Violaciones Madero, el otro Díaz, Reyes y Huerta

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06/02/2013
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JUEVES 7 DE FEBRERO DE 2013
EDITORIALES
De Política y Cosas Peores
TRADICIÓN Y VERDAD
Agenda ciudadana
Caton
ientras más grande es el busto de una
mujer, menor es su inteligencia. Eso dice una conseja popular. Yo pienso que tal
afirmación es falsa, y creo que precisamente la
cosa es al revés: mientras más grande es el busto de una mujer, menor se hace la inteligencia
del hombre que está con ella. Decía un señor de
mi ciudad: “Está científicamente comprobado
que las mujeres más inteligentes son las que tienen el busto más pequeño”. Y añadía: “Por eso a
mí me gustan tontotas tontotas”. Señalamientos
como ése no tienen base alguna, y pecan de sexismo. Espero que nadie califique de sexistas las
consideraciones que en seguida voy a hacer. He
dicho siempre, y siempre lo diré, que la mujer es
más inteligente que el hombre, y tiene mayor
perspicacia que él. Cuando el varón acaba apenas de ordeñar la vaca, su compañera ya viene
con el queso, la mantequilla, la crema y el yogurt. Esto es el resultado de millones de años de
evolución natural y cultural. Los problemas de
la casa son considerablemente más complejos
que los problemas de la caza. La encargada de
resolver los de la casa, la mujer, desarrolló entonces más el cerebro y la sensibilidad que su
compañero el cazador. Yo tengo para mí que Eva
usó del fuego antes que Adán, y que fue ella
quien hizo los primeros cacharros, plantó las
primeras semillas y domesticó a los primeros
animales, con lo cual hizo que el hombre se hiciera sedentario, y así naciera la civilización.
Ahora que la mujer ha salido de la casa sucederá, dentro de dos o tres millones de años, que su
inteligencia se abatirá hasta llegar al pobre nivel de la del hombre. Nosotros -tú y yo- lo veremos en alguna forma, del mismo modo que hace millones de años vimos en alguna forma cosas de las cuales ya no nos acordamos. Pero ¿a
qué viene esta farragosa y campanuda prefación, introito, limen, isagoge, prolegómeno o introducción? Sucede que un cierto amigo mío me
contó un relato cuyo sentido no capté. Por temor
de sacar a la luz alguna badomía sometí el cuento a la alta consideración de doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías y censora de la pública moral. Leyó la perilustre dama el chascarri-
M
llo, y vino a tierra poseída por un súbito insulto de calambres espasmódicos, accidente al cual siguió un intenso episodio de estranguria que
se le prolongó a la dama durante varios días. (La
estranguria es dificultad para hacer de las
aguas; micción lenta y dolorosa). Cuando volvió
a su ser doña Tebaida me dijo que el chiste que
le mostré es en extremo sicalíptico, uno de los
de más subido color que aquí han aparecido,
motivo por el cual debo abstenerme de darlo a
los tórculos o prensas, bajo pena de reprensión
sin andulencia. Eso me preocupó bastante, sobre todo porque no sé qué es andulencia, de modo que volví a leer la dicha historia, y nada encontré en ella reprochable. Quizá no la entendí;
quizá doña Tebaida vio en ella, con su clarividencia femenina, demasías que con mi exiguo
seso de varón yo no alcancé a dilucidar. En igual
forma tampoco entiendo por qué muchos comentadores han dudado de la declaración según
la cual la explosión en la Torre de Pemex se debió a una acumulación de gases. Peritos internacionales, junto con expertos de instituciones
tan serias como el Politécnico y la Universidad,
llegaron a esa conclusión, motivo por el cual no
me explico el recelo de algunos, ni su resistencia a aceptar esa versión. Puedo decir, empero,
que el futuro, gran esclarecedor de enigmas, dirá la última palabra sobre el caso. Si se presenta otro suceso similar a aquella explosión sabremos con certeza que se ha abatido sobre nuestro país ese irracional -y a la larga inútil- recurso de quienes quieren imponer a toda costa su
voluntad sobre los demás por medio del terror.
A fuerza de pensar en tales cosas me duele el
pensamiento cuando pienso, dijo Othón. Por eso
mejor paso a relatar el cuentecillo que tanto perturbó a la señora Tridua, y cuya significación yo
no capté. Una señora le dijo con tono ligero a su
marido: “Choqué tu coche, y le hice una abolladura en el guardafango. ¿Podrás perdonarme si
me pongo de rodillas ante ti?”. Contestó el sujeto: “No es un mal principio”. Vuelvo a decir que
no entendí el relato. Dejo su sentido a la imaginación de quienes lo hayan leído, y me retiro
presuroso antes de que me alcancen las iras de
la señora Tridua. FIN.
Jaque Mate
Sergio Sarmiento
Violaciones
“La violación es el único crimen en que la víctima se convierte en acusada.”
Freda Adler
o fueron las seis españolas de la madrugada del 4 de febrero las primeras mujeres secuestradas y violadas en el oriente de Acapulco. Hubo numerosas víctimas de
la misma banda por lo menos desde el primero de noviembre de 2012. Cuando algunas trataron de presentar denuncias o contactar a las
autoridades se enfrentaron a un muro de indiferencia e incompetencia.
Una víctima ha tenido ya el valor de ventilar su caso en ForoTV. Pero hay testimonios
y documentos que muestran que una banda de
criminales ha aterrorizado la zona durante
meses sin que las autoridades locales quisieran siquiera escuchar a las víctimas.
El primer caso del que tengo información tuvo lugar el primero de noviembre de
2012. Un grupo armado irrumpió en una casa de la zona donde había 15 personas de
Iguala. El robo de dinero, tarjetas y otras
pertenencias fue seguido por la violación de
algunas de las mujeres.
El 19 de noviembre, en otro fin de semana
largo, quizá el mismo grupo se introdujo a otra
casa de la zona. Amordazaron a los tres hombres que se encontraban ahí. Dos mujeres que
llegaron posteriormente del centro comercial
La Isla fueron violadas. También la hija mayor de la familia de la casa.
A las 23:30 de esa noche varios pandilleros secuestraron del estacionamiento de un
hotel a tres mujeres, una de ellas menor de
edad, y las llevaron a la casa que tenían tomada. Pidieron un rescate por ellas y mientras esperaban violaron primero a las dos
mujeres y luego a la menor. Esa misma noche, a las 2:30, los criminales entraron a una
casa contigua donde había siete jóvenes. Una
de las dos chicas fue violada.
El 24 de noviembre fue asaltada la casa de
una capitalina residente en la zona. Además
del robo, su hija fue violada. El 4 de diciembre fue asaltada también la residencia de un
restaurantero.
En todos los casos los criminales advirtieron a las víctimas que si presentaban denuncias habría represalias. Una de las mujeres
violadas decidió presentarla de cualquier ma-
N
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nera, pero en el MP le dijeron que no había médico legista por lo que era mejor que regresara otro día.
Las víctimas, familiares y amigos trataron
de ponerse en contacto con las autoridades
municipales y estatales, incluyendo al gobernador, el procurador y el secretario de turismo, que ni siquiera tomaron las llamadas. Los
vecinos solicitaron apoyo de la policía municipal para patrullar la zona y buscar a los pandilleros, pero los policías les dijeron que no podían porque no tenían dinero para la gasolina.
Las víctimas escribieron en diciembre al
nuevo procurador de la república, Jesús Murillo Karam, quien sí tomó los casos con seriedad. La SEIDO ha realizado investigaciones y capturado a algunos presuntos miembros de la banda. De hecho, el 29 de enero un
grupo de vecinos de la colonia Bonfil llevó a
cabo bloqueos en el Boulevard de las Naciones en protesta por la detención de siete hombres y una mujer presuntamente vinculados
a estos robos y violaciones. El 4 de febrero, en
otro fin de semana largo, la actuación de la
banda finalmente llegó a los medios con la violación de seis españolas.
Inquieta que agresiones de esta seriedad
hayan sido minimizadas por las autoridades
municipales y estatales. La SEIDO ha estado
más interesada en actuar, pero se registró un
nuevo ataque cuando ya había ocho detenidos.
Si éstos eran responsables, ¿quién violó a las
españolas?
Otro tema es que el municipio de Acapulco
o el estado de Guerrero deberán encontrar recursos no sólo para la gasolina de las patrullas
sino para garantizar la seguridad de residentes
y visitantes. Sin seguridad no tiene sentido pedir a los visitantes que hablen bien de Aca.
LEGAL LO ILEGAL
Quedó claro ayer en la discusión en el IFE que
las reglas de gasto electoral están hechas para
que prospere la creatividad contable. El PRI
gastó más del tope que marca la ley, pero asignó los recursos para hacer legal lo ilegal.
Twitter: @sergiosarmient4
Lorenzo Meyer
Madero, el otro
Díaz, Reyes y Huerta
“En la tragedia que tuvo lugar hace cien años hay
lecciones políticas de gran utilidad en la
actualidad. Ojalá las entendiéramos todos y las
asimiláramos.
Lorenzo Meyer
a Historia. El “juicio de la historia” no
existe. Lo que hay son juicios de los historiadores que generalmente reflejan
las preocupaciones de la época en que se hacen. A cien años de la “decena trágica” ¿Qué
podemos decir de lo acontecido en 1913? Muchas cosas, pero este espacio sólo alcanza para esbozar algunas.
Madero. Quienes hace un siglo contribuyeron a la caída y quien ordenó la muerte
del presidente Francisco I. Madero, lograron lo que no buscaban: inmortalizar a su
víctima y desatar una revolución. En contraste, los tres generales que entonces encabezaron la destrucción de la primavera
democrática mexicana y ensangrentaron
al país -Félix Díaz, Bernardo Reyes y Victoriano Huerta-, son hoy símbolos de ambiciones sin grandeza, de fracaso político
rotundo y, el peor de ellos, Huerta, es considerado la encarnación misma de la perversión política y de la traición.
La rebelión organizada y encabezada el 9
de febrero de 1913 por los generales Díaz y
Reyes, y que involucró a una parte del ejército en la madrugada de ese domingo, fue la
culminación de una conspiración de militares en prisión y en activo que buscaba no
únicamente derrocar al presidente sino
echar atrás el reloj mismo de la historia política mexicana: cancelar el esfuerzo -el gran
experimento- democrático iniciado por el
Partido Antirreelecionista y Madero tras su
negativa a aceptar la legitimidad de la séptima reelección de Porfirio Díaz en 1910.
Un Personaje sin Sentido. Félix Díaz estuvo marcado siempre por la sombra del hermano de su padre: Porfirio Díaz. Como militar y político, Félix fue un fracaso. Su primer levantamiento contra Madero en Veracruz, en octubre de 1912, fue aplastado sin
grandes dificultades y en siete días por la
parte leal del ejército. En 1913, el aliado circunstancial, pero crucial de Díaz en el golpe militar que acabó con Madero, el general Victoriano Huerta, en un abrir y cerrar
de ojos eliminó al “sobrino de su tío” como
aspirante a la presidencia y lo sacó del país. Finalmente, como jefe de un contrarrevolucionario “Ejército Reorganizador Nacional” (1916 a 1920), Félix Díaz fue de nuevo otro fracaso. Desde entonces y hasta 1941
vivió exiliado. Sobrevivió sin gloria hasta su
muerte en 1945.
El General que se Decidió a Destiempo.
Bernardo Reyes, el general más importante
a inicios del siglo XX, perdió la oportunidad
histórica de enfrentar directamente a Porfirio Díaz en el campo electoral al abandonar
a sus partidarios -que ya estaban organizados- y salir del país el año anterior a la elección de 1910. Fue Madero quien llenó entonces el vacío dejado por Reyes como alternativa electoral primero, e insurreccional después. Fue también Madero quien puso fin a
la dictadura porfirista -dictablanda, si se
quiere- y abrió la posibilidad de una democracia mexicana. El esfuerzo posterior de Reyes por recuperar el lugar político perdido
fue inútil. Primero falló en su desafío electoral a Madero y luego en su intento por organizar una rebelión en el norte en 1911 (Plan
de la Soledad). Finalmente, su alianza con
Félix Díaz en febrero de 1913 para encabezar
un golpe militar, terminó el mismo día en
que éste se inició, pues murió a las puertas
de Palacio Nacional.
Sería otro Reyes, Alfonso, su hijo, quien
empuñando no la espada sino la pluma, ganó la gran victoria para el apellido: el reconocimiento y la gratitud de México al hombre de letras.
La Personificación de la Villanía. El general de división, Victoriano Huerta, es uno
de esos individuos que encarna lo reprobable en política: deslealtad, traición, crueldad
e ineficacia. De origen popular y buen militar, pactó secretamente con Félix Díaz mientras, supuestamente, lo combatía en el centro de la capital. No dudó en mandar a emboscadas que concluyeron en carnicerías a
los cuerpos de rurales maderistas ni tuvo
empacho en concertar la traición a su jefe
nato -Madero- en la embajada norteamericana. Ordenó el asesinato de Madero y del vi-
L
Las ambiciones personales de
un grupo de generales, la
incapacidad de la oligarquía
para comprender que había
que cambiar para no perderlo
todo, la soberbia y cortedad
de miras de un embajador
norteamericano -y de casi
toda la colonia extranjera-,
terminaron por radicalizar a
los herederos de Madero y a
los grupos populares ya
movilizados, entonces estalló
la gran guerra civil que acabó
con lo que quedaba del
porfiriato.
cepresidente, luego traicionó a su aliado Félix Díaz, intentó la militarización de México
para permanecer en la presidencia provisional y, ya en el exilio, complotó con los alemanes para retornar en 1915 y encabezar un
nuevo movimiento contrarrevolucionario.
Madero y el Ejército. Mucho se ha escrito sobre la tragedia de Madero, sobre todo
por haber mantenido al ejército federal que
finalmente lo derrocó. Sin embargo, la crítica ha sido injusta. Madero no era un revolucionario, no quería acabar con la institucionalidad porfirista -el ejército era parte de
esa estructura institucional-, sino reformarla para adecuarla a una democracia liberal
y burguesa. Al asumir la presidencia Madero tenía más razones para desconfiar de sus
tropas irregulares -Villa y Orozco consideraron insubordinarse durante el ataque a Ciudad Juárez en mayo de 1911- que del ejército
regular, un ejército que por un lado derrotó
a Orozco cuando finalmente se volvió contra
Madero y que, por el otro, puso fin a la rebelión de Félix Díaz y no hizo caso al primer
llamado de Bernardo Reyes para sublevarse.
Madero, nos dice Stanley Ross, en su biografía clásica del personaje (Francisco I. Madero, apostle of Mexican democracy, 1955),
iba camino a lograr la estabilidad de su gobierno cuando ocurrió la insurrección de febrero de 1913. Conviene recordar que fue el
propio ejército el que combatió a los desleales y radicales (Orozco y Zapata), que de no
ser por la (mala) fortuna que dejó heridos
a los primeros defensores de la legalidad
el mismo 9 de febrero, los generales Lauro Villar y Ángel García Peña -secretario
de Guerra- no se le hubiera dado a Huerta el mando de la plaza. En esas circunstancias, es muy probable que Félix Díaz
hubiera sido derrotado (y fusilado) en La
Ciudadela. La lealtad de una parte del
ejército y de los rurales a las instituciones
se prueba, entre otros ejemplos, por el hecho de que los golpistas, para hacerse del
control de La Ciudadela, tuvieron que asesinar a su comandante, el general Manuel P.
Villareal y a su segundo, el general Rafael
Dávila. El general Felipe Ángeles, movió a
sus tropas desde Morelos y permaneció leal
a Madero hasta el final.
La Reacción. Madero no era revolucionario sino reformista, y por lo mismo confiaba
no en el apoyo activo de su propia clase social -la oligarquía porfirista- pero sí en su
aceptación o resignación a un proceso de
modernización política. Después de todo, lo
que el líder coahuilense pretendía era poner
a México a tono con el siglo XX. Madero suponía que ayudaría mucho la legitimidad ganada en procesos electorales auténticos para hacer efectiva la Constitución de 1857 a fin
de incorporar a la clase media al juego político y encauzar la creciente e inevitable contradicción de intereses de clases y grupos populares por la vía institucional.
Las ambiciones personales de un grupo
de generales, la incapacidad de la oligarquía
para comprender que había que cambiar para no perderlo todo, la soberbia y cortedad
de miras de un embajador norteamericano
-y de casi toda la colonia extranjera-, terminaron por radicalizar a los herederos de Madero y a los grupos populares ya movilizados, entonces estalló la gran guerra civil que
acabó con lo que quedaba del porfiriato.
En todo lo anterior hay una gran lección
política para el siglo XXI. Ojalá la entendiéramos.
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