este capítulo del libro

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Leopoldo Federico,
el inefable bandoneón
del tango
Jorge Dimov y Esther Echenbaum Jonisz
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Ilustración de portada: Hermenegildo Sábat
Diseño: Kalil Llamazares
Armado: Andrés Urtubey y Karina Marchese
Corrección: Liliana Szwarcer
Selección de viñetas: Esther Echenbaum Jonisz
© Jorge Dimov y Esther Echenbaum Jonisz
© Gourmet Musical Ediciones, 2009
1ra. edición: agosto de 2009
ISBN: 978-987-22664-5-5
Reservados todos los derechos de esta edición.
Hecho el depósito que marca la ley 11.723.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso escrito de la editorial.
Gourmet Musical Ediciones
Ruggieri 2733 3º C (C1425DLA) Buenos Aires, Argentina
[email protected]
www.gourmetmusicalediciones.com
Dimov, Jorge
Leopoldo Federico, el inefable bandoneón del tango / Jorge Dimov y Esther
Echenbaum Jonisz. - 1a ed. - Buenos Aires : Gourmet Musical Ediciones, 2009.
280 p. + DVD ; 23x15 cm.
ISBN 978-987-22664-5-5
1. Historia de la Música. 2. Tango. I. Echenbaum Jonisz, Esther II. Título
CDD 780.982
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Capítulo 15
“Se dice de ti…”. Bandoneonistas “olvidados”
en el tango: un sintético reconocimiento
“Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”.
Cita apócrifa de Don Juan Tenorio ( José Zorrilla).
A aquellos hombres y mujeres argentinos olvidados por la historia, Arturo
Jauretche los denominó “malditos” pues entendía que, a manera de maldición, un
manto de olvido cubrió a muchas figuras de la cultura y de la política argentina.
Años después, el mismo Arturo Jauretche sería otro de los “malditos”, como acertadamente expresara el investigador e historiador Norberto Galasso en su libro
del mismo nombre.
Conocidos y reconocidos dentro del ambiente tanguero rioplatense, un enorme número de intérpretes, autores, compositores, directores y cancionistas
–muchos de ellos de resonante éxito en su época– han pasado a integrar una larga
lista de ilustres desconocidos para el común de la gente como Héctor María
Artola, Ebe Bedrune, Alberto “Tito” Besprovan, Osvaldo Cordó, Orlando Goñi,
Agustín Irusta (quizás recordado como integrante del trío Irusta-FugazotDemare pero olvidado como cantante), Tito Landó, Raquel Meller, Antonio
Rodríguez Lesende, los hermanos Jerónimo y Antonio Sureda, Elvino Vardaro,
Herminia Velich, y, más cerca aún, el notable pianista Osvaldo Tarantino quien,
además de integrar el noneto y el primer quinteto dirigidos por Astor Piazzolla,
formó un destacado rubro con el autor Juanca Tavera ( Juan Carlos Moscón), por
nombrar sólo un ínfimo porcentaje.
En la época en que era habitual ver al maestro de bandoneón portando su instrumento, yendo por los barrios para dar clases a los muchachos cuando las niñas
estudiaban piano, hubo una pléyade de destacados instrumentistas, algunos de los
cuales se recuerdan únicamente en su calidad de compositores, como ser Joaquín
Mauricio Mora, los hermanos José y Luis Servidio o Jorge Caldara. Pero la gran
mayoría –Carmelo Aiello, Luis Bonnat, Benito Calvá, Eduardo Del Piano,
Héctor Gentile, Antonio Roscini, Enrique “Tití” Rossi, Eduardo Rovira y tantos
otros– tuvieron que ser rescatados del olvido por estudiosos del tema como Luis
Adolfo Sierra, Gaspar Astarita u Oscar Zucchi. Ni que hablar de Francisco
“Paquito” Requena, maestro de maestros o de aquellos bandoneonistas que
durante las primeras décadas del siglo XX fueron los verdaderos “próceres” que
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sentaron los fundamentos de lo que sería luego el instrumento característico de la
música rioplatense.
Es por ello que, a requerimiento de los autores y como representantes de la
enorme cantidad de músicos de la década de oro del tango que han sido olvidados –unos más, otros menos–, el maestro Leopoldo Federico brinda este bien
merecido recuerdo para algunos de los bandoneonistas “malditos” del siglo XX.
Julio Ahumada (Rosario, Santa Fe, 12-V-1916; Bs. As., 4-III-1984)
Director y arreglador. Formó la orquesta Ahumada-Bonano e integró las agrupaciones de Roberto Zerrillo, Miguel Caló, Joaquín Do Reyes, Alberto Soifer,
Emilio Balcarce, Lucio Demare, José Basso, Argentino Galván, Carlos García,
Enrique Mario Francini, Dino Saluzzi, Héctor María Artola, la Orquesta del
Tango de Buenos Aires, Los Cuatro del Tango y Los Astros del Tango.
Convocado por Juan José Castro, intervino en La ópera de tres centavos de Bertolt
Brecht y Kurt Weill. Autor de El gurí, A Anselmo Aieta, Ahijuna, Pa’mama, entre
otras.
—Como Antonio Príncipe, fue casi un hermano para mí. Basta decir –para que
sepan lo que por él siento y cómo lo valoro– que con Osvaldo Requena compusimos Retrato de Julio Ahumada. Nos teníamos un gran respeto mutuo. Cuando grabábamos con la orquesta de Carlitos García, cada uno inventaba algo para dejarle
el lugar de primer bandoneón al otro: “No me siento bien” o “Tengo alguna nota
que está desafinada” y ahí quedaba la silla… A veces hacíamos dos temas cada uno
como primer bandoneón.
Enrique Carmelo Alessio (Bs. As., 8-I-1918; Bs. As., 6-IX-2000)
Integró diferentes orquestas, entre ellas las de Osvaldo Pugliese y Juan
D’Arienzo. Dirigió su propia orquesta acompañando a cantores como José Berón,
Alberto Marino y Alberto Castillo. Autor de Se lustra señor, Un tango para mi
vieja, De corazón a corazón, Mi amor y tu amor, Un vals para mamá y Te odio y te
quiero, entre otros.
—Lo conocí. Ya conté la anécdota de cuando formó la orquesta que acompañó a Alberto Marino, cuando pensamos que éste había suspendido su trabajo
–supuestamente– por trastornos vocales. No lo digo como reproche a Alessio. Él
ya había tocado con Pugliese como primer bandoneón en la época en que
[Osvaldo] Ruggiero era el segundo. Tal vez, en esa época de la orquesta, el bandoneón no tenía un lucimiento como solista de la manera que ocurrió después con
Ruggiero. Alessio era tanguero, bien de garra, cadenero.
Abelardo Alfonsín (Bs. As., 29-XI-1917; Bs. As., 23-VII-1982)
Participó en la orquestas de Juan Canaro, Salvador Grupillo, Astor Piazzolla,
Horacio Salgán, Atilio Stampone, Aníbal Troilo y Leopoldo Federico.
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“Se dice de ti…” Bandoneonistas “olvidados” en el tango: un sintético reconocimiento
Estimulado por su amigo y compañero, Roberto Di Filippo, intercaló el bandoneón con el oboe. Fue profesor de la cátedra de bandonéon del Conservatorio
Municipal de Música “Manuel de Falla”.
—Con Alfonsín me pasó lo mismo que con Príncipe: un ladero prolijo, excelente persona, callado, muy parecido a lo que fue Príncipe. No estuvimos tantos
años juntos pero trabajamos muchísimo tiempo. Con él compartimos la responsabilidad de trabajar con Fabien Sevitzky, con los tres movimientos de la obra de
Astor Piazzolla, en la Facultad de Derecho. Era una garantía tocando y uno de
esos héroes del instrumento que solamente lo sabemos los que trabajamos con él.
En mi vida le oí levantar la voz o contestar de mala manera. Otro fenómeno, muy
parecido a Alfonsín, fue Alberto San Miguel.
Armando Blasco “El Cieguito” (Carlos Tejedor, Provincia de Bs. As.,
30-X-1908; Bs. As., 21-IX-1985)
Integró los conjuntos de Julio De Caro, Pedro Laurenz, José Tinelli, Domingo
Federico, Alfredo Gobbi, Armando Baliotti, Mario Pardo, Juan Cao, Juan Polito,
César Zagnoli y otros. Junto con otros músicos participó en Luces de Buenos Aires,
protagonizada por Carlos Gardel y Sofía Bozán. Es autor de Souvenir y Rama florida.
—Las referencias que tengo de él son excelentes. Me hablaron maravillas. Fue
el ladero de Laurenz. Lo conocí en una ocasión en que fuimos a Montevideo con
Grela. Estuve en su casa. Me parecía mentira estar con la persona de la que tanto
me habían hablado. No lo tengo muy claro, pero creo que era no vidente o tenía
un grave problema en la vista. No sé cómo se las arreglaba para tocar. Le pasó
como a tantos bandoneonistas de los que no se habla, habiendo sido tan bueno.
Solo, no lo escuché nunca pero siento que debió haber sido para Laurenz como
Príncipe para mí: un ladero notable. Al respecto el otro día me llevé una sorpresa
muy grande, bueno, sorpresa no, porque ya lo conocía, pero lo escuché en un reportaje que le hicieron al “Chula” [Gabriel] Clausi, que hace pocos días cumplió
noventa y siete años. Lo llamé para felicitarlo, tengo todos sus discos. Pasaron grabaciones de él. No creí que el “Chula” tocaba tanto.
Juan Cambareri (Viedma, Río Negro 15-IV-1916; 18-II-1992)
Director. Se lo llamó “el mago del bandoneón” por su virtuosismo. Muy joven
integró la orquesta de Roberto Firpo junto al maestro Carlos García en el piano.
Tuvo actuaciones destacadas en Argentina, Uruguay, Brasil, Japón así como en
otros países. Durante dieciocho años actuó en Radio Belgrano, en la audición de
Jabón Federal.
—Cambareri fue mi primer ídolo, fui su admirador. Mi papá era hincha del
cuarteto y de la orquesta de Roberto Firpo. Cuando escuchábamos la radio, mi
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papá, que era fanático de Firpo y de Cambareri (reemplazado luego por Juan
Carlos Caviello), me decía: “¡Esa zurda que tiene!”; yo lo escuchaba y me contagiaba de lo que nosotros llamábamos, vulgarmente, “la verdura” que hacía. Pero el
tiempo me enseñó que la verdura, por más fácil que sea, hay que poder hacerla.
Después, con el tiempo, tocó en la orquesta gigante de Radio Belgrano que dirigía Juvencio Física, él iba como solista. Había un bandonenista de la Estable que
lo denigraba y decía que era “verdulero” a lo que yo le contestaba: “Te daría un
banquito y te pondría delante del público a ver si te animás a hacer cuatro notitas como las hace él”, porque, en su estilo, era un especialista, un técnico bárbaro,
sobre todo en las variaciones a dos voces. Tuvo su propia orquesta, donde tocó
Gabriel Clausi, excepcional bandoneonista. Aparte, Cambareri fue una excelente
persona.
Mario Demarco [Mario Domingo Lapunzina] (Bs. As., 5-VIII-1917; 4-II-1970)
Director y arreglador. Considerado un renovador del tango, acompañó a
Fanny Loy, Edmundo Rivero, Argentino Ledesma, Jorge Sobral, Roberto Rufino
y tantos otros cantores. Integró las orquestas de Antonio Rodio, Enrique De
Lorenzo, Juan Canaro, Miguel Caló, Alfredo Gobbi, Julio De Caro, Joaquín Do
Reyes, Héctor “Chupita” Stamponi – Raúl Lavié y Osvaldo Pugliese. Compuso:
Pata ancha, Entrador, Solfeando, Astillas, Si nace chancleta, Desde que te dije adiós,
Llegando a puerto, Sensitivo, Barro y asfalto, entre otros.
—Lapunzina era su verdadero apellido. Lo conocí. Había hecho un arreglo de
una canción de “Chupita” (Héctor) Stamponi para solo de bandoneón. Hacía unos
arreglos para el hijo de Agustín Magaldi. Tenía una formación con un guitarrista
de Agustín Magaldi. Ensayábamos en Callao 11, me acuerdo. Fue cuando estuve
más cerca de él. Había sido bandoneonista de Alfredo Gobbi. Creo que le aportó
mucho a Gobbi. No sé si Gobbi era Gobbi por Gobbi o por Demarco. Lo tenía
“remanyado”: el estilo, la forma. Los arreglos que hizo son maravillosos y los acompañamientos para Jorge Sobral y Edmundo Rivero son buenísimos. Antes, tocó
con Pugliese.
Roberto Di Filippo (Peyrano, Santa Fe, 12-VI-1924; Bs. As., 15-II-1991)
Di Filippo integró las orquestas de Roberto Zerrillo, Orlando Goñi, Julio De
Caro, Joaquín Do Reyes, Horacio Salgán y Astor Piazzolla. Como oboísta formó
parte de la Orquesta Estable del Teatro Colón y de la Banda Sinfónica de la
Policía Federal. Su inigualable digitación provocó la admiración de sus colegas, a
tal punto que Piazzolla le dijo: “Gordo, cuando te escucho tocar me quiero cortar
los dedos y tirarlos al Sena”.
—De Di Filippo, ¿qué vamos a descubrir? No sé qué decir de él. Por lo que yo
lo escuché a él, igualarlo puede ser, superarlo, imposible. Aparte de la velocidad
con que tocaba, ¡la limpieza con que hacía las cosas! Su solvencia técnica también
era única. Como persona, ¡Dios mío! Mire que ha habido gente buena, pero él era
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“Se dice de ti…” Bandoneonistas “olvidados” en el tango: un sintético reconocimiento
único. Era una persona componedora, siempre dispuesta al diálogo e intentando conciliar las
diferencias de los demás, tratando de transmitir su tranquilidad.
De muy bajo perfil.
Jorge Argentino Fernández
(Bs. As., 18-VI-1913; 20-V2002)
Director. Apodado “Uvita”,
fue bandoneonista de la orquesta
del eximio violinista Elvino
Vardaro, junto a Osvaldo Pugliese, Hugo Baralis y Aníbal Troilo.
Astor y Di Filippo (1989).
Integró las orquestas de Anselmo
Aieta (su profesor), Manuel Buzón, Ángel D´Agostino, Rodolfo Biaggi, José
Pascual y Pedro Caracciolo. Entre sus composiciones se cuenta Pena de amor.
—No lo conocí, musicalmente hablando. Si tocó al lado de Troilo, por algo fue.
Lo traté personalmente, una excelente persona. ¡Me están nombrando uno mejor
que otro!
Américo Fígola (Bs. As., 1-VIII-1914; 19-XII-1981)
A los 15 años ya integraba, junto a Aníbal Troilo, la orquesta de Juan Maglio
“Pacho”. Luego pasó a las de Francisco Lomuto, Atilio Stampone, Ángel
D´Agostino, Florindo Sassone, Miguel Nijensohn, Stampone-Federico y
Horacio Salgán.
—Otro del estilo de Abelardo Alfonsín: esos tipos callados, respetuosos, que
tocaban bien. Él tocó en mi orquesta en el debut con Juan Ginocchio, Príncipe y
yo. Habíamos tocado juntos con Atilio Stampone. También había tocado con
Francisco Lomuto. Era muy amigo de Martín Darré [Bandoneonista, arreglador y
compositor, 26-V-1916; 12-XI-1991].
Domingo Constancio Mattio (Bs. As., 21-X-1921; 17-III-2000).
Docente y luthier. Integró las orquestas de Juan Canaro, Abel Bedrune, Ángel
D´Agostino, Eduardo Del Piano, Nito Farace, Carlos García y Aníbal Troilo. Le
dedicó a Pichuco el tango Pichuqueando.
—Con Mattio y con Príncipe estuvimos en casi todas las grabaciones que se
hicieron con [Raúl] Garello para acompañar a [Rubén] Juárez. Estábamos los tres
siempre, seguro. Además era luthier; a mí me reacondicionó un bandoneón que lo
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dejó mejor que salido de fábrica. Había sido de Juan Carlos Bera pero eran los restos de un bandoneón. Se lo llevé porque me daba lástima. Cuando Mattio me lo
devolvió, me quería morir.
José Máximo Mori (Vicente López, Provincia de Bs. As., 18-V-1916; 28XI-1987)
Integró las orquestas de Alejandro Scarpino, Alfredo Attadía, Joaquín Mora,
Antonio Rodio, José Luis Padula, Joaquín Do Reyes, Juan Carlos Howard,
Héctor María Artola, Vardaro-Demare, Lucio Demare y otras. Son inolvidables
sus originales arreglos para solos de bandoneón, grabados por Roberto Di
Filippo. Autor de tangos como El 15, Pensativo y Sensitivo.
—Como arreglador para bandoneón, es el que más lindo ha escrito. Los solos
para bandoneón arreglados por Mori son hermosos. Lo conocí porque le hice cambios para la orquesta de Joaquín Do Reyes. Fue otro tipo fenómeno. Fumaba como
loco, encendía un cigarrillo con otro, tenía los dedos todos amarillos por la nicotina. Fue más bohemio que otros, noctámbulo, de perderse por ahí. Un caballero, un
señorito.
Ciriaco Ortiz [Ángel Ciriaco] “Ciriaquito” (Córdoba, 5-VIII-1905; 9-VII-1970)
Integró la orquesta de Juan Carlos Bazán, la Orquesta Típica “Víctor”, la
Orquesta de Radio El Mundo, Los Provincianos, Vardaro-Pugliese, Francisco
Canaro, Julio De Caro, Mariano Mores, un dúo con Lucio Demare y los tríos de
Juan Carlos Cobián y Cayetano Puglisi, y Los cinco ases Pebeco, entre muchas
otras agrupaciones. Carlos Gardel le grabó dos temas: Sueños, con letra de
Eugenio Cárdenas y Nena con letra de Juan Carlos Bazán. Con letra de
Celedonio Flores, compuso el célebre Atenti pebeta.
—Lo conocí mucho; trabajábamos en los mismos lugares. Era un gran chistoso y lo tenía loco a Edmundo Rivero todo el tiempo [fue el que dijo que, de chico,
jugaba con los trenes de verdad]. Los tenía de punto a Rivero y a Tania, que eran
los primeros actores de su comedia. Pese a eso me contaron que no le gustaba que
le hicieran chistes a él. La onda que tenía Ciriaco con las guitarras... ese fraseo tan
especial que, cuando se produjo, llamó mucho la atención. Trabajó mucho con
Ubaldo De Lío. Tengo entendido que Pichuco era un gran admirador de Ciriaco
y de su fraseo. Fue modelo y espejo del bandoneón de Troilo.
Roberto Pansera [Vicente Roberto] (Mar del Plata, 20-V-1932; 6-III2005)
Organista y arreglador. Integró las orquestas de Juan Carlos Cobián, FranciniPontier, Eduardo “Lalo” Scalise, Osvaldo Fresedo, José “Pepe” Basso y Mariano
Mores. Compuso música para películas. En 1955 fue convocado por Astor
Piazzolla para formar parte del Octeto Buenos Aires. Dizzy Gillespie lo invitó a
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“Se dice de ti…” Bandoneonistas “olvidados” en el tango: un sintético reconocimiento
tocar en los Estados Unidos. Acompañó a Néstor Fabián, Reynaldo Martín,
Roberto Goyeneche y Mercedes Sosa. Fue presidente de SADAIC. Compuso
tangos como Miedo, Preludio Nº 3, El pibe de la Paternal, Mi canción de ausencia.
—Pansera tocaba todos los instrumentos, o casi todos. Una vez tocó en el contrabajo lo que había arreglado él porque un contrabajista le cuestionaba la forma en
que lo había hecho. Le tapó la boca tocando él mismo el instrumento. Esas anécdotas que hay de él sobre que terminaba los arreglos en el estudio, ni yo mismo las
creía hasta que lo viví personalmente. Fue cuando teníamos el trío con Berlingieri
y Fernando Cabarcos. Nos costaba llegar con los arreglos, nos faltaba La última cita
[Agustín Bardi / Francisco García Jiménez] y A Orlando Goñi [Alfredo Gobbi], que
los arregló Pansera. Tenía la oficina en Viamonte y Suipacha, frente a Rentas; me
acuerdo que estábamos frente al escritorio y nos iba entregando los arreglos sobre
la marcha. Salió todo muy bien; las grabaciones son extraordinarias. Hizo todos los
arreglos sin instrumentos y sin probar. Tiene en su contra todas las anécdotas que
hay de él referidas a su incumplimiento, a su informalidad; desaparecer del mundo,
fallar a los compromisos y dejar a la gente colgada con los arreglos que ni la clave
de sol tenían. Él iba a formar parte del Octeto de Astor Piazzolla pero solamente
llegó a ensayar y, al final, fui yo. Me contaron que iba a escribir los arreglos pero
Astor decidió hacerlos él y ahí se complicó la cosa. De todos modos, fue un talento. Llegó a ser presidente de SADAIC. Hablaba notablemente el italiano y se destacó en algunos congresos en los que participó.
José Arturo Penón (Bernal, 25-I-1927; Bernal, 10-I-2000)
Arreglador y director. Ingresó a la orquesta de Osvaldo Pugliese en 1962, después de haber pasado por las de Di Adamo-Flores, Edgardo Donato, Hugo
Baralis, Julio De Caro y Juan Canaro. Entre otros tangos, se destaca Bien de abajo
con letra de Héctor Negro. Fue director de la Orquesta Municipal del Tango de
Quilmes. Su libro sobre el bandoneón es utilizado como una obra fundamental
en la Universidad de Montreal, en Canadá. De bajo perfil, convencido hombre de
izquierda, como Osvaldo Pugliese e Ismael Spitalnik, tuvo una conducta digna,
no claudicó nunca respecto de sus ideas.
—No toqué nunca con Penón pero tengo las mejores referencias de él. Iba a
escucharlo al Tango Bar, en una orquesta en la que, creo, cantaba Enrique Campos.
Después pasó a la de Pugliese. Era un bandoneón cadenero, de esos que tiraba para
adelante que daba miedo. Creo que hizo de primer bandoneón. Los bandoneones
de Pugliese, de todas las épocas, tocaron siempre fenómeno, cada uno en su estilo.
Me dio una tristeza muy grande un día que vino a AADI con su mujer; estaba muy
mal. Apenas se podía sostener, no sé si conocía a la gente. Al poco tiempo falleció.
Antonio Miguel Ríos (Rosario, 13-VI-1917; Rosario, 13-VIII-1991)
Docente. El investigador Oscar Zucchi dice de él: “Podríamos aventurarnos a
decir que con Alfredo Gobbi y Orlando Goñi, ellos son los últimos intuitivos
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geniales que ha dado el tango”. Debutó en la orquesta de Abel Bedrune, su maestro, en la década del treinta formó su propio trío y luego integró los conjuntos de
Francisco Lauro, Cayetano Puglisi, Orlando Goñi, Manuel Buzón, Miguel Caló,
Argentino Galván; acompañó a Roberto Rufino; formó el cuarteto Los poetas del
tango. Grabó Recuerdos de Bohemia con Astor Piazzolla, Leopoldo Federico y
Rodolfo Mederos. Admirado por colegas de la talla de Troilo, Rovira, Piazzolla y
Di Filippo, nos cuenta Leopoldo:
—Fue el primer bandoneón que me llegó después de Cambareri, pero lo de
Ríos fue distinto. Tuvo su orquesta. Cuando yo estudiaba, me tomaba el tranvía y
me iba al Café Nacional a escucharlo. El sonido de su bandoneón era fantástico.
Tocaba otras cosas que no eran tango. También tocaba el piano. Tenía una fila de
bandoneones buenísima: Eduardo Rovira, Luis Bonnat y Deolindo Caseaux.
Juan Miguel “Toto” Rodríguez (Bs. As., 4-I-1919; Bs. As., 10-IX-2004)
Integró las orquestas de Cayetano Puglisi, Juan Carlos Cobián, Ciriaco Ortiz,
Enrique Alessio, Alfredo Attadía, Julio De Caro, Horacio Salgán, Ángel
D´Agostino, Alfredo De Angelis y Aníbal Troilo. Al desvincularse de Pichuco en
1948, dirigió la orquesta de Alberto Marino. Grabó con Edmundo Rivero, Ranko
Fujisawa y Libertad Lamarque. Junto a Osvaldo Tarantino y al guitarrista Héctor
Rea –alternando con Ernesto Báez–, conformó el trío Los Tres de Buenos Aires y
el cuarteto Los Guapos del 900. Compuso tangos como: Al Negro Mora, Con cuatro copas encima, A mí tocame un tango, De mayor a menor y otros. Su suegro había
sido el reconocido payador Gabino Ezeiza.
—Del “Toto” Rodríguez –no tocando con Troilo–, no tengo muchos recuerdos.
Trabajábamos juntos en El Viejo Almacén. Antes habíamos tocado con Salgán
durante una pequeña temporada. Tenía un conjunto de la guardia vieja que se llamaba Los guapos del 900. Fue de los primeros laderos de Troilo en la orquesta del
37. Más de una vez me contó que en esa orquesta tocaban casi de “parrilla” y que
traían papelitos en donde hacían variaciones o adornos. Miraban eso nada más.
Los violines, Hugo Baralis y David Díaz hacían esas cosas que le daban ese sabor
tan peculiar a la orquesta. Esa misma forma la tenía también Di Sarli. Me acuerdo cuando tenía el conjunto con Tarantino.
Eduardo Oscar Rovira (Lanús, Provincia de Bs. As., 30-IV-1925; La
Plata, Pcia. de Bs. As., 29-VII-1980)
Integró las orquestas de Francisco Alessio, Antonio Rodio, Orlando Goñi,
Miguel Caló y Osmar Maderna, Roberto Caló, José Basso y Alfredo Gobbi. En
1949 dirigió la orquesta que acompañó a Alberto Castillo y, con su propia agrupación acompañó a Alfredo del Río, José Berón y Jorge Hidalgo. Alternó también
como primer bandoneón y arreglador de la orquesta de Osvaldo Manzi, con quien
conformó un trío (con Kicho Díaz en contrabajo) y, en la década del sesenta la
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“Se dice de ti…” Bandoneonistas “olvidados” en el tango: un sintético reconocimiento
Agrupación de Tango Moderno (con Reynaldo Nichele, entre otros). Tocaba seis
instrumentos: bandoneón, piano, saxo, guirtarra, oboe y corno inglés. Ha sido un
músico muy destacado, al punto que se lo ha comparado con Astor Piazzolla.
Compuso alrededor de doscientos tangos, como El Engobbiao, A Evaristo
Carriego, Bandomanía, Sónico, Contrapunteando, Majomaju, Taplala, además de
centenares de obras de cámara. En su última etapa recaló en La Plata, siendo
director del Teatro Argentino de esa ciudad, donde murió prematuramente de un
infarto en plena calle.
—En su época estuvo a la altura de lo que es ahora un Néstor Marconi y toda
esa gente. Como ejecutante, como músico, es invalorable. Ahora bien, hay una
etapa de él que incluye sonidos electrónicos, donde hay grabaciones inaudibles. Se
había agarrado un metejón con eso y abusaba de las reverberaciones. Eso influyó
para que yo tomara distancia. De sus temas me gustan mucho A Evaristo Carriego
y El Engobbiao. Otros temas como Sónico, por ejemplo, ya no son de mi gusto, es
una cuestión personal. Lo que pasa es que lo comparo con Piazzolla, aunque por
supuesto no tiene por qué imitarlo. Noto que lo que escribe Astor tiene una creatividad y emoción que me ponen la piel de gallina, cosa que con Rovira no me pasa.
Lo mismo me ocurre con las grabaciones que hizo con Nichele; es una cuestión de
sensibilidad. Tengo que ser sincero: no me llega la fibra de la parte tanguera. Hablo
desde lo más íntimo de mi alma. Pienso que hay dos Rovira. Muy pocas veces
hablo de esto. Fue un grandísimo ejecutante con una técnica espectacular, pero
difiero con él en su faz de compositor.
Osvaldo Ruggiero (Bs. As., 23-IX-1922; Bs. As., 28-V-1994)
Arreglador. Autor de tangos memorables como Rezongo tanguero o Bordoneo y
900, N.N., Yunta de oro, A mis compañeros y Para dos. Ruggiero –como instrumentista y como arreglador– fue una figura fundamental en la orquesta de Osvaldo
Pugliese a la que ingresa en la década del ‘40. En 1968 integrará el mítico Sexteto
Tango junto a Víctor Lavallén, Emilio Balcarce, Oscar Herrero, Julián Plaza,
Alcides Rossi y el cantor Jorge Maciel. En el caso específico de este músico, es
prudente aclarar que, a nuestro criterio, escapa a la calificación pura de “maldito”
u “olvidado”, por el reconocimiento que ha tenido en vida y por el enorme prestigio que acreditó y acredita en el ámbito tanguero.
—Era el típico bandoneón cadenero. Lo conocí. Nunca se habla de él respecto de su técnica y, sin embargo, tanto con Pugliese como con el Sexteto Tango, ya
sea por Víctor Lavallén –que es otro fenómeno– o por él mismo, tocaban con una
prolijidad y una limpieza admirables. Me subyugaban. Yo vivía en la calle Valentín
Virasoro y Díaz Vélez y los iba a ver al Club Sportivo Buenos Aires que estaba a
cuatro cuadras. Me volvía loco la orquesta de Pugliese que, por cierto, tenía a
Enrique Camerano como primer violín, otro grande.
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Calixto Sallago (Necochea, Provincia de Bs. As. 14-VIII-1909; 3-VIII-1969)
Docente. Conocido como “Indio Manso”, Calixto fue instrumentista de las
orquestas de Francisco “Tano” Lauro, Pedro Maffia, Julio De Caro, Roberto
Firpo, Mariano Mores, Miguel Caló y Joaquín Do Reyes, la Estable de Radio El
Mundo, entre otras. Fue compañero de Eduardo Pereyra, Elvino Vardaro y
Ciriaco Ortiz, por nombrar algunas de las destacadas y admiradas figuras de la
década de oro del tango. Es considerado el primer músico de tango en tocar el
bandoneón en el Teatro Colón, en los años ´50. Compuso No te acobardés.
—Yo trabajé con el hermano, Isidoro, otro gran bandoneonista, en la Orquesta
Estable de Radio Belgrano, que también fue bandoneón de la orquesta de
Piazzolla. Con Calixto no tuve la suerte de trabajar, pero me hablaron maravillas
de él. Las referencias que tengo son bárbaras. Él estaba en la Orquesta Estable de
Radio El Mundo con Julio Ahumada y el “Negro” [Ernesto] De la Cruz. Sé que
también grababa con Lucio Milena y que hacía cosas folklóricas muy bien.
Alberto San Miguel (Bs. As., 19-X-1915; 30-VIII-1999)
Actuó con las orquestas de Elvino Vardaro, Miguel Caló, Argentino Galván,
Nicolás Vaccaro, Roberto Zerrillo, Juan D’Arienzo, Héctor Varela, Joaquín Do
Reyes. En la orquesta de Héctor Varela, en los ´50, compartió escenario con intérpretes de la talla del uruguayo César Zagnoli en piano, Antonio Marchese en
bandoneón, Hugo Baralis y Mario Abramovich, violines. Dirigió el conjunto Los
Ases del Tango. Compuso tangos como Noches de cabaret, Una y mil noches, Solo y
triste como ayer.
—San Miguel vivía cerquita de AADI hasta que se mudó a Palermo. Era un
profesional de primera y también, como persona, muy respetuoso. Cuando vino
la época brava, dejó de tocar y se dedicó a otra cosa, como Antonio Roscini, un
bandoneonista que llegó a tocar en la primera orquesta de Pugliese, luego con
Pontier, con Francini-Pontier y conmigo, junto a Julio Sosa. También vivía cerca
de mi casa y yo no salía a ningún lado si no era con él. Íbamos juntos a los bailes cuando me compré el primer auto y él me decía dónde había que doblar porque yo no conocía las calles. Apenas murió Sosa, nosotros tratamos de seguir con
la orquesta un tiempo pero Roscini largó la música y le dieron un puesto en un
supermercado en La Plata. Me contaba el sacrificio que tenía que hacer para viajar desde Ramos Mejía a La Plata, todos los días y después volver, más las horas
que trabajaba. Nunca más volvió a la música, como pasó con San Miguel y
muchos otros.
Jorge “El Turco” Sara (Bs. As., 5-X-1917; Bs. As., 21-III-1966)
Actuó con el cuarteto Los Ases, con Miguel Caló, Augusto Pedro Berto y
Eduardo Del Piano, entre otros. Tuvo su propio conjunto con el que trabajó en
Radio Mitre. Realizó muchas giras por el interior, varias de ellas acompañando a
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Leopoldo Federico, el inefable bandoneón del tango
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“Se dice de ti…” Bandoneonistas “olvidados” en el tango: un sintético reconocimiento
los cantores Juan Giliberti y Pedro Ortiz. Entre sus obras se destaca el tango El
chiflao.
—Toqué con él pocas veces, en ocasión de hacer algún cambio. Tocaba el bandoneón en Radio Mitre, en una suerte de orquesta estable. Tenía mucha técnica,
quizás del estilo de Di Filippo, a quien yo todavía no conocía por esa época. En
ese entonces, Radio Mitre estaba en la Av. Santa Fe 2043. Era muy conocido en el
ambiente y recuerdo también que era una excelente persona. Me hacía acordar a
Juan Cambareri, improvisaba mucho y bien. De todos modos –y quizás hago mal
en decirlo– tocar en esa radio era diferente respecto de otras como El Mundo,
Belgrano, Splendid, que tenían otra categoría. Es posible que por eso, a Sara, no se
le dio el valor que tuvo.
Federico “Fredy” Augustín Scorticati (Montevideo, Uruguay, 6-XI1912; Bs. As., 2-VIII-1998)
Discípulo de Arturo Bernstein, integró las orquestas de Juan Maglio “Pacho”,
Francisco Canaro, Roberto Firpo, Cayetano Puglisi, Carlos Di Sarli –donde toca
su ya famosa variación de El choclo–, Francisco Lomuto y Osvaldo Fresedo; actuó
con el cuarteto de los hermanos Roberto y Teodoro Guisado. Formó trío con
Osvaldo Pugliese junto al violín de José Gallastegui, acompañando a Adhelma
Falcón y Charlo y tocó con Los Notables del Tango. Dirigió la Orquesta Típica
“Víctor” al reemplazar a Luis Petruccelli; tuvo sus propios conjuntos, contando con
figuras de la relevancia de Jaime Gosis, Héctor Stamponi, Víctor Braña, Víctor
Félice, entre otros. Grabó con Carlos Gardel los famosos cortos y lo acompañó –en
la orquesta de Francisco Canaro– en Madreselva (Francisco Canaro y Luis César
Amadori). Compuso, entre otros: Por quererte así con Celedonio Flores, Cansancio
y Desesperanza con Miguel Meaños, Bonjour Paris y Nochebuena en Tokio.
—Excelente. Trabajé con Scorticati en la orquesta de Di Sarli. El otro era
Ángel Ramos. Los dos tocaron con Francisco Canaro. En el Marabú había un
camarín en el que se juntaban varios a jugar al codillo. Yo estaba de observador
porque ni entendía el juego pero les pedía siempre que tocaran algo solos y no conseguía que lo hicieran. Un día, Ramos formó un cuarteto de jazz con Pecci, el contrabajista de Gobbi, Ríspoli, el violinista, yo en el bandoneón y él con el trombón
a vara. Ensayamos el tema de la película Laura y ahí pude convencerlo para que
tocara el bandoneón. Ramos tocó un fragmento de Rapsodia en blue de George
Gershwin. La verdad es que hasta el día de hoy quisiera haber intentado hacer lo
que hizo él. Ni se me ocurre hacerlo; esa parte en el piano se toca imbricando las
manos y tocando simultáneamente cosa imposible de hacer con el bandoneón porque las notas están en los distintos lados del instrumento y, por lo tanto, es imposible la simultaneidad. No sé cuanto tiempo ensayó para poner el bandoneón entre
las dos piernas quedándole el lado izquierdo hacia arriba. Lo que un pianista hacía
en el piano, él lo hacía en el bandoneón como si fuera un piano. Tardó varios meses
para calcular el peso del bandoneón y cómo entraba el aire porque, de otra mane173
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ra, no se produce el sonido. Tenía medidos los compases y dejaba caer el instrumento, lo agarraba con la mano izquierda y seguía tocando. Lo que hizo este hombre es una cosa de locos. Eso no era malabarismo. Lo que él hizo no creo que a
nadie se le haya ocurrido. No tocó la obra completa, pero igual es extraordinario.
Ismael Spitalnik (Bs. As., 27-VIII-1919; Ramos Mejía, Provincia de Bs.
As., 12-X-1999)
Arreglador. Químico industrial. No sólo estudió el bandoneón con José Junissi
y Francisco “Paquito” Requena sino también armonía y composición con Jacobo
Ficher. Sus primeras experiencias como bandoneonista fueron con el propio
Junissi y con Armando Cupo. Integró las orquestas de Emilio Balcarce, la
Orquesta Típica Novel, la de Ángel D’Agostino, Horacio Salgán, Miguel Caló,
Juan Carlos Cobián y Osvaldo Pugliese. Acompañó a cantantes de la talla de
Francisco Fiorentino, Raúl Iriarte, Aldo Calderón y Hugo del Carril, entre otros.
Fue arreglador de importantes orquestas como las de Basso, Troilo, Pugliese y
Francini-Pontier. En 1990 se presenta dirigiendo su septimino. Compuso tangos
como Todo terminó, Vacío, San Pedro y San Pablo, A los tríos milongueros, Gente
amiga, Fraternal y Bien milonga, entre otros.
—Todo lo de Spitalnik es extraordinario, ya desde cuando estuvo como primer
bandoneón de la orquesta de Miguel Caló hasta que lo remplazó Julián Plaza. Era
un gran bandoneonista y excelente arreglador, muy pulcro hasta tocando. Éramos
vecinos, vivíamos a unas cuadras, en Ramos Mejía. Me volvía loco hablándome de
política y de la situación social cuando viajábamos juntos en el colectivo, de vuelta a casa.
Luego de recordar algunas anécdotas y expresar sus sentimientos “disparados”
por los nombres de aquellos grandes olvidados, concluye Leopoldo:
—Yo me pongo a pensar: los bandoneonistas como Maffia, Laurenz,
Scorticati, Ramos, son los verdaderos precursores y son los verdaderos maestros del
instrumento. Uno puede decir que no le gusta el estilo de D’Arienzo pero siempre
digo lo mismo: hay que gatillar ahí adentro y tocar esas variaciones quilométricas,
los staccatos, a las tres de la mañana, cuando uno ya no da más después de haber
“zapado” toda la noche. Hay que sentarse ahí y tocar como tocan esos tipos, como
Héctor Varela o Enrique Alessio.
Mi identificación fue con Pedro Laurenz; a Pedro Maffia lo traté muy poco.
Tocaba con su orquesta en Radio Libertad. Con Laurenz toqué en Radio
Belgrano, en la última orquesta que tuvo. Cuando falleció Julio Sosa, me hablaron
para ir con el Quinteto Real pero resigné la propuesta al optar por la orquesta.
Cuando me enteré que iba Laurenz, pensé que no iba a funcionar porque ya era un
hombre grande pero me equivoqué, ya que las hizo todas y funcionó muy bien. En
cuanto a Astor Piazzolla, siempre me sorprendió el hecho de que el bandoneón,
en sus manos, tuviese otro sonido. No sé si técnicamente llegó a ser un superdota174
Leopoldo Federico, el inefable bandoneón del tango
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“Se dice de ti…” Bandoneonistas “olvidados” en el tango: un sintético reconocimiento
do. Quizás para eso lo tenía a Di Filippo; todo lo que eran octavas altas en el bandoneón, en las variaciones, las escribía para Di Filippo. Decía que a él le incomodaban, había un dedo que no lo usaba, qué sé yo. Pero en los solos de bandoneón
se tocaba todo. Yo me preguntaba: “¿Cuándo escribió eso este tipo?”. Para mí que
no dormía, era infernal, un volcán de ideas, un torrente de inspiración. Por otro
lado, “Pichuco” era un gran técnico; yo lo escuchaba atentamente, inclusive para
ver si pifiaba, y no le chingaba nunca. No era Di Filippo ni tampoco Ángel Ramos
pero lo que tocaba, con la pureza y limpieza que lo hacía, con ese reposo tan característico, era notable.
La verdad es que si nos ponemos a hacer memoria a fondo sobre los bandoneonistas, nos llenamos la canasta de fueyes: uno mejor que el otro, cada uno en su
estilo, a su manera.
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