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Reforma protestante y Contrarreforma
HISTORIA UNIVERSAL
http://www.historiacultural.com/2010/07/reforma-protestante-ycontrarreforma.html
Reforma Protestante y Contra-Reforma Católica: Los procesos de
reformas religiosas tuvieron inicio en el siglo XVI. Podemos destacar como
causas de las Reformas a los abusos cometidos por la iglesia Católica y
también debido a un cambio de la visión del mundo, fruto del pensamiento
renacentista (Renacimiento y Humanismo) En el territorio perteneciente al
Sacro Imperio Romano, gobernando por esos por el emperador Carlos V de
Alemania (o Carlos I de España). El movimiento religioso conocido como la
Reforma Protestante tuvo como líder a Martín Lutero (1483-1546) un monje
agustino que enseñaba teología en la Universidad de Wittenberg y que
combatía la corrupción generalizada de los líderes religiosos. Para detener el
avance del Protestantismo en Europa la Iglesia Católica, convoco al Concilio
de Trento donde se dispuso la reforma de la Iglesia Romana, la
Contrarreforma.
Reforma Protestante
La Iglesia Católica venia desde el final de la Edad Media, perdiendo su
identidad. Gastos en lujos y preocupaciones materiales estaban tirando
abajo el objetivo fundamental de la Iglesia católica romana. Muchos
elementos del Clero no estaban respetando sus reglas religiosas,
principalmente a lo respectivo al celibato. Los sacerdotes difícilmente podían
comandar los rituales religiosos, y dejaban mucho que desear a las
parroquianos.
Causas de la Reforma Protestante
La burguesía comercial, en plena expansión en el siglo XVI, estaba cada vez
más inconforme, por que los clérigos católicos estaban condenando su
trabajo, los beneficios y lucros de un sistema capitalista emergente, eran
vistos como prácticas condenables por los religiosos.
Por otro lado, el papa recaudaba fondos para la construcción de la Basílica
de San Pedro en Roma, con las ventas de indulgencias (Ventas del perdón
de los pecados por dinero)
En el campo político, los reyes estaban descontentos con el papa, por sus
muchas interferencias en las tareas que consideraban de gobierno ( poder
temporal del Papa)
El nuevo pensamiento renacentista también se opuso a los preceptos de la
Iglesia. El hombre Renacentista se puso a leer más y a formarse una
opinión cada vez más crítica. Los trabajadores urbanos con más acceso a
los libros, comenzaron a discutir y reflexionar sobre las cosas del mundo .
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Un pensamiento basado en la ciencia y la búsqueda de la verdad mediante
la experiencia y la razón.
La Reforma Luterana
Precursor de la Reforma Protestante en
Europa, Martin Lutero nació en Alemania en
el año 1483 y desde muy joven perteneció a
la Iglesia Católica como parte de la orden de
los Agustinos. En 1507, fue ordenado
sacerdote, pero debido a que sus ideas eran
contrarias a las predicadas por la Iglesia
Católica Romana , fue excomulgado. El
monje alemán Martín Lutero fue uno de los
primeros en desafiar fuertemente los dogmas
de la Iglesia Católica, él coloco en la puerta
de la iglesia de Wittenberg las 95 tesis por
las cual criticaba varios puntos de la doctrina
católica.
Las 95 tesis de Martín Lutero condenaba la
venta de las indulgencias y proponía la
fundación de una religión superior (religión
protestante). Según Lutero, la salvación del hombre ocurrió por los actos
practicados en la vida y por la fe. Martin Lutero había obtenido un gran
apoyo de los reyes y príncipes alemanes. En sus tesis condenó la adoración
de imágenes y la práctica del celibato.
Doctrinas del Luteranismo
Su doctrina de la salvación por la fe se consideró desafiadora por el clero
católico, ya que se abordaban cuestiones consideradas hasta ahora sólo
pertenecientes al papado. A pesar del resultado, en un principio el
reformador no tenía intención de dividir a la gente Cristiana, sino solo
reformar a la iglesia católica, pero debido a la repercusión que tuvo sus 95
tesis, este hecho fue inevitable. Para que todos tengan acceso a las
Escrituras bíblicas, hasta ahora sólo en idioma latín, tradujo la Biblia al
idioma alemán permitiendo que todo el conocimiento religioso llegara al
pueblo.
Con un mayor número de lectores del libro sagrado, el número de
protestantes aumento considerablemente, y entre ellos había muchos
creyentes radicales. Martin Lutero tuvo la protección de príncipe Federico de
Sajonia quien lo mantuvo alejado de las manos de la Iglesia Católica
durante 25 años, durante este período, se caso con la monja Catalina de
Bora, en el año 1525, y tuvo seis hijos. El rey Carlos V de Alemania
(también Carlos I de España) estaba en desacuerdo con la Reforma
Protestante y pidió explicaciones al monje agustino en diferentes dietas
organizadas.
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No hay necesidad de intermediarios profesionales (sacerdotes, confesores,
etc.) entre la persona y Dios. "Sacerdocio Universal". Se tradujo la Biblia a
las lenguas vernáculas de los pueblos. Martín Lutero justifico la salvación
por la gracia de la fe, y no por obras. Rechazo de las tradiciones no bíblicas,
por ejemplo: el celibato clerical, el monacato, de los sacramentos ,
excepción del Bautismo y Eucaristía.
Han pasado cerca de quinientos años desde que la iglesia cristiana fue renovada, luego de un
largo período de corrupción, abusos y debilidad. El proceso mediante el cual Dios llevó a cabo
esa restauración es conocido en la historia como “La Reforma”. El instrumento usado para su
ejecución fue la Palabra de Dios; y el principal agente humano fue Martín Lutero. Las
enseñanzas de la Reforma no eran nuevas, sino que eran las verdades eternas de Dios, corno
están reveladas en la Biblia. Estas verdades han sido preservadas y son presentadas hoy al
mundo en toda su integridad en las enseñanzas de la Iglesia Luterana.
La Iglesia Luterana, fundamentada sobre las doctrinas de la Biblia, no es una nueva
organización, no es una mera secta o denominación, sino que es la antigua Iglesia Cristiana, en
la manera en que los apóstoles la concibieron en sus orígenes, pero en su forma y apariencia
actuales.
A continuación presentamos un breve resumen de lo que cree y enseña la Iglesia Luterana.
Esperamos que le resulte provechoso. Estamos a su disposición si desea más información o
ayuda.
ENSEÑANZAS FUNDAMENTALES LA BIBLIA
Los luteranos creen y enseñan que:
- la Biblia es, en todos sus términos, la palabra de Dios;
- consecuentemente, todos los hechos relatados son absolutamente verdaderos;
- se interpreta a sí misma;
- es la única fuente de enseñanzas y normas de conducta de la iglesia;
- su mensaje principal es la salvación por la fe en Jesucristo; y
- por lo tanto debe ser diligentemente oída y estudiada.
Referencias: 2 Pedro 1:21; 1 Corintios 2:13; Juan 5:39; Lucas 11:28
DIOS TRINO
Los luteranos enseñan que:
- Dios es trino. Esto es, un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo;
- estas tres Personas son iguales en atributos divinos y poder;
- ignorar o negar una Persona divina, es rechazar al verdadero Dios;
- Él es el Creador, Redentor y Santificador.
Referencias: Deuteronomio 6:4; Mateo 28:19; Juan 5:23; 1Juan 2.-2 Génesis 1:1; 1 Juan 2:1,2;
Romanos 15:13.
EL HOMBRE.
Los luteranos enseñan que:
- el hombre no es producto de una evolución, sino que fue hecho por Dios en un acto directo
de creación;
- le fue dada un alma inmortal, dotada de perfecta santidad y creada para vivir eternamente; al no permanecer en obediencia a la voluntad divina, rompió la comunión íntima con Dios y
quedó totalmente inclinado al mal y sujeto a la muerte;
- en su estado natural, no puede, por cualquier poder o fuerza de su parte, restablecer las
relaciones con Dios.
Referencias: Génesis 2:7; 1:27; Génesis 3; Salmo 14:3; Romanos 5:12; Isaías 64:6; Salmo
143:2; 1 Corintios 2:14.
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LA LEY DE DIOS Los luteranos enseñan que:
- la ley de Dios exige pensamientos, palabras y acciones perfectamente santos;
- la ley condena íntegramente
a todos aquellos que la infringen;
- la ley no puede salvar a los hombres, porque nadie puede cumplirla a la perfección;
- su función principal es la de llevar al hombre al conocimiento de su condición de pecador.
Referencias: Mateo 5:48; Levítico 19:2; Deuteronomio 27.-26, Romanos 3:20.
EL PECADO
Los luteranos enseñan que:
- cada pensamiento, palabra y hecho contrario a la ley de Dios es pecado; también es pecado
dejar de hacer lo que la ley exige;
- cada ser humano es pecador de nacimiento;
- todo el mal en el mundo es consecuencia del pecado del hombre;
- el pecado lleva a la condenación eterna.
Referencias: 1 Juan 3:4; Juan 3:6; Génesis 8:21; Romanos 5:12; Salmo 5:4.
LA JUSTIFICACION
Los luteranos enseñan que:
- Somos justificados ante Dios gratuitamente, sin ningún mérito nuestro;
- todo cuanto era necesario para la reconciliación del mundo con Dios fue hecho cuando
Jesucristo, cargando con el castigo que merecían los hombres pecadores, dio su vida en la cruz,
y resucitó;
- Dios, a causa de la obra de Jesucristo, declaró a la humanidad libre de la deuda y culpa del
pecado;
- esta justificación la obtiene todo aquel que cree en Jesucristo como su Salvador;
- por causa de Jesucristo y a través de la fe, cada persona que cree es declarada libre de su
culpa; es puesta en paz con Dios y declarada heredera de vida eterna; esto es un regalo del
amor de Dios.
Referencias: 2 Corintios 5:19; Romanos 5:18,19; Hechos 10:43; Romanos 3:22-24,28; Efesios
2:8
LA GRACIA
Los luteranos enseñan que:
- la gracia es la actitud y predisposición de bondad y compasión de Dios, mostrada al hombre
pecador que no puede salvarse a sí mismo. Dios viene en favor del hombre, aún cuando el
hombre está en contra de Dios.
- esta gracia es gratuita porque no está basada en ningún mérito u ofrecimiento de parte de los
seres humanos.
EL EVANGELIO
Los luteranos enseñan que:
- el evangelio no es una nueva ley, o ley superior, sino que es la revelación de la buena noticia
de aquello que Dios en su gran amor y bondad hizo, hace, y continúa haciendo, por medio de
Jesucristo, para la salvación de toda la humanidad;
- el evangelio ofrece en forma gratuita a todos los pecadores la justificación lograda por Cristo
Jesús;
- Por el evangelio de Jesucristo, Dios salva eternamente a aquellos que creen sus promesas.
Referencias: Ezequiel 33:11,- 1 Timoteo 2:4, Lucas 4:18,19; Juan 3:16,- Romanos 3:21-24;
1:16.
EL ARREPENTIMIENTO Los luteranos enseñan que:
- el arrepentimiento es el reconocimiento de los pecado y el sincero pesar por los mismos, e
incluye el propósito de cambio de conducta;
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- el arrepentimiento es una condición sin la cual ningún hombre puede tener la esperanza de
ser salvo;
- todo pecador verdaderamente arrepentido tiene asegurado el perdón gratuito y completo de
Dios, que se recibe por la fe en Cristo.
Referencias: Isaías 55:6,7; Mateo 4:17; Marcos 1: 1 5; Lucas 18: 13,14; Hechos 2:3 8;
2Corintios 7: 1 0.
LA FE
Los luteranos enseñan que:
- la fe es la aceptación de Jesucristo, por parte del pecador arrepentido, como su Salvador;
- es la depositar la confianza, para el perdón de los pecados y la salvación, únicamente en
Jesucristo;
- la fe no es un acto o mérito humano. Es obra del Espíritu Santo;
- aquel que permanece en esta fe hasta el fin, será salvo real, plena y eternamente; sin fe la
salvación es imposible.
Referencias: Juan 1:12, 16,- Hechos 10:43; Gálatas 2:16; 1 Corintios 12:3; 1 Pedro 1:5; Hechos
16:31; Mateo 24:13; Juan 3:36.
EL ESPIRITU SANTO
Los luteranos enseñan que:
- el Espíritu Santo es una persona del Dios Trino; no es una mera fuerza, poder o manifestación
de Dios a disposición del creyente.
- es Él quien obra en la persona el nuevo nacimiento o regeneración, produciendo el
arrepentimiento y la fe, por medio de la Palabra (sea ésta escrita, hablada o visible) y los
sacramentos;
- el bautismo del Espíritu Santo que se promete en la Biblia ocurre en el momento de la
regeneración, y no necesariamente se manifiesta de un modo extraordinario;
- el Espíritu Santo habita en el creyente, lo hace hijo de Dios y lo une a la familia de la fe (la
iglesia); su permanencia le garantiza la salvación y su herencia en los cielos;
- santifica al creyente, consagrándolo y buscando su pleno desarrollo. Da un anticipo de lo que
será y recibirá en el cielo.
- los frutos del Espíritu Santo (amor, paz, fe, gozo) son para todos los creyentes en general;
- además, el Espíritu Santo reparte particularmente dones especiales, según su voluntad, para
la edificación de la iglesia.
- la venida del Espíritu Santo inaugura los tiempos previos a la segunda venida de Jesucristo. Él
resucitará a los creyentes y los glorificará.
Referencias: Mateo 28:19; I Corintios 2.-11,12; Juan 16:8-11, Juan 3:8; Romanos 8:15-17,Tito 3.5-7,- Efesios 1.-13-14; 1 Tesalonicenses 4:7-8; Hechos 2:17; Romanos 8:11.
LA CONVERSION
Los luteranos enseñan que:
- la conversión no es un mero cambio de conducta, sino un cambio de corazón, un renacer
espiritual del hombre: de la incredulidad, a la fe, de la religión de las obras, a la de la gracia;
la
conversión
es
realizada
únicamente
por
el
Espíritu
Santo;
- la persona convertida está arrepentida de sus pecados, cree en Jesucristo como su Salvador y
le sirve como al Señor de su vida.
Referencias: Joel 2:13; Ezequiel 1 1: 19; Jeremías 31:18; Juan 1: 12,13; Romanos 10: 17; 1
Juan 5: 1.
LA SANTIFICACION
Los luteranos enseñan que:
- la conducta y vida santificadas siguen a la conversión, y que son frutos y consecuencia de la
fe;
- todos los cristianos deben ser, y son, activos en buenas obras;
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- aunque la santificación es progresiva, la perfección en ella no será alcanzada sino en la vida
eterna.
Referencias: Juan 3:3; 2Corintios 7: 1; Gálatas 5:6, 25; 1 Tesalonicenses 4:7; Efesios 2: 1 0; 1
Pedro 1: 15; Romanos 7:15-25; Filipenses 3:12-14.
LA IGLESIA
Los luteranos enseñan que:
- existe una Iglesia invisible, formada por todos -y solamente-aquellos que creen en Jesucristo
como su Salvador;
- esa Iglesia es una sola y -por el perdón de Dios- es santa;
- Jesucristo es cabeza y Señor de la misma y ella durará siempre;
- todos sus miembros gozan de iguales derechos;
- tiene sus miembros dondequiera que se administren los sacramentos y se proclame el
evangelio de Cristo (iglesias visibles).
- la verdadera iglesia visible (congregaciones, denominaciones, etc) es la que enseña la palabra
de Dios en toda su pureza, sin agregar ni quitar nada, y administra los sacramentos según la
institución de Cristo (la Iglesia Evangélica Luterana).
- en otras denominaciones, a pesar de falencias doctrinales y prácticas, existen verdaderos
cristianos, si aún se enseña y cree lo esencial.
- a causa de la innata inclinación del hombre hacia el mal, en la verdadera Iglesia visible
también hay hipócritas, defensores de falsas doctrinas y de prácticas no cristianas. A pesar de
ello, es deber de todo cristiano sincero buscar la Iglesia visible que retiene la pura doctrina y la
práctica correcta y unirse a ella.
Referencias: Juan 18:36; Lucas 17:20, 21; Juan 8:31,32; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:22,23;
2:19-22; Mateo 16:18; 13:47,48; 22:2-14; 15:9; 2 Corintios 11:18; Romanos 16:17; 2
Tesalonicenses 3:6,14; 2 Corintios 6:14-18.
El luteranismo no está de acuerdo con los sistemas jerárquicos de gobierno eclesiástico.
Sostiene la autonomía de la congregación local, ligada a la palabra de Dios en enseñanza y
práctica (la asamblea de miembros, máxima autoridad). Las congregaciones pueden unirse en
Sínodos, Federaciones, etc., a fin de cooperar y ayudarse.
- el pastor debidamente llamado y ordenado desempeña el Ministerio Público de la palabra y los
sacramentos;
- los laicos, en virtud de su sacerdocio real, toman parte activa en el gobierno y trabajo de la
iglesia.
- las congregaciones (iglesias locales) son libres para agruparse en Sínodos, confederaciones,
etc., a fin de cooperar entre sí.
- la libertad en cuanto a tradiciones, liturgias y cuestiones externas de culto y organización,
debe sujetarse a la voluntad de Dios y al buen orden, para provecho de la iglesia y gloria de
Dios.
EL BAUTISMO
Los luteranos enseñan que:
- el bautismo es un lavamiento regenerador, divinamente instituido;
- se destina tanto a niños (pecadores por naturaleza), como a adultos,
- se puede bautizar rociando con agua o sumergiendo en ella;
- a todos los que reciben el bautismo, Dios en su gracia les da el perdón de los pecados y la
promesa de vida eterna.
- por medio de su fe personal en estas promesas de Dios, quien ha sido bautizado se apropia
de los beneficios del bautismo.
Referencias: Mateo 28:19, Tito 3:5; Marcos 10:14; Hechos 16:15, Hechos 22:16; 2:38; Marcos
16:16; Colosenses 2:12.
LA CENA DEL SEÑOR
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Los luteranos enseñan que:
- en el sacramento de la Santa Cena, el cuerpo y la sangre de Jesucristo están verdaderamente
presentes, en, con y bajo el pan y el vino; y son recibidos por todos los que comen y beben en
la mesa de la Señor;
- la Santa Cena es para comer y beber, no para ser ofrecida en sacrificio;
- los cristianos reciben el cuerpo y la sangre de Cristo para perdón de los pecados,
fortalecimiento de su fe y crecimiento en la piedad;
- la Santa Cena debe darse sólo a los que profesan la fe cristiana;
- la Santa Cena es manifestación de unión con Dios y la iglesia ;
Referencias: Mateo 26:26-28, 1 Corintios 10:16; 11: 23-29.
LA ORACION
Los luteranos enseñan que:
la
oración
es
la
comunicación
de
los
cristianos
con
Dios;
- no es un acto por el cual se obtengan méritos o recompensas, a pesar de estar divinamente
ordenada;
- todo cristiano tiene el privilegio y la responsabilidad de practicarla regularmente, para
provecho propio y beneficio de otros;
- la oración hecha con fe, conforme a la voluntad de Dios, tiene la clara y segura promesa de
que
Dios
la
acepta
y
responde
de
la
manera
que
más
conviene.
Referencias: Mateo 7:7,8; Salmo 50:15; 1 Timoteo 2:1, 8; 1 Juan 5:14; Isaías 65:24; Mateo
21:22.
DIABLO E INFIERNO
Los luteranos enseñan que:
- existen espíritus malignos (demonios), dotados de poder, que son enemigos implacables de
Dios, de su creación y de la iglesia;
- fueron creados como ángeles buenos, pero se rebelaron contra Dios y fueron eternamente
condenados (al infierno);
- el infierno es el lugar de castigo. El castigo es lo opuesto a la vida y la salvación. Se lo suele
describir como el fuego eterno, lugar de tormentos y eterna separación de Dios.
- el día que Jesús regrese visiblemente a este mundo, todos los que murieron sin fe en
Jesucristo serán destinados al infierno de tormento y condenación eterna.
- la existencia del infierno es una temible realidad que se basa en la autoridad de las Sagradas
Escrituras, y no contradice el hecho de que Dios es Amor, pues El también es Justo.
Referencias: Efesios 6:12,- 1 Pedro 5:8,9; Judas 6; Maleo 25:41; Isaías 66:24.
LA MUERTE Y EL MÁS ALLA
Los luteranos enseñan que:
- en el momento de la muerte el espíritu se separa del cuerpo;
- inmediatamente el espíritu va a su destino, sea cielo o infierno;
- el cuerpo, que en la muerte fue separado del alma, será resucitado el día en que Jesucristo
regrese y se unirá nuevamente al alma;
- todos los hombres seremos juzgados por Jesucristo;
- por la gracia de Dios, todos los creyentes en Jesucristo recibiremos la vida eterna en el cielo,
en cambio los no creyentes serán apartados de la presencia de Dios e irán a la condenación
eterna.
- el espíritu de los muertos no puede tener comunicación con las personas que viven en la
tierra;
- es inútil orar u ofrecer sacrificios por la salvación de los muertos;
Referencias: Lucas 23:42-43; Filipenses 1:21-24; Eclesiastés 12:7; Juan 5:28, 29; Mateo 25:3146; 1 Co. 3:11-15; Hebreos 9:27.
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La Reforma Calvinista
En Francia, Juan Calvino inició la Reforma protestante en el año 1534. Esta
doctrina protestante se denominaría Calvinismo o Reforma Protestante de
Juan Calvino. De acuerdo con Juan Calvino la salvación del alma ocurría por
el trabajo justo y honesto. Esta idea calvinista, atrajo a muchos burgueses y
a muchos banqueros para el calvinismo. Muchos trabajadores también
vieron en esta nueva religión una concepción del mundo. Juan Calvino
también defendió la idea de la predestinación (Una persona nace con su
vida ya definida).
La reforma en Francia, Juan Calvino: fue un
teólogo cristiano francés. Nacido en la ciudad de
Noyon el 10 de julio 1509 y murió en la ciudad
Ginebra (Suiza) el 27 de mayo de 1564.
Juan Calvino desempeño un papel histórico en el
proceso de la Reforma Religiosa. Hasta los 24 años
de edad, Calvin era un fiel católico. En el año 1533
convirtió al protestantismo. Fue perseguido en
Francia y en el año 1536, huyó a Ginebra (Suiza). Es
el iniciador del movimiento protestante religioso
conocido como el calvinismo.
Doctrinas religiosas Calvinistas:
- La salvación sólo se alcanza por la fe;
La predestinación, la salvación es otorgada por Dios sólo para algunas
personas elegidas
Todo hombre es pecador por naturaleza
El rendimiento de culto religioso debe ser en el lugar simple, sin imágenes.
El culto debe estar conformado de comentarios bíblicos.
Realización solo de los sacramentos del bautismo y la eucaristía.
La Reforma Anglicana
En Inglaterra, el rey Enrique VIII rompió con el papado, después que este
se rehusara a cancelar su matrimonio. Enrique VIII fundó la Iglesia
Anglicana y aumento su poder y posesiones, como la Iglesia Católica tuvo
una gran cantidad de tierra en Inglaterra, estas fueron confiscadas por el
gobierno.
Qué creen los anglicanos
Los Treinta y Nueve Artículos de Religión que expresan la doctrina de la
Iglesia Universal Apostolica Anglicana, fueron preparados en su forma
actual en el año 1571, como resultado de un movimiento teológico que
abandonó dogmas romanos y abrazó las doctrinas bíblicas de la reforma.
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Los Artículos no son un compendio pleno o sistemático de creencias sino
una declaración de la doctrina de los reformadores sobre algunos de los
puntos principales que fueron discutidos en aquel tiempo.
Su propósito fue la unidad de la iglesia Anglicana evitando el exceso de
diversidad y fortaleciendo el común acuerdo sobre la religión verdadera.
Al no haber cambiado por más de cuatrocientos años, los Artículos todavía
reflejan algo del ambiente teológico de la reforma. Aquel período de intenso
estudio y de consolidación fue también de polémica y a eso se debe que
algunas de las críticas contra los abusos romanos fueran expresadas en
forma muy severa.
Desde su aprobación oficial por la Asamblea General en 1571, los ministros
de la iglesia anglicana han hecho una declaración de asentimiento a los
Artículos en ocasión de su ordenación. Este es un requisito de mucha
importancia para la protección de una doctrina pura y sana en la iglesia y
rige también en América del Sur.
La lectura y el estudio de los Artículos también puede ser de mucho
provecho para todos los miembros de la Iglesia para aclarar y enfatizar la
enseñanza bíblica de la Iglesia Anglicana.
39 ARTICULOS DE LA RELIGION ANGLICANA
I. DE LA FE EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo, partes o pasiones; de infinito poder,
sabiduría y bondad; el creador y conservador de todas las cosas tanto visibles como invisibles.
Y en la unidad de esta naturaleza Divina hay tres personas de una misma substancia, poder y
eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
II. DEL VERBO, O DEL HIJO DE DIOS, QUE FUE HECHO VERDADERO HOMBRE
El Hijo, que es Verbo del Padre, engendrado del Padre desde la eternidad, verdadero y eterno
Dios, de una misma substancia con el Padre, tomó la naturaleza humana en el vientre de la
Bienaventurada Virgen de su substancia, de modo que las dos naturalezas Divina y Humana
entera y perfectamente fueron unidas en una misma persona para no ser jamás separadas, de
lo que resultó un solo Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre; que verdaderamente
padeció, fue crucificado, muerto y sepultado para reconciliarnos su Padre, y para ser Víctima
no solamente por la culpa original, sino también por todos los pecados actuales de los
hombres.
III. DE LA BAJADA DE CRISTO A LOS INFIERNOS
Así como Cristo murió por nosotros y fue sepultado, así también debemos creer que descendió
a los infiernos.
IV. DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos, y tomó de nuevo su cuerpo, con carne,
huesos, y todas las cosas que pertenecen a la integridad de la naturaleza humana; con la cual
él subió al Cielo, y allí está sentado hasta que vuelva a juzgar todos los hombres en el último
día.
V. DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo, procedente del Padre y del Hijo, es de una misma substancia, majestad, y
gloria, con el Padre y con el Hijo, verdadero y eterno Dios.*
VI. DE LA SUFICIENCIA DE LAS SANTAS ESCRITURAS PARA SALVACIÓN
La Escritura Santa contiene todas las cosas necesarias para la salvación. De modo que
cualquiera cosa que ni en ella se lee ni con ella se prueba, no debe exigirse de hombre alguno
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que la crea como artículo de Fe, ni debe ser tenida por requisito para la salvación. Bajo el
nombre de Escritura Santa entendemos aquellos libros Canónicos del Antiguo y Nuevo
Testamento de cuya autoridad nunca hubo duda alguna en la Iglesia.
DE LOS NOMBRES Y NÚMERO DE LOS LIBROS CANÓNICOS
El Génesis
El Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Josué
Jueces
Ruth
El 1 Libro de Samuel
El 2 Libro de Samuel
El 1 Libro de los Reyes
El 2I Libro de los Reyes
El 1 Libro de las Crónicas
El 2 Libro de las Crónicas
El 1 Libro de Esdras
El 2 Libro de Esdras (Nehemías)
El Libro de Ester
El Libro de Job
Los Salmos
Los Proverbios
El Eclesiastés o Predicador
Los Cantares de Salomón
Los 4 Profetas Mayores
Los 12 Profetas Menores
Los otros libros (como dice san Jerónimo) los lee la Iglesia para ejemplo de vida e instrucción
de las costumbres; con todo, no los aplica para establecer doctrina alguna. Tales son las
siguientes:
El 3 Libro de Esdras
Baruc el Profeta
El 4 Libro de Esdras
El Cántico de los tres Mancebos
El Libro de Tobías
La Historia de Susana
El Libro de Judit
De Bel y el Dragón
El Resto del libro de Ester
La Oración de Manasés
El Libro de la Sabiduría
El 1 Libro de los Macabeos
Jesús el Hijo de Sirac
El 2 Libro de los Macabeos
Recibimos y contamos por canónicos todos los Libros del Nuevo Testamento según son
recibidos comúnmente.
VII. DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El Antiguo Testamento no es contrario al Nuevo; puesto que en ambos, Antiguo y Nuevo, se
ofrece vida eterna al género humano por Cristo, que es el solo mediador entre Dios y el
Hombre, siendo él Dios y Hombre. Por la cual no deben ser escuchados los que se imaginan
malamente que los antiguos patriarcas solamente tenían su esperanza puesta en promesas
temporales. Aunque la ley de Dios dada a través de Moisés no obliga a los cristianos en lo
tocante a ceremonias y ritos, ni deben recibirse necesariamente sus preceptos civiles en
ningún estado; no obstante, ningún cristiano está exento de la obediencia a los preceptos que
se llaman morales.
VIII. DE LOS TRES CREDOS
Los tres Credos, el Niceno, el de Atanasio, y el comúnmente llamado de los Apóstoles, deben
ser admitidos y creídos enteramente, porque pueden ser probados por el testimonio muy
cierto de las Santas Escrituras.
IX. DEL PECADO ORIGINAL O DEL NACIMIENTO
El Pecado original no consiste en la imitación de Adán (como vanamente propalan los
Pelagianos), sino que es el vicio y corrupción de la naturaleza de todo hombre que es
engendrado naturalmente de la estirpe de Adán. Por esto el hombre dista muchísimo de la
justicia original y es por su misma naturaleza inclinado al mal, de suerte que la carne siempre
está contra del espíritu. Por lo tanto, toda persona que nace en este mundo merece la ira
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divina y la condenación. Esta infección de la naturaleza permanece aun también en los que son
regenerados; por cuya causa esta inclinación de la carne (llamada en Griego phronema sarkos,
que unos interpretan la sabiduría, otros la sensualidad, algunos la afección y algunos otros el
deseo de la carne) no se sujeta a la ley de Dios. Y aunque no hay condenación alguna para los
que creen y son bautizados, el Apóstol confiesa que la concupiscencia y mala inclinación tienen
de sí mismas naturaleza de pecado.
X. DEL LIBRE ALBEDRÍO
La condición del hombre después de la caída de Adán es tal, que, por su natural fuerza y
buenas obras, ni puede convertirse ni prepararse a sí mismo a la fe e invocación de Dios. Por
tanto no tenemos poder para hacer buenas obras gratas y aceptables a Dios, sin que la Gracia
de Dios por Cristo nos proceda para que tengamos buena voluntad y obre en nosotros cuando
tenemos esa buena voluntad.
XI. DE LA JUSTIFICACIÓN DEL HOMBRE
Somos tenidos por justos delante de Dios solamente por el mérito de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, por la fe y no por nuestras obras o merecimientos. Por lo cual, es doctrina muy
saludable y muy llena de consuelo que somos justificados solamente por la fe, como más
largamente se expresa en la Homilía de la Justificación.
XII. DE LAS BUENAS OBRAS
Aunque las buenas obras que son fruto de la fe, y se siguen a la justificación, no pueden expiar
nuestros pecados, ni soportar la severidad del juicio Divino; son, no obstante, gratas y
aceptables a Dios en Cristo, y nacen necesariamente de una verdadera y viva fe; de manera
que por ellas puede conocerse la fe viva tan evidentemente como se juzga al árbol por su
fruto.
XIII. DE LAS OBRAS ANTES DE LA JUSTIFICACIÓN
Las obras hechas antes la gracia de Cristo y de la inspiración de su Espíritu no son agradables a
Dios porque no nacen de la fe en Jesucristo. Tampoco hacen a los hombres dignos de recibir la
gracia ni (en lenguaje escolástico) merecen “de congruo” la gracia. Antes bien, no dudamos
que tengan naturaleza de pecado, porque no son hechas como Dios ha querido y mandado
que se hagan.
XIV. DE LAS OBRAS DE SUPEREROGACIÓN
Aquellas obras voluntarias no comprendidas en los Mandamientos Divinos —llamadas obras
de supererogación— no pueden enseñarse sin arrogancia e impiedad, porque por ellas los
hombres declaran que no solamente rinden a Dios todo cuanto están obligados a hacer, sino
que por amor suyo hacen más de lo por el deber riguroso les es requerido; siendo que Cristo
claramente dice: Cuando hubiereis hecho todas las cosas que os están mandadas, decid:
Siervos inútiles somos.
XV. DE CRISTO, EL ÚNICO SIN PECADO
Cristo en la realidad de nuestra naturaleza fue hecho semejante a nosotros en todas las cosas,
excepto en el pecado, del cual fue claramente exento, tanto en su carne como en su espíritu.
Vino para ser el Cordero sin mancha que quitase los pecados del mundo mediante el sacrificio
de sí mismo hecho una sola vez. Como dice San Juan, no hubo en él pecado. Pero nosotros,
todos los demás hombres, aunque bautizados y nacidos de nuevo en Cristo, todavía lo
ofendemos en muchas cosas; y, si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.
XVI. DEL PECADO DESPUÉS DEL BAUTISMO
No es pecado contra el Espíritu Santo e irremisible todo pecado mortal voluntariamente
cometido después del Bautismo. Por lo cual, a los caídos en pecado después del Bautismo no
debe negarse la gracia del arrepentimiento. Después de haber recibido el Espíritu Santo, nos
podemos apartar de la gracia recibida y caer en pecado y, por la gracia de Dios, levantarnos de
nuevo y enmendar nuestras vidas. Por lo tanto, debe condenarse a los que dicen que ya no
pueden pecar mientras vivan, o los que niegan que puedan ser perdonados los que
verdaderamente se arrepientan.
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XVII. DE LA PREDESTINACIÓN Y ELECCIÓN
La predestinación a la vida es el eterno propósito de Dios, por el cual —antes que fuesen
echados los cimientos del Mundo— Él, por su invariable consejo a nosotros oculto, decretó
librar de maldición y condenación a los que eligió en Cristo de entre todos los hombres, y
conducirlos por Cristo a la Salvación eterna, como a vasos hechos para honor. Por lo cual, los
agraciados con ese excelente beneficio de Dios son llamados según el propósito divino por su
Espíritu que obra a su debido tiempo; obedecen por gracia la vocación; son justificados
gratuitamente; son hechos Hijos de Dios por adopción; son hechos conforme a la imagen de su
Unigénito Hijo Jesucristo; viven religiosamente en buenas obras, y finalmente llegan por la
Divina misericordia a la eterna felicidad.
Por un lado, la consideración piadosa de la predestinación y de nuestra elección en Cristo
está llena de un dulce, suave e inefable consuelo para las personas piadosas y quienes sienten
en si mismas la operación del Espíritu de Cristo, que va mortificando las obras de la carne y sus
miembros terrenales y levantando su mente a las cosas elevadas y celestiales, no sólo porque
establece de gran manera y confirma su fe en la salvación eterna que han de gozar por medio
de Cristo, sino porque enciende también su amor ferviente hacia Dios: pero, por otro lado,
para las personas curiosas y carnales que carecen del Espíritu de Cristo, el tener
continuamente delante de sus ojos la sentencia de la predestinación divina es un precipicio
muy peligroso, por el cual el diablo los arrastra a la desesperación o la miseria de una vida muy
impura que no es menos peligrosa que la desesperación.
Además, debemos recibir las promesas divinas del modo que nos son generalmente
propuestas en la Escritura Santa y en nuestro actuar seguir aquella Divina Voluntad que
tenemos declarada en la palabra de Dios.
XVIII. DEL OBTENER LA SALVACIÓN ETERNA SOLAMENTE POR EL NOMBRE DE CRISTO
Deben asimismo ser anatematizados aquellos que presumen decir que todo hombre será
salvo por la ley o secta que profesa, con tal que sea diligente en conformar su vida con aquella
ley y con la luz de la naturaleza. Porque la Escritura Santa nos propone sólo el nombre de
Jesucristo por medio del cual únicamente han de salvarse los hombres.
XIX. DE LA IGLESIA
La Iglesia visible de Cristo es una Congregación de hombres fieles en la cual es predicada
la pura Palabra de Dios y los sacramentos son debidamente administrados conforme a la
institución de Cristo en todas aquellas cosas que para ellos necesariamente se requieren. Así
como las Iglesias de Jerusalén, de Alejandría y de Antioquía erraron, así también ha errado la
Iglesia de Roma, no sólo en cuanto a la práctica, ritos y ceremonias; sino también en materias
de fe.
XX. DE LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA
La Iglesia tiene poder para decretar ritos o ceremonias y autoridad en las controversias de
fe. Sin embargo, no es lícito a la Iglesia ordenar cosa alguna contraria a la Palabra de Dios
escrita, ni puede exponer un pasaje de la escritura de modo que contradiga a otro. Por lo cual,
aunque la Iglesia sea testigo y custodio de los Libros Santos, sin embargo, así como no es licito
decretar nada contra ellos, igualmente no debe presentar cosa alguna que no se halle en ellos
para que sea creída como necesaria para la salvación.
XXI. DE LA AUTORIDAD DE LOS CONCILIOS GENERALES
No pueden congregarse Concilios Generales sin el mandamiento y autoridad de los
Primados o Arzobispos; y cuando están congregados, (como son una junta de hombres en la
que no todos son gobernados por el Espíritu y Palabra de Dios), ellos pueden errar —y algunas
veces han errado— aún en las cosas pertenecientes a Dios. Por lo cual, las cosas ordenadas por
ellos como necesarias para la salvación no tienen fuerza ni autoridad, a no ser que pueda
evidenciarse que fueron sacadas de las Santas Escrituras.
XXII. DEL PURGATORIO.
La doctrina romana concerniente al purgatorio, indulgencias, veneraciones y adoración,
así de imágenes como de reliquias, y la invocación de los santos, es una cosa tan fútil como
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vanamente inventada, que no se funda sobre ningún testimonio de las Escrituras, sino más
bien repugna a la Palabra de Dios.
XXIII. DEL MINISTRAR EN LAS IGLESIAS
No es lícito a hombre alguno tomar sobre sí el oficio de la predicación pública, o de la
administración de los sacramentos de la Iglesia, sin ser antes legítimamente llamado y enviado
a ejecutarlo. Debemos juzgar por legítimamente llamados y enviados los que fueron escogidos
y llamados a esta obra por los hombres que tienen autoridad pública concedida por la Iglesia
para llamar y enviar ministros a la viña del Señor.
XXIV. DEL HABLAR EN LA IGLESIA EN LENGUA QUE ENTIENDE EL PUEBLO
Celebrar el culto divino en la Iglesia o administrar los sacramentos en lengua que el
pueblo no entiende, es una cosa claramente repugnante a la Palabra de Dios y a la costumbre
de la Iglesia primitiva.
XXV. DE LOS SACRAMENTOS
Los sacramentos instituidos por Cristo no solamente son señales de la profesión de los
Cristianos, sino más bien testimonios ciertos y signos eficaces de la Gracia y buena voluntad de
Dios hacia nosotros, por las cuales obra Él invisiblemente en nosotros, y aviva no sólo nuestra
fe, sino que también la fortalece y confirma.
Dos son los sacramentos ordenados por nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio, a saber:
el Bautismo y la Cena del Señor.
Aquellos otros cinco comúnmente llamados sacramentos, a saber: confirmación,
penitencia, orden, matrimonio y extremaunción, no deben reputarse sacramentos del
Evangelio, habiendo en parte emanado de una imitación pervertida de los Apóstoles, y siendo
en parte estados de vida aprobados en las Escrituras; pero que no tienen la esencia de
sacramentos, como la tienen el Bautismo y la Cena del Señor, porque carecen de signo alguno
visible o ceremonia ordenada de Dios.
Los sacramentos no fueron instituidos por Cristo para ser mirados o llevados en procesión,
sino para que los usásemos debidamente. Solamente producen el efecto saludable en aquellos
que los reciban dignamente; pero los que indignamente los reciben adquieren para sí mismos
condenación, como dice san Pablo.
XXVI. QUE LA INDIGNIDAD DE LOS MINISTROS NO IMPIDE EL EFECTO DE LOS SACRAMENTOS
Aunque en la Iglesia visible están siempre los malos mezclados con los buenos, —y alguna vez
los malos tengan autoridad superior en el Ministerio de la Palabra y de los sacramentos—; con
todo, como no lo hacen en su propio nombre, sino en el de Cristo, administrándolos por
comisión y autoridad de él, nosotros nos valemos de su ministerio debidamente, oyendo la
Palabra de Dios y recibiendo los sacramentos. Ni el efecto de la institución de Cristo se frustra
por su iniquidad, ni la gracia de los dones divinos se disminuye con respecto a aquellos que con
fe y rectamente reciben los sacramentos que les administran; los cuales son eficaces a causa
de la institución y promesa de Cristo, aunque sean administrados por los malos.
Pertenece, empero, a la disciplina de la Iglesia el que se inquiera sobre los malos ministros,
que sean acusados por los que tengan conocimiento de sus crímenes; y que, hallados
finalmente culpables, se disponga de ellos a través de un justo juicio.
XXVII. DEL BAUTISMO
El Bautismo no solamente es signo de profesión y nota de distinción con la que se
diferencian los cristianos de los no cristianos; sino que es también signo de la regeneración,
por el cual, como por instrumento, los que reciben rectamente el Bautismo son injertados en
la Iglesia, las promesas de la remisión de los pecados y de nuestra adopción como Hijos de Dios
por el Espíritu Santo, son visiblemente selladas, la fe es confirmada, y la gracia aumentada por
virtud de la oración a Dios.
El Bautismo de niños debe conservarse enteramente en la
Iglesia, como muy conforme con la institución de Cristo.
XXVIII. DE LA CENA DEL SEÑOR
La Cena del Señor no es solamente signo del amor mutuo que los cristianos deben tener
entre sí; sino más bien un sacramento de nuestra redención por la muerte de Cristo: de modo
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que para los que recta y debidamente y con fe la reciben, el pan que partimos es la
participación del cuerpo de Cristo, y del mismo modo la copa de bendición es la participación
de la sangre de Cristo.
La transubstanciación —o la mutación de la substancia— del pan y del vino en la Cena del
Señor, no puede probarse por las Santas Escrituras: más bien repugna a las palabras
terminantes de los Libros Sagrados, trastorna la naturaleza de sacramento, y ha dado ocasión a
muchas supersticiones.
El Cuerpo de Cristo se da, se toma, y se come en la Cena de un modo celestial y espiritual
únicamente; y el medio por el cual el Cuerpo de Cristo se recibe y se come en la Cena es la fe.
El Sacramento de la Cena del Señor ni se reservaba, ni se llevaba en procesión, ni se
elevaba, ni se adoraba, en virtud de mandamiento de Cristo.
XXIX. DE LOS IMPÍOS; QUIENES NO COMEN EL CUERPO DE CRISTO EN LA CENA DEL SEÑOR
Los impíos y los que no tienen fe viva, aunque compriman carnal y visiblemente con sus
dientes, —como dice San Agustín— el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, no por
eso son en manera alguna participantes de Cristo: antes bien, para su condenación, comen y
beben el signo o sacramento de una cosa tan grande.
XXX. DE LAS DOS ESPECIES
La Copa del Señor no debe negarse a los laicos; pues que ambas partes del Sacramento
del Señor, por institución y mandato de Cristo, deben administrarse igualmente a todos los
cristianos.
XXXI. DE LA ÚNICA OBLACIÓN DE CRISTO CONSUMADA EN LA CRUZ
La oblación de Cristo hecha una sola vez, es la perfecta redención, propiciación y
satisfacción por todos los pecados —tanto original como actuales— de todo el mundo. No hay
otra satisfacción por los pecados, sino ésta únicamente. Y así los sacrificios de las misas —en
las que se decía comúnmente que el presbítero ofrecía a Cristo en remisión de la pena o culpa
por los vivos y los difuntos— son fábulas blasfemas y engaños perniciosos.
XXXII. DEL MATRIMONIO DE LOS PRESBÍTEROS
Ningún precepto de ley divina manda a los obispos, presbíteros y diáconos vivir en el
estado de celibato o abstenerse del matrimonio. Al igual que a los demás cristianos, les es
lícito también contraer a su discreción el estado del matrimonio, si juzgan que así les conviene
mejor para la piedad.
XXXIII. COMO DEBEN EVITARSE LAS PERSONAS EXCOMULGADAS
La persona que por pública denuncia de la Iglesia es separada de la unidad de la Iglesia y
debidamente excomulgada, debe ser reputada como pagana y publicana por todos los fieles,
mientras por medio de penitencia no sea reconciliada públicamente y recibida en la Iglesia por
un juez competente.
XXXIV. DE LAS TRADICIONES DE LA IGLESIA
No es necesario que las tradiciones y ceremonias sean en todo lugar las mismas o
totalmente parecidas, porque en todos los tiempos eran diversas, y pueden mudarse según la
diversidad de países, tiempos y costumbres, con tal que en ellas no se establezca nada
contrario a la Palabra de Dios.
Cualquiera que por su privado juicio voluntaria e intencionalmente quebrante en forma
manifiesta aquellas tradiciones y ceremonias de la Iglesia que no son contrarias a la Palabra de
Dios y que están ordenadas y aprobadas por la autoridad pública, debe, para que teman otros
hacer lo mismo, ser públicamente reprendido como perturbador del orden publico de la
Iglesia, como despreciador de la autoridad del magistrado, y como alguien que vulnera las
conciencias de los hermanos débiles.
Toda Iglesia particular o nacional tiene autoridad para instituir, mudar o abrogar las
ceremonias o ritos eclesiásticos instituidos únicamente por la autoridad humana, con tal que
todo se haga para edificación.
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La Contra-Reforma Católica
En el siglo XVI, la Iglesia Católica
estaba pasando por una grave crisis .
En este contexto, el protestantismo
cobrado impulso y nuevas religiones
surgieron en Europa por ejemplo, el
calvinismo y el luteranismo.
Preocupados por los avances del
protestantismo y la pérdida de los
fieles, el Papa y sus obispos se
reunieron en la ciudad italiana de
Trento (Concilio de Trento 1545-1563)
con el objetivo de elaborar un plan de respuesta a la Reforma Protestante.
El Concilio de Trento definió la Contrarreforma Católica:
Decisiones tomadas durante la Contrarreforma:
- Retorno del Tribunal de la Santa Inquisición: Fue diseñado para
controlar, perseguir, encarcelar y castigar a los que no estaban siguiendo la
doctrina católica. Miles de pro-testantes, judíos y miembros de otras
religiones fueron perseguidos y castigados por el Santo Oficio.
- La creación del Índice de libros prohibidos (Índice Librorium
Proibitorium): lista de libros y dogmas contrarios a las ideas defendidas por
la Iglesia Católica. Los libros incautados serían quemados. Quién se
enredaba con los mismos recibía castigos severos. Varios autores, muchos
científicos fueron detenidos y condenados como autores de libros con ideas
no aceptadas por el Papado. Era una manera de detener el avance de otras
doctrinas y mantener el control cultural en manos de la Iglesia Católica.
-Creación de la Compañía de Jesús: Los integrantes de esta compañía
eran los Jesuitas. Estos fueron remitidos a los continentes de África,
América y Asia, y tuvieron como objetivo principal convertir a los nativos en
nuevos católicos, mediante la Catequización (Instruir en la doctrina de la fe
católica).
Intolerancia Religiosa
En muchos países europeos las minorías religiosas fueron perseguidas, y
muchas guerras religiosas se llevaron a cabo, por fruto del radicalismo. La
Guerra de los Treinta Años (1618-1648), por ejemplo, puso a católicos y
protestantes en guerra por motivos religiosos aparentemente. En Francia, el
rey ordenó el asesinato de miles de Calvinistas en la llamada la Noche de
San Bartolomé.
Consecuencias de las Reforma Protestante:
Durante la Reforma Protestante, en el siglo XVI, el Occidente católico se
dividió en dos grupos, una que siguió respetando la jerarquía romana y que
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mantuvo su nombre y el otro que tomó el nuevo nombre de protestantes.
La Reforma Protestante se inicio en el siglo XVI en Alemania gracias a la
prédica del reformador alemán Martin Lutero, pero antes también hubo
intentos de reformar la Iglesia Católica, pero fueron reprimidas
sangrientamente.
Hay ciertas similitudes básicas entre la Iglesia católica y los
protestantes, que se inspiraron en Jesús como su fundador, que
magnificaban la Biblia y confirmaban la moral cristiana y sus virtudes en la
sociedad. Sin embargo, hubo varias diferencias teológicas. Los protestantes
no estaban de acuerdo con los católicos sobre los reclamos del Papa y
rechazaban su autoridad y gobierno omnipotente. La Reforma Protestante
realizó cambios importantes en lo que respecta a los sacramentos, el
rechazo de los conceptos de purgatorio, invocación de los santos y
la veneración de las reliquias. Los protestantes afirmaron que la
autoridad final descansaba en la Biblia, mientras que los católicos y
los ortodoxos alegaron que estaba en la institución de la Iglesia
Católica.
Territorios de las Iglesias Protestantes y de la Iglesia Católica
Las áreas a las que el cristianismo católico permanecía predominante incluía
a Italia , España, Portugal, Francia , el sur Países Bajos, los cantones
forestales de Suiza, el sur de Alemania , Irlanda, Polonia, Lituania ,
Checoslovaquia , la mayor parte de Hungría , el norte de Yugoslavia,
América del Sur, América Central, México, la mayoría de las Indias
Occidentales , Quebec y las Islas Filipinas. Sin embargo, el cristianismo
protestante ya se había propagado principalmente en el norte y centro de
Alemania, Escandinavia, Finlandia, Estonia, Letonia, los Países Bajos del
Norte, la mayor parte de Suiza, Escocia, Inglaterra, los Estados Unidos, la
mayoría de Canadá, Sudáfrica y Australia.
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