10.01.10 Doce años de ART Dos décadas sin competencia Los corredores cuentan cómo llegar a la meta Vitamina C se entrega gratuitamente con el diario Crítica de la Argentina del 10 de enero de 2010. Prohibida su venta por separado. 10.01.10 Dato snob El Simple Diary es a los diarios íntimos como la Moleskine a las libretas: Querido Diario la versión más cool que buscador se pueda conseguir. Viene con cuestionarios y multiple choice para contar lo esencial de la vida propia ¿ en dos líneas. Cómo se escribe un diario íntimo ahora que todo se puede contar con 140 caracteres en Twitter? ¿Ahora que uno informa públicamente cada uno de sus cambios de ánimo, cada una de sus acciones, en su Facebook, sus "estados" del Messenger y el Gmail? ¿Qué queda de esencial, que pueda ser escrito, contado, con tinta sobre papel? Philipp Keel -artista plástico y autor de una serie de best sellers que arrancó con el libro Todo sobre mí- se hizo la misma pregunta y creó la respuesta: su Simple Diary fue todo un éxito y se asoma en las carteras y en las mesas de luz de algunas celebridades. El Keel´s Simple Diary -que edita Taschen en seis colores y va camino de ser a los diarios íntimos lo que las Moleskine a las libretas (la versión a la vez más clásica y trendy que se conoce de un block de hojas). Aún no existe una versión en español, pero los viajeros la pueden comprar en Europa o los Estados Unidos a 15 dólares o su equivalente en euros, y Amazon lo está vendiendo a diez y monedas. ¿En qué consiste este diario simple? Basado en la idea de que no todos los días hay algo para contar, de que la gente no tiene tiempo para escribir y de que no siempre se cuenta lo esencial -sumado a que la mayoría de las veces los usuarios de diarios íntimos sienten vergüenza de lo que han escrito y no lo cuentan- Keel inventó una serie de divertimentos, gráficos y multiple-choice que llenan las páginas de esta primera edición de un best seller del que, adelanta el artista, habrá otros. Entonces, el usuario puede hacer un gráfico en el que califica su vida de 1 a 10 por décadas para luego observar, según la curva que se forma sobre el recuadro milimetrado, cómo le han ido las cosas. O puede contestar a la pregunta "¿cómo fue tu día?" con opciones tales como: un buen consejo/ una mala idea/viceversa o sensual/ inconsciente/sentado en el banquillo. O llenar el múltiple choice sobre "lo que necesitarías ahora": reflexología/ apetito/menos actividad telefónica/ jugar a los dardos/una estrategia mejor/mejillas rosadas/una aspirina/ una carta de Fellini/pimienta. A casi todos estos cuestionarios les siguen propuestas para llenar en dos líneas, que expliquen el por qué de las respuestas, o para consignar lo que uno encuentra "muy hermoso" o "muy feo". O espacios para optar por una expresión de deseos: "Mandame una señal/mandame una postal"; "dame algo de dinero/dame algo de amor"; "por favor callate/por favor hablame". Y finalmente, una serie de reflexiones del autor, intercaladas en rojo, a modo de consejos de autoayuda: "El lugar al que llegás, es el comienzo", "perdé a los ganadores" o "considera tus deseos como realidades". El creador de este diario del que se hicieron fans Cameron Díaz, Steven Spielberg y Dustin Hoffman, entre otras celebridades, nació en Suiza, hijo de una pintora, Anna, y del fundador de la casa editora Diogenes Verlag, Daniel Keel. La escritora Patricia Highsmith y el director de cine Federico Fellini son algunas de las visitas que solía recibir la casa. En ese clima, no es extraño que quisiera ser artista. Empezó con dibujos y caricaturas, luego experimentó con fotografía y collages. Estudió música en el Berklee College de Boston, a los 21 años fundó su propia agencia de publicidad y -entre otras actividades- filmó un docu-drama yéndose a vivir al lugar más pobre de los Estados Unidos, que resultó ser una reserva de Sioux en el sur de Dakota. Su libro Todo sobre mí no es otra cosa que un extenso cuestionario de 25 capítulos, fundado en la idea de que solo las celebridades tienen el privilegio de hablar sobre sí mismas. Con este y otros libros de la misma serie que le siguieron llegó a los tres millones de copias en varios idiomas. El Simple Diary es el libro-objeto que tenía que seguirle. ¿Para qué sirve llevar un diario así? Keel explica que no es tan fácil llegar a lo más simple: "A mí me ayudó a darme una estructura, y un camino para apagar tanto ruido y escuchar sólo lo que realmente estoy pensando". De paso, inventó un nuevo objeto de culto. 2/ vitamina c Sisters Solnicki Interiorismos en la calle S i a alguien le deben agradecer las mujeres de hoy poder mostrar los breteles del corpiño por la calle sin que nadie se escandalice es a Madonna. Fue la reina del pop, en los ‘80, quien definitivamente transformó a los interiores de raso o satén con encajes en prendas para la vida cotidiana; la tendencia más extendida esta temporada en Punta del Este entre aquellas mujeres que usan eso que se empieza a usar en las grandes capitales de la moda mundial. Ya en el verano de 2006, se la pudo ver a la modelo Luli Fernández en esas mismas playas uruguayas cuando estrenaba nueva compañía, Martín Barrantes (el ex de Pampita), vistiendo una babucha blanca de encaje que después todas quisieron tener. Era de la firma De La Ostia, la marca pionera en la Argentina en reutilizar los elementos de la ropa interior en prendas de uso diario. Entre las firmas que van al frente en marcar tendencia, las que no se quedan atrás son las hermanas Melina y Jessica Solnicki, que en el local de Punta del Este presentaron su nueva colección de verano 2010, una propuesta cargada de interiorismos: shorts, musculosas, enteritos largos y cortos y vestidos en gasa de seda natural, satenes plisados bordados con lentejuelas y pedrería y conjuntos de encaje que salen de la cama para usarse en fiestas y el after beach. Todo en rosa chicle, verde jade, off white, negro, grises, rosa Dior y crudo. La marca de las hermanas diseñadoras dejó de llamarse hace unos pocos meses Charlotte Solnicki -la etiqueta por la que sucumbieron primero las celebridades internacionales como Madonna, Cate Blanchett, Giselle Budchen, Lidsay Lohan, Paz Vega, Nicole Ritchie, Paris Hilton, Jennifer López, Eva Herzigova o Gwen Stefani y después las locales como Araceli González, Dolores Barreiro, Carla Peterson, Flavia Palmiero, Julieta Pradi y Nicole Neuman, entre otras-, y pasó a llamarse Sisters Solnicki, un cambio que no modificará en nada el glamour que la caracteriza. La parada obligada para buscar todas esas prendas que van de la cama a la calle es en el local de Punta del Este de Sisters Solnicki: ruta 10, kilómetro 160, Manantiales. Ana María Bovo Capa cómica L a actriz, dramaturga y escritora Ana María Bovo recorrió un largo camino para hacerse un lugar en el ámbito teatral como narradora oral y logró un inusitado éxito con un género con poca llegada al público masivo, al punto de que en algunos de sus espectáculos como Maní con chocolate, Hasta que me llames, Relatos o Humor Bovo, se hacía difícil conseguir una localidad durante meses. Lo mismo ocurrió con la apuesta Así da gusto, el último unipersonal de Bovo, estrenado en mayo de 2009 en el Maipú Club, que durante todo el año se presentó a sala llena en días y horarios poco frecuentes como los martes a la noche y los domingos a la tarde, a la hora del té. Pero ahora, la obra se reestrena en la misma sala los viernes y sábados a las 20.30 y con pequeños cambios en la historia de Olinda Petrungaro, una asistente de vestuario que lleva años viviendo entre bambalinas del Maipo; una mujer con calle, pero no de cualquier calle sino la de las luces de neón, los carteles y teatros que albergan artistas, plumas y escándalos. En Así da gusto, Petrungaro sale del detrás de escena y se sube al escenario para contar todo, mientras que Bovo con este personaje rinde un homenaje cargado de humor a la comicidad femenina de grandes cómicas argentinas como Sofía Bozán, Nélida Roca, Tita Merello, Lola Membrives, Pepita Muñoz y Nélida Lobato, entre otras; esas actrices que desafiaron los casilleros que estaban reservados en el cine a la mujeres, que por ese entonces o eran vedettes o amas de casa. Muestra un gigante llamado bertani Gente como uno S u hiperrealismo, la perfección de las formas y la maestría en el uso del aerógrafo se pueden apreciar en detalle en la muestra de gigantografías que el artista plástico Ernesto Bertani montó a mediados de diciembre en el Centro Cultural Recoleta y que se mantendrá hasta el 21 de febrero. La exposición incluye 15 mega pinturas de hasta 8.50 metros de largo y siete metros de alto, que permiten tener una visión renovada de este artista de 61 años reconocido por su trabajo en aerógrafo sobre géneros y tapizados en los que despliega su visión irónica y humorística sobre el hombre y la mujer porteños, la cultura urbana, la vestimenta en la grandes urbes, el ser nacional, todo cargado de una intensa sensualidad. A la muestra ya asistieron más de 30 mil personas y el jueves 14, a las 19, el pintor dará una charla gratuita en la que compartirá con el público un recorrido por su obra y su forma de trabajo. Bertani en el Centro Cultural Recoleta, sala Cronopios (Junín 1930), hasta el 21 de febrero. Horarios: de lunes a viernes de 14 a 21. Sábados, domingos y feriados de 10 a 21. La esencia de la murga E n la historia musical del Uruguay, la Falta y Resto tiene su capítulo propio como la murga más tradicional y emblemática. Creada y dirigida por Raúl “Tinta Brava” Castro en 1980, logró trascender con su canto de resistencia hacia la dictadura, convirtiéndose en la primera murga politizada con sus letras contestatarias. Pero la Falta y Resto también le dio un impulso al movimiento murguero en el Río De La Plata y abrió un espacio para el surgimiento y desarrollo de nuevos grupos. Después de subirse a más de 6.000 tablados y ganarse el fervor del público argentino, la Falta y Resto vuelve a Buenos Aires una vez más, como todos los años y en esta oportunidad con un espectáculo nuevo: El Cuplé, un show que propone al público internarse junto a la formación en el proceso de creación de justamente un cuplé, que no es otra cosa que la esencia misma de la murga, en definitiva, la representación irónica de diferentes aspectos de la actualidad. El cuplé de la Falta y Resto se presentará el viernes 22 y 29 y sábados 23 y 30 de enero, 23.30 en la Trastienda Club (Balcarce 460). Entradas desde $40 por Ticketek. Bar Dios salve a la reina D esde que se inauguró, hace un mes, el bar palermitano Reina Mora, existe algo distinto en Buenos Aires para aquellos paladares dispuestos a descubrir sabores poco explorados. La propuesta, dispuesta por la jefa de barra, Paula Luz Fariño -27 años, ex Thames 878- es la de jugar con el picante en la bebida, como por ejemplo, unas gotitas de tabasco en el Bloody Mary, que le dan otra personalidad a los típicos tragos frutales que tan bien vienen en esta calurosa época del año. La idea es ofrecer tragos con frutas de estación a la hora del vermouth para que todo sea más fresco, según dice Edward Pietron, el barman que aporta su experiencia ganada en Nueva York, quien explica además, que las bebidas que propone Reina Mora tienen una gran influencia de sabores de países del sudeste asiático como Vietnam, Tailandia o Malasia, donde se juega con la combinación de sabores dulces y picantes. Dentro de la carta hay también varias syrup con distintos tipos de pimientos, como el trago de la casa, La Reina Mora, que lleva un syrup de mora y picante, ron y agua tónica. Aunque el más popular entre la clientela es una caipirinha de maracayá picante, que tiene lima, cachaça, maracayá y ají picante. Un detalle: el maracayá es fresco, nada de enlatados en este bar. Los tragos van desde los $18 hasta los $25, los más complejos. Reina Mora: Cabrera 4625. Juegos Volvió el bombero loco H ordenado. Quedaba en la calle Piedras, Monserrat, y lo habitaban José y María, una pareja en sus treintitantos que no conseguía decidir nada muy serio con respecto a su futuro. Desde hacía algún tiempo habían empezado a plantearse las típicas preguntas incómodas de la mediana edad: ¿hijos? ¿boda? ¿hijos y boda? ¿nos Por estamos volviendo personas Margarita García Robayo monotemáticas? Y siempre posponían las respuestas. Era sábado a la noche y Buenos Aires entraba con paso firme en el verano. Antes, cuando hacía mucho calor, José y María solían echarse desnudos en el balconcito que miraba al contrafrente de un edificio abandonado. Tomaban cerveza, o un vino barato con mucho hielo. Ya no hacían eso, habían cambiado, estaban gordos. No era lindo ver sus carnes blandas desparramadas. La última vez que lo habían hecho José se agarró la panza con las manos y luego recorrió con la mirada las tetas estiradas de María: "Estamos envejeciendo prematuramente", dijo. María le contestó: "¿Por qué prematuramente?" Esa noche, José miraba en la tele una entrevista que le hacían a Billy Cristal en Desde el Actor Studio. María fumaba y se abanicaba con una revista vieja que tenía en la portada a Fito Páez. José odiaba a Fito Páez, le parecía un invento descabellado, le parecía un curro, le parecía un señor que escupía demasiado cada vez que cantaba. –Billy Cristal, lo mejor de Saturday Night Live– dijo María, que tenía esa manera rara de hablar, como si cada vez que abriera la boca tuviera que largar un slogan. María nunca en su vida había visto Saturday Nigth Live, José tampoco. Al mediodía habían decidido que cenarían espárragos hervidos, a pesar del clima –que daba estrictamente para cenar helado de melón–. La madre de José cultivaba espárragos en Junín y cada tanto les enviaba cantidades desmesuradas: "¡Pura vitamina A, C y E!", decía siempre, escrito a mano, en el paquete de espárragos que les enviaba la señora. Los últimos estaban por pudrirse. "Los espárragos no se pudren", le había dicho José a María cuando ella sugirió esa idea. "Los de tu madre sí", contestó ella. –James, la momia Lipton, el más imbécil de los imbéciles– decía ahora María, con un dejo poético bien berreta, pensó José: a lo Ricardo Arjona. María se refería al conductor de Desde el Actor Studio, a quien odiaba empeñosamente, como si alguna vez ese pobre señor se hubiera dirigido a ella de malos modos. A José le molestaba que María siempre hiciera el mismo comentario: lo hacía cada vez que veía a James Lipton, aunque fuese en una propaganda, en un cartel en la calle, en el recuerdo. Por el balconcito entró el ruido de una bocina y luego se escucharon aplausos y risas en respuesta a algún chiste que hizo Billy Cristal. James Lipton se sonrió de lado y, sin más expresión que ese rictus difícil, dijo: "Don't you fuck with me, Billy". José se río salvajemente. María pensó que eso no daba risa. José se reía de cualquier cosa, para él reírse era parte de la inercia de estar echado en el sofá, con las patas sueltas y la panza distendida. –Toda la casa huele a espárragos, ¿querés ir a ver si ya están?– dijo María y escondió nariz y boca en el cuello de su remera; el olor a espárragos le recordaba al olor del meo tras haber comido espárragos. Cuando era chica, su madre le tenía que tapar la nariz para hacérselos tragar. –¿Por qué no vas vos? Yo estoy viendo el programa. –Yo también– la voz de María sonó nasal. Estaba aguantando la respiración. –A vos no te gusta este programa. –No me gusta la momia Lipton, el programa sí. José se paró molesto, caminó hasta la cocina, destapó la olla y el vapor verdoso se elevó hasta el techo, alimentando esa mancha de humedad que tenía forma de una gran ameba. El olor llegó hasta el living, donde María aspiraba su remera hasta bien al fondo: olía a jabón Querubín, que es como el Ayudín pero más barato. Lo había comprado José. –Ya están– dijo José, traía un par de platos con espárragos y un frasco de mayonesa Natura. Puso todo en la mesita del living usando la cara de Fito Páez de bandeja. Miró a María: –¿Querés dejar de olerte las tetas? María sacó la cara de la remera, agarró un espárrago y lo zambulló en la mayonesa. Lo chupó y lo volvió a zambullir. "…Don't you think so?", dijo Billy Cristal. María mordió un pedazo de su espárrago chupado. Masticó. "No, I don't", contestó James Lipton. –Puro meo– dijo María, y escupió en el plato la pasta verde que tenía en la boca. José no la vio, si la hubiera visto le habría gritado sucia o asquerosa, con mucha cara de asco. Pero no la vio, estaba ocupado riéndose como un poseso, señalando la tele con un espárrago que chorreaba mayonesa. Romance Falta y Resto ace tiempo que habían desaparecido. Parecía que se los había tragado la tierra. Lo que sucedió fue que aparecieron cientos y cientos de juegos y juguetes sofisticados y modernos que lo reemplazaron. Pero el Bombero loco volvió, tal cual lo conocieron los niños que hoy pasaron los 30, para Era un dos ambientes modesto pero que los chicos de ahora jueguen al carnaval o para que los nostálgicos de épocas pasadas aunque más no sea lo usen para regar las plantas. No apto para padres histéricos. En Buenos Aires se consiguen a $15 en rojo y azul, en los locales de objetos de decoración L'ago (Defensa 919 y 970, Capital Federal). vitamina c /3 10.01.10 “Todos somos un poco intransigentes, frívolos y sensibles” De la intolerancia con los otros, la aceptación de uno mismo y la amistad entre hombres hablan Ricardo Darín, Germán Palacios y José Luis Mazza, que vuelven a la cartelera porteña con una de las mejores puestas de Art en el mundo entero. Cómo es la obra de la escritora francesa Yasmina Reza que ya lleva 12 años de éxito. Por Josefina Licitra fotos leandro sánchez A l mediodía, antes de ir al hotel Four Seasons y subirse al tren de entrevistas de promoción de la obra Art, Germán Palacios pensó en la remera naranja. Le encanta el naranja. Tiene muchas prendas de tono naranja porque en general adora los colores vivos. Sin embargo, llegó al encuentro vestido de gris (o de azul, o de algún otro tono condenado al olvido). –Germán, a propósito –pregunta en plena charla Ricardo Darín, vestido también de gris (o de azul)–, ¿dónde está esa remera naranja que tanto usabas? –Iba a traerla, pero después pensé que ustedes iban a venir así, y no quería estar distinto. El diálogo es intrascendente. Tan intrascendente como el 90% de los intercambios que pueden suceder en un matrimonio de años. Pero es justamente eso, el lazo y el tiempo, lo que queda al desnudo cuando se reúnen Ricardo Darín, Germán Palacios y José Luis Mazza: una rara pareja de tres; un trío de señores que, desde hace 12 años –en el caso de José Luis Mazza, desde 2006, aunque antes estaba en la producción artística– se reencuentra casi anualmente para hacer Art: una pieza de la novelista y dramaturga francesa Yasmina Reza que se estrenó en París en 1994; se presentó en infinidad de países (de Estados Unidos a Irán, de Argentina a Japón); ganó los premios teatrales más prestigiosos del mundo anglosajón (el Laurence Olivier Award y el Tony Award) y sobrevivió al tiempo con un planteo que 4/ vitamina c parece sencillo: tres amigos entran en desacuerdo cuando uno de ellos muestra su adquisición reciente: un cuadro absolutamente blanco (una caricatura del minimalismo) por el que pagó mucha plata. Este episodio marca el punto de partida de un debate sobre las formas de la amistad, la tolerancia y la frivolidad, que a su vez se da en un marco de apariencia mínima: tres paredes, tres sillones, tres actores y un cuadro ciego. –A esta obra le ha ido muy bien a lo largo del tiempo, con una puesta formalmente simple. ¿Cómo explican esto? –Darín: Efectivamente, esta obra ha sido trabajada en el camino inverso al de la espectacularidad o la superproducción. Pero ojo: quizás la escenografía de Art sea diez veces más cara que otras que, a simple vista, parecen impactantes. La puesta no es sencilla, sino de una gran complejidad a la que se llega luego de un proceso de decantación, en el que la autora se despoja de cualquier golpe de efecto. Si te fijás, cada una de las tres paredes es distinta. Tiene una textura y una iluminación particular. Y cada sillón es diferente y está relacionado con las características de cada personaje. –Palacios: A su vez, más allá de que la cartelera porteña ofrece la paleta más grande en materia de gustos y propuestas, particularmente esta obra tiene un mérito muy grande: se podría hacer en cámara negra (esto es, con el fondo negro y sin escenografía), con tres sillas y una mesa y funcionaría igual. No hay muchas propuestas de las que pueda decirse lo mismo. –Mazza: La apariencia despojada ayuda a que te metas más en el cuento. Y a la vez no es casual. En el inicio de la obra está descrito cómo son los sillones, las paredes. –Darín: Hay una gran crisis que les sucede a estos tres tipos, y que se apoya en algo imperceptible. Y lo interesante es que cualquiera que siga la historia pasa por distintas etapas: por momentos está de acuerdo con uno, luego con otro. Lo inteligente de la pieza es que no da una respuesta. Abre preguntas y las respuestas quedan de modo residual, se siguen escribiendo en las casas de todos, actores y público. En Art hay tres personajes: uno es Sergio (Palacios) un sibarita capaz de gastarse un pilón de dinero en un cuadro. Otro es Marcos (primero interpretado por Oscar Martínez, luego por Luis Brandoni y ahora por Mazza), un talibán de sus ideas, incapaz de negociar un punto de vista. Y el tercero es Iván (Darín, quien recibió un Estrella de Mar de oro por esta interpretación), un tibio moderador que, por querer llevar la charla a un punto medio, termina siendo el blanco de más de una descarga. Curiosa, coincidentemente, los tres actores tienen bastante de sus personajes. Mazza se presenta como un hombre menudo y prudente; una suerte de hobbit urbano que hace de sus silencios un elemento ideológico: por no disentir, Mazza prácticamente no habla. “Trato dei combatir misi frivolidades. i Me dan un pocoi de vergüenza”, i Darín.i En la vida, dice. Pero también en esta nota. Palacios, en tanto, tiene una elegancia llamativamente activa: su forma de mirar –una mirada de respiraciones lentas– parece entrenada para provocar y descubrir belleza. Y Darín duda. Todo el tiempo duda. Y en esas dudas hay –se nota– una doliente honestidad. Según Reza, los tres perfiles compuestos por este trío de actores representan, a la vez, tres facetas distintas que suelen habitar a una misma persona: el perfil sibarita, el intransigente y el sensible. –¿En qué actitudes domésticas, cotidianas, propias, encuentran ustedes trazos de estos tres perfiles? –Mazza: Yo ni puedo decir cómo soy. Todo el tiempo me encuentro intransigente, frívolo y sensible. Todos tenemos todo, ¿o no? Nadie es de una única mane- ra. ¿Frivolidades? A veces me gusta comprarme algo que no necesito, pero cada vez me pierden menos cosas. La sensibilidad la vivo como un problema: muchas veces uno la quiere reprimir y es un error, pero a veces por machismo o prejuicio uno trata de contenerse. Y por último soy intransigente en el terreno ideológico. Tengo un modo de pensar que me va a acompañar por el resto de mi vida y que no puedo cambiar. Por eso ya no discuto como antes. Prefiero escuchar y decir “bueno, mañana pensará de otra manera”. –Darín: Hay cierto distanciamiento de lo que piensen los otros, ¿no? –Mazza: Sí, sobre todo del conflicto. Ya no quiero tener conflicto. –¿Antes sí? –Mazza: Sí, antes era muy peleador. tampoco es frivolidad, ¿no? La frivolidad es muy difícil de definir. Lo que es superfluo, excesivo o intrascendente para uno, puede no serlo para otro. –Mazza: Marcar a alguien por una frase que dijo también puede ser frívolo. –Darín: O marcarlo por cómo está vestido o peinado. –Palacios: Ese punto en la pieza es interesantísimo. La compra del cuadro es una excusa para hablar del prejuicio y los dictámenes categóricos. A mí, que me toca interpretar ese rol, no me parece una frivolidad que el tipo se haya calentado y quiera pagar una fortuna por un cuadro. A veces lo más cómodo es hacer una lectura demagógica y facha, y condenar este tipo de actitudes. –Darín: Aparentemente, pareciera que hay toda una cuestión de equilibrio a descubrir, en función de saber quién sos. Yo desconfío de las definiciones categóricas que dicen “yo soy esto y ninguna otra cosa”. Detrás de estas certezas se pueden esconder actitudes muy desagradables. Los que hacen alardes de certeza y de intelectualidad y someten a cada uno de los interlocutores a cierta sensación de disminución, de alguna forma desenmascaran también una obsesión por la supremacía o por tener razón. Eso es horrible. “Desde quei empecé i a hacer Art, i compro i más cuadros”,i Palacios.i –Palacios: Yo, por ejemplo, algo propio que encuentro muy relacionado con la obra es el tema de los cuadros. Ahora compro cuadros. Siempre me gustaron, pero desde que empecé a hacer Art tengo más. No tengo para nada una postura similar a la del rol que interpreto, pero un poco me parezco. Pensaba en esto hace unos días, cuando me compré un cuadro muy lindo, muy colorido, lo contrario al minimalismo o el modernismo de la obra. –¿Considerás una frivolidad haber comprado ese cuadro? –Palacios: No, en absoluto. Me siento sumamente feliz. Pero es algo que me llama la atención, porque desde que hago Art valoro más al tipo que pinta. Cambié. Ahora soy un padre de familia, soy un coleccionista… –Darín: ¡Ha llegado el color a tu vida! A propósito, ¿qué pasó con la camiseta naranja? Hace mucho que no la veo. –Palacios: Iba a traerla... –Darín, ¿vos qué elementos tenés de estos tres personajes? –Darín: Nada original... La verdad es que también me reconozco en distintos aspectos. Y hay cosas que me enorgullecen y otras que me dan un poco de vergüenza. Mis frivolidades me dan un poco de vergüenza. Las combato, me resisto y trato de luchar contra ellas porque no me gusta entregarme a la estupidez. Pero no siempre lo consigo. A veces soy superfluo, no soy todo lo profundo que me gustaría ser. Y a diferencia de Pepe (Mazza), yo me entrego con mucha más facilidad a la emoción, no me avergüenza hacerlo. Lo que me avergüenza a veces es entregarme con exageración, cosa que me ocurre. –¿Sentís que llorás de más? –No… Pero puede pasarte estar hablando con alguien que no conocés, tocar un tema determinado y terminar llorando, y vos decís “un hombre grande debería tener cierto control”. Y la pregunta que sobreviene es por qué tengo que tener cierto control. Me pasa eso. Luego, también lucho contra ciertos rasgos de autoritarismo que descubro. Con frecuencia me ocurre eso de creer que soy el que tiene razón. Y a veces me doy cuenta, tarde, de que estaba equivocado. Creo que uno está permanentemente en contacto con sus limitaciones y deseos, y en esa lucha interminable tratamos de descubrir quiénes somos. Por ejemplo, escuchaba a Pepe decir “soy así, y no voy a cambiar”, y desconfío de lo que dice. –Mazza: Yo también desconfío. –Darín: Porque me parece que esa afirmación encierra un modelo que él elige esgrimir para sí, a fin de evitar conflictos. –Retomando el tema de la frivolidad: da la sensación de que a los tres los avergüenza la posibilidad de la frivolidad. ¿Por qué? ¿Qué sería lo malo? –Darín: No, no digo que la frivolidad esté mal. Reconozco entre mis afectos a gente que de pronto se autodenomina “frívola” y hace cierto alarde de eso. Y no tengo conflicto a nivel emocional con eso. Pero intelectualmente la frivolidad me genera dilemas. A veces deseo comprarme algo que no necesito. Eso en sí mismo, si te detenés a pensarlo, es fuerte. Saber que no necesitás algo y a la vez desearlo es un conflicto que te pone en un lugar tirante, del que no siempre salís bien parado. –Palacios: Pero por ahí eso Creo que ese juego de pasar de un estado a otro, de ser por momentos frívolo, intransigente o sensible, es rico en la medida en que uno no se aleje demasiado de su eje y logre estar en paz, amablemente, con uno mismo. –Suena a autoayuda. –Darín: Bueno, justamente es eso lo que me desagrada de todo este planteo. Sigo en conflicto con cierto aspecto religioso de la idea de “aceptación”, hay una cosa con la idea del “destino” con la que me peleo un poco por una cuestión mental. Sin filtro La obra de Yasmina Reza puede entenderse, a esta altura –y dada la cantidad de lugares donde fue interpretada–, como una suerte de cuidado sistema de franquicias. Para llevarla a cabo hay que vitamina c /5 10.01.10 respetar escenografías, personajes y textos. Pero –y esto es lo interesante– tiene eso que en la jerga se llama “poca izquierda”: del lado izquierdo del guión, donde van anotadas las sugerencias respecto de cómo deben decirse las cosas, hay mínimas acotaciones. Ahí, en esa posibilidad de interpretar la partitura de un modo personal, está la vida de cada versión. En el caso del Art porteño –que se presenta a partir de esta semana en el Teatro Tabarís, con producción de Carlos Rottemberg–, se trata de la versión más celebrada por su autora, Reza. Cuando fue a ver la obra, dice haber encontrado una frescura y un vigor que la invitaron a reencontrarse con el texto. –¿En cuántos lugares han visto Art, por afuera de Argentina? –Darín: Yo, en Broadway y en Londres. –¿Y qué tal? –Darín: La de Londres me encantó, y la de Broadway era un bodrio. Era el mismo texto y una escenografía similar, pero yo sentía todo el tiempo la necesidad de ponerme de pie en la platea y gritarles que se detuvieran porque estaban haciendo una cagada. –Palacios: Después, se sabe que en Alemania se hizo y que no tenía nada de gracia. Cero humor. Y me molesta, prefiero evitar la discusión. “Este tema no lo toquemos –pienso–, si en todo lo demás nos llevamos bien”. –Darín: Creo que lo que le pasa a Pepe tiene que ver con momentos de la vida. Yo no me siento preparado todavía para eso. Estoy en un momento de crisis total. Y si pienso qué me habilita a considerarme amigo de otro, veo que me gustaría trabajar en la dirección de poder decir absolutamente todo lo que pienso sin ningún tipo de censura. Sin ninguna clase de amortiguación, filtro o reparo. –¡Te vas a quedar solo! en Uruguay una compañía eligió incorporar un personaje más, e incluso le agregaron texto. –¿Eso se puede hacer? –Darín: ¡Claro que no! Aunque se ve que en los hechos se puede, porque lo hicieron. –La obra habla sobre la amistad. ¿Se consideran ustedes buenos amigos? –Darín: Bueno, Germán y yo aprendimos a hacernos amigos con esta obra. No sé si somos todo lo amigos que podríamos ser, pero sí sé que somos amigos y nos queremos mucho. Y con Pepe la amistad data de un tiempo atrás, he- “En loi ideológico, soyi intransigente.i NO voyi a cambiar”,i Mazza.i mos discutido mucho, nos hemos perdonado y entendido mucho. Con Germán también. –Todo esto en el contexto de la obra… –Palacios: De la vida. Cuando uno trabaja también pasa la vida. No soy el mismo desde que se estrenó esta obra. –De todas formas me refería a si se consideran buenos amigos en término amplio, no entre ustedes tres. –Mazza: Siempre elegí amigos de acuerdo a una idea de cercanía: tenían que estar cerca ideológicamente, o ser de la infancia, o ser del trabajo. Y hoy trato de tener amigos que no tengan nada que ver conmigo. Y lo paso muy bien. Los escucho, trato de no discutir… –¿Se puede ser amigo sin discutir? –Mazza: Sí. Yo acepto al otro como es. Y si el otro dice algo que –Darín: Puede ser, pero automáticamente me surge la otra pregunta: ¿para no quedarme solo debo meterme la lengua en el culo? Ahí estoy, en esa crisis. Que no sé si no termina llegando al punto en que está Pepe, que es el de no meterse en más quilombos. –Mazza: Yo ya discutí tanto… –Palacios: El problema con la amistad es que no siempre estamos tan dispuestos a escuchar al otro. Lo que tiene de lindo la obra es que grandes dilemas tocan fondo y se resuelven en un tiempo reducido. Mientras que uno, en la amistad, no siempre puede llegar a profundizar tanto y llegar a la panacea de decirle al otro todo lo que se le cruza por la cabeza. –¿Hay alguna instancia donde se pueda hablar sin filtro? ¿El matrimonio, por ejemplo, permite esto que no permite la amistad? –Darín: Uh… eso sería sublime. Su–bli–me. No digo que uno no necesite eventualmente tener algún secreto en esa cajita que tenés adentro y que no podés abrirle a nadie y qué se yo, pero, o sea: debe ser un punto de elevación genial tener una relación conyugal en la que, ya que el otro te conoce como nadie, puedas aprovechar y decir absolutamente todo lo que se te cruza por la cabeza. –O sea que ni en el matrimonio se puede hablar sin límites. El del filtro sería un problema sin solución. –Darín: Es que todo llega tamizado por el afecto, que es un arma de doble filo. Porque en el nombre del cariño y el amor uno se calla cosas, y esos silencios se acumulan en algún lado. Tanto en el matrimonio como en las amistades. –Está la idea de que las amistades entre varones giran en torno a tres únicos tópicos: mujeres, fútbol y tablas de fiambre. ¿Por qué existe esta idea tan superficial de la amistad masculina? –Darín: Primero aclaremos que está buenísimo juntarte con amigos para hablar de minas, fútbol y picada. ¡Que eso no se pierda! Pero hay mucho de mito. –Palacios: Yo he participado en muchas reuniones de tipos solos donde te sorprenderías de las cosas que se hablaban. Habiendo pasado por el fútbol, la picada y las mujeres, claro. –Darín: Y la próstata. Porque, pasados los cincuenta, las reuniones entre amigos toman un cariz inesperado. 6/ vitamina c Hace unos años Julieta Ascar fue abucheada por una escenografía que montó junto al pintor Guillermo Kuitca. Pero las vueltas del destino y su genial talento hicieron que ganara el concurso para diseñar un majestuoso telón. –Después de esa experiencia, ¿cómo llegaron a concursar por el telón? –Los tapiceros que habían hecho el telón de Piaf, que son técnicos del Colón, me comentaron lo del concurso. Para ellos yo era una de las candidatas. Me anoté con mucha confianza en mí misma. Y me pareció que, nobleza obliga, tenía que hablar con Guillermo. Después, cuando leí las bases del concurso y vi el jurado, lo reconfirmé. Él descreía un poco, me dijo que las bases eran medio capciosas, que había todo un trasfondo político pero que básicamente no tenía tiempo para dedicarle. Finalmente me dio sus bocetos. Por Soledad Ferrari A veces el dolor sirve para encontrar un camino, otras para hundirse en el regodeo del sufrimiento. Julieta Ascar (35) –escenógrafa y vestuarista– pudo elegir lo primero y desde muy chica decidió que construiría pequeños espacios para resguardarse de los “bombardeos permanentes” que padecía en su casa. “Mis padres fueron muy caóticos, había mucha violencia familiar. Definitivamente, ser escenógrafa no fue una casualidad”, confiesa sin dramatismo. Todavía se le nota la euforia de la victoria, la misma que sintió cuando le avisaron que era la ganadora para diseñar el nuevo telón de uno los teatros más importantes del mundo. Su proyecto, inspirado en la lira presente en el cortinado histórico que data de la década del 20, fue elegido de manera unánime por Guillermo Ambrogi, Nelly Arrieta de Blaquier, Teresa De Anchorena y Pedro Pablo García Caffi, entre otros. El jurado quedó extasiado con la propuesta de Ascar–Kuitca, algo que no sorprendió a la joven artista. Meses atrás, Ascar había llamado a Kuitca para proponerle participar juntos en el concurso. Estaba convencida de que tener a su lado a un artista de prestigio internacional sumaría puntos: “Es un teatro muy elitista, nadie iba a elegir una propuesta solo con mi firma”. Además de los honores, junto con su amigo Kuitca se hicieron acreedores de la suma de 40 mil pesos. Ascar asegura que usará el premio para invertirlo en algo que le dé más dinero y evitar tener que vivir al día, como le sucedió en otros momentos. No tiene mentalidad de empresaria, pero también está lejos de la bohemia. “Estudié Arquitectura y después me pasé a Bellas Artes en De la Cárcova. Era el extremo de lo hippie, me quería matar. Me di cuenta de que me tenía que poner a trabajar porque me iba a morir de hambre”, recuerda. Con su pareja, Pablo Rodino, fundó Flapping, una productora de contenidos visuales. También fue la responsable de la estética –¿Te imaginabas que tu nombre iba a estar en una placa del teatro? “El Colón es un teatro muy elitista” –¿Sabés que sí? Cuando era chica, los domingos salíamos con mi viejo a pasear los domingos por el centro y cuando pasábamos por el Colón, yo le decía: “Voy a hacer algo recontra importante en este teatro”. Mi viejo se murió el año pasado y quedé destruida, en stand by, no podía trabajar. Este año retomé viejos objetivos que creo hacen a mi identidad, como es hacer teatro. Y este premio es una convalidación de eso, de que no me equivoqué. Cuando me enteré de que lo habíamos ganado estaba en el baño del Teatro Liceo, donde hacíamos Piaf. Nunca antes había gritado tanto de felicidad… –También trabajaste en moda con Martín Churba. ¿Cómo es salir del teatro para meterte en un mundo aparentemente tan frívolo? de obras como Piaf, Luna de Oriente, Sweet Charity y Cabaret Líquido. Tras haber ganado importantes concursos trabajó en Grecia y en La Scala de Milán. Un mal día se cansó de las tablas y dejó todo para probar la televi- “cuando erai chica le decíai a mi viejo ‘voyi a hacer algoi importante eni este teatro’”.i sión, el cine y la publicidad. “Me deprimí con esos medios y volví al teatro, mi gran amor”, explica. –Kuitca, uno de los artistas más cotizados y prestigiosos del país, no se cansa de ponderarte. ¿Cómo fue el primer encuentro? –Estoy agradecidísima a Guillermo, a su lado aprendí mucho. Yo trabajaba en el Teatro San Martín; Vivi Tellas estaba armando La Casa de Bernarda Alba y lo quería a él como escenógrafo. Pero Kive (Staiff ), el director, es lo contrario al Colón. Para él, el escenógrafo tiene que tener título de escenógrafo. No llegaban a un acuerdo, hasta que Kive me propuso a mí. Le dijo a Vivi que había una escenógrafa muy jovencita –yo tenía 25 años– que podía ser la asistente de Guillermo. Desde el comienzo hubo mucha afinidad conceptual y estética. En la primera reunión, Guillermo dijo: "Yo soy artista plástico, no me interesa ser escenógrafo. La convalido a Julieta. Ella va a tener la responsabilidad de darle forma tridimensional a lo que Vivi y yo tenemos en la cabeza a partir de mi obra". Siempre fue muy respetuoso de mi rol. cinta transportadora de valijas, de barcos en valijas, de personas en espíritus. Sucede que en la ópera el escenógrafo tiene más posibilidad de decir cosas y, justamente, en el Colón mientras más políticamente correcto seas, mejor. ¡Nos recontra abuchearon! El día del estreno se abrió el telón y toda la platea gritaba “uhhh”. Guillermo miraba y decía: “No lo puedo creer, nos están gritando”. Yo le decía: “Ok, pero mirá quiénes nos gritan”. –Adoro, admiro y quiero mucho a Churba. Es un amigo, un colega, un gran tipo. Con el mundo de la moda me divierto. Juego a dotar de concepto a un ámbito frívolo y, en ese plan, Churba siempre fue el mejor socio. La moda es diferente del teatro. Pero no deja de ser escena. Backstage por camarines, pasarelas como escenarios, portadas como crónicas, diseñadores como reggiseurs, modelos o actrices como musas. Es diferente, pero con conceptos muy parecidos. –¿Cómo fue la experiencia de ser abucheada en el Colón? –Para mí estuvo buenísimo. A Guillermo lo habían convocado para hacer El holandés errante de Wagner y me propuso ir a laburar con él. La escenografía no podía ser más delirante. Se trataba de una resignificación del mar en foto claudio herdener vitamina c /7 10.01.10 20 300 Kate Moss, la única supermodelo de los ’90 que no tiene competencia E s imposible saber exactamente para cuántas tapas de revista posó Kate Moss en su vida. La cuenta da alrededor de 300. Solo para Vogue hizo 23 –acaba de cumplir diez años modelando para esta revista– y en la norteamericana W, que la tiene como musa inspiradora, apareció 17 veces. La modelo cumplirá 36 años el próximo sábado, es casi la única que puede jactarse de haber reinado por veinte años –los 90 y los 2000– y es muy probable que no le aparezca una competidora de su porte en la década que se inicia con este 2010. Y las tapas de revista no son nada comparadas con la cantidad de avisos que ha hecho Moss en su vida. Su nombre se hizo conocido en la década de las supermodelos: Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Cindy Crawford y Linda Evangelista eran más famosas y tenían más peso en el mundo del entretenimiento de lo que habían tenido hasta entonces las mujeres de la pasarela. Pero esta flaquita nacida en 1974 en las afueras de Londres no tenía ni las curvas ni la estatura de sus colegas. Era la antítesis de sus colegas de mejillas rosadas y cuerpo contundente: Moss se comparaba más con Twiggy, la figura del modelaje de los ’60, flacucha, pálida, con poco y nada bajo el escote y más bien baja para una pasarela. “Weif look”, se definía lo suyo. Estilo “descuidado”. Y sin embargo fue una revelación. Para la pasarela y las campañas publicitarias, la eligieron los principales diseñadores y marcas de Europa. Pero además su propio estilo la convirtió en ícono de la moda: a menudo fue imitada y creó tendencia. La frutilla del postre fue una vida agitada. Los escándalos, lejos de quitarle puntos, le sumaron: la terminaron de definir como una estrella. En verdad, el estilo de Moss de descuidado no tiene nada. En sus años de relación con Johnny Depp –entre 1994 y 1998– la pareja llevaba un look entre el 8/ vitamina c años, tapas A punto de celebrar sus 36 años –el próximo sábado–, acaba de cumplir diez como modelo de tapa de Vogue además de veinte desde su primera portada. Dos décadas o el doble de lo que ha reinado cualquiera de sus competitivas colegas. grunge y haber agarrado lo que había en el ropero, con la luz apagada. Pero esas mezclas de pieles con vestidos floreados, remerones largos con botas y sandalias de gladiadora, plumas con jeans rotos eran una elección bien cuidada. Un poco hippie, un poco rocanrol, pero en el mundo de las prendas exclusivas. Moss llevó como marca personal este bohemian chic que en su momento impuso Anita Pallenberg –la sexta rollingstone, novia de Brian Jones, amante de Mick Jagger y esposa de Keith Richards, con quien tuvo dos hijos–. Su cuerpo excesivamente flaco y un estilismo particular en los primeros avisos famosos que protagonizó causaron polémica. Especialmente un semi desnudo que hizo para una campaña de Clavin Klein en 1993 (el aviso del perfume Obsession fue directamente desnuda). Hasta el por entonces presidente norteamericano Bill Clinton habló –en contra– del “heroin chic”, como se definía a la tendencia de poner modelos muy delgadas y acentuar con el maquillaje la palidez y las ojeras. Moss, que suele ser perseguida por la prensa pero pocas veces habla con ella, repetía que lo que causaba impresión era “el contraste con chicas con más pechos, como Cindy Crawford”. Y repetía: “¿Cuántas veces tengo que decir que no soy anoréxica?” Para entonces la modelo llevaba unos años en el oficio. Fue descubierta muy joven, a los 14 años, cuando era una estudiante bastante mediocre, excepto para los deportes. Era el verano del 88, en el hemisferio norte, y la familia de Moss se había ido de vacaciones a la Bahamas. En el aeropuerto JFK, cuando esperaba para abordar el vuelo que la llevaría de vuelta a Londres, Kate Moss fue descubierta por Sarah Doukas, fundadora de la agencia de modelos Storm, una mujer seguramente con mucho olfato para los parámetros estéticos que se impondrían. La primera tapa la hizo a los 15, en 1990, para la revista británica The Face. Llevaba una bufanda con los colores de Italia, a propósito del Mundial de Fútbol que se jugaría aquel año en ese país. No tenía veinte años cuando conoció a Johnny Depp en el café Tabac de Nueva York y juntos empezaron a hacer escándalos en habitaciones de hoteles de lujo. Por aquel entonces los tabloides británicos empezaban a hablar de cómo Kate abusaba de las drogas. El Sunday Mirror aseguró que la modelo había estado en coma en España, por toda la cocaína que se había tomado. Otros periódicos contaban historias sobre su supuesta anorexia, consumo de heroína, relaciones lésbicas y tríos sexuales en los que siempre además de Moss había alguna otra celebridad. Su nivel de exposición no bajaba. Moss actuó de sí misma en una comedia para televisión, Inferno (1992), junto con Helena Chirstensen, Eva Herzigova, Tyra Bnaks y Amber Smith. Y tuvo otras apariciones en televisión y en videoclips. Inmediatamente después de que se terminó la relación con Depp, él dio a conocer su nuevo amor –su actual esposa Vanessa Paradis– y ella se internó alegando agotamiento. Cuatro años después, el 29 de septiembre de 2002, nació Lila Grace, la hija que tuvo con el fundador y editor de la revista Dazed & Confused, Jefferson Hack. Entre sus romances más o menos confirmados, antes y después de su maternidad, están los actores Leonardo Di Caprio, Billy Zane, Mark Wahlberg y Daniel Craig; el artista Jake Chapman; el fotógrafo Mario Sorrenti; el músico de Lemonheads Evan Dando; el hijo de Ron Wood, Jesse; el guitarrista de Spacehog, Antony Langdon. Y hubo muchos rumores. Y mucha vida loca sin que los contratos dejaran de crecer y multiplicarse. En un gesto muy de la época, el artista británico –nacido alemán– Lucien Freud la retrató desnuda y de frente cuando estaba embarazada, que se vendió en Christie's de Londres por 6,2 millones de dólares. El escultor Marc Quinn, por su parte, hizo una escultura de Moss en una pose de yoga, y la definió como “un espejo de nuestra época, una Venus de nuestra era”. Fue en 2005 que Moss tuvo la peor crisis de su carrera, de la que sorprendentemente no solo se recuperó, sino que le fue mejor y ganó más dinero, aun. Había comenzado ya relación más problemática que se le conoce hasta ahora, con el músico Pete Doherty, cantante y compositor de Babyshambles y luego de Libertines. El 15 de septiembre de ese año el periódico Daily Mirror puso el título “Cocaine Kate” en la tapa, y una foto en la que la modelo estaba aparentemente cortando cocaína, en el estudio de grabación de la banda de su novio. Decía la nota que había tomado cinco líneas en cuarenta minutos. La cadena sueca H&M suspendió inmediatamente un contrato para una campaña en la que Moss llevaría la ropa que su amiga Stella Mc Cartney había diseñado para la tienda. Siguió Chanel: la reemplazó por Keira Knightley en el aviso del perfume Coco Mademoiselle. También Burberry y H. Stern dieron por terminados los contratos. En octubre empezó el duelo: la modelo se internó en la clínica Meadows, en las Las mil caras de Kate. Arriba, a la izquierda, la primera tapa. Una modelo que siempre rinde. afueras de Phoenix, Arizona. Amigos como Catherine Deneuve, el ex Depp, las modelos Campbell y Christensen, el cantante Robbie Williams, le hicieron llegar su apoyo. El diseñador Alexander McQueen cerró uno de sus desfiles vistiendo una remera con la frase “We love you Kate”. Parecía el fin, pero ella apareció, bella, tonificada y bronceada, en la tapa y en una producción de moda de W... en noviembre. Supuestamente, allí terminó su relación con Doherty –que en rigor va y viene–. Él dijo: “No puedo comprar sus diamantes y mi pito es demasiado chico”. Lo que parecía el fin, fue el principio. Un año después, abrir una revista de moda como Harper's o Elle o Vogue era ver una aviso tras otro con la cara y el cuerpo de Kate. La industria no le dio la espalda, y le volvieron a llover contratos: Virgin Mobile, Rimmel, Dior, Stella Mc Cartney, Roberto Cavalli, Bulgari y Nikon son algunas de las marcas. Tampoco les duró mucho el enojo a Chanel y Burberry. Su éxito en los últimos cinco años, tras su peor crisis asociada con las drogas, es mayor aun que años atrás. En 2007 era la segunda modelo más rica del mundo según Forbes, con una ganancia –solo en ese año– de 9 millones de dólares. La primera era Giselle Bündchen. La lista de los más ricos del Reino Unido del periódico británico Sunday Times le calcula una fortuna de 64 millones (en libras esterlinas, 40 millones). El tope de popularidad le llegó en 2007, cuando la cadena Topshop tuvo a la modelo mostrando en vivo, en las vidrieras de su local en la Oxford Street de Londres, la línea de moda diseñada por ella misma para esa tienda. Los críticos dijeron que las prendas solo le quedaban bien a un cuerpo flaco como el de Moss, y no a una mujer normal. Pero ese primero de mayo cientos de mujeres normales hicieron cola desde la madrugada, y agotaron las prendas. Todas querían tener algo de Kate Moss. vitamina c /9 Por Nicolás Peralta fotos diego paruelo U na moto acelera a fondo por el desierto de Atacama. Brilla bajo un sol que parece querer derretirla. Detrás de ella, una nube de polvo. Volkswagen Touareg ruge y la pasa. El piloto de la moto muerde el polvo y dobla acortando camino a campo traviesa para llegar lo antes posible al próximo punto de control y, esta claro, para evi- más Sudamérica que África. La clave está en Atacama, dice: si se gana ahí se saca ventaja. Rodrigo Caballero es chileno y tiene 19 años recién cumplidos. Es su primer Dakar y su segunda competencia de motos. Antes solo corrió en la fecha mundial en Brasil. Es el corredor más joven de la historia del Dakar, “En los primeros días me llovió con granizo y me golpeaba la cara. Eso me retrasó un poco. Luego, no esperaba que las dunas de Fiambalá fueran tan blandas. Ahora viene lo mío. Entrené harto arriba de esta moto en el desierto”. Aprendió que hay que ir concentrado en lo que se va haciendo, en la navegación, en todo a todo momento. Si se desconcentra, se pierde y listo. Leo Monti y Patxi Otaño debutaron el año pasado en el Dakar. Le pusieron a su equipo Argentina Rally Raid. Su auto tiene un diseño exclusivo. Es como un arenero pero cubierto de fibra de vidrio. “Yo fabrico autos de carrera de TC 2000, el de Pechito López, o el de Silva. En el año 1994 nos dijimos que íbamos a correr el Dakar alguna vez. En el año 1998 empezamos a construir camionetas para cross country. Y acá estoy, de copiloto. El auto lo diseñamos mi equipo y yo. Está hecho de cero”. montaña, no hay nada. Es un impresionante desierto de 1.000 kilómetros. Los equipos europeos traen máquinas más veloces pero se sabe que “la carrera no está en acelerar, sino en no perder tiempo”. Alejando Patronelli está tranquilo, encara cada prueba de distinta manera sin predecirlas demasiado. “Hay que ir tranquilo, estamos bien físicamente. Mentalmente, los cuatri los fuimos armando gracias a la ayuda del equipo francés Metasistem. Cualquier inconveniente te deja afuera, por eso lo más importante en esta competencia es llegar. Hay que mirar bien el GPS, entenderlo, no comerte ningún control de paso y, sobre todo, evitar accidentarnos. Deja de ser una carrera, vas contra vos mismo. Lo más rápido posible sin cometer errores.” Se peina, se pone el casco y sale al ruedo saludando con la mano a su hermano. Acelera a fondo por el desierto de Atacama. En línea recta hacia la nada, su cuatri brilla bajo un sol que parece querer derretirlo. Leo Monti y Patxi Otaño. Es su segundo Dakar. “no se tratai de acelerar,i se trata de noi perder eli tiempo”,i A. Patronelli.i Con 48 años, reconoce que es la carrera del que menos se equivoca. Pero todos se equivocan o les pasa algo. “Faltan años de experiencia y algún día llegará a ser económicamente sustentable para nosotros. Hay tres equipos grandes: Volkswagen, BMW y el equipo Mitsubishi. Están también los Hummer. Y nosotros, humildemente, le vamos a correr. Todo puede pasar. La experiencia no se puede comprar. Lo tenés que hacer. Lo vamos a hacer.” “Quiero correr otro Dakar, y lo quiero ganar”, dijo el año pasado Marcos Patronelli. Nacido en Las Flores, provincia de Buenos Aires, salió segundo en la general el año pasado. Este año su hermano debuta en el Dakar y abrió la competencia. “Nos preparamos los dos juntos para tratar de hacer lo mejor y ser los primeros en ganar. Nuestros Yamaha Raptor 700 corren a una máxima de 130 km., con tanques de combustible de 250 km sin parar, para unas tres horas de autonomía.” “Nos gusta la arena. El desierto hay que tomarlo con calma, no apurarse”, dice Marcos. Hace un mes estuvieron viendo el terreno: mucha piedra, mucha vitamina c /11 10.01.10 comamosi en eli bosquei En La Barra de Punta del Este, oculto entre los árboles, el restaurante principal del Mantra Resort, con propuestas frescas al mediodía y cena con velitas de noche. Por Silvina Pini N o son muchos los restaurantes en los que uno puede comer junto al reflejo de una piscina y el aroma de un bosque de pinos. Esa es la propuesta de Zafferano, el restaurante principal del Mantra Resort, un cinco estrellas escondido en La Barra que apuesta al relax, al silencio, a ser uno con la naturaleza, tal la alusión yogui de su nombre. No se trata de una torre llena de ascensores y actividad febril, sino de una estructura apaisada de tres pisos levantada en herradura en torno al jardín y piscina centrales. El resto es cielo, árboles, venteveos, un verdadero mantra, palabra que en sánscrito significa protección para la mente. El salón participa de esa estética minimalista pero cálida que se aprecia en todo el hotel, con mantelería de primera calidad, buen gusto en los detalles, amplitud en los espacios, conexión privilegiada al verde. El chef Patricio Gutiérrez pensó una carta fresca, con abundancia de pescados y mariscos, buenos sandwiches y ensaladas para el mediodía, y una carta más elaborada para la noche, ideal como previa del cine, el teatro o el casino del resort, premeditadamente ubicados del otro lado de la piscina y el mozo. con entrada independiente desde la calle. Es decir, la cena con velitas, la piscina iluminada y el cielo estrellado es posible sin multitud ni efervescencias. Quintana debe tener alguna debilidad por los amuse bouche, ese bocadito que llega a la mesa de cortesía, para "entretener la boca", tal sería la traducción literal. Son uno más estético y rico que el otro, nunca se repiten, como si el chef jugara una competencia consigo mismo a ver si se supera día a día. La desventaja de semejante presentación es que uno espera ese deslumbramiento hasta el final y algunos to de frutos de mar con azafrán (u$s 29) para hacerle honor al nombre (zafferano es azafrán en italiano). A la noche, con una presentación para la foto viene la ensalada de pétalos de tomate sobre una rosa de jamón crudo y hojas verdes, con vinagreta de almendras (u$s 19), que además de linda es rica. Si bien hay buenos platos con pescados y mariscos, pastas, arroces y las excelentes Datos platos, por su naturaleza como pastas y risotti, no lo permiten. Al mediodía se puede empezar por una ensalada de mariscos (u$s 25) -con mucho langostino extra large, que este año se pescó muchísimo en la costa uruguayao una entrada caliente como pla- carnes uruguayas están presentes también. Muy recomendable es el salmón grillado sobre puré de arvejas y salsa de lavanda (u$s 33) que preparan al mediodía, y el abadejo con hortalizas y salsa de berro (u$s 29), a buen punto el pescado, con guarniciones y Público: mix de edades y estilos. Brasil, Brasil: tudo bem con los hermanos brasileños, pero si los ve en grupo, huya. Si son ocho, hacen el ruido de ochenta. Si hay niños, querrá suicidarse en la piscina. Una Moska en la copa: para después de cenar, qué mejor que escucharlo a Paulinho Moska que toca el 23 en el teatro del resort. Mantra Beach: el parador del hotel en la playa tiene estilo Bali. Con buenos tragos, licuados, jugos frescos y una carta liviana pero atractiva para comer junto al mar. Sopa de letras: los errores ortográficos en las cartas despiertan desconfianza. Culis en vez de coulis suena a lindos traseros; el plural de risotto es risotti, nunca risottos; si no sabe escribirlos, ¿sabrá cocinarlos? Estado de ánimo al pagar: dolió, es verdad. Pero ¿se va a amargar estando de vacaciones? Repítase, como un mantra: “Eldinerovayviene, eldinerovayviene”. Starck hace punta años… una tonelada. –Tal vez, más que el gusto, el bolsillo; ahora la gente se cuida más, no hace tanto evento, se lleva de a menos cantidad. Antes, con invitados en casa, se llevaban sandwichitos, –Sí, tenemos cinco variedades, con frutas secas solamente, con frutas abrillantadas, sin chips, esas cosas. nada y la especialidad de la casa: amasado –¿Atendiste a algún famoso? con crema pastelera y coco, por lo que queda –Sí, a Susana Giménez y a Ricardo Darín; más húmedo, que es el que más vendimos. cuando atendía en la otra confitería, a Gustavo Bermúdez, a Hugo Orlando Gatti y al –Pero ese pan dulce no es tradicional, Cholo Simeone que vino a llevarse el famoso ¿cómo lo conoce la gente? pan dulce con coco y crema pastelera. –Nuestros clientes lo conocen y lo recomiendan y es el que yo llevé a casa para Confitería Antigua Belgrano, Cabildo 2077. Tel. 4788–5829. las fiestas. Mantra hotel & resort, La Barra, Punta del Este. Teléfono: (+59842) 771-0000. www.mantraresort.com Abierto todos los días, mediodía y noche. Precio promedio por persona: u$s 55, principal y postre con agua y copa de vino; una ensalada y plato de frutas: u$s 40. Zafferano imperdibles Haydée Heredia, 50 años, 14 en Confitería Antigua Belgrano –¿Cuántos kilos de pan habrás vendido en –¿Cómo es tu clientela? todos estos años? –La mayoría, mujeres y grandes. –Y... calculá unos seis kilos por día por 14 –¿Fue cambiando el gusto de la gente? –¿Mucho pan dulce vendiste en las fiestas? 12/ vitamina c salsas originales. También el entrecot grille sobre puré trufado con hierbas y salsa española (u$s 37) o el risotto ai funghi, con hongos pino de la zona (u$s 35). Los postres son estéticos e ingeniosos. Ideales para un almuerzo al aire libre: las frutas de estación con vinagreta de yogur y miel (u$s 8), de divina presentación. Bien calórico: el omelette de banana y dulce de leche con biscuit de nueces (u$s 9). Los mozos ponen empeño, pero al comienzo de temporada se notaban algunos desajustes, algo habitual en los destinos estacionales. Si bien no cuentan con un sommelier, hay una buena carta de vinos argentinos, chilenos y uruguayos; no solo Tannat, la potente cepa nacional, sino algunos blancos recomendables para acompañar ensaladas y pescados. diego paruelo El diseñador estrella Philippe Starck está desembarcando en Punta del Este con un edificio Yoo, el primero que construye en Sudámerica. Yoo es un concepto edilicio y de diseño de Starck y su socio en este emprendimiento, John Hitchcox. Llevan construidos 18 en Europa, Asia, Dubai, México, Panamá y varios en los Estados Unidos. Y mientras le dan los últimos retoques al edificio en la parada 8 y la avenida Roosvelt, ya se puede comer en el restaurante Pink, en la planta baja. Ofrecen desayunos, almuerzos, meriendas, happy hour y cena a la carta. El chef Emanuel Romano pensó una carta ecléctica que incluye platos italianos y otros de influencia asiática. Avenida Roosvelt, Parada 8, Punta del Este. Tel.(+595 042) 49-2719. El sueño del viñedo propio A Por Elisabeth Checa lgodon Wine Estates es una empresa de lotes para desarrollo residencial que comprende entre 0.4 y seis hectáreas. Ofrece imponentes vistas a la Sierra Pintada y al paisaje típico del norte mendocino. Los compradores pueden elegir un lote con viñedos u otros frutales, y disfrutar de todos los divertimentos que Algodon Wine Estates ofrece: cancha de golf, tenis, club house & restaurante, canchas de polo, pileta de natación, spa y fitness center, entre otros. Las 830 hectáreas que abarca la propiedad se encuentran ubicadas a 17 kilómetros de la ciudad de San Rafael, en Mendoza, y comprenden 120 hectáreas de viñedos añejos, olivares, nogales y lagunas, enmarcados por la Sierra Pintada y por la vegetación típica que ofrece la provincia. Algodon Wine Estates cuenta con una bodega que fue diseñada con el objetivo de producir vinos de primera calidad. En eso están. El Lodge fue construido en 1921 y está inspirado en la tradicional estancia argentina. La cancha de golf es única en su tipo y de nivel internacional. Atraviesa extensas hectáreas de viñedos y reservas de agua naturales. Además, en Algodon Wine Estates se construye un centro de tenis que contará con todas las superficies de los Grand Slam. El club de polo y el centro ecuestre, con dos canchas de polo, se comenzarán a construir próximamente. A 800 metros sobre el nivel del mar y en el corazón de la finca se encuentra la bodega, con tecnología de última generación, donde se elaboran vinos premium en partidas limitadas: Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, Bonarda, Chardonnay, Malbec Rosé, y un especial Gran Reserva. Entre estos probé, en reciente visita a San Rafael, un Bonarda muy especial, carnoso y frutado. El Bonarda es uno de los cepajes que van muy bien en la región. La empresa ofrece la posibilidad de diseñar los vinos de acuerdo a cada capricho personal, y etiquetarlos con nombre y apellido. Se puede seguir el proceso del vino desde su nacimiento hasta la crianza, ya que cada barrica se identifica con una placa de bronce con el nombre de sus propietarios. Las barricas son de roble francés y americano, y cada una rinde aproximadamente 290 botellas de vino por cosecha. Brindan, durante los tres años que pueden ser utilizadas, vinos de muy buena calidad. Hay gente conocida que ya posee sus vinos de algodón, como Máxima Zorreguieta y Aldo Sessa. El Lodge para disfrutes turísticos tiene ocho suites distribuidas en dos antiguas posadas de la finca, con paredes de adobe y techo de caña, típica arquitectura men- docina, con piscina y servicios de vanguardia a disposición de los huéspedes. La cancha de golf cuenta actualmente con nueve hoyos y se espera inaugurar los otros nueve durante 2010. Algodon Wine Estates fue elegida la mejor del mundo en la categoría Alojamiento en el Con- curso Best Of de Turismo Vitivinícola y obtuvo la Medalla de Plata 2010, en la categoría Experiencias Innovadoras en el turismo del vino, seleccionada por un jurado integrado por representantes de las nueve ciudades de la Red Internacional de Grandes Capitales del Vino, entre las que se encuentra Mendoza. Hay proyectos similares en Argentina y otros países: The Vines of Mendoza en Valle de Uco, y otro en Agrelo, Luján de Cuyo. En España está La Melonera, en las serranías de Málaga, que cuenta con el asesoramiento de grandes wine makers españoles. vitamina c /13 moda real. perÚ beach 10.01.10 Vicky tiene 19 años y es colombiana. Remera Unimix (una marca de Colombia) y el short (unos $60) Tenis. Sandalias sin marca. Lucía, 24 años. La parte de arriba se la compró a una artesana de Plaza Francia por $40 y no recuerda de dónde es la babucha. Sandalias ($35), también de Plaza Francia. Nati: vestido heredado de la mamá y ojotas Rainbow (las compró por Internet). Stefanie: remera brasileña, pollera (unos $350) Jazmín Chebar y pashmina ($40) Falabella. Ojotas ($45) Havaianas y cartera (más de U$S 150) Miss Sixty. Gafas Ray Ban. Caro: la remera es de una amiga que hace ropa y la vende en el garage de la casa y short ($150) Complot. Havaianas y cartera (alrededor de $300) Prüne. Gisela: remera ($70), short ($140) Cuesta Blanca, pañuelo de Plaza Serrano y cartera ($250) Tropea. Producción: María Fernanda Mainelli Fotos: Diego Sandstede 14/ vitamina c Y a sé que se fueron las fiestas; no me jodan. No me hinchen las guindas con las fechas. Tampoco soy un otario Realismo atolondrado que me voy a poner a escribir al lado del arbolito o poniéndole el pastito a los Reyes Magos. No soy Rolón, ni Mariano Grondona, ni Pepe Arnaz, ni yo qué sé: Zunini o Maxi Tomás. ¡No y no! Ni siquiera el Chavo Fucks, soy. Señores, es hora de que se valore al cronista urbano y atolondrado. Aquel o aquella que se compromete con lo que escribe, que desnuda su vida íntima para seis millones de lectores, o lo que es peor, se enamora de cuanta mujer en Once anda por la calle. Por ¡Aquel que es capaz de decirle al mismo ministro de Cultura de washington cucurto Cuba que la "Revolución ya fue"! Y el ministro es capaz de bajar la cabeza, un poco alcoholizado y decirle: "¡Hermano cartonero, me partís el corazón, vos no podés decirme eso!" El colaborador efímero de esta época, que no es periodista deportivo, ni pertenece a la kafkiana sección cultural: no lo invitan a cócteles, ni le llueven entradas para los River–Boca, o un vinito en caja de madera. Ni nunca ganó Premio Literario que se precie y muchas veces escribe notas que ni firma; es apenas un intruso en el mundo periodístico, un ángel insatisfecho blasfemando entre las nubes, un loco que lee poesía, un tipo que no encaja en caja alguna: apenas un "colaborador externo". Dicho lo cual no me jodan. (Lo peor que puede ocurrirle a un lector es creerse un editor). Así que al tacho con las fechas, la actualidad y esas cosas. La crónica vale por sí misma y no importa si es desactualizada, moderna o representativa. Voy a contarles cómo me convertí en Papá Noel y punto. Un mes entero, 12 horas diarias, un traje de gabardina como para cruzar Los Andes y un lorca infernal… Esta historia comienza, como otras tantas, inspirada en los caprichos de mi hijito Baltuco Vega, y un poco por mi pasión, mi debilidad por las tortas y la repostería. Siempre quise ser panadero, así que cuando Rocío Serenito, hija de los dueños del dulce Serenito, me contó que había una competencia de Papá Noeles dotada en un buen fajo de mosca en juego, me anoté. El delirio parecía accesible, había que cocinar pan dulces caseros en el menor tiempo posible y ante la vista de todos. De cierta manera, el evento era un truco publicitario. La corrección política, el chamuyo, era que todo lo recaudado estaría destinado al Hospital Garraham. La panadería los Siete Chinos, inauguraba una sucursal en Defensa y Brasil, pleno San Telmo e idearon este cuento. El negocio cerraba por todas partes, a cada participante les gatillaban 1.000 pesos por un día de laburo, desde la mañana hasta la noche. Pensé: "Medio sueldo, un aguinaldo". No tenía un mango ni en figuritas. Ustedes se van a cagar de risa, pero es jodido en este país estar sin laburo, no tener ni una moneda de un peso para el bondi. Andar saltando los molinetes del subte sin que el rati se dé cuenta. Es doloroso, uno se reduce a una piltrafa humana. No se lo deseo a nadie. De todo corazón, les digo, me importaba un pomo tener que ponerme un traje de Papá Noel de franela, recubierto por adentro con corderito del grueso, lana bien patagónica; barba de silicona, gorro frigio térmico o; meterme una minifalda y salir a tirar la goma: cualquier actividad se reducía a la obligación de tener que hacerla por dos mangos. Ustedes me conocen, soy gordo, peso 120 kilos y mido 1,90 m. Más fácil me hubiera resultado ser changarín en el Puerto de Rosario o luchador falso de catch. Ese diciembre que les cuento, fue el diciembre más caluroso desde 1810. 45 grados a la sombra, 245 de sensación térmica y no sé cuánto más de humedad. Quiero hablar de papá noel Transpiré a lo loco, entre la barba y el gorro que se me pegaban a la piel no veía un pomo de nada. Los participantes éramos siete en total. Un mozo de barra de esos que corren carreras de bandejas en la Avenida de Mayo. Dos o tres viejas panaderas de barrio de toda la vida. Dos finlandesas liberales que estaban más fuertes que aliento de mapuche. Con sólo decirles que las tuve en bolas más de 45 minutos cuando se cambiaron para probarse el traje de Papá Noel delante de mí. "Y, vos, ¿no te desnudás?", me decían las guachas. También había un gordo más gordo que yo, japonés. Un chef que había ganado no sé cuántas competencias mundiales de panadería, y yo. Las finlandesas eran turistas y se habían anotado porque estaban aburridas, pa ver si encontraban un grone que se las empome a fondo, más que otra cosa. Pensé: "Bueno, si no me hago unos mangos, por lo menos me volteo una de estas gringas". El hambre del estómago es bravo, hay que decirlo; pero el hambre del pene es… ¡mortal! Y nos mandaron a la calle disfrazados, jo, jo, jo, los borregos del barrio se amontonaban como moscas; nos pusieron una mesita en la vereda de la calle Bolívar, dos o tres paquetes de harina Pañaflor triple cero, unas bolsitas pedorras de pasas de uvas y a amasar. El japonés peló diez pan dulces de un saque, el chef otros tantos; a mí me costaba, pero de a poco le agarraba la mano. La gente se amontonó, se armó un pendejerío bárbaro en plena yeca. ¡Cómo da con todo el sol en la calle Bolívar! Transpiré a lo loco, comencé a asfixiarme adentro de ese traje de astronauta papanoelero. Jo, jo, jo, gritaban las finlandesas y se cagaban de la risa instaladas justo al lado mío en su mesita panadera. Se reían, me manoteaban el ganso, no me dejaban concentrar, las guachas. Eran tan trolas que, en la cocina, no sabían ni mezclar el agua con la harina. Le pedí ayuda a mi hijo porque sentí que me moría deshidratado: "Baltu, andá a comprarme una botella de agua mineral de 100 litros", le imploré al borde de la lipotimia. Y menos mal que mi hijo se fue al kiosco para no ver todo lo demás. Las finlandesas comenzaron a gritar: "¡Papá Noel es un gordo boludo! ¡Papá Noel es un gordo boludo!". Y acto seguido, comenzaron a ponerse en bolas en medio del evento. Los críos del rioba afanaban los pandulces, la ropa carísima del traje de Papá Noel que las locas tiraron a la marchanta. Los negros se acercaban a tocarles las tetas a las gringas o a volteárselas si se daba. El gordo boludo vestido de Papá que estaba al lado mío me vacío las bolsas de harina en la cara y me calenté mal. Comencé a revolear los pandulces para cualquier lado. Por culpa de esas trolas, nos quedamos todos sin cobrar y cobrando porque enseguida vino la policía y entró a repartir. ¿Qué querían esas gringas? No entiendo a ciertas minas. No digo que a todas, pero a un número considerable de minas, no las entiendo. Zafé como pude, a los ponchazos, corrí por Bolívar, en pleno San Telmo, disfrazado de Papá Noel, mi hijo venía de frente, con una botella de agua mineral en las manos. Se asustó: “¿Qué pasa, papá?” –Nada, dejá… le dije casi entre lágrimas, defraudado y casi amniótico y depresivo porque no pude generar un mango. En la Plaza de Mayo, nos sentamos en un banco y me bajé solito el agua mineral. Le conté todo a mi hijo que me decía lo guacho que eran los Siete Chinos, la policía y las gringas trolas. Mi hijo comprensivo me mandó: "Está bien papá, los pobres no necesitamos a Papá Noel". vitamina c /15