Doce años de ART - ABCD On Line / Winisis On Line

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10.01.10
Doce
años
de ART
Dos décadas
sin competencia
Los corredores cuentan
cómo llegar a la meta
Vitamina C se entrega gratuitamente con el diario Crítica de la Argentina del 10 de enero de 2010. Prohibida su venta por separado.
10.01.10
Dato snob
El Simple Diary es a los
diarios íntimos como la
Moleskine a las libretas:
Querido
Diario
la versión más cool que
buscador
se pueda conseguir. Viene
con cuestionarios y multiple
choice para contar lo
esencial de la vida propia
¿
en dos líneas.
Cómo se escribe un diario íntimo ahora que todo se puede contar con 140
caracteres en Twitter? ¿Ahora que uno informa públicamente cada uno de
sus cambios de ánimo, cada una de sus acciones, en su Facebook, sus
"estados" del Messenger y el Gmail? ¿Qué queda de esencial, que pueda ser
escrito, contado, con tinta sobre papel? Philipp Keel -artista plástico y autor
de una serie de best sellers que arrancó con el libro Todo sobre mí- se hizo la
misma pregunta y creó la respuesta: su Simple Diary fue todo un éxito y se asoma en
las carteras y en las mesas de luz de algunas celebridades.
El Keel´s Simple Diary -que edita Taschen en seis colores y va camino de ser a los
diarios íntimos lo que las Moleskine a las libretas (la versión a la vez más clásica y trendy
que se conoce de un block de hojas). Aún no existe una versión en español, pero los
viajeros la pueden comprar en Europa o los Estados Unidos a 15 dólares o su equivalente
en euros, y Amazon lo está vendiendo a diez y monedas.
¿En qué consiste este diario simple? Basado en la idea de que no todos los días hay algo
para contar, de que la gente no tiene tiempo para escribir y de que no siempre se cuenta lo
esencial -sumado a que la mayoría de las veces los usuarios de diarios íntimos sienten
vergüenza de lo que han escrito y no lo cuentan- Keel inventó una serie de divertimentos,
gráficos y multiple-choice que llenan las páginas de esta primera edición de un best seller
del que, adelanta el artista, habrá otros. Entonces, el usuario puede hacer un gráfico en el
que califica su vida de 1 a 10 por décadas para luego observar, según la curva que se forma
sobre el recuadro milimetrado, cómo le
han ido las cosas. O puede contestar a
la pregunta "¿cómo fue tu día?" con
opciones tales como: un buen consejo/
una mala idea/viceversa o sensual/
inconsciente/sentado en el banquillo. O
llenar el múltiple choice sobre "lo que
necesitarías ahora": reflexología/
apetito/menos actividad telefónica/
jugar a los dardos/una estrategia
mejor/mejillas rosadas/una aspirina/
una carta de Fellini/pimienta.
A casi todos estos cuestionarios les
siguen propuestas para llenar en dos
líneas, que expliquen el por qué de las
respuestas, o para consignar lo que
uno encuentra "muy hermoso" o "muy
feo". O espacios para optar por una
expresión de deseos: "Mandame una
señal/mandame una postal"; "dame
algo de dinero/dame algo de amor";
"por favor callate/por favor hablame".
Y finalmente, una serie de
reflexiones del autor, intercaladas en
rojo, a modo de consejos de
autoayuda: "El lugar al que llegás, es el
comienzo", "perdé a los ganadores" o
"considera tus deseos como
realidades".
El creador de este diario del que se hicieron fans Cameron Díaz, Steven Spielberg y
Dustin Hoffman, entre otras celebridades, nació en Suiza, hijo de una pintora, Anna, y
del fundador de la casa editora Diogenes Verlag, Daniel Keel. La escritora Patricia
Highsmith y el director de cine Federico Fellini son algunas de las visitas que solía
recibir la casa. En ese clima, no es extraño que quisiera ser artista. Empezó con dibujos
y caricaturas, luego experimentó con fotografía y collages. Estudió música en el
Berklee College de Boston, a los 21 años fundó su propia agencia de publicidad y
-entre otras actividades- filmó un docu-drama yéndose a vivir al lugar más pobre de
los Estados Unidos, que resultó ser una reserva de Sioux en el sur de Dakota.
Su libro Todo sobre mí no es otra cosa que un extenso cuestionario de 25 capítulos,
fundado en la idea de que solo las celebridades tienen el privilegio de hablar sobre sí
mismas. Con este y otros libros de la misma serie que le siguieron llegó a los tres
millones de copias en varios idiomas. El Simple Diary es el libro-objeto que tenía
que seguirle. ¿Para qué sirve llevar un diario así? Keel explica que no es tan fácil
llegar a lo más simple: "A mí me ayudó a darme una estructura, y un camino para
apagar tanto ruido y escuchar sólo lo que realmente estoy pensando". De paso,
inventó un nuevo objeto de culto.
2/ vitamina c
Sisters Solnicki
Interiorismos en la calle
S
i a alguien le deben agradecer las mujeres de hoy poder mostrar los breteles del
corpiño por la calle sin que nadie se escandalice es a Madonna. Fue la reina del pop, en
los ‘80, quien definitivamente transformó a los
interiores de raso o satén con encajes en prendas
para la vida cotidiana; la tendencia más extendida
esta temporada en Punta del Este entre aquellas
mujeres que usan eso que se empieza a usar en
las grandes capitales de la moda mundial.
Ya en el verano de 2006, se la pudo ver a la modelo Luli Fernández en esas mismas playas uruguayas cuando estrenaba nueva compañía, Martín Barrantes (el ex de Pampita), vistiendo una babucha
blanca de encaje que después todas quisieron tener. Era de la firma De La Ostia, la marca pionera en
la Argentina en reutilizar los elementos de la ropa
interior en prendas de uso diario.
Entre las firmas que van al frente en marcar
tendencia, las que no se quedan atrás son las
hermanas Melina y Jessica Solnicki, que en el local de Punta del Este presentaron su nueva colección de verano 2010, una propuesta cargada de
interiorismos: shorts, musculosas, enteritos largos y cortos y vestidos en gasa de seda natural,
satenes plisados bordados con lentejuelas y pedrería y conjuntos de encaje que salen de la cama
para usarse en fiestas y el after beach. Todo en
rosa chicle, verde jade, off white, negro, grises,
rosa Dior y crudo.
La marca de las hermanas diseñadoras dejó de
llamarse hace unos pocos meses Charlotte Solnicki -la etiqueta por la que sucumbieron primero
las celebridades internacionales como Madonna,
Cate Blanchett, Giselle Budchen, Lidsay Lohan,
Paz Vega, Nicole Ritchie, Paris Hilton, Jennifer
López, Eva Herzigova o Gwen Stefani y después
las locales como Araceli González, Dolores Barreiro, Carla Peterson, Flavia Palmiero, Julieta Pradi y
Nicole Neuman, entre otras-, y pasó a llamarse
Sisters Solnicki, un cambio que no modificará en
nada el glamour que la caracteriza.
La parada obligada para buscar todas esas
prendas que van de la cama a la calle es en el local
de Punta del Este de Sisters Solnicki: ruta 10, kilómetro 160, Manantiales.
Ana María Bovo
Capa cómica
L
a actriz, dramaturga y escritora Ana María
Bovo recorrió un largo camino para hacerse un lugar en el ámbito teatral como narradora oral y logró un inusitado éxito con un género con poca llegada al público masivo, al punto de
que en algunos de sus espectáculos como Maní
con chocolate, Hasta que me llames, Relatos o Humor Bovo, se hacía difícil conseguir una localidad
durante meses. Lo mismo ocurrió con la apuesta Así da
gusto, el último unipersonal de Bovo, estrenado en mayo
de 2009 en el Maipú Club, que durante todo el año se presentó a sala llena en días y horarios poco frecuentes como
los martes a la noche y los domingos a la tarde, a la hora del té. Pero ahora, la obra se reestrena en la
misma sala los viernes y sábados a las 20.30 y con pequeños cambios en la historia de Olinda Petrungaro, una asistente de vestuario que lleva años viviendo entre bambalinas del Maipo; una mujer con calle,
pero no de cualquier calle sino la de las luces de neón, los carteles y teatros que albergan artistas, plumas y escándalos. En Así da gusto, Petrungaro sale del detrás de escena y se sube al escenario para
contar todo, mientras que Bovo con este personaje rinde un homenaje cargado de humor a la comicidad
femenina de grandes cómicas argentinas como Sofía Bozán, Nélida Roca, Tita Merello, Lola Membrives,
Pepita Muñoz y Nélida Lobato, entre otras; esas actrices que desafiaron los casilleros que estaban reservados en el cine a la mujeres, que por ese entonces o eran vedettes o amas de casa.
Muestra
un gigante llamado bertani
Gente como uno
S
u hiperrealismo, la perfección de
las formas y la maestría en el uso
del aerógrafo se pueden apreciar
en detalle en la muestra de gigantografías
que el artista plástico Ernesto Bertani
montó a mediados de diciembre en el Centro Cultural Recoleta y que se mantendrá
hasta el 21 de febrero. La exposición incluye 15 mega pinturas de hasta 8.50 metros
de largo y siete metros de alto, que permiten tener una visión renovada de este artista de 61 años reconocido por su trabajo
en aerógrafo sobre géneros y tapizados en
los que despliega su visión irónica y humorística sobre el hombre y la mujer porteños,
la cultura urbana, la vestimenta en la grandes urbes, el ser nacional, todo cargado de
una intensa sensualidad. A la muestra ya
asistieron más de 30 mil personas y el jueves 14, a las 19, el pintor dará una charla
gratuita en la que compartirá con el público un recorrido por su obra y su forma de
trabajo.
Bertani en el Centro Cultural Recoleta,
sala Cronopios (Junín 1930), hasta el 21
de febrero. Horarios: de lunes a viernes
de 14 a 21. Sábados, domingos y feriados
de 10 a 21.
La esencia de la murga
E
n la historia musical del Uruguay, la Falta y Resto tiene
su capítulo propio como la murga más tradicional y
emblemática. Creada y dirigida por Raúl “Tinta Brava”
Castro en 1980, logró trascender con su canto de resistencia
hacia la dictadura, convirtiéndose en la primera murga politizada con sus letras contestatarias. Pero la Falta y Resto también le dio un impulso al movimiento murguero en el Río De La
Plata y abrió un espacio para el surgimiento y desarrollo de nuevos
grupos.
Después de subirse a más de 6.000 tablados y ganarse el fervor del público argentino, la Falta y Resto vuelve a Buenos Aires una vez más, como todos los años y en esta oportunidad con un espectáculo nuevo: El Cuplé, un show que propone al público internarse junto a la formación en el proceso de creación de justamente un cuplé, que no es otra cosa que la
esencia misma de la murga, en definitiva, la representación irónica de diferentes aspectos de la actualidad.
El cuplé de la Falta y Resto se presentará el viernes 22 y 29 y sábados 23 y 30 de enero, 23.30 en la Trastienda Club (Balcarce 460). Entradas desde $40 por Ticketek.
Bar
Dios salve a la reina
D
esde que se inauguró, hace un mes, el bar palermitano Reina Mora, existe algo distinto en
Buenos Aires para aquellos paladares dispuestos a descubrir sabores poco explorados. La
propuesta, dispuesta por la jefa de barra, Paula Luz Fariño -27 años, ex Thames 878- es la de
jugar con el picante en la bebida, como por ejemplo, unas gotitas de tabasco en el Bloody Mary, que le
dan otra personalidad a los típicos tragos frutales que tan bien vienen en esta calurosa época del año.
La idea es ofrecer tragos con frutas de estación a la hora del vermouth para que todo sea más fresco,
según dice Edward Pietron, el barman que aporta su experiencia ganada en Nueva York, quien explica
además, que las bebidas que propone Reina Mora tienen una gran influencia de sabores de países del
sudeste asiático como Vietnam, Tailandia o Malasia, donde se juega con la combinación de sabores
dulces y picantes. Dentro de la carta hay también varias syrup con distintos tipos de pimientos, como el
trago de la casa, La Reina Mora, que lleva un syrup de mora y picante, ron y agua tónica. Aunque el más
popular entre la clientela es una caipirinha de maracayá picante, que tiene lima, cachaça, maracayá y ají
picante. Un detalle: el maracayá es fresco, nada de enlatados en este bar. Los tragos van desde los $18
hasta los $25, los más complejos. Reina Mora: Cabrera 4625.
Juegos
Volvió el bombero loco
H
ordenado. Quedaba en la calle Piedras,
Monserrat, y lo habitaban José y
María, una pareja en sus treintitantos
que no conseguía decidir nada muy
serio con respecto a su futuro. Desde
hacía algún tiempo habían empezado
a plantearse las típicas preguntas
incómodas de la mediana edad:
¿hijos? ¿boda? ¿hijos y boda? ¿nos
Por
estamos volviendo personas
Margarita García Robayo
monotemáticas? Y siempre posponían
las respuestas. Era sábado a la noche y
Buenos Aires entraba con paso firme
en el verano. Antes, cuando hacía
mucho calor, José y María solían echarse desnudos en el balconcito que miraba al
contrafrente de un edificio abandonado. Tomaban cerveza, o un vino barato con
mucho hielo. Ya no hacían eso, habían cambiado, estaban gordos. No era lindo ver sus
carnes blandas desparramadas. La última vez que lo habían hecho José se agarró la
panza con las manos y luego recorrió con la mirada las tetas estiradas de María:
"Estamos envejeciendo prematuramente", dijo. María le contestó: "¿Por qué
prematuramente?"
Esa noche, José miraba en la tele una entrevista que le hacían a Billy Cristal en
Desde el Actor Studio. María fumaba y se abanicaba con una revista vieja que tenía en
la portada a Fito Páez. José odiaba a Fito Páez, le parecía un invento descabellado, le
parecía un curro, le parecía un señor que escupía demasiado cada vez que cantaba.
–Billy Cristal, lo mejor de Saturday Night Live– dijo María, que tenía esa manera
rara de hablar, como si cada vez que abriera la boca tuviera que largar un slogan.
María nunca en su vida había visto Saturday Nigth Live, José tampoco.
Al mediodía habían decidido que cenarían espárragos hervidos, a pesar del clima
–que daba estrictamente para cenar helado de melón–. La madre de José cultivaba
espárragos en Junín y cada tanto les enviaba cantidades desmesuradas: "¡Pura vitamina
A, C y E!", decía siempre, escrito a mano, en el paquete de espárragos que les enviaba la
señora. Los últimos estaban por pudrirse. "Los espárragos no se pudren", le había dicho
José a María cuando ella sugirió esa idea. "Los de tu madre sí", contestó ella.
–James, la momia Lipton, el más imbécil de los imbéciles– decía ahora María, con
un dejo poético bien berreta, pensó José: a lo Ricardo Arjona. María se refería al
conductor de Desde el Actor Studio, a quien odiaba empeñosamente, como si alguna
vez ese pobre señor se hubiera dirigido a ella de malos modos. A José le molestaba que
María siempre hiciera el mismo comentario: lo hacía cada vez que veía a James
Lipton, aunque fuese en una propaganda, en un cartel en la calle, en el recuerdo.
Por el balconcito entró el ruido de una bocina y luego se escucharon aplausos y risas
en respuesta a algún chiste que hizo Billy Cristal. James Lipton se sonrió de lado y, sin
más expresión que ese rictus difícil, dijo: "Don't you fuck with me, Billy". José se río
salvajemente. María pensó que eso no daba risa. José se reía de cualquier cosa, para él
reírse era parte de la inercia de estar echado en el sofá, con las patas sueltas y la panza
distendida.
–Toda la casa huele a espárragos, ¿querés ir a ver si ya están?– dijo María y escondió
nariz y boca en el cuello de su remera; el olor a espárragos le recordaba al olor del meo
tras haber comido espárragos. Cuando era chica, su madre le tenía que tapar la nariz
para hacérselos tragar.
–¿Por qué no vas vos? Yo estoy viendo el programa.
–Yo también– la voz de María sonó nasal. Estaba aguantando la respiración.
–A vos no te gusta este programa.
–No me gusta la momia Lipton, el programa sí.
José se paró molesto, caminó hasta la cocina, destapó la olla y el vapor verdoso se
elevó hasta el techo, alimentando esa mancha de humedad que tenía forma de una
gran ameba. El olor llegó hasta el living, donde María aspiraba su remera hasta bien al
fondo: olía a jabón Querubín, que es como el Ayudín pero más barato. Lo había
comprado José.
–Ya están– dijo José, traía un par de platos con espárragos y un frasco de mayonesa
Natura. Puso todo en la mesita del living usando la cara de Fito Páez de bandeja. Miró
a María:
–¿Querés dejar de olerte las tetas?
María sacó la cara de la remera, agarró un espárrago y lo zambulló en la mayonesa.
Lo chupó y lo volvió a zambullir. "…Don't you think so?", dijo Billy Cristal. María
mordió un pedazo de su espárrago chupado. Masticó. "No, I don't", contestó James
Lipton.
–Puro meo– dijo
María, y escupió en el
plato la pasta verde que
tenía en la boca. José no
la vio, si la hubiera visto
le habría gritado sucia o
asquerosa, con mucha
cara de asco. Pero no la
vio, estaba ocupado
riéndose como un
poseso, señalando la tele
con un espárrago que
chorreaba mayonesa.
Romance
Falta y Resto
ace tiempo que habían desaparecido. Parecía que se
los había tragado la tierra.
Lo que sucedió fue que aparecieron
cientos y cientos de juegos y juguetes sofisticados y modernos que lo
reemplazaron. Pero el Bombero loco
volvió, tal cual lo conocieron los niños que hoy pasaron los 30, para
Era un dos ambientes modesto pero
que los chicos de ahora jueguen al
carnaval o para que los nostálgicos
de épocas pasadas aunque más no
sea lo usen para regar las plantas.
No apto para padres histéricos. En
Buenos Aires se consiguen a $15 en
rojo y azul, en los locales de objetos
de decoración L'ago (Defensa 919 y
970, Capital Federal).
vitamina c /3
10.01.10
“Todos somos
un poco
intransigentes,
frívolos
y sensibles”
De la intolerancia con los otros, la aceptación de uno
mismo y la amistad entre hombres hablan Ricardo Darín,
Germán Palacios y José Luis Mazza, que vuelven a la
cartelera porteña con una de las mejores puestas de Art
en el mundo entero. Cómo es la obra de la escritora
francesa Yasmina Reza que ya lleva 12 años de éxito.
Por Josefina Licitra
fotos leandro sánchez
A
l mediodía, antes
de ir al hotel Four
Seasons y subirse
al tren de entrevistas de promoción
de la obra Art,
Germán Palacios pensó en la remera naranja. Le encanta el naranja. Tiene muchas prendas de
tono naranja porque en general
adora los colores vivos. Sin embargo, llegó al encuentro vestido
de gris (o de azul, o de algún otro
tono condenado al olvido).
–Germán, a propósito –pregunta en plena charla Ricardo Darín,
vestido también de gris (o de
azul)–, ¿dónde está esa remera
naranja que tanto usabas?
–Iba a traerla, pero después
pensé que ustedes iban a venir así,
y no quería estar distinto.
El diálogo es intrascendente.
Tan intrascendente como el 90%
de los intercambios que pueden
suceder en un matrimonio de
años. Pero es justamente eso, el
lazo y el tiempo, lo que queda al
desnudo cuando se reúnen Ricardo Darín, Germán Palacios y José
Luis Mazza: una rara pareja de
tres; un trío de señores que, desde
hace 12 años –en el caso de José
Luis Mazza, desde 2006, aunque
antes estaba en la producción artística– se reencuentra casi anualmente para hacer Art: una pieza
de la novelista y dramaturga francesa Yasmina Reza que se estrenó
en París en 1994; se presentó en
infinidad de países (de Estados
Unidos a Irán, de Argentina a Japón); ganó los premios teatrales
más prestigiosos del mundo anglosajón (el Laurence Olivier
Award y el Tony Award) y sobrevivió al tiempo con un planteo que
4/ vitamina c
parece sencillo: tres amigos entran en desacuerdo cuando uno
de ellos muestra su adquisición
reciente: un cuadro absolutamente blanco (una caricatura del minimalismo) por el que pagó mucha plata. Este episodio marca el
punto de partida de un debate sobre las formas de la amistad, la
tolerancia y la frivolidad, que a su
vez se da en un marco de apariencia mínima: tres paredes, tres sillones, tres actores y un cuadro
ciego.
–A esta obra le ha ido muy bien a lo
largo del tiempo, con una puesta formalmente simple. ¿Cómo explican esto?
–Darín: Efectivamente, esta
obra ha sido trabajada en el camino inverso al de la espectacularidad o la superproducción. Pero
ojo: quizás la escenografía de Art
sea diez veces más cara que otras
que, a simple vista, parecen impactantes. La puesta no es sencilla, sino de una gran complejidad
a la que se llega luego de un proceso de decantación, en el que la
autora se despoja de cualquier
golpe de efecto. Si te fijás, cada
una de las tres paredes es distinta.
Tiene una textura y una iluminación particular. Y cada sillón es
diferente y está relacionado con
las características de cada personaje.
–Palacios: A su vez, más allá de
que la cartelera porteña ofrece la
paleta más grande en materia de
gustos y propuestas, particularmente esta obra tiene un mérito
muy grande: se podría hacer en
cámara negra (esto es, con el fondo negro y sin escenografía), con
tres sillas y una mesa y funcionaría igual. No hay muchas propuestas de las que pueda decirse lo
mismo.
–Mazza: La apariencia despojada ayuda a que te metas más en el
cuento. Y a la vez no es casual. En
el inicio de la obra está descrito
cómo son los sillones, las paredes.
–Darín: Hay una gran crisis que
les sucede a estos tres tipos, y que
se apoya en algo imperceptible. Y
lo interesante es que cualquiera
que siga la historia pasa por distintas etapas: por momentos está
de acuerdo con uno, luego con
otro. Lo inteligente de la pieza es
que no da una respuesta. Abre
preguntas y las respuestas quedan
de modo residual, se siguen escribiendo en las casas de todos, actores y público.
En Art hay tres personajes: uno
es Sergio (Palacios) un sibarita
capaz de gastarse un pilón de dinero en un cuadro. Otro es Marcos (primero interpretado por Oscar Martínez, luego por Luis
Brandoni y ahora por Mazza), un
talibán de sus ideas, incapaz de
negociar un punto de vista. Y el
tercero es Iván (Darín, quien recibió un Estrella de Mar de oro por
esta interpretación), un tibio moderador que, por querer llevar la
charla a un punto medio, termina
siendo el blanco de más de una
descarga.
Curiosa, coincidentemente, los
tres actores tienen bastante de sus
personajes. Mazza se presenta como un hombre menudo y prudente; una suerte de hobbit urbano
que hace de sus silencios un elemento ideológico: por no disentir,
Mazza prácticamente no habla.
“Trato dei
combatir misi
frivolidades. i
Me dan un pocoi
de vergüenza”, i
Darín.i
En la vida, dice. Pero también en
esta nota. Palacios, en tanto, tiene
una elegancia llamativamente activa: su forma de mirar –una mirada de respiraciones lentas– parece entrenada para provocar y
descubrir belleza. Y Darín duda.
Todo el tiempo duda. Y en esas
dudas hay –se nota– una doliente
honestidad.
Según Reza, los tres perfiles
compuestos por este trío de actores representan, a la vez, tres facetas distintas que suelen habitar a
una misma persona: el perfil sibarita, el intransigente y el sensible.
–¿En qué actitudes domésticas, cotidianas, propias, encuentran ustedes
trazos de estos tres perfiles?
–Mazza: Yo ni puedo decir cómo soy. Todo el tiempo me encuentro intransigente, frívolo y
sensible. Todos tenemos todo, ¿o
no? Nadie es de una única mane-
ra. ¿Frivolidades? A veces me gusta comprarme algo que no necesito, pero cada vez me pierden menos cosas. La sensibilidad la vivo
como un problema: muchas veces
uno la quiere reprimir y es un
error, pero a veces por machismo
o prejuicio uno trata de contenerse. Y por último soy intransigente
en el terreno ideológico. Tengo un
modo de pensar que me va a
acompañar por el resto de mi vida
y que no puedo cambiar. Por eso
ya no discuto como antes. Prefiero
escuchar y decir “bueno, mañana
pensará de otra manera”.
–Darín: Hay cierto distanciamiento de lo que piensen los otros,
¿no?
–Mazza: Sí, sobre todo del conflicto. Ya no quiero tener conflicto.
–¿Antes sí?
–Mazza: Sí, antes era muy peleador.
tampoco es frivolidad, ¿no? La
frivolidad es muy difícil de definir. Lo que es superfluo, excesivo
o intrascendente para uno, puede no serlo para otro.
–Mazza: Marcar a alguien por
una frase que dijo también puede
ser frívolo.
–Darín: O marcarlo por cómo
está vestido o peinado.
–Palacios: Ese punto en la pieza
es interesantísimo. La compra del
cuadro es una excusa para hablar
del prejuicio y los dictámenes categóricos. A mí, que me toca interpretar ese rol, no me parece
una frivolidad que el tipo se haya
calentado y quiera pagar una fortuna por un cuadro. A veces lo
más cómodo es hacer una lectura
demagógica y facha, y condenar
este tipo de actitudes.
–Darín: Aparentemente, pareciera que hay toda una cuestión
de equilibrio a descubrir, en función de saber quién sos. Yo desconfío de las definiciones categóricas que dicen “yo soy esto y ninguna otra cosa”. Detrás de estas
certezas se pueden esconder actitudes muy desagradables. Los que
hacen alardes de certeza y de intelectualidad y someten a cada uno
de los interlocutores a cierta sensación de disminución, de alguna
forma desenmascaran también
una obsesión por la supremacía o
por tener razón. Eso es horrible.
“Desde quei
empecé i
a hacer Art, i
compro i
más cuadros”,i
Palacios.i
–Palacios: Yo, por ejemplo, algo
propio que encuentro muy relacionado con la obra es el tema de los
cuadros. Ahora compro cuadros.
Siempre me gustaron, pero desde
que empecé a hacer Art tengo más.
No tengo para nada una postura
similar a la del rol que interpreto,
pero un poco me parezco. Pensaba
en esto hace unos días, cuando me
compré un cuadro muy lindo, muy
colorido, lo contrario al minimalismo o el modernismo de la obra.
–¿Considerás una frivolidad haber
comprado ese cuadro?
–Palacios: No, en absoluto. Me
siento sumamente feliz. Pero es
algo que me llama la atención,
porque desde que hago Art valoro
más al tipo que pinta. Cambié.
Ahora soy un padre de familia, soy
un coleccionista…
–Darín: ¡Ha llegado el color a tu
vida! A propósito, ¿qué pasó con
la camiseta naranja? Hace mucho
que no la veo.
–Palacios: Iba a traerla...
–Darín, ¿vos qué elementos tenés de
estos tres personajes?
–Darín: Nada original... La verdad es que también me reconozco
en distintos aspectos. Y hay cosas
que me enorgullecen y otras que
me dan un poco de vergüenza.
Mis frivolidades me dan un poco
de vergüenza. Las combato, me
resisto y trato de luchar contra
ellas porque no me gusta entregarme a la estupidez. Pero no
siempre lo consigo. A veces soy
superfluo, no soy todo lo profundo que me gustaría ser. Y a diferencia de Pepe (Mazza), yo me
entrego con mucha más facilidad
a la emoción, no me avergüenza
hacerlo. Lo que me avergüenza a
veces es entregarme con exageración, cosa que me ocurre.
–¿Sentís que llorás de más?
–No… Pero puede pasarte estar
hablando con alguien que no conocés, tocar un tema determinado
y terminar llorando, y vos decís
“un hombre grande debería tener
cierto control”. Y la pregunta que
sobreviene es por qué tengo que
tener cierto control. Me pasa eso.
Luego, también lucho contra ciertos rasgos de autoritarismo que
descubro. Con frecuencia me ocurre eso de creer que soy el que tiene razón. Y a veces me doy cuenta,
tarde, de que estaba equivocado.
Creo que uno está permanentemente en contacto con sus limitaciones y deseos, y en esa lucha interminable tratamos de descubrir
quiénes somos. Por ejemplo, escuchaba a Pepe decir “soy así, y no
voy a cambiar”, y desconfío de lo
que dice.
–Mazza: Yo también desconfío.
–Darín: Porque me parece que
esa afirmación encierra un modelo que él elige esgrimir para sí, a
fin de evitar conflictos.
–Retomando el tema de la frivolidad:
da la sensación de que a los tres los
avergüenza la posibilidad de la frivolidad. ¿Por qué? ¿Qué sería lo malo?
–Darín: No, no digo que la frivolidad esté mal. Reconozco entre
mis afectos a gente que de pronto
se autodenomina “frívola” y hace
cierto alarde de eso. Y no tengo
conflicto a nivel emocional con
eso. Pero intelectualmente la frivolidad me genera dilemas. A veces deseo comprarme algo que no
necesito. Eso en sí mismo, si te
detenés a pensarlo, es fuerte. Saber que no necesitás algo y a la vez
desearlo es un conflicto que te
pone en un lugar tirante, del que
no siempre salís bien parado.
–Palacios: Pero por ahí eso
Creo que ese juego de pasar de un
estado a otro, de ser por momentos frívolo, intransigente o sensible, es rico en la medida en que
uno no se aleje demasiado de su
eje y logre estar en paz, amablemente, con uno mismo.
–Suena a autoayuda.
–Darín: Bueno, justamente es
eso lo que me desagrada de todo
este planteo. Sigo en conflicto
con cierto aspecto religioso de la
idea de “aceptación”, hay una cosa con la idea del “destino” con la
que me peleo un poco por una
cuestión mental.
Sin filtro
La obra de Yasmina Reza puede
entenderse, a esta altura –y dada
la cantidad de lugares donde fue
interpretada–, como una suerte
de cuidado sistema de franquicias. Para llevarla a cabo hay que
vitamina c /5
10.01.10
respetar escenografías, personajes
y textos. Pero –y esto es lo interesante– tiene eso que en la jerga se
llama “poca izquierda”: del lado
izquierdo del guión, donde van
anotadas las sugerencias respecto
de cómo deben decirse las cosas,
hay mínimas acotaciones. Ahí, en
esa posibilidad de interpretar la
partitura de un modo personal,
está la vida de cada versión. En el
caso del Art porteño –que se presenta a partir de esta semana en el
Teatro Tabarís, con producción de
Carlos Rottemberg–, se trata de la
versión más celebrada por su autora, Reza. Cuando fue a ver la
obra, dice haber encontrado una
frescura y un vigor que la invitaron a reencontrarse con el texto.
–¿En cuántos lugares han visto Art,
por afuera de Argentina?
–Darín: Yo, en Broadway y en
Londres.
–¿Y qué tal?
–Darín: La de Londres me encantó, y la de Broadway era un
bodrio. Era el mismo texto y una
escenografía similar, pero yo sentía todo el tiempo la necesidad de
ponerme de pie en la platea y gritarles que se detuvieran porque
estaban haciendo una cagada.
–Palacios: Después, se sabe que
en Alemania se hizo y que no tenía nada de gracia. Cero humor. Y
me molesta, prefiero evitar la discusión. “Este tema no lo toquemos
–pienso–, si en todo lo demás nos
llevamos bien”.
–Darín: Creo que lo que le pasa
a Pepe tiene que ver con momentos de la vida. Yo no me siento
preparado todavía para eso. Estoy
en un momento de crisis total. Y si
pienso qué me habilita a considerarme amigo de otro, veo que me
gustaría trabajar en la dirección
de poder decir absolutamente todo lo que pienso sin ningún tipo
de censura. Sin ninguna clase de
amortiguación, filtro o reparo.
–¡Te vas a quedar solo!
en Uruguay una compañía eligió
incorporar un personaje más, e
incluso le agregaron texto.
–¿Eso se puede hacer?
–Darín: ¡Claro que no! Aunque
se ve que en los hechos se puede,
porque lo hicieron.
–La obra habla sobre la amistad. ¿Se
consideran ustedes buenos amigos?
–Darín: Bueno, Germán y yo
aprendimos a hacernos amigos
con esta obra. No sé si somos todo
lo amigos que podríamos ser, pero
sí sé que somos amigos y nos queremos mucho. Y con Pepe la amistad data de un tiempo atrás, he-
“En loi
ideológico, soyi
intransigente.i
NO voyi
a cambiar”,i
Mazza.i
mos discutido mucho, nos hemos
perdonado y entendido mucho.
Con Germán también.
–Todo esto en el contexto de la obra…
–Palacios: De la vida. Cuando
uno trabaja también pasa la vida.
No soy el mismo desde que se estrenó esta obra.
–De todas formas me refería a si se
consideran buenos amigos en término
amplio, no entre ustedes tres.
–Mazza: Siempre elegí amigos
de acuerdo a una idea de cercanía:
tenían que estar cerca ideológicamente, o ser de la infancia, o ser
del trabajo. Y hoy trato de tener
amigos que no tengan nada que
ver conmigo. Y lo paso muy bien.
Los escucho, trato de no discutir…
–¿Se puede ser amigo sin discutir?
–Mazza: Sí. Yo acepto al otro
como es. Y si el otro dice algo que
–Darín: Puede ser, pero automáticamente me surge la otra
pregunta: ¿para no quedarme solo debo meterme la lengua en el
culo? Ahí estoy, en esa crisis. Que
no sé si no termina llegando al
punto en que está Pepe, que es el
de no meterse en más quilombos.
–Mazza: Yo ya discutí tanto…
–Palacios: El problema con la
amistad es que no siempre estamos tan dispuestos a escuchar al
otro. Lo que tiene de lindo la obra
es que grandes dilemas tocan fondo y se resuelven en un tiempo
reducido. Mientras que uno, en la
amistad, no siempre puede llegar
a profundizar tanto y llegar a la
panacea de decirle al otro todo lo
que se le cruza por la cabeza.
–¿Hay alguna instancia donde se
pueda hablar sin filtro? ¿El matrimonio, por ejemplo, permite esto que no
permite la amistad?
–Darín: Uh… eso sería sublime.
Su–bli–me. No digo que uno no
necesite eventualmente tener algún secreto en esa cajita que tenés
adentro y que no podés abrirle a
nadie y qué se yo, pero, o sea: debe
ser un punto de elevación genial
tener una relación conyugal en la
que, ya que el otro te conoce como
nadie, puedas aprovechar y decir
absolutamente todo lo que se te
cruza por la cabeza.
–O sea que ni en el matrimonio se
puede hablar sin límites. El del filtro
sería un problema sin solución.
–Darín: Es que todo llega tamizado por el afecto, que es un arma
de doble filo. Porque en el nombre del cariño y el amor uno se
calla cosas, y esos silencios se acumulan en algún lado. Tanto en el
matrimonio como en las amistades.
–Está la idea de que las amistades
entre varones giran en torno a tres únicos tópicos: mujeres, fútbol y tablas de
fiambre. ¿Por qué existe esta idea tan
superficial de la amistad masculina?
–Darín: Primero aclaremos que
está buenísimo juntarte con amigos para hablar de minas, fútbol y
picada. ¡Que eso no se pierda! Pero hay mucho de mito.
–Palacios: Yo he participado en
muchas reuniones de tipos solos
donde te sorprenderías de las cosas que se hablaban. Habiendo
pasado por el fútbol, la picada y
las mujeres, claro.
–Darín: Y la próstata. Porque,
pasados los cincuenta, las reuniones entre amigos toman un cariz
inesperado.
6/ vitamina c
Hace unos años
Julieta Ascar fue
abucheada por una
escenografía que
montó junto al pintor
Guillermo Kuitca.
Pero las vueltas del
destino y su genial
talento hicieron que
ganara el concurso
para diseñar un
majestuoso telón.
–Después de esa experiencia, ¿cómo llegaron a concursar por el telón?
–Los tapiceros que habían hecho el telón de Piaf, que son
técnicos del Colón, me comentaron lo del concurso. Para ellos
yo era una de las candidatas. Me
anoté con mucha confianza en
mí misma. Y me pareció que,
nobleza obliga, tenía que hablar
con Guillermo. Después, cuando leí las bases del concurso y vi
el jurado, lo reconfirmé. Él descreía un poco, me dijo que las
bases eran medio capciosas, que
había todo un trasfondo político
pero que básicamente no tenía
tiempo para dedicarle. Finalmente me dio sus bocetos.
Por Soledad Ferrari
A
veces el dolor sirve
para encontrar un
camino, otras para
hundirse en el regodeo del sufrimiento. Julieta
Ascar (35) –escenógrafa y vestuarista– pudo elegir lo primero y
desde muy chica decidió que
construiría pequeños espacios
para resguardarse de los “bombardeos permanentes” que padecía en su casa. “Mis padres fueron
muy caóticos, había mucha violencia familiar. Definitivamente,
ser escenógrafa no fue una casualidad”, confiesa sin dramatismo.
Todavía se le nota la euforia de la
victoria, la misma que sintió
cuando le avisaron que era la ganadora para diseñar el nuevo telón de uno los teatros más importantes del mundo. Su proyecto,
inspirado en la lira presente en el
cortinado histórico que data de la
década del 20, fue elegido de manera unánime por Guillermo
Ambrogi, Nelly Arrieta de Blaquier, Teresa De Anchorena y Pedro Pablo García Caffi, entre
otros. El jurado quedó extasiado
con la propuesta de Ascar–Kuitca, algo que no sorprendió a la
joven artista.
Meses atrás, Ascar había llamado a Kuitca para proponerle
participar juntos en el concurso.
Estaba convencida de que tener a
su lado a un artista de prestigio
internacional sumaría puntos:
“Es un teatro muy elitista, nadie
iba a elegir una propuesta solo
con mi firma”. Además de los honores, junto con su amigo Kuitca
se hicieron acreedores de la suma
de 40 mil pesos. Ascar asegura
que usará el premio para invertirlo en algo que le dé más dinero
y evitar tener que vivir al día, como le sucedió en otros momentos. No tiene mentalidad de empresaria, pero también está lejos
de la bohemia. “Estudié Arquitectura y después me pasé a Bellas Artes en De la Cárcova. Era el
extremo de lo hippie, me quería
matar. Me di cuenta de que me
tenía que poner a trabajar porque
me iba a morir de hambre”, recuerda.
Con su pareja, Pablo Rodino,
fundó Flapping, una productora
de contenidos visuales. También
fue la responsable de la estética
–¿Te imaginabas que tu nombre iba
a estar en una placa del teatro?
“El Colón
es un teatro
muy elitista”
–¿Sabés que sí? Cuando era
chica, los domingos salíamos
con mi viejo a pasear los domingos por el centro y cuando pasábamos por el Colón, yo le decía:
“Voy a hacer algo recontra importante en este teatro”. Mi viejo
se murió el año pasado y quedé
destruida, en stand by, no podía
trabajar. Este año retomé viejos
objetivos que creo hacen a mi
identidad, como es hacer teatro.
Y este premio es una convalidación de eso, de que no me equivoqué. Cuando me enteré de que
lo habíamos ganado estaba en el
baño del Teatro Liceo, donde
hacíamos Piaf. Nunca antes había gritado tanto de felicidad…
–También trabajaste en moda con
Martín Churba. ¿Cómo es salir del teatro para meterte en un mundo aparentemente tan frívolo?
de obras como Piaf, Luna de
Oriente, Sweet Charity y Cabaret
Líquido. Tras haber ganado importantes concursos trabajó en
Grecia y en La Scala de Milán.
Un mal día se cansó de las tablas
y dejó todo para probar la televi-
“cuando erai
chica le decíai
a mi viejo ‘voyi
a hacer algoi
importante eni
este teatro’”.i
sión, el cine y la publicidad. “Me
deprimí con esos medios y volví
al teatro, mi gran amor”, explica.
–Kuitca, uno de los artistas más cotizados y prestigiosos del país, no se
cansa de ponderarte. ¿Cómo fue el primer encuentro?
–Estoy agradecidísima a Guillermo, a su lado aprendí mucho.
Yo trabajaba en el Teatro San
Martín; Vivi Tellas estaba armando La Casa de Bernarda Alba y lo
quería a él como escenógrafo. Pero Kive (Staiff ), el director, es lo
contrario al Colón. Para él, el escenógrafo tiene que tener título
de escenógrafo. No llegaban a un
acuerdo, hasta que Kive me propuso a mí. Le dijo a Vivi que había una escenógrafa muy jovencita –yo tenía 25 años– que podía
ser la asistente de Guillermo.
Desde el comienzo hubo mucha
afinidad conceptual y estética. En
la primera reunión, Guillermo
dijo: "Yo soy artista plástico, no
me interesa ser escenógrafo. La
convalido a Julieta. Ella va a tener la responsabilidad de darle
forma tridimensional a lo que Vivi y yo tenemos en la cabeza a
partir de mi obra". Siempre fue
muy respetuoso de mi rol.
cinta transportadora de valijas,
de barcos en valijas, de personas
en espíritus. Sucede que en la
ópera el escenógrafo tiene más
posibilidad de decir cosas y, justamente, en el Colón mientras
más políticamente correcto seas, mejor.
¡Nos recontra
abuchearon! El
día del estreno
se abrió el telón
y toda la platea
gritaba “uhhh”.
Guillermo miraba y decía: “No lo
puedo creer, nos
están gritando”.
Yo le decía: “Ok,
pero mirá quiénes nos gritan”.
–Adoro, admiro y quiero mucho a Churba. Es un amigo, un
colega, un gran tipo. Con el mundo de la moda me divierto. Juego
a dotar de concepto a un ámbito
frívolo y, en ese plan, Churba
siempre fue el mejor socio. La
moda es diferente del teatro.
Pero no deja de ser escena.
Backstage por camarines,
pasarelas como escenarios, portadas como crónicas, diseñadores como
reggiseurs, modelos o
actrices como musas.
Es diferente, pero con
conceptos muy parecidos.
–¿Cómo fue la experiencia de ser
abucheada en el Colón?
–Para mí estuvo buenísimo. A
Guillermo lo habían convocado
para hacer El holandés errante de
Wagner y me propuso ir a laburar
con él. La escenografía no podía
ser más delirante. Se trataba de
una resignificación del mar en
foto claudio
herdener
vitamina c /7
10.01.10
20
300
Kate Moss,
la única
supermodelo
de los ’90
que no tiene
competencia
E
s imposible saber
exactamente para cuántas
tapas de revista posó Kate
Moss en su vida. La cuenta da
alrededor de 300. Solo para
Vogue hizo 23 –acaba de
cumplir diez años modelando para esta
revista– y en la norteamericana W, que la
tiene como musa inspiradora, apareció 17
veces. La modelo cumplirá 36 años el
próximo sábado, es casi la única que puede
jactarse de haber reinado por veinte años
–los 90 y los 2000– y es muy probable que
no le aparezca una competidora de su porte
en la década que se inicia con este 2010.
Y las tapas de revista no son nada
comparadas con la cantidad de avisos que
ha hecho Moss en su vida. Su nombre se
hizo conocido en la década de las
supermodelos: Claudia Schiffer, Naomi
Campbell, Cindy Crawford y Linda
Evangelista eran más famosas y tenían más
peso en el mundo del entretenimiento de lo
que habían tenido hasta entonces las
mujeres de la pasarela. Pero esta flaquita
nacida en 1974 en las afueras de Londres
no tenía ni las curvas ni la estatura de sus
colegas. Era la antítesis de sus colegas de
mejillas rosadas y cuerpo contundente:
Moss se comparaba más con Twiggy, la
figura del modelaje de los ’60, flacucha,
pálida, con poco y nada bajo el escote y más
bien baja para una pasarela. “Weif look”, se
definía lo suyo. Estilo “descuidado”.
Y sin embargo fue una revelación. Para la
pasarela y las campañas publicitarias, la
eligieron los principales diseñadores y
marcas de Europa. Pero además su propio
estilo la convirtió en ícono de la moda: a
menudo fue imitada y creó tendencia. La
frutilla del postre fue una vida agitada. Los
escándalos, lejos de quitarle puntos, le
sumaron: la terminaron de definir como
una estrella.
En verdad, el estilo de Moss de
descuidado no tiene nada. En sus años de
relación con Johnny Depp –entre 1994 y
1998– la pareja llevaba un look entre el
8/ vitamina c
años,
tapas
A punto de celebrar sus 36 años –el próximo sábado–,
acaba de cumplir diez como modelo de tapa de Vogue
además de veinte desde su primera portada.
Dos décadas o el doble de lo que ha reinado cualquiera
de sus competitivas colegas.
grunge y haber agarrado lo que había en el
ropero, con la luz apagada. Pero esas
mezclas de pieles con vestidos floreados,
remerones largos con botas y sandalias de
gladiadora, plumas con jeans rotos eran
una elección bien cuidada. Un poco hippie,
un poco rocanrol, pero en el mundo de las
prendas exclusivas.
Moss llevó como marca personal este
bohemian chic que en su momento impuso
Anita Pallenberg –la sexta rollingstone,
novia de Brian Jones, amante de Mick
Jagger y esposa de Keith Richards, con
quien tuvo dos hijos–.
Su cuerpo excesivamente flaco y un
estilismo particular en los primeros avisos
famosos que protagonizó causaron
polémica. Especialmente un semi desnudo
que hizo para una campaña de Clavin Klein
en 1993 (el aviso del perfume Obsession fue
directamente desnuda). Hasta el por
entonces presidente norteamericano Bill
Clinton habló –en contra– del “heroin chic”,
como se definía a la tendencia de poner
modelos muy delgadas y acentuar con el
maquillaje la palidez y las ojeras. Moss, que
suele ser perseguida por la prensa pero
pocas veces habla con ella, repetía que lo
que causaba impresión era “el contraste con
chicas con más pechos, como Cindy
Crawford”. Y repetía: “¿Cuántas veces tengo
que decir que no soy anoréxica?”
Para entonces la modelo llevaba unos
años en el oficio. Fue descubierta muy
joven, a los 14 años, cuando era una
estudiante bastante mediocre, excepto para
los deportes. Era el verano del 88, en el
hemisferio norte, y la familia de Moss se
había ido de vacaciones a la Bahamas. En el
aeropuerto JFK, cuando esperaba para
abordar el vuelo que la llevaría de vuelta a
Londres, Kate Moss fue descubierta por
Sarah Doukas, fundadora de la agencia de
modelos Storm, una mujer seguramente
con mucho olfato para los parámetros
estéticos que se impondrían.
La primera tapa la hizo a los 15, en 1990,
para la revista británica The Face. Llevaba
una bufanda con los colores de Italia, a
propósito del Mundial de Fútbol que se
jugaría aquel año en ese país.
No tenía veinte años cuando conoció a
Johnny Depp en el café Tabac de Nueva
York y juntos empezaron a hacer
escándalos en habitaciones de hoteles de
lujo. Por aquel entonces los tabloides
británicos empezaban a hablar de cómo
Kate abusaba de las drogas. El Sunday
Mirror aseguró que la modelo había estado
en coma en España, por toda la cocaína que
se había tomado. Otros periódicos
contaban historias sobre su supuesta
anorexia, consumo de heroína, relaciones
lésbicas y tríos sexuales en los que siempre
además de Moss había alguna otra
celebridad.
Su nivel de exposición no bajaba. Moss
actuó de sí misma en una comedia para
televisión, Inferno (1992), junto con Helena
Chirstensen, Eva Herzigova, Tyra Bnaks y
Amber Smith. Y tuvo otras apariciones en
televisión y en videoclips.
Inmediatamente después de que se
terminó la relación con Depp, él dio a
conocer su nuevo amor –su actual esposa
Vanessa Paradis– y ella se internó alegando
agotamiento.
Cuatro años después, el 29 de septiembre
de 2002, nació Lila Grace, la hija que tuvo
con el fundador y editor de la revista Dazed
& Confused, Jefferson Hack.
Entre sus romances más o menos
confirmados, antes y después de su
maternidad, están los actores Leonardo Di
Caprio, Billy Zane, Mark Wahlberg y Daniel
Craig; el artista Jake Chapman; el fotógrafo
Mario Sorrenti; el músico de Lemonheads
Evan Dando; el hijo de Ron Wood, Jesse; el
guitarrista de Spacehog, Antony Langdon.
Y hubo muchos rumores. Y mucha vida
loca sin que los contratos dejaran de crecer
y multiplicarse.
En un gesto muy de la época, el artista
británico –nacido alemán– Lucien Freud la
retrató desnuda y de frente cuando estaba
embarazada, que se vendió en Christie's de
Londres por 6,2 millones de dólares. El
escultor Marc Quinn, por su parte, hizo una
escultura de Moss en una pose de yoga, y la
definió como “un espejo de nuestra época,
una Venus de nuestra era”.
Fue en 2005 que Moss tuvo la peor crisis
de su carrera, de la que sorprendentemente
no solo se recuperó, sino que le fue mejor y
ganó más dinero, aun. Había comenzado ya
relación más problemática que se le conoce
hasta ahora, con el músico Pete Doherty,
cantante y compositor de Babyshambles y
luego de Libertines. El 15 de septiembre de
ese año el periódico Daily Mirror puso el
título “Cocaine Kate” en la tapa, y una foto
en la que la modelo estaba aparentemente
cortando cocaína, en el estudio de
grabación de la banda de su novio. Decía la
nota que había tomado cinco líneas en
cuarenta minutos.
La cadena sueca H&M suspendió
inmediatamente un contrato para una
campaña en la que Moss llevaría la ropa que
su amiga Stella Mc Cartney había diseñado
para la tienda. Siguió Chanel: la reemplazó
por Keira Knightley en el aviso del perfume
Coco Mademoiselle. También Burberry y H.
Stern dieron por terminados los contratos.
En octubre empezó el duelo: la modelo se
internó en la clínica Meadows, en las
Las mil caras de Kate. Arriba, a la izquierda, la primera tapa. Una modelo que siempre rinde.
afueras de Phoenix, Arizona. Amigos como
Catherine Deneuve, el ex Depp, las modelos
Campbell y Christensen, el cantante Robbie
Williams, le hicieron llegar su apoyo. El
diseñador Alexander McQueen cerró uno
de sus desfiles vistiendo una remera con la
frase “We love you Kate”. Parecía el fin, pero
ella apareció, bella, tonificada y bronceada,
en la tapa y en una producción de moda de
W... en noviembre. Supuestamente, allí
terminó su relación con Doherty –que en
rigor va y viene–. Él dijo: “No puedo
comprar sus diamantes y mi pito es
demasiado chico”.
Lo que parecía el fin, fue el principio. Un
año después, abrir una revista de moda
como Harper's o Elle o Vogue era ver una
aviso tras otro con la cara y el cuerpo de
Kate.
La industria no le dio la espalda, y le
volvieron a llover contratos: Virgin Mobile,
Rimmel, Dior, Stella Mc Cartney, Roberto
Cavalli, Bulgari y Nikon son algunas de las
marcas. Tampoco les duró mucho el enojo a
Chanel y Burberry.
Su éxito en los últimos cinco años, tras
su peor crisis asociada con las drogas, es
mayor aun que años atrás. En 2007 era la
segunda modelo más rica del mundo
según Forbes, con una ganancia –solo en
ese año– de 9 millones de dólares. La
primera era Giselle Bündchen. La lista de
los más ricos del Reino Unido del
periódico británico Sunday Times le
calcula una fortuna de 64 millones (en
libras esterlinas, 40 millones).
El tope de popularidad le llegó en 2007,
cuando la cadena Topshop tuvo a la modelo
mostrando en vivo, en las vidrieras de su
local en la Oxford Street de Londres, la
línea de moda diseñada por ella misma
para esa tienda. Los críticos dijeron que las
prendas solo le quedaban bien a un cuerpo
flaco como el de Moss, y no a una mujer
normal. Pero ese primero de mayo cientos
de mujeres normales hicieron cola desde la
madrugada, y agotaron las prendas. Todas
querían tener algo de Kate Moss.
vitamina c /9
Por Nicolás Peralta
fotos diego paruelo
U
na moto acelera a
fondo por el desierto de Atacama. Brilla bajo un
sol que parece
querer derretirla.
Detrás de ella, una nube de polvo. Volkswagen Touareg ruge y la
pasa. El piloto de la moto muerde
el polvo y dobla acortando camino a campo traviesa para llegar lo
antes posible al próximo punto
de control y, esta claro, para evi-
más Sudamérica que África. La
clave está en Atacama, dice: si se
gana ahí se saca ventaja.
Rodrigo Caballero es chileno y
tiene 19 años recién cumplidos.
Es su primer Dakar y su segunda
competencia de motos. Antes solo
corrió en la fecha mundial en Brasil. Es el corredor más joven de la
historia del Dakar, “En los primeros días me llovió con granizo y
me golpeaba la cara. Eso me retrasó un poco. Luego, no esperaba
que las dunas de Fiambalá fueran
tan blandas. Ahora viene lo mío.
Entrené harto arriba de esta moto
en el desierto”. Aprendió que hay
que ir concentrado en lo que se va
haciendo, en la navegación, en todo a todo momento. Si se desconcentra, se pierde y listo.
Leo Monti y Patxi Otaño debutaron el año pasado en el
Dakar. Le pusieron a su equipo
Argentina Rally Raid. Su auto
tiene un diseño exclusivo. Es como un arenero pero cubierto de
fibra de vidrio.
“Yo fabrico autos de carrera de
TC 2000, el de Pechito López, o
el de Silva. En el año 1994 nos
dijimos que íbamos a correr el
Dakar alguna vez. En el año 1998
empezamos a construir camionetas para cross country. Y acá
estoy, de copiloto. El auto lo diseñamos mi equipo y yo. Está hecho de cero”.
montaña, no hay nada. Es un
impresionante desierto de 1.000
kilómetros.
Los equipos europeos traen
máquinas más veloces pero se
sabe que “la carrera no está en
acelerar, sino en no perder tiempo”. Alejando Patronelli está
tranquilo, encara cada prueba de
distinta manera sin predecirlas
demasiado. “Hay que ir tranquilo, estamos bien físicamente.
Mentalmente, los cuatri los fuimos armando gracias a la ayuda
del equipo francés Metasistem.
Cualquier inconveniente te deja
afuera, por eso lo más importante en esta competencia es llegar.
Hay que mirar bien el GPS, entenderlo, no comerte ningún
control de paso y, sobre todo,
evitar accidentarnos. Deja de ser
una carrera, vas contra vos mismo. Lo más rápido posible sin
cometer errores.”
Se peina, se pone el casco y sale
al ruedo saludando con la mano
a su hermano. Acelera a fondo
por el desierto de Atacama. En
línea recta hacia la nada, su cuatri brilla bajo un sol que parece
querer derretirlo.
Leo Monti y Patxi Otaño. Es su segundo Dakar.
“no se tratai
de acelerar,i
se trata de noi
perder eli
tiempo”,i
A. Patronelli.i
Con 48 años, reconoce que es
la carrera del que menos se equivoca. Pero todos se equivocan o
les pasa algo. “Faltan años de experiencia y algún día llegará a ser
económicamente sustentable para nosotros. Hay tres equipos
grandes: Volkswagen, BMW y el
equipo Mitsubishi. Están también los Hummer. Y nosotros,
humildemente, le vamos a correr.
Todo puede pasar. La experiencia
no se puede comprar. Lo tenés
que hacer. Lo vamos a hacer.”
“Quiero correr otro Dakar, y lo
quiero ganar”, dijo el año pasado
Marcos Patronelli. Nacido en
Las Flores, provincia de Buenos
Aires, salió segundo en la general
el año pasado. Este año su hermano debuta en el Dakar y abrió
la competencia. “Nos preparamos los dos juntos para tratar de
hacer lo mejor y ser los primeros
en ganar. Nuestros Yamaha Raptor 700 corren a una máxima de
130 km., con tanques de combustible de 250 km sin parar,
para unas tres horas de autonomía.”
“Nos gusta la arena. El desierto hay que tomarlo con calma,
no apurarse”, dice Marcos. Hace
un mes estuvieron viendo el terreno: mucha piedra, mucha
vitamina c /11
10.01.10
comamosi
en eli
bosquei
En La Barra de Punta del Este, oculto
entre los árboles, el restaurante principal
del Mantra Resort, con propuestas frescas
al mediodía y cena con velitas de noche.
Por Silvina Pini
N
o son muchos los
restaurantes en
los que uno puede comer junto al
reflejo de una piscina y el aroma
de un bosque de pinos. Esa es la
propuesta de Zafferano, el restaurante principal del Mantra
Resort, un cinco estrellas escondido en La Barra que apuesta al
relax, al silencio, a ser uno con la
naturaleza, tal la alusión yogui
de su nombre. No se trata de una
torre llena de ascensores y actividad febril, sino de una estructura
apaisada de tres pisos levantada
en herradura en torno al jardín y
piscina centrales. El resto es cielo, árboles, venteveos, un verdadero mantra, palabra que en
sánscrito significa protección para la mente.
El salón participa de esa estética minimalista pero cálida que se
aprecia en todo el hotel, con
mantelería de primera calidad,
buen gusto en los detalles, amplitud en los espacios, conexión
privilegiada al verde. El chef Patricio Gutiérrez pensó una carta
fresca, con abundancia de pescados y mariscos, buenos sandwiches y ensaladas para el mediodía, y una carta más elaborada
para la noche, ideal como previa
del cine, el teatro o el casino del
resort, premeditadamente ubicados del otro lado de la piscina y
el mozo.
con entrada independiente desde la calle. Es decir, la cena con
velitas, la piscina iluminada y el
cielo estrellado es posible sin
multitud ni efervescencias.
Quintana debe tener alguna
debilidad por los amuse bouche,
ese bocadito que llega a la mesa
de cortesía, para "entretener la
boca", tal sería la traducción literal. Son uno más estético y rico
que el otro, nunca se repiten, como si el chef jugara una competencia consigo mismo a ver si se
supera día a día. La desventaja
de semejante presentación es
que uno espera ese deslumbramiento hasta el final y algunos
to de frutos de mar con azafrán
(u$s 29) para hacerle honor al
nombre (zafferano es azafrán en
italiano). A la noche, con una
presentación para la foto viene la
ensalada de pétalos de tomate
sobre una rosa de jamón crudo y
hojas verdes, con vinagreta de almendras (u$s 19), que además de
linda es rica. Si bien hay buenos
platos con pescados y mariscos,
pastas, arroces y las excelentes
Datos
platos, por su naturaleza como
pastas y risotti, no lo permiten.
Al mediodía se puede empezar
por una ensalada de mariscos
(u$s 25) -con mucho langostino
extra large, que este año se pescó
muchísimo en la costa uruguayao una entrada caliente como pla-
carnes uruguayas están presentes
también. Muy recomendable es
el salmón grillado sobre puré de
arvejas y salsa de lavanda (u$s
33) que preparan al mediodía, y
el abadejo con hortalizas y salsa
de berro (u$s 29), a buen punto
el pescado, con guarniciones y
Público: mix de edades y estilos.
Brasil, Brasil: tudo bem con los
hermanos brasileños, pero si los ve
en grupo, huya. Si son ocho, hacen
el ruido de ochenta. Si hay niños,
querrá suicidarse en la piscina.
Una Moska en la copa: para
después de cenar, qué mejor que
escucharlo a Paulinho Moska que
toca el 23 en el teatro del resort.
Mantra Beach: el parador del
hotel en la playa tiene estilo Bali.
Con buenos tragos, licuados, jugos
frescos y una carta liviana pero
atractiva para comer junto al mar.
Sopa de letras: los errores
ortográficos en las cartas
despiertan desconfianza. Culis en
vez de coulis suena a lindos
traseros; el plural de risotto es
risotti, nunca risottos; si no sabe
escribirlos, ¿sabrá cocinarlos?
Estado de ánimo al pagar: dolió,
es verdad. Pero ¿se va a amargar
estando de vacaciones? Repítase,
como un mantra:
“Eldinerovayviene,
eldinerovayviene”.
Starck hace punta
años… una tonelada.
–Tal vez, más que el gusto, el bolsillo; ahora la
gente se cuida más, no hace tanto evento, se
lleva de a menos cantidad. Antes, con
invitados en casa, se llevaban sandwichitos,
–Sí, tenemos cinco variedades, con frutas
secas solamente, con frutas abrillantadas, sin chips, esas cosas.
nada y la especialidad de la casa: amasado
–¿Atendiste a algún famoso?
con crema pastelera y coco, por lo que queda –Sí, a Susana Giménez y a Ricardo Darín;
más húmedo, que es el que más vendimos.
cuando atendía en la otra confitería, a
Gustavo Bermúdez, a Hugo Orlando Gatti y al
–Pero ese pan dulce no es tradicional,
Cholo Simeone que vino a llevarse el famoso
¿cómo lo conoce la gente?
pan dulce con coco y crema pastelera.
–Nuestros clientes lo conocen y lo
recomiendan y es el que yo llevé a casa para Confitería Antigua Belgrano, Cabildo 2077.
Tel. 4788–5829.
las fiestas.
Mantra hotel & resort, La Barra, Punta
del Este. Teléfono: (+59842) 771-0000.
www.mantraresort.com Abierto todos los
días, mediodía y noche. Precio promedio
por persona: u$s 55, principal y postre
con agua y copa de vino; una ensalada y
plato de frutas: u$s 40.
Zafferano
imperdibles
Haydée Heredia, 50 años, 14 en Confitería Antigua Belgrano
–¿Cuántos kilos de pan habrás vendido en –¿Cómo es tu clientela?
todos estos años?
–La mayoría, mujeres y grandes.
–Y... calculá unos seis kilos por día por 14
–¿Fue cambiando el gusto de la gente?
–¿Mucho pan dulce vendiste en las
fiestas?
12/ vitamina c
salsas originales. También el entrecot grille sobre puré trufado
con hierbas y salsa española (u$s
37) o el risotto ai funghi, con
hongos pino de la zona (u$s 35).
Los postres son estéticos e ingeniosos. Ideales para un almuerzo al aire libre: las frutas de estación con vinagreta de yogur y
miel (u$s 8), de divina presentación. Bien calórico: el omelette
de banana y dulce de leche con
biscuit de nueces (u$s 9).
Los mozos ponen empeño,
pero al comienzo de temporada
se notaban algunos desajustes,
algo habitual en los destinos estacionales. Si bien no cuentan
con un sommelier, hay una buena carta de vinos argentinos, chilenos y uruguayos; no solo Tannat, la potente cepa nacional, sino algunos blancos recomendables para acompañar ensaladas y
pescados.
diego paruelo
El diseñador estrella Philippe Starck está desembarcando en Punta del Este con
un edificio Yoo, el primero que construye en Sudámerica. Yoo es un concepto
edilicio y de diseño de Starck y su socio en este emprendimiento, John Hitchcox.
Llevan construidos 18 en Europa, Asia, Dubai, México, Panamá y varios en los
Estados Unidos. Y mientras le dan los últimos retoques al edificio en la parada 8 y
la avenida Roosvelt, ya se puede comer en el restaurante Pink, en la planta baja.
Ofrecen desayunos, almuerzos, meriendas, happy hour y cena a la carta. El chef
Emanuel Romano pensó
una carta ecléctica que
incluye platos italianos y
otros de influencia
asiática.
Avenida Roosvelt,
Parada 8, Punta del Este.
Tel.(+595 042) 49-2719.
El sueño del viñedo propio
A
Por Elisabeth Checa
lgodon Wine Estates es una empresa de lotes para desarrollo residencial que comprende entre 0.4
y seis hectáreas. Ofrece imponentes vistas a la Sierra Pintada
y al paisaje típico del norte mendocino. Los compradores pueden
elegir un lote con viñedos u otros
frutales, y disfrutar de todos los
divertimentos que Algodon Wine Estates ofrece: cancha de golf,
tenis, club house & restaurante,
canchas de polo, pileta de natación, spa y fitness center, entre
otros. Las 830 hectáreas que
abarca la propiedad se encuentran ubicadas a 17 kilómetros de
la ciudad de San Rafael, en Mendoza, y comprenden 120 hectáreas de viñedos añejos, olivares,
nogales y lagunas, enmarcados
por la Sierra Pintada y por la vegetación típica que ofrece la provincia. Algodon Wine Estates
cuenta con una bodega que fue
diseñada con el objetivo de producir vinos de primera calidad.
En eso están.
El Lodge fue construido en
1921 y está inspirado en la tradicional estancia argentina.
La cancha de golf es única en
su tipo y de nivel internacional.
Atraviesa extensas hectáreas de
viñedos y reservas de agua naturales. Además, en Algodon Wine
Estates se construye un centro de
tenis que contará con todas las
superficies de los Grand Slam. El
club de polo y el centro ecuestre,
con dos canchas de polo, se comenzarán a construir próximamente.
A 800 metros sobre el nivel del
mar y en el corazón de la finca se
encuentra la bodega, con tecnología de última generación, donde
se elaboran vinos premium en
partidas limitadas: Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, Bonarda, Chardonnay, Malbec Rosé, y
un especial Gran Reserva. Entre
estos probé, en reciente visita a
San Rafael, un Bonarda muy especial, carnoso y frutado. El Bonarda es uno de los cepajes que
van muy bien en la región.
La empresa ofrece la posibilidad de diseñar los vinos de acuerdo a cada capricho personal, y
etiquetarlos con nombre y apellido. Se puede seguir el proceso del
vino desde su nacimiento hasta la
crianza, ya que cada barrica se
identifica con una placa de bronce con el nombre de sus propietarios. Las barricas son de roble
francés y americano, y cada una
rinde aproximadamente 290 botellas de vino por cosecha. Brindan, durante los tres años que
pueden ser utilizadas, vinos de
muy buena calidad. Hay gente
conocida que ya posee sus vinos
de algodón, como Máxima Zorreguieta y Aldo Sessa.
El Lodge para disfrutes turísticos tiene ocho suites distribuidas
en dos antiguas posadas de la finca, con paredes de adobe y techo
de caña, típica arquitectura men-
docina, con piscina y servicios de
vanguardia a disposición de los
huéspedes. La cancha de golf
cuenta actualmente con nueve
hoyos y se espera inaugurar los
otros nueve durante 2010.
Algodon Wine Estates fue elegida la mejor del mundo en la
categoría Alojamiento en el Con-
curso Best Of de Turismo Vitivinícola y obtuvo la Medalla de
Plata 2010, en la categoría Experiencias Innovadoras en el turismo del vino, seleccionada por un
jurado integrado por representantes de las nueve ciudades de
la Red Internacional de Grandes
Capitales del Vino, entre las que
se encuentra Mendoza.
Hay proyectos similares en Argentina y otros países: The Vines
of Mendoza en Valle de Uco, y
otro en Agrelo, Luján de Cuyo. En
España está La Melonera, en las
serranías de Málaga, que cuenta
con el asesoramiento de grandes
wine makers españoles.
vitamina c /13
moda real. perÚ beach
10.01.10
Vicky tiene 19 años y es colombiana. Remera Unimix (una marca de Colombia) y
el short (unos $60) Tenis. Sandalias sin marca.
Lucía, 24 años. La parte de arriba se la compró a una artesana de Plaza Francia
por $40 y no recuerda de dónde es la babucha. Sandalias ($35), también de Plaza
Francia.
Nati: vestido heredado de la mamá y ojotas Rainbow (las compró por Internet).
Stefanie: remera brasileña, pollera (unos $350) Jazmín Chebar y pashmina ($40)
Falabella. Ojotas ($45) Havaianas y cartera (más de U$S 150) Miss Sixty. Gafas Ray Ban.
Caro: la remera es de una amiga que hace ropa y la vende en el garage de la casa y
short ($150) Complot. Havaianas y cartera (alrededor de $300) Prüne. Gisela: remera
($70), short ($140) Cuesta Blanca, pañuelo de Plaza Serrano y cartera ($250) Tropea.
Producción:
María Fernanda
Mainelli
Fotos:
Diego Sandstede
14/ vitamina c
Y
a sé que se fueron las fiestas; no me jodan. No me hinchen las guindas con las fechas. Tampoco soy un otario
Realismo atolondrado
que me voy a poner a escribir al lado del arbolito o poniéndole el pastito a los Reyes Magos. No soy Rolón, ni
Mariano Grondona, ni Pepe Arnaz, ni yo qué sé: Zunini o Maxi Tomás. ¡No y no! Ni siquiera el Chavo Fucks, soy.
Señores, es hora de que se valore al cronista urbano y atolondrado. Aquel o aquella que se compromete con lo que escribe, que desnuda su vida íntima para seis millones de lectores, o lo que es peor,
se enamora de cuanta mujer en Once anda por la calle.
Por
¡Aquel que es capaz de decirle al mismo ministro de Cultura de
washington
cucurto
Cuba que la "Revolución ya fue"! Y el ministro es capaz de bajar la
cabeza, un poco alcoholizado y decirle: "¡Hermano cartonero, me
partís el corazón, vos no podés decirme eso!"
El colaborador efímero de esta época, que no es periodista deportivo, ni pertenece a la kafkiana sección cultural: no lo invitan a
cócteles, ni le llueven entradas para los River–Boca, o un vinito
en caja de madera. Ni nunca ganó Premio Literario que se precie y muchas veces escribe notas que ni firma; es apenas un intruso en el mundo periodístico, un ángel insatisfecho blasfemando entre las nubes, un loco que lee poesía, un tipo que no
encaja en caja alguna: apenas un "colaborador externo".
Dicho lo cual no me jodan. (Lo peor que puede ocurrirle a un
lector es creerse un editor). Así que al tacho con las fechas, la
actualidad y esas cosas. La crónica vale por sí misma y no importa si es desactualizada, moderna o representativa.
Voy a contarles cómo me convertí en Papá Noel y punto. Un mes
entero, 12 horas diarias, un traje
de gabardina como para cruzar
Los Andes y un lorca infernal…
Esta historia comienza, como
otras tantas, inspirada en los caprichos de mi hijito Baltuco Vega, y
un poco por mi pasión, mi debilidad
por las tortas y la repostería. Siempre quise ser panadero, así que
cuando Rocío Serenito, hija de los dueños del dulce Serenito, me
contó que había una competencia de Papá Noeles dotada en un
buen fajo de mosca en juego, me anoté.
El delirio parecía accesible, había que cocinar pan dulces caseros
en el menor tiempo posible y ante la vista de todos. De cierta manera,
el evento era un truco publicitario. La corrección política, el chamuyo,
era que todo lo recaudado estaría destinado al Hospital Garraham.
La panadería los Siete Chinos, inauguraba una sucursal en Defensa
y Brasil, pleno San Telmo e idearon este cuento. El negocio cerraba
por todas partes, a cada participante les gatillaban 1.000 pesos por un
día de laburo, desde la mañana hasta la noche. Pensé: "Medio sueldo,
un aguinaldo". No tenía un mango ni en figuritas. Ustedes se van a
cagar de risa, pero es jodido en este país estar sin laburo, no tener ni
una moneda de un peso para el bondi. Andar saltando los molinetes
del subte sin que el rati se dé cuenta. Es doloroso, uno se reduce a
una piltrafa humana. No se lo deseo a nadie.
De todo corazón, les digo, me importaba un pomo tener que ponerme un traje de Papá Noel de franela, recubierto por adentro con corderito del grueso, lana bien patagónica; barba de silicona, gorro frigio
térmico o; meterme una minifalda y salir a tirar la goma: cualquier
actividad se reducía a la obligación de tener que hacerla por dos
mangos.
Ustedes me conocen, soy gordo, peso 120 kilos y mido 1,90
m. Más fácil me hubiera resultado ser changarín en el Puerto
de Rosario o luchador falso de catch. Ese diciembre que les
cuento, fue el diciembre más caluroso desde 1810. 45 grados a la sombra, 245 de sensación térmica y no sé cuánto más de humedad.
Quiero
hablar de
papá noel
Transpiré a lo loco, entre la barba y el gorro que se me pegaban a
la piel no veía un pomo de nada.
Los participantes éramos siete en total.
Un mozo de barra de esos que corren carreras de bandejas en la
Avenida de Mayo. Dos o tres viejas panaderas de barrio de toda la vida. Dos finlandesas liberales que estaban más fuertes que aliento de
mapuche. Con sólo decirles que las tuve en bolas más de 45 minutos
cuando se cambiaron para probarse el traje de Papá Noel delante de
mí. "Y, vos, ¿no te desnudás?",
me decían las guachas. También había un gordo más
gordo que yo, japonés. Un
chef que había ganado no sé
cuántas competencias mundiales de panadería, y yo. Las finlandesas eran turistas y se habían
anotado porque estaban aburridas, pa ver si encontraban un
grone que se las empome a
fondo, más que otra cosa.
Pensé: "Bueno, si no me hago
unos mangos, por lo menos me
volteo una de estas gringas". El hambre
del estómago es bravo, hay que decirlo; pero el
hambre del pene es… ¡mortal!
Y nos mandaron a la calle disfrazados, jo, jo, jo, los borregos del barrio se amontonaban como moscas; nos pusieron una mesita en la vereda de la calle Bolívar, dos o tres paquetes de
harina Pañaflor triple cero, unas bolsitas pedorras de pasas de uvas y
a amasar. El japonés peló diez pan dulces de un saque, el chef otros
tantos; a mí me costaba, pero de a poco le agarraba la mano.
La gente se amontonó, se armó un pendejerío bárbaro en plena yeca.
¡Cómo da con todo el sol en la calle Bolívar! Transpiré a lo loco, comencé
a asfixiarme adentro de ese traje de astronauta papanoelero. Jo, jo, jo, gritaban las finlandesas y se cagaban de la risa instaladas justo al lado mío en
su mesita panadera. Se reían, me manoteaban el ganso, no me dejaban
concentrar, las guachas. Eran tan trolas que, en la cocina, no sabían ni
mezclar el agua con la harina. Le pedí ayuda a mi hijo porque sentí
que me moría deshidratado: "Baltu, andá a comprarme una botella
de agua mineral de 100 litros", le imploré al borde de la lipotimia.
Y menos mal que mi hijo se fue al kiosco para no ver todo lo demás. Las finlandesas comenzaron a gritar: "¡Papá Noel es un gordo
boludo! ¡Papá Noel es un gordo boludo!". Y acto seguido, comenzaron a ponerse en bolas en medio del evento. Los críos del rioba afanaban los pandulces, la ropa carísima del traje de Papá Noel que las
locas tiraron a la marchanta. Los negros se acercaban a tocarles las
tetas a las gringas o a volteárselas si se daba.
El gordo boludo vestido de Papá que estaba al lado mío me vacío
las bolsas de harina en la cara y me calenté mal. Comencé a revolear los pandulces para cualquier lado. Por culpa de esas trolas,
nos quedamos todos sin cobrar y cobrando porque enseguida vino
la policía y entró a repartir.
¿Qué querían esas gringas? No entiendo a ciertas minas. No digo que a todas, pero a un número considerable de minas, no las
entiendo.
Zafé como pude, a los ponchazos, corrí por Bolívar, en pleno San
Telmo, disfrazado de Papá Noel, mi hijo venía de frente, con una botella de agua mineral en las manos. Se asustó: “¿Qué pasa, papá?”
–Nada, dejá… le dije casi entre lágrimas, defraudado y casi amniótico y depresivo porque no pude generar un mango.
En la Plaza de Mayo, nos sentamos en un banco y me bajé solito el
agua mineral. Le conté todo a mi hijo que me decía lo guacho que eran
los Siete Chinos, la policía y las gringas trolas. Mi hijo comprensivo me
mandó: "Está bien papá, los pobres no necesitamos a Papá Noel".
vitamina c /15
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