16 DINERO DOMINGO, 15 ENERO 2012 LA VANGUARDIA El caso Canicio CRÓNICAS BURGUESAS El profesor del IQS, concomitante con otros de la misma escuela (los Punset o Niño Becerra) contribuye al conocimiento del sector, sea en la planta industrial o en la probeta, Canicio dirige negocios y tecnología desde su propia consultora. Josep Maria Cortés T odo es producto de una combustión. La vida misma lo es y los sentimientos también. Balthazar Claës, el protagonista de La búsqueda del absoluto, una novela de Balzac, le expone a su mujer que el amor es una forma de materia. Ella le observa en silencio y con lágrimas en los ojos pero Balthazar, que en su tiempo fue un discípulo aventajado de Lavoisier, insiste; le explica que incluso sus lágrimas son pura química, que se descomponen en elementos, como el fosfato de calcio y el cloruro de sodio. Ella se indigna, le llama sacrílego, sigue con su llanto y todo resulta bellamente melodramático. Pero, lo que no sabe madame Cloës (al fin y al cabo fue una pura invención de Balzac) es que su desespero enmarcaría un debate, entre creacionistas y evolucionistas, que ha durado más de dos siglos y medio. La química, hija de la alquimia, dejó de ser una ciencia oculta antes de que Roura fabricara pólvora en el laboratorio de la Junta de Comercio, la primera universidad moderna de Catalunya, albergada en la Llotja de Mar después del largo sueño medieval de Cervera. Esta ciencia dejó de ser mágica, pero ha querido conservar un toque de misterio, cuyo velo sólo le está permitido descorrer a los científicos. Sus aplicaciones industriales resumen sus mejores dones y hoy sabemos que sus diferentes ramas, como el craker, los derivados del crudo, la farmacopea o la perfumería, festonean lo mejor y más genuino del tejido industrial catalán. La química abrió la puerta a la revolución industrial (la fabricación de tela de algodón) y la producción masiva de hierro, tal como lo ha expuesto el profesor José-Alfonso Canicio Chimeno en Diez relatos con química (Clipmedia ed., 2011), un libro ilustrado por Didier Lourenço, cuya primera edición ha promovido el Químico de Sarrià con motivo del año in- Las afinidades electivas La química en el cruce investigación-empresa: Canicio, Abelló, Julià, Arcas, Molins, Uriach, Puig o Belil FREDERIC ABELLÓ. Junto a su hermano Isidre Abelló, fue impulsor de la Abelló-Oxígeno. En la actualidad dirige la consultora Aqua y está centrado en temas de investigación y consultoría sobre el agua ternacional de la Química. Canicio entra con socarronería en el mundo de la metáfora; pero, no tanto para sorprendernos como para hacernos viajar en el tiempo: La sosa (Leblanc) y el sulfúrico (Roëbuck) permitieron decolorar y desengrasar el algodón; el carbón de coke (Davy) impulsó la fabricación masiva de hierro sustituyendo al carbón vegetal. Sin la química, el vapor seguiría sirviendo para cocer zanahorias; jamás se hubiese producido aquel cambio transformador en las cuencas fluviales del interior (el Llobregat, el Ter o el Cardoner), que mudó para siempre la piel entera de nuestra economía. La mitad de la humanidad no existiría sin la producción sintética de amoniaco de Haber y Bosch y la madera de los bosques no se habría librado de la tala masiva. Los productos químicos nos intoxican, pero los productos naturales nos envenenan docenas de veces más. La naturaleza desatada es mucho más nociva que los residuos derivados de tratamientos químicos en los alimentos (pesticidas, conservantes, fármacos), cuando estos han pasado los controles sanitarios impuestos por los reguladores. De la mano de Canicio hemos aprendido que el mundo multicolor proviene del malogrado amor de Ferdinand Runge por la hija de la dueña de la fábrica de gas de Oraniemburg (Berlín, 1834), quien fue capaz de aislar el negro alquitrán y posibilitar el naci- miento de la industria química orgánica con la fabricación de colorantes. Las monedas usadas recuperaban su brillo frotándolas con orina (amoniaco), tal como descubrió Ennig Brand (Hamburg, siglo XVII) destilando cinco mil litros de pipí a la búsqueda del principio que había de purificar los metales impuros, incluidos la plata y el oro. Sin saber que la orina contiene los fosfatos excretados por el cuerpo humano, Brand cayó en la cuenta al observar que su vasija de destilación se iluminaba espontáneamente; había aislado el fósforo y una gota de este metal en la punta de un palito proporcionó las cerillas a toda la humanidad. Este guión, que funde ciencia y simbología, no es nuevo. Su principal antecedente data de los primeros años del ochocientos cuando Napoleón invadía Weimar, y Johann Wolfgang Goethe, el gran poeta del Sturm und drang, volcaba sobre su propio desprestigio la dirección del instituto de Ciencias Naturales de Jena. Al abandonar la ciencia, el gran autor recuperó su influjo con Las afinidades electivas, una novela de amor recorrida por el fatalismo y la rebelión, llena de episodios personales que explican su mezcla de literatura y ciencia. Con la afinidad química como metáfora, Goethe se adentraba de lleno en la centuria del romanticismo. Apenas había terminado la primera parte de su Fausto, obra que le llevó toda la vida, cuando, gracias a una obra menor , colocó sobre el tapete de la historia la teoría del flechazo entendido como una afinidad puramente química entre dos seres. Seguramente, se pasó de rosca. La ciencia, mucho más veloz que la poesía, le doblaba con enorme rapidez, en cada recodo. El mundo tal como es no sería posible de no ser por inverosímiles casualidades que son difícilmente justificables por el azar. Pero, a pesar de todo, las afinidades y las elecciones no se han movido de sitio, y son determinantes. Canicio nos lo recuerda a base de detalles a menudo Solicita ya las tarjetas del Club para tus familiares Con la tarjeta de Suscriptor, tus familiares también podrán disfrutar de las ventajas y descuentos del Club de Suscriptores. 902 481 482 · www.suscriptoresdelavanguardia.com LA VANGUARDIA DOMINGO, 15 ENERO 2012 DINERO 17 Sarrià-Peindusa Núria Vallmitjana, gerente de Peindusa, la empresa que regula las relaciones entre el IQS e industria, ha calculado el impacto económico y social de los emprendedores del Químico en su historia: miles de titulados fundando o desarrollado empresas. ENRIC JULIÀ. El director general y alma del Químico de Sarrià ha impulsado, a lo largo de su mandato, la internacionalización del instituto, los estudios de gestión y su vinculación al mundo de las fábricas y los laboratorios MARIAN PUIG. Representante de la tercera generación de los Puig y consejero delegado de Isdin. Ha sido el impulsor de la expansión del negocio en Francia. La familia siempre ha estado vinculada al Instituto imperceptibles, como las propiedades del aire que transporta las pequeñas moléculas de nuestras nostalgias y tristezas o el olfato de los camellos, unos animales que, en pleno desierto, huelen el agua a 80 kilómetros de distancia. Este universo empírico sobre la piel de los investigadores industriales ha sido el secreto del Convirtieron en su día a España en la quinta potencia química del mundo, con un 40% en Catalunya Químico de Sarrià, desde la primera generación de licenciados, los Mas Cantí, Güell, Ferrer, Suqué o Casanovas, miles de puestos de trabajo altamente cualificados con un impacto económico sobre Catalunya, a escala, semejante al de las mejores instituciones tecnológicas americanas como el MIT (Massachusetts Institute of Technology). Y de- NURIA VALLMITJANA. Ingeniera formada en el Instituto Químico de Sarrià, en la actualidad, desempeña la gerencia de Peindusa, una empresa filial del Químico cuyo cometido consiste en vincular enseñanza y empresa trás de los estudios, sus patrocinadores, las empresas lideradas por los patrones del Químico, los Marian Puig (perfumería), Molins (Cementos), Arcas (ex Nestlé), Francisco Belil (Siemens), Joan Uriach (fármacos) o los hermanos Isidre y Frederic Abelló (Abelló-Linde), que aportan, conjuntamente una parte de la financiación. La potente industria farmacéutica catalana tiene uno de sus mejores antecedentes en la familia Uriach, al frente de un grupo empresarial iniciado, en 1838, en una pequeña droguería del centro de Barcelona. Su cuarta generación está encarnada en el patrón del Químico, Joan Uriach, conocido con el sobrenombre de doctor Biodramina a consecuencia de la popularidad que le dio este medicamento contra el mareo, tal como ha descrito Genís Sincas en la biografía del farmacólogo en la que se retrata a las grandes figuras de este sector, como Antoni Esteve Subirana o Pere Puig Muset. El Químico de Sarrià (hoy Iqs School of Engineering e Iqs School of Management) ha sido JOSÉ-ALFONSO CANICIO. Está volcado en su cátedra, la investigación y la consultoría. Es un vínculo entre el Químico y la sociedad JOAN URIACH. El farmacólogo de cuarta generación, conocido como doctor Biodramina, representa a un sector que concentra lo mejor de la industria química y su vocación de permanencia el origen de una constelación. Los alumnos de hoy, sólo son en ínfima minoría, herederos de las sociedades industriales familiares que, progresivamente ampliadas, adaptadas, consolidadas y en algunos casos vendidas a multinacionales, convirtieron en su día a España en la quinta potencia química del mundo con una concentración del orden del 40% en Catalunya. Una escuela de emprendedores y una de técnica en sinergia permanente, bajo el lema de una casa fundada por los jesuitas: persona, ciencia y empresa. Para Canicio es más que probable que existan gigantescos icebergs de diamante en los cielos “flotando en océanos de carbono líquido”; y más “cosas en el cielo, Horacio, de las que jamás pudieras imaginar”, como dijo un príncipe de Dinamarca. Sin saberlo, Hamlet antecedía al Clöe de Balzac, descubridor de la materia etérea, clave del Absoluto. Él jugaba a ser Dios: “Si fabrico diamantes de laboratorio, habré repetido a la naturaleza”. Los domingos con