Amateurismo y profesionalidad delictiva en la estratificación social. Diversas realidades. Crítica al amateurismo en los delitos de cuello blanco. AUTOR: Said Hasan Mebar RESUMEN: En el presente trabajo, se tratará un tema relativo a la Sociología Jurídica en general, aunque especialmente el tema de la desviación social. Si bien no es una crítica a la tesis de Gabriel Kessler, respecto a su obra: Sociología del delito amateur sí podemos decir que en realidad consiste en un paralelismo respecto a los delitos amateur, pero analizando otro tipo de sectores diferentes a la que analiza Kessler: Los altos estratos sociales. La pregunta que circunda a todo el trabajo es la siguiente: ¿Podemos hablar de delitos amateur en los delitos de cuello blanco, o esos delitos sólo podemos considerarlos como delitos profesionales? Analizando los mismos aspectos de Kessler, la idea se circunscribe a observar si los mismos factores planteados por el autor de la obra, pueden ser aplicables también a la clase alta y responder ese interrogante. A continuación, el desarrollo: Si bien el delito está presente en todos los estratos sociales, las situaciones socioeconómico-culturales que pueden llegar a originar condiciones de producción delictiva, varían de acuerdo al estrato social. Tales condiciones, pueden en algunos casos, unido a vivencias personales originar un potencial delincuente que puede ser esporádico, amateur, o bien más profesional haciendo de ello su modus vivendi. Aunque las condiciones que pueden llegar a originar potenciales delincuentes no son tajantes ni determinan a priori éste tipo de situación, lo cierto es que dicho factor coadyuva junto con otras experiencias a que esto ocurra. Siguiendo a Gabriel Kessler en su obra “Sociología del delito Amateur”, hay factores muy importantes a tener en cuenta: el trabajo, la educación, el grupo de pares, la vida en el barrio, la situación familiar, la relación con las autoridades. Kessler ha dedicado su obra a los sectores marginales donde demuestra que tales condiciones son factores que pueden llegar a producir potenciales delincuentes. Los delitos que se denominan amateur, son aquellos en donde la persona comienza sus inicios en la delincuencia. Se caracterizan por ser delitos con escasa racionalidad, casi espontáneos, sin planificación alguna, y sin un código de conducta que determine cómo actuar, de qué modo, bajo qué condiciones, sin consideraciones de riesgo alguno. Los delitos profesionales por el contrario, adscriben a estas características con una evidente consideración del riesgo. Ahora bien, ¿ocurre lo mismo con todos los sectores de la sociedad? La tipología de los delitos que se producen varían de una clase a otra, aunque si bien hay algunos comunes – como por ejemplo el homicidio- hay determinados delitos que pareciera que son más comunes en determinadas clases sociales. Estadísticas demuestran que en clases marginales, son más comunes los delitos contra la propiedad, como el robo, mientras que en sectores altas son comunes los delitos económicos o de cuello blanco. Volviendo a la pregunta anterior: ¿coinciden los mismos factores o condiciones que deben tenerse en cuenta al momento de analizar el delito, respecto de las influencias que originan en las personas al momento de delinquir? ¿De qué manera? ¿Podemos aplicar lo que Kessler afirma, respecto de aquellos condicionamientos en sectores marginales a la clase alta? Si esto es posible: ¿Son condicionamientos universales que influyen en la producción delictiva? Para poder observar esto, es necesario analizar delitos comparables. Los delitos económicos en género, teniendo en cuenta los delitos contra la propiedad en los sectores marginales y los delitos de cuello blanco, son susceptibles de comparación en cuanto a factores causales. Si vamos a analizar a los delitos de cuello blanco, aquellos en íntima relación con la clase alta, ¿a qué nos estamos refiriendo? “ El delito de cuello blanco es el crimen cometido por una persona de respetabilidad y un estatus social alto en el curso de su ocupación.” Edwin H. Sutherland (1883-1950) ha sido considerado como uno de los criminólogos estadounidenses más influyentes del siglo XX. La frase ”crimen de cuello blanco” la introdujo por primera vez en su discurso de toma de posesión ante la Asociación Americana de Sociología, el 27 de diciembre de 1939. Posteriormente, en 1949, publica su monografía White-Collar Crime (Delito de cuello blanco). Sutherland dejó claramente establecido, que este tipo de delito era cometido por personas con elevado status socioeconómico. ¿Qué distingue al delito de cuello blanco de los demás delitos? Necesariamente la persona de status socio-económico que comete un crimen de esta naturaleza, tiene que desarrollarlo en áreas y ámbitos relacionados íntimamente con sus ocupaciones profesionales. Esto quiere decir, que una persona de status social bajo puede cometer un crimen de alta consideración económica distanciada de su actividad profesional; también, alguien de status socio-económico muy elevado puede cometer un delito común: estos no son crímenes de cuello blanco. Este nuevo concepto abrió un espacio inédito para la justicia y el derecho. Hasta entonces se pensaba que el mundo delincuente era un ámbito vinculado únicamente con las clases bajas, y con los bajos fondos, con psicópatas degenerados, delincuentes natos marcados por estigmas atávicos, o sujetos caracterizados por una personalidad delincuente. Sutherland rompió la impunidad de la que gozaban los delincuentes de las clases acaudaladas. “La delincuencia de cuello blanco -dijo en Filadelfia en su tan sonada intervención- se da en cualquier ocupación y puede descubrirse fácilmente a lo largo de una conversación casual con el representante de una determinada profesión. Basta con preguntarle: ¿Qué prácticas deshonestas existen en su profesión? La delincuencia de cuello blanco en el mundo de los negocios se manifiesta sobre todo bajo la forma de manipulación de informes financieros de compañías, la falsa declaración de stocks de mercancías, los sobornos comerciales, la corrupción de funcionarios realizada directa o indirectamente para conseguir contratos y leyes favorables, la tergiversación de los anuncios y del arte de vender, los desfalcos y la malversación de fondos, los trucajes de pesos y medidas, la mala clasificación de las mercancías, los fraudes fiscales y la desviación de fondos realizada por funcionarios y consignatarios. Estos son lo que Al Capone llamaba “negocios legítimos”. Estos delitos y muchos otros se encuentran con frecuencia en el mundo de los negocios”. Volviendo al objeto de nuestro trabajo, podemos decir que factores como el trabajo, la educación, su relación con su familia y grupo de pares, y la posición socioeconómica, parecen ser factores comunes al momento de observar cómo se llega a la primera delincuencia –amateurismo- para llegar a una profesionalidad –que si bien son los menores casos- muchos delincuentes lo toman como modus vivendi. Condiciones o factores comparables El trabajo como un factor a analizar es comparable entre ambas clases desde el punto de vista de cómo puede influir para crear condiciones en donde surjan potenciales delincuentes. Si bien las situaciones no son las mismas, corresponde ver que, estructuralmente, como categoría es clara su influencia. Evidentemente las situaciones laborales no pueden compararse, pero sí la forma en que influyen. La historia y la estructura económica de la República Argentina, se encuentra llena de coyunturas que han influido en la movilidad intra e inter generacional. Si uno analiza las condiciones laborales del mercado, claramente es observable que para acceder a un puesto de trabajo cuyo sueldo sea necesario para satisfacer una necesidad básica, lo mínimo exigido son estándares de educación cumplidos –como el secundario completo- y una experiencia laboral previa. Los sectores marginales no pueden acceder a ellos. Y esto tiene como factor causal una educación incompleta, lo que también origina poca experiencia. A mayor nivel de especialización y educación es mayor el abanico de oportunidades para encontrar trabajo. Las investigaciones de Kessler, demuestran que el mercado de trabajo en la Argentina, respecto a quienes pertenecen a sectores marginales, sólo puede tener una realidad con puestos de trabajo precarios, caracterizados como tareas agobiantes, mal pagos. El pobre tiene en el país períodos de alternancia de trabajo precario, con desocupación, lo que hace que la persona sólo tenga respecto de su vida, una frustración de un futuro con malas experiencias. Con sueldos que no alcanzan, muchos recurren al robo para poder satisfacer sus necesidades, a lo que Kessler llama Lógica de Provisión. Esta lógica hace alterar la dimensión que la persona tiene de lo ilegal, desdibujándose, y justificando su conducta, de que la persona roba para satisfacer sus necesidades. Aparecen así, robos con fundamento en el hambre, vestimenta, entre otras necesidades personales. No obstante ello, estos robos que en un principio eran para satisfacer necesidades básicas, luego se realicen para satisfacer otras necesidades como el ocio. Esto origina una lógica de dos dineros: uno obtenido del trabajo, el otro de modo ilegal. El primero utilizado para los gastos del hogar, el segundo gastado más rápidamente para el ocio, llamado también plata dulce. El primero es más valorado que el segundo. En los sectores privilegiados, el factor de trabajo es valorado en forma diferencial. El trabajo es utilizado de forma instrumental para la comisión delictiva. Estos medios de comisión implican un abuso del puesto de trabajo, entablando relaciones sociales tendientes a conectar lazos delictivos. Gran importancia tiene el tema de la especialización y educación, que más adelante se desarrollará. Los delitos de cuello blanco, tales como el lavado de dinero, evasión impositiva, agiotaje se caracterizan por puestos de trabajos de alta jerarquía, óptimos para entablar lazos de importancia. El conocimiento entre lo legal e ilegal existe. Mientras en un caso tenemos una lógica de provisión que se autojustifica, en otro lado el conocimiento de la ilegalidad también existe. Para entender cómo funciona este tipo de condición, es necesario relacionarlo con la teoría de la oportunidad. En los delitos de cuello blanco, el puesto alto de trabajo, presenta las condiciones de relacionarse con todo tipo de gente y poder, y ofrece las oportunidades de delinquir a gran escala, dándole a la labor una apariencia de legalidad. La oportunidad del delincuente del sector marginal, es diferente. Las posibilidades de movilidad ascendente son tan escasas que claramente no encuentra medios lícitos para acceder a la clase media, con lo que lleva a obtener por medios ilícitos un fin lícito: satisfacer su necesidad. Una innovación, en términos de Merton. La estructura de oportunidades es importante en relación al trabajo, porque ofrece condiciones ya sea para delinquir o no –mayores en la clase alta- que hacen a una elección. Qué es lo que hace al sujeto caer o no en el delito difiere de cada caso particular. En conclusión, el factor trabajo es importante porque genera influencias en el factor socioeconómico, originador de una estructura de oportunidades diferencial en donde la teleología de las acciones es diversa en cada clase: satisfacción de necesidades básicas en clases marginales, ascenso, prestigio y poder a causa del dinero en clases altas. Todo se determina por las condiciones de vida: Precariedad, desempleo y bajos salarios en una; puestos de trabajo que otorgan buenos salarios, pero que conectan a relaciones que implican más dinero o rentabilidad en otra, aparte de la incitación al fraude propia del juego económico y la disuasión social. Otro tema a analizar es la relación familiar y de pares. Cabal importancia tienen los procesos de socialización del sujeto, ya que una falla en la sociabilización crea otra personalidad en los individuos haciéndolos más proclives al delito. Por ejemplo el delincuente de cuello blanco se caracteriza, según Isaac Del Pino Díaz, por: “ser una persona con un carácter materialista, es decir que durante su sociabilización ha adquirido como valor esencial la supremacía monetaria y la necesidad extrema para obtener más y más ganancias, llegando en algunos casos a sobrepasar sus necesidades físicas para resarcir unas que entran más en las psicológicas. En segunda instancia alude al carácter egocéntrico y narcisista del sujeto, entendiéndose que se considera ajeno a valoraciones y que en caso de demostrar cierto altruismo se debe a una pretensión de conseguir ensalzar su figura. En tercer lugar alude a una inteligencia más pragmática que especulativa, así como una mayor audacia ello se resumen en la necesidad de este sujeto de ponderar las circunstancias, siendo la racionalidad un elemento muy marcado en su iter criminis” Ello incide en la socialización primaria. En efecto, la composición familiar enseña valores y costumbres. Incide también en la moral. En aquellas familias en donde se destacan la conflictividad, la ausencia de los padres, las mentiras y la deserción escolar influyen en ello. Cuando los jóvenes cometen delitos, se apunta generalmente al grado de conflictividad de la familia y violencia familiar entre cónyuges y entre padres e hijos. Todo ello puede ocurrir familias de todo tipo, pero, como dice Kessler, en un capítulo de su obra dedicado a las familias de sectores marginales, atento a que la ausencia de los padres implica una falta de establecimiento de límites y en una falta de comunicación familiar en donde no se discuten los problemas, puesto que las irregularidades de los trabajos – producto de la inestabilidad laboral- es la causa de que la familia esté menos organizada la persona se encuentra en una situación puntual: La falta de control, y su escaso aprendizaje en valores –que viene derivado de lo primero-, coadyuvan a que la persona busque en la calle lo que no encuentra en su casa, y allí lo que niños, adolescentes y adultos de sectores marginales encuentran es el delito. No obstante ello, no se verifica en todos los casos que quienes no tengan una familia de “organización promedio” por así decirlo, caigan necesariamente en el delito. Diversos autores coinciden en que si bien los grupos sociales que frecuentan los menores, adolescentes e inclusive adultos, estén conformados por miembros que delinquen, no todos lo hacen. No obstante ello, sí hay factores que cohesionan el grupo y a su vez dividen. El caso más común es la droga. Las investigaciones de Kessler sostienen que si bien no hay reproches en un mismo grupo social respecto a los delitos menores cometidos por grupos o bandas, la droga o el alcohol es un factor que aleja a algunos individuos pero a su vez logra agrupar a otros que sí realizan estas prácticas. Esto explica porqué algunos individuos forman parte de grupos que delinquen sin delinquir ellos, ya sea porque no le resulta atractivo, o bien valoran al trabajo. Respecto a esto último, la valoración que se hace del trabajo es de honestidad y esfuerzo, un modo que es respetado entre los mismos sectores marginales. Los conflictos entre familia y grupos entonces, pueden incidir en sectores marginales al delito, pero no en todos los casos, depende de la situación particular del sujeto, pero no deja de ser un factor condicionante, principalmente por la falta de límites. En las familias de clase alta, también puede haber falta de control y puesta de límites, como conflictos y violencia –que existen en casi todas las familias de cualquier estrato, incluso los sectores medios también registran situaciones de violencia- que no son solucionados. La ausencia de los padres ya sea por exceso de trabajo o despreocupación de los hijos, hace que fallen los procesos de sociabilización –aunque no en todos los casos-, que en ocasiones suelen llevar a un materialismo. El proceso de socialización primaria es la primera etapa por la que el individuo atraviesa en la niñez, y por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad. Se da en los primero años de vida y se remite al núcleo familiar. Se caracteriza por una fuerte carga afectiva. Depende de la capacidad de aprendizaje del niño, que varía a lo largo de su desarrollo psico-evolutivo. La socialización primaria es generalmente la fase más importante y suele tener lugar en la familia. En este caso, cabe preguntarnos: ¿Hay una conexión causal necesaria entre una familia con lazos débiles y la propensión a delinquir en sectores de altos estratos? No necesariamente. Otra condición importante es el nivel de educación alcanzado. Como expresara más arriba, es necesario para adquirir un puesto de trabajo bien pago un nivel de educación elevado, sea terciario o aniversario. Obviamente, esto es un impedimento en los sectores marginales. En éstos sectores, la deserción escolar temprana y el fracaso escolar los llevan a delinquir. El exceso de ocio que conlleva la deserción y la importancia de la satisfacción de necesidades, llevan innegablemente al delito. Según las investigaciones de Kessler, los jóvenes no encuentran sentido articular la enseñanza escolar con los restantes aspectos de sus vidas. Sólo le atribuyen importancia por la formación que les posibilita adquirir un trabajo, viendo la escuela como un modo de preparación para la vida laboral. Por otra parte, el factor educación incide de un modo diverso en aquellas personas que son delincuentes de cuello blanco. En efecto, el delincuente de cuello blanco se caracteriza por un alto nivel socioeconómico, cultura elevada, conocimientos técnicos y títulos universitarios en derecho y economía. No obstante ello, el conocimiento de la ley, muchas veces es utilizado como un mecanismo para evadir la propia ley: Ello hace que se realicen maniobras preparatorias y comisivas con apariencia de legalidad lo que hace dificultosa su investigación. El cálculo y la preparación de los delitos requieren innegablemente de conocimientos y educación de avanzada. Los condicionamientos que produce el factor del nivel de educación alcanzado es claro: en los sectores marginales elimina oportunidades de ascenso social lo que provoca un estancamiento en su propia clase, mientras que en el sector de la clase alta el nivel educativo sirve para eludir la ley con apariencias de legalidad. Visto entonces estos condicionamientos del medio, ¿cómo se llega a delinquir? En los sectores marginales, donde el trabajo escasea o es precario, no existe la contención familiar por lo que recurren muchas veces a la calle, cayendo en el delito. Ahí comienzan las conductas amateur, no hay una conducta racional. Hay un ganar o perder todo, sin ser una amenaza las consecuencias legales. Reconocen la legalidad de la ilegalidad, pero no es un óbice para delinquir. Entonces si bien no todas aquellas personas que sufren estos condicionamientos son delincuentes habituales, la gran mayoría son amateur, y no muchos llegan a hacer de ello una profesión. El éxito en el delito los hace profesionalizarse, siempre y cuando no fracasen. En muchos, el fracaso implicar dejar el delito y seguir intentando con el trabajo, mientras que en otros esto no ocurre. Lo que hace que el sujeto se especialice es el éxito/beneficio que surge con el delito, pero más aún un sopesamiento de las consecuencias: el delito especializado requiere planificación y conductas racionales. Por lo general, los delincuentes amateur son jóvenes, no adultos. A medida que van ingresando al delito, hay pautas de comportamiento que se aprenden: cómo planificar un robo, a quién robar. Por otra parte, la especialización implica considerar el riesgo en el que se cae. Visto esto, los interrogantes que podemos plantearnos son: ¿De qué amateurismo se puede hablar en los delitos económicos? ¿Es lo mismo el amateurismo que la primera vez que se comete el delito o consiste en una ausencia de los modos de planificación delictiva? ¿Qué es un delincuente profesional? ¿Es aplicable la categoría de amateur a los delitos económicos o todo consiste en más o menos profesionalismo? Los delitos económicos, o de cuello blanco, son delitos de características muy particulares. Por lo general, hay algo que no hemos visualizado: en los sectores de altos estratos sociales, el dinero es un importante factor de poder. Y ello incide de modo diferente en cada sujeto en particular. Dejando de lado el aspecto psicológico del individuo, es necesario destacar que este tipo de delitos por lo general, tienen una reacción social diferente. Son difíciles de descubrir, ya que todo tiene apariencia de legalidad. Esto hace que hagamos incapié en algo particular: En primer lugar, los delitos económicos necesitan de una planificación particular. Un plan, un modo de acción, estrategias para burlar la ley, una forma de que todo tenga una apariencia de legalidad. Por lo general, dentro del delito económico podríamos ver sub delitos, que también a su vez tienen una apariencia de legalidad. En segundo lugar, es notorio el conocimiento que debe tenerse en derecho y economía. Para poder burlar la ley y obtener una renta/beneficio, hay que encontrar los vericuetos. En tercer lugar, los contactos que dan el dinero o los puestos de trabajo otorgan una estructura de oportunidades para poder delinquir. Pero en cuarto lugar, la reacción social es propicia para ello: los procesos de etiquetamiento (por ejemplo: Juan, el ladrón), por lo general, no son muy aplicados a las personas que, por ejemplo, lavan dinero o evaden impuestos (No es común escuchar: Marcela, la evasora impositiva) La reacción más común y la etiqueta, se otorgan en la cotidianeidad, donde afecta de un modo más directo el delito, como ser un robo, un homicidio. Impactos sociales mayores, por su inmediatez. Los delitos económicos, por sus efectos a largo plazo y por su apariencia de legalidad, no tienen una reacción social mayor, pese a que su efecto es claramente peor. Estos tipos de delitos afectan a la economía de un país en su conjunto. Entonces, analizado esto, lo central sería preguntar: ¿Existe posibilidad de que un delito económico sea amateur? Por las condiciones antes vistas, caer en delitos menores, como los de las clases marginales, no requiere necesariamente prudencia. Al contrario, la conducta es casi irracional, en términos de Kessler, puesto que la irracionalidad es una característica del delito amateur. La respuesta está dada en las instituciones del estado. Los delincuentes marginales no creen en las instituciones del estado, ni en los sectores del poder, desde donde no se brinda el ejemplo. Caso más común, la corrupción de la policía y de funcionarios públicos. Por ende, estos condicionamientos, ¿cómo influyen en el amateurismo y la profesionalidad? Si bien parte de la culpa proviene de las instituciones del estado y de las políticas criminales estatales, lo cierto es que la cuestión social ha sido descuidada. La falta en políticas educativas, como las políticas en materia de trabajo y la cuestión familiar, es previo origen a ello, más si sumamos que las mayores políticas se concentran en sectores desfavorecidos socialmente y no en todos los sectores, como ocurre con los temas de la cuestión familiar y la solución de conflictos. La discriminación de clase también puede llevar a originar potenciales delincuentes de cuello blanco, con grandes daños en el sistema económico del estado dañando a todos. Lamentablemente, el descreimiento social que se observa frente a la impunidad, origina una mayor tendencia en muchos sectores a inclinarse aún por estos delitos, ya que, hay una gran cantidad de oportunidades de crecer económicamente, teniendo más prestigio y poder en forma casi rápida. Esto origina que la legislación y las respuestas sociales sean lentas en cuanto a la forma de detectarlos, o bien en cuanto a la punibilidad de las conductas por parte de los medios estatales. No obstante ello, el problema central de las instituciones del estado al favorecer este tipo de condicionamientos radica en algo sumamente importante: la especialización delictiva va en orden creciente. No puede sostenerse que los delitos económicos admitan conductas amateur. Podríamos concluir que el concepto que Kessler usa como “amateur”, en los términos de acción delictiva, sólo son aplicables a delitos económicos de menor índole, como el caso de una pequeña evasión, o los casos de delitos contra la propiedad como el robo. Los condicionamientos expuestos son claramente factores de originación de potenciales delincuentes como un fallo de políticas estatales. Como conclusión final, podemos decir que los delitos económicos no son amateur, sino que implican un alto grado de especialización. No es compatible la característica de amateur con un delito económico a gran escala. Amateur es un delito que requiere escasa racionalidad, como así también de escasa planificación, sin adherirse a una serie de principios positivos o negativos que prescriben cosas tales como: saber a quién robar, cómo, cuándo y dónde, con qué medios, cómo usar la violencia, etc. Si bien esto no ocurre en los delitos económicos –el caso de la violencia directa, pero si la presión- lo cierto es que el alto grado de planificación excluye el amateurismo. Referencias Bibliográficas: -Kessler, Gabriel: Sociología del Delito Amateur. Ed. Paidós, Tramas Sociales 25. Año 2010. -Ventura González: Nociones generales sobre Derecho Penal Económico. Ediciones jurídicas cuyo. -Del Pino Díaz, Isaac: La figura del delincuente blanco en la criminología en general. Ensayos generales. -Artículo público: Marcial Alanya Rivera, Samuel: Socialización -Edwin H. Sutherland, El delito de cuello blanco, Dryden Press, Nueva York, 1949.