Un musical reivindica la figura de José Antonio Primo de Rivera

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Jueves 1 de octubre de 2015
ELPAÍS 27
CULTURA
TEATRO
La Abadía
inaugura
su temporada
con ‘Liberto’
ROCÍO GARCÍA, Madrid
Es la madre la que cuenta la
historia de su tragedia, la de
su bebé que solo vivió 15 días.
Cuando la actriz Gemma Brió
se pone a escribir sobre una
vivencia que tiene mucho de
personal y se dispone a expresarse en el lenguaje del teatro, esa historia deja de ser
su historia. Liberto, el espectáculo revelación de la escena catalana, inaugura hoy la
temporada de La Abadía de
Madrid.
Desde la maternidad desgarrada, el texto refleja la cotidianeidad de la tragedia, y dispara contra el destino de ese
niño, al que han llamado Liberto, toda una invocación para que se libere con la muerte
de una vida que no es digna.
La obra habla de la felicidad ante el embarazo y del
dolor por el drama del hijo,
pero también narra la vida
hospitalaria, cómo los recortes en sanidad afectan a enfermos y familiares. “Mi intención fue reflexionar a partir
de cosas que me pasaron.
Hay algo de ficción, pero la
obra se basa en casos que viví
o con los que tuve contacto
muy directo”, cuenta Brió.
Liberto es la voz desesperada de una madre que necesita
contar su historia, pero no
puede hacerlo sola. Se ayuda
de su mejor amiga, y de la música, otro personaje más. Brió
protagoniza la obra junto a
Tàtels Pérez, que encarna a la
amiga y a la vez los múltiples
personajes que van apareciendo en este viaje demoledor.
Primera obra escrita por
Brió, está dirigida por Norbert Martínez. Sin subvenciones ni ayudas, ni una productora, la obra nace de la necesidad vital de hacerla. El Almería Teatro de Barcelona les
dio la primera oportunidad y,
tras tres semanas de furor,
fueron acogidos por la Biblioteca de Catalunya. Ahora, el
texto llega a Madrid, hasta el
próximo día 25.
EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Marcos
Ordóñez
Temblor
Suele decirse que el
teatro refleja la vida, la
realidad. No para mí
Un musical
reivindica la figura
de José Antonio
Primo de Rivera
‘Mi princesa roja’ relata la historia de amor
entre el líder falangista y Elizabeth Asquith
TEREIXA CONSTENLA, Madrid
Si el documento más personal
que el líder falangista José Antonio Primo de Rivera (1903-1936)
dejó en una maleta tras su fusilamiento en la cárcel de Alicante
fue su testamento, tal vez podría
aventurarse que el segundo más
íntimo fue un telegrama con cinco palabras definitivas: “Je pense
a toi. Love” (“Pienso en ti.
Amor”). El texto había sido enviado en marzo de 1936 por Elizabeth Asquith Bibesco, primogénita
del primer ministro inglés lord
Asquith, esposa del diplomático
y príncipe rumano Antoine Bibesco y escritora de convicciones socialistas que se había codeado
desde niña con algunas de las
mentes más brillantes de la Europa de entreguerras (George Bernard Shaw, Virginia Woolf, Keynes o Proust).
Solo varias décadas después
de la muerte de ambos –él en
1936 y ella en 1945— salió a la luz
la relación entre el abogado y político y la esposa del embajador rumano, que en vida debió deslizarse por rutas clandestinas. Lo hizo
en 2005 el periodista José Antonio Martín Otín en el libro El hombre al que Kipling dijo sí (Barbarroja), que indagó en la historia después de encontrar en una librería
londinense un ejemplar de la novela The Romantic, escrita por Elizabeth Bibesco. La dedicatoria de
la primera edición, de 1940, era
inequívoca: “A José Antonio Primo de Rivera. Te prometí un libro
antes de que empezara. Es tuyo
ahora que ha concluido. Aquellos
que amamos solo mueren cuando nosotros morimos”.
Un amor secreto que ha utilizado ahora el cineasta Álvaro
Saénz de Heredia para escribir el
libreto del musical Mi princesa roja, en el que reivindica la figura
del fundador de Falange. “Los jóvenes no tienen ni idea de quién
fue José Antonio ni del pasado. El
musical es un vehículo extraordinario para hacerlo y yo quería divulgar su figura”, explica Saénz
de Heredia, también director del
montaje y familiar del controvertido protagonista del espectáculo
(su padre, el también cineasta José Luis Sáenz de Heredia, era primo de José Antonio). “Es un personaje tan desconocido, o no estudiado con objetividad... No me parecía bien que para unos fuese el
máximo representante del bien y
para otros, el máximo representante del mal”, añade.
Idealista y compasivo
La obra, en cartel desde hoy en el
Teatro Arlequín de Madrid,
arranca con el fusilamiento de
Primo de Rivera en la cárcel y a
lo largo de media hora avanza entre lo privado y lo público. La escenografía descansa sobre una sucesión de más de 30 fondos audiovisuales, que reducen al máximo
los elementos decorativos. Por el
escenario desfilan personajes históricos como Azaña, Lorca —presentados como buenos amigos de
Primo—, Largo Caballero, Mola o
Queipo de Llano, uno de los futuros golpistas con el que acaba a
puñetazos.
El Primo de Rivera del musical, interpretado por Jesús Cisneros, es idealista, compasivo (se le
presenta ayudando a un obrero
herido tras una protesta) y admirador de Azaña y Lorca. Se pasa
de puntillas sobre su fe en la dictadura y su rechazo a la democracia, mientras que se acentúan sus
De pequeños, en el cine, mi hermana y yo no queríamos que acabara, porque el final de la película era la
vuelta a la realidad, a los rostros y paisajes conocidos. El teatro era distinto. Muy distinto. Una sensación que entonces no precisaba, y que hoy definiría
como irrealidad nítida, con la mezcla de inquietud y
deslumbramiento de los sueños oscuros y diáfanos.
Suele decirse que el teatro refleja la vida, la realidad. No para mí. Los decorados eran falsos y se
movían con el viento, pero los actores eran humanos, cercanos, cosa que no sucedía en el cine. En
cualquier momento podían clavarte los ojos, extender la mano y arrastrarte hasta el escenario. Ese fue
un sueño recurrente. Estoy en un salón y de repente
percibo que es un escenario, que abajo, en la oscuridad, está el público, amenazador, silencioso, escrutante. Quizás Cortázar partió de un temblor semejante en Instrucciones para John Howell, donde un
hombre se ve conducido a tomar parte en una ficción cuyas normas desconoce y ha de ir improvisando: empujado, pues, a una extraña forma de vida.
En la adolescencia también me intrigó Un sueño
realizado, de Onetti. Una mujer adinerada quiere
que una compañía monte un sueño que ha tenido,
Jesús Cisneros e Irene Mingorance, en un ensayo de Mi princesa roja.
Sin oratoria
incendiaria
El musical dirigido por Álvaro Sáenz de Heredia, realizador de peliculas como La
Hoz y el Martínez o El robobo de la jojoya, minimiza la
oratoria incendiaria de José
Antonio —la defensa de “la
dialéctica de los puños y las
pistolas” que realizó en el
discurso inaugural de la
Falange el 29 de octubre de
1933— y exalta su heroísmo
en los momentos finales de
su vida.
un sueño sin argumento, salvo que ella se duerme al
final, en una calle, y dice que cuando dormía y soñaba eso era feliz y quiere volver a serlo, a ser parte del
sueño sin público, solo ella y los actores necesarios.
Sube a escena, el sueño se representa, ella se gira
como un peluche sin pilas, y cuando termina la breve función está dormida para siempre. Cortázar y
Onetti, pienso ahora, podían haber elegido el cine
para sus metáforas de la vida y el deseo: eligieron el
teatro. Cada noche de teatro vuelve aquel temblor
primero, siempre en el mismo momento, el breve
tránsito entre las luces que se apagan y la luz de otra
realidad que comienza. Sobre todo antes, cuando
aún se descorría el telón, marcando la entrada en el
otro lado. Ha habido muchos arrastres. Elijo tres: la
noche en que Brook me instaló en el reino lejanísimo y presente de El Mahabharata; cuando las criaturas de Pirandello en La función por hacer de Del
Arco pugnaron por seguir viviendo con nosotros;
cuando alcé los ojos de la arena azul de El Público
montado por Pasqual, y era el Gran Teatro Natural
de Oklahoma (los ojos de Lorca y los ojos de Kafka:
tizones), o como el teatrito abandonado de Treplev,
en el mismo desierto, batido por el viento, invicto.
diferencias con los sublevados.
“Él se desmarca del 18 de julio”,
afirma Ángel María García, asesor histórico del montaje.
“A pesar de la imagen que se
ha querido transmitir de él, era
un hombre con una mentalidad
que podríamos llamar progresista para la época”, agrega. “No pretendemos hacer un panfleto político, sino contar una historia de
amor imposible y los intentos que
hubo por buscar una salida en un
momento muy complicado. José
Antonio intentó poner fin a la guerra. Hubo una serie de españoles
como él o como Azaña que creían
en una tercera España que no
quería exterminar a la otra media”, concluye García.
El artista ovetense
J. Antonio Fontal
Álvarez
expone en el
CENTRO SOCIO-CULTURAL
ALFONSO XII
en el distrito
Fuencarral-El Pardo,
del 1 al 30 de octubre
de 2015, la colección
fotográfica
Instantes
El acto inaugural
será el día 1,
a las 19.00 horas
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
30 ELPAÍS
Jueves 1 de octubre de 2015
CULTURA
toque de “picardía”, opinó Darín. “La pieza plantea una polémica sobre la estructura del matrimonio, sobre lo que se debe o
no hacer, lo correcto o lo incorrecto, en el fondo de todo genera una crítica a la institución”,
relató ayer el actor.
“Trata de rescatar al amor
por encima de la estructura matrimonial. Entre dos personas
no hay nada más valioso que decirse la verdad”, añadió.
Precisamente, a Darín le encandiló desde un primer momento
la honestidad de su personaje.
“A pesar de ser egoísta es sincero. Digo egoísta porque hay un
momento determinado en el
que piensa solamente en él y no
mide las consecuencias con respecto a su mujer y sus hijas. Y es
brutal cuando aparece, porque
es descarnado y casi cruel. Pero
no podemos decir que sea mentiroso ni deshonesto, porque pone
la verdad sobre la mesa hasta
las últimas consecuencias”, detalló el actor, que ya actuó en el
Tívoli en 2005 con Arte, de Yasmina Reza.
Ricardo Darín, en la platea del Teatro Tívoli.
/ MASSIMILIANO MINOCRI
Ricardo Darín o el amor pese a todo
como uno transita el camino.
No tengo una meta, no quiero
conseguir nada en especial, lo
que quiero es seguir caminando como lo hago, tratando de
aprender todos los días”, apuntó. Entre cine y teatro lo tiene
claro: “El teatro es lo más
grande que hay, no hay nada
que se le parezca. Es la verdadera función de nuestro oficio.
Hoy en día los chicos no están
seguros de si quieren ser actores, lo que quieren ser famosos”, confesó. Darín no rehúye
ningún tema. Tampoco el debate político sobre Cataluña: “Es
un momento complicado, pero
muy nutritivo. Se acaba de
abrir una nueva ventana de
negociaciones y lo importante
es que repercuta en beneficio
de la comunidad”.
Escenas de la vida conyugal llega a España tras cosechar
150.000 espectadores en Argentina. Norma Aleandro, quien interpretó la obra en 1992, dirige
el montaje, aunque no ha podido viajar por problemas de salud. Tras su paso por Barcelona, la obra se representará en
Madrid y Valencia.
Para Rivas, que es la primera
vez que actúa en la península, el
secreto que entrañan los diálogos es que los espectadores se
identifican con los personajes,
con lo que se genera un curioso
juego con el público en el cual
los espectadores llegan a desternillarse aunque sobre el escenario los protagonistas estén manteniendo una gran discusión.
“Cada día es distinto porque cada uno trae sus propias historias
consigo”, afirmó la actriz. “Hay
quien se indigna ante a una situación y al revés”, contestó Darín, quien recordó como en una
función una señora mayor del
público sentada en la primera
fila no paró de susurrarle: “Desgraciado”, muy bajito, cada vez
que pasaba delante de ella por el
escenario.
“La mirada del público completa la obra, ahí es donde se
cierra el círculo”, concluyó Darín.
mancharlo todo- y Ciara despierta, mostrándose como digna hija
de su padre. Cuando el objetivo
último es sobrevivir y recuperar
el control sobre las metas fijadas,
quizá ha llegado el momento de
poner en práctica la ética de la
familia y sus métodos. Entonces
Ciara se erige en figura de tragedia griega, asumiendo el hado de
su progenie y el destino del clan.
Ciara es un monólogo que en
el Teatre Akadèmia defiende en
toda su complejidad una Àngels
Bassas en plenitud. Dirigida por
Andrés Lima y Martí Torras Mayneris, la actriz despliega todas sus
facultades para construir un personaje que se planta ante el público para reivindicarse desde la primera línea. Una mujer oregami
formada por calculados pliegues
que ella deshace con explícito placer y medido tiempo ante sus interlocutores en un indisimulado
juego de seducción donde ella
templa y manda. Ciara, sofisticada y vulgar, fría ante el dolor y
capaz de emocionarse ante un
cuadro, franca y reservada, simpática y hosca, tierna y dura. Sólo
un rasgo de coherencia: nunca débil. Un monumento a la humana
contradicción que Àngels Bassas
tornea con una sucesión de pequeños gestos. Algunos sólo emergen unos segundos para ser sustituidos por otros que matizan el
anterior y el posterior. Una giganta que se levanta para reivindicar
sus dominios. Un monstruo nacido de mujer que se gusta y gusta.
El actor argentino regresa a Barcelona con 'Escenas de la vida conyugal'
MERCÈ PÉREZ, Barcelona
A lo largo de dos décadas un
matrimonio puede naufragar,
sobreponerse, vivir momentos
divertidos, dramáticos, felices,
incluso violentos. En ese lapso
tan grande de tiempo un matrimonio puede enamorarse y desenamorarse con la misma intensidad, caer al precipicio por
una infidelidad con una jovencita, firmar los papeles de divorcio cargando con el peso —o libertad— que implica la sinceridad. Y, pasado este rosario de
situaciones, un matrimonio puede seguir eligiéndose a pesar de
todo.
A este mosaico de retos es a
lo que se enfrenta el actor argentino Ricardo Darín en Escenas
de la vida conyugal, comedia dramática de Ingmar Bergman que
supone el regreso del intérprete
a los teatros españoles tras una
década. La obra llega este jueves
al Teatro Tívoli de Barcelona,
donde se presentará hasta el día
18 de este mes.
Darín, flamante ganador de
la Concha de Plata en el Festival
de cine de San Sebastián por su
trabajo en Truman, comparte en
el escenario protagonismo con
la actriz Érica Rivas, con la que
ya coincidió en la película Relatos Salvajes.
Ambos interpretan una serie
de situaciones vividas por una
pareja, Juan y Mariana, especial-
“Nacimos para equivocarnos”
Ricardo Darín (Buenos Aires,
1957) se ha casado dos veces
con la misma mujer. Tiene dos
hijos, cuatro perros, cree en las
segundas oportunidades y en
casa se “burla” de su personaje
público porque sino tener que
“convivir toda la vida con un
señor famoso es insoportable”.
El actor cuando habla clava
con naturalidad su mirada azul
sobre su interlocutor y parece
tener en común con Juan, el
profesor que encarna en Escenas de la vida conyugal, su
apuesta por la sinceridad.
“Esto no quiere decir que yo
sea la catedral de la verdad. He
mentido y a veces miento...”,
relataba ayer en el bar del
Teatro Tívoli. “Todos nacimos
para equivocarnos antes que
para acertar”, agregó. La agenda de Darín está repleta, pero
cuando termine la gira de
Bergman piensa “ponerse el
pijama” y no quitárselo “hasta
marzo”. El viernes terminó de
rodar en Madrid Koblic, una
película argentina sobre un
piloto de la marina de los años
70 que se niega a acatar una
orden. Darín no cree que encontrarse en la cresta de la ola.
De hecho, no cree en crestas, ni
en olas. “Una carrera de tanto
tiempo no se reparte entre
éxitos y fracasos, se trata de
Un monstruo nacido de mujer
CIARA
De David Horrower. Dirección:
Andrés Lima y Martí Torras
Mayneris. Intérprete: Àngels Bassas.
Traducción: Yannick García.
Teatre Akadèmia, 25 de septiembre.
JUAN CARLOS OLIVARES
“Cuidado con lo que dices, los niños estarán escuchando. Cuidado
con lo que haces, los niños observarán y aprenderán”. Fragmento
de la letra de Children will listen
de Into de Woods de Sondheim
que adquiere un retorcido significado cuando quien ha oído, visto
y aprendido es la princesita de un
mafioso local, un jefe del hampa
de Glasgow. Una hija que su padre cree protegida en su inocencia mientras el crimen costea su
torre de marfil.
Pero ella, Ciara, oyó, vio y
aprendió. Creció, calló, disimuló
y se aprovechó del poder y dinero sucio para levantar una barricada de independencia económica y sucedáneo moral. Su burbuja es una próspera galería de arte y su armadura la seguridad
adquirida como marchante.
Qué su marido sea el lugarteniente del capo es un detalle menor en su inmaculada biografía,
y la oportunidad para seguir ad-
quiriendo lecciones de vida a la
sombra.
El excelente texto de David Horrower podría limitarse a describir la cínica existencia de una mujer que no se hace las preguntas
adecuadas mientras el público
disfruta con las intimidades hogareñas de la delincuencia organizada. El tono de comedia negra y
brutal cultivado por Guy Ritchie
en sus primeras películas, amplio
retrato de cierta burguesía criminal, podrida en el fondo y pulida
en sus formas británicas. Hasta
que estalla la burbuja —la venganza sangrienta siempre acaba por
Juego con el espectador
mente centradas en la relación
que mantienen tras separarse.
Bergman estrenó la película en
1973, ganó un Globo de Oro y la
reescribió para el teatro con un
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