37 San Lorenzo Diario del AltoAragón - Martes, 10 de agosto de 2010 Viene de la página anterior un viaje de once horas, arribaron a Alcañiz a las diez de la mañana del día siguiente. Allí les esperaban con camiones, y “pretos como sardinas” llegaron a Vinaroz a las dos de la tarde; comieron y pudieron lavarse en la orilla del mar, y sin quitarse el equipo de encima, los trasladaron a la estación para conducirlos en otro tren a Castellón, para distribuirles y recibir una frugal cena (una lata de sardineta), y a descansar de sus fatigas, en el santo suelo. Para levantarse a las 6 de la mañana del día siguiente más doloridos que antes, recibir el café, tomarles la filiación, y a la hora de comer, en camiones llegaron a sus destinos. Con un cansancio que casi no se tenía en pie, y con la obligación de hacer el primer servicio al día siguiente. Y a partir de entonces empezaron sus servicios militares, por el Levante español: de vigilancia para fortificar trincheras entre los naranjos, reparar o hacer carreteras, comer en el campo y dormir en el suelo. Anota en la “libreta negra” los días que escribe a su familia, los de guardia en el cuartel, los de escolta para recoger alambre, los que está en primera línea de fuego, o en segunda línea, los trabajos en la carretera, los días de misa y fiesta (bien por la toma de Cataluña, por “ir adelantado”, por ser domingo o estar rebajado por enfermedad) y lo que es más curioso, cuando la veteranía era un grado, algún día de “despistado”. En las cartas que escribió a su madre y mujer, les decía lo mucho que se acordaba de ellas y de sus hijos, que contemplaba y besaba a diario en una foto. Ante la posibilidad de que pudiera morir en la guerra, les pedía a las dos mujeres, que vivieran siempre juntas y que se trataran con mucho cariño. Y si le tocaba morir lo haría pensando en ellas, y con el deseo de que sus bienes quedaran en usufructo para su esposa y los heredaran después los hijos. Preocupado por las caballerías, el sementero y otras cosas que había dejado, pedía información. Quería saber si habían cortado y almacenado leña para que no pasaran frío en invierno. Como gran fumador que era, tranquilizaba a su mujer diciendo que no tose por las noches, pero le confiesa estar de mal humor por su sordera, que va en aumento. Le molesta mucho que le hablen y no entienda lo que le dicen. Y TERMINADA LA GUERRA OTRA VEZ A HUESCA AL TRABAJO DURO Terminada la guerra, vuelta al Feliz San Lorenzo trabajo con jornales pagados a 5 pesetas diarias, o 75 pesetas al mes. Anota en su “libreta negra” los jornales de personas que trabajan para él, o los de él para otros; los riegos, la simiente que tiene de trigo, cebada, avena, maíz, judías, y las que siembra o entrega a otros agricultores; la remolacha entregada en la fábrica de Gurrea de Gállego, el panizo vendido, el ordio cogido y entregado, la siega de fanegas y el dallar los alfalfes; a quién y cuándo presta las caballerías, el acarreo de graba, la tierra que saca y cuando rastrilla, las juntas para traer almendras o fiemo, los trabajos de escardar, el planteo y amigar el panizo; las matas que tiene y las que siembra de hortalizas, los trabajos para Regiones Devastadas y hasta las visitas que hace al practicante. Son las pequeñas cuentas de un labrador honrado que riega con su sudor todos los alrededores de Huesca. Mientras, Martina, su esposa, tiene que ir de vez en cuando a vender algunos alimentos de la cosecha, para comprar otras cosas necesarias que le faltaban. El día 15 de noviembre de 1979, falleció Antonio B. La Catedral se llenó en su funeral. Estaba muy delicado de los bronquios. Fue una persona buena, se sacrificó por su familia, no tenía nada suyo, invitaba a todo el mundo a la bodega, ayudaba al que lo necesitaba. Heredó de su padre bondad de corazón. No se metía con nadie, procuraba no hablar de política ni de religión. Sus aficiones eran: trabajar, jugar a las cartas en el “Puyar”, fumar, y leer novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, que su esposa le cambiaba en el kiosco. Personas así me hacen pensar en personajes literarios, como los de Delibes, en “Los santos inocentes”, o los abuelos del premio Nobel de Literatura, Saramago, recordados en el discurso de aceptación del Premio Nobel 1990: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, se levantaba del catre y salía al campo… Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales… están los dos de pie, bellos y jóvenes, de frente ante el fotógrafo, mostrando en el rostro una expresión de solemne gravedad…campesinos rudos obligados a alquilar la fuerza de los brazos a cambio de un salario y de condiciones de trabajo que sólo merecerían el nombre de infames...Tres generaciones de una familia de campesinos… la dureza de las experiencias tornó virtud en esas mujeres y en esos · FABRICACIÓN DE TODO TIPO DE ROTULACIÓN, INTERIOR Y EXTERIOR · LUMINOSOS, METACRILATO, FORJA, NEÓN, LATÓN, ETC. · TRABAJOS EN METACRILATO · ROTULACIÓN EN VINILO · ROTULACIÓN DE VEHÍCULOS INDUSTRIALES [email protected] - Polígono Monzú, nave 24 A · HUESCA · Teléfono y fax 974 24 13 12 Talleres San Jorge Algascar, 7. Huesca. 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Familia Ballarín Buisán hombres: una actitud naturalmente estoica ante la vida….” VENTA DE LA CASA El 13 de noviembre de 1980 se produjo la manifestación y aceptación de herencia a favor de los hermanos Ballarín Sánchez, y ocho años después, vendieron todas las fincas, herencia de sus antepasados, a su primo José Luis Ballarín, y después el corral a otro. El 4 de junio de 1996, se desprendieron de la Casa solariega. Contaba con una planta baja y tres alturas. En la planta baja, entrando bajo arco de medio punto, a la izquierda, estaba el abrevadero, el patio, la escalera de acceso a las plantas superiores, la pajera, y al fondo la cuadra principal. Y a la derecha el lagar, la bodega, el trastero-leñera-almacén de herramientas y la segunda cuadra. En la primera planta (en la que treinta y tres años atrás se abrió un balcón en la cocina, con proyecto de arquitecto y permiso municipal), tenía el hueco de la escalera, un pasillo, la cocina con el hogar, el comedor, dos alcobas a su lado, dormitorio y despensa, y al fondo dos dormitorios más. En la segunda planta el hueco de la escalera, y cinco habitáculos, dos de ellos con hogar. Y en la tercera, el granero. Los Ballarín Sánchez la mantuvieron mientras vivió su madre, pero cuando falleció, el día de San Lorenzo de 1994, dos años después, la vendieron. Estaba en malas condiciones, y había que rehabilitarla, cosas que hizo su comprador, inglés, de quien no recuerdo su nombre, y que amablemente estuvo dispuesto a mostrármela, me dijo que al arreglarla, cambió la distribución para que tuviera más luz. NOTAS 1 Mi madre, en 1931/32, aprobó el último curso en la Escuela Normal del Magisterio Primario de Huesca. 2 ¡Qué labor hicieron estos animales! . Huesca dedicó un monumento al mulo de montaña, que fue restituido en la nueva rotonda del paseo de Lucas Mallada, cerca de su lugar original. 3 “La Parroquieta”, contigua a la Catedral, alberga en su seno al Museo Diocesano, el obispo don Honorio María de Onaindía y Pérez dispuso su construcción en 1884, bajo la advocación del Salvador o de Jesús Nazareno. 4 Ramiro Ballarín Sánchez, autor del libro en CD “Ballarín (un apellido altoaragonés en la Historia)”. Él me proporcionó información y documentación para realizar este escrito.