BCV Cultural 2004 N° 15 - Banco Central de Venezuela

Anuncio
Contenido
BANCO CENTRAL DE VENEZUELA
Editorial
Autoridades
DIRECTORIO
Lisseth Boon
Diego Luis Castellanos
Los niños poetas de Carora
Presidente
Rafael Crazut
Bernardo Ferrán
Manuel Lago Rodríguez
Armando León Rojas
Domingo Felipe Maza Zavala
Jorge Giordani
Representante del Ejecutivo Nacional
Administración
Diego Luis Castellanos
Petruvska Simne
2
8
Es posible un pueblo de escritores
Jesús Enrique León Rojas
11
Nada Salas: Magia de la palabra
Dora Castellanos
16
Poética para fracturar el mundo
Joaquín Marta Sosa
Presidente
Noche para estar solo. Cuento
Gastón Parra Luzardo
Medardo Fraile
Primer Vicepresidente-Gerente
1
Deconstruyendo a Ferran Adrià
21
30
Los Panero: poetas
en peligro de extinción
PRESIDENTE FUNDADOR
Victoria Pulido Simne
Antonio Casas González
Poesía madurando
Consejo Asesor
Arturo Uslar Pietri (+)
Ramón J. Velásquez
Jesús Soto
Salvador Garmendia (+)
Adriano González León
Luis Freites Pastori
33
46
Antonio Rodríguez: Mauro Mejíaz
nació para ser un gran pintor
Petruvska Simne
49
El pintor rescatado
Comité Editorial
Alexis Márquez Rodríguez
Domingo Felipe Maza Zavala
Luis Alberto Crespo
Luis Pastori
José Pulido
57
Biografía:
De Biscucuy a París
59
Pastori, río mayor
Director
Luis Pastori
Asistente Editorial
José Pulido
Diseño
Raúl Azuaje
Diagramación
Elena Roosen
Jesús Enrique León Rojas
ISSN 1317- 0309
Depósito legal pp199902DF614
Hecho el depósito de Ley
Esta revista se terminó de imprimir en Litoven
en el mes de diciembre del año 2004
61
E ditorial
En los 64 años
E
l Banco Central de Venezuela, que está
cumpliendo 64 años, ha reconocido siempre el
efecto integrador de la cultura y por eso
mantiene abiertos todos los espacios para que las
expresiones artísticas y culturales se manifiesten
y abunden. Desde el creador más solitario hasta la
manifestación popular más esplendorosa y masiva, tienen
lugar en estos espacios. Por eso, es motivo de fiesta
señalar que la revista número quince de BCV Cultural
está llena de sorpresas agradables. En su contenido el
lector hallará una entrevista exclusiva con el mejor chef
del mundo; conocerá la vida dramática de los Panero,
esos poetas españoles cuyas obras siguen causando
asombro. Se reseña el encuentro de poetas infantiles
y adolescentes de Carora, que cada año llaman más la
atención por la calidad de sus trabajos. Se habla y se
opina sobre la vida de Mauro Mejíaz, un pintor misterioso
y original que nació en Portuguesa y desarrolló su obra
en Francia. Publicamos un cuento del escritor español
Medardo Fraile y un texto del poeta Joaquín Marta Sosa
sobre la escritura de Fraile y Dora Castellanos escribe
una reseña biográfica sobre Nada Salas. Además se
publican los poemas del joven poeta Luis Freites Pastori.
1
C ultural
C
uando te dicen que vas a entrevistar al mejor chef del mundo,
lo que menos esperas encontrar es a una persona tan abrumadoramente sencilla como Ferran Adrià. Es que cuesta creer que ni los más prestigiosos premios
gastronómicos ni todos los reconocimientos estatales ni las portadas que le han
dedicado influyentes diarios como Le Monde, The New York Times o El País,
hayan podido respingar ni un poco la nariz a este cocinero catalán cuyas
La indiscutible innovadoras propuestas culinarias han removido los fundamentos mismos de la
celebridad alta cocina internacional.
del chef catalán,
considerado
como el mejor
del mundo,
contrasta
con su pasmosa
sencillez. Desde
su encantador
y apartado
restaurante
El Bulli, en la
Costa Brava
española,
habla para
BCV Cultural,
de los secretos
de una
propuesta
culinaria que
ha cambiado
la historia
de la alta cocina
internacional
2
Deconstruyendo a Ferran Adrià
LISSETH BOON
Ferran Adrià parece restarle importancia a todos los elogios que reciben sus
inesperadas creaciones por parte de los más destacados críticos del mundo.
Simplemente sonríe complacido al recordarle que ha sido escogido recientemente por la revista Time entre las 100 personalidades más influyentes de la
actualidad, o que fue el encargado de preparar, junto al también afamado chef
vasco Juan Mari Arzak, el banquete de gala para la boda real de los príncipes
Felipe y Doña Letizia de España. Cuando te recibe tan cordial en su restaurante
El Bulli, en la Costa Brava, con su bata blanca inevitablemente salpicada por la
faena, podrías creer que sigue siendo el mismo “chaval” de L’Hospitalet, su provincia natal en Barcelona, España, donde descubrió que le gustaba cocinar cuando comenzó a trabajar como friegaplatos en un pequeño hotel.
La manera tan simple como justifica sus inventos contrasta asombrosamente
con el nivel de abstracción y experimentación de su cocina creativa o evolutiva,
como prefiere llamarla Adrià para enfatizar su empeño por continuar investigando y transformando sabores, aromas y texturas e incluso la manera de apreciarlos. Su propuesta, interpretada por los entendidos como un movimiento
artístico de vanguardia, ha influido notablemente en las nuevas formas de la alta
cocina mundial. Tiene seguidores en todas partes del planeta que no niegan su
impronta. Pero él insiste en disculparse. “Yo no soy un artista, sino alguien que
vive del oficio de la cocina. Genio fue aquel que inventó la tortilla de patatas”.
E ntrevista
“YO NO SOY UN ARTISTA,
SINO ALGUIEN QUE VIVE
DEL OFICIO DE LA COCINA.
GENIO FUE AQUEL
QUE INVENTÓ LA TORTILLA
DE PATATAS”
Ferran Adrià ha macerado una filosofía propia a lo largo de los 20 años frente
a los fogones de El Bulli, uno de los tres restaurantes de España laureados con la
máxima puntuación de tres estrellas por la acreditada guía gastronómica Michelín.
Su cocina apuesta ante todo por la creatividad, por la búsqueda de una personalidad propia, por cuestionar lo tradicional, que no la tradición. No le tiene
miedo a arriesgar para lograr lo inédito, lo inesperado. Aunque se nutre del
ejercicio constante de la reflexión, recurre siempre a la intuición para inspirarse.
La renovación pasó a ser su constante a principios de los años 80, cuando el
chef decidió cerrar para siempre los recetarios clásicos después de escuchar al
cocinero francés Jean Louis Escoffier que “copiar no es crear”.
El estilo Adrià también viene a desmontar algunos convencionalismos de la
haute cuisine tradicional, que sólo puede concebirse con la utilización de productos costosos. Al contrario, la nueva alta cocina le otorga la misma altura
gastronómica tanto a un pimentón como a una trufa, tanto a una sardina como
al caviar, porque la importancia de un alimento radica en sí mismo.
CUESTIÓN DE PRÁCTICA
La técnica culinaria es toda una obsesión para Ferran Adrià. El creador no deja
de preguntarse cada día cómo renovar la manera de presentar sus platillos. Así,
se le ocurre la audacia de transformar texturas, temperaturas y consistencias.
Con la ayuda de instrumentos insólitos como sifones y máquinas centrífugas,
convierte lo sólido en espuma, lo líquido en aire, lo frío en caliente. Lo que antes
era salado, ahora puede ser dulce y viceversa. Todo puede formar parte de un
juego muy visual e imaginativo, donde los cinco sentidos borbotean encantados
por tanto estímulo sensorial.
Uno de los métodos más destacados de El Bulli es la denominada “deconstrucción”,
que consiste en separar cada uno de los ingredientes de una preparación cuya
textura y temperatura han sido modificadas previamente. Un buen ejemplo es la
Simplemente
sonríe
complacido
al recordarle
que ha sido
escogido
recientemente
por la revista
Time entre
las 100
personalidades
más influyentes
de la actualidad,
o que fue el
encargado de
preparar, junto
al también
afamado chef
vasco Juan Mari
Arzak, el
banquete de
gala para la
boda real de los
príncipes Felipe
y Doña Letizia
de España
3
C ultural
“Para
comprender
mi cocina,
no necesitas
mayores
conocimientos.
Sólo querer ser
feliz y ya está.
A veces la gente
se inquieta
porque quiere
analizar un
plato. Les digo
que sólo tienen
que estar
dispuestos
a disfrutar
de la comida”
4
famosa “tortilla deconstruida”, que en apariencia es una copa con tres capas diferenciadas: una de espuma de patatas y otra de huevo, coronadas por una nieve de
cebolla. Los tres elementos separados sólo pueden ser apreciados como un plato
único por el paladar una vez que se unen en el bocado.
Otras de las técnicas más aplaudidas de El Bulli son las espumas calientes y frías
mediante el uso de un sifón; la caramelización (envolver con un producto una
lámina de caramelo mediante el calor de un soplete o gratinadora); la simbiosis
mundo salado/dulce; y la cocina helada salada con los polvos helados como
emblema. Sigue sorprendiendo con inventos más recientes, como los “aires”,
que ejercen la función de una especie o hierba aromática, pero con una textura
más aérea y comestible, resultado de la emulsión de ingrediente determinado
con una batidora.
Pero ¿qué tanto tiene que estar enterado el comensal para degustar tal nivel de
sofisticación culinaria? El cocinero lo aclara bien: “¿acaso necesitas prepararte para
entender una paella? para comprender mi cocina, no necesitas mayores conocimientos. Sólo querer ser feliz y ya está. A veces la gente se inquieta porque quiere
analizar un plato. Les digo que sólo tienen que estar dispuestos a disfrutar de la
comida. Ahora bien, si desean entender mi trabajo, hay que dedicarse a estudiar
mi trayectoria y evolución. Pero se trata generalmente de personas especializadas
y seguidores que pueden advertir los cambios de cada año”.
CON VISTA AL MAR
Aunque el mismo Adrià señala que es prescindible ser un versado sibarita para
entender su cocina, no resulta tan sencillo acceder al festín de los sentidos que
ofrece El Bulli. El encantador restaurante de Roses, en la provincia de Girona,
sólo abre seis meses al año, de abril a septiembre, para servir cenas únicamente
a cincuenta comensales cada noche. Las reservaciones se agotan un año antes.
Alrededor de un millón de personas intentan apartar un sitio para cada temporada, pero sólo ocho mil logran el privilegio de sentarse a comprobar por qué
tiene tanta fama este cocinero de 42 años.
Por no hablar de la dificultad para llegar al restaurante si no se cuenta con transporte propio. Para encontrar la recóndita Cala Montjoi donde está situado, hay
que atravesar una única y sinuosa carretera que ondula este hermoso rincón de la
E ntrevista
Costa Brava, un paisaje de playas rocosas y coníferas que tan exótico resulta a
un caribeño acostumbrado a playa con palmeras. Y por supuesto, poder cubrir
el precio sin atragantarse. Una cena, basada en un menú fijo de unos dieciséis
platillos, puede costar entre 250.000 y 350.000 bolívares al cambio oficial.
El lujo es otro de los mitos de la alta cocina que desmonta El Bulli. El restaurante número uno en el mundo, que comenzó en 1962 como un pequeño bar de
submarinistas, sorprende por su acogedora y funcional decoración. El nombre
viene de un perro llamado Bulli, el bulldog de la pareja de alemanes que fundaron el local. Adrià no llegó a prender los fuegos sino hasta 1983 cuando ya lo
habían convertido en restaurante y tenía entre sus laureles dos estrellas Michelín.
Aunque suene a anuncio publicitario, la experiencia de comer en El Bulli resulta irrepetible, no tanto por lo que costará concretar una próxima reservación
como por el hecho de que el menú varía cada temporada. Hay que olvidarse de
la carta y dejarse sorprender por un menú fijo de degustación, conformado por
un desfile de unos dieciséis platillos (o miniplatillos), que mezclan sabores familiares con exóticos, presentados en los más diversos recipientes, desde cucharas
orientales, copas y vajilla tipo japonés.
COCINAR Y ESCRIBIR
La marca de El Bulli está absolutamente fundida con el nombre Ferran Adrià.
Lo cual no quiere decir que sólo se reduzca a la figura del cocinero estrella.
Jamás deja de reconocer que sin su equipo el restaurante nunca hubiese podido
convertirse en referencia mundial. Junto a su hermano Albert, repostero; Juli
Soler, director del restaurante; y Oriol Castro, encargado del Bullitaller, logran
mantener los parámetros de los más exigentes calificadores europeos.
La batidora creativa no se detiene al terminar la temporada en septiembre.
Apenas cierra el restaurante en Roses, abre el taller El Bulli, situado cerca del
magnífico mercado La Boquería, en el casco antiguo de Barcelona, donde continúa el ensayo y la creación, aparte de los servicios de catering para elegantes
banquetes durante los otros seis meses del año.
Atrás quedó la época de los cocineros barrigones confinados sólo a los calderos. Los chefs modernos también incursionan en el mundo de los negocios,
escriben libros y columnas en los periódicos, viajan para conocer otras culturas
culinarias, asisten a conferencias y asumen a gusto su función como difusores de
un estilo de vida de máximo hedonismo que cuenta con todo el apoyo mediático
posible. Los proyectos de Adrià abarcan, por mencionar algunos, desde la confección de aceites aromáticos con la empresa española Borges, recetas de cafés
con la italiana Lavazza, un restaurante en Madrid, un hotel en Andalucía y el libro
El Bulli, 1983-2002, tres volúmenes de reflexiones sobre las preparaciones que
han marcado tres períodos de existencia de este local.
Hay que olvidarse
de la carta
y dejarse
sorprender
por un menú fijo
de degustación,
conformado por
un desfile de unos
dieciséis platillos
(o miniplatillos),
que mezclan
sabores familiares
con exóticos,
presentados en
los más diversos
recipientes, desde
cucharas orientales,
copas y vajilla
tipo japonés
5
C ultural
Aromas
a futuro
- ¿Un cocinero rupturista debe reunir
características especiales?
Tiene que ser una persona abierta, que sepa trabajar en
equipo. La cocina es un trabajo en grupo, como la
mayoría de los trabajos creativos. Pocos son individuales.
- ¿Ocuparse de tantos proyectos al mismo
tiempo, no afecta su proceso creativo
en la cocina?
Cuando está solucionado el aspecto económico tienes
mayor libertad creativa. Uno no puede estar los trescientos
sesenticinco días al año haciendo lo mismo. Al final no
funciona. Aparte, la mayoría de las cosas que hago están
relacionadas con la gastronomía. No estoy vendiendo
coches, no voy a montar un negocio que no sea creativo.
Estoy pensando cada día en cocinar. A veces en un
proyecto de mayor lujo, otras en experimentación, a veces
más tradicional. Luego, entra en juego la sinergia, porque
trabajando con una cosa se me ocurre hacer otras.
- ¿Por qué España y no Italia, por ejemplo,
lideran la actual cocina de vanguardia?
¿Qué características reúne esta revolución
gastronómica?
Una reciente generación de cocineros, sobre todo de
Cataluña y el país vasco ha hecho esto posible, en un país
donde existe una tradición y cultura gastronómica muy
importante, con productos muy buenos. Son elementos
fundamentales para crear una cocina contemporánea. No
creo que la geografía sea tan determinante, al final lo que
importa es la persona, combinado con la tradición, la calidad
de los productos y los cambios socioeconómicos del país.
6
- ¿Cree que la alta cocina española es una moda
pasajera o es algo que va a trascender?
El que algo esté de moda no quiere decir que sea malo.
Veo que la gastronomía está tomando cada vez más
importancia entre la gente. Ya sabemos que en la historia
nunca se ha vuelto atrás. En la cocina tampoco. Otra cosa
es que la tradición o lo antiguo te pueda servir de
referencia. Ya no vamos a volver a lo que hacíamos hace
cien años.
-Pero ¿esta evolución de la cocina también
ha sido acompañada por el comensal?
Y también por los medios de comunicación que han
permitido que la cocina llegue al público. A partir de allí,
el público lo mueve todo. Además, los periodistas
siempre han tenido fama de ser buenos gourmets. Este
tipo de gastronomía sirve para más gente vaya
a comer a estos sitios. Constituye la imagen de un país, de
sus productos, de una España superturística, una
referencia para muchos líderes de opinión con quienes
podemos contribuir a que la gente coma mejor en casa.
Esta labor traspasa el simple hecho de ser cocinero.
- Tiene 42 años de edad, casi la mitad
de su vida frente a El Bulli. ¿Está en la plenitud
de su carrera? ¿Piensa que todavía le faltan
cosas por lograr?
Ahora sólo pienso que estoy sentado al lado tuyo. He
decidido que voy a pensar menos en el futuro, que si me
quedan muchos o pocos años, que si estoy arriba o abajo,
que si voy a cocinar. Creo que hay que ir poco a poco
para ver cómo evoluciona todo. El día que no tengamos
que aportar nada al crecimiento, tendremos que plantear
otro tipo de restaurante.
E ntrevista
QUIZÁS LA INMORTALIDAD ESTÉ ANIMANDO
A ESTE MAGO DE PLACERES PERECEDEROS
- La gran mayoría de las opiniones sobre
El Bulli son positivas. ¿No considera que tiene
algo que mejorar?
Yo respeto mucho a la gente que no está de acuerdo
con nuestro trabajo. Pero con El Bulli sucede un
fenómeno único, ya que siendo vanguardia en el mundo
de la gastronomía resulta poco polémico. Llama la
atención que tengamos tan buena prensa después de
tantos años si nos comparamos con cualquier artista de
vanguardia, un músico, escultor o pintor que está
amargado por tanta crítica. Hasta un sociólogo debería
estudiar lo que ocurre con El Bulli. Ocho mil personas
vienen cada temporada, nos hacen unas doscientas
entrevistas al año, salimos publicados en todas partes del
mundo. Pero a fin de cuentas no somos los Rolling Stones.
Creo que uno de los motivos es que muchos periodistas
no especializados en gastronomía han hablado tan
maravillosamente bien de El Bulli, que luego pocos se
atreven a cuestionar nuestro trabajo porque quedarían
mal dentro del ambiente periodístico. La verdad es que
no entiendo mucho esta dinámica. ¿Por qué no hay más
críticas? Yo entendería que fuera más criticado, no sólo
por la comida, sino por nuestro concepto, que responde
a la modernidad. Pero ni eso. Somos un restaurante
imperfecto, mágicamente imperfecto.
- ¿Le molesta que lo imiten?
No, para nada. Podríamos equiparar la cocina con el
campo de la medicina: cuando se descubre una nueva
técnica se da a conocer a todo el mundo. Y nadie dice
que se están copiando. Los nuevos conceptos y técnicas
son para el bien de la sociedad. Quizás puede representar
un problema para el comensal, que vaya a un restaurante
y encuentre que están haciendo lo mismo. Se trata de una
moda, después la situación se normaliza.
- ¿Hacia dónde va la alta cocina?
A China. Hasta hace poco las pautas las dictaba occidente,
la vieja Europa (no sé si incluiría a España). El lejano
oriente ha estado un poco cerrado a toda la globalización
gastronómica. Ahora ha comenzado a abrirse, sobre todo
Japón, pero todavía no es tan conocido. No se trata de
que ellos vengan, sino que nosotros vayamos para allá.
China tiene la cocina culturalmente más importante del
mundo, con cinco mil años de historia. Figúrate lo que
será la cocina del futuro cuando despierte del todo este
gigante dormido.
- De todos los proyectos que le ocupan aparte
del restaurante, ¿cuál le apasiona más?
Los libros, seguramente. Creemos que dentro de veinte
años serán muy importantes. Debe pasar un buen tiempo
para que la gente digiera todo esto.
7
Este año, en el
VII Encuentro
de Centros
Literarios
se realizaron
varias
actividades
respaldadas
por el Banco
Central de
Venezuela
y albergó un
homenaje
a Pablo Neruda,
Miguel Otero
Silva
y Luis Pastori,
director de
BCV Cultural,
revista que
cada año
ha colaborado
con el
encuentro
todos los años
C ultural
U
8
Un encuentro que asombra
Los niños poetas de Carora
PETRUVSKA SIMNE
na vez al año, las paredes de la Casa Chío Zubillaga, de Carora, se llenan de
poemarios, rememorando de alguna manera la costumbre que tenía el sabio
Chío, de escribir, lo que le saltaba a la mente, en esas mismas paredes. Es realmente un suceso ver como los adolescentes se aglomeran para leer los poemarios,
en una actividad motorizada por el poeta y dramaturgo caroreño Jesús Enrique
León, quien publicó recientemente el poemario Reconciliándome con el diablo,
un libro que muestra el mejor momento de un poeta joven, que, esquemáticamente hablando, le pone música a la poesía.
Además de su actividad poética, Jesús Enrique León es profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, y coordina los Centros Literarios de Carora,
con sede en la casa Chío Zubillaga, en pleno centro del casco histórico, y es el
responsable de organizar, desde hace siete años, el Encuentro de Centros Literarios, que convoca a creadores y poetas en una jornada dedicada a la poesía y a la
lectura de conferencias y ensayos sobre creación literaria.
Este año, en el VII Encuentro de Centros Literarios se realizaron varias actividades respaldadas por el Banco Central de Venezuela y albergó un homenaje a
Pablo Neruda, Miguel Otero Silva y Luis Pastori, director de BCV Cultural,
revista que cada año ha colaborado con el encuentro. También se registró una
emotiva conferencia sobre el pintor Miguel Von Dangel, ofrecida por Ana María
León, y una charla de Luis Eduardo Ortega, donde el representante del BCV le
habló a los jóvenes sobre las motivaciones en torno a la lectura. También actuó
el cuenta cuentos y poeta Jorge Arellano, mostrando un exigente trabajo corporal, quien además presentó su libro, con una recopilación de sus mejores
cuentos, bajo el título El circo.
Reportaje
La artista plástico Úrsula Rey inauguró la exposición Seres imaginarios, que
muestra los rostros de los seres que pueblan una mágica geografía. Úrsula Rey,
andando por esos caminos desolados de Carora, y de La Otra Banda, se topó
con algún hada o con algún que otro representante de la gente menuda y desde
ese momento se ha puesto a pintarlos para no olvidar esos rostros. Lo que
representa una tarea titánica, porque es como pintar un sueño. Úrsula también
sabe que su afán de dibujar esos rostros es como un juego, porque hadas y
fauves son juguetones por naturaleza: si pensamos que estos seres no existen,
ellos se encargarán de demostrarnos cuán equivocados estamos; y si creemos
que existen y andamos buscándolos constantemente, lo más seguro es que
nunca podamos verlos. Mientras tanto, en cada uno de sus cuadros, es posible
admirar la destreza y la calidad pictórica de Úrsula Rey, quien con paciencia y
magia en el corazón, expone su versión de los rostros y las figuras de esos
inquietantes espíritus de la naturaleza.
La Escuela de Música Juancho Querales estuvo presente con dos de sus mejores agrupaciones, la Banda Municipal, interpretando melodías populares y
bandas sonoras de películas; y el Ensamble Madera, con lo más selecto de su
repertorio musical.
Cabe decir que
la mayoría de
los poetas que
responden a la
convocatoria,
constituyen el
elemento
sorprendente de
esta actividad:
son niños
y adolescentes,
que, muy
particularmente
en Carora,
han generado
una especie
de agrupaciones
que se asemejan
a las orquestas
infantiles
y juveniles
o a las
agrupaciones
teatrales de
niños que hay
en Caracas
LOS PREMIADOS
Pero el evento principal de este Encuentro lo constituye
el Premio José Numa Rojas, de poesía, que convoca a los
mejores poetas de la región, cuyos poemarios tapizan los
muros de la Casa Chío, para que el público asistente, después de leer esos originales den su veredicto para otro
galardón: el Premio del Público, que se otorga al que haya
obtenido una mayor puntuación. También se entrega el
Premio Cheo Rodríguez, de poesía, para jóvenes menores de dieciséis años, como homenaje al poeta recientemente fallecido José de Jesús “Cheo” Rodríguez, ferviente
promotor de anteriores Encuentros y miembro fundador
de la República de Guarimure, una agrupación de poetas y narradores que
nació en Carora hace dos años. El premio Letras Nacientes, para menores de
12 años, creado por Armando León Rojas, director del BCV, y el poeta Orlando
Pichardo, Director de Principia, Revista de Cultura de la Universidad
Centroccidental Lisandro Alvarado, y coordinador de la Unidad de Patrimonio
de la UCLA.
9
C ultural
CUANDO LA POESÍA Y EL POETA PONEN COMO APUESTA
LA VIDA PROPIAMENTE DICHA, LOS POEMAS
SON NADA MÁS Y NADA MENOS QUE CONFESIONES
AUTÉNTICAS, DESNUDECES INEVITABLES. UNA MANERA
DE EXISTIR QUE MEJORA AL PAÍS, AUNQUE NO PAREZCA
Cabe decir que la mayoría de los poetas que responden a
la convocatoria, constituyen el elemento sorprendente de
esta actividad: son niños y adolescentes, que, muy particularmente en Carora, han generado una especie de agrupaciones que se asemejan a las orquestas infantiles y juveniles
o a las agrupaciones teatrales de niños que hay en Caracas.
Este año, 2004, acudieron más poetas nóveles y el público
llenó los espacios: hubo 750 personas firmando el libro de
asistencias.
Los adolescentes pedían autógrafos a las personalidades
invitadas, como si aquello fuera la reunión cultural más importante del mundo. Rodeaban a los integrantes originarios de la República de Guarimure, Armando León, Orlando Pichardo, José Pulido, Jesús Enrique León, Petruvska Simne, Úrsula Rey, Luis Ignacio Suárez Meza
y a otros autores como Ramón Querales y Digna Díaz. Actuaron como miembros del jurado Armando León, Suárez Meza y Orlando Pichardo.
Los miembros del jurado determinaron que el poemario En las tinieblas de un
muro indefinido, era merecedor del primer premio. El autor del poemario es Jesús
Enrique Ferrer, un joven que se sorprendió cuando oyó que lo nombraban y cuando la sala explotó en aplausos. El premio consistió en un lote de libros de narrativa
y poesía, además de los abrazos de los participantes y los besos de las jóvenes
poetas, muchachitas delgaditas y sonrientes, que habían traído una torta para agasajar al ganador, aunque cada una soñaba con obtener ese primer premio.
Más sorprendente fue presenciar cómo esos jóvenes apuestan por la poesía,
con un afán sincero por la trascendencia. Cuando la poesía y el poeta ponen
como apuesta la vida propiamente dicha, los poemas son nada más y nada
menos que confesiones auténticas, desnudeces inevitables. Una manera de existir que mejora al país, aunque no parezca.
10
E ntrevista
JESÚS ENRIQUE LEÓN ROJAS:
-¿Cómo fue el proceso de creación de los
Centros literarios?
-Cuando llegamos al Núcleo Universitario Dr. Juan
Agustín de La Torre, de la UCLA a principios del año
1993, éste apenas tenía cuatro años de fundado, así que
todo estaba haciéndose allí o por hacerse. Yo recién
venía de bajarme de las montañas, adonde fui a
encontrarme conmigo mismo, y se presentó la
oportunidad ideal para explotar todo lo que había
pensado y soñado. Uno de esos sueños era una
verdadera comunidad de escritores. Así surgió el primer
Grupo Literario, Imágenes, bajo un clima profundo de
discusión y creación y otro de asombro generalizado. Dos
años después, tras intensas jornadas y papeles
fotocopiados surge el Centro de Creación Literaria de la
Escuela de Teatro Luces y Sombras, la que dirigíamos
también, multiplicándose de manera espontánea a algunos
Centros Educativos; pero no fue sino hasta febrero de
1998, cuando la UCLA, con el respaldo de la Dirección
de Educación del estado Lara, abre las puertas a la
Coordinación de Centros Literarios. Experiencia que hoy
agrupa a escritores no sólo dentro del sistema educativo,
sino también amas de casa, obreros, artistas, policías, y
todo aquel que crea en la idea.
-¿Cuántos alumnos tiene cada Centro?
-En realidad no son alumnos; cuando los integrantes de
los Centros provienen de una escuela, liceo o universidad,
el proceso de aprendizaje de las jornadas literarias puede
parecerse al de los centros educativos; claro que existe
un pensa de estudios que incluye filosofía, objetivos,
herramientas y contenidos programáticos; pero no son
alumnos con un profesor pues estaríamos signados a otra
experiencia inacabada; preferimos la palabra miembros,
integrantes y cuando la experiencia de éstos es mayor de
tres años con probada trayectoria; escritor. El número
varía entre tres y veintiún participantes.
“Es posible
un pueblo
de escritores”
-¿Cuántos Centros Literarios agrupan
actualmente?
-Son ochos Centros Literarios; más los Grupos Imágenes
de la UCLA y metArte de actividades múltiples, además
de la República de Guarimure, cuya creación obedece
también a este proceso de multiplicación de la palabra
y el pensamiento.
-¿Con qué frecuencia se reúnen?
-Los Centros Literarios provenientes de Unidades
Educativas y Escuelas Básicas (por razones de horario) se
reúnen dos horas a la semana en horarios
preestablecidos; existiendo otros como Partenón, que lo
hace casi a diario; Imágenes, dos veces por semana. El
tiempo no obedece a una línea inmóvil ni las visiones, por
ello se evidencian en cada Centro una percepción propia
de la palabra, la voz, los conceptos y las propuestas.
11
C ultural
-¿Los participantes de dónde provienen?, ¿de
escuelas públicas y liceos?, ¿hay un límite de
edad para pertenecer a un Centro Literario?
-De todas partes; los hay de 9 años, sin duda de
escuelas, los hay de 16 provenientes de los liceos, también
de 40 de los talleres de arte, pero hay otros de 60 y más.
La realidad de la palabra no permite su estratificación
porque al fallar el sistema de donde proviene se
fracturarían los resultados; pero por muy crítica que sea
la situación, toda una sociedad no puede fragmentarse,
por ello el modelo agrupa la diversidad.
-¿Qué otras actividades desarrollan?
-La creación y sus alrededores. Se establecen círculos
de discusión sobre las artes y las letras; ediciones
artesanales de libros y entregas literarias... se vive.
-¿Cómo fue el proceso para la creación de los
concursos?
-El primer Encuentro de Centros Literarios se realizó
en la Casa Chío de la UCLA en el año 1998; fue tal la
cantidad de jóvenes escritores que en la misma tarde se
decidió abrir un Concurso de Poesía (estudiantil los
primeros tres) que homenajeara a una persona, de gran
entrega por el hecho humano, en la ciudad, alguien que
estuviera vivo, haciendo y diciendo, forjando y luchando
y escogimos a José Numa Rojas, el primer cronista de la
ciudad de Carora y nos citamos para el 21 de junio de
1999 con el fin de realizar la primera premiación. José
Numa murió en diciembre de 1998; menos mal que ya
sabía que el concurso tenía su nombre.
-¿Con qué frecuencia se hacen los concursos?
-La convocatoria es anual.
-¿Quiénes han sido los ganadores hasta el
momento?
-1999, Neybis Bracho; 2000, Blanca Crespo; 2001,
Eidelmar Verde; 2002, Juan Rafael Pernalete; 2003, Francisco Piña; y 2004, Jesús Enrique Ferrer; y un Accésit para
José Serrano.
-¿Cómo es la participación de la colectividad?
-El Encuentro es una fiesta colectiva, en él se disfruta de
literatura, danza, teatro, pintura, cine, conferencias, tertulias
y vivencialidades; en la edición de este año y recogiendo
el número de personas que firmaron la bienvenida,
reunimos a 723 personas sin contar los que llegaron al
final, a la hora de la premiación del concurso.
-¿Cómo se financian? ¿Cuál es el aporte de la
Universidad?
-El financiamiento, tanto del Encuentro como del
Concurso, proviene del esfuerzo colectivo, comenzando
por la voluntad de los invitados, quienes vienen
costeándose todos sus gastos, pasando por el aporte
realizado por empresas privadas como la Fundación para
la Cultura Urbana, Econoinvest, Librería El Templo de la
Sabiduría, BCV, Alcaldía de Torres entre tantos otros cuya
enumeración haría imposible esta respuesta. Hay que
destacar que el premio del Concurso son libros, CD,
pinturas, enciclopedias; nada de dinero. La UCLA (Casa
Chío de Carora) es la sede y como tal aporta toda la
logística de funcionamiento interno más un aporte
económico; para el próximo año esperamos que la
vinculación de la comunidad Uclista sea total tanto en
Carora como en Barquisimeto.
-¿Cuáles son las categorías en cada concurso?
-Letras Nacientes para niños menores de 12 años; Cheo
Rodríguez (en honor del poeta José de Jesús Rodríguez);
agrupa jóvenes entre 13 y 16 años. José Numa Rojas, en
el que pueden participar todos los escritores
residenciados en el Municipio Torres del estado Lara.
-¿Qué es lo que más le asombra?
-Que el sueño emprendido se esté cumpliendo a
cabalidad, que sea posible tener en nuestro país un pueblo
de escritores y pensadores con escuela, con continuidad,
que la voluntad de los Centros Literarios y una ciudad haya
hecho a un lado la oscuridad y creído en la luz de la
palabra como legado de un siglo que apenas empieza.
-¿Quiénes pueden participar en los concursos?
-Todos quienes deseen hacerlo, integrantes o no de los
Centros Literarios.
-Qué es lo que más le satisface?
-No morirme todavía para seguir disfrutando de todo
esto.
12
P oesía
I
Me precipito al vacío
de una página,
siento que pierdo
y tengo miedo
de perder
II
Es una lucha que se prolonga
En las letras un poema
pulsadas cuerdas que temen
al sonido
III
Las horas vienen a mi encuentro
¡preciso ser olvidado!
Adicto soy del desequilibrio emocional
Quiero alcanzar lo invisible
IV
Esta vez será
donde el vagar
cierra la brecha
entre la distancia y la lejanía,
entre el silencio y la oscuridad,
entre ayer y el pasado,
entre la musa y el que sueña
donde posa la mirada de una flor,
donde la imaginación
de un muro
será por siempre.
¡Mi poesía!
V
Hay un desorden
en mi creación,
un desequilibrio
de papeles caídos
de letras dormidas
en un árbol sin hojas
muertas
ilícitas porque
están aquí
y esto soy
y he sido
un poeta que juega
contra lo establecido
Nota:
Ahora han vuelto
los pétalos caídos
VI
Floto en las tinieblas de un paso
indefinido,
cuerpos de arena se contraen
en mi pecho
en un tiempo en que la noche
es la muerte absuelta en un
punto distante
tumba de mi mirada
Jesús Enrique Ferrer
(1er Lugar José Numa Rojas con el poemario En las
tinieblas de un muro indefinido. Poemas de Transición)
13
C ultural
La tierra del ocaso naranja
Sólo sudores añejos quedan en las vegas
Que un día fueron bañadas por el Morere
Gota a gota deslizaron por mejillas,
Arrastradas por mil esperanzas...
Sabores que sólo fueron degustados por el árido
Suelo y algún labio inquieto
Lleno de malicia
Que se resistía a darlo todo
Alberga sueños que fueron abortados en mitad
De la noche por luces cósmicas
Tierras que atesoran historias que jamás serán develadas,
Cantos nocturnos deambulando al amanecer
Miserias encantadas, humores vagos asomando verdades marcadas con olores
Nostálgicos de muerte
Corrientes de aire inmutables que arrastran alientos
Entrecortados por la desilusión del existir a expensas de todo y de nada,
Caos existencial escondido en la epidermis, sigiloso, acechante, perverso
Paisaje frágil que no resiste provocación alguna,
Has presenciado luchas en el terrible fragor de la soledad... tu cómplice.
Tus amaneceres son esperanzas que cada noche se cuajan con utopías
Se prensan con el olvido, y salan con la fuerza del pensamiento
Creador del hombre que te habita
Caminas al ritmo que te impone el tiempo,
Como él, eres cambiante e implacable,
No te amoldas a nada,
Indómito espacio, cada vez tienes menos y anhelas más
La vida se da en ti como un regalo
Se sostiene con devoción de milagro
Se pierde como un letargo.
José Gumersindo Meléndez
(2do Lugar José Numa Rojas con el Poemario Sophos)
14
P oesía
Mi niñez
La tierra se siembra de sombras
El acantilado sueña con el jardín
posterior de mis ojos
Mis manos se reconcilian con la piedra en
el bolsillo
Queda la lagartija en el verano
El sol acaricia el peligroso acontecimiento
de tu nombre
Una brisa congelada en las alas del
cristofué
Crucifica mi nombre en tu cuaderno
La tarde y los corredores.
José Serrano
(Accésit del 1er Lugar José Numa Rojas
con el Poemario Añoranza: El Imperio de la Tarde)
Soy
Soy el fuego
Deshace el carbón
El agua limpia tu ser,
La flor aromatiza tu piel,
El calor te quema por dentro,
La piedra rompe tu silencio,
Soy la sombra de tu cuerpo.
Karla Lejet
(1er Lugar Cheo Rodríguez))
¿Será que mi ser se hunde
en el polimorfismo de amor?
El ave destrozada
Se desangra en sus astucias
Regocija la piedra
De la batalla
Insoluble
Son tantas las ganas
de conocer las estrellas mudas
y el verbo marchito
reanudar el aire que teje la intimidad
¿será que la circunvalación de la poesía
da giro a la flecha de tu mano
para deambular en la nada de tus besos?
Fue el día cuando el sol se inclinó a la muerte
Y el polvo de la brisa
Recogió las cartas
Que florecían a las tristezas
De la poeta maltratada
Esperando el maldito tiempo del despojo
Ya es tarde
El barco se ha robado sus deseos
Y los ha dejado en la matriz
Del Adriático nocturno
Con la esperanza del argumento y la distancia
Fue entonces
Que el dolor cantó
Y el niño con sus alas despegó
Hacia el horizonte de los sueños.
Rosanna Díaz
(3er Lugar José Numa Rojas con el poemario Déjà vu)
15
C ultural
“De la nada ha
brotado un
mundo poético.
Nada Salas es
poeta por la
gracia de Dios.
Su poesía
concentra toda
la gama de
su sentir
y expresión,
cascada de
metáforas,
peñasco de
fulgores, iris
de rápidos
y
deslumbrantes
reflejos. Nada
Salas es una
artista nata
y neta,
conocedora de
su propio valer,
y por tanto,
humilde
y orgullosa al
par. Ella, gran
señora, sabe
de sedas
y terciopelos
en los salones;
gran madre,
de pañales
infantiles;
sabe de
azúcares
en la cocina,
y de pinceles
y colores sobre
el lienzo”
Nada Salas:
N
Luis Beltrán Guerrero
escritor y poeta
16
Magia de la palabra
DORA CASTELLANOS
ada Salas es de nacionalidad croata, nacida en Chicago y
ciudadana venezolana por haber contraído matrimonio con
el notable médico merideño Rafael Ángel Salas Viloria. Profesa la religión católica.
Habla croata, inglés, español, y lee francés, alemán y ruso.
Ha viajado por los Estados Unidos, Norte América, México
y Panamá. De Sudámerica solamente no ha visitado Bolivia y
Paraguay. Ha viajado también en Europa por España, Francia,
Italia, Alemania y Yugoslavia, y de África conoce Marruecos.
Ella es una mujer de refinada educación y gran cultura que
transmite a su interlocutor el mismo encantamiento que
entrega en sus poemas. Habita en Caracas, donde espera
vivir hasta el final de sus días. Pertenece al Círculo de Escritores de Venezuela. Ahora es feliz cuidando hijos y nietos.
Trabaja en nuevos libros. Uno de motivos humanos, otro
para los animales que se llama Zoociedad, sobre la naturaleza, morfología, características y belleza inherente a algunos
animales. De todo lo anterior ha escrito zoopoemas como
solamente puede lograrlo el talento excepcional del poeta,
y ella lo es en grado sumo, porque serlo es precisamente
hallar poesía donde ella se encuentra y está escondida o se
expresa de manera manifiesta. He allí también el milagro de
la poesía, que no solamente es hallar y no sólo expresar sino
saber expresar de manera original y bella. Es ver donde nadie ve; sentir cuando nadie siente y expresar hermosamente
cuando otros no han podido hacerlo de frente al fenómeno
que proporciona la materia prima original y viva, para poder
lograrlo. ¡Oh poesía revelación, hallazgo y milagro!
E nsayo
Las estampas
poéticas son
como camafeos
labrados
con cuidado
exquisito.
Logra el mágico
prodigio
de mezclar
sentimientos
del alma, con
los más duros
e insensibles
objetos o con
los más tiernos
y bellos brotes
de la naturaleza
En 1998 recibió el premio Editor´s Choice Awards
de The National Library of Poetry de Maryland,
Estados Unidos.
En el prólogo de su libro Lapislázuli, en su columna Candideces, el fallecido escritor y poeta Luis
Beltrán Guerrero dijo: “De la nada ha brotado un
mundo poético. Nada Salas es poeta por la gracia
de Dios. Su poesía concentra toda la gama de su
sentir y expresión, cascada de metáforas, peñasco de
fulgores, iris de rápidos y deslumbrantes reflejos. Nada Salas es una artista nata y neta, conocedora de su propio
valer, y por tanto, humilde y orgullosa al par. Ella, gran señora, sabe de sedas y terciopelos en los salones; gran madre, de pañales infantiles; sabe de azúcares en la cocina, y de
pinceles y colores sobre el lienzo”.
RESEÑA LITERARIA
Por una afortunada casualidad han llegado hasta mí, dos libros de la escritora venezolana Nada Salas: Arca de papel y Lapislázuli, los que he leído ávidamente, para mi complacencia.
Registra en ellos la naturaleza de las flores, los árboles, las
piedras, las gemas preciosas, los metales. Su curiosidad sin
límites y la aguda observación que posee, le ayudan a desentrañar lo poético que tiene todo lo que existe. Ninguna
cosa escapa a su percepción atenta e insistente.
Es casi increíble que alguien cuyo idioma materno es extranjero, domine de manera tan perfecta el más puro español, el más atildado castellano. Más aún, quedando estrecho
este idioma a su prodigiosa imaginación, crea las palabras que
necesita para expresarse y consigue las desinencias apropiadas a su objetivo. Se ve que ha estudiado nuestra lengua con
amor, para el apasionado ejercicio de escribir y describir
cuanto ven sus ojos y contempla su mirada. Dispone de un
vocabulario infinito para decir y bien decir lo que su creatividad inventa de manera tan compleja y sencilla.
En algunos poemas muchos “por qué” quedan sin respuesta, sin que este interrogante mengüe el encanto casi
metafísico de ellos. Su talento poético florece en cada uno
de sus poemas y su oído profundo jamás pierde el ritmo de
las palabras que se expresan en verso blanco perfecto. No
hay sílabas que sobren en la melodía subyacente de cada
idea.
17
C ultural
Podría decirse
que sus poemas
no alcanzan
a ser pintados,
ni dibujados.
Son trazos
deliciosos, casi
siempre
esfuminados
que se expresan
en aguadas, pues
no alcanzan
a ser acuarelas.
Con pocos
manchones de
color, nos dejan
entrever
o adivinar
la sustancia
del relato,
el encanto de
la composición
18
Las estampas poéticas son como camafeos labrados con
cuidado exquisito. Logra el mágico prodigio de mezclar sentimientos del alma, con los más duros e insensibles objetos
o con los más tiernos y bellos brotes de la naturaleza.
Es un regalo de los dioses leer y disfrutar esta poesía que
nos obliga a sentir hondo y a pensar profundo. Recordemos lo que dijo el escritor español Ángel Saavedra, más
conocido como el duque de Rivas: “Poesía es pensar alto,
sentir hondo y hablar claro”. Las metáforas son originales y
nos hacen ir de la cavilación al hallazgo de escondidos sentimientos que apenas intentan manifestarse bellamente. Oído
fino y culto para la música de los vocablos, para el ritmo de
las palabras, la melodía de los conceptos, la armonía total
de las expresiones. Aquí, el milagro de la poesía acontece
como el fluir de las fuentes, con la difícil facilidad con que
los orientales dijeron: “Poesía es la esencia de lo que es”.
Podría decirse que sus poemas no alcanzan a ser pintados,
ni dibujados. Son trazos deliciosos, casi siempre esfuminados
que se expresan en aguadas, pues no alcanzan a ser acuarelas. Con pocos manchones de color, nos dejan entrever o
adivinar la sustancia del relato, el encanto de la composición.
Imaginación, sensibilidad, dominio, destreza, son sus cualidades y sus calidades. Amor, pasión, recuerdo, saudade, son
algunos de sus temas, expresados con tersura, donosura,
ternura, suavidad y delicadeza. Para su cabal interpretación,
a veces es un poco difícil desentrañar el sentido de algunos
tropos abigarrados de imágenes, densos de sentido y contenido. No hay palabras vanas ni mucho menos banales.
Cada una está en el verso, con el peso específico que necesita para significar. Está allí algo así como taraceada en el
lugar estético requerido, para completar la idealidad del
verso.
No pertenece esta poesía a aquel desorden de moda
ahora, de ensartar palabra tras palabra, en una especie de
monserga que no dice nada. Al terminar de leer aquellos
que pretenden ser poemas, no se ha entendido nada y queda
una especie de confusión mental que hace pensar, con
frecuencia, que se está perdiendo la agudeza mental para
captar lo difícil. Ya lo dijo Shakespeare: “Palabras sin pensamientos no van al cielo”.
Leamos con unción algunos poemas del trabajo de Nada
Salas, porque estamos ante el milagro de la poesía y los
milagros ocurren raras veces:
P oesía
Dehiscencia
El mango (Mangifera indica)
Pomo paradisíaco.
Seductora manzana de la Zona Tórrida
nacida de ramaje
que periódicamente
–ya porque la luna brilla
ya porque las aves cantan
y perfume esparce la brisa–
al aire decide echar una cana
cambiando por rojo cobrizo
el verdor de su cabellera.
Si en el Jardín de Huracán
fuiste modelada
por voluptuosas manos sin forma.
Si te sazonaron
los ósculos miel-candela
del astro canicular.
Si te pintó
el pincel abigarrado
del ocaso tropical.
Si hálitos ajenos a esta tierra
aromaron
la delicia de tu pulpa…
¿Serían tus carnes de Eva
y no las curvas de una fruta
con casto corazón de nieve
lo que Adán no pudo resistir
allá en el Edén?
Despertadas
por la magia telúrica
en dehiscente voladura
abandonan sus fundas
las semillas.
Del jardín de Perséfone
a la luz del día.
Del sueño sin bien ni mal
al gozoso despertar.
Del tránsito de crisálida
al vuelo vital.
Del encierro de la cáscara
al surco
donde crecen
como en la sien
la idea
y en el corazón
el amor en germen.
Obsidiana
Amor de ayer.
Lava del volcán del alma
que abrasabas cada fibra de mi ser.
¿Quién sosegó tu torrente vivo?
¿Quién sofocó
tus llamaradas?
Del más allá el amor responde:
–Los dedos tiznados del olvido
y el frío caudal de lágrimas–.
19
C ultural
El nombre de la rosa
Criatura terrena
a quien el poeta llama
mullida caracola.
Alhaja.
Fragante farola.
Estrella
que la mano asir puede.
Cairel de cósmica seda
de donde la abeja
oro toma.
Donairosa danzarina
en cuya cintura sensitiva
gira música
misteriosa e insonora.
Yo te llamo rosa.
Simplemente rosa.
Y al hacerlo
en mi boca aflora
el gesto inicial
del beso.
Prisma de cristal
Diapasón de agua acorazada.
Entonador del pájaro primero.
A las caricias atrevidas
respondes
desencadenando resonancias
escritas sobre una ignota estrella
para ser oídas
aquí en tierra.
Siempre las mismas
mas siempre inéditas.
Flauta traslúcida.
Cuando tu lírico vibrar
se adelgaza y se aleja
aún nos queda el encanto de tu eco.
Persiste en los tímpanos
con la gracia viva
de una clara campanada.
20
Lapislázuli
Hay palabras
que en sí
son poemas.
Digo lapislázuli y digo:
Lis del viejo Egipto.
Cimitarra de Osiris.
Orquídea de Isis.
Azur rayado por alas de Ibis.
Esfinge.
Jeroglífico.
Lapislázuli, lapislázuli.
Vocablo poéticamente pleno.
Te nombro
en el azul marino
de la noche
y en la galera del verbo
me voy a otras geografías.
Navego un mar en azulillo
en cuyos abisales añil
se deslizan/ pececillos de platino.
Lapislázuli, lapislázuli,
verso en cinco sílabas.
¡Ay! quién tuviera
un lápiz
lapislázuli.
E nsayo
En mi caso,
la lectura de
Medardo Fraile
primero me
produjo una
inexplicable
desazón.
Era como si
aquellos cuentos
no lo fuesen,
como si fuesen,
y lo son, textos
inesperados.
E
Poética para fracturar el mundo
Y justo
esta palabra
me proporcionó
la clave:
se trataba de
cuentos como
no había leído
hasta entonces,
concebidos
y construidos
desde
un paradigma
narrativo
distinto al que
me habían
habituado
JOAQUÍN MARTA SOSA*
n Venezuela a todos nos pasó lo que a nuestro gran
narrador José Balza. Cuando leyó los cuentos de Medardo Fraile se preguntó
asombrado “¿Cómo puede existir en España un escritor de esta naturaleza sin
que sea conocido entre nosotros?”. Esta pregunta prácticamente volaba de boca
en boca poco después de que en Caracas se publicara por primera vez un libro
de cuentos suyos (Años de aprendizaje) como antesala a la visita que nos hizo a
comienzos del 2002, y donde deslumbró con sus lecturas y charlas y humanidad buena y plena a más de uno. Y no debe tomarse por retórica esa pregunta
tratándose de Venezuela, país cuya literatura está signada por grandes cuentistas como Uslar Pietri, José Rafael Pocaterra, Julio y Salvador Garmendia, Antonia
Palacios, Alfredo Armas Alfonzo, Laura Antillano, por citar a unos pocos. No
obstante ya era conocida parte de su obra por algún círculo universitario caraqueño muy reducido, pues a mediados de los años ochenta se publicó un buen
análisis crítico de sus cuentos, centrado en la antología que tituló Ejemplario.
* Escritor venezolano; principalmente poeta y ensayista. En España ha publicado, bajo el sello de Bartleby Editores, un
poemario, Las manos del viento (2001), y una antología de poesía venezolana, Poetas y poéticas de Venezuela (2003). En
su país coordinó la edición del libro de cuentos de Medardo Fraile, Años de aprendizaje (Editorial Pavilo, Caracas, 2001).
Este libro, así como Cuentos completos (Alianza Editorial, Madrid, 1991) y Cuentos de verdad (edición de María del Pilar
Palomo, Cátedra /Letras Hispánicas, Madrid, 2000) han sido los textos de soporte para este intento de ensayo sobre la
cuentística de Medardo Fraile.
21
C ultural
1925 Nace el 21 de
marzo en el Paseo
de las Delicias, barrio
popular de Madrid.
1930 Muere su
madre, a los 33 años.
1936 Continúa
sus estudios de
bachillerato en dos
institutos, Lope de
Vega y Cervantes.
En el periódico del
primero, publica su
primer artículo, un
editorial sobre la
libertad, 1938.
1940-44 Termina
el bachillerato en la
Academia Menéndez
y Pelayo, donde se
relaciona con los
intelectuales de su
generación,
y colabora
regularmente en la
revista Amenidades,
dirigida por doña
Carmen
Belacoracho.
1945 Con José
Gordón, Alfonso
Sastre, Alfonso Paso,
José Costas
y Enrique Cerro
funda el primer
teatro de ensayo
de la posguerra:
Arte Nuevo.
22
En mi caso, la lectura de Medardo Fraile primero me produjo una inexplicable
desazón. Era como si aquellos cuentos no lo fuesen, como si fuesen, y lo son,
textos inesperados. Y justo esta palabra me proporcionó la clave: se trataba de
cuentos como no había leído hasta entonces, concebidos y construidos desde
un paradigma narrativo distinto al que me habían habituado. Después de esa
constatación decidí abrirme sin condiciones a su lectura, y fue entonces cuando
caí en cuenta de lo que en ella me seducía y me cautiva cada vez más, especialmente cuando releo alguno de los cuentos que más me convoca: la presencia
de una cierta atmósfera poética de situación (ciertamente tangible a pesar de
que al comienzo se mantuvo en estado de intuición) que parece deslizarse de
modo casi siempre vaporoso pero intenso, como si discurriese por los márgenes a pesar de que presiento que en verdad lo hace por el centro mismo del
corazón de cada cuento.
I
Una parte de estas claves me la desentrañó el propio Fraile en sus palabras de
presentación de Años de aprendizaje. En ellas dijo “Aquí hay que pensar mucho
más, y querer más, y respetar más, y saber mucho más unos de otros. Urgentemente. Porque hay todavía demasiada gente que nace para no vivir mientras
vive”. Y esto constituye el espíritu medular de sus cuentos a partir, como dijo en
esa misma ocasión, “de la sinceridad más sincera”.
Otra pista me la proporcionó María del Pilar Palomo en su Introducción a Cuentos de verdad. Ella afirma que la narrativa de Medardo Fraile está tomada por
“una auténtica poética de lo cotidiano, en sus aspectos aparentemente vulgares…”, valoración que comparto pero que sólo se corresponde parcialmente
con el tipo de poética que estaba mascullando por dentro. Más cerca de mi
apreciación se encuentra una afirmación suya donde subraya que estos cuentos
se fundamentan en una “anécdota casi trivial, que se carga de significados”. En la
búsqueda de esa poética medardiana la cuestión de los significados deviene en
mucho más relevante.
Acaso un eslabón más cercano a lo que sospechaba lo apuntó José Balza en su
ensayo Los mundos de Medardo Fraile que sirve de prólogo a la edición de Años
de aprendizaje. Señala que “en general, creo que los relatos de Fraile traspasan la
condición narrativa para despertar en nosotros ecos infrecuentes”. En efecto,
son esas sonoridades sutiles, esos toques casi imperceptibles en el alma, esa
peculiar manera de aproximarse al tema, a los personajes, a la trama e irlos
presentando con un desarrollo que se vale de la narración para empinarse más
allá de ella; que alude con insaciable poder a ese residuo esencial que permanece y nos inquieta más allá de lo contado, que parte de él, lo presupone, pero
muchas veces no es más que una coartada para revelarnos la poesía del mundo,
E nsayo
1946 Estrena en el
Teatro Infanta Beatriz
de Madrid la obra
en un acto
Ha sonado la muerte,
en colaboración con
Alfonso Sastre.
Estrena en el mismo
teatro Un día más,
en colaboración con
Alfonso Paso.
1947 Dirige
La arañita en el espejo,
en el Teatro del
Instituto Lope de
Vega de Madrid, una
de las tres obras en
un acto que forman
la trilogía Lo invisible,
de Azorín, quien le
acompaña al ensayo
general de la obra,
a la que asistió.
1948 Estrena en el
Teatro del Instituto
Ramiro de Maeztu su
obra en un acto
El hermano, que la
crítica señaló como la
más relevante de las
obras estrenadas en
los dos años que se
mantuvo en actividad
Arte Nuevo.
1950 Finalista del
Premio Café Gijón
de novela corta con
El miedo, que se
publica en 1951,
en la revista Haz.
1954 Publica su
primer libro: Cuentos
con algún amor, que la
crítica recibe con
elogios, entre los que
destacan el de Gaspar
Gómez de la Serna,
Dámaso Santos,
Tomás Salvador,
Juan Emilio Aragonés,
Ramón de Garciasol
y José Córdoba.
de la humanidad, es decir, esa otra cara de las cosas o de la luna, que no es oscura
sino misteriosa, que está oculta pero que sólo una mirada especial, poética, puede
llenarla con la luz de la que ellas mismas están dotadas. Y en esta diana es donde
se me revela y deslumbra la poesía de los cuentos medardianos: no arroja luz
sobre lo oscuro, lo que resulta invisible para el ojo funcionarial, sino que descubre
la luz que constituye la centralidad de su cuerpo y existir. Son esos “ecos infrecuentes” los que cargan de significados a estos cuentos, de significados que valiéndose de lo trivial nos revelan que a la luz, a su propia luz, cambian las cosas.
Desde luego que existe otro abordaje posible y cierto para esta materia, es la
que tiene que ver con la calidad y las cualidades poéticas del lenguaje narrativo
de Fraile (“metió la mano en el bolso, como buscando algo, un pañuelo, la polvera… el pedazo de sábado que le faltaba”; “vio pasar un tren, pequeño, rápido,
con un penacho de humo rozagante que se quedaba atrás olvidado”; “una
barca que no va a ningún sitio. Que sólo va al sueño de cada uno”; “volveré
cuando Dios esté despierto”) y que lo hacen convincente en su enriquecimiento de las visiones, de la palabra, de la aproximación a elementos determinantes
de la trama, descubriendo y practicando posibilidades metafóricas, riquezas
sintácticas, ampliaciones semánticas que resultan sorprendentes en un cuentista.
Incluso puede hablarse de una suerte de “poética del humor” en los cuentos
medardianos. Incluso podemos referir el cuidado rítmico de su prosa, la cadencia de sus oraciones, y hasta, en más de una ocasión, un cierto sentido métrico
de la frase. Pero más insólito y propio viene a ser, insisto, esa cualidad poética
que sus narraciones exploran en la vida y circunstancias de sus tramas, personajes o sentidos de la historia.
Es la poética
terrible del
hombre
reducido, y no
da para más,
a lo que hace,
que luego se
deshace cuando
la mano del
tiempo lo borra
del espacio,
borrándolo, con
ese acto simple
y reiterado,
inocente en
apariencia, a él
mismo: la
pizarra es el
cementerio de
Para darle algún sustento a lo que intento presentar, comencemos con Monó- todos los que
logo de los sueños, una suerte de recorrido personal y arbitrario por algunos de han sido
borrados
II
sus cuentos. En éste se respira una atmósfera de intangibilidad, de ser o no ser,
de lo real que no es o que es otra cosa, pues “el hombre… hace poquísimas
cosas reales desde que se levanta hasta que se acuesta”. Y no es que lo poético
se alimenta exclusivamente de lo real sino también, como en este cuento, de la
irrealidad que se instala en lo real y lo fagocita en esa dialéctica del sentido del
sin sentido y del sin sentido del sentido, es decir, de la vulnerabilidad de esos
significantes que en ocasiones son apenas mediaciones hacia lo otro. Tal sucede
en este monólogo que es diálogo o en este diálogo que es monólogo, que
sueña que está soñando sin soñar y “… nos inyecta de irrealidad las venas”.
Todo hasta que nada existe que sea más real que sus irrealidades, lo que viene
a convertirse en una fuerte apuesta poética para desentrañar el sentido y significado de la hondura misma de ese corazón tan peculiar.
23
C ultural
“UNA BARCA QUE NO VA A NINGÚN SITIO.
QUE SÓLO VA AL SUEÑO DE CADA UNO”
1956 Obtiene el
prestigioso Premio
Sésamo con su
cuento La presencia
de Berta. Se licencia
en Filosofía y Letras
por la Universidad
de Madrid. Trabaja
como profesor de
Lengua Española
y Literatura Española
Contemporánea en
la Escuela de Verano
para universitarios
extranjeros de la
Dirección General
de Relaciones
Exteriores, Madrid.
1959 Publica el libro
de cuentos A la luz
cambian las cosas,
en la prestigiosa
Colección
Cantalapiedra.
1960 Obtiene una
Pensión de Literatura de la Fundación
Juan March.
1962 Inicia sus
colaboraciones,
ininterrumpidas
hasta hoy, en el
diario ABC.
1963 Profesor de
Literatura Española
Contemporánea del
Hispanic Council
Course, British
Council, Madrid.
24
Esta poética cobra una evidencia casi autobiográfica en Primeros pasos. Allí se
dice del cuento que “siempre se escribe temblando… porque puede quebrarse”. En efecto, nada más cristalino y quebradizo que lo poético, incierto en su
temblor dentro de la llama de una vela expuesta a las sevicias del viento, que en
medio de éste y luego de éste es lo único que resta. Y así acaecen los cuentos
de Medardo Fraile, entramados de frágil luz con el poder sólo reservado al
segundo gesto de Dios, el de la epifanía que revela las soterradas torrenteras
donde se alimentan las flores tímidas y débiles, humanísimas, de la realidad que
subsiste más allá de ella misma.
En Perdónanos, Hermy, esa misma gesta se bifurca por otros senderos, los que
oponen corrupción e inocencia en tanto doble texto de una misma página, que,
sin dejar de ser una, se desdobla en dos planos. La niña protagonista (Hermy)
crea un triángulo “erótico” con su madre y el narrador que lleva a que éste la
defina como “la corruptora de mayores más buena del mundo”, de modo que
dos mundos narrativos (la niña que juega y los adultos que copulan) convergen
en uno nuevo y distinto, el de la conciencia de la vergüenza, el de la inocencia
que corrompe con su ludismo ingenuo hasta hacer del amor un peldaño fracturado, irrecuperable, a causa de los convencionalismos. Y tal es, me parece, una
buena parte de la esencia de lo poético, es decir, aquello que de manera irremediable nos interpela y descubre y cambia muy adentro.
Pero Medardo Fraile no se arredra y va más allá, casi al límite donde la narración está a punto de hacerse poema. Uno de los mejores ejemplos, y no es el
único, reverbera en el que titula El mar, que está allí, para todos, pero su peculiaridad, la que revela el narrador, es la de poseer un lenguaje desde el que enuncia
secretos, y éstos terminan por no entenderse o sí, pero ya no vuelven a lo
ignorado sino a los misterios que se hacen patentes, cuyo espíritu, a pesar de
que permanece sin abrírsenos, ya lo hemos tocado. Y es éste el milagro, la
poesía. Y también lo es el quedarse esperando por lo que no llega en Aquella
novela. O la conversión contradictoria de una ilimitada solidaridad por parte del
que –gracias a ella– pretende no molestar a nadie, y es por ella, justamente,
por la que a todos molesta (En vilo) y sólo se atreve a musitar una solicitud:
“por favor, si notáis que me muero, avisadme”.
Hay otro cuento (Descubridor de nada) donde la narración se alimenta en
poesía cuando el personaje sale a dar un paseo circular, de su casa a su casa,
cuyo cierre se abate sobre sí mismo, pues el primer párrafo es también el párrafo final del cuento, sólo que ahora el personaje cuyo cuento fue contado se
E nsayo
1964 Publica
Cuentos de verdad,
Premio Nacional de
la Crítica en 1965.
1964-67 Dirige Tres
sombreros de copa,
de Miguel Mihura
y Las cartas boca
abajo, de Antonio
Buero Vallejo, en el
Naffield Theatre
de la Universidad
de Southampton.
1968 Doctor en
Letras por la
Universidad de
Madrid. Obtiene
Sobresaliente cum
laude por su tesis
sobre Samuel Ros.
1969 Profesor del
Departamento de
Educación ExtraMural de la Universidad de Glasgow,
impartiendo un
curso de Introducción
a la Cultura Española
Contemporánea.
1970 Publica
Descubridor de nada
y otros cuentos.
Obtiene el Premio
de cuentos de La
estafeta literaria por
Yo no soy un ovambo.
dispone a contarlo. En definitiva, el viaje del personaje es una trama poética: ha
sido alrededor de sí mismo, dentro de su propia interioridad, y el paseo exterior
funciona como espejo para revelar y ocultar al que es desplazamiento verdadero.
En otros casos la intensa calidez poética recurre a modalidades más directas.
En La mariposa, lo ordinario y cotidiano, gracias a una mirada distinta, y el ingreso de ese lepidóptero en la habitación, fracturan el mundo, lo revierten de
apacible en aprensivo, y luego, al matarla, en drama que corroe (“¿Había sólo
matado una mariposa o había matado algo de su mujer, lo escatológico, lo
ultraterreno, su mitad oscura?”). La situación, en una rápida vuelta de tuerca
propia de lo poético, deviene en otra, en su contraria. Y al fondo la muerte,
amenaza en sí y contra el silencio, la tranquilidad, la paz, el mundo entero de
aquel cuarto y de su habitante estremecido.
Si luego nos detenemos en Crónica de
la esperanza, con ese omnipresente
Renault Fuego, rojo, de cuya matrícula
sólo se sabe que contiene una S, inicial
de Satán, y el número 16, que unido a la
S se convierte en el símbolo del azufre
infernal (y podemos añadir el dato ominoso de que el auto es un modelo Fuego, alusión, para nosotros indudable, al
Averno y sus insidias) todo conduce a
deducir vinculaciones diabólicas. Pero esta
presunción que puede entenderse como
delirante, ya lo es menos cuando sabemos que en lugares extremadamente distantes entre sí, de hecho en continentes distintos, en días y horas y situaciones
muy diversas, un automóvil que reproduce una a una esas mismas características, se dedica a atropellar y a matar transeúntes de la más variada condición. En
esa metáfora, donde el artilugio tecno-industrial, la máquina, que es el punto
más alto de racionalidad y de apoderamiento de las posibilidades de lo real, se
nos devuelve a la caverna, a la primariedad (“la gente… sonreía y esperaba
mirando a los cielos, con fe”), a la revelación de cuán débiles nos hace el poder,
paradoja que sólo una lúcida y aguzada indagación, la que es exclusiva del mirar
poético, nos pone delante, pues sincronicidad y apocalipsis, convocadores de la
epifanía, no son sólo árboles distintivos de los predios religiosos sino también de
los territorios que siembra la poética.
Por otro lado, es novedosa la vertiente que Fraile nos presenta en Punto final.
Aquí la pizarra del aula escolar viene a patentarse como símbolo ominoso del
hombre en su historia, es decir, en el tiempo y en el espacio, o –según Marx–
sólo en el tiempo, puesto que “el tiempo es el espacio del hombre”. La pizarra
limpia viene a ser un remedo del acto poético, es decir, transformador, del
25
C ultural
1971 Obtiene el
Premio Hucha de
Oro, de la Conferencia Nacional de Cajas
de Ahorro, por su
cuento El mar.
Contrae matrimonio
en Glasgow con
Janet H. Gallagher.
1972 Publica
Con los días contados,
reedición de sus dos
primeros libros.
Medardo crea un
fresco de la España
maltratada a través
del concepto
literario del cuento,
inspirados sin duda
en experiencias
y anécdotas vividas
personalmente
por el profesor
de Literatura
y genial escritor
1974 Nace su hija
Andrea. Publica
Poesía y Teatro
Contemporáneos.
1975 Obtiene una
beca de investigación
para las universidades de Escocia de la
Fundación Carnegie:
The Carnegie Trust.
1979 Publica la
antología de cuentos
Ejemplario, Madrid.
26
espacio que borra todas las obras del tiempo. Cada frase, enseñanza, ejemplo
vertido en ella, al borrarse no solamente eran ellos, en tanto obra, lo que desaparecía, sino también sus autores. Es la poética terrible del hombre reducido, y no da
para más, a lo que hace, que luego se deshace cuando la mano del tiempo lo
borra del espacio, borrándolo, con ese acto simple y reiterado, inocente en apariencia, a él mismo: la pizarra es el cementerio de todos los que han sido borrados.
Podemos, entonces, sugerir que estamos ante la poética del espacio, en su inmortalidad, frente al tiempo, en su perecimiento. De nosotros sólo quedarán los cementerios. Pero, al final, ¿qué somos nosotros? Ojos, lenguas, espejos, bajo el recurso, tan medardiano, de un detalle, a veces minúsculo, siempre insólito, que cobra
tal entidad como para cambiarlo todo, nos encara con la cuestión de la identidad
profunda. Con el qué somos. El tema “obvio” del cuento es el racismo y sus
consecuencias, pero desde un ángulo por completo contemporáneo: somos de la
raza o etnia, que los otros deciden que seamos, y por esa decisión en la que para
nada se nos toma en cuenta, cargamos y nos cargan con todas las consecuencias.
Un poco al modo de Unamuno y sus Juanes, pero de manera más compleja,
aprendemos con las secuelas de lo dicho por Mrs. Campbell, que somos lo que se
decide que seamos, más allá de apariencias o verdades, lo cual no es más que una
construcción “poética” de la realidad, y en el caso de este texto con todos los
desenlaces funestos que sobrevuelan generaciones y del padre alcanzan a la hija.
Distinto, pero sobre lo mismo, ocurre en De pronto. Aquí la identidad, como
ser del personaje en busca de sí mismo, y no de autor, termina por deslavazarse,
reducirse a un irrisorio montoncillo de arena apenas húmeda (“Y un gusanillo
se mueve, se mueve y sube y baja y nos dice: Ya no eres nada”). El tiempo, pues,
no se limita a extinguir la identidad en las obras sino en la persona misma. Se
trata, casi, del monólogo de un difunto (“Ya no hay más que el talento de Dios,
que te deshace, que te llama, que ignora las oposiciones de los letrados, las
ocho horas, todo lo que Él puede ignorar y nosotros no”). Ese Dios ante cuyos
ojos se destruye tu humanidad y no la de Él, pues carece de ella, conduce la
poética del combate hombre / Dios, perdido de antemano por el hombrecillo
cotidiano que todos somos en definitiva, pero que es capaz, en su resignación
vulnerable, de ponerse a su altura y dialogarle como su último grito ciego en la
tierra. El burócrata de la vida, que todos somos a nuestro modo, y de lo que
sólo Dios puede librarse, está sumido en su ordenada cotidianidad para rendir
sus rutinas en ese desorden final que es la muerte, esa que en Murió en tierra de
nadie, como para que no quede ningún registro poético por manejar, sufre Lino
Santos. Él, en medio de un ambiente mafioso recreado con un talante formidable, muere porque la búsqueda del amor de verdad sólo puede conducir a la
fatalidad de un destino unívoco, el de morir. Amor, lo que se dice amor de
verdad, es una obsesión que sólo esa moneda funeraria alcanza a compensar.
La visita a una poética romántica donde muerte sobreviene en el otro e inevitable rostro del amor, en su conclusión irrevocable.
“Aquí hay que
pensar mucho
más, y querer
más, y respetar
más, y saber
mucho más
unos de otros.
Urgentemente.
Porque hay
todavía
demasiada
gente que nace
para no vivir
mientras vive”
E nsayo
1983 Personal
Profesor (Catedrático) de la Universidad
de Strathclyde,
Glasgow
(1983-1985).
El primer catedrático
de español de esa
universidad creada
en 1962.
1986 Publica su
novela Autobiografía,
y la antología Cuento
español de posguerra,
que alcanza seis
ediciones.
1987 Catedrático
Emérito de la
Universidad de
Strathclyde, Glasgow.
Publica el relato
infantil El gallo puento
en hora.
1988 Publica su
libro de artículos
sobre España,
Entre paréntesis.
Obtiene el Premio
de Periodismo
Ibáñez Fantoni.
1989 Publica Santa
Engracia, número dos
o tres, cuento para
niños, y la antología
Teatro español
en un acto.
1990 Obtiene el
Premio Internacional
de Periodismo
Emperador Carlos.
1991 Publica
Cuentos completos,
y la novela corta
El rey y el país
con granos.
1992 Publica
Claudina y los cacos.
1994 Publica la
novela corta Los
brazos invisibles.
“LA REALIDAD NO SÓLO ESTÁ AHÍ, SE SUEÑA, SE CREA”
Finalmente, en el libro Contrasombras acertamos con el que acaso sea, al menos para mí el cuento más entrañable escrito por Medardo Fraile, Defensa. De
él escribió que “es el cuento que más me interesa: es el más mío”. Esta afirmación la conocí después de leerlo, y me gustó conocer ese criterio del autor,
acaso porque entonces nos invade la ingenua ilusión de que hemos dado con el
pulso emocional, cordial, del escritor. Esa madre que en el cuento defiende ante
un juez al hijo cándido acusado de una “muerte por susto”, discurre por la
vertical de otro de los memorables monólogos medardianos, con una sabiduría
tan deslumbrante que se anticipa a las condiciones en las que ahora mismo
vivimos todos: las del miedo cerval y colectivo: “el susto lo llevamos ya en el
cuerpo y estamos de mírame y no me toques, que las mujeres y la sociedad
entera andamos muertas de miedo… Esa pobre mujer estaba ya más muerta
que viva cuando salió a la calle. ¡Tenía miedo a la calle, señor; se moría de
miedo!”. Así, entre alucinaciones, inocencias (de nuevo), infantilezas, podemos,
como quien no quiere la cosa, descubrir que la poética propia de nuestro tiempo es la que, ahíta de una crueldad insobornable, nos viene a asegurar que
todos estamos muertos, al menos de miedo, que puede vivirse como la peor de
todas las muertes. En esta especie de premonición, el cuento me recuerda a
uno de Cortázar, Apocalipsis en Solentiname, donde se adelantó, entre visiones y
realidades, la masacre que el somocismo perpetrara contra la comunidad del
poeta Ernesto Cardenal. ¿La poética como profetismo? ¿Por qué no?
Y no dejemos de lado que todas estas historias, cada uno de los ocurrires en
estos cuentos, son tramas desde personajes cotidianos, gentes sencillas, cuyas
heroicidades no consisten en ser héroes sino en revelarnos, desde sus vidas sin
relieve, el relieve que sus vidas puede cobrar para cada uno de sus semejantes.
Es decir, se trata de ese “otro lado” de las biografías y de los sucesos donde la
vida de todos, de cualquiera de nosotros, puede verse, y se ve, implicada. Puestos en este atolón podemos acercarnos de nuevo a la propuesta de María del
Pilar Palomo, la que denomina poética de la cotidianidad, para alejarnos de ella
un poco o un mucho. Sencillamente porque esta poética medardiana no se
afinca primordialmente en lo cotidiano del hombre común, sino en lo extraordinario que cada una de esas cotidianidades lleva consigo. Ése es, al menos, el
criterio que levanto desde la revisión de los cuentos a los que me he referido y
que para mí tengo como un muy buen ejemplario de la narrativa de Fraile.
27
C ultural
III
1998 Publica su
libro de cuentos
Contrasombras.
A juicio de Medardo
Fraile, cada cuento
debe tener algún
tipo de rasgo moral
que ayude a los
lectores. “El cuento
se cuenta, no se
explica. Tiene que
contener suficientes
elementos que lo
hagan entender al
lector”.
1999 Publica una
antología temática,
con varios cuentos
nuevos titulada
Ladrones del paraíso.
El gobierno español
le condecora con la
Encomienda con
Placa de la Orden
Civil de Alfonso X,
El Sabio.
2000 La Universidad de Veracruz,
Xalapa, México,
publica una antología
de sus cuentos,
titulada Descontar
u contar.
2001 Publica en
Salamanca el libro
sobre estudios
literarios
La letra con sangre,
y en Venezuela
Años de aprendizaje,
editorial Pavilo.
28
El propio Medardo Fraile nos proporciona algunas estelas a seguir en este
asunto vidrioso, por sujeto a discusión, de su narrativa vista como esencialmente
orientada por una poética que le es muy propia. Ha dicho él que tiene “fe ciega
en los cuentos en los que no pasa nada”, además de proponerse que “fondo y
forma, estén tan bien acoplados que sean lo que son en realidad: la misma cosa”,
para concluir en que “el artificio es el lastre”. Son éstas tres afirmaciones que un
poeta de verdad suscribiría sin vacilación alguna. Pero el cuentista da otros pasos
decisivos en esa misma dirección. Dice que “estos cuentos no se parecían a
ningún otro”, resumen del más profundo e irredimible ideal del arte poético; y
también que “la realidad no sólo está ahí, se sueña, se crea”, que es en lo que
consiste buena parte de la operación propia de la poesía. Y para cerrar despleguemos otra declaración donde analiza sus propios cuentos como aquellos
“cuya intensidad y emoción rebasaba el número de páginas y cuya anécdota era
muy difícil de contar después”. ¿Qué otra cosa sucede en un poema sólido y de
bien trenzado discurso sino ésta?
Desde luego, no se trata ni de lejos de postular que Medardo Fraile escribe
poesía bajo la forma de narraciones, sino que sus cuentos se cuecen siempre en
el fuego invisible de una determinada poética, que exprime y esgrime las múltiples posibilidades de la poesía, y que son inseparables de ella.
IV
Esa, en mi caso, viene a ser la clave para entender el desconcierto que los
cuentos medardianos suelen provocar en nosotros. ¿Qué pasó? ¿A qué revelación u ocultamiento hemos asistido con su lectura? En definitiva ¿qué hemos
leído cuando los hemos leído? Y es ésta la turbación propia del acto poético, del
élan o conciencia poética y humana propia de estos cuentos, de todos ellos, del
primero al último. Por esos personajes que se nos dan en su veracidad, convincentes, de una pieza, pero sobre los cuales, de pronto, nos asalta la certeza de
que son portadores de misterios en cada bolsillo de sus acciones, de sus palabras, de sus emociones o resignaciones; misterios que son reveladores de que la
pieza única está constituida por varias, múltiples, que apuntan hacia una diversidad compleja de significados y sentidos, siempre centrados en la condición humana de lo humano, en su tiempo (que es su espacio) y en su terrenalidad.
Estos personajes, personas vivas a las que podemos oler, oír, ver, se presentan
por lo general en el interior de atmósferas que son más, mucho más valederas
que las localizaciones concretas, físicas. Son y están como superficies suspendi-
E nsayo
…NO EN PONER LUZ DONDE NO LA HAY,
SINO EN DESCUBRIRLA DONDE EXISTE,
PERO QUE DE ORDINARIO SE NOS ESCAPA,
NO SÓLO DEL ALMA SINO DE LOS PROPIOS OJOS
das en su propia realidad, a sabiendas de que cabalgan sobre una densidad que
sólo el lector puede llegar a develar, que de tan cercanas se las siente lejanas
pero, sin duda, muy dentro de ellas mismas. Poética de la lejanía de lo cercano,
de la cercanía de lo lejano, que así es lo que nos rodea y por cuya interioridad
somos habitados y habitamos simultáneamente.
Tales atmósferas o climas nos llegan en las manos de un lenguaje enriquecido
por un imaginario peculiar, producto de esas metáforas medardianas cuya propiedad más relevante es la de crear vínculos y maridajes insólitos: “unas pisadas
aisladas de hombre, que araban jóvenes, abarcadoras, la acera sorprendida”.
Lenguaje, éste, donde lo narrativo es penetrado de tal modo por lo poético que
termina por ser extremadamente exigente con nuestra propia sensibilidad e
imaginación. Y es gracias a este lenguaje como desde lo ordinario, cotidiano, se
insertan fracturas en el mundo, en la realidad, en las verdades convencionales, y
se nos sugiere vivirlas en otras perspectivas, en ángulos diferentes, desde nuevas
honduras y alturas, donde la verdad puede ser más verdadera y más sincera la
sinceridad. Es decir, se nos invita a renovar el mundo desde nuestra propia renovación. Más densidad poética que la envuelta en esta decisión de escritura me
parece imposible de concebir, en la de decir mucho más de lo que se dice. Por
ejemplo, en esa diminuta araña que aparece muerta sobre la palabra muerte
“de entre las 172 palabras posibles” de esa página (Un viaje sin vuelta) para
alertarnos acerca del soberbio poder de las palabras que edifican estos cuentos
como si tuviésemos entre manos poemas sin fisuras. Y, como ya lo hemos
asentado, hay mucho de eso. Por ejemplo, en lo que define el rol crucial de
Mrs. Campbell (Ojos, lenguas, espejos), que había sido “portavoz de luz para
verlo todo de otra manera”. Así los cuentos de Medardo Fraile, portavoces de
una inagotable señora Campbell.
En síntesis, la poética de esta narrativa consiste no en poner luz donde no la
hay, sino en descubrirla donde existe, pero que de ordinario se nos escapa, no
sólo del alma sino de los propios ojos. Es poner la lucidez temblorosa del dedo
en aquello que de extraordinario, es decir, de colectivo y constante, tienen las
vidas cotidianas con esa especie de épica silenciosa que las marca una y otra vez.
De allí que esa luz empujada a la superficie desde los socavones más comprometidos de la situación humana, de su ser en la existencia, sea lo que nos interpela en estos cuentos y en ellos nos descubre sin remisión.
Adorno dejó dicho que “sólo entiende lo que dice el poema quien en la
soledad de éste percibe la voz de la humanidad”. Y pudo haberlo afirmado con
la misma nitidez de los cuentos de Medardo Fraile, cuya curva pendular va de la
poética de la cotidianidad a la poética de la humanidad.
“el susto lo
llevamos ya en
el cuerpo
y estamos
de mírame y no
me toques, que
las mujeres
y la sociedad
entera andamos
muertas de
miedo… Esa
pobre mujer
estaba ya más
muerta que viva
cuando salió a la
calle. ¡Tenía
miedo a la calle,
señor; se moría
de miedo!”
29
C ultural
Noche para estar solo
MEDARDO FRAILE
D
espués del último beso, carnoso y suave, de la despedida, subió, sudando, las escaleras hasta su carro. Gozoso, desnudó su cuerpo y se metió en la ducha. El patio estaba caliente
y limitaba abajo con una luz eléctrica y arriba con una estrella. Detrás
de la ventana encendida se movía un cuerpo cálido y elástico. La casa
estaba sola, en silencio. El agua resultaba templada a fuerza de atravesar la tarde y traía como voces de niños y ecos amorosos de entre los
pinos. Salió del agua, secó su cuerpo con ligereza y sacó de un armario
un pijama de hilo. La luz parecía una tela de araña, gris y lenta, que se
iba apoderando del piso. Sonaba, por detrás de las casas, una
musiquilla punzante y golfa que se marchaba y volvía caracoleando.
En la mesa del despacho había una carta. Se sentó frente al ventanal,
de cara a las fachadas de las otras casas. Se fijó en el esquinazo de la
de enfrente. Ahora no, pero allí las tardes, en su declive, se hacían de
un amarillo rojizo, carnoso y dulce como la pulpa de un melón otoñal.
La carta estaba allí, sobre la mesa. La cogió, olfateó el sobre y se fijó en
una letra con la tinta corrida por el agua. Por el agua del mar, pensó.
Era la letra de su hermana. “Querido hijo…”. Todos estarían bien y
contentos de poderle enviar besos, consejos y recuerdos. Pero él, ahora, con la casa vacía, era feliz. No abrió la carta. Le pareció un sobre
demasiado normal. Y la habían escrito los enemigos de Sara.
Sara, esa tarde, le pareció única. Mostró una madurez en el misterio, unida a una voluntariosa desgana, a una rara sazón en la esperanza y el amor que había dejado en el aire de la tarde como olvidado
y suspenso. ¿Por qué tenían las personas mayores tanto miedo a la
rotundidad de unos labios, a los movimientos libres, a la gracia natural y sin trabas? Abrió la carta, de pronto. Era el tipo de carta de todos
los veranos. “Deseamos que estés bien”. “Queremos que estudies mucho y puedas reunirte con nosotros pronto”. “No te distraigas. Esto
sobre todo: no te distraigas. Tu padre recomienda que te lo digamos.
Él, cuando venga, te escribirá un poco”. Y Mari, su hermana, decía lo
mismo, añadiendo algo sobre el paisaje y los chicos. Y el padre, luego,
30
C uento
más o menos igual, en un tono más serio. No se atrevían a decir su nombre: Sara. Como si no estuviese
impregnado de un recio aroma, como si no fuera de
los primeros nombres que Dios amó.
Entró por la ventana un olorcillo fresco, a macetas
regadas. Se asomó. Había pereza a encender las luces
en la casa de enfrente. Se encendieron dos a un tiempo, como si la casa abriera los ojos o como si la noche
hubiera despertado. Una muchacha morena atravesó, atareada, una de las habitaciones encendidas. Iba
con ropa blanca. Las ventanas respiraban abiertas.
Lloraba un niño. A veces subían de la calle palabras
enteras que el aire quieto dejaba elevarse sin rozarlas
siquiera. Eran de críos que jugaban abajo.
Se levantó. No sabía si escribirle a Sara una carta.
Por la tarde habían dicho con imprecisión palabras
que convenía atar, estrujar, hasta que gotearan todo
su contenido o se cambiaran por otras. Era difícil
amar, tan difícil que exigía todo el tiempo, trataba
hora por hora de rescatar el pasado y apremiaba sus
frutos al futuro. Hizo balance de las horas pasadas.
Habían sido verdad. Hubo, sobre todo, entrega, buen
humor, sueños. Eso que llaman sueños los mayores
que, por las noches, sueñan con miedo. No le escribiría. La noche, tan nueva, era un paladar enjoyado
y enorme donde podía cada cual, con precisión y
belleza, saborear recuerdos. Sobre todo los que aún
laten en la sangre, los que están de nosotros a una
distancia de muy pocos minutos. Y, además, de la
noche todo se podía sospechar. Que el mar estuviera
cerca, que nos llegaran su olor y sus voces y un bar co nos esperase para un largo viaje; que hubiéramos
cambiado de ciudad, que las gentes no trabajasen
nunca, que todo fuera un jardín oscuro y profundo
en el que Dios pensara comenzar de nuevo la historia del hombre.
La luna, que había sido como un presentimiento,
comenzó a desligarse de la tierra, lenta y hermosa.
Era redonda, enorme; parecía haber superado el peso
de otros años, como si en ese día que terminaba ella,
hubiera tomado un exceso de arroz con leche o se
hubiera sentido plenamente feliz. O como si volviese
alegre de la modista o de incubar “madura y ancha”
lunas pequeñas.
Tres luces se encendieron en la casa de enfrente.
Dos de ellas hacían daño a la vista, quebraban un
poco la noche, daban a los cuartos la claridad alar mante de los quirófanos. La otra era consoladora,
suave, hermana de la sombra. Sara estaba en aquella blancura y plenitud lunar y estaba también en
esa luz de enfrente, acariciante y queda. Había entrado una mujer allí y había murmurado algo que la
noche había esparcido como un aroma. Se había sentado. Tenía un regazo honesto, dulce. Miraba, distraída, una revista grande de papel crujiente “que
brillaba suave, como unas uñas, bajo la luz” y de
colores vivos. A estar así, con un tiempo a la espalda
de reloj pequeño, con naturalidad y dominio de las
cosas, era a lo que se llamaba intimidad. Había, sin
duda, otra intimidad más profunda que podía exteriorizarse o no y de la que esa de enfrente era sólo
una manifestación. Pero, eso sí, una manifestación
importante. y, además, hembra. ¿Cómo le gustarían
las habitaciones a Sara? No habían hablado nunca
sobre ello. ¿Por qué?
En su misma casa, a la derecha, se cerró con estrépito una persiana. ¿Qué le pasaba a don Pablo?
Ahora también, como él, estaba solo. Su hijo, su
nuera, sus nietos, se habían marchado y le habían
dejado allí custodiando las perras, rumiando los mismos números que le dieron poder años atrás, con su
invariable pantalón claro y su americana de “sport”,
que parecía una holgada funda para su pipa. Don
Pablo había cerrado bruscamente, con ira, su ventana a la noche. Pero ¿es que para esta gente del dinero había noches y días, luna y estrellas, sensaciones
vagas, horas en blanco? Sin embargo, era evidente
que don Pablo, en el cuarto de al lado, había emitido
cierto gemido quizá impregnado de melancolía. No
estaba en consonancia ese gemido con el brusco cierre de la ventana. ¿Estaría don Pablo llorando? ¿Le
haría daño la luz sugeridora de la luna, el aroma
tierno de la noche, el guiño de una estrella que tuviera para él fecha y nombre? A Sara, hablando, a veces, se lo había puesto como ejemplo de signo negativo. Era un viejo acostumbrado al ceño adusto que,
en la escalera, calibraba el saludo, con las manos en
garra sobre el bastón. ¿Cuántas veces en su vida se
31
C ultural
habría encerrado así, bruscamente, en la noche concreta de una habitación, para no sentir algo hermoso
que le avasallara, para no sentir ese gusano de espíritu que inquieta y roe de cosas inefables? Se le ocurrió
una idea franciscana y un tanto divertida. Llegó a su
habitación y cogió un libro. Volvió y dio con los nudillos un golpe claro y escueto en la pared que separaba su cuarto del de don Pablo. Con voz amorosa, como
si estuviera escuchándole Sara, recitó en alto:
En efímeros pitos
de lirio, ibas silbando
estribillos alegres
por los campos tempranos.
Te comías las rosas,
sorbías el helor duro y nevado
del breve guijo del arroyo;
parabas la corriente, cada pie en una orilla,
con tus manos.
¡Lucero, flor de almendro,
nardo vibrante y casto,
que colgaste mi alma
con la ternura de tus brazos blancos!
veces. Subrayó en su agenda aquella noche “25 de
julio” en lápiz rojo. La noche, en su comienzo, no era
nada especial. Pero luego se llenó de sugerencias
gratas, de claros caminos hacia los días venideros.
Noche de esperanza. Noche cálida, entretejida, enmarañada casi, con raudas venas de amor. ¡Si hasta
don Pablo había suspirado!
No quería ver a nadie aquella noche. En una cuar tilla escribió: “Llévese lo que traiga. He cenado ya.
Volveré tarde”. Felisa estaba a punto de subir con la
cena. Clavó el papel en la puerta del piso. Y se acostó.
Quiso descargar un poco su conciencia y, en la cama,
preocupado, le dio un vistazo a la Grámatica Latina.
Los verbos deponentes son los que no amoldan su
significación a la forma. Estos verbos, mejor que
deponentes, en el sentido de que deponen o pierden
una de las voces, deberían llamarse verbos medios o
reflexivos. (Deberían llamarse verbos medios o reflexivos). Los verbos deponentes, atendida la significación, se dividen en tres clases; a saber: activos,
pasivos y semideponentes. ¡Bueno! Le pareció que
estos verbos deponentes andaban con muchos tiquismiquis. Y notó de pronto que estaba cansado, mucho, y se durmió.
Al día siguiente se enteró, como todos los vecinos.
Hubo primero un grito, luego voces, luego una char la apresurada, confusa, en la escalera. Lo descubrió
Felisa. A don Pablo le habían robado; se lo habían
cargado en su mismísimo cuarto. Pensó, con el pulso acelerado, en el brusco cierre de la ventana, en el
gemido tristón y, sobre todo, en aquel golpe inocente
en la pared y en los versos con que había él acunado
poéticamente el asesinato del pobre don Pablo. Y en
la silla que habían arrastrado y en ese bisbiseo que
se oyó de pronto. Sintió pena; pena y congoja. Había
sido completa aquella muerte. Unos hombres machacaban su cuerpo y él, mientras, en el cuarto de
al lado, machacaba sin caridad su alma. No era sólo
de amor aquel animal manso de la noche, grande y
fantástico; aquella noche que había rayado él con
lápiz rojo en su agenda. Pero era demasiado lo ocurrido para pensarlo, para sentirlo a solas. Y se fue a
ver a Sara, corriendo, a contárselo.
Sara, cuando lo supiera, se reiría mucho. Y en el
cuarto de al lado habían acusado los versos: se oyó
arrastrar una silla y un bisbiseo breve como si empezaran una oración. ¿Qué pensaría don Pablo de
los pitos de lirio –sí, de los pitos de lirio–, de las flores de almendro, de los nardos vibrantes y castos?
Para él serían estas cosas como hablar en bantú.
De nuevo se acercó al ventanal. La noche ya estaba como una verbena, llena de luces, con algún humo
leve y algún olorcillo a guiso. Había gentes cenando,
sin prisa, y otras fumando en reposo junto a las ventanas, esperando, con la nariz abierta, la hora del
descanso. La luna, por fin, estaba alta y se derramaba, clueca, por todos los rincones. Se oían en las
radios musiquillas de París, de Roma, de Palencia.
El camino de Santiago tenía una gran noche, llena
de luminarias y de velos.
Respiró hondo. Se sentía feliz, profundamente. No
estaba solo. Pensaba en Sara. Deseaba escudriñar
sus fotos. Cruzó las piernas, hizo gimnasia, dio saltos elásticos en el pasillo, cambió de asiento varias Del libro Años de aprendizaje, cuentos. Ediciones Pavilo, Caracas, 2001.
32
Reportaje
HISTORIA TRÁGICA DE UNA FAMILIA
L
Los Panero:
poetas en peligro de extinción
VICTORIA PULIDO SIMNE
(BARCELONA, ESPAÑA. ESPECIAL PARA BCV CULTURAL)
eopoldo María Panero sonríe desde una foto.
La suya es una sonrisa amplia de bebé sin dientes. Es un
anciano; y aunque ha confesado no tenerle miedo a la vejez, no le gusta para nada: “Un joven piensa como un dios,
un viejo, como un miserable”. En la fotografía está apoyado
sobre una desconchada pared –se supone que es del manicomio– y sostiene un cigarrillo en la boca. Un cigarrillo que,
según dicen, no parece terminar jamás: al acabarlo es sustituido, de inmediato, por otro. A simple vista podría pasar
por un loco cualquiera al que le han ordenado como terapia teclear una destartalada “Olivetti”.
Pero Leopoldo María Panero es uno de los poetas más
importantes de España. Hay quien le ha puesto el calificativo de “maldito”, mote al que Panero es renuente: “Lo he
dicho muchas veces: que no usen mi torpe biografía para
juzgarme. Todo ese rollo vendrá de que tiene morbo que
esté en un manicomio, digo yo. Estoy harto de los malditos,
harto de ser el loco, harto de ser Leopoldo María Panero”.
Gran parte de su vida la ha pasado detrás de los muros
de psiquiátricos –le han diagnosticado esquizofrenia–, ha
vivido la persecución política, se intentó suicidar dos veces,
fue uno de los primeros en probar ácido lisérgico en Madrid, se enamoró tanto de mujeres como de hombres, la
relación con su madre –de todos conocida– pasó del repudio absoluto a una adoración casi enfermiza. Es el “loco” por
excelencia de la literatura española contemporánea. Muchos críticos desdeñan su poesía por ser violenta, descarnada, absurda, enrevesada, una obra con grandes altibajos. Le
“Lo he dicho
muchas veces:
que no usen mi
torpe biografía
para juzgarme.
Todo ese rollo
vendrá de que
tiene morbo
que esté en un
manicomio, digo
yo. Estoy harto
de los malditos,
harto de ser el
loco, harto de
ser Leopoldo
María Panero”
33
C ultural
DEJARON DE SER PERSONAS, PARA SER PERSONAJES.
SE PODRÍA PENSAR QUE DE TANTO LEER SE CREYERON
LOS CARACTERES DE UN MELODRAMA VICTORIANO
O DE UN CUENTO DE EDGAR ALLAN POE
acusan de desagradable, de
infame. Pero sin duda alguna, es el representante de
una época y de una familia
fuera de la norma.
Los Panero son de rancio abolengo en el mundo
cultural español: el padre,
Leopoldo Panero, fue uno
de los poetas del régimen
franquista; Felicidad Blanc, la
madre, una escritora menor de cuentos y ensayos.
Su hermano mayor, Juan
Luis Panero es, también, un
poeta –ganador del premio
Loewe de poesía–; y el más
pequeño, Michi Panero, era
lo que podría llamarse un
bohemio intelectual o como otros preferían clasificarlo: un hombre que no hizo más que vivir de
su apellido, de la (im)popularidad que le dieron
las películas que se hicieron sobre su familia –El
Desencanto (1976) y Después de tantos años
(1994)–.
Los Panero están rodeados de una atmósfera
salida de una obra de Eugene O’Neill o de las páginas de Cumbres Borrascosas. Han aireado sus miserias al mundo sin vergüenza; eliminando, así, las
barreras entre lo privado y lo público. Dejaron de
ser personas, para ser personajes. Se podría pensar que de tanto leer se creyeron los caracteres
de un melodrama victoriano o de un cuento de
Edgar Allan Poe.
Cuando se habla de los Panero se mezclan muchas cosas: poesía, Astorga, el cine, la política, las
drogas. Elementos que, aún ahora, fascinan a escritores, periodistas y cineastas. Una de las razones
34
es que en esta familia –que cualquier psicólogo llamaría
disfuncional– cada uno recrimina a los otros por lo que (no)
hicieron, dijeron o callaron. Es
un espectáculo deprimente,
patético, pero hipnótico. Maravilla ver la mezquindad humana
en seres con una sensibilidad
fuera de lo común. Es una paradoja difícil de aceptar… fascinante.
LOS HERMANOS
PANEROTORBADO
Para tener una idea de quienes son en realidad, hace falta
ir a los inicios. Trasladarse un
siglo antes, a una pequeña ciudad de la provincia española, Astorga (León). Allí,
Moisés Panero y María Guadalupe Máxima
Torbado –a quien llamaban Máxima– contrajeron matrimonio. Moisés era un licenciado de derecho, copropietario de una fábrica de harina y
director del Banco Santander de Astorga. Mientras que Máxima era la hija de una de las familias
adineradas de la ciudad. Tuvieron seis hijos: Odila,
Juan, Leopoldo, Asunción, María Luisa y Charo.
El primero de los varones, Juan José, nació el 2
de abril de 1908. Al año siguiente –el 21 de octubre– nacía Leopoldo Julio. Ambos hermanos se
dedicarían a la poesía, pero sería Leopoldo quien
daría a conocer el apellido Panero a nivel nacional.
Se sabe que Juan era un aficionado al dibujo y a
la caricatura. Con 17 años fundó –junto a varios
amigos y su hermano– una publicación semanal
que se llamaba La Saeta. En Madrid –durante su
época de estudiante– colaboró con la revista Brú-
Reportaje
Leopoldo María
Panero
Poeta, narrador
y ensayista español,
nació el 16 de junio
de 1948 en Madrid.
Hijo del poeta
Leopoldo Panero,
tildado el poeta del
régimen, y de Felicidad
Blanc. Apareció
incluido en la antología
Nueve novísimos poetas
españoles (1970) y es
autor de una
importante
y desgarrada obra que
para muchos le sitúa
a la cabeza de los
escritores de su
generación. En los más
de 30 años transcurridos desde que
apareció en Nueve
novísimos poetas
españoles, mientras el
resto de sus compañeros de generación han
pasado a engrosar
el parnaso de la
excelencia de nuestras
letras, Panero se ha
convertido en el único
poeta maldito que ha
conocido la literatura
española en ese
tiempo. Mientras los
otros ganaban premios,
ocupaban cargos
y debatían en las
tertulias de los
distintos medios de
comunicación, Panero
languidecía en cárceles,
manicomios y sórdidas
pensiones.
jula. Sin embargo, la vida madrileña del joven Juan
acabó muy pronto: se enamoró y abandonó los
estudios. Su padre, molesto, lo obligó a regresar a
Astorga.
Por su lado, Leopoldo quería hacer una carrera
en Armas y en 1923 intentó ingresar en la Academia de Ingenieros, pero fracasó. Así que terminó
estudiando Derecho en Valladolid. Tres años más
tarde se fue a Madrid a continuar sus estudios. Allí
vivió durante una temporada con su hermano.
Según J. Benito Fernández autor de El contorno
del abismo –una dura biografía de Leopoldo María
Panero– Leopoldo padre era “un verdadero postulante, toda la correspondencia con sus padres
durante esos años es absolutamente implorante,
el estudiante pedigüeño cuenta a sus progenitores
en cuar tillas con membrete del café Lion
–lugar frecuentado por los Panero– los precios de
las pensiones, de los libros, las condiciones de las
habitaciones y su precario sustento”.
A principios de 1932 –y siguiendo con su vida
de gorrón– Leopoldo Panero se marchó a Inglaterra, con el fin de estudiar inglés; y de esta manera, intentar entrar en la Escuela Diplomática.
Desde Londres, meses más tarde, le escribiría a
sus padres para comunicarles que se mudaba a
Newcastle y luego partiría a Francia.
Entretanto, Juan Panero se incorporó al ejército de los sublevados (julio del 36) como oficial
de complemento en León. Un par de meses an-
tes (mayo), le habían publicado a Juan su único
poemario: Cantos del ofrecimiento, libro que pasó
desapercibido a causa de la guerra. El 7 de agosto
de 1937 moría el alférez Juan Panero en una carretera de León a causa de un accidente de automóvil: el carro se volcó y se golpeó la cabeza contra el techo. A los 29 años dejó una obra póstuma dispersa.
Leopoldo escribiría más tarde sobre la muerte
de su hermano: “(…) personalmente, me afectó
de una manera contundente y directa la muerte,
ocurrida en 1937, de mi hermano Juan, que había
vivido conmigo las primeras esperanzas, los primeros versos, las más puras y nobles ilusiones del
alma”.
Los “panerólogos” opinan que Leopoldo no hubiera sido quien fue sin la existencia de su hermano.
Después de la Guerra Civil, Leopoldo Panero
se fue a vivir con sus hermanas solteras a Madrid.
Fue allí donde conoció a Felicidad Blanc, hija de
un importante cirujano madrileño; y el 29 de mayo
de 1941 se casó con esta señorita de sociedad.
UN INTELECTUAL EN EL FRANQUISMO
En 1942, después de unos meses en Astorga, la
pareja se trasladó a la calle Ibiza de Madrid. En septiembre de ese año, Felicidad dio a luz a Juan Luis
Panero –el cuarto Juan de la estirpe Panero–.
En 1944, Leopoldo Panero publicó su primer
poemario, La estancia vacía. En febrero de 1945,
nacía el segundo hijo de los Panero Blanc:
Leopoldo Quirino, que vivió sólo18 horas. Ese año,
Leopoldo Panero publicaría Versos al Guadarrama.
En noviembre de ese año, es nombrado “Lector” del Instituto de España en Londres, trasladándose con rapidez a la capital inglesa. Unos meses
más tarde, Felicidad lo siguió con el pequeño Juan
Luis de tres años.
35
C ultural
Su primer libro de
poemas fue Por el
camino de Swan (1968),
al que siguió Así se
fundó Carnaby Street
(1970), una obra
donde incide en
nostalgias adolescentes.
En Teoría (1973)
acentúa el carácter
conceptista de su
poesía, aunque en
libros posteriores
priman las referencias
biográficas llenas de un
malditismo exacerbado, como ocurre en
uno de sus mejores
libros, Narciso en el
acorde último de las
flautas (1979)
o Dioscuros (1982).
Poesía 1970-1985
(1986) recoge sus
poemas hasta esa
fecha. Publicó en 1987,
Poemas del manicomio
de Mondragón, donde
relata sus duras
vivencias en el
psiquiátrico, asunto en
el que insiste con
Piedra negra o del
temblor y Heroína y
otros poemas (ambos
de 1992). En 2001
salieron a la luz Poesía
completa (1970-2000),
Águila contra el hombre.
Poemas para un
suicidamiento (2001)
y Me amarás cuando
esté muerto (2001),
obra esta última escrita
en colaboración con
José Águedo Olivares.
36
Durante su estancia en Inglaterra, los Panero iniciaron una amistad con Luis Cernuda, quien era
lector de la Universidad de Cambrigde. Según J.
Benito Fernández, esa amistad marcaría a Felicidad
“quien resentida por la falta del cariño de su marido, se aproximó a Cernuda, sobredimensionando
la relación, dándole matices que no tenía”.
En agosto de 1947, Panero se vio obligado a
dimitir de su cargo y en ese momento Felicidad
Blanc quedó embarazada de nuevo.
De regreso a España, Leopoldo Panero se reincorporó al Instituto de Estudios Políticos, cargo
que había dejado antes de irse a Inglaterra. Pero,
en el verano del 48 es despedido; quedando la
familia sumida en un importante atolladero económico. Y el 16 de junio de 1948, nació Leopoldo
María Francisco Teodoro Quirino Panero Blanc.
Por esa época, Felicidad comenzó a escribir sus
primeros cuentos. Sin embargo, al poco tiempo
entró en una etapa depresiva, y abandonó la escritura. Algunos creyeron que la causa de su depresión era el ingreso –por segunda vez– de su
hermana Eloísa en el manicomio Santa Isabel de
Leganés.
En la primavera de 1949, le editaron a Panero el
libro Escrito a cada instante, el cual dedicó a su mejor
amigo Luis Rosales. Es con este poemario que recibió el reconocimiento público: el Premio Fastenhrat
de la Real Academia de la Lengua Española. Uno
de los poemas del libro es Introducción a la ignorancia (Nana), dedicado a su hijo Leopoldo María.
A causa del revuelo del libro, Leopoldo Panero
fue invitado por el Instituto de Cultura Hispánica
a formar parte de una comisión cultural que viajaría por Iberoamérica. El objetivo era estrechar
los lazos de amistad entre España y América. Los
poetas seleccionados ofrecerían recitales de su
obra por diversos países de América Latina. Pero
el motivo real de este proyecto era darle otra
imagen al régimen franquista. Los poetas que aceptaron fueron Panero, Luis Rosales y Antonio
Zubiaurre.
La gira, que se inició en Cuba, confrontó varios
problemas. Uno de los cuales tuvo lugar en Venezuela. Allí no fueron bien recibidos. “En Caracas,
en el Hogar Americano, cuando uno de los poetas se subió al escenario recibió un tomatazo en
el pecho, a la vez que se produjo un apagón de
Reportaje
En prosa ha publicado
En lugar del hijo (1972)
y Dos relatos y una
perversión (1984),
entre otras obras,
y diversos ensayos.
El director cinematográfico Jaime Chávarri
realizó en 1976
El desencanto y luego
Ricardo Franco,
Después de tantos años.
En ambas películas
quedaba de manifiesto
su complejo entramado familiar.
luz. Entonces, sobre el presidium, en donde se
hallaban aparte de los poetas varios intelectuales
venezolanos, representantes diplomáticos y distinguidas damas, cayó una lluvia de tomates y huevos. Se oyeron gritos y hubo carreras y silletazos”,
cita J. Benito Fernández.
El viaje continuó por Colombia, Panamá, Costa
Rica, Honduras y Nicaragua. Finalizando en Nueva
York, de donde se embarcaron hasta A Coruña.
Luego de este viaje, Leopoldo Panero fue recompensado por el gobierno: lo nombraron secretario general del Congreso Hispanoamericano
de Cooperación Intelectual, trabajo que lo ocupaba por las tardes, y cuya función era la de organizar las exposiciones bienales hispanoamericanas.
Las mañanas las dedicaba a
una nueva revista editada por
ICH llamada Correo Literario.
En enero de 1951 muere
el padre de Felicidad. El 14 de
septiembre de ese mismo
año, nació José Moisés Santiago Panero Blanc. “Más tarde sus hermanos irán transformando este nombre en algo tan insólito como
Michi”, relataba su madre.
El 21 de noviembre del 52 murió Máxima
Torbado, un mes después la seguiría su esposo,
Moisés Panero.
Por esa época, el pequeño Leopoldo, con tan
sólo tres años de edad comienza a crear poemas:
“…con mucha teatralidad, de repente entraba en
estado de suspensión y espetaba: Estoy inspirado. Y comenzaba a verter un manantial de versos inapropiados en un mocoso de su edad. Su
madre iba anotando los poemas en un cuaderno
a medida que la criatura recibía la visita de las
musas (…) Se autodenominaba poetiso y en actitud solemne declamaba con aire adulto. A veces aparecía con un puñado de revistas bajo el
brazo tocado por un sombrero andrajoso y proclamaba ser el Capitán Marciales, un personaje
de ficción sólo dentro de su cabeza e improvisa-
ba monólogos interminables con voz impostada
y densa”, escribe Fernández.
“Yo empecé a escribir (sic) poesía muy pequeño, cuando apenas sabía escribir, y me atrevería a
decir que poco más tarde de aprender a hablar.
Yo se las dictaba a mi madre. Recuerdo que eran
muy amargas. No eran propias de un niño que
empieza a vivir y a experimentar sensaciones.
Daban la impresión de ser poesía hechas por una
mente atormentada y muy amarga. Tenían también una carga de crueldad encima muy grande.
Aún conservo los cuadernos donde los escribía
mi madre y de vez en cuando las leo. Mis padres
estaban bastante asustados por esto. Procuraron
ocultar el asunto. Luego me volví muy cursi y escribía cosas muy tontas”, comentó en una oportunidad Leopoldo María.
MUERTE DE UN POETA OFICIAL
Agosto de 1962, los Panero estaban en Villa
Odilia –la casa familiar en las afueras de Astorga–.
Era la mañana del lunes 27, Leopoldo padre se
levantó con malestar. Sin embargo, se sentó a
escribir en su despacho lo que sería su última composición, Como en los perros. Una vez terminada,
Panero y su esposa fueron a Astorga. Era la semana de las fiestas de la ciudad; el poeta se dirigió a
la emisora local porque debía grabar el pregón
radiofónico de las fiestas. Tomó el aperitivo y luego, asistió a un banquete que daba la diputación
provincial al jurado del Premio de Literatura, del
cual Panero formaba parte. Una vez finalizado el
almuerzo, se encontraba cansado y decidió marcharse a casa con la intención de dormir la siesta.
Cuando Leopoldo padre llegó a Villa Odilia, hubo
quien pensó que estaba borracho por la manera
en que manejaba su carro. Panero no se sentía nada
bien, y de repente, comenzó a sufrir dolores en el
pecho. Su mujer, asustada, fue a buscar un médico.
Pero el doctor, después de auscultar al enfermo, no le concedió mayor importancia a su estado. Sólo le ordenó reposar.
37
C ultural
Juan Luis Panero
Poeta nacido en
Madrid en el año
1942. Estudió en El
Escorial y luego en
Londres. Ha trabajado
en el mundo editorial
en Madrid, Londres,
Bogotá, Barcelona
y México, donde
también fue profesor
de literatura. Colabora
asiduamente en
publicaciones
periódicas de España
y América. Ha
preparado varias
antologías de poesía
como Leopoldo Panero
(Barcelona), Poesía
colombiana 1880-1980
(Bogotá), Poesía
mejicana contemporánea (México), Pablo
Neruda (Bogotá)
y Octavio Paz
(Barcelona).
Ha reunido
selecciones de Poesía
Un par de horas después, Felicidad buscó de
nuevo al doctor del pueblo; éste le recetó una
pastilla para el insomnio. Mientras tanto, Leopoldo
intentaba dormir; así, que le pidió a su esposa que
lo dejara solo.
Como a las siete de la tarde, Felicidad –inquieta– entró en la habitación. Y descubrió que
Leopoldo Panero había fallecido. La causa: una
angina de pecho.
Felicidad y Juan Luis –que para ese momento
tenía 20 años– organizaron el velorio y sepelio.
En todo ese caos, Leopoldo María y Michi –14 y
11 años respectivamente– vivieron el funeral con
lejanía y consternación. En El contorno del abismo
se lee: “Están con la abuela (materna) en la parte
de abajo de la casa, encerrados en un cuarto. Les
han comprado un manojo de tebeos, pero lo escuchan todo. Leopoldo María (…), asustado, en
un rincón abraza a su perro Baby”.
Los funerales de Leopoldo Panero Torbado se
realizaron al día siguiente en el templo parroquial
Santa Marta, y fue enterrado junto a su hermano.
Casi de inmediato, Felicidad y sus hijos empacaron todo, regresando a Madrid. “Recuerda
Leopoldo María que le emocionó la cantidad de
car tas recibidas, pero nada más”, escribió
Fernández.
colombiana
(1880-1980)
y Poesía mejicana
contemporánea.
Desde 1985 vive
en Girona.
Con su libro Antes que
llegue la noche ganó
el premio Ciudad de
Barcelona y el Premio
Internacional de Poesía
de la Fundación
Loewe con Galería
de fantasmas.
38
LOS “NOVÍSIMOS”
En agosto de 1963, a un año de la muerte del
poeta, le hicieron un homenaje en Astorga. Acto
al que asistieron Felicidad y sus hijos. Ese mismo
año murió la madre de Felicidad.
En 1964, Leopoldo María militó en el Partido
Comunista Español, y a raíz de sus actividades en
contra del gobierno fue detenido varias veces
entre 1966 y 1967. Esos son los años universitarios; se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid,
pero no llegó a terminar la carrera.
Mientras tanto, Juan Luis comenzó a escribir
para el Reader’s Digest y se casaría con Marina
Domecq. Juntos viajaron por América: de Nueva
York a California, para instalarse en México.
Michi continuó la escuela y a los 17 años empezó a trabajar en el Instituto de Cultura Iberoamericano. Años más tarde, se haría propietario –junto a Amparo Suárez–Bárcena– del bar El Universal, de Madrid.
Durante esos años, Leopoldo María inició su
incursión con las drogas y el alcohol: sería detenido en repetidas oportunidades por posesión de
marihuana o por grave estado de ebriedad. A
mediados de 1967 abandonó la militancia en el
PCE, y se marchó a Barcelona; conociendo allí a
Pere Gimferrer, Ana María Moix –de quien, según
dicen, se enamoró por varios meses–, y Guillermo
Carnero. Su círculo de amistades pertenecían a la
llamada Gauche Divine barcelonesa.
Sin embargo, es el 68 el período crítico para el
joven Leopoldo: entra por primera vez en un manicomio. Regresó a Madrid, y en su casa familiar
intentó por primera vez el suicidio. Su madre, asustada, lo internó en la Clínica de Nuestra Señora
de Loreto.
En marzo, se marchó de nuevo a Barcelona. Allí
fue la segunda tentativa de suicidio; la cual lo llevaría del Instituto Frenópatico de la ciudad condal, a la Clínica Psiquiátrica Residencial Pedralbes
y por último a la Clínica Villa–Blanca (Tarragona).
“(…) Sí, en aquellos años conocí a Gimferrer y a
Ignacio Prat. Lo malo vino con un intento de sui-
Reportaje
cidio. Estaba en una pensión
de Barcelona y entró la señora de la casa, me vio con
las pastillas al lado y me dijo:
“¿Pero es que va usted a hacer lo mismo que Marilyn
Monroe?”. Me fui a la calle y
en la puerta me encontraron
en coma. Luego empezó
toda esta historia de los manicomios, que me destruyeron más que la bebida”, comentó en una oportunidad.
Entretanto, Juan Luis iniciaba su carrera poética con la
publicación del libro A través
del tiempo (1968), el cual fue
bien recibido por la crítica.
Pero lo que agrió, aún más, la relación entre los
hermanos Panero fue la publicación a principios
del 1970 de una antología hecha por Josep María
Castellet llamada Nueve novísimos poetas españoles (Barral). Este libro ha escocido más de un ego,
siendo incluso motivo de discusión y de polémica,
todavía, entre críticos y ensayistas. J. Benito
Fernández en el prólogo de su libro hace mención
del resquemor dejado entre los Panero: tanto Juan
Luis como Michi le comentaban que uno de ellos
debía haber entrado en esa selección en vez de
Leopoldo… cada uno decía ser el décimo novísimo.
El libro estaba dividido en dos partes: Los seniors y
La coqueluche, siendo éste un nombre cariñoso
con el que algunos llamaban a ese grupo de jóvenes poetas. Los primeros eran Manuel Vázquez
Montalbán (1939-2003), Antonio Martínez Sarrión
(1939), y José María Álvarez (1942). La coqueluche
estaba formada por Félix de Azúa (1944), Pedro
1 Fernández, J. Benito, Gimferrer (1945), Vicente Molina Foix (1946),
El contorno del abismo: Guillermo Carnero (1947), Ana María Moix (1947),
Vida y leyenda de
y Leopoldo María Panero (1948).
Leopoldo María
“El libro alcanzó una notoriedad inesperada y
Panero, Tusquets
despertó
todo tipo de sospechas, desprecios y
Editores, pág. 148.
admiraciones. Más de un crítico aportó públicamente sus novísimos a la lista ya confeccionada
por Castellet. Otros tacharon el libro de complot
catalán, sectario, dogmático, esnob, neocapitalista,
frívolo. Tampoco faltó quien despreció al grupo
por su admiración a Pound (…)”.1
Ese mismo 1970, se publicaba Así se fundó
Carnaby Street; libro que marcaría la entrada del
joven Leopoldo Panero en el mundo literario español. De promesa pasó a estar entre los poetas
de la vanguardia española. Fue un poemario bien
recibido por la crítica, que lo consideró auténtico,
limpio, un texto generacional.
EL DESENCANTO
La leyenda de los Panero se crearía con la película El desencanto (1976) de Jaime Chávarri. Existen
diversas versiones sobre cómo y por qué se hizo
este documental. Pero la más repetida es que este
documental comenzó como un encargo: Chávarri
tenía que filmar un cortometraje sobre un poeta
del franquismo, Leopoldo Panero. Detrás de la
idea estaban Elías Querejeta, el productor, y el
propio Michi Panero. Se inició con el rodaje
–previo consentimiento de la familia– del develo
de una escultura en piedra que fue colocada en
la plaza de Astorga. El acto tuvo lugar el 28 de
agosto de 1974.
Pero tal fue la cantidad del material filmado, así
como la ausencia de Leopoldo María, que Chávarri
decidió hacer un largometraje. La historia era sencilla pero contundente: la desestructuración de
una familia por la ausencia del padre.
Cuando empezó la filmación, Leopoldo María
estaba en París con Mercedes Blanco, su amor de
aquella época. Regresó a Madrid en otoño del 74.
Momento que aprovechó Chávarri para filmarlo.
Los sets de rodaje fueron el cementerio de
Loeches y el jardín del Liceo Italiano de Madrid,
sitio donde estudiaron los Panero.
¿Pero cuál fue el escándalo? ¿Qué hizo de este
documental una obra importante en la cinema-
39
C ultural
Leopoldo María,
por su lado,
alternaba las
entradas,
escapadas del
manicomio y las
curas etílicas
con la escritura.
Estando en el
Hospital
Psiquiátrico
Provincial
de Madrid,
escribió una de
sus obras más
importantes
Narciso en el acorde
último de las flautas
(1979)
40
tografía española? A través del
montaje Chávarri desarrolló una
estructura fílmica inesperada en un
documental: la primera parte del
filme son Felicidad, Juan Luis y
Michi, quienes presentan a la familia, hablando del padre ausente,
describiendo su vida y aquel día
de agosto cuando falleció. El espectador se va dando cuenta de
que la desaparición del padre va
más allá de los catorce años de
muerto. Cada personaje emplea un
lenguaje rico, pleno de imágenes,
están rodeados por sobrios escenarios. Nada fuera de lo común en un documental
de ese tipo. Todo se trastoca con la aparición de
Leopoldo María. El joven poeta de voz ronca afirma que viene a desenmascarar esa representación de familia española, feliz, clase media e instruida. Él pasa a ser el centro de atención de todos,
dejando como secundarios al resto de la familia.
Su participación es breve pero impactante. Sale
de entre las sombras para hablar no del poeta oficial, sino del autor marginado que es él. La resurrección del padre es en el hijo que lo desprecia,
que odia a sus hermanos y a su madre. Sin más, va
descubriendo todos los secretos de la familia, a la
vez que sugiere que el apellido Panero desaparecerá: la locura, el alcohol, la soledad hará imposible que la familia se propague.
Estos seres reales se van ficcionalizando a medida que transcurre la película. Exhiben sus intimidades con crueldad y con un negro sentido
del humor. Hasta el punto que la lacónica y serena Felicidad insinúa que la verdadera pareja de su
marido no fue ella, sino el poeta Luis Rosales.
La película se estrenó el 17 de septiembre de
1976 en las salas de cine Palace e Infantas. Al estreno asistieron tanto personajes de la cultura
oficial como de la no oficial. Felicidad invitó para
la ocasión a Luis Rosales y a su
mujer. Ella aseguraba al poeta que
le encantaría el filme. Lo que sucedió a continuación fue el desastre:
Luis Rosales se ofendió y salió airado de la sala. Los sectores más reaccionarios de la cultura atacaron
a la familia. Los acusaron de vivir a
costa de un hombre muerto, de
vender sus interioridades para
comprar alcohol y drogas.
Sin embargo, otros grupos de la
cultura recibieron la película con
otros ojos: reflejaba la vida después
del padre, la vida después de Franco, la decadencia del régimen. Fue una palabra de
moda a finales de los setenta, una palabra que
reflejó el estado de ánimo de la población española: desencanto… de la política, de la sociedad,
de tanta libertad. Lo cierto es que Chávarri nunca pretendió –como la mayoría de los creadores– hacer una metáfora de la historia social de
España, sólo quería contar la vida de los Panero y
escogió el título porque era una palabra que le
gustaba.
EPÍLOGO
Con el mito establecido, los hermanos se distanciaron aún más. Pero los miembros de esta
familia continuaron publicando: en 1977, Felicidad
publicó Espejo de sombras, sus memorias; un año
después fue editado Desapariciones y fracasos, tercer libro de Juan Luis, quien ya se había divorciado de Marina Domecq. Luego de deambular por
España sin rumbo fijo, Juan Luis regresó a América, y conoció a los escritores Octavio Paz, Jorge
Luis Borges, Juan Rulfo, Gómez Valderrama, Gaitán
Durán, entre otros. Según cuentan las malas lenguas tuvo un extenso número de amantes y fue
la fuente de inspiración de Gil de Biedma, quien
al parecer estuvo enamorado de él.
Reportaje
Leopoldo María, por su lado, alternaba las entradas, escapadas del manicomio y las curas etílicas
con la escritura. Estando en el Hospital Psiquiátrico
Provincial de Madrid, escribió una de sus obras más
importantes Narciso en el acorde último de las flautas (1979). Durante esos años ingresó en casi todos los psiquiátricos de Madrid –de los cuales él
mismo se daba de alta, creando problemas al hacerlo– y publicaba con frecuencia poemarios, traducciones, relatos y artículos en diarios y revistas.
Entre las obras producidas están Last River Together
(1980), Dioscuros (1982), Dos relatos y una perversión (1984), El último hombre (1984), y el artículo
Manifiesto del (II) Colectivo Psiquiatrizados en Lucha
(1980) que apareció en El Viejo Topo.
Mientras tanto, Michi comenzaba a escribir artículos para distintos períodicos –entre los cuales
se encontraba El País– y se convertiría en una de
las figuras más importantes de la llamada movida
madrileña. Por su bar, El Universal, pasaron todos
los que tuvieron algo que decir en aquellos años.
En 1986, cansada de litigar y enfrentarse a las
fugas, borracheras y fantasmas de su hijo, Felicidad Blanc lo ingresó en el Sanatorio Psiquiátrico
Hermanos de San Juan de Dios, en Mondragón
(Guipúzcoa). Al mismo tiempo, ella se mudó a
Irún para estar cerca de él. En 1987, a Leopoldo
le publicaban Poemas del manicomio de Mondragón.
Durante esa misma década, un solitario Juan Luis
se estableció en Barcelona. Entre 1984 y 1985,
editó dos poemarios: Juegos para aplazar la muerte (1984), Antes que llegue la noche (1985); este
último recibiría el Premio Ciudad de Barcelona.
Sería la muerte la que reuniría por penúltima vez
a los hermanos Panero Blanc: el 30 de octubre de
1990 moría Felicidad, a los setenta y siete años. Ella
dejaba atrás varios relatos publicados, unas memorias bastante edulcoradas y tres hijos inadaptados
con conflictos irreconciliables entre ellos.
A los tres años de la muerte de la madre, Michi
Panero le propuso al cineasta Ricardo Franco ha-
cer un segundo filme sobre su familia. Le había
propuesto a Chávarri la misma idea, pero éste se
negó tajante a trabajar de nuevo con ellos. Después de tantos años es una película hecha al estilo
del llamado documental de ficción, y muestra el
terrible paso del tiempo en los seres humanos:
las dos décadas que separan los filmes han marcado de manera profunda a sus protagonistas; los
jóvenes vitales, bohemios y encantadores son sustituidos por hombres lúcidos pero enfermos,
avejentados, solos, amargados y hastiados de la
vida. En una de las escenas de la cinta, Michi Panero
cuenta cómo en el funeral de la madre, un delirante Leopoldo besa el cadáver con la seguridad de
que de un momento al otro resucitaría. Michi afirma que es en el cementerio donde se esconde el
hipotético enigma de la familia Panero. Y termina
por decir que el álbum familiar es sólo un cementerio de instantes.
Sería esa la última vez que estarían juntos los
hermanos Panero. Leopoldo María se fugaría reiteradas veces del manicomio de Mondragón, hasta
que pidió cambio en 1997 para el psiquiátrico de
Las Palmas de Gran Canaria. Desde allí, fumando
y leyendo sin parar, ha publicado numerosos libros, entre los que destacan Poesías completas
(Visor), Águila contra el hombre. Poemas para un
suicidamiento (Valdemar), Me amarás cuando esté
muerto (Lumen), ¿Quién soy yo? Apuntes para una
poesía sin autor (Pre-Textos) y la autobiografía
Prueba de vida. Autobiografía de la muerte (Huerga y Fierro).
Por su lado, en 1998, Juan Luis Panero recibiría el
Premio Internacional de Poesía Loewe con Galerías y fantasmas. Al año siguiente publicaría sus
memorias, Sin rumbo cierto, por las cuales ganaría el
12º Premio Comillas de Autobiografía y Memorias.
El libro, según el propio Juan Luis, no era un ajuste
de cuentas, por tanto no hablaría de los muchos idiotas que me he ido encontrando por el mundo. En la
actualidad, Juan Luis vive en Girona, exactamente
41
C ultural
El espectador
se va dando
cuenta de que
la desaparición
del padre va
más allá de los
catorce años
de muerto.
Cada personaje
emplea un
lenguaje rico,
pleno de
imágenes, están
rodeados por
sobrios
escenarios.
Nada fuera
de lo común en
un documental
de ese tipo.
Todo se trastoca
con la aparición
de Leopoldo
María
42
en Torroella de Montgrí. Y los encuentros con sus
hermanos son casi inexistentes: en los noventa visitó un par de veces a Leopoldo en el psiquiátrico
de Mondragón, pero al mudarse a Las Palmas perdieron contacto.
Quizás el más solitario y el que menos reconocimiento público tuvo fue Michi Panero. Al menos así lo evidencia el que fuera encontrado muerto en su casa de Astorga el 16 de marzo de 2004.
Tenía 51 años, sufría de cáncer y murió de un infarto al miocardio. Una nota necrológica de 25
líneas daría la noticia de su fallecimiento, y sería a
través de ésta que sus dos hermanos se enterarían de su desaparición. Juan Luis Panero comentaría que tenía 14 años que no sabía nada de Michi.
Al igual que sus hermanos, Michi se encontraba
escribiendo sus memorias, trabajo que compartía
con los artículos que enviaba quincenalmente a la
revista La Clave. Pero como explicaría un amigo:
Las estaba escribiendo, incluso había llegado a negociar su publicación con una editorial. Pero su manera
de escribir, sus ritmos, sus intereses, sus estéticas no
tenían por qué coincidir ni con sus necesidades económicas ni con los planteamientos comerciales de la
editorial. Así que seguía escribiendo y en algún lugar
estarán los folios manuscritos con letra infernal que
alguien estaría pasando al ordenador.
Su muerte previsible, pero no esperada, marca
en definitiva el fin de la estirpe Panero. Un final
que él mismo había predicho años atrás: son los
últimos minutos de El desencanto; en un lento
travelling out, vemos a un joven Michi sentado,
fumando, bebiendo… que dice: “Por mi experiencia personal a lo largo de estos años, me temo
que no vamos a tener descendencia. Y me interesa resaltar esto porque somos un fin de raza
nada wagneriano, somos un fin de raza
astorgano… muy erosionada por el tiempo. Y
que tampoco es nuestra la culpa y es que llevamos tantos centilitros de alcohol en la sangre
–tanto de parte de padre como de madre– que
no damos más de sí…”.
Bibliografía
Juan Luis Panero
A través del tiempo (1968)
Los trucos de la muerte (1975)
Desapariciones y fracasos (1978)
Juegos para aplazar la muerte (1984)
Antes que llegue la noche (1985),
Premio Ciudad de Barcelona
Galerías y fantasmas (1988),
Premio Internacional de Poesía
de la fundación Loewe
Sin rumbo cierto (1999),
XII Premio Comillas de Biografía
Autobiografía y Memorias, Enigmas
y despedidas (1999)
Bibliografía
Leopoldo María Panero
Poesía
Así se fundó Carnaby Street (1970)
Teoría (Lumen, 1973)
Narciso o el acorde último de las flautas
(Visor, 1979)
Last River Together (Ayuso, 1980)
Dioscuros (Ayuso, 1982)
Poemas del manicomio de Mondragón (1987)
Y la luz no es nuestra (1991)
Piedra negra o del temblar (1992)
Agujero llamado Nevermore
(Selección poética, 1968–1992), 1992
Poesía completa (1970–2000),
Edic. de Túa Blesa, Visor, Madrid, 2001
Teoría del miedo, Igitur, Tarragona, 2000.
Buena nueva del desastre, Scio, Lugo, 2002
Narrativa
El lugar del hijo, 1976
Dos relatos y una perversión
(Ediciones Libertarias, 1984)
El último hombre (Ediciones Libertarias, 1984)
Palabras de un asesino, Libertarias, Madrid,
1999
Ensayo
Mi cerebro es una rosa, Roger,
San Sebastián, 1998
Prueba de vida. Autobiografía de la muerte,
Huerga y Fierro, Madrid, 2002
Traducción
Barrie, J. M., Peter Pan, Libertarias, Madrid, 1998
P oesía
The Weaning of Furniture-Nutrition,
Salvador Dalí
El circo
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
Leopoldo María Panero
De Teoría (1973)
43
C ultural
Medicative Rose, Salvador Dalí
Página veinte
Esperando todos los días para que venga el ciervo
para que venga el ciervo
azul como el poema, como el gamo
que corre fugitivo sobre el poema
y que sea la nada mi último poema
baba de los labios para que el hombre muera
azul sobre la página
“ victoireusement fuit le suicide beau” Mallarmé lo dijo
oh belleza húmeda del suicidio
única rosa, única flor
rosa cúbica de la página
para que el hombre descubra
que no es un hombre.
Leopoldo María Panero
De Los señores del alma (2002)
44
P oesía
Los trucos de la muerte
Three Sphinxes of Bikini, Salvador Dalí
Cuando tocas la copa de cristal, tocas la muerte
en el tequila transparente, en el mezcal amargo, bebes la muerte,
en tu frente y mis manos, en los ojos que miran,
un desierto se agrieta con muñones de muerte.
Suena la música en cuerdas de la muerte
-de la muerte más clara, más muerte de sí misma-,
y es la sal de repente su pesada ceniza
y el limón más amargo su sabor desvelado.
En esta noche, con su pañuelo azul y su boca pintada,
la muerte nos saluda alegre tras la mesa.
Y nada podemos hacer, nada puede ayudarnos
porque hemos venido aquí para encontrarla,
para verla pasar y pasear por estas calles,
para oírla cantar y reír en las botellas
bajo la luna falsa de neón amarillo.
Multiplicada muerte, morena o pelirroja,
moviendo terca sus pechos, la furia de sus muslos,
entre sudor de rostros al pie de su condena.
Besa, besa tu sexo, tú que estás más cerca,
pudridero de alcohol, turbia mirada,
húndete, muérete, resucítate, al filo de tu lengua,
allá donde palpa y devora y resbala,
igual que el hocico insaciable del perro
hoza y desgarra la oveja desventrada,
sus grotescas patas donde silba el viento,
besa, besa, húmedo pelo, piel de tu destierro.
Cuando tocas la copa de cristal, tocas la muerte,
la muerte con su sombrilla rosa en el oculto callejón,
la muerte con los labios perdidos de una canción sin nombre,
la muerte -parece tan sencillo- simplemente la muerte.
Por eso hemos venido aquí, tal vez sin conocerlo,
para ahogar para siempre el terror de sus gestos,
hemos venido para conjurar la vida,
el miedo hipócrita a nuestro único dominio.
Hemos venido a aceptar la verdad que no existe,
la huella de una huella, la saliva de un sueño.
No duerme la ciudad, no está despierta,
y un remoto reloj mide inútiles horas,
mide el tiempo de nada, la realidad vencida,
calendario implacable de números vacíos.
Cuando tocas la copa de cristal, tocas la muerte,
y hay un cierto valor y una cierta complacencia
en oír tiernamente crujir el esqueleto,
esperpento de muerte, imagen de la vida,
mientras habla el silencio con frases que ignoramos
y un trago lento alienta tu derrota,
esparciéndose espeso sobre el sexo apagado,
el perro y su carroña, las moscas de su lengua.
Juan Luis Panero
45
C ultural
LUIS FREITES PASTORI
Poesía madurando
P
oeta, narrador, a los 14 años su primera producción
poética fue publicada en la página literaria de Últimas
Noticias, con presentación del académico Augusto
Germán Orihuela. Hoy en día, a los 21 años, se graduó de
filólogo en la Universidad de Salamanca, España, y ahora
estudia periodismo en Madrid.
Estos poemas son una muestra de la notable evolución
que este joven poeta ha tenido a través del tiempo.
Primer mundo
Es demasiada la plenitud,
ese enfermizo amasijo de saciedad, esa vastedad incisiva,
la necesaria necesidad de continuar, no quedarse atrás,
azorarse en persistir, vivir de sobras,
alimentarse sobre platos rotos.
Es demasiado el sol,
vertiginoso, tan dinámico, precipitándose, estallando,
el sabor constante a mediodía,
la luz exagerada, el sopor,
dejarse inundar de lágrimas ajenas,
sentirse exigido por cada lamento,
sentirse en duda con cada capullo,
rezagarse, con la sonrisa fruncina,
tentando a los racimos con gusto demencial.
46
P oesía
Viaje
Poseo la soledad estrellas fugaces
que se buscan en el cielo
que nunca llegan a ser vistas.
Mis rastros son más bien trastos,
hasta el paraguas me llueve,
mi grito se me regresa gritándome,
ya soy polvoriento
de tanto acumular antigüedad.
Las doncellas de los puertos
no es mi anclaje en que esperan,
los asesinos de esquina
no mancharían con esto sus cuchillos,
los estafadores no pueden fingir,
se me ríen en la cara,
y las otras,
las que enseñan sus pechos a la luna,
esquivan mi lengua, caracol insoportable.
Parto, con la necesidad de ser recibido,
de ver manos ondeantes, algún gesto, lágrimas nuevas,
pero encuentro nadie me espera,
el andén está desierto,
queda el cansancio, la tensión,
un sentimiento sueño mala noche,
miedo, trajín naufragio,
llego exhausto
al mismo vacío de donde partí.
47
C ultural
Autorretrato (otra perspectiva)
Y es en la hora nocturna
cuando los faroles moribundos socavan la niebla
sin respuestas,
cuando la piel no es más que frío
y hay invierno y viento seco hasta el hartazgo.
Es en el momento
cuando las últimas nubes grises, marchitas ya
de tanta luna,
se estrellan en el mar apenas perceptible
y una a una se disipan las luciérnagas
como si un puño maligno las arrancara de su vuelo,
lentamente se destruyen las constelaciones del miedo,
los itinerarios en sangre, la necesidad de decir
repentinamente te abandona
ya eres sólo un mendrugo con ojos,
algo insípido naciente,
tu voz se congela, la derrito,
necesito un pretexto para inventarme lluvia.
Enmudecido, con la boca llena de cenizas,
sigo andando con pasos sin eco,
buscando desesperado el eco de otros pasos
para sentirme vivo aunque sea en otros pies.
No hay nada más allá,
quizá lo demás es espejismo,
quizá soy espejismo que convierte lo demás en su deseo.
No hay nada más allá y está en mí
el resto, el polvo, la esperanza mohosa.
El único remedio es mirarse para adentro,
admirarse en la quietud, en el silencio,
aún queda luz en el corazón,
al final del corazón,
al final del túnel corazón.
48
E ntrevista
Concierto barroco
1980
Óleo sobre tela
81 x 100 cm
Colección privada
ANTONIO RODRÍGUEZ:
E
Mauro Mejíaz
nació para ser un gran pintor
Mauro Mejíaz es, ante
todo, original. En su
temática extraña
y onírica, en su
excepcional colorido
y en el logro de su
inspiración, cada
cuadro es un
verdadero acierto
y una auténtica obra
maestra de la pintura.
Luis Pastori
Poeta
PETRUVSKA SIMNE
n Venezuela se está presentando la exposición antológica itinerante de Mauro Mejíaz, por iniciativa de Antonio Rodríguez, quien fue durante
más de treinta años el mecenas y el amigo del pintor venezolano. La primera
exhibición se realizó en la galería del diario El Carabobeño, en Valencia. Mauro
estuvo residenciado en París desde mediados de los sesenta y falleció en el año
2000. Después de la muerte del artista, se creó la Fundación Antonio Rodríguez,
que se dedica a divulgar la obra de artistas venezolanos, y fundamentalmente, la
de Mejíaz. Esta fundación publicó el libro Mauro Mejíaz, el cuarto reino, escrito
por Carlos Silva.
Antonio Rodríguez puede permanecer horas en silencio contemplando una
obra de arte que le interese. También puede conversar horas enteras sobre
cualquier aspecto de la cultura que se apodere de sus emociones. Al tocarle el
tema de Mauro Mejíaz, dice, casi instantáneamente:
49
C ultural
“UN MARCHAND LE DIJO UNA VEZ QUE SE HARÍA MILLONARIO
SI PINTABA CUADROS DEL REALISMO SOCIAL LATINOAMERICANO,
QUE ERA UN POCO LO QUE MAURO PINTABA ANTES DE IRSE A FRANCIA,
PERO ÉL NUNCA ACEPTÓ PINTAR DE ESA MANERA”
Mi gran sorpresa fue
encontrar a un artista
tan particular en
Venezuela, que fue
muy consecuente
consigo mismo. En
Francia se vio ante
otro mundo, y siguió
siendo muy fiel a su
obra, a su
pensamiento, a sus
quehaceres mentales.
Hoy en día soy un
cómplice más,
convencido de que
realizó una gran obra.
Luis Pérez
Galerista de Bogotá
-Él fue como un monje del Tíbet, que nace de una vez con su misión. Mauro
Mejíaz vino con el objetivo de ser un gran pintor. Este artista no se preocupó
por vender, ni por llamar a los críticos. Simplemente pintaba y de vez en cuando
se aparecía en las exposiciones, en el Salón de Mayo o en alguna galería de París.
-¿Cómo conoció usted a Mauro Mejíaz?
-El primero que me dijo que en París vivía un pintor surrealista venezolano
muy bueno, fue un italiano que tenía una empresa de seguros. Eso fue en el
año 1971, cuando yo visitaba con él los talleres de los pintores. Llegué a la
casa y busqué en el diccionario de la pintura venezolana y allí aparecía Mauro.
Luego, en una oportunidad, visitando a Oswaldo Vigas le pregunté si conocía
a Mauro Mejíaz. Oswaldo me dijo, “sí claro, yo tengo el teléfono, si tú quieres
lo llamamos”, y le dije “ah, bueno, marca el teléfono”. Me puso al aparato
a Mauro Mejíaz y le compré diez cuadros sin verlos. Hablando por teléfono,
Mauro me decía que se acababa de mudar a una casa, y que tenía la
necesidad, en ese momento, de ciento veinte mil francos. Le dije, “me mandas
el equivalente en cuadros por esa suma, y yo te envío el dinero”. Y así fue. El
mismo Vigas se sorprendió de cómo hice esa compra sin ver los cuadros.
-¿Cuál fue su impresión cuando recibió los cuadros?
-Cuando llegaron esos diez cuadros enrollados y fui desenrollándolos uno a uno,
disfruté muchísimo. Después los enmarqué y me sorprendieron como la primera
vez que los vi. Porque los cuadros de Mauro son como esos libros que te gustan,
que cuando los lees por segunda vez les encuentras cosas nuevas, y si los relees
por tercera vez vas descubriendo más cosas interesantes. Con la pintura de Mauro
Mejíaz me sucede eso, que siempre veo cosas nuevas. Porque Mauro era un
personaje misterioso, y ese misterio se refleja en su obra.
Réveil Cosmique
1980
-¿Usted viajó a París para conocerlo?
-Yo organicé con Oswaldo Vigas un viaje a París y llegué a la casa de Mauro. Él ya
vivía con Cristina, eso fue en 1977. Nos sentamos en una alfombra y comimos
en una mesa bajita, porque transformaba el espacio a su manera. Él mismo
diseñaba sus muebles, y les incorporaba sus propias esculturas.
Óleo sobre tela
130 x 97 cm
Colección privada
Tercer lugar.
Sociedad Internacional
de Artistas Japoneses,
-¿Sabe si alguna vez expuso las esculturas?
-Participó en el Salón de los Grandes y Jóvenes de la Escultura. De esas esculturas
sólo se conservan maquetas, porque nunca las desarrolló por falta de dinero.
50
Art Chiba Prefectural
Museum of Art, Tokio,
Japón. 1981-1982
E ntrevista
51
C ultural
Amanecer en flor
1992
Óleo sobre tela
128 x 161 cm
Colección
Antonio Rodríguez Díaz
-A pesar de la falta de dinero, ¿Mejíaz nunca hizo
cuadros decorativos?
-Un marchand le dijo una vez que se haría millonario si pintaba cuadros del
realismo social latinoamericano, que era un poco lo que Mauro pintaba antes de
irse a Francia, pero él nunca aceptó pintar de esa manera.
-¿Cuándo se crea la Fundación Antonio Rodríguez?
-Desde hace varios años he venido trabajando en ese proyecto. Ya he tenido
largas conversaciones con Vigas, quien es el asesor; también lo hablamos con
Carlos Silva, quien iba a ser parte de la Fundación. Debo decir que Vigas me
enseñó muchísimo, es un ser que yo quiero mucho, porque no es envidioso, es
un hombre que juzga al artista por su obra no por lo que haga en su vida
privada. En eso se parece a Mauro, que siempre me decía, “tiene que hablar la
obra no el pintor, la obra debe hablar por sí sola”.
52
E ntrevista
La obra de Mauro Mejíaz es difícil de separar
de su vida. Yo lo conocí cuando era
adolescente: él vivía en Guacara y mi hermana
era su profesora de primaria. Yo estudiaba
bachillerato en Valencia, luego en Guacara lo vi
dos o tres veces más y después se me perdió.
Posteriormente lo encontré de nuevo y me
dijo que estaba estudiando en la escuela
Arturo Michelena con Braulio Salazar. Se
graduó en la Arturo Michelena y se fue
a fundar y a dirigir la escuela de Artes
Plásticas de Barcelona. Dejé de verlo y luego
lo reencontré en París y empezamos a vernos.
Tengo a Mauro Mejíaz en un sitio muy
especial, que corresponde a algo en lo que
uno nunca está bien enterado de lo que es.
Porque Mauro era un personaje enigmático.
Era un enigma y cultivaba ese enigma para
hacerse misterioso, lo que en el fondo tenía
una finalidad, que era la dominación de los
demás. Puede ser una fabulación, pero creo
que tenía esa finalidad.
Un día me contó que era Rosacruz. Averigüé
sobre el rosacrucismo, una especie de
masonería con un fondo no racionalista, más
bien mágico-religioso. Le pregunté ¿en qué
logia te iniciaste? y él y me dijo: “No he ido
a ninguna logia, nunca”. Y entonces, ¿cómo
eres Rosacruz? Me dijo: “Yo me inicié con los
grandes maestros”. ¿Y cuándo están los
grandes maestros contigo? Me dijo: “Vienen
los jueves”. Yo he estado los jueves en tu casa
y nunca vi a nadie. “Es que ellos vienen en
espíritu”. Eso te da una idea de la
personalidad de Mauro Mejíaz, quien logró
construir en torno a él una especie de muro
protector mágico-religioso, dentro del cual
vivía y realizaba su obra. Así era su
personalidad.
La obra de Mauro Mejíaz responde a esa
premisa. Es una pintura que flota, que parece
sideral o submarina. Son mundos imaginarios,
productos total de su imaginación. Así es la
pintura de Mauro, que me parece sumamente
singular y única dentro del arte venezolano.
Oswaldo Vigas
Artista plástico
1984. Mauro en Caracas.
Foto: Ramón Mejíaz
-La retrospectiva de Mauro Mejíaz que se presentó en Valencia
¿es la primera actividad de la Fundación?
-Primero vino el libro, Mauro Mejíaz, el cuarto reino, que escribió Carlos Silva.
Después, me llamó el director de la Fundación Eladio Alemán Sucre, de El
Carabobeño, Esteban Simonetti, y me dijo que le gustaría hacer una retrospectiva de Mauro y la hicimos. También presentamos el libro. Este es el comienzo de varias exposiciones itinerantes que planeamos hacer. Con esta exposición y el libro se está empezando a divulgar la obra de Mauro Mejíaz, que es uno
de nuestros objetivos.
-¿Cómo se realizó el primer proyecto de la Fundación
Antonio Rodríguez?
-Yo siempre quise editar un libro sobre Mauro Mejíaz mucho más completo que
el que se había hecho en Francia en 1980, escrito por Alain Bosquet. Dije: voy a
hacer un libro mucho más completo, ahora que ya Mauro no está con nosotros,
donde se registren todas las épocas de su trabajo. Porque mucha gente no sabe,
por ejemplo, que Mauro había hecho esculturas en hierro aquí en Venezuela, y eso
está en el libro. Descubrieron que era un tremendo dibujante, porque lo vieron
en el libro, pues en el libro se reproducen esas obras de su primera época, cuando
hacía realismo social mezclado con surrealismo. También está lo relacionado con
las esculturas que hacía con desechos, pues tenía un amigo dueño de un taller
mecánico en Barcelona, estado Anzóategui, que le regalaba partes de carros y él
armó esas esculturas. No sé si se expusieron alguna vez, pero ningún crítico de
arte sabía que había hecho esculturas.
De nuevo le comento a Oswaldo Vigas sobre el proyecto del libro, y dio la
casualidad que también estaba con nosotros Carlos Silva, quien ya había hecho
una presentación para un catálogo de una exposición que se realizó en la galería
Durbán, y tenía bastante conocimiento sobre la obra de Mauro, aunque descubrió muchas más cosas con todo el material que le entregué. Carlos se entusiasmó tanto que escribió el libro. Y por cierto, fue la última obra que escribió, pues
poco tiempo después, lamentablemente, murió.
-¿Cuál es su impresión sobre la personalidad de Mauro Mejíaz?
-A mí me pareció una persona muy difícil, porque era un ser un poco extraño
para mí. Ya que yo no estaba acostumbrado a tratar a un personaje como él:
un vegetariano, no bebía, era rosacruz, no fumaba, no era hombre de grupos,
aunque frecuentaba un café en el Barrio Latino y se veía con muchos pintores
venezolanos, pero no pertenecía a ningún grupo.
53
C ultural
Le grain de l’or
1980
Óleo sobre tela
130 x 195 cm
Colección privada
54
ÉL FUE COMO UN MONJE DEL TÍBET, QUE NACE DE UNA VEZ
CON SU MISIÓN. MAURO MEJÍAZ VINO CON EL OBJETIVO
DE SER UN GRAN PINTOR
E ntrevista
-El trabajo que usted ha hecho por preservar
y consolidar la obra de Mauro Mejíaz es muy
importante ¿qué lo mueve a realizarlo?
-No estoy buscando que se hable de mí porque lo que
hago, lo hago desinteresadamente; primero porque me
gusta, y en el caso de Mauro lo he venido haciendo desde
hace casi treinta años, pues como ya he dicho en otras
oportunidades, vi la crítica que tenía en Francia, en París,
donde es muy difícil que te nombre alguien. Ahora, si
además de que te nombran y hablan de ti y te hacen
presentaciones de catálogos y te escriben un libro personajes tan importantes como José Pierre o Alain Bosquet; yo
me dije “ese hombre lo que hace es muy bueno, tiene muy
buena crítica y en Venezuela no se le nombra”.
-¿De qué hablaban usted y Mauro?
-Hemos tenido tantas conversaciones… me habló mucho
de Braulio Salazar, el gran pintor valenciano, quien fue
como un padre para él. Braulio Salazar no solamente lo
enseñó a dibujar, sino que iba más allá con Mauro, fue su
profesor, y también su padre putativo, pues llenó el vacío
del padre que Mauro no tuvo.
-¿Cómo fueron los primeros años de Mauro?
-Mauro viene de una familia muy humilde. Su mamá
murió cuando tenía cuatro años, y lo crió una abuela. Se
fue a vivir a Guacara cuando tenía 13 años, y estudiaba en
Valencia. Mauro dibujaba sin saber que existía la pintura
como oficio, y en un botiquín donde lo ayudaban, conoció
a Braulio, quien lo entusiasmó para que estudiara, lo llevó
a la escuela, y le dio cariño. Braulio Salazar me contó que
cuando los alumnos presentaron la primera exposición,
alguien le preguntó qué le había parecido esa muestra.
Y él contestó “Bueno, pudo ser mejor”, y Mauro que
estaba cerca se sintió tan mal con el comentario de su
maestro que no volvió. Tuvo que ir Braulio personalmente a buscarlo, a convencerlo, y le tocó cariñosamente la
cabeza, y ese gesto bastó para que regresara inmediatamente a la escuela.
55
C ultural
En Mauro Mejíaz se
cumple un proceso.
Porque en su primera
fase está la influencia
mexicana, que estaba
de moda cuando era
estudiante. Después
llega a Barcelona,
funda la escuela
Armando Reverón
y comienza a
relacionarse con otra
generación de artistas
más jóvenes, como el
Indio Guerra, Pedro
Barreto o Luis José
Bonilla, y esa
confrontación con
gente más joven, con
otra visión plástica, lo
compromete
a exigirse una
propuesta más
avanzada y más
riesgosa también. A la
vez, hay un proceso
de autoafirmación
como artista. Eso lo
lleva a su propia
búsqueda y se va
a Europa, como toda
su generación lo
había hecho. En
Europa aborda su
propio sino pictórico,
su propia iconografía,
que se repite en sus
primeras obras, aún
en las obras
figurativas se siente
esa técnica que
permanece en su
obra siempre.
Cuando se establece
en Europa, desarrolla
con toda la fuerza esa
característica, con una
participación más
coloristíca.
Gilberto Bejarano
Escultor
56
-¿Le dieron una beca para estudiar en París?
-Mauro se fue con una beca por dos años, pero al año se la quitaron. Entonces,
como buen llanero pensó: ahora me voy a quedar con mis propios medios.
Y fue muy duro, porque hacía una pintura que no se vendía. Un día fue a una
galería que se llamaba 3 + 2 y habló con el dueño, el señor D’Halluin, y le
mostró su obra. D’Halluin le dijo “no te voy a hacer una exposición pero te voy
a dar una pared, porque has venido varias veces y has insistido. A mí me gusta lo
que haces pero es muy difícil de vender, si sigues haciendo esa pintura comenzarás a vender dentro de unos siete a diez años. Si eres capaz de quedarte en
París y trabajar durante por lo menos siete años sin vender nada vas a triunfar.
Este señor le dio esa pared y luego se atrevió a hacerle varias exposiciones
individuales. D’Halluin le compraba cuadros aunque no los vendiera, era un
visionario. En su galería exponían los mejores artistas, como Dalí, por ejemplo.
Sabía que la obra de Mauro era difícil y no obstante lo apoyaba. Además le hizo
varias exposiciones individuales. Mauro me presentó a D’Halluin y fue sorprendente apreciar el cariño que se tenían, y Mauro lo respetaba muchísimo porque
fue el primero que se atrevió a colgarle una obra.
-¿Sabe por qué le quitaron la beca?
-Hay pintores que tienen becas por diez o quince años. A Mauro se la quitaron al año, no sé por qué. Creo que fue, un poco, por la manera de ser tan
intransigente de Mauro, porque no se ponía de rodillas ante nadie. Mauro no
era un hombre que se vendía ni hacía concesiones de ningún tipo, porque hay
pintores que por necesidad se venden a cualquier precio o pintan por
encargo.
-¿El Estado respaldó a Mauro?
-Creo que sí hubo políticas en la cultura, porque el Inciba fue creado para eso,
el Conac fue creado para eso. Lo que pasa es que Mauro no iba a pedir.
Mauro no era un hombre que iba a hacer antesala al Conac a pedir una beca
o a pedir una ayuda. Creo que ningún país nunca hace mucho, aunque se
hagan cosas, pero el Estado venezolano sí apoyó a los artistas mandándolos
a estudiar a Francia, que estaba de moda en aquella época.
-¿La Fundación va a apoyar a otros artistas?
-Va a haber otros libros. La idea es hacer cada dos años un libro, un buen
libro escrito por una buena pluma. También queremos participar en la elaboración de un libro sobre Oswaldo Vigas.
Retrato
En el taller de
Oswaldo Vigas
de izquierda a derecha:
Eloy Silvio Pomenta,
Marius Sznajdermann,
Antonio Rodríguez,
Oswaldo Vigas,
Manuel Espinoza,
Mauro Mejíaz
y Colette Delozanne.
Caracas, 1981
E
l pintor Mauro Mejíaz nació en Biscucuy, estado Portuguesa, en el año 1930, y
murió en Francia el año 2000, sin saber que ese talentoso crítico, historiador y
filósofo llamado Carlos Silva, escribiría un libro titulado Mauro Mejíaz, el cuarto
reino. Por lo tanto, Mauro Mejíaz se quedó sin leer lo más justo y trascendente
que se escribiría en Venezuela en relación con su vida y su arte.
Mauro Mejíaz fue el
auténtico maestro de
lo que yo llamo el
surrealismo lírico en
Venezuela. Junto con
Aliro Oramas tomó
como punto de
partida, para su
indagación, el
surrealismo, pero lo
convirtió en una gran
burbuja, que se vuelve
paisaje y génesis.
Es un maestro del
color. Es ahí donde
convierte esa
tendencia en un
sueño vivible.
José Napoleón
Oropeza
Escritor.
Presidente del Ateneo
de Valencia
El pintor rescatado
JOSÉ PULIDO
Carlos Silva murió en el año 2003, un poco antes de que apareciera publicado
el bendito libro y no pudo verlo tampoco. A todas estas, ese libro, que fue
editado por Antonio Rodríguez Díaz, en un tiraje reducido de dos mil ejemplares,
es solicitado por museos y galerías de varios países a cada rato. Antonio Rodríguez
se ha quedado como abismado, porque no pretendía editar un libro que tuviera
tanta demanda, sino una obra que rescatara la vida y el trabajo de Mejíaz, de
cierto olvido venezolano. El libro pesa como dos kilos y allí están recogidas las
pinturas más significativas del artista portugueseño, además de ese texto revelador
y memorioso de Carlos Silva.
Hace más de treinta años, se conocieron por teléfono Antonio Rodríguez y
Mauro Mejíaz. Los presentó el pintor Oswaldo Vigas, quien conocía a Mejíaz
desde sus primeros años juveniles, como quien dice: una chorrera de quinquenios
hacia atrás. En aquella ocasión, Rodríguez llamó de Caracas a París y le preguntó
a Mauro: “¿cuántas obras tiene usted en este momento en su taller?” y Mauro le
57
C ultural
1979. Mauro Mejíaz
pintando en su taller
de Cuignières
respondió: ”tengo diez cuadros. Estoy
juntando obras, porque me quiero
comprar una casa”. Antonio lo que dijo
a continuación fue “Y… ¿cómo cuánto
necesitaría usted para comprar esa
casa?”. Mauro le dijo “lo que valen los
diez cuadros”. Y Antonio Rodríguez
Díaz le envió el dinero inmediatamente, sin ver las piezas que estaba
adquiriendo.
Luego fue a París, también bajo la guía
de Oswaldo Vigas, y conoció en persona a Mauro Mejíaz. En su taller pudo
ver, al fin, detalladamente, los cuadros
que había comprado por teléfono.
Desde esa vez, Mauro y Antonio estuvieron muy unidos, como seres hermanados
por una pasión artística.
En estos tiempos, Rodríguez se ha propuesto llevar por todo el país, una
exposición antológica de Mauro Mejíaz. Durante años, Rodríguez se dedicó a
consolidar una colección, con las obras más significativas y representativas de
todas las etapas que vivió Mejíaz. Y a esta circunstancia ha añadido las piezas
puntuales, que varios coleccionistas le han prestado para respaldar la iniciativa.
El resultado es que en la sala de exposiciones del diario El Carabobeño, se
inauguró recientemente una muestra que irá a varios espacios venezolanos,
incluyendo museos. La gira terminará en Caracas, donde el público podrá conocer
a fondo esa realidad artística que ha estado alejada de su país durante tanto
tiempo. La crítica venezolana siempre lo mantuvo presente, pero el espectador
no tuvo muchas oportunidades de observar sus cuadros.
La crítica francesa apreció bastante a Mauro Mejíaz, a quien consideraban un
maestro al nivel de Wilfredo Lam y de Roberto Matta. En 1980, Alain Bosquet
escribió Mejíaz, pintor de metamorfosis y José Pierre lo incluyó en su libro sobre
el surrealismo. Mauro era un hombre obsesionado con el mundo de lo místico.
No fumaba ni consumía bebidas alcohólicas. La mayor parte del tiempo la
dedicaba a su pintura. Podía pasarse varios meses pintando un solo cuadro.
Cada obra es el resultado de un talento que puso énfasis en el asunto mágico,
en la cuestión espiritual. Nunca quiso explicar el mensaje de sus pinturas, cuyo
manejo magistral del color debería bastar y sobrar al espectador. Pero sí dejó
constancia de que sus cuadros son como las cartas del Tarot: contienen un libro
que todavía está por leerse.
58
Biografía
BIOGRAFÍA
De Biscucuy a París
1930 Mauro Mejíaz nace en Biscucuy, estado
Portuguesa, el 22 de noviembre.
1956 Expone en la Muestra Internacional de
Valencia.
1933 Muere su madre, Cruz Mejíaz. Su abuela
Melania y su tía Juana se encargan de su
crianza y se lo llevan con ellas a Sabaneta de
Barinas, estado Barinas, y posteriormente
a Guanare, estado Portuguesa.
1957 Expone en el Salón Julio T. Arce, de
Barquisimeto; en el Ateneo de Valencia
y ofrece una muestra individual en el Ateneo
de Barquisimeto.
1943 Debido a los constantes maltratos que su
tía Juana le infligía, se va de la casa de su abuela
Melania a Guacara, estado Carabobo, donde
conoce a Pedro Véliz, bondadoso bodeguero
que lo acoge, le ofrece casa, trabajo y lo envía
a la escuela a seguir sus estudios.
1947 Pedro Véliz se traslada a Valencia, estado
Carabobo, donde abre un botiquín y se lleva
a Mauro a trabajar con él. Allí Mauro tiene
tiempo para dibujar. Conoce a Braulio Salazar,
quien lo anima para que ingrese a la Escuela
de Artes Plásticas.
1948 Ingresa a la Escuela de Artes Plásticas.
Da clases de Historia del Arte en un colegio
de monjas, y se gana la vida como cartelista
de cine, publicista y decorador de carrozas de
carnaval.
1951 Expone en la muestra colectiva de la
Escuela de Bellas Artes.
1952 Primera exposición individual en el
Hotel Carabobo, Valencia. Expone también
en el Salón Oficial Anual de Arte Venezolano,
en el Museo de Bellas Artes, Caracas.
Obtiene el Premio de Pintura y el Premio de
Escultura del Club de Leones, en el Salón
Arturo Michelena, del Ateneo de Valencia.
1953 Exhibe sus obras en el VI Salón Anual
Planchart de Pintura.
1954 Exposición Individual en el Ateneo de
Valencia, (óleos, sanguinas, témperas
y pasteles). Exhibe sus obras en el VII Salón
Anual Planchart de Pintura, y participa en
el XII Salón Anual Arturo Michelena.
1958 Funda y dirige la Escuela de Bellas Artes
Armando Reverón de Barcelona, estado
Anzoátegui. Se encarga de la sección de
cultura del diario Antorcha; conduce
el programa de radio llamado El hombre
y su signo, y realiza una exposición en Valencia.
1959 Exhibe sus obras en el XI Salón Anual
Planchart de Pintura.
1960 Expone en el IV Salón Anual de Jóvenes
Pintores, y muestra sus obras en Guanare,
estado Portuguesa.
1961 Expone en el Instituto Venezolano
Americano, Puerto La Cruz, estado
Anzoátegui, y en La Asunción. Realiza un
mural de diecisiete metros en el Liceo Cajigal,
de Barcelona.
1962 Expone en Nueva Esparta, y en El Pez
Dorado, Caracas.
1963 Expone en Puerto La Cruz, realiza
una retrospectiva de su obra en Barcelona,
y muestra en la Universidad Central de
Venezuela.
1964 Viaja a París con una beca del Inciba.
Expone en la Galería G y en el Ateneo de
Valencia, pinturas y esculturas en hierro.
1965 Exposición colectiva en el Salón
Latinoamericano, del Museo de Arte
Moderno de París. Muestra sus obras en el
grupo latinoamericano de la Galería Ranelagh.
1966 Exposición Galería Edoard Smith.
1967 Participa en el XXIII Salón de Mayo
(Salon de Mai), París. Exposición Internacional
de Billmora-Berg, Suecia.
1968 Exposición Le monde fantastique,
Galería 3+2, París. Expone en el Salón Grands
et jeunes d’ Aujourdui, y en Menton, Vence
y Limoges.
1969 Muestra una individual en la Galería
Latina, de Estocolmo, Suecia.
1970 Exposición en la Galería 3+2, París; y en
la Galerie Saint-Germain-des-pres, París.
1972 Expone en la Galerie L’Armitiere, París.
Peintures de Mauro Mejíaz, Galerie Art du
monde, París. Muestra sus obras en la Sala
Gaudí de Barcelona, España.
1974 Artistes Latino-Americains de París, Cité
Internationale des Arts. París.
1976 Expone en la Galería de Arte García de
la Peña, Sala Goya, del País Vasco.
1977 L’oeuf de beau bourg présente. Mauro
Mejíaz. Plateau Beaubourg, París.
1981 Recibe el Premio de la Société des Bains
de Mer, en el Gran Salón Internacional de
Pintura de Montecarlo. También el Premio
Arturo Michelena, del Salón Arturo Michelena,
Valencia. Es declarado Hijo Ilustre de Biscucuy.
Exhibition Japan International Artists Society.
At Chiba Prefectural Museum of Art, Tokio,
Japón. Rencontres Insolites. 9 peintres- 1
sculpteur. Galerie Art Visionnaire. París.
1982 Peintre vénézuélien. Mauro Mejíaz.
Galerie du Beffroi. París. L’Amérique Latine
a París. Peinture-sculpture-photographielittérature-musique. Grand Palais. París. Mauro
Mejíaz, L’enfant et les métamorphoses. Galerie
Art sans frontiéres. París.
1983 José Pierre, en el libro L’Univers
surréaliste, incluye un estudio sobre la obra del
artista. 100 artistes de L’Amérique Latine.
Maison de la Culture, Amiens. Segunda Bienal
de Artes Visuales. Bicentenario del Nacimiento
de Simón Bolívar. Museo de Arte
Contemporáneo Sofía Imber, Caracas.
59
C ultural
Tomado del libro: Mauro
Mejíaz, el cuarto reino.
Carlos Silva. Antonio
Rodríguez Díaz, Editor.
Impreso en Editorial
Arte. Caracas, 2002.
XXXXI Salón de Arte Arturo Michelena,
Ateneo de Valencia. Exposición AVAP 83.
III Salón homenaje a los 50 años del diario
El Carabobeño. Sala de exposiciones
Braulio Salazar, Valencia.
1984 Metamorfosis encontrada, exposición
individual en la Galería de Arte Nacional;
Centro de Arte Euroamericano. Mauro Mejíaz.
El vientre de la aurora. Galería G, Caracas.
1986 Expone Miniaturas, en la Galería Durbán,
Caracas, y en el Centro Venezolano de
Cultura, Bogotá, Colombia.
1987 Expone en el Museo de la ciudad de
Guanare, Inés Mercedes de Gómez Álvarez,
Guanare, estado Portuguesa.
1991 Expone en el Espace Baudelaire, París.
1992 Gran formato, colectiva. Galería Durbán,
Caracas.
1995 La fantasía intuitiva, exposición en la
Galería Municipal de Arte de Barcelona,
estado Anzoátegui. Art Expo 16éme Salon.
Invité d’honneur Mejíaz. Ballancourt-surEssonne, Francia. Texturas. Contemporary Art.
Mauro Mejíaz, Maracaibo, estado Zulia.
1997 Se realiza la IV Bienal Nacional de Artes
Plásticas de Puerto La Cruz, en homenaje
a Mauro Mejíaz. Galería Municipal de Arte
Moderno, Puerto La Cruz.
1998 Expone en la Galería Ascaso, de Valencia,
Contradicciones, certezas y reencuentro.
Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena,
50 años, 50 artistas. Centro Cultural Eladio
Alemán Sucre, Valencia.
2000 Muere el 23 de octubre, en Erquery,
París.
2001 FIA 2001, Caracas.
2002 Homenaje a Mauro Mejíaz. Colecciones
privadas de Guanare, Colectiva de Artes
Plásticas. Museo de la Ciudad de Guanare Inés
Mercedes Gómez Álvarez, Guanare.
2004 Retrospectiva de su obra. Centro
Cultural Eladio Alemán Sucre, Valencia.
Son las once de la noche, el 2 de febrero
del año 2000. Puse como siempre la velita
con olor en el taller de arriba y en el de
abajo también. Puse música y me senté
en el sillón de Mauro en el taller de arriba.
Fue donde más pintó en esta casa. Esperó
tres años para tenerlo y cuando nos
mudamos a Erquery, el 4 de abril de 1988,
tenía el caballete en la mezzanina.
Cuando se terminó este taller era verano
y Mauro se encerró a pintar. Tomaba mucho
café pero había mucho calor y entonces
llegaba de repente con su helado favorito,
y así pasó el verano y yo lo miraba pintar
desde el chinchorro que teníamos en su
taller. Lo indispensable para pintar: café,
música, la velita con aceites esenciales
y unas flores en la paleta. Mauro siempre
empezaba varios cuadros al mismo tiempo.
Una vez comenzó 27 cuadros en una sola
noche. Nunca quiso probar el acrílico porque
es para los pintores apurados y además
respetaba demasiado la técnica para que
su pintura perdurase.
Mauro se apagó como las cenizas de un
fuego ardiente, como el título de uno de
sus cuadros Sólo las estrellas mueren,
el 23 de octubre del año 2000 en Erquery.
Iba a cumplir 70 años el 22 de noviembre.
Se extinguió en mis brazos a las 11 horas
de la mañana en su taller con la música
Amor Immortalis.
Su esposa Cristina escribió estas líneas
con relación a la muerte de Mauro Mejíaz
60
E nsayo
S
Pastori, río mayor
JESÚS ENRIQUE LEÓN ROJAS
ucede que después de haber llovido tanto, navegamos; en
consecuencia los ríos y la palabra libertad. De la libertad a la poesía, los
espacios de la vida toda hasta la muerte y sus alrededores, sin complicaciones,
como tampoco a la poesía le complica la eternidad o un verso; como diría el
poeta Pastori, de quien soy hoy habitante y desterrado “Porque vivir es ir
rompiendo el resto de los años que vendrán…” como el río en su caudal de
rocas dolidas y trituradas, como días, como horas, como remolino, piedra
y delirio. Un río somos, es verdad, vaciados en los mil mares del decir, del
maldecir y del circundar la cascada hasta caer en ella y amar. Del río mayor
digo hoy cosas que quise decir siempre, cosas de profundidad, de pez, de sol
y caimanes que se acogen a su ribera sin decir más nada que un mordisco.
Del río mayor, del Pastori, sus afluentes, su delta de cien libros y el mar sin
orilla de su voz digo cosas ya dichas como un eco que se extasía en la verdad
de cada acantilado desde donde rebota para perpetuarse en la insonoridad
de lo absoluto, cosas como esa combinación de mago y juglar que
desencadena el humor después de un acto de lírica apasionada; cosas de
cabriolas y saltos del lenguaje donde se juega la vida para perderla y
resucitarla sin miedo al próximo giro, a la próxima presencia de un verso que
vuela.
ESTE TEXTO FUE LEÍDO
POR EL POETA
JESÚS ENRIQUE LEÓN
EN HOMENAJE QUE SE LE
LUIS PASTORI
CARORA, EN EL
VII ENCUENTRO DE
CENTROS LITERARIOS
DE LA UNIVERSIDAD
CENTROCCIDENTAL
LISANDRO ALVARADO
RINDIÓ A
EN
“El horizonte
que miramos desde la escuela
con pizarrón
de insomnios
ya no nos pertenece.
Más bien digamos que es un río
esta palabra
que nació en esa época;
y que siguió creciendo
como la sombra de la torre
con los días de verano”.
61
C ultural
Puedo seguir diciendo por ejemplo, lo dicho siempre sobre la desbordante
esencia de quien se duele y cae por el dolor de otros:
“Comenzaron a llegar gemidos
arrastrándose.
La sombra traía manos de mendigo
y ojos ciegos.
Fue...
como si a un niño
le quitaran de pronto
el día y los juguetes...”.
Pero se levanta y convoca las voces de todos para hacer del canto la palabra...
entonces con ese llamado y siguiéndole el cauce a su letra:
“todos los corredores se inundaron
de paz alegre y nueva.
Los primeros poetas visitaron las aulas”.
Cómo no decirle otra vez al río tirando la lajita que salta hasta el mismo
centro de la corriente castellana: hay en ti cada verso de instinto, pasado
luego al curso de la razón para que salga de allí ese meandro de amor,
muerte y flor que a veces es mujer y otras soledad:
“¿Dónde estás? ¿Dónde estás?
Si yo lo supiera,
este poema hubiera fallecido”.
Por eso poeta debo decir de Usted otra vez lo que ayer leí en un libro lleno
de espejos y trompos que se contraen en su propio girar hasta desaparecer
en una suerte de esotéricos cordeles, debo decir más allá del martillar
constante de la máquina de escribir que sus imágenes dejan el límite entre la
letra y el sonido y descienden al espacio de la oscuridad para que en ellas
resurjan luminosas y entendibles como aquella:
“...y un torpe coito primigenio
le tumbaba al semen sus dientes de leche...”.
o esa otra
“...todas las calles iban
como ríos inmóviles
a nutrir tu remanso”.
62
E nsayo
Y no cito números ni poemas, ni libros, ni velas ni incienso, porque este río
mayor nuestro, este río Pastori se deja pescar los versos sin necesidad de una
gran atarraya. Con sólo meter la mano salimos llenitos de poesía; es por ello
que no me da pena seguir en esos puertos ya visitados por otros y exclamar
en sus bares cuajados de olores de hembras: Yo también nado este río.
Río Pastori, río inclinado hacia el poniente, como no queriendo ver la noche
van tus aguas, anclados desconciertos recorren los puentes del tiempo y tú
reconoces la voz de Darío y no le huyes, no te escondes del viernes y acudes
al llamado de Neruda para reivindicar la leña que dejaron los hachadores, sin
tus aguas, sin los esteros de Vallejo ni la amplísima inquietud de Whitman, no
tendrían estas curiaras espacios para los sueños.
“Mi sangre no termina ni donde comienza la tuya,
sino que se va con ella y la acompaña”.
Aquí el poeta se hace arcano y guía, desconoce la bifurcación del camino
y transita todos los mundos en esa inmensa geografía que le contiene, mapas
del alma que lo dibujan y le trazan los límites propios de quien nació para
cantar los estados exaltados del ser y ser, del ser y desconocerse, del ser
y fragmentarse para recomponerse luego en su propia palabra:
“Oh Luis Pastori,
alegre ciudadano
con tristeza que nadie te conoce:
Nació tu nombre aquí, áspero roce
del país que circula por tu mano”.
Poeta, poeta, este nuestro que recoge en su tiempo la flor de los tiempos que
parecían idos y le marca un reloj de pétalos detenidos para que sea siempre
una glosa y un soneto:
“Acopla el pecho su olvido
al filo de mil puñales,
y tu voz en los rosales nace sin haber nacido”.
Poeta poeta éste el nuestro que también se lanza al vacío sin importarle más
que de alas tenga un insomnio y proclame un nuevo amanecer:
“Algo suena dentro de la noche.
la ciudad alcanza su más íntimo sueño,
y los relojes bajan por las paredes
como suicidas ahogados”.
63
C ultural
Poeta a secas, así de elemental, como el agua, el fuego, el aire, la tierra y el
toro; poeta en la sangre que corre del agujero en la guerra, poeta en el sol
y la canción de tijúa que cantan los duendes a mitad de la tarde; poeta
desprevenido que no se dio cuenta que le caían encima un montón de versos
y cuando se sacudió para quitárselos nos los tiró con susto y todo. Poeta para
la vida de los poetas, el poeta Pastori:
“Una desusada vida corre
desde el centro de nuestras
manos...”.
Poeta para la muerte de los poetas, el poeta Pastori:
“Cuando muere un poeta
resucita
todo el fuego del aire...”.
Poeta para la eternidad de la poesía:
“Mira: que no te crezca más la vida,
o el tiempo quedará deshabitado”.
Este es Luis Pastori, el hombre transformado en palabra; pero también la
palabra viva del hombre; lleno de crepúsculos y madrugadas, sin duda alguna
un poeta mayor, una voz que se desciñe del correaje del tiempo y de los
destinos, porque no puede haber destino para la poesía. Este es Luis Pastori,
quien a diario voltea al espejo y en medio de aquel mundo que le surca la
memoria, con trenes y altavoces, libros, amores, aviones, metal templado y piel
se dice a sí mismo:
“Sigo
buscando
el espejo
donde aquel niño se miró
por primera vez
los pequeños ojos...”.
Entonces, allí su poesía sabe a nostalgia y un miedo cerval recorre todo lo
que somos y lo que hemos sido... Entonces, allí desde esta Carora llena de
niños poetas, de jóvenes poetas y de viejos poetas me atrevo a ver tantos
espejos y recuerdo al poeta río, y los poemas se evaporan de su curso, y sus
libros son nubes, entonces llueve sobre todos estos cauces nacientes: llueve
Pastori.
64
Descargar