II Simpósio de Pós-Graduação em Relações Internacionais do

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II Simpósio de Pós-Graduação em Relações Internacionais do
Programa "San Tiago Dantas" (UNESP, UNICAMP e PUC/SP)
16, 17 e 18 de Novembro de 2009
ISSN 1984-9265
UNA RELACIÓN DESCONFIADA. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA
RELACIÓN ENTRE ARGENTINA Y BRASIL ANTES DE 1983.
CASTRO, Gustavo Fabián
Mestrando em Relações Internacionais
PPGRI- San Tiago Dantas (UNESP-UNICAMP-PUC/SP)
Bolsista FAPESP
“A lo largo de la historia independiente de la Argentina, y por diversos motivos, Brasil ha ocupado un
lugar de creciente significación en los distintos esquemas que orientaron la política exterior argentina,
siendo visto como el principal rival que amenazaba la seguridad y la integridad territorial del país”
(RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 7)
El objetivo del presente trabajo es realizar una revisión histórica de la relación
bilateral entre la Argentina y el Brasil, especialmente en términos estratégicos y de
defensa y como la misma ha sido conducida por la Argentina. En los párrafos
siguientes buscaremos identificar aquellas percepciones1 de conflicto, desconfianza
y competencia que caracterizaron dicha relación bilateral a lo largo de más de 100
años, hasta el comienzo del periodo cooperativo en la década del 80 del siglo XX.
Entendemos que la identificación de las características históricas que han marcado
la relación bilateral son de gran importancia para poder analizar y comprender el
tenor del cambio producido a partir de 1983-1985 y la importancia de consolidar los
procesos iniciados en aquellos años.
Argentina y Brasil a lo largo del siglo XIX. La relación entre un Imperio y
un país en permanente guerra civil
Durante su proceso de construcción y consolidación como Estado Nación la
Argentina desarrolló una visión opositora hacia el Brasil, tanto por una cuestión
1
Al referirnos a la percepción que un país poseía del otro lo hacemos tomando lo elaborado por
Robert Jervis, quien en Hypotheses on Misperception señaló que “Al deteminar la forma de
comportarse, un actor debe tratar de predecir como otros van a acutar y como sus acciones afectarán
sus bases.” Ante ello, el actor desarrolla una imagen de los otros y de sus intenciones, la cual puede
resultar inadecuada, percibiendo equivocadamente las intenciones del otro. Esto debido a que “los
tomadores de desiciones tienden a procesar la información que reciben en base a sus propias
imágenes y teorias previas, las cuales determinan en gran parte su percepción; o sea, en otras
palabras el actor tiende a percibir lo que el espera percibir” (JERVIS, 1968. p. 444-445). Este tipo de
percepción la vemos reflejada en toda la historia bilateral entre la Argentina y Brasil.
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ideológica por el hecho de Brasil ser una monarquía como por, en un marco en el
cual los país procuraban definir sus límites territoriales, la existencia de una
percepción construida de que Brasil era un país netamente expansionista e
imperialista, visión compartida por la mayoría de la dirigencia argentina desde los
orígenes mismos del país (RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 20).
“Todos los recursos, pues, de la audacia y de la mala fe fueron puestos a partir del
Tratado de Tordesillas por los portugueses y sus descendientes para ampliar el
territorio que ocupaban en América, porque de haberse sometido a los tratados, el
Brasil no sería hoy más que la zona acordada por Tordesillas, o sea que la historia
del crecimiento territorial del Brasil se funda, sobre todo, en el despojo y la intrusión
sin resistencia durante tres siglos en los dominios de España. Sobre esos “títulos”
primero el Imperio y después la República habría de fundar sus “derechos”.
(BOTELHO GOSÁLVEZ, 1974. p. 17)
De esta manera más relevante aún que los intereses mismos han sido las
interpretaciones que se percibían sobre los intereses del otro. En el caso de
Argentina la percepción del Brasil como un país expansionista por naturaleza en
términos territoriales. Esta percepción es la que contribuyó a que “…las relaciones
entre la Argentina y el Brasil hayan tenido permanentemente un trasfondo conflictivo”
(PEÑA, 1983. p 174)
Tras la constitución de ambos países como Estados independientes a
comienzos del siglo XIX, las relaciones mutuas durante dicho siglo estuvieron
fuertemente marcadas por “el recuerdo de las rencillas de la etapa colonial”
(PARADISO, 2006. p. 178) entre las metrópolis de Lisboa y Madrid. Como indican
Cervo y Bueno: “tras sus independencias, Rio de Janeiro y Buenos Aires van a
administrar el secular conflicto regional entre Portugal y España relativo al dominio
del estuario del Río de la Plata” (BUENO, CERVO, 2008. p 40.), conflicto que era
proprio de la puja de intereses entre españoles y portugueses por sus colonias
sudamericanas desde la firma del Tratado de Tordesillas2.
Dentro de dicho marco es que tiene lugar el único conflicto bélico que
enfrento en toda su historia a ambos países. Este fue la denominada “Guerra con el
Brasil” como es conocida en Argentina o “Guerra Cisplatina” como es llamada en
Brasil, que tuvo lugar entre 1825 y 1828, y que resultó en la creación del Estado de
2
El Tratado de Tordesillas fue un acuerdo firmado el 7 de junio de 1494 entre los reyes de Castilla y
Aragón, Isabel y Fernando, y Juan II rey de Portugal. El Tratado establecía una línea divisoria a lo
largo del Océano Atlántico, que dividía las zonas que cada reino podría conquistar. Dicha línea
otorgaba una pequeña porción del actual Brasil a Portugal, siendo que hasta ese momento solo los
reinos de Castilla y Aragón se habían establecido en el continente americano.
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Uruguay.3
Tras la mencionada guerra, tuvo lugar un periodo de calma y neutralidad entre
Argentina y Brasil. La Argentina entraría en un periodo de guerras civiles y fuertes
luchas intestinas que culminarían definitivamente recién en 1860 con la unificación
de Buenos Aires y la Confederación. En dicho periodo la relación con Brasil estuvo
marcada por la presencia de Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos
Aires a cargo del Ejecutivo Nacional (1829- 1832 y 1835-1852).
El periodo de Rosas estuvo marcado por una lucha de influencias y recelos
entre Argentina y Brasil, que tuvo como punto cúlmine la participación del Brasil en
los combates librados entre Rosas y Urquiza en 18514. La decisión brasilera de
intervenir se basó en una serie de percepciones tales como que “Rosas había salido
tan fortalecido del enfrentamiento con los Europeos que no dudaría en llevar a cabo
3
En julio de 1821 el Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarbe incorporó a sus dominios, bajo el
nombre de Provincia Cisplatina, a la llamada Banda Oriental (hoy Uruguay), a la cual ocupaba
militarmente desde 1816. Tras este hecho, y luego de varios debates, presiones y negociaciones, en
abril de 1825 se organizó en Buenos Aires una expedición particular con el visto bueno de parte de la
élite porteña, conocida como “los 33 orientales” que zarpó rumbo a la Banda Oriental. La misma,
según Escudé y Cisneros, tenía el objetivo de provocar en la corte de Río de Janeiro la percepción de
una abierta violación de la neutralidad por parte del gobierno de las Provincias Unidas, y obligar a
éste a tomar una resolución a favor de sus intereses y prepararse para los actos de represalia que el
Imperio pudiera llevar a cabo. Esto se lo logro ya que, tras la toma de Montevideo por parte de “los 33
orientales” y la organización de un gobierno provisorio, en octubre de 1825 el Congreso de las
Provincias Unidas reconoció por Ley la reincorporación de la Banda Oriental a las Provincias Unidas.
Ante dicha acción el 10 de diciembre de 1825 el recientemente instituido Imperio del Brasil declaró la
guerra a las Provincias Unidas, mientras que estas la declararon el 1 de enero de 1826. Tras una
serie de enfrentamientos navales y terrestres tuvo lugar, el 20 de febrero de 1827, la Batalla de
Ituzaingó, victoria decisiva de las Provincias Unidas. Sin embargo, el tratado de paz firmado fue
rechazado por el Presidente de las Provincias Unidas, prosiguiéndose los combates de forma paralela
a las negociaciones con la mediación de Lord Ponsonby, enviado inglés. El interés británico era la
declaración de independencia del Uruguay, y sobre esa base llevaron a cabo las negociaciones.
Finalmente las partes acordaron y el 27 de agosto de 1828 se firma el tratado de paz en el cual se
declara la independencia de la Banda Oriental. En el tratado las partes firmantes garantizaban la
estabilidad interna de la nueva República Oriental del Uruguay por cinco años, y se establecía que un
nuevo conflicto entre las Provincias Unidas y el Imperio del Brasil sólo podría desembocar en una
guerra pasado un período de preaviso; asimismo Cisneros y Escudé señalan que “Gran Bretaña no
ofrecía garantía alguna del cumplimiento de las partes con los términos del tratado, pero su
participación en la gestación de éste dejaba a la diplomacia británica en libertad de defender sus
estipulaciones o ignorar las violaciones a las mismas, según lo que considerara oportuno”. Los
autores concluyen que el Tratado firmado en 1828 logró terminar con las hostilidades armadas
abiertas entre las Provincias Unidas y el Brasil. CISNEROS, A., ESCUDE, C. Historia General de las
Relaciones Exteriores de La República Argentina. CARI. Buenos Aires: 2000. Disponible en:
http://www.argentina-rree.com/3/3-021.htm. Acceso: 18/10/09.
4
Sin embargo, existió un intento de acercamiento entre ambos países en aquella época. En 1841 el
argentino Tomás Guido fue nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario para
representar a la Confederación Argentina en la coronación de Pedro II como emperador de Brasil.
Durante su viaje realizó una serie de gestiones y firma acuerdos que fueron posteriormente fueron
rechazados por Rosas. CISNEROS, A., ESCUDE, C. Historia General de las Relaciones
Exteriores de La República Argentina. CARI. Buenos Aires: 2000. Disponible en:
http://www.argentina-rree.com/4/4-002.htm. Acceso 18/10/09.
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su expansionismo regional” (BUENO, CERVO, 2008. p. 114), reflejado siempre en lo
que se entendía como el intento argentino de recrear bajo su dominio al extinto
Virreinato del Río de la Plata. Ante ello la dirigencia brasilera entendió que se debía
atacar a Rosas en primer lugar para no ser agredido, debido a que un objetivo
permanente de la corte del Brasil era impedir por todos los medios posibles la
reedición del antiguo Virreinato del Río de la Plata por parte de Rosas (CISNEROS,
ESCUDE, 2003. Disponible en: http://www.argentina-rree.com/4/4-002.htm. Acceso
18/10/09).
Dicho periodo y los próximos 40 años, son los correspondientes a la
conformación de los Estados Latinoamericanos, donde estos buscan definir sus
fronteras, sus esferas de poder e influencia, consolidar su poder interno, definir los
regímenes de gobierno, así como se mueven entre los diferentes poderes
internacionales definiendo aliados y modelos de inserción económica. En cuanto a la
Argentina y Brasil este periodo se caracteriza como una lucha por consolidar su
territorio, con fronteras comunes aun sin definirse, y una competencia, que se
prolongará en el tiempo, por quien lograba consolidarse en América del Sur como
potencia subregional. De esta manera las décadas siguientes se caracterizaron por
continuas controversias y luchas por la influencia regional, hasta llegar a la Guerra
de la Triple Alianza contra el Paraguay y los consiguientes enfrentamientos por la
firma de los acuerdos de paz.5
5
La Guerra de la Triple alianza tuvo lugar entre 1864 y 1870 y enfrento a Argentina, Brasil y Uruguay
contra Paraguay. Con fuertes debates que se mantienen en la actualidad, las causas de la guerra no
están aun consensuadas, aunque se sostiene que la influencia británica en defensa de sus intereses
jugó un papel preponderante. En 1864 comenzaron los enfrentamientos bélicos entre Brasil y
Paraguay y en 1865 tiene lugar la intervención argentina. Esta se da luego de que “Paraguay
reclamase a la Argentina el permiso para que las tropas paraguayas pudieran avanzar por territorio
argentino hacia territorio uruguayo, en donde, liberando a Uruguay de los brasileños, Paraguay
esperaba encontrar un aliado y un lugar de gran importancia estratégica (una salida al mar)”
(CISNEROS, A., ESCUDE, C. Disponible en: http://www.argentina-rree.com/6/6-051.htm. Acceso:
18/10/09). Ante la negativa argentina se rompen relaciones y Paraguay inicia su campaña bélica ante
Argentina. Tras el fin de la guerra, surgieron desacuerdos entre Argentina y Brasil, en especial en
Argentina se repudió la firma de una serie de protocolos entre Brasil y Paraguay que no se
correspondían a los acuerdos firmados entre Brasil y Argentina en 1865 donde se establecían
cuestiones limítrofes. Ante esta situación se llevaron a cabo una serie de negociaciones infructuosas
–en Rio de Janeiro y Asunción- entre 1872 y 1875, a cargo por el lado argentino en un principio del ex
presidente Mitre y luego del Canciller Carlos Tejedor. Finalmente recién febrero de 1976 se logró un
acuerdo a través del tratado Irigoyen-Machaín, que estipulaba el retiro de tropas de territorios
ocupados, y un acuerdo sobre los límites fronterizos dejando un sector del territorio a decisión arbitral
de Estados Unidos –que falló a favor del Paraguay en 1878 (actual departamento Presidente Hayes)-.
(CISNEROS, A., ESCUDE. Disponible en: http://www.argentina-rree.com/6/6-054.htm. Acceso:
18/10/09).
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En aquel contexto previo a la Guerra de la Triple Alianza, tuvo a lugar la
principal controversia del periodo cuando, a principios de 1855, una escuadra
brasileña remontó el Paraná con el objetivo de realizar una demostración del poderío
brasilero frente a las autoridades paraguayas. Para dicha acción Brasil no requirió un
permiso previo para penetrar con su flota de guerra en dicho río, jurisdicción de
Buenos Aires, por lo cual generó una controversia con el gobierno porteño
(CISNEROS, ESCUDE, 2003. Capítulo 22). El episodio fue debatido en Buenos
Aires durante todo ese año por sus posibles implicaciones: la hegemonía brasileña
en el ámbito del Río de la Plata y el escaso interés del Imperio en el eco que sus
acciones podían tener en los Estados rioplatenses porteños (CISNEROS, ESCUDE,
2003. Capítulo 22). Una vez pasada esta controversia, durante los años siguientes
las políticas argentinas se orientaron principalmente a los problemas de limítrofes de
la Argentina con Bolivia y Chile. Asimismo en las dos décadas siguientes, de calma
en las relaciones de ambos países, Argentina se unificó como país (1860), dejando
atrás la separación existente entre Buenos Aires y la Confederación Argentina y las
luchas intestinas entre los “caudillos” al interior del territorio argentino.
De esta manera este periodo primario de relacionamiento entre la Argentina y
Brasil estuvo fuertemente marcado por la construcción y consolidación de una
percepción de amenaza expansionista por parte de Argentina para con Brasil,
atenuada solamente en los momentos que los esfuerzos argentinos se orientaban
hacia la consolidación de las fronteras con Chile. Esta percepción del Brasil como un
Estado con pretensiones imperialistas, con su génesis en el Tratado de Tordesillas
permanecerá en el colectivo imaginario argentino, aunque ya sin la visión de una
“expansión territorial” y sí más ligada a la puja entre Argentina y Brasil por el
liderazgo regional.
Las relaciones entre los Estados Unidos de Brasil y la República
Argentina hasta la Segunda Guerra Mundial
En 1889 se estableció el sistema de gobierno republicano en Brasil, dejando
atrás el régimen monárquico imperial y abriendo un nuevo periodo de relaciones con
Argentina, siendo este el segundo país en reconocer al nuevo régimen -el primero
fue Uruguay-. La existencia de una coincidencia de ideales liberales y republicanos
en las clases gobernantes parecía conllevar las relaciones bilaterales hacia una
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nueva etapa. Es así que solo tras la creación de la república del Brasil fue que un
Presidente argentino visitó el Brasil y viceversa -1899 y 1900 respectivamente-.
Visitas presidenciales en el periodo anterior a 19836
AÑO
1899
1900
1933
1936
1961
1967
1972
1980
1980
1981
PRESIDENTES
SIGLO XIX
Roca – Campos Sales
Roca – Campos Sales
1901-1950
Justo – Vargas
Justo – Vargas
1950-1983
Frondizi – Quadros
Onganía– Da Costa e Silva
Lanusse - Medici
Videla – Figueiredo
Videla – Figueiredo
Viola – Figueiredo
LUGAR
Rio de Janeiro
Buenos Aires
Rio de Janeiro
Buenos Aires
Uruguaiana
Buenos Aires
Brasília
Brasília
Buenos Aires
Paso de los Libres
Tras su conformación como república, la primera medida que Brasil adoptó en
relación a Argentina fue el envío de su Ministro de Relaciones Exteriores, Quintito
Bocaiúva, para dar solución al litigio fronterizo de la región de Misiones a fin de
dividir el territorio entre ambos países. Esta iniciativa terminó en fracaso,
confluyéndose en recurrir al laudo norteamericano para su solución, el cual tuvo
lugar en 1895 bajo la mediación del Presidente de Estados Unidos Grover
Cleveland. Dicha negociación
“...había puesto frente a frente a [los cancilleres brasilero y argentino] Río Branco y
Estanislao Zeballos7, quien al verse derrotado se torno en un crítico de la política
exterior brasileña, ya que la solución del litigio alimentó la prevención argentina y fue
interpretado como una manifestación de política expansionista” (MALATIAN,
2004. p. 48).
Tras dicho acontecimiento, durante el periodo de 1889 y 1902 la relación
bilateral se basó en buenas “relaciones comerciales, y una preocupación con el
rearmamento naval argentino y la eventual hegemonía argentina en la región del
plata” (CERVO, BUENO, 2008. p. 168). En este contexto, en agosto de 1896, “cuatro
de las más poderosas unidades argentinas permanecen estacionadas varios días en
Río de Janeiro.” (PARADISO, 2006. p. 179). Tres años más tarde este hecho se
repite sumándose la mencionada presencia del Presidente argentino Julio Argentino
6
En gris se indica a los presidentes provenientes del cuerpo castrense.
Estanislao Zeballos fue Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina de 1889 a1892 y de 1906
a 1908.Asimismo, además de ser diputado en varios periodos, fue Plenipotenciario en la misión por el
territorio de Misiones.
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Roca en Brasil, visita retribuida en Buenos Aires por su par brasileño Manuel Ferraz
de Campos Sales en 1900. Este histórico aproximamiento entre Argentina y Brasil
estuvo motivado en la política exterior impulsada por el Presidente Roca que
privilegió una política de acercamiento a Brasil, debido a los problemas con Chile
“Roca se aproximó a Brasil con el objeto de evitar un segundo frente de conflicto en
el Cono Sur (el primero ya existía con Chile) y de poner freno a un posible cerco
geopolítico que podría surgir de una eventual alianza Santiago Rio” (RUSSELL,
TOKATLIAN, 2003. p. 22-23) y en pos de mitigar la percepción de amenaza que
reinaba en Brasil frente al armamento naval argentino, asimismo Roca también
pensaba que “la consolidación de la paz y la seguridad en América del Sur requería
el mejoramiento de las relaciones de la Argentina con Brasil y Chile” (RUSSELL,
TOKATLIAN, 2003. p. 23).
En esta época de amenazas navales y de “carrera armamentista” tuvo su
contexto la creación de las Fuerzas Armadas argentinas como un cuerpo moderno
“Parte del proceso de consolidación del Estado Nacional fue la conformación de
Fuerzas Armadas modernas, permanentes y profesionalizadas que actuarían como
garantes del orden y funcionamiento de la unidad política.” Las cuales “...comenzaron
a ser portadoras de un concepto de defensa que potenciaba los eventuales conflictos
y a demandar recursos para un equipamiento capaz de afrontarlos” (PARADISO,
2006. p. 178).
Cervo y Bueno indican que “una vez pasado el periodo de euforia
republicana, las dos naciones volvieron a observarse a través de un espíritu de
rivalidad, a pesar de que no hubiera ningún problema grave concreto tras la
resolución del litigio por Misiones” (CERVO, BUENO. p. 168), lo cual podemos
relacionar con lo ante citado por Paradiso en relación a la visión militar de defensa y
el predominio de las escuelas de pensamiento militares en la materia. Fue esta
época un momento clave para la formación de las Fuerzas Armadas de Argentina y
Brasil, quienes establecían para ese entonces sus Escuelas de Estado Mayor (1900
y 1899 respectivamente) y creaban el servicio militar obligatorio (1901 y 1908
respectivamente) bajo la guía de misiones militares europeas que asesoraron a los
Estados para la modernización de sus cuerpos armados. Esta corriente aportó una
nueva tendencia doctrinal y organizacional en materia militar. Era la época del fuerte
inicio de las corrientes de pensamiento nacionalista, confluyendo con la
conformación de Fuerzas Armadas profesionales y la continuación de la
consolidación territorial e institucional de los Estados de la región.
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Esta fue una época de turbulencias en la relación bilateral a pesar de los
acercamientos en las visitas presidenciales, siendo la primer década del siglo XX
uno de los puntos más críticos de la relación (PARADISO, 2006. p. 180). Un punto
álgido fue “el proyecto de rearmamento naval brasileño aprobado en 1904 y
modificado en 1906 que despertó la rivalidad Argentina” (CERVO, BUENO, 2008. p.
194) acrecentada por la influencia del Canciller Zeballos (PARADISO, 2006. p. 180)
y el acercamiento que Brasil mantuvo con los Estados Unidos (RUSSELL,
TOKATLIAN, 2003. p. 22), en pos de neutralizar el poderío militar argentino y las
amenazas que Brasil percibía podían surgir de una coalición subregional liderada en
el cono sur por la Argentina.
El acercamiento del Brasil hacía Estados Unidos fue materializado por la
decisión brasileña de aumentar el estatus de su delegación ante Washington al
carácter de Embajada (RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 21). Asimismo Brasil había
manifestado, en oposición a la Doctrina Drago propiciada por la Argentina,
abiertamente su apoyo a la Doctrina Monroe norteamericana,8 pareciendo, en 1907,
que Brasil era “cuasi un representante de Estados Unidos en la cuenca del plata”
(FLEMES, 2005. p. 111).
En esta época el Canciller argentino Zeballos aseguraba tener pruebas de
que Brasil habría de atacar en cuanto completara su plan de rearmamento, para lo
cual esbozó una estrategia presentada como defensiva pero que preventivamente
contemplaba que en el caso de que Brasil no disolviera su escuadra se hiciera una
ocupación de Rio de Janeiro (PARADISO, 2006. p. 180). Tales planes estratégicos
parecían encontrar sustento en el hecho de que para 1910 “Argentina era uno de los
países más ricos del mundo” lo que la llevaba a sentirse destinada a “jugar un papel
de liderazgo en el Cono Sur” (FLEMES, 2005. p. 110).
De esta manera puede entenderse el acercamiento brasileño con Estados
Unidos, buscando balancear el creciente poderío económico argentino, ligado a su
cercanía con Gran Bretaña, contrarrestando el peso de sus posibles alianzas y áreas
8
En 1902, Canciller argentino, Luis María Drago, declaró que ningún poder extranjero puede utilizar
la fuerza contra una nación americana a los fines de hacer efectivo el cobro de una deuda. Este
principio era en respuesta al bloqueo naval sufrido por Venezuela en manos de Gran Bretaña, Francia
y Alemania debido al incumplimiento en el pago de deudas. Esta doctrina se oponía los Estados
Unidos y su Corolario Roossevelt basado a la Doctrina Monroe, que señalaba que si un país
americano ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses,
Estados Unidos intervendría en pos de sus intereses.
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de influencia. Esta situación se verá repetida sesenta años más adelante cuando el
llamado “milagro brasilero” despierte los temores argentinos, como veremos más
adelante.
Fue en ese complejo y tenso contexto de constantes desacuerdos que surgió
la idea del ABC, (Argentina, Brasil, Chile) proyecto que terminó de materializarse en
1915 luego de la salida del Barón de Río Branco de la Cancillería brasilera.9 El ABC,
señalado como el primer antecedente de cooperación sudamericana, fue promovido
por Brasil “para actuar de acuerdo con el gobierno de Washington, en una especie
de condominio oligárquico de naciones.” (CERVO, BUENO, 2008. pp. 195-196). A
pesar del fracaso posterior del ABC, en el contexto de negociación para su creación,
las relaciones parecieron mejorar entre Argentina y Brasil, continuándose las visitas
por parte de algunas de las más poderosas unidades de ambas flotas –
fundamentales para atenuar la permanente percepción de amenaza que se poseía a
partir del sector naval-, lo cual concluyó en 1922 con la celebración del centenario de
la independencia de Brasil y declaraciones de amistad y cooperación entre
representantes de ambos países (PARADISO, 2006. p. 186-187).
Sin embargo, durante aquellos años la Primera Guerra Mundial había
colocado a Brasil y Argentina en posiciones enfrentadas, debido al neutralismo
argentino y el apoyo brasileño a los Estados Unidos –único país en apoyarlos-, “la
Argentina acentuaba su neutralidad y Brasil consolidaba su alineamiento con los
Estados Unidos” (RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 29), lo que fortaleció en
Argentina la visión de Brasil como un “país llave” de posibles acciones futuras
estadounidenses en el continente. Ante ello, tras el fin de la Guerra, Argentina lideró
un permanente esfuerzo diplomático por parte de los países sudamericanos en pos
de que Brasil no logrará obtener un asiento permanente en el Consejo de la
Sociedad de las Naciones. Esta presión, junto con otros factores propios de la
negociación de la Liga hace que en 1926 Brasil se retiré de la Sociedad de las
Naciones (FLEMES, 2005. p. 111).
Otro espacio en el cual chocarían las divergentes posiciones de Argentina y
Brasil sería el de la Quinta Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Santiago de
9
El ABC fue suscripto definitivamente en 1915. Argentina, Brasil y Chile se comprometían a conjurar
la posibilidad de conflictos violentos en el porvenir con el propósito de cooperar para la confraternidad
de las repúblicas americanas. (PARADISO, 2006. p. 185)
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Chile en 1922. Allí aunque “el aumento del gasto militar y su repercusión sobre la
marcha de la economía provocaba preocupación” en todos los países de la región,
fracasó cualquier posibilidad de acuerdo sobre reducción de los gastos militares. Por
ese entonces “la capacidad militar argentina era superior a la brasileña y el país
podía respaldar su posición con estabilidad política y buen desempeño económico.
Fue por eso que hacia fines de la década del 20 varios estudios geopolíticos
brasileños trataron de mostrar una situación de desequilibrio adversa”. (PARADISO,
2006. p. 187). Todo esto surgió por “la decisión brasileña de contratar una misión
naval norteamericana, que resultó en la firma de un contrato firmado en Washington
el 2 de noviembre de 1922 (...) renovado en 1926, el contrato terminó a fines de
1930. La noticia de la misión naval tuvo una repercusión negativa en Argentina,
siendo entendida como una alianza Brasil-Estados Unidos” (CERVO-BUENO, 2008.
p. 201).
Tras el mencionado acontecimiento las relaciones mantuvieron un nivel de
cordialidad y baja conflictividad. En octubre de 1933 el Presidente argentino Juan B.
Justo visitó Brasil –segunda vez en la historia que ocurría un acontecimiento de
dicha característica- siendo homenajeado por el Club Militar. En la misma ocasión
fue firmado, a propuesta del Canciller argentino Saavedra Lamas, un Tratado AntiBélico de No Agresión y Conciliación, suscripto también por Chile, México, Paraguay
y Uruguay. El Presidente de Brasil, Getulio Vargas, en 1936 retribuyó la visita de
Juan B. Justo arribando a Buenos Aires en el marco de la Conferencia de Paz del
Chaco.10 Sin embargo, ni Ortiz ni Castillo, los presidentes que sucedieron a Justo en
Argentina, continuaron con la política de acercamiento a Brasil, retornando a la
visión de enemistad clásica.
En 1937, en pleno auge de los movimientos nacionalistas y fascistas a nivel
mundial y con la Segunda Guerra Mundial en sus inicios, nuevamente los recelos y
desconfianzas mutuas volvieron a aparecer y nuevamente lo hicieron a partir de los
programas de reequipamiento naval, “...Argentina seguía manteniendo la primacía
en este rubro y Brasil se proponía renovar una flota que no se modernizaba desde
10
La Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay puso no oficialmente a Argentina y Brasil en veredas
opuestas. Brasil acababa de firmar acuerdos de infraestructura con Bolivia y promulgaba su
neutralidad, mientras que Argentina al tiempo que indicaba también su neutralidad brindaba apoyo al
Paraguay (CISNEROS, ESCUDE, 2003. Disponible en: http://www.argentina-rree.com/7/7-080.htm.
Acceso: 18/10/09).
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1910...” (PARADISO, 2006. p. 191). Sumado a este punto, los modelos autoritarios
exportados de Europa comenzaban a tener peso real en los gobiernos y grupos de
influencia de América Latina, lo cual no contribuyó a la distención entre ambos
países.
El periodo desarrollado en la presente sección estuvo caracterizado por una
Argentina que habiendo consolidado su espacio territorial, compitió abiertamente con
el Brasil en pos de lograr el liderazgo político militar y económico de América del Sur.
En esta etapa la cual Argentina logra altos índices de crecimiento económico, lo cual
la transformaba en eje de la desconfianza del Brasil, que percibía la intención de
regeneración por parte de Argentina del antiguo Virreinato del Rio de la Plata. El
punto más delicado de la relación giró en torno al poderío naval y los planes de cada
país de modernización y expansión de sus flotas. Esto por otra parte motivo que las
aproximaciones se hicieran también en este ámbito a través de las visitas de la flota
argentina al Brasil. En esta etapa, en la cual se sucedieron las primeras visitas
presidenciales entre ambos países, y donde una serie de mandatarios manifestaban
la voluntad de dejar atrás la etapa de competencia mutua, no existió ninguna política
de cooperación continuada en el tiempo. Siendo que primaron visiones divergentes
en los foros internacionales, relacionadas con los intereses nacionalistas que veían
al país fronterizo como una amenaza a la integridad territorial y a los planes de
liderazgo a los que cada país aspiraba.
1940-1983.
Distanciamientos
y
acercamientos
de
una
relación
competitiva inestable
A partir de 1941 “la gravitación de Washington sobre la relación bilateral se
hizo más intensa” (PARADISO, 2006. p. 194). Con Brasil declarando la guerra a las
potencias del Eje aliándose con Estados Unidos, cediendo territorio para bases
estadounidenses y accediendo a un programa de préstamo y arriendo. Mientras que
Argentina se declaraba neutral y buscaba mantenerse al margen de la guerra,
negociando comercialmente con ambos bandos en conflicto, “los militares brasileños
tenían una preocupación constante en relación a que su equipamiento bélico no
pareciera débil frente a una imaginaria amenaza proveniente de Argentina” (SIEPE,
2004. p. 57).
Preocupación que podía encontrar asidero en la declaración que en 1943 el
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G.O.U (Grupo de Oficiales Unidos), logia de militares argentinos que iba a hacerse
del poder en dicho año, emitía:
“En Sudamérica existen solo dos naciones lo suficientemente grandes y fuertes como
para hacerse cargo de la hegemonía: la Argentina y Brasil. Es nuestra misión hacer
que la hegemonía de la Argentina sea, no solo posible, sino indispensable. Las
alianzas serán nuestro próximo paso. Paraguay ya está con nosotros.
Conseguiremos a Chile y Bolivia. Juntos y unidos con estos países nos será fácil
ejercer presión sobre el Uruguay. Estas cinco naciones pueden atraer fácilmente a
Brasil, debido a su tipo de gobierno y a sus importantes grupos de alemanes. Una
vez que Brasil haya caído, el continente sudamericano será nuestro” (Liewn, 1960.
p.92. En: RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 30)
Sin embargo, esto no se reflejó en un enfrentamiento político o militar entre
ambos países, siendo que Getúlio Vargas “rechazó durante la Guerra, en varias
oportunidades, toda iniciativa provocativa o que se insinuase beligerante,
proveniente del exterior o interior de su gobierno contra Argentina” (SIEPE, 2004. pp.
57, 58). Esto muestra el clima de las relaciones entre ambos países donde primaba
una competencia por ejercer el liderazgo regional junto a una sensación de
desconfianza y recelo que daba como consecuencia que las políticas se dictaran en
parámetros de posibles hipótesis de conflicto11, hecho que continuó hasta la década
del 80. En este sentido, señalamos que gran parte de los autores estudiados
realizan un particular énfasis en las influencias que poseían dentro de los tomadores
de decisión ciertos medios de comunicación ligados ideológicamente o por intereses
económicos a la idea de rivalidad y conflicto argentino-brasilera. Toda política
argentina, en esa época llevada a cabo en el gobierno del General Perón en
Argentina, en materia de acuerdos subregionales o de posible integración con
demás países sudamericanos era interpretada por los círculos de poder en el Brasil
como intentos de “revivir el Virreinato del Río de la Plata” (SIEPE, 2004. p. 82).
El gobierno de Perón siempre declaró sus intenciones de que América Latina
11
La hipótesis de conflicto con Brasil sostenida por Argentina a partir de esta época y que se mantuvo
en vigencia hasta principios de los ochenta, se basaba en la búsqueda de la expansión territorial
brasileña con miras a la apropiación de la Mesopotamia argentina. Por esa hipótesis, se había
elaborado una política para no haber puentes (salvo Uruguaiana) que conecten Argentina con Brasil y
del mismo modo, impedir puentes conectando las provincias mesopotámicas argentinas con el resto
del país, de forma de aislar cualquier invasión. Asimismo se mantuvo una política de no
pavimentación de las rutas mesopotámicas con el objetivo de dificultar el avance de los tanques de
guerra brasileños en el caso de una probable invasión. Por eso Argentina tenía un fuerte despliegue
militar en las provincias de la Mesopotamia con planeamiento de combates fluviales. Si Argentina
invadía lo haría sobre Rio Grande do Sul. El planeamiento militar nunca visualizó una guerra
completa con el Brasil, era todo con un límite territorial y un despliegue anfibio para continuar la
batalla. No había proyecciones mayores. Entrevistas realizadas al Teniente Coronel (R) Juan Carlos
Melián Massera (10/0/2009) y al ex Ministro de Defensa de Argentina Dr. Horacio Jaunarena
(15/07/2009).
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tuviera una política de cooperación entre sus países. En especial a partir de lo que
se dio en llamar como la Tercera Posición, en alusión a la naciente Guerra Fría,
frente a la cual la región debía tener un posicionamiento independiente que
principalmente se oponía a los Estados Unidos. Pero, siguiendo la línea histórica de
la percepción brasilera sobre las intenciones argentinas de revitalizar bajo su
comando el antiguo Virreinato del Río de la Plata,
“la política latinoamericanista del peronismo cosechó más rechazos que adhesiones y
fue vista en los países vecinos más como un intento expansionista que como un
proyecto verdaderamente cooperativo, (…) [siendo vista por] “los gobernantes
brasileros como una amenaza a su relación especial con los Estados Unidos. Esta
preocupación fue una constante de la política exterior de Brasil hacia la Argentina”
(RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 35).
Resulta interesante resaltar que en la percepción que Argentina tenía en dicho
momento del Brasil, también es posible encontrar remanentes de las percepciones
históricas de mediados del siglo XIX, a partir de la visión de que para el gobierno
argentino
“los principales obstáculos a la cooperación con Brasil se encontraban en la
Cancillería brasileña, que estimaba toda unión con la Argentina como un acto
inamistoso frente a Estados Unidos, y en las fuerzas armadas imbuidas de una
doctrina estratégica que ponía el acento en la rivalidad geopolítica con nuestro país.”
(RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 36)
Identificando como la raíz de este problema a las “excrecencias imperiales
que constituyen más que ninguna otra razón los principales obstáculos para que
Brasil entre a una unión verdadera con la Argentina” (LANUS, 1984. p. 288. En:
RUSSELL, TOKATLIAN, 2003. p. 36)
Esta es la época en la cual Argentina y Brasil comenzaban a desarrollar
sendos programas nucleares, siempre indicando que con fines pacíficos, a pesar de
las sospechas mutuas de carrera hacia la bomba nuclear. En las décadas siguientes
Argentina y Brasil desconfiaron uno del otro y compitieron por lograr ventajas sobre
el otro en materia nuclear. En 1950 se crea en la Argentina la Comisión Nacional de
Energía Atómica (CNEA). En ese momento se comenzó a organizar los primeros
grupos de trabajo en investigación y desarrollo, y se comenzó a capacitar personal
primero en el exterior y luego en el país con la creación del Instituto de Física
Balseiro. Los primeros resultados estuvieron dados en 1958 con la construcción del
RA-1, primer reactor experimental argentino. Al mismo tiempo se crea en 1951 en
Brasil el Consejo Nacional de Investigación (Conselho Nacional de Pesquisa) que
comenzó las investigaciones en materia nuclear en dicho país, en conjunto con la
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compra en 1953 a Alemania de dos ultra-centrifugadoras para el enriquecimiento de
uranio.
La cuestión nuclear posee una relevancia propia, ya que la desconfianza y
competencia entre Argentina y Brasil
“comenzó a agravarse desde el momento en que, tanto la Argentina como el Brasil,
comenzaron a desarrollar sus respectivos programas de energía nuclear. Sobre todo,
después de que ninguno de los dos ratificara el “Tratado de Tlatelolco para la
Proscripción de Armas Nucleares en América Latina”, en 1967, ni el “Tratado de no
Proliferación de la OIEA”, en 1968. Esto no solo incrementó la sensación de
desconfianza mutua, sino además la de las principales potencias mundiales hacia
ambos países, por temor al riesgo de proliferación de armamentos nucleares.
(MILANESE, 2005. p. 5)
Sin embargo y sin dejar de lado la competencia en materia nuclear que
atravesará toda la relación entre Argentina y Brasil hasta la firma de los acuerdos de
cooperación nuclear en la década del ochenta, a principios de los años sesenta
confluyeron al poder en ambos países gobiernos liberales con la visión de que las
rivalidades bilaterales eran cosa del pasado. De esta manera los días 21, 22 y 23 de
abril de 1961, los presidentes Jânio Quadros y Arturo Frondizi se reunieron en
Uruguaiana firmando un acuerdo cultural, dos declaraciones (económica y política) y
un Convenio de Amistad y Consulta Internacional, siendo este el punto cúlmine de
este breve periodo de aproximación entre ambos países (CERVO, BUENO, 2008. p.
322). Esta relación continuó, firmando los Presidentes una declaración conjunta en
septiembre de 1961, intercambiando viajes de cancilleres en noviembre, reafirmando
y ampliando las declaraciones y convenios conjuntos y la protección de la
democracia. En relación a este periodo de entendimiento Cervo y Bueno indican que
“Tanto San Tiago Dantas [Canciller de Brasil] como el canciller de [anterior
presidente de Brasil] JK creían que el periodo de rivalidad entre ambos países ya
estaba superado” (CERVO, BUENO, 2008. p. 331). El golpe militar argentino en
1962 junto con el golpe militar brasileño de 1964 dio rápidamente por terminado ese
periodo de amistad y entendimiento. Esta época y estos acontecimientos son un
fuerte indicador de la importancia que tiene el factor de la consolidación de la
democracia para el buen relacionamiento bilateral entre ambos países.
A pesar de los avances dados hacia la concordia por los gobiernos liberales
mencionados, a partir de la segunda mitad de la década del sesenta, con dictaduras
militares en ambos países, las relaciones comenzaron a transitar por un camino de
divergencia que las llevo a alcanzar uno de sus peores momentos en materia de
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relacionamiento bilateral. En el periodo comprendido entre 1964 y 1983 “el temor de
Brasil y Argentina era de que uno u otro pudiese tornarse en potencia regional,
sustentando una impresión mutua de amenaza potencial” (WINAND, 2006. p. 10).
Con golpes militares y el predominio de las doctrinas de seguridad nacional bajo
visión y mando militar, las políticas exteriores de ambos países volvieron a girar
fuertemente ante la amenaza del país vecino con una intensidad que algunos
autores equiparan a aquella existente a fines del siglo XIX.12
Es resaltable que cuando en 1966 el General Onganía toma el poder en
Argentina “…instaura una política semejante a la de los militares brasileros:
alineamiento con Estados Unidos y política de fronteras ideológicas” (WINAND,
2006. p. 29), haciendo que Argentina y Brasil estuvieran unidos por concepciones y
objetivos comunes (la lucha contra el comunismo). Brevemente esta etapa “…se
caracterizó por la ausencia de sospechas en cuanto a las intenciones de hegemonía
regional del Brasil, posibilitando la armonía y el diálogo entre Argentina y Brasil, con
Onganía defendiendo la brasilerización de Argentina” (VIZENTINI. En: WINAND,
2006. p. 29). Señalamos brevemente ya que en 1967 con la asunción del Mariscal
Da Costa e Silva, en Brasil se potenció el nacionalismo y la consiguiente necesidad
de custodia de sus fronteras, a la par de un objetivo de convertirse en una potencia
regional (WINAND, 2006. p. 29). Ante dicha política en Argentina predominó un
“temor al “expansionismo brasileño” y al aislamiento de la Cuenca del Plata” que
llevó a los consiguientes gobiernos argentinos a “procurar un acercamiento hacia el
pacífico desde una matriz geopolítica que compartieron civiles y militares” (WINAND,
2006. p. 38). Este hecho tuvo su punto cúlmine en 1973 cuando el presidente
chileno Salvado Allende asistió al acto de asunción del presidente argentino Héctor
Cámpora.
En el marco de la coincidencia dada entre los gobiernos militares, y bajo la
influencia directa de la Guerra Fría, en 1967, los presidentes militares de ambos
países, ante lo que identificaban como enemigos internos anunciaron
12
Esta es la época del llamado “milagro brasileño”, expresión que señala el fuerte crecimiento
económico experimentado por el Brasil, especialmente entre 1970 y 1973 años en los que
experimentó una tasa de crecimiento anual del 10%. Ante este hecho políticos argentinos
comenzaron a inquietarse ante la amenaza de un posible imperialismo brasileño fruto de dicha
expansión económica; mientras que por su parte, desde Brasil se continuaba visualizando a la
Argentina como una amenaza, debido a los supuestos planes de reconstitución por medio de
alianzas, del antiguo Virreinato del Río de la Plata (PARADISO, 2006. p. 198).
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“…una posición común en lo relativo a la necesidad de armonizar las medidas
destinadas a prever, contener y reprimir las actividades subversivas (...)
manifestándose también la necesidad de unir a los ejércitos para sostener la
soberanía ante la agresión externa donde sea que esta se manifieste para (...)
enfrentar la expansión de la revolución comunista en la región” (LLAIRÓ, 2004. p.
106).
Esta posición común tuvo su corolario en la década del 70 en lo que es
conocido como el Plan Cóndor. Este fue un plan de coordinación, bajo
asesoramiento y dirección de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA)
y los servicios de inteligencia de las dictaduras militares que en ese momento
gobernaban en América del Sur, especialmente en el cono sur del continente., por
medio del cual se asesinaron, detuvieron y desaparecieron miembros sospechados
de la oposición política de cada país. Dicho Plan tuvo especial relevancia en relación
a los exiliados políticos de un país en otro, y la coordinación entre las Fuerzas
Armadas para su detención o asesinato.
Por otro lado, un punto que merece especial atención y un desarrollo
particular en la relación bilateral, debido a que la marcó entre 1969 y 1979 fue el
conflicto en torno a la represa de Itaipú. Luego de la firma del Tratado de la Cuenca
del Plata en 196913, comenzaron a surgir problemas en relación al manejo de los
recursos hídricos de la Cuenca, en relación a la construcción de la represa de Itaipú.
Durante la década del sesenta, los gobiernos de Brasil y Paraguay
mantuvieron negociaciones en relación a la construcción de la represa que
confluyeron en 1973 en la firma del Tratado de Itaipú sobre el aprovechamiento
hidroeléctrico del río Paraná por parte de ambos países. Ante este tratado Argentina
protestó debido
a que
consideraba
que
violaba los
acuerdos
sobre
el
aprovechamiento de los ríos comunes. Principalmente la diplomacia argentina se
orientó hacia la llamada “diplomacia del kilowat”, enmarcada en que Argentina
poseía el mismo ciclo eléctrico que Paraguay, mientras que el de Brasil era diferente.
En la negociación por la construcción de la represa, Paraguay había acordado con
Brasil cambiar su ciclo eléctrico de forma de poder construir la represa y que esta
sea viable para el Brasil. Argentina, oponiéndose al Brasil comenzó una serie de
fuertes negociaciones con Paraguay para que este no cambiara su ciclo eléctrico.
13
Firmado por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, el objetivo principal del tratado era la
integración de la cuenca del plata a través esfuerzos mancomunados con el objetivo de promover su
desarrollo armónico e integración física.
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Sin embargo está discusión técnica se enmarcaba en la competencia geopolítica
entre
Argentina
y
Brasil
(CISNEROS;
ESCUDE,
2003.
Disponible
en:
http://www.argentina-rree.com/14/14-036.htm. Acceso: 18/10/09).
“El proceso de negociación en torno a la construcción de las represas en el alto
Paraná (…) tiene mucha importancia para la Argentina. La cooperación era impulsada
por el común empeño en aprovechar los recursos energéticos de soberanía
compartida y el conflicto radicaba en la incompatibilidad objetiva entre los diferentes
proyectos, y en la discrepancia sobre los eventuales perjuicios que pudieran acarrear
para otros proyectos, además había una tradicional rivalidad entre la Argentina y el
Brasil por la hegemonía en la Cuenca del Plata. (…) [Durante el conflicto] …la
posición argentina fue defensiva, sustentada por la creencia de muchos influyentes
geopolíticos de que las grandes inversiones brasileñas en materia de hidroenergía
formaban parte de una estrategia de “expansión” nacional hacia el sur. Por eso la
actitud argentina estuvo muy dominada por la idea del uso potencial que el Brasil
podría hacer de las represas como parte de una ofensiva expansionista contra
Argentina”. (DIETER NOHLEN, 1983. p. 171)
Esta disputa entre Argentina y Brasil se reflejó en foros multilaterales ante los
cuales ambos países manifestaron sus posiciones discordantes. En 1973 Argentina
logro apoyo internacional durante la Cuarta Conferencia de Países No Alineados y
en el pleno de la Asamblea General de la ONU.
En 1976 se comenzaron a realizar reuniones tripartitas de cancilleres entre
Argentina, Brasil y Paraguay con el objetivo de compatibilizar los proyectos de
Corpus e Itaipú (CISNEROS; ESCUDE, 2003. Disponible en: http://www.argentinarree.com/14/14-056.htm. Acceso: 18/10/09). Con fuertes trabas y amenazas
cruzadas entre Argentina y Brasil,14 finalmente en 1979 se logró un firmar el Acuerdo
Multilateral sobre Corpus-Itaipú que dio por finalizado el último conflicto de carácter
abierto que enfrentó a Argentina y Brasil (MATHIAS, MEI, 2004. p. 140).
Destacamos que el conflicto por Itaipú siempre fue manejado por vías
diplomáticas, bajo un marco en el que ambos países se percibían como potencial
enemigo uno del otro sin desarrollar mayores planes estratégico-militares15. Una
visión que explica el porqué dicho conflicto no escaló en su gravedad señala que
14
En junio de 1977, el Canciller brasileño sostuvo que no pensaba consultar al gobierno argentino en
lo referente a la represa de Itaipú. Al mes siguiente el Canciller señaló un posible cierre de las
fronteras brasileñas al transporte argentino. Por su parte, la Cancillería argentina respondió
amenazando con denunciar el tratado de libre navegación sobre el Río de la Plata firmado entre la
Confederación Argentina y Brasil en 1857, factor que, según el diario argentino La Opinión y los
diarios brasileños Jornal do Brasil y O Estado de Sao Paulo, forzó a Itamaraty a aceptar la propuesta
argentina de iniciar las negociaciones tripartitas hacia principios de agosto de 1977. (CISNEROS,
ESCUDE, 2003. Disponible en: http://www.argentina-rree.com/14/14-036.htm. Acceso: 18/10/09).
15
El planeamiento estratégico de la Argentina en caso de atacar al Brasil comprendía una invación
del territorio de Rio Grande do Sul. El planeamiento militar nunca visualizó una guerra completa con
el Brasil, limitándose a territorio brasileño fronterizo con Argentina, junto con un despliegue anfibio
para continuar la batalla. Entrevistas realizadas a Juan Carlos Melián (10/0/2009) a Horacio
Jaunarena (15/07/2009).
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existía una “... necesidad brasileña de no crear problemas adicionales con Argentina
ya que eso estrecharía aún más sus posibilidades de acción en el continente”
(LLAIRÓ, 2004. p. 115), a donde intentaba fuertemente romper los prejuicios
históricos existentes sobre el supuesto imperialismo o sub-imperialismo brasileño.
Por otra parte volviendo nuevamente la mirada a la cuestión nuclear, a partir
de 1970, bajo la presidencia del General Medici, Brasil inició una política de
acuerdos y alianzas en América del Sur, firmando acuerdos con Bolivia, Uruguay,
Paraguay y aproximándose a Chile, lo que llevó a Brasil a “rechazar una propuesta
argentina de cooperación nuclear en 1975, considerada de poco interés tras el
acuerdo nuclear con Alemania” (CERVO, BUENO, 2008. p. 419). Llairó indica que
“en función de la política expansiva implementada por Brasil en América Latina, la
rivalidad por la Cuenca del Plata se agudizó aún más” ya que “el equilibrio de poder
entre ambos países, especialmente en el ámbito continental, favoreció a Brasil...”
siendo que “al contrario de este, Argentina perdió posiciones” (LLAIRÓ, 2004. pp.
112, 113).
A la época, el Presidente argentino de facto, Agustín Lanusse visito el Brasil
en 1972, pero su visita no logró cambiar el tenso clima existente entre los dos países
(CISNEROS, ESCUDE, 2003. Disponible: http://www.argentina-rree.com/14/14036.htm. Acceso: 18/10/09). Los presidentes Lanusse y Médici firmaron en Brasilia
una declaración conjunta, cuyos puntos más salientes fueron: a) el rechazo de la
división del mundo en esferas de influencia; b) el compromiso mutuo de sujeción a
una serie de principios, tales como el ejercicio efectivo de la democracia
representativa, la condena a las modalidades de violencia, la adhesión a las
declaraciones de Montevideo y de Lima sobre derecho del mar; c) el compromiso de
cooperación en el aprovechamiento de los recursos naturales; d) el propósito común
de llevar adelante el programa multilateral de la Cuenca del Plata; y e) la
intensificación de la cooperación en todos los campos.
Durante los años siguientes “…la Argentina se esforzó mucho por mejorar sus
relaciones con el Brasil y fue principalmente por su iniciativa que se realizaron
entrevistas presidenciales y se firmaron numerosos convenios de cooperación entre
ambos países” (DIETER NOHLEN, 1983. p. 172). Fruto de uno de dichos acuerdos
es que en 1978 comenzó a realizarse el ejercicio conjunto naval FRATERNO, el cual
se realiza desde dicho año de forma anual alternadamente en aguas de argentinas y
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brasileñas.16
Esto a la luz de la creciente tensión que enfrentaba a la Argentina con Chile y
que llevo a que en 1979 ambos países desplegaran sus tropas y estuvieran a solo
horas de iniciar una guerra. Ante dicho frente de conflicto Argentina procuró
distender su relación con Brasil, del mismo modo que lo hizo durante el fin del siglo
XIX, con el objetivo de cerrar un posible frente de conflicto y también de bloquear
una posible alianza entre Chile y Brasil que lo dejaría en una posición comprometida
estratégicamente. Esta lógica de aproximamiento solo se modificaría a partir de la
década del noventa cuando los modelos de cooperación dejan de ser excluyentes
para dar paso a políticas inclusivas a nivel regional.
En 1980 tras la resolución del conflicto por Itaipú, Videla, Presidente de facto
argentino, visito el Brasil, visita retribuida en ese mismo año por su par brasileño a
Buenos Aires. En su visita, Videla pronunció un discurso más cercano a la Guerra
Fría que a la détente, con el acento en acciones conjuntas destinadas a
“contrarrestar el ataque marxista”. De esta manera, la delegación argentina buscó en
su visita a Brasil réditos políticos que legitimasen a la dictadura internamente y,
externamente que le permitiesen la unificación de criterios respecto de problemas de
seguridad. Por su vez, el dictador brasileño Figueiredo estaba más interesado en la
cooperación económica bilateral (CISNEROS, ESCUDE, 2003. Disponible en:
http://www.argentina-rree.com/14/14-056.htm. Acceso: 18/10/08). Al año siguiente,
tuvo lugar el encuentro entre los presidentes de facto Viola y Figueiredo en la
localidad de Paso de los Libres. Ambos mandatarios elaboraron una declaración
conjunta, que, como en el anterior encuentro cumbre Videla-Figueiredo, del lado
argentino las preocupaciones de tono estratégico-geopolítico primaron sobre las
económicas (CISNEROS, ESCUDE, 2003. Disponible en: http://www.argentinarree.com/14/14-056.htm. Acceso: 18/10/08).
Es en dicho marco de acercamiento bilateral que en la visita presidencial de
Figueiredo a Buenos Aires el 17 de mayo de 1980 ambos países firman el “Acuerdo
de Cooperación entre el gobierno de la República Argentina y el gobierno de la
República Federativa del Brasil para el desarrollo y la aplicación de los usos
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El hecho de que la primera actividad conjunta realizada entre las Fuerzas Armadas de Argentina y
Brasil haya sido en materia naval posee un alto simbolismo histórico debido a que como pudimos
apreciar las principales tensiones históricas entre ambos países fueron por el temor a los rearmes
navales a principios del siglo XX.
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pacíficos de la energía nuclear”. El eje central de dicho acuerdo
“…fue la necesidad de cooperar en un área identificada por un interés mutuo, que
permitiera a ambos Estados comenzar a construir un proceso de consolidación de la
confianza recíproca, además de dar una respuesta (aunque mínima) a la presión
internacional por la no proliferación, ya que la negativa a firmar el “Tratado de no
Proliferación” los había dejado en una e incómoda situación, que dificultaba el
desarrollo de los programas nacionales”. (MILANESE, 2005. p. 7)
Sin embargo, bajo los regímenes militares que gobernaban ambos países
“…las expectativas de cooperación se diluyeron rápidamente por la imposibilidad de
romper el aislamiento que marcaba a los programas nucleares de cada uno”
(MILANESE, 2005. p. 8). En el mes de noviembre de 1983, semanas antes del
retorno a la democracia en la Argentina por medio de la asunción de Raúl Alfonsín,
el gobierno de facto argentino anunciaba de manera sorpresiva y unilateral que la
Argentina había alcanzado el ciclo nuclear completo (a través del enriquecimiento de
uranio natural en la planta de separación isotópica de Pilcaniyeu), lo cual generó
“una gran conmoción entre las autoridades brasileñas, haciendo retroceder, aun
más, el escaso nivel de confianza hasta ese momento alcanzado por ambos países”
(MILANESE, 2005. p. 9).
Finalizando el presente capítulo desarrollaremos la relación bilateral entre Brasil y
Argentina en el marco de la Guerra de Malvinas en 1982. El primer punto a
considerar en este tema es que la breve preparación estratégica desarrollada en la
Argentina para el desembarco e Malvinas del 2 de abril de 1982, se desarrolló sin
pensar en Brasil (FLEMES, 2005. P. 43), con lo que se interpreta que para dicha
época Brasil ya había dejado de ser considerado como una posible hipótesis de
conflicto por parte de Argentina (FLEMES, 2005. P. 43).
Durante la Guerra Brasil sustentó su posición en una nota que la Cancillería
de Brasil había emitido en 1833 en apoyo al reclamo argentino sobre las islas. Bajo
dicha posición
“…la Cancillería brasileña intentó jugar un rol de mediación entre Buenos Aires y
Londres. Así, aunque Itamaraty no se alineó con la posición argentina durante la
guerra, tampoco respaldó las sanciones económicas adoptadas por los gobiernos de
Gran Bretaña en conjunción con los países de la Comunidad Económica Europea y
con Estados Unidos contra el régimen militar argentino.” (CISNEROS, ESCUDE,
2003. Disponible en: http://www.argentina-rree.com/14/14-056.htm.
Acceso: 18/10/09)
Al respecto, Joao Clemente Baena Soares, Secretario General de Itamaraty
en aquel momento, y Ministro Interino asimismo por ausencia del Ministro, señala
como el episodio más delicado aquel en el que “…un avión inglés que aterrizó en el
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Galeao armado. Los ingleses pedían que se los entregaran y Argentina que lo
confiscasen, finalmente se lo desarmó y volvió a Inglaterra con el compromiso de no
usarlo en Malvinas” (BAENA SOARES, 2006. p. 54).
Durante la guerra y tras el fin de la misma un hecho de gran importancia fue
que por acuerdo con el gobierno argentino la Embajada del Brasil en Gran Bretaña
quedó a cargo de los asuntos argentinos en dicho país. Asimismo, en agosto de
1982, los cancilleres de ambos países suscribieron en Buenos Aires un comunicado
conjunto, donde el gobierno brasileño destacaba su reconocimiento de los derechos
de soberanía de la República Argentina sobre las Malvinas.
Tras la guerra, en un marco de distención, los presidentes Bignone y
Figueiredo inauguraron en enero de 1983 conjuntamente las obras del puente
internacional Foz de Iguazú-Puerto Iguazú, que tendía la segunda vía de
comunicación terrestre existente entre ambos países. Tres meses después la Fuerza
Aérea argentina le compró, por primera vez en la historia, al Brasil doce aviones lo
que destacó “la importancia de Brasil como proveedor de armas en el proceso de
reestructuración militar post-guerra de Malvinas”. (CISNEROS, ESCUDE, 2003.
Disponible en: http://www.argentina-rree.com/14/14-056.htm. Acceso: 18/10/09)
Señalamos como párrafo final que tras cuatro décadas de tenues
acercamientos, fuertes periodos de tensión diplomática, golpes militares, el contexto
internacional de la Guerra Fría y la continua puja por el ejercicio del liderazgo
regional, la etapa final de los regímenes autoritarios se caracteriza por la ocurrencia
de cuatro hechos que crearon un marco de distención para la relación bilateral
cooperativa que se desarrollaría a partir del retorno de la democracia a ambos
países: La firma del Acuerdo Tripartito entre Brasil, Paraguay y Argentina
solucionando la cuestión de Itaipú en 1979; la firma del primer acuerdo de
entendimiento nuclear en 1980; el inicio en 1978 de los ejercicios navales
combinados FRATERNO; el apoyo dado por el Brasil a la Argentina en relación a la
cuestión de Malvinas. Estos cuatro hechos sentaron las bases para una distensión
en las percepciones de un país hacia otro, otorgando un marco que con la asunción
de los gobiernos civiles en 1983 (Argentina) y 1985 (Brasil) derivó en el inicio de la
actual etapa de cooperación en las políticas bilaterales entre Argentina y Brasil.
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Conclusión sobre la historia de las relaciones bilaterales entre la
Argentina y Brasil hasta 1983
En este capítulo hemos desarrollado la historia de las relaciones bilaterales
entre Argentina y Brasil desde sus inicios como países hasta 1983. En el periodo
descripto se gestaron las percepciones que posteriormente tuvieron que ser
revertidas gradualmente: la visión del Brasil como un país por naturaleza
expansionista y de netas tendencias hacia la hegemonía regional con acuerdo de los
Estados Unidos; y la visión de la Argentina como un país con sentimientos de
superioridad ante sus vecinos y destinado a ejercer el liderazgo regional recreando
bajo su comando el extinto Virreinato del Río de la Plata.
Lo que en realidad atravesó la relación bilateral durante el periodo estudiado
fue una puja constante de poder entre los dos principales países de de América del
Sur, ambos con el objetivo de predominar sobre su vecinos de menor tamaño, con
divergencias en cuanto a la relación a mantener con los Estados Unidos. En este
sentido la Argentina obtuvo una predominancia durante fines del siglo XIX y
principios del XX, momento a partir del cual Brasil comenzó a acrecentar su poder y
obtener la predominancia que se manifiesta hasta la actualidad.
Asimismo, se destaca la influencia del pensamiento nacionalista y militar
como factor gravitante al momento de acrecentar la percepción de amenaza y
enemigo entre uno y otro país, mientras que durante la vigencia de los gobiernos
democráticos se produjeron los primeros acercamientos y distenciones mutuas.
Nuestra investigación, tras lo presentado se centra en como comienza una
nueva etapa en el relacionamiento entre Argentina y Brasil a partir del retorno de la
democracia a ambos países, analizando como se lleva a cabo la mudanza de las
percepciones
mutuas,
identificando
los
principales
hitos
al
respecto
y
desarrollaremos como la Argentina ejecutó sus políticas en este campo.
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