llamamiento en apoyo a la huelga general del 29-s

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LLAMAMIENTO EN APOYO A LA HUELGA GENERAL DEL 29-S
El Gobierno, en contradicción con sus promesas electorales y sus
declaraciones de no proceder a recortes de derechos sociales, ha adoptado
una serie de medidas que entendemos lesivas para los trabajadores y otros
colectivos sociales, así como para la recuperación de nuestra economía.
Somos conscientes de que nuestro país atraviesa una profunda crisis. La
percepción que tenemos es que durante demasiado tiempo se ha producido un
visible desajuste entre la gravedad de la situación y las medidas adoptadas
para enfrentarla. La responsabilidad, en este aspecto, aunque no única, recae
en el Gobierno, cuyo retraso en reaccionar ha sido grave. Tanto es así, que con
la crisis ya declarada, el Gobierno adoptó una serie de medidas fiscales
temerarias- eliminación del impuesto del Patrimonio, deducción de 400 euros y
otras- que han agravado el déficit, mermado la capacidad inversora del Estado
y su propio margen de maniobra ante la crisis. De otro lado, si bien es cierto
que la crisis financiera y sus efectos tienen dimensión internacional y origen en
los EEUU, no es menos cierto que nuestra crisis inmobiliaria y de modelo
productivo estaba pronosticada desde hace años, sin que se adoptaran
medidas enérgicas para corregir una deriva que, al final, nos ha llevado a esos
más de 4 millones de parados. Crisis inmobiliaria que tuvo su origen en
gobiernos de la derecha pero que nadie quiso o pudo atajar a tiempo.
Ha sido necesaria la presión de las instituciones de la UE y otras, ante la
puesta en cuestión de la solvencia de nuestro país por los mercados
financieros, para que se precipitaran aquí medidas drásticas- y nos tememos
que improvisadas- todas ellas, de momento, en perjuicio de los sectores
populares y, en consecuencia, desequilibradas. Al impulso de tales decisiones
se ha subordinado totalmente la reducción del paro a la reducción del déficit,
siempre desde el recorte del gasto y la inversión, sin afectar para nada a los
que más tienen y aumentando el IVA, que pagan por igual los pudientes que
las rentas modestas. Déficit que, sin duda, hay que combatir pero sin sacrificar
la recuperación de la economía y, sobre todo, de manera equitativa. El
problema de España no es que se gasta demasiado sino que se recauda
demasiado poco, pues tenemos una presión fiscal 7 puntos por debajo de la
media europea y 11 con relación a los países más avanzados. Si sacrificamos
la inversión y el consumo corremos el riesgo de estar años sin crecer lo
suficiente y la situación de desempleo se agravará aún más. No podemos
olvidar que la peor situación es aquella en que se realizan drásticos ajustes
fiscales al tiempo que no llega el crédito del sistema financiero. En este sentido,
sorprende el que un Gobierno como el actual haya decidido hacer este tipo de
ajuste porque, en nuestra opinión, hay otras opciones menos traumáticas frente
a la crisis y, desde luego, más equitativas.
Dicho lo anterior, es preciso destacar que las medidas tomadas tanto en
España como en los demás países de la UE se inscribirían en una lógica que,
de no combatirse, conducirían a la idea de que para competir en los mercados
globales Europa tiene que recortar su Estado de Bienestar. Tal idea no es
nueva y se presenta con fuerza cada vez que hay una crisis económica,
cuando se pretende presentar como criterios de la ciencia económica lo que no
es más que vieja ideología conservadora de sobrada insolvencia. Lo peligroso
de un periodo como el actual es que en él concurren la hegemonía política de
la derecha en casi toda Europa y la falta de un proyecto claro de la izquierda, lo
que hace temer que esta vez los recortes pueden ser, si no lo evitamos,
además de profundos de difícil arreglo. Y especialmente delicado en el caso de
España donde contamos con una derecha que no sólo no ha hecho nada para
salir de la crisis sino que acentuaría el carácter anti-social de las medidas.
Sabemos que, precisamente para salvar el estado del Bienestar, es necesario
introducirle reformas. En Europa y en España hay que aumentar la
productividad, reformar la empresa, modernizar el aparato productivo. Pero
todo esto no se hará en contra de los que tienen que aplicar las reformas,
¿alguien cree que se puede aumentar la productividad de una economía
basada en la innovación, reduciendo salarios y recortando derechos sociales?.
Queremos llamar la atención de que además de ser radicalmente injusto que la
crisis la paguen los que no han tenido ninguna responsabilidad en ella,
mientras que aquellos que la han tenido toda solo reciben ayudas y
subvenciones, es absurdo pretender mantener el modelo social europeo sin
una fiscalidad suficiente que grave a las rentas, beneficios y capitales más
altos. Las gravosas deudas de hoy son las insuficiencias fiscales de ayer.
Siguiendo en el campo de las reformas ahí está, como ejemplo, lo que se ha
venido haciendo desde mediados de los años 90 con la puesta en marcha del
Pacto de Toledo sobre las pensiones, que era un ejemplo de sensatez. Lo
rechazable ahora, es que se tomen unilateralmente medidas desproporcionadas y que se rompan marcos de diálogo y participación de los agentes
sociales, como ha ocurrido con una decisión tan torpe políticamente como
injusta socialmente, esto es, la congelación de las pensiones para el 2011.
Congelación que no contribuye para nada a reducir el déficit, cuenta con la
oposición de la mayoría del Parlamento y deja en manos de la derecha una
baza importante.
Respecto de la reforma laboral, tras la experiencia de más de sesenta
modificaciones del Estatuto de los Trabajadores, algunas tan profundas como
las de 1984, 1994 y 2002, su virtualidad ha sido y será prácticamente nula para
la generación de empleo pues, de entrada, facilita y abarata los despidos,
aumenta el poder de disposición de las empresas sobre la mano de obra,
debilita a los sindicatos y hace retroceder el papel del Estado en su función de
tutelar las condiciones de vida y de trabajo. El mercado de trabajo es
consecuencia del modelo productivo y no al revés. Mientras éste no cambie
aquel no se estabilizará.
No es casual que, en este contexto se haya recrudecido, en abundantes
plataformas de opinión, la campaña de desprestigio de los sindicatos. Al fin y al
cabo son la principal fuerza social que, a pesar de todo, sigue teniendo
capacidad para oponerse a estas medidas tan desequilibradas. Sobre los
sindicatos recae, a fin de cuentas, buena parte de la responsabilidad de
mejorar el modelo social europeo y contribuir a equilibrar la política que emana
de las instituciones de la UE. Convendría que las fuerzas progresistas no
olvidaran que sólo desde la movilización social a nivel europeo la izquierda
retomara el pulso y la capacidad de llevar adelante un proyecto más justo
socialmente y económicamente más eficaz. No nos estamos jugando un ajuste
para paliar el endeudamiento de un país sino evitar un retroceso histórico de
conquistas y derechos de los ciudadanos europeos. No se trata de permanecer
estáticos sino de reformar para mejorar y salir de la crisis.
Desde la conciencia de que esto es así, en la convicción de que puede
corregirse tal deriva y con la experiencia de que para conseguirlo es necesaria
la movilización social, quienes suscribimos este documento - personas que
asumimos, en su día, responsabilidades en la lucha de las CCOO y UGT
durante la dictadura franquista, en el tránsito pacífico a la democracia y en el
devenir del movimiento sindical durante el periodo democrático- hacemos un
llamamiento a trabajadores y ciudadanos para que participen en las
movilizaciones acordadas en unidad por los sindicatos y en la huelga
general del día 29 de septiembre. Acción que persigue el objetivo de hacer
rectificar la política económica del Gobierno, lesiva para los derechos de los
trabajadores, haciéndola coincidir con la jornada de movilizaciones a escala
europea convocada por los sindicatos de la CES, pues es en ese espacio,
donde se libra la gran tarea de salir de la crisis y mejorar el estado del
bienestar. Nos jugamos todos mucho.
Madrid, septiembre de 2010
Por UGT
Por CCOO
Nicolás Redondo
Julián Ariza
Antón Saracíbar
Nicolás Sartorius
José María Zufiaur
José Luis López Bulla
José María Romero
Eduardo Saborido
Miguel Ángel Ordóñez
Rafael Pillado
Suso Mosquera
Tomás Tueros
Carlos Trevilla
Antonio Montalbán
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