal Dolor, calor Aumentada de tamaño Variable Normal Prueba contraindicada Siempre Siempre Raro Negativo Positivo Negativo Negativo Rápida Lenta Ocasional No Leucocitos en secreción prostática Cultivo Respuesta Antibiótico Fuente: Broke Huffman G, 1999. D iagnóstico (BASHH, 2008; CKS, 2009; Meyrier A, 2008) La historia clínica (síndrome miccional, dolor lumbar o perineal) junto a la exploración física (próstata caliente y dolorosa) nos llevarán al diagnóstico de presunción de prostatitis. El diagnóstico de la prostatitis aguda se fundamenta en tres pilares. 1. Cuadro clínico Síntomas: n Sintomatología de infección urinaria: disuria, polaquiuria, urgencia miccional. n Sintomatología de prostatitis: dolor lumbosacro, perineal, peneano, rectal y/o eyaculatorio. n Sintomatología de bacteriemia: artralgias y mialgias. 37 Urología Valorar otras causas de disuria en varones (Roberts R, 1999): n Cistitis, pielonefritis, uretritis, orquiepididimitis. n Hiperplasia Benigna de Próstata. n Neoplasias renales y vesicales. n Enfermedades generales con disuria: síndrome de Reiter, enfermedad de Beçhet. n (...) Signos: n Signos localizados en próstata: tacto rectal: próstata caliente dolorosa a la palpación. n Signos generales –bacteriemia–: fiebre, escalofríos y taquicardia. Complicaciones: puede aparecer una retención aguda de orina (debida al edema prostático). 2. Tacto rectal Ha de ser cuidadoso, ya que es extremadamente doloroso y puede precipitar una bacteriemia. Está contraindicado el masaje prostático. 3. Pruebas complementarias: n Analítica de orina. Cultivo de orina. n Analítica de sangre. El PSA puede estar aumentado (Game X, 2003). n Hemocultivos. Antibiograma. Tr atamiento (BASHH, 2008; CKS, 2009; Meyrer A, 2008; Naber KG, 2001) Medidas generales Son útiles la hidratación adecuada, la administración de analgésicos (AINES o paracetamol) y debe considerarse la posibilidad de prescribir laxantes para evitar el dolor en la defecación (p.e: lactulosa o lactitiol) (CKS, 2009). Antibióticos El tratamiento con antibióticos debe iniciarse precozmente, antes de realizar urocultivo o mientras se espera su resultado, para evitar el riesgo de complicaciones (absceso prostático, sepsis o infección metastásica espinal). Una vez con los resultados del urocultivo, se puede reevaluar la elección del antibiótico. (BASHH, 2008; CKS, 2009; Meyrer A, 2008). Es importante un tratamiento continuado durante, al menos, 4 semanas (hasta 6 semanas), para prevenir la aparición de prostatitis crónica bacteriana (Wagenlehner FM, 2007). El tratamiento de primera elección son las quinolonas: n Ciprofloxacino: 500 mg/12 horas durante 28 días. n Ofloxacino: 200 mg/12 horas durante 28 días. n Los efectos secundarios más frecuentes de las quinolonas son gastrointestinales (nauseas, vómitos, diarreas); también pueden afectar al sistema nervioso central (cefalea, temblor...), dar alteraciones dermatológicas (rash, prurito,...) y otros menos frecuentes (alteraciones tendinosas, alargamiento del segmento QT, hepatotoxicidad) (Oliphant C, 2002). Otras opciones, si existe alergia a las quinolonas o como segunda opción es el Cotrimoxazol 160/800 mg/12 horas durante 28 días. Seguimiento (BASHH, 2008; CKS, 2009). Valorar la derivación urgente al hospital si: n Deterioro general importante. n No respuesta a antibióticos: hay que pensar en un posible absceso prostático. Se diagnostica con Tomografía computerizada, y es posible que requiera drenaje transuretral. n Aparición de retención urinaria: puede ser preciso sondaje suprapúbico para evitar lesiones prostáticas posteriores. n El paciente es diabético o está inmunodeprimido. Realizar una visita de control en 24-48 horas y posteriormente a la resolución de la prostatitis, valorar un estudio más completo, para descartar anomalías previas del tracto genitourinario. 38 Prostatitis aguda A lgoritmo de manejo de P rostatitis A guda B ibliogr afía BASHH. National guideline for the management of prostatitis, 2008. British Association for Sexual Health and HIV [Internet]. [Acceso 9/2/2009]. URL disponible en: http://www.bashh.org/documents/1844 Broke Huffman G. Characteristics of the Major Types of Prostatitis. Am Fam Physician, 1999. (Lipsky BA. Prostatitis and urinary tract infection in men: what’s new; what’s true? Am J Med March 1999;106: 327-34. [Internet]. [Acceso 9/2/2009]. URL disponible en: http://www.aafp.org/afp/991015ap/tips/24.html CKS GUIDANCE (February 2009). Prostatitis acute. [Internet]. [Acceso 9/2/2009]. URL disponible en: http://cks.library.nhs.uk/ prostatitis_acute Fall, M., Baranowski, A.P., Fowler, C.J. et al. EAU guidelines on chronic pelvic pain. European Association of Urology, 2008. [Internet]. [Acceso 9/2/2009]. URL disponible en: http://www.uroweb.org/fileadmin/tx_eauguidelines/22%20Chronic%20Pelvic%20Pain.pdf 39 Urología Game X, Vincendeau S, Palascak R, et al. Total and free serum prostate specific antigen levels during the first month of acute prostatitis. Eur Urol 2003; 43(6): 702-705. Meyrier A, Fekete T. Acute and chronic bacterial prostatitis, 2008. UpToDate (version 16.3). [Internet]. [Acceso 9/2/2009]. 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Los síndromes prostáticos inflamatorios o irritativos, dependiendo de la clínica y de los resultados de laboratorio, se clasifican en (BASHH, 2008; Fall M, 2008; Meyrier A, 2008): n Prostatitis aguda bacteriana. n Prostatitis crónica bacteriana. n Prostatitis crónica abacteriana (inflamatoria). n Prostatodinia (Prostatitis crónica no inflamatoria). La Prostatitis Crónica (PC) es una entidad frecuente (15% hombres la padecerán) y, aunque es una clasificación discutida, puede diferenciarse en Prostatitis Crónica bacteriana (PCB), 10% de casos y Prostatitis Crónica Abacteriana (PCA)/ Prostatodinia (Pd), 90% de los casos (BASHH, 2008). Tabla 1. Principales características de los Síndromes de Prostatitis. Aguda Bacteriana Crónica Bacteriana Crónica Abacteriana (inflamatoria) Prostatodinia (Crónica no inflamatoria) % casos 1-5% 5-10% 40-65% 20-40% Cuadro clínico Aguda Infección recurrente Disconfort genitourinario Dolor Edad más frecuente 40-60 años 50-80 años 30-50 años 30-40 años Tacto Rectal Dolor, calor Aumentada de tamaño Variable Normal Prueba contraindicada Siempre Siempre Raro Negativo Positivo Negativo Negativo Rápida Lenta Ocasional No Leucocitos en secreción prostática Cultivo Respuesta Antibiótico Fuente: Broke Huffman G, 1999. P rostatitis C rónica B acteriana (PCB) Es una infección bacteriana crónica de la próstata con o sin síntomas de prostatitis, que cursa con infecciones recurrentes del tracto urinario causadas por la misma cepa bacteriana sin que se detecte ningún tipo de anormalidades estructurales (BASHH, 2008). A. Etiología (BASHH, 2008; CKS, 2009; Meyrer A, 2008) La prostatitis Crónica Bacteriana puede ser complicación de una Prostatitis Aguda, pero en ocasiones no podemos identificar una infección prostática previa. Los gérmenes implicados son los mismos que en la Prostatitis Aguda, siendo el más común la Escherichia coli. En algunos estudios observacionales se apunta que la infección por Chlamydia trachomatis también puede ser causa de prostatitis crónica. B. Cuadro clínico (BASHH, 2008; CKS, 2009; Meyrer A, 2008) En gran número de casos, el paciente se encuentra asintomático y se sospecha prostatitis crónica bacteriana en caso de infecciones urinarias de repetición sin sondaje urinario y en pacientes con bacteriuria incidental. El diagnóstico diferencial con la hiperplasia benigna de próstata se hace complicado por presentar a veces una sintomatología similar. Con el tacto rectal podemos encontrar hipertrofia o edema prostático, pero frecuentemente la exploración es normal. 41 Urología C. Diagnóstico (BASHH, 2008; CKS, 2009; Meyrer A, 2008) La prueba de los 4 vasos o de Stamey-Meares mediante masaje prostático es con frecuencia utilizada en el diagnóstico a pesar de la falta de estudios que avalen su utilidad y precisión. Cabe recordar que el principal inconveniente de esta prueba diagnóstica es su sensibilidad y especificidad. Se trata de recoger diferentes muestras de orina y de secreción prostática inmediatamente tras la realización de masaje prostático, de la siguiente forma: n Orina. Se recogen 3 muestras de orina: Primera: al comenzar la micción. Segunda: orina de la mitad de la micción, Tercera: orina inmediatamente posterior al masaje. y una de secreción prostática tras masaje de periferia a centro. n Secreción prostática. Se recoge tras la realización del masaje prostático. n Normalmente el cultivo de orina o de la secreción uretral posteriores al masaje prostático son positivos (>10 leucocitos/ml). Inconvenientes del masaje prostático: n Principalmente su sensibilidad y especificidad como prueba diagnóstica. Un cultivo negativo no descarta a posibilidad de Prostatitis Crónica Bacteriana. n Es relativamente frecuente que el masaje prostático no sea capaz de provocar una secreción prostática adecuada. n Se trata de una prueba difícil de realizar correctamente y frecuentemente molesta para el paciente. Puede valorarse la realización de ecografía prostática, sobre todo para descartar complicaciones de una prostatitis aguda bacteriana previa (pe: absceso prostático). D. Tratamiento (BASHH, 2008; CKS, 2009; Erickson BA, 2007; Meyrer A, 2008; Naber KG, 2001) n Consideraciones generales: La mayoría de terapias propuestas para la prostatitis crónica bacteriana, han sido escasamente estudiadas. Los fármacos que parece que parecen demostrar una ligera mejoría, son los antibióticos (quinolonas). n Fármacos: Antibióticos (Ciprofloxacino, Levofloxacino) en pautas de 28 días. Levofloxacino es tan efectivo como el ciprofloxacino en lograr tasas de éxito clínico (definido como la completa resolución de los síntomas o mejoría en los síntomas) a los 6 meses (Bundrick W, 2003; Naber KG, 2002). Los efectos secundarios más frecuentes de las quinolonas son gastrointestinales (nauseas, vómitos, diarreas); también pueden afectar al sistema nervioso central (cefalea, temblor,...), dar alteraciones dermatológicas (rash, prurito,...) y otros menos frecuentes (alteraciones tendinosas, alargamiento del segmento QT, hepatotoxicidad) (Oliphant C, 2002). Otras terapias que se han ensayado, pero con resultados no claros de su efectividad (Erickson BA, 2007; Pontari M, 2008): Alfa - bloqueantes (Mishra VC, 2007; Barbalias GA, 1998). Antibióticos intra-prostáticos (Hu WL, 2002; Baert L, 1998). No se dispone de ensayos con AINEs ni prostatectomía radical (Erickson BA, 2007). P rostatitis C rónica A bacteriana (PCA)/P rostatodinia (P d) La PCA/ Pd se caracteriza por dolor en el periné o suelo pélvico de al menos 3 meses de duración, a menudo asociado a síntomas del tracto urinario (disuria, polaquiuria, urgencia) y a disfunción sexual (disfunción eréctil, eyaculación dolorosa, malestar pélvico postcoital). Hablamos de una patología de etiología incierta, difícil de entender y con poca correlación entre síntomas, histología y tratamiento. Algunos autores usan el término “síndrome de dolor pélvico crónico”, para no relacionarla necesariamente con una causa prostática. Es de manejo difícil, con síntomas que pueden persistir o fluctuar durante años (BASHH, 2008; CKS, 2009). A. Etiología (BASHH, 2008; Fall M, 2008; Pontari M, 2008) La Etiología de la PCA/Pd no está clara: n Se postula que puede ser una infección por gérmenes no comunes (Chlamydia trachomatis, Ureoplasma urealyticum, Micoplasma hominis, etc.). 42 Prostatitis crónica n Algunos investigadores piensan que podría ser un problema inflamatorio-inmunológico. n Factores psicológicos: en algunos estudios, se ha encontrado que los factores psicológicos (somatizaciones, depresión,...) son más frecuentes en los pacientes que tienen una prostatitis crónica abacteriana. B. Cuadro clínico (BASHH, 2008; Pontari M, 2008) La PCA/Pd es un síndrome clínico que se caracteriza por una suma de: sintomatología genito-urológica (disconfort eyaculatorio o disuria) y dolor-disconfort en la región pélvica (dolor perineal, dolor abdominal bajo, dolor en pene y/o testicular). Puede afectar seriamente a la calidad de vida del paciente (Jonsson K, 2008). El tacto rectal es similar al de la Prostatitis Crónica Bacteriana, frecuentemente normal, aunque podemos encontrar hipertrofia o edema prostático. C. Diagnóstico (BASHH, 2008; Pontari M, 2008) No hay una prueba “gold-standard” para el diagnóstico de la PCA/Pd (McNaughton M, 2000), por lo que se diagnostica por exclusión. Normalmente habría que realizar un examen físico (tacto rectal y/o masaje prostático) y una analítica urinaria con urocultivo, que resultará negativo. La prueba de los 4 vasos (o masaje prostático) no está indicada. En determinados casos pueden valorarse: cribado de enfermedades de transmisión sexual, citología (microhematuria), urodinamia (disfunción vesical), PSA (tacto rectal anormal) y ecografía transrectal (eyaculación dolorosa) (BASHH, 2008). D. Tratamiento (BASHH, 2008; CKS, 2009; Erickson BA, 2007; McNaughton M, 1999; Naber KG, 2001; Pontari M, 2008) n Consideraciones generales: n Informar al paciente acerca de su patología, su evolución habitual y la dificultad en el tratamiento, ya que no hay un fármaco ideal. n No hay ninguna terapia que haya demostrado beneficios netos en el tratamiento de la prostatitis crónica abacteriana y la prostatodinia. n Los fármacos que parece que mejoran ligeramente la sintomatología, a un plazo medio (> 6 meses), son los alfa-bloqueantes por lo que podría valorarse un ensayo terapéutico con los citados productos. n Fármacos: n Alfa-bloqueantes (Alfuzosina, Tamsulosina, Terazosina): algunos estudios han demostrado frente a placebo mejoría sintomática en pacientes con prostatitis crónica abacteriana y prostatidinia (Cheah PY, 2003; Mehik A, 2003; Nickel JC, 2004a). Sin embargo, otros estudios, no encuentran diferencias entre el grupo intervención –tamsulosina– y el grupo control –ciprofloxacino– (Alexander RB, 2004). n Otras terapias que se han ensayado, pero con resultados no claros de su efectividad (Erickson BA, 2007; Pontari M, 2008): Alopurinol (McNaughton M, 2002). Finasterida (Nickel JC, 2004b). AINE: existe un ECA con rofecoxib (Nickel JC, 2003a), con ligero beneficio, pero hay que valorar su potenciales efectos secundarios. Termoterapia transrectal (Nickel JC, 1996). Baños de asiento: no se disponen de ensayos (Erickson BA, 2007). Antibióticos: podrían ser potencialmente perjudiciales (Nickel JC, 2003b). Masaje prostático: podría ser potencialmente perjudicial (Ateya A, 2006). B ibliogr afía Alexander RB, Propert KJ, Schaeffer AJ et al. Ciprofloxacin or tamsulosin in men with chronic prostatitis/chronic pelvic pain syndrome: a randomized, double-blind trial. Ann Intern Med 2004;141(8): 581-589. 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En el año 2005 existía una tasa cruda de 25.89 casos por 100.000 habitantes, en dicho año fallecieron 5500 personas por CP (Instituto Carlos III, 2009; Granado S, 2006). Constituye aproximadamente el 11% de todas las neoplasias en los varones de Europa, y es el responsable del 9% de las muertes por cáncer entre los hombres dentro de la Unión Europea (Heidenreich A, 2009). Su incidencia es muy variable en las distintas zonas del mundo pudiendo tener esto relación con distintos factores como son: exposición ambiental, dieta, estilo de vida y factores genéticos (Schaid D, 2004). La probabilidad de presentar un CP se incrementa con la edad y en el 90% de los casos se produce en hombres de más de 65 años. El riesgo de padecerlo es mayor en la raza negra y se incrementa de forma importante en personas con parientes de primer grado afectados pudiendo llegar a ser 7 veces superior en personas con dos o tres familiares de primer grado afectados (Zelefsky M, 2008). La incidencia del CP está aumentando en países desarrollados entre otras causas por el aumento de la esperanza de vida y el desarrollo de nuevas técnicas diagnósticas. Desde el punto de vista anatomo-patológico la mayor parte de las cánceres de próstata son adenocarcinomas (Gulley J, 2005) siendo frecuentemente de localización multifocal y de predominio en la zona periférica de la glándula prostática. C ribado del cáncer de próstata En la actualidad no existen datos concluyentes para aconsejar o desaconsejar realizar cribado sistemático en población sana a partir de una cierta edad. De forma individualizada se debe informar al paciente de las ventajas e inconvenientes de realizarlo mediante el tacto rectal y la determinación del PSA (Heidenreich A, 2008). Se están analizando datos de dos grandes estudios: el “Prostate, Lung, Colorectal and Ovary Trial” en los EEUU y el “European Randomized Screening for ProstateCancer” para evaluar la eficacia del cribado. Los datos preliminares no son concluyentes ni a favor ni en contra del cribado. El U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF) concluye que en la actualidad no hay evidencia suficiente ni a favor ni en contra del cribado en hombres menores de 75 años de edad y no recomienda que se realice en los mayores de 75 años (USPSTF, 2008). El NCCN lo recomienda en pacientes de raza negra, con antecedentes familiares o en aquellos bien informados que deseen realizarlo [Instrumento de ayuda a la decisión validado]. En estos casos solicitar una primera determinación de PSA y realizar un tacto rectal a la edad de 40 años. Si el PSA es menor de 1 ng/ml se repetirá la determinación a los 45 años. Si el PSA es mayor de 1ng/ml recomendará seguimiento anual (NCN, 2009 ¿C ómo se diagnostica? Un porcentaje alto de pacientes con CP están asintomáticos y se suele realizar el diagnóstico de sospecha al objetivar alguna anormalidad en la palpación de la glándula prostática mediante el tacto rectal o al encontrar unos niveles sanguíneos anormales de antígeno específico prostático (PSA). Un paciente con CP puede presentar síntomas de prostatismo (disuria, polaquiuria, sensación incompleta de vaciado, urgencia miccional…) bien en relación con la propia neoplasia o bien por la coexistencia de otras patología prostáticas como por ejemplo la hipertrofia benigna de próstata. En tumores localmente avanzados puede objetivarse hematuria y hematospermia y en tumores diseminados síndrome general, linfedema, anemia y dolor por afectación ósea. En el diagnóstico diferencial habrá que tener en cuenta patologías que produzcan sintomatología similar tales como la hipertrofia benigna de próstata, prostatitis, tumores de vejiga. 45 Oncología 1. Tacto rectal La palpación de la próstata mediante el tacto rectal puede detectar alteraciones en el tamaño, consistencia o uniformidad de la próstata. Es necesario realizarlo en todo paciente con sospecha diagnóstica de patología prostática pues es posible detectar lesiones tumorales por palpación en pacientes con niveles bajos de PSA (Bozeman C, 2005). La existencia de alteraciones en el tacto rectal solo se corresponderá con la presencia de un cáncer en el 25-50% de los pacientes y su normalidad no permite excluirlo (Zelefsky M, 2008). Se trata de una prueba con mucha variabilidad inter-examinador y con bajo valor predictivo positivo para la detección del CP (Okotie OT, 2007). El tacto rectal es de utilidad para valorar el estadío clínico del paciente con CP. 2. Antígeno prostático específico (PSA) Se trata de una glicoproteína producida y concentrada en la glándula prostática. Su nivel en sangre se incrementa cuando existe alguna patología que altera la estructura de la próstata (prostatitis, hipertrofia benigna de próstata, CP) (AUA, 2009). En sangre el PSA puede circular de forma libre (PSA libre) o bien unido a proteínas, alf-1 antiquimiotripsina (PSA complex) y alfa-2 macroglobulina siendo la suma de todos el PSA total (Guiasalud, 2008). Los niveles del PSA pueden alterarse por diversos factores (NCCN, 2010; AUA, 2009). nLos inhibidores de la 5-alpha reductasa (Finasteride, Dutasteride) pueden disminuirlos hasta en un 50% tras 6-12 meses de tratamiento. Las hierbas medicinales con fitoestrógenos también pueden disminuirlo. nAumentan en caso de: prostatitis, hipertrofia benigna de próstata, infecciones, trauma uretral o prostático, castración quirúrgica o farmacológica, cistoscopia, biopsia prostática. No se han encontrado datos concluyentes de que el tacto rectal, la eyaculación reciente, la diálisis peritoneal y la hemodiálisis alteren el PSA total aunque esta última sí altera el PSA libre. No existe un punto de corte definido del nivel de PSA que indique con certeza la existencia de un CP. La interpretación del nivel del PSA del paciente se ha de realizar teniendo en cuenta su edad y estos valores de referencia (Finne P, 2004): n<49 años ⇒ 0-2.4 ng/ml n50-59 años ⇒ 0-3.4 ng/ml n60-69 años ⇒ 0-5.4 ng/ml n>70 años ⇒ 0-6.4 ng/ml En diversos estudios se ha demostrado que la probabilidad de presentar un CP en un biopsia se incrementa hasta en un 30-35% para niveles de PSA >4 ng/ml (Zelefsky M, 2008). Según el Prostate Cancer Prevention Trial la incidencia de CP en varones mayores de 55 años con tacto rectal normal y PSA <4 ng/ml seguidos durante 7 años fue del 15% y un 15% de estos tenían CP de alto grado (Thompson IM, 2004). En pacientes con diagnóstico confirmado de CP los niveles de PSA al diagnóstico pueden ser indicativos de la extensión de la enfermedad (Greene K, 2009): nPSA <4 ng/ml en el 80% de los casos la enfermedad está localizada en la glándula. nPSA 4-10 ng/ml en el 70% de los pacientes está localizada. nPAS >10 ng/ml solamente está localizada en el 50% de los casos. nPSA >20 ng/ml en el 36% de los pacientes habrá afectación de los ganglios linfáticos pélvicos. Velocidad de PSA: un incremento del PSA >0.75ng/ml/año con un mínimo de tres determinaciones en no menos de 18 meses incrementa la sensibilidad del test PSA y facilita la indicación de realizar un biopsia de próstata (Zelefsky M, 2008; Heidenreich A, 2009). Algunos autores han propuesto poner puntos de corte distintos de la velocidad del PSA según la edad (0,25 ng/ml en hombres de 40-59 años; 0,5 ng/ml de 60-69 años; 0.75 ng/ml en mayores de 70 años) (Moul JW, 2007). PSA libre: la FDA recomienda la utilización del porcentaje del PSA libre con respecto al PSA total como método de detección precoz en pacientes con niveles de PSA entre 4 y 20 ng/ml (Zelefsky M, 2008). Los pacientes con cáncer tienen tendencia a tener un PSA libre bajo en comparación con los que tienen enfermedad benigna prostática a excepción de la prostatitis (Greene K, 2009). 46 Cáncer de próstata La Asociación Europea de Urología propone que en la práctica clínica son de utilidad los siguientes parámetros para valorar la necesidad de realizar una biopsia de próstata en hombres con niveles elevados de PSA: PSA libre/ PSA total <20% y velocidad del PSA >0.75 ng/ml/año. El National Comprehensive Cancer Network (NCCN) propone que para hombres con PSA <4 ng/ml una velocidad de PSA >0.35 ng/ml puede ser indicación de realizar una biopsia prostática.(NCCN, 2010). 3. Biopsia prostática El método diagnóstico confirmatorio de elección para el CP es la biopsia sistematizada por vía transrectal y bajo control ecográfico. Se recomienda tomar un mínimo de 10 cilindros dirigidos lateralmente. En pacientes con alta sospecha de CP y con una primera tanda de biopsias negativas puede ser necesario repetir dicha técnica pues hasta un 10-35% de dichos pacientes pueden presentar un cáncer con una primera biopsia negativa (Heidenreich A, 2009). El NCCN recomienda repetir la biopsia (NCCN, 2010): nEn pacientes con PSA >10ng/dl si el anatomo-patólogo identifica atipias o neoplasia intraepitelial prostática de alto grado (PIN alto grado). nEn aquellos pacientes con PSA entre 4-10 ng/ml y PSA libre menor de 10%. Las siguientes pueden ser complicaciones tras una biopsia: hematospermia (37.4%), hematuria (14.5%), sangrado rectal (2.2%), prostatitis (81%), fiebre, retención urinaria (NCCN, 2010). 4. Ecografía transrectal De utilidad para: nEvaluar la presencia de lesiones tumorales en la glándula prostática así como valorar su extensión a zonas contiguas. Sólo el 60% de las lesiones son visibles (Heidenreich A, 2009). nValorar el volumen de la próstata y calcular la densidad de PSA (PSA/volumen glándula) (AUA, 2009). nRealizar las biopsias prostáticas bajo control ecográfico. 5. TAC y RMN Útiles para realizar la estadificación una vez realizado el diagnóstico, generalmente no son necesarias en pacientes con PSA <20ng/ml (Greene K, 2009). La RMN se debe indicar en pacientes con CP localizado de alto riesgo de recurrencia y con cáncer localmente avanzado si se consideran candidatos a intervención quirúrgica (NICE, 2008). 6. Gammagrafía ósea Permite detectar enfermedad metastásica diseminada a huesos. No se debe indicar en pacientes asintomáticos con un tumor bien o moderadamente diferenciado, si los niveles de PSA sérico son <20 ng/ml. La elevación de la fosfatasa alcalina en un paciente con niveles altos de PSA (>20 ng/ml) debe hacernos sospechar la presencia de metástasis óseas (Heidenreich A, 2009). E stadiaje Para poder definir un CP como localizado, localmente avanzado o diseminado a distancia se utilizan: el tacto rectal, el nivel de PSA, la anatomía patológica y las pruebas de imagen (TAC, RMN, Gammagrafía ósea) (Heidenreich A, 2009). Existen diferentes clasificaciones a utilizar en un paciente con CP: Gleason Score, clasificación TNM y clasificación según el riesgo. 1. Gleason Score (Guiasalud, 2008; NCCN, 2009). Se realiza mediante el estudio por el anatomopatólogo del tejido obtenido en la biopsia prostática valorando su grado de diferenciación, a más alto grado peor pronóstico: nGX No se puede evaluar el grado de diferenciación. nG1 Bien diferenciado (anaplasia débil): Gleason 2-4. nG2 Moderadamente diferenciado (anaplasia moderada): Gleason 5-6. nG3-4 Pobremente diferenciado/indiferenciado (marcada anaplasia): Gleason 7-10. Diferentes estudios han demostrado que el Gleason Score es un marcador pronóstico individual pudiendo ser un importante predictor de muerte por CP (AJCC, 2009). 47 Oncología 2. Clasificación TNM (AJJCC, 2009). El American Joint Comittee on Cancer (AJCC) estableció la clasificación TNM para el CP [TNM] [TNM]. 3. Clasificación según el estadío clínico (Guiasalud, 2008; Heindereich A, 2009). Hablamos de: nCáncer localizado cuando no existe extensión fuera de la cápsula prostática ni afectación de ganglios linfáticos ni metástasis. nCáncer localmente avanzado cuando existe afectación extracapsular o de vesículas seminales pero sin afectación linfática o metastásica. nCáncer diseminado cuando existe invasión linfática y/o metastasis o cuando el tumor invade estructuras adyacentes. 4. Clasificación según el riesgo (NICE, 2008; Guiasalud, 2008; AUA, 2007). Se cataloga a los pacientes con cáncer localizado en las siguientes categorías: nBajo riesgo. PSA <10ng/dl y Gleason Score menor o igual a 6 y estadío clínico T1-T2a. nRiesgo intermedio. PSA entre 10-20ng/ml o Gleason Score de 7 o estadío clínico T2b-T2c. nAlto riego. PSA >20ng/dl o Gleason Score 8-10 o estadío T3-T4. A lgoritmo diagnóstico Siempre valorando cada paciente de forma individualizada y teniendo en cuenta los factores de riesgo para CP, la edad, la presencia de comorbilidad y la expectativa de vida un posible algoritmo diagnóstico es el siguiente (NCCN, 2009; Heidenreich A, 2008). ¿C ómo se tr ata? Tratamiento de la enfermedad localizada Existen distintas opciones terapéuticas en el tratamiento del CP localizado. La elección de un tratamiento u otro debe realizarse en base al estadio clínico, el Gleason del tumor, el PSA y la esperanza de vida del paciente y sus preferencias. 48 Cáncer de próstata Entre las opciones terapéuticas tenemos: 1. Vigilancia activa. Por vigilancia activa entendemos aquella estrategia terapéutica que consiste en posponer el tratamiento hasta que sea necesario. Pueden beneficiarse de la vigilancia activa los pacientes con bajo riesgo de progresión de la enfermedad, en función del Gleason (≤6), el estadio (T1c-T2a) y el PSA (<10) y esperanza de vida (<10 años) (Holmberg L, 2002). También puede ser una opción terapéutica para pacientes jóvenes con enfermedad localizada hasta que se produzca un aumento de la actividad tumoral. En recientes estudios con pacientes mayores de 65 años en estadíos T1 y T2 se sugiere que estos tienen más probabilidad de morir por otras causas que por su propio cáncer (Lu-Yao G, 2009; Ketchandji, 2009). Todos estos pacientes deben ser seguidos de una manera muy estrecha (Martínez JI, 2009 2. Prostatectomía radical. Consiste en la extirpación de la glándula prostática incluyendo las vesículas seminales. Puede realizarse mediante cirugía abierta o mediante laparoscopia. Es el único tratamiento que ha demostrado un beneficio en la supervivencia comparada con el tratamiento conservador en ensayos prospectivos aleatorizados (Martínez JI, 2009) Debe asociarse siempre a linfadenectomía en los pacientes de riesgo intermedio (T2a, PSA 10-20, Gleason =7) o alto (T2b, PSA>20, Gleason >8). Entre los efectos secundarios más frecuentes de la cirugía se encuentran: nDisfunción eréctil (29-100%). nIncontinencia de esfuerzo leve (4-50%). nIncontinencia de esfuerzo grave (0-15,4%). nEstenosis del cuello vesical (0,5-14,6%). nEstenosis uretral (2-9%). nHemorragia grave (1-11,5%). 3. Radioterapia. Se emplea tanto la radioterapia externa como la braquiterapia. No existen estudios aleatorizados que comparen la radioterapia con la prostatectomia radical. En la radioterapia externa la dosis recomendada depende del grado de riesgo del tumor, así en los tumores de bajo riesgo se recomienda al menos una dosis de 72 Gy, de 76 a 81 Gy en los de riesgo intermedio y en escalada de dosis para los de riesgo alto (Heidenreich A, 2009). La braquiterapia puede emplearse en aquellos pacientes con PSA ≤10, ≤50% de los cilindros de la biopsia de próstata afectados, volumen prostático <50cm³ y buena puntación en el Iternational Prostatic Symptom Store. Entre las complicaciones más frecuentes por radioterapia se encuentran: Toxicidad, Cistitis, Hematuria, Estenosis uretral, Incontinencia urinaria, Proctitis. 4. Tratamiento Hormonal. Como terapia combinada con cirugía o radioterapia y como tratamiento aislado en pacientes con estadios T3-T4, sintomáticos, con enfermedad extensa, PSA muy elevado y mal estado general. Opciones terapéuticas según estadios nEstadio T1a: vigilancia activa, prostatectomía radical o radioterapia. nEstadio T1b-T2b: vigilancia activa, prostatectomia radical, radioterapia, hormonoterapia. nEstadio T3-T4: vigilancia activa, prostatectomia radical, radioterapia, hormonoterapia, combinación de radiote- rapia o cirugía y tratamiento hormonal. Tratamiento de la enfermedad diseminada nTratamiento hormonal: Desde que fue descrita la dependencia hormonal del CP, la deprivación androgénica es el tratamiento inicial en la mayoría de los pacientes que presentan enfermedad avanzada. El tratamiento inicial consiste en una castración quirúrgica, mediante orquiectomía bilateral, o bien química mediante el empleo de análogos de los factores liberadores de la hormona luteinizante (LH- RH), que es en el momento actual la alternativa terapéutica más empleada. Otra alternativa a la castración es el uso de antiandrógenos no esteroideos (Flutamida, Bicalutamida y Nilutamida). La Flutamida (750 mg/día vía oral) produce diarrea como efecto secundario más frecuente (20%), si bien la toxicidad más grave es la hepática (2%-5%). La Bicalutamida (50 mg/día vía oral) produce menos efectos secundarios y la Nilutamida (150-300 mg/día vía oral) puede producir dificultades en la adaptación visual a la oscuridad, toxicidad hepática y fibrosis pulmonar. Los tres fármacos pueden causar ginecomastia (40%-50%), 49 Oncología mastodinia y pérdida de la libido debido a la conversión periférica de los andrógenos en estrógenos. Su uso se puede plantear en pacientes jóvenes, que desean mantener su potencia sexual, como alternativa a la castración. El bloqueo androgénico completo (BAC), consiste en la asociación de castración (química o quirúrgica) con un antiandrógeno puro. El BAC proporciona un discreto aumento de la supervivencia global a cinco años pero a costa de una mayor toxicidad (Samson DJ, 2002; Schmitt B, 2001), por lo que en la práctica se debe realizar una individualización de los tratamientos. Si se emplean análogos de la LH-RH se puede producir un aumento inicial de los niveles de testosterona por lo que es común su asociación en los primeros momentos con un antiandrógeno para evitar el “flare” o estímulo inicial. El tratamiento hormonal en el CP es inicialmente muy eficaz, con una mejoría sintomática en aproximadamente el 70-80% de los pacientes y una duración de la respuesta de dos años. Es cuestión de debate el momento en el que se debe iniciar el tratamiento hormonal, es decir, si debe ser o no diferido hasta la aparición de síntomas o progresión de la enfermedad y la posibilidad de poder realizar un tratamiento hormonal intermitente frente a uno continuo, con una potencial mejoría en la calida de vida por la disminución de la toxicidad derivada de los tratamientos. Una vez que se produce el fracaso a la primera línea de tratamiento hormonal, se pueden plantear otras maniobras terapéuticas hormonales. Aunque no existe consenso parece preferible esta opción en pacientes asintomáticos, con baja carga tumoral o con elevación del PSA como único dato de progresión. Ninguna maniobra ha demostrado un aumento de la supervivencia aunque sí respuestas que oscilan entre el 20 y el 60% con una duración aproximada entre 2 y 6 meses. La primera maniobra consiste en la retirada del antiandrógeno si se inició tratamiento con BAC o bien la asociación de antiandrógeno si en el tratamiento inicial no se emplearon. Otras alternativas menos usadas son los inhibidores de la síntesis esteroidea suprarrenal (Ketoconazol, aminoglutetimida, corticoides). Una vez que se fracasa a los tratamientos hormonales la enfermedad se define como hormonorrefractaria. nTratamiento citostático: El papel de la quimioterapia en el CP era, hasta hace poco tiempo, muy limitado. Actualmente el esquema estándar de tratamiento es la combinación de docetaxel a dosis de 75 mg/m2 cada tres semanas con prednisona a dosis de 5 mg/día cada 12 horas, que ha demostrado un aumento significativo en la supervivencia global y en la calidad de vida (Tannock IF, 2004). Está especialmente indicada en pacientes sintomáticos o que presentan alta carga tumoral. No existe una segunda línea de tratamiento estándar. Otros fármacos que han demostrado actividad son: Mitoxantrone, vinorelbina, paclitaxel o ciclofosfamida. Seguimiento tras el tratamiento (Heindereich A, 2008) 1. Seguimiento tras realizar un tratamiento con intención curativa: nPacientes asintomáticos: anamnesis con tacto rectal y determinación del PSA; a los tres, seis y doce meses en el primer año tras el tratamiento y posteriormente cada seis meses hasta el tercer año o quinto año, para continuar con un seguimiento anual. nLa realización de una prueba de imagen para detectar metástasis óseas debe reservarse para pacientes sintomáticos con PSA >20 y en pacientes asintomáticos dependiendo del nivel de PSA. 2. Seguimiento tras iniciar tratamiento con hormonoterapia: realizar anamnesis, exploración, tacto rectal y PSA a los tres y seis meses de iniciar el tratamiento. B ibliogr afía American Joint Commitee on cancer (AJCC).Prostate. En: Cancer Staging Manual. Springuer 7th.Chicago 2009 [Reseña]. 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La litiasis renal es una enfermedad que se caracteriza por la aparición de cálculos en el aparato urinario superior (parénquima renal, cálices, pelvis o uréter). Su forma de presentación más frecuente es el cólico nefrítico: aparece cuando un cálculo se desprende o se rompe y se deposita en el sistema colector del riñón, lo que aumenta la presión intraluminal activando las terminaciones nerviosas de la mucosa y provocando dolor. En los países industrializados la prevalencia de la litiasis renal oscila entre el 1 y el 10% (en España es del 4.16%). La mayoría de litiasis (60–80%) están compuestas por sales de calcio (oxalato cálcico, fosfato cálcico o ambos). El resto son de estruvita (5–15%), ácido úrico (5–10%), cistina (1%), u otras sustancias (1%) (Miller NL, 2007). Aunque el riesgo de padecer un cólico nefrítico es mayor en los hombres (10–20%) que en las mujeres (3–5%), parece que hay alguna evidencia de que el riesgo se está igualando, seguramente asociado a cambios del estilo de vida y a la obesidad (Scales CD, 2007). En la mayoría de cólicos nefríticos, no se identifica la causa ni hay enfermedad de base. La presencia de factores de riesgo (tabla 1) aumenta el riesgo de recurrencias (Thomas M, 2007), que son cercanas al 50% (Miller NL, 2007). Tabla 1. Factores de riesgo de la litiasis renal. Factores de riesgo Ser hombre, historia familiar de litiasis renal, obesidad, síndrome metabólico. Enfermedades metabólicas primarias: hipercalciuria, hiperoricusuria, hipocitraturia, hiperoxaluria, cistinuria. Hipercalcemia de cualquier etiología: hiperparatiroidismo, neoplasia, sarcoidosis, inmovilización prolongada. Enfermedades intestinales: enfermedad de Crohn, abuso de laxantes, bypass yeyuno-ileal. Acidosis tubular renal tipo I. Gota. Infecciones urinarias recurrentes. Depleción crónica de volumen: ingesta inadecuada o climas cálidos. Anormalidades anatómicas urológicas que faciliten la estasis de la orina: riñón en herradura, estenosis ureteral, obstrucción de la unión pieloureteral, ureterocele, divertículo caliceal, quiste caliceal y esctasia tubular (riñón en esponja), riñón único, cirugía renal previa. Fármacos: diuréticos del asa, antiácidos, acetazolamida, indinavir, corticoesteroides, teofilina, AAS, alopurinol y vitaminas C y D. Pueden haber factores precipitantes como la depleción de volumen o aumento de la ingesta de proteínas (Thomas M, 2007). C ólico nefrítico Clínica nDolor cólico lumbar agudo unilateral severo irradiado a ingles o a genitales. Es por el paso de la litiasis por el uréter; aunque se encuentra una litiasis mediante TAC en tan sólo del 34-73% de estos dolores. Si la litiasis está en la unión urétero-vesical, puede no haber dolor lumbar. Si la litiasis está en la pelvis renal, el dolor puede ser de bajo grado o intermitente (Thomas M, 2007). nDolor abdominal de inicio agudo y de menos de 12 horas de evolución. nEl dolor no mejora con el reposo. nNáuseas y vómitos muy frecuentes, su ausencia debería hacernos dudar del diagnóstico. nPolaquiuria, disuria, urgencia y tenesmo suelen aparecer cuando la litiasis entra en el uréter (Miller NL, 2007). 53 Urología y Nefrología Exploración Física nExploración abdominal: localizar la zona de mayor hipersensibilidad lumbar (puño percusión positiva) y diferen- ciarlo de otras entidades. nConstantes vitales para excluir signos de shock o de infección sistémica. Exploraciones complementarias nTira reactiva y/o urinoanálisis: aunque la presencia de hematuria ayuda al diagnóstico, su presencia o ausencia no es suficientemente sensible o específica para el diagnóstico (Thomas M, 2007). Un 14,5% de los cólicos nefríticos no presentan hematuria (Press SM, 1995). La presencia de leucocitos o nitritos nos indicará infección. Si no se puede obtener el urinoanálisis y/o la tira reactiva, la clínica es suficiente para actuar. En algunos casos el urinoanálisis nos puede ayudar a la identificación de cristales, presencia de bacterias y/o piuria. nUrocultivo: no indicado. nAnálisis de sangre: no indicados en periodo agudo, incluso con una función renal dentro de la normalidad no se descarta obstrucción. nExploraciones complementarias de imágenes: Se recomienda realizar estudios radiológicos pasados los 7 días del episodio agudo (Wright PJ, 2002), siempre que no haya motivos para derivar a urgencias. Diagnóstico Diferencial (Wright PJ, 2002) nPielonefritis: pensar en ella si hay fiebre. nSalpingitis o embarazo ectópico: pensar en él en mujeres en edad fértil. nRuptura de aneurisma abdominal: tenerlo en cuenta en mayores de 60 años. nDiverticulitis. nApendicitis. nIsquemia miocárdica aguda. nIsquemia intestinal. nObstrucción intestinal. nDolor músculo esquelético. nCólico biliar. A lgoritmo 54 diagnóstico de sospecha de cólico renal Litiasis renal y cólico nefrítico E xplor aciones complementar as ante una litiasis renal En la práctica clínica diaria, realizaremos una tira reactiva de orina y una prueba de imagen. Libros de texto y guías recomiendan sin evidencia, pero por consenso, un “estudio básico” a menores 65 años con un único episodio de cólico nefrítico, mayores 65 años cuando presentan una recurrencia de cólico y los pacientes con factores predisponentes (ver tabla 2). Comentaremos este estudio básico, pero debemos tener en cuenta que no se suele hacer en la práctica diaria, ya que no va a tener una repercusión relevante en el manejo del paciente. Tabla 2. Factores Predisponentes. Antecedentes familiares de litiasis, enfermedades óseas, gota úrica, hiperparatiroidismo, acidosis tubular renal, infecciones urinarias recidivantes, litiasis infantiles y juveniles (en menores de 20 años), monorreno Criterios clínicos por litiasis, litiasis recidivantes, enfermedad inflamatoria intestinal, diarrea crónica, malabsorción, historia de cirugía bariátrica, osteoporosis o fracturas patológicas (Miller NL, 2007). Criterios radiológicos Litiasis bilateral, litiasis en riñón único, nefrocalcinosis, fragmentos residuales tras litotricia, litiasis coraliforme. Criterios analíticos Cistinuria, hipercalcemia y/o hipercalciuria, hiperoxalurias, hiperuricemias y/o hiperuricosurias, hipocitraturias. En caso de realizarse, debería practicarse a partir de los 3 meses después del cólico nefrítico (Hughes P, 2007), ya que algunas anormalidades pueden ser inducidas por la obstrucción aguda. Hay que tener en cuenta que algunos de los exámenes no están al alcance de la atención primaria por lo que se tendrían que hacer en la atención especializada. Análisis mineralógico del cálculo expulsado: si se obtiene el cálculo, se debería analizar para determinar su composición. Análisis completo de la primera orina de la mañana y sangre: deberemos tener en cuenta que el seguimiento urometabólico y las recomendaciones dietéticas que podremos recomendar a partir de los resultados de los estudios no han demostrado tener impacto en el seguimiento del paciente ni en mejorar su pronóstico (Wright PJ, 2002). Se recomienda un cultivo si hay piuria o bacteriuria, determinación del volumen urinario de 24 horas y cuantificación de la excreción de calcio, ácido úrico, oxalato, citrato, fosfato, urea, creatinina, sodio, potasio y magnesio. La detección del pH puede sernos útil ya que un valor superior a 7.5 es típico de la litiasis infectiva e inferior a 5 de la litiasis úrica (algo que ya nos indica la tira reactiva de orina). Sangre con calcio, fosfato, ácido úrico, creatinina, sodio, potasio, cloro, magnesio, fosfatasa alcalina, tiroxina y PTH. Para tener una orientación diagnóstica con los datos obtenidos del análisis completo (ver tabla 3). Tabla 3. Principales hallazgos de laboratorio en las diferentes situaciones favorecedoras de litiasis renal. Hallazgos de laboratorio Suero Orina de 24 horas Ca PO4 PTH Ca Ca (So) Uri Oxal Citr Tipo I o Tipo II o Tipo III o o Hipercalciuria renal Hiperparatiroidismo o o o Hiperuricosuria Hiperoxaluria o o o Hipercitraturia Acidosis tubular renal o o Hipercalciuria absortiva ( = normal, = bajo, = alto) Diagnóstico por imágenes (Miller N, 2007): la ecografía reno-vesical y la radiografía simple de abdomen, son las 2 pruebas a tener en cuenta ante una litiasis renal. Habitualmente realizaremos una ecografía reno-vesical después 55 Urología y Nefrología de un primer episodio de cólico nefrítico por accesibilidad y precio, y la radiografía de abdomen se realizará cuando sospechemos que la litiasis es ureteral. La pielografía intravenosa, considerada clásicamente como la prueba oro, ha sido sustituida (cuando los recursos lo permiten) por el TAC helicoidal sin contraste; se deberían realizar cuando la ecografía y la radiografía no nos confirman la sospecha diagnóstica. Últimamente se está extendiendo el uso del TAC helicoidal sin contraste como prueba de imagen de elección (Miller N, 2007; Richmond, 2007). Tabla 4. Diagnóstico por imágenes. Tipo de prueba Sensibilidad Especificidad Ecografía (Portis AJ, 2001) 19% 97% Ventajas Desventajas Accesible. Dificultad en visualizar litiasis en Diagnostica la hidronefrosis y la uréteres. litiasis renal. Radiografía de abdomen (Gorelik U, 1996) 45 a 59% 71 a 77% Accesible. Barato. Dificultad en visualizar litiasis ureteral, cálculos radiolúcidos, y cuando existen calcificaciones extraurinarias. Pielografía intravenosa (Merenciano Cortina FJ, 2000) 64 a 87% 92 a 94% Accesible. Provee de información de la anatomía y funcionamiento de los riñones. Usa contraste y requiere preparación previa. Mala visualización en causas no genitourinarias. TAC helicoidal (Otal P, 2001) 95 a 100% 94 a 96% Se visualizan signos indirectos de obstrucción. Provee de información causas no genitourinarias. Poco accesible. Caro. No proporciona una medida directa de la función renal. Tr atamiento Del cólico nefrítico agudo nSe recomienda usar Diclofenaco 75 mg IM (calma el dolor en 20-30 minutos y disminuye admisiones a urgen- cias) (Labrecque M, 1994). nEl Ketorolaco 30 mg IM ha demostrado ser igual de efectivo que el diclofenaco (Cohen E, 1998). En España es un “Medicamento de Uso Hospitalario”. nEl Metamizol IM no ha demostrado ser mejor que el diclofenaco (Edwards JE, 2002). nNo se recomienda usar opiáceos (especialmente la petidina) por la mayor probabilidad de vómitos y mayor uso de fármacos de rescate (Holdgate A, 2003). nEl calor local con una esterilla eléctrica a 42ºC parece ser efectivo en la disminución del dolor y las náuseas (Kober A, 2003). nIngesta hídrica: no puede establecerse ninguna recomendación sobre la efectividad de aumentar la ingesta hídrica. Esta medida tiene como finalidad acelerar el paso de los cálculos y mejorar los síntomas pero existen escasas evidencias sobre su efectividad (Springhart WP, 2006; Worster A, 2005). nSiete días de tratamiento con diclofenaco oral (Laerum E, 1996) reducen las recidivas y las admisiones a urgen- cias si comparamos con la opción de sólo tratar si hay dolor. nEl uso de Tamsulosina 0,4 mg al día durante 4 semanas, podría ser útil para la expulsión de cálculos ureterales yuxtavesicales (NNT=3-4), además de la disminución de la intensidad y duración del cólico (Hollingsworth M, 2006; Dellabella M, 2003). nSi la analgesia no ha hecho efecto en 1 hora, y si la clínica es típica, podemos repetir la analgesia. Si no remite, plantear derivación al hospital. nFiltrar la orina para identificar la expulsión del cálculo. Se recomienda derivar al hospital cuando (Wright PJ, 2002): nLa analgesia con AINES no ha hecho efecto en 1 hora, remitir al hospital por riesgo de afectación de la función renal debido a la obstrucción persistente. nNáuseas refractarias al tratamiento. nFiebre, infección o anuria. nEnfermedades debilitantes. 56 Litiasis renal y cólico nefrítico nMayores de 60 años. nEmbarazadas (Tiselius HG, 2008). nRiñón único funcionante o trasplantados. nCausa que limitan la analgesia como úlcera duodenal, sangrados, etc., se podría utilizar protección gástrica o un tratamiento alternativo como el Metamizol. De la litiasis renal A un paciente que se la haya diagnosticado una litiasis ureteral proximal o distal con alta probabilidad de expulsión espontánea y en el que los síntomas estén controlados, se recomienda la observación con evaluación periódica como actuación inicial (Laerum E, 1996). nTienen más probabilidad de ser expulsadas espontáneamente las litiasis de <5 mm de diámetro y se recomienda tratamiento conservador y estrecha vigilancia. Se espera que el calculo sea expulsado durante las primeras 4 semanas después del cólico nefrítico (Miller N, 2007). nLas litiasis de 5-10 mm se expulsan espontáneamente en el 50% de las veces. Criterios de derivación al especialista: nCuando la litiasis sea >10 mm ó >5 mm con intolerancia al dolor o múltiples visitas a urgencias. Las opciones de tratamiento serán: litotricia o nefrolitotomía percutánea (útil cuando la litotricia falla o en los que está contraindicada) o la ureteroscopia o la ureterorenoscopia (útil en embarazadas, obesos mórbidos o en coagulopatías) (Miller N, 2007). nDolor persistente por cálculo que no se haya expulsado después de 2-4 semanas de observación. Litiasis renal recidivante Prevención de las recurrencias: Las dietas habitualmente recomendadas para prevenir las recidivas tienen un impacto muy pobre como para recomendarlas de por vida por lo que tienen que ser individualmente recomendadas según el riesgo alto de recurrencias. nLa ingesta abundante de líquidos para lograr una diuresis superior o igual a 2 litros al día, parece disminuir las recurrencias (Qiang W, 2004). nActualmente no se recomiendan dietas pobres en calcio para prevenir las recurrencias de las litiasis renales porque se ha observado que aumentan la secreción de oxalatos en la orina con el aumento de la formación de complejos de oxalato cálcico. Por el contrario dietas con calcio normal, hiposódica y pobres en proteínas animales, al disminuir la secreción de oxalatos, podrían disminuir la recurrencias de los cálculos renales (Heaney RP, 2008; Miller N, 2007; Kovara, 1999; Loris Borghi MD, 2002; Cornelia C, 2000). Dicho lo anterior, aunque no existen evidencias claras del beneficio de las dietas ni de la efectividad del tratamiento etiológico, algunos autores recomiendan lo siguiente (Loris Borghi MD, 2002): Litiasis cálcica: nEn pacientes con hipercalciuria: ßRestricción en la ingesta de proteínas, oxalato y sodio. ßNo restricción en la ingesta de calcio. ßTiazidas, citrato potásico, Amiloride. nEn pacientes con hipocitraturia: ßRestricción en la ingesta de proteínas y sodio. ßSuplementos de citrato potásico (citrato sódico si el anterior no es bien tolerado). nEn pacientes con hiperoxaluria: ßRestricción en la ingesta de oxalatos. nEn pacientes con hiperuricosuria: ßRestricción en la ingesta de purinas. ßAlopurinol. Litiasis de ácido úrico nLa ingesta de líquidos es poco importante en la prevención de recurrencias. 57 Urología y Nefrología nEn pacientes con pH urinario bajo: ßRestricción en la ingesta de proteínas y sodio ßAlcalinización de la orina con suplementos de citrato potásico (citrato sódico si el anterior no es bien tolerado). nEn pacientes con hiperuricosuria: ßRestricción en la ingesta de proteínas y sodio. ßSi en pH urinario es bajo, alcalinización de la orina con suplementos de citrato potásico (citrato sódico si el anterior no es bien tolerado). ßEn situaciones especiales, Alopurinol. Nota: Alimentos ricos en oxalatos: remolacha, nabo, espinacas, endivias, acelgas, té, cacao. P revención primaria La ingesta de agua no ha demostrado ser útil para la prevención primaria de la litiasis renal (Qiang W, 2004). Existen estudios observacionales prospectivos que recomiendan dietas normocalcemicas y baja en proteinas animales, suplementos de K y Mg y dietas restrictivas de Vit C para la prevención primaria de las litiasis, además, un IMC <25 y tener más de 60 años sería un factor protector (Taylor EN, 2004). B ibliogr afía Amato M, Lusini ML, Nelli F. Epidemiology of nephrolithiasis today. Urol Int. 2004;72 Suppl 1:1-5. [PubMed] Borghi L, Schianchi T, Meschi T, Guerra A, Allegri F, Maggiore U et al. Comparison of two diets for the prevention of recurren stones in idiopathic hypercalciuria. N Engl J Med 2002;346(2):77-84. [PubMed] Cohen E, Hafner R, Rotenberg Z, Fadilla M, Garty M. Comparison of ketorolac and diclofenac in the treatment of renal colic. Eur J Clin Pharmacol 1998; 54(6):455-458 [PubMed] Curhan GC, Willett WC, Speizer FE, Stampfer MJ. Beverage use and risk for kidney stones in women. Ann Intern Med 1998;128(7): 534-540. [PubMed] Dalla Palma L, Pozzi-Mucelli R, Stacul F. 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La disfunción eréctil (DE) es la incapacidad persistente de conseguir y mantener una erección suficiente que permita una relación sexual satisfactoria. Se trata de un problema benigno relacionado con los aspectos físicos y psicológicos de la salud que tiene un impacto significativo en la calidad de vida de las personas afectadas y de su familia. La prevalencia de la DE ha sido investigada con metodología diferente, el estudio MMAS (Feldman HA, 1994) informa de la presencia de DE entre un 44% y 52% de los varones de 40 a 70 años, de ellos el 17.2% presentan DE de grado mínimo, el 25.2% de grado moderado y una DE completa el 9.6%. En el estudio EDEM (Martín Morales A, 2001), realizado en España, se ha visto que el 12% de los hombres de 25 a 70 años presentan disfunción eréctil. La disponibilidad de nuevos fármacos seguros y cómodos para el tratamiento de la DE, y el interés por el problema ha potenciado el aumento de consultas por este motivo. ¿P or qué ocurre ? Hay numerosas factores que pueden alterar los mecanismos fisiológicos implicados en la erección. El 80% de los casos de DE es por causa orgánica y el 20% restante por causa psicológica, hay muchos casos de etiología mixta: orgánica y psicógena (Spark RF, 2004; Miller TA, 2000). En los varones mayores de 50 años la causa mas frecuente es la enfermedad vascular (60-80%), otras causas de DE de origen orgánico están relacionadas con problemas neurológicos (10-20%), hormonales (5-10%), alteraciones del pene o por el consumo de fármacos (25%) (Miller TA, 2000; Spark RF, 2004) (Tabla 1). Tabla 1. Causas de disfunción eréctil. Causa Ejemplo Edad Psicológica Depresión, ansiedad, tensión psíquica. Enfermedad crónica Diabetes mellitas, HTA, EPOC, hipercolesterolemia, insuficiencia renal, enfermedad hepática. Neurológica Enfermedad cerebral, lesión medular, enfermedad espinal, lesión del nervio pudendo. Hormonal Hipogonadismo, hiperprolactinemia, hiper o hipotiroidismo, enfermedad de Cushing, enfermedad de Addison. Vascular Arteriosclerosis, cardiopatía isquémica, enfermedad vascular periférica, insuficiencia venosa, alteraciones cavernosas. Fármacos Antihipertensivos, antidepresivos, estrógenos, antiandrógenos, narcóticos, ansiolíticos, neurolépticos, diuréticos, antagonistas H2, anticonvulsivantes, clonidina, guanetidina, metildopa, ketoconazol, clofibrato. Otras Consumo de marihuana, heroína y cocaína, abuso de alcohol y tabaco. Traumatismo o cirugía pélvica. Alteraciones en el pene. Fuente: Spark RF, 2004; Miller TA, 2000; Brotons FB, 2004. ¿C ómo orientamos el diagnóstico? En la visita inicial es importante realizar una entrevista clínica completa que incluya datos clínicos, psicológicos y de historia sexual (Miller TA, 2000; Cope D, 2004). Es imprescindible conocer el grado de armonía en las relaciones de pareja, la situación emocional, la forma de aparición y la duración del problema así como las posibles consultas y tratamientos realizados previamente. Es necesario investigar sobre la calidad de las erecciones, tanto de las relacionadas con la actividad sexual como las erecciones matutinas, en términos de rigidez y duración (Wespes E, 2005). Esta información unida a los otros datos de la historia clínica nos permiten orientar la etiología de la DE hacia causas orgánicas o psicológicas. 61 Urología y Nefrología La presentación de una DE de manera brusca en un varón joven que tiene erecciones matutinas orienta a una causa psicogénica, lo mismo que si se asocia a situaciones emocionalmente intensas y existen antecedentes de episodios previos de disfunción con resolución espontánea. La DE debida a un problema arterial se presenta en varones mayores de una manera gradual, con antecedentes de enfermedad crónica o de uso de fármacos. La DE de causa vascular venosa se caracteriza por la dificultad para mantener la erección del pene una vez establecida. En la DE de origen hormonal se pierde el interés sexual (Spark RF, 2004). Puede ocurrir que la DE sea la forma de presentación de una enfermedad cardiovascular o de diabetes. Hay que distinguir la DE de otras alteraciones sexuales como la eyaculación precoz, la eyaculación retrasada o inhibida y la pérdida de la libido. Existen cuestionarios estandarizados sobre la disfunción eréctil como: nIIEF Internation Index of Erectile Function (Rosen R, 1997) [Índice internacional de la función eréctil]. nSHIM Sexual Health Inventory for Men (Rosen RC, 1999) [Cuestionario sobre salud sexual masculina]. nEDITS Erectile Dysfunction Inventory of Treatment Satisfaction [Cuestionario de satisfacción del tratamiento de la disfunción eréctil]. El IIEF tiene una sensibilidad y una especificidad adecuadas. Ha sido traducido y validado al español. Se compone de 15 preguntas que evalúan cinco aspectos en las cuatro últimas semanas: función eréctil, función orgásmica, deseo sexual, satisfacción coital y satisfacción general, es útil para detectar las áreas de dificultad y conocer el grado de severidad. La puntuación máxima del apartado de función eréctil integrado por 10 preguntas, es de 30. Entre 6 y 10 puntos se considera DE grave, entre 11 y 16 moderada, entre 17 y 25 leve y si obtiene entre 26 y 30 no existe DE. El SHIM es una versión abreviada del IIEF del que se han seleccionado 5 preguntas, explora los últimos seis meses, es útil como herramienta de cribado para detectar DE en grupos de riesgo (sensibilidad= 0.98, especificidad=0.88). Se considera DE cuando la puntuación es igual o inferior a 21. El examen físico incluye datos de los sistemas vascular (TA, pulsos periféricos, soplos inguinales), neurológico (reflejos anal, cremastérico y bulbocavernoso) y endocrino (ginecomastia), al mismo tiempo que se explora al aparato genital para descartar la presencia de problemas en el pene como la enfermedad de Peyronie o la alteración del tamaño de los testículos. Reflejo anal: se produce contracción del esfínter anal externo al tocar la piel perianal. Reflejo cremastérico: se produce elevación del escroto al estimular borde interno del muslo. Reflejo bulbocavernoso: mediante dedo introducido en el recto se percibe contracción del esfínter anal al presionar el glande. Las pruebas de laboratorio se orientan a la sospecha clínica, es recomendable medir la glucemia, la HbA1c, el colesterol, la función renal y la TSH. Existe la recomendación de realizar determinaciones de testosterona y prolactina aunque no hay acuerdo sobre la necesidad de hacerlo de manera rutinaria. Es razonable solicitar niveles de testosterona en los pacientes con alteración de los caracteres sexuales secundario o en un varón mayor de 50 años que presenta DE y pérdida de la libido, si la testosterona está disminuida se solicitará la determinación de prolactina (Brotons FB, 2004; Wespes E, 2005; Viera AJ, 2000; Fazio L, 2004). Hay una serie de pruebas complementarias que no forman parte de la evaluación básica, que pueden ser solicitadas para completar el estudio de casos seleccionados (Wespes E, 2005; Fazio , 2004): Registro nocturno de la tumescencia del pene, inyección intracavernosa de alprostadilo, eco-doppler y arteriografía pudenda selectiva combinada con la inyección intracavernosa de sustancias vasoactivas. D isfunción eréctil y cardiopatía En la evaluación de los pacientes con cardiopatía que consultan por disfunción eréctil es preciso conocer el riesgo que supone la actividad sexual y el uso de fármacos destinados a mejorar la respuesta eréctil. Las recomendaciones sobre el manejo de la DE son objeto de revisión frecuente en la medida en la que se conocen cada vez mejor las propiedades farmacológicas de estos medicamentos y sus efectos sobre la actividad muscular cardiaca y la seguridad cardiovascular global. A continuación se resumen los criterios de clasificación de riesgo y las recomendaciones de manejo de cada uno de los grupos recogidas en el último documento de consenso (Kostis JB, 2005). Riesgo bajo: nAsintomático desde el punto de vista cardiovascular nMenos de tres factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria (excluido género) 62 Disfunción eréctil nAngina estable nInfarto de miocardio antiguo no complicado nClase I NYHA (New York Health Association) nRevascularización coronaria con éxito nHTA bien controlada nEnfermedad valvular leve. Este grupo de pacientes son de bajo riesgo y no necesitan una evaluación especial antes de iniciar o reanudar la actividad sexual o utilizar fármacos con este fin. Riesgo intermedio o indeterminado: nMás de tres factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria (excluido género) nAngina estable moderada nInfarto de miocardio reciente (>2 y <6 semanas) nClase II NYHA nSecuelas no cardíacas de enfermedad arterioesclerótica (como Ictus o enfermedad vascular periférica) nHTA controlada de manera irregular nEnfermedad valvular leve moderada En estos pacientes no se conoce bien el grado de riesgo y es necesario realizar estudios para clasificarlos en el grupo de riesgo bajo o riesgo alto. Puede ser necesario consultar con cardiología antes de iniciar o reanudar la actividad sexual. Riesgo alto nArritmia de alto riesgo nAngina inestable o refractaria nInfarto de miocardio reciente (menos de dos semanas) nClase III/IV de la NYHA nMiocardiopatía hipertrófica obstructiva u otras miocardiopatías nHTA mal controlada nEnfermedad valvular moderada/severa Los pacientes en este grupo se encuentran, en general, muy sintomáticos, la actividad sexual supone un riesgo. Es necesario que sean evaluados y tratados por el cardiólogo, no es recomendable la actividad sexual hasta conseguir la estabilidad desde el punto de vista cardiológico. ¿C uándo derivar a segundo nivel? n Patología urológica que lo requiera o duda diagnóstica n Patología endocrinológica. Hipogonadismo n Pacientes a los que es preciso realizar estudio vascular o neurológico n Patología psiquiátrica que precise tratamiento en segundo nivel n Cardiopatía de moderado y alto riesgo para la actividad sexual n Cuando el paciente o su médico desean realizar estudios adicionales n Fallo de tratamiento de primera línea ¿C ómo se tr ata? El tratamiento ha de estar dirigido a la etiología de la DE siempre que sea posible y no sólo al tratamiento de los síntomas. Si la causa de DE se atribuye a enfermedad orgánica crónica buscaremos un buen control de la enfermedad además de insistir en la modificación de factores de riesgo (Wespes E, 2005). En algunos casos la modificación de estilos de vida, los cambios en el uso de determinados fármacos o el abandono del consumo de sustancias puede suponer la solución de la DE, la actuación sobre factores de riesgo se puede realizar de manera previa o al mismo tiempo que se usan fármacos destinados a tratar la DE. 63 Urología y Nefrología La disponibilidad de fármacos que tratan con éxito la DE no quiere decir que exista un tratamiento curativo. Sin embargo si que podemos hablar de posible curación cuando la DE se debe a causa psicógena, cuando está ocasionada por lesiones traumáticas arteriales en varones jóvenes y en algunos casos de etiología endocrinológica. La deficiencia de testosterona puede estar ocasionada por insuficiencia testicular o por insuficiencia hipotálamo/ hipofisaria, es conveniente que sea estudiada en el segundo nivel. En los casos en los que se han excluido otras causas endocrinológicas de insuficiencia testicular se puede recurrir a tratamiento sustitutivo con testosterona, su uso está contraindicado en pacientes con historia de cáncer de próstata o con síntomas de prostatismo, la prescripción de andrógenos debe ir acompañada de seguimiento para detectar precozmente la aparición de problemas de próstata o hígado. El tratamiento con testosterona puede mejorar la respuesta eréctil al provocar dilatación arterial de los cuerpos cavernosos pero no es efectivo en todos los casos (Wespes E, 2005). Los pacientes jóvenes con DE y antecedentes de traumatismo perineal o pélvico se pueden beneficiar del tratamiento con revascularización siempre que la lesión traumática esté localizada, sea reconocible por arteriografía y que el resto del árbol vascular esté sano. Tratamiento de primera línea La primera línea de tratamiento está integrada por los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo V (PDE5), los agonistas dopaminérgicos, los dispositivos de vacío y la terapia psicosexual (Brotons FB, 2004). Inhibidores de la PDE5 La PDE5 es una enzima que hidroliza la enzima guanosin monfosfato (GMPc ) en el tejido cavernoso del pene, convirtiéndola en GMP. La inhibición de la PDE5 aumenta el nivel de GMP, lo que induce relajación de la musculatura cavernosa y vascular con la consiguiente vasodilatación y erección del pene (Setter SM, 2005). El Sildenafilo, Vardenafilo y tadalafilo son inhibidores potentes, reversibles y competitivos de la PDE5. nSildenafilo. Es efectivo a los 30-60 minutos en presencia de estimulación sexual, su efecto se reduce tras una comida copiosa. Su vida media aproximada es de 4 horas. Se comercializa en dosis de 25, 50 y 100 mg. Se recomienda iniciar el tratamiento con 50 mg, la dosis se modificará según los resultados y los efectos secundarios. Los ensayos clínicos demuestran beneficios significativos cuando se compara con placebo (Fazio L, 2004; Setter SM, 2005; Spark RF, 2004; Webber R, 2004; Montague DK, 2005). Ha demostrado su utilidad frente a placebo en los casos de DE en pacientes diabéticos y sometidos a prostatectomía radical. Es el fármaco más conocido del grupo y el más seguro. nVardenafilo. Es efectivo a los 30 minutos en presencia de estimulación sexual, las comidas con alto contenido graso pueden hacer que disminuya su absorción. Sus propiedades farmacocinéticas y vida media son similares a Sildenafilo (4 horas aproximadamente). Se presenta en comprimidos de 5, 10 y 20 mg, la dosis de comienzo se establece en 10 mg y se adapta en función de resultados y efectos secundarios (Setter SM, 2005; Markou S, 2004). Ha demostrado su utilidad frente a placebo en los casos de DE en pacientes diabéticos y sometidos a prostatectomía radical. nTadalafilo. Efectiva a los 30 minutos y en presencia de estimulación sexual. Su absorción no está alterada por los alimentos. Su estructura química es diferente de las dos anteriores. Tiene una vida media de 17.5 horas, lo que permite su toma hasta 24 horas antes de la actividad sexual. Se presenta en comprimidos de 10 y 20 mg. La dosis de inicio recomendable es la de 10 mg (Fazio L, 2004; Setter SM, 2005). Tabla 2. Caraterísticas de los inhibidores de la PDE5. Parámetro Sildenafilo Vardenafilo Tadalafilo 25-100 10-20 10-20 Pico de concentración en minutos 60 40-60 120 Vida media en horas 3-4 4-5 17,5 Sí Sí No Dosis oral en mg Interacción con alimentos Interacción con alcohol Excreción No No No Heces 80% Orina 13% Heces 91-95% Orina 2-6% Heces 61% Orina 36% Fuente: Brotons FB, 2004; Fazio L, 2004; Setter SM, 2005. 64 Disfunción eréctil Efectos secundarios: Los tres fármacos presentan efectos secundarios similares, la mayoría de ellos en relación con su acción vasodilatadora periférica. Los más frecuentes y comunes a todos ellos son: cefalea, rubor, congestión nasal y dispepsia. El Sildenafilo y Vardenafilo pueden presentar alteraciones visuales (cambio en la percepción de los colores) en un porcentaje bajo de casos. El Tadalafilo puede ocasionar dolor lumbar en una proporción igualmente baja de pacientes. Se ha observado una prolongación del intervalo Q-T con el Vardenafilo lo que obliga a tener precaución en los pacientes que usen fármacos con este mismo efecto (quinidina, procainamida, sotalol y amiodarona). Los efectos secundarios suelen desaparecer tras su utilización continuada y la tasa de abandono por este motivo es similar a placebo (Wespes E, 2005; Fazio L, 2004; Setter SM, 2005; Montague DK, 2005). Contraindicación absoluta en: Los nitratos, tanto los utilizados con fines terapéuticos (nitrato de isosorbide y nitroglicerina) como con fines recreativos o estimulantes (amil nitrito), usados al mismo tiempo que los inhibidores de la PDE5 pueden producir una hipotensión potencialmente mortal (Fazio L, 2004; Setter SM, 2005; Montague DK, 2005).Si un paciente desarrolla angina mientras utiliza un inhibidor de la PDE5 ha de usar otro fármaco y nunca nitritos, si es necesaria la introducción de nitritos se realizará transcurridas 24 horas (48 si se trata de tadalafilo) y bajo observación clínica cuidadosa. Contraindicaciones (Fazio L, 2004; Setter SM, 2005; Montague DK, 2005): nIsquemia coronaria activa. nInsuficiencia cardiaca congestiva con tensión arterial baja. nPrecaución en varones con insuficiencia renal o hepática severa. nDeben pasar más de 24 horas entre la toma de inhibidores de la PDE5 y el uso de nitritos (48 horas si se trata de Tadalafilo). nNo se debe usar en pacientes con retinitis pigmentaria. nAsociación con antagonistas alfa adrenérgicos (usados para la hipertrofia benigna de próstata). Sildenafilo: no asociar en dosis de 50 y 100 mg. Vardenafilo: contraindicación absoluta de asociación. Tadalafilo: se puede asociar a tamsulosina. Los tres fármacos del grupo de inhibidores de la PDE5 en gran medida se metabolizan por la vía del citrocromo P450 CYP3A4, es recomendable ajustar la dosis cuando se usa asociado a otros inhibidores (como el ketoconazol y la eritromicina). El tratamiento con inhibidores de la PDE5 no es eficaz en todos los casos de DE, sin embargo ante el fracaso terapéutico es necesario revisar de nuevo la presencia de factores modificables, la interacción con otros fármacos, la dosificación adecuada, la ingesta de grandes cantidades de bebidas alcohólicas o alimentos, la ausencia de estimulación sexual o la presencia de dificultades de relación con la pareja. Agonistas dopaminérgicos nApomorfina sublingual. Es un agonista dopaminérgico que actúa aumentando el estímulo proeréctil a través de la vía nerviosa hipotalámica. La absorción sublingual produce en poco tiempo una concentración plasmática adecuada y una rápida aparición de la acción, la erección se produce en una media de 1 a 19 minutos. El efecto secundario más importante es la náusea (7%). Los estudios post comercialización realizados con la Apomorfina han demostrado que es más efectiva en pacientes con impotencia de carácter psicogénico y lesión orgánica leve, se reservará para los caso en los que estén contraindicados los inhibidores de la PDE5 (Wespes E, 2005). Dispositivo de vacío Genera una presión negativa que atrae la sangre venosa al pene, se mantiene la erección mediante una banda externa que se coloca en la base del pene para retener el flujo. No debe de usarse más de 30 minutos en cada ocasión. Es un dispositivo que se acepta mejor en personas mayores con pareja estable. Los efectos adversos que presenta son dolor en el pene con sensación de adormecimiento y retraso en la eyaculación (Fazio L, 2004). Terapia psicosexual Los pacientes con problemas psicológicos pueden mejorar con la terapia psicosexual sola o combinada con tratamiento farmacológico. Los resultados de la terapia psicosexual son muy variables (Wespes E, 2005). Se remitirá para terapia psicológica a los pacientes que lo soliciten y a los que presentan trastornos psicológicos severos que no responden al tratamiento. 65 Urología y Nefrología Tratamiento de segunda línea Son la terapia intracavernosa y la terapia intrauretral (Brotons FB, 2004; Wespes E, 2005). nInyección intracavernosa. Para el tratamiento mediante inyección intracavernosa el Alprostadilo (prostaglandina E1) ha demostrado resultados significativos comparado con placebo (Webber R, 2004). La erección aparece a los 5-15 minutos en el 60-90% de los casos, la duración depende de la dosis inyectada. Se recomienda usar entre 2.5 y 60 μg por inyección (Wespes E, 2005; Fazio L, 2004) se aconseja no aplicar más de tres inyecciones semanales con un período mínimo de 24 horas entre inyecciones. Su uso está contraindicado en varones con hipersensibilidad al fármaco y en los casos de riesgo de priapismo (leucemia, mieloma múltiple, policitemia o trombocitopenia). Como efecto indeseable se puede presentar erección prolongada, dolor en el pene y fibrosis (Wespes E, 2005). La dosis inicial de la inyección intracavernosa se debe aplicar bajo la supervisión directa de un profesional de la salud (Montague DK, 2005). Se debe advertir a los pacientes que acudan a la consulta del urólogo si una erección se prolonga más de cuatro horas, de no aplicar tratamiento inmediato se pueden provocar lesiones en el músculo intracavernoso de carácter irreversible. El tratamiento de la erección prolongada consiste en aspirar la sangre del pene con aguja hasta conseguir la flacidez. Si este tratamiento no es eficaz, o aparece de nuevo la erección, se recomienda la utilización de una inyección intracavernosa de 200 μg de fenilefrina cada cinco minutos que se aumentará a 500 μg si es necesario. No hay datos que nos permitan identificar a pacientes que tienen más riesgo de presentar erección prolongada durante el tratamiento (6%). Los pacientes que han presentado erección prolongada tras el uso de Alprostadilo han de disminuir la dosis en las siguientes inyecciones (Wespes E, 2005). nTerapia intrauretral. La postaglandina E1 se puede administrar en su presentación semisólida para aplicación intrauretral, es una alternativa menos invasiva que la inyección, los ensayos clínicos ofrecen buenos resultados frente a placebo (Webber R, 2004), no hay estudios que comparen resultados del Alprostadilo intrauretral frente al intracavernoso. Los efectos secundarios más frecuentes son la hipotensión y el dolor de pene (Wespes E, 2005). No está comercializado en España, sí en algunos países de Europa y en EE.UU. nTerapia tópica Alprostadilo. Los ensayos clínicos que comparan la terapia tópica con Alprostadilo frente a place- bo ofrecen resultados limitados, se asocia a irritación de la piel del pene (Webber R, 2004). Actualmente en España el Alprostadilo sólo está disponible en la presentación intracavernosa. Tratamiento de tercera línea nPrótesis. Puede ser una solución en los pacientes en los que han fracasado las medidas anteriores. Existen dos tipos de prótesis una de ellas es hinchable (se utiliza en el 95% de los casos) y la otra está realizada con material maleable. Es un procedimiento invasivo, irreversible y con complicaciones como son la infección, la perforación del glande y los fallos mecánicos. Hay situaciones en las que es el único recurso terapéutico como la DE secundaria a diabetes de larga evolución, donde la respuesta a inhibidores PDE5 y a Alprostadilo es nula o muy baja. Existe la información de que los pacientes se muestran satisfechos con los resultados obtenidos aunque no hay ensayos clínicos de buena calidad que lo cuantifiquen (Brotons FB, 2004; Wespes E, 2005; Fazio L, 2004). 66 A lgoritmo Disfunción eréctil de manejo B ibliogr afía Brotons FB, Campos JC, González-Correales R, Martín-Morales A, Moncada I, Pomerol JM. 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