Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral

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Una
Acción
Educativa
para el
cambio
en clave
de
PASTORAL
Sistematización
Sandra Lau Dioses
Jesús Herrero Gómez S.J.,
Coordinador General del Programa 9 de Acción Pastoral
Angela Zabala
Gregorio Teherán
Fernando Mendoza
Comisión P9
Proyecto de Fortalecimiento de la Acción Pastoral en Fe y Alegría
Edita y distribuye
Federación Internacional de Fe y Alegría
Movimiento de Educación Popular Integral
Dirección: Cahuide 884
Jesús María Lima- Perú
Teléfono: (1) 471-3428
Fax: (1) 470-3088
E-mail: [email protected]
Página Web: http://www.feyalegria.org/perú
Corrección de estilo: Marcela Aliaga Chahud
Diagramación: Romy Kanashiro
Impresión: Impresiones Veláz
Primera edición, noviembre de 2008
Tiraje: 1000 ejemplares
Financiado por: Porticus/ Entreculturas
Contenidos
PRESENTACIÓN
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INTRODUCCIÓN
7
MARCO REFERENCIAL PARA LA ACCIÓN PASTORAL
9
1. Marco Contextual
2. Marco Teológico
3. Una Obra Educativa que se ha ido haciendo
4. Espiritualidad de Fe y Alegría
5. Principios Pastorales de Fe y Alegría
6. Criterios de Acción
7. Ideario y Pastoral
8. Fondo de Reflexión
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13
18
27
30
34
35
36
ANEXOS
• A
portes para la reflexión sobre la espiritualidad de
Fe y Alegría
• Claves de lectura de la fe
• Fe y Alegría y su proyecto de evangelización
• Hacia una espiritualidad cristiana y de fe
• Para un marco teológico de Fe y Alegría
BIBLIOGRAFÍA
37
39
59
67
77
95
119
3
Presentación
No es común para mi redactar la presentación de un libro. Es la primera vez que lo hago
y mi pensamiento inicial fue que la mejor introducción a estas páginas que hoy tienes en
tus manos, sería el Testamento del P. Vélaz. No encuentro mejor expresión de nuestra identidad como miembros de Fe y Alegría que lo expresado en ese documento. La pregunta
fundamental para la Pastoral es, precisamente, la pregunta por nuestra identidad. Recorrer
las páginas de este libro que recoge la reflexión que hemos realizado durante los últimos
años y narra las experiencias más significativas, es dar vida a ese testamento que Vélaz nos
dejó como herencia.
Fe y Alegría nace de una experiencia pastoral; experiencia de encarnación y experiencia pascual. El Padre José María Vélaz veía, con los estudiantes universitarios, la ciudad de Caracas
rodeada de cerros pobres donde colgaban pobres casas y habitaban vidas marcadas por las
carencias y sintió el impulso de hacer redención” de la pobreza con la mejor herramienta
posible: la educación. Fe y Alegría es también experiencia Pascual. La fuerza del Resucitado
está presente en toda nuestra andadura y se hace experiencia cotidiana.
Nacimos con vocación de margen, de frontera, de desierto… Sólo si mantenemos vivo el
espíritu y la espiritualidad heredada de Vélaz, seremos fieles a nuestros orígenes. Tenemos
que convertir a nuestras Instituciones Educativas y a toda nuestra acción educativa en
“instituciones-parábolas” que busquen, ante todo, el Reino de Dios y su Justicia. Dios mismo se hará “añadidura”.
Como se expresa en este libro, nuestra propuesta pastoral lee toda nuestra acción educativa en clave de pastoral; busca hacer de nuestros alumnos y alumnas, nuestros profesores y profesoras; hombres y mujeres para los demás. Como en el camino hacia Jericó, lo
importante es ayudarles a descubrirse en sí mismos y en los demás, una naturaleza que
viene siempre marcada con el sello de Dios. Así, nuestra sal no se hará insípida, ni la luz
oscuridad.
Sin duda, muchas veces sentiremos la fatiga del camino. Sin embargo, frente a tantos
cortocircuitos, queremos seguir siendo constructores de esperanza, cavando la tierra en
busca de tesoros escondidos, sabiendo que siempre habrán ríos que vadear y montañas
que escalar. Sabemos también, que siempre encontraremos brasas bajo hogueras aparentemente apagadas.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
A Vélaz no pudieron robarle sus sueños, sus utopías… porque eran los sueños de Dios.
Nosotros queremos también ser sueños de Dios, contribuyendo a “Construir mesas de fraternidad, con pan y vino para todos” (Neruda). Escribamos juntos nuevos cantos.
Jesús Herrero s.j.
Coordinador Programa 9
6
Introducción
” ¡Acariciar los espacios rígidos, alentar los días lentos, mirar con ternura los pasos inseguros, liberar el instante preso, y dejar que el Reino alcance su estatura, de la mano del
Señor que cuida el misterio!”(González B.).
Este documento busca recoger lo que la Pastoral de la Federación Fe y Alegría ha hecho
en su largo andar. Como dice el poema, acariciar los espacios, alentar los días, mirar con
ternura, liberar con otros desde nuestra acción pastoral, confiados en que Dios camina
siempre a nuestro lado.
El documento que tienes en las manos está dividido en ocho partes diferenciadas y a la
vez relacionadas entre sí. La primera nos ubica en el marco contextual latinoamericano
en el que se desarrolla nuestra acción pastoral; uno no puede definirse a sí mismo, si no
tiene presente su entorno y sus circunstancias. Acontinuación se presentan un conjunto de
reflexiones asociadas a cinco temas que se desarrollan con mayor profundidad. El primer
tema aborda el Marco Teológico en el que decimos, en pocos párrafos, lo que podríamos
llamar el Credo de Fe y Alegría, basándonos en lo que ya está dicho por los expertos, como
Víctor Codina S.J. En el segundo tema narramos cada etapa de la experiencia, como si
cada paso hubiera sido la meta final; esto con el fin de mirar con realismo, proyectar y
asumir retos para continuar la marcha, desde una mirada unificada de lo que somos y
buscamos.
Los tres temas que a continuación se desarrollan, apuntan al corazón de nuestra acción
pastoral, lo que la dinamiza, la recrea y sostiene. Se refieren a la fuente de nuestra Espiritualidad como Fe y Alegría, a los Principios Pastorales y a los Criterios de Acción que
buscamos marquen nuestro modo de proceder en conjunto, sin que ello pretenda encajonar al Espíritu, más bien busca enriquecer nuestra mirada, y dar cauces de unidad, no de
uniformidad, a nuestro trabajo de educación evangelizadora.
El último tema , presenta una mirada diagonal al Ideario de Fe y Alegría, donde se descubre
la visión pastoral que lo atraviesa; y se termina con un fondo de reflexiones que se presentan como anexos. Estos son un conjunto de documentos que han servido para la elaboración del Marco Referencial para la Acción Pastoral y sirven para seguir reflexionando en
conjunto nuestra identidad-misión y responder con coherencia al mundo de hoy.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
Finalmente decir “No podemos atizar el ritmo del tiempo para que madure la historia a
golpes de deseo, y cosechar el Reino antes de llegar la hora” (González B.). Nos toca a cada
uno, cada día, en cada minuto, en cada segundo del presente, prolongar con nuestra vida
este proyecto, recrearlo y contagiarlo, para que sigan brotando signos de resurrección que
hagan patente la presencia del Reino de Dios entre nosotros.
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MARCO REFERENCIAL
PARA LA ACCIÓN PASTORAL
9
1. MARCO CONTEXTUAL
Cada una de nuestras instituciones educativas, sean estas del ámbito formal o no, trabajan
en un contexto con características que les son particulares, ricas en diversidad geográfica,
social y cultural; pero a la vez comparten un contexto global común: Latinoamérica. Este
contexto las condiciona presentándose en forma de desafíos a los que hay que responder
con acciones desde una visión pastoral federativa. Podemos decir que estos retos se manifiestan en:
a. El contexto latinoamericano está marcado por una gran desigualad social, las medidas
económicas han privilegiado a las élites capitalistas a costa de las mayorías cada vez
más empobrecidas. Estas desigualdades se profundizan cada vez más con el uso de las
nuevas tecnologías, que exigen permanentemente mayor especialización para acceder
al mundo del trabajo. Esta situación de desigualdad genera violencia, anomia, desintegración y corrupción. Demanda por lo tanto, una atención especial en la educación
ética y política.
b. El marco económico neoliberal, plantea un modelo de persona humana como instrumento de producción y de consumo, reduciéndola al nivel de mercancía. En este orden
de cosas, predominan los compartimientos individuales y egoístas, siendo los más necesitados, los que tendrán menos acceso a los bienes y servicios que proclama el modelo.
c. Un proceso de globalización que trae cambios económicos, tecnológicos y culturales.
La economía basada en la productividad eficaz y eficiente, valoriza solo la rentabilidad
monetaria, pasando por encima de los derechos de las personas. La globalización de
la tecnología va creando un patrón de vida asociado a los países desarrollados: un
estándar de satisfacción de consumo, una sociedad de la información (TIC) que ponen
en juego nuevos lenguajes y valores y propician la construcción virtual de identidades
personales y sociales. El debilitamiento de las identidades socio-culturales, debido a
un proceso de homogenización cultural, ha despertado fundamentalismos religiosos,
políticos e incluso raciales.
d. La desigualdad social en los diversos países de la región, está permeada por exigencias
de igualdad e individuación social cotidiana. Pero estas exigencias no se expresan directamente en demandas sociales organizadas hacia el sistema político injusto; se dirigen
más bien, al mundo de lo privado, al consumismo, la violencia y emigración.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
e. La creciente dificultad de gobernabilidad y gestión educativa pública, que por un lado
espera de la educación el impulso para el desarrollo de los países de la región, pero
que al mismo tiempo la critica y desacredita por su desfase e ineficiencia. Estos vicios
del sistema educativo se constatan con más fuerza en los sectores más pobres. En esa
misma dirección, las líneas educativas se inscriben en una visión economicista, tecnicista
y pragmática y se descuida la integralidad de la persona.
f. La religión o mejor dicho religiosidad en América Latina, constituye la principal fuente
de apoyo moral y esperanza, en particular de los grupos más pobres. Sin embargo, al
mismo tiempo hay que reconocer la existencia de prácticas y concepciones que revelan
diferentes enfoques de evangelización, algunos incluso con distorsiones que resultan
en frecuentes incoherencias entre fe y vida. Se advierte falta de testimonio y convicciones profundas en muchos cristianos y una cierta resignación al sufrimiento y al dolor.
Asimismo, se puede observar en las últimas décadas la presencia creciente de iglesias
evangélicas, que han demostrado una enorme capacidad de proselitismo.
g. Dentro de ese contexto que nos reta y exige, necesitamos respuestas esperanzadoras
de parte de profesionales en educación y del propio movimiento, que ha asumido su
trabajo con calidad, vocación y convicción. Pero también se constata en nuestro movimiento, la necesidad de un cambio de mentalidad, de actitudes y comportamientos que
permitan integrarnos en el escenario global latinoamericano de manera organizada.
Necesitamos de acciones conjuntas y de comunicación en red para compartir recursos,
comunicar experiencias y mirarnos como lo que somos: un todo que busca responder
evangélicamente, desde una pastoral que ha optado por educar a los pobres como fin
primero y último de su misión, para que sea el constructor de su presente y, junto con
otros, pueda hacer posible una sociedad más justa y humana.
Estos retos, percibidos cada vez con mayor claridad, perfilan a Fe y Alegría como un movimiento de educación popular y promoción social y la desafían a un crecimiento continuo
en calidad y en extensión. Es clara la consciencia de que el punto de partida será siempre la
realidad, así como ella es, y de que nuestra intervención en ella ha de ser siempre gratuita,
humilde y esperanzada si quiere ser evangélica. Pero al mismo tiempo, con la convicción de
ser instrumentos elegidos para hacer creíble el mensaje de salvación para todos, es decir,
Jesús Resucitado
12
2. MARCO TEOLÓGICO
Antes de pasar a describir la forma en la que enfrentamos los retos del mundo de hoy,
intentamos refrescar para todos, la manera como se armonizan en “Nuestro Credo”, dos
vertientes nucleares del misterio cristiano: la Encarnación y la presencia vivificante del Espíritu Santo.
El misterio cristiano tiene como fundamento la iniciativa divina de comunicarse gratuita y
generosamente a los hombres. Toda la economía de la Salvación, está hecha de relatos que
ilustran esa autocomunicación de Dios Trinidad, que se convierte en historia de distintas
maneras y en diferentes momentos salvíficos, a partir de esa primera revelación de Dios
que fue la Creación y en espera de la manifestación definitiva “Cuando Dios será todo en
todos”. (1 Cor 15: 28)
“Podemos decir que hay dos misiones trinitarias, la del Hijo y la del Espíritu, diferentes y
complementarias:
•
•
•
•
El Hijo visible y encarnado en Jesús; el Espíritu invisible e interior a nosotros.
El Hijo con nombre, Jesús; el Espíritu anónimo y sin nombre.
El Hijo se encarna en un hombre; el Espíritu actúa a través de personas y grupos.
El Hijo se manifiesta en un momento histórico: el Espíritu actúa desde el comienzo de
la creación hasta el fin, fecunda las culturas y las religiones, mueve la historia, libera la
creación hasta llegar a la escatología.
• El Hijo es revelado por la Palabra; el Espíritu hace que la Palabra sea conocida y asimilada vitalmente.
• El Hijo vivió haciendo el bien, murió y resucitó; el Espíritu lo hace nacer de María, guía
su vida, lo resucita, hace nacer la Iglesia y es el que la vivifica a través de carismas, sacramentos, profetas, santos, etc”.1
Nosotros hemos recibido la plenitud de la revelación de Dios en Jesucristo a través de la
cadena de testigos, que se remonta a quienes convivieron con El. Somos contemporáneos
de la acción del Espíritu en la Iglesia. En cada época de la historia de la Iglesia, han habido distintos acentos en la transmisión del mensaje, dependiendo de las circunstancias
históricas, las distintas sensibilidades, y también de las personas que son mediadores en la
transmisión de la fe.
Desde la perspectiva Teológica Cristiana, uno de los grandes dinamismos que atraviesa
nuestro siglo XX es la progresiva captación de la importancia de la dimensión encarnatoria
1
“Para un marco teológico de Fe y Alegría”; Víctor Codina S.J. La Paz, ver Anexo 5
13
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
de la fe2. Es decir, la Teología ha vuelto a mirar y a alimentar la fe cristiana, partiendo de
ese misterio que marcó “la plenitud de los tiempos” (Gal 4:4) cuando “Dios se hizo carne
y puso su tienda entre nosotros” (Jn 1:14). Pero además ha comprendido mejor el alcance
de este acontecimiento como pedagogía de Dios: la historia, la realidad humana, toda
ella, en todas sus manifestaciones, se hacen sacramento del encuentro con Dios. Ya no hay
fronteras entre lo profano y lo sagrado: Dios, en Jesús, ha consagrado todo lo humano y
por su Espíritu, sigue divinizando todo lo que el hombre humaniza.
“Esta constatación progresiva de que a la fe y a Dios se le descubre en medio del mundo,
tiene su culmen en el Vaticano II. El Concilio ha llamado la atención sobre esta misteriosa
presencia del Espíritu en la historia, que se manifiesta sobre todo a través de los signos de
los tiempos (GS 4; 11; 44). Entre estos signos de los tiempos, que hay que discernir, podemos distinguir el clamor de los pobres, de los indígenas, de las culturas, de los jóvenes,
de las mujeres, de los movimientos pacifistas, ecologistas, de los que sueñan otro mundo
posible…” 3
Siguiendo con la perspectiva encarnatoria de la revelación de Dios, cada contexto geográfico e histórico, debe auscultar los signos a través de los cuales Dios habla y discernir en ellos
las llamadas del Espíritu para ese determinado momento histórico.
“Para América Latina, las Conferencias de Medellín y Puebla significaron la concreción pastoral del Vaticano II a nuestro medio. Lo que en el fondo animó las reuniones episcopales
en el esfuerzo de aplicar el Concilio a nuestra realidad golpeada por la miseria y la injusticia,
fue la pregunta acerca de cómo ser cristiano en un mundo de empobrecidos; cómo hacer
que la fe cristiana sea fermento de promoción y liberación humana en nuestro Continente.
De esta misma cuestión fundamental nace y se nutre, como de su fuente, la Teología de la
Liberación”4
El movimiento de liberación en todas sus dimensiones, que reconoce la presencia interpelante del Dios Encarnado, en la irrupción del grito de los pobres en nuestra historia, es sin
duda una manifestación del Espíritu.
“El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos
en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo
2
3
4
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Ya desde los años veinte la Teología europea y diversos grupos (como el Movimiento Protestante, el denominado “Socialismo
Religioso”, los “Cristianos por el Socialismo”, etc.), van tomando una incipiente conciencia de que la fe se vive en la realidad
temporal. Una fe que no toma en cuenta los desafíos sociales y políticos, es una fe que está fuera del mundo. Los “movimientos especializados de pastoral”, como la JOC, la HOAC, la JEC, ACCION CATOLICA, vuelven a insistir en que lo propio del
cristiano es vivir la encarnación.
“Hacia una espiritualidad cristiana de Fe y Alegría: tanteos, sugerencias y algunos desafíos” Oscar Martín S.J. Paraguay,
2002
“Para un marco teológico…”
clamor brota de millones de hombres pidiendo a sus pastores una liberación que no les
llega de ninguna parte”. 5
“La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos, en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos
cuestiona e interpela”. 6
Este es el contexto histórico, el clima Teológico en el que nace Fe y Alegría, en Venezuela, en 1955. Es verdad que no son todavía los años del Concilio, pero sí es el tiempo del
Espíritu “que permanece con nosotros y está con nosotros… guiándonos hacia la verdad
plena” (Jn.14, 17; 16,13). No es el Concilio, no es Medellín, pero sí han empezado a soplar los vientos que los hicieron posibles. El Espíritu que ha acompañado a la Iglesia santa
y pecadora, en su peregrinar por la historia, estaba preparando un nuevo Pentecostés para
renovarla desde dentro. Fe y Alegría es uno de los muchos movimientos que en los años
anteriores al Concilio, redescubren en la Encarnación, la esencia del ser cristiano.7
No hay que forzar los hechos para intuir que fue la contemplación de la Encarnación como
la propone Ignacio de Loyola en los Ejercicios8, la que inspiró al P. José María Vélaz, para
desencadenar el movimiento de educación de los más pobres que es Fe y Alegría. No una,
sino muchas veces, debió Vélaz, como Jesuita, volver a la contemplación de la Trinidad que,
en este tiempo, “mira a la redondez de la tierra” y ve “rostros de niños golpeados por la
pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de
deficiencias mentales y corporales irreparables; los niños vagos y muchas veces explotados
de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar. Rostros de jóvenes, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, desorientados por no encontrar su
lugar en la sociedad, frustrados por falta de oportunidades de capacitación y ocupación”9.
Y sentiría impetuosa la llamada a hacer redención, continuando el designio salvador de las
Tres Personas en la sua eternidad.
Cuando ya puede ofrecer unas primeras respuestas, en la plenitud de su vida, el Padre Vélaz
escribe en su Testamento Espiritual: “Estoy levantando escuelas y talleres para una nueva
juventud… para los que no tienen voz que los defienda; para los que nunca han visto una
casa donde habita el amor… anhelo integrar en un solo valor, la selva, los talleres y los
libros; los maestros y los consejeros; la fe, el paisaje y la oración; los grandes proyectos del
futuro; el arte, la esperanza y el amor”. 10
En la partida de nacimiento de Fe y Alegría, está como telón de fondo el misterio de la Encarnación. Eso es claro para todos nosotros. Tanto por sus realizaciones salvadoras, como
5
6
7
8
9
10
II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Medellín, 1968. La Pobreza de la Iglesia, Nos. 1 y 2
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. 1979, Puebla, No. 31
Para ejemplos de otros movimientos de pastoral, ver nota 2
Ejercicios Espirituales N° 102
Puebla, N° 32.33
Testamento Espiritual. José María Vélaz , 1980
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
por la manera de hacerlo: escuelas “para los que no conozco, pero amo… estoy alistando
maestros que os miren como a hijos, pues seréis sus herederos”.11 Es decir, hogares que
testimonien el amor de Dios Padre y su preferencia por los más pobres.
Porque la Encarnación de Dios no es un asomo de su amor por el hombre sino un desborde
de su amor generoso que quiere llegar a toda la raza humana, sin fronteras, sin medidas.
Cuando Fe y Alegría apuesta por los más pobres, es un signo de que Dios sigue poniendo
su tienda entre nosotros, en las afueras de la ciudad. Solo así puede ser buena noticia para
todos, como lo fuera en Belén, cuando convocó tanto a los pastores como a los sabios de
Oriente. Nivelar por lo bajo es la única manera de que nadie quede excluido. Fe y Alegría,
quiere ser Buena Noticia para todos los que van quedando por fuera del sistema, para devolverles la dignidad de personas e hijos de Dios, por medio de una educación con calidad
y equidad. Espera además que ellos, como hombres y mujeres nuevos, una vez liberados,
sean agentes de cambio, en su entorno local y en el más amplio donde les toque actuar.
Nacida en el seno de la Encarnación, Fe y Alegría crece y se sostiene, por la fuerza del Espíritu que anima y vivifica a la Iglesia. Esto es también una evidencia que alimenta nuestra
fe. La historia de cada escuela, de cada programa de acción social, es un testimonio de
que Dios sigue acompañando a su pueblo y quiere para todos vida abundante. (Jn 10:
10) En Fe y Alegría vemos confirmarse la parábola del grano de mostaza, que siendo la
más pequeña de las semillas, nace y crece hasta ser árbol frondoso y los pájaros vienen a
albergarse en él (Mt 13: 31, 32). Ciertamente, el crecimiento sostenido en extensión 12 y el
afán siempre presente por la cualificación del servicio, sin tener otro capital que la mística,
la solidaridad, la pasión por ofrecer una educación evangelizadora, no se explican si no
es porque se está cumpliendo la promesa de Jesús Resucitado: “Vayan y hagan que todos
los pueblos sean mis discípulos… Yo estoy con ustedes, todos los días hasta el fin de los
tiempos” (Mt 28:19, 20).
En su lenguaje místico y poético lo intuía así el P. Vélaz cuando escribía en su Testamento
Espiritual: “Hasta dónde podrán volar el ingenio, la ilusión y los anhelos? Quisiera encontrar
un heredero de las grandes esperanzas, que tenga la barrera de la muerte más lejos que
yo… para que del poder dormido de esta tierra, brote un renuevo salvador… Quizá esta
chispa llegue a incendio. Es una semilla no más que busca la tierra, la tierra de la multiplicación, en el morir primero”. 13
El Testamento del fundador no reparte bienes de capital. Su legado es la mística de una
chispa que se hizo incendio ya en su tiempo y que sigue abrasando países y continentes
11 Ibíd.
12 A los 53 años de su Fundación, Fe y Alegría ha llegado a 18 países de América Latina y el Caribe, Europa y África; agrupa
38.000 profesionales que desarrollan su labor en más de 1.100 planteles escolares y centros dedicados a programas de
educación alternativa y promoción social, en los que se atiende a más de 1.300.000 personas.
13 Testamento Espiritual, José María Vélaz, 1985
16
con su luz y calor, porque es Dios mismo, la fuerza del Resucitado, el que se ha comprometido a alimentarla hasta el fin de los tiempos.
Pero Fe y Alegría sí cuenta en su haber, con un enorme capital humano: los maestros, las
familias, los directores, los promotores, los niños y jóvenes, y sobre todo, el patrimonio de
una fe hecha mística y pasión en los religiosos, que multiplican milagrosamente y reparten
el pan de la dignidad y la esperanza entre los preferidos de Dios. Esta experiencia vivida día
a día, alimenta en todos la fe en la Resurrección que se evidencia con signos contundentes
como es la alegría que nos habita cuando vemos que los pobres se humanizan, dicen su
palabra, trabajan por sus derechos y sacan lo mejor de sí mismos para servir a los otros. Es
verdaderamente la alegría que nace de la fe vivida.
Por otro lado, Fe y Alegría también sabe que se trata de una experiencia Pascual: hay mucho
de muerte en esta andadura. No es fácil hacer que los gobiernos entreguen la cuota que les
corresponde en la educación de sus pueblos; los maestros, sintiéndose poco reconocidos y
maltratados, y víctimas de sus propias heridas familiares, no siempre están dispuestos a ir
más allá en su entrega a los niños y jóvenes; se siente mucha impotencia al escuchar tantas
historias de pobreza, injusticia y abandono; los mismos pobres, humanos como son, nos
hacen ver que el egoísmo está enraizado en el corazón del hombre; el cansancio y la desazón nos acechan cuando experimentamos la complejidad de la tarea de educar hoy en día;
pero en todo esto salimos victoriosos, gracias a Aquel que nos amó (Rom 8: 37). Fe que da
la alegría, fe que da la ilusión, canta nuestro Himno Internacional en clave y tono pascual.
Estos dos pilares del misterio cristiano, la Encarnación de Dios en el hombre Jesús y por
ende en todo hombre y mujer, y la acción vivificante del Espíritu de Jesús Resucitado en la
Iglesia, constituyen lo que podría llamarse el Credo de Fe y Alegría, su columna vertebral,
nuestro marco teológico.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
3. UNA OBRA EDUCATIVA QUE SE HA
IDO HACIENDO
Asimilar el pasado, vivir el presente y engendrar el futuro, es un ejercicio de toda la vida.
Así lo entiende Fe y Alegría. Hacer memoria del camino hecho, como si cada paso hubiese
sido la meta final, no para estancarse, sino para proyectar y mirar con realismo al futuro,
es un ejercicio que hacemos en los párrafos siguientes.
Queremos partir con una mirada unificada de lo que es y desea ser La Federación Internacional de Fe y Alegría, para facilitar una mayor comprensión de los objetivos que nuestra
acción pastoral desea alcanzar desde una dimensión internacional. Los siguientes datos,
tomados del Plan Global de Fortalecimiento y Desarrollo Institucional (II PGFDI 2005-2009,
Página 9), enmarcan el Programa de Acción Pastoral.
3.1. ¿Qué es Fe y Alegría?
El contacto directo con la vida de los pobres, con sus carencias y necesidades fue lo que dió
lugar a la creación de Fe y Alegría. Nace en Venezuela, en el año 1955, como una entidad
no gubernamental de solidaridad social, para aunar esfuerzos de la sociedad y el Estado
en la creación y mantenimiento de servicios educativos y sociales en zonas deprimidas de
la ciudad y del campo.
Con los años, el Movimiento se ha extendido a Ecuador (1964), Panamá (1965), Perú
(1966), Bolivia (1966), El Salvador (1968), Colombia (1971), Nicaragua (1974), Guatemala
(1976), Brasil (1980), República Dominicana (1991), Paraguay (1992), Argentina (1996),
Honduras (2000) Chile (2005) y Haití (2005). En 1985 se establece Fe y Alegría en España
como una plataforma de apoyo a los países latinoamericanos y de difusión del trabajo del
Movimiento en Europa; desde 1999 se redefine su misión para asumir nuevos retos en el
campo de la cooperación al desarrollo, con el nombre de Fundación Entreculturas - Fe y
Alegría. En el año 2007 llega al Chad, en el África.
Son 18 los países donde operan organizaciones nacionales de Fe y Alegría asociadas como
Federación Internacional. Además, en Italia se tiene una extensión del Instituto RadiofónicoFe y Alegría, (IRFEYAL) de Ecuador.
Fe y Alegría es un Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social, cuya acción, impulsada por la fe cristiana, se dirige fundamentalmente a los sectores empobrecidos
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y a los excluidos, a fin de potenciar su desarrollo personal y su participación social. Convoca
a personas e instituciones en torno al desafío de construir un proyecto de transformación
social, basado en los valores de justicia, participación y solidaridad, y en la imprescindible
coherencia entre la práctica y dichos valores, que no pueden quedar al margen al asumir
los retos de la realidad.
• Es un movimiento porque agrupa a laicos y religiosos en actitud de crecimiento, búsqueda y autocrítica constante, de forma que su trabajo y estructuras organizativas, responden de un modo dinámico a las exigencias y retos que les plantean las necesidades
humanas y las demandas sociales.
• Es de educación porque busca la formación de hombres y mujeres conscientes de sus
potencialidades y de la realidad que les rodea, abiertos a la trascendencia, compasivos y
solidarios, conscientes y comprometidos, líderes en el servicio para y con los demás.
• Es popular porque no sólo opta por los más desfavorecidos, sino que asume la educación como propuesta pedagógica y política de transformación, desde y hacia las comunidades, para formar ciudadanos democráticos, agentes de cambio, protagonistas de
su propio desarrollo y capaces de construir calidad de vida.
• Es integral porque entiende a la educación en su sentido más amplio, el que abarca a la
persona en todas sus dimensiones, posibilidades, capacidades y necesidades.
• Y es de promoción social porque, ante situaciones de injusticia y necesidad, se compromete en la búsqueda de soluciones y desde allí, en la construcción de una sociedad
justa, fraterna, democrática y participativa, humana y humanizadora.
Esta descripción del Movimiento es el fruto de la práctica reflexionada de varias décadas en
total consonancia con la intuición primera del Padre José María Vélaz. El solía expresarlo
en el siguiente sentido: Fe y Alegría es una Obra, o más bien un Movimiento que crece y
evoluciona bajo la inspiración cristiana del amor a los más desvalidos, no para cuidarlos y
tutelarlos siempre, sino para despertar en ellos el maravilloso resorte dormido de su propia
determinación, de su íntima autonomía, de su auténtica libertad.
Para Fe y Alegría la educación es la estrategia fundamental para lograr una sociedad justa
y equitativa, entendiendo que el no acceso y la baja calidad de este servicio, son causas
y manifestaciones fundamentales de la marginación y de la injusticia social. Consecuente
con esta percepción, Fe y Alegría comenzó su labor allá donde termina el asfalto, donde
no llega el agua, donde la ciudad pierde su nombre, con el establecimiento de escuelas
primarias en zonas marginales.
Gradualmente, en la búsqueda de caminos eficaces para dar respuesta a las múltiples urgencias de alumnos y comunidades, la propuesta de Fe y Alegría se ha venido concretando
en iniciativas, programas y acciones de Educación Popular Integral y Promoción Social, en
los distintos países según sus realidades. Hoy Fe y Alegría promueve con apoyo de la sociedad y de los gobiernos:
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
A. Educación Escolarizada:
• Educación Regular
Redes de planteles escolares con programas formales de educación preescolar (hogares
infantiles y preprimaria), primaria o básica y secundaria o media, académica y técnica.
Así como programas de educación superior y universitaria técnica (en las áreas de ingeniería, arquitectura y tecnología, ciencias sociales y ciencias de la educación).
• Educación Radiofónica y a Distancia:
- Institutos radiofónicos para la transmisión de programas de alfabetización, educación primaria o básica para adultos (educación formal semipresencial), educación
media y capacitación en oficios
- Programaciones radiales abiertas, dirigidas a la formación ciudadana y humano‑cristiana, a través de los programas de opinión y de noticieros.
B. Educación Alternativa y No Formal:
- Programas de alfabetización en español y otros con enfoque intercultural bilingüe.
- Programas de educación especial para niños y jóvenes con discapacidad (con modalidad formal o complemento de la escolaridad regular).
- Programas y actividades de complemento o alternativa a la educación formal para
niños, jóvenes y adultos. Aquí podemos nombrar gran diversidad de acciones según
los países: refuerzo escolar; atención a niños y adolescentes de la calle; residencias
y hogares para población en edad escolar; prevención y atención educativa de problemas de drogodependencia; grupos, clubes y campamentos con fines culturales,
deportivos o recreativos; escuelas de padres y actividades con representantes de los
alumnos; formación de líderes y promotores comunitarios; defensores de derechos
humanos; educación para la solidaridad internacional, la paz, la ciudadanía etc.
- Programas de capacitación juvenil y formación para el trabajo dirigidos a alumnos
de los planteles escolares de Fe y Alegría. Centros especiales, talleres fijos en las escuelas, talleres móviles entre otras iniciativas dirigidas a la juventud en general.
- Atención a necesidades de acompañamiento y formación humano-cristiana a través
de convivencias, encuentros, retiros, parlamentos, etc.
• Formación de Educadores:
- Programa Internacional de Formación de Educadores Populares.
- Programas de mejoramiento docente y de perfeccionamiento permanente en el
servicio.
- Formación inicial y profesionalización de docentes en ejercicio (normal y superior)
20
• Servicios de Promoción Social y Desarrollo Comunitario:
- Programas de atención a necesidades básicas en las áreas de salud y nutrición.
- Programas de organización y desarrollo comunitario.
- Centros comunitarios, cooperativas (de consumo, ahorro o producción), microempresas y consorcios para la organización y desarrollo de comunidades marginales
urbanas, campesinas e indígenas.
3.2. El camino que venimos transitando
Son muchas las experiencias positivas y largo el camino recorrido. Tener la oportunidad
de mirar lo andado para comunicar avances y reflexionar sobre los retos propios y los del
contexto; construir un pensamiento colectivo, crear unidad, enriquecernos, renovarnos y
fortalecernos como institución, son las pistas que hacen posible este recorrido del camino
juntos. No se ha tratado sólo de llegar, sino de saber que estamos en el camino correcto.
Esto es lo que a continuación presentamos de manera sucinta:
A. Primera fase
A partir de 1970 se comienzan a celebrar las Asambleas Anuales de Directores Nacionales,
para comunicar los avances de Fe y Alegría en los países y reflexionar sobre los retos, el
marco doctrinal y los lineamientos de acción. En el período 1970 a 1984 se lograron conclusiones y acuerdos que aportan a la construcción de un pensamiento colectivo, que se
sistematizó luego en el Ideario Internacional aprobado en la Asamblea de 1985.
Esta fase representó un hito de extraordinaria importancia para la unidad del Movimiento,
puesto que en el Ideario se integra y sistematiza la esencia de sus raíces fundacionales,
enriquecidas con la dinámica de las realizaciones. Es la comunión en la identidad, la intercomunicación y solidaridad en inquietudes y propuestas, lo que origina un movimiento internacional cohesionado como federación de entes nacionales, con un modelo de gestión
que se fundamenta en la comunicación y el trabajo cooperativo en red, con respeto a la
autonomía funcional de los países, en materias de administración y programación.
La Federación se crea en 1985 como respuesta a las siguientes necesidades, que justifican
su finalidad y objetivos, al tiempo que dan sentido a su Misión Institucional:
• Velar por la identidad de Fe y Alegría como Movimiento de Educación Popular en servicio a los sectores más necesitados del campo y de la ciudad.
• Favorecer la unidad del Movimiento y promover su expansión a otros países.
• Promover y apoyar su múltiple acción educativa y de promoción social.
• Facilitar la representación y el diálogo con organismos nacionales e internacionales.
21
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
• Favorecer una mayor y mejor información y comunicación de experiencias entre los
diversos países.
Clave de esta nueva estructura es la Asamblea General de la Federación, como instancia de
decisión y orientación de acciones para el logro de los objetivos del Movimiento, la cual se
reúne anualmente con la participación de todos los Directores Nacionales. Además, se ha
dado continuidad a los Congresos Internacionales anuales como instancias más amplias
de encuentro para la reflexión sobre temas de interés, el análisis de programas o acciones
comunes a todos los países, y el intercambio de información y experiencias sobre la marcha
del Movimiento.
B. Segunda fase:
Entre 1986 y 1991, la actividad de las Asambleas y Congresos de la Federación estuvo
definida por la voluntad de poner en práctica las propuestas contenidas en el Ideario. Fue
una fase de profundización y asimilación de las orientaciones fundamentales, buscando
precisar las acciones que Fe y Alegría debía emprender.
C. Tercera fase:
La tercera fase se define por la conciencia colectiva de que la realidad social, política,
económica y cultural, ha sido sacudida en sus raíces, con la vigencia del libre mercado y
la globalización; y de que se están creando nuevas y profundas inequidades con el consecuente aumento de la pobreza. Es así que, en 1992 se comenzó en Fe y Alegría un proceso
de reflexión sistemática sobre el contexto latinoamericano y la elaboración de un marco
doctrinal con las correspondientes líneas de acción, para la construcción de una Propuesta
de Educación Popular y Promoción Social, en incesante proceso de enriquecimiento y renovación. En los documentos elaborados en los Congresos Internacionales, se encuentran
los elementos que dan a Fe y Alegría, su sentido de Visión y Misión como Movimiento de
Educación Popular y Promoción Social, juntamente con las respuestas perfiladas ante las
nuevas realidades que nos rodean.
D. Cuarta fase:
Producto del proceso de reflexión y construcción colectiva, es la conciencia de la necesidad de dinamización del desarrollo y fortalecimiento del Movimiento, de cara a los retos
identificados más claramente en el Congreso Internacional de 1997: Respuestas Educativas
Innovadoras ante la Realidad del Año 2000 (Colombia, 1997) y el Seminario-Taller sobre
Fortalecimiento Institucional de Fe y Alegría (Perú, 1998). Los resultados de la reflexión
colectiva, permitieron arribar a una formulación resituada de la Misión del Movimiento y a
la identificación de retos prioritarios para el conjunto de la Federación.
22
Estos esfuerzos dieron como resultado el primer Plan Global de Fortalecimiento y Desarrollo
Institucional (I PGDFI), que nos introducen en la presente fase de trabajo mancomunado
y de acción en red. La puesta en marcha de dicho plan durante el período 2001-2005,
permitió una mayor articulación del Movimiento a nivel internacional, en la búsqueda de
respuestas a las necesidades comunes de los países, respetando siempre la especificidad de
cada realidad nacional.
Durante el año 2003, en el Consejo de Directores Nacionales y luego en la Asamblea General, se hizo una evaluación de los resultados conseguidos y se reflexionó sobre los nuevos
énfasis que la realidad social planteaba al Movimiento. Fruto de ello se decidió actualizar
los retos y acciones a emprender con un nuevo Plan Global de Fortalecimiento y Desarrollo
Institucional para el período 2005-2009. (II PGFDI)
Resulta oportuno insertar aquí, la mirada a las luces y sombras de la Pastoral en la Federación, que el II PGFDI recogió en su momento, y que, nos parece, siguen siendo una
buena descripción de la situación pastoral del Movimiento y punto de partida para pensar
cualquier Proyecto de Pastoral de Fe y Alegría:
Luces
Encontramos en nuestro Movimiento, dentro de una gran diversidad, muchos logros y también muchos sueños y proyectos. La pastoral, como perspectiva específica y como acciones
específicas, está bien posicionada y está en crecimiento: en general, existen responsables
o coordinadores de pastoral, desde el nivel nacional hasta los centros particulares, cuentan
con el apoyo de los directores respectivos y, con frecuencia, los coordinadores de Pastoral
forman parte de los equipos directivos; se observa mucha mística y dedicación y hay muchos laicos y laicas comprometidos que han hecho de la filosofía de Fe y Alegría un elemento integral de su proyecto de vida; Los religiosos y las religiosas desarrollan una amplia
acción pastoral y la mayoría considera que existe una integración y enriquecimiento mutuo
entre el carisma de sus congregaciones religiosas y el Ideario de Fe y Alegría. La responsabilidad y el acompañamiento de la Compañía de Jesús a la Federación, a las directivas nacionales y a los diferentes centros es muy significativa; en muchos países son satisfactorios
los vínculos y la colaboración con la Iglesia local; en algunos países se cuenta con personal
capacitado para facilitar retiros y ejercicios espirituales a los docentes y alumnos; hay una
gran diversidad de producciones escritas para la pastoral y diversas iniciativas de formación
para los docentes y alumnos; en general, hay una buena imagen de Fe y Alegría para entrar
en relación con otras instituciones…
Sombras
También encontramos algunas deficiencias y sombras en nuestra pastoral dentro de nuestra diversidad: ausencia de planes de pastoral o acciones pastorales atomizadas; divorcio
23
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
entre la pastoral y la pedagogía; poca formación pastoral entre los docentes; diversidad de
concepciones teológicas entre los agentes pastorales; reducción de la pastoral a celebraciones litúrgicas puntuales y a la educación religiosa; carencia de itinerarios integrales de
formación o de programas de educación religiosa escolar procesuales; carencia de recursos
económicos para el financiamiento de las actividades pastorales; ausencia de sistematización y socialización de experiencias significativas en la pastoral; resistencia de algunas religiosas o religiosos a asumir la propuesta de Fe y Alegría; desconocimiento de la pastoral en
los procesos formativos por parte de los equipos directivos y del personal docente; divorcio
entre fe y cultura; poca claridad sobre lo que significa una pedagogía pastoral; ausencia de
una formulación explícita de los rasgos de la espiritualidad de Fe y Alegría; resistencia al trabajo en red y dificultad para el intercambio y la comunicación entre los agentes pastorales;
ausencia de propuestas pastorales que integren a los exalumnos; disparidad de criterios,
de recursos y de acción entre los centros; falta de acompañamiento a los animadores pastorales; deficiencias en la formación de los encargados de cada institución; poca capacidad
para diseñar, formular y trabajar proyectos.” (II PGFDI, Página 20)
Al interior de esas luces y sombras, Fe y Alegría prosigue su proceso de desarrollo cualitativo y cuantitativo; su expansión geográfica y la consolidación de sus estructuras organizacionales, con preocupaciones comunes en los países, pero también con énfasis y opciones
diversas, que responden a sus contextos particulares. Por otra parte, se han abierto espacios para el trabajo conjunto de países cercanos por su ubicación geográfica y acciones de
apoyo entre las distintas sedes nacionales.
En el contexto de globalización, ser una red internacional, es una fortaleza invaluable. Este
camino recorrido por varias décadas, le da a la Federación una experiencia que le ayuda a
enfrentar con esperanza los difíciles desafíos de la educación. Contar con gente que piensa
a niveles amplios; que ha enfrentado problemas complejos en distintas geografías, que
está dispuesta a compartir logros y recursos sin cobrar derechos de autor, porque todo
queda en casa y porque se sabe que el interés de todos, es que el Reino de Dios avance,
es un haber que da mucha confianza para el camino. Y la red crece y se extiende hasta el
África y en un futuro próximo al Asia.
Como un segundo nivel del sistema de planificación del Movimiento, están los Planes Estratégicos Nacionales. En ambos niveles, los planes se enmarcan en los lineamientos de
la organización definidos en su Ideario Internacional, y tienen como referente la visión de
persona, sociedad e Iglesia, así como las posturas ante los nuevos desafíos plasmados en la
Propuesta Educativa y de Promoción Social.
Lo anterior es un recuento sucinto del camino hecho como Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social, y los programas y acciones con los que responde a las
múltiples necesidades y urgencias del contexto latinoamericano, donde mayoritariamente
24
se ubica; es un recorrido histórico por las fases que imaginariamente se han establecido,
para facilitar una mirada a cuánto se ha avanzado y cuánto queda aún por hacer.
3.3. Misión Visión y objetivos estratégicos de la Federación Fe y Alegría
Misión
Fe y Alegría es un Movimiento Internacional de Educación Popular Integral y Promoción
Social, dirigido a la población excluida, para construir un proyecto de transformación social, basado en los valores cristianos de justicia, participación y solidaridad (IIPGDFI 20052009).
Visión
La visión de Fe y Alegría es un mundo donde todas las personas tengan la posibilidad de
desarrollar todas sus capacidades y vivir con dignidad, construyendo una sociedad justa,
participativa y solidaria; un mundo donde todas las estructuras, en especial la Iglesia, estén
comprometidas con el ser humano y la transformación de las situaciones que generan la
inequidad, la pobreza y la exclusión (IIPGDFI 2005-2009).
Objetivos Estratégicos al 2009:
Impulsar una educación popular integral de calidad.
Fortalecer la institucionalidad federativa del Movimiento e impulsar el desarrollo de un
modelo de gestión acorde con su visión y misión.
Consolidar el Movimiento Internacional de Fe y Alegría como sujeto de acción pública, en
los distintos países donde está presente.
A partir de estos objetivos estratégicos se desprenden 11 objetivos operativos, cada uno
con su respectivo proyecto, dentro de los cuales se ubica el Proyecto de Acción Pastoral
que tiene por objetivo promover la acción pastoral en los distintos programas educativos
y de promoción social de Fe y Alegría, en todos los países, incorporándola como un eje
importante de su quehacer (IIPGDFI 2005-2009).
3.4. Objetivo general y objetivo específico de la acción pastoral de Fe y Alegría
Para responder a la misión, visión, y objetivos planteados desde la Federación de Fe y Alegría, la acción pastoral define su objetivo general de la siguiente manera: contribuir, desde
la acción pastoral, con la construcción de una sociedad justa y fraterna, comprometida con
la transformación de las situaciones que generan pobreza y exclusión.
25
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
Su objetivo específico es: fortalecer la acción pastoral federativa en el plano internacional y
en cada uno de los países, articulándola al accionar institucional en su conjunto.
Los capítulos que siguen, dan cuenta de las estrategias para lograr los objetivos arriba
mencionados. Se define primero la Espiritualidad de Fe y Alegría, para luego establecer
los principios y criterios que deseamos marquen nuestro modo de proceder y actuar como
Federación, en clave Pastoral.
26
4. ESPIRITUALIDAD DE FE Y ALEGRÍA
4.1. Experiencia fundante
Hablamos de espiritualidad cuando la acción del Espíritu de Dios se transparenta en la vida,
es decir es la vida en, con, y según el Espíritu. Para hablar de espiritualidad de Fe y Alegría,
debemos ir a la fuente: a esa primera irrupción del Espíritu que se convirtió en experiencia
fundante y que le dio nombre al movimiento de educación que es hoy Fe y Alegría: la alegría que nace de la fe vivida.
¿El hecho fundador? Todo empieza en Venezuela en los años 50 cuando un Jesuita, José
María Vélaz, nacido en 1910 en Chile, de padres españoles, ingresa a la Compañía de Jesús
en España, y es enviado a Venezuela como responsable de la atención pastoral de los estudiantes en la recién fundada Universidad Católica Andrés Bello, de Caracas. Vélaz entendió
que para la formación humana y cristiana de esos futuros profesionales, era necesario templar su sensibilidad con las necesidades de una incipiente barriada de Caracas, para ofrecer
alguna respuesta a sus muchas carencias.
Con esta motivación, lo primero que hicieron fue preparar a un grupo de niños para su
Primera Comunión. Terminado este compromiso, sintieron que ya habían puesto ahí su
corazón, que no podían abandonarlos y se preguntaron: ¿será que es sólo esto, lo que
podemos dar? Entonces coincidieron en que lo que había que hacer era atacar la raíz de
toda su pobreza, que era la ignorancia y se abocaron en la tarea de buscar cómo ofrecer
educación a los niños. Es entonces cuando aquel soñador y motivador que fue el P. José
María, se encontró con el corazón generoso de Abraham Reyes, padre de familia que le
ofreció el segundo piso de la casa que había construido ladrillo a ladrillo durante ocho
años, para que allí empiece, como parábola de grano de mostaza, la primera escuela de
Fe y Alegría. Los universitarios fueron quienes prepararon a las primeras maestras (jóvenes
del barrio que habían completado algunos años de secundaria). Cuentan las crónicas que
aquellos jóvenes, iban con mucha fe y regresaban con mucha alegría !Una auténtica experiencia pascual!
Estos comienzos, de indiscutible sabor evangélico, son la fuente de donde brota la Espiritualidad de Fe y Alegría. La cercanía al pobre y a su mundo, puso a los fundadores en
contacto con el misterio de la Encarnación, en los rostros de esos niños y de sus familias, en
ese hombre que dejaba su casa para que fuese no solo de sus hijos sino de todos los niños
del barrio, se encontraron con el Dios de Jesús, que los llenaba de su amor y su gracia, para
hacerles signos de salvación en medio de su pueblo.
27
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
4.2. Rasgos de su Espiritualidad
Esta experiencia de los tiempos fundacionales, es recreada por el Espíritu, allí donde llega
Fe y Alegría, desde hace más de 50 años. Al desentrañarla encontramos lo que podríamos
llamar los rasgos de una Espiritualidad de Fe y Alegría: los enunciamos, citando frases textuales del Padre José María, tomadas sobre todo de su Testamento Espiritual (31.03.80).
• La atención a discernir los signos de los tiempos en los que Dios se revela: cada familia
que toca a las puertas de Fe y Alegría, cada maestro que ingresa a formar parte de la
Federación, cada nueva escuela o programa, cada nuevo país, son una invitación a
discernir la presencia y la voz de Dios apasionado por la humanidad, a la que hay que
seguir salvando.
• El pobre como lugar del encuentro con Dios, que llama a construir un mundo más humano y más fraterno: la historia de aquellos universitarios se repite, los niños y jóvenes
de Fe y Alegría, con su sola mirada de necesidad y esperanza, se hacen Sacramento de
la presencia de Dios y evangelizan a toda la familia de Fe y Alegría; la van haciendo más
humana y la impulsan a multiplicarse para que no haya más, una pobre educación para
los pobres.
• La fe en que Dios obra a través de lo pequeño: los gestos sencillos y cotidianos de apertura y entrega de tantos educadores y educadoras, religiosos y laicos, van haciendo el
milagro de una educación con calidad y equidad.
• La alegría que nace de la fe: es una constante no planeada, los educadores y educadoras de Fe y Alegría se van sintiendo más identificados con su vocación de educadores y
la viven con alegría, generosidad y esperanza: “Para vosotros, los que vendréis, para los
que no conozco pero amo… Estoy alistando maestros que os miren como a hijos, pues
seréis sus herederos” (Testimonio del Padre Vélaz).
• Una insobornable confianza en que el Espíritu de Dios aletea para invitarnos a seguir
devolviendo dignidad humana a través de la educación, donde reinan la oscuridad y
el caos de la ignorancia y la injusticia. La escuelita que empezó en aquella barriada en
1955, se ha convertido, a impulsos del Espíritu, en un Movimiento Internacional de
Educación. Con mirada visionaria lo intuyó José María Vélaz (estoy pensando en vosotros, en los que vendrán... trazando caminos para unos pasos que no serán los míos...
Quizás esta chispa, llegue a incendio... es una semilla no más, que busca la tierra, la
tierra de la multiplicación, en el morir primero!).
No es difícil descubrir los trazos de la Espiritualidad Ignaciana: la centralidad del Misterio
de la Encarnación y del Jesús del Evangelio; el discernimiento como modo de proceder para
un mayor servicio; el imperativo de buscar siempre el más de la misión; el amor puesto en
obras y no en palabras; la fe para arriesgarse y la alegría como frutos del Espíritu, es decir,
en todo amar y servir, siempre más y mejor.
28
En estos 50 años, la espiritualidad de los orígenes se ha enriquecido con otros matices
que le aporta el contexto en el que nació y se ha desarrollado. La Teología de la Liberación
encontró un campo abonado en la corriente espiritual de Fe y Alegría y ha contribuido a
cualificar su manera de concebir la educación, con rasgos de especificidad cristiana que
hoy hacen parte de su identidad:
•
•
•
•
•
Compromiso personal e institucional por la fe y la justicia.
Pedagogía evangelizadora y liberadora.
Valoración de la cultura popular.
La dimensión participativa y comunitaria.
El uso de los medios y recursos con austeridad y eficacia.
Esta espiritualidad, al ser tan sencillamente humana y evangélica, se ha mostrado capaz
de integrar los carismas de muchas congregaciones religiosas, que se han sumado al Movimiento, para impulsarlo y hacer posible su vitalidad en muchas geografías y culturas
(quisiera encontrar un heredero de las grandes esperanzas, que tenga la barrera de la
muerte más lejos que yo). Estos herederos y herederas, bebiendo en la Espiritualidad de Fe
y Alegría, han hecho y seguirán haciendo posible, un continuo Pentecostés en la Iglesia.
29
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
5. PRINCIPIOS PASTORALES DE FE Y ALEGRÍA
5.1. Una pastoral que profundiza en la experiencia cristiana de Dios
La experiencia cristiana de Dios expresada en la Encarnación es la Teología que fundamenta
el ser y hacer de Fe y Alegría. Es la iniciativa generosa de Dios, que en búsqueda de redención para la humanidad golpeada por la pobreza y la ignorancia, se encarna en la obra
de José María Vélaz, Abraham Reyes14 y aquel grupo de universitarios y también de las
primeras religiosas y educadores convocados. No es solo un Dios presente en la historia,
sino que la orienta en el sentido del establecimiento de la justicia y el derecho de los más
necesitados. Un Dios que toma partido por el pobre y que lo libera de la esclavitud y de la
opresión. “Tal vez, el momento de los Ejercicios de San Ignacio en el que se puede insertar
mejor todo el proyecto de Fe y Alegría es en el “hagamos redención del género humano”
(EE 107), de la contemplación de la Encarnación.”15 Decía el P. Vélaz que “Fe y Alegría nació
mirando hacia grandes multitudes, con la misma sensación de pequeñez de mi parte, como
si tuviera que escalar descalzo el Himalaya”.
“Se ha dicho que no hay alegría profunda si no estamos cerca del misterio… la fe nos acerca al misterio de Dios, que ha querido necesitar de nosotros para la salvación de nuestros
hermanos. Ante este inexplicable misterio de predilección, que nos dice claramente dónde
está la verdadera vida, no es extraño que se enciendan todos los poderes de la alegría que
transforma el mundo”. 16
Este Dios que se encarna en la persona de Jesús de Nazaret, no solo hace historia sino que
pone su tienda en medio de ella; este hecho histórico, lejos de cerrar la historia, la abre a
caminos insospechados. Así también lo experimentó Vélaz: “más que una empresa, es una
aventura en la que a pesar de los cálculos y premeditación de una empresa bien concebida
y meditada, quedan hermosos capítulos de aventura en lo desconocido, donde es necesario
que nos exijamos aptitud y valor, para afrontar lo desconocido y amedrentador... La parte
oscura e incierta de la aventura se la encomendamos a la bondad misericordiosa del Señor,
cuyos hijos dispersos intentamos reunir y cristianizar” (26-03-84).17
Por tanto, una de las exigencias del principio pastoral de Fe y Alegría, es iniciar a todos los
actores, en la experiencia del Dios Encarnado que se revela en Jesús y nos abre al Padre,
14 Al comentar la entrega que hizo de su casa, Abraham Reyes confiesa: “Yo, desde entonces, me siento feliz. Yo creo que,
cuando el hombre se da, es mucho más que dar millones, cosas materiales. Este corazón ya nunca podrá estar amargado”
15 Joseba Lascano. s.f. La espiritualidad de Fe y Alegría
16 Vélaz, JM. Fe y Alegría, vocación de servicio a muchos, s.f., presumiblemente 1974
17 P. Vélaz JM. Cartas del Masparro. 1987.
30
que orienta la historia en el sentido de la justicia y el derecho, tomando partido por los más
pobres. El camino para hacer de este principio una experiencia de vida, se concretiza en un
proceso de conversión al Dios de Jesús, en aceptar su proyecto y asumir su estilo evangélico, insertos en una comunidad y animados por la fuerza del Espíritu.
5.2. Una pastoral que opta por el pobre
Fe y Alegría se identifica con la manera en la que Jesús al mira al pobre, es decir una mirada
que devuelve identidad y dignidad al pobre. Cuando Jesús mira al pobre descubre que sus
carencias le dan una manera propia de experimentar la vida, ante sí mismo, ante los demás
y ante Dios. Esto es una experiencia universal, las personas tienen una manera diferente de
mirar la vida, cuando carecen de bienes o cuando tienen bienes.
Esta mirada a través de la cual Fe y Alegría mira al pobre, le permite descubrir los valores
propios del pobre, que provienen de sus carencias y que caracterizan y abarcan la totalidad
de su existencia, el sentido de gratuidad y de fiesta, la aceptación radical de la realidad,
el sentido del otro y de ese Otro que es Dios, la persistencia que en algunos casos es obstinación y un sentido peculiar del espacio y del tiempo. Pero por otro lado, estas carencias
están cargadas de destrucción, lo que puede hacer de él un insignificante, un no-persona,
ante sí mismo y ante los demás, lo que abarca también la totalidad de su existencia. Ahora
bien, tanto los valores como las destrucciones están condicionadas, pero no determinadas
por las carencias.
Se necesita entonces, una pedagogía propia que tenga en cuenta la característica bipolar
de las carencias, para acompañar al pobre de manera que él mismo se apoye en sus valores
para reconstruir su dignidad. Vale la pena volver aquí a las palabras del Padre Vélaz: Fe y
Alegría es una Obra, o más bien un Movimiento que crece y evoluciona bajo la inspiración
cristiana del amor a los más desvalidos, no para cuidarlos y tutelarlos siempre, sino para
despertar en ellos el maravilloso resorte dormido de su propia determinación, de su íntima
autonomía, de su auténtica libertad.
Es necesario tomar conciencia de que existe en nosotros el peligro de sustituir a los pobres,
convirtiéndonos en centro en vez de acompañantes. Necesitamos reconocer con humildad,
que tenemos mucho por aprender y que el camino por andar respecto a la opción por los
pobres, pasa por mirar a Jesús y ejercitarse en recrear su manera de relacionarse con ellos.
De ahí surgen unas exigencias:
• Necesitamos fundamentar nuestra pertenencia a Fe y Alegría en una experiencia espiritual profunda.
• Necesitamos mirar a los pobres con la mirada de Dios, para aprender a entender su
mundo, su manera de vivir la cotidianidad, la profundidad de sus carencias, su capaci31
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
dad de celebrar y de ser solidarios, su paciente esperanza; pero también, la destrucción
de valores que la pobreza trae consigo. Necesitamos ojos nuevos, mirada misericordiosa, empática, cargada de cariño. Ello supone un vuelco cuya magnitud quizá no
imaginamos, pero que se sintetiza en aquello de “Los pobres serán sus maestros…”. Es
un camino que nos puede llevar a la conversión al Dios de los pobres.18
• Desde la opción por los pobres, necesitamos proponer y vivir el servicio, el diálogo y la
acogida, sin ningún afán de poder (político, económico, social, religioso, etc.); asumir
nuestra responsabilidad de laicos y laicas, o de consagrados y consagradas, como una
vocación absoluta de servicio humilde, a los más pequeños y pequeñas de este mundo.
• Necesitamos una mayor austeridad en el uso de los recursos de la institución.
5.3. Una acción educativa en clave de pastoral
Una acción educativa en clave de pastoral, es aquella cuya visión, intencionalidad y talante,
está impregnada y modelada por los valores y actitudes humano-cristianos, en todas sus
actividades y manifestaciones. Esta perspectiva que brota de la experiencia de encuentro
personal con Jesús es la que quiere generar Fe y Alegría en todos sus centros. La acción
educativa en clave de pastoral busca dotar al movimiento de un alma pastoral, para que
toda su vida y quehacer queden impregnados de sensibilidad pastoral, de manera que la
obra o la institución educativa, se convierta en un espacio donde se construye, se celebra,
se interpela, se profundiza y se intenta vivir desde los valores del Reino de Dios.
Desde esta visión, Fe y Alegría acompaña, apoya, anima, ofrece pistas y criterios de acción
a todas las áreas y dimensiones: la acción pedagógica, la gestión, la relación programa –
comunidad, para que se viva en clave de pastoral toda la acción educativa. En este sentido,
la institución educativa o programa social, han de tener un área específica de Pastoral, es
decir, un conjunto de acciones de intencionalidad directamente pastoral, para atender a
la educación de la fe y de la solidaridad. En consecuencia, la visión pastoral de nuestra
acción educativa necesita que todos los actores tengan esa visión. Es un nivel básico de
identidad con Fe y Alegría, con sus valores y opciones fundamentales, que se concreta en
el conocimiento, respeto y práctica de su opción de servicio a los más pobres y que hay que
despertar y cultivar con estrategias contextualizadas y concretas.
5.4. Una pastoral desde una pedagogía humanizante y humanizadora
Para Fe y Alegría la educación es un medio a la vez humilde y a la vez privilegiado pues permite alcanzar un mayor grado de humanidad y humanización, al posibilitar el desarrollo de
18 Aportes para la reflexión sobre la espiritualidad de Fe y Alegría. Documento del II Taller sobre la Identidad de Fe y Alegría
Consejo de Directores Nacionales. Abril de 2003 (Quito, Ecuador)
32
las diversas dimensiones y potencialidades de las personas, que de lo contrario, quedarían
dormidas:
Es un medio humilde, por cuanto la educación puede y debe contribuir a la búsqueda de
soluciones a los problemas de nuestra sociedad, pero no está en sus manos la solución
total. La educación es necesaria, pero no suficiente.
Es privilegiado, porque nos permite participar de la acción creadora del Espíritu de Dios,
ayudando a “…desarrollar la semilla de uno mismo, a nacer al hombre o la mujer que todos llevamos dentro. Educar es ayudar a conocerse, comprenderse y valorarse, para poder
desarrollar a plenitud todos los talentos y realizar la misión que cada uno tiene en la vida...
Buscamos la formación de sujetos autónomos, capaces de responsabilizarse de sí mismos y
de convivir solidariamente con los demás” (Congreso Internacional de F y A. Paraguay).19
5.5. Una pastoral que vive bajo la fuerza del Espíritu
El proceso educativo tiene sus horas claves, exigentes y significativas, donde se ponen a
prueba nuestra fidelidad, nuestra capacidad de respuesta y sacrificio, de creatividad y perseverancia, de confianza y entrega. Fe y Alegría busca responder con fidelidad a cada hora
del proceso educativo. La apuesta por el Reino, a través de la acción educativa, nos va introduciendo por caminos no previstos en nuestros propios planes. Cuando respondemos con
fidelidad a cada hora, cuando estamos a la altura de los signos de los tiempos, descubrimos
que estamos siendo misteriosamente guiados por la fuerza del Espíritu. Esta certeza se convierte en una invitación a vivir nuestra acción educativa en actitud de disponibilidad: ¿qué
se nos pide hoy y aquí? Disponibilidad que se manifiesta en responder a las exigencias que
surgen de la tarea educativa, en las distintas situaciones que la vida va presentando. Esto
supone ir más allá de una prestación impersonal del servicio, de la inercia mecánica, de la
rutina insensible, del comportarse como funcionario y, por supuesto, exige superar la visión
del mercantilista, del asalariado y hacerse trabajador en la viña del Señor (Mt.20, 1-16).
19 Aportes para la reflexión sobre la espiritualidad de Fe y Alegría. Documento del II Taller sobre la Identidad de Fe y Alegría
Consejo de Directores Nacionales. Abril de 2003 (Quito, Ecuador)
33
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
6. CRITERIOS DE ACCIÓN
Para ser coherentes con los principios que sostienen nuestra acción pastoral, hay una serie
de criterios que deben marcar el modo de proceder en nuestra acción pastoral:
• Encarnar los principios evangélicos para que la acción pastoral de Fe y Alegría esté basada en el testimonio de una fe que se vive con madurez, consistencia y coherencia.
• Mirar el contexto de forma crítica buscando discernir los signos de los tiempos y en ellos,
al Dios que se revela y pide una respuesta coherente con los desafíos encontrados.
• Elaborar proyectos de acción pastoral desde una visión federativa y en red, que respondan a problemáticas y exigencias latinoamericanas comunes.
• Fortalecer la acción evangelizadora con experiencias significativas de vivencia de la fe
(retiros, encuentros, voluntariados, etc.) y acompañarlas en la vida cotidiana para facilitar su asimilación a nivel personal.
• Fomentar el protagonismo del pobre para devolverle identidad y dignidad de manera
que se vaya haciendo persona en su situación concreta.
• Posibilitar el desarrollo de todas las dimensiones y potencialidades de las personas, integrando el arte, el humanismo y la espiritualidad, como expresiones de una pedagogía
evangelizadora y liberadora.
• Compartir e intercambiar experiencias significativas válidas, que respondan creativamente a las exigencias que nos plantea la tarea educativa.
• Acompañar procesos que fomenten el diálogo intercultural e interreligioso, superando
fronteras y dejando que entre el Espíritu para que siga recreando la vida.
Encarnar los principios evangélicos, mirar y discernir, elaborar, fomentar, fortalecer intercambiar y acompañar, hablan de una pastoral dinámica y en movimiento constante. Estos
criterios concretizan de modo particular nuestra acción pastoral. Buscamos y deseamos
que genere en nuestras instituciones un estilo de ser y hacer donde todos hagamos posible
una acción educativa en clave pastoral.
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7. IDEARIO Y PASTORAL
El Ideario Internacional de Fe y Alegría, (Mérida, 1984, aprobado en San Salvador, 1985)
es la esencia englobante de todo el Movimiento. Una lectura atenta de sus páginas, nos
ayuda a descubrir que está transversalizado por la visión pastoral en cada uno de sus seis
capítulos y en todo el conjunto:
Identidad de Fe y Alegría: “Movimiento... nacido e impulsado por la vivencia de la Fe
Cristiana...se compromete... en la construcción de una sociedad justa y fraterna” (1.1);
“Opción por los pobres...” (1.2).
Objetivos: “Formación de hombres y mujeres nuevos... abiertos a la trascendencia...”
(2.1); “Compromiso de una fe cristiana en obras de amor y justicia” (2.2).
Medios: “Una pedagogía evangelizadora y liberadora” (3.2).
Acción educativa: “Carácter evangelizador y pastoral de toda la acción educativa de Fe
y Alegría” (4.1).
Dinámica: “En fidelidad a los principios inspiradores de este Movimiento” (5.1); “manifestación de la fe en compromisos reales por la justicia” (5.3); “dimensión profética del
Movimiento” (5.4).
Organización: “Carácter eclesial del movimiento como pueblo de Dios, en el que resalta
la presencia y acción de laicos comprometidos y de institutos de vida consagrada con sus
carismas propios, en corresponsabilidad con la Compañía de Jesús, fundadora y animadora
del Movimiento, y en comunicación con las Iglesias locales” (6.2) “Esfuerzo para que en
la organización y funcionamiento de centros, regiones y países, se reflejen los valores que,
de acuerdo con los objetivos de Fe y Alegría, deben constituir al Hombre Nuevo y la Nueva
Sociedad” (6.3).
El Ideario añade a esos seis capítulos un glosario en el que explican otras ocho expresiones20:
todas ellas desde una perspectiva pastoral. Es evidente en el Ideario, que la Pastoral no es
un apéndice, sino la perspectiva englobante de la identidad y misión de Fe y Alegría.
20 Estas son: Movimiento, Educación Popular, Educación Integral, Pedagogía Liberadora, Pedagogía Evangelizadora, Niveles de
Compromiso, Hombre Nuevo, Sociedad Nueva y Justicia Educativa.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
8. FONDO DE REFLEXIONES
Finalmente, se recogen en este libro un conjunto de documentos elaborados por distintas
personas que han servido para ahondar en nuestra espiritualidad, reflexionar sobre nuestra
identidad, profundizar las concepciones doctrinales que han permitido interpelar nuestro
actuar, para dar respuestas nuevas a nuestra práctica pastoral y a las exigencias que el
mundo nos plantea en cada momento histórico.
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ANEXOS
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APORTES PARA LA REFLEXIÓN SOBRE LA ESPIRITUALIDAD
DE FE Y ALEGRÍA
II Taller sobre la Identidad de Fe y Alegría
Consejo de Directores Nacionales 2003 (Quito, Ecuador)
INTRODUCCIÓN: ¿QUÉ ENTENDEMOS POR ESPIRITUALIDAD EN FE Y ALEGRÍA?
Jesús vivió la verdadera espiritualidad, porque sintió y actuó según el Espíritu en medio
de su pueblo, en plena solidaridad con él. En diferentes momentos de su vida lo vemos
orando, comunicándose con el Padre para poder encontrarse con él, sentir su cercanía,
descubrir la propuesta de vida que le brindaba y realizarla con alegría y fortaleza, aunque
tuviese que enfrentar grandes amenazas.
También nosotros cuando hablamos de espiritualidad, buscamos entender y asumir el mismo camino de Jesús, es decir, “vivir según el Espíritu, entrar en comunicación con Él que
está en la hondura de nuestra persona y que quiere mantener un encuentro sin fin con
cada uno, para que podamos ser plenamente nosotros mismos y así aportemos nuestra originalidad en la construcción de la justicia y de la verdad que el mundo necesita, superando
todos los obstáculos que la amenazan” (González B. Donde acaba el asfalto)
Se trata de una espiritualidad ligada a la lucha por la vida, que permite alegrarse y hacer
fiesta, gozar, solidarizarse y cantar en medio de la precariedad; que genera su propia esperanza por llegar al día siguiente, por desafiar los obstáculos y vencer la apatía y la impotencia; que obliga a la creatividad a surgir y resurgir como un ave fénix cotidiano. Y por allí nos
asalta el germen de la resurrección, en una clave escondida. Cada día necesitamos volver a
nuestras motivaciones esenciales, recuperar y apostar por una mística del seguimiento de
Jesús, del servicio al pobre y al más necesitado, de la lucha por un mundo justo y fraterno;
una mística de la oración, de la familia y de la vida, de la honestidad y de la verdad, de la
fidelidad y del amor, de la entrega incondicional al niño y al joven. De esa manera, podremos ponernos en sintonía con la forma de actuar de Jesús, para continuar, desde la acción
educativa, sus gestos salvadores: recorría los pueblos y ciudades, enseñaba, anunciaba el
Reino, echaba los demonios y sanaba.
Desde esta espiritualidad, la persona de Jesús y el proyecto del reinado de Dios se convierten en el horizonte que integra nuestro quehacer personal y colectivo, lo que somos y
lo que hacemos. En este sentido, nuestra práctica educativa tiene razón de ser en cuanto
contribuye a hacer realidad el Reino de Dios en la tierra. Este horizonte suscita en nosotros
una energía integradora de todas nuestras dimensiones y nos empuja a salir de nosotros
mismos, a vivir confiados en el amor y misericordia del Padre que nos ama profundamente,
39
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
y en el manantial de vida que se nos ha dado, para que demos frutos en provecho de todos
los que nos rodean, especialmente de los más necesitados. Viviendo a la manera de Jesús,
colaborando en su proyecto, actuando como él actuó, dejándonos llevar, guiar y conformar
por su Espíritu, nuestra vida adquiere pleno sentido.
Estar en comunión con el Espíritu es tener sus mismos impulsos, sus mismos anhelos. Eso
implica que generar el orden y la belleza del universo, preocuparse por la justicia y el derecho de las personas necesitadas, señalar dónde se encuentra Jesús entre nosotros en la actualidad,, defenderlo allí donde sufre más y desclavarlo donde hoy está siendo crucificado,
y hacerlo desde la vivencia comunitaria pero con apertura a los demás, son las obras típicas
del Espíritu y de quien lo quiera seguir, por distantes que parezcan.
1. FE Y ALEGRÍA, COMO MOVIMIENTO DE EDUCACIÓN POPULAR, NACE Y ES IMPULSADO POR LA VIVENCIA DE LA FE CRISTIANA
Las motivaciones más profundas de los fundadores de Fe y Alegría y de los que consolidaron y extendieron el Movimiento, han estado enraizadas en una vivencia personal cristiana;
más aún, podemos reconocer en ellos la acción del Espíritu en la Iglesia, que luego se hará
patente en el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla. Esas motivaciones y esa acción del
Espíritu, siguen dando vida a Fe y Alegría que en su misión específica, está llamada a hacer
de la educación, la organización y la comunicación, medios de evangelización y de lucha
por lograr unas condiciones dignas de vida para todos, de humanizarnos y hermanarnos.
Es una motivación para vivir apasionados por el reinado de Dios desde nuestro quehacer
diario, empeñarnos por brindar la mejor educación a nuestros alumnos acercándonos a
la excelencia social (convivir: sentido ciudadano), excelencia académica (saber-hacer: herramientas del conocimiento), excelencia personal (ser: valores humanos cristianos). Por
eso tenemos que recordar que no queremos una pobre educación para los pobres, sino la
mejor educación.
1.1. Dando razón de nuestra fe
En tiempos en los que abundan las propuestas religiosas, se desvanecen los contenidos
y las palabras se prestan para cualquier significado, incluso para no decir nada. Por ello,
consideramos necesario dar razón de nuestra fe, comunicar y compartir lo que nosotros
creemos, deseamos e intentamos vivir:
a. Una fe que hemos recibido de nuestros fundadores
Los hombres y mujeres que fundaron nuestro Movimiento experimentaron un encuentro
personal con Jesús de Nazaret, que tocó a su puerta (Ap 3: 20) y provocó una respuesta.
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Para el P. Vélaz y los estudiantes de la universidad, fue una experiencia de fe la que los
acercó a los pobres, a encontrarse con su realidad y a preguntarse qué podían hacer por
ellos. Desde esa fe, descubrieron a Dios en el rostro de los pobres. Fue un salir de sí, moverse de su lugar, ponerse en movimiento, dejar el reducido mundo de lo propio y seguro
y, de esa manera, acudir al encuentro del hermano, reconocerlo y ponerse a su servicio.
Pero también fue una respuesta generosa personalizada en Abrahán Reyes, quien confió,
apostó por esa iniciativa y puso algo más que un grano de arena: esto soy, esto tengo, esto
sé. Aquí estoy.
Es una fe que lleva al encuentro interpersonal en torno a una causa noble: los que vienen
de fuera del barrio con el que ahí vive, poniendo ambos lo mejor de sí para conseguir el
bienestar de quienes no se pueden valer por sí mismos, los niños. De ahí podemos decir
que es:
• Una fe que nos lleva a los pobres, en quienes se encuentra Dios;
• Una fe que lleva a la acción: ¿qué puedo hacer por Él?;
• Una fe que lleva al encuentro de los distintos, suscitando respuestas generosas, efectivas y organizadas a favor de terceros;
• Una fe que irradia y toca a los otros.
b. Una fe que pone su mirada en Jesús, su vida, su mensaje y su proyecto de
reinado de Dios.
Nos invita a asumir la vida de Jesús como modelo de vida para cada uno de nosotros, a
verlo como el maestro que nos enseña un camino de vida, y a recorrerlo en toda su plenitud, asumiendo los riesgos que ello implique. Una fe que integra, une y vincula la justicia,
la vida y la cultura.Una fe absolutamente relacionada con la vida de los pobres pues nos
capacita y dispone para descubrir en sus rostros el rostro de Dios, unas veces contento y
otras veces clamando y consolando; nos empuja a salir a su encuentro y decidirnos a poner
lo mejor de nosotros a su favor, sobre todo nuestro servicio y acción educativa; a confiar
en ellos y apostar por su fortalecimiento y comprometernos de una manera total en hacer
más humana sus vidas.
Se trata de una fe que choca y se indigna ante las injusticias. De ahí, la insistencia en develar esas injusticias, tanto fuera como dentro del mismo Movimiento y en nosotros mismos
como personas. Esa misma fe nos impulsa a ir haciendo de nuestro día a día un adelanto
de lo que buscamos, por ello nos preguntemos constantemente: ¿cómo son nuestras
prácticas educativas?, ¿cómo está la calidad de nuestro quehacer?, ¿buscamos lo mejor o
nos contentamos con lo primero que nos sale? Es, pues, una fe que nos hace seguidores
y colaboradores del sueño de Jesús: el Reino como una trasformación de las personas y de
las estructuras sociales.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
c. Una fe que mira al Padre
Tenemos fe en un Dios mayor, que no se deja manipular, que quiere ser el centro de nuestra
vida. Es un Dios Padre y Madre que ha creado el mundo para todos, sin discriminación, que
quiere nuestro bien, nuestra felicidad y salvación. Un Dios que nos comprende, perdona y
espera porque él es bondadoso y muy misericordioso. Él cuida de todos nosotros, es fuerza
y esperanza de los débiles, y es quien a todos nos hermana. Es un Dios cercano, presente
en muchos acontecimientos de la historia y en la vida de cada persona. Es un Dios que nos
llama a la vida plena, a la fraternidad y nos invita a encontrar nuestro lugar. Él ya ha sembrado en nosotros la semilla de la plenitud, nos corresponde abonarla, crearle condiciones,
despertarla y encaminarnos a su realización.
Se trata de Dios que se hace presente en Jesús. Es el Dios que viene a nosotros, a nuestra
tierra, a nuestra casa, a nuestros centros, a nuestra historia. Es el amor de Dios hacia cada
uno y cada una; es un amor fuerte, seguro, entrañable como el de un padre o de una madre, como el del mejor y más fiel amigo.
Es un Dios que confía en nosotros para la gran tarea de la liberación, a lo largo de toda la
historia llama a personas concretas, les confía su voluntad y las acompaña. María es uno de
los más grandes ejemplos: la llamó, confió en ella, nos la entregó como madre y modelo de
fidelidad a la Palabra y al plan de Dios y, a través ella, nos dio a su Hijo Jesús.
Por eso, nuestra fe es confianza en este Dios que nos ama gratuitamente, nos levanta del
suelo y nos invita a caminar. Es una fe que nos integra y nos reconcilia, nos hace salir al
encuentro y a la acción, sabiéndonos acompañados aun en las horas difíciles de nuestra
historia.
d. Una fe que nos viene como gracia del Espíritu
Una fe que se vive en el día a día de nuestro quehacer; en el modo como concebimos nuestro trabajo e identidad. Desde la fe, somos invitados a:
• Vivir nuestra acción como una ocasión privilegiada para hacer visible el Reinado de
Dios en el mundo; por eso, queremos que la educación sea una tarea de liberación, de
formación de personas libres, desde la comunidad, con la comunidad y para la comunidad; una mediación adecuada y eficaz;
• Vivir como auténticos servidores de la paz y la reconciliación;
• Vivir el día a día con intensidad, con mística, sentir nuestro trabajo como una vocación;
• Descubrir en la labor que realizamos el sentido de nuestra vida.
Una fe que nos pone en movimiento, nos lanza a vivir la historia haciéndonos cargo de la
realidad y discerniendo cuál es la opción que conduce a su transformación. Es una fe que
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nos impulsa a creer en el otro, en el pobre, en la gente y una fe que nos invita a mirar, comprender, respetar y valorar lo distinto, sin la pretensión de creernos dueños de la verdad.
1.2. Lo que significa vivencia cristiana
Aunque ya lo hemos mencionado, consideramos necesario enfatizar la implicación personal de la vivencia cristiana. Son necesarios los enunciados de la fe a nivel institucional,
pero de nada sirven si no se produce una vivencia personal (individual-comunitaria). Son
los afectos, los sentimientos, los pensamientos y la voluntad de la persona concreta lo que
entra en juego, lo que es tocado por esta experiencia. Nuestra espiritualidad es conocer,
amar y seguir a Jesús, abiertos y disponibles al impulso del Espíritu; supone una experiencia
que nos marque.
Desde una perspectiva personal, en nuestro caminar hemos constatado que:
• El primer campo de evangelización soy yo mismo, pues, para poder humanizar y evangelizar en la escuela, tengo que dejarme humanizar y evangelizar.
• Sólo dejándome evangelizar, podré ser testimonio de Cristo que se irradia a través de la
vivencia y actos humanos muy concretos. Esta dialéctica debe impregnar todo nuestro
accionar educativo.
• Como evangelizadores desde la educación, debemos ser evangelizados permanentemente por toda esa realidad que vivimos, y mucho más por la realidad de los empobrecidos. Sólo a partir de ello, podemos desafiar al futuro, encendiendo otras muchas
hogueras desde ese Espíritu que contagia y transforma vidas y realidades.
1.3. ¿Por qué la educación?
Para nosotros la educación es un medio humilde y privilegiado para alcanzar un mayor grado de humanidad y humanización y de posibilitar el desarrollo de las diversas dimensiones
y potencialidades de las personas, que de lo contrario quedarían dormidas. Del Padre Vélaz
retomamos las siguientes intuiciones:
a. A través de la educación, contribuimos a superar las condiciones infrahumanas y alcanzar otras más dignas para todos, especialmente para los más abandonados. “...
tenemos que llegar con nuestra enseñanza a aquellas actividades, que le permitirán
al pueblo una vida digna, una alimentación competente, una habitación de seres humanos y un nivel cultural y espiritual cónsono con los planos de la modernidad y de
la cristiandad” (Cartas del Masparro 18-03-84). “Con ello se batirán, poco a poco, en
retirada, el atraso, la pobreza, gran parte de las enfermedades endémicas, la incomuni-
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
cación, la ignorancia supina y otros males que son los verdaderos y despóticos tiranos
que pisotean y atormentan al pueblo de Dios.” (Cartas del Masparro 14-04-84).
b. A través de la educación, la persona transforma su entorno natural, social y cultural,
posibilitando unas mejores condiciones de vida. Pasar de la debilidad física y del pensamiento oscurecido y rutinario al desarrollo de la inteligencia aguda que le permita
afrontar con éxito la transformación de infinidad de necesidades con las que se topa en
el día a día (14-04-84).
c. A través de la educación, se logra el desarrollo de las dimensiones personales y sociales
de los sujetos, tales como “la audacia, la constancia emprendedora, el espíritu fraterno,
la capacidad de sufrimiento por las causas nobles... si logramos además que tengan
perseverancia y unión, podremos decir que estamos formando un tipo humano capaz
de entrega y generoso don de sí” (Cartas del Masparro 17-04-85).
d. A través de la educación, se contribuye al fortalecimiento social y organizativo de nuestro pueblo: “Qué milagro de hermanos que todo el pueblo quisiera cooperar y ayudarse
a sí mismos... (pero no es fácil). Donde se logra, es después de muchos años de educación y paciencia. Este espíritu comunitario organizado es un inmenso recurso para
todos los que anhelan progresar y salir del atraso. El trabajo comunitario es la salvación
cristiana de este pueblo” (Cartas del Masparro 14-04-84).
e. A través de educación, se cultiva la dimensión espiritual de la persona, para de esa
manera abrirse al encuentro con el amor paternal de Dios y desarrollar y vivir los dones recibidos del Dios bueno. “Espero que sepamos crear un foco educativo de luces
terrenas y sobrenaturales y que antes de mucho tiempo nuestros alumnos alabarán al
Señor con tambores, elevarán sus cánticos al Señor con guitarras, todos batirán palmas
y aclamarán a Dios con gritos de júbilo... ¿Cómo podrá un joven andar por aquí honestamente cumpliendo tus palabras...? Solamente si el Señor nos renueva a nosotros con
su Santo Espíritu y consigue que trabajemos, para que el mundo se impregne de ese
mismo Espíritu” (Cartas del Masparro 14-04-85).
f. La educación es un instrumento real de lucha contra la injusticia social, a través del fortalecimiento y afirmación de los propios sujetos, más allá de las proclamas y discursos:
“Fe y Alegría lucha por esa justicia tan atropellada y pisoteada. Pero no nos podemos
contentar con denunciarla: tenemos que ofrecer toda nuestra capacidad y eficacia en
estar directamente y personalmente con estos pobres despreciados, instruyéndolos y
preparándolos, para que sean capaces, por su honradez, por su técnica y por su organización, de crear ellos mismos lo que nadie será capaz de darles de otra manera.” (Cartas
del Masparro 8-02-85) “Porque Fe y Alegría cree firmemente en nuestro Padre y en que
todos los hombres son hermanos, queremos realizar la obra de justicia más urgente:
Educar a los más pobres...” (Cartas del Masparro 14-04-84).
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g. En fin, la educación es un acto de evangelización donde se relaciona la fe con la vida,
en sus diversas facetas. “Su mayor deber será ser sembradoras de fe y alegría. Sembrarán fe en Dios, fe en su bondad, fe en su providencia, en su amor, pero también fe en
una juventud trabajadora, creativa, valiente y cristiana. Sembrarán también alegría, la
alegría de los estómagos y de los corazones contentos en muchachos y muchachas que
casi nunca comen completo, la alegría de la amistad y de los juegos entre niños y niñas
(...), la alegría de sentirse seguros y progresando cada día, aumentando la confianza en
su propio valer y en su capacitación y progreso, la alegría de ver con el tiempo, que ellos
valen tanto o más que los que ellos hasta ahora envidian como privilegiados. Fe y alegría
son palabras y conceptos que se alimentan y se vigorizan mutuamente porque de la verdadera fe nace la felicidad de sentirse hijos de Dios y de la alegría brota el acercamiento
fraterno y es el prólogo para conocer mejor a Dios.” (Cartas del Masparro. 26-03-84).
Hoy seguimos apostando por la educación como respuesta válida a la invitación de Jesús
de colaborar con su misión, siempre que:
• Tenga presente la formación de personas que vivan la justicia a través de sus actitudes,
cualidades y opciones de vida;
• Haga de la justicia un valor ético de transformación y superación de la persona y de su
relación con los demás;
• Ponga alma y dé su sentido humano a la técnica, insistiendo en los aspectos humanísticos, en la formación del espíritu crítico de los alumnos, ofreciendo nuevas alternativas
educativas y de promoción real a los grupos excluidos del sistema y prestando especial
atención a la capacitación del docente;
• Enseñe a nuestros alumnos a leer y hacerse cargo de la realidad, identificar y poner al
descubierto dónde y cómo han cristalizado las injusticias que amenazan la vida y la convivencia humana, cuáles son sus características y las sutiles y engañosas justificaciones;
• Sea testimonio institucional a través del desarrollo de líneas de acción, programas, obras
prácticas y coherentes con la auténtica fe y justicia;
• Estimule la fuerza y el ejemplo del testimonio del educador, pues es el modo en que los
educadores observan el mundo y la vida, lo que entusiasmará o no a los alumnos;
• Sea una educación en y para la comunidad, que incorpore creativa y eficazmente los
avances tecnológicos desde una identidad bien cimentada y desde el respeto a las culturas de los pueblos;
• Sea una educación preocupada por su calidad y su facilidad de acceso; dirigida especialmente a los protagonistas del cambio social;
• Insista en la formación de competencias claves para la gestación y promoción de una
propuesta de desarrollo integral y sustentable para todos, democrática y con equidad:
fortalecimiento y ejercicio de la ciudadanía, fortalecimiento cultural, desarrollo del pensamiento creativo, desarrollo de una actitud proactiva, desarrollo de habilidades para
el aprovechamiento de la información y el conocimiento y el desarrollo de una visión
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
sociopersonal donde se recupere la conciencia de ser una persona integrada a un todo
dinámico y vivo;
• Entre en relación, cooperación y apoyo crítico con organizaciones comunales, movimientos populares y otras instituciones que luchan por la promoción social y el desarrollo de los pueblos;
• Convierta sus centros educativos en espacios de apoyo a la promoción de desarrollo,
no sólo como prestatarios del servicio educativo a personas, sino como parte activa y
soporte comunitario;
• Mantenga una búsqueda constante de alternativas que respondan y se adecuen a la
nueva realidad latinoamericana.
2. ELEMENTOS DE ESPIRITUALIDAD QUE SUSTENTAN ESTA CONVICCIÓN EN FE Y
ALEGRÍA
2.1. La Persona de Jesús
El anuncio de la persona de Jesús de Nazaret, como verdadero Hombre y verdadero Dios,
con una opción clara por el Reino y su justicia es el anuncio que deseamos asumir plenamente como institución, en todo el proceso constructivo de nuestra labor educativa y comunicacional. Creemos en Jesús resucitado, vivo y presente en la comunidad y, sobre todo,
en el que sufre. Nos referimos particularmente a Jesús Maestro, como modelo a seguir.
Jesús enseñó con una gran autoridad fundada en su coherencia de vida; vivía lo que proclamaba y proclamaba lo que vivía. Se opuso a todo legalismo e interpretación de la ley
civil y religiosa que pretendía subordinar el bien y la vida de las personas. Colocó la ley al
servicio de la persona, que es lo más sagrado que existe sobre la tierra. Concibió su vida
y su quehacer como un hacer el bien, luchar contra toda forma de opresión, exclusión y
discriminación.
Fue un educador profeta que asumió y profundizó los rasgos esenciales de los profetas
bíblicos. Más que un hombre de Dios, fue la Palabra de Dios hecha carne entre nosotros
(Jn 1:14). Guiado por el Espíritu, pudo reconocer con gran alegría que son los sencillos
y pobres quienes muestran la Buena Noticia; se convirtió en su defensor; se acercó con
misericordia, les levantó su dignidad, les comunicó que eran los hijos preferidos del Padre
y los llamó a conversión. Por esa razón, fustigó el orden social injusto y la conducta ordinaria de la gente (Mc 1,4). Se enfrentó a todo aquello que tendía a convertirse en ídolo
y al comportamiento: que ello genera: riqueza y vivir para acumular; poder y la manía de
querer imponerse a los demás; prestigio y la obsesión por figurar. Vivió lo que proclamó y
lo sabiendo los riesgos y peligros que corría, y que libremente asumió.
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La imagen del buen pastor expresa rasgos insustituibles y de gran inspiración para nosotros
(Jn 10:1-16). Conoce a cada uno de los suyos, para quienes tiene una palabra propia y
pertinente para su situación. La palabra y el diálogo son vínculo de conocimiento, de cercanía, de acompañamiento y orientación del camino. Su presencia se convierte en fortaleza,
confianza y seguridad para quienes atiende. Los siente como suyos; por eso, se entrega, los
busca, los atiende, enfrenta los peligros y amenazas y llega a dar su propia vida.
¿La razón fundamental? Primero, que los ama. Segundo, ésa es su vocación, su identidad
más profunda. Pablo lo dirá de esta manera; “Ay de mí si no evangelizara, ay de mí si no llevara la Buena Noticia a quienes más la necesitan”. Ay de mí si no educara, podríamos decir
hoy. Él no es un asalariado que vive del pastoreo o de la educación. A través del pastoreo
y de su forma de educar hace realidad su misión más profunda: “Yo he venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia”. Mientras que quien se concibe como asalariado,
por muy bien que realice su tarea, “no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir
al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es
asalariado y no le importan nada las ovejas. (Jn 10: 12, 13) Identidad que le lleva a ir más
allá de su grupito, de los suyos, de los que están en el movimiento, y le pone al servicio de
una causa mayor: “También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas
las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor”.(Jn
10:16).
2.2. Rasgos de su pedagogía
a. Claridad en la intencionalidad (para qué) y en el contenido (qué)
Su finalidad fue hacer presente y realizar el Reinado de Dios entre los hombres. Jesús sabía
hacia dónde orientar todo su quehacer educativo.
b. Una pedagogía centrada en la persona humana y orientada a su desarrollo
pleno
Su praxis fue más allá del noble y abstracto discurso sobre la primacía de la persona humana. Jesús superó los prejuicios, etiquetas, exclusiones, limitaciones y verdades cuasi naturales vigentes en su entorno social. Por eso se acercó, se hizo presente y cercano a todos
aquellos grupos socialmente excluidos, despreciados, naturalmente rechazados, históricamente mal vistos, razonablemente etiquetados. Jesús valorizó la persona en su condición
y situación concreta: a los niños, en una sociedad en la que no contaban; a los leprosos,
curándolos e integrándolos a la vida social; a las mujeres, reivindicando su igualdad frente
a la prepotencia masculina; a los publicanos y pecadores, brindándoles una oportunidad
de cambio y vida nueva, compartiendo con ellos la mesa.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
Él fue capaz de ir más allá de las apariencias: en el despreciable cobrador de impuestos
irremediablemente amarrado a lo suyo, Jesús vio a un seguidor, creyó en él e hizo de Mateo
un ser dinámico que dejó atrás su pasado, asumió el protagonismo de su propia vida y se
puso en marcha (Mt 9: 9).
c. La educación como práctica de la libertad
La buena noticia del Reino de Dios es un llamado a la conversión y a creer (Mc 1:15), que
depende de la libre decisión y acogida de cada persona. Su llamada a seguirlo es una
provocación y un desafío a la libertad: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mc 16:24). Él reta a tomar decisiones, pero respeta la
libertad para aceptar o no su propuesta. Invita pero no obliga, propone pero no impone.
Es una educación en y para la libertad, que busca formar personas libres.
d. Es una educación para toda la vida y de crecimiento continuo
Propone a sus discípulos un dinamismo de constante crecimiento y de radical exigencia:
romper con la anterior forma de vivir, de pensar y de actuar; convertirse, nacer de nuevo;
“Ve, vende lo que tienes, da, ven y sígueme”; “Ámense los unos a los otros”; “Qué gracia
tienen si son buenos entre ustedes mismos, pues hasta los malos hacen lo mismo”. Es
pues, una educación que propone altas metas e invita a un crecimiento continuo. Jesús
está convencido de que la persona humana es templo del Espíritu, por lo que está llamado
a una vida plena y a dar frutos en abundancia. Por esa razón enfrenta fuertemente la ambigüedad, la mediocridad y la tibieza; maldice la higuera que no da frutos, interpela a los
indecisos y combate a quienes se niegan a desarrollar los talentos que Dios les ha dado.
e. Pedagogía del amor
El amor es el principio pedagógico fundamental desde donde Jesús mide todo su quehacer educativo. Amor que se traduce en amistad, cercanía, afecto, confianza, confidencia,
donación de sí.
Respecto a los niños, Jesús se muestra afectuoso y tierno. Para los abatidos, enfermos y necesitados, ese amor se traduce en compasión entrañable y misericordia. ¿De dónde alimenta esa fuerza del amor que da tono a toda su práctica educativa? En la relación profunda
que tiene con su Padre: “Como el Padre me amó a mí, yo también los he amado a ustedes;
permanezcan en mi amor” (Jn 15: 9,10)
f. Una pedagogía de la pregunta
A través de la pregunta, Jesús busca confrontar la propia vida, las actitudes y comportamientos de las personas, con las exigencias del Evangelio y suscitar en ellas una decisión
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de cambio. La pregunta le sirve para despertar la conciencia crítica, interpelar, confrontar
puntos de vista, presentar opciones y compromisos de cambio.
Jesús enseña preguntando. Buscó clarificar la Buena Noticia del Reino de Dios, evidenciar
la ruptura y el cambio que él entrañaba y particularmente provocar una respuesta y compromiso con el proyecto de Dios.
Sus preguntas son provocadoras y estimulantes de la fe; a quienes se acercan, los reta:¿qué
buscan? (Jn 1:38). Son preguntas que suscitan y verifican la fe: “¿Tú crees en el hijo del
hombre?” “¿Quién dicen que soy yo?”. Son preguntas inquietantes y desafiantes: “¿Ustedes también se quieren marchar?” (Jn 6: 7). Algunas de sus preguntas están orientadas
al discernimiento y la búsqueda: “¿Quién de éstos se hizo prójimo?” (Lc 10:36). También
estimulan una reflexión profunda sobre el sentido de la vida: “¿De qué le sirve al hombre
haber ganado el mundo entero si él mismo se pierde o se arruina?” (Lc 9:25).
Por otro lado, sus preguntas cuestionan y ponen al descubierto lo absurdo de falsos planteamientos y exigencias y la hipocresía dominante (Lc 14:5; 13:2); cuestionan las actitudes
y la fe de los discípulos con la finalidad de modificar actitudes y romper prejuicios: “¿Cómo
es que miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu
propio ojo?” (Lc 6,41-42; 6,46. Mc 4,40).
g. Pedagogía de la praxis
Se trata de educar por y para la práctica. Para Jesús, lo importante era que el discípulo
empezara a vivir de una manera diferente. Propuso e inauguró un camino, una verdad y un
nuevo estilo de vida: se les ha dicho...; pero lo yo les digo, les he dado ejemplo, para que
también ustedes hagan lo mismo.
No se está refiriendo a cualquier práctica; será la práctica de la misericordia y del amor (Mt
25: 31,46) el criterio definitivo del proyecto de Dios. No bastan las palabras (Mt 7:16,27)
ni las buenas intenciones (Mt 21:28,31); ni aun la simple búsqueda sincera (Mc 10:17 ss).
La verdad se demuestra a través de las obras: por sus frutos los conocerán.
Así pues, Jesús evangelizaba educando a través de la acción para suscitar una práctica
transformadora con miras a la construcción del Reino. Reino que se inicia mediante las
obras, la práctica y los signos históricos concretos de vida y de misericordia que liberan,
que curan, que dignifican a las personas, que reconcilian y que acogen. Esa es su tarjeta de
presentación ante los discípulos de Juan: vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído:
los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo
en mí! (Lc 7:22,23).
49
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
2.3. Reino de Dios
Jesús de Nazaret no se predica a Sí mismo ni habla sólo de Dios. Su misión gira en torno al
reino de Dios. Dios viene a reinar sobre la humanidad. Dios no reina desde fuera y desde
arriba; reinar para él no es someter. Establece una alianza incondicional, impulsada por el
amor. Dios dice que sí a la humanidad y espera una respuesta que brote de una transformación personal, que sea fruto de haberle aceptado en nuestras vidas.
Dios carga con todos y lo hace de buena gana y no se cansa (Isaías 46:1,4). Dios es el que
nos origina y posibilita; el que da, el que construye la casa y guarda la ciudad. Ésta es la
soberanía de Dios, que viste de esplendor a los lirios del campo y alimenta a los pajaritos
y que considera más valiosos a los seres humanos y los cuida pormenorizadamente. Pero
lo que anuncia Jesús es el acontecimiento de que este Dios, que se difunde porque es
bueno, no sólo da, sino que ha resuelto darse, hacerse para siempre Dios con nosotros (Mt
1:22,23).
Las señales del reinado de Dios son diversas: un mundo reconciliado, una familia de pueblos, una vida feliz, el gozo de la abundancia y el reconocimiento mutuo entre las personas;
el desarrollo de lo que somos y de lo que estamos llamados a ser, el descanso en la plenitud
tal como lo expresa la paz bíblica. Fe y Alegría tiene puesto todo su ser en ese horizonte de
esperanza –una sociedad diferente– por lo cual proclama, desde su labor educadora, que la
persona humana no ha sido hecha para vivir en un mundo de odio, división ni violencia.
Pero a lo interno de nuestro movimiento, también estamos llamados a evidenciar señales del Reino de Dios. Desde la especificidad de nuestra acción educativa, se nos invita a
elaborar y presentar una síntesis entre lo pedagógico, con sus características propias, y lo
evangélico, con su novedad y propuestas liberadoras. Tendremos que preguntarnos por
cuestiones tan concretas como las decisiones que se toman, los criterios de selección, el
trato que se les da a las personas, los énfasis que se destacan, las motivaciones que guían
nuestras conductas. Con honestidad, hemos de preguntarnos por la resonancia y vigencia
que tienen en nuestras vidas e instituciones educativas expresiones como ámense los unos
a los otros; dichosos los pobres; dar la vida por sus ovejas; dichosos los que tienen hambre
y sed de justicia: dichosos los que trabajan por la paz; el que recibe a un niño en mi nombre
me recibe a mí; tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber; he venido
a liberar a los oprimidos...
Asumimos la siguiente interrogante: ¿son nuestras instituciones educativas parábolas, signos de la Buena Noticia del reino de Dios para los hombres?
50
2.4. Opción por los Pobres
“Son los pequeños y los pobres quienes mejor ponen de manifiesto el rostro de Dios...”.
Siguiendo a muchos cristianos latinoamericanos, entendemos la opción por los pobres
como una decisión voluntaria, personal e institucional, que nos conduce a encarnarnos en
el mundo de los pobres para asumir con realismo histórico su causa de liberación integral,
sus luchas, sus preocupaciones y sus alegrías. Nos anotamos en poner a su servicio todo
nuestro ser, nuestro hacer, nuestros recursos, nuestra creatividad y dedicación. La razón
de ser de Fe y Alegría es estar al servicio de los más pobres y necesitados. Esta opción está
enraizada en la complacencia de Dios en los pequeños, es decir, su decidida opción por
sus vidas y su alegría de verlos crecer. De ahí, que servir y conocer a Dios es atender con el
mayor cariño a sus hijos, especialmente a los más débiles.
Nos sentimos Iglesia plenamente y queremos ser fieles al llamado que nos hacen tanto el Concilio Vaticano II, como las Conferencias Episcopales Latinoamericanas (Medellín,
Puebla y Santo Domingo). El Vaticano II nos dice: “...Cristo fue enviado por el Padre para
evangelizar a los pobres y levantar a los oprimidos (Lc 4:18), para buscar y salvar lo que
estaba perdido (Lc 19:10); de manera semejante la Iglesia abraza a todos los afligidos por
la debilidad humana, más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su
Fundador pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades, y pretende servir en ellos
a Cristo...” (Constitución Dogmática Lumen Gentium, Nº 8).
La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín) afirma: “El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales
existentes en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana, en muchísimos casos, a la inhumana miseria (XIV, 1)... El particular
mandato del Señor de evangelizar a los pobres debe llevarnos a una distribución de los
esfuerzos y del personal apostólico que dé preferencia efectiva a los sectores más pobres
y necesitados y a los segregados por cualquier causa, alentando y acelerando las iniciativas
y estudios que con ese fin ya se hacen. Los obispos queremos acercarnos cada vez más
con sencillez y sincera fraternidad a los pobres, haciendo posible y acogedor su acceso a
nosotros (XIV, 9)”.
Puebla la reafirma y resalta el motivo de fondo que sostiene esta opción, porque más allá
de su situación “Los pobres son los primeros destinatarios de la misión y su evangelización
es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús” (1142).
Santo Domingo nos invita a “Asumir con decisión renovada la opción evangélica y preferencial por los pobres, siguiendo el ejemplo y las palabras del Señor Jesús, con plena
confianza en Dios, austeridad de vida y participación de bienes” (180).
51
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
En nuestra propia experiencia hemos constatado que, desde esa opción, vivimos más plenamente nuestra fe y nuestro compromiso cristiano y hemos establecido con ellos una
alianza. Ellos nos reciben, nos abren las puertas de sus casas, confían en nosotros y nos
enseñan una manera sencilla, alegre y profunda de vivir. Si nos ponemos en sus zapatos,
los comprenderemos mejor. En ellos hemos encontrado al hermano, y son para muchas
personas, lugar de encuentro y de experiencia espiritual con Jesús.
Pero también sabemos del peligro de sustituirlos. Medellín nos da la clave para entender
nuestro papel como acompañantes del pueblo: Alentar y favorecer todos los esfuerzos del
pueblo por crear y desarrollar sus propias organizaciones de base, por la reivindicación y
consolidación de sus derechos y por la búsqueda de una verdadera justicia.
No se trata de sustituirlos ni de crecer nosotros mismos a expensas de ellos. En este sentido, el primer paso es la solidaridad y el apoyo crítico a todo movimiento que busque la
solidaridad integral con los pobres, es decir, que incluya los aspectos sociales, económicos,
políticos y culturales. Caminando humildemente con los pobres y después de haber aceptado recibir de ellos, aprenderemos en qué podemos ayudar­les. Sin esta paciente construcción, la acción por los pobres y los oprimidos estaría en contradicción con nuestras
intenciones y les impediría hacerse escuchar en sus aspiraciones y darse ellos a sí mismos
los instrumentos para tomar efectivamente a su cargo su destino personal. Mediante un
servicio humilde, tendremos la oportu­nidad de llevarles a descubrir, en el corazón de sus
dificultades y de sus luchas, a Jesucristo viviente y operante por la potencia de su Espíritu.
Podremos así hablarles de Dios nuestro Padre, que reconcilia la humanidad estableciéndola
en la comunión de una fraternidad verdadera.
Reconocemos con humildad que tenemos mucho camino que andar respecto a la opción
por los pobres:
• Necesitamos fundamentar esta opción de vida en una experiencia realmente espiritual.
• Necesitamos profundizar su significado, sus implicaciones, la forma de vivirla, cómo
presentarla. Necesitamos aprender a entender el mundo de los pobres, su manera de
llevar la cotidianidad, la profundidad de su desprendimiento, la posibilidad permanente
de conversión, la alegría de vivir, la solidaridad, la esperanza; pero también, la tristeza,
la injusticia, el maltrato, la indiferencia y cómo hacerle frente junto con nuestro pueblo
a todos esos dilemas.
• Necesitamos una mayor austeridad en el uso de los recursos de la institución.
• Necesitamos ojos nuevos, mirada misericordiosa, simpática, cargada de cariño. Ello supone un vuelco cuya magnitud quizá no imaginamos, pero que se sintetiza en aquello
de los pobres serán sus maestros. Es un camino que nos puede llevar a la conversión al
Dios de los pobres.
• Desde la opción por los pobres, necesitamos proponer y vivir el servicio, el diálogo y la
acogida, sin ningún afán de poder. Necesitamos asumir nuestra responsabilidad (sea52
mos laico/a, presbítero, religioso/a, ) como una humilde vocación absoluta de servicio
a los más pequeños y pequeñas de este mundo; priorizar la paz, la cultura del diálogo,
la comprensión, el respeto y la tolerancia a la diversidad de opiniones en y con otras
confesiones, religiones y colectivos de la sociedad; creer en el otro, en el pobre, en la
gente donde no sólo trabajamos para ellos, sino que con ellos construimos propuestas
alternativas a la actual situación.
2.5. Una espiritualidad que se nutre de la praxis educativa
Fe y Alegría es una respuesta concreta al llamado a colaborar con el proyecto de Dios:
luchar por una vida digna para los excluidos a través de la educación, la comunicación y la
promoción social. Si esto es así, nuestra acción educativa puede ser alimento de vida espiritual, de luz, de crecimiento, de consuelo profundo, de vida en el Espíritu. Puede ser espacio
para acoger al Espíritu que habita en la acción transformadora. El Espíritu en la acción y por
la acción nos trabaja, nos convierte, nos configura y nos hace vivir en él; la acción puede
ser causa de fortaleza interior.
¿Qué significa hacer de nuestra acción un manantial de espiritualidad?, ¿cómo ha de ser
vivida esa acción para que se convierta en fuente de espiritualidad?
Necesitamos encontrar una pedagogía espiritual que nos permita descifrar cómo alargar la
mano y beber el agua del Espíritu que brota de la acción, de modo que la praxis llegue a
ser el alimento que nos refresque y anime espiritualmente. Si bien es cierto que el Espíritu
actúa en la historia y en nuestras vidas y acciones, percibirlo y profundizarlo no es automático ni espontáneo. Dios es siempre mayor y sus caminos no son nuestros caminos, aparte
de la cantidad de intereses ocultos y tergiversaciones que están en nuestras prácticas. Por
lo que se nos exige un verdadero ejercicio que requiere educación y aprendizaje, en las
siguientes pistas:
a. Acoger lo que Dios nos comunica desde la propia acción educativa. Es necesario estar
atento, vigilante, en actitud de aprendizaje. Vivir la acción en clima de fe, descubriendo
lo que allí aconteció y de qué manera esa acción también nos transforma a nosotros.
b. Encontrarnos con el Espíritu que habita en los otros. La acción educativa, de promoción
y comunicación establece una relación; es un encuentro interpersonal y ha de vivirse
como tal. Necesitamos aprender a recibir en y por la acción con la que servimos a otros,
a través de la escucha paciente para descubrir el paso de Dios por el corazón de las personas, del discernimiento para reconocer el acontecer del Reino de Dios en la vida y en
la historia de los otros, y a través de la solidaridad con todo bien, que siempre procede
del Espíritu (GS 42. 44. 45)
53
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
c. Vivir la acción educativa como nuestra respuesta generosa a la misión que nos envía Jesús. Para ello, necesitamos despertar y desarrollar la conciencia de enviados. Al entrar en
cada acción, diremos con el corazón las palabras de Jesús: “He aquí que vengo a hacer
tu voluntad” (Heb 10:5). Es en esta acción educativa diaria donde realizamos nuestra
entrega a los hermanos más necesitados desde una motivación de fe. Debemos cultivar
la actitud del seguimiento de Jesús, recorriendo con nuestra actuación su mismo camino; buscando en Jesús el rumbo, el estilo, los pasos, las actitudes; esperando de él el
aliento y la recompensa, y volcando entre sus manos, al final de cada jornada, el fruto
recogido (Jn 13:3).
d. Situarnos como presencia del Espíritu para los hermanos. Actuamos en nombre del
eñor; queremos que nuestra acción sea una mediación para la presencia del Señor en la
historia:
“En tu aparente parálisis,
nos envías a recorrer caminos.
Somos tus pies y te acercamos
a las vidas más marginadas,
pisadas suaves para no despertar
a los niños que duermen su inocencia,
pisadas fuertes para bajar a la mina
o llevar con prisa una carta perfumada.”
(Benjamín González B.)
Entramos en esa dinámica cuando nos prohibimos ser el centro, tanto personal como
institucionalmente; cuando mantenemos vivo el referente del Señor, cuando vivimos la
acción sin alardes, en actitud de servicio; cuando nuestro poder es el poder defender
la vida, de levantar al caído, de consolar; cuando nuestro poder se mide en cuánto sea
capaz de hacer crecer y fortalecer al otro, a los más necesitados.
e. Dejarnos configurar por la fuerza y talante espiritual de la acción. La acción verdaderamente humana no sólo expresa al hombre sino que lo realiza, lo historiza, lo desarrolla
en una determinada dirección, lo marca, configura y recrea. La propuesta es: Sé tú
aquello que tú haces haciendo lo que te han encargado. Se trata de vivir desde dentro
lo que hacemos. De esa manera seremos transformados por el mismo Espíritu presente
que actúa en la historia. Lo que supone ir más allá de una prestación impersonal del servicio, de la inercia mecánica, de la rutina insensible, del comportarse como funcionario
y, por supuesto, superar la visión tanto del mero asalariado como la del mercantilista.
f. Responder con fidelidad a cada hora de la acción. El camino tiene sus horas claves,
exigentes y significativas, donde se pone a prueba nuestra fidelidad, nuestra capacidad
de respuesta y sacrificio, de creatividad y perseverancia, de confianza y entrega. Son
54
momentos en los que somos sacudidos en todo nuestros ser. La apuesta por el Reino, a
través de la acción educativa, nos va introduciendo por caminos no previstos en nuestro
propio desarrollo. Cuando respondemos en fidelidad a cada hora, cuando estamos a la
altura de los signos de los tiempos, entonces renacemos como hombres o mujeres fieles
al Espíritu.
g. Se trata de vivir nuestra acción educativa con la actitud de disponibilidad: ¿qué se nos
pide hoy y aquí? Disponibilidad que se manifiesta en respuestas a las exigencias que
surgen de la tarea educativa, acoger y servir a las personas en la infinidad de rostros y
situaciones de la vida con los que nos encontramos en la acción y el tiempo.
h. La acción educativa como una fuente de oración: contemplar la acción en la oración
silenciosa o en la oración compartida. Conversar con el Señor sobre lo que tenemos
entre manos. Hablarle de la situación, alegrías, dificultades y esperanzas de las personas
que hemos encontrado en la acción educativa. Expresarle en palabras esa disponibilidad
mostrada en la acción. Cantar y alabarle por las maravillas de su obra que descubrimos
en la acción educativa
3. HABERES, RETOS Y TAREAS DEL CAMINO
A lo largo de nuestro caminar nos encontramos con experiencias, intuiciones, iniciativas,
llamados de atención, convicciones, actitudes y regalos que poco a poco nos van configurando. Quizás no tengan una estructuración completa ni resalten a primera vista, pero van
poblando nuestro quehacer diario.
Con humildad, agradecimiento y alegría reconocemos la vivencia de una serie de actitudes
y valores que Dios nos regala a través de la interrelación cotidiana con los otros, de la oración y encuentro personal con Él y desde el mismo quehacer diario. Éstas son:
• El énfasis en lo comunitario y la solidaridad que nos lleva a privilegiar el trabajo en
equipo. Reconocemos que la existencia de espacios de encuentro propiciados por la
organización y la aceptación, por parte de la comunidad local, han sido de gran ayuda
para esta vivencia. De esta manera, hemos ido construyendo y compartiendo un sueño común: transformar la realidad y ser transformados nosotros también. Esa utopía
mantiene viva nuestra esperanza, aun en medio de las dificultades y ambigüedades de
nuestra praxis y conducta.
• Aprender a hacer del quehacer diario una oportunidad de gozo, alegría y crecimiento
personal, que no es otra cosa que comenzar a vivir la praxis como una misión desde la
que nos realizamos personalmente.
• El cultivo de una sensibilidad que se manifiesta en el modo de acercarnos y conocer la
realidad, de dejarnos interpelar por ella y mirarnos desde la relación con los otros. Res55
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
•
•
•
•
ponder a la complejidad de la realidad con respuestas integrales que vinculen a otros,
sean personas, programas e instituciones.
La importancia de reconocer lo distinto y la pluralidad.
Una manera de vivir que contagia, convoca y nos abre a la trascendencia y al sentido.
La preocupación por un clima organizacional que estimule la sinergia, dé sentido de
pertenencia y haga aflorar lo mejor de cada uno.
La vivencia de la justicia más allá de lo legal, buscando siempre la dignificación del
otro.
3.1. Respecto al compromiso por la justicia
Reconocemos que necesitamos una profunda conversión. Muchas de nuestras prácticas,
procedimientos y tomas de decisiones son contrarias a la justicia del reino. En nuestra propia vida, entran diversos intereses que se esconden bajo el manto del bien común. Por eso,
afirmamos con humildad que el compromiso por la justicia deberá convertirse en la premisa mayor de nuestra acción, ad intra y ad extra. Para ello, es necesario, junto al proceso
de conversión personal e institucional, caminar, comprender, aprender y vivir la integración
entre la fe y la justicia.
Necesitamos sostenernos y crecer en la justicia del Reino de Dios, lo cual puede manifestarse:
• En opciones cada vez más definidas a favor de las personas vulnerables de nuestro
mundo;
• En la defensa, promoción, dignificación y humanización de la vida de toda persona
como exigencia y criterio desde donde miremos y evaluemos nuestro quehacer;
• En un mayor compromiso en el trabajo educativo, personal y comunitario, donde reflejamos esos valores que dignifican nuestra condición humana;
• En un acercamiento real y cada vez mayor a los más pobres (analfabetos, desempleados, enfermos de sida, niños de la calle), sin miedo ni reparo alguno;
• En concebirnos como personas para los demás, buscando el crecimiento de los hermanos;
• Constituyéndonos en una comunidad que construye la paz y el respeto, dialoga las
diferencias, excluye todo tipo de violencia, denuncia el mal y lo combate;
• En una valoración por igual a los géneros, propiciando la participación de la mujer y
sus derechos.
56
3.2. Respecto al compromiso evangelizador
Nuestro compromiso evangelizador ha de expresarse en acciones y en respuestas humildes
y decididas a la propuesta del mensaje de Jesús, haciéndolo Señor de nuestras vidas. El
cómo hagamos las cosas, la manera cómo nos relacionemos y la vida que llevemos, serán
señales de evangelización o su negación. De ahí, la necesidad de hacer de nuestra acción
una fuente de espiritualidad. Queremos aprender a buscar, encontrar y vivir la presencia del
Dios en la vida y en la labor educativa de cada día. Vivir la fe en la vida diaria.
Necesitamos ser evangelizados y transformados por la Buena Noticia de Jesús. Sólo así
podremos ver a Fe y Alegría como un instrumento al servicio de la misión, lo cual tiene las
siguientes repercusiones y exigencias:
• Retomar y explicitar nuestra pertenencia a la Iglesia. Formamos parte del grupo de
cristianos a los que Jesús llamó y envió a evangelizar. No somos islas ni francotiradores.
Somos Iglesia y estamos llamados a construirla, a hacerla más fraterna y solidaria, horizontal y participativa, inclusiva, convocadora, ecuménica, plural y centrada en su razón
de ser: comunicar la Buena Noticia a los pecadores y pobres.
• Comprometernos a difundir la buena noticia de Jesús desde la labor educativa, comunicacional y organizativa que venimos haciendo en nuestros países, y eso se entiende
como el intento permanente de ser Evangelios vivientes en medio de nuestra sociedad
actual.
• Comprender y ver este movimiento de educación popular como un espacio privilegiado
para hacer visible el Reino de Dios en medio de este mundo, lo cual pasa por ir construyendo en el día a día esa utopía e ir conformándonos nosotros mismos desde esos
valores del reino. No sólo estamos llamados a practicar y luchar por la justicia, sino a ser
justos; no sólo a proclamar la solidaridad, sino a ser solidarios; no sólo a tener compasión, sino a ser compasivos.
• Profundizar en la religiosidad popular, rescatando, viviendo y cultivando la gran riqueza
espiritual que posee.
3.3. Tareas y retos
a. Necesitamos contar con una propuesta de iniciación y profundización en la vida espiritual, que incluya:
• Aprender a orar desde nuestra realidad con el Dios de la vida;
• Aprender a leer, reflexionar y orar personal y comunitariamente la Palabra de Dios;
• La vivencia comunitaria de la fe, que supone la creación y atención de comunidades
educativas cristianas vivas. Desde ahí podemos vivir, compartir y cultivar una serie de
valores y actitudes que la fe va generando entre nosotros;
57
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
• Aprender a discernir cristianamente las decisiones y alternativas, de modo que nuestro servicio sea el más adecuado y nuestra vida fiel al mensaje de Jesús;
• Vivir un proceso de conversión personal y comunitario;
• Contar con el acompañamiento espiritual que podamos necesitar
• La vivencia de nuestro ideario como concreción de la llamada que Dios hace a cada
uno de nosotros;
• Profundizar elementos de la espiritualidad ignaciana, por ejemplo, la práctica de los
ejercicios en sus diversas variantes.
b. Animar y fortalecer las micro y macro comunidades, desde una experiencia de vida en
común, desde un sentir, soñar, crecer y reflexionar juntos, con el propósito de testimoniar la misma vivencia de las primeras comunidades cristianas, como evidencia de
fraternidad distinta para el mundo, donde se ejerza el diálogo y el discernimiento, el
respeto y la atención al otro.
c. Fomentar la esperanza desde el trabajo cotidiano. Hoy, uno de los problemas más graves que enfrentan los pueblos pobres es la desesperanza. Muchos de nosotros sentimos
cansancio en nuestras prácticas. Se nos apaga el amor y la mística. De ahí, la pertinencia
de cultivar la esperanza en los distintos ambiente en los que nos movemos.
d. Atención a las diversas culturas, entendiendo por tales a los estilos de vida común que
caracterizan a los diversos pueblos, lo que les da su identidad como grupo humano y
que hace de nuestros países, una pluralidad de culturas.
e. Retomar y reconstruir el estilo de persona que queremos desde esa atención, respeto y
fomento de las diversas culturas. Un mayor diálogo constructivo entre nuestro ideario y
la cultura de los pueblos que atendemos.
58
CLAVES DE LECTURA DE LA FE
Victor Codina SJ.
1. INTRODUCCIÓN A LAS CLAVES
Nuestra visión de la realidad está condicionada por los contextos personales, sociales e
históricos. Son las claves de lectura o paradigmas. El tema se ha estudiado en la historia
de las ciencias (Popper, Kuhn), pero se puede aplicar a todo conocimiento. Hay una época
de posesión tranquila de la realidad, luego comienzan a surgir interrogantes que obligan
a un cambio de clave o paradigma, que tarda en ser aceptada hasta que la comunidad,
finalmente, la asume. El ejemplo clásico es el paso de Ptolomeo a Copérnico: hay un giro
copernicano, un cambio de paradigma. Esto es especialmente útil en un momento en que
no sólo se vive una época de cambios sino cambio de época. Se puede aplicar a la Teología
esta teoría sobre los paradigmas o claves de lectura de la fe.
Claves de lectura: Como ejemplo tenemos el caso catequético: el Catecismo de Pío X a
comienzos del siglo XX, el Catecismo holandés de la década de los 60 y el catecismo de Casaldáliga de los 80, son ejemplos de tres claves de lectura que podemos llamar tradicional,
moderna y emergente.
Clave tradicional: Ha estado vigente en la sociedad durante la edad media y en la Iglesia
hasta el Vaticano II. Se caracteriza por una visión esencialista y objetiva de la realidad, más
ligada a la naturaleza y al orden cósmico que a la historia, a lo dogmático y estático más
que a lo evolutivo, a los orígenes más que al fin, con una concepción jerárquica, vertical y
jurídica de la realidad. Hay una sumisión a la naturaleza ante la cual uno se siente impotente; también hay sumisión a la autoridad y a la tradición. Tanto el orden cósmico como el
social se consideran sagrados y queridos por Dios. Es la que refleja el Catecismo de Pío X.
Clave moderna: En la sociedad occidental se abre paso en la edad moderna (con el desarrollo de las ciencias). En la Iglesia se hace presente recién en el Vaticano II, se caracteriza
por una visión histórica y evolutiva que desacraliza la naturaleza y la historia. Se acentúa lo
subjetivo, la libertad, el desarrollo y el progreso, la adultez de la persona ante la naturaleza, la sociedad y la Iglesia. Es lo que se llama la Primera Ilustración (Kant). Esta mentalidad
se refleja en el Catecismo Holandés.
Clave emergente: Es la que está surgiendo actualmente. No es fácil describirla, por ello
la abordaremos desde dos momentos.
59
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
1.2. Momentos de la clave emergente
a. El liberador de los años 70-80
Está ligado a la clave moderna, pero no a la Primera Ilustración, sino a la Segunda Ilustración (Marx), que ha surgido sobre todo en los países del tercer mundo y concretamente en
América Latina, que se preocupa de lo estructural, pero sobre todo de las consecuencias
que la modernidad tiene para los pobres. En la Iglesia ha aparecido en torno a Medellín y
Puebla y teológicamente está ligada a la Teología de la Liberación, que ve la realidad de
pobreza como un pecado contra el cual hay que luchar. El Catecismo de Casaldáliga es un
ejemplo de este momento.
b. El que ha surgido en los 90-2000
Está marcado por la caída del socialismo (postmarxismo) y la postmodernidad que critica
los Grandes Relatos de la modernidad, tanto los de la Primera como los de la Segunda
Ilustración, que prefiere hablar de lo micro y de la cotidianidad, que amplía el análisis de
la realidad abarcando no sólo lo socio-económico sino lo cultural (indígenas y afroamericanos), lo religioso (religiones autótoctonas como también las grandes religiones de la
humanidad), lo antropológico (importancia de lo simbólico, de la afectividad, sexualidad,
cuerpo, salud), el género (varón, mujer) y la Ecología (la tierra y el cosmos); en fin, abarca
lo diferente.
Es una visión holística, ligada a la vida en todas sus dimensiones. En América Latina, Santo Domingo comienza a abrirse a esta visión, pero queda todavía mucho por avanzar. La
Teología de la Liberación se está abriendo a esta nueva dimensión, sin olvidar la opción por
los pobres que hoy son más numerosos y más excluidos por el Neoliberalismo pues son las
víctimas del sistema. Se afirma que “…otro mundo es posible” (Porto Alegre) y podemos
añadir también que otra Iglesia es posible.
Hay una discusión teórica entre los que hablan de un paradigma postliberador (insinuando
que la Teología de la Liberación ya ha muerto) y de los que creen que esta nueva visión
no es más que una apertura dentro del mismo paradigma liberador. Así lo consideramos
nosotros, englobando los dos momentos bajo el nombre de emergente.
60
2. APLICACIÓN DE LAS TRES CLAVES A LOS CONCEPTOS BÁSICOS DEL
CRISTIANISMO
2.1. El misterio de Dios
Clave tradicional: ser perfectísimo, eterno, espiritual, trascendente, omnipotente, providente, creador, impasible y lejano. Es una visión más helenística que bíblica. La misma
Trinidad reducida a un juego de conceptos metafísicos. La revelación es comunicación de
verdades de las que la Iglesia es depositaria y guardiana.
Clave moderna: Dios es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, rico en misericordia, encarnado por Jesús. La Trinidad es una comunión de amor que se revela al mundo para
hacernos participar de su vida divina. Dios actúa en la historia del pasado y del presente
(signos de los tiempos).
Clave emergente: en continuidad con la moderna, acentúa algunos aspectos. Dios es el
Dios de la vida (Génesis), el liberador que escucha el clamor del pueblo oprimido (Éxodo),
que se interesa por el derecho y la justicia, revelación que se confirma y profundiza en Jesús. La Trinidad es un misterio de solidaridad y participación, que se vuelca hacia el mundo
en su proyecto del Reino de Dios: una humanidad fraterna, filial, libre, justa, igualitaria, en
armonía con la naturaleza y el cosmos. El Espíritu actúa en la historia a través de clamor del
pueblo oprimido y de toda la creación sometida a esclavitud (Rm 8). La Escritura se debe
leer desde los pobres y es invitación al cambio de vida y de sociedad.
2.2. Jesucristo
Clave tradicional: es el Verbo encarnado, al que conocemos aplicando nuestra visión de
Dios a él: todopoderoso, santo, omnisciente. Las tentaciones y su pasión, son ante todo, un
ejemplo para nosotros. Los misterios de la vida de Jesús cuentan poco. Todo se centra en
clarificar la unión hipostática. Jesús muere para reparar al Padre la ofensa infinita causada
por el pecado de Adán y Eva.
La clave moderna: elabora una Cristología bíblica, en la que Jesús de Nazaret nos revela
el rostro del Padre y nos anuncia el Espíritu; la encarnación es el sí de Dios al mundo y a la
historia humana, la resurrección es el término de la vida de Jesús y de toda vida humana.
La clave emergente: se sitúa en el enfoque bíblico moderno, pero acentúa algunos aspectos como el Jesús histórico y pobre que evangeliza a los pobres, predica un Reino de
justicia e igualdad, se enfrenta al sistema y por esto muere crucificado. La resurrección es el
sí del Padre a las opciones de Jesús y una garantía de que al final triunfará la justicia frente a
61
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
los Pilatos y Caifás de este mundo. Pero se insiste en que toda esta vida de Jesús está guiada
por el Espíritu que es quien le unge para evangelizar a los pobres, a los que constituye en
jueces de la historia. Esta Cristología implica seguimiento de Jesús para proseguir su misión
del Reino, pero todo ello bajo la fuerza del Espíritu.
2.3. Antropología
Clave tradicional: era el tratado de la gracia, que partía de la creación natural y de la
elevación al orden sobrenatural, que fue perdida por el pecado heredado a toda la humanidad (pecado original). De este pecado nos lava el bautismo. La vida humana es una dura
batalla, animada por el recuerdo de los novísimos. Hay una visión pesimista y dualista del
ser humano, que sólo se orienta a la salvación del alma y a la eternidad.
Clave moderna: tiene una visión más positiva e integral del ser humano, con una perspectiva evolucionista e histórica, resaltando la dimensión personal, el compromiso en la
historia, caminando hacia la transfiguración de la creación por Cristo, en un nuevo cielo y
una nueva tierra.
Clave emergente: sitúa a la humanidad en un mundo injusto y de muerte, opuesto al
plan de Dios, donde el pecado original se cristaliza en estructuras de pecado, que matan a
los hijos de Dios como mataron antes al Hijo de Dios. La resurrección de Jesús y el don del
Espíritu nos dan fuerza para luchar contra el pecado del mundo y nos da la esperanza de
que es posible comenzar a construir una tierra nueva sin injusticia, donde la misma creación sea liberada de la esclavitud a la que el pecado humano la tiene sometida. El grito de
la tierra se une al grito de los pobres. Esta clave se opone también a una visión machista y
patriarcalista de la humanidad y redescubre la dignidad y rol de la mujer en la sociedad y
en la Iglesia.
2.4. Iglesia
Clave tradicional: la Iglesia se centra en su poder y autoridad; es vertical, identificada con
la jerarquía, que se ocupa de las cosas de Dios, mientras que los laicos quedan relegados
a lo temporal. Es un Iglesia clerical, juridicista y triunfalista, que se define como sociedad
perfecta y el Reino de Dios en la tierra.
Clave moderna: recupera la noción de Iglesia Comunión, se define como Sacramento de
salvación, Pueblo de Dios, que camina la escatología en diálogo con el mundo.
Clave emergente: desarrolla la clave moderna del Vaticano II en algunos puntos. La Iglesia es sacramento histórico de liberación, concretamente, a partir de la Iglesia de los po62
bres. Es el Pueblo de Dios que nació del éxodo y del exilio. Es dialogante, sobre todo con el
mundo de los pobres y se orienta al Reino de Dios Es una Iglesia de mártires. Pero todo ello,
desde la fuerza del Espíritu que suscita nuevos carismas y crea una nueva eclesiogénesis
desde la base. Es una Iglesia de laicos, sobre todo de mujeres y jóvenes, abierta a lo otro, a
las culturas, al diálogo con las otras Iglesias y con las demás religiones.
2.5. Sacramentos
Clave tradicional: los considera como instrumentos de gracia, canales a través de los cuales nos llega la gracia que Cristo mereció con su pasión. El sacerdote, mediador entre Dios
y la humanidad, es el hombre de los sacramentos. El bautismo de los niños es el prototipo
de sacramento ya que en él aparee la dimensión objetiva y gratuita de la salvación.
Clave moderna: recupera la dimensión simbólica de los sacramentos, la personal y la
eclesial. Son celebraciones litúrgicas de la Iglesia en las que se expresa el misterio pascual.
El sacerdote aparece como el representante cualificado de la Iglesia, el hombre de la comunidad. El ideal es que sean los adultos los que reciban los sacramentos.
Clave emergente: redescubre otros elementos como su dimensión de símbolos proféticos
del Reino, que exigen justicia y solidaridad con los pobres. El sacerdote es el hombre del
Reino. El problema no es tanto la edad de los sacramentos como el compromiso por la
justicia. Se recupera también el sentido de fiesta y gratuidad y se intenta unir el sacramento
del altar con el del hermano. Valora positivamente la religiosidad de los pobres, sus expresiones culturales, religiosas y los sacramentales y encuentra en toda esta devoción y fe la
presencia del Espíritu.
2.6. Espiritualidad
Clave tradicional: parte del dualismo cuerpo-espíritu y parece reducir la espiritualidad a
la esfera de lo sagrado y a la vida interior, con lo cual queda reservada a las élites económicas y religiosas, a los que han optado por los consejos y han huido del mundo.
Clave moderna: recupera las nociones de bautismo y Pueblo de Dios, se basa en la caridad y en la liturgia, admite la vocación universal a la santidad, la pluralidad de carismas, el
compromiso con el mundo, la espiritualidad laical con sus diversos movimientos y asociaciones. La espiritualidad es la vida según el Espíritu.
Clave emergente: quiere vivir según el Espíritu de Jesús y por esto se inserta en el mundo
de los pobres, escucha su clamor, se solidariza con ellos, encuentra al Señor en el pobre a
quien evangeliza. Se abre también a las culturas y otras religiones, a la mujer y a la Ecolo63
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
gía, redescubre el valor de la oración, la gratuidad, la belleza, la fiesta y el cuerpo, ya que
el ser humano no vive sólo de pan. No sólo es profética (Amós) sino sapiencial (Oseas).
2.7. Pastoral
Clave tradicional: entiende la pastoral como algo liderado sólo por la jerarquía, que se
centra en la enseñanza doctrinal y en los sacramentos.
Clave moderna: incluye a los laicos en su misión pastoral, se centra en la Biblia, fomenta
movimientos apostólicos y el compromiso profesional y familiar.
Clave emergente: centra la acción pastoral en los pobres y excluidos, en la lucha por la
justicia, fomenta las comunidades eclesiales de base, promueve que el pueblo recupere la
Biblia, es una pastoral profética muchas veces conflictiva frente a la injusticia. Descubre
también la importancia de cuidar las dimensiones humanas (salud), morales (sexualidad,
alcohol, drogadicción, problemas de familia), espirituales (oración y experiencia espiritual),
comunitarias (liturgia festiva) del pueblo sencillo, que muchas veces acude a las sectas en
busca de lo que no encuentra en la Iglesia.
2.8. María
Para la clave tradicional María es la Reina llena de privilegios, visión que nos separa de
los protestantes. Para la clave moderna es el símbolo de la Iglesia por su fe y entrega a
la Palabra.
Para la clave emergente, es María de Nazaret, la mujer del pueblo que enaltece a Dios
y proclama que la salvación se relaciona con la justicia de los pobres, la mujer profética y
creyente, llena del Espíritu.
2.9. La eucaristía
En la clave tradicional se centra en la presencia y el sacrificio, la adoración al sagrario y
la devoción personal. La clave moderna redescubre la dimensión pascual y comunitaria
de la eucaristía como centro de la Iglesia.
La clave emergente relaciona la eucaristía con el compartir la comida de Jesús con los
excluidos; con su entrega a los demás enla última cena; con la solidaridad y el hambre del
mundo; con la utopía del Reino de Dios. Si no hay justicia no hay eucaristía y no es la cena
del Señor.
64
2.10. Moral
La moral tradicional se basa en normas y leyes, se basa en los mandamientos. La moral
moderna nos habla de la opción fundamental de la propia conciencia ante los valores del
Evangelio y las circunstancias personales.
La moral emergente incluye la opción por los pobres como opción fundamental, que
es el seguimiento de Jesús e incluye una atención especial a las mujeres, los indígenas, los
afroamericanos y la Ecología.
2.11. Vida religiosa
La clave tradicional la concibe como una huida del mundo para consagrarse a la perfección en el marco de unas reglas e instituciones desde donde hace apostolado. La clave
moderna redescubre las dimensiones carismáticas de la vida religiosa, como la comunidad, el testimonio, el trabajo profesional y secular.
La clave emergente destaca la importancia de la dimensión profética de la vida religiosa,
en concreto, de la opción por los pobres que se traduce en solidaridad e inserción en medio de sus luchas por la justicia. Es la opción por la apertura a las culturas y religiones, a la
mujer, a la Ecología. Es la búsqueda continua y en proceso de refundación, para volver al
Evangelio y carismas fundacionales. Busca unir lo profético y lo místico.
2.12. Pedagogía
La clave tradicional es vertical, bancaria, pasiva, reproductora del sistema, intelectualista,
memorística, individualista y unificadora. Por su parte, la clave moderna es personalizadora, activa, dialogante y prepara a la persona para triunfar en la sociedad.
La clave emergente en la Pedagogía es liberadora, popular, crítica, concientizadora; parte de la experiencia y de la cultura popular, hace que el pueblo sea protagonista de su
futuro, orienta al cambio y a la visión de que otro mundo posible.
3. REFLEXIONES FINALES
Cada clave corresponde a un momento histórico y eclesial determinado: al mundo premoderno y de Cristiandad; al mundo moderno y del Vaticano II; al mundo de los pobres, de
Medellín y a la situación de un mundo postmoderno y postmarxista.
65
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
En esa cronología de momentos, hay sincronismo en las diversas claves y a veces coexisten
las tres en una misma comunidad humana y eclesial. La clave tradicional no es la de los
orígenes de la Iglesia sino la época de cristiandad que comienza en el siglo IV y se mantiene
en el segundo milenio.
Cada clave tiene sus valores y contravalores. La clave tradicional tiene un sentido grande
de la trascendencia de Dios, pero adolece dualismo y visión excesivamente pasiva frente a
la sociedad y el mundo. La clave moderna descubre el valor de la libertad personal y de la
comunidad, del progreso y la transformación del mundo, pero es excesivamente optimista
sobre el costo de este progreso en el tercer mundo y en la Ecología. La clave emergente
tiene una sensibilidad profética hacia los excluidos. Sus posibles riesgos (reduccionismo a
lo sociopolítico, milenarismo) están siendo corregidos y compensados con su apertura a
los diferentes, a las culturas, las religiones, a la Ecología, a la mujer, y la recuperación de la
Pneumatología.
Indudablemente, para América Latina, la clave que corresponde mejor a los desafíos actuales es la emergente, que es la que corresponde a Medellín, Puebla y Santo Domingo.
El paso de la clave tradicional a la moderna es un cambio principalmente intelectual. El
paso de la moderna a la solidaria exige una conversión y una sensibilidad especial ante los
excluidos y ante los nuevos sujetos que emergen: culturas, religiones, mujer, Ecología.
Monseñor Romero nos da un ejemplo del paso de la clave tradicional a la moderna, y finalmente de la moderna a la emergente de su tiempo. Hoy habría que completarla con la
nueva sensibilidad emergente de los años 90-2000.
Estamos ante un cambio de época. Como decía Juan XXIII “Ha llegado el momento de
discernir los signos de los tiempos, de aferrarse a la oportunidad de mirar hacia delante”.
66
Fe y Alegría y su proyecto de evangelización
Documentos, Federación Internacional Fe y Alegría
1. FE Y ALEGRÍA: UNA OBRA EDUCATIVA EVANGELIZADORA
Fe y Alegría se define a sí misma como un Movimiento de Educación Popular Integral y
de Promoción Social, nacido de la experiencia y compromiso de fe del Padre José María
Vélaz, un hombre que, interpelado por la realidad de injusticia y exclusión, decidió sumar
esfuerzos por transformar y humanizar dicha realidad, y para ello, convocó y animó a otros
a comprometerse en un proyecto de educación y de evangelización.
Fe y Alegría, desde sus inicios, agrupó a personas de fe, religiosos(as) y laicos(as), quienes
concibieron su acción educativa como un compromiso cristiano de transformación de las
estructuras de exclusión socioeducativas para construir un mundo más justo y más humano.
Este hecho llevó al Padre Vélaz a afirmar que “El motor que ha impulsado a tantas personas
a comprometerse con amor y sacrificio en Fe y Alegría ha sido el espíritu cristiano”.21
El Congreso de Río de Janeiro (1991) nos recuerda que educación, evangelización y compromiso son tres dimensiones que se unifican en el acto educativo, siempre que se asuma a
la mujer y al hombre como seres que se realizan en relación unos con otros. Cada vez más,
enfatiza el documento, “La acción evangelizadora se realiza por medio de modalidades
claramente educativas, por itinerarios de maduración en la fe que penetran las dimen­siones
fundamentales de la persona, dándole unidad y sentido. En esta dirección, el proceso evangelizador desemboca en compromiso, sin él no existe educación propiamente dicha”.22
Fe y Alegría es una obra educativa y una obra evangelizadora que tiene la convicción de
que una educación integral debe tener un carácter evangelizador, de buena nueva, un carácter de salvación, por ello Vélaz afirma que hay que “Educar por encima de todo, porque
educar es salvar”23. Por tanto, toda la acción educativa de Fe y Alegría debe ser una acción
pastoral en la que se implican todos los sujetos que hacen vida en el Movimiento (vinculados a la gerencia, administración, gestión pedagógica, recursos humanos, comunidad,
entre otros).
Esta experiencia fundacional es la que nos compromete en la misión de “Promover la formación de hombres y mujeres nuevos, conscientes de sus potencialidades y de la realidad
que los rodea, abiertos a la trascendencia, agentes de cambio y protagonistas de su propio
21 P. José M. Vélaz, Valores de Fe y Alegría, 1978.
22 Congreso Internacional de Fe y Alegría. Educación, Evangelización y Compromiso. Documento Final. Rió de Janeiro, 1991.
23 P. José M. Vélaz. Fe y Alegría a los once años de labor, 1966.
67
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
desarrollo”.24 Fe y Alegría piensa que sigue teniendo sentido esbozar y aspirar a un modelo
de persona, sociedad e Iglesia, inspirados en los valores del Reino, modelo que todos en el
Movimiento estamos llamados a construir.
Entendemos como persona nueva, a la que está íntegramente desarrollada y realizada en
todas sus potencialidades individuales, sociales y espirituales. Una persona con sentido de
dignidad y valoración de sí misma, consciente de sus derechos y respetuosa de la dignidad
y los derechos de los demás, apasionada por la justicia, sensible, solidaria y actuante ante
la injusticia y el dolor humano; fraterna y creadora, amante de la naturaleza, abierta y
respetuosa de las culturas y de lo diferente; capaz de crear comunidad, de establecer con
los demás relaciones de mutuo enriquecimiento, de inventar y compartir con otros la búsqueda de soluciones solidarias.25
Aspiramos a un modelo de sociedad justa en la que se respete a la persona, su dignidad,
sus ideas y valores culturales, humanos y espirituales; donde se viva en igualdad de derechos y deberes, suprimiendo la discriminación por razones de raza, sexo, religión, ideología
política u otras; donde se tenga acceso real a la satisfacción de las necesidades humanas
básicas, superando la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos y promoviendo a los sectores más deprimidos; donde el desarrollo se entienda como un proceso
humano, integral y sustentable para todos.26
Aspiramos a una sociedad participativa y solidaria, donde todos accedan a los bienes culturales, económicos, sociales y religiosos y en la que todos aporten según sus fuerzas y
reciban según sus necesidades; donde se busque comunitaria y solidariamente la solución
de los problemas; donde se compartan –en forma libre y responsable- las decisiones y la
marcha de la misma sociedad, los medios de producción y el fruto del trabajo.27
Igualmente, aspiramos a un modelo de Iglesia que se entienda a sí misma como pueblo de
Dios, como comunidad de creyentes, seguidores de Jesús; que tenga la misión de anunciar
y construir su Reino aquí en la tierra. Una Iglesia comprometida con el ser humano, inculturada, inserta en el mundo de los empobrecidos y discriminados, por los que opta. Una
Iglesia testimoniante y coherente, que anuncia la Buena Noticia y denuncia todo lo que
atenta contra la utopía del reino. Una Iglesia Católica, Ecuménica, abierta y en diálogo con
todos, sin discriminaciones; abierta a otras iglesias y vivencias de fe.28
El carácter evangelizador de la acción educativa se historiza a través de una pedagogía
evangelizadora que comunica la Buena Noticia del Reino de Dios, que trae la liberación
sobre todo a los más necesitados, y gracias a la cual cada hombre hace su propia historia,
24
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Ideario Internacional de Fe y Alegría
Plan Global de Fe y Alegría Venezuela 2005 - 2009
Plan Global de Fe y Alegría Venezuela 2005 - 2009
Plan Global de Fe y Alegría Venezuela 2005 - 2009
Plan Global de Fe y Alegría Venezuela 2005 - 2009
se hace consciente de su filiación divina y de su hermandad con los demás hombres y lucha
por el cambio de la sociedad. Una pedagogía que hace patente el Evangelio en todo su
quehacer y en todas las instancias de la labor educativa y enriquece la vivencia de cada ser
humano con la experiencia personal de Dios. 29
La educación evangelizadora en Fe y Alegría se hace instrumento de humanización y, por
ello, un instrumento de liberación: una pedagogía de la fe, una pedagogía de la alegría,
en definitiva, una pedagogía liberadora, que convierte al educando en sujeto de su propio
desarrollo. Una pedagogía creadora que anticipa el nuevo tipo de sociedad que aspiramos;
que profundiza en la conciencia de la dignidad humana, favorece la libre autodeterminación de la persona y promueve su sentido comunitario.
Una acción educativa evangelizadora requiere y promueve personas comprometidas, desde
su ser cristiano, en actitud de servicio, las cuales proponen como dinámica de vida “Manifestaciones de la Fe en compromisos reales por la justicia”.30
2. LA PASTORAL EN FE Y ALEGRÍA
La razón de ser evangelizadora de Fe y Alegría requiere una pastoral acorde con la intencionalidad del Movimiento, que anime, oriente, dinamice y ejecute una acción capaz
de constituir el sujeto y la sociedad que aspiramos. La pastoral en Fe y Alegría ha de ser
entendida en una doble acepción: como perspectiva global de todo el quehacer educativo
comunicacional (visión pastoral de la acción educativa) y como componente o área específica (conjunto de acciones de intencionalidad pastoral).
2.1
La pastoral como perspectiva global de la acción educativa y comunicacional en Fe y Alegría
Como perspectiva y/o dimensión, la pastoral es la visión, intencionalidad y talante que impregna y modela la acción educativa y comunicacional desde valores y actitudes humanos
y cristianos que sostiene Fe y Alegría. Esta perspectiva brota de la fe, de la experiencia de
encuentro personal con Jesús y del compromiso por construir el Reino de Dios entre nosotros. Desde esta experiencia personal y comunitaria, se construye un modo de ser, de hacer,
de convivir y de acercarnos a la realidad. Hoy identificamos esta perspectiva pastoral en lo
que consideramos un programa en clave de pastoral: (una escuela, una universidad, una
emisora, un proyecto, todos en clave de pastoral).
29 29 Ideario Internacional de Fe y Alegría
30 30 Ideario Internacional de Fe y Alegría
69
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
La perspectiva o dimensión pastoral busca dotar al Movimiento de un alma pastoral, para
que toda su vida y quehacer queden impregnados de sensibilidad pastoral, de manera que
la obra en cuanto tal -su proyecto educativo y comunicacional, su organización, su metodología, sus estructuras- se convierta en experiencia desde la cual se construye, se celebra,
se interpela, se profundiza y se intenta vivir los valores del Reino de Dios.
Por ello, la dimensión o perspectiva pastoral de nuestra acción educativa necesita que todos los sujetos de dicha acción tengan visión pastoral. Es un nivel básico de identidad con
Fe y Alegría, con sus valores y opciones fundamentales, que se concreta en “El conocimiento, respeto y práctica de los lineamientos en su opción de servicio a los pobres”.31
Desde esta concepción, la pastoral acompaña, apoya, anima, ofrece pistas y criterios de
acción a las otras áreas y dimensiones del quehacer educativo de Fe y Alegría: pedagógico,
comunicacional, comunitario y de gestión.
2.1.1 Una acción pedagógica en clave de pastoral
Una acción pedagógica en clave de pastoral define la intencionalidad evangelizadora, el
para qué de la acción pedagógica, de sus contenidos, metodología y estrategias. Modela
una forma de relaciones de la comunidad educativa y del proceso de enseñanza y aprendizaje; conforma una manera de acompañar pedagógica y pastoralmente a la persona.
Por otra parte, ofrece una visión global del hecho educativo y de la formación integral del
ser humano: educa la inteligencia, el corazón y la voluntad, la mente y las manos, para que
las personas aprendan a vivir y convivir en este mundo y sean capaces de transformarlo
desde el conocimiento de la realidad y la valoración de su propia cultura y de las otras
culturas.
De igual manera, orienta los procesos de aprendizaje desde una pedagogía del amor y la
alegría, que forma la responsabilidad del sentimiento, para ser capaces de amarse y de
amar, superando de este modo, el egoísmo, el narcisismo y el egocentrismo de una vida
cómoda y mediocre.
También fomenta experiencias de aprendizaje desde la apertura a la vivencia de la fe que
se expresa en el servicio solidario de los más débiles y pequeños, y en el empeño tenaz por
colaborar en la construcción del Reino de Dios en la tierra; fomenta la solidaridad que nace
de un contacto vital con los más necesitados, con los golpeados por la vida, por la miseria,
por las carencias, por el desamor.
31 Ideario Internacional de Fe y Alegría
70
Promueve la formación de una inteligencia capaz de comprenderse, de comprender a los
demás y comprender el mundo para contribuir a su permanente mejora y humanización;
una inteligencia con capacidad crítica, analítica, creativa, de resolución de problemas y proposición de nuevas posibilidades en la realidad. Garantiza en el acto pedagógico el diálogo,
la participación, la cooperación, la negociación en el conflicto, de modo que enseñen a vivir
y a trabajar juntos a los que son diferentes.
Finamente, fomenta la formación del gusto y de la sensibilidad, de modo que la persona
sea capaz de percibir y producir lo bello, lo original, lo valioso, que nace del libre juego
de la imaginación, la fantasía y la intuición. Sugiere caminos para explorar y desarrollar las
posibilidades creativas de cada persona. Para ello, propone una pedagogía de la expresión
y la creatividad, capaz de hacer surgir y cultivar los talentos de cada persona.
2.1.2 Una gestión en clave de pastoral
Por gestión entendemos un conjunto de acciones que se llevan a cabo para alcanzar un objetivo previsto, que abarca desde el momento del diagnóstico, la planificación, la ejecución
de lo planificado hasta el momento de evaluación y revisión del proceso vivido.
Una gestión en clave de pastoral:
a. Garantiza que los criterios de acción de la gestión en los programas sean compatibles
con los valores y actitudes humano-cristianos que se promueven dentro del Movimiento: respeto, tolerancia, escucha, servicio, disponibilidad, servicio, compromiso activo,
capacidad de trabajo en equipo, participación en la toma de decisiones, resolución de
conflictos a través del diálogo.
b. Promueve una cultura democrática, de responsabilidad y rendición de cuentas al interior de todo el Movimiento de Fe y Alegría.
c. Garantiza un liderazgo institucional en la gestión de acuerdo a la filosofía de Fe y Alegría: equipos directivos que se responsabilicen por la animación, revisión, evaluación y
reelaboración permanente del proyecto educativo del programa.
d. Acompaña formativamente a los diferentes miembros del programa y crea un ambiente
motivador, de entusiasmo y comunicación.
e. Garantiza la participación de todos los miembros en la construcción de los proyectos
educativos y, por otra parte, en los procesos de evaluación del proyecto.
2.1.3 Relación entre el programa y la comunidad, en clave de pastoral
Una relación programa – comunidad en clave pastoral significa que el programa está ligado a la comunidad y a sus problemas. Se trata de programas que se conciben como
71
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
espacios abiertos, donde la comunidad se cuestiona a sí misma, va madurando, se va politizando y así va historizando sus proyectos comunitarios. Son programas que sufren con la
comunidad sus dolores, donde resuenan sus sueños y esperanzas y celebran sus pequeños
triunfos e ilusiones en la tarea de transformar la realidad.
Los programas de Fe y Alegría han de hacer un esfuerzo conciente y sistemático orientado
a fortalecer las comunidades populares en cuanto a su capacidad de decisión, su participación ciudadana, su formación crítica, a su conocimiento y ejercicio de los deberes y derechos, a su vivencia de valores, a su capacidad para discernir entre lo que las humaniza y
deshumaniza, a su capacidad propositiva, a su capacidad para organizarse, a su capacidad
para construir un mundo sin excluidos, sin oprimidos, sin empobrecidos, un mundo de
hijos, de hermanos, de re-creadores de la creación.
2.1.4 La pastoral y la dimensión política de la educación popular en Fe y
Alegría
Fe y Alegría entiende a la educación popular como una propuesta política que promueve
que “Los excluidos se conviertan en sujetos de poder y actores de su vida y de un proyecto
humanizador de sociedad y de nación”.32
Hoy estamos entendiendo lo político como el ejercicio de un poder que está presente en
todo el tejido social (familia, escuela, relaciones raciales, de género). Frente al uso común
del poder para dominar, someter y discriminar, la educación popular, y también la acción
pastoral, buscan un ejercicio del poder como medio para hacer crecer al otro, para convertirlo en sujeto social. El poder se expresa en las capacidades materiales, institucionales y
simbólicas que van adquiriendo las personas o las instituciones para convertirse en actores
sociales, capaces de negociar y hacer valer sus derechos y lograr una mejor calidad de vida.
Es un poder al servicio de los que no tienen, de los que sufren cualquier tipo de marginación. Para Fe y Alegría este es el sentido del empoderamiento: formar sujetos sociales con
vocación de servicio a las mayorías del pueblo.
2.2. La pastoral como componente o área en Fe y Alegría
Como componente, la pastoral es la acción evangelizadora, educativa y organizada que,
desde el seguimiento a Jesús de Nazareth, acompaña a todos los miembros que conforman
el Movimiento, encarnando una opción por los pobres y excluidos para construir el Reino
de Dios, a través de la transformación personal, comunitaria y social.
32 Pérez E. A. La Educación Popular y su Pedagogía. Fe y Alegría, Caracas 2003.
72
La comunidad cristiana es el sujeto de esta acción pastoral. Es ella el motor que impulsa
y anima esa acción, por eso, el componente o área entiende la acción pastoral como una
acción colectiva, que asume a los miembros de la comunidad como sujetos apostólicos.
La comunidad de fe comunica el mensaje de salvación para que los receptores descubran
o recreen su identidad cristiana. Igualmente, ella ha de definirse por un modo de realizar
la acción: un talante, un sentido, un clima, unos valores; y ha de tener una respuesta pertinente y evangélica a cada circunstancia personal, social e histórica.
La Pastoral de Fe y Alegría tiene una propuesta evangelizadora, educativa y comunicacional
con identidad católica definida, inculturada y en diálogo ecuménico, que anima, promueve
y acompaña la formación de personas cristianas, críticas y comprometidas con la transformación de su entorno y la construcción del Reino de Dios. Es una pastoral que promueve
y fortalece la conformación de comunidades cristianas, como espacios para la vivencia de
la fe dentro de los distintos programas. Promueve la conformación de organizaciones que
favorezcan la constitución de sujetos autónomos. Es una pastoral vinculada a la acción
pastoral de Iglesia Católica Venezolana y que coopera e intercambia con otras instituciones
y agrupaciones.
Nuestra referencia es Jesús de Nazaret. La acción pastoral desea responder a la época
actual desde el mismo Espíritu con el que Jesús respondió a la situación, problemas y condiciones culturales de su época. Esta acción tiene cuatro grandes líneas:
a. El anuncio profético, donde entra la proclamación del mensaje cristiano, la denuncia y
anuncio de una buena noticia y la formación del seguidor de Jesús.
b. El servicio o compromiso de los cristianos en la liberación de los pobres y oprimidos, con
miras a edificar la nueva humanidad de los hijos de Dios.
c. La creación y vivencia de comunión en torno a la palabra, la relación fraternal, el compartir los bienes y la vida y el fomento de las organizaciones de base del pueblo.
d. La celebración simbólica de toda esa vida cristiana, donde entra el cultivo de la oración,
lo festivo y lo litúrgico en la construcción de sentido.
La acción pastoral en Fe y Alegría ha de partir de una mirada a la realidad, una contemplación activa y compasiva del mundo, la cual hace que la persona se deje afectar por ella y
sea llevada a un compromiso en su transformación. Por eso, la acción ha de responder a
un diagnóstico que otorgue comprensión de la situación pastoral en la que se encuentra el
programa o centro y de las personas que queremos acompañar. Se trata de interpretar los
signos de los tiempos, de discernir qué nos pide Dios y a qué nos invita en un momento
determinado.
73
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
En la acción pastoral debe combinarse la planificación y la gracia. Se ha de tener claridad
de lo que se quiere lograr, cómo y desde dónde se ha de actuar. La pastoral no se improvisa. Pero la pastoral también es presencia, es relación, es estar, es acercarse, es acompañar,
descubrir a Dios en la vida cotidiana. Igualmente, se requiere de un proceso continuo de
evaluación de la práctica pastoral que permita reconocer el paso de Dios por la vida de las
personas y de los programas que acompañamos, verificar la efectividad de las acciones e
introducir los cambios y reorientaciones necesarias.
2.2.1 La pastoral educativa
Evangelizar educando y educar evangelizando, sintetiza el quehacer y la especificidad de la
pastoral educativa. Se trata de:
• Partir de lo educativo con una mirada verdaderamente evangelizadora, hecha desde el
plantel educativo, las ciencias, los métodos, el saber, el uso de la razón, la producción
y la transmisión de la cultura.
• Evangelizar nuestra cultura y la(s) cultura(s) de los sujetos que acompañamos, generando un proceso que lleve a la síntesis o integración entre fe y cultura en la vida.
• Ayudar a que cada uno asuma vitalmente la correlación entre fe y cultura en la vida,
de tal forma que siempre, con todos, en todas las situaciones, lugares y contextos
culturales, viva coherentemente una vida de fe, es decir, ayude a vivir la vida personal,
comunitaria y social, desde la sabiduría del Evangelio.
2.2.2 Mediaciones de la acción pastoral en la institución educativa
Por mediaciones entendemos a los canales por los cuales comunicamos, vivenciamos o
historizamos en la dinámica cotidiana de nuestra acción educativa comunicacional, la propuesta pastoral del programa.
a. Proyecto Educativo define idealmente la intencionalidad educativa, el horizonte, los
retos y las acciones. Más expresamente, en él se define el ser, el hacer y el convivir de la
comunidad. Una institución educativa en clave de pastoral se dinamiza desde un proyecto educativo evangelizador.
b. Consolidar la comunidad educativa a través de la participación de los diversos actores
del hecho educativo y desde una gestión participativa, organizada y de calidad. Para el
impulso de la pastoral, se necesita además una comunidad educativa cristiana que
asuma su labor como misión evangelizadora, compromiso que brota desde la fe.
c. La educación evangelizadora encuentra un espacio privilegiado para sembrar la semilla
del Reino en la estructura misma del programa: en la propuesta curricular, en los planes
74
de formación, en las áreas de conocimiento que se desarrollan pues son espacios donde
se vinculan fe y vida, fe y cultura, fe y razón; donde se abre un diálogo fecundo con el
mundo que soñamos transformar.
d. Los programas explícitos de formación cristiana a través de los cuales se pretende comunicar contenidos doctrinales de fe, en los que transmitimos creativamente la tradición recibida de los apóstoles.
e. También son mediaciones pastorales las intervenciones complementarias, tiempos y espacios definidos desde los cuales se evangelizan (grupos, comunidades de fe, celebraciones, campamentos, misiones, sacramentos).
f. Finalmente, es una mediación pastoral la relación educativa que establecemos entre los
diversos integrantes y el ambiente educativo del centro.
2.2.3.La pastoral comunicacional
Evangelizar es comunicar la Buena Noticia; una experiencia vital, transformadora, generadora de vida. Por eso la acción comunicativa que se realiza a través de los medios con que
contamos, debe tener también un carácter evangelizador.
El componente comunicacional (ya sea a través de una emisora u otro medio de acción
comunicativa) evangeliza cuando es coherente. La coherencia supone vivir en la práctica lo
que se anuncia con la palabra. Significa vivir en sus relaciones internas y externas aquellos
valores del Reino que anuncia, promueve y descubre. Por lo tanto, la emisora evangelizadora promueve en toda su programación estos valores cristianos y no sólo y exclusivamente
en los pro­gramas explícitamente religiosos, sino en todos sus mensajes, por lo que:
a. Será evangelizadora siempre que mantenga una actitud cons­tante por apoyar a los
valores del Reino, por acompañar al pueblo en sus diferentes formas de expresión y
organización, y por hacer aportes significativos para la transformación de la sociedad.
b. Será evangelizadora en la medida en que sea portadora del mensaje de liberación de
Jesús, y en la medida en que esté abierta a recibir, o sea, a dejarse evangelizar también
por el pue­blo.
c. Será evangelizadora cuando el pueblo sienta que la emisora se identifica con sus causas
o proyectos.
75
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
2.3
Criterios programáticos para la acción pastoral en fe y alegría
Toda acción pastoral tiene que aportar una pedagogía de la iniciación y profundización
en la experiencia religiosa de Dios (Mistagogía). Una pedagogía que nos lleve a beber de
nuestros propios pozos (Gustavo Gutiérrez), a descubrir a Dios en lo más íntimo de nuestra vida (San Agustín) y a Jesús como el Señor. Encuentro con Jesús y experiencia de Dios,
son dos claves de la acción pastoral. Aprender a vivir y asumir la propia vida en constante
presencia de Dios.
Toda acción pastoral va dirigida a un sujeto pastoral definido. Los sujetos son las personas
o grupos de personas que queremos acompañar en su proceso de humanización y crecimiento en la fe que compromete en la misión. Una pastoral pertinente es aquella que está
consciente del sujeto que acompaña, de sus necesidades, de sus potencialidades y posibilidades y de su realidad socioeducativa y cultural y desde esa realidad, propone itinerarios
de acompañamiento y formación.
Toda acción pastoral debe posibilitar experiencias, iniciativas y condiciones para vivir el
compromiso de transformación de la realidad: colaborar en la construcción del reinado
de Dios en la historia. Tiene que dar respuesta a cómo iniciar a los muchachos, jóvenes y
adultos en la experiencia de la conversión del pecado, de la misericordia de Dios y de la
lucha por la vida de todos. Una tarea pastoral urgente es formar comunidades en las que
la fe y los sacramentos se puedan asumir de modo vivencial y comprometido y en las que,
particularmente los jóvenes, se sientan partícipes. Toda pastoral tiene que brindar a los diversos sujetos, unos itinerarios de iniciación, crecimiento y profundización en la experiencia
cristiana de fe.
76
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA DE FE Y ALEGRIA
TANTEOS, SUGERENCIAS Y ALGUNOS DESAFÍOS
Oscar Martín SJ.
INTRODUCCIÓN
A partir del Vaticano II los cristianos contemplamos el mundo, en sus relaciones con el
Evangelio, con una nueva mirada. Este proceso no ha sido ni es todavía fácil. En su esfuerzo
de apertura, la Iglesia tuvo que reconocer que estaba inadaptada en muchas esferas de lo
social. Por décadas el mundo había estado cambiando en su forma de pensar y en su forma
de hablar; también había cambiado la educación, la autoridad, la conciencia social. Los
cristianos de a pie, mejor que la misma jerarquía, se daban cuenta de los cambios y vivían
en su propia carne las consecuencias de este desfase.
Al interior de la Iglesia también se dio una fuerte evolución. Con el Concilio, los conceptos
de cristiano, de laico, su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo se vieron enriquecidos sustancialmente. Todos somos responsables de la edificación de la Iglesia y del anuncio
del Evangelio al mundo. La Teología del laicado descubre lo que la constituye radicalmente:
el ser pueblo de Dios. Se habla del ser del laico cristiano, de su llamada a la santidad y a su
participación en la transformación evangélica de la sociedad.
Ignacio tuvo experiencia de los Ejercicios y escribió buena parte de estos siendo cristiano
de a pie, siendo laico; y como tal compartió su experiencia con personas de toda condición
por varios años hasta el final de su vida. La enseñanza espiritual de Ignacio no estuvo nunca
reservada a algunos escogidos. Es un don hecho a toda la Iglesia, un don del Espíritu del
Señor para todos los cristianos.
En continuidad con esta experiencia espiritual ignaciana, y como una primera afirmación
todavía de carácter general, podríamos decir que es cristiano el que descubre en Jesús el
modelo primero de cristiano. El es quien ha vivido en plenitud y originariamente la fe. ¿Cuál
es entonces, concretamente, la oferta de la espiritualidad vivida por Ignacio, válida para
todos los cristianos, llamados por Jesucristo a vivir plenamente insertos en el mundo de
hoy, con sus contrastes, conflictos y desafíos?, ¿qué tiene de radicalmente cristiana que la
convierta en un cauce privilegiado para introducir a hombres y mujeres en la experiencia
del seguimiento radical a Jesús?, ¿qué nos aporta concretamente a nosotros, laicos, laicas, religiosos, miembros de institutos seculares, etc. que pertenecemos a Fe y Alegría? A
responder a esos interrogantes me dedico a continuación. Lo hago presentando algunas
notas características que considero fundamentales y constitutivas de la vivencia cristiana,
por tanto, de la espiritualidad cristiana del Movimiento.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
1. EXPERIENCIA PERSONAL DE DIOS
En un conocido texto escrito en los años 60, K. Rahner, mirando la Iglesia del futuro, señalaba que el cristiano del siglo XXI habría de ser un místico o no sería cristiano. Con esta
afirmación el autor quería enfatizar que, más que nunca en los próximos años, para los
cristianos será necesario tener una experiencia personal de Dios. A esta experiencia Rahner
le llama mística33, entendida ésta como la capacidad y la sensibilidad para encontrar a Dios,
para captar su lenguaje, para sentir su presencia y su quehacer amoroso en la vida cotidiana. Se trata de una experiencia llamada a desbordar lo conceptual o teórico sobre Dios y
que dota a la fe de fuerza vital capaz de confiarse a la locura de la apuesta por los pobres
y débiles, por los despreciados del mundo.
Dicho de otra manera, se trataría de la necesidad de que los cristianos del futuro unan
fuertemente su experiencia de Dios, su modo de expresarlo y la fe a las experiencias más
cotidianas de la vida; poder palpar, vivir, descubrir a Dios latiendo, con presencia cierta y
amor entrañable, en las mil y una cosas y personas que conforman nuestra vida cotidiana:
el aula, la institución educativa, la casa, el barrio y sus problemas; la participación activa
en las luchas, las angustias y las esperanzas de la gente con las que nos toca vivir. Se trata,
por tanto, de una mística que nos devuelve al mundo desde el corazón de Dios, para vivir
y actuar en él según el latido misericordioso del Padre. El desafío es definitivo: o descubrimos y vinculamos a Dios en nuestra vida cotidiana, o nos quedaremos sin fe y sin Dios. El
reto, dicho con palabras de Ignacio, es aspirar a “Buscar y hallar a Dios en todas las cosas
criadas”. (Ejercicios 23)
No se nos está invitando como Movimiento a alejarnos a algún desierto para allí tranquilamente, sin líos, sin problemas y sin disgustos recién descubrir a Dios. Se nos llama, por el
contrario, a profundizar lo cotidiano, a buscar a Dios en el bullicio de una vida que quizá
no es la que nosotros elegiríamos, sino la que es. Hacer de nuestra vida familiar, de nuestro
servicio educativo y sociopolítico, el lugar de encuentro y relación íntima con Él. Avanzar en
que nuestra vida cotidiana sea cada vez más transparente a la presencia de Dios en ella34
Es el punto de partida. Se trata del encuentro personal con el Dios vivo y verdadero y de su
Gracia, Jesucristo. Encuentro que nos hace recuperar lo más genuinamente humano: nuestra libertad, y la integra dentro de la suya. Es la vivencia de Dios que se aproxima a sus hijos
en virtud de su propia iniciativa amorosa; Dios que es misterio incomprensible, a la vez que
Padre cercano; Dios con el que se puede hablar; un Dios que nos salva por sí mismo cuando
no tratamos de someterlo, sino que nos entregamos a él incondicionalmente.
La invitación a entrar en esta experiencia se dirige a todo seguidor/a de Jesús y no sólo a un
pequeño grupo de selectos/as. El llamado es para todos los miembros de Fe y Alegría, para
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33 El término ‘mística’ tiene ciertas resonancias un tanto ambiguas. La experiencia de Dios que Rahner plantea como ineludible
para el cristiano del futuro, a la que llama “mística”, no se relaciona con largas horas de oración o contemplación, tampoco
con experiencias extraordinarias alejados de la sensibilidad cotidiana, ni en visiones o revelaciones especiales.
34 Puede verse RAHNER, K., Escritos de Teología Vol. VII, Ed. Cristiandad, Vol VII pgs. 25 y ss.
que su trabajo, vida familiar, participación social y política sean auténticas experiencias
espirituales, auténticas experiencias de Dios.
Sólo una profunda experiencia del Dios de Jesucristo nos permite resistir a las amenazas, no
sólo externas, como distintos tipos de violencias, materialismo, consumismo o la progresiva
increencia, sino también las que brotan de dentro de nosotros mismos. Como miembros de
Fe y Alegría, algunos signos que nos permiten verificar una auténtica experiencia de Dios
son la capacidad para la misericordia, la gratuidad como estilo de vida y un corazón que se
entrega con creyente esperanza al amor y al servicio sin pretensiones.
2. CONVERSIÓN A LA FE VIVA
El XXI Congreso celebrado en 1990 en Nicaragua, observa cómo es constatable, desde la
práctica de muchos grupos cristianos latinoamericanos, “La necesidad de una profunda
conversión (personal y comunitaria) que nos haga ahondar en las exigencias de nuestra vocación cristiana específica. Vemos la urgencia de ser educadores cristianos seriamente empeñados y comprometidos en un proceso de conversión e interesados en la formación de
una conciencia cristiana y en la construcción de una sociedad con principios cristianos”35.
Esto es así, señala el mismo documento, “Porque la educación de Fe y Alegría se entiende
desde la óptica de la evangelización. Su misión específica es la formación integral del cristiano en una experiencia vivida de Cristo y la Iglesia”36.
Así pues, si queremos que el Evangelio sea algo vivo dentro del Movimiento, que nos
implique efectiva y afectivamente, tenemos que estar dispuestos a cambiar radicalmente,
a convertirnos. Aunque no es exactamente lo mismo, la conversión cristiana está ligada
al arrepentimiento: “Arrepentirse de las obras muertas, de las obras infructuosas de las
tinieblas que son los pecados (Cf Hb 6:1; Ef 5;13). Ambas experiencias se realizan en un
solo movimiento: rechazo del camino viejo y opción por el nuevo camino en un acto libre,
animado por el Espíritu de Dios.
Pero no debemos confundir arrepentimiento con sentimiento de culpabilidad. Este segundo nace del amor propio herido, que sufre porque se ha afeado la imagen de sí por el
pecado propio. La conversión es un rechazo del pecado que lleva consigo un profundo
cambio de valores (metanoia). Es acción de la gracia de Dios.
Existen dos peligros o maneras incompletas de entender este cambio que implica la conversión: el primero es verlo como retoque de los malos hábitos o actitudes que tenemos; el se35 Para ahondar esta temática puede consultarse, Educación, evangelización y compromiso, XXI Congreso Internacional, Managua (Nicaragua) y Río de Janeiro (Brasil) 1990-1991, en Identidad de Fe y Alegría. Documentos, Federación Internacional de
Fe y Alegría, Caracas, 2000. Me parece muy sugerente su profundización para el tema que nos ocupa, especialmente las pgs.
29-35. El XXIII Congreso (Panamá ’92) sigue en esta misma dirección.
36 Ídem pg. 35.
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gundo, creer que es suficiente con plantearnos qué hacer para ser mejores, más solidarios o
más generosos. Ambos tipos de cambio nos remiten a lo comúnmente llamado conversión
moral. En ésta tendemos a solucionar las cosas haciendo una lista de nuestros pecados
con los consiguientes propósitos y quehaceres. Tendemos a ver nuestra propia responsabilidad, pero en la medida de nuestros propios deseos. El peligro que conlleva este tipo de
conversión es que fácilmente somos nosotros los que la controlamos. Y se controla porque
finalmente, no nos arriesgamos a creer incondicionalmente en el amor fiel de Dios.
La sabiduría de la conversión evangélica es más simple y radical: se trata de convertirse a
la Buena Nueva del amor compasivo de Dios, cuya expresión máxima es la entrega hasta
el extremo de su Hijo; convertirnos a la verdad última de nuestra humanidad: que todos
estamos bajo el poder del egocentrismo y la mentira, el pecado y la muerte; que en relación
a lo fundamental que es el amor gratuito y la humildad, no podemos absolutamente nada
sin la gracia de Dios. Es en esta experiencia de conversión en la que nos fundamentamos en
la gracia Dios para cambiar el corazón, el centro de la persona, no las tendencias. Aunque
es obvio, es preciso señalar que el quedar iluminados con un nuevo sentido no significa, ni
mucho menos, la solución de todos nuestros problemas.
En esa experiencia el punto de apoyo de nuestra vida cambia: pasa de las obras a la fe.
De ahí que convertirse no consiste en otra cosa que en creer en ese amor infinito. No se
trata de rechazar las obras dado que la fe y las obras son coesenciales como dinamismo
de la vida cristiana: la fe es viva si actúa por el amor (Gál 5:6; Sant 2: 14-26). Pero ambas
se tornan incompatibles en cuanto está en juego el punto de apoyo de la vida, la raíz de la
conversión: o me fundamento en la gracia (con mayúsculas) o en mis posibilidades; o vivo
bajo la iniciativa del Espíritu o lo hago bajo la iniciativa de la carne. No hay más que estas
dos opciones. Es decir, que el secreto de la verdadera conversión está en la obediencia a la
voluntad del Padre. Frente a las seducciones de todo tipo: materiales, pastorales o espirituales, la actitud auténticamente cristiana es la que opta por sus designios y mantiene una
actitud de sospecha frente a los propios deseos y proyectos, incluso los mejor justificados
evangélicamente. La experiencia gozosa de la gracia, la acogida de la soberanía del amor
de Dios que nos justifica en Jesucristo, es la que nos ancla en lo esencial: la certeza de que
sólo Dios salva.
Como Movimiento, tenemos que ser conscientes de un sutil peligro al que estamos amenazados: así como es fundamental para Fe y Alegría soñar y luchar por un mundo mejor
en todas las dimensiones de la vida: moral, política, económica, etc., también es verdad
que este deseo puede alimentarse de la ilusión de que podemos alcanzarlo con nuestro
propio esfuerzo. Este dinamismo, en más de una ocasión, nos ha conducido a un cierto
prometeísmo y a la apropiación de la existencia.
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3. EL SEGUIMIENTO RADICAL A JESÚS
Es la experiencia central de la vida cristiana. De hecho, la espiritualidad cristiana no es otra
cosa que seguir a Jesús, abiertos al impulso del Espíritu. De él brota la misión: ser testigos
de la fe en la Iglesia y en un mundo marcado por la marginación de los pobres, la exclusión,
el individualismo y la injusticia.
En Fe y Alegría estamos llamados a asumir la educación como una propuesta evangelizadora y liberadora para que nuestros destinatarios puedan crecer como verdaderos hijos de
Dios, desarrollar todas sus potencialidades y realizar a plenitud su misión en la vida: colaborar eficazmente en la construcción del Reino de Dios en este mundo.
En su caminar con nosotros, Jesús nos hizo al menos dos revelaciones fundamentales: la
primera fue mostrarnos el verdadero rostro de Dios; rompió con las falsas imágenes de un
Dios inaccesible, iracundo, mezquino o violento. Nos mostró a un Dios que ante todo es
Padre, Dios amor, solidario, que se conmueve ante la necesidad de los indefensos, de los
desvalidos, de los pobres. Lo segundo es que en el Hijo se nos muestra el camino de la
filiación y de la vida plena; no vino a enseñarnos un conjunto de doctrinas, mandamientos
o leyes, sino a enseñarnos lo que es ser verdaderamente hombre, verdaderamente mujer.
Jesús es la respuesta a todas las preguntas esenciales que nos enfrentan al misterio de la
existencia. Jesús, Camino, Verdad y Vida es nuestra mediación absoluta.
De lo anterior podemos deducir que ser o vivir en cristiandad no es otra cosa que ser hombre o mujer según Jesús37. Su vida nos muestra el camino escogido por Dios para llevar a
cabo su reinado. Su estilo mesiánico corresponde al de su manifestación personal: el Señor
pobre y humillado, el siervo que se hace solidario con lo más humano del hombre (Is 49:
3-6), especialmente con los que sufren. Es de ese modo y no de otro, como el Padre manifiesta su soberanía. El Evangelio no nos explica teóricamente el porqué de esta opción del
Padre. Sí nos invita a seguir a Jesús, a acompañarlo por su camino.
Muchos relacionan la radicalidad cristiana con renunciar a la familia o con ciertos modelos
de vida: los santos, los hombres que han hecho cosas extraordinarias o actos heroicos. Sin
embargo, el seguimiento de Jesús no es otra cosa que estar dispuestos a implicarnos en su
aventura tal como lo presenta el Evangelio. Para ello, la actitud fundamental es la disponibilidad a lo que Dios quiera. Si como cristianos no hemos puesto por encima de todo la
entrega a la voluntad de Dios, es que no hemos entendido en qué consiste el sentido de
nuestra vida. En esta actitud fundamental es donde se nos da la experiencia radical del Reino. Este fue el modo de proceder de Jesús ante el Padre y, en consecuencia, lo es también
37 Cf. PEREZ ESCLARIN, Antonio: Educación para globalizar la esperanza y la solidaridad, Distribuidora, Librería y Editorial Estudios C.A., Caracas 2001, pg. 216.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
para nosotros. Abrirnos a lo que Dios quiera es aceptarlo como Señor, ser hijos que tienen
su fuente de ser y de hacer en él, como Jesús38.
Pero la realidad es que estamos amenazados por la mediocridad. Por un lado queremos
vivir la vida cristiana pero, por otro no terminamos de entregarnos ni de soltarnos por
dentro. Como señalaba al comienzo, creo que uno de nuestros problemas principales es
que no sabemos cómo integrar nuestra realidad presentey cotidiana con la radicalidad
evangélica. Ciertamente no se trata de preguntarse quién es más santo: si el radical que lo
deja todo y se va de misionero a un lejano país o un sencillo maestro de grado en cualquiera de nuestros centros, que procura día a día hacer bien su trabajo, y que comparte todo
lo que es y tiene. El desafío va por otro lado: estamos llamados a ser radicales allí donde
estamos: radicales en el amor, en el olvido de nosotros, en el compartir nuestro tiempo y
nuestros bienes, a fiarnos incondicionalmente de Dios, a abandonándonos en sus manos.
La radicalidad tiene que ver con dos cosas: con la libertad interior y con la transformación
del corazón; está en que la persona de Jesús sea nuestro todo. Y eso, en el día a día.
Por esta razón las riquezas se oponen frontalmente al seguimiento: porque dan seguridad
y no dejan espacio a la gratuidad y solidaridad. El discípulo es un agradecido radical, por
esto comparte y se desprende. La llamada no le parece una exigencia de renuncia, sino un
regalo. Esto supone apertura y disponibilidad para el encuentro personal con Jesús, todo
un desafío para los miembros del Movimiento. Ese encuentro no difiere sustancialmente
del que tuvieron los primeros discípulos con el Señor: se encontraron con él de manera
imprevista, se sintieron atraídos a acompañarlo, escucharon su mensaje, vieron cómo actuaba, quedaron desconcertados, se fiaron de él y se implicaron en su proyecto del Reino.
En su compañía, y con muchos tropiezos e incoherencias, aprendieron de sus actitudes a
ser fieles a su estilo de vida.
4. VIDA DE COMUNIDAD CRISTIANA (VIVIR DE LO DEFINITIVO, PERO CON LOS
PIES PUESTOS EN LA TIERRA)
En tiempos de Jesús, los judíos entendían el Reino de Dios como un cambio en la historia
de Israel. Este cambio, que debía efectuarse por medio del gobierno del Mesías (del enviado de Dios), traería consigo la expulsión de los invasores romanos y la época de prosperidad y de triunfo para Israel.
Jesús plantea las cosas de manera muy diferente. Distingue dos épocas en el reinado de
Dios: una época histórica, que se realiza en el presente y una final, en la que el triunfo de
Dios será completo. El viene para empezar la primera época, pero no de la manera como
38 Puede verse GARRIDO, Javier: Seguir a Jesús en la vida ordinaria con las lecturas del domingo, Ed. Verbo Divino, Navarra 1994,
pg. 41.
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esperaba el pueblo: Jesús lo que hará es poner en marcha un movimiento que será principio del reinado de Dios en el mundo.
Esta iniciativa, aunque es divina, va a exigir la activa colaboración de los hombres. Se trata
del comienzo de una sociedad humana diferente, donde las personas puedan llegar a ser
libres y felices. Para Jesús, las claves para lograrlo son el compartir lo que se tiene en lugar
de acaparar; la igualdad entre todos en vez del encumbramiento; la solidaridad en vez del
dominio; la hermandad, el amor y la vida en contraposición a las relaciones de rivalidad,
odio y violencia. Pero para el establecimiento de estas nuevas relaciones sociales, no sólo se
precisa optar por la pobreza evangélica como modo de vida: hace falta, además, renunciar
a todo tipo de ambición que acapara el corazón humano y lo lleva a la injusticia.
Al proclamar su Buena Nueva del Reino, lo primero que hace Jesús es reunir en torno a
sí a un grupo de hombres, casi todos pobres, pescadores del lago de Galilea, en donde
ese ideal se viva. No se trata entonces de la proposición de una ideología –que tampoco
tiene por qué ser necesariamente negativa- sino de una praxis vital. La adhesión a Jesús,
y la incorporación a esta comunidad que se va generando, es libre y brota de la propia
convicción.
Como Fe y Alegría y como Comunidad – Iglesia, es fundamental tomar conciencia de que
somos y estamos llamados a ser esa comunidad que Jesús quiso. El Señor espera de nosotros que, desde nuestra misión de educación popular integral a los más pobres, contribuyamos eficazmente a la constitución de una sociedad nueva, justa, igualitaria y fraterna. El
cristiano en comunidad es Jesús encarnado, que continúa pasando y haciendo el bien a los
hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Tenemos un llamado a contemplar y vivir con coherencia la novedad que Dios ha sembrado, a acogerla y comprometernos con ella para compartirla con todos los hombres. Esto,
que es don y tarea, es propio de un Movimiento como Fe y Alegría llamado a desarrollar su
misión sin adelantarse al Espíritu, dejándose conducir por él. Movimiento que se sabe necesaria y gozosamente amigo de la cruz del Señor y de la vida abundante que brota de ella.
Sabemos que la salvación de Dios versa sobre todas las cosas, que acontece en todos los
espacios y dimensiones de la vida, y tiene que ser así ya que Dios espera nuestra respuesta
desde las situaciones concretas que nos toca vivir. Por tanto, nuestra existencia pasa indefectiblemente por la actividad política entendida en sentido amplio como la búsqueda del
bien común que se concreta en estructuras sociales y económicas solidarias, es la que posibilita la constitución de una sociedad que permita a los hombres ser más auténticamente
humanos, siendo efectivamente hermanos, en condiciones de libertad e igualdad. Para vivir este tipo de sociedad o, por lo menos encaminarnos decididamente hacia ella a
través de procesos sociales, políticos y económicos que implican liberaciones sucesivas y
conquistas continuas, para vivir establemente la libertad, no basta con aceptar la comunión
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
con Dios en la historia. Es preciso experimentar y recrear esta libertad en forma concreta y
vital. Esto quiere decir que el compromiso social cristiano no está limitado a la lucha por
revertir las situaciones de pobreza y de injusticia para construir un mundo mejor. Aunque
esto es de gran importancia y en todo momento necesario, si como Fe y Alegría nos quedamos únicamente ahí, lo que conseguiremos es salir de una dependencia para caer en
otra. Para los cristianos es también tarea eminentemente política la creación de un espacio
público donde la libertad pueda ser vivida. Este es un aporte genuino de cristianos vivos,
que se reconocen Pueblo de Dios en marcha.
Es precisamente la fe viva de los cristianos evangelizados en comunidades de seguidores
de Jesús la que produce este espacio de vida y de libertad en el Espíritu. Ésta es también
tarea de todos los que pertenecemos a Fe y Alegría. Vivir este ámbito de Vida alternativa
es un aporte que debemos hacer desde dentro mismo de nuestras instituciones educativas,
desde los procesos sociales que impulsamos y codo a codo con todos los hombres y mujeres que sueñan y procuran un mundo diferente; un mundo nuevo construido, no desde
arriba o desde afuera, sino como lo hace el mismo Señor: colocándose, como quien sirve,
en su misma base. Tenemos que volver a descubrir qué somos, al tiempo que estamos llamados a ser, la comunidad que Jesús quería; a gustar del don de la fe, no como una herencia, sino como una
decisión personal que conlleva una vocación y compromiso muy precisos. El compromiso
es la conformación de comunidades fraternas, viviendo en condiciones de igualdad, siendo
fermento de toda la sociedad y mostrando con su testimonio que el Reino de Dios está
entre nosotros. Esto, llevado hasta sus últimas consecuencias, implicaría un giro total de
nuestro quehacer evangelizador en Fe y Alegría. Significaría fundamentalmente dos cosas:
por un lado el desafío de contribuir a impulsar una nueva configuración y un nuevo talante
eclesial: replantearnos de raíz nuestra misión evangelizadora como institución educativa y
la identidad que brota de la misma. Por otro lado el reto de ser signos vivos de una nueva
sociedad que contempla, vive y comunica, al tiempo que espera la novedad que el Señor ya
ha sembrado por todas partes: la regencia del Padre sobre todos sus hijos.
5. EL DISCERNIMIENTO
Dado que la fe no nos garantiza un saber objetivo acerca de cómo Dios guía la historia, el
discernimiento es un proceso para descubrir el significado de las diversas propuestas que se
nos presentan en el interior de la conciencia o en el contexto sociocultural en que vivimos.
Dicho de otra manera, el discernimiento no es otra cosa que la capacidad para descifrar y
distinguir bien las cosas y escoger o elegir una de ellas.
Ante un mundo con multitud de opciones y situaciones y la propia persona en cambio,
¿qué criterios utilizar para identificar el verdadero camino y tomar las decisiones acertadas
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a la luz de la fe? Se hace necesaria la distinción entre los movimientos suscitados por el Espíritu de Dios y los que se oponen a la propagación de su Reino, movidos por la ambición,
los intereses humanos, la búsqueda del aplauso o la autosuficiencia.
El discernimiento es una condición básica en nuestra búsqueda de acciones coherentes y
constructivas al servicio del Reino de Dios; una actitud clave para el actuar responsable de
los cristianos en el contexto social en que se encuentren. Mucho más en los tiempos de
crisis, desorientación y de nuevos desafíos que vivimos en los países de América Latina. Esto
exige que nos dispongamos, exige ciertas condiciones previas que nos preparan para hacer
bien las cosas. La adquisición de esta disposición para el discernimiento, requiere lo que
podríamos llamar una triple cercanía: cercanía a nosotros mismos, a la fuente: Jesucristo y
la palabra y cercanía a la realidad de los pobres a quienes nos debemos como institución39.
Cercanía a uno mismo significa que tengo que conocer mis motivaciones profundas, mis
rechazos, mis intereses ocultos, mis miedos. De ahí que, para disponernos a elegir, a escoger bien en nuestra tarea como educadores, es de gran importancia poner medios que nos
ayuden a tener señorío sobre nosotros mismos.
Lo segundo es la cercanía a Jesucristo y la palabra. No podemos elegir al modo de Jesús si
no lo conocemos, si nuestros intereses y nuestra perspectiva no es la del Señor. Solamente
con Él podremos ser capaces de hacer contra a las inercias, intereses, ideologías, etc., que
nos quieren imponer los tiempos y los ambientes en los que vivimos. Como miembros de
Fe y Alegría es fundamental la búsqueda de medios que nos ayuden a adentrarnos en esta
experiencia de contacto con el Señor. La cercanía a la realidad de los pobres significa que,
si no tenemos contacto vital con la realidad de aquellos a los que estamos sirviendo, nos
montaremos en ideologías o ilusiones, pero no estaremos en el seguimiento de Cristo ni
podremos elegir al modo cristiano. Dicho con palabras de los teólogos cristianos antiguos:
sólo puedo salvar lo que asumo como propio. Así pues, tenemos que pisar el barro, buscar
el contacto personal, conocer de primera mano los problemas, dedicar tiempo gratuito a
compartir con los que más directamente sufren las injusticias. De este modo, los sentidos
se irán disponiendo, preparando, haciéndose capaces para elegir desde Jesucristo a favor
de los hermanos y hermanas necesitados.
Captar desde el espíritu los signos de los tiempos no es lo mismo que el análisis sociológico
o axiológico de la realidad actual. Desde el punto de vista cristiano no basta describir los
fenómenos dominantes en nuestro mundo o detectar los factores que determinan el proceso político o sociocultural. Tampoco las descalificaciones tajantes o el optimismo acrítico
que se deja engañar por las apariencias. Esto no se corresponde con la actitud del hombre
de fe colocado ante la realidad. Lo señalado es interesante porque, entre otras cosas, nos
libera de la tentación de querer organizar el mundo como Reino de Dios, a nuestra medida
39 Esta triple distinción está tomada de Lucas LOPEZ sj, “Educar en la fe y en la justicia. Algunas pistas para trabajar nuestra
misión”. Se trata de unos apuntes personales.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
o desde nuestra propia capacidad, mezclando a Dios y al César; o empeñarnos en un determinado proyecto religioso, social o político como el designio salvador de Dios.
Para Fe y Alegría el bien y el mal que existen en el mundo no son objeto de un juicio meramente racional, en función de un sistema impersonal de valores. Para el Movimiento, el
discernimiento debe ser un instrumento que nos ayude a captar, en los claros y oscuros
de nuestra labor en la historia real, las insinuaciones y la acción del Espíritu que conduce
a la creación a la plenitud. Conscientes de las resistencias, de las malas voluntades y de
las fuerzas de destrucción y de muerte que condicionan negativamente nuestra sociedad,
como cristianos tenemos la experiencia vivencial de que Cristo resucitado es el Señor de
la historia. Por tanto, cada situación se presenta como una oportunidad de gracia y una
llamada al compromiso y a la acción.
Como miembros de un Movimiento lleno de vida, nos sentimos movidos a tomar partido
en esta lucha crucial de nuestro tiempo contra la injusticia; a mantenernos con esperanza
en el dinamismo liberador del amor de Dios que actúa en el corazón de la humanidad.
Por otro lado, nuestra praxis puede estar amenazada, al menos por dos peligros: el primero
es vivir la Palabra de Dios sin referencia a la realidad, disponer del Señor al propio gusto
como objeto imaginario, como mero contenido ideológico o identificación narcisista. El
segundo es el activismo autojustificante que se encarama en el hacer muchas cosas como
un arma para sentirse con derechos ante Dios. En realidad, no basta actuar para andar en
verdad, dado que la posibilidad de buscarse a sí mismo no es pequeña.
Dos criterios de discernimiento cristiano fundamentales que nos ayudan a no caer en ambos peligros son: a) hacer la voluntad de Dios y b) el primado de la praxis sobre las buenas
intenciones. El primero señala que la experiencia interior, proyecto de vida o compromiso
de acción no apuntan en dirección al Reino si no nacen de la obediencia de amor a Dios
Padre. Dicho de otra manera: el primado de la voluntad de Dios significa que el Reino lo
hace el Señor; ciertamente lo hace con nosotros pero precisamente por eso, si hacemos
nuestra voluntad, si no le dejamos la iniciativa a El, lo estamos bloqueando. El segundo
significa que si el discípulo o la comunidad se entregan a la voluntad de Dios, la verdad de
esta entrega se realiza en la praxis. Es una praxis que implica al hombre entero: corazón y
acción, confianza y responsabilidad.
Los signos de liberación más cercanos al Reino tienen como criterio a Jesús, su compromiso preferencial por los pobres y su estilo mesiánico no violento. Aunque más adelante
me detendré específicamente en la dimensión política de los cristianos, creo importante
adelantar que nuestra praxis de discernimiento debe enfatizar mucho la educación en el
discernimiento cristiano de lo político. Hay dos aspectos que considero necesarios tener en
cuenta en esta dimensión: el primero consiste en reconocer que no existe ninguna opción
política que pueda presentarse como genuinamente cristiana si es que excluya a otras; en
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este campo, es preciso optar después de haber discernido. La segunda es que el compromiso político creyente exige un discernimiento de lo posible y una actitud de sumo cuidado
ante los máximos. Los cristianos no podemos olvidar nuestra historia. Tenemos que reconocer que en muchas ocasiones, cuando hemos pretendido un máximo, al final hemos caído
en la trampa del poder y de la intolerancia40.
Por otro lado, el respeto a lo diferente, el trabajar con otros que piensan distinto, pero que
buscan también una sociedad más justa y solidaria, no es sinónimo de perder o querer
disimular nuestra identidad. Uno de los riesgos que a veces se nos quiere filtrar en ciertos
círculos de cristianos comprometidos con el cambio social (y en ocasiones incluso dentro
de Fe y Alegría) es la tendencia a disolver nuestra identidad; creer que da lo mismo ser
cristiano, evangélico o agnóstico. Esta actitud olvida que, para tener enfrente de sí mismo
a otro distinto de sí con quien dialogar o colaborar en algo común, hay que tener un sí
mismo41. En el caso de Fe y Alegría, su sí mismo es nuestra especificidad de Movimiento de
Educación Popular de inspiración cristiana. Esta es nuestra principal riqueza, lo más propio
que podemos ofrecer en cualquier construcción compartida con otros.
6. INCULTURACIÓN DEL EVANGELIO
El interés y, por consiguiente, el servicio que los cristianos están llamados a realizar en la
cultura, está adecuadamente expresado por Juan Pablo II cuando afirma que “El diálogo de
la Iglesia con las culturas de nuestro tiempo, es el terreno vital en que se juega el destino
de la Iglesia y del mundo durante este final de nuestro siglo”42.
La problemática de la interacción fe – culturas, emerge en el horizonte de una Iglesia que,
en estos nuevos tiempos, busca nombrar una vez más su identidad, su ser y su misión. Por
otra parte, si esta relación se ha convertido en centro de preocupación y reflexión teológico-pastoral, esto se debe, en gran parte, a los cambios experimentados por la Iglesia, tanto
en la manera de comprenderse a sí misma como, también, en su manera de comprender
las culturas.
Si por cultura entendemos al mundo vital de un grupo o de un pueblo, su lenguaje, su
organización, su sentido de la vida, del amor, de la muerte, del trabajo, de la justicia; sus
símbolos y su memoria, su relación con la naturaleza y con lo trascendente, podremos
entender que la evangelización debe insertarse en este complejo vital y viviente típico de
cada pueblo.
40 GARRIDO, Javier: Op. cit. pg. 159
41 RICOEUR, Paul: Ética y cultura, Ed. Docencia, BB.AA 1996, pg. 43.
42 Juan Pablo II, Alocución a la Asamblea extraordinaria de cardenales, 5-ll-79), citado por Andrés Tornos, Servicios y ministerios
laicales. El servicio de la fe en la Cultura de Hoy, Ed. Paulinas, Madrid l987, pg. 4.
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Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
La primera vez que aparece el concepto de evangelización de la cultura en un documento
eclesiástico es en la Evangelii Nuntiandi. La Exhortación afirma que “...lo que importa es
evangelizar -no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera
vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces- la cultura y las culturas del hombre...”. De
este modo, sin restar importancia a la necesidad de la conversión personal, el documento se aventura en abrir nuevos cauces a la acción evangelizadora de la Iglesia43. En el n°
63 señala que “La evangelización pierde mucho de su fuerza y de su eficacia si no toma
en consideración al pueblo concreto al que se dirige, si no utiliza su lengua, sus signos y
símbolos, si no responde a las cuestiones que plantea, si no llega a su vida concreta”. En
el n° 20 afirma que “El Evangelio y, por consiguiente la evangelización, no se identifican
ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados
a una cultura, y la construcción del Reino no puede por menos de tomar los elementos de
la cultura y de las culturas humanas”.
La Evangelii Nuntiandi tuvo en su momento acogidas muy dispares y todavía en la actualidad no deja de levantar perplejidades44. Pero es el gran documento de la Iglesia actual
sobre la necesidad del encuentro entre fe y culturas.
Años más tarde, en 1979, el actual Pontífice hace suya la palabra inculturación. Lo hizo en
la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae. En este documento se recoge el material
del Sínodo episcopal de 1977 sobre la catequesis, hace una presentación con un fuerte
énfasis evangelizador y de preocupación por las culturas.
En los círculos católicos actuales se tiende a diferenciar inculturación de aculturación. Por
aculturación se entiende los fenómenos resultantes del contacto permanente entre dos
grupos sociales y las consecuencias que se siguen para los modelos culturales de cada uno
de ellos. Inculturación apunta al proceso activo de evangelizar desde el interior mismo de
aquella cultura, que recibe la revelación por medio de la evangelización, y que la comprende y la traduce según su propio modo de ser, de actuar y de comunicarse45.
A partir de la Evangelii Nuntiandi Pablo VI y posteriormente Juan Pablo II, insisten en señalar que la nueva evangelización consiste, ante todo, en la inculturación del Evangelio, su
inserción en la cultura y las culturas de los destinatarios de la Buena Noticia del Reino.
43 La consideración de la cultura como una realidad que evangelizar es algo novedoso. Según la concepción tradicional, la evangelización se dirige únicamente a las personas, siendo invitada cada una de ellas a responder al anuncio de la buena nueva de
Jesucristo. Puede verse Andrés Tornos, Servicios y ministerios laicales... Hervé Carrier habla también del desafío que significa
la conversión de las culturas como tales: la cristianización del ethos de los pueblos, cfr. Hervé Carrier, “La inculturación de la
DSI”, en Persona y Sociedad 1 (1993) pgs. l37-l5l.
44 Numerosos teólogos han hecho observaciones de este tipo a partir de la propuesta de ‘cultura cristiana’ señalada por la
Cuarta Conferencia Episcopal de Santo Domingo. El temor que se percibe es el uso de evangelización de la cultura con
reminiscencia del modelo medieval de civilización cristiana. Cfr. para el tema, Juan Noemi, “Inculturación del Evangelio. Recepción teológico-crítica de una propuesta de Santo Domingo”, en Teología y Vida 4 (l993) pgs. 3l5-325; Fernando Castillo,
“Evangelio, cultura e identidad”, en Persona y Sociedad l (l996) pgs. 135-137.
45 Existe una gran cantidad de definiciones de inculturación. He tenido presente concretamente la propuesta por Marcello de C.
Acevedo, “Comunidades eclesiales de base en el Brasil: ¿Posible mediación para la inculturación de la fe?, en P. Hünermann,
J. C. Scannone (Eds), América Latina y la DSI, Vol. II, pgs. 238-24l8.
88
Dios mismo ha seguido el camino de la mediación cultural en su revelación histórica. La
Carta a los Hebreos así nos lo presenta: “De distintos tiempos y de diferentes maneras ha
hablado Dios por medio de los profetas; y por último ha hablado en su Hijo... (Heb 1:1).
En Jesús hecho hombre, Dios ha entrado en nuestro mundo: el creador se hizo creación
porque Dios participa de nuestra humanidad para hacernos partícipes de su divinidad. En
la encarnación, Dios asume lo verdaderamente humano.
Cualquier proceso de inculturación del Evangelio suele estar amenazado por algunos peligros. El primero es el de la identificación, entre un cierto mundo cultural, y la experiencia
eclesial. El helenismo de los primeros siglos, la forma latina y romana de la Edad Media, el
cristianismo de la Restauración son algunos ejemplos. De alguna manera, podría decirse
que casi por veinte siglos el Evangelio ha sido interpretado desde la cultura occidental.
Todo el dogma católico ha sido elaborado a partir de cuestiones planteadas por europeos,
con categorías, lenguaje y pensamiento propios de estos. Da que pensar, por ejemplo, que
hasta hace apenas unas décadas la lengua latina era vista como un elemento teológico
imprescindible para la unidad católica46.
El segundo peligro y el más actual en algunos ámbitos, es entender la inculturación como
adaptación (la aculturación que señalaba). La tendencia en este caso sería quedarnos en
cosas más bien externas: la adopción de la manera de vivir, de vestirse, comer, la música,
etc. En este modelo, la inculturación del mensaje evangélico se queda a medias, no termina
de adaptarse porque éste considerado inmutable y universal para todos.
Un tercer peligro es la concepción que parte por suponer que toda cultura precisa ser sometida a verificación, a tensión, iluminación y purificación por parte de los grandes valores
del Evangelio. No es que esto sea un error, pero el peligro subyacente en esta pretensión
es que no se trata sólo del contacto de la fuerza viva del Evangelio de Jesucristo con una
determinada cultura, sino de un sistema cultural (al que se le considera evangélico) que
pretenda juzgar y colonizar a otro sistema cultural al que se supone imperfecto.
Una última manera de evangelización no correcta pero todavía muy presente en América
Latina, es la basada en el clericalismo, en las devociones, en el autoritarismo y en la jerarquización social.
Una nueva evangelización liberadora, abierta a un proceso de amplia inculturación, debe
promover con fuerza la vivencia comunitaria, la centralidad de la Palabra de Dios y del misterio celebrado; la corresponsabilidad de todo el Pueblo de Dios, la solidaridad y la opción
liberadora por los pobres.
46 Puede verse KOLVENVACH, P.H.: Espiritualidad ignaciana para cristianos laicos, Separata de la Alocución tenida en Sevilla y
Las Palmas en, febrero de 1994.
89
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
7. EL PROYECTO DEL REINO
Es necesario señalar en este momento, la profunda ambigüedad social de la religión, de la
cual también la fe bíblica participa. La fe bíblica, al tener como esencial a un Dios que se
manifiesta en la historia, tiende a identificar la voluntad divina con proyectos humanos. La metáfora del Reino de Dios ha sido la expresión más importante para señalar, desde el
Antiguo Testamento, el interés y el compromiso de Dios con la historia de los hombres.
No es necesario hacer un recorrido bíblico de los usos de este término y de cómo se ha
entendido en las distintas etapas de la historia del pueblo de Israel hasta la actualidad. Pero
sí conviene señalar que la expresión Reino de Dios ha sido tanto un principio dinámico y
crítico, inspirador de sueños y luchas de liberación, como un gran legitimador de proyectos
sociales de la más variada índole (teocráticos, dictatoriales, fascistas, socialistas, etc.). Se ha
dado de esta manera porque las instituciones y las doctrinas que brotan de ciertas experiencias de Dios, suelen caer en la tentación de buscar con más fuerza la autolegitimación
que la apertura a la trascendencia.
Al profundizar anteriormente en dimensión vida de comunidad cristiana, ya señalaba la
estrecha relación de ésta con el advenimiento del Reino. Al proclamar la Buena Nueva del
Reino, lo primero que hace Jesús es reunir en torno a sí a una comunidad. En la actualidad,
los cristianos somos y estamos llamados a ser esa comunidad que Jesús quiso.
Como Fe y Alegría, comprometernos con el Reino significa, en primer lugar, convertirnos
como Movimiento al Reino. Por otro lado, el Reino no se posee como una ideología o como
una causa. A medida que nos adentramos en el espíritu del Reino vamos cambiando actitudes y opciones de vida personales y sociales. Implicarnos en la construcción del Reino es
sinónimo de contemplar en el otro a mi hermano y actuar en consecuencia.
El Reino pertenece por excelencia a los pequeños y a los excluidos. Esto significa que sólo
puede ser realizado desde la sabiduría de los pobres de espíritu. Dicho de otra manera,
la misión cristiana en el mundo es eficaz, pero al modo de Dios. No hay nada que tenga
mayor garantía de eficacia que lo que viene de Dios. Pero al mismo tiempo, no hay nada
más frágil que un Dios amor decidido a no imponer su Reino. De ahí que para los cristianos
la verdadera fortaleza no está en su coraje ni en su heroísmo en llevar la misión adelante,
sino en hacer de la propia debilidad y miedo, un acto de confianza en Dios, entregándose
a la misión encomendada, puestos los ojos en el Señor. Esta actitud de fondo lo es también
para Fe y Alegría.
Ser introducidos en el Reino implica un proceso de transformación: pasar de una moral
legalista a un corazón nuevo; de actitudes que buscan seguridad a actitudes que arriesgan;
de una relación con Dios al que se le tiene miedo a otra en que se refuerza la libertad y
el abandono confiado; de la pretensión de controlarlo con las buenas obras al gozo de
90
sentirse servidores fieles; de una sabiduría basada en la justicia que pone orden en los
conflictos, a una sabiduría del amor que se desborda; de una ideología de la acción a una
disponibilidad filial a lo que Dios quiera; de una religión centrada en los sentimientos de
trascendencia o en el culto a una fe que implica la existencia entera; de la ley a la gracia.
En este sentido, captar el Reino es cuestión de espíritu, lo cual no significa que sea un
asunto interior o meramente religioso. Al contrario: cuando se vive el espíritu del Reino,
se percibe a Dios tanto en la lucha por la justicia económica y el cambio social como en
el empeño personal por liberarse de las ataduras interiores. Lo fundamental no es qué se
hace, sino los fundamentos de lo que hacemos y cuál es la dinámica guía nuestra vida
personal y comunitaria.
El espíritu del Reino es la conciencia clara de que sólo Dios es el Señor de la historia, y de
que si hemos sido llamados a su seguimiento fiel, es por pura gracia; de que la transformación del mundo pasa, en primer lugar, por la propia conversión, y de que la mejor estrategia es el amor manso y humilde, firme y veraz. Sin este espíritu del Reino, sin este corazón
convertido al estilo de Jesús, no hay espiritualidad cristiana.
Así, un cristiano con espíritu tiene la capacidad de captar que el Reino es, en primer lugar,
iniciativa de Dios y que por tanto, él es un enviado, no el Salvador. Por otro lado, descubre
que el don máximo del Reino es Dios mismo en persona, que quiere comunicarse de corazón
a corazón con sus hijos. El modo de evitar todo dualismo fe–vida es poner amor en todo.
Sólo el amor nos hace salir de nosotros mismos47. El Reino es simultáneamente interior
y exterior. La pedagogía de Jesús es suscitar esperanza en la iniciativa salvadora de Dios,
realizar signos de esa salvación (curaciones, multiplicación de los panes, defensa de los
pecadores), pidiendo la fe en aquel que realiza el signo; darse cuenta de que el cambio
es a largo plazo, implicándonos todos (ricos y pobres) en él; procurar el cambio a niveles
distintos: en la ayuda material al prójimo, en la formación de la conciencia crítica, en la
exclusión de todo tipo de violencia.
Desde esta espiritualidad cristiana, la raíz liberadora del cambio se halla en la confianza en
Dios, viviendo sin ansiedad el esfuerzo cotidiano como educadores, sin necesidad de ver
los frutos del cambio, dando sentido al fracaso y al sufrimiento. Es percibir que Dios se está
dando a sí mismo y que, al entrar en su iniciativa, Dios en persona es el don de los dones.
El Reino es la comunión definitiva de Dios con el hombre y de los hombres entre sí. Todo
depende del amor: la fuerza para la lucha y la fuerza para no ser violento; la fuerza para
asumir el sufrimiento, así como el gozo de estar en comunión con él. Esta es la revolución
de Dios a la que somos convocados.
Quiero subrayar que como institución tenemos que ahondar más en el significado del movimiento dialéctico de la lucha por la justicia animada por el amor. Es decir, tener conciencia
47 Puede verse GARRIDO, Javier, Op. cit. pg. 193.
91
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
vivencial de que así como el amor es más grande que la justicia, por otra parte, en cosas
del bien común, la realización del amor consiste en la justicia social48.
Si el Reino se realiza dando a conocer el amor de Dios, la misión no se resume en otra cosa
que en amar. Y, en este punto, ya no hay distinción entre lo extraordinario y lo ordinario. El
amor es el que lo hace todo extraordinario. Así, en una mirada de cariño, en un gesto de
respeto o valoración a uno de nuestros niños, en un pequeño plus de esfuerzo por mejorar
nuestra labor en el aula, en el barrio o en la organización, está concentrado todo el poder
transformador del Reino que irrumpe. El Reino implica un nuevo orden social de justicia y
libertad aquí y ahora. Esto nos conduce directamente a la relación de los cristianos con la
política. Para muchos cristianos la política está asociada a lo demoníaco, a la lucha por el
poder y la corrupción. En realidad, nadie puede ser neutral. Aunque no esté afiliado a ningún partido ni sindicato, la política comienza con el ejercicio del derecho al voto, continúa
con las opiniones que nos hacemos al recibir información sobre el mundo en que vivimos
y se transparenta en nuestro modo habitual de actuar socialmente. Se hace política desde
un compromiso público en una institución como Fe y Alegría cuya finalidad es actuar sobre
la sociedad desde la perspectiva educativa. Nuestra presencia en la política será el siguiente
y último punto del presente trabajo.
8. LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA DE FE Y ALEGRÍA Y EL COMPROMISO POLÍTICO
Desde la perspectiva Teológica Cristiana, uno de los grandes dinamismos que atraviesa el
siglo XXI es la progresiva captación de la importancia de la dimensión encarnatoria de la
fe49. La constatación progresiva de que a la fe y a Dios se les descubre en medio del mundo
tiene su culmen en el Vaticano II. Al inicio de estas páginas ya señalábamos la trascendencia de este concilio en este sentido. La Iglesia hace un verdadero esfuerzo por descentrarse
de sí misma para retomar el interés y el diálogo con la sociedad. Al descubrirse como sacramento para el mundo, se dice a sí misma que su naturaleza y su misión es el servicio a
todos los hombres. Reconoce con dolor que la separación entre la fe y la vida ha sido uno
de los más graves errores cometidos por los cristianos en nuestra época. La Iglesia no duda en señalar que “El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta
a sus deberes con el prójimo; falta... a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su
eterna salvación” (Const. Gaudium et Spes n. 43). Se subraya que los miembros de la Iglesia están llamados a evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión
política. 48 Ídem, pg. 279.
49 Ya desde los años veinte la Teología europea y diversos grupos (como el Movimiento Protestante, el denominado “Socialismo
Religioso”, los “Cristianos por el Socialismo”, etc.), van tomando una incipiente conciencia de que la fe se vive en la realidad
temporal. Una fe que no toma en cuenta los desafíos sociales y políticos, es una fe que está fuera del mundo. Los “movimientos especializados de pastoral”, como la JOC, la HOAC, la JEC, ACCION CATOLICA, vuelven a insistir en que lo propio del
cristiano es vivir la encarnación.
92
El Concilio fue claro en señalar que la fe no se identifica con una política concreta, que no
es posible legitimar una postura partidista con el Evangelio; que no se puede apoyar a una
agrupación política que justifique cualquier tipo de violencia para lograr sus objetivos. Del
Evangelio surge una inspiración no traducible a un proyecto político. Para Fe y Alegría esto
significa que no hay fórmulas fijas que definan de una vez para siempre el modo correcto
que tenemos como Movimiento para relacionarnos con los acontecimientos socio-políticos
sin manipular el misterio de forma partidista. De lo señalado se desprende la necesidad de
un discernimiento constante de nuestra parte en este campo.
Para América Latina, las Conferencias de Medellín y Puebla significaron la concreción pastoral del Vaticano II a nuestro medio. Lo que en el fondo animó las reuniones episcopales en
el esfuerzo de aplicar el Concilio a nuestra realidad golpeada por la miseria y la injusticia,
fue la pregunta acerca de cómo ser cristiano en un mundo de empobrecidos; cómo hacer
que la fe cristiana sea fermento de promoción y liberación humana en nuestro continente.
De esta misma cuestión fundamental nace y se nutre, como de su fuente, la Teología de la
Liberación. Tanto las dos Conferencias como el desarrollo de la Teología de la Liberación han ahondado
muchísimo el papel de la Iglesia en general, y de los cristianos en particular, en su compromiso socio-político para la encarnación de su fe. La bibliografía que desarrolla y explicita esta
temática es, en general, extraordinariamente abundante y suficientemente conocida. En este esfuerzo se ha tratado de distinguir las dos funciones que tienen la Iglesia y los cristianos a la hora de plantear la dimensión pública de nuestra fe: por una parte, la tarea de
proclamar la salvación de Dios en Jesucristo como Buena Noticia para la humanidad; y, por
la otra, el que esto no se quede en teoría, sino que llegue a ser aceptación efectiva del Reinado de Dios en la vida personal y colectiva, sin inhibirnos de los grandes problemas humanos.
En el fondo, la cuestión clave que se nos plantea es cómo enfrentarlos, cómo hablar y, sobre
todo, cómo actuar en ellos, especialmente como Pueblo de Dios en marcha.
Es probable que el énfasis -por supuesto muy importante- en la función explícitamente
sociopolítica por mejorar nuestro mundo, en ocasiones nos haya hecho perder de vista otra
realidad fundamental a la que estamos convocados los cristianos: la de ser semilla de sociedad alternativa. En este hábitat humano privilegiado en el que florece el amor fraterno y la
solidaridad a la manera de Jesús, es donde la cuestión de la transformación de la sociedad
nos devuelve siempre ante las exigencias personales para que llegue a producirse el cambio
estructural.
Soy consciente de lo delicado de la consideración individual de los problemas sociales, pero
creo que en Fe y Alegría, en más de una ocasión, hemos sido deslumbrados por el sueño
del cambio de estructuras; y que, buscándolo, hemos caído en una inexistente escisión
entre realidad íntima y mundo social, entre cambio personal y cambio estructural. La es93
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
peranza se colocaba en que del cambio de estructuras brotaría un hombre nuevo. Pero la
realidad es que no hay hombre nuevo sin conversión de la mente y del corazón.
En la perspectiva cristiana, la más profunda autonomía y capacidad para vivir en libertad
se encuentra en la experiencia personal y comunitaria de quienes descubren en Jesucristo
la fuerza de Dios para cambiar el mundo. Ahí se halla una fuente inagotable de salida de
sí, de servicio en gratuidad, de entrega hasta las últimas consecuencias, de moralidad solidaria y universal.
Lo expresado anteriormente, no tiene la pretensión de afirmar que debemos abandonar la
tarea del cambio estructural de un modelo socio-económico injusto, para regresar en exclusiva al cambio del corazón. Sabemos que el desafío de cambiar radicalmente al mundo
lleva a los cristianos a una praxis política muy precisa. Existe, por lo demás, una relación
dialéctica entre la conversión del corazón y la transformación de las estructuras, relación que
no podemos obviar ni olvidar. Sin embargo, y como nos señala Adela Cortina50, es tiempo
de recordar que las energías morales no tienen su fuente originaria en la política ni en la
economía, sino en aquellos hombres que se toman el sufrimiento y la esperanza dolorosa
e ilusionadamente en serio, de suerte que, cuando deciden, no lo hacen movidos por intereses egoístas, sino universales; y que estos hombres no surgirán porque se agudicen las
contradicciones o lo planifiquen los políticos, sino porque la existencia de grupos y comunidades de hombres y mujeres libres que hacen de la solidaridad el sentido de sus vidas.
Para Fe y Alegría lo señalado significa fundamentalmente dos cosas: la primera que, como
parte de la Iglesia que somos, estamos llamados a ir más allá de ser meros reformadores de
la sociedad. Debemos apuntar a mostrar en la praxis cotidiana gérmenes de vida y organización social nueva, diferente a la de nuestro medio. El segundo es que, aunque viviendo a
fondo el presente, somos también peregrinos en la historia, en los lugares y circunstancias donde nos toca transitar. Como cristianos de un Movimiento eclesial somos y debemos ser,
comunidad abierta al mundo, radicalmente comprometida con él y, al mismo tiempo, con
toda nuestra confianza puesta en la Promesa. Llegar a esta vivencia es el fruto de la regencia explícita del Padre en nuestra vida. La sociedad concreta que Fe y Alegría está convocada a construir, no es la que se mueve
por intereses particularistas, sino la que desde la familia, las escuelas, la vecindad, la amistad, los movimientos sociales, las comunidades cristianas, grupos religiosos, asociaciones
movidas por intereses universalistas, es capaz de generar energías solidarias que quiebren
los recelos de un mundo egoísta y a la defensiva.
50 CORTINA, Adela: “La ética de una nueva sociedad civil: de los derechos a las responsabilidades”, en Sal Terrae 958 (junio
1993), pgs 434-435.
94
PARA UN MARCO TEOLÓGICO DE FE Y ALEGRÍA
Victor Codina SJ.
1. ACERCAMIENTO A LA REALIDAD
América Latina es un continente que reúne dos características que la diferencian de otros
continentes: es un continente pobre y cristiano. La inmensa mayoría de latinoamericanos
vive en situaciones de pobreza, marginación y miseria que se manifiestan en mortalidad
infantil, desnutrición, falta de vivienda digna, problemas de salud, falta de educación,
salarios bajos, desempleo y subempleo, inestabilidad laboral, migraciones masivas, marginación de campesinos, indígenas y afroamericanos, esclavitud de la mujer (Puebla 29-41).
Situaciones que se han agravado en los últimos años (Santo Domingo 179).
Por otra parte, el pueblo de América Latina es cristiano y en su mayoría católico. Pero la
mayoría de los bautizados no ha tomado conciencia de su ser cristiano y de su pertenencia
a la Iglesia. De ahí nacen una serie de consecuencias que afectan a toda la sociedad. El
mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, de la cultura, de los medios
de comunicación social, etc. no son guiados por valores cristianos. Hay una incoherencia
entre la fe y la vida (Santo Domingo 96).
Una minoría rica y poderosa, que se llama cristiana y defensora de los valores de la tradición occidental, utiliza la fe para mantener sus privilegios. También en los sectores populares hay incoherencia entre la fe y la vida. (Santo Domingo 161).
Es lógico pues que se proponga la necesidad de una nueva evangelización en todo el
continente, que ilumine a la luz de la fe, nuestras concepciones sobre en qué consiste ser
cristiano y saque las consecuencias de cara a América Latina. Esta Nueva evangelización ha
de ser muy diferente de la primera evangelización, que estuvo ligada a la conquista y a la
mentalidad occidental de la Cristiandad Tridentina propia de la época, que produjo ciertamente luces, pero también sombras en la Iglesia latinoamericana.
2. ILUMINACIÓN DESDE LA PALABRA
¿Qué es ser cristiano?
Comencemos diciendo que ser cristiano no es simplemente ser bautizado, saber el catecismo y el credo, seguir una costumbre y tradición secular, creer en la otra vida, creer en
Dios o en la Virgen, ni en hacer el bien. Todo esto seguramente es necesario, pero no es
95
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
suficiente para ser cristiano según el Evangelio. Ser cristiano no se identifica con ninguna
de estas posturas, es algo más profundo y radical.
Si vamos a los Evangelios constatamos que Jesús elige a una serie de hombres y mujeres
como discípulos y discípulas. Y si nos preguntamos ahora cuál es la tarea fundamental de
los discípulos, hemos decir que es seguir a Jesús. Es Jesús quien llama a su seguimiento:
sígueme, (por ejemplo a Leví en Mt 19: 9). El tema del seguimiento es particularmente
significativo en el Testamento de Juan, por ejemplo en la parábola del buen pastor (Jn 10:117). Podemos decir entonces, que el seguimiento de Jesús, es la síntesis de la vida cristiana,
la fórmula breve del cristianismo. Siempre que la Iglesia ha pasado por momentos de crisis
y de relajación, los cristianos más lúcidos han vuelto a proponer el seguimiento de Jesús
como núcleo fundamental de la vida cristiana. Recordemos la propuesta de la imitación de
Cristo del Kempis en tiempo de la Devotio moderna medieval, o la importancia que Ignacio
de Loyola da en sus Ejercicios Espirituales al tema del seguimiento de Jesús.
Con el tiempo, esta percepción de la centralidad del seguimiento en la vida cristiana se fue
olvidando y dejando como una cuestión para unos pocos elegidos (ministerio ordenado
y vida religiosa). Afortunadamente, el Vaticano II ha vuelto a poner el seguimiento como
base de la vida cristiana (LG II y IV) y en la exhortación postsinodal de Juan Pablo II, Christifideles Laici, se vuelve a hablar del seguimiento de los laicos, comentando la parábola de
los invitados a trabajar en la vida (Mt 20: 1-16).
Actualmente, tanto la Teología europea (D.Bonhoeffer, J. Moltmann, JB.Metz, JMª. Castillo), como de América Latina (J.Sobrino, I. Ellacuría, S.Galilea, L. Boff) vuelven a centrarse
en el tema del seguimiento de Jesús. Citemos, a modo de ejemplo, un texto clásico de
Segundo Galilea:
“Ser cristiano es seguir a Jesús por amor. Es Jesús quien nos pregunta si le amamos, nosotros le respondemos que sí. El quien nos invita a seguirlo (Simón Pedro ¿me amas?...Sí,
Señor…Entonces sígueme, Jn 21). Eso es todo. Así de simple. Ignorantes, llenos de defectos, Jesús nos conducirá a la santidad, a condición que comencemos a amarlo y tengamos
el valor de ir a su seguimiento”.
El cristianismo no consiste sólo en el conocimiento de Jesús y de sus enseñanzas transmitidas por la Iglesia. Consiste en su seguimiento, que es la raíz de todas las exigencias cristianas y el único criterio para valorar la espiritualidad. Sólo así se verifica nuestra fidelidad. No
existe una espiritualidad de la cruz, sino del seguimiento, seguimiento que en ciertos momentos nos exigirá la cruz. No existe una espiritualidad de la oración, sino del seguimiento;
el seguimiento nos llevará a incorporarnos a la oración de Aquel a quien seguimos. No
existe una espiritualidad de la pobreza, sino del seguimiento; este nos despojará, si somos
fieles, en seguir a un Dios empobrecido. No existe una espiritualidad del compromiso, pues
todo compromiso o entrega al otro es fruto de la fidelidad al camino que siguió Jesús. Ser
96
cristiano significa seguir a Jesús. Esta es la nota esencial de cristianismo. No hay cristología
sin la praxis del seguimiento de Jesús.
Las distintas vocaciones y carismas en la Iglesia constituyen diversas formas de seguir a
Jesús: ministerio, vida religiosa, laicado. En este sentido, los doce apóstoles son un modelo
para toda la vida cristiana, ya que son el prototipo del seguimiento a Jesús hasta su martirio. Los apóstoles personifican y simbolizan el seguimiento de Jesús para toda la Iglesia.
¿Qué implica seguir a Jesús?
No se puede ser cristiano al margen de la figura histórica de Jesús de Nazareth, de su vida
en Palestina, de su crucifixión, de su resurrección de entre los muertos. El Padre lo constituyó como Señor y Cristo (Hch 2:36). Lo cristiano no es simplemente una doctrina, una
moral, una práctica ritual o una tradición religiosa. Lo cristiano tiene que ver con Jesús. Los
cristianos que siguen a Jesús, son sus discípulos. Fue en Antioquia donde por vez primera
los discípulos de Jesús fueron llamados cristianos (Hch 11:26). La vida cristiana es un camino (Hch 9:2), el camino del seguimiento de Jesús. Jesús no funda una academia doctrinal
ni una secta religiosa, sino que inicia un estilo nuevo de vida. Seguir a Jesús es “Proseguir
su obra, perseguir su causa, conseguir su plenitud” (L. Boff).
2.1
Seguir a Jesús supone reconocerle como Señor
Como hemos dicho, América Latina es un pueblo profundamente religioso: religiones indígenas, religiosidad popular, fe del pueblo sencillo. Sin embargo, ese contexto no está al
margen del ambiente moderno y postmoderno secular, típico del primer mundo: no sólo
muchos van a las sectas, sino que muchos abandonan las prácticas religiosas rituales cristianas, aumenta la indiferencia religiosa, la increencia. Esto va en aumento a medida que
penetra la modernidad (técnica, progreso, internet, medios de comunicación social)
El impacto de estos elementos de modernidad se constata sobre todo en jóvenes, universitarios, profesionales, políticos y en general, en el mundo urbano. En el caso del escenario
rural, la migración del campo a la ciudad acabará afectando también a los del campo. Hay
que enfrentarse a una crisis religiosa, crisis de Dios (Metz), muerte de Dios (Nietzsche),
eclipse de Dios (Buber), crisis epocal (Kung), período axial que termina con seis mil años de
creencia religiosa (Pánikar, Jaspers), ausencia y silencio de Dios, cultura de la inmanencia
(Martín Velasco), aparición de religiones modernas sin Dios (Metz).
97
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
¿Cómo ser cristiano en este mundo que se avecina?
“El cristiano del siglo XXI o será místico o no será cristiano” (Rahner)
”No basta mantener la doctrina, la moral ni la pertenencia jurídica a la Iglesia. Hay que
tener una experiencia de Dios, abrirse al misterio absoluto de Dios desde la propia finitud,
limitación humana, pecaminosidad, angustia vital, muerte. El ser humano está abierto al
misterio absoluto, sin orillas; santo que se oculta en la trascendencia. El ser humano no
es el fundamento último de su existencia. Hay que elegir entre al absurdo o el misterio y
es preferible elegir el misterio” (Guitton a Mitterand moribundo). Es necesario iniciar esta
experiencia religiosa, vivirla desde la cotidianidad de cada día, asumir la propia vida humana desde la propia humanidad, desde el otro (Levinas). Es necesaria una mistagogía, una
iniciación y acompañamiento a esta experiencia.
Esta mistagogía es la tarea pastoral prioritaria (Rahner), antes que hablar de doctrina o de
moral, hay que descubrir pozos internos y no simples canales desde fuera, beber de su
propio pozo (S. Bernardo, Gutiérrez), no podemos vivir desde la epidermis (Legaut). Hay
que descubrir a Dios en lo más íntimo de mi interior (Agustín), sin otra luz que guía que
la del corazón (Juan de la Cruz), como el pueblo de Dios en la noche del exilio (Lecler):
”De noche iremos, de noche/sin luna iremos, sin luna/que para encontrar la fuente/ sólo la
sednos alumbra”(Luis Rosales).
Desde la experiencia del misterio absoluto hay que abrirse a la Palabra (oyente de la Palabra). Por la fe descubrimos que este misterio se ha revelado en la historia y concretamente
en Jesús. Es un escándalo para la razón, pero una luz para la fe: el misterio de la encarnación. Y Jesús nos descubre que este misterio absoluto es su Padre, nuestro Padre.
Hay que rehacer el camino de los discípulos, pasar de Jesús de Nazaret al Hijo de Dios. La
mistagogía avanza del misterio absoluto de Dios al misterio de Dios revelado en Jesús de
Nazaret, hay que descubrirlo como Señor. Es lo que aparece en la primera vocación de los
discípulos que se relata en Juan 1: 35-49: van pasando de unas misteriosas palabras del
Bautista sobre el Cordero de Dios a reconocerle como el Mesías, el Cristo, el que profetizaron Moisés y los profetas, el Hijo de Dios, el Rey de Israel. Es la experiencia de Simón luego
de la pesca milagrosa (Lc 5:8). Juan nos va mostrando que Jesús es la “Palabra encarnada”
(Jn 1; 14), “El camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), “La puerta” (Jn 10,7), “La luz” (Jn
8,12), “El buen pastor” (Jn 10: 11.14), “El pan de vida” (Jn 6), “El que existía antes que
Abrahám” (Jn 8: 58), “La resurrección y la vida” (Jn 11:25), “El Hijo del Padre” (Jn 5:,19-23,26-27,36-37,43). Lo mismo aparece en los sinópticos: “Confesión de Pedro” (Mt 16: 16),
“Juez de vivos y muertos” (Mt 25: 31-45). Y en el Apocalipsis: “El Principio y fin, el que es,
era y ha de venir” (Apoc 1:8).
98
El cristiano no sigue a cualquiera, sino al Señor, de quien viene la iniciativa para que le
sigamos (Jn 15:16). El llamado viene a través de la escritura, de la Iglesia, de los acontecimientos de la vida. Podemos repetir las palabras de Pedro: “Señor ¿a quién iríamos? Tú
tienes palabras de vida eterna” (Jn 6:68). Esta fe incipiente se abre luego al misterio pascual
y al don del Espíritu (Jn 20:21). Así nace la Iglesia.
La Iglesia se centra en esta fe en Cristo como el Señor. Para Pablo todo es basura frente al
conocimiento de Cristo (Flp 3: 7-21). Esta mistagogía es en el fondo, el itinerario de los
ejercicios de Ignacio, comenzando por el Principio y Fundamento (“El hombre es creado…”) y que acabará en la contemplación para alcanzar amor (“En todo amar y servir”). Es
una mística que se abre a la profecía. Es la experiencia ignaciana de la Divina Majestad, del
Eterno Señor de todas las cosas, del Creador y Señor, que para Ignacio es Jesús.
Consecuencias pastorales para Fe y Alegría: hay que iniciar a la mistagogía, a la experiencia
de Dios que se revela en Jesús y nos abre al Padre. No basta la enseñanza religiosa y moral.
Hay que reconocer la importancia de los ejercicios y su pedagogía espiritual ¿cómo iniciar a
los jóvenes en esta experiencia?. El resto de los ejercicios irá concretando y desmenuzando
esta mistagogía y mística.
2.2
Seguir a Jesús significa convertirse al Señor
La experiencia de Pedro, luego de la pesca milagrosa y de sentirse pecador (Lc 5: 8) es la
primera experiencia que es necesario tener en cuenta en el seguimiento de Jesús luego de
haberle reconocido como Señor.
Es necesaria una conversión. Esta conversión bíblicamente es pasar de los ídolos al Dios vivo
(1 Tes 1:9), pues nadie puede servir a dos señores (Mt 6:24), es reconocer que no hay otro
Dios que el Padre de Jesús y que hay un solo Señor, Jesucristo (1 Cor 8, 4-6). Estos ídolos
no son sólo ídolos religiosos (dioses paganos, como el becerro de oro de Éxodo 32) sino
también, lo es la sacralización de realidades terrenas: poder, riqueza, sexo. Los profetas en
Israel no sólo critican la idolatría del que se fabrica estatuas de madera o metal de dioses
inexistentes (Sal 15), sino también de los que adoran el poder de las alianzas con imperios
extranjeros, el militarismo, las riquezas, en lugar de fiarse de Yahvé. También el Evangelio
habla del ídolo de la riqueza (Mt 16:13). Esta idolatría se encarna en estructuras de pecado,
que influyen negativamente en la sociedad y que constituyen el pecado social o estructural, el sistema, el mundo opuesto al Dios de Juan. Estas estructuras de pecado influyen
negativamente en las personas, que acaban aceptándolas y reforzándolas. Este pecado del
mundo es una formulación moderna del pecado original.
Estas estructuras idolátricas de pecado causan muerte, son ídolos de muerte, asesinos que
matan, producen víctimas: pobres, excluidos, marginados, sacrificados al dios asesino (Dt
99
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
12:31; 2 Re 16:3; Is 44: 9-20). Por esto los profetas critican a estos ídolos de muerte que
llevan a sacrificios humanos (Os 13:2; Mq 6:7; Jr 7:31; Ez 20: 31). La expresión máxima
de este pecado del mundo es la crucifixión de Jesús: allí se expresa con toda verdad que el
pecado mata, asesina.
En el tercer mundo y en concreto en América Latina, esto se traduce en reconocer las
estructuras de pecado, estructuras injustas, de las que hablan Medellín y Puebla. El neoliberalismo, el dios mercado, el dios dinero, el consumismo, el militarismo, la violencia estructural, el racismo, la apropiación de los recursos naturales en unas pocas manos extranjeras
o nacionales, la democracia formal, generan víctimas, excluyen, marginan. Podemos decir
con Monseñor Romero que “Pecado es lo que mató al Hijo de Dios y lo que mata a los
hijos de Dios”. De aquí se deduce que la conversión es el paso de los ídolos de muerte al
Dios de la vida, como se formulaba en el catecumenado antiguo, con la renuncia a Satanás señor de la muerte (apotaxis) y la adhesión a Cristo, Señor de la vida (sintaxis). Esta
conversión no sólo debe ser individual sino social, una renuncia a los ídolos propios y a los
de la sociedad.
Pero esta conversión implica reconocer que el Dios de la vida no quiere la muerte del pecador, sino que viva. Es la experiencia de que el misterio absoluto es un misterio de amor y
perdón, un Padre misericordioso que en la cruz nos perdona y salva. Es la experiencia de la
gracia. La cruz es la expresión máxima del pecado del mundo y la fuente de la gracia y de la
salvación. El reconocerse pecador es ya una gracia de Dios, pues tendemos a enmascarar
nuestra situación de pecado (2 Sam 12). Esta revelación del pecado va unida a la revelación del perdón por parte de Dios: Dios es rico en misericordia (Ef 2:4). La experiencia de
perdón nos lleva espontáneamente a luchar contra los ídolos de muerte, a defender la vida
amenazada de los demás, a pasar de la muerte a la vida. Esto es lo que hizo Jesús en su
vida y en su muerte. Jesús, como el Padre, se compadece y sufre ante todo dolor humano
e intenta aliviarlo: “Mientras la obsesión de Jesús y de buena parte de la tradición bíblica
está centrada en el sufrimiento humano para aliviarlo o superarlo, de modo que la noción
de pecado es inseparable del daño propio o ajeno, la obsesión de la Iglesia oficial parece
girar en torno a una noción de pecado separada del sufrimiento humano y convertida por
esto en arbitraria”.
No digo que ambas nociones no puedan (y deban) acercarse y empalmarse, digo que,
en la actuación eclesiástica oficial, están casi del todo separadas. No insito más en este
punto porque JB Metz y JM° Castillo ya lo han hecho bastante “(JI González Faus, Crisis de
credibilidad en el cristianismo. Concilium n 311, junio 2005, 43-52, cita pág 46-47). Se
deduce que pecado es todo lo que daña y causa muerte en uno mismo o en los demás y
que conversión es buscar la vida verdadera para uno y para los demás. La salvación (sotería)
bíblica es la vida plena.
100
Esta es la experiencia de los ejercicios en la primera semana. Ignacio comienza con la negatividad del pecado (el anti-reino) presente en la historia de la humanidad y en la historia
personal que lleva a la muerte. Pero todo este conocimiento del pecado no es para quedarse encerrado en el pecado y la muerte, sino para experimentar la gracia y la misericordia
de Dios. Por esto acaba con un coloquio de misericordia ante Cristo crucificado y con las
preguntas ¿qué he hecho? ¿qué hago? y ¿qué he de hacer por Cristo? Ellacuría las reformula diciendo ¿qué he hecho?,¿ qué hago? y ¿qué he de hacer por los crucificados de
este mundo?. Estamos en la actitud apta para abrirnos a la llamada del Reino, es decir, en
la actitud de luchar para que donde haya muerte y sufrimiento triunfe la vida plena.
¿Cómo iniciar a los jóvenes de Fé y Alegría en esta experiencia del pecado personal y del mundo y de la misericordia del Padre que nos lleva a luchar por la
vida del mundo?
2.3
Seguir a Jesús significa aceptar su proyecto
Jesús, luego que Juan Bautista fuera tomado preso, marchó a Galilea y allí comenzó a
predicar diciendo: ”El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse
y crean en la Buena Nueva” ( Mc 1: 14-15). Hoy día estamos de acuerdo en que el centro
de la predicación de Jesús no es la Iglesia, ni Dios, sino el Reino de Dios (122 veces en los
Evangelios). Este es el proyecto de Jesús.
Esta noción del Reino de Dios (basileia), tiene su origen en el Antiguo Testamento. No
significa un territorio ni un reino local, sino la soberanía de un rey. Reino de Dios equivale
al Reinado de Dios (malkut Yahvé), la soberanía que Dios ejerce y que se experimenta efectivamente en la historia. Es una metáfora tomada del terreno sociopolítico para expresar el
dominio absoluto de Dios. Es lo que los salmos expresan al decir que Dios reina (Sal 2; 20;
23; 71; 95; 96; 97; 98; 100). Significa que Dios reina sobre sus enemigos (el caos, el mal, el
pecado y la muerte), y así realiza su plan: comunicar a la humanidad y a la creación entera
su vida, su amor, la comunión; lo que en el Nuevo Testamento se llamará koinonía. Esto se
va manifestando a lo largo de la historia de Israel:
- En Génesis 1-2 se expresa simbólicamente el proyecto de Dios en el relato del paraíso
- En Éxodo aparece como gesta liberadora del pueblo de la esclavitud de Egipto
- La vuelta del exilo es vivida como un nuevo éxodo
Pero a lo largo de la historia de Israel este proyecto del Reinado de Dios se concibe de
formas diversas:
101
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
- En la monarquía teocrática (David, Salomón) se ve al Reinado de Dios estrechamente
ligado al rey; en el exilio esta imagen se rompe a pedazos, pero se concibe al futuro
Mesías como un rey davídico
- Los profetas hablan de un reinado no ligado al rey ni al templo, sino como algo escatológico, lanzas convertidas en arados (Is 2,4), niños jugando con la serpiente (Is
11), desposorios de Dios con Israel (Is 61,10), tierra nueva y cielos nuevos (Is 65,17). El
contenido de este reinado es un mundo donde reinen el derecho y la justicia (mispat
sedaqah) sobre todo para los pobres. Sus acciones simbólicas muestran que el Reino,
aunque sea escatológico, se va haciendo presente en la historia.
- En el postexilio hay un grupo de piadosos (hassidim) que se retiran al desierto para
esperar el Reino de Dios
- Los macabeos y otros grupos violentos buscan una irrupción del Reino por las armas,
esperando la liberación de Israel de los paganos.
En tiempo de Jesús también había diversas corrientes en torno al Reino:
- Los herederos de los Macabeos esperaban un Mesías davídico que liberaría al pueblo
del yugo enemigo.
- Otros esperaban un Reino interior y por esto huyen del mundo (esenios) o se esfuerzan
en cumplir la ley (fariseos): son los herederos de los hassidim
- Otros identifican el Reino con la teocracia religiosa y sacerdotal de Israel (saduceos y
sacerdotes) y no desean que las cosas cambien
- Jesús se inscribe en la línea profética: el Reino es un símbolo de la utopía comunitaria y
salvífica de Dios, que ahora comienza a hacerse realidad en Él.
Es necesario concretar más las características de este Reino que predica Jesús:
- Es el Reino de Dios, del Abba, su Padre: ni Dios sin Reino (tentación de los movimientos
conservadores), ni Reino sin Dios (tentación de los movimientos revolucionarios). Esto
significa que el Reino es don de Dios, gracia que hay que pedir: Venga a nosotros tu
Reino…
- El Reino es un misterio: por esto no se puede definir sino sólo describir con parábolas
(un tesoro, una perla, una semilla, un padre que perdona a su hijo, la levadura, un rey
que da un banquete, el pastor que encuentra la oveja perdida...), con milagros (sanar
enfermos, multiplicar el pan, calmar la tempestad) y con gestos proféticos (comer con
pecadores, lavar los pies a los discípulos, celebrar la última cena)
- El Reino es integral, abarca todas las dimensiones:
a. Personal, liberación del pecado, perdón, gracia
102
b. Histórico, liberación de la injusticia o pecado estructural, por esto se manifiesta como
justicia y derecho (mispat sedaqah) para con los pobres y los que tienen la vida amenazada
c. Escatológico, definitivo, liberación de la muerte, resurrección de la carne, cielos nuevos
y tierra nueva, sin mar.
- Este Reino se enfrenta al anti-reino, es conflictivo: es vencer enemigos (caos, pecado,
injusticia, muerte), es exorcismo: por esto pasa por la cruz
- Este Reino es inseparable de Jesús: no es una propuesta ideológica o meramente sociológica, sino el seguimiento a una persona. Jesús es el mensajero y parte del mensaje.
Esto aparece claramente en Juan donde hay una concentración cristológica del Reino
en Jesús, que es el camino, la verdad y la vida. El Evangelio no propone un “Reinocentrismo”…
- El Reino pide colaboradores, por esto Jesús invita a los discípulos a seguirlo. El Reino no
es puro conocimiento o gnosis, sino que implica una praxis de seguimiento.
Ahora bien, a lo largo de la historia de la Iglesia este proyecto de Jesús, su Reino, se ha ido
oscureciendo, limitándose a algunos aspectos parciales, o incluso deformándose.
Mutaciones del proyecto de Jesús (J. Sobrino)
a. Personalización del Reino en Jesús (autobasileia, Orígenes): lo cual, aunque tiene el valor
de relacionar el Reino con Jesús, tiene el peligro de reducir el horizonte social y colectivo
que tenía en su predicación a una dimensión puramente personal e intimista.
b. Eclesialización del Reino: el Reino de Dios se identifica con la Iglesia, sobre todo con
su jerarquía, en vez de considerar a la Iglesia como signo y sacramento del Reino, al
servicio del Reino, en continua conversión al Reino.
c. Escatologización: desplazando al Reino al más allá, a lo interior, a algo ahistórico, como
si el Reino no tuviese que acontecer en la historia.
Afortunadamente, la Teología moderna y latinoamericana, el Vaticano II y Medellín, han
recuperado la categoría del Reino como clave para comprender la vida de Jesús y la Iglesia.
Esta dimensión del Reino es la que Ignacio coloca como prólogo a las contemplaciones de
la vida de Jesús en los ejercicios. Frente a la Devotio moderna que contemplaba piadosamente la vida de Jesús, Ignacio propone la vida de Jesús como invitación al seguimiento,
como llamada a la colaboración (no ser sordos), con Él (conmigo) y como Él (como yo).
Por esto, aunque el sentido de este seguimiento se explicitará a lo largo de las restantes
103
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
semanas en la oblación final de esta contemplación (eterno Señor de todas las cosas…) se
habla ya de pobreza y humillaciones.
2.4
Seguir a Jesús significa continuar su estilo evangélico
El Reino es inseparable de la persona de Jesús, ya que con él el Reino comienza a hacerse
presente en la historia (Lc 11:20). Jesús posee un modo propio de anunciar y realizar el Reino. Hay que evitar toda forma de triunfalismo. Jesús es Jesús de Nazaret, este es su nombre
hasta en la cruz, pero Nazaret es más que un nombre geográfico, es una opción teológica.
Seguir a Jesús significa vivir un estilo de vida “nazareno”, como el de Jesús.
Nacido pobre (Lc 2: 6-7), hijo de una familia campesina y trabajadora sencilla (Lc 1: 16;
4,22; Mc 6: 3), hijo del carpintero y carpintero él mismo, se siente enviado a anunciar el
Evangelio a los pobres (Lc 4: 18), a perdonar pecadores, a sanar enfermos, a acoger a los
marginados (Lc 7: 21-23). A lo largo de su vida va discerniendo su misión y el camino que
el Padre desea.
Jesús rechaza las tentaciones de riqueza, poder y prestigio religioso (Lc 4: 1-13); se alegra
de que el Padre revele sus misterios a los pequeños y no a los sabios y prudentes (Mt 11:2526); se compadece de los pueblos que andan como ovejas sin pastor (Mc 6:34) y lanza su
grito de protesta profética contra los ricos (Lc 6: 21-23) y contra la hipocresía de los fariseos
(Mt 23). Más aún, constituye a los pobres en jueces escatológicos de la humanidad en el juicio final (Mt 25: 31-45). Se solidariza con todos en todo, menos en el pecado (Hb 4: 15).
Precisamente porque el Reino es vida, comunión, superación de toda exclusión, sus signos
son la manifestación del derecho y justicia (mispat sedaqah) para con los pobres y excluidos. Por esto les llama bienaventurados (Lc 6), porque son los primeros en ser destinatarios
de este Reino que quiere cambiar la situación de injusticia y muerte. La actitud de Yahvé
de liberar al pueblo oprimido en el Éxodo se prolonga en la acción liberadora de Jesús, en
su opción por los pobres y excluidos: publicanos, prostitutas, enfermos, posesos, mujeres,
niños y pobres. De este modo se manifiesta que el Reino se acerca.
Esta opción de Jesús por el Reino de vida y de justicia, le produjo conflictos, lo enfrentó
con los dioses de la muerte, con los poderes de la Teocracia judía y del Imperio Romano.
Jesús muere ajusticiado, en cruz, como un blasfemo, un malhechor y un subversivo. Pero el
Padre, al resucitarlo, confirma que el estilo y el camino de Jesús es el verdadero camino que
lleva a la vida. Jesús tenía razón, no Pilatos ni Caifás. Por esto, seguir a Jesús supone cargar
la cruz y perder la vida, para ganar la vida eterna (Mc 8: 34-35).
Jesús asume la realidad en la encarnación, esta realidad convertida en muerte por el pecado es transformada por su cruz y resurrección, en promesa de vida. El corazón del Reino es
104
el misterio pascual.Esto es lo que Ignacio propone en la segunda, tercera y cuarta semana
de ejercicios.
El Reino se ilumina con la contemplación de las dos banderas simbolizadas en Jerusalén y
Babilonia. La bandera de Jesús pasa por la pobreza, la humildad y la cruz, pero lleva a la
vida verdadera. La bandera del maligno, pasa por la riqueza, el poder y el orgullo y lleva a
la muerte. Ignacio nos pide que pidamos conocer los engaños del enemigo y la vida verdadera que ofrece Jesús. En los coloquios nos propone pedir ser recibidos bajo la bandera
de Jesús, ser puestos con el Hijo, como pedía insistentemente el mismo Ignacio a María.
En las tres maneras de humildad nos hablan de desear más la pobreza, la humillación y ser
tenidos por locos, más que riqueza y prestigio por parecernos más a Cristo, por amistad
con Jesús (Diego Ortiz).
La tercera y cuarta semana muestran que la invitación del Reino a seguir a Jesús pasa por
la pena y la cruz para participar luego de su gloria y de su gozo. El Reino es gozo, alegría,
triunfo de la vida sobre la muerte y el pecado. El seguimiento de Jesús es ya anticipación
de la escatología.
2.5
Seguir a Jesús es formar parte de su comunidad
Pero este seguimiento del estilo de Jesús no es una tarea individual y solitaria. Seguir a Jesús
es formar parte de su comunidad. Aunque Jesús llamó individualmente a cada discípulo,
formó con ellos una comunidad: los doce, el grupo de discípulos, la comunidad de seguidores de Jesús. Esto no es casual, sino que forma parte del proyecto salvífico de Dios, que
es constituir un Reino de comunión, de hijos e hijas del Padre y de fraternidad (LG 9).
Hoy en día, para muchos, la Iglesia es un problema: escándalos recientes, críticas a la institución jerárquica, indiferencia, falta de práctica religiosa, dificultad de situar a la Iglesia
dentro del diálogo interreligioso (si todas las religiones salvan ¿para qué sirve la Iglesia?),
gente que dice “Jesús sí, Iglesia no…”
Se puede mirar a la Iglesia desde el exterior, como un fenómeno social, cultural, histórico
y religioso; pero hemos de mirarla desde dentro, desde la fe: la Iglesia es un misterio que
hunde sus raíces en la Trinidad: en el proyecto del Padre, en las misiones del Hijo y del Espíritu. Hemos de recorrer todo el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento para conocer
cómo se desarrolla este proyecto de Dios: Dios elige al pueblo de Israel, para que sea como
una señal de salvación para todos los pueblos (Gn 12). En este pueblo se introduce Jesús,
el Hijo de Dios hecho hombre, que reúne al pueblo de Dios disperso, forma una comunidad
de discípulos, que después de su muerte y resurrección, serán el núcleo de la Iglesia. La
Iglesia nace después de Pascua y Pentecostés (Hch 2).
105
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
El Nuevo Testamento nos ofrece una pluralidad de eclesiologías que se complementan y
nos presenta una Iglesia comunitaria, fraterna, carismática, apostólica, centrada en Cristo
muerto y resucitado, bajo la fuerza del Espíritu, atenta a los pobres.
Tres formulaciones más comunes de la Iglesia:
- Pueblo de Dios: formado por Yahvé en el Antiguo Testamento, del cual la Iglesia es
continuación, Nuevo Pueblo de Dios, nacido en la Pascua de Jesús.
- Cuerpo de Cristo (1 Cor 12): con muchos miembros, cuya cabeza es Cristo y de la cual
participamos por el bautismo y la eucaristía.
- Templo del Espíritu (1 Cor 3, 16): ya que el Espíritu la dinamiza y la enriquece con diversos dones y carismas.
Esta Iglesia, a pesar de las dificultades (persecuciones, problema de apertura a los gentiles,
tensiones entre Pedro y Pablo…) crece y se multiplica. Esta Iglesia vive en la historia, se encarna en el espacio y el tiempo, de lo cual se desprende que la historia de la Iglesia forma
parte de la eclesiología (como el Jesús histórico forma parte del Cristo de la fe). Para una
mayor claridad distinguiremos en la historia del desarrollo de la Iglesia tres milenios que
son más teológicos que cronológicos.
Desarrollo de la Iglesia en La Historia
Primer milenio (I- IV pero se extiende hasta el año mil):
Es una Iglesia de comunión (koinonía) en una triple dimensión: con el Padre, con los hermanos/as en Cristo, centrada en la eucaristía y con los pobres. Es una Iglesia especialmente
ligada al Espíritu (credo). Es una Iglesia que se siente santa y pecadora (casta prostituta). Es
una Iglesia que establece estructuras de comunión:
• Importancia de las Iglesias locales, descentralizadas
• Primado romano como primado de comunión: primacía de la sede romana, que pasa
al obispo de Roma, por ser la sede martirial de Pedro y Pablo; el Papa es vicario de Pedro, el pecador perdonado y llamado a ser pastor, quien en el Nuevo Testamento tiene
una especial primacía; el obispo de Roma tiene la función de mantener la comunión
eclesial. Es el siervo de los siervos de Dios.
• Participación de la comunidad en la elección de los obispos
• La eucaristía como centro de la comunión eclesial: la Iglesia hace la eucaristía, la eucaristía hace la Iglesia (de Lubac)
Segundo milenio (que ya se inicia en el siglo IV, con Constantino, pero que se estructura
definitivamente a partir del año mil, con Gregorio VII):
106
Se pasa de la comunión al poder, de Iglesia comunidad a Iglesia autoridad, centrada en
la jerarquía, piramidal, centralizada, que aparece como el Reino de Dios en la tierra, gran
preponderancia de los papas incluso en la esfera temporal (estados pontificios), que pasan
de ser vicarios de Pedro a Vicarios de Cristo y de Dios; debilitamiento de las estructuras de
comunión del primer milenio, es la llamada Iglesia de Cristiandad. Es el tiempo de las cruzadas, inquisición, guerras de religión. Se afirma que fuera de la Iglesia no hay salvación.
Desde esta eclesiología se evangelizó a América Latina.
Sin embargo, hay una reacción profética que se opone a este modelo eclesial: Monacato
(IV), Oriente (XI), movimientos laicales (XII), reforma (XVI), minoría del Vaticano I. El resultado trágico de la eclesiología del segundo milenio es la división de la Iglesia de Jesús.
Tercer milenio: comienza con el Vaticano II (1962-65):
La cumbre de la Iglesia de Cristiandad fue Pío XII. Parecía que nadie le podía superar. Le
sucede Juan XXIII, que cambia de modelo eclesial.
La biografía de Roncalli explica su actuación futura: campesino pobre, historiador, conocedor del Oriente (Bulgaria, Grecia, Turquía), de la modernidad (París), experiencia pastoral
(Venecia). Convoca el Vaticano II. En su discurso inaugural nos habla de la confianza en
Dios frente a los profetas de calamidades, es la adaptación del mensaje a los nuevos tiempos, no trata de condenas, sino misericordia. A su muerte le sigue Pablo VI, más intelectual,
más dubitativo, menos carismático, quien concluye el Vaticano II.
Se pasa de la Iglesia clerical a la Iglesia pueblo de Dios; de la Iglesia juridicista a la Iglesia
sacramento de salvación; de la Iglesia triunfalista a la Iglesia peregrina hacia el Reino y dialogante con el mundo. Se vuelve a la eclesiología del primer milenio. El Papa se sitúa dentro de la colegialidad episcopal. Lamentablemente el Vaticano II no estableció estructuras
de comunión: elección de los obispos, reforma de la curia, elección del Papa, cardenales,
nuncios, etc. Tampoco llegó a dibujar la Iglesia de los pobres. Esto último se realizó desde
América Latina: Medellín (68), Puebla (79), que recibió al Vaticano II impactada por la pobreza y elaboró una reflexión teológica sobre la liberación
Se insiste en que el pueblo de Dios nació en el Éxodo; la Iglesia es dialogante, sobre todo
con los pobres; la Iglesia de los pobres es sacramento histórico de liberación, la Iglesia es
sacramento del Reino y debe continuamente convertirse al Reino.
El postconcilio:
Se vivió un tiempo de primavera, verdadero Pentecostés: ecumenismo, renovación de la liturgia, renovación teológica, florecimiento del laicado, renovación de la vida religiosa. Pero
107
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
en toda primavera, hay deshielos y avalanchas: hubo exageraciones, abusos y sobre todo,
abandono del sacerdocio y de la vida religiosa de muchos.
Ocurrió una reacción contra el Vaticano II, cuyo caso extremo es Monseñor Lefevbre. Se
atribuía al Concilio todos los males de la Iglesia. Comienzó el invierno eclesial ya en tiempos de Pablo VI (el demonio ha entrado en la Iglesia) y aumentó en el pontificado de Juan
Pablo II. Nuevamente vuelven a aparecer estructuras del primer milenio. Es lo que se llama
invierno eclesial, noche oscura eclesial, involución, vuelta a la gran disciplina
Juan Pablo II:
Es una personalidad un tanto compleja y contradictoria.
Luces: fuerte personalidad carismática, fe profunda (no teman, abran las puertas a Cristo,
remar mar adentro…), experiencia religiosa y mística, ansias de evangelizar a todo el mundo (viajes), defensa de los derechos humanos, doctrina social contra el comunismo y contra
el capitalismo liberal y en favor de la solidaridad (Laboren Exercens, Sollicitudo Rei Socialis,
Quadragésimo Anno), contribución a la caída del comunismo en Europa, lucha por la paz
(no a la guerra de Irak), preocupación ecuménica con la Iglesia del Oriente (los dos pulmones) y de la Reforma, acercamiento a las religiones no cristianas (Asís), petición de perdón
al mundo por los pecados de la Iglesia del segundo milenio, petición de perdón a Israel
(en el muro de las lamentaciones), acercamiento a los jóvenes, deseos de llevar adelante el
Vaticano II (NMI), abundante magisterio doctrinal (encíclicas, exhortaciones postsinodales,
cartas), vigor intelectual, gran manejo de los medios de comunicación, liderazgo mundial,
aceptación del sufrimiento (atentado, vejez, su última aparición sin poder hablar). Su entierro fue una manifestación popular del impacto mundial de su figura.
Sombras: una forma polaca de pensar la Iglesia y el mundo, desde la experiencia polaca del
nacionalcatolicismo, de Polonia católica con una Iglesia unida que luchó contra sus vecinos, contra el nazismo y contra el comunismo, la convicción de que Polonia había aplicado
correctamente el Vaticano II, con una cierta visión mesiánica de Polonia en la Iglesia y el
mundo. Consecuencias: centralización eclesial, debilitamiento de las iglesias locales y de la
colegialidad episcopal, mantenimiento del esquema de Cristiandad con textos del Vaticano
II (Derecho canónico, Catecismo), sofocamiento de la Teología de la Liberación (entendida
desde Polonia) , silencio a teólogos, conflictos con la vida religiosa ( CLAR, SJ, carmelitas),
poca comprensión del mundo moderno secularizado, autónomo y no confesional, mantenimiento de la moral tradicional (en sexualidad y bioética), negativa al ministerio de la mujer, nombramientos de obispos y cardenales de línea segura, actuaciones no ecuménicas
(arzobispo católico de Moscú, beatificación de Stepinac, Dominus Jesús), mantenimiento
del poder de la curia y fuerte apoyo al dicasterio de la doctrina de la fe, viajes totalmente
de Cristiandad con una concentración de la Iglesia en la figura monárquica del Papa, poca
108
atención de su función pastoral como obispo de Roma, beatificaciones exaltando muchas
veces la línea conservadora (Escrivá, Pío IX), no aceptación del ministerio a los viri probati,
sin llevar más adelante la línea del Vaticano II (revisar la forma de elegir obispos, el estatuto
de nuncios y cardenales, la forma de elegir al Papa, la misma existencia del Estado Vaticano, hacer que los sínodos sean consultivos, revisar el celibato sacerdotal, reformar la curia).
Añadamos las consecuencias negativas de no dimitir a tiempo.
Algo habrá experimentado el mismo Juan Pablo II cuando en 1995, en Ut unum sint (9596) pide a los responsables de todas las Iglesias y a sus teólogos que repiensen el ejercicio
de la función del primado petrino en la Iglesia. Ya Pablo VI había reconocido que el Papado
era el mayor obstáculo para la unión de las Iglesias.
Benedicto XVI:
Los cardenales, en lugar de buscar un cambio de imagen eclesial en la línea del Vaticano II,
seguramente impresionados por la reacción mundial ante la muerte de Juan Pablo II, eligen
al que había sido su mano derecha en lo doctrinal: Ratzinger, frente a lo cual hubo sorpresa
y desconcierto en muchos sectores de la Iglesia. Ratzinger elige un nombre que rompe
con la tradición de Pío, Juan y Pablo: Benedicto, de Benito patrón de Europa, en la línea de
Benedicto XV defensor de la paz, de la inculturación misionera, de la libertad en la Iglesia.
Ratzinger es un gran teólogo de oficio, inteligente y profundo, abierto, docente en Regensburg, Münster, Tübingen, perito del Vaticano II, con obras sobre la fe, la Iglesia y los
sacramentos. Decía que no había que exigir al Oriente más forma de primado que la del
primer milenio. Obispo de Munich, es llamado por Juan Pablo II para la Doctrina de la fe,
donde se gana la fama de conservador, ¿hasta dónde actuaba él libremente o presionado
por Juan Pablo II, por ejemplo, en lo de la Teología de la Liberación?
Obispo de Roma: seguramente quiere cambiar su imagen y da signos de diálogo y apertura
a las iglesias, a las religiones y a los jóvenes; sencillez, acogida, homilías pastorales más que
intelectuales, afirma que quiere seguir el Vaticano II. Sin duda, su nueva función pastoral le
cambiará su modo de pensar y de actuar. Por más que diga que sigue a su predecesor, su
carisma, su personalidad y su estilo van a ser diferentes (en viajes, uso de medios, gestos).
Como es inteligente, se dará cuenta que es necesario un cambio de rumbo, si la Iglesia
quiere responder al mundo de hoy y a la descristianización de los países del primer mundo
(desafección eclesial, falta de vocaciones, descrédito de la Iglesia, gente que deja la Iglesia). Hay que darle un voto de confianza y pedir que el Espíritu le ilumine. No hay que ser
profetas de calamidades.
Como conclusión práctica y positiva, hay que profundizar en el Vaticano II (Laboren Exercens, Sollicitudo Rei Socialis, Quadragésimo Anno), desde las opciones de la Iglesia de
América Latina. El Vaticano II es un concilio para el tercer milenio, que todavía está en
proceso de recepción.
109
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
Querer vivir el seguimiento de Jesús al margen de la Iglesia es un engaño y una ilusión. En
los ejercicios, Ignacio habla poco de la Iglesia, pero en la cuarta semana pone las reglas
para sentir con la Iglesia, que aunque corresponden a otro momento histórico, mantiene
principios válidos para hoy: creer que el Espíritu es el que rige la Iglesia y une a la Iglesia
esposa con su esposo Cristo.
¿Cómo transmitir a los jóvenes de Fe y Alegría este sentido de Iglesia esencial
al cristianismo?
2.7. Seguir a Jesús es vivir bajo la fuerza del Espíritu
Todo cuanto hemos dicho se entendería mal si se entendiese como un esfuerzo voluntarista
que nos lleve a reconocer a Jesús como Señor. Convertirnos es aceptar su proyecto del Reino y su estilo de vida, formar parte de su comunidad. Esto es don y gracia del Espíritu, por
ello, hemos de reflexionar finalmente sobre la misión y el significado del Espíritu en nuestra
misión y hemos de comenzar diciendo que el Espíritu es el gran desconocido en el mundo
y en la Iglesia. Ni siquiera en Teología hay un tratado de Pneumatología. El Espíritu es misterioso e invisible, muy diferente de Jesús que tiene figura, palabra, rostro e historia.
La Escritura nos habla del Espíritu a través de símbolos, la mayoría fluidos: viento, soplo,
hálito, fuego, agua, aceite, nube, paloma, sello, perfume. En el Antiguo Testamento se dan
pistas acerca del Espíritu:
- Es creador, está en el origen de la vida desde el comienzo de la creación: Gen 1,2: 2,7;
Sal 6: 108: 30; Ez 37,10
- Es profético, suscita y mueve a los profetas, los cuales anuncian los tiempos mesiánicos,
al Mesías, que estará lleno del Espíritu y vendrá para practicar el derecho y la justicia con
los pobres: Is 11; Is 42; Is 61; Ex 36,23-27
- Es sapiencial e interior, llega al corazón y es el maestro interior: Sap 7, 22-8,1; Ex 36,2429.
En el Nuevo Testamento, por su parte, hay diversas perspectivas. En Lucas el Espíritu prepara la venida del Mesías, guía su vida y prosigue su obra en la Iglesia. Podríamos decir que
el Espíritu precede a toda Cristofanía:
- Guía a Juan Bautista desde el seno de su madre (Lc 1: 15.41).
- Desciende sobre María para que sea la madre de Jesús (Lc 1:26-38).
- Jesús nace por obra del Espíritu y es ungido por el Espíritu en el bautismo (Lc 3: 21-22),
comienza la predicación en Nazaret haciendo suyo el oráculo de Ios 61 donde se habla
del Mesías ungido por el Espíritu para dar buenas noticias a los pobres (Lc 4: 16-21), se
110
estremece de gozo en el Espíritu porque a los pobres y sencillos les ha sido revelado el
misterio de salvación (Lc 10:21-22).
- Espíritu hace nacer la Iglesia en Pentecostés (Hch 2) y guía a la Iglesia primitiva en su
misión (Hch 4,31; 5,32; 8, 29.39; 10, .19; 13,2-4; 9,31).
En Juan el Espíritu es el que debe hacer nacer de nuevo (Jn 3: 3-8); es el don del Resucitado,
que brotará del seno del Mesías (Jn 7: 36-39), que se les promete a los discípulos como
abogado, defensor, consolador, que les llevará a toda verdad y les recordará lo que Jesús
les ha dicho (Jn 14-17). Entregado en la cruz (Jn 19: 28-30), será derramado sobre los
discípulos el día de Pascua (Jn 20).
Pablo habla del Espíritu como una realidad englobante, vida y libertad frente a la carne y a
la muerte (Rm 8); fuente de carismas y ministerios en la Iglesia (1 Cor 12); nos hace participar de la vida del Resucitado. Hay una estrecha relación entre Cristo y el Espíritu.
En la vida de la Iglesia también podemos distinguir los diversos milenios:
- En el primer milenio se es consciente de que el Espíritu es el principio vital que mantiene
unificada a la Iglesia (en medio de la diversidad), santa (en medio del pecado), católica
(misionera y abierta a todas las culturas) y apostólica (en fidelidad a los apóstoles). Se
afirma su divinidad en I Constantinopla, porque de lo contrario, no podríamos participar de la vida divina. Ireneo habla de las dos manos del Padre y de la mano del Espíritu
que está muy presente en la Iglesia.
- En el segundo milenio hay un olvido del Espíritu, que parece identificarse exclusivamente con la jerarquía, con la consiguiente minusvaloración de los carismas, profecía, laicos,
culturas, Iglesias locales, etc. La consecuencia es la división de las Iglesias del Oriente y
de la Reforma.
- En el tercer milenio, tras unos movimientos surgidos por el Espíritu (bíblico, litúrgico,
patrístico, ecuménico, pastoral) Juan XXIII abre las ventanas de la Iglesia al soplo del Espíritu en el Vaticano II, que es un verdadero Pentecostés. En LG, 4 se hace una síntesis de
la acción del Espíritu en la Iglesia, que nos recuerda la perspectiva del Primer milenio:
“Consumada, pues, la obra que el Padre confió al Hijo en la tierras (cf Jn 17,4), fue enviado
el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que indeficientemente santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen pudieran acercarse al Padre por Cristo en un mismo Espíritu (cf Ef 2,18). Él es el Espíritu de la vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna
(cf Jn 4, 17; 7, 38-39), por quien vivifica el Padre a todos los muertos por el pecado, hasta
que resucita en Cristo sus cuerpos mortales (cf Rm 8,10-11). El Espíritu habita en la iglesia
y en los corazones de los fieles como en un templo (1 Cor 3, 16; 6, 19), ora en ellos, y da
testimonio de su adopción como hijos (cf Gal 4,6; Rm 8,15-16.26). Guía a la Iglesia a la
111
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
plenitud de la verdad (cf Jn 16,13), la unifica en la comunión y en el ministerios, la instruye
y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos, y la embellece con sus frutos (cf Ef 4,
11-12; 1 Cor 12,4; Gal 5, 22). Hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y
la conduce a la unión consumada con su esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor
Jesús “¡Ven!”(cf Apoc 22, 17)”. (LG 4).
Pero el Espíritu no se limita a la Iglesia, sino que es derramado sobre toda la humanidad y
la creación, todo lo vivifica y renueva desde dentro (Sal 104, 30).
Vaticano II ha llamado la atención sobre esta misteriosa presencia del Espíritu en la historia,
que se manifiesta sobre todo, a través de los signos de los tiempos (GS 4; 11; 44). Entre
estos signos que hay que discernir, podemos distinguir el clamor de los pobres, de los
indígenas, de las culturas, de los jóvenes, de las mujeres, de los movimientos pacifistas,
ecologistas y de los que sueñan otro mundo posible. En las religiones no cristianas, se descubre hoy la presencia misteriosa pero eficaz del Espíritu, lo cual invita al diálogo religioso.
En América Latina, sin duda el movimiento de la liberación, en todas sus dimensiones, es
fruto del Espíritu.
Dos misiones trinitarias:
En resumen podemos decir que hay dos misiones trinitarias, la del Hijo y la del Espíritu,
diferentes y complementarias:
- El Hijo visible y encarnado en Jesús, el Espíritu invisible e interior a nosotros.
- El Hijo con nombre, Jesús; el Espíritu anónimo y sin nombre.
- El Hijo se encarna en un hombre; el Espíritu actúa a través de personas y grupos.
- El Hijo se manifiesta en un momento histórico; el Espíritu actúa desde el comienzo de
la creación hasta el fin, fecunda las culturas y las religiones, mueve la historia, libera la
creación hasta llegar a la escatología.
- El Hijo es revelado por la Palabra; el Espíritu hace que la Palabra sea conocida y asimilada vitalmente.
- El Hijo pasó haciendo el bien, murió y resucitó; el Espíritu lo hace nacer de María, guía
su vida, lo resucita, hace nacer la Iglesia y es el que vivifica a través de carismas, sacramentos, profetas, santos etc.
Oriente, siempre sensible al Espíritu, ha expresado muy bien su acción en un texto ya clásico: Sin Él (Espíritu Santo), Dios está lejos, Cristo permanece en el pasado, el Evangelio es
112
letra muerta, la Iglesia es una pura organización, la autoridad es tiranía, la misión es propaganda, la liturgia es simple recuerdo y la acción humana es una moral de esclavos.
”Pero en el Espíritu, y en su sinergia indisociable, el cosmos es liberado y gime en el alumbramiento del Reino, el hombre lucha contra la carne, Cristo resucitado está aquí, el Evangelio es una fuerza vivificadora, la Iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es
un servicio liberador, la misión es un Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación, la
acción humana es divinizada” (I. Hazim en Upsala 1968).
Digamos, para acabar, que en los ejercicios Ignacio habla muy poco del Espíritu, sin duda
para no despertar sospecha de alumbrado. Pero los ejercicios se llaman espirituales porque
sin duda el Espíritu es el agente y motor de todo el proceso: experiencia espiritual, conversión, conocimiento y seguimiento del Cristo pobre y humilde; discernimiento, elección,
en todo poder amar y servir. Ignacio no propone la meditación de Pentecostés, porque
Pentecostés para él no es un evento del pasado sino una realidad actual en la Iglesia y el
mundo de hoy.
¿Cómo iniciar a los jóvenes de Fé y Alegría a esta visión y experiencia del Espíritu?
3. ALGUNAS OPCIONES DEL SEGUIMIENTO DE JESÚS HOY EN AMÉRICA LATINA
En los ejercicios todo se orienta a la elección, fruto del discernimiento, juntamente con la
contemplación de la vida de Jesús. Luego de haber visto en qué consiste seguir a Jesús,
hemos de preguntarnos cómo se puede concretar en la situación actual de América Latina,
pero antes, podemos plantear una cuestión previa: las opciones liberadoras de la Iglesia de
América Latina de los años 60-70 ¿tienen todavía vigencia hoy?
Ciertamente el panorama social y eclesial ha cambiado en estos años. El socialismo ha sido
derrotado en el Este, el neoliberalismo se alza como único camino de salvación, se habla
del fin de la historia, han caído las utopías y los grandes relatos han entrado en crisis en la
postmodernidad. En casi toda América Latina han desaparecido las dictaduras que suscitaron posturas proféticas y martirio, la Iglesia ha entrado en un invierno lleno de espesa niebla, ya casi no se habla de liberación, parecemos estar más cerca del exilio que del éxodo.
Sin embargo, la situación económica de los pobres ha empeorado, ya no son explotados
sino excluidos, desechados, víctimas del sistema neoliberal. Por esto la necesidad de liberación socio-económica se hace todavía más urgente y necesaria. De otra parte, el surgimiento de movimientos sociales, de indígenas, de mujeres, algunos cambios políticos y el Foro
Social Mundial con su grito de otro mundo es posible, están indicando que algo se mueve
en América Latina, a lo cual la Iglesia no puede ser ajena.
La experiencia de estos años también nos ha enseñado que hay que abrirse no sólo a lo
socioeconómico, sino también a lo cultural, religioso, género, Ecología, dimensiones afectivas y sexuales, como también a los nuevos actores: mujeres, jóvenes, indígenas y afroame113
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
ricanos, que no son sólo problema, sino indicios de solución. Además hay que profundizar
más algunas cuestiones teológicas como el misterio pascual de la muerte y la resurrección,
el Espíritu, la eclesiología y la escatología.
También hemos aprendido a ser más humildes y realistas en las propuestas de praxis: hay
que partir de la cotidianidad y de lo micro para llegar a lo macro, de la pequeña porción
de levadura para fermentar toda la masa. Intentemos formular algunas opciones concretas
sobre estos supuestos del seguimiento de Jesús hoy en América Latina:
Antes de bajar a posturas concretas, digamos que seguir a Jesús en América Latina supone
un cambio radical de actitud. Hay que superar el divorcio entre la fe y la vida. Esto implica
un cambio de mentalidad y de práctica cristiana. Es pasar de una religión meramente sociológica y tradicional a una fe personal y comprometida; pasar de una religión reducida a
doctrinas y conceptos, a una fe viva y existencial; pasar de una religión espiritualista y dualista, a una fe que integre la historia; pasar de una religión intimista y meramente privada,
a una fe pública, que se hace presente y se compromete con la historia, la ciudadanía y la
política; pasar de una religión individualista, a una fe comunitaria y eclesial; de una religión
neutral a una fe comprometida y solidaria con los sectores empobrecidos de la sociedad;
pasar de una religión encerrada en sí misma a una fe que anuncie el Reino y el Evangelio
de Jesús con la palabra y el testimonio de la vida. Este cambio de actitud es fruto de una
nueva evangelización, como propuso Juan Pablo II y ha sido recogido en el documento de
Santo Domingo.
3.1
Opción evangélica y preferencial por los pobres
Éstos son los empobrecidos, los excluidos, las víctimas de sistemas económicos y sociales
injustos y de las estructuras de pecado. Son los sin trabajo, los que emigran al exterior, los
que no pueden llevar el pan a sus mesas, los niños de la calle, los desnutridos, las mujeres,
los enfermos, los ancianos. El deseo de Juan XXIII de que la Iglesia fuera la Iglesia de todos, pero en especial de los pobres, asumido por Juan Pablo II (LE 8; TMA, 51) y por las
asambleas de Medellín, Puebla y Santo Domingo, debe ser la forma concreta de seguir hoy
a Jesús en América Latina. Esto implica no sólo la denuncia de la inequidad del sistema
neoliberal, sino el compromiso por construir otro modelo de sociedad, que se aproxime
más al proyecto del Reino de Dios de Jesús. Esta opción conduce a una verdadera experiencia espiritual al descubrir en los rostros sufrientes de los pobres, el rostro del Señor (Santo
Domingo 178).
No se trata de paternalismo, sino de solidaridad, para que los pobres sean actores de una
transformación social que se acerque al Reino de Dios. A este objetivo se debe orientar la
educación liberadora de Fe y Alegría que comienza donde se acaba el asfalto.
114
3.2
Asumir la pluralidad de culturas, tanto originarias como modernas
La Iglesia que, de ordinario, ha sido más sensible al pobre que al diferente, debe abrirse
hoy a la sociedad latinoamericana pluricultural y pluriétnica. El Espíritu de Pentecostés que
unió en una misma fe a los que provenían de culturas diferentes, hoy debe también guiar
el proceso de nueva evangelización de América Latina, tal como Santo Domingo lo propuso, tanto respecto a las culturas originarias (Santo Domingo 243-251) como a la cultura
moderna y postmoderna (Santo Domingo 252-262). Así la fe no será un barniz superficial
sino que penetrará el corazón y raíces de la vida. En esto es que deb e diferenciarse la nueva
evangelización de la primera evangelización. Para Fe y Alegría ello implica una sensibilidad
por lo cultural y una inculturación de la educación en las respectivas culturas, con apertura
a la modernidad y postmodernidad.
3.3
Compromiso especial con las mujeres y los jóvenes
En América Latina, la pobreza tiene rostro femenino; pero además, las mujeres sufren explotación sexual y diversas formas de exclusión social e incluso eclesial. Hay que reconocer y
defender su dignidad y sus derechos en la sociedad y en la Iglesia e incorporarlas a los procesos de toma de decisión en los ámbitos de la familia, trabajo cultura, sociedad, política
e Iglesia, en reciprocidad y diálogo con el varón (Santo Domingo 104-110). Hay que dejar
espacios de libertad para que la mujer pueda expresar su genio femenino en la sociedad y
la Iglesia (pastoral, espiritualidad, Teología). Esto implica asumir la cuestión de género que
afecta tanto a varones como a mujeres.
Los jóvenes, tan excluidos y marginados, deben ser acogidos en su riqueza y potencial
renovador en la sociedad y en la Iglesia (Santo Domingo 111-120). Estos son los agentes
privilegiados de cambio social a los que se dedica Fe y Alegría.
3.4
Búsqueda de nuevos modelos de sociedad
Ante la crisis del sistema neoliberal y de las democracias restringidas que experimentan y
sufren nuestros pueblos, los cristianos, junto con otros sectores de la sociedad, deben ir buscando alternativas sociales, económicas y políticas al actual sistema. El grito de otro mundo
es posible, lanzado en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el surgimiento de nuevos
movimientos sociales, políticos y culturales, exigiendo un cambio de rumbo en la política, la
democracia y la economía, no pueden dejar indiferentes a los miembros de la Iglesia, que
deben discernir, en estas voces, el deseo de algo nuevo, un signo de los tiempos, y deben
buscar, juntamente con otros actores, nuevas formas de convivencia y otros modelos de
economía. Se requieren propuestas nuevas y compromisos en el campo de la ciudadanía. A
este nuevo modelo de sociedad hay que orientar la educación de Fe y Alegría.
115
Una acción educativa para el cambio en clave de pastoral
3.5
Fortalecer la vivencia eclesial
El crecimiento de numerosos nuevos movimientos religiosos en América Latina (las llamadas sectas), en gran parte debido a la búsqueda de muchos de una experiencia comunitaria viva, orante, festiva, sanante y participativa, es un llamado de atención para la
Iglesia católica. La postmodernidad también postula una mayor atención a las dimensiones
personales, afectivas y comunitarias. Hoy el seguimiento de Jesús en América Latina, pasa
por el fortalecimiento del sentido comunitario y eclesial, formando parte de comunidades
eclesiales concretas al estilo de las comunidades eclesiales de base u otras semejantes,
donde la fe se pueda vivir en un contexto humano y comunitario y la Palabra y la Eucaristía
iluminen la vida y estimulen a un compromiso profético con la realidad.
La tarea pastoral más urgente es la de formar comunidades donde la fe y los sacramentos
se puedan vivir de modo vivencial y comprometido y en las que se puedan incorporar los
jóvenes. Sin comunidad real, el pueblo vive indefenso frente a los embates de las más diversas ideologías, culturales, políticas y religiosas. A 40 años de la clausura del Vaticano II,
la Iglesia de América Latina todavía no vive plenamente la eclesiología de comunión.
De parte de los evangelizadores se requiere también una postura nueva, una nueva eclesialidad, que implica una colaboración más estrecha con laicos y religiosos/as en el trabajo
apostólico, tal como ya se está dando en Fe y Alegría. No sólo hay que ser hombres para
los demás sino con los demás. Es lo que se llama nuevo sujeto apostólico.
3.6
Defender la tierra, los recursos naturales y la Ecología
Ante la terrible explotación mercantilista y la privatización de los recursos naturales por
parte de minorías nacionales y extranjeras que buscan solamente su propio provecho, la
Iglesia debe tomar una postura crítica, defendiendo un desarrollo sostenible para todos y
respetando los recursos naturales y la Ecología de la tierra, nuestra madre común, creada
por Dios. Los campesinos, las poblaciones indígenas y los sectores más pobres, son las primeras víctimas de este saqueo devastador de la tierra. Al clamor de los pobres se suma hoy
el clamor de la tierra, que gime por haber sido sometida a esclavitud (Rm 8,22). La defensa
de la tierra forma hoy parte de la opción por los pobres.
3.7
Suscitar esperanza en el Dios de la vida
Frente a tantos problemas, violencias, injusticias y males que sufren hoy los pueblos de
América Latina, no podemos dejarnos llevar por el pesimismo. Hay que reconocer los signos de vida y esperanza que se dan en el pueblo (nuevos grupos sociales e indígenas, movimientos de mujeres, de derechos humanos, nuevas propuestas, fe del pueblo sencillo, ac116
ciones solidarias,etc.). En todos ellos vemos signos del Espíritu que quiere renovar la tierra.
Nuestra fe en el Dios de la vida, que resucitó a Jesús y con su Espíritu todo lo llena y guía a
la humanidad hacia la plenitud escatológica del Reino, se convierte en fuente de esperanza
pascual que hemos de suscitar en el pueblo. Otro mundo, otra Iglesia es posible.
El mismo Jesús que nos invitó a seguirlo como sus discípulos y nos envío a ser discípulos
de todas las gentes, es el que nos acompaña en nuestra misión. Como los discípulos de
Emaús, a pesar de todas las desilusiones, sabemos que alguien camina con nosotros y
cuando el día se oscurece, parte con nosotros el pan (Lc 24, 13-27).
4. CONCLUSIÓN
La realidad de América Latina, continente pobre y cristiano, exige una nueva evangelización. Ésta nos lleva a profundizar en qué consiste ser cristiano hoy y nos remite a la vocación del Señor que nos llama a su seguimiento, para que estemos con Él en su comunidad y
prosigamos su misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios. Podemos afirmar que
seguir a Jesús constituye la esencia de la vida cristiana, que luego se historiza en los diversos
contextos culturales y se puede concretar en la misión de Fe y Alegría en América Latina.
En momentos de crisis y cambio de época, hemos de volver a las raíces de la vida cristiana,
a ser discípulos, siguiendo a Jesús hoy. Como los primeros discípulos, que al oír que Juan
Bautista decía que Jesús era el Cordero de Dios, siguieron a Jesús (Jn 1,37)
Estos elementos pueden ayudar a formular un marco teológico para orientar el trabajo
educativo y pastoral de Fe y Alegria en América Latina.
117
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