Doc/147. Valoración de la Cumbre de Chicago de la OTAN

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VALORACIÓN CRÍTICA DE
LOS RESULTADOS DE LA
CUMBRE DE CHICAGO DE LA
OTAN
Francisco J. Ruíz González
Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE)
Analista de FUNCIVA
Mayo 2012
La Fundación Ciudadanía y Valores como institución independiente, formada por profesionales
de diversas áreas y variados planteamientos ideológicos, pretende a través de su actividad
crear un ámbito de investigación y diálogo que contribuya a afrontar los problemas de la
sociedad desde un marco de cooperación y concordia que ayude positivamente a la mejora de
las personas, la convivencia y el progreso social.
Las opiniones expresadas en las publicaciones pertenecen a sus autores, no representan el
pensamiento corporativo de la Fundación.
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Sobre el autor
Francisco J. Ruíz González es analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos
(IEEE), y miembro del Consejo Consultivo de FUNCIVA. En 1992 se graduó en la Escuela
Naval Militar, en 2005-2006 cursó el Master en Estudios Estratégicos y de Seguridad
del Naval War College de los Estados Unidos, y en 2010 obtuvo el Diploma de Estudios
Avanzados en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Nacional de
Educación a Distancia (UNED), con la Tesis “La Política Exterior y de Seguridad de la
Federación Rusa en las presidencias de Yeltsin y Putin (1992-2008)”. En los últimos tres
años ha pronunciado más de 40 ponencias y publicado unos 30 trabajos y artículos
relacionados con temas de Seguridad y Defensa, y en la actualidad está completando
su Tesis Doctoral, con el título “Arquitectura de Seguridad Europea. Un sistema
imperfecto e inacabado”.
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VALORACIÓN CRÍTICA DE LOS RESULTADOS DE LA CUMBRE DE CHICAGO
DE LA OTAN
Francisco J. Ruíz González
Los días 20 y 21 de mayo de 2012 se ha desarrollado la Cumbre de Chicago de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuya anterior Cumbre se celebró
en Lisboa en noviembre de 2010, en la que el hecho más importante fue que se aprobó
un nuevo “Concepto Estratégico”. En base a ese Concepto de 2010, y a los importantes
eventos para la seguridad internacional ocurridos desde entonces, los Jefes de Estado
y de Gobierno de los 28 países aliados han aprobado una serie de documentos que
marcarán la acción de la OTAN en los próximos años, destacando:
La “Declaración de la Cumbre de Chicago”.
La “Declaración de la Cumbre sobre Capacidades de Defensa: hacia las Fuerzas
de la OTAN 2020”.
La “Revisión de la Posición de Disuasión y Defensa”.
La “Declaración de la Cumbre de Chicago sobre Afganistán”.
De ellos, la “Declaración de la Cumbre de Chicago” es el documento político de mayor
nivel y que sirve de marco doctrinal a los demás, por lo que el objetivo de este
Documento FUNCIVA es realizar un resumen crítico de los principales puntos en ella
contenidos, así como una evaluación de sus posibles consecuencias para la seguridad
de nuestra región euro atlántica.
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LA “DECLARACIÓN DE LA CUMBRE DE CHICAGO”
La Declaración final de la Cumbre de Chicago es un extenso documento de 65 puntos,
en el que los Jefes de Estado y de Gobierno prácticamente no dejan ninguna cuestión
de interés para la Alianza sin tratar, conforme a los cuatro grandes objetivos de la
Cumbre (reafirmar el compromiso con el vínculo trasatlántico; estudiar los progresos
de las operaciones en curso, en especial en Afganistán; asegurar que la Alianza tiene
las capacidades necesarias para hacer frente a todas las amenazas; y reforzar sus
asociaciones), y todo ello en base al Tratado de Washington de 1949 y a los propósitos
y principios de la Carta de Naciones Unidas.
Destaca en el Pto. 2 la afirmación de que “Basada en la solidaridad, la cohesión de la
Alianza y la indivisibilidad de nuestra seguridad, la OTAN sigue siendo el marco para la
defensa colectiva y el foro esencial de consultas y decisiones de seguridad entre
aliados”. Al respecto, cabe destacar que:
El anterior Secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, en un discurso en
Bruselas en junio de 2011 titulado “Reflexiones sobre el estatus y el futuro de la
Alianza Atlántica”, advirtió de que la OTAN estaba dividida entre los aliados
especializados en misiones “blandas” humanitarias, de reconstrucción, y de
mantenimiento de la paz, que se beneficiaban de pertenecer a la Alianza pero
no querían compartir riesgos y costes; y los aliados que llevaban a cabo las
misiones “duras” de combate, con voluntad y capacidad de pagar el precio y
soportar la carga de los compromisos, calificando esta situación literalmente
como “inaceptable”.
La única ocasión en la historia de la OTAN en que se consideró que se había
producido un ataque armado desde el exterior contra uno de sus miembros (los
atentados del 11-S de 2001), y que por tanto representaba un caso de defensa
colectiva del Art. 5 del Tratado de Washington, la parte atacada (Estados
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Unidos) decidió ignorar el ofrecimiento de ayuda de sus aliados y condujo la
operación “Libertad Duradera” en Afganistán por su cuenta, apoyado en una
difusa “coalición de voluntarios” en la que los estadounidenses no estaban
obligados a negociar cada decisión, cómo ocurrió con la OTAN en Kosovo.
Aunque no cabe duda de que el Presidente Barack Obama ha adoptado un enfoque
más multilateral en la actuación de EEUU en el mundo que el de su antecesor en el
cargo George W. Bush, él también puso en cuestión ese carácter de foro esencial de
consultas de la OTAN cuando anunció a finales de 2009 su nueva estrategia para
Afganistán, que tendría que ser ejecutada por la ISAF (International Security and
Assistance Force) de la OTAN, no en Bruselas acompañado de los restantes aliados sino
en un discurso en la Academia de West Point. Ese párrafo, por tanto, parece más una
declaración de intenciones, por otra parte recurrente en todos los documentos
oficiales de la OTAN, que una descripción de la realidad.
Las operaciones en Afganistán
Como se ha mencionado, uno de los objetivos principales de la Cumbre de Chicago era
evaluar los progresos de las operaciones en Afganistán, y el establecer un calendario
para la progresiva transferencia de la responsabilidad de la seguridad de la ISAF a las
Fuerzas de Seguridad Nacional Afganas (ANSF, en siglas en inglés), siempre con el
objetivo de lograr un país estable y seguro, que no vuelva a ser nunca más un
santuario para terroristas que amenacen a Afganistán, a la región, y al mundo. Ese
periodo de transición, durante el cual se reconoce la importancia de mejorar la
gobernanza del país, su desarrollo, y el acordar un proceso político de reconciliación,
finalizará el 31 de diciembre de 2014, cuando la seguridad de todo el país esté en
manos afganas, momento en que se completará la misión de la ISAF.
No obstante, el compromiso de la comunidad internacional en general, y de la OTAN
en particular, no finalizará en esa fecha, ya que a partir de entonces la Alianza Atlántica
comenzará una nueva misión de adiestramiento y apoyo a las ANSF, de acuerdo con el
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compromiso político de la llamada “Asociación Duradera con Afganistán”. El éxito de
este plan dependerá de tres factores clave:
Que las fuerzas de la OTAN y de los demás Estados que contribuyen a la ISAF
respeten los plazos establecidos en Lisboa y reiterados en Chicago, y no
aceleren su salida de Afganistán (conforme al concepto “in together, out
together”). En ese sentido, la decisión del nuevo Presidente francés Hollande
de retirar las tropas francesas de combate en diciembre de 2012, en
cumplimiento de su promesa electoral, ha sido un duro golpe para la OTAN,
que intentará minimizarlo acordando con París que parte de sus fuerzas
permanezcan en la zona adiestrando a los afganos.
Que en el periodo 2014-2024, para el que EEUU ya se ha comprometido a
aportar la mitad de los 4.000 millones de dólares anuales necesarios para
mantener las ANSF, el resto de países aporten el resto de los fondos, sin los
cuales la situación del Gobierno de Kabul sería insostenible. En la actual
situación económica, ese tipo de compromiso no cabe duda de que será un
reto para los Gobiernos, en especial para los europeos.
Que el Gobierno afgano progrese en sus compromisos de avanzar hacia una
sociedad democrática, basada en el estado de derecho y la buena gobernanza,
incluyendo la lucha contra la corrupción, así como el respeto a los derechos
humanos y las libertades fundamentales de su población, en especial de las
mujeres y niños.
El desafío es enorme y la solidaridad aliada es clave para el éxito final, como lo es la
actuación de los vecinos de Afganistán, en especial de Pakistán, país que mantiene de
momento cerradas las vías terrestres de comunicación que permiten abastecer a las
tropas de la coalición internacional, por lo que la OTAN se ha visto obligada a recurrir a
ruta alternativas por Rusia y las Repúblicas del Asia Central.
Otras operaciones de la OTAN
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Aunque la ISAF centra gran parte de los esfuerzos de la OTAN, la Declaración de
Chicago no olvida las restantes operaciones en que la Alianza Atlántica está envuelta.
La “Kosovo Force” (KFOR) es la primera en ser mencionada; la OTAN es muy cauta al
mencionar de inmediato que esta operación responde al mandato de la Resolución
1244 (1999) de la ONU, en apoyo al desarrollo de un Kosovo pacífico, estable y
multiétnico, en coordinación con otras actuaciones como la Misión del Estado de
Derecho de la UE (EULEX Kosovo), y anuncia una reducción del nivel de fuerzas cuando
la situación de seguridad lo permita. Ese planteamiento irreprochable, se matiza al
hablar de las relaciones con Serbia, como se comprobará más adelante.
También se menciona la ya finalizada operación “Protector Unificado” (OUP) en Libia,
con la que la OTAN jugó un papel clave para proteger a la población civil, demostrando
su capacidad de conducir efectivamente complejas operaciones, y en eficaz
coordinación con otros actores como la Liga Árabe y el “Grupo de Contacto”. En el
haber de la OTAN se encuentra, precisamente, la capacidad sin parangón en otras
organizaciones regionales para planear y conducir operaciones militares, gracias a su
estructura de mando, pero hay que contabilizar en el debe, nuevamente relacionado
con los distintos grados de compromiso que afectan a la “solidaridad y cohesión de la
Alianza” que en OUP la OTAN funcionó básicamente como una agencia de servicios
que puso sus capacidades a disposición de un Directorio político ajeno.
Por mucho que los 28 aliados diesen su respaldo político, al autorizar en el Consejo del
Atlántico Norte que la OTAN asumiera el mando militar de la operación, no se trató en
ningún caso de una campaña similar a la de Kosovo, ya que las capacidades de mando
y control de la Alianza en realidad sirvieron como un “hub” dónde países aliados (sólo
el 50 % de ellos, 14 de 28), miembros de la UE y no de la OTAN (como Suecia) e incluso
países árabes (como EAU) iban aportando sus medios. En el fondo, uno de los papeles
fundamentales de la OTAN en esa crisis fue el facilitar que EEUU pudiese dar un paso
atrás en el liderazgo (“leading from behind”) de la operación, ya que la administración
Obama no quería asumir el protagonismo en un tercer conflicto en el mundo islámico
(tras Afganistán e Irak).
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Otras operaciones que se citan con menor extensión son “Ocean Shield”, de lucha
contra la piratería marítima en el océano Índico, y que será mantenida al menos hasta
2014 (en coordinación con la operación “Atalanta” de la UE y los restantes medios
navales presentes frente a Somalia), “Active Endeavour”, operación naval en el
Mediterráneo Oriental de lucha contra el terrorismo, activada en 2001 tras los
atentados del 11-S y cuyo futuro se está evaluando, el apoyo operacional a la misión
de la Unión Africana en Somalia (AMISON), o la ya finalizada Misión de adiestramiento
de la OTAN en Irak (NTM-I).
Los socios de la OTAN y las futuras ampliaciones
Después de una breve referencia a la cooperación OTAN-ONU, en base a la Declaración
de septiembre de 2008, el Documento de Chicago dedica un largo apartado a la
relación OTAN-UE, con las ideas básicas de que: ambas comparten valores comunes e
intereses estratégicos; la UE es un socio único y esencial para la OTAN; hay que
potenciar la cooperación práctica en operaciones, consultas políticas, y desarrollo de
capacidades; la OTAN reconoce la importancia de una defensa europea más fuerte y
más capaz, pero destaca las preocupaciones al respecto de los aliados/no miembros de
la UE, que deben estar plenamente implicados en estos esfuerzos; y se destaca que las
iniciativas de “Smart Defence” de la OTAN y el “Pooling and Sharing” de la UE son
complementarias y se refuerzan mutuamente.
Es imposible resumir en un párrafo todas las conclusiones que se pueden extraer de
esta parte de la Declaración, pero de entrada cabe destacar el sinsentido que supone
el hablar de los problemas de una relación entre dos organizaciones supranacionales
en las que 21 de sus miembros coinciden, y que por tanto “comparten valores e
intereses, cooperan en la práctica, y negocian el desarrollo de capacidades” consigo
mismos. Al final el espacio euroatlántico se conforma en torno a dos actores
principales, EEUU y la UE, que deberían bilateralmente redefinir el marco de sus
relaciones de seguridad, siempre preservando el vínculo que las une. Por fuera de ese
marco, el principal actor es Turquía, la razón a su vez de las advertencias que la OTAN
hace a la UE en el párrafo anterior, según las cuales los mencionados 21 Estados
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aliados se llaman la atención a sí mismos por las acciones que puedan desarrollar en el
marco de la UE.
En lo referente a la “Smart Defence”, se trata de un concepto promovido por el
Secretario General de la OTAN Rasmussen, para optimizar el uso de los cada vez más
limitados recursos disponibles, de modo que mediante programas conjuntos,
especialización de funciones, y una mayor coordinación y sinergias entre aliados, se
puedan obtener las capacidades que la Alianza Atlántica realmente necesita para sus
operaciones. Siendo un concepto impecable, nuevamente nos encontramos con una
situación paradójica: en términos de capacidades militares, la OTAN se divide entre
EEUU (que dispone de ellas sobradamente) y los aliados europeos (que carecen de
capacidades clave). Dado que 21 de esos aliados europeos pertenecen a la UE, parece
lógico que desarrollen las capacidades en el marco del “Pooling and Sharing”, que es lo
mismo que la “Smart Defence” pero con otro nombre, y que la OTAN sirva como
marco de estandarización de equipos y procedimientos para que sean compatibles e
interoperables con las de EEUU, sin introducir conceptos que más parecen destinados
a titular de prensa que a aportar algo realmente novedoso.
Por lo demás, se destacan en la Declaración las diversas iniciativas de asociación de la
OTAN, y que son clave para cumplir la tercera de sus misiones básicas, la Seguridad
Cooperativa (las otras dos son la Defensa Colectiva y la Gestión de Crisis): el “Consejo
de Asociación Euroatlántico” y la “Asociación por la Paz” con el Este de Europa, el
“Diálogo Mediterráneo” con los países de la ribera sur del Mare Nostrum, y la
“Iniciativa de Cooperación de Estambul” con los países del Golfo Pérsico. Se incluye
también una referencia a la “Declaración Política Conjunta” con Australia, y una nota
exótica al dar la bienvenida como nuevo socio a Mongolia.
Por lo que respecta al siempre espinoso tema de las futuras ampliaciones, se reitera el
compromiso del Art. 10 del Tratado de Washington de que la puertas de la OTAN están
abiertas para todos los Estados europeos, pero con una larga lista de condiciones: que
sean democracias, que quieran y sean capaces de asumir las responsabilidades y
obligaciones implícitas; que estén en posición de avanzar los principios del Tratado
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fundacional; y que su inclusión pueda contribuir a la seguridad del área del atlántico
Norte. Se podría considerar esta lista una relación de las “lecciones aprendidas” de los
errores cometidos en anteriores ampliaciones, con casos de países que difícilmente se
puede argumentar que cumpliesen todas esas condiciones.
El país que se encuentra a la vez más cerca y más lejos del ingreso en la OTAN es
Macedonia: más cerca, porque en la anterior ampliación de 2009, cuando entraron
Croacia y Albania, ya había cumplido todas las condiciones para el ingreso; más lejos,
porque la condición sine qua non es que se solucione el conflicto con Grecia sobre su
nombre constitucional, ya que Atenas no acepta la denominación “República de
Macedonia”, por temor a reclamaciones territoriales sobre su propia región de
Macedonia, y exige que se la denomine “Antigua República Yugoslava de Macedonia”
(FYROM, en siglas en inglés). Como las posturas en este ámbito son irreconciliables, la
conclusión es obvia.
También se citan a las restantes Repúblicas ex yugoslavas pendientes de ser integradas
en las estructuras euroatlánticas, como Montenegro (que ha hecho grandes progresos
hacia la integración en la OTAN), Bosnia-Herzegovina (cuya situación política mejora
poco a poco, lo que la acerca a obtener un Plan de Acceso a la Membrecía, MAP en
siglas en inglés), y…se abre un paréntesis en el documento para, antes de hablar de
Serbia, mencionar a Georgia. La situación de ese país, reiterando el compromiso sine
die de que en el futuro entre en la OTAN, se aborda en dos grupos de cuestiones:
En lo relacionado con sus progresos hacia la OTAN, se destaca la actividad de la
Comisión OTAN-Georgia, el cumplimiento de los Planes Anuales de
colaboración, el fortalecimiento del diálogo político, la cooperación práctica y la
interoperabilidad, y se aprecia la importante contribución de Tiblisi a la ISAF en
Afganistán.
En lo relativo a la situación de seguridad, la OTAN reitera su continuo apoyo a la
integridad
territorial
y
soberanía
de
Georgia
en
sus
fronteras
internacionalmente reconocidas, se da la bienvenida al pleno cumplimiento de
Georgia de las condiciones del alto el fuego impulsado por la UE en agosto de
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2008, se saluda el compromiso georgiano de no usar la fuerza y se pide a Rusia
hacer lo propio, y se solicita también a Moscú que anule su reconocimiento de
Osetia del Sur y de Abjazia como Estados independientes.
Sin embargo, y después de esta inequívoca muestra de compromiso con los principios
de la Carta de la ONU, al llegar el turno de Serbia se le exige que, si quiere continuar en
su camino hacia la integración europea, apoye los esfuerzos para consolidar la paz y la
estabilidad en Kosovo (lo que después de la declaración unilateral de independencia
de 2008 equivale a dar por bueno la pérdida de la soberanía sobre esa parte de su
territorio), y se urge a Belgrado y a Pristina (en condiciones, por tanto, de igualdad
soberana) a aprovechar plenamente las oportunidades de promover la paz, seguridad
y estabilidad en la región. El contraste con el apoyo de la OTAN a la “integridad
territorial y soberanía de Georgia en sus fronteras internacionalmente reconocidas” no
puede ser más evidente, tanto más si se considera que la independencia de Kosovo no
ha sido reconocida por varios aliados, entre ellos España.
Retos y amenazas a la seguridad
En lo referido a los retos y amenazas que la OTAN debe afrontar, en la “Declaración de
Chicago” se desarrollan y actualizan los ya contemplados en el “Concepto Estratégico”
de Lisboa, con la novedad de la llamada “primavera árabe” que comenzó pocos meses
después de la anterior Cumbre y que no se había previsto en absoluto. En ese sentido,
la OTAN reitera su apoyo a las aspiraciones de las poblaciones del Mediterráneo y el
Oriente Medio de democracia, libertad individual, y estado de derecho, destaca los
beneficios de las consultas regulares con el Consejo de Cooperación del Golfo y la Liga
de Estados Árabes, y reitera el compromiso con los mencionados “Diálogo
Mediterráneo” e “Iniciativa de Cooperación de Estambul”, a través de los cuales la
OTAN puede contribuir a los procesos democratizadores mediante la reforma del
sector de la seguridad, la modernización de la defensa, el desarrollo de capacidades o
las relaciones cívico-militares. Además, se considera el “plan de seis puntos” de Koffi
Annan clave para buscar una solución a la crisis siria, y se saludan los progresos
llevados a cabo por Irak.
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Los restantes riesgos y amenazas se pueden resumir en:
Conflictos congelados en Europa: se da la bienvenida a la reanudación de las
conversaciones para resolver la cuestión del Transdniester en Moldavia, y se
reitera el apoyo a la integridad territorial, independencia y soberanía de
Armenia, Azerbaiyán, Georgia y la República de Moldavia, privilegio que como
hemos visto no alcanza a Serbia.
Ciberataques: Se han adoptado desde Lisboa un Concepto, Política, y Plan de
Acción de Ciberdefensa, se ha declarado la plena operatividad de la “Capacidad
de Respuesta de Incidentes con Computadores” de la OTAN (siglas en inglés
NCIRC), y se aprovechará al máximo la experiencia ofrecida por el “Centro de
Excelencia” en Ciberdefensa establecido en Estonia.
Proliferación: Respaldo a los objetivos del Tratado de no Proliferación Nuclear,
se comparte la preocupación de la ONU sobre el programa nuclear de Irán, que
debe cooperar con la comunidad internacional, se expresa la preocupación
ante las actividades de Corea del Norte (como el reciente lanzamiento de un
misil balístico), y se llama al refuerzo de la seguridad de los materiales
nucleares, conforme a lo acordado en la Cumbre de Seguridad Nuclear de Seúl.
Terrorismo: En Chicago se aprobaron las “Guías Políticas de la OTAN sobre
Contra-Terrorismo” y se encargó al Consejo del Atlántico Norte la elaboración
de un “Plan de Acción” contra este fenómeno.
Seguridad energética: La OTAN aboga por un suministro de energía estable y
fiable, la diversificación de rutas, proveedores y recursos, y la interconexión de
las redes de energía. En el plano militar, su aportación pasa por mejorar la
eficiencia energética de las fuerzas militares, la protección de infraestructuras
críticas, y las actividades con los socios.
Capacidades militares
Como se ha mencionado en la Introducción, en Chicago la OTAN aprobó la “Revisión de
la Posición de Disuasión y Defensa”, así como la “Declaración de la Cumbre sobre
Capacidades de Defensa: hacia las Fuerzas de la OTAN 2020”, para lograr el adecuado
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mix de armamento nuclear, convencional y antimisil que garanticen el cumplimiento
del “Concepto Estratégico”.
En este ámbito destaca la continuación de la “Misión de Policía Aérea” de la OTAN en
las Repúblicas Bálticas, por la que medios de otros países de la Alianza cubren ese
espacio aéreo, ante la falta de capacidades locales. Se cita en la Declaración esta
misión como un ejemplo de “Smart Defence”, pero también se puede contemplar
como un ejemplo de países que ingresaron en la OTAN en 2004 y que en algunos casos
puntuales, por falta de capacidades, lejos de mejorar la seguridad colectiva pueden
llegar a representar una carga para la Alianza.
Otra importante cuestión es la de la Defensa Antimisiles, que en Lisboa se decidió que
debía proporcionar plena cobertura y protección a las poblaciones, territorios, y
fuerzas de los aliados, como complemento de la disuasión proporcionada por las
armas nucleares. El programa se desarrolla en cuatro fases, y en Chicago se ha
declarado alcanzada una capacidad inicial, mientras que por otra parte se sigue
negociando con Rusia para colaborar todo lo posible en este ámbito.
Con respecto a las restantes decisiones de la Cumbre de Lisboa, en Chicago se reiteró
que la Estructura de Mando de la OTAN (NCS, en siglas en inglés), se reducirá en
número de Cuarteles Generales (de once a siete, desapareciendo el de Retamares en
Madrid) y del personal destinado en ellos en tiempo de paz (aproximadamente de
12.000 a 8.000 personas); que aprovechando el traslado al nuevo Cuartel General en
Bruselas en 2014 se racionalizarán el Estado Mayor (civil) y el Estado Mayor
Internacional (militar), y que se seguirá consolidando la estructura de Agencias de la
Alianza, hasta dejar sólo cuatro.
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Conclusiones
En un reciente “Análisis del Real Instituto Elcano”, su Investigador principal de
Seguridad y Defensa, Félix Arteaga, hacía la siguiente valoración respecto de la
entonces venidera Cumbre de Chicago:
En los 18 meses que separan las cumbres de Lisboa y Chicago no hay novedades importantes
salvo la constatación de que los problemas estructurales se han ido agravando, como
evidenciaron las carencias y reproches intercambiados entre los aliados durante la guerra de
Libia. Pero las agendas y los comunicados de las cumbres no suelen dedicar la gravedad de las
perspectivas presupuestarias, las decisiones unilaterales y la diferencia de culturas estratégicas
que afectan negativamente a la solidaridad, cohesión y eficacia de una organización multilateral
como la OTAN.
Efectivamente estas Cumbres de la OTAN, que despiertan una enorme expectación
mediática, suelen ser más un foro de auto exaltación de los muchos éxitos alcanzados,
que un encuentro en el que se haga una evaluación crítica de la situación, lo que se
deja para el trabajo del día a día de la organización.
No obstante, y como se ha comprobado a lo largo de este Documento, la gran cantidad
e importancia de los temas tratados justifican sobradamente que el foco de la atención
internacional se centre por unos días en la Alianza Atlántica. Aunque la OTAN ha
demostrado una capacidad institucional de readaptación casi ilimitada desde el final
de la Guerra Fría, no se pueden obviar las grandes debilidades (internas) y amenazas
(externas) a las que se enfrenta, y que se pueden resumir en:
La diferencia de culturas estratégicas entre aliados (con respecto al uso de la
fuerza); los distintos grados de compromiso que se aprecian (por ejemplo, en la
participación de las operaciones en Libia); lo complejo de la obtención de las
capacidades militares necesarias (en el actual entorno de crisis económica); y
los daños que todo ello pueda causar a la solidaridad y coherencia de la Alianza.
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La compleja situación de Afganistán y la importancia del éxito de los planes de
la OTAN en ese país para el propio futuro de la Alianza; la persistencia de retos
como la proliferación, el terrorismo, las ciberamenazas, o la inseguridad
energética, frente los que la OTAN tiene que dotarse de nuevas capacidades; el
complejo vecindario, con revueltas en el mundo árabe y conflictos congelados
en el Este de Europa; y los problemas de las futuras ampliaciones y de las
relaciones con Rusia.
Para solventar todas estas cuestiones, será clave el nivel de implicación que EEUU
decida mantener en la seguridad de Europa, en un momento en que su atención
parece definitivamente trasladada del Atlántico al Pacífico, y el nivel de carga que
Europa decida asumir en su propia seguridad, que necesariamente pasa por el
desarrollo de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y de su componente de
la “Política Común de Seguridad y Defensa” (PCSD).
Si Europa llega a percibirse como un autor único, con un peso político en consonancia
con su (todavía) poder económico y diplomático, y se dota en el proceso de las
necesarias capacidades militares y civiles de gestión de crisis, podríamos ver el día en
que la OTAN se convierta en el “brazo armado” de un amplio acuerdo bilateral de
seguridad entre EEUU y la UE. Mientras esto no ocurra, seguiremos evaluando Cumbre
tras Cumbre de la OTAN tras las que, una vez se apagan los focos, los problemas siguen
ocultos bajo las alfombras.
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