La Educación Técnico-Profesional. Trabajo y Ciudadanía. María Sara Puente* Resumen Los cambios estructurales acaecidos en nuestro país en las últimas décadas, así como los procesos de reforma del sistema educativo argentino y, en particular, los referidos a la formación técnico-profesional del nivel medio, exigen el análisis y la reflexión para poder ponderar las consecuencias que produce el proceso de determinación curricular en tanto se establezca como criterio único la formación en competencias para el empleo, dejando afuera otros aspectos de la formación como ser humano y ciudadano. Un sintético recorrido por la historia de la educación técnica en nuestro país, una aproximación a la problemática del campo curricular y un análisis acerca de la conceptualización sobre las competencias, nos permitirán elaborar algunas reflexiones tendientes a poder pensar el presente y poder imaginar acciones con proyección de un futuro que no necesariamente es inexorable. Introducción1 El artículo de Françoise Ropé2 “El modelo de las competencias en la escuela y en la empresa”, de 1989, nos trae una interesante reflexión acerca de las similitudes que pueden observarse entre las transformaciones producidas en el campo educativo en materia de currícula y las nuevas formas de organización y de evaluación laborales que se imponen hoy en las empresas y los organismos públicos. Si bien su análisis se refiere a la situación en Francia de fines de siglo XX, convoca a problematizar la noción de “competencia” uno de los conceptos estelares utilizados en las reformas educativas en nuestro país, particularmente en la Educación Técnica. Presentado así el problema, se sigue que el propósito de este artículo es analizar el concepto de “competencia” que impregnó e impregna ciertos discursos y prácticas 1 Por razones editoriales el siguiente artículo es una versión resumida del trabajo presentado como seminario durante el curso de Teoría Curricular dictado por la profesora Susana Barco y que forma parte del programa de la Maestría en Didáctica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. 2 Doctora en Ciencias de la Educación, Universidad de Paris V René Descartes. Decana de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas y Sociales. Miembro del Consejo Nacional de Universidades, Francia. Voces de la Educación Superior / Publicación Digital Nº 3 Dirección Provincial de Educación Superior y Capacitación Educativa DGCyE 1 curriculares que se instalaron en todo el universo pedagógico de fin de siglo, con un especial énfasis en la formación técnico-profesional del nivel medio. La Educación Técnica En la historia del sistema educativo argentino, la Educación Técnica, ofrecida como una de las opciones de la Educación Media, presentaba particularidades que la diferenciaban de las otras orientaciones del nivel. Esta referencia a la génesis de la Escuela Técnica pretende señalar cómo su fuerte identidad se construyó como una “educación para el trabajo”, incorporando en su historia una educación “desde el trabajo” en las “escuela-fábrica”, alrededor de los años cuarenta, con el surgimiento del peronismo. La incipiente industrialización de principios de siglo y el crecimiento de la industria nacional a mediados del siglo XX en condiciones internacionales de posguerra dan cuenta de cómo esta formación técnica estuvo fuertemente ligada a un proyecto de desarrollo industrial acorde a un proyecto de país. El concepto de ciudadanía adquiría nuevas características, en tanto son considerados los derechos económicos, sociales y culturales para amplios sectores de la población antes postergados. Aumentan, además, los niveles de participación política y gremial del conjunto de los trabajadores. La creación del CONET, en 1958, desde otra propuesta política y pedagógica, representó un reconocimiento de la necesidad de la formación de técnicos, como “recursos humanos”, para incorporarse al desarrollo del sector productivo. La provincia de Buenos Aires no estuvo ajena a esta realidad nacional y también amplió su oferta educativa de nivel medio creando Escuelas de Enseñanza Técnica. Las últimas décadas de siglo XX trajeron cambios sustantivos a nivel internacional. El proceso de globalización se intensificó, en una economía mundial altamente concentrada e interdependiente. En América Latina, a comienzos de los años noventa, se promovieron un conjunto de reformas estructurales que transformaron el rol del Estado. El “consenso de Washington” fue la expresión de estas ideas en torno a la política económica para los países en desarrollo. La tercera revolución industrial impuso nuevos estilos y formas de producción. Las innovaciones científico-tecnológicas transformaron las comunicaciones y la vida cotidiana Voces de la Educación Superior / Publicación Digital Nº 3 Dirección Provincial de Educación Superior y Capacitación Educativa DGCyE 2 de las personas. Así, en los últimos quince años asistimos a un proceso de iniciativas vinculadas con la expansión y la liberalización del comercio. Es importante señalar aquí, que los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y los tratados de libre comercio en la región incluyen la educación como un servicio comercializable, que debe estar sujeto a condiciones de competencia y a las reglas del mercado. Los procesos de reforma educativa implementados en América Latina durante la última década del siglo XX se inscriben, de esta manera, en un proceso más amplio de hegemonía neoliberal, que como práctica y discurso se naturalizaron en occidente como único horizonte posible. En este contexto la reforma educativa y, particularmente, “la transformación educativa” en la provincia de Buenos Aires asentaron un duro golpe a la Educación Técnica. En la provincia de Buenos Aires la modalidad de bienes y servicios se orientó a la formación técnico-profesional en diferentes especialidades. Este diseño curricular redujo considerablemente el tiempo de formación; se incluyeron las llamadas tecnologías blandas; se diluyeron las ciencias básicas; se priorizó un enfoque generalista por sobre la especialidad; se puso énfasis en el desarrollo de competencias laborales. Sin participación y sin espacios de capacitación, los docentes considerados como simples ejecutores de un cambio no elegido vivieron “un vaciamiento de la escuela técnica”. Las instituciones experimentaron en su interior modificaciones que poco tenían que ver con “mejorar la calidad y la equidad”. Se fue construyendo un consenso generalizado de que esto no es “ni chicha ni limonada” y esto terminó resultando un nuevo obstáculo para la realización de un análisis serio y crítico sobre el viejo modelo de escuela técnica, que se añora, en una suerte de afirmaciones como “más vale viejo conocido que nuevo por conocer”, “técnicos eran los de antes”, etcétera.3 Nos encontramos hoy en un escenario distinto: en las políticas educativas tanto nacionales como provinciales hay indicios claros de procesos de recuperación y reposicionamiento de la Educación Técnica acordes con los índices en alza de la actividad productiva industrial en el país. Las últimas modificaciones en las propuestas curriculares elaboradas por los organismos de conducción, como las innovaciones y traducciones que elaboran 3 Puente, María Sara y otros. Extraído de avances de la investigación “Didáctica de la Tecnología en el Nivel Polimodal de la provincia de Buenos Aires”. Aprobado por Resolución Nº52/06 de la DGCyE. 2005-2007. Voces de la Educación Superior / Publicación Digital Nº 3 Dirección Provincial de Educación Superior y Capacitación Educativa DGCyE 3 instituciones y docentes en sus prácticas pretenden dar cuenta de las transformaciones económico-sociales y político-culturales en los comienzos del siglo XXI. Es importante la reflexión crítica acerca del proceso de construcción curricular en el caso particular de la formación técnico-profesional, ya que evidencia la complejidad y la presencia de distintos actores sociales como el Estado, las iglesias, el sector empresario, los organismos internacionales, los sindicatos, los diferentes partidos políticos, los colegios profesionales, los gremios, que ejercen influencia y expresan un determinado interés en la orientación de ciertas currícula, aunque no tengan una presencia directa en la escuela. Acerca del concepto de competencia Los procesos de reforma educativa de la última década del siglo XX instituyeron, entre otros conceptos, el de competencia. Categoría conceptual polisémica, ausente de una definición estipulativa necesaria para el lugar estelar que se le adjudicó en diseños curriculares, en operativos de evaluación, en criterios de selección de contenidos, etcétera. Gallart y Jacinto (1995) refieren el cambio en la formación técnica y profesional, señalando cómo las transformaciones en los sistemas productivos, el proceso de cambio tecnológico y organizacional, requiere de una polivalencia, flexibilidad y rotación en las ocupaciones. De allí se sigue que el foco de atención ha pasado de la calificación a las competencias, es decir “al conjunto de saberes puestos en juego por los trabajadores para resolver situaciones concretas del trabajo”. Desde el mundo del trabajo y en las actuales condiciones del mercado laboral, las competencias requeridas refieren a competencias de empleabilidad, como un conjunto de habilidades básicas tales como la capacidad de expresión en forma oral y escrita, capacidad de resolución de problemas, capacidad de pensar, competencias interpersonales para trabajar en grupo, liderar, negociar, etc., competencias sistémicas y competencias tecnológicas. R. Barnett (2001, 29), nos propone un análisis acerca de las competencias a partir de las interrelaciones de la sociedad, el conocimiento y la educación superior. Hoy “el interés Voces de la Educación Superior / Publicación Digital Nº 3 Dirección Provincial de Educación Superior y Capacitación Educativa DGCyE 4 de la sociedad se inclina hacia las formas de conocimiento que tienen un valor de uso en el mercado de trabajo. Esto genera un interés por aquellas formas de conocimiento que se pueden describir como operacionales, computacionales o estratégicas”. De allí que la sociedad no alienta por igual las distintas formas de conocimiento que la universidad muestra; actualmente se inclina por la adquisición de las últimas competencias técnicas y capacidades analíticas. Operar con eficacia, en la actual etapa del capitalismo, significa “flexibilidad”, habilidad de adaptación a circunstancias no habituales y cambiantes; “habilidades de comunicación” y “trabajo en equipo”. El conocimiento es solo un recurso renovable y descartable. De todas maneras en las definiciones de conocimiento se han producido modificaciones, el concepto se ha ampliado, no solo se refiere al “saber qué” (know-that) sino también al “saber cómo” (know-how). En la sociedad moderna, sostiene Barnett, la ideología dominante emergente en la educación superior, es la del operacionalismo. Es la tendencia hacia la unidimensionalidad, es decir, favorecer un tipo de conocimiento instrumental y operacional. Su hipótesis es que este enfoque presiona sobre los currículos para dar explícitamente más peso a la acción que al pensamiento reflexivo, a un conocimiento que enfatiza el carácter operacional, instrumental y técnico. El autor cuestiona la visión antropológica que subyace a estos planteamientos: “Es un enfoque en el cual el ser humano es un ser operacional que realiza desempeños y trabaja como tal. En este modelo no hay una idea de persona como ser pensante y reflexivo, como individuo que discrimina.” (ob. cit. Pág. 114). Las fuerzas sociales dominantes harán que el currículo se sature de maneras de saber cómo (know how). La tendencia actual en el currículo moderno tiene un marcado interés en la promoción de habilidades transferibles que tienen valor en el mercado de trabajo; interesan más los comportamientos, los logros y los resultados. La consideración de los graduados en tanto productos deriva de la necesidad de la uniformidad y predictibilidad respecto de los recursos de los que dispondrá una sociedad como fuerza de trabajo en el mercado. En principio no puede existir objeción para el uso de estos términos, los individuos son competentes y los hechos y las acciones tienen resultados. Se vuelve preocupante y resulta una amenaza al potencial emancipatorio que representa la educación cuando un componente necesario, como es anticipar criterios de desempeño o el desarrollo de Voces de la Educación Superior / Publicación Digital Nº 3 Dirección Provincial de Educación Superior y Capacitación Educativa DGCyE 5 habilidades identificando estándares ocupacionales, se establece como único criterio válido. Siguiendo a J. Habermas (1986) y a los análisis de la Teoría Crítica en estas propuestas educativas prevalece una racionalidad instrumental dejando de lado otras formas de racionalidad como la crítica, la interpersonal y la estética. Reflexiones para seguir pensando El propósito de este artículo es el análisis del concepto de competencia y su incorporación en los currícula de la formación técnica-profesional del nivel medio en los últimos procesos de reforma educativa. Ello nos permitió advertir cómo la lógica de las competencias laborales se incorporó al campo curricular y se instituyó como el código curricular, en el sentido que Ulf Lundgren (1992) le atribuye, “como un conjunto de principios sobre cómo deben seleccionarse, organizarse y transmitirse el conocimiento y las destrezas”. Si bien el concepto de competencia parece de difícil definición, la tendencia vigente no solo en los currícula de formación técnico-profesional refiere a una noción de competencia marcada por el operacionalismo, el pragmatismo, la eficiencia y la eficacia para la incorporación en el mercado laboral. Nico Hirt (2003) afirma: “La ideología de la competitividad penetra la escuela, la gangrena y la vacía de sus aspiraciones emancipadoras”. Representa, de hecho, un avasallamiento al derecho a la educación del ciudadano, en tanto no se lo visualiza como sujeto de derecho, sino como un individuo empleable en las nuevas condiciones del mercado de trabajo. Así, entonces, el debate acerca de las competencias en la formación técnicoprofesional del nivel medio, no puede circunscribirse a la falta de acuerdo en su definición, sino que forma parte de un campo vasto y complejo, que es el del currículo, que como dispositivo social y cultural, históricamente situado, expresa las tensiones antagónicas de intereses contrapuestos en una sociedad determinada. En este caso, el desafío de este tiempo, es construir un desarrollo curricular en la formación técnico-profesional como una propuesta política, educativa, integral, diferente de una capacitación para el empleo, según estándares de desempeño controlados por el mercado, a través de organismos de certificación de competencias. Voces de la Educación Superior / Publicación Digital Nº 3 Dirección Provincial de Educación Superior y Capacitación Educativa DGCyE 6 Trabajo y ciudadanía son los ejes que deberían vertebrar una propuesta curricular diseñada y realizada desde un interés emancipatorio a través de una racionalidad crítica y transformadora, empujando los límites de lo posible en un terreno eminentemente político enmarcado en un proceso de construcción público y democrático para una sociedad con mayor justicia e igualdad. *Profesora de Filosofía y Pedagogía. Licenciada en Ciencias de la Educación. ISFD N° 30 Ituzaingó, Área de Pedagogía. [email protected] Bibliografía Barco, S. (2005): “Del orden, poderes y desórdenes curriculares”. En Barco, S.; Ickowicz, M.; Iuri, T. y Trincheri, A. “Universidad. Docentes y Prácticas”. Neuquén, Universidad Nacional del Comahue, Educo, 2005. Barco, S. “El Currículum es como una partitura (de jazz)”. Novedades Educativas. Año VI, Nº 47. Buenos Aires, 2005. Barnett, R. 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