Revista de Prensa - Universidad Autónoma de Madrid

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O.J.D.: 358122
E.G.M.: 2022000
Fecha:
14/08/2010
Sección: SUPLEMENTO
Páginas: 6,7
Tarifa (€): 28800
EN PORTADA / Reportaje
Pensamiento
crítico en la
‘caja tonta’
Los libros que indagan o explican filosofías
vitales que laten en las series de televisión se han
convertido en complemento para los seguidores
Por Elisa Silió
E
de la oficina de
los productores de Mad Men
han colgado una felicitación.
No es la enésima carta anónima, sino una manuscrita del
propio presidente de Estados
Unidos, Barack Obama. Cualquier asesor de
imagen —quién sabe si ha sido ocurrencia
de uno— apoyaría esta expresión de entusiasmo, porque hoy la pasión por cierta televisión es cool. Algunas series, calificadas por
algunos como “la mejor narrativa americana actual”, no son un fenómeno nuevo, hay
que remontarse al 2002 con el estreno de
The Wire. Aunque sí lo es el comportamiento de la audiencia. Han descubierto que hay
vida más allá del visionado de un capítulo
de cualquiera de estas series. Ellas te ponen
a prueba. Hace tiempo que el espectador no
aguarda la entrega semanal y se indigesta
con un atracón de episodios. Ahora, además, gracias a Facebook y Twitter, disfruta
de un contacto directo con los actores, productores y guionistas; intercambia impresiones en los foros cibernéticos y tiene acceso a
los detalles más inauditos en unas webs oficiales cada vez más completas. Un caldo de
cultivo que ha propiciado una avalancha de
libros sobre unas series que invitan a la reflexión.
“Twitter o Facebook son un mundo. Yo
me twitteo con los actores o con los guionistas. Hay una revolución desde hace un año
en la que tienen cabida los libros y cualquier
medio de comunicación. Es muy divertido,
pero también un poco loco porque hay mucho y hay que ir descartando”, cuenta entusiasmada Mariló García, coordinadora de series Cinemanía y bloguera (yonomeaburro.
blogspot.com). “Por ejemplo, después de las
nominaciones de los Emmys en Twitter había actores que se quejaban. El periodista
está dejando de ser el intermediario”. Su
blog, centrado en las series, recibe 4.000 visitas diarias con picos de 15.000.
La periodista propuso, sin fortuna, a un
sello editorial escribir un libro sobre la moda en las series. “Las editoriales tienen miedo a lo nuevo”, dice convencida. “Los productores ahora son también los guionistas y
eso es muy importante. Cuando tú haces un
producto y pones la pasta, intentas que sea
un fenómeno”. El resultado es que se adelantan informaciones para caldear el ambiente
y se editan, al igual que en las superproducciones juveniles, guías oficiales de las series.
¿Y por qué no antes la reflexión en las
series? Las reglas publicitarias generaban espectadores perezosos, vendidos a un entretenimiento tan puro como hueco. Hasta
que llegó el canal de pago HBO con su eslogan “esto no es televisión” y rompió los cánones. No estaba obligado a rendir pleitesía
a los anunciantes, sino a presentar sus respetos a una audiencia dispuesta a costear un
producto vanguardista. “No hay nada que te
sirva de paño caliente respecto a una historia triste, una historia airada, una historia
subversiva, una historia perturbadora”, observa David Simon, productor de The Wire,
N UN CORCHO
6 EL PAÍS BABELIA 14.08.10
1
una serie “sobre la porción de Estados Unidos que hemos desechado”.
“La literatura de series no es solo un fenómeno fan que vive del fetichismo, sino que
quien se enfrente a estas obras verá que aquí
se están dilucidando formas distintas de la
narrativa audiovisual contemporánea”, sostiene Xavier Pérez, profesor de narrativa audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra.
“HBO fue una gran apuesta experimental.
Habíamos pasado una época en la que parecía invariable que la serialidad televisiva se
basaba en un esquema de un mundo estable que se desequilibra y que al final vuelve a
la estabilidad original”, agrega Pérez. “Sus
guionistas empezaron a declarar que se habían inspirado en series como Berlin Alexanderplatz (basada en la novela de Alfred
Döblin), de Rainer Werner Fassbinder, que
presentaban un mundo en permanente descomposición”, subraya Pérez, coautor con
Jordi Balló de Yo ya he estado aquí. Ficciones de la repetición (Anagrama, 2005). Durante muchos años, Pérez pensó que Twin
Peaks, de David Lynch, y The Kingdom, de
Lars von Trier, serían siempre una excepción en esa concepción desintegradora.
¿Hablamos de las series como si fueran
Arte, con mayúsculas? “Es muy complicado,
porque el arte es lo que los hombres dicen
que lo es y, sobre todo, las instituciones legitimadas para decirlo. Es un producto comercial, pero de calidad máxima intelectual, política y estética”, opina Iván de los Ríos, profesor de filosofía contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. “Apuestan
por una nueva forma de narrar, no tan simplista y sensacionalista. Una expresión muy
“Apuestan por una nueva
forma de narrar, no tan
simplista y sensacionalista,
muy crítica con la sociedad”,
dice Iván de los Ríos
crítica sobre la sociedad que las engendra”.
La caja tonta (o lista) y los filósofos de
nueva hornada han creado un tándem muy
rentable en Estados Unidos, un país de gran
tradición en ensayos de cultura popular. Las
series son la excusa para explicar conceptos
filosóficos —un vade retro para el lector medio— y que, sin embargo, pica el anzuelo
por su afinidad televisiva. “Este tipo de libros continuará. Titular con el nombre de la
serie y luego añadir “… y la filosofía”, es una
idea que nació en 1999 con Seinfeld. Ahora
hay más de cincuenta libros. Son inteligentes, para fans inteligentes de una cultura
popular inteligente. La televisión no es para
peleles”, sostiene William Irwin, profesor de
Filosofía en el King’s Collage de Pensilvania,
autor de esa primera obra (Seinfeld and Phisosophy: a Book about Everything and Nothing) y coeditor de Los Simpson y la filoso-
fía. La máxima de Homer: “Si lo intentas y
fracasas la lección es: nunca lo intentes”.
“No se requiere tener un background filosófico. Intentamos que el público sea capaz
de pensar de una forma más crítica, y que
vea que muchas de las preguntas que se
plantea en sus series se han debatido décadas”, explica Henry Jacoby, autor de La filosofía de House. Todos mienten. “Sería estupendo si después de leernos alguien se interesa por la filosofía”. “Hay muchas cuestiones filosóficas planteadas en House. Como
es obvio, algunas relacionadas con la ética
médica. House usa la lógica para resolver
puzles. Pero no son las únicas”, prosigue
Jacoby. Al estadounidense le ha salido un
competidor en España: el manual de autoayuda Dr. House. Guía para la vida, de
Toni de la Torre.
“La tradición de apelar a la cultura popular para explicar y discutir la filosofía nos
hace volver a Sócrates. Él hablaba en términos de la mitología popular y analogías agrícolas”, compara Irwin. “La mayoría de los
filósofos comprenden que con estos libros
tratamos de difundir la filosofía como él. A
veces me topo con algunos prejuicios, pero
no permito que me fastidien”.
“La divulgación científica vende. Uno no
compra un libro de Aristóteles porque nos
resulta un peñazo, pero si ves en la librería
Aristóteles en 20 minutos, te engancha”, argumenta De los Ríos. “Aunque sí hay filosofía en Los Simpson. Por ejemplo, las paradojas de la omnipotencia de Bart. Nadie me
escucha si yo afirmo: ‘En la teología medieval se decía: si Dios existe y es omnipotente
crearía una piedra que sería incapaz de mover… ’. Pero te llega si lo pones en boca de
Bart: ‘¿Podría Jesucristo calentar en el micro-
ondas un burrito tanto que fuera incapaz de
comérselo?”. De los Ríos ha participado en
dos libros de factura nacional: The Wire. 10
dosis de la mejor serie de televisión y Los
Soprano forever. Antimanual de una serie
de culto, ambos en Errata Naturae.
“Estos libros tienen una mezcla de rigor
intelectual y humor, a veces con mala leche.
Se ha intentado, y creo que conseguido, que
los ensayos tuviesen la altura intelectual de
los guiones”, explica De los Ríos. El editor de
Errata Naturae, Rubén Hernández, no tiene
intención de publicar muchos más: “No queremos especializarnos en series. Tiene que
surgir un libro muy en nuestra línea editorial”. The Wire arranca con un prólogo de
David Simón. El productor y periodista de
sucesos no se anda con chiquitas: “La pauta
que sigo para intentar ser verosímil es muy
sencilla (la vengo siguiendo desde que empecé a escribir ficción): que se joda el lector
medio”. Prosigue con una conversión entre
Simon y el Nick Horby (Alta fidelidad), que
pasaron una tarde en Londres hablando del
proceso de escritura, de Baltimore, de la música y del deporte. Le dan el relevo siete
ensayos de Rodrigo Fresán, Iván de los Ríos
y Margaret Talbot, entre otros. Y el volumen
se cierra con El confidente, un inédito de
Georges Pelecanos, uno de sus guionistas.
Mientras tanto, Los Soprano forever propone diferentes ángulos de la vida de esta
familia mafiosa de Nueva Jersey: su relación
con Dios, el sexo, el mal o la obesidad. Ideas
que se desgranan de la mano de De los Ríos,
Fresán, Fernando Delafuente. Ignacio de
Castro Rey y Fernando Castro Flórez. “Los
Soprano es un buen producto que está sobredimensionado porque sufrimos aburrimiento doméstico”, plantea este último,
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quien se niega a un “arresto domiciliario”
para ver series.
Los Soprano. Temporada dos. Un tipo
feliz. Tony (el protagonista): “Tengo el mundo cogido por las pelotas y no dejo de sentirme como si fuera un puto pringado”. “¿Qué
opinarían Platón, Aristóteles, los estoicos o
los epicúreos de la felicidad de este gordo
criminal?”, se preguntan en Los Soprano y
la filosofía (Richard Greene y Peter Vernezze). “No creo que la gente necesite saber más
de Los Soprano, pero hay un montón de
cuestiones que explorar. Nuestros ensayos
versan sobre qué nos puede decir Los Soprano acerca de la filosofía y de nosotros mismos. La gente está interesada en la cultura
popular porque no vivieron el pasado. Es
algo que hay que estudiar ahora”, explica
Richard V. Greene, de la Weber State University, coeditor de la obra.
“Está haciendo televisión una generación que ya nació con ella, y eso influye y
beneficia”, se felicita Rodrigo Fresán, quien
participa también en Los Soprano forever.
“No escribiría guiones, son un planeta diferente. Bueno sí, si me lo pidiese alguien de
quien soy fan, pero seguro que luego me
arrepentiría”, asegura este forofo de Bob Esponja.
Los enigmas de Perdidos (Lost), la paranoia en la isla del Pacífico, con osos polares
y un humo negro asesino, genera mucha
literatura. “Es normal porque la serie plantea lo siguiente al espectador: ‘Tienes que
saber más si quieres entrar en mi mundo’.
Es una máquina de producir otras interpretaciones y un complemento son los libros.
No podemos ver Perdidos como vemos una
película o un sit com”, razona Simone Regazzoni, autor de Perdidos. La filosofía. “Tene-
mos que participar en la creación de ese
mundo. Y para hacerlo necesitamos leer y
escribir, conocer a otras personas que viven
en ese mundo. Mi libro es una forma de
participar en el juego narrativo de este mundo. Tiene, como en un videojuego, distintos
niveles de dificultad”.
“Perdidos no es filosofía popular, pero un
filósofo puede hacer filosofía popular con la
serie. Hay todavía demasiados prejuicios. El
filósofo clásico intelectual (que no sabe qué
está ocurriendo en la cultura popular) se
resiste a la televisión. Se entiende que no
pueda cambiar su paradigma intelectual, pero la nueva generación de filósofos (bad
guys para los académicos) está preparada
para trabajar con las series, los cómics o la
pornografía”, prosigue Regazzoni. El profesor de la Universidad Católica de Milán es
coautor también de un ensayo sobre House
y otro de Harry Potter que Duomo publicará
este septiembre.
Se esperaba para estas fechas la edición
inglesa, pero la Enciclopedia Lost, tan ansiada por los fans, verá la luz en otoño. Ha
trascendido que intentará explicar todos los
enigmas y misterios en sus 400 páginas, con
más de 1.500 fotos. El final tan abierto de la
emisión defraudó a muchos que confían en
cerrar muchas incógnitas con su lectura, como han prometido los productores. Grijalbo
sacará a la venta la versión en español. Lluís
Alba y Miguel Pérez, del blog Zumbarte, sabían que su baza frente a la Enciclopedia
Lost era el tiempo. Así que el mismo día de la
despedida, tras seis temporadas, entregaron
su volumen Perdidos. La guía definitiva a
Dolmen, editor desde 2006 de otros cuatro
libros sobre la serie. “Tiene 400 páginas, con
análisis de cada capítulo. No hacemos elucu-
braciones personales, ni nos hacemos eco
de las teorías de otros”, cuenta Alba.
Don Draper, el publicista neoyorquino
protagonista de Mad Men, tiene siempre en
su escritorio media docena de camisas almidonadas. Todo lo que ve o toca es elegante
y, pese a lo que podría parecer, nada es
insustancial en la serie favorita de Barack
Obama. Se retrata las costumbres sociales y
políticas de cambio de los años sesenta en
Estados Unidos (la identidad y la autenticidad del feminismo, la libertad o la felicidad)
con tal profundidad que Irwin es también
editor de otro libro Mad Men and Philosophy: nothing is as it seems (Paperback,
2010). Los niñatos malhablados y corrosivos
de South Park han sido también merecedores de tres libros que, como el primero, no
han llegado a España. Y de otros irreverentes, la familia animada más conocida del
mundo, se acaba de editar El Evangelio según los Simpson. El libro, escrito por Mark
A. Pinsky, un periodista judío que sirvió al
Ejército israelí, muestra como Bart y compañía se mofan de la religión organizada pero,
al mismo tiempo, abrazan la fe para hacer
frente a su frustración social.
El tiempo demostrará si la literatura de
series ha llegado para quedarse. Por lo pronto, pocos niegan que las series son una compañía un poco adictiva. De los Ríos lo resume: “No sabemos qué hacer con nosotros
mismos y necesitamos consumir productos
que nos den la ilusión de que queda algo
para mañana”. O
Los principales actores de la serie Mad Men, del guionista y director Matthew Weiner. Elegida por tres años
consecutivos mejor serie dramática en EE UU.
de David Simon. Ilustraciones de David Sánchez.
Errata Naturae. Madrid, 2009. 238 páginas. 16,90
euros. Perdidos. La filosofía. Simona Regazzoni.
Traducción de María Ángeles Cabré. Duomo Ediciones. 133 páginas. 19,90 euros. Perdidos. La guía
definitiva. Dolmen. Lluís Alba y Miguel Pérez.
Dolmen. Barcelona, 2010. 460 páginas. 20 euros.
El Evangelio según los Simpson. Mark A. Pinsky.
Selector. México, 2010. 330 páginas. 19,50 euros.
Los Soprano y la filosofía. Richard Greene y Peter
Vernezze. Traducción de María Ruiz de Apodaca.
Barcelona, 2010. 266 páginas. 19,50 euros. Los
Soprano forever. Antimanual de una serie de culto. VV AA. Traducción de Inés Antón. Errata Naturae. Madrid, 2009. 169 páginas, 16,90 euros. Dr.
House. Guía para la vida. Toni de la Torre. Now
Books. Barcelona, 2010. 7,50 euros. La filosofía de
House. Todos mienten. William Irving y Henry
Jacoby. Selector. México, 2009. 248 páginas. 15
euros. Los Simpson y la filosofía. William Irwin,
Mark T. Conard y Aeon J. Skoble. Traducción de
Diana Hernández. Blakie Books. Barcelona, 2009.
415 páginas. 22 euros.
Yo ya he estado aquí. Ficciones de la repetición.
Jordi Balló y Xavier Pérez. Anagrama. Barcelona,
2005. 198 páginas. 19 euros. The Wire. 10 dosis de
la mejor serie de televisión. VV. AA. Introducción
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