POLÍTICA EXTERIOR Y POLÍTICA MIGRATORIA SUDAFRICANA: ¿EN CONTRAVÍA? TEMA: MIGRACIONES Y DIÁSPORAS POLÍTICA EXTERIOR MARIA CAMILA BARRIGA B. NATALY BERNAL P. UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA [email protected] [email protected] I. PROPUESTA DE PONENCIA OBJETIVO: Analizar y comparar el discurso panafricanista y renacentista con la política migratoria sudafricana a partir de 1994. JUSTIFICACIÓN: “The past decade has seen an extraordinary fascination with an onthe-move, on-the-make, high-speed globalization. (…) In shorthand, [the] globes impart a widespread sense that things, money, culture, and humans now possess a really greater ability to move about the earth. (…) Many of these globes convey the sense that we all live in a trasverable world-a world not of borders, but a space of flows, a world in motion” (Cunningham, 2004 p. 330). Como Cunningham afirma en el artículo Nations Rebound?: Crossing Borders in a Gated Globe, las migraciones internacionales constituyen una característica inherente al actual proceso de globalización. En este sentido, las dinámicas migratorias varían dependiendo el Estado, su política exterior y migratoria, su relación con sus pares, la coyuntura interior del mismo, entre otros factores. En el caso sudafricano, el Estado se convirtió en un receptor de migrantes, quienes se han visto atraídos por el gran crecimiento y desarrollo1 que ha logrado el país. Por otro lado, Ubuntu -que significa “humanidad”- es la base de la política exterior sudafricana, la cual se fundamenta en el respeto por todas las naciones, pueblos y culturas. Por consiguiente, Sudáfrica reconoce la necesidad de promover el desarrollo y la seguridad humana como objetivos centrales de los países, teniendo en cuenta el principio Batho Pele: ‘poner a las personas primero’ (República de Sudáfrica, International Relations and Cooperation Department, 2011, p. 4). Ahora bien, uno de los pilares de la política internacional de este país es el panafricanismo, debido a que se reconoce como parte integral del continente africano y por tanto, promueve la unidad del continente como catalizador de su desarrollo. De igual manera, la iniciativa del Renacimiento Africano busca posicionar a Sudáfrica como un país líder en el continente, que ayude a superar los problemas que se presenten al interior de este y en consecuencia, mejore lisa condiciones de vida de la población africana. 1 Así el PIB de Sudáfrica en 2010 se ubicaba en USD $363.910 billones (World Bank, 2012). Sumado a que su discurso basado en la reconciliación y renacimiento africano, hacen que el Estado se convierta en un foco de atracción de migrantes, provenientes en especial del resto del resto del continente. Sin embargo, el Estado sudafricano –como resultado de diferentes factores, entre estos las herencias del Apartheid- ha implementado un política migratoria que aun conserva rasgos enfoque de dos puertas, que poseía durante el régimen de segregación. De esta forma, se presentaba una puerta de entrada recibiendo a poblaciones que cumplían con los criterios de atracción definidos por la minoría en el poder, la otra, la puerta de atrás, tenía una doble función, por un lado, impedir que los migrantes no deseados entren y por el otro, dejando entrar temporalmente mano de obra barata. Este sistema estaba intrínsecamente conectado al esquema del ‘Gran Apartheid’, particularmente a través de la política de asentamientos [bantustantes], que borraron las fronteras entre ciudadanos y extranjeros en una forma que pocas sociedades logran (Wa Kabwe – Segatti, A., 2006 p. 37). En este orden de ideas, la presente ponencia tiene como objetivo analizar y comparar el discurso panafricanista y renacentista con la política migratoria sudafricana a partir de 1994. Teniendo en cuenta la historia del Estado africano y la influencia del Apartheid en el manejo de su política y dinámicas migratorias. Metodología empleada: Para responder a la anterior problemática se utilizará el método deductivo enunciado por René Descartes, teniendo en cuenta las teorías de migraciones, los lineamientos de política exterior sudafricana, su política migratoria y los condicionantes de la misma. Estructura: En primer lugar, se tendrá en cuenta el manejo de la política migratoria en Sudáfrica a través de los años y con su respectivo sustento teórico. En segundo lugar, se comparará con el discurso panafricanista y renacentista que ha manejado el Estado post-apartheid. Finalmente, se formularán las conclusiones del análisis. Resultados y conclusiones anticipadas: Respecto al presente trabajo, se puede concluir -entre otros- que: - - Sudáfrica en su búsqueda de posicionarse como líder del continente, privilegia en su discurso las relaciones de colaboración, cooperación e interdependencia enmarcadas en la filosofía de Ubuntu, especialmente con sus vecinos. Sin embargo, las tensiones crecientes con los migrantes – tanto documentos como indocumentados – genera xenofobia, racismo e inseguridad, alejándose del principio Batho Pele. El Estado sudafricano no ha definido una política migratoria concreta que incluya al inmigrante como sujeto de derechos y deberes, así como, que tenga en cuenta los procesos de integración y asentamiento de los flujos. - - Se puede afirmar que es necesario que el Estado entienda la inmigración como un efecto colateral del desarrollo, y que por está razón, es imperativo contar con un política migratoria bien definida. Como resultado de la historia y el legado del Apartheid, el Estado sudafricano aun posee grandes retos por superar, entre éstos la desigualdad y la pobreza. POLÍTICA EXTERIOR Y POLÍTICA MIGRATORIA SUDAFRICANA: ¿EN CONTRAVÍA? María Camila Barriga B. [email protected] Nataly Bernal P. [email protected] “The past decade has seen an extraordinary fascination with an on-the-move, onthe-make, high-speed globalization. (…) In shorthand, [the] globes impart a widespread sense that things, money, culture, and humans now possess a really greater ability to move about the earth. (…) Many of these globes convey the sense that we all live in a trasverable world-a world not of borders, but a space of flows, a world in motion” (Cunningham, 2004 p. 330). Como Cunningham afirma en el artículo Nations Rebound?: Crossing Borders in a Gated Globe, las migraciones internacionales constituyen una característica inherente al actual proceso de globalización. En este sentido, las dinámicas migratorias varían dependiendo el Estado, su política exterior y migratoria, la relación con sus pares, la coyuntura interior del mismo, entre otros factores. En el caso sudafricano, el Estado se convirtió en un receptor de migrantes, quienes se han visto atraídos por el gran crecimiento y desarrollo2 que ha logrado el país. Ahora bien, la caída del apartheid y la llegada de Nelson Mandela al poder en 1994 marcan un cambio en la política exterior y migratoria del país. Desde este momento, la política exterior sudafricana se va a fundamentar especialmente en el Ubuntu y sus ejes fundamentales serán el Renacimiento Africano, el Panafricanismo y la Cooperación Sur-Sur. En este sentido, fue especialmente importante el ‘Plan Estratégico’ publicado por el Departamento de Asuntos Exteriores en 2004, en el cual se incluyen como aspectos fundamentales de la política exterior el “compromiso con la promoción de los derechos humanos y la democracia; con la justicia y el derecho internacional como conductor de las relaciones entre las naciones: con la paz internacional y los mecanismos para la resolución pacífica de los conflictos, el desarrollo regional y la cooperación internacional” (Nathan, 2005, p. 362) Por otro lado, las prácticas exclusionistas desarrolladas por más de un siglo son un gran reto para los gobiernos democráticos, quienes se han esforzado por 2 Así el PIB de Sudáfrica en 2010 se ubicaba en USD $363.910 billones (World Bank, 2012). Sumado a que su discurso basado en la reconciliación y renacimiento africano, hacen que el Estado se convierta en un foco de atracción de migrantes, provenientes en especial del resto del resto del continente. mantener el papel económico preponderante del Estado y combatir los rezagos del anterior régimen. A pesar de esto, la política migratoria aún conserva rasgos del enfoque de dos puertas, que tenía durante el régimen de segregación. De esta forma, se presentaba una puerta de entrada recibiendo a poblaciones que cumplían con los criterios de atracción definidos por la minoría en el poder, la otra, la puerta de atrás, tenía una doble función, por un lado, impedir que los migrantes no deseados entren y por el otro, dejando entrar temporalmente mano de obra barata. Este sistema estaba intrínsecamente conectado al esquema del ‘Gran Apartheid’, particularmente a través de la política de asentamientos [bantustantes], que borraron las fronteras entre ciudadanos y extranjeros en una forma que pocas sociedades logran (Wa Kabwe – Segatti, A., 2006 p. 37). En este orden de ideas, sería pertinente preguntarse si la política exterior que ha manejado el Estado sudafricano post apartheid, es congruente con su política migratoria. Respecto a esto se podría afirmar que ha manejado una política exterior de puertas abiertas al mundo. Sin embargo, cuando se trata de política migratoria, dicha apertura se centra en aceptar únicamente a quienes contribuyen a materializar los fines desarrollistas del Estado. Lo anterior, tiene su fundamento en que en el Estado sudafricano aun persisten rasgos del Apartheid en el ámbito económico. De esta forma, en primer lugar, se analizará la política exterior que ha manejado el Estado sudafricano después del régimen del Apartheid. En segundo lugar, se tendrá en cuenta la política migratoria. Finalmente, se tomarán elementos del discurso sudafricano para explicar la toma de decisiones en materia de migraciones. Política exterior Sudafricana Ubuntu – que significa ‘humanidad’ – ha sido primordial para la construcción de nación, para la creación de una consciencia sudafricana y para la configuración de la política exterior de este país. Esta filosofía se fundamenta en el supuesto que la humanidad de cada persona se afirma cuando se afirma la humanidad de las demás. En este sentido, al trasladar esta idea al ámbito internacional, se encuentra que Sudáfrica tiene como parte de su interés nacional respetar todas las naciones, pueblos y culturas, promoviendo el apoyo y desarrollo de los demás países del sistema internacional – especialmente los africanos. Así mismo, Sudáfrica reconoce que su seguridad nacional dependerá del establecimiento de la seguridad humana como meta universal. Para esto, el país se basa en el principio Batho Pele, es decir, poner a las personas siempre primero (Ver República de Sudáfrica, International Relations and Cooperation Department, 2011, p. 4). Por ende, son estos principios nacionales los que van a dar forma a una nueva política exterior post-apartheid, fundada en una identidad sudafricana que propenderá por el fortalecimiento del panafricanismo, el renacimiento africano y la cooperación sur-sur. Se debe tener en cuenta que durante muchos años Sudáfrica fue considerado un paria en el sistema internacional debido a su pasado enmarcado en el apartheid. Sin embargo, con la caída de este régimen de segregación racial y con la llegada de Nelson Mandela al poder en 1994, se empezó a reconfigurar la política exterior debido a que se resaltaba la importancia de mantener relaciones internacionales fuertes y consolidadas, que le permitieran al país salir de su condición de aislamiento y constituirse en el líder y vocero del renacimiento africano. Thabo Mbeki es quien anuncia el renacimiento de África en el siglo XXI, en su discurso de abril de 1997 ante la Comunidad de Desarrollo de África Austral – SADC por sus siglas en inglés – cuando expresa: “Aquellos que tengan ojos para ver, permítanles ver. El Renacimiento está ante nosotros. Como cuando tratamos de ver a través de un espejo oscuro, parece no ser obvio. Pero está ante nosotros” (Mbeki, 2000, p. 76). De esta manera, es importante precisar el concepto de Renacimiento Africano dado que cada vez es más frecuente su uso en el discurso sudafricano, por tanto, se entiende como: la necesidad de otorgarle poder a los pueblos africanos para liberarse ellos mismos del legado del colonialismo y neocolonialismo y para situarse en el escenario global como contribuyentes iguales y respetados, así como beneficiaros de todos los logros de la civilización humana (Mbeki, 2000, p. 77). Así, el concepto engloba tanto el pasado como el futuro de un continente (Mbeki, 1998). El pasado porque que tiene en cuenta todos los logros artísticos, arqueológicos y arquitectónicos de los grandes imperios africanos en la antigüedad. El presente porque busca que todos los países del continente superen los problemas actuales, le den fin al conflicto interno, instauren gobiernos democráticos y alcancen un desarrollo que se traduzca en mejores condiciones de vida para la población africana en general. Dado lo anterior, en 1997 el Congreso Nacional Africano evidenció la necesidad de utilizar el concepto de Renacimiento Africano para definir las relaciones tanto con África como con el resto del mundo. Esta idea se fortalece con el propósito del país de convertirse en el líder y vocero del continente y de ayudar a través de la cooperación y la mediación a promover la paz, la seguridad internacional y a impulsar el desarrollo político y económico en los países. En este orden de ideas, al reconocerse como parte integral del continente africano y comprometerse en la búsqueda de la estabilidad, unidad, desarrollo y prosperidad de éste, utiliza como plataforma de su política internacional el Panafricanismo. Esta idea se basa en la premisa que todos los pueblos descendientes de África constituyen una comunidad cultural y política basada en los orígenes comunes de opresión racial, política y económica. Del mismo modo, implica una unidad política, económica y cultural entre todos los africanos, con el objetivo de tener éxito en la liberación y progreso de todos los pueblos y naciones africanas (Ver Adogamhe, 2008, p. 7). Por lo tanto, dado que el Panafricanismo se fundamenta en la solidaridad política y en la herencia y valores culturales comunes, se podría concluir que la xenofobia y la discriminación entre los pueblos de África serían inexistentes. Sin embargo, la realidad muestra que cuando ingresan personas al país de forma irregular, a ocupar trabajos de carácter informal, sin las condiciones y garantías previas suficientes para la inserción en la sociedad; son percibidos como un obstáculo para el logro de los objetivos de la nueva agenda desarrollista que tiene el país y por esta razón son excluidos y rechazados. Por otra parte, la ideología panafricanista se convirtió en el fundamento de la Organización de la Unidad Africana (OUA) que posteriormente se transformaría en la Unión Africana (UA), que son organismos que materializan la idea de crear una entidad supranacional que promueva la unidad del continente e impulse su desarrollo económico. Ahora bien, con la Unión Africana lo que pretenden los países es “crear una alianza económica y monetaria, establecer una política exterior y de defensa común, junto con otras decisiones estratégicas basadas en un conjunto de valores claramente identificados” (Adogamhe, 2008, p. 2). Adicionalmente, se debe tener en cuenta que el liderazgo de Sudáfrica en la transición de la OUA a la UA y en la posterior constitución y consolidación de la última, fue fundamental y se refleja en que ésta fue inaugurada formalmente en la ciudad de Durban por el Presidente sudafricano Thabo Mbeki el 9 de julio de 2002. De igual forma, su liderazgo se demuestra con propuestas como la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD – por sus siglas en inglés), que es una iniciativa económica que pretende establecer un marco estratégico para alcanzar un desarrollo socio-económico. Cabe resaltar que África es un destino importante de exportación de bienes y servicios de valor agregado provenientes de Sudáfrica, sin embargo, este país restringe la entrada de productos del continente y los limita a un reducido número de bienes primarios. De ahí que, a pesar de ser uno de los principales promotores de iniciativas de cooperación e integración del continente, en algunas ocasiones Sudáfrica no es consistente con su discurso y no firma protocolos o convenios multilaterales y regionales que nacen en las organizaciones que ayudó a consolidar y fortalecer. Un ejemplo de esto es la Ley de Inmigración de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), específicamente en sus tres borradores de Protocolos sobre el movimiento de personas, los cuales fueron rechazados por Sudáfrica. Sumado a lo anterior, el discurso sudafricano prioriza la Cooperación Sur-Sur debido a que considera que es una estrategia importante para que los países en desarrollo del continente diversifiquen sus relaciones, promuevan la integración con otros países y no dependan exclusivamente de las potencias del norte. Por tanto, es consciente de la necesidad que tiene el continente de contar con ayuda de otros países para superar sus conflictos y desarrollar industrias y economías capaces de cumplir con los desafíos de la globalización. Así mismo, la Cooperación Sur-Sur será fundamental para desarrollar políticas coherentes con el discurso de renacimiento africano pero que a su vez contribuyan a darle solución a los problemas migratorios que tiene Sudáfrica con sus vecinos. El país debe ser consciente que en la medida en que alcanza un desarrollo considerable económicamente, atraerá flujos de personas – tanto capacitadas y educadas como analfabetas – por lo que es imperativo desarrollar una política acorde a esta situación, la cual supere el enfoque tradicional de dos puertas y ayude e integre a los inmigrantes dentro de la sociedad. La política migratoria post-Apartheid Ahora bien, como se afirmó anteriormente este discurso que han manejado los gobiernos democráticos desde 1994, puede entrar en contradicción con la política migratoria que ha manejado el Estado post-apartheid. De esta manera, Aurelia Wa Kabwe-Segatti, afirma que “el debate en Sudáfrica post-apartheid se ha caracterizado esencialmente tanto por un enfoque migratorio basado en la seguridad como por la apertura al resto del continente africano y al mundo en general” (2006, p. 34). En la actualidad, dicha política se basa en el control y regulación de flujos y está contenida en dos instrumentos, la Ley sobre Refugiados de 1997 y la Ley de Inmigración de 2002, con sus respectivas enmiendas. Así, la última ley (Ley de Inmigración) está dirigida a regular a las personas que [van] a ser admitidas en el país, las que [tienen] intención de convertirse en residentes y finalmente, aquellas que saldrían de este. Además, establec[e] las condiciones para las distintas categorías de migrantes permanentes y temporales así como regula la detención y deportación de los indocumentados (Barriga y Bernal, 2011, p. 22). En este orden de ideas, para poder analizar la política migratoria sudafricana en su conjunto, es necesario analizar brevemente cómo ha sido la migración hacia el Estado durante los últimos años. Por tanto, según The Community Survey de 2006, en Sudáfrica habitaban 958 186 personas nacidas en el exterior, es decir, el 2.4% de la población total (citado en: Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 4). La población extranjera en Sudáfrica se puede clasificar –según Jonathan Crush (2005. P. 118)- en cuatro categorías: la primera agrupa a los trabajadores temporales con contrato legal3, quienes van a trabajar a las minas de oro y platino, y provienen de países vecinos como Botswana, Lesotho y Swazilandia. 3 La forma más antigua de migración desde África del Sur hacia Sudáfrica. La segunda contiene a los migrantes regulares calificados4, que se encuentran distribuidos por toda Sudáfrica y de éstos la mayoría5 provienen de Europa y Norte América (Crush, 2000 p.15). La tercera categoría está compuesta por la migración forzosa, que se refiere a los refugiados que migran hacia Sudáfrica como consecuencia de conflicto en su país de origen. Finalmente, la cuarta categoría tiene en cuenta a los migrantes irregulares o indocumentados, -según Crush- ésta es la categoría con mayor número de migrantes en Sudáfrica. Las cifras oficiales estiman que aproximadamente hay 5 millones de migrantes irregulares –con mayor concentración en Johannesburgo y provenientes principalmente de Mozambique y Zimbabwe (Crush, J. 2005 p. 120). Teniendo como referente dicha clasificación, se puede argüir que el enfoque de política migratoria que el gobierno sudafricano adopta varía según la categoría de migrante. Así, dicha política varía dependiendo si se trata de una migración laboral –en la cual se aplican modelos unilaterales, bilaterales y multilaterales-, de refugiados o personas en de situación de irregularidad. Migración Laboral En Sudáfrica, la política migratoria ha ido de la mano del campo laboral. En este sentido, la Ley de Inmigración de 2002 reguló la entrada de las dos primeras categorías expuestas por Jonathan Crush anteriormente. Así, las políticas de entrada o salida del país se basan en una visión desarrollista de las migraciones, puesto que acepta los elementos que contribuirán al crecimiento y desarrollo del Estado y rechaza a quienes no se encuentran dentro de este esquema. En consecuencia, el White Paper on International Migration6 en 1999 establecía claramente que buscaba dejar entrar a las personas que añaden valor a la sociedad sudafricana y dejar aquellas que no lo hacen. (…) Las personas que pueden añadir valor al crecimiento y desarrollo son aquellas que invierten, son empresarios que promueven el comercio, aquellas que pueden añadir nuevos conocimientos y experiencia a la sociedad, y aquellas que tienen las capacidades y experticia requeridas para hacer las cosas que los sudafricanos no pueden hacer apropiadamente. Dicha apertura al mundo debe ser bienvenida (Republic of South Africa- Ministry of Home Affairs, 1999) De esta manera, la visión anterior sobre las migraciones y su relación con los asuntos y el interés nacional del Estado quedó contenida en la la sección 2 (1) de 4 Por calificado se entiende a todas las personas que contribuyen a sostener el núcleo funcional de la economía (Crush, J. 2000 p. 14). 5 De una muestra de 400. Estudio disponible en: Crush, J, et al. (2000) « Brain Gain: Skilled Migrants and Immigration Policy in Post-Apartheid South Africa » en Migration Policy Series No. 20, The Southern African Migration Project, Cape Town. 6 Documento del gobierno sudafricano en el que se basó la Ley de inmigración de 2002. la Ley de inmigración de 2002. Aunque dicha sección fue derogada con la enmienda de 2004, brinda un panorama de las intenciones de la Ley de inmigración al señalar los objetivos de la misma, incluyendo la regulación de los flujos de entrada de “extranjeros” para promover el crecimiento económico, por medio de (a) asegurando que las empresas sudafricanas puedan emplear a los extranjeros que se necesitan; (b) facilitando la inversión extranjera, el turismo y las industrias que dependen del intercambio internacional de personas; (c) permitiendo la “estancia” en el país de las personas excepcionalmente calificadas; (d) aumentando el recurso humano calificado; (e) facilitando el movimiento de estudiantes y académicos al interior de la SADC para realizar sus estudios, investigaciones o enseñar; (f) promoviendo el turismo; (g) fomentando la formación de los ciudadanos y residentes para reducir la dependencia laboral de extranjeros y promover la transferencia de capacidades desde los extranjeros hacia los nacionales. Aunque esta sección de la IA original ha sido derogada sí indica la intención de la política migratoria, [a pesar que] la IA7 modificada parece un poco más restrictiva (Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 17). Ahora bien, según The Labour Department afirma que en el Estado sudafricano ha habido un debate entre los enfoques unilaterales, bilaterales y multilaterales hacia la política migratoria. En primer lugar, el enfoque unilateral se refiere a las decisiones de política que dependen únicamente del gobierno central. En este sentido, la ley de inmigración establece las condiciones y permisos de entrada y “cuatro categorías diferentes de permiso de trabajo (cuota, general, competencias excepcionales y transferencias dentro de la compañía)” (Republic of South AfricaLabour Department, 2007, p. 17). En segundo lugar, el enfoque bilateral tiene en cuenta los tratados y acuerdos realizados por Sudáfrica y otros países de la región para la realización de programas de migración circular. Bajo este enfoque, el Estado sudafricano ha firmado acuerdos con los Estados vecinos como (Botswana, Lesotho, Malawi, Mozambique, Swazilandia y Zimbabwe). Finalmente, el enfoque multilateral se caracteriza por la firma de protocolos en el seno de organizaciones internacionales y regionales como la Unión Africana, La Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC por sus siglas en inglés) y Naciones Unidas. En este último, cabe anotar como se afirmó anteriormente que aunque Sudáfrica ha sido promotor de la integración económica y política en el continente, los gobiernos se han abstenido de ratificar los protocolos que considera que van en contravía con la consecución del desarrollo y crecimiento del país. 7 Immigration Act 2002 (Ley de Inmigración) Refugiados: Por otra parte, como resultado de la inestabilidad regional la política de asilo a partir de 1997, como se afirmó anteriormente, se ha manejado mediante una legislación aparte de la política de inmigración. Sin embargo, “el proceso de determinación de los refugiados tiende a adjudicar esta calidad con base en el origen nacional y no con base en las circunstancias individuales y la amenaza de daño” (Crush, J. 2005 p.119). A su vez, los refugiados continúan siendo una población vulnerable y por tanto se encuentra en desventaja al tener gran dificultad de acceso a servicios como la salud y la educación. En consecuencia, enfrentan una serie de problemas sociales, incluyendo dificultad en el acceso a documentos de identidad, limitado acceso a servicios básicos de salud, exclusión de los hijos de los refugiados dentro de las escuelas, (…) incapacidad para abrir cuentas bancarias y negación de oportunidades de empleo (Bhamjee and Klaaren, 2004; Winterstein and Stone, 2004; Pursell, 2004; Jacobsen and Bailey, 2004 citados en Crush, J. 2005 p. 137). Migración irregular Como se nombró anteriormente y de acuerdo con Crush, esta categoría puede estar constituida por el mayor número de inmigrantes en el país. Como resultado del colapso del régimen del Apartheid y el gran cambio en la política interna que experimentaba el país, la migración irregular en los años 90s aumentó. Por tanto, según The Human Sciences Research Council of South Africa estimó que había entre 5 y 8 millones de indocumentados en Sudáfrica (citado en Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 15). De éstos, las fuentes principales son Mozambique, Lesotho y Zimbabwe. En efecto, la alta tasa de inmigración irregular ha traído consigo grandes retos y problemáticas para la Nación del Arco Iris. En este sentido, cuando el inmigrante irregular entra al mercado laboral informal, no cuenta con las condiciones necesarias para su efectiva inserción en la sociedad receptora. Como resultado a esta situación, dichas personas son percibidas como un impedimento para la agenda desarrollista del Estado. Así mismo, en el seno de la sociedad sudafricana se van forjando actitudes xenofóbicas, puesto que en su imaginario los asentamientos informales, parte de la alta tasa de desempleo y la propagación del VIH/SIDA, se entienden como consecuencia de la inmigración irregular. El por qué de este enfoque en la política migratoria: Aunque el Estado sudafricano ha experimentado avances inigualables en la abolición del régimen de Apartheid político, aun no ha logrado hacer lo mismo con la segregación en el ámbito económico, que se mantuvo por más de sesenta años en el país. Es decir que, los gobiernos democráticos conservan el reto de integrar al cien por ciento de la población negra a la economía del país. En este sentido, es razonable que desde el gobierno se pregunte si “Sudáfrica debería aceptar la entrada de trabajadores poco calificados al país cuando la tasa de desempleo es de 30-40%”(Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 10). De esta forma, es necesario recalcar que el Estado no cuenta con la capacidad necesaria para satisfacer todas las necesidades de sus nacionales y por tanto, es sensato que tome políticas restrictivas en cuanto a la inmigración. De esta manera, como el gobierno establece en el preámbulo de The White Paper on International Migration de 1999 la historia [de Sudáfrica] ha sido desventajosa para [algunos] segmentos de la población, excluyéndolos de la participación en el mercado de educación y capacidades. [Por lo que] debe haber una acción afirmativa en la inmigración, (…)[La] obligación [del gobierno] radica en servir primero, al pueblo [sudafricano]; segundo, los pueblos de la región y los miembros de los Estados de la Comunidad de Desarrollo de África Austral; tercero, los pueblos de África ; por último, el resto del mundo (Republic of South Africa- Ministry of Home Affairs, 1999). Conclusión: ¿Hacia dónde va Sudáfrica en materia de política migratoria? En conclusión, la política migratoria sudafricana se constituye en un obstáculo para la consecución de los objetivos panafricanistas, puesto que como resultado de las diferencias en las condiciones internas de cada Estado en África, los ciudadanos tenderían a emigrar hacia los grandes polos de desarrollo, dado que les ofrecerían una mejor calidad de vida. Ahora bien, a pesar de que el Estado sudafricano –como se afirmó anteriormente- ha sido uno de los principales abanderados de dicho discurso, su respuesta frente a la inmigración –sobretodo la irregular y la no calificada- ha sido como la que se manejaba en el Estado del Apartheid, quien “prefería la deportación en lugar de la sanción” (Republic of South Africa-Labour Department, 2007, p. 42). En este sentido, es importante recalcar que los esfuerzos realizados por el gobierno en busca de la reconciliación en la población sudafricana no han podido ser efectivos en algunos aspectos, puesto que el Estado no cuenta con una estructura suficiente para favorecer la integración de los inmigrantes dentro de la sociedad. Así, se entiende que la prioridad de los gobiernos ha sido desracializar la economía. Finalmente, se observa que la política exterior y migratoria del Estado sudafricano apuntan a direcciones diferentes, puesto que la primera maneja un discurso de apertura e inclusión de todos los pueblos africanos. Mientras que la segunda, muestra una Sudáfrica de puertas cerradas, en razón de la consecución de los objetivos de política interna relacionados con la inclusión de toda población nacional, el crecimiento y desarrollo económico. Por consiguiente, es necesario encontrar un equilibrio entre la política exterior, la política interna y la migratoria, para poder ampliar los principios basados en el ubuntu hacía las poblaciones de inmigrantes. Referencias Bibliográficas Adogamhe, P. (2008, Julio) “PAN-AFRICANISM Revisited: Vision and Reality of African Unity and Development” en African Review of Integration Vol. 2, No. 2, [en línea] disponible en: http://www.africaunion.org/root/ua/Newsletter/EA/Vol2%20No2/Adogamhe.pdf Barriga, M., y Bernal, N. (2011, septiembre-octubre) “Política migratoria sudafricana: Entre contradicciones y continuidades” en Boletín de estudios africanos: especial migraciones en África, núm. 002, Universidad Externado de Colombia. Crush, J. (2008) “South Africa: Policy in the Face of Xenophobia” [en línea], disponible en: http://www.migrationinformation.org/USfocus/display.cfm?ID=689 Crush, J. 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