Quien es tu amado

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¿QUIÉN ES TU AMADO?
Cantares 5:9
INTRODUCCIÓN:
Vemos en el Cantar de los Cantares que las doncellas de Jerusalén le hacen una pregunta a la
amada: ¿Quién es tu amado?, ¿Qué clase de amado es tu amado?, ¿Qué tiene tu amado que no
tenga cualquier otro amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué tiene tu amado
más que cualquier otro amado, para que nos hagas jurar así? (RVA); entonces la amada
empieza a responder con toda seguridad, tal como ella le conocía; de la misma manera la
Iglesia, la amada del Señor Jesucristo debe saber responder acerca de su amado, decir
porque le sigue, porque le ama tanto, debe saber describir al que ama su alma, cuales son sus
caminos y sus tratos para con su vida, y así poder explicar la razón de su consagración hacia
El.
DESARROLLO:
Esta pregunta se puede contestar sabiendo que es lo que tiene el amado, que es lo que hace y
cual es su aspecto, características que en el libro de Apocalipsis podemos encontrar en parte,
pudiendo apreciar algo de lo que nuestro Señor Jesucristo es.
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EL QUE ANDA EN MEDIO DE LOS SIETE CANDELEROS (Ap. 2:1): “El que anda en medio de
los siete candeleros de oro...”, El libro de Apocalipsis nos deja ver claramente que los siete
candeleros son las siete iglesias (Ap. 1:20), es decir que representan la totalidad de la
iglesia, desde su nacimiento hasta el tiempo de su casamiento, así como también a todos los
miembros que la conforman. La palabra con que se escribe la palabra “andar” ó “caminar”,
en el griego es “peripateo” que significa: caminar, vivir, pasar a lo largo de una vida; con
esto la Biblia nos deja ver que el Señor Jesucristo va a caminar en medio de su Iglesia, tanto
en lo individual como en el cuerpo místico, para rescatarnos como rescató a la mujer
adultera (Jn. 8:1­11), para liberarnos de las ataduras como liberó a la mujer encorvada (Jn.
13:10­17), para darnos vida como al hijo de la viuda de la ciudad de Naín (Luc. 7:11­17), para
devolvernos la vista ya que éramos ciegos espirituales (Jn. 9:7), para que podamos caminar
como hizo con otros tantos y también para pesar nuestro corazón (Jn. 9:2­8)
·
EL QUE ESCUDRIÑA LA MENTE Y EL CORAZÓN (Ap. 2:23) “Sabrán que yo soy el que
escudriña la mente y el corazón...”, En griego “escudriñar” se viene de la palabra “ereunao”
que significa: buscar, inquirir, examinar profundamente. Nuestro Señor escudriña dentro de
nuestra vida buscando en lo mas profundo de nuestro ser, nuestra mente, del griego
“nephros” significa: Riñones, entrañas mas profundas de nuestro ser, discerniendo
nuestras intenciones, cual es la motivación de nuestro espíritu, porqué y para qué hacemos
lo que hacemos, aun aquello que hacemos que consideramos espiritual; el ejemplo lo
encontramos cuando el Señor se sienta a observar como ofrendaban, desaprobando a los
ricos y poniendo como ejemplo a la viuda que dio todo lo que tenia, mientras que los demás
daban de lo que les sobraba (Mar. 12:41­44). Escudriña los corazones, por ejemplo el de los
escribas (Mat. 9:4), el de Caín antes de ver su ofrenda (1Jn. 3:12). Nuestro amado busca,
pregunta el porqué de nuestras acciones, no para acusarnos sino para sacar a luz nuestras
motivaciones y poder así limpiar nuestro corazón.
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EL QUE ABRE Y NADIE CIERRA (Ap. 3:7) “El que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno
abre...” El Señor Jesucristo es quien abre las puertas para nosotros en medio de la
adversidad, cierra nuestro vallado, abre las ventanas de los cielos para proveernos, para
enviar su bendición espiritual y material (Mal. 3:10), le cierra la boca al león protegiéndonos
y librándonos de las condenaciones (Sal. 22:21; Dan. 6:22). De estas cosas, la principal es
que nos abrió las puertas del cielo y del Lugar Santísimo por medio de su sangre preciosa
(Heb. 10:19­22).
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EL QUE REPRENDO Y CASTIGO A TODOS LOS QUE AMO (Ap. 3:19) “Yo reprendo y castigo
a todos los que amo...” La palabra en griego que se usa para reprender es “elegcho” que
significa convencer, reprender, indicar las faltas de alguien; el Señor nos enseña, nos
corrige, nos redarguye como un buen padre (Prov. 13:1, Heb. 12:6), para que podamos
llegar a la meta que Él nos ha trazado, y si fuera necesario nos castiga, del griego “paideuo”
que significa castigar, entrenar niños, moldear el carácter, educar, disciplinar, ya que no
somos bastardos, sino hijos legítimos que tienen el privilegio de ser corregidos para ser
alejados del mal (Heb. 12:6).
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EL QUE ESTOY A LA PUERTA (Ap. 3:20) “Yo estoy a la puerta y llamo...” Nuestro Señor no
nos obliga a hacer nada en contra de nuestra voluntad, aunque su deseo sea bendecirnos,
antes llama a la puerta de nuestro corazón para ofrecernos lo que trae para nosotros;
Jesucristo nuestro gran Pastor nos dice “Mis ovejas oyen mi vos y yo las conozco y me
siguen” (Jn. 10:27), por el otro lado nosotros sus ovejas debemos también de conocerle ya
que muchos podrán venir a tocar la puerta de nuestro corazón para tratar de robar (Jn.
10:8).
CONCLUSIÓNES: Nuestro Amado, el Señor Jesucristo es difícil de describir puesto que
también Él es Dios, pero se deja ver por medio de su Palabra; es pues tarea de nosotros, su
amada, el privilegio de conocerlo y describirlo a aquellos que necesitan de Él y de inquirir
acerca de su persona para intimar con Él por medio del bendito Espíritu Santo, de esta manera
cuando los que estén a nuestro rededor vean el amor, caminar y devoción por nuestro Amado,
puedan también decir como está descrito en Cantares 6:1 “¿A dónde se ha ido tu amado, oh la
más hermosa de todas las mujeres? Dinos en qué dirección se fue, y lo buscaremos contigo”.
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